La escucha activa ayuda a las personas a sentirse comprendidas y afirmadas al darles espacio para expresarse con confianza. Permitir verbalizar un conflicto o problema ayuda a aclarar la propia situación y reduce la angustia. Ser escuchado hace que la persona se sienta valorada y tomada en serio por su interlocutor. Además, la escucha desde la infancia ayuda a construir una identidad fuerte y segura.
La escucha activa ayuda a las personas a sentirse comprendidas y afirmadas al darles espacio para expresarse con confianza. Permitir verbalizar un conflicto o problema ayuda a aclarar la propia situación y reduce la angustia. Ser escuchado hace que la persona se sienta valorada y tomada en serio por su interlocutor. Además, la escucha desde la infancia ayuda a construir una identidad fuerte y segura.
La escucha activa ayuda a las personas a sentirse comprendidas y afirmadas al darles espacio para expresarse con confianza. Permitir verbalizar un conflicto o problema ayuda a aclarar la propia situación y reduce la angustia. Ser escuchado hace que la persona se sienta valorada y tomada en serio por su interlocutor. Además, la escucha desde la infancia ayuda a construir una identidad fuerte y segura.
La escucha activa da espacio a los otros para abrirse con creciente confianza y libertad y les permite sentirse comprendidos y afirmados.
Permitir a una persona verbalizar un conflicto, un problema, es ya dar un paso en
la aclaración de la propia situación y conlleva en el/la escuchado/a una agradable sensación de acogida y seguridad.
Dar a alguien la posibilidad de ser escuchado/a es concederle la posibilidad de
reducir la angustia, que a veces puede ahogar o paralizar al sujeto. El escuchado siente "si esta persona me toma en serio"; cuando uno/a se siente escuchado/a tiene la cálida percepción de tener valor a los ojos del interlocutor/a.
Esta necesidad de escucha no se da en casos aislados si no que es algo humano
general y más aún en nuestra sociedad.
Ser escuchado significa ser tomado en serio; satisface la necesidad de expresar
nuestra personalidad y la de sentirnos en contacto con los/as otros/as.
Escucharnos y aceptarnos nos ayuda a aclarar los pensamientos y los
sentimientos. No ser escuchado nos hace sentirnos ignorados/as, desestimados/as, aislados/as y solos/as.
Las semillas de la escucha se siembran en la infancia, en la calidad de la relación
padres-hijos. Los/las padres/madres que escuchan hacen que sus hijos/as se sientan dignos/as y apreciados/as.
Ser escuchado/a ayuda a construir un yo fuerte y seguro, dota al niño/a del
suficiente respeto a su propia persona como para poder desarrollar sus propias cualidades e ideales y abordar las relaciones con tolerancia y respeto. Al ser escuchado/a el otro/a se sentirá más estimulado a superar las dificultades con las que se encuentra; es más, una persona no escucha con atención lo que el otro le diga a menos que previamente él/ella se haya sentido escuchado/a a fondo.