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- Introducción.
· ¿Qué es la crisis del 98?
· El contexto internacional. La “carrera colonial”.
· El aislacionismo de la política exterior española. Las consecuencias en el conflicto.
- Las guerras coloniales.
· La guerra de Cuba.
o El contexto cubano.
§ La riqueza de Cuba. Los intereses americanos.
§ La situación social cubana. La aparición del independentismo.
§ La política colonial española hasta 1868.
o Los precedentes. Las guerras cubanas.
§ La guerra de 1868. La paz de Zanjón (1878).
§ La guerra “chiquita” (1879-1880).
o La guerra de 1895.
§ José Martí y el independentismo cubano.
§ El “Grito de Baire”. El apoyo social de la rebelión.
§ El fracaso de la reacción española.
· La política de pacificación de Martínez Campos (1895-96).
· Los métodos radicales de Valeriano Weyler (1896-97).
· El ofrecimiento autonomista de Ramón Blanco (1897).
§ Los problemas en el ejército español. Las enfermedades tropicales.
· La guerra en Filipinas.
o El contexto filipino. Las órdenes religiosas.
o El levantamiento de José Rizal.
- La crisis de 1898.
· La política expansionista de EE.UU. El manejo de su opinión pública por parte de
determinados medios de comunicación.
· La voladura del “Maine” (15-II-1898).
· El sensacionalismo de Hearst y la inconsciencia española. La declaración de guerra
(25- IV-1898).
· La guerra en el Pacífico. La batalla de Cavite (1-V-1898).
· La guerra en el Caribe. La batalla de Santiago de Cuba (3-VII-1898).
· El Tratado de París. (10-XII-1898).
- Las repercusiones.
· La pérdida del prestigio internacional. La venta de las Carolinas a Alemania (1899).
· Las pérdidas económicas.
· Las pérdidas humanas.
· La crisis política.
· La crisis ideológica. La exigencia de una regeneración.
RESOLUCIÓN DEL CONGRESO DE LOS ESTADOS UNIDOS. 20-IV-1898 (GUERRA DE CUBA)
"Considerando que el aborrecible estado de cosas ha existido en Cuba durante los tres últimos años, en isla tan
próxima a nuestro territorio, ha herido el sentido moral del pueblo de los Estados Unidos, ha sido un desdoro
para la civilización cristiana y ha llegado a su período crítico con la destrucción de un barco de guerra
norteamericano y con la muerte de 266 de entre sus oficiales y tripulantes, cuando el buque visitaba
amistosamente el puerto de La Habana.
Considerando que tal estado de cosas no puede ser tolerado por más tiempo (...), el Senado y la Cámara de
Representantes, reunidos en Congreso, acuerdan:
- 2º) Que es deber de los Estados Unidos exigir que el gobierno español renuncie inmediatamente a su autoridad
y gobierno en la isla de Cuba y retire sus fuerzas de las tierras y mares de la isla.
- 3°) Que se autoriza al Presidente de los Estados Unidos, y se le encarga y ordena, que utilice todas las fuerzas
militares de los Estados Unidos para llevar a efecto estos acuerdos."
Fuente: ARMESTO SÁNCHEZ, J. (et, al.). Historia de España Comentario de textos históricos, Granada, 1997, p.
.160.
“S. M. la Reina Regente de España, en nombre de su augusto hijo D. Alfonso XIII y los Estados Unidos de América, deseando
poner término al estado de guerra hoy existente entre ambas naciones…. Previa discusión de las materias pendientes han
convenido en los siguientes artículos :
1º) España renuncia a todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba. En atención a que dicha isla, cuando sea evacuada
por España, va a ser ocupada por los Estados Unidos…
2º) España cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demás que ahora están bajo su soberanía en las Islas
Occidentales y la isla de Guam en el archipiélago de las Marianas o Ladrones.
3º) España cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido por las Islas Filipinas […]los Estados Unidos pagarán a España la
suma de veinte millones de dólares dentro de los tres meses después del canje de ratificaciones del presente Tratado.
4º) Los Estados Unidos, durante el término de diez años a contar desde el canje de ratificación del presente Tratado, admitirán
en los puertos de las Islas Filipinas los buques y mercancías españolas, bajo las mismas condiciones que los buques y
mercancías de los Estados Unidos […]”
1. El conflicto cubano.
Hasta la regencia de María Cristina de Habsburgo, tiempo en que se consumó la
independencia de las islas del Caribe, Cuba había sido una colonia muy especial, más
rica incluso que la metrópoli en muchos aspectos desde el primer tercio del siglo XIX,
momento en el que se implanta en la isla una nueva forma de explotación basada en el
sistema de plantaciones, especialmente de azúcar, tabaco y café. De la prosperidad
cubana habla, a título de ejemplo, el primer ferrocarril que funcionó en España, que no
fue, contra lo que suele creerse, el de Barcelona-Mataró, sino el de La Habana-Güines.
El problema de la secesión cubana no puede ser considerado, por tanto, de la misma
manera que el de la América continental, la que se perdió tras la batalla de Ayacucho.
A la hora de entender el porqué de la popularidad del problema cubano en España, en
Cuba y en los Estados Unidos, conviene tener en cuenta algunos datos objetivos acerca
de los vínculos no sólo culturales sino familiares, económicos y sociales entre España y
las islas de las Antillas. Cuba y Puerto Rico eran sentidas desde la Península de manera
similar a como lo eran las Baleares o las Canarias. No obstante, para tener previamente
una idea más exacta de la situación conviene tener en cuenta cómo era percibido el
conflicto por la «otra parte»: los rebeldes cubanos y los Estados Unidos: como guerra de
liberación e independencia por los primeros y como imperialista por los segundos.
"Tal como están las cosas, es muy difícil que la guerra entre los Estados Unidos y España
no estalle. Los falsos patriotas, los mercaderes políticos y los que hacen de las desdichas de
sus conciudadanos filón para sus negocios, aseguran con el mayor desenfado que los
causantes de la guerra son los Estados Unidos. No es verdad. La República norteamericana
procede con falsía, prepara sus fuerzas para satisfacer sus instintos codiciosos y muéstrase
provocativa y soberbia con nuestro país; pero esto, que es lo que han hecho siempre con los
débiles los poderosos, no es fundamento bastante para culpar a los yankees de la situación
gravísima en la que nos encontramos. Los verdaderos culpables de cuanto hoy nos ocurre
están en casa, son de nuestro propio país... Si cuando la Isla de Cuba se mostró ansiosa de
libertades, los Gobiernos de la Metrópoli se las hubieran concedido, no habrían estallado
allí formidables insurrecciones. Si al verificarse, hace tres años, el alzamiento que tan caro
nos cuesta, Sagasta o Cánovas hubiesen otorgado la autonomía, la guerra habría cesado. Y
si Sagasta, viendo que la autonomía dada por él era tardía para lograr la paz en Cuba, se
hubiera decidido a ofrecer la independencia a los insurrectos, habríanse ahorrado a estas
fechas muchas vidas y muchos millones de pesetas, y se vería libre España del tremendo
trance en que hoy se halla".
Pablo Iglesias, El Socialista, Madrid, 22 de abril de 1898.
En Cuba, la guerra independentista era un fenómeno popular entre las clases inferiores,
especialmente entre los campesinos. La lucha de los mambises (guerrilleros) contra
España se hacía para mejorar su situación económica y social, que a su entender tenía
que pasar por la independencia nacional de Cuba, a ejemplo de la Guerra de la
Independencia norteamericana emprendida por las Trece Colonias contra los ingleses en
el siglo XVIII. El ejemplo y el apoyo de este país contribuyeron a incrementar y a hacer
más popular el alzamiento entre los criollos. Por cuanto se refiere a los campesinos, el
recuerdo de la esclavitud y la persistencia del esclavismo en la isla hasta tiempos muy
tardíos fue un factor decisivo para que la mayoría de la población, especialmente los
campesinos negros o mulatos, se sumaran a la rebelión.
El general Martínez Campos se dio cuenta rápidamente de que la revuelta cubana era no
sólo popular, sino también revolucionaria y con escasas posibilidades de poder ser
sofocada. En España, la popularidad de la guerra era también prácticamente unánime.
Sólo el Partido Socialista Obrero Español se manifestaba contrario a ella. Y es que en
Cuba confluían muchos sentimientos y demasiados intereses económicos, especialmente
catalanes. Muchas familias cubanas y españolas se encontraban repartidas entre ambos
territorios y no deseaban en modo alguno perder su identidad española, sus vínculos
nacionales con España. Y de ahí que el problema cubano se sintiera en la Península
como propio y como próximo, hasta el punto de que cualquier solución que se le diera
podía desatar auténticas tormentas políticas.
b) Cuba en la órbita económica de los EE.UU.
Para las oligarquías económicas (criollas o norteamericanas), el interés era también
manifiesto, toda vez que a partir de la presidencia de Bill McKinley la economía cubana
había entrado progresivamente en la órbita económica de los Estados Unidos. El
desarrollo del mercado norteamericano, la proximidad a la isla de Cuba y la capacidad
de la economía norteamericana para absorber la producción cubana hacían de los
Estados Unidos el mercado natural de la isla. No es extraño, pues, que, en virtud de esta
situación, la derrota española en Santiago de Cuba viniera a confirmar de otra manera lo
que era ya un hecho económico: que la vinculación y dependencia de la producción de
la isla respecto del mercado de los Estados Unidos había desplazado a nuestro país del
centro de los intereses económicos de la burguesía cubana.
c) El dilema de España: ¿Por qué se hizo la guerra?
Tanto en Cuba como en España o en Norteamérica se era consciente de que la guerra
independentista cubana podría desembocar en un enfrentamiento directo entre España y
los Estados Unidos. El dilema era por tanto terrible y casi irresoluble para nuestro país:
o bien se iba a una guerra segura contra los norteamericanos para defender lo que se
suponía indefendible; o, por el contrario, se corría el riesgo del enfrentamiento con el
ejército propio en el caso de vender, abandonar o entregar la isla, arriesgando además lo
que era intocable: la monarquía y el equilibrio constitucional tan laboriosamente
conseguido. Tampoco hay que excluir la posibilidad de que estallara en España una
nueva guerra civil: la última del siglo XIX.