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Según este insigne ciudadano, los asesinos, o sea nosotros, y todos aquellos que, en
cumplimiento de la legalidad, han arremetido contra esos ‘pobrecitos, desamparados y
desarmados animalistas’, o sea sus adláteres, somos poco menos que unas
aberraciones de la naturaleza que realizamos «degollinas» con «dolor, muerte,
trofeos, comida, alcohol y testiculina a raudales». En fin, que no deja títere con cabeza
entre Administración, Guardia Civil, cazadores o ciudadanos que interpretamos las
leyes como nos viene en gana… ¡Ah, y los agricultores que se manifestaron frente a
ellos, en defensa de un modo de vida y un medio rural digno, tal para cual, otros
desalmados que revientan a sus víctimas, los desvalidos animales!
Lo de este ‘señor’ es como para mirárselo. La interpretación espuria que realiza, que
no es de ahora, de los actos de los demás frente a su modus vivendi, es digna del
mismísimo Sigmund, el de La interpretación de los sueños. La práctica de una
actividad legal, legislada, con toda una normativa, impresionante, que regula su praxis
y legítimo ejercicio, que paga impuestos hasta por respirar y que, además de los
demases, realiza su gestión pagando absolutamente todo de su bolsillo, es, para él,
un acto de terrorismo: «Estos hechos¬¬–dice, en referencia a lo ocurrido en la Copa
de España de Zorro− dejan claro que entre ecologismo o animalismo y terrorismo, hay
más en común que un sufijo…». ¡Inaudito!
Por otro lado, la ignorancia supina de este individuo, sus correligionarios y otros
grupúsculos de la misma calaña, sobre gestión de la naturaleza y sus especies,
incluida la propia dinámica natural sin la intervención del ‘humano agresor’, alcanza
grados sublimes de tontuna. En los milenarios libros sagrados del hinduismo, los
Vedas ¬−Rig vedá, Sāma vedá, Iáyur vedá, Átharva vedá y los Upanishads, entre
otros− la comunicación entre el hombre y la naturaleza deriva en el proceso
dogmático-religioso de la transmigración del alma y el respeto a todo los seres
creados. Esta ‘degeneración’ en la creencia de que cada animal alberga un alma
humana, motivó el fanatismo religioso que prohibía cualquier daño sobre cualquier ser
vivo, y sus consecuencias sobre la práctica ancestral de la caza. El desarrollo, sin
control, de todas las especies vivas, generó tal catástrofe que sus magnitudes ya
fueron, por aquel entonces, incalculables. Esto es la Historia.
Pero no hace falta irse tan lejos. ¡Pregunte usted, ‘señor’ Ortega, a los agricultores
−que también son humanos y portadores de unos derechos que usted les niega− si
ahora, en estos días, hoy mismo, aquí, en la Comunidad de Madrid, quieren que
dejemos que nuestros queridos guarros proliferen sin control y destrocen sus
cosechas, sus ya depauperadas economías y acaben con el sustentos de sus hijos!
De los conejos ni hablamos…
Hay otras gentes, muchas, muchísimas, ingentes cantidades, ‘señor’ Julio Ortega, que
no piensan, ni sienten ni padecen, como usted. Pero no tenemos por costumbre ir a
reventar sus actos, los de ustedes… Nos limitamos a observar cómo se manifiestan,
ustedes, en pelotas, en contra de todo aquello a lo que ustedes se quieran encontrar,
y lo más que solemos hacer es esbozar una sonrisa en los labios.
Respuesta en cursiva y en
marrón
.
Los hijos de PETA
No, no somos hijos de PETA (Una entidad responsable e internacional) Y menos
hijos de las cuatro letras relacionados a la prostitución, como pretende insinuar
con tanta “sutileza”. Pertenecemos a un movimiento mundial en el que no
figuran los que matan por diversión. Los animalistas defendemos la VIDA y los
cazadores la MUERTE.
. Que ciertos
grupúsculos asociados al ecologetismo, como el PETA, están calificados como
terroristas no lo decimos nosotros, los cazadores, lo dice, por ejemplo, el
gobierno de los Estados Unidos. (Veamos Terrorismo en el diccionario de la RAE
).
Un prócer de estas
ideologías, de esos que, por derecho de pensamiento, se creen en posesión de la
verdad, y con legitimidad suficiente como para inculcársela a sus congéneres,
aunque sea utilizando métodos ‘poco ortodoxos’, vuelve a la carga ¬–en un
artículo, dechado de ‘fina ironía literaria’, que apesta a fanatismo y que pueden
leer ustedes en estas mismas páginas bajo el titulado retintín de Cazadores
buenos y animalistas malos¬− y nos coloca, a los cazadores, el titulillo que tan
‘democráticamente’ escupen, semejantes próceres, por sus fauces: ¡asesinos!
(Veamos el diccionario de la RAE)
El lumbreras en cuestión no es otro que el ‘famoso’, por sus ‘métodos cívicos y
aptitudes e ideologías sociales’, Julio Ortega Fraile, al que algunos compañeros
de publicaciones de nuestro sector ya desenmacararon hace apenas media
docena de meses. En su libelo, todo un ‘arte’ del baldón, el dicterio y el
vituperio, ¡vamos, una joya de la dialéctica y el civismo!, arremete contra la
caza en aras a su ‘maravilloso’ comportamiento, el de sus acólitos (¿Acólitos?
¿Sabe qué significa?), durante la celebración de la VII edición de la Copa de
España de Zorro, en Portomarín, (Matar por matar, sería la definición exacta) en
la que, con su ‘modélico comportamiento’, consiguieron que, por una vez y sin
que sirva de precedente, que suele pasar, la Guardia Civil levantara atestado y se
haya abierto procedimiento contra ellos. (Por lo visto, la educación no es su
fuerte, usa la palabrería a modo de dardo envenenado, sin reparar que está
metiendo la pata hasta las orejas. El SEÑOR Julio Ortega Fraile, es una de las
plumas animalistas de más peso, y la utiliza para defender a los que no pueden
defenderse. Él no compone Libelos (panfleto; escrito que denigra o insulta),
baldones (injurias, afrente), ni se vale del dicterio (dicho insultante y
provocador) ni de los vituperios (acción de vituperar: censurar, hablar mal). Ya
ve, los cuatro términos que ha utilizado para adornar su escrito cameleramente
literario (¿vómito?) en realidad se refieren a lo mismo. Sin duda, la creatividad
no se compra en la farmacia. Además, y para su información, le hago saber, que
los Proteccionistas nunca realizan una actuación sin estar debidamente
respaldados. Entre los animalistas figuran personas poseedoras de un gran
bagaje académico, y ellos, con su saber, respaldan legalmente cada acción).
Nos abstenemos de
gritarles, pitarles, boicotearles e incluso agredirles, quedándonos para nosotros
mismos nuestras opiniones. (¿Y las amenazas de muerte con los cañones
apuntando no nos habla? Ah, seguro que el olvido interfirió en la cita) Nosotros,
‘señor’ Ortega Fraile, no nos presentamos en sus ferias para reventar los negocios
de honrados comerciantes, ni provocamos en sus manifestaciones, con las
cámaras delante, ni insultamos, ni agredimos, ni invadimos ‘las zonas de
seguridad’ de sus ‘campeonatos de desnudos integrales’. ¿Nos ha visto usted en
alguno de ellos? (Vuelve a insistir con lo mismo; burlarse de nuestro métodos
PACÍFICOS. Usted es de una candidez conmovedora. ¿Repitiendo lo que ya ha
dicho cree que va a llegar más a fondo? Ya lo dijo Borges: “La ignorancia es
atrevida”).
Y cuando incumplimos
la ley, si lo hacemos, pagamos religiosamente nuestros deslices sin echarle la
culpa al sistema. Porque el sistema, ‘señor’, nos lo hemos dado entre todos para
convivir, que no es poco. (Claro qué es poco, ¡es nada! ¿De qué convivencia
habla? ¿La de los hombres? ¿Y la de hombres y animales no la conoce? Esa
defendemos nosotros) Y si a usted y a su banda (A nuestra “banda” la componen
millones de activistas en el mundo entero) no le gustan, las leyes y el sistema,
¡cámbielas! Hágase un partido político con ‘sus masas’, gane las elecciones
generales, instálese en el Parlamento y cambie las leyes. (¡Las cosas que se
escriben! La necedad que atesoran los cortos de razonamiento la quieren vender
como un acto de desprendimiento. Sabemos qué debemos hacer y no aceptamos
indicaciones de ningún individuo sangriento y envanecido, que vive a la sombra
de los perros que morirán en sus garras apenas dejen de serle útil) Esto, por si
usted no lo sabe, o no se la han enseñado, funciona así, porque todos, y digo bien
¡todos!, lo hemos querido. (Así es, a eso se le llana democracia, la misma que
practican ustedes con todo bicho viviente que se les cruza en el camino) Pero
mientras tanto, mientras llega ese día en el que usted sea un líder salvador de los
oprimidos… por favor, ¡cállese y déjenos en paz! (El ruego “¡cállese y déjenos en
paz!”, es un reconocimiento a la efectividad del aporte de Julio Ortega Fraile).
Así que por favor, no te metas en sus asuntos, aprende Historia, calla
y compra, y cuando la cobardía que ves te duela en el alma, toma
ejemplo de su comportamiento cívico y sonríe displicentemente,
como hacen ellos ante nuestras manifestaciones pacíficas y en contra
de la crueldad.
Julio Fernández
Portavoz de Matar por Matar NON
(www.matarpormatarnon.org)