You are on page 1of 1

Como una catapulta salto izquierdo hacía la parte más externa

bamboleándose como un muñeco de boxeo, se oyó un gemido


lastimero y sin mucho maldecir despertó a su vecino.
Desarrugándose a modo de estiramiento, broto desde el mismo centro
una aureola de salpicados marrones, y farfullo a modo de represalia,
Porque haces tanto ruido?
Izquierdo le contesto, estoy harto de la opresión,
de no poder respirar a gusto, llevo años aguantando los sustos,
y quiero libertad para ver, para dejar mi tez en las manos de cualquiera,
quiero poder sentir el gusto ya olvidado
porque este amasijo de carne se arruga y pierde el brillo
natural del gusto y el gozo.
Derecho observo de medio lado, retorciéndose y como pudo
le contesto, lo único que tu puedes hacer, es retorcerte de dolor,
asusta a este cuerpo, dale medio para pensar mal,
y desde luego que serás acariciado,
minuciosamente mimado y observado.
Izquierdo le contesto, tal vez tengas razón, hermanito,
pues el poco tiempo que aún soy hermoso,
quiero ser chupeteado, lamido, mordido,
que no se yo desde cuando nos encerró a bocajarro
y sin un rayito de luz donde pintar nuestra piel.
Si claro, dijo Derecho, yo también echo de menos unos labios carnosos,
dientes en punta perfilando la aureola, divinos dedos pellizcando
y suavemente soltando, me muero de ganas de un salivazo,
mientras mi piel absorbe con ganas el preciado tesoro.
Izquierdo le pregunto,
¿Recuerdas aquella vez cuando nos pintaron con miel?
que pringue y que buen gusto
de la lengua que relamió mi pezón y el tuyo...

You might also like