Professional Documents
Culture Documents
Ockham Doc Filosófica
Ockham Doc Filosófica
Ockham sostuvo que Dios puede prescribir a la voluntad creada que le odie; que odiar
a Dios puede ser un acto bueno en este mundo, con tal de que lo prescriba Dios.
Luego, lo mismo vale para la vida eterna (Deus potest praecipere quod voluntas
creata odiat eum (...). Odire Deum potest esse actus rectum in via, puta si
praecipiatur a Deo: ergo et in patria!: G. de Ockham, In IV Sent. q. 14). He ahí la
cumbre del voluntarismo, que pervive en diversas formas, también "piadosas", como
si la voluntad de Dios fuese absolutamente arbitraria, desvinculada de la Verdad, de
la Bondad, de la Sabiduría y del Amor divinos.
Desde el siglo XIV, Ockham, con sus discípulos más o menos lejanos (entre ellos,
Martín Lutero), ha proporcionado argumento hasta nuestros días para la negación de
la existencia de Dios. Si quienes creen en Dios, piensan que la omnipotencia divina
consiste en poder hacer el absurdo, entonces es lógico que otros muchos digan: Dios
no puede existir. Pero lo que están testimoniando es solamente que Dios no puede
ser así; porque de ser así, Él mismo sería un absurdo, una contradicción, un ser
injusto y cruel. E igualmente absurda sería la fe en Dios.
Una consecuencia trascendente es ésta: las cosas no son buenas o malas porque Dios
las mande o prohíba, como pensaba Ockham, sino que Dios manda o prohíbe ciertas
cosas porque son buenas o malas, a pesar, algunas veces, de las apariencias. Son
afirmaciones radicalmente opuestas.
Si se quiere decir que donde no hay libertad, no hay libertad, es una obviedad
superflua. Si se pretende significar que el sentido de la libertad sea la arbitrariedad o
la indiferencia, que se puede desarrollar la libertad al margen de la verdad y del bien,
entonces, más que progresar en sabiduría y libertad, se ha retrocedido, al menos,
hasta Ockham.
http://www.mercaba.org/Filosofia/Medieval/guillermo_ockham.htm
Filófoso inglés, nacido en Ockham, Surrey, una de las figuras más representativas de
la Escolástica tardía, junto con Juan Duns Escoto, de quien depende en muchos
aspectos, y principal representante del nominalismo. Tras ingresar en la orden de los
franciscanos, estudió en Oxford. Pese a no alcanzar nunca el título que habilitaba para
enseñar teología, razón por la cual se le llamó Venerabilis Inceptor [Venerable
iniciado], enseñó en Oxford y en Londres. En 1324 se le obliga a presentarse a la curia
papal de Aviñón para responder a las acusaciones de herejía, cursadas por un ex-
canciller de la universidad Oxford, pero durante el proceso se ve envuelto en dos
problemas que alteran el curso de los acontecimientos: Luis de Baviera declara la
superioridad del poder civil del emperador sobre el del papa, y entre el papa Juan XXII
y los franciscanos se declara la denominada «guerra de la pobreza». Occam marcha a
Baviera, en 1328, reside en Munich y toma partido por el emperador; a partir de
entonces escribe sobre temas políticos.
La lógica de Occam (su importante Summa logicae) trata de los términos en cuanto
forman parte de un sistema de signos lingüísticos. Divide el signo en escrito
(scriptus), que puede distinguirse también como vox, oral (prolatus) y mental
(conceptus). El concepto es el signo mental (intentio) que remite a las cosas
existentes; sólo él es universal, por naturaleza, porque puede representar a una
pluralidad de individuos. En cambio, los términos escritos o hablados, que son
convencionales, no pueden ser naturalmente universales. Su referencia a los objetos
individuales es su significado. El significado lo explica mediante la suppositio,
«suposición», la capacidad del signo para ocupar el lugar de un objeto o de una
colección de objetos. La suposición es personal, si un término ocupa el lugar del
individuo: «mi amigo del alma»; es simple, si ocupa el lugar de muchos, siendo
entonces propiamente una intentio de la mente (que posee esta capacidad de
elaborar signos naturales), como «todos los hombres son hermanos», y material, si el
término se refiere a sí mismo, como «hombre es bisílabo».
Occam marca el final de la Escolástica tardía; tras él, los continuadores son ya
escuelas (tomismo, escotismo, occamismo) y no figuras relevantes de la filosofía
escolástica. Condenadas sus obras en París, en 1339, se confirma la prohibición al año
siguiente, en Roma, sólo para algunas de sus afirmaciones.