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Los romances españoles

Gabriela Zayas De Lille


IES Leonardo da Vinci
Sant Cugat del Vallès
2007
Inicios del romance

Los romances son poemas narrativos


anónimos, escritos para ser cantados.
Según Menéndez Pidal, se desgajaron de
las canciones de gesta, pero algunos son
claramente independientes.
Los primeros romances conocidos son del
siglo XIV.
Los pliegos de cordel
Los romances se pusieron de
moda en el siglo XV y
proliferaron en forma de
pliegos sueltos (también
llamados pliegos de cordel o
de ciego). Menéndez Pidal y
Rodríguez Moñino los
recogieron a miles por los
pueblos de España en el siglo
XX.

Aquí vemos el romance de Gaiferos, del


siglo XV.
La transmisión oral

Los juglares cantaban o recitaban con


melodía simple estas canciones, también
vendían los pliegos sueltos, o hacían
malabares; algunos iban acompañados de
animales amaestrados, eran
saltimbanquis o lanzadores de cuchillos.
También había juglaresas.
Vida de los juglares

Los juglares llevaban una vida itinerante excepto en el


invierno, cuando se resguardaban de las inclemencias
del tiempo. Su repertorio estaba formado por
canciones (romances), cantares de gesta, vidas de
santos (como las de Gonzalo de Berceo).
Cantaban también cantigas gallego-portuguesas o
canciones provenzales que a través del Camino de
Santiago circulaban por toda Europa.
El Camino de Santiago cruzaba toda
Europa
Las hipótesis tradicionalista e
individualista

Hay dos hipótesis que en realidad no son


contradictorias: la de los romances
como creación colectiva, anónima, que
se ha “desprendido” de las gestas
(Hipótesis tradicionalista), y la que
afirma que los romances son creados
por un poeta cuya obra, posteriormente,
se 'hace' anónima a través de la
popularidad y del tiempo transcurrido
entre su creación y su recopilación
(Hipótesis individualista).
Tipos de romances

* Romances históricos: biográficos, épicos, fronterizos, moriscos,


noticiosos...
* Romances de tema francés: En este tipo de romances se habla sobre
los caballeros de la tabla redonda y romances carolingios.
* Romances bíblicos o de la antigüedad clásica: Los romances bíblicos
o de la antigüedad clásica informan sobre la guerra de Troya o sobre
tema mitológico.
* Romances líricos o poéticos.
* Romances novelescos o de aventuras: Se insertan en una tradición
más amplia de leyendas y motivos sentimentales comunes a otros
países europeos; cabe citar entre ellos el “Romance de la infantina
encantada”.
El romancero nuevo

A partir del siglo XVI, los poetas retoman


la tradición del romance, pero ya no es
anónimo. Es culto, pero bebe de las
fuentes populares o tradicionales. Así,
hay romances de Lope, de Góngora, de
Quevedo, de Sor Juana Inés de la Cruz y
de otros muchos poetas del Siglo de Oro.
Pervivencia del romance

El romance sigue vivo. En el siglo XX lo


utilizaron Federico, Alberti e infinidad de
poetas posteriores a ellos, durante la
Guerra Civil Española.
Y aún vive, en autores como Carlos Cano,
Joaquín Sabina, Romero San Juan,
Amancio Prada...
Un romance antiguo: La ermita de San
Simón
En Sevilla está una ermita cual dicen de San
Simón
adonde todas las damas iban a hacer
oración;
allá va la mi señora, sobre todas la mejor.
Saya lleva sobre saya, mantillo de un
tornasol,
en la su boca muy linda lleva un poco de
dulzor,
en la su cara muy blanca lleva un poco de
color
y en los sus ojuelos garzos lleva un poco de
alcohol.
A la entrada de la ermita relumbrando como
el sol,
el abad que dice misa no la puede decir, non;
monacillos que le ayudan no aciertan
responder, non:
por decir «amen, amen», decían «amor,
amor».
Un romance actual (Carlos Cano)

(Dedicado a José Ocaña, torbellino andaluz en las


Ramblas de Cataluña.)

Era malvaloca, loca de querer cerveza la boca, los ojos


café...
¡Y qué bonita pintaba la ilusión y que bonita, cantando
en su balcón.
Regaba la rosa, regaba el clavel y entre copla y copla,
soñaba con él.
Era alegría de las Ramblas, corazón, armaba el taco: era
la revolución.
Virgen de peineta y de mantilla pluma de abanico
torbellino
¡Ay! virgen como Carmen de Lirio.¡Ay! se fue, se fue
vestida de día.
¡Ay! se fue, se fue vestida de sol. ¡Ay! se fue... Las malas
lenguas decían
¿Qué fuego la prendería? ¡El fuego del corazón!

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