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2º Congreso Continental de RBC: “Hacia el desarrollo inclusivo”

Oaxaca, México 3 – 5 Marzo de 2010

Empoderamiento de las personas con discapacidad (PCD) y sus


organizaciones como actores principales en la estrategia de
Rehabilitación Basada en la Comunidad (RBC)

Federico Montero (Costa Rica)

Todos sabemos que “La RBC es una estrategia de desarrollo comunitario para la
rehabilitación, la igualdad de oportunidades y la integración social de todas las
personas con discapacidad” y que está dirigida a promover el desarrollo y proteger
y proteger los derechos de las PCD. Al mismo tiempo, los principios en los que se
basa la RBC son:
Inclusión
Participación
Sostenibilidad
Fortalecimiento
Defensa de los derechos propios
Ambiente libre de barreras

De modo que tanto la conceptualización de la RBC, como los principios descritos,


nos llevan fácilmente a la conclusión de que cualquier modelo basado en estas
premisas, conduce de manera directa o indirecta, al empoderamiento de las
personas con discapacidad, sus organizaciones y sus familias (PCD).

La participación de las PCD en el proceso está implícita dentro de toda su


conceptualización, pues como bien nos lo han dicho quienes en otras regiones y en
el este caso de África, han participado directamente en el proceso, “La RBC no
solo promueve el derecho de las personas con discapacidad, sino que además busca
desarrollar un entorno donde todos tengan igualdad de oportunidades con sus

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contrapartes sin discapacidad y puedan participar en todas las actividades de la
sociedad. Como tal, el rol de la RBC en el empoderamiento de las PCD, resulta
esencial”.

Uno de los 5 componentes de la matriz de RBC es el empoderamiento y los cinco


elementos que la componen, implica la participación directa de las PCD y sus
organizaciones en el proceso.

De la lectura de los borradores de las Guías de RBC que he podido leer, resulta
evidente y claro, el papel, proactivo y constante, que las personas con
discapacidad deben jugar con el fin de “llevar a la práctica y evaluar los programas
de RBC”. Pero no podemos entender ni pretender desarrollar la estrategia de la
RBC como una acción desligada de una estrecha relación con otros servicios
públicos que los Estados tienen la obligación de garantizar. En este sentido, resulta
necesario reafirmar que la estrategia de la RBC no sólo surge fundamentada en los
principios de la Atención Primaria de Salud (APS), los cuales muy claramente
establecen el rol de las comunidades y de sus integrantes en todos los procesos que
les atañen, sino que ahora se expande con mucho más fortaleza y posibilidades
para abrir las oportunidades a todos los otros derechos humanos fundamentales,
como bien ha sido demostrado.

Como ya lo hemos escuchado, la Conferencia de Alma Ata de 1978, reafirmó que la


salud no solo es un derecho humano fundamental sino que la participación directa
de las comunidades en determinar y priorizar sus necesidades y participar
directamente en sus soluciones, resulta indispensable. Pero la Salud, entendida no
desde una perspectiva equivocada que la minimiza a acciones que competen
exclusivamente a la medicina, sino en su sentido amplio y verdadero que implica
invariablemente todas aquellas acciones que inciden en sus determinantes
sociales, tales como: el acceso al agua potable, nutrición adecuada, vivienda
digna, alimentación, etc, sin los cuales no hay salud y tomando muy en cuenta a
las mujeres y a las niñas. Estamos hablando ni más ni menos que de
empoderamiento de los integrantes de las comunidades y por lo tanto de lo que
más se acercaría a la verdadera democracia, elemento también implícito en los
principios de la RBC. Pues no es precisamente el profesional o “experto”, quien

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puede contar con los elementos que permitan no sólo determinar las necesidades,
sino que menos aun, determinar cuáles son las que requieren de más pronta
solución y cuáles se deben priorizar.

La RBC ha evolucionado y no solo se ha adaptado a las demandas de las PCD para


garantizar su participación de manera directa y activa en la toma de decisiones,
sino que promueve y garantiza ese derecho. Esto constituye un requisito, sin el
cual la RBC perdería su identidad.

De igual forma, el proceso de construcción de las Guías de RBC, ha estado


íntimamente ligado en tiempo y espacio, al desarrollo de la Convención sobre los
Derechos de las PCD de Naciones Unidas, y por lo tanto no solo están ajustadas a lo
que la Convención establece, sino que se constituye en una útil y poderosa
herramienta para asegurar la implementación de la misma, en muchos de sus
elementos.

También se ha planteado ya durante este Congreso, el reto que representa el


hecho de que la inmensa mayoría de las personas con discapacidad son pobres o
viven en países pobres (80% de las personas con discapacidad vive en países de
bajos ingresos), que al mismo tiempo, el 90% de los niños con discapacidad carece
de acceso a la escuela y la tasa de analfabetismo es de 97% para adultos con
discapacidad y 99% para mujeres con discapacidad. Estos datos y muchas otras
realidades, contribuyen al hecho de que en la mayoría de los países, las PCD no
están formalmente organizadas, múltiples intentos fallidos encontramos por
doquier en nuestra región, y las pocas organizaciones que han logrado
consolidarse, con excepción de una regional como la RIADIS, no cuentan con un
nivel de administración y recursos humanos y financieros, que les permita realizar
sus labores de empoderamiento y exigibilidad de derechos de manera efectiva y
eficiente. De igual forma, la salud general de muchas personas con discapacidad
en estos países, se ve seriamente afectada por las dificultades para el acceso a los
servicios de salud, así como a las grandes limitaciones para el transporte, acceso a
la educación y al empleo digno y bien remunerado.

Aunque no de manera exclusiva, al tender la RBC a desarrollarse como una


estrategia para países pobres o lugares de bajos ingresos y ser al mismo tiempo una

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estrategia que implica la participación directa de las PCD, sus familias y sus
organizaciones, se convierte de manera natural en una herramienta de gran
utilidad para incidir en la reducción de la pobreza.

La RBC no solamente no debe desarrollarse aislada de las políticas nacionales de


desarrollo (salud, educación, empleo, etc) sino que su fortalecimiento y
sostenibilidad debe basarse en que ella misma sea entendida en toda su extensión,
como una estrategia que potenciará las acciones de todo el sector público, en
aquellas comunidades en donde se implementen sus acciones. Todos conocemos
bien las expresiones claras, precisas y bien sustentadas, en el sentido de que
mientras el tema de la discapacidad no sea parte de la agenda de desarrollo, la
situación de las personas con discapacidad no cambiará y podría empeorar. De
modo que uno de los retos que tenemos al frente y que sin duda facilitará el
empoderamiento de las PCD y sus organizaciones, es el de lograr que la RBC, se
tome como un elemento, repito, potenciador de las acciones públicas en salud,
educación, trabajo, transporte, vivienda digna y reducción de la pobreza en
general.

Son ya muchos los ejemplos que tenemos y que podemos extraer de los programas
que se han diseminado a lo largo del mundo, que demuestran el cambio en la
calidad de vida que los mismos le han causado a las personas con discapacidad.
Cada uno de estos programas con sus características necesariamente particulares
pero con una meta común. Pero también contamos ahora con cada vez más
abundante y sólida evidencia científica, que demuestra las posibilidades reales que
la RBC ofrece a las personas con discapacidad, a sus organizaciones y a sus
familias, no sólo para empoderarse y hacer efectivos sus derechos, sino que
también el impacto que la RBC puede tener en las comunidades en donde se
desarrolle y las potencialidades intrínsecas que posee para que la sociedad de
América Latina en general, sea más equitativa, más inclusiva y menos
antidemocrática.

Pero una diferencia significativa a partir de ahora, es que además contamos ahora
con dos herramientas (una ya disponible y la otra muy pronto) de inmensa valía: La
primera es la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, la
gran conquista del movimiento de las PCD en el Siglo XXI, por los derechos

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humanos. Y la segunda, son las Guías de RBC que con tanto entusiasmo, empeño y
esfuerzo ha ido desarrollado la OMS y que nos permiten entender mejor la
estrategia, promover su desarrollo y asegurar su sostenibilidad y que se han ido
construyendo, dentro del marco de la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad, ya que afortunadamente se presentó una coincidencia
cronológica en el desarrollo de ambas herramientas. Por lo tanto, tomemos los
ejemplos que nos estimulen a seguir fortaleciendo esta estrategia, desarrollemos
un trabajo más sistematizado y utilicemos y aprovechemos al máximo las
herramientas disponibles que ahora, como nunca antes, nos facilitarán y le darán,
sin duda alguna, mucho más efectividad a nuestro propósito final. Vivimos pues,
tanto las personas con discapacidad como quienes creen en la RBC y desean
trabajar por su desarrollo y fortalecimiento, un momento histórico, sin duda difícil
por muchas otras razones, pero que de cualquier modo, no podemos
desaprovechar.

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