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Todos sabemos que “La RBC es una estrategia de desarrollo comunitario para la
rehabilitación, la igualdad de oportunidades y la integración social de todas las
personas con discapacidad” y que está dirigida a promover el desarrollo y proteger
y proteger los derechos de las PCD. Al mismo tiempo, los principios en los que se
basa la RBC son:
Inclusión
Participación
Sostenibilidad
Fortalecimiento
Defensa de los derechos propios
Ambiente libre de barreras
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contrapartes sin discapacidad y puedan participar en todas las actividades de la
sociedad. Como tal, el rol de la RBC en el empoderamiento de las PCD, resulta
esencial”.
De la lectura de los borradores de las Guías de RBC que he podido leer, resulta
evidente y claro, el papel, proactivo y constante, que las personas con
discapacidad deben jugar con el fin de “llevar a la práctica y evaluar los programas
de RBC”. Pero no podemos entender ni pretender desarrollar la estrategia de la
RBC como una acción desligada de una estrecha relación con otros servicios
públicos que los Estados tienen la obligación de garantizar. En este sentido, resulta
necesario reafirmar que la estrategia de la RBC no sólo surge fundamentada en los
principios de la Atención Primaria de Salud (APS), los cuales muy claramente
establecen el rol de las comunidades y de sus integrantes en todos los procesos que
les atañen, sino que ahora se expande con mucho más fortaleza y posibilidades
para abrir las oportunidades a todos los otros derechos humanos fundamentales,
como bien ha sido demostrado.
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puede contar con los elementos que permitan no sólo determinar las necesidades,
sino que menos aun, determinar cuáles son las que requieren de más pronta
solución y cuáles se deben priorizar.
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estrategia que implica la participación directa de las PCD, sus familias y sus
organizaciones, se convierte de manera natural en una herramienta de gran
utilidad para incidir en la reducción de la pobreza.
Son ya muchos los ejemplos que tenemos y que podemos extraer de los programas
que se han diseminado a lo largo del mundo, que demuestran el cambio en la
calidad de vida que los mismos le han causado a las personas con discapacidad.
Cada uno de estos programas con sus características necesariamente particulares
pero con una meta común. Pero también contamos ahora con cada vez más
abundante y sólida evidencia científica, que demuestra las posibilidades reales que
la RBC ofrece a las personas con discapacidad, a sus organizaciones y a sus
familias, no sólo para empoderarse y hacer efectivos sus derechos, sino que
también el impacto que la RBC puede tener en las comunidades en donde se
desarrolle y las potencialidades intrínsecas que posee para que la sociedad de
América Latina en general, sea más equitativa, más inclusiva y menos
antidemocrática.
Pero una diferencia significativa a partir de ahora, es que además contamos ahora
con dos herramientas (una ya disponible y la otra muy pronto) de inmensa valía: La
primera es la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, la
gran conquista del movimiento de las PCD en el Siglo XXI, por los derechos
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humanos. Y la segunda, son las Guías de RBC que con tanto entusiasmo, empeño y
esfuerzo ha ido desarrollado la OMS y que nos permiten entender mejor la
estrategia, promover su desarrollo y asegurar su sostenibilidad y que se han ido
construyendo, dentro del marco de la Convención sobre los Derechos de las
Personas con Discapacidad, ya que afortunadamente se presentó una coincidencia
cronológica en el desarrollo de ambas herramientas. Por lo tanto, tomemos los
ejemplos que nos estimulen a seguir fortaleciendo esta estrategia, desarrollemos
un trabajo más sistematizado y utilicemos y aprovechemos al máximo las
herramientas disponibles que ahora, como nunca antes, nos facilitarán y le darán,
sin duda alguna, mucho más efectividad a nuestro propósito final. Vivimos pues,
tanto las personas con discapacidad como quienes creen en la RBC y desean
trabajar por su desarrollo y fortalecimiento, un momento histórico, sin duda difícil
por muchas otras razones, pero que de cualquier modo, no podemos
desaprovechar.