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octubre
2009 de 2009 CAMINO A COPENHAGUE REPORTAJE ESPECIAL

Contar carbono en la Amazonia

Si el próximo tratado sobre el clima aborda la deforestación, los países tropicales tendrán que controlar la
biomasa de sus bosques. Un ecologista ha encontrado la forma de hacerlo desde el cielo, informa Jeff Tollefson.

G
reg Asner mira por la ventana abierta, escrutando
la selva mientras la avioneta de un solo motor
sobrevuela traqueteando un par de macacos rojos
que se deslizan entre las copas de los árboles 120
metros más abajo. La Amazonia peruana se extiende por
todas partes con sus innumerables tonos de verde acen-
tuado de vez en cuando con manchas púrpura, rosas y ama-
rillas. Ocasionalmente algunos blancos troncos desnudos
se elevan entre las hojas recordándonos que hasta la selva
tropical tiene tendencias caducifolias.
Tras cuarenta y cinco minutos de vuelo, Asner descubre
su presa: estrechos senderos de color rojo, apenas visibles,
y un árbol caído en medio de una cubierta por lo demás
intacta. La causa no queda inmediatamente clara para
el ojo inexperto, pero Asner la conoce demasiado bien.
árboles derribados, una carretera y luego un pequeño
claro donde se apilan troncos y un bulldozer. Se trata de
una concesión legal, autorizada por el gobierno peruano
para extraer sólo tres especies de árboles de madera dura.
Cuando la avioneta se aleja del claro, Asner emite su vere-
dicto. “Los niveles de biomasa van a ser mucho más bajos
aquí —afirma—, pero realmente es una explotación de
bajo impacto en comparación con el caos de Brasil.”
Como ecologista tropical del departamento de ecología
global de la Carnegie Institution for Science en Stanford,
California, Asner ha desarrollado una gran habilidad
para interpretar la selva tropical desde grandes alturas.
Su equipo, que a menudo trabaja con máscaras de oxígeno
a gran altitud, utiliza un potente sistema láser para dibu-
jar mapas de los árboles y calcular la biomasa de la selva.

G. ASNER
“Cuando los árboles mueren en los trópicos, no caen”, dice Los satélites amplían su visión más allá de los trópicos y
mientras la avioneta pasa por encima de muchos otros Asner ha desarrollado un software automatizado capaz de

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rastrear los cambios anuales en la cubierta forestal y calcu-
lar la biomasa de la vegetación. El sistema puede detectar
incluso pequeñas explotaciones madereras como la que
acaba de sobrevolar, que escapan a la mayoría de los estu-
dios por satélite.
Este sistema integral se ha diseñado para medir la can-
tidad de carbono contenido en la selva y hacer un segui-
miento de los cambios, un ejercicio que puede convertirse
en la base fundamental del nuevo tratado sobre el cam-
bio climático que los líderes mundiales esperan firmar
en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático que se celebrará en Copenhague este diciem-
bre. La deforestación tropical supone hasta un 20% del
dióxido de carbono que emite la humanidad cada año y
existe un amplio acuerdo sobre la necesidad de incluir un
apartado de protección de los bosques en el nuevo tra-
tado. Este componente —denominado Reducción de las
Emisiones debidas a la Deforestación y la Degradación
forestal (REDD)— va a permitir que los países desarro-
llados alcancen en parte sus objetivos de reducción de
emisiones pagando a los países tropicales para preservar
sus selvas, manteniendo el carbono en los árboles y fuera
de la atmósfera.
Pero primero los países tropicales deben determinar
cuánto carbono hay en la selva, una tarea sumamente
complicada. Asner, uno de los principales investigadores
en teledetección de los trópicos, quiere demostrar que los
países en vías de desarrollo pueden realizar sus propios
análisis de una forma rápida y barata pasando después
a controlar el carbono a largo plazo. Ha venido a Perú
para hacer una demostración de la tecnología y presentará
los resultados de esta prueba de concepto en una reunión
de REDD que está preparando para que coincida con las
negociaciones de Copenhague. Espera que el éxito en Perú
reafirme los esfuerzos para incluir un importante apartado
del carbono de la selva en el acuerdo.
La Unión Europea hizo el año pasado un llama-
miento para reducir a la mitad la deforestación de aquí
al año 2020, un objetivo que desde entonces ha cobrado
impulso político. Los cálculos varían, pero alcanzar este
objetivo supondría bombear anualmente unos 20.000
millones de dólares estadounidenses a los países tropi-
cales, según la Union of Concerned Scientists de Cam-
bridge, Massachusetts. Los capitalistas de riesgo ven una
posibilidad de negocio en el carbono de la selva y le han
planteado a Asner varias ofertas comerciales. Pero él ha
cedido su tecnología, denominada CLASLite, a Carnegie
Landsat Analysis System Lite y la ofrece gratuitamente
a los gobiernos y otras organizaciones. Empezando por
América Latina, su equipo está enseñando a científicos,
funcionarios y grupos de apoyo a utilizar el software. Le
gusta decir que él y otros científicos se van a quedar sin
negocio al inyectar el trabajo de toda una década en el
ámbito público.
Todo este esfuerzo de ensayos y formación le ha
supuesto dedicar menos tiempo a la investigación acadé-
mica, pero Asner asegura que su trabajo con el REDD ha
sido muy rejuvenecedor. “Esto es lo más divertido de lo
que hecho hasta ahora como científico —señala—. Estas
selvas son muy especiales. Hay que conseguir dinero para
esta gente y protegerlas.”
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J. TOLLEFSON
Greg Asner intenta ayudar a los países tropicales a mantener sus selvas intactas.
Peinar la selva
Para el equipo de Asner en Perú el trabajo empieza tem-
prano cada mañana. Hoy, un equipo de tres personas se
dirige a un pequeño aeropuerto del sudeste del país antes
del amanecer para intentar trazar todos los mapas posibles
antes de que la selva bombee suficiente agua a la atmósfera
para que se formen las nubes del mediodía. Ty Kennedy-
Bowdoin se encarga del sistema de radar láser LIDAR que
peina la selva arrojando 70.000 impulsos láser por segundo.
Un sensor registra continuamente las señales cuando rebo-
“Las fuerzas tan de las hojas, ramas y otros objetos. Estos datos permiten
a los investigadores calcular la altura, estructura y densi-
contra la dad del bosque, y utilizar esta información para determinar
deforestación cuánta biomasa contiene.
están En la avioneta, junto a Kennedy-Bowdoin, va James
Jacobson, que controla un generador de imágenes hipe-
aumentando, respectral que hace fotos usando frecuencias de luz que
pero las fuerzas van de la visible hasta la infrarroja. Los datos espectrales
que impulsan la se utilizan principalmente para investigar la biodiversi-
dad de la selva, aunque también pueden combinarse con
deforestación los datos LIDAR para crear imágenes tridimensionales a
también siguen todo color. En este vuelo en concreto, Kennedy-Bowdoin
creciendo.” vigila el monitor de un ordenador para confirmar que las
lecturas de LIDAR se reciban adecuadamente a medida
— George Powell que se desplaza la avioneta. Pero después de unas pasadas
aparecen unas pequeñas nubes que bloquean el láser. La
avioneta vuelve al aeropuerto y así el equipo puede comer
antes volver a volar por la tarde cuando se hayan disipado
las nubes.
De nuevo en tierra, Asner y unos cuantos colegas se
adentran en la selva. Conducen hacia el oeste a lo largo de
la autopista interoceánica que atraviesa América del Sur
y toman un estrecho camino forestal que se adentra en la
selva. Ya es de noche cuando llegan al río Tambopata y se
suben a una motora que en una travesía de 45 minutos les
dejará en la estación de investigación aguas arriba; un guía
explora el río con una linterna, alejando de vez en cuando
el barco de los troncos.
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Allí se encuentran con un segundo equipo que está
organizando parcelas de terreno. Por la mañana, des-
pués de despertarse con el ruido de los monos, el
equipo se divide en varios grupos y se dirige al
campo; tienen que terminar unas 30 parcelas
antes de trasladarse a otros lugares en un área
de estudio mayor que Dinamarca. P E R Ú
En una de las parcelas, las cuerdas se des-
pliegan 30 metros alrededor de un mástil. En
el centro, los investigadores miden cualquier
árbol de más de 10 centímetros de diámetro y
en algunos lugares hasta los de 5 centímetros.
Un telémetro láser calibra la altura de cada árbol.
Con esos datos el equipo de Asner puede calcular
la biomasa de cada árbol de la parcela y esas cifras se
trasladan a ecuaciones para calcular la biomasa de esa
parte de selva.
Asner explica sonriendo que este proceso tan engorroso
es actualmente el procedimiento estándar para evaluar la
biomasa. “¡Gente midiendo el tronco de los árboles! De
esto es de lo que hay que olvidarse”, dice.
Asner lo hace subiendo al cielo. Los impulsos láser del
LIDAR aerotransportado proporcionan los principales
cálculos de biomasa para grandes zonas de la selva. Las
parcelas sirven para que el equipo interprete y compruebe
las lecturas del láser para los distintos tipos de vegetación
(véase “Cómo se mide una selva”). Por ejemplo, las selvas
antiguas de árboles de maderas duras contienen mucha
más biomasa por hectárea que las regiones donde pre-
domina el bambú. El sistema CLASLite suma las cifras
según el tipo de vegetación y extensión para hacer un cál-
culo de toda la selva. Los resultados iniciales indican que
estas técnicas de teledetección son igual de precisas que
las parcelas, asegura Asner, pero permiten que un equipo
pequeño cubra vastos territorios en poco tiempo.
“Greg ya ha demostrado que un grupo pequeño puede
desplegar este sistema a escala de todo un país; las activi-
dades preliminares en Perú lo dejan claro”, afirma Chris
Field, jefe de Asner en Carnegie y copresidente del grupo
de trabajo sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad
del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático
CÓMO SE MIDE UNA SELVA
a b
El software automatizado de Greg Asner, denominado CLASLite, analiza imágenes
de satélite sin tratar para obtener una visión actual de la cubierta forestal y de las
perturbaciones (a). Estos datos se cotejan con los mapas existentes y se
clasifican en diferentes tipos de vegetación (b). Unos instrumentos denominados
LIDAR que utilizan láser se embarcan en avionetas para medir la densidad de la
biomasa en cada tipo de vegetación (c). Una serie de parcelas (d) ayudan a
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CAMINO A COPENHAGUE REPORTAJE ESPECIAL
(IPCC). “Creo que es un avance increíble para la ciencia y
A m a z o n i a soy fan incondicional de su capacidad para producir
estas cosas.”
B R A S I L Sandra Brown, una de las principales exper-
tas en biomasa de la organización sin ánimo
de lucro Winrock International de Arlington,
Virginia, reconoce que las evaluaciones a par-
Puerto Maldonado
tir de parcelas, si bien son fiables, no pueden
abarcar tanto territorio como los métodos de
I A
A
n teledetección. También dice que los cálculos
d
publicados sobre biomasa varían enormemente
V
e
s
para una determinada región, subrayando la
I
L
necesidad de establecer una línea de referencia
O
B en los trópicos sobre la que todo el mundo esté de
acuerdo. Si bien no llega a darle su apoyo incondicio-
nal, dice que le animan los resultados iniciales de Asner y
está deseando ver el proceso en marcha. “Creo que es muy
prometedor”, comentó.
El actual proyecto de Perú cuesta unos 430.000 dóla-
res, financiados al 50% por el gobierno noruego mediante
una subvención al grupo ecologista WWF. Esto supone
“¡Gente aproximadamente unos 10 céntimos por hectárea y la
mitad del dinero se gasta en el combustible de la avioneta,
midiendo el pero Asner espera que los costes se vayan reduciendo.
tronco de los Los países podrían decidir desarrollar sus propios siste-
árboles! De esto mas LIDAR, dice, o alquilarlos a alguno de los más de 100
operadores comerciales que hay en el mundo. En el futuro,
es de lo que hay Asner calcula que con su sistema podría trazar el mapa
que olvidarse.” de todas las selvas tropicales por unos 15 o 20 millones
 — Greg Asner de dólares.
En busca del mapa
Asner debe su interés por las selvas al huracán Iniki que
barrió las islas de Hawai en 1992. Asner se encontraba
destinado allí con la Marina de Estados Unidos y acabó
estudiando los daños en la selva en Kauai después de
encontrar trabajo en la organización Nature Conservancy
al año siguiente. Asner recuerda cómo “quedó cautivado
con la belleza, lo agreste, el enorme daño provocado por
el huracán y la avalancha de especies invasoras”. Su primer
artículo científico se centraba en la carnicería provocada
c d
calibrar y validar los cálculos de LIDAR. A continuación, CLASLite aplica los
cálculos de biomasa a toda la zona en estudio para producir un cálculo global de
biomasa que ya puede dar el contenido total de carbono de la vegetación. Tras
una evaluación inicial, CLASLite puede controlar los niveles de biomasa
anualmente y los países podrían desplegar ocasionalmente LIDAR para evaluar
zonas de especial interés.
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G. ASNER
REPORTAJE ESPECIAL CAMINO A COPENHAGUE
Las medidas con láser evalúan la biomasa de la selva.
por Iniki, pero fue su trabajo con las especies invasoras lo
que le hizo darse cuenta de que cuando intentaba evaluar
la selva echaba algo de menos: los mapas.
Su búsqueda de datos espaciales le llevó a la Universi-
dad de Colorado en Boulder para doctorarse en ecolo-
gía, biogeoquímica y teledetección, y después por todo
el mundo. A Asner, de 41 años, le resulta difícil separar la
investigación del resto de su vida. Su mujer, Robin Martin,
es investigadora en su laboratorio y realizan juntos los tra-
bajos de campo. Para la primera prueba del nuevo sistema
de biomasa a principios de este año eligió Hawai, donde
vive por temporadas.
En ese análisis el grupo de Asner identificó aproximada-
mente 48 millones de toneladas de biomasa superficial en la
isla. Es casi un 40% menos que los resultados que
obtuvieron los investigadores con los datos
G. ASNER
publicados y un protocolo sencillo estable-
cido por el IPCC que sería probablemente
el punto de partida de cualquier país que
esté iniciando un programa de evalua-
ción del carbono. El método de Asner
ha reducido la incertidumbre calcu-
lada a la mitad y dice que su sis-
tema es lo bastante preciso para
cumplir los criterios estable-
cidos por el IPCC para el
control avanzado de la bio-
masa (G. P. Asner. Environ.
Res. Lett. 4, 034009; 2009).
Satisfecho con sus resulta- Las lecturas del láser junto con otros datos producen una imagen tridimensional en color.
dos en Hawai, Asner puso
sus ojos en Perú, donde había trabajado varios años calcu-
lando la biomasa y realizando otras investigaciones.
El equipo de Carnegie empezó su proyecto en Perú con
un análisis CLASLite de imágenes de los satélites Land-
sat de la NASA alrededor de Puerto Maldonado, que
se encuentra en una esquina al sudeste de la Amazonia
peruana, cerca de Bolivia y Brasil (véase el mapa). Puerto
es un pobre pueblo fronterizo de casi 30.000 habitantes,
donde cada día llega gente de los Andes por la recién asfal-
tada autopista buscando las riquezas que proporciona la
explotación forestal, la agricultura y, más recientemente,
las minas de oro. La selva tropical no se ve por ninguna
parte en este polvoriento pueblo del Amazonas, pero miles
de motocicletas zumban por sus calles, muchas de ellas
arrastrando una versión local del rickshaw.
Sin embargo, la región que circunda Puerto Maldonado
es uno de los lugares de mayor biodiversidad del planeta
y un nodo de deforestación. Todo ello lo hace un objetivo
primordial para Asner, que dice que el gobierno ha demos-
trado estar dispuesto a proteger sus selvas.
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En 2008 Perú creó el primer ministerio de Medio
Ambiente. Vanessa Vereau, ex viceministra, dice que
Perú está trabajando para establecer un gobierno regio-
nal aun cuando siga aumentando su autoridad federal
desplazando más policía sobre el terreno. También ha
colocado fiscales federales en zonas rurales para garan-
tizar que todo el mundo —funcionarios del gobierno,
empresas y particulares— se enfrenten a consecuencias
reales cuando infringen las leyes medioambientales. El
éxito no está ni mucho menos garantizado, pero hasta
ahora el gobierno no ha intentado imponer ese orden,
dice Vereau. Perú también ha establecido su propia ver-
sión de un programa REDD creando incentivos mone-
tarios para comunidades indígenas que acepten proteger
sus bosques en lugar de talarlos.
A diferencia de Brasil, donde los ocupantes sin derecho
se benefician de territorios sin clasificar, Perú ha
designado sus terrenos en el Amazonas como
parques y zonas de conservación, así como
concesiones de madera, nueces de Brasil
y otros recursos. Sin embargo, por las
carreteras que rodean Puerto, donde
antes había selva, hoy casi todo son
campos en barbecho, una muestra
de cómo pobreza y suelos yermos
se alían creando una presión
infinita para que se despeje el
terreno. Aunque las nuevas
acciones federales son pro-
metedoras, la gobernabili-
dad sigue siendo débil y la
economía fundamental de
la frontera no ha cambiado,
dice George Powell, biólogo especializado en vida silvestre
del WWF que vive en Perú y se ha convertido en uno de
los socios de Asner en el proyecto.
“Las fuerzas contra la deforestación están aumentando,
pero las fuerzas que impulsan la deforestación también
están creciendo”, cuenta Powell una noche después de que
el equipo vuelva del aeródromo al pequeño hotel que sirve
de campo base para la gente de Asner y los capataces que
dirigen las obras de la autopista interoceánica. Incluso
mientras el gobierno peruano allana el camino para que
camiones más grandes extraigan más recursos de la selva,
dice, Asner abre otro que podría hacer realidad el pago
del carbono y ayudar a equilibrar la balanza a favor de las
selvas. “La mayoría de la gente sigue hablando sobre lo que
puede y no puede hacer la teledetección —dice Powell—.
Greg ya está en marcha poniéndolo en manos de los usua-
rios. Va tres pasos por delante.”
Vista desde la privilegiada posición de un satélite, la
deforestación alrededor de Puerto se extiende como una
espina siguiendo rutas en largas líneas que se cruzan. Son
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J. TOLLEFSON/G. ASNER
El software CLASLite desarrollado por Greg Asner
revela los lugares donde la destrucción de la
selva (puntos verdes y amarillos) llega a un área
protegida (rojo).
los claros, donde la selva se ha talado para mon-
tar explotaciones agrícolas. El análisis CLASLite de
Asner también recoge innumerables puntos de explota-
ciones forestales a pequeña escala en lo más profundo
de la selva.
Las mejores imágenes de los Landsat para analizar
la vegetación tienen una resolución de 30 metros, que
es aproximadamente el tamaño de la copa de un árbol
grande. Así se pierden los pequeños caminos y las ope-
raciones de tala de árboles de maderas duras que redu-
cen sustancialmente los niveles de biomasa dentro de la
selva y preceden a la deforestación generalizada. En 2005,
Asner publicó un artículo sobre la Amazonia brasileña en
Science en el que mostraba de qué forma los algoritmos
probabilísticos podían utilizarse para rastrear la señales
ocultas del espectro de las explotaciones forestales selec-
tivas y frecuentemente ilegales (G. P. Asner. Science 310,
480-482; 2005).
Dicho estudio también duplicaba aproximadamente
las estimaciones previas sobre la parte de selva afectada
por las actividades humanas, incrementando el cálculo
de emisiones de efecto invernadero desde la Amazonia
un 25% en comparación con la deforestación solamente.
También dio fama a Asner, lo que le sirvió para conseguir
apoyo financiero de la MacArthur Foundation, la Gordon
and Betty Moore Foundation y otras organizaciones. En
conjunto, le han donado más de 11 millones de dólares
para apoyar su trabajo sobre la biomasa y la deforestación,
así como otras investigaciones sobre biodiversidad.
Una parte de esta financiación se ha dedicado a produ-
cir y probar una nueva versión de CLASLite diseñada para
facilitar la realización de la evaluación de biomasa y para
establecer un programa de control. Cuando se importe
una imagen de satélite pública, CLASLite corregirá las
condiciones atmosféricas en el momento de tomarse la
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CAMINO A COPENHAGUE REPORTAJE ESPECIAL
imagen y analizará el espectro de cada píxel. La vegeta-
ción que fotosintetiza tiene una señal de espectro distinta
que los árboles secos, las piedras o el suelo. Un análi-
sis de Montecarlo produce a continuación una serie de
combinaciones posibles que convergen en la explicación
más plausible de los datos. Por ejemplo, el suelo desnudo
raramente queda expuesto al cielo en una selva que crece
deprisa; si CLASLite recoge la mínima señal roja asociada
con los suelos ricos en hierro de la región, y dicho color
se extiende en línea por varios píxeles, la explicación más
probable es que sea una carretera.
Además de analizar los datos del satélite, el software
obtiene los mapas de la vegetación existente y sugiere
localizaciones para las medidas aéreas y las parcelas en el
terreno. Dicho de otra forma, el programa ayuda a pla-
nificar un análisis integrado de la biomasa similar
al que Asner está realizando alrededor de Puerto.
“Estábamos intentando imaginar lo que quieren
los usuarios y al final nos dimos cuenta de que
quieren todo y quieren hacerlo pulsando un
botón —señala Asner—. Este artilugio encierra
10 años. Es una fórmula supersecreta.”
En cuanto a esta semana, Asner ha impar-
tido cursos sobre el software a más de 240 per-
sonas de seis países entre los que había varios
funcionarios del gobierno peruano. Para Perú el
proyecto representa una oportunidad de desarrollar
su capacidad científica y quizá de adelantar a Brasil,
que actualmente cuenta con el programa más avanzado
para controlar la selva. La deforestación es la culpable de
una gran parte desconocida de las emisiones en Perú y el
país cuenta con el REDD como nueva ayuda al desarrollo
para apuntalar los esfuerzos conservacionistas y reducir
al mismo tiempo las emisiones de carbono.
“Es un asunto nuevo para nosotros, pero existe una
voluntad política real de proteger la selva”, dice Vereau.
Considera la actual colaboración con Asner como un pro-
“Hay que yecto piloto que podría tener alcance nacional “si obtiene
confiar en buenos resultados”.
Asner reconoce el tremendo desafío que se le plan-
los datos de tea. No sólo tiene que convencer al gobierno peruano de
control de la que el sistema funciona, sino a la comunidad científica
selva.” y, en última instancia, quizá a los responsables políticos
que están debatiendo cómo reestructurar la economía
— Dan Nepstad global alrededor del carbono. Pero si tiene alguna duda
persistente, ésta se disipa gracias a su entusiasmo ili-
mitado. Sobrevolando la Amazonia, Asner no deja de
maravillarse ante lo que ve. “¡Mira, otro supergigante!
Es un árbol de 300 años —señala—. ¡Son organismos
sorprendentes!”
El trabajo de Asner podría tener muy pronto una reper-
cusión mucho mayor gracias a un acuerdo que ha alcanzado
recientemente con Google.org para una aplicación de con-
trol de las selvas que estaría a disposición de todo el mundo
en Internet. Esta colaboración, que podría anunciarse el
próximo mes, reduciría aún más los costes de puesta en
marcha para los países tropicales proporcionándoles poten-
cia de procesamiento y fácil acceso a datos de satélites gra-
tuitos de organismos como la NASA y la Agencia Espacial
brasileña. Asner no puede hablar de esto y los portavoces de
Google no entran en detalles excepto para decir que están
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construyendo una plataforma de control de la
selva tropical y que el software CLASLite de
Asner será parte del paquete.
Dan Nepstad, ecologista tropical del Woods
Hole Research Center en Falmouth, Massa-
chusetts, predice que la comunidad de la tele-
detección está a punto de sufrir una profunda
transformación que abrirá las puertas para el
control de alta calidad de las selvas a escala
global. Cita avances en muchos frentes, pero
afirma que Asner ha mostrado una especial
habilidad para que sus investigaciones sean
útiles y relevantes para los políticos, espe-
cialmente en los países tropicales. “Hay que
confiar en los datos de control de los bosques
y estos países tienen que considerarlos como
propios —dice—. La cooperación cara a cara
es realmente decisiva.”
Después de pasar una gran parte de los dos
últimos años trabajando para desplegar su
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visión de REDD, Asner planea ahora nuevos
proyectos. Ya está trabajando en un instru-
mento para sus investigaciones sobre biodiver-
sidad y biomasa que combina un LIDAR más
potente con sensores que captan la luz reflejada
en 440 frecuencias. También está analizando
nuevamente el problema de la tala selectiva.
Asner terminó recientemente su primer
análisis, inédito, de las explotaciones fores-
tales en los trópicos y halló que la tala selec-
tiva deja una huella 20 veces mayor que la
más obvia deforestación sistemática. Ahora
mismo todo el mundo está centrado en la
deforestación, pero la degradación plantea
toda una serie de preguntas científicas como
cuánto carbono se pierde y a qué ritmo se van
a recuperar las selvas. Asner lo denomina una
“actividad científica de la próxima frontera”,
lo que significa que abordará el problema el
año que viene.
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Primero tiene que terminar este trabajo en
Perú. Andando por el camino forestal desde el
río Tambopata, Asner ve una serie de árboles
que han sido talados recientemente y dese­
chados. Eran viejos, estaban huecos y no
podían utilizarse, pero los leñadores sólo lo
descubrieron después de derribarlos. Podían
haber comprobado la madera sin dañar los
árboles, dice Asner, introduciendo una sie-
rra de cadena directamente en el tronco y
volviendo a sacarla. Ahora la madera se está
pudriendo y el carbono se está emitiendo a la
atmósfera sin necesidad.
“Hay millones de árboles como éste —dice
Asner, dando un puntapié a uno de los toco-
nes—. ¿Los oyes caer? Yo sí. Los oigo en sue-
ños.” 
Jeff Tollefson es reportero de la revista Nature de
Washington DC, en Estados Unidos.