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HUMANO”
IMPLICACIONES Y TRASCENDENCIA
PSICOSOCIO-POLÍTICA Y CULTURAL
TAMER
2
PRIMERA PARTE
LA PROBLEMÁTICA DEL ENVEJECIMIENTO HUMANO:
IMPLICACIONES Y TRASCENDENCIA
PSICOSOCIO-POLÍTICA Y CULTURAL
CAPÍTULO I
EL ENVEJECIMIENTO HUMANO:
REPERCUSIONES PERSONALES Y SOCIALES
Concepción de envejecimiento.
3
No es difícil observar las contradicciones en las que vivimos. Si bien
algunos de estos cambios resultan beneficiosos para la vida de las
personas, la mayoría de ellos son desfavorables al generar nuevos
riesgos y nuevos problemas sociales como sucede con los relativos a
la morbilidad, al envejecimiento prematuro, a la escasa longevidad y a
la falta de trabajo tanto para los jóvenes como para los adultos y los
senescentes aún activos.
4
Si bien es aceptado el envejecimiento humano como algo que
acontece de manera universal, aún no existe consenso con respecto a
la naturaleza y características de la etapa de la vejez. Ello se deriva de
las divisiones cronológicas de la vida humana que al no ser absolutas
no guardan una real correspondencia con sus ciclos vitales.
La vejez no es definible por simple cronología sino más bien por las
condiciones físicas, funcionales, mentales y de salud de las personas
analizadas. De este modo, pueden observarse diferentes edades
biológicas y subjetivas en personas con la misma edad cronológica lo
cual ocurre porque el proceso de envejecimiento es personal y cada
sujeto puede presentar involuciones a diferentes niveles y en diversos
grados al declinar ciertas funciones y capacidades más rápidamente
que otras.
5
tejidos en relación con el potencial de reparación del organismo se
hace evidente.
6
como enfermedades degenerativas de los viejos. Hoy se sabe que
estas tres patologías se presentan en todas las edades de la vida,
incluso en la niñez. En lo que respecta a la demencia senil, es una
patología que no representa más del 5 al 6% en la población mayor de
65 años. Más numerosos son los síntomas de insatisfacción
existencial (soledad, angustia, stress, aburrimiento) como
consecuencia de la inactividad física y mental y la falta de sentido de
sus vidas.
7
según la concepción de vejez y de desarrollo personal que predomine.
Así, por ejemplo la angustia que se produce en el anciano frente al
decaimiento de sus propias capacidades lo puede llevar a pulsiones
destructoras que lo conduzcan al suicidio o a otra agresión.
8
oficial del “ser viejo” y del regreso a la dependencia económica y
social.
9
descrita por las ciencias naturales. “Crecimiento” es un cambio
sistemático, en el cual un determinado factor, dentro de un sistema,
gana en cantidades, magnitudes o peso. “Desarrollo” es un
crecimiento en el cual aparecen cambios estructurales en
determinados puntos dentro de un sistema de conjunto.
10
situación, pero al mismo tiempo designa el ingreso a una situación
nueva que plantea sus propios problemas. En el significado más
habitual de “crisis” es dicha nueva situación y sus problemas lo que se
acentúa. Por este motivo se suele entender por crisis una fase
peligrosa de la cual puede resultar algo beneficioso o algo pernicioso
para quien lo experimenta.
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son de carácter único y exigen para salir de ellas un verdadero
esfuerzo de invención y creación. Algunas son efímeras, otras son
más “permanentes”. Unas son parciales, otras son —por lo menos
relativamente— totales. Una cuidadosa descripción de las notas
específicas de cada crisis debe preceder a todo análisis general de
ella y en particular a toda formulación de hipótesis sobre sus causas.
Entendemos que este concepto puede ser válido para referirse más
bien al desarrollo biológico, pero resulta inapropiado en relación a la
persona humana en su totalidad.
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El vocablo “devenir” es el más apropiado para referirse a los cambios
que se van dando en el ciclo vital del hombre. Este vocablo ofrece
varias ventajas sobre el término “cambio” pues este último es más
restringido. Entre ellas cabe mencionar, por una parte, el ser capaz de
designar todas las formas del llegar a ser, del ir siendo, del cambiarse,
del acontecer, del pasar, del moverse, etc. Por otra, el ser susceptible
de tomar un sentido más propiamente filosófico que otros vocablos, en
parte porque su significación resulta más natural que la de los otros.
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exige analizarlo en el contexto total en que se produce: la naturaleza
compleja de la persona humana y la naturaleza compleja de las
sociedades humanas.
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Plantear el envejecimiento humano desde un enfoque integrador
significa considerar todos los aspectos tanto personales como sociales
que ello involucra. Un tema central para su comprensión es la relación
entre salud y envejecimiento, la cual involucra el bienestar y la calidad
de vida de las personas mayores.
Salud y envejecimiento
15
La concepción de salud no debiera reducirse a entenderla sólo como
un proceso de adaptación ecológica necesario para la vida. Ella debe
incluir además, la capacidad de desarrollar una perspectiva
integradora de la realidad y construir con ésta vínculos activos y
transformadores que permitan satisfacer las necesidades crecientes
de un ser en permanente evolución psicocultural y social.
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Los problemas de salud-enfermedad están estrechamente ligados al
modo de vida humano y no pueden ser aislados del contexto social en
el que se producen. Desde esta perspectiva, las ciencias médicas no
constituyen el todo de la salud. La salud o la enfermedad personal o
de la comunidad son el resultado tanto del grado de desarrollo
personal y social como de la calidad del medio ambiente creado y
desarrollado por el hombre.
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auténticas “formas de ser y estar en el mundo” que pueden
condicionar, pero no determinar al hombre que las porta.
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ejemplo: “desarrollo económico”, “riqueza individual o familiar”, “nivel
de vida”, “estado de salud”, “longevidad individual”, “servicios
médicos”, “ingresos o salarios”, “satisfacción de necesidades”,
“satisfacción de deseos”.
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(inserción socioprofesional, clases sociales) permite identificar los
elementos para una política de bienestar social. Este análisis no es
simple porque el cuadro social es de una complejidad de tipo
sistémico, es decir, de asociaciones causales sistémicas y no de
causalidad lineal.
20
responsabilidad personal y social para producir un ambiente humano
personalizante, motivador de bienes y valores comunicables.
21
El término trabajo en sentido estricto indica especialmente el trabajo
corporal y manual, o bien el trabajo productivo. Desde este punto de
vista se distingue entre “el mundo de la cultura” y “el mundo del
trabajo”. Este último se lo podría caracterizar, según J. Gevaert, como
todo esfuerzo corporal que se hace para transformar la materia y
producir un plusvalor o, también, como todas las actividades humanas
que constituyen el proceso productivo para transformar la materia.
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aprisionada dentro de la mentalidad tecnológica que prima más
acentuadamente en nuestra época y tiende a avasallar al hombre,
sacrificándolo en aras de la funcionalidad y de la cientificidad: objetivar
todas las relaciones humanas y valorar a las personas en función de
su productividad.
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En sentido similar, M. D. Chenu en su obra Pour une théologie du
travail afirma que también en el trabajo —y no sólo en la “vida
interior”— puede encontrarse la espiritualidad.
Así concebido, incluye todo esfuerzo físico y/o mental que resulta de la
proyección desde diferentes ámbitos de la persona como una decisión
personal y libre, no asimilable estrictamente al trabajo profesional. La
remuneración, si bien es un componente necesario no siempre resulta
suficiente con lo cual se pretende relativizar toda visión economicista
del trabajo y encuadrarlo en una categorización antropológica
trascendente.
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En la vejez, entendida como edad de la jubilación, es importante tener
en cuenta la actitud con que se afronta este hecho. El retiro juega un
papel negativo si la persona jubilada o por jubilarse lo ve, al margen de
lo económico, como una situación de minusvalía que lleva a pérdida
de prestigio, al debilitamiento o quiebre de las relaciones con los
compañeros de profesión o trabajo, a sentirse inútil frente al grupo y la
sociedad.
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Es importante no confundir la plenitud de trabajo profesional con la
plenitud de sentido de la vida creadora. Desde el punto de vista de la
salud mental, lo importante no es que una persona sea joven o vieja.
No es cuestión de edad sino de que su tiempo y su conciencia tengan
un objeto al que se entregue, y de que ella misma tenga la sensación,
a pesar de su edad, de vivir una existencia valiosa y digna de ser
vivida. Tampoco es necesario que la actividad sea retribuida o no. Lo
importante y decisivo es que esa actividad despierte en la persona,
aunque ésta sea ya anciana, la sensación de existir para algo o para
alguien.
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Entre los filósofos caracterizados dentro de las llamadas “filosofías de
la vida” Nietzsche habló de “la vida” usando a menudo un lenguaje
biológico (o biologista) pero con tendencia a centrar su concepto en la
vida humana. Lo que le interesaba a Nietzsche era “valorar” o, mejor,
“revalorar” la vida llegando hasta su máxima expresión: la voluntad de
poder. Hay, según este filósofo, una vida ascendente y una vida
descendente; la primera tiene un valor positivo y permite realizar la
transvaloración que, por otro lado, resulta justificada por “la vida
misma”.
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sirven para la técnica mecánica. Paralelamente
a esto va el principio —triunfante en la biología
moderna hasta el punto de parecer evidente—
de que todas las exteriorizaciones,
movimientos y acciones del ser vivo, así como
los órganos y mecanismos inervadores, sólo se
desarrollan y transmiten, en cuanto son ‘útiles’,
esto es, en cuanto tienen valor para la
conservación de la máquina humana.16
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las cosas, de las circunstancias. Por eso la vida no es nunca algo
determinado y fijo en un momento del tiempo, sino que consiste en
este continuo hacerse, en esta marcha hacia lo que ella misma es,
hacia la realización de su programa, es decir, de su mismidad.17
29
Si bien la tendencia central del hombre es la búsqueda de un sentido
para su existencia, tal sentido no es una realidad genérica sino que a
cada uno le toca descubrir su sentido único e intransferible.
30
definidas. Las diversas etapas del desarrollo no son, en definitiva, más
que el paso de un grupo de edad a otro y, en consecuencia, el tránsito
de un status a otro, de una ocupación, rol o tarea a otro.
31
hunden y han de desaparecer; de que todo
acontecer se mueve hacia un final —final que
hoy nosotros llamamos muerte... Cada fase es
en orden al todo y en orden a cada una de las
otras fases. Dañarla es dañar el todo y cada
uno de los elementos singulares.20
32
criterio de caracterización de la vida adulta, concepto difícil de definir
de manera unívoca.
33
La madurez, en consecuencia, no es principalmente ese período de la
vida comprendido entre dos momentos cronológicos, sino el conjunto
de actividades y eventos que se suceden a lo largo de una serie de
años (no importa demasiado cuáles ni siquiera cuántos), que varían
según las sociedades y los momentos de la historia. No es sólo la
edad o tiempo cronológico el que marca este tipo de actividades, sino
la época y la sociedad en que nos toca vivir y nuestra propia
trayectoria histórica y vital.
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u hostil hacia afuera. Los impulsos emocionales
amenazadores pueden ser aceptados, pero será preciso
mantenerlos controlados mediante un sentido de la
moderación para que no produzcan depresiones serias o
ataques impulsivos a los demás.
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jóvenes de la generación siguiente. A esta cualidad se la debe
comprender como a un nuevo aspecto de la identidad personal que le
permite al individuo maduro conservar un sentido a través de su
compromiso con aquellos que vendrán después de él.
36
madura. Por el contrario, su obra hace referencia a que cuando las
personas se encuentran intensamente comprometidas en el esfuerzo
de autorrealizarse no se preocupan mucho por el sentido. Sólo
después, durante lo que denomina la “fase climatérica” (que comienza
aproximadamente a los 45 años) parecen tener tiempo las personas
para reflexionar, o tal vez se trate de que el impacto acumulado del
desgaste las lleva a adoptar esta actitud reflexiva.
37
Frankl disiente de quienes ven el sentido como resultado de la
autorrealización pues sostiene, en cambio, que tales experiencias se
producen espontáneamente como un efecto de la realización de
valores y del cumplimiento del sentido.
Son muy pocos los estudiosos del desarrollo humano que abarcaron
también la vejez y la senectud como etapas posteriores a la madurez
plena. Con respecto a estos últimos, son importantes las
contribuciones teóricas específicas de los ya mencionados
precedentemente: E. Erikson y C. Bühler.
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Erikson establece un “diagrama epigenético” en el que presenta la
evolución del yo como un “continuum” en donde cada etapa
representa un conflicto a resolver lo cual permite, a su vez, el alcance
de lo que él denomina “proporciones favorables” que es igual a
realizarse, llegar a la meta o solución del conflicto.
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propio de la cuarta etapa cuya proporción favorable es
método y capacidad.
40
... un amor post-narcisista del yo humano —no
del sí mismo— como experiencia que implica
cierto orden del mundo y cierta sensibilidad
espiritual...
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sus estados físicos y psicológicos, lo que repercutirá en sus relaciones
interpersonales.
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emocional y desarrollo de un gran potencial, pues algunas
preocupaciones como el trabajo, el matrimonio y la familia
han sido superadas. Sin embargo, algunos adultos
enfrentan serias crisis durante esta etapa debido a que han
tomado decisiones erróneas tanto en su matrimonio como
en su profesión; experimentan conflictos emocionales y
ansiedad pues no han logrado la integración psíquica, lo
que les dificulta su adaptación al quehacer cotidiano.
Según Bühler, si los adultos sienten que sus acciones y
elecciones fueron las adecuadas y que están logrando sus
objetivos, tendrán sentimientos de realización y seguridad.
En caso contrario, entrarán en situaciones de ansiedad y
experimentarán sentimientos de fracaso.
43
Añade Bühler que la sensación de plenitud adquiere particular
importancia para las personas que creen que sus vidas debieran
implicar algo más que una mera gratificación personal como si el
interrogante latente fuera: “¿ha añadido mi vida algo al total del
progreso o la felicidad humanos?”. Entonces, aparece otra pregunta:
¿qué ocurre con todos aquellos que han vivido principalmente para la
gratificación individual? Aparentemente, también ellos buscan hacia el
final alguna especie de plenitud lo cual permite a Bühler reflexionar, no
sin cierto ironismo:
Aunque en los últimos años hay una preocupación cada vez más
evidente acerca de argumentaciones y definiciones que permitan
acceder a una noción acabada y abarcativa de las características de la
44
vejez como etapa de vida y del significado de sus manifestaciones,
ello aún no se ha concretado. Lo que sí parece evidente a la simple
observación, es que cada persona envejece según su propia historia
de vida y que, en consecuencia, esto nos compromete personal y
socialmente y nos convierte en responsables de prepararnos para ella
desde las etapas anteriores.
Conclusiones
45
La resolución de dichas tareas, que como se dijo son tanto de origen
endógeno como exógeno, exige un enfrentamiento con la nueva
situación y una nueva orientación.
NOTAS
46
4. Bernard Lievegoed, El desarrollo vital del hombre. Evolución del
hombre entre la niñez y la anciedad, Colección Bolsillo (Madrid:
Mensajero, 1983) 18-19.
47
18. Frankl, Psicoanálisis y existencialismo 105.
29. Erikson, Childhood and Society, 2a ed. (New York: W.W. Norton &
Company, 1963) 268.
48
sus factores constitutivos lo cual produce reacciones en cadena, en
especial a propósito de las intervenciones perturbadoras del
hombre”. Hernán San Martín y Vicente Pastor, Epidemiología de la
vejez, 1a ed. (Madrid: Interamericana McGraw-Hill, 1990) 56.
d. Dasein significa “ser” (sein) “ahí” (da). Pero esta traducción literal
no es lo más apropiada al significado que le otorgó Heidegger. La
traducción significativa es “ser el ahí”. “El ahí” no es definitivamente
el mundo como un terreno exterior; es la apertura del mundo
luminoso, comprensivo —un estado de ser en el mundo, que la
plena existencia del hombre que es y debe ser, puede aparecer y
llegar a ser presente y ser presente. El Dasein no es una propiedad
o atributo humano es la existencia plena del hombre.
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“atraído” por el sentido y ante él se decide libremente. En cambio, la
perspectiva psicoanalítica presenta al ser humano como un sistema
dinámico pero cerrado, cuya fuerza motivacional original y
orientación básica están dirigidas a la conservación del equilibrio
entre las instancias psíquicas del Yo, Ello y Superyo. Esta
conservación del equilibrio es conocida como la homeostasis. Lo
que está en el fondo de la cuestión es la prosecución de un estado
con ausencia de tensiones.
50
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO II
51
En tal sentido son sumamente esclarecedoras las contribuciones que
nos llegan a través de Max Scheler en quien, a su vez, es posible
reconocer toda una línea jalonada por las figuras de Platón, San
Agustín, Pascal, Nieztsche y Bergson. Del mismo modo el
personalismo de E. Mounier y de M. Buber permiten ahondar en los
fundamentos específicos para enriquecer la reflexión que nos apela.
Asimismo, la concepción antropológica de V. Frankl, cuyas raíces
filosóficas provienen tanto del mencionado Max Scheler como de
Nikolai Hartmann, Martín Heidegger y Karl Jaspers y que constituye la
base teórica de su logoterapia, resulta un significativo aporte para el
presente análisis.
52
cuando le teme y rehuye, “es el ser que sabe decir no, el eterno
protestante contra toda mera realidad”.
53
específicamente humana que no debe entenderse en sentido religioso.
Es por esta dimensión espiritual, noética(a), que el hombre se
cuestiona temas como la libertad, la responsabilidad, la orientación a
los valores, la búsqueda del sentido de la vida, la religiosidad.
Las condiciones humanas (el “ser así” de los hombres), nos dice
Frankl, deben ser comprendidas como disponibilidades:
disponibilidades para su libertad y es allí donde le toca a cada uno
asumir la responsabilidad.
La persona es un
54
persona, sólo podemos recogernos en él,
concentrarnos en él, pero no objetivarlo.3
La persona:
55
objeto, o un fantasma de objeto. Es una
actividad vívida de autocreación, de
comunicación y de adhesión, que se aprehende
y se conoce en su acto, como movimiento de
personalización. A esta experiencia nadie
puede ser condicionado ni obligado. Aquéllos
que la llevan a sus cimas llaman a los demás a
su alrededor, despiertan a los dormidos, y así,
de llamado en llamado, la humanidad se libera
del pesado sueño vegetativo que todavía la
embota. Quien se niega a escuchar el llamado
y a comprometerse en la experiencia de la vida
personal, pierde el sentido de ella, como se
pierde la sensibilidad de un órgano que no
funciona.4
56
sin esperanza de devolución. Por esta cualidad humana la
persona puede vencer la soledad, aún cuando no reciba
respuesta, y luchar contra el orden estrecho de los
instintos, de los intereses, de los razonamientos.
57
organismo para actuar y expresarse. Como instrumento
que es, constituye un medio para un fin y, como tal, tiene
un valor utilitario. El concepto opuesto al de valor utilitario
es el concepto de dignidad. Ella pertenece sólo a la
persona, le corresponde naturalmente, independiente de
toda utilidad social o vital.
58
como innata relación inconsciente y a menudo reprimida, del hombre
con la trascendencia. Es mérito de C. Jung haberla aclarado. Sin
embargo, el error que cometió consistió en localizar esta religiosidad
inconsciente donde se localiza la sexualidad inconsciente: es decir en
el inconsciente instintivo, en el “ello”. “Pero a la fe en Dios y a Dios
mismo no se me arrastra, sino que yo debo decidirme por Él o contra
Él; la religiosidad es del ‘yo’, o no existe en absoluto”.6
59
8. La persona es dinámica: justamente por su capacidad
de distanciarse y apartarse de lo psicofísico es que se
manifiesta lo espiritual. Por ser dinámica no debemos
hipostasiar a la persona espiritual, y por eso no podemos
calificarla de substancia, por lo menos no en el sentido
corriente.
60
Einstein que dice que “preguntar por el sentido de la vida
significa ser religioso”.
61
libre es en primer lugar, aceptar esta condición para apoyarse en ella.
No todo es posible, ni tampoco lo es en todo momento. Estos límites,
cuando no son demasiado estrechos, constituyen una fuerza. La
libertad sólo progresa, como el cuerpo, gracias al obstáculo, a la
elección, al sacrificio.
62
En lo colectivo el hombre no deja solamente de ser individuo sino que
ya no es humano ya que sólo tiene “sentido” por cuanto es uno de los
muchos elementos productivos. Esto lleva a considerar que la vida que
deja de ser productiva es una vida “sin valor” sin apreciar los valores
realmente humanos, todo aquéllo que trascendiendo su productividad,
la hace aparecer valiosa y le da dignidad humana a la existencia.
63
es vista y destacada por el análisis existencial de V. Frankl, es libertad
integral aún en las maneras de existir neuróticas: aún allí donde soy
“impulsado”, también allí todavía, de alguna manera, está presente;
pues, soy yo el que se deja arrastrar. Renunciar a la libertad y a su
uso es también un acto libre. Es libremente que el “yo” abdica ante el
“ello”.
Según Frankl, toda objetivación del ser humano, toca sólo el “ser-así”,
nunca el “ser ahí”. El “ser ahí”, la existencia, nunca coincide con el
“ser-así”, no es el “ser-así”, sino siempre una posibilidad de
“transformarse en algo distinto”. La existencia humana no se resuelve
totalmente en su propia facticidad: ser hombre no significa ser fáctico,
sino facultativo.8 Idea que explicita al afirmar que la libertad humana es
libertad finita; el hombre no es libre de condicionamientos, sino que es
libre solamente respecto a la actitud como ha de asumirlos.
64
expresión. Siendo las relaciones espirituales relaciones de intimidad
en la distinción y no de exterioridad en la yuxtaposición, la relación de
trascendencia no excluye una presencia de la realidad trascendente
en el corazón de la realidad trascendida. En este sentido, Dios, dice
San Agustín, me es más íntimo que mi propia intimidad.
65
Se ha hablado de una vocación de las épocas o de las naciones.
Puede decirse que el honor es un valor medieval y la libertad, la
justicia social, valores modernos; la piedad es un valor hindú; la gracia,
un valor francés; la comunidad, un valor ruso, etc. Cada uno nace, se
desarrolla, se esclerosa, luego se eclipsa por un tiempo en una
especie de sueño histórico. En el período de la esclerosis se producen
confusiones. La historia, no obstante, sitúa todavía el valor en lo
general. Su verdadero lugar es el corazón vivo de las personas. Las
personas sin los valores no existirían plenamente, pero los valores no
existen para nosotros sino por el fiat veritas tua que les dicen las
personas.
66
La persona humana: Interioridad y comunicación
67
movimiento hacia el otro; se descubre en los otros, se aprehende en
actitudes dirigidas por la mirada de otros. Sólo más tarde, hacia el
tercer año llegará la primera ola de egocentrismo reflexivo.
68
del silencio y del retiro. Las distracciones de nuestra civilización
corroen el sentido del ocio, el gusto del tiempo que corre, la paciencia
de la obra que madura y dispersa las voces interiores.
69
herencia o mis aptitudes, ni como pura
adquisición. No es evidente: pero tampoco lo
es a primera vista la unidad de un cuadro, una
sinfonía, de una nación, de una historia. Es
necesario descubrir en sí, bajo el fárrago de las
distracciones, el deseo mismo de buscar esta
unidad viviente, escuchar largamente las
sugestiones que nos susurra, experimentarla
en el esfuerzo y la oscuridad, sin estar jamás
seguro de poseerla.10
70
Sin embargo, la relegación del tema del tiempo durante la Edad Media
afecta tan sólo al tiempo “exterior”. En lo que atañe al tiempo en
sentido interior-metafísico se da, más bien, una continuación de la
última fase de la meditación antigua. De ahí la oscilación entre la idea
de tiempo como algo “interior” y como algo “exterior”, una cierta
inclinación hacia el “predominio” de la noción de “tiempo interior” en
toda la filosofía medieval, tanto en la cristiana como en la judía y
árabe. Como algo exterior, el tiempo aparece con frecuencia bajo la
forma de la sucesión y es, en tal caso, algo fundamentalmente
vinculado con el movimiento.
71
No se puede dejar de reconocer, en la actual meditación filosófica
sobre el tiempo, la influencia tanto de los notables aportes como de las
radicales críticas introducidas por las nuevas teorías físicas.
72
El concepto común o corriente del tiempo que pasa es evidentemente
ilusorio y convencional. El tiempo que nos marca el reloj no es más
que un sistema de medida que nos permite relacionar dos momentos.
Mientras se lo pretenda mantener condicionado al marco
tridimensional de las coordenadas espaciales (largo, alto y ancho) será
difícil comprender los complejos significados implícitos en su total
dimensión. En cuanto nos alejamos de sus aspectos métricos, de sus
ritmos astronómicos, el tiempo se nos revela como mutación, como
duración biológica, como discontinuidad, como unidad de pasado,
presente y futuro.
73
En el capítulo II de su novela Orlando, Virginia Woolf señala los
complejos efectos del tiempo sobre la mente humana. La conciencia
—dice— opera con irregularidad sobre la sustancia del tiempo.
74
cualitativo en la raíz de la mente pueda traer aparejado una nueva
comprensión del tiempo.
75
trascendente que a través de los mitos y los símbolos provoca la
“salida del tiempo” y el acceso a una realidad última de tipo metafísico.
76
reside en lo que llama “trágico heroísmo”, o sea el hecho de que viene
de la nada y vuelve a la nada y que a pesar de eso dice “sí” a su
existencia.
77
El quietismo, en cambio, ve el reloj de arena en toda su integridad,
pero a la arena en sí la considera como una masa estática que, en
realidad, no se “desliza” en absoluto. Mas bien desde el punto de vista
quietista, sucede que la conciencia, la “estrechez de la conciencia”, se
desliza sobre la realidad, fija, tetradimensional, simultánea, o sea,
atemporal y eterna; desde este enfoque, la arena no solamente se
deslizaría por la angostura del reloj sino, igualmente, la misma
angostura lo haría a través de la arena.
78
afectar, nada absolutamente puede eliminar algo que ya ha sucedido:
una vez pasado, permanece en el pasado por “toda la eternidad”.
79
devenir se percibe en términos de “ser más y de vivir bien” antes que
de “hacer más y de tener más”.
80
todo de lo que en el momento, en el presente, “obremos para” ese
estado de pasado. En consecuencia, obrar para la permanencia, para
el pasado, es fundamentalmente, un extraer de la nada, de la nada del
futuro.
81
posibles condicionamientos. Una vida así vivida asegura el crecimiento
personal permanente al asumir conciente y responsablemente las
situaciones específicas de la existencia singular que le toque
enfrentar.
82
se ha debilitado ya que hay una explícita voluntad de ruptura con toda
continuidad cultural anterior.
83
El hombre contemporáneo ha quedado y se siente como a la
intemperie, sin nada muy concreto en donde undir su raíz y crear su
destino. Sin un repertorio de ideas firmes e imbatibles sino más bien
con una conciencia disipada y dispersa y como hueca de contenido, el
hombre individual que cada uno es, está tan mal equipado
espiritualmente que es alguien proclive en convertirse en hombre
masa, es decir, a sumarse al proceso de masificación.
84
vez más a una sociedad consumista que hace del poderío económico
y del exitismo valores ejes incuestionables.
85
hace comprar ropa o calzado. El valor de la
diversión lo determina su éxito en el mercado,
no ninguna cosa que pueda medirse en
términos humanos.17
86
La primera de ellas es la que privilegia en el hombre todas aquellas
actividades que lo llevan a huir de sí mismo lo cual se da,
fundamentalmente por temor al vacío interior, por temor a verse
enfrentado con ese vacío. Son las que llevan a “ocupar”
compulsivamente el tiempo libre.
87
La vida como sentido
88
A lo largo de la vida, cada momento encierra un sentido que nos toca
descubrir. Es esa sucesión de situaciones, eventos, circunstancias de
todo color, de toda intensidad, las que van constituyendo el tejido de
nuestras vidas y que, finalmente, constituyen la vida misma. Si bien
podemos preguntarnos acerca del significado de un momento
particular en nuestras vidas, también es muy válido de cuando en
cuando dejar emerger esa voz interior, que en diálogo con nosotros
mismos nos apela acerca de la razón última para vivir, para “estar en
el mundo” y aceptar, aún desconociendo el futuro, seguir viviendo y
preferir ese valor universal que es la vida antes que la muerte.
89
trabajo que le llena y le da un sentido, no ocurre lo mismo cuando ya
no contribuye al progreso de la sociedad sino que es “una carga” por
estar enfermo o jubilado. El destino de ser una función de la sociedad
no puede dar una explicación satisfactoria a toda la existencia, puesto
que cada individuo y la historia entera de la humanidad están
ordenados y orientados hacia un fundamento y sentido absoluto.
90
aquí, se ve su coincidencia con la concepción scheleriana acerca de
los valores para quien constituyen un orden de instancias objetivas y
absolutas, de momentos definidos por una validez y prestigio ajenos a
cualquier condicionalidad, relatividad y contingencia.
El primero es el del crear, del hacer o del dar que puede llevarse a
cabo en el mundo del trabajo, de la profesión, del obrar y que es el
más fácilmente captado.
91
sin salida, a la que se enfrentan inermes, son capaces de convertir un
sufrimiento en un logro.
Los valores vivenciales son los que se alcanzan por medio de la vida
misma tales como la experiencia lograda mediante la entrega a la
belleza de la naturaleza o del arte o en el encuentro con alguien, en el
amor.
92
La afirmación fundamental del pensamiento frankleano de que la vida
tiene sentido hasta el último momento no sólo es considerada una
hipótesis sino que, al decir del propio Frankl, ha sido reafirmada
empíricamente por toda una lista de prolijos y metódicos proyectos de
investigación realizados por sus discípulos Brown, Casciani, Lukas,
Crumbaugh, Dansart, Durlak, Kratochvil, Lunceford, Mason, Meier,
Murphy, Planova, Popielski, Richmond, Roberts, Ruch, Sallee, Smith,
Yarnell y Yung.
93
categorías más allá del espacio y del tiempo, simplemente porque no
podemos pensar, y por eso, tampoco podemos preguntar sin
presuponer el espacio y el tiempo, del mismo modo, la existencia del
hombre es desde siempre un existir de acuerdo a un sentido aunque
sea desconocido. Existe algo como una premonición del sentido, y un
presentimiento del sentido también subyace en la base de la llamada
“voluntad de sentido” fundamento de la logoterapia. Si lo quiere o no,
si lo sabe o no, el hombre cree en un sentido mientras respira.
94
diferenciar diagnósticamente la neurosis noógena de la psicógena (y
de la pseudoneurosis somatógena).
Lo que tenemos que temer hoy en día, dice Frankl, en una época de
frustración existencial, no es exigirle demasiado al hombre, sino
exigirle demasiado poco. Porque no sólo hay una patología del stress
(de la tensión), sino también una patología de la distensión. Lo que
menos nos podemos permitir es rechazar la orientación y ordenación
del hombre a algo como el sentido y los valores entendidos sólo como
“cosas que no son más que mecanismos de defensa o
racionalizaciones secundarias”.
95
disponer del destino, así también significa lo positivo, un poseer
responsabilidad.
96
existencia, la de todos nosotros, en cualquier momento, siempre tiene
sentido, un sentido distinto, siempre cambiante. Se deduce también
algo más: las dificultades, cuanto más grandes sean, se agregan para
acentuar el carácter de deber que tiene nuestra existencia y con ello
darle más sentido a la vida.
Las cualidades básicas del psiquismo son dadas desde la cuna pero
su vigor está en la resignificación de las cosas y situaciones de la vida
ya vividas. La persona puede reflexionar sobre sus crisis y aprender
de ellas. Si bien no es posible cambiar el pasado o modificar los
condicionamientos del presente se pueden valorizar cada una de las
97
pérdidas o limitaciones desde su significado total en la vida. En el caso
de las personas mayores una tarea central es el aprender a
resignificar los espacios: con los objetos, con la familia, con los
amigos, con las otras personas y fundamentalmente, consigo mismo.
98
El que la persona persista depende de cómo y en qué medida acepta
su fin y se resignifica en relación a su ambiente personal y social. De
allí surgen una serie de valores y actitudes nobles e importantes para
su vida: comprensión, valentía, confianza, respeto a sí mismo, lealtad
a la vida ya vivida, a la obra cumplida, al sentido de la existencia
realizada.
99
resultantes del transparentamiento de la vida, de la capacidad de
distinción y juicio”.22
100
e. Con ello queremos destacar la acción de “apelar” es decir,
convocar, llamar, invitar mediante preguntas al estilo mayéutico
porque la pregunta así formulada llama a la conciencia personal a una
respuesta; hace que el sí mismo “salga” a responder.
NOTAS
7. Mounier 38.
9. Mounier 20.
101
10. Mounier 29-30.
12. Alexis Carrel, La incógnita del hombre, 12a ed. (Barcelona: Iberia,
1973) 175.
102
CAPÍTULO III
103
búsqueda, como una oportunidad más, tan digna y tan válida como
cualquier otra para acceder al autoconocimiento y autopertenencia.
104
El envejecimiento es, también, un hecho social. Acontecimientos tan
generalizados como la jubilación y la pérdida de seres queridos,
convierten a la vejez en un hecho social de primera magnitud pues
ambos generan profundas alteraciones en la vida de las personas.
105
humana en plenitud en cada momento de la vida, a lo largo de la
existencia. Es la que apela a recuperar la dignidad de la vida en todo
tiempo y circunstancia aún contra las adversidades, carencias e
insatisfacciones y por ello propone al hombre vivir la hondura de la
sencillez cotidiana al descubrir en ella lo bueno, lo verdadero y lo bello
que es lo que le otorga unidad y sentido.
106
El miedo a envejecer generó mitos y prejuicios y, para huir del miedo
de quedar impotente, desvalido y marginado, el hombre se proclama
joven, aunque sea “de espíritu”, a fin de justificar su ancianidad
inexorable. Ensalzar la juventud como la época más hermosa de la
vida es condenar la madurez y la vejez, es también, desconocer que
cada etapa tiene su razón de ser, su propio significado y valor en
relación a la vida total de la persona y, consiguientemente, su propia e
ineludible tarea.
La educación de la conciencia
107
esto se lo puede hacer mediante el tiempo. El hecho de experimentar
esa relación dialéctica entre sujeto y objeto ha motivado, igualmente,
el surgimiento y evolución del lenguaje humano y otras formas de
simbolización.
108
una palabra para referirse a su propia muerte.
Las enfermedades, las limitaciones de todo tipo
y cada uno de los aspectos de nuestro estado
biológico son fases del extremo determinista
del dilema: el hombre es como la hierba del
campo, se marchita. El tomar conciencia de
esto, y el actuar de acuerdo con esta
conciencia, es el genio del hombre sujeto.3
Para R. May “conciencia”, palabra que viene del verbo latino conscire,
se refiere al conocimiento que se siente internamente, es decir a saber
con, no sólo queriendo decir “con” otras personas, sino también con
uno mismo, en el sentido de conciencia del hecho de que yo soy el ser
que posee un mundo. “Conciencia” dice May, es una palabra que no
se debe perder. Se refiere a la característica ontológica central que
constituye al yo en su existencia como tal, es decir el sentimiento de
que puedo tener “conocimiento” de que soy el ser que posee un
universo.4 La conciencia es, así, la experiencia del yo actuando desde
su centro.
109
Por su parte, Derbolav afirma que la conciencia es aquéllo desde lo
que el hombre se motiva y decide. Nada es, según este autor, más
centro de la personalidad que la conciencia.
110
La toma de conciencia de la vejez como etapa existencial asume en
cada persona características y matices singulares, diferentes, por lo
que constituye una vivencia indefinible.
Los valores, para ser reales, necesitan del mundo concreto, material y
humano, en el que se realizan. No existen si no son encarnados de
algún modo en el mundo visible, dotando así a ese mundo de una
dimensión cultural y humana. Sin embargo, aún expresándose en las
cosas, no son estructuras o propiedades inherentes a ellas,
independientemente del hombre que tiene que realizar su existencia.
111
Los valores no existen sin el hombre que con ellos está en disposición
de dar un significado a la propia existencia.
Cuanto más sana es la persona menos trata de satisfacer año tras año
los mismos valores que sostenía en etapas anteriores; es menos
probable que el adulto maduro conciba sus valores como una suma de
sus necesidades e instintos previos. En consecuencia, los valores no
tienen que ser entendidos solamente según permitan cubrir una
necesidad o un deseo sino, más bien, en cuanto posibilitan al hombre
realizar su existencia y darle un significado.
112
misma del hombre que está en salir de sí, en ir hacia los demás, en
estar frente a la mirada del otro.
113
dentro del yo y la falta de acuerdo con el prójimo— se salvan mediante
procesos simultáneos ya que superar a una es vencer a la otra al
mismo tiempo. Para lograrlo el individuo debe tener el coraje suficiente
para hacer frente y superar las experiencias amenazantes del
aislamiento y la ansiedad que son “normales” en el sentido de que no
es posible evitarlas si es que uno ha de cumplir con sus posibilidades
en la consecución de la madurez personal.
114
de los valores pasados a medida que se los va ampliando. El devenir
de la existencia, según los distintos ciclos vitales, supone la ansiedad
normal que consiste en la renuncia a la seguridad inmediata a cambio
de metas más vastas, para concluir con la muerte como etapa final de
este continuo.
115
época tanto en las universidades como en el resto de nuestra
sociedad, radica en la desintegración de los valores de nuestra cultura.
La experiencia interna de los valores que tiene el estudiante es la que
proporciona el núcleo alrededor del cual se conoce a sí mismo como
persona y recibe también algo con lo que comprometerse.
116
Poseer la libertad de decisión y hacerse responsable de lo decidido es
la nota distintiva del ser humano más allá de que se encuentre en
condiciones limitadas para ejercer su libertad y su responsabilidad.
117
crear, que sin estar exenta de conflicto, garantice la consecución de
las metas personales y sociales en el marco del propio proyecto de
vida.
118
responsabilidad y compromiso frente a la tarea que nos toca realizar
en cada tiempo de nuestra existencia o circunstancia personal.
119
Mediante la actividad laboral o profesional, las personas adquieren un
sentimiento de utilidad, de proyección y contribución social todo lo cual
genera, en ellas, experiencias emocionales decisivas para la
estructuración de la personalidad madura.
120
se tiende a la comunicación, a la solidaridad. En otras palabras, la
persona se abre, se dispone a una adaptación creadora que
contribuye a su desarrollo y bien-estar personal.
121
Será posible introducir modificaciones e incluso cambio de actitudes
pero habrá que contar siempre con el bagaje acumulado a lo largo de
las diferentes etapas vitales.
122
indefectiblemente, a tomar más decisiones y a superar más
ambigüedades. Por consiguiente, según se interpreten los cambios,
estas situacioneas ambiguas adquirirán un significado y un relieve
marcados por valencias positivas o negativas.
123
constituir una base sólida para validar el concepto de sí mismo, un
apoyo muy estimable, para mantener la propia dignidad y dominar las
fluctuaciones de la autoestima, respondiendo así al desafío que el
paso de los años va presentando a las personas mayores.
La cita favorita de V. Frankl, que nos deja al respecto, es: “La hora
pasa, la pena se olvida, la obra queda”.
124
La dignidad humana también se abreva en el pasado, en lo que se ha
logrado, en lo que se ha hecho, en lo que se ha sufrido con coraje.
Todo eso es indeleble y nadie puede eliminarlo del pasado.
125
En la vejez la fuerza del yo adopta la forma de “sabiduría” en todas
sus connotaciones —desde el sazonado “ingenio” al “juicio maduro”—
que constituyen la capacidad de mantener la integralidad de
experiencia aunque se deterioren gradualmente las facultades físicas y
se conviertan nuevamente en un conglomerado de partes que ahora
se debilitan (así como otrora maduraban) con ritmos distintos. Si el
vigor de la mente se combina con el don del renunciamiento
responsable, algunos ancianos pueden abordar los problemas
humanos en su totalidad (que es el significado de la palabra
integridad). Y vienen a ser para la generación futura un ejemplo vivo
del “cierre” de un estilo de vida. Sólo dicha integridad puede equilibrar
la desesperación de una vida limitada que se acerca a su conclusión
consciente...14
Concebir la vejez como una etapa vital más, lleva a afirmar que la
persona mayor no sólo es capaz de llevar a cabo proyectos, sino que
él mismo sigue siendo proyecto: orientación organizada de los
esfuerzos para dar sentido a la vida.
126
Su dinamismo fundamental se refiere a la actividad interior que
consiste en:
127
aire desconcertante en la adolescencia, con tonalidades dramáticas en
la adultez, como un desafío a la persona en los últimos años de vida.
NOTAS
128
Adolescencia, madurez y senectud, eds. M. Carretero, et al.
(Madrid: Alianza, 1985) 317.
129
CAPÍTULO IV
130
características a pesar de los estereotipos, mitos y prejuicios que han
consolidado una imagen negativa y deficitaria de ella. Lo cual explica,
en parte, la falta de políticas específicas.
131
La singularidad personal hace que los años, la experiencia, los
factores socioculturales que propiciaron reacciones y adaptaciones a
lo largo de la vida, sean patrimonio singular de cada ser humano.
Dicha postura lleva a aceptar que como proceso implica una mayor
probabilidad de deterioro paulatino, de manera asincrónica e irregular
en ciertas capacidades del ser humano. Pero también permite
considerar la influencia de factores de carácter psicológico, ambiental
y social que intervienen e inciden significativamente en la forma como
lo viven y enfrentan las personas en particular.
132
sociales y la actividad personalizante y socialmente valiosa pueden
atenuar el proceso de deterioro en la vejez.
133
Entre los mitos más comunes se encuentran: el del envejecimiento
cronológico, de la improductividad, de la desvinculación y falta de
compromiso, de la senilidad unido al “somos demasiado viejos para
aprender”, el de la falta de interés sexual, el de la serenidad, el del
deterioro de la inteligencia.
134
Ante lo ya señalado, es conveniente tener presente que las teorías
sociales del envejecimiento, si bien han hecho aportes en la
interpretación del significado del envejecer en aspectos sociales y
psicológicos, no ofrecen una respuesta acabada al multidimensional y
complejo planteamiento que presenta aún la vejez como una etapa
más del desarrollo.
135
• social (status ocupacional, estado civil, género, edad, nivel
educativo);
• individual (salud, sistema de apoyo, recursos económicos,
religión);
• de su personalidad (características tales como optimismo,
pesimismo, alegría, aislamiento, etc.); y
• de su socialización (experiencias previas de vida y de relaciones
vinculantes).
136
2. Quienes siempre se sintieron responsables y actuaron a
conciencia y con compromiso frente a los
condicionamientos, llegan a la vejez con una mezcla de
satisfacción y alegría por haber realizado las “tareas” que
se les presentaron y cumplida su misión, con sabiduría
acumulada a través de la experiencia vivida y valorada.
Estas personas continúan viviendo activamente y
participando en su medio familiar y social. Ante una nueva
situación vital reaprenden y asumen un nuevo rol; toman
sus enfermedades como en cualquier otra época de la
vida, buscan sus causas en deficiencias orgánicas
congénitas o adquiridas y tratan de encontrar solución, sin
desesperarse.
137
Aparece, así, la necesidad ineludible de encarar una “educación en la
vejez”, sustentada en el concepto de edad funcional, según el cual la
persona requiere permanentemente aprender nuevos roles lo que
conlleva a la búsqueda de respuestas propias y específicas, ante las
situaciones vitales que debe enfrentar. Está dirigida a las actitudes
personales al consistir en una apelación a actuar con dignidad y
asumir esa etapa de vida con todas sus connotaciones.
138
intercambiable permanentemente donde el punto de encuentro son los
valores a actualizar por unos y otros en el proceso de plenificación
humana. La apelación y el diálogo se constituyen así en los elementos
indispensables de la relación pedagógica.
Programas culturales
139
Programas recreativos
Programas educativos
140
• vejez avanzada: de los 70 a los 80 años;
• alta ancianidad: más de 80 años.
141
En tal sentido, es fundamental que quienes estén a cargo de la
organización de programas o actividades referidas a los mayores
tengan un conocimiento apropiado de las características particulares
de la vejez como etapa de la vida y una actitud fundamental de
respeto a la dignidad humana, cualquiera sea la edad de las personas.
En la dimensión antropológica:
142
• una concepción realista de la vejez. Conocimiento
comprehensivo de ella entendida como una etapa más del
desarrollo humano con sus características específicas y su
propio “quehacer”.
• la promoción de la persona hacia valores humanizantes sin caer
en el “asistencialismo”. Evitar tanto el “tutelismo político” como
las instituciones cerradas y limitantes.
• considerar la educación en la vejez como una educación
participativa y situacional. Las personas mayores no sólo son los
verdaderos sujetos del propio proceso educativo sino que al
tener la posibilidad de capitalizar su experiencia se convierten en
actores de dicho proceso y transformadores de su realidad
histórica-social.
• no limitarse a un carácter de educación sustitutiva o
complementaria sino entenderse como un sistema con
fundamentos, principios y finalidades específicas.
En la dimensión teleológica:
143
• favorecer las posibilidades de usar el tiempo “libre” de manera
creativa y personalmente enriquecedora.
• actitud consciente y responsable de las personas para resolver
las situaciones vitales en las diferentes etapas de la vida.
Paralelamente, promover la modificación del medio social para
facilitar el ajuste mutuo que permita el logro del bien-estar
personal y de su resonancia en el entorno familiar, comunitario y
social.
• actitudes personales favorables al requerimiento de opciones
formativas a lo largo del ciclo vital.
• reconocer que la mayor individualización producida al aumentar
en edad, debido a la historia personal entretejida con la
experiencia de vida cotidiana, genera mayor heterogeneidad en
los grupos.
• valorizar la experiencia acumulada como saber funcional
adquirido y fuente dinamizadora para la resignificación del “ser
viejo” y su connotación social.
En la dimensión metodológica:
144
• la interdisciplinariedad como marco contenedor de las
propuestas. Necesidad de integrar grupos interdisciplinarios en
la organización de actividades para evitar reduccionismos y
enriquecer el proceso.
• la exigencia de capacitación gerontológica en diferentes áreas
para quienes opten por trabajar en programas destinados a
personas de edad.
• el estudio objetivo de necesidades e intereses de la población
meta, en cada situación, para presentar las ofertas más acordes
con las demandas concretas e individualizadas del grupo
destinatario.
• opciones diversas de preparación para el envejecimiento:
programas que tengan como eje el tema de las actitudes ante el
retiro laboral o el del enfrentamiento con nuevos roles y
relaciones sociales, entre otros.
• propuestas educativas no “encerradas” en lo institucional /
académico sino “abiertas” a sistemas y modalidades no formales
de educación. Esto requiere estudiar nuevas formas de
organización flexible en cuanto a espacio, tiempo y estilos de
aprendizaje como así también, al uso racional y competente de
los recursos humanos, económicos y administrativos.
• las personas mayores como verdaderos sujetos participantes se
constituyen en centro y eje de las diferentes alternativas. Las
actividades se organizan “con” ellos y no “para” ellos.
• la relación pedagógica basada en la apelación y el diálogo.
• considerar como punto de partida que la capacidad de
aprendizaje está condicionada más por una serie de variables
propias de la situación personal de cada historia de vida que por
la edad misma. Identificar como variables que pueden incidir: las
capacidades naturales, el ritmo personal de aprendizaje, el tipo y
grado de formación escolar, el ambiente más o menos
estimulante en el que vivió o vive y la trayectoria laboral.
• la organización de acciones educativas sistemáticas que
involucren a las personas mayores como actores participantes
ya sea en carácter de docentes, animadores, coordinadores u
orientadores en grupos de su generación o intergeneracionales.
• la comunicación intergeneracional. Actividades que favorezcan la
integración de las personas mayores con niños, adolescentes,
jóvenes y adultos y no segregarlos de la realidad social.
145
• el reconocimiento de que las posibilidades de aprendizaje en la
vejez no dependen tanto de la edad como de las condiciones en
que se realiza. Estas condiciones tienen que ver con los
siguientes principios básicos del aprendizaje en las personas
mayores:
o el progresar en edad no produce una reducción sino más
bien un cambio estructural en las disposiciones
intelectuales apropiadas. Si bien la memoria y la rapidez en
el aprendizaje decrecen, los sistemas de comprensión
cognitiva pueden ir diferenciándose constantemente con
los años y perfeccionándose progresivamente con lo cual
puede aumentar la exactitud y seguridad del aprendizaje.
o el ritmo de aprendizaje de los mayores difiere
significativamente en relación al de los jóvenes e incluso
hay importantes diferencias individuales entre el grupo
conformado por aquéllos. Por esta razón, en toda situación
de aprendizaje es imprescindible respetar y conceder el
tiempo que requiera cada uno, según las características
personales de asimilación y procesamiento de la
información.
o en cuanto a la motivación para el aprendizaje, las personas
mayores no están menos dispuestas, sino que su situación
está más ligada a la práctica real y personal. El interés
para un aprendizaje continuo se halla, en esta etapa de la
vida, relacionado con necesidades subjetivas de
permanecer mentalmente ágiles y activos. Según sean las
situaciones y desafíos que se les presenten como tareas
de desarrollo y, en la medida en que las perciban como
factibles de hacerles frente, será también la tendencia a
buscar oportunidades de aprender.
o la experiencia vital, la realidad inmediata, la cotidianeidad
constituyen una fuente de motivación importante para
iniciar el aprendizaje en los mayores y a la cual hay que
recurrir permanentemente para mantenerla durante todo el
proceso.
o el aumento o conservación del sentido de la autoestima y
del interés por adquirir una nueva habilidad, aplicar o
enriquecer los conocimientos presentes, son fuertes
motivantes secundarios para aprender.
146
o el aprendizaje es siempre una cuestión de organización. La
eficiencia de una situación de aprendizaje en los mayores
depende, en gran medida, de la capacidad de la persona
para organizar y ordenar el contenido a aprender, de lo
significativo que le resulte el tema dentro de un contexto
global y de la posibilidad de ser integrado en su propia
realidad de vida.
o el proceso de aprendizaje exige la reorganización de
pasados “insights” en nuevos paradigmas elaborados
personalmente. Todo nuevo aprendizaje se construye
sobre la experiencia previa lo cual repercute, a su vez, en
el ritmo de aprendizaje.
o partir de la historia personal conformada de valores,
actitudes, creencias, conocimientos, habilidades, hábitos,
posibilidades, carencias, etc. a lo largo del ciclo vital les
permite, por una parte, reflexionar concientemente sobre el
sentido de su vida y por la otra, ser capaces de estructurar
los nuevos conocimientos teóricos sobre la propia realidad
contextualizada, para poder intervenir en ella de manera
dinámica y comprometida.
NOTAS
147
CAPÍTULO V
CONSIDERACIONES FINALES
El interrogante inicial planteado acerca de la existencia humana y las
posibilidades y condiciones educativas reales de las personas
mayores frente a la ampliación de la esperanza de vida y del
progresivo envejecimiento de la población fue el punto de partida de
nuestro objeto de estudio.
148
existencia mediante la opción libre, responsable, orientada a valores y
al sentido de la vida.
149
lo que importa es la madurez entendida como plenitud integrada de
cada etapa de la vida. Así, la experiencia tiene un valor
eminentemente positivo y humanizante y el tiempo humano tiene un
valor en sí mismo.
150
dueño de su propia persona, enfrentarse con su mismidad y
conducirse hacia una meta conocida y querida.
151
Una vida a partir de la conciencia es siempre una vida personal que
tiende a una situación absolutamente concreta, a eso que puede
importar a nuestro ser individual y único en las condiciones
determinadas de su existencia: la conciencia incluye siempre el “ahí”
concreto de mi “ser” personal.
152
no formal lo cual lleva a replantear la concepción de la Educación de
Adultos y a repensar el Sistema Educativo Global de nuestro país.
153
cada vez más clara de lo que no pasa, el debilitamiento de la
expectación en relación al carácter de inacabable.
Tal crisis, como las anteriores, tiene su propio sentido y salida. Lograr
encontrarlos es emerger de ella más persona. Sin embargo, se
destacó que el modo de resolverla positivamente dependerá
fundamentalmente de la aceptación del envejecimiento, del fin, sin
sucumbir a él ni desvalorizarlo con indiferencia o cinismo.
154
Lo expuesto da sustento al objetivo educativo propio de la vejez:
sabiduría y autotrascendencia por el que las personas mayores logran
abarcar de modo comprehensivo la totalidad de su existencia y les
permite dar a su vejez temporal un sentido que compendia y plenifica
las anteriores fases de la vida.
155
que, al realizarlos van completando su objetivo último: “ser persona en
plenitud” y encarnar la provocación frankleana “la hora pasa, la pena
se olvida, la obra queda”, en el final mismo de la vida vivida con
sentido, porque todavía es vida.
156