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Cuando se extrae una unidad de sangre, puede guardarse como sangre completa o
separarse en sus componentes individuales. La sangre completa se recoge en una solución
preservativa anticoagulante y se almacena a 4 C. Estas condiciones se han diseñado para
mantener la viabilidad de las células rojas sanguíneas pero no son las óptimas para la
preservación de plaquetas o factores de coagulación.
Bajo condiciones de almacenamiento, las plaquetas se deteriora rápidamente; hay una
pérdida de función del 50% dentro de 24 horas y una pérdida casi completa de función
después de 72 horas a pesar de que las plaquetas puedan tener una apariencia normal a la
microscopía de luz. Los niveles del factor V caen a 50% del valor inicial en 3 a 5 días. El
factor VIII cae a 50% del valor original en 24 horas y luego disminuye más lentamente. El
resto de los factores de la coagulación no cambia significativamente durante el tiempo
rutinario de almacenamiento de la sangre.
En general, el deterioro de la función hemostática de la sangre completa comienza 6 horas
después de recogida y esto, junto con consideraciones de volumen, limita el uso de sangre
completa almacenada para reemplazo de componentes hemostáticos.
La sangre completa almacenada o la combinación de células sanguíneas rojas y solución
cristaloide, son una terapia apropiada para el reemplazo de volumen y capacidad
transportadora de oxígeno en la paciente obstétrica con hemorragia aguda sin coagulopatía.
No obstante, cuando la cantidad transfundida en un período de 24 horas excede el volumen
de sangre circulante de la paciente, puede producirse una coagulopatía debida, en parte, a
pérdida y dilución de plaquetas y factores de coagulación plasmáticos. Debido a esta
posibilidad, algunos autores han sugerido que en las transfusiones masivas, un tercio de la
sangre administrada debería ser fresca. Una alternativa más práctica es la administración
de plasma fresco congelado y/o concentrados de plaquetas.
El término "sangre fresca" se usa, por lo general, para designar la sangre que ha sido
recogida 6 a 24 horas antes de ser administrada. Esta preparación tiene una mínima
pérdida de factores hemostáticos, es menos cara que la terapia de componentes
sanguíneos, y su uso no está asociado con los problemas de microagregados de plaquetas,
glóbulos blancos y fibrina formados durante el almacenamiento de la sangre completa. Las
desventajas de usar sangre fresca son el riesgo de hepatitis debido a que puede no haber
suficiente tiempo para completar su pesquisa, y el riesgo de sobrecarga circulatoria si se
administra para reemplazo de factores en una paciente que no está sangrando activamente.
En la actualidad, el uso de sangre fresca es desaconsejado. Las razones para esta política
son la falta de tiempo para la pesquisa de hepatitis, la disponibilidad limitada de donantes,
y la utilización más eficiente de los componentes sanguíneos. El uso de sangre fresca
probablemente está limitado a aquellas partes del mundo en las que los servicios de
transfusión no estén desarrollados apropiadamente.
PLASMA FRESCO CONGELADO
CRIOPRECIPITADO
Las plaquetas pueden administrarse en sangre completa fresca, plasma rico en plaquetas
(PRP), y concentrados de plaquetas. El uso de sangre fresca y PRP debe desaconsejarse ya
que, generalmente, se necesitará un gran volumen para alcanzar un nivel hemostático
plaquetario, y es probable que se produzca sobrecarga circulatoria antes de que dicho nivel
sea alcanzado.
El plasma rico en plaquetas se obtiene por centrifugado a baja velocidad de una unidad de
sangre completa fresca. Las plaquetas permanecen en la fase de plasma mientras que los
glóbulos rojos y blancos precipitan a causa de su mayor gravedad específica. Una unidad de
concentrado de plaquetas se obtiene de una unidad de PRP, por centrifugación a una mayor
velocidad para precipitar las plaquetas. Cada unidad es suspendida en 30 a 50 ml del
plasma del dador y su contenido de plaquetas depende del recuento plaquetario del dador y
del volumen de sangre del cual fueron extraídas las plaquetas. Los concentrados de
plaquetas se almacenan a temperatura ambiente (22 C) por un máximo de 72 a 120 horas,
dependiendo del tipo de bolsa usada. El almacenamiento por períodos más largos, o a 4 C,
da por resultado el acortamiento de la vida de las plaquetas.
Una unidad de plaquetas transfundidas generalmente aumenta el recuento plaquetario en
5.000 a 10.000 por centímetro cúbico, por metro cuadrado de superficie corporal. Fiebre,
infección, aloinmunización y anticuerpos plaquetarios inducidos por drogas pueden acortar
la vida de las plaquetas transfundidas. Las plaquetas son contaminadas con glóbulos
blancos y puede ocurrir una sensibilización Rh después de la administración de plaquetas de
un donante Rh positivo a un receptor Rh negativo. Por lo tanto, debe hacerse un esfuerzo
por obtener concentrado de plaquetas Rh negativo para la paciente obstétrica Rh negativa;
si esto no es posible, debe administrarse inmunoglobulina anti-Rh (50 ug) para prevenir la
formación de anticuerpos. Aún cuando las plaquetas tienen antígenos ABO, pueden ser
transfundidas a receptores ABO-incompatibles en caso de que no se disponga de plaquetas
compatibles. Si grandes cantidades de concentrados de plaquetas grupo O (con plasma
anti-A y anti-B) son administrados a receptores grupo A o B, pueden producirse episodios de
hemólisis moderada.
Las indicaciones para el uso de transfusiones de plaquetas incluyen la profilaxis y
tratamiento del sangrado excesivo causado por trombocitopenia y disfunción plaquetaria. El
uso combinado de recuento plaquetario y tiempo de sangría permite evaluar la contribución
de las anormalidades plaquetarias a la falla hemostática. La terapia de concentrados
plaquetarios se indica en las siguientes circunstancias:
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