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P. Daniel Albarrán
6
Título Original:
Lo que aparece en los Evangelios
(pero que no se dice)
Tomo II
Portada:
Foto tomada de la película Jesús de Nazaret de Franco Zeffirelli.
(Foto No. 17, fascículo 9, edición basada en el film de Franco Zeffirelli,
Editorial Bruguera, S.A., Barcelona, España, 1978).
Lucas 2,1-20:
a) El ángel:
- Prólogo -
dada al profeta Daniel aclara que se trata del tiempo del fin. San
Lucas, está haciendo realidad la interpretación del libro de Daniel. En
San Lucas ya no se trata de una especie de hombre, como era lo que
estaba viendo el profeta Daniel, sino de un hombre, real, concreto e
histórico, que ha nacido en un lugar específico, con unas
características específicas: “os ha nacido hoy, en la ciudad de David,
un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal:
encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”
Ahora, es un hecho, no una visión.
Desde aquí, parece que empieza a tener solución el enigma de
la expresión del Evangelista San Lucas.
Ahora, el problema se presenta con la interpretación lucana del
tiempo del fin, del profeta Daniel. ¿A qué tiempo del fin se refiere?
¿Al fin del mundo? No pareciera que por esos lados haya que
ubicarse, ya que, estaba visualizado en el profeta Daniel de que se
trataba de una especie de figura de hombre. ¿De qué tiempo del fin,
entonces?
Es, pues, cuando parece tener sentido que el Evangelista San
Lucas, esté utilizando la afirmación: “Y de pronto se juntó con el
ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios,
diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los
hombres en quienes él se complace.» ”
Sin embargo, no queda todo claro. Aunque, empieza a
esclarecerse un poco, o por lo menos, a iluminarse la interpretación
que estamos haciendo de la afirmación del Evangelista San Lucas.
Porque el problema que estamos tratando de resolver, en caso de que
sea un problema, es ¿qué hace una multitud del ejército celestial,
justo, en ese momento de la noticia del ángel a los pastores? Y, la
respuesta la encontramos, en el entre comas de la misma afirmación
de San Lucas: “alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las
alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.» ”
Y, con ello, se cierra la interpretación y la aplicación actualizada del
libro del profeta Daniel en la nueva aplicación teológica del libro de
San Lucas.
San Lucas, de esa manera, está actualizando la profecía del
libro del profeta Daniel y está reafirmando que se trata del tiempo del
fin. ¿Y, cuál es el tiempo del fin, o, en qué consiste? En que la Gloria
a Dios, está en la paz a los hombres en quienes él se complace. Por
eso, la alabanza de una multitud del ejército celestial. Y esa paz está
representada en el niño que acaba de nacer y que es la alegría de la
noticia comunicada a los pastores.
Pero, quedan preguntas sin resolver: ¿Entonces, en qué
quedamos, en la posibilidad de la división de una multitud del ejército
celestial que alababa a Dios? ¿Estaban divididos, o, no? Porque,
¿pareciera evidente que al decir una multitud, estuviera haciendo una
diferencia? ¿Por qué no dice toda la multitud?
¡Cuidado, sin embargo, con espiritualizar los textos bíblicos,
muy en especial el que estamos analizando!
Para que quedemos un poco satisfechos, aunque no del todo,
digamos, que en una ojeada a todo el evangelista San Lucas, es
sorprendente, descubrir, que uno de los temas preferidos del
evangelista, es, precisamente, la constante referencia a la alabanza y la
bendición a Dios, por parte de muchos de los personajes de su libro.
Por citar algunos, por ejemplo: Zacarías, cuando se le soltó la lengua,
en el nacimiento de Juan el Bautista (Lc. 1,64); Simeón y la profetisa
Ana, en el Templo, cuando la presentación del niño (Lc. 2,28; 38); el
paralítico de la camilla (Lc. 5,25-26); la resurrección del hijo de la
viuda de Naím (Lc. 7,16). Y, así, todos los otros casos del mismo
Evangelio (13,13; 17,15; 18,43; 19,37; 24, 53). Ese dato constante en
el Evangelio de San Lucas, también presente en el caso del anuncio a
los pastores, ¿no obedecerá a un tema preferido en San Lucas? ¿No
- Prólogo -
Cuarto: El lugar:
Según San Lucas, fue en Betsaida (Lc. 9,10); según San Mateo
y Marcos, en un lugar solitario, después de viajar en la barca, sin
especificar el lugar (Mt. 14,13; Mc. 6,32); según San Juan, a la otra
ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades (Jn. 6,1).
- Yo te bendigo, Padre... porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes...
“Tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los
ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio
a los discípulos y los discípulos a la gente”. En Lucas, Marcos y
Mateo, después de pronunciar la bendición, partió los panes, se los dio
a los discípulos para que estos los repartieran entre la gente. Según
San Juan, no los partió, sino que los repartió, por lo visto, Él mismo,
porque no dice que se los dio a los discípulos para que los
distribuyeran.
Decimotercero: obligó a los discípulos a que se
embarcaran:
Era tarde:
“Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles
vosotros de comer.» Él les dijo: «Dadles vosotros de comer.»” (cfr.
Mateo 14,16; Marcos 6,37; Lucas 9,13).
Con esa respuesta y salida de Jesús, ante la petición y
sugerencia de los discípulos, ¿Jesús, estaría presentando la posibilidad
de quedarse, porque dice “no tienen por qué marcharse”? Pero,
tampoco presenta la idea de que se vayan a quedar. El problema, es el
problema, en caso de haberlo, y, es que hay que darles de comer. No
otro. Con esa respuesta Jesús no está contrariando a sus discípulos,
porque no está diciendo que se van a quedar, sino que hay que darles
de comer. Y hay que ingeniárselas para ello. ¿Pero, cómo, si no hay,
nada más, que cinco panes y dos peces?
Hay que ingeniárselas. Cinco panes y dos peces, pues, era
irrisorio para tantos. Sin embargo, presentan una salida: ir a comprar.
En Marcos 6, 37, la propuesta está hecha en forma de pregunta, y,
suena, como, a la defensiva: “Ellos le dicen: «¿Vamos nosotros a
comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?»” En
Lucas 9,13, la propuesta es más suave y suena como propuesta: “Pero
ellos respondieron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a
no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta
gente.»”. El “a no ser” de Lucas suena como una posibilidad y como
la salida válida.
Es una lástima que ningún evangelista nos refiera el nombre o
los nombres de los discípulos que se pusieron a la defensiva, en el
caso del relato de San Marcos; o, en su caso, de los que hicieron la
propuesta, según San Lucas. Simplemente, generalizan: “ellos”.
Porque, en el caso de Marcos, tal vez, estarían diciendo ¿quién se va a
atrever a cruzar el mar y volver, a estas horas? ¿No sería una locura, a
estas horas, sobre todo al regreso con la comida, que se supone que
será más tarde, todavía, y el viaje, no sería riesgoso? Tal vez, la
defensiva en la que se colocan los discípulos, según San Marcos, era,
más que justificada.
Pero, Jesús, no estaba diciéndoles que fueran a comprar, sino
que les dieran ellos de comer. Había que ingeniárselas. Esa era la
respuesta de Jesús. El problema, era, ¿cómo, sí, solo, hay cinco panes
y dos peces?
Otro detalle importante, aunque no es el que más, es, que, por
lo menos, tenían algún fondo económico consigo. Así se desprende de
la versión de San Lucas: “a no ser que vayamos nosotros a comprar
alimentos para toda esta gente”. Aunque, según San Marcos, podría
interpretarse que ¿ir a gastar “doscientos denarios de pan para darles
de comer”?, también, sería a la defensiva. Como diciendo: ¿Vamos a
gastar de lo nuestro para darles a tantos? No dejará de haber alguien
que ubique en este pasaje a Judas Iscariote como el autor de la
defensiva. Pero, sería, realmente, demasiado forzada esa ubicación.
Tampoco se trataría de que fuese de la caja chica que saldría el dinero.
Tal vez, harían una colecta especial entre todos para resolver el
problema, que era de todos. No se sabe. Eso, en el caso de que hubiese
- Yo te bendigo, Padre... porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes...
“Tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los
ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio
a los discípulos y los discípulos a la gente”. Así lo presentan Lucas,
Marcos y Mateo.
Hay un detalle importante de resaltar: no dice que se
multiplicaron los panes; tampoco, dice que se reprodujeron. Dice que
partió los panes: “partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los
discípulos a la gente”.
Las preguntas son inevitables. ¿Por qué partió los panes? ¿Por
qué los va a partir, si se supone que están multiplicados? ¿Y, si están
multiplicados por qué no los da enteros para que a cada uno le toque
un pan entero, igualmente? ¿Por qué tiene que partirlos? Y los partió,
porque los partió, según Lucas, Marcos y Mateo, ¿en cuantos pedazos
partió cada pan, por la mitad, en varios pedazos, en cuántos? ¿Cuántos
pedazos salieron de cada pan: tres, dos, cinco? Igual con los pescados.
¿Si se trata de una multiplicación por qué tiene que partirlos
para después repartirlos? ¿En qué consiste, entonces, la multiplicación
de los panes? ¿O, multiplicación significa, en este caso, que con lo
poco que había todos lograron comer porque rindió para todos? ¿O,
multiplicación significa que todos fueron capaces de compartir lo
poco o mucho que llevaban, que fue suficiente para todos,
precisamente, por la generosidad y el desprendimiento de todos para
con todos?
Desde estos planteamientos, ¿cómo hay que interpretar el
verdadero sentido teológico de la multiplicación de los panes y de los
peces?
¿Tiene alguna connotación oculta el relato de la multiplicación
de los panes y de los peces por parte de Jesús? Una cosa si parece
clara, y, es que no tiene sentido que haya habido multiplicación, y, que
después haya partido los panes. ¿Los panes se multiplicaron porque
estaban multiplicados, en sí y como tal, o, porque al multiplicarse los
trozos sacados de los panes fue suficiente para todos los que estaban
en ese lugar?
Para poder tener algo al que asirnos, no tenemos otra tarea, que
regresar otra vez a los mismos Evangelios que narran la
multiplicación, sobre todo al comienzo de cada relato. A lo que le
precede porque ahí tiene que estar la clave de la respuesta a estos
cuestionamientos.
- Yo te bendigo, Padre... porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes...
A modo de conclusión:
Lucas 10:
hay una gran relación y unidad. Pareciera, más bien, que una completa
y complementa a la otra.
Veamos los datos: En el caso de Zacarías, hay un cántico
maravilloso de alabanza por el hijo que le acaba de nacer. Pero, el hijo
le causa la alegría que le causa, y cómo habría de causarle, sobre todo
a su edad, y, cuando las circunstancias le eran adversas desde el punto
de vista de la naturaleza humana, no es tanto por el hijo, que ya es
bastante motivo de alegría. Sino, por lo que el hijo representa para él
como sacerdote del antiguo rito judío, y, como verdadero hombre de
fe. El nacimiento de un hijo, a su edad, y con su mujer pasada de
tiempo de fecundación, también por la edad, ya era motivo, más que
suficiente, para estar alegre y contento. Pero, el hijo representaba para
él el cumplimiento de las promesas hechas por Dios a su pueblo. El
gozo que Zacarías experimenta, o que por lo menos, lo que resalta el
Evangelista San Lucas, está en que será grande porque será quien
preparará el camino a la Luz que va a venir.
Volvamos al cántico de Zacarías, como tal. No tenemos otra
que volver a él, para entender esa estrecha relación (Lc. 1, 67-79):
2) En relación al Mesías:
a) En sentido general:
escribir, y, un sin fin de elementos. Y, con cada autor y cada libro, hay
que hacer siempre esa lista general, tanto, antes, como después de su
lectura. Después hay que hacer varias paradas, mientras se va leyendo,
para re-ubicar, cada vez, todas las posibles impresiones que nos va
causando y generando cada cosa, ya sea nueva, ya constante, en todo
su recorrido. Esas paradas son necesariamente obligatorias para poder
comprender tanto lo que se lee, como al autor y su línea.
Esa tarea hay que hacerla con todos los libros que se leen.
Porque, no es lo mismo leer La Divina Comedia de Dante que leer un
libro de historia seria, o leer el Principito de Saint Exupery, como leer
El Capital de Marx y Engels. Son dos estilos y recursos muy distintos.
Cada libro tiene perspectivas distintas, en este caso comparativo, y, en
todos los casos posibles. Esa precisión nos evitaría muchos
inconvenientes interpretativos sobre cada libro y cada autor. Igual, se
aplica a Dan Brow y sus dos famosos libros, sobre todo, El Código
Da Vinci, que ha dado tanto qué decir, a muchos, y que dirá más de lo
que no se capta de esta novela, que por de más, está decir, que es
realmente una belleza, y, no tiene nada de escandaloso, y, sí, mucho
de fascinante. Porque hay que leerla bajo la óptica de novela, aunque a
su decir, tiene sus críticas. Y tiene que tenerlas porque por eso se es
autor de algo.
Igual se trata de lectores. Hay quienes leen lo que otros han
dicho de lo que han leído y repiten, muchas veces, sin verdaderos
conocimientos de fondo de lo que verdaderamente se puede tratar en
tal o cual libro, de cualquier autor. Algunos repiten lo que otros han
dicho. Otros, por el contrario, se han tomado, con respeto, como debe
ser, la tarea de leer y tienen la autoridad de conocer con propiedad el
asunto, si no, a fondo, por lo menos, con más conocimiento. Esos
poseen un cierto juego de libertad en el conocimiento específico del
libro o de los temas.
Eso mismo se aplica a los mismos Evangelios. No es lo mismo
leer los Evangelios sinópticos, en conjunto y por separado, que leer el
Evangelio de San Juan. Cada uno tiene un estilo, un orden, un
propósito, una metodología propios. Ya se ha hecho notar en el
capítulo anterior con el Evangelio de San Lucas: tiene unas
especificidades que son propias de San Lucas, o su autor. Y, esas
especificidades hacen la diferencia. Llegar a descubrirlas es ya una
riqueza personal de quien tenga el atino de hacerlo. Otro tanto, sucede
con el Evangelio de San Juan. Hay que leerlo, sólo, bajo la temática de
San Juan el Evangelista. Pero, humildemente, leerlos. No es que haya
que leerlos con humildad, sino tener la humildad de leerlos, que es
distinto.
Sabedores de esa peculiaridad nos dedicaremos a todo el
Evangelio de San Juan. La tarea no es fácil. No lo ha sido con los
otros extractos anteriores. Pero ha valido la pena. De eso, ni la menor
posibilidad de dudas.
1
Cfr. Autores varios, “Evangelio según San Juan”, en Comentario Bíblico “San Jerónimo”,
Tomo IV, Nuevo Testamento II, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1972, pp. 532-522.
no los hay, ya también es una riqueza el comprobarlo, pero,
igualmente, nos dará sus beneficios.
Y, eso hay que saberlo. Y, hay que hacerlo notar. San Juan
tiene una línea teológica de conjunto, porque no se deslinda de las
Sagradas Escrituras, ni tampoco de los otros tres evangelistas; pero,
tiene, la suya. Muy peculiar, que obliga a tenerlo siempre presente.
Hechas estas observaciones, dediquémonos a lo que queremos:
a algunas impresiones fuertes negativas que se desprenden del
Evangelio de San Juan. Para buscar, preguntar, descubrir y
comprender.
a) En el prólogo:
d) En el Templo y en Jerusalén:
Simón Iscariote, porque éste le iba a entregar, uno de los Doce” (Jn.
6, 70-71).
A modo de conclusión:
Las parábolas que los Evangelistas nos dan, por parte de Jesús,
son como la nota especial de la enseñanza de Jesús. En ellas, hay
mucha dulzura, hay muchas ideas sugestivas, que nos transportan a
mundos mentales de un contenido psicológico maravilloso, que vale la
pena dedicarle un apartado.
No haremos un análisis de cada una, desde nuestra
metodología, sino de algunas, como la de la cizaña y el trigo.
Notas preliminares:
Ya, en ese solo extracto del libro del Génesis hay varios
opuestos: cielos-tierra; luz-oscuridad; día-noche.
Si seguimos, sólo con el libro del Génesis, seguimos
encontrando los opuestos: Tierra-mares (seco-agua, Gn. 1,10); Adán-
Eva; macho-hembra (cfr. Gn. 1,27); árbol de la ciencia del bien y del
mal (Gn. 2,9); Edén-desierto; Abel-Caín... En los mismos Evangelios:
luz-tinieblas (cfr. prólogo de San Juan), verdad-mentira, verdad-
engaño (Jn. 1,47; 8, 44...), subir-bajar (Jn. 1,51), carne-espíritu (Jn.
3,6, y otros muchos), Padre-Hijo (cfr. todos los Evangelios), siervo-
amo; asalariado-dueño; nacimiento-muerte; luz (vida)-tiniebla
(muerte); vida-muerte; viejo-nuevo; señor-esclavo, oír-guardar, ver-no
ver, oír-no oír, entender-no entender, vid-sarmiento, siervo-amigo,
poblado-desierto, uno-legión, judío-pagano, cruz-vida, cruz-
resurrección. Y, así, en toda la Biblia. Para no seguir detallando los
opuestos, citemos, el libro del Eclesiastés, en donde hay un gran
resumen de los opuestos, con el famoso de tiempo-tiempo (tiempo-
destiempo), y, así, queda todo aclarado: Eclesiastés 3 (sin obviar todo
el capítulo 2 del mismo libro del Eclesiastés, por supuesto):
Nota final:
1
Cfr. Freud, S., Introducción al psicoanálisis: los sueños; consciente e inconsciente en
Metapsicología; Nuevas aportaciones al psicoanálisis: sueño y ocultismo, en Obras
Completas Tomos I-II. Cfr. Vallés, Carlos, Ligero de equipaje, Tony de Mello un profeta
para nuestro tiempo; Carlos Vallés, Vivir con alas, ángeles en la Biblia y en la vida. Cfr.
Puche, José Daniel, Despierte su conciencia.
2
Cfr. Albarrán, D., Así en la Tierra como en el cielo (reflexiones de poeta sobre el Padre
nuestro).
3
Véase, también, del mismo autor, Preguntas y respuestas de todo cristiano inquieto, El
piar de un gorrión, En los sueños se nos dan respuesta de la vida diaria, Los Dos (filosofía
de la historia) (novela); también, El Viaje (filosofía de la ambigüedad), no publicado, pero
que el autor facilita para su lectura.
-La parábola del trigo y de la cizaña –
4
Cfr. KARL RAHNER, Curso fundamental sobre la fe, Editorial Herder, Barcelona. Cfr.
EUSEBI COLONER, Dios no puede morir, Una aproximación histórico-crítica a la teología
radical, Editorial nuova terra, Barcelona, 1970 (p.179). Jorge Siegmund, Dios, editorial Verbo
Divino, España, 1969. También, de manera muy especial, la Encíclica El Esplendor de la
Verdad.
-El final de los tiempos: ¿será universal? –
La muerte: un hecho:
1
En Venezuela “chito” es una expresión acompañada del gesto de llevarse un dedo a la boca
para manda y exigir silencio.
[
El chito (también conocido como tángana, tanga, tuta, etc. ) es un juego popular que
consiste en lanzar un disco metálico (tejo, tanga, tostón, etc.) contra un cilindro (o pieza
similar tallada de madera llamada chito o tanga) a una distancia de 22 metros, encima del
chito se coloca una moneda.
Las tentaciones en el desierto
Lucas 4, 1-14:
2) El Espíritu: clave:
Tercera tentación:
1) El desierto:
Ahí le va la pregunta.
Conteste, ahora.
Es de imaginarse la emoción que ya estarían sintiendo porque los
dos pasos de la estrategia, para ubicarla como una sola, estaban siendo
aplicadas.
h) Y lo de Dios a Dios:
Nota final:
Mateo, 5, 13-19:
Mateo, 5, 37:
“Sea vuestro lenguaje: “Sí, sí”; “no, no”: que lo que pasa de
aquí viene del Maligno.”
1
Las negrillas son mías, para resaltarlo.
-La parábola de la higuera -
2
En cuanto a Miqueas , dice:
2
Véase también Zacarías 3,10. Según el Evangelio de San Juan, Natael estaba debajo de un
higuera cuando Jesús lo llama. Véase Sn. Juan 1, 48-49. Siguiendo la misma idea: Natael,
según la afirmación de Jesús, era un hombre fiel. Dice el texto: “Al ver llegar a Natanael,
Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez.” (Jn. 1, 47).
y allí la enterraron. No había agua para la comunidad, por lo que
se amotinaron contra Moisés y contra Aarón. El pueblo protestó
contra Moisés, diciéndole: «Ojalá hubiéramos perecido igual que
perecieron nuestros hermanos delante de Yahveh. ¿Por qué habéis
traído la asamblea de Yahveh a este desierto, para que muramos en
él nosotros y nuestros ganados? ¿Por qué nos habéis subido de
Egipto, para traernos a este lugar pésimo: un lugar donde no hay
sembrado, ni higuera, ni viña, ni ganado, y donde no hay ni agua
3
para beber? »
3
El subrayado es mío.
4
Véase algunas de las referencias bíblicas donde aparece que era muy conocido el higo: Num.
13, 23; 1 Sam. 25,18; 1 Sam. 30, 12; 2 Rey. 2, 20; 1 Cron. 12, 41; Neh. 13, 15; Tob. 1,7; Jud.
10, 7; Is. 38, 21; Jer. 8, 13; 24,1-5; 24, 17 .
-La parábola de la higuera -
5
Las negrillas son mías, para resaltarlo.
ofensas”. Pero, inmediatamente anterior había maldecido y
marchitado a la mata de higo. ¿Había perdonado y mostrado
comprensión, mas aún, cuando no era tiempo de cosecha, como lo
dice el evangelista? Un detalle interesante es que el evangelista San
Lucas no refiere ese pasaje de la maldición de la higuera, que refieren
Marcos y Mateo (cfr. Marcos 11,12-14, 21-25; Mateo 21, 18-22); y la
parábola de la higuera es exclusividad del evangelista San Lucas.
¿Será el mismo hecho, contado en unos como un acontecimiento, y en
Lucas como una comparación?
Ciertamente, que no se pueden leer los Evangelios como una
secuencia cronológica, pero de que hay contradicciones, las hay. Pero,
no porque las haya significa que debemos escandalizarnos. Mas bien,
tenemos que adentrarnos para sorprendernos.
Volvamos a la parábola
¿Es más que la conversión, cosa aparentemente clara en la
parábola? Sin duda, que es más que eso. Es existencialmente bella y
reconfortante esta parábola. Es una maravilla. Sin negar para nada el
tema principal que es la urgencia de dar frutos, por supuesto. Cosa
evidente.
Por eso el análisis de esta parábola para esta colección, porque
aparece en los Evangelios, y lo leemos cada vez, pero no lo
analizamos como lo hemos hecho aquí. Porque dice muchas cosas
realmente interesantes, por eso digo en el subtítulo entre paréntesis de
la colección “pero que no se dice”, al querer sostener que está clarito
pero que no lo hemos profundizado.
Un último detalle para precisar, es que no necesariamente el
personaje de la parábola, o sea, el dueño del viñedo sea Jesús, o en su
defecto, Dios. Con ello queda aclarado un poco el contenido. Era una
parábola. No una referencia biográfica o algo parecido. Una
comparación con su respectiva lección y catequesis.
-La parábola de la higuera -
Jesús les dijo esta parábola: - «Un hombre tenía dos hijos; el
menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me
toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No
muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo,
emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo
perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por
aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar
necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de
aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le
-La parábola del hijo pródigo -
El padre:
El hijo menor:
¿se trataría de una liberación, cosa que implicaba una salida de la casa
del padre? ¿No sería eso mismo la experiencia del jardín del Edén,
incluyendo la expulsión, como realidad necesaria, por eso el éxodo?
En el caso de encontrar parentesco con la experiencia del Jardín del
Edén, estaría aplicándose la libertad. Pero con una diferencia en la
parábola, y es que el hijo menor no fue expulsado, sino que fue su
iniciativa el partir.
Por otro lado, están los siguientes planteamientos: en el caso
de que sea viable el relacionar esa salida del muchacho con la
experiencia del éxodo, sería posible y exacta la relación diferencial,
como es lógico, siempre y cuando el muchacho hubiese invertido lo
que le había dado el padre como herencia, para surgir, y ser totalmente
independiente; pero no fue así. Ya que lo gastó todo y “derrochó su
fortuna viviendo perdidamente”, como dice la parábola. No invirtió
materialmente hablando; no se niega, que a nivel de experiencia
personal, con toda seguridad, habría de ser una experiencia
grandísima. Por lo menos, pudo comparar y comprender la diferencia
de vida, de la de antes, a la de ahora como extranjero y empleado
ajeno.
Por los elementos de la propia parábola, sin duda, que el hijo
menor, era mala conducta. Por un lado, se atreve a contrariar a su
padre; por otro, se va de la casa; después, derrochó todo. Aquí hay que
anotar que “pródigo” significa una persona que es generosa y
dadivosa, que es disipador, gastador, que desperdicia su hacienda en
gastos inútiles (es fácil ser pródigo con la fortuna ajena), que gasta sin
moderación. Así, por lo menos, aparece definido en la Enciclopedia
2
Espasa-Calpe .
2
En todo el Antiguo Testamento aparecen solo tres veces la palabra “pródigo” (2
Sam. 23, 20 y 1 Cron. 11, 22, referidos a Benaías, pródigo en fuerza y en heroísmo).
La tercera aparece en Eclsiástico 16, 11, referido a Dios, pródigo en ira. Y en el
Evangelio de San Lucas, en el capítulo 15, cuando habla de la parábola, el titulado
Aquí es donde aparece el otro grupo de los personajes de la
parábola. Son los amigos con quienes gastó su fortuna el hijo menor,
incluyendo las “malas mujeres”, como dijera el hijo mayor. Es con
este grupo que el hijo menor se ha mostrado pródigo; es decir,
generoso, dadivoso, gastando lo que era suyo porque era la parte de la
herencia, pero que no le había costado, sino al padre.
Finalmente, termina cuidando cerdos, cosa abominable para un
judío, contrariando aún más el orgullo de la familia y del padre. El
hijo al trabajar en tierra extranjera y criando cerdos, completa su
rebeldía en contra de la familia. Contraría así a la familia haciendo
todo lo contrario del orgullo de su comunidad, aun los preceptos
religiosos, que era, entre otras cosas, criar cochinos, animal que no
comía. Trabajaba en lo que era abominable para un judío. Esto
aumenta y completa la total rebeldía del muchacho hacia su familia y
su padre.
Es sobre este punto que el muchacho menor recapacita. Punto
crucial en su orgullo y dignidad. Comienza a sentir la añoranza de la
casa del padre. Ciertamente, es por causa del hambre. Pero es el
hambre lo que le hace recapacitar sobre sus principios y que por
conveniencia, le hacen pensar en sus orígenes. Y podría decirse que se
pudo haber aplicado la norma de Deuteronomio 23, 18-19, al recordar
tal vez, que le decía que: “No llevarás a la casa de Yahveh tu Dios
don de prostituta ni salario de perro, sea cual fuere el voto que hayas
hecho: porque ambos son abominación para Yahveh tu Dios ”. En ese
momento estaría comenzando en el muchacho el auto-encuentro. El
volverse sobre sí mismo. Comienza, entonces, a planificar su regreso.
Se podría estar aplicando a sí mismo el cruel descubrimiento de la
verdad expresada en la experiencia sabia de sus mayores y contenida
en la catequesis familiar de lo aprendido, por ejemplo en el libro de
aparece como “el hijo perdido y el hijo fiel”, y el subitulado dice “el hijo pródigo”
(véase Biblia de Jerusalén, Desclee de Brouwer, Bilbao, 1975).
-La parábola del hijo pródigo -
3
Eclesiástico 9,6 , o el libro de los Proverbios 29, 3, donde se
aconsejaba, que “el que ama la sabiduría, da alegría a su padre, el
que anda con prostitutas, disipa su fortuna”.
Tal vez, en esa experiencia del hambre y de necesidad, vuelve
el recuerdo de sus orígenes: de la familia, del templo, de su religión,
del hogar, de las tradiciones. Ronda la idea y la decisión del retorno.
Un elemento tenía el muchacho a su favor, a este punto de
nuestro análisis. Ese elemento era la certeza del cariño que le tenía el
padre. Quizás, por e so era que actuaba como estaba actuando desde
un principio. Sabía que el padre tenía su debilidad frente a él: lo
amaba, lo quería. Y, quizás, este sería el punto débil del padre; y, a la
vez, el punto fuerte del hijo. Se valía de esa realidad. Estaba seguro.
Se podría decir que el hijo menor, tal vez, por ser el menor, era el
consentido. Y podría decirse, muy a la ligera, por supuesto, que
manipularía al papá. El caso es que el muchacho se dice a sí mismo lo
que le va a decir al papá cuando regrese: “Padre…”, con la
consiguiente parte del discursito que iba a decir para terminar de
ablandar el corazón del viejo: “he pecado contra el cielo y contra ti;
ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
El muchacho menor, el pródigo, la pensaba muy bien. Todo lo
calculaba. Nada lo dejaba al azar. Se las sabía todas, como se dice.
Volvía a aparecer su astucia. Le diré “Padre”, dice el texto que se dijo
que iba a decir. Y enseguida la segunda parte del chantaje “ya no
merezco llamarme hijo tuyo”. Con la primera confesión y
reconocimiento lo ablandaría. Y con la segunda parte, lo chantajearía.
El viejo no aguantaría tantas emociones juntas, en un mismo
momento. Y remataría, por si la segunda no hiciera el efecto esperado,
con la tercera, que sería infalible: “trátame como a uno de tus
jornaleros”. Con todos estos tres pases y elementos, el muchacho
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“A prostitutas no te entregues, para no perder tu herencia”
volvería a ponerse al viejo en la palma de la mano, en caso de que
hubiese algún distanciamiento. Pero, estaba seguro que todo le era
favorable.
Todo parece indicar que así era. Por eso el muchacho pide la
parte de la herencia. Sabía que se la iban a dar. Tal vez, estaba muy
seguro de que el padre no iba a ser capaz de aplicar lo que mandaba la
norma del libro de Deuteronomio, de denunciarlo. Quizás, por eso
mismo, el muchacho tomó la determinación, igualmente, de regresarse
a la casa. Porque sabía que su padre lo iba a recibir. El muchacho
menor, tal vez, sabía esa verdad. Por eso actuaba como actuaba, en
ambos casos: en la de irse, y en la de regresarse. Podría pensarse
también, por otra parte, de las muchas partes que ya tiene en nuestro
análisis, en que la salida y la partida del muchacho no fue de mala
manera; si no, ¿cómo se explicaría que él pensase mínimamente en
regresar y en esperar que lo recibieran? Esta sería una carta bajo la
manga que el muchacho tenía. Y se iba a valer de eso para entrar por
lo bajito a la casa del padre, con el pretexto de que lo recibiera como
un empleado más. Inteligente, sin duda. Por ahí iría poco a poco
ganándose a los que trabajarían en la casa, y con posible seguridad,
volvería a ganarse al padre…
Queda como en tela de juicio el verdadero arrepentimiento del
muchacho. Porque lo que determina la decisión de regresarse a la
casa, es el hecho de que está pasando hambre. Así lo dice la parábola:
“Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que
comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando
entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia
de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino
adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de
tus jornaleros”. El arrepentimiento es consecuencia del hambre. Se
-La parábola del hijo pródigo -
El hijo mayor:
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Véase, por ejemplo la continuidad de Salmos 2, 18; Isaías 61, 10; Levítico 18, 3; Salmos 18,
3;; Isaías 40, 29; Salmos 113, 9; Isaías 54, 1; 2 Reyes 5, 7; Deuteronomio 32, 39; Sabiduría
16, 13; Tobías 131, 2; Job 9, 6; 38, 6; Salmos 98, 9
-La parábola del hijo pródigo -
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Véase Salm. 78,2
colocarnos en un hallazgo que nos hace ver la parábola del hijo
pródigo con más respeto y admiración. Precisamente, porque hay
muchos elementos implícitos y fascinantes. Es, entonces, cuando
comienza a aparecer un personaje no nombrado para nada en la
parábola, y que es posible su existencia, desde estas nuevas
perspectivas. Es el puesto de la mujer o de las mujeres del padre de los
dos hijos de la parábola del hijo pródigo. Porque, no es de descartarse
la posibilidad de que hayan sido hijos en diferentes madres. Eso es
posible. Pero, en el caso de que no haya sido así, sino que ambos
hayan sido de una misma madre, no podemos pasar por alto la
experiencia de la usurpación de la progenitura en el caso de Esaú, a
quien le fue robada por parte de Jacob, con total y absoluta
complicidad y obra de la madre, Rebeca.
¿Y, si en el caso de la parábola del hijo pródigo, la madre se
confabularía a favor del hijo menor, en desventaja hacia el hijo
mayor? Esa posibilidad abre mucho camino. Y ayuda a comprender
un poco al hermano mayor. No tanto porque el hijo menor le hubiese
usurpado la progenitura al hermano mayor, sino porque el menor se
hubiese adelantado para sacar ventaja, como ventaja había sacado
Jacob en la historia de la bendición de Isaac a Esaú, como iniciativa y
obra de Rebeca, la madre.
Se complican las cosas. Pero abren horizontes para
comprender, tal vez, un poco al hermano mayor. Tal vez, el hijo
mayor debería pasar de ser juzgado como egoísta, a ser visto, más
bien, como victima de las circunstancias. Y ¿qué relación habrá de
fondo con el libro de Job, en donde el personaje también es victima de
6
una injusticia? Job reclama su derecho. También lo hace el hijo
mayor de la parábola. Las cosas no estaban claras, según Job.
Tampoco para el hijo mayor. Y eso que ambos eran modelos y
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Véase el libro de Daniel Albarrán, Los zapatos de Job, Impreso en los talleres de Impre
-Spres, Puerro la Cruz, 2010.
-La parábola del hijo pródigo -
Job, era en todo un hombre ejemplar. No está malo ser bueno. Aquí
hay que reconsiderar la postura que asumimos frente al hijo mayor,
que siempre ha tenido las de perder, frente a la astucia y viveza del
hijo menor. Siempre hemos mirado como egoísta al hermano mayor.
¿En verdad, lo era? ¿Dónde está el mal de ser bueno, y el hijo mayor
era bueno y fiel, con todo y todo? Igual que en el caso de Job…
¿Dónde está su mal, en la fidelidad? ¿No es, acaso, la fidelidad
referida a la relación pueblo escogido-Yahveh; y no era fiel, acaso,
Job en su situación, como fiel el hijo mayor de la parábola? ¿Dónde
está el mal que se le atribuye al hijo mayor?
En esta última parte de la parábola del hijo pródigo hay una
reminiscencia bíblico-teológico que es necesario resaltar. Al padre
decirle al hijo mayor “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío
es tuyo”, hay implícitamente una conexión con la experiencia del
Jardín del Edén, en donde a Adán y a Eva les estaba permitido todo
(Génesis 2, 7-10, 15-17), pero donde existía el recordatorio del árbol
prohibido, del que no deberían comer. En este punto de la parábola el
padre está haciéndole al hijo un recordatorio, que es teológico:
Cuidado, no pase el límite. Cuidado hijo. Todo te está permitido. Eres
el dueño, pero párate. Frénate. Eres libre, sin embargo. Por eso, “su
padre salió e intentaba persuadirlo”. Y se está repitiendo
teológicamente la experiencia bíblica del Jardín del Edén y la
experiencia del pecado. A este punto, el hijo mayor estaba en toda la
frontera, entre el recordatorio del árbol prohibido y su libertad de
escoger. Momento sublime es este el de la parábola. Si es bonito y
enternecedor el recibimiento y el abrazo del padre y del hijo menor en
el regreso; es sublime el momento del encuentro del padre con el hijo
mayor. Por eso dice la parábola que “su padre salió e intentaba
persuadirlo”. Ahora le correspondía al hijo mayor decidir. Es
entonces, cuando en este momento de la parábola debe irrumpir, pero
tipo fanfarria repetitivamente, nada más, la sonata in fuga de Joan
Sebastian Bach, o el aleluya de Händel, porque es el momento culmen
y de éxtasis de la parábola del hijo pródigo. Y es para llorar, para
enmudecer, porque hemos llegado a lo máximo, como si fuese una
pieza musical de esos clásicos que posee la humanidad como
patrimonio cultural. Porque es un patrimonio cultural también la
parábola del hijo pródigo; es decir, le corresponde a todas las culturas
y civilizaciones de todos los tiempos. Por eso es patrimonio.
A partir de ahí comienza el silencio descendente del espíritu
que ha disfrutado toda la secuencia de las notas musicales entretejidas
sabiamente, en manos de una mente prodigiosa que las enlaza para
llevarnos al éxtasis, y desde ahí retornar suavemente y con dulzura a
la cotidianidad de la vida diaria, pero transformados interiormente por
el influjo penetrante de la gloria experimentada en la experiencia
recién vivida de amor eterno… Maravillosa la parábola del hijo
pródigo. Y maravilloso este auto-encuentro en ese encuentro
maravilloso… Justo aquí debería sonar la fanfarria musical para
resaltar la parte más importante de la parábola. Aquí está lo máximo y
la plenitud de la parábola, a pesar de lo enternecedor que pueda
resultar el abrazo ente el padre e hijo menor, y en lo mucho que se ha
insistido en ese detalle. En ese momento del abrazo habría que
aplaudir por la jugada perfecta del hijo menor. Le había salido todo
muy bien. Todo bien calculado. Y mejor de lo que se esperaba. Una
jugada perfecta de astucia y de inteligencia. Pero, en el momento del
diálogo ente el padre y el hijo mayor habría que levantarse y aplaudir
a rabiar, con los pies y con las manos, al mismo tiempo, con chiflido y
y griterío alborozado, porque es el diálogo y el encuentro entre el bien
y el bien y el uso de la libertad, en donde vuelven a encontrarse el
Creador y la criatura, para redimir la historia de Adán y Eva, con el
recordatorio del Jardín del Edén, para ser dueños otra vez del Jardín,
de donde se había sido expulsado. Y todo en clave de misterio para
-La parábola del hijo pródigo -
A modo de conclusión: