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PRÓLOGO
E stimados lectores, si están leyendo estas sutiles líneas es porque un año más tienen ante sus
manos la onceava edición de El Sudario. Once años han convertido a esta revista sin ánimo
de lucro en un punto de encuentro y cultura en torno a la Semana Santa ubetense.
Afianzándose cada vez más nuestra asociación cultural abierta a todos los ubetenses ya
contamos con lo que podemos denominar una recuperación de las tradicionales procesiones
infantiles de mayo para nuestra ciudad, así como apuntar ligeramente una mayor preocupa-
ción por la festividad del Corpus Christi con el primer concurso de altares realizados el año
pasado.
Deseamos de todo corazón que esta nueva edición sea del agrado de cuantos aprecian de
dedicar su tiempo a leerla, El Sudario es una revista de opinión y consulta abierta a cualquier
tema de la Semana Santa como ha venido demostrando en su década de existencia.
Deseando a todos una Semana de Pasión llena de reflexión y una feliz Pascua de Resurrec-
ción, ésta asociación les saluda.
COLABORADORES:
Luis C. Arriaga
Pablo Jesús Lorite Cruz
Daniel Madrid Pastor
Alfonso Moreno Mira
Dirección y coordinación:
Asoc. CULTURAL COFRADE Tomás Donoso Barella
“AMIGOS DE LA SEMANA SANTA” Manuel Madrid Delgado
Diseño y realización: Joaquín Oset González
GRÁFICAS MINERVA Salvador Molina López-Martell
Autor foto portada:
José F. Villar Borrego
DANIEL MADRID PASTOR Leonardo C. Tallada Sánchez
Autores fotos interior:
Gloria Martino Linares
DANIEL MADRID PASTOR José Manuel Almansa Moreno
EUGENIO SANTA BÁRBARA Alfonso Moreno Barella
JOSÉ F. VILLAR
ANTONIO J. MURO Felipe Torres Villalba
Antonio Manuel Medina Gómez
Autor foto contraportada:
JUAN CARLOS GUIJARRO José Ramón Molina Hurtado
Vicente J. Almagro
Tirada:
700 Ejemplares Antonio Ángel Ruiz Resa
Claudia Barbero Tejera
REVISTA Nº 11 • Marzo 2010
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El Sudario 2010 Número 11
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El Sudario 2010 Número 11
¿RODARÁ LA GENERAL?
Luis C. Arriaga
E n uno de los innumerables actos que preceden a nuestra Semana Mayor y que son progra-
mados por nuestras Cofradías, uno de los que al no solaparse con otro por ser en una tarde
de domingo, fría tarde en la que un “semanasantero” prefiere salir a cualquier charla, mesa,
coloquio, exposición o certamen que se organice, surgió una, llamémosla idea o sugerencia, por
parte de un ponente , la cual proponía una de tantas soluciones que, al que le guste nuestra
Semana Santa, se proponen para que la Magna procesión general tan característica de nuestra
ciudad, no vaya perdiéndose en el olvido por el desánimo, la desilusión y la falta de participación
del cofrade.
Esta “idea” consistía en que para dar solución a la falta de costaleros, portadores, provo-
cada por el aumento de tronos que no usan la rueda para procesionar, la cofradía que se viera ne-
cesitada, podía adaptar estos para
realizar el desfile del la noche del
Viernes Santo a ruedas o hasta dis-
poner de un trono secundario con el
que realizar es procesión.
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Si se optara por realizar una general que represente paso a paso la pasión, y muerte,
entonces que participen en ella solamente los pasos de misterio, pero esto no es mantener el
carácter de nuestra general. Los ubetenses, en nuestra general, ya no es sólo que representemos
de forma seguida y cronológica la pasión y muerte de Jesús, sino que además, es volver a poner
en la calle todo lo cada una de las cofradías representa. Si volvemos a desfilar con todos los atri-
butos ¿por qué no desfilan también, por ejemplo, las mantillas de las cofradías que las tengan?
¿es que no tiene la suficiente importancia nuestra general?; ¿deberíamos comparar y equiparar
la general con la procesión principal o estación de penitencia de cada cofradía en cuanto a la
forma de realizar el desfile procesional?, ¿o simplemente la general se convierte para algunos un
simple artilugio ornamental para volver a llevar a los tronos a sus respectivas parroquias? Si esto
último es así, es preferible que no participen en la general, realicen simplemente su estación de
penitencia acabándola desde donde parten.
Lo que si es cierto es que no vamos a disponer de un lugar donde se cobijen los tronos en
su espera hasta la noche del viernes Santo para regresar a sus templos, si Santa María no se ter-
mina en condiciones, pensando en que puede que con sus reformas haya tronos que no puedan
entrar en su claustro, y lo problemático ya no será la entrada, sino ¿podrán salir los que tienen
allí su sede?
Pensemos primero en mantener lo que tenemos y mantenerlo con dignidad e intentar que
todo lo que se añada sea hecho con coherencia, y no poner la venda antes de tener la herida.
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E s muy complejo e inexacto hablar de caracteres, formas de ser en colectividades como puede
ser la semana santa y en menor rango una propia cofradía, bien es cierto que pueden existir
parangones entre hermandades tanto a nivel local hasta incluso hablar de un nivel internacio-
nal.
Habría que tratar dos conceptos muy amplios, el conservacionismo y el progreso. Dos
actitudes totalmente diferentes en el momento de concebir una fiesta tan compleja como es
la semana santa. El sector conservador piensa que es una fiesta inmutable, donde los cambios
pueden ser conflictivos y debe de cumplirse con total precisión lo heredado al menos en dos
generaciones. Sería difícil bascular entre sus ideas pensadas en lo que han presenciado en una
considerable sucesión de décadas o lo que ha evolucionado inconscientemente fuera del alcance
de la memoria colectiva y que se puede defender mediante la historia. No se puede definir una
cofradía de rancio abolengo en su carácter actual como ésta era en el siglo XVII. Pensemos sim-
plemente en que es muy difícil que una hermandad en la actualidad tenga hermanos de sangre,1
sin embargo las que hoy se consideran como cofradías inamovibles los tuvieron.
En el lado contrario tenemos a los planteamientos progresistas que afirman que todo en
una fiesta está en continuo cambio, en realidad llevan razón, pero quizás crean una ruptura
(muchas veces más conservacionista de lo actual por sus raíces históricas) que choca y disputa
con las tendencias de no más de medio siglo.
Muy resumidamente, pues no es nuestra idea querer cansar al lector con diferentes hi-
pótesis y teorías, podemos afirmar que la semana santa, al igual que cualquier otra fiesta se
encuentra en continua evolución en aquellos lugares en que su tradición es tan fuerte que en
palabras del antropólogo Salvador Rodríguez Becerra no ha sufrido la ecología de las fiestas.
Vamos a poner dos ejemplos curiosos, los antiguos fueros, sobre todo el de Cuenca mar-
caba como uno de los principales días feriados la semana de Cinquesma (Pentecostés), al día de
hoy es prácticamente una fiesta olvidada. Pensemos en la Epifanía, el caso es contrario, pues en
algunos lugares se ha perdido mientras que en otros se ha reforzado. Al crearse la deformación
de San Nicolás de Bari y sus dos milagros más importantes, el de la resurrección de los niños y
el de las medias de las mozas casaderas; en tierras como Estados Unidos donde hubo que inven-
tar nuevas fiestas, porque no existían tradiciones aparece la figura de Santa Claus. El concepto
reinventado tiene aceptación y se trasmite al resto del mundo, incluso en la última década llega
con mucha fuerza a España, intentando destruir a los Reyes Magos que han peligrado de pasar
a la lista de la ecología festiva, sin embargo la fiesta es tan fuerte que en el último lustro se ha
(1) Los hermanos de sangre eran penitentes que desfilaban con el torso descubierto normalmente azotándose o realizando otra
clase de penitencia dolorosa.
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A todo esto tenemos que añadir que vivimos en una sociedad de masas que consume cul-
tura y las festividades no dejan de ser cultura tanto tangible como intangible y en ese derecho
y deber que el hombre tiene de disfrutar y consumir el Patrimonio las ideas se mueven, no son
autárquicas. Si bien es cierto que existen prototipos engañosos como pueden ser determinadas
retrasmisiones televisivas. Pensemos por ejemplo del modelo ideal de semana santa de la ciudad
de Sevilla que se muestra a su paso por carrera oficial, es engañoso, pues se trata de un lugar
vedado donde no se puede acceder libremente y por el cual las hermandades trascurren de una
forma ordenada que no existe durante toda la estación de penitencia de cada una de ellas.
Podemos hacernos muchas preguntas sobre la semana santa de la ciudad de Sevilla, tales
como si han llegado sus ideas a otros lugares o si en realidad son prácticas (rituales) nacidos en la
propia ciudad arzobispal. Las respuestas serían variopintas, en realidad Sevilla marca y las ideas
llamativas de la ciudad pueden ser copiadas, pero al mismo tiempo la ciudad no es inamovible y
traslada de otros lugares. Pensemos simplemente en la hermandad de la Puente Cedrón, copiada
de Málaga, un misterio que iconográficamente se consideraba en escultura prácticamente único
y nacido so unas causas muy especiales.
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En resumen la semana santa no deja de ser un cúmulo de rituales realizados por el hombre
siguiendo las enseñanzas que ha aprendido de sus antepasados. El hombre necesita rituales para
poder vivir, diariamente los realiza inconscientemente en su vida cotidiana, desde la hora de
cenar hasta la forma de subir a un automóvil está marcada por rituales. Las ciudades tiene un
orden ritual, la vida cotidiana es un cúmulo de rituales imposibles de enumerar, los comporta-
mientos en los rituales crean jerarquías,… Se puede afirmar que absolutamente cualquier cosa
que hagamos o incluso pensemos está marcada por rituales.
Volvamos a la semana santa, tomemos como ejemplo Úbeda, se han copiado ideas de Se-
villa como bandas musicales detrás de algunos pasos, pero no el reparto de café a los penitentes
en las procesiones. Costumbres extrañas existen en todos lados, por ejemplo en Linares existe
un ritual que consiste en comer pipas mientras pasa la hermandad, idea que no es aceptada en
otros lugares e incluso se puede considerar indecente.
Todo queda englobado dentro de la cultura y por tanto tiene una explicación, cualquier
carácter y la semana santa que es un cúmulo de rituales en ciertas ocasiones comparables y en
otras totalmente únicos, al mismo tiempo de formar un abanico de colores lleno de matices que
crean una única, pero diferente es la explicación que apoya de manera inexorable que la fiesta
evolucione, pues es un ente vivo al estar formada por hombres vivos.
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E s de noche. Tras una intensa jornada de estudio y trabajo, me sitúo frente a la pantalla
del ordenador, con la expectativa de exponer y analizar, una vez más, mi visión sobre las
Hermandades, los cofrades, los cultos, las Imágenes… Nuestra amantísima Semana Santa en
general, que a mi parecer, se encuentra en un ascendente período de cambios, en los que los
cofrades, nos hacemos sabedores de un legado material que hemos de reformar y optimizar;
al fin, nos hemos dado cuenta, de que no por desarrollarnos junto al estilo existente en la
actualidad cofrade, hemos de modificar nuestras señas de identidad, ni mucho menos, siendo
tan estrictas en la ciudad de Úbeda. Y es que dicen, que más vale tarde que nunca.
Me gustaría compartir con vosotros, queridos lectores de “El Sudario” una conmovedora
frase de Julia Uceda que he leído hoy y me ha llegado al alma, así mismo, me ha hecho medi-
tar sobre las ansiadas vísperas, ese tiempo tan importante de preparación para los cofrades y
amantes de la Semana Santa y que viene arraigado con el inicio y el desarrollo de la Cuaresma.
La frase dice así: “Es tan dulce esperarte y soñar con tu llegada, que no quiero que llegues,
quiero oírte llegar”. Estoy seguro que muchos de los que tenéis esta revista en vuestras ma-
nos, a lo largo del año, habéis tachado los días en el calendario contando los días restantes
para la llegada de esta fecha tan señalada, y ahora, que tan cerca estamos de ella, el temor
a enfrentarnos con lo que llevamos todo un año esperando, nos hace meditar sobre si en ver-
dad deseamos que llegue, o mejor dicho, que llegue tan pronto… En Semana Santa, sabemos
que el miedo se apodera de nosotros: El miedo
a la lluvia, a tener que quedarnos otro año en-
tero en el Templo; miedo a que algo falle y no
todo salga perfecto, que es lo que esperamos de
nuestras Hermandades; miedo también a noso-
tros mismos, a nuestros sentimientos, a no sa-
ber controlarlos… Y es un cofrade, nunca es tan
cofrade como en Semana Santa, es el encuentro
con el Señor y Señora que ocupa se corazón…
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AMENAZA LLUVIA
Tomás Donoso Barella
R ecuerdo de pequeño un Viernes Santo sobre las siete o las ocho de la tarde cuando llegaba
llorando a mi casa porque la procesión general se había suspendido por la lluvia. Volvía de
la Casa de las Torres donde se convocaba al guion de mi cofradía y donde una vez que llegó el
presidente nos informaron a todos los hermanos que la General se había suspendido. Entonces
sin tanto adelanto meteorológico, una general se suspendía porque realmente estaba llovien-
do, hoy ya sabemos lo que puede pasar dentro de 10, 6 o 4 horas con un alto porcentaje de
acierto, aun así podemos equivocarnos.
Por aquellos tiempos para la gran mayoría de los cofrades el que la general se suspen-
diese era una mala noticia, actualmente suena como un alivio para muchos hermanos el oír
que se suspende la Procesión General. Se suspende porque hay riesgo de lluvia o porque esta
lloviendo por Sevilla y esa agua viene y nos mojaremos, porque no se en que aeropuerto nos
han dicho que de 8 a 8,35 va a llover para luego después a las once y media se vuelve a rajar
el cielo y caerá la mundial, aunque las nubes se las lleve el viento mas allá de Toledo y luego
no caiga ni gota como en años anteriores.
Si llueve pues mala suerte, otro año será, contra esto no hay quien pueda y la verdad
es que las cofradías arriesgan mucho teniendo sus tronos e imágenes en la calle con un tiempo
tan inestable. A las cinco de la tarde todos los Viernes Santos hay una reunión de Hermanos
Mayores donde se supone que con los informes oportunos deben decidir la salida o suspensión
de la General , se toman un tiempo prudencial para poder afinar en su decisión y luego se
recuerdan las pautas a seguir tanto si se suspende como si no. Yo no digo que esto no sea así,
pero lo que no entiendo es la predisposición y la decisión ya tomada con mucha antelación
de algunos presidentes que entre si ya se han puesto de acuerdo. - “Total yo no tengo ganas
de salir, tengo poca gente para el guion, la estación de penitencia ha sido bastante larga y
además tengo las imágenes en mi templo y en su defecto ya tengo preparado el traslado de
mis titulares con sus andas”-.
Lo que yo si entiendo bien es que cada uno vele por los intereses de su cofradías, pero
no medimos las actuaciones de cada cofradía con la misma vara de medir. Y yo me pregunto,
¿hemos animado a los cofrades para que acompañen a sus imágenes la noche del viernes, o ya
nos da lo mismo porque lo consideramos un mero trámite que no nos convence? Siempre he
pensado que en Úbeda éramos unos privilegiados al poder acompañar en procesión dos veces
a nuestros titulares dentro de la misma semana. Se critica todo lo que venga con aires de fue-
ra y rompa con la forma de nuestros desfiles procesionales, y no nos preocupamos porque la
General brille como lo hacían no hace tantos años. Ya tenemos la costumbre o norma de que la
procesión General es solo para los más jóvenes y las bandas, que los acompañen ellos.
La procesión General se suspende, ya no podemos hacer nada más, la cofradía del Santo
Entierro que decida si sale o no, ellos están en su procesión oficial. La Soledad se encuentra en
la calle y ellos decidirán si acompañan al Cristo Yacente. ¿Y los que tenemos nuestra imágenes
en otro templo, en el ayuntamiento, en la calle…? Se toma la decisión de no poder moverlas
hasta el día siguiente, pero nadie repara en el problema que le puede ocasionar a alguna co-
fradía que se encuentra en una de estas condiciones ya expuesta. Por lo que yo entiendo de
todo esto es que un presidente no está solo en su cofradía, tiene un grupo que lo rodea, si, los
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La cofradía que se encuentra en su templo la verdad que los problemas que se le pueden
presentar son pocos si lo comparamos con los que no lo están. En esa reunión de presidentes
se llega a pensar como al día siguiente se puede trasladar un trono de la dimensiones de la
Columna y con la cantidad de gente que necesita o nos llevamos al día siguiente una grúa para
poder bajar al Cristo y llevarlo a su templo para que no esté expuesto en un ayuntamiento en
plena semana mayor. No molestando a la cofradía que va realizar su estación de penitencia
o la que está en la calle realizándola, avisando con antelación y pidiendo su conformidad al
presidente de la Unión, ¿donde está el problema para realizar el traslado?, o acaso ¿hay que
pedir autorización uno por uno a cada presidente de las cofradías de Úbeda para llevarnos
nuestra imágenes a sus templos?
Cada junta directiva decide la forma de trasladar a sus imágenes y con qué enseres y
atributos hay que acompañarlas. Bueno pues en mi cofradía las bandas son parte de la misma
y no entiendo porque no pueden acompañar a sus titulares en un traslado, creo que el viernes
de Dolores lo hacen algunas cofradías y que yo sepa nadie las critica.
Cuando una decisión de estas se toma no es por mero capricho, ni chulería. Detrás de
estas decisiones hay problemas bastante meditados y que solo los interesados debemos darle
solución de la mejor forma posible. Uno cree que está haciendo las cosas de la forma más
respetuosa posible y con la rapidez que la situación te deja, en el primer claro nos vamos,
pero siempre llegará el que se cree que esta en el uso de la razón, que de todo sabe y de nada
entiende y le dice chulo al primer cofrade que se encuentra con su túnica y en un guion, que lo
único que quiere es acompañar a su Cristo al templo. Cuando pedimos que las cosas se hagan
con el máximo respeto posible, pero también pedimos que se nos respete. Lo que no podre
tolerar nunca y de ahí el motivo de mi artículo es que a un cofrade, directivo, presidente,
hermano de cera, portador, etc , que va con una túnica de su cofradía se le llame sinvergüenza
y más cuando esas palabras salen de miembros con cargos en otras cofradías, mal ejemplo si
lo que proclaman es la unidad de las cofradías y sueltan por sus bocas algunos adjetivos califi-
cativos en voz alta y en mitad de una procesión o traslado. Todos debemos intentar no perder
las formas y menos en momentos como estos donde verdaderamente debe reinar la unidad y el
apoyo entre cofradías. Que cada uno revisemos nuestras actuaciones e intentemos mejorarlas
para los años venideros y que verdaderamente sepamos luchar por hacer que la General vuel-
va a ser lo que era, una Magna Procesión General.
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N o sé por qué la noche de un sábado de febrero –el cielo alto, estrellado, limpio– he sentido
como cuajaba en mí una desesperanza. Desesperanza de cofrade que se pregunta, no sin
temor, qué somos los cofrades. Nos apuntan al nacer a la cofradía, asistimos puntuales a la
Fiesta de nuestros Titulares, a la procesión de Semana Santa, llevamos la estampa del Señor o
de nuestra Virgen en la cartera y tenemos dicho que el día en que muramos nos vistan con la
túnica morada. ¿Pero qué hay detrás de todo esto? ¿Qué queda después de que terminan cada
uno de esos actos, de esos gestos? ¿Qué hay dentro del hecho de ser cofrades?
Cada vez siento, con una insistencia permanente, que hemos vaciado de contenido a las
cofradías y que hemos divorciado nuestra vida cotidiana, nuestros actos, nuestras palabras,
de nuestra condición de cofrades. Nos llamamos hermanos, pero actuamos y pensamos y ha-
blamos como si no lo fuésemos... “Conocerán que sois mis discípulos si os amáis los unos a
los otros” (Juan 13, 35). O sea, que es difícil que por mucho que nos llamemos hermanos nos
reconozcan como cristianos –ser cristiano es seguir a Cristo, con lo que implica seguir– si nos
odiamos, nos criticamos, nos apuñalamos traperamente, nos guardamos rencores o adobamos
nuestra condición nazarena con bilis viejas.
...No sé –ya digo– por qué esta noche tengo esta desazón, este desánimo carcomiéndome
el costado, no sé por qué tengo la urgencia de levantarme y escribir sobre ese sueño que me ha
despertado de golpe, con un pánico de pertenecer a algo que está hueco, vacío, que es falso
como una murga de Carnaval, de ser “hermano” de un bronce que resuena o unos platillos que
aturden.
Porque he soñado que vamos camino de la junta general de la cofradía y vamos criti-
cando a los directivos, con saña, con ganas de poder apalearlos, insultándolos tal vez. Y es
necesario que ese nazareno que sale por la bocacalle como una ráfaga de aire salvador nos
avise, en un cuchicheo, de “que viene, que viene...”, porque detrás de nosotros anda uno
de esos directivos cuya yugular querríamos cercenar. Y entonces, claro, cambiamos la cara
y cambiamos las palabras y nos volvemos amables por fuera, mientras por dentro seguimos
destilando el rencor de nuestra rabia. Y al despertar me han venido a la cabeza las palabras de
Jesús Nazareno: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, pues sois semejantes a sepulcros blan-
queados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y
de toda inmundicia. Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero
por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.” (Mateo 23, 27-28).
Y he soñado que somos hermanos y muy demócratas, pero que sólo aceptamos aquellos
resultados que nos convencen, los que se amoldan a nuestras visiones y nuestros deseos, y
cuando la mayoría no vota con nosotros, nos sentimos acorralados, perseguidos, encerrados,
y creemos que los otros actúan con malas artes, aunque antes del momento de votar tuvié-
semos prisas y urgencias o partidos de nuestro equipo y exigiéramos que acabara pronto el
debate, que no se hablase más, que se votase, para no perdernos la cena, la caña, el gol. Y
luego, cuando las cosas no han salido como pensamos o como queremos, nos instalamos en el
rencor, y no nos acordamos de las veces que impusimos nuestra voluntad, ni de las veces que
afilamos el puñal para clavarlo con alevosía en la espalda de otro, ni de las veces que torcimos
el gesto para no mirar los ojos al hermano que venía por la acera. Y nos hacemos las víctimas
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Y en medio de la madrugada
me azotó la pesadilla de otra ma-
drugada, en la que nos vestimos la
túnica morada, con un ritual que
nos hermana con los muertos y con
los que están por venir, y nos echa-
mos a las calles y a cada nazareno
que nos encontramos lo llamamos
“hermano”, a boca llena, “her-
mano, buenos días”, “hermano”,
como si pronunciar esa palabra no obligase, como si pronunciar en vano esa palabra no fuese
un error, un pecado.... Porque luego, en cuanto nos quitamos la túnica, si ese mismo herma-
no al que saludamos a boca llena nos ofendió no nos valen sus disculpas, porque lo odiamos
y queremos que se humille, que se disculpe setenta veces siete, porque queremos que salga
a las calles y llegue a los buzones de correos para que su disculpa quede escrita, para que
todos sepan de su culpa, porque en el fondo lo que nos gustaría es lapidarlo. Y me despierto
con la boca reseca por el sueño que me tortura, y me viene a la cabeza ese Jesús Nazareno
sentado en el atrio del Templo ante el cual llegan –iracundos, rabiosos, llenos de odio: como
nosotros, tan hermanos– los poderosos arrastrando a la mujer adúltera: “Los escribas y fariseos
le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta
mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a
estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero
Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en
preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la
primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras,
se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la
mujer, que seguía en medio.” (Juan 8, 3-9).
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Y aunque a esas horas de la noche bordada de pesadillas era casi imposible volver a
dormir, lo intenté de nuevo y nuevamente me despertó el sueño del vacío, de la falsedad. Y
vi la facilidad con que nos llamamos hermanos y como nos enorgullece ser muchos cofrades,
pero sobre todo nos gusta ser muchos para que todos conozcan lo buenos que somos y todo lo
que hemos hecho por la Semana Santa y por nuestra cofradía y todos los gastos que pagamos
y todos los donativos que hicimos, y no paramos de darnos bombo y cada momento es bueno
para publicitar nuestros méritos. Y como heredamos la posición social y el dinero y el poder y
dimos mucho dinero creemos que las cosas de la cofradía nos pertenecen por derecho propio,
y despreciamos a los hermanos que no tuvieron ni nuestra fortuna ni nuestro poder, y consi-
deramos que nos roban lo que nos pertenece si son ellos los que dirigen la cofradía o si no nos
agradecen todos los días tanto como hicimos. Y en este punto del desánimo me venían a la
mente, ya agotada, aquellas palabras de Jesús Nazareno: “El que se ensalce será humillado; y
el que se humille será ensalzado” (Mateo 23, 12); y me punzaban en el costado las palabras de
Jesús cuando ve, enternecido, a la viuda que da su humilde limosna, que debe parecerse a las
pobres cuotas de su cofradía que pagan tantos padres de familia que no pueden costear flores
ni terciopelos ni oros: “De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. Por-
que todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de
lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir” (Lucas 21, 3-4); y me escocían sobre todo esas
palabras definitivas del Nazareno en el Sermón de la Montaña: “Guardaos de hacer vuestra jus-
ticia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa
de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta
delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por
los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no
sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que
ve en lo secreto te recompensará en público.” (Mateo 6, 1-4).
Y ya despierto pensaba que nos llamamos “hermanos” y que vamos compungidos y serios
a los entierros de los que van muriendo, apretujados alrededor de la bandera, pero pensaba
también que nos perdonamos la vida al salir de las asambleas –“no les he dicho nada más para
no liarla...” –; que no somos conscientes de cuanto más nos interesa el armazón estético de
la procesión que la vida interior de la cofradía; reflexionaba sobre lo poco que pensamos las
cosas y cuánto sentimos los sentimientos menos importantes, desplazando las emociones que
realmente aran hondo. Y al pensar en todo eso en realidad no hacía sino pensar en ese Jesús
que debería estar detrás de nuestra lengua cada vez que pronunciamos la palabra “hermano”,
en ese Jesús que debería quedarse en nosotros después de cada Semana Santa, en ese Jesús
Nazareno que deberíamos sentir dentro como un llamamiento a la piedad y a la comprensión
de los otros, que no son nuestros enemigos, ni nuestros adversarios.
Detrás. Después. Dentro. Nos proclamamos cristianos. Nos llamamos hermanos. Nos ves-
timos como cofrades. ¿Qué hay detrás de nuestro cristianismo? ¿Qué hay después de decir la
palabra “hermano”? ¿Qué clase de corazón guardamos cada Semana Santa dentro de nuestras
túnicas? ¿Qué hay detrás de nosotros que nos empuje a salir con Jesús en las procesiones?
¿Qué queda en nosotros después de que Jesús se encierra y se apagan los esplendores de la
Semana Santa? ¿Qué ha crecido dentro de nosotros –qué zarza aguda o qué venero de agua
limpia– cuando nos hemos quitado la túnica con la que nos enterrarán? No sé, pero desde hace
un tiempo me asalta el temor a que después, detrás y dentro no quede nada.
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P or “Biblia Pauperum” se conoce un manuscrito del s XIII, que recogiendo imágenes del Anti-
guo y del Nuevo Testamento, y sin apenas texto o ninguno, servía de catequesis a la población
que no sabía leer, es decir a la mayoría de aquella época. Su labor catequizadora era evidente,
y tenía la virtud de poner delante del pueblo, los acontecimientos sagrados más relevantes de
la religión católica. Por extensión, y andando ya el siglo XV, frente a la ausencia de represen-
taciones artísticas propugnadas por la reforma luterana, la Iglesia Católica se alza, en buena
medida siguiendo las directrices del Concilio de Trento, revalorizando la plasticidad , en todo
su dramatismo, de la vida de Cristo, y en especial de su Pasión, lo que en España se tradujo en
un auge de la representación de dichos momentos por medio de la fundación de las cofradías,
que junto a esa función evangelizadora al pueblo, cumplían generalmente labores gremiales y
asistenciales o benéficas.
Actualmente, en un momento de cierta desorientación entre los que se consideran católi-
cos, y en el seno de la misma Iglesia, se tambalea peligrosamente esa tradición de más de qui-
nientos años, esa originaria labor pedagógica que significó desde sus orígenes el hecho de sacar a
procesionar una cofradía en los días de la Pascua, y aunque en principio vivimos en una sociedad
más alfabetizada, el mandato de “pobreza de espíritu” evangélico, urge a seguir fomentando
estas manifestaciones tan queridas en su sentido más primario, y por tanto, más original.
Se corre el riesgo de creer que el hecho de vivir en una sociedad más adelantada en lo
cultural y científico, nos permite olvidar los principales problemas que, como hace quinientos
años, golpean las conciencias y la vida de muchos, a saber, el hambre, la injusticia, y la falta de
caridad, entre otras heridas de esta sociedad herida. Este vivir inmersos en una época deshu-
manizada rodeada de abundancias y carencias, mezcladas en chirriante amalgama, nos obliga,
más a los católicos de hoy, a tomar parte en la búsqueda de remedios empezando por nuestro
más inmediato entorno.
Aún siendo importante la renovación estética de nuestros pasos, no lo es en prioritario
lugar, por lo que de quedarse sólo en una carrera hacia lo meramente ornamental, se estaría
cometiendo el grave error de confundir lo superfluo con lo fundamental, como es la función
evangelizadora de la Semana Santa, en el sentido de con-mover las almas, comenzando en pri-
mer lugar ese mover hacia la fe, por los propios cofrades. Si lo superfluo, por tanto lo prescin-
dible, se erige en protagonista, es decir, si lo estético no pasa por lo ético, para acabar siendo
lo religioso, el concepto de “Biblia Pauperum” se convertirá en “Biblia Fortunatum”, será Biblia
de los opulentos, y la Semana de Pasión terminará como esas biblias ricamente encuadernadas,
pero relegadas a la última estantería de la biblioteca, cubiertas de polvo, anquilosadas, letra
muerta.
En estos días de Muerte y Resurrección, la Fe, la que nos lleva de la mano a la Esperanza y
a la Caridad, y por tanto a la Madre que en Úbeda lleva sus nombres, se despoja de los pesados
y oscuros territorios de la Teología y se hace más lógica, porque entre inciensos, policromías de
madera y sangre y claveles que rompen hacia un azul infinito, adelgaza como dardo místico que
se clavara en el corazón de los hombres, haciendo brotar una lágrima hasta en los corazones más
cerrados. La Fe, aquí, en estos días, se convierte en paradoja del espíritu, porque en pedagogía
de lo Eterno, simplifica lo imposible a los sentidos, viendo morir por todos a Cristo, y al mismo
tiempo hace complejos los sentimientos.
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Nueva Dirección
TU AMBIENTE EN SEMANA SANTA
C/. SAN MARCOS, 7 - ÚBEDA
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A veces pienso que el ser humano no es más que una máquina de deshacer ambigüeda-
des y, sin dudarlo, la mayor ambigüedad a la que se ha enfrentado el Hombre nos la
ofrece el Ser Supremo que llamamos Dios.
No termino de entender quien quiere que las cofradías cerremos en verano. Desde
hace unos años, las hermandades poco a poco, pero muy poco a poco, van intentando
mantener actividades durante los meses estivales con la clara intención de mantener un
contacto fluido entre los que viven el día a día de la hermandad.
Es curioso este fenómeno, por cierto. Nos llevamos todo el año yendo, noche sí y
noche también, a la cofradía de nuestros amores, renunciando al poco tiempo libre que
pueda tener cada uno. Son frios meses en los que hay que trabajar, tanto de mañana como
de tarde, y en los que la obligaciones casi no nos dejan lugar para poder disfrutar de la
compañía de nuestros hermanos de cofradía.
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El Sudario 2010 Número 11
De hecho, aunque vayamos a diario, las labores de una cofradía cada día se aseme-
jan más a las de una empresa, porque la propia vida va modernizando las hermandades.
Así, no se entendería una hermandad sin un buen balance de gastos e ingresos, sin un
perfecto censo de hermanos disponible, sin una buena secretaría con los documentos de
la hermandad al día, sin unos ensayos en los que se hace que todo salga perfecto, sin unas
reuniones, sin una eficiencia a la hora de montar y desmontar los altares y atributos de la
propia corporación, etc... Toda una serie de medidas necesarias, por supuesto, pero que
en multitud de ocasiones hace inviable la convivencia entre los hermanos de la herman-
dad sino existieran.
Por eso, llega el verano, y debería tomarse como una oportunidad única de estre-
char los lazos de unidad que hubiera ya consolidados, o de afianzar los que estuvieran
algo debilitados por el propio desgaste de la convivencia. Aparece la AMBIGÜEDAD cuan-
do debería ser... el momento de poner a funcionar los deuvedeses con las grabaciones
que hayamos podido recabar durante el año, y también la oportunidad de hacer algunas
actividades propuestas desde la propia Junta Directiva de la cofradía, que bien podrían
tratarse, desde cultos, a un día de campo o de playa todos los hermanos de la cofradía
que quisieran. Ideas hay miles, igual lo que no quedan son ganas…
Y a quien no le queden ganas, le preguntaría que por qué. Le diría que analice los
motivos por los que está tan quemado de su propia cofradía que no quiere ni ver durante
dos o tres meses a los que son su propia familia. Si de verdad hemos vivido la hermandad
durante un curso, es obligado y necesario querer verse las caras en verano, no perderse
de vista durante tres meses. Cerrar en el Corpus y abrir por la Patrona de la ciudad, aun-
que de pasada… porque hasta después de la feria, nada de reuniones, eso es de herman-
dades muertas, no vivas. Y las hermandades no dejan de ser sino el reflejo de quienes las
componen.
Un verano cofrade. ¿Por qué no? Igual es que estás tan quemado que ya no sabes ni
disfrutar, que ambigüedad es este mundo cofrade también…
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El Sudario 2010 Número 11
E l palacio Marques de Mancera, Olvidado y pudiendo ser algún día utilizado, Por ejemplo
como “Residencia Diocesana y Sede-Museo de las Cofradías de Semana Santa de Úbeda” ,
todo concentrado en un solo lugar y en un sitio privilegiado.
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El Sudario 2010 Número 11
Pues para qué no quede en el olvido este Palacio, aquí dejo en unos cuantos párrafos de
como se le podía dar vida a este Palacio:
La otra gran utilidad y uso compartido con la Residencia Diocesana, sería la de centrali-
zar y concentrar en una sola sede, todo lo referente a esa Unión de Cofradías Ubetenses. Una
sede más moderna, atractiva y que ofreciera unas infraestructura más adecuadas donde se
habilitarían sala de reuniones que se utilizará para actos culturales y didácticos, una área de
servicios, varios almacenes, salas de reuniones , varios despachos y unas salas de exposiciones-
museo, además de aprovechar la Galería superior de la Torre se pueden contemplar, las vistas
para atractivo turístico.
Esta ha sido mi humilde opinión respecto a un Monumento olvidado y sin ninguna utili-
dad, que llevas unos años a la espera de que sea recuperado.
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UN PASO ADELANTE
Leonardo C. Tallada Sánchez
S i en mi artículo del pasado año para estas páginas, hablaba acerca de la importancia del mo-
mento que se avecinaba para el futuro de la Unión de Cofradías (de la Institución) con la llega-
da de las elecciones a su Presidencia. Me postulaba también porque el nuevo Presidente adoptara
medidas que propiciaran un fuerte y firme golpe de timón que, desde mi punto de vista, era y
es totalmente necesario. Hoy, después de los primeros meses de andadura y gestión del nuevo
Presidente y su Junta, y ahora que ya conocemos de una forma aproximada los esperanzadores
proyectos e ideas que traen consigo, no puedo por mas que aguardar esperanzado ver algo de luz
al final de un largo túnel.
Pero ya que mi amigo Salvador vuelve a invitarme a asomarme a estas páginas, como no soy
persona que se esconda (como decía la canción “detesto a los tibios de vocación”), pero que so-
bre todo quiere a nuestra Semana Santa, no puedo por más que desde mi experiencia, reflexionar
sobre alguno de los peligros que a mi juicio acechan en ese túnel.
Y es que aflige comprobar, como con el paso del tiempo crecen y se multiplican los casos y
las posturas, en las que a pesar de ser evidente y necesaria una unidad de acción, esta se evita
para por el contrario, reivindicar de forma más o menos velada una “independencia” que creo
que si se quiere y asume estar dentro de la Institución, se ha de ser generoso y consecuente. Te-
ner claro, que se forma parte de una comunidad de vecinos donde hay muchas “zonas comunes”
y que esa independencia debe tener unos límites.
Como penitente que sí acompaña a su Titular en la General, (soy de los que sí sale), no pue-
do más que mostrar mi tristeza al comprobar como se trata de desvirtuar interesadamente desde
determinados sectores cofrades un acto que es lo poco que todavía nos distingue y nos identifica.
Lo poco que nos queda propio. Sonroja comprobar determinados casos, en los que públicamente
se muestra alivio cada vez que llueve la noche del Viernes Santo, cada vez que se suspende una
General. Algo que creo que debería apenarnos pero sobre todo e insisto, abochornarnos. Una
conducta que yo desde aquí denuncio. Porque se trata de hacer de la que otrora fuera Magna,
una carga y una procesión menor, un acompañamiento a regañadientes. Cuando muy al contrario,
cada vez que nuestros titulares salen a la calle debemos tener claro que lo hacen de igual forma
que en nuestras procesiones particulares. Cada vez. Somos Cofradía en toda la extensión de la
palabra, nunca como adorno de nada. Desgraciadamente esta importante diferencia no en todos
los casos se traslada a los propios cofrades (y sálvese el que pueda).
Se ha de tener claro que quien está ahora al frente de nuestras cofradías, no lo está sólo
por una mera elección asamblearia (que también). Es un simple heredero temporal y momentá-
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neo al servicio de su cofradía. Y lo está gracias a generaciones de cofrades que los precedieron,
que al igual que ellos trabajaron e hicieron posible que las cofradías se mantuviesen vivas y llega-
ran hasta hoy, para “su” cofradía trascendiera. Aquellos que en lugar de alegrarse, se lamentaban
de que apareciera la lluvia un Viernes Santo por la noche. Quien suscribe (y está feo hablar de
uno) recuerda como si fuera hoy una General trasladada a un Sábado de Gloria por la lluvia que
se había presentado la noche anterior. Recuerdo la tremenda tromba de agua instantes antes de
iniciarse aquella General cuando las cofradías que ya estaban preparadas para salir. La lógica
estampida, ocasionó que la Expiración encabezase aquella atípica General. No entro a valorar lo
adecuado o no de procesionar (que creo que se acertó), lo que sí recuerdo con orgullo es la de-
terminación, las ganas, la voluntad, el compromiso y sobre todo el sentido de la responsabilidad
y de lo que representaba la General para aquellos dirigentes cofrades. Lo primero sus cofradías
pero también, al mismo nivel la General y por extensión la Unión.
Hoy se me diría que los tiempos, que las cosas, que las personas cambian. Pero maldito
mundo este si esa afirmación vale para justificarlo todo. Pues si las cosas, las personas cambian
y “eso es lo que hay”, ¿qué podemos esperar del futuro?; ¿quién podría entonces confiar en un
hermano, un amigo, o un Hermano Mayor? Faltan valores, falta sentido de la responsabilidad, de
sabernos meros gestores puntuales de un patrimonio histórico, cultural y sobre todo religioso que
hemos recibido y estamos obligados a transmitir. Y eso desgraciadamente no se aprende en cur-
sillos (e insisto, sálvese el que pueda). Ojala algún día tenga que comerme mis palabras, pues lo
haría gustoso, ya que significaría que el coro de agoreros, “yoístas” y “pirotécnicos de la Semana
Santa”, han dado paso a cristianos comprometidos, generosos y con amplitud de miras. Conscien-
tes de la importancia y necesidad de articularse y reunirse en torno a un organismo fuerte que sea
defensa, pero también ariete único al que se deban todas las cofradías de Úbeda.
Por supuesto que no hablo de una fe ciega y loca a cualquier precio, en absoluto. Será
necesario a cambio de ceder parte de esa autonomía, pedir también cuentas a esa Unión que ha
de llegar. Exigiéndole como contrapartida que ofrezca a sus integrantes los servicios, la defensa,
el apoyo, la ilusión que haga a las cofradías sentirse orgullosas de sí mismas pero sobre todo de
pertenecer a la Unión. Será tarea de todos trabajar duro para encontrar el punto medio que haga
factible el equilibrio. Desde luego la obra merece la pena y su importancia no hace falta explicar-
la, por lo que a pesar de estar feo, habrá que señalar con el dedo al que no esté a la altura o al
que mire para otro lado. Van a ser años duros pero apasionantes y al final el tiempo siempre pone
a cada cual en su sitio, veamos quién está dispuesto a dar el primer paso. Un paso adelante.
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H emos entrado en una nueva década y a pesar de los grandes avances y de nuestras metas
cumplidas nada parece haber cambiado. Seguimos asistiendo y cada vez más, a toda una
serie de acontecimientos que sin duda nos han hecho progresar como personas, hemos sido
testigos de la evolución y de los grandes descubrimientos, de obras de ingeniería que han enri-
quecido y embellecen de manera espectacular nuestro entorno, hemos leído noticias de gran
transcendencia las cuales referían términos impensables como clonación, píldora antiedad,
vacuna universal… noticias que fueron sujeto de críticas, juicios éticos y morales, pero que en
definitiva significaban “desarrollo”, hemos escuchado que los avances en la biología molecular
y en la genética ponían al servicio del hombre, así como “al gusto del consumidor”, técnicas
para la elección del sexo, talla o color de ojos de una futura criatura e incluso hemos llegado
a oír que esa enfermedad llamada “cáncer” es, en un porcentaje de los casos, curable,
algo que hasta hace pocos años parecía imposible de pronunciar. Sin embargo y a pesar del
sacrificio y esfuerzo por querer mejorar y evolucionar, la humanidad sigue enfrentándose a
las cuatro plagas, esas que fueron reflejadas por los grandes autores de la Biblia, y que han
existido, permanecido y convivido con el hombre desde el principio de los tiempos. La muerte,
la enfermedad, la guerra y el hambre son las cuatro plagas que conviven con el ser humano,
son las responsables del sufrimiento, de la debilidad, de las desgracias, de las injusticias,…
Son las que nos ponen a prueba, las que nos hacen sentirnos seres indefensos, miserables,
débiles,
son las que revelan la poderosa capacidad humana para adaptarse a las situaciones
más extremas e inhumanas y en definitiva las que reflejan nuestro instinto más básico de
supervivencia. Catástrofes, como la ocurrida en Haití, ponen de manifiesto nuestra capacidad
de superación, de sacrificio, de resistencia, somos capaces de adaptarnos y de recuperarnos,
de aprender y habituarnos a toda situación imprevisible, y es que como decía Dostoyevski “el
hombre es el ser que se acostumbra a todo”.
Por eso y porque gracias a que tengo la oportunidad de escribir en esta revista, la
cual recoge interesantes y necesarias opiniones, permítanme referirme a partir de ahora a
aquellas que figuran menos en los medios pero no por eso dejan de ser importantes para el
progreso y evolución de la sociedad. Me refiero a aquellas protagonizadas por instituciones,
entidades, asociaciones, ONG`S, y sin ir más lejos a las que refieren el trabajo y la labor que
desinteresadamente realizan la Iglesia Católica (ahora que tanta lluvia de críticas recibe) y
nuestras mismas cofradías. Hace tiempo oí decir a una persona en un medio que las cofradías
son las ONG`S de nuestro barrio, de “la proximidad”, y que razón llevaba, pues no me cabe la
menor duda de que esa importante labor y actividad social llevada a cabo en el seno de las
cofradías contribuye a la mejora del nivel económico y emocional de los más desprotegidos y
necesitados de nuestro entorno más cercano. Esta vez hablaré de ellas, si, de esas personas
sacrificadas, que dedican su tiempo a los demás y que hacen que las cofradías sean todo un
ejemplo de entrega y servicio a los más necesitados. Ya es hora de destacar esa labor social,
ese lado más solidario y necesario presente en las cofradías, no es momento para considerar
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El Sudario 2010 Número 11
las opiniones, comentarios y/o críticas sinsentido emitidas constantemente y cuya única fina-
lidad es la de desprestigiar, infravalorar y poner en tela de juicio el trabajo y el sacrificio que
conlleva la organización y la puesta en marcha de tantos proyectos dentro de una cofradía,
sino momento para valorar y reconocer el gran esfuerzo de tantos cofrades por conseguir una
sociedad mejor.
Llegados a este punto y haciendo una especial referencia a una cita del autor Víctor
Frankl en su obra “El hombre en busca de sentido” en la cual nos resume cual debería ser
la visión del hombre en relación a su existencia: (...) “no deberíamos perseguir un sentido
abstracto de la vida, pues a cada uno le está reservada una precisa misión, un cometido a
cumplir”, viene al caso explicar cuál ha sido el motivo que me ha llevado a destacar la labor
de estas personas cuyo interés y compromiso para con los más necesitados reflejan el lado más
solidario y caritativo de una sociedad cada vez más desmoralizada. Son ellas las que de manera
voluntaria y desinteresada han pasado a formar parte de ese colectivo cuya actividad social,
obras de caridad y demás ahora por desgracia, no son sujeto de noticia, son excluidas de una
primera página, e incluso pasan a ser etiquetadas como poco interesantes o preocupantes en
una sociedad en la que el interés por el mal gusto, por lo insustancial y liviano es cada vez
más frecuente.
Creo que es buen momento para valorar y analizar tan ardua tarea, es ahora, inmersos
en una sociedad tan corrompida, envilecida por las injusticias, la animadversión y el resen-
timiento, cuando noticias referidas a la bondad y caridad humana deberían tener una mayor
transcendencia mediática, cuando debiéramos aprender de que se puede hacer y mucho des-
de nuestro círculo más cercano, es decir desde nuestras mismas cofradías, cuando debiéramos
recordar que hoy por hoy, todavía y afortunadamente sigue habiendo personas de una ex-
traordinaria calidad humana, personas que ante cualquier acto que atenta contra la dignidad
humana así como contra los principios y valores de una sociedad, se muestran fuertes cristiana
y moralmente dando, por tanto, una lección ejemplar de cómo ser un verdadero cofrade.
Dejemos a un lado los errores así como las malas acciones respaldadas por la envidia, la
vileza y el odio que como humanos que somos cometemos y destaquemos nuestro lado más
compasivo, más generoso, en definitiva nuestro lado más humano, dejándonos llevar, como
decía el médico y psiquiatra Víctor Frankl, por esa “fuerza motivante” que nos impulsa a en-
contrarle un sentido a nuestra propia vida.
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T ras la conquista cristiana de Úbeda por las tropas de Fernando III el Santo, las mezquitas
de la ciudad fueron reconvertidas en iglesias. Al principio tan sólo se procedería a su puri-
ficación, reordenando la orientación del culto (hacia el Este) e incorporando una serie de sím-
bolos cristianos (el Crucificado, la imagen de la Virgen o el santo titular, etc.) que mostraran
la nueva situación religiosa. Sin embargo, consolidada la conquista territorial, se procedería a
la construcción de templos que se ajustaran mejor a las necesidades del culto.
Las nuevas iglesias y conventos construidos en Úbeda serían realizados por artífices
mudéjares, que mantendrían sus técnicas y motivos decorativos musulmanes, combinados con
formas tardorrománicas y protogóticas; entre los ejemplos más reseñables podríamos citar la
puerta de la iglesia conventual de Santa Clara (así como uno de sus claustros) o la cabecera de
San Pedro. Estas primeras iglesias se caracterizarían por su austeridad, empleando materia-
les de poco coste pero sustituyendo esta pobreza por el ingenio decorativo. Casi todos estos
templos presentarían originalmente una nave única (salvo excepciones), que se cubrirían con
techumbre de madera, salvo en la capilla mayor donde emplearían bóveda de piedra; a esta
nave lateral se irían añadiendo capillas funerarias, generalmente cubiertas con bóveda.
Con el avance del tiempo se procederá a reformar y ampliar muchos de estos templos,
empleando para ello el estilo imperante del momento: el Gótico. Nuestra ciudad cuenta con
ejemplos góticos de gran calidad, como así lo certifican la iglesia de Santa María, San Pablo,
San Nicolás, etc. Estos templos medievales se irían reformando con posterioridad, especial-
mente durante la Edad Moderna.
Durante el Renacimiento asistimos a un proceso generalizado de reforma en todos los
templos ubetenses, labrándose muchas de las portadas que hoy presentan. En algunos casos,
se proyecta la reforma global de algunas parroquias como consecuencia del auge poblacional
como ocurre en San Isidoro -que se llegaría a labrar toda la parte de su cabecera, a imitación
de la Catedral de Jaén-.
La crisis económica generalizada que experimenta España durante el siglo XVII modifi-
caría muchos de los proyectos constructivos. Sin embargo, no por ello la Iglesia paralizaría el
proceso de embellecimiento de sus templos, empleando técnicas más económicas pero no por
ello carentes de efectos escenográficos, como consecuencia de los postulados impuestos por
la Contrarreforma Católica.
Casi todos los templos ubetenses (con la excepción de Santo Domingo) sustituirán su te-
chumbre de madera de tradición mudéjar por cubiertas de yeso: bóvedas de cañón con lunetos
con decoración de molduras geométricas, que frecuentemente se continuarían por los para-
mentos de los templos. En parte, esto se hacía así para disimular la pobreza de materiales de
la fábrica, pero también para dar una mayor luz al interior del templo y acentuar el carácter
espiritual, e incluso como motivo decorativo (por la combinación de piedra y el yeso, creando
una bella e interesante bicromía, tal y como había postulado siglos antes el arquitecto italiano
Brunelleschi). En este sentido, muchas de las formas barrocas continúan con elementos ya
vistos en época mudéjar, en parte porque las formas constructivas son similares.
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En los últimos años, algunas de las últimas tendencias “restauradoras” optan por elimi-
nar el encalado defendiendo que se dispusieron por motivos higiénicos -para evitar las epide-
mias-, borrando con ello una importante página de la historia de nuestros edificios. De sobra
conocido por todos es el caso de Santa María, cuyas paredes no estaban preparadas para ser
vistas sino para ser encaladas, creando contraste con las piedras bien labradas de las arcos. La
destrucción de sus bóvedas barrocas y la reinvención del artesonado mudéjar constituye otro
atentado al pasado histórico del edificio (lo cual incluso supuso un mayor coste económico que
si se hubiera recreado el estado del templo tal y como se encontraba tras la funesta interven-
ción destructora de Isicio Ruiz Albusac).
Por todo ello hay que apostar por recuperar, al menos, parte de la imagen prístina de
nuestra iglesia mayor, volviendo a enfoscar las partes donde la piedra estuviera peor trabaja-
da. La Cofradía de Jesús Nazareno, con esfuerzos y tesón, ha logrado modificar el proyecto de
intervención de su capilla, que suponía crear una decoración ‘de serie’, a base de mármoles
blancos y verdes, y piedra vista, recuperando los zócalos de mármoles morados así como sus
paredes estucadas (evitando la imagen de catálogo de azulejos que hoy en día presenta nues-
tra iglesia mayor). Son muchas las barbaridades acometidas en el templo y ya poco se puede
hacer, pero sí se pueden salvar ‘los platos rotos’ y devolver parte del aspecto luminoso del
templo, especialmente cuando los principales investigadores e historiadores del templo así lo
demandan.
Santa María abrirá sus puertas (dicen) en agosto de 2010. Son tantas fechas anunciadas
que cuesta creerlo, aunque sí es cierto que su apertura se empleará como moneda de cambio
en las futuras elecciones municipales de 2011. Del templo cerrado aquel 18 de julio de 1983
hasta aquel que se abra algún día habrá numerosos y apreciables cambios, y no solamente a
nivel estilístico. Mas grave y denunciable es la existencia de una gran generación de ubetenses
(algunos de los cuales entran en la treintena) que se han visto privados de contar con su iglesia
mayor, muchos de los cuales incluso desconocen su interior, y que han perdido muchas de las
tradiciones que instituyeron nuestros mayores: fiestas de cofradías, actos de fe, veneración
de la Patrona, o el simple deleite de pasear por su claustro y disfrutar del verdor de su ciprés
y del sonido de los pájaros. Otra denuncia más que se suma a la larga lista de barbaridades
acometidas en la antigua Colegiata de Santa María de los Reales Alcázares.
DISTRIBUCIONES
POVEDA
Almacén de Bebidas
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“E s ésta, quizás, una de las frases más repetidas por Dios en la Escritura cuando se dirige
al pueblo, o bien a personas concretas. Desde Abraham, invitado a marchar a tierras
desconocidas, pasando por Moisés, llamado a liberar al pueblo esclavo, los profetas, y el propio
Pablo, todos los grandes hombres y mujeres han encontrado en el camino el inicio de una nueva
vida, de su propia realización personal.
La Cuaresma nos invita también, con toda su fuerza, a ponernos en camino: a levantarnos
de la tierra simbólica en la que estamos establecidos, tal vez anclados, y a marchar hacia un
lugar nuevo. La meta de este tiempo ya la conocemos: la Pascua, la identificación con Jesús
muerto, anulado, y la asimilación de su Resurrección como la nuestra. Un camino, una meta
demasiado habituales, que pueden tornarse rutinarios y sin sentido. Un mero cumplimiento.
Espectadores pasivos de la representación de siempre”.
Leía este comentario realizado por Javier Garzón, o.p. y me llamaba poderosamente
la atención cómo daba en el clavo de una más que palpable realidad, en tanto en cuanto, nos
hemos vuelto rutinarios, hemos anulado del verdadero sentido a nuestra celebración más impor-
tante y la transformamos en un mero cumplimiento al que damos existencia año tras año. Siendo
partícipes nos hemos vuelto pasivos en las representaciones de la Pasión.
¡Qué trabajo nos cuesta fundirnos con esta necesaria vivencia! Nuestra celebración cua-
resmal está inundada de agentes externos que, si bien acrecientan su dimensión estética, puede
que estén disminuyendo considerablemente su potencial pastoral. Dedicamos horas a preparar
altares, contenidos de los cultos, dedicamos una intangible cantidad de horas a preparar la pro-
cesión: colocación de hermanos, reparto de enseres, distribución de atributos… ¿Tiempo para
qué? ¿Por qué nos cuesta tanto dar coexistencia a lo que preparamos con el por qué lo prepara-
mos? ¿Cómo nos puede satisfacer tanto que nos celebren nuestros cultos, nuestra procesión y
posteriormente no seamos capaces de intimar con lo escenificado?
La Cuaresma nos proporciona tres herramientas fundamentales para avanzar en este tiem-
po, indispensables y valiosas, que forman el equipaje de aquellos buscadores de siempre que
salen al encuentro del Señor.
“Todo peregrino necesita un bastón para apoyarse. Éste le sostiene cuando el camino
se torna difícil. Le pone en contacto con la tierra fecunda, el suelo reseco o la roca firme. La
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limosna es el instrumento que nos recuerda a nosotros nuestra vinculación a la tierra, a lo más
bajo, a los más bajos”. La limosna nos permite allanar el camino, para que, los que vengan de-
trás, no encuentren obstáculos o dificultades. La limosna no consiste en propiciar al necesitado
nuestras sobras, supone darnos por completo a los demás, implicarnos en sus problemas, en sus
necesidades. Dar limosna no es saciar su hambre o su escasez económica, es gritar junto a ellos
por solucionar las injustitas que producen esta división tan radical.
“Y él, Caminante por excelencia, nos protege, nos lleva sobre sus hombros cuando llega
la fatiga, y nos guarda entre sus brazos cuando llega la oscuridad”.
Señor Jesús: me pongo en camino. Quiero buscarte. Dame un corazón sencillo, unos
pies ligeros, unos ojos abiertos para que mi marcha sólo se dirija a Ti. Oriéntame cuando
me pierda, acógeme cuando me canse, llévame a los otros cuando me sienta solo. Dame
valentía, fortaleza y audacia para no decaer en mi búsqueda, para permanecer siempre
firme. Haz que mis pies pisen la tierra pobre que pisaron los tuyos, que mis hombros sólo
carguen la libertad y el desprendimiento que llevaron los tuyos, que mis entrañas anhelen
sólo tu Palabra. Y cuando al fin pueda encontrarme contigo cara a cara, Cristo Luminoso,
Eterna Pascua, concédeme descansar mi cabeza sobre tu hombro y pronunciar tu nombre,
Señor, siempre hermano, siempre nuevo.
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¿COFRADES?
Felipe Torres Villalba
cofrade de úbeda
V ivimos en el año 2010, o sea, que ya llevamos una década del siglo XXI, y me pregunto
si todavía hay ciertas partes de nuestra Semana Santa, que están anquilosadas, y hago
esta reflexión sin animo de polemizar, pero si lo hago con la realidad que sucede entre
bastidores.
De verdad ¿somos tan buenos los unos con los otros? Comenzando por mí, pues, no lo
somos, y cada uno que meta su mano en lo más profundo del corazón y que reflexione.
Voy a ir por partes. En la época tan adelantada en la que vivimos, mucha moder-
nidad en todos los aspectos mundanales, y sin entrar en términos de iglesia, me resulta
extraño, que haya cofrades que tengan en su pensamiento que los dirigentes de las dis-
tintas cofradías y hermandades, no puedan tener su libertad de expresión, por poner un
ejemplo, en foros cofrades, porque al parecer eso esta mal visto y no es lo correcto para
la buena imagen que debemos de dar hacia el exterior de la vida de las cofradías. Todo
ello sin que esos dirigentes hablen de acuerdos o temas que traten en sus respectivas
Juntas Directivas o de Gobierno, por supuesto.
Para los que piensan así, ¿dónde esta la libertad de expresión de la persona, como
derecho fundamental que recoge la Constitución Española?
Por otro lado, tenemos que en la actual Semana Santa ubedí, hay, o mejor dicho,
estamos varias personas que pertenecemos a dos o mas cofradías, y como no, al parecer
también esto es tema de critica, por aquellos que están anquilosados. Es malo, malísimo,
que lleves puesta una sudadera, por ejemplo, de tal cofradía cuando eres de otra, y no
digamos si para colmo de los males, se pertenece a Junta Directiva o de Gobierno, con
eso ya estas condenado a morir en la hoguera, como cual “Juana de Arco”. Se nos hace
la boca agua el hablar de los fundadores de nuestras cofradías, cuando tenemos que
aprender de estos, y si se estudia la historia de ellos, podemos comprobar que muchos
de ellos pertenecían a dos o más cofradías, y no solo se les criticaban, sino que se les
vanagloriaban.
En otro orden, no quiero dejar pasar la ocasión de algo que paso la Semana Santa
pasada, ya que también va en relación a lo que estoy refiriéndome en este articulO.
Como todos saben, la Magna Procesión General fue suspendida por inclemencias
meteorológicas como así se hizo público.
Pues bien, había una cofradía como es la de “Nuestro Señor en la Columna y María
Santísima de la Caridad”, la cual se vio afectada por esta suspensión, al tener a sus Titula-
res, fuera de su templo, y para colmo, a su Cristo en los bajos del Ayuntamiento ubetense.
No voy a entrar en el tema de acuerdos en el Pleno de Presidentes, pero a lo que si quiero
ir es a la actuación de algunos buenos cofrades que ofrecieron a algún miembro directivo
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S abes lo romo que fui con la historia. Siempre me quedé con las historias, embistiendo con
duros paréntesis las fechas y los lugares, para quedarme inmerso, por siempre, en las his-
torias de la historia.
Por ello, cuando estoy contigo, a las puertas del paraíso, no puedo teorizarte, ni sacar-
te cabos, ni reinventarte, ni destruirte, ni evolucionarte, ni siquiera involucionarte. Cuando
estoy contigo sólo puedo estar contigo de la única manera que sé hacerlo: cogiendo de la
mano mi pasado mientras te contemplo con este corazón de niño embalsamado en incienso y
caramelo de pirulí.
Así, cuando estoy contigo, sigo siendo el lazarillo que soltaba la mano de su padre para
correr en busca de los primeros colores del Domingo de Ramos y volver entre el calor del asma
con un “ya vienen” en los labios, sigo sin ponerle nombre a las calles mientras te observo con
estos ojos de adulto mojados en lágrimas que no dejan aflorar aquellos de niño que se queda-
ron anclados en el fondo del abismo de mi corazón; sigo siendo el adolescente que recibía al
Viernes caminando hacia Santa María con el único abrigo que da la piel, el agitado esperar en
un parque, ahora en los bares, mientras te escondías entre muros y cancelas a los que no tenía
acceso, aquel que subía a los tejados de la infancia para atisbarte entre un tupido bosque de
árboles humanizados.
Cuando estoy contigo no podré nunca teorizarte, buscarle los tres pies al gato sabiendo
que no tiene ninguno. Que a tu vera podría remontarme al tiempo y hablar de las innumerables
trabas que algunas cofradías tuvieron para llevarse a cabo, y del libertinaje al que se rinde cul-
to actualmente, en algunas ocasiones y según con quien o con quienes; podría hablar de la lupa
con la que antes se miraba y que parece haberse partido en mil añicos, y antes de comprar una
nueva es preferible vendarse los ojos y pedir limosna a las puertas del cielo.
Cuando estoy contigo me da miedo hablar de evolución, porque ha sido tanta la que has
sufrido en tan poco tiempo que estos pies de barro que te han forjado vayan a quebrar y echen
por tierra toda la grandeza que sostienen. Podría hablar de las cuadrillas de costaleros, de esas
que están afianzadas como las de la Virgen de Gracia y Nuestro Señor en Su Sentencia, viendo
en tanta estabilidad un zozobrar invisible que amenaza con el naufragio cuando los años cum-
plan su función y “los viejos” se marchen para siempre y “los nuevos” no comprendan que el
costal es otra forma de orar, y que orar es otra forma de divertirse. Podría hablar de cuadrillas
de costaleros no tan afianzadas pero es tanto el miedo que impera en las afianzadas que es
mucho más sensato callar y seguir mirándote a los ojos.
Cuando estoy contigo no puedo teorizar sobre la esencia que se esconde en tus abriles;
no puedo calcular nuevos horarios, nuevos recorridos que sólo tienen como fundamento el
enmascarar fotografías más pulcras y admirables, encuentros sacados de la manga que poco o
nada aportan a tu ya inmarcesible belleza o ponerse al servicio de la vaguedad, la pachorra o
comodidad de un cofrade que pierde los pocos valores que aún pueden perdurar en su concien-
cia. Mangoneando de esta forma esa historia tan lineal y tan eterna de tu vida con historietas
de viñeta que ojalá y el tiempo las guarde en los anaqueles del mayor olvido.
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Es verdad, qué de bueno podré sacar de todas estas cosas que no te digo. Un amigo me
lo dijo en fechas de carnaval, y llevaba toda la razón: “De qué manera se puede escribir en el
Sudario después de todo lo que ya se ha dicho”. Solamente de esta. Hablando contigo y con-
tándote las cosas que sigo siendo desde que te conocí, de lo que soy por ti, añadiendo retazos
que al fin y al cabo, y con la madurez de los años, van quedándose apartadas del escalafón de
mis prioridades.
Porque, querida, querido lector, al final somos lo que somos: un niño con cara de adulto
que sigue tachando los días del calendario que llevan hasta el Domingo de Ramos; y ya se sabe
que los niños nunca llevan la razón pero siempre dicen la verdad.
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EL MOMENTO
José Ramón Molina Hurtado
L o he hablado y hasta discutido con muchos paisanos…, pero, aunque llegamos a entender-
nos, nunca nos ponernos de acuerdo, quizás porque los colores nos dificultan un razona-
miento objetivo, o probablemente sea porque los gustos difieren más de lo que uno pueda
sospechar, e incluso es posible que la forma que cada uno tiene de entender la Semana Santa
influye de manera significativa en los sentimientos que de ella se derivan. Es obvio, por tanto,
que elegir el momento es realmente imposible.
Desde una óptica morada, el momento cumbre de la Semana Santa de Úbeda es la salida
de Jesús, cuando, rompiendo el amanecer y con la cruz al hombro, hace su aparición por la
puerta de la Consolada, y el pueblo, que llena la plaza Vázquez de Molina, lo mira emocionado
y en silencio, mientras suenan los geniales acordes del Miserere. Ciertamente es un momento
especial, conmovedor y singular, que yo no puedo ni quiero rebatir.
Otros opinan que el cenit semanasantero se alcanza avanzada la tarde del Jueves Santo,
cuando el paso de La Columna, envuelto en una espesa nube de incienso, atraviesa racheando
la zona central de la calle Montiel, en un momento de soledad y recogimiento. Razón no les
falta, pienso yo, más aún cuando se tiene la oportunidad de vivirlo desde dentro.
Sin embargo, no son pocos los que consideran que el momento álgido de la Semana Mayor
ubetense es la salida de la Expiración. Pasado ya el mediodía del Viernes más importante del
año. Cristo aparece crucificado en lo alto de la Trinidad y toda Úbeda, vestida con sus mejores
galas, lo espera expectante en la calle. Imposible por mi parte negar tan magna evidencia.
Hay, incluso, quienes defienden que la llegada de la Sentencia a las calles de la ciudad
de los cerros ha dibujado un antes y un después en el horizonte cofradiero. Ha dotado de sen-
tido la madrugada, ha respetado la cronología evangélica que nos distingue y ha introducido
otra forma de entender nuestra Semana Santa. Indudablemente están en posesión de la verdad
y yo poco puedo opinar al respecto.
Ante estos datos objetivos, me resulta difícil defender mi postura, y es que para mí,
el momento decisivo de esta Semana de Pasión presenta connotaciones individuales y se pro-
duce cuando, en casa, uno se despoja de su atuendo habitual para vestirse con la túnica que
probablemente vestirá en la eternidad, acompañado de los suyos, en un gesto sublime en el
que con los años nos van faltando familiares al tiempo que se incorporan otros nuevos, en un
ritual sagrado bañado de tradición que nos iguala y en el que no existen distinciones entre los
diversos cofrades y hermandades. Este sí es un momento cumbre, es el momento transmitido
de generación en generación a lo largo de siglos y que permanece inalterable a las modas
pasajeras.
Y cuando este gesto, que sólo lo siente el que lo vive, se produce masivamente, es en
la tarde del Viernes Santo, en las horas previas al inicio de la Procesión General, dando forma
a nuestro auténtico hecho distintivo y seña básica de identidad. Miles de ubetenses lo repiten
atestando posteriormente la noche de colores… Y ya, casi al final, el negro del Santo Entierro,
acompañando a Cristo Yacente, en el mejor trono de nuestra ciudad… y ante el que Úbeda se
levanta de su silla y en pie vuelve, con señorío, a expresar con el alma una vez más, un año
más, lo que es: “Ciudad de Semana Santa”.
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CONVERSACIONES “CHATEOS”
ENTRE PEQUEÑOS SERES VIVOS
Vicente J. Almagro
C onozco a alguien que como buen Hacker, se ha introducido en una red social de esas que
tanto abundan y proliferan en nuestros días como son: Facebook, Friendster, Tribe, Myspa-
ce, Qdamos, etc. etc.
Esta red de la que nos vamos a ocupar hoy, se la conoce en el ámbito embrionario y fetal
como “Cuestiona-2-en-P-ligro” y ahora, por desgracia, está en plena actividad por la grave-
dad que implica su existencia.
Para que entendamos bien este relato, creo que lo mejor es comenzar presentando a
sus protagonistas:
Llasoy = tiene 1 segundo de vida.
Hesisto = tiene 1 día de vida.
BiBo = tiene 1 semana de vida.
Sihento = tiene 14 semanas de vida.
Naceré = tiene 6 meses de vida.
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Plaza de Andalucía, s/n. • Telf.: 953 756 818 • 23400 ÚBEDA (Jaén)
Especialidades:
Brocheta de Solomillo,
Huevos rotos con morcilla,
Picadillo de chorizo,
Choto al ajillo,
Tostas de ibéricos,
Andrajos,
Migas,
Setas en salsa cazadora,
Flamenquines Zayta,
Caracoles en salsa de tomate,
Berenjenas con miel de caña,
Lomo de Orza.
C/. Cronista Pascuau, 6
23400 Úbeda (Jaén) TAPAS VARIADAS Y VINOS
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P odríamos, en este artículo, hablar de las novedades que podemos apreciar en la Semana San-
ta de Úbeda de este año 2010, o hacer algún tipo de reflexión, a cerca de los valores que se
plasman en ella, y como se conciben, bien se pertenezca a una cofradía o no. E incluso podíamos
enfocar este artículo, hacia elementos meramente religiosos, analizando su puesta en escena
a través de las manifestaciones públicas tan cuidadas de la Semana de Pasión. Sin embargo, se
está hablando desde hace tiempo, de que la climatología prevista para la Semana Grande de
este año va a ser negativa, y complicada, que casi quita las ganas de hablar de los valores re-
ligiosos y tradicionales de nuestra Semana Santa, que luego, si no se van a poder a plasmar con
total normalidad por culpa del mal tiempo, pues mejor, volvemos al principio de este artículo,
y se intenta iniciarlo de otra manera.
Negro, frio y oscuro Domingo de Ramos, apenas hay gente en la calle, las maquinas quita-
nieves no dan abasto, y la procesión de las Palmas se ha suspendido. Las autoridades locales, han
advertido que las temperaturas seguirán bajando en las próximas horas, alcanzándose valores
de hasta menos 6 grados centígrados. Los colores blanco, verde y oro, al parecer no se verán es
este tradicional Domingo inicial de la Semana Santa. Hay descontento generalizado, el inicio se
ha visto entrecortado por el frío intenso y la nieve, que no ha dejado de caer en toda la jornada
dominical.
Hay una mejoría en las temperaturas, pero fue tanta la nieve caída en el día de ayer, que
el lunes santo ha amanecido blanco del todo, poco contraste hará la túnica azul de la Herman-
dad de la Virgen de Gracia, pues las previsiones para la hora de salida, no son muy buenas. Como
es día laboral, la gente acude al trabajo como puede, y los actos litúrgicos de las iglesias cuen-
tan con poca afluencia, el mal tiempo hace de las suyas, y devora sin piedad al Lunes Santo.
Martes Santo, hay un rayo de esperanza, pues desde la Agencia Estatal de Meteorología,
han anunciado que durante la mañana, lloverá en abundancia, lo que contribuirá a que la nieve
desaparezca con rapidez. Sin embargo, la lluvia no empezará a disiparse hasta bien entrada la
noche de esta nueva jornada santa. La directiva de la cofradía del Cristo de la Noche Oscura ha
anunciado, que de seguir así el tiempo, el acto penitencial se desarrollará íntegramente dentro
del Templo de la Trinidad. Y al final, así tuvo que ser, no paro de llover hasta pasadas las 12 de
la noche.
Miércoles Santo, amanece soleado, y con una ligera subida en las temperaturas. Cierto
optimismo invade los corazones de las hermandades que desarrollan su procesión en la noche de
este miércoles. Ambas saben lo que es ver truncadas sus procesiones por la lluvia, pero para este
año parece que la suerte les va a sonreír. Sin embargo, no más allá de las 7 de la tarde, grandes
nubes negras se asientan con comodidad sobre la ciudad de los Cerros, rugiendo y avisando de
que vienen cargadas de agua. Consultan las páginas especializadas del tiempo y llaman a Sevilla,
desde donde les informan que un cambio brusco de la dirección de los vientos ha elevado al inte-
rior de la provincia varias perturbaciones tormentosas, previstas de entrada para el paso por la
costa almeriense. Pasaron un par de horas más, con cierto chispeteo, y hacia las 9 de la noche,
eso no era llover, pues ríos de agua, bajaban por las calles ubetenses.
Para qué seguir contando, Jueves Santo, Viernes Santo, más de lo mismo, Sábado de Gloria
vuelve a nevar, y el Domingo de Resurrección, vientos de más de 120 kilómetros por hora. Una
pena, ¡vaya Semana Santa!, por lo menos en la del 2009, salió alguna que otra procesión, pero
esta es de pleno.
Seguir escribiendo supone amargarse, pero viendo como está resultando el invierno y lo
que se espera de la primavera, lo descrito anteriormente sería hasta posible. Consultando el co-
nocido calendario Zaragozano de este año 2010, las previsiones no son muy buenas que digamos.
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D olorosa, Madre y Reina de San Andrés, Soberana del Alcázar baezano, rosa mística y azucena
pura de la Madrugá en la que te coronaron Reina, bajo un cielo, teñido de negro, tus hijos
te cantan, tus hermanos te portan y las saetas rompen el silencio de la noche de Sangre y Dolor
del Jueves Santo…
Aquella en la que me encontré, al fin, con tu hermosa mirada, que miraba anhelante,
desconsolada, humilde… Pidiendo consuelo para tu alma dolorida, iluminando tu pena la tenue
luz que arrojaban los cirios a tu paso, tu dulce carita, tu bello semblante, por el que aún resba-
lan cristalitos de amargura… Y el perfume que derraman tus manos, extendidas como palomas
blancas, en las que acoges a todos los corazones de los que ya no se encuentran entre nosotros
y no pueden acompañarte cada Jueves Santo bajo su negro capuz, aquellos que siempre serán
las estrellas que bordaron en tu Palio, la luz que encendieron en tus velas y el perfume que
emanan las flores abiertas en tus jarras…
Sólo espero, Madre, el poder revivir todo el torbellino de emociones de las que me hiciste
partícipe aquella noche, a tu lado, todos los años que me permita la vida...
“Que Dios te Salve María, Fervorosa de Baeza… Estrella del Jueves Santo, amantísima
Azucena…”
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PREMIOS:
PRIMER PREMIO: Esta obra será la que ilustrará el Cartel anunciador de “El Sudario 2011”
SEGUNDO PREMIO: Se utilizará para ilustrar la portada de la revista “El Sudario”.
ACCÉSIT: Habrá tantos como crea oportuno el Jurado hasta un máximo de diez.
CALENDARIO
PLAZO DE ADMISIÓN: Se admitirán obras hasta el 16 de enero de 2011.
DEVOLUCIÓN DE OBRAS: Durante el mes de enero de 2011.
NOTAS:
- Las obras premiadas (primer y segundo premio) quedarán en poder de la Asociación que las utilizará de forma
que crea oportuno, siempre citando al autor.
- Los accésit serán devueltos tras su utilización para la revista u otras publicaciones.
- La decisión del Jurado será inapelable.
- Las obras se tratarán con sumo cuidado, no responsabilizándose la organización de los desperfectos causados
en el transporte.
- Los concursantes pueden optar a varios premios.
- Se recomienda por facilidades en las Artes Gráficas, que las obras que se presenten preferentemente en
transparencias o fotografías digitales.
- El hecho de concursar implica la total aceptación de las presentes bases.
- Los imprevistos serán resueltos por la Asociación y el Jurado.
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