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Antecedentes

La política de apoyo a la organización de los obreros y la fundación de Petromex


(después PEMEX), seguida por parte del Presidente Lázaro Cárdenas, fueron los
antecedentes más cercanos a la expropiación petrolera.

En 1924 diego Rendón lucho, tras varios fallidos intentos de huelga reprimidos y
disueltos por el ejército, se emplazó a huelga en Tampico contra la refinería "El Águila",
en la cual los trabajadores resultaron triunfantes al lograr que la empresa reconociese
al sindicato y se concertase la firma de un contrato colectivo de trabajo.

El 16 de agosto de 1935 se constituyó el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la


República Mexicana y una de sus primeras acciones fue la redacción de un proyecto de
contrato en el que se solicitaba una jornada de 40 horas y el pago del salario completo
en caso de enfermedad y que pretendía sustituir los distintos contratos colectivos que
regían las relaciones laborales en las compañías petroleras, a las que se les envió. El 3
de noviembre de 1937 se les exigió la firma del contrato colectivo y el 17 de mayo el
sindicato emplazó a huelga en caso de no cumplir tal demanda. En los primeros días de
junio el sindicato demandó a las compañías petroleras ante la Junta General de
Conciliación y Arbitraje. Dicha huelga finalmente estalló el 31 de mayo y se levantó el 9
de junio.

La lucha de los trabajadores petroleros fue bien vista por el Presidente y la población, a
pesar de los problemas causados por la escasez de petróleo.

En el mes de julio, por indicaciones de la Junta General de Conciliación y Arbitraje, se


integró una Comisión de expertos para que investigaran la situación financiera de las
compañías petroleras, concluyendo que las ganancias obtenidas por éstas, permitían
fácilmente cubrir las demandas de los trabajadores.

Pero para el 8 de diciembre se realizó otro paro de labores al no tener respuesta de la


Junta de Conciliación. Para el 18 de diciembre de 1937, la junta dio el fallo en favor del
sindicato mediante un laudo en el cual se pidió a las compañías el cumplimiento de las
peticiones y el pago de 26 millones de pesos en salarios caídos. Las compañías
petroleras interpusieron una demanda de amparo el 2 de enero de 1938 ante la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, que les negó el amparo.

Como consecuencia, las compañías extranjeras se declararon en plena rebeldía y, en


respuesta, la máxima Autoridad Judicial emitió su fallo el 1 de marzo, señalando que el
tiempo límite para que las empresas pagaran los 26 millones de pesos el 7 de marzo.
Aunque se planeaba que fuera el 6 de marzo.

Expropiación petrolera

El presidente Lázaro Cárdenas tuvo reuniones con las compañías el 3, 6 y 7 de marzo.


Según relatos de testigos, en la junta del 7 de marzo cuando el presidente Lázaro
Cárdenas solicitó el pago de los 26 millones como una garantía para levantar la huelga,
uno de los dueños de una de las compañías preguntó "¿Y quién lo garantiza?". "El
presidente de la República" contestó Lázaro Cárdenas, a lo cual el dueño respondió
"¿Usted?". Lázaro Cárdenas dio por terminadas las pláticas.

El viernes 18 de marzo de 1938, las compañías extranjeras, advertidas por personas


dentro del gobierno de que el Presidente planeaba algo "fuerte" en contra de ellas,
declararon en el último momento estar dispuestas a hacer el pago, pero el Presidente
Cárdenas ya había tomado una decisión: a las 10 de la noche declaró la expropiación
mediante la cual la riqueza petrolera, que explotaban las compañías extranjeras, se
volvió propiedad de la nación Mexicana.

Este hecho fue efectuado de acuerdo a la Ley de Expropiación del 23 de noviembre de


1936 y al Artículo 27 de la Constitución Mexicana.

Las 17 empresas petroleras extranjeras expropiadas fueron: Compañía Mexicana de


Petróleo El Águila, (London Trust Oil-Shell), Mexican Petroleum Company of California
(ahora Chevron-Texaco la segunda empresa petrolera global) con sus tres subsidiarias:
Huasteca Petroleum Company, Tamiahua Petroleum Company, Tuxpan Petroleum
Company; Pierce Oil Company, subsidiaria de Standard Oil Company (ahora Exxon-
Mobil, la más grande empresa petrolera mundial); Californian Standard Oil Co. de
México; Compañía Petrolera Agwi, SA., Penn Mex Fuel Oil Company (ahora Penzoil);
Stanford y Compañía Sucrs. Richmond Petroleum Company of Mexico , ahora (ARCO);
Compañía Exploradora de Petróleo la Imperial SA., Compañía de Gas y Combustible
Imperio y Empresas; Mexican Sinclair Petroleum Corporation, sigue siendo Sinclair Oil;
Consolidated Oil Companies of Mexico SA, Sabalo Transportation Company; y
finalmente la Mexican Gulf Petroleum Company (luego llamada Gulf).

Consecuencias

El Reino Unido rompió relaciones diplomáticas con México, los Países Bajos y Estados
Unidos decretaron un embargo comercial, y retiraron a todo su personal técnico. La
Tesorería de Estados Unidos dejó de adquirir petróleo y plata mexicana y dio toda su
preferencia al petróleo de Venezuela.

El 23 de marzo se reunieron miles de personas de todas las clases sociales en una


enorme manifestación de respaldo, regalando hasta gallinas para cubrir la
indemnización. Las colectas y la emisión de bonos para cubrir la indemnización a las
compañías petroleras estuvieron lejos de solucionar el problema económico pero sí
constituyeron movilizaciones impresionantes de la opinión pública en apoyo de la
nueva situación. Incluso sectores como la Iglesia y los empresarios conservadores,
aplaudieron esta decisión. Para muchos, la expropiación significaba un sacudimiento
final del imperialismo que por tanto tiempo había sangrado a México, impidiéndole
confiar en su propia fuerza y capacidad.

Fueron momentos difíciles para el país ya que se agotaban las reservas de gasolina y
no se tenía el conocimiento para sintetizar el tetraetilo de plomo, utilizado en aquellas
épocas para graduar el octanaje de la gasolina. Se reunió a los mejores especialistas
del todo el país para poder descubrir el proceso. Un accidente mató la mayor parte del
personal y retrasó la investigación cuando se encontraba más avanzada. En un
segundo intento se reunieron a los estudiantes de química más destacados del
Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Nacional Autónoma de México y
después de muchos esfuerzos lograron sintetizar el compuesto.

Citas del discurso de Expropiación

Las compañías petroleras, no obstante la actitud de serenidad del Gobierno y las


consideraciones que les ha venido guardando, se han obstinado en hacer, fuera y
dentro del país, una campaña sorda y hábil que el Ejecutivo Federal hizo conocer hace
dos meses a uno de los gerentes de las propias compañías, y que ese no negó, y que
han dado el resultado que las mismas compañías buscaron: lesionar seriamente los
intereses económicos de la nación, pretendiendo por este medio hacer nulas las
determinaciones legales dictadas por las autoridades mexicanas.

Se trata de un caso evidente y claro que obliga al Gobierno a aplicar la Ley de


Expropiación en vigor, no sólo para someter a las empresas petroleras a la obediencia y
a la sumisión, sino porque habiendo quedado rotos los contratos de trabajo entre las
compañías y sus trabajadores, por haberlo así resuelto las autoridades del trabajo, de
no ocupar el Gobierno las instituciones de las compañías, vendría la paralización
inmediata de la industria petrolera, ocasionando esto males incalculables al resto de la
industria y a la economía general del país.
Las compañías petroleras han gozado durante muchos años, los más de su existencia,
de grandes privilegios para su desarrollo y expansión; de franquicias aduanales; de
exenciones fiscales y de prerrogativas innumerables, y cuyos factores de privilegio,
unidos a la prodigiosa potencialidad de los mantos petrolíferos que la nación les
concesionó, muchas veces contra su voluntad y contra el derecho público, significan
casi la totalidad del verdadero capital de que se habla.
Planteada así la única solución que tiene este problema, pido a la nación entera un
respaldo moral y material suficiente para llevar a cabo una resolución tan justificada,
tan trascendente y tan indispensable.

Y como pudiera ser que los intereses que se debaten en forma acalorada en el
ambiente internacional, pudieran tener de este acto de exclusiva soberanía y dignidad
nacional que consumamos, una desviación de materia primas, primordiales para la
lucha en que están empeñadas las más poderosas naciones, queremos decir que
nuestra explotación petrolífera no se apartará un sólo ápice de la solidaridad moral
que nuestro país mantiene con las naciones de tendencia democrática y a quienes
deseamos asegurar que la expropiación decretada sólo se dirige a eliminar obstáculos
de grupos que no sienten la necesidad evolucionista de los pueblos, ni les dolería ser
ellos mismos quienes entregaran el petróleo mexicano al mejor postor, sin tomar en
cuenta las consecuencias que tienen que reportar las masas populares y las naciones
en conflicto.
Fracciones del texto leído por el Presidente de la República, General Lázaro Cárdenas,
en Palacio Nacional el 18 de marzo de 1938, decretando la Nacionalización de la
Industria Petrolera en México.
Benito Juárez

(San Pablo Guelatao, México, 1806-Ciudad de México, 1872) Político mexicano. Hijo de
Marcelino Juárez y Brígida García, matrimonio indígena de humilde condición, Benito
Juárez quedó huérfano siendo niño y cursó sus primeros estudios en su pueblo natal.

Tenía veinte años cuando ingresó en el Instituto de Ciencias de Oaxaca, donde se


licenció en derecho. Su preocupación por la realidad social y en particular por la
situación de los campesinos lo llevó a expresar sus puntos de vista liberales y a
participar activamente en política.

En 1831 Benito Juárez fue elegido regidor del ayuntamiento de Oaxaca y al año
siguiente, diputado al Congreso del Estado. La energía con que defendió los intereses
que representaba le valió en 1846 ser diputado por Oaxaca ante el Congreso de la
Unión. Un año más tarde fue designado gobernador de su estado natal, cargo en el
que permaneció hasta 1852.

Su oposición al tratado de Guadalupe-


Hidalgo, por el que México perdió vastas
zonas de su territorio en favor de Estados
Unidos, encontró cauce en las filas liberales
y en la defensa de un proyecto federalista.
Sin embargo, los conservadores tomaron el
poder en 1853, acaudillados por el general
Santa Anna, y Juárez se vio obligado a
exiliarse en Cuba.

Al cabo de dos años regresó y se adhirió al


plan de Ayutla, entre cuyos firmantes figuraban los generales Villarreal, Comonfort y
Álvarez. Al triunfar el pronunciamiento fue designado consejero de Estado y, bajo la
presidencia de Ignacio Comonfort, ministro de Justicia. Como tal promulgó una serie
de leyes que restablecían las libertades de enseñanza, imprenta y trabajo y anulaban
las prerrogativas del clero y el ejército.

Sus disposiciones legislativas, que inspiraron la Constitución de 1857, de corte liberal,


motivaron la reacción de los conservadores, quienes se pronunciaron al año siguiente
en el plan de Tacubaya. Comonfort pactó con ellos, dio un golpe de Estado y encarceló
a Juárez, lo cual fue el detonante de la guerra de Reforma. Como presidente de la
Corte Suprema de Justicia, Juárez, que había conseguido huir, se convirtió en el
presidente legítimo, de acuerdo con la Constitución, y estableció el gobierno en
Veracruz.

Desde allí expidió las leyes de Reforma y proclamó una Constitución más radical que la
anterior. Con la ayuda de Estados Unidos los liberales derrotaron finalmente a los
conservadores en 1860. Sin embargo, las graves dificultades económicas por las que
pasaba el país lo obligaron a suspender el pago de la deuda externa. La medida motivó
la intervención del Reino Unido, España y Francia en 1861. Las promesas de Juárez
determinaron la retirada de las dos primeras potencias, pero Francia, en connivencia
con los conservadores, invadió México en 1863.

Ante la instauración del Imperio de Maximiliano, al año siguiente Benito Juárez se


retiró a Paso del Norte y desde allí organizó la resistencia. Después de tres años de
guerra entró en la capital y ordenó fusilar a Maximiliano I en Querétaro. Con el país
empobrecido y desunido, fue reelegido por séptima vez en agosto de 1867, restauró la
República federal y, al tiempo que daba vigencia a las leyes de Reforma, adoptó una
serie de medidas para fortalecer la autoridad presidencial.

Este hecho y el temor a que buscara perpetuarse en el cargo, motivaron la reacción


dentro de su propio partido. A pesar de las dificultades económicas, de la hostilidad
del Congreso y de numerosos pronunciamientos, en 1872 Juárez fue nuevamente
reelegido. Lerdo de Tejada, quien había fundado el Partido Lerdista, se alió a Porfirio
Díaz y juntos se alzaron contra Juárez, revuelta que pudo ser sofocada. Tras su muerte,
a causa de un ataque cardíaco, el Congreso lo declaró

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