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Corazonadas
El libro II de los chicos enamorados
Dedicatoria:
1
Digo "nuevamente" porque a este actor le dediqué El libro de los chicos
enamorados en su tomo uno.
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Bienvenida
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1
"sus" de "ustedes", por supuesto...
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E.B.
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Pronóstico meteorológico
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Cielo despejado
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Palabracadabra
De cuatro letras es suma
la fantástica palabra
que abre soles en la bruma,
porque es "palabracadabra".
Palabracadabra bella.
No hay otra de más valor.
Desierto el mundo sin ella.
Ésa es la palabra "amor".
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Para vivir
Para vivir
yo inventé un lugar:
castillo en el aire
donde es posible
risa y cantar...
Nunca imaginé
que allí te iba a encontrar.
Ahora para soñar,
somos dos.
Para vivir
palabras junté,
sólo las más hermosas
dentro del alma coleccioné...
Que estaban en ti
cómo iba a saber...
Ahora, para crecer,
somos dos.
Para vivir
pensé en el amor,
sol de medianoche
sobre la sombra a mi alrededor.
Nunca imaginé
que en tus ojos lo iba a ver.
Ahora, para querer,
somos dos.
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Primer beso
Tantas veces presentido
y tantas imaginado;
tras el rubor, reprimido;
contra el espejo ensayado.
Aunque uno fue besado
desde el día en que nació,
otro besito el soñado:
el que inaugura el "tú y yo".
Es un roce inolvidable
(lo mismo que quien lo da).
Sabor de fruta imborrable.
Derrota la soledad.
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Canción térmica
Sensación térmica: cuarenta grados.
Tropical el corazón
de todos los chicos enamorados,
los dueños de esta canción.
De tristes
Triste el amor traicionado
o aquel que se va apagando.
Triste el jamás encontrado
o el amor de vez en cuando.
Nubosidad variable
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Poema de la desnoviada
Enamorarme quisiera...
Soy la única en mi grado
que por amar desespera...
y no encuentra enamorado.
Necesito enamorarme...
¿pero de quién?; ¿cómo elijo?
¿Podrías aconsejarme
en qué chiquilín me fijo?
(Y no te describo a todos
porque suman más de veinte...
Además —de cualquier modo—
me dejan indiferente...)
Y mi respuesta ilumino
con la certeza mayor:
el amor es el camino
para llegar al amor.
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Piropo
Un beso de palabritas
es un hermoso piropo;
brevísima musiquita
que te cautiva de a poco...
Es caricia de sonidos
que te obsequian al pasar
y hace nido en tus oídos...
¡Todos saben piropear!
El intruso
Dulce intruso, apareció
súbitamente en mi vida.
Ni fui quien lo convocó;
ni le di la bienvenida.
Cabecita de novia1
Tu paraguas olvidaste
en el transporte escolar,
junto a él, también dejaste
los deseos de estudiar.
Amor en sonidos
Una tarde
—de repente—
bajo el sol
me pareciste
diferente.
No entendía
qué pasaba:
con mis ojos
piel adentro
te arrastraba.
¿Qué te digo?
¡Ay!, ¿qué,
cuando te enfrente,
si a mi amor
sólo en sonidos
se lo siente...?
¿Qué te digo,
¡ay!, qué,
—mi dulce ausente
si mi amor
es melodía
transparente?
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La escondida
¡Ay!, jugando a la escondida
el amor conmigo está.
Alma de capa caída
entre el "tal vez" y el "quizá".
Chaparrones aislados
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Mientras paso
No adelanta ni atrasa
el tiempo, ese embustero.
No es el tiempo el que pasa;
tú y yo los pasajeros.
Triángulo isósceles
Fuimos amigos del alma
de primero a sexto grado
y —en séptimo— como a espina
me arrancaste de tu lado.
porque si te enamoraste
de esa nada, lo comprendo.
Pero... ¿por qué me pateaste
como a una piedra? No entiendo.
Poema de la desestrellada
Más gracioso que un delfín
y dulce como un membrillo;
entre el oro del flequillo
sus ojos no tienen fin.
Aunque sé —desestrellada—
(porque nací sin estrella)
que no es a mí, sino a ella
a quien está dedicada...
Fruto inmaduro
Nuestro amor es un fruto inmaduro,
es un ave herida
que aletea en los dos
y se pierde
en la siesta encendida.
Pequeño Otelo1
En un velero soñado
—anoche— partí de viaje
por la luna custodiado;
mis celos como equipaje.
Un puerto desconocido,
desconocido pueblito
y —de pronto sorprendido—
te vi allí, tierno amorcito.
1
"Otelo": personaje principal y título de una conocidísima tragedia de Shakespeare. Como se
trata de un esposo tremendamente celoso, su nombre suele usarse como modelo de tal
característica de personalidad.
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Confesión colectiva
A Romina, por bonita.
Por simpática, a Manuela.
Por melancólica, a Anita.
Por misteriosa, a Marcela.
Frente de tormenta
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Pido gancho
"Pido gancho,
pido gancho."
Yo necesito una tregua,
que no me vas a engañar:
hay otra, se ve a la legua.
"Pido gancho."
Hasta mañana
es el plazo que te doy.
Te apartas de esa fulana
o de tu vida me voy.
"Pido gancho."
Será eterno
si sigues tu juego infiel.
Y te condeno al infierno,
¡que te consumas en él!
La rompecorazones
Cada chico de su grado
de ella está enamorado.
Va despertando emociones
¡ay, la rompecorazones!
de aspirantes, yo golpeo
la noche con mi deseo:
¡Castigo a la picarona!
¡Que se quede solterona!
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Novia electrónica
Todo de ti me enamora...
¡menos la computadora!
Todo a ir a verte me invita...
¡menos esa maquinita!
Pareces hipnotizado
cuando te encuentras con ella,
la observas encandilado
igual que a una niña bella.
Novio a medias
"Estoy medio enamorado,
casi — casi... no lo sé...",
me susurró el malcriado
y perpleja me quedé.
Venganza
¿Qué es eso de andar contando
que conquistaste mi amor,
a los vientos murmurando
y lanzando ese rumor?
Y en sección clasificados
de los diarios —además—
publico —bien destacado—
que ya no te quiero más.
Arco iris
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Nos recordamos,
nos alegramos,
nos presentamos…
Bien de reojo,
sin sospecharlo,
ya nos amamos...
Más me gustaste,
más te gusté.
(No lo dijiste;
yo lo callé.)
Recién al año
te confesé
que te quería...
La misma tarde
que me enteré
de que eras mía...
La misma tarde...
La misma esquina...
La misma hora...
Cuesta creer
cómo la gente se enamora.
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La voz de mi angelita
de la guarda, además;
mi mágica varita
y mucho, mucho más...
Y mi risa completa
(no me guardo un poquito).
También, mi bicicleta
te la presto un ratito...
Permiso
Te pido permiso
para enamorarme
y para instalarme
en tu corazón.
Y en esta canción
desde ya te aviso,
tendrás que aceptarme,
porque soy mandón.
Es un compromiso:
seré más que amigo;
y te ordeno amarme
y soñar conmigo.
Te pido permiso
de puro educado,
pero sólo espero
no ser rechazado.
Amores de estudiantes
"Hoy un juramento,
mañana una traición,
amores de estudiantes
flores de un día son."1
Y no es ninguna traición
si —ahora— mi corazón
a otro lo doy, maestro.
¡Casi inmortal fue lo nuestro!
1
Estrofa inicial del famoso tango Amores de estudiantes, de Gardel y Lepera.
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Te nombro capitana
de mi barquito
y de mi alma,
campana del infinito.
Bancos de niebla
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Ella
No soy quien en mí vive:
es ella, la tristeza.
Por mí, anda y escribe,
de soledades presa.
Fin de semana
Tamboriles de una ausencia.
De la tuya. Tu presencia
me hace falta hace dos días.
(Cómo estoy, no creerías.)
El domingo es un feriado.
Hoy no hay clases. Destinado
a esperarte hasta mañana,
me hundo en el fin de semana.
Difícil la despedida
después de tanto querernos
pero me voy de tu vida,
de esta costumbre de vernos...
Melancolía
Melancolía de sentirte lejos
y de ignorar por qué te fuiste así.
Hoy llueve en la ciudad y en mis espejos
(y dicen que estoy triste porque sí...)
borrones en la mirada
pero sin contestar nada.
Apenas lo vi marcharse
dejé el llanto desatarse.
El imposible
Nadie lo va a adivinar,
soy primera actriz de un drama
que a escena no va a llegar;
si ni figura en programa...
Y atravesaste la puerta
de mi casa, sin saber
que me quedaba desierta,
que no podrías volver.
Amor desparejo
Sufro como un condenado
(y —de algún modo— lo estoy).
A perpetua enamorado
y ella ni sabe quién soy.
Este amor
Este amor está solo.
El sábado le cuelga a los costados.
El tiempo de no verte
le va grande;
le sobra —por sobrar— de todos lados.
Este amor
es un loco jardinero
que sólo poda ausencias
y te quiere.
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Ventarrón de cartas
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Valijita de papel
de tu ternura a la mía.
Globo rojo, carrusel...
¡Cómo embelleció mi día!
Apenas me desperté
quise escribirlo. Imposible.
De repente, lo olvidé
y fue poesía invisible.
Transparente poesía
que ella no podrá leer...
No sabrá que —en sueño— es mía.
¡Ay, cómo duele querer!
Carta anónima
Te escribí cartas cien veces
y no te las di otras cien,
pero ahora —me parece—
que te la daré, mi bien.
Tu secreto enamorado
contigo ansia ennoviarse
y de puro avergonzado
no se anima a presentarse.
Visibilidad óptima
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Si se vive enamorado…
Lona de circo es el cielo,
de estrellas agujereado.
Miro a través y sin velo
su secreto me es confiado:
El amor —únicamente—
da sentido a cada instante;
mira a la muerte de frente,
no deja que se adelante.
Es el mejor campanero
porque todas sus campanas
son de Dios el sonajero...
en las almas, resolana...
Si a dúo se lo transita,
el mundo es anaranjado;
la vida siempre da cita
si se vive enamorado...
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(cuento)
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I. Archi
¿Cómo habían sido para Archi esos tres últimos años pasados desde
el divorcio de sus padres... desde que su mamá se quedara sola con
él y sus hermanitos menores... desde que su papá había vuelto a
casarse y a tener otro hijo más... desde que su infancia se iba
transformando en un álbum de recuerdos, a la par de las
transformaciones de su propio cuerpo...?
Difíciles habían sido. Duros.
Ya no veía a su padre todos los días. Debía compartirlo con la otra
familia y eso significaba —para colmo— encontrarlo fin de semana
por medio: un sábado y domingo les tocaba a los dos chiquitos —de
cinco y seis— que —por supuesto— programaban actividades muy
distintas a las que Archi proponía con sus trece años. Además, él se
sentía mayor de lo que en realidad era.
A diferencia de sus hermanos, podía comprender con bastante
claridad la situación que estaban viviendo. Entonces sufría. Y cómo.
Sobre todo, por lo apagada que andaba su madre desde que aquella
separación había ocurrido.
Ante Carlitos y Dudy podía fingir una felicidad que no experimentaba;
eran demasiado pequeños —aún— como para entender la causa de su
silencioso dolor, para suponer que estaba tan herida. ¿Acaso no era
ella quien les hablaba del padre ausente con tanto cariño? ¿Y quién —
si no— la que les preparaba los bolsos para la breve mudanza de
sábado a domingo al nuevo domicilio paterno?
Ninguna queja, salvo ésa de que su labor como cajera del
supermercado la agotaba pero a la que no podía renunciar... El padre
contaba ahora con dos familias a su cargo —les repetía— y nada de
mala voluntad, pero ganaba justo lo suficiente como para
mantenerlas modestamente.
No era —por lo tanto— el dinero lo que abundaba en la casa de Archi.
Por eso, ahora que se aproximaba su primera Navidad como
muchacho enamorado, él presentía que iba a ser bien triste... ¿Cómo
comprarle un regalito a Sabina, su compañera de séptimo, la dulce
chica que le hacía tuntunear el corazón como cuando se agitaba al
jugar un partido de fútbol?
Claro que podía regalarle uno de sus libros preferidos, ésos que releía
de continuo y que —por lo general— eran de terror o de ciencia
ficción... o una planta de las cultivadas por su tía a partir de gajos de
otras ya maduras... o un cuaderno escrito a mano y repleto de
oraciones tiernas...
Sabina no era interesada. Cualquier obsequio que él le ofrendase iba
a ser recibido con idéntico afecto.
Pero no. Que no. Se había empecinado en conseguir uno de los
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II. Sabina
criaturas.
Bien sujeto al cuello de su vestido celeste —como si fuera un
navideño adorno del mismo— Sabina lucía, orgullosa, el precioso
moño azul con estrellitas. Se le había ocurrido estrenarlo —sí o sí—
como el accesorio importante que era. Muy. Hasta que el pelo volviera
a crecerle, claro.
FIN1
1
Habitualmente me preguntan si —cuando yo era chica— me gustaba leer historias de
amor; o sea novelas, cuentos, poemas que abordaran tan hermoso sentimiento.
Contesto que sí (¡y con pasión!) aunque —también— debo reconocer que muy raramente
(por no decir "nunca"...) caía en mis manos algún relato que tratara acerca del amor entre
niños o jovencitos. Por eso, me lo pasé leyendo textos que —de acuerdo con la opinión de los
adultos— no eran adecuados para mi corta edad. Sin embargo, ninguno me dañó ni alteró mi
vida aunque —en múltiples oportunidades— no entendiera exactamente el sentido de lo
escrito.
Una de aquellas historias (que me sacudió el alma, a pesar de que sus protagonistas no eran
chicos ni estaba destinada a la infancia) dio base a mi cuento Solamente los que se aman
que acaba de concluir. Lo presenté en una versión libérrima, totalmente actualizada, porque
episodios como el que le sirvió de inspiración pueden reiterarse entre los enamorados de
todas las épocas y lugares.
A quien le interese leer el argumento que dio pie al mío, le informo que se titula El regalo de
Reyes y pertenece al escritor William Porter, mucho más conocido por su seudónimo:
O'Henry, nacido en los Estados Unidos de Norte América en 1862 y fallecido en 1910 y a
quien aprovecho —ahora— para enviarle un agradecido beso —astral— por su permiso para
recontar su bellísimo cuento.
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Despedida
Así lo estuvo durante los meses en que fui dando a luz esta
obra que ya llega a su fin y que me encantaría que adopten como
propia.
A otra cosa: