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bíblica y bibliográfica. Es una edición de autor y se distribuye gratuitamente a los


lectores de habla hispana en América Latina y el resto del mundo. El autor, que
es un investigador mexicano (n. 1965), no tiene compromisos denominacionales
con ninguna iglesia establecida, llámese católica, evangélica o de cualquier otra
denominación. La Ucli es un ministerio cristiano de investigación y docencia de
carácter independiente.

Primera publicación, 2015


Esta edición: 2022
Todos los derechos reservados por The Ucli Press International

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estudiado en grupos religiosos y no religiosos, siempre y cuando no se altere su
contenido y se den los respectivos créditos al autor.

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3
Contenido
Resumen (1)

I. Infiernos cristianos y no cristianos (3)

I.A. La oficialidad del infierno (3)


I.B. Otros infiernos no cristianos (12)
I.C. La creencia en el infierno hoy (13)
I.D. Planteamiento del problema (14)

II. Breve reseña histórica del infierno (15)

II.A. La idea del infierno nace de creencias paganas (15)


II.B. La doctrina del infierno se infiltró en las sectas judías (15)
II.C. La doctrina se introdujo en el cristianismo apócrifo (16)
II.D. Los primeros padres de la Iglesia discreparon (17)
II.E. El agónico infierno de la Edad Media (17)
II.F. El infierno durante el Renacimiento y la época Clásica (18)
II.G. El infierno en el Siglo XX (19)
II.H. Enfoques contemporáneos sobre el infierno (20)

III. A dónde van los muertos (23)

III.A. Muerte y conciencia (23)


III.B. “Lázaro duerme” (23)
III.C. Morir es dormir (24)
III.D. Conclusión (26)

4
IV. Jesucristo, el infierno y el lago de fuego (27)

IV.A. Pero Jesús sí dijo “infierno” (27)


IV.B. El “infierno” de fuego (28)
IV.C. Los “gusanos inmortales” (33)
IV.D. El “fuego que no se apaga” (33)
IV.E. El “castigo eterno” (34)

V. Gehena, hades, seol e infierno (37)

V.A. El individuo promedio se encuentra confundido (37)


V.B. Confusión terminológica (37)
V.C. Un compromiso teológico-denominacional (37)
V.D. Las Escrituras hacen distinción entre términos (40)
V.E. ‘El mar, la muerte y el infierno devolvieron sus muertos…’ (40)

VI. Reflexión final (42)

Otros subtemas y preguntas a considerar (47)

Bibliografía (48)

Acerca del autor (49)

5
Resumen
Debido a su innegable compromiso teológico y denominacional, los
traductores de la Biblia por años han generado una confusión entre los
lectores no especializados al traducir dos términos griegos (GÉ.HEN.NA y
HAI.DES) y uno hebreo (SHE’OL) por un mismo término latino: “infierno”.
El término bíblico hebreo original SHE’OL fue sustituido indebidamente en
nuestras traducciones bíblicas por un término de origen claramente pagano:
IN.FÉR.NUS. Aun así, el Seol/“infierno” hace referencia al sepulcro o tumba,
es decir al lugar donde vamos a parar todos, hayamos sido buenos o malos.
Por su parte, los autores de las Sagradas Escrituras Cristianas (Nuevo
Testamento) usaron el término griego HAI.DES para referirse al antiguo
She’ol hebreo, y afirmaron que todos los que están en el
Hades/Seol/“infierno” duermen en el sueño de la muerte pero que resucitarán:
unos “para tener vida” y otros “para ser juzgados” (Juan 5:28). Una vez
juzgados, los malvados que murieron sin arrepentirse de sus faltas son
condenados a morir una segunda vez. Esta “Segunda Muerte” está expresada
en el Nuevo Testamento por el término griego GÉ.HEN.NA., y alude a un
tipo de muerte que ahora implica una destrucción absoluta y definitiva del ser
completo, tanto de las personas angélicas como de las humanas, lo cual las
imposibilita para resucitar. Nuestra investigación explica por qué, tras la
muerte y resurrección del Señor Jesucristo, el apóstol Pedro pudo decir que
Jesús “no fue dejado en el infierno [Hades/Seol]” (Hechos 2:27, 31, 32; Salmo
16:10), y por qué −hablando proféticamente de la futura resurrección en
tiempo pasado− el libro de las Revelaciones de Juan dice que “el mar
devolvió sus muertos; la muerte y el infierno devolvieron los suyos”
(Apocalipsis 20:13-14). Al final de la historia como la conocemos, el
“infierno” se vaciará, es decir, las tumbas vomitarán a sus muertos porque
todos ellos ‘oirán la voz del Hijo del hombre, y saldrán de allí’. Enseguida, “la
muerte y el infierno [Hades] fueron arrojados al lago de fuego. Este lago de
fuego es la muerte segunda” (Apocalipsis 20:14). El que la muerte y el Hades
(“infierno”) sean “arrojados” al Lago de Fuego significa que serán eliminados
para siempre cuando la raza humana quede liberada de (1) el pecado, (2) la
consecuencia del pecado: la muerte, y (3) la morada última de los muertos: el
sepulcro/seol/hades/“infierno”.

1
2
I. Infiernos cristianos
y no cristianos

I.A. La “oficialidad” del infierno.


Durante mucho tiempo, los líderes religiosos de las más de 37 mil
confesiones cristianas denominacionales de todo el mundo han afirmado
que, después de morir, los pecadores van inevitablemente a un abismo
físico, un universo debajo de la tierra llamado infierno (del latín inférnum o
ínferus: “inferior, subterráneo”) en el que conscientemente experimentan un
sufrimiento espantoso e infinito. Veamos algunos ejemplos:

I.A.1 LA VERSIÓN CATÓLICA.

a. El Catecismo de la Iglesia Católica, tercera edición revisada, dice:

“La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y


su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado
mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la
muerte y allí sufren las penas del infierno, ‘el fuego eterno’
[…]. La pena principal del infierno consiste en la separación
eterna de Dios” (p. 242).

Más tarde veremos qué tan ridículamente “infernal”, “terrible”, pero


conveniente, podría resultar para los malvados la idea de ser
“separados eternamente de Dios”.
b. Según la New Catholic Enciclopedia:

“La principal característica del infierno es su fuego


inextinguible […] y eterno […] Cualquier cosa que se quiera
dar a entender por los términos ‘fuego inextinguible y ‘fuego
eterno’, estas no deben considerarse como insignificantes”.

3
c. Contra lo que ya había establecido el papa Juan Pablo II en 1999 (ver
sección II.H.4), su sucesor, el papa Benedicto XVI sostuvo que

“…el infierno, del que se habla poco en este tiempo, es el lugar


donde los pecadores arden de verdad en un fuego interminable;
no es un simple símbolo religioso destinado a galvanizar a los
fieles: existe y es eterno”.1

I.A.2. LA VERSIÓN EVANGÉLICA (PROTESTANTE).

a. El ensayista evangélico estadounidense John Blanchard afirma


categóricamente:

“El infierno no es un producto de la imaginación religiosa sino una


aterradora realidad. […] un castigo interno e interminable. Aquellos
cuyo destino es el infierno tendrán la capacidad de sufrir más allá de
lo que sufrieron en la tierra, puesto que sus conciencias culpables y
contaminadas serán sus peores torturadores. Ellos recordarán total y
constantemente cada pensamiento, palabra y obra mientras estuvieron
en la tierra, y estarán agonizantemente conscientes de que
deliberadamente escogieron el estilo de vida que ahora los ha
condenado” (Blanchard, 2013:49, 51).

b. Albert Mohler, presidente del centro teológico Southern Baptist


Theological Seminary, de Lousville, Kentucky, EE.UU., dice:

“La Escritura enseña claramente que el infierno es un lugar


físico donde se atormenta con fuego a la gente. [Esta doctrina]
es una realidad bíblica.”

c. En The Nature of Hell (informe de la comisión de la Alianza


Evangélica Americana) se expone la naturaleza del infierno como
tomada de La Divina Comedia, de Alighieri:

“El infierno es una experiencia consciente de rechazo y


tormento. […] En el infierno, el castigo y el sufrimiento varían

1
http://elpais.com/diario/2007/04/23/sociedad/1177279205_850215.html
4
dependiendo de la gravedad de los pecados cometidos en la
Tierra.”

d. Siglos antes, Mathew Henry (1662 – 1714), tal vez a partir


justamente de La Divina Comedia, habría tomado la idea de la
gradación de las torturas infernales cuando confirmó
teológicamente que “hay diferentes grados de castigo en ese
día. Todos los dolores del infierno serán intolerables, pero
algunos lo serán más que otros. Algunos se hunden más en el
infierno que otros, y son castigados con más azotes” (Henry,
1999).

e. El teólogo pentecostal norteamericano Myer Pearlman dijo:

“El destino de los malvados es la separación eterna de Dios, y


eterno sufrimiento. […] El Cristo tierno y amoroso advirtió a
los hombres con respecto a los sufrimientos del infierno. […]
El infierno es un lugar de extremo sufrimiento […], deseos
insatisfechos […], menosprecio […], malas compañías [y]
desesperanza” (Pearlman, 1958:447-48, énfasis añadido).

f. Aparte de asunto de “la separación eterna de Dios”, el líder y


escritor cristiano estadounidense Bill Wiese enfatiza el
subtema de la ausencia total de la bondad divina en el infierno:

“Dios preparó el cielo como su morada eterna, llena de todos


los atributos de su santidad y gloria. Pero cuando preparó el
infierno, retiró todos sus atributos, o bondad, de ese lugar de
tormento. La muerte espiritual significa estar separado de Dios,
y estar separado de él significa estar separado de todo lo bueno.
[… El infierno] no tiene nada de bondad. […] su bondad e
influencia fueron retiradas. […] Él ha retirado su bondad del
infierno” (Wiese, 2010:3-4).

g. Este enfoque es una versión actualizada de la perspectiva del


creacionista Henry Morris, quien ya había dicho que:

5
“Esencialmente, el infierno es el lugar del cual todos los
aspectos de la presencia de Dios serán totalmente retirados para
siempre” (Morris y Clark, 1976:311).

h. El famoso evangelizador estadounidense Billy Graham, afirmó que el


peligro de ir a dar al infierno fue la justificación del advenimiento de
Cristo:

“La enseñanza de un infierno literal se halla en los credos de


todas las principales iglesias […] Dios consideró el infierno
como algo tan real que envió a su Hijo Unigénito al mundo
para salvar del infierno a los hombres”.

i. Por su parte, William Franklin Graham IV, nieto de aquel famoso


evangelizador, confirmó no solo la supuesta realidad del infierno, sino
la tesis de su abuelo acerca de la razón de la encarnación del Cristo:

“La mayoría de la gente con quien me cruzo aún cree en el


infierno. Ahora bien, lo que está cambiando es la idea misma
de lo que el infierno es, aunque hay cosas que sabemos con
certeza porque la Biblia lo dice. Una de ellas es que hay,
efectivamente, un lugar llamado infierno. La razón última por
la cual Dios vino a buscarnos a los seres humanos fue para
salvarnos del infierno. […] tenemos muchos mal entendidos
sobre el infierno, pero es un lugar muy real. Sabemos también
que es un lugar de oscuridad extrema”.2

j. El famoso teólogo y maestro evangélico norteamericano, Robert C.


Sproul ha dicho lo siguiente con respecto al infierno:

“La Biblia nos describe al infierno como un lugar de oscuridad,


un lago de fuego, un lugar de llanto y de crujir de dientes, un
lugar de eterna separación de las bendiciones de Dios, una
prisión, un lugar de tormento donde el gusano no morirá
jamás”. Y añade:

2
Puede leer la entrevista completa que le hizo Christine A. Scheller en la edición electrónica de la
revista Christianity Today: http://www.christianitytoday.com/ct/2011/aprilweb-only/willgraham.html
6
“Posiblemente el aspecto más aterrador del infierno es su
eternidad. Las personas pueden soportar la más angustiante de
las agonías siempre y cuando sepan que en algún momento ha
de terminar. En el infierno esta esperanza no existirá. La Biblia
nos enseña con claridad que el castigo ha de ser eterno […], es
una eternidad frente a la ira de Dios justa y siempre ardiendo;
un tormento en el sufrimiento, del cual no hay escapatoria
posible ni alivio”. Y concluye:

“El problema que [los impíos] tendrán en el infierno no será la


separación de Dios, será la presencia de Dios lo que los
atormentará. En el infierno Dios estará presente en toda la
plenitud de su ira divina. Estará allí para ejercer su justo
castigo sobre los malditos. Lo conocerán entonces como el
fuego consumidor” (Sproul, 1996:317-318).

k. El punto de vista de Sproul, repetía lo que un año antes había


escrito el Dr. Robert A. Peterson, quien afirmó en su Proceso
al Infierno:

“Dios no está presente en el infierno en gracia y bendición […]


Está presente en el infierno, no en bendición, sino en ira”
(Peterson, 1995), idea que ya había expuesto el predicador
inglés del siglo XVII, John Flavel, cuando dijo: “Los peores
horrores de los prisioneros en el infierno vienen de la presencia
del Cordero”.

l. Seguramente influenciado por Sproul, Peterson y Flavel con


respecto al detalle de la supuesta “presencia” de Dios (quien
“estará allí” en el infierno), Bill Wiese, predicador y líder
estadounidense de pensamiento evangélico, dice también que
“la presencia de Dios está allí [en el infierno], en el sentido de
que [el infierno] está delante de Él” (Wiese, 2010:3).

m. Blanchard ratifica finalmente el macabro tema de la terrible


presencia de Dios en el infierno diciendo:

7
“La gente tiende a pensar que los injustos están «eternamente
separados de Dios», pero esta frase nunca aparece en la Biblia.
En cambio, nos dice que el peor terror de los injustos será estar
delante de la gloria, la majestad, la autoridad y el poder de
aquel que rechazaron mientras estuvieron en la tierra, y que es
fuego consumidor”

Más tarde ahondaremos un poco en el carácter perverso de estas


perspectivas pro-infernales, como la que defienden Sproul, Peterson y
Wiese…

I.B. Otros infiernos no cristianos.


Es posible que el cristianismo institucional sea responsable de haber
difundido el concepto del infierno de fuego y de haberlo impreso
profundamente en el inconsciente colectivo. Sin embargo, no tiene el
monopolio de la doctrina. La amenaza de un doloroso castigo en la otra
vida tiene su equivalente en casi todas las religiones principales del mundo,
así como en algunas minoritarias. Veamos dos casos mayores:

I.B.1. LA ENSEÑANZA HINDÚ SOBRE EL INFIERNO.

a. “Cuando se destruyen las leyes de la familia, Janardana,


entonces ciertamente comienza para los hombres el morar en el
infierno” (Bhagavad Gita 1:44).3

b. “La persona pecaminosa, arrastrada por los terribles emisarios


y comida por centenares de chacales, va a la casa de Yama a
través de un paso espantoso. […] Cuando se le quema el
cuerpo experimenta una gran sensación de quema; y cuando le
golpean o cortan el cuerpo siente gran dolor. La criatura cuyo
cuerpo es destruido así, aunque entra en otro cuerpo, sufre
dolor eterno por sus propias malas acciones” (Citado del
Markandeya Purana).

3
Harvard Oriental Series, tomo 38, 1952.
8
I.B.2. LA ENSEÑANZA MUSULMANA SOBRE EL INFIERNO.

a. “Preguntan: ‘¿Cuándo llegará el día del juicio final?’ ¡El día en


que sean torturados en el fuego! Se les dirá: ‘¡Sufrid vuestra
tortura!’.” (El Corán. Sura 51:12-14).

b. “[Los pecadores] tendrán un castigo en la vida de acá, pero en


la otra tendrán un castigo más penoso. No tendrán quién les
proteja contra Dios” (Sura 13:34).

c. “Por cierto que, a quienes niegan nuestras aleyas4 les


introduciremos en el fuego infernal. Cada vez que su piel se
haya abrasado, se la cambiaremos por otra piel, para que
experimenten el suplicio; porque, Dios es poderoso y prudente”
(Sura 4:56).

d. “Por cierto que el infierno será una emboscada, […] donde


permanecerán siglos. En que no probarán sueño ni más bebida
que agua hirviente” (Sura 78:21).

I.C. En el amanecer del nuevo siglo, la creencia en el


infierno sigue muy extendida entre los habitantes de
muchos países.
I.C.1. I.C.3. Un estudio realizado en 2000 mostró que el 71% de los
mexicanos, el 40% de los argentinos y el 30% de los españoles también
estaban convencidos de la existencia del infierno.5

Una encuesta de The Harris Poll de 2003 confirmó que el 69% de los
estadounidenses sigue creyendo en el infierno, pero solamente el 1% de
ellos cree que irá a parar allá después de morir.6

4
Aleyas: Versículos de Corán.
5
¿Qué relación podrá haber entre estos porcentajes y los niveles de secularización cultural de estas
naciones? Por ejemplo, ¿qué país está más secularizado: España o México? ¿Se corresponden los
porcentajes?
6
“The Religious and Other Beliefs of Americans 2003”, The Harris Poll #11, February 26, 2003,
http://www.harrisinteractiv.com/harris_poll/index.asp?pid=359 (consultada en 2009).
9
I.C.4. Otra encuesta Gallup efectuada en 2004 mostró que el 42% de los
canadienses y el 32% de los británicos opinaban lo mismo: los malvados se
van al infierno después de morir como pago por su maldad.

I.C.2 Según un sondeo realizado en Escocia en 2005 por un


investigador de la Universidad de Saint Andrews, 1 de cada 3 ministros
religiosos creía que quienes se apartaban de Dios sufrirían una “eterna
angustia mental en el infierno”. 1 de cada 5 pensaba que experimentarían
tormento físico.

I.C.2. En Estados Unidos, una encuesta Gallup llevada a cabo en mayo


de 2007 a una muestra elegida al azar de 1,003 personas mayores de 18
años, reveló que el 70% de los entrevistados aún creen en el infierno.

I.D. El problema que abordamos en este documento


queda planteado en los siguientes términos:
I.D.1. “De todos los millones de personas que han vivido, ¿solo un
selecto número irá a un mejor lugar y todos los demás seres individuales
sufrirán en tormento y castigo por siempre? ¿Es esto algo aceptable para
Dios? ¿Ha permitido Dios el nacimiento de millones de personas a lo largo
de decenas de miles de años que van a pasar ‘la eternidad’ en angustia?
¿Puede Dios hacer esto, o siquiera permitirlo, y seguir afirmando ser un
Dios de amor? ¿Castiga Dios a las personas por miles de años con
tormentos infinitos por cosas que hicieron en los pocos y finitos años de su
vida?” (Bell, 2011:2).

I.D.2. ¿Es el infierno de fuego un lugar de tormento eterno o de


aniquilación definitiva, o es sencillamente el estado en que se hallan (o
hallarán) las personas apartadas de Dios? ¿Qué es realmente el infierno, si
es que existe? ¿Qué dice la Biblia al respecto, si es que dice algo? ¿La
doctrina religiosa del infierno de fuego infinito no será, más bien, una
proyección de la perversidad de quienes la promueven y defienden más que
una manifestación del verdadero carácter de Dios? Esta y otras preguntas
cruciales abordaremos en este estudio.

10
II. Breve reseña histórica
del infierno

¿Fue la doctrina del infierno de fuego una que se creía y enseñaba en la


Iglesia Cristiana desde el principio? Enseguida veremos que no; que la
creencia en el castigo consciente y eterno fue adoptada por la religión
cristiana mucho tiempo después de Jesucristo y sus apóstoles.

II.A. La idea del infierno nace de creencias paganas


II.A.1. Los antiguos egipcios creían en la existencia de un infierno de
fuego. El Libro del Amduat, que data del año 1375 a.C., habla de quienes
“han caído en los hoyos de fuego” y les dice: “No escaparéis [de las
llamas]. No lo evitaréis”.

II.A.2. “De todos los filósofos griegos de la época clásica, Platón es quien
más ha influido en el pensamiento tradicional sobre el infierno” (Minois,
2005:64).

II.A.3. El filósofo griego Plutarco (c.46 – 120 d.C.) dijo que los que están
en el mundo de ultratumba reciben “castigos, y entre atroces sufrimientos y
tormentos ignominiosos se lamentan llorando”.

II.B. La doctrina del infierno se infiltró en las sectas


judías
II.B.1. Según el historiador Flavio Josefo (37 – c.100 d.C.), la secta judía
de los esenios creía que “el alma es inmortal e imperecedera”. Estaban “de
acuerdo con los griegos” en que “las almas impuras […] van a parar a un
abismo tenebroso agitado por tempestades, lleno de sufrimientos eternos”.
El mismo historiador también afirmó que los fariseos creían que los justos
reciben premios y los malvados reciben castigos inmediatamente después
de su respectiva muerte (Ant. 18.14).

11
II.B.2. Muchos judíos del siglo I, después de estudiar el Antiguo
Testamento (particularmente Daniel 12), desarrollaron ciertas creencias
sobre el infierno. Aunque estas creencias en sí mismas no están inspiradas
por el Espíritu, pintan un escenario de castigo retributivo, no remedial ni
correctivo, posterior a la muerte:

“Las cámaras entregarán las almas que han sido destinadas a


ellas. Y el Altísimo se manifestará sobre el trono del juicio […]
vendrá la recompensa […] las acciones injustas no hallarán
descanso. Entonces el pozo del tormento aparecerá […] y el
horno del Gehenna será abierto […] fuego y tormentos [donde
los malvados] deambulan en tormentos, siempre en duelo y
aflicción […] ellos ya no pueden arrepentirse y vivir” (4 Ezra
7:32–36, 38, 80, 82. Siglo I).

II.C. La doctrina se introdujo en el cristianismo apócrifo


II.C.1. “El Apocalipsis de Pedro (s. II d.C.) fue la primera obra [apócrifa]
cristiana que describió el castigo y las torturas con que se afligía a los
pecadores en el infierno” (Encyclopedia Universalis). Literalmente dice:

“Se les prepara un fuego inextinguible. […] Ezreel, el ángel de


la ira, viene con hombres y mujeres con la mitad de sus
cuerpos en llamas y los arroja a un lugar oscuro, el infierno de
los hombres; y un espíritu de la ira los castiga.”

II.C.2. Teófilo de Antioquía (s. II d.C.) citó en uno de sus escritos las
palabras de cierta profetisa griega conocida como la Sibila, quien describía
así el castigo que sufrirían los malvados: “Una llama de fuego abrasador ha
de veniros, y por siempre, el día entero, seréis en su ardor abrasados”. Sin
embargo, para Teófilo, estas palabras estaban entre lo que es “verdadero y
provechoso y justo y digno de amarse por todos los hombres”.

II.C.3. “Desde mediados del siglo II d.C., algunos cristianos educados en


la filosofía griega empezaron a sentir la necesidad de expresar sus creencias
en los términos de ésta […] La filosofía que más les convino fue el
platonismo” (La Nueva Enciclopedia Británica, 1988).

12
II.C.4 “En ninguna parte del Antiguo Testamento la morada de los
muertos es un lugar considerado como de castigo o tormento. El concepto
del ‘infierno’ se desarrolló en Israel solamente durante el periodo
helenístico (a partir del siglo IV a.C.). Ideas religiosas y filosóficas griegas,
incluyendo esas de Aristóteles y Platón, llegaron a influenciar a toda la
región durante esa época.” (Interpreter’s Dictionary of the Bible)

II.C.5 “Muchos aspectos formales de la religión helenística [...] persisten en


las tradiciones judías y cristianas de la actualidad.” (Merriam-Webster’s
Encyclopedia of World Religions)

II.D. Los primeros padres de la iglesia discreparon en


cuanto a la naturaleza del infierno
II.D.1. Ignacio de Antioquía (c35 – c107): “[Todo aquel que] por su
pésima doctrina corrompiere la fe de Dios por la cual fue crucificado
Jesucristo, irá al fuego inextinguible, él y los que le escuchan” (Ef. 16, 2).

II.D.2. Justino Mártir (c100 – 165) fundamenta el castigo del infierno en


la idea de la justicia divina, la cual no deja impune a los transgresores de la
ley.

II.D.3. Orígenes (185 – 254) y el teólogo Gregorio de Nisa (c335 – 394)


concebían el infierno sólo como un estado de separación de Dios y de
eterno sufrimiento espiritual.

II.D.5. Agustín de Hipona (354 – 430) influyente obispo del siglo


cuarto jugó un papel clave en el desarrollo de la doctrina cristiana sobre el
“eterno infierno ardiente”. Escribió que

“El infierno, al cual también se le llama lago de fuego y azufre,


será fuego material, y atormentará el cuerpo de los
condenados». También escribió de «aquellos dolores eternos
que han de seguir» al juicio final (La Ciudad de Dios 21.10,
13).
“El obispo de Hipona (norte de África) contendió que cada niño que nace,
inmediatamente y de manera automática es condenado por el pecado

13
original de Adán y Eva. A consecuencia de esto, todos lo no bautizados
dentro del cristianismo ortodoxo, incluyendo los recién nacidos y otros que
ni siquiera han oído de Jesucristo, están sujetos a castigo” (VISION:
https://www.vision.org/es/infierno-origenes-de-una-idea-626).

La Stanford Encyclopedia of Philosophy, que describe a Agustín como un


«cristiano neoplatónico», destaca:

“Uno de los acontecimientos decisivos en la tradición


filosófica occidental, fue la eventual fusión generalizada de la
tradición filosófica griega con la religión judío-cristiana y las
tradiciones bíblicas. Agustín es una de las figuras principales a
través y por la cual se llevó a cabo esta fusión.”

“Uno de los principios fundamentales del pensamiento neoplatónico


adoptado por Agustín, fue que los seres humanos poseen un alma inmortal.
Este fue un paso crucial en su desarrollo de la idea de que los incrédulos
podrían ser confeccionados para soportar el tormento eterno en el infierno.”
(VISION)

II.D.6. En el siglo V ya se había impuesto en todas partes la severa doctrina


de que los pecadores no reciben una segunda oportunidad en la otra vida y
que el fuego que los devora nunca se extingue” (John Kelly).

II.E. El agónico infierno de la Edad Media.


II.E.1. El concepto medieval era que el infierno era un lugar subterráneo
donde pecadores impenitentes sufrían intensa agonía para siempre. Dante
Alighieri, famoso poeta del siglo XIII, escribió en su obra titulada Los once
dolores del infierno:

“Hay árboles ardientes de los cuales cuelgan las almas de los que
nunca asistían a la iglesia en esta vida […] Hay un horno ardiente, y
al lado hay siete diablos parados que echan las almas culpables en
el horno […] Las almas culpables no tienen descanso”.

II.E.2. Miguel Ángel representó dicho infierno espantoso en una pintura


que hizo en la Capilla Sixtina del Vaticano. Se dice que esta obra asustó

14
muchísimo al papa Paulo III, quien había dado la autorización para que se
hiciera la pintura.

II.F. Durante el renacimiento y la época clásica, las


definiciones y usos de la idea del infierno variaron (y
siguen variando) notablemente.
II.F.1. María I Tudor, quien fuera reina de Inglaterra de 1553 a 1558,
recibió el apodo de Bloody Mary (“María la Sanguinaria”) por mandar a la
hoguera a casi 300 protestantes. Se dice que se justificó diciendo: “Si las
almas de los herejes van a arder eternamente en el infierno, no hay nada de
malo en que yo imite la venganza divina y los mande a la hoguera aquí en
la Tierra”.

II.F.2. En el siglo XVI, reformadores protestantes como Martín Lutero y


Juan Calvino llegaron a la conclusión de que el tormento abrasador del
infierno solo simboliza la separación eterna de Dios, una tesis que hasta el
día de hoy sigue siendo sustentada por maestros bíblicos católicos y
evangélicos:

a. En este sentido de “separación”, Bill Wiese (2010) ha dicho con respecto la


condena en el infierno lo siguiente:

“La muerte espiritual significa estar separado de Dios, y estar separado de


Él es estar separado de todo lo bueno” (p. 3).

b. Y mientras nos imaginamos a las personas más malvadas y perversas


diciendo con una sonrisa en la boca: “¡Perfecto!, un lugar así es donde yo
quiero pasar la eternidad: ¡absolutamente separado de Dios, la bondad y la
misericordia!”, el teólogo contemporáneo Robert C. Sproul, arremete contra
esta visión ingenua diciendo:

“Un suspiro de alivio parece escucharse cuando alguien declara: ‘el


infierno es el símbolo de la eterna separación de Dios’. Ser
separado de Dios por la eternidad no representa una gran amenaza
para la persona impenitente. Los impíos no quieren otra cosa que
estar separados de Dios.”
b. Ahora casi podemos imaginarnos a Sproul preguntándose que si el
concepto de “separación eterna de Dios” ya es casi infantil para una
15
generación posmoderna a la cual casi nada asusta, entonces ¿qué
concepto sustituto podría ser percibido por ellos como una nueva
“gran amenaza”, una amenaza que siga manteniendo a los malos
sujetos a Dios, aunque ellos no quieran? Sproul adelanta una
propuesta en el siguiente sentido:

“Si estas imágenes [del infierno] son símbolos, entonces


debemos concluir que la realidad es peor que la que el símbolo
sugiere. La función de los símbolos es señalar algo más allá de
ellos, hacia un estado más intenso que el contenido del
símbolo. No puede servir de ningún consuelo para aquellos que
los consideran simplemente como símbolos el que Jesús haya
utilizado los símbolos más espantosos que sea posible
imaginar” (Sproul, 1996:318).

II.F.3. El pastor protestante Jonathan Edwards (1703−1758), de quien se


dice que la doctrina del infierno fue un aspecto muy significativo de su
pensamiento, solía atemorizar a los colonos americanos del siglo XVIII con
sus gráficas descripciones del castigo de fuego infinito. Al predicar sobre
Apocalipsis 6:15-16 dijo que el infierno era una agonía tan grande que “los
hombres malvados de aquí en más desearán con todas sus fuerzas
convertirse en nada y dejar de ser para poder escapar de la ira de Dios”
(Gerstner, 1991:75). J. E. Colwell observa que “el aspecto más doloroso”
de la visión de Edwards es que el infierno será objeto de alabanza por los
santos en la eternidad. La cataloga de una “perspectiva obscena” que
abruma la justicia y la misericordia de Dios, y termina afirmando que
“hablar del infierno como castigo interminable es ofensivo, obsceno y
blasfemo” (Colwell, 1995:303).

II.G. El infierno en el siglo XX.


II.G.1 “Durante casi todo el siglo XX, el infierno hizo poca mella en la
gente. Atacado por el intelectualismo moderno y opacado por las llamas de
Hiroshima y el Holocausto, las imágenes espantosas del infierno perdieron
mucho de su poder atemorizador”.7

7
http://vampiroerudito.blogspot.com/2009/12/el-averno.html
16
II.G.2 “Es evidente que la idea del infierno ha evolucionado, pasando de la
noción de castigo infligido por una falta moral a la de angustia existencial
[…]. Pero el infierno conserva un significado más profundo que justifica,
más que en cualquier época pasada, la utilización de este término […].
Guerras, mundiales o locales, campos de concentración y prisiones,
pasando por la bomba atómica, las armas químicas, el desempleo masivo,
el hambre crónica, la contaminación generalizada, las dictaduras
totalitarias, la locura colectiva de masas fanáticas o inteligentemente
embrutecidas e idiotizadas, y tantos otros infiernos artificiales creados por
nuestras sociedades” (Minois, 2005).

II.G.3 “¿Quién cree en el infierno en la actualidad? El concepto tradicional


del infierno como un lugar físico real al que son enviados los pecadores
irredentos por toda la eternidad está risiblemente fuera de moda…”
(Lawrence, 2012).

II.H. Enfoques contemporáneos sobre el infierno.


Aunque la amplia aceptación mundial del concepto tradicional del infierno
como lugar de eterno tormento físico y mental sigue teniendo sus adeptos,
se ha empezado a ver la perdición eterna de manera diferente.

II.H.1. “La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de


Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, edición de 1993).

II.H.2. “Es erróneo pensar que, por medio de los demonios, Dios inflige a
los condenados tormentos horribles como el del fuego. […] El infierno
existe, pero no es un lugar, sino la condición en que se halla quien sufre el
dolor de verse separado de Dios” (La Civiltà Cattolica, revista jesuita.
Énfasis añadido.).

II.H.3. Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura


del Vaticano, afirma: “Naturalmente el infierno no es un lugar de flamas
que queman, imagen utilizada para representar el lugar de la condenación.
Es más bien un estado de situación en la cual se encuentran las criaturas
que se alejan de Dios […] El infierno no debe ser representado en las
llamas sino en el hielo, porque es la ausencia de amor, el terror y el

17
rechinar de dientes” (Notimex. El Universal, Ciudad del Vaticano, martes
08 de abril de 2008. Énfasis añadido).

II.H.4. Juan Pablo II, quien fuera el papa católico de 1978 a 2005, llegó a
afirmar que el infierno no se trata de un castigo de Dios infligido desde el
exterior, sino del desarrollo de premisas ya puestas por el hombre en esta
vida. El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a
encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de
vida y alegría”. De ahí que concluye que la “condenación […] eterna” no es
obra de Dios, sino que “es la criatura la que se cierra a su amor [divino]”.8

II.H.5. “El infierno no es el tormento eterno; es la elección final e


irrevocable de un proceder que se opone de forma tan absoluta a Dios, que
lleva irremediablemente a la inexistencia total” (Comisión Doctrinal de la
Iglesia Anglicana, Informe 1995).

II.H.6. “[El infierno es] la muerte eterna que deriva del rechazo a Dios”
(Catecismo de la Iglesia Episcopal de Estados Unidos).

II.A.7. “Se ha empezado a ver la perdición eterna como un confinamiento


solitario especialmente desagradable. […] El fin de los malvados es la
destrucción, no el sufrimiento eterno. [Quienes] en última instancia
rechacen a Dios sencillamente desaparecerán de la existencia en el ‘fuego
consumidor’ del infierno” (U.S. News & World Report).

8
Audiencia: “El infierno como rechazo definitivo de Dios” del miércoles 28 de julio de 1999.
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1999/documents/hf_jp-
ii_aud_28071999_sp.html)
18
19
III. A dónde van
los muertos

III.A. Muerte y conciencia.


La doctrina del infierno de fuego inmediatamente posterior a la muerte de
los malvados implica otra idea paralela: la necesidad de una vida no física
pero consciente. Sin embargo, contra la idea popular de la continuidad de la
conciencia posterior a la muerte, las Sagradas Escrituras enseñan otra cosa.

III.A.1. El sabio rey Salomón afirmó, bajo inspiración divina, que “los
vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada ni esperan
nada, pues su memoria cae en el olvido. […] En el sepulcro, adonde te
diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría” (Eclesiastés
9:5, 10).

III.A.2. El rey David explicó que, cuando los hombres mueren, estos
“exhalan el espíritu y vuelven al polvo, y ese mismo día se desbaratan sus
planes” (Salmo 146:4). Por su parte su hijo, el rey Salomón, afirmó que,
tras la muerte, “volverá entonces el polvo a la tierra, como antes fue, y el
espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio” (Eclesiastés 12:7, NVI).

III.A.3. En base a lo anterior: Si los muertos “no saben nada”, y cuando


mueren sus cuerpos “vuelven al polvo” y su espíritu vuelve a Dios que lo
dio, entonces es imposible que puedan sentir los tormentos del infierno, si
es que éste existe en el absurdo sentido tradicional de sufrimiento infinito.

III.B. “Lázaro duerme”.


Jesucristo nunca dio a entender que los muertos estuvieran
permanentemente conscientes en algún sentido; muy al contrario, comparó
la muerte con el estar dormido.
20
III.B.1. “Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo. ‘Señor
―respondieron sus discípulos―, si duerme, es que va a recuperarse’. Jesús
les hablaba de la muerte de Lázaro, pero sus discípulos pensaron que se
refería al sueño natural. Por eso les dijo claramente: ―Lázaro ha
muerto…” (Juan 11:1-14)

III.B.2. Al comparar la muerte con el dormir, Jesús dejó claro que los
muertos están inconscientes ―como quien duerme, pero sin soñar. Por lo
demás, Lázaro llevaba cuatros días muerto cuando Jesús lo resucitó. Sin
embargo, la Biblia no indica que él contara ninguna experiencia tenida
espiritualmente en el “más allá” mientras su cuerpo permaneció muerto en
el “más acá”.

III.B.3. Jesús resucitó al menos a tres personas, y así demostró que existe
la esperanza de que los muertos vuelvan a la vida (Lucas 7:11-17; 8:49-56;
Juan 11:1-45).

III.B.4. Jesús dijo: “Viene la hora en que todos los que están en los
sepulcros oirán [la voz del Hijo del Hombre], y saldrán de ahí. Los que han
hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal
resucitarán para ser juzgados.” (Juan 5:28-29)

III.C. Morir es dormir.


Muchos creyentes sinceros han malentendido 2ª Corintios 5:8, que dice
“…pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y
presentes al Señor.”

III.C.1. La mayoría de los líderes religiosos denominacionales usan este


versículo —aunque muchas veces de manera inadecuada— para probar que
los creyentes en Cristo vamos directamente con el Señor en una existencia
anímica inmediatamente posterior a la muerte.

III.C.2. Para poder entender 2ª Corintios 5:8, uno debe leer desde que el
capítulo empieza:

21
a. Pablo deseaba estar “revestido” con su “morada”, la
“habitación celestial” (5:2), cuando miraba adelante hacia la
“resurrección”, también llamada “transformación”, porque
sabía que “no todos moriremos, pero todos seremos
transformados” (1ª Corintios 15:51).

b. Él sabía que cuando tomemos posesión de nuestros nuevos cuerpos de


resurrección, estaremos “presentes al Señor,” pero que mientras
estuviéramos en estos “cuerpos de muerte” (Romanos 7:24)
estaríamos “ausentes al Señor.”

c. Obsérvese con atención la idea de los versos 3 y 4: Pablo no quería ser


“hallado desnudo”, significando contextualmente que no quería ser
hallado sin cuerpo. Si en el verso 8 Pablo hubiera querido decir que
deseaba estar en presencia del señor en el momento siguiente a su
muerte, se estaría contradiciendo, pues tendría que hacerlo sin cuerpo,
es decir desnudo, y todo lo dicho en los versículos anteriores no
tendría sentido.

III.C.3. El hecho es el siguiente: con nuestros presentes cuerpos nos


encontramos “ausentes del Señor” en una “morada terrestre,” en un
“tabernáculo” o “tienda de campaña” que se “deshace” y que, por su
naturaleza pecadora, heredada de Adán, no puede participar de lo celestial,
porque “el cuerpo mortal no puede heredar el reino de Dios, ni lo
corruptible puede heredar lo incorruptible.” (1ª Corintios 15:50)

a. Cuando Dios nos dé un nuevo cuerpo, es decir un “edificio, [una] casa


eterna [que ya tenemos] en el cielo, no construida por manos
humanas” (2ª Corintios 5:1), entonces seremos “revestidos” y
podremos estar “presentes al Señor”. Y es que nadie (absolutamente
nadie) puede estar desnudo en presencia del Señor…

b. De acuerdo con Pablo, si somos fieles hasta el final, recibiremos estos


cuerpos celestiales en la Segunda Venida de Cristo, porque “los
muertos resucitarán con un cuerpo incorruptible” (1ª Corintios 15: 52),
pero “los que estemos vivos y hallamos quedado hasta la venida del
Señor” (1ª Tesalonicenses 4: 15) también “seremos transformados” (1ª
Corintios 15:51).

22
c. Así que cuando Pablo habla de que los muertos duermen, está
hablando literalmente. Después de todo, si él se hubiera estado
refiriendo a que los creyentes van a la presencia del Señor en una
existencia espiritual inmediatamente posterior a la muerte, ¿por qué
entonces lo encontramos consolando a los tesalonicenses con el
mensaje de la Segunda Venida del Señor y la esperanza de la
resurrección de los muertos? ¿Por qué no simplemente les dijo que sus
muertos ya estaban en el cielo con Dios?

d. Además, si Pablo estuviera enseñando que los creyentes van a la


presencia de Dios inmediatamente después de morir, ¿dónde quedaría
una de las doctrinas básicas del cristianismo, es decir, la doctrina de la
resurrección de los muertos? Es decir, si un cristiano ha muerto y
efectivamente ya se encuentra cómodamente establecido en el cielo
con Dios, ¿para qué incomodarlo haciéndolo revivir en un cuerpo
físico una vez más? ¿Qué propósito tendría volver a la vida
―resucitar?

III.D. Conclusión.
Nadie se va a ningún cielo ni a ningún infierno inmediatamente después de
morir si fue bueno o si fue malo, respectivamente. La Sagrada Escritura
jamás enseña eso. Según la correcta doctrina bíblica, todos, hayamos sido
buenos o malos, nos vamos al “infierno” (como decían los latinos: inférnum
o ínferus), en el entendido de que nos vamos a la tumba, al sepulcro, a
dormir en “el sueño de la muerte” (Salmo 13:3, NVI), esperando unos (los
que hasta el final hayan sido fieles a Dios y a la fe de Cristo) a que se les
diga: “Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te
alumbrará Cristo” (Efesios 5:14. La Biblia de las Américas).

23
IV. Jesucristo, el infierno y
el lago de fuego

IV.A. “Pero Jesús sí dijo infierno.”


IV.A.1. Jesús dijo: “…si tu ojo te hace pecar, sácatelo. Más te vale entrar
tuerto en el reino de Dios, que ser arrojado con los dos ojos al infierno,
donde ‘su gusano no muere, y el fuego no se apaga” (Marcos 9:47-48). En
otra ocasión, habló de un periodo de juicio durante el cual les diría a los
malvados: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el
diablo y sus ángeles”. Y luego dijo que esos malvados irían al “castigo
eterno.” (Mateo 25:41, 46. Los énfasis y subrayados son añadidos.)

IV.A.2. Si el Antiguo Testamento indica claramente que “los muertos no


saben nada ni esperan nada”, y suponemos correctamente que Jesús nunca
diría algo contrario a lo que dice la Sagrada Escritura, entonces ¿a qué se
refería cuando habló de ‘arrojar a alguien al infierno’? Por lo demás,
cuando empleó la expresión “al fuego eterno”, ¿hablaba literalmente o
hablaba de manera metafórica?

Analicemos, pues, cada uno de estos conceptos complejos:

• Infierno de fuego

• Gusanos inmortales

• Fuego que no se apaga

• Castigo eterno

24
IV.B. El “infierno” de fuego.
El vocablo griego mal traducido en Marcos 9:47 como “infierno” es
GÉ.HEN.NA, un término procedente de la voz hebrea Gai Ben Hinnom, o
Gai Hinnom, es decir, “valle del hijo de Hinón”, o simplemente “valle de
Hinón”.

IV.B.1. El término GÉ.HEN.NA aparece 12 veces en los Evangelios, y se


refiere en realidad al antiguo incinerador de basura situado en la cañada o
barranco en las afueras de la muralla sudoeste de la antigua Jerusalén,
llamado ahora Wadi-al-Rababi.

25
a. “En el Antiguo Testamento, el Valle de Hinón era el lugar en el
que algunos israelitas se embarcaron en la adoración idolátrica
de los dioses cananeos Moloc y Baal. Fue allí, de hecho, donde
sacrificaban sus hijos a estas deidades (2 Reyes 16:3; 21:6)
haciéndolos ‘pasar por fuego’ (Ezequiel 16:20-21. NASB)”
(Chan y Sprinkle, 2011:61).

b. Los historiadores bíblicos han confirmado que en Canaán eran


habituales la inmoralidad sexual, el paganismo y el sacrificio de niños.
Henry H. Halley, por ejemplo, indica que los arqueólogos encontraron
“gran cantidad de urnas que contenían los restos de niños que habían
sido sacrificados a Baal”, un importante dios cananeo. Y añade:

“El recinto entero resultó ser un cementerio de niños recién nacidos.


[…] Los cananeos, pues, adoraban cometiendo excesos inmorales
en presencia de sus dioses, y luego asesinando a sus hijos
primogénitos como sacrificio a estos mismos dioses. Parece que, en
gran parte, la tierra de Canaán había llegado a ser una especie de
Sodoma y Gomorra en escala nacional. […] Los arqueólogos que
cavan en las ruinas de las ciudades cananeas se preguntan por qué
Dios no las destruyó mucho antes”.

c. Dios condenaba esta repugnante práctica, así que prometió ejecutar a


quienes realizaban estos actos abominables. Cuando Jeremías
comenzó a predicar, el valle de Hinón comenzó a tomar una referencia
metafórica del lugar donde los cuerpos de los malvados serían
arrojados (Jeremías 7:29-34; 19:6-9; 32:35):

‘He aquí vendrán días […] que no se dirá más […] valle del
hijo de Hinom, sino valle de la Matanza’ (Jeremías 7:32. RV).

d. Desde entonces, el valle fue conocido como “valle de la Matanza”,


donde yacerían sin enterrar “los cadáveres de este pueblo [Israel]”
(Jeremías 7:33). De esta manera, Dios estaba prediciendo que el valle
de Hinón dejaría de ser un lugar donde se torturaba a seres vivos
inocentes y se convertiría en un lugar para depositar grandes
cantidades de cadáveres y así deshacerse de ellos convirtiéndolos en
cenizas, es decir, en “nada”.

26
e. En los días del rey Josías, el valle fue limpiado y sus malas prácticas
fueron prohibidas (2 Reyes 23:10). Sin embargo, su infamia persistió,
y el valle llegó a convertirse en el basurero oficial de la ciudad, y en
símbolo de la destrucción. Los judíos que vivieron entre los
Testamentos recogieron esta metáfora y vivieron con ella. La palabra
gehenna fue ampliamente usada por los judíos durante la época de
Jesús para referirse al lugar ardiente del juicio para los malhechores al
final de los tiempos (Freedman, 1992).

f. Según el Smith’s Dictionary of the Bible, en tiempos de Jesús el


Gehena era un basurero “donde se echaban los cadáveres de los
delincuentes, los animales muertos y toda clase de inmundicias”. Este
valle efectivamente se usaba como vertedero de basura, y a fin de
eliminar los desperdicios se mantenía el fuego siempre encendido
añadiéndole azufre.

g. Wiese confirma que “la Geenna estaba fuera de los muros de


Jerusalén y era el basurero de la ciudad que ardía
continuamente. Los cadáveres no reclamados eran arrojados en
ese fuego, y los perros salvajes y los gusanos comían la carne.

27
El olor era sumamente pútrido y nauseabundo” (Wiese,
2010:105). “Para este propósito y para evitar el hedor de la
putrefacción, se mantenía el fuego ardiendo continuamente; los
cadáveres que el fuego no alcanzaba a consumir eran
devorados por los gusanos. De esta manera el valle de Hinón,
posteriormente llamado Gehena, vino a ser sinónimo de muerte
y destrucción inexorables”.9

Fernando Dávila (2016) afirma que este valle tenía un simbolismo especial.
Aunque solamente los peores criminales recibían la sentencia de muerte,
que el sanedrín (la suprema corte de 71 miembros, a la que le correspondía
el derecho de juzgar los delitos más graves) podía sentenciar a estos
delincuentes con doble afrenta al no permitirles ser sepultados.22

“Hacían que sus cadáveres, junto con lo de los perros, fueran lanzados en el
basurero de la ciudad (en el valle de Hinnom o Gehena) donde eran
devorados por las llamas que quemaban la basura. Es de suponer que, como
en todo crematorio moderno, «su llama nunca se apaga» debido a las
condiciones de combustión favorables que imperaban, así como que
siempre hubiese gusanos encargados del proceso de descomposición y de
ahí la frase «donde el gusano nunca muere». Esto representaba según los
judíos, la perdida de toda esperanza de vida futura mediante la
resurrección” (Dávila, 2016).

IV.B.2. En este sentido, algunos escritores judíos creían correctamente


que los malvados serían aniquilados del todo en un Gehenna espiritual. Ese
era el sentido último de la metáfora del Gehenna como “vertedero de
basura”: las personas malvadas, hombres y ángeles, serán echados por
Dios a una especie de poderoso vertedero de escoria donde serán
aniquilados y borrados del tejido del universo, y de los cuales no
quedará ni su recuerdo.

a. Un escritor judío del siglo I dijo que “en el día del juicio, Dios
arrastrará a Beliar [el diablo], y a sus huestes también, al
Gehenna”, y entonces El resucitará a los muertos y “producirá
fuego [para] consumir a todos los impíos, y luego será como si
nunca hubieran sido creados” (Ascen. Is. 4:14-18).
9
Shadowcool, en: http://www.deguate.com/foros/messages/1870/19560.html
28
b. Otro escritor, que vivió en Israel alrededor de la época del Señor
Jesús, lo dijo así:

“…y su lugar de habitación será en la oscuridad y en el lugar


de destrucción; y no morirán, sino que serán derretidos, hasta
que me acuerde del mundo y renueve la Tierra. Y entonces
morirán y no vivirán, y su vida les será arrebatada de en medio
de todos los hombres” (L.A.B. 16:3).10

c. “El hecho de que [los penitentes] no mueren inmediatamente,


sino que son ‘derretidos’, sugiere algún periodo de sufrimiento.
Pero en última instancia, [al menos] para este escritor judío,
habrá una aniquilación del malvado” (Chan y Sprinkle,
2011:54).

d. El rabino David Kimhi, hizo una referencia al Valle de Hinón como


vertedero de basura en un comentario escrito hacia 1200 d.C.:

“El Gehenna es un lugar repugnante, en el que son arrojados la


inmundicia y los cadáveres, y donde el fuego arde
perpetuamente a fin de consumir la suciedad y los huesos; en
cuya cuenta, por analogía, el juicio de los malvados es llamado
Gehenna” (Citado en Bailey, 1986:188).

10
Ver también Wis. 4:14-15; 1 QS 4:11-14; 1 En 91:9-14.
29
IV.C. Los “gusanos inmortales”.
Parece que cuando Jesús habló de ‘gusanos que no mueren’ y de un ‘fuego
que no se apaga’, estaba citando de Isaías 66:24.

IV.C.1. El profeta Isaías menciona “los cadáveres de los que se rebelaron


contra [Dios]” y dice que “no morirá el gusano que los devora, ni se
apagará el fuego que los consume”.

IV.C.2. Tanto Jesús como sus oyentes sabían que Isaías estaba aludiendo
al fin que les esperaba a los cadáveres de quienes no merecían un entierro.
Así, cuando Jesús habló de ser echados en el Valle de Hinón, es decir en el
Gehena, en realidad se refería a morir sin la posibilidad de volver a vivir
―resucitar.

IV.C.3. Por si quedaban dudas, Jesús dejó claro ese punto cuando advirtió
que Dios “puede destruir alma y cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28.
Énfasis añadido.), donde la voz griega para “alma” (psique) puede ser
30
también traducido como “vida”, y donde se traduce erróneamente la palabra
Géhenna como “infierno”, a pesar de que usa la palabra “destruir”. Así
pues, el Gé.hen.na (erróneamente llamado “infierno”) es símbolo de
muerte (destrucción y aniquilación) permanente para ángeles y
hombres, pero no de cruel tormento sin fin.

IV.D. El “fuego que no se apaga”.


Está bien claro a partir de Mateo 25:41, que ese “fuego eterno” fue
“preparado para el diablo y sus ángeles”, por lo mismo no hace referencia a
un fuego literal natural fruto de la combustión.

IV.D.1. Piensen por un momento lo siguiente: ¿es posible quemar


criaturas de naturaleza espiritual con fuego natural producto de la
combustión? (cf. Daniel 3:24-25). ¿Será posible que Jesús esté utilizando el
término “fuego” de manera metafórica para hacer alusión a algo parecido al
fuego, pero capaz de consumirlo todo, incluso la naturaleza angélica? ¿Qué
pudiera haber en el universo capaz de desintegrar cualquier tipo de
creación por más poderosa, compleja o especial que sea?

IV.D.2. Es claro también que las “ovejas” y las “cabras” que se


mencionan en ese mismo pasaje no son ovejas y cabras literales, sino
metafóricas: representan a dos tipos de personas miembros de “las
naciones” (25:32). Por lo mismo, ese “fuego eterno” hace “arder” también a
los humanos malvados, al igual que a los ángeles, de manera literal, pero no
en el sentido en que hace arder el fuego de la combustión, sino en el sentido
en que lo hace algo que desintegra definitivamente tanto a los hombres
como a los poderosos ángeles.

IV.D.3. “Figuras bien conocidas como Juan Calvino, Martin Lutero, C.S.
Lewis, Billy Graham, D.A. Carson, J.I. Packer y Sinclair Ferguson, todos
entienden de forma no literal la imagen del fuego. Otros teólogos y
comentaristas conservadores, como Charles Hodge, Carl Henry, F.F. Bruce,
Roger Nicole, Leon Morris y Robert Peterson, piensan igual. […] Yo
también estoy de acuerdo con esta multitud de académicos de que el fuego
probablemente no deba ser tomado de manera literal cuando se usa para
describir el infierno. […] Dado el amplio uso del fuego como metáfora en

31
la Escritura, encuentro que es mejor tomar esta imagen de forma no literal”
(Chan y Sprinkle, 2011:154).

Schmaus (1963) sostiene que algunos escritores de la antigüedad y Padres


de la iglesia de gran rango como: Orígenes, Teofilacto, Jerónimo y a veces
San Gregorio de Nisa, interpretaban las expresiones “fuego” y “gusano”
como símbolos de los remordimientos de conciencia y de la tristeza de los
condenados.

IV.E. El “castigo eterno”.


IV.E.1. Una mirada de cerca a los términos griegos usados en el pasaje de
Mateo 25:46 nos muestra que este “castigo” no será permanente, ya que las
palabras griegas para “castigo eterno” (aionios kolasis) no significan que el
castigo es sin fin.

a. Sabemos que el término aionios significa realmente “un periodo de


tiempo” o “una era”, mientras que kolasis es un término extraído de la
jerga de la horticultura que significa “poda” o “recorte”.

“Dependiendo de cómo usted traduzca aion y kolazo, entonces,


la frase puede significar ‘un periodo de poda’ o ‘un tiempo de
recorte’ o bien una intensa experiencia de corrección” (Bell,
2011:91).

b. El académico neotestamentario William Barclay dice con respecto al


término kolasis que:

“…originalmente significaba la poda de los árboles para


hacerlos crecer mejor. Pienso que es verdad decir que en toda
la literatura griega secular kolasis nunca es usada para otra cosa
que no sea castigo remedial” (Barclay, 1977:66).

IV.E.2. La entrada al “Lago de Fuego” del Gehena implica vergüenza


para los condenados por la consciencia de haber sido echados allí como
resultado de su rechazo abierto a Dios, a su Mesías y a su Iglesia fiel
(Mateo 25:45).

32
a. Pero también significa castigo correctivo (disciplina): la gente es
consciente no solo de que va a morir (que va a ser aniquilada) sino que
su actitud opuesta a la Divinidad quedará corregida antes de que sean
borrados (desintegrados) del todo del tejido cósmico, “como si nunca
hubieran sido creados”.

b. Esta “poda correctiva” será dolorosa y angustiante (como toda


angustia consciente que precede al fin), pero será temporal. Será una
experiencia de “lloro y crujir de dientes” (Mateo 8:12; 22:13), pero
que terminará en la muerte definitiva, y sin posibilidad de
recuperación ni rescate.

33
34
V. Géhenna, hades,
seol e infierno

V.A. El individuo promedio se encuentra confundido


respecto a la naturaleza del infierno y no conoce las
diferencias o semejanzas entre los términos en debate:
gehena, hades, seol, infierno, etc.

V.B. Confusión terminológica.


“Ha causado mucha confusión y desconcierto el que los primeros
traductores de la Biblia tradujesen sistemáticamente el Sheol hebreo, el
Hades y el Gehena griegos por la palabra ‘infierno’. La simple
transliteración de esas palabras en ediciones revisadas de la Biblia no ha
bastado para paliar de modo importante esta confusión y malentendido”
(Enciclopedia Americana, 1956; vol. XIV, p. 81).

V.C. Un compromiso teológico-denominacional.


Este autor piensa que ha sido el innegable compromiso teológico y
denominacional de los traductores lo que ha llevado a que en la mayoría de
las versiones bíblicas se hayan traducido incorrectamente los términos
originales GÉ.HEN.NA, HAI.DES, y SHE’OL por una misma palabra:
“infierno”.

V.C.1. GÉ.HEN.NA (Gehena)

a. Como ya hemos visto en el anterior apartado V.C., en la Biblia el


término griego GÉ.HEN.NA (Gehena) alude a una destrucción
absoluta y permanente de los cuerpos humanos y angélicos y su
personalidad, de modo que queda imposibilitado para volver a la vida
(resucitar). Por el contrario, quienes están en el HAI.DES (Hades) sí
tienen la esperanza de volver a vivir algún día.
35
b. Se dice de Judas Iscariote que el haber traicionado a Jesús fue de
verdadera gravedad para él, ya que obró en contra del Hijo unigénito
de Dios. En una oración que pronunció al final de su ministerio
público, Jesús dijo acerca de sus discípulos: “Mientras estaba con
ellos, los protegía y los preservaba mediante el nombre que me diste, y
ninguno se perdió sino aquel que nació para perderse, a fin de que se
cumpliera la Escritura” (Juan 17:12. Énfasis añadido.). Al llamar a
Judas ‘nacido para perderse’, Jesús dejó claro que no habría esperanza
de resurrección para Judas. Dios lo borraría de su memoria,
destruyéndolo de una vez por todas en el Gehena.

V.C.2. HAI.DES (Hades)

a. Lucas cuenta que el apóstol Pedro declaró ante una multitud que, tras
la muerte de Jesús, “su alma no fue dejada en el infierno [Hades], ni
su carne vio corrupción” (Hechos 2:31, Reina-Valera, 1909). Pedro,
de hecho, estaba parafraseando el pasaje mesiánico localizado en el
Salmo 16:10, donde el equivalente del Hades es Seol en el hebreo
original.

b. En la revisión 1909 de la versión Reina-Valera, el término griego


Haides (Hades) se traduce “infierno” o “infiernos” las 10 veces que
aparece en el Nuevo Testamento. Lo mismo hacen de manera errónea
muchas otras versiones católicas y evangélicas.

c. ¿Dónde estaba el “infierno” (Hades/Seol) al que hasta Jesús fue? El


apóstol Pablo afirma que “Cristo murió por nuestros pecados según las
Escrituras, que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las
Escrituras…” (1 Corintios 15:3, 4). Si se dice que Jesús estuvo en el
“infierno” solo puede significar que estuvo en la “tumba”, como
correctamente traduce el término HAI.DES la Nueva Versión
Internacional.

d. “Originariamente, la voz [Inférnum] designaba lo que queda situado


‘más abajo’ o ‘inferior’ al espectador. Así pues, la palabra ‘infierno’
originalmente no comunicó ninguna idea de calor o tormento, sino

36
simplemente la de un lugar ‘más abajo’ o ‘inferior’, de modo que su
significado era muy similar al del she’ól hebreo”.11

e. “La palabra griega Hades en ocasiones, sin embargo, erróneamente, se


traduce como ‘infierno’ en las versiones del Nuevo Testamento. Se
refiere al lugar de los muertos, pero no necesariamente el lugar de
tormento de los muertos malvados.” (Anchor Bible Dictionary, s.v.
“hades”, “hell”).

V.C.3. SHE’OL (Seol)

a. El término hebreo SHE’OL aparece 65 veces en el Antiguo


Testamento. En la revisión de 1909 de la versión Reina-Valera se
traduce “infierno”, “sepulcro”, “sepultura”, “abismo”, “profundo”,
“huesa”, “fosa” y “hoyo”.

b. La primera vez que aparece la palabra Seol en la Biblia es en Génesis


37:35. El patriarca Jacob creía que había perdido a su amado hijo José
en la muerte y no se dejó consolar; de ahí que exclamara: “Por tristeza
bajaré adonde está mi hijo, al scheol” (Straubinger). Por supuesto,
Jacob quería morir y estar junto a su hijo en el Seol. Este pasaje, junto
con el de Génesis 42: 36, 38, relacionan el Seol con la tumba, no con
ninguna vida consciente en el más allá.

c. Se dice también que Job fue un hombre justo que sufrió mucho. Dado
que no sabía cómo salir de la difícil situación en que se hallaba, le
rogó a Dios diciendo: “¿Quién me dará, que me cubras en el infierno
[Sheol], y me escondas, hasta que pase tu furor, y me aplaces el
tiempo, en que te acuerdes de mí?” (Job 14:13. Scío de San Miguel).
No resulta razonable pensar que Job deseaba buscar protección en un
lugar abrasador. Para él, el “infierno” era simplemente la tumba,
donde terminaría su sufrimiento. Así, el infierno del que habla la
Biblia hace referencia al sepulcro o tumba, donde vamos a parar
todos, hayamos sido buenos o hayamos sido malos.

11
Enciclopedia Larousse (1981), Vol. 5, p. 5201.
37
V.D. Las Escrituras hacen distinción entre el Hades
(“infierno”) y el fuego.
V.D.1. “La muerte y el infierno [Hades] fueron arrojados al lago de fuego. Este
lago de fuego es la muerte segunda” (Apocalipsis 20:14). Como ya dijimos, la
Muerte Segunda es una muerte sin la esperanza de resucitar.

V.D.2. Al igual que el Gehena, del que ya hemos hablado, el Lago de Fuego
representa la aniquilación definitiva. El que la muerte y el Hades sean
“arrojados” en él, significa que serán eliminados cuando la raza humana quede
liberada de (1) el pecado, (2) la consecuencia del pecado: la muerte, y (3) la
morada última de los muertos: el sepulcro.

V.D.3. Todos aquellos que pecan de manera deliberada y mueren sin arrepentirse
de sus pecados “recibirán su herencia” en dicho Lago, es decir, serán echados en
un medio que los aniquilará para siempre (Apocalipsis 21:8).

V.D.4. Por su parte, los fieles que se encuentren en el “infierno” (en “la parte de
más abajo”, en “la parte inferior”), es decir en su respectiva tumba, pero también
en la memoria de Dios, serán resucitados y vivirán durante mil años en el Reino
de Dios, encabezado por Jesucristo, el Mesías.

V.E. Finalmente, se nos dice que “el mar devolvió sus


muertos; la muerte y el infierno devolvieron los suyos”
(Apocalipsis 20:13).
V.E.1. Todo parece indicar que el mismo infierno, o Hades, ‘será arrojado al
Lago de Fuego’ debido a que ya será inútil, pues no podrá contener ya más
muertos, ya que los devolverá a todos.

V.E.2. Se sobreentiende que el infierno (o sea, las tumbas) vomita a sus muertos
porque todos ellos ‘oirán la voz del Hijo del hombre, y saldrán de allí’. “Los que
han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal
resucitarán para ser juzgados” (Juan 5:28).

V.E.3. Así pues, tanto los malvados como el “infierno” (las tumbas) que los
contenía serán echados al lago de fuego para hacerlos desaparecer, es decir, para
desintegrarlos en el sentido más amplio de la palabra. No quedará ni su recuerdo
después de ser borrados del todo.
38
39
VI. Reflexión final

La Biblia no enseña la creencia pagana de que Dios torturará “eternamente”


a los malhechores en un fuego sin fin. Al contrario, dice que “tanto amó
Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él
no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16. Énfasis añadido). Con
estas palabras, Jesús dio a entender que el verdadero peligro en el que se
encuentra el individuo humano es ese: el de perderlo para siempre, el de no
poder recuperarlo de algún modo.
Usando una analogía proveniente de la informática, podemos decir que “la
primera muerte”, la que nos lleva al “infierno”, es decir al Hades o tumba,
se asemeja a lo que le sucede a un archivo cuando lo borramos de alguna
carpeta: “va a dar” a la papelera de reciclaje, que representa la tumba. El
objeto puede quedar indefinidamente allí, incluso si nos olvidamos de él,
pero la memoria general del disco duro de nuestra computadora no lo
olvidará; ha quedado registrado en un enorme campo de memoria que,
aunque también es parte del sistema, no lo olvida “nunca”. Supongamos
que tú te acuerdas de aquel archivo y deseas recuperarlo: lo único que
tienes que hacer es abrir la “tumba” de la papelera y “llamarlo” nuevamente
a la “vida”. ¡Lo haz “resucitado”!
Sin embargo, una computadora podría ser permanentemente dañada si un
objeto virtual peligroso como un virus informático comienza a reproducirse
dentro los valiosos archivos que has acumulado en tu unidad. A menos que
seas un estudioso de la estructura interna de los virus informáticos y
trabajes en la creación de programas antivirus, no tiene sentido que los
almacenes y los colecciones, ¿no es así? ¿Cuál es la mejor manera de
deshacerse para siempre de un virus o de un archivo cualquiera que ha sido
contaminado con un virus? ¡Reformatear toda la computadora! Es decir, si
no queremos volver a saber de ese virus ni tenerlo cerca de modo que se
convierta en un peligro potencial para el sistema, hay que darle formato
nuevamente a la computadora, salvando la mayor cantidad de archivos
posibles que no estén infectados o que ya han sido limpiados.

40
De algún modo, la “muerte primera” (la que nos lleva al sepulcro) recicla
la naturaleza humana, de modo que elimina al pecado que está en nosotros.
Pero de ese “infierno”, o Hades, uno puede volver a la vida solamente si ha
depositado su fe en Jesucristo y ha creído que él ha pagado en la cruz la
deuda de pecado que tenía con Dios. Quien “vuelve” de la muerte primera
ya no puede morir otra vez, porque cuando regresa, lo hace limpio del
pecado que lo mandó allí. En ese sentido se puede decir que son “dichosos
los que de ahora en adelante mueren en el Señor” (Apocalipsis 14:13); o
“dichosos y santos los que tienen parte en la primera resurrección”; ¿por
qué? Porque “la segunda muerte no tiene poder sobre ellos” (Apocalipsis
20:4-6).
Esta es parte esencial de las buenas nuevas: Dios va a “reformatear” todo el
sistema cósmico de cosas creadas, y lo va a depurar del pecado que lo
mantiene oprimido y lo lleva a la muerte, de modo que muchos “archivos”
infectados se van a perder para siempre, no porque Dios no haya podido
limpiarlos sino porque ellos no quisieron ser limpiados. Con respecto a
estos seres humanos que involuntariamente han sido infectados por el
“virus”, Dios quisiera que “nadie se pierda sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2 Pedro 3:9. RV). Con respecto a los que no solo
supieron que el mundo está repleto de maldad sino que voluntariamente
decidieron participar de esa infección, en franca y consciente rebelión
contra el carácter de Dios, la Biblia deja claro que serán borrados del tejido
del universo de manera permanente y sin posibilidad de ser recuperados.
Esa es la Segunda Muerte: la destrucción total y absoluta del cuerpo y
del alma de la persona (angélica o humana).
*******
En la obra de Edward Fudge se dice: “La idea de un tormento eterno
consiente fue un severo error, un horrible error, una flagrante calumnia
contra el Padre Celestial, cuyo carácter vemos verdaderamente en la vida
de Jesús de Nazaret” (Fudge, 1982:221). Pero todos esos teólogos y
ministros religiosos que creen y enseñan que el infierno es un lugar real de
tormentos infinitos, tienen una imagen muy distorsionada y pervertida de
Dios y de su carácter. Creo que quienes enseñan y creen esa doctrina, de
claro origen pagano, lo único que hacen es proyectar su propia perversión
personal, y piensan que la justicia de Dios debe acomodarse a lo que ellos
creen que es justo. Pero no me malentiendan: por supuesto que la Biblia
dice que Dios castigará a las personas malas (2 Tesalonicenses 1:6-9), pero

41
la justa indignación que lo llevará a tomar esa decisión no es el rasgo
dominante de su personalidad. Dios no es perverso, como sí lo son algunas
personas que, si tuvieran la oportunidad, nos torturarían por siempre; y
tampoco es rencoroso, como sí lo somos los seres humanos, debido a
nuestra naturaleza caída.
El teólogo protestante norteamericano Robert Charles Sproul dice que “si
hay algún consuelo en el concepto del infierno es la plena seguridad de que
no habrá crueldad allí. Es imposible que Dios sea cruel. La crueldad
implica infligir un castigo que sea más severo o más duro que el crimen”
(Sproul, 1996:318). Sin embargo, contra este punto de vista que implica
que el infierno de sufrimiento infinito es justo y retributivo para cualquier
tipo de delito, haya sido éste una mentira deliberada o un genocidio
histórico, Dios mismo pregunta: “¿Acaso creen que me complace la muerte
del malvado? ¿No quiero más bien que abandone su mala conducta y que
viva?” (Ezequiel 18:23).
Sproul desarrolla su severo, cruel, perverso y medieval punto de vista al
extremo de afirmar que “el problema que tendrán [los impíos] en el infierno
no será la separación de Dios, será la presencia de Dios lo que los
atormentará. En el infierno, Dios estará presente en la plenitud de su ira
divina. Estará allí para ejercer su justo castigo sobre los malditos. Lo
conocerán entonces como el fuego consumidor” (Sproul, 1996:318. Énfasis
añadido.). Pero si a Dios ni siquiera le agrada tener que destruir a los
pecadores, ¿cómo creer que le complacerá atormentarlos por los siglos de
los siglos y sin final? Piensen en esto un momento: ¿qué horrible crimen
podrá cometer alguien para merecer que el Dios de amor no solo lo torture
por durante eones y eones de tiempo, sino que incluso se complazca en
ello? (Cf. 1 Juan 4:8). ¿Qué Dios sería ese? Como dijo el filósofo hindú
Nikhilananda: “La teoría del sufrimiento eterno no es compatible con la
creencia de que Dios ama las cosas creadas. Creer que se castiga
eternamente al alma por los errores de unos cuantos años, sin darle la
oportunidad de enmendarse, va contra los dictados de la razón”.
Debido a que Dios es justo, él va a destruir al mal y a los malvados, ¡pero
los destruirá para siempre! No va a torturar a nadie, precisamente porque es
justo y no cruel, y mucho menos perverso —como sí lo son algunos
teólogos que, si recibieran el poder religioso suficiente, nos harían soportar
legítimamente “la más angustiante de las agonías”, procurando que no

42
muriéramos en el proceso, y quitándonos cualquier esperanza de que todo
terminara alguna vez.
En este sentido se puede afirmar que el Señor Jesucristo experimentó la
pena de muerte en nuestro lugar en la cruz, y que después fue llevado al
infierno (Hades) donde esperó su momento de ser recuperado por Dios.
Pero Jesús fue muerto definitivamente, ¡no torturado sin fin! Y aunque es
verdad que antes de morir sufrió una horrible agonía, también es verdad
que él tomo nuestro lugar en la muerte, no en la agonía permanente, ¿me
explico? ¿O acaso sigue Jesús clavado, vivo y agonizante en la cruz hasta el
día de hoy? ¡Claro que no! ¿Por qué? Porque “la paga del pecado es muerte
definitiva”, ¡no agonía sin fin!
Al destruir a los malvados (ángeles y hombres) en la Muerte Segunda, el
Señor estará aplicando el equivalente a la pena de muerte, una pena que es
justa y retributiva. Pero no los enviará a un infierno de fuego de sufrimiento
infinito, que vendría a ser el equivalente al sistema de cárceles con que los
humanos castigan incluso a los más malvados para que, supuestamente,
paguen por los crímenes cometidos, en vez de cortarlos del pueblo, como la
justicia divina precisamente lo exige (Por lo demás, no olvidéis que hasta
los condenados a cadena perpetua algún día mueren). Estoy casi seguro que
Sproul y otros líderes religiosos perversos como él, votarían a favor de un
sistema de cárceles12, pero no lo harían a favor de un sistema de pena
capital por lo mismo, porque ya no creen (o no entienden) la doctrina
bíblica de la Segunda Muerte como pena capital divina, pero sí creen en la
doctrina pagana del infierno como cárcel divina para la tortura y el
sufrimiento infinitos.
Por lo demás, es de notar que solo las culturas de fondo católico-evangélico
más secularizadas impulsan los sistemas carcelarios, y me parece que ello
obedece a la introyección en el inconsciente colectivo de los falsos
conceptos y temores relacionados con el infierno y con el resto de la
topología pagana del más allá. Aún así, es curioso que la antigua cultura
judía no haya tenido un sistema complejo y definido de cárceles; pero lo
que sí tenía era la pena de muerte que Dios exigía.
Dios es justo, pero su principal cualidad es el amor (1 Juan 4:8). “El Señor
es bueno con todos; él se compadece de toda su creación” (Salmo 145:9,

12
“Así como las cárceles se construyeron para proteger al inocente de los que quebrantan la ley aquí en
la Tierra, el infierno ha sido preparado para los que infringen la ley de Dios” (Wiese, 2010:5).
43
NVI). Y lo único que pide a cambio es que lo amemos con todo el corazón
y le guardemos todo el respeto y el agradecimiento posibles.
Quienes llegan a creer que ciertas almas sufren en el infierno, sienten por
Dios un angustioso temor al que mejor podríamos llamar miedo a Dios.
Pero esto no tiene que ver nada con el verdadero temor de Dios. Este temor
no es un terror paralizante hacia Dios, sino un profundo sentimiento de
respeto por el Creador, que nos impide hacer cualquier cosa que le
desagrade. Este es el sano temor que llegan a desarrollar quienes conocen la
verdad sobre su carácter y llegan a conocerlo y amarlo personalmente.
Como dice el Salmo 111:10: “El principio de la sabiduría es el temor del
Señor; buen juicio demuestran quienes cumplen sus preceptos”.
Así es: el profundo amor, gratitud y respeto reverente que sentimos por el
carácter de Dios ―y no el enfermizo miedo al infierno― es lo que debe
motivarnos a cumplir su buena voluntad. Si así lo hacemos, podremos
disfrutar de felicidad sin fin. Como escribió el salmista: “Dichosos todos los
que temen al Señor, los que van por sus caminos” (Salmo 128:1).

44
Otros subtemas y preguntas
a considerar

1. ¿No es la historia evangélica de Lázaro y el rico (Lucas 16:19-


31) suficiente evidencia de que el cielo y el infierno existen? ¿Se
trata o no de una parábola? En todo caso, ¿se ha deducido alguna
vez alguna doctrina a partir de una parábola?
2. Si la idea tradicional del infierno fuera falsa, ¿por qué la siguen
creyendo y enseñando los líderes religiosos de las diferentes
denominaciones? ¿Existe algún motivo ideológico metadoctrinal
detrás de esta enseñanza? ¿Se trata todo esto del infierno solo de
una mentira conveniente?
3. ¿Dónde está el Lago de Fuego en el que se experimenta la
Segunda Muerte? ¿Puede estar en el centro de la Tierra? ¿En el
centro del Sol? ¿En el centro de la galaxia?
4. ¿Todo lo expuesto en esta monografía nos está conduciendo a la
idea de que el Lago de Fuego (de fuego metafórico, no literal,
por supuesto) hace referencia a algún tipo de estructura cósmica
de juicio como, por ejemplo, un agujero negro?
5. ¿Qué pasará con aquellas personas que nunca habrían escuchado
el Evangelio ni recibido la oportunidad de conocer a Dios y a su
Hijo, y aceptar la salvación? ¿Serían torturadas infinitamente
(teoría del infierno) o aniquiladas definitivamente (teoría de la
Segunda Muerte) así nomás, o ninguna de las dos? ¿Se puede
fundamentar bíblicamente la idea de una “segunda oportunidad”
para quienes no tuvieron el gusto y privilegio de conocer ni servir
a Dios por no haberse enterado de ello?
6. Si estuviéramos ya en el cielo y aún retuviéramos un mínimo de
recuerdos de nuestra vida terrenal, ¿cómo podríamos acceder a
Dios con el firme conocimiento y consciencia de que la gente que
alguna vez amamos (padres e hijos) se encuentran sufriendo en el
infierno, y que su agonía es infinita?

45
7. ¿En qué sentido el Señor Jesús, entre su muerte y su resurrección,
“fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro
tiempo desobedecieron” (1 Pedro 3:19-20)? ¿Fue para darles
alguna segunda oportunidad? ¿Dónde está esa cárcel?
8. ¿Qué es la “primera resurrección” de Apocalipsis 20:5-6? ¿Habrá
al menos alguna “segunda resurrección”? ¿Habrá una
resurrección general o más bien habrá una resurrección de los
justos separada por un periodo de mil años de una resurrección
final de los injustos?

46
Bibliografía:
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47
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Acerca del autor

Armando H. Toledo es un filósofo y teólogo cristiano independiente, y


licenciado en psicología por la Universidad Autónoma del Estado de
Morelos (México). En 1997 inició el ministerio de investigación y docencia
de La Universidad Cristiana Libre (La Ucli). Ha publicado artículos de
corte teológico y filosófico en varias revistas de circulación internacional y
sitios Web (www.google.com / buscar: Armando H. Toledo). Visite las
bibliotecas virtuales del profesor A.H. Toledo en: www.scribd.com;
www.academia.edu, y www.researchgate.net.

Haga contacto en:


a.h.toledo@hotmail.com
launiversidadcristianalibre@gmail.com

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