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lingüística

y
teoría literaria
diccionario
de estudios culturales
latinoamericanos

coordinación de
mónica szurmuk y robert mckee irgwin

silvana rabinovich  graciela montaldo  ana rosa domenella 


luzelena gutiérrez de velasco  juan pablo dabove  michale
lazzara  gabriel giorgi  nara araújo  román de la campa 
núria vilanova  debra castillo  ximena briceño  guadalupe
lópes bonilla  carmen pérez fragoso  hortensia moreno 
alejandro monsiváis  kate jenckes  patrick dove  marisa
belausteguigoitia  maricruz castro ricalde  rebecca biron 
carlos aguirre  estelle tarica  leila gómez  nohemy solórzano
thompson  cristina rivera garza  sebastian faber  héctor
fernández l’hoeste  vicki ruétalo  juan pobrete  emeshe juhasz
mininberg  jesús martín barbero  marcela valdata  saurabh
dube  desirée martín  ute seydel  graciela de garay  silvio
waisbord  antonio prieto  maría inés garcía canal  george
yúdice  josé rabasa  mónica szurmuk  sandra lorenzano 
claudia sadowski smith  isabel quintana  eduardo restrepo 
felipe victoriano  claudia darrigrandi  ileana rodríguez 
valeria añón  robert mckee irwin  horacio legrás  liliana
weinberg
presentación

Como todo empeño taxonómico, este diccionario es un intento de codificar,


unificar y ordenar. Los coordinadores de este diccionario buscamos dar vida
a esta taxonomía y hacer un retrato de un momento en los estudios cultu-
rales latinoamericanos. Este diccionario se hilvanó a la distancia, es un
trabajo transnacional a través de la frontera México-Estados Unidos y con
la colaboración de intelectuales de diferentes disciplinas, cuyos lugares de
trabajo abarcan todo el hemisferio americano y algunos centros de la diás-
pora latinoamericana en Europa, como Barcelona. El entusiasmo con que
autores de diferentes países, disciplinas, generaciones y situaciones labora-
les se unieron a nuestro proyecto se refleja en la riqueza y diversidad de las
definiciones.
El término estudios culturales se usa para referirse a un abanico de meto-
dologías interdisciplinarias de investigación. En este diccionario nos ocupa-
mos específicamente del área de los estudios culturales latinoamericanos, una
empresa interdisciplinaria y multifacética enfocada en la cultura latinoame-
ricana. Ofrecemos definiciones de cuarenta y ocho términos provenientes de
paradigmas diversos que consideramos fundamentales para quien se acerque
al campo.
Éste es el primer diccionario de estudios culturales latinoamericanos. Un
antecedente importante es el texto Términos críticos de la sociología de la
cultura coordinado por el argentino Carlos Altamirano que es sumamente útil,
especialmente para quien se acerque a la investigación de procesos culturales
desde las ciencias sociales. Aunque comparte cierta genealogía teórica con los
estudios culturales, a diferencia de la perspectiva ampliamente interdiscipli-
naria de éstos, la sociología de la cultura se ubica firmemente en el ámbito
de las ciencias sociales, mientras que los estudios culturales abarca y vincula
disciplinas múltiples a través de las humanidades y las ciencias sociales.
Los diccionarios de estudios culturales que han sido publicados en inglés
–como el Diccionario de teoría crítica y estudios culturales de Michael Payne
que ha sido traducido al español– han ignorado la producción y debates lati-
noamericanos y varios términos incluidos en este diccionario (por ejemplo,

[7]
8 presentación

“ciudad letrada”, “transculturación”) tienen genealogías específicamente lati-


noamericanas.
Debemos apuntar que partimos de una visión amplia y abarcadora de América
Latina, que incluye Hispanoamérica, Brasil, el Caribe (incluyendo el Caribe
francófono y el anglófono) y las diásporas “latinas” de Estados Unidos y
Canadá, cuya vida cultural se realiza tanto en lenguas indígenas como en las
linguas francas de la región (español, inglés, francés y portugués).
En la selección de términos para incluir en este proyecto, privilegiamos
aquellos que tienen una presencia importante en el campo de estudios cultu-
rales latinoamericanos y que funcionan como referentes en más de una dis-
ciplina. Quedaron afuera una docena de términos que aun si eran importan-
tes no parecían cruzar fronteras disciplinarias con tanta plasticidad, o no
entraban con frecuencia en los debates del campo. Algunos son conceptos
básicos de los estudios culturales contemporáneos (“cultura”, “industria cul-
tural”, “género”, “modernidad”, “poscolonialismo”); otros son términos de
resonancia especial para los estudios culturales latinoamericanos (“hibridez”,
“latinoamericanismo”, “heterogeneidad”). En general, las definiciones consis-
ten en un resumen de los significados y usos del término en los estudios
culturales, una discusión de sus acepciones particulares y debates, en torno
suyo, en los estudios culturales latinoamericanos y, finalmente, una lista bá-
sica de lectura sobre el tema. También incluimos una bibliografía general, la
que puede servir como referencia general para el campo.
El énfasis de las entradas está en la genealogía de los términos y también
en su influencia en la praxis de estudios culturales en el continente. Nos
interesa resaltar la trayectoria de los estudios culturales latinoamericanos y
también su potencial político (izquierdista, antihegemónico) y transformati-
vo –un interés que, por otro lado, siempre ha dominado la crítica cultural
latinoamericana–. La otra característica fundamental de los estudios cultu-
rales latinoamericanos es que se ocupan de las culturas (o subculturas) tra-
dicionalmente marginadas, incluyendo las de los grupos subalternos o de
comunidades de alguna forma desprestigiadas por su raza, sexo, preferencia
sexual, etc., y toman como objeto de estudio toda expresión cultural, desde
las más cultas hasta las pertenecientes a la cultura de masas o a la cultura
popular.
Esta introducción tiene dos partes bien definidas. En la primera estable-
cemos una genealogía de los estudios culturales latinoamericanos abrevada
en sus diferentes tradiciones fundadoras, que concluye con una valoración
de la importancia de los estudios culturales en México. En la segunda nos
enfocamos en las polémicas contemporáneas sobre los estudios culturales
latinoamericanos y en su inserción institucional en el ámbito educativo. A
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pesar de que nos interesa el alcance de los estudios culturales en todo el con-
tinente americano, nos ubicamos, marcadamente, en el sitio de producción
de este proyecto que es la colaboración México-Estados Unidos. Agradecemos
el apoyo del fondo uc-Mexus, otorgado conjuntamente por la Universidad
de California y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de la República
Mexicana. El compromiso de UC-Mexus por el fomento de la colaboración
transnacional coincide con nuestro propio deseo de explicitar desde la cultura
los sitios de cruce, desfasaje, promesa y conflicto.

I. genealogías

A. Orígenes de los estudios culturales latinoamericanos

Los estudios culturales surgieron como un campo interdisciplinario en el


mundo angloparlante en los años cincuenta y sesenta, como parte de un mo-
vimiento democratizador de la cultura. En América Latina, el uso del concep-
to de estudios culturales es mucho más reciente. Aunque el concepto parte de
la tradición británica, también tiene su origen en una tradición que se remon-
ta a la ensayística del siglo xix y al ensayo crítico del siglo xx. El objeto de
este diccionario es revisar la diversidad de temas y enfoques que forman
parte de lo que, como término abarcador, se puede llamar estudios culturales
latinoamericanos a principios del siglo xxi.
Los estudios culturales se presentan como un campo intelectual diverso,
interdisciplinario y político. En América Latina la marca de lo político a partir
de los años treinta ha sido tradicionalmente marxista y se institucionalizó en
1959 con la revolución cubana y los movimientos revolucionarios de los años
sesenta y setenta. Estos movimientos crearon una narrativa continental que
imagina a América Latina como unidad y que se ocupa de la relación entre
la cultura y los destinos políticos. La marca de lo cultural y –especialmente
lo literario– en los movimientos revolucionarios latinoamericanos es notable
y marca tanto lo político como lo literario. Aunque las artes no literarias
no lograron tener la misma visibilidad mundial que el boom literario, este
vínculo entre la política “revolucionaria” y la producción artística, también
es muy evidente en obras de teatro, música popular, cine, etc., de la época.
Los debates sobre la relación entre literatura y revolución como el originado
a causa del caso Padilla en 1971, interpelan a intelectuales y artistas de todo
el continente para definirse en términos no sólo intelectuales sino también
políticos.
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La genealogía de los estudios culturales latinoamericanos es múltiple. Su


formación se puede pensar como un proceso de retroalimentación constante
entre diferentes grupos de la sociedad civil, modos culturales populares, ins-
tituciones culturales, estados nacionales, corrientes de pensamiento interna-
cionales y continentales. Algunos momentos importantes en el desarrollo de
los estudios culturales latinoamericanos son:

1] la tradición ensayística latinoamericana de los siglos xix y xx;


2] la recepción de los textos de la Escuela de Frankfurt, del Centro para
Estudios Culturales Contemporáneos de Birmingham y los del posestructu-
ralismo francés;
3] la relación horizontal (sur-sur) con desarrollos intelectuales y proyectos
académicos de otras áreas geográficas como los estudios del subalterno y el
poscolonialismo;
4] el desarrollo de una agenda de investigación en estudios culturales
latinoamericanos en Estados Unidos –esta agenda de investigación está rela-
cionada con movimientos sociales de políticas de identidad: feminismo, mo-
vimientos chicano y afroamericano, militancia gay y con su importante papel
en la incorporación de teoría crítica multidisciplinaria y en su cuestionamien-
to de cánones y epistemologías– y la importante participación de académicos
latinoamericanos que trabajan en las universidades de ese país.

1. La tradición ensayística latinoamericana de los siglos xix y xx

Los estudios culturales latinoamericanos tienen su origen en la rica tradición


ensayística que, como señala Alicia Ríos, sirvió a lo largo de los siglos xix y
xx para debatir temas decisivos como “cuestiones de lo nacional y lo conti-
nental, lo rural y lo urbano, la tradición contra la modernidad, memoria e
identidad, subjetividad y ciudadanía y, especialmente, el papel de los intelec-
tuales y las instituciones en la formación de discursos y de prácticas sociales,
culturales y políticas” (Ríos, “Forerunners”:16). En estos textos se fueron pre-
sentando las constelaciones cognoscitivas que según Ríos dominaron el pe-
riodo 1820-1960: neocolonialismo, modernidad y modernización, el problema
nacional, lo popular, y el eje identidades/alteridades/etnicidades. Un producto
del ensayo es la formación de la idea del “hombre público” que participa en
las guerras de independencia, en revoluciones como la mexicana, en el go-
bierno, en la oposición y es también estadista, ensayista, periodista, historió-
grafo, poeta, novelista. El ejemplo paradigmático es Domingo Faustino
Sarmiento, autor de Facundo. En el cambio de siglo, del xix al xx, se profe-
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sionaliza la literatura y el periodismo pero la presencia de la interpretación


de la realidad política y social como eje fundamental para la reflexión inte-
lectual perdura hasta nuestros días.
Los estudios culturales latinoamericanos han seguido varias de las líneas
de pensamiento o temas de debate de la tradición ensayística continental (la
identidad latinoamericana, las idiosincrasias que distinguen la cultura latinoa-
mericana de la europea o la estadunidense, la diferencia racial y el mestizaje,
la transculturación y la heterogeneidad, la modernidad, entre otros temas)
enfocándose en las figuras más significativas. Algunas de éstas son, en orden
cronológico, Andrés Bello, Sarmiento, José Martí, José Enrique Rodó, Manuel
González Prado, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, José Vasconcelos,
José Carlos Mariátegui, Fernando Ortiz, Antonio Cândido, Roberto Fernández
Retamar, Ángel Rama y Antonio Cornejo Polar. Hay además figuras funda-
mentales del ensayo en el entorno regional que tienen alcance continental,
como son: Ezequiel Martínez Estrada para el Río de la Plata, Octavio Paz para
México, Aimé Césaire para el Caribe francófono, Darcy Ribeiro y Gilberto
Freyre para Brasil. Si pensamos en la cronología planteada podemos ver cla-
ramente una continuidad en cuanto a preocupaciones y temas: desde figuras
públicas cuyo campo principal de acción fue la vida política (Sarmiento y
Bello) hasta académicos consagrados como Cândido, Rama y Cornejo Polar,
quienes sin duda fueron fundadores del pensamiento que subyace los estudios
culturales latinoamericanos. Hay que notar que hasta tiempos muy recien-
tes, intelectuales izquierdistas consagrados, como es el caso de Fernando
Henrique Cardoso, quien fue presidente de Brasil de 1995 a 2003, han entrado
con cierta facilidad en el dominio propiamente político.
Los estudios culturales se presentan siempre como una práctica de inter-
vención política. Los textos ensayísticos latinoamericanos de los autores ya
mencionados de los siglos xix y xx plantearon la necesidad de pensar las di-
ferentes sociedades latinoamericanas desde las relaciones étnicas, las emer-
gentes identidades nacionales y la relación entre modernidad y moderniza-
ción. Estos textos fundadores crearon una práctica intelectual que podríamos
llamar estudios culturales avant la lettre, o sea una interrogación multidisci-
plinaria (la que toma en cuenta perspectivas de historiografía, crítica literaria,
estudios de folklore, antropología, ciencias políticas, educación, sociología,
etc.) por los modos en que la cultura significa en contextos amplios.

2. La recepción de los textos de la Escuela de Frankfurt, del Centro para


Estudios Culturales Contemporáneos de Birmingham y los del posestruc-
turalismo francés
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Uno de los puntos más álgidos del debate sobre la validez de los estudios
culturales como un emprendimiento intelectual que puede ofrecer recursos
interpretativos para la realidad latinoamericana, es su genealogía. Muchos
críticos han cuestionado el carácter cosmopolita de los estudios culturales
arguyendo que en América Latina los estudios culturales tienen una tradición
propia anterior a la importación de los modelos de prácticas de estudios cul-
turales que se originaron en la academia norteamericana los años ochenta y
noventa.
Los críticos que a menudo se citan como culturalistas avant la lettre
–Carlos Altamirano, Carlos Monsiváis, Renato Ortiz, Beatriz Sarlo, entre
otros– trabajaron en diálogo con modelos de análisis cultural europeos –prin-
cipalmente de la Escuela de Frankfurt, el Centro para Estudios Culturales
Contemporáneos de Birmingham y el posestructuralismo francés–. Estas tra-
diciones tuvieron recepciones en diferentes momentos en América Latina y
en Estados Unidos –es decir que no llegaron a América Latina por medio de
la academia estadunidense–. La apropiación, traducción y reformulación de
teorías de la cultura surgidas en la Europa de la posguerra, especialmente
los trabajos de la Escuela de Frankfurt (Theodor Adorno, Walter Benjamin,
Max Horkheimer), el nuevo marxismo (Louis Althusser, Antonio Gramsci), los
estudios culturales británicos (Raymond Williams, Richard Hoggart, Stuart
Hall) y el posestructuralismo francés (Michel Foucault, Jacques Lacan) ha
sido fundamental para la definición y diseño de proyectos intelectuales en
América Latina, igual que otros intelectuales franceses como Roland Barthes,
Michel de Certeau, Gilles Deleuze y Pierre Bourdieu. En algunos casos no-
tables, como el de Lacan, la recepción fue anterior y mucho más masiva en
América del Sur que en América del Norte.
En contraposición al enfoque en obras de arte de la cultura letrada, los es-
tudios culturales se han enfocado en formas de cultura “baja,” popular y ma-
siva. Heredan de la diáspora intelectual judeo-alemana exiliada del nazismo,
la preocupación por el poder de la industria cultural y el interés por analizar
nuevos modos de producción cultural, muchas veces con el signo cambiado:
si para la Escuela de Frankfurt la industria cultural significaba el final de la
originalidad en el arte y la creación de una sociedad masificada sin libertad
individual, donde el arte era una mercancía más (Adorno y Horkheimer), los
estudios culturales buscarán los espacios de resistencia dentro de la cultura
popular y de masas.
Adorno y Horkheimer en un clásico ensayo, “La industria cultural: ilumi-
nismo como mistificación de masas” (1944), critican la industria cultural (re-
presentada principalmente por Hollywood) por promover una sociedad ma-
sificada sin posibilidad de verdadera libertad. Benjamin, por otro lado, en sus
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varios escritos, entre ellos la emblemática “La obra de arte en la época de su


reproducción mecánica” (1935), muestra más ambivalencia con respecto al
marxismo ortodoxo que guía el pensamiento de sus colegas al expresar una
urgencia para entender los cambios tecnológicos, posibilitados por la fotogra-
fía y otras formas de producción masiva de cultura, anticipando así las acti-
tudes de la escuela británica, la cual rescata la creatividad y la productividad
de la cultura popular y de masa como espacio no elitista de expresión.
Los estudios culturales británicos surgen en el contexto de la democratiza-
ción de la cultura que acompaña la posguerra en ese país. Sus representantes
más importantes de esa época –Raymond Williams y Richard Hoggart– pro-
vienen de familias obreras y trabajan en institutos terciarios recientemente
fundados, donde la mayoría de los estudiantes tiene el mismo origen de clase
que ellos. Sin desdeñar la riqueza de la cultura canónica, Williams y Hoggart
se preocupan por estudiar las influencias de la cultura popular en la formación
de las mentalidades de la clase obrera. El Centro para los Estudios Culturales
Contemporáneos de Birmingham, fundado por Richard Hoggart, fue el pri-
mer espacio académico donde se trabajó sistemáticamente sobre los estudios
culturales. Dos ejes fundamentales para los estudios culturales británicos fue-
ron la industria cultural y el énfasis en la cultura cotidiana de la clase traba-
jadora siguiendo el modelo para entender esa clase postulada por The Making
of the English Working Class (1968) del historiador E.P.Thompson. En los años
setenta el concepto de hegemonía toma importancia en las teorizaciones de
los estudios culturales británicos y, además, se va incorporando un discurso
sobre raza, etnicidad y subculturas cuyos representantes más importantes
son Paul Gilroy y Stuart Hall. Hall tendrá una influencia fundamental en el
trabajo sobre raza, identidad y los medios masivos en los estudios culturales
latinoamericanos. A Paul Gilroy le debemos una importante teorización sobre
la relación entre literatura y estudios culturales. Según Gilroy “la categoría
de literatura nombra el capital cultural de la antigua burguesía” (CC x ) y en
ese sentido es un constructo cultural tan arbitrario como la cultura popular.
La línea culturalista de Birmingham tuvo gran impacto en la sociología, la
antropología y los estudios literarios en América Latina.
La línea posestructuralista de los estudios culturales surge de la lingüís-
tica, de los estudios literarios y de la semiótica y se inspira en el trabajo de
Louis Althusser (teorización sobre los mecanismos sociales de la ideología),
de Roland Barthes (lecturas de los sistemas semióticos empleados por modos
diversos de expresión cultural: fotografía, propaganda comercial, industria
de la moda, etc.), de Jacques Lacan (expansión del psicoanálisis freudiano
con enfoque en el papel central del lenguaje en la constitución del sujeto y el
pensamiento en general) y de Michel Foucault (estudios importantes sobre
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los mecanismos del poder y su relación con el saber). esta línea concibe la
cultura como discursos semiautónomos que son susceptibles a análisis ideo-
lógicos. otras figuras francesas de importancia que dan forma a los estudios
culturales latinoamericanos, aunque no necesariamente identificadas con el
posestructuralismo, son michel de certeau (las tácticas no obedientes a las
maniobras de las instituciones hegemónicas de los individuos en la vida co-
tidiana), gilles deleuze (teorías sobre conceptos como la desterritorializa-
ción y la esquizofrenia, y del rizoma como modelo de pensamiento) y pierre
bourdieu (estudios sobre las relaciones entre las estructuras sociales y las
prácticas de los sujetos que operan dentro de ellas).

3. la relación vertical (sur-sur) con desarrollos intelectuales y proyectos aca-


démicos de otras áreas geográficas como los estudios del subalterno y el
poscolonialismo

en su libro Orientalismo (1978) el palestino edward said incorpora elementos


de las líneas británicas y francesas en un estudio de los modos en que la
cultura europea crea un discurso sobre el oriente que la ilumina como avan-
zada, moderna y racional en oposición a una alteridad feminizada, brutaliza-
da y siempre subalterna. el trabajo de said es seminal para dos campos que
se consideran fundamentales dentro de los estudios culturales: el poscolonia-
lismo y los estudios del subalterno. en Orientalismo said muestra la creación
de un repertorio de discursos de diferentes registros – literarios, políticos,
filosóficos, burocráticos – que funcionan de manera interdependiente para
crear al oriente como una unidad discursiva inteligible que, a la vez, funcio-
na como un espejo que refleja una europa racional y triunfante. el concepto
gramsciano de hegemonía es central en este estudio y es presentado por said
como parte de una dimensión personal, a través de una cita de los Cuadernos
de la prisión que said traduce del italiano ya que está ausente de la versión
inglesa del texto:
“el punto de partida para la elaboración crítica es la conciencia de lo que
uno es en realidad y que “el conocerse a sí mismo” es un producto de los
procesos históricos que han depositado en uno una infinidad de marcas sin
dejar un inventario
la subjetividad inherente a la tarea investigativa es fundamental para los
intelectuales que en los decenios de los sesenta y setenta piensan la realidad del
tercer mundo desde las diferentes áreas geográficas y también desde los centros
metropolitanos diaspóricos. los parteaguas políticos que dan un puntapié ini
-
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cial a este esfuerzo intelectual son la Revolución cubana, la Guerra de Argelia


y la descolonización en África. La publicación de las obras de Aimé Césaire,
Franz Fanon y Albert Memmi, nacidos en colonias francesas, propician un
diálogo intelectual sobre los efectos de la colonización y los modos de resisten-
cia. Fanon es quien más eco tendrá en América Latina. Su ensayo Pieles negras,
máscaras blancas (1952) es un incisivo estudio sobre los efectos psicológicos de
la colonización basado en su experiencia como psicoanalista. En Los condena-
dos de la tierra, publicado en 1961 en París con introducción de Jean Paul Sartre,
Fanon presenta al racismo como una forma de subyugación de occidente a la
que el colonizado sólo puede responder de manera violenta. Estos dos libros
fungieron como manifiestos a la vez que de textos teóricos para una generación
de intelectuales que vivió lo político y lo intelectual como indivisible.
Lo poscolonial surge como rama de los estudios culturales en la academia
estadunidense recogiendo una serie de preocupaciones y textos surgidos en
África, Asia, Caribe y América Latina en los años. Funcionan como materia
prima para elaboraciones teóricas de una serie de pensadores del tercer mun-
do educados en instituciones de élite del primer mundo y empleados por
universidades estadunidenses como Gayatri Chakravorty Spivak, Homi
Bhabha y Edward Said. Estos autores combinan enseñanzas de las Escuelas
de Birmingham y del posestructuralismo francés incorporando a sus trabajos
la obra de Derrida (Spivak), de Lacan (Bhabha) y de Foucault (Said).
Considerados a veces como parte de los estudios poscoloniales, los estu-
dios del subalterno surgen como trabajo colectivo de un grupo de historiado-
res de formación gramsciana en el sudeste asiático que estudian a contrapelo
la historia de los subalternos para construir una nueva lectura de la rela-
ción entre hegemonía y subalternidad. Los trabajos de Ranajit Guha, Gayatri
Spivak y Gyan Prakash fueron fundamentales como contrapunto para pensar
la posibilidad de crear un grupo de estudios subalternos latinoamericanos,
proyecto liderado por John Beverley e Ileana Rodríguez que se originó en
la academia estadunidense después de la derrota sandinista (véase Grupo
Latinoamericano de Estudios Subalternos). El subalternismo tuvo eco en las
áreas menos estudiadas desde los campos tradicionales de los estudios litera-
rios y la historia del arte, como el área andina y Centroamérica, con enfoque
particular en la expresión indígena y el género del testimonio.

4. El desarrollo de una agenda de investigación en estudios culturales lati-


noamericanos en Estados Unidos y la participación importante de aca-
démicos latinoamericanos que trabajan en las universidades mexicanas y
estadunidenses
16 presentación

Entre 1996 y 1997 la revista británica Journal of Latin American Cultural


Studies realizó una serie de entrevistas a intelectuales latinoamericanos que
cultivaban prácticas de investigación y escritura adscritas, en términos ge-
nerales, a los estudios culturales. Estos intelectuales, casi sin excepción,
declaran que su praxis es culturalista avant la leerte, o sea, que están rea-
lizando un tipo de investigación dentro de agendas de investigación nacio-
nales (“estaba haciendo historia de las ideas” dice Sarlo: “Cultural Studies
Questionnaire”:85) o independientemente de programas estadunidenses (“me
involucré en los estudios culturales antes de saber cómo se llamaban” dice
Néstor García Canclini: “Cultural Studies Questionnaire”: 86). Quizá el males-
tar que producen a menudo los estudios culturales como práctica intelectual
que se percibe como “importada” o “extranjera” tiene menos que ver con su
génesis o sus textos fundacionales que con su organización disciplinar que se
realizó indudablemente en los Estados Unidos. En ese sentido la queja que se
escucha a menudo por parte de intelectuales latinoamericanos –“nosotros ya
hacíamos estudios culturales antes de que se pusieran de moda en Estados
Unidos”– no sólo es sostenible sino también ampliamente justificada. Como
indica Jean Franco, “los discursos metropolitanos sobre el tercer mundo han
adaptado generalmente una de tres operaciones: “1] exclusión --el tercer mun-
do es irrelevante a la teoría; 2] discriminación—el tercer mundo es irracional
y por consiguiente está subordinada al conocimiento racional producido por
la metrópolis; y 3] reconocimiento – el tercer mundo es únicamente visto
como el lugar de lo instintivo (“Beyond Ethnocentrism”: 504).” De hecho,
los estudios culturales latinoamericanos son organizados como tales en la
academia estadunidense en diálogo con los estudios culturales anglófilos, el
posestructuralismo francés, el poscolonialismo, los estudios del subalterno y
una serie de movimientos locales surgidos de los movimientos de derechos
civiles de los años sesenta como son los programas de estudios chicanos, afro-
americanos, queer, de género, asiático-americanos, etc. Si bien el rótulo de
estudios culturales latinoamericanos es una etiqueta de origen estadunidense,
la plétora de investigaciones realizadas bajo esa rúbrica representa toda la
diversidad y riqueza del hemisferio.
Gran parte del ímpetu detrás de la creación de los estudios culturales
latinoamericanos procede de una importante diáspora intelectual latinoame-
ricana en la academia estadunidense. Con una influencia parecida a la de
otras diásporas, en otros momentos fundacionales de los estudios culturales
(la diáspora judeo-alemana y su interés por la industria cultural en los años
cuarenta, la diáspora caribeña y su desarrollo de los fundamentos de la teoría
poscolonial en los años sesenta), los intelectuales latinoamericanos exiliados
por razones políticas o transterrados por razones económicas cambiaron el
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modo de pensar lo latinoamericano en los Estados Unidos. Estos intelectua-


les llevaron consigo una formación intelectual en la cual la relación entre
prácticas textuales y prácticas políticas era indivisible. Socavaron la visión
de América Latina como una subárea de los estudios ibéricos, rechazaron la
ideología imperialista y anticomunista que fomentaba los estudios de área
(como señalan Gilbert Joseph, Catherine Legrand y Ricardo Salvatore en
Close Encounters of Empire (1998), el origen de los estudios latinoamericanos
como disciplina académica de la Latin American Studies Association como
sociedad profesional, están teñidos de una enorme preocupación imperialista
y anticomunista que dominó la escena política de los Estados Unidos durante
la guerra fría) e introdujeron un modo de concebir la cultura como proceso
interactivo con la sociedad y como medio fundamental tanto de control hege-
mónico como de resistencia. En los Estados Unidos, Canadá y México muchos
de ellos se encontraron por primera vez con la posibilidad concreta de pensar
América Latina como unidad en colaboración con colegas de otros países.

B. Los estudios culturales en México

Gracias a la relativa estabilidad ofrecida desde los 1920 por el sistema de


partido único y el compromiso del PRI con la cultura nacional, México pro-
pició y fortaleció un sistema de promoción y apoyo a la cultura sin compa-
ración en América Latina. A diferencia de otras “ciudades letradas” como
Buenos Aires y Lima, la ciudad de México, después del final de la Revolución,
no tuvo interrupciones importantes o cambios de giro fundamentales en la
política cultural, condición que se refleja igualmente en las instituciones cul-
turales de la provincia. La infraestructura gubernamental de fomento cultural
–que apoya los museos, la literatura, la arqueología, el turismo, la danza, los
festivales regionales, el teatro, la historiografía, etc.– ha sido históricamente
la más amplia y fuerte de América Latina. Desde la época de José Vasconcelos
el Estado mexicano ha fomentado la producción cultural al involucrar a ar-
tistas prominentes (muralistas, poetas, etc.) en sus diversos proyectos de ges-
tión cultural; también ha invertido muchísimo en la preservación del patri-
monio nacional en museos, archivos y publicaciones. La cultura en México
está fuertemente promovida por programas educativos, becas, subvenciones,
premios, publicaciones, festivales, etc., todos apoyados por agencias guber-
namentales (Instituto Nacional de Antropología e Historia, Fondo de Cultura
Económica, Instituto Nacional de Bellas Artes, Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes) en espacios comerciales, pedagógicos, investigativos, fes-
tivos y turísticos, entre otros. La política cultural (para con el cine, el arte, la
18 presentación

literatura, el teatro, la danza, la música, las fiestas regionales, la arqueología,


la historia, etc.) ha sido elemento imprescindible de la política nacional por
casi un siglo (Tovar y Teresa: 36-50), y se han asignado presupuestos mucho
más significativos que en cualquier otro país de América Latina.
Este apoyo gubernamental obviamente implica una falta de independen-
cia en el arte que recibe subvención y la política cultural mexicana muchas
veces depende de la política (y a veces del capricho) de los que ocupan ofici-
nas ejecutivas (presidentes, gobernadores) y sus nombramientos de funciona-
rios culturales. Censura, amiguismo, nepotismo, caudillismo, discriminación
racial y misoginia han sido elementos característicos de la gran máquina
cultural mexicana en diferentes momentos históricos, consecuencia inevita-
ble, quizá, del sistema político que hasta tiempos muy recientes efectivamen-
te no ha permitido la participación de más de un sólo partido. No obstante
estas fallas, la inversión del gobierno mexicano ha posibilitado una infraes-
tructura de producción y diseminación cultural impresionante.
Si bien el impulso de este apoyo ha sido de corte nacionalista, como par-
te fundamental de su misión como país comprometido con políticas cultura-
les de izquierda, México también dio asilo, durante los años sesenta y seten-
ta, a miles de intelectuales exiliados del resto de América Latina que se
insertaron en la academia y en la administración cultural estatal con relativa
facilidad. Además de contribuir al desarrollo de la investigación y docencia
disciplinar en el país que los albergó, estos intelectuales tuvieron la oportu-
nidad de interactuar con colegas de otros países y pensar de manera más
orgánica fenómenos culturales y políticos latinoamericanos. Esta experiencia
de colaboración entre intelectuales de diferentes países y formaciones acadé-
micas se dio también en otros centros del exilio como fueron París, Madrid
y Barcelona pero la posibilidad de inserción en México hizo que el corpus de
productos surgidos de este exilio fuera más abundante y más complejo. Como
apuntamos antes para el caso estadunidense, el desarrollo de los estudios
culturales en México se realizó en diálogo con fenómenos intelectuales y cul-
turales locales, entre ellos una vibrante tradición de investigación sobre cul-
turas subalternas, anclada principalmente en la antropología.
En su calidad de país refugio, México albergó y posibilitó el trabajo de
algunas de las figuras más destacadas del campo de los estudios culturales en
América Latina como son Néstor García Canclini y Jesús Martín Barbero.
Junto con colegas mexicanos como Carlos Monsiváis y José Manuel Valenzuela
Arce, estos investigadores han hecho contribuciones fundamentales a las
agendas de investigación de los estudios culturales latinoamericanos.
Néstor García Canclini, autor del ya clásico libro Culturas híbridas de
1989, propuso ahí la práctica de “ciencias sociales nómadas” para tomar en
presentación 19

cuenta su nueva “concepción hojaldrada del mundo de la cultura” (14-15). La


hibridez, término desarrollado por García Canclini, no sólo refleja la “hetero-
geneidad multitemporal”, es decir “los cruces socioculturales en que lo tradi-
cional y lo moderno se mezclan” y los cuales caracterizan la producción cul-
tural latinoamericana contemporánea (14), sino también la imposibilidad de
comprender las expresiones cultas, populares y masivas como categorías dis-
cretas de producción cultural. La crítica literaria o de arte que se limitaba a
lo culto, la antropología y los estudios folklóricos que se enfocaban sólo en
lo popular, y la comunicación y estudios de cine que se interesaban única-
mente en “la cultura masiva” tenían que entrar en diálogo.
García Canclini, nacido en Argentina, residente de México desde 1976, es
profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Iztapalapa, don-
de fundó en 1990 el programa de estudios sobre Cultura Urbana. García
Canclini es autor de textos seminales sobre la cultura popular, la industria
cultural, el consumo cultural y la globalización como Las culturas populares
en el capitalismo (1982) y Consumidores y ciudadanos: conflictos multicultu-
rales de la globalización (1995). Su teoría de la hibridez en particular ha teni-
do influencia significativa más allá de los estudios latinoamericanos y sus
textos han sido traducidos y son leídos y discutidos en el ámbito de los estu-
dios culturales y de la globalización en todo el mundo.
Martín Barbero, español de nacimiento y nacionalizado colombiano, tam-
bién ha desarrollado una parte importante de su trabajo intelectual como
investigador y docente en México. Sus años (1995-2002) en el Departamento
de Estudios Socioculturales del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores
de Occidente, en Guadalajara, fueron también el periodo de publicación de
algunas de sus obras más destacadas sobre los medios masivos y la globali-
zación (aunque su obra fundamental sigue siendo De los medios a las media-
ciones: comunicación, cultura y hegemonía, de 1987). También coincidieron
con la época en la que los estudios culturales empezaron a legitimarse como
práctica, con variaciones múltiples y muchas veces sin espacios instituciona-
les, en la academia latinoamericana. Entre las publicaciones de su época
mexicana, cuentan Oficio de cartógrafo: travesías latinoamericanas de la comu-
nicación de la cultura (2002) y Al sur de la modernidad: comunicación, globa-
lización y multiculturalidad (2001).
Por su noción de la mediación, conceptualiza el papel de la recepción y
la demanda de la audiencia en la determinación del contenido de producto
cultural de los medios masivos. El público latinoamericano no es mera vícti-
ma pasiva de una propaganda ideológica de las industrias culturales, sino
interlocutor activo con los productores culturales. Esta teoría de la media-
ción, la cual emplea para realizar lecturas innovadoras sobre el melodrama
20 presentación

latinoamericano y las industrias de telenovelas, aplica otro concepto suyo, el


del “mapa nocturno”. Siguiendo las recomendaciones de Raymond Williams
de remapear los conceptos de interrogación teórica para tratar nuevas formu-
laciones multidisciplinarias de investigación, propone releer la cultura no
desde la producción –enfoque tradicional de la crítica académica– sino desde
el consumo, terreno menos conocido: de ahí la necesidad de elaborar nuevos
mapas nocturnos para guiar a los nuevos críticos en la oscuridad.
Carlos Monsiváis es investigador en el Instituto Nacional de Antropología
e Historia (inah) en la ciudad de México. Como cronista ha publicado obser-
vaciones sagaces sobre la vida política, cultural, sexual y cotidiana de los
mexicanos. Es pionero en aplicar una crítica aguda y teóricamente informa-
da, no sólo a la alta cultura (tiene estudios seminales sobre poesía y narrati-
va mexicana) sino también a la cultura popular (fiestas y santos populares) y
a la masiva (música popular, cine, televisión, deportes). Monsiváis reconoció
temprano el peso de la industria cultural y de los ritos comunitarios en la
esfera pública mexicana, tomándolos en serio en su crítica desde los años
setenta en tales obras como Escenas de pudor y liviandad de 1988 y Los ritua-
les del caos de 1995, en las que, con un formato de crónicas concisas y saga-
ces, trata temas eclécticos. Un libro más reciente, Aires de familia de 2000,
trata más ampliamente la historia de procesos culturales en América Latina
desde finales del siglo xix. Hoy en día “su obra se ha vuelto indispensable para
cualquier intento de aproximación a la cultura mexicana; no sólo porque la
describe tan bien, sino porque en realidad se ha convertido en una de sus
voces definitivamente paradigmáticas”.1
José Manuel Valenzuela Arce, investigador en el programa de estudios
culturales del Colegio de la Frontera Norte, en Tijuana, tiene publicaciones
notables sobre la cultura fronteriza, la popular urbana y la de los jóvenes,
áreas que ha trabajado desde los años ochenta. Coordinó en 2003 la edición
de Los estudios culturales en México, colección que reúne ensayos importantes
de García Canclini, Monsiváis y también de otros investigadores pioneros del
campo (Rossana Reguillo y Jorge González, por ejemplo). Sus monografías
–dos ejemplos notables son Nuestros piensos: culturas populares en la frontera
México-Estados Unidos (1998) y Vida de barro duro: cultura popular juvenil y
graffiti (1997)– representan uno de los primeros cuerpos significativos de tra-
bajo crítico producido en América Latina que se identifica, sin reservas, con
el proyecto de estudios culturales.
Como estos cuatro pensadores se cuentan entre los críticos más prolífi-
cos y más leídos en múltiples campos de estudio (artes, literatura, sociología,

1
 Kraniauskus, “Carlos”, 1997, p. 111.
presentación 21

antropología, comunicación, historia, etc.) en los últimos decenios, su interés


colectivo en tratar categorías diversas de producción cultural, incluyendo las
que hasta tiempos muy recientes han sido las más desdeñadas por la inteligent-
sia –entre ellas la historieta (Monsiváis), la película “B” (Valenzuela Arce), la
telenovela melodramática (Martín Barbero), las artesanías (García Canclini),
el corrido fronterizo (Valenzuela Arce), los santos populares (Monsiváis)–, y
también en explorar aspectos antes ignorados del consumo cultural, ha trans-
formado dramáticamente las posibilidades de temática de investigación acadé-
mica en las humanidades y ciencias sociales mexicanas. Aunque otras figuras
latinoamericanas se destacan por su influencia por abrir nuevos espacios de
crítica en los últimos años (por ejemplo, Beatriz Sarlo en Argentina y Silviano
Santiago en Brasil), ningún otro país ha visto la amplitud de objetos de estudio
no tradicionales como aparece en la obra de estos cuatro investigadores.
Otra razón por la cual los estudios culturales encontraron un terreno tan
fértil en México ha sido el poder de las industrias culturales mexicanas. Como
los otros países grandes de la región – Brasil y Argentina – la industria cultural
mexicana ha producido para el resto del continente y para la población latina
en Estados Unidos. La continuidad política en México ha permitido que la
influencia de la cultura mexicana en el exterior haya sido constante. En la
época dorada de cine mexicano (1936-1955), por ejemplo, el cine nacional
se exportaba a los muchos países hispanoparlantes que no tenían su propia
industria y por consiguiente no podían producir una cantidad suficiente de
películas en español para satisfacer la demanda nacional. De hecho, en esta
época “clásica” de cine latinoamericano, sólo México “parece haber realizado
cabalmente el modelo de producción industrial” (Paranaguá, Tradición: 101).
En los años sesenta y setenta, la época del auge de la historieta latinoame-
ricana, las empresas mexicanas como Editorial vid, exportaron títulos popu-
lares, tales como Memín Pinguín y Lágrimas, Risas y Amor a muchas partes
de América Latina. Hoy en día Televisa, empresa mexicana de producción y
emisión televisiva, se cuenta entre las corporaciones de mayores ganancias en
toda Latinoamérica. Sus programas se exportan y las estrellas de actuación de
todo el continente acuden a sus estudios para trabajar. La industria musical
mexicana también tiene una historia larga de ser una de las más prolíficas
del continente. La capacidad de estas industrias de diseminar sus productos
a enormes públicos nacionales e internacionales señala su importancia como
medio para moldear gustos y trasmitir valores a todo el hemisferio. Si bien,
como ha sido el caso de la exportación de la cultura estadunidense a América
Latina, este poder industrial implica el potencial para un imperialismo cultu-
ral de escala menor, la influencia de la cultura de los medios masivos mexi-
canos a través de América Latina es innegable.
22 presentación

No obstante la importancia de las industrias culturales mexicanas, el


estado admirable del desarrollo de infraestructura de gestión cultural en
México y la enormidad de la influencia de los pioneros de los estudios cul-
turales latinoamericanos que han trabajado en México (aparte de algunos
programas, muchas veces impulsados por los mismos pioneros de celebridad
internacional, becarios premiados por fundaciones de alto prestigio mun-
dial) los estudios culturales existen más como práctica individual que como
campo institucional en la academia mexicana, lo que evidencia la tradición
disciplinaria en el país. En realidad pasa lo mismo en todas partes de las
Américas: los estudios culturales latinoamericanos siguen exhibiendo cier-
to sabor subversivo por la acogida fría que les han dispensado desde los
espacios de las disciplinas tradicionales. Los investigadores y docentes que
trabajan estudios culturales, aplicando metodologías interdisciplinarias, mu-
chas veces lo hacen desde las disciplinas tradicionales, por lo cual, según
Valenzuela Arce, los estudios culturales en México han tomado forma más
de “una comunidad interpretativa” que de “una nueva disciplina” (Valenzuela
Arce, “Introducción”: 26, 33).

II. los espacios de los estudios culturales latinoamericanos

Los estudios culturales son practicados en general por intelectuales formados


en disciplinas tradicionales como la literatura, la antropología y la historia,
aunque hay investigadores formados en otras disciplinas (Daniel Mato, por
ejemplo, es economista) que a menudo trabajan en departamentos tradiciona-
les. También hay investigadores latinoamericanos (y latinoamericanistas) que
forman el campo, quienes trabajan o fueron formados en programas conce-
bidos como interdisciplinarios (en ciencias sociales, por ejemplo) o formaron
parte de colectivos interdisciplinarios o revistas de interpretación cultural.
Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo fueron los fundadores del Club de Cultura
Socialista en Buenos Aires; Nelly Richard creó el colectivo feminista Mora
cuyo medio de difusión crítica fue la Revista de Crítica Cultural en Santiago;
Punto de Vista fundada por Beatriz Sarlo en Buenos Aires fue un foro im-
portante para la discusión de la relación entre sociedad y cultura y tradujo
por primera vez al español textos de Stuart Hall, Raymond Williams, Edward
Said, entre otros. Las revistas Otra Parte, Confines en Buenos Aires (en la que
participan Nicolás Casullo y Federico Galende, entre otros), Debate Feminista
en México y Nueva Sociedad en Venezuela, son algunas de las revistas que más
se han dedicado a la discusión de temas de estudios culturales. Algunas edi-
presentación 23

toriales pequeñas o independientes como la del Instituto de Estudios Sociales


y Culturales Pensar (de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá), Nueva
Sociedad en Venezuela, Beatriz Viterbo en Argentina y Cuarto Propio en Chile
fueron fundamentales en la publicación de textos de estudios culturales, com-
plementando las publicaciones que aparecieron en editoriales establecidas
como las universitarias, Norma, Siglo XXI Editores y Sudamericana.
La forma más “tradicional” de los estudios culturales es la de la crítica
cultural (aquí empleamos el término “crítica cultural” en su acepción más
general: la crítica de la cultura, a diferencia del uso por algunos críticos, en
particular Nelly Richard en Chile, para referirse a una práctica crítica muy
particular –y sutilmente distinta de las de los estudios culturales, véase la
entrada para el término en este mismo volumen–, en la que se aplican meto-
dologías y teorías multidisciplinarias a la crítica de la producción y consumo
de la cultura, ampliamente definida, como parte de un proyecto político de
interrogar jerarquías culturales y sociales, y mecanismos de comunicación y
manipulación ideológica. Esta visión conforma programas de estudio cuyo fin
es formar investigadores, profesores y lectores no especializados que buscan
una perspectiva crítica que fomente el cambio social. Estos programas se ba-
san en los diferentes hilos genealógicos de teoría crítica metropolitana (los de
la Escuela Birmingham, el postestructuralismo francés, la Escuela Frankfurt,
etc.) y también como ya lo elaboramos en la parte anterior, en la tradición del
ensayo latinoamericano. Asimismo, introducen diferentes metodologías disci-
plinarias para preparar a los estudiantes para revisar archivos, entrevistar a
informantes, interpretar textos escritos y visuales, seguir los procesos de co-
municación cultural de los medios masivos, analizar los hábitos de consumo
cultural, interpretar datos demográficos, etc. Como programas definidos por
su interdisciplinariedad, se obligan a proveer acceso a los fundamentos me-
todológicos de básicamente todas (o casi todas, García Canclini ha señalado
la falta de análisis económico (“la economía de la cultura”) en los estudios
culturales latinoamericanos, “Épica”: 42-43) las disciplinas de las ciencias
sociales y las humanidades.
Para formar nuevas generaciones de críticos es imprescindible un pro-
grama de estudio con bases sólidas en la teoría crítica. Tales programas de
posgrado se organizan, entonces, no tanto por géneros de producción cultu-
ral, ni por periodos, ni por aproximaciones disciplinarias, ni por contextos
geopolíticos, sino por ciertas temáticas o ramas de teoría crítica, las que
ponen en juego diálogos teóricos de la actualidad. En un texto ampliamen-
te conocido en años recientes, en el ámbito de los estudios culturales lati-
noamericanos, Nuevas perspectivas desde/sobre América Latina: el desafío de
los estudios culturales (Mabel Moraña, ed.), se puede ver cómo se ordena el
24 presentación

campo alrededor de este tipo de temática al observar algunos de los títulos


de las ocho secciones en las que se divide: “Globalización y multiculturali-
dad”, “Márgenes sociales: género, ciudadanía”, “Intelectuales, esfera pública
y políticas culturales”, “Culturalismo y crítica del canon”, “Saberes locales,
movimientos sociales y construcción de sujetos”. Las nuevas maestrías y doc-
torados en estudios culturales en universidades latinoamericanas tienden a
basarse en discusiones teóricas sobre tales temas. Algunos ejemplos incluyen
programas en la Universidad Andina Simón Bolívar (Ecuador), la Pontificia
Universidad Javeriana (Colombia), la Universidad Nacional de Colombia, y el
Colegio de la Frontera Norte (México). La maestría en estudios de la cultura
de la Universidad Andina Simón Bolívar propone “una reflexión académica”
con un enfoque en el “mundo andino”, el que toma en cuenta “los contextos
históricos y político-sociales, estructuras de poder, procesos generados por la
informática y la comunicación, y dimensiones de clase, étnicas, regionales y
de género”.2
Dada la implícita perspectiva política de la teoría crítica que da forma a
estos programas –la que señala una necesidad de familiarizar a los estudian-
tes con las actividades en la esfera pública de los movimientos de resistencia
comunitarios– algunos programas han buscado establecer vínculos concretos
con los actores y organizaciones sociales, fuera de la academia. Este gesto va
más allá del cuestionamiento de jerarquías del poder al descentrar la acade-
mia (institución hegemónica, elitista) de la crítica cultural con el fin radical
de reconfigurar el saber dominante. Por ejemplo, el Programa Cultura,
Comunicación y Transformaciones Sociales de la Universidad Central de
Venezuela “favorece la participación en sus actividades de intelectuales de
fuera de la academia y, más en general, el desarrollo de relaciones de colabo-
ración con otros actores sociales”.3
Los objetivos pedagógicos de los programas y cursos de estudios cultura-
les latinoamericanos son diversos. Como no es una disciplina tradicional, sino
más bien un conjunto de prácticas interdisciplinarias, no ha asumido una
forma fija, aunque en general sus partidarios comparten algunas pautas me-
todológicas, las que se han mencionado: el carácter implícitamente político
(de espíritu izquierdista) que da forma a los proyectos investigativos y peda-
gógicos; el aspecto inevitablemente multidisciplinario de interrogación de los
diferentes artefactos y prácticas culturales; y la falta de elitismo en la selec-
ción de objetos de estudio. Sin embargo, algunos programas (y si se cuentan
los diplomados o especializaciones, que son la forma que toman la mayoría

2
  <www.uasb.edu.ec/progacad/maestria/estudioscultura.html>.
3
  <http://www.globalcult.org.ve/Program.htm>.
presentación 25

de los programas de posgrado en América Latina sobre cuestiones culturales)


han asumido una postura más práctica que política y se encargan de formar
profesionales que se desempeñen en agencias o fundaciones culturales y en
las industrias culturales. Para los estudiantes a quienes estos programas se
dirigen, los que busquen una “formación de agentes culturales” (Olmos:145),
es importante no sólo entender qué y cómo comunica la cultura, sino también
explorar cuestiones de historia, economía, leyes, promoción y administración
de la cultura. En este contexto, los estudios culturales se entienden no sólo
como una metodología crítica sino también como una guía a la infraestruc-
tura de los medios diversos (tanto públicos como privados) de creación, di-
seminación, consumo y preservación cultural. Aunque la mayoría de los es-
tudiantes se insertan en una infraestructura nacional o regional de agencias
culturales, son informados de los mecanismos globalizados que inevitable-
mente afectan los ámbitos regionales.
El concepto que da forma a estos programas es el de “Gestión Cultural”,
materia de capacitación promovida por la unesco desde los años setenta y
actualmente fomentada en América Latina por la Organización de Estados
Iberoamericanos (Stenou:9). Cuenta este campo desde 1997 con su propia
organización profesional, la Red Iberomericana de Centros y Unidades de
Formación en Gestión Cultural (iberformat), la que provee un punto de en-
cuentro para anunciar congresos, publicaciones y programas de estudio, y
que organiza seminarios “de formación de formadores en gestión cultural”
para sus miembros (www.iberformat.org/home.php). Esta visión utilitaria no
refleja la aproximación cuestionadora y muchas veces políticamente radical
que se asocia históricamente con los estudios culturales y para muchos es un
proyecto totalmente ajeno al de estudios culturales latinoamericanos.
Sin embargo, si bien los programas de gestión cultural se beneficiarían
de una aproximación más crítica al estudio de la cultura, los programas más
ortodoxamente críticos de estudios culturales, que a veces se enfocan casi
exclusivamente en la teoría crítica, serían más comprensivos y más intelec-
tualmente robustos si tomaran en cuenta los aspectos más funcionales de la
cultura enfatizados por los programas de gestión. No obstante estas diferen-
cias fundamentales en conceptualización, los programas de gestión finalmen-
te son instrumentos de la cultura hegemónica estatal, muchos de los términos
y conceptos que se manejan en los diplomados de gestión coinciden con los
de los estudios culturales: los programas en gestión cultural, en efecto, casi
siempre incorporan módulos de estudio sobre la misma teoría crítica que
fundamenta los programas más “tradicionales” de estudios culturales. En los
programas de gestión, la cultura se entiende como “recurso”, noción elabo-
rada por George Yúdice como “mucho más que una mercancía: constituye el
26 presentación

eje de un nuevo marco epistémico donde la ideología y buena parte de lo que


Foucault denominó sociedad disciplinaria… son absorbidas dentro de una
racionalidad económica o ecológica, de modo que en la ‘cultura’… tienen
prioridad la gestión, la conservación, el acceso, la distribución y la inversión”
(El recurso: 13). Los programas en gestión cultural, entonces, tratan cuestio-
nes de política cultural, globalización, identidad, industria cultural y crítica
cultural; pero también enseñan sobre administración, mercadotecnia, turis-
mo, procuración de fondos, conservación, cooperación internacional y patri-
monio. En México, por ejemplo, ya han pasado por diversos programas de
Gestión Cultural, organizados por conaculta, más de 14 000 estudiantes.
Otros programas han tomado como responsabilidad la formación en pos-
grado de profesores e investigadores en activo que necesitan un título para
mantener sus puestos conforme a los nuevos esquemas de jerarquización
académica que requieren títulos de maestría y posgrado. En este tipo de pro-
gramas la denominación “estudios culturales” es un término abarcador que
permite la participación de profesionales en las humanidades y en las ciencias
sociales. Esto sucede en muchos países, especialmente los del Cono Sur don-
de la profesionalización de la carrera docente universitaria, después de la
redemocratización, ha obligado a muchos docentes e investigadores a enro-
larse en programas de posgrado semiescolarizados. La ventaja de proponer
programas de maestría y doctorado en términos abarcadores, como los de los
estudios culturales, es que permiten la participación de personas formadas
en disciplinas diferentes.
En Estados Unidos (y este paradigma también se refleja con ciertas varia-
ciones contextuales en Canadá, Europa, Australia, Asia, etc.), sobre todo en los
departamentos de español y portugués, los estudios culturales latinoamericanos
han heredado o se han fusionado con otras ramas de estudio de distintas metas
pedagógicas. Como han asumido un lugar central en programas que anterior-
mente se enfocaban en cuestiones lingüísticas –principalmente la enseñanza de
los idiomas español y portugués– y literarias –filología, estudio del canon lite-
rario, análisis formal–, no siguen precisamente la forma interdisciplinaria del
campo definida en los temas de debate por sus mismos profesores de los con-
gresos y revistas, ni mucho menos en los modelos que hay de los nuevos pro-
gramas independientes de estudios culturales en América Latina. Como los
departamentos de español y portugués son los únicos espacios académicos en
los países no hispanoparlantes donde se estudia América Latina tanto en espa-
ñol como en portugués, éstos han resultado el ámbito clave para la institucio-
nalización de los estudios culturales latinoamericanos en el extranjero.
En los estudios de licenciatura, la enseñanza de lengua y literatura ha
sido suplida por un enfoque amplio en la producción cultural latinoamerica-
presentación 27

na. Es común que un estudiante de español o portugués, en Estados Unidos


o en Canadá, se encuentre en sus clases con literatura, cine, música popular,
arte, caricatura, quizá historiografía, etnografía y hasta comida y probable-
mente un poco de teoría crítica. Las prácticas metodológicas que antes se
utilizaban para la enseñanza, con su énfasis en la literatura, no sirven ya a la
mayoría de los estudiantes, quienes lejos de querer ser expertos en un canon
literario, tienen diversos motivos para especializarse en español y, a un grado
mucho menor, en portugués. Muchos de ellos desean insertarse en campos
profesionales que van desde la educación y los servicios sociales hasta el de-
recho, la diplomacia, la salud pública, la industria cultural y las artes. Buscan,
por consiguiente, obtener cierta competencia cultural además de la capacita-
ción lingüística. Como tienen la intención de emplear el español o el portu-
gués, ya sea en su trabajo o en espacios hispanoparlantes en los cuales tienen
sus orígenes, les conviene saber lo más posible de la historia, cultura e iden-
tidad de esas regiones.
En América Latina los estudios culturales han servido como telón de fon-
do para debates sobre la formación primaria y secundaria, especialmente en
lo que respecta a los objetivos “modernos” de la educación, o sea, la formación
de ciudadanos, y de los nuevos objetivos posmodernos de formar trabajadores
para el mercado global. Como señala García Canclini, el proceso de emanci-
pación que acompañó la modernización logró un progreso indudable en la
alfabetización y educación de grandes sectores de la población y la autonomía
de la ciencia, el arte y la literatura (Imaginarios: 21-22). El modelo educativo
en que se basó este proceso era enciclopedista, disciplinario y positivista.
Frente a la desazón ocasionada por la desinversión en educación y los están-
dares recesivos de escolaridad en los últimos treinta años, muchos funciona-
rios proponen modelos educativos más interdisciplinarios y el abandono de
las disciplinas tradicionales de la transmisión de lo nacional como son la li-
teratura y la historia en los niveles primarios y medios del sistema educativo.
Si bien esta propuesta no parte directamente de los estudios culturales tiene
como base algunos preceptos desarrollados en el campo, como son la jerar-
quización de los discursos mediáticos, el concepto de texto (en reemplazo del
de obra literaria), la organización del conocimiento en campos amplios, etc.:
tanto la promulgación de la Ley Federal de Educación en Argentina en 1993
como la propuesta de eliminar la enseñanza de historia anterior al siglo xv
en los niveles medio y superior en México, son ejemplos de esta reorganiza-
ción de la educación, haciendo un uso sesgado (y poco productivo) de las
propuestas de los estudios culturales.
Mientras los programas universitarios van tomando formas cada vez más
fijas, la praxis facilitada por estas nuevas configuraciones y fusiones discipli-
28 presentación

narias exhibe una creatividad inaudita. Estudios que hubieran sido impensa-
bles hace una generación ahora surgen desde disciplinas diversas bajo la
rúbrica de los estudios culturales. La cultura popular y de los medios masivos
se discute en espacios compartidos por investigadores de formaciones distin-
tas, como en Rockin’ las Americas: The Global Politics of Rock in Latin/o
America, libro coeditado por una antropóloga, un crítico literario y un histo-
riador (Pacini Hernández, et al.). Los textos –ahora visuales, musicales, audi-
tivos, corporales– se analizan desde perspectivas y metodologías distintas,
pero en espacios no cerrados por fronteras disciplinarias, como es el caso de
Galerías del progreso: museos, exposiciones y cultura visual en América Latina,
coeditada por Beatriz González Stephan y Jens Andermann, o Everynight Life:
Culture and Dance in Latin/o America, coeditado por Celeste Fraser Delgado
y José Esteban Muñoz. En la actualidad, conceptos generales de debate teó-
rico como género, sexualidad, raza, criminalidad, memoria, subalternismo,
migración, locura, frontera, etc. abren estos espacios de diálogo interdiscipli-
nario, en textos como Sexo y sexualidades en América Latina, editado por el
crítico literario Daniel Balderston y la historiadora Donna Guy.
Aparte de estas obras colaborativas, las monografías de investigadores
individuales también resultan cada vez más difíciles de categorizar en térmi-
nos disciplinarios, como ha sido el caso con un sinfín de títulos en años re-
cientes. Unos ejemplos más o menos representativos son: Indígenas mestizos:
raza y cultura en el Cuzco, de la antropóloga peruana Marisol de la Cadena;
Las salidas del laberinto: cultura e ideología en el espacio nacional mexicano,
del historiador y antropólogo mexicano Claudio Lomnitz; The Revolutionary
Imagination in the Americas and the Age of Development de la profesora de
literatura estadunidense y estudios étnicos, María Josefina Saldaña Portillo;
Ficciones somáticas: naturalismo, nacionalismo y políticas médicas del cuerpo
(Argentina 1880-1910) de la crítica literaria argentina, Gabriela Nouzeilles;
The Art of Transition: Latin American Culture and Neoliberal Crisis de la críti-
ca literaria estadunidense Francine Masiello; Músicas locales en tiempos de
globalización de la etnomusicóloga colombiana Ana María Ochoa.

III. polémicas y debates

Los cambios en la práctica de la investigación, entonces, han sido profundos,


mientras que las reestructuraciones institucionales han sido, en realidad, mí-
nimas. El problema de la capacitación metodológica para realizar crítica sa-
gaz e informada de diversos géneros de producción cultural y desde las múl-
tiples perspectivas críticas necesarias para entender cómo funciona un texto
presentación 29

(o una performance o un artefacto, etc.) en sus funciones de obra artística,


medio de comunicación y producto comercial de consumo cultural, no se ha
resuelto. Muchos críticos se han quejado de la ingenuidad de colegas que
entran en diálogo con disciplinas en las que no tienen preparación formal sin
darse cuenta de su falta de autoridad y eventual incapacidad de contribuir
productivamente en tal intercambio, como si se realizara en lengua extranje-
ra. Lo que se presenta como “multidisciplinariedad” en realidad puede ser un
mero “pensamiento no disciplinado” (Trigo, “General”: 8), y se ha vuelto lugar
común criticar los estudios culturales por su “ligereza epistemológica” (Castro
Gómez, “Apogeo”: 347). Sus defensores han dicho que “los estudios culturales
no son una ‘antidisciplina libre’ sino un área común de conocimiento que ha
contribuido a una retroalimentación de las disciplinas”, que su transdiscipli-
nariedad “dinamiza” ya existentes procesos de ruptura epistemológica en la
universidad contemporánea (Castro Gómez, “Apogeo”: 352), y que la “tensio-
nalidad” producida por los “choques” ocasionados por las travesías de límites
disciplinarios es intelectualmente productiva (Richard, “Conflicto”: 443). Sin
embargo, las apologías frecuentes del campo no han silenciado las protestas
“constantes” de los que ven en los estudios culturales demasiado “populismo
consumista” y “metodologías flojas” (Trigo, “Practices”: 363).
Hay investigadores que con una preparación tradicional disciplinaria se
han sentido presionados a salir de su línea habitual de investigación o en-
señanza para mantenerse intelectualmente relevantes, pero sin tener a su
alcance fuentes de capacitación y, por consiguiente, producen trabajos muy
superficiales siguiendo algunos modelos de los estudios culturales que apenas
toman en cuenta los debates teóricos del campo. Muchos jóvenes tesistas, sin
preparación multidisciplinaria, se ven forzados a formular proyectos que cru-
zan fronteras disciplinarias para conseguir una inserción laboral o aumentar
las posibilidades de publicación de su trabajo en un mercado editorial aca-
démico que prefiere estudios que atraen a lectores de más de un solo campo.
Por otro lado, hay jóvenes investigadores inscritos en los nuevos programas
de estudios culturales que no reciben la preparación disciplinaria necesaria
para un mercado de trabajo todavía definido por disciplinas tradicionales,
quienes descubren demasiado tarde que la multidisciplinariedad en sí no es
necesariamente una metodología institucionalmente práctica. Estos centros
pioneros de estudios culturales latinoamericanos tienen programas de estudio
todavía experimentales y muchas veces improvisados que dependen del pro-
fesorado que se dispone (formados en disciplinas tradicionales) para enseñar
sus cursos y asesorar a sus estudiantes. Si bien en algunas partes del mundo,
ya se asevera que “en cuanto a su historia, sus valores y su orientación me-
todológica, los estudios culturales sí son una disciplina distinta” (Couldry:9),
30 presentación

en América Latina (y para la mayoría de latinoamericanistas en países ex-


tranjeros) todavía no funciona así.
Por otro lado, estos nuevos programas han tenido que definirse para ob-
tener espacio institucional. Han tenido que establecer sus programas de es-
tudio, sus cursos de metodología, sus relaciones con las disciplinas y sus
cánones teóricos. Si el problema de los estudios culturales “nómadas” –los
que se colocan en los intersticios entre disciplinas y buscan aporías no expli-
cadas por las disciplinas tradicionales– es su eventual falta de rigor discipli-
nario, hay otros riesgos inherentes en la institucionalización de programas
interdisciplinarios de estudios culturales. Nelly Richard se preocupa por la
apariencia de “una versión demasiado burocratizada de los estudios cultura-
les que persigue una ecuación satisfecha entre la gobernabilidad de la políti-
ca, la administración de lo social, la maniobrabilidad de lo cultural, la apli-
cabilidad de los saberes: todo esto cruzado por un deseo de traducibilidad de
las diferencias a un liso sistema de intercambios donde el registro práctico
de la transacción y de la negociación prevalecen sobre el registro teórico-
crítico del conflicto y del antagonismo” (“Conflicto”:445). Es un problema con
el que se ha enfrentado Richard al introducir un nuevo “Magíster en Estudios
Culturales” en la Universidad de Artes y Ciencias Sociales en Chile: su insti-
tucionalización puede perjudicar lo que ha sido el poder subversivo de los
estudios culturales por lanzar sus interrogaciones siempre desde los márgenes
de la academia.
Otra cuestión no resuelta trata del papel de la literatura “de calidad” en
un campo que va cediendo cada vez más espacio a la expresión popular y el
papel de la estética en la crítica cultural ya dominada por interrogaciones
políticas o sociales. Beatriz Sarlo ha expresado una nostalgia por la época de
la “nueva izquierda” (periodo que define como de finales de los 1950 a prin-
cipios de los 1970) cuando se proponían conexiones importantes entre la li-
teratura (categoría de expresión que se entiende como alta expresión estética)
y “la revolución” (“Cultural Studies and Literary Criticism”: 25). En tiempos
más recientes, se ha criticado –justificadamente, según Sarlo– el elitismo de
la expresión literaria; ahora, con el auge de los estudios culturales, se ha
visto “la redención social de la crítica literaria a través del análisis cultural”
(28) y las cuestiones sociales han asumido el lugar central antes ocupado por
las estéticas en la crítica literaria. Sarlo observa que esta división (crítica
estética contra crítica social) ha sido mucho más pronunciada en los estudios
latinoamericanos que en los metropolitanos: “Todo parece sugerir que noso-
tros los latinoamericanos debemos producir obras apropiadas para el análisis
cultural, mientras que Otros (o sea los europeos) tienen el derecho de crear
obras adecuadas para la crítica de arte” (33). Sin embargo, para Alberto
presentación 31

Moreiras, “la nueva función subalterna de estudios literarios le otorga una


fuerte potencia irruptiva. Estamos lejos de haber ‘terminado’ con lo literario,
pero las herramientas adecuadas para la reflexión literaria deben rediseñarse
para tomar en cuenta las nuevas configuraciones del saber” (“Irruption”: 716).
Agrega que “una revisión fundamental de la razón crítica debe abandonar sus
horizontes esteticistas o historicistas, una herencia del pasado modernista, y
procurar la desarticulación de la polaridad dentro/fuera en la cual cada his-
toricismo estético y toda teoría culturista de la modernidad se fundamenta”
(719). Aunque la visión de Moreiras predomina, por lo menos entre la rama
más politizada del campo, las preocupaciones de Sarlo siguen siendo recono-
cidas como válidas y perturbadoras.
Esta misma oposición centro-periferia, donde América Latina se coloca
siempre lejos del centro, se ha intensificado en años recientes, quizá por la
popularidad inmensa del español en los Estados Unidos, la que ha ocasiona-
do un incremento notable en la cantidad de latinoamericanistas entrenados
en este país y también una migración intelectual de América Latina a Estados
Unidos. Cada vez hay más oportunidades de trabajo para especialistas en
estudios culturales latinoamericanos en los Estados Unidos, principalmente
en departamentos de español. Un gran número de latinoamericanos transte-
rrados (Walter Mignolo, Hugo Achúgar, Beatriz González Stephan, Román de
la Campa, Ileana Rodríguez, Arturo Arias, Mabel Moraña, Josefina Ludmer,
Sylvia Molloy, José Rabasa, Graciela Montaldo, para nombrar sólo algunos)
se han establecido cómodamente en la academia estadunidense. Éstos, junto
con la gran cantidad de latinoamericanistas estadunidenses sacan partido de
la afluencia de las universidades, las bibliotecas, las fundaciones y las edito-
riales de Estados Unidos en comparación con la debilidad de instituciones
equivalentes en América Latina, para obtener becas, llevar a cabo investiga-
ciones, participar en congresos internacionales y publicar sus trabajos (mu-
chas veces en inglés). Como consecuencia, la academia estadunidense se ha
posicionado al centro del campo de los estudios culturales latinoamericanos
y el inglés se ha vuelto para muchos su lingua franca. Por lo tanto, en algunas
ocasiones el resentimiento que se ha articulado respecto a estas jerarquías
del saber en las Américas se ha dirigido específicamente a los estudios cultu-
rales: “quienes encarnan estas figuras de la otredad en su condición material
de sujetos distintos y distantes de los centros de autoridad y control discur-
sivos, resienten los estudios culturales como un metadiscurso globalizador
avalado por un circuito de garantías metropolitanas que reinstitucionaliza
–por conducto académico– varias nuevas formas de dominio internacional”
(Richard, “Intersectando”). Sin negar la existencia de estas jerarquías institu-
cionales y lingüísticas, responde Alberto Moreiras: “la pugna entre los lati-
32 presentación

noamericanistas estereotipados del sur y los del norte es una pelea simulada,
una lucha entre bufones, ya que… el latinoamericanista latinoamericano, o
quien asume tal posición, no tiene un derecho auténtico de apropiarse de la
representación de la negación subalterna porque éste también piensa desde
el discurso colonial, igual que, por ejemplo, el latinoamericanista estaduni-
dense (y todos los demás cosmopolitanos y neocosmopolitanos, al grado que
sean latinoamericanistas) no es representativo impecable del sistema de do-
minación epistémica” (“Irruption”: 720). La academia latinoamericana sólo
se puede entender como subalterna en relación con la academia metropoli-
tana, pero para nada está marginada en relación con los grupos rutinaria-
mente excluidos de los medios de representación, el diálogo global de ideas
y la educación pública. Sin embargo, en los congresos internacionales, la
tensión norte-sur no se puede ignorar, y la capacidad superior de disemina-
ción de la producción intelectual realizada en inglés, aunque trate América
Latina, sigue siendo inevitable.
Por otro lado, en lo que sí se publica en español, se reflejan también je-
rarquías. Si en algunos países de América Latina –en general los más grandes
y más ricos como Argentina, Brasil, México, Chile– publican más y mandan
a más profesores a participar en congresos y coloquios internacionales que
otros, el poder económico de España es otro factor que se tiene que tomar
en cuenta al pensar el tema de las jerarquías del saber. Como observa Néstor
García Canclini, “las casas editoriales españolas, quienes controlan el merca-
do para libros en español con una proporción de siete a tres en relación con
el conjunto de editoriales de la ciudad de México, Buenos Aires y el resto de
América Latina, ven al continente como creador de literatura y como área de
expansión para su clientela española. Rara vez publican estudios culturales,
sociológicos o antropológicos de latinoamericanos, y cuando lo hacen sus
afiliados en Argentina, Chile, Colombia o México limitan su circulación al
país de origen” (“Cultural Studies and Revolving Doors”: 13). No obstante
la importancia del interés en relaciones de poder expresado por los estu-
dios culturales latinoamericanos, sean realizados desde Asunción, Chicago o
Tokio, el campo no ha solucionado el problema del lugar de la producción
intelectual latinoamericana en las jerarquías del saber de los mercados inte-
lectuales globalizados.
Cualquier intento de parte de los académicos de remediar la situación
–por ejemplo la subvención del costo de viajar de América Latina a congresos
internacionales para algunos ponentes latinoamericanos, patrocinada por or-
ganizaciones con su sede en Estados Unidos, como ha sido la política recien-
te de la Latin American Studies Association– produce un efecto mínimo. La
mayoría de los mecanismos de diseminación del producto académico quedan
presentación 33

fuera del control de los practicantes de estudios culturales ya que la academia


contemporánea se deja manejar principalmente por las fuerzas del mercado:
se ofrecen clases no por el valor intelectual de un programa de estudio bien
planeado sino según la demanda de los estudiantes; se publican libros no por
la calidad de investigación o análisis sino por el criterio de cuáles son los
temas más rentables del momento. Como observa Carlos Monsiváis, “la glo-
balización, ayudada por los medios visuales, al decretar lo inevitable de los
valores del mercado, desdeña el consenso de las minorías y las élites y fija el
nuevo criterio canónico: la rentabilidad. Lo que vende es lo que se vale, se
proclama, y es poco lo que puede contrarrestar la industria académica” (“De
cómo”: 419). El inglés rige no sólo porque hay más angloparlantes que his-
panoparlantes en el globo, sino porque las publicaciones en inglés se venden
más y consiguen un precio más alto en el mercado.
El problema de diferencias de prestigio en idiomas se magnifica, obvia-
mente, con los idiomas menos hablados. Hasta hace muy poco en las Américas,
el portugués existía sólo para los brasileños y aun con la institucionalización
de programas de intercambio a partir de la creación del mercosur, la propor-
ción de estudiantes en hispanoamérica que estudian portugués es pequeña.
En el modelo mercantilizado de la academia, las lenguas indígenas no cuen-
tan ya que casi no hay suficiente lectores para justificar el costo de la publi-
cación de textos, y las iniciativas estatales o comunitarias de publicar en estos
idiomas aunque importantes como gestos culturales no logran conseguir di-
fusión para sus textos. Como no existen en los espacios académicos, se en-
tiende que no son idiomas que se utilicen para pensar. Se ha notado que
hasta “el marxismo, el posestructuralismo, la crítica colonial, los estudios
subalternos y las críticas posmodernistas en general, son ramas de los méto-
dos científicos europeos que, desde su fundación, han evitado cualquier acer-
camiento intelectual serio con los ‘otros’, en este caso, los pueblos indígenas”
(Varese: 140).
Obviamente, los problemas del “latinoamericanismo” –las jerarquías del
saber sobre Latinoamérica que favorecen lo expresado en inglés y lo articu-
lado desde instituciones estadounidenses (véase la entrada sobre el término
en este volumen)– se magnifican cuando se habla de la teoría crítica en ge-
neral o el saber “universal”. Richard asevera que:
“La oposición entre representación (abstracción, teoría, discursividad) y
experiencia (concreción, práctica, vivencialidad) afirma la desigualdad de po-
deres trazada entre quienes patentan los códigos de figuración teórica que
dotarán a sus objetos de estudio de legitimidad académica, y los sujetos re-
presentados por dichos códigos —hablados por su teorización de la otredad—
sin mucho acceso a los beneficios institucionales de la teoría metropolitana
34 presentación

ni derecho a ser consultados sobre la validez de las categorías que los descri-
ben o interpretan (Intersectando).”
América Latina es válida como espacio de investigación social, pero no
como centro de producción teórica. Este problema es tan evidente en los
estudios culturales “universales” como en las disciplinas más tradicionales.
Se ilustra la actitud de los estudios culturales metropolitanos por un breve
resumen del trato de América Latina en dos textos británicos, los cuales se
leen y se citan con frecuencia en los países anglófonos. Inside Culture de Nick
Couldry, un texto que pretende definir los estudios culturales en términos
disciplinarios y metodológicos, reconoce que existen los estudios culturales
latinoamericanos y de hecho cita la obra de Martín Barbero y García Canclini,
pero sólo como muestras de cómo funcionan los estudios culturales “en el
contexto poscolonial latinoamericano” y como evidencias de la amplitud de la
influencia mundial de la teoría cultural del británico Raymond Williams (34-
35). Aunque hay momentos en este texto cuando sería oportuno citar a éstos
u otros teóricos de los estudios culturales latinoamericanos, Couldry jamás
lo hace, reconociendo sólo a los anglófonos o francófonos contemporáneos
por la aplicabilidad universal de su teoría y tratando a los latinoamericanos
sólo como ejemplos locales de “otros lugares” (21). Los estudios culturales
latinoamericanos se marginan aun más en The Cultural Studies Reader, un
grueso texto en el que el británico Simon During ha compilado 39 ensayos
clave para el campo de los estudios culturales anglófonos de autores de ha-
bla inglesa, francesa y alemana. No obstante su articulación de la importan-
cia de “estudios culturales transnacionales”, el texto excluye por completo
no sólo a latinoamericanos sino a América Latina: en más de 600 páginas
(donde sí se tratan las culturas de Hong Kong, Irán, Bangladesh, Turquía,
etc.) ni se discute (las únicas excepciones: algunas figuras que se mencionan
muy brevemente, entre ellas las chicanas Gloria Anzaldúa, Cherríe Moraga y
Chela Sandoval, y los sudamericanos José Carlos Mariátegui y Gabriel García
Márquez). Un libro británico que sí da espacio a los latinoamericanos es la
colección de ensayos titulado Media and Cultural Studies: Keyworks (Dirham y
Kellner, eds.), la que admite ensayos de García Canclini, Martín Barbero, Ariel
Dorfman y Celeste Olalquiaga, junto a otros de Karl Marx, Antonio Gramsci,
Walter Benjamín, Roland Barthes y Stuart Hall; otro texto excepcional es A
Companion to Cultural Studies, compilado por Toby Millar, el cual incorpora
ensayos de George Yúdice, Jorge Mariscal y Ana María Ochoa Gautier.
Otra área problemática para los estudios culturales latinoamericanos ha
sido el campo de los estudios sobre las culturas “latinas” de Estados Unidos.
Este campo de estudio nació en la academia estadunidense en los intersticios
disciplinarios entre los departamentos de inglés y estudios americanos, por
presentación 35

un lado, y los de español y estudios latinoamericanos, por otro, y se enfoca


en la cultura de los de identidad “latina” o “hispana” de Estados Unidos. En
años recientes, la población hispanoparlante de ese país ha crecido con una
velocidad tremenda. Para 2002, más del 13% de la población nacional se
identificaba como “latina”, cifra que llegó hasta más del 25% en algunos es-
tados (California, Texas, Nuevo México, Arizona). Mientras tanto, la tasa de
crecimiento en los últimos años ha sido de más del 100% en muchos estados
tradicionalmente no “hispanos” (Kansas, Nebraska, Minnesota, Wisconsin,
Iowa, Kentucky, Oregon) e incluso más del 200% en casi todos los estados del
sureste (Arkansas, Tennessee, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia,
Alabama) y Nevada (estos datos son del Buró Nacional del Censo y se anali-
zan en Nacional Council of la Raza4). Esto quiere decir que todo Estados
Unidos –y no sólo unas determinadas zonas– se ha vuelto una zona de con-
tacto de dos idiomas, uno oficial, y otro, el español, con un estatus no oficial
de segundo idioma, pero de importante presencia en los medios, la educación,
la política, etc., en casi todo el país. Estados Unidos en realidad se ha vuelto
parte de América Latina, no por imperialismo militar de norte a sur, sino por
desplazamientos migratorios de sur a norte.
Muchas veces sólo porque los estudiantes “latinos” de las universidades
estadunidenses han exigido espacio institucional para el estudio de sus cultu-
ras, se formaron departamentos independientes de “estudios latinos”, o éstos
se ubicaron en nuevos programas de “estudios étnicos”. Con el tiempo se
empezaron a incluir los estudios latinos en los espacios tanto de estudios
americanos como los latinoamericanos. En el segundo caso, por el hecho de
tratar poblaciones que muchas veces preferían hablar (y escribir) en inglés
o en un español modificado por la interferencia del inglés, y también por las
particularidades del manejo de fondos gubernamentales donde se entendía
el “área” de América Latina como espacio extranjero por definición, ha ha-
bido mucha resistencia para acomodarlos en los espacios académicos don-
de formal o informalmente se realizan estudios culturales latinoamericanos.
América Latina a menudo sigue viéndose en oposición a Estados Unidos y por
ende la producción cultural y académica chicana y latina se desconoce casi
por completo más allá de la frontera con México. Las ciudades más latinas de
Estados Unidos (Miami, Nueva York, Los Ángeles, etc.) se conectan cada vez
más con centros culturales de América Latina (la ciudad de México, Bogotá,
San Juan, Río de Janeiro, etc.) y algunos consideran a Miami la “capital cul-
tural de América Latina” (Yúdice, Recurso: 239). Se ha empezado a utilizar
términos como “Latino/a América” para hablar de “uno de los posibles ma-

4
  <www.nclr.org/content/publications/detail/31926/>.
36 presentación

peamientos o articulaciones exigidos por los procesos socioculturales ya exis-


tentes: de la guagua aérea puertorriqueña de migraciones pendulares entre la
isla y el continente, al puente masivo de dominicanos aquí y allá; de las orga-
nizaciones transnacionales al lugar que representan las remesas de inmigran-
tes en las economías de sus países de origen” (Poblete “Introduction”:xxiii).
Sin embargo, para otros, estos nexos y movimientos no merecen una fusión
disciplinaria: “no obstante sus muchas conexiones obvias con los estudios
culturales latinoamericanos, los estudios culturales latinos puede entenderse
como campo aparte, con un distinto conjunto de problemas, metodologías y
tradiciones intelectuales” (Trigo “General”: 2). Varias de las antologías más
importantes de textos críticos y teóricos de los estudios culturales latinoame-
ricanos (por ejemplo las editadas por Moraña, Castro Gómez y Mendieta, o
del Sarto, Ríos y Trigo) excluyen por completo la cuestión latina de Estados
Unidos de sus discusiones.
Una excepción notable es la colección de ensayos titulada Critical Latin
American and Latino Studies (2003), editada por Juan Poblete, la que pone en
diálogo trabajos críticos de prominentes especialistas tanto de estudios cultu-
rales latinoamericanos (Walter Mignolo, George Yúdice, Román de la Campa,
John Beverley) como de estudios latinos (Angie Chabram Dernersesian,
Frances Aparicio, Juan Flores, Kirsten Silva Gruesz). Más típica es la aproxi-
mación “interdisciplinaria” entre lo latinamericano y lo latino de dos tex-
tos canónicos de los estudios culturales. En Contemporary Latin American
Cultural Studies, texto británico editado por Stephen Hart y Richard Young,
la cultura chicana se estudia en un solo artículo elaborado por María Cristina
Pons, crítica mejor conocida por sus estudios de literatura mexicana y argen-
tina. De forma paralela, en The Chicana/o Cultural Studies Reader, editado por
Angie Chabram Dernersesian, incluye un capítulo (el último) sobre debates
culturales en América Latina elaborado por Rosaura Sánchez y Beatrice Pita,
críticas casi desconocidas en América Latina quienes trabajan principalmente
textos escritos por mexicano-americanos en los Estados Unidos. Aunque los
esfuerzos de Pons, Sánchez y Pita por entrar en nuevos espacios disciplinarios
finalmente son muy positivos, parecen casi como etnógrafas que reportan a
su público sobre lo que pasa en lugares ajenos.
La falta de consenso sobre todos estas complicaciones persistiría mientras
no haya lugares para presentar soluciones institucionales. Pero la fundación
de nuevos programas en estudios culturales latinoamericanos en los últimos
años empieza a dar una forma improvisada al campo. Como hemos mencio-
nado, muchas veces esta forma refleja más circunstancias de idiosincrasia
institucional que una visión coherente de una nueva disciplina, dependiendo,
por ejemplo, del profesorado involucrado en la fundación de programas y
presentación 37

sus alianzas institucionales, las exigencias institucionales que permiten su


instauración, la demanda local del mercado estudiantil, las relaciones en-
tre los nuevos programas y las disciplinas tradicionales a nivel institucional
local, etc. Pero para un campo que siempre se ha posicionado fuera de las
limitaciones del pensamiento disciplinario, como campo rebelde, su institu-
cionalización implica una nueva actitud, ya no de agitadores sino de admi-
nistradores intelectuales, y una contemplación detenida de qué forma debe
asumir la disciplina para que tenga sentido para los estudiantes sin que pierda
su agilidad crítica.
Aunque editoriales y autores/as de las definiciones aportadas en este dic-
cionario no pretendemos tener soluciones definitivas o universales para re-
solver las varias polémicas teóricas y laberintos epistemológicos que discuti-
mos, esperamos que estas definiciones sirvan a estudiantes e investigadores
que entren en el campo. Quisiéramos que esta fuente de referencia de térmi-
nos clave para los estudios culturales latinoamericanos ayude para clarificar
las trayectorias de los conceptos más utilizados en esta interdisciplina y para
así facilitar la entrada de nuevos estudiantes e investigadores al campo.
Creemos que este diccionario será una herramienta útil para quienes se acer-
quen a los estudios culturales desde las disciplinas tradicionales, la crítica
cultural y la capacitación en la gestión cultural. Siguiendo una tradición de
larga data en el continente, nos gustaría que fuera un texto debatido, discu-
tido y utilizado en diferentes contextos culturales y académicos. Es una invi-
tación abierta a un diálogo que capturamos en un momento pero que desea-
mos que siga. Porque todo diccionario, toda biblioteca y toda taxonomía son,
como nos enseñó Borges, un delicioso e infinito desorden.

mónica szurmuk y robert mckee irwin


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vo del sujeto, justamente por no olvidar en
La tentación de definir a lo Otro ha sido una ningún momento al “otro”, al prójimo. Éstos
constante del pensamiento occidental. Dicha son sólo algunos filósofos que nombraron al
pretensión puede leerse como una confesión Otro sin intentar definirlo, pero en el siglo
de cierta pulsión quimerista que forma par- xx especialmente a partir de las experiencias
te de las plumas más sesudas de la historia traumáticas de ambas guerras mundiales,
de la filosofía (pretender que se pueda iden- hay muchos pensadores más que comparten
tificar lo Otro a partir del lenguaje de lo este gesto. El psicoanálisis por su parte al-
Mismo se revela como una –tal vez irresisti- teró la identidad del sujeto cartesiano hasta
ble- quimera). Desde las trincheras alema- desquiciarlo. En una perspectiva dialógica,
nas de la primera guerra mundial el filósofo Mijaíl Bajtín respondió al “pienso, luego
judeo-alemán Franz Rosenzweig hacía no- soy” de Descartes “yo también soy”, Eugen
tar que la expresión “todo es” a partir de Rosenstock-Huessy le “torció el cuello” a la
Tales de Mileto ha sido el repetitivo gesto sentencia cartesiana hasta dejarnos escu-
filosófico que buscó reducir lo Otro a lo char respondeo etsi mutabor (respondo aun
Mismo “desde Jonia hasta Jena”. El verbo cuando cambie). En suma, es en el campo
ser desde su sentido de Parménides –para de las relaciones intersubjetivas donde la
quien ser es identidad–, opera como dispo- cuestión del prójimo en su alteridad se re-
sitivo de identificación que busca suprimir vela como imperativo, y ante esta exigencia
la diferencia. Lo hasta aquí expuesto es una que pone en cuestión la autonomía del su-
advertencia para disuadir a aquel que busca jeto, la respuesta ante la interpelación del
en la presente entrada una definición de lo otro se manifiesta como ética heterónoma.
Otro. Lo que sigue son notas que aluden a En este cambio de sentido hacia la hetero-
ecos de alteridad en ciertos pensadores con- nomía, el problema deja de ser los límites
temporáneos, con énfasis en el sentido que de lo cognoscible (ya no se trata de conocer
adquieren para América Latina, especial- o reconocer la alteridad) para dar lugar a la
mente para México y Guatemala. responsabilidad para con el otro. Al saberse
En español el término “otro” tiene varias sobreviviente, hablar significa testimoniar
caras: funge como adjetivo, pronombre, sus- por el otro.
tantivo; alude tanto a la temporalidad como De los nombres que aparecen más arriba,
a una indefinida cualidad. Indica a la vez sin duda es el de Emmanuel Levinas (1906-
repetición y diferencia, una repetición que 1995) aquel que se relaciona inmediata-
difiere tanto en el sentido temporal como mente con la alteridad. Este filósofo judío,
ontológico. nacido en Lituania, francés por elección, en
Entre los filósofos que vieron un proble- su libro Totalidad e infinito (1961) define a
ma en el intento recurrente de reducir lo la ética –heterónoma– como prima philoso-
Otro a lo Mismo, Friedrich Nietzsche criticó phia, a partir del otro. En Totalidad e infinito
el afán de subordinar la alteridad de lo sin- Levinas remite al otro bajo las cuatro figuras
gular en los conceptos; Jacques Derrida bíblicas del pobre, la viuda, el huérfano y el
planteó la diferencia radical sobre la que se extranjero; iconos de la vulnerabilidad y de
instala todo edificio conceptual; Emmanuel la falta, estos cuatro personajes conceptua-

[41]
42 alteridad

les dan origen a las leyes morales y sociales Totalidad) se manifiesta como escucha del
del Levítico, y a partir de allí a los reclamos otro, esto supone al menos que el otro tiene
de los profetas. Sin embargo, esta tétrada bí- voz y palabra; luego, esta lectura de la ética
blica no sirve para definir la alteridad, sino heterónoma levinasiana a través de Dussel,
para evocar una subjetividad responsable se revela problemática. Ésta no es una de-
por el otro desde tiempos inmemoriales. fensa de la ética de Levinas en detrimento
Dicha responsabilidad heterónoma no res- de las capacidades de la literatura en tanto
ponde a la voluntad del sujeto responsable maestra de ética. Por el contrario, intenta-
sino que es constitutiva de la subjetividad. mos subrayar la relación íntima entre ética
Así, el término “sujeto” debe ser entendido y literatura en el pensamiento del filóso-
como participio pasado, sujetado al otro por fo, que en repetidas ocasiones dice haber
la lengua y el tiempo que no son de su pro- aprendido lecciones de ética precisamente
piedad sino que vienen de otros y se trans- de autores como Shakespeare, Dostoievski,
miten a aquellos que vendrán. parte de una larga lista en la que se incluye
Desde los años setenta Enrique Dussel, Kafka, Rimbaud y Celan también. La ética
primero en Argentina y después en México, heterónoma de Levinas no pretende volver-
trató de traducir la ética heterónoma a la fi- se una política programática, sin embargo,
losofía de la liberación latinoamericana. Su sin ser tampoco teoría política, al poner en
ética se debe en buena parte a las inquietu- cuestión la autonomía, es un pensamiento
des que le produjo la lectura temprana de la político.
obra de Levinas de 1961. En su Ética de la En las culturas cuya cuna es Occidente
liberación (1998), el filósofo sigue refirien- la obsesión por el otro tuvo muchas formas,
do a Levinas para aproximarse a ese “otro” tal vez podamos resumirla bajo la pregunta
que en su pensamiento no deja de responder algo paródica “¿por qué el otro es Otro y no
por la tétrada bíblica, pero que en América más bien un otro Yo?” En términos políticos
Latina pone énfasis en los excluidos (las esto se traduce por guerra, conquista, colo-
mujeres que son asesinadas sistemática- nización y cuando esto se revela insosteni-
mente en Ciudad Juárez, por ejemplo), las ble: genocidio (Todorov).
víctimas, que son el indigente, el indígena. La inquietud no cesa: los filósofos son
Esas mayorías numéricas que por los azares parte activa en el universo transtextual.
eufemísticos se dan en llamar “minorías” y Como es sabido, la poesía puede decir mu-
cuyo apelativo se debe posiblemente a ser cho más de lo que la filosofía quiere decir:
considerados “menores” en el sentido de in- “Yo es otro” sentenció Rimbaud. El verbo
fans, sin derecho a la palabra. Esto recuerda revela que no se trata de mera alienación (en
el discurso del ezln en Nurio, Michoacán, ese caso estaría conjugado en primera per-
del 4 de marzo de 2001: “Somos un objeto sona). Esta frase dice la pasividad misma:
de decoración, un adorno vistoso y olvidado por causa del verbo conjugado en la tercera
en una esquina de la sociedad. Somos un persona, el objeto señorea sobre el sujeto
cuadro, una foto, un tejido, una artesanía, gramatical; el sujeto se vuelve rehén del ob-
nunca un ser humano.” El proyecto de libe- jeto. La jerarquía gramatical es alterada, ya
ración de Dussel –cuyo objetivo es “superar” no se puede distinguir sujeto de objeto: esta
desde América Latina al pensamiento críti- expresión poética produce la emergencia de
co– es leído por Doris Sommer en Proceed lo intersubjetivo en el seno mismo de la sub-
with Caution When Engaged by Minority jetividad. El verbo copulativo pierde el sen-
Writing in the Americas, un sensible texto tido reductor de la alteridad.
de estudios culturales que pone de relieve El poeta logró decir más fuerte aquello
problemas de alteridad. En dicho trabajo, la que los movimientos sociales forjaron como
interpretación dusseliana de Levinas eclip- consignas del desgarramiento: “todos so-
sa a la concepción del lenguaje de la ética mos... el otro” (“judíos y alemanes” dijeron
heterónoma, entendiendo que a diferencia jóvenes y obreros en el mayo francés (ante
de la literatura, en la filosofía de Levinas el la discriminación sufrida por el líder estu-
otro sigue privado de palabra. Sin embar- diantil Daniel Cohn-Bendit), “Marcos” dije-
go, si el “decir” levinasiano (en la noción ron los mexicanos –“indios”, hubieran pre-
heterónoma del lenguaje desarrollada en ferido oír otros–, “judíos” fue la palabra
alteridad 43

performativa del gobierno danés ante el re- quien te engendra. Son los muertos” y más
clamo del Tercer Reich de discriminar a adelante, en un eco lejano de Rimbaud
“sus” judíos con la estrella amarilla). La pri- “Soy esos otros /También”. Porchia lo dice
mera persona del plural sigue obsesionando de forma aforística, poniendo en cuestión
al sujeto autónomo, por ejemplo en México. el conocimiento que no deja de ser un acto
Según relata Carlos Lenkersdorf, en lengua de fe, incluso de credulidad, por su compro-
tojolabal se dice “uno de nosotros cometi- miso con la vida y con el porvenir, al decir
mos un crimen” (y no, como esperaría la en una de sus Voces “Si yo hubiera creído
moral autónoma: “uno de nosotros come- que lo otro era lo mismo, mi vida no habría
tió...”). Esto alude, según demuestra el an- tenido ninguna extensión”. Y aquí “vida” y
tropólogo (y tal como se puede constatar en “extensión” son sinónimos.
otras culturas vecinas, como la maya-quiché El esfuerzo por pensar la alteridad no es
de Guatemala), a una concepción del sujeto propiedad exclusiva de filósofos, poetas o
que tiene en cuenta al Otro en el Yo bajo el psicoanalistas; los antropólogos han dado
signo de la responsabilidad. Es una respon- lecciones de alteridad. Roger Bartra, a pro-
sabilidad heterónoma que, en el caso de los pósito del quinto centenario de la conquista
mayas, porta la memoria de sus muertos de América, escribió un libro memorable en
bajo la propia piel. el que la alteridad es abordada desde ambas
Así, la filosofía de la historia benjaminia- orillas: desde el Mismo y desde el Otro. El
na (en consonancia con la temporalidad le- título es elocuente: El salvaje en el espejo su-
vinasiana) compromete al historiador con giere un reflejo inesperado que da una vuel-
un pasado que le es inherente sin ser propio, ta completa a la civilización europea a tra-
sin haber sido jamás su presente. La respon- vés de la invención de su salvaje, un
sabilidad para con los muertos es inabroga- torbellino de civilización y barbarie, de mito
ble y en eso coinciden las diversas voces de y logos. En su brillante investigación, el an-
la alteridad. De este modo, la segunda tesis tropólogo mexicano dice haberse percatado
de la filosofía de la historia, escrita en ale- de estar asistiendo a la creación misma de
mán (por Walter Benjamin a la sombra de la noción del Otro. Y al modo de quien aus-
la desesperanza producida por el pacto de culta (es decir, escucha y no sólo ve), reba-
Hitler y Stalin en la segunda guerra mun- sando el afán de diagnosticar, con la espe-
dial) que versa que “ni siquiera los muertos ranza de que su escritura resuene, da su
están a salvo del enemigo cuando éste ven- palabra al porvenir:
ce”, si la traducimos al español en Guatemala, “Esta obsesión occidental por el Otro,
se descubre como experiencia vivida en re- como experiencia interior y como forma de
lación con los desaparecidos, en el marco de definición del Yo, ha revelado la presencia
una cultura quiché que considera a los vivos de otras voces: El Otro ha ocultado al otro.
en –viva– relación con sus muertos. Mi esperanza es que, en la medida en que
La constitución del sujeto por la alteridad el hombre occidental comprenda la natura-
es pensada en culturas diversas. La relación leza mítica del salvaje europeo, pueda en-
con los muertos en México y Guatemala es frentar la historia del tercer milenio, una
vital. En el Río de la Plata poetas como historia cuyas desgracias previsibles e im-
Jorge Luis Borges o Antonio Porchia pensa- previsibles tal vez puedan ser atenuadas, o
ron la trascendencia del sujeto en una suje- incluso evitadas, si el Occidente aprende
ción al otro que va en todas las direcciones por fin que hubiera podido no existir, sin
del tiempo: los muertos en los vivos, los vi- que por ello los hombres sufrieran más de
vos en los que vendrán, los que vendrán en lo que sufren hoy por haber perdido tantos
los muertos y en los vivos, los muertos en caminos que quedaron abandonados tan
el porvenir. En términos filosóficos resuena sólo para que, si acaso, la voz melancólica
la heteronomía levinasiana que dice que al de algunos poetas o la curiosidad de raros
hijo no lo tengo, sino que lo soy, siempre eruditos los evoque. La Europa salvaje nos
y cuando entendamos al verbo “ser” bajo enseña que hubiéramos podido ser otros...”
el signo de la pluralidad, contrariamente a (Bartra, Salvaje: 193)
su sentido eleático o de identidad. Borges Es alarmante constatar que “el Otro ha
escribe en un poema “Al hijo”: “No soy yo ocultado al otro”, esto es, que la especula-
44 alteridad

ción por marcar el límite entre el Mismo obras de consulta. Bajtín, Mijaíl, Yo también soy,
y el Otro, encubre a la injusticia y llega a México, Taurus, 2000: Bartra, Roger, El salva-
ser asesina (en un ajuste del aforismo de je en el espejo, México, Universidad Nacional
Porchia citado antes). La frontera entre Autónoma de México/Era, 1992; Benjamin,
el Mismo y el Otro está custodiada por la Walter, “Tesis de la filosofía de la historia” en
ilusión de identidad pura, cercada por la Angelus Novus, Barcelona, Edhasa, 1971, pp.
“experiencia interior” en su afán de definir 77-89; Derrida, Jacques, “La différance” en
al Yo. La “experiencia interior”, ignorante Márgenes de la filosofía, Madrid, Cátedra, 1989,
del prefijo “ex” que acentúa la ética hete- pp. 37-62; Dussel, Enrique, Ética de la libera-
rónoma, tiene por forma más conocida al ción, Madrid, Trotta, 1998; Ejército Zapatista
empirismo, cuyo objetivo de conocimiento de Liberación Nacional, “Al Congreso Nacional
opera la reducción de lo Otro a lo Mismo, Indígena: el dolor nos une y nos hace uno”
y luego, en el plano político el “otro” queda http:// palabra.ezln.org.mx/ comunicados/
eclipsado por el “Otro”. Este entrecruza- 2001/ 2001_03_04.htm; Lenkersdorf, Carlos,
miento entre civilización y barbarie trazado “El mundo del nosotros” en E. Cohen y A. M.
por Bartra (anunciado por Benjamin en su Martínez de la Escalera, coords., Lecciones de
séptima tesis en pleno auge del nazismo), Extranjería, México, Siglo XXI Editores, 2002,
alerta contra la locura de la pureza –que pp. 147-153; Levinas, Emmanuel, Totalidad
llega a América en el siglo xvi y cuyos ester- e infinito, Salamanca, Sígueme, 1987 (orig.
tores conoció descarnadamente el siglo xx. 1974); Nietzsche, Friedrich, Sobre verdad y
Hay una canción popular que condensa los mentira, Madrid, Tecnos, 2003; Rosenstock-
“ecos de alteridad” anunciados al comienzo Huessy, Eugen, The Origin of Speech, Norwich,
de este artículo y desarrollados en el mis- Vermont, Argo Books, 1981; Rosenzweig,
mo, que resume al Otro en el Yo, que sólo Franz, La estrella de la redención, Salamanca,
se entiende como “yo” sujetado al “otro”, a Sígueme, 1997; Sommer, Doris, Proceed with
ese tiempo plural que sólo cobra sentido en Caution When Engaged by Minority Writing
los otros. Esa canción alude a una “mezcla” in the Americas, Cambridge, Massachusetts,
–de lenguas y etnias– que al decir lo plural, Harvard University Press, 1999; Todorov,
conjura el peligro de la fusión: “en lo puro Tzevetan. Nosotros y los otros: reflexión so-
no hay futuro/ el futuro está en la mezcla/ bre la diversidad humana, México, Siglo XXI
en la mezcla de lo puro/ que antes que puro Editores, 1991.
fue mezcla” (“En lo puro no hay futuro” del
grupo Jarabe de Palo). [silvana rabinovich]
campo cultural la latinoamericana, que le daba inesperada
visibilidad, la literatura se volvió un objeto
La temporalidad que marcó los estudios de especialmente dúctil para pensar los proble-
la cultura de los años cincuenta y sesenta en mas culturales a los que la ficción trataba,
América Latina estuvo ligada a una mirada simbólicamente, de responder. Ángel Rama
política articulada por el pensamiento mar- es el nombre clave que reúne una cantidad
xista y por el impulso de las revoluciones de de proyectos y discursos intelectuales diri-
la época, anticoloniales y radicales; esa mi- gidos a reflexionar sobre la cultura latinoa-
rada estaba especialmente interesada en la mericana desde la idea de la heterogeneidad
historicidad de los procesos que servían cultural. Esos proyectos se enunciaban en
para definir a una determinada cultura y, términos de “multitemporalidad”, de tiem-
correlativamente, a las relaciones entre cul- pos densos, de sincronía. Quizá un libro
turas. Las ideas de cambio, crisis, transfor- de cierre de esa concepción de la cultura,
maciones, vanguardias, rupturas, estuvieron publicado en 1985, La literatura latinoame-
por ello ligadas a una temporalidad acelera- ricana como proceso, que reúne a los prin-
da que tenía al cambio como motor y a la cipales representantes de la crítica de ese
vez como instrumento para pensar la histo- momento, resume en su mismo título las
ria y la cultura. La apertura en América preocupaciones del periodo: no sólo se con-
Latina, con la Revolución cubana de 1959, cibe a la literatura como práctica autónoma
de un proceso revolucionario que tenía al y a la vez identitaria sino que la experiencia
tiempo como espacio de realización y difu- de la temporalidad está en el centro de la
sión en América, da cuenta de las expectati- interpretación. Antonio Cornejo Polar enun-
vas y de la fe en el poder de la historia. ció en esos mismos términos, hacia el final
“América Latina” se constituye como una de su vida, y en una suerte de testamento
unidad para ser pensada conjuntamente y crítico, que en los textos latinoamericanos
como alternativa en un mundo dominado “...actúan tiempos también variados; o si se
por polaridades. Tanto las utopías como los quiere, que son históricamente densos por
proyectos revolucionarios del sur del conti- ser portadores de tiempos y ritmos sociales
nente pertenecen al eje de las temporalida- que se hunden verticalmente en su propia
des, y el impulso homogeneizador, moderni- constitución, resonando en y con voces que
zante, de estos procesos requiere pensarse pueden estar separadas entre sí por siglos de
en el tiempo futuro como lugar de todas las distancia” (Cornejo Polar 1994, 18). Rama
transformaciones. había reordenado en Transculturación na-
Lejos, sin embargo, de un modelo unifi- rrativa en América Latina (1982) gran par-
cador y universalista, el pensamiento crítico te de las ideas de la época sobre la cultura
de América Latina se instaló en el eje de latinoamericana, centrándose en la práctica
la temporalidad para pensar la complejidad literaria, para establecer el modelo de con-
de las culturas de las diferentes regiones. vivencia de tiempos y experiencias: “Al con-
Entre las disciplinas, logró un lugar des- trario, el concepto [de transculturación] se
tacado la crítica literaria. Dotada de una elabora sobre una doble comprobación: por
buena biblioteca marxista y sustentada en una parte registra que la cultura presente de
un fenómeno literario, el boom de la nove- la comunidad latinoamericana (que es un

[45]
46 campo cultural

producto largamente transculturado y en una perspectiva utópica ni proyectos políti-


permanente evolución) está compuesta de cos que permitían rearticularlas en una to-
valores idiosincráticos... Es justamente esa talidad.
capacidad para elaborar con originalidad, Son las categorías de intelectual y artista
aun en difíciles circunstancias históricas, las que entran en crisis y la idea de valor
la que demuestra que pertenece a una so- estético se hace cada vez más relativa en
ciedad viva y creadora...” (Rama, 1982:35). contacto con la producción de los medios
El término “transculturación” lo toma de masivos. Con la irrupción de la cultura de
Fernando Ortiz, antropólogo cubano, y to- los medios, ya no es posible pensar en tér-
mará a su vez el término “aluvional” de un minos de pura autonomía y se hace necesa-
historiador de América Latina, José Luis rio ver las relaciones y negociaciones.
Romero, para describir el mismo proceso Paralelamente, las instituciones se fortale-
de acumulación de diferencias culturales y cen en los estudios críticos, porque son las
sociales. formas de conectar las prácticas culturales
Es evidente que poco a poco las catego- entre sí. La lectura de Michel Foucault y
rías de análisis particulares de las diferentes Raymond Williams, a fines de los años se-
disciplinas se van desagregando en un com- tenta, tienen un papel central en la decons-
plejo mayor: cultura. Los intentos interdis- trucción de la centralidad de lo estético y en
ciplinarios de los años sesenta dieron como la conformación de un discurso crítico so-
uno de sus resultados la progresiva desinte- bre las relaciones culturales. La idea de
gración o debilitamiento de los límites disci- campo intelectual, desarrollada por Pierre
plinarios. La lectura de Raymond Williams Bourdieu permite espacializar esas relacio-
en los años ochenta le dio estatuto crítico a nes y, por lo tanto, entender la dinámica en
una práctica crítica que se venía realizando los movimientos y funciones estructurales
ya en América Latina, al sostener la idea de de los diferentes actores culturales, una di-
cultura como un conglomerado de prácticas námica regida por relaciones de poder.
que norman y rigen las relaciones entre los La idea de campo permite estudiar ya no
diferentes actores sociales entre sí y con las sólo las dinámicas de la cultura como bien
instituciones. Conjuntamente con la relec- de la élite, sino las dinámicas de las diferen-
tura de Theodor Adorno y Walter Benjamin tes culturas que disputan la hegemonía.
y sus reflexiones sobre la industria cultural, Bourdieu comienza a definir la idea de
los críticos y críticas de la cultura latinoa- “campo” en La distinction (1979) y las cate-
mericana fueron encontrando nuevos obje- gorías correlativas son “habitus” y “capital”.
tos que cruzaban las barreras de las disci- Un campo es un sistema de posiciones indi-
plinas. viduales (caracterizadas por el habitus de
La idea de campo comienza a usarse en sus miembros) que se definen por la estruc-
el pensamiento crítico latinoamericano a tura y la cantidad del capital que se posee.
fines de los años setenta. Nuevos críticos y El capital es capital económico (acciones,
críticas empiezan a vincular los fenómenos tierras, trabajo, patrimonio), cultural (cono-
culturales específicos con un afuera cada cimientos, calificaciones, formación en la
vez más amplio; esas vinculaciones dejan de familia y la escuela), social (amigos, relacio-
ser temáticas para volverse funciones que nes, redes), simbólico (reputación, prestigio,
conectan los diferentes discursos culturales actos de reconocimiento más o menos ritua-
con otras prácticas no necesariamente se- lizados). Un campo no puede pensarse fuera
mejantes. En realidad, la idea de cultura de las estructuras de dominación, ya que lo
comienza a hacerse plural y la irrupción de que lo caracteriza es la desigualdad en las
la “cultura de masas” reconstruye los límites posiciones. Por ello, un campo es siempre
entre las prácticas de las élites y de los de- un espacio de lucha por la dominación que
más sectores sociales; correlativamente, las genera estrategias de conservación, resisten-
categorías de autor, artista, intelectual, pú- cia, subversión. La dominación, de acuerdo
blico, consumidor, comienzan a separarse al habitus y al capital, no tiene una sola di-
de la tradición moderna y se redefinen en un rección y los actores tienen diferentes posi-
periodo de poca euforia política, con dicta- ciones de acuerdo a la estructura que se
duras en varios países del continente y sin analice. Además, hay campos y subcampos
campo cultural 47

con lógicas específicas que, a la vez, com- Rama, Antonio Cornejo Polar, Néstor García
parten reglas comunes. Los campos se defi- Canclini, Jesús Martín Barbero, Beatriz
nen a partir del capital que está en juego. Sarlo, Renato Ortiz, Nelly Richard, Oscar
Bourdieu ha insistido mucho en el estu- Terán, entre otros, usaron productiva y crí-
dio de los intelectuales y artistas y, en ticamente los textos de Bourdieu. Desde la
América Latina, la idea de campo se ha asi- sociología, la crítica literaria, la historia, la
milado a la de campo intelectual en gran antropología, interpretaron la cultura como
parte de los estudios. Los intelectuales han un complejo entramado de negociaciones.
sido definidos como la fracción dominada Es probable que una de las categorías de
por la clase dominante; en tanto poseedores Bourdieu que aportara más al pensamiento
de habitus de clase, de un elevado capital latinoamericanista haya sido la de evitar la
simbólico, son un elemento dominante del tradicional perspectiva “interdisciplinaria”
campo cultural pero, en tanto actores que (como aportes parciales de diferentes disci-
deben someterse o negociar con institucio- plinas) en favor de estudios que atendieran
nes, con los actores económicos y con las a una mirada múltiple, sin tener que dar
diferentes instancias de poder, son actores cuenta a cada disciplina de su aporte, es de-
dominados. De esta posición ambigua deri- cir, una disolución de los límites disciplina-
va Bourdieu la ambigüedad de los intelec- rios para mejor entender objetos complejos,
tuales y artistas durante la modernidad. cruzados por múltiples problemáticas.
El campo es una esfera de la vida social En México fue Néstor García Canclini
que se ha autorizado a través de la historia. quien hizo de las categorías de Bourdieu, en
El concepto de institución es fundamental trabajos fundadores de una perspectiva cul-
para entender la dinámica de los campos turalista sobre el presente, un uso más pro-
culturales. Las instituciones son la configu- ductivo. En libros como Culturas híbridas.
ración de relaciones entre actores individua- Estrategias para entrar y salir de la moderni-
les y colectivos. Bourdieu no hace una re- dad (1990), Consumidores y ciudadanos
presentación unívoca del espacio social sino (1995) o Latinoamericanos buscando lugar
una representación pluridimensional por- en este siglo (2002), estableció la idea de
que el espacio social está constituido por campo cultural para interpretar fenómenos
una pluralidad de campos autónomos defi- que cruzaban la experiencia urbana, los pro-
nidos por modos particulares de domina- ductores culturales, las relaciones de la in-
ción. Ciertas formas de dominación son dustria cultural con el capital transnacional,
transversales a los diferentes campos como, la relación entre la cultura letrada y los me-
por ejemplo, la dominación masculina. dios, la organización del pasado, la multi-
Ciertamente, la teoría de Bourdieu trata de culturalidad y el multilingüismo, la idea de
resignificar varias categorías del marxismo nación, los vínculos entre cultura y arte-
clásico (dominación, capital, clase) abrien- sanía en las instituciones estatales. Es a tra-
do su alcance semántico en sociedades más vés de la idea de campo que la pluralidad de
complejas, donde los actores sociales valen un país con múltiples etnias, lenguas, tradi-
de diferentes maneras en diferentes situa- ciones, con vínculos estrechos y desiguales
ciones. En el contexto marxista de la crítica con Estados Unidos, con desordenado cre-
cultural latinoamericana, las categorías de cimiento urbano y, básicamente, con una
Bourdieu resultaron muy útiles para estu- relación conflictiva y ambigua con lo mo-
diar contextos culturales en los que los ac- derno, puede mostrar a la mirada del inves-
tores sociales y las instituciones se caracte- tigador algunas de sus varias caras. Sus es-
rizan profundamente por la inestabilidad y tudios siempre tratan de poner en juego la
la ambivalencia de sus papeles. pluralidad de experiencias y discursos de
Conjuntamente con la relectura de que están hechas las culturas.
Gramsci, los textos de Bourdieu propor- En Argentina fue Beatriz Sarlo quien re-
cionaron elementos para pensar la función interpretó los estudios de la cultura a la luz
intelectual en América Latina. La idea de de las categorías de Bourdieu. Libros como
campo cultural centró los estudios críticos El imperio de los sentimientos: narraciones
en las instituciones y en los sujetos de la cul- de circulación periódica en la Argentina,
tura y sus relaciones. Los trabajos de Ángel 1917-1922 (1985) y Una modernidad perifé-
48 campo cultural / canon

rica. Buenos Aires 1920 y 1930 (1988) impul- la cultura y la sociedad (trad. Horacio Pons),
saron un modelo de cultura como cruce de Buenos Aires, Nueva Visión, 2000].
tensiones y como campo de lucha. Las sepa-
raciones clásicas entre cultura de élites y [graciela montaldo]
cultura popular o masiva se desarticulan en
sus libros mostrando, como lo hace García
Canclini en los análisis del presente, de qué canon
modo las interacciones entre los diferentes
actores y las diferentes prácticas suponen antecedentes. En la actualidad, el uso de un
intensas negociaciones y luchas por el poder término como canon o como la referencia a
simbólico. lo canónico, se presenta como concepto
Si bien podemos trazar la arqueología de apaciguador y que remite a un espacio que
la idea de campo cultural en el pensamiento institucionaliza, o bien, a una lista que con-
europeo, conviene no olvidar de qué modo glomera, para intentar fijar ciertas normas
gran parte de los análisis culturales de la o valores en un campo cultural. Pero en el
segunda mitad del siglo xx en América término se reúnen algunos antecedentes que
Latina se manejaron con una perspectiva no sólo hacen referencia a las normas o a
cultural amplia tratando de entender la los criterios selectivos sino también a las
complejidad de los diferentes fenómenos. El conductas y acciones de individuos o insti-
registro de una tensión entre los modelos tuciones. Así, en Inglaterra, el “canon laico”
eurocéntricos y las perspectivas nacionales se relaciona con la formación y la transfor-
o regionales marcó a la mayoría de los estu- mación de los cánones cristianos, entendi-
dios críticos sobre América Latina; la cate- dos como señala la Enciclopedia Británica
goría de cultura fue la que iluminó buena en el sentido de “cuerpos de reglas y regula-
parte de los análisis fundadores. Los traba- rizaciones (cánones)” que en cierta forma
jos de David Viñas, Ángel Rama, Antonio guían la conducta de los individuos e insti-
Cornejo Polar, Antônio Cândido se cuentan tuciones de ciertas iglesias. Estas normas
entre ellos. son elaboradas por una autoridad eclesiás-
tica dedicada a ese objetivo. En el Diccionario
obras de consulta. Altamirano, Carlos y de la Real Academia Española canon, del
Beatriz Sarlo, Literatura/Sociedad, Buenos griego kanon, se vincula con regla o precep-
Aires, Hachette, 1983; Bourdieu, Pierre, La to, como dogma de la Iglesia Católica, como
distinction: critique sociale du jugement, París, catálogo de textos sagrados y como parte de
Minuit, 1979; Bourdieu, Pierre, Las règles de la misa (te igitur al Páter noster). En las for-
l´art: genèse et structure du champ littéraire, mulaciones de algunos filósofos como John
París, Seuil, 1992; Cornejo Polar, Antonio, Stuart Mill y Emmanuel Kant, el término
Escribir en el aire. Ensayo sobre la heterogenei- canon se vincula con un principio regulador,
dad sociocultural en las literaturas andinas, por lo que se asocia a un concepto de inva-
Lima, Horizonte, 1994; Foucault, Michel, Les riabilidad. A medida que se relaja este sen-
mots et les choses. Un archéologie des sciences tido restringido, puede pensarse que el ca-
humaines. París, Gallimard, 1966 [Las pala- non debate entre la constancia y la
bras y las cosas: una arqueología de las ciencias alterabilidad, por lo cual incorpora el senti-
humanas (trad. Elsa Cecilia Frost), México, do de cambio y modificación.
Siglo XXI Editores, 1968]; Pizarro, Ana (co- Un término que en su origen se emplea
ord.), La literatura latinoamericana como pro- en el campo religioso y en la música, como
ceso, Buenos Aires, Centro Editor de América composición en que sucesivamente van en-
Latina, 1985; Rama, Ángel, Transculturación trando las voces, repitiendo o imitando cada
narrativa en América Latina, México, Siglo una el canto de lo que le antecede, se va
XXI Editores, 1982; Sarlo, Beatriz, Una mo- expandiendo hasta convertirse en lo que
dernidad periférica. Buenos Aires 1920 y 1930, Harold Bloom señala como “una elección
Buenos Aires, Nueva Visión, 1988; Williams, entre textos que compiten por sobrevivir y
Raymond, Keywords: A Vocabulary of Culture se interpreta esa elección con lo realizado
and Society, Nueva York, Oxford University por grupos dominantes, instituciones edu-
Press, 1983 [Palabras clave: un vocabulario de cativas, tradiciones críticas, o como por au-
canon 49

tores de aparición posterior que se sienten T. S. Eliot sostenía que la tradición no


elegidos por figuras anteriores concretas” puede heredarse “y quien la quiera, habrá de
(Bloom, 1995: 30). obtenerla con un gran esfuerzo” y que “el or-
En un principio, el estudio de la norma den existente está completo antes de la llega-
sirvió como un fundamento para entender da de la nueva obra” y los juicios se dan por
la variación de los cánones estéticos e in- comparación; sin embargo, “debe tener plena
corporar la transgresión como elemento re- conciencia [...] de que el arte nunca mejora,
novador de esas normas vigentes, como bien pero que la materia del arte no es exactamen-
lo señala Jan Mukarovsky: “las normas que te la misma en todos los casos” (Eliot, 2000:
han encajado fuertemente en algún sector 21 y 23). Por lo tanto, influyen diversos fac-
de la esfera estética y en algún medio serial, tores históricos, ideológicos, culturales, entre
pueden sobrevivir durante largo tiempo; las otros, para conformarlo y proponer una se-
normas más recientes se han estratificado lección de autores y textos que merecen pre-
a un lado y así se produce la coexistencia servarse más que otros. Para otros estudiosos
y competencia de numerosas normas esté- el problema se vincula con la especificidad
ticas y paralelas” (Jan Mukarovsky, apud. del campo literario, como espacio de tensio-
Volek: 160). nes, de atracciones y rechazos. Para Susana
En los estudios literarios, el concepto de Cella, “la idea de canon es confrontable en
canon se refiere a un listado de obras maes- términos próximos en la relación opositiva o
tras y a veces a un listado de autores, de sinonímica” con términos como “tradición,
manera que genera así un descanso sobre el clásico, margen y centro” (Cella, 1998: 8).
valor y los juicios de valor en el campo lite- Si la palabra canon se vincula con la pa-
rario. Por lo tanto, desde su aparición en el labra marginalidad, en un sentido a la vez
siglo iv a. C., el canon, según destaca Raquel de complementariedad y subordinación, se-
Gutiérrez Estupiñán: “ha tenido una in- gún Noé Jitrik, “lo canónico sería lo regular,
fluencia notable en la crítica literaria y cul- lo establecido, lo admitido como garantía de
tural” (Gutiérrez Estupiñán, 2004: 32) y un sistema”, mientras que la marginalidad
opera a partir de un principio de selección. es lo que se aparta “voluntariamente” o no
porque “no admite o no entiende la exigen-
canon, tradición y norma. Para los formalis- cia canónica” (Jitrik, 1996: 19). También es
tas rusos, en diálogo con los autores y es- necesario tener en cuenta que el canon es
cuelas de las vanguardias artísticas, el valor “algo menos y algo más que tradición, que
de la literatura radicaba en su “novedad y se subordina en un aspecto ordenador [...]
originalidad” y por lo tanto los procedimien- en lo marginal la tradición es más bien una
tos canónicos se eliminaban por sí mismos estructura de comportamientos que reapa-
en pos de la búsqueda de renovación de ele- rece bajo ciertas condiciones” (ibid.: 27).
mentos tradicionales y estereotipos: “los ar- Por su parte, Nicolás Rosa propone que
tificios obligatorios –afirma Tomachevski- se el canon de autores se convierta dentro de
vuelven prohibidos; se crean tradiciones li- la discusión sobre la supuesta “crisis de las
terarias y nuevos procedimientos. Lo que no Humanidades”, junto a la “crisis de la teo-
impide que después de dos o tres generacio- ría”, en un “canon de críticos” (Rosa apud.
nes literarias, renazcan, otra vez, los mismos Cella, 1998: 73). Por ejemplo, la polémica
procedimientos prohibidos (Tomachevski, en las universidades estadunidenses entre
apud. Todorov, 1970: 226). En esta línea y Harold Bloom y los que defienden los
viendo el problema en un ámbito histórico Cultural Studies. Para Nicolás Rosa “el ca-
que se sobrepone de los análisis inmanen- non es un pensamiento hagiográfico y sólo
tistas, Jan Mukarovski propone que la obra puede operar por continuidad [...] esa sería
artística oscila entre el pasado y el estado su historia [...] y por selección, ese sería su
futuro de la norma estética. Si la percibimos diccionario” (ibid.: 77), también propone
desde un presente anotamos la “tensión en- que el canon es desde un punto de vista na-
tre la norma pasada y su transgresión, des- rratológico, “una peregrinatio” en la búsque-
tinada a convertirse en un componente de da de un origen, y que desde el punto de
la norma futura” (Mukarovski, apud. Volek, vista político, “una estrategia propia de los
2000: 156). claustros universitarios”.
50 canon

El proceso de exclusión e inclusión de las polémica entre lo castizo y lo moderno que


mujeres en el canon se transformó radical- involucra a Domingo Faustino Sarmiento,
mente a partir de los años setenta en el siglo exiliado en Chile, autor de Facundo, cuyo
xx, ya que la contribución de teóricas como subtítulo, Civilización y barbarie, tendrá una
Elaine Showalter hizo énfasis en la revitali- larga repercusión en las letras hispanoame-
zación de una “tradición literaria femeni- ricanas, como lo demuestra la exitosa novela
na”. Insistió esta autora en la necesidad de de Rómulo Gallegos de 1929, Doña Bárbara.
“entender por qué la escritura masculina se Tanto el cuento romántico-político “El ma-
resiste a reconocer a las precursoras feme- tadero” de Esteban Echeverría, como la no-
ninas” (Showalter, 1999: 108). Por lo tanto, vela sentimental María de Jorge Isaacs, se
el canon se remodeló a partir de esta in- convertirán en clásicos de la literatura his-
fluencia de la teoría de género en la valora- panoamericana del siglo xix, incluidos en los
ción de los textos y se introdujeron obras planes de estudios escolares más allá de sus
que habían sido soslayadas por el predomi- fronteras nacionales.
nio de la cultura androcéntrica. Los cánones literarios de las jóvenes na-
ciones americanas se proyectan, de modo
cánones en américa latina y méxico. Si el ca- fluctuante, hacia ese otro canon mayor
non consiste en “la selección de obras repre- latinoamericano; se propone la Utopía de
sentativas de cierta ideología en un tiempo América en constante tensión y diálogo con
y espacio determinados” (Pozuelo Yvancos, los cánones europeos: “la literatura latinoa-
2000), cada época y geografía producen un mericana es definida como expresión de una
canon diverso, de acuerdo con principios cultura cuya búsqueda compromete el tra-
que atienden a problemáticas de orden na- bajo del historiador y del crítico” (Zanetti,
cional, de gusto, de intereses políticos, de 1998: 87). En los comienzos del siglo xx
estrategias culturales oficiales o de grupo. aparecen las “bibliotecas americanas”, en-
Instalados en el siglo xxi, podemos recon- tre otras, las de Rufino Blanco Bombona
siderar los hitos literarios señeros, entre la y Francisco García Calderón, en años pos-
tradición y la ruptura, a partir de las inde- teriores se consolidan los proyectos de la
pendencias políticas de nuestros países en Biblioteca Americana del Fondo de Cultura
el siglo xix. Apartarse del poderío español Económica o la Biblioteca Ayacucho, or-
en nuestro ámbito hispanoamericano –o de ganizadoras de un archivo minucioso de
otras metrópolis coloniales en los demás nuestra literatura, diseñadas –señala Susana
territorios de Latinoamérica y el Caribe– Zanetti- por dos especialistas preocupados
significó para nuestros escritores volver por el problema: Pedro Henríquez Ureña y
la mirada hacia un pasado que había sido Ángel Rama (ibid.: 97).
negado como el de las culturas origina- La ausencia de una especie de academia
rias, rechazar la etapa colonial o virreinal supranacional que paute las lecturas de las
y buscar nuevos modelos en otros países, nuevas generaciones lleva a privilegiar dis-
como Francia e Inglaterra. En este esfuerzo cusiones nacionales o regionales, como es el
se recuperan también ciertos textos de las caso de la originalidad y pertinencia de la
culturas prehispánicas “marginados” por el literatura gauchesca del Río de la Plata,
orden cultural hegemónico, como la poesía cuyo estudio puede convertirse en un “tra-
de Nezahualcóyotl o Los comentarios reales tado sobre la patria”, opuesto a los flujos
del Inca Garcilaso de la Vega; se introdu- migratorios y a las nuevas tendencias mul-
cen nuevos temas y se adoptan modelos eu- ticulturalistas.
ropeos no hispánicos, lo que propicia una Pocos casos literarios superan las fron-
posición antiespañola entre los escritores teras nacionales antes del auge de la nueva
románticos que, a su vez, fueron en muchos novela latinoamericana de los años sesenta;
casos, políticos y militares. estos casos son, por ejemplo, la demora de
En el terreno del lenguaje y de los “idiomas dos siglos en el reconocimiento de la obra
nacionales”, al decir de Jorge Luis Borges, la de Sor Juana Inés de la Cruz, por un recha-
primera gramática americana será la del poe- zo generalizado de la estética barroca o el
ta y estadista venezolano Andrés Bello (pu- reticente homenaje a Rubén Darío en el cen-
blicada en Chile en 1847). Se inscribe en una tenario de su nacimiento (1867). Por su par-
canon 51

te, los escritores consagrados en el llamado Años más tarde, se destaca como figura
boom de la novela latinoamericana son to- central de la poesía mexicana a Octavio Paz,
dos varones, blancos, cultos y habitantes de quien se hizo merecedor de una canoniza-
“la ciudad letrada”. La oposición entre un ción internacional al obtener el Premio
canon cosmopolita frente a otro regional o Nobel de Literatura en 1990. En México,
de modelos europeos frente a corrientes ne- Octavio Paz es más conocido por su estudio
oindigenistas puede analizarse desde la reti- sobre la identidad nacional El laberinto de la
cencia de José María Arguedas ante la obra soledad (1950), que por su poema canónigo:
de Alejo Carpentier o la de Julio Cortázar. “Piedra de sol”. Los otros escritores laurea-
En la generación posterior, la discusión se dos en nuestra América, además de la ya
centrará en la pertinencia o no de un escri- citada Gabriela Mistral, el también poeta
tor como Manuel Puig, quien incorpora en chileno, Pablo Neruda, y los narradores
sus novelas materiales considerados propios Miguel Ángel Asturias, guatemalteco, y el
de la subliteratura o de la cultura popular. colombiano Gabriel García Márquez.
Discusión que lleva a considerar el proble-
ma del canon con relación a la ampliación canon en méxico. En México se consideran
del corpus literario. En el mismo decenio como los forjadores de una cultura nacional
de los setenta surge, en los países sudame- a los integrantes de la Academia de Letrán
ricanos, la narrativa sobre la dictadura y el y del Liceo Hidalgo, entre ellos Ignacio
exilio que exige nuevas calas de análisis para Ramírez “El Nigromante” e Ignacio Manuel
abordar “lo innombrable” y “lo ominoso” Altamirano, quien delimitó el concepto de
de la violencia institucionalizada. En el si- “literatura nacional”; estos escritores que
guiente decenio, la eclosión de los márgenes militaron en las filas del liberalismo, promo-
(escritura de mujeres, minorías sexuales y vieron en México la lectura de autores ro-
étnicas) tiene repercusiones en la literatura mánticos de origen francés, inglés y alemán,
y en la crítica de la mayoría de los países en un país de mayoría analfabeta.
latinoamericanos; así como la preferencia A finales del porfiriato, el realismo y el
de los lectores por las novelas de corte his- naturalismo se incorporaron a la literatu-
tórico a finales del siglo xx, impulsados por ra canónica con tintes mexicanos en obras
políticas editoriales que promueven premios como: El zarco, Baile y cochino, La bola,
nacionales e internacionales, con campañas Cuarto poder y Santa; esta última novela
publicitarias basadas en la mercadotecnia. considerada como el primer best seller de la
La crítica académica, que había incorpora- literatura mexicana.
do los métodos estructuralistas y lecturas in- El Ateneo de la Juventud es un grupo
manentes de los textos literarios en los años cultural, cuyas actividades se extienden des-
sesenta e inicios de los setenta, resiente un de los tiempos de Porfirio Díaz a la presi-
fuerte impacto con el auge de los estudios dencia de Álvaro Obregón. Sus integrantes
de género y los estudios culturales (tanto en intentaron unir la tradición clásica con los
la vertiente de la crítica literaria feminista, temas nacionales y actuaron tanto dentro
como en los estudios lésbico-gay y los queer del porfirismo como en la revolución y, aun-
studies) y, en los últimos decenios del siglo que se disuelven en dos ocasiones (1914 y
xx, los estudios culturales y poscoloniales. 1924), su influencia se extiende hasta fina-
Desde estas nuevas perspectivas teóricas y les de los años veinte. Entre sus integran-
críticas se releen a autores y textos canóni- tes se encuentran Alfonso Reyes, quien
cos como, por ejemplo, la reelectura de la desarrollará una valiosa labor diplomática
poesía amorosa y social de Sor Juana Inés y cultural, convirtiéndose en el represen-
de la Cruz con relación a sus vínculos con la tante del canon literario mexicano; José
virreina Leonor María Carreto, Marquesa de Vasconcelos, ministro de cultura en épocas
Mancera y con las autoridades eclesiásticas de la Revolución y autor del Ulises criollo;
de la época; o la ambigua figura, entre viril y Martín Luis Guzmán, secretario de Pancho
maternal, entre mestiza y criolla, de nuestra Villa y posterior político de la revolución
primer Premio Nóbel, Gabriela Mistral, con- institucionalizada, autor de dos textos ca-
siderada como “Maestra de América”, pero nónicos: El águila y la serpiente y La sombra
también como “Madre Nacional” en Chile. del caudillo.
52 canon

La Revolución de 1910 no sólo introdu- “Escribir como mujer es un hecho lleno de


ce cambios en el ámbito político y social, consecuencias”. Se pueden distinguir en el
sino también en la visión del mundo que desarrollo de este colectivo de investigado-
se refleja en una narrativa marcada por la ras, varias etapas que coinciden con el deve-
violencia, el realismo, los modelos viriles y nir de la crítica literaria feminista en otras
un lenguaje que pretende rescatar el habla latitudes: 1] reconocer y revelar la misoginia
popular y los personajes de los de “abajo”, en la práctica literaria; 2] la labor de res-
tanto en la literatura como en los murales cate de “madres” y “abuelas” literarias de
pintados en edificios públicos. Se organiza donde surge la antología crítica sobre escri-
“la fiesta de la balas” y, al margen de las pá- toras mexicanas nacidas en el siglo xix: Las
ginas consagradas de Martín Luis Guzmán voces olvidadas (Domanella y Pasternac), y
y Mariano Azuela, se publica Cartucho de la discusión entre el centro y los márgenes
Nellie Campobello con una visión y un len- con dos volúmenes: Mujer y literatura mexi-
guaje más cercano a las vanguardias. La cana y chicana. Culturas en contacto (López
novela de la revolución mexicana será re- y Malagamba); 3] el replanteamiento de las
unida por primera vez al terminar la lucha bases conceptuales y los presupuestos teóri-
armada, en los años treinta, pero obtendrá cos que han regido la crítica “falogocéntrica”
su reconocimiento continental e internacio- (Derrida) o la “machocrítica” doméstica. En
nal a partir del trabajo de recopilación de este nuevo reto, se publican investigaciones
Antonio Castro Leal en 1960. desde acercamientos temáticos y de géne-
La vanguardia estridentista perdió el ro, como Escribir la infancia (Pasternac y
combate frente al canon culto y cosmopolita Domanella), sobre narradoras mexicanas, y
de los Contemporáneos quienes no se reco- De pesares y alegrías (Gutiérrez de Velasco,
nocían a sí mismos como grupo. Durante et al.), sobre escritoras latinoamericanas y
muchos años, en la academia se revalo- caribeñas; 4] por último, y tanto con la in-
rizó la poesía de Xavier Villaurrutia, José corporación de los estudios sobre masculini-
Gorostiza y Gilberto Owen, mientras se des- dad como con en el intento por abarcar una
conocían los aportes de una poesía de tono subjetividad múltiple y transgenérica (Nelly
más irreverente y de humor contestatario, Richard), se publican dos volúmenes bajo el
como la de Germán List Arzubide y la de título: Femenino/Masculino, dedicados a pa-
Manuel Maples Arce. rejas literarias en México (Castro Ricalde, et
Sin embargo, más allá de la discusión al.) y a parejas literarias en América (Zalce
ideológica y estética, está implícito otro Martínez, et al.). En la actualidad, el taller
enfrentamiento entre Contemporáneos y “Diana Morán” trabaja en un nuevo proyec-
Estridentistas, como es la latente homose- to sobre cinco escritoras, el cual se titula:
xualidad en los primeros y el alarde mas- Desbordando el canon.
culino de los segundos. Habrá que esperar
hasta el decenio de los noventa para la pu- canon y estudios culturales. La crítica más
blicación de las memorias de Salvador Novo radical del canon cuestiona no sólo su con-
sobre el México de los veinte, en La estatua de tenido, sino la naturaleza hegemónica y eli-
sal y la posterior biografía crítica de Carlos tista de la literatura en sí. Como señala John
Monsiváis, Salvador Novo: el marginal en el Guillory, los debates en torno al canon lite-
centro (2000); y el estudio sobre masculini- rario reflejan una crisis en la literatura como
dades mexicanas de Robert McKee Irwin, forma de capital cultural, más que como un
desde la academia estadunidense, Mexican medio de representación o de expresión ar-
Masculinities (2003). tística. En ese sentido es una institución a
Las integrantes del taller de teoría y críti- la cual el acceso (de producción, de consu-
ca “Diana Morán”-Coyoacán, desde sus ini- mo, de estudio) es determinado por un sis-
cios, en 1984 a la fecha (2006), asumieron tema de exclusión basada en diferencias de
la propuesta de Helène Cixous: “La mujer clase social.
debe escribirse a sí misma, escribir sobre La noción de literatura en Latinoamérica
mujeres y hacer que las mujeres escriban” es inseparable del concepto de “ciudad letra-
y, por supuesto, que también lean a las es- da” de Ángel Rama. Como señala John
critoras; o como afirma Nicole Brossard: Beverley, la literatura es una institución co-
canon / ciudad letrada 53

lonial que fue introducida a las Américas Andes, 2000; Zanetti, Susana, “Algunas consi-
por los colonizadores, que fue indispensable deraciones sobre el canon literario latinoame-
para la fundación de la cultura nacional au- ricano,” en Susana Cella (comp.), Dominios de
tónoma y que ha sido propiedad casi exclu- la literatura. Acerca del canon, Buenos Aires,
siva de las clases dominantes (2). Beverley, Losada, 1998, pp. 87-105.
al reconocer tanto la nueva hegemonía cul-
tural de los medios masivos, que tienen la [ana rosa domenella;
capacidad de alcanzar a sectores sociales luz elena gutiérrez de velasco]
mucho más amplios y diversos que la litera-
tura, como la importancia de buscar estra-
tegias para comprender desde la academia ciudad letrada
las culturas subalternas de grupos que no
buscan acceso a las instituciones de la ciu- “Ciudad letrada” es un término acuñado por
dad letrada, adopta una postura “en contra el crítico literario y cultural uruguayo Ángel
de la literatura”, la cual implica, finalmente, Rama (1926-1983), en la obra inconclusa del
una afiliación con el proyecto crítico de los mismo nombre. La ciudad letrada fue publi-
estudios culturales. cada póstumamente en 1984, de manera casi
simultánea en Estados Unidos (Ediciones del
obras de consulta. Beverley, John, Against Norte) y en Uruguay (Comisión uruguaya
Literatura, Minneapolis, University of Minnesota pro Fundación Internacional Ángel Rama).
Press, 1993; Bloom, Harold, El canon occiden- El libro tuvo varias reediciones posterio-
tal, Barcelona, Anagrama, 1995; Cella, Susana res y fue traducido al inglés en 1996 (Duke
(comp.), Dominios de la literatura: acerca del University Press). Desde su publicación, el
canon, Buenos Aires, Losada, 1998; Eliot, T. S., volumen, una de las contadas contribucio-
Ensayos escogidos (selección y prólogo de Pura nes latinoamericanas a la teoría cultural,
López Colomé), México, Universidad Nacional ha ejercido una perdurable y generalizada
Autónoma de México, 2000; Guillory, John, influencia en los estudios culturales lati-
Cultural Capital: The Problem of Literary Canon noamericanos, en particular en los estudios
Formation, Chicago, University of Chicago coloniales y del “largo siglo xix.”
Press, 1993; Gutiérrez Estupiñán, Raquel, Esta influencia responde a diversas razo-
Una introducción a la teoría literaria, México, nes. Por una parte, Rama ensaya una am-
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, biciosa historia cultural de América Latina
2004; Mignolo, Walter, “Entre el canon y el cor- desde la refundación de Tenochtitlán en 1521
pus” en Nuevo texto crítico, año vii, núms. 14-15, hasta el México de mediados del siglo xx. El
1995, pp. 23-36; Pozuelo Yvancos, José María y libro tiene una rara coherencia de enfoque,
Rosa María Aradra Sánchez, Teoría del canon ya que desarrolla un único problema: el de
y literatura española, Madrid, Cátedra, 2000; la “clase” letrada latinoamericana, su cons-
Rama, Ángel, La ciudad letrada, Hanover, N. titución, consolidación, transformaciones y
H., Ediciones del Norte, 1984; Sánchez Prado, ampliaciones, su sorprendente persistencia
Ignacio, El canon y sus formas: la reinvención a través del tiempo, la dinámica de sus re-
de Harold Bloom y sus lecturas hispanoamerica- laciones tanto con las metrópolis coloniales
nas, Puebla, Secretaría de Cultura, Gobierno del y poscoloniales como con los grupos subal-
Estado de Puebla, 2002; Showalter, Elaine, “La ternos sobre los que gravita. Asimismo, el
crítica feminista en el desierto” en M. Fe (co- libro de Rama ensaya un productivo camino
ord.), Otramente: lectura y escritura feministas medio entre la epistemología y el análisis
(trad. A. Rodríguez), México, Fondo de Cultura estético, para el que Román de la Campa
Económica, 1999, pp. 75-111; Tomachevski, acuñó el neologismo “epistética.”
Boris, “Temática” en Tzvetan Todorov (ed.), Finalmente, aunque Rama sea conside-
Teoría de la literatura de los formalistas rusos, rado uno de los fundadores de los estudios
Buenos Aires, Ediciones Signos, 1970; Volek, culturales latinoamericanos, su práctica
Emil (ed.), Signo, función y valor. Estética y escrituraria (en términos “literarios” tanto
semiótica del arte de Jan Mukarovsky (trad. J. como políticos) está firmemente enraizada
Jandová), Bogotá, Plaza y Janés-Universidad en la tradición del ensayo latinoamericano
Nacional de Colombia-Universidad de los poscolonial. Es indudable la vinculación
54 ciudad letrada

de La ciudad letrada con el pensamiento de reciente) en la multisecular historia de la


Michel Foucault (sobre todo con las nocio- ciudad letrada y de sus conflictos internos.
nes de episteme y formación discursiva del Por otro lado, ciudad letrada nombra al
Focuault más o menos temprano), tal como grupo de individuos (los “letrados”) que ob-
la rastrea Román de la Campa. Es también tienen una identidad social diferenciada por
del todo pertinente su comparación con otros su pertenencia a las instituciones antes men-
textos de análisis cultural contemporáneos cionadas. En esta acepción, ciudad letrada
como Orientalism (1978) de Edward Said e tiene un significado cercano (pero mucho
Imagined Communities (1983) de Benedict más amplio) que el término que lo preexiste,
Anderson. Pero, aún más importante es la fi- el de “república de las letras”. Haber afirma-
liación política y escrituraria del volumen de do una unidad de linaje que va desde el bu-
Rama con las obras de los ensayistas latinoa- rócrata colonial del siglo xvi al autodidacta
mericanos, de Simón Rodríguez a Ezequiel de tendencias anarquizantes del xx, pasando
Martínez-Estrada, pasando por José Martí, por los “doctores” de mediados del xix y los
José Enrique Rodó, Alfonso Reyes y Pedro viajeros cosmopolitas y los científicos positi-
Hénriquez Ureña (véase Mabel Moraña). Por vistas de finales del xix, es uno de los logros
todos estos motivos, La ciudad letrada se ha de Rama, más allá de las críticas al hecho de
convertido en un texto que define la práctica que Rama deja de lado notorias diferencias
de los estudios culturales latinoamericanos entre las diferentes encarnaciones de su “per-
en las dos Américas. sonaje conceptual” (Deleuze y Guattari).
Ciudad letrada es una noción híbrida, ya Finalmente, ciudad letrada nombra las
que conjuga à la Foucault diversos niveles prácticas discursivas que sostienen el predo-
de análisis en una totalidad dinámica. Por minio de las instituciones e individuos antes
un lado, nombra el conjunto de instituciones mencionados. Estas prácticas son rituales
que hacen de la propiedad y administración de incorporación, reconocimiento o exclu-
de la tecnología de la letra la condición de sión, ceremonias de fundación o de toma de
su existencia y funcionamiento, a la vez que posesión, escrituras, peticiones, actas, coro-
la base de su poder y de su prestigio. Entre naciones de poetas, dictámenes, leyes, cons-
dichas instituciones se cuentan las diversas tituciones, filiaciones, proclamas, sonetos,
reparticiones del estado colonial y nacional arcos de triunfo, antologías, relatos de viaje.
(la policía, el sistema judicial, las aduanas, Rama (y este gesto renovó los estudios colo-
el poder legislativo, el registro civil o regis- niales y del xix) no analiza estas prácticas
tro de las personas, el registro de propiedad, discursivas exclusivamente (ni siquiera pri-
las reparticiones encargadas de censos y es- mariamente) a partir de sus contenidos ex-
tadísticas), las corporaciones educativas, plícitos. Las aborda como performances
artísticas, comerciales y financieras, las pro- cuyo objetivo es la reproducción y perpetua-
fesiones liberales (medicina, derecho, perio- ción del orden letrado como centro del or-
dismo, notariado), el clero, los partidos po- den social. Esto, señala agudamente Alonso,
líticos, las sectas, los cenáculos, ciertas permitió cortar el nudo gordiano en que la
organizaciones guerrilleras (los focos), las teoría de la dependencia (contemporánea de
academias. La literatura ocupa un lugar en Rama) había atrapado al análisis literario y
esa nómina, desde luego, un lugar que cultural. Así, más allá de que el letrado lati-
Rama, cercano tanto intelectual como pro- noamericano copiara o adaptara modelos
fesionalmente a la literatura, no deja de pri- metropolitanos (como en los casos de la
vilegiar en el libro. Pero para Rama ese lu- aparentemente anacrónica fidelidad a las
gar debe ser examinado, al menos en estéticas gongorina, neoclásica, o romántica
principio, a partir de las profundas comuni- cuando ya habían sido abandonadas en sus
dades que la ligan a esas otras instancias, y lugares de origen), su actividad escrituraria
no, como quiere la ideología de la literatura estaba orientada a sostener sus prerrogati-
desde la modernización, a partir de sus di- vas como administrador de una tecnología
ferencias y su pretendido privilegio episte- distribuida de manera desigual (en México,
mológico. Esa afirmación de la diferencia y en vísperas de la Independencia, menos del
el privilegio de la literatura es, para Rama, 5% de la población sabía leer y escribir).
sólo un avatar más (un avatar relativamente Incluso cuando parece que la autonomía in-
ciudad letrada 55

telectual letrada claudica frente al prestigio peculiar morfología de la ciudad hispano-


de las formas metropolitanas, en realidad americana, con su subdivisión en damero.
esas imitaciones (muchas veces monótonas En el centro (la plaza central) de la ciudad
ad nauseam) son prácticas exitosas y del se agrupaban las instancias de poder y de
todo relevantes a su contexto de emergen- prestigio: la Catedral o la Iglesia, el Palacio
cia. La noción de ciudad letrada permite Virreinal (luego presidencial o municipal), la
entonces analizar la dinámica cultural lati- Audiencia (luego los tribunales) el montepío
noamericana por fuera de la dicotomía (de (luego el Banco), la aristocracia local. Esta
linaje romántico) entre imitación de los mo- concentración optimizaba la administración
delos metropolitanos / originalidad vernácu- y la defensa. Pero, asimismo, la disposición
la. Asimismo, permite entrever cómo la ins- en el espacio reduplicaba el lugar de cada
titución letrada fue (y es) mucho más sujeto (de cada familia o de cada corpora-
poderosa, adaptable y relevante de lo que ción) al seno de la jerarquía colonial: cuando
previamente se había concebido. Por lo mis- más alejado, mas lejos del centro (material
mo, la noción de ciudad letrada permitió y simbólico) del poder. Así, la ciudad hispa-
pensar de manera nueva los desafíos éticos noamericana colonial (y hasta cierto punto,
a los que se enfrenta el intelectual latino- la moderna) tuvo una organización anular.
americano (un tema de enorme relevancia a El anillo interior coincide con el núcleo de
mediados de los años ochenta donde el sur- poder, y cada anillo exterior implica un paso
gimiento del testimonio, por ejemplo, pare- abajo en la jerarquía (sucesivamente criollos
cía anunciar un cambio radical en la mane- pobres, castas, indios).
ra de concebir la práctica escrituraria). Para Esta reduplicación donde el mapa visible
el Rama de La ciudad letrada, la vinculación de la ciudad reproduce el mapa de la jerar-
entre letra y poder, en tanto violencia epis- quía al seno del impero fue un proyecto
temológica ejercida por el letrado, es ines- consciente. Rama liga este proyecto a la
capable, y la conciencia de esa vinculación episteme renacentista y al modelo analógico
debe ser el paradójico punto de partida de que la regiría, tal como lo describe Foucault
toda reflexión. en Les mots et les choses; une archéologie des
Esta máquina semiótica llamada ciudad sciences humaines (1966), y la considera un
letrada (que operativamente hemos descrito hecho fundacional en la historia hispano-
de manera tripartita) tiene una localización americana. Esta reduplicación establece,
precisa: la ciudad hispanoamericana, de la desde el inicio de la incorporación del con-
que es a la vez criatura y origen. Para Rama, tinente al “Occidente” en formación, la pri-
la ciudad colonial surgió como un “parto de macía de la letra ligada al poder (los planos,
la inteligencia”. A diferencia de las ciudades las ordenanzas reales, las actas y protocolos
europeas, formadas a partir de la sedimen- de fundación sobre los que se estructura el
tación de procesos históricos multisecula- proyecto urbano) sobre la “realidad” colo-
res (y en muchos casos multiculturales), nial. De allí en adelante, cuando esta reali-
las ciudades coloniales hispanoamericanas dad no se adecue al diseño letrado, será
fueron cuidadosamente concebidas y pla- marginalizada en tanto subalterna o anóma-
neadas como instancias fundamentales en la. Así, la ciudad letrada, lejos de ser un
la empresa de construcción y expansión del mero intermediario burocrático entre el im-
imperio español, donde una ínfima minoría perio y los recursos y las poblaciones ame-
de origen metropolitano (o sus descendien- ricanas, legitimó y sostuvo un imperio cuya
tes, los criollos) dominaba vastas poblacio- base militar fue siempre frágil. Controlando
nes según las necesidades de la corona. La vastas extensiones, poblaciones dispersas y
ciudad colonial no se organizó prioritaria- difícilmente disciplinadas, con potencias ex-
mente en función de los requerimientos de tranjeras siempre al acecho, el imperio no
una economía local autosuficiente, sino de podría haber sobrevivido sin la máquina se-
los la economía y la administración impe- miótica de asiento urbano que “actuaba”
rial. Pero además, la ciudad misma tenía cotidianamente el imperio desde el despa-
como función hacer visible el Imperio. Esta cho, el púlpito, el atrio o la cátedra. El ba-
doble necesidad (administrativa por un rroco de Indias es un ejemplo fundamental
lado, performativa por otro) dio origen a la de esta dinámica.
56 ciudad letrada

Rama no concibe la emancipación del disputan abiertamente el derecho de regular


poder español y las luchas que la siguieron las relaciones sociales en trance de moder-
como una crisis terminal de la ciudad letra- nización). Por otro lado, el mercado de bie-
da (aunque desde luego implicara transfor- nes culturales y la industria cultural pasan
maciones y sustituciones, muchas veces vio- a jugar un papel fundamental, redefiniendo
lentas). Contrariamente al consenso de la relaciones de poder, expectativas y prácticas
historiografía liberal decimonónica, que al seno de la ciudad letrada. Asimismo, se
describió el periodo como épica devenida asiste a un proceso generalizado de demo-
catástrofe, Rama enfatiza cómo los letrados cratización de la cultura, ya que la alfabeti-
criollos adquirieron durante el periodo nue- zación masiva permite el acceso de nuevos
va influencia y nueva legitimidad, ya que la sectores a la tecnología de la letra, que dis-
instancia última de decisión al seno del or- putan el privilegio epistemológico del viejo
den letrado (la corona) ya no residía allende núcleo letrado. Así surgen experiencias
los mares, y había sido reemplazada por “anómalas” como el teatro popular, el folle-
criollos. Si las guerras de independencia tu- tín criollista, el periodismo popular, el par-
vieron efectos centrífugos en muchas ins- tido de masas, instancias todas cuyo funda-
tancias de decisión (la disgregación de los mento es la letra, pero que no se dejan ya
virreinatos en múltiples repúblicas es uno definir del todo de acuerdo a los antiguos
de los ejemplos más obvios, el surgimiento protocolos de inclusión / exclusión de la ciu-
del caudillismo y las guerras civiles entre dad letrada (por ejemplo, la posesión de un
liberales y conservadores, centralistas y fe- título universitario, la pertenencia a ciertos
deralistas son otros), tuvo un efecto induda- clubes o la publicación en ciertos periódi-
blemente centrípeto a otro nivel: eliminó la cos). En esta sección, Rama realiza un no-
referencia transatlántica que descentraba la table trabajo (apoyándose en sus previos
ciudad letrada, y ésta se convirtió (al menos trabajos sobre literatura y modernización en
idealmente) en instancia exclusiva de sobe- América Latina) caracterizando esos desa-
ranía, en tanto origen de las leyes y dictá- fíos, y los modos según los cuales los letra-
menes que regulaban el nuevo orden repu- dos latinoamericanos los enfrentaron. Uno
blicano. Como adláteres de los caudillos, de ellos, fue la apropiación de las culturas
como redactores de las leyes y las constitu- orales previamente marginalizadas en fun-
ciones que definían las nuevas unidades po- ción de una reinvención de las culturas na-
líticas, como abogados y jueces que decidían cionales y una redefinición de su lugar al
los renovados conflictos en torno a la pro- seno de las mismas: estos fueron los casos
piedad o la ciudadanía, como literatos que del americanismo y el criollismo literario.
disputaban la existencia de una cultura na- Otro de esos modos fue la invención de gé-
cional o hemisférica, la emancipación pro- neros históricos (como la “tradición” de
veyó oportunidades para la expansión y re- Ricardo Palma o las novelas memorialistas
definición de la ciudad letrada. como Juvenilia de Cané o La gran aldea de
Los desafíos que la emancipación no pre- López) que recuperan un pasado en trance
sentó, los presenta sin embargo la moderni- de desaparición, o de géneros que traducen
zación que tuvo lugar a partir del último (y por ello reterritorializan) a partir de los
tercio del siglo xix. Por un lado, la exitosa códigos letrados las nuevas realidades (como
incorporación de América Latina al orden la crónica urbana o de viajes). Las revolu-
capitalista global del xix en tanto productor ciones (la mexicana y, sorprendentemente,
de materias primas para la exportación, pro- la uruguaya) que inauguran el siglo xx son
dujo el crecimiento y la diversificación ace- el último avatar de la ciudad letrada que
lerada de la población de las ciudades (efec- Rama analiza, avatar que, aunque prolonga
to de migraciones internas y externas) y de el prestigio de la letra al seno de las socie-
la infraestructura productiva y administra- dades, también permite avizorar rupturas
tiva al interior de esas ciudades. Surgen por cruciales. Quizá el intento más radical para
ello sectores cuyas prácticas letradas son prolongar el impulso de La ciudad letrada,
apenas compatibles (literatos contra cientí- ya que prolonga la historia cultural latinoa-
ficos sociales, dos funciones que no existían mericana a partir de esas líneas de fisura,
de manera separada un siglo antes, y que sea el reciente volumen de Jean Franco The
ciudad letrada 57

Decline and Fall of the Lettered City (2002) letra) su centro (cultura audiovisual o digi-
que verosímilmente podríamos concebir tal, testimonio, grafitti, crónica, etc.).
como la conclusión (esta vez en el registro En todo caso, incluso cuando se la con-
de la monografía académica) que Rama voca para señalar sus límites y excederla, la
nunca pudo dar a su ensayo. El volumen de noción de ciudad letrada no ha dejado de de-
Franco estudia cómo, en el marco de la gue- marcar un horizonte teórico y escriturario.
rra fría, se asiste a la pérdida por parte de Un concepto como el de ciudad letrada,
la ciudad letrada (que en el caso de Franco que se propone como una clave de interpre-
equivale a la literatura y a un sector de las tación para una experiencia hemisférica
ciencias sociales) del privilegio epistemoló- multisecular, no podía dejar de atraer críti-
gico sobre el cual basó su predominio, y su cas de diversa índole. Cerraremos esta pre-
lugar eminente (hasta el Boom inclusive) sentación con algunas de ellas.
como instancia privilegiada de intérprete y A pesar de su impronta foucaultiana, las
guía de la comunidad nacional. nociones de letrado y ciudad letrada unifi-
La noción de ciudad letrada ha fecunda- can de manera problemática prácticas cul-
do al menos tres líneas de investigación. turales no obviamente compatibles. Esta es
Hay, por un lado, empresas crítico-teóricas una crítica que Julio Ramos lleva adelante
que buscan prolongar o afinar las intuicio- en Desencuentros, un libro que, por otra par-
nes de Rama por medio de estudios de caso te, no podría haber sido concebido sin el
que precisan los patrones de funcionamien- (reconocido) antecedente de La ciudad letra-
to y transformación de la ciudad letrada. da. Desde luego, podría decirse que esta
Entre estas indagaciones, además del ya ci- arriesgada apuesta por una unidad de visión
tado volumen de Franco, podemos mencio- es también aquello que da al ensayo su in-
nar los estudios en torno al barroco colonial dudable fuerza.
y el surgimiento de la conciencia criolla (en- Otros, como Mabel Moraña, indica que la
tre ellos, el volumen de Mabel Moraña Viaje visión de Rama, aunque surge de (y es fiel
al silencio: exploraciones del discurso barro- a) el pensamiento de izquierda latinoameri-
co, de 1998), los estudios en torno a la lite- cano, no deja de tener una impronta cultu-
ratura de la emancipación como continua- ralista, impronta omnipresente en el ensa-
ción y ruptura de los paradigmas de la yo de interpretación latinoamericano, con
práctica letrada del siglo xviii, y los estudios pocas excepciones como la de José Carlos
en torno a la literatura de la modernización Mariátegui. Por ello, no concede debida
latinoamericana. atención a los procesos productivos que han
Otra línea de estudios busca poner de re- hecho posible la perpetuación de ciudad
lieve los modos en los que la ciudad letrada letrada. Toda vez que la díada letra /orali-
latinoamericana ha concebido a sus “otros” dad se convierte en la categoría de análisis
(la ciudad real, o el campo y sus respectivos privilegiada del ensayo de Rama, se dejan
sujetos), o los procesos (como la moderni- de lado otras categorías como clase o raza
zación) que introdujeron cruciales transfor- (aunque la noción de ciudad letrada sea no-
maciones al seno de la ciudad letrada. El tablemente eficaz para describir la dinámica
volumen de Doris Sommer (Foundational cultural diglósica al seno de comunidades
Fictions, 1991) es un ejemplo de la primera coloniales o poscoloniales multiétnicas)
empresa. El de Julio Ramos Desencuentros John Charles Chasteen señala que, aun-
de la modernidad en América Latina, 1989) que la argumentación de Rama se propone
de la segunda. como una visión válida para toda América
Una última línea de estudios busca defi- Latina, trabaja por medio de énfasis no
nir y dar cuenta de aquellas instancias cul- siempre indiscutibles. Para el caso colonial,
turales que exceden los límites de la ciudad Rama privilegia los contextos novohispano
letrada, ya sea instancias escriturarias que y peruano, sin discutir adecuadamente con-
no se avienen al paradigma dominante de la traejemplos tomados del contexto brasileño.
ciudad letrada en un momento dado (escri- El imperio lusitano (y las ciudades brasile-
tura de mujeres o minorías), o medios que ñas) no parecen responder del todo al mo-
no hacen de la letra (o de las instancias do- delo de Rama. Por su parte, la sección sobre
minantes de producción y recepción de la la modernización es examinada de manera
58 ciudad letrada / crítica cultural

casi exclusiva a partir ejemplos rioplatenses. ciudad letrada, Hanover, NH, Ediciones del
Así, desplaza el centro de gravedad de su Norte, 1984; Remedi, Gustavo, “Ciudad letra-
argumentación hacia aquellos estudios de da: Ángel Rama y la espacialización del aná-
caso que mejor prueban su tesis preexisten- lisis cultural”, Ángel Rama y los estudios lati-
te, dando así la imagen de una sincronía noamericanos, 97-122, Pittsburgh, PA, Instituto
continental ilusoria. Internacional de Literatura Iberoamericana,
Quizá la crítica más radical sea la de 1997 <http://search.ebscohost.com>. Ríos,
Francoise Perus. Ella objeta el fundamento Alicia (coord.), “Homenaje a Ángel Rama”,
mismo del edificio conceptual de Rama: el Estudios 22/23.10/11, 2003-2004; Szichman,
modelo analógico a partir del cual se esta- Mario, “Ángel Rama: Más allá de la ciudad
blece la relación letra /ciudad y la primacía letrada”, Espejo de escritores: Entrevistas con:
de aquella sobre ésta. Por un lado, señala Borges, Cortázar, Fuentes, Goytisolo, Onetti,
Perus, no queda claro cuál es el respaldo Puig, Rama, Rulfo, Sánchez, Vargas Llosa,
intelectual en el imperio español para esa Hanover, NH, Ediciones del Norte, 1985, pp.
concepción. Rama recurre a Descartes y a 197-221.
Lógica de Port-Royal, ejemplos indudable-
mente tomados de su lectura de Foucault, [juan pablo dabove]
pero insuficientes para abonar un caso
estrictamente latinoamericano. Por otro,
Rama hipostasía la idea de “racionalidad crítica cultural
occidental”, la existencia de la cual, Perus
argumenta, era problemática en la penínsu- La “crítica cultural” no es algo que se puede
la con el carácter que Rama le atribuye, definir en términos precisos porque, a dife-
rencia de los “estudios culturales”, nunca ha
obras de consulta. Adorno, Rolena, “La ciudad existido como una práctica institucional for-
letrada y los discursos coloniales” Hispamérica: mal. En un plano general, bajo la etiqueta
Revista de Literatura, 1987 16.48, 1987, pp. de crítica cultural parecerían caber una se-
3-24; Alonso, Carlos, “Rama y sus retoños: rie de preocupaciones ligadas a un deseo de
Figuring the Nineteenth Century in Spanish cambio social y perfeccionamiento del ser
America”, Revista de Estudios Hispánicos, xx- humano, entre ellas, el papel del intelectual
viii.2, 1994, pp. 283-292; Campa, Román de la, en la sociedad; el funcionamiento del poder
“El desafío inesperado de La ciudad letrada”, y las instituciones; el lugar del subalterno;
Ángel Rama y los estudios latinoamericanos, la relación entre centro y periferia, alta cul-
Pittsburgh, PA, Instituto Internacional de tura y cultura popular; la naturaleza de las
Literatura Iberoamericana, 1997, pp. 29-53; prácticas sociales; y un cuestionamiento del
Campa, Román de la, Latin Americanism, concepto de lo canónico. Para profundizar
Minneapolis, MN, University of Minnesota estos problemas, la crítica cultural recurre
Press, 1999; Castro-Gómez, Santiago, “Los a una amplia gama de metodologías (análi-
vecindarios de La ciudad letrada: Variaciones sis textual, encuestas, entrevistas, indaga-
filosóficas sobre un tema de Ángel Rama”, ción histórica, etc.) y aboga por una salida
Ángel Rama y los estudios latinoamericanos. de la rígida compartimentación de las disci-
Pittsburg, PA, Instituto Internacional de plinas académicas (Preminger: 262).
Literatura Iberoamericana, 1997, pp. 123-133; Una tensión que históricamente ha divi-
Chasteen, John Charles, “Introduction”, en dido a los practicantes de la crítica cultural
Ángel Rama, The Lettered City, Dirham, Duke concierne a la separación entre miradas eli-
University Press, 1996; Moraña, Mabel, “De La tistas y no elitistas a la cultura. Perspectivas
ciudad letrada al imaginario nacionalista: tempranas como la de Matthew Arnold
contribuciones de Ángel Rama a la invención (Cultura y anarquía, 1869), por ejemplo, pri-
de América”, Políticas de la escritura en vilegian a la poesía y el arte (en un sentido
América Latina: de la Colonia a la Modernidad, neoplatónico) como formas superiores para
Caracas, Venezuela, 1997, pp. 165-173; Perus, el fomento del cambio social y la disemina-
Françoise, “¿Qué nos dice hoy La ciudad letra- ción de los valores. El intelectual, como el
da de Ángel Rama?”, Revista Iberoamericana que tiene la capacidad de discernir el “buen
71.211, 2005, pp. 363-372; Rama, Ángel, La gusto”, se eleva en la concepción de Arnold
crítica cultural 59

por sobre los demás seres humanos y se res- cional del medio universitario inglés,
ponsabiliza por dirigir a la sociedad hacia Williams, Hoggart, y otros, ayudaron a po-
una vida democrática más plena. En con- sicionar a “lo marginal” como una esfera
traste, un pensador como Theodor Adorno digna de ocupar la atención de investigado-
(“Crítica cultural y sociedad”, 1951) sitúa al res y académicos, y brindaron al sujeto po-
intelectual dentro de la cultura (y no encima pular y a la “subcultura” un papel protagó-
de ella) para así buscar una salida a la com- nico en la escena intelectual.
plicidad de la crítica con la ideología o la En América Latina, la crítica cultural pa-
totalización del sentido (“dialéctica negati- rece nacer de un impulso por establecer la
va”). De cara a los “críticos trascendentes” particularidad de lo latinoamericano, de in-
que piensan que tanto su propia posiciona- terrogar el eje Norte/Sur, de pensar la iden-
lidad como los objetos artísticos que anali- tidad propia usando teorías no prestadas de
zan existen en una esfera independiente de contextos ajenos y de medir distancias entre
lo social y sus normas –pensamiento que la metrópolis y el llamado tercer mundo. Sin
para Adorno equivale a una ideología elitis- haberse formalizado nunca como una prác-
ta y errada– los practicadores de la “crítica tica institucional, la crítica cultural latinoa-
inminente” reconocen que tanto ellos mis- mericana, definida ampliamente, emana de
mos como los objetos culturales que anali- espacios y tradiciones intelectuales hetero-
zan son, a la vez, reflejo y parte de la esfera géneos, principalmente de escritores e inte-
social que los produce. Para Adorno, el de- lectuales de izquierda interesados en pro-
safío de la crítica cultural (Kulturkritik) es mover políticas nacionalistas, progresistas o
lograr, en lo posible, estar dentro y fuera de antiimperialistas (D’Allemand, 2000). Sus
la cultura a un mismo tiempo. Adorno quie- raíces se encuentran en autores diversos y
re dejar en alerta al crítico respecto de sus temporalmente distantes como Martí,
mismos prejuicios y complicidades con el Sarmiento, Bello, Mariátegui, Rama, Cornejo
poder político y económico, y ofrece la idea Polar, García Canclini, Martín Barbero y
que una crítica “exitosa” es la que “no re- Sarlo. Y, en ese sentido, parece factible ar-
suelve las contradicciones objetivas en una gumentar que la crítica cultural latinoame-
armonía, sino una que exprese la idea de la ricana existe desde mucho antes de la insti-
armonía negativamente al capturar las con- tucionalización de los “estudios culturales”
tradicciones, puras y no comprometidas, británicos y estadunidenses (Yúdice, 2002).
dentro de su estructura más íntima” (Adorno: Dada la amplitud del término y sus diver-
208) [traducción y cursivas mías]. Sin em- sos caminos intelectuales, prefiero enfocar
bargo, un problema que se ha visto en la aquí una vertiente reciente de la crítica cul-
“crítica inminente” de Adorno concierne a tural –la de Nelly Richard– que se sitúa en
la forma en que el modelo mantiene una el contexto chileno y que, en años recientes,
clara jerarquización entre cultura élite y cul- ha establecido un diálogo intenso con los
tura popular. estudios culturales. Mi propósito será explo-
De ahí, en un gesto más radical de demo- rar los orígenes de la crítica cultural de
cratización y ampliación de la noción de Richard y enumerar sus diferencias y conti-
cultura, Raymond Williams (Cultura y so- nuidades con los estudios culturales según
ciedad, 1958) suspende la división entre lo se practican en el mundo anglosajón. Luego,
alto y lo bajo, argumentando que “lo cultu- consideraré algunas críticas y autocríticas
ral” se encuentra en esferas tan diversas del pensamiento richardiano.
como el trabajo, la política y la cotidianei-
dad. Junto con Richard Hoggart, otro de los nelly richard y la crítica cultural desde
padres fundadores de los estudios culturales américa latina. Desde Chile, Nelly Richard
británicos y también un miembro de la se destaca como una de las intelectuales pú-
Nueva Izquierda inglesa (New Left) de los blicas actuales más importantes y también
años cincuenta y sesenta, Williams desafía como fundadora de una práctica crítica que,
al elitismo cultural de la institución univer- a modo de contraste con los estudios cul-
sitaria y trabaja para forjar redes solidarias turales, se autodenomina crítica cultural.
con las clases obreras y populares. Yendo a Nacida en Francia, Richard cursó sus estu-
contracorriente del conservadurismo tradi- dios en literatura moderna en la Sorbona
60 crítica cultural

y se trasladó a Chile en 1970, donde vivió como la textualidad, la naturaleza discursi-


intensamente la experiencia de la Unidad va de cualquier medio (ya sea cultural, so-
Popular bajo Salvador Allende (1970-1973). cial, político o incluso económico), las polí-
Su obra crítica emerge durante los años ticas del acto crítico o la inscripción del
convulsionados de la dictadura de Pinochet deseo subjetivo en la escritura (Del Sarto,
(1973-1990) con la intención de dar cuen- 2000: 235). Al mismo tiempo, se evidencia
ta de los trabajos neovanguardistas de un en su obra una herencia latinoamericana
grupo de artistas (designado por Richard que probablemente tenga sus raíces en en-
como la “Escena de Avanzada”) cuyas obras sayistas de los siglos xix y xx (Martí, Hostos,
querían interrogar, desde una estética de lo Mariátegui, Ortiz, Rama, y otros) que apor-
fragmentario, lo parcial y lo oblicuo, las gra- tan una aproximación multidisciplinaria al
máticas del poder hegemónico dictatorial. análisis de los fenómenos políticos y cultu-
A partir del comienzo de la transición a rales y, aún más importante, se interesan no
la democracia en 1990, Richard ha seguido sólo por la marginalidad social sino también
investigando los nexos entre arte, política, por la producción de subjetividades y dis-
cultura y teoría, particularmente en refe- cursos que existen en una relación tensiona-
rencia a las problemáticas de la memoria, el da con el poder.
neoliberalismo, la globalización, la identi- Al parecer, la obra de Richard quiere
dad, la democratización y el género. En esta abrir un diálogo tanto con las producciones
trayectoria crítica, Richard mantiene un en- teórico-culturales de la metrópolis como
foque constante sobre los márgenes, inters- con las de la periferia. Al hacer hincapié en
ticios y bordes de la expresión cultural, la materialidad estética (es decir, la configu-
apostando que estos sitios “residuales” sean ración lingüística, los lapsos, las fallas, los
el lugar más adecuado para interrogar a los deseos) de diversos discursos que provienen
lenguajes totalitarios y a las construcciones de diferentes lugares de producción, Richard
macronarrativas de la actualidad (Richard, logra registrar una “crítica de la crítica” que
Residuos: 11). Con su Revista de crítica cul- se sitúa intelectualmente en un campo de
tural, fundada al inicio del periodo posdic- lucha pensada en y desde el margen. De esa
tatorial, Richard ha logrado promover un manera, la contradicción aparente –y que
diálogo productivo situado en la encrucijada algunos le han imputado a Richard– de pen-
de perspectivas teóricas europeas, estaduni- sar a América Latina recurriendo a herra-
denses y latinoamericanas. Sin descartar los mientas teóricas metropolitanas, se anula
debates internacionales, la Revista jamás se cuando se considera que Richard quiere re-
aleja de su misión de destacar las especifici- situar estas teorías, ponerlas en jaque, y
dades de la transición chilena y sus múlti- aprovecharlas en función de un proyecto
ples problemas locales. Un grupo de intelec- eminentemente latinoamericano. Por últi-
tuales provenientes de múltiples campos mo, más allá de su ecléctico linaje teórico,
disciplinarios contribuye regularmente a la es fundamental reconocer que la crítica cul-
Revista con ganas de generar una publica- tural richardiana adquiere su forma inicial
ción híbrida cuya transdisciplinariedad no y afirma sus posiciones ideológicas básicas
sólo refleja sino debate los significados y ra- a raíz de un debate concreto, in situ, con
mificaciones de una práctica de la crítica una corriente específica de las ciencias so-
cultural. ciales (la encabezada por el destacado soció-
En términos genealógicos, la crítica cul- logo José Joaquín Brunner) en el contexto
tural de Richard tiene sus orígenes en una del Chile pinochetista de los ochenta.
mezcla ecléctica de corrientes intelectuales El por qué de este debate entre el neovan-
europeas y latinoamericanas. Por una parte, guardismo estético de la Escena de Avanzada
debido a su propia formación intelectual en (Richard como uno de sus principales pro-
Francia, se observa en sus escritos un claro movedores críticos) y la sociología “reno-
legado del pensamiento continental europeo vada” según se practicaba en la Facultad
(el psicoanálisis, la Escuela de Frankfurt, los Latinoamericana de Ciencias Sociales (fla-
estudios culturales británicos, el estructura- cso, Brunner) rebasa la supuesta existencia
lismo francés, el posestructuralismo, la de- de un punto de contacto ideológico entre los
construcción) que enfatizan conceptos tales dos grupos durante la dictadura. A pesar de
crítica cultural 61

sus diferencias, tanto los sociólogos como políticos y sociales a un criterio explicativo.
la Avanzada buscaban abrir espacios de re- Aunque Brunner y otros sociólogos nunca
flexión sobre la catástrofe dictatorial y los desacreditaban a la Avanzada y su gesto
posibles caminos a seguir para restaurar la rupturista como un modo legítimo de in-
democracia. En principio, los sociólogos “a tervenir el paisaje dictatorial, está claro que
la Brunner”, como representantes de la “iz- la sociología renovada siempre cuestionaba
quierda renovada” (posmarxista), parecían los efectos reales y la trascendencia político-
compartir el horizonte post de los artistas social que una aproximación posmoderna
posmodernos (neovanguardistas) cuyo pen- podría tener. A su vez, Richard temía la po-
samiento se caracterizaba por un profundo sibilidad de que los sociólogos renovados,
escepticismo ante los prevalentes relatos con su lenguaje racionalista, pudieran estar
utópico-políticos de la izquierda revolucio- instalando nuevas hegemonías del sentido.
naria tradicional. Según Richard, la presen- Según Richard, si bien es cierto que
cia de enemigos ideológicos comunes (en Brunner y los sociólogos (sobre todo en sus
particular, de los partidos de la derecha po- reflexiones más tardías) han tratado temas
lítica y de la izquierda tradicional, como el y empleado técnicas estilísticas que podrían
Partido Socialista y el Partido Comunista), llamarse “posmodernos” –promoviendo, a
junto con un “marco de referencias afines” su vez, reflexiones estimulantes sobre la mo-
que ligaba la Avanzada a los sociólogos re- dernidad latinoamericana y su carácter “re-
novados, podría “haber alimentado algún sidual, descentrad[o], heteróclit[o], etc.”–
tipo de diálogo cómplice en torno a un “cuando [los sociólogos renovados] se vieron
mismo horizonte de reconceptualizacio- enfrentad[os] a las operaciones de estilos de
nes teóricas y culturales. Sin embargo, no la ‘nueva escena’ que se desmarcaban –críti-
fue así. Pese a que el sector teóricamente ca y paródicamente– de los lenguajes de la
renovado de las ciencias sociales encabeza- modernidad, [éstos] prefirieron cuidarse de
do por Brunner demostró tener una mayor tal aventura refugiándose tras la pantalla …
perceptividad y receptividad a las reformu- de una ‘metodología cuantitativa’ que traza
laciones socio-estéticas de la ‘nueva escena’, un ‘esquema estadístico del desarrollo glo-
no fluyó un diálogo más amplio que comu- bal’ de las transformaciones culturales” (80).
nicara productivamente a ambos sectores. Sería este deseo de apartarse de la posicio-
Prevalecieron más bien el recelo y la mutua nalidad institucional y del lenguaje norma-
desconfianza” (Richard, 1994: 74). tivo de las ciencias sociales lo que le dio
La raíz de esta “mutua desconfianza” origen a la crítica cultural y le sirvió de ím-
tenía que ver, por un lado, con un debate petu teórico.
acerca de qué lenguajes serían más “apro- Para consolidarse como una práctica crí-
piados” para pensar y hablar de la catástro- tica, la crítica cultural richardiana poste-
fe dictatorial y, por otro, con la posicionali- riormente ha intentado marcar sus diferen-
dad enunciativa radicalmente diferenciada cias y afinidades con los estudios culturales.
de los dos grupos. Mientras Richard y la ¿En qué consistirían estas convergencias y
Avanzada, desconectados de la institución divergencias?
académica y del financiamiento estatal, fa- En principio, es evidente que ambas
vorecían “el minimalismo de la rotura y del prácticas están relacionadas y que, además,
fragmento sintácticos que se oponían a la la crítica cultural, en su fase más recien-
épica del metasignificado”, los científicos te, ha establecido algunos de sus debates
sociales preferían “ordenar categorías y cate- más productivos con los estudios cultura-
gorizar desórdenes en una lengua segura que les estadunidenses. Tampoco cabe duda que
reenmarcara las crisis de sentido” (79, 77). ambas prácticas comparten un deseo de re-
Esta postura “posmoderna” de la Avanzada, diseñar las fronteras del conocimiento aca-
que dudaba de cualquier racionalización démico y reconfigurar formas tradicionales
utilitaria, funcional o instrumental, se en- del saber desde una óptica transversal y
contraba, entonces, en una fuerte tensión transdisciplinaria (Richard, Residuos: 142).
ideológica –en último término, irresoluble– A la vez, tanto la crítica cultural como los
con la sociología renovada y su afán de res- estudios culturales quisieran desarticular
tablecer consensos y someter los fenómenos formas hegemónicas del poder empleando
62 crítica cultural

una rebeldía dialogante, resistente e inte- principal punto de contacto entre la críti-
rrogadora (142). ca cultural richardiana y los estudios sub-
No obstante estos puntos de contacto, alternos (339). También las dos tendencias
según Ana Del Sarto, mientras los estudios comparten una “combativa política explí-
culturales “construyen su locus desde la ma- cita” que Beverley percibe como saludable
terialidad social para producir críticamente (338). Sin embargo, Beverley cuestiona a la
la realidad social”, la crítica cultural lo hace crítica cultural por sobreprivilegiar al inte-
“desde la materialidad estética” (Del Sarto, lectual como una figura “necesaria para re-
2000: 236). De ahí que una discrepancia velar las complicidades y complicaciones de
central que Richard tiene con ciertas co- la colonialidad del poder” (339). Volviendo a
rrientes de los estudios culturales sea cómo la visión de Richard, los textos de la crítica
éstas soslayan la especificidad de lo estético cultural serían escritos híbridos y no fácil-
para sobreprivilegiar lo social. Reconociendo mente clasificables, formas que mezclan el
la productividad intelectual que pueda re- ensayismo con el análisis deconstructivo y
sultar de la lectura de múltiples produccio- la crítica teórica para “examinar los cruces
nes discursivas en yuxtaposición, la crítica entre discursividades sociales, simboliza-
cultural, sin caer en una postura elitista, ciones culturales, formaciones de poder, y
abogaría contra la relativización de lo esté- construcciones de subjetividad” (Richard,
tico, argumentando a favor de la literatura Residuos: 143). En vez de hablar sobre la cri-
y el arte no como meras instancias “textua- sis latinoamericana desde un “saber contro-
les”, sino como modos discursivos únicos lado”, Richard argumenta a favor de hablar
que hablan a su propia manera y desde su desde la crisis y el “descontrol del pensar”,
propio lugar. enfatizando el fragmento, el borde, la fisura
Más allá de la cuestión estética, es posi- y la fuga (en el sentido deleuziano) como
ble enumerar otros rasgos distintivos de la conceptos centrales de su práctica crítica
crítica cultural richardiana, entre ellos: (139) –de ahí la afinidad entre la mirada
Su enfoque sobre lo extrainstitucional y lo teórica de Richard y ciertas prácticas esté-
marginal. Mientras Richard ve a los estudios ticas postmodernas que ella analiza–; con
culturales como una práctica circunscrita a frecuencia (y sin establecer exactas equiva-
los espacios universitarios metropolitanos, lencias) se ha señalado una cercanía inte-
la crítica cultural, sin dar la espalda total- lectual entre Nelly Richard y ciertos artistas
mente a la universidad, desearía llamar la chilenos neovanguardistas como, por ejem-
atención sobre las limitaciones del “siste- plo, la escritora Diamela Eltit o el artista
ma” y hablar desde posiciones laterales y visual Carlos Leppe. Así, la crítica cultural
descentradas (lo femenino, las heterologías busca poner en jaque a los mismos dispositi-
genérico-sexuales, lo subalterno, etc.). vos de teorización y desconstruir las formas
Su carácter anti o transdisciplinario. en que habla la crítica académica. El cómo y
Desde esta perspectiva, la crítica cultural desde dónde hablar vendrían a ser, entonces,
no debería entenderse como una práctica preguntas claves para armar una “crítica de
homogénea ni programática, sino como la crítica” (158).
una práctica cuestionadora de los modos de Su preocupación por la posicionalidad
construcción y diseminación de los saberes enunciativa del discurso teórico. Richard re-
académicos. La crítica cultural, en oposición marca repetidamente la importancia de lo
a la filosofía universitaria, la crítica literaria local como un sitio estratégico desde donde
académica, y las ciencias sociales, dialoga- pensar, teorizar y actuar. Si los estudios cul-
ría con y aprovecharía (fragmentariamente) turales y el “latinoamericanismo” hablan
cada una de estas disciplinas, pero siempre sobre América Latina, la crítica cultural in-
interrogando no sólo los contenidos sino tentaría hablar desde ella, consciente de que
las formas de transmisión del saber gremial “ya no es posible una teoría latinoamericana
institucionalizado (e.g. el paper, la cita aca- que se piense independiente de la trama
démica, las normas editoriales impuestas). conceptual del discurso académico metro-
Según John Beverley, ese “escepticismo politano”, pero queriendo siempre rescatar
radical con relación a la autoridad de la los detalles, accidentes, borraduras, memo-
universidad y el saber académico” sería el rias y singularidades de los contextos locales
crítica cultural 63

(Richard, “Intersectando”: 1-2). Sin descar- enseñó que las rupturas del poder pueden
tar conceptos claves de los estudios cultura- emanar no sólo desde posiciones laterales
les como la alteridad, la marginalidad y la sino también desde los epicentros mismos
subalternidad, Richard exige mantener de lo político. En un gesto foucauldiano,
abierto los debates centro/ periferia, local/ Richard admite que la máquina neoliberal
global, original/copia, para pensar la rela- no es impenetrable y que cualquier siste-
ción tensionada entre “ubicación de contex- ma “totalizador” no es enteramente así. La
to y posición de discurso” (2). esfera política –compleja y no uniforme–
Sus políticas identitarias no esencialistas. puede generar fisuras desde adentro que
En un contexto caracterizado por el mesti- desafíen la transparencia o el simplismo de
zaje y la mutación de las identidades nacio- cualquier “sistema” hegemónico (Richard,
nales, sexuales y étnicas, Richard amonesta “Reconfiguration”: 279). “Que no haya exte-
contra la esencialización del sujeto latino- rioridad al sistema, que nada se deje fuera,
americano. La crítica cultural ve un peligro no significa que el interior de las institu-
en que conceptos como la otredad y la mar- ciones no presente dislocaciones de marco
ginalidad puedan ser cooptados por el saber y rupturas de diagramas que dinamicen el
metropolitano bajo la máscara de la inclu- juego de fuerzas entre uniformidad y dis-
sión democrática mientras, en la práctica, formidad” (Richard, “Language”: 260). Al
se olvida al “otro real” inserto en contextos mismo tiempo, Richard reconoce que los
locales específicos. Richard, además, expre- “puntos de fuga”, en su sentido deleuziano,
sa un temor a que estos conceptos puedan no tienen que ser necesariamente liberado-
ser banalizados o vaciados de sentido debi- res (el nazismo, por ejemplo, puede enten-
do a su repetición excesiva en el medio aca- derse como un “punto de fuga” que aleja
démico. De ahí, un cuidadoso examen del al ser humano de cualquier actuar lógico);
léxico crítico de Richard revela que palabras tampoco la marginalidad tiene que ser (ne-
como volumen, densidad y peso se ligan, a cesariamente) una posición liberadora o
menudo, a la noción de experiencia para re- políticamente eficaz para el sujeto (Beasley-
cordar a los lectores que la experiencia real, Murray: 270).
vivida por sujetos en crisis, jamás debe ser En años recientes, Richard también se
eclipsada o blanqueada por los poderosos ha preguntado si el fragmentarismo y el en-
discursos de la globalización y la teoría me- salzamiento de la catástrofe del significado
tropolitana. son realmente estrategias suficientes para
combatir el olvido y la normalización de los
desafíos y discrepancias: críticas y autocríticas discursos. Si el deseo de las sociedades pos-
del pensamiento richardiano. Desde la publi- dictatoriales es efectuar un trabajo del duelo
cación de Residuos y metáforas (1998), Nelly (Freud) y no permanecer estancadas en la
Richard, sin desviarse de los ejes centrales pérdida inasumible y la melancolía, sería
de su pensamiento, ha comenzado a matizar necesario, entonces, hacer algo productivo
autocríticamente algunas de sus posturas. con los remanentes de la catástrofe para
Estas leves autocríticas aparecen dispersas poder transformar críticamente el presente.
en varios artículos escritos después de la “Me parece que esta tensión irreprimible en-
detención de Pinochet en Londres (1998) tre […] lo que se ha destruido y la necesidad
(Richard, “Language” y “Reconfiguration”). de crear nuevas formas de incidencia crítica
La captura de Pinochet, un suceso insólito que contengan la imagen de la destrucción,
y hasta entonces no anticipado desde la óp- sin quedarnos apegados a ella contemplati-
tica de la desmemoriada transición chilena, vamente, constituye una de las tareas más
hizo que Richard reflexionara acerca de la arduas del campo intelectual en tiempos de
suficiencia del margen como sitio para la postdictadura” (Richard, “Reconfiguration”:
rebelión y la transformación política. Si, en 276, traducción mía).
principio, las rebeldías desde el margen pa- Una última autocrítica comprende la re-
recían bastar en sí para producir los “puntos lación entre la crítica cultural y los poderes
de fuga” (Deleuze) necesarios para el cam- institucionales. Según Richard, todo intelec-
bio político y social, Richard ahora indica tual público corre el riesgo de ser cooptado
que la detención de Pinochet en Londres por el sistema hegemónico imperante y, por
64 crítica cultural

lo tanto, la crítica cultural seguiría siendo conscientemente tanto en lo teórico como


una práctica que, en principio, se distancia en lo práctico […] las consecuencias de la
de la institucionalidad académica y sus im- derrota política de la izquierda que se inicia
pulsos normalizadores. Sin embargo, si el en 1973” (302). No obstante, sostiene que las
intelectual rechazara completamente a los intervenciones micropolíticas y la “teatrali-
aparatos normativos del poder, podría per- dad” posmoderna de los artistas no han ser-
der una vía importante para la intervención vido para cambiar la situación política chi-
política y arriesgaría vaciar a la universidad lena de manera trascendental y que, en
de su potencial como sitio de compromiso rigor, fueron las organizaciones de derechos
social y de resistencia. En ese sentido, vale humanos –y no los artistas– quienes susci-
señalar que Richard recientemente ha asu- taron la caída de Pinochet (304).
mido un cargo como Vicerrectora de Aunque tiene validez la crítica de Vidal,
Extensión, Publicaciones e Investigación de es curioso que él no mencione el trabajo del
la Universidad arcis (Santiago de Chile) grupo cada (Colectivo de Acciones de Arte)
para promover, desde ahí, un diálogo infor- cuyas “acciones de arte” llevadas a cabo en
mado y democrático entre el espacio univer- el espacio urbano santiaguino de los años
sitario y el “afuera” (véase <http://vepi.uni- ochenta buscaban explorar los vínculos po-
versidadarcis.cl> este sitio de la red articula sibles entre arte y política. No hay que olvi-
la misión de la oficina de Richard). También dar que fueron los artistas del cada quienes
vale señalar que Richard fundó en la inventaron el lema No+, el cual jugó un pa-
Universidad arcis el programa de “Magíster pel clave en las protestas populares de me-
en Estudios Culturales” (que antiguamente diados de los años ochenta y desencadenó
se conocía como el “Diplomado en Crítica la derrota de Pinochet en el plebiscito de
Cultural”). El cambio de nombre de este tí- 1988. Aunque Richard no fue un miembro
tulo, sin sacrificar el espíritu de sus conte- del grupo cada y aunque haya tenido sus dis-
nidos, parece reforzar el parentesco entre crepancias ideológicas con él, ella sí expresa
“estudios culturales” y “crítica cultural”. repetidamente una gran admiración por los
Pero al mismo tiempo hay que preguntar si proyectos de este grupo artístico vanguar-
esta confluencia de términos en el espacio dista. Parece significativo, como respuesta a
académico institucional borra, en algún sen- Vidal, que los artistas del cada hayan sido los
tido, la especificidad de la “crítica cultural” que le facilitaron un lenguaje a la oposición
o neutraliza su rebeldía teórica potencial. (el No+) para expeditar la articulación de
Desde ópticas ajenas, quizá la crítica más sus demandas sociales y abrir camino para
fuerte del pensamiento de Richard haya el fin de la dictadura.
sido la de la izquierda marxista tradicional, De cara a las acusaciones de Vidal,
representada por el crítico chileno Hernán Richard responde que no es el propósito de
Vidal (1995). Vidal apunta una contradic- su Revista ni de la crítica cultural formar
ción irresoluble entre el vanguardismo polí- parte de un movimiento posmoderno inter-
tico (el de la izquierda marxista militante) y nacional. Al contrario, sin tener una “agen-
el (neo)vanguardismo artístico (el de la da claramente definida” y sin promover al-
Avanzada, Richard y la Revista de crítica cul- gún “programa social global”, la crítica
tural), a la vez que caracteriza a la Revista cultural prefiere mantener un diálogo inten-
como un proyecto que toma lugar “a espal- so, localizado, con diversos pensamientos.
das de” los partidos institucionalizados de Más que una directa intervención política
la izquierda chilena y abandona “las gran- que asume la forma de la militancia, Richard
des narrativas de la redención humana” propone una intervención dirigida princi-
(291, 304). Se percibe un tono acusatorio en palmente “a la esfera cultural”, una inter-
la crítica de Vidal que culpa a los artistas vención que busca reactivar el debate y el
por no haberse sacrificado con igual inten- disenso en un contexto donde, por muchos
sidad que los militantes que sufrieron tortu- años, bajo un gobierno autoritario y luego
ras, desapariciones o exilios. Aun así, Vidal una democracia tutelada, tal tipo de disen-
ve cierto valor en lo que llama la “función timiento no fue posible (Richard, 1995: 309-
testimonial” de la izquierda posmoderna 310). Para Richard, sería perfectamente fac-
justamente porque la Avanzada “asume tible que los practicadores de la crítica
crítica cultural / cuerpo 65

cultural trabajaran activamente en materia Nelly, “The Language of Criticism: How to


de derechos humanos o en la esfera político- Speak Difference?,” Nepantla: Views from the
social, sin obligar a la Revista a suscribir tal South, núm. 1.1, 2000, pp. 255-262 (trad.
o cual ideología. La Revista se plantea, más Alessandro Fornazzari); Richard, Nelly, “The
bien, como un foro abierto de conversación Reconfiguration of Post-Dictatorship Critical
democrática. Thought”, Journal of Latin American Cultural
Sin cerrar el debate, parece que, a pesar Studies, núm. 9.3, 2000, pp. 273-281 (trad. John
de las posibles diferencias entre los “estu- Kraniauskas); Richard, Nelly, “Reply to Vidal
dios culturales” y la “crítica cultural”, la cla- (from Chile)” en Beverley, John et al. (eds.),
ve del proyecto de Richard reside en su sen- The Postmodernism Debate in Latin America,
tido de alteridad respecto de todo discurso Durham, Duke University Press, 1995, pp. 307-
dominante (Del Sarto, 2000). Lo que propo- 310; Sarto, Ana del, “Cultural Critique in Latin
ne desde el ámbito local chileno, es una es- America or Latin-American Cultural Studies?,”
pecie de llamado a las armas y una amones- Journal of Latin American Cultural Studies,
tación a la disidencia, que es algo que puede núm. 9.3, 2000, pp. 235-247; Sarto, Ana del,
estar perdiéndose en una América Latina “La sociología y la crítica cultural en Santiago
caracterizada por fenómenos tan diversos de Chile. Intermezzo dialógico: de límites e in-
como el autoritarismo, el neoliberalismo, la terinfluencias” en Mato, Daniel (ed.), Estudios
globalización y la profesionalización de la y otras prácticas intelectuales latinoamerica-
academia. Consciente de sus propias limita- nas en cultura y poder, Caracas, clacso, 2002,
ciones conceptuales, la crítica cultural de pp. 99-110; Vidal, Hernán, “Postmodernism,
Richard resiste acomodarse al poder y se Postlefitism, and Neo-Avant-Gardism: The Case
esfuerza, sin soslayo, por no convertirse en of Chile’s Revista de Crítica Cultural en John
una mera macronarrativa más. Beverley, et al. (eds.), The Postmodernism Debate
in Latin America, Durham, Duke University
obras de consulta. Adorno, Theodor, “Cultural Press, 1995, pp. 282-306; Yúdice, George,
Criticism and Society” en O’Connor, Brian “Contrapunteo estadounidense/latinoamerica-
(ed.), The Adorno Reader (trad. Samuel y no de los estudios culturales” en Mato, Daniel
Shierry Weber), Oxford, Blackwell Publishers, (ed.), Estudios y otras prácticas intelectuales
2000, pp. 195-210 [Crítica cultural y sociedad latinoamericanas en cultura y poder, Caracas,
(trad. Manuel Sacristán), Barcelona, Ediciones clacso, 2002, pp. 339-352.
Ariel, 1969]; Beasley-Murray, Jon, “‘El arte
de la fuga’: Cultural Critique, Metaphor and [michael j. lazzara]
History,” Journal of Latin American Cultural
Studies, núm. 9.3, 2000, pp. 259-271; Beverley,
John, “La persistencia del subalterno,” Revista cuerpo
Iberoamericana, lxix, núm. 203, 2003, pp.
335-342; D’Allemand, Patricia, Latin American cuerpo y estudios culturales. El cuerpo se
Cultural Criticism: Re-Interpreting a Continent, constituye en problema teórico y en herra-
Lampeter, The Edwin Mellon Press, 2000 [Hacia mienta metodológica para los estudios cul-
una crítica cultural latinoamericana, Berkeley, turales en torno a una operación básica: la
Centro de Estudios Latinoamericanos Antonio que lo piensa como resultado de procesos
Cornejo Polar/Latinoamericana Editores, 2001]; históricos y de lógicas políticas. En este sen-
Richard, Nelly, La insubordinación de los signos tido puede decirse que los estudios cultura-
(cambio político, transformaciones culturales y les aspiran, en gran medida, a responder a
poéticas de la crisis), Santiago de Chile, Cuarto la pregunta por la historia política de los
Propio, 1994; Richard, Nelly, “Intersectando cuerpos. A diferencia de tradiciones teóricas
Latinoamérica con el latinoamericanismo: y críticas que ven en el cuerpo una realidad
discurso académico y crítica cultural” en ahistórica, anterior y exterior a toda deter-
Castro-Gómez, Santiago y Eduardo Mendieta minación cultural y origen natural de la ex-
(eds.), Teorías sin disciplina (latinoamerica- periencia subjetiva, los estudios culturales
nismo, poscolonialidad y globalización en de- parten de la premisa de que el cuerpo es el
bate), México, Porrúa, 1998 <www.ensayistas. resultado de historias específicas y de tecno-
org/critica/teoria/castro/richard.htm>; Richard, logías políticas que constantemente proble-
66 cuerpo

matizan su estatuto y su lugar en el mundo den ser pensadas como construcciones cul-
social, en el orden cultural y en el dominio turales o “significantes’” cuyos significados
de lo natural. Los estudios culturales traba- y cuya configuración va transformándose
jan, en este sentido, la inscripción del cuer- históricamente al ritmo de redefiniciones en
po en la historia, según la cual, dominios torno a la legitimidad simbólica y cultural
extremadamente diversos como la sexuali- de distintos grupos sociales. El cuerpo es
dad, la alimentación, la belleza, la percep- capturado en estas transformaciones sim-
ción, la performatividad social y los hábitos bólicas y discursivas, en la medida en que
individuales, las razas y las políticas repro- su capacidad para significar depende de las
ductivas, etc., son leídos como series histó- prácticas discursivas y de la fuerza de de-
ricas y en relación con dispositivos de poder, terminación de esas prácticas, de su fuerza
con saberes y con modos de la experiencia política. Al mismo tiempo, el cuerpo emerge
subjetiva que operan como líneas de trans- como interrupción y desplazamiento de los
formación y de rearticulación de sentidos y lenguajes y discursos que quieren describir
conductas. Estas constelaciones históricas y prescribir sus deseos, sus potencias y sus
iluminan diseños políticos y economías de haceres: el cuerpo aparece como una fuerza
poder que, pasando por los cuerpos, apun- disruptiva en el orden clasificatorio, y tam-
tan a reconstruir la realidad social intervi- bién disciplinario, de los lenguajes domi-
niendo tanto sobre la escala del individuo nantes, y como desbaratamiento del sentido
–su disciplina, su integración social, su común y del orden imperante de significa-
identidad, su lugar en el mapa social– como dos normativos. La opacidad del cuerpo es a
en la de las poblaciones –el cálculo proyec- la vez constitutiva del lenguaje pero inasible
tivo de su salud, su seguridad, su producti- y excéntrica a su economía y su orden. La
vidad, su composición racial, etcétera–. influencia del psicoanálisis lacaniano, y es-
Cuerpo, historia y política forman así un pecialmente las lecturas de Slavoj Žižek so-
mapa recurrente en las prácticas críticas de bre cultura popular y signficantes políticos,
los estudios culturales; el cuerpo se convier- ha dado fuerte impulso a recorridos críticos
te en un material que exhibe los dispositivos conjugados en torno al abismo y a la conjun-
políticos y las series históricas que lo produ- ción violenta entre el orden de significante
cen y lo transforman. y la insistencia del deseo. El cuerpo es así
Esta problematización del estatuto histó- pensado a través de las prácticas discursivas
rico y político del cuerpo, sin embargo, está que lo hablan y a las que excede. La dimen-
lejos de proporcionar un suelo metodológico sión biológica y física, sin embargo, pierde
homogéneo. Por el contrario, los modos de relevancia en estas aproximaciones, puesto
pensar y de construir estas historias políti- que el cuerpo significa en la medida en que
cas de los cuerpos exhiben acentos y modos recibe la marca de las prácticas semióticas
de aproximación diversos. Por ejemplo, el de la cultura; la historicidad del cuerpo es la
énfasis metodológico puede recaer sobre los de las representaciones y los lenguajes que
códigos culturales y las prácticas discursi- lo constituyen y lo significan.
vas que representan y significan los cuerpos Otros modos de aproximación al proble-
(como en los trabajos de Judith Butler so- ma histórico-político del cuerpo, de inspira-
bre la producción de identidad genérica y ción foucaultiana, apuntan a incorporar la
sexual); o puede, como en las investigacio- dimensión biológica a la historia de los
nes de Michel Foucault, tratar de determinar cuerpos: la salud, la alimentación, la repro-
cómo los cuerpos son transformados en su ducción, los placeres, las necesidades, etc.,
misma materialidad física por los dispositi- exhiben una historicidad específica, que in-
vos históricos que los producen y los atravie- corpora las prácticas discursivas, pero como
san. En el primer caso, el recorrido crítico parte de una transformación más general de
apunta, evidentemente, más a la dimensión los cuerpos y sus modos de vivir y de morir,
cultural y simbólica, es decir, al universo de que se ven atravesados no sólo por discursos
discursos, lenguajes y códigos que represen- sino también por prácticas, instituciones,
tan el cuerpo en sus múltiples dimensiones y tecnologías y experimentos. Los cuerpos se
le dan significado. Las identidades raciales, vuelven una materia de intervención, disci-
de género, sexuales, etc., por ejemplo, pue- plinamiento y experimentación no simple-
cuerpo 67

mente en los discursos que los rodean, sino cuerpo y estudios culturales latinoamerica-
en su composición misma, en su positividad nos. En los estudios culturales latinoameri-
física y biológica. Lo que entra en el juego canos, el cuerpo como objeto e instrumento
de los poderes no son únicamente los meca- crítico protagoniza los más diversos recorri-
nismos de representación y significación, dos e investigaciones; sin embargo, ciertos
sino también las prácticas, los usos y la (re) temas parecen organizar algunas de las
producción de los cuerpos. Intervenciones principales preocupaciones en torno a la
en torno a, por ejemplo, la pureza racial, la inscripción cultural y social del cuerpo en
salud de los individuos y las poblaciones, su América Latina:
productividad económica, o, en otro senti- 1] cuerpo y violencia: los recorridos en
do, a las experiencias y experimentos de las torno a la captura violenta del cuerpo por
subjetividades transgénero y transexuales, parte del poder político constituyen un tema
exhiben una dimensión que no es reducible recurrente en los estudios culturales latinoa-
a las categorías identitarias y a las estrate- mericanos. La ecuación cuerpo/política, que
gias de representación sino que comprome- atraviesa la historia latinoamericana desde
te la materialidad física, biológica y gené- los primeros momentos de la expansión eu-
tica, y las economías de reproducción de lo ropea y la conquista de los pueblos indíge-
“humano” que se definen en los modos de nas hasta las luchas en torno a los derechos
hacer y rehacer cuerpos. humanos contra las distintas formas del au-
Más allá de los distintos énfasis, entre la toritarismo y la violencia política de dece-
historia natural y la historia cultural, entre nios recientes y del presente, constituye un
lo social y lo biológico, entre la vida y la topos de los estudios culturales latinoameri-
política, el cuerpo trae al centro de la escena canos, en la medida en que permite leer no
tensiones, desplazamientos y ambivalencias sólo tecnologías específicas de dominación
que no se dejan reducir a una perspectiva y su persistente tradición de denuncia y tes-
“constructivista” ni a una aproximación timonio, sino que también permite formular
“biologista”, abriendo una zona de inter- hipótesis en torno a la naturaleza singular
cambios y de transformaciones que desba- del Estado-nación latinoamericano y la mo-
ratan a la vez todo esencialismo y todo re- dulaciones específicas entre modernidad y
lativismo cultural. En este sentido, puede violencia en América Latina. Distintas tec-
decirse que el problema del cuerpo implica nologías políticas de control y dominación,
una línea limítrofe de los estudios cultura- desde el orden colonial hasta la ciudad neo-
les: al mismo tiempo que estas investigacio- liberal, ponen al cuerpo como superficie
nes exhiben la constitución histórica, cultu- donde se lee la historicidad de los modos de
ral y política del cuerpo, se ven obligados a la violencia y sus efectos tanto en la produc-
confrontar los materiales y las temporalida- ción de subjetividad como en la relación
des de la cultura con series heterogéneas cambiante entre política y muerte.
como la de los discursos y prácticas médi- 2] género y sexualidad: la dimensión his-
cas, los dispositivos policiales, la economía tórica del cuerpo cobra especial relevancia
y la demografía, los descubrimientos y ex- allí donde el género y la sexualidad se vuel-
perimentaciones biológicas y genéticas, etc. ven visibles como efectos de tecnologías y
El cuerpo se torna, en este sentido, un lugar de prácticas. En América Latina los estudios
de intersección entre los discursos culturales de género y sexualidad adquirieron mayor
y una multiplicidad de discursos que expo- importancia en los últimos decenios, y cons-
nen un revés o una zona de opacidad res- tituyen uno de los campos de mayor pro-
pecto de las tradiciones culturales. Es esa ductividad crítica y de reescritura histórica.
intersección, sus continuidades y sus cortes, Iluminan las operaciones por las cuales la
lo que los estudios culturales enfrentan inscripción social del cuerpo no puede tener
como desafío y como problema epistemoló- lugar sin operaciones de asignación genéri-
gico, disciplinario y político. El cuerpo y la ca (es decir, de fijación de relaciones con lo
población, y la dimensión biopolítica que masculino y lo femenino, definidos de mane-
inscriben, traen al centro del debate crítico ra normativa) y de identidad sexual (la deter-
el problema de los límites de “lo cultural” y minación de una orientación sexual y de un
sus relaciones con lo que no es “cultura”. universo de prácticas sexuales asociadas a esa
68 cuerpo

orientación). En este campo, las discusiones racial”, etc., invariablemente se piensan en


en torno a la herencia católica y colonial se torno a la noción y las políticas del mestiza-
suman a los debates sobre los mecanismos je como una de las marcas distintivas de la
disciplinarios de los Estado-nación moder- experiencia histórica latinoamericana. En
nos y de los mercado en la era neoliberal, todo caso, las operaciones de “racialización”
produciendo análisis sobre las construccio- de los cuerpos en América Latina –con los
nes culturales y políticas en torno a la femi- distintos signos políticos e ideológicos que
neidad, la masculinidad, la heterosexualidad semejantes operaciones conllevan– pasan
normativa y sus alteridades queer. En esta necesariamente por la noción de mestizaje,
dirección, se trata de observar cómo ciertas que resulta clave en el despliegue de las po-
construcciones hegemónicas de la identidad líticas raciales, y con relación a ello, de las
colectiva –identidades nacionales, regiona- políticas y narrativas en torno a la (re)pro-
les, étnicas, políticas, etc.– se constituyen a ducción sexual y cultural de cuerpos e iden-
partir de una subordinación o evacuación de tidades. En este sentido, el tema del mesti-
otras posibilidades de performance genérica zaje racial y de la mezcla abre el espacio
y de prácticas sexuales que aparecen como para el análisis de la reinvención política de
inferiores, intolerables o irreales. La cultura, las poblaciones, que en América Latina pa-
en este sentido, ha proporcionado lenguajes rece designar uno de los rasgos fundantes
y estrategias para esa tarea de reinvención de su modernidad.
disciplinaria de tradiciones, identidades y 4] enfermedad y salud: otro recorrido in-
prácticas, al mismo tiempo que ha produci- sistente en los estudios culturales, y que
do poderosos y persistentes ejercicios de re- atraviesa a los anteriores, tiene lugar en tor-
sistencia, invención y disidencia. Un campo no a las retóricas y políticas de la salud y la
especialmente promisorio de investigación enfermedad. Salud y enfermedad han sido,
es el de los cuerpos e identidades “trans” evidentemente, uno de los más eficaces me-
(transexuales, tansgénero, intersex, etc.) canismos de inscripción política y cultural
donde justamente la asignación de género de los cuerpos, precisamente porque en la
y de identidad sexual es desestabilizada de modernidad los poderes se han legitimado
manera radical, abriendo nuevos itinerarios en la “defensa de la salud” o “la preservación
de desafíos políticos y culturales, de quiebres de la vida” de las poblaciones. La salud y la
epistemológicos y de experiencia subjetiva. productividad económica de los cuerpos –su
3] mestizaje: un recorrido sin duda cen- potencia– han sido objeto de retóricas cultu-
tral en los estudios culturales latinoamerica- rales, de saberes y de gestiones políticas e
nos es el del mestizaje y la constelación sin- institucionales muy diversas, desde la emer-
gular que esta noción genera en relación con gencia de los Estados modernos a fines del
la inscripción de cuerpos en mapas raciales siglo xix y su foco en la producción norma-
y en gramáticas de la identidad latinoame- lizada de ciudadanos social y económica-
ricana. Los usos del “mestizaje” en la re- mente funcionales, hasta los “dispositivos
flexión sobre las culturas latinoamericanas de seguridad” de la ciudad neoliberal en la
exhiben diversas formulaciones, desde la crisis del Estado-nación, dispositivos orga-
amenaza “degenerativa” que el mestizaje su- nizados en torno a la noción de “calidad de
ponía para algunas corrientes científicas y vida” y sus amenazas indiferenciadamente
algunos proyectos políticos, hasta los pro- sociales y biológicas. La cultura, evidente-
yectos de integración social y político a tra- mente, cumple un papel decisivo en estas
vés de la mezcla racial (la “mestizofilia” de transformaciones, en la medida en que es a
la cultura posrevolucionaria en México es el través de retóricas y de imágenes culturales
ejemplo inevitable de esta última posición.) que se construyen y se significan en la esfe-
Cuestiones de género y de sexualidad, de ra pública las diferencias entre salud y en-
articulaciones entre raza, religión y cultura fermedad, sus sentidos y sus narrativas.
en torno a la mezcla racial, proyectos de La dimensión interdisciplinaria del cuer-
blanqueamiento e incorporación jerárquica po en los estudios culturales ilumina no sólo
de minorías étnicas en torno a discursos so- zonas límites de los vocabularios críticos,
bre “democracia racial”, alternativas de re- sino también experimentaciones y transfor-
sistencia a políticas coloniales de “pureza maciones que reclaman nuevos lenguajes y
cuerpo / cultura 69

aproximaciones. Debates e investigaciones Irene, Modern Inquisitions: Perú and the


en torno al estatus del cuerpo en relación Colonial Origins of Western Powers Durham,
con umbrales biotecnológicos radicalmente Duke University Press, 2004; Stoler, Ann Laura,
transformados y, por lo tanto, a nuevas prác- Race and the Education of Desire: Foucault’s
ticas reproductivas y nuevas ficciones de la History of Sexuality and the Colonial Order of
herencia; experimentos en torno a los lími- Things, Durham, Duke University Press, 1995.
tes de lo “natural” y a la fuerza de mutación
del cuerpo (y los registros éticos en torno [gabriel giorgi]
a esas prácticas biopolíticas); el entusiasmo
renovado en torno a ciertos discursos eu-
genésicos, y el consecuente redimensiona- cultura
miento de categorías raciales y étnicas; ex-
ploraciones en torno a los mapas políticos De etimología latina, esta palabra se asocia
cambiantes de la salud y de la enfermedad, con la acción de cultivar o practicar algo,
etc.: a través de estos temas y discusiones, también con la de honrar; de ahí la conno-
el registro histórico, político, ético y estético tación inicial asociada al culto: tanto a una
de la potencia del cuerpo marca el rumbo deidad religiosa como al cuerpo o al espíritu.
de los nuevos desafíos para los estudios cul- En su origen entonces, el término está vincu-
turales. lado con la idea de la dedicación, del cultivo.
En las acepciones que el drae le reconoce.
obras de consulta. Balderston, Daniel y Donna la cultura puede ser el resultado o el efec-
Guy (comps.), Sex and Sexuality in Latin America, to de cultivar los conocimientos humanos y,
Nueva York, New York University Press, 1997 también, el conjunto de modos de vida y de
[Sexo y sexualidades en América Latina, Buenos costumbres de una época o grupo social.
Aires, Paidós, 1998]; Butler, Judith. Bodies That La cultura se define por su carácter hu-
Matter: On the Discursive Limits of “Sex”, Nueva mano como oposición a la naturaleza, en
York, Routledge, 1993 [Cuerpos que importan. una de las parejas binarias fundamentales
Sobre los límites materials y discursivos del del pensamiento metafísico occidental. En
“sexo” (trad. Alcira Bixio), Barcelona/Buenos la perspectiva de la antropología estructural
Aires, Paidós, 2002]; Deleuze, Gilles, Lógica (Levi-Strauss), el paso de la naturaleza a la
del sentido (trad. de Miguel Morey), Barcelona, cultura estaría asociado con la prohibición
Paidós, 1992; Foucault, Michel, Los anormales, del incesto y por lo tanto con las relaciones
México, Fondo de Cultura Económica, 2000; de consaguinidad. El mito daría cuenta de
Foucault, Michel, Hay que defender la socie- esa problemática como ocurre en la historia
dad, Madrid, Akal, 2003; Franco, Jean, Plotting de Edipo y su madre Yocasta. Lo que se con-
Women: Gender and Representation in Mexico, vierte en material artístico (la tragedia de
Nueva York, Columbia University Press, 1989 Sófocles, Edipo Rey), tiene su origen en un
[Las conspiradoras: la representación de la mitema en el cual la invariante es la estruc-
mujer en México (trad. Judith Hernández), tura de parentesco. Del material de la cultu-
México, Fondo de Cultura Económica, 1994]; ra antropológica, aquella que da cuenta de
Graham, Richard, ed., The Idea of Race in las condiciones de la vida humana, se pasa
Latin America, 1870-1940, Austin, University a su representación en la cultura artística.
of Texas Press, 1990; Lamas, Marta, Cuerpo: Ese vínculo permitirá que esta última pueda
diferencia sexual y género, México, Taurus, ser siempre territorio para la dilucidación
2002; Masiello, Francine, Between Civilization de tópicos que conciernen a la cultura en
and Barbarism: Women, Nation and Literarty términos antropológicos, a partir de los vín-
Culture in Latin America, Lincoln, University culos de ésta, como un todo, con sus distin-
of Nebraska Press, 1992 [Entre civilización tas ramificaciones.
y barbarie: mujeres, nación y cultura litera- Para la semiótica, la cultura es una red
ria en la Argentina moderna, Rosario, Beatriz de signos; es un acto comunicativo, un in-
Viterbo, 1997]; Nouzeilles, Gabriela, Ficciones tercambio que supone constantemente a
somáticas: naturalismo, nacionalismo y políti- otro, como partenaire necesario en la rela-
cas médicas del cuerpo (Argentina 1880-1910), ción entre emisor y receptor. Desde la pers-
Rosario, Beatriz Viterbo, 2000; Silverblatt, pectiva comunicativa, uno de los problemas
70 cultura

fundamentales de la cultura es la nomina- Puig, o de la guaracha, en La Guaracha del


ción y el trazado de las fronteras del sujeto Macho Camacho (1976), del puertorriqueño
de la comunicación, así como el proceso de Luis Rafael Sánchez, ilustran la interac-
construcción de su contraagente. A partir de ción entre instancias diferentes –la cultura
ese valor comunicativo, se estructura la idea letrada, la cultura popular y la cultura de
del valor de la cultura como mecanismo in- masas–, que participan en la conformación
formativo. Y de la cultura como un sistema de una nueva entidad discursiva, resultado
que se autoorganiza, que en el nivel metaes- de una celebrada fusión, para producir una
tructural se describe a sí misma a través de nueva realidad semiótica. Sin embargo, en
la acción de los críticos y los teóricos, de los el contexto latinoamericano ha surgido la
“legisladores del gusto”, cuyas descripciones inquietud por la invasión de la cultura ma-
se inclinan a identificar la “metadescrip- siva, mediática, propia a la segunda mitad
ción” con el tejido real de la cultura como (postmoderna) del siglo xx, al tiempo que se
tal (Lotman). ha intentado recuperar la importancia del
El término cultura puede alcanzar exten- valor estético, reconociendo la dimensión
sión y usos diversos. La cultura, en tanto simbólico-política de la cultura (Sarlo).
que diversidad cultural, es el objeto del co- Así, el conjunto de creencias y prácticas
nocimiento empírico; y la cultura, como di- que constituyen una cultura determinada
ferencia cultural, es lo conocible que con son susceptibles de ser utilizadas como una
autoridad sirve a la construcción de los sis- tecnología de control, como microfísica del
temas de identificación cultural (Bhabha). poder, como un conjunto de límites dentro
La cultura puede entenderse como dimen- de los cuales la conducta social debe ser
sión y expresión de la vida humana, median- contenida, como un repertorio de modelos
te símbolos y artefactos; como el campo de a los cuales los sujetos están sujetos. La cul-
producción, circulación y consumo de sig- tura entonces es un vehículo o un medio por
nos; y como una praxis que se articula en el cual se negocia la relación entre los gru-
una teoría. Puede hablarse de cultura urba- pos (Jameson), como un lugar de conflicto
na, de cultura mediática, de cultura popular, y un mecanismo de poder. Los sistemas de
de cultura de masas, de cultura letrada. dominación encuentran un vehículo en la
Quizá estas tres últimas clasificaciones han cultura en su sentido más amplio: la moda,
sido de las más discutidas y polémicas, de los deportes, la comida, las artes y la litera-
manera que tanto la cultura popular como tura; en el gusto (Bourdieu). En una semio-
la cultura de masas, han sido opuestas a la logía de lo cotidiano (Barthes).
cultura artística y a la letrada. La cultura es el espacio de los movimien-
El siglo xx le otorga una gran significa- tos simbólicos de grupos que tejen relacio-
ción a la cultura popular y a la cultura de nes de poder. No sólo del poder entendido
masas, considerándose a ambas como espa- en su proyección vertical, sino también del
cios de acción y transformación humanas poder como diseño reticular (Foucault), en
que afectan los límites y la naturaleza de la el cual cada punto donde se ejerce el poder
cultura artística y la letrada, a las cuales in- genera un foco de resistencia. La cultura
seminan y transforman, sin dejar de consti- está asociada a los discursos hegemónicos
tuir en sí mismas zonas de interés por su y al mismo tiempo a los que desestabilizan
praxis y para la investigación. Una de las dicha hegemonía; la cultura como el espacio
más agudas críticas a la cultura de masas, a de intervención y agonía, pero igualmente
la estandarización de los estereotipos en sus como zona de resistencia en los procesos
vínculos con el mercado y el capitalismo, así coloniales/neo/poscoloniales, como ese es-
como el estudio de la producción, los textos fuerzo para descolonizar y para su nueva
y la recepción de los artefactos de la llama- articulación en procesos constitutivos de las
da cultura popular, ocurren durante la pri- identidades; y la cultura después, incluso,
mera mitad del siglo xx (Adorno). del establecimiento de las naciones-estados
En el caso de la cultura letrada, los ejem- independientes (Said). La posición de la
plos del melodrama fílmico como sustento cultura dominada y el papel del intelectual
semántico en la trama de la novela El beso de se expresa mediante la alternativa que en
la mujer araña (1976), del argentino Manuel el contexto de la cultura latinoamericana
cultura 71

se identifica con la pareja Ariel-Calibán alcanzar la emancipación: Ser cultos, única


(Fernández Retamar). manera para ser libres (Martí). En el viejo
Aun cuando la cultura no es reducible a anhelo que concedía al aprendizaje un papel
los procesos sociales, no es distinta a ellos. determinante, al conocimiento, la cultura se
De ahí la circulación en los estudios cultura- asocia con la ilustración y con la libertad.
les de términos como identidad, representa- La desconfianza que genera el hecho de que
ción, ideología y hegemonía, así como la la cultura no asegure la imposibilidad de la
idea de que la cultura puede asumir una fun- barbarie, de la violencia (campos de concen-
ción política específica tanto en la construc- tración, dictaduras militares) es refutada
ción de hegemonías como en su desestabili- por los vínculos entre el conocimiento y la
zación. Y el criterio, desde el materialismo creación de nuevas formas de conciencia
cultural, de que la cultura -sus métodos de social, en las que entran inéditas formas de
producción, sus formas, sus instituciones y cultura de vida, de aquellas que reclaman el
tipos de consumo- es central para la socie- necesario rescate de la memoria como es el
dad, pues no hay tal separación -como la que caso de las Madres de Plaza de Mayo.
implican los conceptos de base económica y En el actual diálogo en tensión entre lo
superestructura-, entre la cultura y la vida local y lo global (lo “glocal”), entre lo rural
social como una totalidad (Williams). y lo urbano, entre lo oral y lo letrado, lo
De esta manera, la cultura material ejer- nacional y lo regional, así como lo nacional
ce una acción sobre la cultura espiritual. La y lo transnacional, la cultura se expresa en
imprenta de Gutenberg acelera y democra- todos los ámbitos del intercambio simbóli-
tiza los procesos de impresión y por lo tan- co: en las variadas formas de la producción
to de lectura; y el mejoramiento de la rota- artística y literaria, en las prácticas religio-
tiva permite el aumento de las páginas de sas, en el desplazamiento de los márgenes
los periódicos y el consecuente desarrollo de hacia el centro, en la aparición de sus nue-
la novela de folletín, a diferencia del vatici- vos sujetos –productores y consumidores–,
nio de que la prensa era el fin de la cultura en su expansión hacia el cine y la televisión
letrada. La imprenta, el abaratamiento del (Monsiváis).
costo del papel y el aumento de las univer- La significativa celebración de la cultu-
sidades, así como el grabado, la estereotipia ra popular y de masas dentro de los estu-
y la circulación masiva de periódicos y re- dios culturales originarios de la escuela de
vistas ilustradas, contribuyen al incremento Birmingham (Williams, Hall), y continuada
en la circulación de la cultura artística y la en dichos estudios, pero, en el marco acadé-
cultura letrada. De la piedra al papiro, de la mico en los Estados Unidos, responde a la cri-
pluma de ganso –mojada en la tinta– al gra- sis en esos espacios, tanto de las humanida-
fito, de la cinta mecanográfica al teclado de des como de los estudios literarios basados en
la computadora. obras del canon. Aun cuando en los Estados
La impronta de la cultura material, las Unidos, los estudios culturales implicaron
posibilidades materiales de la reproducción, una democratización del saber y nuevas so-
del grabado, y demás formas que permiten luciones para las disciplinas académicas, su
la multiplicación de la imagen, conllevaron creciente institucionalización y la, a veces,
la pérdida del “aura” como autenticidad, superficial celebración de lo “pop” –asociado
como esencia de la obra artística, de manera a los medios masivos–, han mellado el filo
que el arte cambia su función ritual, por una crítico de sus intervenciones en la agenda
función exponencial, expositiva (Benjamín). académica y pública (Hall, Jameson).
En la segunda mitad del siglo xx, se acorta Los estudios culturales latinoamericanos
la distancia entre cultura científica y cultura entablaron un diálogo tanto con las fuentes
artístico-literaria, por el desafío a los límites anglo de los estudios culturales, y con la es-
entre arte y no arte, cultura literaria y cultu- cuela de Frankfurt, como con diversas co-
ra no literaria. Del concepto de Arnold, del rrientes del pensamiento teórico del siglo
arte como crítica de la vida, al concepto del xx. Pero sus raíces se encontraban en las
arte como extensión de la vida (Sontag). variadas formas precedentes de análisis cul-
La cultura ha sido vista dentro de los pro- tural dentro del latinoamericanismo, asu-
yectos de modernidad como una manera de miendo un perfil propio debido a su objeto
72 cuerpo

específico, y un criterio sobre la cultura/“las una cultura homogénea. Y se debe tratar


culturas”, como instituciones y estilos de de que la palabra “cultura” no se convierta
vida, simbólicos y performativos, sobrede- en fácil garantía de síntesis (Rowe). Como
terminados por lo histórico y lo geográfico señala George Yúdice, en la globalización la
y propios a formaciones sociales concretas, cultura funciona no sólo para la consolida-
que se desarrollan en particulares modos de ción de identidades y para controlar el ac-
producción, distribución y consumo de bie- ceso social, sino también como un recurso
nes y artefactos con valor simbólico (Trigo). fundamental para el desarrollo económico y
Y junto a las posturas radicales “contra la social (El recurso).
literatura” (Beverley, Against) y las críticas a En los estudios culturales latinoamerica-
la cultura masiva (Sarlo), se ha alertado nos, la cultura se ha entendido en sus vín-
contra el eventual relativismo y la fetichiza- culos con lo social, en las transformaciones
ción del fragmento (Richard). en la cultura popular y en la industria cul-
Los estudios culturales latinoamericanos tural, como intersección de discursos socia-
cuentan con variadas interrogaciones y pre- les y procesos simbólicos, formaciones de
cedentes asedios a la cultura. Tanto desde poder y construcción de subjetividades: gé-
la antropología (Ortiz), como desde la críti- nero, raza, ciudadanías. La cultura vista
ca literaria que incorpora saberes distintos, desde perspectivas proteicas las cuales, des-
relacionando la dimensión política con la de disímiles lugares de enunciación y con
estética, se articuló un modelo teórico (la miradas cruzadas y contrapuestas, quieren
heterogeneidad), para dar cuenta del univer- pensar en el lugar que la cultura ocupa en
so heteróclito de los discursos culturales lati- el proceso constitutivo de la América Latina
noamericanos (Cornejo); y, apoyándose en la y el latinoamericanismo.
interdisciplinariedad (historia, antropología
cultural, sociología, psicología, lingüística), obras de consulta. Bhabha, Homi K., The
explorar diversas formas expresivas de sub- Location of Culture, Nueva York, Routledge,
culturas regionales, o la relación ente la insti- 2004 [El lugar de la cultura (trad. César
tución literaria y el poder, considerando que Aira), Buenos Aires, Manantial, 2002]; García
la cultura es un campo de lucha (Rama). Canclini, Néstor, Las culturas populares en el
Dos polos del término cultura como ob- capitalismo, México, Nueva Imagen, 1982; Hall,
jeto de estudio en el campo de los estudios Stuart, “Cultural Studies and its Theorethical
culturales latinoamericanos han sido el Legacies” en Grossberg, Lawrence, Cary Nelson
antropológico-sociológico-comunicacional y Paul Treichler (ed.), Cultural Studies, New
(García Canclini, Brunner, Martín-Barbero), York, Routledge, 1992, pp. 277-285; Jameson,
y el artístico-literario (Beverley, Sarlo, Frederic, “Sobre los ‘estudios culturales’” en
Richard); polos que se intercambian y tras- Estudios culturales: Reflexiones sobre el multi-
lapan discursos compartiendo el escenario culturalismo, Buenos Aires, Paidós, 1998, pp.
en tensión cíclica de la crítica cultural. En 69-136; Lotman, Yuri, “Para la construcción
la agenda de los estudios culturales lati- de una teoría de la interacción de las culturas
noamericanos igualmente posee particular (el aspecto semiótico),” Criterios, núm.32, 7-12,
importancia el debate sobre el papel de la 1994, pp. 117-130; Said, Edward, “Cultura e
cultura, en su más amplio espectro, como imperialismo: temas de la cultura de resist-
eventual agente de resistencia o transfor- encia,” Casa de las Américas, núm. 200, ju-
mador, por su acción social en tiempos de lio-septiembre de 1995, pp. 20-28; Williams,
globalización, neoliberalismo y tecnologías Raymond, Marxismo y literatura, Barcelona,
mediáticas electrónicas. En el escenario Península, 1997; Yúdice, George, El recurso de
de la (di)(semi)nación, la desterritorializa- la cultura: usos de la cultura en la era global,
ción, y de la consecuente dislocación de Barcelona, Gedisa, 2002.
los productos simbólicos, de entre-lugares
e intersticios, resulta imposible hablar de [nara araújo]
desconstruccionismo en la apreciación de lo bello en tanto armo-
nía o presencia transcendental. La literatura
deconstrucción y américa latina: destino de confiere otra economía del exceso a partir
un relato compartido. La revolución textual, de este momento, no es ya plenitud o pre-
designada en la teoría literaria como “giro sencia sino mas bien lo que no está, lo que
lingüístico”, eventualmente deviene en una sobra, lo que subvierte, es decir, lo que pro-
mirada más epistemológica que literaria. duce toda operación de lectura que encuen-
Pero su primer impulso nutrió nuevas ca- tra en la aporía el eje del saber, placer y
tegorías de análisis literario, algunas más hasta el deber. Los textos literarios proveían
sugerentes que otras, las cuales marcaron un terreno idóneo para ensayar este rejuego
un profundo corte con la tradición filológica incierto entre placer literario e indetermina-
y el humanismo trascendental. Era previsi- ción epistemológica, siempre y cuando el
ble: desde el romanticismo, y luego con los nuevo tipo de lector-deconstructor supiera
diversos modernismos, ya se observaba un trabajarla. Y los grandes textos –modelos
cambio en la forma de pensar la humani- ejemplares del exceso– permitían un des-
dad: la idea del alma se materializaba de monte aun mas dramático del orden discur-
otro modo, quedaba inscrita por la lógica in- sivo, ya sea en la historia literaria, o la his-
herente a la producción de los textos, como toria a secas, puesto que toda construcción
bien quiso demarcar Octavio Paz en sus narrativa estaba al alcance de las operacio-
Hijos del limo; y la idea del centro herme- nes de ese nuevo tipo de lector. El quehacer
néutico daba paso a la noción de estructura intelectual se volcaba así hacia un rastreo
totalizante, particularmente en la narrativa más inmanente de la compleja relación en-
y la mitología, como luego se observa en la tre hechura verbal y articulación histórica,
obra de Edward Said. Esta forma de pen- una búsqueda organizada inicialmente des-
sar la escritura eventualmente se autodefine de el archivo literario, que luego se despren-
como “deconstrucción”: desplaza el eje de de hacia los entornos más interdisciplina-
la significación hacia la hechura verbal, y rios de la posmodernidad, entre ellos el
sugiere una relación más hereje y creativa pensamiento feminista, el poscolonialismo y
con los archivos de historias y relatos sacra- los estudios culturales. El momento poses-
lizados. En el entorno puramente literario, tructural hoy se observa inundado por la
se propuso renovar el objeto de estudio de industria de discursos postmodernos que se
la crítica, sacándola del imperio exteriori- consolida desde finales de los ochenta. Esto
zante de la biografía e intenciones de los quizá explique por qué el mismo Derrida
escritores, o del contexto espacio-temporal insiste, categóricamente, que nunca ha con-
en que se producía la labor creativa. Podría cebido su obra en términos de posmoderni-
decirse que estos fueron los primeros pasos dad (“Marx and Sons”).
del impulso deconstructor, en muchos sen- La literatura ganó y perdió en esta muta-
tidos previsto por el propio Borges con el ción de saberes. Ya no se concebía a sí mis-
arquetipo de lector-creador encarnado por ma desde métodos disciplinarios estableci-
Pierre Menard. dos, sino como una sagacidad orientada
Se observa así una metamorfosis en el hacia el antitelos, prometiendo un sentido
prisma representacional del humanismo y de interioridad conflictiva al mismo tiempo

[73]
74 desconstruccionismo

que suprimía las causalidades y los entornos Invoco una historia de múltiples momen-
externos. La búsqueda, o el hallazgo, de esta tos constitutivos que cobra auge particular a
nueva intelectualidad quedaban circuns- partir del decenio de los sesenta del último si-
critos al rastreo constante en el interior de glo, no tanto porque ella enmarca el comien-
la teleología, la cual permitía ensayar un zo del boom, ni por el izquierdismo cultural
nuevo poder disciplinario. La lectura devino que la ha hecho famosa, sino porque remi-
en política, pero su escenario no era la de- te a un acervo de discursos que vinculan,
nuncia social sino el desmonte verbal, im- pese las divergencias, a casi todo el mundo
bricando la epistemología con la literatura, intelectual del hemisferio (véase, por ejem-
acercando aún más estas disciplinas, crean- plo, Glissant). Es un momento clave para
do una praxis obsesionada con los matices el acoplamiento de tendencias textualistas,
más constitutivos de la hechura verbal. entre ellas el New Criticism, la explicación
Armada de tal modo, en pos de un reorde- de textos, la estilística, el estructuralismo, la
namiento del saber, se sintió capaz de pro- semiótica, todo un compendio que conclu-
nunciarse no sólo sobre la literatura, sino ye la primera fase del legado saussureano
sobre la escritura en general, y en particular que venía gestándose desde el formalismo
sobre las ciencias sociales, causando a veces ruso, a través del cual se puede atisbar un
grandes desconciertos entre sus respectivos importante salto hacia la inmanencia desde
practicantes. No todas las disciplinas se vie- los estudios literarios. Desajustar el anclaje
ron tan dispuestas a descalzar el vínculo trascendental del sentido literario, sacarlo
entre transparencia verbal y utilidad cog- de la exterioridad del texto, implicaba lle-
noscitiva; al menos no presentían la urgen- var al lector a una relación interna con la
cia de complicarlo en ese momento, y mu- significación, acercarlo a un concepto es-
cho menos de tal modo. trictamente verbal de la construcción del
No se trata de recapitular aquí una his- universo. Era un paso cuyas ramificaciones
toria conocida, pero tampoco dejársela al mas profundas quizá no se harían palpables
vaivén de los tiempos, o al afán de creer que hasta mucho después, quizá hoy.
se pueda explicar simplemente como enun- La crítica literaria latinoamericana podría
ciación localizada. Podría advertirse que las nutrir este sondeo desde un marco compa-
obras de Barthes, Foucault y el mismo rativo que observe sus relaciones, desiguales
Althusser contienen momentos que permi- pero complejas, con la producción académi-
ten observar más detenidamente los interva- ca euro-estadunidense. Se suele pensar que
los entre la mirada semiológica inicial y el boom resume la sensibilidad en las letras
toda una industria de discursos posteriores, de América Latina desde los años sesenta,
muchos de los cuales tienden a soslayar la pero importa cifrar también la extraordi-
deuda de la deconstrucción con los hábitos naria expansión de estudios latinoameri-
de lectura inaugurados por el estructuralis- canos que ocurre desde este decenio en los
mo propio. Podría incluirse la obra de Estados Unidos y Europa. El auge súbito
Edward Said, al igual que la de Ángel Rama, de los estudios latinoamericanos durante la
en esta lista de autores del “intervalo” (véa- guerra fría provocó una primera migración
se de la Campa, “El desafío inesperado de a Estados Unidos de especialistas formados
La ciudad letrada”; Rabaté). Podría decirse en América Latina, inicialmente a modo de
que la primacía del lector de los años sesen- profesores visitantes, luego inmigrantes que
ta y setenta se va explayando hasta nuestros ocuparon sus propias cátedras. La academia
días, en ciertos casos desplazando el estatu- latinoamericana del momento, vertida ha-
to de “lo literario” por la idea de “escritura” cia la literatura nacional, contaba con di-
y luego, es decir ahora, por modelos de versos espacios de vanguardia, o al menos
construcciones verbales sostenidas no tanto marcos institucionales imbuidos profunda-
por un estilo, coherencia, voluntad estética mente por un conocimiento propio de la
o exuberancia expresiva, sino por instancias textualidad. Un ejemplo sería la influencia
de quebramiento, aporías internas o la no- de Wellek y Warren en el pensamiento teó-
ción menos precisa pero más generalizada rico de diversos países –Chile, Argentina,
de que la sociedad y la cultura son acervos México– otro correspondería a los nuevos
de discursos “socialmente construidos”. acercamientos a la semiótica, sin descontar
desconstruccionismo 75

por un momento las innovadoras lecturas lanzamiento del Sputnik (1957), y el progra-
en torno a Borges, Lezama, Sarduy, todas ma federal de la defensa conocido como
ellas instancias que permiten palpar diver- National Defense Education Act (1958),
sos experimentos motivados por el legado multiplicaron los programas de estudios la-
saussureano en América Latina, a menudo tinoamericanos, creando una demanda de
mas abiertos a la nueva textualidad que el capital simbólico sobre las otras Américas
propio New Criticism de la academia norte- nunca antes vista en Estados Unidos u otra
americana, o la estilística que se observaba parte del mundo. No hay duda de que “el
en la poesía española del momento. latinoamericanismo”, en su sentido de obje-
Hoy se advierte que el boom y sus co- to de estudio hemisférico transnacional ar-
mercializadas poéticas de realismos exóti- ticulado tanto fuera como dentro de América
cos agotaron la historia crítico-teórica pro- Latina, abría un capítulo completamente
ducida en América Latina de los últimos nuevo y distinto durante ese momento. Se
decenios, confirmándose así un binarismo puede postular un primer “latinoamerica-
profundamente nítido: primero surge la ce- nismo”, entendido como articulación cog-
lebración incondicional de ese fenómeno noscitiva o artística (digamos letrada) de
editorial, luego el rechazo rotundo, todo lo América Latina que surge a partir de las
cual sugiere un relato que podría titularse grandes figuras del pensamiento latinoame-
“La ruta de Macondo a McOndo”. Para al- ricano del siglo xix. Hay, sin embargo, una
gunas instancias actuales de la crítica, el dimensión radicalmente transformativa de
boom ha llegado a constituir un fichero de ese campo de estudios, a partir de los años
todos los vicios de la modernidad literaria sesenta, que exige observarlo como una co-
latinoamericana, una estrecha envoltura munidad discursiva multilingüe, hemisféri-
compuesta de identidades criollas, tradi- ca y hasta global, inscrita en un orden de
ciones letradas, imaginarios rurales, realis- discursos crítico-teóricos y estrategias edi-
mos mágicos trasnochados, teoría de la de- toriales difícilmente apreciables desde el
pendencia, voluntarismo revolucionario y primer momento (véase Campa, Latin
patriarcado mal disimulado. No se trata Americanism).
de negar los elementos mas sugerentes de El aporte de los area studies, esa estruc-
este planteo, sino de acatar el amarre de tura del pensamiento derivada de la guerra
un gran corpus literario a un eje de conte- fría, exige atención: abrió un nuevo merca-
nidos inmutables, digamos una especie de do de textos y lectores, al igual que exilios,
contenidismo posmoderno quizá inadverti- diásporas, y luego multitudes de profesores y
do por una teoría inicialmente indispuesta estudiantes que hoy se manifiestan con gran
a estos tipos de encierres. Importa por ello intensidad (Kotkin). También aproximó la
cuestionar las limitaciones implícitas a tal lengua inglesa al mismo eje de producción
envoltura, deslindar la crítica deconstruc- discursiva latinoamericana y viceversa.
tivista desde un marco más comparativo, Un análisis más comparativo no sólo
tomando en cuenta instancias latinoame- promete una historia más compleja de la
ricanas que prepararon el terreno para la crítica latinoamericana en sí, sino también
formación de interlocutores hemisféricos de sus costuras hemisféricas, es decir, de
como Ángel Rama, Josefina Ludmer, Silvia las nutridas relaciones de la intelectualidad
Molloy, Beatriz Sarlo, Silviano Santiago, académica a través de las Américas, tanto
Roberto Schwarz, Jaime Concha, Irlemar en términos de lenguas y culturas como de
Chiampi y Julio Ortega, entre otros. flujos conceptuales. Un buen ejemplo de tal
Los estudios literarios latinoamericanos aproximación se encuentra en el reciente
cobran un relieve transnacional durante el tomo América Latina en la “literatura mun-
primer momento textual que no sólo corres- dial”, editado por Ignacio M. Sánchez-Prado.
ponde al boom sino también a la guerra fría Desde esa perspectiva se puede deducir que
y muy particularmente a la formación de los el llamado boom, al igual que la crítica la-
area studies en la academia norteamericana. tinoamericana del momento, ya correspon-
Estas estructuras, motivadas por la defensa dían a un fenómeno global desde los años
nacional, el peligro nuclear y la competen- sesenta, el cual no sólo remite a la temprana
cia con la Unión Soviética marcada por el influencia político-cultural de la revolución
76 desconstruccionismo

cubana, o a la importante gestión del otro ra de sí misma, ni de someterla a cálculos


lado del Atlántico –editoriales españolas y ca- geopolíticos, sino al contrario, de reconocer
talanas– sino también al complejo mercado la extraordinaria ambición textual que surge
académico-editorial de los area studies, y al desde este momento, el designio de “desleer”
acoplamiento de la inmanencia implícita a la el mundo desde la inmanencia literaria, im-
mirada textual, es decir la deconstrucción, la pulso que sigue nutriendo la literatura mu-
cual ya venía activando un nuevo modo de cho después del boom. Un buen número de
concebir la lectura literaria sin ataduras ex- especialistas suele buscar en esta coyuntura
teriorizantes. Si bien este momento no agotó un fenómeno estrictamente latinoamerica-
las tensiones y los anclajes nacionales de la no, digno de culpa o celebración, pero lo
literatura latinoamericana, no hay duda de que importa es sacarlo de tales coyunturas,
que la articulación, circulación y codificación e indagar también el impacto que tuvo ese
de estos valores quedaron inevitablemente corpus en la academia norteamericana, la
entrecruzadas por estas instancias. cual ya incorporaba una generación de crí-
Se sigue la pista americana (norte, sur y ticos latinoamericanos emigrados (véase
otras latitudes) de finales del siglo xx, ob- Barth). Los nuevos programas de literatura
servando filos literarios muy cercanos para latinoamericana articulados en inglés, junto
cartografiar el destino latinoamericano de a la intensificación del giro lingüístico de
la deconstrucción, al igual que las contra- la teoría, contribuían a la formación de un
dicciones que ello implica para el momento nuevo e importante relieve: el encuentro no
actual. Entonces, si bien se ocasiona la aper- tan fortuito entre el boom y deconstrucción
tura del canon literario universal desde los literaria, vínculo que luego se desdobla ha-
márgenes de la gran modernidad, ésta erige cia la literatura de testimonio, los estudios
al mismo tiempo una nueva exégesis dedi- culturales y la propia poscolonialidad.
cada a entreoír su propia interioridad. Tal Hoy se suele decir que América Latina
sería una de las paradojas que circunscribe buscaba en la literatura del boom una estéti-
el modelo deconstructor, cuya fuerza inicial ca compensatoria, un éxito que permanecía
se cristaliza justamente en el momento que ausente, o quizá inalcanzable, en el horizon-
la narrativa latinoamericana cobra un valor te social de su inestable modernidad, y que
particular para la posmodernidad literaria esto engendra un discurso fundamentalmen-
(véase Zamora, Campa, “Magical Realism”). te engañoso para el estudio de su realidad
Ésta es una instancia muy marcada por la histórica. Hay un sinfín de articulaciones en
figuras de un amplio contorno geográfico torno a la historia del boom, tanto del lado
y cronológico –Nietzche, Borges, García celebratorio como de lecturas más bien
Márquez, Lispector y Derrida, por ejemplo, orientadas hacia la deconstrucción de esa
y también Adorno (Jay)–. Por otra parte, en ideología. Mi interés aquí es recoger aspectos
América Latina, entrados ya los años setenta que se comparten, a veces inadvertidamente.
y por los años ochenta, se hace sentir otro Para ello importa sondear otra apreciación,
elemento integral a este intervalo desde la si acaso otra estética, capaz de cifrar esa ne-
orilla más política de la cultura: las dictadu- gación interna a la utopía culturalista lati-
ras del cono sur, el reclamo de la subalter- noamericana sin negar por completo el valor
nidad indígena y las primeras dudas sobre de la literatura y su importancia para el pen-
el modelo revolucionista. samiento crítico. Si bien la narrativa latinoa-
¿Cómo compaginar la historia latinoa- mericana acoplaba fácilmente el régimen
mericana de conflictos y desencuentros polí- deconstructivo procedente de la academia
ticos con la deconstrucción y el surgimiento euro-estadunidense, lo hacía provocando un
de un corpus literario admirado por el mun- rastreo de la modernidad trunca, es decir cul-
do entero, cómo acercarse a ambos lados turas marcadas por el error, el fracaso, o la
de esa constelación tomando en cuenta la perenne crisis de identidad que eventualmen-
red transnacional de mercados académico- te incumbe al propio primer mundo. Vista
editoriales previamente expuesta? Hay, ob- así, la importancia del boom no radicaba (ne-
viamente, muchas lecturas posibles para un cesaria o solamente) en una estética compen-
nudo tan complejo de textos literarios y so- satoria de la utopía culturalista de las élites
ciales. No se trata de forzar la literatura fue- criollas, sino en la ejemplaridad negativa de
desconstruccionismo 77

ese corpus, en su capacidad de dar forma li- estudios literarios y la epistemología –un
teraria a una cultura política que oscilaba, gesto agónico de auto-auscultación, de un
recordando ahora los confines trazados por legado textual que ya no cabe en su encierre
Lezama, entre la ausencia posible y la pre- occidental–. El terreno de la deconstrucción
sencia imposible. ya no era sólo literatura, no podía serlo, sino
Menard, Bustrófedon, Melquíades, Auxilio, un nuevo sentido de la historia desprovisto
Socorro: más que personajes de la literatura de metarrelatos confiables.
latinoamericana, estos nombres engendra- El encuentro agudizado entre la crítica
ron gestos que trasladaban la condición de literaria y la epistemología conllevaba un
modernidad incierta al terreno de la inma- desafío mayor: auscultar detenidamente la
nencia literaria en un nuevo corte de univer- participación de los discursos que articula-
salidad. Se acortaban así –desde la teoría de ban la nación. El examen interno de esa
la negación y el exceso literario– las distan- estructura fundamental –sus anclajes verba-
cias y diferencias entre el centro metropoli- les, sociales y sexuales– invitaba entonces a
tano y sus márgenes, o quizá se intuía que pensar un orden posliterario de la escritura.
la hibridez, la heterogeneidad y la otredad Como todo proceso de-significatorio, se tra-
quedaban ya subsumidas en el rejuego de la taba de una búsqueda de aperturas concep-
significación literaria. Tal pareciera ser una tuales más que de una afirmación antitética
de las explicaciones más plausibles del des- o dialéctica, en cierto modo análogo a pen-
tino latinoamericano de la deconstrucción, sar sobre el orden posnacional del mundo
no obstante el hecho de que ésta ya corre sin abandonar el pasaporte necesario para
el riesgo de ser normalizada por un saber viajar de un país a otro. El testimonio lati-
plenamente docto en la nueva retórica de noamericano, por ejemplo, generó lecturas
resquicios e intersticios. Podría decirse que que abordaban esa lógica, aun cuando se
el quiebre de las disciplinas del saber au- articulaba, a veces, como una aversión que
guraba un desplome más fundamental que desechaba ansiosamente todo el orden lite-
no se entendió claramente hasta después, es rario anterior. La misma tensión se puede
decir, la dificultad de modelos que sostenían observar en algunos presupuestos del posco-
la guerra fría partiendo de una doctrina de lonialismo y la subalternidad, no obstante la
caminos opuestos pero análogos en pos de diversidad de énfasis correspondiente a
la modernización. cada uno de estos presupuestos.
La tensión actual entre cultura y litera- Este rumbo “posliterario” atraviesa el
tura encuentra un nódulo referencial muy legado textual y la deconstrucción desde
instructivo en este complicado e inesperado finales de los años ochenta hasta nuestros
desenlace. El paso hacia la cultura global días, cobrando cada vez más fuerza, aun si
no exigía tanto un abandono de los estudios el trasfondo “posnacional” que lo acompaña
literarios sino un registro muy particular permanece insuficientemente atendido. Se
del estado de flujo en el saber humanísti- inaugura así, desde estas premisas y con-
co que desemboca en una fugacidad del tornos, un acercamiento que suele llevar el
pensamiento plenamente imbricado por la nombre de estudios culturales, el cual en-
coyuntura actual del capital simbólico. La cauza elementos dispersos, entre ellos el in-
apuesta, inicialmente fundamentada en la fluyente pensamiento feminista de grandes
literatura, reconocía las repercusiones de autores como Kristeva, Cixous, Irigaray, de
la inmanencia, lo que hoy se conoce como Lauretis, por ejemplo, una concepción de
“lógica cultural del capitalismo tardío” (véa- género difícil de enmarcar a partir de un
se Jameson, The Political Unconscious). Se locus de enunciación geográfico. Habría que
aproximaban así dos gestiones obviamen- subrayar por ello la relación intrínseca entre
te opuestas: el interés usual de la poética la mirada “cultural” y los cruces filosófico-
marxista por el horizonte histórico de sig- literarios esbozados en estas páginas. No se
nificados finales –una totalidad reclamada trata de un quehacer fundamentado inicial-
ahora, contradictoriamente, por la cultura mente en las ciencias sociales dedicadas a
del capitalismo global– y la posibilidad de la cultura sino de una fuga más intensa del
diagnosticarla a partir del rastreo de hechu- objeto de estudio literario gestada desde su
ras verbales que venía gestándose entre los propia interioridad, tanto teórica como ins-
78 desconstruccionismo / desterritorialización

titucional (y desde la filosofia del lenguaje les– al igual que una puesta en escena mas
hubo acercamientos importantes también, intrínseca –desde el quiebre del saber– de la
pero importa notar la poca duración de la profunda crisis política de la nación. Abre
teoría de los speech acts en la crítica literaria también la posibilidad de un diálogo más
en general, al igual que su escasa inciden- nutrido y potencialmente crítico con la crí-
cia en latinoamericana en particular). Se tica latinoamericana confeccionada desde
perfilaba de tal modo un nexo insoslayable los Estados Unidos, un aspecto que sólo co-
para el pensamiento y el arte contemporá- bra sentido a partir de las contradicciones
neos, al igual que un reto para los aparatos fundamentales de una profunda inmanencia
académicos estatales, particularmente las global, tan compartida como desigual.
estructuras dedicadas al antiguo mundo le-
trado y a las ciencias sociales más cercanas obras de consulta. Barlow, Tani E., “Degree
a ellas, ante los cuales se viene desvelando Zero of History”, Comparative Literature,
una cotidianidad profundamente imbuida vol. 53, núm. 4, 2001, pp. 404-425; Campa,
por el matiz preformativo de la cultura glo- Román de la, “Magical Realism: A Genre for
bal, en sus múltiples formas de ontología the Times?”, Canadian Review of Hispanic
audiovisual. Studies, verano, 1999, pp. 103-118; Derrida,
Esta vuelta hacia la cultura brotaba de la Jacques, “Marx and Sons” en Michael Sprinker
propia vanguardia textual, cuyas posibilida- (ed.), Ghostly Demarcations: A Symposium on
des de articulación ya no quedaban tan su- Jacques Derrida’s “Specters of Marx,” Londres,
jetas a los estudios literarios, y menos al Verso/nlb, 1999, pp. 235-254; Follari, Roberto,
contorno nacional que usualmente conserva Teorías débiles. (Para una crítica de la decon-
ese estatuto disciplinario. Recogía algo de la strucción y de los estudios culturales), Rosario,
tradición británica de Birmingham –nom- Homo Sapiens, 2003; Glissant, Edouard,
bre e historial interdisciplinario– pero res- Caribbean Discourse: Selected Essays (trad. J.
pondía aún más a las exigencias de produc- Michael Dash), Charlottesville, University of
ción simbólica del capitalismo global, las Virginia Press, 1989; Jameson, Fredric, The
cuales se hicieron sentir con gran ahínco en Political Unconscious: Narrative as a Socially
el aparato universitario durante los años no- Symbolic Act. Ithaca-Nueva York, Cornell
venta. Era una amenaza al igual que una University Press / Londres, Methuen, 1981;
respuesta, y para algunos una oportunidad Jameson, Fredric, Postmodernism or, The
también, sobre todo si se piensa que este Cultural Logic of Late Capitalism, Durham,
nexo inicial permitía entrever un ámbito Duke University Press, 1991 [Teoría de la post-
más vasto para la deconstrucción y sus dis- modernidad (trad. Cecilia Montolío Nicholson
cursos derivados de los estudios literarios. y Ramón del Castillo), Madrid, Trotta, 1996];
Nelly Richard, por ejemplo, entreveía en Richard, Nelly, “Signos culturales y media-
este momento un acercamiento más crítico ciones académicas”, en González Stephan,
a la cultura latinoamericana, que permitía Beatriz (ed.), Cultura y Tercer Mundo, Caracas,
dirigir la mirada reconstructiva –lo que ella Nueva sociedad, 1997, pp. 82-97; Wellek, René
llama “escena verbal”– hacia las artes, al y Austin Warren. Theory of Literature, Nueva
igual que hacia las propuestas feministas, York, Harcourt-Brace, 1956 (1949) [Teoría lit-
entre otros impulsos (“Signos culturales”). eraria, Madrid, Gredos, 1959]; Zamora, Lois
Todo ello, a modo de resumen, viene so- Parkinson y Wendy B. Faris (eds.), Magical
terrando una serie de apuestas para el pen- Realism: Theory, History, Community, Duke
samiento literario y cultural latinoamerica- University Press, 1995.
no, donde suele militar el peso de la nación
sobre la tradición literaria, y el entorno pos- [román de la campa]
moderno muestra un matiz más político que
conceptual. La deconstruccion no inicia, ni
agrava, sino escolta estímulos fraguados por desterritorialización
la cultura latinoamericana, entre ellos un
rastreo más incisivo del encierre nacional y Desterritorialización es un concepto usado
las premisas genéricas de las tradiciones repetidamente en los últimos años no sólo
hermenéuticas –tanto literarias como sexua- para dar cuenta de la relación de los sujetos
desterritorialización 79

con el territorio (físico) en el acto del des- han vinculado este concepto a los de globa-
plazamiento, sino también para plasmar la lización, mundialización, migración, frag-
idea de movimiento y cambio tanto en rela- mentación, frontera y desjerarquización,
ción a los seres humanos, como con referen- entre otros, términos todos ellos que han
cia a bienes, símbolos e imaginarios. Si bien sido usados como categorías de análisis de
ha sido en el campo de los estudios cultura- las realidades sociales y culturales que con-
les, la antropología y la sociología donde figuran el mundo actual. Si bien desterrito-
este término ha encontrado una mayor di- rialización ha sido una palabra que ha pro-
fusión, también es cierto que economistas, liferado copiosamente en el área de los
políticos, intelectuales y académicos de di- estudios culturales latinoamericanos, usán-
versas disciplinas han usado la palabra des- dose incluso para evocar frecuentemente el
territorialización para captar fenómenos propio fenómeno experimentado por mu-
relacionados con la migración, la relación chos estudiosos desplazados desde América
entre economía, sociedad y Estado, así como Latina a universidades extranjeras, princi-
para hablar de la memoria y el anonimato palmente estadunidenses, desde donde han
en dinámicas sociales que se desprenden del desarrollado su carrera académica e intelec-
desplazamiento. tual, aquí se acotará el uso que el término
Originariamente, el término desterritoria- ha tenido en los estudios culturales latinoa-
lización fue usado por los filósofos franceses mericanos a partir de los trabajos fundacio-
Gilles Deleuze y Félix Guattari, a principios nales de Néstor García Canclini, Jesús
de los años setenta, para desarrollar una Martín Barbero, Renato Ortiz y Raúl Prada.
idea forjada ya por Marx en su percepción La idea de desterritorialización desarrollada
del capitalismo como una máquina devora- por cada uno de ellos responde a las propias
dora, que paulatinamente se iba apropiando realidades territoriales-culturales que son
de diversos “territorios” –la agricultura, la objeto de sus análisis. En cada uno de ellos
cultura, la educación, la industria– has- se halla el concepto abordado y desarrollado
ta llegar a desterritorializarlos y dejar al desde su propia especificidad.
proletariado sin territorios, momento en el A pesar de los muchos cuestionamientos
cual, ya sin nada que perder, la revolución de los que ha sido objeto a lo largo de los
sería posible. Deleuze y Guattari aplican la años, nadie pone en duda que Culturas hí-
idea de la máquina salvaje y devoradora del bridas: estrategias para entrar y salir de la
capitalismo en la relación del sistema con modernidad, de Néstor García Canclini, es
la psique humana. Los seres humanos, se- un libro esencial en la formulación de los
gún los filósofos franceses estamos siempre nuevos parámetros de análisis que los estu-
rodeados internamente de territorialidades dios culturales latinoamericanos van a desa-
diversas, algunas imaginarias, ya que el te- rrollar para abordar la complejidad de las
rritorio es entendido como subjetivación, dinámicas sociales y culturales de una
expuesto permanente a ser desterritorializa- América Latina en profunda transformación
do, lo que significará que se abre, que huye desde los años ochenta. En Culturas híbridas,
de sí mismo, se parte o destruye. De manera García Canclini plasma a través del concep-
indisociable, puede volverse a reterritoria- to de desterritorialización la idea de que el
lizar, en un proceso de recomposición del desplazamiento de los millones de migran-
territorio, aunque siempre en un proceso tes latinoamericanos que por cuestiones
que lo transforma. El capitalismo es un económicas se ven forzados a emigrar de su
sistema en permanente reterritorialización, territorio original hacia un destino esperan-
ya que intenta adueñarse constantemente zador, propicia, en muchos casos, una entra-
–desterritorializar– las múltiples formas de da y salida permanentes de la modernidad.
interacción dentro de una comunidad, un Con ello, Canclini se refiere a dos procesos
grupo o la familia (socius). que se desarrollan de manera indisociable,
A partir de la idea original de desterrito- el de la desterritorialización, es decir, la pér-
rialización, que conjuga desplazamiento y dida de la relación que él llama natural –en
transformación en la partida/pérdida de te- el sentido de predeterminada y preestableci-
rritorio, los estudios culturales latinoameri- da– entre una cultura y su territorio geográ-
canos, dentro y fuera de América Latina, fico-social y, a la vez, el de la reterritoriali-
80 desterritorialización

zación, concepto con el que se refiere a la y reterritorializando(se). Es por ello que


relocalización territorial de producciones García Canclini concluye que si los análisis
simbólicas antiguas y nuevas (288). Es in- más innovadores sobre la desterritorializa-
dispensable, para entender estos procesos ción se están dando desde la experiencia de
de desterritorialización/reterritorialización, la frontera de México con los Estados Unidos
tener en cuenta las dinámicas actuales que es porque en esta franja de casi tres mil ki-
alteran completamente las categorías bina- lómetros de longitud se condensa la mayor
rias que nutrieron los análisis sobre América área de migraciones del continente (290).
Latina durante una buena parte del siglo xx. No en vano, ésta es la frontera más transi-
Por un lado, entonces, y siguiendo a Canclini, tada del mundo.
lo nacional ya no es identificable como lo Como ya ha sido apuntado, no son sólo
opuesto a lo internacional y, por lo tanto, las personas las que se desplazan, ni tampo-
hay que pensar en un nuevo concepto, como co solamente los bienes simbólicos y reales,
el de transnacionalización, tanto por lo que las prácticas culturales y los imaginarios
se refiere a los sujetos migrantes, como en que les acompañan, sino que también se
cuanto al mercado. García Canclini basa desplazan las culturas, las percepciones, las
parte de su argumento en la investigación memorias y los sentimientos, a través de los
llevada a cabo por el antropólogo Roger medios masivos de comunicación y de la
Rouse sobre la población de Aguillila globalización tecnológica. En este sentido,
(Michoacán, México), pueblo rural cuyos hay que destacar, además de los trabajos de
habitantes viven literalmente de manera García Canclini, la aportación realizada des-
transnacional desde que empezaron, en los de Colombia por Jesús Martín Barbero,
años cuarenta, a emigrar a Redwood City quien usa el concepto de desterritorializa-
(California, Estados Unidos). El hecho de ción para captar la idea de transformación
que una misma población se estableciera que conllevan las nuevas formas culturales
conjuntamente en el mismo lugar de destino y comunicativas en un mundo en constante
(esta es una dinámica frecuente en la migra- interacción. En su libro De los medios a las
ción mexicana a los Estados Unidos), con- mediaciones, Martín Barbero ofrece una
virtió a sus pobladores en personas transna- nueva mirada hacia la cultura y la comuni-
cionales, en el sentido de que vivían entre cación de masas, por un lado, y la cultura
dos poblaciones. Aguililla ha sido paradig- popular, por el otro, con las interrelaciones
ma para muchos estudiosos y observadores que se establecen entre éstas y la hegemo-
de las dinámicas sociales surgidas de las mi- nía/poder. Rompe, como hará casi simultá-
graciones (James Clifford, Mike Davis, entre neamente García Canclini, con las catego-
otros), al establecerse en esta población una rías binarias de análisis socio-cultural,
transnacionalización que abarca tanto a sus superadas por los procesos de globalización
habitantes como a los bienes –reales y sim- y migraciones masivas. En relación a la idea
bólicos– desplazados y transformados en el de identidad cultural, Martín Barbero ha-
proceso, así como, también, la afectación a blará en este libro de lo que va a definir
las propias dinámicas tanto individuales como memorias desterritorializadas, para
como colectivas que se ven asimismas alte- describir el surgimiento y desarrollo de las
radas. Si bien Aguililla y sus habitantes en- nuevas culturas que se desprenden de los
carnan los conceptos de desterritorializa- procesos de transnacionalización tanto de
ción/ reterritorialización en su propia los mercados como de los medios de comu-
dinámica transnacional, ya que en el despla- nicación. A través de estas culturas, las iden-
zamiento “sacan de su territorio” prácticas tidades culturales –especialmente las vincu-
culturales, estéticas, percepciones y actitu- ladas a la juventud– van a ser percibidas de
des, que al “insertarse en otro territorio” se manera más flexible y dinámica, favorecien-
ven modificadas y reformuladas en muchos do la permeabilidad de diferentes formas
sentidos, también son paradigmáticos de culturales provenientes de orígenes diver-
estos procesos los millones de migrantes sos. Se hace una distinción entre la cultura
que se desplazan masivamente desde escrita, ligada a la lengua y, por lo tanto, al
América Latina hacia el norte, y que de ma- territorio, y las culturas visuales y auditivas
nera constante van desterritorializando(se) (música, imagen, televisión, vídeo, y ahora
desterritorialización 81

habría que añadirle la industria cibernéti- la moda, programas de televisión, cine, mú-
ca), generadoras, por su constante desplaza- sica, y un largo etcétera que, por supuesto,
miento y por habitar un no territorio, de las debe incluir la revolución que supone en el
nuevas comunidades culturales. seno de la “mundialización de la cultura” la
Hay que destacar, también, los postula- entrada a la virtualidad cibernética.
dos del estudioso brasileño Renato Ortiz, Desde ángulos específicos que marcan
cuyo marco de referencia va a ser Brasil. sus matizaciones, García Canclini, Martín
Los planteamientos de Ortiz parten de la Barbero y Ortiz desarrollan el concepto de
idea de nación y de Estado en relación con desterritorialización a partir de las dinámi-
la globalización y a lo que él mismo va a cas de interrelación entre cultura, sujeto,
distinguir como mundialización de la cultu- sociedad y Estado. Por su lado, la propuesta
ra. En su libro Mundialización y cultura, del paceño Raúl Prada, en su manejo del
Ortiz establece una clara distinción entre término, está estrechamente unida al mun-
globalización y mundialización. La noción do andino y sus propias especificidades en
de globalización va unida a la economía y al el contexto boliviano. Siguiendo de cerca los
mercado, con el determinante del impacto postulados de Deleuze y Guattari, Prada se
de la tecnología en éstos, mientras que el de adentra en su libro Territorialidad a explorar
mundialización está vinculado al desplaza- el concepto de territorialidad de las etnias
miento que hacen las culturas, muy especí- originarias de Bolivia en contraposición a la
ficamente, las que son fácilmente transpor- noción occidental permeada por el capitalis-
tables a través de los medios de comunicación mo. El territorio es, en este sentido, un es-
masivos, y que rompen las fronteras identi- pacio ecológico y colectivo, ya que está re-
tarias nacionales. gido por la experiencia comunitaria (el
Para Ortiz es esencial tener el cuenta el ayllu); la territorialidad será, entonces, la
papel de Estado no sólo como articulador vivencia social y la conciencia del territorio,
administrativo-político, sino también como no se trata de una simple referencia geográ-
“ámbito de la producción del significado”. fica, sino de una experiencia básicamente
De tal manera que, siguiendo esta idea, se colectiva, interiorizada en la conciencia de
puede argumentar que la nación, a través de la comunidad. La territorialidad interioriza,
su administrador –el Estado– posee el mo- entonces, el territorio y de esta manera lo
nopolio sobre la definición del significado. simboliza. Por lo tanto, la territorialidad es,
En este sentido, la noción de Estado-nación de esta manera, una forma y una jerarquía
queda reformulada a partir de la globaliza- de poder. Ésta es, sin duda, una percepción
ción por el impacto que ésta tiene en las premoderna de territorialidad, ya que, pre-
identidades nacionales al romper las fronte- cisamente, la modernidad es la que desen-
ras de sus significaciones específicas. cadena la desterritorialización, es decir, la
En esta distinción entre globalización de pérdida de la conciencia del territorio que
la economía y mundialización de la cultura conllevan los procesos modernizadores
tan esencial para Ortiz subyace la crítica como la urbanización y la mercantilización.
que el estudioso brasileño lleva a cabo hacia Sin embargo, la desterritorialización va se-
la crítica posmoderna que celebra la dife- guida de la reterritorialización, que es el
rencia sin reflexionar acerca de la plurali- resultado de la resistencia a la pérdida de la
dad, ni cuestionar las relaciones asimétricas territorialidad, a la pérdida de conciencia
entre identidades. Es, por lo tanto, esencial, del territorio. La idea de territorialidad y
también, distinguir entre diversidad y plura- desterritorialización está entonces íntima-
lidad. En este sentido, Ortiz habla de deste- mente unida a la memoria, ya que la deste-
rritorialización como un movimiento de rritorialización, en el planteamiento de Raúl
símbolos e imaginarios que son comparti- Prada es, en última instancia, la pérdida de
dos por muchas comunidades identitarias, a la memoria territorial, es decir, colectiva.
través de sujetos ubicados en lugares diver- Retomando la idea de desterritorializa-
sos y distantes del mundo. De esta manera, ción como pérdida de la territorialidad-me-
habiendo cruzado las fronteras nacionales, moria colectiva, de Raúl Prada, y aplicándo-
los sujetos mundiales, en lo que ya nos he- la al espacio de la frontera norte de México,
mos convertido la humanidad, compartimos que generó las primeras aproximaciones al
82 desterritorialización

concepto de desterritorialización en los es- (en la propia frontera se podría pensar en


tudios latinoamericanos, principalmente a Matamoros –Tamaulipas– o más al interior
partir de los trabajos de García Canclini, se en Monterrey) son dislocadas en aquellas
puede argumentar que una de las implica- ciudades como Ciudad Juárez o Tijuana en
ciones de la dinámica fronteriza es que la las que una gran parte de la población está
memoria social, es decir la memoria colec- en movimiento y desplaza su anonimato. Se
tiva del lugar, se reformula permanente- crean, entonces, nuevas jerarquías sociales,
mente en un proceso que constante y conti- desde nuevos parámetros, algunos de ellos
nuamente erosiona y rescribe el pasado, el vinculados a la trasgresión y a la violencia,
presente y, por supuesto, el futuro. De la como son las redes de crimen organizado,
misma manera que la memoria es determi- de polleros y coyotes que guían el cruce
nante en el proceso de desplazamiento del ilegal de inmigrantes no documentados; de
ethos y la cultura del sujeto migrante, por- narcotraficantes y de asesinos a sueldo a los
que también ésta se desplaza y se reformula, Estados Unidos. Como resultado, las identi-
la historia social de una memoria territoria- dades y jerarquías tradicionales vinculadas
lizada, o sea la que está ubicada en un mis- a un territorio físico fijo se desarticulan con
mo espacio físico, cultural y simbólico, es el desplazamiento. Esta desterritorialización
esencial para la configuración de lo que po- da lugar, sin duda, a nuevas dinámicas so-
dríamos llamar una tradición local. Así, la ciales, culturales e individuales. Algunas de
memoria territorializada es la compartida ellas acarrean el peso de la violencia unida
por una colectividad; es aquella que enlaza a un desarraigo nocivo, pero otras son ge-
a los habitantes que participan tradicional- neradoras de importantes propuestas artís-
mente de un territorio común. ticas y culturales innovadoras, como se ha
En el desplazamiento, los migrantes de- experimentado en el espacio de la frontera
jan su memoria territorializada y se inser- norte mexicana en los últimos quince años,
tan en un anonimato social, menos acusado muy particularmente en Tijuana.
en el caso de núcleos de comunidades que La desterritorialización que, en todos los
se han desplazado colectivamente y se han casos, implica desprendimiento e incluso
asentado en otro territorio de manera gru- desarraigo, también conlleva una reformu-
pal, como es el caso de un buen número de lación y una resignificación de especificida-
migrantes en estados como California, en des subjetivas. Por lo tanto, es generadora
Estados Unidos, que proceden de comuni- de nuevas dinámicas de reterritorialización,
dades del interior de México, como Aguililla, a veces peligrosas y que aquejan de manera
en Michoacán, de la que se habló más arri- violenta a los más desfavorecidos, pero tam-
ba. Por cuestiones socio-económicas eviden- bién, y a la vez, en muchas ocasiones, inno-
tes, este fenómeno de migración colectiva se vadoras y enriquecedoras en diversos ámbi-
ha dado con mucha menor frecuencia en la tos de la vida social.
frontera norte. La migración en ciudades
como Juárez configura un espacio social obras de consulta. Clifford, James, Routes: Travel
fragmentado, en el que la ausencia de una and Translation in the Late Twentieth Century,
tradición y una memoria compartidas da Cambridge, Harvard University Press, 1997;
paso a una dinámica social perfilada desde Delueze, Gilles y Félix Guattari, El anti-edipo:
el anonimato y la desjerarquización social. capitalismo y esquizofrenia (trad. Francisco
Si la territorialidad es jerarquía de poder, Monge), Barcelona, Paidós, 1985 (orig. de
como argumenta Raúl Prada, la desterrito- 1971); Delueze, Gilles, Mil mesetas. Capitalismo
rialización significa también la pérdida de y esquizofrenia, Valencia, Pre-textos, 1997 (edi-
una jerarquización. ción original de 1980); García Canclini, Néstor,
De tal manera que en la frontera México- La globalización imaginada, Buenos Aires,
Estados Unidos, las jerarquías sociales, que Paidós, 1999; Ortiz, Renato, Mundialización,
acarrean un peso tan significativo en ciu- saberes y creencias, Barcelona, Gedisa, 2005;
dades donde hay un núcleo importante Prada Alcoreza, Raúl, Territorialidad, La Paz,
habitado tradicionalmente por las mismas Punto Cero Editorial, 1996.
familias, con los mismos apellidos y, en defi-
nitiva, con una memoria común compartida [núria vilanova]
diáspora 83

diáspora creciente atención política a este fenómeno.


Especialidades como literatura comparada,
La palabra diáspora deriva originalmente antropología, historia y otras áreas interdis-
del vocablo griego diasporå que significa ciplinarias, así como proyectos de estudios
dispersión. En su sentido más general deno- étnicos han otorgado una también creciente
ta cualquier gente o población que forzosa- importancia al estudio de la diáspora a tra-
mente debe dejar su patria tradicional para vés de unidades de investigación y cursos
separarse y diseminarse por otras partes del formales en este campo. Mientras que desde
mundo. También, en su forma adjetival, el las ciencias sociales el interés se ha dirigido
término refiere al desarrollo cultural poste- al estudio de la dispersión de poblaciones,
rior de tales poblaciones dispersadas en sus los efectos psicológicos del desarraigo y la
países de llegada. falta de integración, así como a los procesos
Las poblaciones diaspóricas clásicas que de transculturación y la reconstrucción de
aún sirven como modelo para la compren- la nación, fuera del territorio nacional, a
sión de este concepto se caracterizan por su través de ciertas prácticas culturales y acti-
etnia –entre las diásporas más reconocidas vidades políticas; en las humanidades se ha
están la africana, la judía y la Armenia–. Por enfatizado el análisis de los productos cul-
lo tanto, la conjunción de una identidad ét- turales de los diaspóricos, el papel de la me-
nica y una mudanza violenta son aspectos moria y la lengua en sus textos.
importantes para las definiciones más tradi- Intelectualmente, el campo se ha nutri-
cionales y restringidas del término. El pro- do, por un lado, de la importancia de los es-
ceso de dispersión existe en relación dialéc- tudios poscoloniales desde los años ochen-
tica con ideas de soberanía, identidad ta puesto que el estudio de la diáspora ha
nacional y nomadismo. El concepto de diás- abierto nuevas aproximaciones al estudio
pora también se aplica a instituciones y dis- de los nacionalismos en un contexto global
ciplinas, adquiere una dimensión filosófica más amplio y, por otro, del retorno a los
y se abre a la posibilidad de formas de teo- estudios del trauma en los últimos años no-
rizar explícitamente diaspóricas. venta, pues la experiencia del desplazamien-
En el siglo xx, el concepto de diáspora se to y la reubicación conjuga temas relaciona-
ha extendido hacia el espacio institucional. dos con trauma y afecto. De esta forma, el
En el ámbito político, se han creado entida- concepto de diáspora en el reciente discurso
des oficiales como el Ministerio Israelí de crítico comporta la relevancia de conceptos
Asuntos Diaspóricos y, en el académico, el como transculturación, hibridez y frontera.
campo de “estudios diaspóricos” y diversos Otros académicos se han ocupado de las
programas del mismo campo en muchos paí- marcas de género en el análisis diaspórico
ses, tanto en las ciencias sociales como en las ya que los estudios diaspóricos tradicionales
ciencias humanas. Dyaspora o dyas son ex- se ocupan de un viajante que se distingue
presiones comunes en lengua criolla haitia- por su diferencia étnica y su masculinidad.
na, como término despectivo para referirse a Puesto que diáspora significa dispersión, lo
las personas de ascendencia haitiana nacidas cual implica la dispersión de la semilla, se
en el extranjero, quienes, no obstante, conti- asume una cualidad seminal subyacente al
núan involucradas en los asuntos del país y fenómeno de translación. Lo que permanece
se identifican a sí mismos como haitianos en el hogar, por oposición, es la cultura (tér-
desde la distancia. El ex presidente Bertrand mino etimológicamente emparentado con
Aristide, especialmente preocupado por el palabras como cultivar, habitar, proteger);
fenómeno de la emigración y la inmigración es decir, la tierra feminizada.
retornante, creó un puesto en el gabinete En América Latina, aunque el fenóme-
para los asuntos relacionados con los haitia- no diaspórico es muy común, el término no
nos en el extranjero y sus descendientes. lo es tanto. De manera general, es posible
Existen puestos oficiales similares en algunos distinguir cuatro aspectos distintos de la
otros países donde se han originado movi- dispersión étnica en Latinoamérica: 1] La
mientos diaspóricos, incluido México. inmigración a América Latina de grupos de
El interés académico en los estudios etnias específicas (i.e. poblaciones africanas,
diaspóricos no resulta sorprendente dada la judías y de Asia del este); 2] Los desplaza-
84 diáspora

mientos internos de población indígena, así un fenómeno translocal. Respecto de la si-


como el desplazamiento de campesinos de tuación mexicana, Jorge Durand y Douglas
sus localidades tradicionales, especialmente Massey, describen, al contrario de Duany, la
cuando éstos son procesos acompañados de enorme importancia simbólica del cruce de
violencia (el ejemplo más significativo es el la frontera misma. Muchos mexicanos indo-
Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem cumentados experimentan dicho cruce
Terra de Brasil, que constituye el movimien- como traumático aun cuando este límite sea
to social más grande en América Latina con arbitrariamente impuesto sobre un paisaje
su más de millón y medio de miembros); 3] continuo: “cuando se trata de migración […]
La migración, sea dentro o fuera de América el evento, el movimiento, requiere del cruce
Latina (i.e. bolivianos en Argentina); al inte- de una línea intangible que existe básica-
rior de distintos países, del campo a la ciu- mente en un mapa y es por lo general una
dad (i.e. cholos en Lima); o desde los países línea invisible en el espacio […] En el aná-
de América Latina hacia metrópolis extran- lisis final, el trazado de esta línea y la espe-
jeras (especialmente, a ciudades en Estados cificación de aquellas circunstancias bajo
Unidos), relacionada con la llamada fuga las cuales atravesarla cobra significado, son
de cerebros y la emigración de trabajadores ejercicios arbitrarios y, por lo tanto, sujetos
indocumentados. Cabe resaltar que las mi- de un cúmulo de manipulaciones de senti-
graciones desde Cuba y Puerto Rico cons- do” (2). Por último, Abril Trigo, en su análi-
tituyen casos especiales de estas diásporas sis de la diáspora uruguaya, enfatiza el ele-
étnicamente marcadas desde Latinoamérica mento móvil y multisituado de las diásporas
a los Estados Unidos, ya que, en el primer contemporáneas, para quienes Internet sir-
caso, la política de refugiados en los Estados ve de eje de recomposición de pseudo-comu-
Unidos ha sido extremadamente favorable y, nidades productoras de cultura, lo que Trigo
en el segundo, dada la situación colonizan- llama “la patria cibernética”.
te, se confiere nacionalidad estadunidense Así, el uso tradicional del término supone
por nacimiento a los habitantes de la isla. la constante negociación y flujo de dos ele-
Existen, asimismo, significativas diásporas mentos determinados por múltiples relacio-
étnicamente marcadas desde distintos paí- nes de exclusión e intercambio. El primero
ses de América Latina hacia Europa. Por de esos elementos es el lugar. Esta común
ejemplo, el exilio de activistas políticos del herramienta analítica propone una patria
cono sur durante los regímenes autoritarios originaria sobre la cual se basa toda la dis-
de los años setenta y ochenta, y la migra- cusión de la identidad diaspórica. En mu-
ción económica de personas de la zona del chos estudios, este lugar de origen se evoca
Caribe hacia antiguos poderes coloniales con nostalgia, así como también se esencia-
como Inglaterra y España, desde la mitad liza , cuando no se fetichiza, a las personas
del siglo xx hasta el presente; 4] Como un cuyas identidades están ligadas a este lugar.
término que permite señalar la creciente im- La pérdida de la patria se lee como un even-
portancia que ha obtenido el efecto trasna- to traumático, acompañado de violencia; la
cional del cibernacionalismo en las políticas evocación de la patria perdida desde el es-
nacionales y en la cultura, tanto desde la pacio de llegada sirve como uno de los más
que se parte como a la cual se llega, en un importantes elementos de unificación de los
muy amplio espectro de situaciones y ca- miembros dispersos de la población migran-
racterísticas que van desde el efecto de las te. En el modelo diaspórico clásico repre-
remesas en las economías locales hasta el sentado por la diáspora judía, la comunidad
éxito de la música global. dispersa mantiene una tenaz lealtad a la pa-
Algunos ejemplos de la discusión acadé- tria perdida y reclama como objetivo prin-
mica sobre la diáspora en América Latina cipal su recuperación.
pueden encontrarse en los estudios de Históricamente este deseo por recuperar
Duany, Durand y Massey, y Trigo. Jorge el lugar de origen perdido inevitablemente
Duany interpreta el caso de Puerto Rico ha estimulado una relación problemática
como “nación dividida” y “nación en movi- con la sociedad receptora. Desde la perspec-
miento”, donde el concepto de nación no se tiva de la nación receptora, el inmigrante
liga al territorio geográfico sino a la idea de diaspórico está marcado irremediablemen-
diáspora 85

te como un extraño al proyecto nacional. de autodefensa, protección y supervivencia


Ante la queja por parte de los individuos surgen como respuesta a la experiencia de
diaspóricos sobre la falta de aceptación en marginalización y rechazo, pero tienden a
términos de igualdad de condiciones socia- ser vistas con recelo por la población nati-
les, la manipulación de un discurso sobre va como índice de extrañeza, aislamiento y
exclusión y compromiso insuficiente resulta falta de voluntad para asumir la identidad
sencilla para la sociedad receptora. El via- de la nación anfitriona. Este rechazo tiende
je de las poblaciones diaspóricas no es un a persistir en las generaciones siguientes,
simple paso superficial por el lugar. Por el afectando a los descendientes étnicamente
contrario, ellas cuestionan y transforman identificados de las personas originalmente
los territorios a los que llegan, aun cuando diaspóricas. Ante esta situación de rechazo,
(a diferencia de la imagen tradicional del los diaspóricos se reconectan con sus paí-
migrante) su compromiso con el lugar no ses de origen de otra forma significativa,
sea profundo. Por lo tanto, el desplazamien- problemática y cada vez más estudiada: la
to es una experiencia esencial de definición; participación política en la patria original.
el inmigrante en el nuevo país nunca está De esta forma, las interrogantes sobre etnia
del todo en su propio lugar. El lugar de ori- abarcan desde preocupaciones sobre pobla-
gen retrocede en el tiempo y el espacio; no ciones diaspóricas, de residencia presumi-
obstante, en el nuevo espacio el inmigran- blemente temporal en los países receptores,
te es inherentemente un extraño, y para el hasta asuntos que involucran derechos de
diaspórico qua diaspórico, la nueva patria ciudadanía (o doble ciudadanía) y relacio-
nunca es del todo su propio lugar, el lugar nes con uno o más gobiernos.
que fundamenta las prácticas culturales. La Las complicaciones surgen inmediata-
identidad se deriva de un tipo particular de mente. Si la diáspora se define por el anhe-
recuerdo cultural compartido: el desarraigo lo de recuperar la patria perdida, la interro-
originario suplido por prácticas cotidianas gante sobre el estatuto de la diáspora
incuestionables, el idioma, las costumbres aparece cuando, como es el caso de la situa-
alimenticias que son valoradas y constitu- ción judía, la fundación del estado de Israel
yen poderosos vínculos afectivos. Este des- pareciera clausurar, cultural e históricamen-
arraigo fundamental identitario representa te, el incidente. Este caso particular supone
un modo especial de duelo, llamado “duelo el reto de pensar la innegable continuación
cultural” por Ricardo Ainslie, que involucra de la diáspora más allá del punto de su cie-
la perlaboración no solo respecto de las rela- rre lógico. Otra complicación interesante es
ciones con los seres queridos, sino también la concerniente a la vasta diáspora africana,
de las formas culturales conocidas. originada por el traslado forzoso de perso-
El segundo elemento es la etnia defini- nas africanas y su dispersión como esclavos
da, por lo general imaginada en términos en toda América por un periodo de varios
raciales, y muchas veces estigmatizantes, siglos. Los descendientes de estas personas
desde la perspectiva de la cultura dominan- continúan identificándose étnicamente y
te de la sociedad receptora. Con respeto a han creado múltiples y dinámicas expresio-
las nuevas diásporas transnacionales entre nes culturales durante la diáspora. No obs-
América Latina y la metrópolis, los nuevos tante, a pesar de esta fuerte identificación
inmigrantes, aun cuando así lo desearan, con su ascendente africano, no existe un
pocas veces son bienvenidos sin cuestio- movimiento particularmente potente que
namientos en la cultura dominante en los persiga la vuelta a África, similar al que ha
Estados Unidos o Europa. Asimismo, la animado la diáspora judía. Por el contrario,
resistencia social del país receptor muchas su lucha más importante se relaciona con el
veces inhibe los esfuerzos del inmigrante reclamo de derechos civiles y laborales en
por penetrar en las sociedades anfitrionas los Estados Unidos después de su declara-
y consume cualquier aspiración por parte ción de independencia.
de la población étnicamente marcada por Consideradas estas complicaciones, mu-
asimilarse. Irónicamente, constituye la úni- chos académicos abogan por una definición
ca forma de resolver una situación de des- más extensa y flexible, aun cuando ello di-
plazamiento y exilio. Las organizaciones luye la precisión del término clásico. Esta
86 diáspora

definición extensa permite el análisis de iti- ricos se aventuran más allá de los problemas
nerarios posmodernos de la dispersión, lo de territorialización y desterriorialización,
que Appadurai llama “el nuevo paisaje étni- en la concepción de Deleuze y Guattari, para
co global”. Las así llamadas nuevas diáspo- plantearse la transterritorialización.
ras incluyen comunidades de víctimas, labo- De este modo, los estudios diaspóricos
rales, comerciales, imperiales, culturales, es dialogan con varias tendencias importantes
decir, comunidades que antes se habían lla- en el pensamiento crítico contemporáneo.
mado exiliadas, expatriadas, refugiadas, mi- 1] Plantean un desafío a las narrativas occi-
grantes, etc. Asimismo, muchos académicos dentales sobre la modernidad, pues permiti-
han empezado a considerar con mayor rigu- ría mostrar que Occidente, como lo entiende
rosidad la importancia de comprender la Tim Mitchell, no tiene un origen simple y que
diáspora como un fenómeno temporal y no sus historias resisten una narrativa única. 2]
únicamente espacial. Más recientemente, El enfoque en la diáspora significa otorgar
algunos académicos han puesto menor én- menos importancia al Estado y, por ende,
fasis en el hecho de la dispersión y más en prestar mayor atención a las distintas es-
las formas y temporalidades de morar en el trategias políticas translocales. 3] Subrayan
desplazamiento. los límites de una teorización monológica,
De hecho, si el estudio de la diáspora se la importancia del diálogo y la interacción
ha entendido como inseparable del estudio de distintas narrativas. 4] El análisis más
de poscolonialismo e imperialismo, él ya no afinado de la teoría contemporánea sobre
representa lo que James Clifford llamaba diáspora provee de un importante correctivo
“viejas estrategias localizantes” según las a los estudios diaspóricos tradicionales, los
cuales el análisis asumía determinaciones cuales permanecían comúnmente cerrados
de cultura y poder con respeto a binarismos ante temas de género y sexualidad diversa.
como centro contra periferia, metrópolis ¿Qué tan lejos se debe apartar el discurso
contra colonia. Últimamente, los académi- de los casos clásicos? En la actualidad es un
cos se concentran en la necesidad urgente tema de encendido debate. Las definiciones
de complicar las estructuras binarias del an- estrictas tienen el valor de la claridad, pero
tiguo discurso de los estudios diaspóricos. limitan el campo de maneras perjudiciales
Así, por ejemplo, se está dando un creciente para el acceso y la acción política necesa-
interés en el problema del sincretismo, rios. Incluso, según la definición extensa, se
como fenómeno interactivo que cambia entiende que algunas diásporas son más
constantemente a lo largo del tiempo y el diaspóricas que otras (i.e. desplazamientos
espacio, reflejando distintas perspectivas de producidos directamente por el imperialis-
clase, género y generación. La diáspora se mo son privilegiados por encima de otros
convierte en un concepto múltiple, criolliza- tipos de trauma). Asimismo, la distancia
do, flexible, contingente, situacional, adap- continúa siendo significativa (i.e. la pobla-
table, maleable. Los pensadores más recien- ción diaspórica debe trasladarse lo suficien-
tes también buscan cuestionar conceptos temente lejos, más allá del país vecino). El
claves como “hogar”, “movimiento”, “identi- grado de fuerza es también, por lo general
dad” y “regreso” desde una comprensión de un factor determinante, como lo es también
la diáspora como una categoría de práctica, el grado de trauma relacionado con el cruce
como un proyecto o un reclamo, más que de la frontera. Sin embargo, la promesa de
como un grupo étnica y espacialmente liga- los estudios diaspóricos interdisciplinarios
do necesariamente. Entre los teóricos im- estriba en su habilidad para romper con
portantes sobre estos temas, consideramos ciertas comprensiones estrechas de ciertas
a Marc Augé (cuyo análisis de lugares de verdades disciplinarias y para revigorizar el
transición como aeropuertos, estaciones de campo de los estudios de áreas.
trenes o de autobús abre nuevas posibilida-
des de indagaciones teóricas) así como gru- bibliografía.
Anderson, Benedict, Comunidades
pos internacionales de pensadores como imaginadas: reflexiones sobre el origen y la di-
Benedict Anderson, Arjun Appadurai, Avital fusión del nacionalismo, México, Fondo de
Brah, James Clifford, Aihwa Ong, y Ella Cultura Económica, 1993; Appadurai, Arjun,
Shohat. De esta forma, los estudios diaspó- “Soberanía sin territorialidad: Notas para
diáspora / discurso 87

una geografía postnacional”, Revista Nueva relaciones sociales en la producción de los


Sociedad, núm. 163, México, l999, pp. 38- signos lingüísticos; mientras que el segundo
64; Brah, Avital, Cartographies of Diaspora, destacó la red discursiva que enmarca todo
Nueva York, Routledge, l996; Clifford, James, enunciado. La reflexión sobre las condicio-
Itinerarios transculturales, Barcelona, Gedisa, nes que permiten la construcción de senti-
1999; Duany, Jorge, The Puerto Rican Nation do, por un lado, y el papel preponderante
on the Move: Identities on the Island and in the que los estudios sobre el giro lingüístico le
United States, Chapel Hill, University of North otorgaron al lenguaje como agente estruc-
Carolina Press, 2002; Durand, Jorge y Douglas turante en la construcción de la realidad;
Massey, Clandestinos, Migración México- por el otro, llevaron la discusión del len-
Estados Unidos en los albores del siglo xxi, guaje al terreno del discurso y la práctica
México, Porrúa, 2003; Kaminsky, Amy, After discursiva, es decir, al terreno de lo social.
Exile: Writing the Latin American Diaspora, Como una manifestación de esta apertura
Minneapolis, University of Minnesota Press, epistemológica, la noción de discurso cobró
l999; Kaplan, Caren, Questions of Travel: nuevos matices y fue punta de lanza para
Postmodern Discourses of Displacement, poner en evidencia la naturaleza histórica
Durham, Duke University Press, l996; Ong, del lenguaje y la carga ideológica del signo
Aihwa, Flexible Citizenship: The Cultural Logics lingüístico.
of Transnationality, Durham, Duke University Como herramienta analítica, el término
Press, l999; Shohat, Ella, Taboo Memories, discurso se encuentra en el cruce de varias
Diasporic Voices, Durham, Duke University disciplinas y se desdobla en múltiples sen-
Press, 2006; Trigo, Abril, Memorias migrantes: tidos: un evento, una práctica social, un
Testimonios y ensayos sobre la diáspora urugua- sistema de representación y un acceso al
ya, Rosario, Beatriz Viterbo, 2003. conocimiento. Desde un enfoque netamen-
te lingüístico se alude a aquello que se hace
[ximena briceño; con el lenguaje, materializado en enuncia-
debra a. castillo] dos conectados entre sí. Algunos autores
distinguen este uso del término al escribirlo
con minúscula y circunscriben el discurso
discurso al evento lingüístico; mientras que Discurso
(con mayúscula) implica una práctica so-
Durante la primera mitad del siglo xx, cial que rebasa la expresión lingüística e
las propuestas teóricas de Ferdinand de incluye sistemas de creencias y formas de
Saussure en Europa y de Charles Peirce en pensar, actuar e interactuar (Gee, 1999). En
Estados Unidos sentaron las bases para el este sentido más amplio, el Discurso o los
surgimiento de nuevas corrientes de pen- Discursos hacen referencia a sistemas de
samiento que pusieron en tela de juicio la representación que regulan lo que se pue-
relación, en apariencia transparente, entre de hacer con el lenguaje en una situación y
los signos y sus referentes. La descomposi- un contexto determinados. Los trabajos de
ción del signo lingüístico entre significante Michel Foucault son los más representati-
y significado propuesta por Saussure, así vos de esta manera de concebir el término.
como la relación tripartita que estableció Para Foucault (1970), el discurso constituye
Peirce entre el signo, el objeto y el inter- mucho más que el soporte lingüístico de la
pretante, fueron piezas claves para el estu- ejecución verbal, ya que establece los límites
dio de la función mediadora que cumple el del comportamiento lingüístico según el mo-
lenguaje en la actividad de representación mento histórico en el que se sitúa; es decir,
de “lo real”. Estos postulados abonaron el esta noción de discurso hace referencia a lo
camino a nuevas propuestas teóricas que que puede o no puede ser dicho en una for-
problematizaron la opacidad del lenguaje mación discursiva específica. Una formación
y la relación entre significante y significa- discursiva, según Foucault, es el conjunto de
do. Por su parte, los trabajos de Vološinov reglas que en un determinado momento his-
y Bajtín dimensionaron la naturaleza social tórico regula y determina las modalidades
del lenguaje. El primero puso énfasis en el enunciativas, la formación de los conceptos,
papel determinante que desempeñan las las estrategias posibles, y la formación de los
88 discurso

objetos. El conjunto de enunciados en el que tos momentos a partir de las circunstancias


se reconocen estas regularidades constituye en que operan, y con ello da pie al análisis
una formación discursiva particular. En este de la relación, determinante y conflictiva,
sentido, es el discurso el que crea un lugar entre los momentos de codificación y deco-
para el sujeto y determina las posibilidades dificación del mensaje. Analíticamente, esta
de construcción del conocimiento. postura permite rastrear las huellas que las
Al poner el acento en la función media- estructuras institucionales imprimen a los
dora del discurso, Foucault relativizó la no- discursos en el momento de codificación,
ción de verdad al otorgarle su dimensión así como indagar las formas de resisten-
histórica. Son las fuerzas sociales las que cia a las lecturas dominantes inscritas en
establecen un “régimen de verdad” y con él, esos discursos; lecturas alternativas que, si
los tipos de discursos aceptables para un bien son producto de las circunstancias de
contexto específico. Esto no implica que las decodificación y la posición de los sujetos,
cosas no existan fueran del discurso, pero es no implican una pluralidad de sentido ad
precisamente a partir de él que éstas son infinitum.
inteligibles. En otras palabras, la “realidad Para los estudios culturales, el partea-
extradiscursiva” es mediada por la actividad guas que supuso el giro lingüístico y el pa-
de representación del discurso que, en par- radigma semiótico implicó otorgar mayor
te, la constituye. De esta manera, el discurso peso a lo discursivo y su soporte textual. El
crea objetos de conocimiento y, a la par que mismo Hall destaca la metáfora del lengua-
regula los modos posibles de hablar sobre je y lo discursivo en el análisis de la cultura,
esos objetos, deviene en autoridad para así como la relación entre lo simbólico y las
enarbolar la “verdad” sobre ellos. Este últi- identidades de los sujetos.
mo aspecto es importante en la teoría de la En el contexto de los estudios latinoame-
representación de Foucault, pues pone de ricanos sobre cultura, el término discurso se
manifiesto el poder que ejercen los discursos ha utilizado de manera más laxa para nom-
sobre las prácticas sociales, ya que es a tra- brar tanto las expresiones lingüísticas de las
vés del conocimiento –siempre discursivo– manifestaciones culturales (los discursos so-
como se establecen las pautas de conducta bre lo nacional, por ejemplo), como los sis-
válidas en momentos y contextos específi- temas de representación que las vehiculan.
cos. Poder, sujeto e identidad son conceptos Detrás de muchas de estas concepciones
que, bajo esta óptica, van íntimamente liga- hay, sin duda, una clara influencia foucaul-
dos a la noción de discurso. tiana, y parecen ser más herederas de la
Herederos de los análisis del discurso de tradición británica que de otras corrientes
Bajtín, Barthes y, principalmente Foucault, de los estudios culturales. Según el sociólo-
los estudios culturales problematizaron e go mexicano José Manuel Valenzuela (2003),
hicieron suya la relación entre el texto y el un elemento común en los distintos enfo-
contexto; entre la intertextualidad discursiva ques para estudiar la cultura parece ser el
y las instituciones; entre la representación y cuestionamiento de los discursos dominan-
la formación de identidades. Bajo esta luz, tes. Este autor señala que, al asumir este
para los estudios culturales el discurso y la compromiso, se reformularon desde los es-
producción de sentido siempre implican un tudios culturales las interpretaciones de los
desplazamiento y lucha permanentes. procesos sociopolíticos. García Canclini
Desde los estudios culturales británicos, (2004 ), por su parte, señala que es imposi-
Stuart Hall (1980, 1996) señala que el cam- ble hablar de manifestaciones culturales sin
po en sí constituye una formación discursiva tener en cuenta las nuevas condiciones de
particular, que como toda formación discur- producción y circulación simbólica, condi-
siva, no tiene límites nítidos. Los trabajos de ciones que necesariamente afectan el “sen-
Hall fueron pioneros al cuestionar el mode- tido discursivo” que la sociedad otorga a
lo tradicional de comunicación y establecer estas manifestaciones. Estos dos autores
cuatro momentos que articulan los proce- destacan la necesidad de reconocer, desde el
sos comunicativos: producción, circulación, entorno latinoamericano, las trayectorias
consumo y reproducción. Hall pone de relie- críticas propias para abordar las manifesta-
ve la autonomía relativa de cada uno de es- ciones de nuestra cultura, para, desde esa
discurso 89

perspectiva, entablar un diálogo con las re- de información y de comunicación fuera de


presentaciones ajenas sobre nuestra reali- la escuela evidencian una transformación,
dad. En el mismo sentido se pronuncia o de manera más precisa, una alternativa
Mabel Moraña (2000), quien destaca que los a los modos de circulación tradicionales de
estudios culturales en Latinoamérica se co- los saberes. Martín Barbero denomina ese
locan en una posición enunciativa desde y fenómeno como “el descentramiento del
para la realidad latinoamericana. conocimiento” en sus dos ejes: el espacio y
La discusión sobre el lugar del sujeto y el tiempo, y así, la escuela, como centro te-
la mediación de códigos pasa necesariamen- rritorial, delimitada por los espacios físicos
te, por el contexto de los estudios sobre la y asociada a determinadas figuras sociales
cultura en América Latina, por la reflexión en tiempos prestablecidos, pierde su fuer-
sobre el discurso, entendido como la posi- za, sobre todo entre ciertos grupos de jó-
bilidad de construcción del conocimiento venes cuyas experiencias mediáticas, como
en su más clara expresión foucaultiana. modos de relación con el aprendizaje, les
Al centrar el análisis de la cultura en los son más relevantes. El autor plantea que
procesos sociales que permiten el flujo de nos encontramos frente a un nuevo sujeto
las significaciones, el término discurso es de la educación, cualitativamente distinto
también utilizado tangencialmente para al formado en épocas anteriores. Ante esto,
describir prácticas, representaciones, ima- destaca la necesidad individual y colectiva
ginarios, y su materialidad simbólica. Así, de narrar la propia historia, a través de un
Renato Ortiz (2000) habla del discurso de discurso polifónico atravesado a su vez por
la modernidad (entendida ésta última como los discursos de los medios informáticos. La
una formación discursiva particular) como vida actual y multicultural de las sociedades
un referente obligado a través del cual los latinoamericanas exige que estas narrativas
latinoamericanos tomamos conciencia de sean expresadas de acuerdo a distintas lite-
los cambios que vivimos. Considera la mo- racidades: orales, textuales, audiovisuales,
dernidad precisamente como una narrativa considerando que es a través de los mesti-
que se configura y reconfigura de acuerdo a zajes de dichos soportes de expresión donde
la historia de los pueblos. van tomando forma los nuevos discursos.
Por su parte, Jesús Martín Barbero (1987) Desde los estudios sobre cultura y poder,
considera que las prácticas culturales actua- Nelly Richard (1998) analiza los discursos de
les sólo pueden ser explicadas tomando en los estudios culturales sobre Latinoamérica
cuenta su relación con los nuevos medios en términos de la asimetría que implica
tecnológicos. Para este autor, el discurso, el lugar de la enunciación (la metrópoli) y
como práctica social, no puede disociarse los referentes que ese discurso nombra (las
de los formatos y soportes que lo vehicu- “territoriedades prácticas”). Para Richard,
lan. Así, analiza la emergencia de las nuevas el discurso, como categoría analítica, hace
formaciones discursivas y nuevos discursos referencia a un lugar del sujeto y un acce-
que surgen al transformarse las categorías so al poder/conocimiento. De igual manera,
de percepción del espacio y del tiempo con esta autora analiza los discursos de los aca-
el uso de las tecnologías de la información démicos latinoamericanos y los espacios de
y de la comunicación en la vida cotidiana resistencia donde se ubican algunos de sus
latinoamericana. Estos discursos se expre- discursos críticos que, con sus diferentes
san en soportes muy diversos, que ya no matices, tienen injerencia en los espacios
van sólo de lo oral a lo escrito, sino a lo públicos de algunos países, sobre todo en el
audiovisual y a los soportes telemáticos con cono sur, participando en el debate político
sus combinaciones cada vez más numero- público y siendo contestatarios a las medidas
sas, afectando las instituciones tradicionales neoliberales de los gobiernos. De acuerdo a
como la familia y la escuela. Esta última, Richard, las relaciones, entre los campos del
plantea Martín Barbero, se ha visto afectada saber y del actuar de estos actores, son móvi-
por las transformaciones de los modos de les y en algunas ocasiones les permiten pasar
circulación y producción de conocimientos del discurso académico a la acción política.
y, por lo tanto, de discursos. La actual ofer- Por su parte, Beatriz Sarlo (1997) destaca
ta tecnológica y el uso de las herramientas el papel que desempeñaron los discursos li-
90 discurso / diversidad

terarios y de la crítica literaria a principios de Educación, 32, 2003, pp. 17-34; Moraña,
del siglo xx, cuya función social contribuyó Mabel, “Introducción”, en M. Moraña (ed.).
a la conformación de la identidad nacional Nuevas perspectivas desde/sobre América Latina.
de los países latinoamericanos. Algunos de- El desafío de los estudios culturales, Santiago
cenios después –señala Sarlo– estos discur- de Chile, Editorial Cuarto Propio, Instituto
sos desempeñaron una función diferente Nacional de Literatura Iberoamericana, 2000;
pero igualmente relevante a la luz de los mo- Ortiz, Renato, “América Latina. De la mod-
vimientos sociales y políticos que marcaron ernidad incompleta a la modernidad-mundo”,
los años sesenta, por ejemplo, y que pasaron Nueva Sociedad, núm. 166, 2000, pp. 44-61;
por el debate de las ideologías. Esta función Richard, Nelly, “Intersectando Latinoamérica
social del discurso especializado de la críti- con el latinoamericanismo: discurso académico
ca literaria pareció diluirse en los “procesos y crítica cultural”, en Santiago Castro-Gómez
de tecnificación” que, según Sarlo, lo volvie- y Eduardo Mendieta (eds.), Teorías sin disci-
ron hermético y excluyente. Para Sarlo, es plina. Latinoamericanismo, poscolonialidad y
gracias a los estudios culturales como este globalización en debate, México, Miguel Ángel
discurso logra insertarse de nuevo en la es- Porrúa, 1998; Sarlo, Beatriz, “Los estudios cul-
fera de lo público. En el entorno actual, don- turales y la crítica literaria en la encrucijada
de los discursos electrónicos se manifiestan valorativa” en Revista de Crítica Cultural, núm.
en todos los campos del conocimiento, Sarlo 15, 1997, pp. 32-38; Saussure, Ferdinand, Curso
sugiere volver la mirada hacia aquello que de lingüística general, Madrid, Alianza Editorial,
hace perdurable el discurso literario. 1983; Valenzuela, Juan Manuel (coord.), Los
La riqueza y diversidad de los discursos estudios culturales en México, México, Fondo
actuales –electrónicos, impresos, audiovi- de Cultura Económica, 2003; Vološinov, V. N.,
suales– reclaman nuevas maneras de acce- Marxism and the philosophy of language (trad.
der e interactuar con ellos. La noción de Ladislav Matejka y I. R. Titunik), Cambridge,
discurso parece aportar elementos concep- Harvard University Press, 1986.
tuales que permiten cuestionar las maneras
dominantes de leer la realidad, y con ello, [guadalupe lópez bonilla;
construir lecturas y prácticas sociales alter- carmen pérez fragoso]
nativas.

bibliografía. Bajtín, Mijail, Teoría y estética diversidad


de la novela (trad. Elena Kriukova y Vicente
Cazcarra), Madrid, Taurus, 1989; Foucault, La inclusión de la diversidad sexual como
Michel, La arqueología del saber, México, Siglo término clave de los estudios culturales pre-
XXI Editores, 1970; García Canclini, Néstor, supone una perspectiva que cuestiona todo
Diferentes, desiguales y desconectados: Mapas de intento por naturalizar la sexualidad, ocul-
la interculturalidad., Barcelona, Gedisa, 2004; tar su rango de institución y convertirla en
Gee, James Paul, An introduction to discourse un universal antropológico (Vázquez y
analysis: theory and method, Londres, Nueva Moreno: 23). A diferencia de la perspectiva
York, Routledge, 1999; Hall, Stuart, “Cultural dominante durante la modernidad –la cual
studies and its theoretical legacies” en David pretendía explicar todos los fenómenos hu-
Morley y Kuang-Hsing Chen (eds.), Stuart manos en términos de fuerzas biológicas
Hall: Critical Dialogues in Cultural Studies, identificables–, este punto de vista se basa
Londres, Nueva York, Routledge, 1996; Hall, en evidencias donde se demuestra que la
Stuart, “Encoding/ Decoding” en Centre for sexualidad es una construcción social, una
Contemporary Cultural Studies (ed.), Culture, invención histórica basada en las posibilida-
Media, Language: Working Papers in Cultural des del cuerpo, pero cuyos significados se
Studies, 1972-1979, Londres, Hutchinson, 1980; configuran en situaciones sociales.
Houser, Nathan y Christian Kloesel (eds), The Entre los principales autores que han
Essential Peirce, Bloomingtoon, Indiana, Indiana desarrollado esta perspectiva están Foucault
University Press, 1992; Martín Barbero, Jesús, y Weeks. En América Latina, el estudio de
“Saberes hoy: diseminaciones, competencias la diversidad ha encontrado su impulso en
y transversalidades.” Revista Iberoamericana trabajos encaminados a la investigación de
diversidad 91

las homosexualidades. La reflexión, sin em- Éste es el panorama que encuentra Freud
bargo, rebasa el horizonte de manifestacio- cuando publica Tres ensayos sobre teoría
nes particulares de la sexualidad para ins- sexual en 1905: entre los siglos xviii y xix se
cribirse en una búsqueda cuya principal había configurado un saber sexológico pau-
orientación tiene que ver con la enorme tado por mecanismos disciplinarios y regu-
plasticidad de la conducta humana y las ladores que hicieron del cuerpo un campo
expresiones culturales que esa diversidad de actuación, y de la sexualidad el puente
produce. que une lo individual a lo colectivo (Vázquez
Los trabajos de Foucault introducen un y Moreno: 126): “Hacia el final del siglo xix,
enfoque histórico en el estudio de la sexua- cualquier desviación de la norma biológica
lidad, en oposición a la mirada esencialista, era patológica […] los sexólogos siguieron
que consideraba el sexo como una fuerza conceptualizando la sexualidad en función
natural, asocial, eterna e inmutable, preexis- de una norma fija y virtualmente indiscuti-
tente a toda vida social y capaz de configu- da: la mutua atracción entre hombres y mu-
rar sus instituciones. En el enfoque foucaul- jeres que culminaba en el coito vaginal. En
tiano es imposible entender el cuerpo sin las referencia a esta norma, cualquier otra con-
mediaciones de la cultura, en tanto que la ducta sexual –incluso entre una mujer y un
sexualidad implica una constitución históri- hombre– era patológica, aunque lo patológi-
ca donde se reúne una multiplicidad de po- co no necesariamente implicaba enferme-
sibilidades biológicas y mentales que no dad (Sengoopta: 97).”
están vinculadas de manera natural (y que Lo que consigue elaborar Freud en los
en otras culturas no lo han estado), pues las Tres ensayos… es una descripción concep-
capacidades del cuerpo y de la psique sólo tual de las perversiones basada en el para-
adquieren significado en las relaciones so- digma de la “sexualidad normal” (i.e. pro-
ciales (Weeks: 20). creativa), un modelo cuya historicidad y
Foucault indaga en qué formas y a través contingencia han sido probadas en los tra-
de qué discursos afecta el poder las conduc- bajos genealógicos, pero que predomina a lo
tas individuales; cómo infiltra y controla el largo del siglo xx.
placer cotidiano. Rastrea la necesidad de La aportación freudiana al conocimiento
reglamentar el sexo mediante discursos y sobre la sexualidad permite desligar el im-
cómo, desde el siglo xviii, el sexo de niños y pulso sexual de un “fin” o un “objeto” nor-
adolescentes se tornó un objetivo importan- mal o natural: “Probablemente, el [impulso]
te alrededor del cual se erigieron “dispositi- sexual es un principio independiente de su
vos institucionales y estrategias discursivas” objeto, y no debe su origen a las excitacio-
(Historia, vol. 2: 36, 40). Fue entonces cuan- nes emanadas de los atractivos del mismo”
do la medicina y la psiquiatría se anexaron (Freud, Tres ensayos: 20). Los significados
las perversiones como dominio propio, y las que damos a los órganos masculino y feme-
variantes sexuales se empezaron a identifi- nino, según Freud, son exigidos por la cul-
car con la enfermedad mental, en contraste tura y no surgen directamente de la biolo-
con una interpretación que fijaba la línea gía; pero tampoco es la sociedad la que
divisoria entre lo lícito y lo ilícito en el te- modela nuestra sexualidad de manera direc-
rreno del pecado. ta. Lo que describimos como sexual se cons-
Desde el siglo xix, las heterogeneidades truye mediante relaciones sociales, cada una
sexuales se entienden a partir de la dimen- de las cuales sostiene una concepción dife-
sión específica de lo “contranatura”, con la rente de lo que constituye la conducta sexual
introducción de la figura del perverso, es apropiada (Weeks: 55, 60)
decir, del sujeto portador de sexualidades Esta idea permitió un desarrollo de la re-
periféricas (no conyugales, no heterosexua- flexión sobre sexualidad en el siglo xx que
les, no monógamas). Su aparición “produce condujo a una concepción de ese fenómeno
una incorporación de las perversiones y una como un hecho multidimensional, el cual
nueva especificación de los individuos” suje- no depende solamente de la biología, sino
ta a los controles que ejercerán la familia, que imbrica determinantes históricos, cul-
la medicina, la psiquiatría y la pedagogía turales, sociales, simbólicos e imaginarios.
(Foucault, Historia, vol. 2: 52-54, 61-62). La fisiología y la morfología del cuerpo
92 diversidad

proporcionan las condiciones previas para La existencia de cuerpos intersexuales


la sexualidad humana, las cuales represen- redefine la diferencia sexual no como un
tan potencialidades que se transforman y corte preciso, sino más bien como una con-
adquieren significado en las relaciones so- vención a partir de hechos reconocibles que
ciales. A partir de ahí, cada cultura clasifica pueden ser interpretados por quien tiene la
distintas prácticas como apropiadas o in- necesidad de someterlos a un código bina-
apropiadas, morales o inmorales, saludables rio, pero se pueden encontrar niveles de
o pervertidas (Weeks: 29-30). masculinidad y de feminidad –definidos des-
El principal cuestionamiento a la visión de el punto de vista biológico– en casi todas
tradicional de la sexualidad tiene que ver las combinaciones posibles.
con la conceptualización de la diferencia Un interesante abordaje de este problema
sexual no como un indicador simple y uní- es el trabajo de Katchadourian, donde detalla
voco, sino como un conjunto complejo de la serie de variables biológicas, psicológicas,
elementos que se asientan en el cuerpo, pero identitarias, simbólicas, culturales y sociales
no se agotan en la anatomía. La hipótesis es que es preciso tomar en cuenta para determi-
que no existe una relación directa entre una nar la posición específica de una persona en
sexualidad biológica, anatómica o fisiológi- el sistema sexo/género. En un recuento rápi-
ca, y sus manifestaciones psicosociales, sim- do y provisional, se puede señalar alrededor
bólicas y culturales. Se basa en elementos de veinte variables que se combinan a par-
de investigación clínica que permiten obser- tir de leyes aún indescifradas, cuyas relacio-
var una disociación entre el aspecto físico nes de interdependencia son oscuras y que
de la sexualidad y sus manifestaciones en la pueden dar como resultado las posiciones de
cultura, en lo consciente/inconsciente y en sujeto más inesperadas: 1] sexo genético, 2]
la sociedad: “nuestras identidades como sexo hormonal, 3] sexo gonádico, 4] morfolo-
hombres y mujeres, heterosexuales y homo- gía de los órganos internos de reproducción,
sexuales o lo que sea, son producto de pro- 5] morfología de los genitales externos, 6]
cesos complejos de definición y autodefini- características sexuales secundarias, 7] con-
ción [...] esto sugiere que las identidades ducta erótica, 8] experiencia sexual, 9] pen-
masculina y femenina, lejos de estar fijadas samientos privados, 10] catalogación y auto-
para toda la eternidad mediante atributos catalogación, 11] polarización u orientación,
naturales, son no poco frágiles y azarosas, 12] preferencia sexual, 13] papel sexual, 14]
están sujetas a diversas influencias y con identidad del núcleo genérico, 15] identidad
frecuencia están desgarradas por contradic- del núcleo morfológico, 16] roles sexuales,
ciones (Weeks: 61-62).” 17] tipología, 18] rol genérico, 19] identidad
La propia anatomía es un campo proble- genérica, 20] comportamiento.
mático; para entender la configuración bio- No existe un compendio de las combina-
lógica del sexo humano es necesario tomar ciones posibles, pero este enfoque hace visi-
en cuenta por lo menos tres determinacio- ble una amplia gama de sexualidades donde
nes fundamentales: el plano genético y celu- la norma es la variedad y no la uniformidad.
lar, el hormonal, y el anatómico; estos ele- El problema al que nos enfrentamos cuando
mentos no se combinan en relaciones fijas e investigamos la sexualidad, la identidad y
inalterables, sino que pueden dar lugar a los roles genéricos no es simple ni puede ser
resultados que no corresponden con nuestra respondido desde un esquema restringido
idea platónica de una sexualidad perfecta- de clasificación para establecer una norma-
mente dimórfica: “Si el estado y el sistema tividad sexual e imponerla sobre todos los
legal tienen interés en mantener un sistema individuos.
sexual bipolar es en desafío de la naturaleza El problema es que ésa ha sido una de
pues, biológicamente hablando, hay muchas las tendencias predominantes de la sociedad
gradaciones que van desde lo femenino has- occidental en la modernidad: restringir el
ta lo masculino; y dependiendo de cómo se espectro de las prácticas eróticas “lícitas” a
denominen los cortes, uno puede argumen- una sola “sexualidad normal”. Esto ha dado
tar que a lo largo del espectro hay por lo como resultado, por una parte, un conjunto
menos cinco sexos –y probablemente más– de medidas disciplinarias para “reconducir”
(Fausto-Sterling: 21).” y “curar” las “desviaciones”; pero por la otra,
diversidad 93

ha generado culturas de resistencia frente a La existencia evidente de una gran varie-


los códigos morales (Weeks: 35). dad de manifestaciones de la sexualidad ha
Uno de los principales objetivos de este generado nuevas perspectivas que permiten
tipo de culturas es la despenalización de las trascender la comprensión de las prácticas
prácticas sexuales periféricas. El grupo más de relacionamiento entre las personas como
visible en esa búsqueda es el de los homo- hechos complejos que no se ajustan necesa-
sexuales que desde muy temprano en el siglo riamente a las definiciones que provienen de
xx comenzó a organizarse en diversos frentes los binarios femenino/masculino, normal/
para obtener los beneficios de una ciudada- anormal, heterosexualidad/homosexualidad,
nía completa. Aunque todavía hoy ese gru- enfermedad/salud.
po sigue constituyendo una comunidad muy De esta manera, las reivindicaciones de
vulnerable a la violencia homofóbica y ve la comunidad gay se han extendido a un
cotidianamente vulnerados sus derechos ci- movimiento mucho más amplio y compre-
viles; aun cuando no ha logrado extender de hensivo (denominado en ciertos medios la
manera universal la posibilidad de contraer “nación queer”) que da cabida, entre otros,
matrimonio legal; aunque está sujeto a un al fenómeno “trans”, el cual abarca a tran-
control social extralegal que incluye desven- sexuales, es decir, personas que presentan
tajas en el empleo (cuando no la necesidad una “disforia genérica” (en la terminología
de mantener en secreto la propia identidad); técnica de Money y Robert Stoller) la cual
aunque muchas personas en esa condición consiste en la certeza de una inadecuación
se ven marginadas del acceso a los recursos entre su cuerpo y su sentido de identidad
y comodidades que proveen las familias; en (afirman “ser” o bien un hombre atrapado
fin, aunque el sexo sigue siendo un vector en un cuerpo de mujer, o bien una mujer
de opresión, y la inserción en la vida social atrapada en un cuerpo de hombre). Engloba
de las personas con sexualidades periféricas asimismo a travestis (personas que usan de
todavía no es ni equitativa ni justa, lo cierto manera erotizada prendas o indumentarias
es que la comunidad gay ha logrado, en una completas “del otro sexo”) y transgéneros
lucha de enormes repercusiones, modificar (personas que asumen el rol sexual e identi-
de manera sustancial la cultura sexual del tario del otro sexo).
mundo. “En las sociedades modernas e in- Las variantes no terminan allí. La nación
dustriales de Occidente, la homosexualidad queer incluye entre sus filas formas de sexua-
ha adquirido la estructura institucional de lidad como el sadomasoquismo (donde el
un grupo étnico”: una elaborada experiencia placer sexual está asociado con prácticas en
que incluye una identidad autoconsciente, que se recibe o se inflige dolor físico) que ya
solidaridad de grupo, una literatura, una no se inscribe de manera automática entre
prensa y un alto nivel de actividad política las homosexualidades. Y da lugar a la discu-
(Rubin: 17, 24). sión acerca de expresiones de la sexualidad
Aunque las actividades homosexuales es- tales como el sexo comercial, el intergenera-
tán presentes en todas las culturas, y en cional (pedofilia), el exhibicionismo, el vo-
Occidente hay una historia ininterrumpida yeurismo, etcétera.
de homosexualidad, la idea de que haya algo La pregunta a la que obliga esta diversi-
a lo que pueda llamarse la persona homo- dad tiene que ver con el planteamiento de
sexual es relativamente nueva. La búsqueda una ética sexual moderna. Si bien debe am-
de identidades sexuales válidas ha caracte- pliarse el espectro de las prácticas sexuales
rizado la historia de la homosexualidad lícitas, no se puede postular un ámbito de
masculina y femenina durante el siglo xx. La acción completamente ilimitado. Los lími-
inserción de la comunidad gay ha implicado tes implicarían cambiar de una situación en
el desarrollo y el reconocimiento de una la que juzgamos la naturaleza del acto a una
nueva identidad. Por su parte, la ampliación en que consideremos el contexto y el signi-
de la categoría del homosexual permitió la ficado del acto para quienes participan de
profusión de nuevos tipos de identidades éste: “El pluralismo moral comienza con la
sexuales: el travesti, el transexual, el bi- creencia en que el sexo en sí no es ni bueno
sexual, el pedofílico, el sadomasoquista, et- ni malo, sino un campo de posibilidades y
cétera (Weeks: 38-40). potencialidades que deben juzgarse por el
94 diversidad

contexto en que ocurren. De este modo, abre Garzón del Camino), México, Siglo XXI
el camino a la aceptación de la diversidad Editores, vol. 1, 1977; vol. 2, 1986; vol. 3,
como la norma de nuestra cultura y el medio 1987; Freud, Sigmund, Tres ensayos sobre
apropiado para pensar sobre la sexualidad teoría sexual, Madrid, Alianza, 1999 (orig.
(Weeks: 117).” de 1905): Katchadourian, Herant A., La
Una ética sexual moderna cuestiona la sexualidad humana, un estudio comparativo
idea de que hay una mejor manera de prac- de su evolución, México, Fondo de Cultura
ticar la sexualidad, y de que todo el mundo Económica, 1983; Mogrovejo, Norma, Un
debe practicarla de esa manera (Rubin: 15). amor que se atrevió a decir su nombre: la lu-
La búsqueda de una verdad única sobre la cha de las lesbianas en su relación con los mo-
sexualidad y el cuerpo ha llevado, durante vimientos homosexual y feminista en América
demasiado tiempo, a una negación de la di- Latina, México, cdahl/Plaza y Valdés, 2000;
versidad humana y de las opciones, ha limi- Rubin, Gayle S., “Thinking Sex: Notes on a
tado la autonomía individual, y ha converti- Radical Theory of the Politics of Sexuality”
do los placeres del cuerpo en un secreto en Henry Abelove, Michèle Aina Barale y
indecente (Weeks: 12). “Una moralidad de- David Halperin, The Lesbian and Gay Studies
mocrática debería juzgar los actos sexuales Reader, Nueva York/Londres, Routledge,
a partir de la manera en que los partners se 1993, pp. 3-44; Vázquez García, Francisco
tratan entre sí, el nivel de mutua considera- y Andrés Moreno Mengíbar, Sexo y razón:
ción, la presencia o ausencia de coerción y una genealogía de la moral sexual en España
la cantidad y cualidad de placer que produ- (siglos xvi-xx), Madrid, Akal Universitaria,
cen” (Rubin: 15). 1997; Weeks, Jeffrey, Sexualidad, México,
obras de consulta. Fausto-Sterling, Anne, Paidós/Programa Universitario de Estudios
“The Five Sexes: Why Male and Female Are de Género, Universidad Nacional Autónoma
Not Enough”, The Sciences, marzo-abril, de México, 1998.
1993, pp. 20-24; Fausto-Sterling, Anne,
Historia de la sexualidad (trad. Aurelio [hortensia moreno]
esfera pública pleja red que se extiende por el globo entero,
tal concepción es infructuosa e ingenua.
La esfera pública es un espacio de discusión La incompatibilidad del modelo clásico
y deliberación colectiva, que está abierta a de la esfera pública con la geometría de
la participación voluntaria de cualquier per- las sociedades modernas ha sido reconoci-
sona. Al regirse por normas de inclusión, da, inclusive, por sus propios partidarios.
deliberación y publicidad, este concepto se Hannah Arendt consideró que el adveni-
entrelaza con naturalidad con diversos idea- miento de la modernidad convirtió en un
les de la modernidad. Especialmente, con- asunto de la historia, de una vez por todas,
tribuye a formular, en el plano normativo, al modelo republicano del espacio públi-
la posibilidad de que exista una convergen- co. En el mismo sentido, Habermas (The
cia entre la racionalidad y la acción política. Structural Transformation) mostró que el
A la esfera pública se le concibe, entonces, surgimiento de la burocracia estatal mo-
como el espacio donde los ciudadanos dis- derna, la sociedad de masas y las industrias
cuten temas de interés colectivo, y donde se culturales condujeron a la decadencia del
definen e implementan los cursos de la ac- modelo de opinión pública más cercano al
ción política que habrá de seguir la comu- ideal clásico: la esfera pública burguesa que
nidad en su conjunto. tuvo su auge en la Europa occidental del
Una noción como ésta tiene un poderoso siglo xviii. Esta interpretación coincide con
atractivo. Sin embargo, su fuerza de atrac- críticas como las de Carl Schmitt y Niklas
ción es proporcional a las dificultades que Luhmann, entre otros, que han desestimado
encuentra para materializarse. Un modelo la posibilidad de que un espacio social de
que busca hacer coincidir la participación comunicación trascienda la irreductibilidad
política y el razonamiento público parece de los antagonismos políticos, o que sea ca-
incompatible con mundo actual. De hecho, paz de sostenerse ante la creciente diferen-
la nitidez del modelo de la esfera pública ciación de los sistemas sociales.
está basada en una concepción simplificada La aspiración de rescatar la noción de
de la relación de lo público con lo privado. esfera pública, si persiste, debe superar to-
Esta visión asume que el Estado y la socie- davía un obstáculo más. Se trata de las con-
dad civil conforman una unidad orgánica. secuencias políticas de los supuestos nor-
No existe diferencia entre el legislador y el mativos del modelo clásico. Los contenidos
ciudadano; la participación social es parti- implícitos en este modelo la hacen suscepti-
cipación política. Tampoco al interior de la ble de servir más como instrumento de con-
esfera privada se consideran distinciones trol y exclusión que como herramienta crí-
significativas: lo privado es un espacio don- tica. En el modelo clásico de la esfera
de quedan amalgamadas las relaciones de pública, las nociones de “comunidad” y
afinidad y parentesco con las actividades “bien común” decoran una concepción ho-
económicas. Una concepción de esta índole mogénea, consensual y cerrada de la socie-
puede ser válida para sociedades poco dife- dad. En esta misma postura está presente
renciadas –por ejemplo, la de la Grecia clá- una visión masculina y beligerante de la ciu-
sica–. Para una sociedad que se imagina a sí dadanía. Los ciudadanos virtuosos no son
misma conforme a la metáfora de una com- solamente aquéllos que se interesan por el

[95]
96 esfera pública

bien común; son también quienes defienden nacionales. El flujo, la inestabilidad, la mo-
a sangre y fuego a la comunidad. Inclusive vilidad, son propiedades que fortalecen la
en una interpretación de corte liberal, las perdurabilidad e influencia de los públicos
normas del espacio público carecen de la virtuales.
flexibilidad necesaria para darle cabida a los Con el impulso de las tecnologías vir-
contrapúblicos (Fraser) –espacios en los que tuales, se renuevan los ideales del espacio
se expresan identidades y formas de comu- público. Pero sigue abierta la cuestión de
nicación contestatarias–. la relevancia política de los públicos emer-
Dadas estas consideraciones, ¿cómo se gentes. ¿Cómo revitalizar sus lazos con las
explica el renovado interés que tiene el con- aspiraciones de una teoría democrática crí-
cepto de esfera pública en la teoría social tica? Para dar respuesta a esta interrogante
contemporánea? Una respuesta puede en- es preciso reconstruir la articulación entre
contrarse en el hecho de que los ideales de la comunicación pública y la lógica de-
inclusión, deliberación y publicidad no han mocrática. En principio, la emergencia de
perdido relevancia para diversas expresiones cualquier espacio de publicidad está vincu-
de la teoría crítica. Por una parte, el desa- lada con la mera posibilidad de que existan
rrollo de las tecnologías de comunicación ha acciones sociales coordinadas a partir de la
permitido repensar las formas de expresión, comunicación. La publicidad es una condi-
constitución e influencia de diversos tipos ción estrechamente vinculada con los pro-
de públicos. Por otra, la mera posibilidad cesos comunicativos. Alcanzar un mínimo
de que emerjan múltiples sitios de comuni- entendimiento exige que los interlocutores
cación y publicidad, ha revitalizado la teo- hagan explícitos los códigos que regulan la
rización acerca de la articulación entre los comunicación. Cuando se trata de coordinar
espacios públicos, las dinámicas asociativas acciones con base en acuerdos, los motivos
y la expansión de la lógica democrática por y propósitos deben ser justificados ante los
diversas esferas de la vida social. demás. La interacción comunicativa gene-
El concepto de esfera pública que emerge ra una forma de relación social constituida
en la teoría crítica de fines del siglo xx queda por la posibilidad del escrutinio y las exi-
desligado de localizaciones espaciales con- gencias de justificación. Un diálogo de esta
cretas –la plaza pública, o en su caso, el par- naturaleza se hace público, en otro sentido,
lamento–. Antes bien, la comprensión que se cuando los juicios y los argumentos expre-
tiene del espacio público es metafórica: se sados quedan a disponibilidad de otros. La
trata de un espacio virtual, constituido por opinión pública –una opinión que es acce-
un entramado amorfo de conversaciones y sible a cualquiera que esté interesado en
discusiones. A partir del soporte tecnológico conocerla– se convierte en opinión público-
proporcionado por los medios de comuni- política cuando el objeto de la discusión es
cación masiva, la accesibilidad de conteni- qué debe hacerse para dar solución a pro-
dos e información se despega de escenarios blemas colectivos, a saber: la definición de
espacio-temporales concretos (Thompson). los criterios para el uso y distribución de
La visibilidad introducida por los media al- recursos, las bases de la cooperación social,
canza cada intersticio de las interacciones el sentido de las normas, la legitimidad de
sociales. Los recursos virtuales introducidos los procedimientos.
por la Internet provocan una transforma- Ahora bien, la emergencia y sostenibili-
ción en la comprensión convencional de los dad de la esfera pública dependen de que la
espacios de comunicación pública (Dean). coordinación de acciones sociales basadas
No solamente se expanden las posibilidades en el entendimiento comunicativo pueda te-
de acceso y alcance de las conversaciones y ner una relativa autonomía con respecto a
sus contenidos; al mismo tiempo se abren los imperativos del mercado y la regulación
espacios de experimentación discursiva e del poder político-administrativo. A fin de
identitaria. Las redes de intercambio virtual reconstruir las condiciones de posibilidad
se multiplican. Desvinculados de anclajes te- de una esfera pública democrática, Cohen y
rritoriales, los públicos virtuales dan al tras- Arato han señalado que la protección de los
te con la idea de que la esfera pública está derechos a la libertad de asociación, comu-
limitada por las fronteras de los Estados nicación y expresión desempeña un papel
esfera pública 97

fundamental para asegurar la autonomía se pueda llevar a cabo. Sin embargo, como
asociativa y el debate público. Para estos han señalado diversos críticos, la reconcilia-
autores, la actualización de los derechos de ción de los postulados normativos de la teo-
ciudadanía contribuye a sostener la diferen- ría crítica con las exigencias sistémicas y
ciación funcional entre las esferas de la eco- funcionales de las sociedades actuales se
nomía, el Estado y la sociedad civil. La so- realiza a tal grado que el resultado es un
ciedad civil es el ámbito de actividad en el modelo bastante convencional. Uno se pre-
que las normas sociales, la solidaridad y la gunta en dónde se localiza el potencial radi-
comunicación son los mecanismos de coor- cal de una democracia que depende de que
dinación social. Desde esta perspectiva, las la opinión pública influya en los procesos
dinámicas asociativas en la sociedad civil legislativos.
sostienen los procesos de comunicación que Una revaloración –posthabermasiana,
dan forma a la opinión público-política. por así decir– del lugar que ocupa el concep-
En el marco de la diferenciación entre las to de esfera pública en la teoría democrática
esferas de la economía, la sociedad civil y el ha sido realizada por los partidarios de la
Estado, la esfera pública se desempeña democracia deliberativa. La democracia de-
como una instancia de comunicación que liberativa es un corpus de enfoques norma-
permite tener una visión de conjunto del tivos y de estudios empíricos agrupados por
sistema social. A través de esta concepción la idea de que la deliberación y el debate
se actualiza el ideal de un espacio de discu- públicos desempeñan un papel protagónico
sión y deliberación que sirve, a la vez, como en la expansión de los principios democrá-
un foro donde se discuten los fines colecti- ticos. Los representantes de esta vertiente de
vos, y como escenario que somete el desem- la teoría de la democracia, de entrada, to-
peño del poder político a la crítica social. El man distancia de un modelo racionalista de
espacio público es un espacio de opinión la comunicación pública y reconocen la re-
informal y anónima, que se ejerce desde las levancia política de las formas de comuni-
actividades asociativas de los ciudadanos, y cación alternativas (Iris Young). La expre-
cuyo propósito es ejercer influencia sobre el sión de razones públicas no requiere seguir
sistema estatal. De acuerdo con Habermas un modelo racionalista de argumentación;
(Facticidad) –un Habermas que ha dejando puede valerse de una amplia variedad de
atrás las elaboraciones contenidas en La recursos retóricos. Narrativas, testimonios y
transformación estructural de la esfera públi- expresiones emotivas promueven que el de-
ca de 1962–, es una opinión anónima, des- bate público sea inclusivo. Acciones de pro-
centralizada y fluida el origen del poder testa o comportamientos colectivos hetero-
comunicativo que habrá de transformarse doxos cumplen una función semejante. El
–una vez que pase por diversos filtros–, en criterio es que la comunicación social, cual-
resoluciones jurídicas y en poder adminis- quiera que sean sus formas de expresión,
trativo. La legitimidad democrática que ten- consiga resaltar la relevancia general de ex-
gan las leyes y políticas no dependerá sola- periencias y puntos de vista particulares.
mente de haber seguido los procedimientos Asimismo, para el enfoque deliberativo,
adecuados, sino también de que traduzcan el concepto de la esfera pública está asocia-
las pulsaciones de la opinión pública. do con la expectativa de multiplicar los es-
En Facticidad y validez, la teorización ha- pacios de justificación política, contestación
bermasiana del espacio público consigue simbólica y de coordinación democrática.
reconciliar los principios normativos de pu- De esta forma, desde una interpretación
blicidad, comunicación y legitimidad demo- discursiva de la democracia, la esfera pú-
crática con las condiciones prevalecientes blica es concebida como un terreno de dis-
en las sociedades complejas. El lado norma- putas simbólicas (Dryzek). Las contiendas
tivo de este modelo da continuidad a las discursivas en la esfera pública cumplen con
aspiraciones de la teoría crítica de articular diversas tareas. Por un lado, proporcionan
la participación democrática con el ejercicio y difunden información; aportan insumos
de la razón pública. El lado descriptivo es- para orientar las políticas públicas; y esta-
tablece cuáles son las mediaciones institu- blecen mecanismos simbólicos de rendición
cionales necesarias para que este propósito de cuentas. En este sentido cumplen con la
98 esfera pública

función de enriquecer el debate político y permitiera darle racionalidad al ejercicio del


de promover el accountability, o sea la ren- poder y la política–. De igual forma, en pla-
dición de cuentas. no de la investigación histórica, el concepto
Por otra parte, en la medida en que las de esfera pública ha permitido poner de re-
dinámicas discursivas están sostenidas so- lieve la emergencia de los espacios de libre
bre diversas expresiones asociativas, quedan asociación y expresión durante la construc-
vinculadas con redes de influencia y coordi- ción de los Estados nacionales en América
nación social que trascienden los tiempos Latina. En esta línea, diversos estudios han
de la administración pública, y que rebasan dado cuenta de las circunstancias asociadas
las fronteras estatales y regionales. De esta con el desarrollo de la libertad de prensa, los
manera, las disputas simbólicas y sus co- medios de comunicación y diversas formas
rrelatos organizativos están vinculadas con de asociación en los países latinoamerica-
transformaciones en el plano cultural. La nos durante los siglos xix y xx.
función de los discursos en la esfera pública Sin embargo, uno de los campos en los
no es solamente influir en la conducción del que la reflexión teórica y la investigación
poder político, sino también fortalecer las empírica han sido particularmente produc-
normas y prácticas democráticas al interior tivas es el que ha explorado la relación del
de la sociedad misma. espacio público con la democratización de
Paralelamente, los demócratas delibera- los países latinoamericanos. A partir del
tivos se han interesado por las consecuen- decenio de los noventa del siglo pasado,
cias políticas y culturales de la apertura de diversos trabajos han analizado el papel de
diversos espacios públicos. Estos espacios los espacios públicos como correlatos de los
pueden denominarse “minipúblicos” (Fung), procesos democratizadores en esta región.
pues son instancias que, bien emergen en Estos estudios han mostrado que la apertura
coyunturas específicas, o bien se localizan y reapropiación del espacio público, a través
en sectores especiales del Estado o de la so- de la expansión de actividades asociativas,
ciedad. En la categoría de “minipúblicos” se la reivindicación de los derechos humanos,
incluyen una amplia variedad de formatos las luchas por el reconocimiento, y diversos
de participación y discusión social: foros movimientos sociales, han sido decisivos en
educativos cuyo propósito es promover la las transformaciones democráticas. Este ar-
deliberación, órganos consultivos y de ase- gumento está expresado sistemáticamente
soría, mecanismos de participación ciuda- en un trabajo de Leonardo Avritzer, en el
dana en la implementación y evaluación de cual, el autor discute las bases instituciona-
políticas públicas, organismos descentrali- les y culturales del autoritarismo en América
zados de la administración pública que es- Latina –una concepción colectiva e indife-
tán a cargo de consejos ciudadanizados, renciada del “pueblo”, la colonización y ma-
entre otros. Sus alcances son diversos –la nipulación por parte del Estado de la esfera
mayor parte de las veces circunscritos a una de las prácticas asociativas, y la hibridación
problemática específica–, pero su variedad e entre lo público y lo privado–, para mostrar
intensidad es significativa para la democra- cómo la emergencia de diversos “públicos
cia en un sentido particular: representan participativos” produce innovaciones en
instancias plurales en las que la política y la la cultura pública de las sociedades lati-
deliberación pública pueden converger para noamericanas. Avritzer sostiene que estas
ofrecer soluciones efectivas a diversos pro- transformaciones culturales impactan, a su
blemas de coordinación colectiva. vez, en la democraticidad del Estado, gene-
Al desarrollo del concepto de esfera pú- rando innovaciones institucionales de corte
blica los estudios en América Latina han deliberativo. Otros estudios en esta misma
aportado contribuciones innovadoras. En el línea (véase, por ejemplo, Olvera), aportan
terreno de la filosofía política, un trabajo evidencia de la relevancia que tienen las
reciente de Rabotnikof hace explícitas las dinámicas asociativas y las contiendas dis-
tensiones en el pensamiento político con- cursivas en la esfera pública para incidir en
temporáneo asociadas con la posibilidad de el desarrollo institucional de las democra-
imaginar un “lugar común” –un espacio cias latinoamericanas. Paralelamente, entre
que, con base en el principio de publicidad, los asuntos pendientes de una agenda de
esfera pública / estética 99

investigación sociocultural de los espacios la percepción de lo bello y lo terrible; en


públicos se encuentran, por un lado, las consecuencia, el término llega a asociarse
condiciones en las que emergen distintos con la percepción artística. Uno de los tex-
públicos, los mecanismos de circulación los tos más influyentes de la teoría estética es la
discursos que generan y las maneras en que Educación estética del hombre de Friedrich
toman parten en la definición de los códigos Schiller, publicado a fines del siglo xviii,
simbólicos vigentes. donde el autor plantea una conexión entre
el individuo y el estado moderno a través de
obras de consulta. Arendt, Hannah, The Human la experiencia estética. Para Schiller, la ex-
Condition, Stanford, Stanford University Press, periencia estética sirve para unir las esferas
1998 (edición original de 1958); Avritzer de la sensibilidad y la razón, la particulari-
Leonardo, Democracy and the Public Space in dad y la universalidad, de tal modo que re-
Latin America, Princeton, Princeton University sista la creciente fragmentación de la condi-
Press, 2002; Cohen, Jean y Andrew Arato, ción humana en la modernidad. La idea
Civil Society and Political Theory, Cambridge, schilleriana de la educación estética se dise-
Massachusetts Institute of Technology Press, minó en el liberalismo del siglo xix en his-
1992 [Sociedad civil y teoría política (trad. panoamérica y tuvo fuertes repercusiones
Roberto Reyes Mazzoni), México, Fondo en varias instancias del siglo xx en que se
de Cultura Económica, 2000]; Dean, Jodi, consideraba el arte y la cultura como pilares
“Cybersalons and Civil Society: Rethinking the de las naciones-estados.
Public Sphere in Transnational Technoculture”, En América Latina, las cuestiones estéti-
Public Culture, Duke University Press, núm. 13.2, cas ocuparon una posición central en la bús-
2001, pp. 243-265; Fraser, Nancy, “Rethinking queda de los letrados criollos por una iden-
the Public Sphere: A Contribution to the tidad nacional o continental que no fuese
Critique of Actually Existing Democracy” en imitación de la cultura europea. El esfuerzo
Craig Calhoun (ed.), Habermas and the Public por fundar una cultura artística autóctona
Sphere, Cambridge, Massachusetts Institute of se concentró al final del siglo xix y en los
Technology, 1992, pp. 109-141; Fung, Archon, primeros decenios del siglo xx con los mo-
“Recipes for Public Spheres: Eight Institutional vimientos del modernismo y el vanguardis-
Design Choices and Their Consequences”, The mo, que incluyeron muchos elementos eu-
Journal of Political Philosophy, vol. 11, núm. ropeos, pero que tuvieron el propósito de
3, 2003, pp. 338-367; Habermas, Jürgen, establecer una estética propiamente latinoa-
The Structural Transformation of the Public mericana. El impulso por identificar un nue-
Sphere: An Inquiry into a Category of Bourgeois vo origen cultural en las Américas también
Society, Cambridge, Massachussets Institute of opera dentro del populismo cultural prota-
Technology, 1991 (edición original de 1962); gonizado después de la Revolución mexica-
Olvera, Alberto J., Sociedad civil, Esfera pública na por José Vasconcelos, Diego Rivera y
y democratización en América Latina: México, otros. Se logró una especie de síntesis de
México, Fondo de Cultura Económica, 2003; estos movimientos en la narrativa de la mi-
Rabotnikof, Nora, En busca del lugar común. tad del siglo xx (el boom), en la cual se tra-
El espacio público en la teoría política contem- mó una producción narrativa original y úni-
poránea, México, Instituto de Investigaciones ca de las múltiples corrientes de la cultura
Filosóficas, unam, 2005. e historia latinoamericanas. Mientras que
estos movimientos literarios intentaron for-
[alejandro monsiváis] mular una expresión propiamente latinoa-
mericana, sus críticos alegaron que termina-
ron por ignorar, excluir o apropiarse de las
estética experiencias heterogéneas del continente
para fundar una forma de expresión desti-
Del griego aisthanumai (a˝suånomai) palabra nada exclusivamente a los metropolitanos y
que se refiere a la percepción sensible. El a los extranjeros.
término estética fue recuperado en el siglo Esta tendencia está explícita en uno de
xviii por la filosofía alemana para designar los textos fundacionales de la estética lati-
una teoría de la percepción, especialmente noamericana moderna, Ariel [1900], del uru-
100 estética

guayo José Enrique Rodó. En este ensayo, de él, usando el lenguaje del maestro para
el autor exhorta a “la juventud de América” maldecirlo. Fernández Retamar sugiere que
a emprender una nueva etapa en la historia tal es la herencia cultural del continente, y
latinoamericana a partir de una educación enumera figuras políticas y culturales desde
estética que establecería los fundamentos de Rubén Darío hasta Che Guevara que contri-
los valores sociales y políticos en relación buyeron a una política cultural de rebelión
con una noción del arte como ideal de la y “maldición.” La figura de Calibán evoca
representación. Este ideal se basa en ele- una realidad material que los poderes do-
mentos de la filosofía alemana que atribu- minantes no pueden hacer desaparecer ni
yen al arte las cualidades de ser universal, idealizar.
razonable, desinteresado y espiritual. Rodó Si bien a partir de los años cincuenta cre-
contrasta este ideal, que se encarna en el ció la esperanza de crear una cultura y una
personaje Ariel de la obra teatral shakespea- política que reflejaran las realidades mate-
riana La tempestad, con la materialidad, el riales de América Latina, en los siguientes
interés y la irracionalidad del personaje decenios hubo grandes represiones de estas
Calibán. Rodó empleó esta oposición para esperanzas. Frente a las guerras civiles de
defender una jerarquía antidemocrática, en Centroamérica, la represión brutal de las
la que las elites tuvieran hegemonía sobre manifestaciones populares en México y el
los pobres e iletrados del continente, ade- establecimiento de las dictaduras en varios
más de demostrar una superioridad espiri- países sudamericanos, el campo cultural e
tual sobre los estadunidenses que según él intelectual tuvo que interrogar su función
carecían de sensibilidad cultural. y su lugar en el mundo. Pareció necesario
Tal oposición entre cultura y materiali- encontrar nuevas formas de representación
dad no fue sostenible en América Latina del y nuevos espacios de pensamiento y crea-
siglo xx, donde las fuerzas heterogéneas so- ción, ya que muchos de los dispositivos tra-
ciales e históricas turbaron todo intento de dicionales fueron eliminados o apropiados
establecer una noción universal y pura de la por el discurso oficial. Estas nuevas formas
cultura. Ariel representa un extremo que no incluyeron medios masivos tales como el
volvió a repetirse muchas veces, y por cierto cine y la música popular, como medios más
los movimientos artísticos y literarios prin- tradicionalmente asociados con el arte y la
cipales del siglo incorporaron elementos literatura. El cine intentó expandir la con-
“materialistas” que no le habrían agradado ciencia a lugares desconocidos por los in-
a Rodó (por ejemplo, la tecnología, las rup- telectuales metropolitanos y de cambiar la
turas del lenguaje, la sonoridad, la mezcla percepción de lo supuestamente conocido.
de culturas y discursos). Sin embargo, mu- La música folklórica y el rock mezclaron
chas obras que intentaron representar las denuncias políticas con letras poéticas y un
fuerzas heterogéneas del continente termi- buen ritmo o melodía, el arte visual se ra-
naron apropiándose de ellas y neutralizando dicalizó, escapándose del espacio protegido
su alteridad con respecto a las estructuras del museo o la galería y desplomándose en
hegemónicas. medio de la ciudad, en esculturas hechas
En la segunda mitad del siglo xx, hubo del detritus de la vida moderna o en perfor-
intentos renovados de definir la cultura la- mances diseñados a choquear y confundir
tinoamericana más allá de los impulsos pu- las distinciones y normas ordenando las
ramente artísticos de los años precedentes. imaginarias nacionales.
Una expresión paradigmática de esta redefi- Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis,
nición aparece en el ensayo “Calibán” (1971) Nelly Richard y Beatriz Sarlo producen tex-
del cubano Roberto Fernández Retamar, tos que funcionan a la vez analíticamente y
donde el autor rechaza la jerarquía plantea- como intervenciones culturales. Estos textos
da por Rodó y sugiere que el símbolo que dan cuenta de cambios en la concepción de
mejor corresponde a la experiencia latinoa- lo estético y cristalizan formas culturales
mericana no es Ariel sino Calibán. En la originales que integran convenciones y re-
obra shakespeariana, Calibán es un esclavo gistros de diferentes géneros como la cró-
que elige no seguir las órdenes del maestro, nica, el periodismo, la ficción, la sociología,
como Ariel, sino que se rebela en contra la denuncia política y el arte visual. Sus
estética 101

autores tienen una función importante en pendiente del gobierno, en rigor la zona del
la articulación pública de opiniones sobre antagonismo”. Intentan marcar la emergen-
la producción cultural, los acontecimientos cia de nuevas coyunturas dentro de la tem-
socio-políticos de sus países y de la región, poralidad del capitalismo tardío, pero que
y los cambios en el campo de la crítica cul- no son necesariamente reducibles a ella. Las
tural internacional. obras de Monsiváis representan aproxima-
La crónica es un género que desafía las ciones a una diversidad de fenómenos so-
formas tradicionales de la representación, a ciales y culturales difíciles de resumir. No
pesar del hecho de que su historia comen- obstante, se puede identificar estrategias
zara en América Latina desde los primeros narrativas recurrentes: como afirma John
encuentros entre conquistadores europeos Kraniauskas, “Monsiváis, más que “contar”,
y habitantes nativos del continente. Elena “muestra”, y al hacerlo se mueve a través
Poniatowska y Carlos Monsiváis recupe- y entre las experiencias y las posiciones
raron el género para denunciar la simul- ideológicas del campo cultural que explo-
tánea agresión y privatización del estado ra. Sus crónicas-ensayos son policéntricas y
frente a los sectores populares. La noche actuantes, activando ideologías en conflicto
de Tlatelolco: testimonios de historia oral de y celebrando pequeñas victorias donde sea
Poniatowska (1971) inauguró este nuevo que se encuentren –definiciones difícilmente
uso de la crónica. El libro está compuesto equiparables a las del ensayo y la crónica
de un montaje que incorpora una variedad convencionales–”.
de fuentes y medios de representación, en- En Chile, el golpe de estado en 1973 pro-
tre ellas: entrevistas con ambas partes; los dujo lo que se ha descrito como una crisis
participantes en los movimientos estudian- de sentido para los escritores, intelectuales
tiles, que fueron reprimidos por el ejército y artistas. Bajo la censura severa del régi-
mexicano, y los oficiales gubernamentales men militar y frente a la desaparición y tor-
asociados con la represión estatal; recortes tura de miles de ciudadanos, los que queda-
de periódicos del momento; fotos que pre- ron en libertad y que no se fueron al exilio
tenden documentar una masacre cuya exis- tuvieron que interrogar los viejos modelos
tencia había sido ignorada o negada por de compromiso político en el pensamiento
los canales institucionales; y comentarios y en el arte. Nelly Richard, en su libro
escritos por Poniatowska misma. La noche Márgenes e institución: arte en Chile desde
de Tlatelolco constituye una obra testimonial 1973, describe cómo la comunidad artística
colectiva que no deja de poner en evidencia y literaria empujó la categoría del arte hasta
las mediaciones y compromisos que figura- sus extremos para potenciar su fuerza bajo
ron en su construcción. la represión del gobierno y su control de
Carlos Monsiváis también suele emplear toda forma de expresión pública. Los artis-
montajes para realizar denuncias a la co- tas de la llamada “escena de avanzada” re-
rrupción e incompetencia del estado frente husaron toda relación ilustrativa entre arte
a los desastres naturales y a las fuerzas del y política, concentrándose en una práctica
capital tardío, tanto como una reivindica- del arte que funcionara como una fuerza
ción de los pequeños triunfos por parte de disruptora en la sociedad rígida creada por
sectores populares. Un ejemplo notable es los militares. Esta escena artística se carac-
Entrada libre: crónicas de una sociedad que terizó por su interés en la producción colec-
se organiza (1987), una colección de cróni- tiva del arte y el intento por borrar los lími-
cas ensayísticas que tratan una serie de rup- tes entre el espacio aurático del arte y la
turas sociales caracterizadas por el abando- gente, y por el enfoque temático de la mate-
no de un estado que ha dejado de cumplir rialidad indisciplinada de los cuerpos y el
su papel como reconciliador de conflictos deseo. Richard, que no fue un miembro de
sociales: la explosión de San Juanico en la escena de avanzada, vio en su producción
1984 y el terremoto de 1985 en la ciudad de una alternativa a los discursos políticos y
México. Junto con el propósito de denun- académicos de izquierda, que además de ser
ciar, las crónicas son recuerdos de lo que amenazados por el régimen, también solían
Monsiváis llama “el esfuerzo comunitario de reproducir las jerarquías y esquemas totali-
autogestión y solidaridad, el espacio inde- zadores asociados con el discurso oficial.
102 estética

Influida por Michel Foucault y Roland márgenes sociales e históricos de la vida ur-
Barthes y las revistas argentinas Contorno y bana de l0s decenios de los veinte y treinta.
Punto de Vista, entre otras cosas, Richard En los años noventa, experimentó con una
concibió una forma de discurso ensayístico forma más ensayística de crítica cultural en
en el que se combinan observaciones sobre los libros Escenas de la vida postmoderna:
el arte, la sociedad, la cultura popular, el intelectuales, arte y videocultura (1994) e
espacio urbano y el género; y que se intere- Instantáneas: medios, ciudad y costumbres
sa por los fragmentos y la micropolítica tan- en el fin del siglo (1996), donde recoge ob-
to como por los grandes acontecimientos servaciones fragmentarias de la vida bonae-
políticos y sociales. En 1990, al comienzo de rense en el capitalismo tardío, mezclando
la transición a la democracia, Richard fun- descripciones del arte postmoderno con
dó la Revista de Crítica Cultural para crear análisis del espacio higiénico de las galerías
un espacio para el desarrollo público de este comerciales y la interrupción temporal del
tipo de crítica. Aunque ha sido objeto de control remoto del televisor.
más de una controversia, sobre todo por su A pesar de que las formas de crítica pro-
importación de ideas extranjeras y un perci- movidas por Richard y Sarlo tienen mucho
bido elitismo, la revista llegó a ser una fuer- en común con los estudios culturales, am-
za importante para la redefinición del dis- bas escritoras han expresado sus diferencias
curso político-cultural en Chile, con una con los estudios culturales tales como los
influencia considerable para otros países de practicaron desde la academia norteameri-
América Latina. cana en los años noventa. Richard reconoce
Durante la dictadura en Argentina, un la importancia del movimiento de descen-
grupo de intelectuales de izquierda funda- tralizar la noción de cultura de su forma
ron la revista Punto de vista para crear un monumental y hegemónica para hacer vi-
espacio para la reflexión social, cultural y sibles las múltiples manifestaciones de la
política. El proyecto crítico de la revista qui- cultura en una sociedad y las tensiones que
so vincular un concepto dinámico y abierto las subyacen: tensiones entre la ideología, la
de la cultura con la política con el fin de historia, la estética, la económica, la políti-
interrogar tal relación y destruir todo con- ca y la inscripción social, entre otras cosas.
cepto de autonomía cultural y también de la Sin embargo, ella critica el entusiasmo con
dependencia ilustrativa del arte comprome- que la academia norteamericana adoptó la
tido. Influida por el materialismo cultural orientación estudioculturalista para enten-
inglés y por la sociología francesa, la revista der América Latina, sobre todo en cuanto
buscó interrogar las bases materiales e his- a que se aplicara a revelar aspectos que
tóricas de la producción cultural argentina no fueran reconocibles en los discursos y
y desmitificar una noción homogénea de la mediaciones culturales latinoamericanos.
cultura, mezclando críticas de la literatura, Advierte que tal tipo de análisis corre el peli-
el cine, el rock, el arte y la cultura masi- gro de someter a la cultura latinoamericana
va junto con el psicoanálisis, la sociología a una fuerza bruta incapaz de entenderse y
y la teoría cultural. Beatriz Sarlo, que fue a una exterioridad condenada a quedarse en
una de las fundadoras de la revista y sigue los márgenes del sistema mundial. Insta a
siendo su directora hasta el día de hoy, es que se enfoquen en los aspectos singulares
una figura paradigmática del tipo de crítica de la cultura y de la experiencia en América
cultural, ejemplificada por la revista. En su Latina, fijándose siempre en la forma o el
primer libro, El imperio de los sentimientos estilo con que se representan estas singula-
(1985), analizó revistas populares femeninas ridades, que debe resistir toda tentación de
para revelar una perspectiva histórica alter- recurrir al discurso normativo o totalizador
nativa a la historia masculina y de élite. En característico de las investigaciones acadé-
su segundo libro, Una modernidad periférica micas-intelectuales. Sarlo comparte las sos-
(1988), elaboró una teoría de la moderni- pechas de Richard vis-à-vis la marginaliza-
dad argentina, basándose en una concien- ción implícita de lo latinoamericano en el
cia marginal que se identifica en algunos de discurso de los estudios culturales metropo-
los textos más consagrados de la literatura litanos, pero se distingue de ella al momento
argentina, que se sitúa en diálogo con los de proponer un remedio. Basándose en una
estética 103

interpretación particular de la Escuela de en respuesta a la ideología estética y a su


Frankfurt, ella rechaza los medios masivos complicidad con estructuras de dominación
como textos reveladores de la cultura y la y normatividad, y otra voz que pretende afir-
sociedad y exige una vuelta a un discurso mar la existencia material—aun dentro del
crítico basado en el valor estético y la tradi- lenguaje—como primera instancia del rela-
ción nacional de letras, a pesar del juicio de cionarse del sujeto con el mundo.
normatividad y conservadurismo que este
gesto parezca provocar. obras de consulta. Franco, Jean, The Decline and
Las ideas que expresan Richard y Sarlo Fall of the Lettered City: Latin America in the
sobre los estudios culturales apuntan a una Cold War, Cambridge, Massachusetts, Harvard
tensión significante entre la crítica o pro- University Press, 2002 [Decadencia y caída de la
ducción de cultura y la categoría de la esté- ciudad letrada: la literatura latinoamericana du-
tica, una tensión generalmente olvidada en rante la guerra fría (trad. Héctor Silva Miguez),
la práctica estudioculturalista de los últimos Madrid, Debate, 2003]; González Stephan,
decenios. El cambio de enfoque en el estu- Beatriz (ed.), Cultura y tercer mundo, Caracas,
dio de la cultura desde las instituciones tra- Nueva sociedad, 1996. Herlinghaus, Hermann
dicionales de arte y letras a la cultura popu- y Monika Walters (eds.), Posmodernidad en
lar o masiva no garantiza en sí que los la periferia: enfoques latinoamericanos de la
estudios culturales puedan llevar a cabo un nueva teoría cultural, Berlin, Langer-Verlag,
verdadero cuestionamiento de la ideología 1994; Ramírez, Mari Carmen, Inverted utopias:
estética y culturalista que sirvió como fun- Avant-garde in Latin America, New Haven, Yale
dación de antiguas formas de crítica. En la University Press, 2004; Richard, Nelly (ed.),
medida en que reproducen un concepto de “La crítica: revistas literarias, académicas y
la cultura como plenitud o depósito de los culturales”, número especial de Revista de
valores sociales, los estudios culturales si- Crítica Cultural, núm. 31, 2005; Sarlo, Beatriz,
guen siendo o demasiado “estéticos” o no lo “El relativismo absoluto o cómo el mercado
suficientemente estéticos. El futuro de los y la sociología reflexionan sobre la estética”,
estudios culturales dependerá en cómo se Punto de Vista 48, 1994, 27-31.
decide responder a una tensión interior que
marca y divide los estudios culturales desde [kate jenckes;
su principio: entre una voz crítica que nace patrick dove]
frontera sentido disciplinario. Esta pedagogía –la del
cruce, del desborde y de la transgresión de
Las fronteras separan, unen, delimitan, fronteras disciplinarias– contribuye al redi-
marcan la diferencia y la similitud, pero seño de una América Latina, que privilegia
también producen espacios intersticiales, tanto un retorno crítico a lo regional y a lo
nuevos espacios que inauguran relaciones. local, como una propuesta de ciudadanías
Pueden ser burladas, acatadas, cruzadas, transnacionales o interculturales.
transgredidas, imaginadas, reales, reinven- El carácter pedagógico relativo a las for-
tadas y destruidas. Confinan y liberan. mas de administración, producción y circu-
Protegen y torturan. lación del conocimiento en un marco global
La revisión y reelaboración del concepto de grandes asimetrías produce varias pre-
de frontera en función del pensamiento, crí- guntas eje de nuestra reflexión: ¿qué cuenta
tica y teorización latinoamericana y anglo- como conocimiento y quién puede producir-
sajona, de los últimos dos decenios, constitu- lo? ¿Cómo negociar el acceso y permanencia
ye una de las operaciones fundacionales de de saberes, prácticas y experiencias “otras”
los estudios culturales. Los estudios cultura- que colinden con estructuras hegemónicas
les han pensado “frontera” más allá de su ca- y universales? ¿Cómo visibilizar e intervenir
rácter geográfico o geopolítico y lo inscriben críticamente en las formas de conocimiento
como dispositivo esencialmente pedagógico, movilizadas por la globalización de capitales,
es decir, vinculado con la propuesta de pro- ideas y personas? ¿Qué fronteras es necesa-
ducción y administración de conocimientos rio derribar, cuáles debemos construir y qué
y prácticas que finquen nociones de ciuda- límites trazar para producir una circulación
danía inscritas en regímenes democráticos del conocimiento y de la experiencia que dé
particularmente interesados en la equidad cuenta de los discursos y proyectos “desde
en América Latina. El carácter pedagógico abajo”? ¿Desde qué limites discursivos, con
relativo a la revisión de la noción de “fron- qué colindancias transnacionales, a través
teras” del conocimiento (cómo se produce de qué umbrales de la materialidad y la
y transmite) tiene como efecto fundamental reapropiación de nuestra historia podemos
la generación de epistemologías geocultu- acercarnos al desarrollo de una ciudadanía
rales desarticuladoras de las diferencias y inclusiva e intercultural en América Latina?
asimetrías frente al poder. El cruce entre Las fronteras in/visibilizan todo aquello
pedagogía crítica y ruptura epistemológica que puede colindar, oponerse u ocultarse.
se constituye como fundacional en los es- Su función epistemológica y crítica radica
tudios culturales. Esto quiere decir que lo en el hecho de transparentar los efectos del
que da lugar a estos estudios es, sobre todo, ejercicio del poder y la resistencia. Estos lí-
una nueva forma de administración y pro- mites apuntan a los gestos de resistencia
ducción del conocimiento, cuya operación que proponen nuevas colectividades o retor-
esencial es el cruce de fronteras disciplina- nos estratégicos a lo local con el fin de revi-
rias y geoculturales. Lo que finca el carácter sar paradigmas estrechos de identidad. Este
alternativo de estos estudios es la produc- cruce y trazo de fronteras como delimita-
ción de una pedagogía política del disenso ción alternativa de nuevas colectividades
hacia fuentes hegemónicas de provisión de transnacionales, con su consiguiente revi-

[104]
frontera 105

sión de identidades evidencia los mapas y Los traslapamientos propuestos por los
geografías que surgen a partir de la resisten- estudios culturales entre disciplinas, entre
cia, lucha y representación “desde abajo”, espacios territorializados y desterritorializa-
para una sociedad económica y socialmente dos como la memoria y el deseo, no serían
justa y equitativa. Con esta expresión topo- cabalmente aprehendidos sin la presencia
lógica “desde abajo”, nos referimos junto de los cruces planteados por el feminismo
con Appadurai, Anzaldúa, Mohanty, Moraña, transnacional, la crítica literaria feminista
Alarcón, García Canclini y otras críticas a la latinoamericana, y los movimientos sociales
globalización de grupos, comunidades y dis- y ciudadanos estudiados e impulsados por
cursos en torno a las disfunciones y asime- el feminismo. En una palabra sin la activa
trías propias de la globalización en la bús- fricción de los conceptos de identidad, espa-
queda de una ciudadanía que no elimine las cio y pedagogía introducida por los estudios
diferencias, las agendas y las especificidades de género.
de grupos y comunidades. Los estudios culturales y los estudios de
El análisis del término frontera que pro- género trabajan en objetivos semejantes,
ponen, refiere a un acto de visibilización de vinculados a la desestabilización de fronte-
inequidades, resistencias y negociaciones ras asignadas entre disciplinas académicas
ocultas o explícitas frente al poder. Acentúa que parcializan el conocimiento y contienen
en particular actos de demarcación de lími- estática a la subalternidad. Ambos estudios
tes, asimetrías, o cruces entre prácticas pe- están interesados en analizar la producción
dagógicas hegemónicas con aquellas que de conocimiento y su administración en la
plantean algún tipo de corte o desvío. construcción tanto de movimientos sociales
Las operaciones de desvío o rajadura son por los derechos de minorías, como en la
producto del roce de demandas y necesida- producción de formas de representación crí-
des de sobrevivencia y representación vincu- tica de la otredad. Se han nutrido de teori-
ladas a: la identidad (local, global, nacional, zaciones alternativas tales como el análisis
transnacional), a la práctica pedagógica (las del discurso, el psicoanálisis, la semiología
formas vernáculas, locales o transnaciona- y la deconstrucción para criticar nociones
les de administración de saber de la otre- disciplinarias de espacio e identidad.
dad) y a la diferencia (cultural, sexual, de Los estudios culturales han llevado a
género, clase o racial), con los espacios y cabo intervenciones estratégicas que los lo-
lenguajes hegemónicos. calizan en la frontera con los estudios de
La revisión del término de frontera y las género. Stuart Hall, desborda el término he-
operaciones que le dan significación: cruce, gemonía usado por Gramsci para referir no
desborde y límite, han permitido a los estu- solamente a las relaciones articuladas en
dios culturales consolidarse, aun frágilmen- términos de clase, sino también a las que
te, y viajar por el continente americano (tan- incluyen marcas de género, raciales, de
to el anglosajón como el latino) revisitando, creación de significado como apuesta del
a partir de una propuesta pedagógica del subalterno, y del placer como elementos a
disenso, conceptos como espacio e identi- considerar en el análisis de las relaciones de
dad. Estos conceptos han sido apropiados poder. Gayatri Spivak ha marcado los pro-
por los estudios culturales, con el fin de dar blemas de representación de la subalterni-
cuenta de las transfiguraciones debidas a la dad frente a la violencia epistemológica de
migración, a los flujos de capitales, discur- occidente. Mabel Moraña ha reflexionado
sos, medios y políticas de la representación sobre los vínculos entre estado y producción
particulares de una América Latina que re- de conocimiento por parte de intelectuales
configura cada vez más sus fronteras geocul- desde una perspectiva de género en América
turales e imaginarias. Latina Un gran número de intelectuales la-
Las operaciones de cruce, desborde y lí- tinoamericanas y latinoamericanistas, entre
mite, posibles a partir de la revisitación del ellas Nelly Richard, Ileana Rodríguez, Mary
término de frontera y sus implicaciones pe- Louis Pratt, Doris Sommer, Margo Glantz,
dagógicas, han permitido a los estudios cul- Beatriz Sarlo, Francine Masiello, Mónica
turales reconfigurar y desestabilizar nocio- Szurmuk, Jean Franco, entre otras, han
nes hegemónicas de identidad y espacio. marcado desde diferentes ángulos, las fron-
106 frontera

teras que deben cruzar y reinventar las mu- tudios culturales y de género a favor de mo-
jeres y sus otredades para poder hacer sen- vimientos subversivos y reconstitutivos del
tido en los límites de lenguajes y pedagogías cuerpo y la lengua del sujeto subalterno. La
hegemónicas, con el fin de proponer cáno- producción de representaciones culturales
nes alternativos, ciudadanías integrales a por chicanas en los Estados Unidos, las ne-
sujetos “parciales” y políticas de la traduc- gociaciones de sobrevivencia y ciudadanía
ción y la mediación que potencien una cul- de puertorriqueños en Nueva York, el esta-
tura latinoamericana que no se base funda- tus de inasimilables de los niños migrantes
mentalmente en la producción de una élite. peruanos en las escuelas argentinas, son tres
Se han preguntado: ¿cómo subvertir el len- ejemplos de reinscripción del otro en terre-
guaje para dar cuenta de los linderos de ex- no intersticial de la disciplina y la nación.
periencias femeninas u “otras”? ¿Cómo Transnacionalidad, transdisciplina y tran-
apropiarse de una narrativa que represente sexualidad marcan categorías que se ubican
la experiencia, el silencio y lo innombrable tanto en el cruce de fronteras disciplinarias
de las mujeres y la otredad? ¿Qué tipo de como en el más allá de continentes hegemó-
identidades y qué relatos están movilizando nicos como la nación soberana, la disciplina
las identidades diaspóricas latinoamerica- y el género dual (masculino, femenino). Lo
nas? ¿Qué cruces, qué nuevos lenguajes hay “trans” localiza su fuerza en el más allá de
que generar para representarlas y escuchar- las metanarrativas ligadas a las identidades
las? ¿Qué lugares de enunciación marginal nacionales monolíticas, genéricas y discipli-
es preciso atender? Y la pregunta culminan- narias.
te ¿En dónde tenemos los ojos? Appadurai subraya la velocidad, el movi-
Así se subrayan los intersticios y fronte- miento de personas, finanzas e ideas hacia
ras entre los estudios culturales y de géne- la disyunción y la desterritorialización como
ro y su búsqueda común por una cultura fuerzas desestucturadoras del orden actual;
latinoamericana con nuevas demarcaciones surge así la fuerza de lo transnacional. La
con respecto a su estricto canon y con un disputa entre la fuerza del “lugar”, las polí-
ejercicio de traducción y producción que ticas de “lugar” (territorializadas) y la fuerza
rompa con las densas fronteras erigidas de- del movimiento (políticas de la desterrito-
bido a las diferencias nacionales, raciales, rialización) entra en juego.
genéricas o sexuales. Surgen varias preguntas: ¿cómo pensar
Una de las operaciones más importantes la resistencia, la identidad, el saber desde
de los estudios culturales y de género se re- los límites de nación, género y disciplina?
fiere a la fuga y desborde del sujeto subalter- ¿Qué nuevo papel ocupan las naciones, los
no o femenino de los territorios nacionales territorios frente las movilizaciones diaspó-
y disciplinarios. John Beverley apunta a la ricas y desterritorializadas?
imposibilidad de que el saber latinoamerica- El concepto de límite, trabajado por Julio
no pueda ser contenido ya sea disciplinaria Ramos, cobra relevancia aquí pues si bien
o territorialmente. Desde estos estudios los la soberanía y el discurso nacional pueden
cruces y desbordes disciplinarios y territo- hacer invisible la diferencia, la nación como
riales enfatizan más que la disciplina y el constructo moderno, base de la ciudadanía,
territorio, la transdisciplina y los espacios puede ser reclamada desde sus límites y
desterritorializados. La desestabilización de obligada a responder tanto a los grupos mi-
las fronteras geográficas y disciplinarias –la grantes como a sus comunidades locales,
transdisciplina y la desterritorialización– desde sus “deslenguas”.
permiten tanto el estudio de la densidad La discusión se desliza al escenario que
de las disciplinas establecidas y las formas delimita las fronteras, a partir de las cuales
en que atrapan al subalterno sin cuerpo y el sujeto latinoamericano piensa y es pensa-
sin voz, como el constreñimiento y control do. Walter Mignolo centra el problema en la
de las naciones hacia sus identidades. Así, localización, de la delimitación del lugar
transdisciplina y transnacionalidad son dos desde donde pensamos Latinoamérica y so-
marcas estratégicamente derivadas de cru- mos pensados por otros. Surge la operación
ces y desbordes de fronteras geográficas y que marca el término border thinking, basa-
disciplinarias operadas al interior de los es- da en la obra de la chicana Gloria Anzaldúa,
frontera 107

la cual enfatiza una pedagogía de lo margi- ordenan de acuerdo a códigos coloniales.


nal, del límite y el intersticio, frente a una Son definidas como espacios de tráfico, in-
administración dominante del conocimien- tercambio y constitución de representacio-
to. Implica pensar a la nación desde sus lí- nes culturales atravesadas, y densamente,
mites, desde sus zonas más frágiles, aquellas por condiciones de coerción, radical inequi-
fronteras que empiezan a diseñar políticas dad y conflictos profundos. Pratt plantea
de la inclusión y la diversidad cultural. que además del contacto entre personas,
Mignolo enfatiza un movimiento inters- grupos, mercancías e ideas, dichas zonas
ticial entre género y cultura, entre saberes están marcadas por inestabilidades y asime-
dominantes y emergentes e intersticiales trías correspondientes al sexo, clase, color,
como el generado por Anzaldúa, sobre todo nacionalidad de las posiciones en contacto.
a partir de su trabajo en Borderlands/La José Manuel Valenzuela Arce también
Frontera: The New Mestiza. Este texto deli- participa de este debate sobre pedagogía,
nea todas las fronteras que hay que derribar, transdisciplina y frontera al analizar las
las que hay que cruzar, los puentes que es estructuras de dominación y las formas de
necesario diseñar, los territorios lingüísticos saber que pueden imponerse o sobrevivir a
de los que es imprescindible apropiarse, las ellas, él trabaja un discurso teórico sobre
identidades que hay que reclamar con el fin la cultura popular. Valenzuela entiende lo
de generar formas de convivencia y repre- popular como una dimensión relacional,
sentación propias, en esa franja de territorio con ordenamientos colectivos, que se cons-
real e imaginario entre los Estados Unidos tituye como ámbito de interacción social
y México. Su finalidad es incrementar el dis- que es expresión y reproducción de las asi-
curso, la materialidad y las razones para la metrías tanto sociales como económicas y
generación de ciudadanías incluyentes, in- simbólicas. Busca establecer las formas de
terculturales, transnacionales, multiétnicas representación que vinculen lo popular y lo
o pluriculturales. fronterizo, en especial lo que se refiere a la
En esta búsqueda por el puente y el lími- frontera norte de México y su contacto con
te, el trabajo de Norma Alarcón plantea una los Estados Unidos. Trabaja lo popular en
propuesta pedagógica y de ruptura episte- colindancia con lo femenino, la pobreza,
mológica que apunta a visibilizar lo que la música norteña y banda y electrónica, el
cuenta como saber y quién puede producir- tratado de libre comercio, las nuevas religio-
lo. Alarcón afirma que las escritoras chica- nes o cultos, los movimientos sociales y sus
nas no son personajes en busca de autor, efectos como dispositivos de transgresión,
sino mujeres que tratan de deshacerse de disciplinamiento y como generación de dis-
sus autores. Alarcón plantea una pedagogía curso del poder. Establece el espacio fron-
de frontera que radica en la reapropiación terizo como territorio limítrofe densamente
de lo autores modernos europeos (Derrida, permeado por interacciones económicas,
Lacan, Freud, Foucault) en función de las espirituales, artísticas, de mercado. Así nos
voces, la extrema desigualdad racial, de sexo regresa también a lo local: los modos de
y género y las necesidades de las minorías, vida, los hábitos de consumo, los símbolos y
en este caso de las chicanas. Su pedagogía valores, los movimientos sociales, las expre-
de apropiación de la voz y del saber (propio siones autogestivas y artísticas. Su trabajo
y dominante) por el otro es radical. Este des- constituye una pedagogía (administración/
plazamiento pedagógico de la búsqueda del traducción de los saberes de la subalterni-
autor, a la fuga del autor solo nace al cues- dad) viva del espacio fronterizo, plagada de
tionar la tradición que ha delimitado las representaciones musicales, artísticas, eco-
voces de resistencia. nómicas que pretenden señalar la autono-
Las estructuras de dominación y las re- mía, interrelación y excepcional singulari-
percusiones pedagógicas en la asimilación, dad de ese espacio.
apropiación o cuestionamiento de saberes Una pregunta fundamental que marca
cobran una luz distinta cuando las pensa- estas operaciones críticas pedagógicas es:
mos en lo que Mary Louise Pratt elabora ¿cómo rearticular los saberes del “otro” más
como zonas de contacto. Las zonas de con- allá de los códigos implicados en lenguajes,
tacto son espacios donde las relaciones se disciplinas y estructuras epistemológicas de
108 frontera

dominación? En una palabra, ¿cómo pen- mujeres a ambos lados de la frontera ha sido
sar más allá de la dominación?, ¿desde qué Border Women. Writing from la frontera. En
lugar, con qué lenguaje, en qué cuerpo? La él, Socorro Tabuenca y Debra Castillo ma-
respuesta no se hace esperar: desde la fron- pean las tensiones, temáticas y acentos po-
tera, desde los límites del discurso nacional, líticos diferenciales de mujeres escritoras a
de género, racial y sexual, desde los intersti- ambos lados de la frontera.
cios entre disciplinas, entre naciones, entre Las chicanas han trabajado el sentido
imaginarios, entre lenguas. La zona inters- pedagógico de lo transdisciplinario y el
ticial se coloca más allá de los regímenes sentido subversivo de la representación de
que comprometen la movilidad y el flujo la experiencia femenina transnacional. Su
de disciplinas, territorios e imaginarios de constante misión pedagógica de enseñar, es-
la representación en cuerpo y lengua de la cribir, traducir y su forma de habitar estas
otredad. fronteras las ha llevado a teorizar y narrar
Uno de los espacios privilegiados del cru- la experiencia marginal en una suerte de
ce, es el espacio geocultural de la memoria, pensamiento oposicional (oppositional thin-
de las prácticas pedagógicas y políticas que king), elaborado por Chela Sandoval y reco-
se abren en el roce de una de las fronteras gido por críticos como Chandra Mohanty y
más grandes y cruzadas del mundo: la fron- Donna Haraway, Ernesto Laclau y Chantal
tera entre los Estados Unidos y México. Mouffe.
Las chicanas, mujeres transfronterizas Los estudios culturales han retomado
por excelencia, han desarrollado un co- estas tensiones y preguntas, las han hecho
nocimiento situado, una localización en suyas. Desde estos cuerpos y estas lenguas
cuerpo y lengua histórico/política, desde se analiza la globalización intervenida por
donde pensar y pensarse. Gloria Anzaldúa las comunidades imaginadas: por migran-
construye este “lugar,” en la frontera entre tes mexicanos, caribeños, latinoamericanos
México y los Estados Unidos, una frontera en los Estados Unidos, con acentos en las
emocional, geográfica, lingüística, material formas de conocimiento vernacular y local
e imaginaria. ¿Cómo pensarse desde los que la globalización des/articula y el cono-
discursos de dominación?, ¿en qué lengua, cimiento de la globalización que sus obras
con qué cuerpo? Su respuesta es clara, con posibilitan (coaliciones y redes transnacio-
la producción de conocimiento situado nales).
en pedagogías fronterizas, fruto de narra- Las críticas literarias latinoamericanas,
tivas y teorizaciones que hablan desde su caribeñas y chicanas, constituyen vínculos
cuerpo, desde su experiencia en lenguajes transfronterizos que es necesario fortalecer.
bilingües que buscan traducir lo irrepre- Han trabajado en torno al concepto de iden-
sentable de la experiencia del migrante, del tidad, espacio y pedagogía con el fin de re-
diaspórico o del otro en los Estados Unidos. presentar en cuerpo y lengua la otredad,
Gloría Anzaldúa con su libro Borderlands La más allá de la soberanía nacional, de lo bi-
Frontera, provocó una intensa discusión ha- nario genérico y de las pedagogías dominan-
cia el interior de la academia anglosajona, tes, desde lo transdisciplinario, lo transexual
que trajo como consecuencia la revisión de y lo transnacional, materializando las ope-
cánones que habían excluido una reflexión raciones que dan sentido y posibilidad al
crítica acerca del concepto de nación, es- reconocimiento y representación de la otre-
pacio e identidad propuesta por sus suje- dad a partir de la reinvención de fronteras
tos excluidos. Otras chicanas como Norma geográficas, disciplinarias y genéricas. Su
Alarcón, Chela Sandoval, Cherríe Moraga, pedagogía transfronteriza nos permite co-
Ana Castillo, Norma Cantú, Sandra Cisneros, nectar el sur con el sur, “desde abajo”, los
Lucha Corpi, Helena Viramontes, Emma intersticios de Perú y Argentina con los de
Pérez, entre muchas otras mujeres fronteri- México y los de Estados Unidos. El trabajo
zas, han buscado estructurar lenguajes que de la caribeña Yolanda Martínez San Miguel
hablen de esa particular experiencia que es en su texto Caribe Two Ways: Cultura de la
cruzar y habitar la frontera más grande, in- migración en el Caribe insular hispánico da
sondable y transitada del mundo. Un texto cuenta de las estrategias culturales (visua-
que ha rescatado la escritura y narrativa de les, narrativas y discursivas) de negociación
frontera 109

de identidades de dominicanos en Puerto Arjun, Globalization, Durham, Duke University


Rico y de puertorriqueños en Nueva York Press, 2001; Beverly, John, Subalternidad y
Estas críticas son forjadoras de nuevas representación. Debates en Teoría Cultural,
alianzas entre pedagogías latinas, latinoa- Vervuert, 2004, pp. 32-33; González, Patricia
mericanas y caribeñas. Debemos leerlas es- Elena y Eliana Ortega, La sartén por el man-
palda con espalda, lengua con lengua, con el go: encuentro entre escritoras latinoamericanas,
fin de entender los nuevos espacios, identi- Santo Domingo, Huracán, 1985; Hall, Stuart,
dades y formas de administración del cono- “When was the Postcolonial? Thinking at the
cimiento de nuestra experiencia móvil, dias- limit”, en The Poscolonial Question. Common
pórica y local que se está gestando desde el Skies, Divided Horizon, Chambers, Iain y Lidia
norte más recóndito hasta la Patagonia. Curti, Iain Nueva York, Routledge, 1996,
Los estudios de género y culturales, los pp. 242-260; Haraway, Donna, “A Cyborg
estudios chicanos, caribeños y latinos están Manifesto: Science, Technology, and Socialist-
conformando un ámbito pedagógico y geo- Feminsm in the Late Twentieth Century,” en
cultural que traza nuevos límites, accesos y Simians, Cyborgs and Women. The Reinvention
formas de circulación más adecuados a los of Nature, Nueva York, Routledge, 1991,
cuerpos, lenguas y discursos liminales en su pp.149-181; Martínez San Miguel, Yolanda,
roce con el conocimiento y capital hegemó- Caribe Two Ways. Cultura de la migración en el
nicos. Caribe Insular hispánico, San Juan, Callejón,
Los esfuerzos por descifrar e impulsar 2003; Mohanty, Chandra, Feminism Without
las formas de colaboración entre pedagogías Borders, Durham, Duke University Press, 2004;
del cruce y el disenso en la reconfiguración Moraña, Mabel y María Rosa Olivera Williams
de América Latina son, hoy, de importan- (eds.), El salto de Minerva. Intelectuales, género
cia fundamental, sobretodo en un momento y Estado en América Latina, Iberoamericana,
como el actual donde las fronteras son redo- Vervuert, 2005; Poblete, Juan (ed.), Critical
bladas para migrantes pobres o perseguidos Latinamerican and Latino Studies, Minneapolis,
y relajadas si se trata de personas, capitales University of Minnesota Press, 2003; Ramos,
financieros o intercambios pedagógicos en- Julio, Paradojas de la letra, Caracas, eXcultura,
tre hegemonías culturales. Es urgente refor- 1996; Rodríguez, Ileana, Estudios Subalternos/
zar el trabajo que contemple “desde abajo” contextos latinoamericanos estado, cultura,
los cruces y límites que las voces, las deman- subalternidad, Atlanta, Rodopi, 2001; Sarlo,
das y las subversiones del disenso proponen Beatriz, Instantáneas: Medios, ciudad y costum-
para su supervivencia y su bienestar. bres en el fin de siglo, Buenos Aires, Ariel, 1998;
Valenzuela Arce, Nuestros piensos. Culturas po-
bibliografía. Anzaldúa, Gloria, Borderlands/a pulares en la frontera México-Estados Unidos,
frontera: The New Mestiza, San Francisco, Aunt México, Consejo Nacional para la Cultura y las
Lute Books, 1987; Anzaldúa, Gloria y Cherrie Artes, 1998.
Moraga, This Bridge Called My Back, San
Francisco, Aunt Lute Books, 1985; Appadurai, [marisa belausteguigoitia]
género quince años comenzó a discutirse si estos
presupuestos no sobresimplificaban la pro-
la complejidad del término. El género es una blemática en torno de las identidades de los
de las categorías centrales para el feminis- sujetos, al reproducir un esquema de pares
mo y los estudios sobre las mujeres debido diferenciados: naturaleza/cultura, cuerpo/
a la claridad con que evidencia de qué forma significado, lo dado/lo adquirido, mujer/va-
la sociedad se organiza de manera binaria y rón, femenino/masculino.
oposicional. La perspectiva de género reveló La complejidad se hizo patente en el
cómo se construían culturalmente caracte- debate sobre en qué momento el individuo
rísticas específicas atribuibles a la masculi- quedaba marcado genéricamente, dado que
nidad y a la feminidad, en virtud de una estaba sexuado desde el momento de su na-
supuesta correspondencia con sus rasgos cimiento. La práctica de la sexualidad (los
biológicos. Este término (“género”) tiende a rangos de edad del inicio de su actividad,
presentarse como el par complementario de las preferencias por una pareja de un sexo,
“sexo”, el cual se vincularía con las diferen- otro o ambos, su frecuencia, la existencia
cias biológicas que distinguen al hombre de o ausencia de dispositivos productores de
la mujer y aquél se remitiría al ámbito de la placer, la procreación como fin último, la
cultura, pues aludiría a rasgos construidos aceptación o el rechazo de nuevas tecnolo-
socialmente. A lo largo de los años setenta gías reproductivas, etc.) ilustra cómo cier-
y ochenta del siglo xx, fue empleado de ma- tas disposiciones estructurales propician su
nera muy productiva y dio origen a una gran ejercicio y no, como podría pensarse dada
diversidad de estudios, cuyo punto de parti- su asociación con un proceso biológico, un
da fue la crítica al esencialismo biológico y imperativo del sujeto, determinado por el
a la naturalización de rasgos relacionados hecho de poseer un aparato genital. La re-
con lo masculino y lo femenino. flexión sobre que ni el sexo era algo “dado”
A su vez, este hallazgo conceptual per- ni el género, algo “alcanzado”, puso en en-
mitió que proliferaran las investigaciones tredicho a la interacción social y a las ins-
sobre el tema, principalmente a partir de tituciones como las variables determinantes
los últimos años setenta de esa centuria. para la constitución genérica del sujeto y su
A través de dicha categoría fue posible re- distancia en relación con su sexuación. El
flexionar sobre cómo se había normalizado, hermafroditismo, la indeterminación y la
a lo largo de la historia, la desigualdad en- ambigüedad sexual del recién nacido así
tre hombres y mujeres, y de qué forma la como las cada vez más frecuentes mutacio-
adscripción a un sexo o a otro determinaba nes de un sexo a otro tiraron por la borda
los papeles que el sujeto debía desempeñar. la idea de que “nacemos” sexuados o que el
Respondió a las teorías esencialistas que sexo es un don biológico. La transexualidad
insistían en las diferencias irreconciliables, produjo un nuevo entendimiento sobre el
no intercambiables e intrínsecas entre hom- sexo, pues acabó con la idea decimonónica
bres y mujeres. También permitió analizar de que a cada cuerpo sexuado le correspon-
cómo las organizaciones y las prácticas ins- día un género específico, inmutable y opues-
titucionalizan la diferencia de los sexos en to por completo al otro género.
las sociedades. Sin embargo, en los últimos La interrelación entre género y sexo ope-

[110]
género 111

ra en distintos rangos: desde aquéllos que otras variables como la raza, la clase social,
optan por definir a uno en relación con el la edad y su implicación directa: lejos de lo
otro, quienes se interrogan sobre si, en efec- que pudiera suponerse, lo que aquí hemos
to, es posible diferenciarlos, hasta los que se denominado como “normatividad de géne-
refieren a la necesidad de analizarnos de ro” no sólo presenta múltiples intersticios y
manera independiente. En todos los casos, puntos de fuga, sino que aun los tipos de
se configura la idea de la porosidad y movi- comportamiento esperados usualmente sue-
lidad de las fronteras, atributo que puede len presentar numerosos puntos de quiebre.
ser visto como un mecanismo de resistencia De la “reglamentación” o el listado de man-
a los guiones culturales sustentados en la datos que determinan una adscripción gené-
percepción de que existen estructuras socia- rica sustentada en un rango de característi-
les fijas y universales. cas invariables podemos desplazarnos a la
El riesgo del dualismo que la dupla géne- idea de que el individuo es capaz de evaluar
ro/sexo ha engendrado se debe, sobre todo, los grados de adecuación de sus elecciones
al predominio de sus definiciones por enci- y, en ese sentido, decidir la “cara”, la confi-
ma de la comprensión de los procesos que guración con que modelará su propia defi-
ambos entrañan y cómo la dinámica de sus nición de género.
relaciones muestran sesgos, segmentacio- Sin embargo, las tendencias teóricas se
nes, transformaciones, que multiplican las inclinan por asignarle a lo social, el peso
posibilidades del sujeto de un ser y un estar definitivo de la constitución del género como
en el mundo. Las investigaciones de natura- categoría. El aprendizaje del individuo en su
leza antropológica han demostrado que el proceso de socialización, la aceptación de
conjunto de significados que apuntan hacia las reglas que asignan significados determi-
a un género u otro opera de manera diferen- nados al género femenino y al masculino, la
te entre las diversas sociedades e, incluso, legitimización obtenida en función del res-
entre comunidades y subconjuntos de un peto de esas reglas, ponen el acento en la
mismo grupo social. Ni es un puñado de ca- preexistencia de un conjunto de significados
racterísticas permanentes ni puede asociar- que el sujeto va adquiriendo, en un sistema
se inextricablemente al desempeño de un parecido al de castigos y recompensas, des-
papel dado. Más bien se construye de mane- de su nacimiento. Él o ella deben externar
ra sostenida, se demuestra con nuestras una serie de comportamientos, visibilizarse
elecciones y puede ratificar o no (por lo me- como varón o mujer, dependiendo de la ex-
nos, provisionalmente, de acuerdo con el pectativa social en relación con su género.
espacio temporal y la situación) las identifi- Este planteamiento entraña implicaciones
caciones asociadas con su normatividad, las diversas. Por un lado, la posibilidad de ma-
cuales aparecen en aquello que se reconoce tizar el determinismo al cual apunta la con-
como feminidad o masculinidad. vicción de que el individuo se inserta en un
Las marcas del género, por lo tanto, es- medio social estructurado y estructurante,
tán presentes en cada momento de la exis- que convierte al ser humano en opresor y
tencia de los seres humanos, inmersas en el oprimido, víctima y victimario, simultánea-
vasto rango de las prácticas sociales y se ven mente, en el cual él mismo reproduce las
influidas por el momento histórico y el con- condiciones que material y simbólicamente
texto espacial. Por ejemplo, las conductas lo atan a ese sistema.
esperadas de los individuos, según sean En esa línea de pensamiento, se hace a
identificados como hombres o mujeres, y lo un lado el poder movilizador de la categoría
que significa pertenecer a uno u otro sexo, género, pues sólo se estaría configurando a
varían no sólo de país a país, que además, sujetos sin voz y sin agencia, meros produc-
se han modificado a lo largo de su historia, tores de un guión cultural preexistente. Si la
sino que, lambién, dependen del posiciona- mirada, en cambio, no sólo considerara las
miento de los sujetos en los espacios de la implicaciones de ser y actuar como sujetos
vida cotidiana y el tipo de relaciones esta- colectivos, sino involucrara también el po-
blecido entre quienes fungen como sus in- der implícito de su singularidad, sería posi-
terlocutores. De aquí el interés por estudiar ble socavar los elementos hegemónicos que
las múltiples intersecciones del género con contribuyen a la construcción de identida-
112 género

des semejantes. Pero, al mismo tiempo, si se raza. Lo anterior elude los matices determi-
definiera el género sólo en función de las nistas, pues el género no se impone sobre el
decisiones individuales, se invitaría a perder cuerpo o el sujeto se limita a aceptar o re-
de vista su cariz político y relevarlo de su chazar lo que es, según su sexo (mujer o
alto impacto dentro de las relaciones socia- varón). Más bien, el sujeto se apropia de una
les. Su íntimo vínculo con las prácticas cul- norma corporal que regula tanto la materia
turales lo erigen en un tipo de representa- como sus significaciones, a partir de un im-
ción y un orden del discurso susceptibles de perativo heterosexual que promueve ciertas
ser leídos e interpretados tanto por el propio identificaciones y repudia otras (Cuerpos:
sujeto como por los demás miembros de su 19). Esta perspectiva alberga un sesgo polí-
entorno. En sí mismo, alberga acuerdos, di- tico crucial y anticipa la dimensión “prácti-
ferencias, negociaciones y todo tipo de inte- ca” de su pensamiento, al suponer cuestio-
racciones, en el plano simbólico, en las que nes ligadas a cuáles son los cuerpos que
influyen las políticas de las identidades, de importan, qué identificaciones son acepta-
la misma manera que éstas son influidas por das y cuáles son ubicadas en el espectro de
las configuraciones de género. En resumen, lo abyecto, quién determina y (desde dónde)
éste marca al individuo, pero también deja los límites de de la obscenidad y la porno-
una huella profunda en la dimensión social; grafía, o cómo las prácticas sexuales están
es producto de un proceso histórico, aunque fuertemente ligadas a una heterosexualidad
éste lleva consigo poderosos sedimentos que compulsiva. En síntesis, los legados de Louis
favorecen la reinserción de antiguas creen- Althusser, Jacques Lacan, Michel Foucault y
cias y prácticas culturales. Jacques Derrida son aprovechados por
Judith Butler, en su influyente Gender Butler para proponer el sexo como perfor-
Trouble (1990), propone una salida a esa mativo y como el resultado de mecanismos
aparente falta de conciliación entre lo indi- de interpelación y citación que pueden con-
vidual y lo colectivo, entre la subjetividad y solidar, aunque también subvertir, las es-
lo social. Al acuñar el concepto “performa- tructuras de poder.
tividad de género”, a través del cual recono-
ce la capacidad del sujeto en intervenir en polisemia y diversidad conceptual en latino-
la estructuración de su subjetividad, resigni- américa. El término género, entonces, es
ficando las prácticas regulatorias que obran complejo de definir debido a varios motivos.
sobre la construcción de su identidad. Puede emplearse muy ampliamente o bien,
Debido a las variadas y repetidas maneras implicar un concepto operativo de alta pre-
como se interpretan los mandatos de géne- cisión. Sus usos van desde un sentido artís-
ro, éste ya no es algo “dado” o “alcanzado” tico, biológico (“el género es superior a la
y sí una categoría flexible, en donde se abre especie”), asociado a lo femenino, hasta la
el espacio para las contradicciones, las afir- convicción de que no existe una traducción
maciones, las novedades, los rechazos y los exacta en español del término anglosajón
cambios tanto en la subjetividad como en (gender). El vocablo en lengua inglesa, “lleva
las prácticas, los gestos y los comportamien- implícito que se trata de una cuestión rela-
tos de los individuos. tiva a los sexos; plantear lo mismo en caste-
En Bodies that Matter (1993), Butler re- llano resulta críptico para los no iniciados:
toma algunas de las principales nociones de ¿se trata de estudiar qué género, un estilo
Gender Trouble para profundizar en ellas. Si literario, una modalidad musical o una tela?
el género es un efecto del discurso, construi- […] sólo las personas que ya están en ante-
do sobre la base de la exclusión de los Otros, cedentes respecto del debate teórico lo com-
¿lo es también el cuerpo? Su respuesta es prenden como relación entre los sexos,
afirmativa y se centra en el análisis del mis- como simbolización o como construcción
mo como una realidad material, marcada cultural” (Lamas, Cuerpo: 88).
por el género y filtrada a través del discurso. La academia latinoamericana también
Así, a manera de ilustración, la forma y la fue testigo del debate entre su necesidad y
apariencia corporal son modeladas a partir su prescindibilidad. Por ejemplo, la perspec-
de los discursos constituidos socialmente, tiva de diversas teóricas europeas, como
en relación con el sexo, la sexualidad y la Rosi Braidotti, en torno de que esta discu-
género 113

sión no era necesaria, dado que el modelo de apoyo, en donde suelen enfatizar su in-
de la guerra de los sexos era importada des- tención de impulsar una “perspectiva” de
de Estados Unidos y el patrón mediterráneo género. Esto se traduce, casi siempre, en
del machismo no respondía a una sociedad instancias creadas para dar asistencia de
que desplegaba otro tipo de problemática algún tipo a las mujeres, promover su inser-
(“La noción de ‘género’ es una vicisitud del ción en forma equitativa a la sociedad o
idioma inglés, una noción que tiene muy bien, intentar combatir la violencia intrafa-
poca o ninguna relevancia en las tradiciones miliar. La inclusión del término en las nor-
de las lenguas romances” (79)). El énfasis, mativas y las acciones del Estado ha impac-
según Braidotti, debería estar puesto en la tado por su cariz político.
diferencia sexual porque despliega más cla- Así, si género por lo general designa a las
ramente la posición asimétrica de lo feme- mujeres, los estudios de género suelen ser
nino y lo masculino, dentro de un mismo entendidos como investigaciones relaciona-
sistema. La postura paralela criticaba la das con el universo femenino. Una deriva-
universalización de esa asimetría social, la ción de este empleo fue su actuación como
propensión a dimensionarla como una con- sustituto de “feminismo”. Lo reduccionista
dición inevitable y su consecuente reifica- de ambas consideraciones tuvo implicacio-
ción, al margen de la práctica sociohistóri- nes de peso, debido a que despojó al término
ca. Los debates de este orden revelan no sólo de la agencia asociada a ambos y se con-
una forma distinta de comprender estas no- virtió en objeto de sospecha y desconfianza.
ciones (y, por lo tanto, el mundo), sino la La academia latinoamericana reaccionó en
existencia de diferentes agendas políticas. forma similar a lo observado por Joan Scott,
Jean Franco recuerda el debate iniciado al ser incluido por las instituciones en sus
por la iglesia católica, al rechazar el uso de programas, sus cursos, sus líneas de espe-
la palabra género, pues “intentaba provocar cialidad: “género suena más neutral y obje-
un giro ideológico y generar una nueva con- tivo que ‘mujeres’. ‘Género’ parece ajustarse
cepción de la persona humana, la subjetivi- a la terminología científica de las ciencias
dad, el matrimonio, la familia y la sociedad. sociales y se desmarca así de la (supues-
En suma, lo que propone es una revolución tamente estridente) política del feminismo
cultural” (“The Gender Wars”: 123). La (“El género”: 42).” En México, por ejemplo,
aceptación de que las diferencias entre va- parecerían convivir ambas vertientes. De
rones y mujeres son una construcción cul- manera pionera, en 1983 surgió el Programa
tural, y no se deben exclusivamente a aspec- Interdisciplinario de Estudios de la Mujer,
tos de orden biológico, abriría la puerta a en el Colegio de México. Un decenio des-
un conjunto de cambios sustanciales, alre- pués, en la Universidad Nacional Autónoma
dedor del aborto legalizado, la aceptación de México, el Programa Universitario de
de la homosexualidad, el colapso de los tra- Estudios de Género. Pero podía argüirse
dicionales valores familiares, razona Franco. que la denominación género, al ampliar
De aquí que no sólo haya repudiado el tér- el espectro (y, en la percepción social, no
mino, sino que la jerarquía católica en sólo aludir a las mujeres), apunta hacia el
Latinoamérica utilizó en forma indistinta desdibujamiento de esencialismos que le ad-
“género” y “feminismo”, en los años noven- judican a cada sexo un guión de patrones
ta, después de una larga insistencia por aso- culturales y, en cambio, plantea la inclusión
ciar a este movimiento con el comunismo, de formas alternativas de la subjetividad.
desde los años sesenta. Por lo tanto, la poli- El empleo de esta categoría ha sido muy
semia con que se impregnó el vocablo, de fructífero en la construcción de cánones al-
acuerdo con las tradiciones teóricas abreva- ternativos, sobre todo en las ciencias socia-
das en Latinoamérica contribuyó a que gé- les y humanísticas. La recuperación de las
nero fuera entendido y acogido de manera funciones que las mujeres han desempeña-
distinta, según las disciplinas, las institucio- do, a lo largo del tiempo, en las disciplinas
nes y las regiones. Por ejemplo, sin que se más diversas y en una pluralidad de ámbi-
aclare en qué sentido se le emplea, los go- tos, ha sido una de las vetas más exploradas
biernos han echado a andar programas, uni- por la academia latinoamericana. Sus líneas
dades administrativas, centros de estudio y se han movido desde la labor de rescate de
114 género

nombres, obras y repercusiones hasta el cia encarnada en los cuerpos. Es necesario


análisis social de las causas por las cuales tener presente el aspecto material del ser y,
han destacado en ciertos sectores y, en cam- por lo tanto, lo inevitable de su sexuación.
bio, no han podido incursionar en muchos Al mismo tiempo, tampoco puede olvidarse
otros. Este tipo de estudios han debilitado que ésta es moldeada por estructuras sociales
los estereotipos como el de la existencia de –manifestadas dentro de un discurso que le
rasgos comunes como la “heterosexualidad habla al sujeto colectivo que, a su vez, es con-
compulsiva”, la “domesticidad” y carencia figurado por los propios individuos desde la
de complejidad de los productos culturales singularidad y la homogeneidad de su lugar
que han generado, o su única incidencia en social– con las que el sujeto se encuentra en
los espacios tradicionalmente considera- permanente negociación.
dos como femeninos: la familia, la pareja, La popularización del término, por lo
la maternidad. Estos esfuerzos por visibili- tanto, se ha convertido en un arma de doble
zar el papel de las mujeres han presentado filo, pues por una parte se ha hecho un con-
también riesgosas implicaciones en relación cepto maleable y útil lo mismo que para las
con la teoría, pues con el reconocimiento de diversas disciplinas como para las institu-
la activa participación femenina es posible ciones. Su amplitud puede leerse también
pisar los lindes del esencialismo: el hecho como parte de la necesidad de conciliar la
de ser mujer no implica forzosamente una diversidad de las tradiciones y las prácticas
variante de los sistemas culturales dominan- locales asociadas tanto al activismo feminis-
tes y sí, en cambio, esa perspectiva tiende ta como a los planos políticos y epistemoló-
a identifica al ser femenino con el ser bio- gicos (para las críticas feministas marxistas,
lógico. el uso de género está inscrito en un marco
El género como categoría también ha socio-político específico, lo cual difiere del
desempeñado un papel decisivo en los aná- empleo realizado por los estudios de índole
lisis de las representaciones sociales. Las posestructuralista que partirían de la diver-
investigaciones realizadas desde este enfo- sidad de las necesidades y las experiencias
que, sobre todo las que evaluaban los pro- de las mujeres y, por lo tanto, de la ausencia
ductos mediáticos, demostraron la reitera- de una solución única a los problemas con-
ción de los papeles y los ámbitos, según el cretos relacionados con la maternidad, la
género, así como sus consecuencias más evi- convivencia social o la inserción laboral). La
dentes: su naturalización, su función propa- manera como se emplea el término revela,
gandística y la divulgación del destino nega- pues, uno de sus atributos: la heterogenei-
tivo de quienes violentaran simbólicamente dad, ya que ni sus definiciones ni su ejerci-
el orden de sus comunidades. Derivaciones cio como categoría analítica conllevan la
de este tipo de estudios son aquéllos centra- misma eficacia simbólica. Por otro lado,
dos en la fetichización del cuerpo femenino, uno de los riesgos de esta carencia de uni-
su objetualización así como la demostración formidad es su potencial trivialización y la
de cómo los repertorios culturales, según el pérdida de su poder de provocación, puerta
género, tienen implicaciones directas en la de acceso a la complejidad que lo funda-
reproducción de la desigualdad, en relación menta. Dice Braidotti: “La feminista italiana
con los medios de producción, la generación Liana Borghi llama al género ‘cortapastas’
del conocimiento, las esferas del poder pú- porque puede tomar la forma que uno de-
blico e, incluso, la toma de decisiones en see” (79).
relación con sus propios destinos. Si bien los estudios de género han dado
Al descentrar las preocupaciones en torno pie a una gran variedad de enfoques vincu-
de las diferencias irreductibles entre varones lados con las mujeres, la problematización
y mujeres, se desmorona la reificación de la sobre la construcción de las masculinidades
mujer como el eterno Otro, abre espacios de comenzó a desarrollarse y a concentrar la
intersección en donde los atributos de lo fe- atención de los académicos de manera ulte-
menino no pertenecen en exclusiva a la mu- rior. La asociación del orden patriarcal al
jer y lo masculino, al hombre, y, sobre todo, universo masculino tal vez influyó a que las
admite el diálogo entre el plano de lo sim- preguntas en torno de las masculinidades y
bólico y el de lo corporal, el de la experien- la publicación de estudios sobre los varones
género 115

no sólo surgieran posteriormente, sino que el contrario, su eficacia radica en su poder


aún se encuentran en una fase incipiente, en explicativo y potencialmente transformador,
el ámbito latinoamericano en específico, o desde el momento en que puede dar cuenta
que no susciten el mismo entusiasmo en to- de las numerosas variaciones y facetas don-
das las disciplinas del conocimiento. de lo simbólico encarna en realidades socia-
Las valoraciones desiguales alrededor de les determinadas.
los atributos asociados a lo masculino y a lo El género dentro de los estudios cultu-
femenino han propiciado que los hombres rales en Latinoamérica, en cambio, apenas
asuman los modelos genéricos que más ven- si comienza a aparecer como categoría de
tajas sociales reporten. Sus experiencias, análisis. Ha habido una mayor insistencia
conductas y prácticas se ven influidas por en problemas como una nueva definición de
los imperativos de la heterosexualidad, para cultura y sus derivaciones hacia el análisis
la cual la virilidad se define por la capacidad de lo popular, las relaciones interétnicas, la
de dominar, controlar, penetrar. Los estu- emergencia de actores colectivos relegados
dios contemporáneos sobre las masculinida- tradicionalmente a los márgenes, hibrida-
des se han preocupado por cuestionar cómo ciones y nuevas configuraciones identita-
se construyen las subjetividades de los varo- rias o la complejización de las nociones de
nes, cuál es la relación entre éstas y los pro- nación, ciudadanía y el impacto de la glo-
cesos de socialización, qué implicaciones balización. Y aunque el género cruza todos
lleva consigo la desnaturalización de la teo- esos ámbitos, sus implicaciones apenas si
ría y la praxis sobre el “hombre” en singular, comienzan a ser dimensionadas. Parecería
el carácter diverso y plural de las identida- como si la estrecha asociación del término
des masculinas, de qué manera las dinámi- con el movimiento feminista hubiera propi-
cas de género están presentes en las pregun- ciado su enclaustramiento a un restringido
tas y las metodologías de investigación sobre espacio epistemológico, propio de unas dé-
estos temas, por mencionar algunos de sus cadas y un cuerpo de conocimiento ya su-
tópicos. Como otras nociones abordadas en perados. Desde distintos lugares, estudiosas
esta entrada, “ser hombre” es también un como Sylvia Molloy (2000) y Marta Lamas
término en disputa. (2003) intentan contestar a la interrogante
de porqué, en Latinoamérica, aún no se rea-
estudios culturales en latinoamérica y géne- liza un cuestionamiento radical ni tampoco
ro. Las investigaciones actuales sobre el gé- existe un debate teórico en torno de las pro-
nero en Latinoamérica apuntan hacia pro- blemáticas que de él se derivan.
blemas específicos y se fijan metas más Rápidos muestreos de publicaciones de-
limitadas. Los estudios de género promovi- dicadas en los últimos años a los estudios
dos desde las instituciones universitarias, culturales exteriorizan un llamativo silen-
las gubernamentales y las privadas aportan cio alrededor del género (Hart y Young,
una visión cercana a la del rompecabezas, 2003; Ríos et al, 2003; Sarto et al, 2004;
en donde las piezas van ajustándose y dibu- Salas Astrain, 2005) Si bien como térmi-
jan, poco a poco, un mapa cultural sobre el no se encuentra presente, se incluye como
tema. Se aspira que cada investigación des- algo dado y proyecta la apariencia de que
criba qué sujetos y bajo qué circunstancias la discusión está cerrada. Según Molloy,
históricas específicas son analizados, brin- “Tradicionalmente el género como catego-
den una orientación temática y atienda tan- ría de análisis no ha gozado de la atención
to las diferencias como las especificidades ni del respeto de la crítica latinoamericana
culturales e históricas. En síntesis, concep- […] sigue viéndose como categoría crítica
tos como género, sexo o diferencia sexual no del todo legítima, hasta abyecta, a me-
son de una gran utilidad como categorías de nudo postergada cuando no subordinada a
análisis, si su punto de arranque es la con- categorías consideradas más urgentes” (“La
vicción de su carácter provisional: si se con- flexión…”). Estas posiciones desarman “la
ciben como construcciones epistemológicas capacidad interventora del género” y lo si-
de carácter abstracto e ideal, lo cual no eli- túan en el “más afuera de los proyectos de
mina su materialización e impacto real y cultura nacional” (“La flexión…”). Una de las
medible en los conglomerados sociales. Por principales preocupaciones de esta académi-
116 género

ca radica en que al leer de manera parcial el la falta de una teoría propia y la dependen-
texto cultural, se deja de lado, sistemática- cia hacia las lecturas emanadas del ámbito
mente, toda posibilidad de un desvío de los anglosajón podría ser la contraparte del ar-
discursos establecidos e, incluso, de sus con- gumento de Richard acerca de la existencia
trarrelatos. A partir de los razonamientos de del detalle y la materialidad operativa, la de
Nelly Richard, propone nuevas re-flexiones “una crítica en acción y en situación, es de-
(nuevas flexiones) en el texto cultural lati- cir, necesariamente imbricada en el funcio-
noamericano y la necesidad de fisurar los namiento práctico de una estructura local”
discursos establecidos. (“El conflicto…”, 2003: 444). Los enfoques
Richard, por su lado, se pregunta si no de ambas permiten apreciar la amplitud de
debiera ser fisurado el rótulo de “estudios los rangos en los que se mueve el género:
culturales latinoamericanos” como probable desde la urgencia por forjar conceptos pro-
bloque de poder, si su adopción se debiera a pios o construirlos a partir de la crítica de
la influencia de la academia estadunidense los ya existentes hasta la indagación de
y su consiguiente institucionalización, y no cómo opera desde condiciones socio-histó-
a proyectos propios de crítica de las dis- ricas específicas. La convergencia de las mi-
ciplinas. En este sentido, pudiera ser más radas sobre sus posibilidades como catego-
trasgresor y poseer un mayor sentido políti- ría de análisis conduce a la necesidad de
co hablar de “estudios de género” o “crítica definir, interrogar y reconceptualizar todas
feminista”, en virtud del sentido otorgado en aquellas nociones que lo sustentan y lo en-
el seno de las tradiciones locales y la apro- riquecen (sexo, sexualidad, diferencia
piación de estas denominaciones por enci- sexual, identidad, feminidad, masculinidad,
ma de aquélla (“El conflicto…”, 2003: 444). etc.), en lugar de colapsarlas en un solo vo-
Al hacer notar que en México, “ni en el cablo: “género” (Hawkesworth, Feminist
ámbito intelectual ni en el académico” ha Inquirí: 175).
habido interés por entablar una discusión
teórica rigurosa sobre el tema, lo cual se obras de consulta. Braidotti, Rosi, Feminismo,
traduce en falta de ensayos y reflexiones pu- diferencia sexual y subjetividad nómada,
blicadas, Marta Lamas coincide con Barcelona, Gedisa, 2004; Butler, Judith, Bodies
Braidotti sobre la tendencia de una despreo- That Matter: On the Discursive Limits of
cupación casi total de los varones por abor- ‘Sex’, Nueva York, Routledge, 1993 [Cuerpos
darlo. Ello da como resultado la existencia que importan. Sobre los límites materiales
de especies de guetos: “manejan una clien- y discursivos del “sexo” (trad. Alcira Bixio),
tela básicamente femenina y funcionan tam- Buenos Aires, Paidós, 2002]; Butler, Judith,
bién como lugares de formación de cuadros Gender Trouble: Feminism and the Subversión
para la actividad política” (“Cultura…”, of Identity, Nueva York, Routlege, 1993 [El gé-
2003: 340-343). Al igual que Molloy, se per- nero en disputa: el feminismo y la subversión
cata de la escasez de estudios que pretendan de la identidad (trad. Mónica Mansour y Laura
poner en crisis las representaciones de los Enríquez), México, Paidós, 2001]; Cranny-
géneros convencionales (incluso habla del Francis, Anne et al. (eds.), Gender Studies. Terms
heterosexismo como premisa de las investi- and Debates, Suffolk, Palgrave Macmillan,
gaciones realizadas) y sostiene que “los es- 2003; Fougeyrollas-Schwebel, Dominique et
tudios de género no constituyen todavía una al. (dirs.), Le genre comme catégorie d’ana-
tendencia teórica importante en el área de lyse. Sociologie, histoire, littérature, París,
los estudios culturales, y tampoco están cru- L’Harmattan, Bibliothèque du Féminisme/
zados por una perspectiva transversal de ring, 2003; Hawkesworth, Mary, “Confundir
género” (ibid: 346). el género,” Debate feminista, año 10, núm. xx,
Lamas alude a la realización de investi- octubre de 1999, pp. 3-48; Hawkesworth, Mary,
gaciones sustentadas en datos y trabajo de Feminist Inquiry. From Political Conviction to
archivo, la labor de recuperación y relectura Methodological Innovation, New Brunswick,
de mujeres olvidadas, así como al análisis Rutgers University Press, 2006; Kaminsky,
de prácticas discursivas y de vida, desde la Amy K., Reading the Body Politic: Feminist
sociología, la historia, la antropología y la Criticism and Latin American Women Writers,
literatura, principalmente. Su desazón por Minneapolis, University of Minessota Press,
género / globalización 117

1993; Lamas, Marta, Cuerpo: diferencia sexual miento” europeo de Amerindia en 1492 hace
y género, México, Taurus, 1992; Lamas, Marta, posible una red de conexiones entre todos
“Cultura, género y epistemología” en José los continentes del mundo. Entendido así,
Manuel Valenzuela Arce (coord.), Los estudios la globalización no es nada nueva, pero la
culturales en México, México, fce/cnca, 2003; ubicuidad del término en los discursos po-
Lamas, Marta, Feminismo. Transmisiones y re- líticos, económicos, culturales, y académi-
transmisiones, México, Taurus, 2006; Ludmer, cos al principio del siglo xxi indica que ha
Josefina, “Las tretas del débil” <http://www. adquirido un significado más específico en
isabelmonzon.com.ar/ludmer.htm> (orig. cuanto a la historia y el desarrollo reciente
de 1985); Molloy, Sylvia, “La flexión del gé- de la geopolítica.
nero en el texto cultural latinoamericano”, Hay varias periodizaciones del desarro-
Revista de Crítica Cultural, núm. 21, 2004, llo de las relaciones capitalistas a partir
pp. 54-56; Monsiváis, Carlos, “Crónica de as- del año 1492 y la conquista española de
pectos, aspersiones, arquetipos y estereotipos Amerindia. El concepto del “sistema mun-
de la masculinidad”, Desacatos: Revista de dial” de Immanuel Wallerstein posiciona ese
Antropología Social, 16, otoño/invierno 2004, momento como el paso de un previo sistema
90-108; Portugal, Ana María, “Feminismo” en interregional hacia una organización pro-
Salas Astrain, Ricardo (coord.), Pensamiento piamente mundial, con Europa en el cen-
crítico latinoamericano: conceptos fundamen- tro como origen de los “descubrimientos” y
tales, Santiago de Chile, Ediciones Universidad del capitalismo. Ese momento introduce la
Católica Silva Henríquez, 2005, 2 vols., pp. cuarta etapa del “sistema mundial,” o sea,
355-360; Richard, Nelly, “El conflicto entre las la modernidad. Mucho se ha escrito sobre
disciplinas”, Revista Iberoamericana lxix: 203, la globalización como la etapa culminante
4-6/2003, pp. 441-448; Scott, Joan, “El género: de un eurocentrismo que pretende moderni-
una categoría útil para el análisis histórico” zar el mundo según un modelo totalizador
en Navarro, Marysa y Catherine R. Stimpson de “la civilización”. Pensado así, tanto los
(comps.), Sexualidad, género y roles sexuales, efectos positivos de la globalización como
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, los efectos negativos se atribuyen al final del
1999, pp. 37-76; Vargas, Virginia, “Declaración sistema eurocéntrico (la modernidad). Ese
de América y el Caribe” en Debate feminista, año final se imagina como el momento en que ya
6, núm. xii, octubre de 1995, pp. 75-83; West, no hay más recursos naturales que explotar,
Candace y Don H. Zimmerman, “Haciendo ni nuevas poblaciones a quienes transferir
género” en Marysa Navarro y Catherine R. la carga obrera a poco costo, ni manera de
Stimpson (comps.), Sexualidad, género y roles seguir controlando la proliferación de las
sexuales, Buenos Aires, Fondo de Cultura diferencias sociales ni la resistencia econó-
Económica, 1999, pp. 109-143. mica, política, y cultural que éstas generan.
Otra manera de situar la globalización, sin
[maricruz castro ricalde] embargo, la restringe mucho más en térmi-
nos temporales y filosóficos, viéndola como
la estructura económica y cultural de la pos-
globalización modernidad. Desde este punto de vista, la
globalización significa la americanización
La palabra “globalización” se refiere ge- de las economías y culturas mundiales a
neralmente a los procesos a través de los partir de 1945 porque es en este periodo
cuales las economías y las culturas en todas que Estados Unidos desarrolla industrias
partes del planeta llegan a ser cada vez más más fuertes y flujos de capital más prolíficos
interdependientes. El Giro Copernicano que Europa a causa de la segunda guerra
marca el comienzo de la globalización por- mundial.
que introduce el concepto de la Tierra como Actualmente, el término “globalización”
un cuerpo esférico, o global, pero también describe un aumento vertiginoso del comer-
porque permite la navegación y el comercio cio inter y transnacional que, combinado
que vincularán las comunidades humanas a con una preferencia por las políticas del
pesar de las grandes distancias geográficas mercado libre por encima de las proteccio-
y culturales. Particularmente, el “descubri- nes de las economías locales o nacionales,
118 globalización

busca la expansión de una sóla economía conexiones internacionales cada vez más
capitalista con un impacto planetario. Este eficientes y rentables. En ambos casos, la
proceso depende de los rápidos avances en lucha entre la homogeneización y la autono-
las tecnologías comunicativas, mientras que mía cultural y política es central, pero se
a la vez los produce. Tales avances facilitan plantea en términos que ya no se limitan a
la transferencia electrónica del capital igual la geografía. Eso abre nuevas posibilidades
que de la información. Además, se aumenta de imaginar los grupos y los movimientos
la eficiencia en la transferencia de bienes y sociales, ya que se pueden establecer en to-
personas alrededor del mundo. En este sen- das partes del planeta sin respetar los lími-
tido, la globalización condensa el tiempo y tes nacionales o regionales.
el espacio, achicando el mundo por acelerar Con la globalización reciente, los concep-
el tiempo necesario para que la gente inte- tos del centro y periferia, del primer mundo
ractúe, sin importar su ubicación geográfi- y segundo (o tercer) mundo, o del desarrollo
ca. Entonces, a partir de de los años ochen- y el subdesarrollo, llegan a ser cada vez más
ta, la globalización se ha vuelto un término anacrónicos porque se refieren a zonas geo-
popularizado que se refiere tanto a la alta gráficas mientras que los nuevos vínculos y
velocidad de los cambios en la experiencia alianzas se dan ahora en esferas que no son
de lo local, como al aumento de los vínculos geográficas sino sociales en una escala mun-
mundiales en los campos económicos, polí- dial. Los capitalistas superricos de todas
ticos y culturales. partes del mundo, por ejemplo, tienen más
La globalización económica comprende en común unos con otros, y con más facili-
la cooperación transnacional y supranacio- dad, que con sus paisanos obreros. Otras
nal para la producción, la distribución, y el agrupaciones también se ven según sus pa-
consumo de bienes y servicios, incluso los trones de consumo o su activismo político
servicios financieros (el Fondo Monetario extranacional (los jóvenes, la clase media
Internacional o el Banco Mundial). La glo- educada, los grupos étnicos, etc., y hasta los
balización política concentra el poder ad- activistas en contra de la globalización).
ministrativo sobre la política pública y eco- Algunos creen que la globalización repre-
nómica en una gran variedad de acuerdos senta una profunda amenaza para las iden-
y enlaces multinacionales (la Organización tidades y particularidades locales que los
Mundial del Comercio, el Tratado de Libre estados-nación pretenden nutrir y proteger.
Comercio de América del Norte, Mercosur, Otros ven la trascendencia del Estado-
la Unión Europea, etc.), y considera los pro- nación como una liberación de las hegemo-
blemas locales dentro de un contexto glo- nías modernas y totalizadoras; es decir, que
bal. Finalmente, la globalización cultural los debilitados gobiernos nacionales pueden
se refiere a la diseminación mundial de la ceder su poder a favor de nuevos tipos de la
información, las imágenes, los valores, y los organización social, más democráticos y
gustos, junto con un creciente cosmopoli- menos limitados por la geografía o por los
tismo de la vida urbana. Obviamente, estos sistemas políticos formales. Esta última po-
tres campos se entretejen y el proceso glo- sición subraya el potencial de la globaliza-
balizante en cualquiera de ellos afecta todos ción como una fuerza social progresista,
los otros. mientras que la anterior enfatiza su poten-
Por ejemplo, como resultado de los enla- cial como un proceso hipercapitalista y no
ces económicos transnacionales, el papel de regulado que subyuga a la ciudadanía activa
los estados-nación se debilita en cuanto a la bajo el control anónimo del mercado libre.
supervisión de la actividad económica y la Típicamente se toma una u otra posición
preservación de los patrimonios culturales. de acuerdo con el énfasis relativo que se dé
Algunos teóricos consideran que la globali- a las tres categorías mencionadas arriba, y
zación es la fuerza económica dominante dependiendo del punto de vista ideológico
que va a dar fin al Estado-nación moderno que se tenga en cuanto a la relación entre el
por medio del flujo del poder por vías extra- capital, el consumo y las condiciones labo-
nacionales. Otros, sin embargo, sostienen rales. Por ejemplo, los teóricos que enfati-
que la globalización, irónicamente, refuerza zan las ventajas de la comunicación y el
la estabilidad nacional para promover las consumo (tanto material como cultural) fa-
globalización 119

cilitado por la globalización, la ven como igual la gente migra más en busca del tra-
una fuente de un poder político más demo- bajo y la estabilidad socio-económica. Por
cratizado y popular. Pero los que prestan ende, los focos clave de los estudios cultu-
más atención a la explotación laboral en los rales relativos a la globalización incluyen las
procesos de producción que carecen de una migraciones humanas (incluso sus causas
regulación gubernamental adecuada, ven la y sus efectos); la desterritorialización y la
globalización como un sistema que profun- reterritorialización de ideas, identidades, y
diza tanto las desigualdades socio-económi- recursos económicos; las comunicaciones; y
cas como el debilitamiento político de la el consumo.
clase obrera global. Los debates latinoamericanos sobre la
Los estudios culturales empiezan a figu- globalización están fuertemente cargados de
rar centralmente en los discursos académi- la historia regional. Dado que la conquista
cos en el mismo periodo histórico que la de Amerindia marca el comienzo del llama-
nueva fase acelerada de la globalización. La do “sistema de 500 años” (Noam Chomsky),
globalización, vista como una vasta red de la violenta entrada de esa región en el “sis-
enlaces inter y transnacionales de todo tipo, tema mundial” paradójicamente hace posi-
desafía la organización disciplinaria de la ble la modernidad a la vez que establece una
academia. Los estudios culturales, con su relación estructuralmente subordinada, pri-
acercamiento inter y transdisciplinario al mero con Europa, y luego con los Estados
análisis de las emergentes formas de orga- Unidos. Los efectos de la globalización en
nización social y de la expresión, aceptan el América Latina están necesariamente cir-
reto. Si la crítica literaria moderna solía ver cunscritos por quinientos años de la explo-
el vínculo entre la producción literaria y el tación, la dependencia y la desigualdad tan-
desarrollo (o crítica) de los estados-nación to interna como en relación con el llamado
modernos, los estudios culturales buscan centro. Por eso, cualquier potencial progre-
analizar cómo los vínculos transnacionales sista que tenga la globalización tiende a ser
en las esferas de la economía, la política y eclipsado por su intensificación de la vulne-
las comunicaciones generan nuevas alianzas rabilidad regional relativa a los centros del
sociales y formas de la expresión cultural. poder capitalista.
Es más, también analizan la manera en que El neoliberalismo imperante en la ma-
estas formas generan, en su turno, nuevas yoría de los gobiernos latinoamericanos
relaciones políticas y económicas. Este en- durante los últimos decenios del siglo xx
foque nos permite ver el flujo de personas, apoyaba el avance de la globalización en
bienes y signos como una situación en que la medida en que insistía en el poder del
la economía y la política se vuelven cultura mercado abierto y mundial, junto con la
y la cultura se vuelve economía y política. privatización y la inversión extranjera, de
Los estudios culturales tienden a recono- resolver los problemas económicos y so-
cer que estos procesos globalizantes todavía ciales. A partir de 1990 se seguía las reco-
se dan en relación con lo nacional, pero ya mendaciones del Consenso de Washington
no se privilegian las fronteras nacionales que apuntaban en la misma dirección. Sin
como si fueran el factor determinante para embargo, como reacción en contra de los
el establecimiento, la estructuración o la ex- efectos del neoliberalismo, otro tipo de go-
tensión de alianzas entre las comunidades. biernos comienzan a ser instalados en la
En la medida en que hacen hincapié en la región con el cambio de siglo: Hugo Chávez
globalización como la fuerza dominante en en Venezuela (1998), Lula da Silva en
las formas emergentes de la organización Brasil (2002), Néstor Kirchner en Argentina
y expresión social, los estudios culturales (2003), Tabaré Vázquez en Uruguay (2004),
se ocupan del movimiento de todos tipos. Evo Morales en Bolivia (2005) y Michelle
Mientras los medios electrónicos siguen Bachelet en Chile (2006). En 2006, las em-
acelerando la comunicación, los mensajes patadas elecciones presidenciales en México
y las imágenes alcanzan un público que se giraron en torno al mismo debate entre la
expande exponencialmente. Incluso mien- continuación del neoliberalismo, represen-
tras el capital viaja por el mundo con más tado por el pan (Felipe Calderón) y la can-
libertad en busca de la mano de obra barata, didatura de Andrés Manuel López Obrador
120 globalización

(del prd), que proponía defender los intere- las masivas manifestaciones públicas por los
ses laborales y los servicios sociales tanto mexicanos que residen en Estados Unidos.
como la libre circulación del capital. Se buscaba el reconocimiento de su presen-
Aunque estos nuevos gobiernos apelan a cia y productividad, junto con nuevas polí-
una resistencia a la globalización sin frenos, ticas que respeten los aportes económicos y
todavía no se ha resuelto una serie de pre- culturales de los inmigrantes. Se notaba, sin
guntas clave que surgen en todo debate so- embargo, que aunque haya un movimiento
bre la globalización actual en América visible y fuerte de esa población, y que la
Latina. Primero, ya que la larga historia de migración obedezca las necesidades del ca-
la mundialización depende de los vínculos pital transnacional, no existen las estructu-
intercontinentales, y América Latina ocupa ras políticas transnacionales para contestar
una posición geográfica originaria en esa sus demandas.
historia, ¿cómo se entiende el fenómeno de Una pregunta frecuentemente comentada
la desterritorialización? Las migraciones desde un enfoque en la globalización cultu-
masivas hacia los centros urbanos por un ral, es hasta qué punto la nueva etapa del
lado, y entre países por otro lado, conducen capitalismo globalizado convierte las identi-
al desarrollo de identidades y prácticas mul- dades y las expresiones culturales en el mero
ticulturales igual que a la ciudadanía múlti- consumismo, despolitizado y desconectado
ple. Carlos Monsiváis ha articulado esta si- de sus contextos locales: “compro, luego exis-
tuación como la emergencia de la nueva to”. La identificación del consumismo extre-
“frontera portátil”. En este sentido, si bien mo con la americanización cultural, y la
el conjunto de los nuevos procesos globali- americanización con la globalización, signi-
zantes implica la creciente superación de los fica que se critica la globalización como un
límites espaciales y temporales, ¿desde dón- instrumento del control social que desmobi-
de se articulan los derechos civiles y labora- liza a la gente políticamente, desnacionaliza
les, la representatividad gubernamental o la las economías, y convence a las clases pobres
creatividad cultural? de que pueden (o deben) ser consumidores a
El movimiento zapatista en México, que todo dar. Tal proceso sólo agrava la distancia
emergió públicamente en 1994, el mismo entre los deseos y la realidad (Monsiváis).
año en que se implementó el Tratado de Una de las figuras centrales en los deba-
Libre Comercio de América del Norte, es un tes mexicanos y latinoamericanos sobre la
fuerte ejemplo del cruce entre la economía relación entre el consumo y la cultura es
globalizada, las tensiones internas al Estado- Néstor García Canclini. Este antropólogo
nación moderno, y la red mundial de co- interdisciplinario no descarta los costos ni
nexiones extragubernamentales. El Ejército las ventajas de la globalización. Más bien,
Zapatista de Liberación Nacional se había habla de las múltiples mediaciones debido a
organizado para defender los derechos hu- las cuales la globalización se define como
manos, económicos, y culturales en las zo- “un conjunto de procesos de homogeneiza-
nas agrarias e indígenas en el sur de México. ción y, a la vez, de fraccionamiento articu-
Ese movimiento político-militar localizado lado del mundo, que reordena las diferen-
en Chiapas pretendía desafiar la legitimidad cias y las desigualdades sin suprimirlas” (La
de la política nacional neoliberal desde un globalización: 49). Esta definición enfatiza la
lugar específico dentro de la nación, pero naturaleza indeterminada de la actual fase
también a través de una red de alianzas ét- hipercapitalista. Es decir, como se ve tanto
nicas e ideológicas supranacionales. Para el en el neozapatismo, en la lucha por los de-
año 2006, la red neozapatista había logrado rechos de los trabajadores transnacionales,
un alcance mundial, vinculando y apoyando o en la elección de gobiernos antineolibera-
toda una serie de movimientos sociales que les, la globalización puede producir nuevos
comparten marcos cognitivos y posiciones tipos de agencia personal y económica a la
morales. El movimiento neozapatista ya no vez que puede generar nuevas formas de ex-
es sólo un asunto indígena, ni chiapaneco, plotación u homogeneidad cultural.
ni mexicano, sino global.
Otro ejemplo que revela la complejidad y obras de consulta.Colclough, Christopher y
la urgencia de tales cruces fueron, en 2006, James Manor (eds.), ¿Estados o mercados?: el
globalización 121

neoliberalismo y el debate sobre las políticas de de- las Artes/Fondo de Cultura Económica, 1993,
sarrollo, México, Fondo de Cultura Económica, pp. 500-513; Ribeiro, Darcy, Las Américas y la
1995 (1a. ed., 1991); Dussel, Enrique, Ética de civilización: Proceso de formación y causas del
la liberación en la edad de la globalización y la desarrollo desigual de los pueblos americanos,
exclusión, Madrid, Trotta, 4a. ed, 2002; García Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1992; Robertson,
Canclini, Néstor, La globalización imaginada, Roland, Globalization: Social Theory and Global
México, Paidós, 1999; Monsiváis, Carlos, Los Culture, London, Sage, 1992; Wallerstein,
rituales del caos, México, Ediciones Era, 2ª ed., Immanuel, The Modern World System, New
2001 (1a. ed., 1995); Monsiváis, Carlos, “¿Tantos York, Academic, 1974 [El moderno sistema
milliones de hombres no hablaremos ingles? mundial (trad. Antonio Resines, et al.), México,
(La cultura norteamericana y México)” en Siglo XXI Editores, 1998].
Guillermo Bonfil Batalla (comp.), Simbiosis de
culturas: los inmigrantes y su cultura en México, rebecca e. biron
México, Consejo Nacional para la Cultura y
hegemonía de poder político directo” sino que “incluye,
como uno de sus elementos centrales, una
El concepto de hegemonía ocupa un lugar manera particular de ver el mundo y la na-
central en los debates teóricos y políticos turaleza y relaciones humanas” (Keywords:
contemporáneos y ha ejercido gran influen- 118). Gramsci sugiere que la hegemonía im-
cia en el desarrollo de los estudios culturales plica que los valores y visión del mundo de
en diversas partes del mundo. El punto de las clases dominantes se convierten en una
partida de las discusiones sobre hegemonía especie de “sentido común” compartido por
suele ubicarse en el trabajo del teórico ita- los grupos dominados, en virtud del cual
liano Antonio Gramsci (1891-1937). En sus terminan aceptando –aunque no necesaria-
Cuadernos de la cárcel y otros trabajos, mente justificando– el ejercicio del poder
Gramsci propuso una serie de herramientas por parte de los grupos dominantes. Dicho
conceptuales para entender las formas his- sentido común es diseminado y adquirido a
tóricas concretas en que se ejerce la domi- través de un proceso complejo en el que la
nación por parte de ciertos grupos o clases educación, la religión y la cultura juegan un
sobre otros, y los mecanismos políticos y papel crucial.
culturales que dan sustento a esas formas. Hay tres elementos que deben destacarse
Lo que buscaba Gramsci era analizar la dia- en la formulación gramsciana del concepto
léctica entre coerción y consenso dentro de de hegemonía. Primero, el carácter dinámi-
ese proceso y, al mismo tiempo, superar las co del proceso que conduce a la hegemonía;
interpretaciones economicistas de la histo- en otras palabras, la hegemonía no es un
ria y la política al introducir de manera cen- “momento” estático en el proceso histórico,
tral el papel de la cultura dentro del análisis sino el resultado de un continuo cotejo de
de la dominación. formas complejas y articuladas de domina-
Gramsci arriba a una comprensión de la ción y resistencia. Segundo, esta formula-
hegemonía como una forma de dominación ción subraya la importancia de entender el
en la cual la coerción y la violencia no des- papel activo de los grupos subalternos den-
aparecen, pero sí coexisten con formas de tro del proceso histórico: sin una adecuada
aceptación del poder y la dominación más comprensión de esta función, el análisis de
o menos voluntarias o consensuales por par- las formas en que se ejerce el poder resulta
te de los sujetos subalternos. “Para poder claramente insuficiente. Tercero, la noción
ejercer el liderazgo político o hegemonía gramsciana de hegemonía nos permite pen-
–escribió Gramsci– uno no debe contar so- sar en la articulación entre formas económi-
lamente con el poder y la fuerza material del cas, jurídicas y políticas de poder, por un
gobierno” (citada en Ruccio), sino también lado, y las dinámicas de intercambio y con-
con la aceptación más o menos voluntaria flicto cultural e ideológico, por otro.
de los sujetos dominados, aceptación que El interés de Gramsci por la noción de
aparece crucialmente mediada por las for- hegemonía no era solamente metodológico,
mas culturales de interacción entre domina- es decir, no estaba únicamente interesado en
dos y dominadores. Según el crítico literario esclarecer los procesos de dominación en la
británico Raymond Williams, el concepto de historia y en el mundo contemporáneo, por
hegemonía se refiere no sólo a los “asuntos el contrario, su mayor interés radicaba en la

[122]
hegemonía 123

posibilidad de construir un proyecto hege- po, sin embargo, la aceptación por parte de
mónico alternativo: aquél que, en su visión, los esclavos de esta hegemonía no fue ente-
llevaría al poder a los grupos subalternos ramente pasiva ni anulaba el antagonismo
–un término que él también acuñó como de clase o la agencia de los propios esclavos,
sustituto de “clase obrera”–. Por lo tanto, su quienes convirtieron al sistema legal –y a la
formulación de la hegemonía como un pro- ideología paternalista que regía en gran par-
ceso que incluía de manera central a la cul- te las relaciones entre amos y esclavos– en
tura significaba que él identificaba en esta fuentes de nociones legitimantes que estos
dimensión cultural un eje crucial en la cons- últimos usaron para proteger sus propios
titución de una alternativa revolucionaria. derechos (Thompson).
Así, la propuesta de Gramsci contribuía a Los planteamientos de Gramsci resulta-
superar el economicismo dominante tanto ron particularmente útiles en ese doble es-
en los análisis históricos y políticos como en fuerzo en que se hallaban empeñados estos
las propuestas de organización política de historiadores marxistas: por un lado, busca-
los grupos subalternos. En ambos sentidos, ban repensar el marxismo más ortodoxo,
Gramsci habría de convertirse en un hito aquel que veía en la dominación un mero
fundamental en el desarrollo de formas me- ejercicio del poder de arriba hacia abajo; y
nos rígidas y dogmáticas de acercarse a la por otro, intentaban superar los esquemas
teoría social y a la práctica política. reduccionistas de “base” y “superestructura”
En los años setenta, un grupo de historia- según los cuales la cultura era una mera de-
dores marxistas interesados en superar las rivación de las estructuras políticas y pro-
versiones economicistas y reduccionistas ductivas. El trabajo de Raymond Williams,
del marxismo redescubrieron a Gramsci y desde la perspectiva de los estudios litera-
utilizaron creativamente la noción de hege- rios y culturales, resultaba aquí muy cerca-
monía. Autores como Eugene Genovese y no a estos esfuerzos.
Edward P. Thompson, por ejemplo, apela- En un terreno más polémico, el teórico y
ron a la noción gramsciana de hegemonía politólogo James C. Scott cuestionó la defi-
para destacar el papel del sistema legal en la nición gramsciana de hegemonía. Scott asu-
construcción de un sistema de dominación me que la hegemonía en el sentido grams-
de clase que, al menos parcialmente, conta- ciano implica la ausencia de conflicto, es
ba con la aquiescencia de los grupos subal- decir, la aceptación pasiva y voluntaria por
ternos –los esclavos del sur norteamericano, parte de los grupos subalternos de las es-
en el primer caso, y los sectores plebeyos en tructuras de dominación que los mantienen
la Inglaterra del siglo xviii, en el segundo–. oprimidos. Hegemonía, dice Scott, “simple-
Pero es importante subrayar que para estos mente es el nombre que Gramsci le da a este
historiadores la hegemonía no implicaba proceso de dominación ideológica. La idea
–como algunos autores habían sugerido– la central detrás de esta idea es que la clase
ausencia de conflicto, sino la existencia de dominante controla no solamente los me-
unos parámetros sociales que permitían pro- dios de producción física sino también los
cesar el conflicto en formas que no pusieran medios de producción simbólica” (Weapons
en riesgo la continuidad del status quo. Para of the Weak: 315). Gramsci, insiste Scott, se
Genovese, por ejemplo, la hegemonía con- limitó a explicar “las bases institucionales
lleva implícito el antagonismo de clase, pero de la falsa conciencia” (315). Una vez for-
también “la habilidad” de las clases domi- mulada esta noción de hegemonía, Scott
nantes para “contener aquellos antagonis- procede a demolerla en tanto, primero, ella
mos en un terreno en el cual su legitimidad subestima la capacidad de los subalternos
no era peligrosamente cuestionada” (26). En para desmitificar la ideología dominante y,
su análisis de la esclavitud estadunidense segundo, supone que la aceptación pragmá-
Genovese encontró que el sistema legal “ac- tica por parte de los subalternos de lo que
túa hegemónicamente para convencer a la es “inevitable”, social y políticamente ha-
gente que sus conciencias privadas pueden blando, debe ser interpretada como que
estar subordinadas –de hecho, moralmente, para ellos es “justo”. El trabajo de Scott se
deben estar subordinadas– a la decisión co- centra en la crítica a la idea –común entre
lectiva de la sociedad” (27). Al mismo tiem- ciertos teóricos marxistas– de que la ausen-
124 hegemonía

cia de manifestaciones de resistencia abier- dominación colonial en la India constituyó


ta y violenta (revolucionaria) por parte de un caso de “dominación sin hegemonía” y
los subalternos debería ser interpretada acusó a la historiografia tanto colonial como
como aceptación de la dominación y sus pa- nacionalista de inventar lo que él llama una
rámetros ideológicos. Scott procede enton- “hegemonía espúrea”, aquella que sugiere la
ces a identificar las formas triviales y coti- colaboración voluntaria de la población in-
dianas de resistencia que revelarían lo que dia con el proyecto de dominación colonial
él llamó “discursos ocultos”. En su interpre- y la virtual ausencia de resistencia (72). En
tación, los subalternos aparecen constante- los años subsiguientes, el proyecto de los
mente desafiando, cuestionando y subvir- estudios subalternos habría de ejercer una
tiendo el poder de los grupos dominantes, enorme influencia en otras latitudes, inclu-
de modo que la supuesta hegemonía queda yendo los estudios latinoamericanos, como
disuelta en esta proliferación de pequeños veremos más adelante. Su novedosa pro-
desafíos que demostrarían la falta de “con- puesta metodológica iba aparejada con una
formidad” de los subalternos, por lo tanto, postura política bastante explícita, aunque
la ausencia de hegemonía. no por ello menos polémica. Se trataba de
Si algo unificaba los trabajos de adoptar al subalterno no sólo como objeto
Thompson, Genovese, Willliams y Scott era de análisis, sino también como sujeto de re-
el esfuerzo por iluminar la experiencia de flexión teórica y política (Chaturvedi).
los sectores oprimidos en la historia. Un En sendos trabajos, dos académicos la-
objetivo similar se puede encontrar en el tinoamericanistas, el antropólogo Willliam
trabajo colectivo del grupo conocido como Roseberry y la historiadora Florencia Mallon,
“Estudios subalternos” de la India y, en es- ofrecieron importantes aportes en la discu-
pecial, de su principal mentor, el historia- sión sobre la noción de hegemonía como
dor Ranajit Guha (el grupo tomó su nom- herramienta para analizar históricamente el
bre de la revista que editaban Guha y sus ejercicio de la dominación. En su comenta-
colaboradores, titulada Subaltern Studies). rio a una valiosa colección de ensayos sobre
El grupo tomó su inspiración de la noción la revolución mexicana y la “negociación de
de “clases” o “grupos” subalternos desarro- la dominación” en México, Roseberry adver-
llada precisamente por Gramsci. Aunque tía que el concepto de hegemonía debe ser
emparentados con la perspectiva de la lla- visto menos como una herramienta para
mada “historia desde abajo”, los integrantes entender el consenso que como un instru-
del grupo adoptaron una postura política y mento analítico para comprender las luchas
epistemológica en muchos sentidos mucho y conflictos por el poder. Hegemonía, insiste
más radical. Ellos criticaron frontalmente Roseberry, no es “una formación ideológica
las versiones “elitistas” de la historia –tanto acabada y monolítica, sino un proceso de
en su versión colonial como en sus versiones dominación y lucha problemático y contes-
nacionalista y marxista– que habían invisi- tado” (“Hegemony”: 358). Según Roseberry,
bilizado a los subalternos. Influidos además esta manera de entender la hegemonía nos
por las corrientes posestructuralistas, Guha lleva a buscar descifrar “las maneras en que
y sus colaboradores prestaron atención pre- las palabras, imágenes, símbolos, formas,
ferencial al análisis cultural y discursivo. organizaciones, instituciones y movimien-
Finalmente, cuestionaron al Estado-nación tos usados por las poblaciones subordinadas
como la unidad analítica privilegiada al para describir, entender, confrontar, acomo-
tiempo que colocaron la cuestión colonial darse a, o resistir la dominación, son forja-
en el centro de su preocupación. das por el proceso mismo de dominación”
En varios ensayos –algunos de ellos (361). Por lo tanto, el proceso de hegemonía
reunidos en el libro Dominance Without no culmina en una situación de completa
Hegemony [Dominación sin hegemonía]– aceptación de la ideología dominante o las
Guha postuló una forma de entender la he- condiciones de dominación por parte de los
gemonía como “una condición de domina- subalternos, sino en la construcción de cier-
ción en la cual el momento de persuasión tos parámetros comunes bajo los cuales se
se sobrepone al de coerción” (103), pero su otorga sentido a la dominación y se actúa
análisis lo llevó a la conclusión de que la frente a ella.
hegemonía 125

Desde el lado de la historia, Florencia nomía de los diferentes discursos y luchas,


Mallon propuso entender la noción de hege- la multiplicación de los antagonismos, y la
monía en su doble condición de proceso y construcción de una pluralidad de espacios
de punto de llegada. En otras palabras, suge- al interior de los cuales aquéllos pueden afir-
ría conceptualizar la hegemonía como “pro- marse y desarrollarse” (192). La hegemonía,
ceso hegemónico” a través del cual el poder concluyen Laclau y Mouffe, es el nombre
y el significado son contestados, legitimados que le damos a un “juego” que ocurre en
y redefinidos, pero también como la culmi- el terreno de la política y cuyas reglas y ac-
nación (siempre provisional y contenciosa) tores no están nunca predeterminados. La
de dicho proceso en la formación de un nue- conclusión es que se trata de un proceso
vo balance hegemónico en el que surge un abierto en el que las fuerzas del cambio de-
nuevo “proyecto social y moral que incluye ben esforzarse por construir –y controlar– la
nociones de cultura política tanto populares dinámica de ese juego.
como de las elites” (6). Por otro lado, Mallon Un elemento central de todas estas apro-
utiliza también el concepto de hegemonía piaciones y usos del concepto de hegemonía
para analizar los procesos contenciosos de es la atención que se da a los procesos cultu-
lucha por el poder, no sólo a nivel del Estado- rales que acompañan o dan sustento al ejer-
nación, sino también al interior de las co- cicio de la dominación y la resistencia. La
munidades indígenas o campesinas. Su li- noción gramsciana de hegemonía entiende
bro, Campesinado y nación, constituye la cultura como un espacio de intervención
precisamente un esfuerzo por conectar di- y conflicto que resulta central en las for-
chos procesos de lo que ella llamó “hegemo- mas en que se ejerce y se contesta el poder.
nía comunal” con los procesos hegemónicos Implica, además, una manera de analizar la
que ocurren en el ámbito del Estado-nación totalidad social en la cual los procesos de
en Perú y México. formación del estado, la constitución de cla-
Pero la noción gramsciana de hegemo- ses, el desarrollo de las culturas populares y
nía, como dijimos anteriormente, no sólo la construcción de hegemonía, son procesos
ha sido empleada en el análisis históri- simultáneos, confluyentes y mutuamente
co de la dominación, sino que constituye contenciosos, sujetos a múltiples tensiones,
también una herramienta muy importan- en los que las dimensiones estrictamente
te en los debates en torno a los diversos “culturales” no pueden ser disociadas de
proyectos políticos que aspiran a forjar las estructuras políticas y de poder que las
una nueva “hegemonía” revolucionaria o engloban. No resulta sorprendente, por lo
de cambio radical. En este esfuerzo, el li- tanto, que en el desarrollo de los estudios
bro de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, culturales en América Latina el concepto de
Hegemony and Socialist Strategy. Towards a hegemonía haya ocupado un lugar central
Radical Democratic Politics, marcó un hito en la reflexión teórica de sus practicantes.
muy importante. En este breve y denso li- En cierta manera, el campo de los estudios
bro los autores se propusieron repensar la culturales se ha ido definiendo en relación
cuestión de la praxis política con vistas a con la necesidad de articular tanto teórica
forjar un proyecto hegemónico alternativo, como políticamente las nociones (ambas de
radical y socialista, pero también democrá- matriz gramsciana) de hegemonía y subal-
tico y popular. Cuestionaron el teleologismo ternidad.
y economicismo del marxismo ortodoxo, así Uno de los textos fundacionales de los es-
como el espontaneismo de ciertas variantes tudios culturales latinoamericanos fue el li-
románticas de la izquierda, y propusieron bro Culturas híbridas: estrategias para entrar
como alternativa una forma de “democracia y salir de la modernidad, de Néstor García
radical” como nuevo proyecto hegemónico. Canclini, publicado en 1989. Este libro es,
Admitiendo que “toda posición hegemónica entre otras cosas, como ha señalado Renato
está basada en un equilibrio inestable”, hi- Rosaldo, un intento de poner a Gramsci en el
cieron un llamado a rechazar los “esencia- centro de los estudios sobre las formaciones
lismos” y avizoraron un proceso de luchas sociales latinoamericanas (“Foreward”: xiii).
políticas en el mundo contemporáneo en el La influencia de Gramsci en las ciencias so-
que se produce “el descentramiento y auto- ciales latinoamericanas, es preciso señalar,
126 globalización

se remonta a algunos años atrás y puede ras- de las referencias –tomadas de diversos te-
trearse con cierto detenimiento en el trabajo rritorios– con que arman sus obras los ar-
de los llamados “gramscianos argentinos” tistas, los artesanos y los medios masivos”
como Héctor Pablo Agosti, José Aricó, Juan (323-24). Para intentar dar respuesta a este
Carlos Portantiero y otros (Burgos). Lo que desafío, García Canclini propone la noción
García Canclini se propuso fue analizar las de “culturas híbridas”, un concepto que nos
formas en que la cultura dominante (identi- permitiría superar las estériles dicotomías
ficada por él con las prácticas consideradas entre “hegemónico” y “subalterno”. Se tra-
“cultas” y “modernas”) y la cultura popular ta, con esto, de analizar las “actividades so-
(generalmente identificada con lo “tradicio- lidarias o cómplices” entre ambos grupos,
nal”) se intersectan, y la medida en la cual revelando así la medida en la que ellos “se
tanto la represión como la apropiación de la necesitan” (324). El concepto de hibridación
segunda por parte de la primera se convier- –discutido en otra entrada de este diccio-
ten en elementos centrales en el proceso de nario– se convierte en la propuesta teórica
dominación hegemónica. De ese modo, una que García Canclini ofrece para entender
preocupación central de su trabajo es enten- las complejas relaciones entre hegemonía y
der “qué utilidad presta la cultura a la he- resistencia, una propuesta que tuvo una no-
gemonía” (Culturas híbridas: 133), es decir, table influencia en el desarrollo de los estu-
cómo podemos realmente saber si la cultura dios culturales latinoamericanos en los años
juego un papel crucial o no en el ejercicio noventa (Sarto, introducción a la sección II,
de la dominación. Conocemos, dice, las “in- “Foundations” de Sarto, Ríos y Trigo: 181).
tenciones” de las políticas modernizadoras, La fundación del “Grupo de Estudios
pero no tanto la “recepción” de las mismas, Subalternos Latinoamericanos” en 1992, y
lo cual lo lleva a colocar en el centro de su de manera más general la influencia de los
atención el análisis del consumo popular de estudios subalternos de la India sobre los
productos culturales. García Canclini sugie- estudios culturales latinoamericanos, abrie-
re que ni las perspectivas “reproductivistas” ron nuevas perspectivas en la reflexión sobre
–que consideran la cultura popular como los conceptos relacionados de hegemonía y
un “eco” de la cultura dominante– ni las subalternidad (véase la entrada sobre sub-
perspectivas “idealistas” –que ven la cultura alternismo en este diccionario). Aunque no
popular como una manifestación de la ca- es posible encontrar una posición homogé-
pacidad creadora autónoma de los grupos nea al interior de quienes formaron parte de
subalternos– logran captar la complejidad aquel grupo (disuelto en el año 2000) o entre
de estos procesos. Una correcta apropia- quienes se han sentido cercanos al trabajo
ción de Gramsci, sugiere García Canclini, de Guha y sus colaboradores, sí podemos re-
debería abogar por una “relativización” del saltar como elemento común el esfuerzo por
proceso, al reconocer a las clases populares repensar y desmontar las lógicas culturales
“cierta iniciativa y poder de resistencia, pero que acompañan y sostienen las diversas for-
siempre dentro de la interacción contradic- mas de dominación hegemónica, así como
toria con los grupos hegemónicos” (233). el interés por contribuir a formar proyectos
El trabajo de García Canclini sugiere una contrahegemónicos de cambio social. En
mirada “oblicua” al problema de la relación cuanto a lo primero, como sostiene Ileana
entre cultura y dominación. “Los cruces Rodríguez, los estudios subalternos enfatiza-
entre lo culto y lo popular –nos dice– vuel- ron la “imposibilidad” de separar lo político
ven obsoleta la representación polar entre de lo cultural (“Reading”: 6). En lo segundo,
ambas modalidades de desarrollo simbóli- los “estudios subalternos” en América Latina
co, y relativizan, por lo tanto, la oposición representaron un esfuerzo por contribuir a
política entre hegemónicos y subalternos, la construcción (teórica y política) de un
concebida como si se tratara de conjuntos nuevo proyecto hegemónico sustentado en
totalmente distintos y siempre enfrentados” una revaloración del sujeto subalterno. El
(323). Para entender este proceso en toda su manifiesto fundador del Grupo de Estudios
complejidad debemos prestar atención a “la Subalternos Latinoamericanos lo planteaba
diseminación de los centros, la multipolari- claramente: su proyecto era tanto académi-
dad de las iniciativas sociales, la pluralidad co como político y apuntaba a trabajar por
globalización 127

un “orden mundial democrático” susten- saberes” y “nuevas epistemologías” (Mato,


tado en las “nuevas relaciones entre noso- Estudios y otros prácticas: recientemente, la
tros y aquellos contemporáneos a quienes Asociación de Estudios Latinoamericanos
convertimos en objetos de estudio” (Latin (lasa) inició un ambicioso proyecto transna-
American Subaltern Studies Group: 142, cional sobre este tema, que abre un enorme
146). Estas relaciones no han sido fáciles de espacio de posibilidades para repensar la
imaginar en términos teóricos ni de imple- política y la cultura). Por otro lado, el va-
mentar en términos prácticos. La irrupción lioso trabajo colectivo que coordina Doris
de los estudios subalternos en el escenario Sommer sobre “agentes culturales” recoge
latinoamericanista representó una inyección también las preocupaciones sobre cómo
de energía teórica y política pero también conectar las formas de producción cultural
trajo consigo desafíos y desencuentros. Por con proyectos de transformación no nece-
un lado ofreció una posible salida al impas- sariamente “revolucionarios” en el sentido
se producido por la crisis de la izquierda clásico del término, pero sí comprometidos
marxista y socialista, aunque pronto reveló con los esfuerzos de democratización de
las complejidades y paradojas del intento las sociedades latinoamericanas (Cultural
de construir un proyecto alternativo que co- Agency). La confluencia de lo político y lo
nectara a los académicos subalternistas en cultural que se aprecia en estos y otros es-
Estados Unidos con los sujetos subalternos fuerzos es, quizá, el mayor aporte colectivo
latinoamericanos. Por otro lado, adoptó una de los estudios culturales en el desafío de
perspectiva teórica que algunos –entre ellos construir un nuevo proyecto (hegemónico)
el propio García Canclini– habrían de ver democrático, plural e inclusivo.
como dicotómica y reduccionista.
Los estudios culturales, ha sugerido John bibliografía. Burgos, Raúl, Los gramscianos
Beverley, permitirían precisamente superar argentinos: cultura y política en la experien-
la supuesta bipolaridad rígida entre hege- cia de pasado y presente, Buenos Aires, Siglo
monía y subalternidad por vía de una mayor XXI Editores, 2004; Dube, Saurabh (coord.),
atención a la compleja dinámica cultural Pasados poscoloniales: colección de ensayos
de la sociedad civil (The “Im/Possibility”: sobre la nueva historia y etnografía de la
53). Pero al mismo tiempo, otros autores India, México, El Colegio de México, 1999;
como Hernán Vidal han cuestionado la es- Genovese, Eugene, Roll, Jordan, Roll: The
casa preocupación política de muchos de World the Slaves Made, Nueva York, Vintage,
los practicantes de los estudios cultura- 1976; Guha, Ranajit, Dominance without
les (“Restaurar lo político”). Este aparente Hegemony: History and Power in Colonial
desencuentro entre una mayor atención a India, Cambridge, Harvard University Press,
la cultura y un cierto desinterés por las di- 1997; Guha, Ranajit, Las voces de la historia y
mensiones políticas nos deja, por lo tanto, otros estudios subalternos, Barcelona, Crítica,
con un desafío: cómo conectar las prácticas 2002; Laclau, Ernesto y Chantal Mouffe,
académicas de los estudios culturales con Hegemony and Socialist Strategy: Towards a
los debates en torno a la forja de nuevos pro- Radical Democratic Politics, London, Verso,
yectos de cambio social para las sociedades 1984 [Hegemonía y estrategia socialista: ha-
latinoamericanas. John Beverley se muestra cia una radicalización de la democracia,
optimista: “los estudios culturales preparan/ Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1987];
anticipan/legitiman la necesidad/posibilidad Latin American Subaltern Studies Group,
de una revolución cultural” (“Postscriptum”: “Founding Statement”, en John Beverley et
588). Creemos que hay razones para com- al., (eds.), The Postmodernism Debate in Latin
partir, cautelosamente, ese optimismo. Al America, Durham, Duke University Press, 1995;
lado de preocupaciones bastante bien es- Mallon, Florencia, Campesinado y nación. La
tablecidas sobre temas como derechos hu- construcción de México y Perú poscoloniales,
manos, memorias colectivas, las relaciones México, ciesas, 2004 [Peasant and Nation.
entre cultura y cambio social, las políticas The Making of Postcolonial Mexico and Peru,
de la identidad, y muchos otros, se ha gene- Berkeley, University of California Press, 1995];
rado recientemente un notable interés por Rivera Cusicanqui, Silvia y Rossana Barragán
el estudio de lo que se ha llamado “nuevos (eds.), Debates post coloniales: una introduc-
128 globalización / heterogeneidad

ción a los estudios de la subalternidad, La Paz, indígena. Hablando de los que, como Mario
Editorial Historias, 1997; Roseberry, William, Vargas Llosa, enjuician a la literatura indi-
“Hegemony and the Language of Contention”, genista por su visión distorsionada, Cornejo
en Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent, eds., dice, “consideran como defecto lo que es la
Everyday Forms of State Formation. Revolution identidad más profunda del movimiento y
and the Negotiation of Rule in Modern Mexico, a la larga le exigen que deje de ser lo que
Durham, Duke University Press, 1994, pp. 355- es –indigenismo– para convertirse en lo que
366; Ruccio, David F., “Unfinished Business: en ningún caso puede llegar a ser: literatu-
Gramsci’s Prison Notebooks”, Rethinking ra indígena” (“El indigenismo”: 18). Lo que
Marxism, 18, 1, 2006, pp. 1-7; Scott, James estos textos heterogéneos revelan, plantea
C., Los dominados y el arte de la resistencia, Cornejo, es la condición fragmentada y frac-
México, Era, 2000; Scott, James C., Weapons of turada de las naciones latinoamericanas,
the Weak: Everyday Forms of Peasant Resistance, condición que la literatura está destinada a
New Haven, Yale, 1985; Thompson, E. P., Whigs reproducir, no a solucionar.
and Hunters: The Origin of the Black Act, Nueva El concepto de heterogeneidad emerge
York, Pantheon, 1975; Williams, Raymond en los años setenta en parte como interven-
“Base and Superstructure in Marxist Cultural ción en la coyuntura política del Perú y la
Theory”, New Left Review, 82, 1973, pp. 3-16. bancarrota ideológica del concepto de “mes-
tizaje” mediante el cual se pretendía lograr
[carlos aguirre] la tan anhelada unidad nacional. Ante la
propaganda triunfalista del gobierno militar
de Velasco, Cornejo insiste que la unidad na-
heterogeneidad cional es quimérica, producto de un estado
de represión y no de la democracia genuina
El término “heterogeneidad” tal y como y el respeto por los pueblos indígenas, y que
se emplea en la actual crítica cultural lati- todavía no se ha superado el legado colonial
noamericanista es, en su mayoría, la crea- del país. Pero aún más importante para de-
ción del crítico peruano Antonio Cornejo terminar el desarrollo del concepto de he-
Polar (1936-1997). Sin embargo, como se terogeneidad, son los debates en torno a la
verá más adelante, también existen otras ver- literatura latinoamericana que responden a
tientes importantes del concepto, sobre todo los cambios profundos en el panorama lite-
la del antropólogo Néstor García Canclini. rario ocasionados por el llamado boom de la
El “discurso heterogéneo” de Cornejo se de- novela. ¿Qué tipos de literatura y de crítica
fine como un discurso cuyo productor per- pueden considerarse representativas de la
tenece a un mundo culturalmente distinto región? ¿Cómo definir esta entidad, recién
al mundo de su referente. Ejemplos de tal inventada, de “literatura latinoamericana”?
fenómeno, según Cornejo, incluyen las cró- A raíz de su éxito internacional, algunos de
nicas de la conquista, la literatura indigenis- los novelistas del boom hablan de la “univer-
ta, la gauchesca y la negrista, entre otras. En salización” de la literatura latinoamericana,
todos estos casos, el discurso distorsiona su planteamiento que genera un contradiscur-
referente –por ejemplo, el mundo indígena– so, por parte de los críticos literarios políti-
porque ese discurso es el producto de un camente comprometidos, en torno a la ne-
mundo ajeno al mundo que describe. Pero cesidad de un mayor reconocimiento de las
Cornejo dice que no hay que enjuiciar a es- particularidades culturales e históricas de la
tos discursos por su falta de verosimilitud región y de cómo éstas se manifiestan en
sino reconocer que precisamente en esta la esfera literaria. Cornejo, junto con otros
falta radica su verdad más fundamental. críticos, tales como Roberto Fernández
Cornejo, entonces, rechaza la referenciali- Retamar, Agustín Cueva, Noé Jitrik, Angel
dad como base de una interpretación crítica Rama, y Antonio Candido, entre otros, in-
de estos textos. Inútil esperar a que la lite- sisten que sólo una literatura que testimonie
ratura indigenista capte de forma rigurosa –sea de forma conciente o inconciente– de
la realidad indígena; está escrita desde una esa “peculariedad diferencial” del ser latino-
perspectiva no sólo ajena sino también anta- americano, puede ser considerada auténti-
gónica y dominante con respecto al mundo camente representativa. Surge una serie de
heterogeneidad 129

conceptos críticos para nombrar y explicar toda instancia crítica debe tomar en cuen-
esa particularidad en el campo literario, en- ta. Y la producción literaria escrita, dice
tre ellos, la “heterogeneidad literaria”. Cornejo, tanto de las crónicas como de la
Empleando el vocabulario del pensador literatura indigenista, tiene un significado
peruano José Carlos Mariátegui, un intelec- histórico particular: la letra es el signo de
tual vanguardista y socialista de enorme la diferencia entre colonizadores y coloni-
influencia, Cornejo argumenta que la narra- zados. De allí la creciente importancia sim-
tiva más representativa de la región es la bólica, en la obra de Cornejo, de la esce-
que refleja la naturaleza “no-orgánicamente na primordial de Cajamarca en 1532 entre
nacional” de las sociedades latinoamerica- el padre Valverde y Atahuallpa, cuando el
nas. Por “no-orgánicamente nacional,” en- Inca, no pudiendo “escuchar” la palabra de
tiéndase la fragmentación cultural en mun- la Biblia, la arroja al suelo, desatando la vio-
dos opuestos y antagónicos en el seno del lencia española (Escribir en el aire: 20-43).
país, su división jerárquica en un mundo Todo texto letrado andino, afirma Cornejo,
letrado contra un mundo oral, urbano con- reproduce este primer encuentro. No puede
tra rural, occidental contra indígena, etc. La más que afirmar la diferencia entre coloni-
necesidad de preservar la dominación del zadores y colonizados, por más que quiera
mundo occidental sobre el mundo indígena, denunciarla o erradicarla. Esto podría con-
trae como consecuencia la deformación de siderarse el meollo del concepto de literatu-
sus clases sociales por el “colonialismo su- ra heterogénea. Como dice Cornejo en 1978,
pérstite,” y la resultante incapacidad de las en el último párrafo de su artículo, “Al igual
élites de orientar el país hacia el progreso que todas las literaturas heterogéneas…
moderno y a la prosperidad. Mariátegui el indigenismo no se agota en la represen-
buscaba convertir la nación no-orgánica en tación realista de su referente… se realiza
nación orgánica mediante el socialismo. más bien como reproducción literaria de la
La literatura que refleja esa realidad na- estructura e historia de sociedades desinte-
cional des-integrada es “literatura heterogé- gradas como son las de los países andinos”
nea”. Se trata, dice Cornejo, “de literaturas (“El indigenismo”: 21).
situadas en el conflictivo cruce de dos socie- Desde la perspectiva de este concepto de
dades y dos culturas” (“El indigenismo”: 8). lo literario, la literatura no puede reconci-
Pero no es cuestión de reflejar esa realidad liar un antagonismo del que forma parte, del
conflictiva al nivel del contenido, sino al ni- que, por su propia enunciación, contribuye
vel del “modo de producción textual,” o sea, a endurecer. El concepto de la heterogenei-
al nivel del mismo sistema literario y de dad ofrece una visión de la literatura como
cómo éste funciona dentro de la nación no- políticamente débil, pero cargada todavía de
orgánica. El sistema literario participa en la un peso cultural e histórico enormemente
reproducción de la fractura nacional porque fuerte, tan fuerte que determina su signifi-
la materia prima de la literatura nacional cado muy por encima de las intenciones del
–la escritura– hace que la literatura sólo se autor. El poder de la literatura en tanto testi-
produzca y circule dentro de uno de los monio social no emana de lo que su creador
mundos –el mundo occidental– sin lograr ha querido representar, sino de lo que sin
cruzar el puente hacia el mundo indígena. querer dice, en la reproducción de los con-
Es un sistema cerrado, exclusivo. Sus inten- flictos sociales aún por resolver. Podríamos
tos de ser inclusivo fracasan porque no pue- decir que el concepto de “heterogeneidad”
de escapar de su naturaleza escrita y, por presupone la “muerte del autor” (Barthes,
ende, de su condición ajena a la naturaleza “Death”).
oral de la producción literaria indígena, se- En su último libro Cornejo admite que el
gún Cornejo. intento de encontrar una teoría literaria la-
Además, ese sistema literario funciona tinoamericana fracasó, pero no abandona
como pieza clave en el discurso ideológico su intento de dar razón de la literatura “que
que legitima la imposición del occidente funciona en los bordes de sistemas cultura-
sobre el mundo indígena. Al poner énfasis les disonantes, a veces incompatibles entre
en la letra, Cornejo insiste en la producción sí” (Escribir: 11). El concepto de heteroge-
literaria en tanto acto o evento social que neidad es matizada a la luz de las teorías
130 heterogeneidad

posestructuralistas del sujeto, llegando sino desaparición, de los pueblos indígenas


Cornejo a plantear que la heterogeneidad se como tales. Por un lado, no hay que olvi-
encuentra no sólo en la relación entre dos dar hasta qué punto Rama y Cornejo tuvie-
mundos culturas, sino en el seno mismo de ron posturas críticas comunes, sobre todo
estos mundos y de sus emisores. Si el con- en los años cuando Cornejo empezaba a
cepto empezó como un intento de entender desarrollar el concepto de heterogeneidad.
el papel de la literatura en el funcionamien- Estas convergencias se ven en sus posturas
to de los sistemas de diferenciación, de rai- frente a, por ejemplo, la obra de José María
gambre colonial, que impedían la formación Arguedas, o la universalización de la litera-
de naciones “orgánicas” latinoamericanas, tura latinoamericana por vía del boom. De
termina aproximándose más a una simple hecho, Cornejo se veía a sí mismo como se-
apreciación y reconocimiento de la diferen- guidor de la línea abierta por Rama en su
cia, la pluralidad, la contradicción y la ines- análisis de Arguedas (“El indigenismo”: 8).
tabilidad que marcan toda identidad, tanto Pero por otro lado, no hay duda de la exis-
individual como colectiva. tencia de divergencias entre Rama y Cornejo
En los años posteriores a la muerte de en sus visiones de las culturas nacionales
Cornejo se publican numerosas colecciones latinoamericanas, el uno abogando por la
de ensayos sobre su obra, parte del proceso unidad cultural, el otro insistiendo en las
de contextualizar, ampliar y matizar sus fracturas profundas que la cultura nacional
planteamientos. Tal ocurre, por ejemplo, en no puede ni debe soldar. También es cierto
un artículo de William Rowe sobre la oposi- que Cornejo mismo, en algunos textos cor-
ción entre oralidad y escritura en la obra de tos de los años noventa, criticó directamente
Cornejo. La propuesta de Rowe es señalar los postulados de Rama sobre el mestizaje y
“las limitaciones de esa fábula historicista e la transculturación (véase el breve artículo
identitaria que habla de la letra opresora “Mestizaje, transculturación, heterogenei-
que impide la expresión de la voz de la po- dad”, y también “Mestizaje e hibridez: los
blación marginada por ‘la ciudad letrada’ ” riesgos de las metáforas”, de publicación
(226). Rowe plantea que, “al desterrar la es- póstuma). Habría que recalcar otra impor-
critura del ámbito de la voz, se idealiza y tante divergencia entre Rama y Cornejo so-
adelgaza a ésta, quitándole sus relaciones bre el papel asignado a la literatura y a la
densas con una gama de prácticas textuales, crítica literaria en tanto partícipes de una
visuales y manuales” (225). A la luz de estas contemporaneidad conflictiva. En su visión
reflexiones, se podría argumentar que, aun- del drama latinoamericano, Rama pondrá
que el encuentro entre Atahuallpa y Valverde a los escritores mismos –tanto Arguedas
es de inmenso poder simbólico, quizá no sea como Juan Rulfo, Gabriel García Márquez
adecuado para entender la relación entre y otros– en el centro del escenario, protago-
identidad indígena y cultura letrada. Por lo nistas heroicos del destino histórico del con-
menos habría que decir que no es una de tinente. Pero Cornejo se niega a celebrar al
puro antagonismo. escritor en tanto héroe creativo. Desplaza
El ámbito de influencia del concepto al escritor del centro del análisis, abriendo
de heterogeneidad crece en ese periodo así la posibilidad de una lectura sintomática
y proliferan nuevas “aplicaciones” de la de la literatura.
heterogeneidad literaria que la extienden Otro pensador cuyo trabajo hace referen-
más allá del ámbito andino. En especial, el cias importantes a la heterogeneidad es
concepto encuentra eco con algunos de los Néstor García Canclini en su obra funda-
planteamientos de los estudios subalternos mental Culturas híbridas: estrategias para
latinoamericanistas (véase Beverley, “Siete entrar y salir de la modernidad (1990). Su
aproximaciones”; Moreiras, Exhaustion). concepto de “heterogeneidad multitempo-
Éstos recurren al concepto de heterogenei- ral” (entiéndase “heterogeneidad temporal”
dad para enjuiciar a otro concepto surgido o “multitemporalidad”) se refiere a la pre-
de los años setenta, la “transculturación sencia de múltiples temporalidades históri-
narrativa,” creación del crítico uruguayo cas, cada una caracterizada por condiciones
Ángel Rama, y para criticar a todo modelo socioeconómicas específicas, que coexisten
de nación que implicaría la subordinación, en las naciones latinoamericanas. Una tem-
heterogeneidad 131

poralidad no es solamente un periodo de fundamental de la sociedad, en la que no


tiempo, más bien se refiere a un modo par- existe clara división entre lo tradicional y lo
ticular de concebir y vivir el tiempo. Por moderno, o entre lo culto, lo popular y lo
ejemplo, una temporalidad moderna se di- masivo (14). Si bien existen múltiples tem-
ferencia de una temporalidad posmoderna, poralidades en cada nación, ésas terminan
una temporalidad artesanal de una tempo- conformando una modernidad, pero de na-
ralidad industrial, etc. El concepto parece turaleza “híbrida”.
haber sido adoptado del pensador marxista Vale decir que el término “heterogenei-
Perry Anderson (Culturas híbridas: 70), pero dad” también tiene otra genealogía que con-
en el uso de García Canclini el término “he- verge con la latinoamericanista en la obra
terogeneidad multitemporal” va más allá del del politólogo Ernesto Laclau. En su libro
marxismo. Tiene una doble matiz, antropo- On Populist Reason (2005), Laclau utiliza
lógica y sociológica: se trata de entender la el concepto de “heterogeneidad social” para
diversidad de orden cultural y geográfica describir una dinámica política en la que
(identidades étnicas y locales) y la desigual- participan sujetos “exteriores” al espacio
dad creada por el sistema político-económi- discursivo común (140). Ese uso de la no-
co transnacional (participación subordina- ción de “heterogeneidad” surge a partir de la
da en el capitalismo) (235). reexaminación, en los años ochenta, del con-
Según García Canclini, más que un lastre cepto marxista del “proletariado lumpen”,
en el camino progresivo hacia la moderni- para dar cuenta de las prácticas políticas de
dad, la multitemporalidad es parte intrínse- los sujetos sociales que el pensamiento mar-
ca de la modernidad latinoamericana y es, xista ortodoxo marginalizaba y descalificaba
además, lo que posibilita y da forma a sus (véase el artículo de Stallybrass). Si bien no
expresiones estéticas e ideológicas. Dice, “el parece haber una filiación directa entre ese
modernismo no es la expresión de la moder- uso de “heterogeneidad” y el de Cornejo, los
nización socioeconómica sino el modo en dos comparten rasgos importantes. Ambos
que las élites se hacen cargo de la intersección se refieren a una situación política marcada
de diferentes temporalidades históricas y tra- por la falta de un espacio discursivo común
tan de elaborar con ellas un proyecto global” entre diversos actores sociales, por la inco-
(71, cursivas en el original). La meta de mensurabilidad que existe entre –para citar
García Canclini es entonces “generar otro sólo un ejemplo– el horizonte ideológico que
modo de concebir la modernización latinoa- configura las demandas de grupos indígenas
mericana” (15). En vez de entender la mo- y el horizonte ideológico que configura las
dernización como la implantación de una demandas de la clase obrera.
fuerza externa destructora de “lo tradicional El caso de García Canclini es otro, pues-
y lo propio,” García Canclini propone ver la to que su concepto de heterogeneidad queda
modernización como un proceso compuesto subordinado en última instancia al concep-
por diversos intentos de “hacerse cargo” de to de hibridación; o sea, García Canclini sí
la heterogeneidad multitemporal: la moder- postula la existencia de algunos espacios co-
nización como proceso mediante el cual los munes, imperfectos y a veces fracasados,
latinoamericanos intervienen en la cons- creados por las instituciones del Estado-
trucción de su mundo. nación. En todo caso, habría que postular
Al igual que Cornejo Polar, García que cada uno de estos usos diversos del con-
Canclini parte de la necesidad de reconocer cepto “heterogeneidad” surge como un in-
la coexistencia de diversas temporalidades tento de teorizar los límites del pensamiento
dentro de cada nación. Quiere entender marxista –sin abandonar el horizonte de jus-
cómo esa realidad ha conformado la moder- ticia social– frente a sujetos cuya conciencia
nidad latinoamericana y cuáles son los retos política e identidad colectiva no se forman
políticos que ocasiona. Critica todo intento según la lógica de clase y a sociedades cuyo
de ocultar estas diferencias, y se pregunta desarrollo no se desenvuelve dentro de es-
por la mejor forma de responder a la des- quemas históricos progresistas, teorizacio-
igualdad. Pero a diferencia del pensador nes inspiradas por pensadores tales como
peruano, García Canclini postula que esta Mariátegui, Gramsci y Benjamín.
heterogeneidad produce una “hibridación”
132 heterogeneidad / hibridez

obras de consulta. Beverley, John, “Siete aproxi- hibridez


maciones al ‘problema indígena’” en Moraña,
Mabel (ed.), Indigenismo hacia el fin del milenio. En líneas generales, el término “hibridez” o
Homenaje a Antonio Cornejo-Polar, Instituto “hibridación” da cuenta de los procesos y
Internacional de Literatura Iberoamericana, resultados de la mezcla de diferentes cultu-
Pittsburgh, 1998, pp. 243-283; Bueno Chávez, ras en América Latina. El término ocupa un
Raúl y Nelson Osorio Tejeda (eds.), La trayecto- lugar destacado en el pensamiento y discur-
ria intelectual de Antonio Cornejo Polar, Revista so crítico sobre América Latina junto a otros
de Crítica Literaria Latinoamericana, año xxv, términos que, en la misma tradición, han
núm. 50, 1999, pp. 5-306 (número especial); procurado explicar la diversidad de la reali-
Cornejo Polar, Antonio, “El indigenismo y dad cultural latinoamericana y sus debates
las literaturas heterogéneas: su doble estatu- entre la conciliación y el conflicto. Los que
to socio-cultural,” Revista de Crítica Literaria marcaron con más fuerza el vocabulario y
Latinoamericana, año iv, núms. 7-8, 1978. pp. las conceptualizaciones críticas de los estu-
7-21; Cornejo Polar, Antonio, “Mestizaje, trans- dios literarios y culturales fueron los de
culturación, heterogeneidad,” en Mazzotti, José mestizaje (Vasconcelos, Rojas), transcultu-
Antonio y U. Juan Zevallos Aguilar (ed.), Asedios ración (Ortiz, Rama), heterogeneidad
a la heterogeneidad cultural: libro de homenaje a (Cornejo Polar), “literaturas alternativas”
Antonio Cornejo Polar, Asociación Internacional (Lienhard) y más recientemente “zona de
de Peruanistas, Philadelphia, 1996, pp. 54-56; contacto” (Pratt). Es a partir del texto de
Higgins, James (ed.), Heterogeneidad y lite- Néstor García Canclini, Culturas híbridas:
ratura en el Perú, Lima, Centro de Estudios estrategias para entrar y salir de la moderni-
Literarios Antonio Cornejo Polar, 2003; dad (1989), cuando el término hibridación
Laclau, Ernesto, On Populist Reason, Londres, alcanza mayor precisión conceptual en los
Verso, 2005 [La razón populista (trad. Soledad estudios culturales latinoamericanos, así
Laclau), México, Fondo de Cultura Económica, como mayor difusión, aceptación y contro-
2006]; Mariátegui, José Carlos, Siete ensayos de versia en el debate intelectual. En Culturas
interpretación de la realidad peruana, México, híbridas, la hibridación se piensa como un
Era, 1979 (edición original de1928); Mazzotti, fenómeno indefectiblemente asociado a la
José Antonio y U. Juan Zevallos Aguilar (eds.), modernidad, tal y como ésta se configura en
Asedios a la heterogeneidad cultural: libro de ho- la lógica del mercado productor de consu-
menaje a Antonio Cornejo Polar, Philadelphia, midores y rearticulador de identidades ciu-
Asociación Internacional de Peruanistas, 1996; dadanas en la globalización y en las inter-
Moraña, Mabel (ed.), Indigenismo hacia el secciones entre la cultura de elite, la
fin del milenio. Homenaje a Antonio Cornejo- industria cultural y la cultura popular, así
Polar, Pittsburgh, Instituto Internacional como el papel que el estado y los organis-
de Literatura Iberoamericana, 1998; Rowe, mos privados juegan en los procesos gene-
William, “Sobre la heterogeneidad de la letra rados por las reglas de producción simbóli-
en Los ríos profundos: una crítica a la oposición ca de los bienes culturales.
polar escritura/oralidad” en Higgins, James Ya en el discurso de la conquista y coloni-
(ed.), Heterogeneidad y literatura en el Perú, zación, nutrido de referencias grecolatinas,
Lima, Centro de Estudios Literarios Antonio las formas producidas por la interacción
Cornejo Polar, 2003, pp. 223-251; Stallybrass, racial y cultural se calificaron peyorativa-
Peter, “Marx and Heterogeneity: Thinking the mente. El franciscano Mendieta, en México,
Lumpenproletariat”, The Margins of Identity in designa al resultado de la mezcla como
Nineteenth-Century England, edición especial “quimera”, es decir como un “monstruo
de Representations, núm. 31, 1990, pp. 69-95. que echa fuego por la boca y tiene cabeza
y cuello de león, vientre de cabra y cola de
[estelle tarica] dragón” (Covarrubias 1611, 1943 [citado
en Lienhard: 134]). El término “quimera”
introduce e instituye en América Latina la
imagen de la monstruosidad asociada a la
mezcla producto de la coexistencia del co-
lonizador y el colonizado y busca plasmar
hibridez 133

el carácter altamente conflictivo de la mis- de la metáfora transdisciplinaria usada por


ma (Lienhard: 133). De un modo similar, García Canclini, la crítica de Cornejo Polar
el término hibridez arrastra connotaciones al concepto de hibridez se asienta en una vi-
peyorativas en ciertos sectores de la críti- sión celebratoria de las alianzas fecundas de
ca latinoamericana y en cierto sentido, esto la hibridación que opaque la visibilidad de
se debe a un lastre de influencia del pen- las asimetrías reales de poder y prestigio en
samiento decimonónico, cuando se creía los mundos latinoamericanos, “desgajados y
también que la hibridación perjudicaba el beligerantes” (“Mestizaje e hibridez”).
desarrollo racial o social. El crítico peruano A partir de debates como éste, el concep-
Cornejo Polar advirtió sobre los riesgos de to de hibridez se inserta en una tradición de
trasladar términos y conceptos de la biolo- pensamiento latinoamericano y se ubica en
gía a las ciencias sociales y utilizarlas como la línea de las proposiciones teóricas para
metáforas explicativas de su funcionamiento explicar la mezcla y la interacción cultural
(“Mestizaje e hibridez”). Los individuos hí- inaugurada en el siglo xx por los pensadores
bridos como la mula, advierte Cornejo Polar, del mestizaje como Vasconcelos, Ricardo
son estériles. Sin embargo, García Canclini Rojas y Pedro Henríquez Ureña y su des-
responde que en 1870 Mendel demostró mantelamiento de antiguas teorías raciales
que las hibridaciones genéticas en botáni- esencialistas. Unos decenios más tarde, en
ca aumentan la calidad y el rendimiento de 1940, y en esta misma línea, se articuló al
alimentos y derivados, como en el caso de debate el concepto de transculturación, pro-
cereales, flores y el café, al acrecentar su puesto por el antropólogo cubano Fernando
capacidad de supervivencia y adaptación a Ortiz. El concepto de transculturación apun-
su hábitat (“Noticias recientes”). Esta im- taba a reformular el papel pasivo según el
portación del concepto de hibridación de cual la antropología tradicional pensaba a
la biología a las ciencias sociales se volve- las culturas colonizadas de acuerdo al con-
ría útil en virtud de su poder explicativo y cepto de aculturación. El concepto de trans-
su consistencia teórica. Por su parte Jean culturación, pensado en su generalidad para
Franco ha señalado que el término hibridez los contactos entre las culturas africanas,
ha postulado un nuevo desplazamiento se- nativas americanas y europeas en América,
mántico al trasladar las explicaciones sobre subraya la originalidad y la creatividad de
la mezcla y la interacción cultural del terre- las culturas populares insistiendo en su pa-
no de la zoología (y las teorías racialistas del pel activo ante los intercambios con la cul-
positivismo) donde se enclavaba el concep- tura del colonizador (Lienhard: 134). Ángel
to del mestizaje, a la botánica, abriendo el Rama, con su propuesta de la transcultura-
campo a nuevas posibilidades y realizacio- ción narrativa, extendió el concepto de la
nes del concepto. Reconociendo que tanto antropología de Fernando Ortiz hacia el es-
el mestizaje como la hibridación presentan tudio de la narrativa de autores como José
problemas teóricos en el traspaso de sus dis- María Arguedas, Gabriel García Márquez y
ciplinas de origen al terreno de la cultura, Augusto Roa Bastos, entre otros, para ha-
Franco sostiene que frente a la noción de blar del papel creativo en los modos de
mestizaje, “que sugiere que la cultura brotó apropiación de los modelos metropolitanos
naturalmente de una cópula”, la hibridación por parte de la literatura local y sus formas
es una metáfora botánica “estrechamente re- de relecturas de lo propio y lo ajeno en los
lacionada con la noción de la cultura como procesos de creación literaria.
cultivo” (59). Para Canclini, el concepto de Por su parte, Antonio Cornejo Polar pro-
hibridez contribuye a identificar y explicar puso el concepto de heterogeneidad o litera-
“múltiples alianzas fecundas” y alejarse de turas heterogéneas para identificar aquellas
los discursos biologicistas de la raza. García literaturas cuyos elementos constitutivos no
Canclini distancia con claridad el concepto pertenecen a los mismos universos cultura-
de hibridez de las mezclas raciales, “a las les. En las literaturas heterogéneas al me-
que suele referirse el concepto de mestiza- nos una de las diferentes etapas que Cornejo
je” (Culturas híbridas: 15) y del sincretismo, Polar visualiza en los procesos literarios: ya
con el que se designa a las fusiones religio- sea la producción, el referente, la circula-
sas. Más allá de las ventajas o desventajas ción o la recepción, no pertenece al universo
134 hibridez

sociocultural de las otras. Así, las literaturas las relaciones interculturales en el contexto
indigenistas con autores y lectores letrados de la modernidad, específicamente en lo que
o cultos y referentes del universo indígena se refiere a las transformaciones y negocia-
serían el ejemplo más claro de las literaturas ciones de las culturas locales, ya sea popu-
heterogéneas. En este mismo sentido Martin lares o de élite, en contacto con las tecnolo-
Lienhard propone el concepto de literaturas gías de la industria cultural dentro de un
alternativas para designar aquellas produc- mercado global. Así, la hibridación se aso-
ciones que circulan en los márgenes tanto ciará por lo general y según el estudio de
de los circuitos hegemónicos como de las García Canclini, a la lógica del mercado, a
subsociedades orales-populares, justamente las tecnologías masivas de difusión y consu-
por estar dirigidas igualmente a un lector mo, a la globalización de la cultura, al des-
“alternativo”. En el caso de las sociedades centramiento de las prácticas y de las ideo-
andinas, se trataría de un lector bilingüe, logías homogeneizadoras de los estados
capaz de comunicarse en español y quechua nacionales. Si bien estas consideraciones
(o aymara) y capaz de moverse en ambos estaban implícitas en conceptos como trans-
circuitos con eficacia. Arguedas, al integrar culturación y heterogeneidad de Rama y
el quechua coloquial a su narrativa en es- Cornejo Polar, García Canclini puso énfasis,
pañol, transgrede los cánones de la litera- a través del concepto de hibridación, en el
tura culta escrita en español así como las análisis de casos que echaban luz sobre las
normas tradicionales de la poesía quechua relaciones de lo local con lo global dentro
ancestral. Para Lienhard, la narrativa de de los procesos de la modernización. Es así
Arguedas integra el corpus de las literatu- como la hibridez no puede comprenderse
ras alternativas. como propuesta conceptual sin atender a la
En su libro Imperial Eyes (1992), Mary problemática de la modernidad en América
Louise Pratt utiliza el término “zona de con- Latina. El concepto de hibridez pretende
tacto” para nombrar la copresencia tempo- examinar el modo en que el arte culto de
ral y espacial de sujetos pertenecientes a vanguardia y la cultura popular se relacio-
culturas histórica y geográficamente separa- nan con el mercado simbólico y económico,
das en el pasado. Pratt se vale del término con los avances tecnológicos y con las ma-
especialmente para señalar la interacción y trices tradicionales de largo arraigo cultu-
la formación de las subjetividades en la in- ral. García Canclini se pregunta: “¿Qué bus-
tersección cultural de los encuentros colo- can los pintores cuando citan en el mismo
niales, donde la copresencia, a menudo, cuadro imágenes precolombinas, coloniales
implica relaciones de poder radicalmente y la industria cultural, cuando las reelabo-
asimétricas (7). La idea de la zona de con- ran usando computadoras y láser? (Culturas
tacto pone de relieve la actuación de las sub- híbridas: 14). García Canclini indaga en los
jetividades dentro de un conjunto o marco modos en que los medios electrónicos difun-
socio-político, económico y cultural, es de- den masivamente el arte culto y el folclor y
cir, recoge las múltiples variables que con- las maneras en que la música culta y el rock
dicionan y explican el contacto y sus asime- se “renuevan” en las metrópolis, incorporan-
trías relacionales. Con este concepto, Pratt do ritmos populares asiáticos y africanos
articula los estudios del viaje imperial a los (14). Para explicar estos procesos o estrate-
análisis del discurso colonial y la transcul- gias de hibridación, García Canclini se vale
turación narrativa. del término prestado de la economía, “re-
Desde las teorizaciones sobre el mestiza- conversión”. Los tipos de reconversión eco-
je y a lo largo de toda esta línea de pensa- nómica y simbólica no son utilizados como
miento crítico, el foco estuvo puesto en la estrategias de los sectores hegemónicos o la
mezcla específicamente referida a las inte- industria cultural exclusivamente, sino que
racciones de la cultura europea con la afri- se actualizan también en la práctica cotidia-
cana y la indígena americana, designada a na de los sectores populares, como la de los
menudo como “local” o “tradicional”. El migrantes campesinos que adaptan sus sa-
aporte fundamental de Culturas híbridas es beres para vivir en la ciudad, así como sus
el de haber resaltado, a través del concepto artesanías y productos para el consumo ur-
de hibridez, la característica particular de bano. García Canclini ve en la “reconver-
hibridez 135

sión” de estas identidades y sus produccio- que la hibridación debe darse en las disci-
nes las estrategias de la hibridación para plinas para que éstas brinden herramientas
entrar y salir de la modernidad. que permitan a los investigadores circular
El concepto de hibridez está estrecha- por los diferentes niveles de la producción
mente vinculado a los contextos políticos cultural. Es necesaria la comunicación entre
y económicos nacionales y transnaciona- niveles y disciplinas que expliquen y recor-
les. La problemática de la hibridez llama la ten objetos de estudios más complejos. Este
atención sobre los modos en que el estado trabajo disciplinar conjunto posibilitaría
y las empresas privadas transnacionales se una mayor comprensión de la tercera cues-
disputan la delimitación de los beneficios tión en debate en Culturas híbridas: la de
simbólicos y lucrativos de los bienes cultu- los procesos contradictorios y complejos de
rales de los que se hacen responsables. El la modernidad en América Latina, sus des-
estado y las instituciones privadas describen niveles y desigualdades, sus “innovaciones
y organizan estilos de acciones culturales di- truncas” su “heterogeneidad multitemporal”
versas. Para Canclini, mientras el estado se y el modo en que diversos sectores naciona-
responsabiliza de la preservación y usufructo les se hacen cargo de ella. Para hablar de la
del patrimonio histórico y tradicional, la ini- coexistencia de múltiples temporalidades en
ciativa privada se encarga de la promoción América Latina, Canclini retoma el estudio
de la cultura moderna. A pesar de apuntar de Perry Anderson sobre el surgimiento de
acciones culturales divergentes, ambos bus- los modernismos europeos de principios de
can obtener algún beneficio de las prácticas siglo xx y su postulación de que la fecun-
que organizan. En el caso del estado, el be- didad de los mismos se debió al hecho de
neficio es principalmente simbólico puesto haberse originado en contextos donde las
que las acciones culturales legitimarían su modernizaciones político-económicas no
mantenimiento. En el caso de los organis- eran estructurales ni parejas, es decir, por
mos privados, las acciones culturales se florecer en países de la Europa continental,
vuelven principalmente lucrativas y contri- donde convivían múltiples temporalidades
buyen a afianzar una imagen no interesada históricas con un desarrollado academicis-
de la expansión económica global (Culturas mo (pensar en el cubismo parisino o el futu-
híbridas: 86). Estudiar la hibridación supo- rismo italiano, por ejemplo). Estos moder-
ne asimismo entender la reconversión del nismos culturales surgieron en los contextos
estado en su papel de agente cultural y sus de compleja modernización estructural en
negociaciones en cuanto al capital simbóli- los que se combinaban formas de un pasado
co en el mercado transnacional. clásico o retrógrado, semiaristocrático, con
Culturas híbridas y el concepto de hi- adelantos técnicos que cambiaban presuro-
bridación pusieron fundamentalmente tres sa y abruptamente las relaciones sociales de
cuestiones en debate: la primera fue el afian- producción y con movimientos políticos de
zamiento/desmantelamiento de binarismos insurgencia que creaban la visión de futuros
u oposiciones abruptas como la de lo tradi- políticos inopinados. De un modo similar en
cional contra lo moderno, lo culto contra lo América Latina, los modernismos culturales
popular o lo culto contra lo masivo. García no serían la expresión de modernidades so-
Canclini focaliza su estudio en la impureza cioeconómicas parejas sino el modo en que
en la que se tejen los géneros y jerarquías “la élites se hacen cargo de diferentes tempo-
culturales. La segunda cuestión que ins- ralidades históricas y tratan de elaborar con
tauró en el debate Culturas híbridas fue la ellas un proyecto global” (Culturas híbridas:
del papel de las disciplinas encargadas de 71). Estudiar la modernidad en América
abordar la hibridación, y las separaciones Latina significa para Canclini examinarla
académicas tradicionales según las cuales en la complejidad de sus contradicciones,
la historia del arte y la literatura se hacen la coexistencia de diversos niveles tempo-
cargo del estudio del arte culto, la antropo- rales y en sus “innovaciones truncas”. En
logía limita sus investigaciones a lo popular este sentido, Joshua Lund ha señalado que
y los estudios de comunicación examinan la hibridez es una crítica de la teleológica,
las producción y el consumo masivo de la en la medida en que postula que lo tradicio-
industria cultural. García Canclini propone nal se yuxtapone a lo moderno, pero no en
136 hibridez

una contradicción dialéctica a resolverse en y el imperialismo para nombrar, vigilar y


síntesis, sino en un palimpsesto de múltiples gobernar a sus Otros. A partir de una com-
niveles, en donde lo antiguo y lo nuevo se binación de la noción del discurso de
reconfiguran constantemente (31). Foucault y la noción de ambivalencia del
El concepto de hibridación se vuelve psicoanálisis, Homi K. Bhabha habla del
útil, especialmente útil, en el examen de discurso colonial como híbrido, es decir
un “mundo fluidamente interconectado” como ambivalente. La ambivalencia en la
(“Noticias recientes”). Estudiar la hibrida- enunciación del discurso colonial se mani-
ción supone para Canclini ir más allá de fiesta en la interacción o fusión inseparable
los análisis de las identidades “autoconte- de sus dos niveles: por un lado, el nivel de
nidas” en comunidades que se imaginan ce- un discurso consciente y disciplinado sobre
rradamente construyendo relatos sobre su la Otredad y, por otro, un deseo fantasma-
origen y desarrollo. Se trata, para Canclini, górico inconsciente hacia el Otro. Bhabha
de estudiar sociedades cuyas reestructura- utiliza para explicar esta ambivalencia en el
ciones identitarias traspasan esencialismos discurso colonial el descubrimiento del li-
étnicos, clasistas y nacionales, apropiándo- bro inglés en los territorios colonizados de
se y generando un complejo repertorio de India, África y Caribe. El descubrimiento
heterogéneos mensajes y bienes simbólicos del libro es para Bhabha, un proceso de des-
en contextos sociales de modernización des- plazamiento que paradójicamente vuelve
igual. Es así como el concepto de hibridez prodigiosa la presencia del libro en la medi-
está atento a la puesta en escena del arte y la da en que es repetido, traducido, malenten-
cultura en la intersección de los flujos mul- dido, desplazado (132). Cuando los nativos
tidireccionales y la porosidad de las fronte- indios reciben el texto de la Biblia inglesa
ras en los procesos globales. Para ilustrar traducido, preguntan al misionero cuestio-
este aspecto del concepto de hibridación, nando los ritos “caníbales” de la eucaristía:
en diferentes oportunidades, Canclini se “¿Cómo puede salir la palabra de Dios de las
ha referido a la muestra de arte urbano In bocas comedoras de carne de los ingleses?,
site realizada en 1997 en Tijuana y en San ¿cómo puede ser un Libro europeo, cuando
Diego, y especialmente al caballo de Troya creemos que es un don de Dios a nosotros?
del artista tijuanense, Marcos Ramírez Erre, Él nos lo mandó en Hurdwar” (146). Así, la
colocado a pocos metros de la frontera entre presencia del libro inglés, la Ley colonial o
ambos países. El bicéfalo caballo tenía una la identidad inglesa, no puede ser represen-
cabeza apuntando al norte y la otra, al sur. tada plenamente, su significación se despla-
Para Canclini, el caballo de Troya recoge y za en su reproducción en las colonias. La
cuestiona los estereotipos de cualquier pe- presencia colonial se encuentra escindida
netración unidireccional. Canclini advier- entre su aparición como original y autorita-
te que en medio de vendedores mexicanos tiva y su articulación como repetición y di-
que antes ofrecían calendarios aztecas o ferencia. Su reproducción en el contexto
artesanías mexicanas y que ahora añaden colonial, “su duplicación” en un sintagma de
monitos de Disney y el hombre araña, “la saberes diferenciales, alienan la identidad
alteración del lugar común de la iconografía del ser inglés, y producen a la vez que nue-
histórica busca indicar la multidireccionali- vas formas de saber, nuevos sitios de poder.
dad de los mensajes y las ambigüedades que Otros saberes “negados” entran así en el dis-
produce su utilización mediática” (“La épica curso dominante, desestabilizando su base
de la globalización”: 36). de autoridad y cuestionando sus reglas de
Desde una tradición académica diferen- reconocimiento (143).
te, principalmente inglesa, la crítica posco- La hibridez no es para Bhabha, como
lonial ha retomado el concepto de hibridez tampoco para Canclini, un tercer término
con ciertas intersecciones a la vez que dife- que resuelva la tensión entre dos culturas.
rencias con los estudios latinoamericanos. La hibridez es para Bhabha, una problemá-
La hibridez se ha manifestado como un con- tica interna al discurso colonial. Las pre-
cepto útil para caracterizar el discurso co- guntas de los nativos indios a la Biblia in-
lonial, es decir las formas simbólicas o las glesa, el uso que ellos hacen del libro inglés
significaciones creadas por el colonialismo generan una incertidumbre y falta de fijeza
hibridez 137

que aflige al discurso del poder. Se trata de organizadoras de los conflictos en las cien-
una incertidumbre que desplaza las seguri- cias sociales: tradición/modernidad, norte/
dades de lo que es ser inglés en el mundo sur, local/global” (“Noticias recientes”).
colonizado. Así, el sujeto colonizado se vuel-
ve un sujeto aterrorizante, perturbador, de bibliografía. Beverley, John, Subalternity and
clasificación paranoide y de un constante Representation: Arguments in Cultural Theory,
cuestionamiento de las imágenes y presen- Durham, Duke University Press, 1999; Bhabha,
cias de la autoridad. Homi, “Signos tomados por prodigios”, El lu-
Siguiendo a Bhabha, Robert Young gar de la cultura, Buenos Aires, Manantial,
postula que en el discurso colonial, toda 2002, pp. 131-153 (original de 1994); Cornejo
construcción disciplinaria de conocimien- Polar, Antonio, “Mestizaje e hibridez: los ries-
to instrumental sobre la Otredad se funda gos de las metáforas,” Revista de Crítica
en los protocolos del deseo y la fantasía, en Literaria Latinoamericana 47, 1998, pp. 7-11;
una constante fluctuación entre lo deseado Franco, Jean, “Policía de frontera” en Sara de
y lo repudiado, la atracción y la repulsión Mojica (comp.), Culturas híbridas –no simulta-
(Young: 161). De esta manera, lo marginal, neidad-modernidad periférica, Berlín, wvb, 2000,
lo inclasificado de la periferia se manifiesta pp. 55-60; García Canclini, Néstor, Culturas
en el centro del discurso colonial, instau- híbridas: estrategias para entrar y salir de la
rando la ambivalencia como su condición modernidad, México, Grijalbo, 1990 [1989];
constitutiva. Dentro de la crítica poscolo- García Canclini, Néstor, “Noticias recientes so-
nial, Young religa los estudios de la raza y el bre la hibridación,” Revista Transcultural de
género al concepto de hibridez, insistiendo Música/ Transcultural Music Review, vol. 7,
en que la construcción social y seudocientí- diciembre 2003 <www.sibetrans.com/trans/
fica de la raza (y la diferencia racial) ha sido trans7/canclini.htm>; Lienhard, Martin, La voz
siempre impulsada por la corrupta conjun- y su huella, La Habana, Casa de las Américas,
ción de discursos sexuales y económicos 1990; Lund, Joshua, The Impure Imagination.
híbridos en el discurso del poder colonial. Toward a Critical Hibridity in Latin American
Al rearticular los debates sobre la raza y el Writing, Minneapolis, University of Minnesota
género a la hibridez del discurso colonial, Press, 2006; Martín Barbero, Jesús, De los me-
Young destaca la ambivalencia entre el de- dios a las mediaciones. México: Ediciones Gili,
seo del colonizador blanco por el coloniza- 1987; Ortiz, Fernando, Contrapunteo cubano
do nativo y el horror a la hibridación o la del tabaco y el azúcar, Caracas, Biblioteca
mezcla racial. Recientemente Joshua Lund Ayacucho, 1978 (original de 1940); Ortiz,
(2006) ha propuesto la necesidad de rear- Renato, “Diversidad cultural y cosmopolitis-
ticulación del concepto de raza a las teo- mo” en Mabel Moraña (ed.), Nuevas perspecti-
rizaciones sobre hibridez en los estudios vas desde/sobre América Latina: el desafío de los
latinoamericanos y en diálogo fecundo con estudios culturales, Chile, Cuarto Propio, 1994,
los estudios poscoloniales. pp. 43-53; Pratt, Mary Louise, Imperial Eyes:
El concepto de hibridez se ha manifes- Travel Writing and Transculturation, Londres,
tado de gran productividad teórica y debate Routledge, 1992 [Ojos imperiales: literatura de
crítico en los estudios lingüísticos, antropo- viajes y transculturación (trad. Ofelia Castillo),
lógicos, artísticos y culturales latinoameri- Bernal, Universidad Nacional de Quilmes,
canos, en los trabajos destacados de Antonio 1997]; Schwarz, Roberto, Misplaced Ideas:
Cornejo Polar (“Mestizaje e hibridez”), John Essays on Brazilian Culture, Londres, Verso,
Beverley (Subalternity), Roberto Schwarz 1992; Young, Robert, Colonial Desire: Hybridity
(Misplaced Ideas), George Yúdice (“From in Theory, Culture and Race, Londres, Routledge,
Hybridity”), Jean Franco (“Policía”), Jesús 1995; Yúdice, George, “From Hybridity to
Martín Barbero (De los medios) y Renato Policy: For a Purposeful Cultural Studies” en
Ortiz (“Diversidad”), entre otros. Como el García Canclini, Néstor, Consumers and
mismo Canclini señala, “los estudios sobre Citizens, Minneapolis, University of Minnesota
hibridación modificaron el modo de hablar Press, 2001.
sobre identidad, cultura, diferencia, des-
igualdad, multiculturalidad, y sobre parejas [leila gómez]
identidad estudió con creciente interés la importancia
política de una plétora de grupos y movi-
La palabra “identidad” se deriva del vocablo mientos sociales que, articulados alrededor
latín identitas, cuya raíz es el término idem, de nociones de raza, etnicidad, género, ge-
el cual significa “lo mismo”. En su acepción neración o sexualidad, cuestionaron, tanto
más básica, la identidad incluye asociacio- a niveles materiales como simbólicos, el sta-
nes con, por una parte, los rasgos que carac- tus quo. Junto a la crisis de las grandes na-
terizan a los miembros de una colectividad rrativas de finales del siglo xx y conforme se
frente a los otros que no pertenecen a la llevaban a cabo tensos procesos de globali-
misma y, por otra, a la conciencia que un zación y la desarticulación del Estado-
individuo tiene de ser él mismo y, entonces, nación al mismo tiempo, la categoría de
distinto a los demás. Entre lo mismo y lo identidad fue dejando atrás su carácter
otro se abre, así, el territorio material y sim- esencialista, para incorporar también estra-
bólico de la identidad. Más un reclamo re- tegias cada vez más sutiles y cada vez más
lacional que un hecho dado en sí, la identi- dinámicas de la acción social.
dad como categoría invita al análisis de la En los decenios posteriores a la segunda
producción de subjetvidades tanto colecti- guerra mundial, los procesos de descoloni-
vas como individuales que emergen, o pue- zación de Asia, África y el Caribe francés
den ser percibidas, en los ámbitos de las provocaron un interés inicial en cuestiones
prácticas cotidianas de lo social y la expe- identatarias en el ámbito de la academia
riencia material de los cuerpos. En continuo europea. En contextos de creciente movili-
y creciente uso, especialmente en la teoría zación social que no respondían en senti-
crítica y, más recientemente, en el campo de do estricto a los postulados de la lucha de
los estudios culturales, el concepto de iden- clases enarboladas por cierto marxismo de
tidad ha recorrido un largo camino. Aunque corte rígido, pensadores de las más distintas
no es un concepto freudiano es usado co- escuelas empezaron a brindar más atención
múnmente dentro de la psicología del ego a las distintas manifestaciones de agencia
en Estados Unidos a partir de los años cin- social por parte de grupos subalternos, espe-
cuenta para denominar una serie de aspec- cialmente a la diversidad de las estrategias
tos de la personalidad que Freud incluyó en de resistencia, tanto activa como pasiva, que
el ego. Evadiendo la armadura teórica que, tales grupos utilizaron para cuestionar, no
hacia mediados de siglo xx, privilegiaba siempre con éxito, las condiciones de des-
conceptos estructurales de clase emparenta- igualdad económica y política que caracte-
dos con el marxismo, la utilización de la rizaban sus entornos. Retomando las pers-
categoría de identidad desde sus inicios se pectivas críticas de teóricos como Antonio
alimentó de y a su vez propició una aproxi- Gramsci, especialmente su concepto de he-
mación más diversa y menos abstracta ha- gemonía, o de Walter Benjamín, en especial
cia comportamientos y conflictos plurales y su noción de constelación y su visión de la
cotidianos que abarcaban los ámbitos tanto historia como catástrofe, se registró un re-
de producción como de reproducción social. novado interés por detectar formas alterna-
Hacia el último tercio del siglo pasado, pues, tivas de actividad social en periodos llama-
y de la mano de la identidad, la teoría social dos no extraordinarios. Así fueron entrando,

[138]
identidad 139

poco a poco, al mundo del análisis teórico en esta bibliografía. La creciente influencia
elementos tales como el espacio, el cuer- de la historia social pronto invitó a volver la
po, la vida privada, la sexualidad, de mano mirada hacia fenómenos que, aun cuando
de autores como Michel Foucault, Pierre se desarrollaban en contextos de desigual-
Bourdieu, Michel de Certau y Stuart Hall dad, implicaban estrategias de negociación
entre tantos otros. Así, volcándose hacia los y acomodación entre distintos grupos socia-
otros y Lo Otro, este tipo de trabajo teórico les. De esta manera, la atención se dirigió
se entretuvo en los márgenes, en los lugares con mayor frecuencia hacia actividades e
oscuros o cerrados, en el residuo o la ruina, interpretaciones populares que dejaban en
incluso en el silencio, para explorar las dis- claro la participación activa, aunque limi-
tintas formas en que una variedad de discur- tada, de los pobres, las mujeres, los niños.
sos y prácticas contrahegemónicas habían Socialmente, sin embargo, los debates en
también definido, y de manera activa, las torno al multiculturalismo y al uso oficial
interacciones sociales de sus épocas. de los términos latino o hispano para de-
No es de extrañarse, entonces, que cier- nominar a una plétora de inmigrantes de
tos estudios acerca de la identidad también origen latinoamericano en Estados Unidos,
hayan florecido en las antiguas colonias propiciaron la existencia de estudios que,
británicas y francesas. En la India, por desplazando una vez más la categoría de
ejemplo, emergieron varios centros de es- clase, privilegiaron, a menudo de manera
tudios avanzados dedicados a estudiar la esquemática, los orígenes nacionales y ét-
identidad y a teorizar la relación poscolo- nicos en su análisis de la así llamada latini-
nial con el mundo occidental. Una de las dad. Las respuestas populares no se hicie-
críticas más importantes en este ámbito es ron esperar: una de las quejas más comunes
Gayartri Chakravorty Spivak. se dirigió contra el carácter homogeneiza-
En Estados Unidos, la cuestión de la dor de un término que, al englobar, ignoró
identidad se convirtió en una parte central y, luego entonces, desdeñó, las diferencias
de los movimientos sociales a finales de los culturales y las implicaciones políticas de la
años sesenta del siglo xx. Influenciado por gran diversidad de experiencias y luchas de
el movimiento de los derechos civiles y por inmigrantes en Estados Unidos.
el feminismo norteamericano, el estudio es- La complejidad de la experiencia de Los
tadunidense de la identidad desechó muy Otros en los Estados Unidos pronto requi-
pronto el enfoque de clase y lo sustituyó por rió, y produjo a su vez, conceptos lo sufi-
un análisis que privilegiaba las categorías de cientemente flexibles como para identificar
género y sexualidad. Entre los críticos esta- y explorar espacios intermedios de acción
dunidenses más importantes en este sentido y significación. Una de las primeras explo-
se contaron a Marjorie Garber, bell hooks raciones importantes en este sentido fue
[Gloria Jean Watkins] y Judith Butler. Una Borderlands/la frontera: The New Mestiza,
igualmente importante aunque no idéntica un influyente estudio de la ambigüedad
tradición feminista fuerte se desarrolló sin de la identidad chicana escrito por Gloria
duda en Francia, mejor representada por in- Anzaldúa. Anzaldúa en el que introdujo
telectuales como Simone de Beauvoir, Luce el concepto de la nueva mestiza—término
Irigaray y Julia Kristeva, entre otras. basado en las teorías raciales del filósofo y
El estudio de la identidad de los inmi- político mexicano José Vasconcelos, quien
grantes latinoamericanos y sus descendien- elogió la mezcla de lo español e indígena
tes en Estados Unidos tomó otro camino. al acuñar el concepto de la raza cósmica.
En un inicio, en efecto, se favoreció, como Tal énfasis en la mezcla, lo híbrido y las
en el caso de Rodolfo Acuña y su Occupied tensas situaciones que tal tipo de interac-
America, una visión que denunciaba la exis- ciones produce socialmente ha sido del in-
tencia de un colonialismo interno generador terés de teóricos latinos prominentes como
de una rígida jerarquía económica y social Juan Flores, Frances Aparicio, Ilan Stavans
que, aprovechándose de diferencias de cla- y Gustavo Pérez Firmat.
se y raza, explotaba la fuerza de trabajo de Para entender los comienzos de los estu-
los conquistados. Referencias a identidades dios identitarios en Latinoamérica es nece-
perdidas y territorios ocupados abundaban sario considerar sus raíces en el siglo xix y
140 identidad

en la primera parte del siglo xx. Durante las bates acerca de la cuestión de la identidad
guerras de independencia y las subsecuentes nacional y su relación con la modernidad.
eras nacionalistas, los nuevos gobiernos la- En el México posrevolucionario, la figura de
tinoamericanos y los intelectuales criollos se José Vasconcelos (1882-1959) fue relevan-
dedicaron a la labor de crear una nación. La te no sólo como el Ministro de Educación
heterogeneidad de la población latinoameri- Pública encargado de apoyar a los pintores
cana, compuesta principalmente de euro- de la Escuela Mexicana que, desde la plás-
peos, criollos (los que nacen en América sin tica, produjeron para México una identidad
ser de origen indígena), indígenas, africa- netamente mestiza que luego se diseminó
nos, y mezclas varias de estos grupos, hizo por el mundo, sino también como el filó-
esta labor difícil en comparación con el caso sofo que, en los años veinte discurrió sobre
del “viejo mundo”, cuyas poblaciones se en- “la raza cósmica”, un concepto que revisaba
tendían como uniformes. El consenso libe- de manera positiva la mezcla de razas pro-
ral consistía en unir simbólicamente a los ducto de más de 400 años de colonización.
habitantes bajo una sola identidad; en el La raza cósmica, según Vasconcelos, era su-
caso de países como México y Perú la uni- perior a sus componentes porque incorpo-
dad nacional implicaba la necesidad de in- raba las mejores características de ambas.
tegrar a los indígenas y mestizos a la nueva La posición de Vasconcelos como rector
nación asimilándolos a las costumbres crio- de la Universidad Nacional Autónoma de
llas, las cuales eran consideradas civiliza- México y como Ministro de Educación per-
das. En países como Argentina, el proceso mitió que se difundiere esta teoría en toda
fue más de exclusión, marginalización o Latinoamérica, donde se institucionalizó en
hasta genocidio de grupos minoritarios de varios países como discurso nacional. En
origen indígena y africano. Así entonces, las México, especialmente, la raza cósmica se
exploraciones en torno a la identidad duran- convirtió en la retórica estatal y fue promul-
te el siglo xix investigan a menudo las dis- gada en todas las escuelas del país como ca-
tintas negociaciones que se llevaron a cabo racterística esencial de la cultura nacional.
entre una pequeña élite blanca que intenta- El discurso de Vasconcelos eventualmente
ba europeizar su continente a toda costa, y fue manipulado por las clases gobernantes
las grandes y heterogéneas mayorías que no en América Latina para continuar su domi-
sólo resistieron los procesos de incipiente nación de los grupos marginalizados. En
modernización de la época sino que tam- países como México, Guatemala, y Perú, la
bién propusieron alternativas históricas ba- figura idealizada del mestizo se estableció
sadas en sus culturas locales y sus prácticas por las clases gobernantes como el represen-
cotidianas. Una lectura básica de novelas y tante de la sociedad moderna y único benefi-
libros de historia, permitió a Bradford Burns ciario de lo nacional, y así se justificó la falta
escribir The Misery of Progress, un análisis de atención a los problemas de los indígenas
en el que establece a la tierra y al trabajo y otros grupos étnicos minoritarios. En es-
como los cotos de disputa del siglo xix lati- tos países se iniciaron programas para inte-
noamericano, y a las distintas identidades grar a estos grupos a la sociedad mestiza y
populares, ya basadas en raza, etnicidad o así “mejorar” su situación cultural y econó-
género, como las herramientas de lucha du- mica. Fundamentalmente, estos programas
rante las mismas. dañaron la continuación de tradiciones indí-
El enfrentamiento entre procesos de genas y minoritarias, promulgaron la migra-
modernización y resistencia popular ad- ción a la ciudad, y no impactaron significan-
quirieron más prominencia hacia finales temente la situación económica de muchos
del siglo xix y produjeron una plétora de de estos grupos en las áreas rurales.
movilizaciones sociales, entre las cuales la Vasconcelos no es el único en teorizar
Revolución mexicana de 1910 resultó quizá una posible identidad “latinoamericana,”
la más violenta y masiva. Después de diez Simón Bolívar (1783-1830), José Martí
años de luchas internas, se promulgó una (1853-1895), y José Enrique Rodó (1872-
nueva constitución en 1917 y, sobre esta 1917), entre otros, reflexionaron sobre esta
base, y en el contexto de una sociedad po- posible identidad. Estos intelectuales fueron
larizada, se llevaron a cabo importantes de- influenciados por las ideas del racismo cien-
identidad 141

tífico del siglo xix y trataron de combatir el imponer la cultural imperial sin poder ani-
positivismo europeo con sus escritos sobre quilar por completo la nativa. El transcul-
Latinoamérica. La identidad “latinoameri- turalismo se ha convertido en un concepto
cana” elaborada por éstos teóricos trató de importante en los estudios poscoloniales de
contradecir las ideas pseudocientíficas sobre la identidad.
la posible “inferioridad” de los pueblos de En México, Octavio Paz (1914-1998) en
América Latina y por extensión también de El laberinto de la soledad (1950; revisado y
sus gobiernos. Esta elaboración también fue expandido en 1959) busca las raíces de la
una importante retórica para combatir la identidad nacional mexicana en la historia
continuación de la influencia de los Estados de la colonia. En la sección más conocida y
Unidos y Europa en América Latina durante polémica del texto, Paz explica que el mexi-
y después de las guerras de independencia. cano es el hijo bastardo de La Malinche, la
Entre los otros teóricos importantes de la traductora, colaboradora y amante indígena
identidad nacional en esa época también se de Hernán Cortés durante la conquista de
encuentra el peruano José Carlos Mariátegui México. Los hijos de La Malinche están
(1894-1930). Mariátegui fue influenciado marcados por la violencia de la conquista y
por el marxismo en su descripción de la la colonia, y no han podido superar el estig-
condición peruana y la desigualdad, la que ma de ser el producto de una violación sim-
llamaba “el problema del indio”. Otros inte- bólica a gran escala.
lectuales peruanos incluyen al escritor y an- Las contradicciones inherentes en lo re-
tropólogo José María Arguedas (1911-1969) ferente a la identidad latinoamericana, su
y al crítico literario Antonio Cornejo Polar relación con la modernidad, su construcción
(1936-1997). Arguedas se concentró sobre de la nacionalidad y la raza, y la exclusión
todo en retratar la situación de los indíge- de ciertos grupos en los escritos de los pen-
nas quechua en los Andes como víctimas de sadores latinoamericanos desde el siglo xix,
la sociedad y gobierno peruano. Arguedas es causan el surgimiento, en los años sesenta
uno de los fundadores del indigenismo mo- y setenta, de los primeros movimientos so-
derno, una rama de la literatura y ciencias ciales de la política de la identidad. En esta
sociales que pretende mejorar la situación época surgieron dos ramas críticas funda-
de los indígenas. En sus ensayos de litera- mentales: una enfocada en la situación de
tura y cultura, Cornejo Polar postuló que la mujer y otra sobre las minorías étnicas
la realidad andina debe ser leída a través latinoamericanas. El debate de la identidad
de su heterogeneidad cultural y cómo ésta y las múltiples identidades basadas en la
contribuye a la formación de subjetividades raza, sexo y etnia, surgen en la esfera ci-
colectivas únicas a los Andes. vil latinoamericana como una respuesta a
En Brasil, debates similares ocurrieron en las narrativas hegemónicas de la identidad
torno al lugar en el imaginario nacional de nacional.
los descendientes de los esclavos africanos. El estudio de la identidad latinoamerica-
El antropólogo Gilberto Freyre (1900-1987) na ha pasado por varias etapas. En su pri-
es uno de las figuras centrales en este deba- mera era, a mediados del siglo xx, había una
te. Su texto, Casa-Grande e Senzala (1933), preocupación por la creación de una gran
promulga la idea de la democracia racial; narrativa que describen la identidad nacio-
en otras palabras, el argumento de que en nal. Esta narrativa fue subsiguientemente
Brasil no hay racismo, sólo problemas de cuestionada por el surgimiento de movi-
clase. Esta teoría caracteriza las nociones mientos sociales feministas y de etnias mi-
hegemónicas de la identidad nacional bra- noritarias. Las crisis económicas contempo-
silera durante gran parte del siglo xx. ráneas interpretadas como consecuencias
En el Caribe hispano, el cubano Fernando del neoliberalismo y el capitalismo globali-
Ortiz (1881-1969) en Contrapunteo cubano zado, tornan el debate de la identidad a
del tabaco y del azúcar (1947) propuso la cuestiones de mercado y consumo.
noción de la transculturación, es decir, la Finalmente, la discusión se enfoca en la
creación de una nueva cultura en un proce- construcción performativa de la identidad.
so imperialista que proviene de la metrópo- Basándose en las ideas de Judith Butler so-
lis y que devalúa a la cultura dominada al bre la índole performativa del género y su
142 identidad

auto-expresión, los estudios contemporá- pretativo en el ámbito mexicano desde la


neos de la identidad ilustran los múltiples colonia hasta el presente. Argumenta que el
procesos culturales que contribuyen a la discurso patriarcal es más marcado en es-
creación consciente y la presentación per- critos religiosos, nacionalistas y de la mo-
formativa de las identidades latinoamerica- dernidad y es, en estos discursos, donde ella
nas. La identidad es entendida no como algo explora las contribuciones de mujeres mexi-
esencial, sino como una autonegociación de canas que desean auto-representarse en los
varias influencias para crear una represen- márgenes de la narrativa maestra.
tación en particular. La persistente situación subalterna de las
En América Latina, el debate feminista minorías étnicas latinoamericanas –en par-
llegó tarde a la academia y al ámbito políti- ticular los indígenas y los negros– y la au-
co. En muchos países, las mujeres no consi- sencia de su voz en la producción cultural
guieron el voto hasta después de la segunda nacionalista, provocaron el desarrollo de
guerra mundial. La influencia del feminismo movimientos militantes en América Latina.
estadunidense y los cambios sociales causa- Es importante notar que muchos de los lí-
dos por el boom económico de la posguerra deres de los movimientos indígenas de los
en ciertos países latinoamericanos, crearon años ochenta eran mujeres que se sentían
la oportunidad para desarrollar el pensa- marginalizadas por el feminismo latinoame-
miento feminista latinoamericano. Este ricano. Una de las primeras de estos movi-
pensamiento indudablemente se basa en las mientos fue la indígena boliviana Domitilia
teorías feministas de principio de siglo de Barrios de Chungara, quien interrumpió la
activistas laborales anarquistas y socialistas. conferencia de la mujer, patrocinada por las
Se destacan entre estas la puertorriqueña Naciones Unidas en México en 1975, para
Luisa Capetillo (1875-1922), la colombiana criticar a las feministas por su exclusión de
María de los Ángeles Cano Márquez (1887- las mujeres indígenas. Las teorías sobre la
1967) y la argentina Salvadora Onrubia de identidad indígena latinoamericana se ca-
Botana (1894-1972). Estas activistas emer- racterizan por su afirmación de la cultura
gieron como líderes sindicales en sus res- autóctona, la defensa de sus tradiciones y
pectivos países y después desarrollaron un lenguaje, y su protesta por los ataques so-
movimiento feminista basado en las ideas ciales y militares de las instituciones y go-
anarquistas del tiempo. biernos latinoamericanos que desean inte-
En los años setenta, el activismo femi- grar a estas poblaciones a la nación. Otros
nista fue tomado por escritoras, periodistas, activistas indígenas importantes son la maya
y activistas sociales. Entre ellas se encuen- guatemalteca Rigoberta Menchú Tum y la
tran las mexicanas Elena Poniatowska y quechua ecuatoriana Nina Pacari Vega. Los
Esperanza Brito de Martí y las argentinas movimientos afrolatinos se caracterizan por
Magdalena Ruiz Guiñazú y Miriam Lewin. una preocupación sobre la condición social
Estas mujeres se destacan no solo por su de sus miembros y la desvaloración de su
labor a favor de los derechos de la mujer, cultura tradicional. Éstos se centran princi-
sino también por su activismo político en palmente en Brasil y el Caribe. En Brasil,
relación con las violaciones de derechos hu- mucho del debate cultural es en torno a po-
manos y la represión estatal en contra de ner en evidencia las injusticias veladas por
mujeres. El movimiento feminista de esta la doctrina nacional de la “democracia” ra-
época fue influenciado por los escritos de cial. En Cuba, la influencia de la Revolución
la francesa Simone de Beauvoir, entre otras posibilitó un análisis de las raíces racistas
feministas occidentales. de la condición social de las personas de
En el campo de los estudios culturales, origen afrocaribeño.
cabe mencionar el trabajo de la británica Los acontecimientos políticos en América
Jean Franco. Franco, en Las conspiradoras: Latina en los años ochenta y noventa inau-
La representación de la mujer en México (ori- guraron nuevas discusiones sobre la iden-
ginalmente publicado en inglés en 1989) tidad. Inspirado por los escritos de gru-
propone una lectura feminista de la litera- pos indígenas y el trabajo de teóricos del
tura y cultura mexicanas. En su libro, explo- South Asian Subaltern Studies Group, en
ra la lucha de la mujer por el poder inter- los años noventa surgió el grupo de estu-
identidad 143

dios subalternos latinoamericanos. El grupo Esteban Muñoz en Disidentifications: Queers


reúne a varios teóricos incluyendo a Ileana of Color and the Performance of Politics
Rodríguez, John Beverley, José Rabasa, (1999) sugiere que las minorías raciales y
Javier Sanjínes y Robert Carr. El grupo de sexuales en los Estados Unidos han desarro-
estudios subalternos contribuyó al debate llado un proceso para crear su identidad que
de identidad al afirmar la exclusión histó- no depende de la simple apropiación de la
rica de ciertos grupos en la creación de las cultural mayoritaria ni tampoco de la nega-
naciones latinoamericanas y la necesidad de ción total de ésta. En contraste, estos grupos
los académicos de acercarse a estos grupos transforman a la cultura dominante para
“subalternos” y ayudarles a expresar su pro- autocrear su propia identidad cultural. A
pia identidad a través del discurso escrito. este proceso lo llama Muñoz
El grupo se enfocó principalmente en el tes- “disidentificación”.
timonio latinoamericano dado a que en su El trabajo de Yúdice, Quiroga y Muñoz
opinión éste deja que el subalterno “hable” propone la nueva dirección de los estudios
por sí mismo sobre su identidad, según las de identidad: el entendimiento de la identi-
teorías de Spivak y otros teóricos de los es- dad latinoamericana a través de su perfor-
tudios subalternos. matividad. Apoyándose en la afirmación de
En el decenio de los noventa y el prin- que la sexualidad y género son construccio-
cipio del siglo xxi se caracterizan por una nes sociales que coinciden con ciertas per-
democratización en la mayoría de los paí- formances codificadas por la cultura, críticos
ses latinoamericanos y por varios problemas contemporáneos postulan que la identidad
económicos causados por el neoliberalismo latinoamericana en todas sus manifestacio-
y las pólizas de reestructuración finan- nes nacionales, étnicas, raciales, culturales,
ciera impuestas por el Fondo Monetario sexuales, etc., está construida a base de la
Internacional y el Banco Mundial. Los estu- performance consciente y estratégica del
dios de identidad en este periodo correspon- individuo.
den, con estos cambios, en su enfoque en los
efectos del mercado en la formación de la bibliografía. Anzaldúa, Gloria, Borderlands/a
identidad latinoamericana. George Yúdice, frontera: The New Mestiza, San Francisco, Aunt
uno de los críticos importantes de esta épo- Lute Books, 1987; Beverley, John, Subalternidad
ca, argumenta que los cambios económicos y representación: debates en teoría cultural (trad.
y políticos han creado un nuevo mercado Marlene Beiza y Sergio Villalobos-Ruminott),
privado donde la identidad y la cultura se Madrid, Iberoamericana, 2004; Franco, Jean,
elaboran en negociación con ese mercado Las conspiradoras: la representación de la mujer
y no directamente con las instituciones del en México (trad. Judith Hernández), México,
estado. Fondo de Cultura Económica, 1994; Freyre,
En esta época también se empiezan a ela- Gilberto, Casa grande y senzala (trad. Benjamín
borar los estudios de sexualidad latinoame- de Garay y Lucrecia Manduca), Caracas,
ricana. Influenciados por el trabajo del fran- Biblioteca Ayacucho, 1977; Muñoz, José
cés Michel Foucault y la estadunidense Esteban, Disidentifications: Queers of Color and
Judith Butler, varios estudios sobre la iden- the Performance of Politics, Minneapolis,
tidad homosexual latinoamericana surgie- University of Minnesota Press, 1999; Ortiz,
ron en el siglo veintiuno. Entre ellos se des- Fernando, Contrapunteo cubano del tabaco y el
taca el trabajo de José Quiroga y José azúcar: advertencia de sus contrastes agrarios,
Esteban Muñoz. En su libro Tropics of económicos, históricos y sociales, su etnografía
Desire: Interventions from Queer Latino y su transculturación, Madrid, Cátedra/Música
America (2000), Quiroga argumenta que los Mundana Maqueda, 2002 (original de 1947);
homosexuales y lesbianas latinoamericanos Paz, Octavio. El laberinto de la soledad, México,
históricamente no se han autoidentificado a Fondo de Cultura Económica, 1950; Quiroga,
través de su sexualidad como en los Estados José, Tropics of Desire: Interventions from Queer
Unidos – sino que han seguido una estrate- Latino America, Nueva York, New York
gia política y social de invisibilidad para así University Press, 2000; Vasconcelos, José, La
subsistir en la sociedad general. A través de raza cósmica, México, Espasa Calpe, 1948
una lectura de artistas de performance, José (orig. 1925); Yúdice, George, The Expediency of
144 identidad / ideología

Culture: Uses of Culture in the Global Era, en asuntos de ideología, nadie está libre de
Durham, Duke University Press, 2003 [El recur- culpa. Como afirma Slavoj Žižek, la ideo-
so de la cultura, Barcelona, Gedisa, 2002]; Zea, logía “parece emerger exactamente cuando
Leopoldo, El problema de la identidad latinoa- intentamos evitarla, mientras que deja de
mericana, México, unam, 1985. aparecer donde claramente se esperaría
que habitara. Cuando cierto procedimiento
[nohemy solórzano-thompson; es denunciado como ‘ideológico por anto-
cristina rivera-garza] nomasia’ puede estarse seguro de que su in-
versión no es menos ideológica” [“seems to
pop up precisely when we attempt to avoid
ideología it, while it fails to appear where one would
clearly expect it to dwell. When some pro-
El concepto de ideología es profundo y casi cedure is denounced as ‘ideological par ex-
infinitamente irónico: nace bajo el signo de cellence’ one can be sure that its inversion is
la inversión. En las acepciones predomi- no less ideological” (“Introduction”: 4)]. No
nantes del término, estar bajo su influencia sorprende, por lo tanto, que desde Napoleón
significa, entre otras cosas, confundir los hasta nuestros días el concepto de ideolo-
opuestos. Sus víctimas toman lo ideal por gía haya servido como arma arrojadiza para
material, lo cultural por natural, lo injusto derechas e izquierdas, con el fin de desle-
por justo y, en general, confunden las apa- gitimar al adversario acusándole o bien de
riencias con la realidad (Eagleton: 51-61). tonto –engañado por las apariencias o preso
En La ideología alemana (1845-1847), Marx de deseos e intereses inconscientes– o bien
y Engels sugerían que la ideología de los fi- de hipócrita, empeñado en engañar a los
lósofos idealistas hacía que vieran el mundo demás en beneficio propio. Como observa
al revés (26). Si la ideología es una forma de Raymond Williams, “en la argumentación
mistificación, sin embargo, sus críticos pre- popular, ideología todavía se usa esencial-
sumen necesariamente de un conocimiento mente en el sentido que le asignó Napoleón.
más verdadero, no ideológico, de la reali- Las personas sensatas se apoyan en la ex-
dad. De ahí que la Ideologiekritik de corte periencia o tienen una filosofía; los necios
marxista, al revelar la confusión de grupos e confían en la ideología” [“in popular argu-
individuos particulares, pueda producir un ment, ideology is still mainly used in the
efecto moral y estético parecido al desenlace sense given by Napoleon. Sensible people
de una buena comedia. rely on experience, or have a philosophy;
Para mayor ironía, también la propia silly people rely on ideology” (157)].
evolución teórica del concepto de ideología Aún así, el enorme éxito teórico y político
es caracterizada por una serie de inversio- del concepto en los siglos xix y xx se debe no
nes cuasi cómicas. Concebido primero por sólo a su utilidad como arma retórica sino
un grupo de intelectuales franceses ilustra- sobre todo a su fuerza explicatoria. La teoría
dos como una “ciencia de las ideas” que per- de la ideología pretende elucidar algunos de
mitiera descubrir el engranaje de la mente los grandes enigmas con que se han enfren-
humana para liberarla de las mistificaciones tado los reformistas y revolucionarios des-
(sobre todo las religiosas), el concepto fue de los comienzos de la modernidad: explica
muy pronto movilizado para deslegitimar a cómo es posible que la mayoría social pueda
los propios practicantes de esa ciencia. Los colaborar, a veces de forma entusiasta, en
“ideólogos”, argüía el emperador Napoleón su propia opresión; o cómo opresores tanto
I en 1812, eran gentes despistadas, perdi- como oprimidos puedan albergar, durante
das en las brumas de la metafísica y faltas largo tiempo, nociones fundamentalmente
de contacto con la realidad, que pretendían equivocadas y contradictorias acerca de la
construir una sociedad sobre leyes deriva- realidad. Además, al revelar la raíz de estos
das de supuestas causas primeras en vez de enigmas, el concepto de ideología también
un “conocimiento del corazón humano y las permite imaginarse modos de superarlos –es
lecciones de la Historia” (citado en Williams: decir, de transformar la sociedad–.
154). Dos siglos después, sigue siendo fácil Noción fundamental del marxismo, el
invertir el vector crítico y demostrar que, concepto de ideología ha sido rechazado por
ideología 145

varias escuelas políticas y filosóficas compe- viduos o grupos sociales atribuyen la capa-
tidoras. En los años cincuenta, ciertos cientí- cidad de alcanzar tal perspectiva.
ficos sociales en Occidente –Raymond Aron, El gran auge que conoció el concepto de
Edward Shils y Daniel Bell, entre otros– pro- ideología en el siglo xx en casi todas las
clamaban el “fin de la ideología”, frase con ciencias sociales y humanísticas se debe,
que expresaban su fe en la superioridad de principalmente, al papel central que le adju-
las ciencias “objetivas” y pragmáticas de dicaron Marx, Engels y sus seguidores en
las sociedades democráticas frente a las sus análisis críticos del capitalismo: aunque
ciencias “ideológicas” de los totalitarismos. las apariencias confirmaran la noción bur-
Posteriormente, lo han desechado posestruc- guesa de que las relaciones entre capitalistas
turalistas y posmodernistas, para quienes la y obreros eran libres y justas, y aunque am-
ideología es una noción escandalosamente bos grupos obraran bajo esa suposición, la
ilustracionista. Lo que más perturba a crí- ideología impedía que se percibiera la injus-
ticos como Foucault, Lyotard, Baudrillard, ticia y esclavitud que en realidad regían el
Deleuze, Guattari y Rorty son las pretensio- sistema. Es importante recordar, sin embar-
nes epistemológicas inherentes al concepto: go, que existen varias definiciones marxistas
la idea de que algunos tengan acceso a la diferentes del concepto de ideología, que no
verdad y sean capaces de denunciar la ce- siempre resultan compatibles entre sí. Las
guera de los demás. Frente a estos rechazos, principales divergencias cabe ilustrarlas me-
otros críticos contemporáneos, entre los que diante tres preguntas. Primero, ¿la ideología
destacan Eagleton, Žižek y Larrain, se han denota una visión del mundo falsa (impli-
empeñado en hacer matizadas distinciones cando que existe otra verdadera) o simple-
entre las diferentes acepciones en uso, argu- mente una visión determinada del mundo?
yendo que el concepto –eso sí, teóricamente Es decir, ¿es un concepto crítico o neutral?
afinado y puesto al día– es más pertinente Segundo, ¿la ideología es un fenómeno pri-
que nunca, indispensable para la crítica cul- mordialmente mental, o más bien material?
tural y política. Es decir, ¿se produce en las mentes de los
En su sentido más básico, la teoría de la sujetos o tiene una existencia concreta en el
ideología es perspectivista. Establece una mundo social? Y tercero, ¿la ideología es
relación entre las circunstancias e intereses superable? Las respuestas que se den a estas
sociales e históricos de los grupos humanos tres preguntas determinan la utilidad del
y la visión del mundo social que predomina concepto de ideología no sólo como arma
en ellos, implicando que, de una manera u crítica, sino también para la conceptualiza-
otra, nuestras circunstancias e intereses ción del camino hacia el cambio social –tan-
tienden a limitar o tergiversar la forma en to con referencia a los agentes del cambio
que concebimos el mundo y nuestro lugar como al margen de cambio posible–.
en él. Esta dimensión perspectivista –que a En términos muy resumidos, para el pro-
veces pero no siempre tiende al determinis- pio Marx la ideología denotaba una visión
mo– constituye la gran fuerza del concepto falsa del mundo que, como tal, era criticable
de ideología pero también su mayor debili- y superable mediante el análisis científico de
dad. El problema no sólo es que facilita los la realidad social y la práctica revoluciona-
argumentos tu quoque, sino también que es ria. Aunque en La ideología alemana parecie-
prácticamente imposible inmunizarse con- ra que Marx y Engels concebían a la ideolo-
tra su fuerza crítica. ¿Quién puede presumir gía como un fenómeno puramente mental
de trascender las limitaciones de su momen- –una “conciencia falsa”, en palabras del úl-
to histórico y situación social? Como vere- timo– Larrain enfatiza que para Marx las
mos a continuación, las mayores diferencias inversiones ideológicas reflejan –y escon-
entre las distintas versiones del concepto den– las inversiones y contradicciones de la
que se han propuesto en los últimos dos- realidad social, constituida por prácticas
cientos años radican, primero, en la medida concretas (55).
en que admiten la posibilidad de una pers- A diferencia de Marx, Lenin elabora un
pectiva trascendente que permita escapar a concepto neutro de la ideología, concebido
las limitaciones ideológicas y ver el mundo como una visión coherente de la sociedad
“como es en verdad” y, segundo, a qué indi- compartida por una clase, un grupo o un
146 ideología

partido, y que inspira un determinado curso posición que ocupa el concepto de ideología
de acción. De ahí que Lenin pueda hablar en su ingente corpus. En realidad, dar cuen-
no sólo de la ideología burguesa sino tam- ta de la suerte del concepto en las diferentes
bién de una ideología socialista o revolucio- fases evolutivas de los estudios culturales
naria. En Lenin, por lo tanto, ya no se trata equivale a determinar el variado impacto en
de liberarse de la ideología, sino de que una éstos de los diferentes legados marxistas.
ideología venza a las otras. El concepto de Como se sabe, los estudios culturales britá-
hegemonía de Antonio Gramsci –concebida nicos nacen en los años cincuenta como re-
como versión actualizada del concepto de sultado de un descontento con ciertos as-
ideología, más adecuada para explicar las pectos de la crítica cultural marxista del
estructuras de represión cada vez más sofis- momento, en particular su determinismo
ticadas del capitalismo– también tiende a la materialista (según el cual la cultura no es
neutralidad; y, como en Lenin, lo que impor- sino un reflejo “superestructural” de la “in-
ta para Gramsci es menos la veracidad de fraestructura” económica) y su postura tra-
las ideas (su correspondencia con la reali- dicional ante la alta cultura (a la que se
dad) cuanto su eficacia política. privilegiaba sobre la cultura popular, atribu-
El argumento más contundente para una yéndole una medida de autonomía que se
concepción de la ideología como fenómeno negaba a ésta). Frente a estas dos tenden-
material lo ha propuesto el teórico francés cias, críticos como Raymond Williams y E.
Louis Althusser. Influenciado por el estruc- P. Thompson desarrollan una práctica críti-
turalismo, Althusser invierte la relación en- ca que reconoce a la cultura popular –con-
tre ideología y subjetividad: ya no son los cebida en un sentido amplio, antropológico
sujetos sociales y sus prácticas los que confi- como toda una forma de vida– no sólo como
guran las ideologías, sino que es la ideología un objeto digno de estudio sino también
la que constituye a los sujetos como tales, a como un espacio que pueda albergar cierta
través de “aparatos ideológicos del Estado” medida de autonomía, creatividad y, por lo
como el sistema educativo y la religión, que tanto, agencia política.
“interpelan” a los individuaos como suje- Es éste el paradigma que Stuart Hall des-
tos. (Así como Gramsci, Althusser atribuye pués llamará “humanista”, y que, con la lle-
un papel crucial a la sociedad civil como gada de Hall al Centro de Birmingham, será
espacio formativo de lo ideológico.) Como desplazado por otro paradigma estructuralis-
consecuencia, sin embargo, en Althusser la ta, mucho más inspirado en Althusser. En un
ideología se convierte en una cárcel inapela- ensayo de 1983, Hall expone sus objeciones
ble y ubicua. Es verdad que el filósofo pos- ante la versión marxista del concepto crítico
tula la posibilidad de una perspectiva “cien- de ideología: su reduccionismo económico y
tífica” que permite un escape, pero éste es la distinción entre conciencia falsa y verda-
meramente temporal y siempre precario. dera. Si la ideología es una distorsión, dice,
Althusser, Gramsci y Lacan preparan cabe preguntarse “por qué algunos […] no
el camino para el concepto de ideología son capaces de reconocer que [su ideología]
neutral, discursivo, de posmarxistas como está distorsionada, mientras que nosotros,
Laclau. Basándose en parte en un análisis con nuestra sabiduría superior […] sí somos
del populismo latinoamericano, Laclau y capaces de ello” [“why some people […] can-
Mouffe desechan varios de los fundamentos not recognize that [their ideology] is distor-
teóricos marxistas, incluida la noción de que ted, while we, with our superior wisdom […]
ciertas ideologías “pertenezcan” a determi- can” (31)]. Hall prefiere la ideología en su
nadas clases sociales. En su lugar proponen acepción althusseriana, neutral, que en efec-
una noción de hegemonía concebida como to se convierte en “la categoría analítica más
una articulación discursiva de elementos importante de los estudios culturales en los
ideológicos diversos –una estructura siem- años setenta” (Castro Gómez: 740). En una
pre tentativa, sostenida por un “significante crítica a Hall, Larrain cuestiona la utilidad
vacío” central– que permite la aglutinación del concepto neutral y aboga por mantener
de los grupos sociales. una noción crítica de ideología como distor-
Dada la heterogeneidad teórica de los es- sión. Cuestionando la lectura que hace Hall
tudios culturales, es difícil determinar la de Marx, Larrain enfatiza que éste nunca
ideología 147

sugirió que se tratara de que los intelectua- dência diária, a sua pretensão de abarcar a
les “corrigieran” las visiones erróneas de los natureza humana”. (Curiosamente, Žižek, al
demás. Dado que, para Marx, la ideología explicar el funcionamento de la ideología en
está arraigada en una realidad social, su su- nuestras sociedades posmodernas e irónica-
peración implica la transformación práctica mente autoconscientes, acaba proponiendo
de esa misma realidad (57). una idea parecida a la de Schwarz: es bien
Con la influencia de las teorías posmo- posible darse cuenta de la falsedad de las
dernas en los años ochenta y noventa –que apariencias y sin embargo actuar como si
coincide con la plena institucionalización de no (Sublime Object: 31).)
los estudios culturales en la academia an- El mayor desafío teórico y político del
gloamericana y la postergación del legado concepto de ideología como distorsión sigue
marxista– el concepto de ideología pierde siendo su implícita presunción de verdad.
importancia, aunque nunca se elimina por ¿Cómo practicar una rigurosa crítica cultu-
completo. En los últimos dos decenios los ral sin caer en la trampa de la arrogancia
practicantes de los estudios culturales –in- epistemológica propia del intelectual des-
cluidos los latinoamericanos– han adoptado mistificador, con todo el bagaje elitista que
el concepto de forma ecléctica, sin teorizarlo conlleva? Los críticos que mejor han sabido
demasiado. Santiago Castro Gómez ha se- bregar con este reto son los que asumen
ñalado que “el abandono de la categoría de plenamente la profunda ironía inherente
ideología por parte de algunos teóricos de la al concepto de ideología. Entre ellos desta-
cultura ha contribuido a debilitar el poten- ca Žižek, que insiste en la importancia de
cial crítico y político que tenían los estudios mantener una posición imposible: “aunque
culturales” y ha abogado por una recupera- no hay una clara línea de demarcación que
ción del legado de Althusser, que le parece separe la ideología de la realidad, aunque
idóneo para formular “una crítica de la eco- la ideología opera en todo lo que experi-
nomía política de la cultura” (742, 738). mentamos como ‘realidad’, debemos sin
No sorprende que los usos más rigurosos embargo mantener la tensión que mantiene
y originales del concepto de ideología den- viva la crítica de ideología” [“although no
tro del campo latinoamericanista se encuen- clear line of demarcation separates ideology
tren en críticos marxistas como Roberto from reality, although ideology is at work
Schwarz y Neil Larsen, cuya relación con in everything we experience as ‘reality’, we
los estudios culturales no sólo es tensa si no must none the less maintain the tension
hostil. Schwarz, en “As idéias fora do lugar” that keeps the critique of ideology alive”
(1973) teoriza la ideología dentro del contex- (“Introduction” 17)]; y, en el campo latino-
to poscolonial brasileño y acaba proponien- americano, Carlos Monsiváis, cuya peculiar
do la noción de “ideología de segundo gra- forma de Ideologiekritik nunca deja de insis-
do” para describir lo que ocurre cuando las tir en la potencialidad creativa y política de
ideologías metropolitanas —como el libera- la cultura popular, desde una postura lúdica
lismo en el caso del Brasil decimonónico— que lo inmuniza contra cualquier tentación
son “importadas” por la colonia. Schwarz, de elitismo (¿fuente?).
siguiendo a Marx, define la ideología como
“ilusión necesaria bien arraigada en las apa- obras de consulta. Althusser, Louis, Lenin y la
riencias”; pero si en la metrópoli las apa- filosofía, México, Era, 1970; Castro Gómez,
riencias confirman la ideología, el contexto Santiago, “Althusser, los estudios culturales y el
periférico de Brasil es tan incongruente que concepto de ideología”, Revista Iberoamericana,
las ideologías importadas se revelan en toda año 64, núm.193, 2000, pp. 737-751; Eagleton,
su falsedad. Adoptadas a pesar de ello por Terry, Ideology: An Introduction, Londres, Verso,
la burguesía europeizante, se convierten 1991 [Ideología: una introducción (trad. Jorge
en “ideologías de segundo grado” –ilusio- Vigil Rubio), Barcelona, Paidós, 1997]; Hall,
nes asumidas como tales que, sin embargo, Stuart, “The Problem of Ideology: Marxism
dirigen la práctica social–. “Inscritas num Without Guarantees” en David Morley y Kuan-
sistema que não descrevem nem mesmo em Hsing Chen (eds.), Stuart Hall: Critical Dialogues
aparência”, dice Schwarz, “as idéias da bur- in Cultural Studies, Londres, Routledge, 1996,
guesia viam infirmada já de início, pela evi- pp. 25-46; Marx, Karl y Friedrich Engels, Die
148 ideología / imperialismo cultural

deutsche Ideologie: Werke, Berlin, 3 vols., Dietz según el cual los medios de los países peri-
Verlag, 1971 [La ideología alemana, México, féricos no sólo están sujetos a la propiedad
Ediciones de Cultura Popular, 1972]; Schwarz, y al control de las clases dominantes, sino
Roberto, Ao Vencedor as Batatas: Forma Literária que además su técnica y contenido depen-
e Processo Social nos Inicios do Romance den del conocimiento y material generado
Brasileiro, São Paulo, Duas Cidades, 1977; en países industrializados, el imperialismo
Williams, Raymond, “Ideology,” en Keywords: A cultural se enfoca en los desequilibrios y
Vocabulary of Culture and Society, Nueva York, desigualdades de los flujos internacionales
Oxford University Press, 1983, pp. 153-157 de información. El fracaso de las economías
[Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y estatales latinoamericanas se origina en el
la sociedad, ed. rev. y ampl., trad. Horacio Pons. sistema económico global, que empuja a los
Buenos Aires, Nueva Visión, 2003, p. 173]; países no industrializados a una continua
Žižek, Slavoj, “Introduction: The Spectre of dependencia. Siguiendo esta teoría, el im-
Ideology”, Žižek, Slavoj (ed.), Mapping Ideology, perialismo cultural postula que el flujo de
Londres, Verso, 1994, pp. 1-33; Žižek, Slavoj, información de países ricos a pobres pro-
The Sublime Object of Ideology, Londres, Verso, mueve una civilización de consumo, cóm-
1989 [El sublime objeto de la ideología, México, plice del capitalismo y desinteresada en las
Siglo XXI Editores, 1992]. fronteras nacionales, beneficiando a las in-
dustrias dueñas de los medios masivos de
[sebastiaan faber] comunicación, afincadas en su totalidad en
espacios metropolitanos.
De hecho, como teoría interpretativa, el
imperialismo cultural imperialismo cultural se aplicó a diversas
áreas, como las relaciones internacionales,
La teoría del imperialismo cultural se vincu- la antropología, la educación, las ciencias,
la a los estudios culturales mayoritariamen- la historia, las letras y hasta los deportes.
te desde el campo de la comunicación. Las reflexiones sobre “el sistema del mundo
Según el belga Armand Mattelart, dicha teo- moderno” (capitalismo), “la sociedad” (por
ría nace en los años setenta a partir de tra- lo general, países o comunidades con econo-
bajos en comunicación enfocados en asun- mías emergentes), “el centro dominante del
tos de desarrollo y economía política. sistema” (los países industrializados), y “los
Mattelart sostiene que, desde fines de ese valores y las estructuras” (las culturas y or-
decenio, el término, empleado por Rigaud, ganizaciones ajenas a los países emergen-
ex ministro de Cultura, ante la pérdida de tes), al igual que “la dependencia” y “el im-
influencia cultural francesa en la era de tec- perialismo mediático” (que a veces se emplea
nologías de la información, marca numero- de manera sinónima), forman parte de su
sos estudios concernientes a las relaciones terminología. En síntesis, el imperialismo
entre naciones. Sin embargo, Mattelart ad- cultural plantea la dominación de una na-
vierte que no es sino hasta los años ochenta, ción por otra de mayor envergadura.
con la popularización de un estilo de vida Dada su naturaleza teórica, el imperialis-
global, que los estudios en torno a esta teo- mo cultural no está exento de limitaciones.
ría aumentan de manera sustancial, impul- Se le critica un marco metodológico impre-
sados por la tangible presencia de grandes ciso, de difícil medición y escasa capacidad
grupos de comunicación. En este contexto, descriptiva. De manera infortunada, tal y
la comunicación nutre el desarrollo de los como se propone en sus comienzos, de for-
estudios culturales latinoamericanos. ma lineal y hasta unilateral, el imperialismo
Lo cierto es que, como compendio críti- cultural casi descarta cualquier posibilidad
co, el imperialismo cultural es un esquema de producción mediática de las naciones pe-
que compete al ámbito de la guerra fría. riféricas. Parte de esta gran limitación críti-
Su evolución teórica ha estado marcada de ca es la suposición de un sólo sentido en el
manera muy firme por cambios en asun- flujo informativo, cosa que, si acaso fue cier-
tos de política y economía internacional. ta alguna vez, ha cambiado mucho con el ad-
Fundamentándose en la propiedad de los venimiento de nuevas tecnologías. En añadi-
medios y en el marco de la dependencia, dura, el imperialismo cultural no contempla
imperialismo cultural 149

la capacidad de respuesta de la audiencia en Dada su proximidad a los Estados Unidos


materia de procesamiento de información e y la desigualdad patente en múltiples renglo-
interpretación de mensajes. Por ende, los nes, América Latina fue una de las primeras
argumentos sobre dependencia cultural am- regiones del tercer mundo en interesarse en
parados en esta teoría ignoraron el estudio políticas de comunicación e implementar re-
de los procesos de recepción y consumo en formas estructurales de sus medios. En 1976,
las audiencias latinoamericanas. Según Juan en buena medida como respuesta a los plan-
Carlos Lozano, la totalidad de las influencias teamientos de quienes sustentaban la validez
extranjerizantes ejercidas por los medios de del imperialismo cultural como aproximación
comunicación se evalúan sin tomar en cuen- crítica, representantes de veinte países lati-
ta alternativas locales que se les contrapo- noamericanos se reunieron, auspiciados por
nen. En suma, el imperialismo cultural es la unesco, para estudiar asuntos pertinentes
una teoría implementada para el estudio y a políticas de comunicación. Entre quienes
manejo de flujos informativos a escala ma- contribuyeron a este proceso de regulación
cro entre naciones y se enfoca en asuntos comunicativa están Beltrán, Pascuali y el pa-
de amplia envergadura en materia cultural, raguayo Juan Díaz Bordenave; sus trabajos
mediática y de economía política, como el identifican tensiones entre el crecimiento
flujo de noticias internacionales entre países, comercial y el desarrollo democrático. La
restándole importancia a la audiencia. labor de Mattelart también aportó un mar-
En los años setenta, estos esquemas co teórico y evidencia para una reforma de
cobraron gran vigencia en los estudios de los medios, acogiéndose fuertemente a es-
comunicación. En América Latina, en par- quemas de dependencia económica, intere-
ticular, tuvieron buena acogida y se desa- ses de clase y dominación transnacional. Se
rrollaron de manera expedita. Allí contaron abogó entonces por un flujo menos desigual
con múltiples adherentes: entre ellos, el de productos mediáticos y se recomendó la
venezolano Antonio Pasquali, autor del pri- democratización del acceso a los medios, en
mer estudio integral de comunicación en pos de la libertad de expresión y el impulso
Latinoamérica en 1963; el boliviano Luis al desarrollo nacional. Sin embargo, la resis-
Ramiro Beltrán, quien aporta una defini- tencia al imperialismo cultural se sustentó
ción latinoamericana del imperialismo cul- de manera mayoritaria con una defensa de
tural en 1978; el mexicano Javier Esteinou políticas nacionales de comunicación, con el
Madrid, crítico de la comunicación mexi- fin contrarrestar el dominio de la cultura es-
cana; el chileno Fernando Reyes Matta, tadunidense, y se fundamentó en la factibi-
experto en periodismo internacional; y el lidad de una respuesta racional en el campo
uruguayo Mario Kaplún, proponente de la de la cultura y en un posible impacto inte-
comunicación educativa. Para pioneros grador de una producción cultural regional.
latinoamericanos como Beltrán, el impe- De igual manera, en 1980 se dan las reco-
rialismo cultural es un proceso verificable mendaciones de la Comisión MacBride, que,
de influencia social, mediante el cual una luego de varios años de estudio del desfase
nación impone sobre otros países su con- comunicativo entre la metrópoli y el resto
junto de creencias, valores, conocimientos del mundo, aboga por un orden de comuni-
y normas de comportamiento al igual que cación más justo, menos parcial a los países
su estilo de vida. En América Latina, el gran del mundo industrializado, conocido por la
texto precursor es Para leer al Pato Donald, sigla inglesa nwico (Nuevo Orden Mundial
de Ariel Dorfman y Mattelart, quienes des- para la Información y la Comunicación).
de Chile impugnaron el carácter imperia- Estos planteamientos serán criticados lue-
lista de la producción de Disney; este libro go, al evidenciar su ingenuidad por encima
representa, por decirlo de alguna manera, de su buena voluntad, por un buen número
un precedente de los estudios culturales la- de investigadores latinoamericanos. De ese
tinoamericanos. Su propuesta –vale la pena entonces ha cambiado mucho, comenzando
señalarlo– nace en medio del afán de legi- por el ocaso de la Unión Soviética, junto al
timación del gobierno de Unidad Popular, acompañante deceso de la guerra fría y la
esgrimiendo una concienciación identitaria implementación agigantada de nuevos me-
opuesta al desmán capitalista. canismos de hegemonización –en particular,
150 imperialismo cultural

la propagación del neoliberalismo– a través importancia, al igual que el contexto socio-


del mundo. cultural del medio comunicativo. Desde este
En los años ochenta, con el advenimien- enfoque, mediante diferentes aproximacio-
to de regímenes democráticos latinoameri- nes metodológicas, se le restituye un papel
canos, la crisis económica propiciada por el activo a la audiencia en las investigaciones
mal manejo de la deuda externa y el opor- latinoamericanas de cultura y comunica-
tunismo del sector privado, surge y se con- ción, conviniendo una capacidad mayor de
solida una nueva perspectiva crítica intere- rechazo o negociación de los mensajes he-
sada en el análisis de los procesos de gemónicos de los medios.
recepción y consumo de los productos cul- A diferencia de los enfoques críticos del
turales. Al ubicar la comunicación en el con- mundo angloparlante, amparados en temá-
texto de lucha por la hegemonía, sus parti- ticas de clase o género, en América Latina
darios le dan un nuevo sentido al tema, se opta por replantear el estudio de la cul-
enfatizando procesos de asimilación, recha- tura esbozando una problematización más
zo, negociación y refuncionalización de los amplia de lo popular. En buena parte, esta
contenidos efectuados por los sectores sub- táctica se debe a los nuevos matices que teo-
alternos de la sociedad. Algunos anteceden- rías como la dependencia o el imperialismo
tes lejanos de estos nuevos enfoques, de ín- cultural adquieren ante la noción de globa-
dole culturalista, son los escritos de Eco en lización. Para Tomlinson, por ejemplo, la
materia de semiótica estructuralista y las globalización sugiere que “la interconexión
teorías de Gramsci, Benjamin y Foucault e interdependencia de todas las zonas glo-
sobre ideología, cultura y poder. De manera bales ocurre de forma mucho menos preme-
efectiva, lo que se da es un paso de modelos ditada que el control intencional atribuido
semióticos o ideologizantes, según los cua- al imperialismo” (175). A inicios de los años
les la comunicación destaca un acto de noventa, ante el avance irrefutable del mer-
transmisión, a una revaloración del sujeto, cado, se evidencia la necesidad del repensar
a partir de la cual se extiende un enfoque el papel del Estado. Las respuestas fluctúan
culturalista en el marco de la comunicación. entre el apoyo al continuismo en la interven-
El viraje se patentiza incluso en la obra de ción estatal, con atisbos nacionalistas, como
voceros del imperialismo cultural, como en el caso del brasileño José Marques de
Mattelart. Si bien el imperialismo cultural Melo, y posturas más escépticas, como las
sirve en principio como motivación precur- de Esteinou Madrid, quien cuestiona la for-
sora del estudio de la cultura, el afán de taleza del Estado ante la arremetida del tlc,
abandonar su dogmatismo lleva al despegue o del mismo Mattelart, quien denuncia una
en firme de los estudios culturales latinoa- eventual anulación de la diferencia a raíz de
mericanos. De hecho, se pasa de lo riguro- la acelerada integración económica mundial.
samente comunicativo a lo cultural, un mar- Por su parte, el peruano Rafael Roncagliolo
co más amplio que posibilita contemplar la impugna los afanes de apertura comercial,
comunicación como una práctica cultural pues, según él, representan una integración
más, y valorar dinámicas y articulaciones carente de defensas; Roncagliolo insiste en
que, yendo más allá de lo comunicativo, sir- que “todos los países de Latinoamérica son
ven de soporte a la cultura. dependientes, pero algunos son más depen-
Un aporte muy significativo a la consoli- dientes que otros” (338).
dación de esta nueva corriente es la labor Hay variados aportes latinoamericanos
del jamaiquino Stuart Hall y el Centro de en este sentido, pero dos se destacan en
Estudios Culturales Contemporáneos (cccs) particular, despuntando en críticas al dog-
de Birmingham, Reino Unido. Entre sus lo- matismo irrestricto de la dependencia y el
gros se destaca una revisión de la concep- imperialismo cultural, e impactando fuerte-
tualización de las audiencias como entida- mente el estudio de la cultura y su relación
des pasivas e indiferenciadas, enfoque con un entorno global. El primero, Jesús
reproducido y ampliado en América Latina Martín Barbero, estudioso colombiano de
en las labores del investigador chileno origen peninsular vinculado a centros de
Valerio Fuenzalida. Para Fuenzalida, la in- investigación colombianos y mexicanos, ha
fluencia grupal de la familia es de singular resaltado la importancia de las condiciones
imperialismo cultural 151

de producción y reproducción del sentido, del canon) y la desterritorialización (la pér-


ignoradas por los marcos convencionales del dida de relación entre la cultura y el espacio
estudio de la comunicación durante los años geográfico o social). Al estudiar la identidad,
setenta. El marco general de la propuesta de Canclini señala que las reglas rectoras de las
Barbero es que existen puntos de acceso a la relaciones sociales han cambiado, al igual
cultura dominante y su estructura de poder a que las relaciónes entre lo nacional y lo po-
partir de los cuales es factible subvertir y re- pular, y entre la identidad y el territorio.
orientar su orden. Barbero aporta el concep- Como Martín Barbero –pero con enfoques
to de la mediación con el fin de repensar los diferentes–, Canclini concluye que, entre
procesos de producción simbólica y señala descentramientos y multideterminaciones,
que el redescubrimiento de lo popular en la lo cambiante es la forma de generar registros
comunicación tiene que ver con la vigencia y pensar la cultura. Las culturas populares y
de ciertas prácticas comunicativas entre las elitistas persisten y conviven con lo masivo,
clases populares. Para él, las mediaciones auspiciando una realidad cultural más hete-
son “los lugares de los que provienen las rogénea, que aún dista de ser democrática o
constricciones que delimitan y configuran inmune a los afanes hegemónicos.
la materialidad social y la expresividad cul- Con respecto al consumo, Canclini explo-
tural” del medio (De los medios: 233). Como ra el potencial de la ciudadanía cultural.
ejemplo, Barbero propone tres lugares cla- Frente a una globalización que cambia las
ves: la cotidianidad familiar, la temporalidad relaciones entre economía y cultura, la ciu-
social y la competencia cultural. En síntesis, dadanía, siguiere Canclini, quizá ofrece al-
lo que Barbero propone es repensar la iden- ternativas al neoliberalismo generalizado
tidad cultural partiendo de conceptos como del mercado. En síntesis, lo que interesa al
la ciudad, la nación, el Estado, lo masivo y la investigador no es tan sólo demostrar que
cultura popular. Asimismo, para Barbero, las todo ha cambiado, sino que los circuitos so-
nuevas tecnologías de la información plan- cioculturales se relacionan de modos diver-
tean un reto formidable para la reconfigura- sos con los procesos de transnacionaliza-
ción del imaginario latinoamericano, en el ción. Viejas categorías como nación y etnia
que los medios reemplazan en gran medida mantienen viabilidad, pero las nuevas iden-
al Estado. Siguiendo este planteamiento, se- tidades las rearticulan a su manera, inte-
ría inconducente entregarse a una celebra- grándoles contenido proveniente de nuevos
ción de lo global o reparar en pesimismos. sistemas de comunicación, restándole efec-
Lo significativo radica en complejizar la cul- tividad al sesgo de la dependencia y al im-
tura latinoamericana sin dejar al margen, ni perialismo cultural. Finalmente, evocando a
lo popular ni lo masivo y esforzándose por Roncagliolo, Canclini aboga por el Estado
relacionarlos. como árbitro o garante de un equilibrio in-
El otro personaje a destacar es Néstor formativo, en el que la única motivación no
García Canclini, investigador argentino radi- sea el lucro y disminuya el desequilibrio cul-
cado en México, quien critica la omisión de tural entre países latinoamericanos.
“los modos diversos con que diferentes sec- Existen otros aportes notables, como los
tores se apropian de los mensajes” (8). Según de los mexicanos Jorge González Sánchez y
Canclini, la investigación habría de ocuparse Guillermo Orozco Gómez, quienes propo-
no sólo de los medios electrónicos, sino tam- nen, de manera respectiva, los frentes cultu-
bién de las culturas populares. Apoyándose rales y las identidades complejas, y un enfo-
en las obras de Pierre Bourdieu y Manuel que integral de la audiencia como conceptos
Castells, Canclini propone problematizar la de trabajo. Desde la sociología, González se
identidad desde la hibridación y el consumo. acerca a las estratificaciones e interacciones
Lo híbrido designa las nuevas mezclas inter- del consumo, insinuando un retorno al es-
culturales, producto de distintos procesos de tructuralismo. En el caso de Orozco, desde
reconfiguración identitaria, en los que en- la pedagogía, se estudia la apropiación indi-
tran en juego nuevos actores, como la desco- vidualizada del mensaje cultural mediante
lección de bienes simbólicos (el reordena- múltiples mediaciones.
miento de productos culturales en función Siguiendo estas críticas, los supuestos
de gustos personales, haciendo caso omiso dependentistas del imperialismo cultural,
152 imperialismo cultural / industria cultural

amparados en la supremacía de la produc- el libro Dialéctica del iluminismo. El ensayo


ción cultural extranjera, quedan desvirtua- describe los modos en que la cultura de ma-
dos en dos frentes principales: los análisis sas, tanto en el fascismo alemán (del cual
de las mediaciones que matizan la recepción ellos huyeron) y en el capitalismo estaduni-
y los estudios que demuestran la gran varie- dense (con el cual se confrontaron en los
dad de significados de los productos cultu- años treinta), produce deseos, gustos y acti-
rales hegemónicos, al incorporárseles rasgos tudes que reproducen su propio sistema to-
de los sectores subordinados. En este senti- talizador. La industria cultural (hablan de
do, sus limitaciones se exteriorizan: se im- una industria que pertenece al sistema en
posibilita una problematización efectiva de general), cuyo objetivo principal es vender
la cultura latinoamericana, y una conse- productos a través de los medios de comu-
cuente integración mediática, a darse en el nicación, tiene una función claramente
marco desigual de la globalización. ideológica: inculcar en las masas al mismo
sistema y asegurar su obediencia a los inte-
bibliografía. Beltrán, Luis Ramiro, “Commu- reses del mercado.
nication and Cultural Domination: USA-Latin Este ensayo establece tres ideas funda-
American Case”, Media Asia, núm. 5, 1978, pp. mentales, que serán puntos de debate a lo
183-192; Dorfman, Ariel y Armand Mattelart, largo del trayecto mundial de los estudios
Para leer al Pato Donald, Valparaíso, Ediciones culturales. En primer lugar, vincula la cul-
Universitarias de Valparaíso, 1971 [Para leer al tura al capitalismo, como un producto más.
pato Donald. Comunicación de masa y colonia- Ese empuje industrial establece una hege-
lismo, 2005, México, Siglo XXI Editores; García monía cultural dado que la industria cultu-
Canclini, Néstor, “Ni folklórico ni masivo: ¿qué ral tiene una base en los Estados Unidos.
es lo popular?,” Dialogos de la comunicación, Segundo, el ensayo expresa un pesimismo
núm. 17, junio, 1987 <www.felafacs.org/files/ íntegro, anulando la visión utópica marxista
garcia.pdf>; Lozano, José Carlos, “Del impe- de la futura revolución del proletariado. Y
rialismo cultural a la audiencia activa: aportes último, este arte de masas, producido con
teóricos recientes”, Comunicación y sociedad, fines de lucro, carece de valor estético. En
núms. 10-11, septiembre-abril de 1991, pp. fin, Adorno y Horkheimer lamentan el reem-
85-106 <www.allbusiness.com/sector-61-edu- plazo de lo que Ángel Rama llamaría un arte
cational-services/133876-1.html>; Mattelart, “letrado” con uno masivo.
Armand, Mapping World Communication: War, La teoría de Adorno y Horkeheimer se
Progress, Culture, Minneapolis, University of mantiene ciega a posibles vertientes de re-
Minnesota Press, 1994; Mattelart, Armand y sistencia dentro del sistema fatalista que
Michelle, “La recepción: el retorno al sujeto”, describen. Se explica esta ceguera por el
Diálogos de la comunicación, núm. 30, 2005 pp. hecho de que además de la radio y el cine,
10-17, <www.felafacs.org/files/3.%20Michele. las otras industrias en aquel entonces esta-
pdf>; Roncagliolo, Rafael, “Trade Integration ban en su infancia y, por otro lado, no había
and Communication Networks in Latin surgido todavía el mercado de la juventud
America,” Canadian Journal of Communication, que emerge en los años cincuenta y crea un
20.3, 1995 <www.cjc-online.ca/viewarticle. espacio para la resistencia contra el statu
php?id=305&layout=html>; Tomlinson, John, quo. No obstante, este ensayo inaugura una
Cultural Imperialism, Londres, Pinter, 1991. crítica al papel social e ideológico de los
medios de comunicación y establecerá una
[héctor fernández l’hoeste] base, de la cual, los estudios culturales se
servirán para su propio desarrollo ambos en
Inglaterra y en Estados Unidos, lo que parti-
industria cultural cularmente influirá las prácticas críticas en
Latinoamérica. Los estudios culturales in-
El concepto de industria cultural nació en gleses en su principio (Raymond Williams,
1944 en un ensayo de Theodor W. Adorno y Richard Hoggart, E. P. Thompson) también
Max Horkheimer titulado “La industria cul- reconocen la amenaza de la industria cul-
tural: iluminismo como mistificación de tural, la cual reproduce un estándar cul-
masas,” que recién fue publicado en 1947 en tural que atrae a las masas. Sin embargo,
industria cultural 153

a diferencia de la postura apocalíptica de tante fuertes en América Latina. El ejemplo


Adorno y Horkheimer rescatan el lugar de del grupo O Globo en Brasil ilustra el desa-
la cultura del proletariado inglés como una rrollo de muchas empresas locales que do-
posible resistencia al poder hegemónico de minan el área cultural en sus países, comen-
la industria cultural extranjera. La crea- zando como empresas familiares y creciendo
ción del Centro para Estudios Culturales por un impulso de modernización e innova-
Contemporáneos (cccs) en la Universidad ción tecnológica. Éstas aumentan su oferta
de Birmingham (1963-1964) comparte con de productos culturales a medida que la tec-
la escuela de Frankfurt (a la cual pertene- nología avanza [periódico O Globo (1925),
cían Adorno y Horkheimer) muchas ideas, Radio Globo (1945), tv Globo (1965),
en particular la noción de que la cultura de Globosat, canal satélite, Editora Globo, la
masas cumple con su papel al integrar a la compañía fonográfica Som Livre (1969) y
clase trabajadora a la sociedad capitalista. Globo Video (1981)]. A pesar de que tv
Sin embargo el cccs encontrará oportuni- Globo es la red televisiva más grande de
dades para otro tipo de creatividad y nue- Latinoamérica y cuarta en el mundo, existe
vas maneras de decodificar la cultura en un gran abismo entre las industrias cultura-
los ámbitos individual y colectivo a pesar les del sur y aquellas del norte. Según un
de su implícita organización del capital. En reporte de la unesco, América Latina y el
los Estados Unidos, los estudios culturales Caribe sólo representaban 3% del comercio
pierden su énfasis político y se hacen más mundial de bienes culturales en 2002.
populistas para enfocarse en el consumo y Mientras que Estados Unidos, Inglaterra y
la recepción de la cultura de masas, cultura China produjeron 40% de bienes culturales
hegemónica, y olvidarse de la distribución, ese mismo año. Precisamente por esta razón
la producción y la industrialización de los los intelectuales latinoamericanos siguen
medios. En esta fase el concepto de “indus- discutiendo este papel hegemónico y extran-
tria cultural” se hace plural, ampliándose de jero de la industria cultural y el dominio del
industria a industrias. inglés que implica.

industria cultural en américa latina. Desde nacionalización e industrialización. Hay que


su principio, los críticos en Latinoamérica tomar en cuenta que ya en 1944, cuando
definen a la industria cultural como parte de Adorno y Horkheimer desarrollan sus ideas,
una hegemonía extranjera, sin embargo, los cinco estudios en Hollywood dominaban
desde temprano hay intentos locales de ofre- los nexos de producción, distribución y ex-
cer una alternativa. Se dividen en tres perio- hibición del cine. En Latinoamérica, la au-
dos históricos a las industrias culturales toridad de Hollywood hace muy difícil llevar
locales tanto como a la crítica que han ins- a cabo producciones locales. Aunque la lle-
pirado. Primero, surgen aspiraciones locales gada del sonido en 1927 instala el problema
de integrarse a la modernidad produciendo de la lengua y el de la popularidad de la
industrias (cine, prensa, radio, música) con radio que crea estrellas locales y provee un
estampas nacionales. Segundo, la época de espacio para la música nacional y regional,
la guerra fría produce posturas culturales de ayudarán a convertir el cine en un negocio
izquierda que se oponen al creciente impe- importante en Brasil, Argentina y México,
rialismo de los Estados Unidos. El momento aun más en el caso de los dos últimos por
de la globalización y su fase de capitalismo su capacidad de exportar a países vecinos.
avanzado provee otros espacios nuevos para En los años treinta y cuarenta empieza a
la resistencia, otras maneras de interpretar dominar un modelo industrial en la produc-
esa hegemonía. Críticamente, en esta terce- ción de películas a medida que éstas apro-
ra etapa se retoma el concepto de industria vechan de las estrellas de la radio (Libertad
cultural. Igualmente la dicotomía entre arte Lamarque, Jorge Negrete, Agustín Lara y
popular y arte letrado sufre mucho debate Pedro Infante) y emergen estudios al estilo
que divide el campo y sigue renovando su de Hollywood [por ejemplo, los estudios
consideración. Churubusco (1944) en México, con capital
A pesar de que se identifican como algo de Hollywood (rko)] para producir una fór-
extranjero, existen industrias culturales bas- mula que lucre dinero en el mercado regio-
154 industria cultural

nal. Ya en 1944 Argentina, Brasil y en gran el crítico cultural belga Armand Mattelart
medida México (los tres países latinoameri- publican, en 1971, Para leer al pato Donald,
canos con un mercado lo suficientemente donde discuten las tiras cómicas de Disney.
grande como para crear industrias naciona- Inspirados por una lectura frankfurtiana
les) están inmersos en sus propias versiones critican esta literatura de masas por mante-
de estas industrias con un color fuertemen- ner patrones ideológicos entre el primer
te nacional. mundo dominador y el tercer mundo domi-
Críticamente se ha dicho que esta época nado. Por otro lado, a diferencia de épocas
propagaba temas y características que imi- anteriores, empieza a emerger una cultura
taban recetas extranjeras desde una pers- latinoamericana visible mundialmente. El
pectiva local. No es hasta más tarde que se boom literario alzó la industria editorial lo-
empieza a interpretar los esfuerzos indus- cal y produjo un nuevo talento (Gabriel
triales en América Latina de formas más García Márquez, José Donoso, Julio Cortazar,
complejas. Carlos Monsiváis muestra los di- Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes) que
ferentes efectos que la cultura de masa pro- fue producto del crecimiento económico lo-
duce, los cuales dependen del contexto so- grado después de las guerras mundiales, el
cio-histórico de la nación, otorgándole a lo cual creó una clase media cosmopolita en
popular un valor importante. En la acade- América Latina con intereses nacionales. No
mia estadunidense Ana López arguye que el obstante, estos escritores se hacen popula-
cine de la época de oro, por primera vez res al criticar esa misma modernización y
hace que circulen imágenes, historias y te- pronosticar su fin. Esta época efervescente
mas latinoamericanos a la vez que reta la produce muchos movimientos contrahege-
omnipresencia de Hollywood en la región y mónicos que intentan crear, bajo ambientes
mantiene un interés regional por varios de- distintos, métodos alternativos de distribuir
cenios. sus productos. La “nueva canción” en Chile,
protegida y promovida por el gobierno iz-
lucha entre imperialismo y antiimperialismo. quierdista de Salvador Allende, cuyo lema
En los años cincuenta, ya en plena guerra proclamaba “no hay revolución sin can-
fría, el ambiente cultural empieza a cam- ción,” crea dicap para grabar los artistas del
biar. Las industrias siguen modernizándo- movimiento. Mientras que en Argentina, La
se sufriendo altibajos: por un lado la de- hora de los hornos iba a tener que exhibirse
cadencia de los estudios cinematográficos, clandestinamente del gobierno autoritario
visto claramente en el fracaso de Vera Cruz de Juan Carlos Onganía. La película junto
(1949-1954), un estudio de Brasil que im- con el manifiesto que la acompaña critican
portó técnicos y equipo del extranjero para el monopolio cultural del primer mundo,
aventurarse en producir un cine de calidad viéndolo como un neocolonialismo. Estos
internacional, contrariamente el crecimien- tres ejemplos reproducen una retórica típica
to de las industrias de la televisión y la mú- de la época al rechazar una cultura de ma-
sica. Los Estados Unidos, queriendo mante- sas extranjera. Sin embargo, se convierten
ner solidaridad ideológica por toda América, en productos mismos al hacerlo.
presionan a las industrias locales y sus go-
biernos para promover un anticomunismo globalización, nuevas industrias e inter-
que simultáneamente alababa un modo de pretaciones. Los años ochenta trajeron un
vida moderna y estadunidense. Esta compli- cambio: de sociedades politizadas con eco-
cidad entre gobiernos locales, los Estados nomías centralizadas y un estado fuerte y
Unidos y los medios de comunicación es evi- militar, a democracias representativas con
dente en el apoyo por la empresa mexicana economías neoliberales intentando entrar al
Televisa al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz mercado global. La simple configuración del
durante la matanza estudiantil de 1968 en imperialismo contra lo nacional desaparece
Tlatlelolco. y la reemplaza un sistema interconectado
Este ambiente creará respuestas cultura- e interdependiente dominado por posturas
les locales que se oponen vehementemente globales de consumo y producción. Como
al creciente imperialismo de los Estados sugiere Néstor García Canclini, la moder-
Unidos. El escritor chileno Ariel Dorfman y nización finalmente llega a Latinoamérica
industria cultural 155

pero a través de empresas privadas. En este educación estatal y a los valores literarios de
ambiente aparecen nuevas industrias (vide- los años sesenta para contraponer la hege-
ojuegos, la Internet) y diferentes espacios monía de la industria cultural. Aunque de
para la distribución de la cultura que cam- manera diferente, Nelly Richard también ve
biarán los viejos modos de distribución y ac- una salvación a través de un arte de van-
cesibilidad y que producirán nuevas formas guardia que provoca en el lector-espectador
de leer, escuchar música y ver imágenes. sospechas en lo masivo. Desde visiones dis-
Sin embargo, la globalización no ha dis- tintas, ambas proponen un regreso a la cul-
minuido el poder de las industrias, y la li- tura letrada para escapar de la invasión de
beración del mercado las ayuda a florecer: una cultura popular extranjera.
Venevisión, Televisa y Rede Globo adquie- Sin embargo, hay otros que no rechazan
ren un papel global aún más poderoso con por completo la cultura popular y recuerdan
las exportaciones de telenovelas. En par- que en esta época la resistencia se produce
te el creciente número de hispanos en los por redes informáticas antes que por la arti-
Estados Unidos ha permitido la extensión llería. Jesús Martín Barbero sugiere que no
de estos monopolios y la creación de otros hace falta concentrarse en los medios, como
con base en Miami (Univisión y Telemundo) lo hacen Adorno y Horkheimer, sino en la
que dominarán el mercado estadunidense interdependencia entre diferentes partes
con programación producida localmente e del proceso de comunicación: el emisor, el
importada desde Latinoamérica. La ciudad mensaje, el canal y el receptor. Para Martín
de Miami, como capital administradora de Barbero esta interdependencia, a lo que lla-
la industria cultural del norte y el sur, ha ma las mediaciones, es necesaria para po-
ayudado a disminuir las divisiones naciona- der leer el significado de la cultura popular,
les y regionales (mexicano-americano, cuba- complicando el modelo estático de 1944.
no-americano, nuyoriquen, etc.) para crear Por otro lado, García Canclini, William
una identidad “panlatina” (que incluye lo Rowe y Vivian Schelling notan cómo lo mo-
español y lo brasileño) para la mercadotec- derno y lo tradicional negocian nuevos es-
nia de productos. Es precisamente en Miami pacios culturales, espacios híbridos, donde
donde residen las cedes latinoamericanas ya no se necesita hablar de dicotomías entre
de empresas como Sony, emi, Polygram lo industrial y lo artesanal. Esencialmente
Universal, Warner junto a empresas cultu- lo que describen reafirma culturas locales,
rales latinoamericanas. Aprovechándose de movimientos que tienen acceso a medios he-
la ganancia que el mercado de jóvenes pro- gemónicos, en algunos casos no necesaria-
vee, estas industrias promueven movimien- mente forman parte del circuito transnacio-
tos (rock en español, reggaetón), estrellas nal. En 1994, por voz del Subcomandante
(Ricky Martin, Jennifer López, Shakira, Gael Marcos, el Ejército Zapatista de Liberación
García Bernal) y espacios (Latin Grammys) Nacional se lanzó contra la globalización
que dan una cara de la transnacionaliza- (el tlcan) por medios masivos de comuni-
ción de la cultura latinoamericana, lo que cación (entre ellos la Internet). Volviendo
no necesariamente las hace representativas a una de las primeras industrias que sigue
de una total homogenización como lo veían siendo la más difusiva Gustavo Remedi exa-
Adorno y Horkheimer ni tampoco le da mina las estaciones de radio comunitarias
completo poder a lo local sino que se llega en Uruguay como un espacio resistente que
a una combinación de los dos (Yúdice). no forma parte del circuito global. Para
A pesar de esta presencia global de lo la- Remedi la gente finalmente tiene el dere-
tino, permanecen residuos de una crítica cho de producir su propia cultura. Más allá
frankfurtiana con una voz más sofisticada y del consumo creativo y la recepción activa
local. Renato Ortiz encuentra en la mundia- (Martín Barbero y García Canclini) se llega
lización de la cultura popular la creación de al arte imperfecto, como lo prefiguraba Julio
un imaginario y una mitología global que García Espinosa mucho antes, un arte que
según José Joaquín Brunner ha llegado a su desaparece en todo anulando la figura del
culminación para crear desigualdades na- artista o letrado. Esta reapropiación de la
cionales y sociales. Mientras que Beatriz práctica de la ciudadanía logra por fin una
Sarlo en Argentina insiste en una vuelta a la expresión pública en una era donde supues-
156 industria cultural

tamente ha desaparecido este espacio a cau- público, México, El Milagro, 1994; Monsiváis,
sa de su privatización neoliberal. Otro reto Carlos, Escenas de pudor y liviandad, México,
que amenaza a las industrias culturales son Grijalbo, 1988; Ortiz, Renato, Mundialización
las industrias piratas que reproducen copias y cultura (trad. Elsa Noya), Buenos Aires,
latinoamericanas de originales extranjeros Alianza, 1997; Remedi, Gustavo, “Production
creando una industria informal local. Más of Local Public Spheres: Community Radio
que producir imágenes locales (López) retan Stations” en Ana del Sarto, Alicia Ríos y Abril
el centro con lo que más le duele: la reduc- Trigo (eds.), The Latin American Cultural
ción de su ganancia. Studies Reader, Durham, Duke University
Press, 2004, pp. 513-534; Richard, Nelly,
bibliografía. Brunner, José Joaquín, Residuos y metáforas:ensayos de crítica cultu-
Globalización cultural y posmodernidad, ral sobre el Chile de la transición, Santiago,
Santiago, Fondo de Cultura Económica, 1998; Cuarto Propio, 1998; Rowe, William y Vivian
García Canclini, Néstor, Culturas híbridas: Schelling, Memoria y modernidad: cultura
estrategias para entrar y salir de la moderni- popular en América Latina, México, Grijalbo,
dad, México, Grijalbo, 1989; García Espinosa, 1993; Sarlo, Beatriz, Los estudios culturales y
Julio, “Por un cine imperfecto” en Santiago la crítica literaria en la encrucijada valorati-
Álvarez, Cine y revolución en Cuba, Barcelona, va”, Revista de Crítica Cultural 15, noviembre
Fontamara, 1975, pp. 37-54 (orig. 1971); de 1997, Santiago, pp. 32-38; Yúdice, George,
López, Ana M., “Tears and Desire. Women and “La industria de la música en el marco de la
Melodrama in the ‘Old’ Mexican Cinema”, John integración América Latina-Estados Unidos”
King, Ana M. López y Manuel Alvarado (eds.), en Néstor García Canclini y Carlos Moneta
Mediating Two Worlds. Cinematic Encounters (eds.), Integración económica e industrias cul-
in the Americas, Londres, bfi, 1993, pp. 147- turales en América Latina, México, Grijalbo,
163; Martín Barbero, Jesús, De los medios a las 1999, pp.115-161.
mediaciones, México, G. Gili, 1987; Monsiváis,
Carlos, A través del espejo: el cine mexicano y su [victoria ruétalo]
latinoamericanismo mentalmente temporal, vertical e histórica
centrada en la noción de cambio epocal.
El término latinoamericanismo tal como es La discusión sobre la globalización, por su
usado en los estudios culturales proviene, en parte, se ha centrado en la supuesta emer-
rigor, de debates académicos en la academia gencia de una cultura global homogénea,
norteamericana. Sin embargo, no es un tér- en la expansión de un horizonte experien-
mino ajeno a los intereses de los intelectua- cial cuasiplanetario ligado a la mercantili-
les de la región quienes, desde José Martí a zación y a la emergencia de lo local como
Hugo Chávez, en la larga tradición conti- una instancia diferente de lo nacional, que
nental de pensamiento latinoamericanista mediaría las relaciones entre lo global y lo
de base nacional, lo han definido precisa- nacional. A propósito de ello se ha hablado
mente a partir de una relación negativa con de procesos trasnacionales o posnacionales
los Estados Unidos. o incluso translocales para referirse a los
El latinoamericanismo o latin/o america- múltiples flujos de bienes, capitales, discur-
nism /o (que abarca las culturas de los lati- sos y poblaciones que cruzan hoy el mundo
noamericanos en Estados Unidos y Canadá) en general y, más específicamente, la región-
es parte de un esfuerzo emprendido en la mundo que llamamos Latin/o América (Fox,
academia norteamericana por repensar los Tomlinson). En este sentido, la discusión
límites y los diseños geopolíticos y geocul- sobre la globalización ha traído al debate
turales de América Latina, los objetos, su- la horizontalidad de las dimensiones espa-
jetos y procesos así involucrados en su es- ciales y geográficas y las nociones de flujos
tudio y las categorías epistémicas así como y desplazamientos. Ambas discusiones, la de
los procedimientos metodológicos que dan la posmodernidad y la de la globalización,
cuenta de ellos y permiten su estudio y com- comparten una sospecha sobre los límites y
prensión. Esto ocurre en la confluencia de consecuencias que una perspectiva estado-
lo que primero se llamó el debate sobre la céntrica (ya sea en su versión liberal o socia-
posmodernidad en América Latina y lo que lista) tuvo y tiene sobre la comprensión de
ahora conocemos como la globalización de la heterogeneidad efectiva de los procesos y
y en el continente. La discusión sobre la pos- fenómenos sociales que intenta describir. De
modernidad se centró en la revisión de la este modo, surgen con nitidez algunos de los
capacidad heurística de los grandes relatos desafíos que cualquier reconceptualización
históricos occidentales (el progreso, la ra- de lo latin/o american/o en una perspectiva
zón occidental, la democratización progresi- global debe enfrentar: cómo pensar “en un
va, la política) y los relatos disciplinarios de momento de reterritorialización de la vida
las ciencias sociales (la sociología, la econo- nacional en los distintos países de América
mía, la antropología) y las humanidades (la Latina y de sus relaciones con los Estados
filosofía, los estudios literarios, la historia) Unidos y Europa” las conexiones entre a]
para dar cuenta de las transformaciones de los legados coloniales y poscoloniales en el
un mundo que se desordenaba rápidamente cruce de las temporalidades históricas de los
sin lograr, aparentemente, rearmarse como múltiples proyectos imperiales que han teni-
un todo inteligible. En este sentido el deba- do como objeto a la región y b] las dimen-
te posmoderno tuvo una orientación funda- siones geoculturales y geopolíticas que han

[157]
158 latinoamericanismo

organizado estos proyectos en regiones cul- rio, para abrazar las luchas y las voces de
turalmente homogéneas y autocontenidas. sujetos colectivos y reales largamente some-
Las consecuencias discursivas de esta tidos a una historia de subalternización, por
confluencia de macromarcos epistemológi- el estado colonial español primero, y, luego,
cos y políticos (posmodernidad y globaliza- por sus herederos poscoloniales criollos en
ción) han seguido trayectorias distintas en el continente americano. En este sentido el
las diferentes disciplinas. En las humanida- estudio de los testimonios se ofrecía como
des, ciertos temas de debate han dominando una alternativa radical a los esfuerzos coetá-
la discusión sobre el latin/o americanism/o: neos en los Estados Unidos por desarrollar
testimonio y subalternismo, literatura y es- la agenda de los estudios culturales. A di-
tudios culturales, subalternismo y poscolo- ferencia de éstos –que Beverley veía como
nialismo. En las ciencias sociales se ha rea- inscritos aun dentro de las coordenadas
lizado más bien un intento por darse cuenta culturales, ahora masivas y mediáticas, del
de lo que se ha llamado la condición global capitalismo dominante– el testimonio ha-
de lo latin/o american/o. blaba de unos actores colectivos y emergen-
tes que luchaban contra ese capitalismo y
el latin/oamericanism/o en las humanida- anunciaban la (re)aparición de una cultura
des. En 1989, en un famoso ensayo so- neopopular no capitalista o al menos, anti-
bre el testimonio, el crítico estadunidense capitalista. De este modo, el testimonio era
John Beverley comenzaba preguntándose: el heraldo de una época poshumanista y tal
“¿Generan las luchas sociales nuevas formas vez posliteraria, liberada de la herencia cul-
de literatura y cultura, o se trata más bien tural y subjetivo-burguesa del humanismo
del asunto de cómo se representan [estas clásico (Beverley, Gugelberger).
nuevas luchas] en las formas ya existentes?” Reaccionando también frente a esa
(Against Literatura: 69) Beverley proponía emergencia de los estudios culturales, que
que el testimonio, que en su obra tempra- ampliaban el terreno de lo estudiable bajo
na en colaboración con Marc Zimmerman, la rúbrica de lo cultural en el capitalismo
estaba asociado siempre a las luchas centro- tardío, Alberto Moreiras, compañero de
americanas en los años setenta y ochenta, Beverley en el grupo de Estudios Subalternos
sería una forma nueva de representación Latinoamericanos en los Estados Unidos,
literaria. A diferencia de la novela que está proponía su propia visión del subalternis-
centrada en sus presupuestos culturales mo, inspirado ahora más por la deconstruc-
burgueses (el privilegio de la vida individual ción que por el marxismo. Para Moreiras, lo
y la familia nuclear, por un lado, y de los que el testimonio ejemplificaba era menos
espacios privados y urbanos, por otro), el una propuesta positiva que una crítica ra-
testimonio podría ser la forma cultural de dical o una pura negatividad. El testimonio,
una nueva política de lo neopopular emer- sostendría Moreiras apoyándose también en
gente en las luchas revolucionarias centro- el trabajo de los subalternistas indios como
americanas. El testimonio es definido por Gayatri Spivak y Ranajit Guha, pero sobre
Beverley como una forma literaria que narra todo en la deconstrucción derridiana, reve-
una vida real en las palabras de su propio laba las aporías de la representación de lo
protagonista o de un testigo, a menudo ile- subalterno en el aparato gnoseológico y epis-
trado y que requiere, para su transcripción, temológico de la crítica latinoamericanista
de la colaboración de un interlocutor que estadunidense. En tanto crisis de la repre-
es un intelectual. Con el correr del tiempo sentación, el testimonio era un síntoma que
Beverley habría de radicalizar su hipótesis revelaba los límites de toda representación
para proponer que el testimonio en tanto de lo latinoamericano en el aparato acadé-
representación de lo subalterno, era una for- mico de Estados Unidos. En este sentido,
ma de posliteratura o anunciaba al menos más que oponerse a ella, el testimonio com-
el fin de lo literario y del humanismo tradi- partía con la mejor literatura su capacidad
cional en que aquel se asentaba. En tanto para explorar esos límites de lo representa-
posliterario, el testimonio se deshacía de la ble y, para decirlo de otra manera, aquello
carga de la distinción entre lo ficcional y lo que sólo podía ser indicado indirectamente
no ficcional que definía a lo estético-litera- (Moreiras, Exhaustion).
latinoamericanismo 159

De este modo, mientras Moreiras aboga- de colonización/descolonización, según éste


ba por la capacidad única de la literatura de afectó a múltiples y heterogéneos sujetos so-
deconstruir los aparatos de la representa- ciales diversamente constituidos: indígenas,
ción, Beverley declaraba el fin de lo literario afroamericanos, minorías sexuales y muje-
y el comienzo de una época posliteraria. res, mestizos, etcétera.
Moreiras encontraba mayores poderes re- Por otro lado, el origen indio y anglocéntri-
presentacionales en la literatura, que en los co de la teoría subalternista y poscolonialista,
estudios literarios. La literatura era concebi- y la misma relacionalidad vacía de muchas
da aquí como el otro lado del pensar crítico, de sus categorías principales (subalternidad,
que junto a la filosofía se planteaba como subjetividad colonial y poscolonial e i/repre-
algo muy distinto a la capacidad acomodati- sentabilidad) dio pie a un interesante debate
cia y a las limitaciones internas de las mira- acerca de su aplicabilidad en América Latina
das “expertas” de las ciencias sociales. Estos y de su a veces paradójica exportación me-
poderes, en la coyuntura traumática de las tropolitana hacia la periferia como otra
posdictaduras del Cono Sur y las violencias forma más de neocolonización intelectual y
centroamericanas, eran para Moreiras para- moda teórica (Thurner). Transformada ade-
dójicos, pues se referían a la capacidad de más en el mundo anglosajón en una con-
lo literario de interrumpir la representación veniente y monolingüe práctica pedagógica
y cuestionar su estatus. Beverley, por su par- que divide el mundo entre un “nosotros”
te, encontraba esa misma capacidad en el altamente definido y un “ellos” fuertemente
testimonio mucho más que en la literatura. indiferenciado y capaz de involucrar tanto a
Ambos compartían, por otro lado, su sospe- los indios de la India como a los indígenas
cha frente a lo que llamaban el populismo latinoamericanos, a los caribeños como a
de los estudios culturales y la, supuestamen- los pakistanís o los aborígenes australianos,
te, acrítica pertenencia y funcionalidad de la teoría postcolonial ha necesitado siempre
esos estudios culturales al capitalismo avan- de su aterrizaje en las condiciones sociales,
zado y a su cultura de la diferencia comer- culturales e históricas de una localización
cializable. concreta (Loomba). Pero este conocimiento
Entre otras fuentes, el tema de los lími- concreto producido en los Estados Unidos
tes de la capacidad representativa del dis- por los llamados estudios de área (estudios
curso escrito y de las limitaciones de las asiáticos, africanos y latinoamericanos) era
formas de conocimiento histórico y cientí- precisamente, en su orientación moder-
fico dominantes para dar cuenta crítica de nizante –y por lo tanto homogenizante,
objetos, procesos y sujetos tercermundistas estado-céntrica y eurocéntrica– una de las
constituidos por los mismos legados colo- formas de conocimiento que el subalternis-
niales y estatales, que estaban en la base de mo y el postcolonialismo en sus versiones
esos discursos, proviene del trabajo de los latinoamericanistas se habían propuesto
subalternistas indios (Ranajit Guha, Partha desmantelar. Una de las formulaciones más
Chatterjee) y de los críticos poscoloniales sucintas de este programa y esta crítica se
(Homi Bhabha, Gayatri Spivak entre otros.) encuentra en el Manifiesto del Grupo de
De estas fuentes el latin/oamericanism/o re- Estudios Subalternos Latinoamericanos. Se
cibe un énfasis en las categorías de subalter- destaca allí la necesidad de distinguir entre
nidad, subjetividad colonial y poscolonial e el estado, la nación (que fue en la construc-
i/representabilidad (Loomba). Estas nuevas ción historico-discursiva dominante el re-
categorías relacionales tienen la gran ven- sultado cuasi exclusivo de la labor del esta-
taja de mapear una serie de interrogantes do y sus instituciones) y el pueblo, que sería
que la tradición latinoamericana, en su fuer- el conjunto de las poblaciones subalternas
te orientación nacional-estatal y sociológica, cuya participación, formas de organización
nunca había explorado suficientemente. La cultural, social y política deben ser visi-
confluencia de raza, clase, género y etni- bilizadas y desinvisibilizadas (Rodríguez,
cidad en el análisis y psicoanálisis, teoría “Reading Subalterns”).
literaria y cultural, feminismo y antropolo-
gía en las miradas, permiten vislumbrar la el latin/oamericanism/o en las ciencias socia-
verdadera complejidad histórica del proceso les. Otra de las fuentes de aquella crítica de
160 latinoamericanismo

las formas tradicionales de estudiar lo lati- el entorno estadunidense, estas formas de


noamericano en los estados unidos, que el estudio se llamaron estudios étnicos y estu-
latin/o americanism/o quiere o puede repre- dios latinoamericanos de área. mientras los
sentar, fue el resultado del proceso de globa- primeros se encargaban de poblaciones con-
lización de las poblaciones latinoamericanas ceptualizadas, como en el proceso de devenir
y en particular, de su impacto transformador minorías étnicas en la nación (los estados
de los paradigmas nacionales de asimilación unidos); los estudios latinoamericanos (o de
de lo étnico en los estados unidos. área) se concentraban en poblaciones loca-
de acuerdo con la cepal en 1980 el 34.7 % lizadas en un área geocultural y geopolítica
de las familias de américa latina y el caribe diferente y externa. en el primer paradigma
vivían en la pobreza. Hacia 1990 ese porcenta- era central la noción de una mayoría blanca
je había subido a 41% y era todavía del 35.3% y, por lo tanto, de minorías étnicas en un
en 1999. en términos absolutos de población, proceso de integración diferencial a ese nú-
el número de pobres en la región había pasa- cleo blanco. por otro lado, para el segundo
do de 135.9 millones en 1980 a 211.4 millo- paradigma era fundamental la naturaleza
nes en 1999. la situación es particularmente limitada del área en cuestión, su lógica y
grave en aquellos países que más inmigrantes su coherencia interna. para decirlo de una
mandan a los estados unidos. en 1999, en manera rápida: estos presupuestos básicos
méxico el 46.9% de la población era pobre, de los estudios étnicos y de área referentes
el 49.8 en el salvador, el 54.9 en colombia, a las poblaciones de origen latinoamericano
el 60.5 en guatemala, el 69.9 en nicaragua y en los estados unidos deben ser hoy crítica-
un asombroso 79.7% en Honduras (addiechi: mente interrogados (poblete, Critical Latin
70-71). si los migrantes que dejaban américa American and Latino Studies). de este modo,
latina sumaban 21 millones en el año 2000, el latin/o americanism/o puede ser concebi-
hacia el año 2005 ya eran 25 millones o 12% do ahora, al menos en una de sus formas
del total de 200 millones de migrantes en el posibles, y para mi deseables, como el lugar
mundo ese año (gainza: 1). de conversación de esas dos tradiciones y
los estados unidos recibieron un pro- de sus contrapartes en américa latina en
medio de 1.226.000 inmigrantes por año un momento epocal de globalización de lo
entre 1992 y 2004. de esos migrantes un ter- latin/o/american/o.
cio eran de origen mexicano y un cuarto las tareas de dicho latin/oamericanism/o
más eran latinoamericanos de otros países. son muchas y se han manifestado de mane-
en los últimos treinta años el número de la ra más convincente en las ciencias sociales o
población latina en los estados unidos ha en los estudios culturales de base empírica.
pasado de ser en 1980 14,6 millones o el ellas tienen que ver, por un lado, con los des-
6,4% de la población del país a ser en el año plazamientos de poblaciones masivas arriba
2003 la minoría étnica más grande con el indicados. lo que debe ser visibilizado (por-
14% de la población total y cerca de 41 mi- que antes era invisibilizado) o revisibilizado
llones de personas. entre 1980 y el año 2000 (porque hasta ahora ha sido percibido desde
la población total de latinos se duplicó en un solo prisma) son las formas de pertenen-
los estados unidos, constituyendo el 40% cia y afiliación de los sujetos en relación con
del crecimiento demográfico total y pasando los distintos niveles de comunidades en las
de ser la mitad de la población afronorte- cuales eligen participar o se ven obligados
americana en 1980 a su status actual ( o invitados a hacerlo. la bibliografía sobre
la ciudadanía “desde su ampliación para
esta masiva migración de latinoameri- incorporar formas no tradicionales como
canos en el último cuarto del siglo veinte la social y cultural, que van más allá de la
y en lo que va corrido del presente, alteró ciudadanía política formal, hasta su mul-
de manera muy significativa el paisaje po- tiplicación en ciudadanías dobles y múlti-
lítico y social de los estados unidos y de ples o su cuestionamiento en ciudadanías
varios países latinoamericanos, desafiando nulas o de exclusión/inclusión diferencial“
así las formas establecidas de estudiar las es un buen indicador de la batería de pro-
dimensiones nacionales y las conexiones in- blemas abiertos por estas reconsideraciones
ter-nacionales de los latino/americanos. en (Flores, Flores y benmayor, rotker, shafir).
latinoamericanismo / local-global 161

Esto, por cierto, es algo que ha visto un fuer- Estados Unidos. Estos nuevos mapeos –que
te desarrollo no sólo en los Estados Unidos no pueden deshacerse de la nación como te-
a propósito de las poblaciones latinas, sino rritorialización social, económica y cultural
también en América Latina en relación con sino que deben intentar entender tanto sus
las migraciones internas y externas, los transformaciones y funcionamiento, como
nuevos mapas geoculturales y políticos, la espacio de hegemonía interna y autonomía
racialización de la fuerza de trabajo a es- relativa externa cuanto los nuevos flujos de
cala continental: países que mandan inmi- interconexión e interdependencia interna-
grantes, países que los reciben para explo- cional o transnacional– son lo que podemos
tarlos bajo su condición altamente flexible llamar el latin/o americanism/o.
y productiva de indocumentación (Quijano,
de Genova, Grimson); y, en general, los de- obras de consulta. Addiechi, Florencia, Fronteras
safíos que la falta de concordancia entre la reales de la globalización: Estados Unidos
geografía social y cultural del capitalismo ante la inmigración latinoamericana, México,
central y periférico supone (Quijano). Universidad Autónoma de la Ciudad de México,
Por otro lado, desde de la cultura y la ex- 2005; Campa, Román de la, Latin Americanism,
periencia cotidiana de la globalización esa Minneapolis, University of Minnesota Press,
falta de concordancia se manifiesta en la 1999; Flores, William V. y Rina Benmayor
vida de aquellos que “viajan” todos los días (eds.), Latino Cultural Citizenship: Claiming
sin moverse de sus sitios o son relegados a Identity, Space and Rights, Boston, Beacon
una marginalidad que los excluye de mane- Press, 1997, pp. 255-277; Gainza, Patricia,
ra cuasiestructural. Algunos de los temas “Tendencias migratorias en América Latina”,
de esta nueva agenda incluyen: el consumo Peripecias 1, <www.gloobal.info/iepala/gloobal/
cultural diario de productos trasnacionales o fichas/ficha.php?id=2047&entidad=Noticias>,
fuertemente influido por sus formatos, conte- consulta: 14 de junio de 2006; García Canclini,
nidos y técnicas (García Canclini, Diferentes; Néstor, Diferentes, desiguales y desconecta-
Consumidores); la emergencia de un paisa- dos, Barcelona, Gedisa, 2005; Hopenhayn,
je mediático complejo en el que alternan la Martín, América Latina: desigual y descen-
fuerte especificidad y densidad de las comu- trada, Buenos Aires, Norma, 2005; Loomba,
nicaciones locales, facilitadas a menudo por Ania, Colonialism/Postcolonialism, Londres-
nuevas y viejas pero refuncionalizadas tecno- Nueva York, Routledge, 1998; Poblete, Juan
logías como la internet o la radio, con una (ed.), Critical Latin American and Latino
creciente presencia de los conglomerados Studies, Minneapolis, University of Minnesota
transnacionales (Pobrete, “Culture”); el desa- Press, 2003; Quijano, Aníbal, “Colonialidad
rrollo de la práctica social, cultural y política del poder: eurocentrismo y América Latina.”
de múltiples y complejos actores funcionan- en Edgardo Lander (ed.), La Colonialidad del
do simultáneamente en escalas locales, regio- saber: eurocentrismo y ciencias sociales: pers-
nales, nacionales y globales (Mato, Políticas; pectivas latinoamericanas, Buenos Aires, clac-
Yúdice, Recurso), la criminalización de la po- so/unesco, 2003, pp. 201-242; Thurner, Mark
breza y el culpar a las víctimas juveniles de y Andrés Guerrero (eds.), After Spanish Rule.
la cultura de la violencia, la droga y la exclu- Postcolonial Predicaments of the Americas,
sión (Hopenhayn, América Latina; Reguillo, Durham, Duke University Press, 2003; Yúdice,
Emergencia), etcétera. George, El recurso de la cultura, Barcelona,
En todos estos ejemplos la nación ya Gedisa, 2002 [The Expediency of Cultur: The
no coincide por completo (si alguna vez Uses of Culture in a Global Era, Durham, Duke
lo hizo) con sus poblaciones, ni social ni University Press, 2003].
culturalmente. Este desfase fundamental
es el que motiva la necesidad, y ofrece la [juan pobrete]
oportunidad, de las nuevas cartografías de
lo latin/o american/o en el momento de su
globalización. Y esto ocurre –aunque no local-global
necesariamente del mismo modo y con la
misma intensidad en los diferentes paí- La creciente intensificación de flujos e inter-
ses– tanto en América Latina como en los conexiones culturales a escala planetaria, ha
162 local-global

producido una compresión de las dimensio- dad de prácticas que son las que impulsan
nes espacio-temporales de la experiencia hu- procesos globalizadores que, entre otras co-
mana que ha contribuido al desdibujamien- sas, contribuyen a la desestabilización de
to de las fronteras tradicionales del proyecto paradigmas identitarios tradicionales. El
de la modernidad, especialmente aquéllas término local se usa para referirse ya sea a
relacionadas con el Estado-nacional, y con una entidad geopolítica particular, que pue-
ideas de identidades colectivas e ideas de de ser equivalente a un estado nacional, o a
desarrollo económico. El estudio de estos colectividades sociales de menor o mayor
procesos ha dado lugar a la generación de tamaño cuyas fronteras identitarias pueden
algunos términos binarios que procuran dar coincidir con las de un estado nacional o ser
cuenta de la complejidad de los procesos más restringidas. En el sentido de las prác-
contemporáneos de transformaciones so- ticas sociales, lo local constituye la expe-
ciales. De entre ellos, destaca la expresión riencia cotidiana de actores en una locali-
“local-global” utilizada de maneras diversas dad particular, conformando su punto de
y en ocasiones incluso conflictivas entre sí. referencia base. Appadurai plantea que lo
Este término establece una tensión concep- que se designa como local no es una entidad
tual dicotómica que, si bien constituye un natural, sino un concepto relacional cons-
desafío a la precisión de su significado, ha truido por una diversidad de prácticas que
resultado epistemológicamente productiva. resultan en sistemas y estructuras perfilado-
Hacer referencia a la dimensión local-global ras de sus fronteras. Así constituye algo fun-
en los procesos sociales contemporáneos es damentalmente político. García Canclini
destacar las dinámicas que conforman las señala que la conceptualización de lo local
interconexiones y designar, al mismo tiem- se ha transformado con la concientización
po, nuevas dimensiones de prácticas socia- de la idea de lo global y viceversa en un pro-
les asociadas a esos contactos. En el campo ceso que resalta el dinamismo inherente a
de los estudios culturales, los diversos sen- la cultura. Es por eso que algunos estudio-
tidos con que se utiliza el término coinciden sos han conceptualizado lo local como enti-
en la idea de que la dinámica local-global dad “translocal” (Appadurai), resaltando las
informa de la construcción de los imagina- conexiones local-local sin descontextuali-
rios sociales contemporáneos (Appadurai, zarlas de lo supralocal (García Canclini,
García Canclini, Hannerz, Martín Barbero, Martín Barbero, Mato).
Mato), por lo cual constituyen flujos de La reflexión teórica reciente, especial-
carácter local-global. El término se utiliza mente en América Latina, destaca la im-
para referirse ya sea a espacios geopolíti- portancia de contextualizar las dinámicas
cos tangibles o para teorizar sobre espacios de esos flujos (Appadurai, García Canclini,
conceptuales de corrientes de pensamiento Martín Barbero, Mato), criticando la ten-
y producción del conocimiento. Por consi- dencia a conceptualizar los procesos de
guiente, dicho término constituye un marco globalización independientemente de las
de referencia para el estudio de las formas prácticas que los conforman. Por una par-
en que se dan los procesos de interconexión te, los flujos globales que entran en contacto
y sus efectos. con la vivencia cotidiana en gran parte del
Las dimensiones específicas de lo que se planeta emergen de contextos particulares y,
designa como global o local varían concep- por otra parte, dicha vivencia se desenvuelve
tualmente. Por lo general, el término global en espacios situados en contextos socio-his-
no se refiere a la totalidad de la extensión tóricos específicos (Mignolo). La interconec-
del planeta sino al alcance de ciertas prácti- tividad devela una geografía social perfilada
cas que tienden a ser territorialmente am- por relaciones de poder que se configuran de
plias y a desempeñar papeles dominantes/ manera situada y diferencialmente relacio-
hegemonizantes en la producción y disemi- nada en contextos geopolíticos particulares
nación de tecnologías y medios de produc- (Mato, Estudios latinoamericanos). Hay que
ción, bienes de consumo, servicios e incluso considerar, además, que buena parte de las
ideas. La palabra global también se usa para dinámicas local-global ocurren, entre otros
designar un nuevo espacio conceptual cons- espacios, a través de la Internet, donde los
truido y atravesado por una amplia diversi- referentes geográficos específicos se desdi-
local-global 163

bujan aun cuando los contenidos y estilos de global como mutuamente constitutivas, en
relación están asociados a las localizaciones una relación de fuerzas simultáneamente in-
geopolíticas y contextos socio-históricos de tegrantes y desintegrantes (García Canclini,
sus usuarios (Appadurai, García Canclini). Mato, Mignolo, Robertson, Rosenau). Esta
El uso del término local-global en el dis- línea de pensamiento caracteriza a una am-
curso crítico y teórico presenta dos líneas plia diversidad de actores sociales, incluyen-
generales de pensamiento, cuyo marco de do componentes del llamado “movimiento
referencia es el gran debate actual sobre los antiglobalización” que resisten a esta deno-
efectos culturales de los procesos de globa- minación e insisten en las ideas de “alterg-
lización: homogenización o hibridación/re- lobalización” y de “otro mundo es posible”.
significación. Las corrientes globales se manifiestan de
La primera línea de pensamiento tiende forma diversa en diferentes localidades por
a conceptualizar lo local en contraposición lo que las dinámicas local-global develan
a lo global. Así constituyen una relación an- disyuntivas en los flujos (Appadurai) a par-
tagónica expresando la pugna conceptual tir de las cuales se están generando nuevas
entre corrientes a escala planteraria –lo glo- modalidades en los procesos sociales con-
bal– y aquellas que supuestamente tienen un temporáneos. Desde esta vertiente, lo global
horizonte mucho más limitado –lo local– e no se halla contrapuesto a lo local sino que
insuficiente capacidad para resistir al im- supone una red de relaciones diferenciales
pacto de las primeras. Esta acepción supone dependiendo del contexto geopolítico de las
una jerarquía lineal unívoca de relaciones prácticas de los actores. A partir de ahí se
de poder en la cual lo global constituye una perciben las asimetrías de poder que infor-
corriente crecientemente avasalladora, im- man, y a la vez conforman, las relaciones
pulsada por las dinámicas del capitalismo entre lo local-local y lo local-global. Ello ge-
neoliberal, que consume y anula las particu- nera flujos ambivalentes que tienden simul-
laridades locales contribuyendo paulatina e táneamente a la homogenización cultural y
inexorablemente a la homogenización de las a la acentuación de diferencias particulares.
estructuras y relaciones sociales alrededor Mignolo, cuyo trabajo aborda las relaciones
del planeta. Esta línea de pensamiento parte local-global desde una perspectiva episte-
de la preocupación por el avance hegemoni- mológica, destaca la importancia de consi-
zante de los sistemas y prácticas culturales derar el contexto histórico. Informado por
de Occidente, que juegan un papel domi- la conceptualización de Quijano sobre la
nante en los procesos de globalización. Esta colonialidad del poder, plantea que es éste
óptica percibe las prácticas sociales como precisamente el elemento articulador entre lo
unidireccionales y separadas o claramente que denomina “diseños globales” (proyectos
distinguibles unas de otras. Los componen- hegemonizantes de la modernidad) y las “his-
tes de movimientos llamados de antiglobali- torias locales” (experiencia local). Hablar de
zación que no cuestionan esta denomina- lo global es necesariamente hablar de lo local
ción encarnan esta óptica, tendiendo a ver ya que éste es el espacio donde se visibilizan
las corrientes de escala global como amena- las tendencias y orientaciones de proyectos
za a dinámicas significativas dentro de ám- globalizantes en su inserción diversa en con-
bitos más reducidos. Desde otra vertiente, textos particulares (Mato, Mignolo). Mignolo
en la reflexión teórica reciente se debate di- señala que los flujos que históricamente han
cho avance como factor que contribuye a la perfilado las tendencias globales, han surgido
creciente polarización social, agudizando de perspectivas locales que se han proyecta-
brechas entre los que tienen acceso y pue- do de forma abarcadora en la visión hegemo-
den participar en procesos globales y aque- nizante de la modernidad occidental.
llos que quedan fuera. Considerado así, las La direccionalidad de los flujos local-glo-
dinámicas local-global son flujos direccio- bal según García Canclini, sin embargo, no
nales que contribuyen a la consolidación de es clara ni directa, ya que necesariamente lo
asimetrías de poder que no anulan la distin- local implica múltiples núcleos de produc-
ción entre centros y periferias (Hannerz). ción, mediación y consumo. Los imaginarios
La segunda línea de pensamiento parte de culturales contemporáneos representan no
la conceptualización de las dinámicas local- sólo lo “propio” sino también la relación con
164 local-global

el “otro”, o sea, otras culturas o imaginarios Los grandes desplazamientos poblacio-


(García Canclini, Mignolo). La interrelación nales en América Latina –del campo a la ciu-
de lo local-global no supone un mundo sin dad, hacia países vecinos dentro de la región
fronteras donde desaparecen las particulari- o a otras partes del mundo, especialmente
dades locales, sino una nueva dimensión de Estados Unidos y España– son movimientos
los imaginarios culturales donde se disuelve que crean diversas redes de contacto y que
el nexo conceptual entre cultura y territorio dan lugar a una continua redefinición de lo
particular. Las interconexiones que perfilan que se conceptualiza como local o global
un imaginario cultural global no sustituyen (García Canclini, Martín Barbero). Martín-
ni desplazan las culturas locales pero las Barbero ve esa interconectividad como la
afectan al alterar las fronteras tradiciona- producción de un espacio reticulado, don-
les de discursos y prácticas. El proceso que de los flujos globales y los contextos loca-
informa la configuración de ese nuevo ima- les están mutuamente implicados. Si bien
ginario se ha conceptualizado como hibri- su trabajo, como el de García Canclini, se
dación (García Canclini, Culturas híbridas) enfoca en los grandes centros urbanos, se-
o glocalización (Robertson), entre otras for- ñala que lo urbano no es referente directo de
mas. Se ha objetado, que estas conceptua- ciudad sino del movimiento que inserta lo
lizaciones no profundizan en los conflictos local en lo global. El uso de la Internet por
y contradicciones inherentes al proceso, organizaciones indígenas en diversos luga-
por lo cual otros estudiosos han optado por res de América Latina, es un ejemplo de la
abordarlo como un proceso abierto de resig- extensión de ese espacio reticulado que in-
nificación que continuamente reta las cate- serta lo global en lo local a través de circui-
gorías establecidas de pensar los procesos tos local-local y de ahí lo local en lo global.
sociales (Mato, Mignolo). Martín-Barbero señala que los procesos de
La reflexión teórica y el trabajo de acti- globalización no anulan el espacio local en
vistas en América Latina aborda las dinámi- cuanto “sentido de lugar”. El lugar encuen-
cas local-global como marco que informa tra su sentido en las prácticas sociales con-
las transformaciones sociales en la región, textualizadas en la densidad de la memoria
al mismo tiempo que apunta al imperativo histórica de los imaginarios colectivos. Las
de capacitar formas de ver y comprender dinámicas local-global contribuyen con nue-
que se adecuen a las particularidades cultu- vas dimensiones de esos imaginarios donde
rales en la región. Mato señala la importan- se conjugan nuevas modalidades y viejas es-
cia de visibilizar a los actores sociales en los tructuras. Las inequidades sociales no des-
procesos de globalización ya que son preci- aparecen y más bien tienden a agudizarse,
samente quienes, al relacionar diversos es- pero se han de pensar en el contexto de las
pacios definidos como local, construyen lo redes que emergen de los contactos local-
que denominamos global. Hablar de lo glo- global (Martín Barbero), las cuales también
bal, según Mato, es necesariamente hablar informan la configuración de los movimien-
de lo local ya que éste es el espacio donde tos sociales en la actualidad (Mato).
se visibilizan las tendencias y orientaciones En América Latina, el análisis sobre las
de las corrientes globales en su inserción relaciones local-global también incluye una
diversa en contextos particulares. Los pro- reflexión sobre un tema que ha recibido me-
cesos globales son colectivamente construi- nos atención en circuitos académicos hege-
dos por comunidades, de mayor o menor mónicos, el de los sistemas de producción y
tamaño, contextualmente referidas a su ex- circulación de conocimiento y el papel que
periencia cotidiana. Lo local es, así, el espa- en ello desempeñan intelectuales y activistas
cio de la construcción del sentido donde se (Mato, Richard). Las dinámicas que la colo-
perciben explícitamente las luchas de poder nialidad del poder ha generado alrededor
y se develan sus asimetrías. Lo local y lo del mundo, a través del proyecto de la mo-
global coexisten de forma complementaria dernidad, han resultado en la subalterniza-
y contradictoria en los imaginarios sociales ción de ciertos tipos de saberes y conoci-
que informan la vivencia cotidiana y la par- mientos (Appadurai, Mignolo). Sin embargo,
ticipación de los actores en diversos proce- la creciente participación de intelectuales y
sos de transformación social. activistas en los circuitos relacionales con-
local-global 165

temporáneos está produciendo una trans- prenden (invitando nuevamente a cuestio-


formación radical ya que visibiliza cómo la nar ese espacio conceptual denominado
producción del conocimiento y los saberes América Latina), puede contribuir diferen-
surgen de condiciones históricas particula- cialmente a la reflexión sobre los procesos
res. Mignolo, quien reflexiona sobre este de globalización que se desarrolla en redes
tema desde el ámbito académico estaduni- académicas transnacionales (Richard).
dense, señala que el imaginario subalterno Desde esta perspectiva, se reitera el impera-
se constituye en la intersección de las diná- tivo de mediar flujos globales con ópticas
micas de poder local-global. Así, propone la locales, en la apropiación y adaptación de
idea del pensamiento fronterizo como mo- las corrientes globales de pensamiento
delo conceptual que toma la diferencia co- (Mato, Richard), incluso se ha cuestionado
lonial –es decir, las diversas formas en que la traducción directa del inglés y el uso del
se ha experimentado la colonialidad del po- nombre estudios culturales para referirse a
der alrededor del mundo-- como punto de la transdisciplinariedad que históricamente,
partida para abordar el estudio de una nue- y precisamente por motivo de las particula-
va geopolítica del conocimiento. Es precisa- ridades del contexto, ha caracterizado la
mente en la intersección de las dinámicas producción intelectual en América Latina,
local-global, según Mignolo, donde en la ac- en especial en las ciencias sociales.
tualidad se construyen epistemologías múl- Asimismo, la reflexión crítica contemporá-
tiples que perfilan una visión plural de la nea apunta al imperativo de una rearticula-
experiencia humana, elaborando imagina- ción de categorías analíticas “desde” los di-
rios donde se multiplica la dimensión local versos espacios culturales que conforman lo
en diversas posibilidades de ser que se ofre- que se denomina América Latina, con el ob-
cen como alternativas viables a un imagina- jetivo de trascender en la formulación de
rio hegemonizante/globalizante intervenciones con miras a un futuro basa-
La participación de voces de diversas tra- do en la mayor justicia y equidad social,
diciones culturales en procesos de alcance tanto en los ámbitos locales como en circui-
global, está dando lugar a que los saberes/ tos globales.
discursos locales se erijan como espacios de
enunciación autolegitimados en el foro lo- obras de consulta. Appadurai, Arjun, La moder-
cal-global, informando al mismo tiempo la nidad desbordada: dimensiones culturales de la
gestión y la experiencia en el plano local. En globalización, Buenos Aires/Montevideo, Fondo
los circuitos académicos metropolitanos, la de Cultura Económica/Trilce, 2001 (orig. 1996);
reflexión sobre la producción del conoci- García Canclini, Néstor, La globalización imagi-
miento ha subrayado, entre otras cosas, la nada, México/Buenos Aires/Barcelona, Paidós,
necesidad de cuestionar y buscar trascender 1999; Hannerz, Ulf, Conexiones transnaciona-
el concepto de estudios de área, o sea, el les: cultura, gente, lugares, Madrid, Cátedra,
saber “sobre” un lugar. Así se plantea la in- 1998; Martín Barbero, Jesús, “Desencuentros
terrogante de cómo saber “desde” un lugar de la socialidad y reencantamientos de la iden-
en un mundo crecientemente interconecta- tidad”, Anàlisi, núm. 29, 2002, pp. 45-62; Mato,
do donde la relación local-global constituye Daniel, “Desfechitizar la globalización: basta de
una dinámica dialéctica (Mignolo). Por con- reduccionismos, apologías y demonizaciones,
siguiente, se evidencia una reorientación en mostrar la complejidad de las prácticas y los
las prácticas respecto de la producción y actores” en Daniel Mato (coord.), Estudios lati-
circulación de conocimientos. En el caso de noamericanos sobre cultura y transformaciones
América Latina, Richard señala que ello ha sociales en tiempos de globalización 2, Caracas,
dado lugar, entre otras cosas, a la oportuni- clacso, 2001, pp. 147-177; Mignolo, Walter,
dad de construir discursos “desde” la región Historias locales/diseños globales: coloniali-
al incluirse crecientemente su producción dad, conocimientos subalternos y pensamien-
intelectual, en espacios legitimados, en ám- to fronterizo, Madrid, Akal, 2003 (orig. 2000);
bitos académicos e intelectuales hegemóni- O’Riordan, Tim (ed.), Globalism, Localism and
cos. Uno de los mayores retos que enfrenta Identity: Fresh Perspectives on the Transition
la gestión intelectual en América Latina, es to Sustainability, Londres, Earthscan, 2001;
cómo la diversidad de voces que la com- Richard, Nelly, “Globalización académica, es-
166 local-global

tudios culturales y crítica latinoamericana” Lash y Roland Robertson (eds.), Global


en Daniel Mato, coord., Estudios latinoameri- Modernities, Londres. Sage, 1997, pp. 25-
canos sobre cultura y transformaciones socia- 44; Rosenau, James N., Distant Proximities:
les en tiempos de globalización, Buenos Aires, Dynamics Beyond Globalization, Princeton,
clacso, 2001, pp.185-199; Robertson, Roland, Princeton University Press, 2003.
“Glocalization: Time-Space and Homogeneity-
Heterogeneity” en Mike Featherstone, Scott [emeshe juhász-mininberg]
medios de comunicación Empezando por el reto de aceptar que las
mayorías se apropian de la modernidad sin
“Realidad contradictoria y desafiante la de dejar su cultura oral, transformándola en
una sociedad de masas que, en la lógica per- una oralidad secundaria, esto es, gramatica-
versa de un capitalismo salvaje, de lo viejo lizada por los dispositivos y la sintaxis de la
forma lo nuevo y con lo nuevo rehace lo vie- radio, el cine y la televisión. El reto que esa
jo, haciendo coexistir y juntarse, de modo transformación cultural implica, deja obso-
paradójicamente natural, la sofisticación de letos tanto los populistas como los ilustra-
los medios de comunicación de masa con dos modos de analizar y valorar. Pues, a no
masas de sentimientos provenientes de la ser que cerrando los ojos creamos detener
cultura más tradicionalmente popular” el movimiento de lo social, nos va a hacer
[marlyse meyer]. bien difícil seguir tachando de inculta una
sensibilidad que desafía nuestras nociones
Pensar los medios de comunicación en de cultura y de modernidad, y desde la que
América Latina es, cada vez más, tarea de están transformándose los modos de ver y
envergadura antropológica. Pues lo que ahí leer, de imaginar y de narrar, de percibir y
está en juego no son sólo desplazamientos expresar la identidad. Ese es el estratégico
del capital e innovaciones tecnológicas sino escenario en que se colocan hoy las relacio-
hondas transformaciones en la cultura coti- nes entre comunicación y cultura: el de la
diana de las mayorías: cambios que movili- desestructuración de las comunidades y la
zan imaginarios fragmentadores y deshisto- fragmentación de la experiencia, el de la
rizadores, al mismo tiempo que sacan a flote pérdida de la autonomía de lo cultural y
estratos profundos de la memoria colectiva. la mezcolanza de las tradiciones, el de la
Cambios que nos enfrentan a una acelerada emergencia de nuevas culturas que desafían
desterritorialización de las demarcaciones tanto a unos sistemas educativos suicida-
culturales y a desconcertantes hibridaciones mente incapaces de hacerse cargo de lo que
en las identidades. La cultura cotidiana de los medios masivos significan y son cultu-
las mayorías, no sólo en las ciudades sino ralmente, como a unas políticas culturales
también en el campo, se halla cada día más mayoritariamente reducidas a conservar y
moldeada por las propuestas, los modelos condenar.
y las ofertas culturales de los medios masi-
vos. Y por más escandaloso que nos suene los medios en las transformaciones del cam-
es ya un hecho que las masas en América po cultural latinoamericano. Ni la política
Latina se incorporan a la modernidad no de ni la cultura del siglo xx son pensables sin
la mano del libro, no siguiendo el proyecto el moldeamiento que los medios de comu-
ilustrado, sino desde los formatos y los gé- nicación han ejercido en nuestros países.
neros de las industrias culturales de la radio, Desde la idea misma de modernidad, que
el cine y la televisión. Una transformación sostiene el proyecto de construcción de na-
de la sensibilidad colectiva que, justamente ciones modernas en los años treinta, ya ar-
porque no se produce a partir de la cultura ticula un movimiento económico –entrada
letrada sino de las culturas audiovisuales, de las economías nacionales a formar parte
nos plantea algunos retos desconcertantes. del mercado internacional– a un proyecto

[167]
168 medios de comunicación

político: constituirlas en naciones mediante semantización de esas demandas y en el


la creación de una cultura, una identidad y reconocimiento de expresiones que venían
un sentimiento nacional. Pero ese proyecto del mundo popular, la acción de los medios
sólo era posible mediante la comunicación consistió en hacerse el espacio de ósmosis
entre masas urbanas y Estado. Los medios, en que se configura el discurso popular-de-
y especialmente la radio, se convertirán en masas, ese en que las masas populares se
voceros de la interpelación que desde el reconocieron y transformaron, se exaltaron
Estado convertía a las masas en pueblo y al y se apaciguaron.
pueblo en nación. Los caudillos populistas El sentido cultural de los medios de co-
encontrarán en la radio el medio que les po- municación remite entonces a la aparición
sibilitó un nuevo modo de comunicación y en la escena social de un nuevo sentido de
la emergencia de un nuevo discurso político lo popular que emerge con las culturas urba-
que venía a romper con la retórica de los nas. Dejando atrás la significación de “lo
sermones y también con la del parlamen- popular” como espacio de lo ancestral y de
to. Un discurso nuevo que tuvo en la radio lo inculto, ello pasa a significar, en la pione-
una mediación fundamental con el lenguaje ra y certera expresión de José Luis Romero,
“popular”, con su capacidad de reelaborar el folclor aluvial: del tango, del cine y el fút-
la oralidad y ciertas maneras de la expre- bol, la más temprana hibridación de lo na-
sividad coloquial que enlazan lo territorial cional y lo extranjero, del patetismo popular
con lo discursivo: el paso de la racionali- y la obsesión clasemediera por el ascenso,
dad expresivo-simbólica a la racionalidad de lo que viene del suburbio y el hampa con
informativo-instrumental que organiza la lo que proviene de la compostura y el respe-
modernidad. to a las formas. Un folclor en el que lo alu-
De otro lado, modernización significa vial nombra latinamente lo que los anglo-
también una organización del mercado na- sajones han denominado masivo: que es a la
cional en la que van a jugar un papel funda- vez lo que ponen las masas, exigiendo que
mental los dispositivos y las tecnologías de lo que había sido privilegio de unas mino-
comunicación: las carreteras y los ferroca- rías en el plano del hábitat o de la educa-
rriles, el telégrafo, la radio y el teléfono. Pues ción, de la salud o la diversión, sea derecho
hacer un país es algo más que posibilitar de todos y cualquiera; y lo que ponen los
que lo que se produce en una región llegue medios: la radio posibilitando el paso de las
a otras, o que lo producido en cada región culturas rurales, que eran aún las de las ma-
llegue a los puertos para ser exportado, es yorías, a la nueva cultura urbana sin aban-
también proyecto político y cultural: consti- donar por completo ciertos rasgos de su
tuirlas en naciones mediante la creación de cultura oral, y el cine haciendo nación al
una cultura y un sentimiento nacional. teatralizarla, trastornando las costumbres
A la visibilidad social de las masas –ex- hasta el punto de que lo que durante mucho
presada en la presión de sus demandas de tiempo había sido sinónimo de vulgar, de
trabajo, educación, salud, diversión– el chabacano, apareciera como elemento con-
Estado responde nacionalizándolas: consti- figurador de la “idiosincrasia nacional”. Y
tuyéndolas en sujeto social justamente a ambos medios contribuyeron en forma de-
partir de la idea de nación, pues ellas son el cisiva a la gestación de un poderoso imagi-
nuevo contenido de la idea de pueblo en que nario latinoamericano, hecho de géneros y
se reconoce ese nuevo sujeto que plasma lo ritmos musicales como el tango, el bolero y
nacional. Ahí se ubica el decisivo papel ju- la ranchera y de símbolos cinematográficos
gado por los medios masivos en la comuni- como María Félix, Libertad Lamarque o
cación entre caudillos y masas populares: al Cantinflas.
hacerse voceros de la interpelación que con- La modernidad que nuestros países en-
vertía a las masas en pueblo y al pueblo en carnan hoy es no sólo distinta sino en buena
nación. Interpelación que venía del Estado medida inversa: los medios de comunica-
pero que sólo fue eficaz en la medida en que ción son uno de los más poderosos agentes
las masas reconocieron en ella algunas de de devaluación de lo nacional y de emborro-
sus demandas básicas y la presencia de al- namiento de lo latinoamericano. Pues lo que
gunos de sus modos de expresión. En la re- los medios ponen en juego es un contradic-
medios de comunicación 169

torio movimiento de globalización y frag- cuestiones: la tecnológica –el “hecho tecno-


mentación de la cultura, y también de mun- lógico” con su razón modernizadora, de-
dialización y revitalización de lo local. Tanto sarrollista– y la cultural, la cuestión de la
la prensa como la radio y aceleradamente la memoria y las identidades en su lucha por
televisión son hoy los más interesados en sobrevivir y reconstituirse desde la resisten-
diferenciar las culturas ya sea por regiones o cia y la reapropiación. La incertidumbre, la
por edades, y al mismo tiempo poder conec- vacilación teórico-política de esos estudios,
tarlas a los ritmos e imágenes de lo global. tiene no poco que ver con la ambigüedad de
De otro lado, la presencia en el espacio au- que se carga un saber mestizo de dos lógi-
diovisual del mundo de empresas, como la cas: la del conocimiento regulado por leyes
mexicana Televisa o la brasileña Rede Globo, de acumulación y compatibilidad, y la del
se hace en gran parte a costa de moldear la reconocimiento de las diferencias y las ciu-
imagen de estos pueblos en función de pú- dadanías culturales. Pues lo que la relación
blicos cada día más neutros, más indiferen- comunicación-cultura en Latinoamérica
ciados. Son exigencias del modelo que im- pone en juego es la trama misma de mo-
pone la globalización las que orientan esos dernidad y discontinuidades culturales, de
cambios. Exigencias que se evidencian en el anacronías y utopías que sostiene y resiste,
reordenamiento privatizador de los sistemas asimila y enfrenta la comunicación masiva
nacionales de televisión de todo el mundo. en nuestros pueblos.
Pero la expansión del número de canales, la Los cambios de fondo en la configura-
diversificación y crecimiento de la televisión ción de los estudios de la comunicación pro-
por cable, y las conexiones vía satélite, han vendrán no sólo, ni principalmente, de una
acrecentado el tiempo de programación em- evolución interna sino de un movimiento
pujando una demanda intensiva de progra- general en las ciencias sociales. El cuestio-
mas que ha abierto como nunca el mercado namiento de la razón instrumental no atañe
a la producción latinoamericana, y del que únicamente al modelo informacional, sino
se ha beneficiado muy especialmente la te- que pone al descubierto lo que tenía de ho-
lenovela, produciendo pequeñas brechas en rizonte epistemológico y político del ideolo-
la hegemonía televisiva estadunidense y en gismo doctrinario marxista. De otro lado, la
la división del mundo entre un Norte iden- cuestión transnacional desbordará en los he-
tificado con países productores y un Sur con chos y en la teoría la cuestión del imperia-
países únicamente consumidores. Pero esta- lismo, obligando a pensar una trama nueva
mos también ante el triunfo de la experien- de actores, de contradicciones y de conflic-
cia del mercado, en rentabilizar la diferencia tos. Los desplazamientos con que se busca-
cultural para renovar gastadas narrativas rá rehacer conceptual y metodológicamente
conectándolas a otras sensibilidades cuya el campo de la comunicación vendrán del
vitalidad es resemantizada a favor de una ámbito de los movimientos sociales y de las
cultura de la indiferencia. nuevas dinámicas culturales, abriendo así la
Las contradicciones latinoamericanas investigación a las transformaciones de la
que atraviesan y sostienen su globalizada experiencia social.
integración, desembocan decisivamente en Se inicia entonces un nuevo modo de re-
preguntar por el peso que las industrias del lación con, y desde, las disciplinas sociales,
audiovisual están teniendo en estos proce- no exento de recelos y malentendidos, pero
sos, ya que esas industrias juegan en el te- definido más por apropiaciones que por re-
rreno estratégico de las imágenes que de sí currencias temáticas o préstamos metodoló-
mismos se hacen estos pueblos y con las que gicos. Desde los estudios de comunicación
se hacen reconocer ante los demás. se trabajan procesos y dimensiones, que
incorporan preguntas y saberes históricos,
comunicación, ciencias sociales y estudios antropológicos, estéticos..., al tiempo que
culturales.Desde sus inicios, a comienzos la historia, la sociología, la antropología
de los años setenta, y especialmente desde y la ciencia política se hacen cargo de los
mediados de los años ochenta, el campo de medios y los modos como operan las in-
los Estudios de Comunicación en América dustrias culturales. Muestra de ello serán
Latina se ha visto desgarrado entre dos los trabajos sobre historia de las culturas
170 medios de comunicación

populares en Buenos Aires, o la historia de hoy, ni la teoría de la información ni la se-


las transformaciones sufridas por la música miótica pueden pretender ya –aun siendo
negra en Brasil hasta su legitimación como disciplinas fundantes–, como lo demuestran
música nacional, urbana y masiva. En la an- las más avanzadas investigaciones realiza-
tropología, las investigaciones acerca de los das en Europa y Estados Unidos, y las que,
cambios en el sistema de producción y la desde América Latina representan una cada
economía simbólica de las artesanías mexi- vez mayor convergencia con los estudios
canas, o sobre los rituales del carnaval, la culturales, que hacen posible la superación
religión y la cultura del cuerpo en Brasil. En de la razón dualista que impedía pensar las
la sociología, los trabajos y las investigacio- relaciones y conflictos entre industrias cul-
nes sobre consumos culturales y los trabajos turales y culturas populares, por fuera de los
sobre la trama cultural y comunicativa de idealismos hipostasiadores de la diferencia
la política. como exterioridad o resistencia en sí.
Sin embargo, más decisivo que la tema- Pese a todos los malentendidos y las
tización explícita de los procesos o los me- distorsiones de los que está siendo objeto
dios de comunicación en las disciplinas so- últimamente la interpenetración de los es-
ciales, es la superación de la tendencia a tudios culturales y los de comunicación, ese
adscribir los estudios de comunicación a encuentro responde a la encrucijada estra-
una disciplina y la conciencia creciente de tégica que hoy forman cultura y comunica-
su estatuto transdisciplinar. En esta nueva ción. Pues para que la pluralidad de las cul-
perspectiva, industria cultural y comunica- turas del mundo sea políticamente tenida en
ciones masivas son el nombre de los nuevos cuenta, es indispensable que la diversidad
procesos de producción y circulación de la de identidades pueda ser contada, narrada.
cultura, que corresponden no sólo a innova- Y ello, tanto en cada uno de sus idiomas
ciones tecnológicas, sino a nuevas formas de como en el lenguaje multimedial que hoy les
la sensibilidad y a nuevos tipos de disfrute atraviesa mediante el doble movimiento de
y apropiación, que tienen, si no su origen, las traducciones –de lo oral a lo escrito, a lo
al menos su correlato más decisivo en las audiovisual, a lo hipertextual– y de las hibri-
nuevas formas de sociabilidad con que la daciones, esto es de una interculturalidad en
gente enfrenta la heterogeneidad simbólica la que las dinámicas de la economía y la cul-
y la inabarcabilidad de la ciudad. tura-mundo movilizan no sólo la heteroge-
Es desde las nuevas formas de juntarse y neidad de los grupos y su readecuación a las
de excluirse, de reconocerse y desconocerse, presiones de lo global sino la coexistencia al
que adquiere espesor social y relevancia interior de una misma sociedad de códigos
cognoscitiva lo que pasa en y por los medios y relatos muy diversos, conmocionando así
y las nuevas tecnologías de comunicación. la experiencia que hasta ahora teníamos de
Pues es desde ahí que los medios han entra- identidad.
do a constituir lo público, esto es, a mediar Ha sido necesario soltar pesados lastres
en producción del nuevo imaginario, que en teóricos e ideológicos, para que fuera po-
algún modo integra la desgarrada experien- sible analizar la industria cultural como
cia urbana de los ciudadanos, ya sea susti- matriz de desorganización y reorganización
tuyendo la teatralidad callejera por la espec- de la experiencia social, en el cruce con las
tacularización televisiva de los rituales de la desterritorializaciones y re-localizaciones
política, o desmaterializando la cultura y que acarrean las migraciones sociales y
descargándola de su sentido histórico me- las fragmentaciones culturales de la vida
diante tecnologías que como los videojuegos urbana. Una experiencia que reorganiza el
o el videoclip, proponen la discontinuidad campo de tensiones entre tradición e inno-
como hábito perceptivo dominante. vación, entre el gran arte y las culturas del
Transdisciplinariedad en los estudios de pueblo y de la masa, algo que ya no puede
comunicación no significa, entonces, la di- ser analizado desde las categorías centrales
solución de sus objetos en los de las disci- de la modernidad –progreso/reacción, van-
plinas sociales, sino la construcción de las guardia/kitsch–, pues ellas no corresponden
articulaciones –mediaciones e intertextuali- a las nuevas sensibilidades. Entender esa
dades– que hacen su especificidad. Esa que transformación en la cultura pasa también
medios de comunicación / memoria 171

por asumir que identidad significa e impli- Su desarrollo puede enmarcarse tanto en
ca hoy dos dimensiones diametralmente dis- tradiciones disciplinarias e intelectuales,
tintas, y hasta ahora radicalmente opuestas. en aspectos muy generales del término, así
Pues hasta hace muy poco decir identidad como a las particularidades propias de su
era hablar de raíces, de raigambre, de terri- aplicación en cada región.
torio, y de tiempo largo, de memoria sim- Desde los antiguos postulados aristotélicos
bólicamente densa. De eso y solamente de y platónicos a los estudios fenomenológicos,
eso estaba hecha la identidad. Pero decir hermenéuticos y existencialistas contempo-
identidad hoy implica también –si no que- ráneos, la filosofía planteó la polaridad entre
remos condenarla al limbo de una tradición memoria-imagen, entre memoria-rememora-
desconectada de las mutaciones perceptivas ción o recuerdo, entre memoria-representa-
y expresivas del presente– hablar de redes, y ción, como múltiples maneras de mediatizar
de flujos, de migraciones y movilidades, de la oposición del binomio memoria–olvido.
instantaneidad y desanclaje. Antropólogos Búsqueda que centrada en la polarización
ingleses han expresado esa nueva identidad del término, ofreció amplitud de significados
a través de la espléndida imagen de moving y generó a su vez nuevas oposiciones com-
roots, raíces móviles, o mejor de raíces en plementarias que lo dotaron de un inusual
movimiento. Para mucho del imaginario dinamismo a partir de los años sesenta. Éste
sustancialista y dualista que todavía permea es el sentido de los desarrollos de Paolo Rossi
la antropología, la sociología y hasta la his- y Paul Ricœur, entre otros.
toria, esa metáfora resultará inaceptable, y Hablar de memoria implica remitir a un
sin embargo en ella se vislumbran algunas pasado que en algún momento y por alguna
de las realidades más fecundamente descon- situación determinada quedó en el olvido.
certantes del mundo que habitamos. Pues Un pasado que entra en acción necesita de
como afirma un antropólogo catalán: “sin alguna articulación para devenir en memo-
raíces no se puede vivir pero muchas raíces ria; de él surgen variedad de interpretacio-
impiden caminar”. nes: pasado como un tiempo anterior, pasa-
do como estructura de la verdad, pasado
obras de consulta. Ford, Anibal, Navegaciones: como experiencia traumática, son ejes que
comunicación, cultura y crisis, Buenos Aires, vertebran a este concepto.
Amorrortu, 1994; García Canclini, Néstor (co- Es en el campo de la historia como disci-
ord.), Cultura y comunicación en la ciudad de plina científica, donde se realiza la re-cons-
México, México, Grijalbo, 1998; Hopenhayn, trucción de las memorias como diferentes
M., Ni apocalípticos ni integrados, Santiago, modos de representación de los aconteci-
Fondo de Cultura Económica, 1994; Martín mientos del pasado. Estas re-construcciones
Barbero, Jesús, De los medios a las mediaciones: están edificadas sobre la selección o repre-
comunicación, cultura y hegemonía, México, G. sentación (conscientes o inconscientes) de
Gili, 1987; Piccini, Mabel, La imagen del tejedor: quienes escribieron o narraron la historia;
lenguajes y políticas de comunicación, México, son representaciones de representaciones y
Gustavo Gili, 1987; Reguillo, Rossana, En la es por este motivo que comienza a problema-
calle otra vez: las bandas: identidad urbana y tizarse el concepto de “verdad histórica”, en-
usos de la comunicación, Guadalajara, Iteso, tendida como verdad de los acontecimientos,
1991; Sodré, Muniz, A verdade seducida: por un restituida por el trabajo de interpretación
conceito de cultura no Brasil, Rio de Janeiro, subjetiva del historiador. La problemática no
Codecrí, 1983. estriba en oponer “objetividad contra subje-
tividad”, sino que se centra en la dificultad
[jesús martín barbero] de la intersubjetividad (actor-historiador) y la
búsqueda de la verdad. Esta posición recibió
en Francia el nombre de historiografía, es de-
memoria cir, ya no se alude a una historia objetiva del
pasado sino a una historia de la historia.
Los denominados estudios sobre la memo- Los trabajos de historia oral, realizados
ria abordados desde los enfoques culturales fundamentalmente a partir de los años se-
han sido profusos en los últimos decenios. senta en Estados Unidos, han sido la base
172 memoria

sobre la que se construyó la recuperación con los archivos de la represión. Estos espa-
de experiencias particulares en los últimos cios que hoy son referenciados como sitios
decenios. En estos relatos predominaron de memoria adquieren una polivalencia fun-
abordajes desde la problemática de género cional respecto de su uso en el pasado, como
y sobre estudios de evocación del pasado ámbitos en los cuales se gestaron las bases
de situaciones traumáticas. Citando a Joël sobre persecución ideológica, secuestro y
Candeau respecto de la historia, y extensiva muerte, así como en su transformación ac-
a todos los campos de la ciencias sociales, tual en espacios de reconstrucción o rescate
decimos que “la historia puede convertirse de memorias históricas, búsqueda de prue-
en un ‘objeto de la memoria’ como la me- bas judiciales, ocultas, negadas, o también
moria puede convertirse en un objeto histó- como museos o lugares de conmemoración.
rico”. Un estudio historiográfico importante Entre ellos podemos mencionar los Archivos
es el de Verónica Zárate Toscano, Los nobles policiales del Paraguay, el Departamento da
ante la muerte en México: actitudes, ceremo- Orden Política e Social, localizado en el
nias y memoria (1750-1850), publicado por Arquivo Público do Estado do Río de Janeiro,
el Instituto Mora de México. Este estudio Brasil, el Departamento de Inteligencia de la
trata las actitudes de los representantes de Policía de Buenos Aires, Argentina, a través
la nobleza novohispana (S. xviii y xix) ante de los cuales se investiga sobre la lógica de
la muerte, relacionadas con prácticas coti- la represión y exterminio ejercida por estas
dianas y con el sistema de valores, su cos- dictaduras, con el fin de contribuir a los
movisión. Juicios por la Verdad, así como también el
La explosión de los trabajos testimonia- proyecto iniciado en el año 2005, de recu-
les devino, algunas veces, en historias de peración del Archivo Histórico de la Policía
vida, siendo la fuente que dio origen a los Nacional de Guatemala. Éste es uno de los
llamados estudios de “historia reciente”. más grandes acervos documentales de su
Éstos configuran una noción diferente de tipo en América Latina, en el mismo se en-
ese tiempo pretérito, vinculado a la idea de cuentran datos desde 1882 hasta 1996, año
memoria como narración en presente del en el que concluyó la función de la Policía
recuerdo tormentoso del ayer, pero en el que Nacional y se crea la Policía Nacional Civil.
cabe una proyección hacia el futuro como Este es otro ejemplo de la lucha por el ac-
una forma de evitar su repetición. En la dis- ceso a la verdad frente a la recuperación de
tinción que hace Tzvetan Todorov entre la memoria histórica guatemalteca. Dentro
“memoria literal” y “memoria ejemplar” hay de las políticas de rescate de acervos docu-
una preocupación por desvincular el detalle mentales, se puede mencionar el proyecto
y consecuencia de lo acontecido para poder mexicano iniciado por Apoyo al Desarrollo
plasmar esas experiencias del pasado como de Archivos y Bibliotecas de México a par-
un pasaje hacia el presente y futuro. tir de 2004-2005 y cuyo lema fue “mantener
Son los trabajos de Pierre Nora y sobre viva la memoria histórica” trabajando sobre
todo Les lieux de mémoire, obra realizada acervos bibliográficos antiguos de los esta-
entre 1984 y 1992 por una centena de espe- dos de Puebla, Tlaxcala, Distrito Federal, es-
cialistas franceses bajo su dirección, que po- tado de México, Guanajuato y Michoacán.
nen en relación a la historia y a la memoria. Como último agregado se puede citar la
La memoria, según Nora, entraña imágenes, memoria recopilada en los archivos de los
personas, hechos. Es por ello que estos “lu- organismos de Derechos Humanos que han
gares de la memoria” son reconocidos por trabajado con testimonios, con objetos do-
el autor como lugares simbólicos, espacios nados por las familias de los desaparecidos/
físicos, inscripciones, restos de memoria. asesinados, en trabajos de organización in-
En el transcurrir de la obra, Nora plantea dividual o colectivos, como es el caso de los
que estos “lugares” fueron reduciéndose a Archivos de Abuelas (de Plaza de Mayo) y de
“conmemoraciones de tipo patrimonial”. Memoria Abierta, ambos en Buenos Aires.
Cuando Pierre Nora señala que “la me- Es la relación que para Pierre Nora exis-
moria moderna es archivística” nos permite te entre historiografía, patrimonio, políti-
reflexionar sobre la construcción de lugares ca, lugares de memoria, la que permitiría
de memoria en América Latina, sobre todo desarrollar áreas temáticas vinculadas a la
memoria 173

identidad, sobre todo identidad nacional, comunicación ostentan un papel fundamen-


aunque ha sido básicamente la antropología tal”. Otro trabajo destacable es el de La edu-
la que se ha ocupado de estos temas. Esta cación como dominación de la memoria en
disciplina se ha forjado operando sobre la Colombia, realizado por Andrés Rincón, el
diversidad de las rememoraciones del pasa- cual gira en torno a la naturaleza de las prác-
do, principalmente con sociedades ágrafas, ticas y discursos locales relacionados con el
las que por largo tiempo fueron conside- pasado indígena en Colombia, centrándose
radas como “pueblos sin historia”, noción primordialmente en los colegios y la pobla-
de historia que solo estaría admitiendo lo ción infantil, con el fin de recoger diferentes
escritural. Las escenas pretéritas en estas percepciones de los actores involucrados en
sociedades son transmitidas de generación las instituciones escolares.
en generación, se realiza verticalmente de Los trabajos realizados en América
los ancianos a los jóvenes, en un contexto y Latina, y fundamentalmente en el Cono Sur,
tiempo particular de cada cultura. Son na- giran en torno a dos tópicos: las huellas que
rraciones concebidas como memoria de gru- dejaron las dictaduras gobernantes entre los
po aun aquéllas que remiten a experiencias años sesenta y ochenta y la presencia de la
personales, es un tipo de memoria declara- voz aborigen. La memoria tomada como
tiva, enunciada por los actores, su función objeto de estudio tuvo su mayor desarrollo
es mantener vivo ese pasado. Los trabajos en el primer tópico, con una abundante pro-
de memoria con pueblos ágrafos remiten ducción escrita, ausente casi en el segundo.
a dos aspectos fundamentales, a saber: la Estos estudios presentan a diferentes acto-
reproducción de su mundo cosmogónico, res en situaciones de violencia, y tienen por
mítico, y la resignificación de la historia vi- objetivo entender los sentidos y significacio-
vida (individual y colectiva) cuya mirada se nes que le asignan estos grupos. Entre ellos
posa en un pasado siempre más valorado podemos mencionar las investigaciones de
que el presente. Refuerzan su tradición oral Ponciano del Pino sobre Uchuraccay, Perú,
dedicando la vida a recordar la riqueza de en el cual la comunidad campesina de la sie-
las memorias legadas. rra andina asesina a ocho periodistas; tam-
El lugar de la memoria en relación con bién podemos citar el Apagón de Ledesma,
los estudios antropológicos latinoamerica- Argentina, artículo de Ludmila Da Silva
nos se define en torno a dos categorías ana- Catela y el de tres pequeñas comunidades:
líticas que son identidad y representación. Neltume, Liquiñe y Chihuío en el Sur de
En los trabajos referidos a identidad, el uso Chile, de Claudio Barrientos, ambos referi-
del término presenta una doble articulación dos a violencia política (¿fuentes para estas
entre lo oculto y lo ausente. Las técnicas referencias?).
utilizadas por la antropología en el trabajo El testimonio fue fundamentalmente el
de campo, se diversificaron en descripciones eje de las producciones mencionadas, esto
de representaciones o en interpretaciones. motivó que en la actualidad haya comen-
La búsqueda por plasmar la diversidad cul- zado una etapa de producción crítica sobre
tural diferencia a estos estudios de los his- el mismo, básicamente en América Latina.
tóricos, en cuanto búsqueda de verdad. Entre Esta crítica está centrada con relación al
la vasta producción latinoamericana sobre testimonio como búsqueda de la verdad y
investigaciones centradas en problemáticas su vinculación con las publicaciones, cuyos
aborígenes contemporáneas, podemos men- antecedentes los podemos ubicar en los es-
cionar la investigación realizada por la doc- tudios culturales estadunidenses.
tora Patricia Medina Melgarejo, de la unam, Estas memorias individuales, con subje-
respecto de la memoria indígena en su libro tividades propias de los diferentes actores,
Identidad y conocimiento. Territorios de la están enmarcadas inexorablemente en con-
memoria: experiencia cultural yoreme mayo textos sociales. Maurice Halbwachs (1990)
de Sinaloa para abordar la construcción de fue el marco referencial del término memo-
la territorialidad. En este trabajo, la memo- ria. Su definición sociológica de la noción
ria es considerada “en tanto proceso y pro- de memoria colectiva como concepto expli-
ducto construido a través de las relaciones cativo de ciertos fenómenos sociales, va ad-
y prácticas sociales, donde el lenguaje y la quiriendo un carácter práctico, el cual remi-
174 memoria

te a ciertas formas del pasado (conscientes pueden identificarse con el receptor, pode-
o inconscientes) compartidas por un colec- mos mencionar entre estos tipos de testimo-
tivo o conjunto de individuos. Para este au- nios el de Aurora Arnáiz Amigó profesora de
tor la memoria individual no es opuesta a la la Universidad Autónoma de México, nacida
colectiva sino que se interpenetran. en Vizcaya, quien fue durante los años trein-
Es a partir de la publicación del Nunca ta directiva de las Juventudes Socialistas de
Más en Argentina, en los años ochenta que España (¿fuente?). En la guerra civil perdió
los testimonios adquirieron un lugar central a su hijo y a su marido, que era goberna-
en los debates culturales por la memoria. dor de Guadalajara y miembro del Comité
Las denuncias sobre el terrorismo de Estado Central del pce, situación que la aparta de
durante los años 1976-1983, fueron el motor la jse. La memoria de la experiencia vivida
que accionó el reclamo de justicia por parte quedó oculta tras lo experimentado en 1939,
de los familiares de desaparecidos/asesina- que únicamente pudo reconstruirlo me-
dos. El Juicio a las Juntas en 1985 y sus diante conversaciones con otros miembros
posteriores leyes del perdón, generaron una de las Juventudes Socialistas de preguerra
multiplicidad de testimonios que fueron en España. En este sentido el rescate de la
configurando diferentes lugares de memo- fuente oral, cobra real importancia. Otro
ria, con el fin de evitar repeticiones en el ejemplo paradigmático dentro de lo testimo-
presente de las marcas que dejaron las dic- nial autobiográfico es el relato de Rigoberta
taduras. La producción testimonial escrita Menchú Tum, de Guatemala, quien se invo-
por parte de los sobrevivientes de los Centros lucró en la lucha a favor del pueblo indígena
Clandestinos de Detención (ccd) tiene la im- maya,sus convicciones personales y sentido
pronta conceptual de la obra de Primo Levi de justicia hicieron que el gobierno la nom-
cuya experiencia en Auswitch ha sido refe- brara enemiga, razón por la cual tuvo que
rente de los testimonios latinoamericanos. huir de Guatemala. La posterior publicación
La sobrevivencia a estas situaciones límites de su obra y el hecho de haber sido nombra-
pone al actor bajo los huecos simbólicos de da Premio Nobel en 1992, trajo aparejado la
lo traumático. Dori Laub, quien de niño fue duda sobre la veracidad del testimonio. Esto
testigo y sobreviviente del Holocausto, plan- pone de manifiesto el carácter dialógico de
tea que hay una preocupación por la since- este tipo de autobiografías. Otro caso parti-
ridad del testimonio que es concomitante cular lo encontramos en Domitila Barrios de
con que el receptor confíe en lo que el tes- Chungara, de Bolivia, dirigente de este pue-
tigo cuenta. Tanto Shoshana Felman como blo, quien ha resistido contra la opresión.
Dori Laub sostienen que este testimonio se Su objetivo fue lograr mejores condiciones
trata de una auténtica huella de lo real, de lo para la gente pobre de su país, lucha por la
inaprensible e inexpresable, que permite al tes- cual fue exiliada en Europa. En estos tipos
tigo encontrar la suya propia, y reajustarse a de testimonios predomina la ausencia de
la realidad fenomenológica. Felman distingue identificación, a excepción de quienes ten-
entre la verdad en el discurso y la verdad en gan un grado de pertenecia cultural.
acto. La primera es el discurso de seducción La literatura latinoamericana ha sido
de un poder o de un interés que hace que se un campo muy prolífico en la descripción
crea en ellos. Por oposición a ésta, la verdad del pasado borrado u olvidado, entre ellas
en acto es lo que subvierte todo poder y lo no pueden dejar de mencionarse obras
que deshace todo código. Laub plantea un como La casa y el viento de Héctor Tizón
paralelismo entre la escucha psicoanalítica y (Argentina), Rumbo al sur deseando el norte
en quien escucha al testimoniante. de Ariel Dorfman (Chile), así como gran par-
El testimonio autobiográfico en cambio, te de la producción ficcional de Augusto Roa
puede presentar la dicotomía entre lo que es Bastos (Paraguay), entre otras. Es loable al
realidad o ficción, no hay una búsqueda de empresa llevada a cabo por la Universidad
verdad histórica, quien emite el testimonio Nacional de Misiones, Argentina, en relación
habla en primera persona aunque repre- con Los libros de la Memoria. Esta colección
sentando a un colectivo muy pocas veces enfoca, desde el aluvión migratorio del siglo
enunciado. La particularidad se centra en la xix y principios del xx y las luchas referi-
narración de aspectos culturales que nunca das a reivindicaciones sociales, vistas como
memoria / modernidad 175

episodios épicos, hasta ensayos escritos por trascendido la tradición, como una ruptura
familiares de desaparecidos asesinados en la con lo que existió antes. Incluso aquellos
última dictadura militar. discursos académicos, literarios y políticos
Estos testimonios, además, forman parte que argumentan a favor de la coexistencia
del acervo de archivos y museos (públicos-pri- de lo tradicional y lo moderno lo hacen
vados), cuyo fin constitutivo fue organizar la tratándolos como dominios diferenciados,
memoria perdida o desperdigada, entre ellos los cuales son vistos luego como unidos de
podemos nombrar la creación del Parque de maneras diversas el uno con el otro (por
la Paz en Santiago de Chile, en el predio que ejemplo, Canclini, Culturas híbridas). Todo
había sido el campo de concentración de la esto se asienta sobre imágenes poderosas,
Villa Grimaldi durante la dictadura. La crea- contendientes, viscerales de tradición y
ción del Museo de la Memoria de Rosario, modernidad que tienen densos atributos
el Museo de la esma (Escuela de Mecánica mundanos, u ontológicos. Es importante re-
de la Armada) Buenos Aires, La mansión considerar estos asuntos, sobre todo abor-
Seré, en Morón, estos últimos en Argentina; dando las construcciones de la modernidad
todos fueron centros de detención, secuestro como siempre particular y, sin embargo, ya
y muerte por la última dictadura. global.

bibliografía.Calveiro, Pilar, Desapariciones, antinomias perdurables. Desde hace tiempo


Taurus, México, 2002; Candau, Joël, ya, las formidables oposiciones entre las co-
Antropología de la memoria, Nueva Visión, munidades estáticas, tradicionales, y las so-
Argentina, 2002; Del Pino, Ponciano y Elizabeth ciedades dinámicas, modernas, han jugado
Jelin, comps., Luchas locales, comunidades e un papel importante en las comprensiones
identidades, Madrid, Siglo XXI de España de la historia y la cultura. Al principio, la
Editores, 2003; Felman, Shoshana y Dori Laub, dualidad parecería ser un poco más que un
Testimony: Crises of Witnessing in Literature, tablón ideológico de “la teoría de la moder-
Psychoanalysis and History, Nueva York, nización”, oponiendo la (primordialmente
Routledge, 1992; Halbwachs, Maurice, A me- no-occidental) tradición con la (principal-
mória coletiva, Río de Janeiro, Vértice, 1990 mente occidental) modernidad. Pero la an-
[La memoria colectiva (trad. Inés Sancho tinomia tiene implicaciones más amplias y
Arroyo), Zaragoza, Prensas Universitarias de bases más profundas (Dube, Stitches on
Zaragoza, 2004]; Jelin, Elizabeth, Los trabajos Time). No es sólo que la dualidad haya ani-
de la memoria, Buenos Aires, Siglo XXI mado y articulado otras oposiciones perdu-
Editores, 2002; Lévi, Primo, Si esto es un hom- rables, tales como las que se dan entre ritual
bre, Madrid, Muchnik, 1987; Nora, Pierre, Les y racionalidad, mito e historia, comunidad
lieux de mémoire I: La République, París, y estado, magia y lo moderno, emoción y
Galimard, 1984  ; Nunca más: informe de la razón. Es también que como un legado du-
Comisión Nacional sobre la Desaparición de radero de la idea desarrollista de historia
Personas, Buenos Aires, Eudeba, 1999; Ricoeur, universal, natural, y como una representa-
Paul, La memoria, la historia, el olvido, Buenos ción engrandecedora de una modernidad
Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004; exclusiva, occidental, tales antinomias han
Zárate Toscano, Verónica, Los nobles ante la encontrado una variedad de expresiones en-
muerte en México: actitudes, ceremonias y me- tre los distintos temas que han nombrado,
moria (1750-1850), México, El Colegio de descrito y objetivado desde, al menos, el si-
México/Instituto Mora, 2000. glo xviii (Dube “Anthropology”; para una
discusión de la modernidad del Renacimiento
[marcela valdata] y del Nuevo Mundo véase, por ejemplo,
Dube, Banerjee-Dube y Mignolo).
Las representaciones que se desprenden
modernidad de la Ilustración Europea han jugado un pa-
pel crucial aquí. Sería apresurado y erróneo
En las concepciones cotidianas y académi- ver la Ilustración Europea del los siglos xvii
cas, ser moderno y representar la moder- y xviii como una unidad. Considerando las
nidad, aparece repetidamente como haber tensiones entre el racionalismo en Francia y
176 modernidad

el empirismo en Gran Bretaña, así como las mitivo y lo civilizado, en su lugar, sin em-
concepciones diferentes de la historia uni- bargo, no había ni un “yo” occidental singu-
versal y natural, es mejor hablar en plural, lar ni un “otro” no-occidental exclusivo. En
es decir de Ilustraciones (Porter; Pocock; cambio, en este terreno se encontraban en
Kelley; véase también, Muthu). Aquí se en- juego la separación cultural de “seres occi-
contraban, también, desafíos a los procedi- dentales” y las jerarquías históricas de alte-
mientos racionalistas en una variedad de ridades no-occidentales. En este escenario,
Contra-Ilustraciones, las cuales a su vez mol- muchos pueblos (por ejemplo, los africanos,
dearon la Ilustración (Berlín: 1-24; los afro-americanos y los grupos indígenas
McMahon, 2002). A pesar de tal pluralidad, en América y a través del mundo) estaban
ha sido generalmente aceptado que el perío- todavía atrapados en la etapa del barbaris-
do de la Ilustración estuvo acompañado por mo y salvajismo con pocos prospectos de
ideas y procesos de la secularización del avance. Otras sociedades (por ejemplo, las
tiempo judeo-cristiano (e.g., Fabian: 26-27, de la India y de China) habían alcanzado los
146-147). En realidad, tal secularización no peldaños ascendentes de la civilización pero
fue una idea emergente y consecuente, sino con todo, carecían de las fundaciones críti-
un proceso restringido y limitado (Becker; cas de la razón. Aun otros pueblos (princi-
se ofrece una discusión más larga en Dube palmente de origen occidental y del norte
Historical Anthropology). europeo) habían logrado los avances más
En este contexto, esquemas de desarro- altos de la humanidad por medio de las ven-
llo diferenciados y a la vez superpuestos tajas de raza y racionalidad y de las propen-
suscribieron grandes diseños de la histo- siones de la historia y la nacionalidad. De
ria humana, desde las propuestas raciona- hecho, era el pasado y el presente de este
listas de Voltaire y Kant hasta los marcos último grupo de personas, abarcando la ele-
historicistas de Giambattista Vico y Johann gida Europa ilustrada, que fue tomado y
Gottfried von Herder. Hubo profundas con- extendido como un espejo en general. En
troversias entre tales esquemas; sin embar- este espejo, la historia universal del hombre
go, de diversas maneras cada uno proyectó fue imaginada, y el destino fue representado
detallados modelos de desarrollo de la his- como grupos y sociedades que se rendían
toria universal (Kelley: 211-262). Tales ten- ante o que se ponían a la altura de la mo-
siones divergentes y énfasis convergentes dernidad.
partían del hecho, a menudo olvidado, de La idea de la modernidad implica una
que la Ilustración fue tanto histórica como ruptura con el pasado. Su narrativa insinúa
filosófica, y tanto sobre la reescritura de la rupturas con el ritual y la magia y se separa
historia como sobre el replanteamiento de del encantamiento y la tradición. Siguiendo
la filosofía. Las consecuencias fueron limi- interpretaciones eruditas (e.g., Habermas,
tadas pero significativas. A través del siglo Philosophical Discourse; Koselleck: 3-20),
xix pero también después, tiempo y tempo- como un concepto de época, la modernidad
ralidades judeo-cristianos y mesiánicos no ha sido vista como la incorporación de un
perdieron su influencia en los mundos occi- estatus nuevo y distinto a periodos prece-
dentales (e.g., Moore, Crapanzano). Para la dentes, insinuando orientaciones esencial-
segunda mitad del siglo xix, por lo menos mente nuevas al pasado, al presente y al fu-
en el Occidente protestante, el tiempo se- turo. Éstos son argumentos persuasivos que
cularizado podía adquirir una aureola na- llevan sus propias verdades, pero también
turalizada y el pensamiento desarrollista fue presentan a la modernidad en términos más
destilado (incierta y contradictoriamente y bien idealizados. Al mismo tiempo, precisa-
al mismo tiempo potente y poderosamente) mente por estos motivos, tales concepciones
como progreso histórico. son sumamente representativas.
A esto sucedió que el tiempo vino a ser Para empezar, los entendimientos acredi-
progresivamente entendido en maneras je- tados y cotidianos de la modernidad la pro-
rárquicas para delinear pueblos y culturas yectan como un fenómeno generado pura e
en el movimiento de la historia, proyectado internamente dentro de Occidente, aunque
como el avance del progreso. Frecuentemente más tarde fue exportado a otras partes de la
articulado por la Ur-oposición entre lo pri- humanidad de formas diversas. De esto se
modernidad 177

desprende que exactamente esta medida sir- hecho profundamente jerárquico. De hecho,
ve para rechazar la dinámica de colonizador la noción de la modernidad como una rup-
y colonizado, raza y razón, Ilustración e im- tura con el pasado divide mundos sociales e
perio que es la base de la modernidad como históricos entre lo tradicional y lo moderno,
historia. Estos procedimientos idénticos articulando y animando más todavía otras
anuncian los registros principales del traza- oposiciones como aquellas entre ritual y ra-
do jerárquico de tiempo y espacio. Tanto en cionalidad, mito e historia, y magia y mo-
los modos conscientes como inadvertidos, dernidad.
los registros implican dos medidas simultá- ¿Por qué debían las antinomias de la
neas. Al ensayar el Occidente como moder- modernidad haber jugado un papel im-
nidad, ellos igualmente representar la mo- portante en el trazado y la fabricación de
dernidad “como el Occidente” (Mitchell: 15, mundos sociales? Estas oposiciones surgie-
cursivas en el original). ron integradas en formidables proyectos de
La idea de la modernidad, como el sepa- poder y conocimiento, que derivaron en la
rarse del pasado, se basa en la imaginación Ilustración, el imperio y la nación. Éstos
de rupturas dentro de la historia Occidental. han sido proyectos tan motivados como di-
Pero tal idea no puede evitar también co- versos “no simplemente de mirar y registrar,
nectar la importancia de las separaciones sino de registrar y rehacer” el mundo (Asad:
del Occidente con mundos no Occidentales, 269). No sorprende que las oposiciones en sí
ya sea explícita o implícitamente. Por un mismas asumieran autoridad analítica per-
lado, la cesura definida por la modernidad suasiva y que adquirieran atributos mun-
como el nuevo comienzo es convertida en danos penetrantes, articulados de forma
pasado, “precisamente al comienzo de los diversa con representaciones de la moder-
tiempos modernos” en Europa (Habermas, nidad y con su trayectoria como un proyec-
Philosophical Discourse: 5). Es adelante de to de progreso que se autorrealiza, además
este umbral que el presente es visto como de una encarnación de la historia evidente
renovado en su vitalidad y novedad por la por sí misma. Y así, las antinomias siguen
modernidad. Por otro lado, exactamente ejerciendo sus persuasiones en el presente,
cuando lo moderno es privilegiado como el incluyendo a las imágenes de la modernidad
periodo más reciente, la novedad y la vitali- en América Latina.
dad de la modernidad enfrentan los espec-
tros de lo “medieval”, lo “supersticioso”, lo “ sujetos de la modernidad. ¿Pero qué es exac-
profético”, y el serpenteo “espiritual”. Estos tamente la modernidad? La modernidad
espíritus son una presencia previa y un pro- debe ser entendida como la conexión de
ceso en curso. Cada tentativa de involucrar- distintos procesos históricos durante los úl-
los en el presente implica marcarlos como timos cinco siglos. Aquí se encuentran los
un atributo del pasado. Esta referencia es a procesos que conllevan, por ejemplo, el co-
la manera de las representaciones dominan- mercio y el consumo, la razón y la ciencia,
tes, el Talibán y Al-Qaeda son simultánea- la industria y la tecnología, el estado-nación
mente “contemporáneos” y “medievales”; y y el sujeto-ciudadano, esferas públicas y
en los entendimientos dominantes, los en- espacios privados, religiones secularizadas
cantamientos de hoy de “los indios” y “lo y conocimientos desencantados. Al mismo
primitivo” son al mismo tiempo contempo- tiempo, aquí deben ser registrados, también,
ráneos y anacrónicos. los procedimientos que involucran imperios
Sugiero, entonces, que los significados, y colonias, raza y genocidio, formas de fe
entendimientos y acciones que caen fuera renacientes y tradiciones cosificadas, regí-
de los horizontes conducidos por el desen- menes disciplinarios y sujetos subalternos,
canto de la modernidad tienen que ser tra- y la magia del estado y los encantamientos
zados como aquellos que se han quedado de lo moderno.
retrasados de esta nueva etapa. Aquí, los Durante los últimos cinco siglos los
mapeos espaciales y las medidas temporales procesos y procedimientos de la moderni-
del Occidente y el no-Occidente se apoyan dad como historia no han sido para nada
en la trayectoria del tiempo, un eje que cla- ininterrumpidos, homogéneos o sencillos,
ma ser normativamente neutral, pero es de contrariamente a los alegatos hechos a fa-
178 modernidad

vor de la trayectoria singular del fenómeno. A lo largo de los siglos recientes, los su-
Estos procesos han encontrado expresiones jetos de la modernidad han incluido, por
distintas en diferentes partes del mundo, ejemplo, comunidades indígenas en América
de modo que la modernidad en algunas bajo el dominio colonial y nacional, los pue-
ocasiones ha sido representada en plural, blos de descendencia africana no sólo en
modernidades. Al mismo tiempo, ya sean aquel continente, sino en diferentes diáspo-
entendidos como modernidad o moderni- ras a través del mundo y, de hecho, mujeres
dades, estos procedimientos se han referido y hombres subalternos, marginales y perte-
a construcciones de significado y poder, las necientes a las elites y en escenarios no
cuales han sido decisivamente contradicto- Occidentales y Occidentales. En el caso lati-
rias, contingentes y disputadas. De hecho, noamericano, los sujetos de la modernidad
es dentro de tal pluralidad y heterogenei- han comprendido no sólo a las clases me-
dad, contingencia y contradicción, que las dias progresistas occidentalizadas, sino a
oposiciones constitutivas de la modernidad, campesinos, indios y trabajadores que de
jerarquías formativas y distinciones seduc- modo diverso han articulado los procesos de
toras –por ejemplo, entre lo tradicional y colonialismo y poscolonialismo.
lo moderno y otras antinomias jerárqui- Una y otra vez, los sujetos de la moder-
cas– parecen escenificadas y elaboradas. Es nidad han revelado que hay diferentes ma-
también aquí donde deben ser encontrados neras de ser moderno. Ellos han accedido y
los encantamientos duraderos de la moder- han excedido las determinaciones del sujeto
nidad: desde la imagen inmaculada de sus moderno, sugiriendo la necesidad de repen-
orígenes y sus fines hasta sus oposiciones sar su exclusividad. No obstante, los sujetos
dominantes, y desde las nuevas mitologías de la modernidad también han mostrado
de imperio y nación hasta la densa magia escasa consideración hacia las finuras del
del dinero y los mercados. Puesto de otra sujeto moderno precisamente al articular la
manera, como historia, los términos de la modernidad. Aquí, es necesario enfatizar
modernidad son asiduamente articulados y, que hay otros sujetos modernos además de
sin embargo, son todavía básicamente diver- los Occidentales. Los múltiples sujetos mo-
sificados, al punto de la desunión consigo dernos (en el Occidente y el no-Occidente)
mismos (Dube, “Introduction”; Stitches on son también sujetos de la modernidad, pero
Time; Enchantments, contienen más amplias no todos los sujetos de la modernidad son
discusiones sobre estos asuntos, y también sujetos modernos. Todos estos diferentes su-
tratan las maneras en las cuales las discusio- jetos han registrado dentro de sus medidas
nes críticas de la modernidad han empezado y significados las contradicciones formati-
a destacar desde los años noventa). vas, contenciones y contingencias de la mo-
Estos procesos no son procedimientos sin dernidad.
sujetos. Más bien, surgen expresados por los
sujetos de la modernidad, sujetos que han la modernidad y latinoamérica. Las intimida-
comprometido y elaborado las estipulacio- des de la modernidad han estado presentes
nes de la modernidad como historia. Aquí por mucho tiempo en América Latina, ge-
es evidentemente inadecuado fusionar el su- neralmente reflejadas en la imagen de una
jeto de la modernidad con el sujeto moderno. Europacosificada. La región en sí misma ha
¿Qué se quiere decir con esto? Discusiones sido imaginada inquietante y, sin embargo,
influyentes y concepciones cotidianas de la como una parte del mundo Occidental, aun-
modernidad, con frecuencia, han procedido que con carencias específicas y dentro de lí-
imaginando el fenómeno a la imagen de lo mites particulares. Todo esto es el resultado
europeo y lo euroamericano, y a menudo, de cartografías dominantes y “metageogra-
también, el sujeto masculino, moderno. En fías” autorizadas (Lewis y Wigen), que han
cambio, al referirnos a los sujetos de la mo- dividido el mundo entre el Occidente y el
dernidad, hablaremos de los actores histó- Oriente, el Este y el Oeste, apuntaladas por
ricos que han sido participantes activos en los discursos del orientalismo (Said) y del
procesos de la modernidad, tanto sujetos a occidentalismo (Coronil), muy presentes en
estos procesos como también sujetos que expresiones estéticas y cotidianas (e.g., Paz,
moldean estos procesos. Vislumbres). Es más, en América Latina,
modernidad 179

como en la mayor parte del mundo no Provincializing Europe; Chatterjee). En otras


Occidental, tales modelos han surgido uni- palabras, este grupo considera críticamente
dos con la estipulación que decretaba que lo el lugar y la presencia de las estipulaciones
moderno y la modernidad ya habían pasa- coloniales de conocimiento/poder dentro de
do en alguna otra parte (Morris). Si esto ha las provisiones modernas de poder/conoci-
generado entre los modernos latinoamerica- miento. Consecuentemente, tales movimien-
nos la ansiedad de mirarse como poco origi- tos han mirado a la modernidad como un
nales, también los ha conducido a una varie- proyecto profundamente ideológico y un
dad de búsquedas de una manera distintiva aparato primario de dominación, en el pa-
de lo moderno nacional, el modernismo y la sado y el presente.
modernidad, posicionada entre el Oeste y el En segundo lugar, en años recientes, la
Resto. (No sorprende que diferentes discur- noción de la magia de lo moderno ha en-
sos y representaciones “indigenistas” y “pri- contrado articulaciones interesantes, sobre
mitivistas” a menudo han jugado un papel todo en la antropología crítica y en los es-
crítico aquí.) En el México de comienzos y tudios culturales, incluyendo los de América
mediados del siglo xx, por ejemplo, basta Latina. Una influencia importante aquí ha
pensar en los trabajos y la vidas tanto de sido representada por las ideas de Marx
Diego Rivera y Frida Kahlo como también sobre el fetichismo hacia las mercancías y
de Los Contemporáneos tales como Jorge el capital y la magia de los mercados y el
Cuesta y Salvador Novo (y, algo más tarde, dinero. En el pasado, tal esfuerzo analíti-
los del Grupo Hiperión). El hecho es que las co podría subsumir aquellas ideas de Marx
discusiones del modernismo –en sus encar- a sus propuestas sobre la cosificación y la
naciones simultáneamente republicanas y enajenación (e.g., Taussig Devil). Pero los
autoritarias, políticas y estéticas, y guberna- textos más recientes discuten la interac-
mentales y cotidianas– han proporcionado ción entre lo mágico y lo moderno como
algunos de las concepciones más sólidas de más críticamente constitutiva de mundos
las narrativas de la modernidad en América sociales (Owen; Li Puma; Meyer y Pels;
Latina (Rama, Ciudad letrada; Sommer, During). Es de esta manera que el trabajo
Ficciones; Ramos; Franco, Plotting Women, reciente sobre América Latina y el Caribe
Critical Passions), una tendencia que conti- ha proporcionado significados frescos a las
núa en el presente (Hedrick; Franco, Decline discusiones de la magia/locura del capitalis-
and Fall; González Echevarria). Es en este mo y el colonialismo (Taussig My Cocaine;
contexto, entonces, que se deben considerar también Shamanism; Price) y del fetiche/
tres amplios grupos de discusiones recien- cosificación del estado y la nación (Coronil,
tes sobre la modernidad en América Latina, Magical State), mientras ejercicios relacio-
los cuales han puesto un signo de interro- nados (Taussig Defacement) se han mudado
gación sobre los dualismos fáciles entre los hacia la simultánea evocación y desfigura-
modernismos prolíficos y la modernización ción del poder, indicando el carácter sagra-
deficiente en la región, como ha sido expre- do de la soberanía moderna, para encantar
sado por autores influyentes (e.g., Paz, Ogro; de nuevo la modernidad por medio de la
Cabrujas). representación y la escritura surrealistas, el
En primer lugar, considerando la relación pensamiento y la teoría extáticos.
entre imperio y modernidad, los asuntos del Finalmente, en tercer lugar, una varie-
colonialismo a menudo han sido entendidos dad de escritos sobre América Latina (y el
en América Latina como si ocuparan el lugar Caribe) han explorado sobresalientemente
de un pasado borroso y distante. Contra es- las cuestiones críticas de la modernidad y
tas disposiciones dominantes, un importante sus márgenes. Estas exploraciones han en-
cuerpo de pensamiento crítico sobre América contrado múltiples expresiones, desde luego
Latina hoy (Dussel The Invention, “Sistema en una gama de trabajos académicos sobre la
mundo”; Quijano; Lander; Mignolo, Darker región, desde discusiones sobre arquitectura
Side, Local Histories) se enfoca en los esque- y forma construida (Valerie Fraser; Lejeune)
mas subterráneos y las apariciones forzadas hasta aquellas sobre políticas campesinas y
de lo moderno y lo colonial, uniéndose a otras populares (Mallon La sangre; Stern, Battling
conversaciones claves (e.g., Chakrabarty, y Remembering; también Thurner), espacio y
180 modernidad / multiculturalismo

territorialidad (Alonso; Radcliffe), cultura y Fernando, El estado mágico: naturaleza, dine-


consumo (Yúdice, Expediency), representa- ro y modernidad en Venezuela, Caracas, Nueva
ción y subalternidad (Beverley Subalternity; Sociedad/Universidad Central de Venezuela,
Rodriguez Latin American Subaltern Studies; 2002 [The Magical State: Nature, Money, and
véase también, Rabasa; Bartra; Thurner y Modernity in Venezuela, Chicago, University
Guerrero; Gareth Williams). Al mismo tiem- of Chicago Press, 1997]; Crapanzano, Vincent,
po, este grupo incluye el trabajo que explíci- Serving the Word: Literalism in America from
tamente ha involucrado términos históricos the Pulpit to the Bench, Nueva York, New Press,
y contemporáneos, texturas y transforma- 2000; Dube, Saurabh (ed.), Enchantments
ciones de la modernidad. En este terreno, of Modernity: Empire, Nation, Globalization,
las exploraciones se han extendido desde las Nueva Delhi/Nueva York, Routledge, 2007;
consideraciones influyentes de las coorde- Dube, Saurabh, Ishita Banerjee-Dube, and
nadas hétero-temporales de tiempo-espacio Walter Mignolo (eds.), Modernidades colonia-
nacional (García Canclini, Culturas híbridas) les: otros pasados, historias presentes, México,
hasta aquellas de las articulaciones mutuas El Colegio de México, 2004; Fabian, Johannes,
y las mediaciones de la modernidad y la na- Time and the Other: How Anthropology makes its
ción (Lomnitz-Adler, Modernidad y Salidas; Object, Nueva York, Columbia University Press,
Tenorio-Trillo; Saldaña-Portillo; Overmyer- 1983; Habermas, Jürgen, The Philosophical
Velázquez). Estas exploraciones han invo- Discourse of Modernity: Twelve Lectures (trad.
lucrado cuestiones de: piedad, intimidad, Frederick Lawrence), Cambridge, Mass., mit
personificación e imagen bajo los regímenes Press, 1987; Koselleck, Reinhart, Futures Past:
entrelazados de la modernidad y la religión On the Semantics of Historical Time (trad. Keith
(Lester; Voekel; Gruzinski); la modernidad Tribe), Cambridge, mit Press, 1985 [Futuro
en sus formaciones barrocas (González pasado: para una semántica de los tiempos
Echeverria) y sus configuraciones verná- históricos (trad. Norberto Smilg), Barcelona,
culas (Rappaport; Trouillot, 2002; también, Paidós, 1993]; Ramos, Julio, Desencuentros
Coronil, Magical State); y, crucialmente, con- de la modernidad en América Latina, literatu-
tradicciones y discusiones amplias, agudas, ra y política en el siglo xix, México, Fondo de
de la modernidad (Palmié; Fischer; Redfield; Cultura Económica, 1989; Rofel, Lisa, Other
Scott, Conscripts). Tomados en conjunto, Modernities: Gendered Yearnings in China after
aquí se pueden encontrar los trabajos que se Socialism, Berkeley, University of California
enfocan en las diferentes articulaciones de Press, 1998.
la modernidad como históricamente ancla-
da o culturalmente expresada, articulacio- [saurabh dube (trad. de jorge andrade)]
nes que cuestionan proyecciones a priori y el
formalismo sociológico que sostiene la cate-
goría-entidad (para tales escrituras en otros multiculturalismo
contextos véase, Rofel; Ferguson; Donham;
Piot; Comaroff y Comaroff; Harootunian; No cabe duda que el multiculturalismo como
Chakrabarty Provincializing Europe, Habita- concepto tiene una aplicación muy diferente
tions; Dube, Stitches, Postcolonial Passages, en Estados Unidos que en México y el resto
Enchantments). No es sorpresivo que, en de América Latina. De hecho, ni siquiera se
América Latina y en otras partes, las forma- han utilizado los mismos términos en diver-
ciones y las elaboraciones de la modernidad sas regiones para describir el fenómeno de
sean cada vez más discutidas y debatidas la diversidad de culturas, razas, etnias, idio-
hoy como procesos contradictorios y con- mas y religiones dentro del ámbito nacional.
tingentes de cultura y poder, como historias Durante el siglo xx, el concepto del multicul-
diversificadas e impugnadas de significado turalismo se difundió en países anglosajo-
y dominio. nes como Canadá y Estados Unidos, donde
se sigue empleando como ideología nacional
obras de consulta. Asad, Talal, Genealogies of oficial (en el caso de Canadá) y como prácti-
Religion: Discipline and Reasons of Power in ca educativa y política (especialmente a raíz
Christianity and Islam, Baltimore, The Johns del movimiento por los derechos civiles en
Hopkins University Press, 1993; Coronil, Estados Unidos) además de que se ha utili-
multiculturalismo 181

zado con más frecuencia que en el resto del Es decir, el sistema normativo del multicul-
mundo. En Canadá, el estado federal ratifi- turalismo podría determinar la inscripción
có el Acta Canadiense de Multiculturalismo, de estudiantes en ciertas clases según sus orí-
que legalizó el bilingüismo y multicultura- genes étnicos, o influir nuestras expectativas
lismo oficial en 1971; el Acta se integró a de la conducta de ciertos grupos. Aunque la
la constitución nacional en 1982 (Dupont y mitología del mestizaje ha sido criticada de-
Lemarchand: 309). Mientras que en América tenidamente por sus características implíci-
Latina lo que se ha llamado “pluralismo cul- tamente exclusionistas y racistas, parecería
tural” (Néstor García Canclini), “heteroge- que el multiculturalismo también puede ser
neidad” (Antonio Cornejo Polar), “transcul- tanto exclusivo como inclusivo.
turación” (Fernando Ortiz y Ángel Rama),
“hibridez” (Cornejo Polar y García Canclini) el multiculturalismo en estados unidos. Como
y “mestizaje” se plantea como parte intrínse- ya se ha señalado, el multiculturalismo tiene
ca de la nación. En Estados Unidos el debate una historia más larga, y mucho más polé-
en torno al multiculturalismo ha sido inten- mica, en Estados Unidos que en México.
samente polarizante, creando divisiones y Sobre todo, surge de la historia conflictiva
apuntando hacia la “coexistencia –separa- de los años sesenta y del movimiento por los
da– de grupos étnicos”, según autores como derechos civiles, vinculándose así con la po-
Néstor García Canclini (Consumers: 10) y lítica y el sistema educativo estadunidense.
José Antonio Aguilar Rivera (Sonido: 13). El multiculturalismo se relaciona con de-
Aquí se ve el dilema fundamental del mandas jurídicas en favor de grupos mino-
multiculturalismo en Estados Unidos y un ritarios por igualdad en el trabajo y la edu-
país como México: el contrapunteo entre la cación. El logro más significativo del
integración y el separatismo de naciones cul- movimiento por los derechos civiles induda-
turalmente diversas. Como sugieren García blemente fue la ratificación del Acta de
Canclini y Aguilar Rivera, ciertas caracterís- Derechos Civiles en 1964, cuyo título vi abo-
ticas del multiculturalismo actual, como la lió la segregación racial en todas las escue-
mezcla cultural y la hibridación, componen las públicas e instituciones de educación
el mito fundacional mexicano del mestiza- superior, ya que niega el financiamiento fe-
je. En cambio, en Estados Unidos nunca deral a las escuelas que no proporcionan
hubo mitología fundacional de hibridez, y la libre acceso a la educación. Mientras tanto,
mezcla (misoginia) de distintas razas, sobre el título vii del Acta legaliza la igualdad de
todo de la blanca y la negra, históricamente oportunidades de empleo, prohibiendo la
se ha considerado en el mejor caso como discriminación en el empleo por raza, color,
debilidad, si no escándalo total (Cornwell y religión, grupo étnico, sexo u origen nacio-
Stoddard: 11-12). A pesar de sus respectivas nal. A raíz de estas enmiendas se desarrolla
narrativas integracionistas, tanto el mesti- la política de “acción afirmativa”, que pre-
zaje como el multiculturalismo tienden a tende remediar las discriminaciones históri-
producir ideologías e identitidades reduc- camente sufridas por grupos desfavorecidos
cionistas y esencialistas. George Yúdice a través de beneficios como políticas de ad-
equipara el mestizaje con la “conformidad misión en escuelas y universidades y becas
anglosajón”, en el sentido de que ambos estudiantiles que promuevan diversidad
conceptos establecen límites normativos de (Rhoads, et al.: 197-198). De la misma ma-
identidad nacional, efectivamente, exclu- nera, se fundaron programas de estudios
yendo diversos grupos raciales, regionales étnicos y estudios de género en las univer-
o de clase social. Pero también indica que sidades estadunidenses para tratar el pro-
el sistema identitario del multiculturalismo blema de la falta de representación equita-
en Estados Unidos, precisamente porque tiva de grupos minoritarios en la esfera
privilegia la supuesta falta de “normatividad académica y, más importante aún, para es-
estadounidense” –la idea de que no hay una tudiar la dinámica del poder entre estos y
sola manera de ser estadounidense– termina los grupos dominantes. A finales de los años
siendo sumamente normativo y “norteame- setenta, con el caso Universidad de California
ricacéntrico” (“Translator’s Introduction”, contra Bakke (1978) y el surgimiento de una
García Canclini, Consumers: xxxvii-xxxviii). fuerte política de derecha bajo las presiden-
182 multiculturalismo

cias de Ronald Reagan y George Bush, esta- Theo Goldberg, la identidad, que se concep-
lló una reacción violenta contra la acción tualiza como lazo o afinidad –sin duda afir-
afimativa y programas de libre acceso al em- mativo– entre miembros de tal o cual co-
pleo, a la vivienda y a la educación en gene- lectividad, también puede excluir a sujetos
ral, que continúa hasta la fecha (este caso que no pertenecen al grupo o a quienes no
es uno de los hitos más importantes del de- se les abre paso (12). De la misma manera,
bate en torno a la acción afirmativa. En su la identidad puede convertirse en su pro-
fallo, la Corte Suprema de los Estados pia prisión, ya que suele determinar ciertas
Unidos rechazó el sistema de cuotas raciales pautas de comportamiento o requisitos de
para postulantes a las instituciones de estu- solidaridad. La diferencia, por su parte, es
dios superiores, pero confirmó el interés del tan capaz de excluir como incluir, y como
estado por asegurar la diversidad de la po- alega Goldberg, existe una larga y violenta
blación estudiantil. El resultado fue una de- historia de exclusión racial, religiosa o de
cisión bastante ambigua que debilitó el mo- género en el nombre de la diferencia –sólo
tivo económico o de justicia social de la cabe pensar en el holocausto o en el fun-
acción afirmativa a favor de la diversidad en damentalismo religioso de cualquier índole
sí (Rhoads, et al.: 198). (12-13)–. Además, es imperativo recordar
En términos más amplios, el multicultu- que el multiculturalismo no necesariamente
ralismo estadunidense se caracteriza por la critica ni desarticula estructuras del poder,
transición de un modelo monocultural y asi- sino que puede terminar reforzándolas o in-
milacionista, que en realidad nunca lo fue, cluso ser directamente cooptado por ellas,
(teniendo en cuenta, por ejemplo, que los como ocurre en el llamado “corporate mul-
negros en Estados Unidos se consideraban ticulturalism” (multiculturalismo corporati-
completamente inasimilables a la nación vo) (Berlant y Warner: 115). Bajo esta eti-
hasta los años cuarenta) a uno integracio- queta encontramos la defensa implícita del
nista y resistente al monoculturalismo re- “tokenism”, o el formulismo, donde, según
duccionista. Por lo tanto, se puede decir que Goldberg, la academia centrista y empresas
la identidad y la diferencia forman el marco multinacionales celebran una diversidad
teórico del multiculturalismo y sus debates; cultural que corresponde a principios del
un marco que se convierte en eje que rela- liberalismo filosófico en general sin redis-
ciona la estructura pedagógica y la política a tribuir el poder o los recursos económicos
lo multicultural (Goldberg, “Introduction”, en absoluto (7).
Multiculturalism: 12). Es precisamente este Siguiendo las advertencias de Yúdice,
lazo entre identidad y diferencia, pedagogía y hay que contemplar las implicaciones re-
política, que establece el parentesco entre el lativistas de un multiculturalismo que se
multiculturalismo y los estudios culturales en presume “no esencialista” y “no fundacio-
Estados Unidos. Los estudios culturales son nal”. Es decir, la insistencia en una falta de
a la vez campo académico transdisciplinario normatividad estadunidense suele imponer
y proyecto político, cuyo impulso intelectual otro tipo de normatividad multicultural,
y político es desafiar y desarticular jerarquías igualmente dominante. Y esta normativi-
del poder, ya sean académicas, económicas dad no es necesariamente afirmativa. El
o políticas. Entonces, como afirman Lauren recurso al relativismo cultural, con su in-
Berlant y Michael Warner, los estudios cul- sistencia en una verdad singular relativa
turales proponen ser un espacio de actividad al grupo que la resguarda, con o sin justi-
intelectual donde se pueden ubicar historias ficación o manera de verificarla, puede ser
multiculturales que históricamente han sido catastrófico (“Translator’s Introduction”,
olvidadas o invalidadas (108). García Canclini, Consumers: 15). El crítico
No obstante, pese a la posibilidad de que irlandés David Lloyd indica que la retórica
el análisis académico de identidad y dife- de inclusión y diversidad que caracteriza al
rencia pueda desestabilizar conceptos más sistema educativo estadunidense en general
amplios de la homogeneidad nacional o de y a la universidad en particular, tiende a
identidades hegemónicas, hay ciertos peli- institucionalizar un principio de equivalen-
gros inherentes al marco teórico de identi- cia entre todo grupo etnorracial –inclusive
dad y diferencia. Para empezar, según David anglosajones–. La versión pluralista de cul-
multiculturalismo 183

tura e historia estadounidense se sitúa pre- Daniel Mato afirma que muchos siguen uti-
cisamente en este principio de equivalencia lizando la expresión “estudios culturales”
e intercambiabilidad (19). Según Lloyd, la sin más en su trabajo (Mato, Estudios lati-
contradicción fundamental de la aula, en noamericanos: 20). En cambio, Mato insiste
que se le obliga al sujeto minoritario olvi- que conceptos como “estudios culturales” y
dar la manera en que se anula por el sujeto sus vertientes como el multiculturalismo no
através del cual se constituye, no se puede deben ser traducidos literalmente al contex-
reivindicar con la mera inclusividad, como to latinoamericano, en vez de usar la expre-
ocurre, por ejemplo, en las famosas revisio- sión “estudios culturales latinoamericanos”,
nes de los cánones literarios (37-38). Mato prefiere hablar de “‘estudios latinoa-
Por su parte, Goldberg apunta una crítica mericanos sobre cultura y poder’, para así
del multiculturalismo estadunidense, sostie- valorar las tradiciones latinoamericanas de
niendo que es necesario buscar distintas intelectuales políticamente comprometidos,
entradas al proyecto multicultural que des- y también para prevenirnos de la despoli-
plazarán el enfoque sobre la identidad y la tización que crecientemente puede obser-
diferencia hacia un multiculturalismo hete- varse en algunas variantes de los cultural
rogéneo, igualmente capaz de producir como studies que se hacen en inglés” (Estudios
de debilitar la armonía multicultural (22, latinoamericanos: 21). Del mismo modo,
27). No obstante, es factible pensar que tal haciendo eco de las advertencias de Lloyd,
heterogeneidad también podría ser coopta- Berlant y Warner, Hermann Herlinghaus y
da como otra versión de la homogeneidad Mabel Moraña aseveran que es necesario
dominante, sobre todo si mantiene una mi- desarrollar “una radical reformulación” de
rada exclusivamente occidental y anglosajo- la discusión en torno a la modernidad en
na. En este sentido, como sugiere Lloyd, hay América Latina, que conlleva a problemas
que articular una pedagogía y un proyecto como el multiculturalismo, en el que “no
político basado en la no-equivalencia de di- basta asumir los márgenes como ‘tema’,
versas culturas, siempre consciente de las sino que es necesario convertir los márge-
contradicciones inherentes a la constitución nes en el punto de partida para un pensa-
de sujetos (39). Asimismo, Berlant y Warner miento descolonizador” –siempre teniendo
reconocen que aún nos falta teorizar una en cuenta, claro, que América Latina cons-
crítica multicultural desde los márgenes que tituye un lugar marginal desde una pers-
no reafirme y duplique la retórica de centro pectiva estadounidense o europea– (13). Si
y margen (132). Un primer paso sería recha- consideramos que las perspectivas de Mato,
zar la tendencia de imponer un multicultu- Herlinghaus y Moraña son un desafío ante
ralismo dominante desde el mundo anglo- los estudios sobre América Latina, parecería
sajón, que se convierte en otro instrumento que el empleo de conceptos “occidentales”
de la globalización. El multiculturalismo, en como el multiculturalismo podría reforzar
otras palabras, no puede ni debe exportarse la marginalización de la región. Por otro
multiculturalmente (133; véase también lado, la politóloga inglesa Rachel Sieder se-
Rodríguez, “Heterogeneidad”). ñala que la aplicación del multiculturalismo
en América Latina representa nada menos
el multiculturalismo en méxico. Sin duda, la que la derrota de la retórica integracionis-
cuestión de desde dónde y desde cuándo se ta pero vacía del mestizaje o la hibridez a
articulan los estudios culturales ha sido una favor de una “política de diferencia” basada
de las más reñidas en los estudios latinoa- en reforma constitucional, legislación polí-
mericanos norte y sur desde principios de tico-jurídica y el derecho de autodetermina-
los años noventa. Aunque varios pensadores ción indígena (1-2). Queda claro que ambos
como García Canclini, Jesús Martín Barbero modelos del multiculturalismo –el modelo
y Beatriz Sarlo sostienen que los estudios que pretende proceder desde y el otro que
culturales tienen “una historia muy distinta” presume ser sobre América Latina– buscan
en América Latina que en Estados Unidos o desarticular jerarquías del poder, pero a ve-
en Inglaterra, cuyas prácticas son anteriores ces el debate deviene diálogo de sordos, es-
“a tener noticias de la existencia del nombre tancado en la incomprensión mutua. ¿Cómo
institucionalizado como Cultural Studies”, se resuelve este posible impasse?
184 multiculturalismo

Por su parte, Aguilar Rivera propone no (Expediency: 59). Aunque Aguilar Rivera
sólo establecer un diálogo entre multicultu- se dedica a promover un discurso común
ralistas en México y Estados Unidos, sino del multiculturalismo hasta ahora poco
trazar una historia común del multicultura- teorizado e importantísimo, a veces sus
lismo en ambos lados de la frontera. Para propuestas son bastante raras, por ejemplo
Aguilar Rivera, el multiculturalismo es so- cuando alega que “la uniformidad cultural
bre todo una “persuasión” que intenta con- (estilo Estados Unidos) es menos elevada,
vencernos de “la necesidad explícita del re- pero más justa”, al parecer porque impli-
conocimiento simbólico de las minorías” ca una igualdad más democrática y real, a
(15). Si bien este reconocimiento –e incluso pesar de los costos “lingüísticos, filosóficos
la definición de lo que constituye un grupo y de otra índole” (212). De cierta manera,
minoritario– toma muy distintas formas en Aguilar Rivera valora la asimilación y la
los dos países, Aguilar Rivera prefiere enfo- homogeneidad cultural como condiciones
carse en las coincidencias en vez de las di- que unen la nación ante la desintegración
vergencias entre las experiencias nacionales nacional provocada, por ejemplo, por gru-
mexicana y estadunidense. Por ejemplo, re- pos minoritarios que no tienen acceso al sis-
calca las similitudes en México y Estados tema educativo, o que no hablan español.
Unidos en cuanto a la creación de mitos de Es factible pensar que tal confusión entre
identidad nacional como el mestizaje y el la diferencia etnorracial y nacional-cultural
crisol (melting pot). Estos mitos presuponen en México y Estados Unidos pueda fomen-
diferentes ejes de integración, ya que el mes- tar malentendimiento mutuo y reproducir
tizaje es una “metáfora de un resultado”, la retórica de la homogeneización nacional
mientras que el crisol es una “metáfora de que Aguilar Rivera desea rechazar. Tal vez
transformación”, pero a fin de cuentas bus- sería más valioso afirmar que ambos países
can asimilar diferencias ante todo (93). son “culturalmente uniformes” y “multicul-
No obstante, en otro sentido Aguilar turales” a la vez, aunque las definiciones de
Rivera tergiversa las distinciones entre el los dos conceptos varíen según la situación
multiculturalismo mexicano y estaduni- y el lugar.
dense, proclamando, “Estados Unidos es un Otro eje fundamental del multicultura-
país culturalmente uniforme que se cree di- lismo en México (y en América Latina en
verso, mientras que México es un país mul- general) es el de los medios masivos de co-
ticultural que se presume uniforme” (18). municación. La diseminación y el consumo
Esta declaración es increíble, pues contradi- de los medios de comunicación, como la
ce la retórica dominante de la integración de televisión, el cine, el internet, la radio, etc,
los dos países –la de la asimilación mestiza quizá ha sido la principal vía de integración
en México y la de la armonía racial y cultu- cultural y política a sitios múltiples y frag-
ral en Estados Unidos–. Aquí Aguilar Rivera mentarios como la ciudad, la nación y la co-
se refiere a la presencia de grupos que no munidad global. Según García Canclini, el
conforman al mito del mestizaje, como los consumo de bienes y de los medios masivos
inmigrantes chinos y las comunidades ju- actualmente reemplaza las “reglas abstrac-
días. También agrega que hay ciertos grupos tas de la democracia o [a] la participación
que francamente no se integran a la nación colectiva en espacios públicos” en la crea-
mexicana por motivos de lengua, grado de ción de ciudadanos (Consumidores: 13). Las
interacción o aislamiento de la sociedad do- megaciudades como la ciudad de México,
minante, y grado de autonomía, como los donde “conviven casi todos los lugares de
amish, los menonitas, y algunas sectas de América Latina y muchos del mundo” son
mormones. El problema es que confunde o espacios que “se reordena[n] multicultural-
intercambia la diferencia etnorracial con la mente” a través de la negociación del consu-
diferencia nacional cultural. Es decir, como mo y la comercialización (98-99). Asimismo,
sugiere Yúdice, desde el punto de vista lati- aunque algunos medios de comunicación en
noamericano, la identidad se arraiga princi- México, como la televisión y el video, han
palmente en la nación, mientras la política sido dominados por conglomerados vincu-
de la identidad estadunidense (etnorracial) lados con el estado, como Televisa, el video,
frecuentemente parece dividir a la nación la radio y la Internet, en particular, tam-
multiculturalismo 185

bién son sitios claves de autodeterminación cesario decentrar la mirada estadunidense


y descolonización indígena. Sin embargo, y anglosajona, y esto quizá sólo es posible
como advierten Jesús Martín Barbero y Ana si primero enfrentamos la ruptura del mul-
María Ochoa Gautier, el multiculturalismo ticulturalismo, es decir, la simultaneidad de
implica más que “sólo darle espacio a las una ideología de pluralidad cultural con una
culturas locales excluidas […] tiene que ver de homogeneización e intolerancia absolu-
también con comprender el modo en que ta. Según Slavoj Žižek, el racismo “posmo-
relatos profundos de identidad y memoria derno” contemporáneo es el “síntoma” del
se reciclan en el curso cambiante de las esté- capitalismo tardío multicultural, ya que el
ticas sonoras y audiovisuales” (122). Y para otro se valora en la medida en que carece de
ser realmente “multicultural”, el consumo y contenido desde una perspectiva tolerante
producción de bienes o de los medios masi- “liberal” (veáse la proliferación de música o
vos de comunicación necesariamente tiene cocina “étnica”) mientras que la alteridad u
que dejar de ser “simple sumatoria de dife- otredad real se denuncia por completo (37).
rencias tipificadas y [pasar] a ser interpe- La diferencia real, del tipo inasimilable a
lación intersubjetiva del otro” (122). Como que se refiere Aguilar Rivera, es horrorosa
diría García Canclini, “el consumo sirve porque niega el impulso homogeneizante
para pensar, pero no sólo en la dirección de detrás del multiculturalismo, según el fi-
la racionalidad moderna”, y quizá sólo si lósofo francés Alain Badiou (24). De esta
asumimos nuestra responsabilidad de “res- manera, el multiculturalismo deviene una
catar [las] tareas propiamente culturales de especie de racismo “con distancia” que es-
su disolución en el mercado o en la política” tablece la implícita inferioridad del otro por
(Consumidores: 197-198). En otras palabras, medio del supuesto respeto por y distancia
tenemos que desarticular la hegemonía del de diversas culturas (Žižek: 44). Todas las
“multiculturalism corporativo” que describe culturas pueden ser igualmente valiosas,
Goldberg desde una mirada crítica y desco- pero se interpretan y asimilan desde un pun-
lonizadora basada, como sugiere Lloyd, en to referente universalista privilegiado que
la “no equivalencia” de diversas culturas que controla los mecanismos de interpretación
son inevitablemente contradictorias (39). y conocimiento. En este sentido, el reto del
multiculturalismo en América Latina y en
críticas del multiculturalismo. Finalmente, Estados Unidos quizá va más allá de una
volviendo al problema de la normatividad detenida interrogación de la mirada estadu-
del multiculturalismo que plantea Yúdice, nidense contra la mirada latinoamericana y
es evidente que en América Latina aún es sus respectivas tendencias integracionistas
necesario lidiar con la asimilación o el re- y separatistas, aunque ésta es imprescindi-
chazo del multiculturalismo como se ha ble. El verdadero desafío es mantener una
practicado en Estados Unidos, arraigado en crítica reflexiva del multiculturalismo como
la identidad y la diferencia. Autores como contrapunteo entre pluralismo y homoge-
García Canclini y Aguilar Rivera no preten- neidad.
den formular una oposición nacionalista
latinoamericana a este tipo de multicultura- obras de consulta. Aguilar Rivera, José Antonio,
lismo, sino que dialogan desde una perspec- El sonido y la furia: la persuasión multicultural
tiva latinoamericana tanto local como glo- en México y Estados Unidos, México, Taurus,
bal, para así desmantelar y reordenar las 2004; Badiou, Alain, Ethics: An Essay on the
tendencias homogeneizantes y el recurso al Understanding of Evil, Londres, Verso, 2001
relativismo cultural que frecuentemente ca- [La ética: un ensayo sobre la conciencia del
racteriza al multiculturalismo en Estados mal (trad. Raúl J. Cerdeiras), México, Herde,
Unidos. Mientras tanto, en Estados Unidos, 2004]; Berlant, Lauren y Michael Warner,
como aseveran Lloyd, Berlant y Warner, úl- “Introduction to ‘Critical Multiculturalism’” en
timamente se ha reconocido y criticado de David Theo Goldberg (ed.), Multiculturalism:
manera más profunda la convivencia del A Critical Reader, Oxford, Blackwell Press,
multiculturalismo y la globalización. 1994, pp. 107-113; Cornwall, Grant H. y Eve
Pero si no hay que exportar el multicul- Walsh Stoddard, Global Multiculturalism:
turalismo de manera multicultural, es ne- Comparative Perspectives on Ethnicity, Race and
186 multiculturalismo

Nation, Lanham, Maryland, Rowman/Littlefield, ubicaciones de lo popular”, en Daniel Mato


2001; Dupont, Louis y Nathalie Lemarchand, (ed.), Estudios latinoamericanos sobre cultu-
“Official Multiculturalism in Canada: Between ra y transformaciones sociales en tiempos de
Virtue and Politics” en Cornwell, Grant H. y globalización, Buenos Aires, clasco, 2001, pp.
Eve Walsh Stoddard, Global Multiculturalism, 111-125; Olivé, León, Multiculturalismo y plu-
Lanham, Maryland, Rowman/Littlefield, ralismo, México, Paidós-Universidad Nacional
2001, pp. 309-336; García Canclini, Néstor, Autónoma de México, 1999; Rodríguez,
Consumers and Citizens: Globalization and Ileana, Heterogeneidad y multiculturalismo:
Multicultural Conflicts (trad. George Yúdice), ¿Discusión cultural o discusión legal”? en
Minneapolis-Londres, University of Minnesota Revista Iberoamericana, lxvi.193, 2000, pp.
Press, 2001 [Consumidores y ciudadanos: 851-861; Sieder, Rachel (ed.), Multiculturalism
conflictos multiculturales de la globalización, in Latin America: Indigenous Rights, Diversity
México, Grijalbo, 1995]; Goldberg, David and Democracy, Nueva York, Palgrave, 2002;
Theo (ed.), Multiculturalism: A Critical Reader, Yúdice, George, El recurso de la cultura,
Oxford, Blackwell Press, 1994; Lloyd, David, Barcelona, Gedisa, 2002 [The Expediency of
“Foundations of Diversity: Thinking the Culture: Uses of Culture in the Global Era,
University in a Time of Multiculturalism” Durham, Duke University Press, 2003]; Žižek,
en Rowe, John Carlos (ed.), “Culture” and Slavoj, “Multiculturalism, Or, the Cultural Logic
the Problem of the Disciplines, Nueva York, of Multinational Capitalism”, New Left Review,
Columbia University Press, 1998, pp. 15-44; septiembre-octubre de 1997, pp. 28-51.
Martín Barbero, Jesús y Ana María Ochoa
Gautier, “Políticas de multiculturalidad y des- [desirée a. martín]
nación cultural y no como unidad administrativa e
institucional. Por otra parte, la discrimina-
El término “nación” se deriva del latín natio ción por raza, etnia, credo, clase social, gé-
que, a su vez, es una derivación de nascere nero y preferencia sexual se percibe como
= nacer. Remite por lo tanto a origen, vín- fenómeno universal y, universalmente, se
culos de parentesco y linaje antes de vincu- reclama el derecho de ser diferente y respe-
larse, en la Edad moderna, con la fundación tado en la diferencia. El resurgimiento de
de estados-nación y, por lo tanto, con agru- la conciencia étnica resultó en Chiapas con
paciones mayores que viven en un territorio el reclamo de comunidades autónomas, lo
con fronteras trazadas en las que se contro- que alarmó al Estado-nación que temió la
la y restringe el tránsito de personas, así pérdida de control. Así, procesos de frag-
como el intercambio de mercancías y capi- mentaciones, diferenciaciones, segregacio-
tales, sin respetar necesariamente la perte- nes se contraponen a los de la globaliza-
nencia del individuo –por raza, etnia o cre- ción, asimilación e integración.
do– a colectivos más pequeños (por ejemplo, De acuerdo con su etimología, nación
la creación de Yugoslavia en tanto Estado- designó durante la Antigüedad y la Edad
nación tras la primera guerra mundial, y de Media a una comunidad de personas que
los estados africanos tras su independen- nació en el mismo lugar. Estas personas que
cia), lo que llevó a conflictos interétnicos y compartían el mismo lugar de origen, se re-
guerras civiles. Problemáticas como las de lacionaban entre sí por el linaje común, sin
fronteras y delimitaciones hacia el exterior, que esto significara que este grupo se hubie-
así como de la creación de límites al inte- se organizado políticamente. A partir de la
rior del espacio de la nación por cuestiones Alta Edad Media, el concepto nación co-
de raza, etnia, género y clase social, además menzó a utilizarse con referencia a personas
de las exclusiones y diferenciaciones inter- de una misma lengua y cultura, por lo que,
nas que se vuelven más complejas y conflic- a partir de la fundación de las primeras uni-
tivas en el momento en que surgen los es- versidades europeas en el siglo xii se designó
tados-nación a partir de finales del siglo con la palabra nación también a un grupo
xviii. Tanto las migraciones, las diásporas, de estudiantes que tuvieron, gracias a su lu-
el surgimiento del capitalismo transnacio- gar de origen, una lengua y cultura comu-
nal y la intensificación y extensión de los nes. En el siglo xviii y en adelante, la idea
procesos transnacionales como, por ejem- de nación funcionó en Europa como instru-
plo, la circulación de la información y de mento contra el feudalismo y la autocracia,
saberes académicos, han llevado, desde así como para poner fin a las divisiones es-
hace varios lustros, a replanteamientos en tatales y a los señoríos. Simultáneamente, se
cuanto a las fronteras hacia el exterior, por introdujo la idea de ciudadanía, pero los de-
un lado, y hacia el interior, por otro. Las rechos ciudadanos sólo se exigieron para el
migraciones masivas han dividido la na- sujeto masculino heterosexual. Por ello, la
ción: una parte que vive dentro del Estado- construcción de subjetividad propuesta por
nación y otra que se construye fuera de este el Estado ha sido problemática tanto para
territorio, dentro del Estado-nación recep- los hombres con otra preferencia sexual y
tor, y se percibe ante todo como unidad para las mujeres, en general.

[187]
188 nación

A partir de los años ochenta, desde una bros compartan una historia, costumbres y
perspectiva que parte del género en tanto tradiciones (comida, música, vestimenta ca-
categoría de análisis esencial, se ha replan- lendarios de fiestas, etc.), prácticas cultura-
teado la relación entre el sujeto femenino y les, imaginarios, cánones de literatura, de
el Estado-nación, y se ha realizado una re- cine y de artes plásticas, así como valores
visión de la narrativa así como de las repre- éticos y morales. Con el intento de divulgar
sentaciones visuales y alegóricas de la na- valores éticos y morales comunes se ha vin-
ción y se ha abordado la participación culado, a lo largo de los siglos, el intento de
femenina en los procesos históricos, por un crear o preservar en el Estado-nación una
lado, y en los procesos decisivos para la unidad religiosa, lo que ha llevado a proce-
construcción de la nación, por otro. sos de exclusión para los que no son del
Asimismo, se ha llamado la atención sobre mismo credo. Por todo lo anterior, Homi K.
la historia de la representación de las rela- Bhabha constató que las naciones son ante
ciones de género. todo elaboraciones culturales, sistemas de
A diferencia del uso medieval del término significación cultural y de representación de
nación, el moderno, que ha comenzado a la vida social en lugar de ser representacio-
hacerse dominante a partir de la Revolución nes de las formas de gobernar una organi-
francesa y bajo la influencia de las ideas de zación social dada (“Introduction”: 2-4).
la Ilustración y el liberalismo, implica la Aunque el estado intenta divulgar objetos de
existencia de una organización política conocimiento como la tradición, datos acer-
creada por una agrupación social mayor de ca de personajes importantes de la escena
personas que comparten un espacio geográ- pública, la alta cultura y la razón de estado,
fico delimitado y cuya organización social se así como discursos totalizantes acerca de la
formó a lo largo de procesos históricos. A identidad nacional en tanto esencialista que
partir del siglo xviii, en el mundo entero, la subrayan las características particulares de
conformación de los estados-nación se ha una nación frente a las otras, persiste una
fundamentado en la aparición de un grupo inestabilidad y transitoriedad en cuanto al
social –por lo general la burguesía– capaz de saber y una construcción performativa y
establecer su hegemonía y de definir un pro- procesual de la identidad; circulan, además,
yecto político de autodeterminación que diversos significados acerca de la cultura
aglutina a todos los demás sectores de la nacional. Esto se debe a que la nación, en
población. Este grupo social evocó discursi- tanto elaboración cultural en el sentido
vamente un origen mítico y prometió el pro- gramsciano, es un agente de narraciones
greso de la nación para el futuro. Esta evo- ambivalentes que mantiene la cultura en su
cación de un origen y proyección de un posición más productiva en tanto fuerza que
destino común sirvió para que toda la po- subordina, fragmenta, disemina, produce,
blación considerara la protección estatal del reproduce, crea, guía y obliga, así como en
capitalismo nacional emergente como estra- tanto medio para cuestionar significaciones
tegia indispensable y capaz de beneficiar a dadas (Bhabha, “Introduction”: 3-4).
todos los grupos sociales y no sólo el capital Cabe señalar que los discursos nacio-
privado de la burguesía. nalistas institucionalizados tanto impresos
Pero el Estado-nación no sólo se basa en como orales tienen un valor pedagógico e
un consenso en cuanto a los fines económi- ideológico (Bhabha, “Introduction”: 2-3). Se
cos y políticos así como respecto del régi- ofrecen como marco formal de integración
men institucional, sino también en que los simbólica –en el fondo imposible– de todos
individuos, unidos entre sí por lazos primor- los miembros que pertenecen a un colectivo,
diales como, por ejemplo, la raza y la etnia, y se divulgan tanto en la familia como en las
se confiesan como parte del mismo y en que instituciones de educación pública. Sobre
se crea una unidad cultural particular de la todo las mujeres en tanto madres, primero, y
que sus miembros son conscientes y en que en su papel de maestras, posteriormente, han
distinguen su agrupación social de otras. A contribuido a la divulgación de los discursos
su vez, la unidad cultural se deriva de un hegemónicos nacionales y pedagógicos pese
espíritu y una lengua comunes, de una uni- a que no fueron los sujetos que los formu-
dad intelectual y del hecho de que sus miem- laran. Fiol-Matta (2002) abordó, por ejem-
nación 189

plo, el desempeño de Gabriela Mistral como Los discursos que proclamaban estados na-
maestra en Chile y, posteriormente, dentro cionales étnicamente homogéneos dieron
del proyecto educativo de José Vasconcelos pie, en Europa, a las limpiezas étnicas que
en el México posrevolucionario. se realizaron a partir de finales del siglo xix
Para la conformación de una cultura y llegaron a su clímax con el holocausto du-
nacional es, asimismo, esencial haber com- rante la dictadura nazi (1933 a 1945).
partido una historia común que gracias a Por su parte, en los pueblos que habían
diversas prácticas discursivas y las represen- vivido bajo la dominación de una fuerza im-
taciones en las artes visuales, se conserva y perial extranjera, la fundación de los esta-
actualiza en la memoria histórica colectiva. dos nacionales fue el resultado del éxito de
Ésta preserva recuerdos –ya sea de momen- los movimientos de independencia. Tal
tos gloriosos, de victorias y alegría, ya sea como ocurrió en el mundo entero, también
de humillaciones y derrotas– pero, tal como en estos jóvenes estados independientes, la
pone de manifiesto el análisis de la memoria noción “Estado” se refirió a una institución
colectiva, ésta informa también sobre los ol- y a una unidad administrativa que se legiti-
vidos consensuados. La ausencia o pérdida maba con base en leyes, en particular, la
de la memoria colectiva puede llevar a per- Constitución en tanto ley fundamental para
turbaciones graves en cuanto a la identidad determinar la organización del Estado den-
colectiva de una nación (Le Goff: 133). En tro de una extensión territorial dada.
los lugares de la memoria –monumentos, re- Se observa que en todos los territorios
cintos conmemorativos, manuales escolares del Nuevo Mundo –incluyendo Canadá y los
para la enseñanza de la historia, calendarios Estados Unidos– cuando las élites comenza-
de fiesta, divisas, textos y discursos funda- ron a percibirse como pertenecientes a otra
cionales– se condensa y cristaliza la memo- sociedad, distinta de la de la madre patria,
ria de una nación; son, en cierto modo, su vincularon la idea de nación en los discursos
inventario (Nora: 7). independentistas del siglo xviii, que prece-
Otro aspecto de gran importancia es la dieron las guerras de independencia, con la
lengua en tanto elemento distintivo de una idea del nativismo (Chaspeen, “Beyond”:
nación. Es la idea antigua de que el idioma xv). El grupo que se presentó en América
representa un mecanismo mental fuerte y Latina y el Caribe como hegemónico era el
determina de modo decisivo la mentalidad de los criollos. Pese a que en el primer mo-
de sus hablantes. El poliglotismo en países vimiento de independencia en el virreinato
como Suiza y Canadá, así como en los paí- de la Nueva España, que fue encabezado por
ses de América Latina con un alto porcenta- el cura Miguel Hidalgo y Costilla, participa-
je de indígenas que hablan diversos idiomas ron también mestizos e indígenas, el grupo
autóctonos impide la fuerte unión entre la social que finalmente logró cosumar la inde-
población. pendencia fue el de los criollos liderado por
Como recalcó Benedict Anderson a partir Agustín de Iturbide; esto es, tanto en el vi-
de la etimología del concepto nación, éste rreinato novohispano como en las demás
alude a los vínculos de parentesco y fami- colonias españolas y portuguesas en América
lia y no a las ideologías políticas, pues uno Latina y el Caribe fueron los criollos los que
nace dentro de una nación del mismo modo lograron plantear un proyecto político de
como uno nace dentro de una familia. Al autodeterminación ante las autoridades co-
contrario, el nacionalismo es, por un lado, loniales. Pusieron así fin al régimen colonial
una ideología, y, por otro, un movimiento, y y aspiraron a ocupar los puestos que antes
ha sido una fuerza poderosa en las políticas habían ocupado los peninsulares. En el caso
mundiales y en el proceso de constitución de de los virreinatos de la Nueva España, de la
los estados-nación a partir de la Revolución Nueva Granada, y del Río de la Plata, los
francesa. Al concebir la nación como unión criollos quisieron, mayoritariamente, poner
entre el estado y el pueblo, surgieron hacia también fin al sistema monárquico. Sin em-
el exterior hostilidades en contra de los paí- bargo, mientras que en el virreinato de la
ses vecinos; en cambio, hacia el interior, se Nueva España se vinculó el reclamo por la
proyectó y evocó una homogeneidad étnica independencia con la exigencia de abolir la
ficticia y una unidad imposible de lograr. esclavitud de los negros, en Estados Unidos
190 nación

ésta no fue parte de la agenda de los colonos del proyecto nacional a los que practicaban
europeos que lucharon por la independen- otra religión o confesión. Por ello, para el
cia y exigieron la igualdad y los derechos ámbito mexicano, hay que matizar la afir-
ciudadanos sólo para ellos mismos. Recién, mación de Jean Franco, quien señala que
casi un siglo más tarde, se logra abolir la la nación es el lugar de una inmortalidad
esclavitud en toda la Unión Americana. secular (Conspiradoras: 209), pues sólo pau-
Aún antes de lograr la independencia del latinamente, a cuatro decenios de la consu-
poder colonial y partiendo de la idea de la mación de la Independencia, tras la guerra
nación, los criollos en América Latina elabo- de Reforma (1858-1861) y la victoria, en
raron sus primeras representaciones colecti- 1867; tras la guerra de Intervención contra
vas ya en el siglo xviii. En la Nueva España los conservadores que habían defendido el
surgió, por ejemplo, el patriotismo criollo principio religioso del estado, el presidente
en tanto discurso esencial para la imagina- liberal mexicano Benito Juárez logró vencer
ción del futuro Estado nacional indepen- a la Iglesia en tanto Estado paralelo, intro-
diente. (El jesuita Francisco Javier Clavijero ducir de modo definitivo el principio laico y
evocó en Historia antigua de México, de reunir a los mexicanos en torno a símbolos
1780, la antigüedad indígena para legimitar seculares.
el deseo de independencia sugeriendo que Es pertinente subrayar, asimismo, que
ésta se igualaba en su grandeza a la de la antes de consumarse la Independencia se
Antigüedad grecorromana, que las naciones habían deslindado los términos “patria” y
europeas evocaban, a su vez, como cuna de “nación” y recién a principios del siglo xix
las civilizaciones occidentales. De modo pa- se veía una unidad entre la patria, la nación
radójico, en su proyecto de una patria crio- y el pueblo, y la narración de la nación se
lla, Clavijero no contempló, sin embargo, inició. A lo largo del siglo xix, los discursos
a los pueblos indígenas coetáneos. Así esta literarios, los diarios y otras publicaciones
patria criolla es imaginada como blanca con periódicas contribuyeron de modo decisivo
un origen lejano indígena.) a la construcción discursiva de la nación.
El patriotismo criollo se basó, haciendo a (No obstante la influencia enorme de los ar-
un lado a las otras etnias indígenas, en el az- gumentos de Anderson, quien afirmó que los
tequismo y en el guadalupismo. Al usurpar medios impresos del siglo xviii sirvieron
el pasado indígena prehispánico se presentó para definir e imaginar la nación, Chasteen
la cultura de la patria criolla novohispana hizo hincapié en que fueron los medios im-
con un origen mítico y al evocar un culto presos del siglo xix los que tuvieron esta
particular de un catolicismo sincrético, que función (x). Chasteen señala que en el siglo
se había practicado a partir del siglo xvi en anterior circulaban cartas y otros textos ma-
la Nueva España y había servido como ban- nuscritos de la pluma de hombres y mujeres
do de unión entre criollos, mestizos, indíge- en los que se imaginaba la creación de un
nas y castas, se logró marcar la diferencia futuro Estado-nación.) Al describir el paisa-
entre los descendientes de peninsulares que je y las costumbres, y al abordar la historia
nacieron en América y los nacidos en la pe- nacional reciente, los discursos ficcional y
nínsula. Siguiendo la lógica del patriotismo periodístico sirvieron para destacar las par-
criollo que consideró el culto a la Virgen ticularidades geográficas, culturales, socia-
de Guadalupe como uno de sus elementos les e históricas que distinguían las jóvenes
constitutivos, la insurrección iniciada por naciones latinoamericanas de España y
Miguel Hidalgo y Costilla en 1810 se orga- Portugal, así como para legitimar su inde-
nizó en torno al estandarte de esta Virgen, pendencia no sólo política sino también cul-
evocando, por lo tanto, símbolos religiosos tural. Por otra parte, al relatar historias de
para cohesionar una población sumamen- amor y presentar parejas heterosexuales
te heterogénea en cuanto a la etnia, raza y ideales en las novelas fundacionales del ro-
clase social, y en las Tres Garantías decla- manticismo, se evocó la unidad nacional
radas en el Plan de Iguala y reiteradas en más allá de diferencias raciales y sociales
los Tratados de Córdoba se estableció para (Sommer, Ficciones; Limón).
el Estado nacional independiente la reli- Dado su propósito de deslindarse de las
gión católica como única, excluyendo así otroras potencias coloniales, las jóvenes na-
nación 191

ciones latinoamericanas rechazaron los tér- fundación y hasta la fecha, se han enfren-
minos “hispano”, “luso” e “ibero”. Al adop- tado las jóvenes naciones latinoamericanas
tar el concepto “latino” destacaron que no con un alto porcentaje de indígenas como,
basaban su respectiva cultura nacional en el por ejemplo, el Perú, Bolivia, Ecuador,
hecho de hablar español o portugués e hi- Guatemala y México. Entre los problemas
cieron, más bien, énfasis en su nexo con los que aquejaban a estos estados en el siglo xix,
países romances, en general. cabe mencionar, en primer lugar, la infraes-
Es pertinente señalar que tanto México tructura deficiente, que impidió que todos
como los demás estados de América Latina los indígenas tuvieran acceso al español; en
y el Caribe surgieron de la red burocrática segundo lugar, persistió en las comunidades
colonial y a pesar de haber logrado la inde- indígenas el rezago educativo, en general,
pendencia política de España o Portugal, y el analfabetismo, en particular, lo que
persistía el orden colonial en sus respectivas impidió que los indígenas fueran también
sociedades. En México, paradójicamente, enunciadores de los discursos nacionalis-
siguió incluso vigente la Constitución de tas; sólo de modo parcial circularon entre
Cádiz. Por otro lado, los estados indepen- ellos los imaginarios nacionales construi-
dientes tuvieron serios problemas al querer dos desde el poder central y por parte de
limitar el poder de la Iglesia católica e intro- los escritores comprometidos con la narra-
ducir, influenciados por la Revolución fran- ción de la nación, que evocaban una iden-
cesa el laicismo en la educación y como tidad nacional homogénea, por lo que los
principio del Estado. indígenas seguían concibiendo “nación” en
Al querer fundar estados nacionales tras relación con los pueblos y etnias indígenas
haber conquistado la independencia en el y no en relación con la totalidad de la po-
siglo xix, los estados latinoamericanos inde- blación que habitaba el espacio delimitado
pendientes, no sólo tuvieron guerras limí- por las fronteras del Estado nacional; en
trofes con los países vecinos, sino que tam- tercer lugar, seguían existiendo diferentes
bién sufrieron pérdidas territoriales a raíz sistemas jurídicos para los criollos y mesti-
de movimientos separatistas (debido a estos zos, por un lado, y para los indígenas, por
movimientos, México perdió, por ejemplo, otro, ya que durante el periodo colonial se
Guatemala y Texas, pero pudo impedir la habían creado los fueros especiales para los
independencia de la península de Yucatán). indígenas que los protegían legalmente; en
Por otra parte, en la clase política predomi- cuarto lugar, puede constatarse una falta
naban intereses partidistas por sobre los de unidad intelectual y de valores éticos y
nacionales, lo que explica que los bandos en morales compartidos, ya que, a diferencia
conflicto buscaran alianzas con potencias de la clase popular, la élite copiaba modelos
extranjeras (por ejemplo, los conservadores europeos de vida, de modales, de modas y
mexicanos buscaron el apoyo de Francia y alimentos; en quinto lugar, seguían coexis-
Austria, y los liberales el de Estados Unidos). tiendo diversas prácticas religiosa, ya que
El deseo de definir e imaginar una identidad el grado de incorporación de las creencias
y cultura nacional homogénea entraba en indígenas al catolicismo variaba en las di-
conflicto, además, con el multiculturalismo versas etnias; en sexto lugar, continuaba la
y poliglotismo existentes y llevó a prácticas desigualdad social y económica, al igual que
de exclusión y asimilación con respecto a los las oportunidades de ascender socialmente;
pueblos indígenas, así como al desprecio de en séptimo lugar, es notoria la heterogenei-
las lenguas autóctonas pese a que en la dad racial de la población que se compo-
Constitución figuren, junto con el castella- nía de mulatos y afromestizos, de negros,
no, como lenguas oficiales. (Es notable que indígenas, criollos, mestizos y descendientes
en Perú, gracias a las gestiones de la legis- de inmigrantes asiáticos, lo que resultó en
ladora María Sumire, se haya promovido el prácticas de discriminación racial por parte
uso del quechua, ya que éste, junto con de los criollos que, pese a que conformaban
otros idiomas autóctonos, figura como len- sólo un pequeño porcentaje de la población,
gua oficial en la Constitución peruana.) ocuparon los puestos directivos en la econo-
Pero el poliglotismo es sólo uno de los mía y en la política sin lograr legitimar su
diversos problemas con los que, desde su liderazgo frente al pueblo; en octavo lugar,
192 nación

en las comunidades indígenas existían otros años de haber logrado la Independencia y


regímenes económicos, ya que para ellos la sólo fue restituida de modo efímero durante
propiedad privada era inconcebible con su el Segundo Imperio (1864-1867). A pesar de
cosmovisión, pero fue introducida por la le- haber sido liberados de la esclavitud varios
gislación de los liberales en el siglo xix; en decenios antes, las rebeliones, designadas
noveno lugar; cabe destacar que, en vez de por los gobernantes como Guerra de Castas
una memoria histórica compartida, seguía y ocurridas a finales de los años treinta y
existiendo un tapiz de memorias y una me- entre 1840 y 1860, fueron indígenas. Estas
moria histórica fragmentada heredada de la rebeliones fueron motivadas por la desigual-
conquista y la colonia que reflejaba la desin- dad social y el odio racial que persistían in-
tegración social. Según el historiador mexi- cluso tras la declaración oficial de la igual-
cano Enrique Florescano, que se inscribe en dad legal y jurídica en 1867.
la corriente revisionista de la historiografía Tras la independencia, ni el estado ni los
mexicana, a principios del siglo xix, la “pre- partidos que se disputaban la conducción
sencia de múltiples memorias del pasado y de la nación defendieron la causa de los in-
de opuestas interpretaciones del desarrollo dígenas. Por el contrario, los indígenas no
histórico”, fueron política y culturalmente sólo perdieron sus tierras, sino también las
“el principal obstáculo para integrar a una instituciones que habían servido para co-
nación con una memoria común”, esto es, hesionar las identidades étnicas. Tanto los
“para crear una nación unificada con un pa- gobiernos de los conservadores como los de
sado compartido” (Memoria: 255). los liberales combatieron sus tradiciones,
De los problemas señalados, el más grave cultura y valores. Ambas agrupaciones polí-
que surgió en las jóvenes repúblicas fue que ticas excluyeron a los indígenas como parte
la élite de los liberales no logró legitimar su constitutiva de sus proyectos nacionales y
liderazgo social y político ante las masas. no los contemplaban en sus proyectos polí-
Esto llevó a la gran inestabilidad política en ticos. Sin embargo, cuando no acataban las
países como México, donde los liberales ape- leyes del nuevo estado, los indígenas sufrie-
nas lograron imponerse a los conservadores ron represiones severas (Florescano, Etnia:
en el último tercio del siglo; pero la hetero- 487-488).
geneidad étnica y la desigualdad social, así Ya que los políticos del bando liberal
como la desigualdad en cuanto al acceso a consideraban que los indígenas no debían
la educación, desembocó en la dictadura de seguir existiendo como grupo social someti-
Porfirio Díaz. Otros países como Argentina do a una legislación particular, José María
vivieron también largas y repetidas dictadu- Luis Mora propuso erradicar el uso público
ras. Pese a los procesos de democratización, de la palabra “indio”. Pero tras declarar a
hasta la fecha, en México y otros países la- los indígenas ciudadanos libres y sujetos so-
tinoamericanos sigue faltando una identifi- metidos a las leyes vigentes para todos los
cación entre los dirigentes y el pueblo que ciudadanos, su situación económica empeo-
no siente sus intereses representados por la ró, puesto que desaparecieron también las
clase política. Esta falta de identificación y leyes que los habían protegido. Las nuevas
el sentimiento de no ser representados por leyes privaron, por ejemplo, a los indígenas
los políticos electos debilita y retrasa, hasta del derecho consuetudinario que amparaba
la fecha, los procesos de democratización sus formas de vida comunitaria. El sistema
en la mayoría de los estados latinoameri- comunal quedó marcado incluso como ile-
canos y tiene como consecuencia sistemas gal y se despojó a los indígenas de persona-
populistas y autoritarios. Pareciera que el lidad jurídica, por lo que no pudieron defen-
hecho de que los pueblos sean libres, un der sus tierras contra los hacendados y
hecho que Benedict Anderson mencionó rancheros criollos y mestizos. Al hacer de
como condición para la construcción de un los indígenas propietarios individuales de
Estado-nación con ciudadanos que le son sus parcelas, al desamortizarlas e incorpo-
fieles y dispuestos a sacrificarse por él, no rarlas al mercado de tierras no se consideró
es suficiente. Por ejemplo, en México, la es- implementar legislación social alguna que
clavitud de los indígenas ya se había abolido les hubiera protegido en la fase de transi-
en 1755 y la de los negros en 1829, a ocho ción. La propuesta de Juan de Dios Rodríguez
nación 193

Puebla, miembro de la Dirección Nacional tura nacional fuerte: por ejemplo, el cine, el
de Instrucción Pública para el Distrito y los muralismo y la literatura nacionales. Por
territorios de la Federación, de crear un ám- otro lado, se consideró adecuado definirse
bito exclusivamente indígena para proteger- negativamente frente a Estados Unidos des-
los no se concretó. tacando que no se quería ser ni utilitario, ni
No sólo en cuanto a la posesión de la tie- individualista, ni protestante, lo que ilustra
rra, sino también en los ámbitos en que el el hecho de que la política tiene que ver con
indígena seguía viviendo supeditado al blan- la acción pública y la formación de identi-
co –por ejemplo, en cuanto a la fuerza, la dades colectivas con base en el contraste
opinión y los puestos públicos, así como en entre lo propio y lo ajeno. Así, la identidad
cuanto al acceso al conocimiento y a la ri- nacional al igual que toda identidad, se ha
queza de la nación– se refirió el afán iguali- establecido por relación, al afirmar una di-
tario a los derechos de los indígenas en tan- ferencia y describir los rasgos particulares
to ciudadanos, pero no se preveía mecanismo del Otro, que representa al exterior.
alguno por medio del cual la igualdad se En el momento actual que se caracteri-
hubiera podido alcanzar. za por las migraciones masivas y la conse-
La proclamación de la igualdad legal en cuente diáspora, así como los procesos de
la Constitución de los liberales disimulaba, globalización acelerada y de fenómenos
además, la política de asimilación como culturales y económicos transnacionales, el
parte constitutiva de los proyectos naciona- resurgimiento del nacionalismo en el mun-
les que entraban así en conflicto con las do entero sólo puede ser entendido como
identidades étnicas. Así se dio continuidad parte de un proceso histórico largo. Es no-
a la práctica ya vigente en la colonia de con- toria la vitalidad y el poder de las nacio-
vertir a los indígenas al catolicismo. Además, nes y el nacionalismo en un mundo que a
la élite política se propuso promover entre causa de la globalización es cada vez más
los pueblos indígenas las costumbres de las interdependiente. Los procesos de la globa-
culturas europeas. En particular, se les que- lización son acompañados de la erupción de
ría “blanquear” por medio de la educación conflictos étnicos y del resurgimiento de la
que seguía los modelos de la educación laica conciencia étnica. En México ha llevado al
y cívica francesa. Se les concedía la ciuda- surgimiento del neozapatismo y en Bolivia
danía a los indígenas sólo cuando abando- y Ecuador a movimientos indígenas que
naban sus costumbres de vivir como nóma- desembocaron en la elección de presiden-
das y cuando aceptaban vestirse. Por otro tes indígenas. Según Anthony D. Smith, la
lado, se restringía el otorgamiento de la ciu- clave para entender las naciones y el nacio-
dadanía a aquellos indígenas que sabían leer nalismo en tanto fenómenos generales del
y escribir. mundo moderno se relaciona con el lega-
Las políticas de asimilación han conti- do de las diversas culturas históricamente
nuado a lo largo del siglo xx. En México, constituidas, así como los vínculos étnicos.
los discursos posrevolucionarios acerca del Los estado-naciones en tanto formas de
mestizaje han tenido la finalidad de cons- asociación humana particulares han so-
truir una nación mestiza cuya forma de cavado las estructuras tradicionales de las
vida, prácticas sociales y estructuras econó- comunidades y han divulgado la ideología
micas han tenido que aceptar los indígenas del nacionalismo, desvinculándolo de sus
para poder integrarse a la cultura nacional. contextos nacionales particulares. Ya que la
De lo contrario han permanecido excluidos interdependencia global fortalece las econo-
de la nación y del desarrollo económico y mías nacionales, las políticas de protección
social. del capitalismo nacional por parte de los
Las dificultades de aglutinar una pobla- estados nacionales han sido reemplazados
ción sumamente heterogénea que persistió por políticas que favorecen al capital trans-
en México a lo largo del siglo xx, hizo nece- nacional (Alarcón; Kaplan; Moallem).
sario reiterar discursivamente todo aquello Por otro lado, gracias al fenómeno mi-
que unía a todos los mexicanos y de enseñar gratorio, las fronteras imaginarias de las
la interpretación oficial de la historia, así naciones se han modificado y el concepto de
como crear, con apoyo del Estado, una cul- Estado-nación que partía del supuesto que
194 nación

la nación se encontraba confinada a los lí- da por la de la identificación con papeles


mites geográficos del mismo, se replantea. y formas de comportamiento existentes en
Tanto las identidades nacionales como lo ambas culturas nacionales: la expulsora de
que se ha entendido como cultura nacional migrantes como, por ejemplo, la mexicana,
se han vuelto aún más movedizas, fluctuan- y la receptora como, por ejemplo, la esta-
tes e híbridas. En el caso de muchos estados dunidense.
latinoamericanos, pero en particuar en el de
México, Cuba y Puerto Rico, de los que mi- obras de consulta. Alarcón, Norma, Caren
graron millones hacia Estados Unidos, la Kaplan y Minoo Moallem. “Introduction:
comunidad imaginada se divide en dos par- Between Woman and Nation”, en Caren
tes: una dentro del Estado-nación y la otra Kaplan, Norma Alarcón y Minoo Moallem
fuera del terriorio nacional, en Estados (eds.), Between Woman and Nation, Durham,
Unidos. Por otra parte, en el caso de los mi- Duke University, 1999, pp. 1-18; Anderson,
grantes documentados mexicanos, la ciuda- Benedict, Comunidades imaginadas: reflexio-
danía ya no queda limitada al estado de nes sobre el origen y la difusión del naciona-
origen, sino se puede conseguir la doble na- lismo (trad. Eduardo Suárez), México, Fondo
cionalidad. Al contrario, los migrantes indo- de Cultura Económica, 1993; Bhabha, Homi
cumentados sufren una pérdida de identi- K, “Introduction: Narrating the Nation”, en
dad. A su vez, en Redreaming America: Homi K. Bhabha (ed.), Nation and Narration,
Toward a Bilingual American Culture, Debra Londres, Routledge, 1990, pp. 1-7; Castillo,
Castillo (2005) propone plantear a Estados Debra, Redreaming America: Toward a Bilingual
Unidos como nación y cultura bilingüe. American Culture, Albany, State University
En los países expulsoras de migrantes, of New York, 2005; Chasteen, John Charles,
los procesos migratorios han llevado a re- “Introduction: Beyond Imagined Communities“
planteamientos acerca de la relación entre en John Charles Chasteen y Sara Castro
el centro y las márgenes del Estado-nación, Klarén (eds.), Beyond Imagined Communities:
y, por su cuenta, las fronteras y los espacios Reading and Writing the Nation in Nineteenth
fronterizos gozan hoy día de centralidad en Century Latin America, Washington/Baltimore,
tanto lugares productores de nuevos códigos, Woodrow Wilson Center/The Johns Hopkins
discursos y expresiones culturales más allá University Press, 2003, pp. ix-xxv; Florescano,
de los nacionales preexistentes. Cualquier Enrique, Etnia, estado, nación: ensayo sobre
manifestación cultural y producción de dis- las identidades colectivas en México, Madrid/
cursos y productos culturales (cine, literatu- México, Taurus/Alfaguara, 1998; Florescano,
ra, performance, artes plásticas, etc.), en el Enrique, Memoria mexicana, México, Joaquín
espacio de la frontera sólo puede analizarse Mortiz, 1987; Franco, Jean, Las conspiradoras:
como manifestación efímera que se relacio- la representación de la mujer en México (versión
na con las experiencias en el cruce/traslado/ ampliada) (trad. Mercedes Córdoba), México,
crossing entre varias normas y códigos cul- Fondo de Cultura Económica/El Colegio
turales y el impacto que éste tiene en el in- de México, 1993; LeGoff, Jacques, El orden
dividuo. En vista del espacio de la frontera de la memoria: el tiempo como imaginario,
y de los procesos que se despliegan en él, no Barcelona: Paidós, 1991 (trad. Hugo Bauzá);
sólo se ponen en tela de juicio las metana- Limón, José. E., “Mexicans, Foundational
rraciones modernas acerca de la nación y Fictions, and the United States: Caballero,
las identidades colectivas, sino tambien las a Late Border Romance”, en Doris Sommer,
posmodernas, pues aun cuando se hable ed.,The Places of History: Regionalism Revisited
de identidades híbridas, le será inherente in Latin America, Durham, Duke University
a este concepto una tendencia normativa y Press, 1999, pp. 236-250; Smith, Anthony
generalizadora. En una época de cambios D., Nations and Nationalism in a Global Era,
sociales acelerados, debido a los fenómenos Oxford: Polity, 1995.
migratorios, “la identidad” parece ser una
categoría inadecuada que debe ser sustitui- [ute seydel]
oralidad tivas de sociabilidad consiste en el tránsito
de la oralidad a la escritura. Desde esa pers-
El término “oralidad” se refiere al lenguaje pectiva, la oralidad constituye un estado de
como sonido articulado para ser hablado y déficit cognoscitivo y comunicativo que im-
oído. La comunicación oral se expresa a tra- pide a las culturas tradicionales asegurar su
vés de la voz y su potencial se encuentra en supervivencia y desarrollo.
ser narrada. El lenguaje es abrumadora- Hay que considerar que la escritura sur-
mente oral. Comunicación verbal y pensa- gió como una forma de poder manejada por
miento se relacionan con el sonido. La ges- las elites ilustradas. Si bien es cierto que
tualidad sustituye a las palabras y, las mayas y nahuas desarrollaron una escritura,
imágenes, por elocuentes que sean, siempre el conocimiento, práctica y control de este
se sitúan en un contexto de palabras. Toda conocimiento se limitó a las jerarquías y gru-
historia antes de ser escrita fue contada. pos minoritarios. Por lo tanto, las mayorías
siguieron siendo funcionalmente orales.
formas de comunicación oral. Entre las for- La escritura hizo que la forma verbal
mas de comunicación oral se encuentran: 1] quedara plasmada. No obstante, la escritura
el testimonio que registra las declaraciones nunca puede prescindir de la oralidad. “La
verbales de un testigo ocular de un aconte- expresión oral es capaz de existir, y casi
cimiento; 2] la tradición oral o testimonio siempre ha existido, sin ninguna escritura
indirecto que pasa de generación en genera- en absoluto; empero, nunca ha habido escri-
ción, de boca en boca, y depende para su tura sin oralidad (Ong: 18).”
transmisión de la memoria colectiva y 3] la De acuerdo con David R. Olson, los sis-
historia oral, definida como narrativa con- temas de escritura no fueron creados para
versacional, abocada a recoger, a través de representar el habla, sino para comunicar
entrevistas cualitativas, las experiencias o información. De aquí se desprende la po-
historias que cuentan testigos y actores di- tencial capacidad analítica de la escritura.
rectos acerca del significado de los hechos En consecuencia, oralidad y escritura tie-
vividos más que de los sucesos mismos. nen sus cualidades distintivas propias. Sin
Por otra parte, cabe mencionar que “la embargo, es importante advertir que para
noción de oralidad es una noción construida Olson, oralidad y escritura no se contra-
desde la cultura de la escritura” y, por lo ponen; las culturas más altamente letradas
tanto, “al hablar de oralidad nos situamos han sido al mismo tiempo las más altamente
de hecho en el espacio de la escritura” (Raúl orales (100).
Dorra, citado en Ostria González). “La escri- Aunque esta entrada se ocupa fundamen-
tura, de acuerdo con Walter Ong, es la alta talmente de la oralidad y de los cambios en
tecnología que ha moldeado e impulsado la el pensamiento y la expresión producidos
actividad intelectual del hombre moderno y por la escritura, es importante mencionar
representa un adelanto muy tardío en la algunos conceptos en torno a las imágenes
evolución humana (86).” Las sociedades es- fijas y en movimiento.
criturísticas imaginan la oralidad como un En la actualidad, los expertos en las cien-
estado precario necesario de superar, y su- cias del lenguaje coinciden en que la lengua
ponen que el progreso de esas formas primi- es un sistema de signos o semiótica. Así las

[195]
196 oralidad

cosas, el valor del signo está determinado las competencias discursivas de emisores y
por su entorno, y este valor –que no es otra destinatarios. El emisor podrá imponer un
cosa que su significación– está colocado sentido siempre y cuando el destinatario se
dentro de un contexto. Este valor es el sig- halle preparado, dispuesto y en posibilida-
nificado del signo en un texto. En este juego des de aprehenderlo y transgredirlo.
de actos de comunicación, los emisores y los
destinatarios no producen palabras o frases características distintivas de la oralidad y la
ni reciben signos que interpretan. Las partes escritura. De acuerdo con Walter Ong la
involucradas aprenden, comparten e inter- oralidad es formularia, acumulativa, redun-
cambian textos (Vilches). dante o copiosa y depende del presente real
Ahora bien, según Roman Jakobson, el de su enunciación (38-80).
texto, viene después de la expresión oral; es La oralidad es formularia porque se apo-
decir del discurso. Aquí el texto es la escri- ya para recordar en fórmulas nemotécnicas
tura que produce la expresión oral. Pero el y rítmicamente expresivas, como los prover-
texto tiene también una función delimitati- bios, que ayudan a fijar y procesar los datos
va y, entonces, funciona como un corpus de de la experiencia. La oralidad carece de es-
análisis. Esto permite que se hable de filme- critura o libros para recordar el conoci-
texto, fotografía texto. miento.
Una fotografía se puede estudiar como La oralidad es acumulativa. Esto quiere
un texto visual, distinguiendo sus marcas decir que el discurso oral es menos depen-
sintácticas (su plano propiamente expresivo diente de las reglas de la lógica y la gra-
o significante), y el semema actualizado (su mática porque se rige por los contextos de
significado denotado). De esta manera se enunciación que le ayudan a transmitir el
analiza, exclusivamente, su representación significado (gestualidad, entonación, vo-
semántica, sin tomar en cuenta su aspecto lumen, pausas, velocidad, ritmo del habla
expresivo. Esto sería lo equivalente a estu- popular que acompañan al hablante) y son
diar una tira cómica únicamente como le- difíciles de reproducir por la escritura. La
yenda o historia. escritura depende de la sintaxis (la orga-
La noción de texto no implica la multipli- nización del discurso mismo). La oralidad
cación o suma de elementos separados, por reproduce funciones narrativas esenciales: la
el contrario supone su unidad. La unidad de función emocional, la participación del na-
los elementos situados en el interior del tex- rrador en el relato. La escritura tiende a eli-
to constituye la coherencia semántica de los minar la emoción en aras de la objetividad.
mismos. La coherencia textual en la imagen La oralidad es redundante o copiosa. En
permite que el destinatario interprete una efecto, se basa en la repetición para preser-
expresión con respecto a un contenido o in- var la continuidad o línea de pensamiento y,
formación. Así las cosas, la coherencia en el de esta manera, garantizar su comprensión.
campo de la imagen implica dos niveles de Fuera de la mente no hay nada a qué volver
análisis: 1] el icónico, la relación de la ima- pues el enunciado oral desaparece al ser
gen con la realidad y 2] el campo semántico pronunciado. Por lo tanto, la oralidad se
o el estudio de la forma del significado. apoya en la redundancia o repetición de lo
Por último, la noción de coherencia tex- apenas dicho para mantener a hablante y
tual no puede ser entendida sin la noción de oyente en la misma sintonía. La escritura
competencia discursiva del lector de la ima- cuenta con el texto para repasar o recuperar
gen. Gracias a esta competencia, el destina- lo dicho. Las culturas orales estimulan el
tario puede interpretar el texto, caracterizar exceso, la verbosidad, la repetición que los
una secuencia visual, reconocer la Forma de retóricos llaman copia y se usa para persua-
un conjunto de figuras y fondos, comparar o dir a un público a responder.
metaforizar una imagen y generalizar el dis- La oralidad resignifica en el presente real
curso en la enunciación. De ahí que, desde de su enunciación los sentidos del lenguaje.
esta perspectiva, la vieja consigna “una ima- De ahí que las culturas orales no produzcan
gen dice más que mil palabras” constituya diccionarios, como las culturas escritas que
un error pues las imágenes implican códigos se interesan en las variantes polisémicas del
culturales que para su lectura requieren de lenguaje.
oralidad 197

En otras palabras, la comunicación oral o candados sociales que eviten el infinito


depende de la memoria para su reproduc- proceso de cuestionamiento, propio de la
ción. Pero esta aparente desventaja, no debe ciencia. Al aceptarse estas comunicaciones
interpretarse como una debilidad o pérdida como premisa o base de ulteriores comuni-
de la identidad de la memoria. Por el con- caciones, continúa la comunicación inde-
trario, la memoria debe comprenderse como pendientemente del cuestionamiento en el
un proceso discursivo en constante refor- ámbito de la conciencia individual. Por lo
mulación y actualización de sentidos. A ello tanto, el medio de comunicación elegido
se debe que en diferentes regiones culturales será determinante para su reproducción:
las tradiciones orales varíen pero compartan oralidad o escritura. El secreto, el misterio,
a la vez una serie de mitos en proceso de el bien, la verdad revelada, el rumor, han
permutación y desplazamientos. sido algunas de estas premisas sociales que
El discurso oral tampoco requiere de nin- garantizan que la comunicación continúe y
gún aprendizaje previo pues no se apoya en se reproduzcan las reglas sociales. Sin em-
estructuras gráficas y gramáticas rígidas, bargo, la escritura, con su intrínseca posibi-
por eso su divulgación en otras lenguas es lidad analítica, ha ido denotando, a lo largo
un proceso continuo. Se puede decir que los de la historia de occidente, la dificultad de
discursos orales ganan un amplio espacio sostener tales premisas o verdades reveladas,
lingüístico, dado que pasan sin mayores admitidas por la fe o la religión, de forma
obstáculos de una boca a otra y de una len- incuestionable: la ciencia moderna es el co-
gua a otra. rolario de estos cuestionamientos (Chinchilla
La oralidad, como práctica, a partir de la Pawling: 20-21).
articulación de diferentes códigos, lenguajes Conviene señalar entonces que los canda-
o registros, representa un determinado esta- dos que cada sociedad establece se relacio-
do, momento o sentido de la memoria. Esta nan o dependen en un alto porcentaje del
descripción de la articulación de diversos vehículo o medio de comunicación por el
registros explica que la oralidad es funda- que se transmite el lenguaje, a saber: la voz
mentalmente autorreferencial, en el sentido y la grafía. Desde esta perspectiva comuni-
de que tiene razón de ser sólo en la medida cativa se pueden caracterizar a las diferen-
que promueve, por un lado diversas estrate- tes sociedades como “culturas de la orali-
gias de representación y, por otro, en la me- dad” o “culturas del impreso” dependiendo
dida que varios de los contenidos a los que del medio imperante en un periodo de la
se refiere alcanzan la posibilidad comunica- historia. La oralidad primaria sugiere colec-
tiva pertinente gracias al sentido que se les tivos que desconocen por completo la escri-
otorga en el momento de su enuncicación. tura. La oralidad secundaria representa so-
En consecuencia, la oralidad es un modo ciedades en las que conviven oralidad y
de representación desterritorializante, pro- escritura. Por ejemplo, en la cultura actual
ceso mediante el cual se pasa de los sentidos de alta tecnología, se mantiene una nueva
compartidos en una comunidad o cultura oralidad mediante el teléfono, la radio, la
específica, a la permanente redefinición de televisión y otros aparatos electrónicos que
las prácticas cotidianas o tradiciones ritua- para su existencia y funcionamiento depen-
les. Esta reformulación permanente de la den de la escritura y la impresión.
oralidad explica la desaparición de determi-
nadas tradiciones y testimonios comunita- el término oralidad en los estudios latinoa-
rios y su reemplazo por otros nuevos. mericanos. En términos generales, conviene
comenzar esta sección definiendo la moder-
¿por qué estudiar la oralidad? Si se acepta nidad, como un tiempo de crisis histórica,
que la sociedad es comunicación, se puede ocurrido entre los siglos xvi y xx, que coinci-
comprender que el gran problema de la me- de con el auge histórico del capitalismo y el
moria social es la reproducción de las reglas desencanto y secularización del mundo. Las
sociales base de su identidad. El lenguaje es ideas de la Ilustración, constituyen el hito
insuficiente para garantizar la comunica- cultural de la modernidad porque al centrar
ción permanente de las reglas sociales. Por el conocimiento en la razón, base del pen-
tanto, se requieren de ciertas construcciones samiento científico moderno, la cultura, en-
198 oralidad

tendida como saberes, creencias y valores, de la retórica. El canon de la cultura letrada


es transformada. Los procesos de urbaniza- se impuso, como regla inmutable, para mar-
ción, los cambios educativos y el desarrollo car límites, establecer un patrón estético de
de la imprenta, propios de la modernidad, medida y consolidar un instrumento de su-
propiciaron el desarrollo del pensamiento pervivencia para resistir el tiempo y la razón
científico. En efecto, el pensamiento de la (Carrasco).
Ilustración rechazó las verdades reveladas Al imponer el orden de la escritura a la
por la fe, propias de las sociedades premo- oralidad, se establecen leyes, clasificaciones,
dernas o tradicionales y, de esta manera, la distribuciones y jerarquías mediante las cua-
capacidad analítica de la escritura predomi- les el imaginario social articula a la escritu-
nó sobre la fe de las culturas orales. ra con el poder, un poder que “territorializa”
Ahora bien, vale la pena recordar que la a la memoria y suprime la distancia entre la
modernidad presenta características distin- letra rígida y la palabra siempre volátil.
tas en el mundo occidental europeo y en el El hecho es que la modernidad en
mundo latinoamericano. Los expertos coin- América Latina introdujo una visión euro-
ciden que pese al impacto cultural que sig- céntrica del mundo que, entre otras cosas,
nificó en las sociedades latinoamericanas la excluyó del marco literario la oralidad de
expansión del capitalismo en Occidente, és- los pueblos indígenas. La ciudad letrada
tas consiguieron una modernización tan- implantó un sistema binario que dividió a
gencial y hasta distorsionada. Los cambios la tierra en polos opuestos. De acuerdo con
económicos, sociales, políticos y culturales esta clasificación, Europa representaba a la
se dieron de una manera deficiente y des- modernidad y a la civilización, altamente
equilibrada. En lo económico, el afán mo- tecnológica con dominio y predominio del
dernizador de las elites ilustradas de cuño pensamiento letrado mientras América, en
positivista promovieron la incorporación de el polo opuesto, estaba caracterizada por la
Latinoamérica, como economía dependien- tradición y la barbarie. Así las cosas, la ora-
te, al mercado mundial, en lo social estimu- lidad quedó subsumida y asimilada dentro
laron la inmigración masiva y en lo político del dominio de la cultura letrada. No está
impulsaron regimenes liberales de corte au- por demás advertir, como lo hace el críti-
toritario (Grandon Lagunas). co literario peruano Antonio Cornejo Polar,
Considerando la heterogeneidad cultural que la mayoría de los conquistadores eran
que representan las sociedades latinoameri- iletrados y su relación con el libro no estaba
canas, se comprende que desde la conquista lejos del temor supersticioso. Para ellos el
se enfrentaran una cultura oral dominada libro funcionaba como un fetiche. Lo que de
(la aborigen) y una cultura letrada domi- entrada cuestiona la homogeneidad de un
nante (la europea). Alfabetización, cristia- pretendido proyecto civilizatorio (Quitian
nización y colonización propiciaron una Peña).
redistribución de las prácticas y de la con- Así las cosas, hay que consignar que di-
ceptualización de las prácticas discursivas versos estratos de cultura popular en
orales y escritas en el Nuevo Mundo. Desde América Latina han logrado desarrollar for-
entonces, como toda práctica comunicativa mas orales de comunicación perfectamente
que ha desarrollado un sistema de escritura, eficaces y expresivas de su propia realidad.
la letrada, apoyada en el poder colonizador, Por lo tanto, urge revalorarlas a la hora de
busca imponerse estimulando varias formas construir el real perfil identitario de nuestra
de interacción entre la comunicación oral y cultura (Ostria González). “Incorporar la
la escrita. Hecho que favorece la conforma- oralidad armonizándola con la cultura del
ción de zonas de diversos grados de alfabeti- libro” parece ser –de acuerdo con Morandé–
zación y analfabetismo (Ostria González). uno de los grandes temas pendientes desde
Ahora bien, con la idea de controlar la el punto de vista de la identidad cultural de
oralidad desterritorializada y subversiva, la los pueblos latinoamericanos (citado en
cultura letrada impuso un canon que trans- Ostria González).
firió desde la institución religiosa y política En todo caso, se debe distinguir entre la
a la literatura. Se trataba de regular y con- oralidad plena y funcional, propia de las so-
trolar el poder de la palabra, de la belleza ciedades tradicionales, y la oralidad derivada
oralidad 199

del analfabetismo, consecuencia de las des- latinoamericana no hizo otra cosa más que
igualdades sociales y económicas en las cul- fortalecer el formato letrado impuesto por el
turas letradas modernas (Ostria González). canon europeizante (Montaldo: 36).
Parafraseando a Pierre Bourdieu, se trata, Críticos literarios latinoamericanos ex-
en todo caso, de un problema de acceso al ploraron la disputa entre letra y voz en sus
mercado de las competencias escriturísti- aspectos básicos y ofrecieron algunas re-
cas, vía escolarización. En efecto, la educa- flexiones. Antonio Cornejo Polar discutió el
ción se halla estrechamente vinculada con la eurocentrismo del canon literario hispano-
posición que los agentes ocupan dentro de americano y los problemas que implicaba
la estructura de distribución de capital lin- la inclusión de la oralidad dentro del marco
güístico y su relación con la clase (57-58). letrado. El martiniqueño Edouard Glissant,
El hecho es que ambas prácticas (orali- por su parte, aseveró que la oralidad era un
dad y escritura) suponen, además de con- elemento emblemático de la literatura cari-
flictos, complementariedad e influencias beña, que sirvió como arma en la lucha con-
recíprocas. De modo que, por un lado, la tra la hegemonía europea. Por otra parte,
oralidad ya no existe en estado puro en nin- Ángel Rama, propuso el concepto de trans-
guna parte de América y sólo cabe estudiar- culturación como forma de inclusión de las
la en relación con el sistema hegemónico culturas preferentemente orales dentro del
letrado. Por otra parte, las formas letradas concepto estado-nación, en contrapunto
muestran procesos de hibridación con for- John Beverley hizo su propuesta multicul-
mas de oralidad, incluso en aquellas prácti- tural que procuraba la igualdad hasta sus
cas consideradas como más prestigiosas y últimas consecuencias (¿qué fuente tiene en
cultas, como las manifestaciones literarias mente?). Se trataba de una igualdad epis-
(Ostria González). temológica, cultural, económica y cívico-
A partir de los años setenta, los expertos democrática concreta, y no de una igualdad
en oralidad, apoyados en las hipótesis de de filiación burguesa, que en nombre de la
Walter Ong sobre la oralidad y la escritura igualdad, fija las desigualdades que la han
y las teorías de Mijail Bajtín sobre la novela, constituido como patrón de poder. Los con-
decidieron revisar la tradición literaria lati- ceptos de estos autores mostraron la vigen-
noamericana que excluía la oralidad de la cia de las luchas entre letra y voz, literatura
escritura, pues el acceso a la letra era priori- y oralidad, elite y subalternos, resistencia
tario y restrictivo. Para ese entonces, la lite- y dominación, identidad, hibridación que,
ratura latinoamericana ya había interesado a la fecha, los estudios culturales latinoa-
a los europeos que gustaban del exotismo. mericanos colocan en la centralidad de su
La mercantilización de los bienes culturales reflexión.
tercermundistas, entre los cuales se hallaba
la letra, se había consolidado en el boom de obras de consulta. Bourdieu, Pierre, Ce qui
la literatura latinoamericana de los años se- parler veut dire. L´économie des échanges
tenta. Los escritores ficcionalizaban la orali- linguistiques, París, Fayard, 1982 [¿Qué sig-
dad mediante un simulacro de “traducción” nifica hablar?, Madrid, Akal, 2001]; Beverly,
o pasaje de la oralidad dialectal a la letra John, Subsalternity and Representation:
escrita. Se procuraba una suerte de restitu- Arguments in Cultural Theory, Durham, Nueva
ción simbólica que redimía a la oralidad de York y Londres, Duke University Press, 1999;
la letra, además de devolverle su legitimidad Chinchilla Pawling, Perla, De la compositio loci
para ingresar a la gran biblioteca culta eu- a la República de las Letras: predicación jesuita
ropea. Se recuperaba, vía la oralidad, esa en el siglo xvii novohispano, México, Universidad
parte de la identidad latinoamericana que el Iberoamericana, 2004; Dorra, Raúl, Entre la voz
canon literario europeo había excluido. Los y la letra, México, Plaza y Valdés/Universidad
grupos subalternos ejercían su resistencia a de Puebla, 1997; Gugelberger, Georg M. (ed.),
la cultura hegemónica. La idea era oír las The Real Thing. Testimonial Discourse and
diferencias, la autenticidad, la identidad de Latin America, Durham, Duke University
lo latinoamericano. Paradójicamente, el es- Press, 1996; Lienhard, Martín, La voz y su
fuerzo por importar al texto escrito una di- huella: escritura y conflicto étnico-cultural en
mensión representativa del habla coloquial América Latina, 1492-1988, Lima, Horizonte,
200 oralidad

1992; Mato, Daniel, El arte de narrar y la no- temporánea, Caracas, Ediciones La Casa de
ción de literatura oral: protopanorama inter- Bello, 1992; Quitian Peña, Edicsson, “El con-
cultural y problemas epistemológicos, Caracas, flicto entre letra y voz y los límites de la re-
Universidad Central de Venezuela, 1990; Olson, presentación”, Bogotá, Pontificia Universidad
David R., El mundo sobre el papel: el impacto Javeriana, s/f <www.javeriana.edu.co/sociales/
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1987; Ostria González, Mauricio, “Literatura Lorenzo, La lectura de la imagen: prensa, cine,
oral, oralidad ficticia,” Estad. Filol, núm. 36, televisión, Barcelona, Paidós, 1995, pp. 29-35
2001, pp. 71-80. <Disponible en http://scielo- (orig. 1984).
test.conicyt.cl>; Pachecho, Carlos, La comarca
oral: la ficcionalización de la oralidad cultural [graciela de garay]
en la narrativa cultural latinoamericana con-
participación cultural en el debate. Si bien esta transición es salu-
dable en tanto complejiza el análisis, se co-
Parafraseando la observación sobre el con- rre el riesgo de ignorar la importancia de las
cepto de cultura de Raymond Williams, po- desigualdades de poder, recursos y acceso
dríamos decir que el concepto de participa- que contextualizan las diversas oportunida-
ción es uno de los mas difíciles de definir en des para la participación cultural. Una vez
el campo de los estudios culturales. que se coloca a la participación fuera de
Preocupación clásica de la ciencia política, ideales emancipatorios y de autonomía y se
la idea de participación ha sido objeto de la entiende como una cadena de procesos de
múltiples y persistentes debates sobre sus sentidos, el desafío consiste en considerar
significados. Por lo tanto, el concepto de su sustancia en términos del funcionamien-
“participación cultural” es doblemente com- to del poder.
plejo ya que, desglosado, remite a dos ideas participación cultural como consumo de
similarmente ambiguas y continuamente bienes producidos. Una posición, emparen-
discutidas. tada con la sociología de medios y de la
Más que sugerir una definición ecuméni- cultura en sus vertientes “administrativas”
ca que sintetice divisiones existentes, aquí o “criticas”, enfoca la participación como
se propone la idea de participación cultural consumo de bienes culturales ya sean con-
como puerta de entrada para reflexionar so- ciertos o programas televisivos, periódicos
bre debates centrales en el campo de los o exhibiciones de pintura. Participación es
estudios culturales en México y en América sinónimo de la cantidad de billetes de en-
Latina. Es una idea que nos permite exami- trada a funciones “culturales”, números de
nar la riqueza de tradiciones teóricas y dis- teleespectadores y asistencia a salas cinema-
ciplinarias como así también del tipo de tográficas.
preguntas que han concitado el interés de Aquí subyace una concepción consumista
académicos y activistas, políticos e intelec- de la participación cultural, es decir, se dis-
tuales en América Latina. tingue claramente entre oferta y demanda
¿Qué significa la participación cultural? de “cultura” (como objetos, medios o activi-
¿Qué hacemos cuando participamos cultu- dades). Se concibe a la audiencia esencial-
ralmente? ¿Hablar de participación refiere mente como consumidora (más que produc-
al consumo de objetos, productos, institu- tora) de bienes culturales. Invariablemente,
ciones “culturales” en momentos determina- se comprende a la cultura como una serie
dos? ¿O, en cambio, es simplemente la exis- de objetos e instituciones y a los “participan-
tencia sumergida en redes de sentido que tes” en espectadores o audiencia, mas allá
hacen la vida social posible? Si se alude a del tipo de interacción que establezcan con
momentos específicos, ¿es posible la “no” los objetos ofertados.
participación cultural? Esta perspectiva se plasma en estudios de
Se puede leer la genealogía del concepto audiencia de medios masivos (radio, televi-
de “participación cultural” en la región en sión, Internet, prensa) o de “las artes” (mu-
términos de la progresiva mudanza de posi- seos, óperas). Frecuentemente, tales estu-
ciones consumistas a productivistas, de dios tienen por objeto demostrar preferencias
perspectivas estructuralistas a “agencistas” por determinados productos entre audien-

[201]
202 participación cultural

cias, ya sea para documentar patrones de el sentido establecido/producido entre “con-


consumo o para convencer a anunciantes sumidores” y bienes. Claro está, como se
(en el caso de medios comerciales) y a orga- discute en la próxima sección, también exis-
nismos financiadores (como el caso de es- te otra vertiente que adopta una posición
pectáculos gratuitos o subsidiados que son diferente, más influenciada por el construc-
ofrecidos por instituciones públicas) sobre tivismo social y teorías que enfatizan la
el mérito de sus inversiones. creación activa de sentido más que el con-
Una variante de esta posición es la idea sumo de objetos per se.
de participación cultural como “trabajo cul- Tal perspectiva de la participación como
tural” en la acepción neomarxista según el consumo también se manifiesta en estudios
argumento de Dallas Smythe. Sin participa- preocupados por la situación de las indus-
ción activa de audiencias (por ejemplo, los trias culturales, tanto en términos de la can-
que miran televisión o escuchan la radio), los tidad como de la calidad de producción de
productos culturales carecen de valor pues- contenidos locales y nacionales. Estos tra-
to que no se transforman en mercancías. bajos documentan la participación como
En un sistema de mercado, donde paque- consumo de ofertas disponibles de las in-
tes/segmentos de audiencias son vendidos a dustrias culturales (literatura, cine, televi-
financiadores de las industrias culturales, el sión). Típicamente, ofrecen dos conclusio-
valor de cambio de los productos es genera- nes. Primero, ofrecen evidencia de la alta
do por las audiencias al participar/trabajar presencia de contenidos extranjeros, los
como consumidores. La participación, por cuales desplazan las preferencias por conte-
lo tanto, no es democratizante, sino que es nidos locales. Segundo, debido al sesgo de
fundamental para el funcionamiento de un producción causado por varios factores
sistema desigual de producción de cultura. (desde el tamaño del mercado hasta la falta
Perspectivas “consumistas” de la partici- de políticas públicas de apoyo a la produc-
pación cultural también se encuentran en ción doméstica), la participación se concen-
estudios académicos que documentan y tra en el consumo de contenidos extranje-
analizan hábitos de “consumo cultural”, a ros. Las excepciones se encuentran en países
efecto de demostrar la situación de las in- con industrias más desarrolladas (el caso de
dustrias culturales en la región y las inclina- la televisión o la industria editorial, o en
ciones de la población por distintos tipos de menor medida, el cine en Argentina, Brasil,
contenidos. Estudios sobre preferencias de Colombia y México) o sectores industriales
contenidos domésticos o internacionales (li- (fundamentalmente, la radio) donde los ba-
teratura, televisión, cine) o de entreteni- jos costos de producción permiten la pre-
miento o noticia (periódicos, televisión, ra- sencia masiva de contenidos locales.
dio) apuntan a obtener una radiografía de Similar perspectiva se encuentra en polí-
prácticas de consumo cultural. Tales estu- ticas oficiales de cultura y de las artes en los
dios adoptan diferentes perspectivas teóri- ámbitos nacional, estatal y municipal. Es
cas. Desde posiciones de la sociología de la habitual que tales políticas promuevan la
cultura á la Bourdieu, algunos optan por idea de la participación cultural como dere-
analizar la formación de capitales culturales cho ciudadano y que estimulen la idea de
y formas de distinción cultural ligadas a pa- democracia cultural como una cuestión de
rámetros de estratificación socio-económi- ampliación del acceso a distintas ofertas
ca. La participación es vista como una for- “culturales”, tales como la “democratización
ma de establecer criterios de clasificación de las artes”, o el apoyo a manifestaciones
cultural según el tipo de objetos culturales culturales ignoradas por el mercado. En al-
consumidos. guna medida, tales concepciones expresan
Cabe mencionar dentro de este grupo a el espíritu de declaraciones internacionales
los estudios recientes sobre culturas juveni- propiciadas por unesco y otras organizacio-
les como continuadores de esta tradición, en nes que consagran la participación cultural
tanto enfocan la formación de “subculturas” como un derecho humano. Asimismo, se
como una cuestión de consumo de bienes tiende a una reafirmación de la distinción
culturales específicos (modas, música, mar- cultural de cada Estado dentro de un pano-
cas) más que por la hermenéutica, es decir, rama global de creciente hegemonía cultu-
participación cultural 203

ral de producciones del norte. Tales políticas pone participación” opta por ofrecer una
tienen por objeto estimular la producción y visión procesual de la cultura. Es decir, cual-
el consumo de bienes culturales a efecto de quier “artefacto cultural” (ropa, programa
construir y consolidar un espacio cultural de televisión, libros, sinfonías) solamente
nacional. Aquí subyace la premisa de auto- cobra sentido en la medida que son vividos
nomía cultural como principio rector de las en procesos activos de participación. Tales
políticas nacionales tendientes a una am- artefactos son referencias y recursos dentro
pliación y protección de la producción e de procesos de creación cultural.
historia cultural. De este modo, la participa- Los estudios sobre “audiencia activa” re-
ción se asimila a una forma de ciudadanía presentan esta concepción de participación,
cultural como membrecía dentro de la na- influenciada por posiciones diversas, desde
ción como comunidad cultural. el constructivismo social hasta el posestruc-
Tales políticas también apuntan a otro turalismo. Mientras que “la participación
objetivo: promover la democratización del como consumo” implica una visión de audi-
acceso a las artes a través del incremento de toria de la audiencia (cuántos, dónde, cómo,
la participación en espacios culturales, tra- quién), “la participación como producción”
dicionalmente reservados a las “bellas artes” remite a la audiencia “tomando parte” en
o a la “cultura alta”, como espectáculos de otorgar significado a objetos culturales.
música clásica o exhibiciones de pintura. En América Latina y en México en parti-
Aquí suele haber un intento doble de demo- cular, esta última posición está identificada
cratización cultural como aumento de la claramente con el trabajo de Jesús Martín
participación: tanto del país a escala regio- Barbero. De hecho, el título de su clásico
nal y global como productor de bienes, trabajo De los medios a las mediaciones figu-
como del público de participar en el consu- rativamente sugiere no sólo un llamado a
mo de bienes usualmente reservado a elites girar del estudio de la comunicación al es-
o públicos especiales según criterios socio- tudio de la cultura, sino epistemológicamen-
económico o bien de preferencias. te, asevera que la tarea es entender cómo se
construye sentido para comprender el papel
la participación cultural como producción de de las instituciones (los medios) y productos
sentido. Las visiones “consumistas” de la culturales (telenovelas). La participación no
participación cultural se contraponen a po- es “en/dentro” de los medios/instituciones,
siciones “productivistas” enraizadas en con- sino participación cultural en sentido am-
cepciones antropológicas y constructivistas plio vinculada a la utilización de recursos y
según las cuales es imposible entender la capitales culturales.
cultura fuera de la noción de participación. También es importante la contribución
Si entendemos cultura como “formas de de estudios antropológicos sobre la imposi-
vida” según las definiciones clásicas de va- bilidad de la ausencia de la “participación
rios antropológos, el concepto de participa- cultural”. El hecho de vivir socialmente de-
ción cultural parece reiterativo: no hay cul- termina que los seres humanos no pueden
tura sin participación. Todos “participan” “no participar” culturalmente en tanto están
culturalmente ya sea hablando, practicando inmersos en “redes de sentidos”. En este
rituales o prefiriendo ciertas formas de ves- sentido, la participación cultural es ineludi-
tir y comer. ble. Ésta es la diferencia de, por ejemplo, la
Desde tal perspectiva, la premisa analíti- participación política, la cual, a juzgar por
ca es que la cultura remite a redes de signi- las conclusiones de recientes estudios socio-
ficados actualizados por individuos y comu- lógicos y políticos, es factible de ser una
nidades. La cultura como hábitos, normas, opción no elegida como quien decide no vo-
y prácticas sólo existe como un proceso par- tar o expresar su opinión públicamente..
ticipativo. Claro está, existe “cultura crista- Trabajos sobre la calidad de vida pública en
lizada” en instituciones o normas más allá las democracias contemporáneas latinoa-
de los procesos mediante los cuales tales mericanas, han observado con preocupa-
cobran sentido cuando son vividos median- ción una merma en la calidad y cantidad de
te la participación de los agentes. La posi- participación política medida por distintos
ción más extrema de que “toda cultura su- indicadores (por ejemplo, bajos índices de
204 participación cultural

voto, militancia en partidos políticos y orga- consiste en identificar el tipo de oportuni-


nizaciones civiles, e interés por la política). dades que una sociedad/comunidad genera
Más allá del mérito de estas conclusiones en para la producción de significados. No es
describir el estado actual de la participación una cuestión solamente de individuos o gru-
política, cabe señalar que, a diferencia de la pos como “sujetos activos” de prácticas de
política, la apatía y el retraimiento no son significado, sino de recursos existentes para
posibles en la participación cultural si adop- sostener diversas formas de participación
tamos una perspectiva productivista. cultural, y minimizar barreras para acceder
a la expresión de la pluralidad cultural.
participación y ciudadanía cultural. Si toma- Esto implica desrromantizar la noción de
mos como punto de partida que la partici- participación cultural. Participar cultural-
pación cultural es ineludible, ¿cómo conci- mente, ya sea en “subculturas” (como juve-
liarla con la persistente preocupación sobre niles o migrantes) o en interacción/interpre-
el estado de la participación en la vida pú- tación de “productos” de las industrias
blica? ¿Cómo cotejar la idea de ciudadanía culturales (telenovelas, literatura), sólo por
cultural, ya sea como derecho democrático nombrar temas que han ocupado bastante
o valor normativo, con la noción de partici- atención de investigadores de la región, no
pación cultural como producción de senti- implica democracia. La participación cultu-
do? Si la ciudadanía cultural presupone ral no debe estar asociada necesariamente a
participar como miembro de una determi- una visión emancipatoria como cultura
nada comunidad política (ya sea el Estado- construida “desde abajo” contra el poder,
nación, estado multicultural, o comunida- sino que es, ante todo, una estrategia de per-
des indígenas, religiosas o étnicas), ¿es tenencia social con implicaciones diversas.
posible que no haya alternativa a ser ciuda- Existen formas de ciudadanía cultural que
dano/participante cultural? ¿No es la ciuda- no son civiles, sino que implican violencia y
danía cultural la cotidianeidad de actualizar opresión mediante la actualización y movi-
la membrecía en distintas comunidades? lización de sentimientos exclusivistas y au-
Estas cuestiones solamente pueden resol- toritarios. La participación cultural como
verse dependiendo del tipo de preguntas que hecho de reconocimiento y construcción de
se formulan. La existencia de distintas acep- comunidades y ciudadanías no es necesaria-
ciones de la idea de “participación cultural” mente democrática. Ni la idea de comuni-
es producto del hecho de que los estudios dad ni la de ciudadanía implican necesaria-
culturales han debatido preguntas disímiles, mente civilidad democrática en el sentido de
utilizando herramientas teóricas y ejemplos promoción de la igualdad de oportunidades,
diversos para contestarlas. Si formulamos tolerancia a la diferencia y la inclusión de
preguntas sobre cómo funciona la participa- “otros”.
ción en procesos de construcción y afirma- Por lo tanto, hay que problematizar las
ción de identidad, la participación se entien- implicaciones de la participación cultural.
de como producción de sentido que utiliza El hecho mismo de participar, de ser ciuda-
y crea distintos recursos para actualizar y danos de comunidades culturales, no debe
negociar definiciones. En cambio, si el inte- ser asimilado automáticamente con poten-
rés remite al estado de la producción cultu- cial democrático. Éste último compete tanto
ral o la utilización de distintas instituciones, a cuestiones de producción como consumo
la participación se tematiza como una cues- de bienes culturales, de políticas públicas
tión de consumo. (promoción de distintas expresiones artís-
Por lo tanto, las preguntas pendientes gi- ticas) como de politización de identidades
ran en torno a qué tipo de participación cul- e intereses. La participación (desde el uso
tural existe, si es deseable y cómo se vincula de argot determinado hasta la concurrencia
con la situación de las culturas, particular- a eventos musicales, desde la asistencia a
mente los temas de inclusión y la toleran- eventos “artísticos” hasta la recepción de
cia en contextos de migración y diversidad. textos audiovisuales) tiene consecuencias
Mientras que la “ciudadanía cultural” existe impredecibles. Puede facilitar el empodera-
en tanto que individuos y grupos participan miento de sectores excluidos como la crista-
activamente de la vida cultural, el desafío lización de sentimientos de odio y exclusión;
participación cultural / performance 205

puede demostrar la distracción y esparci- carácter polisémico de este término provie-


miento como la contestación de formas de ne de su uso en lengua inglesa, en el que
dominación. significa ejecución, realización, desempeño,
Si no existe “cultura” por fuera de la par- actuación, obra de teatro, etc.). Se trata de
ticipación, este último concepto no puede una aproximación teórica en movimiento
asimilarse a procesos que pugnan por el re- que se desplaza entre disciplinas para abar-
conocimiento, la autonomía, el empodera- car diversos campos de estudio. En el mun-
miento, la tolerancia, o la ampliación de do de las artes, en los intersticios de las
márgenes para la diversidad. Sus implica- artes visuales y las artes escénicas, el perfor-
ciones no deben ser asumidas sino, por el mance es una forma expresiva que por lo
contrario, deben ser, precisamente, la pre- general se manifiesta en acciones concep-
gunta a contestar. tuales cuyo soporte fundamental es el cuer-
po del artista. En el campo de los estudios
bibliografía. Aguilar, Miguel Ángel et al., culturales, el performance (y la performati-
Simpatía por el rock: industria, cultura y sociedad, vidad) es utilizado como paradigma analíti-
México, Universidad Autónoma Metropolitana- co para aproximarse a aquellas actividades
Azcapotzalco, 1993; García Canclini, Néstor expresivas de índole diversa que involucran
(ed.), El consumo cultural en México, México, un proceso comunicativo entre quien genera
Grijalbo-Consejo Nacional para la Cultura y las la actuación y quien la presencia. Así pues,
Artes, 1993; Getino, Octavio, Cine y televisión en en términos artísticos y teóricos, el perfor-
América Latina. Producción y mercados, Buenos mance es un concepto innovador que se nu-
Aires, ciccus, 1998; Maass, Margarita y Jorge tre de la interdisciplina.
A. González, “Technology, Global Flows and La brecha para este nuevo campo quedó
Local Memories: Media Generations in ‘Global’ abierta a partir de los años 50, gracias al
Mexico,” Global Media and Communication, año trabajo de lingüistas, sociólogos y antropó-
1, núm. 2, 2005, pp. 167-184; Medina Carrasco, logos que recurrieron a las metáforas de la
Gabriel (comp.), Aproximaciones a la diversi- teatralidad y el performance para analizar
dad juvenil, México, Colegio de México, 2000; fenómenos como el habla, el comportamien-
Reguillo, Rossana, Emergencia de culturas ju- to social y las prácticas rituales. Entre los
veniles, Buenos Aires, Norma, 2000; Smythe, pioneros cabe mencionar a los lingüistas
Dallas W., “On the Audience Commodity and británicos John L. Austin y su alumno, John
its Work” en M. G. Durham y D. M. Kellner R. Searle, quienes estudiaron el lenguaje en
(eds.), Media and Cultural Studies: KeyWorks, sus dimensiones “performativas” (los “actos
Londres, Blackwell, 2001, pp. 253-279; Sunkel, del habla”) en el momento mismo de su eje-
Guillermo (coord.), El consumo cultural en cución. En esta nueva manera de analizar el
América Latina, Bogotá, Andrés Bello, 1999; discurso, tan importante es la competencia
Valenzuela Arce, Jose Manuel, ¡A la Brava comunicativa como el contexto del acto per-
Ese!: cholos, punks, chavos, banda, Tijuana, formativo. Para Austin, los performatives son
El Colegio de la Frontera Norte, 1988; Yúdice, enunciados que ejercen alguna acción trans-
George, El recurso de la cultura, Barcelona, formadora; por ejemplo, el discurso que
Gedisa, 2002 [The Expediency of Culture: Uses acompaña un bautizo o una boda.
of Culture in the Global Era, Durham, Duke Bourdieu retomó el término para advertir
University Press, 2003]. que un enunciado tiene eficacia performati-
va sólo en la medida en que provenga de
[silvio waisbord] una persona autorizada por la comunidad.
Es decir, nadie puede decir “os proclamo
marido y mujer”, y en efecto legalizar un
performance matrimonio, si no cuenta con las credencia-
les para ello. Tampoco va a tener eficacia
El (o la) performance, uno de los paradig- el acto performativo si no se realiza en cir-
mas teóricos que más han llamado la aten- cunstancias propicias, o no se involucra a
ción en el ámbito de los estudios culturales los participantes adecuados. Es fácil pensar
de los últimos quince años, sigue siendo un aquí en términos teatrales, para decir que
término que evade la definición concreta (el el performance tiene como condición la re-
206 performance

unión de actores, escenografía, libreto y pú- acción para involucrar al paciente y a las
blico. Pero, más allá de la metáfora, lo que personas que lo acompañan, y el marco es-
hace Bourdieu es enfatizar las condiciones pacio-temporal durante el cual se lleva a
institucionales que legitiman el poder me- cabo el rito. El análisis nos ayudaría a iden-
diante discursos de autoridad; es decir, actos tificar todo aquello que otorga relevancia
performativos que dan eficacia a los rituales socio-cultural a este acto, así como los ele-
sociales (Bourdieu, Language 107-116). mentos que permiten a sus participantes
Desde la sociología, Erving Goffman ana- percibirlo como curativo.
lizó la manera “teatralizada” en la que las Por su parte, el antropólogo Victor Turner
personas se despliegan en sociedad e in- estudió cómo, en los sistemas rituales, el per-
teractúan unas con otras. Aunque a distan- formance puede contribuir a mantener un
cia esta aproximación pueda antojarse sim- orden establecido (ritos de carácter oficial)
plista, una lectura cuidadosa de la obra de y servir para parodiar, criticar y subvertir di-
Goffman revela claves teóricas aún vigentes cho orden (como es el caso de los carnavales
para el análisis del comportamiento social. o las manifestaciones políticas). Según este
Su concepto de marco contextual (frame autor, los conflictos sociales se estructuran
analysis), basado en los escritos de Gregory como dramas, con fases bien delimitadas
Bateson, ayuda a identificar aquellas activi- de ruptura, crisis, transición y resolución (o
dades que tienen un carácter performativo separación, según el caso), de manera muy
en cuanto que se apartan de lo cotidiano y similar a la estructura tripartita del teatro
manifiestan una especial intención comuni- clásico. Turner dedicó gran parte de su obra
cativa entre actuante y observador (llámen- al estudio de los procesos rituales (ritos de
se ceremonias, deportes, juegos, ritos socia- paso, peregrinaciones, ritos de iniciación,
les, etc.). Es de particular interés el estudio etc.) en distintas sociedades, e identificó en
que Goffman realizó sobre el estigma social, ellos una antiestructura liminal que crea,
en el cual desarrolló una cuidadosa tipolo- por así decirlo, un paréntesis al interior del
gía de las diferentes actuaciones (performan- mundo regido por la estructura social im-
ces) que despliegan las personas marginadas perante (The ritual process). Es en ese es-
por razones de apariencia física, discapaci- pacio donde se hace posible la communitas
dad, clase social, género o raza, así como las (concepto derivado de Durkheim), es decir,
actitudes performativas que manifiestan el sentimiento de solidaridad entre partici-
quienes interactúan con el sujeto estigmati- pantes que normalmente se encuentran se-
zado (véase en ese estudio Estigma). El es- parados por su estatus social. No obstante,
tigma, entonces, no es para Goffman una dicho espacio es momentáneo, y su poten-
condición ontológica del ser, sino una inven- cial subversivo se encuentra supeditado al
ción social encaminada a clasificar y segre- carácter temporal del rito, mismo que debe
gar a quienes se apartan de la norma, así finalizar para reintegrar a los participantes
como una actuación generadora de identi- a la estructura social imperante, a veces con
dades que requiere de habilidades muy par- un estatus distinto, como sucede con los ri-
ticulares para su negociación cotidiana. Es tos de iniciación (Dramas: 201-202).
aquí donde las teorías de Goffman se acer- Las propuestas de Turner fueron reto-
can más a la tendencia actual de los estudios madas por Richard Schechner, a quien se
del performance. le debe, en gran medida, haber establecido
Otro acercamiento novedoso en su mo- puentes de comunicación entre las discipli-
mento fue el propuesto por Richard Bauman, nas arriba esbozadas y los estudios teatrales.
Dell Hymes y otros que, desde la antropolo- Protagonista de la vanguardia escénica de los
gía lingüística, establecieron criterios meto- años sesenta y setenta, Schechner se interesó
dológicos para examinar las dimensiones por nutrir su práctica con saberes extrateatra-
performativas de los rituales. Así, por ejem- les, tales como la etología y la antropología.
plo, se podría analizar la actuación de una Éste conoció a Turner en 1977 y ambos de
curandera que realiza una “limpia”, toman- inmediato se encontraron mutuamente fasci-
do en cuenta las relaciones que la palabra nados por sus respectivos campos de estudio:
hablada guarda con las técnicas del cuerpo mientras que a Turner le interesaba la tea-
empleadas, así como con las estrategias de tralidad como herramienta para un acerca-
performance 207

miento más dinámico al estudio etnográfico, analítico se abriría aun más para abarcar los
a Schechner le cautivaban las posibilidades estudios poscoloniales y queer. En este con-
que ofrecía la antropología para enriquecer texto, lo performativo ha sido usado para
el campo de estudio de los fenómenos per- analizar la construcción social de las identi-
formativos. De esos intercambios resultaron dades de clase, raza y género; los simulacros
importantes estudios, como From Ritual to y ejercicios teatralizados del poder en la so-
Theater y The Anthropology of Performance de ciedad posindustrial (como lo han hecho
Turner (1982, 1988), y Between Theater and Baudrillard y García Canclini), y las posibi-
Anthropology, de Schechner (1985), libros lidades subversivas del performance art
que aparecieron cuando los “performance (Schneider, Muñoz y Prieto).
studies” se sistematizaban como campo aca- Figura clave para el análisis de la di-
démico en Estados Unidos. mensión performativa del género es Judith
En un trabajo más reciente, Schechner Butler, autora para la cual la identidad no es
expone cómo los estudios del performance una categoría abstracta, sino un performan-
pueden abarcar cualquier tipo de actividad ce regulado por instituciones sociales. Tal
humana, desde el rito hasta el juego, pasan- aseveración tiene implicaciones políticas, en
do por el deporte, los espectáculos popula- tanto que pone al descubierto las estrategias
res, las artes escénicas, las actuaciones de la coercitivas de la sociedad para obligar a las
vida cotidiana, las ceremonias sociales, los personas a actuar según normas arbitrarias
papeles de clase y de género, hasta la rela- de conducta. Butler sugiere que la reitera-
ción del cuerpo con los medios masivos y la ción cuasi-ritual de códigos sociales es se-
Internet (2002). Además, es posible añadir a mejante a una serie de actos de citación,
la lista el estudio de objetos inanimados, los mismos que nunca reproducen fielmente el
cuales, aunque no son un performance, pue- “texto original”. Es en este desfase –entre el
den ser analizados como performance, es código de conducta y su actuación– donde
decir, en tanto que son producto de una ac- se produce una alteración que posibilita una
ción creadora, o interactúan con quien los ruptura con la norma (Bodies: 122-124).
usa y contempla. Se amplía, entonces, el En un admirable ensayo, Jon McKenzie
abanico de estudio hacia, por ejemplo, una muestra cómo la obra de Butler constitu-
imagen religiosa, los instrumentos de tortu- ye una revisión radical de las premisas de
ra, maniquíes de aparador, juguetes, armas Austin, Turner y Schechner. Mientras que
de guerra, alimentos… la lista es intermina- los dos últimos valoran el poder liminal y
ble. En todos los casos, lo que interesa no transgresivo del performance, para Butler
es la “lectura” o el estudio de un objeto en es más que nada una forma dominante y
sí, sino su “comportamiento”, es decir, su punitiva de poder, aunque su análisis traza
dimensión performativa. Podemos imaginar rutas para una deconstrucción y, por lo tan-
los alcances de un estudio de la performati- to, subversión de los actos performativos.
vidad de un ex voto, por ejemplo, o un “sím- A nivel institucional, los estudios del
bolo patrio”, o un logotipo empresarial, ana- performance han logrado ganar legitimidad
lizables todos desde las acciones rituales, dentro del mundo académico anglosajón,
políticas y económicas que generan. La tra- llevando a la inauguración de varios depar-
yectoria tanto teórica como institucional de tamentos universitarios en los años ochenta.
los “performance studies” es lúcidamente ex- Por su parte, la academia francesa traza su
plicada por Diana Taylor, desde su perspec- genealogía interdisciplinaria a partir de los
tiva como latinoamericanista, en el primer estudios del antropólogo Jean Duvignaud
capítulo de su libro The Archive and the en los años sesenta, cuyas premisas son
Repertoire: Performing Cultural Memory in incorporadas actualmente por Jean Marie
the Americas (2003). Pradier y sus colegas en la llamada “etnoes-
Hacia fines de los años ochenta, los estu- cenología”.
dios del performance, como hicieran tam- Aunque lenta y tentativa, la trayectoria
bién los estudios culturales, incorporarían del performance en América Latina ha dado
los paradigmas derivados del posestructura- frutos interesantes. En el caso específico de
lismo, el posmodernismo y los estudios de México, los estudios del performance se die-
género. En los años noventa, su panorama ron a conocer a principios de los años
208 performance

ochenta, con una serie de conferencias im- Millones, Alejandro Díaz y Raúl R. Romero,
partidas por Richard Schechner en la entre otros. Para Cánepa es fundamental la
Universidad Nacional Autónoma de México, relación entre el contexto de la actuación y
y los contactos que este investigador esta- el cuerpo de los ejecutantes. La antropóloga
bleció con académicos nacionales, como es sostiene que la experiencia in-corporada (en
el caso de Gabriel Weisz. En 1982, Weisz y inglés, embodied) del performance apunta al
Óscar Zorrilla convocaron a un grupo inter- carácter indeterminado y subjetivo del he-
disciplinario de científicos y creadores escé- cho cultural. En este sentido, los estudios
nicos de la unam para fundar el Seminario del performance acompañan la crítica re-
de Investigaciones Etnodramáticas, con la flexiva de la antropología que a partir de los
finalidad de estudiar los principios rituales años noventa se aparta de la construcción
de los cuales surgió el teatro. Unos años más de “objetos de estudio” para más bien inda-
tarde, Weisz publicó El juego viviente, pe- gar la cultura como proceso dialógico (18).
queño pero ambicioso libro que buscó sen- Aunque, como se acaba de señalar, los
tar las bases de lo que su autor define como estudios del performance ya se comienzan a
una teoría de la representación. Allí, Weisz aplicar en el trabajo de varios académicos
analiza la relación que guarda el cuerpo con latinoamericanos, aún no han logrado una
la percepción en el marco de actividades lú- aceptación generalizada en la región, ni se
dicas asociadas con el rito y el juguete. han generado herramientas analíticas espe-
No fue sino hasta el año 2000 cuando los cíficas para nuestro ámbito. No obstante, el
estudios del performance se comenzaron a trabajo de los académicos arriba citados
difundir de manera sistemática en América abre brecha, por lo que es de esperarse que
Latina, con las intervenciones en varios paí- siga encontrándose en el performance nue-
ses del área del Instituto Hemisférico de vas claves para el análisis de los procesos
Performance y Política, encabezado por culturales.
Diana Taylor de la Universidad de Nueva
York, con sus sedes latinoamericanas en obras de consulta. Bauman, Richard, Verbal
México, Brasil, Perú y Argentina. Dicho Art as Performance, Illinois, Waveland, 1977;
Instituto organiza encuentros itinerantes Bourdieu, Pierre, Language and Symbolic Power,
que reúnen a estudiosos, artistas y activistas Cambridge, Harvard University Press, 1991;
para debatir todo lo relativo al performance Cánepa Koch, Gisela, Identidades representadas:
en sus manifestaciones a lo largo y ancho performance, experiencia y memoria en los Andes,
del continente americano. El “Hemisférico”, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú,
como se le conoce, ha establecido contacto 2001; Carlson, Marvin, Performance: A Critical
con instituciones mexicanas, como el Centro Introduction, Nueva York, Routledge,1996;
Nacional de Investigación, Documentación Chamorro, Arturo y María Guadalupe Rivera
e Información Teatral “Rodolfo Usigli”, el (eds.), Música, ritual y performance, Jalisco,
Centro de Investigaciones Escénicas de Universidad de Guadalajara, 1999; Duvignaud,
Yucatán, y el Centro Regional de Investi- Jean, Sociología del teatro: ensayo sobre las
gaciones Multidisciplinarias, de la unam. sombras colectivas, México, Fondo de Cultura
Por su parte, la Universidad de Guadalajara Económica, 1973; Goffman, Erving, Frame
abrió en 2002 un importante espacio a los Analysis: An Essay on the Organization of
estudios del performance en su Maestría en Experience, Boston, Northeastern University,
Ciencias Musicales, con orientación en etno- 1983; McKenzie, Jon., “Genre Trouble: (The)
musicología, bajo la dirección del doctor Butler Did It” en Peggy Phelan y Lill Lane
Arturo Chamorro, del Centro Universitario (eds.), The Ends of Performance, Nueva York,
de Arte, Diseño y Arquitectura. Chamorro fue New York University Press, 1998, pp. 217-235;
estudiante de Richard Bauman, e incorpora Millones, Luis, Los demonios danzantes de la
rigurosamente las teorías del performance en virgen de Tucume. Lima, Fundación El Monte,
sus estudios sobre tradiciones musicales en 1998; Prieto Stambaugh, Antonio, “Los estudios
el occidente de México. del performance: una propuesta de simulacro
En Perú, la antropología del performance crítico”, Citru.doc Cuadernos de investigación
se ha aplicado de manera igualmente rigu- teatral, núm. 1, noviembre, 2005, pp. 52-61;
rosa en los trabajos de Gisela Cánepa, Luis Schechner, Richard, Performance Studies: An
performance / poder 209

Introduction, Londres-Nueva York, Routledge, El poder es fuerza y relación. Es una re-


2002; Schneider, Rebecca, The Explicit Body lación de fuerzas. Es fuerza en relación con
in Performance, Londres, Routledge, 1997; otras fuerzas, energía actuante que recorre
Taylor, Diana, The Archive and the Repertoire: el campo social de un punto a otro. No es
Performing Cultural Memory in the Americas, una forma (p.e. el Estado) sino que se ex-
Durham, Duke University Press, 2003; Turner, presa en toda relación; no puede ser enten-
Victor, The Anthropology of Performance, Nueva dido como simple represión, no sólo prohí-
York, The Performance Arts Journal Press, be sino que también incita, suscita, seduce,
1988; Weisz, Gabriel, El juego viviente: indaga- induce, facilita o dificulta, amplía o limita.
ción sobre las partes ocultas del objeto lúdico, Esta enunciación puso en duda un con-
México, Siglo XXI Editores, 1986. junto de cuerpos teóricos que habían discu-
rrido, hasta el momento, sobre la cuestión:
[antonio prieto stambaugh] puso en duda la concepción liberal del po-
der político, que considera el poder como un
derecho que el sujeto posee cual un bien que
poder puede transferir, enajenar o ceder de mane-
ra parcial o total; se enfrentó, a su vez, a
A partir de los años ochenta, el término “po- la concepción marxista, en la cual el poder
der” comienza a adquirir una nueva y sin- tiene como papel fundamental mantener y
gular importancia en el análisis de los pro- reproducir las relaciones de producción y
blemas sociales y culturales de América la dominación de una clase. Puso, también,
Latina; momento en que se inicia, en la re- bajo su mirada crítica la manera de conce-
gión, la recepción, discusión, crítica y con- bir el poder en tanto mecanismo represor.
frontación de la obra del filósofo francés Negó, al mismo tiempo, la pretensión de
Michel Foucault, cuya concepción del poder, aprehenderlo tras la noción de representa-
desarrollada a partir de una serie de estu- ción: el poder no se construye a partir de
dios arqueológicos y genealógicos, hizo po- voluntades, sean individuales o colectivas,
sible deslizamientos en el uso, caracteriza- ni deriva del interés o intenciones de indi-
ción y análisis del poder más allá de las viduos o grupos, se constituye y funciona
formas en que había sido utilizado hasta el a partir de múltiples fuerzas o poderes que
momento, ya que puso en duda la simbiosis recorren el campo social en su conjunto,
entre el poder y el estado y sus aparatos y sin aparecer jamás de forma independiente,
provocó, al mismo tiempo, la ampliación de y sólo descifrable al interior de esas múlti-
su uso a todo el entramado social. ples relaciones que atraviesan el campo de
El poder, desde esa perspectiva, aparece lo social.
como presencia constante en lo social, siem- Tampoco puede reducirse a la figura del
pre actuante, en tensión permanente, siendo amo, ya que significa reducir los procedi-
imposible mantener una situación de exte- mientos del poder a la prohibición de la ley.
rioridad frente a él. Rasgo fundamental de Esta figura sólo permite pensar el poder en
la propuesta: no hay exterioridad de los su- términos negativos y su hacer como simple
jetos con respecto al poder, siempre está acto de palabra. Esta concepción se halla
vinculado a la forma de una relación y, por presente en ciertos estudios etnológicos que
lo tanto, se hace presente en las acciones de centran sus análisis en los interdictos de
los sujetos y en su eficacia: “lo que define la alianza y también se halla inscrita en las
relación de poder, es un modo de acción que posturas psicoanalíticas que giran alrededor
no actúa de manera directa e inmediata so- de los mecanismos de represión. El poder,
bre los otros, sino que actúa sobre sus ac- entonces, se convierte en la gran instancia
ciones: una acción sobre la acción, sobre del No, en tanto interdicto o represión e ine-
acciones eventuales o actuales, presentes o vitablemente se le subjetiviza: del lado de su
futuras” (Foucault, “El sujeto”: 238). Forma ejercicio aparece un “gran sujeto absoluto”,
de acción no sólo sobre los cuerpos, sino real, imaginario o jurídico que prohíbe o
también sobre los sentidos propuestos, los reprime: la soberanía del padre, del monar-
significados afirmados, las imágenes valori- ca, del tirano, de la voluntad general. Del
zadas, los deseos proyectados al futuro. lado del que sufre su ejercicio, también tien-
210 poder

de a subjetivarse, se intenta determinar el análisis, reflexiones, cálculos y tácticas que


punto en que el sujeto acepta la prohibición, permiten el ejercicio del poder sobre una
en que dice sí o no al poder, lo que supone población determinada, cuyo saber funda-
que renuncia a sus derechos individuales; a mental se basa en la economía política y
los términos del contrato social; o bien, in- sus instrumentos técnicos se centran en los
dica el sometimiento voluntario del sujeto dispositivos de seguridad y las técnicas de
por amor al amo. gobierno, produciendo aparatos específicos
El poder, al ser relaciones de fuerza en de gobierno, al tiempo que desarrolla una
continuo desequilibrio y tensión, transfor- serie de saberes.
ma el espacio social en un abigarrado entra- En el análisis de las relaciones de poder
mado de relaciones con sus dos polos: el habrá que detenerse no sólo en los regíme-
ejercicio del poder, por un lado y, por el otro, nes de lo dicho, en el conjunto de enuncia-
las más diversas formas de resistencia, la dos emitidos en una sociedad en un momen-
otra cara de su ejercicio. La resistencia es to dado, sino también en sus visibilidades,
parte constitutiva del poder entendido como en tanto producción de un campo percepti-
relación de fuerza e imprime, al espacio en vo que distribuye lo claro y lo oscuro, lo
el que juega, movimiento y creatividad. opaco y lo transparente, lo visto y lo no vis-
Si se observan las relaciones de poder to, provocando el mundo de las evidencias.
desde su capacidad de ejercicio, pueden to- De esta manera, las múltiples relaciones de
mar dos caminos diferentes, si bien se dan fuerzas de un campo social determinado,
de manera conjunta en un espacio y tiempo sean discursivas o no, entrelazadas y en con-
determinado. Por un lado, conforman una tinuo movimiento, tensión y enfrentamiento
anatomo-política dirigida especialmente al se constituyen en dispositivos, mecanismos
cuerpo de los sujetos, con carácter indivi- específicos de manipulación estratégica de
dualizante, cuya técnica es la disciplina y, las fuerzas en un dominio dado.
por el otro, producen una bio-política, diri- En tanto el poder es una relación y posee
gida a grandes conjuntos poblacionales, una doble faz (sus formas de ejercicio y sus
cuya técnica es la gubernamentalidad múltiples y variadas respuestas), se hace im-
La disciplina se ejerce sobre los cuerpos, prescindible observar la otra cara: la capa-
consiste en imponer tareas o conductas a cidad de los sujetos para enfrentarse a él,
una serie de individuos, siempre que no para reutilizar sus fuerzas, para escapar a
sean numerosos y que estén ubicados en un su insistente acción, denominada resisten-
espacio delimitado. Esto da lugar a una ana- cia: respuestas (múltiples y posibles) de los
tomía política que distribuye los cuerpos en sujetos al ejercicio del poder sobre sus cuer-
un espacio cerrado, ritma los tiempos y la pos, sus afectos y afecciones, sobre sus actos
gestualidad de los sujetos bajo un régimen y acciones.
de control y vigilancia estricto realizado de El tema clave de la noción de poder, que
forma ininterrumpida (Foucault, Vigilar). lo vincula con la urgencia de la acción polí-
La disciplina se transformó, en la moder- tica y lo hace imprescindible en los estudios
nidad occidental, en la técnica privilegiada culturales, es la resistencia; noción contro-
del ejercicio del poder cuyo objetivo consis- vertida, cercana a la metáfora mecánica, al
te en individualizar a los sujetos a fin de vínculo entre acción y reacción; sin embar-
lograr con mayor eficacia su homogeneiza- go, y de ahí su riqueza, no se trata de una
ción para hacer de ellos sujetos de la nor- simple reacción mecánica (dada la acción se
malidad. Cuatro elementos definen la dis- produce una reacción) sino de formas múl-
ciplina: la repartición espacial de sujetos y tiples, creativas y multiplicadas de respues-
objetos; una acción dirigida directamente a tas de los sujetos convertidas en la energía
los cuerpos; vigilancia constante y registros vital circulante de toda sociedad que hace
permanentes. posible su existencia. La resistencia toma la
La gobernabilidad, por su parte, consiste forma de intervención en lo social por parte
en gestionar y controlar la vida de un gran de los sujetos: busca romper con las normas
número de individuos (población) en un existentes, con las certezas adquiridas, hace
espacio extenso y delimitado (territorio). manifiesto el malestar; siempre es inespera-
Conjunto de instituciones, procedimientos, da, inoportuna, inactual. Establece, por lo
poder 211

tanto, un juego con los tiempos: es un acto asumir, también, carácter afirmativo en tan-
presente contra el presente y contra todas to se transforma en fuerza de intervención
las formas eternizadas del pasado en fun- capaz de afectar el espacio que lo circunda.
ción de un tiempo por venir. En esa lucha por no ser afectado y por afec-
A partir de la resistencia, el tiempo hace tar, el sujeto se prueba y se ejercita, se me-
su aparición, imprime movimiento al en- moriza, acumula experiencia y construye su
frentamiento de fuerzas e inscribe el poder historia, siempre inmersa en un espacio de-
en la temporalidad. De esta manera, las rela- terminado. La resistencia tiene aun otra for-
ciones de poder se forjan su propia historia, ma: la relación del sujeto consigo mismo,
encuentran sus formas propias y singulares, una manera de afectarse a sí mismo, un con-
nunca definitivas, siempre en movimiento y tinuo enfrentamiento, diálogo, pacto, com-
confrontación, siempre enmarcadas en un promiso y lucha entre las partes que consti-
espacio y en un tiempo dado. tuyen su interioridad.
La noción de resistencia, como elemento Esta práctica de los sujetos sobre sí mis-
constitutivo del poder, aparece como térmi- mos: este diálogo permanente entre las par-
no clave en el conjunto de investigaciones tes que lo constituyen; la forma en que se re-
que se llevan a cabo actualmente, no sólo lacionan con las reglas y valores propuestos
en México y América Latina, y que tienen socialmente; la manera en que se someten
por objeto de estudio a grupos subalternos, a un principio de conducta, que obedecen o
clases populares, migraciones y diásporas, resisten a una prescripción o prohibición;
movimientos sociales, artísticos y cultura- las modalidades en que el sujeto da forma
les, e igualmente es clave en los estudios a cierta parte de sí como materia prima de
de género, en los referidos a la recepción y una conducta moral; las zonas de su interio-
consumo de bienes culturales y en los relati- ridad que problematiza por encima de otras
vos a la conformación y funcionamiento de y que trabaja sin descanso sobre ella consti-
diversas instituciones, muy especialmente la tuyen las técnicas del sí mismo tendientes a
institución familiar. Es desde esa capacidad la elaboración de la subjetividad.
de resistir (real o virtual) de los sujetos en Las relaciones de poder se inscriben tam-
su hacer cotidiano que el análisis hace su bién en la subjetividad, la cual no puede ser
aparición, de tal manera que los estudios de entendida sino en el entrelazamiento de sa-
caso que involucran trabajo de campo no beres, discursos, normas, regulaciones y
pueden dejar de lado la descripción, análi- prácticas. De esta manera, el terreno en que
sis e interpretación de las formas concre- se constituye la experiencia se halla atrave-
tas que asumen las relaciones de poder en sado por tres ejes que, en su punto de inter-
cada uno de ellos (véase, por ejemplo, Ileana sección, producen al sujeto mismo en un
Rodríguez, Latín American Subaltern Studies espacio y tiempo dado: el eje del saber que
Reader; Daniel Mato, Estudios y otras prác- hace del sujeto un sujeto de conocimiento;
ticas, Aníbal Quijano, “Colonialidad del po- el eje del poder que lo constituye en sujeto
der”, Josefina Ludmer, “Las tretas…”). social y jurídico; y el eje del sí-mismo que
La resistencia no puede olvidar los cuer- lo transforma en sujeto ético. En estas tres
pos de los sujetos; ella actúa, tiene materia- dimensiones la resistencia hace su apari-
lidad, se encarna en ellos, en el basamento ción: los sujetos resisten a los saberes que
físico y material de los sujetos. El sujeto re- buscan imponerse como verdad; a las leyes,
siste desde el momento en que es arrojado normas, reglas y regulaciones que intentan
al mundo, es en la resistencia que construye someter, sus cuerpos y a los códigos morales
el tiempo de su experiencia. La experiencia imperantes y a sus correspondientes tecno-
de los sujetos se halla signada por las for- logías del yo.
mas de resistir que marcan el estilo de suje- El análisis del poder, no será la búsque-
tos, grupos y comunidades. da de estructuras formales con valor uni-
La resistencia puede asumir tres formas versal, sino que sólo podrá realizarse en la
de carácter general: el sujeto resiste a los investigación histórica, en la búsqueda de
embates del exterior, oponiendo una fuerza sus formas de funcionamiento, de su que-
contraria y semejante a la que se ejerce so- hacer cotidiano, de sus quiebres, rupturas
bre él que toma la forma de negación; puede y discontinuidades, de la producción de sus
212 poder / política cultural

dispositivos y tecnologías, inscritos siempre una historia antropológica, México, Colegio


en un espacio dado y con su propia histo- de México, 2001; Foucault, Michel, Dits et
ricidad. écrits (1954–1988), Paris, Gallimard, 1994  ;
La noción de resistencia fue retomada Foucault, Michel, “El sujeto y el poder”, en
por los estudios culturales a partir de la Hubert Dreyfus y Paul Rabinow, Más allá
perspectiva abierta por Michel de Certeau del estructuralismo y la hermenéutica (trad.
(Invención), al centrar su análisis en las Santiago Carassale y Angélica Vitale), México,
prácticas cotidianas de los usuarios, supues- Universidad Nacional Autónoma de México,
tos sujetos pasivos de la disciplina, a fin de 1988, pp. 227-244; Foucault, Michel, Vigilar
mostrar la lógica operatoria de un conjunto y castigar, México, Siglo XXI Editores, 1976;
de prácticas que se constituyen en “tácticas García Canal, MaríaInés, Foucault y el poder,
de consumo”, denominadas como antidisci- México, Universidad Autónoma Metropolitana-
plinas: procedimientos populares que jue- Xoxhimilco, 2002; Hardt, Michael y Antonio
gan con los mecanismos de vigilancia y las Negri, Imperio, Buenos Aires, Paidós, 2002;
disciplinas para salirse de ellas, “formas de Stoler, Ann Laura, Race and the Education
hacer”, procedimientos minúsculos no pri- of Desire: Foucault’s History of Sexuality and
vilegiados por la historia que ejercen su ac- the Colonial Order of Things, Durham, Duke
ción soterrada entre las mallas de las tecno- University Press, 1995.
logías instituidas.
El poder visto de manera positiva en tan- [maría inés garcía canal]
to productor de sujetos, cuerpos, saberes y
discursos fue retomado críticamente a fina-
les del siglo xx por diferentes perspectivas política cultural
teóricas: el feminismo deconstruccionista,
siendo central el trabajo de Judith Butler, La política cultural es una de las políticas
quien considera que el sujeto, el cuerpo, el públicas y, como tal, responde a los objeti-
sexo y la sexualidad son efectos de una di- vos de gobierno (v.gr., asegurar bienestar
námica de poder y de un ordenamiento dis- económico y social, salud, seguridad, etc.)
cursivo, en tanto práctica reiterativa y refe- mediante el diseño, gestión, administración,
rencial por medio de la cual el discurso planificación y evaluación de programas
produce efectos (performatividad) (Butler, puntuales (v.gr., un programa de obras pú-
Cuerpos); los estudios poscoloniales que, blicas –represas, autopistas, puentes, etc.–
centrados en la noción de biopoder, critican que proporcione el fundamento para el
el eurocentrismo de la perspectiva foucaul- c0recimiento ecónomico y la creación de
tiana, revelado en su insistente espacializa- empleo). Por lo general, una institución es-
ción del tiempo de la modernidad (Bhabha) tatal (ministerio, secretaría, consejo) a esca-
y por haber dejado en el silencio a las socie- las nacional, estatual o local implementa la
dades coloniales y al poder imperial (Stoler). política cultural, pero en los últimos tres
Las nociones de biopoder y gobernabilidad decenios el tercer sector (fundaciones, ong,
han abierto nuevas perspectivas de análisis cooperación internacional y organizaciones
y reflexión, tales como las referidas a las so- de la sociedad civil) viene cumpliendo algu-
ciedades de control (Hardt y Negri); la nuda nas de estas funciones con o sin la autoriza-
vida (Agamben, Homo sacer), el racismo y ción específica del estado. El sector privado
las sociedades poscoloniales; y los sujetos también incide en la conducción de políticas
subalternos (Dube, Sujetos subalternos), en- culturales por defecto (v.gr., cuando un con-
tre otras. sorcio transnacional como sony, Time
Warner, Bertelsmann o Televisa distribuye
obras de consulta. Calveiro Garrido, Pilar, música, cine, libros y televisión de manera
Redes familiares de sumisión y resistencia, que afecta a grandes públicos y determina
México, Universidad Ciudad de México, 2003; si ciertos bienes y servicios sobrevivirán en
Certeau, Michel de, La invención de lo coti- el mercado o no) o en concierto con el esta-
diano, México, Universidad Iberoamericana, do (v.gr., cuando se establecen fondos públi-
2000 (trad. Alejandro Pescador); Dube cos-privados como el Fondo Nacional para
Saurabh, Sujetos subalternos: capítulos de la Cultura y las Artes [fonca] de México o
política cultural 213

cuando el sector privado se vale de incenti- porcionaban la identidad particular de las


vos fiscales legislados por el estado para naciones. Casi ningún ministerio incluía las
fungir como subsidiador público, como es industrias culturales (radio, cine, televisión)
el caso de la Ley de Mecenazgo Rouanet o o las telecomunicaciones (que cada vez más
la Ley del Audiovisual en el Brasil). se integran a la televisión y la Internet en
Históricamente, la pc es una de las po- una trípode de distribución de la mayor par-
líticas públicas más intervenidas por la te de la cultura que “se consume” (Getino,
ideología de los gobiernos que ocupan el “Aproximación”).
Estado: la construcción del ciudadano me- La propuesta de que la diversidad cultu-
diante una ingeniería cultural-conductal en ral es un activo importante no sólo para la
la Francia revolucionaria, la higiene racial democratización de las naciones y de la cul-
y cultural nazista, el realismo socialista so- tura en un entorno global, y de que la cultura
viético, el indigenismo mexicano, etc. En en sí es un factor de desarrollo económico y
Estados Unidos durante la guerra fría, el social, ha transformado lo que se entiende
Departamento de Estado blandió una gue- por el término y cada vez más los minis-
rra cultural contra el comunismo, canali- terios y las organizaciones de tercer sector
zando fondos para seducir a la izquierda (sobre todo unesco y fundaciones como Ford
no estalinista en una veintena de países, y Rockefeller) y aun el sector privado pro-
entre ellos México y otros latinoamericanos mueven una enorme ampliación de lo que se
(Saunders). Sólo a partir de los años ochen- incluye en el sector. Hoy en día se propone
ta y noventa se ponen en práctica proyectos que la esencia de la cultura no son las artes
de descentralización y democratización es- cultas en sí, sino la creatividad misma, que
bozados en los años ochenta, lo que implica puede residir en cualquier persona o comu-
una revisión completa del modelo de minis- nidad. De hecho, se ha creado un nuevo sub-
terio cultural adaptado de Europa, sobre sector –las industrias creativas– que procura
todo de Francia. aprovechar esa creatividad para mejorar la
Hasta fechas recientes el portafolio de un economía, crear empleo y producir una so-
ministerio cultural consistía en: 1] las ar- ciedad más cohesionada. El nuevo concepto
tes cultas eurocéntricas, que por lo general ampliado, acuñado por Yúdice (2002) como
reproducían los valores de pequeñas élites; el “recurso de la cultura,” se puede apreciar
2] el folclor y las artes populares que, jun- en el siguiente diagrama (confeccionado por
to con 3] el patrimonio inmueble (edificios Yúdice y Durán como parte del trabajo de la
coloniales y restos precolombinos), pro- Asociación Cultural InCorpore, que dirigen):

sectores y subsectores de la economía creativa


(George Yúdice y Sylvie Durán para Incorpore)

bellas artes y
educación
patrimonio material vida
formal y no patrimonio intangible
teatro “nacional”, comunitaria
formal cuerpo y cultura popular
bandas, filarmónica y
ópera, artes visuales fiestas locales, ferias,
festividades, cultura
industria
tradicional, artesanía espacio público
espacio público,
del industrias culturales arte callejero,
entretenimiento radio, fotografía, intervenciones públicas,
parques temáticos industria musical, reflexión y debate
bares literatura, editoriales, público, urbanismo,
restaurantes revistas, prensa, tv, tv revitalización de centros
industrias creativas cable, cine/video históricos
moda, textiles, diseño,
cuerpo y
arquitectura, publicidad,
sector performance
software, servicios de sector
productivo mediática
telecomunicaciones, turismo
de punta
Internet, videojuegos deportes, conciertos (cultural)
(tecnología) masivos, shows
214 política cultural

Cada vez más se dan convergencias en- El muralismo confirió al rostro público de
tre las artes, las industrias culturales, las México fuertes rasgos indigenistas. El mo-
industrias de entretenimiento, las prácti- vimiento fue creado por José Vasconcelos,
cas corporales y performáticas, etc. Lo cual a quien los presidentes Huerta y Obregón
obliga al investigador a una metodología designaron como director del Departamento
transdisciplinaria. Y la economía figura con Universitario de Bellas Artes, que compren-
mayor importancia, pues la cultura, enten- día la Secretaría de Instrucción Pública y
dida como se representa en el diagrama, Bellas Artes (posteriormente la Secretaría
contribuye entre un 5% y 9% al producto de Educación Pública). La política cultural
interno bruto de las naciones, superando en y educativa se intensificó y se instituciona-
muchos casos todas las industrias, menos el lizó más tarde en la década de 1930, bajo la
turismo y la biotecnología. En México las presidencia populista de Lázaro Cárdenas,
ipda o industrias basadas en los derechos cuyas principales prioridades eran la incor-
de propiedad intelectual, contribuyen 6.7% poración de las poblaciones indígenas, la ex-
al pib (Piedras). Y si se suma esa parte del pansión de la educación artística, la defen-
turismo que corresponde a la cultura (mu- sa del patrimonio nacional y la regulación
seos, visitas a culturas autóctonas, compra de la industria cinematográfica (Johnson:
de artesanías, etc.), el sector cultural ocupa 136). Este proyecto de identidad nacional
el primer o segundo lugar en la economía. se fue fortaleciendo a lo largo de los años,
Volveremos sobre este nuevo paradig- con la creación del Instituto Nacional de
ma, pero cabe ahondar en el modelo an- Antropología e Historia de México (1939),
terior, que se refiere a la consolidación de el Instituto Nacional de Bellas Artes (1946)
naciones modernas. Antes de esta consoli- y el Museo Nacional de Antropología (1964),
dación cultural, que por lo general se plas- que culmina el proceso de articulación na-
ma como proyecto en los años veinte, los cional, uniendo el pasado grandioso a la
países latinoamericanos ya habían pasado modernidad actual. El resultado de esta
por la política cultural por defecto de los enorme labor promovida por el Estado son
colonizadores: imposición del español o el las 6 600 bibliotecas y los 1 058 museos de
portugués, cristianización y jerarquización antropología, historia y arte y por añadidu-
racial. Si bien el caso mexicano no es típico ra la administración de un vasto patrimonio
de los otros países de la región, cabe ilustrar que consiste en más de 200 000 sitios ar-
a la política cultural con él porque es el que queológicos y 80 000 monumentos históri-
más aportó a la creación de una identidad cos y artísticos (Cervantes Barba, 2004).
nacional mediante la institucionalización y Esta vasta institucionalidad pasa por va-
altísimas cifras de financiamiento, lo que rias transformaciones que le dan un carác-
Octavio Paz alguna vez llamara el “ogro fi- ter muy especial en el contexto de América.
lantrópico”. La primera es el cuestionamiento de los
La reconstrucción de la historia fue el conceptos y divisiones tradicionales de la
principal vehículo utilizado por México gestión cultural a partir de la antropología
para establecer una nueva identidad na- mexicana a fines de los años setenta y co-
cional más inclusiva cuando rompió con mienzos de los ochenta: arte, cultura tradi-
el legado decimonónico y poscolonial. La cional (folclor, cultura popular) y patrimonio
Constitución Mexicana de 1917 anunciaba (tangible). Con la creación de la Dirección
un nuevo proyecto nacional de educación General de Culturas Populares (1978) bajo
masiva con el propósito de poner en mar- Rodolfo Stavenhagen se pluralizó lo tradi-
cha la economía, incorporar a las masas y cional; con la creación del Museo Nacional
crear una numerosa clase media educada y de Culturas Populares (1982) y de la prime-
nacionalista, capaz de resistir el poder de ra Convocatoria del Programa de Apoyo a
los caudillos y de las oligarquías naciona- las Culturas Municipales y Comunitarias
les y extranjeras. Los proyectos educativo- (pacmyc, 1989) bajo Guillermo Bonfil Batalla
culturales incluían la expresión artística se enfrentó la gestión al “control cultural”
del movimiento muralista, identificado de la institucionalidad; y con la creación
con los tres grandes: Diego Rivera, José del Programa Nacional de Formación de
Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Promotores Culturales (1984) se inició la
política cultural 215

capacitación de gestores. Acaso la reflexión lleres en casas de cultura y casas del pueblo,
que mejor planteó la necesidad de ir más innumerables concursos, festivales y pro-
allá de esta tríada conceptual restringida de gramas de animación cultural, de fomento
la cultura es el libro Culturas híbridas (1989) y difusión de las culturas populares e indí-
de García Canclini: en él vemos cómo se genas, educación artística, becas al extran-
cruzan culturas populares con cultas y con jero, circuitos artísticos regionales, nuevas y
las industrias culturales. Pero, como vere- mejores formas de utilización de los medios
mos luego, esta apertura todavía dista de de comunicación masiva, estímulos a la pro-
la mayor ampliación de lo que se entiende ducción cinematográfica y cooperación in-
por cultura, que no se dará en México y en ternacional” (MacGregor, 2002).
el resto de América Latina sino hasta que Podría argüirse que el énfasis que se
se sientan los efectos del Tratado de Libre puso en la gestión y promoción de la cultu-
Comercio de América del Norte (tlcan) y la ra mexicana no sólo respondía al llamado a
globalización. Y esta mayor ampliación tie- un nuevo interés por la comunidad y la so-
ne importantes repercusiones para la mane- ciedad civil, sino que también tenía el pro-
ra en que se concibe el desarrollo. pósito de mitigar el temor ante la probable
Como indica Cervantes Barba, este sub- pérdida de soberanía ocasionada por el tra-
sector cultural, consolidado en los años tado. Es justamente eso lo que se entiende
ochenta de manera dependiente de la del libro Modernización y política cultural:
Secretaría de Educación Pública, también una visión de la modernización de México
recibió la impronta modernizadora y re- (1994) de Tovar y de Teresa: “la solidez de
formadora de las políticas de desarrollo y nuestra cultura constituye el sustrato de
descentralización de unesco. Y, desde luego, nuestra identidad […] y el baluarte de nues-
hay que tener en cuenta la acción reestruc- tra soberanía” (17). De hecho, las megaex-
turante del nuevo modelo económico que posiciones de la política cultural internacio-
México fue obligado a adoptar frente a la nal en el sexenio de Salinas usaban el
crisis económica desatada por la deuda ex- baluarte de la identidad para alcanzar el éxi-
terna en 1982. Con el gobierno de Salinas, to en un mundo globalizado, como argu-
se sentaron las bases para entrar en el tl- menta Tovar y de Teresa (19-20). Según él,
can, el contexto que llevaría a México de se necesitaba un “retorno a las raíces” cul-
una economía protegida por el Estado a la turales como “punto de referencia único e
desregulación, la privatización, la apertura insustituible para asumir los cambios (des-
a la sociedad civil y al libre mercado y otras regulación comercial, la liberalización polí-
armonizaciones con las políticas económi- tica y la descentralización institucional) de
cas estadunidenses. un modo que no ponga en peligro nuestra
En el campo de la cultura, la creación del identidad nacional” (12-13).
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes La politóloga Stephanie Golob (2003)
(conaculta) en 1988, como órgano coordina- ofrece una teoría de transición entre el pro-
dor de la vasta institucionalidad mexicana, teccionismo y el libre mercado que parece
tuvo el propósito, según su entonces presi- explicar convincentemente la manera en
dente Rafael Tovar y de Teresa, de servir de que Mulroney en Canadá y Salinas en
“puente […] entre los creadores y la socie- México lograron encaminar a sus países al
dad”. Y si bien se volcó a la descentraliza- tlc a pesar de un legado nacionalista pro-
ción de las instituciones culturales y se abrió nunciado en ambos entornos. Según ella, un
a la iniciativa privada mediante la creación choque externo –como la recesión estado-
del Fondo Nacional para la Cultura y las unidense a principios de los años ochenta
Artes (fonca), no obstante el actor principal que afectó a ambos países y la concomitan-
de la gestión cultural siguió siendo el Estado. te crisis de la deuda externa que sacudió la
El desarrollo de la gestión cultural en los economía mexicana– requiere un cambio de
años noventa es impresionante: se crearon modelo, y como este cambio tiene repercu-
“la red nacional de bibliotecas, la red de mu- siones profundas en toda la sociedad, se re-
seos institucionales y comunitarios, progra- quiere de un discurso-puente legitimador
mas de fomento a la lectura, actividades que sirva de amortiguador simbólico. Golob
diversas en teatros, auditorios y plazas, ta- explica que todo régimen económico está
216 poder / política cultural

siempre anclado en una construcción de y García Canclini, 1992: 194). Acogieron con
identidad nacional y que el viraje requiere suma cautela la descentralización de la cul-
de esfuerzos discursivos para mitigar el des- tura mexicana y, además, pusieron en tela
arraigo y las concomitantes protestas ante de juicio las condiciones neoliberales bajo
el cambio. Tanto Mulroney como Salinas las cuales los medios masivos privados y
confeccionaron un discurso que equiparaba transnacionales estaban sentando las bases
integración continental con mayor seguri- de una nueva formación cultural.
dad nacional, salvaguardando, según ellos, El tlcan es fundamental para entender
un pasado nacional y no traicionándolo el enorme viraje en el concepto de cultura.
como los críticos argumentaban. En ambos Obligó a los artistas, investigadores e inte-
casos, además, la cultura fue un componen- lectuales interesados en la cultura a tener en
te importante de ese discurso-puente, pero cuenta que el objetivo del desarrollo tenía
de manera muy diferente. Para Salinas, mu- un doble o triple sentido –matriz de identi-
chos siglos de vigor cultural mantendrían la dad, factor de cohesión social, activo econó-
autonomía de México cuando éste ascendie- mico– al poner la cultura a su centro, como
ra al bloque del primer mundo con el tlcan. recomendaban tanto unesco como Banco
No había que temer que la integración de- Mundial. James D. Wolfensohn, presidente
bilitara la identidad nacional porque el lega- del Banco Mundial, lideró la tendencia de los
do cultural era tan indestructible como los bancos multilaterales de desarrollo a incluir
templos aztecas. Los canadienses optaron la cultura como catalizador del desarrollo
por una defensa de su cultura mediante el humano. Para Wolfensohn, una “perspecti-
dispositivo de la “excepción cultural” en el va holística del desarrollo” debe promover
tratado, pues la diferencia entre su cultura la capacidad de acción (empoderamiento)
y la estadunidense necesitaba del apoyo de de los pobres de manera que puedan contar
la protección de las industrias culturales, con los recursos sociales y humanos que les
tan susceptibles de ser arrolladas por las del permita aguantar “el trauma y la pérdida”,
vecino del sur. En ambos casos la cultura detener la “desconexión social”, “mantener
fungió como baluarte para los promotores la autoestima” y a la vez generar recursos
del tlcan. materiales. “La cultura material y la cultu-
Las protestas contra el tlcan y sus políti- ra expresiva son recursos desestimados en
cas culturales internacionales (v.gr., la me- los países en vías de desarrollo. Pero pue-
gaexposición “México: Los esplendores de den generar ingresos mediante el turismo,
treinta siglos,” que según Paz [“Power”: 19] las artesanías y otras actividades culturales”
conciliaba la “otredad” del pasado mexicano (World Bank: 11). “El patrimonio genera
con el futuro de su modernidad) y la irrup- valor. Parte de nuestro desafío conjunto es
ción del Ejercito Zapatista de Liberación analizar los retornos locales y nacionales
Nacional al inicio del tlcan, se añadieron para inversiones que restauran y derivan
a otros serios cuestionamientos de parte de valor del patrimonio cultural, trátese de
antropólogos y otros que habían procura- edificios y monumentos o de la expresión
do abrir alternativas al uso ideológico de cultural viva como la música, el teatro y las
la política cultural: Bonfil Batalla, García artesanías indígenas” (World Bank: 13).
Canclini, Valenzuela Arce, Monsiváis y Pero en lugar de potenciar a los creado-
otros. Éstos publicaron en 1992 un análisis res culturales, el tlcan tuvo nefastos efectos.
de los posibles efectos del libre comercio en Eduardo Nivón observó tres grandes trans-
la educación y la cultura. Cuestionaron la formaciones generales, todas negativas: 1]
participación en el tratado cuyo único efec- la pérdida del dinamismo industrial; 2] la
to, al menos en el plano cultural, consistía reorientación hacia actividades financieras,
en intensificar un ethos consumista en la comerciales y de servicios y, 3] la profundi-
minoría que disponía de medios suficien- zación de la desigualdad, ya que el tlc no
tes y en excluir, de los entonces 85 millones generó beneficios equitativos para todas las
de mexicanos, a 17 millones que vivían por regiones y, además, tres efectos específicos
debajo de la línea oficial de la pobreza y a en el campo cultural: 1] la competencia de
otros 30 millones que se hallaban en el um- la iniciativa privada con el Estado en la pro-
bral (Monsiváis ¿título? en Guevara Niebla ducción de bienes culturales y el concomi-
política cultural / poscolonialismo 217

tante predominio de la cultura privada a html>; Guevara Niebla, Gilberto y Néstor


domicilio; 2] la entrada más acelerada y me- García Canclini (comps.), La educación y la cul-
nos regulada de los grandes consorcios glo- tura ante el Tratado de Libre Comercio, México,
bales y su oferta cultural en el territorio Nueva Imagen, 1992; Johnson, Randal, “Film
nacional; y 3] la reducción de la presencia Policy in Latin America” en Albert Moran
del Estado en la “disposición de normas, (ed.), Film Policy: International, National and
apoyos en infraestructura y subsidios” Regional Perspectives, Londres, Routledge,
(Nivón Bolán). 1996, pp. 128-147; MacGregor, José Antonio,
Hoy en día, los creadores y gestores cul- “El Promotor Cultural del Nuevo Siglo”,
turales, y muchos intelectuales, piden que se México, Consejo Nacional para la Cultura y
renegocien ciertos aspectos del tlcan, sobre las Artes, s/f; <http://vinculacion.conaculta.
todo aquellos que dificultarían que el Estado gob.mx/capacitacioncultural/23420c.html>,
subsidie a la cultura mexicana. Ya no se bus- consulta enero de 2002; Monsiváis, Carlos, “De
ca una excepción cultural que exima sólo lo la cultura mexicana en vísperas del Tratado de
mexicano de las leyes de comercio; más bien Libre Comercio”en Gilberto Guevara Niebla y
México, como casi todo el resto de América Néstor García Canclini (comps.), La educación
Latina, ha firmado un Convenio para la y la cultura ante el Tratado de Libre Comercio,
Diversidad Cultural que pone el acceso de México, Nueva Imagen, 1992, pp. 190-209;
culturas a entornos propios e internaciona- Nivón Bolán, Eduardo, “Cultura e integración
les antes de la rentabilidad económica. Lo económica. México a siete años del Tratado de
que los grandes consorcios y las institucio- Libre Comercio”, Pensar Iberoamérica: Revista
nes que apoyan sus causas ponen en peligro de Cultura, núm. 2, octubre 2002-enero 2003
es la diversidad de expresiones. De ahí que < http://www.campus-oei.org/pensariberoame-
cada vez más se esté buscando fortalecer la rica/ric02a02.htm>, consulta 2 de octubre de
diversidad mediante el fortalecimiento de 2002; Paz, Octavio, “The Power of Ancient
mipymes (micro, pequeñas y medianas em- Mexican Art”, New York Review of Books, 6 de
presas), que son las que producen fonogra- diciembre de 1990, p. 1821; Piedras, Ernesto,
mas o películas o libros que las majors no ¿Cuánto vale la cultura? La contribución
se arriesgarían a lanzar al mercado. La po- económica de las industrias protegidas por el
lítica cultural ya no trata sólo de identidad derecho de autor en México, México, conac-
nacional, sino de identidades, que a su vez ulta, 2004; Saunders, Frances Stonor, Cultural
están vinculadas al sector productivo y a la Cold War: The cia and the World of Arts and
legislación respecto a bienes y servicios a Letters, Nueva York, The New Press, 1999 [La
escala nacional e internacional. cia y la guerra fría cultural (trad. Rafael Fontes),
Madrid, Debate, 2001]; Tovar y de Teresa,
obras de consulta. Cervantes Barba, Cecilia, Rafael, Modernización y política cultural: una
“Política cultural y ¿nuevos movimientos cul- visión de la modernización de México, México,
turales en México?”, ponencia presentada en la Fondo de Cultura Económica, 1994; World
mesa “Hegemonía cultural en América Latina” Bank, Culture Counts: Financing, Resources,
para el Congreso de la Latin American Studies and the Economics of Culture in Sustainable
Association, Las Vegas, Nevada, 8 de octubre de Development. Proceedings of the Conference;
2004; Getino, Octavio, “Aproximación a un es- Washington, D. C., 1999, <http://WBLN0018.
tudio de las industrias culturales en el Mercosur Worldbank.org/Networks>.
(incidencia económica, social y cultural para
la integración regional)”, ensayo presentado [george yúdice]
en el Seminario Internacional “Importancia y
Proyección del Mercosur Cultural con miras a
la Integración,” Santiago de Chile, 3-5 de mayo poscolonialismo
de 2001, <http://www.campus-oei.org/cultura/
getino.htm>; Golob, Stephanie R., “Beyond Entre los términos más debatidos en los es-
the Policy Frontier: Canada, Mexico, and the tudios culturales latinoamericanos, en los
Ideological Origins of nafta,” World Politics, últimos veinticinco años, figura el del pos-
núm. 55.3, 2003, pp. 361-398. <http://muse.jhu. colonialismo, en parte por su manufactura
edu/Journals/world_politics/v055/55.3golob. en lengua inglesa pero también por su des-
218 poscolonialismo

fase histórico. En ambos casos se han dado corte académico, sin embargo, comparten
malentendidos que en esta entrada quisiéra- con la primera una preocupación por las
mos tornar productivos. La crítica latinoa- continuidades de los pasados coloniales en
mericana se ha preguntado sobre la aplica- los presentes poscoloniales. De ahí que el
bilidad de poscolonialismo al considerar proyecto sea de una descolonización de la
que los objetos de estudio y las realidades cultura y el saber académico.
poscoloniales en los países africanos, asiáti- La conferencia sobre “Europa y sus otros”
cos y oceánicos tienen poco que ver con lo (Europe and Its Others) en la Universidad
latinoamericano dado que la mayor parte de de Essex, Inglaterra, en 1984, constituyó un
los países de América Latina lograron su primer momento en el que se planteó el pro-
independencia a principios del siglo xix, yecto poscolonial en el ámbito académico.
precisamente cuando se consolidan los pro- Entre los participantes figuraron Edward
yectos imperiales en África, Asia y Oceanía. Said, Gayatri Spivak, Homi Bhabha, Peter
En cuanto a la lengua inglesa también se ha Hulme, Talal Asad, y, en el área de los es-
visto con recelo que el proyecto de los estu- tudios culturales latinoamericanos, Gordon
dios poscoloniales se haya exportado de la Brotherston, Doris Sommer y José Rabasa.
academia norteamericana, y en menor gra- Las actas del congreso reunieron las prime-
do británica. Paradójicamente, uno de los ras formulaciones de textos que han venido
temas que con más rigor se ha tratado en a ser considerados fundacionales de los es-
los estudios poscoloniales es el de la expor- tudios poscoloniales y que han ejercido una
tación y traducción de ideas forjadas en las profunda influencia en una amplia gama
antiguas metrópolis imperiales. Obsérvese de disciplinas académicas. Otra entrada de
que el “pos” no indica un momento en el que este diccionario examina el proyecto de los
ya se ha superado el colonialismo sino la estudios subalternos cuyos trabajos y pro-
toma de conciencia de las continuidades y puestas pueden muy bien ser entendidos
legados coloniales aun siglos posteriores a dentro del poscolonialismo, tales como el
las independencias políticas. ensayo de Gayatri Chakravorty Spivak, “Can
Aun cuando podemos datar el origen the Subaltern Speak?” (¿Puede el subalter-
de los estudios poscoloniales con el libro no hablar?), y la obra de los historiadores
Orientalismo de Edward Said, la nueva rea- Ranajit Guha, Dipesh Chakravarty y Partha
lidad postcolonial, tanto de carácter históri- Chaterjee, entre otros. La distinción entre
co como intelectual, tiene un origen en los estudios subalternos y poscoloniales es aca-
discursos anticoloniales que acompañan a démica, ya que con frecuencia encontramos
las nuevas naciones independientes después a los mismo autores escribiendo sobre una u
de la segunda guerra mundial. Los trabajos otra modalidad, y aun en un mismo ensayo;
de Albert Memmi, Aimé Césaire, Amilcar sin embargo, esta distinción en un dicciona-
Cabral, C. L. R. James y Frantz Fanon, por rio de los estudios culturales latinoamerica-
sólo mencionar los más importantes, antici- nos es pertinente dado el proyecto de crear
pan a la crítica que emerge durante los años un grupo dedicado a los estudios subalter-
ochenta en Inglaterra y Estados Unidos. nos latinoamericanos. La entrada sobre los
Debemos recordar que estos críticos tuvieron estudios subalternos dará razón de este gru-
una recepción productiva en América Latina po. Aquí se limita a indicar cuán tenue, si no
en los años posteriores a la Revolución cu- arbitraria, puede ser la diferenciación.
bana de 1959. Sería un error, sin embargo, Hoy en día, en el ámbito de América
olvidar los antecedentes y las contribucio- Latina, se habla de momentos poscolonia-
nes de intelectuales latinoamericanos de la les para referirse a los estados que surgen
magnitud de José Carlos Mariátegui, quien después de las guerras de independencia,
en los años veinte del siglo pasado ya plan- denominación que aparenta tener un sen-
teaba la necesidad de pensar el lugar de las tido transparente, sin embargo, debemos
culturas indígenas en las luchas de corte insistir en que esta periodización carece
marxista. A diferencia de esta generación de rigor. Hablar de lo poscolonial como
de intelectuales íntimamente ligados a las momento histórico se presta a equívocos y
luchas de liberación nacional, la crítica de críticas que nos recuerdan que aun cuando
los años ochenta es primordialmente de los países en el “tercer mundo” han logra-
poscolonialismo 219

do su independencia formal de las antiguas una mera ideología que se podría superar a
metrópolis, las realidades socio-económicas través de un desenmascaramiento, sino
y culturales frecuentemente reproducen es- como un conjunto de prácticas y dispositi-
tructuras coloniales bajo la modalidad del vos discursivos que estructuran el mundo
neocolonialismo. Habría que hacer la distin- para una apropiación hegemónica. La pro-
ción entre poscolonialismo entendido como blemática poscolonial en América Latina
momento histórico (sea el que corresponda incluye tanto al imperialismo estadunidense
a las independencias formales del siglo xix como al pasado colonial que data de la in-
o a las del xx) y las articulaciones descolo- vasión europea del siglo xvi. Más allá de una
nizadoras de la critica postcolonial. En el resistencia al influjo cultural, político y eco-
caso de América Latina lo más común fue nómico de los Estados Unidos, la problemá-
que las élites que se consolidaron después tica poscolonial nos fuerza a concebir la
de las guerras de independencia constituye- hegemonía en el interior de la lengua espa-
ran colonialismos internos que sometieron ñola y de los hábitos culturales criollos, en
a las poblaciones indígenas y negras a pro- las incorporaciones de las culturas indíge-
cesos de marginalización y exclusión de una nas precolombinas a los proyectos naciona-
plena ciudadanía. El término poscolonial listas mexicanos y los racismos solapados
acarrea en el estado “post” la sombra y los que reproducen la servidumbre de los indí-
fantasmas de los pasados coloniales. Pensar genas contemporáneos, en fin, en las teleo-
lo postcolonial, ya no como mero momen- logías de corte marxista que consignan a las
to posterior a las independencias formales, culturas indígenas a un pasado sin futuro.
implica tomar conciencia de las continui- Esto no quiere decir que la crítica poscolo-
dades coloniales que acarrean inevitables nial sea antimarxista sino que propone con-
legados lingüísticos, culturales y políticos. cepciones del marxismo críticas de las orto-
Los autores arriba citados, que emergen de doxias estalinistas.
las luchas anticoloniales de mediados del En este sentido se puede considerar al
siglo xx, son particularmente rigurosos en movimiento zapatista de finales del siglo
sus proyectos descolonizadores. veinte (consideren los comunicados elabo-
La crítica poscolonial que surge en los rados a partir del alzamiento del Ejercito
años ochenta se propone transformar el sa- Zapatista de Liberación Nacional en 1994)
ber académico. El concepto del orientalismo como poscolonial en tanto que sus articula-
de Said tuvo efectos globales en los estudios ciones políticas y culturales asumen plena
sobre África, Asia y Oceanía. Ya no se podría conciencia de la necesidad de incluir, más
pensar, sin tomar conciencia de los orígenes bien, de pensar los proyectos de transfor-
imperialistas de las tradiciones intelectuales mación social desde los espacios indígenas.
occidentales, directa o indirectamente im- No se trata, por supuesto, de reducir el pro-
bricadas en el colonialismo, no sólo en el yecto zapatista a la crítica del orientalismo
contexto de las antiguas metrópolis sino de Said sino de trazar una práctica en la
también en la exportación de los paradig- que el objetivo descolonizador del saber
mas a países como México, donde todavía tiene no sólo igual sino aun mayor vigen-
está por escribirse la historia de los centros cia. El zapatismo no es, por supuesto, una
de estudios de África y Asia del Colegio de practica académica, lo que no excluye que
México. El concepto del orientalismo tam- tenga lecciones para aquellos que teorizan
bién ha servido para conceptualizar aspec- desde la academia sobre América Latina
tos de la cultura latinoamericana que acom- (véase Mignolo, Rabasa en Lloyd y Lowe).
pañan a los colonialismos internos. Pero Pero antes de mencionar algunas instancias
más allá de las formulaciones específica- de poscolonialismos latinoamericanos debe-
mente “orientalistas”, el libro de Said nos mos precisar el concepto de violencia epis-
ofrece una aproximación al ejercicio del po- témica como ha sido elaborado por Gayatri
der en los discursos coloniales. Spivak.
La novedad de Said reside en la yuxtapo- En ¿Puede el subalterno hablar? Spivak
sición del pensamiento de Michel Foucault, nos ofrece una formulación coherente y ri-
Antonio Gramsci y Frantz Fanon que le per- gurosa sobre la violencia epistémica. Como
mite concebir el orientalismo ya no como ya lo precisa el título de su ensayo, Spivak
220 poscolonialismo

examina los límites de la representación del perspectiva poscolonial que informa el con-
subalterno. Según Spivak la violencia epis- cepto de violencia epistémica nos permite a
témica se ejerce a partir de los criterios va- su vez entender cómo los indígenas utilizan
lorativos que excluyen el saber de los grupos las categorías históricas coloniales para
subalternos y las mediaciones intelectuales crear sus propios espacios y negociar luga-
sin las cuales el habla del subalterno no lo- res dentro de la administración y estructu-
gra ser inteligible. Si bien la respuesta de ras de poder coloniales. Este punto aparen-
Spivak es negativa, debemos observar que temente contradeciría la negativa de Spivak
escribe contra la pretensión de que la comu- sobre el habla subalterna, ya que se asume
nicación del saber subalterno es directa y una agencia en al habilidad de apropiarse
transparente. Es más, en el ensayo tiene de los conceptos históricos europeos. Sin
igual importancia su repuesta negativa embargo, en este hacerse la historia propia
como la insistencia en que, “Al aprender a (tanto en el sentido de pertenencia como de
hablarle al (en vez de a escuchar al o a ha- “pulcritud” ideológica) se pierde el sentido
blar por el) sujeto históricamente enmude- de la memoria y la temporalidad indígenas.
cido de la mujer subalterna, el intelectual Es decir, la memoria y la temporalidad indí-
poscolonial sistemáticamente ‘desaprende’ el genas sólo son inteligibles a partir de proce-
privilegio” (295 [cursivas en el original]). sos de traducción. Debemos observar que el
Más allá de este ensayo seminal, Spivak ha concepto de subalternidad siempre es rela-
publicado una serie de libros entre los cua- tivo a las estructuras de poder vigentes.
les se debe consultar A Critique of Poscolonial La cuestión sobre la aplicabilidad de la
Reason. teoría poscolonial a la cultura latinoameri-
En el contexto de los estudios culturales cana carece de importancia cuando consi-
latinoamericanos la cuestión del habla del deramos que es precisamente en la inapli-
subalterno ha influido en las concepciones cabilidad donde ha dado los resultados
y los debates sobre el género testimonial. En más productivos (véase Beverley, Mignolo,
este ensayo también ha resonado entre Rodríguez). No se trata de una mera apli-
aquellos que estudian las formas mediante cación servil de la teoría poscolonial, sino
las cuales la historiografía colonial ejerce de crear espacios de debate en los cuales
una violencia epistémica al constituir a las se toma conciencia de las diferencias que
culturas indígenas bajo la rúbrica de supers- paradójicamente llevan entender con más
tición e idolatría, así como en la imposibili- profundidad los específicamente latinoame-
dad de que el historiador indígena pueda ricano del colonialismo que se implementó
expresar un criterio de historia que no se en el siglo xvi. En el afán de negar la rele-
subordine a las categorías de la historia oc- vancia de la crítica poscolonial se ha llegado
cidental (véase Rabasa en Rodríguez). al extremo de negar que en América Latina
En su formulación más elemental, los –y en México en particular– se hubiera dado
procesos de colonización marcan el pasaje un proceso de colonización. Se pretende que
a la historia en tanto que la incorporación a nunca existió un imperialismo español, y
la iglesia católica se define como entrada a se habla del virreinato en vez del periodo
la historia universal. Esto no quiere decir colonial. De ahí que se ignoren los debates
que los misioneros y los burócratas españo- y la producción rigurosa de teoría sobre la
les fueran tan torpes para no poder recono- legitimidad del dominio español en América
cer en la cultura indígena formas de escri- en el siglo xvi, que no es otra pregunta que
tura y memoria que manifiestan un sentido la de la legitimidad de la usurpación de la
histórico, sino que la memoria indígena es soberanía de los pueblos indígenas.
histórica en la medida que se la constituye Más allá de Francisco Vitoria, se debe
para la conformación de un orden colonial. citar el De dominio infidelium et iure belli
Las cartografías, las genealogías y los ana- del agustino Alonso de la Vera Cruz. Este
les, por tomar estos géneros como caracte- tratado de Vera Cruz consiste en las confe-
rísticos de la historia indígena, asumen un rencias que dictó con motivo de la inaugu-
carácter histórico a partir de su uso en es- ración de la Universidad de Mexico, 1554-
clarecimiento del lugar de las comunidades 1555. Un acercamiento a la obra de Vera
indígenas dentro del orden colonial. La Cruz desde la teoría poscolonial nos lleva a
poscolonialismo 221

la paradoja de que la cuestión poscolonial lectuales hindúes en La Paz, Bolivia (véase


tiene sus orígenes en México desde el siglo Rivera Cusicanqui y Barragán, Káliman en
xvi, quizás desde el primer momento de la Rodríguez). Observen que esta conversación
invasión española y la resistencia indígena. se ha dado directamente entre la India y
El texto de Vera Cruz –se debería también Bolivia sin la mediación de la academia nor-
mencionar la obra de Bartolomé de las teamericana. Se concluye esta entrada con
Casas– plantea la necesidad de crea un or- esta indicación geo-política no por negar el
den colonial justo y equitativo, en el que la poder que se pueda ejercer desde los Estados
riqueza debería ser redistribuida con la fi- Unidos cuando sus académicos exportan pa-
nalidad de promover el bien común. Ya qui- radigmas intelectuales a América Latina,
siéramos tener en la práctica de los colonia- sino por insistir en que la dirección de los
lismos internos en el siglo xx, el rigor y la discursos se ha dado tanto de norte a sur
lucidez de los argumentos de Vera Cruz en como de sur a norte y de sur a sur. El tra-
los que sustenta que si bien la invasión ori- bajo de los intelectuales de otras latitudes
ginaria fue ilegal e ilegítima, sería un error, ha tenido un impacto importante en la defi-
si no un imposible el que España abandona- nición de los estudios culturales latinoame-
ra el Nuevo Mundo, al igual que sería un ricanos de los últimos veinticinco años, pero
imposible pensar que de un plumazo se va el valor de las conversaciones ha residido
dejar de reproducir el colonialismo interno sobretodo en el debate y en la articulación
en nuestros días. Para Vera Cruz los líderes de las diferencias.
corruptos indígenas que venden tierras co-
munales sin consultar a las comunidades obras de consulta. Ashcroft, Hill, Gareth
son tan problemáticos como los españoles Griffith y Helen Tiffin (eds.), The Poscolonial
que las compran o se las apropian a la fuer- Studies Reader, Nueva York, Routledge, 2006;
za, por medio del terror. En la toma de con- Chakravarty, Dipesh, Provincializng Europe:
ciencia del hecho de que el ejercicio del Poscolonial Thought and Historical Difference,
poder colonial no se da en un mero esque- Princeton, Princeton University Press, 2000;
ma binario que opone al colonizador y al De Toro, Alfonso y Fernando de Toro, El de-
colonizado reside la profundidad de la teo- bate de la postcolonialidad en América Latina:
ría poscolonial que en le caso de México se una modernidad periférica o cambio de pa-
remonta a la colonia. radigma en el pensamiento latinoamericano,
La relación con la teoría poscolonial Madrid/Frankfurt am Main, Iberoamericana/
debe ser entendida como una calle de dos Vervuert, 1999; Lloyd, David y Lisa Lowe
sentidos, en la que los críticos asiáticos, afri- (eds.), The Politics of Culture in the Shadow of
canos y oceánicos aprendan algo sobre la Capital, Durham, Duke University Press, 1997;
implementación del colonialismo, los deba- Mignolo, Walter, Local Histories/Global Designs:
tes sobre el imperialismo y las prácticas de Coloniality, Subaltern Knowledges, and Border
resistencia e insurgencia en América Latina. Thinking, Princeton, Princeton University
Estos debates y diálogos ya se han dado tan- Press, 2000 [Historias locales/diseños globales:
to en los estudios subalternos como posco- colonialidad, conocimientos subalternos y pen-
loniales (véase Ashcroft, Griffith y Tiffin, samiento fronterizo, Madrid, Akal, 2003]; Rivera
Rodríguez, Lloyd y Lowe). En el contexto Cusicanqui, Silvia y Rossana Barragán, Debates
europeo, el trabajo de David Lloyd sobre Post Coloniales. Una introducción a los estudios
Irlanda tiene particular relevancia para una de la subalternidad, La Paz, Editorial Historias,
reflexión sobre lo popular-nacional en las Ediciones Aruwiri y sephis, 1997; Rodríguez,
luchas de liberación nacional. Las conversa- Ileana (ed.), Convergencia de tiempos: Estudios
ciones han desembocado en publicaciones subalternos/contextos latinoamericanos, estado,
conjuntas tanto en español como en inglés. cultura, subalternidad, Amsterdam, Rodopi,
La circulación de los textos no carece de 2001; Spivak, Gayatri Chakraborty, A Critique
ironía ya que en ocasiones nos encontramos of Poscolonial Reason. Toward a History of the
con intelectuales argentinos, de Tucumán en Vanishing Present, Cambridge, Massachussets,
particular, que se vienen a enterar en un 1999.
congreso en la Universidad de Pittsburgh de
conversaciones con y traducciones de inte- [josé rabasa]
222 posmemoria

posmemoria abocan tanto cientistas sociales como psi-


cólogos, psicoanalistas y críticos culturales,
Hacia mediados de los años ochenta, se el campo de la posmemoria está abocado
instala el estudio de la memoria como un principalmente al estudio de producciones
área importante dentro de los estudios cul- culturales y a las mediaciones culturales de
turales. Según Andreas Huyssen la preocu- los procesos memorísticos. Su campo más
pación por la memoria de las sociedades fecundo es el estudio de la fotografía, el
occidentales marca un importante giro de performance, el teatro y los sitios de me-
interés en el campo de la cultura, en con- moria, o sea, aquellos espacios creados por
traste con el privilegio del futuro que era las sociedades para ubicar geográficamente
parte integral del discurso de la modernidad el recuerdo como los monumentos y los “an-
(21). Esta nueva atención a la memoria se timonumentos”.
diferencia del estudio tradicional del pasa- La figura asociada más directamente con
do, dentro de esquemas disciplinarios como los estudios de la posmemoria es Marianne
la historia, en un aspecto fundamental: se Hirsch, una crítica literaria nacida en
privilegia la subjetividad y se intenta dar Rumania en la inmediata postguerra, hija
cuenta del momento en que la experiencia de sobrevivientes del Holocausto que emi-
vivida se transforma en historia. Son cen- gró a los Estados Unidos a principios de
trales en este enfoque, consecuentemente, el los años sesenta. Después de una exitosa
testimonio, la historia oral y las celebracio- carrera en el campo de los estudios de la
nes y recordaciones públicas. Muchos de los literatura francesa con un enfoque psicoa-
estudios se enfocan entonces en modos de nalítico y feminista, Hirsch se abocó al es-
performance memorialístico, en el paso de tudio de la posmemoria recuperando expe-
las historias individuales (story) a historias riencias personales de infancia y leyendo el
colectivas (history) y en la creación de mo- corpus de las producciones culturales sobre
numentos de recordación de eventos trau- el Holocausto. El cambio de énfasis en la
máticos como el Holocausto y el terrorismo carrera de Hirsch está marcado por prác-
de estado. Dentro de los estudios de la me- ticas de los estudios culturales que a partir
moria se acuña, a fines de los años ochenta de los años ochenta, propician la inclusión
el término posmemoria para estudiar pro- de lo personal en el trabajo intelectual y
ductos culturales que exploran la perdura- amplían los corpus de estudio de los críti-
bilidad de las experiencias traumáticas a cos literarios que ahora incluyen fotografía,
través de las generaciones. cine, historieta y otros géneros. En su libro
Posmemoria es un neologismo con una Family Frames: Photography, Narrative and
historia brevísima en los estudios culturales Postmemory (1997), Hirsch acuña el térmi-
y más breve aún en el entorno latinoameri- no posmemoria para describir la experiencia
cano. Se ha establecido, sin embargo, como de la llamada “segunda generación” o sea la
eje de análisis en el estudio de producciones generación de los hijos de los sobrevivientes
culturales en Estados Unidos y Europa y ha del Holocausto. Hirsch define la posmemo-
creado ya una polémica importante en los ria como: “una forma de memoria poderosa
debates sobre el pasado reciente, la memo- y muy particular porque su conexión con
ria y la creación de sitios de memoria en el su objeto o fuente está mediado no por un
Cono Sur. recuerdo pero a través de una inversión
La posmemoria surge en el campo de emocional y una creación. Esto no quie-
estudios sobre la memoria como un modo re decir que la memoria no esté mediada,
de dar cuenta de la perdurabilidad de los sino que está conectada más directamente
hechos traumáticos. Los dos autores que al pasado. La posmemoria caracteriza la
inauguran los estudios de la posmemoria experiencia de aquéllos que crecen domina-
son los estadunidenses Marianne Hirsch dos por narrativas que precedieron su naci-
y James Young, ambos críticos literarios miento, cuyas propias historias tardías son
con especial interés en los estudios del evacuadas por historias de la generación
Holocausto. A diferencia de los estudios de previa moldeadas por eventos traumáticos
la memoria que se ubican desde el principio que no pueden ser entendidos o recreados.
como empresa interdisciplinaria, a la que se He desarrollado esta noción en relación a
posmemoria 223

los hijos de sobrevivientes del Holocausto con los eventos, la segunda generación se
pero creo que puede ser útil para describir asegura de que su propia “posmemoria” de
otras experiencias de segunda generación de los eventos se transforme en un proceso in-
eventos y experiencias culturales o colecti- concluso y efímero, y no un modo de obte-
vas traumáticas (22).” ner respuestas definitivas a preguntas impo-
Hirsch utiliza el modelo de la posmemo- sibles (2).”
ria para analizar una variedad de productos La posmemoria se ocupa de la experien-
culturales como la historieta sobre el cia intersubjetiva de lo social como proceso.
Holocausto Maus de Art Spiegelman, mues- En principio, el sitio de la posmemoria es la
tras de fotografía en los Estados Unidos, familia pero se extiende el concepto para
imágenes de maternidad en la fotografía, un incluir procesos sociales más amplios de
proyecto de la revista Life y, en colaboración memorias retrospectivas. La utilización de
con Leo Spitzer, la vida cultural en la ciudad los medios de comunicación para la crea-
ucraniana de Czernowitz y la obra de la ar- ción de estas memorias colectivas es funda-
tista argentina Mirta Kupfernic. mental. Los académicos participan además
James Young en At Memory’s Edge se de debates públicos sobre cómo producir
pregunta cómo “recordar” aquellos hechos espacios colectivos de conmemoración.
que no se han experimentado directamen- Como los estudios de la memoria, los de
te, cómo “recordar” lo que no se ha vivido. la posmemoria acompañan los movimien-
Young distingue “Recordar” de “recordar” tos sociales de descolonización y la hege-
para diferenciar el recuerdo de la experiencia monización de un discurso de los derechos
vivida y el recuerdo de narraciones e imáge- humanos, que en gran medida remplazó el
nes ajenas y más remotas en el tiempo. Este discurso de la izquierda en la esfera públi-
segundo modo de recordar es, según Young, ca en los últimos dos decenios del siglo xx.
vicario. Young, como Hirsch fue formado en La memoria y la posmemoria son centrales
la crítica literaria. Considera que las marcas en los debates sobre los movimientos de es-
de los hechos traumáticos son intergenera- clarecimiento de las violaciones de derechos
cionales y que los efectos de determinados humanos en Centro y Sudamérica, del fin
eventos pueden transmitirse culturalmente del apartheid en Sudáfrica y del movimiento
y marcar a toda una sociedad. Desde esta de derechos civiles en Estados Unidos. Tiene
perspectiva, por ejemplo, toda la sociedad un ímpetu importante a partir de la revi-
estadunidense podría considerarse una so- sión de la experiencia del Holocausto que
ciedad de posmemoria del Holocausto. tiene lugar en los años ochenta con la pro-
Tanto Hirsch como Young presentan el ducción de la serie televisiva “Holocausto”,
Holocausto como una experiencia hiperme- la atención dedicada a los quincuagésimos
diada (Young: 45) que fue vivida como fenó- aniversarios (del acceso de Hitler al po-
meno socio-cultural mediático por una por- der, de la Kristallnacht, del desembarco en
ción importante del mundo occidental a Normandía, etc.).
través de la fotografía, el cine, exposiciones La posmemoria se contextualiza en el
de arte y programas televisivos. Se ha trans- marco de los estudios académicos autobio-
formado en “pasado vicario” para muchos gráficos que se imponen en departamentos
que no tuvieron ninguna experiencia perso- de estudios de género y de etnicidad en los
nal directa o transmitida desde la genera- Estados Unidos en las décadas de los se-
ción anterior. Dice Young refiriéndose a la tentas y ochentas, y está muy influida por
generación de artistas que crean lo que él el psicoanálisis y los estudios feministas.
define como un arte de la posmemoria: “Al Se inserta dentro del trabajo de colectivos
representar el Holocausto como un pasado culturales feministas o influidas/os por el
“vicario”, estos artistas insisten en mantener feminismo que comenzaron a ahondar en
una frontera definida entre su trabajo y el experiencias del trauma, muchas veces en
testimonio de la generación de sus padres. conexión con historias familiares. Estas in-
Este trabajo reconoce la necesidad de los vestigaciones combinan la rememoración
padres de dar testimonio de sus experien- del pasado familiar y el estudio de objetos
cias, aun de dejar el Holocausto atrás. Pero culturales albergados por nuevos modos de
al iluminar la vicariedad de su experiencia realizar investigación académica que auto-
224 posmemoria

rizan el uso de la primera persona. Gana en la Argentina en el decenio de los setenta,


ímpetu la idea de que “la discusión sobre la se puede hablar de posmemoria para anali-
memoria raras veces puede ser hecha desde zar la producción de las cineastas como
afuera, sin comprometer a quien la hace, sin Natalia Bruschtein, Albertina Carri y María
incorporar la subjetividad del /a investiga- Inés Roqué, hijas de militantes políticos des-
dor /a” (Jelin, 2002: 3). aparecidos; pero también como lo ha hecho
La posmemoria no podría pensarse fuera de Susana Kaiser para describir el discurso de
los estudios culturales y del desarrollo de di- jóvenes en cuyas familias no hubo experien-
ferentes disciplinas asociadas a la memoria cias directas de la represión.
en el campo de la psicología, como los estu- El uso del término posmemoria se ha
dios del trauma y las corrientes psicológicas comenzado a extender más allá de los estu-
que estudian las memorias recuperadas y su dios del Holocausto. Dentro de los estudios
aplicación jurídica. El término posmemoria estadunidenses, hay investigación sobre la
gana adeptos en programas universitarios posmemoria en experiencias de la esclavitud
trans e interdisciplinarios dedicados al es- y la segregación. Se ha utilizado el concep-
tudio del trauma, la memoria y el conflicto to también para hablar de la situación pos-
en los Estados Unidos y en Europa. En el colonial africana y caribeña y del sudeste
centro del debate sobre la posmemoria está asiático. Algunos autores utilizan este tér-
la conceptualización de la memoria cultural mino para hablar de espacios geográficos
que según Mieke Bal ha “desplazado o sub- con memorias múltiples como es el caso
sumido los discursos de memoria individual de Palestina/Israel o de India/Pakistán. La
(psicológica) y social” (vi). En este enfoque posmemoria también ha sido utilizado para
la memoria se presenta como un discurso hablar de otros genocidios como el armenio
cultural que funciona como nexo entre pa- y para analizar fotografías y diarios perso-
sado, presente y futuro. El giro subjetivo es nales en textos que analizan experiencias
fundamental para el desarrollo de la idea de migratorias.
posmemoria que define experiencias identi- En el ámbito latinoamericano, el estudio
tarias. de la posmemoria ingresa, en principio, en
Los críticos que usan el término posme- el campo de los estudios del Holocausto
moria sostienen que hay características es- para describir producciones culturales que
pecíficas de la experiencia de las generacio- exploran la experiencia de sobrevivientes
nes marcadas por un trauma que no vivieron, del nazismo en Argentina (Szurmuk) y en
que no puede ser explicada exitosamente Bolivia (Spitzer). El término se ha extendido
con el término memoria. A diferencia de la para referirse a los hijos de desaparecidos y
memoria que está conectada directamente de la segunda generación nacida después
al pasado, y que puede referirse a experien- del final de las dictaduras. N.Arruti y Ana
cias de todo tipo, la posmemoria se ocupa Forcinito, entre otros, han utilizado el tér-
solamente de hechos traumáticos cuya per- mino, para tratar productos culturales de
durabilidad emocional marca las generacio- Argentina, Chile y Uruguay. Francine A’ness
nes subsiguientes a los que experimentaron. utiliza el término posmemoria en cuanto
En el caso de experiencias traumáticas, en- recuerdo intersubjetivo para referirse a
tonces, se usa el término “memoria” para prácticas memorísticas en Perú como el per-
referirse a la experiencia y la producción formance del grupo teatral Yuyachkani y la
cultural de quienes fueron víctimas, perpe- organización de comités de la verdad en los
tradores o testigos de un hecho traumático, Andes. En diferentes encuentros académi-
mientras que la posmemoria se enfoca en cos se ha especulado sobre la posibilidad de
los registros culturales producidos por quie- utilizar el término para situaciones como la
nes crecen a la sombra de estos recuerdos. conquista, las herencias culturales indíge-
Estos casos pueden referirse a quienes son nas y las matanzas de comunidades indíge-
descendientes directos de víctimas, perpe- nas en América Central durante los años
tradores o testigos o a quienes crecieron en setenta y ochenta. No hay, sin embargo, es-
una sociedad atravesada por el trauma pero tudios publicados en ese sentido. La utiliza-
que no lo vivieron directamente. Por ejem- ción metodológica del término posmemoria
plo, en el caso de los jóvenes que nacieron es mucho más evidente en el análisis de pro-
posmemoria 225

ductos visuales como lo demuestran recien- o por el contrario desde lo creativo y ficcio-
tes análisis del trabajo de instalación de nal sin acudir a lo testimonial. Sarlo propo-
Marcelo Brodsky (Arruti, 2007) y de la pelí- ne la literatura o el arte experimental, por
cula Garage Olimpo. También se han reali- un lado, o el texto académico, por otro,
zado interesantes estudios de rescate comu- como respuestas culturales adecuadas para
nitario, utilizando historias de vida, para el registro de la memoria reciente.
reconstruir experiencias migratorias como La posmemoria como término crítico uti-
es el caso del proyecto de Mirta Zaida lizado para estudiar y entender experiencias
Lobato y Daniel James sobre la comunidad traumáticas del siglo xx ya ha ganado un
ucraniana en la localidad bonaerense de lugar en los estudios culturales europeos y
Berisso en Argentina estadunidenses. Como fenómeno de fin de
Sorprendentemente este término que no siglo xx y testimonio de los esfuerzos para
ha tenido aún mucha difusión en América dar cuenta de un corpus cada vez más am-
Latina, ya ha sido puesto en cuestión por plio de productos culturales, es un término
la crítica cultural argentina Beatriz Sarlo, que ha inspirado nuevos modos de concebir
quien considera que las obras escritas so- la relación entre cultura, sociedad y subjeti-
bre posmemoria representan un gesto teó- vidad. Queda por ver si en América Latina
rico que “parece entonces más amplio que el concepto será adoptado o rechazado y si
necesario” (152). Según Sarlo, la necesidad demostrará su utilidad en el debate sobre
de crear un nuevo término no está justifi- los papeles de la memoria, el duelo y la ar-
cada. ¿cuál es la necesidad, se pregunta, de ticulación del futuro, en experiencias trau-
acuñar un término cuyo significado ocupa- máticas recientes como fueron las dictadu-
ría el mismo espacio semántico que otros ras de los años setenta y ochenta, los masivos
términos como recuerdo o memoria? Toda desplazamientos de poblaciones indígenas y
memoria del pasado es mediada y también los fenómenos migratorios.
vicaria, argumenta la autora, quien critica
la dimensión subjetiva de la posmemoria. obras de consulta. A’ness, Francine, “Resisting
La crítica de Sarlo está incluída dentro de Amnesia: Yuyachkani, Performance, and the
una más general a lo que Sarlo llama “el giro Postwar Reconstruction of Peru”, Theater
subjetivo”, o sea, el espacio otorgado a lo Journal, vol. 56, núm. 3, 2004, pp. 395-414;
subjetivo y personal, dentro la investigación Arruti, Nerea, “Tracing the Past: Marcelo
académica, a través de la historia oral y el Brodsky’s Photography as Memory Art”,
testimonio que según Sarlo despolitizan la Paragraph, vol. 30, núm. 1, 2007, pp. 101-
memoria. 120; Bal, Mieke, Jonathan Crewe y Leo
Un caso muy ilustrativo de cómo funcio- Spitzer, Acts of Memory: Cultural Recall in the
na el debate sobre la posmemoria está alre- Present, Hanover/Londres, University Press
dedor de la película Los rubios, de la joven of New England, 1999; Bruschtein, Natalia,
directora Albertina Carri, en el que se reali- Encontrando a Víctor, México, Centro de
za una exploración subjetiva de lo que sig- capacitación cinematográfica, 2005; Carri,
nifica para la directora haber crecido como Albertina (directora y guionista), Los rubios,
hija de desaparecidos. Usando técnicas ex- 2003 <www.elamante.com>; Forcinito, Ana,
perimentales, Carri va reconstruyendo la “Narración, testimonio y memorias sobrevi-
historia de la desaparición de sus padres y vientes: hacia la posmemoria en la posdic-
de cómo ella como hija va articulando una tadura uruguaya”, Letras femeninas, vol. 32,
subjetividad en su ausencia. Sin duda, la núm. 2, 2006, pp. 197-220; Hirsch, Marianne,
película es un ejercicio de posmemoria que, Family Frames: Photography, Narrative and
como indica Young, no intenta ser una re- Postmemory, Cambridge/ Londres, Harvard
construcción histórica sino una simulación University Press, 1997; Huyssen, Andreas,
de la pérdida (92). Los debates posteriores “Present Pasts: Media, Politics, Amnesia,”
cuestionaron la posición de la subjetividad Public Culture, vol. 12, 2000, pp. 21-39; James,
de Carri en la película, acusándola de narci- Daniel y Mirta Zaida Lobato, “Family Photos,
sista y de apolítica, utilizando dos ejes de Oral Narratives, and Identity Formation: The
crítica fundamental: el postulado de que lo Ukranians of Berisso”, Hispanic American
político se debe articular desde lo colectivo Historical Review, vol. 84, núm.1, 2004, pp.
226 posmemoria / posmodernidad

5-36; Jelin, Elizabeth, Los trabajos de la memo- transgresión y la revuelta. Sólo de este modo
ria, Buenos Aires y Madrid, Siglo XXI Editores, puede tener sentido repensar conceptos y
2002; Kaiser, Susana, Postmemories of Terror: A pugnas.
New Generation Copes with the Legacies of the A partir de un proyecto modernizador
Dirty War, Nueva York, Palgrave MacMillan, inacabado y de una posmodernidad –con-
2005; Nouzeilles, Gabriela, “Postmemory tradictoria ella misma– que no terminó de
Cinema and the Future of the Past in Albertina instalarse, el espacio crítico latinoamerica-
Carri’s Los rubios”, Journal of Latin American no busca su rostro en el “espejo trizado” del
Cultural Studies 14: 3, 2005, pp. 263-278; desencuentro (Brunner, Un espejo trizado). Y
Roqué, María Inés, Papá Iván, México, Centro sin embargo, la reflexión no es nueva para
de Capacitación Cinematográfica, 2004; Sarlo, este continente. “El hecho de que las distin-
Beatriz, Tiempo pasado: cultura de la memoria tas etapas de la modernidad […] no hayan
y giro subjetivo de una discusión, Buenos Aires/ podido acontecer entre nosotros, sino como
México, Siglo XXI Editores, 2005; Spiegelman, modernidad en crisis, hace del actual debate
Art, Maus: A Survivor’s Tale, Nueva York, de una sensibilidad posmoderna, una suerte
Pantheon, 1986. [Maus, Buenos Aires, Muchnik de experiencia de vieja data en la crónica
y Norma, 1986]; Szurmuk, Mónica, “Voces y latinoamericana (Casullo “Posmodernidad
susurros en la literatura de la postdictadura de los orígenes”: 95).” La discusión alude a
argentina: Reina Roffé y Sergio Chejfec”, en nuestra propia “realidad”, así como al es-
Ana Rosa Domenella, Luz Elena Gutíérrez tatus que ¿nos corresponde?, ¿nos adjudi-
de Velasco y Graciela Martínez Zalce (eds.), can?, ¿construimos? dentro del mercado de
Escrituras en contraste: Masculino/Femenino producción e intercambio de conocimiento.
II, México, Aldus, conacyt, uam, 2005, pp. 79- Pensar entonces la relación modernidad /
97; Young, James E., At Memory’s Edge: After- posmodernidad es volver a poner en escena
Images of the Holocaust in Contemporary Art una reivindicación que reclama la periferia
and Architecture, New Haven/Londres, Yale como lugar privilegiado de enunciación, re-
University Press, 2002. leyendo acuerdos, figuras y tensiones para
construir, desde ahí, un discurso fragmenta-
[mónica szurmuk] do no por falla sino por horror a una totali-
dad autorizada /autoritaria excluyente.
Por eso algunos hablan de un “posmoder-
posmodernidad nismo avant la lettre”, o de una “modernidad
periférica” que remite a la heterogeneidad
Desde este territorio heterogéneo y múltiple cultural de nuestro continente. En este sen-
que es América Latina, marcado por la des- tido, y como lo plantea Nelly Richard, una
igualdad, la violencia, la injusticia; territorio de las protagonistas principales del debate,
en el que el 40.6% de la población vive en “La posmodernidad no es lo que lineal-
condiciones de pobreza y de ellos el 16% lo mente viene después de la modernidad […]
hace en la indigencia (datos de la Comisión sino el pretexto coyuntural para su relec-
Económica para América Latina y el Caribe tura desde la sospecha que históricamente
de Naciones Unidas o cepal) conviviendo pesa sobre las articulaciones cognoscitivas
con algunos de los hombres más ricos del e instrumentales de su diseño universal”
planeta; territorio de tiempos diversos y de- (“Latinoamérica”: 16).
seos (des) encontrados, pensar la relación Se puede releer, entonces, desde la sospe-
modernidad /posmodernidad trasciende los cha, diseñando los trazos de una cartografía
límites de lo teórico-académico y se instala que con sus desigualdades, altisonancias, rui-
en el espacio de lo político. Tensión de sa- nas y proyectos, dibuje finalmente, como en
beres que arman una trama para aprehen- el cuento de Borges, nuestro propio rostro.
der la realidad –social, estética, analítica–, ¿De qué hablamos realmente cuando ha-
buscando descentrar al sujeto hegemónico. blamos de posmodernidad? ¿De un pliegue
El discurso construido desde la periferia re- más de la modernidad o de un verdadero
cicla restos de las voces de las metrópolis y “cambio de época”? ¿Estamos ante el fin de
los suma a su propia voz, inventando así un la modernidad o sólo ante una “vuelta de
derrotero particular; viaje iniciático desde la tuerca” sobre sí misma? ¿El prefijo pos in-
posmodernidad 227

dica una marca temporal? ¿O una nueva expresiva donde reinan el arte y la estética.
forma de concebir la realidad? Todas ellas convergen en el ideal del progre-
¿Cómo y desde dónde leer (“Precisar el so. Es decir, la modernidad apuntaba al fu-
lugar desde donde se habla […] es deter- turo, a un futuro utópico, como espacio de
minar la posición del sujeto y el modo de realización de estas tres esferas; es en este
la enunciación”, Hugo Achugar, “Uruguay” sentido un proceso esperanzador, que le
¿página?; lejos de las pretensiones de “obje- otorga un sentido a la historia.
tividad” de decenios anteriores, se trata de Jürgen Habermas es uno de los principa-
hacer evidentes las condiciones de enuncia- les defensores contemporáneos del proyecto
ción y de reflexionar acerca de su impronta de la modernidad, y lo reivindica como pro-
en la lectura de los discursos sociales y cul- yecto de la razón. “Como camino de la razón
turales) la crítica radical que la posmoderni- insatisfecha, que es el legado más profundo
dad le hace al proyecto moderno, cuando la de la crítica ilustrada: el criticarse y vigilar-
modernidad tiene, como una de sus carac- se a sí misma (“La modernidad”: 17).”
terísticas fundamentales, la reflexión sobre La modernidad constituye una visión
sí misma, la autocrítica? ¿Plantea la posmo- global del mundo, del yo, de la realidad, or-
dernidad un cambio de episteme? ganizada en cuatro proyectos fundamenta-
Para adentrarnos en este campo de re- les: un proyecto emancipador que consiste en
flexión es preciso partir del análisis, aunque la secularización del conocimiento y la cul-
sea somero, de la modernidad, considerando tura; un proyecto expansivo a través del cual
que tanto modernidad como posmodernidad busca expandir el conocimiento y la pose-
son conceptos complejos y heteróclitos. sión de la naturaleza; un proyecto renovador
Un primer acercamiento nos permite que implica la búsqueda de mejoramiento e
pensar a la modernidad como el legado del innovación permanentes; y un proyecto de-
proyecto racionalista ilustrado del siglo mocratizador vinculado sobre todo a la edu-
xviii. Se trata, como tal, de una “particular cación y a la difusión de los saberes (García
condición de la historia” (Casullo, Forster y Canclini, Culturas híbridas).
Kaufman: 10) que surge a partir de la con- Esta propuesta enfrenta una de sus peo-
ciencia de estar viviendo un momento espe- res crisis a mediados del siglo xx, y a esa cri-
cial en el que el triunfo de la razón expresa- sis podemos ponerle un nombre: Auschwitz.
do en los descubrimientos científicos, los La Ilustración muestra, entonces, su lado
avances tecnológicos y la industrialización, “oscuro”, como lo analizaron, entre otros,
garantizaría un destino de progreso para la Theodor Adorno y Max Horkheimer en su
humanidad. Estos términos –razón y pro- libro llamado, precisamente, Dialéctica del
greso– serán el núcleo de la modernidad. La Iluminismo. Con la segunda guerra mun-
nueva época histórica se muestra también dial se entró a una etapa de descreimiento
en la conciencia de que el mundo es sobre y crítica de aquella idea constitutiva de la
todo la representación que nos hacemos de modernidad como proceso emancipador;
él. Este nuevo modo de comprensión que etapa que estará marcada por la puesta en
abarca el yo, el mundo y la naturaleza surge cuestión de sus metarrelatos fundantes: de-
en el quiebre de la representación del mun- mocracia, revolución, progreso…
do regida por lo religioso. Así, el sitio que El mundo actual se encuentra, en reali-
ocupaba Dios pasa a ocuparlo la Razón. dad, frente a un panorama que muestra di-
Estamos en realidad ante un largo proceso versas crisis que van a determinar un quie-
histórico que cristaliza en el llamado “siglo bre en el proyecto moderno (Casullo, Forster
de las luces”; será entonces cuando este pro- y Kaufman: 196); entre las más significati-
yecto –el Iluminismo, la Ilustración– siste- vas podemos señalar: crisis de reformula-
matice los grandes paradigmas de la moder- ción del sistema capitalista, crisis del Estado
nidad. de Bienestar, crisis del proyecto político e
Son tres las esferas que organizan los sa- ideológico alternativo al sistema capitalista,
beres en el proyecto de la racionalidad ilus- crisis de los sujetos sociales históricos, crisis
trada: la esfera cognitiva que corresponde a de la sociedad del trabajo, crisis de las for-
la ciencia; la esfera normativa, sitio de las mas burguesas de la política. Frente a esto
problemáticas éticas y morales; y la esfera se consolida un neoliberalismo salvaje
228 posmodernidad

acompañado de una globalización económi- de participación política; han aparecido


ca y una mundialización cultural (Ortiz) que propuestas artísticas fuertes con lenguajes
tienden a homogeneizar realidades, sujetos, innovadores; se han roto fronteras creati-
mensajes, receptores, imágenes, deseos… vas… En fin, este conglomerado de elemen-
conforme a los lineamientos del mercado. tos convierte a lo que se ha dado en llamar
De acuerdo con Jean François Lyotard posmodernidad , y que sin duda implica un
estas crisis provocarán el quiebre de la mo- cambio en la sensibilidad contemporánea,
dernidad y el surgimiento de la posmoder- en un collage sumamente complejo, con-
nidad . Esta nueva escena histórica parecie- tradictorio y ambiguo en muchos sentidos.
ra dominada por el simulacro, el consumo, ¿De la pérdida de la utopía y al fragmentado
el hedonismo, la falta de expectativas. “La caleidoscopio de múltiples utopías? ¿O de la
modernidad, preñada de utopías, se dirigía utopía a la muerte de la historia?
hacia un futuro mejor. Nuestra época –des- El término “posmodernidad ” (“posmo-
mantelada– se desembaraza de las utopías, dernismo”, “condición posmoderna”, “capi-
reafirma el presente, rescata fragmentos del talismo tardío”, “época posindustrial”) co-
pasado y no se hace demasiadas ilusiones mienza a ser utilizado en el campo de la
respecto del futuro (Esther Díaz: 17).” crítica literaria por Irving Howe y Harry
De manera lúdica a pesar de su esquema- Levin, al final de los años cincuenta, para
tismo, el siguiente cuadro propuesto por referirse a la decadencia del movimiento
Ihab Hassan da una idea bastante acertada moderno. En los años sesenta, lo utilizaron
de las diferencias principales entre ambos críticos como Leslie Fiedler e Ihab Hassan,
conceptos (Hassan, traducción mía): aunque sin coincidir en el significado del

término. Es en los años setenta que el uso
se generaliza, en referencia primero a la ar-
modernismo posmodernismo quitectura y luego a la danza, el teatro, la
Forma (conjuntiva/ Antiforma pintura, el cine y la música. Esta noción es
cerrada) (disyuntiva/abierta) retomada por Julia Kristeva y Jean François
Lyotard en Francia, y por Jürgen Habermas
Propósito, Juego en Alemania (Huyssen, “Guía”). “A comien-
intención zos de los años ochenta, la constelación
Diseño Azar modernismo-posmodernismo en las artes y
modernidad-posmodernidad en la teoría so-
Jerarquía Anarquía cial se había convertido en uno de los espa-
Objeto artístico Proceso, cios de mayor beligerancia de la vida inte-
acabado performance, lectual en Occidente (“Guía”: 234).”
happening Lo primero que se debe preguntar –escri-
be Hal Foster en su “Introducción” al ya
Presencia Ausencia clásico libro The Anti-aesthetic: Essays on
Centro Dispersión Postmodern Culture– es si existe el llamado
posmodernismo y, en caso afirmativo, qué
Género/frontera Texto/intertexto
significa. ¿Es un concepto o una práctica,
Raíz/profundidad Rizoma/superficie una cuestión de estilo local, todo un nuevo
periodo o fase económica? ¿Cuáles son sus
E pur si muove… Pero es también la mirada formas, sus efectos, su lugar¿ ¿Estamos en
de la posmodernidad la que ha propiciado verdad más allá de la era moderna, realmen-
la aparición en la escena de todo aquello te en una época (digamos) posindustrial?
que estaba vetado o cancelado por el sujeto La idea de la posmodernidad surge bási-
racional hegemónico; han cobrado fuerza camente del campo de las artes y de ciertas
así diversas minorías postergadas. Aquellos teorías críticas que ponen en cuestión la ra-
que habían sido excluidos del proyecto cionalidad hegemónica dominante. Si una
moderno han hecho su aparición ponien- de las características de la modernidad es
do en cuestión al ser humano-masculino- fomentar su propia crítica, ¿no será la pos-
heterosexual-occidental-blanco-racional de modernidad un discurso nacido en alguna
la modernidad; han surgido nuevas formas de sus orillas?
posmodernidad 229

Algunos autores señalan que el modernis- haya relato que no pueda ser ya creíble. Por
mo nació como un movimiento de oposición metarrelato o gran relato, entiendo precisa-
pero se convirtió rápidamente en “cultura mente las narraciones que tienen función
oficial”. Romper esta situación pareciera legitimante o legitimatoria. Su decadencia
ser uno de los objetivos del arte actual. no impide que existan millares de historias,
Sin embargo, es necesario considerar que pequeñas o no tan pequeñas, que continúen
las reflexiones sobre la posmodernidad no tramando el tejido de la vida cotidiana
son iguales en el campo de la sociología y (Lyotard, La condición: 31).
la historia de la ideas, que en lo referente a Fredric Jameson, por su parte, a través
la estética; tampoco se refieren de manera de una nueva lectura de la teoría cultural
homogénea a su propia problemática. propuesta por el marxismo, considera las
En la política cultural existe hoy una formas estéticas de la posmodernidad en
oposición básica entre un posmodernismo estrecha correlación con la globalización
que se propone reconstruir el modernismo del mercado. La mercantilización del arte
y oponerse al statu quo, y un posmodernis- habría llevado a la expresión creativa a la
mo que repudia al primero y elogia al segun- banalización, la superficialidad y el pas-
do: un posmodernismo de resistencia y otro tiche. En este sentido, la posmodernidad
de reacción (11). representaría la “lógica cultural del capi-
Sin duda esta idea, aunque dificulta el talismo tardío”. Posmodernidad y globali-
trabajo de caracterización del fenómeno zación son, para Jameson, “las dos caras
posmoderno, rompe con cualquier preten- de un mismo fenómeno. La globalización
sión de imponerle un esquema rígido y uní- lo abarca en términos de información, en
voco, y explica gran parte de los desencuen- términos comerciales y económicos. Y la
tros de los grandes teóricos sobre el tema. posmodernidad, por su lado, consiste en la
A partir de su propuesta puede entender- manifestación cultural de esta situación”
se que las nuevas, y muchas veces apasio- (“Posmodernidad”, ¿página?).
nantes, búsquedas en el campo de la estéti- Resultan indispensables para acercarse a
ca y la lucha de las minorías de la sociedad la discusión sobre la relación modernidad-
convivan en la misma “escena posmoderna”, posmodernidad los trabajos de Andreas
con las pretensiones neoconservadoras que Huyssen, quien descree de las oposiciones
anuncian el fin de las ideologías y el triunfo binarias y propone recuperar el potencial
del mercado. político y la complejidad de ambas propues-
En este panorama, Habermas, por ejem- tas. Uno de los elementos que toma en cuen-
plo, aboga por una nueva apropiación críti- ta en la escena contemporánea es la presen-
ca del proyecto moderno, en contra de un cia de las nuevas tecnologías –medios de
antimodernismo conservador. El filósofo comunicación, cultura de la imagen– en el
alemán trata de rescatar el potencial eman- desarrollo principalmente de las propuestas
cipatorio de la razón, diferenciándose de estéticas, lo que quiebra las nociones ador-
quienes confunden razón con dominación, nianas de alta cultura y cultura popular. En
y hace desde ese lugar una defensa de la este sentido, Huyssen analiza los vínculos de
modernidad ilustrada. continuidad y crítica que se establecen con
Otro autor fundamental en el debate, las propuestas de las vanguardias históricas.
Jean François Lyotard, considera que la pos- Así, el posmodernismo en arte puede ser en-
modernidad señala el fin de los grandes re- tendido en sentido similar a las vanguardias
latos, es decir de las metanarrativas de la en cuanto enfrentamiento a la institución
modernidad y su capacidad explicativa. Su artística tradicional del modernismo clásico.
obra La condición posmoderna es uno de los De manera casi paradójica, pensar la tradi-
puntales de la reflexión sobre el tema; en ción –a partir de las vanguardias que nega-
ella Lyotard analiza las transformaciones ban todas las tradiciones– permite romper
del pensamiento ilustrado en el umbral de con la exigencia permanente de innovación
la informatización de las sociedades. en que había caído el arte moderno. Se re-
En estas condiciones, ¿cómo pueden se- piensa la tradición, la relación del arte con
guir siendo creíbles los grandes relatos de la vida y se presta oído a las voces que vienen
legitimación? Esto no quiere decir que no de fuera de la “institución arte” occidental.
230 posmodernidad

Es preciso señalar que las búsquedas nidad no siempre le resta potencial político
operadas por el posmodernismo no dan re- a las búsquedas artísticas.
sultados homogéneos, sino que se transfor- Modernidad y posmodernidad no pueden
man en “por un lado, la emergencia de una ser leídas como etapas dentro de una lógica
cultura del eclecticismo, un postmodernis- temporal “sino como problemáticas de lec-
mo ampliamente afirmativo que abandona tura y relectura –retrospectiva e introspecti-
todo reclamo crítico, toda negación o tras- vas– de los vocabularios (en crisis) de la
gresión; y, por otro lado, un posmodernismo configuración sujeto/razón/historia/ progre-
alternativo que definía la crítica, resistencia so” (Richard, “Latinoamérica” ¿página?).
y trasgresión del statu quo en términos no En este sentido, podemos sacar “provecho
modernistas ni vanguardistas, más de acuer- latinoamericano” de los que la posmoderni-
do con los cambios políticos de la cultura dad significa como fisuras a la autoridad del
contemporánea” (Huyssen, “Guía”: 237). pensamiento central.
Pensar el arte contemporáneo a la luz de La reflexión acerca de modernidad lati-
la relación modernidad-posmodernidad im- noamericana –culturalmente discontinua,
plica, entonces, abandonar la noción facilis- socialmente desigual, políticamente incom-
ta del “todo vale” –simplificación de ciertas pleta– se ve obligada, en esta nueva escena
lecturas sobre el posmodernismo– para en- histórica, a volver sobre sí misma, a discutir
trar en un territorio complejo en el que se sus viejos paradigmas y a revisar los princi-
revaloran voces y propuestas que habían pios que la han sostenido a lo largo de los
sido excluidas del concepto moderno de siglos. Se trata de tomar distancia de las
arte, tales como las formas industriales o de “premisas estático esencialistas y político
la cultura masiva, o –como señalamos más pragmáticas” (Herlinghaus y Walter: 25) y
arriba– las expresiones de las “otredades” de reconocer la identidad del continente como
la sociedad (mujeres, indígenas, homosexua- un todo complejo constituido por sistemas
les y múltiples etcéteras). En términos for- inestables, heterogéneos y cambiantes.
males, si bien es difícil generalizar sin bana- Frente a una modernidad que encierra a
lizar las propuestas, puede verse una la vez lo elitista y lo popular, lo tradicional
tendencia a desdibujar las fronteras entre y lo verdaderamente moderno nos vemos
los diversos géneros artísticos, y el uso deli- obligados a ir más allá de la “tradición de
berado de la “cita” en clave de intertextuali- la ruptura” planteada por Octavio Paz. “El
dad o collage. El pastiche posmoderno es así cambio que lleva de un concepto homogé-
también diálogo con el pasado y, por lo tan- neo y universalista de modernidad a una no-
to, memoria (este elemento se ha convertido ción heteróclita, ha contribuido en América
en espacio de resistencia en sociedades Latina […] a rendir testimonio crítico de las
como la latinoamericana). El horizonte ya aporías de su propio pensamiento anterior
no es el del futuro, como para el arte mo- (Herlinghaus y Walter: 19).” Algunos teóri-
derno, sino el de una actualización del pa- cos latinoamericanos prefieren el concepto
sado a través de la ironía y la recreación; de “modernidad periférica” por sobre el de
actualización del pasado que descree de la “posmodernidad ” como modo de pensar las
historia. Se trata, por una parte, de la cele- contradicciones entre los proyectos moder-
bración de la pérdida de poder del raciona- nos y las precariedades del atraso histórico
lismo y, por otra, de las más variadas expre- del continente; sería una manera de volver a
siones del desencanto que cubren un amplio tomar en cuenta –sin abandonar el horizon-
abanico ideológico. La mezcla de lo kitsch y te de racionalidad, ni los cuatro proyectos
lo erudito, la fragmentación, la antisolemni- centrales de la modernidad y su fundamen-
dad, la oposición a la búsqueda de sentidos tal compromiso político– los desencuentros
más allá de la obra misma, la fetichización entre modernidad cultural y modernización
de las mercancías, la superficialidad como social que han dado como resultado: que
lenguaje estético, serían algunas de las ca- convivan en un mismo espacio geográfico los
racterísticas de las obras posmodernas. Sin sectores más desposeídos con las élites que
embargo, la enumeración no busca agotar tienen acceso a los más sofisticado de las co-
sino abrir las posibilidades en un espacio en municaciones y la tecnología, que junto con
el que la pérdida de las utopías de la moder- las manifestaciones culturales tradicionales
posmodernidad 231

se dé el multitudinario consumo mediático cional y a una cultura del consumo desterri-


–en especial radio y televisión– que atravie- torializada con la fuerza de lo local, las
sa las clases sociales, que frente al desgaste tradiciones ancestrales resignificadas y aun
de las formas políticas históricas, cobren con los espacios “premodernos” del conti-
fuerza los movimientos sociales de distinta nente. Esta propuesta no abandona el hori-
índole con reivindicaciones específicas que zonte de la racionalidad ilustrada sino que
superan, sin duda, el marco de los partidos. lo complejiza tomando en cuenta los nuevos
Lo anterior son sólo algunos ejemplos de escenarios.
un panorama que rebasa las dicotomías que Hay sin duda consenso entre los prin-
han caracterizado a la modernidad (culto/ cipales teóricos acerca del “conglomerado
popular, rural/urbano, etc.). ¿Cómo analizar, premoderno-moderno-posmoderno” en que
por ejemplo, el fenómeno de la migración se ha convertido la cultura latinoamericana,
de indígenas y campesinos mexicanos o cen- aunque no siempre los modos de abordar
troamericanos que se instalan en Estados esta realidad sean similares (cabe destacar
Unidos y se vuelven bilingües en inglés y las reflexiones de José Joaquín Brunner,
en su lengua madre sin haber pasado por Jesús Martín Barbero, Beatriz Sarlo, Nicolás
el español? ¿O la emergencia de nuevos ac- Casullo, Carlos Monsiváis, John Beverley,
tores sociales con reclamos y formas de lu- Renato Ortiz, Walter Mignolo y Nelly
cha alejadas de las convencionales (Madres Richard, entre otros). Estamos en realidad
de Plaza de Mayo, Movimiento de los Sin ante una suma de culturas que forma un
Tierra, etc.)? ¿Cómo entender la producción collage que reclama miradas flexibles, creati-
artística posvanguardista, en muchos casos vas, agudas, que se desplacen entre perspec-
incorporada ya al mainstream internacio- tivas teóricas y entre niveles de la realidad.
nal, en un continente con altísimo niveles Al analizar la relación entre nuestro con-
de analfabetismo? Los conceptos de moder- tinente y la posmodernidad , Nelly Richard
nidad y posmodernidad no nos permitirán escribe: “Una mescolanza de modos (la sos-
dar cuenta de estas realidades, en tanto su pecha en filosofía; la parodia y el simulacro
uso pretenda homogeneizar lo heterogéneo, en estética; la desconstrucción en teoría crí-
u olvidar las diferencias hablando solamen- tica; el escepticismo en política y el relati-
te por los sectores urbanos y letrados; en vismo en ética; el sincretismo en cultura) y
esta medida, serán insuficientes y por lo modas (el collage de estilos y la cita del pa-
tanto poco productivos para pensar la rea- sado en arquitectura; el desencanto posmar-
lidad de América Latina. Una vez más nos xista; el jugueteo narcisista y la distensión
enfrentamos con la necesidad de imaginar cool; el eclecticismo neutro en el juicio cul-
respuestas y marcos conceptuales posibles y tural y el pluralismo blando en la concerta-
no de intentar imponer conceptos acuñados ción social)… (“Latinoamérica”: 210).”
por “epistemes hegemónicas”. Esta “mescolanza” es también un camino
Sin duda, las experiencias de moderni- para que la despolitización que caracteriza
dad son diferentes y cambiantes en el con- a una cierta concepción de la posmoderni-
junto de la región. El cruce e interacción dad en los países hegemónicos, se vuelva en
entre cultura popular, cultura de masas y América Latina un espacio de subversión
“alta cultura” característica de la cultura la- del proyecto racionalista a través de la in-
tinoamericana, es el punto de partida para serción de las voces “otras”, de las voces
el concepto de “híbridez” (García Canclini, “minoritarias” hasta ahora silenciadas (indí-
Culturas híbridas) que ha resultado especial- genas, mujeres, homosexuales…).
mente productivo para pensar la realidad de Es en este contexto que las disciplinas
América Latina desde los años noventa. Esta –comunicación, sociología, teoría del arte,
noción permite analizar la tensa relación crítica literaria, antropología– ven desdibu-
que se establece entre la inacabada moder- jadas sus fronteras y deben repensar tanto
nidad latinoamericana y los fenómenos pro- su propia pertinencia como la configura-
pios de la posmodernidad ; es decir, da he- ción de sus tradicionales objetos de estu-
rramientas para leer, desde la teoría, la dio. Inter y transdisciplina no son modas
tensa articulación que cotidianamente rela- académicas sino exigencias del escenario
ciona al neoliberalismo económico trasna- contemporáneo.
232 posmodernidad / posnacionalismo

Las propuestas de Richard Hoggart, de Buenos Aires, Retórica Ediciones, 2004;


Raymond Williams y de Stuart Hall, entre Habermas, Jürgen, “La modernidad, un proyec-
otros, nacidas e Inglaterra en los años se- to incompleto” en Hal Foster (ed.), La posmod-
tenta intentaron, tomado como punto de ernidad, Barcelona, Kairos/Colofón, 1988, pp.
partida fundamentalmente a los estudios 19-36; Herlinghaus, Hermann y Monika Walter
literarios, rechazar las rigidez de la insti- (eds.), Posmodernidad en la periferia: enfoques
tucionalización de los saberes e incorporar, latinoamericanos de la nueva teoría cultural,
a partir del marxismo y de ciertos elemen- Berlín, Langer Verlag, 1994; Huyssen, Andreas,
tos de la teoría crítica, los problemas de la After the Great Divide: Modernism, Mass Culture,
cultura popular y mediática a la reflexión Postmodernism (Theories of Representation and
realizada desde las universidades. Difference), Bloomington, Indiana University
Esta herencia a la que se sumarán diver- Press, 1986 [Después de la gran division: mod-
sos discursos generados tanto en la acade- ernismo, cultura de masas, posmodernismo
mia –de centros y periferias– como en las (trad. P. Gianera), Buenos Aires, A. Hidalgo,
propias prácticas artísticas, mediáticas y 2002]; Jameson, Fredric, Posmodernismo o la
culturales de todo tipo, será, en cierto sen- lógica cultural del capitalismo avanzado,
tido, la base de lo que tomará el pensamien- Barcelona, Paidós, 1995; Jameson, Fredric,
to latinoamericano para los estudios sobre Teoría de la posmodernidad , Madrid, Trotta,
cultura en el momento actual. 1996; Lyotard, Jean François, La condición pos-
Desde los llamados “estudios culturales” moderna, Madrid, Cátedra, 1983; Lyotard, Jean
(con la complejidad y heterogeneidad que François, La posmodernidad (explicada a los
esta noción conlleva, así como con sus dife- niños), Barcelona, Gedisa, 1995; Picó, Joseph,
rentes derivaciones: estudios de la subalter- Modernidad y posmodernidad, Madrid, Alianza
nidad, estudios poscoloniales, estudios cul- Editorial, 1988; Richard, Nelly, La estratifi-
turales feministas, etc.), tanto como desde cación de los márgenes: sobre arte, cultura y
la revisión de las disciplinas tradicionales, políticas, Santiago, Francisco Zegers, 1989;
incorporando los múltiples cruces, diálogos Vattimo, Gianni, et al., En torno a la posmod-
y contagios que surjan entre ambos campos, ernidad, Barcelona, Anthropos, 1994.
quizá pueda entablarse una discusión más
productiva con respecto a la tensión moder- [sandra lorenzano]
nidad/posmodernidad y enriquecer la re-
flexión sobre la cultura de América Latina.
Más allá de las denominaciones y etique- posnacionalismo
tas académicas –muchas veces impuestas
desde los espacios hegemónicos–, más allá El término “posnacionalismo ” (con o sin
de muertes planteadas “por decreto” (de la guión) se volvió popular durante los años
historia, de las ideologías, de los sujetos), lo noventa para enfatizar el papel declinante
que resulta ineludible es asumir el reto, des- del Estado-nación para la organización de la
de posturas que eviten nuevas ortodoxias y vida social, la actividad humana y la investi-
rigideces, de producir reflexiones, análisis, gación académica en la era de la globaliza-
estudios y propuestas que contribuyan a la ción. Las concepciones académicas del pos-
democratización del continente. Los nuevos nacionalismo surgen de varias disciplinas,
estudios sobre cultura ¿serán contrahege- incluidas ciencias políticas, antropología,
mónicos o no serán? (Beverley “Estudios sociología y estudios literarios/culturales.
culturales”). Desde estas líneas apostamos a Muchos de estos discursos, de orientación
que lo sean. izquierdista y utópica, ven la globalización
como un proceso que borra las fronteras na-
obras de consulta.Baudrillard, Jean, Simulacra cionales e incrementa el potencial para libe-
and Simulation, Ann Arbor, University of rar a grupos étnicos marginados de la opre-
Michigan, 1994; Beverley, John, Michael sión de formas nacionales y del Estado.
Aronna y José Oviedo (eds.), The Postmodernism El posnacionalismo celebra especialmen-
Debate in Latin America, Durham, Duke te las experiencias de diásporas, las mino-
University Press, 1995; Casullo, Nicolás rías en los países del “primer mundo” y el in-
(comp.), El debate modernidad-posmodernidad, cremento de producciones culturales sobre
posnacionalismo 233

tales experiencias. Los discursos posnacio- A pesar de su orientación izquierdista,


nalistas con frecuencia enfatizan que un nú- los discursos que celebran la emergencia de
mero creciente de comunidades racializadas las prácticas de ciudadanía diaspórica y la
y de inmigrantes mantienen o restablecen disminución de los nacionalismos patroci-
vínculos con los países o regiones de origen nados por el Estado, tienden de esa mane-
de los que han sido desplazados. A medida ra a perpetuar la actual retórica neoliberal
que muestran múltiples lealtades, se despla- dominante que considera la globalización
zan entre regiones, y seguido se convierten y las naciones-Estado como dos entidades
en conductos para el intercambio creciente separadas y opuestas para así promover
de dinero, bienes, información, imágenes e una mínima intervención del Estado en las
ideas a través de y entre las fronteras nacio- operaciones de las corporaciones privadas.
nales, los miembros de la diáspora debilitan Las celebraciones posnacionalistas de la
el nacionalismo promovido por el estado diáspora, por ejemplo, simplemente descri-
al desafiar un aspecto central de su poder ben el desplazamiento y ruptura globales
–definir, disciplinar, controlar y regular a to- de las fronteras políticas por parte de los
dos los tipos de poblaciones, tanto en mo- trabajadores migrantes que se mueven obe-
vimiento como residentes–. Los discursos deciendo presiones de la reestructuración
posnacionalistas con frecuencia diagnosti- de las corporaciones globales y de esa ma-
can los incrementos en estas prácticas tras- nera producen diferentes nociones de per-
nacionales como manifestaciones del papel tenencia, diferentes a las tradicionalmente
declinante del Estado-nación al confundir asociadas a las naciones-Estado (véase a
su declive potencial como objeto de inver- Aihwa Ong). Mucha de la investigación
sión emocional con declaraciones sobre su académica reciente ha también demostrado
papel decreciente como entidad política. que las expectativas posnacionalistas sobre
Casi simultáneamente al incremento de la disminución del estado-nación han sido
su popularidad, la retórica del posnaciona- sobreestimadas. En cambio, las naciones-
lismo fue criticada por confiar en premisas Estado han persistido en manejar formas
cuestionables sobre un antagonismo funda- diferenciales de acceso a los derechos de
mental entre los procesos trasnacionales y los ciudadanos en materia civil, económica
el sistema de Estado-nación. De hecho, las y social, en tanto que formas tradicionales y
corporaciones privadas y los naciones-Esta- duales de ciudadanía han seguido dominan-
do no se han opuesto entre sí, sino que han do los modelos posnacionalistas anticipados
colaborado en la creación de las condiciones (véase, por ejemplo, a Bloemraad, James y
mismas de la globalización, tales como los Robert K. Martin).
mercados financieros, culturales, de consu- Podría resultar aleccionador asomarse al
midor y de trabajo que operan a escala glo- origen de las discusiones sobre posnaciona-
bal (Sassen, “Globalization”). Como miem- lismo en los discursos populares y académi-
bros de tratados de libre comercio y de cos estadunidenses, para así entender su
instituciones de vigilancia económica globa- orientación antiestatista. Para los académi-
les, las naciones-Estado han abdicado a su cos de los estudios americanos estaduniden-
soberanía sobre ciertos tipos de movimien- ses, que exploran la cultura de Estados
tos fronterizos. También, al estimular polí- Unidos, las perspectivas posnacionalistas
ticas domésticas e internacionales de desre- han ofrecido una salida del problemático
gularización, privatización, reestructuración origen nacionalista del campo. En muchas
económica y ajustes estructurales, han dis- de sus manifestaciones, los estudios ameri-
minuido su papel proactivo en el uso de po- canos inicialmente trataron de construir
líticas sociales y otros programas para cu- narrativas sobre la identidad y el desarrollo
brir necesidades inmediatas de desarrollo nacional que claramente difirieran de los
nacional. Por otro lado, la remoción neoli- supuestos orígenes exclusivamente euro-
beral de las barreras para el libre comercio peos del país pero, irónicamente, se perpe-
ha permitido que tanto las instituciones fi- tuó así la creencia de que el país es domina-
nancieras y de comercio internacional como do por una ciudadanía de descendencia
las corporaciones operen fuera del control uniformemente europea (ejemplificada por
de las naciones-Estado. el trabajo de académicos como R. W. B.
234 posnacionalismo

Lewis, Perry Miller y Leo Marx, la “escuela procesos de globalización en otras partes
del mito y el símbolo” vino a remplazar al del mundo como una forma de “america-
enfoque anterior, mucho más centrado en el nización”. Él cree que, considerados en
pasado estadunidense, con una empresa in- conjunto, un enfoque comparativo interno,
terdisciplinaria que combinaba métodos de un modelo hemisférico y un enfoque glo-
historia intelectual, crítica literaria, teoría bal, producirán “un entendimiento de los
política, sociología y antropología cultural. Estados Unidos en los contextos compara-
En el clima de la guerra fría de los años tivos de estudio hemisférico occidental y,
cincuenta, fueron creados varios programas finalmente, global” (21).
de estudios americanos con el apoyo de cor- Mientras que la propuesta de Rowe resu-
poraciones y fundaciones estadunidenses (la me magistralmente las maneras de magnifi-
Asociación de Estudios Americanos también car el enfoque en los Estados Unidos, en
surgió en esos años). En este sentido, los otro ensayo de 1998, titulado “Nationalist
estudios americanos estadunidenses han Postnationalism: Globalist Discourse in
reinscrito ideas tanto sobre la homogenei- Contemporary American Culture”, Frederick
dad interna de los Estados Unidos como Buell ha articulado una poderosa crítica de
sobre la posición excepcional del país en el una de las versiones de posnacionalismo de
mundo, particularmente en lo que se refiere Rowe. Buell, en lugar de cuestionar entera-
a su diferencia de los países europeos y a las mente los modelos tradicionales de naciona-
formas europeas de imperialismo. lidad, caracteriza el enfoque en la diversi-
En un ensayo de 1998, titulado “Post- dad interna de los Estados Unidos como una
Nationalism, Globalism and the New “narrativa de recuperación” que rescribe el
American Studies” (un ensayo que, exten- nacionalismo de Estados Unidos de forma
dido, se convirtió en la introducción de posnacionalista. Las narrativas de la diver-
Post-Nationalist American Studies), el ame- sidad interna, escribe Buell, han ido más
ricanista estadunidense John Carlos Rowe allá del rechazo inicial de la globalización
enfatizaba el posnacionalismo como un ma- como una amenaza para las tradiciones in-
nera de llevar los estudios americanos más ternas y para la dominación global de
allá de las narrativas de “carácter nacional” Estados Unidos. En cambio, como una for-
estadunidense y más allá de la apropiación ma de consenso nacional, el multiculturalis-
imperialista del término “América” por par- mo ha contribuido al surgimiento de agen-
te del campo. Como solución, Rowe pro- das corporativas que conciben la identidad
pone dos narrativas posnacionalistas: una, posnacionalista estadunidense como la pre-
que se enfoca en la diversidad interna de cursora de un nuevo orden internacional y
los Estados Unidos y, otra, consistente en un en este sentido, mercantilizan tal identidad
enfoque geopolítico más amplio, que reco- para el uso de mercados domésticos e inter-
nozca las “historias multiculturales y mul- nacionales. De esa manera Buell muestra
tilingües de otras naciones del hemisferio” cómo los discursos multiculturalistas, que
(“las Américas”). Como Rowe, argumenta, han emergido del enfoque progresivo en la
ambas perspectivas están modeladas con raza y etnicidad estadunidenses, han termi-
base en los estudios chicanos y su énfasis nado por promover los paradigmas estadu-
en puntos de contacto histórico, geográfico nidenses en el resto del mundo en los cam-
y lingüístico entre dos o más comunidades pos de los medios y la cultura popular
(“Post-Nationalism”: 13). Además de enfa- (mientras que los argumentos de Buell tie-
tizar el reconocimiento de la diversidad nen su origen en los años de la presidencia
interna de los Estados Unidos y de su pa- de Clinton, caracterizada por su abierta aco-
pel en el hemisferio, Rowe sigue el ejemplo gida de la globalización, la política aislacio-
de otros americanistas, prominentemente nista de George W. Bush se ha basado en
Jane Desmond y Virginia Dominguez, que formas mucho más vacías de multicultura-
han propuesto el reconocimiento del tra- lismo, tal vez para ocultar el desplazamien-
bajo de investigadores internacionales so- to de otras narrativas de recuperación iden-
bre los Estados Unidos. Rowe argumenta tificadas por Buell, tales como la retórica del
específicamente a favor de la inclusión de ambientalismo y la democracia de la infor-
investigaciones que han caracterizado los mación).
posnacionalismo 235

El surgimiento reciente de los estudios intensificando el desarrollo de una de las


de imperio ha empezado a corregir algunos economías de México, mientras que el país
de los supuestos subyacentes en los discur- en su conjunto aún se enfrenta al desempleo
sos posnacionalistas dentro de los estudios crónico, con millones de personas subsis-
americanos, al enfocarse en el papel como tiendo con empleo de tiempo parcial, bata-
imperio del Estado-nación estadunidense, llando en la “economía informal” y con sa-
además de su función como un fabricante larios que declinan en términos absolutos y
de mitos nacionalistas. Los estudios de im- relativos. La persistencia y el aumento de
perio destacan las manifestaciones del im- desigualdades hemisféricas tales hacen im-
perialismo de los Estados Unidos, tanto en probable que los discursos posnacionalistas
relación con la población interna del país estadunidenses, que están enraizados en
como con territorios fuera de sus fronteras. una retórica multiculturalista y en la cele-
Como Amy Kaplan ha mostrado, el papel de bración del debilitamiento del estado-nación
los Estados Unidos como imperio, que data estadunidense, encuentren paralelos al sur
desde la Doctrina Monroe de 1846 y desde de su frontera.
los intereses de expansión hacia el Pacífico Mientras que el término no ha sido em-
y el Caribe durante los años cuarenta y cin- pleado ampliamente en Latinoamérica,
cuenta, ha sido largamente ignorados debido el “posnacionalismo” ha funcionado aquí
a las nociones prevalecientes sobre la excep- parcialmente como una designación utó-
cionalidad americana, que caracteriza a los pica para los discursos anticoloniales que
Estados Unidos como una nación separada critican la dominación estadunidense en
de otros imperios europeos. La creencia en el hemisferio. Estos discursos se inspiran
la excepcionalidad americana también ha parcialmente en las historias anticoloniales
impuesto un límite artificial entre la expan- de nacionalismos individuales patrocinados
sión en el área del Destino Manifiesto y la por el estado y en llamados a la solidari-
anexión de territorio en otros continentes, dad panamericana ante el imperialismo de
al igual que sobre otras manifestaciones los Estados Unidos que se remontan a la
imperialistas tales como el intercambio y la guerra hispano-americana, mejor conoci-
inversión, la intervención en mercados ex- da en América Latina como la guerra de
tranjeros y el establecimiento de bases mili- la Independencia de Cuba. Ejemplificada
tares trascontinentales. Particularmente, la en los escritos anti-imperialistas produ-
guerra México-Estados Unidos de 1848, que cidos por José Martí durante sus catorce
también ha funcionado como un momento años como corresponsal de los Estados
fundacional de los estudios chicanos, se ha Unidos para periódicos de habla hispana,
convertido en uno de los eventos clave de los la guerra produjo una oleada de conciencia
estudios de imperio, si no es que en el nuevo hemisférica. Del mismo modo, las formas
origen para la periodización del imperialis- mexicanas de nacionalismo patrocinadas
mo estadunidense (Gilman: 197). por el estado que surgieron al finalizar la
En tanto que los estudios de imperio se revolución, y en el contexto de una cre-
han enfocado, por tanto tiempo, en el siglo ciente dominación estadounidense durante
xix, constituyen un paso importante hacia el los años veinte y treinta, adoptaron tonos
reconocimiento del papel actual del Estado- anticoloniales. Ejemplificado en el énfasis
nación estadunidense en los procesos de de José Vasconcelos en la identidad mexi-
globalización, que perpetúan formas ante- cana (y latinoamericana) como una forma
riores de dominación ejercidas por este país. de mestizaje, los conceptos de identidad
Además de dominar la cultura popular a es- mexicana se basaron en un fuerte dualismo
cala mundial, los Estados Unidos también entre el mundo protestante anglosajón y el
han inscrito su dominación económica y po- iberoamericano católico. La insistencia en
lítica en el hemisferio por medio del tratado una identidad mexicana forjada en la mez-
de libre comercio y su propuesta de exten- cla de culturas europeas y precolombinas
sión hemisférica. El Tratado de Libre también se planteó en abierta oposición a
Comercio de América del Norte (tlcan) ha, las nociones de nacionalidad estadunidense
sobretodo, creado sitios de producción de- que en gran medida negaba la influencia de
pendientes en áreas fronterizas mexicanas, los pueblos indígenas.
236 posnacionalismo

En los discursos contemporáneos latinoa- (Redreaming: 195). Además de expandir las


mericanos del posnacionalismo , la nación- disciplinas académicas, también necesitare-
estado (más que las formas de nacionalismo mos consideraciones comparativas globales
patrocinadas por el Estado) con frecuencia del posnacionalismo que tomen en cuenta
figura aún como un proyecto inacabado a la dominación persistente de los Estados
través del cual sería posible articular intere- Unidos. El énfasis posnacionalista estadu-
ses públicos y proteger los recursos natura- nidense en la diversidad y formas extraes-
les frente a la expansión transnacional de las tatales de ciudadanía también ha ayudado
corporaciones, la deuda externa masiva y la a encubrir el papel de los Estados Unidos
política exterior estadunidense. El sociólo- en modelar el creciente declive de los ser-
go residente en la ciudad de México Néstor vicios públicos y redes de seguridad, y el
García-Canclini, por ejemplo, ha sostenido crecimiento en la desigualdad social dentro
que la membrecía de México en el tlcan y y entre las naciones que caracterizan las for-
los acuerdos de intercambio europeos con mas neoliberales de globalización en todas
los países del mercosur, afectan a esas dos partes. Los pensadores latinoamericanos
regiones latinoamericanas con categorías no sólo parecen reconocer más claramen-
interamericanas y euroamericanas. García te estas manifestaciones, sino que también
Canclini ha destacado los efectos poten- las critican, enfatizando a la nación-Estado
cialmente positivos de políticas culturales como un vehículo potencial para la protec-
proteccionistas, basadas en los esfuerzos ción de su ciudadanía y como un garante de
colectivos de varias naciones-Estado lati- la soberanía ante los Estados Unidos. En pa-
noamericanas, para promover una mayor labras de Samir Amin, lo que los discursos
expresión latinoamericana a nivel global y posnacionalistas estadunidenses han iden-
regional (La globalización). Y el crítico mexi- tificado cómo la crisis de la nación-Estado
cano Roger Bartra ha empleado el término podría tratarse simplemente de un indicio
posnacionalismo para referirse al potencial de las crecientes contradicciones entre el
de una renovación democrática popular que incremento en la trasnacionalización del
podría surgir de la profunda crisis política capital y la persistencia del sistema de es-
mexicana. Bartra explícitamente advierte a tados como el patrón político exclusivo en
sus lectores internacionales, “Cuando señalo el mundo.
la necesidad de superar la ansiedad cultu-
ral, no estoy proponiendo como cura una obras de consulta. Amir, Samin, Class and
integración del mundo angloamericano pa- Nation: Historically and in the Present Context
ralela a los acuerdos económicos de libre (trad. Susan Kaplow), Nueva York, Monthly
comercio con los Estados Unidos y Canadá” Review Press, 1980; Bartra, Roger, “The
(“Malinche’s Revenge”: 63). Malinche’s Revenge: Toward a Postnational
Así pues, mientras que los discursos lati- Identity” en Blood, Ink, and Culture: Miseries
noamericanos sobre posnacionalismo difie- and Splendors of the Post-Mexican Condition
ren del énfasis estadunidense en las formas (trad. Mark Alan Healey), Durham, Duke
híbridas de ciudadanía, será cada vez más University Press, 2002, pp. 61-64; Bloemraad,
importante establecer intersecciones entre Irene, “Who Claims Dual Citizenship? The
las dos aproximaciones. Varios principios Limits of Postnationalism, the Possibilities
subyacentes en el pensamiento poscolonia- of Transnationalism, and the Persistence of
lista ayudarán a reformar varios campos de Traditional Citizenship”, International Migration
estudio académicos y quizá proporciona- Review, núm. 38.2, verano, 2004, pp. 389-426:
rán vínculos interdisciplinarios entre ellos. Buell, Frederick, “Nationalist Postnationalism:
Debra Castillo, por ejemplo, ha sostenido Globalist Discourse in Contemporary American
recientemente que, al igual que los estu- Culture”, American Quarterly, núm 50.3, 1998,
dios americanos estadunidenses, el español pp. 548-591; Castillo, Debra A, Redreaming
necesita convertirse en un campo “posna- America: Toward a Bilingual American Culture,
cional” de estudio académico unificado por Albany, State University of New York Press,
un enfoque en el lenguaje en que una obra 2005; Desmond, Jane C. y Domínguez, Virginia
literaria es escrita, más que por la “consoli- R, “Resituating American Studies in a Critical
dación imaginaria de literaturas nacionales” Internationalism”, American Quarterly, núm.
posnacionalismo / producción cultural 237

48.3, 1998, pp. 475-490; Gilman, Susan, “The tracto. Para ello, reformulan la diferencia-
New, Newest Thing: Have American Studies ción entre el arte culto y el popular ante la
Gone Imperial”, American Literary History, núm. emergencia de nuevas articulaciones socia-
17.1, 2005, pp. 196-214; James, Paul, “Relating les. La teoría crítica, nacida en el contexto
Global Tensions: Modern Tribalism and del predominio nazi, cuando el capitalismo
Postmodern Nationalism”, Communal/Plural: ejerce su dominio sobre la economía, la po-
Journal of Transnational and Crosscultural lítica y también la cultura, observará los
Studies, núm. 9.1, abril, 2001, pp. 11-31; cambios producidos tanto en la alta cultura
Kaplan, Amy y Donald Pease, Cultures of United como en el surgimiento de la llamada cultu-
States Imperialism, Durham, Duke, University ra de entretenimiento (cine, fotografía, mú-
Press, 1993; Kofman, Eleonore, “Citizenship, sica, etc.). Theodor Adorno, fundador de la
Migration, and the Reassertion of National escuela de Frankfurt y su representante más
Identity”, Citizenhip Studies, núm. 9.5, noviem- conspicuo quien escribió con Max
bre de 2005, pp. 453-467; Koopmans, Ruud y Horkheimer La dialéctica del Iluminismo
Paul Statham, “Challenging the Liberal Nation- (1947) –libro considerado pionero de los es-
State? Postnationalism, Multiculturalism, and tudios culturales–, y Walter Benjamin (quien
the Collective Claims Making of Migrants and mantuvo una relación problemática con sus
Ethnic Minorities in Britain and Germany”, miembros debido a la heterodoxia de su
American Journal of Sociology, núm. 99.105, pp. pensamiento) desarrollarán dos perspecti-
652-696; Rocha, Alberto, Configuración política vas analíticas disímiles que tuvieron y con-
de un mundo nuevo: dimensiones políticas de lo tinúan teniendo una influencia decisiva en
global, lo supraregional, lo postnacional y lo lo- los debates académicos latinoamericanos.
cal, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, Adorno rechaza la cultura de masa y sos-
2003; Rowe, John Carlos (ed.), Post-Nationalist tiene para el arte un lugar de privilegio: ser
American Studies, Berkeley, University of la conciencia crítica de la sociedad (dialéc-
California Press, 2000; Rowe, John Carlos, tica negativa). Benjamin, por su lado, pone
“Post-Nationalism, Globalism, and the New atención en la utilización que el arte puede
American Studies”, Cultural Critique núm. 40, hacer de la nueva tecnología, transforman-
1999, pp. 11-28; Sassen, Saskia, “Globalization: do tanto el carácter aureático de la obra de
Developing a Field for Research and Teaching”, arte como los mecanismos de producción y
ponencia en el Dartmouth College como par- recepción de la misma (“La obra de arte en
te de la conferencia “Globalization of the la época de la reproductibilidad técnica”,
Academy”, 15 de noviembre de 2000. 1935). La producción en serie de artefactos
culturales posibilita tanto una democratiza-
[claudia sadowski-smith ción en el uso de las fuerzas productivas
(trad. de juan manuel portillo)] como una transformación sustancial en la
experiencia de un público que accede, por
primera vez, a la cultura de forma masiva y
producción cultural debe organizar significativamente sus per-
cepciones. En “El artista como productor”
A partir de los años cuarenta y cincuenta en (1931) postula que el artista al hacer uso de
Europa surgen dos corrientes teóricas: la los medios de producción los debe transfor-
teoría crítica de la escuela de Frankfurt y los mar en su utilización; el ejemplo paradig-
estudios culturales de la primera escuela de mático lo constituya el teatro épico de
Birmingham, que redefinen el término pro- Brecht con su técnica del montaje. El méto-
ducción con relación a la cultura en el con- do de la reproducción mecánica incorpora-
texto del surgimiento de la industria cultu- do a las formas estéticas burguesas provoca
ral. Desde esta perspectiva, se critica las en ellas su eclosión y el distanciamiento crí-
formulaciones marxistas que consideran a tico por parte de sus receptores. Para Adorno
los productos simbólicos (superestructura) es imposible dicha experiencia, por el con-
un mero reflejo de la producción económica trario, el sistema de producción taylorista
(infraestructura). También se cuestiona las aplicado a la cultura trae aparejado un pro-
concepciones idealistas que conciben a la ceso de reificación que conduce al acostum-
cultura como un bien trascendental y abs- bramiento, identificación y ensoñación del
238 producción cultural

público. Además, la obra de arte, al perder tran cierta orientación intelectual o de un


su valor de uso por el de cambio, sólo puede nuevo periodo histórico. La tarea de la crí-
ser valorada con relación a las demandas del tica cultural consiste, entonces, en desmon-
mercado. tar los sistemas de significados y valores que
El culturalismo inglés, por su lado, se produce la sociedad capitalista, lo que deno-
interesó en las formas en que la cultura mina “la larga revolución”.
obrera y popular muestra su resistencia ante Mientras en Inglaterra y Alemania (y lue-
el avance del poder industrial en Gran go Estados Unidos debido al éxodo obligado
Bretaña. Sus fundadores fueron E.P. a ese país de los miembros de la escuela de
Thompson (La formación histórica de la cla- Frankfurt) se desarrollaron estas teorías de
se obrera: Inglaterra 1780- 1832) y Raymond crítica cultural, surge en Francia, a fines de
Williams. Este último, desde el comienzo de los años sesenta, el posestructuralismo
su producción intelectual desarrolló de ma- como producto de una profunda crisis polí-
nera sistemática una teoría sobre el concep- tica social, marcada por las ilusiones de la
to de producción cultural. En Marxism and revuelta obrero-estudiantil de mayo del 68 y
Literature (1977), Williams plantea una teo- su posterior fracaso. A partir de un debilita-
ría de la cultura como un proceso producti- miento de los modelos teóricos e ideológicos
vo (material y social) y de las prácticas ar- concebidos como universos cerrados de sen-
tísticas como usos sociales de medios tido (incluyendo al marxismo) y, ante la im-
materiales de producción (lenguaje, tecno- posibilidad de una transformación sustan-
logías de la escritura, sistemas electrónicos cial de la sociedad, la escritura se convierte
y semánticos de la comunicación). Considera en el último lugar de resistencia. Entre los
especialmente al lenguaje y los procesos de numerosos representantes de esta corriente
significación como elementos fundamenta- dos han desarrollado de manera más siste-
les en la conformación material de la socie- mática una teoría de la producción literaria:
dad. Su teoría supone tanto una crítica a la Pierre Macherey y Julia Kristeva. En Pour
noción tradicional de cultura (como un do- una théorie de la production littéraire (1966),
minio privilegiado, homogéneo y consolida- Macherey considera el trabajo crítico como
do) como una revisión de las formulaciones una forma de producción de significados a
marxistas en torno al concepto de produc- nivel de la superestructura. También realiza
ción. Desplaza la falsa dicotomía entre un una crítica al concepto monolítico de ideo-
mundo material estable y objetivo, y la di- logía al postular, siguiendo a Althusser, que
mensión subjetiva inaprensible racional- lo que interesa de un texto son los momen-
mente. En Culture and Society (1958) cues- tos en donde lo ideológico muestra sus lími-
tiona la noción de una base económica tes y sus secretos; es decir, en donde la ideo-
monolítica, compacta y fija que no permiti- logía se manifiesta como tal y, por lo tanto,
ría la acción humana ya que los productos es producida. La tarea del crítico consiste en
simbólicos no serían más que la reproduc- dar cuenta de una red de significaciones que
ción de ese orden. Williams plantea, siguien- nunca es conclusiva. De este modo, conocer
do a Gramsci, que en las prácticas hegemó- un texto no es revelar la supuesta verdad
nicas por las que la clase dominante busca oculta que lo subyace sino producir un nue-
organizar y controlar la experiencia de la vo conocimiento sobre él. Se trata de descu-
gente siempre se deslizan elementos resi- brir las leyes de su autoproducción y las
duales y emergentes. En este punto realiza condiciones de posibilidad que lo autogene-
una crítica al concepto de ideología como ran; un trabajo que se produce por sus rela-
un sistema estable de valores que produce ciones con lo que no está presente en el
una falsa conciencia y una actitud pasiva en texto. Si bien Macherey reconoce que nin-
la masa. Insiste, entonces, en analizar lo que gún texto es absolutamente independiente
escapa al dominio de la hegemonía y que ya que se encuentra inscripto en un entra-
denomina la estructura de sentimiento (con- mado social y lingüístico, dichas relaciones
cepto que ha sufrido diversas críticas por aparecen dentro suyo pero a partir de su
parte de la ortodoxia marxista). El arte y la ausencia. Precisamente es esa carencia lo
literatura formalizarían estas estructuras que lo conforma como un objeto. De este
emergentes, siempre difusas pero que mues- modo, como sugiere Eagleton, Macherey
producción cultural 239

(junto con Althusser) preserva un estatus sea para asumirla o discutirla (cuestión que
privilegiado para el arte y la teoría al colo- se expresa internamente en la obra con el
carlos en una posición de vanguardia desde uso de diferentes recursos: puntos de vista,
la cual se puede desarticular los andamiajes personajes, etc.). Si bien las técnicas de es-
ideológicos. critura son el producto del desarrollo de las
En este sentido el enfoque semiótico de fuerzas productivas de la clase dominante,
Kristeva (Séméiotiké, 1969) apunta justa- el escritor puede elegir cambiarle el signo
mente a poner en evidencia las articulacio- o no (por ejemplo, la corriente literaria del
nes de la teoría; es decir, su propia produc- naturalismo con respecto al ideario positi-
ción, puesto que toda teoría se encuentra vista de la burguesía). La literatura crítica,
construida y traspasada por la ideología. al acentuar la distancia con respecto a la
En su análisis se propone transformar los ideología que acompaña a las técnicas pro-
términos que adopta. Así, el concepto de ductivas dominantes se retira, así, de la
producción acuñado por Marx no le inte- noción de consumo (59). En Jitrik, la idea
resa desde la perspectiva de los productos de signo supone un trabajo de producción
(valor, circulación de bienes y dinero, su de significación no contemplada en la teo-
distribución y circulación) sino desde su ría lingüística de Saussure (el significado
interioridad. A partir de una perspectiva reproduce, la significación produce). A su
hermeneútica y psicoanalítica, Kristeva se vez, el trabajo crítico produce en su lectu-
concentra en el análisis de las instancias ra una nueva significación (conocimiento)
previas a la formulación de los significados, y ayuda, en última instancia, a transformar
lo que denomina la otra escena (por ejem- el mundo.
plo los sueños) donde nacen los deseos antes A partir de los ochenta, el desarrollo de
de ser lenguaje, comunicación o producto. teorías sociológicas, también originadas en
De este modo, el lenguaje y el sujeto que lo Francia, como las de Pierre Bourdieau y
produce se consideran en sus procesos de Michel de Certeau tendrán un papel decisivo
significación (las prácticas significantes). El sobre todo en la modelización del campo
arte y la literatura también ocupan en esta cultural concebido como la tensión entre
teoría un lugar privilegiado ya que al esce- expresiones de la alta y baja cultura. Se par-
nificar la heterogeneidad de las pulsiones te de una perspectiva más descentrada de la
que irrumpen y conforman a todo lenguaje sociedad en donde si bien existen formacio-
imposibilitan la coagulación de un sentido nes institucionales que regulan el comporta-
determinado. miento de los individuos, éstos poseen su
Esta orientación textualista que se desa- propio patrimonio simbólico. También la
rrolla principalmente en Francia producirá teoría de la comunicación (que comienza a
sus efectos en el campo más vasto de los tener auge en los 70) pondrá énfasis en el
estudios culturales tanto europeos como papel del receptor como productor de senti-
latinoamericanos, cuando obras de auto- do al observar una ampliación considerable
res tales como Roland Barthes y más tarde del tiempo de ocio que supone un cambio
Michel Foucault se empiecen a traducir. Por sustancial en su administración por parte de
su lado, Antonio Gramsci y Louis Althusser las industrias culturales en donde es funda-
tuvieron también una enorme influencia en mental conocer el gusto e interesas de las
torno al concepto de ideología. Dentro de audiencias.
esta última tradición, se inscribe el ensayo Estos modelos analíticos tienen una gran
del argentino Noé Jitrik, Producción litera- incidencia en los pensadores latinoamerica-
ria y producción social (1975), en donde se nos con relación a los conceptos de produc-
analiza la relación entre los modos de pro- ción, circulación y consumo, especialmente
ducción de una sociedad determinada y los en las culturas populares. Néstor García
modos de producción de un texto. Jitrik pos- Canclini (argentino radicado en México)
tula que la escritura se desarrolla de acuer- postula una teoría materialista de la produc-
do a técnicas que están en relación con las ción cultural rechazando tanto las concep-
técnicas de producción en general. Lo que ciones idealistas de la cultura, el relativismo
media entre ambas instancias es la ideolo- cultural (no todas las culturas son iguales)
gía a partir de la cual el escritor escribe ya como las aproximaciones mecanicistas pro-
240 producción cultural

venientes de la teoría marxista. En Las cul- el universo simbólico y el material de algu-


turas populares en el capitalismo (1982), en nas comunidades indígenas en donde am-
donde hace una revisión de los modelos an- bos aspectos estaban profundamente entre-
tropológicos, plantea la profunda imbrica- lazados. La división técnica entre el trabajo,
ción que existe entre los procesos culturales la venta (intermediarios que trasladan el
y socioeconómicos: “cualquier práctica es producto a un mercado urbano o extranje-
simultáneamente económica y simbólica ro) y el consumo (un comprador desconoci-
(44).” Siguiendo muy de cerca la teoría de do) produce una fragmentación en el senti-
Bourdieau, ésta suministra una definición: do social de la producción de artesanías: “La
“preferimos reducir el término cultura a la distancia que la organización capitalista del
producción de fenómenos que contribuyen, trabajo y del mercado crean entre él y las
mediante la representación o reelaboración artesanías es complementada por la fractura
simbólica de las estructuras materiales, a entre lo económico y lo simbólico, entre el
comprender, reproducir o transformar el sentido material (mercantil) y el sentido cul-
sistema social, es decir, todas las prácticas e tural (étnico) (120).” Al mismo tiempo,
instituciones dedicadas a la administración, Canclini rechaza una concepción romántica
renovación y reestructuración del sentido de la cultura popular en la que se busca pre-
(41).” De este modo se observa, principal- servar su carácter supuestamente autóctono
mente, las formas en que tanto la cultura en pero tampoco esgrime un optimismo tecno-
la era del capitalismo, a través de distintos lógico. Por el contrario, interpela constante-
aparatos culturales (la familia, la escuela) mente a la participación activa en la redefi-
como también los medios de comunicación, nición y apropiación de los procesos
prolongan el orden hegemónico a través de culturales de los propios actores, consumi-
operaciones complejas (administración, dores e instituciones.
transmisión y renovación) que generan há- Del campo de la teoría de la comuni-
bitos –la manera en que los sujetos interna- cación, ha sido el colombiano (nacido en
lizan las estructuras significantes de acuer- España) Jesús Martín Barbero quien en
do a su posición de clase y determinación Latinoamérica produjo un viraje en los es-
social–. Los aparatos culturales en que par- tudios sobre cultura popular. En De los me-
ticipa cada clase, sostiene Canclini, produ- dios a las mediaciones (1987) señala cómo
cen hábitos estéticos que conducirá a unos la escuela de Frankfurt permitió pensar por
al arte culto y a otros a las artesanías (56). primera vez en los procesos de masa como
En el caso de América Latina, Canclini constitutivos de la conflictividad estructural
plantea que la redefinición del concepto de de lo social. Esta idea tuvo, en un primer
cultura resulta indispensable, puesto que si momento, una incidencia profunda en los
bien las relaciones de producción siguen debates latinoamericanos. Pero luego, en
siendo un factor sustancial en el sosteni- un segundo momento, ese modelo fue so-
miento del poder hegemónico, dicha catego- metido a numerosos críticas en las que se
ría no alcanza para explicar algunos meca- evidenciaron sus limitaciones. De manera
nismos de explotación que se deben ubicar que lo que prevaleció fue la línea disidente
en el consumo, el lenguaje o el sistema de benjaminiana en la que se ubica Barbero y
creencias. Por ello señala la necesidad de la que le permitirá el comienzo de sus re-
una renovación metodológica que tenga en flexiones (56).
cuenta la conformación heterogénea del ca- Su desplazamiento metodológico en los
pital cultural y de las identidades que son el estudios de la comunicación significó ir del
resultado de diversos aportes. En su investi- estudio de los medios al de las mediacio-
gación indaga en las transformaciones sufri- nes, es decir, centrar la investigación en la
das por las artesanías y las fiestas populares recepción, el reconocimiento y la apropia-
observando los procedimientos con los que ción de las audiencias. Para ello se apoyó
el capitalismo afecta el significado y la fun- en las reflexiones de Edgar Morin quien,
ción de las culturas subalternas. Por ejem- también desde una perspectiva crítica al
plo, observa cómo el capitalismo, al comple- modelo adorneano, considera a la industria
jizar y diversificar la produccición, quiebra cultural como el conjunto de mecanismos y
la experiencia inmediata de la unidad entre operaciones a través de las cuales la crea-
producción cultural 241

ción se transforma en producción. Barbero monopolio en las políticas de la representa-


propone una concepción no reproductivista ción por un desconocimiento de las otras
ni culturalista del consumo que coincide comunidades; de allí, la necesidad de imple-
con los planteamientos que para ese mo- mentar políticas más respetuosas y demo-
mento se encuentra desarrollando Canclini cráticas.
en Desigualdad cultural y poder simbólico Además, en los últimos decenios, el lla-
(1984), Cultura y poder: dónde está la inves- mado proceso de globalización y el desa-
tigación (1985) –y más tarde Consumidores y rrollo de nueva tecnología en el área de la
ciudadanos (1995)–. Para ambos estudiosos comunicación y los servicios, ha llevado a
el consumo debe considerarse como un pro- una permanente revisión de los modos en
ceso social de apropiación de los productos que tales fenómenos afectan la producción,
y de ordenación de sentido. En la propuesta circulación y consumo cultural y a una pro-
de Barbero se apunta, por un lado, a analizar fundización de los estudios sobre recepción.
las lógicas del sistema productivo: las condi- En este sentido, Guillermo Orozco, quien ha
ciones específicas de la producción cultural, centrado su investigación en las áreas de la
su incidencia en el formato de los géneros comunicación social y la educación (y quien
mediáticos (especialmente la telenovela) ha seguido muy de cerca la perspectiva de
y los modos en que el sistema productivo las mediaciones propuesta por Barbero)
responde y resignifica los requerimientos plantea que una emancipación de la audien-
del público. Por el otro, las lógicas de los cia sólo puede lograrse por un conocimiento
usos en donde se plantean los conflictos que más profundo de su actuación, pero tam-
entreteje la cultura; es decir, las réplicas y bién señala a la educación como factor deci-
apropiaciones de la clase subalterna frente sivo de esa transformación (“La audiencia”:
a la imposición hegemónica; aquí se ponen 62). En este último punto, Beatriz Sarlo ha
en juego tanto los hábitos de clase como la señalado que el proceso de decadencia de la
competencia cultural (241). Los géneros te- institución escolar pública (crisis de alfabe-
levisivos recibirán una amplia atención por- tización), especialmente en Argentina, impi-
que son los que median entre ambas lógicas de el acceso a la manipulación de los bienes
articulando narrativamente las serialidades simbólicos tradicionales y de la nueva tec-
y delimitando sus formas pero, sobre todo, nología a un sector cada vez más vasto de
porque reciben el inmediato reconocimien- la sociedad., no sólo por carecer de recursos
to de audiencias heterogéneas (incluso de materiales sino por no poseer siquiera las
comunidades orales) a través de diferentes habilidades elementales de lecto-escritura
estrategias de aproximación y negociación. (no se trata de comunidades orales sino de
El intento de sacar al estudio de los me- sectores que, en otros momentos, podrían
dios de los análisis funcionalistas y reduc- haber accedido a la escolaridad) (Escenas).
cionistas de la cultura en beneficio de los De modo que las posibilidades de apropia-
receptores, no supone en esta línea de inves- ción y producción de sentido se encuentran
tigación una visión ingenua del consumo. muy delimitadas para dichos sectores popu-
En Culturas híbridas (1989) , Canclini seña- lares ante políticas culturales que quedan a
la tanto los problemas de segmentación, es- cargo del mercado capitalista.
tratificación y espacialización de los consu- En estas reflexiones, en las que se subra-
mos como la tensión que genera la disolución ya la dimensión política de la cultura, se
entre lo culto y lo masivo ante aquellos que plantea la necesidad de una reconquista de
realizan denodados esfuerzos por defender la esfera pública –o la creación de una dife-
los capitales simbólicos. Por su lado, la in- rente– y la reformulación de instituciones
vestigadora mexicana Rossana Reguillo ha involucradas en los procesos culturales fren-
puesto énfasis en la disímil oportunidad de te a la privatización de la producción sobre
generar configuraciones simbólicas (espe- todo por empresas transnacionales. Pero,
cialmente de identidades) entre países del además, lleva a pensar en una nueva amplia-
primer y tercer mundo llamando la atención ción del concepto de cultura en la línea ya
en los procesos de producción de visibili- trazada por Barbero y Canclini. Así, el chi-
dad. Para Reguillo, el control de la tecnolo- leno Joaquín Brunner propone considerar
gía genera no sólo desigualdades sino el otras áreas tradicionalmente excluidas del
242 producción cultural

ámbito de la cultura y que han caído en el ra y políticas culturales, Santiago, flacso, 1988;
dominio de expertos tecnócratas. En la era García Canclini, Néstor, Las culturas popula-
de la globalización, dice, a su vez, George res en el capitalismo, México, Nueva Imagen,
Yúdice en El recurso de la cultura (2002), se 1982; Jitrik, Noé, Producción literaria y pro-
ha producido una definitiva “instrumentali- ducción social, Buenos Aires, Sudamericana,
zación de la cultura” que supone su uso 1975; Kristeva, Julia, Séméiotiké = semiótica
como fuente de legitimación en los ámbitos (trad. José Martín Arancibia) , 2 vols., Madrid,
más heterogéneos de lo social (desarrollo Fundamentos, 1981 (orig. 1969); Reguillo,
urbano, crecimiento económico e incluso Rossana, “Pensar el mundo en y desde América
espacio para la resolución de conflictos so- Latina: desafío intercultural y políticas de re-
ciales) (24-26). En esta última visión, la pro- presentación”, Diálogos de la Comunicación 65,
ducción cultural se convierte en un recurso 2002, pp. 61-71; Williams, Raymond, Culture
al que apelan tanto las empresas transnacio- and Society: Coleridge to Orwell, Londres,
nales como los grupos que se oponen a di- Hogarth Press, 1982 [Cultura y sociedad (trad.
cho sistema. Horacio Pons), Buenos Aires, Nueva Visión,
2001]; Williams, Raymond, Marxism and
bibliografía. Adorno, Theodor W. y Max Literature, Oxford, Oxford University Press,
Horkheimer, Dialéctica del Iluminismo, Buenos 1977 [Marxismo y literatura (trad. Pablo Di
Aires, Sur, 1971; Bourdieu, Pierre, La reproduc- Masso), Barcelona, Ediciones Península,
ción: elementos para una teoría del sistema de 1980].
enseñanza, Barcelona, Laia, 1977; Brunner,
Joaquín, Un espejo trizado: ensayos sobre cultu- [isabel quintana]
raza/etnicidad mían los análisis de la raza o la etnicidad a
un simple reflejo de la clase o a lo econó-
Los estudios culturales constituyen un am- mico. Desde esta vertiente de los estudios
plio campo en el cual confluyen diferentes culturales, la raza o la etnicidad no pueden
tradiciones intelectuales en torno a las rela- ser entendidas como una expresión mecá-
ciones entre lo cultural y lo político. nica de las relaciones de clase ni están di-
Innumerables son las disputas sobre sus rectamente determinadas por la estructura
múltiples genealogías o sobre la pertinencia económica de una formación social. La raza
de enmarcar estas tradiciones bajo el rubro y la etnicidad no se consideraban como un
de estudios culturales (para una discusión simple epifenómeno de lo económico ni de
sobre la pertinencia de hablar de estudios la lucha de clases como se asumía en cier-
culturales latinoamericanos véase a Walsh, tos los modelos marxistas del “materialismo
Estudios). Dependiendo de cómo se asuma vulgar”, pero también en otras corrientes
una posición frente a estas disputas, apare- que hacían depender la raza o la etnicidad
cen diferencias sustantivas con respecto a la de los cálculos o intereses económicos de
manera de entender en concreto el desplie- individuos o grupos. En este sentido, des-
gue y las transformaciones de categorías de esa vertiente de los estudios culturales
como las de raza y etnicidad dentro de los se argumentaba por la autonomía relativa
estudios culturales. de la raza y etnicidad con respecto a otros
En la vertiente de los estudios culturales componentes de la formación social en ge-
que se remonta a Birmingham y al Centro neral y su irreductibilidad a lo económico
Contemporáneo de Estudios Culturales en particular.
(cccs), lo racial aparece a finales de los años Este cuestionamiento al reduccionismo
setenta como problemática asociada al tra- economicista, sin embargo, no significaba
bajo colectivo que encuentra su más visible que esta vertiente de los estudios culturales
expresión en los libros Policing the Crisis: se plegaran a aquellas corrientes más extre-
Mugging, the State, and Law and Order y The mas de corte sociológico, que negaban cual-
Empire Strikes Back: Race and Racism in 70s quier relación de la raza o la etnicidad con
Britain. Stuart Hall y Paul Gilroy son las dos las condiciones materiales de producción
figuras más destacadas en esta vertiente de económica y las relaciones de clase de una
los estudios culturales que, desde entonces, formación social determinada. Para estas
enfocan su atención en aspectos relaciona- corrientes, la raza y la etnicidad eran fenó-
dos con raza y etnicidad. En su conjunto, menos sociales autónomos y entendibles en
las elaboraciones sobre raza y etnicidad sus propios términos. Esto es, la raza y la
desarrolladas en este contexto partían de etnicidad constituían un caso particular de
cuestionar al reduccionismo economicista las relaciones sociales ya fuera en el estable-
propio del “materialismo vulgar” y, del lado cimiento de diferencias y jerarquías en una
opuesto, al reduccionismo discursivo aso- sociedad determinada o en la yuxtaposición
ciados a ciertas corrientes textualistas. (generalmente por la fuerza) de diferentes
El cuestionamiento al reduccionismo órdenes sociales. Si bien esta vertiente de
economicista consiste en tomar distancia de los estudios culturales compartía con las
los diferentes encuadres teóricos que subsu- corrientes sociológicas que la raza o la et-

[243]
244 raza-etnicidad

nicidad no podían considerarse como sim- culo sobre la relevancia de Gramsci para
ples derivados de lo económico, diferían de el estudio de la etnicidad y la raza, “The
las expresiones extremas que rechazaban de Problem”, Hall desarrolla este aspecto en
plano cualquier condicionamiento de lo eco- detalle). Antes que entidades fijas e inmuta-
nómico. Las categorías de “articulación” y bles que se encuentran en todos los lugares y
“sobredeterminación”, inspirada en los tra- tiempos, la raza y la etnicidad son productos
bajos de Laclau y Althusser, ofrecieron los de condiciones históricas concretas y varían
insumos teóricos para que esta vertiente de sustancialmente de una formación social a
los estudios culturales elaborara una teoría otra. Dos son las principales consecuencias
de la totalidad social y de la determinación de esta premisa de la historicidad.
que tomaba en cuenta las condiciones ma- Primero, significa un cuestionamiento a
teriales de existencia de las formaciones los escencialismos biologicistas o cultura-
sociales, sin caer en los problemas del “ma- listas. Esta vertiente de los estudios cultu-
terialismo vulgar” y del economicismo (para rales cuestiona el esencialismo biologicista
una argumentación detallada, véase Hall, que supone la idea de que la raza sería una
“Race”). realidad biológica y, por lo tanto, que se-
En sus elaboraciones de la raza y la et- ria expresión de la “naturaleza humana”. Al
nicidad esta vertiente de los estudios cultu- contrario de este esencialismo biologicis-
rales también ha cuestionado el reduccio- ta, esta vertiente de los estudios culturales
nismo discursivista. Éste se desprende de confluye con el grueso de los académicos
una sobreinterpretación del giro discursivo contemporáneos al considerar que la raza
considerando que la raza y la etnicidad son como entidad biológica se remonta a la ex-
reducibles a los discursos que las constitu- pansión colonial europea con sus topologías
yen. Aunque esta vertiente de los estudios y jerarquizaciones eurocentristas de los se-
culturales está plenamente de acuerdo con res humanos y de la naturaleza en general.
la afirmación de que la realidad social en La raza fue una invención colonial de clasi-
general y la raza y etnicidad en particular ficación y subordinación de poblaciones no
son discursivamente constituidas, se dis- europeas que apelaba al discurso experto de
tancia de quienes de ello concluyen que el la biología de la época. A pesar de que des-
discurso es el principio de inteligibilidad al de mediados de siglo pasado la biología ha
que se puede reducir todo lo social. Esta refutado la existencia de entidades raciales,
vertiente de los estudios culturales conside- esta noción de raza como entidad biológica
ra que la dimensión discursiva de la raza y ha continuado habitado de disímiles formas
la etnicidad no es un simple agregado que el imaginario colectivo y el sentido común,
se sumaría, al final, a relaciones y prácti- imbricándose con prácticas de diferencia-
cas no discursivas constituidas de antema- ción, regulación, normalización, exclusión
no. Sin embargo, no se limita a un análisis y control. Por lo tanto, desde esta vertiente
discursivo, ni desconoce la relevancia de de los estudios culturales se examinan estas
las dimensiones no discursivas de cualquier cambiantes y múltiples prácticas, relaciones
práctica y relación en una formación social y representaciones que constituyen la raza
determinada. Menos aún sigue a aquellas como si fuera una entidad biológica en una
corrientes que reducen lo discursivo a una formación social determinada.
conceptualización formalista del lenguaje En el mismo sentido, el historicismo
que consideran la raza y la etnicidad como de esta vertiente de los estudios cultura-
sistemas de clasificación social, como “bue- les cuestiona el esencialismo culturalista.
nas para pensar” o sistemas de intercambio Desde el esencialismo culturalista la etnici-
de signos. dad y la raza aparecen como la expresión
Además del cuestionamiento a los reduc- de unos rasgos culturales primordiales que
cionismos economicista y discursivista, esta se mantienen inmutables a través de la his-
vertiente de los estudios culturales subraya toria. Nada más distante de la visión de los
la historicidad de la raza y la etnicidad. estudios culturales que no explican la etnici-
En otras palabras, argumentan que tanto dad o la raza como resultado de aislamien-
la raza como la etnicidad son histórica y tos o de emanaciones de núcleos culturales
contextualmente constituidas (en su artí- primordiales, enraizados en un supuesto
raza-etnicidad 245

inconsciente colectivo, sino como resultado nados, pero constituyen sistemas diferencia-
de las interacciones históricamente situadas bles de prácticas discursivas y subjetividades
en contextos de relaciones de poder cons- que dividen y clasifican el mundo social con
tituyentes de grupos, identidades y sujetos sus historias específicas y sus modos de
determinados. operación. A pesar de sus particularidades
Segundo, otro aspecto a considerar en la constituyen dos registros del racismo: el ra-
elaboración de la raza y etnicidad desde los cismo biológico-cultural y el diferencialismo
estudios culturales, asociada a Birmingham cultural (“Conclusion”: 223).
y en especial al trabajo de Stuart Hall, se El racismo inscribe diferencias y jerar-
refiere a la distinción entre estas dos catego- quías ineluctables y naturalizadas en una
rías. Aunque Hall distingue analíticamente formación social: “El racismo, por supues-
entre etnicidad y raza considera que entre to, opera por la construcción de impasables
estas categorías existen analogías y superpo- fronteras simbólicas entre categorías racial-
siciones. De manera general, para Hall la mente constituidas y sus típicos sistemas
etnicidad es un concepto que ha sido asocia- binarios de representación constantemente
do con una locación social (el lenguaje del marcan y tienden a fijar y naturalizar la di-
lugar) y articulado a través de “rasgos cul- ferencia entre pertenencia y otredad” (Hall,
turales” (“Etnicidad es el término que noso- “New Ethnicities”: 445). El racismo debe ser
tros damos a los rasgos culturales –lenguaje, entendido como un tipo de práctica cuya
religión, costumbre, tradiciones, sentimien- especificidad refiere a la ineluctable natu-
tos por ‘lugar’– que son compartidos por un ralización de la segregación, separación y
grupo”: “The Question”: 617) mientras que jerarquización de la diferencia: “El racismo
la raza ha sido relacionada con la discrimi- es una estructura de discurso y representa-
nación tomando características somáticas ción que trata de expulsar simbólicamen-
que operan como diacríticos raciales te al Otro –lanzarlo afuera, colocarlo allá,
(“Conclusion”: 222-223). en el tercer mundo, en la margen– (Hall,
No obstante, Hall trasciende esta simple “Ethnicity”: 16).” El racismo requiere ser
oposición entre raza y etnicidad y anota que analizado como una serie de prácticas más
aunque el “racismo biológico” recurre a las o menos institucionalizadas en formaciones
características corporales como diacríticos sociales específicas, cuyo despliegue garan-
de la raza estas características connotan tiza la inscripción en el cuerpo social e in-
diferencias sociales y culturales. En las úl- dividual de relaciones de desigualdad, asi-
timas décadas, esta noción de raza ha sido metría y exclusión. Ahora bien, como lo ha
desplazada por un concepto explícitamente hecho con las nociones de raza y etnicidad,
cultural. Las nociones biológicas extremas Hall ha enfatizado la pluralidad e historici-
de la raza (expresadas en la eugenesia, el dad del racismo, arguyendo que no existe un
darwinismo social o el fascismo) “han sido solo racismo sino racismos.
reemplazadas por definiciones culturales En América Latina múltiples son las ela-
de la raza, las cuales permiten que la raza boraciones sobre raza y etnicidad que bien
juegue un papel significativo en los discur- pueden considerarse en dialogo con los es-
sos de la nación y la identidad nacional” tudios culturales. Entre las más relevantes
(“The Question”: 618). Este desplazamiento se encuentran el trabajo de Claudia Briones
del pensamiento racial y del racismo de lo en Argentina con su conceptualización de
somático hacia lo cultural es referido con “aboriginalidad”, el de Marisol de la Cadena
el concepto de “racismo cultural” de Paul en Perú sobre los “mestizos indígenas”, y el
Gilroy (There Ain’t). del colectivo asociado al doctorado en estu-
Por su parte, en la etnicidad “la articula- dios culturales de la Universidad Andina
ción de diferencia con la Naturaleza (bioló- Simón Bolívar (uasb) en Quito coordinado
gica y genética) es presente, pero desplaza- por Catherine Walsh centrado en la colonia-
da mediante el parentesco y el matrimonio” lidad del poder.
(“Conclusion”: 223, cursivas en el original). Briones propone trascender los cada vez
Para Hall, estos discursos de las etnicidades más estériles debates anclados en discusio-
y las razas (biológica o culturalmente sutu- nes de semánticas descontextualizadas que
radas) se encuentran estrechamente relacio- tienden a suponer el carácter dado de ca-
246 raza-etnicidad

tegorías como las de “etnia” o “raza”. Para que subalterniza las experiencias, seres y
Briones se hace teórica y metodológicamen- saberes otros. Para ello, la diferencia colo-
te pertinente hacer énfasis en una pragmá- nial desde la cual se articulan los movimien-
tica de los usos sociales que se encuentra tos sociales indígenas y afrodescendientes,
ligada a contextos históricos específicos ofrece alternativas a la modernidad y unas
(257). En este sentido, Briones sugiere ex- políticas epistémicas, ontológicas y existen-
plorar la noción de “aboriginalidad” como ciales orientadas hacia la descolonialidad.
una alternativa analítica en el contexto de Inspirados en parte por los estudios cul-
una economía política de la producción (de turales en América Latina se han adelantado
la diferencia) cultural (242-243). De ahí que igualmente numerosos trabajos sobre raza y
la ‘aboriginalidad’ sea entendida desde un etnicidad con un enfoque en las poblaciones
enfoque procesal y relacional de coproduc- afrodescendientes. Las investigaciones de
ción e inscripción de otros (diferentes-mar- Livio Sansone en Brasil, las de Jean Rahier
cados) y nosotros (diferentes-no-marcados) para Ecuador, las de Kevin Yelvington en el
en un entramado social de exclusiones e Caribe, o las de Peter Wade para Colombia
inclusiones propias de la dialéctica de re- abordan las relaciones entre representacio-
producción/contestación permanente de la nes, relaciones de poder y alteridad étnica/
hegemonía y subalternidad. racial que operan en las construcciones de
Por su parte, Marisol de la Cadena ha lo negro, la nación y la diáspora. Sansone,
trabajado desde una historización de las por ejemplo, evidencia las diferentes arti-
nociones de “mestizaje” que han operado culaciones raciales en Brasil y la “cultura
en diferentes momentos del siglo xx en negra” teniendo en cuenta los impactos de
Perú y América Latina. Sus análisis de los la circulación global de imágenes y objetos.
discursos y las prácticas de las articulacio- De ahí que su trabajo resalte la importan-
nes locales del mestizaje y la indianidad, cia analítica de las influencias de las redes
han mostrado cómo rasgos culturales (la transnacionales en las articulaciones racia-
educación, formas de vestir, urbanidad, les locales. Con base en la noción de repre-
etc.) ocupan el lugar de diacríticos racia- sentación de Stuart Hall, el detallado estu-
les, haciendo de la “raza” una categoría que dio de Rahier muestra los diferentes tropos
puede apelar tanto al ámbito de la cultura del pensamiento racial hegemónico sobre lo
como al de la biología. Metodológicamente, negro, a partir de un análisis discursivo y
el contextualismo radical y la historización visual de una revista ecuatoriana. Por lo tan-
son sugeridas por De la Cadena desde “el to, constituye una interesante ilustración de
dialogismo como estrategia epistemológi- lo que metodológicamente se puede lograr
ca para explorar los múltiples significados con el análisis del discurso y lo visual en los
inscritos en la genealogía de la etiqueta estudios de la raza/etnicidad. En uno de sus
de identidad ‘mestizo’ y su correspondien- artículos, Yelvington introduce un relevante
te ideología política, el mestizaje” (“Are cuestionamiento a la noción de diáspora que
Mestizos Hybrid?”: 262). tiende a tomarse por sentada, en vez de exa-
Finalmente, cabe referir el trabajo co- minar históricamente cómo se constituye o
lectivo en torno al doctorado en estudios no desde lo concreto y en situaciones bien
culturales de la uasb por su novedoso abor- específicas, como el caso examinado por el
daje de la raza y etnicidad desde el proyec- de la reacción en el Caribe a la invasión ita-
to intelectual y político de la modernidad/ liana de Etiopia. Finalmente, Wade presenta
colonialidad (Walsh, Pensamiento). A partir uno de los más completos estudios sobre las
de la elaboración de un pensamiento que dinámicas raciales en sus inscripciones re-
cuestiona los fundamentos eurocéntricos de gionales y en el proyecto de construcción de
la modernidad y el conocimiento occidental, nación, evidenciado las imbricaciones entre
se evidencia cómo el pensamiento racial ha las nociones de raza, mestizaje y diferencia.
sido parte constitutiva de la colonialidad. De Combinando la etnografía con el análisis
ahí que se busca intervenir en los términos de documentos, Wade subraya la relevancia
mismos desde los cuales opera la geopolíti- de pensar relacional y contextualmente la
ca del conocimiento moderno/colonial des- producción de las diferencias y jerarquías
atando los amarres del pensamiento racial raciales.
raza-etnicidad / representación 247

bibliografía. Briones, Claudia, La alteridad del el Caribe, 1935-1941”, Estudios Migratorios


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núm. 37, 2005, pp. 259–284; De la Cadena,
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[Indígenas mestizos: raza y cultura en el Cusco co, es el resultado de un acto cognitivo por
(trad. Montserrat Cañedo y Eloy Neyra), Lima, medio del cual se produce un signo o sím-
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no Black in the Union Jack”: The Cultural Politics presunta “realidad” o de un “original”. En
of Race and Nation, Chicago, The University of otras palabras, la representación ocurre a
Chicago Press, 1991; Hall, Stuart, “Conclusion: través de un proceso de percepción e inter-
The Multi-Cultural Question” en Barnor Hesse, pretación de un referente, el objeto (en un
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Entanglements, “Transruptions”, Londres, Zed vocablo representación, el prefijo re indica-
Books, 2000, pp. 209-241; Hall, Stuart, “The ría un volver a presentar lo que ya ha sido
Question of Cultural Identity” en Stuart Hall, presentado. Re-presentar es volver a presen-
David Held y Tony McGrew (eds.), Modernity tar, poner nuevamente en el presente aquello
and its Futures, Cambridge, Polity Press, 1992, que ya no está aquí ni ahora, encontrándose
pp. 596-634; Hall, Stuart, “Race, Articulation así restituido en su re-presentación. De este
and Societies Structured in Dominance” en modo le sería intrínseca a la representación,
Sociological Theories: Race and Colonialism, en primer lugar, una cierta disparidad tem-
París, unesco, 1980, pp. 305-345; Morley, David poral trazada por la distancia entre los dos
y Kuan-Hsing Chen (eds.), Stuart Hall. Critical momentos implicados en la estructura mis-
Dialogues in Cultural Studies, Londres-Nueva ma de la re-presentación: algo así como pre-
York, Routledge, 1996; Rahier, Jean, ‘“Mami, sentar una cosa por segunda vez. En segun-
¿qué será lo que quiere el negro?’: representa- do lugar, el prefijo re también supone una
ciones racistas en la revista Vistazo, 1957-1991” iteración, un repetir, un volver a poner, que
en Emma Ervone, Emma y Fredy Rivera (eds.), a diferencia de la distancia temporal, indica
Ecuador racista: imágenes e identidades, Quito, una suerte de artificialidad. La representa-
flacso, 1999, pp. 73-110; Sansone, Livio, De ción sería, en este caso, un acontecimiento
África a lo afro: uso y abuso de África en Brasil, a través del cual algo es repetido, re-produ-
Kuala Lampur, Vinlin Press/Sephis/Codesria, cido en el presente y, por lo tanto, restituido
2001 <www.iisg.nl/~sephis/pdf/liviospanish. artificialmente en y por la representación.
pdf>; Sansone, Livio, Negritude sem etnicida- A ambos sentidos, cuyas direcciones
de, Salvador/Rio de Janeiro, Edufba/Pallas, cohabitarían en la palabra representación,
2004; Wade, Peter, Gente negra, nación mes- les es propio una relación a la esencia o la
tiza, dinámicas de las identidades raciales en pre-esencia de las cosas, ya sea haciéndo-
Colombia, Bogotá, Ediciones Uniandes, 1997; las o dejándolas venir de nuevo al presente
Wade, Peter, Música, raza y nación: música (allí donde representar sería más bien “re-
tropical en Colombia, Bogotá, Vicepresidencia presenciar” o hacer retornar a la presencia),
de la República, 2002; Walsh, Catherine (ed.), ya sea presentándolas nuevamente bajo la
Estudios culturales latinoamericanos: retos des- forma de un doble, de una imagen, una idea,
de y sobre la región andina, Quito, Universidad un pensamiento o, para ser más precisos, a
Andina Simón Bolivar/Abya-Yala, 2003; Walsh, partir de un “representante”, algo o alguien
Catherine (ed.), Pensamiento crítico y matriz (de) destinado a sustituir o suplir la ausencia de
colonial: reflexiones latinoamericanas, Quito, otro.
Universidad Andina Simón Bolivar/Abya-Yala, Las representaciones han sido objeto de
2005; Yelvington, Kevin, “Dislocando la diás- estudio en diversas disciplinas. En el caso
pora: la reacción al conflicto italo-etíope en de las humanidades y las ciencias sociales
248 representación

estarían ligadas a su relación con el estudio ciertos o falsos, lo cual sugiere una condi-
de la sociedad y la cultura. Por un lado, la ción de construcción en la que se encuen-
representación designaría a las “representa- tran implicados los sujetos.
ciones” en el sentido de los códigos funda- Las formas de representación han varia-
mentales de una cultura, constelaciones do según tiempo y espacio. Del mismo
simbólicas destinadas a regir el orden de los modo, cada disciplina tiene ciertas especifi-
discursos y las prácticas sociales: imágenes caciones de lo que se considera o no una
que producen de sí los sujetos que partici- representación válida en su campo. En lite-
pan en una cultura y en una época determi- ratura la representación ha estado estrecha-
nada. Por otro lado, el gesto de articular mente relacionada a los géneros literarios
épocas a partir de “representaciones” impli- (poesía, narrativa, drama, ensayo, crónica,
caría el hecho de que la representación, el ficción/no ficción) como también a las co-
conjunto de imágenes que son la representa- rrientes literarias que predisponen al recep-
ción de una cultura, de una mentalidad, de tor, en este caso al lector, a esperar un cier-
un orden esencial a las cosas, se encontraría to tipo de representación. Por ejemplo, la
regida por una idea representacional sobre novela realista fue considerada por George
las representaciones: algo así como la repre- Lukács como una expresión narrativa que
sentación-de-las-representaciones, en el sen- representa la realidad satisfactoriamente en
tido de que aquellas imágenes culturales no cuanto la expresa como una totalidad.
sólo poseerían la virtud de representar épo- En el caso del teatro, la obra teatral ha
cas históricas, de retener en ellas el estado sido definida como sinónimo de representa-
de composición de una época, sino que, al ción y ha sido considerada como un espejo
mismo tiempo, sean objeto de representa- de la realidad, función que se exacerbó con
ción, en el sentido de que, para nosotros, el teatro burgués. Sin embargo, a diferencia
estudiosos de la cultura, puedan ellas mis- de la literatura, la obra teatral difícilmente
ma ser representables. podría repetir una representación igual a
En este sentido, la representación cons- otra en tanto que se constituye como una
tituye más bien la estructura de compren- acción única y efímera, aunque sea el mon-
sión a través de la cual el sujeto mira el taje de un mismo texto dramático.
mundo: sus “cosmovisiones”, su mentali- Por su parte, en una performance lo efí-
dad, su percepción histórica. Esta estructu- mero de la representación se agudiza y el
ra de comprensión se encuentra expresada concepto de representación se amplía a otro
en el lenguaje, cuya función sería, en térmi- tipo de manifestaciones no necesariamente
nos generales, “representar” el acto mismo efectuadas en un escenario teatral tradicio-
de cognición del sujeto. De este modo la re- nal. Diana Taylor define performance como
presentación es portadora de significados un comportamiento o una práctica que
que se materializan a través del uso del len- transmite conocimiento al tiempo que es
guaje, sea escrito, visual, auditivo, corporal, una metodología. Una performance incluye
etc. En este contexto sería bueno notar, tam- desde obras artísticas hasta actos cotidia-
bién a modo general, que la representación nos, por ejemplo, las marchas políticas, las
o las representaciones son parte de un siste- apariciones públicas o en televisión de artis-
ma de prácticas sociales y culturales que tas, políticos, periodistas, las representacio-
involucran un referente, que puede ser real nes mediáticas, etcétera.
o imaginario, o incluso otra representación; El campo de la historia, suele ser distin-
unos agentes que realizan la representación guido del de la literatura por su función de
dotados de cierta ideología en un contexto representar la realidad del pasado. Por esta
histórico-social determinado y, finalmente; razón, es quizá una de las disciplinas más
unos receptores que, en el acto de recepción, sensibles al concepto de representación y a
perciben e interpretan dicha representación. corrientes teóricas que, a partir del poses-
Para los estudios culturales, el concepto de tructuralismo, han postulado un acceso al
representación sería la consecuencia de una pasado necesariamente mediado. A partir
serie de prácticas mediadas a través de las del positivismo, la búsqueda de objetividad
cuales se produce un significado o múltiples impuso que la representación histórica, el
significados que no necesariamente son relato histórico, se remitiera a fuentes escri-
representación 249

tas, documentos que atestiguaran y validaran dad inmutable independiente a los hombres,
científicamente una verdad histórica. Debido el arte se consideraba una imitación de la
a las influencias de corrientes teóricas como naturaleza y sólo podía remitirse a las for-
el posmodernismo y el poscolonialismo, las mas exteriores de las cosas, las cuales esta-
prácticas historiográficas contemporáneas ban más relacionadas a la representación de
han transformando sus metodologías y sus un ideal. Aristóteles, por su parte, en su
parámetros de objetividad en tanto que el Poética, asocia la función de la mimesis con
pasado adquiere significado por medio de las acciones del género humano: mientras
sus representaciones. más plausible sea la trama, la mimesis o la
La representación cinematográfica tam- representación se acercaría más fielmente a
bién es el resultado de convenciones especí- dicha realidad.
ficas de un determinado tiempo y lugar, que La teoría intencionalista supone que el
están evidentemente ligadas a una ideolo- productor de la representación impone un
gía, en el sentido de la posición que ocupa significado único del mundo o del objeto
el sujeto en la trama discursiva que organiza representado a través de su uso del lenguaje.
su presente. Como en la literatura y el tea- Esta teoría supondría una ausencia de co-
tro, la representación cinematográfica tam- municación con el entorno social y difícil-
bién responde a ciertos géneros o escuelas mente se podría pensar que una representa-
en particular, por ejemplo el melodrama, ción porta un significado único y excluyente:
que se caracteriza por inducir la emotividad la del agente que la produce. La última gran
del espectador por medio del uso narrativo teoría que menciona Stuart Hall para el es-
del primer plano. tudio de las representaciones es la construc-
En el ámbito político, la representación tivista, la cual postula que ni las cosas o el
política alude al proceso por el cual los ciu- mundo exterior (para darle un sentido más
dadanos delegan su voluntad y sus intereses amplio a lo representable), ni los que usan
a un representante, destinado a sustituirlos el lenguaje pueden otorgar o dotar de un
en el ámbito de las grandes decisiones co- significado único e invariable al lenguaje.
lectivas. En este caso, el representante polí- En la base de esta teoría subyace que el sig-
tico ocupa el lugar de los ciudadanos por nificado del mundo exterior se construye a
medio de un conjunto de procedimientos través de sistemas de representacionales
autorizados desde el espacio público en el (Hall, Representation: 25).
ámbito de las llamadas “democracias repre- Con el trabajo de Ferdinand de Saussure
sentativas”. (1857-1913) en el área de la lingüística, la
En su origen, las representaciones sociales construcción de significado fue relacionada
y culturales han sido objeto de estudio cons- con el lenguaje que, a su vez, fue definido
tante en tanto que habían sido consideradas como un sistema de signos. En términos de
como un medio para acceder a una “verdad”, Saussure, el lenguaje es parte de una estruc-
una “esencia” o una “realidad”. Sin embargo, tura donde el signo (en este caso, la palabra)
la posibilidad de lograr el conocimiento de estaría compuesto por el concepto o idea
esa “esencia” y la definición misma de esa expresada por un sonido o icono (significa-
“verdad/realidad” han estado, desde la anti- do) y la imagen acústica (significante). El
güedad, en el centro del debate en las discu- mundo exterior sólo adquiere significado al
siones críticas sobre la representación. estar en contraste con otros elementos den-
Dentro del estudio de la representación tro de una estructura: el estudio de la rela-
se podrían señalar tres teorías principales (y ción entre el signo y su referente (el objeto
generales): la mimética, la intencionalista y representado por el signo, es decir, lo que la
la constructivista (Hall, Representation: 24- palabra denota) proveería de un significado
26). Según la filosofía griega la mimesis o sentido. En síntesis, dentro de una estruc-
(mºmhsiq) era el proceso por el cual un len- tura, todo signo sería una representación.
guaje, ya sea escrito o visual, imitaba la na- Muchos intelectuales siguieron el modelo
turaleza. En este sentido, el lenguaje cum- de Saussure dando origen al estructuralis-
plía con la función de imitar una verdad ya mo como marco teórico dominante a media-
existente en el mundo exterior. Sin embargo, dos del siglo xx, entre ellos, destacan Roland
para Platón, dada esta existencia de una ver- Barthes, Jacques Derrida, Michel Foucault y
250 representación

Jacques Lacan, quienes al mismo tiempo se En consecuencia, el posestructuralismo


convirtieron en sus críticos, dando origen planteó que no es posible ninguna represen-
al posestructuralismo. Si bien Saussure se tación objetiva y que toda representación es
concentró en el análisis del lenguaje, la me- una construcción subjetiva. En el área de la
todología del estructuralismo fue aplicada, historiografía este consenso por parte de los
en términos generales, a la cultura y a la afiliados al posestructuralismo problemati-
sociedad. Asimismo, fue adoptada por dis- zó su práctica. Dentro de este marco teórico,
ciplinas como la antropología (Claude Lévi- no sería posible acceder al pasado de una
Strauss), la literatura (Barthes y Derrida), la manera directa, es decir, no mediada. Al
psicología (Lacan) y la historia (Foucault). mismo tiempo, se dio origen a un debate en
En este proceso de formación de la teoría es- torno a la factibilidad de que la narrativa
tructuralista, la semiótica amplió el campo histórica fuera una representación objetiva.
de estudio de los signos a todo aquello que Quizá una de las polémicas más interesan-
pudiera ser leído como un texto (actividades tes sobre la representación, sería la encabe-
cotidianas, obras de arte, afiches publicita- zada por Hayden White por desarmar las
rios, fotografías, etc.) y con ello incorporó en bases en la que se fundó la historia como
el estudio de la cultura las manifestaciones disciplina académica. Señala White que la
consideradas propias de la cultura popular. historia y la literatura comparten una mis-
Es decir, incluyó a todo objeto o expresión ma forma de narrar y que solamente difie-
cultural que opera como lenguaje y, como ren por sus referentes: el acontecimiento
tal, comunica un sentido o significado. A verídico y la imaginación, respectivamente.
diferencia de Saussure, Barthes incorporó Es decir, que la práctica representacional de
a la lectura de las representaciones (signos) lo que se supone histórico (“real”) y de la
y sus significados a una segunda estructu- literatura (“ficción”) operan de la misma
ra de significación. En consecuencia, la se- forma, tanto la narrativa histórica como la
miótica no sólo estudiaría lo denotativo, es literaria recurren a los mismos tropos.
decir, el signo en relación con el referente Para concluir, lo que hasta el estructura-
y su significado, sino también, ese mismo lismo se entendía como una representación
signo dentro del contexto de una estructura de un referente objetivo, hoy se entiende
mayor que conecta al signo con otros temas como una representación de construcciones
y significados. Este segundo nivel de análisis (que son también representaciones) ideoló-
sería, en términos de Barthes, connotativo y gicas, culturales, sociales, etc. Es decir que
se vincularía a una ideología. el mundo exterior adquiere significado por
Por su parte, Michel Foucault (1926- medio de la representación que se pueda
1984), transciende el estudio de la represen- realizar de éste. Una imagen, una película,
tación como un acto meramente lingüístico una manifestación política, un libro, una
y la incorpora dentro del análisis discursivo. canción, todos estos productos culturales, se
El discurso sería una manera de representar entienden como representación y se inscri-
el conocimiento respecto a un tema en par- ben en prácticas representacionales. Desde
ticular y en un momento histórico determi- una perspectiva amplia, y sin detallar en las
nado. Al mismo tiempo, el discurso produ- diferencias que subyacen en las prácticas
ciría conocimiento, es decir, que la práctica académicas de los intelectuales afiliados a
representacional devendría en un medio los estudios culturales, la representación es
para la producción de conocimiento a través estudiada tanto en sus modos de represen-
del lenguaje. Si en el estructuralismo, el sig- tación (entiéndase el o los sujetos producto-
nificado se construía a partir de la relación res de la representación, las formas y mar-
entre el signo y su referente, para Foucault cos teóricos en los cuales se inscriben, las
el significado se construye dentro del discur- opciones estéticas e ideológicas que subya-
so y sus prácticas. En síntesis, fuera del dis- cen tras el acto de representar), sus prácti-
curso, nada tiene sentido o significado, e cas y sistemas representacionales.
incluso el sujeto pierde autonomía y sólo se Si el estudio de las representaciones ha
podría constituir como tal dentro del discur- sido una forma de acceder y producir al
so y las prácticas discursivas en un momen- mismo tiempo conocimiento, en el entorno
to y lugar determinado. latinoamericano, existen ciertos hitos que
representación 251

han puesto en el debate el problema de la politológico “transición a la democracia”,


representación. obligaba a modular en este contexto los es-
Por un lado, desde los estudios subal- tados de composición de la época, con la
ternos se han cuestionado los discursos parte maldita adherida al nombre (Richard,
hegemónicos que han articulado una prác- Residuos: 10).
tica representacional que se han apropiado La capacidad que el debate de posdicta-
del “otro” como objeto de representación. dura tuvo para articular políticamente su
Estrechamente ligada a esta problemática, discurso crítico, se debió a la re-actualiza-
está la pregunta sobre quién tiene el dere- ción de estrategias críticas que intervinieron
cho de hablar por otros y hasta qué punto los nuevos contextos democráticos, revelan-
el intelectual es capaz de representarlos. do en ellos la imagen de transparencia y
Siguiendo esta línea, desde la publicación estabilidad que querían preservar en su
de Me llamo Rigoberta Menchú y así me na- tránsito al neoliberalismo. Dicho tránsito,
ció la conciencia (Burgos), en la literatura que para Beatriz Sarlo se expresó sintomá-
el testimonio ha sido foco de debate, tanto ticamente en el espacio académico con el
por su capacidad representacional de su- paso del “intelectual” al “experto” (Sarlo,
jetos pertenecientes a grupos minoritarios Escenas: 148), implicó no sólo el viraje radi-
como también por las posibilidades de ser cal de la política al mercado en el ámbito de
considerado un género literario que se di- la cultura, sino también el tránsito al olvido
ferencie de la historia oral y de la autobio- social de aquella violencia política desplega-
grafía. Similar ha ocurrido con la historia, da por la dictadura. Se trataba, sobre todo,
en la cual el historiador, perteneciente a una de que el debate de posdictadura lograra
elite intelectual y queriendo dar voz a los ca- generar una práctica crítica a través de la
rentes de poder, desde su marco ideológico movilización de ciertos recursos simbólicos
escribe la historia de un grupo subalterno, destinados, no sólo a preservar la memoria
imponiendo sus propios códigos culturales social de la dictadura, sino, también, desti-
y, con ello, interpretando las practicas so- nados a revelar las estrategias de exclusión
ciales y culturales de dicho grupo que no que dicha memoria padecía. De esta mane-
necesariamente representaría su propia vi- ra, el debate abierto por la posdictadura fue
sión.Otro momento esencial del debate en producto de un cambio radical en la lengua
torno a la representación en América Latina crítica, una “atención lexical” (Avelar: 175)
fue inaugurado por los llamados estudios de a través de la cual pudieron articularse ex-
posdictadura en los años noventa, que tu- periencias y subjetividades que sufrieron, y
vieron como objetivo ingresar al espacio de aún sufren, no sólo la exclusión total y ab-
“disputa de la representación” que se abría soluta de representación en lo social, sino la
con los procesos democratizadores que las fuerza salvaje con que esa exclusión se ins-
propias dictaduras militares habían diseña- cribió en ellas.
do. En efecto, una vez que la región iniciara, Como vemos, se trata de una “política de
en los años ochenta, la llamada “transición a la representación”, en la que se juega no
la democracia”, se configuró un debate con- sólo un espacio crítico y alternativo a la es-
cerniente a recuperar el legado dejado por tructura hegemónica vigente que proyecta
el proceso de militarización que sacudió con “el orden de las cosas”, sino, principalmen-
ferocidad la cultura política del continente. te, se juega la perdurabilidad misma del sis-
Dicho debate, que fue en sus inicios articu- tema, su capacidad autopoiética. El triunfo
lado bajo el concepto de “memoria históri- del sistema es el triunfo sobre las represen-
ca”, tuvo como finalidad posicionarse de los taciones que le dan continuidad en el tiem-
contextos políticos destinados a borrar sim- po, que lo re-producen. “El orden de las
bólicamente la herida social infligida por las cosas” es, por lo tanto, el resultado de un
dictaduras argentina (1976-1983), brasileña acto hegemónico que fue capaz de articular-
(1964-1978), uruguaya (1973- 1985) y chi- se como la visión autorizada del mundo, la
lena (1973-1990), por nombrar los lugares imagen en la que se condensaría la especifi-
más significativos. Un ejemplo de esto lo cidad cultural de la época. De ahí, el carác-
constituyó la propia palabra “posdictadu- ter estratégico y político que cobra la repre-
ra”, que a diferencia del término técnico sentación respecto del régimen perceptivo
252 representación

del mundo, sobre todo hoy, que las imáge- Cultural Representations and Signifying
nes y lo discursos han logrado conquistar Practices, Londres, Thousand Oaks/Sage-Open
una extensión tecnológica sin precedentes University, 1997; Lanzmann, Claude, “The
debido al desarrollo exponencial de las lla- Obscenity of Understanding: An Evening with
madas tecnologías de información y comu- Claude Lanzmann” en Cathy Caruth, Trauma:
nicación. Explorations in Memory, Baltimore, Johns
Hopkins University Press, 1995, pp. 200-220;
obras de consulta. Avelar, Idelber, “La prác- Masiello, Francine, The Art of Transition: Latin
tica de la tortura y la historia de la verdad” American Culture and Neoliberal Crisis, Durham,
en Nelly Richard y Alberto Moreiras (eds.), Duke University Press, 2001 [El arte de la tran-
Pensar en/la postdictadura, Santiago, Cuarto sición (trad. Mónica Sifrim), Buenos Aires,
Propio, 2001, pp. 175-196; Barthes, Roland, Norma, 2001]; Taylor, Diana, The Archive and
Mythologies, Londres, Cape, 1972 [Mitologías the Repertoire: Performing Cultural Memory in
(trad. Héctor Schmucler), México, Siglo XXI the Americas, Durham, Duke University Press,
Editores, 1981]; Burgos, Elizabeth, Me llamo 2003; White, Hayden, El texto histórico como
Rigoberto y así me nació la conciencia, México, artefacto literario, Barcelona, Paidós, 2003.
Siglo XXI Editores, 2005; Gugelberger, Georg
M., The Real Thing: Testimonial Discourse [felipe victoriano;
and Latin America, Durham, Duke University claudia darrigrandi]
Press, 1996; Hall, Stuart, ed., Representation:
subalternismo Ranajit Guha pide prestado el concepto
gramsciano y lo utiliza para construir una
desarrollo general del término. A finales del relectura de la historia e historiografía de la
siglo xx, el término “subalterno” fue puesto India y proponer una nueva mirada sobre
en escena por el grupo de subalternistas de las relaciones entre hegemonía y dominan-
la India y su grupo de “Subaltern Studies”. cia. Su punto de partida es la definición del
Pero la genealogía del término se traza a diccionario conciso de Oxford, según la cual
Antonio Gramsci, el primero que lo utilizó en “subalterno” representa “al de rango infe-
un sentido teórico para referirse a la relación rior”. Guha lo usa para nombrar “el atribu-
entre hegemonía (gobierno por consenso) y to general de subordinación en las sociedad
dominancia (gobierno por la fuerza). Para del Sureste Asiático ya sea que ésta se ex-
Gramsci, subalterno es un término usado prese en término de clase, casta, edad, géne-
en sentido colectivo, “grupo subalterno”. Un ro, oficio o de alguna otra manera” (Guha y
grupo subalterno es aquel que todavía no Spivak: 35, traducción mía). El traspaso de
cobra conciencia de su fuerza y posibilida- conceptos de entornos europeos a otras re-
des de desarrollo político y, por lo tanto, no giones (que se debate como teorías viajeras)
escapa la fase primitivista, entendida ésta ocasiona grandes polémicas, pero en este
como el nexo entre ideología librecambista caso se explica en base a que la división en-
y sindicalismo teórico, evidente particular- tre la Italia desarrollada y la subdesarrolla-
mente en el ámbito italiano. Según Gramsci, da representa un caso idóneo para teorizar
es en el contexto sindicalista donde emerge los efectos desiguales del impacto del desa-
el concepto grupo subalterno, una vez más rrollo capitalista. Los frutos que rinde este
concebido como aquel que dentro de esta traspaso se pueden palpar en el cambio ra-
teoría no puede devenir grupo dominante o dical que experimenta la noción de historia
desarrollarse más allá de la etapa económica e historiografía cuando éstas se leen desde
corporativa para llegar a la fase hegemónico- lo subalterno –lo que Guha llama leer “en
política en la sociedad civil. Este impedimen- reverso” o “a contrapelo”– y la diferencia
to se debe a que en el movimiento sindicalis- que los conceptos de hegemonía y dominan-
ta teórico, la autonomía del grupo subalterno cia hacen palpables cuando se examinan a
se sacrifica a la hegemonía intelectual de la trasluz de la colonización y la poscoloniza-
clase dominante. La idea de la autonomía del ción. No sólo producen éstos cambios en la
grupo subalterno es sólo, para Gramsci, un noción disciplinaria sino que también po-
aspecto del liberalismo librecambista, pero a nen en cuestión el ejercicio mismo de la
él le sirve para desarrollar varios conceptos dominancia al hacer visibles las expectati-
importantes a su teoría política, tales como vas que ésta tiene de los grupos subalternos
el concepto de hegemonía (que ha de tener sobre los cuales se ejerce.
en cuenta los intereses y las tendencias de Dos definiciones de subalternidad que
aquéllos sobre los cuales se ejerce), el de li- revelan el uso del término por las generacio-
brecambismo y sindicalismo, y la relación nes subsiguientes son, en el subalternismo
que ellos guardan respecto a la sociedad ci- asiático, la de Gyan Prakash que sostiene
vil y política, considerando la última como que: “debemos entender la subalternidad
trascendencia de la primera. como una abstracción usada para identifi-

[253]
254 subalternismo

car lo intratable que emerge dentro de un gencia de sus propios límites de inpensabili-
sistema dominante x, y que significa aquéllo dad […] La subalternidad es, por lo tanto, el
de lo que el discurso dominante no puede nombre de los varios puntos de exceso den-
apropiarse completamente, una otredad que tro de las historias nacionales y posnaciona-
resiste ser contenida. Pero precisamente les del desarrollismo latinoamericano. Este
porque la dominancia fracasa al apropiarse es el límite en el cual las narrativas hege-
la incomensurabilidad radical del subalter- mónicas y los modos sociales e intelectuales
no, ella sólo registra la presencia recalci- de reproducción dominante encuentran sus
trante de la subalternidad, graba las impre- puntos radicales de disfuncionalidad. Como
siones de aquéllo que no puede abarcar; resultado, esto lleva el pensamiento hege-
nunca captura la subalternidad en sí que mónico (y en Latinoamérica esto invaria-
puede ser rescatada por el estudioso subal- blemente significa pensamiento hegemónico
ternista […] La subalternidad irrumpe den- criollo) cara a cara a su inminente ruina. Y
tro del sistema de dominancia y marca sus al hacer esto, mantiene viva la demanda de
límites desde dentro […] Su externalidad a reflexión y de una sostenida política cultural
los sistemas dominantes del conocimiento y (10-11, traducción mía).
poder emerge dentro del sistema de domi- Hay otras maneras de concebir la subal-
nancia, pero solamente como una intimida- ternidad, por ejemplo, Juan Zevallos consi-
ción, como un trazo de aquello que elude el dera “que los inmigrantes tienen una posi-
discurso dominante. Es esta existencia par- ción subalterna. La subalternidad de los
cial, incompleta, distorsionada lo que sepa- inmigrantes andinos radica en el hecho de
ra al subalterno de la élite. Esto significa que la mayoría de ellos carecen o disfrutan
que el subalterno presenta posibilidades de un nivel mínimo de trabajo, vivienda, ali-
contrahegemónicas no como una otredad mentación y escolarización para alcanzar
inviolable desde el exterior, sino desde den- un bienestar humano” (368). Para Walter
tro del funcionamiento del poder, forzando Mignolo, “la idea de la “subalternidad” no
contradicciones y dislocaciones en el discur- es simplemente una cuestión de dominación
so dominante, y proporcionando fuentes de un grupos sociales por otros, sino que
para una crítica inmanente (62).” tiene repercusión global más amplia, en el
En el subalternismo latinoamericano, sistema interestatal analizado por Guha y
Gareth Williams dice: “entiendo la categoría [Aníbal] Quijano (“Colonialidad”: 179). La
de subalternidad en los términos articulados subalternidad conecta historias locales y es-
por Guha y Spivak. La considero como el a tructuras de dominación mundiales. En esto
menudo violento efecto-de-sujeto de los pro- consiste la colonialidad del poder.
cesos nacionales y posnacionales de subor- El término subalterno se presenta como
dinación social, pero también como el límite múltiplemente articulado. Por un lado es un
epistemológico en el cual lo no-hegemónico concepto que se usa como metáfora de una
anuncia los límites del pensar hegemónico y o varias negaciones, límite o tope de un co-
del pensamiento hegemónico. En mi uso del nocimiento identificado como occidental,
término […] no hay resolución a la relación dominante y hegemónico, aquello de lo que
entre las definiciones de Guha y de Spivak. la razón ilustrada no puede dar cuenta. Por
No se privilegia una definición sobre la otra. otro, subalterno es una posición social que
Simplemente me aproximo a la cuestión de cobra cuerpo y carne en los oprimidos, o
la subalternidad como el sitio de tensión aquélla condición que genera la coloniali-
práctica y teórica entre la historia materia- dad del poder a todos niveles y en todas las
lista y la filosofía desconstructivista. Como situaciones coloniales que estructuran el po-
resultado, leo la subalternidad como la tra- der interestatal. Subalterno es, así, aquel
za del telos político dentro de los campos concepto que recorre el campo de los estu-
sociopolíticos y epistémicos y, por lo tanto, dios subalternos en estas múltiples articula-
dentro y en los límites de nuestro sistema ciones.
conceptual de hoy, cuya reflexión hegemó-
nica (y en el caso de Latinoamérica esto sig- uso específico del término en los estudios
nifica predominantemente desarrollista) es culturales latinoamericanos. Después de la
confrontada y desestabilizada por la emer- derrota de los sandinistas en las elecciones
subalternismo 255

presidenciales nicaragüenses de 1990, un participaban activamente en los debates


grupo de intelectuales preocupados por la disciplinarios sobre género y etnicidad.
situación política mundial y por las políticas Viniendo del marxismo, les incomodaba el
de las instituciones académicas se reunieron “multiculturalismo triunfante” que hablaba
en la ciudad de Washington. Ese fue un mo- poco de la descentralización de la riqueza
mento de cambios importantes de paradig- y la democratización del poder político.
ma y por eso la propuesta fue discutir el Más adelante, el grupo se expandió y los
proyecto emprendido por el colectivo de es- primeros invitados fueron Walter Mignolo,
tudios del subalterno del sudeste asiático. María Milagros López y Michael Clark. En
La intuición compartida era que esto podía la conferencia realizada en Puerto Rico en el
ser productivo para los latinoamericanistas. año 1996, se unieron al grupo Sara Castro-
Formaban el grupo John Beverley, Robert Klarén, Fernando Coronil, Garreth Williams,
Carr, José Rabasa, Javier Sanjinés, Patricia John Kraniauskas, Alberto Moreiras, Abdul
Seed e Ileana Rodríguez. Muchos otros cien- Mustafa, Marcia Stephenson y María
tistas sociales y críticos culturales fueron Josefina Saldaña. La última conferencia fue
invitados a participar pero aunque no acu- realizada en Duke en el año 1998. El grupo
dieron al encuentro, algunos de ellos como produjo como colectivo una serie de publi-
Norma Alarcón y Mónica Szurmuk, firma- caciones que definieron el campo como el
ron el manifiesto original. número monográfico de Boundary 2 (1993,
Siguiendo el modelo de los subalternis- publicado como Beverley, et al. (eds.), The
tas asiáticos, la decisión era transformar Postmodernism Debate in Latin America),
el grupo en un colectivo democrático con el Latin American Subaltern Studies Reader
un proyecto académico que continuara el (2001, Ileana Rodríguez, ed.), Convergencia
legado del trabajo intelectual políticamen- de Tiempos (2001, Ileana Rodríguez, ed.),
te comprometido. La percepción domi- lasa forum 33.2 (2002) y Dispositio/N (2005,
nante era que el trabajo del grupo del su- Gustavo Verdesio, ed.).
deste asiático, su propuesta de un “nuevo El uso específico del término se hace pal-
humanismo”, definido por la existencia de pable en las discusiones que giran, primero,
una sensibilidad social combinada con un en torno al significado actual de los estudios
compromiso y testarudez teórica y una mi- subalternos y sus rumbos diversos; segundo,
litancia académica, sería de gran utilidad en la relación entre estudios latinoamerica-
al campo latinoamericano. El deseo era nos y surasiáticos subalternos; tercero, en
expresar una solidaridad posrevolucionaria las relaciones entre estado, cultura y subal-
con los sufrimientos de los pobres en una ternidad. Y los aportes son: 1] mostrar cómo
época en que el colapso del socialismo ha- las aporías del conocimiento que presenta
bía transformado a esta actitud en dudosa como agenda teórica de trabajo el subalter-
e impopular. Como el colectivo del sudeste nismo se ven reproducidas en todos los ám-
asiático, los subalternistas latinoamericanos bitos: el del conocimiento, la teoría, la polí-
estaban profundamente insatisfechos con la tica, el estado, la globalización; 2] discutir
ausencia de los pobres en su propia histo- la dinámica bipolar con la que el pensa-
ria. Sin embargo, mientras que los subalter- miento occidental articula sus saberes y de-
nistas asiáticos criticaban el estado liberal mostrar, en la práctica del análisis, que la
poscolonial y los movimientos nacionalistas misma lógica que da cuenta de la relación
y anticolonialistas desde la izquierda, los la- entre elite y subalterno, ayuda a entender la
tinoamericanistas criticábamos los estados relación entre local y global, estado y socie-
de izquierda y las organizaciones partidistas dad, particularismos y universalismos; 3]
por su liberalismo. diagnosticar el impasse en que se encuentra
La mayoría de los miembros del grupo el conocimiento humanista en la alta mo-
fundador había tenido experiencias polí- dernidad. El trabajo teórico se dedica a exa-
ticas formativas, unos en la Revolución minar la articulación de las lógicas de la
sandinista, otros en el gobierno de Michael hegemonía; el trabajo de campo, a entender
Manley, en las guerrillas y el movimiento las prácticas sociales del subalterno; el tra-
estudiantil mexicanos, o en los movimien- bajo cultural, a analizar la cotidianeidad, la
tos de solidaridad en Estados Unidos. Todos solidaridad y los estigmas; el trabajo sobre
256 subalternismo

la cuestión indígena, a explorar los temas res, atrapados entre fuerzas opuestas. Dada
del multiculturalismo, la diferencia como esta polaridad los frentes populares tienen
práctica social y hermenéutica y el debate que mediar y elegir respuestas insatisfacto-
sobre la poscolonialidad. rias a las fuerzas que representan—tal el
Para Walter Mignolo, subalternismo sig- caso del Frente Sandinista nicaragüense que
nifica la posibilidad de establecer un víncu- ella estudia. Propone que los frentes popu-
lo teórico con las diferentes regiones perifé- lares tienen que disolverse como frentes
ricas afectadas por la colonialidad del poder; para ser partidos y tomar partido por uno
cruzar fronteras y poner a conversar a los de sus componentes. Así, los frentes popu-
afines, quienes añaden matices a la misma lares tan caros a Gramsci para lograr la he-
discusión central. Sus puntos de debate son: gemonía de lo popular, no pueden ser polí-
a] recuperar las especificidades históricas ticamente radicales en situaciones de
continentales; b] reconocer el trabajo de los polarización de fuerzas. Son coaliciones co-
latinoamericanos en referencia a la colonia- yunturales que sirven para efectuar transi-
lidad del poder; c] poner en escena que la ciones de poder.
modernidad no empieza en el siglo xviii sino Alberto Moreiras habla de los estudios
en el xvi (Darker Side). subalternos en relación con la discusión en-
Para Florencia Mallon el encanto de los es- tre lo global y lo local, lo particular y lo uni-
tudios subalternos es que la propuesta viene de versal. Propone, con Zizek que “cada polo
intelectuales basados en el “tercer mundo”, y del antagonismo es inherente a su opuesto”
que ofrece una posibilidad de diálogo transre- (71). De ahí la noción de doble articulación
gional, en el que hay que prestarle atención a o registro doble que “permita al subalternis-
los contextos específicos. Advierte de la peli- ta comprometerse simultánea y distinta-
grosidad de los préstamos y propone una re- mente con la negatividad radical y con la
flexión sobre los mismos campos disciplina- positividad estratégica” (“Hegemonía”: 77).
rios. Cuestiona en el subalternismo la mirada El reto de esta posición es cómo relacionar
desconstruccionista por considerar que destru- los campos hermenéuticos con los políticos;
ye las suposiciones centrales del propósito po- cómo demostrar que la noción de subalter-
lítico del grupo, como la autonomía de las nidad, no se confina al horizonte dialéctico
prácticas subalternas respecto de la cultura de entre lo local y lo global.
élites (Campesinado). José Rabasa expone: 1] cómo la necesi-
John Beverley examina: 1] la relación en- dad de habitar mundos múltiples es una
tre capitalismo y socialismo en conexión con característica de los espacios y discursos
la modernidad –y argumenta que ésta es pro- subalternos; 2] cómo la coexistencia de di-
ductora de subalternidades–; 2] la “heteroge- ferentes mundos en los discursos subalter-
neidad radical”, que contrapone a la “razón” nos implica un iluminismo desiluminador;
del estado moderno o razón comunicativa de 3] cómo toda postulación de un sistema o
Jürgen Haberlas –y argumenta la imposibili- ideología dominante constituye en última
dad de pensar al subalterno dentro de la so- instancia una engañifa –una ilusión óptica–.
ciedad civil–; 3] la subalternidad dentro de Propone que los estudios subalternos son
la noción de hegemonía de Antonio Gramsci desaprendizajes teóricos, por ejemplo, el del
–y argumenta la posibilidad de que el subal- subcomandante Marcos y los ladinos en las
terno acceda al poder–; 4] la posición del selvas lacandonas. Mundos múltiples presu-
subalterno dentro de la discusión de la mul- men coexistencia de espacios híbridos; no
ticulturalidad. Beverley muestra que desde celebración de síntesis cultural, sino incon-
ninguna posición de poder se puede pensar mensurabilidades. No es lo mismo pensar
al subalterno. Subalterno es un sujeto eva- en una lengua que en otra, no es lo mismo
nescente que se escabulle en cuanto se quie- escribir que pintar. Diferentes lenguas par-
re apresar en una representación. Subalterno ticipan de diferentes lógicas y grados de ra-
es, por lo tanto, un aparato heurístico que cionalidad.
sirve para mostrar las aporías del pensa- Javier Sanjinés considera la represen-
miento hegemónico (subalternismo). tación étnica en Bolivia y las maneras de
María Josefina Saldaña propone una lec- pensar lo nacional étnico en relación con
tura elite/subalterna de los frentes popula- la articulación que las clases letradas e in-
subalternismo 257

telectuales (élites) hacen de lo europeo y de la sociedad postrabajo hay que mirar desde
lo autóctono indio, mestizo, criollo, cholo. la óptica de la marginalidad, desde la dro-
Las tres categorías a diferenciar son indio, gadicción, desde la historia sin futuro, des-
mestizo y cholo (subalterno). No se confun- de la comida grasosa, desde el mercado que
de mestizo y cholo, pero sí se funde mestizo gratifica. ¿Qué propósito sirve permanecer
y criollo. Despensar, desleer, negociar, son en el dolor cuando el placer es una de las
los métodos recomendados. Lo fundamen- armas con las que el subalterno responde a
tal es la “representación de lo autóctono”. lo hegemónico?
¿La mirada es siempre señorial, o es posi- Los trabajos subalternistas muestran cla-
ble una mirada subalterna? La primera es ramente que la integración del subalterno es
clásica y la segunda barroca y carnavalesca. imposible, que el mandato de las élites es
Sus cuerpos grotescos y dislocados provie- mantener lo hegemónico y que esto significa
nen de sensibilidades populares “preñadas producir y reproducir las heterogeneidades
de opuestos”. constitutivas de un mundo en el que pre-
Robert Carr muestra la desconstrucción domina el “lag-time” de Homi Bhabha, los
del sujeto en la posmodernidad. Carr em- desencuentros de la modernidad y las tem-
pieza su trabajo con un acontecimiento: un poralidades desfasadas. Pero, ¿quiere decir
hombre joven entra a una carnicería en un esto que el trabajo de los subalternistas se
pueblo, pone la cabeza bajo la hoja afilada limitará entonces a subrayar las aporías de
del cuchillo del carnicero y se suicida. Este la modernidad? ¿Es posible volver a la uto-
evento habla de la imposibilidad del sujeto pía? ¿El subalternismo está también atra-
de sentirse o hacerse su mundo e implica pado en esa dialéctica de las élites y pre-
que la modernidad es una relación de in- gunta desde arriba, desde la modernidad,
conformidad entre el mundo y el sujeto. La el desarrollo, el capitalismo, el socialismo,
modernidad expulsa al sujeto de su casa y las hegemonías, el estado, la sociedad civil
sentirse de nuevo en casa es uno de los re- o la colonialidad del poder cómo ver, oír, y
tos de la posmodernidad. Mientras que la hasta sentir a los subalternos? ¿Cuáles son
constitución del sujeto en la modernidad es los espacios del pensamiento sobre la sub-
ilustrada y se establece dentro del campo alternidad? ¿Desde dónde pensar una socie-
de relaciones signadas por la afabilidad y dad raigalmente heterogénea e igualitaria?
la comunicación, en la posmodernidad la ¿Desde dónde organizar el pensamiento y
actuación de género confiere gravedad a la la vida que no sea el de la heterogeneidad
ya álgida situación de un cero positivo, y es contenida de los guetos? Éstos son algunos
el cuerpo mismo el que padece la injusticia de los retos.
por mano propia o la de los vecinos.
Maria Milagros López articula la rela- obras de consulta.Beverley, John, Subalternity
ción intelectuales/subalternos, ciudadanía/ and Representation: Arguments in Cultural
gobernabilidad. Habla de la sociedad “pos- Theory, Durham-Londres, Duke University
trabajo” –en Puerto Rico, la mitad de la Press, 1999 [Subalternidad y representación:
población adulta está estructuralmente des- debates en teoría cultural (trad. Marlene
empleada– y de la ingobernabilidad que se Beiza y Sergio Villalobos-Ruminott), Madrid/
predica sobre un sujeto opaco, carente de Frankfurt am Main, Iberoamericana/Vervuert,
intereses en común, situado más allá de la 2004]; Gramsci, Antonio, A Gramsci Reader:
racionalidad comunicativa. López propone Selected Writings, 1916-1935, Londres,
repensar la insurgencia desde la persuasión; Lawrence and Wishart, 1988; Guha, Ranajit,
de ahí la invención del placer como forma “Dominance without Hegemony and its
de justicia. El placer es uno de los lugares Historiography”, Subaltern Studies VI, Delhi,/
desde donde la rebelión es posible. López Londres, Oxford University Press, 1989, pp.
opone ideas como alienación, conciencia 210-309; Guha, Ranajit, Elementary Aspects of
falsa o de clase que no mitigan el sufri- Peasant Insurgency in Colonial India, Delhi,
miento humano. La alienación, único lugar Oxford University Press, 1992; Guha, Ranajit
asignado a la subjetividad, la revolución y y Gayatri Spivak, Selected Subaltern Studies,
la negación son formas élites de mirar hacia Oxford, Oxford University Press, 1988; Latin
abajo, son técnicas de subalternización. En American Subaltern Studies Group, “Founding
258 subalternismo / subjetividades

Statement”, en John Beverley et al. (eds.), ca), el sujeto –y su proyección reflexiva, la


The Postmodernism Debate in Latin America, subjetividad– ha sido definido como “sujeto
Durham, Duke University Press, 1995, pp. moderno”, unívoco y certero, de límites
135-146; Mignolo, Walter, “Colonialidad del (aparentemente) decibles y verificables en
poder y subalternidad” en Ileana Rodríguez función del paradigma que le diera entidad
(ed.), Convergencia de tiempos: estudios y legitimidad teórica.
subalternos/contextos latinoamericanos: es- La perspectiva posestructualista y los de-
tado cultura, subalternidad, Amsterdam/ bates sobre la posmodernidad y la postcolo-
Atlanta, Rodopi, 2001, pp. 155-184; Moreiras, nialidad hicieron estallar esos presupuestos,
Alberto, “Hegemonía y subalteridad” en Ileana planteando una mirada no afirmativa con
Rodríguez (ed.), Convergencia de tiempos: es- respecto a las subjetividades: en verdad,
tudios subalternos/contextos latinoamericanos: poniendo en cuestión la noción misma de
estado cultura, subalternidad, Amsterdam/ “sujeto” y su capacidad de significación. En
Atlanta, Rodopi, 2001, pp. 91-102; Prakash, ese sentido, la reflexión sobre las subjetivi-
Gyan, “La imposibilidad de la historia subal- dades desplazadas, heterogéneas, esquivas a
terna” en Ileana Rodríguez (ed.), Convergencia toda definición reduccionista, entronca con
de tiempos: estudios subalternos/contextos la ensayística latinoamericana de la primera
latinoamericanos: estado cultura, subalterni- mitad del siglo xx y con las miradas que,
dad, Amsterdam/Atlanta, Rodopi, 2001, pp. desde la crítica literaria y la sociología de
61-70; Rodríguez, Ileana (ed.), Convergencia la cultura, comenzaron tempranamente a
de tiempos: estudios subalternos/contextos la- colocar en primer plano la experiencia pe-
tinoamericanos estado cultura, subalternidad, culiar del continente. No obstante, como
Amsterdam-Atlanta, Rodopi, 2001; Rodríguez, señala Gayatri Spivak, “parte de la crítica
Ileana, The Spivak Reader: Selected Works más radical que surge en Occidente duran-
of Gayatri Chakravorty Spivak, Nueva York, te los años ochenta es el resultado de un
Routledge, 1996; Verdesio, Gustavo (ed.), Latin interés en conservar al sujeto de Occidente,
American Subaltern Studies Revisited. Dispositio, o al Occidente como Sujeto. La teoría de
núm. 52, vol. xxv, 2005; Williams, Gareth, The hacer plurales los ‘efectos de sujeto’ le creó
Other Side of the Popular: Neoliberalism and con frecuencia una cubierta a este sujeto del
Subalternity in Latin America, Durham, Duke conocimiento. A pesar de que la historia de
University Press, 2002; Zevallos, Juan, “Baile, Europa como Sujeto se ha hecho narrativa
comida y música en la construcción de una en la ley, la economía política y la ideolo-
identidad cultural subalterna andina en el exi- gía de Occidente, este Sujeto oculto preten-
lio norteamericano” en Ileana Rodríguez (ed.), de ‘no tener determinaciones geopolíticas’.
Convergencia de tiempos: estudios subalter- De este modo, la crítica al sujeto soberano,
nos/contextos latinoamericanos: estado cultu- a la cual se le ha hecho tanta publicidad,
ra, subalternidad, Amsterdam/Atlanta, Rodopi, en realidad inauguraba un nuevo Sujeto”
2001, pp. 365-380. (“Historia”: 759).
Este problema –que excede los límites
[ileana rodríguez] disciplinares y los debates de campo– ha
sido, también, una de las preocupaciones
centrales de los estudios culturales desde
subjetividades sus inicios, en el marco de las revisiones
de la teoría marxista clásica en virtud de
La cuestión del sujeto y la conformación su falta de adecuación teórica y empírica.
de subjetividades es una preocupación de Ya en su libro The Uses of Literacy (1959),
larga data; problema teórico, filosófico, epis- Richard Hoggart alude a la cuestión de las
temológico, que reúne subjetividad, identi- subjetividades populares estableciendo una
dad y alteridad en intentos de definiciones definición identitaria a partir de una posi-
totalizantes. Articulado en la tradición hu- ción binaria nosotros-ellos, que definiría
manista, la razón ilustrada y la experiencia también uno de los modos de autonomi-
de la modernidad (como “proyecto incom- nación y autorreconocimiento. Concepción
pleto” o como logro universal, siempre des- deudora, empero, de cierta dicotomía
de una perspectiva occidental y etnocéntri- identidad-alteridad que tanto constituye la
subjetividades 259

episteme logocéntrica como el archivo crí- especial, un modo de concebir al sujeto que
tico y literario con el que Hoggart trabaja, ya no admite posiciones esencialistas o in-
no obstante, presenta la ventaja de plantear manentes.
la subjetividad como noción (y percepción) En la tradición de miradas latinoameri-
construidas en el discurso y en las prácticas. canas, son los estudios coloniales los que
Asimismo, llama la atención sobre aquellos trabajaron de forma privilegiada el proble-
modos del habla que funcionan como cifra ma de la constitución de nuevas subjetivida-
de la identificación y la diferencia, enfati- des (inéditas, conflictivas, cambiantes) a
zando lo que de activo hay en dichos usos. partir de la experiencia de conquista y el
Esta concepción no complaciente (aunque orden colonial posterior. Haciendo un apro-
tampoco exenta de nostalgia) de las subje- vechamiento de la distancia que separa al
tividades populares, tiene especial eco en investigador de su objeto, dichos estudios
los trabajos de Stuart Hall, quien retoma y capitalizaron la alteridad radical a la que los
amplía el problema (véase, p. ej. “Notas”). textos coloniales nos enfrentan e intersecta-
Hall es particularmente persistente en sus ron las reflexiones en torno al sujeto con las
relecturas de las categorías marxistas de reevaluaciones de las nociones de discurso,
“clase” o “cultura”, así como en el planteo texto, contexto, autor, estilo, género. En este
de que los modos estructurados de concep- marco, de la mano de las propuestas de
ción de la subjetividad (popular) eliden el Homi Bhabha (“The Other”) y Peter Hulme,
conflicto, la resistencia, la negociación y la retomadas por Rolena Adorno, se arriba a
aceptación, siempre vinculados a los dis- la definición de “sujeto colonial”, vinculada
cursos hegemónicos y a la experiencia de la a la teoría de la enunciación, al análisis dis-
desigualdad. Esta instancia de los estudios cursivo y a una “descripción densa” de los
culturales percibe la subjetividad en térmi- textos (Geertz), que tiene en cuenta el entra-
nos heterogéneos, plurales, no autónomos; mado cultural y social en el que éstos se
es decir, de modo relacional. En trabajos conforman. La noción de “sujeto colonial”
posteriores, se arriba a una concepción de enmarca entonces al colonizado y al coloni-
subjetividades difusas o en constante redefi- zador y define, de modo privilegiado, una
nición, vinculadas tanto a la etnicidad como situación de enunciación que escenifica la
a desplazamientos y migraciones (Hall y Du percepción de la alteridad tanto como la
Gay; véase también raza/etnicidad, en este desigualdad en el acceso al espacio (textual)
volumen). de quien enuncia. Si bien estos estudios par-
Este punto, crucial en la definición de ten de una concepción binaria de la identi-
la “subjetividad” como categoría, vincula dad y la alteridad –tal como se concibe en
los estudios culturales con la perspectiva el siglo xvi–, el análisis detallado de cartas,
poscolonial (véase poscolonialismo en este crónicas, relaciones, descripciones geográfi-
mismo volumen). Así, aunque con tradi- cas y todo tipo de textos de orden legal, ju-
ciones teóricas diferentes –aunque no por rídico o histórico muestra entramados dis-
completo disímiles–, desde mediados de los cursivos (y culturales) en los cuales la
años setenta se instala en la agenda de las subjetividad se conforma de manera cam-
discusiones académicas la concepción de biante y compleja, a veces entre distintos
la subjetividad “fuera de lugar” (Said, Out textos, a veces al interior de cada uno de
of Place); del “entre lugar en el discurso ellos. En este sentido, los textos coloniales
latinoamericano” (Santiago Entrelugar); la escenifican sujetos en desplazamiento terri-
noción del “sujeto heterogéneo” (Cornejo torial y textual, iluminando una zona de
Polar, Escribir). En definitiva, en distintos clivaje en la producción de subjetividades,
campos culturales (véase campo cultural en que tanto tiene de continuidad con imagina-
este mismo volumen) se atiende a subjetivi- rios anteriores como de rupturas y constitu-
dades entre mundos, en constante despla- ción de nuevos órdenes.
zamiento con respecto a definiciones y an- También desde los estudios coloniales
claje de sentidos. Por supuesto que ingresa –pero en una perspectiva que acentúa la lla-
aquí la reflexión sobre las migraciones y los mada “semiosis colonial”–, Walter Mignolo
movimientos territoriales en el ámbito de la propone el análisis de los “sujetos dicentes”
globalización, pero también se conforma, en y sus roles sociales, es decir, aquellos aspec-
260 subjetividades

tos que hacen “al decir (al sujeto dicente), lo diciones caras al mundo occidental, analiza-
cual trae consigo las funciones o papeles so- do con mirada crítica (Said, El mundo)– de
ciales (quienes están en condiciones de de- los modos en que los discursos configuran
cir qué) y de las formas de inscripción (cuál subjetividades e instalan al otro en una alte-
es la materialidad en la cual se inscriben ridad que es tanto exotismo como mito, di-
los actos dicentes)” (Mignolo, “Decires”). ferencia y desigualdad en las cuales se legi-
Las distintas textualidades actualizan y con- tima el proyecto imperialista. Entre sus
forman múltiples modos de la subjetividad numerosos aportes, Said reformula la no-
dicente, entrecruzando las modalidades del ción de canon al advertir sobre la concep-
decir: el “poder decir” estrechamente vincu- ción que la cultura occidental (anglófona)
lado al “saber decir”, como advierten mu- ha planteado en torno a otras culturas, y sus
chas crónicas en prólogos, dedicatorias y mecanismos –siempre etnocéntricos– de
cartas, entre el tópico y el reconocimiento construcción discursiva de identidades. Su
de jerarquías. Esos papeles sociales, inscri- lectura crítica y su apuesta metodológica
tos en la discursividad, muestran también recuperan una tradición que incluye lo oc-
el esfuerzo de los sujetos coloniales por cidental junto a otros archivos, en constante
organizar nuevos modos de la identidad articulación con la concepción del intelec-
en un orden colonial temprano, en perma- tual como sujeto “fuera de lugar” (Said, Out
nente reacomodamiento. En ese esfuerzo, of Place). Esta extemporaneidad, esta subje-
los sujetos colonizados proponen una sín- tividad desplazada, funciona como metáfora
tesis de posiciones sociales, de acuerdo con y condición de posibilidad de la producción
cosmovisiones autóctonas en las que pre- de conocimiento: capitalizar o producir una
domina la implicación antes que la expli- distancia que permita leer al objeto más allá
cación (Johansson); la inclusión antes que de significados obvios o de usos canónicos.
la diferencia (León-Portilla, “Imágenes”); la Contra las perspectivas binarias con que la
síntesis antes que el despliegue. Esas estra- razón ilustrada ha concebido lo diferente,
tegias de percepción del otro, funcionales y Said aboga por una acercamiento al otro a
de enorme posibilidad de adaptación en los partir del conocimiento de la cultura otra,
primeros momentos de las “sociedades frac- en una lógica que propone una compleja
tales posconquista” (Gruzinski y Bernard), articulación entre lo simbólico y lo social.
redundaron empero en una menor eficacia Entrecruzado con esta lectura y con las
en la resistencia ante la desigualdad (prác- propuestas de los estudios de la subalterni-
tica y simbólica) que el orden colonial im- dad –tal como son planteadas por Ranajit
ponía (Klor de Alva). Dichos modos de la Guha, por ejemplo (véase, en este volumen,
subjetividad, marcados por el conflicto, la subalternismo)–, se configura la definición
disidencia, la negociación, la pérdida, ini- del sujeto subalterno. Este aparece entonces
cian la definición diacrónica en términos de como “múltiplemente articulado” (Ileana
sujetos fuera de lugar, “entre lugar” (nepant- Rodríguez: 254, en este Diccionario): enten-
la), migrantes, desplazados. dido desde el conflicto (Guha, “Prefacio”);
La primera noción de esta enumeración como metáfora de la imposibilidad del saber
nos remite a los estudios poscoloniales tal y del decir (Moreiras, Exhaustion); como
como fueran planteados por Edward Said, y espacio (textual y simbólico pero también
a sus inflexiones latinoamericanas. Para material) donde leer la colonialidad del sa-
centrarnos sólo en uno de los textos más ber y del poder (Mignolo, Historias locales).
conocidos, recordemos que el término Ingresa también aquí la eterna pregunta de
“orientalismo” tiene múltiples articulacio- los estudios culturales sobre el habla del
nes y define tanto una “invención”, una ima- subalterno planteada, desde diferentes pre-
gen sobre el otro, un imaginario, como un supuestos teóricos, disciplinares y episte-
modo discursivo de configurar el mundo, en mológicos, por Michel De Certeau (Cultura
estrecha relación con la expansión imperia- en plural) y por Gayatri Spivak (“Can the
lista (Said, Orientalismo). Con esto como Subaltern Speak?”).
premisa, Said da cuenta –a través de análisis La segunda noción nos remite a la tradi-
textuales basados en el abordaje filológico- ción de la ensayística latinoamericana, con
histórico y comparatístico, es decir, en tra- la cual los estudios culturales entroncan y
subjetividades 261

discuten, y en la que abrevan. En la primera está vinculada al yo romántico que implica


mitad del siglo xx, el problema de la defini- tanto un “desborde de sentimientos” como
ción de subjetividades se manifestó a través la posibilidad de la autorreflexión y la auto-
del ensayo de interpretación (Weinberg), en nomía, lo que se encuentra en la cultura
inscripciones textuales que buscaban confi- latinoamericana, sin embargo, es “un sujeto
gurar una problemática identidad latinoa- complejo, disperso, multiforme” (Cornejo
mericana, atenta a la mezcla y a la hetero- Polar, Escribir), concebido en un eje diacró-
geneidad. Empero, estos ensayos –entre los nico que incluye (pero excede) la razón ilus-
cuales destacan las aproximaciones de trada. Por lo tanto, leer las representaciones
Ezequiel Martínez Estrada, José Vasconcelos, y los discursos también implica analizar los
Alfonso Reyes o Pedro Henríquez Ureña– modos en que este sujeto heterogéneo se
concebían aún la subjetividad de forma to- configura en ellos, así como sus evidentes
talizante, y buscaban un espacio de síntesis contradicciones.
y armonización de las contradicciones, en Esta compleja noción de la subjetividad,
nociones como la de “mestizaje”, por ejem- vinculada fuertemente a la experiencia lati-
plo (véase cuerpo, en este Diccionario). A noamericana, se acentúa y complejiza con
partir de los años sesenta, estas perspectivas el concepto de “sujeto migrante” al que
fueron revisadas, en especial desde la crítica Cornejo Polar arriba en sus últimos traba-
literaria; allí se puso en cuestión dicha bús- jos. Como señala Raúl Bueno, “la idea con-
queda armonizadora y comenzó a abogarse comitante es que dicho concepto, elaborado
por un acercamiento que iluminara conflic- por el autor durante los últimos años de su
tos y contradicciones. En esa situación, una vida, es el resultado de la evolución natu-
de las voces críticas más lúcidas es la del ral de su pensamiento sobre la categoría de
peruano Antonio Cornejo Polar. En una pro- la heterogeneidad. Bien visto, consiste en
puesta diacrónica de análisis de objetos lite- la incorporación de la heterogeneidad en
rarios y culturales, Cornejo Polar piensa las un mismo sujeto, como consecuencia del
crónicas de la conquista del Perú pero tam- acto de migrar. El sujeto, así, es entonces
bién toda la literatura peruana desde una internamente heterogéneo” (“Sujeto”: 173;
concepción que ve en la multiplicidad y el cursivas en el original). Así, la experiencia
conflicto su principal articulación. Propone de desplazamientos, migraciones y viajes
entonces la categoría de “heterogeneidad que constituye la génesis misma de la his-
enunciativa”, por la cual entiende una serie toria continental desde que Colón arribara
de discursos, literarios, en principio, marca- a la isla de Guanahiní, adquiere una fun-
dos por distintas concepciones y filiaciones cionalidad central en la definición de sub-
(véase heterogeneidad en este Diccionario). jetividades, en especial lo que concierne a
Discursos que se producen en la tensión in- los grandes movimientos poblacionales del
herente a las sociedades latinoamericanas y siglo xx. Esta mirada (que es también fru-
que tienen su comienzo en la conquista de to de cierta experiencia autobiográfica en
América como hecho histórico de compleja virtud del desplazamiento hacia la acade-
y disímil relación entre sujetos, sociedades mia norteamericana) acentúa aún más la
y visiones de mundo. En los relatos del “en- heterogeneidad y conflictividad del sujeto,
cuentro” de Cajamarca, el autor lee una pro- perceptible en discursos de múltiple natu-
blemática continuidad que define la consti- raleza, todos con un eje conductor común:
tución de subjetividades en el continente. la extrañeza, el cambio, la experiencia de
Así, señala que, en este diálogo “están in ser en otra lengua y volver, entonces, sobre
nuce los grandes discursos que desde hace la propia lengua (sobre la propia visión de
cinco siglos tanto expresan como constitu- mundo) en forma reflexiva. Esta perspectiva
yen la abismada condición de esta parte del problematiza las nociones quizá más conci-
mundo y las inevitables disonancias y con- liadoras de “mestizaje” y “transculturación”
tradicciones de las varias literaturas que (Rama, Transculturación) y acentúa la confi-
aquí se producen” (Cornejo Polar, Escribir: guración de un nuevo lugar de enunciación:
30). Si como ya señalara Octavio Paz en su múltiple, incómodo, un entre-lugar que es
análisis de la obra de Sor Juana (Sor Juana), espacial, cultural y lingüístico. Se consti-
la percepción moderna de la subjetividad tuye así un discurso que es “radicalmente
262 subjetividades

descentrado, en cuanto se construye alrede- la comunicación (véase medios de comuni-


dor de ejes varios y asimétricos, de alguna cación en este mismo Diccionario)–. La pre-
manera incompatibles y contradictorios de gunta por nuevas subjetividades (y la am-
un modo no dialéctico” (Cornejo Polar, “Una pliación de lo decible y lo enunciable)
heterogeneidad”: 843), en una tensión que configura también un lugar de enunciación
no busca la resolución sino la lucidez y la desde el cual el cronista da cuenta de la
crítica. complejidad de una ciudad que es muchas
Por último, queremos llamar la atención ciudades, coexistentes, superpuestas (como
sobre otro de los modos de narración y un palimpsesto); en términos de Néstor
constitución de subjetividades, que vincula García Canclini (Imaginarios): una “ciudad
los estudios culturales con propuestas esté- histórico-territorial”, una “ciudad indus-
ticas y literarias. En la atención a los nuevos trial”, una “ciudad informacional o comuni-
modos de subjetividad estructurados a par- cacional”. Las miradas de Pedro Lemebel en
tir de la experiencia de las megalópolis lati- Chile, Edgardo Rodríguez Juliá en Puerto
noamericanas desde la segunda mitad del Rico, Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis
siglo xx, los estudios culturales han incluido en México –por nombrar solo algunos–, se
propuestas estéticas vinculadas a la defini- valen de este género y esta tradición para
ción de un sujeto popular: nos referimos a narrar nuevas formas de la subjetividad (y
las crónicas latinoamericanas de los últimos de la aglomeración, la multitud y la ciuda-
treinta años del siglo pasado. Si toda cróni- danía), y para configurar, desde la perspec-
ca coloca en primer plano la subjetividad y tiva letrada, un decir no excluyente sino
la singularidad del cronista, este locus de inclusivo, colocando, entonces, “lo marginal
enunciación se vuelve doblemente proble- en el centro” (Monsiváis, Entrada).
mático en el caso de que el objeto sea la Más allá de los distintos enfoques, lo que
cultura popular, constituyendo entonces un la noción de subjetividad pone en juego (y
“texto fronterizo” en el marco de una serie en disputa), entre muchas otras cuestiones,
de “narrativas en crisis” (Reguillo, “Textos”: es la viabilidad de la definición y la demar-
62), crisis concomitante con la reformula- cación: en verdad, la posibilidad de conoci-
ción de los conceptos de nación, identidad, miento mismo, más allá de la opacidad y de
modernidad, etc. La crónica urbana con- la incompletud que define a la representa-
temporánea (de la segunda mitad del siglo ción. En América Latina, hablar de subjeti-
xx al menos) surge en el marco de un cam- vidades (tanto diacrónica como sincrónica-
bio social ligado al incremento de los des- mente) es aludir a conflictos, desigualdades,
plazamientos, a los fenómenos urbanos de resistencias, también a negociaciones –siem-
incesante crecimiento demográfico (García pre enmarcadas en las condiciones materia-
Canclini, Imaginarios), y vuelve sobre las les de las prácticas y los discursos–. Si, como
formas populares del relato para contar la señala Beatriz Sarlo, los sujetos “hacen lo
vida cotidiana a través del soporte del me- que pueden con lo que tienen” (“Retomar el
lodrama (Martín Barbero, De los medios). debate”), la noción de subjetividad en los
Esto es posible puesto que la voz narrativa, estudios culturales obliga tanto a revaluar la
además de no ser unívoca, permite el ingre- tradición occidental y logocéntrica como a
so de la ironía y el humor y admite estrate- reavivar el debate (cultural y político) con
gias textuales de montaje, collage y super- respecto a las condiciones de accesibilidad
posición de enunciadores, constituyendo a los bienes materiales y simbólicos en el
una subjetividad popular que entrecruza poco alentador escenario latinoamericano
procesos de modernización, gramáticas e de comienzos de milenio.
imaginarios tomados de la industria cultu- obras de consulta. Adorno, Rolena, “El
ral, tradiciones refuncionalizadas. La cróni- sujeto colonial y la construcción cultural
ca narra entonces aquellos sujetos que han de la alteridad”, Revista de Crítica Literaria
estado excluidos de las grandes teorías so- Latinoamericana, año xiv, 2o. semestre,
bre la sociedad: lo “popular no representa- 1998, pp. 55-68; Bhabha, Homi, “The Other
do” y “lo popular reprimido” –para decirlo Question: Difference, Discrimination and the
en términos de Guillermo Sunkel y desde el Discourse of Colonialism” en Peter Hulme,
cruce entre estudios culturales y estudios de Margaret Iversen y Diane Loxley (eds.),
subjetividades 263

Literature, Politics and Theory, London, Paul du Gay (eds.), Questions of Cultural
Methuen, 1988, pp. 148-172; Bueno, Raúl, Identity, Londres, Sage, 1996 [Cuestiones de
“Sujeto heterogéneo y migrante: consti- identidad cultural, Buenos Aires, Amorrotu,
tución de una categoría de estudios cul- 2003]; Mignolo, Walter, “Decires fuera de
turales” en Revista de Crítica Literaria lugar: sujetos dicentes, roles sociales y
Latinoamericana, año xxv, núm. 50, 1999, formas de inscripción”, Revista de Crítica
pp. 173-194; Certeau, Michel de, La cultu- Literaria Latinoamericana, núm. 41, 1995,
ra en plural (trad. Rogelio Paredes), Buenos pp. 9-32; Said, Edward, El mundo, el tex-
Aires, Nueva Visión, 1999; García Canclini, to y el crítico (trad. Ricardo García Pérez),
Néstor, Imaginarios urbanos, Buenos Aires, Barcelona, Debate, 2004; Said, Edward, Out
Eudeba, 1998; Geertz, Clifford, La inter- of Place: A Memoir, Nueva York, A. Knoff,
pretación de las culturas (trad. Alberto L. 1999 [Fuera de lugar: memorias (trad. Xabier
Bixio)¸ Barcelona, Gedisa, 1987; Gruzinski, Calvo), Barcelona, Grijalbo, 2001]; Spivak,
Serge y Carmen Bernand, Historia del Nuevo Gayatri, “Historia” en Nara Araújo y Teresa
Mundo: del descubrimiento a la conquista: Delgado (comp.), Textos de teorías y crítica
la experiencia europea, 1492-1550, México, literarias. Del formalismo a los estudios pos-
Fondo de Cultura Económica, 1996; Guha, coloniales, México, Universidad Autónoma
Ranajit, “Prefacio a los estudios de la sub- Metropolitana-Iztapalapa/Universidad de
alternidad” en Silvia Rivera Cusicanqui y La Habana, 2003, pp. 659-792 [originalmen-
Rossana Barragán (eds.), Debates poscolo- te publicado en Gayatri Spivak, A Critique
niales: una introducción a los estudios de of Postcolonial Reason: Toward a History of
la subalternidad (trad. Raquel Gutiérrez, the Vanishing Present; Cambridge, Harvard
Alison Spedding, Ana Rebeca Prada y University Press, 1999, pp. 198-311].
Silvia Rivera Cusicanqui), La Paz, Sephis/
Aruwiyri, 1997, pp. 23-24; Hall, Stuart y [valeria añón]
teoría queer Queer Nation también fue una reacción
ante cierto esencialismo que se manifestaba
El vocablo inglés “queer”, cuya definición en el activismo sobre el sida y en la milil-
básica se traduce al español como “extraño”, tancia gay en general (la que insistía definir-
“excéntrico”, “misterioso”, “sospechoso” o, se a través de identidades fijas y el binario
en su uso más común, “raro”, se ha emplea- hétero/homo). Como muchos de los infecta-
do desde principios del siglo veinte para dos se identificaban como homosexuales, y
referirse también a la homosexualidad, o como se estaban muriendo, éstos no quisie-
más bien a lo sexualmente heterodoxo en ron aliarse con otros grupos que no se en-
general (véase Gay New York del historiador contraran en condiciones tan desesperadas,
George Chauncey: 15-16). Por ser demasia- a pesar de obvias similitudes en estatus de
do escandalosos los denominadores más marginalizados. Además, esta identidad gay
explícitos, se ha preferido en ciertos ámbi- era siempre más relevante entre los hom-
tos el término queer. En el ambiente “puri- bres blancos y acomodados que entre gru-
tano” de Estados Unidos en la primera mi- pos sociales de otras razas, niveles de ingre-
tad del siglo xx, donde se originó esta sos e identidades de género. Los integrantes
acepción sexualizada de la palabra, por la de Queer Nation insistieron en rechazar las
incomodidad que evocaban los asuntos identidades binarias (hombre/mujer, hétero/
sexuales en general y la diversidad sexual en homo, masculino/femenino, activo/pasivo,
particular, la palabra asumió un tono des- etc.) al plantear y asumir identidades más
pectivo. Lo queer entonces era lo anormal, fluidas y más variadas. Los queers de Queer
lo diferente, lo perverso y por eso su pro- Nation representaban toda categoría de los
nunciación implicaba una repulsión. sexualmente marginados, los heterodoxos,
Alrededor de 1990, en plena época de la los no convencionales, los anormales.
militancia de los grupos que protestaban la Inconformes tanto con la homofobia
falta de atención a la epidemia del sida en como con la política de identidad gay, su
Estados Unidos, un nuevo grupo, medio propósito principal no fue el de reclamar
anárquico, de desobediencia civil se formó derechos, es decir los de la igualdad para los
en Nueva York, llamándose Queer Nation. gays, sino el de interrogar radicalmente las
La retórica estrepitosa de este grupo refleja- categorías sexuales, las clasificaciones po-
ba la urgencia del momento, cuando los pulares de identidad sexual y desafiar las
hombres homosexuales y sus aliados en la diferentes instituciones –incluso las de “re-
lucha sobre el sida (es decir, las lesbianas, sistencia”– que promulgaban tales catego-
los bisexuales, los transgéneros, entre otros) rías (es decir, que tanto las agencias guber-
asumieron una nueva consciencia política namentales de salud pública como el Center
ante los efectos más nefastos de la homofo- for Disease Control, como las organizacio-
bia. Los homófobos, entre ellos varios pode- nes comunitarias como la Gay Men’s Health
rosísimos líderes políticos y religiosos, esta- Crisis). Retomaron el vocablo queer, apode-
ban dispuestos a dejar morir a los que se rándose de lo que antes se había usado para
enfermaban de sida, simplemente porque agredirlos, y convirtiendo su significado en
eran diferentes (queers) y por consiguiente un calificativo positivo. La diferencia se ce-
“inmorales”. lebraba; la política de identidad se rechaza-

[264]
teoría queer 265

ba por conformista; la diversidad sexual se clóset) de Eve Kosofsky Sedgwick. La auto-


visibilizaba. Queer Nation duró poco como ra, profesora de letras inglesas, ya había
organización activa, pero su impacto fue llamado cierta atención con un libro previo,
importante, tanto en la cultura popular Between Men, por su empleo de la noción
como en la academia. provocadora de “lo homosocial” para inte-
Sus propósitos, en efecto, provocaron rrogar los vínculos cercanos y no (necesaria-
mucho interés académico. Lo que hasta ese mente) sexuales entre hombres, encontran-
momento se había conocido como “gay and do aspectos homoeróticos en espacios
lesbian studies”, producto del activismo gay aparentemente heterosexuales y hasta ho-
de los años sesenta y setenta de unos pione- mófobos.
ros homosexuales, cuya curiosidad sobre En Epistemology, Sedgwick siguió in-
temas de sexualidad, casi siempre articula- terrogando las nociones binarias de la
da en términos binarios de hétero/homo, sexualidad, compartidas por las culturas de
frecuentemente complicó sus vidas profe- Inglaterra y Estados Unidos, encontrando
sionales por la homofobia institucional de varias contradicciones. Por un lado se en-
la academia, tenía poca legitimidad o espa- tiende que hay sólo dos posibilidades de de-
cio propio en la academia estadunidense. seo y de identidad sexuales: hétero y homo.
Muchos de los estudios sobre cuestiones del Sin embargo, si fuera éste el caso, no existi-
papel de la diferencia sexual en la historia, ría la noción de “pánico homosexual”, por la
biografías de personas no sexualmente orto- que un hombre de identidad heterosexual se
doxas, investigaciones antropológicas sobre siente tan amenazado por la cercanía de un
los comportamientos sexuales escondidos, hombre homosexual que reacciona con una
análisis estéticos de obras artísticas de as- exagerada violencia homófoba. Este miedo
pecto homoerótico, se hacían más que nada de ser “contagiado” por la homosexualidad
desde fuera de la academia, publicándose en ajena (pero quizá no tan ajena) señala una
editoriales comerciales. segunda noción generalmente compartida
Fueron clave la urgencia de la crisis del en estas mismas culturas, la de la existen-
sida y la militancia que ésta generaba. cia de un continuo de grados de deseo y de
Cuestiones que antes se habían escondido identidad sexual que va desde un extremo
fácilmente dentro del armario (“el clóset”) de la heterosexualidad absoluta a otro de la
de la vida privada, de repente se hacían vi- homosexualidad exclusiva, con un rango in-
sibles. Muchos académicos que se conside- finito de gradaciones intermediarias.
raban liberales se dieron cuenta de su pro- Aparte de esta contradicción fundamen-
pia homofobia al enfrentarse por primera tal en estas nociones básicas de la sexuali-
vez con la homosexualidad de sus colegas, dad, al analizar la metáfora del clóset, de-
sus estudiantes y sus vecinos. Pero al mismo nominación de jerga inglesa para referirse
momento que lesbian and gay studies empe- a la vida homosexual (la esencial, la real)
zaba a aceptarse (por ejemplo con su insti- escondida por la faz heterosexual (la visi-
tucionalización en programas atrevidamen- ble, la fingida), Sedgwick deconstruye un sin
te innovadores como el del Center for fin de términos fundamentales de la cultura
Lesbian and Gay Studies de City University anglófona, los que suelen conceptualizarse
of New York), fueron atacados por dentro. a través de oposiciones binarias (masculi-
El concepto de lo queer promovido por no/femenino, hétero/homo, público/priva-
Queer Nation impulsó una deconstrucción do, etc.), muchos de los cuales tienen poco
de los fundamentos del proyecto de gay and que ver de modo directo con la identidad
lesbian studies, en particular la noción de la sexual; Sedgwick así señala cómo la diver-
identidad sexual fija y las categorías bina- sidad sexual (y la homofobia que provoca)
rias de sexualidad. marca profundamente la vida cotidiana de
En el mismo año de 1990 se publicaron todos (si no por deseos activos e identidades
dos libros cuyos argumentos coincidieron asumidas, entonces por represiones, miedos
mucho con la interrogación de la política de y odios). Lo queer para Sedgwick, aunque
identidad sexual que se daba entre los mili- todavía no articulado con este vocabulario,
tantes. Uno fue de crítica literaria, el libro era un problema que implicaba un proyecto
Epistemology of the Closet (Epistemología del deconstructivo de la cultura anglófona en su
266 teoría queer

totalidad. Después de Sedgwick, la práctica terosexual/homosexual) tampoco quiere de-


de queer reading, es decir, de interrogar lo cir que los cuerpos no tengan influencia en
aparentemente ortodoxo desde una pers- los papeles que los sujetos asumen (de ahí
pectiva que reconoce que lo raro se puede el título del libro). Tampoco imposibilita la
encontrar, escondido, en cualquier lado, se formación de comunidades de necesidades
popularizó inmensamente, sobre todo en compartidas. La política de identidad (la
los departamentos de letras de la academia que asume un conjunto de deseos políticos
anglófona. compartido por una comunidad de gente de
El otro libro de gran influencia que se la misma identidad fija) se había puesto en
publicó en 1990 fue más bien una interro- crisis ya que la noción de lo homosexual re-
gación teórica de las nociones de identidad sultaba tan problemática como la de lo he-
de género lanzada desde el feminismo, la terosexual. Sin embargo, Butler arguye que
filosofía y el psicoanálisis. La autora de conviene a veces asumir posiciones de falsa
Gender Trouble (El género en disputa), Judith identidad compartida para poder formar co-
Butler, se dedicó a la deconstrucción del munidad de sujetos de intereses comparti-
concepto de género por medio de un diálogo dos y luchar juntos.
meticuloso con varios pensadores distingui- Lo queer entonces mantiene su poder de
dos en múltiples campos: los psicoanalistas unir no sólo a la gente homosexual, sino a
Sigmund Freud y Melanie Klein, las femi- individuos de diversas identidades y deseos
nistas Simone de Beauvoir y Julia Kristeva, sexuales. Los que se identificaban como gays
el historiador y filósofo Michel Foucault, el ahora sí se aliaban con las lesbianas, los
antropólogo Claude Levi-Strauss, entre bisexuales, los transgéneros, los sadomaso-
otros, y termina con un estudio olvidado, quistas, los intersexuales, en fin, con todos
hecho por la antropóloga estadunidense los que se incomodaban bajo los códigos
Esther Newton, el cual es provocador por su muchas veces no escritos de la “heteronor-
tema controversial; en el libro, Mother Camp: matividad”, término que se refiere a la fuerza
Female Impersonators in America (1972), normativa para universalizar la heterosexua-
trató el modo de vida de los travestis (drag lidad ortodoxa, la que ha sido fundamental
queens) que actuaban en los antros urbanos. para muchas religiones, proyectos naciona-
Butler, al releer la actuación del travesti, les y ramas de la ciencia (Warner: xxi).
identificó una articulación plenamente arti- La visibilidad de los activistas en la época
ficial del género por la que definió la identi- del sida, la inmensa resonancia de los libros
dad de género (masculinidad/feminidad) no de Sedgwick y Butler (entre otros) y una nue-
como aspecto esencial o biológico del suje- va presencia pública de la diversidad sexual,
to, ni tampoco como mera construcción sobre todo en los medios masivos (el cine,
ideológica absorbida a través de la educa- la televisión, los videos musicales), provoca-
ción, sino como un performance, es decir, ron una explosión de curiosidad intelectual,
una actuación aprendida a nivel subcons- la cual se manifestó en congresos y simpo-
ciente o realizada conscientemente por par- sios, nuevos cursos y talleres, y un sin fin
te del sujeto. Este aspecto performativo de de artículos y libros, ahora publicados por
género también llamó mucha atención ya revistas (la revista glq: A Journal of Lesbian
que rompió con los debates eternos del de- and Gay Studies se fundó a principios de
terminismo contra el constructivismo, lo los años noventa –y por poco sus editores
cual tenía implicaciones importantes para la fundadores la titularon Queer Quarterly–
política de la identidad. véase a Dinshaw) y editoriales académicas
Otro libro de Butler de 1993, Bodies That de prestigio (un artículo de The Chronicle
Matter (Cuerpos que importan), siguió la of Higher Education de 1992 señala cinco
misma onda deconstructivista, pero ahora series de libros sobre temas sexuales que se
con una conciencia más abiertamente queer, fundaban en esa época; véase a McMillen).
reiterando, por ejemplo, que el hecho de que En diversas disciplinas, la sexualidad em-
no haya una esencia biológica que predeter- pezó a interrogarse con asiduidad, y se ha-
mine la identidad (ni mucho menos una cía desde este nuevo ángulo de lo queer: se
identidad que tenga que conformarse dentro estudiaban las instituciones desde sus már-
de categorías binarias de hombre/mujer, he- genes; se interrogaban no sólo lo anormal
teoría queer 267

sino lo normal, pero desde sus exclusiones. epistolario, autobiografía, cine, televisión,
Por su inherente interdisciplinariedad, por antropología, etc. En estos años, siempre
su enfoque en no sólo la expresión cultural desde la academia estadounidense, David
de la élite sino también la popular y la de los William Foster empezó a catalogar textos
medios masivos, y por sus subyacentes ob- literarios de temática gay (Latin American
jetivos políticos, el proyecto de los estudios Writers on Gay and Lesbian Themes; A Bio-
queer se ha colocado (extraoficialmente) en Critical Sourcebook).
la academia anglófona bajo la rúbrica de Algunos trabajos trataron asuntos de la
los estudios culturales, o también en otros cultura contemporánea: la expresión abier-
programas interdisciplinarios como los de tamente queer de escritores y artistas, las
estudios de género (anteriormente estudios estrategias de resistencia de la homofobia,
de la mujer). los efectos devastadores del sida, los meca-
A pesar de un persistente machismo y nismos de identidad sexual, los procesos de
consecuente homofobia institucionalizados construcción de comunidad, las interseccio-
en la academia latinoamericana y entre los nes de género y sexualidad, entre otros, po-
latinoamericanistas de otros países (Estados niendo las tradiciones de crítica literaria en
Unidos, Canadá, países europeos, etc.), diálogo con la sociología y la antropología.
unos pioneros como el argentino Néstor Estudios de las ciencias sociales, como el de
Perlongher (O negócio do michê: prostitução Perlongher, investigaron comportamientos
viril em São Paulo, 1987; El negocio del de- sexuales, identidades sexuales, construccio-
seo: la prostitución masculina en San Pablo) nes de género, estructuras de comunidad y
comenzaron a llevar a cabo investigaciones performances de papeles de género en los
sobre temas de la diversidad sexual antes de grandes centros urbanos –y a veces en zonas
que se hubiera legitimado como tema de in- rurales de América Latina–.
dagación en sus ambientes institucionales. Otros trabajos trataron el pasado, bus-
Aunque había ya cierta presencia de mili- cando una historia queer no sólo al reinter-
tancia gay (protestas, marchas), cultura gay pretar la producción literaria o artística de
(novelas, revistas, teatro, cine, artes plás- algunos conocidos homosexuales “de clóset”
ticas) y comunidad gay (bares, clubes) en (un tema importante ha sido el del “secreto
algunas ciudades latinoamericanas (México, abierto”) y su “mundo soslayado” (término
Buenos Aires, São Paulo, San Juan), era casi que ha aplicado Carlos Monsiváis a la vida
imposible conseguir apoyo académico para del poeta mexicano Salvador Novo) sino
la pesquisa o la publicación sobre estos te- también al descubrir los aspectos queers, es
mas en América Latina. decir no heteronormativos, de las institucio-
En la academia angloparlante, en el nes aparentemente más homófobas: el ca-
campo de los estudios literarios, tuvo mu- non literario, la cultura nacional, la política,
cho impacto la publicación, en 1995, del el deporte. Por un lado, los críticos han es-
libro ¿Entiendes? Queer Readings, Hispanic tudiado los aspectos más obviamente queers
Writings, editado por un par de hispanis- de la cultura latinoamericana – los artistas
tas, la estadunidense Emilie Bergmann y el como el poeta cubano Julián del Casal, la
inglés Paul Julian Smith, quienes compila- cantante costarricense Chavela Vargas; las
ron 16 ensayos críticos sobre cuestiones de obras como Bom Crioulo del novelista bra-
sexualidad en la producción cultural (prin- sileño Adolfo Caminha, Dona Herlinda y su
cipalmente literatura), limitándose a las hijo del cineasta mexicano Jaime Humberto
culturas hispanófonas (excluyendo a Brasil, Hermosillo –para legitimar su estatus como
incluyendo a España y a las comunidades tema de indagación intelectual–; por otro
latinas de Estados Unidos). Éste y otros li- lado, sus interrogaciones han ido “más allá
bros similares (Sex and Sexuality in Latin del carnaval” (Beyond Carnival es el título
America, editado por Daniel Balderston de un estudio multifacético del historiador
y Donna Guy en 1997; Hispanisms and James Green de la cultura brasileña), de-
Homosexualities, editado por Sylvia Molloy construyendo las obras o instituciones más
y Robert McKee Irwin en 1998, entre otros) homófobas o releyendo las aparentemente
abarcaron lecturas queers de textos de una más alejadas de lo queer (por ejemplo, el
variedad cada vez más amplia: literatura, nacionalismo machista) para mostrar la
268 teoría queer / texto

ubicuidad de lo queer y la imposibilidad de como ha señalado Silviano Santiago, no es


separar definitivamente lo ortodoxo de lo imprescindible que América Latina imite
heterodoxo. Sacaron a algunas figuras queri- cada tendencia teórica que se presente en la
das del clóset, a veces animando discusiones academia metropolitana.
muy apasionadas, por ejemplo sobre la poe-
ta Gabriela Mistral en Chile (Fiol-Matta). De obras de consulta. Butler Judith, Bodies that
gran influencia para estos investigadores ha Matter: On the Discursive Limits of “Sex”,
sido la obra de Michel Foucault, sobre todo Nueva York, Routledge, 1993 [Cuerpos que im-
los tres tomos de su Historia de la sexualidad, portant: sobre los límites materiales y discur-
en los que propuso “la hipótesis represiva”: el sivos del “sexo”, Buenos Aires, Paidós, 2002];
discurso que intenta reprimir termina produ- Butler Judith, Gender Trouble. Feminism and the
ciendo precisamente lo que quiere aniquilar, Subversion of Identity, Nueva York, Routledge,
la cual implicaba la posibilidad de encontrar 1999 (edición décimo aniversario) [El géne-
la diversidad sexual en las culturas menos ro en disputa: el feminismo y la subversion de
abiertas a la libertad sexual. En el caso de la identidad (trad. Mónica Mansour y Laura
América Latina, esta hipótesis se ha verifica- Manríquez), México, Paidós, 2001]; Chauncey,
do. Si bien es cierto que muchos distingui- George, Gay New York: Gender, Urban Culture,
dos profesores latinoamericanos siguen exhi- and the Makings of the Gay Male World, 1890-
biendo desdén hacia los estudios de género y 1940, Nueva York, Basic Books, 1994; Dinshaw,
sexualidad (Molloy, “La flexión), se han abier- Carolyn, “The History of glq, vol. 1: lgbtq Studies,
to espacios dedicados a esta rama de inte- Censorship and Other Transitional Problems”,
rrogación cultural (por ejemplo el Programa glq: A Journal of Lesbian and Gay Studies 12.1,
Universitario de Estudios de Género de la 2006, pp. 5-26; Foucault, Michel, Historia de la
Universidad Nacional Autónoma de México o sexualidad (trad. Aurelio Garzón del Camino),
el Área de Estudios Queer de la Universidad México, Siglo XXI Editores, 1977 (vol. 1), 1986
de Buenos Aires). (vol. 2), 1987 (vol. 3); Molloy, Sylvia, “La flexión
La crítica queer latinoamericana (y la- del género en el texto cultural latinoamericano”,
tinoamericanista), la cual se publica en Revista de Crítica Cultural, núm. 21, 2004, pp.
tales revistas especializadas como Debate 54-56; Monsiváis, Carlos, Salvador Novo: lo mar-
Feminista en México y con cierta regulari- ginal en el centro, México, Era, 2000; Santiago,
dad también en revistas de temática más ge- Silviano, “The Wily Homosexual (First – And
neral de estudios culturales como la Revista Necessarily Hasty – Notes)” en Cruz Malavé,
de Crítica Cultural en Chile, sigue siendo Arnaldo y Martin Manalansan, eds., Queer
marginada en ciertos ámbitos, por ejemplo Globalizations: Citizenship and the Afterlife of
el de los marxistas tradicionales o el de los Colonialism, Nueva York, New York University
estudios subalternos. Asimismo, a pesar de Press, 2002, pp. 13-19 (trad. Robert McKee
la retórica de “diversidad” de los críticos in- Irwin y Arnaldo Cruz Malavé); Sedgwick, Eve
formados por la teoría queer y la de la justi- Kosofsky, Between Men: English Literature and
cia social articulada por los de los estudios Male Homosocial Desire, Nueva York, Columbia
poscoloniales, ambos grupos han tardado en University Press, 1985; Sedgwick, Eve Kosofsky,
analizar cuestiones de sexualidad más allá Epistemología del armario (trad. Teresa Bladé
de los contextos pertenecientes a grupos do- Costa), Barcelona, Tempestad, 1998; Warner,
minantes en términos de clase social y raza. Michael (ed.), Fear of a Queer Planet: Queer
Cuestiones de las variaciones de normas, ac- Politics and Social Theory, Minneapolis,
titudes, comportamientos, etc. de sexualidad University of Minnesota Press, 1993.
entre mexicanos y chicanos, entre mestizos y
diferentes grupos indígenas, entre burgueses [robert mckee irwin]
y trabajadores, y muchas veces hasta entre
hombres homosexuales y mujeres lesbianas,
etc. todavía no se ha explorado lo suficien- texto
temente. Y los espacios institucionales para
llevar a cabo tales investigaciones siguen El concepto de texto, tal como aparece uti-
siendo muy limitados, sobre todo fuera de lizado en las ciencias sociales y en las hu-
los grandes centros urbanos. Por otro lado, manidades, reconoce dos proveniencias. Por
texto 269

un lado una proveniencia filológica que des- textual se imbrica con una serie de diálogos
de el siglo xviii ha venido insistiendo en la interdisciplinarios en que se vieron envuel-
importancia de la lengua como elemento tos discursos tan variados como los de la
formativo fundamental de la experiencia filosofía, la antropología, la semiología, los
humana, bajo los temas de la lengua nacio- estudios de comunicación, el psicoanálisis y
nal, los lenguajes populares o los cuentos los estudios literarios, entre otros. El tras-
folklóricos. Por otro lado, una proveniencia fondo de este diálogo está dado por el enor-
semiológica que entiende que la totalidad de me prestigio alcanzado por el estructuralis-
la organización social y cultural puede ser mo, un movimiento que favorece pensar la
entendida en términos de códigos, mensajes totalidad cultural como totalidad sistémico-
y unidades discretas como la de “significan- textual.
te”. Si en la tradición filológica el sentido y El ensayo de Roland Barthes, “De la obra
la ideología son determinantes, en la tradi- al texto” (1971), puede ser visto en retros-
ción semiológica suele primar una ansia pectiva como un momento inaugural de este
cientificista que a veces expulsa lo ideológi- movimiento por el cual la idea de textuali-
co del terreno del análisis, tal como sucede dad, antes mayormente circunscripta al ám-
en los acercamientos a lo textual fuertemen- bito literario dada su proveniencia filológi-
te estructuralistas de los años sesenta. Pero ca, rompe las fronteras que la confinaban en
en la mayoría de los casos, vale aclarar, am- lo estético para pasar a ser uno de los mo-
bos acercamientos se presentan combina- delos fundamentales con los que se piensa
dos, como en el caso de la obra pionera del la sociedad y la cultura contemporáneas.
crítico ruso Mijail Bajtín. Barthes comienza su argumento con un
El valor del concepto de “texto” o lo “tex- contrapunto entre texto y obra. La obra, ex-
tual” reside sin embargo en las importantes plica el crítico francés, es un concepto ce-
transformaciones analíticas que su intro- rrado, inextricablemente unido a la figura
ducción fuerza en los discursos sobre la cul- de su autor/a, una figura que ha funcionado
tura. Para comprender mejor el carácter de en la crítica tradicional como un elemento
estas transformaciones vale la pena incurrir explicativo inapelable del sentido del texto
en una breve referencia etimológica. La pa- literario, ahogando así su polisemia consti-
labra texto proviene del participio latino tutiva. Pero Barthes va más allá de indepen-
texere que significa tejido y ha sido usada dizar la obra de la figura del autor para pro-
con esta acepción por cerca de 2 000 años. poner que la separación entre obras de un
Esta imagen gráfica del texto como tejido mismo autor, entre obras de diferentes au-
captura mejor que cualquier argumento el tores, o incluso entre obras literarias y otros
problema y la promesa que la noción de tex- registros textuales, es una ficción impuesta
to trae al análisis socio-cultural: la imagen por una necesidad disciplinaria. Mientras la
de una continuidad ilimitada, porosa y sin obra ocupa un lugar en las bibliotecas –ex-
fronteras, en las que distintos discursos plica Barthes– el texto resulta un campo
traspasan formas e instituciones sin some- metodológico que atraviesa varias obras
terse a sus leyes, sino que sigan, más bien, cuestionando su identidad imaginaria.
una lógica que les es propia. Vivimos siem- La oposición entre texto y obra de
pre en una intersección de ese tejido. La Barthes, encuentra un antecedente en la in-
forma en que sus hilos se anudan sobrepasa fluyente teorización de Mijail Bajtín, la cual
la capacidad subjetiva de capturar sus leyes fue introducida en Francia con la publica-
en una coyuntura que siempre, a fuerza de ción de Séméiotiké, de Julia Kristeva, en
subjetiva e histórica, tiene tan sólo una vi- 1969. La noción que aparece como central
sión parcial del entramado. en el Bajtín reportado por Kristeva es la de
No es de extrañar entonces que la plena intertexto. Al igual que en el caso del texto
emergencia de una lógica textual haya coin- en Barthes, el intertexto bajtiniano excede
cidido con la vasta reevaluación intelectual el ámbito de lo literario y desmiente que la
de los sesenta y setenta, que dio origen al relación entre autor y producción textual
campo de la teoría moderna. En este con- pueda ser una relación de originalidad o
texto, y especialmente en Francia en los creación. Los enunciados que se encuentran
años sesenta y setenta, la concepción de lo en una novela o en una autobiografía perte-
270 texto

necen al autor/a tan sólo en tanto los ha es heredera mucha de la producción de es-
sustraido de un rico universo-sociocultural tudios culturales contemporánea. En el caso
definido por la cohabitación de distintos de la deconstrucción, su aporte a una con-
lenguajes sociales, técnicos, afectivos, entre ceptualización de lo textual tiene menos que
otros. En su libro La cultura popular en la ver con la sobredeterminación del sentido
Edad Media, Bajtín explica cómo en su evo- que con la idea de que toda tipología textual
lución la novela terminó siendo el reposito- que suponga entidades más o menos autó-
rio de refranes populares, canciones, formas nomas se encuentra siempre contaminada y
de intercambio verbal o la codificación de determinada por elementos que cree haber
modalidades populares de habitar el mun- excluído. En “La farmacia de Platón” (1968),
do. La novela es para Bajtín el ejemplo pa- Jacques Derrida muestra cómo Platón, a pe-
radigmático de texto, en tanto en ella se sar de haber hecho de la expulsión del mito
entretejen e integran distintos discursos, ni- la condición necesaria de emergencia del
veles de lengua, modalidades de habla y, por discurso filosófico, reintroduce en su Fedro
añadidura, distintas formaciones ideológi- (y a su pesar) una sistemática referencia mí-
cas. Es esta concepción de texto la que ad- tica que desborda su texto abriéndolo a un
quirirá un papel fundamental en los estu- entramado mayor de significaciones. Esta
dios culturales, ya que en esta tradición la diseminación y sobredeterminación propias
mutua determinación de distintos niveles e de la lógica textual planteó bien pronto el
instancias discursivas presupuesta por la problema de cómo se llegan a conformar
noción de textualidad, es puesta a trabajar sentidos estables en un sistema inconteni-
para revelar conexiones entre distintos ám- ble e ilimitado de relaciones significativas.
bitos de lo social, antes no explicitadas por En este punto hay que hacer notar que la
las descripciones normativas de la cultura. idea de discurso, una noción paralela a la
Pero la emergencia de lo textual no supu- de texto, funciona a menudo como su com-
so tan sólo la introducción de un modelo ca- plemento. Roland Barthes no llamó a su li-
paz de detectar solidaridades o articulacio- bro “Fragmentos de un texto” amoroso, sino
nes sociales hasta entonces inadvertidas o Fragmentos de un discurso amoroso, pese a
soterradas. Implicó también la instauración que todas sus referencias son textuales, y
de una lógica textual cuyo modelo explica- Jacques Derrida, utiliza mucho más regular-
tivo se trasladó bien pronto al análisis de mente la noción de discurso que la de texto
los fenómenos sociales. Esta lógica textual, para revelar la textualidad de lo textual pese
que como Barthes notara no es la lógica de a insistir en el carácter estructuralmente tex-
la oración, fue elaborada fundamentalmen- tual de todo evento comunicativo. De hecho,
te en los discursos de la deconstrucción y todo análisis cultural se ve más o menos
el psicoanálisis. Del psicoanálisis proviene forzado a complementar ambas nociones.
la idea de que un rasgo esencial del modo En el terreno del latinoamericanismo, dos
de significación textual radica en su sobre- acabados ejemplos de cómo un modelo tex-
determinación constitutiva. Esta sobrede- tualista interactúa con la noción de discurso
terminación no debe ser confundida con la en un intento por explicar una articulación
ambigüedad que puede habitar el sentido de histórica determinada pueden verse en los
una palabra u oración. Mientras la ambi- textos pioneros de Beatriz Sarlo (El imperio
güedad léxica puede ser resuelta apelando al de los sentimientos, 1985) y de Adolfo Prieto
referente, la glosa o el diccionario, la sobre- (La función del discurso criollista en la for-
determinación textual es inherente al evento mación de la Argentina moderna, 1988). De
texto mismo. Esta es la idea de sobredeter- igual forma lo discursivo aparece como un
minación del sentido que encontramos ple- concepto central en aquellos casos en que
namente desarrollada por Sigmund Freud la textualidad social a ser revelada es de ca-
en La interpretación de los sueños (1911). En rácter oral. En su libro Buscando un inca,
los años setenta, Louis Althusser transfirió el peruano Alberto Flores Galindo utiliza la
este modelo de significación sobredetermi- noción de una utopía andina para trazar una
nada del campo del psicoanálisis al terreno historia popular que recorre pero no se con-
del análisis marxista, comenzando así una funde con la historia institucional de Perú.
prolífica veta de investigaciones, de la cual La expresión “la versión de los vencidos”
texto 271

acuñada por Miguel León-Portilla terminó o de un fotograma cinematográfico aparece


siendo una herramienta para (re)construir o bien en el medio o bien a la derecha de
un discurso alternativo al de la hegemonía la imagen. La conciencia del carácter codi-
española y criolla en Mesoamérica. ficado de la reproducción y recepción de los
Como surge de esta descripción, el uso mensajes visuales ha llevado a algunos auto-
de un modelo textual que se supone además res a acuñar el concepto de “alfabetización
concomitante con lo social, implicó un im- visual” (visual literacy). La pregunta obvia
portante correctivo crítico a las fantasías del es si esta alfabetización es algo más que una
humanismo liberal que dominaron buena metáfora, en otras palabras, si podemos en-
parte del pensamiento del siglo xix. Michel contrar en ella suficientes elementos para
Foucault, Roland Barthes y Jacques Derrida, fundar una teoría textual de la imagen.
correlacionaron la liberación del texto con En el terreno del análisis cinematográ-
la muerte del autor al que consideran poco fico ha habido importantes intentos por
menos que un pre-texto destinado a conte- establecer un análisis textual del medio en
ner la incesante diseminación del significa- autores como Christian Metz (Language and
do textual. La idea de la muerte del autor es Cinema, 1971), Raymond Bellour (L’Analyse
a su vez tan sólo una de las formas que toma du film, 1979), Marie-Claire Ropars (Le tex-
la crisis de causalidad promovida por una te divisé, 1981; Ecramiques: le film du texte,
lógica textual que enfatiza la ineluctable so- 1990) Estos estudios son en general deudo-
bredeterminación del texto social. En este res de la obra pionera y en varios sentidos
sentido, la vasta elaboración posmarxista insuperada de Roland Barthes. Otro ante-
que alcanza un punto de condensación en el cedente a menudo desconocido del acerca-
libro de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, miento semiológico-textual al cine proviene
Hegemonía y estrategia socialista (1985) for- de la escuela formalista rusa, fundamental-
ma también parte esta reformulación hecha mente Iuri Tynianov, Boris Eichenbaum y
posible por la expansión de la lógica textual, Víctor Shklovsky, quienes fueron los que lle-
aun cuando, vale la pena aclarar, Laclau y varon más lejos la analogía estructural entre
Mouffe prefieren, como Foucault, la noción cine y textualidad literaria. Los analistas de
de discurso a la de texto. los años setenta y ochenta, mostrarán tener
más dificultades a la hora de especificar bajo
textualidad y cultura visual. En los años se- qué condiciones un análisis textual es a la
tenta, y en verdad desde mucho antes como vez justificado y productivo. Puede decirse,
veremos, la noción de texto realizó una im- como lo ha señalao John Mowitt, que la in-
portante incursión en el terreno del análisis troducción del concepto de textualidad en
visual (pintura, instalaciones, fotografía, el análisis fílmico implicó algunas ventajas
cinematografía). La justificación para esta que esta misma novedad trajo a los estudios
expansión de un acercamiento semiológico- literarios y culturales. Autores como Metz y
textualista al campo de lo visual yace en la Bellour hicieron del concepto mismo de tex-
comprobación de que este registro, tradicio- to, antes que de su relación con lo cinemato-
nalmente asociado con la mimesis y, por lo gráfico, el centro de muchas de sus páginas.
tanto, con la regulación de su sentido a par- En otras oportunidades la experiencia fílmi-
tir de la evidencia y la corroboración visual, ca misma fue reducida para poder hacer un
resulta en verdad altamente codificado. La díalogo con la menor cantidad de texto posi-
visión es, como nuestras habilidades comu- ble. Esta reducción que procedió a través de
nicativas, producto de un largo proceso edu- un descarte de elementos no propiamente
cativo, como lo señalan los estudios funda- fílmicos (entre ellos mucho de la produc-
cionales de John Berger (Mirar) y Norman ción de cine comercial) revela no sólo cierto
Bryson (Tradition and Desire; Vision and elitismo de estos autores, sino también una
Painting) entre otros. Sabemos, por ejemplo concepción peculiar, telqueliana y barthesia-
que la fotografía o la pintura están organiza- na de lo textual como escritura. Vale recor-
das, al menos en la experiencia occidental, dar que en Roland Barthes, la escritura sirve
siguiendo el orden de lectura alfabética: ve- para oponer el texto a la obra, en tanto lo
mos de izquierda a derecha y de arriba hacia escribible demanda una participación activa
abajo. Por esto el “protagonista” de una foto del lector o consumidor.
272 texto

En general, ante la pregunta de cómo textualmente por Eisenstein a !Qué Viva


puede justificarse un análisis textual del cine México!
hay dos respuestas esenciales. La primera
considera el film mismo como un texto pese objeciones al modelo textual de análisis so-
a ser un producto notoriamente industrial, cio-cultural. A pesar de que algunos autores
cuya forma de composición impide casi a (como John Frow y Meagahn Morris) han
priori la figura del autor. Este acercamiento visto en la implementación de la noción de
debe confrontar una serie de problemas in- texto al análisis cultural la piedra angular
eludibles. ¿Puede decirse que los distintos de los estudios culturales, la utilización de
elementos de un film están entretejidos en lo textual como herramienta analítica dista
un componente mayor de la misma forma de ser un elemento unánimemente aproba-
que distintos registros lingüísticos lo están do. Algunos autores ven en lo textual un
en una novela o en que distintos discursos modelo intrínsecamente ajeno a una de las
ideológicos se conectan en una totalidad preocupaciones fundamentales de los estu-
cultural? ¿No son las unidades mínimas del dios culturales: la realineación entre formas
análisis cinematográfico tradicional –ángulo culturales y función crítica. Jacques Derrida
de cámara, puesta en escena, actuación, sis- había proclamado, célebremente, “no hay
tema de colores, iluminación– mutuamente nada fuera del texto”. Y aunque esta aser-
irreducibles? Algunos de los pares reitera- ción tenía un innegable costado materialista
damente referidos en el análisis cinemato- que proscribía un análisis apoyado en ele-
gráfico como ángulo de cámara y narración mentos exógenos a la relación textual mis-
o sonido y montaje presentan un obvio fe- ma (el autor, por ejemplo), muchos leyeron
nómeno de articulación. ¿Pero es esa arti- también en ella un solipsismo metodológi-
culación textual o su correcta valorización co inherente al concepto de lo textual. Si
implica hallar otro concepto para nombrar- la totalidad de la cultura es un texto y si el
la? En otras palabras, la pregunta funda- analista mismo está inmerso en él: ¿Cómo
mental y de alguna manera aun pendiente puede haber entonces un análisis epistemo-
en el acercamiento textual al cine es: ¿qué lógicamente válido de lo social? Después de
es exactamente textual en un film y cómo servir a la expansión de la función crítica,
puede esa textualidad ser relacionada con el prestigio de lo textual parece haber ter-
los elementos mínimos que lo componen? minado por atentar contra la función críti-
La segunda estrategia bajo la cual la tex- ca misma al convertirse en una herramienta
tualidad entra en el análisis cinematográfico que no puede exceder el horizonte episte-
se da a través de la afirmación de una cierta mológico del objeto que ha construido. El
autonomía e historia de la representación problema no radica solamente en la valencia
visual y un trazado de los préstamos y ci- política de un instrumento de análisis, sino
tas que pueden tener lugar en un film. La también en una ambivalencia entre texto y
intertextualidad de la película garantiza, en sistema. El sistema, puede decirse, simula
este caso, su textualidad. Sabemos que la ser un texto pero restringe la lógica textual
excepcional estética desplegada por Emilio a una serie de combinaciones consideradas
Fernández en distintos films (una estética legítimas. Varias polémicas importantes de
aclamada como específicamente mexicana) los últimos años, como la que enfrentó a
es producto, en verdad, de su contacto con Jacques Derrida y John Searle, pueden ser
el cine de Sergei Eisenstein, el cual parece vistas a la luz de esta oposición entre texto y
haber influenciado a Fernández, no a través sistema. La producción crítica más reciente
del cinematográfo ruso, sino a través del ex- expone repetidamente su conciencia de este
cepcional corto de Fernando Muriel y Fred problema que retorna incesantemente a la
Zinemman, Redes (1936). A su vez, como discusión teórica. Ernesto Laclau, al igual
ha sido mostrado en varias oportunidades, que otros analistas de lo político como Slavoj
varias de las composiciones predilectas de Žižek intentan salvar la trampa sistémica in-
Eisenstein que pasaron a Muriel-Zinemman troduciendo un elemento de indecidibilidad
y luego a Fernández provienen de la pin- que resulta en ellos la inagotable y originaria
tura de José Clemente Orozco, algunas de condición de posibilidad de la política, en un
cuyas soluciones formales son incorporadas movimiento que le ha dado a términos como
texto 273

“contingencia” o “estrategia” su presente vi- subalternos busca cuestionar la manera en


sibilidad en el discurso crítico. que se regula el acceso a la representación
Un segundo problema tiene que ver con a partir de ciertos parámetros como los dis-
las connotaciones que la idea de texto mis- cursos constitutivos (la nación, el mercado)
ma parece forzar en el análisis cultural. En y cómo se teje, en consecuencia, un sistema
Emancipaciones, Ernesto Laclau propone de exclusiones. En varios casos esta influen-
ver la totalidad social como una cadena de cia de estudios subalternos aparece en con-
significantes unidos por su adhesión a un junción con un análisis poscolonial de las
momento utópico común encarnado por el sociedades híbridas latinoamericanas, como
“significante vacío”. Esta imagen suscita en el caso de las estudiosas bolivianas Silvia
casi inmediatamente la pregunta acerca de Rivera Cusicanqui y Rossana Barragán
qué ocurre con aquellos elementos que que- quienes difundieron la noción de subalter-
dan fuera de la cadena. Y aun si supusiéra- nidad en el área andina. Dos textos ejempla-
mos que todos los elementos sociales están res en esta simultánea utilización y cuestio-
incluidos en la cadena (una presuposición namiento de un modelo textual de lo social,
absurda no sólo desde el punto de vista aparece con las obras de Steve Stern, La his-
práctico, sino incluso desde los presupues- toria secreta del género (1995, traducido al
tos mismos de Laclau), esta imagen parece español en 1999) y de Florencia Mallon,
promover, como la imagen textual, una ver- Campesino y nación: la construcción de
sión armónica de la totalidad social, con sus México y Perú postcoloniales (1995, traduci-
diversos componentes envueltos en un desa- do al español en 2003).
rrollo relativamente coordinado y sus distin- Una forma de entender lo que Cornejo
tas partes unidas por relaciones de inter- Polar intenta teorizar con heterogeneidad es
cambio y consentimiento antes que de comparando la situación heterogénea con la
violencia y exclusión. En este sentido resul- carnavalización del sentido descrita por
ta ilustrativa la actitud ambigua que Ángel Mijail Bajtín. En el caso de la vasta polifonía
Rama mantiene hacia la textualización de lo renacentista, Bajtín encontró un piso co-
social como momento analítico en La ciu- mún para expresiones dispares en una ra-
dad letrada (1984), un libro que muchos co- cionalidad cristiana que, respetada o paro-
mentaristas consideran un hito transicional diada, funcionaba como lengua vehicular de
entre estudios literarios y estudios cultura- distintos tipos de enunciados verbales y no
les. Para Rama, uno de los apogeos de esa verbales. En algunas zonas de alta concen-
textualización ocurren durante el barroco tración indígena, como los Andes, nos en-
virreinal en México: “El discurso barroco no frentamos a una situación similar donde
se limita a las palabras, sino que las integra existe una gran variedad de enunciados,
con los emblemas, jeroglíficos, apólogos, ci- pero estos enunciados no pueden ser inte-
fras, e inserta este enunciado complejo den- grados a una textualidad más general por-
tro de un despliegue teatral que apela a la que provienen de espacios culturales (tex-
pintura, la escultura, la música, los bailes, tuales) tan diferentes que no encuentran, en
los colores… (33).” Pero Rama sostiene la nociones como literatura o cultura, un piso
independencia de un mundo fuera de la red común que les permita formar parte de una
textual que se crea a través de la colabora- totalidad englobante y persistir, aun así, en
ción entre intelectuales y poder. sus rasgos diferenciales. En el caso de
La búsqueda de una inflexión crítica den- Paraguay, Augusto Roa Bastos llamó a la
tro del dominio mismo de lo textual ha dado tradición oral guaraní “el texto ausente” de
impulso en los estudios culturales lati- la literatura y la cultura paraguaya. A pesar
noamericanistas a las nociones emparenta- de ser un bilingüe español-guaraní y de co-
das de heterogeneidad, fundada en los estu- nocer la historia y la cultura de los guaraní
dios del crítico peruano Antonio Cornejo hablantes en profundidad, Roa Bastos en-
Polar, y subalternidad, un desarrollo teórico cuentra imposible que la literatura integre
originado en el sudeste asiático que tiene el complejo universo discursivo guaraní en
una influencia relativamente importante en su tejido. Del mismo modo, la noción de he-
Latinoamérica y en los estudios latinoame- terogeneidad alerta sobre los límites no ne-
ricanos en los Estados Unidos. Los estudios cesariamente infranqueables, sino más bien
274 texto

constitutivos, que confronta un discurso (ya nes intertextuales, y por lo tanto, el concepto
sea el literario, el sociológico o el antropo- de texto mismo, son menos universales y más
lógico que pretende describir un otro cultu- histórica y culturalmente determinados de lo
ral) con respecto a otro universo cultural al que se ha tendido a creer. Mientras, por un
que sólo puede acercársele subsumiéndolo lado sus aportes son plenamente apropiables
en categorías que le son ajenas. para explorar algunas regiones de la cultura
La contraposición entre un caso de incor- latinoamericana por otro lado terminan re-
poración “feliz” de discursos a una dimensión velando sus limitaciones y sus fundamentos
textual mayor (Bajtín) con la imposibilidad eurocéntricos y metafísicos cuando son pues-
de llevar adelante ese proyecto en algunas re- tos a trabajar sobre las regiones más recalci-
giones de Latinoamérica (Cornejo Polar, Roa trantemente heterogéneas del continente.
Bastos) nos debe alertar acerca de las limita-
ciones que el modelo textual conlleva en vir- obras de consulta. Bajtín, Mijail, La cultura
tud de su dependencia sobre un imaginario popular en la Edad Media y el Renacimiento:
alfabético y fonocéntrico. Jacques Derrida ha el contexto de François Rabelais, Barcelona,
explicado cómo la escritura alfabética se en- Barral Editores, 1974; Barthes, Roland, El su-
cuentra íntimamente implicada con la larga surro del lenguaje: más allá de la palabra y la
tradición humanista que remata en el libe- escritura, Barcelona, Paidós, 1987; Bellour,
ralismo decimonónico que lo textual viene a Raymond, L’analyse du film, París, Albatross,
cuestionar. ¿Cómo puede este modelo textual 1979  ; Berger, John, Mirar, Buenos Aires, De
negociar su influencia con aquellas textua- la Flor, 1998; Boone, Elizabeth Hill y Walter
lidades propias del pasado precolombino, Mignolo, Writing Without Words: Alternative
como el quipu en los Andes o los códices en Literacies in Mesoamerica & the Andes, Durham,
Mesoamérica? Al discurtir estas expresiones, Duke University Press, 1996; Bryson, Norman,
los analistas contemporáneos (Elizabeth Hill Vision and Painting: The Logic of the Gaze, New
Boone, Walter Mignolo, Joanne Rappaport, Haven, Yale University Press, 1983 [Visión y
James Lockhart, entre otros) se han visto obli- pintura: la lógica de la Mirada (trad. Consuelo
gados a reconsiderar la pertinencia de térmi- Luca de Tena), Madrid, Alianza, 1991]; Cornejo
nos como escritura para referirse a estas pro- Polar, Antonio, “El indigenismo andino” en Ana
ducciones. Las relaciones mismas entre texto Pizarro (ed.), América Latina: palabra, literatu-
escrito y texto social, los actos de lectura y ra e cultura, São Paulo, Editora da Unicamp,
preservación del sentido parecen articularse, 1994, pp. 719-738; Derrida, Jacques, La disemi-
en el caso de los códices mesoamericanos, nación, Madrid, Fundamentos, 1975; Foucault,
bajo una lógica inconmensurable con aque- Michel, El orden del discurso, Tusquets, 2005;
lla presupuesta por la idea de texto. Y aun Lockhart, James, The Nahuas After the Conquest,
cuando el texto alfabético predomina, como Stanford, Stanford University Press, 1992 [Las
en el caso de los títulos de propiedad de la nahuas después de la conquesta: historia social
tierra que se multiplicaron en el México del de los indios del México central, del siglo xvi al
siglo xvi, o en los trabajos de cronistas como xviii (trad. Roberto Reyes Mazzoni), México,
Álvaro Tezozómoc o Domingo Chimalpahin, Fondo de Cultura Económica, 1999]; Metz,
nos encontramos con formas de intertextua- Christian, Language and Cinema, The Hague,
lidad extrañas a las reglas de combinación Mouton, 1974 [Lenguaje y cine (trad. Jorge
de enunciados descrita por autores como Urrutia), Barcelona, Planeta, 1973]; Mowitt,
Barthes, Bajtín o Derrida. En los textos de John, Text: The Genealogy of an Antidisciplinary
los cronistas, por caso, es común la intro- Object, Durham, Duke University Press, 1992;
ducción descontextualizada de otro discurso Ropars, Marie-Claire, Le texte divisé, Paris,
que interrumpe sin previo aviso la corriente Presses Universitaires de France, 1981; Ropars,
del lenguaje y vuelve a desaparecer sin que Marie-Claire, Ecramiques: le film du texte, Lille,
el texto dominante parezca haber advertido PUI, 1990  ; Smith, Barry (ed.), John Searle
esta presencia. Martin Lienhard le da a este (Contemporary Philosohpy in Focus), Cambridge,
procedimiento el nombre de “montaje” como Cambridge University Press, 2003.
una forma de evocar la pluralidad composi-
tiva que supone. Estos ejemplos bastan para [horacio legrás]
alertarnos sobre el hecho de que las relacio-
texto / transculturación 275

transculturación rir una distinta cultura, que es lo que en


rigor indica la voz angloamericana accultu-
El neologismo “transculturación” fue acu- ration, sino que el proceso implica también
ñado por el estudioso cubano Fernando necesariamente la pérdida o desarraigo de
Ortiz, quien lo emplea en un ensayo de in- una cultura precedente, de lo que pudiera
terpretación ya clásico, el Contrapunteo cu- decirse una parcial desculturación, y, ade-
bano del tabaco y el azúcar (1940), para re- más, significa la consiguiente creación de
ferirse a una forma de contacto cultural que, nuevos fenómenos culturales que pudieran
lejos de ser pensada como una relación uni- denominarse de neoculturación […] En con-
lateral y unidireccional establecida entre junto, el proceso es una transculturación, y
una cultura hegemónica o dominante que este proceso comprende todas las fases de
actuaría como donadora y una cultura su- una parábola. Estas cuestiones de nomen-
bordinada o dominada que resultaría recep- clatura sociológica no son baladíes para la
tora, es pensada como una interacción crea- mejor inteligencia de los fenómenos socia-
tiva entre las distintas entidades culturales les, y menos en Cuba donde, como en pue-
que se encuentran, y da como resultado pro- blo alguno de América, su historia es una
cesos de selección, transformación y crea- intensísima, complejísima e incesante trans-
ción entre ambas, hasta llegar incluso a la culturación de varias masas humanas, todas
generación de una nueva entidad que com- ellas en pasos de transición. El concepto de
prende creativamente elementos de las dos la transculturación es cardinal y elemental-
instancias previas al contacto. De este modo, mente indispensable para comprender la
la constante interacción entre los distintos historia de Cuba y, por análogas razones, la
componentes da como resultado el surgi- de toda América en general (92-97).”
miento de una nueva entidad cultural. En Si bien se le empleó en principio para
“Del fenómeno social de la ‘transcultura- interpretar fenómenos propios de la historia
ción’ y de su importancia en Cuba”, Ortiz y de la cultura cubana intuyendo temprana-
contrasta su neologismo con el vocablo mente la complejidad de los mismos, el con-
“aculturación”: “Por aculturación se quiere cepto se hará pronto extensivo y aplicable
significar el proceso de tránsito de una cul- en general a distintos procesos de encuentro
tura a otra y sus repercusiones sociales de de culturas en condiciones asimétricas, y
todo género. Pero transculturación es voca- muy particularmente aquéllos detonados
blo más apropiado. Hemos escogido el vo- por la instauración de una relación colonial
cablo transculturación para expresar los en las que Mary Louise Pratt denomina “zo-
variadísimos fenómenos que se originan en nas de contacto”. Los rasgos asociados con
Cuba por las complejísimas transmutacio- el proceso de transculturación son entonces,
nes de culturas que aquí se verifican, sin entre otros, dinamismo, historicidad, com-
conocerlas es imposible entender la evolu- plejidad, creatividad, situacionalidad, diver-
ción del pueblo cubano, así en lo económico sidad en las formas, niveles, épocas de inte-
como en lo institucional, jurídico, ético, re- rrelación siempre heterogénea, asimétrica, y
ligioso, artístico, lingüístico, psicológico, de un tipo tal que supone pérdidas y adqui-
sexual y en los demás aspectos de su vida siciones diferenciales a partir de los grupos
(91-92).” culturales puestos en contacto, en una ten-
Ortiz pasa revista a los procesos de trans- sión que no permite nunca la abolición de
culturación de los distintos grupos que su- la asimetría ni de la diferencia, a la vez que
frieron complejos fenómenos de desarraigo supone siempre una dinámica creativa, re-
de su cultura originaria, así como de des- significadora y refuncionalizadora.
ajuste y reajuste, y contempla procesos Resulta admirable, además, la fuerza y
como “deculturación o exculturación” y de vitalidad de un concepto que, acuñado en
“aculturación o inculturación”, y “al fin de los años cuarenta, corresponde a una etapa
síntesis, de transculturación”. Añade Ortiz: histórica en la cual los ensayos se volca-
“Entendemos que el vocablo transcultura- ban a la interpretación de la vida nacional
ción expresa mejor las diferentes fases del (José Carlos Mariátegui, Ezequiel Martínez
proceso transitivo de una cultura a otra, Estrada, Gilberto Freyre), y fue retomado
porque éste no consiste solamente en adqui- pronto con interés por los ensayistas hispa-
276 transculturación

noamericanos (Picón Salas), para insertarse tiva más amplia. Como observan estudiosos
definitivamente, a partir de los años sesen- como Fernando Coronil, el término permite
ta y setenta, en las discusiones propias de a Ortiz “aprehender al mismo tiempo los
la etapa de normalización disciplinaria en momentos destructivos y constructivos de
la cual tanto la antropología y las demás las historias afectadas por el colonialismo
ciencias sociales como la teoría y la crítica y el imperialismo” y en tal sentido llevar a
literaria habrán de retomarlo y repensarlo cabo una “valorización crítica de la creati-
(mencionemos aquí su discusión por parte vidad popular” que “muestra cómo las per-
de Aguirre Beltrán y Ángel Rama). El con- sonas hacen habitables los espacios socia-
cepto de transculturación se integrará tam- les donde se les constriñe a trabajar y vivir”
bién al cuadro básico de grandes categorías (“Introducción”).
explicativas de los procesos culturales pecu- Muchas son las razones que hacen de
liares de América Latina y el Caribe, tales este concepto un caso prominente para
como mestizaje, hibridación, heterogenei- los estudios culturales y el diálogo en-
dad, etcétera. tre las distintas tradiciones académicas.
Logrará también insertarse posterior- En primer lugar, se trata de un concepto
mente en las discusiones propias de los acuñado desde América Latina y el Caribe
estudios culturales y poscoloniales: en este por un autor cubano dedicado a estudiar
sentido constituye un hito de articulación fenómenos peculiares de su país y cuyas
fundamental el comentario crítico a que fue discusiones habrían de inscribirse también
sometido por Antonio Cornejo Polar, quien en el ámbito de debates de la historia y la
se plantea “si la categoría de transcultura- cultura de esa nación. Representa ya, desde
ción –en sus versiones de Ortiz y Rama o en el inicio, una importante apertura de la tra-
otras— es el dispositivo teórico que ofrece dición del ensayo hispanoamericano hacia
una base epistemológica razonable al con- la tradición del Caribe. Constituye también
cepto (que considero fuertemente intuitivo) un importante salto cualitativo respecto de
de mestizaje, o si supone, por el contrario, los ensayos dedicados a pensar lo nacio-
una propuesta epistemológica distinta” nal desde una visión homogeneizadora de
(“Mestizaje…”) . Y responde que en su opi- los distintos grupos sociales que integran
nión se trata de lo primero. una entidad nacional, en cuanto que para
El término permitía a Ortiz, además, ob- interpretar los procesos centrados en un
servar los fenómenos tanto desde la pers- país desemboca, paradójicamente, en el
pectiva de los grandes procesos históricos, descubrimiento de procesos que superan y
económicos y sociales, como atender, desde atraviesan lo nacional y lo colocan, ya en
una visión más acotada, la génesis de los el ámbito de procesos regionales como en
procesos de encuentro e intercambio en el de fenómenos que sólo pueden compren-
ciertos sectores y zonas específicos de la so- derse a escala mundial –tal es el caso de
ciedad, como los que representan “la mala su articulación con la economía colonial–.
vida” de las zonas portuarias donde se dio Muy pronto, además, al insertarse en los
un más intenso contacto entre culturas, o debates entre la línea de la antropología es-
bien, contemplar zonas de encuentro espe- tadunidense (Melville Herskovits, etc.) y la
cíficas como la música o las prácticas ali- inglesa (Bronislaw Malinowski), habría de
mentarias. trascender el medio local para ingresar al
El proceso de transculturación se propo- campo del debate antropológico anglosajón.
ne así como alternativa de anteriores orien- No deja de resultar significativo que muy
taciones racistas o racialistas y superación pronto encontremos un comentario crítico
de enfoques unidireccionales, deterministas al uso del término escrito por un connota-
y mecánicos en la descripción de procesos do antropólogo mexicano, Gonzalo Aguirre
de encuentro cultural. El nuevo concepto no Beltrán, quien en El proceso de aculturación
está reñido con el de mestizaje o “mestiza- en México (1957) manifiesta su preferencia
miento” (así lo llama Ortiz), ni tampoco se por el término aculturación, en la línea de
emancipa del todo de una base positivista Herskovits. Como de manera muy penetran-
de estudio de los procesos sociales, sino te lo ha mostrado Enrico Mario Santí, estos
que los integra en una modalidad explica- debates iban mucho más allá de la mera
transculturación 277

preferencia por uno u otro término, ya que el contexto de un ensayo, que atendía tanto
tenían como trasfondo la relación entre el a cuestiones económicas y sociales como
antropólogo y el poder (“Prólogo”). históricas y literarias, le permitió su pronta
Por fin, al superar las connotaciones ra- adopción y discusión en distintas órbitas,
cistas y racialistas de otros conceptos como desde la antropológica hasta la literaria, pri-
“mezcla” o “mestizaje”, el concepto alcanzó mero en América Latina y más tarde en el
larga vida y logró atravesar varios decenios medio académico estadunidense, sobre todo
de discusiones y debates, en cuanto intere- a partir de la consolidación de los estudios
só a los propios pensadores críticos de los culturales y poscoloniales. El ensayista e
años sesenta y setenta –que lo ligaron a es- historiador de la cultura Mariano Picón
tudios como colonialismo o dependencia, Salas lo menciona en De la Conquista a la
por ejemplo– para llegar posteriormente a Independencia (1944). Decenios después,
enlazarse con los debates afines a los estu- Ángel Rama lo incorpora ya en el título de
dios culturales. Tal es el caso de las discusio- uno de sus libros mayores: Transculturación
nes en torno a transculturación, mestizaje, narrativa en América Latina (1980), obra que
hibridez, etc. Al referirse a la tan fecunda constituye un importante antecedente para
producción crítica de los años sesenta y se- un temprano enfoque de la literatura desde
tenta en América Latina, Abril Trigo coloca una perspectiva cultural latinoamericanista,
el propio concepto de transculturación en a la vez que avanzaba respecto de los estu-
un listado que abarca, entre otras, la teo- dios culturales y de los nuevos enfoques
ría de la dependencia, la teología y filosofía para el estudio de la producción literaria y
de la liberación, la pedagogía del oprimido simbólica. Rama traslada el concepto al ám-
o las teorías de colonialismo interno (368 bito de los estudios literarios y lo emplea
¿fuente?). como clave para entender procesos de vín-
En un mundo de cambio y movimiento culo entre literatura, historia y cultura.
como el actual, su empleo permite dar visi- Considera los fenómenos de transcultura-
bilidad a “los modos en que los grupos su- ción como parte de un proceso amplio y
bordinados o marginales seleccionan e in- complejo que incluye la posibilidad de “pér-
ventan a partir de las culturas dominantes”, didas, selecciones, redescubrimientos e in-
de modo tal que, “aunque estos grupos no corporaciones”, en cuanto operaciones con-
pueden controlar lo que emana de la cultura comitantes que “se resuelven todas dentro
dominante, determinan con alcances varia- de una reestructuración general del sistema
bles lo que ellos absorben para sí mismos y cultural, que es la función creadora más alta
qué uso le asignan” (Mary Louise Pratt, ¿pá- que se cumple en un proceso transculturan-
gina?) y en este sentido confluye con uno de te” (¿página?). Rama presta atención a po-
los grandes temas de los estudios culturales sibilidades no contempladas por Ortiz, y
de la región. Para Pratt, la “transculturación enfatiza así, por ejemplo, tanto los procesos
es un fenómeno de la zona de contacto”, y activos de selección cultural como los pro-
considera que esto a su vez conduce a varias cesos creativos, entre los que integra cues-
cuestiones: por ejemplo, cómo recibe y se tiones relativas a la “lengua” y a la “estruc-
apropia la periferia de los modos de repre- tura literaria”, e incorpora el concepto de
sentación metropolitanos, o, con respecto a “subculturas regionales y clasistas” para el
la representación, cómo se habla de trans- análisis literario. De acuerdo con Rama,
culturación de las colonias a las metrópolis. “Las obras literarias no caen fuera de los
En cuanto a los modos de representación, alcances de la cultura, sino que son, más
mientras que la metrópoli imperial tiende a bien, su culminación, y hasta donde las cul-
verse a sí misma como determinante de la turas latinoamericanas son invenciones cen-
periferia, suele ser ciega respecto de los mo- tenarias y multitudinarias, hacen del escri-
dos en que la periferia determina a la me- tor un productor que trabaja con las obras
trópolis (6). de incontables otros” (¿página?).
Como escribe Alicia Ríos, este neologis-
algunos momentos clave en la recepción del mo sirve a Rama para introducir una nueva
concepto en américa latina.
La propia flexibi- lectura de las culturas latinoamericanas, en
lidad con que fue empleado el concepto en la cual la relación entre modernidad y tra-
278 transculturación

dición es problematizada de manera más los estudios culturales. El concepto de


abierta, a la vez que supera el modelo críti- transculturación resulta uno de los más re-
co-mítico de tal modo que el autor se alinea presentativos del modo en que se dará la
con el potencial contrahegemónico de las articulación entre los grandes ensayos de
culturas regionales y locales (¿fuente/pági- interpretación latinoamericanos, los estu-
na?). Rama rediseña el mapa cultural desde dios antropológicos pioneros en la región y
la época colonial en adelante, con el objeto los estudios culturales y poscoloniales.
de subrayar el dominio al cual estuvieron Representa también uno de los modos ca-
sujetos diversos sistemas literarios y cultu- racterísticos en que nuestras élites intelec-
rales de diversas regiones. Centra su estudio tuales pensaban lo popular –acercándose a
de las literaturas y culturas latinoamerica- cuestiones como la asimetría e intuitiva-
nas en tres nociones fundamentales: origi- mente a cuestiones como la subalternidad–
nalidad, representatividad e independencia. e incluso pensaban su propio lugar como
Rama plantea la posibilidad de ver la trans- productores de conocimiento en el horizon-
culturación narrativa como una alternativa te de las formaciones heterogéneas y las
a los procesos de modernización a la vez que culturas nacionales.
al regionalismo y al vanguardismo. Dice Resulta de particular importancia articu-
David Sobrevilla que “Frente a estas opcio- ladora la figura de Antonio Cornejo Polar,
nes, la transculturación narrativa opera se- quien en “Mestizaje, transculturación, he-
gún Rama, gracias a una ‘plasticidad cultu- terogeneidad”, se pregunta si el concepto
ral’ que permite integrar las tradiciones y las de transculturación corresponde en verdad
novedades: incorporar los nuevos elementos a una opción epistemológica realmente di-
de procedencia externa a partir de la rearti- ferenciable de la que cubre el concepto de
culación total de la estructura cultural pro- mestizaje, o si en rigor no implica tal cosa.
pia, apelando a nuevas focalizaciones den- En sus palabras: “Si la categoría de transcul-
tro de su herencia” (¿página?). turación, en sus versiones de Ortiz y Rama
En vista de la importancia que habría de –o en otras– es el dispositivo teórico que
tener el traslado del concepto de transcultu- ofrece una base epistemológica razonable al
ración al campo de los estudios de la pro- concepto (que considero fuertemente intuiti-
ducción simbólica latinoamericana, debe- vo) de mestizaje; o si supone, por el contra-
mos recordar que Rama discute la visión rio, una propuesta epistemológica distinta.
“geométrica” de Ortiz, que no da cuenta de Aunque la he empleado varias veces, tengo
muchos factores que atraviesan los procesos para mí que es –en buena medida– lo prime-
transculturadores, y plantea que el proceso ro. Implicaría a la larga la construcción de
de transculturación abarca cuatro operacio- un nivel sincrético que finalmente insume en
nes concomitantes básicas: pérdidas, selec- una unidad más o menos desproblematizada
ciones, redescubrimientos e incorporacio- (pese a que el proceso que la produce pueda
nes, y explica, que se resuelven dentro de ser muy conflictivo) dos o más lenguas, con-
una reconstrucción general del sistema cul- ciencias étnicas, códigos estéticos, experien-
tural, que es la función creadora más alta cias históricas, etcétera (¿página?).”
que se cumple en un proceso de transcultu- Por esos mismos años, el concepto de
ración. Los distintos componentes de una “hibridez” de García Canclini resulta tam-
cultura sólo existen en una articulación viva bién una toma de posición respecto de
y dinámica, configurados a partir de la es- otros conceptos y categorías para entender
tructura funcional de una cultura. Los pro- los procesos culturales de América Latina.
cesos de transculturación funcionan sobre Como anota años después el mismo García
la base de tres operaciones básicas, que en Canclini en “Noticias recientes sobre hibri-
el caso de la literatura comprenden: lengua, dación”, “Si queremos ir más allá de liberar
estructura literaria y cosmovisión: “Estas al análisis cultural de sus tropismos fun-
operaciones siempre han sido resaltadas por damentalistas identitarios, debemos situar
pensadores latinoamericanos, tanto anti- a la hibridación en otra red de conceptos:
guos como recientes, y han encontrado su por ejemplo, contradicción, mestizaje, sin-
mayor representante en la figura del escritor cretismo, transculturación y creolización”
peruano José María Arguedas (30-31).” (¿referencia completa y página?).
transculturación 279

Es muy amplia la gama de estudios li- desde terrenos tan diversos como el poses-
gados a las nuevas corrientes críticas, tructuralismo, los estudios culturales, de
particularmente los estudios culturales y género y poscoloniales. Continúa atrayendo
poscoloniales, y una nueva generación de la atención de las comunidades intelectua-
estudios literarios ligados a estas corrientes les latinoamericanas pero también de los
que, como los de Mary Louise Pratt, George Estados Unidos, así como de los estudiosos
Yúdice, Silvia Spitta, Román de la Campa, latinoamericanos allí radicados, que de al-
Mabel Moraña, han vuelto a repensar el gún modo han hecho de la noción de trans-
concepto. culturación una nueva forma de puente en-
Dentro de su propuesta general de “des- tre tradiciones intelectuales y una forma de
colonizar el conocimiento”, Pratt plantea trazar nuevas genealogías de pensamiento.
conceptos como zona de contacto, transcul- Tal es el caso, por ejemplo, de los admira-
turación y autoetnografía, y se refiere a la bles estudios preliminares que Coronil y
transculturación como un “fenómeno de la Santí dedican al gran ensayo de Ortiz.
zona cultural” y a un tipo de lectura que Otro tanto puede decirse del excelente
“evita reproducir la dinámica de posesión e estudio “El conflicto en la transculturación”
inocencia” de textos que narran el encuen- preparado por Alberto Moreiras, quien plan-
tro entre el nativo y el colonizador (93). tea la cuestión de manera abismal: así como
También en 1992 George Yúdice ofre- no hay capitalismo sin acumulación primi-
ce una definición del proceso de transcul- tiva; “no hay cultura latinoamericana sin
turación como “una dinámica por la cual transculturación”. De este modo, la trans-
diferentes matrices culturales impactan culturación está en la base de la historia de
recíprocamente –aunque no desde iguales América porque constituye “la propia vio-
posiciones– una sobre la otra, no para pro- lencia de la cultura”, de tal modo que es la
ducir una sola cultura sincrética sino más explicación que está detrás de cualquier cla-
bien un conjunto heterogéneo” (¿fuente?). se de explicación histórica: “es la razón de
Existen también varias revisiones de la razón cultural, al mismo tiempo el prin-
conjunto que permiten a la vez obtener un cipio de razón suficiente cultural y su abis-
panorama crítico de los muchos estudios a mo”: constituye entonces una clave para la
que ha dado lugar el concepto de transcultu- comprensión de la cultura y del sistema de
ración “revisitado”. Así, en 2000 Silvia Nagy- producción simbólica en América Latina:
Zekmi, en “Angel Rama y su ensayística “La historia de la transculturación latinoa-
transcultural(izadora)”, revisa el concepto mericana es la historia de la cultura latinoa-
partiendo de la teoría poscolonial en autores mericana”. Sin embargo, un poco más ade-
que enfatizan “la interacción e influencias lante planteará una pregunta no menos
recíprocas en los modos de representación fundamental, en vistas de un posible peligro
y prácticas culturales de diferente índole de absolutización del concepto: “Si la trans-
en las metrópolis y las ex colonias que se culturación puede explicarlo todo, ¿qué po-
producen en las llamadas ‘zonas de contac- dría explicar la transculturación misma?”. Y
to’”. La autora recupera el carácter creativo aclara: “Ésta, lejos de ser una mera cuestión
del fenómeno, y recurre a los postulados de filosófica, funda su urgencia política en el
Homi Bhabha para analizarlo como “una terreno histórico” (129).
praxis creativa que desconstruye el aparato
conceptual de la modernidad” y recuerda obras de consulta. Cornejo Polar, Antonio,
que Bhabha constata la ambivalencia subya- “Mestizaje, transculturación, heterogeneidad”
cente que se manifiesta en torno al discurso en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana,
sobre el sujeto colonizado, ya que el discur- núm. 40, 1994, pp. 368-371; Moreiras, Alberto,
so colonial construye su “otro” como este- “The conflict in transculturation” en Mario
reotipo, en términos finos, esencialistas. Valdés y Djelal Kadir (eds.), The Literary
Releído hoy a la luz de los procesos de History of Latin America: A Comparative
globalización y transnacionalización, los History of Cultural Formation, Cambridge,
nuevos regionalismos y nacionalismos, y en Cambridge University Press, 2001, pp. 129-
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