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y
teoría literaria
diccionario
de estudios culturales
latinoamericanos
coordinación de
mónica szurmuk y robert mckee irgwin
[7]
8 presentación
pesar de que nos interesa el alcance de los estudios culturales en todo el con-
tinente americano, nos ubicamos, marcadamente, en el sitio de producción
de este proyecto que es la colaboración México-Estados Unidos. Agradecemos
el apoyo del fondo uc-Mexus, otorgado conjuntamente por la Universidad
de California y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de la República
Mexicana. El compromiso de UC-Mexus por el fomento de la colaboración
transnacional coincide con nuestro propio deseo de explicitar desde la cultura
los sitios de cruce, desfasaje, promesa y conflicto.
I. genealogías
Uno de los puntos más álgidos del debate sobre la validez de los estudios
culturales como un emprendimiento intelectual que puede ofrecer recursos
interpretativos para la realidad latinoamericana, es su genealogía. Muchos
críticos han cuestionado el carácter cosmopolita de los estudios culturales
arguyendo que en América Latina los estudios culturales tienen una tradición
propia anterior a la importación de los modelos de prácticas de estudios cul-
turales que se originaron en la academia norteamericana los años ochenta y
noventa.
Los críticos que a menudo se citan como culturalistas avant la lettre
–Carlos Altamirano, Carlos Monsiváis, Renato Ortiz, Beatriz Sarlo, entre
otros– trabajaron en diálogo con modelos de análisis cultural europeos –prin-
cipalmente de la Escuela de Frankfurt, el Centro para Estudios Culturales
Contemporáneos de Birmingham y el posestructuralismo francés–. Estas tra-
diciones tuvieron recepciones en diferentes momentos en América Latina y
en Estados Unidos –es decir que no llegaron a América Latina por medio de
la academia estadunidense–. La apropiación, traducción y reformulación de
teorías de la cultura surgidas en la Europa de la posguerra, especialmente
los trabajos de la Escuela de Frankfurt (Theodor Adorno, Walter Benjamin,
Max Horkheimer), el nuevo marxismo (Louis Althusser, Antonio Gramsci), los
estudios culturales británicos (Raymond Williams, Richard Hoggart, Stuart
Hall) y el posestructuralismo francés (Michel Foucault, Jacques Lacan) ha
sido fundamental para la definición y diseño de proyectos intelectuales en
América Latina, igual que otros intelectuales franceses como Roland Barthes,
Michel de Certeau, Gilles Deleuze y Pierre Bourdieu. En algunos casos no-
tables, como el de Lacan, la recepción fue anterior y mucho más masiva en
América del Sur que en América del Norte.
En contraposición al enfoque en obras de arte de la cultura letrada, los es-
tudios culturales se han enfocado en formas de cultura “baja,” popular y ma-
siva. Heredan de la diáspora intelectual judeo-alemana exiliada del nazismo,
la preocupación por el poder de la industria cultural y el interés por analizar
nuevos modos de producción cultural, muchas veces con el signo cambiado:
si para la Escuela de Frankfurt la industria cultural significaba el final de la
originalidad en el arte y la creación de una sociedad masificada sin libertad
individual, donde el arte era una mercancía más (Adorno y Horkheimer), los
estudios culturales buscarán los espacios de resistencia dentro de la cultura
popular y de masas.
Adorno y Horkheimer en un clásico ensayo, “La industria cultural: ilumi-
nismo como mistificación de masas” (1944), critican la industria cultural (re-
presentada principalmente por Hollywood) por promover una sociedad ma-
sificada sin posibilidad de verdadera libertad. Benjamin, por otro lado, en sus
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los mecanismos del poder y su relación con el saber). esta línea concibe la
cultura como discursos semiautónomos que son susceptibles a análisis ideo-
lógicos. otras figuras francesas de importancia que dan forma a los estudios
culturales latinoamericanos, aunque no necesariamente identificadas con el
posestructuralismo, son michel de certeau (las tácticas no obedientes a las
maniobras de las instituciones hegemónicas de los individuos en la vida co-
tidiana), gilles deleuze (teorías sobre conceptos como la desterritorializa-
ción y la esquizofrenia, y del rizoma como modelo de pensamiento) y pierre
bourdieu (estudios sobre las relaciones entre las estructuras sociales y las
prácticas de los sujetos que operan dentro de ellas).
1
Kraniauskus, “Carlos”, 1997, p. 111.
presentación 21
2
<www.uasb.edu.ec/progacad/maestria/estudioscultura.html>.
3
<http://www.globalcult.org.ve/Program.htm>.
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narias exhibe una creatividad inaudita. Estudios que hubieran sido impensa-
bles hace una generación ahora surgen desde disciplinas diversas bajo la
rúbrica de los estudios culturales. La cultura popular y de los medios masivos
se discute en espacios compartidos por investigadores de formaciones distin-
tas, como en Rockin’ las Americas: The Global Politics of Rock in Latin/o
America, libro coeditado por una antropóloga, un crítico literario y un histo-
riador (Pacini Hernández, et al.). Los textos –ahora visuales, musicales, audi-
tivos, corporales– se analizan desde perspectivas y metodologías distintas,
pero en espacios no cerrados por fronteras disciplinarias, como es el caso de
Galerías del progreso: museos, exposiciones y cultura visual en América Latina,
coeditada por Beatriz González Stephan y Jens Andermann, o Everynight Life:
Culture and Dance in Latin/o America, coeditado por Celeste Fraser Delgado
y José Esteban Muñoz. En la actualidad, conceptos generales de debate teó-
rico como género, sexualidad, raza, criminalidad, memoria, subalternismo,
migración, locura, frontera, etc. abren estos espacios de diálogo interdiscipli-
nario, en textos como Sexo y sexualidades en América Latina, editado por el
crítico literario Daniel Balderston y la historiadora Donna Guy.
Aparte de estas obras colaborativas, las monografías de investigadores
individuales también resultan cada vez más difíciles de categorizar en térmi-
nos disciplinarios, como ha sido el caso con un sinfín de títulos en años re-
cientes. Unos ejemplos más o menos representativos son: Indígenas mestizos:
raza y cultura en el Cuzco, de la antropóloga peruana Marisol de la Cadena;
Las salidas del laberinto: cultura e ideología en el espacio nacional mexicano,
del historiador y antropólogo mexicano Claudio Lomnitz; The Revolutionary
Imagination in the Americas and the Age of Development de la profesora de
literatura estadunidense y estudios étnicos, María Josefina Saldaña Portillo;
Ficciones somáticas: naturalismo, nacionalismo y políticas médicas del cuerpo
(Argentina 1880-1910) de la crítica literaria argentina, Gabriela Nouzeilles;
The Art of Transition: Latin American Culture and Neoliberal Crisis de la críti-
ca literaria estadunidense Francine Masiello; Músicas locales en tiempos de
globalización de la etnomusicóloga colombiana Ana María Ochoa.
noamericanistas estereotipados del sur y los del norte es una pelea simulada,
una lucha entre bufones, ya que… el latinoamericanista latinoamericano, o
quien asume tal posición, no tiene un derecho auténtico de apropiarse de la
representación de la negación subalterna porque éste también piensa desde
el discurso colonial, igual que, por ejemplo, el latinoamericanista estaduni-
dense (y todos los demás cosmopolitanos y neocosmopolitanos, al grado que
sean latinoamericanistas) no es representativo impecable del sistema de do-
minación epistémica” (“Irruption”: 720). La academia latinoamericana sólo
se puede entender como subalterna en relación con la academia metropoli-
tana, pero para nada está marginada en relación con los grupos rutinaria-
mente excluidos de los medios de representación, el diálogo global de ideas
y la educación pública. Sin embargo, en los congresos internacionales, la
tensión norte-sur no se puede ignorar, y la capacidad superior de disemina-
ción de la producción intelectual realizada en inglés, aunque trate América
Latina, sigue siendo inevitable.
Por otro lado, en lo que sí se publica en español, se reflejan también je-
rarquías. Si en algunos países de América Latina –en general los más grandes
y más ricos como Argentina, Brasil, México, Chile– publican más y mandan
a más profesores a participar en congresos y coloquios internacionales que
otros, el poder económico de España es otro factor que se tiene que tomar
en cuenta al pensar el tema de las jerarquías del saber. Como observa Néstor
García Canclini, “las casas editoriales españolas, quienes controlan el merca-
do para libros en español con una proporción de siete a tres en relación con
el conjunto de editoriales de la ciudad de México, Buenos Aires y el resto de
América Latina, ven al continente como creador de literatura y como área de
expansión para su clientela española. Rara vez publican estudios culturales,
sociológicos o antropológicos de latinoamericanos, y cuando lo hacen sus
afiliados en Argentina, Chile, Colombia o México limitan su circulación al
país de origen” (“Cultural Studies and Revolving Doors”: 13). No obstante
la importancia del interés en relaciones de poder expresado por los estu-
dios culturales latinoamericanos, sean realizados desde Asunción, Chicago o
Tokio, el campo no ha solucionado el problema del lugar de la producción
intelectual latinoamericana en las jerarquías del saber de los mercados inte-
lectuales globalizados.
Cualquier intento de parte de los académicos de remediar la situación
–por ejemplo la subvención del costo de viajar de América Latina a congresos
internacionales para algunos ponentes latinoamericanos, patrocinada por or-
ganizaciones con su sede en Estados Unidos, como ha sido la política recien-
te de la Latin American Studies Association– produce un efecto mínimo. La
mayoría de los mecanismos de diseminación del producto académico quedan
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ni derecho a ser consultados sobre la validez de las categorías que los descri-
ben o interpretan (Intersectando).”
América Latina es válida como espacio de investigación social, pero no
como centro de producción teórica. Este problema es tan evidente en los
estudios culturales “universales” como en las disciplinas más tradicionales.
Se ilustra la actitud de los estudios culturales metropolitanos por un breve
resumen del trato de América Latina en dos textos británicos, los cuales se
leen y se citan con frecuencia en los países anglófonos. Inside Culture de Nick
Couldry, un texto que pretende definir los estudios culturales en términos
disciplinarios y metodológicos, reconoce que existen los estudios culturales
latinoamericanos y de hecho cita la obra de Martín Barbero y García Canclini,
pero sólo como muestras de cómo funcionan los estudios culturales “en el
contexto poscolonial latinoamericano” y como evidencias de la amplitud de la
influencia mundial de la teoría cultural del británico Raymond Williams (34-
35). Aunque hay momentos en este texto cuando sería oportuno citar a éstos
u otros teóricos de los estudios culturales latinoamericanos, Couldry jamás
lo hace, reconociendo sólo a los anglófonos o francófonos contemporáneos
por la aplicabilidad universal de su teoría y tratando a los latinoamericanos
sólo como ejemplos locales de “otros lugares” (21). Los estudios culturales
latinoamericanos se marginan aun más en The Cultural Studies Reader, un
grueso texto en el que el británico Simon During ha compilado 39 ensayos
clave para el campo de los estudios culturales anglófonos de autores de ha-
bla inglesa, francesa y alemana. No obstante su articulación de la importan-
cia de “estudios culturales transnacionales”, el texto excluye por completo
no sólo a latinoamericanos sino a América Latina: en más de 600 páginas
(donde sí se tratan las culturas de Hong Kong, Irán, Bangladesh, Turquía,
etc.) ni se discute (las únicas excepciones: algunas figuras que se mencionan
muy brevemente, entre ellas las chicanas Gloria Anzaldúa, Cherríe Moraga y
Chela Sandoval, y los sudamericanos José Carlos Mariátegui y Gabriel García
Márquez). Un libro británico que sí da espacio a los latinoamericanos es la
colección de ensayos titulado Media and Cultural Studies: Keyworks (Dirham y
Kellner, eds.), la que admite ensayos de García Canclini, Martín Barbero, Ariel
Dorfman y Celeste Olalquiaga, junto a otros de Karl Marx, Antonio Gramsci,
Walter Benjamín, Roland Barthes y Stuart Hall; otro texto excepcional es A
Companion to Cultural Studies, compilado por Toby Millar, el cual incorpora
ensayos de George Yúdice, Jorge Mariscal y Ana María Ochoa Gautier.
Otra área problemática para los estudios culturales latinoamericanos ha
sido el campo de los estudios sobre las culturas “latinas” de Estados Unidos.
Este campo de estudio nació en la academia estadunidense en los intersticios
disciplinarios entre los departamentos de inglés y estudios americanos, por
presentación 35
4
<www.nclr.org/content/publications/detail/31926/>.
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Reader, Durham, Duke University Press, Valenzuela Arce, José Manuel, Nuestros pien-
2004, pp. 1-14. sos: culturas populares en la frontera
Trigo, Abril, “Practices: introduction”, en Ana México-Estados Unidos, México, conaculta,
del Sarto, Alicia Ríos y Abril Trigo (eds.), 1998.
The Latin American Cultural Studies Valenzuela Arce, José Manuel, Vida de barro
Reader, Durham, Duke University Press, duro: cultura popular juvenil y graffiti,
2004, pp. 347-73. Guadalajara y Tijuana, Universidad de
Valenzuela Arce, José Manuel, Los estudios cul- Guadalajara/El Colegio de la Frontera
turales en México, México, conaculta/ Norte, 1997.
Fondo de Cultura Económica, 2003. Varese, Stefano, “Indigenous Epistemologies in
Valenzuela Arce, José Manuel, “Introducción. the Age of Globalization”, en Juan Poblete
Crónica y estudios culturales en México. (ed.), Critical Latin American and Latino
Teorías de la cultura”, en José Manuel Studies, Minneapolis, University of
Valenzuela Arce, coord., Los estudios cul- Minnesota Press, 2003, pp. 138-153.
turales en México, México, conaculta / Yúdice, George, El recurso de la cultura: usos
Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. de la cultura en la era global, Barcelona,
15-33. Gedisa, 2002.
alteridad Levinas insistió en el Otro como constituti-
vo del sujeto, justamente por no olvidar en
La tentación de definir a lo Otro ha sido una ningún momento al “otro”, al prójimo. Éstos
constante del pensamiento occidental. Dicha son sólo algunos filósofos que nombraron al
pretensión puede leerse como una confesión Otro sin intentar definirlo, pero en el siglo
de cierta pulsión quimerista que forma par- xx especialmente a partir de las experiencias
te de las plumas más sesudas de la historia traumáticas de ambas guerras mundiales,
de la filosofía (pretender que se pueda iden- hay muchos pensadores más que comparten
tificar lo Otro a partir del lenguaje de lo este gesto. El psicoanálisis por su parte al-
Mismo se revela como una –tal vez irresisti- teró la identidad del sujeto cartesiano hasta
ble- quimera). Desde las trincheras alema- desquiciarlo. En una perspectiva dialógica,
nas de la primera guerra mundial el filósofo Mijaíl Bajtín respondió al “pienso, luego
judeo-alemán Franz Rosenzweig hacía no- soy” de Descartes “yo también soy”, Eugen
tar que la expresión “todo es” a partir de Rosenstock-Huessy le “torció el cuello” a la
Tales de Mileto ha sido el repetitivo gesto sentencia cartesiana hasta dejarnos escu-
filosófico que buscó reducir lo Otro a lo char respondeo etsi mutabor (respondo aun
Mismo “desde Jonia hasta Jena”. El verbo cuando cambie). En suma, es en el campo
ser desde su sentido de Parménides –para de las relaciones intersubjetivas donde la
quien ser es identidad–, opera como dispo- cuestión del prójimo en su alteridad se re-
sitivo de identificación que busca suprimir vela como imperativo, y ante esta exigencia
la diferencia. Lo hasta aquí expuesto es una que pone en cuestión la autonomía del su-
advertencia para disuadir a aquel que busca jeto, la respuesta ante la interpelación del
en la presente entrada una definición de lo otro se manifiesta como ética heterónoma.
Otro. Lo que sigue son notas que aluden a En este cambio de sentido hacia la hetero-
ecos de alteridad en ciertos pensadores con- nomía, el problema deja de ser los límites
temporáneos, con énfasis en el sentido que de lo cognoscible (ya no se trata de conocer
adquieren para América Latina, especial- o reconocer la alteridad) para dar lugar a la
mente para México y Guatemala. responsabilidad para con el otro. Al saberse
En español el término “otro” tiene varias sobreviviente, hablar significa testimoniar
caras: funge como adjetivo, pronombre, sus- por el otro.
tantivo; alude tanto a la temporalidad como De los nombres que aparecen más arriba,
a una indefinida cualidad. Indica a la vez sin duda es el de Emmanuel Levinas (1906-
repetición y diferencia, una repetición que 1995) aquel que se relaciona inmediata-
difiere tanto en el sentido temporal como mente con la alteridad. Este filósofo judío,
ontológico. nacido en Lituania, francés por elección, en
Entre los filósofos que vieron un proble- su libro Totalidad e infinito (1961) define a
ma en el intento recurrente de reducir lo la ética –heterónoma– como prima philoso-
Otro a lo Mismo, Friedrich Nietzsche criticó phia, a partir del otro. En Totalidad e infinito
el afán de subordinar la alteridad de lo sin- Levinas remite al otro bajo las cuatro figuras
gular en los conceptos; Jacques Derrida bíblicas del pobre, la viuda, el huérfano y el
planteó la diferencia radical sobre la que se extranjero; iconos de la vulnerabilidad y de
instala todo edificio conceptual; Emmanuel la falta, estos cuatro personajes conceptua-
[41]
42 alteridad
les dan origen a las leyes morales y sociales Totalidad) se manifiesta como escucha del
del Levítico, y a partir de allí a los reclamos otro, esto supone al menos que el otro tiene
de los profetas. Sin embargo, esta tétrada bí- voz y palabra; luego, esta lectura de la ética
blica no sirve para definir la alteridad, sino heterónoma levinasiana a través de Dussel,
para evocar una subjetividad responsable se revela problemática. Ésta no es una de-
por el otro desde tiempos inmemoriales. fensa de la ética de Levinas en detrimento
Dicha responsabilidad heterónoma no res- de las capacidades de la literatura en tanto
ponde a la voluntad del sujeto responsable maestra de ética. Por el contrario, intenta-
sino que es constitutiva de la subjetividad. mos subrayar la relación íntima entre ética
Así, el término “sujeto” debe ser entendido y literatura en el pensamiento del filóso-
como participio pasado, sujetado al otro por fo, que en repetidas ocasiones dice haber
la lengua y el tiempo que no son de su pro- aprendido lecciones de ética precisamente
piedad sino que vienen de otros y se trans- de autores como Shakespeare, Dostoievski,
miten a aquellos que vendrán. parte de una larga lista en la que se incluye
Desde los años setenta Enrique Dussel, Kafka, Rimbaud y Celan también. La ética
primero en Argentina y después en México, heterónoma de Levinas no pretende volver-
trató de traducir la ética heterónoma a la fi- se una política programática, sin embargo,
losofía de la liberación latinoamericana. Su sin ser tampoco teoría política, al poner en
ética se debe en buena parte a las inquietu- cuestión la autonomía, es un pensamiento
des que le produjo la lectura temprana de la político.
obra de Levinas de 1961. En su Ética de la En las culturas cuya cuna es Occidente
liberación (1998), el filósofo sigue refirien- la obsesión por el otro tuvo muchas formas,
do a Levinas para aproximarse a ese “otro” tal vez podamos resumirla bajo la pregunta
que en su pensamiento no deja de responder algo paródica “¿por qué el otro es Otro y no
por la tétrada bíblica, pero que en América más bien un otro Yo?” En términos políticos
Latina pone énfasis en los excluidos (las esto se traduce por guerra, conquista, colo-
mujeres que son asesinadas sistemática- nización y cuando esto se revela insosteni-
mente en Ciudad Juárez, por ejemplo), las ble: genocidio (Todorov).
víctimas, que son el indigente, el indígena. La inquietud no cesa: los filósofos son
Esas mayorías numéricas que por los azares parte activa en el universo transtextual.
eufemísticos se dan en llamar “minorías” y Como es sabido, la poesía puede decir mu-
cuyo apelativo se debe posiblemente a ser cho más de lo que la filosofía quiere decir:
considerados “menores” en el sentido de in- “Yo es otro” sentenció Rimbaud. El verbo
fans, sin derecho a la palabra. Esto recuerda revela que no se trata de mera alienación (en
el discurso del ezln en Nurio, Michoacán, ese caso estaría conjugado en primera per-
del 4 de marzo de 2001: “Somos un objeto sona). Esta frase dice la pasividad misma:
de decoración, un adorno vistoso y olvidado por causa del verbo conjugado en la tercera
en una esquina de la sociedad. Somos un persona, el objeto señorea sobre el sujeto
cuadro, una foto, un tejido, una artesanía, gramatical; el sujeto se vuelve rehén del ob-
nunca un ser humano.” El proyecto de libe- jeto. La jerarquía gramatical es alterada, ya
ración de Dussel –cuyo objetivo es “superar” no se puede distinguir sujeto de objeto: esta
desde América Latina al pensamiento críti- expresión poética produce la emergencia de
co– es leído por Doris Sommer en Proceed lo intersubjetivo en el seno mismo de la sub-
with Caution When Engaged by Minority jetividad. El verbo copulativo pierde el sen-
Writing in the Americas, un sensible texto tido reductor de la alteridad.
de estudios culturales que pone de relieve El poeta logró decir más fuerte aquello
problemas de alteridad. En dicho trabajo, la que los movimientos sociales forjaron como
interpretación dusseliana de Levinas eclip- consignas del desgarramiento: “todos so-
sa a la concepción del lenguaje de la ética mos... el otro” (“judíos y alemanes” dijeron
heterónoma, entendiendo que a diferencia jóvenes y obreros en el mayo francés (ante
de la literatura, en la filosofía de Levinas el la discriminación sufrida por el líder estu-
otro sigue privado de palabra. Sin embar- diantil Daniel Cohn-Bendit), “Marcos” dije-
go, si el “decir” levinasiano (en la noción ron los mexicanos –“indios”, hubieran pre-
heterónoma del lenguaje desarrollada en ferido oír otros–, “judíos” fue la palabra
alteridad 43
performativa del gobierno danés ante el re- quien te engendra. Son los muertos” y más
clamo del Tercer Reich de discriminar a adelante, en un eco lejano de Rimbaud
“sus” judíos con la estrella amarilla). La pri- “Soy esos otros /También”. Porchia lo dice
mera persona del plural sigue obsesionando de forma aforística, poniendo en cuestión
al sujeto autónomo, por ejemplo en México. el conocimiento que no deja de ser un acto
Según relata Carlos Lenkersdorf, en lengua de fe, incluso de credulidad, por su compro-
tojolabal se dice “uno de nosotros cometi- miso con la vida y con el porvenir, al decir
mos un crimen” (y no, como esperaría la en una de sus Voces “Si yo hubiera creído
moral autónoma: “uno de nosotros come- que lo otro era lo mismo, mi vida no habría
tió...”). Esto alude, según demuestra el an- tenido ninguna extensión”. Y aquí “vida” y
tropólogo (y tal como se puede constatar en “extensión” son sinónimos.
otras culturas vecinas, como la maya-quiché El esfuerzo por pensar la alteridad no es
de Guatemala), a una concepción del sujeto propiedad exclusiva de filósofos, poetas o
que tiene en cuenta al Otro en el Yo bajo el psicoanalistas; los antropólogos han dado
signo de la responsabilidad. Es una respon- lecciones de alteridad. Roger Bartra, a pro-
sabilidad heterónoma que, en el caso de los pósito del quinto centenario de la conquista
mayas, porta la memoria de sus muertos de América, escribió un libro memorable en
bajo la propia piel. el que la alteridad es abordada desde ambas
Así, la filosofía de la historia benjaminia- orillas: desde el Mismo y desde el Otro. El
na (en consonancia con la temporalidad le- título es elocuente: El salvaje en el espejo su-
vinasiana) compromete al historiador con giere un reflejo inesperado que da una vuel-
un pasado que le es inherente sin ser propio, ta completa a la civilización europea a tra-
sin haber sido jamás su presente. La respon- vés de la invención de su salvaje, un
sabilidad para con los muertos es inabroga- torbellino de civilización y barbarie, de mito
ble y en eso coinciden las diversas voces de y logos. En su brillante investigación, el an-
la alteridad. De este modo, la segunda tesis tropólogo mexicano dice haberse percatado
de la filosofía de la historia, escrita en ale- de estar asistiendo a la creación misma de
mán (por Walter Benjamin a la sombra de la noción del Otro. Y al modo de quien aus-
la desesperanza producida por el pacto de culta (es decir, escucha y no sólo ve), reba-
Hitler y Stalin en la segunda guerra mun- sando el afán de diagnosticar, con la espe-
dial) que versa que “ni siquiera los muertos ranza de que su escritura resuene, da su
están a salvo del enemigo cuando éste ven- palabra al porvenir:
ce”, si la traducimos al español en Guatemala, “Esta obsesión occidental por el Otro,
se descubre como experiencia vivida en re- como experiencia interior y como forma de
lación con los desaparecidos, en el marco de definición del Yo, ha revelado la presencia
una cultura quiché que considera a los vivos de otras voces: El Otro ha ocultado al otro.
en –viva– relación con sus muertos. Mi esperanza es que, en la medida en que
La constitución del sujeto por la alteridad el hombre occidental comprenda la natura-
es pensada en culturas diversas. La relación leza mítica del salvaje europeo, pueda en-
con los muertos en México y Guatemala es frentar la historia del tercer milenio, una
vital. En el Río de la Plata poetas como historia cuyas desgracias previsibles e im-
Jorge Luis Borges o Antonio Porchia pensa- previsibles tal vez puedan ser atenuadas, o
ron la trascendencia del sujeto en una suje- incluso evitadas, si el Occidente aprende
ción al otro que va en todas las direcciones por fin que hubiera podido no existir, sin
del tiempo: los muertos en los vivos, los vi- que por ello los hombres sufrieran más de
vos en los que vendrán, los que vendrán en lo que sufren hoy por haber perdido tantos
los muertos y en los vivos, los muertos en caminos que quedaron abandonados tan
el porvenir. En términos filosóficos resuena sólo para que, si acaso, la voz melancólica
la heteronomía levinasiana que dice que al de algunos poetas o la curiosidad de raros
hijo no lo tengo, sino que lo soy, siempre eruditos los evoque. La Europa salvaje nos
y cuando entendamos al verbo “ser” bajo enseña que hubiéramos podido ser otros...”
el signo de la pluralidad, contrariamente a (Bartra, Salvaje: 193)
su sentido eleático o de identidad. Borges Es alarmante constatar que “el Otro ha
escribe en un poema “Al hijo”: “No soy yo ocultado al otro”, esto es, que la especula-
44 alteridad
ción por marcar el límite entre el Mismo obras de consulta. Bajtín, Mijaíl, Yo también soy,
y el Otro, encubre a la injusticia y llega a México, Taurus, 2000: Bartra, Roger, El salva-
ser asesina (en un ajuste del aforismo de je en el espejo, México, Universidad Nacional
Porchia citado antes). La frontera entre Autónoma de México/Era, 1992; Benjamin,
el Mismo y el Otro está custodiada por la Walter, “Tesis de la filosofía de la historia” en
ilusión de identidad pura, cercada por la Angelus Novus, Barcelona, Edhasa, 1971, pp.
“experiencia interior” en su afán de definir 77-89; Derrida, Jacques, “La différance” en
al Yo. La “experiencia interior”, ignorante Márgenes de la filosofía, Madrid, Cátedra, 1989,
del prefijo “ex” que acentúa la ética hete- pp. 37-62; Dussel, Enrique, Ética de la libera-
rónoma, tiene por forma más conocida al ción, Madrid, Trotta, 1998; Ejército Zapatista
empirismo, cuyo objetivo de conocimiento de Liberación Nacional, “Al Congreso Nacional
opera la reducción de lo Otro a lo Mismo, Indígena: el dolor nos une y nos hace uno”
y luego, en el plano político el “otro” queda http:// palabra.ezln.org.mx/ comunicados/
eclipsado por el “Otro”. Este entrecruza- 2001/ 2001_03_04.htm; Lenkersdorf, Carlos,
miento entre civilización y barbarie trazado “El mundo del nosotros” en E. Cohen y A. M.
por Bartra (anunciado por Benjamin en su Martínez de la Escalera, coords., Lecciones de
séptima tesis en pleno auge del nazismo), Extranjería, México, Siglo XXI Editores, 2002,
alerta contra la locura de la pureza –que pp. 147-153; Levinas, Emmanuel, Totalidad
llega a América en el siglo xvi y cuyos ester- e infinito, Salamanca, Sígueme, 1987 (orig.
tores conoció descarnadamente el siglo xx. 1974); Nietzsche, Friedrich, Sobre verdad y
Hay una canción popular que condensa los mentira, Madrid, Tecnos, 2003; Rosenstock-
“ecos de alteridad” anunciados al comienzo Huessy, Eugen, The Origin of Speech, Norwich,
de este artículo y desarrollados en el mis- Vermont, Argo Books, 1981; Rosenzweig,
mo, que resume al Otro en el Yo, que sólo Franz, La estrella de la redención, Salamanca,
se entiende como “yo” sujetado al “otro”, a Sígueme, 1997; Sommer, Doris, Proceed with
ese tiempo plural que sólo cobra sentido en Caution When Engaged by Minority Writing
los otros. Esa canción alude a una “mezcla” in the Americas, Cambridge, Massachusetts,
–de lenguas y etnias– que al decir lo plural, Harvard University Press, 1999; Todorov,
conjura el peligro de la fusión: “en lo puro Tzevetan. Nosotros y los otros: reflexión so-
no hay futuro/ el futuro está en la mezcla/ bre la diversidad humana, México, Siglo XXI
en la mezcla de lo puro/ que antes que puro Editores, 1991.
fue mezcla” (“En lo puro no hay futuro” del
grupo Jarabe de Palo). [silvana rabinovich]
campo cultural la latinoamericana, que le daba inesperada
visibilidad, la literatura se volvió un objeto
La temporalidad que marcó los estudios de especialmente dúctil para pensar los proble-
la cultura de los años cincuenta y sesenta en mas culturales a los que la ficción trataba,
América Latina estuvo ligada a una mirada simbólicamente, de responder. Ángel Rama
política articulada por el pensamiento mar- es el nombre clave que reúne una cantidad
xista y por el impulso de las revoluciones de de proyectos y discursos intelectuales diri-
la época, anticoloniales y radicales; esa mi- gidos a reflexionar sobre la cultura latinoa-
rada estaba especialmente interesada en la mericana desde la idea de la heterogeneidad
historicidad de los procesos que servían cultural. Esos proyectos se enunciaban en
para definir a una determinada cultura y, términos de “multitemporalidad”, de tiem-
correlativamente, a las relaciones entre cul- pos densos, de sincronía. Quizá un libro
turas. Las ideas de cambio, crisis, transfor- de cierre de esa concepción de la cultura,
maciones, vanguardias, rupturas, estuvieron publicado en 1985, La literatura latinoame-
por ello ligadas a una temporalidad acelera- ricana como proceso, que reúne a los prin-
da que tenía al cambio como motor y a la cipales representantes de la crítica de ese
vez como instrumento para pensar la histo- momento, resume en su mismo título las
ria y la cultura. La apertura en América preocupaciones del periodo: no sólo se con-
Latina, con la Revolución cubana de 1959, cibe a la literatura como práctica autónoma
de un proceso revolucionario que tenía al y a la vez identitaria sino que la experiencia
tiempo como espacio de realización y difu- de la temporalidad está en el centro de la
sión en América, da cuenta de las expectati- interpretación. Antonio Cornejo Polar enun-
vas y de la fe en el poder de la historia. ció en esos mismos términos, hacia el final
“América Latina” se constituye como una de su vida, y en una suerte de testamento
unidad para ser pensada conjuntamente y crítico, que en los textos latinoamericanos
como alternativa en un mundo dominado “...actúan tiempos también variados; o si se
por polaridades. Tanto las utopías como los quiere, que son históricamente densos por
proyectos revolucionarios del sur del conti- ser portadores de tiempos y ritmos sociales
nente pertenecen al eje de las temporalida- que se hunden verticalmente en su propia
des, y el impulso homogeneizador, moderni- constitución, resonando en y con voces que
zante, de estos procesos requiere pensarse pueden estar separadas entre sí por siglos de
en el tiempo futuro como lugar de todas las distancia” (Cornejo Polar 1994, 18). Rama
transformaciones. había reordenado en Transculturación na-
Lejos, sin embargo, de un modelo unifi- rrativa en América Latina (1982) gran par-
cador y universalista, el pensamiento crítico te de las ideas de la época sobre la cultura
de América Latina se instaló en el eje de latinoamericana, centrándose en la práctica
la temporalidad para pensar la complejidad literaria, para establecer el modelo de con-
de las culturas de las diferentes regiones. vivencia de tiempos y experiencias: “Al con-
Entre las disciplinas, logró un lugar des- trario, el concepto [de transculturación] se
tacado la crítica literaria. Dotada de una elabora sobre una doble comprobación: por
buena biblioteca marxista y sustentada en una parte registra que la cultura presente de
un fenómeno literario, el boom de la nove- la comunidad latinoamericana (que es un
[45]
46 campo cultural
con lógicas específicas que, a la vez, com- Rama, Antonio Cornejo Polar, Néstor García
parten reglas comunes. Los campos se defi- Canclini, Jesús Martín Barbero, Beatriz
nen a partir del capital que está en juego. Sarlo, Renato Ortiz, Nelly Richard, Oscar
Bourdieu ha insistido mucho en el estu- Terán, entre otros, usaron productiva y crí-
dio de los intelectuales y artistas y, en ticamente los textos de Bourdieu. Desde la
América Latina, la idea de campo se ha asi- sociología, la crítica literaria, la historia, la
milado a la de campo intelectual en gran antropología, interpretaron la cultura como
parte de los estudios. Los intelectuales han un complejo entramado de negociaciones.
sido definidos como la fracción dominada Es probable que una de las categorías de
por la clase dominante; en tanto poseedores Bourdieu que aportara más al pensamiento
de habitus de clase, de un elevado capital latinoamericanista haya sido la de evitar la
simbólico, son un elemento dominante del tradicional perspectiva “interdisciplinaria”
campo cultural pero, en tanto actores que (como aportes parciales de diferentes disci-
deben someterse o negociar con institucio- plinas) en favor de estudios que atendieran
nes, con los actores económicos y con las a una mirada múltiple, sin tener que dar
diferentes instancias de poder, son actores cuenta a cada disciplina de su aporte, es de-
dominados. De esta posición ambigua deri- cir, una disolución de los límites disciplina-
va Bourdieu la ambigüedad de los intelec- rios para mejor entender objetos complejos,
tuales y artistas durante la modernidad. cruzados por múltiples problemáticas.
El campo es una esfera de la vida social En México fue Néstor García Canclini
que se ha autorizado a través de la historia. quien hizo de las categorías de Bourdieu, en
El concepto de institución es fundamental trabajos fundadores de una perspectiva cul-
para entender la dinámica de los campos turalista sobre el presente, un uso más pro-
culturales. Las instituciones son la configu- ductivo. En libros como Culturas híbridas.
ración de relaciones entre actores individua- Estrategias para entrar y salir de la moderni-
les y colectivos. Bourdieu no hace una re- dad (1990), Consumidores y ciudadanos
presentación unívoca del espacio social sino (1995) o Latinoamericanos buscando lugar
una representación pluridimensional por- en este siglo (2002), estableció la idea de
que el espacio social está constituido por campo cultural para interpretar fenómenos
una pluralidad de campos autónomos defi- que cruzaban la experiencia urbana, los pro-
nidos por modos particulares de domina- ductores culturales, las relaciones de la in-
ción. Ciertas formas de dominación son dustria cultural con el capital transnacional,
transversales a los diferentes campos como, la relación entre la cultura letrada y los me-
por ejemplo, la dominación masculina. dios, la organización del pasado, la multi-
Ciertamente, la teoría de Bourdieu trata de culturalidad y el multilingüismo, la idea de
resignificar varias categorías del marxismo nación, los vínculos entre cultura y arte-
clásico (dominación, capital, clase) abrien- sanía en las instituciones estatales. Es a tra-
do su alcance semántico en sociedades más vés de la idea de campo que la pluralidad de
complejas, donde los actores sociales valen un país con múltiples etnias, lenguas, tradi-
de diferentes maneras en diferentes situa- ciones, con vínculos estrechos y desiguales
ciones. En el contexto marxista de la crítica con Estados Unidos, con desordenado cre-
cultural latinoamericana, las categorías de cimiento urbano y, básicamente, con una
Bourdieu resultaron muy útiles para estu- relación conflictiva y ambigua con lo mo-
diar contextos culturales en los que los ac- derno, puede mostrar a la mirada del inves-
tores sociales y las instituciones se caracte- tigador algunas de sus varias caras. Sus es-
rizan profundamente por la inestabilidad y tudios siempre tratan de poner en juego la
la ambivalencia de sus papeles. pluralidad de experiencias y discursos de
Conjuntamente con la relectura de que están hechas las culturas.
Gramsci, los textos de Bourdieu propor- En Argentina fue Beatriz Sarlo quien re-
cionaron elementos para pensar la función interpretó los estudios de la cultura a la luz
intelectual en América Latina. La idea de de las categorías de Bourdieu. Libros como
campo cultural centró los estudios críticos El imperio de los sentimientos: narraciones
en las instituciones y en los sujetos de la cul- de circulación periódica en la Argentina,
tura y sus relaciones. Los trabajos de Ángel 1917-1922 (1985) y Una modernidad perifé-
48 campo cultural / canon
rica. Buenos Aires 1920 y 1930 (1988) impul- la cultura y la sociedad (trad. Horacio Pons),
saron un modelo de cultura como cruce de Buenos Aires, Nueva Visión, 2000].
tensiones y como campo de lucha. Las sepa-
raciones clásicas entre cultura de élites y [graciela montaldo]
cultura popular o masiva se desarticulan en
sus libros mostrando, como lo hace García
Canclini en los análisis del presente, de qué canon
modo las interacciones entre los diferentes
actores y las diferentes prácticas suponen antecedentes. En la actualidad, el uso de un
intensas negociaciones y luchas por el poder término como canon o como la referencia a
simbólico. lo canónico, se presenta como concepto
Si bien podemos trazar la arqueología de apaciguador y que remite a un espacio que
la idea de campo cultural en el pensamiento institucionaliza, o bien, a una lista que con-
europeo, conviene no olvidar de qué modo glomera, para intentar fijar ciertas normas
gran parte de los análisis culturales de la o valores en un campo cultural. Pero en el
segunda mitad del siglo xx en América término se reúnen algunos antecedentes que
Latina se manejaron con una perspectiva no sólo hacen referencia a las normas o a
cultural amplia tratando de entender la los criterios selectivos sino también a las
complejidad de los diferentes fenómenos. El conductas y acciones de individuos o insti-
registro de una tensión entre los modelos tuciones. Así, en Inglaterra, el “canon laico”
eurocéntricos y las perspectivas nacionales se relaciona con la formación y la transfor-
o regionales marcó a la mayoría de los estu- mación de los cánones cristianos, entendi-
dios críticos sobre América Latina; la cate- dos como señala la Enciclopedia Británica
goría de cultura fue la que iluminó buena en el sentido de “cuerpos de reglas y regula-
parte de los análisis fundadores. Los traba- rizaciones (cánones)” que en cierta forma
jos de David Viñas, Ángel Rama, Antonio guían la conducta de los individuos e insti-
Cornejo Polar, Antônio Cândido se cuentan tuciones de ciertas iglesias. Estas normas
entre ellos. son elaboradas por una autoridad eclesiás-
tica dedicada a ese objetivo. En el Diccionario
obras de consulta. Altamirano, Carlos y de la Real Academia Española canon, del
Beatriz Sarlo, Literatura/Sociedad, Buenos griego kanon, se vincula con regla o precep-
Aires, Hachette, 1983; Bourdieu, Pierre, La to, como dogma de la Iglesia Católica, como
distinction: critique sociale du jugement, París, catálogo de textos sagrados y como parte de
Minuit, 1979; Bourdieu, Pierre, Las règles de la misa (te igitur al Páter noster). En las for-
l´art: genèse et structure du champ littéraire, mulaciones de algunos filósofos como John
París, Seuil, 1992; Cornejo Polar, Antonio, Stuart Mill y Emmanuel Kant, el término
Escribir en el aire. Ensayo sobre la heterogenei- canon se vincula con un principio regulador,
dad sociocultural en las literaturas andinas, por lo que se asocia a un concepto de inva-
Lima, Horizonte, 1994; Foucault, Michel, Les riabilidad. A medida que se relaja este sen-
mots et les choses. Un archéologie des sciences tido restringido, puede pensarse que el ca-
humaines. París, Gallimard, 1966 [Las pala- non debate entre la constancia y la
bras y las cosas: una arqueología de las ciencias alterabilidad, por lo cual incorpora el senti-
humanas (trad. Elsa Cecilia Frost), México, do de cambio y modificación.
Siglo XXI Editores, 1968]; Pizarro, Ana (co- Un término que en su origen se emplea
ord.), La literatura latinoamericana como pro- en el campo religioso y en la música, como
ceso, Buenos Aires, Centro Editor de América composición en que sucesivamente van en-
Latina, 1985; Rama, Ángel, Transculturación trando las voces, repitiendo o imitando cada
narrativa en América Latina, México, Siglo una el canto de lo que le antecede, se va
XXI Editores, 1982; Sarlo, Beatriz, Una mo- expandiendo hasta convertirse en lo que
dernidad periférica. Buenos Aires 1920 y 1930, Harold Bloom señala como “una elección
Buenos Aires, Nueva Visión, 1988; Williams, entre textos que compiten por sobrevivir y
Raymond, Keywords: A Vocabulary of Culture se interpreta esa elección con lo realizado
and Society, Nueva York, Oxford University por grupos dominantes, instituciones edu-
Press, 1983 [Palabras clave: un vocabulario de cativas, tradiciones críticas, o como por au-
canon 49
te, los escritores consagrados en el llamado Años más tarde, se destaca como figura
boom de la novela latinoamericana son to- central de la poesía mexicana a Octavio Paz,
dos varones, blancos, cultos y habitantes de quien se hizo merecedor de una canoniza-
“la ciudad letrada”. La oposición entre un ción internacional al obtener el Premio
canon cosmopolita frente a otro regional o Nobel de Literatura en 1990. En México,
de modelos europeos frente a corrientes ne- Octavio Paz es más conocido por su estudio
oindigenistas puede analizarse desde la reti- sobre la identidad nacional El laberinto de la
cencia de José María Arguedas ante la obra soledad (1950), que por su poema canónigo:
de Alejo Carpentier o la de Julio Cortázar. “Piedra de sol”. Los otros escritores laurea-
En la generación posterior, la discusión se dos en nuestra América, además de la ya
centrará en la pertinencia o no de un escri- citada Gabriela Mistral, el también poeta
tor como Manuel Puig, quien incorpora en chileno, Pablo Neruda, y los narradores
sus novelas materiales considerados propios Miguel Ángel Asturias, guatemalteco, y el
de la subliteratura o de la cultura popular. colombiano Gabriel García Márquez.
Discusión que lleva a considerar el proble-
ma del canon con relación a la ampliación canon en méxico. En México se consideran
del corpus literario. En el mismo decenio como los forjadores de una cultura nacional
de los setenta surge, en los países sudame- a los integrantes de la Academia de Letrán
ricanos, la narrativa sobre la dictadura y el y del Liceo Hidalgo, entre ellos Ignacio
exilio que exige nuevas calas de análisis para Ramírez “El Nigromante” e Ignacio Manuel
abordar “lo innombrable” y “lo ominoso” Altamirano, quien delimitó el concepto de
de la violencia institucionalizada. En el si- “literatura nacional”; estos escritores que
guiente decenio, la eclosión de los márgenes militaron en las filas del liberalismo, promo-
(escritura de mujeres, minorías sexuales y vieron en México la lectura de autores ro-
étnicas) tiene repercusiones en la literatura mánticos de origen francés, inglés y alemán,
y en la crítica de la mayoría de los países en un país de mayoría analfabeta.
latinoamericanos; así como la preferencia A finales del porfiriato, el realismo y el
de los lectores por las novelas de corte his- naturalismo se incorporaron a la literatu-
tórico a finales del siglo xx, impulsados por ra canónica con tintes mexicanos en obras
políticas editoriales que promueven premios como: El zarco, Baile y cochino, La bola,
nacionales e internacionales, con campañas Cuarto poder y Santa; esta última novela
publicitarias basadas en la mercadotecnia. considerada como el primer best seller de la
La crítica académica, que había incorpora- literatura mexicana.
do los métodos estructuralistas y lecturas in- El Ateneo de la Juventud es un grupo
manentes de los textos literarios en los años cultural, cuyas actividades se extienden des-
sesenta e inicios de los setenta, resiente un de los tiempos de Porfirio Díaz a la presi-
fuerte impacto con el auge de los estudios dencia de Álvaro Obregón. Sus integrantes
de género y los estudios culturales (tanto en intentaron unir la tradición clásica con los
la vertiente de la crítica literaria feminista, temas nacionales y actuaron tanto dentro
como en los estudios lésbico-gay y los queer del porfirismo como en la revolución y, aun-
studies) y, en los últimos decenios del siglo que se disuelven en dos ocasiones (1914 y
xx, los estudios culturales y poscoloniales. 1924), su influencia se extiende hasta fina-
Desde estas nuevas perspectivas teóricas y les de los años veinte. Entre sus integran-
críticas se releen a autores y textos canóni- tes se encuentran Alfonso Reyes, quien
cos como, por ejemplo, la reelectura de la desarrollará una valiosa labor diplomática
poesía amorosa y social de Sor Juana Inés y cultural, convirtiéndose en el represen-
de la Cruz con relación a sus vínculos con la tante del canon literario mexicano; José
virreina Leonor María Carreto, Marquesa de Vasconcelos, ministro de cultura en épocas
Mancera y con las autoridades eclesiásticas de la Revolución y autor del Ulises criollo;
de la época; o la ambigua figura, entre viril y Martín Luis Guzmán, secretario de Pancho
maternal, entre mestiza y criolla, de nuestra Villa y posterior político de la revolución
primer Premio Nóbel, Gabriela Mistral, con- institucionalizada, autor de dos textos ca-
siderada como “Maestra de América”, pero nónicos: El águila y la serpiente y La sombra
también como “Madre Nacional” en Chile. del caudillo.
52 canon
lonial que fue introducida a las Américas Andes, 2000; Zanetti, Susana, “Algunas consi-
por los colonizadores, que fue indispensable deraciones sobre el canon literario latinoame-
para la fundación de la cultura nacional au- ricano,” en Susana Cella (comp.), Dominios de
tónoma y que ha sido propiedad casi exclu- la literatura. Acerca del canon, Buenos Aires,
siva de las clases dominantes (2). Beverley, Losada, 1998, pp. 87-105.
al reconocer tanto la nueva hegemonía cul-
tural de los medios masivos, que tienen la [ana rosa domenella;
capacidad de alcanzar a sectores sociales luz elena gutiérrez de velasco]
mucho más amplios y diversos que la litera-
tura, como la importancia de buscar estra-
tegias para comprender desde la academia ciudad letrada
las culturas subalternas de grupos que no
buscan acceso a las instituciones de la ciu- “Ciudad letrada” es un término acuñado por
dad letrada, adopta una postura “en contra el crítico literario y cultural uruguayo Ángel
de la literatura”, la cual implica, finalmente, Rama (1926-1983), en la obra inconclusa del
una afiliación con el proyecto crítico de los mismo nombre. La ciudad letrada fue publi-
estudios culturales. cada póstumamente en 1984, de manera casi
simultánea en Estados Unidos (Ediciones del
obras de consulta. Beverley, John, Against Norte) y en Uruguay (Comisión uruguaya
Literatura, Minneapolis, University of Minnesota pro Fundación Internacional Ángel Rama).
Press, 1993; Bloom, Harold, El canon occiden- El libro tuvo varias reediciones posterio-
tal, Barcelona, Anagrama, 1995; Cella, Susana res y fue traducido al inglés en 1996 (Duke
(comp.), Dominios de la literatura: acerca del University Press). Desde su publicación, el
canon, Buenos Aires, Losada, 1998; Eliot, T. S., volumen, una de las contadas contribucio-
Ensayos escogidos (selección y prólogo de Pura nes latinoamericanas a la teoría cultural,
López Colomé), México, Universidad Nacional ha ejercido una perdurable y generalizada
Autónoma de México, 2000; Guillory, John, influencia en los estudios culturales lati-
Cultural Capital: The Problem of Literary Canon noamericanos, en particular en los estudios
Formation, Chicago, University of Chicago coloniales y del “largo siglo xix.”
Press, 1993; Gutiérrez Estupiñán, Raquel, Esta influencia responde a diversas razo-
Una introducción a la teoría literaria, México, nes. Por una parte, Rama ensaya una am-
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, biciosa historia cultural de América Latina
2004; Mignolo, Walter, “Entre el canon y el cor- desde la refundación de Tenochtitlán en 1521
pus” en Nuevo texto crítico, año vii, núms. 14-15, hasta el México de mediados del siglo xx. El
1995, pp. 23-36; Pozuelo Yvancos, José María y libro tiene una rara coherencia de enfoque,
Rosa María Aradra Sánchez, Teoría del canon ya que desarrolla un único problema: el de
y literatura española, Madrid, Cátedra, 2000; la “clase” letrada latinoamericana, su cons-
Rama, Ángel, La ciudad letrada, Hanover, N. titución, consolidación, transformaciones y
H., Ediciones del Norte, 1984; Sánchez Prado, ampliaciones, su sorprendente persistencia
Ignacio, El canon y sus formas: la reinvención a través del tiempo, la dinámica de sus re-
de Harold Bloom y sus lecturas hispanoamerica- laciones tanto con las metrópolis coloniales
nas, Puebla, Secretaría de Cultura, Gobierno del y poscoloniales como con los grupos subal-
Estado de Puebla, 2002; Showalter, Elaine, “La ternos sobre los que gravita. Asimismo, el
crítica feminista en el desierto” en M. Fe (co- libro de Rama ensaya un productivo camino
ord.), Otramente: lectura y escritura feministas medio entre la epistemología y el análisis
(trad. A. Rodríguez), México, Fondo de Cultura estético, para el que Román de la Campa
Económica, 1999, pp. 75-111; Tomachevski, acuñó el neologismo “epistética.”
Boris, “Temática” en Tzvetan Todorov (ed.), Finalmente, aunque Rama sea conside-
Teoría de la literatura de los formalistas rusos, rado uno de los fundadores de los estudios
Buenos Aires, Ediciones Signos, 1970; Volek, culturales latinoamericanos, su práctica
Emil (ed.), Signo, función y valor. Estética y escrituraria (en términos “literarios” tanto
semiótica del arte de Jan Mukarovsky (trad. J. como políticos) está firmemente enraizada
Jandová), Bogotá, Plaza y Janés-Universidad en la tradición del ensayo latinoamericano
Nacional de Colombia-Universidad de los poscolonial. Es indudable la vinculación
54 ciudad letrada
Decline and Fall of the Lettered City (2002) letra) su centro (cultura audiovisual o digi-
que verosímilmente podríamos concebir tal, testimonio, grafitti, crónica, etc.).
como la conclusión (esta vez en el registro En todo caso, incluso cuando se la con-
de la monografía académica) que Rama voca para señalar sus límites y excederla, la
nunca pudo dar a su ensayo. El volumen de noción de ciudad letrada no ha dejado de de-
Franco estudia cómo, en el marco de la gue- marcar un horizonte teórico y escriturario.
rra fría, se asiste a la pérdida por parte de Un concepto como el de ciudad letrada,
la ciudad letrada (que en el caso de Franco que se propone como una clave de interpre-
equivale a la literatura y a un sector de las tación para una experiencia hemisférica
ciencias sociales) del privilegio epistemoló- multisecular, no podía dejar de atraer críti-
gico sobre el cual basó su predominio, y su cas de diversa índole. Cerraremos esta pre-
lugar eminente (hasta el Boom inclusive) sentación con algunas de ellas.
como instancia privilegiada de intérprete y A pesar de su impronta foucaultiana, las
guía de la comunidad nacional. nociones de letrado y ciudad letrada unifi-
La noción de ciudad letrada ha fecunda- can de manera problemática prácticas cul-
do al menos tres líneas de investigación. turales no obviamente compatibles. Esta es
Hay, por un lado, empresas crítico-teóricas una crítica que Julio Ramos lleva adelante
que buscan prolongar o afinar las intuicio- en Desencuentros, un libro que, por otra par-
nes de Rama por medio de estudios de caso te, no podría haber sido concebido sin el
que precisan los patrones de funcionamien- (reconocido) antecedente de La ciudad letra-
to y transformación de la ciudad letrada. da. Desde luego, podría decirse que esta
Entre estas indagaciones, además del ya ci- arriesgada apuesta por una unidad de visión
tado volumen de Franco, podemos mencio- es también aquello que da al ensayo su in-
nar los estudios en torno al barroco colonial dudable fuerza.
y el surgimiento de la conciencia criolla (en- Otros, como Mabel Moraña, indica que la
tre ellos, el volumen de Mabel Moraña Viaje visión de Rama, aunque surge de (y es fiel
al silencio: exploraciones del discurso barro- a) el pensamiento de izquierda latinoameri-
co, de 1998), los estudios en torno a la lite- cano, no deja de tener una impronta cultu-
ratura de la emancipación como continua- ralista, impronta omnipresente en el ensa-
ción y ruptura de los paradigmas de la yo de interpretación latinoamericano, con
práctica letrada del siglo xviii, y los estudios pocas excepciones como la de José Carlos
en torno a la literatura de la modernización Mariátegui. Por ello, no concede debida
latinoamericana. atención a los procesos productivos que han
Otra línea de estudios busca poner de re- hecho posible la perpetuación de ciudad
lieve los modos en los que la ciudad letrada letrada. Toda vez que la díada letra /orali-
latinoamericana ha concebido a sus “otros” dad se convierte en la categoría de análisis
(la ciudad real, o el campo y sus respectivos privilegiada del ensayo de Rama, se dejan
sujetos), o los procesos (como la moderni- de lado otras categorías como clase o raza
zación) que introdujeron cruciales transfor- (aunque la noción de ciudad letrada sea no-
maciones al seno de la ciudad letrada. El tablemente eficaz para describir la dinámica
volumen de Doris Sommer (Foundational cultural diglósica al seno de comunidades
Fictions, 1991) es un ejemplo de la primera coloniales o poscoloniales multiétnicas)
empresa. El de Julio Ramos Desencuentros John Charles Chasteen señala que, aun-
de la modernidad en América Latina, 1989) que la argumentación de Rama se propone
de la segunda. como una visión válida para toda América
Una última línea de estudios busca defi- Latina, trabaja por medio de énfasis no
nir y dar cuenta de aquellas instancias cul- siempre indiscutibles. Para el caso colonial,
turales que exceden los límites de la ciudad Rama privilegia los contextos novohispano
letrada, ya sea instancias escriturarias que y peruano, sin discutir adecuadamente con-
no se avienen al paradigma dominante de la traejemplos tomados del contexto brasileño.
ciudad letrada en un momento dado (escri- El imperio lusitano (y las ciudades brasile-
tura de mujeres o minorías), o medios que ñas) no parecen responder del todo al mo-
no hacen de la letra (o de las instancias do- delo de Rama. Por su parte, la sección sobre
minantes de producción y recepción de la la modernización es examinada de manera
58 ciudad letrada / crítica cultural
casi exclusiva a partir ejemplos rioplatenses. ciudad letrada, Hanover, NH, Ediciones del
Así, desplaza el centro de gravedad de su Norte, 1984; Remedi, Gustavo, “Ciudad letra-
argumentación hacia aquellos estudios de da: Ángel Rama y la espacialización del aná-
caso que mejor prueban su tesis preexisten- lisis cultural”, Ángel Rama y los estudios lati-
te, dando así la imagen de una sincronía noamericanos, 97-122, Pittsburgh, PA, Instituto
continental ilusoria. Internacional de Literatura Iberoamericana,
Quizá la crítica más radical sea la de 1997 <http://search.ebscohost.com>. Ríos,
Francoise Perus. Ella objeta el fundamento Alicia (coord.), “Homenaje a Ángel Rama”,
mismo del edificio conceptual de Rama: el Estudios 22/23.10/11, 2003-2004; Szichman,
modelo analógico a partir del cual se esta- Mario, “Ángel Rama: Más allá de la ciudad
blece la relación letra /ciudad y la primacía letrada”, Espejo de escritores: Entrevistas con:
de aquella sobre ésta. Por un lado, señala Borges, Cortázar, Fuentes, Goytisolo, Onetti,
Perus, no queda claro cuál es el respaldo Puig, Rama, Rulfo, Sánchez, Vargas Llosa,
intelectual en el imperio español para esa Hanover, NH, Ediciones del Norte, 1985, pp.
concepción. Rama recurre a Descartes y a 197-221.
Lógica de Port-Royal, ejemplos indudable-
mente tomados de su lectura de Foucault, [juan pablo dabove]
pero insuficientes para abonar un caso
estrictamente latinoamericano. Por otro,
Rama hipostasía la idea de “racionalidad crítica cultural
occidental”, la existencia de la cual, Perus
argumenta, era problemática en la penínsu- La “crítica cultural” no es algo que se puede
la con el carácter que Rama le atribuye, definir en términos precisos porque, a dife-
rencia de los “estudios culturales”, nunca ha
obras de consulta. Adorno, Rolena, “La ciudad existido como una práctica institucional for-
letrada y los discursos coloniales” Hispamérica: mal. En un plano general, bajo la etiqueta
Revista de Literatura, 1987 16.48, 1987, pp. de crítica cultural parecerían caber una se-
3-24; Alonso, Carlos, “Rama y sus retoños: rie de preocupaciones ligadas a un deseo de
Figuring the Nineteenth Century in Spanish cambio social y perfeccionamiento del ser
America”, Revista de Estudios Hispánicos, xx- humano, entre ellas, el papel del intelectual
viii.2, 1994, pp. 283-292; Campa, Román de la, en la sociedad; el funcionamiento del poder
“El desafío inesperado de La ciudad letrada”, y las instituciones; el lugar del subalterno;
Ángel Rama y los estudios latinoamericanos, la relación entre centro y periferia, alta cul-
Pittsburgh, PA, Instituto Internacional de tura y cultura popular; la naturaleza de las
Literatura Iberoamericana, 1997, pp. 29-53; prácticas sociales; y un cuestionamiento del
Campa, Román de la, Latin Americanism, concepto de lo canónico. Para profundizar
Minneapolis, MN, University of Minnesota estos problemas, la crítica cultural recurre
Press, 1999; Castro-Gómez, Santiago, “Los a una amplia gama de metodologías (análi-
vecindarios de La ciudad letrada: Variaciones sis textual, encuestas, entrevistas, indaga-
filosóficas sobre un tema de Ángel Rama”, ción histórica, etc.) y aboga por una salida
Ángel Rama y los estudios latinoamericanos. de la rígida compartimentación de las disci-
Pittsburg, PA, Instituto Internacional de plinas académicas (Preminger: 262).
Literatura Iberoamericana, 1997, pp. 123-133; Una tensión que históricamente ha divi-
Chasteen, John Charles, “Introduction”, en dido a los practicantes de la crítica cultural
Ángel Rama, The Lettered City, Dirham, Duke concierne a la separación entre miradas eli-
University Press, 1996; Moraña, Mabel, “De La tistas y no elitistas a la cultura. Perspectivas
ciudad letrada al imaginario nacionalista: tempranas como la de Matthew Arnold
contribuciones de Ángel Rama a la invención (Cultura y anarquía, 1869), por ejemplo, pri-
de América”, Políticas de la escritura en vilegian a la poesía y el arte (en un sentido
América Latina: de la Colonia a la Modernidad, neoplatónico) como formas superiores para
Caracas, Venezuela, 1997, pp. 165-173; Perus, el fomento del cambio social y la disemina-
Françoise, “¿Qué nos dice hoy La ciudad letra- ción de los valores. El intelectual, como el
da de Ángel Rama?”, Revista Iberoamericana que tiene la capacidad de discernir el “buen
71.211, 2005, pp. 363-372; Rama, Ángel, La gusto”, se eleva en la concepción de Arnold
crítica cultural 59
por sobre los demás seres humanos y se res- cional del medio universitario inglés,
ponsabiliza por dirigir a la sociedad hacia Williams, Hoggart, y otros, ayudaron a po-
una vida democrática más plena. En con- sicionar a “lo marginal” como una esfera
traste, un pensador como Theodor Adorno digna de ocupar la atención de investigado-
(“Crítica cultural y sociedad”, 1951) sitúa al res y académicos, y brindaron al sujeto po-
intelectual dentro de la cultura (y no encima pular y a la “subcultura” un papel protagó-
de ella) para así buscar una salida a la com- nico en la escena intelectual.
plicidad de la crítica con la ideología o la En América Latina, la crítica cultural pa-
totalización del sentido (“dialéctica negati- rece nacer de un impulso por establecer la
va”). De cara a los “críticos trascendentes” particularidad de lo latinoamericano, de in-
que piensan que tanto su propia posiciona- terrogar el eje Norte/Sur, de pensar la iden-
lidad como los objetos artísticos que anali- tidad propia usando teorías no prestadas de
zan existen en una esfera independiente de contextos ajenos y de medir distancias entre
lo social y sus normas –pensamiento que la metrópolis y el llamado tercer mundo. Sin
para Adorno equivale a una ideología elitis- haberse formalizado nunca como una prác-
ta y errada– los practicadores de la “crítica tica institucional, la crítica cultural latinoa-
inminente” reconocen que tanto ellos mis- mericana, definida ampliamente, emana de
mos como los objetos culturales que anali- espacios y tradiciones intelectuales hetero-
zan son, a la vez, reflejo y parte de la esfera géneos, principalmente de escritores e inte-
social que los produce. Para Adorno, el de- lectuales de izquierda interesados en pro-
safío de la crítica cultural (Kulturkritik) es mover políticas nacionalistas, progresistas o
lograr, en lo posible, estar dentro y fuera de antiimperialistas (D’Allemand, 2000). Sus
la cultura a un mismo tiempo. Adorno quie- raíces se encuentran en autores diversos y
re dejar en alerta al crítico respecto de sus temporalmente distantes como Martí,
mismos prejuicios y complicidades con el Sarmiento, Bello, Mariátegui, Rama, Cornejo
poder político y económico, y ofrece la idea Polar, García Canclini, Martín Barbero y
que una crítica “exitosa” es la que “no re- Sarlo. Y, en ese sentido, parece factible ar-
suelve las contradicciones objetivas en una gumentar que la crítica cultural latinoame-
armonía, sino una que exprese la idea de la ricana existe desde mucho antes de la insti-
armonía negativamente al capturar las con- tucionalización de los “estudios culturales”
tradicciones, puras y no comprometidas, británicos y estadunidenses (Yúdice, 2002).
dentro de su estructura más íntima” (Adorno: Dada la amplitud del término y sus diver-
208) [traducción y cursivas mías]. Sin em- sos caminos intelectuales, prefiero enfocar
bargo, un problema que se ha visto en la aquí una vertiente reciente de la crítica cul-
“crítica inminente” de Adorno concierne a tural –la de Nelly Richard– que se sitúa en
la forma en que el modelo mantiene una el contexto chileno y que, en años recientes,
clara jerarquización entre cultura élite y cul- ha establecido un diálogo intenso con los
tura popular. estudios culturales. Mi propósito será explo-
De ahí, en un gesto más radical de demo- rar los orígenes de la crítica cultural de
cratización y ampliación de la noción de Richard y enumerar sus diferencias y conti-
cultura, Raymond Williams (Cultura y so- nuidades con los estudios culturales según
ciedad, 1958) suspende la división entre lo se practican en el mundo anglosajón. Luego,
alto y lo bajo, argumentando que “lo cultu- consideraré algunas críticas y autocríticas
ral” se encuentra en esferas tan diversas del pensamiento richardiano.
como el trabajo, la política y la cotidianei-
dad. Junto con Richard Hoggart, otro de los nelly richard y la crítica cultural desde
padres fundadores de los estudios culturales américa latina. Desde Chile, Nelly Richard
británicos y también un miembro de la se destaca como una de las intelectuales pú-
Nueva Izquierda inglesa (New Left) de los blicas actuales más importantes y también
años cincuenta y sesenta, Williams desafía como fundadora de una práctica crítica que,
al elitismo cultural de la institución univer- a modo de contraste con los estudios cul-
sitaria y trabaja para forjar redes solidarias turales, se autodenomina crítica cultural.
con las clases obreras y populares. Yendo a Nacida en Francia, Richard cursó sus estu-
contracorriente del conservadurismo tradi- dios en literatura moderna en la Sorbona
60 crítica cultural
sus diferencias, tanto los sociólogos como políticos y sociales a un criterio explicativo.
la Avanzada buscaban abrir espacios de re- Aunque Brunner y otros sociólogos nunca
flexión sobre la catástrofe dictatorial y los desacreditaban a la Avanzada y su gesto
posibles caminos a seguir para restaurar la rupturista como un modo legítimo de in-
democracia. En principio, los sociólogos “a tervenir el paisaje dictatorial, está claro que
la Brunner”, como representantes de la “iz- la sociología renovada siempre cuestionaba
quierda renovada” (posmarxista), parecían los efectos reales y la trascendencia político-
compartir el horizonte post de los artistas social que una aproximación posmoderna
posmodernos (neovanguardistas) cuyo pen- podría tener. A su vez, Richard temía la po-
samiento se caracterizaba por un profundo sibilidad de que los sociólogos renovados,
escepticismo ante los prevalentes relatos con su lenguaje racionalista, pudieran estar
utópico-políticos de la izquierda revolucio- instalando nuevas hegemonías del sentido.
naria tradicional. Según Richard, la presen- Según Richard, si bien es cierto que
cia de enemigos ideológicos comunes (en Brunner y los sociólogos (sobre todo en sus
particular, de los partidos de la derecha po- reflexiones más tardías) han tratado temas
lítica y de la izquierda tradicional, como el y empleado técnicas estilísticas que podrían
Partido Socialista y el Partido Comunista), llamarse “posmodernos” –promoviendo, a
junto con un “marco de referencias afines” su vez, reflexiones estimulantes sobre la mo-
que ligaba la Avanzada a los sociólogos re- dernidad latinoamericana y su carácter “re-
novados, podría “haber alimentado algún sidual, descentrad[o], heteróclit[o], etc.”–
tipo de diálogo cómplice en torno a un “cuando [los sociólogos renovados] se vieron
mismo horizonte de reconceptualizacio- enfrentad[os] a las operaciones de estilos de
nes teóricas y culturales. Sin embargo, no la ‘nueva escena’ que se desmarcaban –críti-
fue así. Pese a que el sector teóricamente ca y paródicamente– de los lenguajes de la
renovado de las ciencias sociales encabeza- modernidad, [éstos] prefirieron cuidarse de
do por Brunner demostró tener una mayor tal aventura refugiándose tras la pantalla …
perceptividad y receptividad a las reformu- de una ‘metodología cuantitativa’ que traza
laciones socio-estéticas de la ‘nueva escena’, un ‘esquema estadístico del desarrollo glo-
no fluyó un diálogo más amplio que comu- bal’ de las transformaciones culturales” (80).
nicara productivamente a ambos sectores. Sería este deseo de apartarse de la posicio-
Prevalecieron más bien el recelo y la mutua nalidad institucional y del lenguaje norma-
desconfianza” (Richard, 1994: 74). tivo de las ciencias sociales lo que le dio
La raíz de esta “mutua desconfianza” origen a la crítica cultural y le sirvió de ím-
tenía que ver, por un lado, con un debate petu teórico.
acerca de qué lenguajes serían más “apro- Para consolidarse como una práctica crí-
piados” para pensar y hablar de la catástro- tica, la crítica cultural richardiana poste-
fe dictatorial y, por otro, con la posicionali- riormente ha intentado marcar sus diferen-
dad enunciativa radicalmente diferenciada cias y afinidades con los estudios culturales.
de los dos grupos. Mientras Richard y la ¿En qué consistirían estas convergencias y
Avanzada, desconectados de la institución divergencias?
académica y del financiamiento estatal, fa- En principio, es evidente que ambas
vorecían “el minimalismo de la rotura y del prácticas están relacionadas y que, además,
fragmento sintácticos que se oponían a la la crítica cultural, en su fase más recien-
épica del metasignificado”, los científicos te, ha establecido algunos de sus debates
sociales preferían “ordenar categorías y cate- más productivos con los estudios cultura-
gorizar desórdenes en una lengua segura que les estadunidenses. Tampoco cabe duda que
reenmarcara las crisis de sentido” (79, 77). ambas prácticas comparten un deseo de re-
Esta postura “posmoderna” de la Avanzada, diseñar las fronteras del conocimiento aca-
que dudaba de cualquier racionalización démico y reconfigurar formas tradicionales
utilitaria, funcional o instrumental, se en- del saber desde una óptica transversal y
contraba, entonces, en una fuerte tensión transdisciplinaria (Richard, Residuos: 142).
ideológica –en último término, irresoluble– A la vez, tanto la crítica cultural como los
con la sociología renovada y su afán de res- estudios culturales quisieran desarticular
tablecer consensos y someter los fenómenos formas hegemónicas del poder empleando
62 crítica cultural
una rebeldía dialogante, resistente e inte- principal punto de contacto entre la críti-
rrogadora (142). ca cultural richardiana y los estudios sub-
No obstante estos puntos de contacto, alternos (339). También las dos tendencias
según Ana Del Sarto, mientras los estudios comparten una “combativa política explí-
culturales “construyen su locus desde la ma- cita” que Beverley percibe como saludable
terialidad social para producir críticamente (338). Sin embargo, Beverley cuestiona a la
la realidad social”, la crítica cultural lo hace crítica cultural por sobreprivilegiar al inte-
“desde la materialidad estética” (Del Sarto, lectual como una figura “necesaria para re-
2000: 236). De ahí que una discrepancia velar las complicidades y complicaciones de
central que Richard tiene con ciertas co- la colonialidad del poder” (339). Volviendo a
rrientes de los estudios culturales sea cómo la visión de Richard, los textos de la crítica
éstas soslayan la especificidad de lo estético cultural serían escritos híbridos y no fácil-
para sobreprivilegiar lo social. Reconociendo mente clasificables, formas que mezclan el
la productividad intelectual que pueda re- ensayismo con el análisis deconstructivo y
sultar de la lectura de múltiples produccio- la crítica teórica para “examinar los cruces
nes discursivas en yuxtaposición, la crítica entre discursividades sociales, simboliza-
cultural, sin caer en una postura elitista, ciones culturales, formaciones de poder, y
abogaría contra la relativización de lo esté- construcciones de subjetividad” (Richard,
tico, argumentando a favor de la literatura Residuos: 143). En vez de hablar sobre la cri-
y el arte no como meras instancias “textua- sis latinoamericana desde un “saber contro-
les”, sino como modos discursivos únicos lado”, Richard argumenta a favor de hablar
que hablan a su propia manera y desde su desde la crisis y el “descontrol del pensar”,
propio lugar. enfatizando el fragmento, el borde, la fisura
Más allá de la cuestión estética, es posi- y la fuga (en el sentido deleuziano) como
ble enumerar otros rasgos distintivos de la conceptos centrales de su práctica crítica
crítica cultural richardiana, entre ellos: (139) –de ahí la afinidad entre la mirada
Su enfoque sobre lo extrainstitucional y lo teórica de Richard y ciertas prácticas esté-
marginal. Mientras Richard ve a los estudios ticas postmodernas que ella analiza–; con
culturales como una práctica circunscrita a frecuencia (y sin establecer exactas equiva-
los espacios universitarios metropolitanos, lencias) se ha señalado una cercanía inte-
la crítica cultural, sin dar la espalda total- lectual entre Nelly Richard y ciertos artistas
mente a la universidad, desearía llamar la chilenos neovanguardistas como, por ejem-
atención sobre las limitaciones del “siste- plo, la escritora Diamela Eltit o el artista
ma” y hablar desde posiciones laterales y visual Carlos Leppe. Así, la crítica cultural
descentradas (lo femenino, las heterologías busca poner en jaque a los mismos dispositi-
genérico-sexuales, lo subalterno, etc.). vos de teorización y desconstruir las formas
Su carácter anti o transdisciplinario. en que habla la crítica académica. El cómo y
Desde esta perspectiva, la crítica cultural desde dónde hablar vendrían a ser, entonces,
no debería entenderse como una práctica preguntas claves para armar una “crítica de
homogénea ni programática, sino como la crítica” (158).
una práctica cuestionadora de los modos de Su preocupación por la posicionalidad
construcción y diseminación de los saberes enunciativa del discurso teórico. Richard re-
académicos. La crítica cultural, en oposición marca repetidamente la importancia de lo
a la filosofía universitaria, la crítica literaria local como un sitio estratégico desde donde
académica, y las ciencias sociales, dialoga- pensar, teorizar y actuar. Si los estudios cul-
ría con y aprovecharía (fragmentariamente) turales y el “latinoamericanismo” hablan
cada una de estas disciplinas, pero siempre sobre América Latina, la crítica cultural in-
interrogando no sólo los contenidos sino tentaría hablar desde ella, consciente de que
las formas de transmisión del saber gremial “ya no es posible una teoría latinoamericana
institucionalizado (e.g. el paper, la cita aca- que se piense independiente de la trama
démica, las normas editoriales impuestas). conceptual del discurso académico metro-
Según John Beverley, ese “escepticismo politano”, pero queriendo siempre rescatar
radical con relación a la autoridad de la los detalles, accidentes, borraduras, memo-
universidad y el saber académico” sería el rias y singularidades de los contextos locales
crítica cultural 63
(Richard, “Intersectando”: 1-2). Sin descar- enseñó que las rupturas del poder pueden
tar conceptos claves de los estudios cultura- emanar no sólo desde posiciones laterales
les como la alteridad, la marginalidad y la sino también desde los epicentros mismos
subalternidad, Richard exige mantener de lo político. En un gesto foucauldiano,
abierto los debates centro/ periferia, local/ Richard admite que la máquina neoliberal
global, original/copia, para pensar la rela- no es impenetrable y que cualquier siste-
ción tensionada entre “ubicación de contex- ma “totalizador” no es enteramente así. La
to y posición de discurso” (2). esfera política –compleja y no uniforme–
Sus políticas identitarias no esencialistas. puede generar fisuras desde adentro que
En un contexto caracterizado por el mesti- desafíen la transparencia o el simplismo de
zaje y la mutación de las identidades nacio- cualquier “sistema” hegemónico (Richard,
nales, sexuales y étnicas, Richard amonesta “Reconfiguration”: 279). “Que no haya exte-
contra la esencialización del sujeto latino- rioridad al sistema, que nada se deje fuera,
americano. La crítica cultural ve un peligro no significa que el interior de las institu-
en que conceptos como la otredad y la mar- ciones no presente dislocaciones de marco
ginalidad puedan ser cooptados por el saber y rupturas de diagramas que dinamicen el
metropolitano bajo la máscara de la inclu- juego de fuerzas entre uniformidad y dis-
sión democrática mientras, en la práctica, formidad” (Richard, “Language”: 260). Al
se olvida al “otro real” inserto en contextos mismo tiempo, Richard reconoce que los
locales específicos. Richard, además, expre- “puntos de fuga”, en su sentido deleuziano,
sa un temor a que estos conceptos puedan no tienen que ser necesariamente liberado-
ser banalizados o vaciados de sentido debi- res (el nazismo, por ejemplo, puede enten-
do a su repetición excesiva en el medio aca- derse como un “punto de fuga” que aleja
démico. De ahí, un cuidadoso examen del al ser humano de cualquier actuar lógico);
léxico crítico de Richard revela que palabras tampoco la marginalidad tiene que ser (ne-
como volumen, densidad y peso se ligan, a cesariamente) una posición liberadora o
menudo, a la noción de experiencia para re- políticamente eficaz para el sujeto (Beasley-
cordar a los lectores que la experiencia real, Murray: 270).
vivida por sujetos en crisis, jamás debe ser En años recientes, Richard también se
eclipsada o blanqueada por los poderosos ha preguntado si el fragmentarismo y el en-
discursos de la globalización y la teoría me- salzamiento de la catástrofe del significado
tropolitana. son realmente estrategias suficientes para
combatir el olvido y la normalización de los
desafíos y discrepancias: críticas y autocríticas discursos. Si el deseo de las sociedades pos-
del pensamiento richardiano. Desde la publi- dictatoriales es efectuar un trabajo del duelo
cación de Residuos y metáforas (1998), Nelly (Freud) y no permanecer estancadas en la
Richard, sin desviarse de los ejes centrales pérdida inasumible y la melancolía, sería
de su pensamiento, ha comenzado a matizar necesario, entonces, hacer algo productivo
autocríticamente algunas de sus posturas. con los remanentes de la catástrofe para
Estas leves autocríticas aparecen dispersas poder transformar críticamente el presente.
en varios artículos escritos después de la “Me parece que esta tensión irreprimible en-
detención de Pinochet en Londres (1998) tre […] lo que se ha destruido y la necesidad
(Richard, “Language” y “Reconfiguration”). de crear nuevas formas de incidencia crítica
La captura de Pinochet, un suceso insólito que contengan la imagen de la destrucción,
y hasta entonces no anticipado desde la óp- sin quedarnos apegados a ella contemplati-
tica de la desmemoriada transición chilena, vamente, constituye una de las tareas más
hizo que Richard reflexionara acerca de la arduas del campo intelectual en tiempos de
suficiencia del margen como sitio para la postdictadura” (Richard, “Reconfiguration”:
rebelión y la transformación política. Si, en 276, traducción mía).
principio, las rebeldías desde el margen pa- Una última autocrítica comprende la re-
recían bastar en sí para producir los “puntos lación entre la crítica cultural y los poderes
de fuga” (Deleuze) necesarios para el cam- institucionales. Según Richard, todo intelec-
bio político y social, Richard ahora indica tual público corre el riesgo de ser cooptado
que la detención de Pinochet en Londres por el sistema hegemónico imperante y, por
64 crítica cultural
matizan su estatuto y su lugar en el mundo den ser pensadas como construcciones cul-
social, en el orden cultural y en el dominio turales o “significantes’” cuyos significados
de lo natural. Los estudios culturales traba- y cuya configuración va transformándose
jan, en este sentido, la inscripción del cuer- históricamente al ritmo de redefiniciones en
po en la historia, según la cual, dominios torno a la legitimidad simbólica y cultural
extremadamente diversos como la sexuali- de distintos grupos sociales. El cuerpo es
dad, la alimentación, la belleza, la percep- capturado en estas transformaciones sim-
ción, la performatividad social y los hábitos bólicas y discursivas, en la medida en que
individuales, las razas y las políticas repro- su capacidad para significar depende de las
ductivas, etc., son leídos como series histó- prácticas discursivas y de la fuerza de de-
ricas y en relación con dispositivos de poder, terminación de esas prácticas, de su fuerza
con saberes y con modos de la experiencia política. Al mismo tiempo, el cuerpo emerge
subjetiva que operan como líneas de trans- como interrupción y desplazamiento de los
formación y de rearticulación de sentidos y lenguajes y discursos que quieren describir
conductas. Estas constelaciones históricas y prescribir sus deseos, sus potencias y sus
iluminan diseños políticos y economías de haceres: el cuerpo aparece como una fuerza
poder que, pasando por los cuerpos, apun- disruptiva en el orden clasificatorio, y tam-
tan a reconstruir la realidad social intervi- bién disciplinario, de los lenguajes domi-
niendo tanto sobre la escala del individuo nantes, y como desbaratamiento del sentido
–su disciplina, su integración social, su común y del orden imperante de significa-
identidad, su lugar en el mapa social– como dos normativos. La opacidad del cuerpo es a
en la de las poblaciones –el cálculo proyec- la vez constitutiva del lenguaje pero inasible
tivo de su salud, su seguridad, su producti- y excéntrica a su economía y su orden. La
vidad, su composición racial, etcétera–. influencia del psicoanálisis lacaniano, y es-
Cuerpo, historia y política forman así un pecialmente las lecturas de Slavoj Žižek so-
mapa recurrente en las prácticas críticas de bre cultura popular y signficantes políticos,
los estudios culturales; el cuerpo se convier- ha dado fuerte impulso a recorridos críticos
te en un material que exhibe los dispositivos conjugados en torno al abismo y a la conjun-
políticos y las series históricas que lo produ- ción violenta entre el orden de significante
cen y lo transforman. y la insistencia del deseo. El cuerpo es así
Esta problematización del estatuto histó- pensado a través de las prácticas discursivas
rico y político del cuerpo, sin embargo, está que lo hablan y a las que excede. La dimen-
lejos de proporcionar un suelo metodológico sión biológica y física, sin embargo, pierde
homogéneo. Por el contrario, los modos de relevancia en estas aproximaciones, puesto
pensar y de construir estas historias políti- que el cuerpo significa en la medida en que
cas de los cuerpos exhiben acentos y modos recibe la marca de las prácticas semióticas
de aproximación diversos. Por ejemplo, el de la cultura; la historicidad del cuerpo es la
énfasis metodológico puede recaer sobre los de las representaciones y los lenguajes que
códigos culturales y las prácticas discursi- lo constituyen y lo significan.
vas que representan y significan los cuerpos Otros modos de aproximación al proble-
(como en los trabajos de Judith Butler so- ma histórico-político del cuerpo, de inspira-
bre la producción de identidad genérica y ción foucaultiana, apuntan a incorporar la
sexual); o puede, como en las investigacio- dimensión biológica a la historia de los
nes de Michel Foucault, tratar de determinar cuerpos: la salud, la alimentación, la repro-
cómo los cuerpos son transformados en su ducción, los placeres, las necesidades, etc.,
misma materialidad física por los dispositi- exhiben una historicidad específica, que in-
vos históricos que los producen y los atravie- corpora las prácticas discursivas, pero como
san. En el primer caso, el recorrido crítico parte de una transformación más general de
apunta, evidentemente, más a la dimensión los cuerpos y sus modos de vivir y de morir,
cultural y simbólica, es decir, al universo de que se ven atravesados no sólo por discursos
discursos, lenguajes y códigos que represen- sino también por prácticas, instituciones,
tan el cuerpo en sus múltiples dimensiones y tecnologías y experimentos. Los cuerpos se
le dan significado. Las identidades raciales, vuelven una materia de intervención, disci-
de género, sexuales, etc., por ejemplo, pue- plinamiento y experimentación no simple-
cuerpo 67
mente en los discursos que los rodean, sino cuerpo y estudios culturales latinoamerica-
en su composición misma, en su positividad nos. En los estudios culturales latinoameri-
física y biológica. Lo que entra en el juego canos, el cuerpo como objeto e instrumento
de los poderes no son únicamente los meca- crítico protagoniza los más diversos recorri-
nismos de representación y significación, dos e investigaciones; sin embargo, ciertos
sino también las prácticas, los usos y la (re) temas parecen organizar algunas de las
producción de los cuerpos. Intervenciones principales preocupaciones en torno a la
en torno a, por ejemplo, la pureza racial, la inscripción cultural y social del cuerpo en
salud de los individuos y las poblaciones, su América Latina:
productividad económica, o, en otro senti- 1] cuerpo y violencia: los recorridos en
do, a las experiencias y experimentos de las torno a la captura violenta del cuerpo por
subjetividades transgénero y transexuales, parte del poder político constituyen un tema
exhiben una dimensión que no es reducible recurrente en los estudios culturales latinoa-
a las categorías identitarias y a las estrate- mericanos. La ecuación cuerpo/política, que
gias de representación sino que comprome- atraviesa la historia latinoamericana desde
te la materialidad física, biológica y gené- los primeros momentos de la expansión eu-
tica, y las economías de reproducción de lo ropea y la conquista de los pueblos indíge-
“humano” que se definen en los modos de nas hasta las luchas en torno a los derechos
hacer y rehacer cuerpos. humanos contra las distintas formas del au-
Más allá de los distintos énfasis, entre la toritarismo y la violencia política de dece-
historia natural y la historia cultural, entre nios recientes y del presente, constituye un
lo social y lo biológico, entre la vida y la topos de los estudios culturales latinoameri-
política, el cuerpo trae al centro de la escena canos, en la medida en que permite leer no
tensiones, desplazamientos y ambivalencias sólo tecnologías específicas de dominación
que no se dejan reducir a una perspectiva y su persistente tradición de denuncia y tes-
“constructivista” ni a una aproximación timonio, sino que también permite formular
“biologista”, abriendo una zona de inter- hipótesis en torno a la naturaleza singular
cambios y de transformaciones que desba- del Estado-nación latinoamericano y la mo-
ratan a la vez todo esencialismo y todo re- dulaciones específicas entre modernidad y
lativismo cultural. En este sentido, puede violencia en América Latina. Distintas tec-
decirse que el problema del cuerpo implica nologías políticas de control y dominación,
una línea limítrofe de los estudios cultura- desde el orden colonial hasta la ciudad neo-
les: al mismo tiempo que estas investigacio- liberal, ponen al cuerpo como superficie
nes exhiben la constitución histórica, cultu- donde se lee la historicidad de los modos de
ral y política del cuerpo, se ven obligados a la violencia y sus efectos tanto en la produc-
confrontar los materiales y las temporalida- ción de subjetividad como en la relación
des de la cultura con series heterogéneas cambiante entre política y muerte.
como la de los discursos y prácticas médi- 2] género y sexualidad: la dimensión his-
cas, los dispositivos policiales, la economía tórica del cuerpo cobra especial relevancia
y la demografía, los descubrimientos y ex- allí donde el género y la sexualidad se vuel-
perimentaciones biológicas y genéticas, etc. ven visibles como efectos de tecnologías y
El cuerpo se torna, en este sentido, un lugar de prácticas. En América Latina los estudios
de intersección entre los discursos culturales de género y sexualidad adquirieron mayor
y una multiplicidad de discursos que expo- importancia en los últimos decenios, y cons-
nen un revés o una zona de opacidad res- tituyen uno de los campos de mayor pro-
pecto de las tradiciones culturales. Es esa ductividad crítica y de reescritura histórica.
intersección, sus continuidades y sus cortes, Iluminan las operaciones por las cuales la
lo que los estudios culturales enfrentan inscripción social del cuerpo no puede tener
como desafío y como problema epistemoló- lugar sin operaciones de asignación genéri-
gico, disciplinario y político. El cuerpo y la ca (es decir, de fijación de relaciones con lo
población, y la dimensión biopolítica que masculino y lo femenino, definidos de mane-
inscriben, traen al centro del debate crítico ra normativa) y de identidad sexual (la deter-
el problema de los límites de “lo cultural” y minación de una orientación sexual y de un
sus relaciones con lo que no es “cultura”. universo de prácticas sexuales asociadas a esa
68 cuerpo
[73]
74 desconstruccionismo
que suprimía las causalidades y los entornos Invoco una historia de múltiples momen-
externos. La búsqueda, o el hallazgo, de esta tos constitutivos que cobra auge particular a
nueva intelectualidad quedaban circuns- partir del decenio de los sesenta del último si-
critos al rastreo constante en el interior de glo, no tanto porque ella enmarca el comien-
la teleología, la cual permitía ensayar un zo del boom, ni por el izquierdismo cultural
nuevo poder disciplinario. La lectura devino que la ha hecho famosa, sino porque remi-
en política, pero su escenario no era la de- te a un acervo de discursos que vinculan,
nuncia social sino el desmonte verbal, im- pese las divergencias, a casi todo el mundo
bricando la epistemología con la literatura, intelectual del hemisferio (véase, por ejem-
acercando aún más estas disciplinas, crean- plo, Glissant). Es un momento clave para
do una praxis obsesionada con los matices el acoplamiento de tendencias textualistas,
más constitutivos de la hechura verbal. entre ellas el New Criticism, la explicación
Armada de tal modo, en pos de un reorde- de textos, la estilística, el estructuralismo, la
namiento del saber, se sintió capaz de pro- semiótica, todo un compendio que conclu-
nunciarse no sólo sobre la literatura, sino ye la primera fase del legado saussureano
sobre la escritura en general, y en particular que venía gestándose desde el formalismo
sobre las ciencias sociales, causando a veces ruso, a través del cual se puede atisbar un
grandes desconciertos entre sus respectivos importante salto hacia la inmanencia desde
practicantes. No todas las disciplinas se vie- los estudios literarios. Desajustar el anclaje
ron tan dispuestas a descalzar el vínculo trascendental del sentido literario, sacarlo
entre transparencia verbal y utilidad cog- de la exterioridad del texto, implicaba lle-
noscitiva; al menos no presentían la urgen- var al lector a una relación interna con la
cia de complicarlo en ese momento, y mu- significación, acercarlo a un concepto es-
cho menos de tal modo. trictamente verbal de la construcción del
No se trata de recapitular aquí una his- universo. Era un paso cuyas ramificaciones
toria conocida, pero tampoco dejársela al mas profundas quizá no se harían palpables
vaivén de los tiempos, o al afán de creer que hasta mucho después, quizá hoy.
se pueda explicar simplemente como enun- La crítica literaria latinoamericana podría
ciación localizada. Podría advertirse que las nutrir este sondeo desde un marco compa-
obras de Barthes, Foucault y el mismo rativo que observe sus relaciones, desiguales
Althusser contienen momentos que permi- pero complejas, con la producción académi-
ten observar más detenidamente los interva- ca euro-estadunidense. Se suele pensar que
los entre la mirada semiológica inicial y el boom resume la sensibilidad en las letras
toda una industria de discursos posteriores, de América Latina desde los años sesenta,
muchos de los cuales tienden a soslayar la pero importa cifrar también la extraordi-
deuda de la deconstrucción con los hábitos naria expansión de estudios latinoameri-
de lectura inaugurados por el estructuralis- canos que ocurre desde este decenio en los
mo propio. Podría incluirse la obra de Estados Unidos y Europa. El auge súbito
Edward Said, al igual que la de Ángel Rama, de los estudios latinoamericanos durante la
en esta lista de autores del “intervalo” (véa- guerra fría provocó una primera migración
se de la Campa, “El desafío inesperado de a Estados Unidos de especialistas formados
La ciudad letrada”; Rabaté). Podría decirse en América Latina, inicialmente a modo de
que la primacía del lector de los años sesen- profesores visitantes, luego inmigrantes que
ta y setenta se va explayando hasta nuestros ocuparon sus propias cátedras. La academia
días, en ciertos casos desplazando el estatu- latinoamericana del momento, vertida ha-
to de “lo literario” por la idea de “escritura” cia la literatura nacional, contaba con di-
y luego, es decir ahora, por modelos de versos espacios de vanguardia, o al menos
construcciones verbales sostenidas no tanto marcos institucionales imbuidos profunda-
por un estilo, coherencia, voluntad estética mente por un conocimiento propio de la
o exuberancia expresiva, sino por instancias textualidad. Un ejemplo sería la influencia
de quebramiento, aporías internas o la no- de Wellek y Warren en el pensamiento teó-
ción menos precisa pero más generalizada rico de diversos países –Chile, Argentina,
de que la sociedad y la cultura son acervos México– otro correspondería a los nuevos
de discursos “socialmente construidos”. acercamientos a la semiótica, sin descontar
desconstruccionismo 75
por un momento las innovadoras lecturas lanzamiento del Sputnik (1957), y el progra-
en torno a Borges, Lezama, Sarduy, todas ma federal de la defensa conocido como
ellas instancias que permiten palpar diver- National Defense Education Act (1958),
sos experimentos motivados por el legado multiplicaron los programas de estudios la-
saussureano en América Latina, a menudo tinoamericanos, creando una demanda de
mas abiertos a la nueva textualidad que el capital simbólico sobre las otras Américas
propio New Criticism de la academia norte- nunca antes vista en Estados Unidos u otra
americana, o la estilística que se observaba parte del mundo. No hay duda de que “el
en la poesía española del momento. latinoamericanismo”, en su sentido de obje-
Hoy se advierte que el boom y sus co- to de estudio hemisférico transnacional ar-
mercializadas poéticas de realismos exóti- ticulado tanto fuera como dentro de América
cos agotaron la historia crítico-teórica pro- Latina, abría un capítulo completamente
ducida en América Latina de los últimos nuevo y distinto durante ese momento. Se
decenios, confirmándose así un binarismo puede postular un primer “latinoamerica-
profundamente nítido: primero surge la ce- nismo”, entendido como articulación cog-
lebración incondicional de ese fenómeno noscitiva o artística (digamos letrada) de
editorial, luego el rechazo rotundo, todo lo América Latina que surge a partir de las
cual sugiere un relato que podría titularse grandes figuras del pensamiento latinoame-
“La ruta de Macondo a McOndo”. Para al- ricano del siglo xix. Hay, sin embargo, una
gunas instancias actuales de la crítica, el dimensión radicalmente transformativa de
boom ha llegado a constituir un fichero de ese campo de estudios, a partir de los años
todos los vicios de la modernidad literaria sesenta, que exige observarlo como una co-
latinoamericana, una estrecha envoltura munidad discursiva multilingüe, hemisféri-
compuesta de identidades criollas, tradi- ca y hasta global, inscrita en un orden de
ciones letradas, imaginarios rurales, realis- discursos crítico-teóricos y estrategias edi-
mos mágicos trasnochados, teoría de la de- toriales difícilmente apreciables desde el
pendencia, voluntarismo revolucionario y primer momento (véase Campa, Latin
patriarcado mal disimulado. No se trata Americanism).
de negar los elementos mas sugerentes de El aporte de los area studies, esa estruc-
este planteo, sino de acatar el amarre de tura del pensamiento derivada de la guerra
un gran corpus literario a un eje de conte- fría, exige atención: abrió un nuevo merca-
nidos inmutables, digamos una especie de do de textos y lectores, al igual que exilios,
contenidismo posmoderno quizá inadverti- diásporas, y luego multitudes de profesores y
do por una teoría inicialmente indispuesta estudiantes que hoy se manifiestan con gran
a estos tipos de encierres. Importa por ello intensidad (Kotkin). También aproximó la
cuestionar las limitaciones implícitas a tal lengua inglesa al mismo eje de producción
envoltura, deslindar la crítica deconstruc- discursiva latinoamericana y viceversa.
tivista desde un marco más comparativo, Un análisis más comparativo no sólo
tomando en cuenta instancias latinoame- promete una historia más compleja de la
ricanas que prepararon el terreno para la crítica latinoamericana en sí, sino también
formación de interlocutores hemisféricos de sus costuras hemisféricas, es decir, de
como Ángel Rama, Josefina Ludmer, Silvia las nutridas relaciones de la intelectualidad
Molloy, Beatriz Sarlo, Silviano Santiago, académica a través de las Américas, tanto
Roberto Schwarz, Jaime Concha, Irlemar en términos de lenguas y culturas como de
Chiampi y Julio Ortega, entre otros. flujos conceptuales. Un buen ejemplo de tal
Los estudios literarios latinoamericanos aproximación se encuentra en el reciente
cobran un relieve transnacional durante el tomo América Latina en la “literatura mun-
primer momento textual que no sólo corres- dial”, editado por Ignacio M. Sánchez-Prado.
ponde al boom sino también a la guerra fría Desde esa perspectiva se puede deducir que
y muy particularmente a la formación de los el llamado boom, al igual que la crítica la-
area studies en la academia norteamericana. tinoamericana del momento, ya correspon-
Estas estructuras, motivadas por la defensa dían a un fenómeno global desde los años
nacional, el peligro nuclear y la competen- sesenta, el cual no sólo remite a la temprana
cia con la Unión Soviética marcada por el influencia político-cultural de la revolución
76 desconstruccionismo
ese corpus, en su capacidad de dar forma li- estudios literarios y la epistemología –un
teraria a una cultura política que oscilaba, gesto agónico de auto-auscultación, de un
recordando ahora los confines trazados por legado textual que ya no cabe en su encierre
Lezama, entre la ausencia posible y la pre- occidental–. El terreno de la deconstrucción
sencia imposible. ya no era sólo literatura, no podía serlo, sino
Menard, Bustrófedon, Melquíades, Auxilio, un nuevo sentido de la historia desprovisto
Socorro: más que personajes de la literatura de metarrelatos confiables.
latinoamericana, estos nombres engendra- El encuentro agudizado entre la crítica
ron gestos que trasladaban la condición de literaria y la epistemología conllevaba un
modernidad incierta al terreno de la inma- desafío mayor: auscultar detenidamente la
nencia literaria en un nuevo corte de univer- participación de los discursos que articula-
salidad. Se acortaban así –desde la teoría de ban la nación. El examen interno de esa
la negación y el exceso literario– las distan- estructura fundamental –sus anclajes verba-
cias y diferencias entre el centro metropoli- les, sociales y sexuales– invitaba entonces a
tano y sus márgenes, o quizá se intuía que pensar un orden posliterario de la escritura.
la hibridez, la heterogeneidad y la otredad Como todo proceso de-significatorio, se tra-
quedaban ya subsumidas en el rejuego de la taba de una búsqueda de aperturas concep-
significación literaria. Tal pareciera ser una tuales más que de una afirmación antitética
de las explicaciones más plausibles del des- o dialéctica, en cierto modo análogo a pen-
tino latinoamericano de la deconstrucción, sar sobre el orden posnacional del mundo
no obstante el hecho de que ésta ya corre sin abandonar el pasaporte necesario para
el riesgo de ser normalizada por un saber viajar de un país a otro. El testimonio lati-
plenamente docto en la nueva retórica de noamericano, por ejemplo, generó lecturas
resquicios e intersticios. Podría decirse que que abordaban esa lógica, aun cuando se
el quiebre de las disciplinas del saber au- articulaba, a veces, como una aversión que
guraba un desplome más fundamental que desechaba ansiosamente todo el orden lite-
no se entendió claramente hasta después, es rario anterior. La misma tensión se puede
decir, la dificultad de modelos que sostenían observar en algunos presupuestos del posco-
la guerra fría partiendo de una doctrina de lonialismo y la subalternidad, no obstante la
caminos opuestos pero análogos en pos de diversidad de énfasis correspondiente a
la modernización. cada uno de estos presupuestos.
La tensión actual entre cultura y litera- Este rumbo “posliterario” atraviesa el
tura encuentra un nódulo referencial muy legado textual y la deconstrucción desde
instructivo en este complicado e inesperado finales de los años ochenta hasta nuestros
desenlace. El paso hacia la cultura global días, cobrando cada vez más fuerza, aun si
no exigía tanto un abandono de los estudios el trasfondo “posnacional” que lo acompaña
literarios sino un registro muy particular permanece insuficientemente atendido. Se
del estado de flujo en el saber humanísti- inaugura así, desde estas premisas y con-
co que desemboca en una fugacidad del tornos, un acercamiento que suele llevar el
pensamiento plenamente imbricado por la nombre de estudios culturales, el cual en-
coyuntura actual del capital simbólico. La cauza elementos dispersos, entre ellos el in-
apuesta, inicialmente fundamentada en la fluyente pensamiento feminista de grandes
literatura, reconocía las repercusiones de autores como Kristeva, Cixous, Irigaray, de
la inmanencia, lo que hoy se conoce como Lauretis, por ejemplo, una concepción de
“lógica cultural del capitalismo tardío” (véa- género difícil de enmarcar a partir de un
se Jameson, The Political Unconscious). Se locus de enunciación geográfico. Habría que
aproximaban así dos gestiones obviamen- subrayar por ello la relación intrínseca entre
te opuestas: el interés usual de la poética la mirada “cultural” y los cruces filosófico-
marxista por el horizonte histórico de sig- literarios esbozados en estas páginas. No se
nificados finales –una totalidad reclamada trata de un quehacer fundamentado inicial-
ahora, contradictoriamente, por la cultura mente en las ciencias sociales dedicadas a
del capitalismo global– y la posibilidad de la cultura sino de una fuga más intensa del
diagnosticarla a partir del rastreo de hechu- objeto de estudio literario gestada desde su
ras verbales que venía gestándose entre los propia interioridad, tanto teórica como ins-
78 desconstruccionismo / desterritorialización
titucional (y desde la filosofia del lenguaje les– al igual que una puesta en escena mas
hubo acercamientos importantes también, intrínseca –desde el quiebre del saber– de la
pero importa notar la poca duración de la profunda crisis política de la nación. Abre
teoría de los speech acts en la crítica literaria también la posibilidad de un diálogo más
en general, al igual que su escasa inciden- nutrido y potencialmente crítico con la crí-
cia en latinoamericana en particular). Se tica latinoamericana confeccionada desde
perfilaba de tal modo un nexo insoslayable los Estados Unidos, un aspecto que sólo co-
para el pensamiento y el arte contemporá- bra sentido a partir de las contradicciones
neos, al igual que un reto para los aparatos fundamentales de una profunda inmanencia
académicos estatales, particularmente las global, tan compartida como desigual.
estructuras dedicadas al antiguo mundo le-
trado y a las ciencias sociales más cercanas obras de consulta. Barlow, Tani E., “Degree
a ellas, ante los cuales se viene desvelando Zero of History”, Comparative Literature,
una cotidianidad profundamente imbuida vol. 53, núm. 4, 2001, pp. 404-425; Campa,
por el matiz preformativo de la cultura glo- Román de la, “Magical Realism: A Genre for
bal, en sus múltiples formas de ontología the Times?”, Canadian Review of Hispanic
audiovisual. Studies, verano, 1999, pp. 103-118; Derrida,
Esta vuelta hacia la cultura brotaba de la Jacques, “Marx and Sons” en Michael Sprinker
propia vanguardia textual, cuyas posibilida- (ed.), Ghostly Demarcations: A Symposium on
des de articulación ya no quedaban tan su- Jacques Derrida’s “Specters of Marx,” Londres,
jetas a los estudios literarios, y menos al Verso/nlb, 1999, pp. 235-254; Follari, Roberto,
contorno nacional que usualmente conserva Teorías débiles. (Para una crítica de la decon-
ese estatuto disciplinario. Recogía algo de la strucción y de los estudios culturales), Rosario,
tradición británica de Birmingham –nom- Homo Sapiens, 2003; Glissant, Edouard,
bre e historial interdisciplinario– pero res- Caribbean Discourse: Selected Essays (trad. J.
pondía aún más a las exigencias de produc- Michael Dash), Charlottesville, University of
ción simbólica del capitalismo global, las Virginia Press, 1989; Jameson, Fredric, The
cuales se hicieron sentir con gran ahínco en Political Unconscious: Narrative as a Socially
el aparato universitario durante los años no- Symbolic Act. Ithaca-Nueva York, Cornell
venta. Era una amenaza al igual que una University Press / Londres, Methuen, 1981;
respuesta, y para algunos una oportunidad Jameson, Fredric, Postmodernism or, The
también, sobre todo si se piensa que este Cultural Logic of Late Capitalism, Durham,
nexo inicial permitía entrever un ámbito Duke University Press, 1991 [Teoría de la post-
más vasto para la deconstrucción y sus dis- modernidad (trad. Cecilia Montolío Nicholson
cursos derivados de los estudios literarios. y Ramón del Castillo), Madrid, Trotta, 1996];
Nelly Richard, por ejemplo, entreveía en Richard, Nelly, “Signos culturales y media-
este momento un acercamiento más crítico ciones académicas”, en González Stephan,
a la cultura latinoamericana, que permitía Beatriz (ed.), Cultura y Tercer Mundo, Caracas,
dirigir la mirada reconstructiva –lo que ella Nueva sociedad, 1997, pp. 82-97; Wellek, René
llama “escena verbal”– hacia las artes, al y Austin Warren. Theory of Literature, Nueva
igual que hacia las propuestas feministas, York, Harcourt-Brace, 1956 (1949) [Teoría lit-
entre otros impulsos (“Signos culturales”). eraria, Madrid, Gredos, 1959]; Zamora, Lois
Todo ello, a modo de resumen, viene so- Parkinson y Wendy B. Faris (eds.), Magical
terrando una serie de apuestas para el pen- Realism: Theory, History, Community, Duke
samiento literario y cultural latinoamerica- University Press, 1995.
no, donde suele militar el peso de la nación
sobre la tradición literaria, y el entorno pos- [román de la campa]
moderno muestra un matiz más político que
conceptual. La deconstruccion no inicia, ni
agrava, sino escolta estímulos fraguados por desterritorialización
la cultura latinoamericana, entre ellos un
rastreo más incisivo del encierre nacional y Desterritorialización es un concepto usado
las premisas genéricas de las tradiciones repetidamente en los últimos años no sólo
hermenéuticas –tanto literarias como sexua- para dar cuenta de la relación de los sujetos
desterritorialización 79
con el territorio (físico) en el acto del des- han vinculado este concepto a los de globa-
plazamiento, sino también para plasmar la lización, mundialización, migración, frag-
idea de movimiento y cambio tanto en rela- mentación, frontera y desjerarquización,
ción a los seres humanos, como con referen- entre otros, términos todos ellos que han
cia a bienes, símbolos e imaginarios. Si bien sido usados como categorías de análisis de
ha sido en el campo de los estudios cultura- las realidades sociales y culturales que con-
les, la antropología y la sociología donde figuran el mundo actual. Si bien desterrito-
este término ha encontrado una mayor di- rialización ha sido una palabra que ha pro-
fusión, también es cierto que economistas, liferado copiosamente en el área de los
políticos, intelectuales y académicos de di- estudios culturales latinoamericanos, usán-
versas disciplinas han usado la palabra des- dose incluso para evocar frecuentemente el
territorialización para captar fenómenos propio fenómeno experimentado por mu-
relacionados con la migración, la relación chos estudiosos desplazados desde América
entre economía, sociedad y Estado, así como Latina a universidades extranjeras, princi-
para hablar de la memoria y el anonimato palmente estadunidenses, desde donde han
en dinámicas sociales que se desprenden del desarrollado su carrera académica e intelec-
desplazamiento. tual, aquí se acotará el uso que el término
Originariamente, el término desterritoria- ha tenido en los estudios culturales latinoa-
lización fue usado por los filósofos franceses mericanos a partir de los trabajos fundacio-
Gilles Deleuze y Félix Guattari, a principios nales de Néstor García Canclini, Jesús
de los años setenta, para desarrollar una Martín Barbero, Renato Ortiz y Raúl Prada.
idea forjada ya por Marx en su percepción La idea de desterritorialización desarrollada
del capitalismo como una máquina devora- por cada uno de ellos responde a las propias
dora, que paulatinamente se iba apropiando realidades territoriales-culturales que son
de diversos “territorios” –la agricultura, la objeto de sus análisis. En cada uno de ellos
cultura, la educación, la industria– has- se halla el concepto abordado y desarrollado
ta llegar a desterritorializarlos y dejar al desde su propia especificidad.
proletariado sin territorios, momento en el A pesar de los muchos cuestionamientos
cual, ya sin nada que perder, la revolución de los que ha sido objeto a lo largo de los
sería posible. Deleuze y Guattari aplican la años, nadie pone en duda que Culturas hí-
idea de la máquina salvaje y devoradora del bridas: estrategias para entrar y salir de la
capitalismo en la relación del sistema con modernidad, de Néstor García Canclini, es
la psique humana. Los seres humanos, se- un libro esencial en la formulación de los
gún los filósofos franceses estamos siempre nuevos parámetros de análisis que los estu-
rodeados internamente de territorialidades dios culturales latinoamericanos van a desa-
diversas, algunas imaginarias, ya que el te- rrollar para abordar la complejidad de las
rritorio es entendido como subjetivación, dinámicas sociales y culturales de una
expuesto permanente a ser desterritorializa- América Latina en profunda transformación
do, lo que significará que se abre, que huye desde los años ochenta. En Culturas híbridas,
de sí mismo, se parte o destruye. De manera García Canclini plasma a través del concep-
indisociable, puede volverse a reterritoria- to de desterritorialización la idea de que el
lizar, en un proceso de recomposición del desplazamiento de los millones de migran-
territorio, aunque siempre en un proceso tes latinoamericanos que por cuestiones
que lo transforma. El capitalismo es un económicas se ven forzados a emigrar de su
sistema en permanente reterritorialización, territorio original hacia un destino esperan-
ya que intenta adueñarse constantemente zador, propicia, en muchos casos, una entra-
–desterritorializar– las múltiples formas de da y salida permanentes de la modernidad.
interacción dentro de una comunidad, un Con ello, Canclini se refiere a dos procesos
grupo o la familia (socius). que se desarrollan de manera indisociable,
A partir de la idea original de desterrito- el de la desterritorialización, es decir, la pér-
rialización, que conjuga desplazamiento y dida de la relación que él llama natural –en
transformación en la partida/pérdida de te- el sentido de predeterminada y preestableci-
rritorio, los estudios culturales latinoameri- da– entre una cultura y su territorio geográ-
canos, dentro y fuera de América Latina, fico-social y, a la vez, el de la reterritoriali-
80 desterritorialización
habría que añadirle la industria cibernéti- la moda, programas de televisión, cine, mú-
ca), generadoras, por su constante desplaza- sica, y un largo etcétera que, por supuesto,
miento y por habitar un no territorio, de las debe incluir la revolución que supone en el
nuevas comunidades culturales. seno de la “mundialización de la cultura” la
Hay que destacar, también, los postula- entrada a la virtualidad cibernética.
dos del estudioso brasileño Renato Ortiz, Desde ángulos específicos que marcan
cuyo marco de referencia va a ser Brasil. sus matizaciones, García Canclini, Martín
Los planteamientos de Ortiz parten de la Barbero y Ortiz desarrollan el concepto de
idea de nación y de Estado en relación con desterritorialización a partir de las dinámi-
la globalización y a lo que él mismo va a cas de interrelación entre cultura, sujeto,
distinguir como mundialización de la cultu- sociedad y Estado. Por su lado, la propuesta
ra. En su libro Mundialización y cultura, del paceño Raúl Prada, en su manejo del
Ortiz establece una clara distinción entre término, está estrechamente unida al mun-
globalización y mundialización. La noción do andino y sus propias especificidades en
de globalización va unida a la economía y al el contexto boliviano. Siguiendo de cerca los
mercado, con el determinante del impacto postulados de Deleuze y Guattari, Prada se
de la tecnología en éstos, mientras que el de adentra en su libro Territorialidad a explorar
mundialización está vinculado al desplaza- el concepto de territorialidad de las etnias
miento que hacen las culturas, muy especí- originarias de Bolivia en contraposición a la
ficamente, las que son fácilmente transpor- noción occidental permeada por el capitalis-
tables a través de los medios de comunicación mo. El territorio es, en este sentido, un es-
masivos, y que rompen las fronteras identi- pacio ecológico y colectivo, ya que está re-
tarias nacionales. gido por la experiencia comunitaria (el
Para Ortiz es esencial tener el cuenta el ayllu); la territorialidad será, entonces, la
papel de Estado no sólo como articulador vivencia social y la conciencia del territorio,
administrativo-político, sino también como no se trata de una simple referencia geográ-
“ámbito de la producción del significado”. fica, sino de una experiencia básicamente
De tal manera que, siguiendo esta idea, se colectiva, interiorizada en la conciencia de
puede argumentar que la nación, a través de la comunidad. La territorialidad interioriza,
su administrador –el Estado– posee el mo- entonces, el territorio y de esta manera lo
nopolio sobre la definición del significado. simboliza. Por lo tanto, la territorialidad es,
En este sentido, la noción de Estado-nación de esta manera, una forma y una jerarquía
queda reformulada a partir de la globaliza- de poder. Ésta es, sin duda, una percepción
ción por el impacto que ésta tiene en las premoderna de territorialidad, ya que, pre-
identidades nacionales al romper las fronte- cisamente, la modernidad es la que desen-
ras de sus significaciones específicas. cadena la desterritorialización, es decir, la
En esta distinción entre globalización de pérdida de la conciencia del territorio que
la economía y mundialización de la cultura conllevan los procesos modernizadores
tan esencial para Ortiz subyace la crítica como la urbanización y la mercantilización.
que el estudioso brasileño lleva a cabo hacia Sin embargo, la desterritorialización va se-
la crítica posmoderna que celebra la dife- guida de la reterritorialización, que es el
rencia sin reflexionar acerca de la plurali- resultado de la resistencia a la pérdida de la
dad, ni cuestionar las relaciones asimétricas territorialidad, a la pérdida de conciencia
entre identidades. Es, por lo tanto, esencial, del territorio. La idea de territorialidad y
también, distinguir entre diversidad y plura- desterritorialización está entonces íntima-
lidad. En este sentido, Ortiz habla de deste- mente unida a la memoria, ya que la deste-
rritorialización como un movimiento de rritorialización, en el planteamiento de Raúl
símbolos e imaginarios que son comparti- Prada es, en última instancia, la pérdida de
dos por muchas comunidades identitarias, a la memoria territorial, es decir, colectiva.
través de sujetos ubicados en lugares diver- Retomando la idea de desterritorializa-
sos y distantes del mundo. De esta manera, ción como pérdida de la territorialidad-me-
habiendo cruzado las fronteras nacionales, moria colectiva, de Raúl Prada, y aplicándo-
los sujetos mundiales, en lo que ya nos he- la al espacio de la frontera norte de México,
mos convertido la humanidad, compartimos que generó las primeras aproximaciones al
82 desterritorialización
definición extensa permite el análisis de iti- ricos se aventuran más allá de los problemas
nerarios posmodernos de la dispersión, lo de territorialización y desterriorialización,
que Appadurai llama “el nuevo paisaje étni- en la concepción de Deleuze y Guattari, para
co global”. Las así llamadas nuevas diáspo- plantearse la transterritorialización.
ras incluyen comunidades de víctimas, labo- De este modo, los estudios diaspóricos
rales, comerciales, imperiales, culturales, es dialogan con varias tendencias importantes
decir, comunidades que antes se habían lla- en el pensamiento crítico contemporáneo.
mado exiliadas, expatriadas, refugiadas, mi- 1] Plantean un desafío a las narrativas occi-
grantes, etc. Asimismo, muchos académicos dentales sobre la modernidad, pues permiti-
han empezado a considerar con mayor rigu- ría mostrar que Occidente, como lo entiende
rosidad la importancia de comprender la Tim Mitchell, no tiene un origen simple y que
diáspora como un fenómeno temporal y no sus historias resisten una narrativa única. 2]
únicamente espacial. Más recientemente, El enfoque en la diáspora significa otorgar
algunos académicos han puesto menor én- menos importancia al Estado y, por ende,
fasis en el hecho de la dispersión y más en prestar mayor atención a las distintas es-
las formas y temporalidades de morar en el trategias políticas translocales. 3] Subrayan
desplazamiento. los límites de una teorización monológica,
De hecho, si el estudio de la diáspora se la importancia del diálogo y la interacción
ha entendido como inseparable del estudio de distintas narrativas. 4] El análisis más
de poscolonialismo e imperialismo, él ya no afinado de la teoría contemporánea sobre
representa lo que James Clifford llamaba diáspora provee de un importante correctivo
“viejas estrategias localizantes” según las a los estudios diaspóricos tradicionales, los
cuales el análisis asumía determinaciones cuales permanecían comúnmente cerrados
de cultura y poder con respeto a binarismos ante temas de género y sexualidad diversa.
como centro contra periferia, metrópolis ¿Qué tan lejos se debe apartar el discurso
contra colonia. Últimamente, los académi- de los casos clásicos? En la actualidad es un
cos se concentran en la necesidad urgente tema de encendido debate. Las definiciones
de complicar las estructuras binarias del an- estrictas tienen el valor de la claridad, pero
tiguo discurso de los estudios diaspóricos. limitan el campo de maneras perjudiciales
Así, por ejemplo, se está dando un creciente para el acceso y la acción política necesa-
interés en el problema del sincretismo, rios. Incluso, según la definición extensa, se
como fenómeno interactivo que cambia entiende que algunas diásporas son más
constantemente a lo largo del tiempo y el diaspóricas que otras (i.e. desplazamientos
espacio, reflejando distintas perspectivas de producidos directamente por el imperialis-
clase, género y generación. La diáspora se mo son privilegiados por encima de otros
convierte en un concepto múltiple, criolliza- tipos de trauma). Asimismo, la distancia
do, flexible, contingente, situacional, adap- continúa siendo significativa (i.e. la pobla-
table, maleable. Los pensadores más recien- ción diaspórica debe trasladarse lo suficien-
tes también buscan cuestionar conceptos temente lejos, más allá del país vecino). El
claves como “hogar”, “movimiento”, “identi- grado de fuerza es también, por lo general
dad” y “regreso” desde una comprensión de un factor determinante, como lo es también
la diáspora como una categoría de práctica, el grado de trauma relacionado con el cruce
como un proyecto o un reclamo, más que de la frontera. Sin embargo, la promesa de
como un grupo étnica y espacialmente liga- los estudios diaspóricos interdisciplinarios
do necesariamente. Entre los teóricos im- estriba en su habilidad para romper con
portantes sobre estos temas, consideramos ciertas comprensiones estrechas de ciertas
a Marc Augé (cuyo análisis de lugares de verdades disciplinarias y para revigorizar el
transición como aeropuertos, estaciones de campo de los estudios de áreas.
trenes o de autobús abre nuevas posibilida-
des de indagaciones teóricas) así como gru- bibliografía.
Anderson, Benedict, Comunidades
pos internacionales de pensadores como imaginadas: reflexiones sobre el origen y la di-
Benedict Anderson, Arjun Appadurai, Avital fusión del nacionalismo, México, Fondo de
Brah, James Clifford, Aihwa Ong, y Ella Cultura Económica, 1993; Appadurai, Arjun,
Shohat. De esta forma, los estudios diaspó- “Soberanía sin territorialidad: Notas para
diáspora / discurso 87
terarios y de la crítica literaria a principios de Educación, 32, 2003, pp. 17-34; Moraña,
del siglo xx, cuya función social contribuyó Mabel, “Introducción”, en M. Moraña (ed.).
a la conformación de la identidad nacional Nuevas perspectivas desde/sobre América Latina.
de los países latinoamericanos. Algunos de- El desafío de los estudios culturales, Santiago
cenios después –señala Sarlo– estos discur- de Chile, Editorial Cuarto Propio, Instituto
sos desempeñaron una función diferente Nacional de Literatura Iberoamericana, 2000;
pero igualmente relevante a la luz de los mo- Ortiz, Renato, “América Latina. De la mod-
vimientos sociales y políticos que marcaron ernidad incompleta a la modernidad-mundo”,
los años sesenta, por ejemplo, y que pasaron Nueva Sociedad, núm. 166, 2000, pp. 44-61;
por el debate de las ideologías. Esta función Richard, Nelly, “Intersectando Latinoamérica
social del discurso especializado de la críti- con el latinoamericanismo: discurso académico
ca literaria pareció diluirse en los “procesos y crítica cultural”, en Santiago Castro-Gómez
de tecnificación” que, según Sarlo, lo volvie- y Eduardo Mendieta (eds.), Teorías sin disci-
ron hermético y excluyente. Para Sarlo, es plina. Latinoamericanismo, poscolonialidad y
gracias a los estudios culturales como este globalización en debate, México, Miguel Ángel
discurso logra insertarse de nuevo en la es- Porrúa, 1998; Sarlo, Beatriz, “Los estudios cul-
fera de lo público. En el entorno actual, don- turales y la crítica literaria en la encrucijada
de los discursos electrónicos se manifiestan valorativa” en Revista de Crítica Cultural, núm.
en todos los campos del conocimiento, Sarlo 15, 1997, pp. 32-38; Saussure, Ferdinand, Curso
sugiere volver la mirada hacia aquello que de lingüística general, Madrid, Alianza Editorial,
hace perdurable el discurso literario. 1983; Valenzuela, Juan Manuel (coord.), Los
La riqueza y diversidad de los discursos estudios culturales en México, México, Fondo
actuales –electrónicos, impresos, audiovi- de Cultura Económica, 2003; Vološinov, V. N.,
suales– reclaman nuevas maneras de acce- Marxism and the philosophy of language (trad.
der e interactuar con ellos. La noción de Ladislav Matejka y I. R. Titunik), Cambridge,
discurso parece aportar elementos concep- Harvard University Press, 1986.
tuales que permiten cuestionar las maneras
dominantes de leer la realidad, y con ello, [guadalupe lópez bonilla;
construir lecturas y prácticas sociales alter- carmen pérez fragoso]
nativas.
las homosexualidades. La reflexión, sin em- Éste es el panorama que encuentra Freud
bargo, rebasa el horizonte de manifestacio- cuando publica Tres ensayos sobre teoría
nes particulares de la sexualidad para ins- sexual en 1905: entre los siglos xviii y xix se
cribirse en una búsqueda cuya principal había configurado un saber sexológico pau-
orientación tiene que ver con la enorme tado por mecanismos disciplinarios y regu-
plasticidad de la conducta humana y las ladores que hicieron del cuerpo un campo
expresiones culturales que esa diversidad de actuación, y de la sexualidad el puente
produce. que une lo individual a lo colectivo (Vázquez
Los trabajos de Foucault introducen un y Moreno: 126): “Hacia el final del siglo xix,
enfoque histórico en el estudio de la sexua- cualquier desviación de la norma biológica
lidad, en oposición a la mirada esencialista, era patológica […] los sexólogos siguieron
que consideraba el sexo como una fuerza conceptualizando la sexualidad en función
natural, asocial, eterna e inmutable, preexis- de una norma fija y virtualmente indiscuti-
tente a toda vida social y capaz de configu- da: la mutua atracción entre hombres y mu-
rar sus instituciones. En el enfoque foucaul- jeres que culminaba en el coito vaginal. En
tiano es imposible entender el cuerpo sin las referencia a esta norma, cualquier otra con-
mediaciones de la cultura, en tanto que la ducta sexual –incluso entre una mujer y un
sexualidad implica una constitución históri- hombre– era patológica, aunque lo patológi-
ca donde se reúne una multiplicidad de po- co no necesariamente implicaba enferme-
sibilidades biológicas y mentales que no dad (Sengoopta: 97).”
están vinculadas de manera natural (y que Lo que consigue elaborar Freud en los
en otras culturas no lo han estado), pues las Tres ensayos… es una descripción concep-
capacidades del cuerpo y de la psique sólo tual de las perversiones basada en el para-
adquieren significado en las relaciones so- digma de la “sexualidad normal” (i.e. pro-
ciales (Weeks: 20). creativa), un modelo cuya historicidad y
Foucault indaga en qué formas y a través contingencia han sido probadas en los tra-
de qué discursos afecta el poder las conduc- bajos genealógicos, pero que predomina a lo
tas individuales; cómo infiltra y controla el largo del siglo xx.
placer cotidiano. Rastrea la necesidad de La aportación freudiana al conocimiento
reglamentar el sexo mediante discursos y sobre la sexualidad permite desligar el im-
cómo, desde el siglo xviii, el sexo de niños y pulso sexual de un “fin” o un “objeto” nor-
adolescentes se tornó un objetivo importan- mal o natural: “Probablemente, el [impulso]
te alrededor del cual se erigieron “dispositi- sexual es un principio independiente de su
vos institucionales y estrategias discursivas” objeto, y no debe su origen a las excitacio-
(Historia, vol. 2: 36, 40). Fue entonces cuan- nes emanadas de los atractivos del mismo”
do la medicina y la psiquiatría se anexaron (Freud, Tres ensayos: 20). Los significados
las perversiones como dominio propio, y las que damos a los órganos masculino y feme-
variantes sexuales se empezaron a identifi- nino, según Freud, son exigidos por la cul-
car con la enfermedad mental, en contraste tura y no surgen directamente de la biolo-
con una interpretación que fijaba la línea gía; pero tampoco es la sociedad la que
divisoria entre lo lícito y lo ilícito en el te- modela nuestra sexualidad de manera direc-
rreno del pecado. ta. Lo que describimos como sexual se cons-
Desde el siglo xix, las heterogeneidades truye mediante relaciones sociales, cada una
sexuales se entienden a partir de la dimen- de las cuales sostiene una concepción dife-
sión específica de lo “contranatura”, con la rente de lo que constituye la conducta sexual
introducción de la figura del perverso, es apropiada (Weeks: 55, 60)
decir, del sujeto portador de sexualidades Esta idea permitió un desarrollo de la re-
periféricas (no conyugales, no heterosexua- flexión sobre sexualidad en el siglo xx que
les, no monógamas). Su aparición “produce condujo a una concepción de ese fenómeno
una incorporación de las perversiones y una como un hecho multidimensional, el cual
nueva especificación de los individuos” suje- no depende solamente de la biología, sino
ta a los controles que ejercerán la familia, que imbrica determinantes históricos, cul-
la medicina, la psiquiatría y la pedagogía turales, sociales, simbólicos e imaginarios.
(Foucault, Historia, vol. 2: 52-54, 61-62). La fisiología y la morfología del cuerpo
92 diversidad
contexto en que ocurren. De este modo, abre Garzón del Camino), México, Siglo XXI
el camino a la aceptación de la diversidad Editores, vol. 1, 1977; vol. 2, 1986; vol. 3,
como la norma de nuestra cultura y el medio 1987; Freud, Sigmund, Tres ensayos sobre
apropiado para pensar sobre la sexualidad teoría sexual, Madrid, Alianza, 1999 (orig.
(Weeks: 117).” de 1905): Katchadourian, Herant A., La
Una ética sexual moderna cuestiona la sexualidad humana, un estudio comparativo
idea de que hay una mejor manera de prac- de su evolución, México, Fondo de Cultura
ticar la sexualidad, y de que todo el mundo Económica, 1983; Mogrovejo, Norma, Un
debe practicarla de esa manera (Rubin: 15). amor que se atrevió a decir su nombre: la lu-
La búsqueda de una verdad única sobre la cha de las lesbianas en su relación con los mo-
sexualidad y el cuerpo ha llevado, durante vimientos homosexual y feminista en América
demasiado tiempo, a una negación de la di- Latina, México, cdahl/Plaza y Valdés, 2000;
versidad humana y de las opciones, ha limi- Rubin, Gayle S., “Thinking Sex: Notes on a
tado la autonomía individual, y ha converti- Radical Theory of the Politics of Sexuality”
do los placeres del cuerpo en un secreto en Henry Abelove, Michèle Aina Barale y
indecente (Weeks: 12). “Una moralidad de- David Halperin, The Lesbian and Gay Studies
mocrática debería juzgar los actos sexuales Reader, Nueva York/Londres, Routledge,
a partir de la manera en que los partners se 1993, pp. 3-44; Vázquez García, Francisco
tratan entre sí, el nivel de mutua considera- y Andrés Moreno Mengíbar, Sexo y razón:
ción, la presencia o ausencia de coerción y una genealogía de la moral sexual en España
la cantidad y cualidad de placer que produ- (siglos xvi-xx), Madrid, Akal Universitaria,
cen” (Rubin: 15). 1997; Weeks, Jeffrey, Sexualidad, México,
obras de consulta. Fausto-Sterling, Anne, Paidós/Programa Universitario de Estudios
“The Five Sexes: Why Male and Female Are de Género, Universidad Nacional Autónoma
Not Enough”, The Sciences, marzo-abril, de México, 1998.
1993, pp. 20-24; Fausto-Sterling, Anne,
Historia de la sexualidad (trad. Aurelio [hortensia moreno]
esfera pública pleja red que se extiende por el globo entero,
tal concepción es infructuosa e ingenua.
La esfera pública es un espacio de discusión La incompatibilidad del modelo clásico
y deliberación colectiva, que está abierta a de la esfera pública con la geometría de
la participación voluntaria de cualquier per- las sociedades modernas ha sido reconoci-
sona. Al regirse por normas de inclusión, da, inclusive, por sus propios partidarios.
deliberación y publicidad, este concepto se Hannah Arendt consideró que el adveni-
entrelaza con naturalidad con diversos idea- miento de la modernidad convirtió en un
les de la modernidad. Especialmente, con- asunto de la historia, de una vez por todas,
tribuye a formular, en el plano normativo, al modelo republicano del espacio públi-
la posibilidad de que exista una convergen- co. En el mismo sentido, Habermas (The
cia entre la racionalidad y la acción política. Structural Transformation) mostró que el
A la esfera pública se le concibe, entonces, surgimiento de la burocracia estatal mo-
como el espacio donde los ciudadanos dis- derna, la sociedad de masas y las industrias
cuten temas de interés colectivo, y donde se culturales condujeron a la decadencia del
definen e implementan los cursos de la ac- modelo de opinión pública más cercano al
ción política que habrá de seguir la comu- ideal clásico: la esfera pública burguesa que
nidad en su conjunto. tuvo su auge en la Europa occidental del
Una noción como ésta tiene un poderoso siglo xviii. Esta interpretación coincide con
atractivo. Sin embargo, su fuerza de atrac- críticas como las de Carl Schmitt y Niklas
ción es proporcional a las dificultades que Luhmann, entre otros, que han desestimado
encuentra para materializarse. Un modelo la posibilidad de que un espacio social de
que busca hacer coincidir la participación comunicación trascienda la irreductibilidad
política y el razonamiento público parece de los antagonismos políticos, o que sea ca-
incompatible con mundo actual. De hecho, paz de sostenerse ante la creciente diferen-
la nitidez del modelo de la esfera pública ciación de los sistemas sociales.
está basada en una concepción simplificada La aspiración de rescatar la noción de
de la relación de lo público con lo privado. esfera pública, si persiste, debe superar to-
Esta visión asume que el Estado y la socie- davía un obstáculo más. Se trata de las con-
dad civil conforman una unidad orgánica. secuencias políticas de los supuestos nor-
No existe diferencia entre el legislador y el mativos del modelo clásico. Los contenidos
ciudadano; la participación social es parti- implícitos en este modelo la hacen suscepti-
cipación política. Tampoco al interior de la ble de servir más como instrumento de con-
esfera privada se consideran distinciones trol y exclusión que como herramienta crí-
significativas: lo privado es un espacio don- tica. En el modelo clásico de la esfera
de quedan amalgamadas las relaciones de pública, las nociones de “comunidad” y
afinidad y parentesco con las actividades “bien común” decoran una concepción ho-
económicas. Una concepción de esta índole mogénea, consensual y cerrada de la socie-
puede ser válida para sociedades poco dife- dad. En esta misma postura está presente
renciadas –por ejemplo, la de la Grecia clá- una visión masculina y beligerante de la ciu-
sica–. Para una sociedad que se imagina a sí dadanía. Los ciudadanos virtuosos no son
misma conforme a la metáfora de una com- solamente aquéllos que se interesan por el
[95]
96 esfera pública
bien común; son también quienes defienden nacionales. El flujo, la inestabilidad, la mo-
a sangre y fuego a la comunidad. Inclusive vilidad, son propiedades que fortalecen la
en una interpretación de corte liberal, las perdurabilidad e influencia de los públicos
normas del espacio público carecen de la virtuales.
flexibilidad necesaria para darle cabida a los Con el impulso de las tecnologías vir-
contrapúblicos (Fraser) –espacios en los que tuales, se renuevan los ideales del espacio
se expresan identidades y formas de comu- público. Pero sigue abierta la cuestión de
nicación contestatarias–. la relevancia política de los públicos emer-
Dadas estas consideraciones, ¿cómo se gentes. ¿Cómo revitalizar sus lazos con las
explica el renovado interés que tiene el con- aspiraciones de una teoría democrática crí-
cepto de esfera pública en la teoría social tica? Para dar respuesta a esta interrogante
contemporánea? Una respuesta puede en- es preciso reconstruir la articulación entre
contrarse en el hecho de que los ideales de la comunicación pública y la lógica de-
inclusión, deliberación y publicidad no han mocrática. En principio, la emergencia de
perdido relevancia para diversas expresiones cualquier espacio de publicidad está vincu-
de la teoría crítica. Por una parte, el desa- lada con la mera posibilidad de que existan
rrollo de las tecnologías de comunicación ha acciones sociales coordinadas a partir de la
permitido repensar las formas de expresión, comunicación. La publicidad es una condi-
constitución e influencia de diversos tipos ción estrechamente vinculada con los pro-
de públicos. Por otra, la mera posibilidad cesos comunicativos. Alcanzar un mínimo
de que emerjan múltiples sitios de comuni- entendimiento exige que los interlocutores
cación y publicidad, ha revitalizado la teo- hagan explícitos los códigos que regulan la
rización acerca de la articulación entre los comunicación. Cuando se trata de coordinar
espacios públicos, las dinámicas asociativas acciones con base en acuerdos, los motivos
y la expansión de la lógica democrática por y propósitos deben ser justificados ante los
diversas esferas de la vida social. demás. La interacción comunicativa gene-
El concepto de esfera pública que emerge ra una forma de relación social constituida
en la teoría crítica de fines del siglo xx queda por la posibilidad del escrutinio y las exi-
desligado de localizaciones espaciales con- gencias de justificación. Un diálogo de esta
cretas –la plaza pública, o en su caso, el par- naturaleza se hace público, en otro sentido,
lamento–. Antes bien, la comprensión que se cuando los juicios y los argumentos expre-
tiene del espacio público es metafórica: se sados quedan a disponibilidad de otros. La
trata de un espacio virtual, constituido por opinión pública –una opinión que es acce-
un entramado amorfo de conversaciones y sible a cualquiera que esté interesado en
discusiones. A partir del soporte tecnológico conocerla– se convierte en opinión público-
proporcionado por los medios de comuni- política cuando el objeto de la discusión es
cación masiva, la accesibilidad de conteni- qué debe hacerse para dar solución a pro-
dos e información se despega de escenarios blemas colectivos, a saber: la definición de
espacio-temporales concretos (Thompson). los criterios para el uso y distribución de
La visibilidad introducida por los media al- recursos, las bases de la cooperación social,
canza cada intersticio de las interacciones el sentido de las normas, la legitimidad de
sociales. Los recursos virtuales introducidos los procedimientos.
por la Internet provocan una transforma- Ahora bien, la emergencia y sostenibili-
ción en la comprensión convencional de los dad de la esfera pública dependen de que la
espacios de comunicación pública (Dean). coordinación de acciones sociales basadas
No solamente se expanden las posibilidades en el entendimiento comunicativo pueda te-
de acceso y alcance de las conversaciones y ner una relativa autonomía con respecto a
sus contenidos; al mismo tiempo se abren los imperativos del mercado y la regulación
espacios de experimentación discursiva e del poder político-administrativo. A fin de
identitaria. Las redes de intercambio virtual reconstruir las condiciones de posibilidad
se multiplican. Desvinculados de anclajes te- de una esfera pública democrática, Cohen y
rritoriales, los públicos virtuales dan al tras- Arato han señalado que la protección de los
te con la idea de que la esfera pública está derechos a la libertad de asociación, comu-
limitada por las fronteras de los Estados nicación y expresión desempeña un papel
esfera pública 97
fundamental para asegurar la autonomía se pueda llevar a cabo. Sin embargo, como
asociativa y el debate público. Para estos han señalado diversos críticos, la reconcilia-
autores, la actualización de los derechos de ción de los postulados normativos de la teo-
ciudadanía contribuye a sostener la diferen- ría crítica con las exigencias sistémicas y
ciación funcional entre las esferas de la eco- funcionales de las sociedades actuales se
nomía, el Estado y la sociedad civil. La so- realiza a tal grado que el resultado es un
ciedad civil es el ámbito de actividad en el modelo bastante convencional. Uno se pre-
que las normas sociales, la solidaridad y la gunta en dónde se localiza el potencial radi-
comunicación son los mecanismos de coor- cal de una democracia que depende de que
dinación social. Desde esta perspectiva, las la opinión pública influya en los procesos
dinámicas asociativas en la sociedad civil legislativos.
sostienen los procesos de comunicación que Una revaloración –posthabermasiana,
dan forma a la opinión público-política. por así decir– del lugar que ocupa el concep-
En el marco de la diferenciación entre las to de esfera pública en la teoría democrática
esferas de la economía, la sociedad civil y el ha sido realizada por los partidarios de la
Estado, la esfera pública se desempeña democracia deliberativa. La democracia de-
como una instancia de comunicación que liberativa es un corpus de enfoques norma-
permite tener una visión de conjunto del tivos y de estudios empíricos agrupados por
sistema social. A través de esta concepción la idea de que la deliberación y el debate
se actualiza el ideal de un espacio de discu- públicos desempeñan un papel protagónico
sión y deliberación que sirve, a la vez, como en la expansión de los principios democrá-
un foro donde se discuten los fines colecti- ticos. Los representantes de esta vertiente de
vos, y como escenario que somete el desem- la teoría de la democracia, de entrada, to-
peño del poder político a la crítica social. El man distancia de un modelo racionalista de
espacio público es un espacio de opinión la comunicación pública y reconocen la re-
informal y anónima, que se ejerce desde las levancia política de las formas de comuni-
actividades asociativas de los ciudadanos, y cación alternativas (Iris Young). La expre-
cuyo propósito es ejercer influencia sobre el sión de razones públicas no requiere seguir
sistema estatal. De acuerdo con Habermas un modelo racionalista de argumentación;
(Facticidad) –un Habermas que ha dejando puede valerse de una amplia variedad de
atrás las elaboraciones contenidas en La recursos retóricos. Narrativas, testimonios y
transformación estructural de la esfera públi- expresiones emotivas promueven que el de-
ca de 1962–, es una opinión anónima, des- bate público sea inclusivo. Acciones de pro-
centralizada y fluida el origen del poder testa o comportamientos colectivos hetero-
comunicativo que habrá de transformarse doxos cumplen una función semejante. El
–una vez que pase por diversos filtros–, en criterio es que la comunicación social, cual-
resoluciones jurídicas y en poder adminis- quiera que sean sus formas de expresión,
trativo. La legitimidad democrática que ten- consiga resaltar la relevancia general de ex-
gan las leyes y políticas no dependerá sola- periencias y puntos de vista particulares.
mente de haber seguido los procedimientos Asimismo, para el enfoque deliberativo,
adecuados, sino también de que traduzcan el concepto de la esfera pública está asocia-
las pulsaciones de la opinión pública. do con la expectativa de multiplicar los es-
En Facticidad y validez, la teorización ha- pacios de justificación política, contestación
bermasiana del espacio público consigue simbólica y de coordinación democrática.
reconciliar los principios normativos de pu- De esta forma, desde una interpretación
blicidad, comunicación y legitimidad demo- discursiva de la democracia, la esfera pú-
crática con las condiciones prevalecientes blica es concebida como un terreno de dis-
en las sociedades complejas. El lado norma- putas simbólicas (Dryzek). Las contiendas
tivo de este modelo da continuidad a las discursivas en la esfera pública cumplen con
aspiraciones de la teoría crítica de articular diversas tareas. Por un lado, proporcionan
la participación democrática con el ejercicio y difunden información; aportan insumos
de la razón pública. El lado descriptivo es- para orientar las políticas públicas; y esta-
tablece cuáles son las mediaciones institu- blecen mecanismos simbólicos de rendición
cionales necesarias para que este propósito de cuentas. En este sentido cumplen con la
98 esfera pública
guayo José Enrique Rodó. En este ensayo, de él, usando el lenguaje del maestro para
el autor exhorta a “la juventud de América” maldecirlo. Fernández Retamar sugiere que
a emprender una nueva etapa en la historia tal es la herencia cultural del continente, y
latinoamericana a partir de una educación enumera figuras políticas y culturales desde
estética que establecería los fundamentos de Rubén Darío hasta Che Guevara que contri-
los valores sociales y políticos en relación buyeron a una política cultural de rebelión
con una noción del arte como ideal de la y “maldición.” La figura de Calibán evoca
representación. Este ideal se basa en ele- una realidad material que los poderes do-
mentos de la filosofía alemana que atribu- minantes no pueden hacer desaparecer ni
yen al arte las cualidades de ser universal, idealizar.
razonable, desinteresado y espiritual. Rodó Si bien a partir de los años cincuenta cre-
contrasta este ideal, que se encarna en el ció la esperanza de crear una cultura y una
personaje Ariel de la obra teatral shakespea- política que reflejaran las realidades mate-
riana La tempestad, con la materialidad, el riales de América Latina, en los siguientes
interés y la irracionalidad del personaje decenios hubo grandes represiones de estas
Calibán. Rodó empleó esta oposición para esperanzas. Frente a las guerras civiles de
defender una jerarquía antidemocrática, en Centroamérica, la represión brutal de las
la que las elites tuvieran hegemonía sobre manifestaciones populares en México y el
los pobres e iletrados del continente, ade- establecimiento de las dictaduras en varios
más de demostrar una superioridad espiri- países sudamericanos, el campo cultural e
tual sobre los estadunidenses que según él intelectual tuvo que interrogar su función
carecían de sensibilidad cultural. y su lugar en el mundo. Pareció necesario
Tal oposición entre cultura y materiali- encontrar nuevas formas de representación
dad no fue sostenible en América Latina del y nuevos espacios de pensamiento y crea-
siglo xx, donde las fuerzas heterogéneas so- ción, ya que muchos de los dispositivos tra-
ciales e históricas turbaron todo intento de dicionales fueron eliminados o apropiados
establecer una noción universal y pura de la por el discurso oficial. Estas nuevas formas
cultura. Ariel representa un extremo que no incluyeron medios masivos tales como el
volvió a repetirse muchas veces, y por cierto cine y la música popular, como medios más
los movimientos artísticos y literarios prin- tradicionalmente asociados con el arte y la
cipales del siglo incorporaron elementos literatura. El cine intentó expandir la con-
“materialistas” que no le habrían agradado ciencia a lugares desconocidos por los in-
a Rodó (por ejemplo, la tecnología, las rup- telectuales metropolitanos y de cambiar la
turas del lenguaje, la sonoridad, la mezcla percepción de lo supuestamente conocido.
de culturas y discursos). Sin embargo, mu- La música folklórica y el rock mezclaron
chas obras que intentaron representar las denuncias políticas con letras poéticas y un
fuerzas heterogéneas del continente termi- buen ritmo o melodía, el arte visual se ra-
naron apropiándose de ellas y neutralizando dicalizó, escapándose del espacio protegido
su alteridad con respecto a las estructuras del museo o la galería y desplomándose en
hegemónicas. medio de la ciudad, en esculturas hechas
En la segunda mitad del siglo xx, hubo del detritus de la vida moderna o en perfor-
intentos renovados de definir la cultura la- mances diseñados a choquear y confundir
tinoamericana más allá de los impulsos pu- las distinciones y normas ordenando las
ramente artísticos de los años precedentes. imaginarias nacionales.
Una expresión paradigmática de esta redefi- Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis,
nición aparece en el ensayo “Calibán” (1971) Nelly Richard y Beatriz Sarlo producen tex-
del cubano Roberto Fernández Retamar, tos que funcionan a la vez analíticamente y
donde el autor rechaza la jerarquía plantea- como intervenciones culturales. Estos textos
da por Rodó y sugiere que el símbolo que dan cuenta de cambios en la concepción de
mejor corresponde a la experiencia latinoa- lo estético y cristalizan formas culturales
mericana no es Ariel sino Calibán. En la originales que integran convenciones y re-
obra shakespeariana, Calibán es un esclavo gistros de diferentes géneros como la cró-
que elige no seguir las órdenes del maestro, nica, el periodismo, la ficción, la sociología,
como Ariel, sino que se rebela en contra la denuncia política y el arte visual. Sus
estética 101
autores tienen una función importante en pendiente del gobierno, en rigor la zona del
la articulación pública de opiniones sobre antagonismo”. Intentan marcar la emergen-
la producción cultural, los acontecimientos cia de nuevas coyunturas dentro de la tem-
socio-políticos de sus países y de la región, poralidad del capitalismo tardío, pero que
y los cambios en el campo de la crítica cul- no son necesariamente reducibles a ella. Las
tural internacional. obras de Monsiváis representan aproxima-
La crónica es un género que desafía las ciones a una diversidad de fenómenos so-
formas tradicionales de la representación, a ciales y culturales difíciles de resumir. No
pesar del hecho de que su historia comen- obstante, se puede identificar estrategias
zara en América Latina desde los primeros narrativas recurrentes: como afirma John
encuentros entre conquistadores europeos Kraniauskas, “Monsiváis, más que “contar”,
y habitantes nativos del continente. Elena “muestra”, y al hacerlo se mueve a través
Poniatowska y Carlos Monsiváis recupe- y entre las experiencias y las posiciones
raron el género para denunciar la simul- ideológicas del campo cultural que explo-
tánea agresión y privatización del estado ra. Sus crónicas-ensayos son policéntricas y
frente a los sectores populares. La noche actuantes, activando ideologías en conflicto
de Tlatelolco: testimonios de historia oral de y celebrando pequeñas victorias donde sea
Poniatowska (1971) inauguró este nuevo que se encuentren –definiciones difícilmente
uso de la crónica. El libro está compuesto equiparables a las del ensayo y la crónica
de un montaje que incorpora una variedad convencionales–”.
de fuentes y medios de representación, en- En Chile, el golpe de estado en 1973 pro-
tre ellas: entrevistas con ambas partes; los dujo lo que se ha descrito como una crisis
participantes en los movimientos estudian- de sentido para los escritores, intelectuales
tiles, que fueron reprimidos por el ejército y artistas. Bajo la censura severa del régi-
mexicano, y los oficiales gubernamentales men militar y frente a la desaparición y tor-
asociados con la represión estatal; recortes tura de miles de ciudadanos, los que queda-
de periódicos del momento; fotos que pre- ron en libertad y que no se fueron al exilio
tenden documentar una masacre cuya exis- tuvieron que interrogar los viejos modelos
tencia había sido ignorada o negada por de compromiso político en el pensamiento
los canales institucionales; y comentarios y en el arte. Nelly Richard, en su libro
escritos por Poniatowska misma. La noche Márgenes e institución: arte en Chile desde
de Tlatelolco constituye una obra testimonial 1973, describe cómo la comunidad artística
colectiva que no deja de poner en evidencia y literaria empujó la categoría del arte hasta
las mediaciones y compromisos que figura- sus extremos para potenciar su fuerza bajo
ron en su construcción. la represión del gobierno y su control de
Carlos Monsiváis también suele emplear toda forma de expresión pública. Los artis-
montajes para realizar denuncias a la co- tas de la llamada “escena de avanzada” re-
rrupción e incompetencia del estado frente husaron toda relación ilustrativa entre arte
a los desastres naturales y a las fuerzas del y política, concentrándose en una práctica
capital tardío, tanto como una reivindica- del arte que funcionara como una fuerza
ción de los pequeños triunfos por parte de disruptora en la sociedad rígida creada por
sectores populares. Un ejemplo notable es los militares. Esta escena artística se carac-
Entrada libre: crónicas de una sociedad que terizó por su interés en la producción colec-
se organiza (1987), una colección de cróni- tiva del arte y el intento por borrar los lími-
cas ensayísticas que tratan una serie de rup- tes entre el espacio aurático del arte y la
turas sociales caracterizadas por el abando- gente, y por el enfoque temático de la mate-
no de un estado que ha dejado de cumplir rialidad indisciplinada de los cuerpos y el
su papel como reconciliador de conflictos deseo. Richard, que no fue un miembro de
sociales: la explosión de San Juanico en la escena de avanzada, vio en su producción
1984 y el terremoto de 1985 en la ciudad de una alternativa a los discursos políticos y
México. Junto con el propósito de denun- académicos de izquierda, que además de ser
ciar, las crónicas son recuerdos de lo que amenazados por el régimen, también solían
Monsiváis llama “el esfuerzo comunitario de reproducir las jerarquías y esquemas totali-
autogestión y solidaridad, el espacio inde- zadores asociados con el discurso oficial.
102 estética
Influida por Michel Foucault y Roland márgenes sociales e históricos de la vida ur-
Barthes y las revistas argentinas Contorno y bana de l0s decenios de los veinte y treinta.
Punto de Vista, entre otras cosas, Richard En los años noventa, experimentó con una
concibió una forma de discurso ensayístico forma más ensayística de crítica cultural en
en el que se combinan observaciones sobre los libros Escenas de la vida postmoderna:
el arte, la sociedad, la cultura popular, el intelectuales, arte y videocultura (1994) e
espacio urbano y el género; y que se intere- Instantáneas: medios, ciudad y costumbres
sa por los fragmentos y la micropolítica tan- en el fin del siglo (1996), donde recoge ob-
to como por los grandes acontecimientos servaciones fragmentarias de la vida bonae-
políticos y sociales. En 1990, al comienzo de rense en el capitalismo tardío, mezclando
la transición a la democracia, Richard fun- descripciones del arte postmoderno con
dó la Revista de Crítica Cultural para crear análisis del espacio higiénico de las galerías
un espacio para el desarrollo público de este comerciales y la interrupción temporal del
tipo de crítica. Aunque ha sido objeto de control remoto del televisor.
más de una controversia, sobre todo por su A pesar de que las formas de crítica pro-
importación de ideas extranjeras y un perci- movidas por Richard y Sarlo tienen mucho
bido elitismo, la revista llegó a ser una fuer- en común con los estudios culturales, am-
za importante para la redefinición del dis- bas escritoras han expresado sus diferencias
curso político-cultural en Chile, con una con los estudios culturales tales como los
influencia considerable para otros países de practicaron desde la academia norteameri-
América Latina. cana en los años noventa. Richard reconoce
Durante la dictadura en Argentina, un la importancia del movimiento de descen-
grupo de intelectuales de izquierda funda- tralizar la noción de cultura de su forma
ron la revista Punto de vista para crear un monumental y hegemónica para hacer vi-
espacio para la reflexión social, cultural y sibles las múltiples manifestaciones de la
política. El proyecto crítico de la revista qui- cultura en una sociedad y las tensiones que
so vincular un concepto dinámico y abierto las subyacen: tensiones entre la ideología, la
de la cultura con la política con el fin de historia, la estética, la económica, la políti-
interrogar tal relación y destruir todo con- ca y la inscripción social, entre otras cosas.
cepto de autonomía cultural y también de la Sin embargo, ella critica el entusiasmo con
dependencia ilustrativa del arte comprome- que la academia norteamericana adoptó la
tido. Influida por el materialismo cultural orientación estudioculturalista para enten-
inglés y por la sociología francesa, la revista der América Latina, sobre todo en cuanto
buscó interrogar las bases materiales e his- a que se aplicara a revelar aspectos que
tóricas de la producción cultural argentina no fueran reconocibles en los discursos y
y desmitificar una noción homogénea de la mediaciones culturales latinoamericanos.
cultura, mezclando críticas de la literatura, Advierte que tal tipo de análisis corre el peli-
el cine, el rock, el arte y la cultura masi- gro de someter a la cultura latinoamericana
va junto con el psicoanálisis, la sociología a una fuerza bruta incapaz de entenderse y
y la teoría cultural. Beatriz Sarlo, que fue a una exterioridad condenada a quedarse en
una de las fundadoras de la revista y sigue los márgenes del sistema mundial. Insta a
siendo su directora hasta el día de hoy, es que se enfoquen en los aspectos singulares
una figura paradigmática del tipo de crítica de la cultura y de la experiencia en América
cultural, ejemplificada por la revista. En su Latina, fijándose siempre en la forma o el
primer libro, El imperio de los sentimientos estilo con que se representan estas singula-
(1985), analizó revistas populares femeninas ridades, que debe resistir toda tentación de
para revelar una perspectiva histórica alter- recurrir al discurso normativo o totalizador
nativa a la historia masculina y de élite. En característico de las investigaciones acadé-
su segundo libro, Una modernidad periférica micas-intelectuales. Sarlo comparte las sos-
(1988), elaboró una teoría de la moderni- pechas de Richard vis-à-vis la marginaliza-
dad argentina, basándose en una concien- ción implícita de lo latinoamericano en el
cia marginal que se identifica en algunos de discurso de los estudios culturales metropo-
los textos más consagrados de la literatura litanos, pero se distingue de ella al momento
argentina, que se sitúa en diálogo con los de proponer un remedio. Basándose en una
estética 103
[104]
frontera 105
sión de identidades evidencia los mapas y Los traslapamientos propuestos por los
geografías que surgen a partir de la resisten- estudios culturales entre disciplinas, entre
cia, lucha y representación “desde abajo”, espacios territorializados y desterritorializa-
para una sociedad económica y socialmente dos como la memoria y el deseo, no serían
justa y equitativa. Con esta expresión topo- cabalmente aprehendidos sin la presencia
lógica “desde abajo”, nos referimos junto de los cruces planteados por el feminismo
con Appadurai, Anzaldúa, Mohanty, Moraña, transnacional, la crítica literaria feminista
Alarcón, García Canclini y otras críticas a la latinoamericana, y los movimientos sociales
globalización de grupos, comunidades y dis- y ciudadanos estudiados e impulsados por
cursos en torno a las disfunciones y asime- el feminismo. En una palabra sin la activa
trías propias de la globalización en la bús- fricción de los conceptos de identidad, espa-
queda de una ciudadanía que no elimine las cio y pedagogía introducida por los estudios
diferencias, las agendas y las especificidades de género.
de grupos y comunidades. Los estudios culturales y los estudios de
El análisis del término frontera que pro- género trabajan en objetivos semejantes,
ponen, refiere a un acto de visibilización de vinculados a la desestabilización de fronte-
inequidades, resistencias y negociaciones ras asignadas entre disciplinas académicas
ocultas o explícitas frente al poder. Acentúa que parcializan el conocimiento y contienen
en particular actos de demarcación de lími- estática a la subalternidad. Ambos estudios
tes, asimetrías, o cruces entre prácticas pe- están interesados en analizar la producción
dagógicas hegemónicas con aquellas que de conocimiento y su administración en la
plantean algún tipo de corte o desvío. construcción tanto de movimientos sociales
Las operaciones de desvío o rajadura son por los derechos de minorías, como en la
producto del roce de demandas y necesida- producción de formas de representación crí-
des de sobrevivencia y representación vincu- tica de la otredad. Se han nutrido de teori-
ladas a: la identidad (local, global, nacional, zaciones alternativas tales como el análisis
transnacional), a la práctica pedagógica (las del discurso, el psicoanálisis, la semiología
formas vernáculas, locales o transnaciona- y la deconstrucción para criticar nociones
les de administración de saber de la otre- disciplinarias de espacio e identidad.
dad) y a la diferencia (cultural, sexual, de Los estudios culturales han llevado a
género, clase o racial), con los espacios y cabo intervenciones estratégicas que los lo-
lenguajes hegemónicos. calizan en la frontera con los estudios de
La revisión del término de frontera y las género. Stuart Hall, desborda el término he-
operaciones que le dan significación: cruce, gemonía usado por Gramsci para referir no
desborde y límite, han permitido a los estu- solamente a las relaciones articuladas en
dios culturales consolidarse, aun frágilmen- términos de clase, sino también a las que
te, y viajar por el continente americano (tan- incluyen marcas de género, raciales, de
to el anglosajón como el latino) revisitando, creación de significado como apuesta del
a partir de una propuesta pedagógica del subalterno, y del placer como elementos a
disenso, conceptos como espacio e identi- considerar en el análisis de las relaciones de
dad. Estos conceptos han sido apropiados poder. Gayatri Spivak ha marcado los pro-
por los estudios culturales, con el fin de dar blemas de representación de la subalterni-
cuenta de las transfiguraciones debidas a la dad frente a la violencia epistemológica de
migración, a los flujos de capitales, discur- occidente. Mabel Moraña ha reflexionado
sos, medios y políticas de la representación sobre los vínculos entre estado y producción
particulares de una América Latina que re- de conocimiento por parte de intelectuales
configura cada vez más sus fronteras geocul- desde una perspectiva de género en América
turales e imaginarias. Latina Un gran número de intelectuales la-
Las operaciones de cruce, desborde y lí- tinoamericanas y latinoamericanistas, entre
mite, posibles a partir de la revisitación del ellas Nelly Richard, Ileana Rodríguez, Mary
término de frontera y sus implicaciones pe- Louis Pratt, Doris Sommer, Margo Glantz,
dagógicas, han permitido a los estudios cul- Beatriz Sarlo, Francine Masiello, Mónica
turales reconfigurar y desestabilizar nocio- Szurmuk, Jean Franco, entre otras, han
nes hegemónicas de identidad y espacio. marcado desde diferentes ángulos, las fron-
106 frontera
teras que deben cruzar y reinventar las mu- tudios culturales y de género a favor de mo-
jeres y sus otredades para poder hacer sen- vimientos subversivos y reconstitutivos del
tido en los límites de lenguajes y pedagogías cuerpo y la lengua del sujeto subalterno. La
hegemónicas, con el fin de proponer cáno- producción de representaciones culturales
nes alternativos, ciudadanías integrales a por chicanas en los Estados Unidos, las ne-
sujetos “parciales” y políticas de la traduc- gociaciones de sobrevivencia y ciudadanía
ción y la mediación que potencien una cul- de puertorriqueños en Nueva York, el esta-
tura latinoamericana que no se base funda- tus de inasimilables de los niños migrantes
mentalmente en la producción de una élite. peruanos en las escuelas argentinas, son tres
Se han preguntado: ¿cómo subvertir el len- ejemplos de reinscripción del otro en terre-
guaje para dar cuenta de los linderos de ex- no intersticial de la disciplina y la nación.
periencias femeninas u “otras”? ¿Cómo Transnacionalidad, transdisciplina y tran-
apropiarse de una narrativa que represente sexualidad marcan categorías que se ubican
la experiencia, el silencio y lo innombrable tanto en el cruce de fronteras disciplinarias
de las mujeres y la otredad? ¿Qué tipo de como en el más allá de continentes hegemó-
identidades y qué relatos están movilizando nicos como la nación soberana, la disciplina
las identidades diaspóricas latinoamerica- y el género dual (masculino, femenino). Lo
nas? ¿Qué cruces, qué nuevos lenguajes hay “trans” localiza su fuerza en el más allá de
que generar para representarlas y escuchar- las metanarrativas ligadas a las identidades
las? ¿Qué lugares de enunciación marginal nacionales monolíticas, genéricas y discipli-
es preciso atender? Y la pregunta culminan- narias.
te ¿En dónde tenemos los ojos? Appadurai subraya la velocidad, el movi-
Así se subrayan los intersticios y fronte- miento de personas, finanzas e ideas hacia
ras entre los estudios culturales y de géne- la disyunción y la desterritorialización como
ro y su búsqueda común por una cultura fuerzas desestucturadoras del orden actual;
latinoamericana con nuevas demarcaciones surge así la fuerza de lo transnacional. La
con respecto a su estricto canon y con un disputa entre la fuerza del “lugar”, las polí-
ejercicio de traducción y producción que ticas de “lugar” (territorializadas) y la fuerza
rompa con las densas fronteras erigidas de- del movimiento (políticas de la desterrito-
bido a las diferencias nacionales, raciales, rialización) entra en juego.
genéricas o sexuales. Surgen varias preguntas: ¿cómo pensar
Una de las operaciones más importantes la resistencia, la identidad, el saber desde
de los estudios culturales y de género se re- los límites de nación, género y disciplina?
fiere a la fuga y desborde del sujeto subalter- ¿Qué nuevo papel ocupan las naciones, los
no o femenino de los territorios nacionales territorios frente las movilizaciones diaspó-
y disciplinarios. John Beverley apunta a la ricas y desterritorializadas?
imposibilidad de que el saber latinoamerica- El concepto de límite, trabajado por Julio
no pueda ser contenido ya sea disciplinaria Ramos, cobra relevancia aquí pues si bien
o territorialmente. Desde estos estudios los la soberanía y el discurso nacional pueden
cruces y desbordes disciplinarios y territo- hacer invisible la diferencia, la nación como
riales enfatizan más que la disciplina y el constructo moderno, base de la ciudadanía,
territorio, la transdisciplina y los espacios puede ser reclamada desde sus límites y
desterritorializados. La desestabilización de obligada a responder tanto a los grupos mi-
las fronteras geográficas y disciplinarias –la grantes como a sus comunidades locales,
transdisciplina y la desterritorialización– desde sus “deslenguas”.
permiten tanto el estudio de la densidad La discusión se desliza al escenario que
de las disciplinas establecidas y las formas delimita las fronteras, a partir de las cuales
en que atrapan al subalterno sin cuerpo y el sujeto latinoamericano piensa y es pensa-
sin voz, como el constreñimiento y control do. Walter Mignolo centra el problema en la
de las naciones hacia sus identidades. Así, localización, de la delimitación del lugar
transdisciplina y transnacionalidad son dos desde donde pensamos Latinoamérica y so-
marcas estratégicamente derivadas de cru- mos pensados por otros. Surge la operación
ces y desbordes de fronteras geográficas y que marca el término border thinking, basa-
disciplinarias operadas al interior de los es- da en la obra de la chicana Gloria Anzaldúa,
frontera 107
dominación? En una palabra, ¿cómo pen- mujeres a ambos lados de la frontera ha sido
sar más allá de la dominación?, ¿desde qué Border Women. Writing from la frontera. En
lugar, con qué lenguaje, en qué cuerpo? La él, Socorro Tabuenca y Debra Castillo ma-
respuesta no se hace esperar: desde la fron- pean las tensiones, temáticas y acentos po-
tera, desde los límites del discurso nacional, líticos diferenciales de mujeres escritoras a
de género, racial y sexual, desde los intersti- ambos lados de la frontera.
cios entre disciplinas, entre naciones, entre Las chicanas han trabajado el sentido
imaginarios, entre lenguas. La zona inters- pedagógico de lo transdisciplinario y el
ticial se coloca más allá de los regímenes sentido subversivo de la representación de
que comprometen la movilidad y el flujo la experiencia femenina transnacional. Su
de disciplinas, territorios e imaginarios de constante misión pedagógica de enseñar, es-
la representación en cuerpo y lengua de la cribir, traducir y su forma de habitar estas
otredad. fronteras las ha llevado a teorizar y narrar
Uno de los espacios privilegiados del cru- la experiencia marginal en una suerte de
ce, es el espacio geocultural de la memoria, pensamiento oposicional (oppositional thin-
de las prácticas pedagógicas y políticas que king), elaborado por Chela Sandoval y reco-
se abren en el roce de una de las fronteras gido por críticos como Chandra Mohanty y
más grandes y cruzadas del mundo: la fron- Donna Haraway, Ernesto Laclau y Chantal
tera entre los Estados Unidos y México. Mouffe.
Las chicanas, mujeres transfronterizas Los estudios culturales han retomado
por excelencia, han desarrollado un co- estas tensiones y preguntas, las han hecho
nocimiento situado, una localización en suyas. Desde estos cuerpos y estas lenguas
cuerpo y lengua histórico/política, desde se analiza la globalización intervenida por
donde pensar y pensarse. Gloria Anzaldúa las comunidades imaginadas: por migran-
construye este “lugar,” en la frontera entre tes mexicanos, caribeños, latinoamericanos
México y los Estados Unidos, una frontera en los Estados Unidos, con acentos en las
emocional, geográfica, lingüística, material formas de conocimiento vernacular y local
e imaginaria. ¿Cómo pensarse desde los que la globalización des/articula y el cono-
discursos de dominación?, ¿en qué lengua, cimiento de la globalización que sus obras
con qué cuerpo? Su respuesta es clara, con posibilitan (coaliciones y redes transnacio-
la producción de conocimiento situado nales).
en pedagogías fronterizas, fruto de narra- Las críticas literarias latinoamericanas,
tivas y teorizaciones que hablan desde su caribeñas y chicanas, constituyen vínculos
cuerpo, desde su experiencia en lenguajes transfronterizos que es necesario fortalecer.
bilingües que buscan traducir lo irrepre- Han trabajado en torno al concepto de iden-
sentable de la experiencia del migrante, del tidad, espacio y pedagogía con el fin de re-
diaspórico o del otro en los Estados Unidos. presentar en cuerpo y lengua la otredad,
Gloría Anzaldúa con su libro Borderlands La más allá de la soberanía nacional, de lo bi-
Frontera, provocó una intensa discusión ha- nario genérico y de las pedagogías dominan-
cia el interior de la academia anglosajona, tes, desde lo transdisciplinario, lo transexual
que trajo como consecuencia la revisión de y lo transnacional, materializando las ope-
cánones que habían excluido una reflexión raciones que dan sentido y posibilidad al
crítica acerca del concepto de nación, es- reconocimiento y representación de la otre-
pacio e identidad propuesta por sus suje- dad a partir de la reinvención de fronteras
tos excluidos. Otras chicanas como Norma geográficas, disciplinarias y genéricas. Su
Alarcón, Chela Sandoval, Cherríe Moraga, pedagogía transfronteriza nos permite co-
Ana Castillo, Norma Cantú, Sandra Cisneros, nectar el sur con el sur, “desde abajo”, los
Lucha Corpi, Helena Viramontes, Emma intersticios de Perú y Argentina con los de
Pérez, entre muchas otras mujeres fronteri- México y los de Estados Unidos. El trabajo
zas, han buscado estructurar lenguajes que de la caribeña Yolanda Martínez San Miguel
hablen de esa particular experiencia que es en su texto Caribe Two Ways: Cultura de la
cruzar y habitar la frontera más grande, in- migración en el Caribe insular hispánico da
sondable y transitada del mundo. Un texto cuenta de las estrategias culturales (visua-
que ha rescatado la escritura y narrativa de les, narrativas y discursivas) de negociación
frontera 109
[110]
género 111
ra en distintos rangos: desde aquéllos que otras variables como la raza, la clase social,
optan por definir a uno en relación con el la edad y su implicación directa: lejos de lo
otro, quienes se interrogan sobre si, en efec- que pudiera suponerse, lo que aquí hemos
to, es posible diferenciarlos, hasta los que se denominado como “normatividad de géne-
refieren a la necesidad de analizarnos de ro” no sólo presenta múltiples intersticios y
manera independiente. En todos los casos, puntos de fuga, sino que aun los tipos de
se configura la idea de la porosidad y movi- comportamiento esperados usualmente sue-
lidad de las fronteras, atributo que puede len presentar numerosos puntos de quiebre.
ser visto como un mecanismo de resistencia De la “reglamentación” o el listado de man-
a los guiones culturales sustentados en la datos que determinan una adscripción gené-
percepción de que existen estructuras socia- rica sustentada en un rango de característi-
les fijas y universales. cas invariables podemos desplazarnos a la
El riesgo del dualismo que la dupla géne- idea de que el individuo es capaz de evaluar
ro/sexo ha engendrado se debe, sobre todo, los grados de adecuación de sus elecciones
al predominio de sus definiciones por enci- y, en ese sentido, decidir la “cara”, la confi-
ma de la comprensión de los procesos que guración con que modelará su propia defi-
ambos entrañan y cómo la dinámica de sus nición de género.
relaciones muestran sesgos, segmentacio- Sin embargo, las tendencias teóricas se
nes, transformaciones, que multiplican las inclinan por asignarle a lo social, el peso
posibilidades del sujeto de un ser y un estar definitivo de la constitución del género como
en el mundo. Las investigaciones de natura- categoría. El aprendizaje del individuo en su
leza antropológica han demostrado que el proceso de socialización, la aceptación de
conjunto de significados que apuntan hacia las reglas que asignan significados determi-
a un género u otro opera de manera diferen- nados al género femenino y al masculino, la
te entre las diversas sociedades e, incluso, legitimización obtenida en función del res-
entre comunidades y subconjuntos de un peto de esas reglas, ponen el acento en la
mismo grupo social. Ni es un puñado de ca- preexistencia de un conjunto de significados
racterísticas permanentes ni puede asociar- que el sujeto va adquiriendo, en un sistema
se inextricablemente al desempeño de un parecido al de castigos y recompensas, des-
papel dado. Más bien se construye de mane- de su nacimiento. Él o ella deben externar
ra sostenida, se demuestra con nuestras una serie de comportamientos, visibilizarse
elecciones y puede ratificar o no (por lo me- como varón o mujer, dependiendo de la ex-
nos, provisionalmente, de acuerdo con el pectativa social en relación con su género.
espacio temporal y la situación) las identifi- Este planteamiento entraña implicaciones
caciones asociadas con su normatividad, las diversas. Por un lado, la posibilidad de ma-
cuales aparecen en aquello que se reconoce tizar el determinismo al cual apunta la con-
como feminidad o masculinidad. vicción de que el individuo se inserta en un
Las marcas del género, por lo tanto, es- medio social estructurado y estructurante,
tán presentes en cada momento de la exis- que convierte al ser humano en opresor y
tencia de los seres humanos, inmersas en el oprimido, víctima y victimario, simultánea-
vasto rango de las prácticas sociales y se ven mente, en el cual él mismo reproduce las
influidas por el momento histórico y el con- condiciones que material y simbólicamente
texto espacial. Por ejemplo, las conductas lo atan a ese sistema.
esperadas de los individuos, según sean En esa línea de pensamiento, se hace a
identificados como hombres o mujeres, y lo un lado el poder movilizador de la categoría
que significa pertenecer a uno u otro sexo, género, pues sólo se estaría configurando a
varían no sólo de país a país, que además, sujetos sin voz y sin agencia, meros produc-
se han modificado a lo largo de su historia, tores de un guión cultural preexistente. Si la
sino que, lambién, dependen del posiciona- mirada, en cambio, no sólo considerara las
miento de los sujetos en los espacios de la implicaciones de ser y actuar como sujetos
vida cotidiana y el tipo de relaciones esta- colectivos, sino involucrara también el po-
blecido entre quienes fungen como sus in- der implícito de su singularidad, sería posi-
terlocutores. De aquí el interés por estudiar ble socavar los elementos hegemónicos que
las múltiples intersecciones del género con contribuyen a la construcción de identida-
112 género
des semejantes. Pero, al mismo tiempo, si se raza. Lo anterior elude los matices determi-
definiera el género sólo en función de las nistas, pues el género no se impone sobre el
decisiones individuales, se invitaría a perder cuerpo o el sujeto se limita a aceptar o re-
de vista su cariz político y relevarlo de su chazar lo que es, según su sexo (mujer o
alto impacto dentro de las relaciones socia- varón). Más bien, el sujeto se apropia de una
les. Su íntimo vínculo con las prácticas cul- norma corporal que regula tanto la materia
turales lo erigen en un tipo de representa- como sus significaciones, a partir de un im-
ción y un orden del discurso susceptibles de perativo heterosexual que promueve ciertas
ser leídos e interpretados tanto por el propio identificaciones y repudia otras (Cuerpos:
sujeto como por los demás miembros de su 19). Esta perspectiva alberga un sesgo polí-
entorno. En sí mismo, alberga acuerdos, di- tico crucial y anticipa la dimensión “prácti-
ferencias, negociaciones y todo tipo de inte- ca” de su pensamiento, al suponer cuestio-
racciones, en el plano simbólico, en las que nes ligadas a cuáles son los cuerpos que
influyen las políticas de las identidades, de importan, qué identificaciones son acepta-
la misma manera que éstas son influidas por das y cuáles son ubicadas en el espectro de
las configuraciones de género. En resumen, lo abyecto, quién determina y (desde dónde)
éste marca al individuo, pero también deja los límites de de la obscenidad y la porno-
una huella profunda en la dimensión social; grafía, o cómo las prácticas sexuales están
es producto de un proceso histórico, aunque fuertemente ligadas a una heterosexualidad
éste lleva consigo poderosos sedimentos que compulsiva. En síntesis, los legados de Louis
favorecen la reinserción de antiguas creen- Althusser, Jacques Lacan, Michel Foucault y
cias y prácticas culturales. Jacques Derrida son aprovechados por
Judith Butler, en su influyente Gender Butler para proponer el sexo como perfor-
Trouble (1990), propone una salida a esa mativo y como el resultado de mecanismos
aparente falta de conciliación entre lo indi- de interpelación y citación que pueden con-
vidual y lo colectivo, entre la subjetividad y solidar, aunque también subvertir, las es-
lo social. Al acuñar el concepto “performa- tructuras de poder.
tividad de género”, a través del cual recono-
ce la capacidad del sujeto en intervenir en polisemia y diversidad conceptual en latino-
la estructuración de su subjetividad, resigni- américa. El término género, entonces, es
ficando las prácticas regulatorias que obran complejo de definir debido a varios motivos.
sobre la construcción de su identidad. Puede emplearse muy ampliamente o bien,
Debido a las variadas y repetidas maneras implicar un concepto operativo de alta pre-
como se interpretan los mandatos de géne- cisión. Sus usos van desde un sentido artís-
ro, éste ya no es algo “dado” o “alcanzado” tico, biológico (“el género es superior a la
y sí una categoría flexible, en donde se abre especie”), asociado a lo femenino, hasta la
el espacio para las contradicciones, las afir- convicción de que no existe una traducción
maciones, las novedades, los rechazos y los exacta en español del término anglosajón
cambios tanto en la subjetividad como en (gender). El vocablo en lengua inglesa, “lleva
las prácticas, los gestos y los comportamien- implícito que se trata de una cuestión rela-
tos de los individuos. tiva a los sexos; plantear lo mismo en caste-
En Bodies that Matter (1993), Butler re- llano resulta críptico para los no iniciados:
toma algunas de las principales nociones de ¿se trata de estudiar qué género, un estilo
Gender Trouble para profundizar en ellas. Si literario, una modalidad musical o una tela?
el género es un efecto del discurso, construi- […] sólo las personas que ya están en ante-
do sobre la base de la exclusión de los Otros, cedentes respecto del debate teórico lo com-
¿lo es también el cuerpo? Su respuesta es prenden como relación entre los sexos,
afirmativa y se centra en el análisis del mis- como simbolización o como construcción
mo como una realidad material, marcada cultural” (Lamas, Cuerpo: 88).
por el género y filtrada a través del discurso. La academia latinoamericana también
Así, a manera de ilustración, la forma y la fue testigo del debate entre su necesidad y
apariencia corporal son modeladas a partir su prescindibilidad. Por ejemplo, la perspec-
de los discursos constituidos socialmente, tiva de diversas teóricas europeas, como
en relación con el sexo, la sexualidad y la Rosi Braidotti, en torno de que esta discu-
género 113
sión no era necesaria, dado que el modelo de apoyo, en donde suelen enfatizar su in-
de la guerra de los sexos era importada des- tención de impulsar una “perspectiva” de
de Estados Unidos y el patrón mediterráneo género. Esto se traduce, casi siempre, en
del machismo no respondía a una sociedad instancias creadas para dar asistencia de
que desplegaba otro tipo de problemática algún tipo a las mujeres, promover su inser-
(“La noción de ‘género’ es una vicisitud del ción en forma equitativa a la sociedad o
idioma inglés, una noción que tiene muy bien, intentar combatir la violencia intrafa-
poca o ninguna relevancia en las tradiciones miliar. La inclusión del término en las nor-
de las lenguas romances” (79)). El énfasis, mativas y las acciones del Estado ha impac-
según Braidotti, debería estar puesto en la tado por su cariz político.
diferencia sexual porque despliega más cla- Así, si género por lo general designa a las
ramente la posición asimétrica de lo feme- mujeres, los estudios de género suelen ser
nino y lo masculino, dentro de un mismo entendidos como investigaciones relaciona-
sistema. La postura paralela criticaba la das con el universo femenino. Una deriva-
universalización de esa asimetría social, la ción de este empleo fue su actuación como
propensión a dimensionarla como una con- sustituto de “feminismo”. Lo reduccionista
dición inevitable y su consecuente reifica- de ambas consideraciones tuvo implicacio-
ción, al margen de la práctica sociohistóri- nes de peso, debido a que despojó al término
ca. Los debates de este orden revelan no sólo de la agencia asociada a ambos y se con-
una forma distinta de comprender estas no- virtió en objeto de sospecha y desconfianza.
ciones (y, por lo tanto, el mundo), sino la La academia latinoamericana reaccionó en
existencia de diferentes agendas políticas. forma similar a lo observado por Joan Scott,
Jean Franco recuerda el debate iniciado al ser incluido por las instituciones en sus
por la iglesia católica, al rechazar el uso de programas, sus cursos, sus líneas de espe-
la palabra género, pues “intentaba provocar cialidad: “género suena más neutral y obje-
un giro ideológico y generar una nueva con- tivo que ‘mujeres’. ‘Género’ parece ajustarse
cepción de la persona humana, la subjetivi- a la terminología científica de las ciencias
dad, el matrimonio, la familia y la sociedad. sociales y se desmarca así de la (supues-
En suma, lo que propone es una revolución tamente estridente) política del feminismo
cultural” (“The Gender Wars”: 123). La (“El género”: 42).” En México, por ejemplo,
aceptación de que las diferencias entre va- parecerían convivir ambas vertientes. De
rones y mujeres son una construcción cul- manera pionera, en 1983 surgió el Programa
tural, y no se deben exclusivamente a aspec- Interdisciplinario de Estudios de la Mujer,
tos de orden biológico, abriría la puerta a en el Colegio de México. Un decenio des-
un conjunto de cambios sustanciales, alre- pués, en la Universidad Nacional Autónoma
dedor del aborto legalizado, la aceptación de México, el Programa Universitario de
de la homosexualidad, el colapso de los tra- Estudios de Género. Pero podía argüirse
dicionales valores familiares, razona Franco. que la denominación género, al ampliar
De aquí que no sólo haya repudiado el tér- el espectro (y, en la percepción social, no
mino, sino que la jerarquía católica en sólo aludir a las mujeres), apunta hacia el
Latinoamérica utilizó en forma indistinta desdibujamiento de esencialismos que le ad-
“género” y “feminismo”, en los años noven- judican a cada sexo un guión de patrones
ta, después de una larga insistencia por aso- culturales y, en cambio, plantea la inclusión
ciar a este movimiento con el comunismo, de formas alternativas de la subjetividad.
desde los años sesenta. Por lo tanto, la poli- El empleo de esta categoría ha sido muy
semia con que se impregnó el vocablo, de fructífero en la construcción de cánones al-
acuerdo con las tradiciones teóricas abreva- ternativos, sobre todo en las ciencias socia-
das en Latinoamérica contribuyó a que gé- les y humanísticas. La recuperación de las
nero fuera entendido y acogido de manera funciones que las mujeres han desempeña-
distinta, según las disciplinas, las institucio- do, a lo largo del tiempo, en las disciplinas
nes y las regiones. Por ejemplo, sin que se más diversas y en una pluralidad de ámbi-
aclare en qué sentido se le emplea, los go- tos, ha sido una de las vetas más exploradas
biernos han echado a andar programas, uni- por la academia latinoamericana. Sus líneas
dades administrativas, centros de estudio y se han movido desde la labor de rescate de
114 género
ca radica en que al leer de manera parcial el la falta de una teoría propia y la dependen-
texto cultural, se deja de lado, sistemática- cia hacia las lecturas emanadas del ámbito
mente, toda posibilidad de un desvío de los anglosajón podría ser la contraparte del ar-
discursos establecidos e, incluso, de sus con- gumento de Richard acerca de la existencia
trarrelatos. A partir de los razonamientos de del detalle y la materialidad operativa, la de
Nelly Richard, propone nuevas re-flexiones “una crítica en acción y en situación, es de-
(nuevas flexiones) en el texto cultural lati- cir, necesariamente imbricada en el funcio-
noamericano y la necesidad de fisurar los namiento práctico de una estructura local”
discursos establecidos. (“El conflicto…”, 2003: 444). Los enfoques
Richard, por su lado, se pregunta si no de ambas permiten apreciar la amplitud de
debiera ser fisurado el rótulo de “estudios los rangos en los que se mueve el género:
culturales latinoamericanos” como probable desde la urgencia por forjar conceptos pro-
bloque de poder, si su adopción se debiera a pios o construirlos a partir de la crítica de
la influencia de la academia estadunidense los ya existentes hasta la indagación de
y su consiguiente institucionalización, y no cómo opera desde condiciones socio-histó-
a proyectos propios de crítica de las dis- ricas específicas. La convergencia de las mi-
ciplinas. En este sentido, pudiera ser más radas sobre sus posibilidades como catego-
trasgresor y poseer un mayor sentido políti- ría de análisis conduce a la necesidad de
co hablar de “estudios de género” o “crítica definir, interrogar y reconceptualizar todas
feminista”, en virtud del sentido otorgado en aquellas nociones que lo sustentan y lo en-
el seno de las tradiciones locales y la apro- riquecen (sexo, sexualidad, diferencia
piación de estas denominaciones por enci- sexual, identidad, feminidad, masculinidad,
ma de aquélla (“El conflicto…”, 2003: 444). etc.), en lugar de colapsarlas en un solo vo-
Al hacer notar que en México, “ni en el cablo: “género” (Hawkesworth, Feminist
ámbito intelectual ni en el académico” ha Inquirí: 175).
habido interés por entablar una discusión
teórica rigurosa sobre el tema, lo cual se obras de consulta. Braidotti, Rosi, Feminismo,
traduce en falta de ensayos y reflexiones pu- diferencia sexual y subjetividad nómada,
blicadas, Marta Lamas coincide con Barcelona, Gedisa, 2004; Butler, Judith, Bodies
Braidotti sobre la tendencia de una despreo- That Matter: On the Discursive Limits of
cupación casi total de los varones por abor- ‘Sex’, Nueva York, Routledge, 1993 [Cuerpos
darlo. Ello da como resultado la existencia que importan. Sobre los límites materiales
de especies de guetos: “manejan una clien- y discursivos del “sexo” (trad. Alcira Bixio),
tela básicamente femenina y funcionan tam- Buenos Aires, Paidós, 2002]; Butler, Judith,
bién como lugares de formación de cuadros Gender Trouble: Feminism and the Subversión
para la actividad política” (“Cultura…”, of Identity, Nueva York, Routlege, 1993 [El gé-
2003: 340-343). Al igual que Molloy, se per- nero en disputa: el feminismo y la subversión
cata de la escasez de estudios que pretendan de la identidad (trad. Mónica Mansour y Laura
poner en crisis las representaciones de los Enríquez), México, Paidós, 2001]; Cranny-
géneros convencionales (incluso habla del Francis, Anne et al. (eds.), Gender Studies. Terms
heterosexismo como premisa de las investi- and Debates, Suffolk, Palgrave Macmillan,
gaciones realizadas) y sostiene que “los es- 2003; Fougeyrollas-Schwebel, Dominique et
tudios de género no constituyen todavía una al. (dirs.), Le genre comme catégorie d’ana-
tendencia teórica importante en el área de lyse. Sociologie, histoire, littérature, París,
los estudios culturales, y tampoco están cru- L’Harmattan, Bibliothèque du Féminisme/
zados por una perspectiva transversal de ring, 2003; Hawkesworth, Mary, “Confundir
género” (ibid: 346). el género,” Debate feminista, año 10, núm. xx,
Lamas alude a la realización de investi- octubre de 1999, pp. 3-48; Hawkesworth, Mary,
gaciones sustentadas en datos y trabajo de Feminist Inquiry. From Political Conviction to
archivo, la labor de recuperación y relectura Methodological Innovation, New Brunswick,
de mujeres olvidadas, así como al análisis Rutgers University Press, 2006; Kaminsky,
de prácticas discursivas y de vida, desde la Amy K., Reading the Body Politic: Feminist
sociología, la historia, la antropología y la Criticism and Latin American Women Writers,
literatura, principalmente. Su desazón por Minneapolis, University of Minessota Press,
género / globalización 117
1993; Lamas, Marta, Cuerpo: diferencia sexual miento” europeo de Amerindia en 1492 hace
y género, México, Taurus, 1992; Lamas, Marta, posible una red de conexiones entre todos
“Cultura, género y epistemología” en José los continentes del mundo. Entendido así,
Manuel Valenzuela Arce (coord.), Los estudios la globalización no es nada nueva, pero la
culturales en México, México, fce/cnca, 2003; ubicuidad del término en los discursos po-
Lamas, Marta, Feminismo. Transmisiones y re- líticos, económicos, culturales, y académi-
transmisiones, México, Taurus, 2006; Ludmer, cos al principio del siglo xxi indica que ha
Josefina, “Las tretas del débil” <http://www. adquirido un significado más específico en
isabelmonzon.com.ar/ludmer.htm> (orig. cuanto a la historia y el desarrollo reciente
de 1985); Molloy, Sylvia, “La flexión del gé- de la geopolítica.
nero en el texto cultural latinoamericano”, Hay varias periodizaciones del desarro-
Revista de Crítica Cultural, núm. 21, 2004, llo de las relaciones capitalistas a partir
pp. 54-56; Monsiváis, Carlos, “Crónica de as- del año 1492 y la conquista española de
pectos, aspersiones, arquetipos y estereotipos Amerindia. El concepto del “sistema mun-
de la masculinidad”, Desacatos: Revista de dial” de Immanuel Wallerstein posiciona ese
Antropología Social, 16, otoño/invierno 2004, momento como el paso de un previo sistema
90-108; Portugal, Ana María, “Feminismo” en interregional hacia una organización pro-
Salas Astrain, Ricardo (coord.), Pensamiento piamente mundial, con Europa en el cen-
crítico latinoamericano: conceptos fundamen- tro como origen de los “descubrimientos” y
tales, Santiago de Chile, Ediciones Universidad del capitalismo. Ese momento introduce la
Católica Silva Henríquez, 2005, 2 vols., pp. cuarta etapa del “sistema mundial,” o sea,
355-360; Richard, Nelly, “El conflicto entre las la modernidad. Mucho se ha escrito sobre
disciplinas”, Revista Iberoamericana lxix: 203, la globalización como la etapa culminante
4-6/2003, pp. 441-448; Scott, Joan, “El género: de un eurocentrismo que pretende moderni-
una categoría útil para el análisis histórico” zar el mundo según un modelo totalizador
en Navarro, Marysa y Catherine R. Stimpson de “la civilización”. Pensado así, tanto los
(comps.), Sexualidad, género y roles sexuales, efectos positivos de la globalización como
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, los efectos negativos se atribuyen al final del
1999, pp. 37-76; Vargas, Virginia, “Declaración sistema eurocéntrico (la modernidad). Ese
de América y el Caribe” en Debate feminista, año final se imagina como el momento en que ya
6, núm. xii, octubre de 1995, pp. 75-83; West, no hay más recursos naturales que explotar,
Candace y Don H. Zimmerman, “Haciendo ni nuevas poblaciones a quienes transferir
género” en Marysa Navarro y Catherine R. la carga obrera a poco costo, ni manera de
Stimpson (comps.), Sexualidad, género y roles seguir controlando la proliferación de las
sexuales, Buenos Aires, Fondo de Cultura diferencias sociales ni la resistencia econó-
Económica, 1999, pp. 109-143. mica, política, y cultural que éstas generan.
Otra manera de situar la globalización, sin
[maricruz castro ricalde] embargo, la restringe mucho más en térmi-
nos temporales y filosóficos, viéndola como
la estructura económica y cultural de la pos-
globalización modernidad. Desde este punto de vista, la
globalización significa la americanización
La palabra “globalización” se refiere ge- de las economías y culturas mundiales a
neralmente a los procesos a través de los partir de 1945 porque es en este periodo
cuales las economías y las culturas en todas que Estados Unidos desarrolla industrias
partes del planeta llegan a ser cada vez más más fuertes y flujos de capital más prolíficos
interdependientes. El Giro Copernicano que Europa a causa de la segunda guerra
marca el comienzo de la globalización por- mundial.
que introduce el concepto de la Tierra como Actualmente, el término “globalización”
un cuerpo esférico, o global, pero también describe un aumento vertiginoso del comer-
porque permite la navegación y el comercio cio inter y transnacional que, combinado
que vincularán las comunidades humanas a con una preferencia por las políticas del
pesar de las grandes distancias geográficas mercado libre por encima de las proteccio-
y culturales. Particularmente, el “descubri- nes de las economías locales o nacionales,
118 globalización
busca la expansión de una sóla economía conexiones internacionales cada vez más
capitalista con un impacto planetario. Este eficientes y rentables. En ambos casos, la
proceso depende de los rápidos avances en lucha entre la homogeneización y la autono-
las tecnologías comunicativas, mientras que mía cultural y política es central, pero se
a la vez los produce. Tales avances facilitan plantea en términos que ya no se limitan a
la transferencia electrónica del capital igual la geografía. Eso abre nuevas posibilidades
que de la información. Además, se aumenta de imaginar los grupos y los movimientos
la eficiencia en la transferencia de bienes y sociales, ya que se pueden establecer en to-
personas alrededor del mundo. En este sen- das partes del planeta sin respetar los lími-
tido, la globalización condensa el tiempo y tes nacionales o regionales.
el espacio, achicando el mundo por acelerar Con la globalización reciente, los concep-
el tiempo necesario para que la gente inte- tos del centro y periferia, del primer mundo
ractúe, sin importar su ubicación geográfi- y segundo (o tercer) mundo, o del desarrollo
ca. Entonces, a partir de de los años ochen- y el subdesarrollo, llegan a ser cada vez más
ta, la globalización se ha vuelto un término anacrónicos porque se refieren a zonas geo-
popularizado que se refiere tanto a la alta gráficas mientras que los nuevos vínculos y
velocidad de los cambios en la experiencia alianzas se dan ahora en esferas que no son
de lo local, como al aumento de los vínculos geográficas sino sociales en una escala mun-
mundiales en los campos económicos, polí- dial. Los capitalistas superricos de todas
ticos y culturales. partes del mundo, por ejemplo, tienen más
La globalización económica comprende en común unos con otros, y con más facili-
la cooperación transnacional y supranacio- dad, que con sus paisanos obreros. Otras
nal para la producción, la distribución, y el agrupaciones también se ven según sus pa-
consumo de bienes y servicios, incluso los trones de consumo o su activismo político
servicios financieros (el Fondo Monetario extranacional (los jóvenes, la clase media
Internacional o el Banco Mundial). La glo- educada, los grupos étnicos, etc., y hasta los
balización política concentra el poder ad- activistas en contra de la globalización).
ministrativo sobre la política pública y eco- Algunos creen que la globalización repre-
nómica en una gran variedad de acuerdos senta una profunda amenaza para las iden-
y enlaces multinacionales (la Organización tidades y particularidades locales que los
Mundial del Comercio, el Tratado de Libre estados-nación pretenden nutrir y proteger.
Comercio de América del Norte, Mercosur, Otros ven la trascendencia del Estado-
la Unión Europea, etc.), y considera los pro- nación como una liberación de las hegemo-
blemas locales dentro de un contexto glo- nías modernas y totalizadoras; es decir, que
bal. Finalmente, la globalización cultural los debilitados gobiernos nacionales pueden
se refiere a la diseminación mundial de la ceder su poder a favor de nuevos tipos de la
información, las imágenes, los valores, y los organización social, más democráticos y
gustos, junto con un creciente cosmopoli- menos limitados por la geografía o por los
tismo de la vida urbana. Obviamente, estos sistemas políticos formales. Esta última po-
tres campos se entretejen y el proceso glo- sición subraya el potencial de la globaliza-
balizante en cualquiera de ellos afecta todos ción como una fuerza social progresista,
los otros. mientras que la anterior enfatiza su poten-
Por ejemplo, como resultado de los enla- cial como un proceso hipercapitalista y no
ces económicos transnacionales, el papel de regulado que subyuga a la ciudadanía activa
los estados-nación se debilita en cuanto a la bajo el control anónimo del mercado libre.
supervisión de la actividad económica y la Típicamente se toma una u otra posición
preservación de los patrimonios culturales. de acuerdo con el énfasis relativo que se dé
Algunos teóricos consideran que la globali- a las tres categorías mencionadas arriba, y
zación es la fuerza económica dominante dependiendo del punto de vista ideológico
que va a dar fin al Estado-nación moderno que se tenga en cuanto a la relación entre el
por medio del flujo del poder por vías extra- capital, el consumo y las condiciones labo-
nacionales. Otros, sin embargo, sostienen rales. Por ejemplo, los teóricos que enfati-
que la globalización, irónicamente, refuerza zan las ventajas de la comunicación y el
la estabilidad nacional para promover las consumo (tanto material como cultural) fa-
globalización 119
cilitado por la globalización, la ven como igual la gente migra más en busca del tra-
una fuente de un poder político más demo- bajo y la estabilidad socio-económica. Por
cratizado y popular. Pero los que prestan ende, los focos clave de los estudios cultu-
más atención a la explotación laboral en los rales relativos a la globalización incluyen las
procesos de producción que carecen de una migraciones humanas (incluso sus causas
regulación gubernamental adecuada, ven la y sus efectos); la desterritorialización y la
globalización como un sistema que profun- reterritorialización de ideas, identidades, y
diza tanto las desigualdades socio-económi- recursos económicos; las comunicaciones; y
cas como el debilitamiento político de la el consumo.
clase obrera global. Los debates latinoamericanos sobre la
Los estudios culturales empiezan a figu- globalización están fuertemente cargados de
rar centralmente en los discursos académi- la historia regional. Dado que la conquista
cos en el mismo periodo histórico que la de Amerindia marca el comienzo del llama-
nueva fase acelerada de la globalización. La do “sistema de 500 años” (Noam Chomsky),
globalización, vista como una vasta red de la violenta entrada de esa región en el “sis-
enlaces inter y transnacionales de todo tipo, tema mundial” paradójicamente hace posi-
desafía la organización disciplinaria de la ble la modernidad a la vez que establece una
academia. Los estudios culturales, con su relación estructuralmente subordinada, pri-
acercamiento inter y transdisciplinario al mero con Europa, y luego con los Estados
análisis de las emergentes formas de orga- Unidos. Los efectos de la globalización en
nización social y de la expresión, aceptan el América Latina están necesariamente cir-
reto. Si la crítica literaria moderna solía ver cunscritos por quinientos años de la explo-
el vínculo entre la producción literaria y el tación, la dependencia y la desigualdad tan-
desarrollo (o crítica) de los estados-nación to interna como en relación con el llamado
modernos, los estudios culturales buscan centro. Por eso, cualquier potencial progre-
analizar cómo los vínculos transnacionales sista que tenga la globalización tiende a ser
en las esferas de la economía, la política y eclipsado por su intensificación de la vulne-
las comunicaciones generan nuevas alianzas rabilidad regional relativa a los centros del
sociales y formas de la expresión cultural. poder capitalista.
Es más, también analizan la manera en que El neoliberalismo imperante en la ma-
estas formas generan, en su turno, nuevas yoría de los gobiernos latinoamericanos
relaciones políticas y económicas. Este en- durante los últimos decenios del siglo xx
foque nos permite ver el flujo de personas, apoyaba el avance de la globalización en
bienes y signos como una situación en que la medida en que insistía en el poder del
la economía y la política se vuelven cultura mercado abierto y mundial, junto con la
y la cultura se vuelve economía y política. privatización y la inversión extranjera, de
Los estudios culturales tienden a recono- resolver los problemas económicos y so-
cer que estos procesos globalizantes todavía ciales. A partir de 1990 se seguía las reco-
se dan en relación con lo nacional, pero ya mendaciones del Consenso de Washington
no se privilegian las fronteras nacionales que apuntaban en la misma dirección. Sin
como si fueran el factor determinante para embargo, como reacción en contra de los
el establecimiento, la estructuración o la ex- efectos del neoliberalismo, otro tipo de go-
tensión de alianzas entre las comunidades. biernos comienzan a ser instalados en la
En la medida en que hacen hincapié en la región con el cambio de siglo: Hugo Chávez
globalización como la fuerza dominante en en Venezuela (1998), Lula da Silva en
las formas emergentes de la organización Brasil (2002), Néstor Kirchner en Argentina
y expresión social, los estudios culturales (2003), Tabaré Vázquez en Uruguay (2004),
se ocupan del movimiento de todos tipos. Evo Morales en Bolivia (2005) y Michelle
Mientras los medios electrónicos siguen Bachelet en Chile (2006). En 2006, las em-
acelerando la comunicación, los mensajes patadas elecciones presidenciales en México
y las imágenes alcanzan un público que se giraron en torno al mismo debate entre la
expande exponencialmente. Incluso mien- continuación del neoliberalismo, represen-
tras el capital viaja por el mundo con más tado por el pan (Felipe Calderón) y la can-
libertad en busca de la mano de obra barata, didatura de Andrés Manuel López Obrador
120 globalización
(del prd), que proponía defender los intere- las masivas manifestaciones públicas por los
ses laborales y los servicios sociales tanto mexicanos que residen en Estados Unidos.
como la libre circulación del capital. Se buscaba el reconocimiento de su presen-
Aunque estos nuevos gobiernos apelan a cia y productividad, junto con nuevas polí-
una resistencia a la globalización sin frenos, ticas que respeten los aportes económicos y
todavía no se ha resuelto una serie de pre- culturales de los inmigrantes. Se notaba, sin
guntas clave que surgen en todo debate so- embargo, que aunque haya un movimiento
bre la globalización actual en América visible y fuerte de esa población, y que la
Latina. Primero, ya que la larga historia de migración obedezca las necesidades del ca-
la mundialización depende de los vínculos pital transnacional, no existen las estructu-
intercontinentales, y América Latina ocupa ras políticas transnacionales para contestar
una posición geográfica originaria en esa sus demandas.
historia, ¿cómo se entiende el fenómeno de Una pregunta frecuentemente comentada
la desterritorialización? Las migraciones desde un enfoque en la globalización cultu-
masivas hacia los centros urbanos por un ral, es hasta qué punto la nueva etapa del
lado, y entre países por otro lado, conducen capitalismo globalizado convierte las identi-
al desarrollo de identidades y prácticas mul- dades y las expresiones culturales en el mero
ticulturales igual que a la ciudadanía múlti- consumismo, despolitizado y desconectado
ple. Carlos Monsiváis ha articulado esta si- de sus contextos locales: “compro, luego exis-
tuación como la emergencia de la nueva to”. La identificación del consumismo extre-
“frontera portátil”. En este sentido, si bien mo con la americanización cultural, y la
el conjunto de los nuevos procesos globali- americanización con la globalización, signi-
zantes implica la creciente superación de los fica que se critica la globalización como un
límites espaciales y temporales, ¿desde dón- instrumento del control social que desmobi-
de se articulan los derechos civiles y labora- liza a la gente políticamente, desnacionaliza
les, la representatividad gubernamental o la las economías, y convence a las clases pobres
creatividad cultural? de que pueden (o deben) ser consumidores a
El movimiento zapatista en México, que todo dar. Tal proceso sólo agrava la distancia
emergió públicamente en 1994, el mismo entre los deseos y la realidad (Monsiváis).
año en que se implementó el Tratado de Una de las figuras centrales en los deba-
Libre Comercio de América del Norte, es un tes mexicanos y latinoamericanos sobre la
fuerte ejemplo del cruce entre la economía relación entre el consumo y la cultura es
globalizada, las tensiones internas al Estado- Néstor García Canclini. Este antropólogo
nación moderno, y la red mundial de co- interdisciplinario no descarta los costos ni
nexiones extragubernamentales. El Ejército las ventajas de la globalización. Más bien,
Zapatista de Liberación Nacional se había habla de las múltiples mediaciones debido a
organizado para defender los derechos hu- las cuales la globalización se define como
manos, económicos, y culturales en las zo- “un conjunto de procesos de homogeneiza-
nas agrarias e indígenas en el sur de México. ción y, a la vez, de fraccionamiento articu-
Ese movimiento político-militar localizado lado del mundo, que reordena las diferen-
en Chiapas pretendía desafiar la legitimidad cias y las desigualdades sin suprimirlas” (La
de la política nacional neoliberal desde un globalización: 49). Esta definición enfatiza la
lugar específico dentro de la nación, pero naturaleza indeterminada de la actual fase
también a través de una red de alianzas ét- hipercapitalista. Es decir, como se ve tanto
nicas e ideológicas supranacionales. Para el en el neozapatismo, en la lucha por los de-
año 2006, la red neozapatista había logrado rechos de los trabajadores transnacionales,
un alcance mundial, vinculando y apoyando o en la elección de gobiernos antineolibera-
toda una serie de movimientos sociales que les, la globalización puede producir nuevos
comparten marcos cognitivos y posiciones tipos de agencia personal y económica a la
morales. El movimiento neozapatista ya no vez que puede generar nuevas formas de ex-
es sólo un asunto indígena, ni chiapaneco, plotación u homogeneidad cultural.
ni mexicano, sino global.
Otro ejemplo que revela la complejidad y obras de consulta.Colclough, Christopher y
la urgencia de tales cruces fueron, en 2006, James Manor (eds.), ¿Estados o mercados?: el
globalización 121
neoliberalismo y el debate sobre las políticas de de- las Artes/Fondo de Cultura Económica, 1993,
sarrollo, México, Fondo de Cultura Económica, pp. 500-513; Ribeiro, Darcy, Las Américas y la
1995 (1a. ed., 1991); Dussel, Enrique, Ética de civilización: Proceso de formación y causas del
la liberación en la edad de la globalización y la desarrollo desigual de los pueblos americanos,
exclusión, Madrid, Trotta, 4a. ed, 2002; García Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1992; Robertson,
Canclini, Néstor, La globalización imaginada, Roland, Globalization: Social Theory and Global
México, Paidós, 1999; Monsiváis, Carlos, Los Culture, London, Sage, 1992; Wallerstein,
rituales del caos, México, Ediciones Era, 2ª ed., Immanuel, The Modern World System, New
2001 (1a. ed., 1995); Monsiváis, Carlos, “¿Tantos York, Academic, 1974 [El moderno sistema
milliones de hombres no hablaremos ingles? mundial (trad. Antonio Resines, et al.), México,
(La cultura norteamericana y México)” en Siglo XXI Editores, 1998].
Guillermo Bonfil Batalla (comp.), Simbiosis de
culturas: los inmigrantes y su cultura en México, rebecca e. biron
México, Consejo Nacional para la Cultura y
hegemonía de poder político directo” sino que “incluye,
como uno de sus elementos centrales, una
El concepto de hegemonía ocupa un lugar manera particular de ver el mundo y la na-
central en los debates teóricos y políticos turaleza y relaciones humanas” (Keywords:
contemporáneos y ha ejercido gran influen- 118). Gramsci sugiere que la hegemonía im-
cia en el desarrollo de los estudios culturales plica que los valores y visión del mundo de
en diversas partes del mundo. El punto de las clases dominantes se convierten en una
partida de las discusiones sobre hegemonía especie de “sentido común” compartido por
suele ubicarse en el trabajo del teórico ita- los grupos dominados, en virtud del cual
liano Antonio Gramsci (1891-1937). En sus terminan aceptando –aunque no necesaria-
Cuadernos de la cárcel y otros trabajos, mente justificando– el ejercicio del poder
Gramsci propuso una serie de herramientas por parte de los grupos dominantes. Dicho
conceptuales para entender las formas his- sentido común es diseminado y adquirido a
tóricas concretas en que se ejerce la domi- través de un proceso complejo en el que la
nación por parte de ciertos grupos o clases educación, la religión y la cultura juegan un
sobre otros, y los mecanismos políticos y papel crucial.
culturales que dan sustento a esas formas. Hay tres elementos que deben destacarse
Lo que buscaba Gramsci era analizar la dia- en la formulación gramsciana del concepto
léctica entre coerción y consenso dentro de de hegemonía. Primero, el carácter dinámi-
ese proceso y, al mismo tiempo, superar las co del proceso que conduce a la hegemonía;
interpretaciones economicistas de la histo- en otras palabras, la hegemonía no es un
ria y la política al introducir de manera cen- “momento” estático en el proceso histórico,
tral el papel de la cultura dentro del análisis sino el resultado de un continuo cotejo de
de la dominación. formas complejas y articuladas de domina-
Gramsci arriba a una comprensión de la ción y resistencia. Segundo, esta formula-
hegemonía como una forma de dominación ción subraya la importancia de entender el
en la cual la coerción y la violencia no des- papel activo de los grupos subalternos den-
aparecen, pero sí coexisten con formas de tro del proceso histórico: sin una adecuada
aceptación del poder y la dominación más comprensión de esta función, el análisis de
o menos voluntarias o consensuales por par- las formas en que se ejerce el poder resulta
te de los sujetos subalternos. “Para poder claramente insuficiente. Tercero, la noción
ejercer el liderazgo político o hegemonía gramsciana de hegemonía nos permite pen-
–escribió Gramsci– uno no debe contar so- sar en la articulación entre formas económi-
lamente con el poder y la fuerza material del cas, jurídicas y políticas de poder, por un
gobierno” (citada en Ruccio), sino también lado, y las dinámicas de intercambio y con-
con la aceptación más o menos voluntaria flicto cultural e ideológico, por otro.
de los sujetos dominados, aceptación que El interés de Gramsci por la noción de
aparece crucialmente mediada por las for- hegemonía no era solamente metodológico,
mas culturales de interacción entre domina- es decir, no estaba únicamente interesado en
dos y dominadores. Según el crítico literario esclarecer los procesos de dominación en la
británico Raymond Williams, el concepto de historia y en el mundo contemporáneo, por
hegemonía se refiere no sólo a los “asuntos el contrario, su mayor interés radicaba en la
[122]
hegemonía 123
posibilidad de construir un proyecto hege- po, sin embargo, la aceptación por parte de
mónico alternativo: aquél que, en su visión, los esclavos de esta hegemonía no fue ente-
llevaría al poder a los grupos subalternos ramente pasiva ni anulaba el antagonismo
–un término que él también acuñó como de clase o la agencia de los propios esclavos,
sustituto de “clase obrera”–. Por lo tanto, su quienes convirtieron al sistema legal –y a la
formulación de la hegemonía como un pro- ideología paternalista que regía en gran par-
ceso que incluía de manera central a la cul- te las relaciones entre amos y esclavos– en
tura significaba que él identificaba en esta fuentes de nociones legitimantes que estos
dimensión cultural un eje crucial en la cons- últimos usaron para proteger sus propios
titución de una alternativa revolucionaria. derechos (Thompson).
Así, la propuesta de Gramsci contribuía a Los planteamientos de Gramsci resulta-
superar el economicismo dominante tanto ron particularmente útiles en ese doble es-
en los análisis históricos y políticos como en fuerzo en que se hallaban empeñados estos
las propuestas de organización política de historiadores marxistas: por un lado, busca-
los grupos subalternos. En ambos sentidos, ban repensar el marxismo más ortodoxo,
Gramsci habría de convertirse en un hito aquel que veía en la dominación un mero
fundamental en el desarrollo de formas me- ejercicio del poder de arriba hacia abajo; y
nos rígidas y dogmáticas de acercarse a la por otro, intentaban superar los esquemas
teoría social y a la práctica política. reduccionistas de “base” y “superestructura”
En los años setenta, un grupo de historia- según los cuales la cultura era una mera de-
dores marxistas interesados en superar las rivación de las estructuras políticas y pro-
versiones economicistas y reduccionistas ductivas. El trabajo de Raymond Williams,
del marxismo redescubrieron a Gramsci y desde la perspectiva de los estudios litera-
utilizaron creativamente la noción de hege- rios y culturales, resultaba aquí muy cerca-
monía. Autores como Eugene Genovese y no a estos esfuerzos.
Edward P. Thompson, por ejemplo, apela- En un terreno más polémico, el teórico y
ron a la noción gramsciana de hegemonía politólogo James C. Scott cuestionó la defi-
para destacar el papel del sistema legal en la nición gramsciana de hegemonía. Scott asu-
construcción de un sistema de dominación me que la hegemonía en el sentido grams-
de clase que, al menos parcialmente, conta- ciano implica la ausencia de conflicto, es
ba con la aquiescencia de los grupos subal- decir, la aceptación pasiva y voluntaria por
ternos –los esclavos del sur norteamericano, parte de los grupos subalternos de las es-
en el primer caso, y los sectores plebeyos en tructuras de dominación que los mantienen
la Inglaterra del siglo xviii, en el segundo–. oprimidos. Hegemonía, dice Scott, “simple-
Pero es importante subrayar que para estos mente es el nombre que Gramsci le da a este
historiadores la hegemonía no implicaba proceso de dominación ideológica. La idea
–como algunos autores habían sugerido– la central detrás de esta idea es que la clase
ausencia de conflicto, sino la existencia de dominante controla no solamente los me-
unos parámetros sociales que permitían pro- dios de producción física sino también los
cesar el conflicto en formas que no pusieran medios de producción simbólica” (Weapons
en riesgo la continuidad del status quo. Para of the Weak: 315). Gramsci, insiste Scott, se
Genovese, por ejemplo, la hegemonía con- limitó a explicar “las bases institucionales
lleva implícito el antagonismo de clase, pero de la falsa conciencia” (315). Una vez for-
también “la habilidad” de las clases domi- mulada esta noción de hegemonía, Scott
nantes para “contener aquellos antagonis- procede a demolerla en tanto, primero, ella
mos en un terreno en el cual su legitimidad subestima la capacidad de los subalternos
no era peligrosamente cuestionada” (26). En para desmitificar la ideología dominante y,
su análisis de la esclavitud estadunidense segundo, supone que la aceptación pragmá-
Genovese encontró que el sistema legal “ac- tica por parte de los subalternos de lo que
túa hegemónicamente para convencer a la es “inevitable”, social y políticamente ha-
gente que sus conciencias privadas pueden blando, debe ser interpretada como que
estar subordinadas –de hecho, moralmente, para ellos es “justo”. El trabajo de Scott se
deben estar subordinadas– a la decisión co- centra en la crítica a la idea –común entre
lectiva de la sociedad” (27). Al mismo tiem- ciertos teóricos marxistas– de que la ausen-
124 hegemonía
se remonta a algunos años atrás y puede ras- de las referencias –tomadas de diversos te-
trearse con cierto detenimiento en el trabajo rritorios– con que arman sus obras los ar-
de los llamados “gramscianos argentinos” tistas, los artesanos y los medios masivos”
como Héctor Pablo Agosti, José Aricó, Juan (323-24). Para intentar dar respuesta a este
Carlos Portantiero y otros (Burgos). Lo que desafío, García Canclini propone la noción
García Canclini se propuso fue analizar las de “culturas híbridas”, un concepto que nos
formas en que la cultura dominante (identi- permitiría superar las estériles dicotomías
ficada por él con las prácticas consideradas entre “hegemónico” y “subalterno”. Se tra-
“cultas” y “modernas”) y la cultura popular ta, con esto, de analizar las “actividades so-
(generalmente identificada con lo “tradicio- lidarias o cómplices” entre ambos grupos,
nal”) se intersectan, y la medida en la cual revelando así la medida en la que ellos “se
tanto la represión como la apropiación de la necesitan” (324). El concepto de hibridación
segunda por parte de la primera se convier- –discutido en otra entrada de este diccio-
ten en elementos centrales en el proceso de nario– se convierte en la propuesta teórica
dominación hegemónica. De ese modo, una que García Canclini ofrece para entender
preocupación central de su trabajo es enten- las complejas relaciones entre hegemonía y
der “qué utilidad presta la cultura a la he- resistencia, una propuesta que tuvo una no-
gemonía” (Culturas híbridas: 133), es decir, table influencia en el desarrollo de los estu-
cómo podemos realmente saber si la cultura dios culturales latinoamericanos en los años
juego un papel crucial o no en el ejercicio noventa (Sarto, introducción a la sección II,
de la dominación. Conocemos, dice, las “in- “Foundations” de Sarto, Ríos y Trigo: 181).
tenciones” de las políticas modernizadoras, La fundación del “Grupo de Estudios
pero no tanto la “recepción” de las mismas, Subalternos Latinoamericanos” en 1992, y
lo cual lo lleva a colocar en el centro de su de manera más general la influencia de los
atención el análisis del consumo popular de estudios subalternos de la India sobre los
productos culturales. García Canclini sugie- estudios culturales latinoamericanos, abrie-
re que ni las perspectivas “reproductivistas” ron nuevas perspectivas en la reflexión sobre
–que consideran la cultura popular como los conceptos relacionados de hegemonía y
un “eco” de la cultura dominante– ni las subalternidad (véase la entrada sobre sub-
perspectivas “idealistas” –que ven la cultura alternismo en este diccionario). Aunque no
popular como una manifestación de la ca- es posible encontrar una posición homogé-
pacidad creadora autónoma de los grupos nea al interior de quienes formaron parte de
subalternos– logran captar la complejidad aquel grupo (disuelto en el año 2000) o entre
de estos procesos. Una correcta apropia- quienes se han sentido cercanos al trabajo
ción de Gramsci, sugiere García Canclini, de Guha y sus colaboradores, sí podemos re-
debería abogar por una “relativización” del saltar como elemento común el esfuerzo por
proceso, al reconocer a las clases populares repensar y desmontar las lógicas culturales
“cierta iniciativa y poder de resistencia, pero que acompañan y sostienen las diversas for-
siempre dentro de la interacción contradic- mas de dominación hegemónica, así como
toria con los grupos hegemónicos” (233). el interés por contribuir a formar proyectos
El trabajo de García Canclini sugiere una contrahegemónicos de cambio social. En
mirada “oblicua” al problema de la relación cuanto a lo primero, como sostiene Ileana
entre cultura y dominación. “Los cruces Rodríguez, los estudios subalternos enfatiza-
entre lo culto y lo popular –nos dice– vuel- ron la “imposibilidad” de separar lo político
ven obsoleta la representación polar entre de lo cultural (“Reading”: 6). En lo segundo,
ambas modalidades de desarrollo simbóli- los “estudios subalternos” en América Latina
co, y relativizan, por lo tanto, la oposición representaron un esfuerzo por contribuir a
política entre hegemónicos y subalternos, la construcción (teórica y política) de un
concebida como si se tratara de conjuntos nuevo proyecto hegemónico sustentado en
totalmente distintos y siempre enfrentados” una revaloración del sujeto subalterno. El
(323). Para entender este proceso en toda su manifiesto fundador del Grupo de Estudios
complejidad debemos prestar atención a “la Subalternos Latinoamericanos lo planteaba
diseminación de los centros, la multipolari- claramente: su proyecto era tanto académi-
dad de las iniciativas sociales, la pluralidad co como político y apuntaba a trabajar por
globalización 127
ción a los estudios de la subalternidad, La Paz, indígena. Hablando de los que, como Mario
Editorial Historias, 1997; Roseberry, William, Vargas Llosa, enjuician a la literatura indi-
“Hegemony and the Language of Contention”, genista por su visión distorsionada, Cornejo
en Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent, eds., dice, “consideran como defecto lo que es la
Everyday Forms of State Formation. Revolution identidad más profunda del movimiento y
and the Negotiation of Rule in Modern Mexico, a la larga le exigen que deje de ser lo que
Durham, Duke University Press, 1994, pp. 355- es –indigenismo– para convertirse en lo que
366; Ruccio, David F., “Unfinished Business: en ningún caso puede llegar a ser: literatu-
Gramsci’s Prison Notebooks”, Rethinking ra indígena” (“El indigenismo”: 18). Lo que
Marxism, 18, 1, 2006, pp. 1-7; Scott, James estos textos heterogéneos revelan, plantea
C., Los dominados y el arte de la resistencia, Cornejo, es la condición fragmentada y frac-
México, Era, 2000; Scott, James C., Weapons of turada de las naciones latinoamericanas,
the Weak: Everyday Forms of Peasant Resistance, condición que la literatura está destinada a
New Haven, Yale, 1985; Thompson, E. P., Whigs reproducir, no a solucionar.
and Hunters: The Origin of the Black Act, Nueva El concepto de heterogeneidad emerge
York, Pantheon, 1975; Williams, Raymond en los años setenta en parte como interven-
“Base and Superstructure in Marxist Cultural ción en la coyuntura política del Perú y la
Theory”, New Left Review, 82, 1973, pp. 3-16. bancarrota ideológica del concepto de “mes-
tizaje” mediante el cual se pretendía lograr
[carlos aguirre] la tan anhelada unidad nacional. Ante la
propaganda triunfalista del gobierno militar
de Velasco, Cornejo insiste que la unidad na-
heterogeneidad cional es quimérica, producto de un estado
de represión y no de la democracia genuina
El término “heterogeneidad” tal y como y el respeto por los pueblos indígenas, y que
se emplea en la actual crítica cultural lati- todavía no se ha superado el legado colonial
noamericanista es, en su mayoría, la crea- del país. Pero aún más importante para de-
ción del crítico peruano Antonio Cornejo terminar el desarrollo del concepto de he-
Polar (1936-1997). Sin embargo, como se terogeneidad, son los debates en torno a la
verá más adelante, también existen otras ver- literatura latinoamericana que responden a
tientes importantes del concepto, sobre todo los cambios profundos en el panorama lite-
la del antropólogo Néstor García Canclini. rario ocasionados por el llamado boom de la
El “discurso heterogéneo” de Cornejo se de- novela. ¿Qué tipos de literatura y de crítica
fine como un discurso cuyo productor per- pueden considerarse representativas de la
tenece a un mundo culturalmente distinto región? ¿Cómo definir esta entidad, recién
al mundo de su referente. Ejemplos de tal inventada, de “literatura latinoamericana”?
fenómeno, según Cornejo, incluyen las cró- A raíz de su éxito internacional, algunos de
nicas de la conquista, la literatura indigenis- los novelistas del boom hablan de la “univer-
ta, la gauchesca y la negrista, entre otras. En salización” de la literatura latinoamericana,
todos estos casos, el discurso distorsiona su planteamiento que genera un contradiscur-
referente –por ejemplo, el mundo indígena– so, por parte de los críticos literarios políti-
porque ese discurso es el producto de un camente comprometidos, en torno a la ne-
mundo ajeno al mundo que describe. Pero cesidad de un mayor reconocimiento de las
Cornejo dice que no hay que enjuiciar a es- particularidades culturales e históricas de la
tos discursos por su falta de verosimilitud región y de cómo éstas se manifiestan en
sino reconocer que precisamente en esta la esfera literaria. Cornejo, junto con otros
falta radica su verdad más fundamental. críticos, tales como Roberto Fernández
Cornejo, entonces, rechaza la referenciali- Retamar, Agustín Cueva, Noé Jitrik, Angel
dad como base de una interpretación crítica Rama, y Antonio Candido, entre otros, in-
de estos textos. Inútil esperar a que la lite- sisten que sólo una literatura que testimonie
ratura indigenista capte de forma rigurosa –sea de forma conciente o inconciente– de
la realidad indígena; está escrita desde una esa “peculariedad diferencial” del ser latino-
perspectiva no sólo ajena sino también anta- americano, puede ser considerada auténti-
gónica y dominante con respecto al mundo camente representativa. Surge una serie de
heterogeneidad 129
conceptos críticos para nombrar y explicar toda instancia crítica debe tomar en cuen-
esa particularidad en el campo literario, en- ta. Y la producción literaria escrita, dice
tre ellos, la “heterogeneidad literaria”. Cornejo, tanto de las crónicas como de la
Empleando el vocabulario del pensador literatura indigenista, tiene un significado
peruano José Carlos Mariátegui, un intelec- histórico particular: la letra es el signo de
tual vanguardista y socialista de enorme la diferencia entre colonizadores y coloni-
influencia, Cornejo argumenta que la narra- zados. De allí la creciente importancia sim-
tiva más representativa de la región es la bólica, en la obra de Cornejo, de la esce-
que refleja la naturaleza “no-orgánicamente na primordial de Cajamarca en 1532 entre
nacional” de las sociedades latinoamerica- el padre Valverde y Atahuallpa, cuando el
nas. Por “no-orgánicamente nacional,” en- Inca, no pudiendo “escuchar” la palabra de
tiéndase la fragmentación cultural en mun- la Biblia, la arroja al suelo, desatando la vio-
dos opuestos y antagónicos en el seno del lencia española (Escribir en el aire: 20-43).
país, su división jerárquica en un mundo Todo texto letrado andino, afirma Cornejo,
letrado contra un mundo oral, urbano con- reproduce este primer encuentro. No puede
tra rural, occidental contra indígena, etc. La más que afirmar la diferencia entre coloni-
necesidad de preservar la dominación del zadores y colonizados, por más que quiera
mundo occidental sobre el mundo indígena, denunciarla o erradicarla. Esto podría con-
trae como consecuencia la deformación de siderarse el meollo del concepto de literatu-
sus clases sociales por el “colonialismo su- ra heterogénea. Como dice Cornejo en 1978,
pérstite,” y la resultante incapacidad de las en el último párrafo de su artículo, “Al igual
élites de orientar el país hacia el progreso que todas las literaturas heterogéneas…
moderno y a la prosperidad. Mariátegui el indigenismo no se agota en la represen-
buscaba convertir la nación no-orgánica en tación realista de su referente… se realiza
nación orgánica mediante el socialismo. más bien como reproducción literaria de la
La literatura que refleja esa realidad na- estructura e historia de sociedades desinte-
cional des-integrada es “literatura heterogé- gradas como son las de los países andinos”
nea”. Se trata, dice Cornejo, “de literaturas (“El indigenismo”: 21).
situadas en el conflictivo cruce de dos socie- Desde la perspectiva de este concepto de
dades y dos culturas” (“El indigenismo”: 8). lo literario, la literatura no puede reconci-
Pero no es cuestión de reflejar esa realidad liar un antagonismo del que forma parte, del
conflictiva al nivel del contenido, sino al ni- que, por su propia enunciación, contribuye
vel del “modo de producción textual,” o sea, a endurecer. El concepto de la heterogenei-
al nivel del mismo sistema literario y de dad ofrece una visión de la literatura como
cómo éste funciona dentro de la nación no- políticamente débil, pero cargada todavía de
orgánica. El sistema literario participa en la un peso cultural e histórico enormemente
reproducción de la fractura nacional porque fuerte, tan fuerte que determina su signifi-
la materia prima de la literatura nacional cado muy por encima de las intenciones del
–la escritura– hace que la literatura sólo se autor. El poder de la literatura en tanto testi-
produzca y circule dentro de uno de los monio social no emana de lo que su creador
mundos –el mundo occidental– sin lograr ha querido representar, sino de lo que sin
cruzar el puente hacia el mundo indígena. querer dice, en la reproducción de los con-
Es un sistema cerrado, exclusivo. Sus inten- flictos sociales aún por resolver. Podríamos
tos de ser inclusivo fracasan porque no pue- decir que el concepto de “heterogeneidad”
de escapar de su naturaleza escrita y, por presupone la “muerte del autor” (Barthes,
ende, de su condición ajena a la naturaleza “Death”).
oral de la producción literaria indígena, se- En su último libro Cornejo admite que el
gún Cornejo. intento de encontrar una teoría literaria la-
Además, ese sistema literario funciona tinoamericana fracasó, pero no abandona
como pieza clave en el discurso ideológico su intento de dar razón de la literatura “que
que legitima la imposición del occidente funciona en los bordes de sistemas cultura-
sobre el mundo indígena. Al poner énfasis les disonantes, a veces incompatibles entre
en la letra, Cornejo insiste en la producción sí” (Escribir: 11). El concepto de heteroge-
literaria en tanto acto o evento social que neidad es matizada a la luz de las teorías
130 heterogeneidad
sociocultural de las otras. Así, las literaturas las relaciones interculturales en el contexto
indigenistas con autores y lectores letrados de la modernidad, específicamente en lo que
o cultos y referentes del universo indígena se refiere a las transformaciones y negocia-
serían el ejemplo más claro de las literaturas ciones de las culturas locales, ya sea popu-
heterogéneas. En este mismo sentido Martin lares o de élite, en contacto con las tecnolo-
Lienhard propone el concepto de literaturas gías de la industria cultural dentro de un
alternativas para designar aquellas produc- mercado global. Así, la hibridación se aso-
ciones que circulan en los márgenes tanto ciará por lo general y según el estudio de
de los circuitos hegemónicos como de las García Canclini, a la lógica del mercado, a
subsociedades orales-populares, justamente las tecnologías masivas de difusión y consu-
por estar dirigidas igualmente a un lector mo, a la globalización de la cultura, al des-
“alternativo”. En el caso de las sociedades centramiento de las prácticas y de las ideo-
andinas, se trataría de un lector bilingüe, logías homogeneizadoras de los estados
capaz de comunicarse en español y quechua nacionales. Si bien estas consideraciones
(o aymara) y capaz de moverse en ambos estaban implícitas en conceptos como trans-
circuitos con eficacia. Arguedas, al integrar culturación y heterogeneidad de Rama y
el quechua coloquial a su narrativa en es- Cornejo Polar, García Canclini puso énfasis,
pañol, transgrede los cánones de la litera- a través del concepto de hibridación, en el
tura culta escrita en español así como las análisis de casos que echaban luz sobre las
normas tradicionales de la poesía quechua relaciones de lo local con lo global dentro
ancestral. Para Lienhard, la narrativa de de los procesos de la modernización. Es así
Arguedas integra el corpus de las literatu- como la hibridez no puede comprenderse
ras alternativas. como propuesta conceptual sin atender a la
En su libro Imperial Eyes (1992), Mary problemática de la modernidad en América
Louise Pratt utiliza el término “zona de con- Latina. El concepto de hibridez pretende
tacto” para nombrar la copresencia tempo- examinar el modo en que el arte culto de
ral y espacial de sujetos pertenecientes a vanguardia y la cultura popular se relacio-
culturas histórica y geográficamente separa- nan con el mercado simbólico y económico,
das en el pasado. Pratt se vale del término con los avances tecnológicos y con las ma-
especialmente para señalar la interacción y trices tradicionales de largo arraigo cultu-
la formación de las subjetividades en la in- ral. García Canclini se pregunta: “¿Qué bus-
tersección cultural de los encuentros colo- can los pintores cuando citan en el mismo
niales, donde la copresencia, a menudo, cuadro imágenes precolombinas, coloniales
implica relaciones de poder radicalmente y la industria cultural, cuando las reelabo-
asimétricas (7). La idea de la zona de con- ran usando computadoras y láser? (Culturas
tacto pone de relieve la actuación de las sub- híbridas: 14). García Canclini indaga en los
jetividades dentro de un conjunto o marco modos en que los medios electrónicos difun-
socio-político, económico y cultural, es de- den masivamente el arte culto y el folclor y
cir, recoge las múltiples variables que con- las maneras en que la música culta y el rock
dicionan y explican el contacto y sus asime- se “renuevan” en las metrópolis, incorporan-
trías relacionales. Con este concepto, Pratt do ritmos populares asiáticos y africanos
articula los estudios del viaje imperial a los (14). Para explicar estos procesos o estrate-
análisis del discurso colonial y la transcul- gias de hibridación, García Canclini se vale
turación narrativa. del término prestado de la economía, “re-
Desde las teorizaciones sobre el mestiza- conversión”. Los tipos de reconversión eco-
je y a lo largo de toda esta línea de pensa- nómica y simbólica no son utilizados como
miento crítico, el foco estuvo puesto en la estrategias de los sectores hegemónicos o la
mezcla específicamente referida a las inte- industria cultural exclusivamente, sino que
racciones de la cultura europea con la afri- se actualizan también en la práctica cotidia-
cana y la indígena americana, designada a na de los sectores populares, como la de los
menudo como “local” o “tradicional”. El migrantes campesinos que adaptan sus sa-
aporte fundamental de Culturas híbridas es beres para vivir en la ciudad, así como sus
el de haber resaltado, a través del concepto artesanías y productos para el consumo ur-
de hibridez, la característica particular de bano. García Canclini ve en la “reconver-
hibridez 135
sión” de estas identidades y sus produccio- que la hibridación debe darse en las disci-
nes las estrategias de la hibridación para plinas para que éstas brinden herramientas
entrar y salir de la modernidad. que permitan a los investigadores circular
El concepto de hibridez está estrecha- por los diferentes niveles de la producción
mente vinculado a los contextos políticos cultural. Es necesaria la comunicación entre
y económicos nacionales y transnaciona- niveles y disciplinas que expliquen y recor-
les. La problemática de la hibridez llama la ten objetos de estudios más complejos. Este
atención sobre los modos en que el estado trabajo disciplinar conjunto posibilitaría
y las empresas privadas transnacionales se una mayor comprensión de la tercera cues-
disputan la delimitación de los beneficios tión en debate en Culturas híbridas: la de
simbólicos y lucrativos de los bienes cultu- los procesos contradictorios y complejos de
rales de los que se hacen responsables. El la modernidad en América Latina, sus des-
estado y las instituciones privadas describen niveles y desigualdades, sus “innovaciones
y organizan estilos de acciones culturales di- truncas” su “heterogeneidad multitemporal”
versas. Para Canclini, mientras el estado se y el modo en que diversos sectores naciona-
responsabiliza de la preservación y usufructo les se hacen cargo de ella. Para hablar de la
del patrimonio histórico y tradicional, la ini- coexistencia de múltiples temporalidades en
ciativa privada se encarga de la promoción América Latina, Canclini retoma el estudio
de la cultura moderna. A pesar de apuntar de Perry Anderson sobre el surgimiento de
acciones culturales divergentes, ambos bus- los modernismos europeos de principios de
can obtener algún beneficio de las prácticas siglo xx y su postulación de que la fecun-
que organizan. En el caso del estado, el be- didad de los mismos se debió al hecho de
neficio es principalmente simbólico puesto haberse originado en contextos donde las
que las acciones culturales legitimarían su modernizaciones político-económicas no
mantenimiento. En el caso de los organis- eran estructurales ni parejas, es decir, por
mos privados, las acciones culturales se florecer en países de la Europa continental,
vuelven principalmente lucrativas y contri- donde convivían múltiples temporalidades
buyen a afianzar una imagen no interesada históricas con un desarrollado academicis-
de la expansión económica global (Culturas mo (pensar en el cubismo parisino o el futu-
híbridas: 86). Estudiar la hibridación supo- rismo italiano, por ejemplo). Estos moder-
ne asimismo entender la reconversión del nismos culturales surgieron en los contextos
estado en su papel de agente cultural y sus de compleja modernización estructural en
negociaciones en cuanto al capital simbóli- los que se combinaban formas de un pasado
co en el mercado transnacional. clásico o retrógrado, semiaristocrático, con
Culturas híbridas y el concepto de hi- adelantos técnicos que cambiaban presuro-
bridación pusieron fundamentalmente tres sa y abruptamente las relaciones sociales de
cuestiones en debate: la primera fue el afian- producción y con movimientos políticos de
zamiento/desmantelamiento de binarismos insurgencia que creaban la visión de futuros
u oposiciones abruptas como la de lo tradi- políticos inopinados. De un modo similar en
cional contra lo moderno, lo culto contra lo América Latina, los modernismos culturales
popular o lo culto contra lo masivo. García no serían la expresión de modernidades so-
Canclini focaliza su estudio en la impureza cioeconómicas parejas sino el modo en que
en la que se tejen los géneros y jerarquías “la élites se hacen cargo de diferentes tempo-
culturales. La segunda cuestión que ins- ralidades históricas y tratan de elaborar con
tauró en el debate Culturas híbridas fue la ellas un proyecto global” (Culturas híbridas:
del papel de las disciplinas encargadas de 71). Estudiar la modernidad en América
abordar la hibridación, y las separaciones Latina significa para Canclini examinarla
académicas tradicionales según las cuales en la complejidad de sus contradicciones,
la historia del arte y la literatura se hacen la coexistencia de diversos niveles tempo-
cargo del estudio del arte culto, la antropo- rales y en sus “innovaciones truncas”. En
logía limita sus investigaciones a lo popular este sentido, Joshua Lund ha señalado que
y los estudios de comunicación examinan la hibridez es una crítica de la teleológica,
las producción y el consumo masivo de la en la medida en que postula que lo tradicio-
industria cultural. García Canclini propone nal se yuxtapone a lo moderno, pero no en
136 hibridez
que aflige al discurso del poder. Se trata de organizadoras de los conflictos en las cien-
una incertidumbre que desplaza las seguri- cias sociales: tradición/modernidad, norte/
dades de lo que es ser inglés en el mundo sur, local/global” (“Noticias recientes”).
colonizado. Así, el sujeto colonizado se vuel-
ve un sujeto aterrorizante, perturbador, de bibliografía. Beverley, John, Subalternity and
clasificación paranoide y de un constante Representation: Arguments in Cultural Theory,
cuestionamiento de las imágenes y presen- Durham, Duke University Press, 1999; Bhabha,
cias de la autoridad. Homi, “Signos tomados por prodigios”, El lu-
Siguiendo a Bhabha, Robert Young gar de la cultura, Buenos Aires, Manantial,
postula que en el discurso colonial, toda 2002, pp. 131-153 (original de 1994); Cornejo
construcción disciplinaria de conocimien- Polar, Antonio, “Mestizaje e hibridez: los ries-
to instrumental sobre la Otredad se funda gos de las metáforas,” Revista de Crítica
en los protocolos del deseo y la fantasía, en Literaria Latinoamericana 47, 1998, pp. 7-11;
una constante fluctuación entre lo deseado Franco, Jean, “Policía de frontera” en Sara de
y lo repudiado, la atracción y la repulsión Mojica (comp.), Culturas híbridas –no simulta-
(Young: 161). De esta manera, lo marginal, neidad-modernidad periférica, Berlín, wvb, 2000,
lo inclasificado de la periferia se manifiesta pp. 55-60; García Canclini, Néstor, Culturas
en el centro del discurso colonial, instau- híbridas: estrategias para entrar y salir de la
rando la ambivalencia como su condición modernidad, México, Grijalbo, 1990 [1989];
constitutiva. Dentro de la crítica poscolo- García Canclini, Néstor, “Noticias recientes so-
nial, Young religa los estudios de la raza y el bre la hibridación,” Revista Transcultural de
género al concepto de hibridez, insistiendo Música/ Transcultural Music Review, vol. 7,
en que la construcción social y seudocientí- diciembre 2003 <www.sibetrans.com/trans/
fica de la raza (y la diferencia racial) ha sido trans7/canclini.htm>; Lienhard, Martin, La voz
siempre impulsada por la corrupta conjun- y su huella, La Habana, Casa de las Américas,
ción de discursos sexuales y económicos 1990; Lund, Joshua, The Impure Imagination.
híbridos en el discurso del poder colonial. Toward a Critical Hibridity in Latin American
Al rearticular los debates sobre la raza y el Writing, Minneapolis, University of Minnesota
género a la hibridez del discurso colonial, Press, 2006; Martín Barbero, Jesús, De los me-
Young destaca la ambivalencia entre el de- dios a las mediaciones. México: Ediciones Gili,
seo del colonizador blanco por el coloniza- 1987; Ortiz, Fernando, Contrapunteo cubano
do nativo y el horror a la hibridación o la del tabaco y el azúcar, Caracas, Biblioteca
mezcla racial. Recientemente Joshua Lund Ayacucho, 1978 (original de 1940); Ortiz,
(2006) ha propuesto la necesidad de rear- Renato, “Diversidad cultural y cosmopolitis-
ticulación del concepto de raza a las teo- mo” en Mabel Moraña (ed.), Nuevas perspecti-
rizaciones sobre hibridez en los estudios vas desde/sobre América Latina: el desafío de los
latinoamericanos y en diálogo fecundo con estudios culturales, Chile, Cuarto Propio, 1994,
los estudios poscoloniales. pp. 43-53; Pratt, Mary Louise, Imperial Eyes:
El concepto de hibridez se ha manifes- Travel Writing and Transculturation, Londres,
tado de gran productividad teórica y debate Routledge, 1992 [Ojos imperiales: literatura de
crítico en los estudios lingüísticos, antropo- viajes y transculturación (trad. Ofelia Castillo),
lógicos, artísticos y culturales latinoameri- Bernal, Universidad Nacional de Quilmes,
canos, en los trabajos destacados de Antonio 1997]; Schwarz, Roberto, Misplaced Ideas:
Cornejo Polar (“Mestizaje e hibridez”), John Essays on Brazilian Culture, Londres, Verso,
Beverley (Subalternity), Roberto Schwarz 1992; Young, Robert, Colonial Desire: Hybridity
(Misplaced Ideas), George Yúdice (“From in Theory, Culture and Race, Londres, Routledge,
Hybridity”), Jean Franco (“Policía”), Jesús 1995; Yúdice, George, “From Hybridity to
Martín Barbero (De los medios) y Renato Policy: For a Purposeful Cultural Studies” en
Ortiz (“Diversidad”), entre otros. Como el García Canclini, Néstor, Consumers and
mismo Canclini señala, “los estudios sobre Citizens, Minneapolis, University of Minnesota
hibridación modificaron el modo de hablar Press, 2001.
sobre identidad, cultura, diferencia, des-
igualdad, multiculturalidad, y sobre parejas [leila gómez]
identidad estudió con creciente interés la importancia
política de una plétora de grupos y movi-
La palabra “identidad” se deriva del vocablo mientos sociales que, articulados alrededor
latín identitas, cuya raíz es el término idem, de nociones de raza, etnicidad, género, ge-
el cual significa “lo mismo”. En su acepción neración o sexualidad, cuestionaron, tanto
más básica, la identidad incluye asociacio- a niveles materiales como simbólicos, el sta-
nes con, por una parte, los rasgos que carac- tus quo. Junto a la crisis de las grandes na-
terizan a los miembros de una colectividad rrativas de finales del siglo xx y conforme se
frente a los otros que no pertenecen a la llevaban a cabo tensos procesos de globali-
misma y, por otra, a la conciencia que un zación y la desarticulación del Estado-
individuo tiene de ser él mismo y, entonces, nación al mismo tiempo, la categoría de
distinto a los demás. Entre lo mismo y lo identidad fue dejando atrás su carácter
otro se abre, así, el territorio material y sim- esencialista, para incorporar también estra-
bólico de la identidad. Más un reclamo re- tegias cada vez más sutiles y cada vez más
lacional que un hecho dado en sí, la identi- dinámicas de la acción social.
dad como categoría invita al análisis de la En los decenios posteriores a la segunda
producción de subjetvidades tanto colecti- guerra mundial, los procesos de descoloni-
vas como individuales que emergen, o pue- zación de Asia, África y el Caribe francés
den ser percibidas, en los ámbitos de las provocaron un interés inicial en cuestiones
prácticas cotidianas de lo social y la expe- identatarias en el ámbito de la academia
riencia material de los cuerpos. En continuo europea. En contextos de creciente movili-
y creciente uso, especialmente en la teoría zación social que no respondían en senti-
crítica y, más recientemente, en el campo de do estricto a los postulados de la lucha de
los estudios culturales, el concepto de iden- clases enarboladas por cierto marxismo de
tidad ha recorrido un largo camino. Aunque corte rígido, pensadores de las más distintas
no es un concepto freudiano es usado co- escuelas empezaron a brindar más atención
múnmente dentro de la psicología del ego a las distintas manifestaciones de agencia
en Estados Unidos a partir de los años cin- social por parte de grupos subalternos, espe-
cuenta para denominar una serie de aspec- cialmente a la diversidad de las estrategias
tos de la personalidad que Freud incluyó en de resistencia, tanto activa como pasiva, que
el ego. Evadiendo la armadura teórica que, tales grupos utilizaron para cuestionar, no
hacia mediados de siglo xx, privilegiaba siempre con éxito, las condiciones de des-
conceptos estructurales de clase emparenta- igualdad económica y política que caracte-
dos con el marxismo, la utilización de la rizaban sus entornos. Retomando las pers-
categoría de identidad desde sus inicios se pectivas críticas de teóricos como Antonio
alimentó de y a su vez propició una aproxi- Gramsci, especialmente su concepto de he-
mación más diversa y menos abstracta ha- gemonía, o de Walter Benjamín, en especial
cia comportamientos y conflictos plurales y su noción de constelación y su visión de la
cotidianos que abarcaban los ámbitos tanto historia como catástrofe, se registró un re-
de producción como de reproducción social. novado interés por detectar formas alterna-
Hacia el último tercio del siglo pasado, pues, tivas de actividad social en periodos llama-
y de la mano de la identidad, la teoría social dos no extraordinarios. Así fueron entrando,
[138]
identidad 139
poco a poco, al mundo del análisis teórico en esta bibliografía. La creciente influencia
elementos tales como el espacio, el cuer- de la historia social pronto invitó a volver la
po, la vida privada, la sexualidad, de mano mirada hacia fenómenos que, aun cuando
de autores como Michel Foucault, Pierre se desarrollaban en contextos de desigual-
Bourdieu, Michel de Certau y Stuart Hall dad, implicaban estrategias de negociación
entre tantos otros. Así, volcándose hacia los y acomodación entre distintos grupos socia-
otros y Lo Otro, este tipo de trabajo teórico les. De esta manera, la atención se dirigió
se entretuvo en los márgenes, en los lugares con mayor frecuencia hacia actividades e
oscuros o cerrados, en el residuo o la ruina, interpretaciones populares que dejaban en
incluso en el silencio, para explorar las dis- claro la participación activa, aunque limi-
tintas formas en que una variedad de discur- tada, de los pobres, las mujeres, los niños.
sos y prácticas contrahegemónicas habían Socialmente, sin embargo, los debates en
también definido, y de manera activa, las torno al multiculturalismo y al uso oficial
interacciones sociales de sus épocas. de los términos latino o hispano para de-
No es de extrañarse, entonces, que cier- nominar a una plétora de inmigrantes de
tos estudios acerca de la identidad también origen latinoamericano en Estados Unidos,
hayan florecido en las antiguas colonias propiciaron la existencia de estudios que,
británicas y francesas. En la India, por desplazando una vez más la categoría de
ejemplo, emergieron varios centros de es- clase, privilegiaron, a menudo de manera
tudios avanzados dedicados a estudiar la esquemática, los orígenes nacionales y ét-
identidad y a teorizar la relación poscolo- nicos en su análisis de la así llamada latini-
nial con el mundo occidental. Una de las dad. Las respuestas populares no se hicie-
críticas más importantes en este ámbito es ron esperar: una de las quejas más comunes
Gayartri Chakravorty Spivak. se dirigió contra el carácter homogeneiza-
En Estados Unidos, la cuestión de la dor de un término que, al englobar, ignoró
identidad se convirtió en una parte central y, luego entonces, desdeñó, las diferencias
de los movimientos sociales a finales de los culturales y las implicaciones políticas de la
años sesenta del siglo xx. Influenciado por gran diversidad de experiencias y luchas de
el movimiento de los derechos civiles y por inmigrantes en Estados Unidos.
el feminismo norteamericano, el estudio es- La complejidad de la experiencia de Los
tadunidense de la identidad desechó muy Otros en los Estados Unidos pronto requi-
pronto el enfoque de clase y lo sustituyó por rió, y produjo a su vez, conceptos lo sufi-
un análisis que privilegiaba las categorías de cientemente flexibles como para identificar
género y sexualidad. Entre los críticos esta- y explorar espacios intermedios de acción
dunidenses más importantes en este sentido y significación. Una de las primeras explo-
se contaron a Marjorie Garber, bell hooks raciones importantes en este sentido fue
[Gloria Jean Watkins] y Judith Butler. Una Borderlands/la frontera: The New Mestiza,
igualmente importante aunque no idéntica un influyente estudio de la ambigüedad
tradición feminista fuerte se desarrolló sin de la identidad chicana escrito por Gloria
duda en Francia, mejor representada por in- Anzaldúa. Anzaldúa en el que introdujo
telectuales como Simone de Beauvoir, Luce el concepto de la nueva mestiza—término
Irigaray y Julia Kristeva, entre otras. basado en las teorías raciales del filósofo y
El estudio de la identidad de los inmi- político mexicano José Vasconcelos, quien
grantes latinoamericanos y sus descendien- elogió la mezcla de lo español e indígena
tes en Estados Unidos tomó otro camino. al acuñar el concepto de la raza cósmica.
En un inicio, en efecto, se favoreció, como Tal énfasis en la mezcla, lo híbrido y las
en el caso de Rodolfo Acuña y su Occupied tensas situaciones que tal tipo de interac-
America, una visión que denunciaba la exis- ciones produce socialmente ha sido del in-
tencia de un colonialismo interno generador terés de teóricos latinos prominentes como
de una rígida jerarquía económica y social Juan Flores, Frances Aparicio, Ilan Stavans
que, aprovechándose de diferencias de cla- y Gustavo Pérez Firmat.
se y raza, explotaba la fuerza de trabajo de Para entender los comienzos de los estu-
los conquistados. Referencias a identidades dios identitarios en Latinoamérica es nece-
perdidas y territorios ocupados abundaban sario considerar sus raíces en el siglo xix y
140 identidad
en la primera parte del siglo xx. Durante las bates acerca de la cuestión de la identidad
guerras de independencia y las subsecuentes nacional y su relación con la modernidad.
eras nacionalistas, los nuevos gobiernos la- En el México posrevolucionario, la figura de
tinoamericanos y los intelectuales criollos se José Vasconcelos (1882-1959) fue relevan-
dedicaron a la labor de crear una nación. La te no sólo como el Ministro de Educación
heterogeneidad de la población latinoameri- Pública encargado de apoyar a los pintores
cana, compuesta principalmente de euro- de la Escuela Mexicana que, desde la plás-
peos, criollos (los que nacen en América sin tica, produjeron para México una identidad
ser de origen indígena), indígenas, africa- netamente mestiza que luego se diseminó
nos, y mezclas varias de estos grupos, hizo por el mundo, sino también como el filó-
esta labor difícil en comparación con el caso sofo que, en los años veinte discurrió sobre
del “viejo mundo”, cuyas poblaciones se en- “la raza cósmica”, un concepto que revisaba
tendían como uniformes. El consenso libe- de manera positiva la mezcla de razas pro-
ral consistía en unir simbólicamente a los ducto de más de 400 años de colonización.
habitantes bajo una sola identidad; en el La raza cósmica, según Vasconcelos, era su-
caso de países como México y Perú la uni- perior a sus componentes porque incorpo-
dad nacional implicaba la necesidad de in- raba las mejores características de ambas.
tegrar a los indígenas y mestizos a la nueva La posición de Vasconcelos como rector
nación asimilándolos a las costumbres crio- de la Universidad Nacional Autónoma de
llas, las cuales eran consideradas civiliza- México y como Ministro de Educación per-
das. En países como Argentina, el proceso mitió que se difundiere esta teoría en toda
fue más de exclusión, marginalización o Latinoamérica, donde se institucionalizó en
hasta genocidio de grupos minoritarios de varios países como discurso nacional. En
origen indígena y africano. Así entonces, las México, especialmente, la raza cósmica se
exploraciones en torno a la identidad duran- convirtió en la retórica estatal y fue promul-
te el siglo xix investigan a menudo las dis- gada en todas las escuelas del país como ca-
tintas negociaciones que se llevaron a cabo racterística esencial de la cultura nacional.
entre una pequeña élite blanca que intenta- El discurso de Vasconcelos eventualmente
ba europeizar su continente a toda costa, y fue manipulado por las clases gobernantes
las grandes y heterogéneas mayorías que no en América Latina para continuar su domi-
sólo resistieron los procesos de incipiente nación de los grupos marginalizados. En
modernización de la época sino que tam- países como México, Guatemala, y Perú, la
bién propusieron alternativas históricas ba- figura idealizada del mestizo se estableció
sadas en sus culturas locales y sus prácticas por las clases gobernantes como el represen-
cotidianas. Una lectura básica de novelas y tante de la sociedad moderna y único benefi-
libros de historia, permitió a Bradford Burns ciario de lo nacional, y así se justificó la falta
escribir The Misery of Progress, un análisis de atención a los problemas de los indígenas
en el que establece a la tierra y al trabajo y otros grupos étnicos minoritarios. En es-
como los cotos de disputa del siglo xix lati- tos países se iniciaron programas para inte-
noamericano, y a las distintas identidades grar a estos grupos a la sociedad mestiza y
populares, ya basadas en raza, etnicidad o así “mejorar” su situación cultural y econó-
género, como las herramientas de lucha du- mica. Fundamentalmente, estos programas
rante las mismas. dañaron la continuación de tradiciones indí-
El enfrentamiento entre procesos de genas y minoritarias, promulgaron la migra-
modernización y resistencia popular ad- ción a la ciudad, y no impactaron significan-
quirieron más prominencia hacia finales temente la situación económica de muchos
del siglo xix y produjeron una plétora de de estos grupos en las áreas rurales.
movilizaciones sociales, entre las cuales la Vasconcelos no es el único en teorizar
Revolución mexicana de 1910 resultó quizá una posible identidad “latinoamericana,”
la más violenta y masiva. Después de diez Simón Bolívar (1783-1830), José Martí
años de luchas internas, se promulgó una (1853-1895), y José Enrique Rodó (1872-
nueva constitución en 1917 y, sobre esta 1917), entre otros, reflexionaron sobre esta
base, y en el contexto de una sociedad po- posible identidad. Estos intelectuales fueron
larizada, se llevaron a cabo importantes de- influenciados por las ideas del racismo cien-
identidad 141
tífico del siglo xix y trataron de combatir el imponer la cultural imperial sin poder ani-
positivismo europeo con sus escritos sobre quilar por completo la nativa. El transcul-
Latinoamérica. La identidad “latinoameri- turalismo se ha convertido en un concepto
cana” elaborada por éstos teóricos trató de importante en los estudios poscoloniales de
contradecir las ideas pseudocientíficas sobre la identidad.
la posible “inferioridad” de los pueblos de En México, Octavio Paz (1914-1998) en
América Latina y por extensión también de El laberinto de la soledad (1950; revisado y
sus gobiernos. Esta elaboración también fue expandido en 1959) busca las raíces de la
una importante retórica para combatir la identidad nacional mexicana en la historia
continuación de la influencia de los Estados de la colonia. En la sección más conocida y
Unidos y Europa en América Latina durante polémica del texto, Paz explica que el mexi-
y después de las guerras de independencia. cano es el hijo bastardo de La Malinche, la
Entre los otros teóricos importantes de la traductora, colaboradora y amante indígena
identidad nacional en esa época también se de Hernán Cortés durante la conquista de
encuentra el peruano José Carlos Mariátegui México. Los hijos de La Malinche están
(1894-1930). Mariátegui fue influenciado marcados por la violencia de la conquista y
por el marxismo en su descripción de la la colonia, y no han podido superar el estig-
condición peruana y la desigualdad, la que ma de ser el producto de una violación sim-
llamaba “el problema del indio”. Otros inte- bólica a gran escala.
lectuales peruanos incluyen al escritor y an- Las contradicciones inherentes en lo re-
tropólogo José María Arguedas (1911-1969) ferente a la identidad latinoamericana, su
y al crítico literario Antonio Cornejo Polar relación con la modernidad, su construcción
(1936-1997). Arguedas se concentró sobre de la nacionalidad y la raza, y la exclusión
todo en retratar la situación de los indíge- de ciertos grupos en los escritos de los pen-
nas quechua en los Andes como víctimas de sadores latinoamericanos desde el siglo xix,
la sociedad y gobierno peruano. Arguedas es causan el surgimiento, en los años sesenta
uno de los fundadores del indigenismo mo- y setenta, de los primeros movimientos so-
derno, una rama de la literatura y ciencias ciales de la política de la identidad. En esta
sociales que pretende mejorar la situación época surgieron dos ramas críticas funda-
de los indígenas. En sus ensayos de litera- mentales: una enfocada en la situación de
tura y cultura, Cornejo Polar postuló que la mujer y otra sobre las minorías étnicas
la realidad andina debe ser leída a través latinoamericanas. El debate de la identidad
de su heterogeneidad cultural y cómo ésta y las múltiples identidades basadas en la
contribuye a la formación de subjetividades raza, sexo y etnia, surgen en la esfera ci-
colectivas únicas a los Andes. vil latinoamericana como una respuesta a
En Brasil, debates similares ocurrieron en las narrativas hegemónicas de la identidad
torno al lugar en el imaginario nacional de nacional.
los descendientes de los esclavos africanos. El estudio de la identidad latinoamerica-
El antropólogo Gilberto Freyre (1900-1987) na ha pasado por varias etapas. En su pri-
es uno de las figuras centrales en este deba- mera era, a mediados del siglo xx, había una
te. Su texto, Casa-Grande e Senzala (1933), preocupación por la creación de una gran
promulga la idea de la democracia racial; narrativa que describen la identidad nacio-
en otras palabras, el argumento de que en nal. Esta narrativa fue subsiguientemente
Brasil no hay racismo, sólo problemas de cuestionada por el surgimiento de movi-
clase. Esta teoría caracteriza las nociones mientos sociales feministas y de etnias mi-
hegemónicas de la identidad nacional bra- noritarias. Las crisis económicas contempo-
silera durante gran parte del siglo xx. ráneas interpretadas como consecuencias
En el Caribe hispano, el cubano Fernando del neoliberalismo y el capitalismo globali-
Ortiz (1881-1969) en Contrapunteo cubano zado, tornan el debate de la identidad a
del tabaco y del azúcar (1947) propuso la cuestiones de mercado y consumo.
noción de la transculturación, es decir, la Finalmente, la discusión se enfoca en la
creación de una nueva cultura en un proce- construcción performativa de la identidad.
so imperialista que proviene de la metrópo- Basándose en las ideas de Judith Butler so-
lis y que devalúa a la cultura dominada al bre la índole performativa del género y su
142 identidad
Culture: Uses of Culture in the Global Era, en asuntos de ideología, nadie está libre de
Durham, Duke University Press, 2003 [El recur- culpa. Como afirma Slavoj Žižek, la ideo-
so de la cultura, Barcelona, Gedisa, 2002]; Zea, logía “parece emerger exactamente cuando
Leopoldo, El problema de la identidad latinoa- intentamos evitarla, mientras que deja de
mericana, México, unam, 1985. aparecer donde claramente se esperaría
que habitara. Cuando cierto procedimiento
[nohemy solórzano-thompson; es denunciado como ‘ideológico por anto-
cristina rivera-garza] nomasia’ puede estarse seguro de que su in-
versión no es menos ideológica” [“seems to
pop up precisely when we attempt to avoid
ideología it, while it fails to appear where one would
clearly expect it to dwell. When some pro-
El concepto de ideología es profundo y casi cedure is denounced as ‘ideological par ex-
infinitamente irónico: nace bajo el signo de cellence’ one can be sure that its inversion is
la inversión. En las acepciones predomi- no less ideological” (“Introduction”: 4)]. No
nantes del término, estar bajo su influencia sorprende, por lo tanto, que desde Napoleón
significa, entre otras cosas, confundir los hasta nuestros días el concepto de ideolo-
opuestos. Sus víctimas toman lo ideal por gía haya servido como arma arrojadiza para
material, lo cultural por natural, lo injusto derechas e izquierdas, con el fin de desle-
por justo y, en general, confunden las apa- gitimar al adversario acusándole o bien de
riencias con la realidad (Eagleton: 51-61). tonto –engañado por las apariencias o preso
En La ideología alemana (1845-1847), Marx de deseos e intereses inconscientes– o bien
y Engels sugerían que la ideología de los fi- de hipócrita, empeñado en engañar a los
lósofos idealistas hacía que vieran el mundo demás en beneficio propio. Como observa
al revés (26). Si la ideología es una forma de Raymond Williams, “en la argumentación
mistificación, sin embargo, sus críticos pre- popular, ideología todavía se usa esencial-
sumen necesariamente de un conocimiento mente en el sentido que le asignó Napoleón.
más verdadero, no ideológico, de la reali- Las personas sensatas se apoyan en la ex-
dad. De ahí que la Ideologiekritik de corte periencia o tienen una filosofía; los necios
marxista, al revelar la confusión de grupos e confían en la ideología” [“in popular argu-
individuos particulares, pueda producir un ment, ideology is still mainly used in the
efecto moral y estético parecido al desenlace sense given by Napoleon. Sensible people
de una buena comedia. rely on experience, or have a philosophy;
Para mayor ironía, también la propia silly people rely on ideology” (157)].
evolución teórica del concepto de ideología Aún así, el enorme éxito teórico y político
es caracterizada por una serie de inversio- del concepto en los siglos xix y xx se debe no
nes cuasi cómicas. Concebido primero por sólo a su utilidad como arma retórica sino
un grupo de intelectuales franceses ilustra- sobre todo a su fuerza explicatoria. La teoría
dos como una “ciencia de las ideas” que per- de la ideología pretende elucidar algunos de
mitiera descubrir el engranaje de la mente los grandes enigmas con que se han enfren-
humana para liberarla de las mistificaciones tado los reformistas y revolucionarios des-
(sobre todo las religiosas), el concepto fue de los comienzos de la modernidad: explica
muy pronto movilizado para deslegitimar a cómo es posible que la mayoría social pueda
los propios practicantes de esa ciencia. Los colaborar, a veces de forma entusiasta, en
“ideólogos”, argüía el emperador Napoleón su propia opresión; o cómo opresores tanto
I en 1812, eran gentes despistadas, perdi- como oprimidos puedan albergar, durante
das en las brumas de la metafísica y faltas largo tiempo, nociones fundamentalmente
de contacto con la realidad, que pretendían equivocadas y contradictorias acerca de la
construir una sociedad sobre leyes deriva- realidad. Además, al revelar la raíz de estos
das de supuestas causas primeras en vez de enigmas, el concepto de ideología también
un “conocimiento del corazón humano y las permite imaginarse modos de superarlos –es
lecciones de la Historia” (citado en Williams: decir, de transformar la sociedad–.
154). Dos siglos después, sigue siendo fácil Noción fundamental del marxismo, el
invertir el vector crítico y demostrar que, concepto de ideología ha sido rechazado por
ideología 145
varias escuelas políticas y filosóficas compe- viduos o grupos sociales atribuyen la capa-
tidoras. En los años cincuenta, ciertos cientí- cidad de alcanzar tal perspectiva.
ficos sociales en Occidente –Raymond Aron, El gran auge que conoció el concepto de
Edward Shils y Daniel Bell, entre otros– pro- ideología en el siglo xx en casi todas las
clamaban el “fin de la ideología”, frase con ciencias sociales y humanísticas se debe,
que expresaban su fe en la superioridad de principalmente, al papel central que le adju-
las ciencias “objetivas” y pragmáticas de dicaron Marx, Engels y sus seguidores en
las sociedades democráticas frente a las sus análisis críticos del capitalismo: aunque
ciencias “ideológicas” de los totalitarismos. las apariencias confirmaran la noción bur-
Posteriormente, lo han desechado posestruc- guesa de que las relaciones entre capitalistas
turalistas y posmodernistas, para quienes la y obreros eran libres y justas, y aunque am-
ideología es una noción escandalosamente bos grupos obraran bajo esa suposición, la
ilustracionista. Lo que más perturba a crí- ideología impedía que se percibiera la injus-
ticos como Foucault, Lyotard, Baudrillard, ticia y esclavitud que en realidad regían el
Deleuze, Guattari y Rorty son las pretensio- sistema. Es importante recordar, sin embar-
nes epistemológicas inherentes al concepto: go, que existen varias definiciones marxistas
la idea de que algunos tengan acceso a la diferentes del concepto de ideología, que no
verdad y sean capaces de denunciar la ce- siempre resultan compatibles entre sí. Las
guera de los demás. Frente a estos rechazos, principales divergencias cabe ilustrarlas me-
otros críticos contemporáneos, entre los que diante tres preguntas. Primero, ¿la ideología
destacan Eagleton, Žižek y Larrain, se han denota una visión del mundo falsa (impli-
empeñado en hacer matizadas distinciones cando que existe otra verdadera) o simple-
entre las diferentes acepciones en uso, argu- mente una visión determinada del mundo?
yendo que el concepto –eso sí, teóricamente Es decir, ¿es un concepto crítico o neutral?
afinado y puesto al día– es más pertinente Segundo, ¿la ideología es un fenómeno pri-
que nunca, indispensable para la crítica cul- mordialmente mental, o más bien material?
tural y política. Es decir, ¿se produce en las mentes de los
En su sentido más básico, la teoría de la sujetos o tiene una existencia concreta en el
ideología es perspectivista. Establece una mundo social? Y tercero, ¿la ideología es
relación entre las circunstancias e intereses superable? Las respuestas que se den a estas
sociales e históricos de los grupos humanos tres preguntas determinan la utilidad del
y la visión del mundo social que predomina concepto de ideología no sólo como arma
en ellos, implicando que, de una manera u crítica, sino también para la conceptualiza-
otra, nuestras circunstancias e intereses ción del camino hacia el cambio social –tan-
tienden a limitar o tergiversar la forma en to con referencia a los agentes del cambio
que concebimos el mundo y nuestro lugar como al margen de cambio posible–.
en él. Esta dimensión perspectivista –que a En términos muy resumidos, para el pro-
veces pero no siempre tiende al determinis- pio Marx la ideología denotaba una visión
mo– constituye la gran fuerza del concepto falsa del mundo que, como tal, era criticable
de ideología pero también su mayor debili- y superable mediante el análisis científico de
dad. El problema no sólo es que facilita los la realidad social y la práctica revoluciona-
argumentos tu quoque, sino también que es ria. Aunque en La ideología alemana parecie-
prácticamente imposible inmunizarse con- ra que Marx y Engels concebían a la ideolo-
tra su fuerza crítica. ¿Quién puede presumir gía como un fenómeno puramente mental
de trascender las limitaciones de su momen- –una “conciencia falsa”, en palabras del úl-
to histórico y situación social? Como vere- timo– Larrain enfatiza que para Marx las
mos a continuación, las mayores diferencias inversiones ideológicas reflejan –y escon-
entre las distintas versiones del concepto den– las inversiones y contradicciones de la
que se han propuesto en los últimos dos- realidad social, constituida por prácticas
cientos años radican, primero, en la medida concretas (55).
en que admiten la posibilidad de una pers- A diferencia de Marx, Lenin elabora un
pectiva trascendente que permita escapar a concepto neutro de la ideología, concebido
las limitaciones ideológicas y ver el mundo como una visión coherente de la sociedad
“como es en verdad” y, segundo, a qué indi- compartida por una clase, un grupo o un
146 ideología
partido, y que inspira un determinado curso posición que ocupa el concepto de ideología
de acción. De ahí que Lenin pueda hablar en su ingente corpus. En realidad, dar cuen-
no sólo de la ideología burguesa sino tam- ta de la suerte del concepto en las diferentes
bién de una ideología socialista o revolucio- fases evolutivas de los estudios culturales
naria. En Lenin, por lo tanto, ya no se trata equivale a determinar el variado impacto en
de liberarse de la ideología, sino de que una éstos de los diferentes legados marxistas.
ideología venza a las otras. El concepto de Como se sabe, los estudios culturales britá-
hegemonía de Antonio Gramsci –concebida nicos nacen en los años cincuenta como re-
como versión actualizada del concepto de sultado de un descontento con ciertos as-
ideología, más adecuada para explicar las pectos de la crítica cultural marxista del
estructuras de represión cada vez más sofis- momento, en particular su determinismo
ticadas del capitalismo– también tiende a la materialista (según el cual la cultura no es
neutralidad; y, como en Lenin, lo que impor- sino un reflejo “superestructural” de la “in-
ta para Gramsci es menos la veracidad de fraestructura” económica) y su postura tra-
las ideas (su correspondencia con la reali- dicional ante la alta cultura (a la que se
dad) cuanto su eficacia política. privilegiaba sobre la cultura popular, atribu-
El argumento más contundente para una yéndole una medida de autonomía que se
concepción de la ideología como fenómeno negaba a ésta). Frente a estas dos tenden-
material lo ha propuesto el teórico francés cias, críticos como Raymond Williams y E.
Louis Althusser. Influenciado por el estruc- P. Thompson desarrollan una práctica críti-
turalismo, Althusser invierte la relación en- ca que reconoce a la cultura popular –con-
tre ideología y subjetividad: ya no son los cebida en un sentido amplio, antropológico
sujetos sociales y sus prácticas los que confi- como toda una forma de vida– no sólo como
guran las ideologías, sino que es la ideología un objeto digno de estudio sino también
la que constituye a los sujetos como tales, a como un espacio que pueda albergar cierta
través de “aparatos ideológicos del Estado” medida de autonomía, creatividad y, por lo
como el sistema educativo y la religión, que tanto, agencia política.
“interpelan” a los individuaos como suje- Es éste el paradigma que Stuart Hall des-
tos. (Así como Gramsci, Althusser atribuye pués llamará “humanista”, y que, con la lle-
un papel crucial a la sociedad civil como gada de Hall al Centro de Birmingham, será
espacio formativo de lo ideológico.) Como desplazado por otro paradigma estructuralis-
consecuencia, sin embargo, en Althusser la ta, mucho más inspirado en Althusser. En un
ideología se convierte en una cárcel inapela- ensayo de 1983, Hall expone sus objeciones
ble y ubicua. Es verdad que el filósofo pos- ante la versión marxista del concepto crítico
tula la posibilidad de una perspectiva “cien- de ideología: su reduccionismo económico y
tífica” que permite un escape, pero éste es la distinción entre conciencia falsa y verda-
meramente temporal y siempre precario. dera. Si la ideología es una distorsión, dice,
Althusser, Gramsci y Lacan preparan cabe preguntarse “por qué algunos […] no
el camino para el concepto de ideología son capaces de reconocer que [su ideología]
neutral, discursivo, de posmarxistas como está distorsionada, mientras que nosotros,
Laclau. Basándose en parte en un análisis con nuestra sabiduría superior […] sí somos
del populismo latinoamericano, Laclau y capaces de ello” [“why some people […] can-
Mouffe desechan varios de los fundamentos not recognize that [their ideology] is distor-
teóricos marxistas, incluida la noción de que ted, while we, with our superior wisdom […]
ciertas ideologías “pertenezcan” a determi- can” (31)]. Hall prefiere la ideología en su
nadas clases sociales. En su lugar proponen acepción althusseriana, neutral, que en efec-
una noción de hegemonía concebida como to se convierte en “la categoría analítica más
una articulación discursiva de elementos importante de los estudios culturales en los
ideológicos diversos –una estructura siem- años setenta” (Castro Gómez: 740). En una
pre tentativa, sostenida por un “significante crítica a Hall, Larrain cuestiona la utilidad
vacío” central– que permite la aglutinación del concepto neutral y aboga por mantener
de los grupos sociales. una noción crítica de ideología como distor-
Dada la heterogeneidad teórica de los es- sión. Cuestionando la lectura que hace Hall
tudios culturales, es difícil determinar la de Marx, Larrain enfatiza que éste nunca
ideología 147
sugirió que se tratara de que los intelectua- dência diária, a sua pretensão de abarcar a
les “corrigieran” las visiones erróneas de los natureza humana”. (Curiosamente, Žižek, al
demás. Dado que, para Marx, la ideología explicar el funcionamento de la ideología en
está arraigada en una realidad social, su su- nuestras sociedades posmodernas e irónica-
peración implica la transformación práctica mente autoconscientes, acaba proponiendo
de esa misma realidad (57). una idea parecida a la de Schwarz: es bien
Con la influencia de las teorías posmo- posible darse cuenta de la falsedad de las
dernas en los años ochenta y noventa –que apariencias y sin embargo actuar como si
coincide con la plena institucionalización de no (Sublime Object: 31).)
los estudios culturales en la academia an- El mayor desafío teórico y político del
gloamericana y la postergación del legado concepto de ideología como distorsión sigue
marxista– el concepto de ideología pierde siendo su implícita presunción de verdad.
importancia, aunque nunca se elimina por ¿Cómo practicar una rigurosa crítica cultu-
completo. En los últimos dos decenios los ral sin caer en la trampa de la arrogancia
practicantes de los estudios culturales –in- epistemológica propia del intelectual des-
cluidos los latinoamericanos– han adoptado mistificador, con todo el bagaje elitista que
el concepto de forma ecléctica, sin teorizarlo conlleva? Los críticos que mejor han sabido
demasiado. Santiago Castro Gómez ha se- bregar con este reto son los que asumen
ñalado que “el abandono de la categoría de plenamente la profunda ironía inherente
ideología por parte de algunos teóricos de la al concepto de ideología. Entre ellos desta-
cultura ha contribuido a debilitar el poten- ca Žižek, que insiste en la importancia de
cial crítico y político que tenían los estudios mantener una posición imposible: “aunque
culturales” y ha abogado por una recupera- no hay una clara línea de demarcación que
ción del legado de Althusser, que le parece separe la ideología de la realidad, aunque
idóneo para formular “una crítica de la eco- la ideología opera en todo lo que experi-
nomía política de la cultura” (742, 738). mentamos como ‘realidad’, debemos sin
No sorprende que los usos más rigurosos embargo mantener la tensión que mantiene
y originales del concepto de ideología den- viva la crítica de ideología” [“although no
tro del campo latinoamericanista se encuen- clear line of demarcation separates ideology
tren en críticos marxistas como Roberto from reality, although ideology is at work
Schwarz y Neil Larsen, cuya relación con in everything we experience as ‘reality’, we
los estudios culturales no sólo es tensa si no must none the less maintain the tension
hostil. Schwarz, en “As idéias fora do lugar” that keeps the critique of ideology alive”
(1973) teoriza la ideología dentro del contex- (“Introduction” 17)]; y, en el campo latino-
to poscolonial brasileño y acaba proponien- americano, Carlos Monsiváis, cuya peculiar
do la noción de “ideología de segundo gra- forma de Ideologiekritik nunca deja de insis-
do” para describir lo que ocurre cuando las tir en la potencialidad creativa y política de
ideologías metropolitanas —como el libera- la cultura popular, desde una postura lúdica
lismo en el caso del Brasil decimonónico— que lo inmuniza contra cualquier tentación
son “importadas” por la colonia. Schwarz, de elitismo (¿fuente?).
siguiendo a Marx, define la ideología como
“ilusión necesaria bien arraigada en las apa- obras de consulta. Althusser, Louis, Lenin y la
riencias”; pero si en la metrópoli las apa- filosofía, México, Era, 1970; Castro Gómez,
riencias confirman la ideología, el contexto Santiago, “Althusser, los estudios culturales y el
periférico de Brasil es tan incongruente que concepto de ideología”, Revista Iberoamericana,
las ideologías importadas se revelan en toda año 64, núm.193, 2000, pp. 737-751; Eagleton,
su falsedad. Adoptadas a pesar de ello por Terry, Ideology: An Introduction, Londres, Verso,
la burguesía europeizante, se convierten 1991 [Ideología: una introducción (trad. Jorge
en “ideologías de segundo grado” –ilusio- Vigil Rubio), Barcelona, Paidós, 1997]; Hall,
nes asumidas como tales que, sin embargo, Stuart, “The Problem of Ideology: Marxism
dirigen la práctica social–. “Inscritas num Without Guarantees” en David Morley y Kuan-
sistema que não descrevem nem mesmo em Hsing Chen (eds.), Stuart Hall: Critical Dialogues
aparência”, dice Schwarz, “as idéias da bur- in Cultural Studies, Londres, Routledge, 1996,
guesia viam infirmada já de início, pela evi- pp. 25-46; Marx, Karl y Friedrich Engels, Die
148 ideología / imperialismo cultural
deutsche Ideologie: Werke, Berlin, 3 vols., Dietz según el cual los medios de los países peri-
Verlag, 1971 [La ideología alemana, México, féricos no sólo están sujetos a la propiedad
Ediciones de Cultura Popular, 1972]; Schwarz, y al control de las clases dominantes, sino
Roberto, Ao Vencedor as Batatas: Forma Literária que además su técnica y contenido depen-
e Processo Social nos Inicios do Romance den del conocimiento y material generado
Brasileiro, São Paulo, Duas Cidades, 1977; en países industrializados, el imperialismo
Williams, Raymond, “Ideology,” en Keywords: A cultural se enfoca en los desequilibrios y
Vocabulary of Culture and Society, Nueva York, desigualdades de los flujos internacionales
Oxford University Press, 1983, pp. 153-157 de información. El fracaso de las economías
[Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y estatales latinoamericanas se origina en el
la sociedad, ed. rev. y ampl., trad. Horacio Pons. sistema económico global, que empuja a los
Buenos Aires, Nueva Visión, 2003, p. 173]; países no industrializados a una continua
Žižek, Slavoj, “Introduction: The Spectre of dependencia. Siguiendo esta teoría, el im-
Ideology”, Žižek, Slavoj (ed.), Mapping Ideology, perialismo cultural postula que el flujo de
Londres, Verso, 1994, pp. 1-33; Žižek, Slavoj, información de países ricos a pobres pro-
The Sublime Object of Ideology, Londres, Verso, mueve una civilización de consumo, cóm-
1989 [El sublime objeto de la ideología, México, plice del capitalismo y desinteresada en las
Siglo XXI Editores, 1992]. fronteras nacionales, beneficiando a las in-
dustrias dueñas de los medios masivos de
[sebastiaan faber] comunicación, afincadas en su totalidad en
espacios metropolitanos.
De hecho, como teoría interpretativa, el
imperialismo cultural imperialismo cultural se aplicó a diversas
áreas, como las relaciones internacionales,
La teoría del imperialismo cultural se vincu- la antropología, la educación, las ciencias,
la a los estudios culturales mayoritariamen- la historia, las letras y hasta los deportes.
te desde el campo de la comunicación. Las reflexiones sobre “el sistema del mundo
Según el belga Armand Mattelart, dicha teo- moderno” (capitalismo), “la sociedad” (por
ría nace en los años setenta a partir de tra- lo general, países o comunidades con econo-
bajos en comunicación enfocados en asun- mías emergentes), “el centro dominante del
tos de desarrollo y economía política. sistema” (los países industrializados), y “los
Mattelart sostiene que, desde fines de ese valores y las estructuras” (las culturas y or-
decenio, el término, empleado por Rigaud, ganizaciones ajenas a los países emergen-
ex ministro de Cultura, ante la pérdida de tes), al igual que “la dependencia” y “el im-
influencia cultural francesa en la era de tec- perialismo mediático” (que a veces se emplea
nologías de la información, marca numero- de manera sinónima), forman parte de su
sos estudios concernientes a las relaciones terminología. En síntesis, el imperialismo
entre naciones. Sin embargo, Mattelart ad- cultural plantea la dominación de una na-
vierte que no es sino hasta los años ochenta, ción por otra de mayor envergadura.
con la popularización de un estilo de vida Dada su naturaleza teórica, el imperialis-
global, que los estudios en torno a esta teo- mo cultural no está exento de limitaciones.
ría aumentan de manera sustancial, impul- Se le critica un marco metodológico impre-
sados por la tangible presencia de grandes ciso, de difícil medición y escasa capacidad
grupos de comunicación. En este contexto, descriptiva. De manera infortunada, tal y
la comunicación nutre el desarrollo de los como se propone en sus comienzos, de for-
estudios culturales latinoamericanos. ma lineal y hasta unilateral, el imperialismo
Lo cierto es que, como compendio críti- cultural casi descarta cualquier posibilidad
co, el imperialismo cultural es un esquema de producción mediática de las naciones pe-
que compete al ámbito de la guerra fría. riféricas. Parte de esta gran limitación críti-
Su evolución teórica ha estado marcada de ca es la suposición de un sólo sentido en el
manera muy firme por cambios en asun- flujo informativo, cosa que, si acaso fue cier-
tos de política y economía internacional. ta alguna vez, ha cambiado mucho con el ad-
Fundamentándose en la propiedad de los venimiento de nuevas tecnologías. En añadi-
medios y en el marco de la dependencia, dura, el imperialismo cultural no contempla
imperialismo cultural 149
nal. Ya en 1944 Argentina, Brasil y en gran el crítico cultural belga Armand Mattelart
medida México (los tres países latinoameri- publican, en 1971, Para leer al pato Donald,
canos con un mercado lo suficientemente donde discuten las tiras cómicas de Disney.
grande como para crear industrias naciona- Inspirados por una lectura frankfurtiana
les) están inmersos en sus propias versiones critican esta literatura de masas por mante-
de estas industrias con un color fuertemen- ner patrones ideológicos entre el primer
te nacional. mundo dominador y el tercer mundo domi-
Críticamente se ha dicho que esta época nado. Por otro lado, a diferencia de épocas
propagaba temas y características que imi- anteriores, empieza a emerger una cultura
taban recetas extranjeras desde una pers- latinoamericana visible mundialmente. El
pectiva local. No es hasta más tarde que se boom literario alzó la industria editorial lo-
empieza a interpretar los esfuerzos indus- cal y produjo un nuevo talento (Gabriel
triales en América Latina de formas más García Márquez, José Donoso, Julio Cortazar,
complejas. Carlos Monsiváis muestra los di- Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes) que
ferentes efectos que la cultura de masa pro- fue producto del crecimiento económico lo-
duce, los cuales dependen del contexto so- grado después de las guerras mundiales, el
cio-histórico de la nación, otorgándole a lo cual creó una clase media cosmopolita en
popular un valor importante. En la acade- América Latina con intereses nacionales. No
mia estadunidense Ana López arguye que el obstante, estos escritores se hacen popula-
cine de la época de oro, por primera vez res al criticar esa misma modernización y
hace que circulen imágenes, historias y te- pronosticar su fin. Esta época efervescente
mas latinoamericanos a la vez que reta la produce muchos movimientos contrahege-
omnipresencia de Hollywood en la región y mónicos que intentan crear, bajo ambientes
mantiene un interés regional por varios de- distintos, métodos alternativos de distribuir
cenios. sus productos. La “nueva canción” en Chile,
protegida y promovida por el gobierno iz-
lucha entre imperialismo y antiimperialismo. quierdista de Salvador Allende, cuyo lema
En los años cincuenta, ya en plena guerra proclamaba “no hay revolución sin can-
fría, el ambiente cultural empieza a cam- ción,” crea dicap para grabar los artistas del
biar. Las industrias siguen modernizándo- movimiento. Mientras que en Argentina, La
se sufriendo altibajos: por un lado la de- hora de los hornos iba a tener que exhibirse
cadencia de los estudios cinematográficos, clandestinamente del gobierno autoritario
visto claramente en el fracaso de Vera Cruz de Juan Carlos Onganía. La película junto
(1949-1954), un estudio de Brasil que im- con el manifiesto que la acompaña critican
portó técnicos y equipo del extranjero para el monopolio cultural del primer mundo,
aventurarse en producir un cine de calidad viéndolo como un neocolonialismo. Estos
internacional, contrariamente el crecimien- tres ejemplos reproducen una retórica típica
to de las industrias de la televisión y la mú- de la época al rechazar una cultura de ma-
sica. Los Estados Unidos, queriendo mante- sas extranjera. Sin embargo, se convierten
ner solidaridad ideológica por toda América, en productos mismos al hacerlo.
presionan a las industrias locales y sus go-
biernos para promover un anticomunismo globalización, nuevas industrias e inter-
que simultáneamente alababa un modo de pretaciones. Los años ochenta trajeron un
vida moderna y estadunidense. Esta compli- cambio: de sociedades politizadas con eco-
cidad entre gobiernos locales, los Estados nomías centralizadas y un estado fuerte y
Unidos y los medios de comunicación es evi- militar, a democracias representativas con
dente en el apoyo por la empresa mexicana economías neoliberales intentando entrar al
Televisa al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz mercado global. La simple configuración del
durante la matanza estudiantil de 1968 en imperialismo contra lo nacional desaparece
Tlatlelolco. y la reemplaza un sistema interconectado
Este ambiente creará respuestas cultura- e interdependiente dominado por posturas
les locales que se oponen vehementemente globales de consumo y producción. Como
al creciente imperialismo de los Estados sugiere Néstor García Canclini, la moder-
Unidos. El escritor chileno Ariel Dorfman y nización finalmente llega a Latinoamérica
industria cultural 155
pero a través de empresas privadas. En este educación estatal y a los valores literarios de
ambiente aparecen nuevas industrias (vide- los años sesenta para contraponer la hege-
ojuegos, la Internet) y diferentes espacios monía de la industria cultural. Aunque de
para la distribución de la cultura que cam- manera diferente, Nelly Richard también ve
biarán los viejos modos de distribución y ac- una salvación a través de un arte de van-
cesibilidad y que producirán nuevas formas guardia que provoca en el lector-espectador
de leer, escuchar música y ver imágenes. sospechas en lo masivo. Desde visiones dis-
Sin embargo, la globalización no ha dis- tintas, ambas proponen un regreso a la cul-
minuido el poder de las industrias, y la li- tura letrada para escapar de la invasión de
beración del mercado las ayuda a florecer: una cultura popular extranjera.
Venevisión, Televisa y Rede Globo adquie- Sin embargo, hay otros que no rechazan
ren un papel global aún más poderoso con por completo la cultura popular y recuerdan
las exportaciones de telenovelas. En par- que en esta época la resistencia se produce
te el creciente número de hispanos en los por redes informáticas antes que por la arti-
Estados Unidos ha permitido la extensión llería. Jesús Martín Barbero sugiere que no
de estos monopolios y la creación de otros hace falta concentrarse en los medios, como
con base en Miami (Univisión y Telemundo) lo hacen Adorno y Horkheimer, sino en la
que dominarán el mercado estadunidense interdependencia entre diferentes partes
con programación producida localmente e del proceso de comunicación: el emisor, el
importada desde Latinoamérica. La ciudad mensaje, el canal y el receptor. Para Martín
de Miami, como capital administradora de Barbero esta interdependencia, a lo que lla-
la industria cultural del norte y el sur, ha ma las mediaciones, es necesaria para po-
ayudado a disminuir las divisiones naciona- der leer el significado de la cultura popular,
les y regionales (mexicano-americano, cuba- complicando el modelo estático de 1944.
no-americano, nuyoriquen, etc.) para crear Por otro lado, García Canclini, William
una identidad “panlatina” (que incluye lo Rowe y Vivian Schelling notan cómo lo mo-
español y lo brasileño) para la mercadotec- derno y lo tradicional negocian nuevos es-
nia de productos. Es precisamente en Miami pacios culturales, espacios híbridos, donde
donde residen las cedes latinoamericanas ya no se necesita hablar de dicotomías entre
de empresas como Sony, emi, Polygram lo industrial y lo artesanal. Esencialmente
Universal, Warner junto a empresas cultu- lo que describen reafirma culturas locales,
rales latinoamericanas. Aprovechándose de movimientos que tienen acceso a medios he-
la ganancia que el mercado de jóvenes pro- gemónicos, en algunos casos no necesaria-
vee, estas industrias promueven movimien- mente forman parte del circuito transnacio-
tos (rock en español, reggaetón), estrellas nal. En 1994, por voz del Subcomandante
(Ricky Martin, Jennifer López, Shakira, Gael Marcos, el Ejército Zapatista de Liberación
García Bernal) y espacios (Latin Grammys) Nacional se lanzó contra la globalización
que dan una cara de la transnacionaliza- (el tlcan) por medios masivos de comuni-
ción de la cultura latinoamericana, lo que cación (entre ellos la Internet). Volviendo
no necesariamente las hace representativas a una de las primeras industrias que sigue
de una total homogenización como lo veían siendo la más difusiva Gustavo Remedi exa-
Adorno y Horkheimer ni tampoco le da mina las estaciones de radio comunitarias
completo poder a lo local sino que se llega en Uruguay como un espacio resistente que
a una combinación de los dos (Yúdice). no forma parte del circuito global. Para
A pesar de esta presencia global de lo la- Remedi la gente finalmente tiene el dere-
tino, permanecen residuos de una crítica cho de producir su propia cultura. Más allá
frankfurtiana con una voz más sofisticada y del consumo creativo y la recepción activa
local. Renato Ortiz encuentra en la mundia- (Martín Barbero y García Canclini) se llega
lización de la cultura popular la creación de al arte imperfecto, como lo prefiguraba Julio
un imaginario y una mitología global que García Espinosa mucho antes, un arte que
según José Joaquín Brunner ha llegado a su desaparece en todo anulando la figura del
culminación para crear desigualdades na- artista o letrado. Esta reapropiación de la
cionales y sociales. Mientras que Beatriz práctica de la ciudadanía logra por fin una
Sarlo en Argentina insiste en una vuelta a la expresión pública en una era donde supues-
156 industria cultural
tamente ha desaparecido este espacio a cau- público, México, El Milagro, 1994; Monsiváis,
sa de su privatización neoliberal. Otro reto Carlos, Escenas de pudor y liviandad, México,
que amenaza a las industrias culturales son Grijalbo, 1988; Ortiz, Renato, Mundialización
las industrias piratas que reproducen copias y cultura (trad. Elsa Noya), Buenos Aires,
latinoamericanas de originales extranjeros Alianza, 1997; Remedi, Gustavo, “Production
creando una industria informal local. Más of Local Public Spheres: Community Radio
que producir imágenes locales (López) retan Stations” en Ana del Sarto, Alicia Ríos y Abril
el centro con lo que más le duele: la reduc- Trigo (eds.), The Latin American Cultural
ción de su ganancia. Studies Reader, Durham, Duke University
Press, 2004, pp. 513-534; Richard, Nelly,
bibliografía. Brunner, José Joaquín, Residuos y metáforas:ensayos de crítica cultu-
Globalización cultural y posmodernidad, ral sobre el Chile de la transición, Santiago,
Santiago, Fondo de Cultura Económica, 1998; Cuarto Propio, 1998; Rowe, William y Vivian
García Canclini, Néstor, Culturas híbridas: Schelling, Memoria y modernidad: cultura
estrategias para entrar y salir de la moderni- popular en América Latina, México, Grijalbo,
dad, México, Grijalbo, 1989; García Espinosa, 1993; Sarlo, Beatriz, Los estudios culturales y
Julio, “Por un cine imperfecto” en Santiago la crítica literaria en la encrucijada valorati-
Álvarez, Cine y revolución en Cuba, Barcelona, va”, Revista de Crítica Cultural 15, noviembre
Fontamara, 1975, pp. 37-54 (orig. 1971); de 1997, Santiago, pp. 32-38; Yúdice, George,
López, Ana M., “Tears and Desire. Women and “La industria de la música en el marco de la
Melodrama in the ‘Old’ Mexican Cinema”, John integración América Latina-Estados Unidos”
King, Ana M. López y Manuel Alvarado (eds.), en Néstor García Canclini y Carlos Moneta
Mediating Two Worlds. Cinematic Encounters (eds.), Integración económica e industrias cul-
in the Americas, Londres, bfi, 1993, pp. 147- turales en América Latina, México, Grijalbo,
163; Martín Barbero, Jesús, De los medios a las 1999, pp.115-161.
mediaciones, México, G. Gili, 1987; Monsiváis,
Carlos, A través del espejo: el cine mexicano y su [victoria ruétalo]
latinoamericanismo mentalmente temporal, vertical e histórica
centrada en la noción de cambio epocal.
El término latinoamericanismo tal como es La discusión sobre la globalización, por su
usado en los estudios culturales proviene, en parte, se ha centrado en la supuesta emer-
rigor, de debates académicos en la academia gencia de una cultura global homogénea,
norteamericana. Sin embargo, no es un tér- en la expansión de un horizonte experien-
mino ajeno a los intereses de los intelectua- cial cuasiplanetario ligado a la mercantili-
les de la región quienes, desde José Martí a zación y a la emergencia de lo local como
Hugo Chávez, en la larga tradición conti- una instancia diferente de lo nacional, que
nental de pensamiento latinoamericanista mediaría las relaciones entre lo global y lo
de base nacional, lo han definido precisa- nacional. A propósito de ello se ha hablado
mente a partir de una relación negativa con de procesos trasnacionales o posnacionales
los Estados Unidos. o incluso translocales para referirse a los
El latinoamericanismo o latin/o america- múltiples flujos de bienes, capitales, discur-
nism /o (que abarca las culturas de los lati- sos y poblaciones que cruzan hoy el mundo
noamericanos en Estados Unidos y Canadá) en general y, más específicamente, la región-
es parte de un esfuerzo emprendido en la mundo que llamamos Latin/o América (Fox,
academia norteamericana por repensar los Tomlinson). En este sentido, la discusión
límites y los diseños geopolíticos y geocul- sobre la globalización ha traído al debate
turales de América Latina, los objetos, su- la horizontalidad de las dimensiones espa-
jetos y procesos así involucrados en su es- ciales y geográficas y las nociones de flujos
tudio y las categorías epistémicas así como y desplazamientos. Ambas discusiones, la de
los procedimientos metodológicos que dan la posmodernidad y la de la globalización,
cuenta de ellos y permiten su estudio y com- comparten una sospecha sobre los límites y
prensión. Esto ocurre en la confluencia de consecuencias que una perspectiva estado-
lo que primero se llamó el debate sobre la céntrica (ya sea en su versión liberal o socia-
posmodernidad en América Latina y lo que lista) tuvo y tiene sobre la comprensión de
ahora conocemos como la globalización de la heterogeneidad efectiva de los procesos y
y en el continente. La discusión sobre la pos- fenómenos sociales que intenta describir. De
modernidad se centró en la revisión de la este modo, surgen con nitidez algunos de los
capacidad heurística de los grandes relatos desafíos que cualquier reconceptualización
históricos occidentales (el progreso, la ra- de lo latin/o american/o en una perspectiva
zón occidental, la democratización progresi- global debe enfrentar: cómo pensar “en un
va, la política) y los relatos disciplinarios de momento de reterritorialización de la vida
las ciencias sociales (la sociología, la econo- nacional en los distintos países de América
mía, la antropología) y las humanidades (la Latina y de sus relaciones con los Estados
filosofía, los estudios literarios, la historia) Unidos y Europa” las conexiones entre a]
para dar cuenta de las transformaciones de los legados coloniales y poscoloniales en el
un mundo que se desordenaba rápidamente cruce de las temporalidades históricas de los
sin lograr, aparentemente, rearmarse como múltiples proyectos imperiales que han teni-
un todo inteligible. En este sentido el deba- do como objeto a la región y b] las dimen-
te posmoderno tuvo una orientación funda- siones geoculturales y geopolíticas que han
[157]
158 latinoamericanismo
organizado estos proyectos en regiones cul- rio, para abrazar las luchas y las voces de
turalmente homogéneas y autocontenidas. sujetos colectivos y reales largamente some-
Las consecuencias discursivas de esta tidos a una historia de subalternización, por
confluencia de macromarcos epistemológi- el estado colonial español primero, y, luego,
cos y políticos (posmodernidad y globaliza- por sus herederos poscoloniales criollos en
ción) han seguido trayectorias distintas en el continente americano. En este sentido el
las diferentes disciplinas. En las humanida- estudio de los testimonios se ofrecía como
des, ciertos temas de debate han dominando una alternativa radical a los esfuerzos coetá-
la discusión sobre el latin/o americanism/o: neos en los Estados Unidos por desarrollar
testimonio y subalternismo, literatura y es- la agenda de los estudios culturales. A di-
tudios culturales, subalternismo y poscolo- ferencia de éstos –que Beverley veía como
nialismo. En las ciencias sociales se ha rea- inscritos aun dentro de las coordenadas
lizado más bien un intento por darse cuenta culturales, ahora masivas y mediáticas, del
de lo que se ha llamado la condición global capitalismo dominante– el testimonio ha-
de lo latin/o american/o. blaba de unos actores colectivos y emergen-
tes que luchaban contra ese capitalismo y
el latin/oamericanism/o en las humanida- anunciaban la (re)aparición de una cultura
des. En 1989, en un famoso ensayo so- neopopular no capitalista o al menos, anti-
bre el testimonio, el crítico estadunidense capitalista. De este modo, el testimonio era
John Beverley comenzaba preguntándose: el heraldo de una época poshumanista y tal
“¿Generan las luchas sociales nuevas formas vez posliteraria, liberada de la herencia cul-
de literatura y cultura, o se trata más bien tural y subjetivo-burguesa del humanismo
del asunto de cómo se representan [estas clásico (Beverley, Gugelberger).
nuevas luchas] en las formas ya existentes?” Reaccionando también frente a esa
(Against Literatura: 69) Beverley proponía emergencia de los estudios culturales, que
que el testimonio, que en su obra tempra- ampliaban el terreno de lo estudiable bajo
na en colaboración con Marc Zimmerman, la rúbrica de lo cultural en el capitalismo
estaba asociado siempre a las luchas centro- tardío, Alberto Moreiras, compañero de
americanas en los años setenta y ochenta, Beverley en el grupo de Estudios Subalternos
sería una forma nueva de representación Latinoamericanos en los Estados Unidos,
literaria. A diferencia de la novela que está proponía su propia visión del subalternis-
centrada en sus presupuestos culturales mo, inspirado ahora más por la deconstruc-
burgueses (el privilegio de la vida individual ción que por el marxismo. Para Moreiras, lo
y la familia nuclear, por un lado, y de los que el testimonio ejemplificaba era menos
espacios privados y urbanos, por otro), el una propuesta positiva que una crítica ra-
testimonio podría ser la forma cultural de dical o una pura negatividad. El testimonio,
una nueva política de lo neopopular emer- sostendría Moreiras apoyándose también en
gente en las luchas revolucionarias centro- el trabajo de los subalternistas indios como
americanas. El testimonio es definido por Gayatri Spivak y Ranajit Guha, pero sobre
Beverley como una forma literaria que narra todo en la deconstrucción derridiana, reve-
una vida real en las palabras de su propio laba las aporías de la representación de lo
protagonista o de un testigo, a menudo ile- subalterno en el aparato gnoseológico y epis-
trado y que requiere, para su transcripción, temológico de la crítica latinoamericanista
de la colaboración de un interlocutor que estadunidense. En tanto crisis de la repre-
es un intelectual. Con el correr del tiempo sentación, el testimonio era un síntoma que
Beverley habría de radicalizar su hipótesis revelaba los límites de toda representación
para proponer que el testimonio en tanto de lo latinoamericano en el aparato acadé-
representación de lo subalterno, era una for- mico de Estados Unidos. En este sentido,
ma de posliteratura o anunciaba al menos más que oponerse a ella, el testimonio com-
el fin de lo literario y del humanismo tradi- partía con la mejor literatura su capacidad
cional en que aquel se asentaba. En tanto para explorar esos límites de lo representa-
posliterario, el testimonio se deshacía de la ble y, para decirlo de otra manera, aquello
carga de la distinción entre lo ficcional y lo que sólo podía ser indicado indirectamente
no ficcional que definía a lo estético-litera- (Moreiras, Exhaustion).
latinoamericanismo 159
Esto, por cierto, es algo que ha visto un fuer- Estados Unidos. Estos nuevos mapeos –que
te desarrollo no sólo en los Estados Unidos no pueden deshacerse de la nación como te-
a propósito de las poblaciones latinas, sino rritorialización social, económica y cultural
también en América Latina en relación con sino que deben intentar entender tanto sus
las migraciones internas y externas, los transformaciones y funcionamiento, como
nuevos mapas geoculturales y políticos, la espacio de hegemonía interna y autonomía
racialización de la fuerza de trabajo a es- relativa externa cuanto los nuevos flujos de
cala continental: países que mandan inmi- interconexión e interdependencia interna-
grantes, países que los reciben para explo- cional o transnacional– son lo que podemos
tarlos bajo su condición altamente flexible llamar el latin/o americanism/o.
y productiva de indocumentación (Quijano,
de Genova, Grimson); y, en general, los de- obras de consulta. Addiechi, Florencia, Fronteras
safíos que la falta de concordancia entre la reales de la globalización: Estados Unidos
geografía social y cultural del capitalismo ante la inmigración latinoamericana, México,
central y periférico supone (Quijano). Universidad Autónoma de la Ciudad de México,
Por otro lado, desde de la cultura y la ex- 2005; Campa, Román de la, Latin Americanism,
periencia cotidiana de la globalización esa Minneapolis, University of Minnesota Press,
falta de concordancia se manifiesta en la 1999; Flores, William V. y Rina Benmayor
vida de aquellos que viajan todos los días (eds.), Latino Cultural Citizenship: Claiming
sin moverse de sus sitios o son relegados a Identity, Space and Rights, Boston, Beacon
una marginalidad que los excluye de mane- Press, 1997, pp. 255-277; Gainza, Patricia,
ra cuasiestructural. Algunos de los temas Tendencias migratorias en América Latina,
de esta nueva agenda incluyen: el consumo Peripecias 1, <www.gloobal.info/iepala/gloobal/
cultural diario de productos trasnacionales o fichas/ficha.php?id=2047&entidad=Noticias>,
fuertemente influido por sus formatos, conte- consulta: 14 de junio de 2006; García Canclini,
nidos y técnicas (García Canclini, Diferentes; Néstor, Diferentes, desiguales y desconecta-
Consumidores); la emergencia de un paisa- dos, Barcelona, Gedisa, 2005; Hopenhayn,
je mediático complejo en el que alternan la Martín, América Latina: desigual y descen-
fuerte especificidad y densidad de las comu- trada, Buenos Aires, Norma, 2005; Loomba,
nicaciones locales, facilitadas a menudo por Ania, Colonialism/Postcolonialism, Londres-
nuevas y viejas pero refuncionalizadas tecno- Nueva York, Routledge, 1998; Poblete, Juan
logías como la internet o la radio, con una (ed.), Critical Latin American and Latino
creciente presencia de los conglomerados Studies, Minneapolis, University of Minnesota
transnacionales (Pobrete, Culture); el desa- Press, 2003; Quijano, Aníbal, “Colonialidad
rrollo de la práctica social, cultural y política del poder: eurocentrismo y América Latina.”
de múltiples y complejos actores funcionan- en Edgardo Lander (ed.), La Colonialidad del
do simultáneamente en escalas locales, regio- saber: eurocentrismo y ciencias sociales: pers-
nales, nacionales y globales (Mato, Políticas; pectivas latinoamericanas, Buenos Aires, clac-
Yúdice, Recurso), la criminalización de la po- so/unesco, 2003, pp. 201-242; Thurner, Mark
breza y el culpar a las víctimas juveniles de y Andrés Guerrero (eds.), After Spanish Rule.
la cultura de la violencia, la droga y la exclu- Postcolonial Predicaments of the Americas,
sión (Hopenhayn, América Latina; Reguillo, Durham, Duke University Press, 2003; Yúdice,
Emergencia), etcétera. George, El recurso de la cultura, Barcelona,
En todos estos ejemplos la nación ya Gedisa, 2002 [The Expediency of Cultur: The
no coincide por completo (si alguna vez Uses of Culture in a Global Era, Durham, Duke
lo hizo) con sus poblaciones, ni social ni University Press, 2003].
culturalmente. Este desfase fundamental
es el que motiva la necesidad, y ofrece la [juan pobrete]
oportunidad, de las nuevas cartografías de
lo latin/o american/o en el momento de su
globalización. Y esto ocurre –aunque no local-global
necesariamente del mismo modo y con la
misma intensidad en los diferentes paí- La creciente intensificación de flujos e inter-
ses– tanto en América Latina como en los conexiones culturales a escala planetaria, ha
162 local-global
producido una compresión de las dimensio- dad de prácticas que son las que impulsan
nes espacio-temporales de la experiencia hu- procesos globalizadores que, entre otras co-
mana que ha contribuido al desdibujamien- sas, contribuyen a la desestabilización de
to de las fronteras tradicionales del proyecto paradigmas identitarios tradicionales. El
de la modernidad, especialmente aquéllas término local se usa para referirse ya sea a
relacionadas con el Estado-nacional, y con una entidad geopolítica particular, que pue-
ideas de identidades colectivas e ideas de de ser equivalente a un estado nacional, o a
desarrollo económico. El estudio de estos colectividades sociales de menor o mayor
procesos ha dado lugar a la generación de tamaño cuyas fronteras identitarias pueden
algunos términos binarios que procuran dar coincidir con las de un estado nacional o ser
cuenta de la complejidad de los procesos más restringidas. En el sentido de las prác-
contemporáneos de transformaciones so- ticas sociales, lo local constituye la expe-
ciales. De entre ellos, destaca la expresión riencia cotidiana de actores en una locali-
“local-global” utilizada de maneras diversas dad particular, conformando su punto de
y en ocasiones incluso conflictivas entre sí. referencia base. Appadurai plantea que lo
Este término establece una tensión concep- que se designa como local no es una entidad
tual dicotómica que, si bien constituye un natural, sino un concepto relacional cons-
desafío a la precisión de su significado, ha truido por una diversidad de prácticas que
resultado epistemológicamente productiva. resultan en sistemas y estructuras perfilado-
Hacer referencia a la dimensión local-global ras de sus fronteras. Así constituye algo fun-
en los procesos sociales contemporáneos es damentalmente político. García Canclini
destacar las dinámicas que conforman las señala que la conceptualización de lo local
interconexiones y designar, al mismo tiem- se ha transformado con la concientización
po, nuevas dimensiones de prácticas socia- de la idea de lo global y viceversa en un pro-
les asociadas a esos contactos. En el campo ceso que resalta el dinamismo inherente a
de los estudios culturales, los diversos sen- la cultura. Es por eso que algunos estudio-
tidos con que se utiliza el término coinciden sos han conceptualizado lo local como enti-
en la idea de que la dinámica local-global dad “translocal” (Appadurai), resaltando las
informa de la construcción de los imagina- conexiones local-local sin descontextuali-
rios sociales contemporáneos (Appadurai, zarlas de lo supralocal (García Canclini,
García Canclini, Hannerz, Martín Barbero, Martín Barbero, Mato).
Mato), por lo cual constituyen flujos de La reflexión teórica reciente, especial-
carácter local-global. El término se utiliza mente en América Latina, destaca la im-
para referirse ya sea a espacios geopolíti- portancia de contextualizar las dinámicas
cos tangibles o para teorizar sobre espacios de esos flujos (Appadurai, García Canclini,
conceptuales de corrientes de pensamiento Martín Barbero, Mato), criticando la ten-
y producción del conocimiento. Por consi- dencia a conceptualizar los procesos de
guiente, dicho término constituye un marco globalización independientemente de las
de referencia para el estudio de las formas prácticas que los conforman. Por una par-
en que se dan los procesos de interconexión te, los flujos globales que entran en contacto
y sus efectos. con la vivencia cotidiana en gran parte del
Las dimensiones específicas de lo que se planeta emergen de contextos particulares y,
designa como global o local varían concep- por otra parte, dicha vivencia se desenvuelve
tualmente. Por lo general, el término global en espacios situados en contextos socio-his-
no se refiere a la totalidad de la extensión tóricos específicos (Mignolo). La interconec-
del planeta sino al alcance de ciertas prácti- tividad devela una geografía social perfilada
cas que tienden a ser territorialmente am- por relaciones de poder que se configuran de
plias y a desempeñar papeles dominantes/ manera situada y diferencialmente relacio-
hegemonizantes en la producción y disemi- nada en contextos geopolíticos particulares
nación de tecnologías y medios de produc- (Mato, Estudios latinoamericanos). Hay que
ción, bienes de consumo, servicios e incluso considerar, además, que buena parte de las
ideas. La palabra global también se usa para dinámicas local-global ocurren, entre otros
designar un nuevo espacio conceptual cons- espacios, a través de la Internet, donde los
truido y atravesado por una amplia diversi- referentes geográficos específicos se desdi-
local-global 163
bujan aun cuando los contenidos y estilos de global como mutuamente constitutivas, en
relación están asociados a las localizaciones una relación de fuerzas simultáneamente in-
geopolíticas y contextos socio-históricos de tegrantes y desintegrantes (García Canclini,
sus usuarios (Appadurai, García Canclini). Mato, Mignolo, Robertson, Rosenau). Esta
El uso del término local-global en el dis- línea de pensamiento caracteriza a una am-
curso crítico y teórico presenta dos líneas plia diversidad de actores sociales, incluyen-
generales de pensamiento, cuyo marco de do componentes del llamado “movimiento
referencia es el gran debate actual sobre los antiglobalización” que resisten a esta deno-
efectos culturales de los procesos de globa- minación e insisten en las ideas de “alterg-
lización: homogenización o hibridación/re- lobalización” y de “otro mundo es posible”.
significación. Las corrientes globales se manifiestan de
La primera línea de pensamiento tiende forma diversa en diferentes localidades por
a conceptualizar lo local en contraposición lo que las dinámicas local-global develan
a lo global. Así constituyen una relación an- disyuntivas en los flujos (Appadurai) a par-
tagónica expresando la pugna conceptual tir de las cuales se están generando nuevas
entre corrientes a escala planteraria –lo glo- modalidades en los procesos sociales con-
bal– y aquellas que supuestamente tienen un temporáneos. Desde esta vertiente, lo global
horizonte mucho más limitado –lo local– e no se halla contrapuesto a lo local sino que
insuficiente capacidad para resistir al im- supone una red de relaciones diferenciales
pacto de las primeras. Esta acepción supone dependiendo del contexto geopolítico de las
una jerarquía lineal unívoca de relaciones prácticas de los actores. A partir de ahí se
de poder en la cual lo global constituye una perciben las asimetrías de poder que infor-
corriente crecientemente avasalladora, im- man, y a la vez conforman, las relaciones
pulsada por las dinámicas del capitalismo entre lo local-local y lo local-global. Ello ge-
neoliberal, que consume y anula las particu- nera flujos ambivalentes que tienden simul-
laridades locales contribuyendo paulatina e táneamente a la homogenización cultural y
inexorablemente a la homogenización de las a la acentuación de diferencias particulares.
estructuras y relaciones sociales alrededor Mignolo, cuyo trabajo aborda las relaciones
del planeta. Esta línea de pensamiento parte local-global desde una perspectiva episte-
de la preocupación por el avance hegemoni- mológica, destaca la importancia de consi-
zante de los sistemas y prácticas culturales derar el contexto histórico. Informado por
de Occidente, que juegan un papel domi- la conceptualización de Quijano sobre la
nante en los procesos de globalización. Esta colonialidad del poder, plantea que es éste
óptica percibe las prácticas sociales como precisamente el elemento articulador entre lo
unidireccionales y separadas o claramente que denomina “diseños globales” (proyectos
distinguibles unas de otras. Los componen- hegemonizantes de la modernidad) y las “his-
tes de movimientos llamados de antiglobali- torias locales” (experiencia local). Hablar de
zación que no cuestionan esta denomina- lo global es necesariamente hablar de lo local
ción encarnan esta óptica, tendiendo a ver ya que éste es el espacio donde se visibilizan
las corrientes de escala global como amena- las tendencias y orientaciones de proyectos
za a dinámicas significativas dentro de ám- globalizantes en su inserción diversa en con-
bitos más reducidos. Desde otra vertiente, textos particulares (Mato, Mignolo). Mignolo
en la reflexión teórica reciente se debate di- señala que los flujos que históricamente han
cho avance como factor que contribuye a la perfilado las tendencias globales, han surgido
creciente polarización social, agudizando de perspectivas locales que se han proyecta-
brechas entre los que tienen acceso y pue- do de forma abarcadora en la visión hegemo-
den participar en procesos globales y aque- nizante de la modernidad occidental.
llos que quedan fuera. Considerado así, las La direccionalidad de los flujos local-glo-
dinámicas local-global son flujos direccio- bal según García Canclini, sin embargo, no
nales que contribuyen a la consolidación de es clara ni directa, ya que necesariamente lo
asimetrías de poder que no anulan la distin- local implica múltiples núcleos de produc-
ción entre centros y periferias (Hannerz). ción, mediación y consumo. Los imaginarios
La segunda línea de pensamiento parte de culturales contemporáneos representan no
la conceptualización de las dinámicas local- sólo lo “propio” sino también la relación con
164 local-global
[167]
168 medios de comunicación
por asumir que identidad significa e impli- Su desarrollo puede enmarcarse tanto en
ca hoy dos dimensiones diametralmente dis- tradiciones disciplinarias e intelectuales,
tintas, y hasta ahora radicalmente opuestas. en aspectos muy generales del término, así
Pues hasta hace muy poco decir identidad como a las particularidades propias de su
era hablar de raíces, de raigambre, de terri- aplicación en cada región.
torio, y de tiempo largo, de memoria sim- Desde los antiguos postulados aristotélicos
bólicamente densa. De eso y solamente de y platónicos a los estudios fenomenológicos,
eso estaba hecha la identidad. Pero decir hermenéuticos y existencialistas contempo-
identidad hoy implica también –si no que- ráneos, la filosofía planteó la polaridad entre
remos condenarla al limbo de una tradición memoria-imagen, entre memoria-rememora-
desconectada de las mutaciones perceptivas ción o recuerdo, entre memoria-representa-
y expresivas del presente– hablar de redes, y ción, como múltiples maneras de mediatizar
de flujos, de migraciones y movilidades, de la oposición del binomio memoria–olvido.
instantaneidad y desanclaje. Antropólogos Búsqueda que centrada en la polarización
ingleses han expresado esa nueva identidad del término, ofreció amplitud de significados
a través de la espléndida imagen de moving y generó a su vez nuevas oposiciones com-
roots, raíces móviles, o mejor de raíces en plementarias que lo dotaron de un inusual
movimiento. Para mucho del imaginario dinamismo a partir de los años sesenta. Éste
sustancialista y dualista que todavía permea es el sentido de los desarrollos de Paolo Rossi
la antropología, la sociología y hasta la his- y Paul Ricœur, entre otros.
toria, esa metáfora resultará inaceptable, y Hablar de memoria implica remitir a un
sin embargo en ella se vislumbran algunas pasado que en algún momento y por alguna
de las realidades más fecundamente descon- situación determinada quedó en el olvido.
certantes del mundo que habitamos. Pues Un pasado que entra en acción necesita de
como afirma un antropólogo catalán: “sin alguna articulación para devenir en memo-
raíces no se puede vivir pero muchas raíces ria; de él surgen variedad de interpretacio-
impiden caminar”. nes: pasado como un tiempo anterior, pasa-
do como estructura de la verdad, pasado
obras de consulta. Ford, Anibal, Navegaciones: como experiencia traumática, son ejes que
comunicación, cultura y crisis, Buenos Aires, vertebran a este concepto.
Amorrortu, 1994; García Canclini, Néstor (co- Es en el campo de la historia como disci-
ord.), Cultura y comunicación en la ciudad de plina científica, donde se realiza la re-cons-
México, México, Grijalbo, 1998; Hopenhayn, trucción de las memorias como diferentes
M., Ni apocalípticos ni integrados, Santiago, modos de representación de los aconteci-
Fondo de Cultura Económica, 1994; Martín mientos del pasado. Estas re-construcciones
Barbero, Jesús, De los medios a las mediaciones: están edificadas sobre la selección o repre-
comunicación, cultura y hegemonía, México, G. sentación (conscientes o inconscientes) de
Gili, 1987; Piccini, Mabel, La imagen del tejedor: quienes escribieron o narraron la historia;
lenguajes y políticas de comunicación, México, son representaciones de representaciones y
Gustavo Gili, 1987; Reguillo, Rossana, En la es por este motivo que comienza a problema-
calle otra vez: las bandas: identidad urbana y tizarse el concepto de “verdad histórica”, en-
usos de la comunicación, Guadalajara, Iteso, tendida como verdad de los acontecimientos,
1991; Sodré, Muniz, A verdade seducida: por un restituida por el trabajo de interpretación
conceito de cultura no Brasil, Rio de Janeiro, subjetiva del historiador. La problemática no
Codecrí, 1983. estriba en oponer “objetividad contra subje-
tividad”, sino que se centra en la dificultad
[jesús martín barbero] de la intersubjetividad (actor-historiador) y la
búsqueda de la verdad. Esta posición recibió
en Francia el nombre de historiografía, es de-
memoria cir, ya no se alude a una historia objetiva del
pasado sino a una historia de la historia.
Los denominados estudios sobre la memo- Los trabajos de historia oral, realizados
ria abordados desde los enfoques culturales fundamentalmente a partir de los años se-
han sido profusos en los últimos decenios. senta en Estados Unidos, han sido la base
172 memoria
sobre la que se construyó la recuperación con los archivos de la represión. Estos espa-
de experiencias particulares en los últimos cios que hoy son referenciados como sitios
decenios. En estos relatos predominaron de memoria adquieren una polivalencia fun-
abordajes desde la problemática de género cional respecto de su uso en el pasado, como
y sobre estudios de evocación del pasado ámbitos en los cuales se gestaron las bases
de situaciones traumáticas. Citando a Joël sobre persecución ideológica, secuestro y
Candeau respecto de la historia, y extensiva muerte, así como en su transformación ac-
a todos los campos de la ciencias sociales, tual en espacios de reconstrucción o rescate
decimos que “la historia puede convertirse de memorias históricas, búsqueda de prue-
en un ‘objeto de la memoria’ como la me- bas judiciales, ocultas, negadas, o también
moria puede convertirse en un objeto histó- como museos o lugares de conmemoración.
rico”. Un estudio historiográfico importante Entre ellos podemos mencionar los Archivos
es el de Verónica Zárate Toscano, Los nobles policiales del Paraguay, el Departamento da
ante la muerte en México: actitudes, ceremo- Orden Política e Social, localizado en el
nias y memoria (1750-1850), publicado por Arquivo Público do Estado do Río de Janeiro,
el Instituto Mora de México. Este estudio Brasil, el Departamento de Inteligencia de la
trata las actitudes de los representantes de Policía de Buenos Aires, Argentina, a través
la nobleza novohispana (S. xviii y xix) ante de los cuales se investiga sobre la lógica de
la muerte, relacionadas con prácticas coti- la represión y exterminio ejercida por estas
dianas y con el sistema de valores, su cos- dictaduras, con el fin de contribuir a los
movisión. Juicios por la Verdad, así como también el
La explosión de los trabajos testimonia- proyecto iniciado en el año 2005, de recu-
les devino, algunas veces, en historias de peración del Archivo Histórico de la Policía
vida, siendo la fuente que dio origen a los Nacional de Guatemala. Éste es uno de los
llamados estudios de “historia reciente”. más grandes acervos documentales de su
Éstos configuran una noción diferente de tipo en América Latina, en el mismo se en-
ese tiempo pretérito, vinculado a la idea de cuentran datos desde 1882 hasta 1996, año
memoria como narración en presente del en el que concluyó la función de la Policía
recuerdo tormentoso del ayer, pero en el que Nacional y se crea la Policía Nacional Civil.
cabe una proyección hacia el futuro como Este es otro ejemplo de la lucha por el ac-
una forma de evitar su repetición. En la dis- ceso a la verdad frente a la recuperación de
tinción que hace Tzvetan Todorov entre la memoria histórica guatemalteca. Dentro
“memoria literal” y “memoria ejemplar” hay de las políticas de rescate de acervos docu-
una preocupación por desvincular el detalle mentales, se puede mencionar el proyecto
y consecuencia de lo acontecido para poder mexicano iniciado por Apoyo al Desarrollo
plasmar esas experiencias del pasado como de Archivos y Bibliotecas de México a par-
un pasaje hacia el presente y futuro. tir de 2004-2005 y cuyo lema fue “mantener
Son los trabajos de Pierre Nora y sobre viva la memoria histórica” trabajando sobre
todo Les lieux de mémoire, obra realizada acervos bibliográficos antiguos de los esta-
entre 1984 y 1992 por una centena de espe- dos de Puebla, Tlaxcala, Distrito Federal, es-
cialistas franceses bajo su dirección, que po- tado de México, Guanajuato y Michoacán.
nen en relación a la historia y a la memoria. Como último agregado se puede citar la
La memoria, según Nora, entraña imágenes, memoria recopilada en los archivos de los
personas, hechos. Es por ello que estos “lu- organismos de Derechos Humanos que han
gares de la memoria” son reconocidos por trabajado con testimonios, con objetos do-
el autor como lugares simbólicos, espacios nados por las familias de los desaparecidos/
físicos, inscripciones, restos de memoria. asesinados, en trabajos de organización in-
En el transcurrir de la obra, Nora plantea dividual o colectivos, como es el caso de los
que estos “lugares” fueron reduciéndose a Archivos de Abuelas (de Plaza de Mayo) y de
“conmemoraciones de tipo patrimonial”. Memoria Abierta, ambos en Buenos Aires.
Cuando Pierre Nora señala que “la me- Es la relación que para Pierre Nora exis-
moria moderna es archivística” nos permite te entre historiografía, patrimonio, políti-
reflexionar sobre la construcción de lugares ca, lugares de memoria, la que permitiría
de memoria en América Latina, sobre todo desarrollar áreas temáticas vinculadas a la
memoria 173
te a ciertas formas del pasado (conscientes pueden identificarse con el receptor, pode-
o inconscientes) compartidas por un colec- mos mencionar entre estos tipos de testimo-
tivo o conjunto de individuos. Para este au- nios el de Aurora Arnáiz Amigó profesora de
tor la memoria individual no es opuesta a la la Universidad Autónoma de México, nacida
colectiva sino que se interpenetran. en Vizcaya, quien fue durante los años trein-
Es a partir de la publicación del Nunca ta directiva de las Juventudes Socialistas de
Más en Argentina, en los años ochenta que España (¿fuente?). En la guerra civil perdió
los testimonios adquirieron un lugar central a su hijo y a su marido, que era goberna-
en los debates culturales por la memoria. dor de Guadalajara y miembro del Comité
Las denuncias sobre el terrorismo de Estado Central del pce, situación que la aparta de
durante los años 1976-1983, fueron el motor la jse. La memoria de la experiencia vivida
que accionó el reclamo de justicia por parte quedó oculta tras lo experimentado en 1939,
de los familiares de desaparecidos/asesina- que únicamente pudo reconstruirlo me-
dos. El Juicio a las Juntas en 1985 y sus diante conversaciones con otros miembros
posteriores leyes del perdón, generaron una de las Juventudes Socialistas de preguerra
multiplicidad de testimonios que fueron en España. En este sentido el rescate de la
configurando diferentes lugares de memo- fuente oral, cobra real importancia. Otro
ria, con el fin de evitar repeticiones en el ejemplo paradigmático dentro de lo testimo-
presente de las marcas que dejaron las dic- nial autobiográfico es el relato de Rigoberta
taduras. La producción testimonial escrita Menchú Tum, de Guatemala, quien se invo-
por parte de los sobrevivientes de los Centros lucró en la lucha a favor del pueblo indígena
Clandestinos de Detención (ccd) tiene la im- maya,sus convicciones personales y sentido
pronta conceptual de la obra de Primo Levi de justicia hicieron que el gobierno la nom-
cuya experiencia en Auswitch ha sido refe- brara enemiga, razón por la cual tuvo que
rente de los testimonios latinoamericanos. huir de Guatemala. La posterior publicación
La sobrevivencia a estas situaciones límites de su obra y el hecho de haber sido nombra-
pone al actor bajo los huecos simbólicos de da Premio Nobel en 1992, trajo aparejado la
lo traumático. Dori Laub, quien de niño fue duda sobre la veracidad del testimonio. Esto
testigo y sobreviviente del Holocausto, plan- pone de manifiesto el carácter dialógico de
tea que hay una preocupación por la since- este tipo de autobiografías. Otro caso parti-
ridad del testimonio que es concomitante cular lo encontramos en Domitila Barrios de
con que el receptor confíe en lo que el tes- Chungara, de Bolivia, dirigente de este pue-
tigo cuenta. Tanto Shoshana Felman como blo, quien ha resistido contra la opresión.
Dori Laub sostienen que este testimonio se Su objetivo fue lograr mejores condiciones
trata de una auténtica huella de lo real, de lo para la gente pobre de su país, lucha por la
inaprensible e inexpresable, que permite al tes- cual fue exiliada en Europa. En estos tipos
tigo encontrar la suya propia, y reajustarse a de testimonios predomina la ausencia de
la realidad fenomenológica. Felman distingue identificación, a excepción de quienes ten-
entre la verdad en el discurso y la verdad en gan un grado de pertenecia cultural.
acto. La primera es el discurso de seducción La literatura latinoamericana ha sido
de un poder o de un interés que hace que se un campo muy prolífico en la descripción
crea en ellos. Por oposición a ésta, la verdad del pasado borrado u olvidado, entre ellas
en acto es lo que subvierte todo poder y lo no pueden dejar de mencionarse obras
que deshace todo código. Laub plantea un como La casa y el viento de Héctor Tizón
paralelismo entre la escucha psicoanalítica y (Argentina), Rumbo al sur deseando el norte
en quien escucha al testimoniante. de Ariel Dorfman (Chile), así como gran par-
El testimonio autobiográfico en cambio, te de la producción ficcional de Augusto Roa
puede presentar la dicotomía entre lo que es Bastos (Paraguay), entre otras. Es loable al
realidad o ficción, no hay una búsqueda de empresa llevada a cabo por la Universidad
verdad histórica, quien emite el testimonio Nacional de Misiones, Argentina, en relación
habla en primera persona aunque repre- con Los libros de la Memoria. Esta colección
sentando a un colectivo muy pocas veces enfoca, desde el aluvión migratorio del siglo
enunciado. La particularidad se centra en la xix y principios del xx y las luchas referi-
narración de aspectos culturales que nunca das a reivindicaciones sociales, vistas como
memoria / modernidad 175
episodios épicos, hasta ensayos escritos por trascendido la tradición, como una ruptura
familiares de desaparecidos asesinados en la con lo que existió antes. Incluso aquellos
última dictadura militar. discursos académicos, literarios y políticos
Estos testimonios, además, forman parte que argumentan a favor de la coexistencia
del acervo de archivos y museos (públicos-pri- de lo tradicional y lo moderno lo hacen
vados), cuyo fin constitutivo fue organizar la tratándolos como dominios diferenciados,
memoria perdida o desperdigada, entre ellos los cuales son vistos luego como unidos de
podemos nombrar la creación del Parque de maneras diversas el uno con el otro (por
la Paz en Santiago de Chile, en el predio que ejemplo, Canclini, Culturas híbridas). Todo
había sido el campo de concentración de la esto se asienta sobre imágenes poderosas,
Villa Grimaldi durante la dictadura. La crea- contendientes, viscerales de tradición y
ción del Museo de la Memoria de Rosario, modernidad que tienen densos atributos
el Museo de la esma (Escuela de Mecánica mundanos, u ontológicos. Es importante re-
de la Armada) Buenos Aires, La mansión considerar estos asuntos, sobre todo abor-
Seré, en Morón, estos últimos en Argentina; dando las construcciones de la modernidad
todos fueron centros de detención, secuestro como siempre particular y, sin embargo, ya
y muerte por la última dictadura. global.
el empirismo en Gran Bretaña, así como las mitivo y lo civilizado, en su lugar, sin em-
concepciones diferentes de la historia uni- bargo, no había ni un “yo” occidental singu-
versal y natural, es mejor hablar en plural, lar ni un “otro” no-occidental exclusivo. En
es decir de Ilustraciones (Porter; Pocock; cambio, en este terreno se encontraban en
Kelley; véase también, Muthu). Aquí se en- juego la separación cultural de “seres occi-
contraban, también, desafíos a los procedi- dentales” y las jerarquías históricas de alte-
mientos racionalistas en una variedad de ridades no-occidentales. En este escenario,
Contra-Ilustraciones, las cuales a su vez mol- muchos pueblos (por ejemplo, los africanos,
dearon la Ilustración (Berlín: 1-24; los afro-americanos y los grupos indígenas
McMahon, 2002). A pesar de tal pluralidad, en América y a través del mundo) estaban
ha sido generalmente aceptado que el perío- todavía atrapados en la etapa del barbaris-
do de la Ilustración estuvo acompañado por mo y salvajismo con pocos prospectos de
ideas y procesos de la secularización del avance. Otras sociedades (por ejemplo, las
tiempo judeo-cristiano (e.g., Fabian: 26-27, de la India y de China) habían alcanzado los
146-147). En realidad, tal secularización no peldaños ascendentes de la civilización pero
fue una idea emergente y consecuente, sino con todo, carecían de las fundaciones críti-
un proceso restringido y limitado (Becker; cas de la razón. Aun otros pueblos (princi-
se ofrece una discusión más larga en Dube palmente de origen occidental y del norte
Historical Anthropology). europeo) habían logrado los avances más
En este contexto, esquemas de desarro- altos de la humanidad por medio de las ven-
llo diferenciados y a la vez superpuestos tajas de raza y racionalidad y de las propen-
suscribieron grandes diseños de la histo- siones de la historia y la nacionalidad. De
ria humana, desde las propuestas raciona- hecho, era el pasado y el presente de este
listas de Voltaire y Kant hasta los marcos último grupo de personas, abarcando la ele-
historicistas de Giambattista Vico y Johann gida Europa ilustrada, que fue tomado y
Gottfried von Herder. Hubo profundas con- extendido como un espejo en general. En
troversias entre tales esquemas; sin embar- este espejo, la historia universal del hombre
go, de diversas maneras cada uno proyectó fue imaginada, y el destino fue representado
detallados modelos de desarrollo de la his- como grupos y sociedades que se rendían
toria universal (Kelley: 211-262). Tales ten- ante o que se ponían a la altura de la mo-
siones divergentes y énfasis convergentes dernidad.
partían del hecho, a menudo olvidado, de La idea de la modernidad implica una
que la Ilustración fue tanto histórica como ruptura con el pasado. Su narrativa insinúa
filosófica, y tanto sobre la reescritura de la rupturas con el ritual y la magia y se separa
historia como sobre el replanteamiento de del encantamiento y la tradición. Siguiendo
la filosofía. Las consecuencias fueron limi- interpretaciones eruditas (e.g., Habermas,
tadas pero significativas. A través del siglo Philosophical Discourse; Koselleck: 3-20),
xix pero también después, tiempo y tempo- como un concepto de época, la modernidad
ralidades judeo-cristianos y mesiánicos no ha sido vista como la incorporación de un
perdieron su influencia en los mundos occi- estatus nuevo y distinto a periodos prece-
dentales (e.g., Moore, Crapanzano). Para la dentes, insinuando orientaciones esencial-
segunda mitad del siglo xix, por lo menos mente nuevas al pasado, al presente y al fu-
en el Occidente protestante, el tiempo se- turo. Éstos son argumentos persuasivos que
cularizado podía adquirir una aureola na- llevan sus propias verdades, pero también
turalizada y el pensamiento desarrollista fue presentan a la modernidad en términos más
destilado (incierta y contradictoriamente y bien idealizados. Al mismo tiempo, precisa-
al mismo tiempo potente y poderosamente) mente por estos motivos, tales concepciones
como progreso histórico. son sumamente representativas.
A esto sucedió que el tiempo vino a ser Para empezar, los entendimientos acredi-
progresivamente entendido en maneras je- tados y cotidianos de la modernidad la pro-
rárquicas para delinear pueblos y culturas yectan como un fenómeno generado pura e
en el movimiento de la historia, proyectado internamente dentro de Occidente, aunque
como el avance del progreso. Frecuentemente más tarde fue exportado a otras partes de la
articulado por la Ur-oposición entre lo pri- humanidad de formas diversas. De esto se
modernidad 177
desprende que exactamente esta medida sir- hecho profundamente jerárquico. De hecho,
ve para rechazar la dinámica de colonizador la noción de la modernidad como una rup-
y colonizado, raza y razón, Ilustración e im- tura con el pasado divide mundos sociales e
perio que es la base de la modernidad como históricos entre lo tradicional y lo moderno,
historia. Estos procedimientos idénticos articulando y animando más todavía otras
anuncian los registros principales del traza- oposiciones como aquellas entre ritual y ra-
do jerárquico de tiempo y espacio. Tanto en cionalidad, mito e historia, y magia y mo-
los modos conscientes como inadvertidos, dernidad.
los registros implican dos medidas simultá- ¿Por qué debían las antinomias de la
neas. Al ensayar el Occidente como moder- modernidad haber jugado un papel im-
nidad, ellos igualmente representar la mo- portante en el trazado y la fabricación de
dernidad “como el Occidente” (Mitchell: 15, mundos sociales? Estas oposiciones surgie-
cursivas en el original). ron integradas en formidables proyectos de
La idea de la modernidad, como el sepa- poder y conocimiento, que derivaron en la
rarse del pasado, se basa en la imaginación Ilustración, el imperio y la nación. Éstos
de rupturas dentro de la historia Occidental. han sido proyectos tan motivados como di-
Pero tal idea no puede evitar también co- versos “no simplemente de mirar y registrar,
nectar la importancia de las separaciones sino de registrar y rehacer” el mundo (Asad:
del Occidente con mundos no Occidentales, 269). No sorprende que las oposiciones en sí
ya sea explícita o implícitamente. Por un mismas asumieran autoridad analítica per-
lado, la cesura definida por la modernidad suasiva y que adquirieran atributos mun-
como el nuevo comienzo es convertida en danos penetrantes, articulados de forma
pasado, “precisamente al comienzo de los diversa con representaciones de la moder-
tiempos modernos” en Europa (Habermas, nidad y con su trayectoria como un proyec-
Philosophical Discourse: 5). Es adelante de to de progreso que se autorrealiza, además
este umbral que el presente es visto como de una encarnación de la historia evidente
renovado en su vitalidad y novedad por la por sí misma. Y así, las antinomias siguen
modernidad. Por otro lado, exactamente ejerciendo sus persuasiones en el presente,
cuando lo moderno es privilegiado como el incluyendo a las imágenes de la modernidad
periodo más reciente, la novedad y la vitali- en América Latina.
dad de la modernidad enfrentan los espec-
tros de lo “medieval”, lo “supersticioso”, lo “ sujetos de la modernidad. ¿Pero qué es exac-
profético”, y el serpenteo “espiritual”. Estos tamente la modernidad? La modernidad
espíritus son una presencia previa y un pro- debe ser entendida como la conexión de
ceso en curso. Cada tentativa de involucrar- distintos procesos históricos durante los úl-
los en el presente implica marcarlos como timos cinco siglos. Aquí se encuentran los
un atributo del pasado. Esta referencia es a procesos que conllevan, por ejemplo, el co-
la manera de las representaciones dominan- mercio y el consumo, la razón y la ciencia,
tes, el Talibán y Al-Qaeda son simultánea- la industria y la tecnología, el estado-nación
mente “contemporáneos” y “medievales”; y y el sujeto-ciudadano, esferas públicas y
en los entendimientos dominantes, los en- espacios privados, religiones secularizadas
cantamientos de hoy de “los indios” y “lo y conocimientos desencantados. Al mismo
primitivo” son al mismo tiempo contempo- tiempo, aquí deben ser registrados, también,
ráneos y anacrónicos. los procedimientos que involucran imperios
Sugiero, entonces, que los significados, y colonias, raza y genocidio, formas de fe
entendimientos y acciones que caen fuera renacientes y tradiciones cosificadas, regí-
de los horizontes conducidos por el desen- menes disciplinarios y sujetos subalternos,
canto de la modernidad tienen que ser tra- y la magia del estado y los encantamientos
zados como aquellos que se han quedado de lo moderno.
retrasados de esta nueva etapa. Aquí, los Durante los últimos cinco siglos los
mapeos espaciales y las medidas temporales procesos y procedimientos de la moderni-
del Occidente y el no-Occidente se apoyan dad como historia no han sido para nada
en la trayectoria del tiempo, un eje que cla- ininterrumpidos, homogéneos o sencillos,
ma ser normativamente neutral, pero es de contrariamente a los alegatos hechos a fa-
178 modernidad
vor de la trayectoria singular del fenómeno. A lo largo de los siglos recientes, los su-
Estos procesos han encontrado expresiones jetos de la modernidad han incluido, por
distintas en diferentes partes del mundo, ejemplo, comunidades indígenas en América
de modo que la modernidad en algunas bajo el dominio colonial y nacional, los pue-
ocasiones ha sido representada en plural, blos de descendencia africana no sólo en
modernidades. Al mismo tiempo, ya sean aquel continente, sino en diferentes diáspo-
entendidos como modernidad o moderni- ras a través del mundo y, de hecho, mujeres
dades, estos procedimientos se han referido y hombres subalternos, marginales y perte-
a construcciones de significado y poder, las necientes a las elites y en escenarios no
cuales han sido decisivamente contradicto- Occidentales y Occidentales. En el caso lati-
rias, contingentes y disputadas. De hecho, noamericano, los sujetos de la modernidad
es dentro de tal pluralidad y heterogenei- han comprendido no sólo a las clases me-
dad, contingencia y contradicción, que las dias progresistas occidentalizadas, sino a
oposiciones constitutivas de la modernidad, campesinos, indios y trabajadores que de
jerarquías formativas y distinciones seduc- modo diverso han articulado los procesos de
toras –por ejemplo, entre lo tradicional y colonialismo y poscolonialismo.
lo moderno y otras antinomias jerárqui- Una y otra vez, los sujetos de la moder-
cas– parecen escenificadas y elaboradas. Es nidad han revelado que hay diferentes ma-
también aquí donde deben ser encontrados neras de ser moderno. Ellos han accedido y
los encantamientos duraderos de la moder- han excedido las determinaciones del sujeto
nidad: desde la imagen inmaculada de sus moderno, sugiriendo la necesidad de repen-
orígenes y sus fines hasta sus oposiciones sar su exclusividad. No obstante, los sujetos
dominantes, y desde las nuevas mitologías de la modernidad también han mostrado
de imperio y nación hasta la densa magia escasa consideración hacia las finuras del
del dinero y los mercados. Puesto de otra sujeto moderno precisamente al articular la
manera, como historia, los términos de la modernidad. Aquí, es necesario enfatizar
modernidad son asiduamente articulados y, que hay otros sujetos modernos además de
sin embargo, son todavía básicamente diver- los Occidentales. Los múltiples sujetos mo-
sificados, al punto de la desunión consigo dernos (en el Occidente y el no-Occidente)
mismos (Dube, “Introduction”; Stitches on son también sujetos de la modernidad, pero
Time; Enchantments, contienen más amplias no todos los sujetos de la modernidad son
discusiones sobre estos asuntos, y también sujetos modernos. Todos estos diferentes su-
tratan las maneras en las cuales las discusio- jetos han registrado dentro de sus medidas
nes críticas de la modernidad han empezado y significados las contradicciones formati-
a destacar desde los años noventa). vas, contenciones y contingencias de la mo-
Estos procesos no son procedimientos sin dernidad.
sujetos. Más bien, surgen expresados por los
sujetos de la modernidad, sujetos que han la modernidad y latinoamérica. Las intimida-
comprometido y elaborado las estipulacio- des de la modernidad han estado presentes
nes de la modernidad como historia. Aquí por mucho tiempo en América Latina, ge-
es evidentemente inadecuado fusionar el su- neralmente reflejadas en la imagen de una
jeto de la modernidad con el sujeto moderno. Europacosificada. La región en sí misma ha
¿Qué se quiere decir con esto? Discusiones sido imaginada inquietante y, sin embargo,
influyentes y concepciones cotidianas de la como una parte del mundo Occidental, aun-
modernidad, con frecuencia, han procedido que con carencias específicas y dentro de lí-
imaginando el fenómeno a la imagen de lo mites particulares. Todo esto es el resultado
europeo y lo euroamericano, y a menudo, de cartografías dominantes y “metageogra-
también, el sujeto masculino, moderno. En fías” autorizadas (Lewis y Wigen), que han
cambio, al referirnos a los sujetos de la mo- dividido el mundo entre el Occidente y el
dernidad, hablaremos de los actores histó- Oriente, el Este y el Oeste, apuntaladas por
ricos que han sido participantes activos en los discursos del orientalismo (Said) y del
procesos de la modernidad, tanto sujetos a occidentalismo (Coronil), muy presentes en
estos procesos como también sujetos que expresiones estéticas y cotidianas (e.g., Paz,
moldean estos procesos. Vislumbres). Es más, en América Latina,
modernidad 179
zado con más frecuencia que en el resto del Es decir, el sistema normativo del multicul-
mundo. En Canadá, el estado federal ratifi- turalismo podría determinar la inscripción
có el Acta Canadiense de Multiculturalismo, de estudiantes en ciertas clases según sus orí-
que legalizó el bilingüismo y multicultura- genes étnicos, o influir nuestras expectativas
lismo oficial en 1971; el Acta se integró a de la conducta de ciertos grupos. Aunque la
la constitución nacional en 1982 (Dupont y mitología del mestizaje ha sido criticada de-
Lemarchand: 309). Mientras que en América tenidamente por sus características implíci-
Latina lo que se ha llamado “pluralismo cul- tamente exclusionistas y racistas, parecería
tural” (Néstor García Canclini), “heteroge- que el multiculturalismo también puede ser
neidad” (Antonio Cornejo Polar), “transcul- tanto exclusivo como inclusivo.
turación” (Fernando Ortiz y Ángel Rama),
“hibridez” (Cornejo Polar y García Canclini) el multiculturalismo en estados unidos. Como
y “mestizaje” se plantea como parte intrínse- ya se ha señalado, el multiculturalismo tiene
ca de la nación. En Estados Unidos el debate una historia más larga, y mucho más polé-
en torno al multiculturalismo ha sido inten- mica, en Estados Unidos que en México.
samente polarizante, creando divisiones y Sobre todo, surge de la historia conflictiva
apuntando hacia la “coexistencia –separa- de los años sesenta y del movimiento por los
da– de grupos étnicos”, según autores como derechos civiles, vinculándose así con la po-
Néstor García Canclini (Consumers: 10) y lítica y el sistema educativo estadunidense.
José Antonio Aguilar Rivera (Sonido: 13). El multiculturalismo se relaciona con de-
Aquí se ve el dilema fundamental del mandas jurídicas en favor de grupos mino-
multiculturalismo en Estados Unidos y un ritarios por igualdad en el trabajo y la edu-
país como México: el contrapunteo entre la cación. El logro más significativo del
integración y el separatismo de naciones cul- movimiento por los derechos civiles induda-
turalmente diversas. Como sugieren García blemente fue la ratificación del Acta de
Canclini y Aguilar Rivera, ciertas caracterís- Derechos Civiles en 1964, cuyo título vi abo-
ticas del multiculturalismo actual, como la lió la segregación racial en todas las escue-
mezcla cultural y la hibridación, componen las públicas e instituciones de educación
el mito fundacional mexicano del mestiza- superior, ya que niega el financiamiento fe-
je. En cambio, en Estados Unidos nunca deral a las escuelas que no proporcionan
hubo mitología fundacional de hibridez, y la libre acceso a la educación. Mientras tanto,
mezcla (misoginia) de distintas razas, sobre el título vii del Acta legaliza la igualdad de
todo de la blanca y la negra, históricamente oportunidades de empleo, prohibiendo la
se ha considerado en el mejor caso como discriminación en el empleo por raza, color,
debilidad, si no escándalo total (Cornwell y religión, grupo étnico, sexo u origen nacio-
Stoddard: 11-12). A pesar de sus respectivas nal. A raíz de estas enmiendas se desarrolla
narrativas integracionistas, tanto el mesti- la política de “acción afirmativa”, que pre-
zaje como el multiculturalismo tienden a tende remediar las discriminaciones históri-
producir ideologías e identitidades reduc- camente sufridas por grupos desfavorecidos
cionistas y esencialistas. George Yúdice a través de beneficios como políticas de ad-
equipara el mestizaje con la “conformidad misión en escuelas y universidades y becas
anglosajón”, en el sentido de que ambos estudiantiles que promuevan diversidad
conceptos establecen límites normativos de (Rhoads, et al.: 197-198). De la misma ma-
identidad nacional, efectivamente, exclu- nera, se fundaron programas de estudios
yendo diversos grupos raciales, regionales étnicos y estudios de género en las univer-
o de clase social. Pero también indica que sidades estadunidenses para tratar el pro-
el sistema identitario del multiculturalismo blema de la falta de representación equita-
en Estados Unidos, precisamente porque tiva de grupos minoritarios en la esfera
privilegia la supuesta falta de “normatividad académica y, más importante aún, para es-
estadounidense” –la idea de que no hay una tudiar la dinámica del poder entre estos y
sola manera de ser estadounidense– termina los grupos dominantes. A finales de los años
siendo sumamente normativo y “norteame- setenta, con el caso Universidad de California
ricacéntrico” (“Translator’s Introduction”, contra Bakke (1978) y el surgimiento de una
García Canclini, Consumers: xxxvii-xxxviii). fuerte política de derecha bajo las presiden-
182 multiculturalismo
cias de Ronald Reagan y George Bush, esta- Theo Goldberg, la identidad, que se concep-
lló una reacción violenta contra la acción tualiza como lazo o afinidad –sin duda afir-
afimativa y programas de libre acceso al em- mativo– entre miembros de tal o cual co-
pleo, a la vivienda y a la educación en gene- lectividad, también puede excluir a sujetos
ral, que continúa hasta la fecha (este caso que no pertenecen al grupo o a quienes no
es uno de los hitos más importantes del de- se les abre paso (12). De la misma manera,
bate en torno a la acción afirmativa. En su la identidad puede convertirse en su pro-
fallo, la Corte Suprema de los Estados pia prisión, ya que suele determinar ciertas
Unidos rechazó el sistema de cuotas raciales pautas de comportamiento o requisitos de
para postulantes a las instituciones de estu- solidaridad. La diferencia, por su parte, es
dios superiores, pero confirmó el interés del tan capaz de excluir como incluir, y como
estado por asegurar la diversidad de la po- alega Goldberg, existe una larga y violenta
blación estudiantil. El resultado fue una de- historia de exclusión racial, religiosa o de
cisión bastante ambigua que debilitó el mo- género en el nombre de la diferencia –sólo
tivo económico o de justicia social de la cabe pensar en el holocausto o en el fun-
acción afirmativa a favor de la diversidad en damentalismo religioso de cualquier índole
sí (Rhoads, et al.: 198). (12-13)–. Además, es imperativo recordar
En términos más amplios, el multicultu- que el multiculturalismo no necesariamente
ralismo estadunidense se caracteriza por la critica ni desarticula estructuras del poder,
transición de un modelo monocultural y asi- sino que puede terminar reforzándolas o in-
milacionista, que en realidad nunca lo fue, cluso ser directamente cooptado por ellas,
(teniendo en cuenta, por ejemplo, que los como ocurre en el llamado “corporate mul-
negros en Estados Unidos se consideraban ticulturalism” (multiculturalismo corporati-
completamente inasimilables a la nación vo) (Berlant y Warner: 115). Bajo esta eti-
hasta los años cuarenta) a uno integracio- queta encontramos la defensa implícita del
nista y resistente al monoculturalismo re- “tokenism”, o el formulismo, donde, según
duccionista. Por lo tanto, se puede decir que Goldberg, la academia centrista y empresas
la identidad y la diferencia forman el marco multinacionales celebran una diversidad
teórico del multiculturalismo y sus debates; cultural que corresponde a principios del
un marco que se convierte en eje que rela- liberalismo filosófico en general sin redis-
ciona la estructura pedagógica y la política a tribuir el poder o los recursos económicos
lo multicultural (Goldberg, “Introduction”, en absoluto (7).
Multiculturalism: 12). Es precisamente este Siguiendo las advertencias de Yúdice,
lazo entre identidad y diferencia, pedagogía y hay que contemplar las implicaciones re-
política, que establece el parentesco entre el lativistas de un multiculturalismo que se
multiculturalismo y los estudios culturales en presume “no esencialista” y “no fundacio-
Estados Unidos. Los estudios culturales son nal”. Es decir, la insistencia en una falta de
a la vez campo académico transdisciplinario normatividad estadunidense suele imponer
y proyecto político, cuyo impulso intelectual otro tipo de normatividad multicultural,
y político es desafiar y desarticular jerarquías igualmente dominante. Y esta normativi-
del poder, ya sean académicas, económicas dad no es necesariamente afirmativa. El
o políticas. Entonces, como afirman Lauren recurso al relativismo cultural, con su in-
Berlant y Michael Warner, los estudios cul- sistencia en una verdad singular relativa
turales proponen ser un espacio de actividad al grupo que la resguarda, con o sin justi-
intelectual donde se pueden ubicar historias ficación o manera de verificarla, puede ser
multiculturales que históricamente han sido catastrófico (“Translator’s Introduction”,
olvidadas o invalidadas (108). García Canclini, Consumers: 15). El crítico
No obstante, pese a la posibilidad de que irlandés David Lloyd indica que la retórica
el análisis académico de identidad y dife- de inclusión y diversidad que caracteriza al
rencia pueda desestabilizar conceptos más sistema educativo estadunidense en general
amplios de la homogeneidad nacional o de y a la universidad en particular, tiende a
identidades hegemónicas, hay ciertos peli- institucionalizar un principio de equivalen-
gros inherentes al marco teórico de identi- cia entre todo grupo etnorracial –inclusive
dad y diferencia. Para empezar, según David anglosajones–. La versión pluralista de cul-
multiculturalismo 183
tura e historia estadounidense se sitúa pre- Daniel Mato afirma que muchos siguen uti-
cisamente en este principio de equivalencia lizando la expresión “estudios culturales”
e intercambiabilidad (19). Según Lloyd, la sin más en su trabajo (Mato, Estudios lati-
contradicción fundamental de la aula, en noamericanos: 20). En cambio, Mato insiste
que se le obliga al sujeto minoritario olvi- que conceptos como “estudios culturales” y
dar la manera en que se anula por el sujeto sus vertientes como el multiculturalismo no
através del cual se constituye, no se puede deben ser traducidos literalmente al contex-
reivindicar con la mera inclusividad, como to latinoamericano, en vez de usar la expre-
ocurre, por ejemplo, en las famosas revisio- sión “estudios culturales latinoamericanos”,
nes de los cánones literarios (37-38). Mato prefiere hablar de “‘estudios latinoa-
Por su parte, Goldberg apunta una crítica mericanos sobre cultura y poder’, para así
del multiculturalismo estadunidense, sostie- valorar las tradiciones latinoamericanas de
niendo que es necesario buscar distintas intelectuales políticamente comprometidos,
entradas al proyecto multicultural que des- y también para prevenirnos de la despoli-
plazarán el enfoque sobre la identidad y la tización que crecientemente puede obser-
diferencia hacia un multiculturalismo hete- varse en algunas variantes de los cultural
rogéneo, igualmente capaz de producir como studies que se hacen en inglés” (Estudios
de debilitar la armonía multicultural (22, latinoamericanos: 21). Del mismo modo,
27). No obstante, es factible pensar que tal haciendo eco de las advertencias de Lloyd,
heterogeneidad también podría ser coopta- Berlant y Warner, Hermann Herlinghaus y
da como otra versión de la homogeneidad Mabel Moraña aseveran que es necesario
dominante, sobre todo si mantiene una mi- desarrollar “una radical reformulación” de
rada exclusivamente occidental y anglosajo- la discusión en torno a la modernidad en
na. En este sentido, como sugiere Lloyd, hay América Latina, que conlleva a problemas
que articular una pedagogía y un proyecto como el multiculturalismo, en el que “no
político basado en la no-equivalencia de di- basta asumir los márgenes como ‘tema’,
versas culturas, siempre consciente de las sino que es necesario convertir los márge-
contradicciones inherentes a la constitución nes en el punto de partida para un pensa-
de sujetos (39). Asimismo, Berlant y Warner miento descolonizador” –siempre teniendo
reconocen que aún nos falta teorizar una en cuenta, claro, que América Latina cons-
crítica multicultural desde los márgenes que tituye un lugar marginal desde una pers-
no reafirme y duplique la retórica de centro pectiva estadounidense o europea– (13). Si
y margen (132). Un primer paso sería recha- consideramos que las perspectivas de Mato,
zar la tendencia de imponer un multicultu- Herlinghaus y Moraña son un desafío ante
ralismo dominante desde el mundo anglo- los estudios sobre América Latina, parecería
sajón, que se convierte en otro instrumento que el empleo de conceptos “occidentales”
de la globalización. El multiculturalismo, en como el multiculturalismo podría reforzar
otras palabras, no puede ni debe exportarse la marginalización de la región. Por otro
multiculturalmente (133; véase también lado, la politóloga inglesa Rachel Sieder se-
Rodríguez, “Heterogeneidad”). ñala que la aplicación del multiculturalismo
en América Latina representa nada menos
el multiculturalismo en méxico. Sin duda, la que la derrota de la retórica integracionis-
cuestión de desde dónde y desde cuándo se ta pero vacía del mestizaje o la hibridez a
articulan los estudios culturales ha sido una favor de una “política de diferencia” basada
de las más reñidas en los estudios latinoa- en reforma constitucional, legislación polí-
mericanos norte y sur desde principios de tico-jurídica y el derecho de autodetermina-
los años noventa. Aunque varios pensadores ción indígena (1-2). Queda claro que ambos
como García Canclini, Jesús Martín Barbero modelos del multiculturalismo –el modelo
y Beatriz Sarlo sostienen que los estudios que pretende proceder desde y el otro que
culturales tienen “una historia muy distinta” presume ser sobre América Latina– buscan
en América Latina que en Estados Unidos o desarticular jerarquías del poder, pero a ve-
en Inglaterra, cuyas prácticas son anteriores ces el debate deviene diálogo de sordos, es-
“a tener noticias de la existencia del nombre tancado en la incomprensión mutua. ¿Cómo
institucionalizado como Cultural Studies”, se resuelve este posible impasse?
184 multiculturalismo
Por su parte, Aguilar Rivera propone no (Expediency: 59). Aunque Aguilar Rivera
sólo establecer un diálogo entre multicultu- se dedica a promover un discurso común
ralistas en México y Estados Unidos, sino del multiculturalismo hasta ahora poco
trazar una historia común del multicultura- teorizado e importantísimo, a veces sus
lismo en ambos lados de la frontera. Para propuestas son bastante raras, por ejemplo
Aguilar Rivera, el multiculturalismo es so- cuando alega que “la uniformidad cultural
bre todo una “persuasión” que intenta con- (estilo Estados Unidos) es menos elevada,
vencernos de “la necesidad explícita del re- pero más justa”, al parecer porque impli-
conocimiento simbólico de las minorías” ca una igualdad más democrática y real, a
(15). Si bien este reconocimiento –e incluso pesar de los costos “lingüísticos, filosóficos
la definición de lo que constituye un grupo y de otra índole” (212). De cierta manera,
minoritario– toma muy distintas formas en Aguilar Rivera valora la asimilación y la
los dos países, Aguilar Rivera prefiere enfo- homogeneidad cultural como condiciones
carse en las coincidencias en vez de las di- que unen la nación ante la desintegración
vergencias entre las experiencias nacionales nacional provocada, por ejemplo, por gru-
mexicana y estadunidense. Por ejemplo, re- pos minoritarios que no tienen acceso al sis-
calca las similitudes en México y Estados tema educativo, o que no hablan español.
Unidos en cuanto a la creación de mitos de Es factible pensar que tal confusión entre
identidad nacional como el mestizaje y el la diferencia etnorracial y nacional-cultural
crisol (melting pot). Estos mitos presuponen en México y Estados Unidos pueda fomen-
diferentes ejes de integración, ya que el mes- tar malentendimiento mutuo y reproducir
tizaje es una “metáfora de un resultado”, la retórica de la homogeneización nacional
mientras que el crisol es una “metáfora de que Aguilar Rivera desea rechazar. Tal vez
transformación”, pero a fin de cuentas bus- sería más valioso afirmar que ambos países
can asimilar diferencias ante todo (93). son “culturalmente uniformes” y “multicul-
No obstante, en otro sentido Aguilar turales” a la vez, aunque las definiciones de
Rivera tergiversa las distinciones entre el los dos conceptos varíen según la situación
multiculturalismo mexicano y estaduni- y el lugar.
dense, proclamando, “Estados Unidos es un Otro eje fundamental del multicultura-
país culturalmente uniforme que se cree di- lismo en México (y en América Latina en
verso, mientras que México es un país mul- general) es el de los medios masivos de co-
ticultural que se presume uniforme” (18). municación. La diseminación y el consumo
Esta declaración es increíble, pues contradi- de los medios de comunicación, como la
ce la retórica dominante de la integración de televisión, el cine, el internet, la radio, etc,
los dos países –la de la asimilación mestiza quizá ha sido la principal vía de integración
en México y la de la armonía racial y cultu- cultural y política a sitios múltiples y frag-
ral en Estados Unidos–. Aquí Aguilar Rivera mentarios como la ciudad, la nación y la co-
se refiere a la presencia de grupos que no munidad global. Según García Canclini, el
conforman al mito del mestizaje, como los consumo de bienes y de los medios masivos
inmigrantes chinos y las comunidades ju- actualmente reemplaza las “reglas abstrac-
días. También agrega que hay ciertos grupos tas de la democracia o [a] la participación
que francamente no se integran a la nación colectiva en espacios públicos” en la crea-
mexicana por motivos de lengua, grado de ción de ciudadanos (Consumidores: 13). Las
interacción o aislamiento de la sociedad do- megaciudades como la ciudad de México,
minante, y grado de autonomía, como los donde “conviven casi todos los lugares de
amish, los menonitas, y algunas sectas de América Latina y muchos del mundo” son
mormones. El problema es que confunde o espacios que “se reordena[n] multicultural-
intercambia la diferencia etnorracial con la mente” a través de la negociación del consu-
diferencia nacional cultural. Es decir, como mo y la comercialización (98-99). Asimismo,
sugiere Yúdice, desde el punto de vista lati- aunque algunos medios de comunicación en
noamericano, la identidad se arraiga princi- México, como la televisión y el video, han
palmente en la nación, mientras la política sido dominados por conglomerados vincu-
de la identidad estadunidense (etnorracial) lados con el estado, como Televisa, el video,
frecuentemente parece dividir a la nación la radio y la Internet, en particular, tam-
multiculturalismo 185
[187]
188 nación
A partir de los años ochenta, desde una bros compartan una historia, costumbres y
perspectiva que parte del género en tanto tradiciones (comida, música, vestimenta ca-
categoría de análisis esencial, se ha replan- lendarios de fiestas, etc.), prácticas cultura-
teado la relación entre el sujeto femenino y les, imaginarios, cánones de literatura, de
el Estado-nación, y se ha realizado una re- cine y de artes plásticas, así como valores
visión de la narrativa así como de las repre- éticos y morales. Con el intento de divulgar
sentaciones visuales y alegóricas de la na- valores éticos y morales comunes se ha vin-
ción y se ha abordado la participación culado, a lo largo de los siglos, el intento de
femenina en los procesos históricos, por un crear o preservar en el Estado-nación una
lado, y en los procesos decisivos para la unidad religiosa, lo que ha llevado a proce-
construcción de la nación, por otro. sos de exclusión para los que no son del
Asimismo, se ha llamado la atención sobre mismo credo. Por todo lo anterior, Homi K.
la historia de la representación de las rela- Bhabha constató que las naciones son ante
ciones de género. todo elaboraciones culturales, sistemas de
A diferencia del uso medieval del término significación cultural y de representación de
nación, el moderno, que ha comenzado a la vida social en lugar de ser representacio-
hacerse dominante a partir de la Revolución nes de las formas de gobernar una organi-
francesa y bajo la influencia de las ideas de zación social dada (“Introduction”: 2-4).
la Ilustración y el liberalismo, implica la Aunque el estado intenta divulgar objetos de
existencia de una organización política conocimiento como la tradición, datos acer-
creada por una agrupación social mayor de ca de personajes importantes de la escena
personas que comparten un espacio geográ- pública, la alta cultura y la razón de estado,
fico delimitado y cuya organización social se así como discursos totalizantes acerca de la
formó a lo largo de procesos históricos. A identidad nacional en tanto esencialista que
partir del siglo xviii, en el mundo entero, la subrayan las características particulares de
conformación de los estados-nación se ha una nación frente a las otras, persiste una
fundamentado en la aparición de un grupo inestabilidad y transitoriedad en cuanto al
social –por lo general la burguesía– capaz de saber y una construcción performativa y
establecer su hegemonía y de definir un pro- procesual de la identidad; circulan, además,
yecto político de autodeterminación que diversos significados acerca de la cultura
aglutina a todos los demás sectores de la nacional. Esto se debe a que la nación, en
población. Este grupo social evocó discursi- tanto elaboración cultural en el sentido
vamente un origen mítico y prometió el pro- gramsciano, es un agente de narraciones
greso de la nación para el futuro. Esta evo- ambivalentes que mantiene la cultura en su
cación de un origen y proyección de un posición más productiva en tanto fuerza que
destino común sirvió para que toda la po- subordina, fragmenta, disemina, produce,
blación considerara la protección estatal del reproduce, crea, guía y obliga, así como en
capitalismo nacional emergente como estra- tanto medio para cuestionar significaciones
tegia indispensable y capaz de beneficiar a dadas (Bhabha, “Introduction”: 3-4).
todos los grupos sociales y no sólo el capital Cabe señalar que los discursos nacio-
privado de la burguesía. nalistas institucionalizados tanto impresos
Pero el Estado-nación no sólo se basa en como orales tienen un valor pedagógico e
un consenso en cuanto a los fines económi- ideológico (Bhabha, “Introduction”: 2-3). Se
cos y políticos así como respecto del régi- ofrecen como marco formal de integración
men institucional, sino también en que los simbólica –en el fondo imposible– de todos
individuos, unidos entre sí por lazos primor- los miembros que pertenecen a un colectivo,
diales como, por ejemplo, la raza y la etnia, y se divulgan tanto en la familia como en las
se confiesan como parte del mismo y en que instituciones de educación pública. Sobre
se crea una unidad cultural particular de la todo las mujeres en tanto madres, primero, y
que sus miembros son conscientes y en que en su papel de maestras, posteriormente, han
distinguen su agrupación social de otras. A contribuido a la divulgación de los discursos
su vez, la unidad cultural se deriva de un hegemónicos nacionales y pedagógicos pese
espíritu y una lengua comunes, de una uni- a que no fueron los sujetos que los formu-
dad intelectual y del hecho de que sus miem- laran. Fiol-Matta (2002) abordó, por ejem-
nación 189
plo, el desempeño de Gabriela Mistral como Los discursos que proclamaban estados na-
maestra en Chile y, posteriormente, dentro cionales étnicamente homogéneos dieron
del proyecto educativo de José Vasconcelos pie, en Europa, a las limpiezas étnicas que
en el México posrevolucionario. se realizaron a partir de finales del siglo xix
Para la conformación de una cultura y llegaron a su clímax con el holocausto du-
nacional es, asimismo, esencial haber com- rante la dictadura nazi (1933 a 1945).
partido una historia común que gracias a Por su parte, en los pueblos que habían
diversas prácticas discursivas y las represen- vivido bajo la dominación de una fuerza im-
taciones en las artes visuales, se conserva y perial extranjera, la fundación de los esta-
actualiza en la memoria histórica colectiva. dos nacionales fue el resultado del éxito de
Ésta preserva recuerdos –ya sea de momen- los movimientos de independencia. Tal
tos gloriosos, de victorias y alegría, ya sea como ocurrió en el mundo entero, también
de humillaciones y derrotas– pero, tal como en estos jóvenes estados independientes, la
pone de manifiesto el análisis de la memoria noción “Estado” se refirió a una institución
colectiva, ésta informa también sobre los ol- y a una unidad administrativa que se legiti-
vidos consensuados. La ausencia o pérdida maba con base en leyes, en particular, la
de la memoria colectiva puede llevar a per- Constitución en tanto ley fundamental para
turbaciones graves en cuanto a la identidad determinar la organización del Estado den-
colectiva de una nación (Le Goff: 133). En tro de una extensión territorial dada.
los lugares de la memoria –monumentos, re- Se observa que en todos los territorios
cintos conmemorativos, manuales escolares del Nuevo Mundo –incluyendo Canadá y los
para la enseñanza de la historia, calendarios Estados Unidos– cuando las élites comenza-
de fiesta, divisas, textos y discursos funda- ron a percibirse como pertenecientes a otra
cionales– se condensa y cristaliza la memo- sociedad, distinta de la de la madre patria,
ria de una nación; son, en cierto modo, su vincularon la idea de nación en los discursos
inventario (Nora: 7). independentistas del siglo xviii, que prece-
Otro aspecto de gran importancia es la dieron las guerras de independencia, con la
lengua en tanto elemento distintivo de una idea del nativismo (Chaspeen, “Beyond”:
nación. Es la idea antigua de que el idioma xv). El grupo que se presentó en América
representa un mecanismo mental fuerte y Latina y el Caribe como hegemónico era el
determina de modo decisivo la mentalidad de los criollos. Pese a que en el primer mo-
de sus hablantes. El poliglotismo en países vimiento de independencia en el virreinato
como Suiza y Canadá, así como en los paí- de la Nueva España, que fue encabezado por
ses de América Latina con un alto porcenta- el cura Miguel Hidalgo y Costilla, participa-
je de indígenas que hablan diversos idiomas ron también mestizos e indígenas, el grupo
autóctonos impide la fuerte unión entre la social que finalmente logró cosumar la inde-
población. pendencia fue el de los criollos liderado por
Como recalcó Benedict Anderson a partir Agustín de Iturbide; esto es, tanto en el vi-
de la etimología del concepto nación, éste rreinato novohispano como en las demás
alude a los vínculos de parentesco y fami- colonias españolas y portuguesas en América
lia y no a las ideologías políticas, pues uno Latina y el Caribe fueron los criollos los que
nace dentro de una nación del mismo modo lograron plantear un proyecto político de
como uno nace dentro de una familia. Al autodeterminación ante las autoridades co-
contrario, el nacionalismo es, por un lado, loniales. Pusieron así fin al régimen colonial
una ideología, y, por otro, un movimiento, y y aspiraron a ocupar los puestos que antes
ha sido una fuerza poderosa en las políticas habían ocupado los peninsulares. En el caso
mundiales y en el proceso de constitución de de los virreinatos de la Nueva España, de la
los estados-nación a partir de la Revolución Nueva Granada, y del Río de la Plata, los
francesa. Al concebir la nación como unión criollos quisieron, mayoritariamente, poner
entre el estado y el pueblo, surgieron hacia también fin al sistema monárquico. Sin em-
el exterior hostilidades en contra de los paí- bargo, mientras que en el virreinato de la
ses vecinos; en cambio, hacia el interior, se Nueva España se vinculó el reclamo por la
proyectó y evocó una homogeneidad étnica independencia con la exigencia de abolir la
ficticia y una unidad imposible de lograr. esclavitud de los negros, en Estados Unidos
190 nación
ésta no fue parte de la agenda de los colonos del proyecto nacional a los que practicaban
europeos que lucharon por la independen- otra religión o confesión. Por ello, para el
cia y exigieron la igualdad y los derechos ámbito mexicano, hay que matizar la afir-
ciudadanos sólo para ellos mismos. Recién, mación de Jean Franco, quien señala que
casi un siglo más tarde, se logra abolir la la nación es el lugar de una inmortalidad
esclavitud en toda la Unión Americana. secular (Conspiradoras: 209), pues sólo pau-
Aún antes de lograr la independencia del latinamente, a cuatro decenios de la consu-
poder colonial y partiendo de la idea de la mación de la Independencia, tras la guerra
nación, los criollos en América Latina elabo- de Reforma (1858-1861) y la victoria, en
raron sus primeras representaciones colecti- 1867; tras la guerra de Intervención contra
vas ya en el siglo xviii. En la Nueva España los conservadores que habían defendido el
surgió, por ejemplo, el patriotismo criollo principio religioso del estado, el presidente
en tanto discurso esencial para la imagina- liberal mexicano Benito Juárez logró vencer
ción del futuro Estado nacional indepen- a la Iglesia en tanto Estado paralelo, intro-
diente. (El jesuita Francisco Javier Clavijero ducir de modo definitivo el principio laico y
evocó en Historia antigua de México, de reunir a los mexicanos en torno a símbolos
1780, la antigüedad indígena para legimitar seculares.
el deseo de independencia sugeriendo que Es pertinente subrayar, asimismo, que
ésta se igualaba en su grandeza a la de la antes de consumarse la Independencia se
Antigüedad grecorromana, que las naciones habían deslindado los términos “patria” y
europeas evocaban, a su vez, como cuna de “nación” y recién a principios del siglo xix
las civilizaciones occidentales. De modo pa- se veía una unidad entre la patria, la nación
radójico, en su proyecto de una patria crio- y el pueblo, y la narración de la nación se
lla, Clavijero no contempló, sin embargo, inició. A lo largo del siglo xix, los discursos
a los pueblos indígenas coetáneos. Así esta literarios, los diarios y otras publicaciones
patria criolla es imaginada como blanca con periódicas contribuyeron de modo decisivo
un origen lejano indígena.) a la construcción discursiva de la nación.
El patriotismo criollo se basó, haciendo a (No obstante la influencia enorme de los ar-
un lado a las otras etnias indígenas, en el az- gumentos de Anderson, quien afirmó que los
tequismo y en el guadalupismo. Al usurpar medios impresos del siglo xviii sirvieron
el pasado indígena prehispánico se presentó para definir e imaginar la nación, Chasteen
la cultura de la patria criolla novohispana hizo hincapié en que fueron los medios im-
con un origen mítico y al evocar un culto presos del siglo xix los que tuvieron esta
particular de un catolicismo sincrético, que función (x). Chasteen señala que en el siglo
se había practicado a partir del siglo xvi en anterior circulaban cartas y otros textos ma-
la Nueva España y había servido como ban- nuscritos de la pluma de hombres y mujeres
do de unión entre criollos, mestizos, indíge- en los que se imaginaba la creación de un
nas y castas, se logró marcar la diferencia futuro Estado-nación.) Al describir el paisa-
entre los descendientes de peninsulares que je y las costumbres, y al abordar la historia
nacieron en América y los nacidos en la pe- nacional reciente, los discursos ficcional y
nínsula. Siguiendo la lógica del patriotismo periodístico sirvieron para destacar las par-
criollo que consideró el culto a la Virgen ticularidades geográficas, culturales, socia-
de Guadalupe como uno de sus elementos les e históricas que distinguían las jóvenes
constitutivos, la insurrección iniciada por naciones latinoamericanas de España y
Miguel Hidalgo y Costilla en 1810 se orga- Portugal, así como para legitimar su inde-
nizó en torno al estandarte de esta Virgen, pendencia no sólo política sino también cul-
evocando, por lo tanto, símbolos religiosos tural. Por otra parte, al relatar historias de
para cohesionar una población sumamen- amor y presentar parejas heterosexuales
te heterogénea en cuanto a la etnia, raza y ideales en las novelas fundacionales del ro-
clase social, y en las Tres Garantías decla- manticismo, se evocó la unidad nacional
radas en el Plan de Iguala y reiteradas en más allá de diferencias raciales y sociales
los Tratados de Córdoba se estableció para (Sommer, Ficciones; Limón).
el Estado nacional independiente la reli- Dado su propósito de deslindarse de las
gión católica como única, excluyendo así otroras potencias coloniales, las jóvenes na-
nación 191
ciones latinoamericanas rechazaron los tér- fundación y hasta la fecha, se han enfren-
minos “hispano”, “luso” e “ibero”. Al adop- tado las jóvenes naciones latinoamericanas
tar el concepto “latino” destacaron que no con un alto porcentaje de indígenas como,
basaban su respectiva cultura nacional en el por ejemplo, el Perú, Bolivia, Ecuador,
hecho de hablar español o portugués e hi- Guatemala y México. Entre los problemas
cieron, más bien, énfasis en su nexo con los que aquejaban a estos estados en el siglo xix,
países romances, en general. cabe mencionar, en primer lugar, la infraes-
Es pertinente señalar que tanto México tructura deficiente, que impidió que todos
como los demás estados de América Latina los indígenas tuvieran acceso al español; en
y el Caribe surgieron de la red burocrática segundo lugar, persistió en las comunidades
colonial y a pesar de haber logrado la inde- indígenas el rezago educativo, en general,
pendencia política de España o Portugal, y el analfabetismo, en particular, lo que
persistía el orden colonial en sus respectivas impidió que los indígenas fueran también
sociedades. En México, paradójicamente, enunciadores de los discursos nacionalis-
siguió incluso vigente la Constitución de tas; sólo de modo parcial circularon entre
Cádiz. Por otro lado, los estados indepen- ellos los imaginarios nacionales construi-
dientes tuvieron serios problemas al querer dos desde el poder central y por parte de
limitar el poder de la Iglesia católica e intro- los escritores comprometidos con la narra-
ducir, influenciados por la Revolución fran- ción de la nación, que evocaban una iden-
cesa el laicismo en la educación y como tidad nacional homogénea, por lo que los
principio del Estado. indígenas seguían concibiendo “nación” en
Al querer fundar estados nacionales tras relación con los pueblos y etnias indígenas
haber conquistado la independencia en el y no en relación con la totalidad de la po-
siglo xix, los estados latinoamericanos inde- blación que habitaba el espacio delimitado
pendientes, no sólo tuvieron guerras limí- por las fronteras del Estado nacional; en
trofes con los países vecinos, sino que tam- tercer lugar, seguían existiendo diferentes
bién sufrieron pérdidas territoriales a raíz sistemas jurídicos para los criollos y mesti-
de movimientos separatistas (debido a estos zos, por un lado, y para los indígenas, por
movimientos, México perdió, por ejemplo, otro, ya que durante el periodo colonial se
Guatemala y Texas, pero pudo impedir la habían creado los fueros especiales para los
independencia de la península de Yucatán). indígenas que los protegían legalmente; en
Por otra parte, en la clase política predomi- cuarto lugar, puede constatarse una falta
naban intereses partidistas por sobre los de unidad intelectual y de valores éticos y
nacionales, lo que explica que los bandos en morales compartidos, ya que, a diferencia
conflicto buscaran alianzas con potencias de la clase popular, la élite copiaba modelos
extranjeras (por ejemplo, los conservadores europeos de vida, de modales, de modas y
mexicanos buscaron el apoyo de Francia y alimentos; en quinto lugar, seguían coexis-
Austria, y los liberales el de Estados Unidos). tiendo diversas prácticas religiosa, ya que
El deseo de definir e imaginar una identidad el grado de incorporación de las creencias
y cultura nacional homogénea entraba en indígenas al catolicismo variaba en las di-
conflicto, además, con el multiculturalismo versas etnias; en sexto lugar, continuaba la
y poliglotismo existentes y llevó a prácticas desigualdad social y económica, al igual que
de exclusión y asimilación con respecto a los las oportunidades de ascender socialmente;
pueblos indígenas, así como al desprecio de en séptimo lugar, es notoria la heterogenei-
las lenguas autóctonas pese a que en la dad racial de la población que se compo-
Constitución figuren, junto con el castella- nía de mulatos y afromestizos, de negros,
no, como lenguas oficiales. (Es notable que indígenas, criollos, mestizos y descendientes
en Perú, gracias a las gestiones de la legis- de inmigrantes asiáticos, lo que resultó en
ladora María Sumire, se haya promovido el prácticas de discriminación racial por parte
uso del quechua, ya que éste, junto con de los criollos que, pese a que conformaban
otros idiomas autóctonos, figura como len- sólo un pequeño porcentaje de la población,
gua oficial en la Constitución peruana.) ocuparon los puestos directivos en la econo-
Pero el poliglotismo es sólo uno de los mía y en la política sin lograr legitimar su
diversos problemas con los que, desde su liderazgo frente al pueblo; en octavo lugar,
192 nación
Puebla, miembro de la Dirección Nacional tura nacional fuerte: por ejemplo, el cine, el
de Instrucción Pública para el Distrito y los muralismo y la literatura nacionales. Por
territorios de la Federación, de crear un ám- otro lado, se consideró adecuado definirse
bito exclusivamente indígena para proteger- negativamente frente a Estados Unidos des-
los no se concretó. tacando que no se quería ser ni utilitario, ni
No sólo en cuanto a la posesión de la tie- individualista, ni protestante, lo que ilustra
rra, sino también en los ámbitos en que el el hecho de que la política tiene que ver con
indígena seguía viviendo supeditado al blan- la acción pública y la formación de identi-
co –por ejemplo, en cuanto a la fuerza, la dades colectivas con base en el contraste
opinión y los puestos públicos, así como en entre lo propio y lo ajeno. Así, la identidad
cuanto al acceso al conocimiento y a la ri- nacional al igual que toda identidad, se ha
queza de la nación– se refirió el afán iguali- establecido por relación, al afirmar una di-
tario a los derechos de los indígenas en tan- ferencia y describir los rasgos particulares
to ciudadanos, pero no se preveía mecanismo del Otro, que representa al exterior.
alguno por medio del cual la igualdad se En el momento actual que se caracteri-
hubiera podido alcanzar. za por las migraciones masivas y la conse-
La proclamación de la igualdad legal en cuente diáspora, así como los procesos de
la Constitución de los liberales disimulaba, globalización acelerada y de fenómenos
además, la política de asimilación como culturales y económicos transnacionales, el
parte constitutiva de los proyectos naciona- resurgimiento del nacionalismo en el mun-
les que entraban así en conflicto con las do entero sólo puede ser entendido como
identidades étnicas. Así se dio continuidad parte de un proceso histórico largo. Es no-
a la práctica ya vigente en la colonia de con- toria la vitalidad y el poder de las nacio-
vertir a los indígenas al catolicismo. Además, nes y el nacionalismo en un mundo que a
la élite política se propuso promover entre causa de la globalización es cada vez más
los pueblos indígenas las costumbres de las interdependiente. Los procesos de la globa-
culturas europeas. En particular, se les que- lización son acompañados de la erupción de
ría “blanquear” por medio de la educación conflictos étnicos y del resurgimiento de la
que seguía los modelos de la educación laica conciencia étnica. En México ha llevado al
y cívica francesa. Se les concedía la ciuda- surgimiento del neozapatismo y en Bolivia
danía a los indígenas sólo cuando abando- y Ecuador a movimientos indígenas que
naban sus costumbres de vivir como nóma- desembocaron en la elección de presiden-
das y cuando aceptaban vestirse. Por otro tes indígenas. Según Anthony D. Smith, la
lado, se restringía el otorgamiento de la ciu- clave para entender las naciones y el nacio-
dadanía a aquellos indígenas que sabían leer nalismo en tanto fenómenos generales del
y escribir. mundo moderno se relaciona con el lega-
Las políticas de asimilación han conti- do de las diversas culturas históricamente
nuado a lo largo del siglo xx. En México, constituidas, así como los vínculos étnicos.
los discursos posrevolucionarios acerca del Los estado-naciones en tanto formas de
mestizaje han tenido la finalidad de cons- asociación humana particulares han so-
truir una nación mestiza cuya forma de cavado las estructuras tradicionales de las
vida, prácticas sociales y estructuras econó- comunidades y han divulgado la ideología
micas han tenido que aceptar los indígenas del nacionalismo, desvinculándolo de sus
para poder integrarse a la cultura nacional. contextos nacionales particulares. Ya que la
De lo contrario han permanecido excluidos interdependencia global fortalece las econo-
de la nación y del desarrollo económico y mías nacionales, las políticas de protección
social. del capitalismo nacional por parte de los
Las dificultades de aglutinar una pobla- estados nacionales han sido reemplazados
ción sumamente heterogénea que persistió por políticas que favorecen al capital trans-
en México a lo largo del siglo xx, hizo nece- nacional (Alarcón; Kaplan; Moallem).
sario reiterar discursivamente todo aquello Por otro lado, gracias al fenómeno mi-
que unía a todos los mexicanos y de enseñar gratorio, las fronteras imaginarias de las
la interpretación oficial de la historia, así naciones se han modificado y el concepto de
como crear, con apoyo del Estado, una cul- Estado-nación que partía del supuesto que
194 nación
[195]
196 oralidad
cosas, el valor del signo está determinado las competencias discursivas de emisores y
por su entorno, y este valor –que no es otra destinatarios. El emisor podrá imponer un
cosa que su significación– está colocado sentido siempre y cuando el destinatario se
dentro de un contexto. Este valor es el sig- halle preparado, dispuesto y en posibilida-
nificado del signo en un texto. En este juego des de aprehenderlo y transgredirlo.
de actos de comunicación, los emisores y los
destinatarios no producen palabras o frases características distintivas de la oralidad y la
ni reciben signos que interpretan. Las partes escritura. De acuerdo con Walter Ong la
involucradas aprenden, comparten e inter- oralidad es formularia, acumulativa, redun-
cambian textos (Vilches). dante o copiosa y depende del presente real
Ahora bien, según Roman Jakobson, el de su enunciación (38-80).
texto, viene después de la expresión oral; es La oralidad es formularia porque se apo-
decir del discurso. Aquí el texto es la escri- ya para recordar en fórmulas nemotécnicas
tura que produce la expresión oral. Pero el y rítmicamente expresivas, como los prover-
texto tiene también una función delimitati- bios, que ayudan a fijar y procesar los datos
va y, entonces, funciona como un corpus de de la experiencia. La oralidad carece de es-
análisis. Esto permite que se hable de filme- critura o libros para recordar el conoci-
texto, fotografía texto. miento.
Una fotografía se puede estudiar como La oralidad es acumulativa. Esto quiere
un texto visual, distinguiendo sus marcas decir que el discurso oral es menos depen-
sintácticas (su plano propiamente expresivo diente de las reglas de la lógica y la gra-
o significante), y el semema actualizado (su mática porque se rige por los contextos de
significado denotado). De esta manera se enunciación que le ayudan a transmitir el
analiza, exclusivamente, su representación significado (gestualidad, entonación, vo-
semántica, sin tomar en cuenta su aspecto lumen, pausas, velocidad, ritmo del habla
expresivo. Esto sería lo equivalente a estu- popular que acompañan al hablante) y son
diar una tira cómica únicamente como le- difíciles de reproducir por la escritura. La
yenda o historia. escritura depende de la sintaxis (la orga-
La noción de texto no implica la multipli- nización del discurso mismo). La oralidad
cación o suma de elementos separados, por reproduce funciones narrativas esenciales: la
el contrario supone su unidad. La unidad de función emocional, la participación del na-
los elementos situados en el interior del tex- rrador en el relato. La escritura tiende a eli-
to constituye la coherencia semántica de los minar la emoción en aras de la objetividad.
mismos. La coherencia textual en la imagen La oralidad es redundante o copiosa. En
permite que el destinatario interprete una efecto, se basa en la repetición para preser-
expresión con respecto a un contenido o in- var la continuidad o línea de pensamiento y,
formación. Así las cosas, la coherencia en el de esta manera, garantizar su comprensión.
campo de la imagen implica dos niveles de Fuera de la mente no hay nada a qué volver
análisis: 1] el icónico, la relación de la ima- pues el enunciado oral desaparece al ser
gen con la realidad y 2] el campo semántico pronunciado. Por lo tanto, la oralidad se
o el estudio de la forma del significado. apoya en la redundancia o repetición de lo
Por último, la noción de coherencia tex- apenas dicho para mantener a hablante y
tual no puede ser entendida sin la noción de oyente en la misma sintonía. La escritura
competencia discursiva del lector de la ima- cuenta con el texto para repasar o recuperar
gen. Gracias a esta competencia, el destina- lo dicho. Las culturas orales estimulan el
tario puede interpretar el texto, caracterizar exceso, la verbosidad, la repetición que los
una secuencia visual, reconocer la Forma de retóricos llaman copia y se usa para persua-
un conjunto de figuras y fondos, comparar o dir a un público a responder.
metaforizar una imagen y generalizar el dis- La oralidad resignifica en el presente real
curso en la enunciación. De ahí que, desde de su enunciación los sentidos del lenguaje.
esta perspectiva, la vieja consigna “una ima- De ahí que las culturas orales no produzcan
gen dice más que mil palabras” constituya diccionarios, como las culturas escritas que
un error pues las imágenes implican códigos se interesan en las variantes polisémicas del
culturales que para su lectura requieren de lenguaje.
oralidad 197
del analfabetismo, consecuencia de las des- latinoamericana no hizo otra cosa más que
igualdades sociales y económicas en las cul- fortalecer el formato letrado impuesto por el
turas letradas modernas (Ostria González). canon europeizante (Montaldo: 36).
Parafraseando a Pierre Bourdieu, se trata, Críticos literarios latinoamericanos ex-
en todo caso, de un problema de acceso al ploraron la disputa entre letra y voz en sus
mercado de las competencias escriturísti- aspectos básicos y ofrecieron algunas re-
cas, vía escolarización. En efecto, la educa- flexiones. Antonio Cornejo Polar discutió el
ción se halla estrechamente vinculada con la eurocentrismo del canon literario hispano-
posición que los agentes ocupan dentro de americano y los problemas que implicaba
la estructura de distribución de capital lin- la inclusión de la oralidad dentro del marco
güístico y su relación con la clase (57-58). letrado. El martiniqueño Edouard Glissant,
El hecho es que ambas prácticas (orali- por su parte, aseveró que la oralidad era un
dad y escritura) suponen, además de con- elemento emblemático de la literatura cari-
flictos, complementariedad e influencias beña, que sirvió como arma en la lucha con-
recíprocas. De modo que, por un lado, la tra la hegemonía europea. Por otra parte,
oralidad ya no existe en estado puro en nin- Ángel Rama, propuso el concepto de trans-
guna parte de América y sólo cabe estudiar- culturación como forma de inclusión de las
la en relación con el sistema hegemónico culturas preferentemente orales dentro del
letrado. Por otra parte, las formas letradas concepto estado-nación, en contrapunto
muestran procesos de hibridación con for- John Beverley hizo su propuesta multicul-
mas de oralidad, incluso en aquellas prácti- tural que procuraba la igualdad hasta sus
cas consideradas como más prestigiosas y últimas consecuencias (¿qué fuente tiene en
cultas, como las manifestaciones literarias mente?). Se trataba de una igualdad epis-
(Ostria González). temológica, cultural, económica y cívico-
A partir de los años setenta, los expertos democrática concreta, y no de una igualdad
en oralidad, apoyados en las hipótesis de de filiación burguesa, que en nombre de la
Walter Ong sobre la oralidad y la escritura igualdad, fija las desigualdades que la han
y las teorías de Mijail Bajtín sobre la novela, constituido como patrón de poder. Los con-
decidieron revisar la tradición literaria lati- ceptos de estos autores mostraron la vigen-
noamericana que excluía la oralidad de la cia de las luchas entre letra y voz, literatura
escritura, pues el acceso a la letra era priori- y oralidad, elite y subalternos, resistencia
tario y restrictivo. Para ese entonces, la lite- y dominación, identidad, hibridación que,
ratura latinoamericana ya había interesado a la fecha, los estudios culturales latinoa-
a los europeos que gustaban del exotismo. mericanos colocan en la centralidad de su
La mercantilización de los bienes culturales reflexión.
tercermundistas, entre los cuales se hallaba
la letra, se había consolidado en el boom de obras de consulta. Bourdieu, Pierre, Ce qui
la literatura latinoamericana de los años se- parler veut dire. L´économie des échanges
tenta. Los escritores ficcionalizaban la orali- linguistiques, París, Fayard, 1982 [¿Qué sig-
dad mediante un simulacro de “traducción” nifica hablar?, Madrid, Akal, 2001]; Beverly,
o pasaje de la oralidad dialectal a la letra John, Subsalternity and Representation:
escrita. Se procuraba una suerte de restitu- Arguments in Cultural Theory, Durham, Nueva
ción simbólica que redimía a la oralidad de York y Londres, Duke University Press, 1999;
la letra, además de devolverle su legitimidad Chinchilla Pawling, Perla, De la compositio loci
para ingresar a la gran biblioteca culta eu- a la República de las Letras: predicación jesuita
ropea. Se recuperaba, vía la oralidad, esa en el siglo xvii novohispano, México, Universidad
parte de la identidad latinoamericana que el Iberoamericana, 2004; Dorra, Raúl, Entre la voz
canon literario europeo había excluido. Los y la letra, México, Plaza y Valdés/Universidad
grupos subalternos ejercían su resistencia a de Puebla, 1997; Gugelberger, Georg M. (ed.),
la cultura hegemónica. La idea era oír las The Real Thing. Testimonial Discourse and
diferencias, la autenticidad, la identidad de Latin America, Durham, Duke University
lo latinoamericano. Paradójicamente, el es- Press, 1996; Lienhard, Martín, La voz y su
fuerzo por importar al texto escrito una di- huella: escritura y conflicto étnico-cultural en
mensión representativa del habla coloquial América Latina, 1492-1988, Lima, Horizonte,
200 oralidad
1992; Mato, Daniel, El arte de narrar y la no- temporánea, Caracas, Ediciones La Casa de
ción de literatura oral: protopanorama inter- Bello, 1992; Quitian Peña, Edicsson, “El con-
cultural y problemas epistemológicos, Caracas, flicto entre letra y voz y los límites de la re-
Universidad Central de Venezuela, 1990; Olson, presentación”, Bogotá, Pontificia Universidad
David R., El mundo sobre el papel: el impacto Javeriana, s/f <www.javeriana.edu.co/sociales/
de la escritura y la lectura en la estructura del especializacion/pdfs/El_conflicto_letra_voz.
conocimiento, Barcelona, Gedisa, 1998; Ong, pdf>; Sarlo, Beatriz, Tiempo pasado: cultura de
Walter J., Oralidad y escritura: tecnologías de la la memoria y giro subjetivo de una discusión,
palabra, México, Fondo de Cultura Económica, México, Siglo XXI Editores, 2006; Vilches,
1987; Ostria González, Mauricio, “Literatura Lorenzo, La lectura de la imagen: prensa, cine,
oral, oralidad ficticia,” Estad. Filol, núm. 36, televisión, Barcelona, Paidós, 1995, pp. 29-35
2001, pp. 71-80. <Disponible en http://scielo- (orig. 1984).
test.conicyt.cl>; Pachecho, Carlos, La comarca
oral: la ficcionalización de la oralidad cultural [graciela de garay]
en la narrativa cultural latinoamericana con-
participación cultural en el debate. Si bien esta transición es salu-
dable en tanto complejiza el análisis, se co-
Parafraseando la observación sobre el con- rre el riesgo de ignorar la importancia de las
cepto de cultura de Raymond Williams, po- desigualdades de poder, recursos y acceso
dríamos decir que el concepto de participa- que contextualizan las diversas oportunida-
ción es uno de los mas difíciles de definir en des para la participación cultural. Una vez
el campo de los estudios culturales. que se coloca a la participación fuera de
Preocupación clásica de la ciencia política, ideales emancipatorios y de autonomía y se
la idea de participación ha sido objeto de la entiende como una cadena de procesos de
múltiples y persistentes debates sobre sus sentidos, el desafío consiste en considerar
significados. Por lo tanto, el concepto de su sustancia en términos del funcionamien-
“participación cultural” es doblemente com- to del poder.
plejo ya que, desglosado, remite a dos ideas participación cultural como consumo de
similarmente ambiguas y continuamente bienes producidos. Una posición, emparen-
discutidas. tada con la sociología de medios y de la
Más que sugerir una definición ecuméni- cultura en sus vertientes “administrativas”
ca que sintetice divisiones existentes, aquí o “criticas”, enfoca la participación como
se propone la idea de participación cultural consumo de bienes culturales ya sean con-
como puerta de entrada para reflexionar so- ciertos o programas televisivos, periódicos
bre debates centrales en el campo de los o exhibiciones de pintura. Participación es
estudios culturales en México y en América sinónimo de la cantidad de billetes de en-
Latina. Es una idea que nos permite exami- trada a funciones “culturales”, números de
nar la riqueza de tradiciones teóricas y dis- teleespectadores y asistencia a salas cinema-
ciplinarias como así también del tipo de tográficas.
preguntas que han concitado el interés de Aquí subyace una concepción consumista
académicos y activistas, políticos e intelec- de la participación cultural, es decir, se dis-
tuales en América Latina. tingue claramente entre oferta y demanda
¿Qué significa la participación cultural? de “cultura” (como objetos, medios o activi-
¿Qué hacemos cuando participamos cultu- dades). Se concibe a la audiencia esencial-
ralmente? ¿Hablar de participación refiere mente como consumidora (más que produc-
al consumo de objetos, productos, institu- tora) de bienes culturales. Invariablemente,
ciones “culturales” en momentos determina- se comprende a la cultura como una serie
dos? ¿O, en cambio, es simplemente la exis- de objetos e instituciones y a los “participan-
tencia sumergida en redes de sentido que tes” en espectadores o audiencia, mas allá
hacen la vida social posible? Si se alude a del tipo de interacción que establezcan con
momentos específicos, ¿es posible la “no” los objetos ofertados.
participación cultural? Esta perspectiva se plasma en estudios de
Se puede leer la genealogía del concepto audiencia de medios masivos (radio, televi-
de “participación cultural” en la región en sión, Internet, prensa) o de “las artes” (mu-
términos de la progresiva mudanza de posi- seos, óperas). Frecuentemente, tales estu-
ciones consumistas a productivistas, de dios tienen por objeto demostrar preferencias
perspectivas estructuralistas a “agencistas” por determinados productos entre audien-
[201]
202 participación cultural
ral de producciones del norte. Tales políticas pone participación” opta por ofrecer una
tienen por objeto estimular la producción y visión procesual de la cultura. Es decir, cual-
el consumo de bienes culturales a efecto de quier “artefacto cultural” (ropa, programa
construir y consolidar un espacio cultural de televisión, libros, sinfonías) solamente
nacional. Aquí subyace la premisa de auto- cobra sentido en la medida que son vividos
nomía cultural como principio rector de las en procesos activos de participación. Tales
políticas nacionales tendientes a una am- artefactos son referencias y recursos dentro
pliación y protección de la producción e de procesos de creación cultural.
historia cultural. De este modo, la participa- Los estudios sobre “audiencia activa” re-
ción se asimila a una forma de ciudadanía presentan esta concepción de participación,
cultural como membrecía dentro de la na- influenciada por posiciones diversas, desde
ción como comunidad cultural. el constructivismo social hasta el posestruc-
Tales políticas también apuntan a otro turalismo. Mientras que “la participación
objetivo: promover la democratización del como consumo” implica una visión de audi-
acceso a las artes a través del incremento de toria de la audiencia (cuántos, dónde, cómo,
la participación en espacios culturales, tra- quién), “la participación como producción”
dicionalmente reservados a las “bellas artes” remite a la audiencia “tomando parte” en
o a la “cultura alta”, como espectáculos de otorgar significado a objetos culturales.
música clásica o exhibiciones de pintura. En América Latina y en México en parti-
Aquí suele haber un intento doble de demo- cular, esta última posición está identificada
cratización cultural como aumento de la claramente con el trabajo de Jesús Martín
participación: tanto del país a escala regio- Barbero. De hecho, el título de su clásico
nal y global como productor de bienes, trabajo De los medios a las mediaciones figu-
como del público de participar en el consu- rativamente sugiere no sólo un llamado a
mo de bienes usualmente reservado a elites girar del estudio de la comunicación al es-
o públicos especiales según criterios socio- tudio de la cultura, sino epistemológicamen-
económico o bien de preferencias. te, asevera que la tarea es entender cómo se
construye sentido para comprender el papel
la participación cultural como producción de de las instituciones (los medios) y productos
sentido. Las visiones “consumistas” de la culturales (telenovelas). La participación no
participación cultural se contraponen a po- es “en/dentro” de los medios/instituciones,
siciones “productivistas” enraizadas en con- sino participación cultural en sentido am-
cepciones antropológicas y constructivistas plio vinculada a la utilización de recursos y
según las cuales es imposible entender la capitales culturales.
cultura fuera de la noción de participación. También es importante la contribución
Si entendemos cultura como “formas de de estudios antropológicos sobre la imposi-
vida” según las definiciones clásicas de va- bilidad de la ausencia de la “participación
rios antropológos, el concepto de participa- cultural”. El hecho de vivir socialmente de-
ción cultural parece reiterativo: no hay cul- termina que los seres humanos no pueden
tura sin participación. Todos “participan” “no participar” culturalmente en tanto están
culturalmente ya sea hablando, practicando inmersos en “redes de sentidos”. En este
rituales o prefiriendo ciertas formas de ves- sentido, la participación cultural es ineludi-
tir y comer. ble. Ésta es la diferencia de, por ejemplo, la
Desde tal perspectiva, la premisa analíti- participación política, la cual, a juzgar por
ca es que la cultura remite a redes de signi- las conclusiones de recientes estudios socio-
ficados actualizados por individuos y comu- lógicos y políticos, es factible de ser una
nidades. La cultura como hábitos, normas, opción no elegida como quien decide no vo-
y prácticas sólo existe como un proceso par- tar o expresar su opinión públicamente..
ticipativo. Claro está, existe “cultura crista- Trabajos sobre la calidad de vida pública en
lizada” en instituciones o normas más allá las democracias contemporáneas latinoa-
de los procesos mediante los cuales tales mericanas, han observado con preocupa-
cobran sentido cuando son vividos median- ción una merma en la calidad y cantidad de
te la participación de los agentes. La posi- participación política medida por distintos
ción más extrema de que “toda cultura su- indicadores (por ejemplo, bajos índices de
204 participación cultural
unión de actores, escenografía, libreto y pú- acción para involucrar al paciente y a las
blico. Pero, más allá de la metáfora, lo que personas que lo acompañan, y el marco es-
hace Bourdieu es enfatizar las condiciones pacio-temporal durante el cual se lleva a
institucionales que legitiman el poder me- cabo el rito. El análisis nos ayudaría a iden-
diante discursos de autoridad; es decir, actos tificar todo aquello que otorga relevancia
performativos que dan eficacia a los rituales socio-cultural a este acto, así como los ele-
sociales (Bourdieu, Language 107-116). mentos que permiten a sus participantes
Desde la sociología, Erving Goffman ana- percibirlo como curativo.
lizó la manera “teatralizada” en la que las Por su parte, el antropólogo Victor Turner
personas se despliegan en sociedad e in- estudió cómo, en los sistemas rituales, el per-
teractúan unas con otras. Aunque a distan- formance puede contribuir a mantener un
cia esta aproximación pueda antojarse sim- orden establecido (ritos de carácter oficial)
plista, una lectura cuidadosa de la obra de y servir para parodiar, criticar y subvertir di-
Goffman revela claves teóricas aún vigentes cho orden (como es el caso de los carnavales
para el análisis del comportamiento social. o las manifestaciones políticas). Según este
Su concepto de marco contextual (frame autor, los conflictos sociales se estructuran
analysis), basado en los escritos de Gregory como dramas, con fases bien delimitadas
Bateson, ayuda a identificar aquellas activi- de ruptura, crisis, transición y resolución (o
dades que tienen un carácter performativo separación, según el caso), de manera muy
en cuanto que se apartan de lo cotidiano y similar a la estructura tripartita del teatro
manifiestan una especial intención comuni- clásico. Turner dedicó gran parte de su obra
cativa entre actuante y observador (llámen- al estudio de los procesos rituales (ritos de
se ceremonias, deportes, juegos, ritos socia- paso, peregrinaciones, ritos de iniciación,
les, etc.). Es de particular interés el estudio etc.) en distintas sociedades, e identificó en
que Goffman realizó sobre el estigma social, ellos una antiestructura liminal que crea,
en el cual desarrolló una cuidadosa tipolo- por así decirlo, un paréntesis al interior del
gía de las diferentes actuaciones (performan- mundo regido por la estructura social im-
ces) que despliegan las personas marginadas perante (The ritual process). Es en ese es-
por razones de apariencia física, discapaci- pacio donde se hace posible la communitas
dad, clase social, género o raza, así como las (concepto derivado de Durkheim), es decir,
actitudes performativas que manifiestan el sentimiento de solidaridad entre partici-
quienes interactúan con el sujeto estigmati- pantes que normalmente se encuentran se-
zado (véase en ese estudio Estigma). El es- parados por su estatus social. No obstante,
tigma, entonces, no es para Goffman una dicho espacio es momentáneo, y su poten-
condición ontológica del ser, sino una inven- cial subversivo se encuentra supeditado al
ción social encaminada a clasificar y segre- carácter temporal del rito, mismo que debe
gar a quienes se apartan de la norma, así finalizar para reintegrar a los participantes
como una actuación generadora de identi- a la estructura social imperante, a veces con
dades que requiere de habilidades muy par- un estatus distinto, como sucede con los ri-
ticulares para su negociación cotidiana. Es tos de iniciación (Dramas: 201-202).
aquí donde las teorías de Goffman se acer- Las propuestas de Turner fueron reto-
can más a la tendencia actual de los estudios madas por Richard Schechner, a quien se
del performance. le debe, en gran medida, haber establecido
Otro acercamiento novedoso en su mo- puentes de comunicación entre las discipli-
mento fue el propuesto por Richard Bauman, nas arriba esbozadas y los estudios teatrales.
Dell Hymes y otros que, desde la antropolo- Protagonista de la vanguardia escénica de los
gía lingüística, establecieron criterios meto- años sesenta y setenta, Schechner se interesó
dológicos para examinar las dimensiones por nutrir su práctica con saberes extrateatra-
performativas de los rituales. Así, por ejem- les, tales como la etología y la antropología.
plo, se podría analizar la actuación de una Éste conoció a Turner en 1977 y ambos de
curandera que realiza una “limpia”, toman- inmediato se encontraron mutuamente fasci-
do en cuenta las relaciones que la palabra nados por sus respectivos campos de estudio:
hablada guarda con las técnicas del cuerpo mientras que a Turner le interesaba la tea-
empleadas, así como con las estrategias de tralidad como herramienta para un acerca-
performance 207
miento más dinámico al estudio etnográfico, analítico se abriría aun más para abarcar los
a Schechner le cautivaban las posibilidades estudios poscoloniales y queer. En este con-
que ofrecía la antropología para enriquecer texto, lo performativo ha sido usado para
el campo de estudio de los fenómenos per- analizar la construcción social de las identi-
formativos. De esos intercambios resultaron dades de clase, raza y género; los simulacros
importantes estudios, como From Ritual to y ejercicios teatralizados del poder en la so-
Theater y The Anthropology of Performance de ciedad posindustrial (como lo han hecho
Turner (1982, 1988), y Between Theater and Baudrillard y García Canclini), y las posibi-
Anthropology, de Schechner (1985), libros lidades subversivas del performance art
que aparecieron cuando los “performance (Schneider, Muñoz y Prieto).
studies” se sistematizaban como campo aca- Figura clave para el análisis de la di-
démico en Estados Unidos. mensión performativa del género es Judith
En un trabajo más reciente, Schechner Butler, autora para la cual la identidad no es
expone cómo los estudios del performance una categoría abstracta, sino un performan-
pueden abarcar cualquier tipo de actividad ce regulado por instituciones sociales. Tal
humana, desde el rito hasta el juego, pasan- aseveración tiene implicaciones políticas, en
do por el deporte, los espectáculos popula- tanto que pone al descubierto las estrategias
res, las artes escénicas, las actuaciones de la coercitivas de la sociedad para obligar a las
vida cotidiana, las ceremonias sociales, los personas a actuar según normas arbitrarias
papeles de clase y de género, hasta la rela- de conducta. Butler sugiere que la reitera-
ción del cuerpo con los medios masivos y la ción cuasi-ritual de códigos sociales es se-
Internet (2002). Además, es posible añadir a mejante a una serie de actos de citación,
la lista el estudio de objetos inanimados, los mismos que nunca reproducen fielmente el
cuales, aunque no son un performance, pue- “texto original”. Es en este desfase –entre el
den ser analizados como performance, es código de conducta y su actuación– donde
decir, en tanto que son producto de una ac- se produce una alteración que posibilita una
ción creadora, o interactúan con quien los ruptura con la norma (Bodies: 122-124).
usa y contempla. Se amplía, entonces, el En un admirable ensayo, Jon McKenzie
abanico de estudio hacia, por ejemplo, una muestra cómo la obra de Butler constitu-
imagen religiosa, los instrumentos de tortu- ye una revisión radical de las premisas de
ra, maniquíes de aparador, juguetes, armas Austin, Turner y Schechner. Mientras que
de guerra, alimentos… la lista es intermina- los dos últimos valoran el poder liminal y
ble. En todos los casos, lo que interesa no transgresivo del performance, para Butler
es la “lectura” o el estudio de un objeto en es más que nada una forma dominante y
sí, sino su “comportamiento”, es decir, su punitiva de poder, aunque su análisis traza
dimensión performativa. Podemos imaginar rutas para una deconstrucción y, por lo tan-
los alcances de un estudio de la performati- to, subversión de los actos performativos.
vidad de un ex voto, por ejemplo, o un “sím- A nivel institucional, los estudios del
bolo patrio”, o un logotipo empresarial, ana- performance han logrado ganar legitimidad
lizables todos desde las acciones rituales, dentro del mundo académico anglosajón,
políticas y económicas que generan. La tra- llevando a la inauguración de varios depar-
yectoria tanto teórica como institucional de tamentos universitarios en los años ochenta.
los “performance studies” es lúcidamente ex- Por su parte, la academia francesa traza su
plicada por Diana Taylor, desde su perspec- genealogía interdisciplinaria a partir de los
tiva como latinoamericanista, en el primer estudios del antropólogo Jean Duvignaud
capítulo de su libro The Archive and the en los años sesenta, cuyas premisas son
Repertoire: Performing Cultural Memory in incorporadas actualmente por Jean Marie
the Americas (2003). Pradier y sus colegas en la llamada “etnoes-
Hacia fines de los años ochenta, los estu- cenología”.
dios del performance, como hicieran tam- Aunque lenta y tentativa, la trayectoria
bién los estudios culturales, incorporarían del performance en América Latina ha dado
los paradigmas derivados del posestructura- frutos interesantes. En el caso específico de
lismo, el posmodernismo y los estudios de México, los estudios del performance se die-
género. En los años noventa, su panorama ron a conocer a principios de los años
208 performance
ochenta, con una serie de conferencias im- Millones, Alejandro Díaz y Raúl R. Romero,
partidas por Richard Schechner en la entre otros. Para Cánepa es fundamental la
Universidad Nacional Autónoma de México, relación entre el contexto de la actuación y
y los contactos que este investigador esta- el cuerpo de los ejecutantes. La antropóloga
bleció con académicos nacionales, como es sostiene que la experiencia in-corporada (en
el caso de Gabriel Weisz. En 1982, Weisz y inglés, embodied) del performance apunta al
Óscar Zorrilla convocaron a un grupo inter- carácter indeterminado y subjetivo del he-
disciplinario de científicos y creadores escé- cho cultural. En este sentido, los estudios
nicos de la unam para fundar el Seminario del performance acompañan la crítica re-
de Investigaciones Etnodramáticas, con la flexiva de la antropología que a partir de los
finalidad de estudiar los principios rituales años noventa se aparta de la construcción
de los cuales surgió el teatro. Unos años más de “objetos de estudio” para más bien inda-
tarde, Weisz publicó El juego viviente, pe- gar la cultura como proceso dialógico (18).
queño pero ambicioso libro que buscó sen- Aunque, como se acaba de señalar, los
tar las bases de lo que su autor define como estudios del performance ya se comienzan a
una teoría de la representación. Allí, Weisz aplicar en el trabajo de varios académicos
analiza la relación que guarda el cuerpo con latinoamericanos, aún no han logrado una
la percepción en el marco de actividades lú- aceptación generalizada en la región, ni se
dicas asociadas con el rito y el juguete. han generado herramientas analíticas espe-
No fue sino hasta el año 2000 cuando los cíficas para nuestro ámbito. No obstante, el
estudios del performance se comenzaron a trabajo de los académicos arriba citados
difundir de manera sistemática en América abre brecha, por lo que es de esperarse que
Latina, con las intervenciones en varios paí- siga encontrándose en el performance nue-
ses del área del Instituto Hemisférico de vas claves para el análisis de los procesos
Performance y Política, encabezado por culturales.
Diana Taylor de la Universidad de Nueva
York, con sus sedes latinoamericanas en obras de consulta. Bauman, Richard, Verbal
México, Brasil, Perú y Argentina. Dicho Art as Performance, Illinois, Waveland, 1977;
Instituto organiza encuentros itinerantes Bourdieu, Pierre, Language and Symbolic Power,
que reúnen a estudiosos, artistas y activistas Cambridge, Harvard University Press, 1991;
para debatir todo lo relativo al performance Cánepa Koch, Gisela, Identidades representadas:
en sus manifestaciones a lo largo y ancho performance, experiencia y memoria en los Andes,
del continente americano. El “Hemisférico”, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú,
como se le conoce, ha establecido contacto 2001; Carlson, Marvin, Performance: A Critical
con instituciones mexicanas, como el Centro Introduction, Nueva York, Routledge,1996;
Nacional de Investigación, Documentación Chamorro, Arturo y María Guadalupe Rivera
e Información Teatral “Rodolfo Usigli”, el (eds.), Música, ritual y performance, Jalisco,
Centro de Investigaciones Escénicas de Universidad de Guadalajara, 1999; Duvignaud,
Yucatán, y el Centro Regional de Investi- Jean, Sociología del teatro: ensayo sobre las
gaciones Multidisciplinarias, de la unam. sombras colectivas, México, Fondo de Cultura
Por su parte, la Universidad de Guadalajara Económica, 1973; Goffman, Erving, Frame
abrió en 2002 un importante espacio a los Analysis: An Essay on the Organization of
estudios del performance en su Maestría en Experience, Boston, Northeastern University,
Ciencias Musicales, con orientación en etno- 1983; McKenzie, Jon., “Genre Trouble: (The)
musicología, bajo la dirección del doctor Butler Did It” en Peggy Phelan y Lill Lane
Arturo Chamorro, del Centro Universitario (eds.), The Ends of Performance, Nueva York,
de Arte, Diseño y Arquitectura. Chamorro fue New York University Press, 1998, pp. 217-235;
estudiante de Richard Bauman, e incorpora Millones, Luis, Los demonios danzantes de la
rigurosamente las teorías del performance en virgen de Tucume. Lima, Fundación El Monte,
sus estudios sobre tradiciones musicales en 1998; Prieto Stambaugh, Antonio, “Los estudios
el occidente de México. del performance: una propuesta de simulacro
En Perú, la antropología del performance crítico”, Citru.doc Cuadernos de investigación
se ha aplicado de manera igualmente rigu- teatral, núm. 1, noviembre, 2005, pp. 52-61;
rosa en los trabajos de Gisela Cánepa, Luis Schechner, Richard, Performance Studies: An
performance / poder 209
tanto, un juego con los tiempos: es un acto asumir, también, carácter afirmativo en tan-
presente contra el presente y contra todas to se transforma en fuerza de intervención
las formas eternizadas del pasado en fun- capaz de afectar el espacio que lo circunda.
ción de un tiempo por venir. En esa lucha por no ser afectado y por afec-
A partir de la resistencia, el tiempo hace tar, el sujeto se prueba y se ejercita, se me-
su aparición, imprime movimiento al en- moriza, acumula experiencia y construye su
frentamiento de fuerzas e inscribe el poder historia, siempre inmersa en un espacio de-
en la temporalidad. De esta manera, las rela- terminado. La resistencia tiene aun otra for-
ciones de poder se forjan su propia historia, ma: la relación del sujeto consigo mismo,
encuentran sus formas propias y singulares, una manera de afectarse a sí mismo, un con-
nunca definitivas, siempre en movimiento y tinuo enfrentamiento, diálogo, pacto, com-
confrontación, siempre enmarcadas en un promiso y lucha entre las partes que consti-
espacio y en un tiempo dado. tuyen su interioridad.
La noción de resistencia, como elemento Esta práctica de los sujetos sobre sí mis-
constitutivo del poder, aparece como térmi- mos: este diálogo permanente entre las par-
no clave en el conjunto de investigaciones tes que lo constituyen; la forma en que se re-
que se llevan a cabo actualmente, no sólo lacionan con las reglas y valores propuestos
en México y América Latina, y que tienen socialmente; la manera en que se someten
por objeto de estudio a grupos subalternos, a un principio de conducta, que obedecen o
clases populares, migraciones y diásporas, resisten a una prescripción o prohibición;
movimientos sociales, artísticos y cultura- las modalidades en que el sujeto da forma
les, e igualmente es clave en los estudios a cierta parte de sí como materia prima de
de género, en los referidos a la recepción y una conducta moral; las zonas de su interio-
consumo de bienes culturales y en los relati- ridad que problematiza por encima de otras
vos a la conformación y funcionamiento de y que trabaja sin descanso sobre ella consti-
diversas instituciones, muy especialmente la tuyen las técnicas del sí mismo tendientes a
institución familiar. Es desde esa capacidad la elaboración de la subjetividad.
de resistir (real o virtual) de los sujetos en Las relaciones de poder se inscriben tam-
su hacer cotidiano que el análisis hace su bién en la subjetividad, la cual no puede ser
aparición, de tal manera que los estudios de entendida sino en el entrelazamiento de sa-
caso que involucran trabajo de campo no beres, discursos, normas, regulaciones y
pueden dejar de lado la descripción, análi- prácticas. De esta manera, el terreno en que
sis e interpretación de las formas concre- se constituye la experiencia se halla atrave-
tas que asumen las relaciones de poder en sado por tres ejes que, en su punto de inter-
cada uno de ellos (véase, por ejemplo, Ileana sección, producen al sujeto mismo en un
Rodríguez, Latín American Subaltern Studies espacio y tiempo dado: el eje del saber que
Reader; Daniel Mato, Estudios y otras prác- hace del sujeto un sujeto de conocimiento;
ticas, Aníbal Quijano, “Colonialidad del po- el eje del poder que lo constituye en sujeto
der”, Josefina Ludmer, “Las tretas…”). social y jurídico; y el eje del sí-mismo que
La resistencia no puede olvidar los cuer- lo transforma en sujeto ético. En estas tres
pos de los sujetos; ella actúa, tiene materia- dimensiones la resistencia hace su apari-
lidad, se encarna en ellos, en el basamento ción: los sujetos resisten a los saberes que
físico y material de los sujetos. El sujeto re- buscan imponerse como verdad; a las leyes,
siste desde el momento en que es arrojado normas, reglas y regulaciones que intentan
al mundo, es en la resistencia que construye someter, sus cuerpos y a los códigos morales
el tiempo de su experiencia. La experiencia imperantes y a sus correspondientes tecno-
de los sujetos se halla signada por las for- logías del yo.
mas de resistir que marcan el estilo de suje- El análisis del poder, no será la búsque-
tos, grupos y comunidades. da de estructuras formales con valor uni-
La resistencia puede asumir tres formas versal, sino que sólo podrá realizarse en la
de carácter general: el sujeto resiste a los investigación histórica, en la búsqueda de
embates del exterior, oponiendo una fuerza sus formas de funcionamiento, de su que-
contraria y semejante a la que se ejerce so- hacer cotidiano, de sus quiebres, rupturas
bre él que toma la forma de negación; puede y discontinuidades, de la producción de sus
212 poder / política cultural
bellas artes y
educación
patrimonio material vida
formal y no patrimonio intangible
teatro “nacional”, comunitaria
formal cuerpo y cultura popular
bandas, filarmónica y
ópera, artes visuales fiestas locales, ferias,
festividades, cultura
industria
tradicional, artesanía espacio público
espacio público,
del industrias culturales arte callejero,
entretenimiento radio, fotografía, intervenciones públicas,
parques temáticos industria musical, reflexión y debate
bares literatura, editoriales, público, urbanismo,
restaurantes revistas, prensa, tv, tv revitalización de centros
industrias creativas cable, cine/video históricos
moda, textiles, diseño,
cuerpo y
arquitectura, publicidad,
sector performance
software, servicios de sector
productivo mediática
telecomunicaciones, turismo
de punta
Internet, videojuegos deportes, conciertos (cultural)
(tecnología) masivos, shows
214 política cultural
Cada vez más se dan convergencias en- El muralismo confirió al rostro público de
tre las artes, las industrias culturales, las México fuertes rasgos indigenistas. El mo-
industrias de entretenimiento, las prácti- vimiento fue creado por José Vasconcelos,
cas corporales y performáticas, etc. Lo cual a quien los presidentes Huerta y Obregón
obliga al investigador a una metodología designaron como director del Departamento
transdisciplinaria. Y la economía figura con Universitario de Bellas Artes, que compren-
mayor importancia, pues la cultura, enten- día la Secretaría de Instrucción Pública y
dida como se representa en el diagrama, Bellas Artes (posteriormente la Secretaría
contribuye entre un 5% y 9% al producto de Educación Pública). La política cultural
interno bruto de las naciones, superando en y educativa se intensificó y se instituciona-
muchos casos todas las industrias, menos el lizó más tarde en la década de 1930, bajo la
turismo y la biotecnología. En México las presidencia populista de Lázaro Cárdenas,
ipda o industrias basadas en los derechos cuyas principales prioridades eran la incor-
de propiedad intelectual, contribuyen 6.7% poración de las poblaciones indígenas, la ex-
al pib (Piedras). Y si se suma esa parte del pansión de la educación artística, la defen-
turismo que corresponde a la cultura (mu- sa del patrimonio nacional y la regulación
seos, visitas a culturas autóctonas, compra de la industria cinematográfica (Johnson:
de artesanías, etc.), el sector cultural ocupa 136). Este proyecto de identidad nacional
el primer o segundo lugar en la economía. se fue fortaleciendo a lo largo de los años,
Volveremos sobre este nuevo paradig- con la creación del Instituto Nacional de
ma, pero cabe ahondar en el modelo an- Antropología e Historia de México (1939),
terior, que se refiere a la consolidación de el Instituto Nacional de Bellas Artes (1946)
naciones modernas. Antes de esta consoli- y el Museo Nacional de Antropología (1964),
dación cultural, que por lo general se plas- que culmina el proceso de articulación na-
ma como proyecto en los años veinte, los cional, uniendo el pasado grandioso a la
países latinoamericanos ya habían pasado modernidad actual. El resultado de esta
por la política cultural por defecto de los enorme labor promovida por el Estado son
colonizadores: imposición del español o el las 6 600 bibliotecas y los 1 058 museos de
portugués, cristianización y jerarquización antropología, historia y arte y por añadidu-
racial. Si bien el caso mexicano no es típico ra la administración de un vasto patrimonio
de los otros países de la región, cabe ilustrar que consiste en más de 200 000 sitios ar-
a la política cultural con él porque es el que queológicos y 80 000 monumentos históri-
más aportó a la creación de una identidad cos y artísticos (Cervantes Barba, 2004).
nacional mediante la institucionalización y Esta vasta institucionalidad pasa por va-
altísimas cifras de financiamiento, lo que rias transformaciones que le dan un carác-
Octavio Paz alguna vez llamara el “ogro fi- ter muy especial en el contexto de América.
lantrópico”. La primera es el cuestionamiento de los
La reconstrucción de la historia fue el conceptos y divisiones tradicionales de la
principal vehículo utilizado por México gestión cultural a partir de la antropología
para establecer una nueva identidad na- mexicana a fines de los años setenta y co-
cional más inclusiva cuando rompió con mienzos de los ochenta: arte, cultura tradi-
el legado decimonónico y poscolonial. La cional (folclor, cultura popular) y patrimonio
Constitución Mexicana de 1917 anunciaba (tangible). Con la creación de la Dirección
un nuevo proyecto nacional de educación General de Culturas Populares (1978) bajo
masiva con el propósito de poner en mar- Rodolfo Stavenhagen se pluralizó lo tradi-
cha la economía, incorporar a las masas y cional; con la creación del Museo Nacional
crear una numerosa clase media educada y de Culturas Populares (1982) y de la prime-
nacionalista, capaz de resistir el poder de ra Convocatoria del Programa de Apoyo a
los caudillos y de las oligarquías naciona- las Culturas Municipales y Comunitarias
les y extranjeras. Los proyectos educativo- (pacmyc, 1989) bajo Guillermo Bonfil Batalla
culturales incluían la expresión artística se enfrentó la gestión al “control cultural”
del movimiento muralista, identificado de la institucionalidad; y con la creación
con los tres grandes: Diego Rivera, José del Programa Nacional de Formación de
Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Promotores Culturales (1984) se inició la
política cultural 215
capacitación de gestores. Acaso la reflexión lleres en casas de cultura y casas del pueblo,
que mejor planteó la necesidad de ir más innumerables concursos, festivales y pro-
allá de esta tríada conceptual restringida de gramas de animación cultural, de fomento
la cultura es el libro Culturas híbridas (1989) y difusión de las culturas populares e indí-
de García Canclini: en él vemos cómo se genas, educación artística, becas al extran-
cruzan culturas populares con cultas y con jero, circuitos artísticos regionales, nuevas y
las industrias culturales. Pero, como vere- mejores formas de utilización de los medios
mos luego, esta apertura todavía dista de de comunicación masiva, estímulos a la pro-
la mayor ampliación de lo que se entiende ducción cinematográfica y cooperación in-
por cultura, que no se dará en México y en ternacional” (MacGregor, 2002).
el resto de América Latina sino hasta que Podría argüirse que el énfasis que se
se sientan los efectos del Tratado de Libre puso en la gestión y promoción de la cultu-
Comercio de América del Norte (tlcan) y la ra mexicana no sólo respondía al llamado a
globalización. Y esta mayor ampliación tie- un nuevo interés por la comunidad y la so-
ne importantes repercusiones para la mane- ciedad civil, sino que también tenía el pro-
ra en que se concibe el desarrollo. pósito de mitigar el temor ante la probable
Como indica Cervantes Barba, este sub- pérdida de soberanía ocasionada por el tra-
sector cultural, consolidado en los años tado. Es justamente eso lo que se entiende
ochenta de manera dependiente de la del libro Modernización y política cultural:
Secretaría de Educación Pública, también una visión de la modernización de México
recibió la impronta modernizadora y re- (1994) de Tovar y de Teresa: “la solidez de
formadora de las políticas de desarrollo y nuestra cultura constituye el sustrato de
descentralización de unesco. Y, desde luego, nuestra identidad […] y el baluarte de nues-
hay que tener en cuenta la acción reestruc- tra soberanía” (17). De hecho, las megaex-
turante del nuevo modelo económico que posiciones de la política cultural internacio-
México fue obligado a adoptar frente a la nal en el sexenio de Salinas usaban el
crisis económica desatada por la deuda ex- baluarte de la identidad para alcanzar el éxi-
terna en 1982. Con el gobierno de Salinas, to en un mundo globalizado, como argu-
se sentaron las bases para entrar en el tl- menta Tovar y de Teresa (19-20). Según él,
can, el contexto que llevaría a México de se necesitaba un “retorno a las raíces” cul-
una economía protegida por el Estado a la turales como “punto de referencia único e
desregulación, la privatización, la apertura insustituible para asumir los cambios (des-
a la sociedad civil y al libre mercado y otras regulación comercial, la liberalización polí-
armonizaciones con las políticas económi- tica y la descentralización institucional) de
cas estadunidenses. un modo que no ponga en peligro nuestra
En el campo de la cultura, la creación del identidad nacional” (12-13).
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes La politóloga Stephanie Golob (2003)
(conaculta) en 1988, como órgano coordina- ofrece una teoría de transición entre el pro-
dor de la vasta institucionalidad mexicana, teccionismo y el libre mercado que parece
tuvo el propósito, según su entonces presi- explicar convincentemente la manera en
dente Rafael Tovar y de Teresa, de servir de que Mulroney en Canadá y Salinas en
“puente […] entre los creadores y la socie- México lograron encaminar a sus países al
dad”. Y si bien se volcó a la descentraliza- tlc a pesar de un legado nacionalista pro-
ción de las instituciones culturales y se abrió nunciado en ambos entornos. Según ella, un
a la iniciativa privada mediante la creación choque externo –como la recesión estado-
del Fondo Nacional para la Cultura y las unidense a principios de los años ochenta
Artes (fonca), no obstante el actor principal que afectó a ambos países y la concomitan-
de la gestión cultural siguió siendo el Estado. te crisis de la deuda externa que sacudió la
El desarrollo de la gestión cultural en los economía mexicana– requiere un cambio de
años noventa es impresionante: se crearon modelo, y como este cambio tiene repercu-
“la red nacional de bibliotecas, la red de mu- siones profundas en toda la sociedad, se re-
seos institucionales y comunitarios, progra- quiere de un discurso-puente legitimador
mas de fomento a la lectura, actividades que sirva de amortiguador simbólico. Golob
diversas en teatros, auditorios y plazas, ta- explica que todo régimen económico está
216 poder / política cultural
siempre anclado en una construcción de y García Canclini, 1992: 194). Acogieron con
identidad nacional y que el viraje requiere suma cautela la descentralización de la cul-
de esfuerzos discursivos para mitigar el des- tura mexicana y, además, pusieron en tela
arraigo y las concomitantes protestas ante de juicio las condiciones neoliberales bajo
el cambio. Tanto Mulroney como Salinas las cuales los medios masivos privados y
confeccionaron un discurso que equiparaba transnacionales estaban sentando las bases
integración continental con mayor seguri- de una nueva formación cultural.
dad nacional, salvaguardando, según ellos, El tlcan es fundamental para entender
un pasado nacional y no traicionándolo el enorme viraje en el concepto de cultura.
como los críticos argumentaban. En ambos Obligó a los artistas, investigadores e inte-
casos, además, la cultura fue un componen- lectuales interesados en la cultura a tener en
te importante de ese discurso-puente, pero cuenta que el objetivo del desarrollo tenía
de manera muy diferente. Para Salinas, mu- un doble o triple sentido –matriz de identi-
chos siglos de vigor cultural mantendrían la dad, factor de cohesión social, activo econó-
autonomía de México cuando éste ascendie- mico– al poner la cultura a su centro, como
ra al bloque del primer mundo con el tlcan. recomendaban tanto unesco como Banco
No había que temer que la integración de- Mundial. James D. Wolfensohn, presidente
bilitara la identidad nacional porque el lega- del Banco Mundial, lideró la tendencia de los
do cultural era tan indestructible como los bancos multilaterales de desarrollo a incluir
templos aztecas. Los canadienses optaron la cultura como catalizador del desarrollo
por una defensa de su cultura mediante el humano. Para Wolfensohn, una “perspecti-
dispositivo de la “excepción cultural” en el va holística del desarrollo” debe promover
tratado, pues la diferencia entre su cultura la capacidad de acción (empoderamiento)
y la estadunidense necesitaba del apoyo de de los pobres de manera que puedan contar
la protección de las industrias culturales, con los recursos sociales y humanos que les
tan susceptibles de ser arrolladas por las del permita aguantar “el trauma y la pérdida”,
vecino del sur. En ambos casos la cultura detener la “desconexión social”, “mantener
fungió como baluarte para los promotores la autoestima” y a la vez generar recursos
del tlcan. materiales. “La cultura material y la cultu-
Las protestas contra el tlcan y sus políti- ra expresiva son recursos desestimados en
cas culturales internacionales (v.gr., la me- los países en vías de desarrollo. Pero pue-
gaexposición “México: Los esplendores de den generar ingresos mediante el turismo,
treinta siglos,” que según Paz [“Power”: 19] las artesanías y otras actividades culturales”
conciliaba la “otredad” del pasado mexicano (World Bank: 11). “El patrimonio genera
con el futuro de su modernidad) y la irrup- valor. Parte de nuestro desafío conjunto es
ción del Ejercito Zapatista de Liberación analizar los retornos locales y nacionales
Nacional al inicio del tlcan, se añadieron para inversiones que restauran y derivan
a otros serios cuestionamientos de parte de valor del patrimonio cultural, trátese de
antropólogos y otros que habían procura- edificios y monumentos o de la expresión
do abrir alternativas al uso ideológico de cultural viva como la música, el teatro y las
la política cultural: Bonfil Batalla, García artesanías indígenas” (World Bank: 13).
Canclini, Valenzuela Arce, Monsiváis y Pero en lugar de potenciar a los creado-
otros. Éstos publicaron en 1992 un análisis res culturales, el tlcan tuvo nefastos efectos.
de los posibles efectos del libre comercio en Eduardo Nivón observó tres grandes trans-
la educación y la cultura. Cuestionaron la formaciones generales, todas negativas: 1]
participación en el tratado cuyo único efec- la pérdida del dinamismo industrial; 2] la
to, al menos en el plano cultural, consistía reorientación hacia actividades financieras,
en intensificar un ethos consumista en la comerciales y de servicios y, 3] la profundi-
minoría que disponía de medios suficien- zación de la desigualdad, ya que el tlc no
tes y en excluir, de los entonces 85 millones generó beneficios equitativos para todas las
de mexicanos, a 17 millones que vivían por regiones y, además, tres efectos específicos
debajo de la línea oficial de la pobreza y a en el campo cultural: 1] la competencia de
otros 30 millones que se hallaban en el um- la iniciativa privada con el Estado en la pro-
bral (Monsiváis ¿título? en Guevara Niebla ducción de bienes culturales y el concomi-
política cultural / poscolonialismo 217
fase histórico. En ambos casos se han dado corte académico, sin embargo, comparten
malentendidos que en esta entrada quisiéra- con la primera una preocupación por las
mos tornar productivos. La crítica latinoa- continuidades de los pasados coloniales en
mericana se ha preguntado sobre la aplica- los presentes poscoloniales. De ahí que el
bilidad de poscolonialismo al considerar proyecto sea de una descolonización de la
que los objetos de estudio y las realidades cultura y el saber académico.
poscoloniales en los países africanos, asiáti- La conferencia sobre “Europa y sus otros”
cos y oceánicos tienen poco que ver con lo (Europe and Its Others) en la Universidad
latinoamericano dado que la mayor parte de de Essex, Inglaterra, en 1984, constituyó un
los países de América Latina lograron su primer momento en el que se planteó el pro-
independencia a principios del siglo xix, yecto poscolonial en el ámbito académico.
precisamente cuando se consolidan los pro- Entre los participantes figuraron Edward
yectos imperiales en África, Asia y Oceanía. Said, Gayatri Spivak, Homi Bhabha, Peter
En cuanto a la lengua inglesa también se ha Hulme, Talal Asad, y, en el área de los es-
visto con recelo que el proyecto de los estu- tudios culturales latinoamericanos, Gordon
dios poscoloniales se haya exportado de la Brotherston, Doris Sommer y José Rabasa.
academia norteamericana, y en menor gra- Las actas del congreso reunieron las prime-
do británica. Paradójicamente, uno de los ras formulaciones de textos que han venido
temas que con más rigor se ha tratado en a ser considerados fundacionales de los es-
los estudios poscoloniales es el de la expor- tudios poscoloniales y que han ejercido una
tación y traducción de ideas forjadas en las profunda influencia en una amplia gama
antiguas metrópolis imperiales. Obsérvese de disciplinas académicas. Otra entrada de
que el “pos” no indica un momento en el que este diccionario examina el proyecto de los
ya se ha superado el colonialismo sino la estudios subalternos cuyos trabajos y pro-
toma de conciencia de las continuidades y puestas pueden muy bien ser entendidos
legados coloniales aun siglos posteriores a dentro del poscolonialismo, tales como el
las independencias políticas. ensayo de Gayatri Chakravorty Spivak, “Can
Aun cuando podemos datar el origen the Subaltern Speak?” (¿Puede el subalter-
de los estudios poscoloniales con el libro no hablar?), y la obra de los historiadores
Orientalismo de Edward Said, la nueva rea- Ranajit Guha, Dipesh Chakravarty y Partha
lidad postcolonial, tanto de carácter históri- Chaterjee, entre otros. La distinción entre
co como intelectual, tiene un origen en los estudios subalternos y poscoloniales es aca-
discursos anticoloniales que acompañan a démica, ya que con frecuencia encontramos
las nuevas naciones independientes después a los mismo autores escribiendo sobre una u
de la segunda guerra mundial. Los trabajos otra modalidad, y aun en un mismo ensayo;
de Albert Memmi, Aimé Césaire, Amilcar sin embargo, esta distinción en un dicciona-
Cabral, C. L. R. James y Frantz Fanon, por rio de los estudios culturales latinoamerica-
sólo mencionar los más importantes, antici- nos es pertinente dado el proyecto de crear
pan a la crítica que emerge durante los años un grupo dedicado a los estudios subalter-
ochenta en Inglaterra y Estados Unidos. nos latinoamericanos. La entrada sobre los
Debemos recordar que estos críticos tuvieron estudios subalternos dará razón de este gru-
una recepción productiva en América Latina po. Aquí se limita a indicar cuán tenue, si no
en los años posteriores a la Revolución cu- arbitraria, puede ser la diferenciación.
bana de 1959. Sería un error, sin embargo, Hoy en día, en el ámbito de América
olvidar los antecedentes y las contribucio- Latina, se habla de momentos poscolonia-
nes de intelectuales latinoamericanos de la les para referirse a los estados que surgen
magnitud de José Carlos Mariátegui, quien después de las guerras de independencia,
en los años veinte del siglo pasado ya plan- denominación que aparenta tener un sen-
teaba la necesidad de pensar el lugar de las tido transparente, sin embargo, debemos
culturas indígenas en las luchas de corte insistir en que esta periodización carece
marxista. A diferencia de esta generación de rigor. Hablar de lo poscolonial como
de intelectuales íntimamente ligados a las momento histórico se presta a equívocos y
luchas de liberación nacional, la crítica de críticas que nos recuerdan que aun cuando
los años ochenta es primordialmente de los países en el “tercer mundo” han logra-
poscolonialismo 219
do su independencia formal de las antiguas una mera ideología que se podría superar a
metrópolis, las realidades socio-económicas través de un desenmascaramiento, sino
y culturales frecuentemente reproducen es- como un conjunto de prácticas y dispositi-
tructuras coloniales bajo la modalidad del vos discursivos que estructuran el mundo
neocolonialismo. Habría que hacer la distin- para una apropiación hegemónica. La pro-
ción entre poscolonialismo entendido como blemática poscolonial en América Latina
momento histórico (sea el que corresponda incluye tanto al imperialismo estadunidense
a las independencias formales del siglo xix como al pasado colonial que data de la in-
o a las del xx) y las articulaciones descolo- vasión europea del siglo xvi. Más allá de una
nizadoras de la critica postcolonial. En el resistencia al influjo cultural, político y eco-
caso de América Latina lo más común fue nómico de los Estados Unidos, la problemá-
que las élites que se consolidaron después tica poscolonial nos fuerza a concebir la
de las guerras de independencia constituye- hegemonía en el interior de la lengua espa-
ran colonialismos internos que sometieron ñola y de los hábitos culturales criollos, en
a las poblaciones indígenas y negras a pro- las incorporaciones de las culturas indíge-
cesos de marginalización y exclusión de una nas precolombinas a los proyectos naciona-
plena ciudadanía. El término poscolonial listas mexicanos y los racismos solapados
acarrea en el estado “post” la sombra y los que reproducen la servidumbre de los indí-
fantasmas de los pasados coloniales. Pensar genas contemporáneos, en fin, en las teleo-
lo postcolonial, ya no como mero momen- logías de corte marxista que consignan a las
to posterior a las independencias formales, culturas indígenas a un pasado sin futuro.
implica tomar conciencia de las continui- Esto no quiere decir que la crítica poscolo-
dades coloniales que acarrean inevitables nial sea antimarxista sino que propone con-
legados lingüísticos, culturales y políticos. cepciones del marxismo críticas de las orto-
Los autores arriba citados, que emergen de doxias estalinistas.
las luchas anticoloniales de mediados del En este sentido se puede considerar al
siglo xx, son particularmente rigurosos en movimiento zapatista de finales del siglo
sus proyectos descolonizadores. veinte (consideren los comunicados elabo-
La crítica poscolonial que surge en los rados a partir del alzamiento del Ejercito
años ochenta se propone transformar el sa- Zapatista de Liberación Nacional en 1994)
ber académico. El concepto del orientalismo como poscolonial en tanto que sus articula-
de Said tuvo efectos globales en los estudios ciones políticas y culturales asumen plena
sobre África, Asia y Oceanía. Ya no se podría conciencia de la necesidad de incluir, más
pensar, sin tomar conciencia de los orígenes bien, de pensar los proyectos de transfor-
imperialistas de las tradiciones intelectuales mación social desde los espacios indígenas.
occidentales, directa o indirectamente im- No se trata, por supuesto, de reducir el pro-
bricadas en el colonialismo, no sólo en el yecto zapatista a la crítica del orientalismo
contexto de las antiguas metrópolis sino de Said sino de trazar una práctica en la
también en la exportación de los paradig- que el objetivo descolonizador del saber
mas a países como México, donde todavía tiene no sólo igual sino aun mayor vigen-
está por escribirse la historia de los centros cia. El zapatismo no es, por supuesto, una
de estudios de África y Asia del Colegio de practica académica, lo que no excluye que
México. El concepto del orientalismo tam- tenga lecciones para aquellos que teorizan
bién ha servido para conceptualizar aspec- desde la academia sobre América Latina
tos de la cultura latinoamericana que acom- (véase Mignolo, Rabasa en Lloyd y Lowe).
pañan a los colonialismos internos. Pero Pero antes de mencionar algunas instancias
más allá de las formulaciones específica- de poscolonialismos latinoamericanos debe-
mente “orientalistas”, el libro de Said nos mos precisar el concepto de violencia epis-
ofrece una aproximación al ejercicio del po- témica como ha sido elaborado por Gayatri
der en los discursos coloniales. Spivak.
La novedad de Said reside en la yuxtapo- En ¿Puede el subalterno hablar? Spivak
sición del pensamiento de Michel Foucault, nos ofrece una formulación coherente y ri-
Antonio Gramsci y Frantz Fanon que le per- gurosa sobre la violencia epistémica. Como
mite concebir el orientalismo ya no como ya lo precisa el título de su ensayo, Spivak
220 poscolonialismo
examina los límites de la representación del perspectiva poscolonial que informa el con-
subalterno. Según Spivak la violencia epis- cepto de violencia epistémica nos permite a
témica se ejerce a partir de los criterios va- su vez entender cómo los indígenas utilizan
lorativos que excluyen el saber de los grupos las categorías históricas coloniales para
subalternos y las mediaciones intelectuales crear sus propios espacios y negociar luga-
sin las cuales el habla del subalterno no lo- res dentro de la administración y estructu-
gra ser inteligible. Si bien la respuesta de ras de poder coloniales. Este punto aparen-
Spivak es negativa, debemos observar que temente contradeciría la negativa de Spivak
escribe contra la pretensión de que la comu- sobre el habla subalterna, ya que se asume
nicación del saber subalterno es directa y una agencia en al habilidad de apropiarse
transparente. Es más, en el ensayo tiene de los conceptos históricos europeos. Sin
igual importancia su repuesta negativa embargo, en este hacerse la historia propia
como la insistencia en que, “Al aprender a (tanto en el sentido de pertenencia como de
hablarle al (en vez de a escuchar al o a ha- “pulcritud” ideológica) se pierde el sentido
blar por el) sujeto históricamente enmude- de la memoria y la temporalidad indígenas.
cido de la mujer subalterna, el intelectual Es decir, la memoria y la temporalidad indí-
poscolonial sistemáticamente ‘desaprende’ el genas sólo son inteligibles a partir de proce-
privilegio” (295 [cursivas en el original]). sos de traducción. Debemos observar que el
Más allá de este ensayo seminal, Spivak ha concepto de subalternidad siempre es rela-
publicado una serie de libros entre los cua- tivo a las estructuras de poder vigentes.
les se debe consultar A Critique of Poscolonial La cuestión sobre la aplicabilidad de la
Reason. teoría poscolonial a la cultura latinoameri-
En el contexto de los estudios culturales cana carece de importancia cuando consi-
latinoamericanos la cuestión del habla del deramos que es precisamente en la inapli-
subalterno ha influido en las concepciones cabilidad donde ha dado los resultados
y los debates sobre el género testimonial. En más productivos (véase Beverley, Mignolo,
este ensayo también ha resonado entre Rodríguez). No se trata de una mera apli-
aquellos que estudian las formas mediante cación servil de la teoría poscolonial, sino
las cuales la historiografía colonial ejerce de crear espacios de debate en los cuales
una violencia epistémica al constituir a las se toma conciencia de las diferencias que
culturas indígenas bajo la rúbrica de supers- paradójicamente llevan entender con más
tición e idolatría, así como en la imposibili- profundidad los específicamente latinoame-
dad de que el historiador indígena pueda ricano del colonialismo que se implementó
expresar un criterio de historia que no se en el siglo xvi. En el afán de negar la rele-
subordine a las categorías de la historia oc- vancia de la crítica poscolonial se ha llegado
cidental (véase Rabasa en Rodríguez). al extremo de negar que en América Latina
En su formulación más elemental, los –y en México en particular– se hubiera dado
procesos de colonización marcan el pasaje un proceso de colonización. Se pretende que
a la historia en tanto que la incorporación a nunca existió un imperialismo español, y
la iglesia católica se define como entrada a se habla del virreinato en vez del periodo
la historia universal. Esto no quiere decir colonial. De ahí que se ignoren los debates
que los misioneros y los burócratas españo- y la producción rigurosa de teoría sobre la
les fueran tan torpes para no poder recono- legitimidad del dominio español en América
cer en la cultura indígena formas de escri- en el siglo xvi, que no es otra pregunta que
tura y memoria que manifiestan un sentido la de la legitimidad de la usurpación de la
histórico, sino que la memoria indígena es soberanía de los pueblos indígenas.
histórica en la medida que se la constituye Más allá de Francisco Vitoria, se debe
para la conformación de un orden colonial. citar el De dominio infidelium et iure belli
Las cartografías, las genealogías y los ana- del agustino Alonso de la Vera Cruz. Este
les, por tomar estos géneros como caracte- tratado de Vera Cruz consiste en las confe-
rísticos de la historia indígena, asumen un rencias que dictó con motivo de la inaugu-
carácter histórico a partir de su uso en es- ración de la Universidad de Mexico, 1554-
clarecimiento del lugar de las comunidades 1555. Un acercamiento a la obra de Vera
indígenas dentro del orden colonial. La Cruz desde la teoría poscolonial nos lleva a
poscolonialismo 221
los hijos de sobrevivientes del Holocausto con los eventos, la segunda generación se
pero creo que puede ser útil para describir asegura de que su propia “posmemoria” de
otras experiencias de segunda generación de los eventos se transforme en un proceso in-
eventos y experiencias culturales o colecti- concluso y efímero, y no un modo de obte-
vas traumáticas (22).” ner respuestas definitivas a preguntas impo-
Hirsch utiliza el modelo de la posmemo- sibles (2).”
ria para analizar una variedad de productos La posmemoria se ocupa de la experien-
culturales como la historieta sobre el cia intersubjetiva de lo social como proceso.
Holocausto Maus de Art Spiegelman, mues- En principio, el sitio de la posmemoria es la
tras de fotografía en los Estados Unidos, familia pero se extiende el concepto para
imágenes de maternidad en la fotografía, un incluir procesos sociales más amplios de
proyecto de la revista Life y, en colaboración memorias retrospectivas. La utilización de
con Leo Spitzer, la vida cultural en la ciudad los medios de comunicación para la crea-
ucraniana de Czernowitz y la obra de la ar- ción de estas memorias colectivas es funda-
tista argentina Mirta Kupfernic. mental. Los académicos participan además
James Young en At Memory’s Edge se de debates públicos sobre cómo producir
pregunta cómo “recordar” aquellos hechos espacios colectivos de conmemoración.
que no se han experimentado directamen- Como los estudios de la memoria, los de
te, cómo “recordar” lo que no se ha vivido. la posmemoria acompañan los movimien-
Young distingue “Recordar” de “recordar” tos sociales de descolonización y la hege-
para diferenciar el recuerdo de la experiencia monización de un discurso de los derechos
vivida y el recuerdo de narraciones e imáge- humanos, que en gran medida remplazó el
nes ajenas y más remotas en el tiempo. Este discurso de la izquierda en la esfera públi-
segundo modo de recordar es, según Young, ca en los últimos dos decenios del siglo xx.
vicario. Young, como Hirsch fue formado en La memoria y la posmemoria son centrales
la crítica literaria. Considera que las marcas en los debates sobre los movimientos de es-
de los hechos traumáticos son intergenera- clarecimiento de las violaciones de derechos
cionales y que los efectos de determinados humanos en Centro y Sudamérica, del fin
eventos pueden transmitirse culturalmente del apartheid en Sudáfrica y del movimiento
y marcar a toda una sociedad. Desde esta de derechos civiles en Estados Unidos. Tiene
perspectiva, por ejemplo, toda la sociedad un ímpetu importante a partir de la revi-
estadunidense podría considerarse una so- sión de la experiencia del Holocausto que
ciedad de posmemoria del Holocausto. tiene lugar en los años ochenta con la pro-
Tanto Hirsch como Young presentan el ducción de la serie televisiva “Holocausto”,
Holocausto como una experiencia hiperme- la atención dedicada a los quincuagésimos
diada (Young: 45) que fue vivida como fenó- aniversarios (del acceso de Hitler al po-
meno socio-cultural mediático por una por- der, de la Kristallnacht, del desembarco en
ción importante del mundo occidental a Normandía, etc.).
través de la fotografía, el cine, exposiciones La posmemoria se contextualiza en el
de arte y programas televisivos. Se ha trans- marco de los estudios académicos autobio-
formado en “pasado vicario” para muchos gráficos que se imponen en departamentos
que no tuvieron ninguna experiencia perso- de estudios de género y de etnicidad en los
nal directa o transmitida desde la genera- Estados Unidos en las décadas de los se-
ción anterior. Dice Young refiriéndose a la tentas y ochentas, y está muy influida por
generación de artistas que crean lo que él el psicoanálisis y los estudios feministas.
define como un arte de la posmemoria: “Al Se inserta dentro del trabajo de colectivos
representar el Holocausto como un pasado culturales feministas o influidas/os por el
“vicario”, estos artistas insisten en mantener feminismo que comenzaron a ahondar en
una frontera definida entre su trabajo y el experiencias del trauma, muchas veces en
testimonio de la generación de sus padres. conexión con historias familiares. Estas in-
Este trabajo reconoce la necesidad de los vestigaciones combinan la rememoración
padres de dar testimonio de sus experien- del pasado familiar y el estudio de objetos
cias, aun de dejar el Holocausto atrás. Pero culturales albergados por nuevos modos de
al iluminar la vicariedad de su experiencia realizar investigación académica que auto-
224 posmemoria
ductos visuales como lo demuestran recien- o por el contrario desde lo creativo y ficcio-
tes análisis del trabajo de instalación de nal sin acudir a lo testimonial. Sarlo propo-
Marcelo Brodsky (Arruti, 2007) y de la pelí- ne la literatura o el arte experimental, por
cula Garage Olimpo. También se han reali- un lado, o el texto académico, por otro,
zado interesantes estudios de rescate comu- como respuestas culturales adecuadas para
nitario, utilizando historias de vida, para el registro de la memoria reciente.
reconstruir experiencias migratorias como La posmemoria como término crítico uti-
es el caso del proyecto de Mirta Zaida lizado para estudiar y entender experiencias
Lobato y Daniel James sobre la comunidad traumáticas del siglo xx ya ha ganado un
ucraniana en la localidad bonaerense de lugar en los estudios culturales europeos y
Berisso en Argentina estadunidenses. Como fenómeno de fin de
Sorprendentemente este término que no siglo xx y testimonio de los esfuerzos para
ha tenido aún mucha difusión en América dar cuenta de un corpus cada vez más am-
Latina, ya ha sido puesto en cuestión por plio de productos culturales, es un término
la crítica cultural argentina Beatriz Sarlo, que ha inspirado nuevos modos de concebir
quien considera que las obras escritas so- la relación entre cultura, sociedad y subjeti-
bre posmemoria representan un gesto teó- vidad. Queda por ver si en América Latina
rico que “parece entonces más amplio que el concepto será adoptado o rechazado y si
necesario” (152). Según Sarlo, la necesidad demostrará su utilidad en el debate sobre
de crear un nuevo término no está justifi- los papeles de la memoria, el duelo y la ar-
cada. ¿cuál es la necesidad, se pregunta, de ticulación del futuro, en experiencias trau-
acuñar un término cuyo significado ocupa- máticas recientes como fueron las dictadu-
ría el mismo espacio semántico que otros ras de los años setenta y ochenta, los masivos
términos como recuerdo o memoria? Toda desplazamientos de poblaciones indígenas y
memoria del pasado es mediada y también los fenómenos migratorios.
vicaria, argumenta la autora, quien critica
la dimensión subjetiva de la posmemoria. obras de consulta. A’ness, Francine, “Resisting
La crítica de Sarlo está incluída dentro de Amnesia: Yuyachkani, Performance, and the
una más general a lo que Sarlo llama “el giro Postwar Reconstruction of Peru”, Theater
subjetivo”, o sea, el espacio otorgado a lo Journal, vol. 56, núm. 3, 2004, pp. 395-414;
subjetivo y personal, dentro la investigación Arruti, Nerea, “Tracing the Past: Marcelo
académica, a través de la historia oral y el Brodsky’s Photography as Memory Art”,
testimonio que según Sarlo despolitizan la Paragraph, vol. 30, núm. 1, 2007, pp. 101-
memoria. 120; Bal, Mieke, Jonathan Crewe y Leo
Un caso muy ilustrativo de cómo funcio- Spitzer, Acts of Memory: Cultural Recall in the
na el debate sobre la posmemoria está alre- Present, Hanover/Londres, University Press
dedor de la película Los rubios, de la joven of New England, 1999; Bruschtein, Natalia,
directora Albertina Carri, en el que se reali- Encontrando a Víctor, México, Centro de
za una exploración subjetiva de lo que sig- capacitación cinematográfica, 2005; Carri,
nifica para la directora haber crecido como Albertina (directora y guionista), Los rubios,
hija de desaparecidos. Usando técnicas ex- 2003 <www.elamante.com>; Forcinito, Ana,
perimentales, Carri va reconstruyendo la “Narración, testimonio y memorias sobrevi-
historia de la desaparición de sus padres y vientes: hacia la posmemoria en la posdic-
de cómo ella como hija va articulando una tadura uruguaya”, Letras femeninas, vol. 32,
subjetividad en su ausencia. Sin duda, la núm. 2, 2006, pp. 197-220; Hirsch, Marianne,
película es un ejercicio de posmemoria que, Family Frames: Photography, Narrative and
como indica Young, no intenta ser una re- Postmemory, Cambridge/ Londres, Harvard
construcción histórica sino una simulación University Press, 1997; Huyssen, Andreas,
de la pérdida (92). Los debates posteriores “Present Pasts: Media, Politics, Amnesia,”
cuestionaron la posición de la subjetividad Public Culture, vol. 12, 2000, pp. 21-39; James,
de Carri en la película, acusándola de narci- Daniel y Mirta Zaida Lobato, “Family Photos,
sista y de apolítica, utilizando dos ejes de Oral Narratives, and Identity Formation: The
crítica fundamental: el postulado de que lo Ukranians of Berisso”, Hispanic American
político se debe articular desde lo colectivo Historical Review, vol. 84, núm.1, 2004, pp.
226 posmemoria / posmodernidad
5-36; Jelin, Elizabeth, Los trabajos de la memo- transgresión y la revuelta. Sólo de este modo
ria, Buenos Aires y Madrid, Siglo XXI Editores, puede tener sentido repensar conceptos y
2002; Kaiser, Susana, Postmemories of Terror: A pugnas.
New Generation Copes with the Legacies of the A partir de un proyecto modernizador
Dirty War, Nueva York, Palgrave MacMillan, inacabado y de una posmodernidad –con-
2005; Nouzeilles, Gabriela, “Postmemory tradictoria ella misma– que no terminó de
Cinema and the Future of the Past in Albertina instalarse, el espacio crítico latinoamerica-
Carri’s Los rubios”, Journal of Latin American no busca su rostro en el “espejo trizado” del
Cultural Studies 14: 3, 2005, pp. 263-278; desencuentro (Brunner, Un espejo trizado). Y
Roqué, María Inés, Papá Iván, México, Centro sin embargo, la reflexión no es nueva para
de Capacitación Cinematográfica, 2004; Sarlo, este continente. “El hecho de que las distin-
Beatriz, Tiempo pasado: cultura de la memoria tas etapas de la modernidad […] no hayan
y giro subjetivo de una discusión, Buenos Aires/ podido acontecer entre nosotros, sino como
México, Siglo XXI Editores, 2005; Spiegelman, modernidad en crisis, hace del actual debate
Art, Maus: A Survivor’s Tale, Nueva York, de una sensibilidad posmoderna, una suerte
Pantheon, 1986. [Maus, Buenos Aires, Muchnik de experiencia de vieja data en la crónica
y Norma, 1986]; Szurmuk, Mónica, “Voces y latinoamericana (Casullo “Posmodernidad
susurros en la literatura de la postdictadura de los orígenes”: 95).” La discusión alude a
argentina: Reina Roffé y Sergio Chejfec”, en nuestra propia “realidad”, así como al es-
Ana Rosa Domenella, Luz Elena Gutíérrez tatus que ¿nos corresponde?, ¿nos adjudi-
de Velasco y Graciela Martínez Zalce (eds.), can?, ¿construimos? dentro del mercado de
Escrituras en contraste: Masculino/Femenino producción e intercambio de conocimiento.
II, México, Aldus, conacyt, uam, 2005, pp. 79- Pensar entonces la relación modernidad /
97; Young, James E., At Memory’s Edge: After- posmodernidad es volver a poner en escena
Images of the Holocaust in Contemporary Art una reivindicación que reclama la periferia
and Architecture, New Haven/Londres, Yale como lugar privilegiado de enunciación, re-
University Press, 2002. leyendo acuerdos, figuras y tensiones para
construir, desde ahí, un discurso fragmenta-
[mónica szurmuk] do no por falla sino por horror a una totali-
dad autorizada /autoritaria excluyente.
Por eso algunos hablan de un “posmoder-
posmodernidad nismo avant la lettre”, o de una “modernidad
periférica” que remite a la heterogeneidad
Desde este territorio heterogéneo y múltiple cultural de nuestro continente. En este sen-
que es América Latina, marcado por la des- tido, y como lo plantea Nelly Richard, una
igualdad, la violencia, la injusticia; territorio de las protagonistas principales del debate,
en el que el 40.6% de la población vive en “La posmodernidad no es lo que lineal-
condiciones de pobreza y de ellos el 16% lo mente viene después de la modernidad […]
hace en la indigencia (datos de la Comisión sino el pretexto coyuntural para su relec-
Económica para América Latina y el Caribe tura desde la sospecha que históricamente
de Naciones Unidas o cepal) conviviendo pesa sobre las articulaciones cognoscitivas
con algunos de los hombres más ricos del e instrumentales de su diseño universal”
planeta; territorio de tiempos diversos y de- (“Latinoamérica”: 16).
seos (des) encontrados, pensar la relación Se puede releer, entonces, desde la sospe-
modernidad /posmodernidad trasciende los cha, diseñando los trazos de una cartografía
límites de lo teórico-académico y se instala que con sus desigualdades, altisonancias, rui-
en el espacio de lo político. Tensión de sa- nas y proyectos, dibuje finalmente, como en
beres que arman una trama para aprehen- el cuento de Borges, nuestro propio rostro.
der la realidad –social, estética, analítica–, ¿De qué hablamos realmente cuando ha-
buscando descentrar al sujeto hegemónico. blamos de posmodernidad? ¿De un pliegue
El discurso construido desde la periferia re- más de la modernidad o de un verdadero
cicla restos de las voces de las metrópolis y “cambio de época”? ¿Estamos ante el fin de
los suma a su propia voz, inventando así un la modernidad o sólo ante una “vuelta de
derrotero particular; viaje iniciático desde la tuerca” sobre sí misma? ¿El prefijo pos in-
posmodernidad 227
dica una marca temporal? ¿O una nueva expresiva donde reinan el arte y la estética.
forma de concebir la realidad? Todas ellas convergen en el ideal del progre-
¿Cómo y desde dónde leer (“Precisar el so. Es decir, la modernidad apuntaba al fu-
lugar desde donde se habla […] es deter- turo, a un futuro utópico, como espacio de
minar la posición del sujeto y el modo de realización de estas tres esferas; es en este
la enunciación”, Hugo Achugar, “Uruguay” sentido un proceso esperanzador, que le
¿página?; lejos de las pretensiones de “obje- otorga un sentido a la historia.
tividad” de decenios anteriores, se trata de Jürgen Habermas es uno de los principa-
hacer evidentes las condiciones de enuncia- les defensores contemporáneos del proyecto
ción y de reflexionar acerca de su impronta de la modernidad, y lo reivindica como pro-
en la lectura de los discursos sociales y cul- yecto de la razón. “Como camino de la razón
turales) la crítica radical que la posmoderni- insatisfecha, que es el legado más profundo
dad le hace al proyecto moderno, cuando la de la crítica ilustrada: el criticarse y vigilar-
modernidad tiene, como una de sus carac- se a sí misma (“La modernidad”: 17).”
terísticas fundamentales, la reflexión sobre La modernidad constituye una visión
sí misma, la autocrítica? ¿Plantea la posmo- global del mundo, del yo, de la realidad, or-
dernidad un cambio de episteme? ganizada en cuatro proyectos fundamenta-
Para adentrarnos en este campo de re- les: un proyecto emancipador que consiste en
flexión es preciso partir del análisis, aunque la secularización del conocimiento y la cul-
sea somero, de la modernidad, considerando tura; un proyecto expansivo a través del cual
que tanto modernidad como posmodernidad busca expandir el conocimiento y la pose-
son conceptos complejos y heteróclitos. sión de la naturaleza; un proyecto renovador
Un primer acercamiento nos permite que implica la búsqueda de mejoramiento e
pensar a la modernidad como el legado del innovación permanentes; y un proyecto de-
proyecto racionalista ilustrado del siglo mocratizador vinculado sobre todo a la edu-
xviii. Se trata, como tal, de una “particular cación y a la difusión de los saberes (García
condición de la historia” (Casullo, Forster y Canclini, Culturas híbridas).
Kaufman: 10) que surge a partir de la con- Esta propuesta enfrenta una de sus peo-
ciencia de estar viviendo un momento espe- res crisis a mediados del siglo xx, y a esa cri-
cial en el que el triunfo de la razón expresa- sis podemos ponerle un nombre: Auschwitz.
do en los descubrimientos científicos, los La Ilustración muestra, entonces, su lado
avances tecnológicos y la industrialización, “oscuro”, como lo analizaron, entre otros,
garantizaría un destino de progreso para la Theodor Adorno y Max Horkheimer en su
humanidad. Estos términos –razón y pro- libro llamado, precisamente, Dialéctica del
greso– serán el núcleo de la modernidad. La Iluminismo. Con la segunda guerra mun-
nueva época histórica se muestra también dial se entró a una etapa de descreimiento
en la conciencia de que el mundo es sobre y crítica de aquella idea constitutiva de la
todo la representación que nos hacemos de modernidad como proceso emancipador;
él. Este nuevo modo de comprensión que etapa que estará marcada por la puesta en
abarca el yo, el mundo y la naturaleza surge cuestión de sus metarrelatos fundantes: de-
en el quiebre de la representación del mun- mocracia, revolución, progreso…
do regida por lo religioso. Así, el sitio que El mundo actual se encuentra, en reali-
ocupaba Dios pasa a ocuparlo la Razón. dad, frente a un panorama que muestra di-
Estamos en realidad ante un largo proceso versas crisis que van a determinar un quie-
histórico que cristaliza en el llamado “siglo bre en el proyecto moderno (Casullo, Forster
de las luces”; será entonces cuando este pro- y Kaufman: 196); entre las más significati-
yecto –el Iluminismo, la Ilustración– siste- vas podemos señalar: crisis de reformula-
matice los grandes paradigmas de la moder- ción del sistema capitalista, crisis del Estado
nidad. de Bienestar, crisis del proyecto político e
Son tres las esferas que organizan los sa- ideológico alternativo al sistema capitalista,
beres en el proyecto de la racionalidad ilus- crisis de los sujetos sociales históricos, crisis
trada: la esfera cognitiva que corresponde a de la sociedad del trabajo, crisis de las for-
la ciencia; la esfera normativa, sitio de las mas burguesas de la política. Frente a esto
problemáticas éticas y morales; y la esfera se consolida un neoliberalismo salvaje
228 posmodernidad
Algunos autores señalan que el modernis- haya relato que no pueda ser ya creíble. Por
mo nació como un movimiento de oposición metarrelato o gran relato, entiendo precisa-
pero se convirtió rápidamente en “cultura mente las narraciones que tienen función
oficial”. Romper esta situación pareciera legitimante o legitimatoria. Su decadencia
ser uno de los objetivos del arte actual. no impide que existan millares de historias,
Sin embargo, es necesario considerar que pequeñas o no tan pequeñas, que continúen
las reflexiones sobre la posmodernidad no tramando el tejido de la vida cotidiana
son iguales en el campo de la sociología y (Lyotard, La condición: 31).
la historia de la ideas, que en lo referente a Fredric Jameson, por su parte, a través
la estética; tampoco se refieren de manera de una nueva lectura de la teoría cultural
homogénea a su propia problemática. propuesta por el marxismo, considera las
En la política cultural existe hoy una formas estéticas de la posmodernidad en
oposición básica entre un posmodernismo estrecha correlación con la globalización
que se propone reconstruir el modernismo del mercado. La mercantilización del arte
y oponerse al statu quo, y un posmodernis- habría llevado a la expresión creativa a la
mo que repudia al primero y elogia al segun- banalización, la superficialidad y el pas-
do: un posmodernismo de resistencia y otro tiche. En este sentido, la posmodernidad
de reacción (11). representaría la “lógica cultural del capi-
Sin duda esta idea, aunque dificulta el talismo tardío”. Posmodernidad y globali-
trabajo de caracterización del fenómeno zación son, para Jameson, “las dos caras
posmoderno, rompe con cualquier preten- de un mismo fenómeno. La globalización
sión de imponerle un esquema rígido y uní- lo abarca en términos de información, en
voco, y explica gran parte de los desencuen- términos comerciales y económicos. Y la
tros de los grandes teóricos sobre el tema. posmodernidad, por su lado, consiste en la
A partir de su propuesta puede entender- manifestación cultural de esta situación”
se que las nuevas, y muchas veces apasio- (“Posmodernidad”, ¿página?).
nantes, búsquedas en el campo de la estéti- Resultan indispensables para acercarse a
ca y la lucha de las minorías de la sociedad la discusión sobre la relación modernidad-
convivan en la misma “escena posmoderna”, posmodernidad los trabajos de Andreas
con las pretensiones neoconservadoras que Huyssen, quien descree de las oposiciones
anuncian el fin de las ideologías y el triunfo binarias y propone recuperar el potencial
del mercado. político y la complejidad de ambas propues-
En este panorama, Habermas, por ejem- tas. Uno de los elementos que toma en cuen-
plo, aboga por una nueva apropiación críti- ta en la escena contemporánea es la presen-
ca del proyecto moderno, en contra de un cia de las nuevas tecnologías –medios de
antimodernismo conservador. El filósofo comunicación, cultura de la imagen– en el
alemán trata de rescatar el potencial eman- desarrollo principalmente de las propuestas
cipatorio de la razón, diferenciándose de estéticas, lo que quiebra las nociones ador-
quienes confunden razón con dominación, nianas de alta cultura y cultura popular. En
y hace desde ese lugar una defensa de la este sentido, Huyssen analiza los vínculos de
modernidad ilustrada. continuidad y crítica que se establecen con
Otro autor fundamental en el debate, las propuestas de las vanguardias históricas.
Jean François Lyotard, considera que la pos- Así, el posmodernismo en arte puede ser en-
modernidad señala el fin de los grandes re- tendido en sentido similar a las vanguardias
latos, es decir de las metanarrativas de la en cuanto enfrentamiento a la institución
modernidad y su capacidad explicativa. Su artística tradicional del modernismo clásico.
obra La condición posmoderna es uno de los De manera casi paradójica, pensar la tradi-
puntales de la reflexión sobre el tema; en ción –a partir de las vanguardias que nega-
ella Lyotard analiza las transformaciones ban todas las tradiciones– permite romper
del pensamiento ilustrado en el umbral de con la exigencia permanente de innovación
la informatización de las sociedades. en que había caído el arte moderno. Se re-
En estas condiciones, ¿cómo pueden se- piensa la tradición, la relación del arte con
guir siendo creíbles los grandes relatos de la vida y se presta oído a las voces que vienen
legitimación? Esto no quiere decir que no de fuera de la “institución arte” occidental.
230 posmodernidad
Es preciso señalar que las búsquedas nidad no siempre le resta potencial político
operadas por el posmodernismo no dan re- a las búsquedas artísticas.
sultados homogéneos, sino que se transfor- Modernidad y posmodernidad no pueden
man en “por un lado, la emergencia de una ser leídas como etapas dentro de una lógica
cultura del eclecticismo, un postmodernis- temporal “sino como problemáticas de lec-
mo ampliamente afirmativo que abandona tura y relectura –retrospectiva e introspecti-
todo reclamo crítico, toda negación o tras- vas– de los vocabularios (en crisis) de la
gresión; y, por otro lado, un posmodernismo configuración sujeto/razón/historia/ progre-
alternativo que definía la crítica, resistencia so” (Richard, “Latinoamérica” ¿página?).
y trasgresión del statu quo en términos no En este sentido, podemos sacar “provecho
modernistas ni vanguardistas, más de acuer- latinoamericano” de los que la posmoderni-
do con los cambios políticos de la cultura dad significa como fisuras a la autoridad del
contemporánea” (Huyssen, “Guía”: 237). pensamiento central.
Pensar el arte contemporáneo a la luz de La reflexión acerca de modernidad lati-
la relación modernidad-posmodernidad im- noamericana –culturalmente discontinua,
plica, entonces, abandonar la noción facilis- socialmente desigual, políticamente incom-
ta del “todo vale” –simplificación de ciertas pleta– se ve obligada, en esta nueva escena
lecturas sobre el posmodernismo– para en- histórica, a volver sobre sí misma, a discutir
trar en un territorio complejo en el que se sus viejos paradigmas y a revisar los princi-
revaloran voces y propuestas que habían pios que la han sostenido a lo largo de los
sido excluidas del concepto moderno de siglos. Se trata de tomar distancia de las
arte, tales como las formas industriales o de “premisas estático esencialistas y político
la cultura masiva, o –como señalamos más pragmáticas” (Herlinghaus y Walter: 25) y
arriba– las expresiones de las “otredades” de reconocer la identidad del continente como
la sociedad (mujeres, indígenas, homosexua- un todo complejo constituido por sistemas
les y múltiples etcéteras). En términos for- inestables, heterogéneos y cambiantes.
males, si bien es difícil generalizar sin bana- Frente a una modernidad que encierra a
lizar las propuestas, puede verse una la vez lo elitista y lo popular, lo tradicional
tendencia a desdibujar las fronteras entre y lo verdaderamente moderno nos vemos
los diversos géneros artísticos, y el uso deli- obligados a ir más allá de la “tradición de
berado de la “cita” en clave de intertextuali- la ruptura” planteada por Octavio Paz. “El
dad o collage. El pastiche posmoderno es así cambio que lleva de un concepto homogé-
también diálogo con el pasado y, por lo tan- neo y universalista de modernidad a una no-
to, memoria (este elemento se ha convertido ción heteróclita, ha contribuido en América
en espacio de resistencia en sociedades Latina […] a rendir testimonio crítico de las
como la latinoamericana). El horizonte ya aporías de su propio pensamiento anterior
no es el del futuro, como para el arte mo- (Herlinghaus y Walter: 19).” Algunos teóri-
derno, sino el de una actualización del pa- cos latinoamericanos prefieren el concepto
sado a través de la ironía y la recreación; de “modernidad periférica” por sobre el de
actualización del pasado que descree de la “posmodernidad ” como modo de pensar las
historia. Se trata, por una parte, de la cele- contradicciones entre los proyectos moder-
bración de la pérdida de poder del raciona- nos y las precariedades del atraso histórico
lismo y, por otra, de las más variadas expre- del continente; sería una manera de volver a
siones del desencanto que cubren un amplio tomar en cuenta –sin abandonar el horizon-
abanico ideológico. La mezcla de lo kitsch y te de racionalidad, ni los cuatro proyectos
lo erudito, la fragmentación, la antisolemni- centrales de la modernidad y su fundamen-
dad, la oposición a la búsqueda de sentidos tal compromiso político– los desencuentros
más allá de la obra misma, la fetichización entre modernidad cultural y modernización
de las mercancías, la superficialidad como social que han dado como resultado: que
lenguaje estético, serían algunas de las ca- convivan en un mismo espacio geográfico los
racterísticas de las obras posmodernas. Sin sectores más desposeídos con las élites que
embargo, la enumeración no busca agotar tienen acceso a los más sofisticado de las co-
sino abrir las posibilidades en un espacio en municaciones y la tecnología, que junto con
el que la pérdida de las utopías de la moder- las manifestaciones culturales tradicionales
posmodernidad 231
Lewis, Perry Miller y Leo Marx, la “escuela procesos de globalización en otras partes
del mito y el símbolo” vino a remplazar al del mundo como una forma de “america-
enfoque anterior, mucho más centrado en el nización”. Él cree que, considerados en
pasado estadunidense, con una empresa in- conjunto, un enfoque comparativo interno,
terdisciplinaria que combinaba métodos de un modelo hemisférico y un enfoque glo-
historia intelectual, crítica literaria, teoría bal, producirán “un entendimiento de los
política, sociología y antropología cultural. Estados Unidos en los contextos compara-
En el clima de la guerra fría de los años tivos de estudio hemisférico occidental y,
cincuenta, fueron creados varios programas finalmente, global” (21).
de estudios americanos con el apoyo de cor- Mientras que la propuesta de Rowe resu-
poraciones y fundaciones estadunidenses (la me magistralmente las maneras de magnifi-
Asociación de Estudios Americanos también car el enfoque en los Estados Unidos, en
surgió en esos años). En este sentido, los otro ensayo de 1998, titulado “Nationalist
estudios americanos estadunidenses han Postnationalism: Globalist Discourse in
reinscrito ideas tanto sobre la homogenei- Contemporary American Culture”, Frederick
dad interna de los Estados Unidos como Buell ha articulado una poderosa crítica de
sobre la posición excepcional del país en el una de las versiones de posnacionalismo de
mundo, particularmente en lo que se refiere Rowe. Buell, en lugar de cuestionar entera-
a su diferencia de los países europeos y a las mente los modelos tradicionales de naciona-
formas europeas de imperialismo. lidad, caracteriza el enfoque en la diversi-
En un ensayo de 1998, titulado “Post- dad interna de los Estados Unidos como una
Nationalism, Globalism and the New “narrativa de recuperación” que rescribe el
American Studies” (un ensayo que, exten- nacionalismo de Estados Unidos de forma
dido, se convirtió en la introducción de posnacionalista. Las narrativas de la diver-
Post-Nationalist American Studies), el ame- sidad interna, escribe Buell, han ido más
ricanista estadunidense John Carlos Rowe allá del rechazo inicial de la globalización
enfatizaba el posnacionalismo como un ma- como una amenaza para las tradiciones in-
nera de llevar los estudios americanos más ternas y para la dominación global de
allá de las narrativas de “carácter nacional” Estados Unidos. En cambio, como una for-
estadunidense y más allá de la apropiación ma de consenso nacional, el multiculturalis-
imperialista del término “América” por par- mo ha contribuido al surgimiento de agen-
te del campo. Como solución, Rowe pro- das corporativas que conciben la identidad
pone dos narrativas posnacionalistas: una, posnacionalista estadunidense como la pre-
que se enfoca en la diversidad interna de cursora de un nuevo orden internacional y
los Estados Unidos y, otra, consistente en un en este sentido, mercantilizan tal identidad
enfoque geopolítico más amplio, que reco- para el uso de mercados domésticos e inter-
nozca las “historias multiculturales y mul- nacionales. De esa manera Buell muestra
tilingües de otras naciones del hemisferio” cómo los discursos multiculturalistas, que
(“las Américas”). Como Rowe, argumenta, han emergido del enfoque progresivo en la
ambas perspectivas están modeladas con raza y etnicidad estadunidenses, han termi-
base en los estudios chicanos y su énfasis nado por promover los paradigmas estadu-
en puntos de contacto histórico, geográfico nidenses en el resto del mundo en los cam-
y lingüístico entre dos o más comunidades pos de los medios y la cultura popular
(“Post-Nationalism”: 13). Además de enfa- (mientras que los argumentos de Buell tie-
tizar el reconocimiento de la diversidad nen su origen en los años de la presidencia
interna de los Estados Unidos y de su pa- de Clinton, caracterizada por su abierta aco-
pel en el hemisferio, Rowe sigue el ejemplo gida de la globalización, la política aislacio-
de otros americanistas, prominentemente nista de George W. Bush se ha basado en
Jane Desmond y Virginia Dominguez, que formas mucho más vacías de multicultura-
han propuesto el reconocimiento del tra- lismo, tal vez para ocultar el desplazamien-
bajo de investigadores internacionales so- to de otras narrativas de recuperación iden-
bre los Estados Unidos. Rowe argumenta tificadas por Buell, tales como la retórica del
específicamente a favor de la inclusión de ambientalismo y la democracia de la infor-
investigaciones que han caracterizado los mación).
posnacionalismo 235
48.3, 1998, pp. 475-490; Gilman, Susan, “The tracto. Para ello, reformulan la diferencia-
New, Newest Thing: Have American Studies ción entre el arte culto y el popular ante la
Gone Imperial”, American Literary History, núm. emergencia de nuevas articulaciones socia-
17.1, 2005, pp. 196-214; James, Paul, “Relating les. La teoría crítica, nacida en el contexto
Global Tensions: Modern Tribalism and del predominio nazi, cuando el capitalismo
Postmodern Nationalism”, Communal/Plural: ejerce su dominio sobre la economía, la po-
Journal of Transnational and Crosscultural lítica y también la cultura, observará los
Studies, núm. 9.1, abril, 2001, pp. 11-31; cambios producidos tanto en la alta cultura
Kaplan, Amy y Donald Pease, Cultures of United como en el surgimiento de la llamada cultu-
States Imperialism, Durham, Duke, University ra de entretenimiento (cine, fotografía, mú-
Press, 1993; Kofman, Eleonore, “Citizenship, sica, etc.). Theodor Adorno, fundador de la
Migration, and the Reassertion of National escuela de Frankfurt y su representante más
Identity”, Citizenhip Studies, núm. 9.5, noviem- conspicuo quien escribió con Max
bre de 2005, pp. 453-467; Koopmans, Ruud y Horkheimer La dialéctica del Iluminismo
Paul Statham, “Challenging the Liberal Nation- (1947) –libro considerado pionero de los es-
State? Postnationalism, Multiculturalism, and tudios culturales–, y Walter Benjamin (quien
the Collective Claims Making of Migrants and mantuvo una relación problemática con sus
Ethnic Minorities in Britain and Germany”, miembros debido a la heterodoxia de su
American Journal of Sociology, núm. 99.105, pp. pensamiento) desarrollarán dos perspecti-
652-696; Rocha, Alberto, Configuración política vas analíticas disímiles que tuvieron y con-
de un mundo nuevo: dimensiones políticas de lo tinúan teniendo una influencia decisiva en
global, lo supraregional, lo postnacional y lo lo- los debates académicos latinoamericanos.
cal, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, Adorno rechaza la cultura de masa y sos-
2003; Rowe, John Carlos (ed.), Post-Nationalist tiene para el arte un lugar de privilegio: ser
American Studies, Berkeley, University of la conciencia crítica de la sociedad (dialéc-
California Press, 2000; Rowe, John Carlos, tica negativa). Benjamin, por su lado, pone
“Post-Nationalism, Globalism, and the New atención en la utilización que el arte puede
American Studies”, Cultural Critique núm. 40, hacer de la nueva tecnología, transforman-
1999, pp. 11-28; Sassen, Saskia, “Globalization: do tanto el carácter aureático de la obra de
Developing a Field for Research and Teaching”, arte como los mecanismos de producción y
ponencia en el Dartmouth College como par- recepción de la misma (“La obra de arte en
te de la conferencia “Globalization of the la época de la reproductibilidad técnica”,
Academy”, 15 de noviembre de 2000. 1935). La producción en serie de artefactos
culturales posibilita tanto una democratiza-
[claudia sadowski-smith ción en el uso de las fuerzas productivas
(trad. de juan manuel portillo)] como una transformación sustancial en la
experiencia de un público que accede, por
primera vez, a la cultura de forma masiva y
producción cultural debe organizar significativamente sus per-
cepciones. En “El artista como productor”
A partir de los años cuarenta y cincuenta en (1931) postula que el artista al hacer uso de
Europa surgen dos corrientes teóricas: la los medios de producción los debe transfor-
teoría crítica de la escuela de Frankfurt y los mar en su utilización; el ejemplo paradig-
estudios culturales de la primera escuela de mático lo constituya el teatro épico de
Birmingham, que redefinen el término pro- Brecht con su técnica del montaje. El méto-
ducción con relación a la cultura en el con- do de la reproducción mecánica incorpora-
texto del surgimiento de la industria cultu- do a las formas estéticas burguesas provoca
ral. Desde esta perspectiva, se critica las en ellas su eclosión y el distanciamiento crí-
formulaciones marxistas que consideran a tico por parte de sus receptores. Para Adorno
los productos simbólicos (superestructura) es imposible dicha experiencia, por el con-
un mero reflejo de la producción económica trario, el sistema de producción taylorista
(infraestructura). También se cuestiona las aplicado a la cultura trae aparejado un pro-
concepciones idealistas que conciben a la ceso de reificación que conduce al acostum-
cultura como un bien trascendental y abs- bramiento, identificación y ensoñación del
238 producción cultural
(junto con Althusser) preserva un estatus sea para asumirla o discutirla (cuestión que
privilegiado para el arte y la teoría al colo- se expresa internamente en la obra con el
carlos en una posición de vanguardia desde uso de diferentes recursos: puntos de vista,
la cual se puede desarticular los andamiajes personajes, etc.). Si bien las técnicas de es-
ideológicos. critura son el producto del desarrollo de las
En este sentido el enfoque semiótico de fuerzas productivas de la clase dominante,
Kristeva (Séméiotiké, 1969) apunta justa- el escritor puede elegir cambiarle el signo
mente a poner en evidencia las articulacio- o no (por ejemplo, la corriente literaria del
nes de la teoría; es decir, su propia produc- naturalismo con respecto al ideario positi-
ción, puesto que toda teoría se encuentra vista de la burguesía). La literatura crítica,
construida y traspasada por la ideología. al acentuar la distancia con respecto a la
En su análisis se propone transformar los ideología que acompaña a las técnicas pro-
términos que adopta. Así, el concepto de ductivas dominantes se retira, así, de la
producción acuñado por Marx no le inte- noción de consumo (59). En Jitrik, la idea
resa desde la perspectiva de los productos de signo supone un trabajo de producción
(valor, circulación de bienes y dinero, su de significación no contemplada en la teo-
distribución y circulación) sino desde su ría lingüística de Saussure (el significado
interioridad. A partir de una perspectiva reproduce, la significación produce). A su
hermeneútica y psicoanalítica, Kristeva se vez, el trabajo crítico produce en su lectu-
concentra en el análisis de las instancias ra una nueva significación (conocimiento)
previas a la formulación de los significados, y ayuda, en última instancia, a transformar
lo que denomina la otra escena (por ejem- el mundo.
plo los sueños) donde nacen los deseos antes A partir de los ochenta, el desarrollo de
de ser lenguaje, comunicación o producto. teorías sociológicas, también originadas en
De este modo, el lenguaje y el sujeto que lo Francia, como las de Pierre Bourdieau y
produce se consideran en sus procesos de Michel de Certeau tendrán un papel decisivo
significación (las prácticas significantes). El sobre todo en la modelización del campo
arte y la literatura también ocupan en esta cultural concebido como la tensión entre
teoría un lugar privilegiado ya que al esce- expresiones de la alta y baja cultura. Se par-
nificar la heterogeneidad de las pulsiones te de una perspectiva más descentrada de la
que irrumpen y conforman a todo lenguaje sociedad en donde si bien existen formacio-
imposibilitan la coagulación de un sentido nes institucionales que regulan el comporta-
determinado. miento de los individuos, éstos poseen su
Esta orientación textualista que se desa- propio patrimonio simbólico. También la
rrolla principalmente en Francia producirá teoría de la comunicación (que comienza a
sus efectos en el campo más vasto de los tener auge en los 70) pondrá énfasis en el
estudios culturales tanto europeos como papel del receptor como productor de senti-
latinoamericanos, cuando obras de auto- do al observar una ampliación considerable
res tales como Roland Barthes y más tarde del tiempo de ocio que supone un cambio
Michel Foucault se empiecen a traducir. Por sustancial en su administración por parte de
su lado, Antonio Gramsci y Louis Althusser las industrias culturales en donde es funda-
tuvieron también una enorme influencia en mental conocer el gusto e interesas de las
torno al concepto de ideología. Dentro de audiencias.
esta última tradición, se inscribe el ensayo Estos modelos analíticos tienen una gran
del argentino Noé Jitrik, Producción litera- incidencia en los pensadores latinoamerica-
ria y producción social (1975), en donde se nos con relación a los conceptos de produc-
analiza la relación entre los modos de pro- ción, circulación y consumo, especialmente
ducción de una sociedad determinada y los en las culturas populares. Néstor García
modos de producción de un texto. Jitrik pos- Canclini (argentino radicado en México)
tula que la escritura se desarrolla de acuer- postula una teoría materialista de la produc-
do a técnicas que están en relación con las ción cultural rechazando tanto las concep-
técnicas de producción en general. Lo que ciones idealistas de la cultura, el relativismo
media entre ambas instancias es la ideolo- cultural (no todas las culturas son iguales)
gía a partir de la cual el escritor escribe ya como las aproximaciones mecanicistas pro-
240 producción cultural
ámbito de la cultura y que han caído en el ra y políticas culturales, Santiago, flacso, 1988;
dominio de expertos tecnócratas. En la era García Canclini, Néstor, Las culturas popula-
de la globalización, dice, a su vez, George res en el capitalismo, México, Nueva Imagen,
Yúdice en El recurso de la cultura (2002), se 1982; Jitrik, Noé, Producción literaria y pro-
ha producido una definitiva “instrumentali- ducción social, Buenos Aires, Sudamericana,
zación de la cultura” que supone su uso 1975; Kristeva, Julia, Séméiotiké = semiótica
como fuente de legitimación en los ámbitos (trad. José Martín Arancibia) , 2 vols., Madrid,
más heterogéneos de lo social (desarrollo Fundamentos, 1981 (orig. 1969); Reguillo,
urbano, crecimiento económico e incluso Rossana, “Pensar el mundo en y desde América
espacio para la resolución de conflictos so- Latina: desafío intercultural y políticas de re-
ciales) (24-26). En esta última visión, la pro- presentación”, Diálogos de la Comunicación 65,
ducción cultural se convierte en un recurso 2002, pp. 61-71; Williams, Raymond, Culture
al que apelan tanto las empresas transnacio- and Society: Coleridge to Orwell, Londres,
nales como los grupos que se oponen a di- Hogarth Press, 1982 [Cultura y sociedad (trad.
cho sistema. Horacio Pons), Buenos Aires, Nueva Visión,
2001]; Williams, Raymond, Marxism and
bibliografía. Adorno, Theodor W. y Max Literature, Oxford, Oxford University Press,
Horkheimer, Dialéctica del Iluminismo, Buenos 1977 [Marxismo y literatura (trad. Pablo Di
Aires, Sur, 1971; Bourdieu, Pierre, La reproduc- Masso), Barcelona, Ediciones Península,
ción: elementos para una teoría del sistema de 1980].
enseñanza, Barcelona, Laia, 1977; Brunner,
Joaquín, Un espejo trizado: ensayos sobre cultu- [isabel quintana]
raza/etnicidad mían los análisis de la raza o la etnicidad a
un simple reflejo de la clase o a lo econó-
Los estudios culturales constituyen un am- mico. Desde esta vertiente de los estudios
plio campo en el cual confluyen diferentes culturales, la raza o la etnicidad no pueden
tradiciones intelectuales en torno a las rela- ser entendidas como una expresión mecá-
ciones entre lo cultural y lo político. nica de las relaciones de clase ni están di-
Innumerables son las disputas sobre sus rectamente determinadas por la estructura
múltiples genealogías o sobre la pertinencia económica de una formación social. La raza
de enmarcar estas tradiciones bajo el rubro y la etnicidad no se consideraban como un
de estudios culturales (para una discusión simple epifenómeno de lo económico ni de
sobre la pertinencia de hablar de estudios la lucha de clases como se asumía en cier-
culturales latinoamericanos véase a Walsh, tos los modelos marxistas del “materialismo
Estudios). Dependiendo de cómo se asuma vulgar”, pero también en otras corrientes
una posición frente a estas disputas, apare- que hacían depender la raza o la etnicidad
cen diferencias sustantivas con respecto a la de los cálculos o intereses económicos de
manera de entender en concreto el desplie- individuos o grupos. En este sentido, des-
gue y las transformaciones de categorías de esa vertiente de los estudios culturales
como las de raza y etnicidad dentro de los se argumentaba por la autonomía relativa
estudios culturales. de la raza y etnicidad con respecto a otros
En la vertiente de los estudios culturales componentes de la formación social en ge-
que se remonta a Birmingham y al Centro neral y su irreductibilidad a lo económico
Contemporáneo de Estudios Culturales en particular.
(cccs), lo racial aparece a finales de los años Este cuestionamiento al reduccionismo
setenta como problemática asociada al tra- economicista, sin embargo, no significaba
bajo colectivo que encuentra su más visible que esta vertiente de los estudios culturales
expresión en los libros Policing the Crisis: se plegaran a aquellas corrientes más extre-
Mugging, the State, and Law and Order y The mas de corte sociológico, que negaban cual-
Empire Strikes Back: Race and Racism in 70s quier relación de la raza o la etnicidad con
Britain. Stuart Hall y Paul Gilroy son las dos las condiciones materiales de producción
figuras más destacadas en esta vertiente de económica y las relaciones de clase de una
los estudios culturales que, desde entonces, formación social determinada. Para estas
enfocan su atención en aspectos relaciona- corrientes, la raza y la etnicidad eran fenó-
dos con raza y etnicidad. En su conjunto, menos sociales autónomos y entendibles en
las elaboraciones sobre raza y etnicidad sus propios términos. Esto es, la raza y la
desarrolladas en este contexto partían de etnicidad constituían un caso particular de
cuestionar al reduccionismo economicista las relaciones sociales ya fuera en el estable-
propio del “materialismo vulgar” y, del lado cimiento de diferencias y jerarquías en una
opuesto, al reduccionismo discursivo aso- sociedad determinada o en la yuxtaposición
ciados a ciertas corrientes textualistas. (generalmente por la fuerza) de diferentes
El cuestionamiento al reduccionismo órdenes sociales. Si bien esta vertiente de
economicista consiste en tomar distancia de los estudios culturales compartía con las
los diferentes encuadres teóricos que subsu- corrientes sociológicas que la raza o la et-
[243]
244 raza-etnicidad
nicidad no podían considerarse como sim- culo sobre la relevancia de Gramsci para
ples derivados de lo económico, diferían de el estudio de la etnicidad y la raza, “The
las expresiones extremas que rechazaban de Problem”, Hall desarrolla este aspecto en
plano cualquier condicionamiento de lo eco- detalle). Antes que entidades fijas e inmuta-
nómico. Las categorías de “articulación” y bles que se encuentran en todos los lugares y
“sobredeterminación”, inspirada en los tra- tiempos, la raza y la etnicidad son productos
bajos de Laclau y Althusser, ofrecieron los de condiciones históricas concretas y varían
insumos teóricos para que esta vertiente de sustancialmente de una formación social a
los estudios culturales elaborara una teoría otra. Dos son las principales consecuencias
de la totalidad social y de la determinación de esta premisa de la historicidad.
que tomaba en cuenta las condiciones ma- Primero, significa un cuestionamiento a
teriales de existencia de las formaciones los escencialismos biologicistas o cultura-
sociales, sin caer en los problemas del “ma- listas. Esta vertiente de los estudios cultu-
terialismo vulgar” y del economicismo (para rales cuestiona el esencialismo biologicista
una argumentación detallada, véase Hall, que supone la idea de que la raza sería una
“Race”). realidad biológica y, por lo tanto, que se-
En sus elaboraciones de la raza y la et- ria expresión de la “naturaleza humana”. Al
nicidad esta vertiente de los estudios cultu- contrario de este esencialismo biologicis-
rales también ha cuestionado el reduccio- ta, esta vertiente de los estudios culturales
nismo discursivista. Éste se desprende de confluye con el grueso de los académicos
una sobreinterpretación del giro discursivo contemporáneos al considerar que la raza
considerando que la raza y la etnicidad son como entidad biológica se remonta a la ex-
reducibles a los discursos que las constitu- pansión colonial europea con sus topologías
yen. Aunque esta vertiente de los estudios y jerarquizaciones eurocentristas de los se-
culturales está plenamente de acuerdo con res humanos y de la naturaleza en general.
la afirmación de que la realidad social en La raza fue una invención colonial de clasi-
general y la raza y etnicidad en particular ficación y subordinación de poblaciones no
son discursivamente constituidas, se dis- europeas que apelaba al discurso experto de
tancia de quienes de ello concluyen que el la biología de la época. A pesar de que des-
discurso es el principio de inteligibilidad al de mediados de siglo pasado la biología ha
que se puede reducir todo lo social. Esta refutado la existencia de entidades raciales,
vertiente de los estudios culturales conside- esta noción de raza como entidad biológica
ra que la dimensión discursiva de la raza y ha continuado habitado de disímiles formas
la etnicidad no es un simple agregado que el imaginario colectivo y el sentido común,
se sumaría, al final, a relaciones y prácti- imbricándose con prácticas de diferencia-
cas no discursivas constituidas de antema- ción, regulación, normalización, exclusión
no. Sin embargo, no se limita a un análisis y control. Por lo tanto, desde esta vertiente
discursivo, ni desconoce la relevancia de de los estudios culturales se examinan estas
las dimensiones no discursivas de cualquier cambiantes y múltiples prácticas, relaciones
práctica y relación en una formación social y representaciones que constituyen la raza
determinada. Menos aún sigue a aquellas como si fuera una entidad biológica en una
corrientes que reducen lo discursivo a una formación social determinada.
conceptualización formalista del lenguaje En el mismo sentido, el historicismo
que consideran la raza y la etnicidad como de esta vertiente de los estudios cultura-
sistemas de clasificación social, como “bue- les cuestiona el esencialismo culturalista.
nas para pensar” o sistemas de intercambio Desde el esencialismo culturalista la etnici-
de signos. dad y la raza aparecen como la expresión
Además del cuestionamiento a los reduc- de unos rasgos culturales primordiales que
cionismos economicista y discursivista, esta se mantienen inmutables a través de la his-
vertiente de los estudios culturales subraya toria. Nada más distante de la visión de los
la historicidad de la raza y la etnicidad. estudios culturales que no explican la etnici-
En otras palabras, argumentan que tanto dad o la raza como resultado de aislamien-
la raza como la etnicidad son histórica y tos o de emanaciones de núcleos culturales
contextualmente constituidas (en su artí- primordiales, enraizados en un supuesto
raza-etnicidad 245
inconsciente colectivo, sino como resultado nados, pero constituyen sistemas diferencia-
de las interacciones históricamente situadas bles de prácticas discursivas y subjetividades
en contextos de relaciones de poder cons- que dividen y clasifican el mundo social con
tituyentes de grupos, identidades y sujetos sus historias específicas y sus modos de
determinados. operación. A pesar de sus particularidades
Segundo, otro aspecto a considerar en la constituyen dos registros del racismo: el ra-
elaboración de la raza y etnicidad desde los cismo biológico-cultural y el diferencialismo
estudios culturales, asociada a Birmingham cultural (“Conclusion”: 223).
y en especial al trabajo de Stuart Hall, se El racismo inscribe diferencias y jerar-
refiere a la distinción entre estas dos catego- quías ineluctables y naturalizadas en una
rías. Aunque Hall distingue analíticamente formación social: “El racismo, por supues-
entre etnicidad y raza considera que entre to, opera por la construcción de impasables
estas categorías existen analogías y superpo- fronteras simbólicas entre categorías racial-
siciones. De manera general, para Hall la mente constituidas y sus típicos sistemas
etnicidad es un concepto que ha sido asocia- binarios de representación constantemente
do con una locación social (el lenguaje del marcan y tienden a fijar y naturalizar la di-
lugar) y articulado a través de “rasgos cul- ferencia entre pertenencia y otredad” (Hall,
turales” (“Etnicidad es el término que noso- “New Ethnicities”: 445). El racismo debe ser
tros damos a los rasgos culturales –lenguaje, entendido como un tipo de práctica cuya
religión, costumbre, tradiciones, sentimien- especificidad refiere a la ineluctable natu-
tos por ‘lugar’– que son compartidos por un ralización de la segregación, separación y
grupo”: “The Question”: 617) mientras que jerarquización de la diferencia: “El racismo
la raza ha sido relacionada con la discrimi- es una estructura de discurso y representa-
nación tomando características somáticas ción que trata de expulsar simbólicamen-
que operan como diacríticos raciales te al Otro –lanzarlo afuera, colocarlo allá,
(“Conclusion”: 222-223). en el tercer mundo, en la margen– (Hall,
No obstante, Hall trasciende esta simple “Ethnicity”: 16).” El racismo requiere ser
oposición entre raza y etnicidad y anota que analizado como una serie de prácticas más
aunque el “racismo biológico” recurre a las o menos institucionalizadas en formaciones
características corporales como diacríticos sociales específicas, cuyo despliegue garan-
de la raza estas características connotan tiza la inscripción en el cuerpo social e in-
diferencias sociales y culturales. En las úl- dividual de relaciones de desigualdad, asi-
timas décadas, esta noción de raza ha sido metría y exclusión. Ahora bien, como lo ha
desplazada por un concepto explícitamente hecho con las nociones de raza y etnicidad,
cultural. Las nociones biológicas extremas Hall ha enfatizado la pluralidad e historici-
de la raza (expresadas en la eugenesia, el dad del racismo, arguyendo que no existe un
darwinismo social o el fascismo) “han sido solo racismo sino racismos.
reemplazadas por definiciones culturales En América Latina múltiples son las ela-
de la raza, las cuales permiten que la raza boraciones sobre raza y etnicidad que bien
juegue un papel significativo en los discur- pueden considerarse en dialogo con los es-
sos de la nación y la identidad nacional” tudios culturales. Entre las más relevantes
(“The Question”: 618). Este desplazamiento se encuentran el trabajo de Claudia Briones
del pensamiento racial y del racismo de lo en Argentina con su conceptualización de
somático hacia lo cultural es referido con “aboriginalidad”, el de Marisol de la Cadena
el concepto de “racismo cultural” de Paul en Perú sobre los “mestizos indígenas”, y el
Gilroy (There Ain’t). del colectivo asociado al doctorado en estu-
Por su parte, en la etnicidad “la articula- dios culturales de la Universidad Andina
ción de diferencia con la Naturaleza (bioló- Simón Bolívar (uasb) en Quito coordinado
gica y genética) es presente, pero desplaza- por Catherine Walsh centrado en la colonia-
da mediante el parentesco y el matrimonio” lidad del poder.
(“Conclusion”: 223, cursivas en el original). Briones propone trascender los cada vez
Para Hall, estos discursos de las etnicidades más estériles debates anclados en discusio-
y las razas (biológica o culturalmente sutu- nes de semánticas descontextualizadas que
radas) se encuentran estrechamente relacio- tienden a suponer el carácter dado de ca-
246 raza-etnicidad
tegorías como las de “etnia” o “raza”. Para que subalterniza las experiencias, seres y
Briones se hace teórica y metodológicamen- saberes otros. Para ello, la diferencia colo-
te pertinente hacer énfasis en una pragmá- nial desde la cual se articulan los movimien-
tica de los usos sociales que se encuentra tos sociales indígenas y afrodescendientes,
ligada a contextos históricos específicos ofrece alternativas a la modernidad y unas
(257). En este sentido, Briones sugiere ex- políticas epistémicas, ontológicas y existen-
plorar la noción de “aboriginalidad” como ciales orientadas hacia la descolonialidad.
una alternativa analítica en el contexto de Inspirados en parte por los estudios cul-
una economía política de la producción (de turales en América Latina se han adelantado
la diferencia) cultural (242-243). De ahí que igualmente numerosos trabajos sobre raza y
la ‘aboriginalidad’ sea entendida desde un etnicidad con un enfoque en las poblaciones
enfoque procesal y relacional de coproduc- afrodescendientes. Las investigaciones de
ción e inscripción de otros (diferentes-mar- Livio Sansone en Brasil, las de Jean Rahier
cados) y nosotros (diferentes-no-marcados) para Ecuador, las de Kevin Yelvington en el
en un entramado social de exclusiones e Caribe, o las de Peter Wade para Colombia
inclusiones propias de la dialéctica de re- abordan las relaciones entre representacio-
producción/contestación permanente de la nes, relaciones de poder y alteridad étnica/
hegemonía y subalternidad. racial que operan en las construcciones de
Por su parte, Marisol de la Cadena ha lo negro, la nación y la diáspora. Sansone,
trabajado desde una historización de las por ejemplo, evidencia las diferentes arti-
nociones de “mestizaje” que han operado culaciones raciales en Brasil y la “cultura
en diferentes momentos del siglo xx en negra” teniendo en cuenta los impactos de
Perú y América Latina. Sus análisis de los la circulación global de imágenes y objetos.
discursos y las prácticas de las articulacio- De ahí que su trabajo resalte la importan-
nes locales del mestizaje y la indianidad, cia analítica de las influencias de las redes
han mostrado cómo rasgos culturales (la transnacionales en las articulaciones racia-
educación, formas de vestir, urbanidad, les locales. Con base en la noción de repre-
etc.) ocupan el lugar de diacríticos racia- sentación de Stuart Hall, el detallado estu-
les, haciendo de la “raza” una categoría que dio de Rahier muestra los diferentes tropos
puede apelar tanto al ámbito de la cultura del pensamiento racial hegemónico sobre lo
como al de la biología. Metodológicamente, negro, a partir de un análisis discursivo y
el contextualismo radical y la historización visual de una revista ecuatoriana. Por lo tan-
son sugeridas por De la Cadena desde “el to, constituye una interesante ilustración de
dialogismo como estrategia epistemológi- lo que metodológicamente se puede lograr
ca para explorar los múltiples significados con el análisis del discurso y lo visual en los
inscritos en la genealogía de la etiqueta estudios de la raza/etnicidad. En uno de sus
de identidad ‘mestizo’ y su correspondien- artículos, Yelvington introduce un relevante
te ideología política, el mestizaje” (“Are cuestionamiento a la noción de diáspora que
Mestizos Hybrid?”: 262). tiende a tomarse por sentada, en vez de exa-
Finalmente, cabe referir el trabajo co- minar históricamente cómo se constituye o
lectivo en torno al doctorado en estudios no desde lo concreto y en situaciones bien
culturales de la uasb por su novedoso abor- específicas, como el caso examinado por el
daje de la raza y etnicidad desde el proyec- de la reacción en el Caribe a la invasión ita-
to intelectual y político de la modernidad/ liana de Etiopia. Finalmente, Wade presenta
colonialidad (Walsh, Pensamiento). A partir uno de los más completos estudios sobre las
de la elaboración de un pensamiento que dinámicas raciales en sus inscripciones re-
cuestiona los fundamentos eurocéntricos de gionales y en el proyecto de construcción de
la modernidad y el conocimiento occidental, nación, evidenciado las imbricaciones entre
se evidencia cómo el pensamiento racial ha las nociones de raza, mestizaje y diferencia.
sido parte constitutiva de la colonialidad. De Combinando la etnografía con el análisis
ahí que se busca intervenir en los términos de documentos, Wade subraya la relevancia
mismos desde los cuales opera la geopolíti- de pensar relacional y contextualmente la
ca del conocimiento moderno/colonial des- producción de las diferencias y jerarquías
atando los amarres del pensamiento racial raciales.
raza-etnicidad / representación 247
estarían ligadas a su relación con el estudio ciertos o falsos, lo cual sugiere una condi-
de la sociedad y la cultura. Por un lado, la ción de construcción en la que se encuen-
representación designaría a las “representa- tran implicados los sujetos.
ciones” en el sentido de los códigos funda- Las formas de representación han varia-
mentales de una cultura, constelaciones do según tiempo y espacio. Del mismo
simbólicas destinadas a regir el orden de los modo, cada disciplina tiene ciertas especifi-
discursos y las prácticas sociales: imágenes caciones de lo que se considera o no una
que producen de sí los sujetos que partici- representación válida en su campo. En lite-
pan en una cultura y en una época determi- ratura la representación ha estado estrecha-
nada. Por otro lado, el gesto de articular mente relacionada a los géneros literarios
épocas a partir de “representaciones” impli- (poesía, narrativa, drama, ensayo, crónica,
caría el hecho de que la representación, el ficción/no ficción) como también a las co-
conjunto de imágenes que son la representa- rrientes literarias que predisponen al recep-
ción de una cultura, de una mentalidad, de tor, en este caso al lector, a esperar un cier-
un orden esencial a las cosas, se encontraría to tipo de representación. Por ejemplo, la
regida por una idea representacional sobre novela realista fue considerada por George
las representaciones: algo así como la repre- Lukács como una expresión narrativa que
sentación-de-las-representaciones, en el sen- representa la realidad satisfactoriamente en
tido de que aquellas imágenes culturales no cuanto la expresa como una totalidad.
sólo poseerían la virtud de representar épo- En el caso del teatro, la obra teatral ha
cas históricas, de retener en ellas el estado sido definida como sinónimo de representa-
de composición de una época, sino que, al ción y ha sido considerada como un espejo
mismo tiempo, sean objeto de representa- de la realidad, función que se exacerbó con
ción, en el sentido de que, para nosotros, el teatro burgués. Sin embargo, a diferencia
estudiosos de la cultura, puedan ellas mis- de la literatura, la obra teatral difícilmente
ma ser representables. podría repetir una representación igual a
En este sentido, la representación cons- otra en tanto que se constituye como una
tituye más bien la estructura de compren- acción única y efímera, aunque sea el mon-
sión a través de la cual el sujeto mira el taje de un mismo texto dramático.
mundo: sus “cosmovisiones”, su mentali- Por su parte, en una performance lo efí-
dad, su percepción histórica. Esta estructu- mero de la representación se agudiza y el
ra de comprensión se encuentra expresada concepto de representación se amplía a otro
en el lenguaje, cuya función sería, en térmi- tipo de manifestaciones no necesariamente
nos generales, “representar” el acto mismo efectuadas en un escenario teatral tradicio-
de cognición del sujeto. De este modo la re- nal. Diana Taylor define performance como
presentación es portadora de significados un comportamiento o una práctica que
que se materializan a través del uso del len- transmite conocimiento al tiempo que es
guaje, sea escrito, visual, auditivo, corporal, una metodología. Una performance incluye
etc. En este contexto sería bueno notar, tam- desde obras artísticas hasta actos cotidia-
bién a modo general, que la representación nos, por ejemplo, las marchas políticas, las
o las representaciones son parte de un siste- apariciones públicas o en televisión de artis-
ma de prácticas sociales y culturales que tas, políticos, periodistas, las representacio-
involucran un referente, que puede ser real nes mediáticas, etcétera.
o imaginario, o incluso otra representación; El campo de la historia, suele ser distin-
unos agentes que realizan la representación guido del de la literatura por su función de
dotados de cierta ideología en un contexto representar la realidad del pasado. Por esta
histórico-social determinado y, finalmente; razón, es quizá una de las disciplinas más
unos receptores que, en el acto de recepción, sensibles al concepto de representación y a
perciben e interpretan dicha representación. corrientes teóricas que, a partir del poses-
Para los estudios culturales, el concepto de tructuralismo, han postulado un acceso al
representación sería la consecuencia de una pasado necesariamente mediado. A partir
serie de prácticas mediadas a través de las del positivismo, la búsqueda de objetividad
cuales se produce un significado o múltiples impuso que la representación histórica, el
significados que no necesariamente son relato histórico, se remitiera a fuentes escri-
representación 249
tas, documentos que atestiguaran y validaran dad inmutable independiente a los hombres,
científicamente una verdad histórica. Debido el arte se consideraba una imitación de la
a las influencias de corrientes teóricas como naturaleza y sólo podía remitirse a las for-
el posmodernismo y el poscolonialismo, las mas exteriores de las cosas, las cuales esta-
prácticas historiográficas contemporáneas ban más relacionadas a la representación de
han transformando sus metodologías y sus un ideal. Aristóteles, por su parte, en su
parámetros de objetividad en tanto que el Poética, asocia la función de la mimesis con
pasado adquiere significado por medio de las acciones del género humano: mientras
sus representaciones. más plausible sea la trama, la mimesis o la
La representación cinematográfica tam- representación se acercaría más fielmente a
bién es el resultado de convenciones especí- dicha realidad.
ficas de un determinado tiempo y lugar, que La teoría intencionalista supone que el
están evidentemente ligadas a una ideolo- productor de la representación impone un
gía, en el sentido de la posición que ocupa significado único del mundo o del objeto
el sujeto en la trama discursiva que organiza representado a través de su uso del lenguaje.
su presente. Como en la literatura y el tea- Esta teoría supondría una ausencia de co-
tro, la representación cinematográfica tam- municación con el entorno social y difícil-
bién responde a ciertos géneros o escuelas mente se podría pensar que una representa-
en particular, por ejemplo el melodrama, ción porta un significado único y excluyente:
que se caracteriza por inducir la emotividad la del agente que la produce. La última gran
del espectador por medio del uso narrativo teoría que menciona Stuart Hall para el es-
del primer plano. tudio de las representaciones es la construc-
En el ámbito político, la representación tivista, la cual postula que ni las cosas o el
política alude al proceso por el cual los ciu- mundo exterior (para darle un sentido más
dadanos delegan su voluntad y sus intereses amplio a lo representable), ni los que usan
a un representante, destinado a sustituirlos el lenguaje pueden otorgar o dotar de un
en el ámbito de las grandes decisiones co- significado único e invariable al lenguaje.
lectivas. En este caso, el representante polí- En la base de esta teoría subyace que el sig-
tico ocupa el lugar de los ciudadanos por nificado del mundo exterior se construye a
medio de un conjunto de procedimientos través de sistemas de representacionales
autorizados desde el espacio público en el (Hall, Representation: 25).
ámbito de las llamadas “democracias repre- Con el trabajo de Ferdinand de Saussure
sentativas”. (1857-1913) en el área de la lingüística, la
En su origen, las representaciones sociales construcción de significado fue relacionada
y culturales han sido objeto de estudio cons- con el lenguaje que, a su vez, fue definido
tante en tanto que habían sido consideradas como un sistema de signos. En términos de
como un medio para acceder a una “verdad”, Saussure, el lenguaje es parte de una estruc-
una “esencia” o una “realidad”. Sin embargo, tura donde el signo (en este caso, la palabra)
la posibilidad de lograr el conocimiento de estaría compuesto por el concepto o idea
esa “esencia” y la definición misma de esa expresada por un sonido o icono (significa-
“verdad/realidad” han estado, desde la anti- do) y la imagen acústica (significante). El
güedad, en el centro del debate en las discu- mundo exterior sólo adquiere significado al
siones críticas sobre la representación. estar en contraste con otros elementos den-
Dentro del estudio de la representación tro de una estructura: el estudio de la rela-
se podrían señalar tres teorías principales (y ción entre el signo y su referente (el objeto
generales): la mimética, la intencionalista y representado por el signo, es decir, lo que la
la constructivista (Hall, Representation: 24- palabra denota) proveería de un significado
26). Según la filosofía griega la mimesis o sentido. En síntesis, dentro de una estruc-
(mºmhsiq) era el proceso por el cual un len- tura, todo signo sería una representación.
guaje, ya sea escrito o visual, imitaba la na- Muchos intelectuales siguieron el modelo
turaleza. En este sentido, el lenguaje cum- de Saussure dando origen al estructuralis-
plía con la función de imitar una verdad ya mo como marco teórico dominante a media-
existente en el mundo exterior. Sin embargo, dos del siglo xx, entre ellos, destacan Roland
para Platón, dada esta existencia de una ver- Barthes, Jacques Derrida, Michel Foucault y
250 representación
del mundo, sobre todo hoy, que las imáge- Cultural Representations and Signifying
nes y lo discursos han logrado conquistar Practices, Londres, Thousand Oaks/Sage-Open
una extensión tecnológica sin precedentes University, 1997; Lanzmann, Claude, “The
debido al desarrollo exponencial de las lla- Obscenity of Understanding: An Evening with
madas tecnologías de información y comu- Claude Lanzmann” en Cathy Caruth, Trauma:
nicación. Explorations in Memory, Baltimore, Johns
Hopkins University Press, 1995, pp. 200-220;
obras de consulta. Avelar, Idelber, “La prác- Masiello, Francine, The Art of Transition: Latin
tica de la tortura y la historia de la verdad” American Culture and Neoliberal Crisis, Durham,
en Nelly Richard y Alberto Moreiras (eds.), Duke University Press, 2001 [El arte de la tran-
Pensar en/la postdictadura, Santiago, Cuarto sición (trad. Mónica Sifrim), Buenos Aires,
Propio, 2001, pp. 175-196; Barthes, Roland, Norma, 2001]; Taylor, Diana, The Archive and
Mythologies, Londres, Cape, 1972 [Mitologías the Repertoire: Performing Cultural Memory in
(trad. Héctor Schmucler), México, Siglo XXI the Americas, Durham, Duke University Press,
Editores, 1981]; Burgos, Elizabeth, Me llamo 2003; White, Hayden, El texto histórico como
Rigoberto y así me nació la conciencia, México, artefacto literario, Barcelona, Paidós, 2003.
Siglo XXI Editores, 2005; Gugelberger, Georg
M., The Real Thing: Testimonial Discourse [felipe victoriano;
and Latin America, Durham, Duke University claudia darrigrandi]
Press, 1996; Hall, Stuart, ed., Representation:
subalternismo Ranajit Guha pide prestado el concepto
gramsciano y lo utiliza para construir una
desarrollo general del término. A finales del relectura de la historia e historiografía de la
siglo xx, el término “subalterno” fue puesto India y proponer una nueva mirada sobre
en escena por el grupo de subalternistas de las relaciones entre hegemonía y dominan-
la India y su grupo de “Subaltern Studies”. cia. Su punto de partida es la definición del
Pero la genealogía del término se traza a diccionario conciso de Oxford, según la cual
Antonio Gramsci, el primero que lo utilizó en “subalterno” representa “al de rango infe-
un sentido teórico para referirse a la relación rior”. Guha lo usa para nombrar “el atribu-
entre hegemonía (gobierno por consenso) y to general de subordinación en las sociedad
dominancia (gobierno por la fuerza). Para del Sureste Asiático ya sea que ésta se ex-
Gramsci, subalterno es un término usado prese en término de clase, casta, edad, géne-
en sentido colectivo, “grupo subalterno”. Un ro, oficio o de alguna otra manera” (Guha y
grupo subalterno es aquel que todavía no Spivak: 35, traducción mía). El traspaso de
cobra conciencia de su fuerza y posibilida- conceptos de entornos europeos a otras re-
des de desarrollo político y, por lo tanto, no giones (que se debate como teorías viajeras)
escapa la fase primitivista, entendida ésta ocasiona grandes polémicas, pero en este
como el nexo entre ideología librecambista caso se explica en base a que la división en-
y sindicalismo teórico, evidente particular- tre la Italia desarrollada y la subdesarrolla-
mente en el ámbito italiano. Según Gramsci, da representa un caso idóneo para teorizar
es en el contexto sindicalista donde emerge los efectos desiguales del impacto del desa-
el concepto grupo subalterno, una vez más rrollo capitalista. Los frutos que rinde este
concebido como aquel que dentro de esta traspaso se pueden palpar en el cambio ra-
teoría no puede devenir grupo dominante o dical que experimenta la noción de historia
desarrollarse más allá de la etapa económica e historiografía cuando éstas se leen desde
corporativa para llegar a la fase hegemónico- lo subalterno –lo que Guha llama leer “en
política en la sociedad civil. Este impedimen- reverso” o “a contrapelo”– y la diferencia
to se debe a que en el movimiento sindicalis- que los conceptos de hegemonía y dominan-
ta teórico, la autonomía del grupo subalterno cia hacen palpables cuando se examinan a
se sacrifica a la hegemonía intelectual de la trasluz de la colonización y la poscoloniza-
clase dominante. La idea de la autonomía del ción. No sólo producen éstos cambios en la
grupo subalterno es sólo, para Gramsci, un noción disciplinaria sino que también po-
aspecto del liberalismo librecambista, pero a nen en cuestión el ejercicio mismo de la
él le sirve para desarrollar varios conceptos dominancia al hacer visibles las expectati-
importantes a su teoría política, tales como vas que ésta tiene de los grupos subalternos
el concepto de hegemonía (que ha de tener sobre los cuales se ejerce.
en cuenta los intereses y las tendencias de Dos definiciones de subalternidad que
aquéllos sobre los cuales se ejerce), el de li- revelan el uso del término por las generacio-
brecambismo y sindicalismo, y la relación nes subsiguientes son, en el subalternismo
que ellos guardan respecto a la sociedad ci- asiático, la de Gyan Prakash que sostiene
vil y política, considerando la última como que: “debemos entender la subalternidad
trascendencia de la primera. como una abstracción usada para identifi-
[253]
254 subalternismo
car lo intratable que emerge dentro de un gencia de sus propios límites de inpensabili-
sistema dominante x, y que significa aquéllo dad […] La subalternidad es, por lo tanto, el
de lo que el discurso dominante no puede nombre de los varios puntos de exceso den-
apropiarse completamente, una otredad que tro de las historias nacionales y posnaciona-
resiste ser contenida. Pero precisamente les del desarrollismo latinoamericano. Este
porque la dominancia fracasa al apropiarse es el límite en el cual las narrativas hege-
la incomensurabilidad radical del subalter- mónicas y los modos sociales e intelectuales
no, ella sólo registra la presencia recalci- de reproducción dominante encuentran sus
trante de la subalternidad, graba las impre- puntos radicales de disfuncionalidad. Como
siones de aquéllo que no puede abarcar; resultado, esto lleva el pensamiento hege-
nunca captura la subalternidad en sí que mónico (y en Latinoamérica esto invaria-
puede ser rescatada por el estudioso subal- blemente significa pensamiento hegemónico
ternista […] La subalternidad irrumpe den- criollo) cara a cara a su inminente ruina. Y
tro del sistema de dominancia y marca sus al hacer esto, mantiene viva la demanda de
límites desde dentro […] Su externalidad a reflexión y de una sostenida política cultural
los sistemas dominantes del conocimiento y (10-11, traducción mía).
poder emerge dentro del sistema de domi- Hay otras maneras de concebir la subal-
nancia, pero solamente como una intimida- ternidad, por ejemplo, Juan Zevallos consi-
ción, como un trazo de aquello que elude el dera “que los inmigrantes tienen una posi-
discurso dominante. Es esta existencia par- ción subalterna. La subalternidad de los
cial, incompleta, distorsionada lo que sepa- inmigrantes andinos radica en el hecho de
ra al subalterno de la élite. Esto significa que la mayoría de ellos carecen o disfrutan
que el subalterno presenta posibilidades de un nivel mínimo de trabajo, vivienda, ali-
contrahegemónicas no como una otredad mentación y escolarización para alcanzar
inviolable desde el exterior, sino desde den- un bienestar humano” (368). Para Walter
tro del funcionamiento del poder, forzando Mignolo, “la idea de la “subalternidad” no
contradicciones y dislocaciones en el discur- es simplemente una cuestión de dominación
so dominante, y proporcionando fuentes de un grupos sociales por otros, sino que
para una crítica inmanente (62).” tiene repercusión global más amplia, en el
En el subalternismo latinoamericano, sistema interestatal analizado por Guha y
Gareth Williams dice: “entiendo la categoría [Aníbal] Quijano (“Colonialidad”: 179). La
de subalternidad en los términos articulados subalternidad conecta historias locales y es-
por Guha y Spivak. La considero como el a tructuras de dominación mundiales. En esto
menudo violento efecto-de-sujeto de los pro- consiste la colonialidad del poder.
cesos nacionales y posnacionales de subor- El término subalterno se presenta como
dinación social, pero también como el límite múltiplemente articulado. Por un lado es un
epistemológico en el cual lo no-hegemónico concepto que se usa como metáfora de una
anuncia los límites del pensar hegemónico y o varias negaciones, límite o tope de un co-
del pensamiento hegemónico. En mi uso del nocimiento identificado como occidental,
término […] no hay resolución a la relación dominante y hegemónico, aquello de lo que
entre las definiciones de Guha y de Spivak. la razón ilustrada no puede dar cuenta. Por
No se privilegia una definición sobre la otra. otro, subalterno es una posición social que
Simplemente me aproximo a la cuestión de cobra cuerpo y carne en los oprimidos, o
la subalternidad como el sitio de tensión aquélla condición que genera la coloniali-
práctica y teórica entre la historia materia- dad del poder a todos niveles y en todas las
lista y la filosofía desconstructivista. Como situaciones coloniales que estructuran el po-
resultado, leo la subalternidad como la tra- der interestatal. Subalterno es, así, aquel
za del telos político dentro de los campos concepto que recorre el campo de los estu-
sociopolíticos y epistémicos y, por lo tanto, dios subalternos en estas múltiples articula-
dentro y en los límites de nuestro sistema ciones.
conceptual de hoy, cuya reflexión hegemó-
nica (y en el caso de Latinoamérica esto sig- uso específico del término en los estudios
nifica predominantemente desarrollista) es culturales latinoamericanos. Después de la
confrontada y desestabilizada por la emer- derrota de los sandinistas en las elecciones
subalternismo 255
la cuestión indígena, a explorar los temas res, atrapados entre fuerzas opuestas. Dada
del multiculturalismo, la diferencia como esta polaridad los frentes populares tienen
práctica social y hermenéutica y el debate que mediar y elegir respuestas insatisfacto-
sobre la poscolonialidad. rias a las fuerzas que representan—tal el
Para Walter Mignolo, subalternismo sig- caso del Frente Sandinista nicaragüense que
nifica la posibilidad de establecer un víncu- ella estudia. Propone que los frentes popu-
lo teórico con las diferentes regiones perifé- lares tienen que disolverse como frentes
ricas afectadas por la colonialidad del poder; para ser partidos y tomar partido por uno
cruzar fronteras y poner a conversar a los de sus componentes. Así, los frentes popu-
afines, quienes añaden matices a la misma lares tan caros a Gramsci para lograr la he-
discusión central. Sus puntos de debate son: gemonía de lo popular, no pueden ser polí-
a] recuperar las especificidades históricas ticamente radicales en situaciones de
continentales; b] reconocer el trabajo de los polarización de fuerzas. Son coaliciones co-
latinoamericanos en referencia a la colonia- yunturales que sirven para efectuar transi-
lidad del poder; c] poner en escena que la ciones de poder.
modernidad no empieza en el siglo xviii sino Alberto Moreiras habla de los estudios
en el xvi (Darker Side). subalternos en relación con la discusión en-
Para Florencia Mallon el encanto de los es- tre lo global y lo local, lo particular y lo uni-
tudios subalternos es que la propuesta viene de versal. Propone, con Zizek que “cada polo
intelectuales basados en el “tercer mundo”, y del antagonismo es inherente a su opuesto”
que ofrece una posibilidad de diálogo transre- (71). De ahí la noción de doble articulación
gional, en el que hay que prestarle atención a o registro doble que “permita al subalternis-
los contextos específicos. Advierte de la peli- ta comprometerse simultánea y distinta-
grosidad de los préstamos y propone una re- mente con la negatividad radical y con la
flexión sobre los mismos campos disciplina- positividad estratégica” (“Hegemonía”: 77).
rios. Cuestiona en el subalternismo la mirada El reto de esta posición es cómo relacionar
desconstruccionista por considerar que destru- los campos hermenéuticos con los políticos;
ye las suposiciones centrales del propósito po- cómo demostrar que la noción de subalter-
lítico del grupo, como la autonomía de las nidad, no se confina al horizonte dialéctico
prácticas subalternas respecto de la cultura de entre lo local y lo global.
élites (Campesinado). José Rabasa expone: 1] cómo la necesi-
John Beverley examina: 1] la relación en- dad de habitar mundos múltiples es una
tre capitalismo y socialismo en conexión con característica de los espacios y discursos
la modernidad –y argumenta que ésta es pro- subalternos; 2] cómo la coexistencia de di-
ductora de subalternidades–; 2] la “heteroge- ferentes mundos en los discursos subalter-
neidad radical”, que contrapone a la “razón” nos implica un iluminismo desiluminador;
del estado moderno o razón comunicativa de 3] cómo toda postulación de un sistema o
Jürgen Haberlas –y argumenta la imposibili- ideología dominante constituye en última
dad de pensar al subalterno dentro de la so- instancia una engañifa –una ilusión óptica–.
ciedad civil–; 3] la subalternidad dentro de Propone que los estudios subalternos son
la noción de hegemonía de Antonio Gramsci desaprendizajes teóricos, por ejemplo, el del
–y argumenta la posibilidad de que el subal- subcomandante Marcos y los ladinos en las
terno acceda al poder–; 4] la posición del selvas lacandonas. Mundos múltiples presu-
subalterno dentro de la discusión de la mul- men coexistencia de espacios híbridos; no
ticulturalidad. Beverley muestra que desde celebración de síntesis cultural, sino incon-
ninguna posición de poder se puede pensar mensurabilidades. No es lo mismo pensar
al subalterno. Subalterno es un sujeto eva- en una lengua que en otra, no es lo mismo
nescente que se escabulle en cuanto se quie- escribir que pintar. Diferentes lenguas par-
re apresar en una representación. Subalterno ticipan de diferentes lógicas y grados de ra-
es, por lo tanto, un aparato heurístico que cionalidad.
sirve para mostrar las aporías del pensa- Javier Sanjinés considera la represen-
miento hegemónico (subalternismo). tación étnica en Bolivia y las maneras de
María Josefina Saldaña propone una lec- pensar lo nacional étnico en relación con
tura elite/subalterna de los frentes popula- la articulación que las clases letradas e in-
subalternismo 257
telectuales (élites) hacen de lo europeo y de la sociedad postrabajo hay que mirar desde
lo autóctono indio, mestizo, criollo, cholo. la óptica de la marginalidad, desde la dro-
Las tres categorías a diferenciar son indio, gadicción, desde la historia sin futuro, des-
mestizo y cholo (subalterno). No se confun- de la comida grasosa, desde el mercado que
de mestizo y cholo, pero sí se funde mestizo gratifica. ¿Qué propósito sirve permanecer
y criollo. Despensar, desleer, negociar, son en el dolor cuando el placer es una de las
los métodos recomendados. Lo fundamen- armas con las que el subalterno responde a
tal es la “representación de lo autóctono”. lo hegemónico?
¿La mirada es siempre señorial, o es posi- Los trabajos subalternistas muestran cla-
ble una mirada subalterna? La primera es ramente que la integración del subalterno es
clásica y la segunda barroca y carnavalesca. imposible, que el mandato de las élites es
Sus cuerpos grotescos y dislocados provie- mantener lo hegemónico y que esto significa
nen de sensibilidades populares “preñadas producir y reproducir las heterogeneidades
de opuestos”. constitutivas de un mundo en el que pre-
Robert Carr muestra la desconstrucción domina el “lag-time” de Homi Bhabha, los
del sujeto en la posmodernidad. Carr em- desencuentros de la modernidad y las tem-
pieza su trabajo con un acontecimiento: un poralidades desfasadas. Pero, ¿quiere decir
hombre joven entra a una carnicería en un esto que el trabajo de los subalternistas se
pueblo, pone la cabeza bajo la hoja afilada limitará entonces a subrayar las aporías de
del cuchillo del carnicero y se suicida. Este la modernidad? ¿Es posible volver a la uto-
evento habla de la imposibilidad del sujeto pía? ¿El subalternismo está también atra-
de sentirse o hacerse su mundo e implica pado en esa dialéctica de las élites y pre-
que la modernidad es una relación de in- gunta desde arriba, desde la modernidad,
conformidad entre el mundo y el sujeto. La el desarrollo, el capitalismo, el socialismo,
modernidad expulsa al sujeto de su casa y las hegemonías, el estado, la sociedad civil
sentirse de nuevo en casa es uno de los re- o la colonialidad del poder cómo ver, oír, y
tos de la posmodernidad. Mientras que la hasta sentir a los subalternos? ¿Cuáles son
constitución del sujeto en la modernidad es los espacios del pensamiento sobre la sub-
ilustrada y se establece dentro del campo alternidad? ¿Desde dónde pensar una socie-
de relaciones signadas por la afabilidad y dad raigalmente heterogénea e igualitaria?
la comunicación, en la posmodernidad la ¿Desde dónde organizar el pensamiento y
actuación de género confiere gravedad a la la vida que no sea el de la heterogeneidad
ya álgida situación de un cero positivo, y es contenida de los guetos? Éstos son algunos
el cuerpo mismo el que padece la injusticia de los retos.
por mano propia o la de los vecinos.
Maria Milagros López articula la rela- obras de consulta.Beverley, John, Subalternity
ción intelectuales/subalternos, ciudadanía/ and Representation: Arguments in Cultural
gobernabilidad. Habla de la sociedad “pos- Theory, Durham-Londres, Duke University
trabajo” –en Puerto Rico, la mitad de la Press, 1999 [Subalternidad y representación:
población adulta está estructuralmente des- debates en teoría cultural (trad. Marlene
empleada– y de la ingobernabilidad que se Beiza y Sergio Villalobos-Ruminott), Madrid/
predica sobre un sujeto opaco, carente de Frankfurt am Main, Iberoamericana/Vervuert,
intereses en común, situado más allá de la 2004]; Gramsci, Antonio, A Gramsci Reader:
racionalidad comunicativa. López propone Selected Writings, 1916-1935, Londres,
repensar la insurgencia desde la persuasión; Lawrence and Wishart, 1988; Guha, Ranajit,
de ahí la invención del placer como forma “Dominance without Hegemony and its
de justicia. El placer es uno de los lugares Historiography”, Subaltern Studies VI, Delhi,/
desde donde la rebelión es posible. López Londres, Oxford University Press, 1989, pp.
opone ideas como alienación, conciencia 210-309; Guha, Ranajit, Elementary Aspects of
falsa o de clase que no mitigan el sufri- Peasant Insurgency in Colonial India, Delhi,
miento humano. La alienación, único lugar Oxford University Press, 1992; Guha, Ranajit
asignado a la subjetividad, la revolución y y Gayatri Spivak, Selected Subaltern Studies,
la negación son formas élites de mirar hacia Oxford, Oxford University Press, 1988; Latin
abajo, son técnicas de subalternización. En American Subaltern Studies Group, “Founding
258 subalternismo / subjetividades
episteme logocéntrica como el archivo crí- especial, un modo de concebir al sujeto que
tico y literario con el que Hoggart trabaja, ya no admite posiciones esencialistas o in-
no obstante, presenta la ventaja de plantear manentes.
la subjetividad como noción (y percepción) En la tradición de miradas latinoameri-
construidas en el discurso y en las prácticas. canas, son los estudios coloniales los que
Asimismo, llama la atención sobre aquellos trabajaron de forma privilegiada el proble-
modos del habla que funcionan como cifra ma de la constitución de nuevas subjetivida-
de la identificación y la diferencia, enfati- des (inéditas, conflictivas, cambiantes) a
zando lo que de activo hay en dichos usos. partir de la experiencia de conquista y el
Esta concepción no complaciente (aunque orden colonial posterior. Haciendo un apro-
tampoco exenta de nostalgia) de las subje- vechamiento de la distancia que separa al
tividades populares, tiene especial eco en investigador de su objeto, dichos estudios
los trabajos de Stuart Hall, quien retoma y capitalizaron la alteridad radical a la que los
amplía el problema (véase, p. ej. “Notas”). textos coloniales nos enfrentan e intersecta-
Hall es particularmente persistente en sus ron las reflexiones en torno al sujeto con las
relecturas de las categorías marxistas de reevaluaciones de las nociones de discurso,
“clase” o “cultura”, así como en el planteo texto, contexto, autor, estilo, género. En este
de que los modos estructurados de concep- marco, de la mano de las propuestas de
ción de la subjetividad (popular) eliden el Homi Bhabha (“The Other”) y Peter Hulme,
conflicto, la resistencia, la negociación y la retomadas por Rolena Adorno, se arriba a
aceptación, siempre vinculados a los dis- la definición de “sujeto colonial”, vinculada
cursos hegemónicos y a la experiencia de la a la teoría de la enunciación, al análisis dis-
desigualdad. Esta instancia de los estudios cursivo y a una “descripción densa” de los
culturales percibe la subjetividad en térmi- textos (Geertz), que tiene en cuenta el entra-
nos heterogéneos, plurales, no autónomos; mado cultural y social en el que éstos se
es decir, de modo relacional. En trabajos conforman. La noción de “sujeto colonial”
posteriores, se arriba a una concepción de enmarca entonces al colonizado y al coloni-
subjetividades difusas o en constante redefi- zador y define, de modo privilegiado, una
nición, vinculadas tanto a la etnicidad como situación de enunciación que escenifica la
a desplazamientos y migraciones (Hall y Du percepción de la alteridad tanto como la
Gay; véase también raza/etnicidad, en este desigualdad en el acceso al espacio (textual)
volumen). de quien enuncia. Si bien estos estudios par-
Este punto, crucial en la definición de ten de una concepción binaria de la identi-
la “subjetividad” como categoría, vincula dad y la alteridad –tal como se concibe en
los estudios culturales con la perspectiva el siglo xvi–, el análisis detallado de cartas,
poscolonial (véase poscolonialismo en este crónicas, relaciones, descripciones geográfi-
mismo volumen). Así, aunque con tradi- cas y todo tipo de textos de orden legal, ju-
ciones teóricas diferentes –aunque no por rídico o histórico muestra entramados dis-
completo disímiles–, desde mediados de los cursivos (y culturales) en los cuales la
años setenta se instala en la agenda de las subjetividad se conforma de manera cam-
discusiones académicas la concepción de biante y compleja, a veces entre distintos
la subjetividad “fuera de lugar” (Said, Out textos, a veces al interior de cada uno de
of Place); del “entre lugar en el discurso ellos. En este sentido, los textos coloniales
latinoamericano” (Santiago Entrelugar); la escenifican sujetos en desplazamiento terri-
noción del “sujeto heterogéneo” (Cornejo torial y textual, iluminando una zona de
Polar, Escribir). En definitiva, en distintos clivaje en la producción de subjetividades,
campos culturales (véase campo cultural en que tanto tiene de continuidad con imagina-
este mismo volumen) se atiende a subjetivi- rios anteriores como de rupturas y constitu-
dades entre mundos, en constante despla- ción de nuevos órdenes.
zamiento con respecto a definiciones y an- También desde los estudios coloniales
claje de sentidos. Por supuesto que ingresa –pero en una perspectiva que acentúa la lla-
aquí la reflexión sobre las migraciones y los mada “semiosis colonial”–, Walter Mignolo
movimientos territoriales en el ámbito de la propone el análisis de los “sujetos dicentes”
globalización, pero también se conforma, en y sus roles sociales, es decir, aquellos aspec-
260 subjetividades
tos que hacen “al decir (al sujeto dicente), lo diciones caras al mundo occidental, analiza-
cual trae consigo las funciones o papeles so- do con mirada crítica (Said, El mundo)– de
ciales (quienes están en condiciones de de- los modos en que los discursos configuran
cir qué) y de las formas de inscripción (cuál subjetividades e instalan al otro en una alte-
es la materialidad en la cual se inscriben ridad que es tanto exotismo como mito, di-
los actos dicentes)” (Mignolo, “Decires”). ferencia y desigualdad en las cuales se legi-
Las distintas textualidades actualizan y con- tima el proyecto imperialista. Entre sus
forman múltiples modos de la subjetividad numerosos aportes, Said reformula la no-
dicente, entrecruzando las modalidades del ción de canon al advertir sobre la concep-
decir: el “poder decir” estrechamente vincu- ción que la cultura occidental (anglófona)
lado al “saber decir”, como advierten mu- ha planteado en torno a otras culturas, y sus
chas crónicas en prólogos, dedicatorias y mecanismos –siempre etnocéntricos– de
cartas, entre el tópico y el reconocimiento construcción discursiva de identidades. Su
de jerarquías. Esos papeles sociales, inscri- lectura crítica y su apuesta metodológica
tos en la discursividad, muestran también recuperan una tradición que incluye lo oc-
el esfuerzo de los sujetos coloniales por cidental junto a otros archivos, en constante
organizar nuevos modos de la identidad articulación con la concepción del intelec-
en un orden colonial temprano, en perma- tual como sujeto “fuera de lugar” (Said, Out
nente reacomodamiento. En ese esfuerzo, of Place). Esta extemporaneidad, esta subje-
los sujetos colonizados proponen una sín- tividad desplazada, funciona como metáfora
tesis de posiciones sociales, de acuerdo con y condición de posibilidad de la producción
cosmovisiones autóctonas en las que pre- de conocimiento: capitalizar o producir una
domina la implicación antes que la expli- distancia que permita leer al objeto más allá
cación (Johansson); la inclusión antes que de significados obvios o de usos canónicos.
la diferencia (León-Portilla, “Imágenes”); la Contra las perspectivas binarias con que la
síntesis antes que el despliegue. Esas estra- razón ilustrada ha concebido lo diferente,
tegias de percepción del otro, funcionales y Said aboga por una acercamiento al otro a
de enorme posibilidad de adaptación en los partir del conocimiento de la cultura otra,
primeros momentos de las “sociedades frac- en una lógica que propone una compleja
tales posconquista” (Gruzinski y Bernard), articulación entre lo simbólico y lo social.
redundaron empero en una menor eficacia Entrecruzado con esta lectura y con las
en la resistencia ante la desigualdad (prác- propuestas de los estudios de la subalterni-
tica y simbólica) que el orden colonial im- dad –tal como son planteadas por Ranajit
ponía (Klor de Alva). Dichos modos de la Guha, por ejemplo (véase, en este volumen,
subjetividad, marcados por el conflicto, la subalternismo)–, se configura la definición
disidencia, la negociación, la pérdida, ini- del sujeto subalterno. Este aparece entonces
cian la definición diacrónica en términos de como “múltiplemente articulado” (Ileana
sujetos fuera de lugar, “entre lugar” (nepant- Rodríguez: 254, en este Diccionario): enten-
la), migrantes, desplazados. dido desde el conflicto (Guha, “Prefacio”);
La primera noción de esta enumeración como metáfora de la imposibilidad del saber
nos remite a los estudios poscoloniales tal y del decir (Moreiras, Exhaustion); como
como fueran planteados por Edward Said, y espacio (textual y simbólico pero también
a sus inflexiones latinoamericanas. Para material) donde leer la colonialidad del sa-
centrarnos sólo en uno de los textos más ber y del poder (Mignolo, Historias locales).
conocidos, recordemos que el término Ingresa también aquí la eterna pregunta de
“orientalismo” tiene múltiples articulacio- los estudios culturales sobre el habla del
nes y define tanto una “invención”, una ima- subalterno planteada, desde diferentes pre-
gen sobre el otro, un imaginario, como un supuestos teóricos, disciplinares y episte-
modo discursivo de configurar el mundo, en mológicos, por Michel De Certeau (Cultura
estrecha relación con la expansión imperia- en plural) y por Gayatri Spivak (“Can the
lista (Said, Orientalismo). Con esto como Subaltern Speak?”).
premisa, Said da cuenta –a través de análisis La segunda noción nos remite a la tradi-
textuales basados en el abordaje filológico- ción de la ensayística latinoamericana, con
histórico y comparatístico, es decir, en tra- la cual los estudios culturales entroncan y
subjetividades 261
Literature, Politics and Theory, London, Paul du Gay (eds.), Questions of Cultural
Methuen, 1988, pp. 148-172; Bueno, Raúl, Identity, Londres, Sage, 1996 [Cuestiones de
“Sujeto heterogéneo y migrante: consti- identidad cultural, Buenos Aires, Amorrotu,
tución de una categoría de estudios cul- 2003]; Mignolo, Walter, “Decires fuera de
turales” en Revista de Crítica Literaria lugar: sujetos dicentes, roles sociales y
Latinoamericana, año xxv, núm. 50, 1999, formas de inscripción”, Revista de Crítica
pp. 173-194; Certeau, Michel de, La cultu- Literaria Latinoamericana, núm. 41, 1995,
ra en plural (trad. Rogelio Paredes), Buenos pp. 9-32; Said, Edward, El mundo, el tex-
Aires, Nueva Visión, 1999; García Canclini, to y el crítico (trad. Ricardo García Pérez),
Néstor, Imaginarios urbanos, Buenos Aires, Barcelona, Debate, 2004; Said, Edward, Out
Eudeba, 1998; Geertz, Clifford, La inter- of Place: A Memoir, Nueva York, A. Knoff,
pretación de las culturas (trad. Alberto L. 1999 [Fuera de lugar: memorias (trad. Xabier
Bixio)¸ Barcelona, Gedisa, 1987; Gruzinski, Calvo), Barcelona, Grijalbo, 2001]; Spivak,
Serge y Carmen Bernand, Historia del Nuevo Gayatri, “Historia” en Nara Araújo y Teresa
Mundo: del descubrimiento a la conquista: Delgado (comp.), Textos de teorías y crítica
la experiencia europea, 1492-1550, México, literarias. Del formalismo a los estudios pos-
Fondo de Cultura Económica, 1996; Guha, coloniales, México, Universidad Autónoma
Ranajit, “Prefacio a los estudios de la sub- Metropolitana-Iztapalapa/Universidad de
alternidad” en Silvia Rivera Cusicanqui y La Habana, 2003, pp. 659-792 [originalmen-
Rossana Barragán (eds.), Debates poscolo- te publicado en Gayatri Spivak, A Critique
niales: una introducción a los estudios de of Postcolonial Reason: Toward a History of
la subalternidad (trad. Raquel Gutiérrez, the Vanishing Present; Cambridge, Harvard
Alison Spedding, Ana Rebeca Prada y University Press, 1999, pp. 198-311].
Silvia Rivera Cusicanqui), La Paz, Sephis/
Aruwiyri, 1997, pp. 23-24; Hall, Stuart y [valeria añón]
teoría queer Queer Nation también fue una reacción
ante cierto esencialismo que se manifestaba
El vocablo inglés “queer”, cuya definición en el activismo sobre el sida y en la milil-
básica se traduce al español como “extraño”, tancia gay en general (la que insistía definir-
“excéntrico”, “misterioso”, “sospechoso” o, se a través de identidades fijas y el binario
en su uso más común, “raro”, se ha emplea- hétero/homo). Como muchos de los infecta-
do desde principios del siglo veinte para dos se identificaban como homosexuales, y
referirse también a la homosexualidad, o como se estaban muriendo, éstos no quisie-
más bien a lo sexualmente heterodoxo en ron aliarse con otros grupos que no se en-
general (véase Gay New York del historiador contraran en condiciones tan desesperadas,
George Chauncey: 15-16). Por ser demasia- a pesar de obvias similitudes en estatus de
do escandalosos los denominadores más marginalizados. Además, esta identidad gay
explícitos, se ha preferido en ciertos ámbi- era siempre más relevante entre los hom-
tos el término queer. En el ambiente “puri- bres blancos y acomodados que entre gru-
tano” de Estados Unidos en la primera mi- pos sociales de otras razas, niveles de ingre-
tad del siglo xx, donde se originó esta sos e identidades de género. Los integrantes
acepción sexualizada de la palabra, por la de Queer Nation insistieron en rechazar las
incomodidad que evocaban los asuntos identidades binarias (hombre/mujer, hétero/
sexuales en general y la diversidad sexual en homo, masculino/femenino, activo/pasivo,
particular, la palabra asumió un tono des- etc.) al plantear y asumir identidades más
pectivo. Lo queer entonces era lo anormal, fluidas y más variadas. Los queers de Queer
lo diferente, lo perverso y por eso su pro- Nation representaban toda categoría de los
nunciación implicaba una repulsión. sexualmente marginados, los heterodoxos,
Alrededor de 1990, en plena época de la los no convencionales, los anormales.
militancia de los grupos que protestaban la Inconformes tanto con la homofobia
falta de atención a la epidemia del sida en como con la política de identidad gay, su
Estados Unidos, un nuevo grupo, medio propósito principal no fue el de reclamar
anárquico, de desobediencia civil se formó derechos, es decir los de la igualdad para los
en Nueva York, llamándose Queer Nation. gays, sino el de interrogar radicalmente las
La retórica estrepitosa de este grupo refleja- categorías sexuales, las clasificaciones po-
ba la urgencia del momento, cuando los pulares de identidad sexual y desafiar las
hombres homosexuales y sus aliados en la diferentes instituciones –incluso las de “re-
lucha sobre el sida (es decir, las lesbianas, sistencia”– que promulgaban tales catego-
los bisexuales, los transgéneros, entre otros) rías (es decir, que tanto las agencias guber-
asumieron una nueva consciencia política namentales de salud pública como el Center
ante los efectos más nefastos de la homofo- for Disease Control, como las organizacio-
bia. Los homófobos, entre ellos varios pode- nes comunitarias como la Gay Men’s Health
rosísimos líderes políticos y religiosos, esta- Crisis). Retomaron el vocablo queer, apode-
ban dispuestos a dejar morir a los que se rándose de lo que antes se había usado para
enfermaban de sida, simplemente porque agredirlos, y convirtiendo su significado en
eran diferentes (queers) y por consiguiente un calificativo positivo. La diferencia se ce-
“inmorales”. lebraba; la política de identidad se rechaza-
[264]
teoría queer 265
sino lo normal, pero desde sus exclusiones. epistolario, autobiografía, cine, televisión,
Por su inherente interdisciplinariedad, por antropología, etc. En estos años, siempre
su enfoque en no sólo la expresión cultural desde la academia estadounidense, David
de la élite sino también la popular y la de los William Foster empezó a catalogar textos
medios masivos, y por sus subyacentes ob- literarios de temática gay (Latin American
jetivos políticos, el proyecto de los estudios Writers on Gay and Lesbian Themes; A Bio-
queer se ha colocado (extraoficialmente) en Critical Sourcebook).
la academia anglófona bajo la rúbrica de Algunos trabajos trataron asuntos de la
los estudios culturales, o también en otros cultura contemporánea: la expresión abier-
programas interdisciplinarios como los de tamente queer de escritores y artistas, las
estudios de género (anteriormente estudios estrategias de resistencia de la homofobia,
de la mujer). los efectos devastadores del sida, los meca-
A pesar de un persistente machismo y nismos de identidad sexual, los procesos de
consecuente homofobia institucionalizados construcción de comunidad, las interseccio-
en la academia latinoamericana y entre los nes de género y sexualidad, entre otros, po-
latinoamericanistas de otros países (Estados niendo las tradiciones de crítica literaria en
Unidos, Canadá, países europeos, etc.), diálogo con la sociología y la antropología.
unos pioneros como el argentino Néstor Estudios de las ciencias sociales, como el de
Perlongher (O negócio do michê: prostitução Perlongher, investigaron comportamientos
viril em São Paulo, 1987; El negocio del de- sexuales, identidades sexuales, construccio-
seo: la prostitución masculina en San Pablo) nes de género, estructuras de comunidad y
comenzaron a llevar a cabo investigaciones performances de papeles de género en los
sobre temas de la diversidad sexual antes de grandes centros urbanos –y a veces en zonas
que se hubiera legitimado como tema de in- rurales de América Latina–.
dagación en sus ambientes institucionales. Otros trabajos trataron el pasado, bus-
Aunque había ya cierta presencia de mili- cando una historia queer no sólo al reinter-
tancia gay (protestas, marchas), cultura gay pretar la producción literaria o artística de
(novelas, revistas, teatro, cine, artes plás- algunos conocidos homosexuales “de clóset”
ticas) y comunidad gay (bares, clubes) en (un tema importante ha sido el del “secreto
algunas ciudades latinoamericanas (México, abierto”) y su “mundo soslayado” (término
Buenos Aires, São Paulo, San Juan), era casi que ha aplicado Carlos Monsiváis a la vida
imposible conseguir apoyo académico para del poeta mexicano Salvador Novo) sino
la pesquisa o la publicación sobre estos te- también al descubrir los aspectos queers, es
mas en América Latina. decir no heteronormativos, de las institucio-
En la academia angloparlante, en el nes aparentemente más homófobas: el ca-
campo de los estudios literarios, tuvo mu- non literario, la cultura nacional, la política,
cho impacto la publicación, en 1995, del el deporte. Por un lado, los críticos han es-
libro ¿Entiendes? Queer Readings, Hispanic tudiado los aspectos más obviamente queers
Writings, editado por un par de hispanis- de la cultura latinoamericana – los artistas
tas, la estadunidense Emilie Bergmann y el como el poeta cubano Julián del Casal, la
inglés Paul Julian Smith, quienes compila- cantante costarricense Chavela Vargas; las
ron 16 ensayos críticos sobre cuestiones de obras como Bom Crioulo del novelista bra-
sexualidad en la producción cultural (prin- sileño Adolfo Caminha, Dona Herlinda y su
cipalmente literatura), limitándose a las hijo del cineasta mexicano Jaime Humberto
culturas hispanófonas (excluyendo a Brasil, Hermosillo –para legitimar su estatus como
incluyendo a España y a las comunidades tema de indagación intelectual–; por otro
latinas de Estados Unidos). Éste y otros li- lado, sus interrogaciones han ido “más allá
bros similares (Sex and Sexuality in Latin del carnaval” (Beyond Carnival es el título
America, editado por Daniel Balderston de un estudio multifacético del historiador
y Donna Guy en 1997; Hispanisms and James Green de la cultura brasileña), de-
Homosexualities, editado por Sylvia Molloy construyendo las obras o instituciones más
y Robert McKee Irwin en 1998, entre otros) homófobas o releyendo las aparentemente
abarcaron lecturas queers de textos de una más alejadas de lo queer (por ejemplo, el
variedad cada vez más amplia: literatura, nacionalismo machista) para mostrar la
268 teoría queer / texto
un lado una proveniencia filológica que des- textual se imbrica con una serie de diálogos
de el siglo xviii ha venido insistiendo en la interdisciplinarios en que se vieron envuel-
importancia de la lengua como elemento tos discursos tan variados como los de la
formativo fundamental de la experiencia filosofía, la antropología, la semiología, los
humana, bajo los temas de la lengua nacio- estudios de comunicación, el psicoanálisis y
nal, los lenguajes populares o los cuentos los estudios literarios, entre otros. El tras-
folklóricos. Por otro lado, una proveniencia fondo de este diálogo está dado por el enor-
semiológica que entiende que la totalidad de me prestigio alcanzado por el estructuralis-
la organización social y cultural puede ser mo, un movimiento que favorece pensar la
entendida en términos de códigos, mensajes totalidad cultural como totalidad sistémico-
y unidades discretas como la de “significan- textual.
te”. Si en la tradición filológica el sentido y El ensayo de Roland Barthes, “De la obra
la ideología son determinantes, en la tradi- al texto” (1971), puede ser visto en retros-
ción semiológica suele primar una ansia pectiva como un momento inaugural de este
cientificista que a veces expulsa lo ideológi- movimiento por el cual la idea de textuali-
co del terreno del análisis, tal como sucede dad, antes mayormente circunscripta al ám-
en los acercamientos a lo textual fuertemen- bito literario dada su proveniencia filológi-
te estructuralistas de los años sesenta. Pero ca, rompe las fronteras que la confinaban en
en la mayoría de los casos, vale aclarar, am- lo estético para pasar a ser uno de los mo-
bos acercamientos se presentan combina- delos fundamentales con los que se piensa
dos, como en el caso de la obra pionera del la sociedad y la cultura contemporáneas.
crítico ruso Mijail Bajtín. Barthes comienza su argumento con un
El valor del concepto de “texto” o lo “tex- contrapunto entre texto y obra. La obra, ex-
tual” reside sin embargo en las importantes plica el crítico francés, es un concepto ce-
transformaciones analíticas que su intro- rrado, inextricablemente unido a la figura
ducción fuerza en los discursos sobre la cul- de su autor/a, una figura que ha funcionado
tura. Para comprender mejor el carácter de en la crítica tradicional como un elemento
estas transformaciones vale la pena incurrir explicativo inapelable del sentido del texto
en una breve referencia etimológica. La pa- literario, ahogando así su polisemia consti-
labra texto proviene del participio latino tutiva. Pero Barthes va más allá de indepen-
texere que significa tejido y ha sido usada dizar la obra de la figura del autor para pro-
con esta acepción por cerca de 2 000 años. poner que la separación entre obras de un
Esta imagen gráfica del texto como tejido mismo autor, entre obras de diferentes au-
captura mejor que cualquier argumento el tores, o incluso entre obras literarias y otros
problema y la promesa que la noción de tex- registros textuales, es una ficción impuesta
to trae al análisis socio-cultural: la imagen por una necesidad disciplinaria. Mientras la
de una continuidad ilimitada, porosa y sin obra ocupa un lugar en las bibliotecas –ex-
fronteras, en las que distintos discursos plica Barthes– el texto resulta un campo
traspasan formas e instituciones sin some- metodológico que atraviesa varias obras
terse a sus leyes, sino que sigan, más bien, cuestionando su identidad imaginaria.
una lógica que les es propia. Vivimos siem- La oposición entre texto y obra de
pre en una intersección de ese tejido. La Barthes, encuentra un antecedente en la in-
forma en que sus hilos se anudan sobrepasa fluyente teorización de Mijail Bajtín, la cual
la capacidad subjetiva de capturar sus leyes fue introducida en Francia con la publica-
en una coyuntura que siempre, a fuerza de ción de Séméiotiké, de Julia Kristeva, en
subjetiva e histórica, tiene tan sólo una vi- 1969. La noción que aparece como central
sión parcial del entramado. en el Bajtín reportado por Kristeva es la de
No es de extrañar entonces que la plena intertexto. Al igual que en el caso del texto
emergencia de una lógica textual haya coin- en Barthes, el intertexto bajtiniano excede
cidido con la vasta reevaluación intelectual el ámbito de lo literario y desmiente que la
de los sesenta y setenta, que dio origen al relación entre autor y producción textual
campo de la teoría moderna. En este con- pueda ser una relación de originalidad o
texto, y especialmente en Francia en los creación. Los enunciados que se encuentran
años sesenta y setenta, la concepción de lo en una novela o en una autobiografía perte-
270 texto
necen al autor/a tan sólo en tanto los ha es heredera mucha de la producción de es-
sustraido de un rico universo-sociocultural tudios culturales contemporánea. En el caso
definido por la cohabitación de distintos de la deconstrucción, su aporte a una con-
lenguajes sociales, técnicos, afectivos, entre ceptualización de lo textual tiene menos que
otros. En su libro La cultura popular en la ver con la sobredeterminación del sentido
Edad Media, Bajtín explica cómo en su evo- que con la idea de que toda tipología textual
lución la novela terminó siendo el reposito- que suponga entidades más o menos autó-
rio de refranes populares, canciones, formas nomas se encuentra siempre contaminada y
de intercambio verbal o la codificación de determinada por elementos que cree haber
modalidades populares de habitar el mun- excluído. En “La farmacia de Platón” (1968),
do. La novela es para Bajtín el ejemplo pa- Jacques Derrida muestra cómo Platón, a pe-
radigmático de texto, en tanto en ella se sar de haber hecho de la expulsión del mito
entretejen e integran distintos discursos, ni- la condición necesaria de emergencia del
veles de lengua, modalidades de habla y, por discurso filosófico, reintroduce en su Fedro
añadidura, distintas formaciones ideológi- (y a su pesar) una sistemática referencia mí-
cas. Es esta concepción de texto la que ad- tica que desborda su texto abriéndolo a un
quirirá un papel fundamental en los estu- entramado mayor de significaciones. Esta
dios culturales, ya que en esta tradición la diseminación y sobredeterminación propias
mutua determinación de distintos niveles e de la lógica textual planteó bien pronto el
instancias discursivas presupuesta por la problema de cómo se llegan a conformar
noción de textualidad, es puesta a trabajar sentidos estables en un sistema inconteni-
para revelar conexiones entre distintos ám- ble e ilimitado de relaciones significativas.
bitos de lo social, antes no explicitadas por En este punto hay que hacer notar que la
las descripciones normativas de la cultura. idea de discurso, una noción paralela a la
Pero la emergencia de lo textual no supu- de texto, funciona a menudo como su com-
so tan sólo la introducción de un modelo ca- plemento. Roland Barthes no llamó a su li-
paz de detectar solidaridades o articulacio- bro “Fragmentos de un texto” amoroso, sino
nes sociales hasta entonces inadvertidas o Fragmentos de un discurso amoroso, pese a
soterradas. Implicó también la instauración que todas sus referencias son textuales, y
de una lógica textual cuyo modelo explica- Jacques Derrida, utiliza mucho más regular-
tivo se trasladó bien pronto al análisis de mente la noción de discurso que la de texto
los fenómenos sociales. Esta lógica textual, para revelar la textualidad de lo textual pese
que como Barthes notara no es la lógica de a insistir en el carácter estructuralmente tex-
la oración, fue elaborada fundamentalmen- tual de todo evento comunicativo. De hecho,
te en los discursos de la deconstrucción y todo análisis cultural se ve más o menos
el psicoanálisis. Del psicoanálisis proviene forzado a complementar ambas nociones.
la idea de que un rasgo esencial del modo En el terreno del latinoamericanismo, dos
de significación textual radica en su sobre- acabados ejemplos de cómo un modelo tex-
determinación constitutiva. Esta sobrede- tualista interactúa con la noción de discurso
terminación no debe ser confundida con la en un intento por explicar una articulación
ambigüedad que puede habitar el sentido de histórica determinada pueden verse en los
una palabra u oración. Mientras la ambi- textos pioneros de Beatriz Sarlo (El imperio
güedad léxica puede ser resuelta apelando al de los sentimientos, 1985) y de Adolfo Prieto
referente, la glosa o el diccionario, la sobre- (La función del discurso criollista en la for-
determinación textual es inherente al evento mación de la Argentina moderna, 1988). De
texto mismo. Esta es la idea de sobredeter- igual forma lo discursivo aparece como un
minación del sentido que encontramos ple- concepto central en aquellos casos en que
namente desarrollada por Sigmund Freud la textualidad social a ser revelada es de ca-
en La interpretación de los sueños (1911). En rácter oral. En su libro Buscando un inca,
los años setenta, Louis Althusser transfirió el peruano Alberto Flores Galindo utiliza la
este modelo de significación sobredetermi- noción de una utopía andina para trazar una
nada del campo del psicoanálisis al terreno historia popular que recorre pero no se con-
del análisis marxista, comenzando así una funde con la historia institucional de Perú.
prolífica veta de investigaciones, de la cual La expresión “la versión de los vencidos”
texto 271
constitutivos, que confronta un discurso (ya nes intertextuales, y por lo tanto, el concepto
sea el literario, el sociológico o el antropo- de texto mismo, son menos universales y más
lógico que pretende describir un otro cultu- histórica y culturalmente determinados de lo
ral) con respecto a otro universo cultural al que se ha tendido a creer. Mientras, por un
que sólo puede acercársele subsumiéndolo lado sus aportes son plenamente apropiables
en categorías que le son ajenas. para explorar algunas regiones de la cultura
La contraposición entre un caso de incor- latinoamericana por otro lado terminan re-
poración “feliz” de discursos a una dimensión velando sus limitaciones y sus fundamentos
textual mayor (Bajtín) con la imposibilidad eurocéntricos y metafísicos cuando son pues-
de llevar adelante ese proyecto en algunas re- tos a trabajar sobre las regiones más recalci-
giones de Latinoamérica (Cornejo Polar, Roa trantemente heterogéneas del continente.
Bastos) nos debe alertar acerca de las limita-
ciones que el modelo textual conlleva en vir- obras de consulta. Bajtín, Mijail, La cultura
tud de su dependencia sobre un imaginario popular en la Edad Media y el Renacimiento:
alfabético y fonocéntrico. Jacques Derrida ha el contexto de François Rabelais, Barcelona,
explicado cómo la escritura alfabética se en- Barral Editores, 1974; Barthes, Roland, El su-
cuentra íntimamente implicada con la larga surro del lenguaje: más allá de la palabra y la
tradición humanista que remata en el libe- escritura, Barcelona, Paidós, 1987; Bellour,
ralismo decimonónico que lo textual viene a Raymond, L’analyse du film, París, Albatross,
cuestionar. ¿Cómo puede este modelo textual 1979 ; Berger, John, Mirar, Buenos Aires, De
negociar su influencia con aquellas textua- la Flor, 1998; Boone, Elizabeth Hill y Walter
lidades propias del pasado precolombino, Mignolo, Writing Without Words: Alternative
como el quipu en los Andes o los códices en Literacies in Mesoamerica & the Andes, Durham,
Mesoamérica? Al discurtir estas expresiones, Duke University Press, 1996; Bryson, Norman,
los analistas contemporáneos (Elizabeth Hill Vision and Painting: The Logic of the Gaze, New
Boone, Walter Mignolo, Joanne Rappaport, Haven, Yale University Press, 1983 [Visión y
James Lockhart, entre otros) se han visto obli- pintura: la lógica de la Mirada (trad. Consuelo
gados a reconsiderar la pertinencia de térmi- Luca de Tena), Madrid, Alianza, 1991]; Cornejo
nos como escritura para referirse a estas pro- Polar, Antonio, “El indigenismo andino” en Ana
ducciones. Las relaciones mismas entre texto Pizarro (ed.), América Latina: palabra, literatu-
escrito y texto social, los actos de lectura y ra e cultura, São Paulo, Editora da Unicamp,
preservación del sentido parecen articularse, 1994, pp. 719-738; Derrida, Jacques, La disemi-
en el caso de los códices mesoamericanos, nación, Madrid, Fundamentos, 1975; Foucault,
bajo una lógica inconmensurable con aque- Michel, El orden del discurso, Tusquets, 2005;
lla presupuesta por la idea de texto. Y aun Lockhart, James, The Nahuas After the Conquest,
cuando el texto alfabético predomina, como Stanford, Stanford University Press, 1992 [Las
en el caso de los títulos de propiedad de la nahuas después de la conquesta: historia social
tierra que se multiplicaron en el México del de los indios del México central, del siglo xvi al
siglo xvi, o en los trabajos de cronistas como xviii (trad. Roberto Reyes Mazzoni), México,
Álvaro Tezozómoc o Domingo Chimalpahin, Fondo de Cultura Económica, 1999]; Metz,
nos encontramos con formas de intertextua- Christian, Language and Cinema, The Hague,
lidad extrañas a las reglas de combinación Mouton, 1974 [Lenguaje y cine (trad. Jorge
de enunciados descrita por autores como Urrutia), Barcelona, Planeta, 1973]; Mowitt,
Barthes, Bajtín o Derrida. En los textos de John, Text: The Genealogy of an Antidisciplinary
los cronistas, por caso, es común la intro- Object, Durham, Duke University Press, 1992;
ducción descontextualizada de otro discurso Ropars, Marie-Claire, Le texte divisé, Paris,
que interrumpe sin previo aviso la corriente Presses Universitaires de France, 1981; Ropars,
del lenguaje y vuelve a desaparecer sin que Marie-Claire, Ecramiques: le film du texte, Lille,
el texto dominante parezca haber advertido PUI, 1990 ; Smith, Barry (ed.), John Searle
esta presencia. Martin Lienhard le da a este (Contemporary Philosohpy in Focus), Cambridge,
procedimiento el nombre de “montaje” como Cambridge University Press, 2003.
una forma de evocar la pluralidad composi-
tiva que supone. Estos ejemplos bastan para [horacio legrás]
alertarnos sobre el hecho de que las relacio-
texto / transculturación 275
noamericanos (Picón Salas), para insertarse tiva más amplia. Como observan estudiosos
definitivamente, a partir de los años sesen- como Fernando Coronil, el término permite
ta y setenta, en las discusiones propias de a Ortiz “aprehender al mismo tiempo los
la etapa de normalización disciplinaria en momentos destructivos y constructivos de
la cual tanto la antropología y las demás las historias afectadas por el colonialismo
ciencias sociales como la teoría y la crítica y el imperialismo” y en tal sentido llevar a
literaria habrán de retomarlo y repensarlo cabo una “valorización crítica de la creati-
(mencionemos aquí su discusión por parte vidad popular” que “muestra cómo las per-
de Aguirre Beltrán y Ángel Rama). El con- sonas hacen habitables los espacios socia-
cepto de transculturación se integrará tam- les donde se les constriñe a trabajar y vivir”
bién al cuadro básico de grandes categorías (“Introducción”).
explicativas de los procesos culturales pecu- Muchas son las razones que hacen de
liares de América Latina y el Caribe, tales este concepto un caso prominente para
como mestizaje, hibridación, heterogenei- los estudios culturales y el diálogo en-
dad, etcétera. tre las distintas tradiciones académicas.
Logrará también insertarse posterior- En primer lugar, se trata de un concepto
mente en las discusiones propias de los acuñado desde América Latina y el Caribe
estudios culturales y poscoloniales: en este por un autor cubano dedicado a estudiar
sentido constituye un hito de articulación fenómenos peculiares de su país y cuyas
fundamental el comentario crítico a que fue discusiones habrían de inscribirse también
sometido por Antonio Cornejo Polar, quien en el ámbito de debates de la historia y la
se plantea “si la categoría de transcultura- cultura de esa nación. Representa ya, desde
ción –en sus versiones de Ortiz y Rama o en el inicio, una importante apertura de la tra-
otras— es el dispositivo teórico que ofrece dición del ensayo hispanoamericano hacia
una base epistemológica razonable al con- la tradición del Caribe. Constituye también
cepto (que considero fuertemente intuitivo) un importante salto cualitativo respecto de
de mestizaje, o si supone, por el contrario, los ensayos dedicados a pensar lo nacio-
una propuesta epistemológica distinta” nal desde una visión homogeneizadora de
(“Mestizaje…”) . Y responde que en su opi- los distintos grupos sociales que integran
nión se trata de lo primero. una entidad nacional, en cuanto que para
El término permitía a Ortiz, además, ob- interpretar los procesos centrados en un
servar los fenómenos tanto desde la pers- país desemboca, paradójicamente, en el
pectiva de los grandes procesos históricos, descubrimiento de procesos que superan y
económicos y sociales, como atender, desde atraviesan lo nacional y lo colocan, ya en
una visión más acotada, la génesis de los el ámbito de procesos regionales como en
procesos de encuentro e intercambio en el de fenómenos que sólo pueden compren-
ciertos sectores y zonas específicos de la so- derse a escala mundial –tal es el caso de
ciedad, como los que representan “la mala su articulación con la economía colonial–.
vida” de las zonas portuarias donde se dio Muy pronto, además, al insertarse en los
un más intenso contacto entre culturas, o debates entre la línea de la antropología es-
bien, contemplar zonas de encuentro espe- tadunidense (Melville Herskovits, etc.) y la
cíficas como la música o las prácticas ali- inglesa (Bronislaw Malinowski), habría de
mentarias. trascender el medio local para ingresar al
El proceso de transculturación se propo- campo del debate antropológico anglosajón.
ne así como alternativa de anteriores orien- No deja de resultar significativo que muy
taciones racistas o racialistas y superación pronto encontremos un comentario crítico
de enfoques unidireccionales, deterministas al uso del término escrito por un connota-
y mecánicos en la descripción de procesos do antropólogo mexicano, Gonzalo Aguirre
de encuentro cultural. El nuevo concepto no Beltrán, quien en El proceso de aculturación
está reñido con el de mestizaje o “mestiza- en México (1957) manifiesta su preferencia
miento” (así lo llama Ortiz), ni tampoco se por el término aculturación, en la línea de
emancipa del todo de una base positivista Herskovits. Como de manera muy penetran-
de estudio de los procesos sociales, sino te lo ha mostrado Enrico Mario Santí, estos
que los integra en una modalidad explica- debates iban mucho más allá de la mera
transculturación 277
preferencia por uno u otro término, ya que el contexto de un ensayo, que atendía tanto
tenían como trasfondo la relación entre el a cuestiones económicas y sociales como
antropólogo y el poder (“Prólogo”). históricas y literarias, le permitió su pronta
Por fin, al superar las connotaciones ra- adopción y discusión en distintas órbitas,
cistas y racialistas de otros conceptos como desde la antropológica hasta la literaria, pri-
“mezcla” o “mestizaje”, el concepto alcanzó mero en América Latina y más tarde en el
larga vida y logró atravesar varios decenios medio académico estadunidense, sobre todo
de discusiones y debates, en cuanto intere- a partir de la consolidación de los estudios
só a los propios pensadores críticos de los culturales y poscoloniales. El ensayista e
años sesenta y setenta –que lo ligaron a es- historiador de la cultura Mariano Picón
tudios como colonialismo o dependencia, Salas lo menciona en De la Conquista a la
por ejemplo– para llegar posteriormente a Independencia (1944). Decenios después,
enlazarse con los debates afines a los estu- Ángel Rama lo incorpora ya en el título de
dios culturales. Tal es el caso de las discusio- uno de sus libros mayores: Transculturación
nes en torno a transculturación, mestizaje, narrativa en América Latina (1980), obra que
hibridez, etc. Al referirse a la tan fecunda constituye un importante antecedente para
producción crítica de los años sesenta y se- un temprano enfoque de la literatura desde
tenta en América Latina, Abril Trigo coloca una perspectiva cultural latinoamericanista,
el propio concepto de transculturación en a la vez que avanzaba respecto de los estu-
un listado que abarca, entre otras, la teo- dios culturales y de los nuevos enfoques
ría de la dependencia, la teología y filosofía para el estudio de la producción literaria y
de la liberación, la pedagogía del oprimido simbólica. Rama traslada el concepto al ám-
o las teorías de colonialismo interno (368 bito de los estudios literarios y lo emplea
¿fuente?). como clave para entender procesos de vín-
En un mundo de cambio y movimiento culo entre literatura, historia y cultura.
como el actual, su empleo permite dar visi- Considera los fenómenos de transcultura-
bilidad a “los modos en que los grupos su- ción como parte de un proceso amplio y
bordinados o marginales seleccionan e in- complejo que incluye la posibilidad de “pér-
ventan a partir de las culturas dominantes”, didas, selecciones, redescubrimientos e in-
de modo tal que, “aunque estos grupos no corporaciones”, en cuanto operaciones con-
pueden controlar lo que emana de la cultura comitantes que “se resuelven todas dentro
dominante, determinan con alcances varia- de una reestructuración general del sistema
bles lo que ellos absorben para sí mismos y cultural, que es la función creadora más alta
qué uso le asignan” (Mary Louise Pratt, ¿pá- que se cumple en un proceso transculturan-
gina?) y en este sentido confluye con uno de te” (¿página?). Rama presta atención a po-
los grandes temas de los estudios culturales sibilidades no contempladas por Ortiz, y
de la región. Para Pratt, la “transculturación enfatiza así, por ejemplo, tanto los procesos
es un fenómeno de la zona de contacto”, y activos de selección cultural como los pro-
considera que esto a su vez conduce a varias cesos creativos, entre los que integra cues-
cuestiones: por ejemplo, cómo recibe y se tiones relativas a la “lengua” y a la “estruc-
apropia la periferia de los modos de repre- tura literaria”, e incorpora el concepto de
sentación metropolitanos, o, con respecto a “subculturas regionales y clasistas” para el
la representación, cómo se habla de trans- análisis literario. De acuerdo con Rama,
culturación de las colonias a las metrópolis. “Las obras literarias no caen fuera de los
En cuanto a los modos de representación, alcances de la cultura, sino que son, más
mientras que la metrópoli imperial tiende a bien, su culminación, y hasta donde las cul-
verse a sí misma como determinante de la turas latinoamericanas son invenciones cen-
periferia, suele ser ciega respecto de los mo- tenarias y multitudinarias, hacen del escri-
dos en que la periferia determina a la me- tor un productor que trabaja con las obras
trópolis (6). de incontables otros” (¿página?).
Como escribe Alicia Ríos, este neologis-
algunos momentos clave en la recepción del mo sirve a Rama para introducir una nueva
concepto en américa latina.
La propia flexibi- lectura de las culturas latinoamericanas, en
lidad con que fue empleado el concepto en la cual la relación entre modernidad y tra-
278 transculturación
Es muy amplia la gama de estudios li- desde terrenos tan diversos como el poses-
gados a las nuevas corrientes críticas, tructuralismo, los estudios culturales, de
particularmente los estudios culturales y género y poscoloniales. Continúa atrayendo
poscoloniales, y una nueva generación de la atención de las comunidades intelectua-
estudios literarios ligados a estas corrientes les latinoamericanas pero también de los
que, como los de Mary Louise Pratt, George Estados Unidos, así como de los estudiosos
Yúdice, Silvia Spitta, Román de la Campa, latinoamericanos allí radicados, que de al-
Mabel Moraña, han vuelto a repensar el gún modo han hecho de la noción de trans-
concepto. culturación una nueva forma de puente en-
Dentro de su propuesta general de “des- tre tradiciones intelectuales y una forma de
colonizar el conocimiento”, Pratt plantea trazar nuevas genealogías de pensamiento.
conceptos como zona de contacto, transcul- Tal es el caso, por ejemplo, de los admira-
turación y autoetnografía, y se refiere a la bles estudios preliminares que Coronil y
transculturación como un “fenómeno de la Santí dedican al gran ensayo de Ortiz.
zona cultural” y a un tipo de lectura que Otro tanto puede decirse del excelente
“evita reproducir la dinámica de posesión e estudio “El conflicto en la transculturación”
inocencia” de textos que narran el encuen- preparado por Alberto Moreiras, quien plan-
tro entre el nativo y el colonizador (93). tea la cuestión de manera abismal: así como
También en 1992 George Yúdice ofre- no hay capitalismo sin acumulación primi-
ce una definición del proceso de transcul- tiva; “no hay cultura latinoamericana sin
turación como “una dinámica por la cual transculturación”. De este modo, la trans-
diferentes matrices culturales impactan culturación está en la base de la historia de
recíprocamente –aunque no desde iguales América porque constituye “la propia vio-
posiciones– una sobre la otra, no para pro- lencia de la cultura”, de tal modo que es la
ducir una sola cultura sincrética sino más explicación que está detrás de cualquier cla-
bien un conjunto heterogéneo” (¿fuente?). se de explicación histórica: “es la razón de
Existen también varias revisiones de la razón cultural, al mismo tiempo el prin-
conjunto que permiten a la vez obtener un cipio de razón suficiente cultural y su abis-
panorama crítico de los muchos estudios a mo”: constituye entonces una clave para la
que ha dado lugar el concepto de transcultu- comprensión de la cultura y del sistema de
ración “revisitado”. Así, en 2000 Silvia Nagy- producción simbólica en América Latina:
Zekmi, en “Angel Rama y su ensayística “La historia de la transculturación latinoa-
transcultural(izadora)”, revisa el concepto mericana es la historia de la cultura latinoa-
partiendo de la teoría poscolonial en autores mericana”. Sin embargo, un poco más ade-
que enfatizan “la interacción e influencias lante planteará una pregunta no menos
recíprocas en los modos de representación fundamental, en vistas de un posible peligro
y prácticas culturales de diferente índole de absolutización del concepto: “Si la trans-
en las metrópolis y las ex colonias que se culturación puede explicarlo todo, ¿qué po-
producen en las llamadas ‘zonas de contac- dría explicar la transculturación misma?”. Y
to’”. La autora recupera el carácter creativo aclara: “Ésta, lejos de ser una mera cuestión
del fenómeno, y recurre a los postulados de filosófica, funda su urgencia política en el
Homi Bhabha para analizarlo como “una terreno histórico” (129).
praxis creativa que desconstruye el aparato
conceptual de la modernidad” y recuerda obras de consulta. Cornejo Polar, Antonio,
que Bhabha constata la ambivalencia subya- “Mestizaje, transculturación, heterogeneidad”
cente que se manifiesta en torno al discurso en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana,
sobre el sujeto colonizado, ya que el discur- núm. 40, 1994, pp. 368-371; Moreiras, Alberto,
so colonial construye su “otro” como este- “The conflict in transculturation” en Mario
reotipo, en términos finos, esencialistas. Valdés y Djelal Kadir (eds.), The Literary
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