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11 MANFRED LÜTZ

PANORAMA

Dios
Una breve historia del Eterno

Editorial SAL TERRAE


Santander - 2009
Título del original alemán:
Gott. Eine kleine Geschichte des Grófíten
© 2007 by Pattloch Verlag GmbH & Co. KG,
München
www.pattloch.de
ÍNDICE

Traducción:
José Manuel Lozano-Gotor Perona Prólogo 11
Introducción:
Imprimatur: contra el ateísmo chapucero y la fe santurrona 13
*Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander 1. Música y arte: Elton John y la Venus desnuda 17
17-02-2009
1. Ser o no ser 17
Para la edición española: 2. Un montón de piedras une a la humanidad 18
© 2009 by Editorial Sal Terrae
3. Los hechos desnudos
Polígono de Raos, Parcela 14-1
39600 Maliaño (Cantabria) y el disfrute de la vida antes de la muerte 21
Tfno.: 942 369 198 / Fax: 942 369 201
salterrae@salterrae.es / www.salterrae.es 2. La psicología y Dios: un hombrecillo en el oído 26

Diseño de cubierta: 1. El parricidio de Sigmund Freud 26


María Pérez-Aguilera 2. Lo que C.G. Jung y Viktor Frankl tienen en común
mariap.aguilera@gmail.com con una estrella del porno 30
3. Dios y un ramo de flores 33
Reservados todos los derechos.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida,
almacenada o transmitida, total o parcialmente, 3. La pregunta: expediciones por el arroyo de fuego
por cualquier medio o procedimiento técnico
sin permiso expreso del editor. (Feuerbach) 39
1. La prueba de la tarta de nata 40
Con las debidas licencias:
Impreso en España. Printed in Spain 2. Reiterados problemas con el Altísimo . . . -. 43
ISBN: 978-84-293-1817-3 3. Una pregunta a vida o muerte 53
Depósito Legal: SA-310-2009

Impresión y encuademación: 4. El Dios de los ateos: una protesta a lo grande 56


Artes Gráficas J. Martínez, S.L. 1. Pienso lo que quiero 56
Santander
2. Una comunidad de inquilinos se jubila 59
3. Una religión celebra el ateísmo 60
ÍNDICE 7
6 MANFRED LÜTZ

4. La fiesta con champán, arruinada 63 9. El Dios de Abrahán, Isaac y Jacob:


5. La placentera venganza del humilde cura 66 el misterio en el dobladillo del abrigo 179
6. El hijo de un pastor protestante asesina a Dios 71 1. El misterio de una bella mujer 179
7. El «más grave accidente previsible» 2. Una salvífica tentativa de asesinato 182
en el templo de la nada 76 3. La más prolongada historia de amor
de todos los tiempos 189
4. Un soberano inquietante 193
5. El Dios de los niños: de la felicidad como estado natural 81
1. ¿Cómo de real es la realidad? 81
10. La respuesta: un acontecimiento apasionante 198
2. La pezuña en la oreja 86
3. Un caso para talar y el camino hacia la felicidad . . . . 93 1. La sorpresa 198
2. Tumulto entre carniceros y panaderos 206
3. Una pocilga envejece 216
6. El Dios de maestros y profesores: 4. La sonrisa de los ángeles 225
conspiración en el sótano-bar 96
1. Jugar a los indios con consecuencias letales 99 11. The day after: los valores, la verdad y la felicidad 232
2. La verdad bajo la higuera 102
1. Soluciones inesperadas 232
3. Una anciana testaruda hace un pacto con el diablo . 108
2. Karl Valentín y la mística 237
3. Cómo poner coto a los atracos a bancos 242
7. El Dios de los científicos:
Galileo, Darwin, Einstein y la verdad 114
12. Dios y la psicología: puntos de contacto 246
1. Una religión inventa la ciencia 115
1. Un psiquiatra inquietante 246
2. El mayor golpe mediático de todos los tiempos .... 121
2. Una ballena indispuesta 254
3. Darwin cierra un taller de alfarería 127
3. Un león tímido 260
4. La catástrofe de una imagen del mundo 133
5. Milagro, ilusión y realidad 138
13. Arte y música: la sensualidad de la verdad 268
6. El error de Stephen Hawking
y las pequeñas imágenes en color del cerebro 144 1. La belleza salvará el mundo 268
2. Un rostro misterioso 273
8. El Dios de los filósofos: la gran batalla de la razón pura 149 3. En qué ocupan los ángeles su tiempo libre 277

1. Disputa entre santos:


Epílogo 283
las pruebas de la existencia de Dios 150
2. Proceso sumario contra un pobre desdichado 157
3. Filosofar en la niebla: un soltero perspicaz 165
4. Viaje aterrador por el túnel 174
«¿Dios? Ya no necesito esa hipótesis»
LAPLACE ANTE EL EMPERADOR N A P O L E Ó N

«Solo Dios basta»


SANTA TERESA DE JESÜS
«Gracias a Dios, Dios no existe.
Pero ¿y si -Dios nos libre-
existiera Dios?».
PROVERBIO RUSO

Prólogo

T
ODO el mundo opina cargado de razón sobre la cuestión de
los valores, sobre las virtudes, sobre la lucha de culturas e
incluso sobre el problema de Dios. Pero casi nadie coge
esta última cuestión por los cuernos e intenta darle una respues-
ta directa. Hay que reconocer que también tiene algo de megaló-
mano pretender responder a una pregunta a la que, durante mi-
lenios, se han enfrentado las personas más inteligentes y sabias sin
llegar a resultados concluyentes. Pero yo, como psiquiatra, no de-
bería sentir demasiado miedo de la megalomanía. Sin embargo,
en cuanto hombre débil, uno sólo se cree facultado para siquiera
aproximarse a semejante pregunta tras haber leído montañas de
sapientísimos libros. Pues, por usar un conocido motivo de la his-
toria de las religiones, teme descalzarse intelectualmente emulan-
do a Moisés, quien ante la zarza ardiente, en presencia de Dios, se
despojó de sus sandalias.
Sobrepasada ya la cincuentena, a lo largo de mi vida y mis di-
versos estudios he leído gran cantidad de libros y, sobre todo, he
acumulado algunas experiencias vitales. Puesto que el problema
de Dios me ha interesado de manera especial desde mi temprana
juventud y puesto que yo mismo he pasado de forma sucesiva por
ambos puntos de vista -el del ateo y el del creyente-, se me ocu-
rrió escribir un libro sobre este inmenso tema partiendo sencilla-
mente del estado en el que ahora me encuentro.
En esta empresa me han sido de ayuda las numerosas conver-
saciones que, justo sobre esta cuestión, he mantenido con nume-
rosas personas, unas creyentes y otras llenas de dudas, unas de al-
to nivel intelectual y otras del todo normales, unas escépticas y
otras piadosas. Semejantes conversaciones, si se desarrollan con
seriedad, van siempre a lo esencial. En ellas, a diferencia de lo que
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ocurre, por ejemplo, en conversaciones sobre los yacimientos de


gas natural en Siberia oriental o sobre la propia colección de se-
llos, uno no puede mantenerse personalmente al margen.
Por consiguiente, me he imaginado sin más que sostengo una
conversación sobre Dios con un contemporáneo inteligente, pero
no excéntrico. Sin duda, lejos de tratarse sólo de teorías, el pro- Introducción:
blema de Dios es -dicho entre nosotros- una cuestión de vida y
muerte para cualquiera. Algunas personas que hayan leído libros Contra el ateísmo chapucero
diferentes de los que yo he leído y tratado a gente diferente de la y la fe santurrona
que yo he tratado escribirían un libro completamente distinto al
respecto. Aquí no puedo sino realizar mi contribución personal a
esta gran pregunta. Y cuando llegues al final, querido lector, gus-

S
toso dejaré que me abras los ojos. i pudieras estar absolutamente seguro de que nadie te va a
Y entonces escribiré una obra del todo nueva. Pero, hasta en- pillar, ¿qué te detendría de atracar un banco? ¿Qué te hace
tonces, lo único que puedo ofrecerte es el presente libro. estar tan seguro de que no vas a ser eliminado un día de és-
tos por medio de una dulce inyección? No es descartable que a la
sociedad, por muy buena voluntad que ésta tenga, no se le pueda
seguir exigiendo que asuma los costes terapéuticos y asistenciales
de la compleja enfermedad que se te va a diagnosticar dentro de
poco. ¿Por qué no se arrojan los cadáveres al vertedero de resi-
duos tóxicos y se transforman los cementerios en parques lúdicos
para los niños? ¿Cómo sabes que tu marido te es fiel? ¿Cómo sa-
bes que el hijo de tu mujer es también tu hijo? Así pues, y ahora
completamente en serio, ¿qué pruebas hay de que Dios exista o, al
contrario, de que no exista? Pues «si Dios no existe, todo está per-
mitido» (Dostoievski, Los hermanos Karamazov). ¿O no es así?
Un libro sobre Dios que quiera ser tomado hoy en serio debe
plantearse tales preguntas de la vida real, que indefectiblemente
afectan a todo varón, toda mujer y todo niño. Pues lo que está cla-
ro es que quien de verdad cree en Dios vive de manera diferente
de quien no cree en Él. Sin embargo, las personas no siempre so-
mos consecuentes. Los ateos malgastan un tiempo precioso en re-
flexiones irracionales y, en ocasiones, viven como si Dios tal vez
sí que existiera un poquito. Y, a menudo, los creyentes viven la
mayor parte de su tiempo como si Dios no existiera. Si partimos
de que cada momento de la vida es irrepetible, ambos fenómenos
resultan nefastos. Uno dilapida un tiempo vital irrecuperable a
causa de un Dios que en absoluto existe o, por el contrario, des-
aprovecha a ojos vistas la gran oportunidad de su vida; a saber,
mostrarse ante Dios como digno de la vida eterna.
14
ÍNDICE 15
MANFRED LÜTZ

Admitámoslo, la religión tiene hoy poco que ver con tales pre- guida se empieza a imponer un estricto reglamento lingüístico, la
guntas. Los representantes de las religiones aparecen, por regla gente se siente como antaño se sentía en los albergues juveniles,
general, cuando nadie sabe ya qué hacer; por ejemplo, después de donde, por bienintencionadas razones, a uno se le imponían to-
grandes catástrofes. Y entonces suelen reconocer con buenas pa- dos los deberes imaginables. Desde entonces, se agradece poder
labras que tampoco ellos saben qué hacer. Para muchos, la reli- pernoctar en hoteles en los que uno puede hacer lo que quiera, el
gión no es más que aburridos discursos solemnes, ora una plomi- servicio es amable y, sobre todo, ya no ofrecen ese horrible té que
za misa de niños, ora una bonhomía excesivamente solícita. La aún me persigue en pesadillas.
religión no es para hombres, tal vez todavía un poco para muje- Cuanto más importante sea algo para todo el mundo, tanto
res y, si acaso, algo para niños. En las tertulias televisivas, los re- más comprensible y sencillo habrá de ser lo que se diga al respec-
presentantes de las religiones se conducen, por lo general, como to. También los titulados universitarios dispuestos a ir al patíbu-
gente escrupulosa; hablan de forma incomprensible y, en todo ca- lo por su fe son capaces de formular con sencillez y concisión y
so, consideran que nada es tan sencillo como parece. Usan un len- prescindiendo de extranjerismos sus razones para dar tamaño
guaje que ya sólo entienden ellos mismos: están «afectados... so- paso existencial, igual que pueden hacerlo los ateos que optan por
bremanera», todo les parece «en cierto modo» curioso o raro y el suicidio. Lo cual no es óbice para que éstos sean los argumen-
«se comprometen» con personas, edificios y pueblos enteros. Un tos más importantes que jamás hayan manejado en su vida.
carnicero o una dependienta de confitería nunca hablarían así. En mis años de estudiante en Roma, hice de guía por la Ciu-
Sin embargo, la pregunta por la existencia de Dios, que es de lo dad Eterna para grupos de universitarios. Dado que conocía bien
que en realidad se trata, o nos concierne a todos sin excepción... la historia romana del arte, era algo que me resultaba relativa-
o no concierne a nadie. mente sencillo. Cuando más tarde guíe por Roma a un grupo de
De ahí que en el presente libro me haya propuesto utilizar un jóvenes -algunos de ellos discapacitados- y pretendí transmitir-
lenguaje normal. Pido a los lectores que, si a pesar de todo, tropie- les de igual modo la esencia del Renacimiento y el Barroco, me
zan con jerga técnica incomprensible o inexplicada, insulten debi- percaté de que aquello era un reto intelectual mucho mayor,
damente al autor. A algunos teólogos les parecerá incomprensible puesto que no podía apoyarme en los habituales conceptos técni-
evitar lo incomprensible, pues su propia relevancia la han adqui- cos, sino que tenía que hablar de forma llana. Pero te aseguro,
rido, entre otras cosas, gracias a la invención de frases incompren- querido lector, que la experiencia con los discapacitados me re-
sibles. Cuando cursé los estudios de teología, entre nosotros, estu- sultó bastante más satisfactoria, aunque fuera mucho más exigen-
diantes, era muy popular la frase: «Un Dios que existe no existe en te desde un punto de vista intelectual.
absoluto» [Ein Gott, den esgibt, den gibt es garnicht]. ¡Guau! Quien Así pues, de lo que aquí se trata es de hablar de Dios de for-
conocía esta frase demostraba encontrarse ya en un curso supe- ma comprensible, mas no por ello banal. No hay nada peor que
rior; y quien, para colmo, incluso era capaz de explicarla no deja- el ateísmo chapucero y la fe santurrona. Por consiguiente, habrá
ba lugar a duda de que estaba preparado para aprobar el examen que considerar cuidadosamente todas las usuales objeciones con-
de grado. La frase, por supuesto, es cierta, pues quiere decir que tra la existencia de Dios. Y, a la inversa, habrá que presentar todos
Dios no es un objeto, como pueda serlo, por ejemplo, tu zapato los argumentos convincentes a favor de la existencia de Dios, in-
derecho, querido lector. Pero ahora yo parto de que tampoco a ti cluidas las famosas «pruebas de la existencia de Dios». Luego, ca-
se te habrá ocurrido nunca la idea de salir a cenar sin más con el da cual decidirá por sí mismo qué es lo que, teniendo en cuenta
buen Dios y colgarlo en el armario al terminar. su personal experiencia vital, le parece más verosímil.
Quien se interroga: «¿Existe o no existe Dios?», se plantea una A quien me conozca no le sorprenderá que ni siquiera en un
pregunta importante para él y no tiene por qué dejarse instruir de tema como el que aquí nos ocupa pueda dejar de hacer entrever
inmediato por los teólogos sobre cómo debería formularla debi- las ganas de vivir y la «pura alegría» (Spafi an der Freud, antiguo
damente para que se le responda también de buena gana. Si ense- regionalismo de Renania, algo así como «el amor al arte» en Es-
16 MANFRED LÜTZ

paña). Quizá haya lectores que esperan que, bajo un título como
el de este libro, sea posible contemplar de hito en hito, con extre-
ma seriedad y con ojos dilatados por el terror, los abismos de la
existencia humana. Pero tales lectores se cuentan probablemente
entre las personas que prefieren no oír La flauta mágica y se limi-
tan a leer el texto... sin los diálogos de Papageno y, por supuesto, 1. Música y arte:
sin la conmovedora música de Wolfgang Amadeus Mozart. Pero,
siendo europeo, ¿cómo se puede hablar en verdad de Dios sin que Elton John y la Venus desnuda
a uno le resuene en la mente la jubilosa seriedad de la música de
Mozart?

1. Ser o no ser

E
LTON John se sentó al piano. No para las masas en una de sus
espectaculares giras mundiales, no en una gigantesca sala
de conciertos, no en un festival de música desbordante de
alegría de vivir. Tocó para una sola persona, en una iglesia, en la
abadía de Westminster; y Elton John cantó sobre la muerte de esa
persona. Pero la canción fue, al mismo tiempo, el punto cimero
del lamento fúnebre más impresionante de la historia de la hu-
manidad: el réquiem por Lady Di, princesa de Gales.
Fue un duelo sin Dios. Es cierto que para las exequias se eli-
gieron formas cristianas tradicionales, pero la desesperación que
se extendió por todo el planeta estaba ayuna de esperanza. Hay
quien se pregunta cómo pudo desatarse una tan increíble explo-
sión de desconsuelo público a causa de una mujer así de medio-
cre, que no se consideraba suficientemente guapa, que apenas se
comportaba como se espera de un miembro de la realeza y cuyo
elogiadísimo compromiso social en modo alguno le llevó a entre-
gar su fortuna - o al menos parte de ella- a los pobres.
Pero quizá el secreto de su popularidad radicaba precisamen-
te en esa mediocridad -que la hacía tan cercana a cualquiera- y,
al mismo tiempo, en la distancia asociada a su condición de
miembro de la realeza. No obstante, es probable que lo decisivo
fuera, ante todo, la conmoción que causó el hecho de que una
mujer joven, vital y a todas luces sedienta de vida, se convirtiera
de repente en cadáver. A la vista de la vida exuberante, innume-
rables veces reproducida, el carácter inopinado y violento de este
óbito fue demasiado para una sociedad que reprime la muerte
con toda pulcritud. «El que nos ha dejado», decimos educada-
18 MANFRED LÜTZ M Ú S I C A Y A R T E : E L T O N J O H N Y LA V E N U S D E S N U D A 19

mente, como si alguien, sin saber cómo, se hubiese perdido. En ción frente a la lluvia durante las ceremonias rituales y que hoy
realidad, no se trata sino de un cadáver en descomposición. está destrozada por el paso del tiempo y la explosión de un pol-
To be or not to be, that is the question. Ser o no ser, he ahí la vorín turco.
cuestión. Desde los fundamentos de la literatura universal emer- No obstante, te recomiendo que subas alguna vez a este anti-
ge también ante cada uno de nosotros esta acuciante pregunta de guo templo. Asciende por la solemne escalera de la Acrópolis. A
Hamlet. ¿Somos, a la postre, nada más que efímeras existencias en tu derecha, el exquisito templo de Niké, más allá, la entrada al re-
camino hacia una muerte que todo lo engulle? ¿Somos material cinto sagrado, el bosque de columnas de los propileos y luego...
para gusanos y otros bichos que se cuidarán de reducirnos a me- una vista increíble: el Partenón. Un edificio suspendido en la res-
ros esqueletos? ¿Es vivir -valerosa, cínica, irreflexivamente- con plandeciente luz mediterránea. Seguro que, a lo largo de tu vida,
la certeza de la ineluctable catástrofe de nuestro yo lo único que has visto ya gran cantidad de arquitectura importante: vigorosos
nos resta? ¿O acaso hay todavía algo más allá de la muerte? castillos medievales aferrados a la tierra, catedrales góticas que
La letra de Elton John abogaba inequívocamente por la va- asaltan el cielo. Pero este estar flotando por encima de la tierra,
riante cínica en la cuestión de la vida: «Como una vela al vien- mas sin llegar a Dios -¿a qué Dios, además?- es algo que sólo se
to...», «Morir, dormir: ¡nada más!» (Hamlet). Pero Elton John puede experimentar observando el Partenón. Eso fue lo que lo
cantó. Ahí estaba la música; y en aquel momento, la música se ele- convirtió en una pieza maestra del espíritu griego, admirada en
vó sobre los océanos y continentes y unió a una humanidad do- todas las épocas.
liente. Nada trasciende de modo tan cierto y obvio la base mera- Para lograr esta impresión inolvidable, los geniales arquitec-
mente material de nuestra existencia como la música. Aun en la tos antiguos se sirvieron de algunos trucos artísticos. Las colum-
suma desesperación, la música puede elevarnos por encima del nas presentan una éntasis, esto es, un ligero abombamiento, con
instante -no directamente hacia Dios, pero al menos sí lejos de una anchura mayor en el tercio inferior. Y la fachada del templo
una visión simplista de las cosas que sólo conoce lo medible, lo está un tanto arqueada hacia arriba, de suerte que las columnas
ponderable, lo tangible y que, por tanto, sólo es capaz de ver la fí- centrales son mayores que las de los extremos. Quien no lo sabe
sica y la química, la descomposición y los gusanos. La esfera de la no repara en ello. Ahora bien, el efecto supra-terrenal no es un
música emociona a los seres humanos de todas las épocas y todos mero truco; pues, de lo contrario, semejantes maravillas se darí-
los países, elevándolos más allá de sí mismos... ¿hacia la tierra de an en serie. Lo que ha emocionado a personas de todos los siglos
la gran ilusión? y todas las religiones al contemplar el Partenón ha sido, más bien,
Tal vez. el excepcional diseño artístico, la composición en su conjunto.
Los conciertos masivos recuerdan a menudo a las ceremonias El Partenón no constituye una prueba de la existencia de
religiosas. Se agitan rítmicamente mecheros encendidos, se reali- Dios. Hay razones de peso para dudar de que el gran Fidias, el su-
zan acciones rituales e, inmersa en un gran sentimiento colectivo, pervisor de los trabajos, se tomara en serio el tosco mundo de los
la masa se afana por trascenderse... ¿hacia ninguna parte? dioses griegos. Pero la vivencia del efecto de estas piedras genial-
Tal vez. mente amontonadas que llamamos «Partenón» une a la humani-
dad en la certeza de que, más allá de las piedras, los trucos arqui-
tectónicos y los gastos de construcción de una casa donde cele-
2. Un montón de piedras une a la humanidad brar los actos del culto, hay algo que, a pesar de que no se puede
medir ni calcular, eleva a los seres humanos por encima de lo pu-
Pero también en otros lugares puede abrirse de súbito el cielo. El ramente terrenal. Mas ¿hacia dónde?
Partenón de Atenas es, propiamente, un templo pagano en ruinas El arte griego no responde a esta pregunta.
consagrado a la diosa Atenea -en la que apenas se creía ya cuan- La capacidad para burlarse de la materia es lo que distingue al
do se construyó el templo-, una casa que podía ofrecer protec- arte griego, convirtiéndolo en un gran arte. También los esculto-
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res sabían cómo llevar a la materia a su propia superación. ¿Por ceso a un estímulo edificante y fructífero que le imposibilita sus-
qué diablos habría de atribuírsele al ser humano -a ese mamífe- cribir una imagen del mundo demasiado burguesa.
ro, ese organismo, ese montón de materia- un papel sobresalien- El imperio romano se desmoronó, y algunos romanos tradicio-
te? La respuesta a esta pregunta la dan el orgulloso Auriga de Del- nalistas afirmaron que la culpa de aquel desastre la tenían los cris-
fos; las cariátides del Erecteion de Atenas, bellas y seguras de sí tianos y sus entusiasmos. Agustín, el gran pensador cristiano de la
mismas, capaces de sostener sin esfuerzo todo un mundo sobre Antigüedad, se vio obligado a redactar ex profeso hacia el final de
sus cabezas; y el Discóbolo, la inmortal obra maestra de Mirón. su vida un detallado desmentido de esta acusación: La ciudad de
La aparente facilidad de este arte genial no deja de asombrar- Dios. Pero aquella obra era más que la refutación de una tesis dic-
nos. En él no hay denodado esfuerzo, ni ambiciosa petulancia, ni tada por la envidia. Se trataba del gran esbozo de un mundo cris-
charlatanería de burguesía culta. Lo que hay es arte, creado por tiano, un mundo en el que había sentido, orden y una historia
seres humanos, pero que, de algún modo, remite más allá de ellos. orientada a una meta... e incluso estaba Dios. La Ciudad de Dios de
No todo aquel que en los llamados viajes culturales dosifica su Agustín se convirtió en el gran manual del Medievo cristiano.
entusiasmo según el número de estrellas que figuran en la guía En realidad, la mirada se dirigió entonces más al cielo que a la
turística entiende esto. También los antiguos romanos -que tan- tierra. El arte que remitía directamente hacia lo alto se hizo habi-
to admiraban a los antiguos griegos, aunque fuera más bien con- tual. Los antiguos griegos fueron olvidados, aunque también te-
forme al lema: Europe infive dayspope included [Europa en cinco midos hasta cierto punto. La dedicación a la belleza terrenal, ¿no
días, papa incluido]- tenían sus dificultades con el gran arte. Eran distraía de lo verdadero, de la vocación hacia el cielo? En Rávena
un pueblo de campesinos y soldados, con alguna experiencia en puede apreciarse cómo, en el declive del imperio romano de Oc-
la eficaz política del poder por el poder. Para esta gente conquis- cidente, el intenso azul mundano que sirve de fondo a las imáge-
tar Grecia representaba un objetivo especial; pues, aunque ellos nes que decoran el sepulcro cristiano de la última gran empera-
mismos no fueran singularmente cultos resultaba hermoso al triz, Gala Placidia, se convierte sólo unos pasos más allá en el ul-
menos conquistar un país culto. El cónsul Mummio cumplió con tramundano fondo dorado de las esculturas de la iglesia de San
su parte a conciencia. Ocupó Grecia siguiendo todas las reglas del Vital. Esta iglesia fue una creación del emperador Justiniano,
arte bélico, destruyó Corinto por completo y decidió encantado quien, con la disolución de la Academia platónica de Atenas en el
hacer algo también por su propia imagen y promoción. año 529, puso en cierto modo punto final a la Antigüedad.
Así que puso a sus soldados a empaquetar: arte, natural- Este fondo dorado iba a determinar el arte durante todo un
mente, arte griego. Quería presentarse en Roma como un cos- milenio. La fascinación del cielo ejercía una influencia tan inten-
mopolita versado en arte que donaba importantes bienes cultu- sa en las gentes de esta época que apenas se le prestaba ya aten-
rales al senado y al pueblo de Roma. Y antes de la travesía a Ita- ción a la belleza mundana. Surgieron espléndidas obras de arte
lia, lanzó un encendido discurso a sus soldados, en el que insis- capaces de mantener sensualmente presente para los seres huma-
tió enfáticamente en la obligación de tratar con cuidado los te- nos, en sus difíciles circunstancias vitales, la esperanza en el cielo.
soros artísticos. Si alguien rompía alguna obra de arte griego,
¡los dioses no lo quisieran!, tendría que hacer una réplica con
sus propias manos. 3. Los hechos desnudos
Los soldados debieron de mirarse unos a otros tan desconcer- y el disfrute de la vida antes de la muerte
tados como los romanos de los tebeos de Astérix y Obélix. Ima-
gínatelo: ¡una obra auténtica de Fidias esculpida por un legiona- Pero, en el «otoño de la Edad Media», el poder de este mundo re-
rio romano! Repara también en que no todo el mundo tiene sen- gresó a escena. Los teólogos redescubrieron la creación, los filó-
sibilidad artística, y nadie dice que eso sea malo. Pero quien es ca- sofos relativizaron el cielo y los artistas volvieron a representar lo
paz de dejarse conmover de verdad por el arte auténtico tiene ac- que realmente veían. A un tiempo, se acordaron de la Antigüe-
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dad, que tan excelentemente había hecho esto mismo. Más tar- quedé demasiado impresionado. Pero, cuando poco más tarde, vi-
de, esa época fue denominada «Renacimiento», el renacer de la sité la pieza con un excelente guía, me emocioné en lo más hondo
Antigüedad. y, durante horas, no pude apartar los ojos de los espléndidos fres-
Por fortuna, aún se conservaban unos cuantos kilómetros cos. A partir de ese día, se despertó de verdad mi interés por el ar-
cuadrados de Antigüedad; pues en el Bosforo seguía existiendo, te, así como mi convencimiento de que, a través de él, uno puede
casi olvidada, la capital del imperio romano de Oriente, que a la quizá acercarse a la verdad sobre una persona o una época mejor
sazón se llamaba bizantino: Constantinopla. La ciudad agonizaba que con ayuda de cualquier texto. Más tarde, cuando durante las
ante el asalto de los otomanos, a quienes terminaría sucumbien- vacaciones guiaba por Roma grupos de turistas, la Estancia de la
do en 1453. Y sus grandes espíritus se refugiaron sobre todo en Signatura siempre era el punto cimero del programa.
Italia, donde dieron un fuerte impulso al redescubrimiento de la En una pared de esta mundialmente famosa estancia se repre-
Antigüedad. El fondo dorado desapareció, el cielo se tornó de senta la visión general de la ciencia dominante en aquel entonces.
nuevo azul, como en las hermosas tardes de la Toscana. Dios, A este fresco se la ha dado el nombre de La Escuela de Atenas, pero
quien en la Edad Media había ocupado el centro en solitario, fue es mucho más que la rememoración de tiempos antiguos. El hecho
desplazado a un lado. Se convirtió en coartada para la nueva libe- de que Rafael pusiera a algunas de las mentes más descollantes de
ralidad. Aún se pintan las antiguas historias sagradas, pero a me- la Antigüedad el rostro de sus grandes contemporáneos muestra la
nudo ya sólo con un propósito por entero mundano: Adán y Eva, enorme seguridad en sí misma que tenía aquella época: en el cen-
tal como habían sido creados por Dios; Susana bañándose desnu- tro, Platón y Aristóteles, los dos grandes protagonistas de la filoso-
da, conforme a la escena veterotestamentaria; Jesús predicando fía griega; Platón señalando hacia arriba, hacia el reino de las Ideas,
en majestuosos paisajes; y, una y otra vez, María, con rasgos de fa- que para él eran la fuente de la auténtica verdad, y Aristóteles apun-
bulosas bellezas italianas. Sandro Botticelli deja de lado todo mi- tando con gesto señorial al suelo de los hechos experimentales. Es-
ramiento y representa el nacimiento de Venus desnuda, el arque- tán rodeados por Sócrates -que explica algo con insistencia a un
tipo del Renacimiento. Pero las fuerzas reaccionarias contraata- hombre vanidoso-, Pitágoras, Euclides, Heráclito, Epicuro y, por
can. En Florencia, el vehemente dominico Savonarola ordena último, Diógenes, quien, ajeno al barullo intelectual que le rodea,
quemar todas las baratijas neo-paganas. Botticelli se «convierte» se repantinga sobre la escalera. Cada uno de los filósofos refleja a la
y arroja muchos de sus propios cuadros a las hogueras dispuestas. perfección su más distintivo carácter (filosófico): el espiritualizado
En esta situación, la Iglesia no se deja arrastrar al lado de los fa- Platón, el Sócrates preocupado por el individuo, el pesimista He-
náticos. En Roma gobiernan papas verdaderamente mundanos, ráclito, el alegre y optimista Epicuro. Al mismo tiempo, Platón pre-
abiertos por completo al espíritu del Renacimiento. Lo cual les senta los rasgos faciales de Leonardo da Vinci, el genio universal
acarreará más tarde dificultades en la pía Alemania, pero los ar- admirado por Rafael y entonces aún vivo, quien reunía en sí el en-
tistas de la época los amaban por ello. Así, éstos acuden a Roma tero saber de la época. Por su parte, el pesimista Heráclito tiene las
en número creciente, y precisamente los más destacados. facciones de Miguel Ángel, el titán del nuevo arte.
1508 se convierte en un gran año para la historia universal del El gran logro artístico consiste en que aquí no sólo se yuxta-
arte. En este año no sólo comienza el joven Miguel Ángel los fres- ponen diversos personajes, sino que, a despecho de todas las dife-
cos del techo de la Capilla Sixtina. El joven Rafael Sanzio, de Ur- rencias existentes entre ellos, son aglutinados en una unidad abo-
bino, recibe el encargo de pintar la Estancia de la Signatura en el vedada por una vista de la futura catedral de San Pedro, cuya pri-
Palacio Vaticano. Lo que el genial artista, todavía muy joven, crea mera piedra había colocada dos años antes. Frontera a esta gran-
allí abarca ni más ni menos que la representación de toda la reful- diosa representación universal de la ciencia, Rafael pintó la Dis-
gente auto-conciencia de la época. puta sobre el Santísimo Sacramento, la controversia sobre la euca-
Esa sala, relativamente pequeña, la vi por primera vez siendo ristía. Éste es el lugar de la teología. Ahí se ve a los grandes sabios
aún adolescente. En aquel entonces apenas tenía tiempo y no teológicos del pasado y el presente no sólo en actitud de humilde
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adoración, sino también -y sobre todo- inmersos en reflexivo Por lo que respecta a Dios, aunque aparece, sólo lo hace flo-
diálogo. Ahí están los padres de la Iglesia occidentales: Ambrosio tando en el aire por encima del altar de la Disputa. En la Estancia
de Milán, Agustín, Jerónimo y Gregorio Magno, dedicándose de la Signatura, Dios está integrado en un sistema del mundo que
grandiosos ademanes unos a otros, pero también Tomás de Aqui- quizá se las arreglaría igualmente sin Él. En las paredes de esta
no, Buenaventura y muchos otros. En el cielo se ve al ejército de pieza están representadas bastantes personas que no le tenían de-
los ángeles y al Dios trinitario. También este fresco abarca la en- masiada estima. Y, en cualquier caso en esta pintura universal del
tera ciencia teológica pasada y presente. año 1508 no se distingue con claridad si la pequeña iglesia que se
Estas dos grandes vistas panorámicas son asociadas en las pa- ve en la Disputa está recubierta de andamios porque necesita ser
redes de las ventanas, más pequeñas, con el Parnaso -la asamblea reformada con urgencia o si, a causa de su estado ruinoso, se cier-
de los poetas de todos los tiempos: Homero, Virgilio y Ovidio, pe- ne sobre ella la amenaza de demolición.
ro también Dante, Petrarca y Ariosto- y, al otro lado, con los re- En definitiva, tampoco la Estancia de la Signatura remite in-
presentantes de la jurisprudencia: el emperador Justiniano y el pa- equívocamente a Dios, aun cuando, en virtud de la fuerza del
pa Gregorio IX, quienes muestran sus respectivos códigos legales. gran arte, nos arranque de un modo emocionante del fárrago
Si uno, conmovido por las emocionantes pinturas murales, diario. De esa fuerza, no de Dios, se habla en el epitafio que iden-
mira finalmente hacia arriba, hacia el techo, descubre allí, encima tifica el sepulcro de Rafael -fallecido demasiado prematuramen-
de las cuatro paredes, las correspondientes alegorías de la Filoso- te- en el Panteón de Roma. Ule hic est Raphael, timuit quo sospite
fía, orgullosa de sus libros, la Teología, movida por el Espíritu, la vinci rerum magna parens et moriente mori, escribió el humanista
alada Belleza y la Justicia sosteniendo su espada, ingeniosamente Pietro Bembo: «Éste que aquí yace es Rafael: mientras estuvo vi-
vinculadas en las esquinas con el juicio de Salomón, el rey sabio vo, la Naturaleza temió ser vencida por él; pero cuando murió,
y justo (entre la Filosofía y la Jurisprudencia); con la expulsión ella misma creyó que debía morir con él».
del paraíso, el justo juicio de Dios (entre la Teología y la Juris- Lo que en la Estancia de la Signatura conmueve al observador
prudencia); con el concurso de Apolo y Marsias, quienes repre- avezado no puede, ciertamente, explicarse sólo por medio de fe-
sentan, respectivamente, el arte espiritual y el arte mundano (en- nómenos materiales; tampoco se trata de una congestión hormo-
tre la Belleza y la Teología); y, por último, con la astronomía, la nal, un reflejo cerebral inducido o una sugestión de masas ocasio-
más poética de todas las ciencias (entre la Belleza y la Filosofía). nada por las famosas guías turísticas Baedeker o similares. El efec-
Y, con ello, el techo de la Estancia de la Signatura reúne las gran- to que causa la Estancia de la Signatura, como el de todo gran ar-
diosas pinturas murales en un todo universal, en una visión del te, apunta sin duda más allá de todo eso. Pero ¿lo hace de verdad
mundo tal cual era y tal cual es. o toda esta vivencia artística no es sino una maravillosa, emocio-
Quien se haya confrontado de forma intensa con la Estancia nante, satisfactoria y gran ilusión?
de la Signatura, quien la haya asimilado con la mente y los senti-
dos, ése ha comprendido la atmósfera y el pensamiento de 1508.
En ella no hay pensamiento piadoso alguno, pues el antiguo pa-
ganismo había levantado poderosamente la cabeza. Lo que ahí se
percibe es la vigorosa seguridad en sí mismos de hedonistas ins-
truidos que no querían dejarse consolar con la esperanza en el
más allá, sino que sostenían que también existe vida antes de la
muerte. La alegría de vivir de estos hombres del Renacimiento se
dejaba refrenar entonces por la Iglesia tan poco como hoy se de-
jan refrenar los excesos de la gente bien de Munich por el arzobis-
po de Munich y Freising.
LA P S I C O L O G Í A Y D I O S : UN H O M B R E C I L L O EN EL O Í D O 27

manario Der Spiegel informó al respecto en un sensacional repor-


taje, que ocupó la portada de aquel número. Lo cual, naturalmen-
te, llevó al gremio de psicoanalistas a poner el grito en el cielo, co-
mo si alguien hubiese blasfemado contra Dios o, al menos, con-
tra Freud. Los psicoanalistas más inteligentes, sin embargo, apro-
2. La psicología y Dios: vecharon los científicamente incuestionables resultados del infor-
me para modernizar su método, sin aferrarse al padre fundador
un hombrecillo en el oído en ciega e incondicional fidelidad.
Mas ¿por qué les resulta precisamente a los psicoanalistas tan
difícil confrontarse con nuevos conocimientos? Ello tiene que ver
1. El parricidio de Sigmund Freud
con el hecho de que Freud no concibió el psicoanálisis como un
método de psicoterapia más o menos exitoso, sino como una
i porvenir de una ilusión, así tituló Sigmund Freud su gran misteriosa panacea capaz de llevar a los iniciados al conocimien-

E obra de crítica de la religión; y desde entonces, la gente


cree que la psicología ha descubierto de algún modo que
el buen Dios es una suerte de hombrecillo en el oído, del que uno,
to de la verdad sobre todo, sin excepción alguna. Escribió sobre el
arte y la cultura, sobre la paleontología y la etnología, sobre la
guerra y la paz. El psicoanálisis se convirtió en una visión del
si tiene necesidad, puede librarse con ayuda de la buena psicolo- mundo, en una ideología del siglo XIX -tan rico en semejantes
gía. Pero pocos han leído realmente a Freud y conocen el juicio doctrinas sobre la verdad- que conocía la respuesta para cual-
actual de la ciencia sobre la eficacia de los métodos de psicotera- quier pregunta.
pia que lo han hecho famoso. Hace poco, en 2006, se celebró con Pero, en realidad, las ideologías no son mutables; pueden im-
generalizado y solemne júbilo el ciento cincuenta aniversario del ponerse con vigor, pueden conquistar países e idiomas, pero ca-
nacimiento del padre fundador de la psicología moderna. Recibí recen de oído. Sólo tienen portavoces, y llega el día en que éstos
la llamada de una emisora de radio: buscaban con desesperación mueren, a veces súbitamente. Sin embargo, justo en esta en apa-
a alguien que estuviera dispuesto a hacer un par de comentarios riencia inquebrantable confianza en sí mismo, así como en su
indirectamente críticos sobre el psicoanálisis; tanto himno de ala- fuerza para imponerse y en la convicción de poder explicar todo
banza resultaba ya sencillamente insoportable. -literalmente todo- con semejante edificio intelectual, es donde
Ahora bien, desde el punto de vista actual de la ciencia no radicaba y todavía hoy radica para muchas personas la fascina-
existen demasiadas razones para el júbilo acrítico. Es indudable ción del psicoanálisis. El creyente en el psicoanálisis está conven-
que Sigmund Freud, con sus tesis sobre el inconsciente y, sobre cido de que dispone de un saber superior sobre cómo son «en
todo, sobre la sexualidad, sacudió con éxito a una sociedad bur- realidad» las cosas, sobre cómo es «en realidad» todo. Así, el psi-
guesa enredada en absurdas y artificiales contorsiones. Es cierto coanálisis, en contra de lo que originariamente era su propósito,
que, con igual éxito, propagó un nuevo y original método de psi- no propicia la ilustración, sino más bien la mistificación.
coterapia, que, en sus aspectos decisivos, sin embargo, ya había si- De mi época de formación psicoanalítica recuerdo los rostros
do inventado por otros. Pero el método clásico del psicoanálisis crédulos de algunos condiscípulos cuando preguntaban qué ocu-
no ha resistido los objetivos procedimientos de investigación de rría real e indefectiblemente en el segundo año de la vida de una
la más reciente evaluación de eficacia psicoterapéutica. Hace ya persona, de toda persona, por supuesto, así como la erudita res-
diez años, Klaus Grawe evaluó por encargo del gobierno de la Re- puesta del docente, en la que, como es natural, no podía faltar la
pública Federal de Alemania la eficacia de los métodos habituales cita de Freud. Todo tenía algo de extrema solicitud y, de algún
de psicoterapia. En este estudio constató que el gran psicoanálisis modo, desbordaba una conmovedora ingenuidad. En semejante
es apropiado, en el mejor de los casos, para personas sanas. El se- ambiente, ¿cómo se pretende practicar ciencia seria, la cual, según
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sir Karl Popper, concede cierta importancia precisamente a la supone sin más que Dios no existe, a todo el mundo le resulta de
«falsabilidad» de sus resultados, o sea, a la posibilidad de demos- inmediato evidente que, bajo este supuesto, las conductas religio-
trar, si llega el caso, que el resultado que se ha alcanzado es falso? sas de los seres humanos no pueden sino parecer bastante raras,
La ciencia representa, en este sentido, el tenso esfuerzo de disipar cuando no de todo punto excéntricas. Participar con regularidad
con argumentos errores sobre la realidad -con la obvia concien- en absurdos actos rituales que no sirven para nada y desperdiciar
cia de que uno mismo puede estar equivocado. A este respecto, las en ellos, así como en oraciones rituales y otras actividades simila-
ideologías funcionan de forma muy distinta. Las ideologías nun- res, una buena parte del tiempo de vida es, sin duda, bastante más
ca se equivocan, aunque la realidad sea puesta del revés. Es cierto limitador de la existencia que la necesidad verdaderamente com-
que, en muchos aspectos, Freud era considerablemente más capaz pulsiva de lavarse. Entonces, siempre bajo el supuesto de que Dios
de transformación que sus seguidores fanáticos. Con todo, la cau- no existe, no hay en realidad mucho que objetar a que la religión
sa de la inflexibilidad de estos últimos dinosaurios vivos del siglo sea caracterizada como una colectiva neurosis compulsiva.
XIX radica en la intención primordial del propio Freud de redu- Por lo demás, bajo el supuesto contrario de que Dios sí que
cir todos los procesos psíquicos a las fuerzas neurológicas y ma- existe, la conducta atea se podría describir, a la inversa, como un
teriales subyacentes y de explicar a partir de ellas la totalidad del comportamiento reflejo de huida por completo absurdo, como
mundo. De ahí que ya Jürgen Habermas le reprochara una «de- fruto de la deficiente estabilidad de una personalidad carente de
formada auto-comprensión dentista», reproche que se hizo fa- sentido de la realidad e incapaz de mantener relaciones fiables; así
moso. Según Habermas, quien, por lo demás, lo tiene en alta es- pues, como una patología igual de grave. Por consiguiente, todo
tima, el psicoanálisis no es una scientia, una ciencia en el sentido el grandioso edificio antirreligioso de Sigmund Freud se sostiene
de las ciencias de la naturaleza. Se trata, más bien, de uno de los sobre unos cimientos de barro, a saber, la afirmación en absoluto
llamados «métodos hermenéuticos», esto es, una forma de des- demostrada de que Dios no existe. En esta medida, Freud ofrece,
cripción de imágenes más o menos útil para los pacientes. Con el sin duda, un modelo de cómo podrían explicarse los fenómenos
psicoanálisis no se puede desentrañar la verdad. religiosos si Dios no existiera. Pero, sobre la pregunta decisiva de
Pero, con ello, los escritos freudianos de crítica de la religión si Dios existe o no, Freud no tiene absolutamente nada que decir.
devienen asimismo papel desechable. Y, de hecho, para el lector Con todo, en torno al ateísmo de Freud existen discrepancias.
contemporáneo, no contienen más que aburridas e interminables Él mismo se percató pronto de este problema y sólo publicó par-
repeticiones de tesis simples respaldas por exiguas referencias bi- te de sus escritos de crítica de la religión una vez establecido en el
bliográficas, entretanto trasnochadas. Así y todo, ciertos psicoa- seguro exilio inglés. Para él, no obstante, era a todas luces impor-
nalistas hablan todavía en la actualidad del parricidio acontecido tante explicitar -con ayuda de la gramática que había inventado-
en la tribu primigenia que inauguró la religión, como si sobre su imagen del mundo, en la que no había sitio para Dios. Sin du-
aquel primitivo acto de violencia existiera una convincente acta da, hubo quien vio en los escritos de crítica de la religión de Freud
judicial labrada en piedra. una ayuda para fundamentar su propio ateísmo. Pero eso era un
A buen seguro, no se comete ninguna injusticia contra Freud error. Fundamentar el ateísmo es precisamente algo que no se
afirmando que las pruebas de tal parricidio son considerable- puede hacer con Freud. Lo que ofrece Freud es una posibilidad de
mente más inciertas que todo lo que incluso él podía haber con- expresar con nuevas imágenes y palabras el ateísmo personal por
siderado como indicio de la existencia de Dios. el que uno ya se ha decantado hace tiempo.
Con su método, Freud intenta presentar la fe en Dios como
un trastorno psíquico. Por supuesto, tal empresa es tan verosímil
como el famoso comentario satírico de Karl Kraus de que el psi-
coanálisis es la enfermedad para la cual se considera terapia. El
método que Freud elige para ello es en verdad sencillo. Si se pre-
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2. Lo que C.G. Jung y Viktor Frankl cíente. La película vive de la absoluta falta de seriedad a la que, a
tienen en común con una estrella del porno causa de la entretenida diversidad de fenómenos superficiales, se
le escapa por completo la extrema seriedad de dar muerte a una
Otros, sin embargo, consideraron que la insuficiente atención persona por motivos viles. Así pues, en el fondo, el asesinato, el
prestada por Freud a la religión era una desventaja. Su destacado verdadero asesinato, no aparece, ni siquiera de lejos, en Arsénico
discípulo C.G. Jung descubrió e investigó la diversidad de las reli- por compasión. Uno se sienta en el palco y asiste a un entreteni-
giones, enemistándose justo por esa razón con su tirano padre tu- do espectáculo. De modo análogo contempla las religiones el es-
telar. A eso se le puede dar el nombre de «parricidio intelectual». tudioso de la religión, o C.G. Jung los mitos de los distintos pue-
Algunos cristianos, frustrados y arrinconados por tanto vien- blos. En el fondo, en estas presentaciones abundantemente ilus-
to en contra, vieron en C.G. Jung, en este hereje del psicoanálisis, tradas con ejemplos, Dios, en cuanto Creador todopoderoso del
a su verdadero redentor de todos los malos tragos que el desabri- cielo y la tierra, no desempeña el más mínimo papel. Antes bien,
do maestro del inconsciente les había hecho pasar. Mientras que el sentimiento de poseer un superior conocimiento del material
en Freud la religión sólo aparece negativamente, en Jung las cosas de la historia de las religiones y de estar iniciado en los mitos de
son, de hecho, muy distintas. Las imágenes religiosas de todas las los pueblos hace quizá más difícil plantearse de manera del todo
épocas y pueblos impregnan sus escritos; abarcadores estudios personal la pregunta existencial y decisiva para la propia vida de
sacaron a la luz gran cantidad de información sobre las religiones. si, en realidad, Dios existe o no. Probablemente es el mismo pro-
Y C.G. Jung lo integró todo en su doctrina del inconsciente colec- blema -perdóneseme la comparación- que los actores porno tie-
tivo de la humanidad, de los arquetipos, de las imágenes primige- nen con la pregunta de si ahora aman de verdad a una determi-
nias de la especie humana, latentes en las imágenes de los pueblos nada persona, la encuentran atrayente desde un punto de vista
tanto como en las imágenes oníricas de cada individuo. El reino erótico y desean casarse y tener hijos con ella. Con otras pala-
de C.G. Jung está vistosamente coloreado con abundancia de dio- bras, C.G. Jung y las ciencias de la religión en absoluto sirven de
ses y misteriosos símbolos. ayuda en lo que atañe a la cuestión de si, en realidad, Dios exis-
Pero quien crea que allí donde se habla mucho de la religión te o no.
y la parafernalia religiosa, allí se aborda también la cuestión de Del todo incomprensible es, en especial, el hecho de que los
Dios, se equivoca. Quizá sean incluso las ciencias de la religión las cristianos se dejen engañar tan a gusto por C.G. Jung. La esotéri-
que más difícil se lo ponen a la fe en Dios. «Por supuesto, este ca indeterminación de su pensamiento diluye la claridad y la du-
Dios nació, como es habitual, de una virgen», afirmó como de pa- reza del problema de Dios en música celestial; y su propuesta de
sada el profesor Mensching -el padre fundador de las ciencias de ampliar la divina Trinidad bien con el diablo, bien con María, re-
la religión- en una conferencia que aún tuve ocasión de escuchar- sulta divertida en el mejor de los casos y absurda en el peor.
le. Sin duda, es legítimo considerar todas las religiones desde el Cuando uno se confronta con los fuegos artificiales de imágenes
punto de vista de la etnología, como si se trataran de formas di- de C.G. Jung en el contexto de nuestra pregunta por Dios, al final
versas de folclore cuyas características comunes y diferencias pue- se alegra de volver a leer al sobrio judío Freud en lo relativo a es-
den ser concienzudamente investigadas en el conjunto de todos ta cuestión. Uno entiende mejor el precepto dado por Dios en el
los pueblos. Quizá sea también muy entretenido documentar con Sinaí: ¡el ser humano no debe hacerse imágenes de Dios!
exactitud de contable distintos tipos de asesinato: el clásico enve- También judío era Viktor Frankl, el fundador de la llamada
nenamiento, el robo con homicidio, el homicidio por celos y mu- «logoterapia». A él le debemos no sólo geniales invenciones en el
chos otros. En el divertido largometraje de Hollywood Arsénico terreno de la psicoterapia, sino también un emocionante relato de
por compasión [Arsenic and Oíd Lace, 1944, dirigida por Frank su experiencia personal: «Un psicólogo en un campo de concen-
Capra], dos encantadoras señoras maduras se cargan de manera tración», que en español está recogido, junto con otros textos del
cómica a algunas personas que, a su juicio, ya han vivido lo sufi- autor, en el libro El hombre en busca de sentido.
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A primera vista, Frankl parece ser un poderoso abogado psi- 3. Dios y un ramo de flores
cológico en el problema de Dios. El propio Frankl se idealiza a sí
mismo como un anti-Freud. Sin embargo, condena por igual a En 1995 la clínica de la que, a la sazón, yo era director médico or-
justos y pecadores. Acentúa con razón la importancia para la per- ganizó un gran congreso para más de mil participantes. Entre los
sona del sentido (logos) y de la fe en Dios. Pero intenta aproximar- conferenciantes se contaban Paul Watzlawick, de Palo Alto, uno
se al sentido con ayuda de la psicología y a la psicología con ayu- de los padres fundadores de la moderna psicoterapia sistémica, y
da del sentido. Y fracasa en ambos casos. Podría ser cierto y grato Steve de Shazer, de Milwaukee, quizá el más radical renovador de
que las personas que creen en Dios poseen mayor confianza en sí la psicoterapia. A mí me correspondía impartir una conferencia
mismas y quizá padecen asimismo menos miedos. Mas eso no nos sobre el tema: «Psicoterapia y religión». En años anteriores había
dice nada sobre la existencia de Dios. No deberíamos excluir sin estudiado a fondo los enfoques sistémicos de psicoterapia. Sobre
más que también el auto-engaño verosímil pueda ir acompañado todo me había convencido la psicoterapia breve orientada a la
de una robusta salud psíquica; de lo contrario, todos los proxene- búsqueda de soluciones de Steve de Shazer. Y ello, también desde
tas deberían sufrir depresiones, algo que no me consta. el punto de vista epistemológico. Sin embargo, justo a la psicote-
Quien se decidiera a creer en Dios en razón de los positivos rapia sistémica y al enfoque psicoterapéutico de Steve de Shazer,
efectos de higiene psíquica de la fe no creería en Dios, sino en la inspirado por la hipnoterapia de Milton Erickson, se les repro-
suma importancia del propio bienestar -y eso no tiene absoluta- chaba con no poca frecuencia que adolecían de una visión tecni-
mente nada que ver con el cristianismo. Si se comprobara que el cista. El paciente era considerado, rezaba esta crítica, como un
bienestar de los cristianos es mejor que el de otras personas, ello mero aparato al que es posible poner de nuevo en funcionamien-
debería dar que pensar. Los cristianos han de servir a sus próji- to por medio de una intervención relativamente pequeña. La bre-
mos con abnegación y denuedo, arriesgando su vida por los po- vedad de la terapia suscitaba asimismo recelo. De Shazer daba por
bres y necesitados. Algo así no ayuda a mantener intactas las fuer- concluidos los tratamientos, por término medio, tras unas cuan-
zas, ni los nervios, ni el cutis; además, en el peor de los casos, lo tas sesiones. No se le concedía suficiente tiempo al paciente, se
lleva a uno antes a la tumba y, en el mejor, lo conduce con mayor decía; se le despachaba con fast food.
seguridad a la vida eterna. Pero, cuanto más reflexionaba sobre la cuestión, más me con-
Tengo la impresión de que, cuanto más mienta una corriente vencía de que precisamente tal enfoque era apropiado para respe-
de psicoterapia la totalidad, el sentido de la vida o incluso a Dios, tar el significado propio de la religión. La psicoterapia sistémica
tanto menos se confronta realmente con la seria pregunta por la no conoce verdades, sino sólo diferentes perspectivas -más o me-
existencia de Dios. Quienes buscan redención en la psicoterapia nos útiles- sobre una realidad cuya condición propia puede ser
llaman a la puerta equivocada. La fe profesada por razones psico- dejada en suspenso. A efectos psicoterapéuticos, este plantea-
terapéuticas sería de una calidad parecida a la del homúnculo, el miento pragmático resulta extraordinariamente fructífero. Con
hombrecillo-probeta fabricado por el ser humano, cuya lánguida miras a una psicoterapia exitosa, entender los síntomas no como
existencia ridiculiza Goethe en el Fausto. La sanación por la fe, en realidades fijas, sino como fenómenos pasajeros, es bastante más
caso de que fuera factible, no tendría lo más mínimo que ver con útil que centrar primero la atención de la persona necesitada de
la psicoterapia que procede con arreglo a principios científicos. tratamiento en sus síntomas, para luego volver a eliminar por
¿Cómo debe conducirse la psicología para evitar tales mezclas medio de un afanoso trabajo esas imágenes sobre las que tanto se
malsanas, para no cazar furtivamente con sus propios métodos ha discutido.
en el ámbito de la fe religiosa? ¿Y cómo puede asegurarse uno, por A esto se añade que los pacientes, cuando hablan de su estado
otra parte, de que la fe no deviene totalitaria, se estiliza petulante psíquico, suelen decir: «Vuelvo a tener mi depresión». Nadie -ni
a sí misma como verdadera psicoterapia y priva de su espacio le- siquiera el más experimentado psicoterapeuta después de prolon-
gítimo a la psicoterapia científicamente avalada? gadas conversaciones- puede descubrir jamás qué es lo que, en
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34 MANFRED LÜTZ

prolongada depresión. Si cobra conciencia de sus propias fuerzas


realidad, quieren decir con la palabra «depresión». Ninguna otra y luego las emplea, el paciente puede conseguir cambios benefi-
persona puede «conocer» jamás ese torturador y sumamente per- ciosos en un tiempo relativamente corto, resolviendo así su pro-
sonal sentimiento de un ser humano singular. Tal vez uno crea blema. El psicoterapeuta deviene un artista de la iluminación.
conocer por propia experiencia sentimientos análogos o haya oí- En nuestro congreso, Steve de Shazer expuso un caso especta-
do describir a otras personas estados quizá comparables. Pero, cular. Una paciente acudió a él con un problema que le resultaba
probablemente, con todo eso no se logra captar ni siquiera de for- tan embarazoso que ni siquiera podía hablar al respecto. Por re-
ma aproximada el matiz sumamente individual de la «depresión» gla general, en tales circunstancias nadie aceptaría llevar a cabo
de otro. Sea como fuere, Steve de Shazer opinaba que nunca pue- una psicoterapia. Pero de Shazer sí aceptó. Le planteó a su pacien-
de saberse de verdad que quiere decir otra persona cuando afir- te las preguntas habituales, en especial las preguntas de la escala:
ma que es depresiva. en una escala de cero a diez, ¿dónde se encuentra usted ahora en
De ahí se derivan dos consecuencias. La primera es que, en el lo relativo a su problema? Cero significa: «Me van tan mal las co-
fondo, resulta inútil elaborar grandes teorías sobre qué es, en re- sas que peor no me pueden ir», y diez quiere decir que su proble-
alidad, «la depresión», qué siente y qué no siente «el depresivo», ma está resuelto. ¿Dónde se encuentra usted ahora en esta escala?
qué es beneficioso y qué no para todos los «depresivos», etc. Tales La paciente dijo el número tres. ¿Y por qué no el dos?, preguntó
grandes teorías solidifican «la depresión», la tratan como un ob- de Shazer, al tiempo que pedía por favor a la mujer que sólo se
jeto real y, de esa suerte, le restan capacidad de transformación. imaginara la respuesta de manera del todo concreta; pues, de lo
Cuanto más material teórico se le eche encima al pobre depresi- contrario, quizá revelaría sin querer el problema secreto. Luego, le
vo, tanto más emparedado se verá, por decirlo así, por los supues- preguntó si en los últimos tiempos se había sentido alguna vez en
tos conocimientos sobre su depresión. Al estilo de las llamadas el cuatro, cuando había sido y qué había hecho entonces; también
self-fulfilling-prophecies, esto es, las profecías que se dan cumpli- esto, le insistió, debía imaginárselo con suma intensidad. Por úl-
miento a sí mismas, con ello no se consigue precisamente que la timo, le propuso que hasta la siguiente sesión realizara la «tarea
depresión desaparezca, sino que ésta, como si dijéramos, surja de la primera hora»; a saber, que, hasta que volvieran a encontrar-
ahora en toda regla, se desarrolle y adquiera un fundamento tan se, pensara en qué era lo que en su vida estaba funcionando de
profundo como sea posible. Pues el lenguaje crea realidad psico- momento de forma tal que no sentía deseo alguno de cambiarlo.
lógica; y cuanto más se habla de un problema, tanto más «real» se Además, debía recordar qué hacía en situaciones en las que en-
le hace ser. Por eso, nada de grandes teorías sobre la depresión, si- contraba en el cuatro o incluso en el cinco. También le planteó
no respeto ante la individualidad del sufrimiento. numerosas preguntas encaminadas a ayudarla a concentrar la
Pero, en segundo lugar, es cierto lo siguiente: si la verdadera atención en los aspectos exitosos de su vida. La psicoterapia se
realidad interior de la depresión de una persona no es, por prin- desarrolló bien, y a la paciente le iba cada vez mejor. Cuando lle-
cipio, accesible desde fuera, entonces el cambio psicoterapéutico gó al ocho, la mujer consideró que ya era suficiente y concluyó la
tampoco puede llevarse a cabo con arreglo a un plan universal- psicoterapia. Meses más tarde llegó una tarjeta postal desde el lu-
mente válido concebido con ingenio por un psicoterapeuta e im- gar donde la paciente pasaba sus vacaciones: se sentía en el doce...
puesto desde fuera. La psicoterapia adecuada para un individuo De Shazer nunca descubrió cuál era en realidad el problema; con
depresivo debe ser, pues, siempre individual y diseñada a medida. suma profesionalidad, se limitó a trabajar en el foco de luz. Sobre
Si, según lo anterior, el problema no puede ser propiamente iden- el problema en sí no se habló en absoluto en este caso; y, sin em-
tificado y además no cabe planificar la transformación paso a pa- bargo, fue resuelto de modo convincente.
so desde fuera, ¿cómo es posible entonces realizar aún psicotera-
pia? La respuesta de Steve de Shazer: focalizando la atención en En este enfoque, la psicoterapia no solidifica los síntomas
las fuerzas y los potenciales de transformación latentes en el pa- dándoles nombre, genealogía y múltiples estratos de depresión.
ciente, los cuales han sido olvidados o no considerados durante la Antes bien, le quita a la depresión la sugestión de lo duradero, lo
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36 MANFRED LÜTZ

inmutable; le sustrae toda apariencia de objeto, licuándola en es- psicoterapia, sino una exigencia ética a la que está sujeta toda
tados, momentáneos y mutables, que ineludiblemente son pasaje- psicoterapia.
ros. Pero, al mismo tiempo, se toma realmente en serio lo subje- En mi ponencia en el congreso abogué a favor de examinar,
tivo de la depresión. Sólo el propio paciente puede saber qué le ha en aras de su propia seriedad, las consecuencias y efectos secun-
resultado y le resulta de ayuda -a él, de forma del todo personal. darios religiosos -directos e indirectos, premeditados y no pre-
El psicoterapeuta se limita a estimularle muy sugestivamente pa- meditados- de toda corriente de psicoterapia.
ra que preste a eso una atención más intensa y, por supuesto, pa- El precio de la elevada eficacia de los métodos de psicoterapia
ra que, así, haga más de lo que funciona bien. El objetivo de se- descritos más arriba es la consecuente concentración en lo que
mejante actitud terapéutica lo determina en exclusiva el propio funciona, con el deliberado descuido absoluto de la pregunta por
paciente, y el psicoterapeuta le ayuda a alcanzar esa meta. Preci- la verdad y, por ende, de la pregunta por Dios. Lo cual tal vez sea
samente el recurso a la genialidad hipno-terapéutica de Milton útil para situaciones psicoterapéuticas. Pero ¿se puede vivir así?
Erickson hace que el método sea sobremanera sugestivo. Pero no Un día le pregunté a Steve de Shazer qué nuevo cumplido po-
sugiere nada ajeno al paciente, en especial ninguna opinión del dría hacerle él a su mujer: Insoo Kim Berg, que también ha con-
psicoterapeuta sobre lo divino o lo humano, sobre qué ha de ha- tribuido mucho al desarrollo de la psicoterapia orientada a la
cer uno para ser «normal» o sobre qué constituye un «buen» ob- búsqueda de soluciones. Pues los «cumplidos», esto es, comenta-
jetivo y qué no. rios apreciativos sobre capacidades -¡reales!- del paciente, son
Para mi tema: «Psicoterapia y religión», el modo de proceder instrumentos importantes de su enfoque de psicoterapia. Me mi-
de Steve de Shazer era en extremo fructífero. Pues se abstenía ró todo serio durante un rato bajo sus pobladas cejas y luego di-
ejemplarmente de inmiscuirse de forma pseudo-competente en jo: «Nada de palabras, creo que le regalaría flores...».
la religión y respetaba cada una de las convicciones del paciente, La pregunta por Dios -si se toma realmente en serio- no es,
conquistadas a lo largo de toda una vida. Merced a tal respetuosa por supuesto, una pregunta por una perspectiva más o menos
abstención -mantenida de modo por completo consecuente- de útil. La pregunta por Dios es una pregunta existencial. No se tra-
toda pauta de contenido y a la sobria concentración en una sutil ta sólo de una pregunta por una realidad más o menos eficaz, si-
técnica interrogativa, este método resulta enteramente neutro no de la pregunta por la verdad existencial. ¿Existe Dios realmen-
desde el punto de vista cosmovisional. Un budista puede devenir te o no? Es una pregunta que trasciende toda psicoterapia habili-
así mejor budista; un cristiano, mejor cristiano; un ateo, mejor dosa, pero, por ello mismo, siempre artificial1; es una pregunta
ateo. Y, de esta suerte, el tratamiento dura menos. Pues, en el fon- que se plantea en el nivel del ramo de flores de Steve de Shazer.
do, el paciente, lejos de ser arrastrado a un terreno extraño que el Después de este recorrido por la psicología y la psicoterapia
psicoterapeuta considera que es «la normalidad», puede perma- modernas, podemos constatar un resultado tal vez sorprendente,
necer en sí mismo y concentrarse enseguida de todo en todo en pero no por ello menos claro: la psicología y la psicoterapia mo-
sus propias fuerzas y en las soluciones, sin tener que volver a su- dernas no tienen absolutamente nada que aportar a la pregunta
mergirse en el problema, como ya ha hecho con tanta frecuencia. por la existencia de Dios. Pero, en ocasiones, saber con total segu-
Las psicoterapias que obedecen al lema: «Usted tiene un proble- ridad que algo no va a ser encontrado en una región determina-
ma, y yo le podría ofrecer otro», también puede ser efectivas en da en la que todo el mundo ha buscado una y otra vez es mucho
ocasiones; pero, en cualquier caso, se prolongan más. Y las psico- más útil que hallazgos inseguros con los que uno luego debe rom-
terapias prolongadas en modo alguno valoran, como opinan al- perse la cabeza sin cesar.
gunos, el sufrimiento del paciente, sino que más bien persuaden
a éste de la suma importancia que el psicoterapeuta tiene para él;
y, de paso, de su propia incapacidad. Así, la brevedad de la psico- 1. En el original, el autor hace aquí un juego de palabras con habilidoso (kuns-
terapia no es sólo un distintivo de una determinada corriente de tvoll) y artificial (künstlich) [Ñ. del Traductor].
38 MANFRED LÜTZ

Afirmar que la psicología puede decir algo sobre Dios equi-


valdría a afirmar que es posible decir algo sobre La flauta mágica
una vez que se ha examinado la tramoya e inspeccionado los de-
corados y quizá se dispone además de los informes psiquiátricos
de todos los cantantes. ¿Qué sabe uno con ello sobre La flauta
mágica, sobre Mozart, sobre la magia de la música? Probable- 3. La pregunta: expediciones
mente apenas se exagera si se resume la respuesta en una única y
breve palabra: ¡nada! por el arroyo de fuego (Feuerbach)

de la psicología una respuesta definitiva a la pre-

E
SPERAR
gunta por la existencia de Dios es una esperanza engaño-
sa. Que eso se llegue siquiera a intentar tiene que ver qui-
zá con el hecho de que la más concienzuda y eficaz refutación de
la existencia de Dios, aunque propuesta por un filósofo, recurre
en su núcleo esencial a argumentos psicológicos.
Hablamos de Ludwig Feuerbach (1804-1872). Feuerbach tu-
vo aún oportunidad de ser discípulo de Georg Wilhelm Fríedrich
Hegel, el gran pensador del idealismo alemán. En su obra princi-
pal, la Fenomenología del espíritu, Hegel se había afanado por ela-
borar una vez más -tras el colapso de la certeza del conocimien-
to en la filosofía del siglo XVTII- un gran sistema filosófico. La es-
tructura de la obra de Hegel aspira, de hecho, a integrar el pensa-
miento de la filosofía, la teología y el conjunto de la ciencia en un
impresionante edificio filosófico. Leyendo a Hegel, uno se queda
impresionado de cómo unos temas se engarzan con otros. Hasta
los enunciados centrales del cristianismo son vertidos en filoso-
fía: la Trinidad, pero también la muerte en cruz y la resurrección
de Cristo.
Todavía hoy, ni siquiera algunos destacados teólogos pueden
dejar de saquear a Hegel con objeto de hacer el cristianismo más
comprensible al pensamiento contemporáneo. Pero quien inten-
ta meter la fe por completo en botellas filosóficas, corre perma-
nente peligro de derramar lo distintivo de la fe en Dios. Cierta-
mente, cabe exigir que, en caso de que Dios exista, también para
la orgullosa luz de la razón humana sea posible algún tipo de ac-
ceso a ese ser divino. En este punto, Hegel lleva, sin duda, razón.
Pero un Dios al que se comprendiera con total precisión, se con-
templara soberanamente desde un elevado trono filosófico y se le
asignara qué es lo que puede y está autorizado a hacer y quizá
40 MANFRED LÜTZ LA P R E G U N T A : E X P E D I C I O N E S P O R EL A R R O Y O DE F U E G O . . . 41

también qué es lo que no puede ni está autorizado a hacer, un lucionarias, parecía llegado el momento que tanto había anhela-
Dios así nunca sería, por supuesto, el Dios todopoderoso por el do el ilustrado Diderot: el momento en el que el último clerizán-
que aquí nos preguntamos. Sería un gracioso diosecillo para el gano sería ahorcado con las tripas del último príncipe.
próximo trabajo del seminario de filosofía. Pero un Dios seme- Pero en absoluto cabía hablar de un derrumbamiento de la
jante, al que un profesor de la Universidad de Berlín le hubiera re- religión. De algún modo, ésta parecía indestructible: en Europa se
dactado el perfil de su puesto de trabajo, podría ser eliminado produjo un inopinado renacimiento del cristianismo. Y, por cier-
luego con relativa rapidez por medio de argumentos... elabora- to, no como impuesta religión de Estado, sino como movimiento
dos, preferiblemente, por el mismo grupo de expertos. Y justo eso popular nacido de la base. Nunca se han construido tantas igle-
es lo que aconteció en el círculo de discípulos de Hegel. De ahí sias como en el siglo xix. ¿Por qué seguía creyendo la gente en
que no sólo ciertos teólogos cristianos, sino también -y sobre to- Dios cuando ello ya no representaba ninguna ventaja evidente,
d o - los fundadores del ateísmo moderno, invoquen al profesor cuando ya no era peligroso confesarse ateo y cuando Dios, des-
berlinés que pretendía descubrir los manejos del espíritu univer- pués de todas las blasfemias de la Revolución, no había golpeado
sal: Georg Wilhelm Friedrich Hegel. lleno de ira a la humanidad, como hizo en Sodoma y Gomorra?
¿Era la fuerza de la verdad de la fe en Dios, que una y otra vez
se impone triunfante a despecho de todas las dificultades? ¿O se
trataba de un fenómeno psicológico de masas, que resucitaba sin
1. La prueba de la tarta de nata cesar el fantasma de Dios? Ludwig Feuerbach respondió a estas
preguntas...considerando a Dios un fantasma. Aunque ya antes
Ludwig Feuerbach era el representante más destacado del círculo de él había habido autores ateos, Feuerbach abordó el tema con
de fundadores del ateísmo moderno. Para él, de hecho, Dios era, radicalidad y auténtico rigor. Sobre todo, ofreció al ateísmo lo
en último término, un fenómeno psicológico. Feuerbach describe que todavía parecía faltarle: una explicación -psicológica- de la
al hombre como un ser con deseos y anhelos infinitos. Uno pue- religión.
de desear mucho, pero la experiencia enseña que la mayoría de Este enfoque hizo época gracias a que Karl Marx, bien que
los sueños no se cumplen. Por eso, afirma Feuerbach, el ser hu- contradiciéndole en algunos puntos, fundamentó su ateísmo con
mano cae en una trampa. Se imagina que sus sueños se cumpli- las tesis de Feuerbach. Así, el ateísmo moderno encontró en
rán en el cielo. Dios es la personificación de los insatisfechos de- Ludwig Feuerbach a su propio «padre de la Iglesia», al que toda-
seos del hombre, esto es, una proyección surgida en la mente hu- vía hoy se cita con gusto, a veces erróneamente. Así, por ejemplo,
mana. Y punto. Feuerbach: con ello, sin embargo, este nombre, si Renate Künast la «librepensadora» ex ministra alemana2, comien-
se miran bien las cosas, no denota tanto una crítica a la religión za su libro sobre adelgazamiento -en el que aboga, en especial,
cuanto un intento de explicarla; una explicación, eso sí, que asu- por la mejora de la enseñanza escolar- con una cita de Feuerbach,
me un punto de vista ateo. aunque confunde al discípulo de Hegel, Ludwig Feuerbach, con el
Precisamente a principios del siglo xix hacía falta con urgen- pintor Anselm Feuerbach.
cia una explicación semejante. La Revolución Francesa había he-
cho un juicio sumarial a la religión. En Lyon, Fouché había orde-
nado profanar las iglesias por la fuerza bruta y había organizado 2. Renate Künast (n. 1955), destacado miembro del partido de Los Verdes, fue
grotescos excesos blasfematorios; y eso no había sido más que ministra de Consumo, Alimentación y Agricultura desde 2001 a 2005 en el
uno de los puntos álgidos de una despiadada persecución del gobierno de coalición presidido por el socialdemócrata Gerhard Schróder.
El libro al que hace referencia el autor es Die Dkkmacher. Warum die
cristianismo y la Iglesia. Ésta había perdido el apoyo de los gober- Deutsche immer fetter werden und was wir dagegen tun müssen (2004, Las
nantes, el apoyo del anden régime. Y cuando el papa murió en bombas de calorías: por qué los alemanes engordamos cada vez más y qué
1799 en Valence, en el sur de Francia, prisionero de tropas revo- deberíamos hacer para evitarlo) \N. del Traductor}.
LA P R E G U N T A : E X P E D I C I O N E S P O R EL A R R O Y O DE F U E G O . . . 43
42 MANFRED LÜTZ

Como ha quedado ya dicho, el núcleo de la argumentación de sobre todo, el sentimiento de una iniciática superioridad sobre los
Feuerbach es la tesis de la proyección: podría ser que no existiera espíritus pequeños, temerosos y tan fáciles de seducir que -por las
Dios y que todas las nociones de Dios no fueran sino la personi- razones que bien conocen los lectores de Feuerbach- necesitan de
ficación de nuestros deseos y anhelos. Podría ser que no existiera la religión. En el oscuro bosque de un mundo sin Dios retumba
Dios y que toda nuestra esperanza de redención se hubiera crea- tranquilizador el engranaje del mecanismo de Feuerbach. Y las
do en un Dios lleno de amor una imagen destinada a hacernos la ruedecitas engarzadas entre sí inducen al lector, precisamente en
vida más soportable. Podría ser que no existiera Dios y que todo virtud del orden con que se ajustan unas a otras, a pensar que
lo inexplicable de este mundo encontrara en Dios una fantaseada ahora ha entendido y puesto todo al descubierto, cuando lo cier-
solución. Podría ser que no existiera Dios y que, para protegernos to es que, con esta explicación, en realidad todavía no ha enten-
de todos los miedos, de los rayos, los truenos, el granizo y, sobre dido ni puesto nada al descubierto. Así y todo, el ateísmo tanto
todo, de la muerte, nos hubiésemos construido en la idea de Dios práctico como teórico ha existido y sigue existiendo; y las perso-
un tranquilizante. ¿Podría ser, no? nas han tenido y siguen teniendo razones para profesarlo, razones
Pero el problema de la argumentación de Feuerbach radica en que tal vez no puedan leerse en los escritos de Feuerbach, pero
que éste en modo alguno fundamenta con ella el ateísmo; lo pre- que son de peso, de tanto peso como la experiencia de toda una
supone sin más e intenta explicar de manera meramente psicoló- vida.
gica cómo es posible que existan personas que no profesen el
ateísmo. Sin embargo, que haya razones psicológicas para desear
un objeto no dice absolutamente nada, en el terreno de las razo- 2. Reiterados problemas con el Altísimo
nes lógicas, sobre si el objeto en cuestión existe o no en realidad.
Uno puede desear con toda intensidad una tarta de nata. Lo cual, Ludwig Feuerbach, no con ánimo polémico, sino con mucho res-
como es obvio, no significa que tal tarta exista aquí y ahora. Pero, peto, intenta explicar psicológicamente la fe en Dios, bajo el su-
desde luego, en modo alguno significa -por fortuna- que no exis- puesto de que, en verdad, Dios no existe.
ta. Así y todo, deberíamos andarnos con cuidado con los deseos En consecuencia, no puede estar prohibido ver de llevar a ca-
vehementes, no vayamos a querer -por hambre atroz- forzar una bo, con idéntico respeto y análogos medios, justo lo contrario; a
satisfacción precipitada o desmesurada. Es bien sabido que uno saber, explicar psicológicamente porque hay gente que no cree en
nunca debe ir a comprar con hambre, porque entonces compra Dios -partiendo del supuesto de que, en verdad, sí que existe
demasiado. Dios.
También para el intento de Ludwig Feuerbach vale, pues, el
veredicto de que, aunque la psicología pueda descubrir ciertos (a) Solo en casa
mecanismos psicológicos y la psicoterapia sea capaz de desarro-
llar métodos para influir en ellos, ninguna de estas dos disciplinas Así como los jóvenes sienten el anhelo y el deseo de quedarse por
-en tanto en cuanto se mantenga consciente de su estatuto cien- fin «solos en casa», así también es comprensible el deseo de vivir
tífico- está nunca en condiciones, como hemos tenido que cons- alguna vez sin el omnipresente «superyó», que vigila sin receso
tatar más arriba, de llegar a la verdad existencial o a Dios. para que no metamos la pata. Es cierto que ser moralmente ínte-
Por tanto, el argumento de la proyección, que desempeña un gros también representa de vez en cuando una alegría. Pero suele
papel central en Feuerbach, en absoluto constituye un argu- resultar más bien laborioso e ir acompañado de considerables
mento a favor del ateísmo. No es más que un modo de amueblar desventajas para el bienestar personal. Se afirma incluso que ya ha
la sala de estar del ateísmo cuando uno, por las razones que sea, muerto alguna que otra persona por haberse atenido a la prome-
ha decidido ya no creer en Dios. Sin embargo, la hipótesis de sa de no divulgar un secreto. Si no existe instancia alguna aparte
Feuerbach proporciona todavía hoy al ateísmo mucho impulso y, del propio yo, es mucho más fácil encontrar una excusa ante uno
44 MANFRED LÜTZ LA P R E G U N T A : E X P E D I C I O N E S POR EL A R R O Y O DE F U E G O . . . 45

mismo y, al menos de vez en cuando, «soltarse el pelo». El ateís- El veterano comunista y confeso ateo Gregor Gysi4 declaró ha-
mo y el libertinaje, la plena permisividad moral, han ido a menu- ce algún tiempo que le causaba preocupación una sociedad sin
do de la mano. Ya en el siglo xvn, Bossuet empleó el modelo ex- Dios. Pues temía que, en una sociedad así, desapareciera la solida-
plicativo psicológico de Feuerbach, aplicándolo a los ateos de su ridad. Con ello, no hizo sino confirmar la hipótesis anti-Feuerbach
época: «No me habléis de los libertinos, los conozco bien: a dia- que aquí estamos desarrollando punto por punto: aunque existie-
rio los oigo cotorrear. Y en todos sus discursos no percibo más ra Dios, habría buenas razones económicas para la propagación
que una falsa habilidad, una difusa y superficial avidez de saber o, de un ateísmo generalizado. Pues los escrúpulos, las consideracio-
para decirlo abiertamente, pura vanidad. Tras estos discursos se nes morales y la conciencia de que la vida tiene que ofrecer algo
ocultan indómitas pasiones que, por miedo a ser reprimidas por más que éxito económico pueden, sin duda, obstaculizar ese éxi-
una autoridad demasiado poderosa, cuestionan la autoridad de la to. En el mejor de los casos, ahí está permitido hablar sobre «va-
ley divina, que ellos, en un error connatural al espíritu humano, lores», valores que mantienen el mundo en orden -a fin de que la
creen haber subvertido, porque eso es lo que de continuo de- pasta pueda seguir circulando en condiciones seguras, pues «el
sean». ¡El ateísmo como ilusión! Tal vez Feuerbach no fuera tan dinero es tímido como un corzo...».
original como algunos piensan. Es psicológicamente comprensible que el mundo de la econo-
Si el dinero mueve el mundo, entonces, de cara al éxito eco- mía intente hacer a Dios, en caso de que exista, lo más inofensivo
nómico, el buen Dios es un desabrido aguafiestas. Hoy, el valor de posible. Para ello, una buena idea es declarar a Dios asunto priva-
las cosas e incluso de los méritos humanos se mide fundamental- do. Más adelante tendremos que volver a ocuparnos de tales con-
mente en valor monetario. Pero los tiempos en los que todavía se ceptos de Dios castrados, aptos para la salas de estar de la burgue-
podía hacer dinero de verdad con las cosas de la fe ya han pasado sía. Pero ya aquí hemos de constatar lo siguiente: un Dios sólo pa-
definitivamente. Gente como Tetzel ocasionó suficientes daños ra la vida privada en absoluto es un Dios, sino un fantoche -co-
con el comercio de indulgencias3. Y el supuesto escándalo del mo el emperador Rómulo Augusto en la novela de Dürrenmatt
Banco Vaticano no fue en realidad un escándalo, sino la combi- Rómulo el Grande, quien esencialmente se interesa por los huevos
nación de una ingenuidad sin límites y un completo diletantismo. del desayuno.
Eso es lo que pudo leerse en el taz {Die Tageszeitung, diario berli-
nés), que suele ser crítico con la Iglesia.
(b) Ser Lagerfeld por una vez
Sea como fuere, las grandes fortunas dominan en la actuali-
dad el mundo globalizado quizá con más poder que nunca. Al A quien le preocupa la ilimitada grandeza de su ego, cualquier
concluir su vida activa, los políticos deben reconocer que han po- perfil de puesto de trabajo mejor que el suyo le supone, de un
dido moverse mucho menos de lo que pensaban. Con no poca modo u otro, un incordio. En la «era del narcisismo», como al-
frecuencia se han visto obligados a inclinarse ante el poder de la guien ha definido nuestra época, hay quienes se sienten incómo-
economía. En un mundo así, la instancia de un Dios todopodero- dos con un Dios del que se dice que es omnipotente. En la gran-
so resulta, por supuesto, ajena a -y, lo que es peor, perjudicial pa- diosa auto-escenificación de la propia existencia que, para los
ra- la ilimitada expansión económica. narcisistas enamorados de sí mismos, es una necesidad molestan

4. Gregor Gysi (n. 1948), elocuente y controvertido político que comenzó su


3. Se trata del monje dominico Johann Tetzel (1465-1519), quien desde 1504 carrera en el Partido Comunista (SED) de la extinta República Democrática
se dedicó a la venta de indulgencias. En 1517, el arzobispo Alberto de de Alemania. Tras la caída del Muro, lideró a los nuevos comunistas (PDS,
Brandeburgo lo nombró subcomisario para la venta de indulgencias en la Partido del Socialismo Democrático); en la actualidad, dirige junto a Oskar
provincia eclesiástica de Magdeburgo. Su actuación fue uno de los factores Lafontaine el Partido de la Izquierda (Die Linke), surgido de la fusión del
que llevaron a Martín Lutero a alzar la voz [N. del Traductor}. PDS y una agrupación de socialdemócratas disidentes [N. del Traductor].
46 MANFRED LÜTZ LA P R E G U N T A : E X P E D I C I O N E S P O R EL A R R O Y O DE F U E G O . . . 47

incluso los niños, pues los encantadores pequeñuelos desvían es- En cualquier caso, un Dios que reivindique para sí una im-
candalosamente la atención de la compañera o el compañero de portancia propia en el mundo y que además sea, en cuanto Dios
la persona más importante del mundo, esto es, uno mismo. Y justo, un Dios también para los demás representa, para los narci-
cuando toda la sociedad está infestada de este ambiente narcisis- sistas radicales, un horror.
ta, a menudo ya no funciona la relación normal de pareja, porque
el completo sacrificio del propio yo que se espera como algo na-
(c) Dioses televisivos
tural de los miembros de la misma no se lleva a cabo sin reservas.
El «drama del niño dotado» acontece cuando el miembro de Y con ello tocamos un problema que el buen Dios tiene con la te-
la pareja que hasta ese momento había sido depresivamente su- levisión. La televisión es el medio ideal para los narcisistas. A
miso manifiesta una cierta necesidad de recibir también un poco buen seguro, no todos los que aparecen en televisión son, sin ex-
de amor. El narciso senescente, cuya vida ha estado organizada cepción, maestros del amor propio. Pero este medio constituye,
hasta entonces en torno a la ávida e insaciable acumulación de sin duda, una especial tentación para quienes no descansan en
atención para sí mismo, ¿cómo va a ser de súbito capaz de dar al- realidad en sí mismos, sino que buscan insaciablemente y sin me-
go por propia iniciativa? No pocas parejas fracasan por culpa de dida las caricias que tal vez no recibieron en fases anteriores de su
tales desarrollos. Pero, en una vida semejante, que sólo gira en vida. Buscan, mas nunca consiguen una verdadera satisfacción.
torno a sí misma, ¿dónde puede haber sitio para Dios? A Karl Pero ¿dónde pueden concitar la mayor atención sobre sus perso-
Lagerfeld, el «zar de la moda», quien se ocupa de bellas telas, pe- nas? Por supuesto, en un programa de televisión, a ser posible con
ro mayormente de sí mismo, le hicieron en una ocasión una pre- una elevada «cuota de pantalla». En la televisión, los narcisistas
gunta sobre Dios. Y, como respuesta, habló, por supuesto, de sí no son, empero, los realmente grandes. Les lastra su dependencia
mismo: «En mí empieza y en mí acaba, ¡y basta!». En semejante de la audiencia, así como la irrelevancia de su perfil personal. La
concepción de la vida, un Dios que quisiera reclamar justicia pa- falta de verdadero carisma se puede poner de manifiesto, por
ra todo el mundo -no sólo para uno mismo, sino también para ejemplo, en un programa en directo en el que, de súbito, se en-
los demás- sería, sin duda, un factor perturbador. cuentran frente a una tragedia humana auténtica. En ese momen-
La perfecta sociedad narcisista se transformará probablemente to, no pueden reaccionar con técnicas rutinarias, sino que han de
en un mundo de solteros. Interconectados por medio de Internet, hacerlo de verdad. En tales situaciones, uno, precisamente en
estos ejemplares de la especie homo sapiens permanecerán sentados cuanto «zorro viejo», debe poseer la capacidad de ser de todo en
en sus hogares, bien caldeados gracias a la calefacción, pero gélidos todo uno mismo. Pero de eso son absolutamente incapaces los
por lo demás, y chatearán unos con otros. Así, eludirán el peligro de narcisistas, pues, en el fondo, no saben quién es en realidad ése
decepcionarse demasiado una y otra vez a causa del ilimitado anhe- que dice: «Yo mismo». Así y todo, una mentalidad narcisista de-
lo de cariño pleno. Además, de esta suerte evitarán sentir siempre termina el medio de los dioses y las diosas de la televisión. Y el
de nuevo que reciben demasiado poco de la vida y de los demás. El público los adora.
cosmos de tales narcisistas está ocupado por entero por su propio En un mundo que se construye a sí mismo de esta manera no
yo, desmesuradamente hinchado, que, cual monstruoso agujero hay sitio para Dios. En nada afecta a este hecho la existencia de
negro, atrae todo hacia sí. Y cuando este egocentrismo no es mera- «nichos» religiosos, como, por ejemplo, la transmisión de cele-
mente un vicio que aflora de vez en cuando, sino la propia forma braciones religiosas o programas como Wortzum Sonntag [«Pala-
de vida, de algún modo del todo natural, entonces otros centros bras para el domingo», un veterano espacio de la ARD, el primer
-sobre todo, aquellos más importantes que uno mismo- no son si- canal público de la televisión alemana]. Tales programas llevan
no una competencia a la que hay que hacer frente con rabia. De ahí una existencia marginal. En su aislamiento, confirman la tesis de
que el odio a Dios que algunos narcisistas proclaman en público a un mundo televisivo sin Dios. Es concebible que, al comienzo de
voz en cuello no pueda ser explicado sin más psicológicamente. cualquier popular programa, el presentador -en línea con la po-
LA P R E G U N T A : E X P E D I C I O N E S P O R EL A R R O Y O DE FUEGO...
48 MANFRED LÜTZ

líticamente más correcta «religión de la salud»- exhorte a todos bre indefinido man), que tanto desagradaba al filósofo Martin
los presentes en la inmensa sala a realizar algunos saludables ejer- Heidegger, ha influido en todas las épocas en el parecer de las per-
cicios gimnásticos: una idea genial, seguro que eso les hace bien a sonas. Hoy se utiliza de propósito en masa para mover a los es-
todos... Sin embargo, resulta inconcebible que el presentador ex- pectadores, oyentes y lectores a las opiniones y acciones deseadas.
horte con alegría a todos a rezar -aunque se supone que quienes Toda la publicidad vive de sugerir a los potenciales clientes que
rezan son más longevos que quienes no lo hacen... «se» debe comprar tal o cual producto porque muchos otros ya lo
La televisión es un mundo virtual sin Dios. No es el mundo hacen, entre ellos famosísimos creadores de opinión que, al fin y
real, eso lo sabemos todos. No obstante, para los espectadores que al cabo, presentan las noticias y ahora seguramente saben con
pasan en el mundo televisivo buena parte del tiempo que están mucho fundamento cuál es el desodorante adecuado.
despiertos, ese mundo se convierte en la práctica en el mundo Incluso partidos políticos que, por lo demás, insisten mucho
real y el mundo exterior comienza a devenir virtual. ¿No piensa en la alabanza de la libertad humana colocan en las zonas peato-
casi todo el mundo en un primer momento, de forma completa- nales de las ciudades durante las campañas electorales carteles
mente natural, que el día posterior a su muerte continuará emi- que no dan a conocer a la opinión pública argumentos relevantes
tiéndose el telediario? ¿Y no experimenta luego cada uno de nos- para decidir el voto. No; en el fondo, únicamente quieren trans-
otros como intranquilizadora la idea de que, en el fondo, eso en mitir a los muy estimados votantes que ahora deben hacer, si gus-
absoluto es cierto para él, de que, en concreto, tras su muerte no tan, lo que «se» tiene que hacer para estar en la onda; a saber, vo-
existirá en realidad ya nada -pues su propia vida real es, en ver- tar al partido en cuestión. Cuando la muy femenina chica (girly
dad, más real que la televisión? Y esa vida real habrá terminado. girl) que aparece en el cartel electoral, preguntada más tarde, con-
Si Dios existe de verdad, su artificial ausencia, por ejemplo, de la fiesa que, por supuesto, vota a un partido totalmente distinto, eso
televisión y de otros mundos virtuales en los que vivimos es un es un pequeño contratiempo, sí, pero no tiene mayor trascenden-
problema. Esta ausencia puede luego explicar muy bien -desde cia. Lo importante para influir en la opinión de las personas es,
un punto de vista psicológico- por qué muchas personas son in- en cualquier caso, la impresión de que mucha gente hará, opina-
capaces de creer en un Dios que, por mucho que en realidad exis- rá o votará algo determinado.
ta, apenas está presente, se quiera o no, en el mundo de su vida. Cuan intensos son tales efectos de psicología de masas se echa
de ver con regularidad antes de las elecciones. Ahí ya no son los
partidos los que compiten por los votantes, sino los institutos de
(d) A lomos de la moda demoscopia. Cuando las encuestas señalan que un determinado
Los creyentes dirán que también los habitantes de este mundo te- partido tiende a la baja, esta misma tendencia es el motor que im-
levisivo tropezarán alguna vez con la pregunta por Dios. Sin em- pulsa a ese partido a seguir descendiendo en la estimación de vo-
bargo, incluso entonces podrían aferrase a su ateísmo. Y en caso to, aunque en el ínterin nada relevante haya acontecido desde el
de que se conviertan, a pesar de todo habrán vivido como ateos la punto de vista político. Y la tendencia se invierte por sucesos que
mayor parte de su vida. Todo esto tiene gran repercusión en las no tienen absolutamente nada que ver con la política real, como,
personas de una sociedad obsesionada por la demoscopia. Cuán- por ejemplo, una nefasta inundación y un canciller que, con las
tos crean en Dios y cuántos dejen de hacerlo es, sin duda, por botas de agua adecuadas, sabe ponerse delante de la cámara ade-
completo irrelevante para la pregunta de si Dios existe de verdad cuada5. Hay países democráticos en los que está prohibida la pu-
o no. Pero no carece de importancia para la pregunta de si alguien
es capaz de optar por la fe explícita en Dios.
Aunque no nos guste oírlo, en nosotros influye considerable- 5. Se refiere a las inundaciones ocurridas en el este de Alemania (a causa del
mente lo que «se» piensa y lo que «se» cree. Esta forma reflexiva desbordamiento del Elba y algunos de sus afluentes) a principios de agosto
impersonal del verbo (para la que en alemán se utiliza el pronom- de 2002. Se ha especulado mucho sobre la influencia de la citada imagen de
LA PREGUNTA: EXPEDICIONES POR EL A R R O Y O DE FUEGO... 51
50 MANFRED LÜTZ

blicación de encuestas en los días previos a las elecciones, a fin de De lo que sí dicen algo es de la influencia demoscópica en las
suscitar al menos la apariencia de un mínimo de racionalidad en personas. Pero la verdad no tiene por qué encontrarse necesaria-
la decisión de los votantes. mente en lo que está de moda y, en cualquier caso, no es accesible
Entretanto, al pueblo se le pregunta por todos los canales ima- a la demoscopia, aunque no tardará mucho en llevarse a cabo en
ginables sobre cualquier disparate. Las tendencias cambian como cualquier lugar una encuesta sobre cuánto suman dos y dos.
el viento y con frecuencia por las mismas razones que éste, es de- Siendo optimistas, la encuesta arrojará probablemente una cifra
cir, por ninguna razón lógica. La tendencia se modifica porque al- cercana a cuatro; siendo pesimistas, la gente creerá entonces que,
guien dice que la tendencia se modifica. Puesto que lo que inter- durante milenios, con el cuatro justo no hemos hecho sino apro-
viene aquí son fenómenos psicológicos comunes, no se ve por qué ximarnos al valor verdadero. Así pues, hay relevantes motivos de
tales efectos no habrían de afectar asimismo a la pregunta por la fe psicología de masas para que, aun bajo el presupuesto de que en
en Dios. Si la mayoría cree en Dios y vive activamente esa fe, exis- verdad Dios existe, muchas personas sean, a pesar de todo, ateas.
te una fuerte tendencia psicológica a emular ese comportamiento.
En las sociedades que todavía estaban del todo influidas por la re- (e) Una combinación explosiva
ligión, el ateísmo explícito requería coraje y estaba necesitado de
fundamentación, mientras que la fe, en ocasiones, se vivía con pla- Pero mencionemos además, para terminar, las razones que yo
cidez y sin resistencia alguna. «Se» creía y punto. En las sociedades mismo he escuchado con mayor frecuencia cuando distintas per-
en las que Dios apenas está presente ya, salvo en un ámbito tem- sonas me han contado cómo habían perdido la fe. Son, por ejem-
poral y espacial delimitado, la fe requiere ahora coraje y está nece- plo, experiencias con algún clérigo raro. Estas razones han de ser
sitada de fundamentación, mientras que el ateísmo práctico o tomadas muy en serio; pues si el cristianismo insiste en que, en el
teórico de una vida que transcurre placentera sin Dios no precisa encuentro con las personas, podemos encontrarnos a Dios, en-
ya fundamentación alguna. La necesidad de pertenecer a la mayo- tonces el encuentro con un representante oficial de la religión no
ría, a los vencedores, es, para muchos, irresistible. es cualquier encuentro.
Durante mucho tiempo, Dios no ha estado en boga. En Ale- La especial fuerza explosiva de estas experiencias no se puede
mania, el número de fieles que abandonaba las distintas Iglesias neutralizar rápidamente recurriendo sin más a la respuesta habi-
aumentaba sin receso y la asistencia a las celebraciones religiosas tual: ¡uno no se sale de la Iglesia por un estúpido clérigo! Pues,
decrecía más y más. Los representantes oficiales de la fe en Dios, preguntémonos con la mano en el corazón, ¿quién o qué es en-
amén de no dar el tipo de triunfadores, se quejaban aún más de tonces la Iglesia para muchos? Los teólogos dicen: la Iglesia so-
lo que les resulta tolerable a los alemanes. Desde hace algún tiem- mos todos. ¡Cierto! Pero, para el individuo, la Iglesia tiene que ver
po, hay que constatar un cambio de tendencia a este respecto. En con rostros concretos; y el clérigo es, se quiera o no, ora la roca a
Alemania se ha perdido «la fe en la impiedad», afirmaba recien- la que nos asimos en medio del oleaje, ora la piedra de escánda-
temente Alexander Smoltczyk, clarividente columnista del sema- lo. Pues, sea como fuere, las noticias que, por lo demás, le llegan
nario Der Spiegel. ¿Significa esto que vuelve a haber más argu- al cristiano medio sobre su Iglesia a través de la opinión pública
mentos a favor de la existencia de Dios? Por supuesto que no. o los medios de comunicación social no son, por regla general,
Pues es sabido que tales fenómenos de psicología de masas no di- apropiadas para hacerle olvidar sus malas experiencias con cléri-
cen absolutamente nada sobre la verdad de si Dios existe o no. gos u otros agentes de pastoral profesionales. Pero, por otra par-
te, los clérigos no son más que personas normales. Sólo que los
fieles, por lo común, esperan de ellos que siempre estén de bue-
Gerhard Schróder (SPD, partido socialdemócrata), a la sazón canciller en nas, sean desinteresados y trabajen activa y abnegadamente de día
funciones, en su victoria sobre Edmund Stoiber, el candidato de la CDU- y de noche por su rebaño, como el Buen Pastor del que Jesús ha-
CSU (partido democristiano), en las elecciones federales celebradas en sep-
tiembre de ese mismo año [N. del Traductor].
bla de forma tan elocuente.
LA PREGUNTA: EXPEDICIONES POR EL A R R O Y O DE FUEGO...
52 MANFRED LÜTZ

Así pues, aquí choca una imagen ideal extraordinariamente se también como protesta contra Dios. Por así decirlo, vuelve a
elevada -como no se espera de ningún otro grupo profesional- escenificarse el parricidio de la horda primigenia, ahora como
con representantes eclesiales que, demasiado a menudo, se sien- deicidio representado de modo indiferente, cínico o placentero.
ten abrumados por las exigencias, exhaustos y frustrados. Una Ya C.S. Lewis vio en el freudiano complejo de Edipo, por sí solo,
combinación explosiva, sobre todo porque los sucesos con oca- suficientes razones psicológicas para liquidar, al menos en parte,
sión de los cuales una persona busca el apoyo de un clérigo tie- a un Dios paterno, en caso de que existiera. Ateísmo por odio ha-
nen, por regla general, especial importancia en la vida de esa per- cia Dios, en el que, por una vez, no se proyectan (como todavía
sona, mientras que para el clérigo acontecen forzosamente varias afirmaba Feuerbach) los deseos y anhelos de los seres humanos,
veces al día. Para cualquier persona avezada en psicología es evi- sino las agresiones y decepciones de toda una vida humana.
dente que aquí, aun con la mejor voluntad por ambas partes, tie-
nen que estallar frecuentes conflictos.
Pero ¿de qué sirve la conocida queja de que las comunidades 3. Una pregunta de vida o muerte
deben apoyar más a sus clérigos? Al cristiano ofendido que se ha-
lla en camino hacia la resignación atea, eso apenas le ayuda. Ese Pero ambas nociones -Dios como objeto de deseos y anhelos y
cristiano tal vez emprenda ahora el camino de «Cristo sí, Iglesia Dios como objeto de agresiones y decepciones- son explicaciones
no», ya sabes: Dios está en el bosque y esas cosas...Pero, a la larga, psicológicas meramente posibles. Explican por qué se cree en
eso tampoco funciona, como demuestra la inevitable demosco- Dios, aunque en verdad no exista; o al revés: por qué no se cree
pia: las personas sin vinculación de ningún tipo con la institución en Dios, aunque en verdad exista. Ninguna de estas explicaciones,
eclesial pronto pierden asimismo la fe. El problema psicológico empero, dice lo más mínimo sobre la pregunta más decisiva; a sa-
que plantea la protesta de una persona decepcionada con la Igle- ber, si Dios existe o no.
sia, un problema que debe ser tomado muy en serio, radica en En cualquier caso, en los debates filosóficos o en otros debates
que no existe ninguna posibilidad de apelación. La Iglesia no dis- sobre cuestiones de principio, no resulta elegante descartar la con-
pone de una cultura de la queja que pudiera encauzar por vías or- vicción contraria con ayuda de explicaciones psicológicas, negán-
denadas tal enfado. Y si uno está disgustado con el papa o con un dose así a tomarla en serio en cuanto convicción existencial man-
obispo antipático, nada se puede conseguir, por regla general, con tenida con seriedad. Ni las personas que creen en Dios adolecen de
llamadas telefónicas. Así, no queda más salida que el enfurecido algún tipo de defecto psíquico, ni tampoco los ateos, por el simple
alejamiento de la Iglesia y, antes o después, el abandono. hecho de serlo, padecen una psicopatología. No es posible simpli-
ficar así nuestra pregunta. Lo que más arriba se ha citado como
Todo esto no guarda relación alguna con la pregunta de si
posible fundamentación de la fe en opinión de Ludwig Feuerbach,
existe o no Dios. Pero son razones psicológicas muy comprensi-
no es cierto, por ejemplo, en el caso del papa actual, que, desde el
bles de por qué puede hacerse uno ateo, aun cuando exista Dios.
punto de vista psíquico, produce una impresión de absoluta nor-
La situación de la protesta impotente se da también en otras
malidad. Siendo todavía cardenal, mantuvo un diálogo sobrema-
parcelas de la vida. Hay personas que se sienten maltratadas por
nera profundo y respetuoso con Jürgen Habermas, una persona
la vida, que son infelices o, al menos, no tienen la felicidad de la
asimismo muy estable psíquicamente. A su vez, la falta de sensibi-
que habían esperado disfrutar. En nuestra fría sociedad de masas,
lidad para lo religioso que confiesa Habermas tampoco tiene na-
la protesta contra tales circunstancias ya no encuentra destinata-
da que ver, de cierto, con las razones que hemos mencionado co-
rio. Y así, ahí pueden acumularse la desesperación, la ira, el odio
mo posibles causas de la pérdida de fe por parte de algunas perso-
contra todo y contra todos. En caso extremo, algunos ataques de
nas. Sin embargo, hay creyentes que tal vez confirman verdadera-
locura homicida que horrorizan a la opinión pública dan a cono-
mente la visión de Feuerbach, así como ciertos ateos que, a todas
cer semejantes situaciones infernales y carentes en apariencia de
lucen, tienen un problema psicológico con el buen Dios.
salida. De forma más suave, el desengaño vital puede manifestar -
54 MANFRED LÜTZ LA P R E G U N T A : E X P E D I C I O N E S P O R EL A R R O Y O DE F U E G O . . . 55

Con ello, también el resultado de este capítulo es negativo. La tonces uno será castigado con la Nada Eterna. Tal es la famosa
filosofía psicológica de Ludwig Feuerbach no resulta adecuada «apuesta de Pascal». Siendo así las cosas, dice el genial matemáti-
para la fundamentación del ateísmo. Pero tampoco el intento co, él apostaría - por motivos racionales- su vida entera a la exis-
contrario de ofrecer una explicación psicológica del ateísmo pue- tencia de Dios, aun cuando no dispusiera de ninguna otra infor-
de fundamentar la verdad de la fe en Dios. mación al respecto. En caso de que Dios exista, la ganancia será
El resultado de la psicología y la filosofía psicológica en lo re- infinita; y en caso de que no exista, la pérdida será pequeña. Si
lativo a nuestra pregunta por Dios no está, pues, a la altura del re- uno, por el contrario, apuesta por la no existencia de Dios, la ga-
sultado que hemos obtenido al principio. Pues la música y el arte nancia será pequeña en caso de acierto. Pero si Dios, en realidad,
nos habían elevado al menos por encima de la base puramente sí que existe, la pérdida de la felicidad eterna será una catástrofe
material de nuestra existencia. Con la psicología y la filosofía psi- infinita achacable a uno mismo.
cológica de Feuerbach nos quedamos pegados al suelo, a pesar de La tricentenaria apuesta de Blaise Pascal sigue convenciendo
todos los intensos esfuerzos por alcanzar altura y profundidad. Y hoy a personas dubitativas. Pero sobre todo pone de manifiesto
es que, como ha quedado dicho, el enfoque psicológico sencilla- que uno de los pensadores sin duda más inteligentes de la histo-
mente ofrece instrumentos inapropiados para la búsqueda de ria de la humanidad consideraba la pregunta por Dios la pregun-
Dios. Lo cual me recuerda la famosa historia de la vela con la que ta más importante de la existencia, una pregunta que, en realidad,
Diógenes de Sinope recorrió Atenas a plena luz del día, gritando: nadie puede eludir permanentemente, una pregunta a vida o
«Busco a un hombre». En suma, de este modo tampoco hacemos muerte. Pero a una pregunta real y existencial siempre pueden
avanzar en realidad la pregunta por Dios... ¿O tal vez sí? dársele diversas respuestas. Y la pregunta de si Dios existe o no ha
Tomemos un ejemplo de la medicina: un aneurisma es el recibido diferentes respuestas que merecen ser tomadas en serio:
abombamiento de una arteria, un callejón sin salida que origina la atea y la creyente.
muchas turbulencias, obstaculizando así en ocasiones -incluso
con riesgo de muerte- el flujo sanguíneo en el vaso principal. Si
se consigue cerrar ese callejón sin salida, la sangre puede fluir de
nuevo con fuerza en la dirección correcta. Hemos podido consta-
tar que el enfoque psicológico en la pregunta por la existencia de
Dios es un callejón sin salida muy transitado que origina múlti-
ples turbulencias y desvía la fuerza intelectual de los seres huma-
nos en la dirección equivocada. Pero, con ello, hemos alcanzado
un resultado de suma importancia. Pues ahora estamos en condi-
ciones de cerrar este callejón sin salida, con vistas a ocuparnos en
lo que sigue tanto más vigorosamente de la verdadera pregunta.
Sea como fuere, una suspensión del flujo de pensamiento en
la pregunta por Dios es, según la opinión del gran matemático
Blaise Pascal, al menos tan peligroso como la interrupción del
flujo sanguíneo más allá del aneurisma. En lo que atañe a la pre-
gunta por Dios, se trata de todo o nada. Si se vive como si existie-
ra Dios y Éste, en realidad, no existe, uno tal vez tenga que lamen-
tar cierta pérdida de alegría de vivir que no habría padecido de
haber llevado una vida más egoísta. Pero si insensatamente se vi-
ve como si no existiera Dios y Éste, en realidad, sí que existe, en-
EL D I O S DE LOS A T E O S : UNA P R O T E S T A A LO GRANDE

dominante, en caso de que hubiera existido, habría encontrado


dificultades considerables para expresarse en una época que no
conocía la escritura. Por el amor de Dios, ¿cómo se puede repre-
sentar gráficamente la negación de la existencia de un «objeto»
cualquiera? De ahí que haya que ser extremadamente cautos a la
4. El Dios de los ateos: hora de monopolizar los periodos inaugurales de la humanidad a
favor o en contra de la existencia de negadores de Dios. Por otra
una protesta a lo grande parte, luego, en las épocas de manifestaciones escritas, existen
tempranos testimonios de aisladas posiciones de protesta que se
desvían de la fe común en Dios o en los dioses, que, con algún es-
IN embargo, la respuesta atea plantea un problema: se trata fuerzo, quizá podrían ser caracterizadas como ateas.

S justo de eso, de una respuesta a-tea; así pues, según su


esencia, de una negación. Niega de forma explícita la exis-
tencia de Dios, por lo que no tiene más remedio que hacerse al-
Si se quiere avanzar en este punto, es necesario detenerse bre-
vemente e intentar al menos definir con mayor precisión el vago
concepto de «ateísmo». En tiempos recientes, por «ateísmo» se
entiende, en general, la negación de lo que se tiene por el concep-
guna imagen de aquel a quien niega, esto es, de Dios. Por consi-
guiente, no es del todo absurdo, como podría parecer en un pri- to cristiano de Dios, la negación de un Creador omnipotente del
mer momento, hablar del «Dios de los ateos». cielo y la tierra que sostiene esta creación en sus manos y que, al
«final de los tiempos», juzgará a los seres humanos, separando a
los buenos de los malos y enviando a aquéllos al paraíso y a éstos
1. Pienso lo que quiero al infierno. Si nos remontamos en la historia del concepto, trope-
zamos, sin embargo, con fenómenos desorientadores. Tal fue el
¿Desde cuándo existen ateos? La respuesta a esta pregunta es con- reproche que se les hizo a los cristianos, que se resistían a la ado-
trovertida. Algunos estudiosos dignos de crédito opinan que el ración de los dioses estatales y, sobre todo, del divinizado empe-
ateísmo es meramente un breve episodio de tiempos recientes, rador: ateísmo. También Sócrates, que, en su profundidad exis-
acontecido además tan sólo en un espacio geográfico relativa- tencial, era incapaz de tomarse en serio la burlesca multitud que
mente limitado, a saber, sobre todo Europa central y septentrio- poblaba el Olimpo griego y que, como filósofo, se encaminaba
nal. Otros señalan que las personas libres de casi todas las épocas hacia la fe en un único Dios, murió víctima de la acusación de
se han permitido rebelarse contra las opiniones dominantes. ateísmo.
También desde un punto de vista creyente puede parecer dudosa Si pretendiéramos sondear los orígenes de la humanidad con
la opinión de que existió un tiempo sin «ateo» alguno. ¿Cómo ha- nuestro actual concepto de Dios, impregnado en gran medida
bría podido ser entonces la fe en Dios una decisión libre? Las in- por el cristianismo, encontraríamos una impresionante abun-
formaciones sobre la primitiva historia de la humanidad, de la dancia de «ateísmo». Pues ¿cómo iba a ver ya entonces la gente a
que no disponemos de ningún testimonio escrito, son vagas. Las Dios tal como lo vemos en la actualidad? Por otra parte, la ente-
pinturas rupestres realizadas decenas de miles de años antes del ra historia de la humanidad atestigua una abigarrada sobreabun-
nacimiento de Cristo en enterramientos del sur de Francia reve- dancia de fe en los dioses y en Dios. Hay que tener, pues, cuidado
lan al menos que a estos restos materiales de seres humanos se les de no incurrir en imperialismo intelectual por medio de la mani-
atribuía cierto significado más allá de la muerte. pulación de conceptos, dilatando así indebidamente ya el reino
De ahí a postular, como condición para ello, una instancia ul- del ateísmo, ya el de la fe en Dios. En definitiva, el concepto de
tramundana y, en cierto modo, divina no hay mucha distancia. «ateísmo» permanece vago, si bien deviene tanto más consistente
Un eventual ateísmo primitivo en protesta contra la concepción e inequívoco cuanto más nos aproximamos a nuestro presente.
58 MANFRED LÜTZ EL D I O S DE LOS A T E O S : UNA P R O T E S T A A LO G R A N D E 59

Pero tampoco entonces son legítimas las contraposiciones de- 2. Una comunidad de inquilinos6 se jubila
masiado simples. «Ateísmo por respeto a Dios»: así denominó el
teólogo Karl Rahner la actitud de personas que, en lo que atañe a Ya el Antiguo Testamento informa de un vigoroso ateísmo. En el
la entera orientación de su vida, viven como si existiera Dios. salmo 10 se lee: «Desprecia al Señor el malvado: ¡No hay Dios que
Pero la forma de actuar de los «devotos», que se les antoja dema- me pida cuentas!». Las posiciones ateas formuladas con detalle las
siado superficial, y cierta charlatanería creyente les resultan tan encontramos, sobre todo, entre los griegos. El despertar del espí-
repulsivas que prefieren vivir con la auto-impuesta etiqueta de ritu griego aconteció mediante la contemplación e investigación
«ateos». En el fondo, sólo rechazan -por respeto a Dios- esta ba- de la naturaleza. Para la filosofía griega presocrática, la búsqueda
rahúnda en nombre de Dios, que contradice su profunda expe- rigurosa de las regularidades de la naturaleza era incompatible
riencia religiosa. con el panteón de la época. El cual se asemejaba más a una caóti-
La consecuencia de todo lo anterior es que también aquí man- ca comunidad de inquilinos llena de psicópatas maleducados y,
tendremos algo impreciso el concepto de «ateísmo», con objeto, sobre todo, impredecibles, que de vez en cuando descargaban so-
sobre todo, de no excluir ningún fenómeno importante. Este mis- bre la humanidad rayos, truenos, guerras u otras calamidades. Pe-
mo criterio es el que adopta el historiador francés Georges Minois, ro, puesto que a la sazón no había disponible más idea de «dios»
quien, en su brillante obra de setecientas páginas Histoire de que ésta, los primitivos científicos de la naturaleza con proclivi-
Vathéisme, publicada en 1998, narra de manera tan exhaustiva y dad filosófica eran, en el sentido de la época, «ateos».
entretenida la historia del ateísmo desde sus orígenes hasta nues- El más famoso a este respecto es Demócrito (ca. 460-370
tros días como hoy probablemente sólo pueden hacerlo los his- a.C), quien, para explicar la totalidad de la naturaleza, elaboró
toriadores franceses. Minois, a quien el presente capítulo debe un materialismo consecuente en el que los dioses - o incluso un
importantes sugerencias, simpatiza con el punto de vista ateo, Dios único, del que todavía ni siquiera se había oído hablar- úni-
mas intenta no polemizar con intención partidista, algo que en camente habrían representado, por supuesto, un factor perturba-
gran parte del libro consigue de manera admirable. Distingue dor. A la vista de la infinitud del espacio y la descomposición de
entre un ateísmo práctico y un ateísmo teórico. El ateo práctico, los cadáveres humanos, Demócrito pasa revista a todos los temas
con independencia de cuál sea la fe que profese, vive como si no que en siglos posteriores motivarían a los ateos: la eternidad sin
existiera Dios. Incluso en las épocas más cristianas, esta actitud principio ni fin de la materia y, por ende, del mundo, en el que to-
estaba asombrosamente extendida por todos los estratos de do está compuesto de átomos y nada domina salvo el azar y la ne-
población. El ateo teórico profesa además de forma expresa su cesidad y en el que el ser humano nace abocado a perecer. Ya
ateísmo y suele disponer de ciertos argumentos para justificar su Demócrito explica la fe en los dioses desde una perspectiva psico-
posición. lógica. Los dioses son espejismos causados por fenómenos natu-
El ateísmo que presenta Minois fue, en muchos momentos, rales. Ciertamente, los «dioses» de estos «ateos» eran los más bien
un ateísmo de la disidencia, esto es, de la protesta contra el dicta- patéticos personajes de opereta del panteón olímpico, que ellos,
do de la fe, más o menos rígido y dominante en determinadas los ateos, en cuanto personas racionales capaces de pensar con
épocas. Tal actitud era obstinada, valerosa o también sólo afecta-
da extravagancia. Y, por lo tanto, el ateísmo adquirió, según la
época, características del todo diversas. 6. Con esta expresión traducimos el término alemán Wohngemeinschaft, que
designa un grupo de personas que viven juntos en régimen de alquiler en
una casa o un piso manteniendo un grado considerable de autonomía.
Hemos evitado la voz castellana «comuna», que se corresponde con el ale-
mán Kommune, porque -en la acepción que aquí nos interesa- implica una
vida en común mucho más intensa en todos los aspectos, incluido el sexual,
así como una cierta orientación contracultural [N. del Traductor].
60 MANFRED LÜTZ EL D I O S DE LOS A T E O S : UNA P R O T E S T A A LO G R A N D E 61

objetividad, rechazaban -como, en el fondo, también harían más del Dios verdadero. Por lo demás, Justino no tuvo problema algu-
tarde todos los filósofos que merecen ser tomados en serio. No re- no en llamar cristiano a Sócrates. Aquel a quien no se le había re-
chazaban, empero, la idea de un único Dios trascendente; esta velado todavía el Dios cristiano no era reprensible por su crítica
idea les resulta más bien por completo desconocida. racional a todas las quebradizas construcciones religiosas de la
Epicuro representó un caso particular grávido de consecuen- Antigüedad; antes bien, merecía ser alabado por ella.
cias. Posteriormente fue desdeñado por libertino, sobre todo por Pero la irrupción del monoteísmo (esto es, fe en un único
algunos cristianos. En realidad, defendió un sutil arte de vivir que Dios) cristiano universal en la historia del mundo conllevó el fin
no abogaba por la ilimitada consecución de placer, sino por la jus- definitivo de esa situación. Al menos en el Occidente cristiano, el
ta medida en todo. Quien come o bebe sin medida no es un maes- ateísmo iba a convertirse en algo del todo distinto. El Dios que los
tro del arte de vivir epicúreo, sino un patán inepto. El sabio epicú- ateos medievales rechazaban era, se quiera o no, un Dios por
reo es dueño de sí mismo -para lo cual, ciertamente, cualesquiera completo diferente; a saber, el Dios uno y personal del mensaje
dioses tiránicos y arbitrarios representarían más bien un estorbo. cristiano. De ahí que también el ateo del Medievo tuviera que ser
Pero incluso el ateísmo de Epicuro es mesurado. Para él, es del un ateo de un calibre totalmente otro. La fe cristiana había engen-
todo concebible que existan dioses o que exista un único Dios, el drado una nueva cultura. Las iglesias y catedrales se alzaban ha-
cual incluso pudo crear en su día el mundo en el que vivimos, cia el cielo casi sin límite. Jóvenes entusiastas ingresaban a miles
mas luego decidió amablemente no seguir molestando a los seres en los monasterios. Emperadores y reyes eran coronados por las
humanos y, por así decirlo, jubilarse. Pero aceptar un Dios que, manos consagradas de papas y obispos. La civitas Dei, la ciudad
ensimismado, vive apático y sin conmiseración alguna, indiferen- de Dios, que Agustín de Hipona había contrapuesto literalmente
te al mundo, equivale en la práctica a no aceptar ningún dios. La al podrido imperio romano, cobró forma.
consecuencia que el gran admirador romano de Epicuro, Visto desde fuera, el ateísmo medieval parece ser un capítulo en
Lucrecio, extrajo en último término del pensamiento del filósofo blanco. Así y todo, Georges Minois le dedica cuarenta apretadas pá-
griego no fue, sin embargo, el disfrute de la vida, sino el hastío de ginas. Pues también en la Edad Media se tomaban las personas li-
ella. Superado el miedo a los dioses, permanecía, no obstante, el bres la libertad de pensar contracorriente. Hay que reconocer que,
miedo existencial: el miedo a la nada. en el Medievo, ello resultaba en parte más fácil que en la incipien-
te Modernidad, cuando poderosas estructuras estatales intentaron
Conclusión: el dios que rechazaban los ateos de la Antigüedad era asegurar la paz interior y la unidad confesional de sus ciudadanos
el confuso panteón del Olimpo. El dios que inventaron en su lu- con ayuda de la Inquisición y otros rigurosos métodos.
gar fue el Dios jubilado de Epicuro; así pues, apenas algo más que En algunos aspectos, la Edad Media, en ocasiones tildada por
nada. ignorancia de «oscura», fue en realidad sobremanera liberal. En
las escuelas teológicas y universidades se discutía de forma polé-
mica y vehemente al más alto nivel racional. «En contra de una
3. Una religión celebra el ateísmo opinión dominante durante demasiado tiempo, a los intelectua-
les medievales les entusiasmaba la razón» (G. Minois). Los filóso-
Por consiguiente, no resulta tan extraño como podría pensarse fos «paganos» eran citados con la mayor naturalidad y con sumo
que el cristianismo, que surgió de entre las ruinas religiosas de la respeto. Para el gigante del pensamiento medieval, Tomás de Aqui-
Antigüedad, invocara sobre todo a los pensadores antiguos que no, Aristóteles es, sin más, «el filósofo». Es cierto que Aristóteles
en su día habían sido estigmatizados como ateos. El muy aprecia- había formulado también algunas ideas útiles para los cristianos;
do padre de la Iglesia Clemente de Alejandría alababa incluso la pero desconocía la idea de creación, daba por sentada la mortali-
objetividad y claridad de estos «ateos». También más tarde se vio dad del alma y no consideraba la posibilidad de una vida en el
operante justo en los filósofos antiguos «ateos» el intenso anhelo más allá.
62 MANFRED LÜTZ EL D I O S DE LOS A T E O S : UNA P R O T E S T A A LO G R A N D E 63

Pero Tomás de Aquino compone asimismo una gran obra 4. La fiesta con champán, arruinada 7
contra «los gentiles», un indicio de que en su tiempo existían po-
siciones ateas con las que era necesario confrontarse. Por tanto, el No es de extrañar que, en la época en la que, como en ninguna
ateísmo también fue un tema medieval. Algunas condenas por otra, se redescubrió la Antigüedad, esto es, en el Renacimiento, se
«ateísmo» dan testimonio en idéntico sentido. Nombres como los volviera chic hablar un poco en ateo. La gente era suficientemen-
de Sigerio de Brabante, Abelardo y Egidio Romano son buena te lista para hacerlo de modo tal que no resultara demasiado pe-
prueba de ello. Invocando a la razón con cierto fervor, intentaron ligroso. Pero, a buen seguro, también entonces existía la fascina-
derruir con el bulldozer todo el grandioso edificio de la fe o soca- ción de lo prohibido y el prurito de llegar justo al límite de lo to-
varlo de forma sutil. Georges Minois, con moderna implacabili- davía permisible. En pequeños círculos, la gente negaba al Dios
dad, rastrea en el Medievo aún más ateos de los que las autorida- cristiano, comerciaba con antigüedades ateas, adoraba de nuevo a
des de la época consideraron necesario. los dioses paganos, daba fe a las cosas más increíbles o se entrega
¿A quién le sorprende en realidad este ateísmo medieval? Pues a la pura superstición. Sobre todo estaban en boga el panteísmo
si a la libertad humana le es dada en todas las épocas la posibili- -esto es, la ya en la Antigüedad extendida fe en que la naturaleza
dad de plantearse la pregunta por Dios, el hecho de que haya que es, en cierto modo, Dios- y el deísmo, al que se le dio el nombre
creer en Dios porque, se quiera o no, todos lo hacen no puede si- de «pequeño ateísmo» y que cuenta con un Dios que permanece
no suscitar protesta. Así, también la Edad Media conoce todos los ante al mundo por completo indiferente y desprovisto de toda in-
tipos de negadores de Dios: los valerosos, los obstinados, pero fluencia: una reedición del Dios jubilado de Epicuro. Con estas
también los vanidosos. Y conoce asimismo a los numerosos ateos concepciones, algo más presentables en sociedad, se podía evitar
prácticos que se limitaban a no acudir a la Iglesia y a los que in- el término «ateísmo», que ya entonces sonaba repulsivo. Pero la
cluso la excomunión les resultaba indiferente. actitud de «permitir al buen Dios ser un buen hombre» y de ha-
El ateísmo medieval no produjo manifestaciones originales, cer y dejar de hacer lo que a cada cual le apeteciera equivalía a un
ni realmente vigorosas. El Dios jubilado de Epicuro reapareció ateísmo práctico empaquetado con gusto.
merced a la teoría de la «doble verdad»: conforme a los tiempos, De este modo fue posible intentar mantenerse con elegancia
al pobre Viejo lo despacharon con todos sus recientes atributos -y con la copa de champán en la mano- al margen de las inter-
cristianos al cielo cristiano, y sin privilegios de régimen abierto. minables querellas, de aquella lucha a vida o muerte que, justo en
Allí no mantiene relación alguna con el mundo terrenal, sujeto a esta época, estalló entre las distintas confesiones cristianas. Pues
sus propias leyes y conocido por la razón. Por consiguiente, en úl- de tales disputas no había manera de salir bien parado. El mustio
timo término, vuelven a aflorar las viejas tesis del ateísmo anti- reformador Juan Calvino estableció en Ginebra un régimen de te-
guo, recalentadas y servidas con salsa medieval. Así, por ejemplo, rror; y también la Iglesia católica, reformada en el concilio de
la tesis de Demócrito sobre la falta de principio y fin de un mun- Trento, se afanaba por encauzar por vías hasta cierto punto orde-
do material carente de más allá. También más tarde regresarán nadas las ganas de vivir, a la sazón desbordantes. Lo cual no siem-
una y otra vez, como el inquieto vampiro de la casa, que ahuyen- pre resultaba muy divertido. En las controversias confesionales,
ta a las almas pías. los bandos enfrentados intentaron, por una parte, superarse mu-

7. Con el participio pasado «arruinada» vertimos la locución alemana vor die


Hundegehen [a la letra, ir a parar delante de los perros], que tiene sentido fi-
gurado. Al no poder mantener la literalidad del modismo, se pierde una re-
ferencia indirecta al final de este apartado, donde se habla del deseo, más o
menos libre, de algunos ateos de «morir como perros», esto es, sin los auxi-
lios de la religión [N. del Traductor].
64 MANFRED LÜTZ EL D I O S DE LOS A T E O S : UNA P R O T E S T A A LO G R A N D E 65

tuamente en la seriedad de la fe. Por otra parte, en sus respectivas Pero este ateísmo de la incipiente Modernidad es improduc-
áreas de influencia, no sólo barruntaban herejías en desviaciones tivo en el terreno intelectual. Vive de citas de la Antigüedad y de
relativamente pequeñas respecto de su propia pretensión confe- un sentimiento anticristiano que está muy difundido y depende
sional de verdad, sino que enseguida formulaban la acusación de más de un deficiente conocimiento de las cosas de la fe -genera-
ateísmo. El papismo y el ateísmo eran, para Juan Calvino, una y lizado incluso entre el clero- que de un serio rechazo del cristia-
la misma cosa. La vehemencia de la disputa involucró al Estado; nismo. El cual, en el fondo, apenas se conoce ya. Todas las contra-
y, a su vez, también fue utilizada por los estados, cada vez más for- dicciones de la Biblia, que mil años antes habían impelido a los
talecidos, para ganar mayor influencia sobre sus subditos. En es- padres de la Iglesia -dotados de una extraordinaria libertad de
tas luchas, lo que estaba en juego ya no era, por regla general, la pensamiento- a una más profunda comprensión de los textos bí-
verdad, sino el poder. Y contra una fe en Dios que se antojaba im- blicos, son puestas de nuevo de relieve, bien que a un nivel inte-
puesta a la fuerza por el Estado y la Iglesia protestó el espíritu li- lectual considerablemente inferior. Desde el punto de vista socio-
bre del individuo, que comenzaba a despertar. psicológico, lo que se expresa en las posiciones ateas no es tanto
A la Edad Media le debemos, sin duda, la dolorosamente la protesta contra Dios cuanto la protesta contra la opinión do-
conquistada distinción entre lo sagrado y lo profano, entre el pa- minante o, mejor dicho, contra la opinión de los poderosos. El
pa y el emperador, entre la Iglesia y el Estado. Pero este preciado modo de vida de estos poderosos en el Estado y, con no poca fre-
bien, destinado a convertirse en uno de los fundamentos de la cuencia, también en la Iglesia no es el más apropiado para hacer
mentalidad «occidental», sólo pudo imponerse poco a poco en la especialmente creíble la fe que ellos personifican.
Modernidad. Por lo demás, los ateos de la Modernidad incipiente son un
Sea como fuere, en aquel entonces, en la cargada atmósfera de revoltijo de personajes trágicos y extravagantes, afectados corte-
las guerras confesionales del siglo XVI, las instancias estatales y sanos, obstinados espíritus libres, gente que, de algún modo, se
eclesiásticas se enfrentaban con igual contundencia a los indivi- considera más de lo que es o tozudos rebeldes sin argumentos
duos amantes de la libertad en caso de conducta desviada. En realmente concluyentes, como, por ejemplo, Giordano Bruno.
aconsejable no mostrar de manera demasiado provocadora e Aunque mucho después sería idealizado como mártir de la cien-
ateísmo teórico o práctico... o disimularlo. Con todo, existen nu cia, durante su vida ni él ni sus ideas sobre un universo espiritua-
merosos testimonios del despertar del ateísmo en el siglo XVI. Er lizado y eterno fueron tomados en serio siquiera por los librepen-
Inglaterra, el escritor Christopher Marlowe no creía en nada. Er sadores de la época.
Francia, uno no sabe muy bien a qué atenerse a este respecto er También se visibilizan los lados sombríos del ateísmo. Se
la obra de Michael de Montaigne. En Italia, un condotiero d< constata con horror que, en algunas ciudades, el librepensamien-
mercenarios hizo que grabaran en un escudo de plata la inscrip to tiene como consecuencia un incremento del número de suici-
ción: «Enemigo de Dios, la compasión y la misericordia». En Ale dios. Los ateos no son idóneos para desempeñar cargos estatales,
mania, Georg Frundsberg, general de Su Católica Majestad Car escribe Tomás Moro en su Utopía, puesto que su integridad mo-
los V, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, avan ral es cuestionable. En estos círculos se difunde un sentimiento de
za contra Roma con idéntico espíritu al grito de guerra: «Quien hastío de la vida y de miedo existencial del individuo: el estar so-
ver colgado al papa». Es una época desquiciada. Italia es conside lo en un mundo sin Dios y sin sentido. Lo cual convierte de súbi-
rada refugio de ateos. Vasari asegura que Leonardo da Vinci, el in to en pesadilla a un ateísmo que, en su día, había surgido con el
mortal creador de La última cena que cuelga en el refectorio d< objetivo de liberar a las personas a fin de que disfrutaran sin tra-
Santa Maria delle Grazie en Milán, no cree en el Dios cristiano. / bas de una vida placentera. Algunos famosos negadores de Dios
Catalina de Médici se la acusa de haber exportado a la corte fran se convierten en el lecho de muerte, como el inglés John Wilmot,
cesa la maldición del ateísmo. En los siglos siguientes, los impul segundo conde de Rochester; a otros les impiden dar tal paso sus
sos para el ateísmo procederán, sobre todo, de Francia. camaradas ateos, como le ocurrió al entonces famoso descreído
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Romainville. El franciscano que llegó para oír la confesión de és- concepciones que se consideraba que no satisfacían las exigencias
te se vio encañonado en el rostro por un militante ateo amigo del de la razón. Con ello no se rebatía el verdadero cristianismo, sino,
moribundo: «Retírese, padre, o le mato: ha vivido como un pe- como máximo, la imagen que uno se había hecho de él. Todavía
rro y como un perro debe morir». Un ateísmo semejante no es Leibniz, el último sabio universal, defendió el cristianismo a par-
muy ingenioso, sino más bien grosero y aficionado al escándalo tir del estado de la ciencia de la época.
sonado. Con excepción del caso Galileo, que, como es sabido, tuvo
motivos y, sobre todo, consecuencias más bien psicológicas y pro-
pagandísticas, la relación entre la Iglesia y la ciencia era relativa-
5. La placentera venganza del humilde cura mente distendida. El propio papa Benedicto XIV (1740-1758) era
un intelectual ilustrado y un declarado admirador de Newton y
Aquí nos encontramos ya en el siglo XVII, y ésta es la época en la mantenía correspondencia con las grandes mentes de la época. Si
que el ateísmo manifiesta una penetración más fuerte en la opi- se juzgaba que, para abogar por la ciencia, era necesario posicio-
nión pública. Lo que parece cuestionar la fe en Dios es, sobre to- narse en contra del cristianismo, seguía existiendo el problema de
do, la marcha triunfal de la razón y la ciencia. Lo curioso del ca- que, incluso en los círculos cultivados, con frecuencia ya no se sa-
so es que, al principio, fueron precisamente el cristianismo y la bía en qué consistía en realidad el cristianismo.
Iglesia quienes posibilitaron esa marcha triunfal. Aún en vísperas de la Revolución Francesa, las asambleas ge-
El Dios cristiano ya no era idéntico con la naturaleza, y la fe nerales de la Iglesia francesa reconocieron en resoluciones muy
en Él resultaba también inconciliable con los celosos espíritus na- matizadas la urgencia de renovar el saber cristiano. Cuando el
turales operantes en la naturaleza. Lo cual convirtió a la natura- ateo conde Gramont, ya anciano, agonizaba, oyó a su mujer rezar
leza, por una parte, en un objeto investigable sin escrúpulos, por el padrenuestro y le preguntó: «Condesa, esa oración es muy be-
decirlo así. Por otra parte, la fe en la encarnación de Dios elevó al lla; ¿quién la ha escrito?» Así pues, en aquel entonces el Dios de
ser humano y sus capacidades, incluida la razón, a un rango en los ateos era una mera caricatura, un Dios sobre el cual el hom-
verdad divino. Ya hemos mencionado la chifladura del Medievo bre ilustrado de la época no estaba muy ilustrado y que parecía
cristiano por la razón. Pero hasta el siglo XVII y XVIII, con Des- inventado por los poderosos para mantener al pueblo en la obe-
cartes, Pascal y Newton, no se extrajeron de este hecho conse- diencia. Era un Dios al que representaban algunos nobles corrup-
cuencias decisivas. tos de carácter y espíritu, que, en su condición de obispos con
A ello se añadió que, como subraya Georges Minois, el conci- abundantes rentas, habían interiorizado el libertinaje ateo, vivían
lio de Trento dio un nuevo impulso a la distinción entre profani- al menos como ateos prácticos o incluso profesaban abiertamen-
dad y sacralidad, tan característica del cristianismo. El concilio te el ateísmo, como, por ejemplo, el obispo de Lodéve.
exhortó a los cristianos a una mayor piedad interior, con lo que Lo anterior se puede mostrar con minuciosidad en uno de los
también quería decir que ya no debían involucrarse demasiado en más famosos escritos ateos del siglo XVIII: el manifiesto del abbé
las apariencias mundanas. Lo cual no era un «dualismo», como Meslier. El texto abiertamente ateo que el valiente párroco de
opina Minois, pero tal vez daba esa impresión. pueblo dejó a su muerte a sus compañeros sacerdotes fue más tar-
Sea como fuere, la ciencia «mundana» se independizó más y de reproducido y vendido bajo los mostradores con manos tem-
más del cristianismo, deviniendo probablemente también ajena a blorosas, igual que las revistillas pornográficas a comienzos del si-
él a resultas de este proceso. Sus grandes protagonistas seguían glo XX. Sin embargo, no contiene sino las habituales tesis y argu-
siendo cristianos, pero ello no cambió para nada el hecho de que mentos ateos que ya hemos tenido ocasión de conocer. Incluye,
todo lo que no parecía justificarse en grado suficiente ante el tri- sobre todo, la convicción de la eternidad y el carácter no creado
bunal de la razón y de la duda cartesiana quedaba marginado. Ya del mundo y la materia, así como de la mortalidad del alma, que
en el siglo XVI, el ateísmo había sido a veces una protesta contra se «esfuma».
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¿Qué motivó la redacción de este texto? El sacerdote no escri- racionalidad, pero este esfuerzo, tal como se estaba poniendo de
be nada al respecto. Pero hay documentos que informan de que manifiesto, había sido en vano. Pues, a la vista de la evidencia del
el arzobispo que a la sazón ocupaba la sede de Reims, monseñor mal en el mundo y de las desastrosas consecuencias de las catás-
de Mailly, era el verdadero prototipo de odioso aristócrata. Ex- trofes naturales, se planteó la pregunta: ¿Dios no puede o no
cepcionalmente, todos los testimonios son unánimes en lo relati- quiere evitar el mal? El Arquitecto del mundo, ¿es sencillamente
vo a este «déspota colérico». Y en 1716 el insensible tirano llamó incapaz o es, en el fondo, un monstruo cínico? Pues si uno puede
con rudeza al orden a «su» sacerdote Meslier, quien hasta enton- impedir un delito y no lo hace, es tan condenable como el propio
ces había desempeñado fielmente su ministerio. Pues el sacerdo- autor del hecho. Pero, en este punto, la Ilustración fue víctima de
te se había negado poco antes a rezar por un noble que acababa su propio ofuscamiento, del que ella misma tuvo la culpa. Pues,
de maltratar a algunos campesinos. Tenía que cumplir su obliga- con los medios de la razón humana, se había fabricado un Dios
ción como es debido y rezar por aquel hombre, le exigió el prela- racional que hacía las veces de Arquitecto del mundo y Garante
do. Así pues, el sacerdote obedeció... y rezó para que, en el futu- del orden social y estatal y con el que se podía atemorizar a los ni-
ro, aquel noble se abstuviera de abusar de los pobres y de robar a ños cuando pegaban a sus hermanos más pequeños. La Ilustra-
los huérfanos. Lo cual tuvo como consecuencia un estallido de ira ción había construido un Dios del que Voltaire, siempre preocu-
del arzobispo: bronca personal, cuatro semanas de reclusión for- pado por su propio bienestar, decía que, si no existiera, habría
zosa en el seminario sacerdotal, controles más estrictos. El humi- que inventarlo. Pero un Dios así, hecho por hombres, no tenía
llado cura trama venganza. Y, tras este suceso y hasta su muerte, realmente probabilidad alguna de supervivencia. Este Dios de ba-
escribe en secreto -y, como es legítimo suponer, con placer- su rro se desmoronó con el primer terremoto. Con todo, hay algo
manifiesto ateo. Como ya se ha dicho, el texto en sí no ofrece na- que no puede ser pasado por alto: este Dios era un producto ar-
da nuevo. Sin embargo, por lo que concierne a su motivación, es tificial, distante varias leguas, por ejemplo, de la imagen cristiana
extraordinariamente revelador. El manifiesto del abbé Meisler no de Dios. No obstante, se llamaba igual que éste, y semejante con-
es un manifiesto del ateísmo, sino, al contrario, un manifiesto de fusión iba a tener nefastas consecuencias.
su explicación. El Dios de los ateos a comienzos de la Modernidad, sin em-
Por lo demás, el abbé Meisler reprocha a Dios algo que, en bargo, era sobre todo el Dios de los poderosos, a quien éstos, con
aquel entonces, podía escucharse a menudo de labios ilustrados. su vida de poco crédito, habían hecho, a su vez, indigno de fe. En
Por el amor de Dios, ¿por qué no ha creado Dios sencillamente la Revolución Francesa, la protesta contra los poderosos y la pro-
buenos a todos los hombres? ¿Por qué permite el mal? Y el terre- testa contra Dios coincidieron de forma manifiesta. Justo en ma-
moto de Lisboa, que en 1755 conmovió Europa no sólo sismográ- teria religiosa, la gente quería pensar con libertad, libre de presio-
ficamente, sino sobre todo en el plano intelectual, llevó a nume- nes eclesiásticas, estatales y sociales. Lo cual difícilmente puede
rosas personas a preguntarse por qué una catástrofe semejante ser censurado, ni siquiera desde un punto de vista religioso. Y así,
había aniquilado a buenos y malos, a niños y ancianos, a mujeres la palabra «librepensador», que hoy suena un tanto extraña, qui-
y varones por igual. Sólo un Dios indiferente podía permitir algo zá caracteriza bastante mejor a muchos de los a la sazón llamados
así, un Dios que no tuviera ya nada que hacer, el Dios jubilado de ateos, quienes no optaban por el ateísmo tanto en virtud de con-
Epicuro, que volvía a gozar de creciente popularidad entre los vicciones ateas cuanto por voluntad de protesta: «Conceda usted
ilustrados. Pero un Dios semejante, se preguntaba la gente a la sa- la libertad de pensamiento» (Schiller, Don Carlos).
zón, ¿podía ser realmente Dios? Para el progreso de las ciencias, «Dios» estorbaba cada vez
Allí donde antaño Leibniz todavía había visto a Dios como más. De hecho, era difícil concebir una naturaleza que funciona-
Arquitecto del mejor mundo posible, allí, con la idea ilustrada de ra conforme a leyes deterministas eternas, y en la que, por tanto,
Dios, se había entrado entretanto en crisis. Se había buscado un todo suceso debía acontecer con absoluta necesidad y aceptar al
Dios que fuera racional conforme a las propias concepciones de mismo tiempo a un Dios que no respetaba las reglas, intervenía
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de vez en cuando de manera irracional y desbarataba torpemen- mentativamente el asunto. Pero pronto dejan de ser importantes
te el bello mundo que funcionaba como un reloj. En esta situa- los argumentos. El ateísmo se populariza. Puede ser encontrado
ción cabía defender, como mucho, el Dios jubilado de Epicuro. en círculos socialistas y comunistas como parte de una ideología
Así, los ilustrados del siglo XVIII eran, por regla general, deístas; política o en el incipiente movimiento de los llamados librepen-
esto es, presentaban su «Dios» al pueblo como hacen los dueños sadores como objeto de la desenfrenada y pequeño-burguesa ma-
de perros grandes, pero viejos y desdentados: «¡No se preocupen, nía de formar asociaciones. A final de siglo, el declarado ateo
no hace nada!». Anatole France suspirará a propósito de esta gente: «Piensan co-
A este Dios inofensivo se le atribuye una suerte de ultramun- mo nosotros... comparten nuestras ideas progresistas. Pero es me-
dano programa residual. Su trabajo consistía en garantizar la in- jor no encontrarse con ellos».
mortalidad de los ilustrados orgullosos de la razón, a la que se da- Allí donde la gente forma asociaciones, donde hay un tesore-
ba bastante importancia, así como mitigar un tanto el profundo ro, un secretario y un presidente, allí el mundo sigue estando en
miedo existencial a precipitarse en la nada absoluta. Pero este pe- orden y la entristecida mirada a la nada deja paso a la mirada al
queño Dios de los «pequeños ateos», los deístas, no sobrevivió al fondo de la jarra de cerveza en la inevitable asamblea de la aso-
sangriento final del siglo XVIII. Todo lo que al final quedó del ciación. Pero las tertulias tienen siempre una cierta tendencia a la
ateísmo de la Ilustración, de la victoria de la razón y del ser huma- militancia, aunque sea fanfarrona: «El enemigo es Dios. El prin-
no frente a Dios, fue un ilimitado pesimismo. La vida carece de cipio de la sabiduría es el odio a Dios», se dice en 1870 en el pan-
sentido; la muerte, mucho más; y lo único que resta es... la nada. fleto ateo La libre pensé. Y en el mismo mes se lee en L'athée:
A modo de acorde final antes del baño de sangre de la razón «Dios o la materia: ¡hay que decidirse!». Y en el ardor del comba-
en la Place de la Concorde en París, el marqués de Sade, el inven- te no se encuentra nada malo en que el librepensamiento («la li-
tor de la específica disciplina sexual que lleva su nombre, procla- bre pensée»), haciendo patética gala de su superioridad, se permi-
mó lo siguiente: puesto que en una naturaleza determinista no ta negar el libre arbitrio. Se organizan pueriles jueguecitos blasfe-
puede haber libertad divina, ni libertad humana, tampoco existe mos: por ejemplo, en 1868, un «banquete de Viernes Santo» en el
moral alguna, ni culpa alguna, sino sólo y exclusivamente la na- que se festeja la muerte de Dios y en el que, a pesar de todo, parti-
turaleza; y ésta, se quiera o no, es cruel. Así, en la obra del mar- cipa Gustave Flaubert. En 1895, para generalizado regocijo de los
qués de Sade, el llamamiento: «¡Regresemos a la naturaleza!», ateos, se crucifica en París a un lechón. El Dios de estos ateos era
equivale de forma de todo punto desenfrenada y carente de es- algo así como el dios futbolístico de la escuadra rival en el mun-
crúpulos al llamamiento: «¡Regresemos a la crueldad!». Aquí se dial. A nadie le interesan hoy en realidad, a la hora de abordar
anuncia ya el superhombre de Nietzsche, pero en una variante nuestro tema, tal charlatanería ora achispada, ora exageradamen-
más perversa: un superhombre que todavía se divierte gustoso te seria, mas siempre tendente al fanatismo. Pues que nadie se lla-
con el sufrimiento de sus víctimas. me a engaño: creer puede ser difícil, pero más difícil aún es, sin
Así pues, lo que tiene que ofrecer el ateísmo del siglo XIX es, duda, no creer... con todas las consecuencias. Décadas más tarde,
en gran parte, la sopa abundantemente aguada del siglo anterior; Jean-Paul Sartre escribió: «No todo el que quiere ser ateo lo es».
o sea, que no merece la pena hablar de él. Al reforzamiento del
cristianismo, que, tras la caída del anden régime, debe en parte
reinventarse institucionalmente, pero que supera con brillantez 6. El hijo de un pastor protestante asesina a Dios
esta crisis, le sale al paso un ateísmo agresivo que se ha liberado
asimismo de los límites de épocas anteriores. Pero, en conjunto, Así y todo, este siglo XIX engendró luego el más serio cuestiona-
la disputa se hunde al nivel de Don Camilo y Peppone. Como ya miento de la fe en Dios que probablemente nunca haya existido.
se ha mostrado, el intento de Ludwig Feuerbach - a pesar de todo, Ya a comienzos de siglo, el poeta alemán Jean Paul había hecho
estimulante desde un punto de vista intelectual- no aborda argu- que los muertos en espera de la salvación le preguntaran a Cristo
EL D I O S DE LOS A T E O S : UNA P R O T E S T A A LO G R A N D E 73
72 MANFRED LUTZ

en el cementerio: «¡Cristo! ¿Es que no existe Dios?». Y Cristo ha- inflexible «voluntad de poder» a quien nadie está legitimado a
bía respondido: «No, no existe. Todos somos huérfanos, vosotros juzgar -¿quién podría estarlo? Numerosos nazis, haciendo refe-
y yo: no tenemos padre». Jean Paul describe el espantoso miedo a rencia a Nietzsche, veneraron mucho más tarde en Hitler a un tal
la nada que siente el verdadero ateo. Él, sin embargo, consiguió «superhombre». Pero lo inquietante de la idea del «superhom-
atravesar tal miedo para llegar a Dios. bre» es que es inquietantemente coherente. Después de la «muer-
Pero, a finales de siglo, el hijo de un pastor protestante, mar- te de Dios» no sólo está permitido todo, como ocurre en una de
cado en su infancia y su juventud por el pietismo, describió con esas salvajes fiestas que se celebran en ausencia de los progenito-
suma coherencia el camino hacia la nada y probablemente tam- res o de quienes hacen sus veces y en las que la casa amenaza con
bién lo recorrió. Hablamos de Friedrich Nietzsche. Ya con diecio- venirse abajo. ¡Tras la muerte de Dios y el fin de la moral, el acce-
cho años le asaltaron dudas sobre la fe cristiana, que pronto se ra- so de la persona fuerte y «liberada» de toda consideración a una
dicalizaron hasta convertirse en duda sobre Dios mismo. A dife- posición sobre la cual a nadie compete ya juzgar es, con toda se-
rencia de Feuerbach, Nietzsche no se contenta con una explica- riedad, inevitable! Todo freno a la despiadada violencia posible,
ción de la fe en Dios. Nietzsche va al quid de la cuestión. Con una por naturaleza, para la persona fuerte a través del resentimiento
inteligencia clara y sobria y con un corazón ardiente y sediento de de las viejas religiones, que han pecado contra la fortaleza a cau-
vida, extrae todas las consecuencias imaginables de la tremenda sa de su milenaria protección de los débiles, debe ser taxativa-
idea de que Dios no existe. Nietzsche no se une a nadie, no sigue mente rechazado.
a nadie, no funda movimiento ni asociación algunos. Pero sus Así, el Dios del ateo Nietzsche, el Dios que él rechaza, es, de
golpes de martillo resquebrajan el mojigato ateísmo de asocia- hecho, el Dios cristiano. Sin embargo, se trata, sobre todo, del
ción que se creía en la cresta del progreso, cuando en realidad no Dios cristiano en su variante calvinista - estricta, moralista y ene-
hacía sino hundirse en la ciénaga de estereotipos y prejuicios an- mistada con el placer, con el mundo y, en ocasiones, incluso con
cestrales, eternos. Es famoso el pasaje de La gaya ciencia en el que la libertad- que más tarde Max Weber haría responsable del bur-
Nietzsche hace decir al loco lo siguiente: gués «espíritu del capitalismo». «En propiedad, sólo queda refu-
tado el Dios moralista», anotará luego Nietzsche reflexivamente.
«¿Qué a dónde se ha ido Dios?, exclamó; ¡os lo voy a decir!
Es muy probable que Nietzsche nunca tuviera contacto con nin-
Lo hemos matado: ¡vosotros y yo! Todos somos sus asesi-
guna otra imagen cristiana de Dios. A Nietzsche hay que tomarlo
nos. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo?... ¿No oímos to-
en serio como a ningún otro pensador ateo anterior a él, pues
davía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios?
nunca se queda a medio camino, ni sella precarios compromisos
¿No nos llega todavía ningún olor de la putrefacción divi-
en aras de su propia tranquilidad, sino que recorre inmisericorde
na? ¡También los dioses se pudren! ¡Dios ha muerto! ¡Y lo
-incluso consigo mismo- la senda, trasgrediendo todo límite y
hemos matado nosotros! ¿Cómo podremos consolarnos,
pasando por encima de todo obstáculo, hasta llegar a la extrema
asesinos entre los asesinos? Lo más sagrado y poderoso
oscuridad de la nada.
que poseía hasta ahora el mundo se ha desangrado bajo
nuestros cuchillos. ¿Quién nos lavará esa sangre? ¿Con qué Creer en Dios o seguir a Nietzsche: ésa parece ser la verdade-
agua podremos purificarnos? ¿Qué ritos expiatorios, qué ra alternativa. Pero quien siga a Nietzsche debe estar preparado
juegos sagrados, tendremos que inventar? ¿No es la gran- asimismo para vaciar hasta las heces el cáliz del ateísmo. Enton-
deza de este acto demasiado grande para nosotros? ¿No ces, uno se queda sin argumentos contra el poder férreo y sin es-
tendremos que volvernos nosotros mismos dioses para pa- crúpulos de un Hitler, un Stalin o un Mao Zedong, quienes sacri-
recer dignos de ella?». ficaron millones de seres humanos a su propia divinidad terrena
de índole supra-humana. Ninguno de los tres fracasó en un mun-
De esta suerte, Nietzsche alarga la mano hacia la idea del «su- do sin Dios. Stalin y Mao murieron pacíficamente en la cama, en
perhombre», que, «más allá del bien y el mal», es el titán con la plena posesión de su respectivo poder y, al mismo tiempo, con
EL D I O S DE LOS A T E O S : UNA P R O T E S T A A LO G R A N D E 75
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Quién perdió lo que perdiste


clara conciencia de que haber asesinado a más de veinte millones
en ningún lugar se detiene.
de personas débiles. También Hitler era consciente de ser respon-
sable de la muerte de un número no menor de personas y, sin em- Ahora estás pálido,
bargo, murió por su propia mano, señor de sí mismo y de su pue- condenado a un viaje de invierno,
blo, rodeado de su corte de aduladores y sin dar signo alguno de al humo semejante,
mala conciencia. Al ateo que quiera ser consecuente de verdad, que sin cesar tiende a cielos más fríos.
Nietzsche -quizá con ojos tristes, pero, no obstante, implacable-
le despojará de todo argumento «moral» contra estos «super- ¡Vuela pájaro, grazna tu canción
hombres». Según Nietzsche, el ateísmo serio sólo existe como en tono de pájaro desértico!
ateísmo hasta las últimas consecuencias. Ahora cada cual puede, ¡Esconde, loco, tu ensangrentado corazón,
es más, debe elegir. en hielo y en desprecio!
Graznan los cuervos
La fuerza de Nietzsche radica en que él no se limita a conce-
bir exangües teorías ateas en el escritorio de su vida. Nietzsche aleteando, sus alas dirigen a la ciudad:
- u n temperamento atormentado, según el testimonio de la mu- pronto nevará,
jer que probablemente lo amó de verdad, Lou Andreas-Salomé- ¡Infeliz aquel que no tiene patria!
sufre, padece su ateísmo y lo lleva, sin sombra de duda, hasta el (Traducción de Andrés Sánchez Pascual)
más profundo abismo de la nada. «Quizá un pensador grita ahí
realmente de profanáis», dirá Heidegger sobre Nietzsche. De pro- Nietzsche murió en 1900, víctima de las consecuencias tar-
junáis es el salmo 130, que comienza con las palabras: «Desde lo días de una sífilis, una parálisis progresiva, que a la sazón no se sa-
hondo te grito, Señor; dueño mío, escucha mi voz...». Y el gran bía tratar y que afecta de manera especial al cerebro. Algunos
poeta que es Nietzsche logra expresar este sufrimiento con con- aplicados apologetas cristianos han querido atribuir al aterrador
movedoras palabras en su poema «Solitario», con palabras que pensamiento de Nietzsche la confusión mental que se apoderó de
brotan de una auténtica indigencia existencial y afectan a la exis- él al final de su vida, debida en realidad a su enfermedad. Lo cual
tencia. La creación es tormento, como también Miguel Ángel, a me parece una falta de respeto. Declarar enfermos a Hitler, Stalin
partir de su propia experiencia, hizo patente en el Dios creador u otros déspotas supone una banalización del mal y, por lo de-
que se retuerce dolorosamente en el techo de la Capilla Sixtina más, también una discriminación de los enfermos psíquicos.
mientras separa la luz de las tinieblas. Y la poesía buena de ver- Por otra parte, si se convoca a escena sin más a la «locura», no se
dad condensa una experiencia auténtica: ha entendido la seriedad y el alto nivel intelectual con los que
Graznan los cuervos Friedrich Nietzsche luchó durante toda su vida con Dios.
y aleteando dirigen sus alas a la ciudad; Se ha discutido si Maquiavelo creía en serio en los consejos
pronto nevará. llenos de desdén por la dignidad humana que ofreció a los hom-
¡Feliz aquel que aún tiene patria! bres de Estado o si sólo pretendía poner un espejo delante de su
época: «¡Mirad, así sois!». Entonces, si lo desean, tanto creyentes
Ahora estás petrificado, como ateos pueden leer asimismo la obra de Nietzsche como un
miras hacia atrás, ¡cuánto tiempo ha pasado! estudio de la conciencia. Quien hoy quiera ser realmente ateo,
¿Estás loco que diga si está dispuesto a asumir asimismo las consecuencias
que has huido por el mundo ahora que es invierno? necesarias que Nietzsche formuló con toda claridad y densidad o
El mundo: puerta abierta a mil desiertos, si lo único que le gusta de todo ello es ser el rey de la fiesta ateo.
muda y fría. Por otra parte, si uno, como hombre moderno, cree de verdad en
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Dios, esa fe en Dios también debe acreditarse, en caso de necesi- vista de la teoría cuántica, se podría partir de una muy improba-
dad, en el implacable y duro examen que suponen las ideas de ble, si bien no del todo imposible, excepción a la regla. Con ello
Friedrich Nietzsche. no se violaría ninguna «ley de la naturaleza». Pero también se
podría intentar explicar todo con ayuda de la teoría de la relativi-
dad: una repentina transformación de masa en energía. Sólo
7. El «más grave accidente previsible»8 cinco años después de la susodicha presentación Planck, Albert
en el templo de la nada Einstein, en su teoría especial de la relatividad, había mostrado la
equivalencia de masa y energía. Por lo demás, en 1915, valiéndo-
Nietzsche es un punto final. Pues, poco después de que él muera se de la idea de espacio curvo, hizo posible en la teoría general de
solitario el 25 de agosto de 1900, con total independencia de su la relatividad la noción de un universo finito, pero ilimitado. Con
óbito, acontece de forma por completo inopinada, el más grave todo ello se le asestó un segundo golpe demoledor a Demócrito:
accidente argumentativo previsible del ateísmo real. Sólo cuatro el materialismo, que imaginaba que todo lo existente estaba com-
meses después de la muerte de Nietzsche, el 14 de diciembre de puesto de átomos materiales y declaraba todo lo demás pura fan-
1900, Max Planck presenta en la Sociedad Física Alemana, con se- tasía, ese materialismo al que de Lamettrie aún había encomiado
de en Berlín, su teoría cuántica. La cual destruye de un golpe to- como «antídoto contra la misantropía», quedaba refutado en su
da la imagen científica del mundo y preludia la batalla decisiva forma clásica. Los ateos fracasados lo comprendieron de inme-
del ateísmo. De súbito se evidencia que la naturaleza no está go- diato: durante muchos años, en la Gran Enciclopedia Soviética no
bernada por leyes deterministas que, siempre precisas, rigen de se podía mencionar bajo ningún concepto la teoría cuántica.
forma necesaria y sin excepción alguna, sino que, en último tér- Únicamente quien ha seguido la historia del ateísmo desde
mino, ya sólo existen probabilidades estadísticas. En todo mo- sus inicios puede hacerse una idea de la magnitud de la catástro-
mento son posibles acontecimientos inesperados, que no repre- fe que ya sólo estos dos descubrimientos supusieron para los que
sentan sino desviaciones estadísticas de la media y en modo algu- hasta ese momento eran los argumentos básicos del ateísmo. Pues
no «contradicen las leyes de la naturaleza», como se habría dicho tales argumentos, cual jaculatorias, habían sido repetidos sin ce-
antes. Con ello, dos mil doscientos setenta y un años después de sar miles de veces a lo largo de los siglos como los argumentos
Demócrito, se derrumba con estrépito el argumento decisivo de fundamentales contra la existencia de Dios. Y de una, se derrum-
más de dos mil años de ateísmo. baron: estos argumentos habían dejado de existir para siempre.
De repente, la existencia de un Dios que interviene en su Más tarde, la teoría de la «gran explosión» (big bang) pondría
creación ya no puede ser tenida por imposible sólo por el hecho fin además a la convicción atea de la eternidad de un universo sin
de que semejante intervención perturbaría el mecanismo cósmi- principio. Y cuando, tras los numerosos casos de persecución de
co, que funciona según reglas férreas y que, supuestamente, no la Iglesia por el Estado a lo largo del siglo XIX, en 1918 se vinie-
permite excepción alguna. Que la ascensión de Cristo a los cielos ron abajo las últimas precarias alianzas entre el trono y el altar,
haya ocurrido o no en realidad sigue siendo asunto de fe, afirma
también desapareció de manera definitiva el argumento psicoló-
en 1963 el físico cuántico Pascual Jordán. Pero ya no cabe decir,
gico, operante durante siglos, de no querer -comprensiblemente-
añade este mismo físico, que, conforme a las leyes de la naturale-
dejarse prescribir nada en materia religiosa por los poderes de la
za, en modo alguno puede haber acontecido. Desde el punto de
Iglesia o el Estado. El ateísmo como protesta contra «los de arri-
ba» y como expresión del librepensamiento se había quedado sin
patria. Lo que aún restaba aquí no podía ser explicado ya psico-
8. Se trata de una expresión tomada de las normas de seguridad de las centra- lógicamente, sino, en el peor de los casos, psicopatológicamente:
les nucleares que, en alemán, se ha generalizado con sentido figurado bajo la
abreviatura GAU (grofiter anzunehmender Unfall) [N. del Traductor] agresivas proyecciones paternas en una sociedad carente de
padres hacia una jerarquía masculina y un «Santo Padre» en la
EL D I O S DE LOS A T E O S : UNA P R O T E S T A A LO G R A N D E 79
78 MANFRED LÜTZ

conducido a la sazón al completo colapso del abastecimiento de


Iglesia católica (véase al respecto mi libro Der blockierte Riese -
combustible.
Psycho-Analyse der katholischen Kirche [El gigante bloqueado: psi-
coanálisis de la Iglesia católica]). La vida de los ateos pierde el impulso previamente conocido.
Sólo se mantenía en pie uno de los argumentos del ateísmo Georges Minois escribe: «A la vista de esta ausencia de Dios, cada
tradicional: la experiencia de los cadáveres en descomposición. cual reacciona conforme a su temperamento; pero, en la mayoría
Pero, entretanto, también los ateos tenían miedo de ello. Y así, de los casos, no se puede hablar de alegría. La ciencia ha regalado
con mucho maquillaje, en Moscú se logró conferir a ancianos y al ser humano la pesadilla contra la que lucha». Y, para el biólogo
quebradizos secretarios generales, yacentes en sus féretros abier- Jacques Monod, no hay más remedio que cargar con el miedo.
tos, un aspecto de floreciente vida, de suerte que, junto al ataúd, Hasta Georges Minois admite la quiebra del ateísmo organizado,
el sucesor de turno, igual de viejo, pero aún vivo, pareciera bas- que se reduce a pequeños círculos sectarios que recuerdan a los
tante más viejo que el difunto, cuyo rosado rostro, al fin y al ca- grupos de folklore tradicional. A menudo, lo que queda ahí no es
bo, resplandecía. Con cuánta gravedad, por el contrario, se expre- más que irreflexiva palabrería anticuada que se desarrolla a un
sa Shakespeare en Macbeth: «La vida es sólo una sombra cami- bajo nivel intelectual y recurre a argumentos refutados hace ya
nante, un mal actor que, durante su tiempo, se agita y se pavonea mucho tiempo.
en la escena, y luego no se le oye más. Es un cuento contado por Ya Friedrich Nietzsche previo y desdeñó con clarividencia es-
un idiota, lleno de ruido y furia, y que no significa nada». Las ta vida banal sin Dios: «La tierra se ha vuelto pequeña entonces,
pomposas ceremonias con ocasión del fallecimiento de los diri- y sobre ella da saltos el último hombre, que todo lo empequeñe-
gentes de la Unión Soviética, ese ensayo de campo ateo con catas- ce... Han abandonado las comarcas donde era duro vivir, pues la
tróficas consecuencias humanas, era paradójicamente una huida gente necesita calor. La gente ama todavía al vecino y se restriega
-organizada por el estado ateo- de la última motivación que que- contra él, pues necesita calor... Un poco de veneno de vez en
daba para el ateísmo y, sobre todo, de las ineludibles consecuen- cuando, eso produce sueños agradables. Y mucho veneno al final,
cias que Nietzsche había extraído de él. Y así, estas exequias se an- para tener una muerte agradable. La gente continúa trabajando,
tojaban antiguas y rígidas como centenarios ritos de religiones pues el trabajo es un entretenimiento. Mas procura que el entre-
exhaustas. Pero, en verdad, todo esto no era sino una artificial y tenimiento no canse... La gente es inteligente y sabe todo lo que
exagerada imitación de la Antigüedad: igual que en las tiendas de ha ocurrido; así no acaba nunca de burlarse. La gente continúa
lámparas de Florencia, llenas de bellas lámparas «antiguas», don- discutiendo, mas pronto se reconcilia; de lo contrario, ello estro-
de el honesto y orgulloso propietario enseguida nos informa de pea el estómago. La gente tiene su pequeño placer para el día y su
que allí nada hay más viejo que su abuela -y ésta acaba de cum- pequeño placer para la noche; pero honra la salud. "Nosotros he-
plir los noventa... Sea como fuere, la Unión Soviética, esta segun- mos inventado la felicidad", dicen los últimos hombres mientras
da floración tardía y mórbida del ateísmo realmente existente, fa- parpadean».
lleció luego en 1991 por debilidad senil con sólo setenta y cuatro Así pues, el único que permanece ileso con su grandiosa pro-
años de edad, de forma nada inesperada y, a juzgar por lo que se testa bajo las ruinas del ateísmo es Friedrich Nietzsche. No tanto
sabe, con toda justicia. Y mira tú, cuando se desconectaron los por su fundamentación del ateísmo, que fue tomada en préstamo
aparatos del cadáver del «socialismo real», también la ideología de espíritus menos iluminados y en el tiempo transcurrido desde
marxista -mantenida artificialmente con vida- se derrumbó de entonces ha quedado asimismo superada; sino por las claras con-
golpe, como una momia a la que, al cabo de siglos, le da el aire. secuencias que extrajo de su decidido ateísmo.
Todo esto fue demasiado para el ateísmo; y así, el siglo XX vi- Sin embargo, la mayoría no ha entendido en realidad por qué
vió, no sin razón, la agonía del ateísmo realmente existente. Hasta se ha derrumbado el impresionante edificio del ateísmo. Parpa-
este momento, el vehículo ateo había podido extraer su carburan- dean, como el loco en La gaya ciencia de Nietzsche, y afluyen en
te del progreso de la ciencia. Pero justo ese mismo progreso había masa al campo de ruinas. Una vez allí, de entre los fragmentos del
80 MANFRED LUTZ

templo de la nada, que ha estallado en mil pedazos, reúnen pe-


queños trozos con los que se hacen graciosos amuletos y talisma-
nes. Quien ya no cree en nada cree en todo. No es el ateísmo lo
que domina, sino el gran desconcierto generalizado, la gran bús-
queda dispuesta a creer de inmediato cualquier cosa... mas quizá
sólo en parte y por un tiempo limitado. La gran pregunta por 5. El Dios de los niños:
Dios late detrás de todo ello con mayor claridad que nunca. Pero de la felicidad como estado natural
a muchos les parece demasiado grande para planteársela de ver-
dad; y sobre todo: ¿dónde puede encontrársele respuesta?
El Dios de los ateos era una construcción y mudaba su rostro

I
según las necesidades de la época: desde las irrisorias figuras de la os niños no son ateos. Nunca. Esta opinión puede parecer ba-
Antigüedad pagana al arrogante Garante del poder estatal y ecle- nal, pues, desde luego, no se puede rechazar explícitamen-
sial, pasando por el Obstaculizador de la ciencia y la libertad. Los i te lo que no se conoce explícitamente. De ahí que pudie-
acontecimientos intelectuales y políticos del siglo XX han ocasio- ra pensarse que los niños, puesto que aún no son capaces expre-
nado la muerte del Dios de los ateos. Pero no de Dios. La razón sarse, tampoco pueden ser ateos. Pero ¿es esto de verdad así? ¿Es
de que esto haya ocurrido así la formuló proféticamente ya en cierto que los niños no pueden expresarse? Nadie que trate con
1862, en Los miserables, Víctor Hugo, quien no se consideraba niños dirá que los niños, aun cuando todavía no hablen, no son
perteneciente a ninguna religión: «El ateo cree más de lo que capaces de expresarse, de «darnos algo a entender». Los niños
piensa. En el fondo, la negación es una forma airada de afirma- pueden hacer eso y en ocasiones pueden hacerlo de forma más
ción. El agujero demuestra la existencia del muro. En cualquier interesante e intensa que algunos tíos aburridos que se limitan a
caso, negar no significa destruir. Los agujeros que el ateísmo con- leer el periódico y decir cosas ocurrentes. Por eso, justo las perso-
vierte en infinitos se asemejan a las heridas que una bomba infli- nas intelectualmente despiertas y vitales se vuelcan a menudo con
ge al mar. Todo vuelve a cerrarse y continúa como antes». los niños presentes allí donde se encuentran, que operan algo
que, en cualquier caso, va más allá del efecto de las palabras escri-
Y Dostoievski había dicho incluso: «El ateísmo perfecto se en-
tas en un libro o pronunciadas en una conversación. Al decir del
cuentra en lo alto de la escalera que conduce a la fe perfecta, en el
filósofo Ludwig Wittgenstein, el lenguaje tiene mucho que ver
penúltimo peldaño».
con el contexto, con el «juego de lenguaje», y los niños transfor-
man el contexto de manera sumamente significativa.

1. ¿Cómo de real es la realidad?

En el mundial de fútbol que se celebró en Alemania en el verano


de 2006, los jugadores entraban al estadio de la mano de niños.
Una buena idea, pues los niños siempre nos recuerdan que en la
vida hay cosas más importantes que las categorías (adultas) de
triunfo, derrota o éxitos previsibles. Hace ya mucho tiempo que
me convencí de que, durante las negociaciones de paz entre inter-
locutores llenos de odio recíproco, sería provechoso dejar jugar
82 MANFRED LÜTZ EL D I O S DE LOS N I Ñ O S : DE LA F E L I C I D A D C O M O E S T A D O . . . 83

por principio -en lugar de los pomposos centros de flores que se personas ni al mundo en categorías concebidas de antemano. A
colocan entre las delegaciones- a niños pequeños de las partes este atributo se le saca partido, por ejemplo, en los encuentros ju-
enfrentadas. En la presencia vital de los niños, el negocio de la veniles franco-alemanes, puesto que los jóvenes no tienen en la
muerte resultaría más arduo y el objetivo de las negociaciones -el cabeza los antiguos clichés hostiles de «los» franceses y «los» ale-
futuro- estaría en la sala de manera inexcusable y exigente, con manes. Los niños y los jóvenes contemplan los fenómenos con
toda su plena e inmediata realidad. Tampoco estaría mal que los menos prejuicios y de forma más inmediata; y si consiguieran
líderes de las negociaciones cambiaran de vez en cuando los pa- mantener en la vida adulta esta forma de ver a otro pueblo, la
ñales del futuro de sus respectivos pueblos. enemistad entre los pueblos podría realmente desaparecer. Los
No niego que también los niños sean capaces de pelearse con niños se interesan por lo auténtico sin segundas intenciones y
violencia. Y de reclamar, en caso de inminente o ya consumada desconocen los tabúes del mundo adulto. Lo cual hace enmude-
derrota, la ayuda de mamá o papá, con el fin de insistir con tanta cer embarazosamente a ese mundo adulto cuando los niños, de
más vehemencia en la propia inocencia después de haber presen- repente, hablan con toda seriedad de la muerte, por ejemplo, al-
tado de forma bastante fantasiosa la injusticia del contrincante. go que uno «no hace» de adulto. ¡Qué alemán no conoce la poe-
No obstante, en ocasiones tiene uno la impresión de que estas es- sía «De chachara con el abuelo» [Geplapper an Grofivater], de
cenas de auto-justificación acontecen ante todo en presencia de Joachim Ringelnatz: «... Yayo, !qué encorvado vas cuando cami-
adultos que, a ojos de los niños, evidentemente gustan mucho de nas! Y tiemblas sin cesar como una chopera. Yayo, ¿cuándo te vas
dirimir tales debates sobre la justicia. Así pues, hay que evitar to- a morir? ¿Te vas a morir pronto?»! Estamos acostumbrados a ca-
da idealización de los niños -¡ah, tan inocentes ellos!-, la cual, en lificar esta conducta infantil de ingenua en el mejor caso y de ma-
el fondo, supone también una falta de respeto, pues niega al niño leducada en el peor. Por eso, según el convencimiento generaliza-
el más mínimo asomo de libertad. do de los adultos, los niños, en caso de que sean huérfanos de pa-
En su autobiografía, las Confesiones, que, por cierto, es el pri- dre y madre, necesitan quienes ejerzan la patria potestad sobre
mer libro psicológico -sobremanera fascinante- de la literatura ellos o, al menos, tutores designados por el Estado. Los adultos di-
universal, san Agustín cuenta de forma muy gráfica situaciones cen que los niños aún no conocen el mundo y que ellos, los adul-
en las que de niño tuvo el nítido sentimiento de ser culpable. Por tos, deben mostrárselo. Lo cual no es falso; por eso, advertimos
mi parte, recuerdo que, cuando tenía tres años, después de haber una y otra vez a nuestros hijos de los peligros del tráfico, las per-
hecho probablemente alguna barbaridad, recibí un único azotazo sonas malas y el mar. Es verdad que los adultos estamos más fa-
de mi abuela y, acto seguido, me revolqué en el suelo con una ra- miliarizados con los peligros y las posibilidades de utilización de
bia consciente de mi culpa, pero no por ello menos pérfida: me la realidad.
acababa de dar cuenta de que, en los bolsillos del pantalón, lleva- Sin embargo, eso no significa que la visión que los niños tie-
ba todavía pan tostado, el cual, por supuesto, se haría mil miga- nen de la realidad sea falsa. En muchos aspectos resulta inadecua-
jas, que luego mi abuela tendría que extraer fatigosamente del da para los días laborables, pero ¿qué pasa con los festivos?
pantalón al lavarlo. Todavía veo con toda claridad esta imagen de Fijémonos en el momento para el que hemos trabajado du-
mi abuela lavando el pantalón. En cualquier caso, yo no era un rante todo el año, el momento en el que, por fin, después de re-
niño inocente. correr cientos de kilómetros en el coche, cargado hasta los topes
Pero volvamos a las negociaciones de paz. Así pues, no es la y sobrecalentado, nos sentamos a la orilla del mar. ¿Cómo valorar
inocencia absoluta lo que nos fascina de los niños, aun cuando este noble y durante tanto tiempo anhelado momento en el que
probablemente también les sea ajeno el mal sistemático. Se trata uno, por fin, ha montado la silla de camping que ha traído consi-
más bien de la total inmediatez de los niños a la hora de percibir go y ha clavado la sombrilla en el suelo? Hablo de ese momento
el momento concreto, la situación concreta, la persona concreta; en el que uno, por fin, podría vivir. ¿Qué ocurre en este precioso
y esa inmediatez llena la habitación. Los niños no clasifican a las momento, realmente conquistado con sudor y lágrimas y bien
EL D I O S DE LOS N I Ñ O S : DE LA F E L I C I D A D C O M O E S T A D O . . . 85
84 MANFRED LÜTZ

merecido? Al igual que hace a diario durante el desayuno, uno lee ¿Cómo de real es la vida?, preguntó con ironía hace ya trein-
el periódico, toma el sol hasta ocasionarse un cáncer de piel -al- ta años Paul Watzlawick, el célebre protagonista de la psicoterapia
go que en el solárium del barrio podría hacer en menos tiempo y sistémica, al tiempo que reducía ad absurdum sobre todo las ilu-
con más comodidad- o se aburre sin más, ya que en la playa, por siones del mundo adulto. Cualquier realidad puede ser vista des-
desgracia, «no hay marcha». de diversas perspectivas. Cuál sea la perspectiva apropiada depen-
Pero, mientras tanto, el despierto chavalín de cinco años ha de en gran medida de la pregunta que te plantees en cada mo-
tomado la pequeña pala y, lleno de entusiasmo y ensimismado en mento. Si tienes cáncer de huesos, entonces, no cabe duda, la ima-
sus pensamientos, se ha puesto a construir en la playa imaginati- gen más apropiada de ti es -te lo garantizo- la placa de rayos X,
vas figuras de arena. Una y otra vez ha observado cómo la fina no la magnífica fotografía tomada ese mismo día.
arena se escapa entre sus dedos; ha buscado conchas de moluscos, El conocimiento que tenemos los adultos no es mejor que el
ha admirado su delicada estructura y ha mirado sin cesar el mar de los niños, sino sólo diferente, quizá más adaptado al contexto
-donde en lontananza los barcos pasan por el horizonte- pensan- y más útil. Pero ¿es más verdadero por eso? En su novela El tam-
do en los relatos de países lejanos que, de vez en cuando, su ma- bor de hojalata, el escritor Günter Grass describió el mundo de la
má le lee en voz alta. guerra y la posguerra desde el punto de vista de un niño que se
niega a hacerse adulto. Este artificio posibilita abandonar de for-
El filósofo Thomas Hobbes resume el trato más o menos idio-
ma del todo sistemática la perspectiva habitual (adulta) sobre el
ta que los hombres modernos mantenemos con el mundo. Define
mundo, con objeto de percibir éste de manera quizá más directa.
como sigue lo que significa tener noción de una cosa: imaginarse
Tal vez fue justo esta visión provocadoramente anti-adulta del
que podría hacer uno con ella si la poseyera. Con arena se puede mundo lo que cerró a Marcel Reich-Ranicki, un crítico literario
amasar cemento. Los moluscos se pueden comer. Los barcos se por lo demás competente, pero que parece del todo adulto, el ac-
pueden comprar, alquilar o, si uno no tiene dinero suficiente, fo- ceso a esta obra maestra del premio Nobel de literatura.
tografiar. Y punto. De esta manera hobbesiana piensa hoy más o Sea como fuere, la visión del mundo del constructivismo con-
menos cualquier adulto razonable. Con ello, por desgracia, he- sidera ambas perspectivas sobre el mundo, la adulta y la infantil,
mos arruinado un poco la naturaleza y trastornado el medio am- igual de justificadas. En ambos casos se trata de construcciones, y
biente; además, nos hemos acostumbrado a que un paisaje - o ninguna de ellas puede elevar la pretensión de ser la única verda-
cualquier otra cosa- sólo es bello cuando uno puede fotografiar- dera. Nos hemos acostumbrado a tomar por medida de todas las
lo sin receso, o sea, cuando puede «retenerlo». cosas del mundo la visión de los europeos; hacemos que la Edad
¿Quién está aquí en lo cierto? ¿Es la arena sólo un estadio pre- Media comience con Carlomagno, y la Modernidad con Martín
vio del cemento? ¿Son los moluscos sólo buenos para comer? Lutero. ¿Conoce alguien alguna razón verosímil para ello? Con
¿Están los barcos en el horizonte sólo para la foto? ¿O están ahí idéntica arbitrariedad declaramos sin vacilar el punto de vista de
para las historias que uno puede asociar con ellos? No podrá de- los adultos como la auténtica visión de las cosas; y el punto de vis-
cirse que la visión del niño de cinco años sea falsa; únicamente re- ta de los niños, por el contrario, como imperfecto. Sin embargo,
sulta menos adecuada para el día a día, menos útil. Con la visión en el fondo es muy discutible que uno no vea de forma más per-
del niño, a buen seguro, no se puede ganar dinero, ni abrir una fá- fecta un molusco cuando admira sus delicadas estructuras que
brica de cemento, un restaurante de marisco o una tienda de fo- cuando lo contempla como materia para llenar el estómago, sa-
tografía. Pero, para el padre atormentado por el estrés vacacional, brosa, pero muy efímera. Pero ¿qué veríamos en realidad si no
probablemente sería mejor - al menos ahora, durante las vacacio- consideráramos, cual arrogantes colonizadores, la visión de los
nes- vivir conforme a la visión del mundo del niño: observar la niños desde nuestros humos adultos?
arena, asombrarse de las maravillosas estructuras de las conchas
y pensar en algo inútil, pero importante, mientras contempla el
horizonte: por ejemplo, en cómo juega la vida.
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2. La pezuña en la oreja con aire de superioridad, declaran como la única realidad que de-
be ser tomada en serio?
Un movimiento político ha hecho eso. En sus inicios, los miem- Cuando san Agustín, en la intensa búsqueda de la verdad, de
bros del partido alemán de los Verdes parecían a menudo pueril- Dios, del sentido de la vida, que le había llevado literalmente por
mente juguetones. Se negaban a seguir viendo -con Descartes- al los todos los caminos equivocados que sólo una persona sobre-
ser humano sólo como «señor y poseedor de la naturaleza» y, por manera inteligente y sedienta de vida puede encontrar -incluido
ende, a la naturaleza, según pretendía Thomas Hobbes, como me- un amancebamiento con hijo ilegítimo-, observó por casualidad
ro objeto con el que, en caso de poseerlo, es posible hacer algo. Al un día a un niño que jugaba a la orilla del mar, se detuvo y lo con-
pecado original del hombre moderno contraponían una visión de templó durante un tiempo. El niño, pacientemente, echaba con
la naturaleza mucho más cercana, de hecho, a la visión infantil: la una concha agua del mar en un hoyo que había excavado en la
naturaleza como digna de asombro y como creación que debe ser arena. Cuando Agustín, por fin, le preguntó por qué hacía aque-
respetada y de la que no se puede hacer uso a discreción para los llo, el niño alzó la mirada y le dio una respuesta al adulto con la
fines del ser humano -igual que los conejillos de mis hijas, a las que éste no había contado: «Intento meter el mar en el hoyo». Y
que tuvimos que prometerles que nunca nos comeríamos, a la prosiguió con su quehacer. Mas, en ese momento, Agustín sintió
usanza de los adultos, a los graciosos pequeñuelos. Al principio, los de repente que había recibido la respuesta a toda su búsqueda:
Verdes eran tratados, de hecho, como niños por los políticos Dios es inconmensurable como el mar, pero tan real como éste.
«adultos»; éstos gustaban de llamarlos al orden en el parlamento, y Sin embargo, cuando uno, con adulto rigor, intenta comprender-
aquéllos también disfrutaban comportándose así. En la teoría de lo de manera completa y exhaustiva, se convierte en un chiquillo
sistemas, semejante dinámica recibe el nombre de «recrudeci- que se mete en camisa de once varas. Tal fue la apreciación de
miento simétrico». Igual que niños maleducados, los Verdes no se Agustín, que se halla al comienzo de toda buena teología. Ahora
vestían «decentemente», empleaban palabras «palabras indecen- bien, la historia del niño sentado a la orilla del mar dice todavía
tes» y desconcertaban por completo a los políticos establecidos con algo más: aunque sin duda es imposible vaciar el mar, uno puede
métodos acreditados en la adolescencia. Sus asambleas asemejaban comenzar a esforzarse por alcanzar el conocimiento de Dios -co-
caóticas reuniones para familias, en las que los adultos creen que mo aquel chico que, al igual que todo niño que no atiende a la
han organizado algo y luego los niños hacen todo de otra manera. imposibilidad de la meta que se ha propuesto, seguía sumergien-
Desde entonces, los «ecologistas» se han transformado, visten do con paciencia su concha en el infinito mar.
chaqueta con chaleco y corbata y los demás partidos los cortejan Por supuesto, se puede intentar educar por la fuerza a los ni-
como a la dama de indudable buena posición en el baile de los co- ños como ateos, a la rigurosa usanza de los adultos. Pero eso nun-
razones solitarios. «No tienen ni idea del funcionamiento real de ca tiene verdadero éxito. Los niños nunca son ateos, pues ellos ex-
las empresas, ni de la economía, ni de la política energética; todo perimentan la vida como maravillosa. Todos los fenómenos que
lo que dicen son ingenuas e inmaduras puerilidades...», se agora- nosotros, los adultos, creemos haber entendido por completo
ba antes. Pero hoy sus «pueriles ideas» sobre la naturaleza no son -sólo porque podemos describirlos y calcularlos, sólo porque sa-
ya puerilidades, sino patrimonio común de todos los partidos bemos cómo han surgido y tenemos una cierta idea de qué curso
-como si nadie hubiera pensado nunca de forma diferente. A la seguirán probablemente- continúan siendo dignos de asombro
pregunta de un niño de qué va a ocurrir con todos los gases que para los niños. El asombro es anhelo de saber, dice Tomás de
se emiten a la atmósfera, de si no nos quedaremos algún día sin Aquino, el gran teólogo -adulto- de la Edad Media. Pero el asom-
aire para respirar, hoy ningún maestro respondería de manera bro es más que eso. Aunque quieran saber mucho, incluso muchí-
tranquilizadora y adulto desdén: «Pero Manfred... ¡Aire hay sufi- simo, el saber no impide a los niños seguir asombrándose.
ciente!». ¿No podría ocurrir que también otros puntos de vista Ellos conocen una clase de asombro que no reclama la solu-
infantiles fueran hoy más reales que la realidad que los adultos, ción del enigma, sino que toca el misterio, que se llama misterio,
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y no enigma, porque permanece. ¿Quién entiende de verdad una cerebral para el meñique izquierdo se hagan violinistas, sino, en
margarita de los prados o chiribita? ¿El botánico que asegura ser esencia, de lo contrario: a través de la concreta dedicación a tocar
capaz de arrancar al bosque y al campo sus misterios con ayuda el violín, el cerebro se desarrolla de modo provechoso. A lo largo
de una guía de flora? ¿El fotógrafo que utiliza un campo de chiri- de la vida, el cerebro desarrolla, por decirlo así, determinados
bitas como bello trasfondo para una foto de boda? ¿El gazapo de senderos trillados, que luego puede utilizar una y otra vez. De es-
mis hijas, que sólo en caso de necesidad se come las chiribitas? ¿O te modo, surgen útiles automatismos. Simplemente no se puede
quizá más bien un niño que, tumbado boca abajo sobre la prade- decidir siempre de nuevo con completa libertad cómo colocar la
ra delante de una de estas margaritas, la observa con toda aten- pierna derecha una vez que ya se ha plantado la izquierda. Eso de-
ción, la encuentra hermosa y piensa que, aunque él ahora sea tan be ocurrir en gran medida de forma automática. Si un ciempiés
pequeño, le encantaría hacerse mayor porque el mundo está lle- tuviera que ponderar a cada paso cómo debe colocar correcta-
no de tales maravillas? mente sus extremidades, sería víctima de un espantoso caos. No-
Cuando se ven los fenómenos de modo inmediato, se viven sotros, los ciempiés humanos, debemos resolver tantas cosas al
con mayor intensidad. Se viven de forma más global que cuando mismo tiempo que podemos estar agradecidos de que el cerebro
se observan meramente bajo las siempre limitadas perspectivas humano disponga con el tiempo de numerosos procesos arraiga-
científicas. Pues, justo cuando reivindican ser científicas, no son dos que pueden ser activados de forma automática. Así, en el fon-
capaces de reproducir más que un fragmento metodológicamen- do, en el cerebro está escrita, en cierto modo, la biografía de una
te definido de la realidad. Eso lo saben los científicos importantes persona.
de verdad a menudo mejor que muchos pequeños espíritus que, Pero, como todo en la vida, esta evolución también tiene su
como el estudiante ingenuo y pedante del Fausto de Goethe, pien- precio. La soberana y curiosa apertura del cerebro infantil a todo
san lo siguiente: «Pues lo que se posee por escrito puede uno lle- tipo de impresiones, que algunas personas más ingeniosas y cre-
várselo tranquilamente a casa». «Gris, caro amigo, es toda teoría, ativas logran mantener todavía durante algún tiempo y que va
y verde el dorado árbol de la vida», le responderá más tarde con acompañada de una visión más amplia de la realidad, se limita
razón el socarrón Mefistófeles. Y a este verde de la vida real es progresivamente a medida que uno envejece. Y el criterio de se-
probable que esté bastante más próximo el niño tumbado sobre lección para las funciones cerebrales que han de ser restringidas
la verde pradera salpicada de chiribitas que todos los pedantes es su utilidad. Así pues, el cerebro se pliega por entero al progra-
que se tienen por científicos y creen que ya han entendido una ma -totalmente «adulto»- de Thomas Hobbes, el programa de la
margarita cuando están en condiciones de desentrañarla, con ric- Modernidad: tener una noción de algo significa imaginar qué po-
tus serio, como «planta herbácea compuesta». dría hacer uno con eso en caso de poseerlo. Sin embargo, esta
La investigación neurológica ha descubierto que el cerebro no progresiva pérdida de realidad no es el programa posmoderno
es puesto sin más a nuestra disposición como una lavadora nue- del «anything goes» (todo vale) ni tampoco, como acabamos de
va, sino que es una estructura dotada de plasticidad que se desa- ver, el programa del movimiento ecologista, en el que se comen-
rrolla en el curso de la vida, con arreglo a las impresiones que re- zó a contemplar la realidad, por una vez, bajo una óptica no limi-
cibe y a las actividades que dirige. Lo cual tiene grandes ventajas, tada a su utilidad. Mas, desde el punto de vista de la biología evo-
puesto que, con el tiempo, las regiones cerebrales menos utiliza- lutiva, esta pérdida de amplitud puede ser beneficiosa. Pues, sin
das menguan y las que se emplean de forma más intensa aumen- duda, los seres vivos que sobrevivirán serán más bien aquellos
tan de tamaño. Así, por ejemplo, en los violinistas, la región res- que, de entre sus habilidades, fomenten aquellas con las que pue-
ponsable del movimiento del dedo meñique de la mano izquier- dan imponerse, si es necesario incluso con violencia. Y ello, sobre
da crece más y más, de suerte que termina siendo varias veces ma- todo, si, al mismo tiempo que favorecen los atributos que han de-
yor que en las personas «normales». En resumidas cuentas, no se mostrado ser apropiados para la vida diaria y provechosos, des-
trata de que las personas que tienen reservada una mayor región echan sistemáticamente las capacidades que no sirven para nada.
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Por el contrario, desde el punto de vista evolutivo, se encontrarán -cómplices- adultos. Al terminar, todos los objetos encontrados
en desventaja, como es natural, aquellos seres vivos que se dedi- fueron puestos en común y repartidos equitativamente según
quen a la contemplación ensimismada de las bellas chiribitas, es- principios comunistas: el tío, arrojándoselas a cada cual, se encar-
cuchen música, admiren el arte y, en vez de incrementar el pro- gó de que todos recibieran más o menos la misma cantidad de
ducto interior bruto, participen en celebraciones religiosas de to- golosinas. Una de mis sobrinas tenía entonces unos cuatro años.
do punto improductivas en el terreno económico. Estaba sentada en posición algo oblicua, de modo que no podía
Sin embargo, entretanto hemos aprendido que la considera- ver al tío lanzador de dulces. Pero éste, desde lo alto, consiguió
ción del mundo exclusivamente bajo la perspectiva adulta de qué acertar una y otra vez de manera bastante precisa en la bolsa de la
se pueda hacer con él ha llevado a la humanidad al borde del abis- niña. Y la pequeña miraba embelesada hacia arriba, desde donde
mo. Nos hemos percatado de los «límites del crecimiento», así co- sin cesar caían de modo milagroso aquellas delicias.
mo de que lo que es útil para el progreso sin miramientos puede Por supuesto, el primer pensamiento del homo sapiens adulto
resultar letal cuando ya nos encontramos al borde del abismo. En que reconocía sin sombra de duda al tío como causa de aquello
cualquier caso, empero, la utilidad no tiene nada que ver con la era el orgullo de su propio saber superior, igual que aquella vez en
verdad. que observé cómo un basset10 de largas orejas, que de continuo te-
El resultado de nuestras consideraciones epistemológicas re- nía cara apenada e inspiraba compasión, arrastraba su pesado y
za, pues, que el punto de vista de los niños en modo alguno es hundido cuerpo con paso vacilante y, como siempre, profunda-
menos verdadero. De todos los puntos de vista que se pueden mente afligido por la zona peatonal de la ciudad -y, de repente,
adoptar en el mundo, es quizá el menos útil, el menos apto para pisó con la pezuña una de las orejas, que iba barriendo el suelo.
el día a día, pero posiblemente el más idóneo para la vida, si cabe Se paró de golpe, pues no podía avanzar. Cuanto más intentaba
hablar así. echar el cuerpo hacia delante, tanto más le dolía -por razones pa-
«No hay por qué creer todo lo que se ve», dijo anteayer por ca- ra él inexplicables- la oreja derecha. En ese momento, uno siente
sualidad mi hija de nueve años. Vivir, usar el tiempo de forma del que, en cuanto homo sapiens sapiens, da cien vueltas a una criatu-
todo inútil, pero sumamente sensata: en esto, nuestros hijos nos ra irracional. Gracias a la ilustrada luz de la razón adulta, ensegui-
llevan mucha ventaja. Sólo los ancianos sabios recuperan de vez da se percata de cierto de cuál es la causa de toda la desgracia: la
en cuando una actitud semejante; de ahí que, en ocasiones, los ni- culpa la tiene la pezuña que oprime la oreja. Pero el perro no
ños se entiendan mejor con sus abuelos que con sus padres, ence- comprendía nada. Cuando él, con un rostro aún más entristecido
rrados en el laberinto de las utilidades y conveniencias de la vida que de costumbre, por fin se resignó y cesó en sus dolorosos afa-
adulta. Los niños experimentan todos los fenómenos de forma nes, la oreja, sin embargo, se soltó inadvertidamente de la presión
más abarcadora. de la pezuña. El futuro estaba abierto de nuevo al progreso; y así,
El día de Pascua, la gran familia al completo, con todos los ni- el perro, con la misma mirada de profunda aflicción de siempre,
ños, buscaba por el jardín de la casa lo que la liebre de Pascua ha- comenzó a trotar otra vez, probablemente sin haber llegado a
bía escondido en él9. El júbilo de los pequeños con cada hallazgo comprender qué era lo que, allí, en medio de la zona peatonal, y
era grande y siempre le seguía la sonrisa de satisfacción de los para embarazosa diversión de los circunstantes, le había impedi-
do -de forma tan súbita y dolorosa- todo avance.
Mi sobrina no miraba con profunda aflicción, sino con since-
9. Durante todo el tiempo pascual, pero sobre todo el domingo y el lunes de ra alegría; además, se trata de una niña listísima. Así y todo, tam-
Pascua, el huevo y la libre, símbolos tradicionales de la resurrección de
Cristo, son elementos importantes de la cultura popular alemana. Es habi-
tual regalar (o esconder, como en este caso) huevos cocidos decorados, así
como huevos y liebres -más o menos grandes- de chocolate [N. del
Traductor]. 10. Perro de cuerpo alargado y fuerte y patas cortas [N. del Traductor].
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bien aquí surgió en mí por un momento el arrogante reflejo adul- 3. Un caso para talar12 y el camino hacia la felicidad
to: sabía sencillamente más que la niña, tenía visión de conjunto,
estaba al tanto de cómo eran en realidad las cosas. Pues disponía Por consiguiente, aquí no se trata de afectados cuentos para niños.
del saber superior de que era el tío, que, como siempre, apuntaba Nuestro tema es demasiado serio para ello. Se trata de la concep-
de manera muy certera, y no un puro milagro, quien, desde lo al- ción epistemológica de fondo de que el tipo infantil de percepción
to, lanzaba las golosinas a la bolsa de la entusiasmada sobrina. del mundo no es, en una escala jerárquica, inferior al habitual
Pero enseguida me asaltó una sensación de malestar. En rea- modo adulto de conocer la realidad. Curiosamente, Friedrich
lidad, ¿no era bastante irrelevante quién lanzara las golosinas? La Nietzsche, en una memorable metáfora, describe la vía hacia el
vivencia de la niña de ser agraciada -de forma realmente del to- superhombre como el camino que, pasando por el león, conduce
do inmerecida- con una infinita abundancia, ¿no estaba más cer- del camello al niño: «Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo co-
ca de la verdadera realidad? Y la oración vespertina en la que la mienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un pri-
niña agradeció a Dios de corazón todas las hermosas vivencias del mer movimiento, un santo decir sí». Y así, al reflexionar sobre có-
día, ¿no estaba quizá más próxima a la verdad que el tique de la mo ven los niños el mundo, estamos planteando una profunda
tienda de alimentación, que enumeraba desagradablemente pregunta filosófica. Los especialistas la denominan «pregunta por
cuánto habían costado aquellas chocolatinas? la contingencia»: ¿por qué existe algo y no más bien nada?
No te preocupes, querido lector, no voy a entonar aquí un Sólo en momentos de plena y relajada tranquilidad le viene a
pueril canto de alabanza a la infancia. Ni siquiera los niños son uno a la mente esta pregunta. Es, pues, una pregunta real, con
románticos idealizadores de la infancia; eso pueden llegar a serlo, ocasión de la cual también se puede experimentar durante un fu-
si acaso, los adultos décadas más tarde. La teoría de una infantil gaz instante el oscuro miedo existencial a la nada, al no ser.
edad de oro ignora las preocupaciones y las necesidades que tam- Recuerdo haber sentido ya de niño brevemente tal miedo en una
bién tienen los niños. Sea como fuere, los niños mismos nunca ocasión, mientras reflexionaba sobre el mundo a última hora de
quieren ser pequeños, sino que siempre están contentos de que ya día. Pero, cuando uno ha pasado por un instante semejante de an-
son «asíííí» de grandes. Por desgracia, nunca he conseguido lla- gustia existencial ante la posibilidad teórica de la nada, es inevi-
mar a nuestra hija menor «la pequeña Finchen»11 sin encontrar table que luego, en tales momentos de concentrado relax, con los
una y otra vez la vehemente resistencia de la propia Finchen, ojos y los sentidos abiertos de par en par, no se encuentre con
acompañada de la enérgica indicación: «Pero, papi, ¡ya soy cualquier negra posibilidad, sino con la colorida realidad de este
«asíííí» de grande!». Recientemente me preguntó: «Papi, ¿cuándo mundo.
me haré por fin joven?». Que ahí delante de mí se alce un árbol que -con su nudoso
tronco, sus hojas y su inconfundible figura- causa una extraña
impresión, justo en este lugar, en este paisaje, en este país, en este
planeta de un universo ilimitado, justo en este momento; y que yo
perciba justo ahora este árbol como ya nunca más lo percibiré,
porque tanto él, el árbol, como yo, el ser humano, nos transfor-
mamos sin receso; así pues, que ahí, en un lugar concreto, en un
momento preciso, exista algo determinado resulta, en el fondo, si
se considera con toda profundidad, sobremanera asombroso. Y
11. Esta expresión es, en realidad, una acumulación de diminutivos, un diminu-
tivo al cubo, por así decirlo, pues Fin es diminutivo de Josephine y chen un
sufijo con valor igualmente diminutivo. Permítasenos indicar, como curio-
sidad, que Finchen es también el nombre de un personaje de la versión ale- 12. En el original hay aquí un juego de palabras entre Fall (caso) y fallen (talar,
mana del célebre programa televisivo Barrio Sésamo [N. del Traductor]. cortar, abatir) [N. del Traductor].
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rante décadas en el mismo lugar y, justo a causa de su obviedad,


este fenómeno singular no queda, por supuesto, ni mucho menos ya no es percibido más. Hans Carossa ha condensado esto en las
suficientemente explicado cuando intento entenderlo bajo una bellas palabras: «La melodía de Dios no se oye cuando es tara-
perspectiva -sea cual sea- específica y, por ende, siempre limita-
reada; sólo se oye cuando enmudece».
da; así, por ejemplo, bajo la perspectiva de la evolución como un
Los niños oyen esta melodía porque ellos aún perciben con
caso de una serie temporal, bajo la perspectiva del botánico como
asombro lo que se tiene por obvio. El Dios de los niños no es un
un caso de una especie, bajo la perspectiva del equilibrio ecológi-
Dios infantil; es un Dios inmediato, liberado de toda la complica-
co como parte de un todo, bajo la perspectiva del leñador como
da escoria de los adultos. Es posible que los niños lo perciban con
un caso para talar (ein Fall zum Fallen) o bajo la perspectiva del
más intensidad porque ellos, como una vez lo formuló un obis-
fotógrafo o el pintor que utilizan este árbol como expresión de un
estado de ánimo que quieren manifestar por medio de tal ilustra- po, todavía desprenden el olor de las manos creadoras de Dios.
ción. Y cuando se experimenta con plena intensidad lo singular
de este inconfundible fenómeno, se puede intentar pensar la idea
de que este árbol, que parece plantado de manera sumamente ra- Sin embargo, Nietzsche sigue siendo posible. La opinión radical de
zonable y funcional y del que, por alguna clase de confianza, ca- que todo sentido no es sino mera apariencia, una invención que ha
be esperar que no se disolverá en un caos general dentro de un cobrado forma, rumor y humo, esa opinión puede ser sostenida.
instante, y de que yo, que ahora percibo este árbol y que ensegui- Pero, si se sostiene, hay que hacerlo con todas las consecuencias.
da podré hablar sobre él con otras personas con la esperanza de
que me entiendan; se puede intentar pensar también la idea de
que este árbol y yo, de que todo esto, es, en realidad, por comple-
to absurdo... Pero si, por las razones que sea, no consigues con-
cebir esta idea, al menos Nietzsche, el más consecuente de los
ateos, probablemente te acusaría, cuando menos, de creer a es-
condidas en una instancia que funda el sentido, conserva todo y
posibilita además la comunicación; y si quisieras negarte a llamar
«Dios» a tal instancia, te reprocharía estar jugando con las pala-
bras y tal vez te daría la espalda un tanto indignado.
¿Por qué sólo conseguimos entretener tales pensamientos du-
rante breves instantes? Porque ya no vemos el mundo con tanta
intensidad como los niños, sino de forma rutinaria. Porque ya no
percibimos realmente una situación, sino que la vemos como un
«caso de» situaciones que ya hemos percibido muy a menudo.
Los niños no son ateos porque experimentan como algo natural
la sensación de seguridad en un mundo lleno de sentido, y eso es
condición sine qua non para cualquier cosa parecida a la felici-
dad. Por supuesto que hay niños que deben crecer en medio del
caos y que casi nunca viven situaciones semejantes. Pero me gus-
taría afirmar que también tales niños se crean a sí mismos tales
instantes, al menos por un momento. Si Dios existe con toda ob-
viedad y sostiene este mundo en sus manos, entonces para algu-
nos adultos es tal vez como un mueble de la casa. Permanece du-
EL D I O S DE M A E S T R O S Y P R O F E S O R E S : C O N S P I R A C I Ó N . . . 97

un lema. Pero ¿cómo debía abordar semejante proyecto? Al fin y


al cabo, estaba convencido de que la pregunta de si Dios existe o
no tendría una relevancia decisiva para la planificación de mi vi-
da. De ahí que, para mí, fuera importante afrontar el asunto con
toda seriedad y minuciosidad. En el fondo, pensaba yo a la sazón,
6. El Dios de maestros y profesores: lo suyo sería conocer realmente todas las religiones del mundo,
para poder decidirme luego, tras una madura reflexión, por la ver-
conspiración en el sótano-bar dadera. Lo cual, mirándolo bien, era, por supuesto, un proyecto
bastante descabellado. Dicho entre nosotros adultos, se trataba de
algo por completo utópico, pero prueba tú a decirle eso a un joven
N día oí la frase de Jesús que ya tan a menudo había escu- de catorce años que busca en serio o prueba a decírtelo a ti mismo

U chado con devoción: «Si no os hacéis como niños, no


podréis entrar en el reino de los cielos». Pero, de una,
toda mi bella fe infantil entró en crisis. A la sazón tenía catorce
cuando tienes catorce años. Sea como fuere, yo no me lo dije a mí
mismo. Antes bien, me decidí a acometer el tema a todo gas.
Ahí me deberían haber ayudado mucho mis profesores, sobre
todo el profesor de religión. En esa época, en torno a 1970, ellos
años. Mi incipiente espíritu crítico se permitió de súbito una vi-
sión del todo distinta a la hasta entonces habitual. Me vino a la mismos se encontraban en crisis y se esforzaban con denuedo en
mente el pensamiento herético: hay que ser, pues, ingenuo, estú- hacerse populares por todos los medios entre nosotros gambe-
pido, pueril, para no caer en la cuenta de que el cristianismo no rros. Sin embargo, yo estaba tenazmente interesado en vomitarle
es nada del otro mundo. con ingenio a los pies a un profesor de religión cristiano todas
Es posible que, a esta edad, todas las personas vivan una cri- mis dudas sobre la fe cristiana. Por supuesto, para encontrar una
sis análoga. Es la edad en la que uno quiere decidir todo de nue- satisfactoria y prevista resistencia, pero también, a buen seguro,
vo y con total autonomía... hasta cómo meter las manos en los para recibir un par de respuestas serias. Opinaba que una discu-
bolsillos del pantalón para que «mole a tope». En realidad, esto sión realmente seria presuponía que ambas partes estuvieran dis-
último, como es notorio, resulta extraño y artificial; pero, se quie- puestas a cambiar de opinión después de la discusión si los argu-
ra o no, uno lleva metidas las manos en los bolsillos del pantalón mentos de la otra parte eran buenos. Yo, por mi parte, estaba dis-
no como «se» llevan, sino como «uno mismo» ha decidido libre- puesto por completo a dejarme convencer con sólidos argumen-
mente hacerlo en adelante. Todo el mundo sabe que, en esta eta- tos por personas inteligentes y, si era necesario, incluso por el
pa, la vida puede ser bastante trabajosa. profesor de religión. Ansiaba de verdad buenos argumentos.
La infancia termina y, con ella, el bello mundo de lo obvio. Pero justo en la clase de religión, por la que yo había aposta-
Comienza la fascinante aventura de la razón. Con avidez absorbe do en especial, experimenté la gran decepción. Cuando comenza-
uno los interesantísimos conocimientos de la ciencia; y no sólo se ba a exponer allí su crítica a la Iglesia y al cristianismo, uno creía
abre un mundo, como hasta ahora, sino toda una serie de mun- no poder dar crédito a lo que oía. Pues acontecía lo peor que, en
dos. La razón es el medio con ayuda del cual se puede poner cier- semejante situación, puede ocurrirle a un joven pubescente: ¡el
to orden en la abundancia de fenómenos a fin de que éstos no se profesor de religión asentía sin reservas a todas las críticas que el
limiten a quedar yuxtapuestos -abigarrados y multiformes- co- alumno vomitaba! Hoy creo con malicia que, en aquel entonces,
mo en un bazar oriental. todos los profesores de religión se conjuraron contra nosotros
Luego, encontré otro dicho bíblico que me resultaba más gra- -sujetos a medio hacer- durante alguno de sus cursillos de for-
to. En Pablo puede leerse la famosa frase: «Examinadlo todo y mación permanente de fin de semana, en concreto, por la noche
quedaros con lo mejor». En mi búsqueda escéptica de una fe - o en el sótano-bar. Con furtiva alegría decidieron probablemente
falta de fe- conforme a la razón, esta frase se convirtió para mí en dejarnos marchar sin más de vacío con toda nuestra inmadura
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98 MANFRED LÜTZ

1. Jugar a los indios con consecuencias letales


protesta, nuestra vehemente crítica al cristianismo y a la Iglesia
-agotadora para los profesores de religión- y nuestra búsqueda Especialmente fascinantes resultaban, desde luego, las religiones
de la verdad, quizá algo presuntuosa, pero, sin duda, sincera. Pero exóticas; y cuanto más exóticas, mejor. Estaban todas las religio-
ya sin bromas: en aquel entonces, la clase de religión hacía, en nes naturales, de cuya abigarrada multiplicidad tomamos nota.
cualquier caso, imposible llegar a sitio alguno con la protesta, El profesor también tenía, por supuesto, su C.G. Jung en la cabe-
pues el profesor aseguraba con una amable sonrisa que, en cierto za e intentaba describir, clasificar, interpretar. De esta suerte, pri-
sentido, veía todo justo del mismo modo. Lo cual no resultaba en mero se interiorizaba la soberbia europea y luego, desde lo alto,
absoluto divertido. se miraba hacia abajo a estas inferiores religiones «primitivas» de
Ahora bien, asintiendo permanentemente a la opinión de los pueblos asimismo «primitivos». ¡Todo niñerías -los chavales de
alumnos no se puede llevar a la larga una clase. Y así, al profesor catorce años son particularmente aptos para emitir juicios seme-
de religión se le ocurrió algo que, a buen seguro, había sido ma- jantes-, crudas supersticiones que no merecían ser tomadas en
quinado asimismo en una detallada directiva de formación conti- serio!
nua del profesorado de religión: la mejor manera de eludir las pre- Pero luego vino el salto hacia atrás: de golpe comenzó a de-
guntas críticas sobre el cristianismo y la Iglesia era sencillamente cirse que teníamos que respetar todas estas manifestaciones in-
que, en la clase de religión cristiana, no se hablara más del cristia- usitadas, precisamente porque nos eran ajenas. Era la gran épo-
nismo. Por consiguiente, nuestro profesor disertó en adelante so- ca del amor a las personas lejanas en nombre del amor al próji-
bre prácticamente cualquier otro tema, por ejemplo, sobre otras mo, esto es, no había que ocuparse de los trabajadores inmigran-
religiones. Y, de ese modo, lo que aprendimos justo en la clase de tes que vivían a nuestro lado, sino de Vietnam, Laos y Camboya,
religión cristiana fue la equi-valencia de todas las religiones. Co-
de Nigeria y Biafra, así como de las nefastas consecuencias del
nocimos las religiones como se conocen los animales exóticos en
colonialismo; y, por cierto, con una actitud de permanente cons-
la zoología de Brehm'3.Y luego está además la cacatúa...
ternación. No tengo nada contra el serio interés por tales terri-
Así, «religión» tenía que ver, sobre todo, con el conocimiento bles conflictos, a la sazón de actualidad. Pero la desmesura y la
sobre distintos hechos singulares más o menos divertidos o abu- excesiva solicitud con las que aquello acontecía en ocasiones en
rridos, por lo que apenas tratábamos de la religión en sentido es- la escuela suscitaron en nosotros la protesta pubescente. De re-
tricto. Sin embargo, en el fondo, no podía quejarme. Pues yo mis- pente debíamos tener en alta estima - a causa de su genuino pri-
mo, en mi juvenil inconsciencia, quería a la sazón conocer prime- mitivismo, su inocencia y su indemnidad respecto de las perju-
ro todas las religiones antes de decidirme en algún momento por
diciales influencias occidentales- toda aquella abigarrada proli-
una de ellas. Dicho sea de paso, conozco estudiantes que no han
feración de dioses de los pueblos de los mares del Sur que acabá-
superado esta fase sino en una edad ya avanzada...
bamos de encasillar con todo esmero en compartimentos con-
ceptuales. Por el contrario, todo lo que tuviera que ver con la mi-
sión cristiana era estigmatizado con absoluta naturalidad como
colonialismo intelectual.
Esta artimaña no nos resultaba muy convincente. Algunos
perdimos a la sazón toda fe religiosa, pues este Dios de maestros
y profesores era un Dios de un gabinete de curiosidades, un Dios
13. Célebre enciclopedia sobre la vida animal, concebida inicialmente por que -como en el museo- podía ser mirado desde todos los ángu-
Alfred Edmund Brehm (1829-1884). La primera edición, elaborada por él y los, un tigre de papel del que en los libros se podían leer cosas
publicada entre 1863 y 1869, constó de seis volúmenes. La sexta edición, pu- sensatas, pero en absoluto apropiado para la vida. De esta abiga-
blicada en 1981 bajo la dirección de Theo Jahn, está estructurada en doce
volúmenes e incluye cinco mil grandes fotografías a color [N. del Traductor]. rrada hidra policéfala que, para nosotros, era el Dios de las reli-
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giones no cabía esperar ninguna respuesta sobre el sentido de la hien un síntoma de crisis y comportó de vez en cuando conse-
vida. Y tampoco de esta asignatura de religión, lo cual hacía que cuencias catastróficas, así también la idea de los salvajes inocen-
yo estuviera cada vez más enfadado. Tenía la impresión de que me tes y felices no era sino una burda deformación de la realidad.
habían privado de una clase de religión decente, dejándome solo Religión natural: por regla general, eso significa, en primer lugar,
con todas mis preguntas reales. Todavía me acuerdo de que, en miedo. Miedo a los espíritus poderosos operantes en la naturale-
aquel entonces, incluso escribí una carta -de esas duras- al obis- za, que deben ser apaciguados y a los que, sobre todo, no hay que
po competente, mas al final no la envíe. encolerizar. La vida está considerablemente limitada por tabúes y
Sobre todo me acuerdo, empero, de una respuesta que el pro- otras prohibiciones; y a la gente no le duelen prendas de realizar
fesor de religión gustaba de dar cuando, en contra por completo incluso sacrificios humanos por miedo a las iniquidades divinas
de su voluntad, salía, sin embargo, el tema del cristianismo y la que, de lo contrario, se ciernen como amenaza. A un europeo
Iglesia. Para todas las preguntas más profundas tenía siempre contemporáneo, colocarse mentalmente de verdad en semejante
idéntica respuesta: «Eso es un misterio». A la sazón, aquella res- situación le resulta sobremanera difícil, más aún, casi imposible.
puesta podía sacarme de quicio. La consideraba sencillamente Entretanto, es conocida, por ejemplo, la manera en que Hans Pe-
una desfachatez; pues, al fin y al cabo, para mí no se trataba de ter Duerr muestra que los llamados salvajes en modo alguno eran
cualquier cosa. Para mí, con toda la seriedad de un adolescente, impúdicos, como lascivamente se suponía en la pudibunda Euro-
se trataba de una pregunta decisiva para el futuro de mi vida. Y pa. Entre ellos regía un pudor de la mirada, a menudo muy rígi-
que todo eso fuese, por decirlo así, un nebuloso misterio en el do. Esto es, aunque la gente andada desnuda de aquí para allá,
que uno, de algún modo, debía creer sin más se me antojaba o nunca le estaba permitido mirar a determinadas partes del cuer-
bien demasiado, o bien demasiado poco. Sólo años más tarde iba po desnudo de otra persona. La transgresión de esta estricta regla
a entender esta respuesta del profesor. Pero de ello hablaré más podía acarrear en determinados casos la muerte. Después de ha-
adelante. ber comprendido por fin este extremo, se estudiaron antiguas fo-
Por lo demás, en el curso posterior de mi vida, este Dios de tografías y por primera vez se cayó en la cuenta del atormentado
maestros y profesores volvió a cruzárseme en una ocasión. Fue el rictus de los desnudos «salvajes» retratados en ellas.
«Proyecto de ética mundial» de Hans Küng. La intención que ani- También las religiones de los indios americanos estaban mar-
ma tal proyecto, a saber, poner de relieve la moral estructurada cadas por el miedo. Hasta poco antes de la llegada de los españo-
que subyace a todas las religiones, me pareció sumamente hono- les a la capital de los aztecas, los crueles sacrificios humanos se-
rable. Pero, a mi juicio, su realización fracasa porque, de este mo- guían a la orden del día. En el reino del emperador azteca Mocte-
do, no se establece un diálogo respetuoso entre las religiones tác- zuma se sacrifican anualmente a los dioses por métodos violentos
ticamente existentes en su realidad vital, sino sólo entre las ideas entre diez mil y veinte mil prisioneros. Se les abría el pecho con un
que uno se hace de ellas en su cuarto de estudio. A buen seguro, cuchillo de piedra, para apaciguar al dios Sol. Es innegable que los
el trabajo científico interreligioso no es superfluo. Pero probable- españoles destruyeron con medios de todo punto inaceptables flo-
mente no se debería ceder a la ilusión de que, ya sólo con seme- recientes culturas. Pero, con todo lo que hoy sabemos, ni siquiera
jante proyecto académico, se puede lograr o siquiera fomentar de el más humanista de los humanistas afirmará ya que la sustitución
manera esencial la paz entre las religiones y la paz mundial. de las religiones de los indios, coloridas, pero inhumanas, por el
Cuando yo mismo me confronté más tarde, en serio y de for- cristianismo fue sencillamente un terrible error y que lo mejor se-
ma minuciosa, con la multiplicidad de las religiones naturales, se ría restablecer estas venerables religiones tribales.
evidenció que los lugares comunes que habíamos aprendido en el No nos engañemos: tal vez resulte entretenido jugar de vez en
instituto no se ajustaban a la verdad. Así como, en la historia in- cuando a ser aztecas y emular algunos pintorescos ritos de la des-
telectual de Europa, el llamamiento: «¡Regresemos a la naturale- aparecida religión de este pueblo, igual que la reina María Anto-
za!», descansó en gran medida en la ingenuidad, constituyó más nieta encontraba enormemente divertido jugar a ser durante un
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102 MANFRED LÜTZ

par de días una campesina en la granja instalada ex profeso para nado la despreocupada vida en el palacio paterno para buscar lo
ella en el parque de Versalles. Sin embargo, por medio de esta far- verdaderamente importante en la vida. Pero las respuestas a la pre-
sa, María Antonieta, de manera imprudente y, por ende, funesta, gunta por el sentido de la vida terrena que había encontrado has-
no se hacía idea alguna de la desoladora vida real de los campesi- ta ese momento eran los dispares y a menudo contradictorios con-
nos franceses de la época. Este malentendido, del que ella misma sejos derivados de las diversas doctrinas del convulso cosmos reli-
era culpable, le costó más tarde el trono y la cabeza. De modo gioso de la India. Eran consejos de fanfarrones gurúes que, con no
análogo, cualquier ingenuo europeo de nuestros días probable- poca frecuencia, se antojaban bastante absurdos. Es posible que
mente se horrorizaría si se le obligara del todo en serio a vivir co- Gautama viviera una experiencia parecida a la de algún fanático
mo era habitual en tiempos de la religión real de los aztecas. Así actual del esoterismo, que, de algún modo, busca la verdad y, a
pues, bien mirado, la idealización de las religiones naturales y tri- consecuencia de ello, lee y asimila con gran intensidad más y más
bales y sus figuras divinas, entre chifladas y crueles, carece de to- textos diversamente absurdos. Pero todo eso no le deja luego sino
do fundamento. Sea como fuere, quien busque seriamente a Dios hastío, incluso asco, y esa persona nunca alcanza la anhelada quie-
no lo encontrará aquí. tud sobre la base de un conocimiento más profundo.
Asimismo, la proliferación de dioses en el vetusto panteón de Por tanto, todo lo que Siddhartha Gautama había conocido
la India, que tuvo miles de años para llenarse, resulta más bien re- hasta este momento en el camino de la búsqueda hacia lo más ín-
pulsiva. En la inabarcable multiplicidad de lo que, a duras penas, timo de sí mismo era profundamente insatisfactorio. Justo igual
condensamos en la palabra «hinduismo», han cobrado forma con de insatisfactorio como el panteón griego para Sócrates, el más
mucha imaginación las inquietantes experiencias prototípicas de reflexivo de los griegos.
la existencia humana. El nacimiento, la sexualidad, la muerte re- Gautama, a quien más tarde se le dio el nombre de Buda, es-
presentan aquí, en variantes siempre nuevas, una danza cada vez to es, el Iluminado, estaba sentado, pues, en aquella clara noche
más desenfrenada. Entre la enorme cantidad de dioses, Dios se de mayo del año 528 a.C. debajo de una higuera a orillas del río
encuentra tan lejano que muchos periodos de la historia religio- Neranjana, completamente concentrado y sereno, y lo que allí
sa de la India han sido calificados sencillamente de ateos. Los cris- pensó y experimentó con el pensamiento lo condujo por un ca-
tianos afirmarán más tarde que también los antiguos habitantes mino del todo distinto. Un camino hacia la profundidad, hacia
de la India tenían una intuición de Dios, a la que dieron expre- los abismos de la existencia humana. En torno a él se reunieron
sión multiforme incluso en los más tenebrosos abismos de su re- personas que tenían la misma manera de pensar y que, hasta en-
ligión. Pero, al parecer, esta legendaria maraña religiosa, que ade- tonces, tampoco habían encontrado respuestas satisfactorias.
más difiere de una región a otra, dejó en las personas que busca- Quizá incluso fue justo el carácter extraordinariamente insatis-
ban con mayor profundidad un hastío tal de esta cultura religio- factorio, más aún, casi poco serio del panteón indio lo que origi-
sa, un malestar tal con ella, que ha producido más preguntas en- nó el budismo con su extrema seriedad. Sea como fuere, con re-
caminadas a la nada que respuestas dadoras de sentido. lativa rapidez surgió todo un movimiento que se fue extendiendo
cada vez más. Se fundaron monasterios en los que era posible re-
tirarse del mundo de forma duradera -como en los monasterios
2. La verdad bajo la higuera cristianos- o también sólo por un tiempo, con el fin de acercarse
más a uno mismo. Posteriormente se desarrollaron diferentes co-
Y así, en una noche de luna llena del año 528 a.C, un tal rrientes de tradición: el «pequeño vehículo» en Sri Lanka, Birma,
Siddhartha Gautama se encontraba sentado debajo de una higue- Tailandia, Laos y Camboya; el «gran vehículo» sobre todo en Ne-
ra en Uruvela, en las cercanías de Bodh Gaya, en el norte de la pal, Vietnam, China. Corea y Japón; y el budismo lamaísta en el
India, reflexionando de manera sumamente intensa sobre la vida Tíbet, así como en Sikkim (uno de los estados que forman la
humana. Era hijo de un príncipe y siete años antes había abando- India), Bhután y Mongolia.
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El budismo está considerado como una de las grandes religio- das obras en las que el señor Müller o Meier de cualquier barrio
nes mundiales. Mas ¿es realmente una religión? Existen buenas de Berlín, por ejemplo, Hohenschónhausen, explica cómo de re-
razones para negarlo. Pues, al menos, Dios no aparece en él. De pente se le reveló lo esencial mientras, absorto en la meditación,
ahí que incluso se haya calificado al budismo de religión atea. contemplaba su llavero en casa del gurú Hinz o Kunz, en las in-
Pero también eso es equívoco, ya que el budismo no se manifies- mediaciones de la estación de cercanías de Berlín-Lichterfelde.
ta explícitamente en contra de la fe en un Dios. En todo caso, ca- Sin embargo, tales ridiculeces «religiosas», cuando dejan de
bría caracterizarlo como una religión sin Dios. Es posible que la ser estrategia comercial y devienen de verdad contenido de vida,
consecuente evitación de todo lo que parezca a Dios tenga mucho resultan, amén de ridiculas, profundamente trágicas. Fenómenos
que ver con los orígenes del budismo. Porque, para Siddhartha análogos se han producido también en otros periodos de deca-
Gautama, el caos del panteón hindú probablemente era aún mu- dencia, como, por ejemplo, en la etapa final del imperio romano.
cho más disuasorio de lo que más tarde sería, para Sócrates, la di- Con ocasión de sus viajes culturales, la gente bien de los siglos II
vina comunidad de inquilinos de opereta que habitaba el Olim- y III d.C, saturada de «ofertas religiosas», traía de Egipto o Siria
po, al fin y al cabo algo más abarcable, aunque también envuelta, una increíble cantidad de cachivaches religiosos como si fueran
por regla general, en niebla. Y así, el Buda no aspira a las alturas, figuritas kitsch. Pero todo eso, en su vacua y grotesca falta de se-
sino que permanece por completo sobre la tierra y en ella ahon- riedad, fue barrido por la primera ráfaga existencial de viento de
da, con una intensidad sólo conocida en las religiones, en las pro- una vida. Así pues, en el siglo III d.C, hacía ya mucho tiempo que
fundidades de la existencia humana. Es cierto que Sócrates, a su la antigua fe en los dioses estaba muerta en cuanto fenómeno re-
manera, hizo otro tanto. Sin embargo, él quizá lo hizo más de pa- ligioso digno de ser tomado en serio. Por lo demás, esta fáctica ca-
sada, utilizando con actitud lúdica, pero implacable, la razón hu- pitulación de la religión antigua fue luego lo que hizo relativa-
mana en el diálogo con el individuo sobre lo esencial. mente fácil para el joven cristianismo difundir su doctrina entre
A Buda se le puede denominar el Sócrates asiático, porque, al las personas embarcadas en una búsqueda espiritual seria.
igual que éste, contrariado por la proliferación de dioses, pensó Eso mismo es lo que ocurre cuando, en la actualidad, se inten-
en profundidad; sin embargo, a Sócrates no cabe, de cierto, carac- ta extraer a toda prisa, indiferenciadamente y con habilidad co-
terizarlo como el Buda de Europa, porque él no fundó movi- mercial a las religiones orientales de sus en absoluto comprendi-
miento religioso alguno. Mas no nos perdamos con pedantería en dos contextos culturales para implantarlas en cualquier lugar de
ociosas definiciones conceptuales. Tomemos el budismo sencilla- Occidente, donde carecen de raíces. Entonces, estas religiones se
mente como lo que es; a saber, una doctrina sapiencial no sobre antojan artificiales y muertas, como flores cortadas que uno plan-
Dios, sino sobre el mundo y el ser humano en él, que, al margen ta en cualquier parte. Esta mentalidad recuerda un poco a aquel
de algunas extravagancias -reencarnaciones eternas, huida del rey inglés harto extravagante -Jorge III (1760-1820)- que enterró
mundo-, resulta de todo punto impresionante. Justo esto es tam- filetes de ternera en su parque de Kew Gardens con la esperanza
bién, empero, lo que ha permitido incluso a algunos maestros de de que, con el tiempo, de ellos brotaran terneras.
la sabiduría cristiana asumir con suma seriedad determinados ca- Pero también existe un diálogo serio con el budismo. El jesuí-
minos budistas... con miras a devenir mejores cristianos. ta Enomiya-Lasalle vivió durante años en un auténtico entorno
Con ello, no me refiero explícitamente a los ex teólogos cris- budista en Japón y fue iniciado con toda seriedad en el arte de la
tianos que se cansaron de una fe atacada a menudo por la civili- vida del budismo zen por un verdadero maestro zen. Pero en to-
zación occidental y para los que el cristianismo terminó convir? do momento conservó su fe cristiana sin compromisos precarios.
tiéndose en un mero estadio intermedio en el camino hacia la di- Cuando alguien es capaz de aunar ambas religiones de forma tan
solución -«budista»- de todo. Hoy, este budismo de lata típica-* convincente como Lasalle, entonces, a través de ello, es posible
mente occidental también existe a un nivel intelectual bastante hacer realmente manifiesto que la sabiduría existencial budista
inferior. En las librerías, las estanterías están repletas de horren- -que en modo alguno equivale a una negación de Dios- es del to-
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do componible con una seria fe cristiana. Cabría comparar esto este mundo; no tuvo posibilidad alguna de dirigir la mirada ha-
con la filosofía de Platón, que, si bien no podía partir de un Dios cia lo alto. No disponía de más revelación que la que, también se-
cristiano, fue utilizada con toda naturalidad por los pensadores gún la concepción cristiana, puede alcanzarse ya en este mundo a
cristianos desde los orígenes de la Iglesia con el fin de presentar través de la razón humana. Y así, desde sus comienzos, el budis-
mejor la fe cristiana. mo se concentró por completo en este mundo y en el destino del
Pero, para ello, Enomiya Lasalle tuvo que recorrer un camino ser humano dentro de él. Tal concentración llevó a la singular y
largo y muy personal. Y eso, a buen seguro, no es algo que se pue- profunda sabiduría de la doctrina antropológica del budismo.
da transmitir sin más en un seminario de fin de semana en el cen- Pero, entonces, ciertas consecuencias últimas del budismo,
tro de formación familiar. Cuando, a finales de la década de mil que emergen cuando uno se propone decir no sólo algo sobre el
novecientos setenta, pasé una temporada en la hospedería del ser humano, sino decirlo todo al respecto, dejan de ser compati-
monasterio benedictino de Maria Laach (cerca de Coblenza, Ale- bles, como es obvio, con el cristianismo y otras religiones revela-
mania) para intentar prepararme con varias semanas de estudio das. Pues, en cierto modo, el budismo, cuando intenta compren-
intensivo para mi examen final de licenciado en medicina, que der todo sin excepción, termina curiosamente justo allí donde
-gracias sean dadas a san Benito y su extraordinaria regla- conse- también termina Nietzsche: en la nada. «En budista», eso se dice
guí aprobar, durante algunos días estuvieron hospedados allí, si no con la palabra nirvana y tiene, desde luego, unas connotaciones
recuerdo mal, algunos monjes budistas en compañía del padre muy distintas de las de la nada del nihilista europeo Friedrich
Lasalle. Era una imagen conmovedora ver a los monjes budistas Nietzsche, quien, con todos los medios de la implacable razón,
participar en silencio en los tiempos de oración de los monjes cris- formuló sin compromisos la auténtica y radical alternativa a la fe
tianos en la bella iglesia del monasterio. Al final, hubo un fascinan- en Dios. El nirvana del budismo es, en cambio, un concepto iri-
te debate que expresó de manera muy matizada lo que une a am- sado que denota el anhelo de dejar atrás todo el sufrimiento de la
bas religiones, pero también lo que las separa irremediablemente. vida humana individual para encaminarse a una nada ajena al su-
Quizá tenga el budismo algo más de idea de las peculiarida- frimiento. El nirvana es, en el fondo, la sincera y, por ende, tam-
des anímicas del ser humano que el cristianismo, pues ha dis- bién impresionante confesión del budismo de no poder superar
puesto de quinientos años más que éste para reflexionar sobre la -a despecho de toda la sabiduría de la vida que atesora- el sufri-
condición humana. Y también porque los budistas, a diferencia miento humano. El nirvana budista es la última y más profunda
de los cristianos, no podían dirigir de inmediato, en virtud de la palabra de las religiones no monoteístas en relación con la vida,
revelación divina de la salvación, la mirada devota mayormente el mundo y el sentido de todo.
hacia lo alto. Esta mirada entusiasmada hacia lo alto permitió al El budismo ha devenido la religión de Asia por excelencia. Pe-
cristianismo medieval levantar las grandiosas catedrales del arte y ro en determinadas regiones se han desarrollado otras doctrinas
el espíritu. San Francisco de Asís fue el primero que, fiel al espíri- sapienciales que reflexionan asimismo con gran profundidad so-
tu proto-cristiano, volvió a dirigir con insistencia los ojos de los bre el ser humano y el mundo sin hacer referencia a Dios. El con-
cristianos a la tierra, a la creación de Dios y su belleza. Movido fucianismo, surgido en la estela de Confucio (551-479 a.C), sigue
por este renovado entusiasmo por la creación que el cristianismo marcando hasta la fecha la mentalidad de China en amplios ám-
primitivo, como ya hemos visto, había conocido aún mejor en al- bitos, aun a pesar de las crueles transformaciones del siglo XX.
gunas obras de Rávena, Giotto pintó luego los frescos, otra vez Lao-Tse, cuya figura está envuelta en mitos, es otro de esos sabios
cercanos a la vida real, de la basílica de Asís en la que fue sepulta- pensadores con una influencia que se prolonga siglos y siglos. En
do san Francisco. Con ello, este pintor se convirtió en el protago- Europa no tenemos nada análogo. Entre nosotros, quienes «aman
nista de un nuevo movimiento artístico que volvió a fijarse con la sabiduría» se llaman -con un término de origen griego- «filó-
alegría en la realidad del mundo y el ser humano: el arte del sofos». Pero la actividad de éstos es más bien una disciplina cien-
Renacimiento. El budismo, por el contrario, contempló siempre tífica (entendiendo «ciencia» en sentido amplio; véase más abajo)
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que se esfuerza, sobre todo, por hacer uso de la razón. Con ello, la escritos. Pero también bien se podía rechazar todo esto como al-
filosofía se ha ubicado siempre en las cercanías de la aplicación go que no merecía ser tomado en serio, exponiéndose a la acusa-
sistemática y metódica de la razón, esto es, en las cercanías de la ción de ateísmo. Como es sabido, algunos padres de la Iglesia juz-
ciencia14. Ni siquiera la Academia platónica de Atenas tuvo, en gaban esta última posibilidad como la forma de vida más decen-
verdad, una repercusión suficientemente amplia para impregnar te, cuando uno, con independencia de su voluntad, todavía no
la mentalidad colectiva. Por otra parte, en Europa, la religión había oído hablar del cristianismo. Pero esta opción por el a-teís-
siempre ha estado más organizada que en Asia, de suerte que mo también fructificó más tarde desde el punto de vista religioso
Confucio y Lao-Tse, puestos ante el dilema de ser tratados en en profundas doctrinas sapienciales, como, sobre todo, el venera-
Europa como obispos o como profesores de filosofía, probable- ble budismo.
mente habrían optado por regresar a Asia para no tener que res- La existencia de otras religiones plantea, por lo demás, un
ponder a semejante pregunta. problema especial al cristianismo. Al ateísmo le era indiferente
Para terminar, el taoísmo parece, hablando sin mucha preci- que todavía existieran personas no ateas, siempre que el todo, de
sión, un hinduismo para chinos: un mundo de dioses y espíritus uno u otro modo, desapareciera absurdamente algún día sin de-
que, sin embargo, es configurado de manera más llevadera por jar rastro. Pero los cristianos, que percibían un sentido en el mun-
ciertas doctrinas sapienciales. El sintoísmo de Japón, por último, do y creían en un Dios universal, tuvieron que enfrentarse desde
es una forma sumamente especial del culto colectivo nacional y el principio con la inquietante pregunta de si, en todas las demás
estatal que, si bien posibilita la ritualizada identificación de un religiones, sólo había que ver falsedad y error o si el entero uni-
pueblo consigo mismo, apenas puede ofrecer respuesta a pregun- verso religioso pre-cristiano y extra-cristiano podía ser, a pesar de
tas religiosas más profundas. Con ello, hemos concluido nuestro todo, valorado de alguna manera. En último término, se trataba
repaso al Dios de maestros y profesores; y este Dios multiforme de decidir entre el cristianismo como secta y la Iglesia universal.
ha resultado ser una frustración cuidadosamente planeada. En la historia del cristianismo siempre ha habido partidarios de
la solución sectaria, desde Marción -quien, en el siglo II, rechazó
incluso el Antiguo Testamento y, por ende, la tradición judía en
3. Una anciana testaruda hace un pacto con el diablo conjunto- hasta los testigos de Jehová en la actualidad, quienes se
consideran a sí mismos los únicos elegidos. Por eso están anima-
En un rápido repaso hemos examinado todas las religiones del dos por un impulso misionero tan intenso, pues todos quienes no
mundo -salvo las religiones monoteístas, también conocidas co- sean testigos de Jehová están condenados sin remisión.
mo religiones reveladas: el judaismo, el islam y el cristianismo- La corriente principal de la Iglesia, empero, siempre rechazó
desde el punto de vista de la pregunta por Dios. El resultado es de plano tales soluciones, que en el fondo tienen algo de inhuma-
sorprendentemente magro. En las regiones naturales, se vivía con no. Ya el primitivo escritor cristiano Justino reconoció la presen-
un panteón atemorizador que debía ser apaciguado por medio de cia de logoi spermatikoi en todas las demás religiones y culturas,
una diversidad de ritos, más o menos dignos del ser humano. Tal chispas del Espíritu Santo, pues, que señalan a Cristo. Y en el te-
panteón se diversificó luego en Grecia, en la India y en otros lu- cho de la Capilla Sixtina en el Vaticano, esto es, al fin y al cabo, en
gares en formas más refinadas de religión con mitos y leyendas la capilla privada del papa, Miguel Ángel Buonarroti no sólo re-
presentó a los enérgicos profetas del Antiguo Testamento anhe-
lando o profetizando -reflexivos o entusiastas, visionarios o inda-
14. Nótese que esta acepción de «ciencia» -habitual en alemán, así como en el gadores, desesperados, a la escucha o llenos de estupor, cada cual
latín medieval- no es la dominante en otras lenguas, como, por ejemplo, el a su manera- a Cristo. Entre estas grandiosas figuras de profetas
español o el inglés. En éstas, «ciencia» tiene un sentido bastante más limita- colocó también a adivinas paganas, las espléndidas sibilas, con-
do, ceñido casi exclusivamente a las ciencias de la naturaleza y marcado por
su contraposición a las «humanidades» [N. del Traductor]. forme en todo a la recuperación de la Antigüedad, pero asimismo
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en plena consonancia con la gran tradición cristiana. Estas her- a buen seguro, un malentendido cultural entre el reflexivo carác-
mosísimas sibilas, representantes del multiforme paganismo, pre- ter alemán y la sensualidad romana. Ambos le han dado mucho
sagian con abundancia de gestos el acontecimiento de la reden- al cristianismo, pero también le han quitado mucho cuando se
ción de la humanidad por el Hijo de Dios: la Eritrea, que repre- han desbordado.
senta las insondables raíces de la religión en los países del entorno Conjeturo que Lutero le habría hecho a Miguel Ángel vehe-
del Nilo; la Líbica, que porta en un enorme libro los tesoros inte- mentes recriminaciones por pintar sibilas paganas en el techo de
lectuales de África; la Pérsica, que personifica las oscuras y vehe- una capilla. Miguel Ángel, que era tan temperamental como Lu-
mentes fuerzas religiosas de Asia; la anciana y arrugada Cumana, tero, se habría opuesto enérgicamente, sin duda, a toda intromi-
que simboliza a la vetusta tradición de Italia; y por último, la eter- sión de un inculto alemán en el arte. Que la Iglesia católica encon-
namente joven Deifica, que representa a la gran Grecia, enamora- trara «elementos de verdad y santidad» en el paganismo (Concilio
da de lo bello, que -en esta su belleza oteadora de lo lejano- en Vaticano II) resultó también más tarde sospechoso a algunos ín-
verdad contempla ya la redención de todo el peso de lo terreno. tegros protestantes, que consideraban que en el centro debía estar
A los hermosísimos ojos de la Deifica, enfocados a la lonta- «sólo la fe, sólo la gracia, sólo la fe explícita en Cristo».
nanza, se asomó, mientras Miguel Ángel la pintaba, un humilde «O lo uno o lo otro», proclamará más tarde el gran Soren
monje que había peregrinado a Roma a pie desde un lejano país. Kierkegaard para tales casos. Sin embargo, la Iglesia católica ha
Este monje era un joven pío y erudito, a quien en realidad no le «bautizado» una y otra vez con naturalidad tradiciones paganas.
interesaba el arte del Renacimiento en esta Roma de apariencia El papa ostenta todavía hoy el título del sumo sacerdote pagano
tan mundana. Pero ya entonces su orden tenía encomendado el de Roma, un título que también llevó Cayo Julio César: Pontifex
cuidado de esta capilla. Así, difícilmente era evitable que también Maximus. Y, hasta hace muy poco tiempo, en las misas presididas
el humilde monje alemán viera al malhumorado artista florenti- por el papa tenían su lugar algunos elementos del culto egipcio.
no trabajar encaramado en los andamios. Ambos tenían un tem- Así pues, aun cuando ciertas corrientes cristianas más estrictas
peramento profundamente religioso, así el monje como el artista. consideraron desde el principio tales tendencias como una apos-
Y ambos le leerían algún día con fuerza la cartilla al papa: el mon- tasía de la pura doctrina cristiana por parte de la vieja Iglesia ro-
je, a la usanza alemana, en un alegato escrito; el artista, a la usan- mana, esta vieja dama, en ocasiones algo testaruda, no se dejó
za italiana, con una obra de arte maestra. Siete años más tarde, el confundir. De hecho, tanto por perspicacia como por convicción,
monje, con noventa y cinco tesis, le cantaría las cuarenta a una siempre abordó las tradiciones con mucha cautela, pues conside-
Iglesia necesitada urgentemente de reformas; veintitrés años más raba que debía mostrar respeto por la vida que había fluido en to-
tarde, el artista arrojaría sobre la pared del altar de esta misma ca- das estas religiones y tradiciones religiosas, por la vida de seres
pilla el imponente Juicio Final como juicio también a la Iglesia humanos que, al fin y al cabo, no buscaban cualquier cosa, sino
-demasiado mundana- de su época, contribuyendo así a zaran- ni más ni menos que la verdad y, en último término, a Dios.
dearla para que adoptara las reformas del concilio de Trento. Ciertamente, eso no podía llegar hasta el punto de que al-
El humilde monje se llamaba Martín Lutero; y me encantaría guien que hubiera entrado en contacto con el cristianismo siguie-
poder saber si realmente tuvo lugar un encuentro entre Lutero y ra, no obstante, entregándose sin más a su paganismo. Pero quien
Miguel Ángel, algo que, dadas las circunstancias referidas más todavía no había conocido en realidad el cristianismo o sólo ha-
arriba, sería casi inevitable durante la visita de Lutero a Roma en bía conocido -como suele pasar en la actualidad- una caricatura
1510. Porque, en aquel entonces, Miguel Ángel llevaba ya dos de él, lo que en ocasiones es aún más funesto, ése podía, según
años tumbándose de espaldas sobre el andamio bajo el techo de convicción de la Iglesia, entrar en el cielo incluso sin bautismo ni
la Capilla Sixtina para pintar la Creación. Pero quizá únicamente profesión de fe cristiana. Con ello, todas las religiones del mundo
se vieron, incapaces de entenderse. A causa tanto del idioma co- adquieren un profundo sentido en el plan de Dios con el mundo
mo de la diferencia de mentalidad. Pues la Reforma también fue, en cuanto cariñosa medida pedagógica de Dios para bien de la
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humanidad. De esta suerte, las personas fueron conducidas con una mirada diabólica, dice: «Sólo has de despreciar razón y cien-
lentitud y paso a paso al anhelo de -y luego a la fe en- el único cia,/ fuerza suprema de la humanidad;/.../ entonces te tendré in-
Dios, revelado primero en el monte Sinaí y luego en el monte condicionalmente.../.../ Lo arrastraré por la salvaje vida,/ por la
Tabor. más prosaica trivialidad,/ se me ha de debatir, helar, paralizar»
Sin embargo, cuando hablamos de la religión mundial que es (traducción de Pedro Gálvez).
el budismo, sólo puede ser tomado en serio el verdadero budismo Treinta y ocho años después de la muerte de Goethe, en la na-
de cultivo ecológico in situ, no las ya mencionadas artificiales ve transversal derecha de la basílica de San Pedro de Roma, se re-
imitaciones occidentales, que se limitan a satisfacer necesidades úne una gran asamblea de hombres ancianos y decide solemne-
religiosas según la ley del mercado, pero no tienen lo más míni- mente dar la razón a Mefistófeles. El Concilio Vaticano I declara
mo que ver con la religión real. Así y todo, el mercado de la irra- el 24 de abril de 1870: «La misma santa Madre Iglesia sostiene y
cionalidad florece; y, curiosamente, a menudo son personas que, enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser co-
por lo demás, tienen una predisposición sobremanera racional, nocido con certeza por la luz natural de la razón humana partien-
ejercen profesiones en extremo racionales y tampoco en la vida do de las cosas creadas».
diaria causan ningún tipo de impresión extraña quienes se ocu- Una decisión enigmática. ¿No representa esto una completa
pan con tenacidad de estas religiones de plástico, sacadas del rin- sobrevaloración de la razón? Los protestantes protestaron en el
cón del esoterismo, que se burlan de toda razón. acto. La revelación, la palabra de Dios, la Biblia y la fe: ellas, y no
Que incluso científicos reconocidos se internen por tales sen- la pequeña y vacilante luz de la razón humana, son la que señalan
das erradas tiene que ver probablemente con el hecho de que la el camino hacia Dios. El que quizá haya sido el mayor teólogo
angustia existencial ante la nada asalta antes o después a toda per- protestante del siglo XX, Karl Barth, dirá más tarde que ya sólo las
sona. Pero, si Dios, de manera comprensible, está del todo fuera consecuencias de esta doctrina harían siempre imposible para él
de lugar en el propio campo, a menudo demasiado estrecho, de convertirse al catolicísimo. Pero la asamblea de los padres conci-
aplicación metódica de la razón, entonces uno -es posible que liares procedentes de todo el planeta declaró impertérrita: «Si al-
justo por eso- busca a Dios, al totalmente Otro, en un ámbito por guno dijere que Dios vivo y verdadero, creador y señor nuestro,
completo diverso, en lo irracional, en lo que de alguna manera es no puede ser conocido por la luz natural de la razón humana por
enigmático, en lo que no se ajusta a razón. medio de las cosas que han sido hechas, sea anatema», esto es,
El que quizá sea el más grande científico buscador de sentido quede excluido de la Iglesia.
de la literatura europea, el Fausto de Goethe, recorrió justo idén- ¿Era ésta la tardía rehabilitación de la ciencia por la Iglesia ca-
tico camino. Al comienzo de la obra, Goethe le hace decir: «He es- tólica? Pero ¿qué pasaba entonces con Galileo, con Darwin? ¿O es
tudiado, ¡ay!, filosofía,/ jurisprudencia y medicina,/ y también, que la relación entre la fe en Dios y la ciencia quizá era un poco
¡por desgracia!, teología; profundamente, con apasionado esfuer- más complicada de lo que algunos creían o quería hacer creer? En
zo./Y heme aquí ahora, ¡pobre loco!,/ tan cuerdo como era an- cualquier caso, la Iglesia había dado la razón a Mefistófeles. Pero,
tes./.../ ¡Y sólo veo que nada podemos saber!/ ¡La sangre con esto con esto, ¿no había sellado ella misma -monstruosa idea- un pac-
se me hierve!/.../ ¡Ni un perro quisiera vivir así más tiempo!/ Por to con el diablo del que ya nunca podría librarse, pues la decisión
eso me he dado a la magia,/ por ver si por fuerza y boca de un es- del concilio fue elevada al rango de la infalibilidad?
píritu/ no se me revela algún que otro secreto;/ porque no tenga
más que decir/ con sudor agrio lo que no sé; / porque entienda lo
que al mundo/ mantiene en sus entrañas...». Magia, esoterismo,
pacto con el diablo: ése es el camino que elige Fausto. Pero, una
vez sellado el pacto, Mefistófeles, el diablo de Goethe, se queda re-
zagado a solas en el escenario y, volviéndose hacia el público con
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podría ser el terrible castigo para semejante sacrilegio. Dédalo,


Prometeo y Sísifo eran los nombres de los rebeldes trágicos, gol-
peados por la eterna desesperación. En José y sus hermanos, Tho-
mas Mann presenta de manera gráfica la total pertenencia de la
persona que vive de modo mítico a este mundo penetrado por
7. El Dios de los científicos: fuerzas amedrentadoras.
Galileo, Darwin, Einstein y la verdad
1. Una religión inventa la ciencia

En el fondo, sólo había dos posibilidades de escapar a este miedo

1
A religión y la ciencia, Dios y la razón, parecen ser por com-
pleto incompatibles entre sí. La lucha que se libró entre que imposibilitaba el desarrollo de cualquier cosa parecida a la
i estos dos mundos no fue una lucha cualquiera: para am- ciencia. O bien intentar no tomar ya en serio el mundo de los dio-
bos bandos, fue, en cierto modo, una lucha por el ser o el no ser. ses, o bien que la religión «permitiera» en nombre del propio
La religión entendida como ciencia de la religión era el fin de la Dios la intervención conceptual y técnica en el mundo.
religión, y la ciencia entendida como religión era el comienzo de La primera variante la encontramos en los primitivos «cientí-
la charlatanería. Dios como razón: eso era el fin de Dios y el co- ficos» griegos: los filósofos presocráticos. Sencillamente, no se
mienzo del hegeliano espíritu del mundo; la razón como Dios: preocupaban mucho de los dioses, de suerte que, en ocasiones,
eso era el grotesco ocaso de la razón, celebrado en el punto cime- como ya hemos visto, pesó sobre ellos la sospecha de ateísmo. Pe-
ro de la desmadrada Revolución Francesa por una prostituta so- ro, en la medida en que prescindieron de las numerosas interpre-
bre el altar mayor de la catedral parisina de Notre Dame el 10 de taciones míticas del mundo, consiguieron ver el mundo y la na-
noviembre de 1793. turaleza con menos prejuicios, buscar regularidades y, en cierto
El conflicto entre la ciencia y la religión no obedece, pues, a modo, explicarse todo lo que los rodeaba. Así surgieron, por ejem-
cualesquiera casualidades históricas. Antes bien, tras el nacimien- plo, las curiosas doctrinas de los cuatro elementos de lo que se
to de la ciencia, era absolutamente inevitable. Las religiones natu- compone el mundo -fuego, agua, aire y tierra- y de los cuatro
rales y las religiones tribales, pero también la fe antigua en los temperamentos del ser humano: colérico, sanguíneo, melancóli-
dioses, veían el mundo entero bajo una perspectiva mítica: lo co y flemático. Estos esfuerzos realizados entre el siglo VII y el si-
consideraban entreverado por espíritus inquietantes o fuerzas di- glo V a.C. representan el intento de explicarse el mundo con ayu-
vinas. La religión era el medio indispensable para mantener en ja- da de la razón y no de mitos cualesquiera. Desde luego, los dioses
que a estas fuerzas a través de un cierto servilismo metódico. La no desempeñaban papel alguno en tales explicaciones -y mucho
actitud de la ciencia era totalmente contrapuesta: en ella se trata- menos un Dios único, del que, a la sazón, nadie había oído hablar.
ba de observar sin rastro de apasionamiento el mundo y la natu- Por tanto, estos primitivos científicos filósofos vivían, en el
raleza como un objeto, como un objeto comprensible y calcula- fondo, al margen de la religiosidad dominante. Pero ganaron
ble por la fuerza de la razón humana, susceptible además de ser prestigio, sobre todo, por el hecho de que, de modo sorprendente,
controlado con mano férrea. algunas de sus predicciones se cumplieron; por ejemplo, el eclipse
Algo así, sin embargo, era inconcebible para el pensamiento solar que Tales de Mileto había calculado por anticipado exacta-
mítico. Pero cuando se hizo realidad, aquello tuvo el efecto de mente para el 28 de mayo del año 585 a.C. Éste fue tal vez el pri-
una rebelión, de una blasfemia, más aún, de un temerario desafío mer golpe mediático de la ciencia de la naturaleza. De una, Tales
a los propios dioses. En la antiquísima memoria colectiva de los se hizo famoso; y así, también todo aquello a lo que se dedicaban
pueblos se conservan numerosos contundentes relatos de cuál él y sus colegas filósofos cobró interés.
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Pero, con esto, todavía no había nacido, ni mucho menos, una ropea de intervención sistemática y funcional en el mundo, que
ciencia que investigara sistemáticamente. Todo quedaba en des- terminaría conduciendo a la aparición de la ciencia tal y como
cubrimientos e invenciones aisladas. Mas un par de ocurrencias hoy la entendemos, puede ser bien estudiada al hilo de él. Y seme-
no hacen todavía un siécle des lumiéres, una época de las luces, co- jante mentalidad, que, con su dinámica, se ha impuesto triunfal-
mo más tarde la Ilustración gustará de denominarse a sí misma. mente a lo largo y ancho del mundo, en modo alguno surgió por
Así pues, en aquel entonces no podía darse todavía una lucha en- accidente. Max Weber, el arreligioso fundador de la sociología
tre la religión y la ciencia, pues existía «la religión», pero no «la moderna, sostenía que la mentalidad europea de la desenvoltura
ciencia». Sólo había algunos investigadores aislados que, por re- y la orientación funcional en el trato con la naturaleza tiene una
gla general, eludían con sensatez cualquier posible conflicto. El causa inequívoca: la religión. El cristianismo fue el que abrió la
Dios de estos científicos era, a la sazón, una sombra, casi un espa- segunda de las posibilidades mencionadas más arriba para el na-
cio en blanco o una pregunta abierta. cimiento de la ciencia. «Permitió», más aún, fomentó por prime-
Más tarde, los romanos fueron, ante todo, técnicamente bri- ra vez como religión la intervención sistemática en el mundo des-
llantes. En tiempos de Calígula, en el año 37 d.C, necesitaron un de un punto de vista conceptual y técnico.
tiempo relativamente corto para el transporte del gran obelisco Ya el hecho de que el Dios del Antiguo Testamento, por contra-
que hoy se levanta el plaza de San Pedro de Roma con un barco posición a los mitos de los pueblos, lejos de encontrar una materia
especial construido de propósito para la ocasión: tres mil kilóme- primigenia que no tenía que ser sino configurada, creara con ma-
tros desde Alejandría, en Egipto, hasta las colinas vaticanas. Mil no poderosa el mundo de la nada tuvo importantes consecuencias.
quinientos años más tarde se requirieron no menos de cuatro Este Dios, a diferencia del Dios de los panteístas, no era idéntico
meses y medio para trasladar la enorme piedra unos cuatrocien- con el mundo o con la naturaleza: era el totalmente Otro, infinita-
tos metros. En ese lapso de tiempo se había perdido mucho de lo mente superior al mundo. «No cabes en el cielo ni en lo más alto
que la genialidad técnica de los romanos todavía conocía. Sin em- del cielo» (1 Re 8,27). Con ello, el mundo fue, por primera vez, ra-
bargo, los romanos no practicaron la ciencia sistemática. Y algo dicalmente desacralizado, secularizado, mundanizado, por decirlo
análogo vale para India, China y otras culturas avanzadas. En así. El mundo era impotente; omnipotente era sólo su Creador, el
ellas, siempre se producían de cuando en cuando invenciones ais- cual, no obstante, se hacía omnipresente en él. Y este Creador le di-
ladas, pero eso no se perseguía de manera sistemática y científica, jo al ser humano que temblaba ante los poderes de la naturaleza
ni desde el punto de vista de la aplicabilidad técnica. una frase increíble en las circunstancias de la época: «¡Dominad la
Un buen ejemplo es la pólvora, que, en el fondo, fue «inventa- tierra!». Aquello era algo inédito en la historia religiosa de los pue-
da» en China, donde, sin embargo, sólo se utilizaba para diverti- blos y tuvo consecuencias para la imagen de Dios y la imagen del
dos fuegos artificiales. Sólo cuando la pólvora cayó en manos de mundo. Que el ser humano, al mismo tiempo, debía cuidar de es-
europeos modernos, empezaron éstos a reflexionar «qué podrían ta tierra como un buen pastor y un solícito jardinero fue pasado
hacer con aquello en caso de que lo poseyeran» (Thomas Hobbes). un poco por alto, sin embargo, durante bastante tiempo.
Y así, la pólvora para fuegos artificiales se convirtió en pólvora pa- Pero sobre todo la fe cristiana en que Dios se había hecho
ra cañones. Nada se modificó en la composición, sino sólo en la fi- hombre elevó luego a todos los seres humanos a una altura que,
nalidad: ya no explotaba para divertimento, sino para matar. Lo hasta entonces, no les había sido reconocida en ninguna otra re-
cual, empero, llevó a una revolución del arte de la guerra en Euro- ligión. Esta nueva auto-conciencia liberó por fin a los hombres
pa -que ocasionó el fin más o menos súbito de la caballería con sus del miedo mítico al mundo y les permitió desarrollar una ciencia
armaduras y sus lizas-, así como más tarde a un considerable cam- sistemática y una tecnología eficaz. Luego, la variante calvinista
bio del urbanismo, con la fortificación por medio de baluartes. del cristianismo, que veía en el éxito económico el signo de la
Por supuesto, tampoco este desarrollo puede ser caracteriza- elección divina, procuró además la marcha triunfal de este pro-
do como comienzo de la ciencia moderna. Pero la mentalidad eu- yecto europeo en el terreno económico.
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Todo esto no aconteció, desde luego, de golpe, sino en el cur- Más tarde, los héroes intelectuales del Renacimiento no fue-
so de un centenario proceso de apropiación práctica del cristia- ron los filósofos, sino los artistas. No se limitaban a pensar el
nismo por parte de los cristianos. Aquí no se debate en absoluto mundo; antes bien, intentaban verlo tal como era en realidad y de
si el cristianismo es verdadero, ni si el calvinismo estaba en lo ello extraían sus conclusiones. Leonardo da Vinci era uno de ta-
cierto; tampoco eran cuestiones que le interesaran lo más míni- les artistas: un sabio universal que se interesaba por todo. Pero el
mo al agnóstico Max Weber. Se trata tan sólo de las repercusio- mundo había cambiado. En la crisis del cristianismo en torno al
nes sociológicas de una religión, repercusiones que explican el año 1500 y con el retorno del paganismo antiguo, no estaba cla-
fenómeno, al fin y al cabo asombroso, de por qué justo Europa, ro qué debía seguir siendo aquí en realidad la «religión». Y la aún
que en modo alguno dispone de las más antiguas raíces cultura- incipiente ciencia corría peligro de ocuparse simultáneamente,
les, fue capaz de dictar con poder al mundo las leyes en la sin distinción alguna, de investigaciones serias y de supersticiosos
Modernidad y todavía hoy es capaz de imponerle la mentalidad disparates. La desconfianza continuó presente entre el pueblo lla-
«occidental». no. Pero a los altos dignatarios de la Iglesia les gustaba dejarse ce-
De ahí que, originariamente, en el cristianismo no existiera la lebrar como mecenas, y se vanagloriaban de su cercanía a la cien-
-en realidad inevitable- lucha entre la religión y la ciencia. Todo cia. Se cuenta que el papa Clemente VII se entusiasmó cuando le
lo contrario. En muchas religiones, la ciencia sólo pudo desarro- llegó la noticia de que Nicolás Copérnico, canónigo de la catedral
llarse al margen de la correspondiente religión. Pero, en el ámbi- de Frauenburgo (hoy Frombork, en Polonia), no veía ya a la
to de influencia del cristianismo, las cosas transcurrieron al prin- Tierra, sino al Sol, como centro del sistema planetario. Aunque
cipio de modo del todo distinto. Fueron escuelas y universidades Lutero lo calificó de estúpido y Melanchton combatió su teoría,
cristianas, más aún, eclesiásticas, las que, en una atmósfera de ex- Copérnico -apremiado a ello por un cardenal y un obispo- pu-
traordinaria libertad, promovieron el desarrollo de lo que más blicó finalmente en 1543 su obra maestra De revolutionibus or-
tarde daría en llamarse «ciencias del espíritu». Los filósofos «pa- bium coelestium, en la que defiende la imagen heliocéntrica del
ganos» fueron estudiados con gran curiosidad y citados con au- mundo. En un carta muy sincera, dedicó la obra al entonces pon-
téntica veneración. Pero luego, la Alta Edad Media no sólo reco- tífice Pablo III, quien acogió la dedicatoria con alegría. En 1561
noció también en la naturaleza -merced a la motivación de Fran- comenzó a enseñarse la imagen copernicana del mundo en la
cisco de Asís y otros -las bellezas de la creación divina, sino que Universidad de Salamanca, en la archicatólica España de Felipe II;
se volcó sobre ella con sistemática curiosidad. Alberto Magno a partir de 1594, la visión de Copérnico era allí la base única de la
(1200-1280), el maestro de Tomás de Aquino, es tenido por el pri- enseñanza. Un canónigo en la cima de la ciencia: a la sazón, nada
mer científico. insólito. Ya antes, la imagen tradicional del mundo se había visto
Este monje dominico se ponía al acecho en bosques y campos desautorizada cuando ni Cristóbal Colón al descubrir América ni
para percibir, lleno de curiosidad, los fenómenos de la naturaleza Magallanes en la circunnavegación de la Tierra se habían precipi-
y entenderlos por medio de la razón. Sin embargo, entre el su- tado a la nada al sobrepasar el borde del disco terrestre.
persticioso pueblo bajo, este comportamiento suscitaba descon- Cuando, con motivo de su coronación como papa en 1572,
fianza, lo que hizo que se sospechara de que era brujo. La Iglesia Gregorio XIII fue informado de que había que corregir el calen-
juzgó esto con otros ojos e incluso canonizó a Alberto Magno. dario juliano, solicitó consejo a los científicos más destacados de
Así, la Edad Media, obsesionada con la razón, hacía confluir vigo- la época para que le explicaran con detalle la situación. Entre ta-
rosamente y con gran naturalidad todas las corrientes espiritua- les científicos se contaban también, como algo del todo natural,
les que estaban a su alcance, impulsando con ello el nacimiento sacerdotes católicos y, más en concreto, miembros de la que en-
de la ciencia moderna. El Dios de estos científicos era inequívo- tonces era la orden de élite de la Iglesia, esto es, los jesuítas, quie-
camente el Dios cristiano, y ellos no veían contradicción alguna nes hasta la fecha siguen dirigiendo el Observatorio Astronómico
entre su actividad científica y su fe. Vaticano. Estos jesuítas explicaron al papa sin rodeos la necesidad
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MANFRED LÜTZ

2. El mayor golpe mediático de todos los tiempos


de una reforma del calendario. Y, como es obvio, sus argumentos
se basaban en la imagen copernicana del mundo. Con anteriori- Pero, mientras en la Torre de los Vientos los científicos, por me-
dad, el papa había consultado a todas las universidades del mun- dio de sólidos argumentos científicos, convencieron enseguida al
do con las que podía ponerse en contacto. Los teólogos conserva- anciano papa Gregorio XIII de que, por razones científicas, el sa-
dores de París estaban decididamente en contra de tal paso; pues, grado calendario juliano debía ser abolido (lo cual no fue acepta-
a su juicio, ello significaría someterse a la ciencia astronómica y do a la sazón por los píos protestantes y todavía hoy sigue indig-
reconocer que la Iglesia antigua estaba equivocada. Lo cual no nando a los ortodoxos, respetuosos de la tradición), en la Uni-
impresionó al papa. Los argumentos científicos le habían conven- versidad de Pisa un joven de dieciocho años estudiaba a fondo,
cido, así que promulgó el «calendario gregoriano», que sigue vi- infatigable y sin aparente escepticismo, la imagen ptolemaica del
gente en la actualidad. El calendario gregoriano no fue una victo-
mundo. Probablemente había sido un niño difícil, que tal vez no
ria de la ciencia sobre la religión; antes bien, fue expresión de la
recibía la suficiente atención. Sea como fuere, el joven absorbió
completa unanimidad existente entre la Iglesia y la ciencia.
más tarde con gran avidez de saber los resultados científicos y
En el Belvedere del Vaticano se echa de ver bien hasta qué
desarrolló la ambición de hacer avanzar la ciencia y ganarse un
punto la ciencia se emancipa del arte y se convierte en la fuerza
nombre como científico. El joven se llamaba Galileo Galilei.
intelectual preponderante. El Belvedere fue una de las grandes y
En realidad, desde el punto de vista científico, tampoco fue-
magníficas creaciones de Bramante, el tío de Rafael. En él aconte-
cieron algunos grandes eventos del Renacimiento. Allí se habían ron tantas sus aportaciones novedosas. Pero, de facto, se hizo un
celebrado fiestas por todo lo grande y ostentosos torneos; y todo nombre como ningún otro científico antes o después de él. Con
ello, en el magnífico escenario creado por Donato Bramante. Pe- el nombre de Galileo Galilei se halla asociado el principal drama
ro, cuando el papa, con vistas a la reforma del calendario, quiso de la ciencia: la historia del científico valiente y desinteresado que
disponer que se observara la posición del Sol con científica exac- sólo se debe a la verdad y se opone valeroso a todos los poderes
titud, ordenó construir una pequeña torre de observación en me- del pasado, que tienen miedo a la verdad. El mito Galileo es una
dio del ala occidental: la Torre de los Vientos. Con ello, la estética novela de Dan Brown cuatrocientos años antes de Dan Brown15.
artística de todo el complejo quedó arruinada. Pero al papa Gre- Pero no era una mera novela. En la conciencia pública, la his-
gorio XIII no le importaba tanto el arte cuanto, sobre todo, la toria de Galileo Galilei conmovió profundamente la relación en-
ciencia; y necesitaba justo ese espacio para la ciencia. Todavía hoy tre la Iglesia y la ciencia, entre el cristianismo y la ciencia, más
existe el agujero en la pared a través del cual el rayo de sol se pro- aún, entre la religión y la ciencia. Desde entonces, el Dios de los
yectaba sobre el suelo de la sala; luego, sobre éste, el papa podía científicos era, a todas luces, o bien un Dios tirano que quería im-
«ver» de forma del todo concreta la desviación del calendario. El pedir la libertad de pensamiento e investigación y contra el que
enérgico sucesor de Gregorio, el papa Sixto V, destruyó por com- había que defenderse en secreto o en público; o bien, por el con-
pleto el efecto artístico del Belvedere, en tanto en cuanto hizo trario, un Dios privado, inofensivo, casero y bueno, pero que no
construir en el centro un edificio destinado a albergar la Bibliote- merecía ser tomado en serio y que, en la tempestad de la vida, se
ca Vaticana, que sigue prestando sus servicios a científicos del dejaba arrastrar enseguida por el viento. El caso Galileo fue una
mundo entero. Así pues, en esta época no se podía hablar en ab- bomba en la relación entre el cristianismo y la ciencia, un golpe
soluto de lucha entre la Iglesia y la ciencia o, menos aún, entre el de timbal que todavía resuena en el ambiente. Sin embargo, como
cristianismo y la ciencia.

15. Permítasenos recordar que Dan Brown es el autor de la famosa y polémica


novela de intriga El código Da Vinci [N. del Traductor].
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122 MANFRED LÜTZ

hoy sabemos, el mito Galileo es, en realidad -y eso es lo que hace los Treinta Años. En la Iglesia católica, en parte bastante podrida
tan especialmente interesante desde un punto de vista periodísti- en el plano espiritual, habían nacido en esta época de confronta-
co-, un enorme bulo; pero quizá, por eso mismo, el mayor golpe ción con el protestantismo notables órdenes religiosas reformis-
mediático de todos los tiempos. tas, que operaron un insospechado resurgimiento espiritual. Pero
¿Qué ocurrió? La imagen ptolemaica del mundo, a la sazón luego, cuando el líder de una de tales órdenes reformistas se con-
aún dominante, en modo alguno era una invención cristiana. virtió de súbito al protestantismo, la conmoción fue grande. Este
Ptolomeo fue un científico pagano; y los cristianos, como era ha- acontecimiento sirvió de detonante a la fundación de la llamada
bitual en ellos, no habían hecho más que asumir, sin ningún tipo Inquisición romana, que debía vigilar e impedir a tiempo la des-
de miedo al contacto, la visión del mundo científicamente domi- viación respecto de la fe católica. Sólo teniendo en cuenta este
nante. En el fondo, pues, tampoco el cambio de imagen científica tenso ambiente cabe comprender cómo un conflicto que, en el
del mundo habría supuesto problema alguno para los cristianos. fondo, era meramente científico pudo transformarse de golpe en
El papa Gregorio XIII lo acababa de demostrar arrojando sin ce- un conflicto sobre la verdad de la fe.
remonias por la borda, en razón de nuevos conocimientos cientí- Galileo no se anduvo con contemplaciones: si surge una con-
ficos, el venerable calendario juliano y aceptando de manera tradicción entre la Biblia y la ciencia, entonces la Biblia debe ser
igualmente exenta de problemas la nueva imagen copernicana del reinterpretada, pues sólo a través de la ciencia se alcanza de for-
mundo. ma segura la verdad. La aparatosa escenificación era superflua,
Por consiguiente, si la imagen copernicana del mundo no era pues la imagen ptolemaica del mundo no pertenecía en absoluto
en absoluto el problema, como todavía hoy muchos piensan, ¿de a las doctrinas de fe de la Iglesia. Es cierto que, hasta entonces, a
qué se trataba en realidad? Se trataba de mucha psicología, de una falta de una alternativa mejor, la Biblia había sido interpretada
guerra psicológica y del poder de los medios de comunicación so- bajo el supuesto de la imagen ptolemaica del mundo. Si, por el
cial. El caso Galileo comienza con el propio Galileo Galilei. El cual contrario, se presuponía la imagen copernicana del mundo, sur-
no era una persona sencilla. Era vanidoso y poco solidario. Cuan- gían problemas de interpretación en relación con una serie de pa-
do Kepler le pidió que le prestara el telescopio, del que Galileo sajes bíblicos, pero ello no afectaba en ningún caso al contenido
aseguraba ser el inventor -en realidad se lo había comprado a espiritual, sino sólo a la forma de narrar algunos sucesos exterio-
unos holandeses-, Galileo se negó, pues no quería ayudar a posi- res. Los padres de la Iglesia de los primeros siglos cristianos tuvie-
bles rivales científicos. De él mismo afirmaba que, «por medio de ron que luchar, en cuestiones mucho más importantes, con un
[sus] maravillosas observaciones y claras demostraciones, había número considerablemente mayor de contradicciones de la Biblia
[dilatado el universo] cien veces más, mejor dicho, mil veces más y llegaron a resultados muy convincentes, que no ponían en el
que cualquier sabio universal de los siglos precedentes». centro la comprensión literal de la Biblia, sino su sustancia espi-
Galileo había publicado algunos textos, en los que ocasional- ritual. La propia Biblia invita a semejante manera de ver las cosas,
mente defendía también la imagen copernicana del mundo, co- pues ya en el Antiguo Testamento hay dos relatos de la creación
mo tantos científicos antes que él. Pero a su temperamento volcá- del todo distintos y, en el Nuevo Testamento, incluso cuatro evan-
nico y pendenciero no le bastaba la sobria presentación científica gelios, que de ningún modo pueden ser fundidos en una única
de una nueva teoría; así que magnificó la polémica con la tradi- biografía de Jesús. A los padres de la Iglesia les interesaba, por en-
cional imagen ptolemaica del mundo, que no veía al Sol, sino a la cima de todo, la sustancia espiritual del texto, y se tomaron la li-
Tierra, como centro del universo. bertad de llegar en su exégesis a resultados muy dispares y tam-
Pero la época era poco propicia para afrontar de manera ra- bién controvertidos. Sin embargo, la Iglesia los venera a todos por
zonable las controversias. El mundo estaba lleno de la gran que- igual. Así pues, a la excelencia espiritual de los padres de la Iglesia
rella entre protestantes y católicos, que, poco después de la publi- no le habría supuesto ninguna dificultad, a buen seguro, un cam-
cación de la obra de Galileo, iba a conducir a la terrible Guerra de bio de la imagen científica del mundo. Y todavía el papa Gregorio
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XIII, en vida de Galileo, había hecho caso omiso sin vacilaciones tífico pisano, que entretanto tenía cincuenta y nueve años, se le
de todos los reparos. subieron los humos y cometió un funesto error. No le bastaba ya
Ahora bien, en todas las épocas hay algunos espíritus estre- la reputación que, al menos en los círculos científicos, había ga-
chamente conservadores que, en cualquier cambio, enseguida ven nado en los últimos años. Quería más. Quería la atención públi-
la mano del diablo. Y en una época de enconado conflicto confe- ca. Y así, escribió -no en latín, que a la sazón era la lengua de to-
sional en torno a la cuestión de la fe verdadera, un problema mar- das las publicaciones científicas, sino en la lengua del pueblo, en
ginal puede en un santiamén deslizarse de improviso a la zona de italiano- su famoso Dialogo dei massimi sistemi. Con ello rompía
combate. Sea como fuere, Galileo Galilei, por su propia naturale- la promesa que había hecho por escrito de no publicar nada rela-
za, no era proclive a eludir la atención pública, sino más bien to- tivo a la imagen copernicana del mundo. Y lo que aún es peor, hi-
do lo contrario. Al principio, la Iglesia favoreció esta actitud. Du- zo que la imagen copernicana del mundo fuese defendida por
rante su estancia Roma en 1611, Galileo fue recibido con todos uno de los participantes en el diálogo no sólo como hipótesis, co-
los honores, alojado en un impresionante palacio con numerosos mo le había aconsejado el sensato cardenal Bellarmino, entretan-
servidores e incluso investido miembro de la honorable Academia to fallecido, sino como verdad. Pero, a modo de posición contra-
Pontificia de las Ciencias. El primer proceso -celebrado en 1616 ria a ésta, publicó las objeciones que, en sus conversaciones entre
y durante el cual Galileo llevó un estilo de vida tan lujoso que el amigos, le había aducido el cardenal Barberini. Y al interlocutor
legado florentino, en cuya residencia se alojaba, temía por su bue- en cuyos labios puso los argumentos del cardenal coronado papa
na reputación- terminó con una audiencia papal, en extremo be- lo llamó «Simplicio», un nombre que lo dice todo.
nevolente, y una retractación pública. A la vista de la situación, Esto era una calculada desfachatez. De algún modo, Galileo,
un tanto caldeada por él mismo, la Inquisición se limitó a suge- sobrevalorándose por completo, probablemente había pensado
rirle que dejara de defender propagandísticamente la imagen co- que, como amigo personal del papa, podía permitirse tales aven-
pernicana del mundo; y Galileo asintió a ello. El refinado y cul- turas. Pero ahí se equivocó. Y entonces se inició el segundo pro-
tísimo cardenal Roberto Bellarmino le aconsejó que defendiera ceso, que giró mayormente en torno a la ruptura de la promesa
la imagen copernicana del mundo como hipótesis, no como ver- dada en 1616 y concluyó con una condena consistente en la pro-
dad inamovible; y, con este consejo, el cardenal demostró estar a hibición de publicar y en el arresto domiciliario en su residencia
la altura de la epistemología actual. Porque hace ya mucho tiem-
de Arcetri, en las cercanías de Florencia.
po que la ciencia de la naturaleza renunció a conocer la verdad
Esta reacción de la Iglesia se puede considerar exagerada, co-
y optó por contentarse con probabilidades siempre falsables16.
mo opina el papa Juan Pablo II, quien en 1992 rehabilitó explíci-
De ahí que, en la actualidad, el pathos de Galileo Galilei sea del
tamente a Galileo Galilei. Pero una cosa está clara: el caso Galileo
todo ajeno a la ciencia seria. El premio Nobel de Física Werner
Heisenberg calificó la sentencia de la Inquisición de 1616 de «de- es, por encima de todo, una tragedia humana. Por lo que respec-
cisión justificable». Con todo ello, pues, el «caso Galileo» podría ta a sus causas, no tiene nada que ver con la relación entre cien-
haberse cerrado de manera en absoluto espectacular. Pero quien cia y cristianismo. Sin embargo, sus repercusiones fueron inmen-
piensa así no ha contado con Galileo Galilei. sas. Y ello no se debió sólo al hecho de que Galileo Galilei, con su
Dialogo, se convirtió en el primer exitoso periodista de asuntos
Pues, cuando el cardenal Maffeo Barberini, un reconocido científicos, sino también a que, en aquellos momentos, existían
matemático, amén de amigo de Galileo, fue elegido papa, al cien- grandes intereses confesionales y políticos en la propaganda anti-
católica. Así nació el mito Galileo. En su excelente biografía de
Galileo, Rudolph Krámer-Badoni se hace eco al respecto de una
16. Recordemos que una teoría o hipótesis es falsable cuando existe la posil cita lapidaria del conocido escritor Arthur Koestler, nada sospe-
dad de encontrar al menos una instancia empírica que la refute [N. choso de simpatizar con la Iglesia católica: «Al contrario de lo que
Traductor]. se lee en la mayoría de las presentaciones de la evolución de las
126 MANFRED LÜTZ EL D I O S DE LOS C I E N T Í F I C O S : G A L I L E O , D A R W I N , E I N S T E I N . . . 127

ciencias de la naturaleza, Galileo no inventó el telescopio, como Por tanto, sería urgentemente necesaria una ilustración de la
tampoco el microscopio, el termómetro o el reloj de péndulo. No ciencia sobre sí misma y sobre sus raíces. Sólo así podría tornar-
descubrió la ley de la inercia, ni el paralelogramo de fuerzas o se tal vez de nuevo fecunda la relación entre ciencia y cristianis-
movimientos, ni las manchas en la superficie solar. No realizó mo, de modo análogo a como lo ha sido durante mucho tiempo.
ninguna contribución a la astronomía teórica; no arrojó ningún Y, para ello, la inesperada evolución de la ciencia moderna ofre-
peso desde la Torre de Pisa, ni demostró la exactitud del sistema ce, como es sabido, los mejores presupuestos.
copernicano. No fue torturado por la Inquisición, ni languideció
en sus calabozos, no dijo: "Eppur si mouve" [No obstante, se
mueve], ni fue un mártir de la ciencia».
Pero lo que ha tenido repercusión no ha sido el Galileo real, 3. Darwin cierra un taller de alfarería
sino la opinión que, sobre él, se ha forjado a lo largo de los siglos.
Por lo demás, el propio Galileo era, con todas sus peculiaridades, Así y todo, el caso Galileo no estaba destinado a cortar de in-
un hombre pío y, como tan bellamente se dice, murió como «fiel mediato el vínculo entre el cristianismo y la ciencia. Los científi-
hijo de la Iglesia católica». Para la pregunta por la existencia de cos más destacados del siglo XVII, como, por ejemplo, Newton,
Dios, que el Sol se hubiese parado o no a instancias de Josué era, Pascal y Descartes, siguieron siendo, sin lugar a duda, cristianos.
de todos modos, irrelevante. Galileo no albergaba dudas sobre la Newton incluso incorporó al buen Dios a su sistema: cuando los
existencia de Dios. Y el Dios de Galileo Galilei era, a todas luces y planetas se alejan de su órbita, Dios, por medio de una manota-
sin recortes, el Dios cristiano. da, se encarga de restablecer un tráfico ordenado en los cielos. Pa-
Pero quienes luego, en épocas posteriores, invoquen a Galileo, ra Kepler, las leyes matemáticas por él descubiertas eran expre-
sobre todo los científicos, verán en el llamado «caso Galileo» una sión visible de la voluntad divina; además, le entusiasmaba haber
declaración de guerra de la Iglesia a la ciencia. Eso es lo que este sido el primero en reconocer aquí la belleza de las obras divinas.
caso nunca debió ser y lo que nunca fue. Sin embargo, en eso fue El importante científico danés Niels Stensen se convirtió al cato-
convertido de forma propagandística. Particularmente trágico, licismo y más tarde incluso fue ordenado obispo.
empero, es el hecho de que, de esta suerte, la única religión que se Sin embargo, en esta época comienza una desconfianza mu-
identificaba de modo espontáneo con la ciencia quedó encasilla- tua que, vistas las cosas desde nuestro presente, no nos facilita
da en el mismo compartimento en el que, con cierta razón, se en- discernir si la profesión de fe de un científico brotaba más del
contraban todas las demás religiones, que en la ciencia veían más oportunismo que de una convicción verdadera. Y también el an-
bien un enemigo. La gigantesca escenificación del mito Galileo ha tiguo impulso de la Iglesia de fomentar la ciencia comienza a de-
llevado a que la ciencia moderna sea ciega para la Iglesia y el cris- caer por primera vez. Se produce un mayor repliegue en el ámbi-
tianismo. La ciencia moderna enseguida olvidó que la Iglesia y el to de lo sagrado. Georges Minois considera este hecho una con-
cristianismo eran, en el fondo, sus padres, que la habían liberado secuencia del concilio de Trento, que, en su fundada lucha contra
del «miedo pagano» a las inquietantes fuerzas de la naturaleza, la mundanización de la Iglesia, habría trazado una distinción de-
alentándola al uso ilimitado de la razón. De ahí que la ciencia ex- masiado nítida entre lo sagrado y lo profano; a juicio de Minois,
perimentara durante largo tiempo a la Iglesia y al cristianismo, sólo gracias a ello pudo surgir el ateísmo moderno. En cualquier
igual que al resto de religiones, más bien como rivales o como un caso, el siglo XVIII asistió al lento paso de los científicos al bando
mundo contrapuesto. En el mejor de los casos, cabía la indiferen- agnóstico y ateo. El estado absolutista y la Iglesia a él estrecha-
cia frente a este ámbito. Mas todo aquel que reprime su propia mente vinculada fueron experimentados como represivos y re-
historia o incluso se escinde de sí mismo corre siempre especial chazados en creciente medida. Algunos científicos se aproxima-
peligro de perder su identidad y hundirse en lo que carece de fon- ron a ideas deístas de fabricación casera. El Dios de los científicos
do o de medida. Así ocurrió y ocurre también con la ciencia. del siglo XVIII era, si acaso, un Dios casero.
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Al final de este siglo es cuando se produjo la célebre compa- arbitraria en el curso de la naturaleza, predecible con necesidad,
recencia del gran físico Laplace ante el emperador Napoleón. El dándose importancia por medio de milagros y otros hechos ex-
cual quería que alguien le explicara la imagen científica del mun- traños. El término griego para «diablo» es alabólos, el que con-
do. Y Laplace le describió al monarca ávido de saber el mundo tal funde. Así pues, para la ciencia decimonónica, un Dios habría si-
como, a la sazón, lo veía la ciencia. Pero, cuando el físico llegó al do en verdad el diablo, el estúpido generador de confusión en un
final de su exposición, restalló como un disparo la pregunta del mundo que Él mismo creó en su día y que podía funcionar sin Él
emperador de los franceses: Et Dieu? ¿Y Dios? Y Laplace, irguién- en eterna armonía gracia a una red finamente tejida de leyes na-
dose, replicó orgulloso: Dieu? Je na i plus besoin de cette hypothé- turales ajustadas con esmero entre sí. El Dios de los científicos del
se! ¿Dios? Ya no necesito esa hipótesis. siglo XIX era un mito hostil a la ciencia y había que combatirlo.
Con esta frase patética, Laplace puso de manifiesto dos cosas Sin embargo, también para los científicos decimonónicos se-
al mismo tiempo. La primera: hacía ya mucho tiempo que el Dios guía siendo un enigma la asombrosa multiplicidad del mundo vi-
del siglo XVIII no era el Dios cristiano. Se trataba, al contrario, de vo, en apariencia tan llena de sentido. En este contexto, afloraron
un Dios conceptual y abstracto, de justo eso: una hipótesis, un ta- oportunos los conocimientos de un tal Charles Darwin. El cual
pa-agujeros para lo que la ciencia aún no había desentrañado. En describió de forma científicamente convincente cómo la natura-
la época de la luz de la Ilustración, la religión todavía se limitaba leza animada se había desarrollado hasta entonces y seguiría de-
a ser la lámpara para los rincones del mundo que aún no habían sarrollándose a través de la supervivencia de los más fuertes. El
sido iluminados. Y se tenía la intención de iluminarlos a no mu- hecho de que no excluyera al ser humano de este proceso puso,
cho tardar de manera asimismo magníficamente científica. La- por supuesto, a los cristianos tradicionalistas en pie de guerra.
place constató además que, en realidad, este Dios que trabajaba a Además, de golpe, también el relato bíblico de la creación se veía
tiempo parcial por razones de edad no tenía ya posibilidad algu- obligado a demostrar su verosimilitud. En esa misma medida, el
na: «De cuando en cuando me gusta ver al Viejo/ y me guardo de caso era del todo análogo al del colega Galileo. Sin embargo,
romper con Él...», se burlará poco tiempo después Mefistófeles en Darwin tenía un carácter muy distinto: era un hombre más pru-
el Fausto de Goethe. Este Dios era la respuesta ficticia para pre- dente, humilde y sensato que evitaba los conflictos, bien que de-
guntas asimismo ficticias. Con un Dios de esta índole era impo- fendió valerosamente su concepción científica.
sible encontrar respuesta a las serias preguntas existenciales por Pero también el siglo XIX ofreció el trasfondo de un gran
la presencia del mal en el mundo, el sentido de la vida y la des- conflicto para lo que aconteció a continuación. No se trataba ya
gracia de los buenos. La ciencia no necesitaba semejante Dios hi- de la controversia confesional que aún en tiempos de Galileo ha-
potético, tampoco lo necesitaba Laplace: nadie necesitaba a un bía determinado la escena. A la sazón se trataba del conflicto
Dios así. abierto entre una ciencia ya arreligiosa, incluso antirreligiosa, y la
Desde el principio, la ciencia del siglo XIX careció de Dios por religión. «Estoy contra la religión porque estoy a favor de la cien-
partida doble. En el fondo, ya no conocía al Dios cristiano; y al cia», afirmaría más tarde el otrora seminarista Josef Stalin, naci-
Dios deísta de los ilustrados lo rechazaba por ridículo o super- do todavía en vida de Darwin, dando muestras de su conocida
fluo. Pero, para la ciencia decimonónica, lo que estaba en juego simpleza intelectual. Lo funesto fue que, en esta confrontación,
no era sólo la libertad de la investigación y la docencia respecto como también ocurre en los enfrentamientos entre estados, a la
de la tutela eclesiástica y estatal. Dios distorsionaba básicamente larga se perdió el conocimiento del bando rival.
todo el gran proyecto científico-determinista del siglo, que aspi- En realidad, la teoría científica de Darwin no debería haber
raba a explicar y predecir alguna vez el mundo al cien por cien a llevado, de hecho, a conflicto alguno. En la historia bíblica de la
partir de la descripción de todos los fenómenos y el conocimien- creación, Dios cuelga las estrellas «en el cielo cual lámparas», se-
to de las leyes naturales. Por supuesto, este gigantesco proyecto no gún se dice en el texto original. Ya para los autores bíblicos, esto
toleraba, por principio, ningún Dios que interviniera de forma no era un informe documental de las primeras horas del mundo,
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sino una polémica bastante jugosa contra la adoración -domi- cilio o un papa. El muy venerado y santo doctor de la Iglesia
nante en Oriente- de los cuerpos celestiales como dioses. Lo real- Tomás de Aquino no creía en la llamada Inmaculada Concepción
mente nuevo de esta historia de la creación no eran los adornos de María -lo cual, por cierto, no significa otra cosa que la elección
poéticos, ni los siete días, ni siquiera las simpáticas «lámparas»; de María desde el principio y no tiene nada que ver en absoluto
no, lo realmente nuevo de los relatos bíblicos es que existe un úni- con el sexo, como círculos habitualmente mal informados afir-
co Dios y que Él ha creado de la nada el mundo entero. man una y otra vez. Sin embargo, esta antiquísima creencia fue
La Biblia no describe el mundo: lo interpreta. La teoría de proclamada dogma de la Iglesia en 1854. A partir de entonces,
Darwin, por el contrario, describe el mundo y su evolución. En uno deja de ser católico si la niega de forma explícita.
ella, la naturaleza no es una magnitud estática, sino un proceso Por consiguiente, si la propia Iglesia exige tomar en serio la
dinámico e histórico de desarrollo dotado de sus propias leyes. Lo historia y, por eso, incluso en el ámbito fundamental de la convic-
cual, en el fondo, concordaba con la visión cristiana. La simplista ción de fe son posibles desarrollos permanentes -aunque, por su-
noción de que Dios creó el mundo de forma artesanalmente sol- puesto, sin verdaderas rupturas históricas-, eso debe valer asimis-
vente trabajando a destajo, por decirlo así, durante seis días y lue- mo para los conocimientos de la ciencia. Para los primitivos pa-
go no sólo descansó el día séptimo, sino que, valga la expresión, dres de la Iglesia supuso un arduo trabajo trasplantar con relativa
se jubiló por completo, no tenía nada que ver con el Dios cristia- rapidez la fe cristiana, nacida en el entorno hebreo, al pensamien-
no: ése era el ridículo Dios jubilado de Epicuro y los deístas. Ya to y el saber grecorromanos de la época. Pero lo hicieron sin nin-
gún miedo al contacto, con gran liberalidad, sin traicionar la iden-
Mefistófeles se burla con gracia de un Dios así en el Fausto de
tidad cristiana en el proceso. Un trabajo semejante debe llevarse a
Goethe: «¡Pues, claro! Cuando se afana un dios seis días segui-
cabo desde el punto de vista cristiano de nuevo en cada época.
dos,/ y al final a sí mismo dice: "¡Bravo!",/ ha de salir de ello algo
sensato». Así pues, si -conforme a la convicción cristiana- hasta la pro-
Los cristianos, por el contrario, creen que Dios se ha encarna- pia fe evoluciona desde las primeras leyes y reglas a una mayor
do en Jesucristo. Es decir, que Dios en persona ha entrado en la claridad y prosperidad posterior, ¿qué podría impedirle a Dios
historia y en persona sigue trabajando en ella bajo la forma del imprimir también a la creación desde el principio, de modo aná-
llamado Espíritu Santo. Así pues, precisamente bajo el punto de logo, leyes y reglas que la lleven a desde sus inicios caóticos a una
vista cristiano, existe incluso un desarrollo histórico de la fe. ¿Por magnificencia futura? De ahí que precisamente la teoría de la evo-
qué no podría ser concebible entonces también un desarrollo his- lución inspirara en el siglo XX al científico y sacerdote francés
Teilhard de Chardin a formular una concepción profundizada y
tórico de la creación? La fe cristiana afirma que, ya desde el prin-
excepcionalmente fecunda en el plano espiritual de Cristo y el
cipio, están plantadas determinadas convicciones de fe. Pero a
sentido de la historia.
menudo sólo a través de un proceso de siglos se desarrollan has-
ta alcanzar una claridad susceptible de ser plasmada en fórmulas. Para los cristianos despiertos, por tanto, la teoría de la evolu-
Para los fundamentalistas de cualquier orientación, semejante ción constituye, en realidad, un grato avance científico. El magis-
«historización» de la verdad era, en sí misma, una apostasía de la terio de la Iglesia católica, en cualquier caso, nunca la ha conde-
fe. Para la Iglesia católica, por el contrario, esta convicción de un nado. Más aún, el sacerdote católico y monje agustino Gregor
legítimo desarrollo de la fe bajo la guía del Espíritu Santo dentro Mendel, contemporáneo de Darwin, participó en las investigacio-
de la Iglesia representa ni más ni menos que la justificación de su nes científicas en torno a la herencia y, merced a un paciente tra-
bajo de investigación, descubrió las leyes que llevan su nombre,
existencia.
las cuales contribuyeron a una comprensión más profunda de la
De ahí que exista una evolución de los dogmas o, lo que es lo
teoría de la evolución.
mismo, que determinadas proposiciones de fe hayan recibido en
un momento determinado, pero sólo después de una reflexión de Pero entonces, ¿cómo pudo llegarse a la todavía hoy viva con-
siglos sobre la fe, una formulación concreta por parte de un con- troversia en torno a la teoría de la evolución? Cuando en 1859
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Charles Darwin publicó su fundamental obra El origen de las es- ciones del pasado, ya no estaría haciendo ciencia, sino profecía de
pecies, reinaba la guerra. Guerra entre la ciencia y la religión. Y, en medio pelo. La ciencia seria se puede reconocer por el hecho de
guerra, la imagen que uno tiene del enemigo siempre está distor- que siempre permanece consciente de los límites de sus posibili-
sionada. Los continuos ataques polémicos de algunos científicos dades cognoscitivas, límites que vienen determinados por los lími-
contra la religión tuvieron como consecuencia que ciertas perso- tes de su método. El historiador de la ciencia Ernst-Peter Fischer
nas religiosas enseguida sospecharan que las ideas del científico escribe: «La grandeza de Dios se muestra precisamente en la evo-
Charles Darwin representaban una nueva acometida. Ahí había lución y a través de ella. Con esta característica, aseguró la conti-
alguien que afirmaba que el ser humano descendía del mono. Lo nuidad de la vida que Él mismo había creado. La idea de la evo-
cual contradecía a la Escritura. Sobre todo los cristianos protes- lución, lejos de desembarazarse de Dios, se lo toma en serio».
tantes fieles a la Biblia, con su principio de la sola scriptura (sólo Por consiguiente, para cristianos que miraban un poco más
la Escritura), estaban particularmente inermes en manos del tex- lejos, la teoría de la evolución sólo era, en realidad, el tránsito de
to bíblico e iniciaron vehementes campañas contra Darwin y su un ya algo anticuado Dios alfarero -que, tras crear al ser huma-
teoría, campañas que duran hasta la fecha. no, se limpia las manos en el delantal- a un Creador omnipoten-
Pero, como suele ocurrir, también el otro bando se rearmó. Se te, de verdadera genialidad divina, que actúa directa e indirecta-
intentó sacar partido a la teoría darwinista como clave de bóveda mente y que hace miles de millones años creó el mundo de la na-
de una explicación atea del mundo. Las burdas ideas de los fun- da y le impuso unas reglas que han operado un maravilloso
damentalistas protestantes se lo pusieron sobremanera fácil a los desarrollo, un Creador que cada día preserva a este mundo de
científicamente orientados partidarios de Darwin. Pero, en reali- hundirse en el caos y la nada.
dad, la teoría de la evolución no tiene nada que ver en absoluto
con la pregunta de si Dios existe o no. Lo que hace es ofrecer una
descripción de las leyes conforme a las cuales el mundo vivo ha 4. La catástrofe de una imagen del mundo
ido evolucionando. Eso es todo. Por lo que respecta a la pregunta
decisiva de por qué existe algo y no más bien nada, no tiene nada Para los ateos decimonónicos, que tenían depositada su fe en la
que decir. Con la teoría de la evolución tampoco se puede respon- ciencia, la teoría de la evolución albergaba, por el contrario, la se-
der a la pregunta de por qué existe orden en el mundo y no más milla de la catástrofe de su imagen del mundo. Pues la teoría de
bien lo más probable desde el punto de vista termodinámico, es- la evolución fundada por Darwin partía de que, lejos de que to-
to es, el caos. Y si hay leyes naturales que ponen orden el caos, do se desarrolle automáticamente conforme a leyes naturales,
¿cómo es posible que estén tan precisamente ajustadas entre sí existen mutaciones, esto es, alteraciones repentinas, impredeci-
que, tras una larga evolución, ha llegado a aparecer un ser huma- bles, azarosas, del conjunto de rasgos hereditarios. De ellas sólo se
no tan complejo como Charles Darwin o como tú, querido lec- transmitirán a las generaciones posteriores, según las ideas de
tor? La teoría de la evolución tampoco puede explicar por qué el Darwin, las variantes capaces de imponerse. Tales mutaciones
mundo no se va a hundir en la nada dentro de un segundo, en eran la clave de toda la teoría de la evolución: sin ellas no habría
cuanto hayas terminado de leer esta frase. podido existir ningún desarrollo de lo nuevo.
Pues, como todas las teorías científicas, la teoría de la evolu- Pero al ateísmo decimonónico, que se las daba de científico,
ción sólo puede describir conforme a reglas lo que hasta ahora ha tales sucesos impredecibles por principio debían antojársele algo
acontecido y lo que hasta ahora es susceptible de conocimiento. así como virus informáticos, que a la larga destruyen todo el pro-
La experiencia acumulada hasta el presente muestra que estas re- grama. La impredecibilidad por principio: para el gigantesco pro-
glas han seguido teniendo vigencia en todo momento y que no ha yecto científico del siglo XIX, el determinismo, eso era más o me-
sobrevenido el caos. Pero si alguien afirmara poder predecir con nos como el agua bendita para el demonio. Porque, con ello, a la
absoluta seguridad el futuro en su conjunto a partir de las condi- concepción atea de la naturaleza como un mecanismo de reloje-
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ría enteramente calculable en principio, en el cual cada ruedecita la propia Iglesia. La decisión del concilio invoca una cita bíblica
engranaba de modo necesario con otra, se le abría de una el sue- de la carta a los Romanos, que reza: «Desde la creación del mun-
lo bajo los pies. El azar, que hasta entonces había sido considera- do, su condición invisible, su poder y divinidad eternos, se hacen
do -como Dios- enemigo de la ciencia y cuyo ámbito de domi- asequibles a la razón por las criaturas». Con lo cual se atribuía a
nio se había reducido más y más merced al creciente conocimien- la razón, por principio, la suprema capacidad cognoscitiva, a sa-
to de las regularidades de la naturaleza, había entrado oficialmen- ber, la posibilidad de conocer a Dios.
te en el territorio de la ciencia... para ya nunca abandonarlo. La fe cristiana no tenía, por consiguiente, nada que ver con se-
Pero, estando en guerra, no es plato de gusto admitir las de- creteos de ninguna clase, sino que debía justificarse ante el tribu-
rrotas y, mucho menos, dar noticia de ellas. De ahí que se pasase nal de la razón. Una razón, sin embargo, que, lejos de ser autista,
por alto de propósito el agujero que Darwin había abierto en la podía escuchar a la revelación. Con arreglo a la comprensión del
fortaleza del determinismo ateo. Y se incurrió en el error lógico concilio, la revelación primera es, ciertamente, la creación, que
de creer que la explicación de cómo había evolucionado el mun- está ante los ojos de todo el mundo. La dignidad del ser humano
do vivo esclarecía asimismo por qué había evolucionado en pri- radica en su capacidad de conocer a Dios a partir de esta creación
mer lugar y por qué lo había hecho precisamente así, obedecien- por medio de la razón. Y su tragedia consiste en que también pue-
do las reglas que había obedecido. de cerrarse a Él. Pero aquella capacidad es, entonces, condición si-
Sin embargo, lo que cuenta en la guerra no es la lógica y la ra- ne qua non de la revelación especial de Cristo, que no se deriva de
zón, sino, sobre todo, la psicología. Y, desde el punto de vista psi- la mera contemplación de la creación con ayuda de la razón.
cológico, la teoría de la evolución tapó en apariencia una laguna El himno del Concilio Vaticano I a la razón es, al mismo tiem-
que hasta entonces inquietaba a los ateos. Psicológicamente, la po, un estímulo al empleo de la razón en la ciencia. No obstante,
teoría de la evolución obró -y todavía obra- en muchas personas la razón puede ser utilizada tanto para el bien como para el mal.
como si, por fin, «todo» se pudiera explicar de una vez para siem- La mera razón técnica, carente de regulación moral, puede llevar
pre. Pero eso no era cierto, ni tampoco fue afirmado nunca por a consecuencias catastróficas. Cuando tuvo noticia de la explosión
Darwin. De cualquier modo, una teoría que pretendiera poder de las sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, el
explicar realmente todo de una vez por todas nunca sería una destacado y entusiasta físico Cari Friedrich von Weizsácker se que-
teoría científica. Sería una cosmovisión, una ideología, opio para dó conmocionado y profundamente deprimido. Científicos eran
el pueblo ateo. quienes habían desarrollado la investigación básica, condición si-
Al pueblo de Dios, empero, los setecientos padres conciliares ne qua non de la construcción de la bomba; científicos, quienes la
reunidos en la nave transversal derecha de la basílica de San Pedro habían producido técnicamente; y científicos, quienes la habían
de Roma aquel memorable 24 de abril de 1870 le recetaron razón. sometido a prueba. A ojos de Cari Friedrich von Weizsácker, los
A la verdad, en aquel entonces, la Iglesia podía meterse en un científicos eran responsables, por tanto, de la muerte de cientos de
gran lío con una decisión de este género. Estaba, por una parte, la miles de inocentes. Von Weizsácker vio el «camino directo desde
hostilidad de la ciencia. Y, por otra, aquella centuria se hallaba ro- Galileo a la bomba atómica» y manifestó explícitamente su firme
mánticamente enamorada de la irracionalidad. La cual también convicción de que, con ello, la ciencia en la estela de Galileo ha-
le había venido de perlas a la Iglesia, en especial a principios de si- bía devenido imposible para siempre. Había dejado de ser acep-
glo. Existía, pues, el peligro de irritar a la propia clientela sin de- table que los científicos, apelando a Galileo y a la libertad de la
rrotar al adversario. ciencia, no se sintieran responsables ante nadie en el ejercicio de
Sin embargo, la decisión apremiaba, porque la Iglesia, desde su actividad científica. Ya Bertolt Brecht, en su Vida de Galileo,
sus orígenes, no le ha tenido miedo tanto a la razón cuanto a la había planteado reflexivamente la pregunta de si es legítimo que
irracionalidad gnóstico-esotérica. Y tales aspiraciones irraciona- una campaña científica precipite a las personas en la confusión y,
les no sólo se daban en el desnortado campo de los ateos, sino en por ende, en la infelicidad.
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Al final del atormentado siglo XX, el otrora eminente físico trabajo con el psicoanálisis, que pretendía reducir también las re-
atómico de la Unión Soviética voló en secreto de Moscú a Roma. acciones anímicas del ser humano, en último término, a regulari-
No era católico, pero quería entrevistarse con el papa. Se trataba dades inscritas en su naturaleza pulsional. En ese mismo año de
de Andrei Sajarov, quien, por razones de conciencia, había pues- 1895, un solemne manifiesto de algunos intelectuales -entre ellos
to fin a las investigaciones científicas que había estado realizando el incansable pionero del ateísmo, Émile Zola- proclamaba que la
al servicio de un estado totalitario. La planteó al papa la pregun- religión debía ser reemplazada por la ciencia. En el periodo entre
ta, para él tan inquietante, de si debía ceder a las presiones que es- siglos, el ateísmo científico y la ciencia atea se recostaban uno en
taba recibiendo para presentarse como candidato para el Con- brazos del otro, seguros de su victoria, en el cenador de la socie-
greso de los Diputados del Pueblo. Pues si entraba en política, co- dad guillermina17. No tardaría en llegar el momento en que todas
rría de nuevo el riesgo de ser utilizado e incluso de convertirse en las leyes de la naturaleza estarían descubiertas y, para la ciencia,
cómplice. El papa habló largo y tendido con él y terminó aconse- no podría pasar ya bajo el sol nada inexplicable e impredecible,
jándole que aceptara la candidatura. anunciaba Ernst Haeckel en su famoso libro Die Weltratsel [El
Había sido un largo camino para la ciencia: de las obstinadas enigma del mundo]. La Torre de Babel alcanzaría definitivamen-
exigencias de Galileo Galilei ante el papa Urbano VIII en deman- te el cielo y todas las incertidumbres aún no explicadas serían di-
da de ilimitada libertad y de prioridad para la ciencia hasta el via- sipadas de una vez por todas.
je de Andrei Sajarov a Roma para hablar con el papa Juan Pablo En este momento de la historia universal, el ateísmo y la cien-
II. A través de una dolorosa experiencia, Sajarov había llegado a cia se habían avecinado tanto que casi parecían uno y lo mismo.
la conclusión, compartida por el papa, de que la ciencia respon- En cualquier caso, estaban tan cerca uno de otro como nunca an-
sable que quiera servir al ser humano debe ser siempre conscien- tes lo habían estado y como nunca volverían a estarlo. Pero en-
te de los límites que la moral impone a su libertad. Cuando, en la tonces ocurrió el cambio repentino. Fueron primero la transfor-
década de mil novecientos noventa, se discutió en el parlamento mación introducida en las ciencias de la naturaleza por la teoría
alemán (Bundestag) la pregunta, relevante desde un punto de vis- cuántica, la teoría de la relatividad y la teoría de la «gran explo-
ta ético y antropológico, de si la llamada muerte cerebral signifi- sión» (big bang) y luego las nuevas filosofías de la ciencia, como
caba la muerte de la persona y de cómo se podían justificar los la de Karl Popper, las que negaron a la ciencia, por principio, la
trasplantes de órganos, los diputados del Partido Socialista De- posibilidad de conocer verdades eternas. Lo cual condujo de gol-
mocrático (PDS, Partei des Demokratischen Sozialismus, de orien- pe a la destrucción de los fundamentos intelectuales del ateísmo,
tación comunista) consideraban especialmente importante saber algunos de ellos ya centenarios. Así como la Iglesia y la ciencia se
qué opinaba la Iglesia al respecto. La pregunta por la responsabi- habían distanciado emocionalmente tras el caso Galileo, así tam-
lidad de la ciencia es hoy tan actual como en pocos momentos bién, desde el punto de vista argumentativo, el matrimonio entre
anteriores de la historia. También de personas que, por lo demás, el ateísmo y la ciencia se vino abajo de súbito.
no están demasiado interesadas en tales cuestiones, se apodera el Precisamente los protagonistas más destacados de la ciencia
inquietante sentimiento de que una ciencia y unos científicos que moderna se volvieron de nuevo hacia la religión. Max Planck, el
ya no se consideran comprometidos con la moral, sino sólo con fundador de la mecánica cuántica, concluyó su famoso ensayo so-
intereses varios, incluidos los suyos propios, pueden convertirse bre «Religión y ciencia» con el programático eslogan: «¡Hacia
en un serio peligro para la humanidad. Dios!». Werner Heisenberg señaló que el conocimiento científico-
natural se circunscribe a un aspecto parcial de la realidad, el 11a-
La época galileana de la ciencia ha pasado. Pero a ello ha con-
tribuido mayormente la propia ciencia. A finales del siglo XIX
volvió a desatarse una peculiar inquietud. Darwin, quien en apa-
riencia había explicado de manera concluyente la existencia de la 17. El período guillermino se extiende desde 1888 hasta 1918, los años de reina-
do del emperador alemán Guillermo II [N. del Traductor].
naturaleza animada, había muerto; y en 1895 Freud comenzó su
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mado aspecto objetivo. «Pero el lenguaje religioso debe evitar jus- ¿Por qué razón iba a transgredir luego Dios las leyes creadas por
to la escisión del mundo en un lado objetivo y otro subjetivo, Él mismo? Pero ya entonces la réplica rezaba: Si Dios es Dios y no
pues ¿quién puede afirmar que el lado objetivo sea más real que el Dios jubilado de los deístas, ¿por qué no?
el subjetivo?». Y, realmente, la duda metódica, el experimento y la Lo cierto ha sido siempre, sin embargo, que una fe que merez- •
prueba son, para todo científico, los instrumentos obvios del co- ca ser tomada en serio y que se sepa obligada ante la razón no
nocimiento. Mas ni con la duda metódica, ni con los experimen- puede ser reducida a una irracional fe en los milagros. De ahí que
tos, ni con las pruebas, logrará cerciorarse del amor y la fidelidad la Iglesia siempre haya procedido con suma reserva a la hora de
de su mujer; y, sin embargo, este conocimiento le será al científi- reconocer milagros. Con la excepción del milagro básico de la en-
co más valioso y cierto que todo lo que pueda conocer científica- carnación y la resurrección de Jesucristo, ningún católico está
mente. Albert Einstein, el artífice de la teoría de la relatividad, se obligado a creer en milagros acontecidos en Lourdes, Fátima o
hizo ateo al principio, por supuesto. Pero cuanto más ahondaba cualquier otro sitios. Y asimismo en los propios lugares de pere-
en la ciencia, tanto más fue convirtiéndose en un admirador de lo grinación la Iglesia se esfuerza siempre, a través de estrictos con-
divino: «Su religiosidad [la del investigador] consiste en el embe- troles, por no permitir que prolifere la fe en los milagros. Tam-
lesado asombro ante la armonía de las leyes de la naturaleza, en bién ha sido siempre cierto que los milagros, cuando se limitan a
las que se revela una razón tan suprema que todo aspecto razona- constituir una suerte de número circense, en realidad son del to-
ble del pensamiento y el orden humano es, en comparación, un do irrelevantes para la fe. Según esto, muchos milagros no harían
reflejo del todo insignificante». El espíritu no es, según Einstein, más que recordarnos que el mundo, evidentemente, no funciona
un producto secundario de la materia, sino la estructura que do- de modo tan regular como solemos pensar. Y, entonces, tales di-
mina a ésta. Y el pensamiento indagador humano, sigue diciendo, vertidos milagros serían más bien tristes errores artesanales del
no es más que reflexión sobre lo ya previamente pensado. Por úl- buen Dios o de la «gran explosión» (big bang). Lo que aprendía-
timo, el físico cuántico Pascual Jordán escribió a finales de la dé- mos en la carrera de teología es correcto; a saber, que los milagros
cada de mil novecientos setenta el ya mencionado éxito de ventas son, por encima de todo, signos de Dios para el ser humano. Por
El hombre de ciencia ante el problema religioso. En él, Jordán, amén consiguiente, los milagros, en sentido cristiano, no son trucos de
de explicar la nueva imagen científica del mundo, expresa con na- magia, sino mensajes dirigidos a personas determinadas en un
turalidad el asombro de un científico moderno ante el milagro de determinado momento histórico.
la creación divina. De hecho, el renombrado físico Pascal Jordán Un buen ejemplo es, ya en el Antiguo Testamento, el milagro
volvió a hablar de milagros. por excelencia para los judíos: la liberación del pueblo israelita de
Egipto. Conocemos las imágenes: el pueblo de Israel, perseguido
por el faraón y enfrentado a un peligro supremo, se interna en el
5. Milagro, ilusión y realidad mar Rojo; entonces, a izquierda y derecha se alzan las aguas como
murallas, y los israelitas atraviesan el mar a pie enjuto. Una bella
«El milagro es el hijo preferido de la fe», dice con respetuosa iro- historia. De hecho, así es como uno se representa una interven-
nía Mefistófeles en el Fausto de Goethe sobre la religión de la sen- ción poderosa de Dios en contra de todas las «leyes de la natura-
cilla Gretchen (diminutivo de Margarete). Ya desde el siglo XVIII, leza». Pero si se lee con más detenimiento el antiquísimo relato
la gente cultivada solía reírse de todo lo que sonara a milagro, bíblico, cabe constatar que, curiosamente, este hecho no es pre-
pues una violación de las leyes de la naturaleza era tenida sin más sentado como una fulguración repentina y del todo inexplicable.
por imposible. También muchos cristianos e incluso teólogos Dios exhortó a Moisés a extender su mano y a dividir las aguas en
cristianos, como luego Hans Küng en su obra ¿Existe Dios?, con- dos... pero nada ocurrió. Al menos, no de inmediato. Más bien, se
sideraban inviables los milagros; pues, al fin y al cabo, es el pro- dice: «El Señor hizo retirarse al mar con un fuerte viento de le-
pio Dios quien ha creado el mundo y las leyes de la naturaleza. vante que sopló toda la noche, y el mar quedó seco». Los israeli-
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tas entraron por el mar; y cuando el faraón, con su ejército, les si- un milagro era algo que a menudo resultaba demasiado inconcre-
guió, «al despuntar el día el mar recobró su estado ordinario» y el to para el pueblo creyente.
ejército egipcio pereció en el aluvión. Por eso, los creyentes de a pie seguían creyendo sin más, im-
Lo que aquí ocurre no es tanto una violación de «leyes natu- pertérritos, en los milagros como intervenciones de Dios en el
rales», sino que Dios, antes bien, se sirve de «sus» leyes naturales mundo. Lo cual se justificaba afirmando que no eran los científi-
con el fin de salvar a su pueblo elegido. Así y todo, se trata, por cos, ni los teólogos, sino Dios en persona quien determinaba el
supuesto, de un milagro. El milagro consiste en que el viento se reglamento interno. Y de pronto se presentó la propia ciencia de
levanta junto en el momento en el que el pueblo, en un apuro su- la naturaleza reconociendo que estaba equivocada, que el regla-
premo, se encuentra ante el mar Rojo y no sabe qué hacer. Los mento interno de la naturaleza en modo alguno era tan estricto
milagros de Dios no son, por consiguiente, espectaculares trucos como el de un albergue juvenil, como siempre se había pensado,
de magia, sino poderosas respuestas divinas a las necesidades sino que funcionaba de manera bastante más liberal, al estilo más
existenciales de los seres humanos. Lo mismo ocurrirá más tarde bien de las ordenanzas de tráfico en Italia, donde todo vale sólo
con el maná en el desierto, cuando el pueblo de Israel estaba «de forma aproximada» y un semáforo en rojo es, en el mejor de
hambriento; o con el agua que Moisés hizo brotar de una roca los casos, una invitación a pararse eventualmente, si se presta la
golpeándola con su cayado, cuando el pueblo tenía sed. Y sólo por ocasión. O formulado con rigor científico: en el ámbito atómico,
eso, desde hace tres mil doscientos cincuenta años hasta fecha de el mundo no funciona con determinismo, sino a saltos, a saltos
hoy, los judíos rememoran año tras año este paso -en verdad in- cuánticos. No se puede predecir con absoluta seguridad, sino só-
creíble- del «mar Rojo», porque Dios, con esta acción, realmente lo con probabilidad, si un átomo saltará o no a un nivel de ener-
los rescató de una situación de sumo peligro. Increíble, pero cier- gía superior. Las desviaciones estadísticas son, por tanto, siempre
to. Y la narración de esta verdad ha mantenido unido a este pue- posibles y no violan ninguna ley natural. En último término, las
blo durante milenios. Un entretenido truco de magia, por el con- leyes de la naturaleza sólo rigen ya estadísticamente. No obstan-
trario, habría sido olvidado -con razón- al cabo de dos semanas. te, la probabilidad en el ámbito macroscópico es tan alta que las
La pregunta de si, a fin de patentizar su carácter extraordina- viejas leyes de la naturaleza pueden continuar siendo usadas a
rio, el milagro debía ir acompañado de una violación de las leyes efectos prácticos. De este modo se comprende que, como hemos
de la naturaleza era, de todos modos, irrelevante en una época en mencionado más arriba, la ascensión de Cristo y otros milagros
la que todavía no se conocían tales leyes. Pero, al comienzo de la no representan ya en la actualidad un problema físico insupera-
ciencia moderna, al buen Dios se le prohibió sin vacilaciones ble. Tales acontecimientos son sumamente improbables desde el
realizar milagros que transgredieran las leyes de la naturaleza, cu- punto de vista físico, pero no imposibles por principio.
yo descubrimiento era motivo de orgullo. El buen Dios fue encar- Pero, entonces, ¿qué es un milagro? Con la antigua definición
celado en el cielo, sin posibilidad de disfrutar del tercer grado ni de «milagro» como violación de una ley de la naturaleza -defini-
de los programas de resocialización. Pues, en aquel entonces, el ción que, en realidad, nunca fue la del pueblo llano-, ya no se lle-
prodigioso orden del cosmos suscitó la admiración de algunos ga, en efecto, a ningún sitio. Pues, en tiempos de la física galileana,
científicos. Pero las intervenciones prodigiosas de un Dios hace- no podía producirse violación alguna de las leyes de la naturaleza.
dor de milagros en ese prodigioso orden no podían sino precipi- Ahora, en tiempos de la física cuántica, tampoco puede darse
tar la totalidad de tan maravilloso orden, que funcionaba con ne- transgresión alguna de las leyes de la naturaleza, porque ya no
cesidad conforme a leyes eternas, en un nefasto caos. Así, el mila- existen leyes de la naturaleza en este sentido. Queda lo que el pue-
gro quedó reducido a una obra de Dios con valor de signo, como blo siempre ha creído; a saber, que un milagro es una intervención
decían los teólogos, una obra, empero, que debía atenerse al re- de Dios, quien, de este modo, quiera darnos algo a entender.
glamento interno formulado por los científicos. En qué seguía Aparte de a tu propio nacimiento, ¿has asistido alguna vez al
consistiendo exactamente, desde el punto de vista de los teólogos, nacimiento de un bebé? Puesto que hoy es habitual que también
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los varones estén presentes cuando sus hijos vienen al mundo, yo Para las personas creyentes, el milagro por excelencia ha sido
no me he escaqueado y he participado en ese curso en el que tam- siempre la creación. Durante mucho tiempo nos hemos conven-
bién los varones, en aras de la justicia, pueden instruirse en las con- cido a nosotros mismos o, en el antaño ampliamente extendido
tracciones del parto. Tomé parte en todo, desde lo médicamente ateísmo de Estado, nos hemos dejado convencer de que uno ya lo
sensato hasta las tonterías de aire esotérico. Luego, llegó el día del ha comprendido todo cuando entiende cómo ha evolucionado el
nacimiento de nuestra hija mayor. Yo soy médico. He estudiado plural mundo de la vida. Pero nadie conoce la razón por la que ha
medicina. He vivido un montón de partos. Mi hija nació «normal». surgido algo por el mero hecho de haber descubierto a qué leyes
No me pareció que el parto contradijera las leyes de la natu- ha obedecido su desarrollo. Es un milagro ya que haya surgido al-
raleza ni los estándares ginecológicos. Pero te aseguro que lo que go; que rijan estas leyes y no otras; y que no todo se hunda ma-
yo viví allí fue un milagro. Que de pronto apareciera una nueva ñana mismo en lo que, desde el punto de vista termodinámico, es
persona, un nuevo yo, que hasta ese momento no existía y de la lo más probable, o sea, el caos. La teoría de la evolución no pue-
que era yo el padre, sin el cual este nuevo yo nunca habría existi- de ni pretende explicar este milagro. Por consiguiente, la evolu-
do: eso lo viví como un milagro. Todavía recuerdo bien que fue ción en modo alguno le sustrae a la creación su carácter milagro-
justo esta palabra la que me vino a la mente: milagro. Y no en un so; antes bien, le añade aún el milagro de la evolución.
sentido de uno u otro modo alegórico, como cuando, en el anun- Si, dentro de millones de años, llegaran a la Tierra seres inte-
cio de chalés adosados que apareció el fin de semana pasado, se ligentes de otros cuerpos celestiales y no encontraran ya en ella
habla del «milagro del espacio». Debo subrayar que, en el alum- vida orgánica, hallarían, no obstante, testimonios humanos. Por
bramiento de mi hija, ninguna actuación me era verdaderamen- ejemplo, un «escarabajo» Volkswagen bastante abollado, como el
te extraña, conocía todas las maniobras: en realidad, desde el que conducía en mis tiempos de estudiante. Encontrarían tam-
punto de vista médico, el nacimiento de mi hija no tuvo nada de bién formas precedentes del «escarabajo», así como modelos pos-
espectacular. Y, sin embargo, agradecido y muy feliz, viví ese par- teriores. Además, por medio de un análisis estratográfico preciso,
to como un milagro. podrían reconstruir la evolución de este tipo de automóvil. Quizá
En la vida, a veces pasamos por alto milagros debido a que co- constatarían incluso una suerte de supervivencia -sujeta a algún
nocemos algo relativamente superficial sobre un fenómeno o a tipo de norma- de los tipos de automóviles más aptos. Pero, por
que hemos vivido de forma reiterada el mismo proceso. Aunque muy rigurosamente que examinaran todas las regularidades
eso no los hace menos prodigiosos, uno tiene embotada la capa- constatadas, nunca dudarían de una cosa: de que alguien planifi-
cidad de percepción. Por lo demás, estoy por completo seguro de có y realizó todo ello.
que muchos varones -y mujeres- viven el nacimiento de sus hi- Ya sólo una brizna de hierba está construida con mayor com-
jos como un milagro existencialmente conmovedor; y, a pesar de plejidad que un «escarabajo» Volkswagen. El cómo de su apari-
ello, no hablan en realidad de esa vivencia, porque, después de to- ción evolutiva puedo describirlo con acierto desde un punto de
das las controversias de las que ha sido objeto, la palabra «mila- vista meramente descriptivo con la teoría de la evolución. Pero,
gro» ya no pertenece a su vocabulario. Sin embargo, quizá se ne- con ello, no queda contestada la pregunta de quién ha dispuesto
cesite una cierta viveza intelectual para poder percibir milagros, la naturaleza y sus leyes de forma tal que la evolución haya sido
así como serenidad, tiempo para contemplar sin estrés el mundo. capaz de elevarse hasta la finura capilar de semejante brizna de
Sea como fuere, mientras uno se limite a hacer siempre lo que hierba. A buen seguro, los sistemas vivos poseen, a diferencia de
«se» hace en tal o cual situación; mientras uno no piense ni diga un «escarabajo» Volkswagen, una cierta dinámica propia. Pero, si
más que lo habitual; mientras uno, en definitiva, viva sólo de ma- pegamos la palabra «vida» en el lugar donde ya no podemos ex-
nera rutinaria, probablemente pasará por alto sin más los mila- plicar nada, entonces tampoco hemos explicado nada aún. En
gros: el neonato de ayer está, ya junto a su madre, en la habitación cualquier caso, algunos quizá sólo creen todavía en que a través
número 1... de la supervivencia de los más aptos haya podido surgir la nove-
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mana. Invitamos a científicos de primer rango internacional, nin-


na sinfonía de Beethoven, nada apropiada para guerrear e impo- guno de los cuales era católico. Sin embargo, nadie rechazó la in-
nerse, porque hace ya mucho tiempo se utilizó una equivocada vitación y resultó un congreso muy fructífero.
interpretación de la teoría de la evolución para amueblar la sala Como preludio, uno de los científicos, extraordinariamente
de estar del ateísmo. Existe un conservadurismo ateo que cultiva comprometido en la psicoterapia de criminales sexuales, me dijo:
sus prejuicios y apenas reacciona a los argumentos. «¿Sabe, usted? Soy ateo porque mi padre lo era, pero valoro mu-
El premio Nobel de literatura Francois Mauriac escribe: «La cho a la Iglesia». Cuando en el transcurso del congreso se men-
aparición de la vida, brotando del material eterno en un punto cionó que el déficit de relaciones personales íntimas constituye
delimitado del tiempo y el espacio, y su evolución desde la célula un factor de riesgo y algunos representantes eclesiásticos aludie-
primitiva hasta este rostro en la pantalla cinematográfica de mi ron al celibato en relación con ello, este científico tomó la palabra
barrio, hasta esta mirada infantil que se abre hacia mí, hasta este y aseguró que aquello era un malentendido: él daba por sentado
larghetto de Mozart, hasta esta elipse de Rimbaud: pasar de largo que todo sacerdote católico mantiene una relación íntima con
ante este misterio del mundo me parece tan ilógico como la reac- Dios. Y más tarde, en un contexto diferente, un colega -budista-
ción de un náufrago que descubriera impasible pisadas humanas afirmó que, para vivir el celibato, no es necesario recibir una for-
en la arena». mación más intensa en materia sexual, sino, sobre todo, ahondar
en la propia espiritualidad.
Durante este congreso no se percibió la más mínima huella de
6. El error de Stephen Hawking una tensión entre la religión y la ciencia. Ya no existe el viejo con-
y las pequeñas imágenes en color del cerebro flicto entre la ciencia y la religión. Los científicos vuelven a mos-
trar un creciente interés en Dios. Al fin y al cabo, una encuesta
En su libro Breve historia del tiempo, una obra que merece la pe- realizada a científicos en 1989 en la secularizada Francia arrojó la
na leer, Stephen Hawking escribe que la teoría de la «gran explo- sorprendente cifra de un cincuenta por ciento de creyentes. En la
sión» (big bang), por supuesto, no concuerda con el pensamiento actualidad, los científicos que hacen profesión militante de ateís-
cristiano de la creación. Asegura incluso que el papa Juan Pablo mo, algo que no era raro en el siglo XIX, son, en el mejor de los
II así lo confirmó en una audiencia concedida a los participantes casos, extravagantes figuras aisladas.
en un congreso científico celebrado en Roma, en la que él estuvo Sin embargo, también en este ámbito se dan la nostalgia y el
presente. Puesto que consideré imposible tal cosa, hice indagacio- tradicionalismo. Una y otra vez son lanzadas al mercado decimo-
nes al respecto: el papa no pronunció ese supuesto discurso. Y, en nónicas antiguallas intelectuales. El darwinismo ideológico, que,
realidad, la teoría de la «gran explosión» vuelve a ser, por prime- contra la opinión del propio Darwin, afirmaba que la idea de un
ra vez en mucho tiempo, más fácil de conciliar con la fe cristiana Dios creador que continuara actuando era incomponible con la
en la creación que otras teorías alternativas. Así pues, salta a la teoría de la evolución no satisfacía ya en el siglo XIX el criterio de
vista que algún que otro eminente científico de nuestros días si- cientificidad. Pero hoy ha resurgido de repente. Y enseguida han
gue estando marcado por el prolongado conflicto entre la Iglesia vuelto a aparecer -conmovedora reposición en escena- sus anti-
y la ciencia, hasta el punto de que ve posiciones contrapuestas allí guos rivales de hace un siglo: los creacionistas fundamentalistas,
donde no existen. que interpretan la Biblia a la letra como no lo habrían hecho si-
A despecho de las supuestas diferencias, Hawking, quien, por quiera los nómadas hebreos de hace más de tres mil años. En Es-
lo demás, es miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias, tados Unidos, ambas concepciones intentan conquistar para sí las
narra impresionado el encuentro con el papa; y también otros aulas escolares. Sin embargo, en el fondo, a ninguna de ellas se le
científicos agnósticos y ateos vuelven a acercarse a la Iglesia. En el ha perdido nada allí, al menos en la clase de biología. Teorías más
año 2003 organicé en el Vaticano un congreso sobre abusos se- modernas, como la llamada intelligent design theory [teoría del di-
xuales en el que participaron destacados miembros de la curia ro-
EL D I O S DE LOS C I E N T Í F I C O S : G A L I L E O , D A R W I N , E I N S T E I N . . . 147

146 MANFRED LÜTZ

bería tolerarse siquiera en un seminario de introducción a la filo-


seño inteligente], intentan tomarse en serio la limitación meto- sofía. El cerebro es, por supuesto, un órgano en el que se desarro-
dológica de la teoría científica de la evolución -que, en cuanto llan procesos materiales. Y éstos son condición sine qua non del
teoría científica, no pretende ser una explicación total- y conferir pensamiento. Pero entender la correlación entre procesos materia-
verosimilitud a partir de las observaciones del mundo a la exis- les y procesos intelectuales como una simple correspondencia
tencia de un Creador. Aunque no es éste el lugar para juzgar la ca- unívoca está, como máximo, a la altura científica de 1720, aunque
lidad científica de los resultados obtenidos hasta ahora por este las coloridas imagencitas sean del siglo XXI. El día en que la inves-
proyecto, una cosa está clara: si se niega en serio la posibilidad tigación neurológica se puso en marcha en busca de la libertad es
misma de semejante empresa, algo que no puede hacerse con ra- comparable al día en que el proletario mentecato Gagarin dijo que
zones científicas, al mismo tiempo se está negando la posibilidad había estado en el espacio y no había encontrado a Dios. Prefiero
de toda fe en un Dios que merezca este nombre. En esa misma el provocativo ingenio de Diógenes, quien, como ya hemos visto,
medida, es importante seguir con atención tales debates; pues, a con una vela en la mano buscaba por Atenas a un hombre, mien-
través de ellos, indirectamente se transportan al siglo XXI sin ma- tras afirmaba que aún no había podido encontrar a ninguno.
tices tabúes de pensamiento y discurso decimonónicos, ya hace En bolsa se dice que la «volatilidad» es alta cuando el más pe-
mucho tiempo superados. queño suceso desencadena fluctuaciones en las cotizaciones. Un
También en la investigación neurológica ha vuelto reciente- mercado así de agitado es el que, tras la precipitada despedida del
mente a escena, cuando ya nadie lo esperaba, el siglo XIX. Yo mis- ateísmo realmente existente hace cien años, reina en la actualidad
mo estaba presente cuando un neurocientífico muy prolífico, pe- en el terreno del «Dios de los científicos». Ya hemos visto que, en-
ro poco perspicaz, explicó ante una numerosa audiencia com- tretanto, personas sumamente racionales están dispuestas a abrir-
puesta mayormente por psicoanalistas que había descubierto que se a absurdas religiones de plástico y a caer, con tal fin, en la red
la libertad del ser humano en realidad no es tal y que Sigmund de taimados negociantes que pululan en el mercado de las posi-
Freud tenía razón desde el principio. A continuación fui testigo de bilidades religiosas. En el terreno de las cosmovisiones, la gente
cómo se inundaban literalmente de lágrimas los ojos de veteranos elige compañeros provisionales de vida que ha conocido leyendo
psicoanalistas que, después de décadas de descorazonadoras pu- durante las vacaciones... hasta las próximas vacaciones. Para las
blicaciones científicas sobre la insostenibilidad de ciertas posicio- verdaderas emergencias de la vida, estas pseudo-religiosas paja-
nes básicas del psicoanálisis, veían por primera vez, a sus años, el ritas de papel no valen de nada. El alto grado de especialización
cielo abierto. El neurocientífico ornamentó además su conferencia posibilita que un científico asuma de forma acrítica afirmaciones
con pequeñas imágenes a color en las que se podía apreciar bien la de otros ámbitos de la ciencia para las que no existe prueba algu-
libertad o, si se quiere, la falta de libertad del ser humano. A este na, pero que le suenan científicas. Dentro de su propio ámbito de
respecto sólo puedo recordar de nuevo el comentario de mi hija competencia, ni siquiera se dignaría a considerar afirmaciones
de nueve años: «No hay por qué creer todo lo que se ve». que contaran con un respaldo empírico igual de débil. También
A toda esta histeria con la investigación neurológica bajo el le- el historiador del ateísmo Georges Minois se queja al respecto:
ma: «Es mi cerebro quien decide, no yo», le subyace un invendi- «El deslizamiento para-científico dentro de este movimiento es
ble producto del siglo XVIII. El materialista ateo inglés John asimismo muy marcado y plantea un serio problema de credibi-
Toland escribió ya en 1720 que el mundo era un mecanismo y el lidad. Esta perturbadora mezcla de astillas de la fe de toda pro-
pensamiento un movimiento del cerebro. Sólo que, a la sazón, cedencia en una salsa esotérico-astrológica, condimentada con
aún no se podían mostrar en una presentación de powerpoint pe- sandeces proféticas y migajas científicas mal digeridas, está he-
queñas imágenes a color tomadas por el tomógrafo de emisión de cha para espantar el espíritu cartesiano, el cual, al final, añora los
positrones. ¡Lástima! Pero el meollo intelectual era, más o menos, viejos buenos tiempos de la guerra fría entre cristianos y ateos
el mismo. En sus afirmaciones, el neurocientífico incurría senci- materialistas».
llamente en uno de esos errores llamados categoriales, que no de-
148 MANFRED LÜTZ

Así y todo, los científicos siguen disfrutando de una elevada


reputación, por lo que se les entrevista con gusto sobre lo divino
y lo humano. No obstante, por regla general, sólo tienen verdade-
ra competencia en una pequeña parcela del mundo y, en ocasio-
nes, no saben de Dios más que el panadero de la esquina. Enton-
ces, el resultado de tales interrogatorios públicos también es a 8. El Dios de los filósofos:
menudo involuntariamente cómico. Pero, puesto que en una so- la gran batalla de la razón pura
ciedad mediática lo que cuenta no es la competencia, sino la ce-
lebridad, a los científicos se les arrastra ante los micrófonos para
que hablen sobre cualquier tema. Ello es más o menos compara-
una disciplina académica que, de hecho, responde al

E
ble a esos programas de cocina en televisión en los que uno pue- XISTE
de ver delante del fogón a actores que, en la vida diaria, no serían exigente nombre de «amor a la sabiduría»: la filosofía. La
capaces ni de freír un huevo. Luego, a conocidos tenistas, cuya profesión de filósofo consiste en reflexionar sobre el sen-
competencia se limita propiamente a la buena coordinación de tido del todo. Así pues, ¿por qué no se pregunta con más frecuen-
los movimientos musculares de las piernas y el brazo derecho, lo cia a los filósofos sobre este tema?
cual, en esencia, se lleva a cabo en el cerebelo, se les pregunta por En primer lugar, porque hay pocos de ellos. Pues no todo el
el sentido de la vida, cuestión ésta, sin embargo, sobre la que sue- mundo que ha estudiado filosofía es un filósofo de verdad, y en
le reflexionarse con el encéfalo. Pero, si la pregunta por el sentido ocasiones los llamados filósofos no son sino eruditos miopes es-
de la vida y la existencia de Dios es de verdad importante -más pecializados en un tema muy concreto18. Además, los filósofos
aún, vitalmente decisiva- para todo el mundo, ¿por qué no se tienden en ocasiones a un grado tal de ininteligibilidad que no
acude a personas que puedan responderla con auténtica compe- permite realizar una agotadora actividad profesional y dedicarse
tencia? Sea como fuere, los científicos sólo hacen ciencia seria además a fondo a semejantes vuelos intelectuales. El mayor filó-
cuando no afirman conocer verdades, sino tan sólo probabilida- sofo de la Edad Media, Tomás de Aquino, tenía, por el contrario,
des siempre falsables. Por regla general, se ocupan durante toda el principio de preguntarse siempre -cuando se trataba de pre-
su vida intensamente con una parcela muy pequeña del mundo. guntas centrales concernientes al sentido de la vida y a los princi-
Es evidente que, por lo que concierne a la pregunta por el senti- pios morales fundamentales- si la vetula, la pobre abuelita que no
do del todo, no son más competentes que otras personas que na- sabía ni leer ni escribir, podría compartir sus ideas. Si la respues-
cen, viven un cierto tiempo y luego mueren. Pues esta pregunta ta era afirmativa, Tomás consideraba aquel conocimiento rele-
existencialmente decisiva afecta a todas las personas y, para res- vante en verdad; en caso contrario, lo desechaba. Todo lo que
ponderla con verdadera competencia, es mucho más importante afecta con toda seriedad al sentido de la vida humana, a la exis-
la sabiduría de la vida que todos los títulos académicos. tencia de Dios y a los principios morales concierne a todos los se-
res humanos sin excepción, por lo que debe ser comunicable a
cualquier persona.
Si las ideas de verdad importantes desde una perspectiva exis-
tencial estuvieran reservadas a una élite inteligentísima, ello sería

18. Ninguna circunlocución puede retener la fuerza y plasticidad del término


alemán para «eruditos miopes»: Fachidiot, donde Fach significa «disciplina
académica» [N. del Traductor].
150 MANFRED LÜTZ EL DIOS DE LOS FILÓSOFOS: LA GRAN BATALLA DE LA RAZÓN PURA 151

razón suficiente para dudar de la existencia de un Dios bueno. Sin pensaban en el pasado otras personas, sino aprender en qué con-
embargo, tal elitismo es el modelo de los cultos mistéricos, las so- siste la verdad de las cosas», dirá más tarde el mayor filósofo de la
ciedades secretas gnósticas y las sectas esotéricas de la Antigüe- Edad Media, Tomás de Aquino. Las preguntas de Sócrates eran
dad. Sin duda, también algunas filosofías tienden a la ampulosi- certeras. Por medio de esas preguntas y de la manera en que las
dad. Karl Jaspers, por ejemplo, sitúa al filósofo, solemne y ajeno a formulaba, llevaba a las personas a reflexionar sobre lo esencial
todas las habituales necesidades del pueblo llano, en lo existen- en la vida humana. Y, de ese modo, les hacía llegar a respuestas
cialmente imponderable. De ahí que dé un nuevo nombre a Dios: que no sólo eran válidas en general, sino también existencialmen-
lo llama lo Omnicomprensivo (das Umgreifende). Ya en el institu- te relevantes para esa persona concreta. Pero el arte de Sócra-
to me enfadaba el hecho de que esta nueva palabra se limitaba a tes no eran las respuestas; su arte residía en las preguntas, que
sonar importante, sin posibilitar, a mi juicio, ninguna verdadera abrían un camino, pero no dejaban ver hasta el final a dónde con-
ganancia de conocimiento. ducían. El diálogo socrático se corresponde con lo que yo, cuan-
Karl Jaspers era un destacado psiquiatra; y al comienzo de mi do era joven, siempre me imaginaba como el coloquio ideal. El
actividad en psiquiatría, leí con provecho su Psicopatología gene- interrogador no es el eterno sabelotodo, sino que plantea pregun-
ral, que él escribió, aunque cueste creerlo, como tesis de habilita- tas reales, que, en el mejor de los casos, pueden suscitar una res-
ción con sólo veintinueve años. Filosóficamente, sin embargo, puesta que también le sorprenda a él. Pero tampoco formula pre-
hoy está ya olvidado en gran medida; y, a mi juicio, con razón. guntas arbitrarias, sino preguntas en las que resuena la experien-
Mientras mi ordenador me permite escribir el término heidegge- cia que ha acumulado hasta el momento. Y con esta experiencia
riano Geworfenheit (la condición humana de «estar arrojado») debe confrontarse luego seriamente quien responde.
sin marcarlo como error, el Umgreifende jasperiano es subrayado Por lo que atañe a la pregunta por Dios, Sócrates se encontró
en rojo. Todo recuerda un tanto al encantador relato de Heinrich con una situación no del todo diferente a la actual. Ciertos inte-
Bóll Los silencios del doctor Murke, en el que un fanfarrón muy in- lectuales chistosos y muy populares, los llamados sofistas, acaba-
fluyente exige a una emisora de radio que elimine de sus confe- ban de cuestionar con gran habilidad retórica todo, absolutamen-
rencias la palabra «Dios», substituyéndola por la circunlocución: te todo. Ponían en duda la posibilidad del conocimiento de cual-
«aquel Ser superior al que adoramos». quier cosa parecida a la verdad, encomiaban el interés personal y
negaban toda moral. La moral, decían, sólo es un pasatiempo pa-
ra estúpidos. Aquí resuenan por anticipado todas las ideas de
1. Disputa entre santos: Nietzsche, y ya entonces se concluía de ellas el absoluto nihilismo.
las pruebas de la existencia de Dios Para los sofistas, Dios era una invención de los seres humanos, so-
bre todo de los poderosos; y ya a la sazón se decía que la moral y
En el inicio de la filosofía europea, prescindiendo de algunos filó- las leyes no eran sino el muro de protección de los débiles contra
sofos más antiguos que ya hemos mencionado y de los que sólo la fuerza superior de las personalidades fuertes. El superhombre
se nos han transmitido fragmentos sueltos, está un pensador de manda saludos.
un calibre muy distinto: Sócrates. El cual no es nada engreído: ni Y en esas, se presenta un hombre que ni siquiera puede per-
siquiera se le ocurre escribir, va al mercado y pregunta. Gente del mitirse unos zapatos y, por tanto, camina descalzo. Charla en pú-
todo normal. Cuando se trata de preguntas existenciales que con- blico con el primero con el que se encuentra y prolonga la con-
ciernen a todas las personas, lo mejor probablemente es comen- versación hasta que su interlocutor se contradice de forma pal-
zar preguntando a gente por completo normal y no a quienes, en maria a sí mismo en su propia sofística palabrería de intelectual y
vez de pensar por su cuenta, no hacen sino producir un saber que no le queda más remedio que reconocer que su elegante escepti-
su cerebro asimiló cuando era joven y algún día, cuando sea vie- cismo no es capaz de sostenerlo personalmente a él en el plano
jo, volverá a olvidar. «La tarea de la filosofía no es aprender qué existencial. «Conócete primero a ti-mismo»: tal era la exhortación
152 MANFRED LÜTZ II, DIOS DE LOS FILÓSOFOS: LA GRAN BATALLA DE LA RAZÓN PURA

de Sócrates a la persona y tal era luego la base para la construc- ello a beber la mortal copa de cicuta. Aristóteles -quien, al fin y al
ción de una nueva certeza. La certeza que, relampagueante, pue- cabo, proporcionó a Tomás de Aquino las pruebas de la existen-
de evidenciársele a cualquier persona que reflexione: es mejor pa- cia de Dios- es monopolizado todavía en la actualidad sin más
decer injusticia que cometerla. Los ojos amables y las inquisitivas matices por Georges Minois para la causa del ateísmo. A ello se
preguntas de Sócrates forzaban a su interlocutor a aceptar la idea añade que los seguidores de Platón en los primeros siglos de la era
de que toda persona, incluido él -el interpelado- debía hacer el cristiana, los llamados neoplatónicos, en un gesto de soberbia in-
bien. Pero el bien es condición sine qua non para lo bello y lo ver- telectual, miraban por encima del hombro con verdadera repug-
dadero: así lo formularía más tarde su discípulo directo Platón, nancia al cristianismo, puesto que los cristianos creían en la «en-
que es quien con más detalle nos ha transmitido las opiniones de carnación de Dios», una noción abominable para unos filósofos
Sócrates. Y a través de la aspiración a ser bueno inherente al hom- que caracterizaban el cuerpo como «prisión del alma» y mante-
bre, a todo hombre, Sócrates llegó a vislumbrar a un Dios. Este nían todo lo material, tan caro a los dioses del Olimpo, estricta-
Dios resultaba, a buen seguro, algo descolorido, pero a Sócrates le mente alejado de su imagen de Dios.
parecía indispensable. También a través de lo bello podía un grie- Los primeros pensadores cristianos, los llamados padres de la
go como Sócrates, que a diario tenía el Partenón a la vista, expe- Iglesia, rechazaron de plano cualquier referencia al panteón de la
rimentar un atisbo de Dios. Por último, la verdad, por la que Antigüedad y se esforzaron por hacer comprensible la fe en Jesu-
Sócrates luchaba día tras día y en torno a cuyo conocimiento gi- cristo como respuesta a las preguntas abiertas de la filosofía anti-
raban todas sus conversaciones con la gente, permitía a este Dios gua. Lo cual fue un arduo trabajo intelectual, pues, por supuesto,
que Sócrates entreveía resplandecer en el mundo desde el cielo de no bastaba sólo con llegar con la Gretchen de Goethe -tras las so-
las ideas eternas. Así, al menos, lo expondría más tarde su discí- fisterías de Fausto en respuesta a la pregunta de ésta sobre la fe en
pulo más destacado, Platón, quien veía en las ideas la realidad au-
Dios19- a la ingenua conclusión: «Es casi lo que dice el cura,/ aun
téntica, de la cual el mundo no sería más que un reflejo. En La
cuando con otras palabras». Ahí estaban, por un lado, el Dios in-
Escuela de Atenas de Rafael, Platón -que, con la mano hacia lo al-
mutable de la filosofía griega y, por otro, el Dios de la Biblia, que
to, señala a estas sus ideas- ocupa la posición central.
actúa con poder en la historia; ahí estaban, por un lado, el De-
Pero otro filósofo camina, con el mismo rango, junto a Pla- miurgo divino de Platón, que da forma al mundo a partir de la
tón. Se trata de Aristóteles, a quien Tomás de Aquino llamará más sopa primigenia, y, por otro, el Dios de la Biblia, que por amor
tarde «el Filósofo». El maestro de Alejandro Magno, quien en el crea -omnipotente- el mundo de la nada; ahí estaban, por un la-
cuadro de Rafael no tiene ojos para cielo, apunta en una dirección do, la «causa última» de la filosofía griega, que, en cuanto tal, se-
muy distinta. Señala con vigor hacia la tierra, hacia la realidad: la guía siendo parte de este mundo, y, por otro, el Dios ultramunda-
reflexión sobre ella es, según Aristóteles, la tarea más noble del fi- no de la Biblia, que sostiene en sus manos al mundo y a los seres
lósofo. Ambas direcciones acompañarán a la filosofía a lo largo de humanos. Pero el esfuerzo por hacer comprensible el Dios bíbli-
toda su historia. La fe en Dios encontrará buenas razones no só- co en los términos de la filosofía griega y, sobre todo, la aplicación
lo en Platón. Precisamente será Aristóteles quien ofrezca a Tomás de los conceptos greco-filosóficos a la fe cristiana en la encarna-
de Aquino los argumentos para sus famosas pruebas de la exis- ción de Dios tuvo un éxito tan impresionante que incluso paganos
tencia de Dios. escépticos y sumamente cultivados como el genial Aurelio Agus-
¿A quién no le sorprende que los teólogos cristianos asumie- tín, agudos eruditos como Jerónimo de Roma e ingeniosos hom-
ran de forma tan poco problemática argumentos a favor de la
existencia de Dios de pensadores que, en verdad, no podían tener
absolutamente nada que ver con el cristianismo, puesto que vi-
vieron varios siglos antes de Cristo? Más aún, Sócrates, el héroe 19. La expresión alemana es die Gretchenfrage, que ha pasado a ser un modis-
de Platón, fue acusado en su tiempo de ateísmo y condenado por mo con el significado aproximado de «la pregunta del millón» [N. del
Traductor].
EL DIOS DE LOS FILÓSOFOS: LA GRAN BATALLA DE LA RAZÓN PURA 155
154 MANFRED LÜTZ

bres de estado como Ambrosio de Milán encontraron en el cris- 2) En la realidad hay causas agentes que producen efectos (no
tianismo su realización. Así, el cristianismo pudo heredar la filo- sólo movimientos). También en este caso es posible remon-
sofía grecorromana y asumir todo el instrumental filosófico de tarse más y más hacia el pasado en la sucesión de causas agen-
los más grandes pensadores antiguos. tes. En algún momento debe existir una causa agente que cau-
Es cierto que el enorme logro intelectual de los primeros si- sa, pero no es causada. A esta causa todos la llaman Dios.
glos de cristianismo ha dejado como legado a la teología cristia- También aquí la alternativa sería una continuación infinita de
na algunos conceptos difícilmente comprensibles en la actuali- la serie de causas hacia el pasado, mas ello no es concebible
dad. Pero sólo así podía ofrecer el cristianismo respuestas autén- como algo real.
ticas y razonables a las preguntas auténticas y razonables de las
3) Existen cosas que tienen la posibilidad de ser o no ser, cosas,
gentes de aquella época. De lo contrario, habría seguido siendo
pues, que devienen y perecen. Pero si todas las cosas tuvieran
una más entre las muchas religiones que, como en la actualidad
la propiedad de dejar de ser en algún momento, entonces en
ocurre con numerosas sectas, afirman cualquier cosa ininteligible
algún momento dejarían de ser y, por tanto, llegaría un mo-
y luego se limitan a señalar: no hay más remedio que creerlo...
mento en que no existiría ya nada. Mas de la nada no puede
Ya hemos hablado de la obsesión del Medievo cristiano por surgir nada. Una cosa sólo puede pasar de la posibilidad a la
la razón. Se reflexionaba en profundidad, se seguía cualquier hi- realidad por medio de algo que sea. Así pues, debe existir al-
lo de pensamiento hasta sus últimas consecuencias, se discutía go que no sea meramente posible, sino necesario. Sin duda,
con vehemencia: santos a un lado, santos al otro. Las catedrales una cosa necesaria puede tener su causa en otra cosa necesa-
de pensamiento se alzaban hacia el cielo con no menos atrevi- ria. Pero no es concebible que esto se prolongue así hasta el
miento que las catedrales de piedra góticas de la lie de France. infinito. De ahí que haya que aceptar la existencia de algo ne-
También en aquel entonces la fe en Dios era siempre una deci- cesario en sí. Y a eso todos lo llaman Dios.
sión y, como hemos visto, cabía asimismo tomar otros caminos.
Con todo, para los filósofos medievales, lo fundamental no era 4) En las distintas cosas existen grados. Hay cosas mejores o pe-
demostrar la existencia de Dios a un ateo interesado. Las prue- ores, cosas más o menos verdaderas, cosas más o menos no-
bas de la existencia de Dios de Tomás de Aquino intentaban más bles. Pero este «más o menos» sólo se puede predicar si, al
bien hacer comprensible adicionalmente con los medios de la ra- mismo tiempo, se piensa en algo que es todo esto en modo
zón al Dios al que ya se conocía por la fe. Lo cual, sin embargo, supremo. Así pues, existe algo que es sumamente verdadero,
no fue una empresa superflua, pues consolidó el antiguo respeto sumamente bueno, sumamente noble y, por ende, sumamen-
cristiano por la razón, que en todas las épocas, también en la te existente. Sin esta realidad suprema no habría gradación al-
Edad Media, se vio amenazado una y otra vez por entusiastas guna. Así pues, existe algo que, para todo ente, es la causa del
movimientos irracionalistas. ser, de la bondad y de toda perfección. Y a eso lo llamamos
Éstas son las quinqué viae de Tomás de Aquino, las cinco vías Dios.
del conocimiento de Dios:
5) Vemos que también las cosas incapaces de conocer nada, por
1) Puesto que todo movimiento tiene su causa en otro movi- ejemplo, los cuerpos naturales, tienden, sin embargo, de for-
miento, es posible remontarse de causa en causa hacia el pa- ma efectiva a un fin. Ellas mismas no pueden elegir fin algu-
sado. Pero en algún momento debe existir una causa que no, puesto que no pueden conocer nada; no obstante, se ha-
mueva sin ser movida. A esta causa todos la llaman Dios. Por llan orientadas a un fin. Pero una cosa que no puede conocer
el contrario, si uno intenta imaginarse que existe una serie in- nada, no se orienta a un fin a menos que sea dirigida por al-
finita de causas sin ningún primer motor inmóvil, resulta del gún ser cognoscente y perceptivo. Y a ese ser lo llamamos
todo imposible pensar tal posibilidad teórica como realidad. Dios.
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El filósofo moderno francés Jacques Maritain opina que estas Dios significa ser capaz de conocer la verdad». Y a la pregunta:
pruebas de la existencia de Dios han resistido hasta la fecha toda «¿Qué cree quien cree en Dios?», responde el filósofo: «Cree en la
crítica. Santo Tomás de Aquino partía siempre de los fenómenos básica racionalidad de lo real. Cree en que el bien es más funda-
observables, mostrándose así como fiel discípulo de Aristóteles. mental que el mal. Cree en que lo inferior debe ser entendido a
Santo Tomás no consideraba convincente, por el contrario, la fa- partir de lo superior, no al revés. Cree que el sinsentido presupo-
mosa prueba -más tarde llamada «ontológica»- de la existencia de ne el sentido y que éste no es una variante de la falta de sentido».
Dios propuesta por san Anselmo de Canterbury, quien quería de- Sin embargo, todo filosofar sobre el Dios perfecto no deja
mostrar la existencia de Dios partiendo del pensamiento mismo. nunca de ser un mero esfuerzo humano imperfecto: sobre ello es-
¡Disputa intelectual entre santos! A otros, sin embargo, sí que les taban de acuerdo los pensadores cristianos. Además, sabían que
ha convencido la prueba de san Anselmo: santos como san Bue- todas las palabras y conceptos humanos con los que las personas
naventura y no santos como Descartes y Hegel. Anselmo dice que nos representan habitualmente el mundo como en un espejo se
incluso cualquier tonto verá con claridad que al menos puede rompen en añicos cuando son aplicados a Dios. Pero aún en el
pensar que Dios es aquello «mayor del cual nada puede ser pensa- quebrado resplandor de estos pedazos asoma un atisbo de Dios.
do». Pero si Dios, el ser mayor del cual nada puede ser pensado, Para quienes no entienden las recién presentadas pruebas de la
fuera sólo una idea, entonces existiría algo mayor que Él, a saber, existencia de Dios de santo Tomás, o las entienden pero no pue-
Dios en cuanto idea y realidad. Por eso, aquello «mayor de lo cual den aceptarlas, tal vez resulte consolador lo que ese pensador, el
nada puede ser pensado» existe, sin duda, no sólo como idea, sino mayor de toda la Edad Media, dice en el mismo lugar invocando
al mismo tiempo como realidad. Anselmo cree que, de este modo, a san Agustín: «Comprender a Dios es imposible para cualquier
Dios muestra asimismo su imagen en el pensamiento humano. espíritu creado; pero tocar a Dios con el espíritu, como quiera
También Agustín optó por una prueba de la existencia de que ello pueda ocurrir, constituye la mayor bienaventuranza».
Dios que no necesita recurrir a las sensaciones externas. Las reglas Más adelante, al tratar de la mística cristiana, veremos qué es lo
intemporalmente válidas de la razón, que han de ser observadas que se pretende decir con ello.
sin condiciones para llegar al conocimiento de la verdad, las con- Pero no sólo existían «pruebas de la existencia de Dios» cris-
sideraba indicio de que, más allá del individuo humano mutable tianas. Ya la filosofía antigua había deducido del prodigioso orden
y falible, era necesario presuponer una instancia eterna. Y tal ins- del mundo la existencia de un creador de dicho orden: así como
tancia eterna no podía ser sino Dios. Todavía Friedrich Nietzsche un barco sólo entra en puerto a propósito porque va guiado por
tributa respeto a esta idea cuando escribe que «también nosotros, un capitán, así también el curso regular del acontecer natural só-
los cognoscentes de hoy, impíos y anti-metafísicos, seguimos to- lo es comprensible en virtud de un espíritu sobrehumano que lo
mando nuestro fuego del incendio ocasionado por una fe milena- dirige. Hasta la época de la Ilustración, más aún, hasta nuestra
ria, aquella fe cristiana -que era asimismo la fe de Platón- en que propia época, esta prueba de la existencia de Dios ha sido retoma-
Dios es la verdad, en que la verdad es divina». En nuestros días, el da una y otra vez. Agustín es quien ha prolongado esta idea de
filósofo alemán Robert Spaemann extrae de aquí la siguiente con- forma más conmovedora, en concreto cuando pide a la creación
clusión: «Sólo si Dios existe, hay algo distinto de las imágenes que le cuente algo de Dios: «La pregunta fue mi pensamiento; la
subjetivas del mundo, algo así como "cosas en sí"... Son las cosas respuesta, su belleza».
tal como Dios las ve. Si no existe la mirada de Dios, no hay ver-
dad alguna más allá de nuestras perspectivas subjetivas... Noso- 2. Proceso sumario contra un pobre desdichado
tros mismos somos la huella de Dios en el mundo. El concepto
del ser humano como imagen y semejanza de Dios, que a menu- La Edad Media pasó y comenzó la Modernidad: al principio, una
do es utilizado como una mera metáfora edificante, cobra hoy un época sin filósofos importantes. La atención se dirigió a otros
significado inopinadamente preciso. Ser a imagen y semejanza de ámbitos: el arte, la ciencia, la economía y tal vez la controversia
ISH MANFRED LÜTZ EL DIOS DE LOS FILÓSOFOS: LA GRAN BATALLA DE LA RAZÓN PURA 159

teológica entre las confesiones cristianas. La filosofía vuelve a ser todo sin excepción: el terremoto de Lisboa, el asesinato de Enri-
interesante en el siglo XVII, cuando, con Rene Descartes, da alas que IV, la hambruna, los vicios de los nobles y la arrogancia de los
a un camino autónomo de la ciencia. Descartes hace todavía poderosos. Con otras palabras, si algo salía mal, era culpa suya.
equilibrios. Profesa sin reservas la fe cristiana, pero libera metó- Inevitablemente.
dicamente la razón de toda referencia religiosa, y más tarde otros Por lo demás, si se hubiese pensado hasta sus últimas conse-
pensadores extraerán de ello consecuencias diversas. A Descartes cuencias el mundo del Dios relojero, eso habría sido en realidad
le fascinaba aún la prueba ontológica de la existencia de Dios de de una ridiculez o un cinismo casi insuperables. Dios crea con ge-
san Anselmo. Pero los filósofos de la Ilustración sostuvieron lue- nerosidad el mundo y a los seres humanos, pero, al mismo tiem-
go que «la salida del hombre de la minoría de edad en que, por po, adolece de una estrechez de miras tan indescriptiblemente
culpa propia, se encuentra» (Kant) exigía en primer lugar y ante medrosa y pequeño-burguesa que quiere determinar y prever to-
todo desasirse del Dios cristiano. Sin embargo, puesto que ama- do -y, por ende, ser también responsable de ello- hasta el último
ban la vida y temían, por ello, las sombrías consecuencias del detalle. Pero ¿qué es eso? Cualquier ser humano seguro de sí mis-
ateísmo coherente, se crearon su propio Dios. Era, en cierto mo- mo sólo podría reaccionar ante un Dios así como el último rey de
do, el Dios del doctor Murke, «aquel Ser superior al que adora- Sajonia, quien, a la vista del pueblo moderadamente revoluciona-
mos», artificialmente concebido en el cuarto de estudio de los rio congregado delante de su palacio, gritó: «¡Entonces, ocupaos
eruditos. Justo la cantidad necesaria de Dios para no tener miedo vosotros mismos de vuestras pamplinas!». ¡Querido Dios, si esto
ante la nada. Pero ni un ápice más, a fin de que no perturbara al te divierte, adelante, pero no cuentes conmigo! Dada la miseria y
mundo ni a los seres humanos, porque Él mismo se había decidi- el sufrimiento de los seres humanos, semejante teatro cósmico de
do amablemente a dejarlos por completo en paz. marionetas orquestado por Dios no sería, de hecho, sino maca-
Pero entonces aconteció el terrible terremoto de Lisboa en bro. Dios sería el director de un gigantesco campo de concentra-
1755, y el salado pequeño Dios de los ilustrados cayó rodando del ción con pena de muerte para todos y, de cuando en cuando, mú-
escritorio. Pues a Dios se le reprochó haber permitido aquello y sica para deleite de los guardianes: ¡a los ángeles les encanta la
muchas cosas peores. Así como algunos años más tarde, durante música!
la Revolución Francesa, el rey Luis XVI, de hecho algo bobo, sería Pero si los eficientes ilustrados no hubiesen estado tan cega-
degradado a «ciudadano Capeto», así también hacía ya tiempo dos por el resentimiento contra el Dios que ellos mismos se ha-
que Dios había sido rebajado a la altura de los eruditos filósofos bían construido, habrían podido percatarse de que en sus propias
ilustrados. Y a este pobre desdichado se le reprochaba no sólo to- manos tenían -orgullosos- la respuesta a la pregunta por la justi-
da la miseria de Francia, como al limitado ciudadano Capeto, si- ficación de Dios en vista del mal y el sufrimiento existentes en el
no la miseria del mundo entero, incluido el terremoto de Lisboa. mundo. Era la libertad y la autonomía de los seres humanos, cu-
A eso se le dio el nombre de «problema de la teodicea», la justifi- ya dignidad los eleva por encima de la existencia animal.
cación de Dios a la vista del mal y el sufrimiento existentes en el Esta experiencia, que justo en la Ilustración maduró hasta al-
mundo. El pequeño Dios casero de los ilustrados se derrumbó canzar una claridad formulada en detalle, presupone un Dios que
impotente bajo el peso de esta acusación. Pues se suponía que ha- verdaderamente respeta la libertad del hombre y, con ello, como
bía construido el mundo como un mecanismo de relojería, de es obvio, permite el mal. No existe libertad humana sin una posi-
modo que todo debía de seguir funcionando a las mil maravillas, bilidad realista de hacer el mal. Pero entonces este mal debía ser
automáticamente y con arreglo a las leyes de la naturaleza que re- atribuido a la persona que actúa con libertad, no a su Creador. Se
gían de forma determinista y sin excepción alguna. Ante semejan- ha intentado utilizar al Dios omnipotente en contra del ser hu-
te visión de Dios y del mundo sólo cabía desearle al buen Dios mano libre. Así pues, ¿qué hay de la omnipotencia divina a la vis-
que dispusiera de un seguro de responsabilidad civil en condicio- ta de la libertad humana? Pero que Dios sea omnipotente en mo-
nes, pues, por supuesto, iba a ser declarado responsable directo de do alguno quiere decir que vaya a hacer que dos más dos sean cin-
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co -y, desde luego, tampoco que cree poderoso la libertad huma- ra la dicha eterna. Si esto es en realidad así y, en caso afirmativo,
na y, en el mismo momento, con idéntico poder, vuelva a constre- de qué manera lo es siguen siendo preguntas a las que, filosófica-
ñirla. De ahí que Leibniz concibiera la idea de que este mundo, a mente, no cabe hacer avanzar hacia una respuesta satisfactoria.
despecho de todo el mal que en él existe, es el mejor de los mun- Pero afirmar que nunca podrán ser respondidas de forma ade-
dos imaginables. Aunque también esto vuelve a conducir, en últi- cuada sólo porque ello ahora no es posible tal vez represente un
mo término, a un Dios cuyo ámbito de competencia ha sido de- gesto espectacular, pero no es una afirmación científica (enten-
finido por la razón humana. diendo ciencia en sentido amplio), una afirmación filosófica.
La única vez en mi vida que he visitado Estados Unidos, un Ciertamente, a los filósofos de la Ilustración, bendecidos por
taxista negro algo mayor me llevó al aeropuerto en Washington. regla general con un temperamento latino, nunca les faltaron ges-
Estaba en marcha la campaña electoral, y en la radio del taxi so- tos altaneros. Y así, para con el Dios de estos filósofos ilustrados,
naba un inteligente programa sobre los candidatos. Sólo por de- no hubo piedad, ni siquiera justicia. «El mundo nunca será feliz
cir algo amable, hice un comentario de carácter general sobre po- mientras no sea ateo», decretó de Lamettrie en su libro El hombre
lítica, y entonces ocurrió: el taxista comenzó a hablar... ¡y ya no máquina. Así como, más tarde, en el barullo de la Convención, se
dejó de hacerlo en todo el trayecto! Al principio, intenté seguirle reclamó la pena de muerte para el «ciudadano Capeto», así tam-
el hilo, pero hablaba en un registro tan coloquial que me resulta- bién los ilustrados solicitaron con vehemencia la pena de muerte
ba difícil entenderlo. ¡Y ya llevaba así más de un cuarto de hora! para Dios.
Me sentía algo incómodo, pues no las tenía todas conmigo de que Pero Lamettrie no fue realmente feliz con su ateísmo. La
el hombre no estuviera quizá un poco loco. Por fin se divisó el ae- muerte, escribe, es un abismo, una nada eterna: «... la farsa ha
ropuerto. En ese preciso momento, el taxista criticaba la guerra concluido». Pero luego, en el lecho de muerte, se convirtió a la fe
de Irak y me dijo que debía contar en Europa que no todos los es- católica, como en aquella época, por cierto, hicieron muchos
tadounidenses estaban de acuerdo con Bush... Comenzó a acalo- otros que, en la plenitud de la vida, se las habían dado de ateos.
rarse, y de repente pude entender muy bien lo que gritó con un Sus amigos ilustrados maldecían y echaban pestes a causa de este
tono totalmente desesperado: «¡Todas estas guerras deberemos paso al «enemigo». Pero hubo ilustrados que no sólo se constru-
explicárselas a Dios el día del Juicio Final!». Habíamos llegado. Y yeron su propio Dios, sino también su propia esperanza de in-
le di las gracias. No sólo por la carrera. Hasta entonces, nunca ha- mortalidad. Por supuesto, no todos los seres humanos son in-
bía escuchado una respuesta tan existencial al problema de la mortales, se oía fanfarronear en los refinados salones ateos. Pero
teodicea, y me avergoncé de mis estúpidos pensamientos... unos cuantos sí, sobre todo ellos mismos, los ingeniosos, los in-
De este modo, el mal existente en el mundo puede, sin duda, corruptiblemente racionales, en una palabra, los filósofos, cuyo
hacerse comprensible para la razón humana. Pero el terremoto de heroísmo intelectual sería recordado por las generaciones futu-
Lisboa plantea otro interrogante: la pregunta por el sentido del ras. «Regresad, espíritus comunes, a la noche eterna», gritaba
sufrimiento, sobre todo el sufrimiento de los inocentes. Es cierto Voltaire a todos los mediocres.
que los seres humanos nunca podremos contestar del todo esta Semejante descaro también le resulta repugnante al estudioso
pregunta, y conozco muchas personas devotas a las que les gusta- del ateísmo Georges Minois: «Los filósofos monopolizaban de
ría planteársela a Dios inmediatamente después de morir, sin más forma patética y repulsiva los botes de salvamento en el gran nau-
preámbulo. Pero una cosa es segura: si con la muerte acabara to- fragio de la inmortalidad». Pero ¿quién puede alegrarse de verdad
do, el sufrimiento humano carecería, en cualquier caso, por ente- cuando cobra conciencia de qué clase de inmortalidad se trata:
ro de sentido. Sólo si la existencia humana se extiende más allá de los estudiantes de secundaria del futuro sacan mala nota porque
la muerte, puede la profunda prueba existencial que para cual- no conocen el nombre del personaje famoso; o las sandalias de és-
quier persona supone el sufrimiento terreno -siempre temporal- te son expuestas en la vitrina de un pequeño museo, en cuya
mente limitado- adquirir en esa otra vida un sentido eterno pa- puerta hay un cartel que reza: «Recójase la llave en la panadería,
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por favor»? De esta suerte, los filósofos del siglo XVIII se revelan, cialmente de agua, apenas vale algunos céntimos de euro. Esta
en último término, como una secta gnóstica elitista. perspectiva no es falsa. Pero existen otras perspectivas legítimas
Así pues, la antigua pregunta permanecía abierta; y los im- desde las que se puede ver al ser humano. Así, por ejemplo, cabe
petuosos intentos de solución de los ilustrados, en parte aptos pa- contemplarlo bajo el aspecto de su dignidad. La cual, en todas las '
ra un espectáculo de cabaret -«un padre de familia es eterno» (S. épocas y todos los pueblos, exige respeto al cuerpo de cualquier
Maréchal)-, no hicieron sino tornarla aún más acuciante: ¿qué persona incluso tras su muerte. Y también la dignidad es cognos-
hay después de la muerte? Si de verdad no hay nada en absoluto, cible, bien que en modo alguno con los instrumentos de la quí-
todas las demás consideraciones sobre Dios y la moral tienen, al mica y la biología. Sin embargo, nadie cuestiona tal conocimien-
mismo tiempo, escasa relevancia. El ser humano se resiste con to- to. Y la profunda certeza que todos poseemos de la verdad de ese
das sus fuerzas a la impresión de que, tras la muerte, no existe na- conocimiento -que, al fin y al cabo, constituye el fundamento de
da en absoluto. Incluso los pioneros ateos de la Ilustración se nuestro ordenamiento social y estatal- es bastante más elevada
ablandan en este punto. Todos los testimonios humanos desde los que la certeza que, dado el estado de la epistemología, jamás po-
orígenes de la humanidad muestran la intensa fe en una vida más dremos alcanzar por medio de la química y la biología. Pues, en
allá de la muerte. La cariñosa y esmerada decoración de los luga- los asuntos realmente existenciales, nunca se trata de mero saber,
res de enterramiento ya decenas de miles de años antes de Cristo sino de algo más: de certidumbre.
sólo tienen sentido en el supuesto de una fe en la inmortalidad De ahí que cada cual deba plantearse la pregunta: la verdad
del ser humano, al menos de su alma, como más abajo se dirá. que puede ser entendida por medio de los conocimientos de la
Todas las religiones del mundo comparten esta fe en la prolonga- química y la biología, ¿es la única verdad que merece ser tomada
ción de la existencia. Más aún, incluso los ateos están dispuestos en serio? ¿Carecen, por consiguiente, de valor los conocimientos
a arrojar por la borda la razón y todo lo demás, con tal de salvar de los historiadores del arte? ¿Y los conocimientos de los críticos
alguna suerte de inmortalidad. musicales? ¿No sería mejor declarar por completo irrelevante la li-
A ello se contrapone, igualmente desde la aparición de la hu- teratura en conjunto -porque con su ayuda, supuestamente, no es
manidad, la prueba que esgrimen la biología y la química: el ca- posible adquirir conocimiento alguno del mundo y el ser huma-
dáver en descomposición. n o - y salvar así a muchos bosques de ser talados? ¿O acaso no
A la vista del cadáver en descomposición, cada cual debe de- creemos conocer cosas esenciales a través no sólo de la biología y
cidir por sí mismo: ¿considera esta prueba de la biología y la quí- la química, sino también a través del arte, la música, la literatura y,
mica la única verdadera posibilidad de conocimiento? ¿O da cré- por último, a través de una conversación reflexiva? Con otras pa-
dito al testimonio de miles de millones de personas de todos los labras, ante los restos mortales de un ser querido, ¿de verdad te es
pueblos y épocas en el sentido de que el ser humano posee una posible, querido lector, no creer, de forma del todo consecuente,
naturaleza tal que no desaparece en la nada? Por supuesto, aquí en la inmortalidad? Sea como fuere, a los ilustrados, a pesar de to-
puede volver a aducirse con Feuerbach -y, si uno quiere, también dos sus serios esfuerzos, no les resultó, en último término, posible.
con Freud- todo tipo de razones psicológicas de por qué se cree Otro problema contribuyó, quizá en grado aún mayor, a que
en la inmortalidad del alma, aunque ésta, en realidad, no exista. se tambalearan las bases de la filosofía ilustrada. El filósofo inglés
Pero, de modo análogo, también es posible alegar buenas razones David Hume negó por principio la posibilidad de todo conoci-
de por qué algunas personas no creen en la inmortalidad del al- miento real de cualquier objeto. En el fondo, el escepticismo de
ma, aunque ésta en realidad sí existe. La psicología, como ya he- Hume ataca sin pretenderlo el núcleo central de la Ilustración; a
mos visto, no ayuda a conocer la verdad existencial. saber, la idea misma de ilustración. Lo que se pretendía con ésta
Pero quizá pueda sernos de ayuda el pensamiento sistémico, era liberar al ser humano, por medio del incremento del saber, de
que siempre considera el conocimiento bajo diferentes ópticas. las tinieblas de épocas anteriores. La gran Enciclopedia no era me-
Desde el punto de vista químico, el ser humano, compuesto esen- ramente un descomunal proyecto libresco: se trataba de un mo-
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vimiento intelectual. Todos los ilustrados de rango participaron con alegría en el mundo entero, desapareció también, por fortu-
en él. ¿Y toda esta enorme y orgullosa acumulación del entero sa- na, el antiguo proyecto de Maréchal. Por consiguiente, de ese mo-
ber de la humanidad debía considerarse, en esencia, mero papel do no es posible afianzar la moral pública. ¿Qué es, pues, lo que
de desecho? ¿Antes presunción que erudición? ¿Antes apariencia cabe decirle al temeroso anciano Voltaire a fin de tranquilizarlo?
que realidad? ¿En absoluto un suelo firme en el que pudiera en- No mucho.
contrar seguro asiento cualquier alta torre, aun cuando estuviera Y así, hasta la fecha no sabemos con certeza en qué creía de
planeada a la usanza babilónica? ¿Era todo esto nada más que un verdad Francois-Marie Arouet, más conocido como Voltaire.
enorme montón de piedras sobre una balsa a la deriva? Hume ¿Qué fue lo que dijo por resentimiento, qué lo que dijo por mie-
creó desconcierto. do, qué lo que dijo por convicción? ¿No será que en alguna oca-
Por último, aún había una dificultad del todo práctica. Cuan- sión afirmó por miedo algo de lo que más tarde también se con-
do Voltaire, la estrella de la Ilustración, invitaba a algunos de sus venció en serio, pero decidió callar por resentimiento? Por des-
amigos ilustrados a cenar en su palacio de Ferney y la concurren- gracia, las personas íntegras no siempre son ingeniosas... y las
cia se disponía a conversar ingeniosamente sobre la existencia y, personas ingeniosas no siempre son íntegras.
sobre todo, la no existencia de Dios, el viejo Voltaire tomaba Al término de un prolongado desarrollo, la Ilustración, inicia-
siempre sus precauciones: mandaba salir a todos los criados. Pues da con tanto optimismo y energía, había entrado en un callejón
temía que, si, al escucharles, caían en el ateísmo, posiblemente le sin salida. Todos los intentos de huida terminaban de forma có-
robarían o incluso asesinarían por la noche, mientras dormía. mica o trágica. Muchos se resignaron, deprimidos. Y en vez de re-
Voltaire no temía a la policía del rey. «No se detiene a un Voltai- solver con la ilustración los problemas pendientes, al final se ha-
re», dirá mucho más tarde el presidente francés al sugerírsele el bían generado otros aún mayores. Pues, a estas alturas, existía un
arresto de Jean-Paul Sartre. A lo que Voltaire, sin embargo, tenía problema irresuelto con la inmortalidad, un problema irresuelto
verdadero miedo era a la propagación del ateísmo en la sociedad, con el conocimiento de la verdad y, por si fuera poco, también un
un ateísmo con el que, al fin y al cabo, él mismo flirteaba culta- problema irresuelto con la moral.
mente en las charlas de salón vespertinas. El ilustrado del palacio
de Ferney, famoso en el mundo entero, sostenía la arrogante y po-
co democrática opinión de que la religión era buena para el pue-
blo, aunque para él rigieran otras categorías. Por tanto, para el 3. Filosofar en la niebla: un soltero perspicaz
pueblo, en el peor de los casos, hasta la Iglesia sería útil.
En este punto, su opinión era muy distinta de la del ilustrado Para aquel entonces, en una comarca de la costa del Báltico, acos-
ateo Sylvain Maréchal, quien, con actitud fanfarrona, intentó tumbrada a la oscuridad, un ratón de biblioteca ya algo entrado
tranquilizarse a sí mismo y tranquilizar a otros en lo relativo a la en años se disponía a ilustrar a la Ilustración sobre sí misma. No
suerte de la moral pública en un estado ateo con las siguientes pa- había salido de Kónigsberg en toda su vida, ni tenía previsto ha-
labras: «Bastaría un buen tribunal penal... la contra-policía de los cerlo en el futuro. Estaba habituado a la niebla impenetrable; la
sacerdotes nunca será mejor que la activa vigilancia por medio de conocía de los paseos que, en ciertos días de otoño, daba hasta la
espías». Con no pretendida clarividencia, Maréchal previo que, laguna costera conocida como Frisches Haff. Ninguna linterna
más tarde, todos los estados oficialmente ateos serían célebres y podía atravesar con su luz aquella niebla. Pero a una persona que
malfamados por sus crueles servicios secretos, desde el NKWD nunca sentirá deseo de salir al mundo tampoco puede asustarle la
(Comisariado Popular para Asuntos Internos, precursor de la impenetrabilidad externa, siempre y cuando no haya conocido
KGB) en la Unión Soviética hasta la Stasi en la República Demo- más que claridad dentro de sí misma. Y este soltero entrado en
crática de Alemania, pasando por la Gestapo de Hitler. Con el años y de ojos claros estaba firmemente decidido a iluminar al ser
hundimiento del ateísmo de Estado en nuestros días, saludado humano sobre el mundo y sobre sí mismo.
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Su nombre era Immanuel Kant. Había crecido en un ambien- cuenta de ello, pues la gente estaba agradecida sobre todo por la
te protestante pietista, que evitaba toda alegría en lo exterior y salvación de la posibilidad del conocimiento humano y, de todos
buscaba el camino hacia el interior de la persona. Pero no para modos, muchos ilustrados no creían en Dios. Todavía en la actua-
encontrar allí las condiciones de posibilidad del conocimiento y lidad, algunos ateos invocan a un Kant mal digerido, como tam-
de la moral, sino para encontrar a Jesús, a quien se adoraba tier- bién, por lo demás, a otro filósofo que vivió ciento cincuenta años
namente. La ternura, sin embargo, no era la especialidad del sol- más tarde: Ludwig Wittgenstein. El cual, como representante del
tero Kant. De él se rumoreaba que, a edad ya avanzada, había en- llamado positivismo, escribió en su Tractatus logico-philosophi-
tablado relación íntima con dos señoras -¡una después de otra!-, cus, elaborado con kantiano rigor, una frase citada a menudo in-
pero que en las dos ocasiones había dudado tanto en preguntar cluso por teólogos: «De aquello de lo que no se puede hablar con-
por la posibilidad de un compromiso matrimonial que una y otra viene callar». También esta frase parece excluir toda posibilidad
dama se habían distanciado de una relación tan compleja y ha- de conocimiento de Dios. Pero tanto algunos ateos como algunos
bían puesto pies en polvorosa antes de que fuera demasiado tarde. teólogos desconocen que Wittgenstein, el fundador de la moder-
Kant era un convencido partidario de la Ilustración y se per- na filosofía del lenguaje, era un hombre pío. «El del evangelio»:
cató con toda claridad del problema planteado por David Hume. así le llamaban sus camaradas durante la Primera Guerra Mun-
Pues si el conocimiento humano resulta, en el fondo, imposible, dial, pues una y otra vez desaparecía con un libro determinado y
¿qué sentido tenía todavía la Ilustración? Así pues, reflexionó in- se dedicaba a leerlo. El libro era una reelaboración de los evan-
tensamente sobre esta pregunta y luego escribió la famosa Crítica gelios realizada por Tolstoi. La mayoría, de hecho, no conoce la
de la razón pura, en la que garantiza la posibilidad de conoci- frase que precede a las palabras citadas más arriba: «Existe, cier-
miento poniendo de relieve con precisión las condiciones de po- tamente, lo inefable. Y se manifiesta: es lo místico». Pero lo mís-
sibilidad del conocimiento. En esta empresa, su estratagema con- tico es conocido de modo distinto que los objetos de la física y
siste en restringir estrictamente la posibilidad de conocimiento, la química. Y el camino a través de la mística llevó al positivista
de suerte que los conocimientos adquiridos puedan ser tenidos Wittgenstein al final de su vida a Dios.
luego por seguros. Kant no pretendía afirmar que no existiera na- Los contemporáneos ilustrados de Immanuel Kant, pues, no
da aparte de eso. Lo único es, nos dice, que no cabe formular juzgaron demasiado grave la exclusión por principio de Dios co-
enunciados teóricos fundados sobre los objetos que no satisfacen mo posible objeto de la razón pura por parte del filósofo. Antes
las condiciones de posibilidad del conocimiento especificadas por bien, la restricción estética de la razón pura a objetos en el espa-
él. Tales condiciones consisten, en particular, en que estos objetos cio y el tiempo les parecía absolutamente justificada con miras a
puedan ser observados en el espacio y el tiempo y puedan ser ade- asegurar la posibilidad del conocimiento. Kant, por el contrario,
más conceptuados. Kant definió con suma precisión cómo se lle- veía con toda claridad la dificultad que, con ello, él mismo había
va a cabo eso en concreto. creado. Y se ha dicho que el libro que refleja su preocupación más
personal no es la gruesa Crítica de la razón pura, con la que se hi-
Recuerdo que en el seminario troncal de filosofía dedicamos zo famosa, sino la obra que siguió a ésta: la Crítica de la razón
toda una interesante sesión a una única frase de la Crítica de la ra- práctica. Pues Kant sostenía que los problemas a los que la Ilus-
zón pura. Con esta obra, Kant aseguró de manera impresionante tración se enfrentaba desconcertada no podían ser resueltos por
la posibilidad del conocimiento frente a la crítica de Hume, mas medio del simple conocimiento. Quizá incluso había recortado
al precio de circunscribir las posibilidades cognitivas a los objetos en exceso las posibilidades de éste. La solución vino más bien a
observables en el espacio y el tiempo. través de la reflexión sobre las condiciones de posibilidad de la
Pero salta a la vista que Dios no es un objeto de esa clase. Al moral. Por tanto, la Crítica de la razón práctica trataba de la mo-
superar la crisis del conocimiento, Kant creó en apariencia la cri- ral o, para usar la terminología algo alambicada del propio Kant,
sis del conocimiento de Dios. A la sazón casi nadie cayó en la de las condiciones de posibilidad de la moral.
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En el fondo, el razonamiento de la Crítica de la razón práctica rosa desarrollados por miedo al castigo y que uno ha aprendido a
era muy sencillo y convincente: toda persona conoce dentro de sí asociar con el hecho de comportarse como un «niño bueno». Na-
la aspiración a ser buena. Con ello no se alude a algo inculcado de da de ello tiene lo más mínimo que ver con la libertad, dice Kant.
modo artificial por medio de la educación. Kant sostiene que in- Al contrario. En ese sentido moral elevado, «libertad» significa
cluso el ladrón homicida moralmente depravado por completo justo la capacidad de resistirnos a aquello a lo que la «causalidad
sabe en las entretelas de su corazón que no debe asesinar. A buen natural» nos empuja en este momento: cuando uno tiene mucha
seguro, se puede intentar anestesiar esta convicción moral con hambre y, junto a la mesa en la que reposa la sabrosa comida, en
drogas, mala educación y demás influencias externas. Además, el suelo hay sentado un niño que se está muriendo de hambre,
ninguna persona está absolutamente segura de que, en el próxi- uno siente el deber moral de dar de comer al niño. Pero, por su-
mo instante, vaya a hacer en realidad justo aquello que está con- puesto, uno también actúa con libertad si cede a su egoísmo. Sin
vencida que debería hacer a toda costa. Pero ello no cambia para embargo, esa sería entonces una decisión a favor del mal, una de-
nada el hecho de que toda persona, tanto la anciana devota e in- cisión moral de no obedecer al deber, sino a la propia sensación
culta como el ladrón homicida, tanto el rey como el esclavo, tan- de hambre. Kant describiría la situación de manera aún más exac-
to el inteligente como el necio, percibe en sí esta ley moral, el «im- ta. En el caso de una acción realmente buena, insistiría en que no
perativo categórico», como lo denomina Kant: «Actúa de tal mo- esté presente la prensa, ni nadie que, a continuación, vaya a ala-
do que, en todo instante, la máxima de tu voluntad pueda servir barnos por una acción tan «moral», no vaya a ser que no actue-
al mismo tiempo como principio de una legislación universal». Y mos por el puro deber, sino en busca de alabanza. Kant insistiría
al final de la Crítica de la razón práctica, Kant escribe: «Dos cosas incluso en que uno no se fije en si el niño le sonríe o no mientras
embargan el ánimo de admiración y veneración tanto más nue- lleva a cabo la buena acción, pues si ésta se realiza pensando en la
vas y crecientes cuanto con mayor frecuencia y perseverancia se sonrisa deja asimismo de ser una acción moralmente buena por
ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley mo- puro deber. Todo esto puede parecer un tanto escrupuloso, pero
ral dentro de mí». En definitiva, toda persona sabe que debe ser lo que aquí se dirime es, para Kant, la base decisiva de su entera
buena, aun cuando en el momento presente, por las razones que filosofía. ¿Es la moral tan sólo una forma sutil de egoísmo, a la
sea, no lo esté siendo. No existe fundamentación alguna para es- que se le ha dado una mano de moralidad? ¿O existe realmente la
ta convicción intelectual ínsita a todo ser humano; está induda- moral? Para Kant, no cabía duda: la moral existe realmente, como
blemente ahí, sin más. Es, como dice Kant, el «hecho de la razón también la libertad.
práctica». Pero Kant no vivía ajeno al mundo. Conocía la antiquísima
Pero esta idea tiene implicaciones muy importantes. Conlleva experiencia de la humanidad de que, por regla general, la conduc-
tres consecuencias inevitables, que Kant llama postulados: la ley ta moral no lleva a la felicidad de la persona moral en esta vida.
moral sólo puede ser razonable si: (a) el ser humano es libre; (b) Ya Platón describe una curiosa visión: «Dirán entonces que el jus-
el alma es inmortal; y, por último, (c) existe Dios. to, en estas circunstancias, será flagelado, torturado y atado, que
La profunda aspiración interior a ser bueno presupone natu- le serán abrasados los ojos y que, para terminar, después de todos
ralmente la libertad del ser humano de actuar ora conforme a la estos ultrajes, será crucificado». Pero si todo acabara con la muer-
ley moral, esto es, bien, ora contra la ley moral, esto es, mal. Sin te, la conducta moral -que, según Kant, se caracteriza precisa-
libertad no hay moral: es lógico. Pero, en Kant, la lógica es siem- mente porque no incrementa el placer- sería una enorme estupi-
pre implacable. Según Kant, la libertad no es ni mucho menos la dez. Kant pone como ejemplo el hecho de que todo el mundo sa-
libertad de hacer o dejar de hacer aquello que a uno le place en be que es una obligación moral cumplir la promesa dada o guar-
cada instante. Pues al deseo Kant lo llama «causalidad natural», dar un secreto, aun cuando haya que ir al cadalso por ello. Que
esto es, falta de libertad. Ahí actúan determinadas hormonas, el uno consiga hacerlo o no en realidad es secundario para la argu-
tener el estómago lleno o vacío, ciertos modos de conducta deco- mentación de Kant. Lo importante es que uno sienta la certeza
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170 MANFRED LÜTZ

segura inmortalidad del alma y la indudable existencia de Dios.


interior de que tiene el deber de proceder así y esté capacitado pa-
Una tercera posibilidad -y a este respecto Immanuel Kant es de
ra cumplir con su deber. A juicio de Kant, en este sentimiento in-
un rigor lógico desprovisto de todo humor- contradiría a la ra-
terior radica incluso la certeza de la propia dignidad. Pero si todo
acabara con la muerte, lo que se vive profundamente como obli- zón. Pero eso, para Kant, es lo peor que puede ocurrir. «¡Puede
gación moral -por ejemplo, ir al patíbulo por mantener una pro- sentarse, tiene un cero!», se decía entre nosotros en la escuela en
mesa- sería, por supuesto, profundamente irracional al mismo tales casos.
tiempo. La ley moral que uno experimenta como vinculante sería Tal vez sólo con Nietzsche habría mantenido Kant un diálogo
a la vez una locura. Pero si la ley moral no se experimenta como interesante. Probablemente no habría negado la lógica interna de
locura, sino como incondicionalmente vinculante y se considera la posición de Nietzsche, pero es de presumir que le habría pre-
razonable actuar ateniéndose a ella, entonces hay que partir a la guntado con pertinaz insistencia: ¿Tiene usted algún tipo de ar-
fuerza de la inmortalidad del alma. Pues sólo así cabe garantizar gumento para su hipótesis de que la moral es un molesto produc-
que, tras la muerte, la infelicidad que le ha advenido a la persona to artificial inculcado a los débiles envidiosos por medio de la
moralmente buena a causa de su moralidad podrá ser reparada. educación y de que la inmoralidad ilimitada es derecho del super-
Así pues, sólo a través de la convicción de que el alma es inmor- hombre? Por lo demás, esta tesis, ¿es compartida realmente por
tal deviene razonable la moralidad. La argumentación de Kant es alguna persona razonable en el pasado y el presente? Nietzsche
extraordinariamente sólida porque renuncia a toda sentimentali- habría mencionado entonces quizá al marqués de Sade y a algu-
dad y sólo apela con total sobriedad a la razón. nos otros. Y luego Kant le habría replicado que una convicción a
Con ello queda claro que la libertad humana y la inmortali- favor de la cual no existen argumentos y que se limita a ser una
dad del alma se derivan con necesidad lógica de la convicción de hipótesis concebida y compartida por algunas personas aisladas
que, en el fondo, toda persona debe ser buena. Pero esto no es su- es irracional, aun cuando no manifieste contradicciones internas.
ficiente. Pues ¿quién asegura en realidad que al alma inmortal se Así pues, al final de la era de la Ilustración, Immanuel Kant,
le imparte justicia tras la muerte de la persona moralmente bue- merced a un enorme esfuerzo intelectual, había sabido encontrar
na? ¿Quién garantiza que se alcanzará lo que Kant llama el «bien una vez más solución a los problemas intelectuales de la época.
supremo», la unión de santidad -esto es, acción conforme al de- En respuesta a las objeciones escépticas de David Hume, con el
ber- y felicidad? La instancia capaz de garantizar eso debe ser fin de salvar la posibilidad de conocimiento, había restringido
omnipotente e infinitamente buena. Y a una instancia así los se- -de forma tal vez en exceso rigurosa- el ámbito del conocimien-
res humanos le dan desde tiempos inmemoriales el nombre de to seguro. Había puesto fin a la embarazosa chachara indecisa so-
«Dios». bre la inmortalidad del alma. Y había demostrado la necesidad de
Con ello, la libertad, la inmortalidad y Dios son las conclusio- la existencia de Dios en el ámbito central de su sistema filosófico.
nes necesarias de la convicción de la razonabilidad de la ley mo- Con ello señaló un camino importante al pensamiento de su
ral. O dicho al contrario: sería del todo disparatado obedecer es- época y al de las generaciones futuras. Todavía hoy resulta fácil
ta ley si no se partiera al mismo tiempo con idéntica certeza de la hacer comprensible a muchas personas su «prueba de la existen-
libertad del ser humano, la inmortalidad del alma y la existencia cia de Dios», ya que ésta impresiona por su sobriedad y razona-
de Dios. Así pues, o bien la ley moral es irracional y entonces ra- bilidad. Pero la decisión de Kant de hacer de Dios, por decirlo así,
cionalmente hay que reprimirla con todas las fuerzas e intentar un realquilado de su filosofía moral ha tenido asimismo repercu-
vivir con buena conciencia al margen de toda moral. Nietzsche es siones del todo preocupantes. En la tradición protestante en par-
probablemente el único pensador que ensayará este camino has- ticular, la Iglesia y el cristianismo se convirtieron esencialmente
ta sus últimas consecuencias. O bien se considera razonable la ley en instituciones morales. La funesta alianza entre el trono y el al-
moral. Entonces, por rigurosos motivos racionales, es necesario tar dejó de estar sola; se le sumó la alianza entre los progenitores
partir con absoluta certeza de la real libertad del ser humano, la y el buen Dios, que, conforme al lema: «El buen Dios lo ve todo»,
EL DIOS DE LOS FILÓSOFOS: LA GRAN BATALLA DE LA RAZÓN PURA 173
172 MANFRED LÜTZ

bló Wittgenstein: «Existe... lo inefable... lo místico». Sea como


incorporó eficazmente al Éste a la educación de los niños. Pu-
fuere, sin el conocimiento de lo infinito que siempre acompaña al
diendo amenazar con el buen Dios, en los honrados hogares bur-
conocimiento de un objeto finito, este último en modo alguno se-
gueses quizá fuera posible incluso ahorrar un puesto de niñera.
ría posible. Así pues, todo conocimiento, por cotidiano que sea,
Que a Martín Lutero le preocupaba, por encima de todo, la salva-
presupone en cierto modo, con rutinaria naturalidad, la conmo-
ción del ser humano, su redención de todas las tribulaciones por
vedora infinitud de Dios. De esta suerte, según Rahner, el ser hu-
obra de Jesucristo, cayó casi completamente en el olvido en el
mano es creado -ya sólo en su capacidad cognoscitiva- con una
cuarto de los niños de los hogares burgueses. Al contrario, no se
orientación hacia Dios.
tenía reparos en meter un poco de miedo con el buen Dios. Y el
éxito santifica los medios. Ciertamente, sólo el supuesto éxito edu- Pero Rahner ahondó además en otra idea de Kant, vinculán-
cativo. Las personas sensatas no tardaron en sentirse, con razón, dola con una antiquísima convicción de la tradición cristiana.
repugnadas por una noción de Dios tan singular. Más de uno dio Pues cuando una persona hace desinteresadamente el bien por
la espalda a su Iglesia a causa de esta imagen de Dios, por comple- deber moral, mas -a despecho de todos sus esfuerzos- no logra
to distorsionada, que le había sido transmitida así en la infancia. avanzar hacia el conocimiento de Dios, puede no obstante obte-
ner la salvación eterna. Así había vuelto a ser expresada por el
Pero, sobre todo, tuvo gran repercusión el hecho de que Kant
Concilio Vaticano II una venerable convicción de fe. Semejante
excluyera a Dios como objeto de la razón pura. Con ello, la teolo-
amplitud espiritual marca la diferencia con una secta. Se funda en
gía se convirtió en una ciencia problemática2". Pero Karl Rahner,
el gran respeto que hay que tener ante personas con opiniones di-
quizá el teólogo católico más influyente del siglo XX, y otros se
ferentes, así como en la humildad que brota de saber que uno no
esforzaron por prolongar el pensamiento de Kant en el presente.
puede anticipar el juicio de Dios sobre ninguna persona. A un
Los resultados fueron harto interesantes. Rahner señaló que Dios
ateo de esta índole, que obra el bien por deber moral, Immanuel
perfectamente puede ser objeto de conocimiento, bien que indi-
Kant quizá le habría reprochado, algo pedantemente, ser irracio-
recto. Cuando uno, conforme al enfoque de Kant, se pregunta
nal. Pero, sin duda, habría estado de acuerdo en que observar la
por las condiciones de posibilidad del conocimiento, se eviden-
ley moral es más importante que extraer de ahí la razonable con-
cia que el conocimiento de un objeto sólo es posible cuando se
clusión de que Dios existe.
discierne a éste en sus límites. Pero, con ello, uno ha conocido ya
a la vez el espacio que rodea al objeto mismo, pues no existe lí- A una persona así, puesto que cumple de manera ejemplar el
mite alguno sin el espacio que se extiende más allá de él. Y este mandamiento esencial del amor al prójimo, Karl Rahner quizá la
espacio es infinito. habría caracterizado incluso, dejándose llevar por el entusiasmo,
como «cristiano anónimo». Lo cual, ciertamente, le acarreó dis-
Quien, en sus horas libres, reflexiona con toda coherencia
gustos con algunos -por lo demás, simpáticos- ateos, ya que és-
sobre esta profunda idea puede experimentar algo de la infini-
tos se sentían asimilados al cristianismo en contra su voluntad.
tud desde la que Dios se dirige a los seres humanos. Son mo-
Pero aquí no se trataba de asimilación alguna, sino de poner de
mentos en los que la mirada no se pega, como suele, a los abi-
relieve que los cristianos siempre deben ser modestos. Pues, en
garrados objetos del mundo que nos rodea, a los objetos «con
ocasiones, los llamados ateos pueden manifestar a través de sus
los que se puede hacer algo en caso de poseerlos», sino que per-
acciones una fe en el Dios del amor más viva que las de algunos
cibe el todo infinito sobre el que se recortan; son momentos en
cristianos tibios. Sin embargo, también algunos colegas teólogos
los que uno es capaz de acariciar el misterio del que también ha-
se indignaron al respecto. Y es que en Rahner quedaba, de hecho,
poco claro por qué debía seguir buscándose entonces la verdad
de la fe cristiana. Su ingenioso contemporáneo Hans Urs von
20. Téngase en cuenta que, en alemán, «ciencia» se emplea en el sentido de cuer- Balthasar se lo echó en cara de manera inteligente y probable-
po estructurado y sistemático de conocimientos. Véase al respecto la nota mente con razón. Así y todo, la idea fundamental de Kant y
del traductor en el capítulo sexto, apartado segundo [N. del Traductor].
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Rahner es valiosa: lo importante en la vida no es saber mucho, si- denció que Heidegger necesitaba de verdad los neologismos que
no actuar bien. allí emplea para expresar su nuevo pensamiento. Los antiguos
Immanuel Kant murió el 12 de febrero de 1804 en Konigsberg. términos filosóficos, asociados a los antiguos objetos del pensa-
A esas alturas, la Ilustración hacía ya tiempo que se había desan- miento, habrían vuelto a invocar las antiguas ideas filosóficas. Ser '
grado en la Revolución Francesa. Pero el pensamiento kantiano y tiempo me descubrió una forma de filosofar del todo nueva que
se salvó de la bancarrota intelectual e histórica de la Ilustración. adopta la perspectiva del sujeto humano individual arrojado a es-
De los demás sistemas filosóficos del siglo XIX de los que ya he- te mundo. Heidegger concebía con toda radicalidad al hombre
mos hablado no se oye entretanto lo más mínimo. Algunos de como «ser para la muerte», como el único ser vivo que sabe que
ellos inspiraron durante el siglo XX sistemas políticos imperialis- ha de morir y que, en cada momento consciente de su existencia,
tas que han tenido catastróficas consecuencias. vive en función de ese destino. Todo lo que hacemos recibe de es-
ta conciencia un cariz especial. De ahí que se requiera la firme de-
4. Viaje aterrador por el túnel cisión de vivir cada irrepetible momento de la vida por uno mis-
mo en vez de limitarse siempre a hacer lo que «se» hace, en vez de
Junto a la vigorosa filosofía de Friedrich Nietzsche, sólo la serie- perderse de este modo en el «engranaje» del mundo.
dad existencial del filósofo danés S0ren Kierkegaard se prolonga Muchos teólogos -ya lo he dicho- estaban fascinados por
hasta nuestra época en pie de igualdad y con influencia no decre- Heidegger. Los psicoterapeutas han intentado sacar partido a su
ciente. También Kierkegaard atacó sin piedad al cristianismo, pe- pensamiento para la terapia de personas psíquicamente pertur-
ro no para destruirlo, sino para sacar a los cristianos de su indo- badas. Sobre todo Ludwig Binswanger, pero también Medard
lente letargo, que transcurría con superficialidad, para confron- Boss, han desarrollado a partir de ahí formas realmente impresio-
tarlos con la pregunta de cuan seriamente querían tomarse en nantes de diálogo existencial entre psicoterapeuta y paciente.
realidad su cristianismo, radicalizando así la fe cristiana desde Pero eso, a mi juicio, va bastante más allá de la psicoterapia. Ha-
una perspectiva existencial. «Cuando una persona deshonesta re- bría que llamarlo más bien «cura existencial de almas». Pues aquí
za al Dios verdadero y otra persona ora a una imagen con todo el el psicoterapeuta se involucra de manera tan personal y existen-
fervor del Infinito, la primera reza en realidad a un ídolo, mien- cial en la relación con el paciente que se rebasan con mucho los
tras que la segunda se dirige en su corazón a Dios». límites de la retribuida psicoterapia orientada a los síntomas.
Kierkegaard es el gran inspirador filosófico de la Modernidad. En Ser y tiempo resulta interesante que la pregunta por la
Piensa radicalmente desde el individuo, desde el amedrentador existencia de Dios no sea abordada, siquiera de forma indirecta,
aislamiento en el que el hombre moderno se experimenta a sí en pasaje alguno. Casi como en el budismo, la intensa concentra-
mismo en un mundo complejo. La filosofía de la existencia del si- ción en las condiciones fundamentales de la existencia humana
glo XX -Jean-Paul Sartre, Karl Jaspers, Gabriel Marcel- recibirá deja abierta de verdad la pregunta por Dios. Aunque amigos
de él su impulso intelectual. teólogos me han informado más tarde de que en otros escritos de
Pero será, sobre todo, Martin Heidegger quien, partiendo de Heidegger hay resonancias ateas, ello en nada ha modificado pa-
Kierkegaard, ensaye una filosofía por completo nueva. Confieso ra mí el hecho de que experimenté esta filosofía como verdadera-
que mi relación con Heidegger era más bien irónica... hasta que mente iluminadora. Conocidos teólogos, como, por ejemplo, Karl
lo leí. Me resultaba atroz el afán «heideggerizador» de algunos Rahner, también lo vieron así. Georges Minois formula el si-
teólogos que se daban importancia con un par de ininteligibles guiente resumen: «Heidegger deja abierta la pregunta por Dios».
conceptos heideggerianos. Pero luego, durante unas vacaciones, Se cuenta que, de anciano, Heidegger asistía gustoso no a la misa,
leía la obra principal de Heidegger, Ser y tiempo... y quedé fasci- pero sí, al menos, a los oficios marianos de mayo, en los que a él,
nado. Probablemente, las experiencias de conversión tienen un personalmente, le costaba menos descubrir, por lo visto, el ele-
efecto aún más intenso. Sea como fuere, de inmediato se me evi- mento religioso primitivo. A su muerte, fue enterrado según el ri-
EL DIOS DE LOS FILÓSOFOS: LA GRAN BATALLA DE LA RAZÓN PURA
176 MANFRED LÜTZ

to católico. El sacerdote católico Bernhard Welte, él mismo desta- franqueza, se califica a sí mismo de «carente de sensibilidad reli-
cado filósofo y teólogo, que tenía mucho que agradecer al pensa- giosa» (religiós unmusikalisch), afirmó en una conferencia de gran
miento heideggeriano, pronunció la homilía. Aunque Martin resonancia pronunciada en 2001 en la Paulskirche de Frankfurt
Heidegger había desarrollado una filosofía de la decisión, en su del Main que es necesario tomarse de nuevo en serio la importan-
propia vida permaneció indeciso demasiado a menudo. Lo cual cia de la religión. En el estado secular, el ciudadano religioso de-
vale también para su inaceptable comportamiento ante el inci- be ser respetado como ciudadano religioso. No se le puede exigir
piente nacionalsocialismo. Pero, a mi juicio, la filosofía de Ser y que prescinda de su convicción religiosa cuando participa en el
tiempo no se ve afectada por tales tendencias. discurso público. Lo cual iba dirigido a un tiempo contra dos ten-
Desde entonces a esta parte, la relevancia pública de la filoso- dencias. Por una parte, contra la intolerancia de los laicistas
fía ha decrecido. Filósofos de las más diversas orientaciones de- ateos, que declaran la religión asunto privado y quieren forzar al
fiende con flexibilidad casi cualquier posición imaginable. Ape- ciudadano religioso a participar en el debate público sólo con ar-
nas se habla de Dios. No se está en contra, ni se está a favor; la gumentos que satisfagan la condición: Etsi Deus non daretur [co-
gente se preocupa de otras cosas. Sobre todo la ética filosófica se mo si no existiera Dios]. Por otra parte, también atañía a una ten-
ha convertido en parte en un esbirro de poderosos intereses que dencia de ciertos representantes eclesiásticos a ocultar con preci-
intenta derribar cualquier obstáculo moral con sofisterías que pitada obediencia el propio perfil y, así, hablar sin ton ni son de
suenan a filosofía. Del incondicional deber moral kantiano ya manera genérica, como, por lo demás, ya todo el mundo hace.
apenas se atreve a hablar nadie. Anythinggoes [todo vale]. Aún se En los debates de bioética, tan grávidos de consecuencias y en
describen reglas conforme a las cuales las diferentes posiciones los que el tren del horror de Dürrenmatt puede convertirse en
éticas que, guste o no, son defendidas en una sociedad pueden co- realidad en un abrir y cerrar de ojos, el filósofo Robert Spaemann
municarse entre sí sin violencia. Pero cuando todo se limita a eso, exhorta, contra toda filosofía cortesana guiada por unos u otros
la ética abdica -al menos, la ética en cuanto esfuerzo filosófico so- intereses, a una rigurosa observancia de la razón en la ética. Por
bre las condiciones de posibilidad de la acción moral. Luego, lo que se refiere a la pregunta por Dios, Spaemann opina que el
quienes realizan estudios de demoscopia dicen por dónde van los ateísmo es irrazonable. Pues si razonable es lo que todos los seres
tiros; y algunos sumisos espíritus filosóficos arrojan matarratas al racionales tienen por razonable, entonces no cabe olvidar, afirma,
pueblo, que se precipita con estruendo hacia delante, con el fin de que en todas las épocas de la humanidad se ha considerado razo-
que no se percate del horrendo abismo en que está cayendo. nable creer en Dios o en lo divino. Los contados doscientos cin-
En su relato Der Tunnel [El túnel], Friedrich Dürrenmatt des- cuenta años de ateísmo de una pequeña minoría en una pequeñí-
cribe una situación así de horripilante. Un tren se interna por un sima región del mundo no hacen razonable al ateísmo. Cuando,
túnel. Los viajeros apenas se dan cuenta de ello: parece ser un tú- en una entrevista que me hicieron en una emisora de radio del es-
nel como tantos otros por los que han pasado antes, un túnel que, te de Alemania, cité estas afirmaciones de Spaemann, hubo una
como es debido, tiene principio y fin. Pero la travesía del túnel avalancha de llamadas de -interesados- alemanes orientales,
dura y dura, la velocidad se incrementa. La gente empieza a in- quienes en épocas anteriores, a causa del forzoso adoctrinamien-
quietarse. Por fin, uno de los viajeros hace de tripas corazón y se to estatal en el ateísmo, nunca habían oído opiniones semejantes.
dirige a la cabina del conductor de la locomotora. Está vacía. Y ve Así pues, la pregunta por Dios vuelve a estar a la orden del día. El
cómo el tren se precipita más y más en el abismo... Eso es lo que filósofo inglés Richard Swinburne ha elaborado una impresio-
puede ocurrir cuando una sociedad hace siempre sólo lo que «se» nante obra en la que, a un elevado nivel intelectual, intenta pro-
suele hacer, y eso es lo que nos ocurre a cada uno de nosotros har la existencia de Dios con los medios de la demostración cien-
cuando morimos sin habernos preparado para ello. tífica rigurosa. Como es habitual en los trabajos científicos, ha si-
Pero, entretanto, filósofos de primer rango han dado nuevos do criticado por ello; y John Mackie ha intentado refutar la de-
impulsos a la filosofía. Jürgen Habermas, quien, con humilde mostración propuesta por Swinburne.
178 MANFRED LÜTZ

Por consiguiente, no es legítimo tomarse demasiado a la lige-


ra la pregunta por Dios. Los creyentes no pueden considerar ma-
lévolos a todos los ateos, y los ateos no pueden considerar estúpi-
dos a todos los creyentes. Hemos podido constatar que hay inte-
ligentísimos creyentes escépticos, así como inteligentísimos ateos
desinteresados. Aun cuando fuera verdad la afirmación de Hegel
9. El Dios de Abrahán, Isaac y Jacob:
de que «hay una infinidad de puntos de partida desde los cuales el misterio en el dobladillo del abrigo
se puede y se debe pasar a Dios», la pregunta por Dios desafía to-
das las fuerzas intelectuales del ser humano. Pero, aun con un es-
fuerzo personal tan intenso, el resultado permanece insatisfacto-
1. El misterio de una bella mujer
rio. Martin Heidegger dijo: al Dios de los filósofos «no le puede
rezar el ser humano, ni tampoco puede presentarle sacrificios. El L más antiguo y bello retrato femenino de todas las épocas
ser humano no puede postrarse de rodillas en actitud de venera-
ción ante la causa sui, ni tampoco es posible tocar música y dan-
zar ante este Dios». Semejante Dios es sobrio, frío e inaccesible.
Garantiza el sentido del universo, el sentido de la vida, el sentido
E y todos los pueblos se puede admirar en el Museo Egip-
cio de Berlín: Nefertiti. La gracia erótica de esta mujer,
cuyo atractivo permanece intacto después de milenios, tiene que
ver con la frescura vital del rostro, del todo espontánea, y quizá
del ser humano. Garantiza el sentido de la moral. Sin duda, eso ya
también con la ligera melancolía que se ha posado alrededor de
es mucho; y quien se haya ocupado del Dios de los filósofos nun-
los ojos. Pues Nefertiti esconde un misterio.
ca más pensará que los creyentes creen porque son demasiado es-
túpidos para el ateísmo. Antes bien, los esfuerzos filosóficos en En su época, en Egipto reinaba la agitación, una agitación
torno a Dios han conmovido, a buen seguro, los fundamentos in- desmedida. Serenas se alzaban allí desde hacía ya siglos las pirá-
telectuales del ateísmo. Pero aun cuando uno se haya dejado con- mides de Giza, testigos silenciosos del rico pasado religioso de un
vencer por los numerosos argumentos filosóficos a favor de la pueblo que, de entre todos los pueblos de la tierra, había alcanza-
existencia de Dios, ¿puede entonces creer de verdad en Dios? do los más elevados logros culturales. Sereno fluía el Nilo, que, a
través de la regularidad de sus inundaciones, determinaba el cur-
En todo caso, Edith Stein, la talentosa filósofa y emancipada
atea judía, no fue capaz de ello. Recaló pronto en el ateísmo y, co- so de la vida del ser humano en el país de los faraones. Serenos
mo Heidegger, estudió filosofía con Edmund Husserl. A través de ejercían desde tiempos inmemoriales los sacerdotes su ministerio
la filosofía, empero, alcanzó un límite que la propia filosofía no le en los templos de divinidades sin cuento, a fin de predisponer a
ayudaba a superar y que la llevó al borde de la desesperación. Mu- los dioses a la clemencia por medio de sumisas víctimas sacrifica-
chas otras personas han vivido también esta experiencia. El poe- das según ritos eternos. Pero, de repente, ocurrió algo increíble.
ta ateo Gottfried Benn lo expresa de forma maravillosa: «A me- Lo que intranquilizó a la gente, dejándola sin aliento, fue una re-
nudo me he preguntado, sin encontrar respuesta, de dónde pro- belión de dimensiones desconocidas. No una rebelión contra el
cede lo plácido y lo bueno; todavía hoy no lo sé, y me ha llegado faraón. Eso era conocido en el país del Nilo. En el sucederse de las
la hora de partir». numerosas dinastías siempre se habían producido de vez en
Cuando murió el gran matemático y filósofo Blaise Pascal, co- cuando tumultos políticos. De todos modos, la estabilidad del
sido en el dobladillo de su abrigo se encontró un trozo de papel Antiguo Reino, del cual todavía daba testimonio las pirámides de
que se ha hecho famoso bajo el nombre de Memorial de Blaise Giza y en el cual los faraones eran adorados como dioses, hacía ya
Pascal. En él, en torpe caligrafía, está escrito lo siguiente: «El Dios tiempo que había acabado. Una rebelión contra el faraón habría
de Abrahán, Isaac y Jacob, no el Dios de los filósofos y científicos». sido sencillamente una más entre muchas. Pero la rebelión que se
produjo en el año 1359 a.C. no tenía parangón. Era una rebelión
180 MANFRED LUTZ EL DIOS DE ABRAHÁN, ISAAC Y JACOB: EL MISTERIO... 181

contra los dioses. Y el líder de esta rebelión era -idea inconcebi- Cuando una persona normal se convierte, eso es motivo de
ble- el más poderoso de todos los hombres: el guardián del reino, gozo para ella: de repente, se le vuelven claras muchas cosas que
el faraón en persona. Y la bella Nefertiti era su esposa. hasta entonces estaban envueltas en la oscuridad. A menudo, em-
Amenofis IV había subido al trono de Egipto en 1365 a.C. Su pero, la conversión resulta también dolorosa. Significa, al mismo
padre, Amenofis III, y sus antepasados habían afianzado firme- tiempo, despedirse de hábitos de pensamiento y vida largamente
mente este trono. En el fondo, no había ya nada que aún pudiera arraigados que dejan de ser válidos. Pero cuando un faraón se
desear un faraón que, como se diría en épocas posteriores, vivía convierte, eso no sólo tiene repercusiones para su persona. Esa
«como Dios». La vida tenía todo tipo de placeres que ofrecerle. decisión conlleva efectos básicamente demoledores para todo el
Nadie en la tierra gozaba de poder para contradecirle. Pero justo reino. Y así, entre la poderosa clase sacerdotal del reino se exten-
ésa parece ser una situación capaz de llevar a una persona a pre- dió una explosiva mezcla de horror paralizador, frenética activi-
guntarse por lo verdaderamente importante en la vida. dad e incontenible ira. El faraón, sin embargo, estaba decidido a
Los seres humanos de hace tres mil trescientos años no eran llevar resueltamente adelante su visión hasta las últimas conse-
en nada inferiores a nosotros en inteligencia y capacidad de plan- cuencias. En primer lugar, se cambió de nombre. Amenofis: en es-
tearse preguntas existenciales. Como más tarde les ocurriría a te nombre resonaba la divinidad regia Amón, y los sacerdotes de
otros pensadores sensibles -por ejemplo, a Buda y Sócrates-, Amón se habían convertido en sus más enconados enemigos. Por
también a Amenofis IV le exasperaba la pluralidad de dioses. Para consiguiente, escogió un nombre en honor del Dios cuya fe a la
cada suceso terrestre, este abigarrado panteón egipcio disponía sazón profesaba: Akhenatón, Rayo de Atón.
inmediatamente en el cielo, al estilo de la doble contabilidad, de Pero no se detuvo ahí. También geográficamente se sustrajo
un dios competente al respecto. Pero este gabinete celestial de cu- a la influencia diaria de los conservadores sacerdotes de la corte,
riosidades no ofrecía al faraón verdadera respuesta a las pregun- construyéndose una ciudad-residencia por completo nueva:
tas que, como persona, le preocupaban seriamente en su hondón Akhet-Atón (Amarna). Allí se desarrolló incluso un estilo de arte
y le llevaban a interrogarse con aire reflexivo sobre el más allá de propio, el llamado estilo de Amarna. Akhenatón se hizo represen-
esta vida humana. Con otras palabras, el faraón Amenofis IV hi- tar e hizo representar a su familia de manera naturalista y realis-
zo justo lo que tres mil doscientos veintinueve años más tarde ta. Con todo lo desagradable, pero también con toda la belleza,
anunciarían como factible los setecientos padres conciliares del como en el cautivador busto-retrato de su graciosa esposa. Cuan-
Vaticano I reunidos en la nave transversal derecha de la basílica do, ya en nuestra época, se excavó Akhet-Atón, se encontró una
de San Pedro en Roma: equipado meramente con los medios de inmensa biblioteca de tablas de arcilla, que nos brinda una mira-
la razón, buscó a Dios. Y, de hecho, lo encontró. Al Dios uno. No da fascinante a aquellos tiempos.
es posible imaginarse esta situación con suficiente dramatismo. Pero Akhet-Atón no estaba destinada a mantenerse en pie
De un golpe, fueron eliminados cientos de dioses; y la única po- mucho tiempo. Para las fuerzas conservadoras del reino egipcio,
sibilidad convincente para el faraón era la de un único Dios. Pero las reformas de Akhenatón resultaban, comprensiblemente, fas-
no un Dios inventado sin más. El faraón no era un filósofo; era tidiosas. No sabemos con exactitud hasta qué punto le hicieron
hijo de un pueblo apasionadamente religioso. Por consiguiente, el difícil la vida ya durante su reinado. En cualquier caso, tras su
Dios que encontró no era un abstracto Dios de los filósofos, sino muerte, recuperaron de inmediato el poder y extirparon de raíz
el recuerdo del «faraón hereje». Arrasaron Akhet-Atón. Por lo de-
un Dios verdadero, un Dios al que se podía rezar. Lo llamó Atón
más, en la medida de lo posible, borraron también cualquier otro
y lo adoró en el símbolo del Sol. El cual era especialmente apto
recuerdo del rebelde que había ocupado el trono faraónico. To-
para ello, porque hacía patente el atributo de la unicidad de Dios.
maron bajo su protección al sucesor de Akhenatón, el indefenso
El Sol era el incuestionable rey de las estrellas: de su calor templa-
muchacho Tutankatón y le dieron un nuevo nombre. En honor
do procedía toda vida; de su calor canicular, toda muerte. Era sin-
de la venerable divinidad del reino, Amón, lo llamaron Tutanka-
gular, incomparable.
182 EL DIOS DE ABRAHÁN, ISAAC Y JACOB: EL MISTERIO... 183
MANFRED LÜTZ

món. También este faraón-niño falleció pronto y fue enterrado En este punto surge entonces la justificada objeción de una
en tan extraordinaria pompa de oro que de ahí cabe deducir que persona moderna: ¿no decimos una y otra vez a nuestros hijos
los sacerdotes que le dieron sepultura tenían mala conciencia. que no deben confiar ciegamente en nadie? ¿No nos esforzamos
Todavía hoy se discute si no sería asesinado. Así, la obra de nosotros mismos por ofrecer a nuestros hijos buenas razones de
Akhenatón parecía haber fracasado por completo, su ciudad-re- aquello que les exigimos? La confianza ciega y sin reservas, ¿no
sidencia había sido destruida y su familia se había extinguido. es peligrosa y, sobre todo, irrazonable? Con otras palabras, ¿no
es indigna de un homo sapiens adulto? Aquí nos encontramos
justo delante de la pared frente a la que Edith Stein se quedó
2. Una salvífica tentativa de asesinato desconcertada y que Gottfried Benn no logró superar, la pared
a la que nos han llevado nuestras consideraciones sobre el Dios
Pero eso no es del todo cierto. Antes de que pasaran siquiera cien de los filósofos. La decisión de Abrahán de ponerse en camino,
años, un hombre con el nombre egipcio de Moisés reúne a sus tomada desde la confianza total en su Dios, nunca puede ser
compatriotas hebreos en Egipto, los libera del yugo del opresor justificada ante el tribunal de la razón. Esto mismo lo dice tam-
egipcio y se encamina junto a ellos hacia el este, hacia Palestina. bién Soren Kierkegaard -y se burla de la presuntuosa pequeña
Este hombre no logra todo eso por sus propias fuerzas. Sólo lo luz de la razón.
consigue porque anuncia a los hebreos que tal es la voluntad de su Lo que ahora debe seguir, o tal vez no, es el paso resuelto más
Dios, Yahvé, y que este Dios es el Señor del mundo, el único Dios. allá del muro. Los seres humanos no podemos dar tal paso por
Los hebreos en Egipto tenían ya una larga historia, que, en la nuestras propias fuerzas. Con el Dios de los filósofos, hemos lle-
cautividad egipcia, se narraban una y otra vez. Abrahán, el padre gado al final de nuestra sabiduría escolar. Sin embargo, hagamos
de la fe, había emigrado en su día de su país por orden de Dios. un último intento: si no nos basta el Dios frío de los filósofos, si
Aunque disponía de medios, había emprendido a pie junto con éste no haría más que añadir al frío del mundo el frío de Dios,
todo su clan un agotador camino desde el actual Irak a Palestina, ¿cómo debería ser entonces un Dios capaz de satisfacer de verdad
a la tierra que Dios le había prometido como hogar a él y a los su- el infinito anhelo que inquieta el corazón humano, capaz de cal-
yos. La relación de este Abrahán con su Dios debió de ser sobre- mar con mano poderosamente consoladora el profundo miedo
manera intensa. que Kierkegaard siente ante la nada? A buen seguro, no puede tra-
Soren Kierkegaard así lo intuyó y, en su obra Temor y temblor, tarse de un mero objeto, de un mero principio. La respuesta al an-
describió hasta el último detalle psicológico el camino de Abra- helo del ser humano debería ser más bien un Dios personal, un
hán con su hijo Isaac hacia el monte Moria. Allí, Abrahán, por or- Dios con el que pudiéramos encontrarnos de verdad, un Dios que
den de Dios, debía sacrificar a Isaac. Kierkegaard se halla a millas nos interpelara y al que pudiéramos responder orando.
de distancia de las ingenuas y precipitadas conclusiones actuales Ciertamente, ahí tiene razón Feuerbach: el solo anhelo en
en el sentido de que el buen Dios habría actuado aquí de forma modo alguno demuestra la existencia del objeto anhelado. Por
muy malévola y de que, con tal mandato, habría infringido la De- tanto, los seres humanos, por nosotros mismos, no podemos de-
claración de Derechos Humanos de la Naciones Unidas, el Códi- cir nada sobre si este Dios personal existe en realidad o no.
go Penal español y, sobre todo, las directrices generales de lo po- Sobre ello únicamente podría decir algo el propio Dios perso-
líticamente correcto. Lo que tiene claro es que la fe en Dios o bien nal. Siempre que exista en realidad y siempre que así lo quiera.
es ridicula, o bien es algo muy serio. Y, para Seren Kierkegaard, la Los judíos, los cristianos y los musulmanes creen que ha querido
fe es, de hecho, una cuestión de vida o muerte. En el sacrificio de hacerlo y que ha dicho algo sobre sí mismo. A eso que nos ha co-
Isaac no se trata del pretendido asesinato de un niño inocente. De municado le damos el nombre de revelación. La revelación, por
lo que se trata es de si el ser humano confía en Dios sin reservas, principio, no puede ser imaginada de antemano; acontece, cuan-
aunque en realidad no entienda ya nada en absoluto. do lo hace, de forma impredecible. Y concierne al ser humano
EL DIOS DE ABRAHÁN, ISAAC Y JACOB: EL MISTERIO... 185
184 MANFRED LÜTZ

De Dios o de una persona se puede tener certeza. Pero querer


existencialmente. Aun cuando alguien te revele su amor, tú no conocerlos es irrespetuoso. Pues Dios y el ser humano no son
puedes imaginártelo de antemano. Puedes anhelarlo, puedes sos- enigmas que algún día puedan ser resueltos por medio del cono-
pecharlo. Es posible que conozcas tan bien a la otra persona que cimiento, como las preguntas de un programa concurso. Dios y el
quizá puedas incluso anticipar sus palabras. Pero que luego eso ser humano son misterios que no pueden ser resueltos y que exi-
ocurra de verdad nunca es por completo seguro. Lo cual vale pa- gen respeto. Que un marido le diga a su esposa: «Te conozco a la
ra todas las experiencias humanas profundas, ya gozosas, ya con- perfección: para mí, eres un libro abierto», es quizá lo más irres-
movedoras. No son previsibles desde fuera. Tales experiencias petuoso que puede espetarle. Pues, con ello, le niega toda autén-
existenciales, que son las que confieren a la vida su verdadero sa- tica libertad, toda auténtica capacidad viva de cambio, toda au-
bor, deben acontecer luego también de forma del todo concreta y téntica dignidad. La describe como si fuera un lavavajillas que,
real en un lugar determinado, un tiempo determinado, una situa- ateniéndose a reglas racionales, hace justo aquello que se exige de
ción determinada; y, por cierto, de manera sumamente personal, él o que, en caso de que se niegue a hacer lo que razonablemente
no por medio de un representante cualquiera. Nadie quedaría se le exige, acabará en el vertedero de objetos voluminosos. Karl
contento con la siguiente explicación de la mujer que adora: «So- Rahner sostenía que el ser humano quizá sea imagen de Dios so-
bre si te amo o no, tesoro, ya has podido hacerte, creo, una idea bre todo en la medida en que, al igual que Éste, constituye un
bastante certera; por eso, no necesito seguir aburriéndote con es- misterio.
te tema. Por lo demás, puedes preguntarle a mi amiga si te quie- Tal vez te acuerdes, querido lector, de que mi profesor de re-
ro o no: ella me conoce al dedillo». Estoy seguro, querido lector, ligión, siempre que el asunto se ponía interesante, declaraba con
que algo así no te bastaría. un gesto enfático: «Eso es un misterio». Quizá eso fue incluso uno
Supongamos, pues, que Dios fuera de verdad una persona ca- de los motivos que me empujaron a estudiar teología. Escribí mi
paz de entablar relación por propia iniciativa y con la que, a la in- tesina de bachiller en teología sobre la doctrina de Dios de Karl
versa, el ser humano también pudiera entrar realmente en rela- Rahner. Y ahí tuve que tomar nota con inquietud de que Rahner
ción. Entonces, salta de inmediato a la vista que una persona real gustaba de calificar a Dios de «Misterio». En efecto, en el punto
y su conducta real no pueden ser tan sólo el resultado de mis con- cimero de su doctrina de Dios encontré la frase de que, en la vi-
clusiones racionales sobre ella. Con independencia de lo que un sión beatífica de Dios en el paraíso, el día del Juicio Final contem-
inteligente filósofo pueda pensar sobre Dios en su cuarto de estu- plaremos a Dios como el «Misterio permanente».
dio, si Dios es persona -y sólo una persona podría consolarnos de ¡Había estudiado teología a fondo durante cinco años para
verdad en medio de toda la angustia asociada a nuestra existencia llegar a este resultado: el «Misterio permanente»! Pero mi de-
terrena-, tampoco al filósofo le quedaría más remedio que salir cepción duró poco, pues Rahner describe de manera imponen-
de su cuarto de estudio para encontrarse realmente con esa per- te este misterio perenne no como un enigma oscuro y aún no
sona. Entonces, debería estar dispuesto a dejarse sorprender por resuelto, sino como el misterio luminoso. De hecho, en el esta-
la afectuosa impredecibilidad del Dios personal, del que algo sa- do de eterna bienaventuranza, escribe Rahner, no sentiremos ya
bía e intuía, pero al que, en su bien ordenado cuarto de estudio, la terrena necesidad de definiciones y descripciones exactas, que
nunca habría conocido de verdad. De ahí que Soren Kierkegaard no son más que limitaciones, y nos expondremos en libertad re-
reproche a todos los filósofos de biblioteca y a sus pruebas de la dimida, exentos de dudas y dichosos, a la insondable luz de
existencia de Dios una indignante falta de respeto: «Demostrar la Dios. El permanente misterio de Dios tiene que ver con su per-
existencia de alguien que existe es el más desvergonzado atenta- manente personalidad.
do, puesto que es un intento de ridiculizarlo...Pero ¿cómo se le Si has podido seguir todas estas consideraciones, con ellas han
ocurre a uno demostrar que existe, a menos que antes se haya quedado resueltas algunas preguntas sobre Dios, sumamente im-
permitido ignorarlo? Y peor aún que ignorarlo es demostrarle portantes, que numerosas personas se han planteado una y otra
delante de sus narices que existe».
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vez y de las que yo me ocupé mucho durante mi juventud. Los judíos, en cualquier caso, creen que Dios, por respeto a la
Siempre me había preguntado por qué el buen Dios se anda con libertad y la dignidad del ser humano, se ha revelado con amor
tanto misterio. Si de verdad fuera Dios, tendría el poder de decir- como persona paso a paso, adaptándose a la capacidad de com-
nos sencillamente de una vez por todas y de forma inequívoca presión humana. Sin embargo, el Dios eterno no ha hablado de .
que existe y cómo es y quizá también cómo le va por regla gene- cosas intrascendentes, sino que siempre lo ha hecho como el Dios
ral. Lo cual es probable que dejara sin trabajo a muchos teólogos, que quiere garantizar al ser humano su felicidad y, para ello, con-
pero a la gente como nosotros le ahorraría un montón de tiem- fía en él, pero también le exige confianza. Más o menos en el año
po. Si Dios fuera un objeto, aunque se tratara de un Terminator 1900 a.C, Dios habló a Abrahán. Lo hizo con cariño y de forma
construido sin reparar en gastos, no habría problema alguno: bre- prometedora, y Abrahán confío en Dios. Lo cual fue expresado
ve descripción del aparato, instrucciones de uso y punto. con las palabras: Abrahán creyó en Dios.
Pero si es de verdad persona, uno no «sabe» lo decisivo sobre Llegados a este punto, es necesaria una clarificación sobre la
Él por el hecho de «saber» algo sobre Él, sino, por supuesto, sólo palabra «fe». Sería mejor traducirla como «confianza». En latín,
en la medida en que se encuentra con Él. La miseria de las agen- ambos términos se dicen igual: fides. Pues la palabra «fe» es suma-
cias matrimoniales radica precisamente en esta circunstancia. Pe- mente equívoca. Cuando uno no sabe algo de manera precisa,
ro si ni siquiera es posible conocer a una persona concreta a tra- puede limitarse a creerlo, se dice. Si un paracaidista pregunta si e l \
vés de una descripción, por muy detallada que sea, ¡cuánto me- paracaídas que le han dado también se abrirá, seguro que no le
nos entonces a Dios! Por consiguiente, el método -en apariencia basta con la desenfadada respuesta: «Ah, creo que sí». Compren-
tan sencillo- de «la solución al crucigrama, en el próximo núme- siblemente, le gustaría saberlo con exactitud. Todo lo demás sería
ro» no funciona en el caso de Dios. Si eres franco, no funciona ni imprudencia21.
siquiera en el caso de tu mujer. En las relaciones humanas ocurre justo lo contrario. Para
Constatamos, pues, lo siguiente: no cabe imaginar, inventar, confiar en una persona, no basta conocimiento alguno. Para con-
un Dios personal; sobre un Dios personal no es posible informar- fiar en alguien, es necesario el encuentro personal, y para ello, se
se sin más. Un Dios personal, en caso de que exista, tendría que necesita algún tiempo. Pero, luego, poder decir con plena convic-
revelársenos en persona para que podamos conocer algo real- ción que se confía en alguien implica una certeza mucho mayor
mente esencial sobre Él. Pero ¿cómo? ¿Llamando al timbre de la que la de saber meramente algo sobre él, por ejemplo, por medio
puerta y diciéndonos: «¡Aquí estoy!» y metiendo luego el pie pa- de pruebas psicológicas o de una búsqueda en Internet. Así pues,
ra que no podamos cerrar la puerta? Un Dios que importunara lo imprudente sería, al revés, confiar en una persona sólo porque
resultaría embarazoso; y, de todas maneras, eso sería una relación se sabe algo sobre ella. Igual de imprudente sería creer en Dios só-
bastante desigual entre el Creador del mundo, que reina por los lo porque, de algún modo, uno supone algo sobre Él.
siglos de los siglos, y un pequeño y mortal ser humano. Un poco Así pues, la certeza que, en el caso de Abrahán, se caracteriza
como el padrecito Stalin cuando saludaba a los niños: al hacerlo, con el término «fe» es, por supuesto, infinitamente mayor que
infundía miedo y terror a los padres de las criaturas. No, las cosas cuando «creemos» algo en el sentido habitual. Ya en la clase de re-
tampoco son tan fáciles. Pero quizá será mejor que no le hagamos ligión me exasperaba que el profesor de religión intentara salvar-
demasiadas propuestas bienintencionadas al buen Dios siguiendo se con las palabras: «Eso sólo (¡!) se puede creer». Abrahán habría
el estúpido lema: «Así pues, yo en tu lugar...». Precisamente cuan- estado loco si así, sin más, hubiese levantado al buen tuntún sus
do se trata de relaciones, es aconsejable dejar que cada cual las vi-
va a su estilo. Uno es impetuoso, el otro reservado; en ocasiones,
el temperamento cambia según la situación. Por tanto, observe- 21. El contenido de este párrafo (y el comienzo del siguiente) es mucho más elo-
mos sin más qué es lo que el propio Dios ha hecho con vistas a cuente en alemán, idioma en el que la relación entre el sustantivo «fe» (der
solucionar el innegable problema. Glauben) y el verbo «creer» (glauben) salta a la vista [N. del Traductor}.
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tiendas en el Creciente Fértil, como a la sazón se denominaba a 3. La más prolongada historia de amor de todos los tiempos
los florecientes paisajes del actual Irak, sólo porque había pre-
sentido -y había creído vagamente a un dios cualquiera- que en En Egipto, los esclavizados hebreos recordaron a Dios esta alian-
Palestina se podía conquistar tierra. Arriesgar con la credulidad za y su Dios se la recordó a ellos.
de los buscadores de oro la existencia física de su entero clan por Los incultos hebreos confiaban en que su Dios fuera más fuer-
una esperanza imprecisa en modo alguno habría cualificado a te que los orgullos dioses regios de los egipcios. Es cierto que ha-
Abrahán como patriarca de la religión, sino más bien como pa- cía ya tiempo que no creían sino en su único Dios, pero más bien
trón de todos los casinos. Lo decisivo fue que Dios se reveló a como en un dios tribal semejante a los dioses tribales de otros
Abrahán y que éste mantuvo con Dios una relación del todo pro- pueblos. La noción explícita de un único Dios universal todavía no
funda: confío en Él con una certeza interior verdaderamente había aflorado en ningún lugar. En los salmos del Antiguo Testa-
irrebatible. mento -que se cuentan entre los escritos más antiguos de la Bi-
La fe en Dios no es un mérito personal, sino un regalo del blia- aún se habla con toda naturalidad de otros dioses. En su pe-
propio Dios. El ser humano se puede abrir o cerrar a él. Abrahán dagogía con los seres humanos, como luego llamarán a esto los pa-
no se cerró. No sabemos con total exactitud cómo Dios posibili- dres de la Iglesia, Dios procedió paso a paso, con objeto de que los
tó a Abrahán este acceso a ÉL El hecho de que agraciara al ya an- también hombres pudieran entender de verdad cada paso.
ciano Abrahán y, sobre todo, a la ya anciana Sara con un hijo no Pero el próximo paso ya había sido preparado. En el país cu-
debió de desempeñar un papel desdeñable en ello. A la cumplido- na de la religión y del politeísmo había surgido, bajo Akhenatón,
ra fidelidad de Dios le correspondió la cumplidora fidelidad de la noción de un único Dios -imprecisa, sin duda, y apenas sepa-
Abrahán. rada del culto tradicional de los cuerpos celestes al que se habían
Y esta inquebrantable fidelidad de Abrahán a Dios se mani- entregado los babilonios. Pero Akhenatón creía, a buen seguro, en
fiesta cuando se pone en camino con su único hijo Isaac, a fin de un solo Dios. Desde el punto de vista material, Akhenatón se des-
sacrificarlo conforme a la voluntad de Dios. La fidelidad de Abra- vaneció de la faz de la tierra de la forma más aniquiladora posi-
hán, en caso de duda, va más allá de toda razón: Soren Kierkegaard ble; en Egipto, ya nada recordaba a él. Su atrevido proyecto des-
insiste con énfasis en este punto. Es posible que Abrahán, en secre- apareció en la arena del desierto, pero la obra de Moisés emergió
to, contara con algún tipo de solución, pero no de forma tal que del aquilatamiento en el desierto para manifestar una milenaria
se sintiera realmente reconfortado. Él ya sólo se aferró a su fe, a estabilidad más allá de todas las terribles pruebas. Así, es posible
su inquebrantable confianza en Dios; aparte de esta confianza, en que Akhenatón diera al explícito monoteísmo de los judíos un
el largo camino hacia el monte Moria, para Abrahán no debió de importante impulso intelectual que todavía hoy resuena en las
haber, en lo hondo de su corazón, más que espantosa noche. Cabe grandes religiones monoteístas. También sobre eso cabe reflexio-
imaginarse la incontenible felicidad que sintió Abrahán cuando nar ante el melancólicamente bello rostro de Nefertiti en Berlín.
luego su hijo fue salvado de la muerte y su Dios del crimen. A to- En la época moderna, en la que se recogía para el arsenal ateo
do el que escucha este relato le queda claro que la relación de todo lo que le caía a uno en las manos, se convirtió en una acusa-
Abrahán con Dios es descrita de manera demasiado inocua cuan- ción habitual afirmar que, en cierto modo, los judíos y los cristia-
do se la califica meramente de «relación». Era una alianza firme nos lo habían asumido todo del paganismo: el monoteísmo, de
que dio fruto durante milenios. Akhenatón; el diluvio universal, de la epopeya de Gilgamés; el
parto virginal, de algunos nacimientos de dioses paganos. Dicho
de otra forma, que el judaismo y el cristianismo no eran dema-
siado originales. Ahora bien, el filósofo alemán Robert Spaemann
ha acuñado la clarificadora frase: «La verdad no es original; el
error, sí».
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De hecho, la originalidad es una categoría de todo punto una al mundo entero, este tsunami comunicativo habría arrastra-
equívoca para considerar la comprensiva pedagogía de Dios con do por entero la libertad y la autonomía del ser humano. Mas, a
el ser humano. Pues ¿qué significado habría tenido el nacimiento diferencia de Zeus, el fanfarrón tronador de los griegos, el Dios de
virginal de Jesús si previamente no hubieran existido numerosos los judíos no reacciona de forma espectacular. Está presente en la
relatos de redentores divinos nacidos de una virgen? Entonces, el ligera brisa o en la zarza ardiente y advierte al hombre Moisés que
nacimiento virginal de Jesús habría sido meramente un milagro no lo mire, pues, en caso de ver a Dios, moriría. Si Dios de verdad
ginecológico, como todavía hoy afirma Uta Ranke-Heinemann, la es persona, tiene que manifestarse en un lugar del todo concreto,
vieja dama del involuntario cabaret eclesial. El alumbramiento en un tiempo del todo concreto, en una situación del todo con-
virginal de Jesús sólo podía resultar significativo para los seres creta. Y así, sale al encuentro de individuos singulares y también
humanos si el lenguaje religioso asociaba ya algo con esa idea, a de un pueblo singular en Oriente Próximo en momentos históri-
saber, la divinidad redentora. No obstante, según la fe de los cris- cos determinados. Lo cual no significa que Dios renuncie a obrar
tianos, el nacimiento virginal de Jesús constituyó, por supuesto, universalmente. Por eso, también en otros pueblos puede haber
un caso del todo especial: a diferencia de Zeus, el anciano seduc- personas que lo busquen y encuentren. Pero, como signo para el
tor, Dios no engendró biológicamente a su hijo. No; en María, mundo entero, sirve en primer lugar su encuentro concreto con
Dios recreó a este hombre Jesús por completo. Así, según la fe ciertas personas y, sobre todo, con un único pueblo elegido, que
cristiana, en el nacimiento virginal de Jesús devino realidad lo Él, con libre soberanía divina, escoge. De esta suerte, Dios entra
que antes se había entrevisto en relatos meramente míticos. en la historia. Y resulta fascinante y conmovedor seguir cómo es-
Y la fe en el dios Sol, Atón, tampoco tuvo como consecuencia ta pasión de Dios por su pueblo y del pueblo elegido por su Dios
que Moisés viajara sin más a Amarna y plagiara raudo la fe de ha permanecido inalterada durante milenios, hasta llegar a nues-
Akhenatón -Dan Brown (el autor de El Código da Vina) manda sa- tros días, pasando por numerosos altibajos, por numerosas cimas
ludos. Tal vez -simplemente, no lo sabemos- el monoteísmo de dichosas y numerosos abismos terribles. En contraposición al frío
Akhenatón facilitó a los hebreos una comprensión más profunda Dios de los filósofos, el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob parece ser
de la fe en Yahvé. El cual siempre había desempeñado para los he- en ocasiones injusto, incluso celoso, como un amante, que ante
breos un papel destacado; pero es posible que la casi increíble idea un tribunal puede pedir la inhibición por conflicto de intereses y
de que Yahvé es el único Dios y de que Él, el Dios del pueblo de que no debería atender personalmente como médico a ningún ser
Israel, es el Señor del mundo la desarrollaran los hebreos en Egipto querido. El Dios de Abrahán, Isaac y Jacob también es, sin duda,
por influencia del entorno intelectual de Amarna. En cualquier ca- todo lo que de Dios exige el concepto filosófico de Dios: omnipo-
so, esta idea sólo se convirtió en convicción gracias a las obras po- tente, infinitamente bondadoso, omnisciente, etc. Pero, ante todo,
derosas de Yahvé contra el soberano más poderoso del mundo, el se trata de un Dios vivo que sostiene de continuo la creación en
faraón, obras con las que Dios liberó a su pueblo elegido. sus manos y actúa: el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob es, por enci-
Sólo después de esto subió Moisés al monte Sinaí a fin de re- ma de todo, persona.
cibir las tablas de la ley con los diez mandamientos, el primero de Quien ha comprendido esto entiende también porque el
los cuales reza: «Yo soy Yahvé, tu Dios. No tendrás otros dioses Antiguo Testamento se compone de tantos relatos históricos. Un
más que yo». Por fin podían entender lo que habían vivido. Y mu- objeto se conoce, en el peor de los casos, por medio de las instruc-
cho más tarde, los profetas de Israel proclamarán con elocuentes ciones de uso; una persona, por medio de la narración de su his-
imágenes el poder universal de Dios frente a todos los demás po- toria. ¿Quién no ha dejado que una persona que verdaderamente
deres: «Las naciones son como gota de un cazo, como escrúpulo le importa le cuente historias de su vida, incluso ilustradas -si no
de balanza son estimadas» (Is 40,15-18). hay más remedio- por medio de álbumes y álbumes de fotos? De
Pero ¿por qué un «pueblo elegido»? También aquí sirve el ar- ahí que los judíos, en vez de componer un manual teórico de ins-
gumento de la pedagogía de Dios. Si Dios se hubiese revelado de trucciones de uso para su Dios, hayan contado durante milenios
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relatos del Dios en el que confían. Un Dios que los ha salvado una ción a unos cuantos justos. Dios promete no destruir la ciudad si
y otra vez, pero que también ha permitido que ocurran terribles encuentra en ella cincuenta justos. Pero Abrahán, quien no se ha-
catástrofes: el cautiverio en Babilonia; la destrucción de Jerusalén ce grandes ilusiones sobre la justicia de los hombres, insta a Dios
por los romanos; la diáspora del pueblo judío por el mundo en- a perdonar asimismo a la ciudad si encuentra cuarenta y cinco,
tero; y Auschwitz, ese indescriptible espanto de la Modernidad. El cuarenta, treinta, veinte justos. Por último, después de un largo ti-
hecho de que todavía hoy, a pesar de todo, judíos del mundo en- ra y afloja, Dios promete no destruir Sodoma aunque sólo logre
tero -unos inteligentísimos y otros necios, unos temperamenta- dar en la ciudad con diez justos. Jacob luchó incluso corporal-
les y otros cansados, unos estrafalarios y otros amables- sigan mente con su Dios a orillas del río Yaboc. Durante el combate su-
confiando en este Dios como ya lo hizo Abrahán en el horroroso frió una lesión que le obligó a cojear en adelante. Dios reconoció
camino junto a su hijo Isaac hacia el monte Moria conmueve, sin la lucha que Jacob había mantenido con Él, cambiándole el nom-
duda, a cualquiera que conserve sentimientos humanos. En una bre por el de Israel, que significa: «El que ha luchado con Dios».
época en la que las uniones sentimentales tienen carácter provi- Israel: un nombre verdaderamente increíble. Esta relación viva y
sional, esto solo tal vez sea ya un milagro incomprensible, más no demasiado sumisa con su Dios distingue a los judíos hasta fe-
aún, una «prueba de la existencia de Dios»: la historia milenaria cha de hoy.
de Dios con Israel, su pueblo elegido, nunca interrumpida, ni en Personas sabias han dicho que la mejor manera de conocer a
los días buenos ni en los malos, ni en la salud ni en la enferme- Dios es rezándole sencillamente. Es cierto: la mejor forma de di-
dad, ni en la alegría ni en la tristeza, es -de cierto- la más prolon- rigirse a una persona no es limitarse a reflexionar sobre ella, sino
gada y dramática historia de amor de todos los tiempos. interpelarla. Y así es como los judíos rezan a su Dios: con la mis-
Cuando organicé un intercambio de jóvenes israelíes con jó- ma pasión con la cjue, en ocasiones, riñen con Él. Rezan con todo
venes alemanes, algunos de ellos discapacitados, en Israel visité el cuerpo porque en la Sagrada Escritura puede leerse: «Amarás a
con mi grupo alemán, entre otras cosas, el kibutz Yad Mordejai. Yahvé tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas
Está situado en la frontera con la franja de Gaza. Mordejai -así se tus fuerzas». Y así, cuando rezan en Jerusalén ante el muro occi-
llamaba el líder de la sublevación que tuvo lugar en el gueto de dental del destruido templo, lo hacen moviendo el cuerpo hacia
Varsovia- y los supervivientes de esta única y desesperada rebe- delante y hacia atrás.
lión militar de los propios judíos contra el Holocausto habían
fundado esta plaza fuerte inmediatamente después de la guerra.
Pero sólo tres años después del final de la Segunda Guerra 4. Un soberano inquietante
Mundial, en una región del mundo del todo distinta y en un len-
guaje por completo diferente, oyeron de nuevo, procedente de Los judíos permanecen erguidos ante su Dios. Los musulmanes
más allá de la frontera, la exhortación a aniquilarlos: «¡Echad a los se postran por completo en el polvo ante el suyo. También Ma-
judíos al mar!». A la sazón, se me saltaron las lágrimas imaginan- homa encontró en la Arabia del siglo VII a.C. un burdo politeís-
do cómo puede soportarse algo así. Este pueblo tiene, sin duda, mo. Y también él proclamó a los pueblos de esta región un único
algo especial; y quizá algunos de los buenos consejos que se les Dios. En esta empresa, procedió, sin embargo, de forma mucho
ofrecen desde los salones de Europa central son tan poco escu- más consecuente y rigurosa que Akhenatón; y así, su obra sobre-
chados porque el pueblo elegido, aunque quizá no sea mejor que vivió. Mahoma conocía la fe judía, pero ésta, en lo esencial, se cir-
el resto de pueblos de la Tierra, posiblemente es muy distinto. cunscribía al pueblo judío. Conocía asimismo a cristianos, mas
Pero no fue sólo Dios quien habló a los judíos; también ellos probablemente sólo a aquellos que se habían refugiado en el des-
hablaron con Dios. Podían disputar y luchar con Él, como el pro- ierto porque sus doctrinas, un tanto singulares, no habían sido
pio patriarca Abrahán, cuando éste, en una suerte de regateo le- aceptadas como ortodoxas por la gran Iglesia. Para su estricto
vantino, insta a Dios a no destruir la depravada Sodoma en aten- monoteísmo, Mahoma asumió algunos elementos del judaismo y
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el cristianismo. No obstante, a causa de las caóticas nociones re- ñas tiene valor ante el Dios infinito: la vida del infiel, se mire por
ligiosas de los pueblos del desierto, que hasta entonces habían donde se mire, aunque tampoco la vida terrena del creyente tiene
permanecido en gran medida al margen de la influencia del cris- más que un valor relativo, pues a éste le espera la vida verdadera
tianismo, en un punto fue implacable: eliminó de raíz todo lo que en el paraíso. Los autores de los atentados del 11 de septiembre se
recordara, ya fuera de lejos, al politeísmo. En esta empresa, es po- precipitaron con azoras coránicas en los labios contra las Torres
sible que a veces le ocurriera como a nosotros en el jardín delan- Gemelas de Nueva York, pobladas de «infieles».
tero de nuestras casas, donde hemos arrancado alguna que otra Ahora bien, sin duda no debe incurrirse en el error de juzgar
planta que considerábamos mala hierba, cuando en realidad po- el islam a partir únicamente del fenómeno del terrorismo islámi-
dría haberse convertido en adorno de todo el jardín. Sea como co. Es incuestionable que el islam también ha contribuido a la hu-
fuere, Mahoma insistió en que sólo existe un Dios y, por tanto, manización y civilización del mundo. Pues hay un amplio espec-
negó de plano la divinidad de Cristo y la doctrina de la Santísima tro de interpretaciones del islam. En Indonesia, el islam es por
Trinidad con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Una completo diferente que en Arabia Saudí, en Bangladesh por com-
equivocada interpretación del cristianismo grávida de conse- pleto diferente que en Marruecos, en Irán por completo diferen-
cuencias. Los cristianos creen en tres dioses: afirmaciones de este te que en Egipto. Asimismo, a lo largo de la historia ha habido
género pueden escuchárseles todavía en la actualidad a algunos épocas en las que el islam ha sido interpretado de forma muy mo-
musulmanes. Y asimismo, algunos europeos occidentales des- derada y otras en que se ha entendido con mayor rigidez. Con to-
arraigados han buscado la salvación convirtiéndose al islam por- do, sigue habiendo un problema insuperable: aun cuando en el
que en éste se cree de forma verdaderamente indubitable en un Corán la cercanía de Dios a los seres humanos es evocada con elo-
único Dios. El islam, aseguran, es claro e inequívoco; el cristianis- cuentes imágenes -¡más cercano que la propia yugular!-, la dis-
mo, por el contrario, demasiado complejo. Y así, también estos tancia entre el Dios infinito y todopoderoso y el ser comparativa-
europeos occidentales neo-islamizados inclinan ahora la cabeza mente diminuto que es el hombre sigue siendo infranqueable.
en el polvo ante Dios. Durante siglos, los musulmanes, como constató Max Weber, se
De hecho, en el islam, el ser humano, delante del Dios infini- han conformado con el destino determinado para ellos por el
tamente poderoso, se antoja minúsculo como una mota de polvo. omnipotente Alá, lo cual les ha impedido producir auténtico pro-
Y las órdenes de este Dios inconmensurable exigen ser ejecutadas greso industrial. Su riqueza actual es más bien una flor artificial
con humildad y sin el más mínimo menoscabo. A diferencia de lo del invernadero del «oro negro».
que es habitual entre los judíos, con este Dios no se discute. Se le Por consiguiente, el resultado de la fe en el Dios uno en el is-
obedece sin rechistar. Las leyes de Dios que Mahoma anunció a lam es una infinita distancia entre Dios y el hombre, que somete
los hombres han de ser respetadas. Quien se resiste a la santa vo- todo sin excepción a las estrictas órdenes del Dios omnipotente,
luntad del Dios omnipotente es un pecador digno de condena- destruyendo así toda auténtica libertad humana y dejando en
ción. Algunas reglamentaciones sociales que en el siglo VII po- realidad detrás de sí un paisaje en blanco y negro un tanto deso-
dían ser consideradas un progreso social resultan hoy singular- lador. Dios y el ser humano, infieles y creyentes, buenos y malos,
mente extrañas y rígidas. Así y todo, siguen en vigor. están rigurosamente separados. La deslumbrante luz divina abra-
Y un Dios que, intransigente, no admite junto a sí a ningún sa al ser humano, la negra oscuridad del infierno se lo traga. En el
otro dios tampoco puede tolerar la apostasía del islam. La conde- monoteísmo del islam, en apariencia tan consecuente, el Dios de
nación eterna amenaza al apóstata; y, como ejemplo disuasorio, Abrahán, Isaac y Jacob se convierte en un inquietante soberano
para que otros musulmanes devotos no se vean expuestos al peli- infinitamente lejano.
gro de la perdición eterna, es necesario dar un escarmiento ya Pero ¿se corresponde esto realmente con la experiencia hu-
aquí en la tierra: la apostasía del islam es castigada con la pena de mana? En otras palabras, ¿puede haber una respuesta distinta,
muerte. De cualquier modo, la vida del individuo pequeño ape- una respuesta personal en función de la cual haya sido creado el
EL DIOS DE ABRAHÁN, ISAAC Y JACOB: EL MISTERIO... V)I
196 MANFRED LÜTZ

ser humano y que conteste con credibilidad a la pregunta existen- probabilidad. Y así, se toman la libertad de volver a escuchar a su
cial de éste por el sentido del mundo, de la vida y del propio ser interior, de mirar al mundo con otros ojos al menos por una vez,
humano? Sea como fuere, una cosa está clara: una respuesta así a modo de prueba, y de plantearse con toda seriedad la pregunta
no se la puede inventar uno, como tampoco puede inventarse al por Dios. Pues ni el caso Galileo, ni la teoría de la evolución de
Dios de Abrahán, Isaac y Jacob. Tal respuesta, si es que existe, de- Darwin, ni la moderna investigación neurológica brindan en la
be proceder del propio Dios. actualidad argumentos contra la existencia de Dios. Las páginas
No obstante, antes de dirigir nuestra atención a esta posible consagradas al Dios de los filósofos aportaron luego importantes
respuesta, quizá deberíamos detenernos brevemente. ¿Qué nos ha argumentos a favor de la existencia de Dios; mas, contra el Dios
aportado hasta ahora nuestro camino? La experiencia de la músi- de la razón pura, sigue alzándose la protesta de Blaise Pascal. El
ca y el arte nos abrió la mirada más allá del rudimentario mate- Dios de Abrahán, Isaac y Jacob en el que insiste Pascal es el Dios
rialismo. La psicología, en todo caso, se reveló igual de inútil co- personal que se revela a los hombres en la historia. Por tanto, son
mo instrumento para la refutación de la fe en Dios que como ins- numerosos, innumerables, los argumentos y experiencias que
trumento para demostrar la existencia de Dios. Así, la pregunta apuntan a la existencia de Dios.
por Dios quedó abierta. Los ateos se han confrontado con Dios de Pero, entonces, al final, quizá a más de uno le desaliente más
manera extraordinariamente seria, en ocasiones con mayor serie- bien el ejemplo del islam. ¡Un Dios así de lejano, con una preten-
dad incluso que los creyentes. Pero, con bastante frecuencia, el sión de poder tan inflexible, y una religión mancillada por tanto
Dios contra el que se revelaron los ateos no era un Dios que me- fanatismo! ¿No es preferible sentarse junto a algún simpático ateo
reciera ser tomado realmente en serio; y el ateísmo mismo se de- humanista que no busque hacer prosélitos ni quiera combatir a
rrumbó como opción intelectual a finales del siglo XIX y princi- nadie en nombre de Dios y con quien se pueda conversar sin mie-
pios del XX, dado que las ciencias de la naturaleza lo dejaron sin do alguno sobre lo humano y lo divino con la certeza de que, tras
argumentos. Sólo la protesta radical de Friedrich Nietzsche salió la charla, permitiremos al buen Dios ser un buen hombre? Pero,
indemne de ello. Luego, el Dios de los niños resultó ser todo me- en la Modernidad, el ateísmo, en cuanto ateísmo de Estado, posi-
nos pueril. Antes bien, vimos que la manera en que los niños pue- blemente tiene sobre la conciencia a más personas inocentes que
den experimentar directa y auténticamente el mundo constituye todas las religiones juntas. Y dejar sin más la pregunta por Dios a
un valiosísimo acceso a la realidad. El capítulo dedicado al Dios un lado tampoco es una solución, a no ser que, al mismo tiempo,
de maestros y profesores arrojó luz sobre las religiones del mun- se quiera ignorar la pregunta por la muerte personal y por el sen-
do, las cuales podrían haber guiado a la humanidad hacia una no- tido de la propia existencia. Por consiguiente, tampoco hoy pue-
ción de Dios, pero a menudo -juzgando desde nuestra perspecti- de nadie eludir en serio la pregunta por Dios. ¿Sería concebible,
va actual- no supieron ofrecer respuestas en verdad satisfactorias. pues, que, después de todo, exista una respuesta a esta pregunta,
Únicamente la sabiduría concerniente a la relación del ser huma- quizá incluso una respuesta concluyente?
no consigo mismo reunida en la religión sin dios que es el budis-
mo pareció capaz de ayudarnos a avanzar.
Las consideraciones sobre el Dios de los científicos mostraron
la interesante historia de la ciencia moderna, con sus extremas os-
cilaciones y tensiones en la relación de los científicos con Dios. En
cualquier caso, los obstáculos aparentemente insalvables que se
interponen entre la ciencia y la religión han desaparecido merced
a la revolución experimentada por las ciencias de la naturaleza.
Los científicos modernos se han despedido del antiguo ateísmo
plano del gremio. La verdad se les ha escapado, sólo les queda la
LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 199

cían su exigencia intelectual. Entonces, marchó a estudiar filoso-


fía con Edmund Husserl a Gotinga y Friburgo. Era brillante. Era
una mujer emancipada. Se permitía la libertad de pensar y hacer
lo que quería. Lo cual se correspondía con el nada convencional
pensamiento de Husserl, quien, con su fenomenología, se con-
10. La respuesta: frontaba cognoscitivamente con el mundo lo más libre posible de
prejuicios. El ateísmo de Edith Stein era firme. Para ella, el ju-
un acontecimiento apasionante daismo bajo ningún concepto entraba ya en consideración y el
cristianismo le resultaba ajeno. Pero las respuestas de la filosofía
no le satisfacían.
l.La sorpresa Entonces llamó a la puerta de Anna Reinach. Y desde aquel
día, el recuerdo de este breve encuentro no la abandonó. Algún

E
DITH Stein tocó el timbre de la puerta. Cuando ésta se abrió, tiempo después, unos amigos la invitaron a su casa, donde per-
ante ella apareció una amable mujer joven. Una mujer noctó. Después de la cena, aún le enseñaron la biblioteca; tenía
que sonreía. Edith Stein se quedó del todo sorprendida. todo a su disposición, le dijeron, podía elegir cualquier libro que
Había venido a dar el pésame a esta señora por la muerte dema- le apeteciera. Eligió, al azar, en una de las estanterías y se encon-
siado prematura de su esposo, un admirado colega suyo. La mu- tró con la autobiografía de santa Teresa de Jesús en la mano. Y
jer la invitó a entrar. Se pusieron a conversar; y la dueña de la ca- también al azar comenzó a leerla. Se pasó la noche entera leyen-
sa le contó lo triste que estaba, pero le reveló asimismo que era do. Más tarde, Edith Stein se acordaba perfectamente de ello:
cristiana practicante, que aceptaba el dolor desde la fe y que espe- cuando, a la mañana siguiente, dejó la casa, ya no era atea. Había
raba que su marido estuviera ya junto a Dios. La mujer dijo esto decidido bautizarse.
con dulzura, como para consolar a Edith Stein, aunque también Edith Stein era una mujer moderna, muy inteligente y racio-
con convicción. nal. Era seria en todo y, precisamente en cuanto filósofa de altu-
Cuando salió de la casa, Edith Stein estaba por completo ra, en absoluto crédula. No tenía propensión alguna al entusias-
emocionada. ¿Cómo podía una persona, después de una pérdida mo exagerado ni al sentimentalismo. Su maestra había sido du-
tan terrible, tener una confianza tan serena y en modo alguno es- rante años la razón, y ella se había acreditado como una alumna
pectacular? Edith Stein era atea. Hacía tiempo que lo era. Proce- brillante e incorruptible. La autobiografía de santa Teresa no es
día de un hogar judío asimilado22: el padre había muerto cuando un escrito místico esotérico que la Iglesia tenga en la manga para
Edith acababa de cumplir un año, y la madre no había sido capaz convertir a los ateos como por asechanza. La obra puede com-
de transmitir a los hijos la fe en Dios. Con quince años, Edith de- prarse por doquier y, a pesar de toda la piedad de santa Teresa, no
cidió en algún momento abandonar de manera definitiva la fe en está escrita con exuberancia, sino de forma más bien sobria. Pero
el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob. En el plano intelectual, Edith se trata, por supuesto, de una confesión. De una confesión de fe.
era muy despierta, y los viejos relatos sencillamente ya no satisfa- Y, por cierto, de una sumamente personal confesión de fe en
Jesucristo, el Hijo de Dios. Nada más, pero tampoco nada menos.
En sí, el camino por el que Edith Stein había arribado a la fe
22. Es decir, se trataba de judíos que, sin renunciar necesariamente a su fe reli- no era insólito para cristianos. Ya Platón, en su séptima carta, ha-
giosa, habían adoptado la lengua y la cultura alemanas. La asimilación de los bía dicho que Sócrates sostenía que la verdad no se revela a través
judíos centroeuropeos comienza con la Ilustración y se concreta con los
cambios políticos que les conceden derechos de ciudadanía en sus respecti- de interminables cadenas de argumentos. No; la verdad relampa-
vos países. Fue un fenómeno de enorme relevancia durante todo el siglo XIX guea de súbito en el instante. La filósofa atea Edith Stein no co-
[N. del Traductor]. noció la verdad de la fe cristiana por medio sólo de lecturas o de
200 MANFRED LÜTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 201

reflexión. La verdad de la fe cristiana resplandeció para ella pri- Más arriba he dicho que las experiencias existenciales perso-
mero a través de un encuentro relativamente poco espectacular y nales sólo pueden ser vividas en primera persona, no a través de
luego a través de una confesión de vida -escrita, es cierto, pero representantes. Con ello, intentaba explicar que el Dios personal
muy personal. Si partimos de que la respuesta a cualquier interro- se ha revelado a personas concretas y a un pueblo concreto en lu-
gante de la persona humana no es una frase, una máxima o un gares y momentos históricos concretos. Al escribir esto, he duda-
aluvión de palabras, sino de nuevo una persona, el Dios personal, do un poco; pues, aunque te he prometido, querido lector, escri-
el camino seguido por Edith Stein no tiene nada de sorprenden- bir de manera hasta cierto punto comprensible, nada de lo que
te. Según la fe cristiana, no es posible entender a Dios, como tam- diga debe ser falso. Pero, para ser exactos, Dios no solía hablar a
poco cabe entender a una persona; con Dios sólo puede uno en- Abrahán directa, sino indirectamente. Le envío a tres ángeles pa-
contrarse. En el ser humano, por ejemplo. ra anunciarle la fertilidad de su anciana esposa Sara, lo cual, co-
El estudioso del ateísmo Georges Minois señala con razón mo es sabido, hizo que ésta se divirtiera de lo lindo. No obstante,
que los intelectuales a menudo pierden la fe por el hastío que les me he permitido decir que Dios en persona entabló contacto con
causa la interminable búsqueda de la verdad. La frase: «Así pues, Abrahán. Pues los ángeles, en el fondo, no eran representantes,
quien va a comprometerse para siempre, que valore si no es posi- como pueda serlo cualquier vendedor de seguros; no, más bien
ble encontrar algo mejor», es un comentario jocoso. Pero hoy pa- eran la auténtica voz de Dios.
rece que, junto con la fidelidad matrimonial, ha desaparecido Sin embargo, hay que reconocer que, en lo relativo a la acción
también el sentido del humor; y una broma así es tenida por un personal de Dios, el Antiguo Testamento tiene una deficiencia.
genial consejo en la línea del simplifyyour Ufe [simplifica tu vida]. Dios se compromete en persona a favor de su pueblo y lo salva
No obstante, así como uno nunca se casaría si se exigiera a sí mis- con brazo poderoso; además, desde la altura de su trono eterno se
mo conocer primero a todas las potenciales candidatas en el dirige a los seres humanos y al pueblo elegido unas veces con
mundo entero, así tampoco funciona en el caso de la fe en Dios el energía y otras con suavidad, unas veces con ira y otras con ter-
camino que, alentado por la clase de religión, emprendí en mi ju- nura, unas veces para reconvenir y otras para castigar. Pero en to-
ventud. Escoger la religión o cosmovisión que mejor sea para mí do ello nunca deja de ser, en último término, el Dios omnipoten-
conforme a los criterios que seguiría un estudio comparativo de te y eterno, infinitamente lejano, intocable, quizá incluso imper-
productos disponibles en el mercado con objeto de informar a los turbable2'. Así era un poco como Friedrich Schiller se imaginaba
consumidores (como los que periódicamente lleva a cabo en a su Dios: «Y existe un Dios, una voluntad santa vive,/ como la
Alemania la fundación Warentest) es una empresa adolescente in- humana también vacila,/ por encima del tiempo y el espacio teje/
terminable y, por tanto, inútil. Sin embargo, también la convic- vivo el pensamiento supremo; y puesto que todo gira en eterno
ción religiosa tiene que ser conquistada con seriedad, pues es po- mutar,/ en el cambio permanece un espíritu sereno». Sin embar-
sible que determine mi vida de forma más duradera que el matri- go, con una «voluntad santa», con un «pensamiento supremo»,
monio. Pero ¿cómo se hace eso? con un ser que, no obstante todo el terrible sufrimiento y toda la
Llegados a este punto, la cosa se pone interesante y ahora debe- miseria que existen en el mundo, no deja de ser un imperturba-
mos prestarle atención más detallada. ¿Qué significa la caracterís- ble «espíritu sereno», no podrán ni querrán tener nada que ver
tica convicción cristiana de que es posible encontrar a Dios en cier- los hambrientos y desamparados analfabetos de los barrios po-
tas personas? ¿Acaso son estas personas los más eficaces vendedo- bres de este mundo. Este Dios de Schiller no sería, pues, un Dios
res de Dios, acaso comercializan el producto «Dios» de manera realmente universal para todos los seres humanos. Sería un Dios
profesional o incluso genial? ¿Era la señora Reinach como el señor
Kaiser del anuncio de la aseguradora Hamburg-Mannheimer
Versicherung, que está «siempre a su disposición»? Por supuesto 23. El autor juega aquí con unberühbar (intocable) y ungerührt (imperturbable)
que no. [N. del Traductor].
202 MANFRED LÜTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 203

de los días de sol, algo solemne y miope, para una élite burguesa Ningún ser humano podía predecir si tal paso iba a producirse o
simpática, decente y algo culta; un Dios que, sin embargo, cuan- no, si Dios iba a querer clarificar esto. Asimismo, era absoluta-
do se le diagnostica cáncer al cabeza de familia, se cae de la cómo- mente impredecible de qué manera iba a acontecer. Se trataba de
da de la sala de estar, como la diosa de escayola en el texto de la cuestión, por decirlo en lenguaje moderno, de si Dios iba a ha-
Wilhelm Busch: «¡Ay, la Venus se ha roto -¡cataplum!-, la Venus ber un outing definitivo, de si de algún modo iba a comunicar por
de los Médicis». propia iniciativa cómo es Él en realidad. Esta revelación debía de-
El Dios de Schiller sería un malentendido del Dios veterotes- jar detrás de sí todas las medidas de precaución -descalzarse en
tamentario. Pero quizá no del todo injustificado. Pues, para quie- presencia del Dios santo en el monte Horeb, apartar la mirada de
nes están al margen, permanecen abiertas inquietantes preguntas la zarza ardiente- empleadas hasta entonces. Además, tal aconte-
en torno al Dios veterotestamentario. A buen seguro, este Dios no cimiento tenía que ser preparado con esmero, con objeto de no
se queda en la abstracción filosófica, sino que habla y actúa de desconcertar al débil hombre libre.
manera personal. Se presenta realmente ante los seres humanos, También a este respecto podrían hacérsele al buen Dios nu-
los protege, los salva, les es fiel. Pero ¿quién nos dice entonces de merosas propuestas sobre cómo llevar mejor a cabo lo anterior a
forma vinculante que este Dios no es en realidad un demonio, fin de que nosotros lo consideremos realmente bueno. Hay per-
que, llevado de su infinito instinto lúdico, ha creado nuestro sonas e incluso algunos ex teólogos que le reprochan al buen Dios
mundo sólo como diversión? ¿Quién nos dice de forma vinculan- no haber hecho las cosas como ellos tan lindamente habían pen-
te que, aunque tal vez podamos encontrarnos personalmente con sado. Pero, con ello, se comportan como aquella mujer que, en el
Él, no somos para Él simples objetos, meros juguetes? O confor- libro de Paul Watzlawick El arte de amargarse la vida, le dice a su
me a la máxima de una introducción bávara a la vida eterna: esposo: «Nunca eres cariñoso conmigo, nunca haces algo sólo
«Pobre escarabajo de san Juan, no tienes ya padre, no tienes ya por mí; tus declaraciones de amor puedes metértelas donde te
madre, sólo te queda el buen Dios en el cielo». Y luego, el brutal quepan. Fíjate en nuestro vecino: él sí que ama de verdad a su
bávaro aplasta con el dedo pulgar al imaginario escarabajo y di- mujer, de vez en cuando incluso le regala flores...». Cuando, al
ce: «¿Puedes verlo?». A Goethe, que tanto amaba la vida, le in- día siguiente, el marido se presenta con flores ante su mujer, és-
quietaba la imprevisibilidad de los antiguos dioses: «¡Tema el gé- ta lo increpa aún más furibunda: «¡Aja! Sólo me regalas flores
nero humano a los dioses! Tienen el poder en manos eternas/ y porque te lo he dicho. ¡Me gustaría que me las regalaras por pro-
pueden utilizarlo como les plazca.../ Apartan los señores su mira- pia iniciativa!». Watzlawick denomina a esto la «paradoja del "sé
da bendecidora de generaciones enteras./ Y evitan ver en el nieto espontáneo"», una estratagema que ya ha arruinado algún que
los rasgos una vez amados, silenciosamente elocuentes, del abue- otro matrimonio. En las relaciones interpersonales hay que dejar
lo./ En cavernas nocturnas escucha el desterrado, el viejo, las can- que cada cual haga las cosas a su manera en vez de intentar pres-
ciones, piensa en hijos y nietos y sacude la cabeza». ¿Y quién nos cribir sin cesar al otro cómo debe comportarse si quiere ser acep-
dice entonces de forma vinculante que este Dios al que encontra- tado. Por consiguiente, ¡dejemos también a Dios hacer las cosas
mos en el Antiguo Testamento no miente en último término con a su estilo!
todas sus abundosas palabras? ¿Quién nos dice de forma vincu- Así pues, ¿qué es lo que ha hecho el propio Dios? En primer
lante que sus preceptos no son quizá más que una forma de ator- lugar, nos ha creado de tal manera que no sólo lo anhelamos
mentar por envidia a los hijos de los hombres, que sus promesas consciente o inconscientemente con todas nuestras fuerzas, sino
no son inventadas consolaciones y la salvación del pueblo una que además estamos capacitados para escucharlo y encontrarnos
salvación de cara a la próxima debacle que a Dios se le antoje? de verdad con Él, siempre y cuando así lo queramos. Lo cual en
Para clarificar esto definitivamente, era necesario que, en la modo alguno resulta obvio. Luego, en su milenaria pedagogía,
pedagogía de Dios, aconteciera un nuevo paso, un último paso, paso a paso, a través de todas las religiones, por extravagantes que
más allá de la revelación atestiguada en el Antiguo Testamento. sean, ha acercado al ser humano de forma del todo progresiva ha-
204 MANFRED LÜTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 205

cia una noción de lo divino. Por último, en su historia con el pue- dice todo esto con mucha seriedad y de forma bastante directa. Y
blo elegido, con Israel, ha comunicado una idea concreta de sí luego él, Dios, muestra en persona cómo ha de vivirse conforme
mismo a los judíos, pero también a todas las personas que sean a los deseos divinos. No basta con invertir sólo una parte del pro-
testigos de la historia de este pueblo. Y, en los sagrados diez man- pio paquete de acciones a favor de los demás, sino que hay que in-
damientos, ha exigido a su pueblo que lo adore y, al mismo tiem- vertirlo todo y, si es necesario, incluso la propia vida. Eso es lo que
po, llamativamente, que respete al prójimo. Pero, en su pedago- él mismo hace. Muere inocente en la cruz. Voluntariamente. Un
gía, todo esto no era más que un preludio, una preparación para acontecimiento difícil de creer: Dios humillado en el patíbulo.
un acontecimiento en el fondo casi increíble. Para que los seres Ninguna otra religión contempla la posibilidad de algo semejan-
humanos, lejos de quedar expuestos a este acontecimiento en un te. Pero era la consecuencia extrema de su amor. Sin embargo, su
estúpido y perplejo estupor, pudieran percibirlo por medio de su muerte no fue como la de otras muchas personas inocentes, apa-
razón, aparecieron los profetas judíos -y las sibilas paganas, aña- rentemente fracasadas: Jesús resucitó de la muerte al tercer día,
diría el pío Miguel Ángel-, quienes predijeron determinados as- para mostrar de verdad a los seres humanos que también ellos, si
pectos de lo que iba a acontecer. Lo cual era asimismo necesario, le siguen, serán salvados y alcanzarán la vida eterna. Y Jesús expli-
pues ¿quién esperaría encontrar, como manifestación sumamen- ca luego que la decisión de Dios a favor de la salvación de los
te personal del Dios eterno y omnipotente en el mundo, un «sier- hombres es irrevocable y que el Espíritu Santo, que también le
vo sufriente del Señor», un débil «Hijo del hombre», un «cordero mueve a él, les ayudará hasta el final de los días a creer, a esperar,
de Dios», un Dios que acepta ser torturado? a amar.
Y entonces aconteció. Dios envío a su Hijo. Jesucristo. Así, Eso era. He aquí la respuesta. Y punto.
Dios se hizo hombre. Por nosotros. Él mismo. Sin reservas. Perso- Pero ¿qué sentido tiene entonces toda la teología cristiana, ese
nalísimamente. No de forma del todo inesperada. Pero sí sor- inabarcable montón de textos eruditos, esos dogmas, esa eterna
prendente. Conmovedora. Única. Como toda declaración de contumacia? Todo eso, en el fondo, no tiene nada que decir. Al
amor. Y no se reveló como demonio. El Dios del Antiguo Testa- menos, nada real. En cualquier caso, nada distinto y, sobre todo,
mento se reveló definitivamente como un Dios que ama. Como nada nuevo. Con la encarnación de Dios a través del nacimiento,
un Dios del amor ilimitado, fiable, paciente. Se nos invita a lla- la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, la revelación ha con-
marlo «Padre nuestro»; Jesús lo llama incluso, tierna y reveren- cluido para siempre. Todo lo demás no es ni siquiera una prórro-
cialmente, «papá», Abba. Y lo importante no fue tanto lo que ga, ni una tanda personal de penaltis. ¡Y, por cierto, todas las
Jesús dijo. Dios ya había dicho mucho. Lo importante fue lo que Iglesias cristianas enseñan esto! Ahora vivimos en el tiempo de la
Jesús hizo. decisión. Cada cual debe decidir ahora si cree como los patriarcas
Nació pobre. En un establo. Proclamó la presencia del reino Abrahán, Isaac y Jacob, como los profetas Isaías, Jeremías y Jonás,
liberador de Dios. Dijo que Dios no quería que los seres huma- como -sobre todo- los apóstoles Pedro, Andrés y Pablo, esto es,
nos fueran déspotas, sino más bien desinteresados. Dijo que la confiando en el Dios hecho hombre. O si, por el contrario, recha-
mejor manera de honrar a Dios es amar al primero que uno se za con orgullo esta oferta y opta por vivir por su cuenta, para lue-
encuentre como a sí mismo. Y dijo algo inaudito; a saber, que en go, tarde o temprano, precipitarse dentro de sí en la nada.
este prójimo, en el pobre, en el enfermo, en el que sufre, en el que Según la fe cristiana, la Iglesia no puede añadir nada nuevo a
está solo, en el que agoniza, nos encontramos con Dios mismo. Es ese acontecimiento, el más grande de la historia universal. Esto lo
posible que esto ya no nos resulte escandaloso en la actualidad, de afirma ella misma. Tampoco los dogmas, ni la teología, ni los
tan a menudo que lo hemos oído. Pero si consideras que tal vez grandes doctores de la Iglesia, pueden añadir nada al aconteci-
acabas de pasar junto a Dios sin prestarle atención, entonces si- miento de la encarnación de Dios. Por eso, la viejecita dulce y en
gue siendo bastante escandaloso hoy. Y no es algo que sólo se afir- absoluto contumaz que quizá ni siquiera sabe leer ni escribir, es-
me, de algún modo, con intención amablemente simbólica. Jesús tá del todo en lo cierto cuando se limita a acudir a la iglesia, rezar
206 MANFRED LÜTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 207

con regularidad y preocuparse de manera cariñosa, modesta y na- aquí aparece Cristo es más amplio que el del mero encuentro con
da espectacular de los vecinos y de su propia familia. No hace fal- cada persona individual.
ta nada más. Llegados a este punto, todos aquellos que no sepan Si uno se pregunta cómo creer en Dios a la vista de la teoría
leer ni escribir pueden, pues, interrumpir la lectura. de la evolución, puede dejarse entusiasmar por Teilhard de Char-
din. Pero quien no se plantee ese interrogante tampoco necesita
leerlo. Y así ha sido en todas las épocas. La teología tenía la tarea
2. Tumulto entre carniceros y panaderos de responder con franqueza y al más alto nivel intelectual a las
preguntas que del mundo llegaban al profundo y, en realidad, tan
Pero el apóstol Pablo dice que también debemos mostrar com- sencillo mensaje cristiano, pensando siempre en las personas que
prensión para con los débiles. Hay personas a las que les falta la se hacían tales preguntas.
natural amplitud de miras intelectuales y humanas de nuestra Lo que debe venir a continuación es una breve explicación de
viejecita. Unas son muy inteligentes y otras carentes en absoluto las afirmaciones centrales de la fe de la Iglesia. Dado que compar-
de talento, unas solícitas en exceso y otras duras de corazón, unas to esta fe y que me he propuesto no ser demasiado complejo, en
sensibles y otras toscas. Y también a ellas les ha sido prometida la adelante no escribiré de continuo «los cristianos creen». Por con-
salvación. Uno de estos «débiles» era el genial Aurelio Agustín, del siguiente, presentaré la fe cristiana como si fuera la fe verdadera.
que ya hemos hablado. Al principio, la sencillez de los relatos bí- A los ateos que deseen seguir siéndolo les pido ahora que tengan
blicos le repelía tanto como más tarde le ocurriría, por ejemplo, a un poco de paciencia. Tampoco en las películas de ciencia ficción
Albert Einstein. Pero cuando Agustín conoció luego la exégesis se acentúa sin cesar ex profeso que, para que la trama tenga sen-
alegórica de los teólogos, su admiración por la Biblia se hizo tam- tido, es necesario hacer determinadas suposiciones que, de mo-
bién grande. Tales personas necesitan, pues, más explicaciones, mento, no se cumplen en la vida real. Así pues, los ateos pueden
quieren entender mejor la única respuesta por medio de múlti- leer lo que sigue como una suerte de faith-fiction. Cuando termi-
ples respuestas para su razón, para su saber, para su sensualidad. nen, pueden retornar, por supuesto, a su cuarto de estar ateo y de-
La fe interroga a la razón: así fue como Anselmo de Canterbury jar al buen Dios ser un buen hombre, como siempre. Pero tam-
llamó a esto en el siglo XII. Y hay que reconocer que todos estos bién pueden entender lo que sigue como una lectura formativa.
esfuerzos han producido en ocasiones no sólo resultados fatigo- Como persona culta, un ateo emancipado de la cultura cristiano-
sos, sino también atisbos conmovedores. occidental debería conocer al menos las raíces de las que se ha se-
En nuestra época, el francés Teilhard de Chardin, por ejem- parado. Aunque sólo sea para el próximo concurso de televisión.
plo, en un grandioso proyecto teológico, ha descrito el inmenso Comencemos a ocuparnos de la fe en el punto en el que algo
acontecimiento de la encarnación de Dios como el acontecimien- tenía que continuar, o sea, en los años posteriores a Jesús. Más o
to cósmico fundamental. Teilhard detalla de manera imponente menos de la noche a la mañana, lo que unos sencillos pescadores
cómo el Dios eterno, el Creador del mundo, orientó originaria- habían experimentado en el lago de Genesaret, lo que luego otros
mente la creación entera hacia el «Punto Omega», hacia Cristo, y orientales habían escrito y lo que el escriba judío Pablo de Tarso
cómo durante millones de años la ha preservado poderosamente había anunciado a judíos y gentiles tenía que ser explicado a un
de hundirse en la nada y cómo, por fin, siendo Señor del univer- romano tradicionalista y medianamente culto, a un griego cultí-
so, se ha convertido Él mismo en un débil ser humano. A Teilhard simo y filosofador y, en general, a la exigente élite intelectual del
se le reprochó al principio la novedad de su pensamiento; pero, imperio romano. Del éxito o fracaso de este proyecto dependía, al
en realidad, se trataba de una antiquísima idea cristiana. Ya en los fin y al cabo, que los cristianos siguieran siendo una más entre las
mosaicos proto-cristianos y luego sobre todo en la Edad Media numerosas sectas orientales o tuvieran la posibilidad de conver-
puede verse representado a Cristo como Señor del mundo, con el tirse en una institución universal, a través de la cual la salvación
globo terrestre haciendo las veces de trono. El horizonte en el que obrada por el Dios encarnado pudiera ser accesible, hasta cierto
LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 209
208 MANFRED LÜTZ

punto, a cualquier persona. Como es sabido, las sectas, con una cripción: «Al dios desconocido», que había visto por casualidad
mentalidad de todo blanco o todo negro, se tienen a sí mismas mientras deambulaba por Atenas. Y dijo que deseaba anunciarles
por poseedoras exclusivas de la verdad; no sólo se separan rigu- a los atenienses justo a ese dios desconocido. Pero enseguida ex-
rosamente de todos los demás contemporáneos, sino también de perimentó cuan difícil era aquello. Pues, cuando quiso hablar so-
todas las épocas históricas anteriores. El mensaje cristiano, por el bre la resurrección del cuerpo, los atenienses hicieron un gesto de
contrario, tenía que efectuarse desde el respeto a la historia pre- rechazo con la mano: «Te oiremos hablar de ello en otra ocasión».
via de Dios con los seres humanos, no sólo desde el respeto a la Y es que, a ojos de los atenienses, el cuerpo -la prisión del alma,
historia de Dios con los judíos, sino también -en ello insistió el como se le llamaba en la filosofía pagana- era un molesto lastre.
judío Pablo- desde el respeto a la historia de Dios con los paga- Hacer comprender a aquellas gentes la resurrección de la carne
nos. Había que hacer comprensible el cristianismo a los hombres representaba una tarea ardua, una tarea que no siempre podía lle-
antiguos, a los cuales ya el pensamiento judío resultaba extraño. varse a cabo con éxito a la primera, como también hubo de expe-
Este inmenso trabajo intelectual del cristianismo primitivo era rimentar el apóstol Pablo, avezado misionero. Pero precisamente
tan difícil porque los conceptos de la filosofía griega existían con la resurrección de la carne es el quid pro-mundano de la fe cris-
anterioridad y, por supuesto, no habían sido pensados propia- tiana en la otra vida. En la inmortalidad del alma creen también
mente para expresar contenidos cristianos. Por otra parte, no era muchas otras religiones.
posible inventar sin más un nuevo lenguaje con miras a hacer Así pues, nadie negará que esta tarea de traducción era difícil,
comprensible lo auténticamente nuevo del cristianismo. Nadie lo pero, al mismo tiempo, en extremo importante; y, al final, tuvo
habría entendido. éxito en el mundo entero. Pero nosotros, los hombres de hoy, te-
Este desarrollo de los primeros siglos cristianos ha sido ora nemos un problema con esto. Pues las definiciones y los concep-
criticado en cuanto alejamiento del origen, ora celebrado en tos teológicos que han surgido a resultas de este esfuerzo de tra-
cuanto profundización y comprensión más honda. Naturalmen- ducción nos suenan en ocasiones bastantes extraños y complejos.
te, fue ambas cosas. Pues el acontecimiento de Cristo -así como Lo cual no se debe a que Dios sea complicado, sino a que muchos
la acción del Espíritu Santo- es histórico. De ahí que también la seres humanos son complicados. En efecto, Dios ha entrado en la
comprensión de este acontecimiento deba desarrollarse histórica- historia real y respeta a los seres humanos reales con todas sus pe-
mente, mas sin rupturas, sino de forma continua y orgánica a culiares preguntas -de forma real. La teología es una muleta, un
partir de la fuente del principio. servicio para la gente a la que eso le ayuda. Aquel a quien no le
Los grandes pensadores del cristianismo primitivo no se arre- ayude puede tomar del brazo con la conciencia tranquila a nues-
draron en ningún momento ante esta enorme tarea. Se arreman- tra viejecita y encaminarse con ella a la primera iglesia que en-
garon, alisaron el papiro, afilaron la pluma y escribieron sin mie- cuentre. La teología es una empresa importante, pero no indis-
do al contacto sobre este acontecimiento, el mayor de todos los pensable para todo el mundo; además, también tiene sus peligros,
tiempos, en el lenguaje de la filosofía griega, en el lenguaje del de- pues siempre es posible ceder a la tentación de encerrar a Dios
recho romano y en los múltiples lenguajes del mundo de la épo- -con un gesto imperioso y sirviéndose de los medios de la razón
ca. Y puesto que habían encontrado la gran noción liberal de la humana- en los ficheros de su escritorio. La buena teología no se
pedagogía divina con los seres humanos, con toda naturalidad y da más importancia de la que tiene. La buena teología, lejos de
gran respeto ante las experiencias milenarias y los logros intelec- dominar a la fe, se pone a su servicio.
tuales de la humanidad partieron de que Cristo había sido pre- En medicina se distingue entre síntomas y diagnóstico. Los
sentido en todas las lenguas y tradiciones del mundo. síntomas son los fenómenos que el médico observa durante el
A este respecto, el apóstol Pablo había sentado un ejemplo re- examen; luego, el diagnóstico interpreta y elucida los síntomas
tóricamente brillante cuando decidió hablar de Cristo en el Areó- constatados. Los síntomas del cristianismo se encuentran en la
pago de Atenas. Se refirió en primer lugar a un altar con la ins- Biblia. Son relativamente sencillos: en tiempos del emperador
210 MANFRED LÜTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 211

Augusto nace en Palestina el judío Jesús. Es una persona normal: Dios uno el que se encuentre de veras con nosotros en las diferen-
vive, enseña que Dios es amor y quiere liberar a los seres huma- tes personas, el mismo Dios uno que nos crea, nos redime y per-
nos de toda miseria, es condenado injustamente a muerte y eje- manece eficazmente a nuestro lado. En el siglo II Ireneo de Lyon
cutado en la cruz. Este hombre Jesús, adorado al mismo tiempo llamó al Hijo y al Espíritu «las manos de Dios».
como Hijo de Dios, resucita de la muerte. Reza a Dios, su Padre y Así, al menos, es como yo personalmente me explico todo es-
dice que el propio Dios, como Espíritu Santo, permanecerá junto to. Desde luego, es posible intentar explicarlo de otra manera. En
a los seres humanos hasta el fin de los días. cualquier caso, cuando se trata de Dios, todas las explicaciones
Para estos síntomas existe una sencilla explicación. Cuando comienzan a tartamudear en algún momento; pues, en cierto
alguien quiere declarar su amor a otra persona, no puede enviar modo, intentan pensar todos los pensamientos de Dios y, al ha-
a un representante que lo haga en su lugar: es algo que uno mis- cerlo, se meten en camisas de once varas. Cuando más arriba he
mo debe llevar a cabo. Y cuando se trata de un amor por entero escrito, por ejemplo: «entonces Dios debe», eso no significa, por
ilimitado, el amante está dispuesto en serio a entregar incluso la supuesto, que yo me permita prescribirle al buen Dios qué es lo
vida por la persona amada. Un Dios que, lejos de ser un demonio que debe hacer y qué no. Podría actuar de forma del todo distin-
o un titiritero, ame de verdad a los seres humanos de todo cora- ta, desde luego. Y cuando afirmo: «por eso existe Dios Hijo», eso,
zón no puede limitarse a enviar a un representante o a dejar caer naturalmente, no quiere decir que Dios Hijo exista eternamente
de las nubes un hermoso libro que contenga bellamente escritas sólo para morir por nosotros. Pero lo verdadero en estas asevera-
todas sus buenas ideas sobre el amor. Tiene que venir Él mismo. ciones es que todo lo que los seres humanos podemos decir sobre
En persona. Y si este amor no ha de durar sólo, como cantaba Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo es lo que Dios mismo ha hecho
Hans Albers en Sankt Pauli (el famoso «barrio chino» de Ham- por nosotros, seres humanos, por nuestra felicidad y por nuestra
burgo), «hasta mañana temprano a las nueve», sino que está lla- liberación de toda miseria y necesidad; y que, para Él, eso no era
mado a ser realmente radical e irrevocable, entonces incluye la ni es una molesta actividad secundaria, sino que la afectuosa so-
posibilidad de entregar la vida toda. Dios debe estar dispuesto in- licitud que manifiesta para con el ser humano se corresponde de
cluso a morir. todo en todo con su esencia. Y ahí radica lo completamente ines-
¿Cómo hay que concebir esto? Justo ante esta pregunta se en- perado de este acontecimiento: que el Dios eterno y omnipoten-
contraron los pensadores del cristianismo primitivo. Por supues- te, el Creador del universo, se hace del todo pequeño e impoten-
to, no era posible que Dios Padre, el Creador del mundo, murie- te... para atraernos a nosotros, hombres libres, hacia sí, hacia la
ra, dejando que Él mismo y el mundo se precipitaran en la nada. vida eterna, por amor desbordante. Un tal Joseph Ratzinger, en su
Por eso existe Dios Hijo. Pues si Dios se limitara a morir aparen- muy recomendable Introducción al cristianismo, escribió al res-
temente, todo no sería más que una farsa. Pero, por otra parte, si pecto: «Para Aquel que, como Espíritu, sostiene y engloba el uni-
quien muere en la cruz fuera Dios sólo en apariencia o se tratara verso, un espíritu, el corazón de un ser humano capaz de amar, es
de un dios de segunda clase, entonces, en realidad, tampoco Dios mayor que todos los sistemas galácticos». Dios es sobreabundan-
mismo se habría hecho hombre ni habría entregado su vida ino- cia. Crea un inmenso universo material como escenario para el
cente -como signo de amor- por los seres humanos. A lo cual se drama espiritual entre Dios y el ser humano. No da algo o a al-
añade que si este hecho ha de ser en verdad cósmico, o sea, si ha guien; se da a sí mismo por amor. El infinito Dios ultramundano
de determinar el sentido del universo entero y de todos los seres está, al mismo tiempo, afectuosamente cercano a cada uno de
humanos en cualquier futuro próximo y remoto, Dios debe per- nosotros. Y así, el seguimiento de Cristo no es una forma de do-
manecer de manera igualmente personal junto a los seres huma- minio divino, sino un servicio divino; un olvidarse de uno mis-
nos hasta el fin de los tiempos. Y eso es lo que hace -en persona- mo y hacerse del todo pequeño por amor; un cargar con la pro-
como Espíritu Santo. Sin embargo, de cara a nuestra redención pia cruz por amor; no un sacrificar meramente algo, como en las
personal es importante, por supuesto, que sea siempre el mismo numerosas religiones del mundo, sino un ofrecerse uno mismo,
212 MANFRED LÜTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 213

entregando en caso de necesidad incluso la propia vida... por Espíritu Santo. Y tampoco habría nada que ver, por consiguiente,
amor. Pero, para ser aún más preciso, ahora debería «matizar» con la Iglesia que exhorta a los seres humanos a tomar una deci-
con mayor exactitud, como suele decirse. Lo cual sería alta teolo- sión: o bien abrirse a este vinculante mensaje para asegurar la sal-
gía, una ciencia (en el sentido amplio de la palabra) difícil, pero vación eterna, o bien cerrarse activamente a él abocándose a la
que no es el objeto de este libro. condenación eterna. La Iglesia abordó la tarea de clarificación
La teología comenzó cuando el apóstol Tomás se planteó sus diagnóstica, en extremo difícil, con la firme convicción de que
preguntas. Se le ha llamado «Tomás el incrédulo», pero eso es de Dios mismo, el Espíritu Santo que Cristo le había dejado como
todo punto injusto. Tomás tenía preguntas que muchos de nos- apoyo, le ayudaría a llevarla a cabo. Un diagnóstico de tales carac-
otros probablemente también habríamos tenido. Y es necesario terísticas se formuló luego, bajo oraciones y súplicas dirigidas al
subrayar que la Iglesia, a pesar de todo, siempre ha venerado al Espíritu Santo, en los llamados concilios -en un lenguaje cientí-
apóstol Tomás como santo. Así pues, Tomás, por lo que parece, fico, se entiende, y, por tanto, quizá también apenas comprensible
reflexionó un montón, pero sin fijarse en los fenómenos mismos. en ocasiones para algunos de nuestros contemporáneos.
Consideraba que eso de la resurrección de Jesús era totalmente Para aclarar que Jesús era Dios verdadero, y no una segunda
increíble, una locura, una esperanza quizá irreprimible de los de- versión de inferior valor, como habían afirmado algunos, en el
cepcionados discípulos, que confundían su ardiente deseo con la concilio de Nicea se dijo de él que era «de la misma naturaleza
realidad. ¡Feuerbach manda saludos! La respuesta de Jesús a las que el Padre». Y después de interminables litigios, en los que en la
escépticas preguntas de Tomás no es un tratado teológico. Invita egipcia Alejandría no sólo participaron las cabezas más eruditas
a Tomás a introducir la mano en la herida abierta por los solda- de la época, sino incluso -en medio de disturbios tumultuosos-
dos en su corazón y convencerse por sí mismo de la resurrección. los carniceros y panaderos, esta fórmula se impuso definitiva-
Y, con ello, comprender que el primigenio e intenso anhelo de to- mente. No se trataba de una cuestión intrascendente. Pues si
dos los seres humanos hasta nuestros días, a saber, que el ser que- Jesucristo no fuera en realidad Dios mismo, la entera historia del
rido ante cuya tumba se encuentran viva más allá de la muerte, definitivo e insuperable acto de amor divino constituiría tan sólo
no es un mero fenómeno psicológico. Antes bien, Dios mismo sa- un relato preñado de sentido entre otros muchos relatos, pero no
tisfará este anhelo de resurrección a todas las personas que confí- sería realmente verdadero.
en en Él. También aquí hay que subrayar otra vez lo siguiente: los Para formular en palabras la insólita noción de un Dios en
fenómenos, los síntomas, son importantes. Reflexionar sobre tres personas -Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo-, se re-
ellos también es importante, pero secundario. Y apañárselas con currió a la voz griega «hipóstasis», que significaba más o menos
todo eso constituye una ardua tarea intelectual. Sin embargo, po- «realización». También se utilizó el término latino persona, que
demos tranquilizarnos recordando que los primeros cristianos, al en realidad quería decir «máscara». Pero ninguno de ambos tér-
fin y al cabo, necesitaron algunos siglos para alcanzar mayor cla- minos plasmaba con total precisión la fe cristiana, porque tampo-
ridad conceptual. co habían sido inventados con esa intención. Las tres hipóstasis
A esta claridad se le podría denominar «diagnóstico». El diag- divinas, en pie de igualdad entre sí, no eran meras realizaciones
nóstico quizá no habría sido en absoluto necesario si no hubiesen generales de un único Dios, sino realizaciones concretamente
surgido una y otra vez teólogos que, demasiado seguros de sí mis- tangibles y del todo especiales; por otra parte, no eran sólo más-
mos, formularon diagnósticos equivocados, suscitando así confu- caras diferentes que el Dios uno se colocaba, sino que cada una de
sión entre la gente. De ahí que la Iglesia tuviera que esforzarse por ellas tenía su significado propio. El Dios trinitario no era un jue-
emitir un diagnóstico vinculante. No se trataba de querer llevar go de máscaras. De ahí que el cristianismo, para salvaguardar la
razón. Pero una comunidad no vinculante de «creyentes» que total novedad de su concepción de Dios, tuviera que luchar de
creyeran o dejaran de creer todo sin excepción no habría tenido verdad por las palabras, transformando incluso ligeramente el
nada que ver con el Cristo que seguía vivo por la fuerza del significado de éstas. Esto vale para el concepto de «persona».
214 MANFRED LÜTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 215

Tal como ahora se emplea en todas las lenguas, este concepto Calcedonia del año 451 es típica. Ambos extremos fueron recha-
deriva de la doctrina cristiana de Dios. Sin embargo, la transfor- zados, salvaguardándose el misterio divino: en Jesucristo, la natu-
mación semántica ha progresado entretanto hasta tal punto que raleza divina y la humana están unidas sin confusión ni separa-
hoy, cuando hablamos de «persona», nos referimos al núcleo in- ción. El texto bíblico tampoco decía mucho más, y no era legíti-
confundible de un ser humano con conciencia propia, esto es, jus- mo imaginar que en él se escondían más misterios.
to lo contrario de una máscara superficial. Por eso, algunos teólo- Así pues, se echa de ver cómo, cuando la fe -conforme al le-
gos han señalado que hoy el concepto de «persona», aplicado a las ma de san Anselmo de Canterbury- interroga a la razón, en oca-
tres divinas personas, resulta, al contrario, equívoco, pues parece siones afloran cosas difíciles de entender. En mi época, los estu-
sugerir -dicho coloquialmente- que las tres personas divinas están diantes de teología llamábamos «las fatigas» (Mühsal) al manual
sentadas en torno a una mesa sin hacer nada y matan el tiempo ju- de teología entonces en boga, el Mysterium Salutis. Los cristianos
gando a las cartas. Por supuesto, sólo hay un Dios que se nos hace no tienen por qué conocer la muy relevante decisión del concilio
presente en tres personas. La posibilidad de que esté jugando a las de Calcedonia, al menos no explícitamente. Lo único que no pue-
cartas queda excluida. El Dios que es Amor existe lleno de vida en den hacer es negarla de forma explícita. Esto es válido para todas
tres personas divinas, que no son tres individuos aislados, sino pu- las proposiciones de fe de la Iglesia, los dogmas. Casi ningún teó-
ra relación amorosa entre sí -una relación a la que los seres huma- logo conoce todos los dogmas que, a lo largo de los siglos de his-
nos somos incorporados a través de Jesucristo y del Espíritu Santo, toria de la Iglesia, han sido proclamados como respuesta a con-
que continúa operando. Aquí se percibe ya que estas proposicio- troversias de la época. Basta con profesar la fe en Dios, con profe-
nes de fe de la Iglesia, llamadas dogmas, eran, sobre todo, dogmas sar que Jesucristo, el Hijo de Dios, ha liberado a los seres huma-
defensivos, que excluían definiciones demasiado ingeniosas y es- nos de toda miseria y necesidad y que el Espíritu Santo continúa
peculativas de Dios, pero que no se pretendían capaces de apresar operando de manera concreta y visible en la Iglesia. Todo lo de-
plenamente a Dios con palabras humanas. más se cree, por así decirlo, por implicación.
El asunto se complicó de nuevo cuando se intentó aclarar qué En todo esto es necesario recordar una y otra vez que la ver-
relación existía en Jesucristo entre la naturaleza divina y la natura- dadera tarea de la teología consiste en explicar la profunda fe de
leza humana. Si la naturaleza divina hubiera dominado por com- nuestra viejecita al más alto nivel intelectual, así como en prote-
pleto en Cristo, el sufrimiento humano en la cruz no habría su- gerla de toda arrogancia intelectual. Por eso, aquí nos bastará
puesto en realidad compartir el padecimiento de la humanidad su- también con esta breve incursión en la teología trinitaria, cuyo
friente, sino que Jesús, en el fondo, siempre habría tenido claro que «indigente balbuceo» fue calificado en una ocasión por Joseph
todo aquello no era tan trágico como parecía. Por el contrario, la Ratzinger de «renuncia a la petulancia de saberlo todo». Pues así
Biblia dice inequívocamente que Jesús tuvo verdadero miedo a la como el amor, a pesar de su infinita importancia, no puede ser
muerte, sufrió de verdad y se sintió abandonado por Dios. Por con- empaquetado debidamente en conceptos, así tampoco es posible
siguiente, Jesús fue hombre verdadero, sin menoscabo alguno: hacer eso con Dios, quien es el Amor. Y así, una cosa ha quedado
igual en todo a nosotros, salvo en el pecado, nos asegura Pablo. ya clara: en su núcleo esencial, la fe cristiana es probablemente
Pero, por otra parte, si la naturaleza humana hubiese sido domi- más fácil de comprender y de vivir como seguimiento de Cristo
nante del todo, la vida y la muerte de Jesús habría sido tan sólo la para la viejecita que para algunos pseudo-intelectuales sabion-
vida y la muerte de una persona buena que, como tantas otras, fue dos, que son inteligentes, pero no perspicaces, que quieren saber
tratada de forma injusta: nada menos, pero tampoco nada más. mucho, pero nunca alcanzan certeza, que conocen algunas cosas,
A la sazón, los teólogos de la época se hallaban escindidos en pero no se comprometen con nada24.
dos bandos. Unos afirmaban que ambas naturalezas estaban en
gran medida separadas; otros insistían, por el contrario, en que
estaban íntimamente entrelazadas. La decisión del concilio de 24. En estas últimas frases hay, una vez más, un doble juego de palabras: por una
216 MANFRED LUTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 217

3. Una pocilga envejece Belén, en Palestina, y para personas como tú y yo. Así pues, ¡no
para ángeles felices, pero desapasionados! Si Dios quería redimir
Hemos mencionado varias veces que la tercera persona de la di- por amor a personas normales, tenía que permanecer junto a
vina Trinidad, el Espíritu Santo, permanecerá presente hasta el fi- ellos de forma concreta y tangible, no sólo en un texto.
nal de los tiempos, no sólo como fuerza alentadora en el corazón De ahí que el cristianismo no sea una «religión del libro», co-
de todo cristiano, sino de manera especial en la Iglesia. Pero, pa- mo creen los musulmanes. Se trata del seguimiento concreto de
ra algunos, esto puede ser precisamente lo más difícil de creer. A Cristo en una comunidad concreta llamada Iglesia. Por eso, la
algunas personas, lo que conocen sobre la Iglesia de oídas y lo que Iglesia de Cristo, naturalmente, no pudiera estar formada sólo
ellas tal vez han experimentado en propia carne les hace enorme- por etéreos personajes ideales; antes bien, debía estar formada
mente difícil creer en el origen divino de la Iglesia. Pero ha habi- por personas reales y normales, que, a pesar de todo, tuvieran la
do gente que ha vivido justo la experiencia contraria. El padre posibilidad de ser redimidos. Por lo demás, los cristianos que se
Leppich fue un afamado predicador que, hace cincuenta años, lle- comportan como si fueran ángeles resultan, por regla general, po-
naba la plaza mayor de pueblos y ciudades por toda Alemania. co convincentes. Prefiero a mi santo predilecto, Felipe Neri, el va-
Tuve todavía oportunidad de ver en directo al anciano padre gabundo santo que, cuando empezó a circular el rumor de que
Leppich cuando, después de la misa, subió al pulpito en la cate- era santo, se emborrachó a conciencia y se pasó toda la noche
dral de Bonn. Yo no comprendía muy bien por qué no había pre- dando tumbos por Roma, al tiempo que maldecía, regoldaba y al-
dicado durante la santa misa. Cuando escuché el sermón, me per- borotaba. Pero con ello no fue ya capaz de evitar que Roma lo ca-
caté de que el lenguaje elegido no era el más adecuado para la sa- nonizara más tarde. Así pues, la Iglesia cuida de que la fe perma-
grada liturgia: «¿Sabéis por qué creo en esta Iglesia? ¡Porque en nezca concreta y tangible, de que la gente crea -como tal vez di-
dos mil años esta pocilga no se ha ido a pique!». Verdaderamente, ría Heidegger- de forma resuelta y concreta, en placentera com-
que una institución con pretensiones tan elevadas haya manifes- pañía de otras personas. Por consiguiente, no conforme al lema:
tado una y otra vez tantas debilidades y, sin embargo, no se haya «En el fondo, todo es bastante relativo; y, ¿sabe?, yo personalmen-
hundido es ya casi un milagro. te encuentro a mi Dios en el bosque». Por el contrario, compro-
En realidad, también es muy consolador. Imaginémonos a meterse con la Iglesia significa: «El cura me desespera; pero, a pe-
modo de prueba que la Iglesia estuviera formada exclusivamente sar de todo, sigo yendo, de buena gana».
por ángeles o, al menos, medio ángeles. Para nosotros, gente nor- Gracias a Dios, la Iglesia es más que la suma de sus miembros;
mal y corriente, eso sería del todo frustrante. En tal caso, dados a pesar de sus defectos, es un todo que se encuentra bajo la con-
nuestros defectos y errores, no tendríamos la más mínima posibi- soladora guía del Espíritu Santo. Sin la Iglesia, no tendríamos
lidad de redención. Pero resulta que la encarnación de Dios en un ninguna noticia fiable de la encarnación de Dios. Y una noticia de
ser humano no es una idea inventada, sino algo real. Por eso, no ese género es importante para la democratización de la salvación,
podía acontecer de forma teórica y supra-temporal en un mundo por decirlo así. Pues si no existiera la Iglesia, nuestra pobre vieje-
ideal para un mundo ideal, sino que tenía que producirse en un cita carecería de hogar espiritual. Las estrellas de la fe serían los
momento concreto del tiempo, en un lugar concreto, para seres biblistas, los teólogos, los intelectuales dotados de una inmensa
humanos concretos: en el año 4 a.C, en un pestilente establo en capacidad dialéctica. La poetisa Cordelia Spaemann dijo en una
ocasión que la proliferación de lo kitsch en los lugares católicos de
peregrinación está ahí para mantener alejados a los engreído bur-
gueses cultos -provenientes de los entornos sociales (milieus) es-
parte, entre Wissen (saber) y Gewissenheit (certeza); y, por otra, entre kennen
tetizantes, que diríamos hoy. Quizá eso se deba a que la Madre de
(conocer) y sich bekennen («profesar», «confesar», aunque aquí lo hemos Dios siente debilidad por las viejecitas, y eso es decididamente un
vertido por «comprometerse») [N. del Traductor}. punto a su favor.
218 MANFRED LÜTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 219

Sobre personas reales siempre se pueden decir también, des- su resplandor divino. En los primeros siglos, merced a un gran
de luego, cosas negativas, si uno quiere. Pero ¿por qué deberíamos compromiso intelectual, algunos de esos personajes introdujeron
querer hacerlo? Hablar siempre con enfermos psíquicos sólo so- el cristianismo en la cultura del imperio romano, al tiempo que,
bre sus carencias no les hace sentirse mejor, y tampoco le ayuda a la inversa, interiorizaban los tesoros de la filosofía griega y la
en nada a uno mismo. Por eso, los métodos modernos de psico- tradición romana. Los cristianos no hacían uso de la violencia,
terapia adoptan otra estrategia y llaman de manera bien calcula- pero tampoco se doblegaban a violencia alguna. Confesaban su
da la atención de los pacientes sobre sus recursos, o sea, sobre fe, algo que, en varias persecuciones de cristianos, les llevó ante
aquello que funciona. Cuando descubren de nuevo las fuerzas los leones. Un comportamiento así resultaba convincente. El em-
que tenían olvidadas, las personas pueden superar mejor las cri- perador Constantino vio en el pequeño grupo de cristianos la
sis que hay en sus vidas. Puesto que ello da buen resultado con única esperanza para el futuro del imperio e imprimió un giro de
personas individuales y entretanto también se ha puesto en prác- ciento ochenta grados grávido de consecuencias. En adelante, los
tica con éxito en el asesoramiento de empresas, se me ocurrió la cristianos ya no serían sólo un movimiento espiritual, sino que
idea de aplicar a modo de prueba esa manera de ver las cosas a la determinarían y dirigirían el Estado y la sociedad. Un paseo por
Iglesia católica. De ello surgió mi libro Der blockierte Riese - la cuerda floja que, como hoy sabemos, no siempre fue beneficio-
Psycho-Analyse der katholischen Kirche [El gigante bloqueado: psi- so para los propios cristianos.
coanálisis de la Iglesia católica], que desmonta algunos estúpidos Luego, en los desórdenes de la época de las migraciones, los
prejuicios extendidos sobre todo en Alemania. A él me permito monasterios salvaron para nosotros los tesoros intelectuales de la
remitir aquí para informaciones más detalladas sobre la esencia y Antigüedad. La Edad Media, con sus catedrales de piedra y de
la historia de la Iglesia católica. pensamiento, regaló a la humanidad una riqueza intelectual casi
Siempre he pensado que es perfectamente legítimo criticar a increíble. Pero fueron, sobre todo, los numerosos resurgimientos
la Iglesia; pero, para ello, uno tiene que conocerla primero y debe espirituales los que, en tiempos de decadencia eclesial, una y otra
evitar caer en los numerosos prejuicios y noticias falsas ya secula- vez sacudieron a la vieja dama: los cistercienses, los franciscanos,
res extraídos del anticuado baúl anticlerical. Sabiendo cuántos los dominicos y muchos otros. La crisis del comienzo de la Edad
disparates carentes de toda base objetiva se difunden sobre el ri- Moderna trajo la herida de la Reforma, la cual, sin embargo, en la
val en el curso de una campaña electoral que apenas dura unos lucha por la fe ortodoxa, también contribuyó a que ambos ban-
meses o semanas, es posible hacerse una idea de cuánto habrá po- dos profundizaran en la fe y obligó a la Iglesia a llevar a cabo en
dido reunir la bimilenaria campaña de los adversarios de la Igle- el concilio de Trento la necesaria reforma. Esta reforma no fue
sia. A quien tenga el valor de exponer sus prejuicios favoritos so- obra tanto de la institución eclesiástica cuanto de los numerosos
bre las cruzadas, la Inquisición, la caza de brujas y muchos otros nuevos movimientos espirituales y los numerosos santos activos
fenómenos históricos a la ducha fría de la investigación rigurosa alrededor del concilio. En la época del incipiente culto al indivi-
y objetiva, le recomiendo la brillante obra de Arnold Angenendt duo, Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Felipe Neri y muchos otros
Toleranz und Gewalt. Das Christentum zwischen Bibel und Schwert mostraron a sus contemporáneos el camino hacia una piedad in-
[Tolerancia y violencia: el cristianismo, entre la Biblia y la espa- tensa, individual, del todo personal. En el Barroco, esta nueva y ar-
da], publicada en el año 2007. dorosa piedad adquirió una forma que imprimió su huella en la
Así pues, quien esté dispuesto a confrontarse con la historia cultura.
de la Iglesia de la manera más libre posible de prejuicios verá, sin Pero ya hemos visto que luego la teología languideció y dege-
duda, algunos innegables lados sombríos, pero también mucha, neró aún en una estéril teología de controversia entre confesio-
muchísima luz. Personajes impresionantes han portado la luz de nes. Las preguntas de la gente caían en saco roto probablemente
la fe a lo largo de los siglos. Sin embargo, nunca ha sido una luz con demasiada frecuencia, y el ateísmo comenzó a alzar la cabeza
deslumbrante que imponga la fe y chamusque todo por medio de sin gran resistencia intelectual. Georges Minois afirma incluso
220 MANFRED LÜTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 221

que Lutero y el concilio de Trento allanaron el camino al ateísmo. Vaticano II, la Iglesia recuperó luego bajo el papa Juan Pablo II
Lutero, en la medida en que hizo a Dios dependiente de la fe del una dinámica que la convirtió, como único global player espiri-
individuo; y el concilio de Trento, en la medida en que, con su es- tual, en una influyente autoridad en el concierto internacional.
tricta separación entre lo sagrado y lo profano, desacralizó el Los florecientes nuevos movimientos, un fenómeno impresio-
mundo. Pero esta visión es, sin duda, demasiado tópica. nante, confieren solidez a este desarrollo.
Al final, tanto los propios cristianos como sus adversarios no En nuestros días, el papa Benedicto XVI, uno de los grandes
poseían a menudo más que una vaga conciencia de las nociones intelectuales en la sede de Pedro, ha dedicado en cierto modo to-
del cristianismo. En 1797 Chateaubriand se pregunta cuánto do su inteligentísimo trabajo teológico a la tarea de proteger y de-
tiempo le será concedido todavía al cristianismo y él mismo res- fender, pero también a proponer como ejemplo luminoso, a la
ponde: «Un par de años aún». En 1895 un manifiesto firmado por viejecita piadosa que va a la iglesia, reza, ayuda a su prójimo y
algunos intelectuales franceses proclama que la fe puede diluirse muere en paz confiada a Jesucristo. Y este mismo papa subraya
por completo en la historia. Jesús, sostiene este manifiesto, es pu- sin cesar cuánto debe el cristianismo a la historia de la razón.
ra invención de la Iglesia; además, se afirma que la Biblia no fue Cuando unos estudiantes le preguntaron en público en la Plaza
escrita hasta varios siglos después de Cristo, el evangelio de Juan de San Pedro ante cien mil personas cómo se puede creer en Dios
tal vez en fecha tan tardía como el siglo IV. a la vista de una matemática que funciona prescindiendo por
Pero, durante todo este tiempo, más allá de las crisis exterio- completo del buen Dios, respondió con las improvisadas pala-
res, la Iglesia se mantuvo interiormente viva. Tampoco en esta bras: «El gran Galileo dijo...», y luego explicó que, para Galileo y
época faltaron santos impresionantes, genios espirituales y social- para muchos científicos posteriores a él hasta llegar a Einstein, la
mente activos como Vicente de Paul (1581-1660), el diligente pri- simple estructura matemática de la creación era una razón espe-
mer feminista, o Francisco de Sales (1567-1622), maestro de vida cial para admirar al Creador.
espiritual al que todavía hoy merece la pena leer. De modo casi La primera encíclica del papa, titulada Deus caritas est [Dios
milagroso la Iglesia sobrevivió a los tumultos de la Revolución es amor], es una introducción al cristianismo para todo ateo des-
Francesa e incluso salió fortalecida de ellos. El siglo XIX, que asis- pierto. Aunque carece del tintineo de los extranjerismos, se plan-
tió a los últimos ataques vehementes de los ateos, es asimismo la tea las preguntas decisivas y cita por primera en un documento
centuria en la que más congregaciones religiosas se fundan en to- pontificio a Friedrich Nietzsche, saltándose con ello todas las cos-
da la historia de la Iglesia y una época de un movimiento de con- tumbres vaticanas. Y es, al mismo tiempo, una convincente res-
versión a la Iglesia católica sin precedentes. puesta a Nietzsche, el único negador de Dios consecuente de ver-
Tras el más grave accidente previsible sufrido en el plano ar- dad hasta el fin. La encíclica resume en pocas páginas lo esencial
gumentativo por el ateísmo a comienzos del siglo XX también del cristianismo con ingenio e intensidad: «No se comienza a ser
quedaron refutados algunos antiguos prejuicios anticlericales. cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el en-
Poco tiempo después se halló en la arena del desierto egipcio el cuentro con un acontecimiento, con una persona, que da un nue-
famoso papiro Ryland P52, que contiene frases del evangelio de vo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva». Para
Juan idénticas a las del texto del que hoy disponemos. Una rigu- sorpresa de muchos, esta encíclica resulta incluso sexy: «El eros
rosa investigación permitió determinar que el papiro databa del quiere remontarnos "en éxtasis" hacia lo divino... Este Dios ama
año 130 d.C. Con ello también quedaron definitivamente liqui- al hombre... Se da ciertamente una unificación del hombre con
dadas las aventuradas teorías de que el evangelio de Juan no se Dios -sueño originario del hombre-, pero esta unificación no es
había redactado hasta varios siglos después de la muerte de Jesús. un fundirse juntos, un hundirse en el océano anónimo del Divi-
La Iglesia y la teología volvieron a abrirse más al mundo. Lo no; es una unidad que crea amor, en la que ambos -Dios y el
cual suscitó una cierta inquietud, así en el mundo como en la hombre- siguen siendo ellos mismos y, sin embargo, se convier-
Iglesia. Después del gran acontecimiento espiritual del Concilio ten en una sola cosa...Si en mi vida falta completamente el con-
222 MANFRED LÜTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 223

tacto con Dios, podré ver siempre en el prójimo solamente al téricos del imperio romano. Una religión semejante, carente de
otro, sin conseguir reconocer en él la imagen divina. Por el con- seriedad existencial, habría sido como un gran concurso de pre-
trario, si en mi vida omito del todo la atención al otro, queriendo guntas: gana quien tiene suerte y lo sabe todo. ¡Una idea ridicula!
ser sólo "piadoso" y cumplir con mis "deberes religiosos", se mar- San Ireneo de Lyon observa con sarcasmo que hay algunos que
chita también la relación con Dios. Será únicamente una relación hablan sin ton ni son, como si hubiesen asistido como parteras al
"correcta", pero sin amor. Sólo mi disponibilidad para ayudar al nacimiento del Hijo de Dios. La Iglesia, en cualquier caso, procu-
prójimo, para manifestarle amor, me hace sensible también ante ró desde el comienzo no degenerar en una «doctrina» en la que el
Dios». mundo entero quedara condensado en un simple concepto. Entre
Hasta qué punto pueden llegar a aproximarse en ocasiones las otras cosas, también la existencia de cuatro evangelios contribu-
convicciones profundamente cristianas y las posiciones ateas re- yó a que, dada la diversidad de los relatos, no resultara posible
flexivas se demuestra en la siguiente cita de Ludwig Feuerbach: ofrecer una explicación demasiado simple del acontecimiento
«Únicamente en el amor está Dios. El Dios cristiano no es más personal de la encarnación de Dios. Los evangelios no son un
que una abstracción del amor humano, una imagen de éste». Así, manual. Narran desde diferentes perspectivas la vida de una y la
Feuerbach aboga por la adoración de la humanidad a través de la misma persona. Intentar reducir a una persona a un concepto
solidaridad y el amor al prójimo. Y luego uno comienza a pregun- cualquiera constituye una falta de respeto, dirá más tarde Soren
tarse si no será también Feuerbach, en realidad, tan sólo un cris- Kierkegaard.
tiano decepcionado con los cristianos. El patriarca de los ateos Contra estas tendencias, a las que más tarde se les dio el nom-
apela -con razón- a la conciencia cristiana de los cristianos: «Los bre de «gnosis» (o gnosticismo) y que propagaban un saber mis-
verdaderos ateos son los cristianos actuales, quienes afirman cre- terioso y redentor sobre Dios, se escribió luego la primera carta
er en Dios, pero viven igual que si Éste no existiera; estos cristia- de san Juan. Es muy breve: sólo ocupa unas cuatro páginas; y, sin
nos no creen ya en la bondad, en la justicia, en el amor, esto es, en embargo, sintetiza de manera impresionante lo esencial del cris-
todo aquello que define a Dios; estos cristianos, que ya no creen tianismo. La primera carta de Juan es, por así decirlo, una Biblia
en los milagros, sino en la tecnología, que confían más en los se- para ejecutivos que nunca tienen tiempo. Y en el pasaje central de
guros de vida que en la oración y que, a la vista de la miseria, no este fabuloso texto se lee: «Queridos, amémonos unos a otros,
buscan refugio en la oración, sino en el estado asistencial». Por porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios
consiguiente, lo que reprocha Feuerbach a los cristianos es, ni y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque
más ni menos, que un ateísmo anónimo. No se alegra de ello, co- Dios es Amor». Lo decisivo es: «Todo el que ama... conoce a
mo en realidad debería, sino que, de hecho, se lo echa en cara. Dios», y es cristiano, aunque quizá no lo sepa. Y de «quien no
Pero ¿por qué? ¿No sería Feuerbach, quien originariamente quiso ama» y es oficialmente cristiano, sacerdote, obispo o papa, mas
estudiar teología, en realidad un «cristiano anónimo», desespera- no ama, se dice que «no ha conocido» a Dios y es, por tanto, un
do a causa de su propio idealismo? ateo que confiesa a Cristo con los labios, pues «Dios es amor».
La primera gran amenaza para el cristianismo desde dentro Más tarde, Feuerbach juzgará a este respecto exactamente igual
surgió cuando, en los orígenes, algunos afirmaron que sólo era que la primera carta de Juan.
cristiano verdadero quien estuviera iniciado por completo en los Este mensaje era revolucionario. Puso el cristianismo patas
misterios cristianos o, con otras palabras, quien supiera con exac- arriba, para decirlo con una expresión de Karl Marx. Era toda una
titud qué era el cristianismo. En tal caso, la acción salvadora de alabanza de la sencilla viejecita parca en palabras y una dura ad-
Dios a favor de todos los seres humanos y, sobre todo, a favor de vertencia a los elocuentes teólogos de todas las épocas. Lo decisi-
los pobres habría quedado reducida de repente a una religión pa- vo era el amor activo, no el conocimiento sobre Dios.
ra una élite «iniciada». Una religión para una intelectualidad afi-* Un día me llamó por teléfono un conocido para preguntarme
cionada a cultivarse, quizá; uno más de los numerosos cultos mis- si le podía conseguir una Biblia. Esta vez se había enamorado de
224 MANFRED LÜTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 225

una mujer de forma tan increíble que tenía la impresión de que sona da con serena convicción en el lecho de muerte nunca es un
aquello, de algún modo, era algo más profundo. Quería leer ense- artificio efectista; se trata inevitablemente de una respuesta con la
guida la Biblia. Debo decir que este conocido mío era muy agra- que uno puede de verdad vivir y morir.
dable y estaba muy comprometido socialmente, pero con la fe
cristiana nunca había tenido en realidad nada que ver. Sus padres
no lo habían bautizado, y él siempre había afirmado ser ateo. 4. La sonrisa de los ángeles
Sabía que yo era cristiano, y ya en varias ocasiones habíamos dis-
cutido sobre la fe en Dios a un nivel intelectual del todo elevado Y esta respuesta contesta asimismo a las preguntas formuladas en
-aunque sólo de forma teórica. Y a la sazón, por lo visto, el asun- el presente libro. El Dios de la respuesta cristiana no es el Dios
to había estallado. Se había enamorado de verdad. Y el amor a esa abstracto de los filósofos, ni el Dios lejano del islam. Es el Dios de
mujer le hacía no sólo intuir, sino incluso experimentar, que de- la más íntima cercanía imaginable al ser humano, el Dios de la
be de haber algo más allá de la muerte. identidad con el hombre Jesús, al que todavía hoy podemos reco-
El gran filósofo alemán Josef Pieper, que ha escrito un muy nocer y experimentar personalmente en el Espíritu Santo. Con
sugestivo librito Sobre el amor, afirma en él que amar significa de- todo, se trata sin reservas del Dios uno. Quien se convierte del
cir a la persona amada: «¡Me alegro de que existas!». Amar signi- cristianismo al islam porque supone que el cristianismo no es en
fica, al mismo tiempo, decir a esa persona: «Nunca deberías mo- verdad monoteísta ha perdido, a través del estudio de las demás
rir». Para este conocido mío, tan racional él, el camino hacia Dios religiones, el saber sobre sus propias raíces religiosas. Los cristia-
no fue la filosofía, con la que se había confrontado intensamente. nos creen en el Dios uno, que, sin embargo, no es infinitamente
El amor se convirtió para él, de modo del todo inopinado, en lejano, sino infinitamente cercano. Y que no es una magnitud
prueba de la existencia de Dios. «El eros quiere remontarnos "en monolítica, rígida y solitaria, sino una relación viva de amor di-
éxtasis" hacia lo divino», hemos oído decir al papa más arriba. vino en tres personas.
A Dios se le puede experimentar a través de la armonía vivi- De ahí que Dios no necesite el mundo para realizarse en él,
da entre las más profundas experiencias que uno tiene y la con- como opina Hegel. En tal caso, no seríamos más que útiles bufo-
vicción de la existencia de Dios. Y con la certeza de esta respues- nes en la corte de un déspota aburrido. Antes bien, Dios crea el
ta puede uno luego yacer con confianza en el lecho de muerte... y mundo y nos crea a nosotros de forma libre a partir del desbor-
consolar a sus parientes, como a menudo lo he vivido en el caso dante amor de auto-donación que Él mismo es, como con segu-
de cristianos agonizantes y como el mundo entero lo pudo vivir ridad sabemos desde la muerte y resurrección de Jesús. Toda per-
con ocasión de la muerte del papa Juan Pablo II. No se puede vi- sona que ama vislumbra la eternidad. El cristiano vive con la cer-
vir a prueba, no se puede morir a prueba, había dicho el papa al teza de que tal atisbo del amor que perdura más allá de todos los
comienzo de su pontificado. Y él no murió a prueba... Recuerdo tiempos no es una ilusión, sino la verdad.
que había ateos que expresaron en televisión una tristeza por la A quien se una al enérgico movimiento del amor divino en la
muerte del papa enteramente inexplicable para ellos. El interés medida en que salga de sí mismo y ame desinteresadamente se le
del todo nuevo y desde entonces continuo por el cristianismo tie- promete, conforme al ordenamiento jurídico de Dios, verdadera
ne que ver también -y no en último término- con la agonía pú- vida eterna. Para él vale lo siguiente: «Allí donde ninguna voz
blica de este papa. La confesión más profunda y creíble de una puede alcanzarnos, allí está Él» (J. Ratzinger). Pero quien sólo se
persona acontece probablemente en el momento de la muerte, y preocupe de tener tanto cuanto sea posible para sí mismo -inclu-
eso conmueve a algunos más que todas las buenas palabras. so en las actividades que él llama amor- recibirá después de la
Pues la hora quizá más importante de nuestra vida es la hora muerte, conforme al ordenamiento jurídico de los hombres, jus-
de la muerte, en la que la vida llega a su término y se coagula en to aquello que, desde el punto de vista del derecho civil, corres-
la viva definitividad de la vida eterna. La respuesta que una per- ponde a un cadáver, esto es, nada. Pero, con ello, el Dios vivo de-
MANFRED LUTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 227
226

viene una imagen alternativa al rígido narcisismo dominante en bertad humana. Orlado Patterson, sociólogo de Harvard, incluso
nuestra sociedad. denomina al cristianismo «la primera y única gran religión que
Para Dios, ser persona significa, con arreglo a la convicción declara la libertad como la más elevada meta religiosa». Y un Dios
cristiana, no permanecer encapsulado, sino estar en diálogo, vivir que se compadece por amor tampoco puede ser un Dios que, so-
en relación. Una imagen así del ser humano y la sociedad suscita bre todo, anda de continuo señalando con el dedo acusador en
una sensación distinta de la que produce esa fría adición de actitud amargada y moralizante.
egoístas sujetos de mercado que quieren afianzarse sin escrúpulos Esta horrible invención decimonónica, este coco con barba
en el mercado y que creen que ganan cuando han acaparado mu- ondeante, es una nefasta deformación del Dios cristiano. El cris-
cho para sí mismos... para después, en el futuro, poder decorar tianismo no es una doctrina moral; antes bien, es la convicción de
bellamente la habitación individual en la residencia de ancianos. que los seres humanos son redimidos por un Dios que es Amor.
El entierro anónimo es luego un final consecuente. En contrapo- Por tanto, no se trata de una mera visión del mundo, sino mayor-
sición a ello, el ser humano como imagen de un Dios trinitario mente de una visión del ser humano.
que es comunidad y amor constituye una imagen verdaderamen- Según la fe cristiana, el hombre no sólo es criatura de Dios;
te esperanzadora para toda la sociedad. eso también lo son los animales. El hombre es imagen de Dios y,
La encarnación de Dios es, en el fondo, algo muy sencillo, a consecuencia de la encarnación, hermanos y hermanas de Dios:
porque resuelve de un modo que nunca habríamos deducido por una idea casi increíble que a otras religiones les suena blasfema.
nosotros mismos numerosas complicaciones que, de ordinario, Con ello, el ser humano posee una dignidad tan enorme que, pa-
plantea la idea de Dios. Por el contrario, el Dios de los filósofos ra los cristianos, la protección de la persona desde la concepción
causa sin cesar dificultades irresolubles. El Dios de los filósofos es hasta la muerte natural no sólo es una tarea moral más, sino una
un Dios que, en el mejor de los casos, está desapasionadamente tarea que les obliga desde el centro de su fe. Por consiguiente, la
por encima de las cosas. A este Dios sí que se le puede dirigir la imagen cristiana de Dios conlleva repercusiones directas en mu-
pregunta de la teodicea, la pregunta seria o indignada de cómo chas convicciones bioéticas.
quiere justificarse este Dios guay a la vista de tanto sufrimiento. Esta fe en Dios respeta la razón, pero no es una fe para una
Sin embargo, incluso algunos grandes filósofos, tales como Soren élite intelectual. Antes al contrario, la fe en Jesucristo exige la pu-
Kierkegaard y Gabriel Marcel, consideraron un completo dispa- rificación de la razón de toda arrogante sobrevaloración de sí
rate semejante espectáculo judicial con un buen Dios inventado misma. Con ello, la fe hace algo que no le es del todo extraño a la
por nosotros mismos. El Dios al que se acusaba en absoluto era razón. Sólo una razón consciente de sus límites puede ser toma-
Dios. «Una verdad sin misericordia no es Dios», escribió Pascal. da hoy en serio por la ciencia, esto es, por el saber riguroso y sis-
Pero la pregunta por el sentido del sufrimiento se plantea de for- temático. Podría decirse que la fe hace entrar en razón a la razón.
ma en todo distinta cuando se tiene la certeza de que Dios mis- De esta suerte, la razón puede ganar seguridad en sí misma, ha-
mo se ha hecho hombre y que, por amor a los seres humanos, ha ciéndose al mismo tiempo modesta y humilde, como en su día los
sufrido no sólo en apariencia, sino de forma real y terrible en «magos (o sabios) de Oriente» se postraron delante de un bebé en
cuanto ser humano y, por ende, como un ser humano, con obje- Palestina. Así lo han entendido también algunos grandes filóso-
to de redimirnos para siempre de todo sufrimiento. El Dios en el fos. Blaise Pascal: «No voy a intentar demostrar aquí con razones
que creen los cristianos no es un Dios fríamente omnipotente, si- naturales la existencia de Dios, la inmortalidad del alma o cual-
no un Dios que comparte apasionadamente el sufrimiento de sus quier otra afirmación semejante; no sólo porque no me sienta su-
criaturas. ficientemente fuerte para encontrar en la naturaleza algo capaz de
Un Dios de tales características, que no es primer lugar omni- convencer a ateos endurecidos, sino más bien porque tal conoci-
potente, sino, por encima de todo, un Dios encarnado, tampoco miento resulta inútil e infecundo al margen de Jesucristo». David
entra realmente en conflicto, por supuesto, con el respeto a la li- Hume: «Para un erudito, ser un escéptico en el plano filosófico
LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 229
228 MANFRED LÜTZ

constituye el paso primero y esencial en el camino para devenir Emule sus conductas, haga todo lo que exige la fe, como si ya fue-
un cristiano verdadero y creyente». Karl Jaspers, comentando a ra usted creyente. Participe en la misa, haga uso del agua bendita,
Immanuel Kant: «Pues si se nos comunicara saber sobre este pun- etc.: sin duda, eso le hará candido y le guiará a la fe». En su nue-
to, nuestra libertad quedaría paralizada Es como si la divinidad vo libro sobre Jesús, el papa Benedicto XVI escribe: «Preguntarse
quisiera crear lo más sublime para nosotros -el ser-desde-sí-mis- por Dios, buscar su rostro: tal es la primera y fundamental con-
ma de la libertad-, pero tuviera que ocultarse para hacerlo posi- dición para el ascenso que conduce al encuentro con Dios».
ble». Sin embargo, también es cierto lo que escribe Joseph El Nuevo Testamento casi anticipa la escena vivida por Ediith
Ratzinger: «Para quien cree, a buen seguro resultará cada vez más Stein en la puerta de la casa de la señora Reinach cuando en el
visible cuan razonable es la profesión de fe en el amor que ha ven- evangelio de Mateo dice: «Llamad y se os abrirá». Una fe seme-
cido a la muerte». jante tiene mucho que ver con la confianza. Es conmovedor ver
La idea de Dios que se hizo la razón pura ha fracasado. Se mi- cómo los niños son capaces de confiar sin reservas. Pueden con-
re por donde se mire, nada ineludible o forzoso es adecuado al en- fiar en sus padres como Abrahán en Dios. Lo cual no es pueril in-
cuentro personal con Dios. Una prueba abrumadora de la existen- genuidad, sino un increíble sentimiento desbordante de humana
cia de Dios, un milagro que obligara a cualquier persona razona- ternura. Una confianza así es condición imprescindible para la
ble a creer en Dios, sería -de hecho- aplastante, obligaría violen- verdadera felicidad: «Si no os hacéis como niños, no entraréis en
tamente al ser humano a caer de hinojos, eliminaría toda libertad el reino de los cielos». Cuando era un adolescente crítico, esta
humana25. Así pues, no es la lógica lo que obliga a creer en Dios, frase me asustaba. Pero, con el tiempo, no sólo recuperé la fe en
aunque haya muchas buenas razones a favor de ello. Tampoco la Dios, sino también la profunda verdad de esta frase. En ella no
matemática, ni la moral. Y hace mucho tiempo que el poder polí- late hostilidad alguna contra la razón. Lo que ahí se propone es
tico o incluso eclesiástico dejó de hacerlo. Sólo un Dios auténtico la muy razonable idea de que, en cualquier caso, la razón no bas-
y real, del que quepa tener verdadera experiencia y que respete al ta para ser feliz. La profunda confianza en el fundamento de to-
ser humano en su libertad, puede ser la respuesta a las preguntas das las cosas, en un bondadoso Creador y Sustentador del mun-
del ser humano. Y éste tiene la posibilidad de abrirse a Él o no, de do, en un Dios que no me abandone a la hora de la muerte, en
confiar en Él o no, de dudar de Él o creer en Él. absoluto es pueril; antes bien, en ella radica el misterio de la ver-
De ahí que esta fe no sea un logro conquistado por cristianos dadera felicidad.
espiritualmente muy meritorios, sino, muy al contrario, un rega- Que tanto el mundo como el ser humano se encuentran segu-
lo de Dios a todos los seres humanos que se abren -o, al menos, ros en las buenas manos de Dios se pone de manifiesto precisa-
no se cierran- a Él. El término teológico para tal regalo es «gra- mente en la tradición católica en el hecho de que el espacio y el
cia». A Dios se puede acceder, por ejemplo, empezando sin más a tiempo están salpicados por abundancia de lugares y días sagra-
rezar, aunque uno ni siquiera crea -todavía- en Dios. Ya en el dos. Es más, incluso el espacio existente entre Dios y los seres hu-
Antiguo Testamento se lee la frase: «Me buscaréis y me encontra- manos se halla consoladoramente repleto y animado por los án-
réis cuando me solicitéis de todo corazón». El genial Blaise Pascal geles. Por supuesto, semejante fe nunca puede ser del todo priva-
le dijo en una ocasión a una persona con análoga actitud de bús- da; al contrario, siempre reivindica para sí carácter público.
queda: «¿Quiere llegar a la fe y no conoce el camino?... Aprenda Así pues, de este modo ha sido transmitida a través de los si-
de quienes fueron atormentados por las dudas antes que usted... glos y sigue siendo transmitida hasta hoy la luz de la fe. Pero esta
luz también tiene su historia en la vida del individuo. El gran
John Henry Newman, quien con gran intensidad intelectual y
emocional buscó el camino correcto y terminó convirtiéndose de
25. El sentido de esta frase se comprende mejor teniendo presente que el térmi- la fe anglicana a la Iglesia católica, escribió un poema realmente
no alemán que vertimos por «abrumador», überwaltigend, está etimológica-
mente relacionado con Gewalt, que significa «violencia» [N. del Traductor]. conmovedor sobre su camino de fe:
230 MANFRED LÜTZ LA RESPUESTA: UN ACONTECIMIENTO APASIONANTE 231

Guíame, Luz Amable bres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu
Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por
Guíame, Luz Amable, entre tanta tiniebla espesa,
nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; pade-
¡llévame Tú!
ció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y
Estoy lejos de casa, es noche prieta y densa,
subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
¡llévame Tú!
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no
Guarda mis pasos; no pido ver
tendrá fin. Creemos en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida,
confínes ni horizontes, solo un paso más me basta.
que procede del Padre (y del Hijo), que con el Padre y el Hijo re-
Yo antes no era así, jamás pensé en que cibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Tú me llevaras. Creemos en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Decidía, escogía, agitado; pero ahora Confesamos que hay un solo bautismo para el perdón de los pe-
¡llévame Tú! cados. Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del
Yo amaba el lustre fascinante de la vida y, aún temiendo, mundo futuro. Amén».
sedujo mi alma el amor propio:
Puedes olvidarte de todo lo demás.
no lleves cuentas del pasado.
Si me has librado ahora con tu amor, es que tu Luz
me seguirá guiando
entre páramos y lodazales, riscos y torrentes,
hasta que la noche huya
y con el alba estalle la sonrisa de los ángeles,
la que perdí, la que anhelo desde siempre.
(Traducción tomada del blog Lux Amabilis)

Pero en un libro sobre Dios, para concluir este capítulo sobre


la respuesta, es apropiado citar el gran credo de Nicea (325 d.C.)
y Constantinopla (381 d.C.), que sigue uniendo a los cristianos de
todas las confesiones. Sintetiza de manera definitiva los dogmas
-esto es, los contenidos de la fe- esenciales del cristianismo, de los
que ya hemos hablado. Este antiquísimo y venerable texto con-
mueve sin duda a todo aquel que conoce los temperamentales e
ingeniosos debates que lo generaron. Se trata de un texto que no
sólo en sus conceptos, sino también en sus imágenes, proclama al
Dios encarnado, mas sin acercársele en exceso:
«Creemos en un solo Dios Padre todopoderoso, creador del
cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creemos en un
solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes
de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de
Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza
del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hom-
THE DAY AFTER: LOS VALORES, LA VERDAD Y LA FELICIDAD 233

Era un viaje bastante largo y fatigoso, pues había que salir al ex-
tranjero. Pero, de uno u otro modo, llegaron a su destino. Y allí,
in situ, la ejecutiva comenzó de súbito a orar. A orar como nun-
ca lo había hecho hasta entonces, pues, de repente, experimentó
con toda intensidad que estas oraciones no se perdían en la nada,
11. The day after: sino que llegaban a alguna parte, a Dios.
De golpe, la ejecutiva salió de su depresión de varios meses.
los valores, la verdad y la felicidad Más aún, se convirtió, como suele decirse. Cuando regresaron a
casa, asistió a catequesis con un anciano y sabio sacerdote y reci-
bió el sacramento de la confirmación, que, por falta de interés,
1. Soluciones inesperadas había dejado pasar de joven. Visitó de nuevo aquel lugar de pere-
grinación junto con el joven con el que en aquel entonces salía.
alta ejecutiva, una mujer joven, era profundamente depre- Pero cuando éste le hizo una propuesta de matrimonio, ella se

L siva. Tenía un trabajo fantástico, éxito profesional y rela-


ciones con hombres como las que hoy en día suelen te-
ner las mujeres. Pero últimamente se había aislado de todo. Sola
oyó a sí misma decir: «Ya estoy prometida».
El pretendiente debió de quedarse bastante perplejo. Pero lo
que ella quería decir con aquellas palabras es que se había prome-
en su casa, se abandonaba a sombrías cavilaciones. Entretanto, su tido con Jesús. Y un buen día fue como si Jesús le dijese: «¿Quieres
médico no sabía ya qué hacer. Había intentado de todo. Nada ha- servirme en sencillez y pobreza?». Entonces, se decidió a ingresar
bía servido. Una amiga lejana se había enterado de su estado y ha- en una de las órdenes católicas más rigurosas, en el Carmelo. Has-
bía decidido visitarla. La situación era realmente dramática. En ta la amiga que, en su día, había partido con ella a la peregrina-
un trabajo como el de ella, uno no se puede permitir tales ausen- ción consideró exagerada esta idea y se lo desaconsejó seriamen-
cias. Y si perdía el trabajo, entonces ya sí que no sabría cómo se- te. Arrojar la vida entera por la borda en un momento parecía
guir adelante. Pero en absoluto cabía pensar en serio en retomar irresponsable.
el trabajo. Ella, sencillamente, no podía más. Estaba en las últi- Como psiquiatra, es mucho lo que puede decirse sobre este
mas. La amiga no tenía ni idea de depresiones. En el estado en que caso. Cabría suponer que, insólitamente, la depresión desapareció
se encontraba, tampoco se podía conversar razonablemente con por azar y de forma espontánea durante aquella peregrinación. El
la ejecutiva. Ni siquiera consiguieron rezar juntas; máxime, dado ingreso en la orden podría ser considerado una funesta reacción
que hacía ya tiempo que la ejecutiva, por razones de tiempo y por exagerada debida a un exceso de agradecimiento por la desapari-
falta de interés, había interrumpido el contacto con el buen Dios. ción de la terrible depresión. Se formularía una seria advertencia,
Así pues, ¿qué podía hacerse? puesto que las depresiones de esta magnitud suelen ser cíclicas y,
Entonces, la amiga se decidió a llevar a cabo algo insólito. Le por ende, vuelven a presentarse -y entonces no desaparecerán sin
propuso a la ejecutiva una peregrinación. Desde el punto de vis- más a resultas de una peregrinación. Además, como psiquiatra,
ta psiquiátrico, aquello no era en realidad particularmente sensa- uno aguzaría el oído en cuanto oyera hablar de una inspiración
to. No es raro que, en tales viajes ricos en experiencias o incluso interior que supuestamente no procede de este mundo. Por últi-
relajantes, las personas depresivas se sientan aún peor, pues no mo, el contraste entre la vida de ejecutiva y la vida en un monas-
pueden evitar ver que todos los demás están de buenas y sólo ellas terio de rigurosa clausura (las hermanas nunca abandonan el
son incapaces de salir -a pesar de todas las distracciones exterio- monasterio) y prolongada oración es imposible de asumir por
res- de su abismo interior. Pero, de todas maneras, la ejecutiva no una persona con tendencias depresivas. Cuanto más rigurosa sea
tenía nada que perder. Todos los demás intentos habían fracasa- la orden, tanto más estables deben ser psicológicamente sus
do, y la situación era desesperada. Así que se pusieron en camino. miembros. Pero la joven ejecutiva no se dejó confundir, se despi-
234 MANFRED LÜTZ THE DAY AFTER: LOS VALORES, LA VERDAD Y LA FELICIDAD 235

dio de su trabajo de élite muy a pesar de la empresa e ingresó en 1935 pasó a una pequeña capilla en la Rué D'Ulm en el Barrio
el Carmelo. Latino de París, para buscar allí a un amigo. Como luego conta-
De todo esto hace diecinueve años. Aquella joven no ha vuel- ría él mismo, entró en la capilla a las cinco y diez de la tarde...y a
to a tener una depresión. Es una de las personas más felices que las cinco y cuarto la abandonó como cristiano católico. André
conozco, con una salud de hierro y rebosante de vitalidad. La vi- Frossard no estaba loco. Se convirtió en uno de los escritores y
sitamos casi todos los años; y, desde el punto de vista psiquiátri- periodistas más famosos de Francia y en 1987 fue investido inclu-
co, sigue siendo un caso sin ningún interés. Nunca más ha oído so miembro de la Académie Francaise.
nada parecido a voces, así que la inspiración que recibió en su día Él tampoco se dio importancia por esta vivencia. Sólo treinta
debió de ser cualquier cosa menos un síntoma de enfermedad. y cinco años después escribió su supervenías Dios existe: yo me lo
Por lo demás, me contó que el médico que, en su día, la trató sin he encontrado. En este libro, Frossard cuenta cómo, buscando a su
éxito estaba tan sorprendido por su evolución que él mismo que- amigo, recorrió con la mirada a los que oraban en la capilla y, de
ría visitar aquel lugar de peregrinación. repente, sus ojos se quedaron fijos en la segunda vela a la izquier-
El largometraje estadounidense The Day After [estrenado en da de la cruz, «no en la primera, ni tampoco en la tercera, sino en
España como El día después] narra el día siguiente a una catástro- la segunda...». Y entonces ocurrió. Primero escuchó las palabras:
fe atómica. Para el ser humano, ya nada es como antes. Todo ha «vida espiritual», y de una tuvo una vivencia de luz, de dulzura,
cambiado. La vida debe empezar de cero. ¿En qué sentido es esto de orden en el universo, de evidencia de Dios, «la evidencia que
comparable con el día que sigue al descubrimiento de la fe en es presente, la evidencia que es persona, la persona de Aquel al
Dios? Probablemente no sea mucho lo que cambie en la rutina que hasta un segundo antes había negado y al que los cristianos
diaria. Uno seguirá disfrutando del huevo que se toma en el des- llaman Padre nuestro».
ayuno. Pero, en el fondo, todo cambia y, por cierto, de forma mu- Una vez fuera, el amigo, que había notado algo especial en su
cho más radical que después de la explosión de una bomba ató- rostro, le preguntó: «Eh, ¿qué te ocurre?». «Soy católico», fue la
mica. La orientación entera de la vida se transforma. respuesta, tan sorprendente para él como para su amigo. No se
Heidegger describe con razón la vida humana como «ser para quedó en una vivencia momentánea. Frossard asistió a catcque-
la muerte»; lo que quiere decir con ello es que cada día de la vida sis, se bautizó y murió en 1995, a la edad de ochenta años, como
de una persona es vivido con la conciencia más o menos explícita cristiano católico confeso. Pero nunca ingresó en una orden.
de una muerte segura y lleva en sí la impronta de tal conciencia. Tales vivencias no sólo les ocurren a las celebridades. No ha-
Pero luego el acontecimiento de haber encontrado la fe en Dios ce mucho me encontré con un hombre al que le había sucedido
supone la transformación de dicha conciencia hacia la idea de la algo análogo. Como funcionario de alto rango, viajaba mucho. Y
existencia como «ser para la vida eterna». Y eso convulsiona. un día, en una determinada habitación de hotel, comenzó de re-
Tampoco Edith Stein se quedó parada tras bautizarse. Tam- pente a creer. Alguna vez se había confrontado con la fe, pero más
bién en su caso cambió de raíz la vida entera. También ella, por lo bien a distancia. Tampoco aquel día había pasado nada extraor-
demás, ingresó en un Carmelo. La filósofa atea se convirtió en dinario. Por lo demás, desde el punto de vista psiquiátrico, tam-
una gran orante y, al final, como judía bautizada, hizo el viaje ha- bién este hombre resultaba muy poco llamativo: era simpático y
cia Auschwitz. Para los intelectuales que buscan a Dios, sus obras agradable. Todo lo contó más bien de pasada.
son todavía hoy una mina. En el caso de la albana Agnes Gonxa Bojaxhiu, las cosas fue-
Por supuesto, el Espíritu Santo no pisa el acelerador con todo ron muy distintas. También ella experimentó un gran cambio en
el mundo hasta llevarlo al Carmelo, no te preocupes. El francés su vida. Ya estaba bautizada, era cristiana e incluso había ingresa-
André Frossard era ateo. Su padre había sido uno de los fundado- do en una orden. Pero, de algún modo, sentía que Dios aún tenía
res del Partido Comunista francés. Nada podía conmover el sere- planes distintos para ella. Y el 10 de septiembre de 1946, durante
no ateísmo de Frossard. Entonces, con veinte años, el 8 de julio de un viaje en tren desde Calcuta a Darjeeling, vivió el día de la de-
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cisión. Así, ya como Madre Teresa, fundó una nueva congrega- 2. Karl Valentín y la mística
ción religiosa, la de las Misioneras de la Caridad. Esta congrega-
ción no es meramente una congregación caritativa dedicada al No todo el mundo tiene la oportunidad de encontrarse cara a ca-
servicio de los «pobres entre los pobres», como siempre subra- ra con santos. Pero es posible dejarse inspirar en el plano espiri-
yaba la Madre Teresa. Las hermanas se reúnen por las mañanas tual por los relatos sobre ellos. Precisamente el papa Juan Pablo II
para orar intensamente y adorar al Santísimo. La Madre Teresa ha llevado a cabo un gran número de canonizaciones a fin de que
estaba convencida de que la mucha oración no dificultaba aún la gente puede orientarse en su camino hacia la fe o en la fe según
más el trabajo en los barrios marginales del mundo, a menudo el ejemplo de personas concretas de carne y hueso, y no sólo se-
tan fatigador, sino que era lo único que lo hacía soportable. El gún los enunciados de un catecismo, que, por mucho que expli-
síndrome del agotamiento nervioso es, por lo visto, desconoci- que y sintetice las doctrinas de fe de la Iglesia, es y no puede de-
do entre las hermanas de la Madre Teresa, que siempre están de jar de ser un libro. Es posible que este marcado interés por las
buen humor. personas ejemplares tenga que ver con la impronta dejada en el
La Madre Teresa tenía una forma peculiarmente existencial de papa por la moderna antropología del siglo XX, que puso en el
encontrarse con las personas. Era dueña de unos ojos muy inten- centro de atención al individuo. Los relatos de santos me influye-
sos y cariñosos y miraba a la gente como si, en ese momento pa- ron mucho en mi infancia y juventud. Así, por ejemplo, la histo-
ra ella, no existiese nadie más en el mundo Poseía la especial ca- ria de san Damián Deveuster, un sacerdote belga que se marchó a
pacidad, que también algunos psicoterapeutas tienen, de no aten- un isla de leprosos para ayudar con abnegación a los enfermos de
der sólo a las palabras, sino de intuir en la actitud global de su in- lepra, asumiendo conscientemente el riesgo de ser infectado, algo
terlocutor qué era lo que realmente se escondía detrás de lo di- que, de hecho, terminó ocurriendo. También como adulto siem-
cho. En una entrevista fue atacada con dureza: «Usted ama a los pre han sido las historias vividas de la fe las que me han conmo-
pobres, y eso es bueno. Pero ¿qué tiene que decir de las riquezas vido de manera especial.
del Vaticano y de la Iglesia?». Su reacción fue típica de ella. Miró Los ateos no sólo pueden llegar a la fe en Dios por medio de
al entrevistador a su manera y le replicó: «Usted no es feliz. Algo la oración interior. Este camino puede ser descubierto sencilla-
le perturba. No tiene paz». El periodista estaba atónito, y ella con- mente a través de la acción desinteresada. El oficial romano Mar-
tinuó: «¡Debería tener más fe!». «¿Y cómo consigo fe?», le pregun- tín aún no era cristiano. Un día, de repente, a las puertas de la ciu-
tó el periodista. «Debería rezar». «No puedo rezar». «Entonces, yo dad de Amiens se encontró con un mendigo aterido de frío. Mar-
lo haré por usted. Pero intente alguna vez regalar una sonrisa a tín refrenó a su caballo, rasgó su manto por la mitad, le dio uno
sus prójimos. Una sonrisa es como una caricia. Introduce en de los dos trozos al mendigo y siguió su camino. Martín no hizo
nuestra vida algo de la realidad de Dios». El entrevistador se ha- esto por cumplir un precepto cristiano. Martín no era cristiano.
bía limitado a preguntar lo que «se» pregunta. Pero la Madre Pero, por la noche, vio en sueños la misma escena. Pero, de repen-
Teresa no le había respondido lo que «se» responde. Le había res- te, el mendigo era Cristo. Poco después, Martín se bautizó. Con el
pondido de forma del todo personal a lo que ella había experi- tiempo, se convirtió en un importante obispo, cuyo resplandor de
mentado realmente en él. Y él así lo había entendido. En otra oca- santidad llega hasta nuestros días. Existe, pues, un camino inte-
sión, un periodista le preguntó: «¿Qué debería cambiar en la rior y también un camino exterior hacia Dios.
Iglesia?». Ella miró al reportero fijamente a los ojos y respondió El filósofo Robert Spaemann es un hombre objetivo y realis-
sonriendo: «¡Usted y yo!». ta. Un día me contó lo siguiente: su mujer había sufrido un ata-
que de apoplejía en el lugar donde estaban pasando juntos las va-
caciones y agonizaba. Spaemann descartó enseguida la idea de
llamar a un sacerdote amigo que vivía a doscientos kilómetros de
distancia para que administrara los últimos sacramentos a la mo-
238 MANFRED LÜTZ raí DAY AFTER: LOS VALORES, LA VERDAD Y LA FELICIDAD 239

ribunda, porque no quería obligar al muy ocupado sacerdote a sonas que, en una conversación privada, resultan ser muy distin-
realizar el largo viaje. En vez de eso, se decidió a llamar a su mé- tas de cómo uno se las había imaginado: más reflexivas, más
dico de cabecera desde una cabina telefónica para pedirle conse- abiertas a preguntas existenciales. En el ajetreo - a menudo homi-
jo. Para ello, tenía que llamar primero a información, pues no se cida de almas- de este mundo de apariencias, tales personas des-
sabía el número del médico ni el del sacerdote. Por error marcó el empeñan quizá un papel importante. Pero anhelan no tener que
cero en vez del uno (en Alemania, el número de información te- desempeñar ningún papel en el mundo real, sino poder limitarse
lefónica es 11822); enseguida se dio cuenta del error y decidió a ser, por una vez, ellas mismas. Por lo demás, en ese mundo real,
colgar para marcar de nuevo. En aquel momento, al otro lado de incluso la muerte es de verdad, mientras que, en televisión, todas
la línea, oyó la voz del sacerdote, cuyo teléfono había sonado. las noches se emiten películas antiguas en las que, de un modo
Spaemann dijo entonces: «No he sido quien lo ha llamado, pero macabro, todos los papeles son interpretados por gente que está
creo que sé quién lo ha hecho. Por favor, venga, mi mujer está realmente muerta. Es decir, quien en televisión parece vivo está
agonizando». Todo esto ocurrió en presencia de su hija, que esta- con frecuencia muerto y quien en televisión es asesinado en algu-
ba con él en la cabina telefónica. Que en Stuttgart suene el teléfo- na serie policíaca sigue, en realidad, vivito y coleando. En televi-
no de un sacerdote porque una persona que está usando un telé- sión, todo es indiferente y nada definitivo26. Así, la televisión con-
fono público en Freising, cerca de Munich, marque por error un tribuye, en cierto modo, a que ya no nos tomemos en serio la
cero probablemente no se puede sino calificar de milagro, aunque muerte... ni tampoco la vida.
uno, como es el caso de Spaemann, vincule el uso de esta palabra En la jornada Mundial de la Juventud celebrada en Colonia en
a condiciones muy restrictivas, condiciones que le llevan a decir 2005 fue necesario explicar el desarrollo de la santa misa al reali-
que, hasta entonces, en toda su vida nunca había sido testigo de zador de televisión responsable de la retransmisión de la misa del
un milagro. Quien conozca al filósofo Robert Spaemann sabe que papa en el Marienfeld, que ignoraba todo lo referente al cristianis-
es una persona proclive más bien al escepticismo, que argumenta mo, para que pudiera dirigir profesionalmente el trabajo de las cá-
de modo sumamente racional y siempre dice impertérrito lo que maras. Cuando concluyó la Jornada, este realizador telefoneó al
piensa. No me cabe la menor duda de la credibilidad de Robert sacerdote que le había explicado el desarrollo de la eucaristía y le
Spaemann. El fenómeno resulta inexplicable. «Los milagros hay pidió que lo bautizara. Una seria explicación del sentido de la li-
que contarlos», me dijo Robert Spaemann. No obstante, ningún turgia había bastado para propiciar un giro existencial.
cristiano está obligado a creer en milagros. Con ocasión de este mismo encuentro masivo, algunas cris-
Tales acontecimientos son encuentros más o menos directos tianas indonesias fueron alojadas en el barrio chino de Colonia.
con Dios que, sin embargo, se conceden sólo a pocas personas. Todas las mañanas y todas las noches se acercaban a ver a una
Pero ya al comienzo de este libro hemos señalado que, según la fe prostituta y, entusiasmadas, le contaban cosas de los actos a los
cristiana, es posible experimentar a Dios en el encuentro con per- que habían asistido y le hablaban de su fe. El último día, al despe-
sonas. A mí, por ejemplo, tales encuentros para nada espectacu- dirse de la prostituta, de repente comenzaron a llorar a lágrima
lares con «cristianos del day after» me han vuelto a posibilitar el viva. Cuando la mujer les preguntó qué les pasaba, no pudieron
acceso a la fe. Seguro que también tú, querido lector, has vivido contenerse: estaban tan tristes porque ella, la prostituta, no podía
encuentros de ese tipo, en los que uno, en vacaciones o en cual- experimentar esta gran alegría de la fe. La historia no la contaron
quier otra ocasión, conoce por azar a una persona excepcional las indonesias, quienes regresaron a su lejano país. Fue la prosti-
con la que puede mantener una conversación profunda.
Al término de una tertulia televisiva, la entretanto fallecida
actriz Elisabeth Volkmann me confesó sin más prolegómenos
cuan vinculada se sentía a la Iglesia católica. Precisamente en el 26. Esta frase contiene un nuevo juego de palabras entre gleichgültig (indiferen-
te) y endgültig (definitivo) [N. del Traductor}.
mundo de los medios de comunicación sociales hay muchas per-
240 MANFRED LÜTZ THE DAY AFTER: LOS VALORES, LA VERDAD Y LA FELICIDAD 241

tuta la que, poco después, llamó a un sacerdote. Le contó que era mico y escritor alemán Karl Valentín: «Hoy he entrado en mí mis-
la primera vez que alguien había llorado por ella. Y le preguntó mo: ¡tampoco ahí ocurre nada!». Tales sustanciosos viajes al hon-
qué pasos debía dar para hacerse cristiana. dón de uno mismo se llaman ejercicios o días de retiro. No se tra-
Pero ¿qué pasa luego the day after, el día (de) después? No to- ta de viajes meditativos extremo-orientales a ninguna parte, en
dos ingresarán en un monasterio, donde existe una regla de la or- los que uno gira con decreciente entusiasmo en torno al propio
den que les dice lo que han de hacer. De lo contrario, el cristianis- yo, para luego, en algún momento, sumergirse exhausto en el nir-
mo tendría un problema biológico. La fe, al igual que Dios, no es vana. Antes bien, tales días intensivos tienen resultados espiritua-
una magnitud teórica, sino una realidad vida. Por consiguiente, les concretos. San Ignacio de Loyola desarrolló al respecto un
ahora se trata sin más de la vida cristiana. Y así como la idea cris- programa que, desde el punto de vista psicológico, está genial-
tiana de Dios carece en realidad de complicación, así también la mente estructurado. Más tarde, I. H. Schultz retomó, entre otras
vida cristiana es, en el fondo, simple. cosas, ese programa como modelo para su célebre «training autó-
En primer lugar, ¿cómo funciona una vida espiritualmente geno». Altos ejecutivos y otros líderes creativos utilizan con no
plena? Del mismo modo que es arriesgado afirmar que uno siem- poca frecuencia esta ingeniosa forma de apertura del yo a una mi-
pre será capaz de entenderse con su mujer sin necesidad de pala- rada más clara con objeto de ampliar su horizonte. Hoy existen
bras, eso tampoco funciona con Dios. Dicho de otra forma, la también «ejercicios en la vida diaria» para gente que quiere reco-
oración, diaria a ser posible, es importante. Quien parte de que rrer un camino espiritual sin tener que abandonar durante un
basta con creer sin más de una vez para siempre en la existencia tiempo su trabajo. A algunos les servirá de ayuda la literatura es-
de Dios probablemente no ha llegado más que hasta el Dios de los piritual buena de verdad, como, por ejemplo, Teresa de lesús,
filósofos. Con un Dios vivo es necesario hablar de manera tam- Bernardo de Claraval y la sabiduría de los místicos.
bién viva. Que la Iglesia católica exija asimismo participar en la También la opción «monasterio por un tiempo», por ejem-
misa al menos los domingos y las fiestas de guardar se correspon- plo, en una abadía benedictina del todo normal, goza entretanto
de por completo con la concepción católica de que tampoco el de creciente popularidad en tales círculos. La regla de san Benito
matrimonio es una manifestación sólo teórica, sino que ha de ser vinculó la mentalidad romana del orden y la espiritualidad cris-
consumada físicamente. Pero, además, en las inevitables épocas tiana de modo tan fecundo que desde hace mil quinientos años
de sequía espiritual interior, es útil mantener al menos un inalte- sigue sin ser superada en lo que a sabiduría psicológica se refiere.
rable ritmo exterior de vida: justo en las épocas de sequía es cuan- Y - u n pequeño consejo para ti, querido lector- el número cin-
do hay que regar incansablemente los campos... con miras a que cuenta y tres de la Regla obliga al abad del monasterio a postrar-
algún día florezcan de nuevo. En su diáspora de siglos, los judíos se a los pies de cada huésped y a tratarlo como si fuera el propio
han tenido la siguiente experiencia: no son los judíos los que han Cristo. Confieso que a mis pies todavía no se ha postrado ningún
mantenido el sábado, sino el sábado el que ha mantenido a los ju- abad, pero en los hospitalarios monasterios benedictinos de toda
díos. La comunidad de los judíos, dispersa por el mundo entero y Europa siempre he encontrado -primero como joven sin muchos
obligada a vivir en culturas del todo diversas, no se mantuvo uni- recursos económicos y luego durante mis viajes- una amistosa
da por medio de un vínculo de índole organizativa -que no exis- acogida y algunas conversaciones que me han ayudado. Además,
tía-, sino por medio de la reverente celebración del sábado en to- el solo hecho de saber que, en los regulados tiempos diarios de
dos los países de la tierra. El servicio religioso común y vinculan- oración, todos los benedictinos del mundo -a modo de una divi-
te evidencia que la fe en Dios no es un asunto privado, así como sión católica del trabajo- también rezan por nosotros, incluso
que la Iglesia no es, en primer lugar, una burocracia, sino una co- mientras estás leyendo esto, resulta extraordinariamente consola-
munidad visible, viva, real, de cristianos reales. dor, sobre todo en los momentos difíciles de la vida.
Mas luego, de vez en cuando, también hay que llenar espiri-
tualmente el depósito, con el fin de no llegar a la situación del có-
242 MANFRED LÜTZ THE DAY AFTER: LOS VALORES, LA VERDAD Y LA FELICIDAD 243

3. Cómo poner coto a los atracos a bancos buen Dios es un Dios de las pequeneces. Lo cual no significa que
sea estrecho de miras, sino que no debemos permitir que el sen-
Sin duda, es un malentendido frecuente pensar que los cristianos tirnos obligados a redimir de continuo en persona al mundo en-
son, en esencia, un grupo de gente dedicada a la liturgia que ade- tero nos lleve a apartar la vista de la necesidad concreta, en apa-
más, aprovechando el dinero que recibe del impuesto religioso, se riencia tan pequeña, que tenemos delante de las narices. Visitar
compromete socialmente: un club de rotarios27 para personas sin más pretensión -en persona, eso sí- a los que están solos, a los
pías, por decirlo así. Cuando los escribas le plantearon la pregun- que sufren, a los enfermos, a los moribundos, del vecindario es
ta decisiva de qué hay que hacer para entrar en el cielo, Jesús les una sencilla obligación cristiana tan obvia como confesar la fe y
propuso la parábola del buen samaritano. Esta parábola no sólo rezar por toda esta gente. Así pues, en contraposición al pathos
suponía una provocación para el respetable establishment de la hinchado y elitista del esoterismo verboso, el buen cristianismo es
época, ya que, para los judíos, los samaritanos eran lo último de un cristianismo cotidiano, del todo sencillo y práctico. Cuando,
lo último. Esta parábola también representa una exigencia para después de una vida primero desbocada y luego santa -en este or-
todo cristiano que no logra hacer oídos sordos. Para entrar en el den, pues, de lo contrario, uno no es realmente santo-, se planteó
cielo, debo ayudar personalmente y sin reservas a la primera per- la pregunta de qué debe hacer uno para ser buen cristiano, san
sona necesitada de mi ayuda que me encuentre. En la época de las Agustín dio la que quizá sea la respuesta más corta que nunca se
agendas electrónicas, y a la vista de las numerosas personas anti- haya dado a esta pregunta: «Ama y haz lo que quieras». Pero, por
páticas con que tropezamos por la calle, semejante exigencia pa- supuesto, eso no es tan sencillo como parece.
rece casi utópica. Pero Jesús es bastante inflexible al respecto. Esta La sociedad actual necesita quizá más que nunca auténtica so-
actitud es condición para la vida eterna, si bien tal vez habría que licitud humana, y no sólo aquella por la que se paga. Determina-
añadir -en aras de la seguridad- que el buen Dios se ha reserva- dos -y muy discutidos- desarrollos sociológicos, en especial el
do a sí mismo para el día del Juicio Final la decisión sobre si eso debilitamiento de los vínculos familiares y el simultáneo excesivo
se ha conseguido o no a lo largo de la vida de cada persona. envejecimiento de la sociedad, han llevado a que la atención de
Así pues, the day after, el cristiano debe afrontar la vida bas- las personas necesitadas haya sido puesta cada vez más en manos
tante alerta. La exhortación de Martin Heidegger a vivir con re- de profesionales. Lo cual era inevitable. Pero no por ello hay que
solución en vista de la irrepetibilidad de cada instante cobra aquí acoger de inmediato este fenómeno con gritos de júbilo. Las cam-
un carácter marcadamente práctico. Para los cristianos, percatar- pañas contra la Iglesia, a menudo escasamente inteligentes, que se
se de que un prójimo determinado tal vez habría necesitado jus- han prolongado durante años y que sólo en los últimos tiempos
to hoy que le sonriera o le hiciera bien de cualquier otro modo y están perdiendo fuelle, han hecho que se olvide que, en esta so-
que, a pesar de ello, he pasado a su lado sin prestarle atención es ciedad, también para los ateos y los agnósticos todo sería más frío
inquietante. Eso ya nunca lo podré compensar. Quizá mañana si los religiosos y religiosas, las diaconisas y otros cristianos abne-
tendré oportunidad de sonreír a esta persona. Pero ello no cam- gados dejaran de ayudar a las personas necesitadas, no por dine-
bia para nada el hecho de que este día irrepetible de su vida ha si- ro, sino por filantropía.
do para él, por mi culpa, un día triste. Alguien ha dicho que el También conviene arriesgarse por una vez a trazar la compa-
ración, políticamente incorrecta, con la fría y estéril cultura de la
autorrealización, que en vano busca la salvación en la posesión, el
poder y la satisfacción de necesidades. En contraste con esa cul-
27. El movimiento de los rotarios es una asociación filantrópica y de ayuda mu- tura, durante siglos millones de cristianos han renunciado a tener
tua originaria de Estados Unidos y con carácter internacional. Su lema es familia y posesiones personales en aras de su entrega altruista y
servicio; y su finalidad, promover la comunicación y el entendimiento entre abnegada al servicio del reino de los cielos. Con argumentos
las personas (sobre todo profesionales), así como la honradez y la probidad pseudo-psicológicos se ha denigrado el altruismo, abogando, por
en los negocios [N. del Traductor].
THE DAY AFTER: LOS VALORES, LA VERDAD Y LA FELICIDAD
244 MANFRED LUTZ

el contrario, a favor de la «autonomía»; se ha puesto bajo sospe- Frankfurt se esforzó por describir las condiciones necesarias para
cha la abnegación como si se tratara de una perturbación psíqui- el funcionamiento de una sociedad liberal. Por tanto, no sólo está
ca; y, en consonancia con el pathos neo-marxista del trabajo, se el ya mencionado miedo del izquierdista Gregor Gysi a una socie-
han eliminado, por tratarse de un residuo religioso, palabras co- dad sin Dios, porque una sociedad atea sería probablemente inso-
mo «servir» y «servicio», substituyéndolas por otras como «tra- lidaria. También está la preocupación de que una sociedad en la
bajar» y «trabajo». Todo se ha profesionalizado, y la ayuda profe- que lo que motive a las personas a ser buenas no sea la conciencia
sional ha de ser pagada. Pero, por supuesto, la ayuda a cambio de conformada por la fe en Dios pueda convertirse en un estado po-
dinero es muy distinta de la ayuda por puro amor al prójimo. No licial. En ella, el Estado se limitaría a obligar a las personas -con
siempre peor, es cierto; pero tampoco, a buen seguro, siempre los métodos del derecho penal- a ser buenas, y una policía omni-
mejor. La persona como un determinado número de minutos de presente sería la encargada de velar por ello. Con esto no se pre-
atención por parte del servicio asistencial es algo distinto de la tende decir que los ateos no puedan tener también una conciencia
persona de la que uno se ocupa abarcadoramente y de corazón. sumamente sensible y que los cristianos no puedan carecer de
La gente se queja de que el aglutinante social de nuestra socie- conciencia. Lo que aquí nos interesa es el efecto en la masa.
dad corre peligro de diluirse. Muchos solteros que, después de un Voltaire no era el único que sabía que con el ateísmo con el
estresante periodo de convivencia con una compañera o compa- que él personalmente jugueteaba no se puede construir un esta-
ñero provisional -periodo relativamente corto en comparación do. Por supuesto, un hecho así en modo alguno demuestra la
con un tiempo global de vida de noventa años-, se encaminan existencia de Dios, pero sí que evidencia, al menos, que la inge-
hacia la demencia desilusionados y aislados en pequeños pisos de nua restricción de la religión al ámbito de lo puramente privado
las grandes ciudades son el desolador resultado del sueño de la fe- por parte del Estado es peligrosa: para el Estado, no para la reli-
licidad ilimitada. A finales de la Edad Media, en los beguinatos o gión. De ahí que, en realidad, también los llamados librepensado-
colonias de beguinas de Bélgica y Holanda se reunían mujeres res debieran procurar con insistencia, en aras de la viabilidad de
que estaban solas. Vivían unas al lado de otras, celebraban mo- la democracia, que las Iglesias -en cuanto «asociaciones configu-
mentos de oración en común y se comprometían socialmente. radoras de la ética», como, por eso, las llama el filósofo alemán
Las órdenes religiosas católicas, caracterizadas a veces por las fe- Wolfgang Kluxen- sigan siendo privilegiadas en el futuro frente a
ministas con ironía, pero también con respeto, como «comunida- los clubs de bolos y las sociedades protectoras de animales. Sólo
des de inquilinos28 unisex», fueron, por regla general, una bendi- así podrá conservarse el respeto por la igual dignidad de todos los
ción para las propias personas y para la sociedad. Modelos análo- seres humanos, que no se funda en resultados de mediciones
gos vuelven a ser discutidos vivamente en la actualidad. Los científicas, sino en la convicción compartida por judíos y cristia-
ateos avispados deberían hacer publicidad, por propio interés, de nos de que todos y cada uno de los seres humanos son imagen
las órdenes católicas... amada de Dios. Sólo así podrá ser también refutado de manera
Y, por último, está la famosa frase del co-fundador de la Es- eficaz el experto en ética Peter Singer, un pensador que, argumen-
cuela de Frankfurt, Marx Horkheimer: «Si no existe Dios, ¿por tado con ingenio, desdeña al ser humano, se ve a sí mismo como
qué debería ser bueno?». Con esta frase, que se remonta a un pen- protector de los animales y considera que debe protegerse antes a
samiento de Nietszche, se evidencia que, si se elude medrosamen- un chimpancé que a un enfermo con Alzheimer avanzado, pues-
te la pregunta por Dios, el hoy tan traído y llevado debate sobre to que es innegable que, dadas las circunstancias, el chimpancé
los valores se queda, en último término, en el aire. La Escuela de dispone de mayor «inteligencia». Sólo así, pues, serán respetados
precisamente los miembros más débiles de la sociedad en razón
de ellos mismos y de su dignidad -y los atracos a bancos se man-
tendrán dentro de unos límites. Sea como fuere, con la posición
28. Para esta expresión, cf. la nota del traductor que figura al comienzo del
gundo apartado del capítulo cuarto [N. del Traductor]. radical y consecuente de Friedrich Nietzsche no son compatibles
246 MANFRED LUTZ

ni el socialismo, ni el liberalismo, ni el movimiento ecologista. En


rigor, el ateísmo pensado de manera consecuente hasta el final no
es apto para la política.
Al cristianismo le es extraño un Dios tirano. Dios es Amor y
es, en sí, una comunidad trinitaria. Esta imagen es componible
con ideas democráticas; sobre todo, el cristianismo dispone de un
impulso de crítica de la ideología. Si Dios es trascendente, si no es 12. Dios y la psicología:
identificable con este mundo, las metas intramundanas nunca
merecen adoración divina: son siempre provisionales, nunca de- puntos de contacto
finitivas. Tanto más deberían esforzarse los cristianos, sin embar-
go, en pro de la humanización de la sociedad, nunca alcanzable
en su forma ideal, orando por ella y manteniéndose siempre 1. Un psiquiatra inquietante
conscientes de que también ellos, con sus bienintencionados es-
fuerzos, pueden equivocarse. sentado en el suntuoso salón del ayuntamiento de

E
STABA
¿Hacia dónde se dirige el cristianismo, hacia dónde se dirige Lindau. Jürg Willi, en su agradable dialecto suizo, en el
sobre todo la mayor comunidad cristiana, la Iglesia católica? El que incluso la mayor de las catástrofes no suena ni si-
escritor francés André Malraux afirma: el siglo XXI será religioso quiera la mitad de terrible, acababa de dar comienzo a su semina-
o no será. Y el sociólogo francés Delumeau escribe: «Creo reco- rio. Jürg Willi es el mundialmente célebre padre fundador de la
nocer que se perfila una estela: la de un cristianismo elitista reju- moderna terapia de pareja. Sus libros han sido traducidos a nu-
venecido». Quien haya vivido la católica Jornada Mundial de la merosos idiomas, y sus cursos y conferencias están siempre llenos
Juventud, que moviliza regularmente a más de un millón de vita- a rebosar. Y, al mismo tiempo, tiende, como muchos suizos que
les jóvenes creyentes, por completo normales, así como quien ob- conozco, a despreciar todo miramiento con lo que «se» dice y, en
serve a los numerosos y muy serios nuevos movimientos espiri- caso de que sea necesaria, a la provocación críptica. De ello ya ha-
tuales, no podrá menos de confirmar el diagnóstico de un rejuve- bía sido testigo en varias ocasiones durante las semanas de psico-
necimiento del cristianismo vital. Y si la palabra «élite» no desig- terapia de Lindau.
na una pequeña camarilla arrogante, sino a personas que, the doy Pero lo que iba a vivir en esta ocasión superó todo lo anterior:
after, quieren ser la «sal de la Tierra», entonces hablar de élite es el tema a tratar era el amor. En apariencia, un tema obvio para
probablemente acertado. A la multitud de profetas modernos se psicoterapeutas; pero, como Willi había constatado con sorpresa,
unió también el teólogo Karl Rahner cuando predijo: «El devoto hasta entonces un tema sobre todo para pacientes, no tanto, sin
de mañana será un "místico"... o no será». Pero, ante tanto pathos embargo, para los encargados de su tratamiento. Los cuales, por
propio de discursos solemnes, uno duda un poco. Pues la viejeci- regla general, cuando sospechaban un enamoramiento por parte
ta pía y servicial que, por la noche, se quita con cuidado la denta- del paciente, fruncían el ceño y hablaban sin ton ni son de «fenó-
dura postiza, seguro que no es una mística y difícilmente llegará menos regresivos», «pérdida de realidad», «estado pseudo-psicó-
a serlo en el futuro. Pero es cristiana, de eso no cabe la menor du-
tico», etc.
da; y además, ejemplar.
La terapia ecológico-sistémica de Jürg Willi se orienta a los re-
cursos, a las fuerzas y capacidades de los pacientes. Y desde esa
misma orientación a los recursos abordó también el tema del
amor. En realidad, señaló, es difícil comprender por qué los psi-
coterapeutas siempre despotrican contra el enamoramiento. Por
regla general, el estado de enamoramiento no dura toda la vida;
248 MANFRED LÜTZ DIOS Y LA PSICOLOGÍA: PUNTOS DE CONTACTO 249

y, sin embargo, el recuerdo de ese estado, así como el ocasional re- que hace algo muy distinto de la psicoterapia. Y ese límite existe
lampagueo del enamoramiento, es un importante factor de esta- también para el psicoterapeuta como persona, el momento más
bilización con vistas a una relación feliz. Hasta aquí, todo era muy allá de la psicoterapia en el que se ve afectado existencialmente y
sugestivo, pero no del todo inesperado. en el que quizá también él deba arrodillarse... y necesite atención
Pero entonces, de repente, Jürg Willi escribió la palabra «per- espiritual.
sona» en la pizarra y luego la palabra «Trinidad» y habló de Pero ¿qué es eso, la atención espiritual, la cura de almas?
Jesucristo, el Hijo de Dios, y del amor intra-trinitario de las tres ¿Podría existir incluso una suerte de atención espiritual para ate-
personas divinas y de que el amor humano es imagen del amor os? En este punto me ha sido de ayuda el pensamiento dialogal
divino. Y no se refirió a ello con la distancia del estudioso de las del filósofo de la religión Martin Buber. Lo que éste describe es
religiones, sino como se habla de una realidad. Me quedé sor- totalmente distinto de la banal, pero hoy tan en boga, charlata-
prendido En mi formación de psicoterapeuta había tenido algu- nería sobre el diálogo con todo el mundo. Para Buber, «diálogo»
nas vivencias insólitas. Pero nunca había vivido algo así. Convie- es el encuentro auténticamente existencial entre dos personas,
ne saber además que en los círculos psicoterapéuticos se puede entre el tú y el yo. De hecho, Buber opina que el yo sólo se hace
hablar de todo con serena objetividad, desde las extravagancias consciente de sí mismo merced a un tú. Y, en efecto, al principio
sexuales de todo tipo y toda medida hasta las más curiosas excen- el bebé no es consciente de que existe. Se da cuenta más bien de
tricidades personales, pero de la religión... ¡nunca se habla! A no que su madre está ahí y de que reacciona a sus demandas, y sólo
ser para comentar de forma negativa alguna mala experiencia con a través del cariñoso tú de la madre cobra conciencia de que él
mojigatos representantes de la religión o con una madre, tía, mismo existe como un yo. En el siglo XIII, el emperador Federi-
abuela, etc., exasperantemente pía. co II ordenó que se realizaran los tristemente célebres experi-
¡Y de pronto, esto! Observé al público. Los psicoterapeutas es- mentos de aislamiento. Dispuso la crianza de unos niños al mar-
tán acostumbrados a no perder la compostura ni siquiera en si- gen de todo contacto lingüístico humano, a fin de descubrir cuál
tuaciones insólitas y siempre reaccionan como si todo lo que es- era la «lengua originaria»: el hebreo, el griego, el latín o cualquier
tá ocurriendo fuera del todo normal. La violación del tabú no fue otra. El experimento fracasó y no descubrió cuál era esa lengua
recibida como tal. El día siguiente aún había tantos oyentes como originaria, pues ¡todos los niños murieron! Por lo visto, el ser
la víspera, y la discusión sobre la importancia de la religión en la humano no puede existir sin contacto lingüístico con otras per-
psicoterapia transcurrió de forma muy interesante y abierta, sin sonas. Así pues, desde su primer aliento, el ser humano es una
los prejuicios por lo demás habituales. Y no terminó con una res- existencia dialógica -y, por ende, añadiría el teólogo, imagen del
puesta, sino con una pregunta: cuando la religión constituye el Dios trinitario. Pero el diálogo verdadero en el sentido de Martin
sentido fundamental de la existencia de una persona, ¿hasta qué^ Buber no significa tan sólo hablar de cualquiera manera uno con
punto hay que prestarle atención en la psicoterapia? otro conforme al conocido chiste de psiquiatras: «"¿Por dónde se
Desde este seminario, mantengo una sugestiva discusión con va a la estación?" "Tampoco yo lo sé, pero lo importante es que
Jürg Willi sobre el tema «psicoterapia y religión». Yo me inclino hemos hablado sobre ello"». El diálogo, según Buber, consiste en
más bien por una rigurosa separación entre el ámbito de la psico- abrirse de verdad al otro, en dejarse afectar existencialmente por
terapia y el de la pastoral. Por otra parte, es digno de considera- él y en querer afectarle asimismo de verdad en el núcleo de su
ción el punto de vista de Jürg Willi de que, junto al amor, proba- existencia.
blemente también la religión es tenida demasiado poco en cuen- Algo así constituye, a mi juicio, la esencia de la atención espi-
ta por los psicoanalistas como fuerza real en la vida de algunas ritual, del trabajo pastoral. Por consiguiente, el consejero espiri-
personas. Todo psicoterapeuta serio debe, al menos, reconocer tual debe abrirse él mismo en el plano existencial, hablar incluso
cuándo su competencia psicoterapéutica topa con sus límites y es de su fe, de forma personal, auténtica, intransferible y en modo
momento de ceder el caso, por ejemplo, a un consejero espiritual, alguno artificialmente metódica. En ello es necesario observar,
250 MANFRED LÜTZ DIOS Y LA PSICOLOGÍA: PUNTOS DE CONTACTO 251

por supuesto, determinados límites. Las revelaciones eróticas de la psicología, se ha revelado más arriba como un camino sin
también tendrían, dado el caso, carácter existencial, pero salta a la salida. ¿Cómo y dónde toca Dios el alma humana?
vista que la atención pastoral no es lugar para ellas. Quien no sea Recuerdo bien que, para mí, fue un motivo de turbación en-
capaz de respetar estos límites no es apto para la cura de almas. terarme al comienzo de mis estudios de psiquiatría de que es
Ahora bien, parapetarse detrás de unos métodos psicoterapéuti- completamente normal que ciertos enfermos psíquicos oigan vo-
cos aprendidos, hablar sobre el otro sin dejar aflorar nada de uno ces. Por medio de determinados métodos de tratamiento se con-
mismo y de la propia fe, no es profesional, sino, en el fondo, hu- sigue al menos que tales voces desaparezcan. Era evidente lo que
millante para la persona a la que se asesora espiritualmente, la esto podía suponer para el enjuiciamiento de la religión.
cual, de este modo, no es tomada de verdad en serio como adul- Acontece de forma por completo natural que también los genios
to. Pues una auténtica relación de asesoramiento espiritual no religiosos de todas la religiones oyen voces. Voces divinas, por su-
tiene nada que ver en absoluto con una relación provisional a puesto; pero los pacientes también aseguran de vez en cuando
cambio de dinero, temporalmente limitada, manipulativa y me- que Dios mismo habla con ellos. Todo esto me resultaba inquie-
tódica, que es como yo defino a la psicoterapia. tante. ¿Debían ser reducidas las chispeantes vivencias de la histo-
¿Existe, pues, una suerte de una atención espiritual para ate- ria de las religiones meramente a episodios psicóticos? Y una más
os? En el curso de mi estudio de los numeroso métodos de psi- temprana invención de los neurolépticos, tan eficaces en la pre-
coterapia, me llamó la atención uno que, en el fondo, no consi- vención de alucinaciones, ¿no habría ahorrado de antemano a la
dero un método de psicoterapia, pues presupone una relación humanidad el fenómeno de las religiones? ¿No tenía por princi-
existencial. Se trata del ya mencionado análisis existencial de pio nadie, por tanto yo tampoco, la oportunidad de ser interpela-
Ludwig Binswanger. A partir sobre todo de la filosofía de Martin do por Dios en persona a través de vivencias religiosas fuera de lo
Heidegger, Binswanger derivó un modo de relación que presupo- normal, dado que los psiquiatras de este mundo -con una sonri-
ne que, a la vista de la conciencia del propio «ser para la muerte», sa de suficiencia- de inmediato desenmascararían por medio de
el «psicoterapeuta» se encuentra con el «paciente» de forma real un diagnóstico cualquier acontecimiento similar imaginable?
y auténtica en la profundidad de su existencia. Lo único que no . Un experimentado psiquiatra católico incrementó aún más
me ha quedado claro de todo esto es cómo uno puede aceptar di- mi inquietud cuando afirmó a la ligera que lo que más admiraba
nero por ello. Creo que una relación de psicoterapia existencial es de san Francisco de Asís era la manera tan impresionante en que
igual de intensa que lo que solemos llamar acompañamiento es- se las había arreglado con su esquizofrenia. No cabe duda: si, en
piritual y debe ahondar mucho más de lo que le es lícito a la psi- el distrito urbano que atiende mi hospital, un joven con vesti-
coterapia. Cuando una relación existencial así de valiosa entre mentas andrajosas reconstruyera públicamente una pequeña ca-
dos personas tiene éxito, nunca es el resultado de una meticulosa pilla en ruinas y, al ser preguntado por los agentes de la policía lo-
estrategia profesional, sino un regalo. Los teólogos denominan a cal (Ordnungsamt) cómo se le ha ocurrido hacer tal cosa, respon-
esto «gracia». Y aunque tanto el psicoterapeuta como el paciente diera que una voz así se lo había ordenado, enseguida tendríamos
sean ateos, la teología cristiana concederá que, en esta profunda un nuevo paciente con nosotros. San Francisco oyó que, desde el
relación con otra persona, pueden experimentar al Dios encarna- hoy célebre crucifijo de San Damián, Cristo le decía: «¡Recons-
do. En ningún pasaje de la Biblia se dice que los pobres, los pre- truye mi Iglesia!». Al principio, Francisco entendió esto de mane-
sos, los desconsolados, en los que Cristo nos sale al encuentro no ra del todo concreta y reconstruyó la capilla en la que colgaba
teórica, sino realmente, sean pobres bautizados, presos bautiza- aquel crucifijo.
dos, personas necesitadas bautizadas. Millones de personas peregrinan hoy a este lugar. ¿Se podría
Y, con ello, hemos llegado a la pregunta de cómo y dónde en- afirmar que, si en la Umbría del siglo XIII hubiese existido un efi-
tra Dios en la situación psicológica de una persona. Pues el cami- ciente servicio regional de atención psiquiátrica, la iglesia de San
no inverso, esto es, avanzar hacia Dios con ayuda de los métodos Damián seguiría en ruinas en la actualidad, la orden franciscana
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nunca se habría fundado y la novela El nombre de la rosa29 nunca bido, dan color a nuestra vida y las que a menudo han posibilita-
se habría escrito? do los grandes avances de la humanidad.
Para mí, la inquietud suscitada por tales preguntas se convir- Descrita como fenómeno, la vivencia de san Francisco de Asís
tió en un desafío intelectualmente fecundo que me llevó a con- en San Damián resulta, sin duda, excepcional. Pero una cosa es
frontarme en mayor profundidad con los fundamentos epistemo- segura: si sólo hubieran existido personas excepcionales al estilo
lógicos de mi disciplina, la psiquiatría. En sentido lato, «ciencia» de Francisco de Asís, nunca se habría inventado la psiquiatría. Sus
significa conceptuar con los medios de la razón los fenómenos con excepcionales vivencias y capacidades en modo alguno llevaron a
que nos encontramos. ¿Cuáles son tales fenómenos en el caso de Francisco de Asís a un aislamiento psíquico destructivo, esto es, a
la medicina? Son los estados de sufrimiento corporal y anímico de un estado que nadie más puede comprender. Al contrario, estos
las personas. ¿Padecía Francisco de Asís en este sentido? ¡Claro que estados excepcionales han tenido en otras personas un efecto
no! En casos especiales de la psiquiatría, hay, sin duda, ciertas per- constructivo, entusiasmante y motivador sin parangón. Europa
sonas que, pese a dar la impresión de que están del todo «locos», entera no tardó en contagiarse de las ideas de san Francisco. In-
subjetivamente en modo alguno padecen a consecuencia de tal cluso en la actualidad, miles de franciscanas y franciscanos com-
condición. ¿Han de ser calificadas tales personas como enfermas prometidos viven según el ejemplo de este vital genio religioso.
sólo porque la sociedad quizá las ha de sufrir? ¡Por supuesto que Aplicar sin más a personas sanas un concepto diagnóstico que ha
no! Pero estos estados excepcionales pueden llevar a que la perso- sido formulado observando a enfermos es un error epistemológi-
na, debido a la forma en que se comunica y actúa, tampoco con- co. Es evidente que, por principio, ciertos fenómenos psíquicos
siga, en último término, resultados constructivos para sí misma y extraordinarios que aparecen de manera típica en enfermos que
luego, a medio y largo plazo, sufra a resultas del aislamiento oca- sufren trastornos psíquicos también pueden darse en personas
sionado por su particular forma de excentricidad. sanas. El diagnóstico de enfermedad sólo se desprende de la valo-
Sea como fuere, una cosa está clara: sin padecimientos psíqui- ración de todos los fenómenos accesibles.
cos nunca se habría inventado la psiquiatría. Y ya según Aristóte- En el caso de Francisco de Asís resulta obvio, sin embargo,
les, el diagnóstico del médico nunca es un valor en sí mismo, si- que ni siquiera un psiquiatra ateo, considerando las posibilidades
no un conocimiento orientado a un fin. El objetivo del diagnós- y límites científicos de la psiquiatría, podría emitir nunca el diag-
tico es exclusivamente ayudar a las personas que sufren. La única nóstico de esquizofrenia. Francisco de Asís rebosaba salud. La voz
finalidad del diagnóstico es, pues, la terapia. Así, en los diagnós- del crucifijo de San Damián no fue invención de un cerebro en-
ticos médicos se ha encontrado hasta la fecha gran cantidad de fermo: fue la extraordinaria vivencia de una persona extraordina-
cosas que están al servicio de todas aquellas personas que sufren ria, totalmente seducida por Dios.
a causa de sus estados psíquicos, porque tales diagnósticos abren El profesor Heinrich comenzó la conferencia con su habitual
el camino a terapias eficaces. Sin personas con sufrimientos aní- precisión. Los jesuítas de España le habían pedido en su día que,
micos no existiría la psiquiatría. La excentricidad sola no basta con ocasión de cierto aniversario, elaborara un informe psiquiá-
para hacer un diagnóstico, pues precisamente las personas que, trico del fundador de la orden, san Ignacio de Loyola. Y desde el
de un modo u otro, se salen de lo normal son las que, como es sa- inicio mismo habían dejado entrever, con todas las debidas reser-
vas, que no les importaría que el informe revelara que el funda-
dor de los jesuítas estaba un poco loco. El profesor Heinrich refi-
rió todo esto con ligero regocijo, pues todo el que lo conocía sa-
29. Famosa novela histórica y de misterio del escritor italiano Umberto Eco, pu- bía que su juicio psiquiátrico siempre era de una incorruptible
blicada en 1980, cuyo principal protagonista, Guillermo de Baskerville, es un
fraile franciscano que investiga una serie de crímenes cometidos en una aba- meticulosidad. Kurt Heinrich, uno de los psiquiatras más presti-
día benedictina del norte de Italia. La acción se desarrolla en el siglo XIV [N. giosos de Alemania, hablaba en una sala llena a rebosar en Colo-
del Traductor}. nia, en el marco del más concurrido congreso de psiquiatras. Lo
254 MANFRED LÜTZ DIOS Y LA PSICOLOGÍA: PUNTOS DE CONTACTO 255

que siguió fue, primero, una biografía exacta y minuciosa -elabo- Quien hojea el gran libro de la historia de la humanidad des-
rada bajo perspectivas psiquiátricas- del caso de estudio Ignacio cubre que tales esperanzas siempre han sido humanas, demasia-
de Loyola; luego, una completa relación de síntomas psíquicos; y, do humanas. Entre los antiguos griegos hubo seres humanos que,
para terminar, el juicio. movidos por la curiosidad, se colaron de rondón hasta las mesas
En la biografía de Ignacio de Loyola hubo todo tipo de fenó- de los dioses en el Olimpo; pero Sísifo, Tántalo y muchos otros
menos insólitos; sin embargo, nunca adquirieron la forma de sín- tuvieron que pagar un precio terrible por semejante temeridad. Y
tomas de enfermedad. Ignacio fue siempre una persona extrema. los judíos en tiempos de Jesús no veían la hora de oír tronar des-
Al comienzo de su existencia de ilimitada y superficial hambre de de el cielo la poderosa voz de su Dios contra los despreciados
vida, no era sino un típico miembro de la aristocracia española ocupantes romanos. El Dios del que esto se esperaba fue siempre
del siglo XVI: arrogante, vanidoso, heroico guerrero y mujeriego un Dios que podía ser contabilizado como un grato punto a fa-
a la vez. Luego, la bomba: herida en la pierna; convalecencia; sa- vor en el propio balance vital
cudida interior; lectura de Ludolfo de Sajonia y de Tomás de En realidad, sin embargo, no es posible contabilizar al Dios
Kempis; radical cambio de vida; decisión de fundar la Compañía omnipotente y misericordioso. Irrumpe de modo inquietante y
de Jesús, la elitista orden de la Iglesia católica; organización mili- conmovedor en la vida de los seres humanos, arrancándolos del
tar de la orden, con un «general» al mando; redacción del libro de fárrago de la vida y señalándoles enérgicamente el camino. Mien-
los Ejercicios, una obra maestra de la vida espiritual. Una vida de tras cuida del rebaño de su sueño en el monte Horeb, Moisés re-
increíble intensidad en respuesta a la llamada de Dios. cibe la orden de Dios: «¡Guía a mi pueblo fuera de Egipto!». En
Kurt Heinrich describió todo esto de manera sobriamente un primer momento, Moisés retrocede y vacila, pero luego se ol-
analítica. Y al final llegó a la conclusión: Ignacio de Loyola no ma- vida de todos los planes vitales que, sin duda, tenía y hace lo que
nifiesta síntoma alguno de trastorno psíquico; antes al contrario, Dios le encomienda. El profeta Jonás es presa sencillamente del
se trata, a buen seguro, de uno de las personas más geniales de to- pánico cuando Dios lo llama. Con toda la celeridad de que es ca-
dos los tiempos. Denigrar sin más la excepcionalidad como enfer- paz, se embarca y pone pies en polvorosa. Atrapado en la tormen-
medad denota estrechez de miras; en cualquier caso, no es cientí- ta, el barco no avanza y, cuando Jonás se deja arrojar por la bor-
fico. Tal fue el resultado del cuidadoso examen psiquiátrico de da con el fin de salvar a la tripulación, un pez grande se lo traga,
san Ignacio. pero - a instancias de Yahvé- al cabo de tres días lo vomita de nue-
vo a tierra. Entonces Jonás comprende que no puede hacer caso
omiso de la llamada de Dios. Pedro y Andrés son llamados por
Jesús a abandonar la barca de pesca y seguirle en el acto.
2. Una ballena indispuesta Dios se adueña por completo de aquel a quien llama. Desba-
rata los planes de los seres humanos. Tras el terrible atentado con-
Pero ¿cómo reaccionaríamos nosotros mismos si, de hecho, escu- tra las Torres Gemelas de Nueva York, un predicador dijo duran-
cháramos de repente la llamada o incluso la voz de Dios? Al fin y te una celebración religiosa: «¿Cómo se le puede hacer reír a
al cabo, si Dios existe de verdad, tal cosa no puede ser imposible. Dios? Refiriéndole lo que uno planea para mañana». Tampoco al-
Las personas ingenuas que todavía apenas han dejado que la vida gunos papas medievales contaban con un Dios capaz de adueñar-
real se les aproxime quizá se imaginarán un fenómeno así como se de ellos, sino que soñaban con un Dios que se apoderara de los
algo «del todo guay»: por fin sabe uno de primera mano qué es lo demás para beneficiarlos a ellos. Soñaban con el dominio sobre
que cuenta, por dónde van los tiros. Y el propio ego, desde hace todos los príncipes de la tierra, pero lo que obtuvieron fue la de-
tiempo hinchado hasta dimensiones verdaderamente divinas, bacle de la autoridad papal en el gran cisma eclesial de Occidente.
puede entablar por fin, de tú a tú, un espectacular cara a cara con Los papas del Renacimiento soñaban con un principado territo-
el buen Dios en persona... rial bien asegurado en la Italia central y lo que obtuvieron fue la
256 MANFRED LÜTZ rnos Y LA PSICOLOGÍA: PUNTOS DE CONTACTO 257

destrucción de Roma, el terrible sacco di Roma. Los papas de la ne oportunidad alguna. Quien se ocupa las veinticuatro horas só-
Contrarreforma soñaban con el completo sometimiento del pro- lo de las posesiones, el poder o la satisfacción de las necesidades y
testantismo y lo que obtuvieron fue la cruel Guerra de los Treinta no busca, al menos con la lámpara de la razón, aquello que real-
Años y la consolidación de la división entre las confesiones. Los mente nos sostiene, ése se precipita antes o después de improviso
papas del siglo XIX soñaban con el afianzamiento del estado pon- en la nada eterna. El respetuoso trato que los judíos daban a sus
tificio y lo que obtuvieron fue su destrucción. Sin embargo, lo que hijos también tenía que ver con la posibilidad, por lo menos en
en realidad aconteció en cada situación fue infinitamente mejor teoría, de que cualquier muchacho fuera el Mesías. Una idea fas-
de lo que incluso un papa nunca se habría atrevido a soñar. De las cinante... Dios puede irrumpir en cualquier instante.
interminables controversias medievales en torno al poder m u n - «La vida viva consiste en permitir lo inesperado, mantenerse
dano irrumpieron los poderosos movimientos espirituales de los a disposición del momento, estar preparado para lo que pueda
franciscanos y los dominicos. El hastío de las superficialidades, ocurrirle a uno»: Jürg Willi refiere en su último libro Wendepunkte
disputas e intrigas del Renacimiento engendró el profundo siglo im Lebenslauf [Puntos de inflexión en la vida] esta comunicación
de los santos. De las terribles atrocidades de la Guerra de los oral del gran teólogo Hans Urs von Balthasar. Y en ese mismo li-
Treinta Años brotó la resplandeciente religiosidad del Barroco y, bro, Willi se toma completamente en serio la fe cristiana: «Del ca-
por último, el final del estado eclesiástico liberó al papado de su rácter de acontecimiento de la vida bíblica se deriva una caracte-
encadenamiento a los asuntos políticos cotidianos para conver- rística actitud religiosa, una actitud de escucha como la que se re-
tirlo en una instancia espiritual y moral que, entretanto, es m u n - presenta de manera especialmente impresionante en el arte sacro,
dialmente reconocida. sobre todo en las esculturas románicas de santos. Los cuales son
mostrados con ojos abiertos de par en par y con las palmas de las
El poeta y novelista alemán Eichendorff lo formuló de la si- manos vueltas hacia arriba: una expresión de asombro, de pre-
guiente manera: caución y de la mayor apertura posible al hecho de ser interpela-
dos... ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a obedecer incondi-
«Tú eres el que sobre nosotros
cionalmente, a dejarnos utilizar por Aquel que se allega a noso-
dulcemente destruye lo que construimos,
tros, aunque ello conlleve renuncia personal y sufrimiento?». Wi-
para que contemplemos el cielo;
lli cita además a la fascinante filósofa judía Simone Weil (1909-
así que no me quejo de eso».
1943): «Quien no quiera recibir con Dios una de sus propias imá-
genes ideales debe ser capaz de esperar... con atención plena».
Por consiguiente, si Dios interviene de verdad en el m u n d o - y Según la antigua doctrina cristiana, la fe no es un logro personal,
difícilmente dejará que se lo prohibamos-, no podemos imaginar sino un regalo que Dios hace a través del Espíritu Santo... siem-
que actúe de forma ingenua, ni tampoco «a gusto del consumi- pre que el ser h u m a n o no se cierre a ello de propósito.
dor», como un solícito artesano cumple con los trabajos que le en- Fueron, sobre todo, los místicos quienes se dejaron cautivar
cargan. El Dios omnipotente no es nuestro empleado. Su Espíritu por completo por el Dios incomprensible. Y, en virtud de ese arro-
sopla dónde, cómo y cuándo quiere. Podría adueñarse de ti, que- bamiento, ofrecieron orientación tanto a los cristianos de las órde-
rido lector, en el próximo instante, Él en persona; y de que luego nes religiosas como a los cristianos que vivían en el mundo. El
digas «sí» o «no» a su voluntad podría depender, personalmente, teólogo Klaus Berger, quien con sus obras ha contribuido a que el
todo para ti. Vivir con el espíritu alerta significa, en este mismo cristianismo vuelva a resplandecer para muchos, aboga a favor de
sentido, estar en todo momento abierto a la llamada de Dios. revitalizar para la existencia cristiana actual estas ricas fuentes es-
La bella, pero también inquietante, parábola bíblica de las vír- pirituales: las grandes místicas cistercienses Gertrudis la Grande de
genes sabias y las vírgenes necias evidencia este extremo. La que Helfta y Matilde de Hackeborn, así como Matilde de Magdeburgo
no está provista de suficiente aceite cuando llega el novio no tie- y, más tarde, el Maestro Eckhart, Teresa de Jesús y tantos otros.
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También en nuestros días hay místicos. Un amigo íntimo de gente comentarista del telediario vespertino. Los alcohólicos son
Juan Pablo II me contó de análogos encuentros profundos con a menudo más sensibles y, por ende, también más perceptivos
Dios de este gran orante. que muchas de las toscas y robustas personas que llamamos nor-
Por lo demás, los místicos auténticos no buscaron intenciona- males, a quienes en la vida diaria no les duelen prendas a la hora
damente la experiencia mística, sino que más bien intentaron evi- de pasar por encima de los demás. Para algunos alcohólicos que
tar en la medida de lo posible tales vivencias, que conmueven a la de repente «tocaron fondo», la superación de la enfermedad se
persona entera. Su objetivo no era la vida en éxtasis místico, sino convirtió en un camino del todo personal hacia la fe en Dios. Y la
una sencilla vida cristiana. Y así, entendieron sus profundas expe- mirada cariñosa de una persona demente puede transmitir mu-
riencias de ser tocados por Dios como exhortaciones a una cada cha más humanidad y dignidad que la gélida mirada del ejecuti-
vez más decidida existencia cristiana. Sólo por eso tienen algo que vo que se orienta con precisión en el espacio y el tiempo, pero no
decirnos también a nosotros, las personas carentes de talento es consciente de que todavía nunca se ha asomado más allá de los
místico. Quien únicamente se confronta con la mística movido límites de su acelerada vida. En la Antigüedad, la epilepsia era
por curiosidad por lo insólito no ha entendido en realidad la mís- considerada morbus sacer, enfermedad sagrada, porque se creía
tica cristiana. que, durante sus ataques, el epiléptico entraba en contacto con la
Pero ¿por qué no iba a poder Dios hablarnos a través de las vi- divinidad. Cayo Julio César era epiléptico, y Sócrates probable-
vencias insólitas de los místicos o quizá incluso a través de una mente también; y qué seríamos nosotros sin las inmortales narra-
persona psíquicamente enferma? Cuando Jesús dice que pode- ciones de Fiodor Dostoievski, que padecía asimismo este mal. Por
último, sigue siendo controvertido a qué se refería el apóstol Pa-
mos encontrar a Cristo - o sea, a Dios- en las personas débiles y
blo -que, como es sabido, tuvo una vivencia a las puertas de Da-
enfermas, semejante posibilidad en modo alguno tiene por qué
masco que todavía hoy es objeto de las más diferentes interpreta-
ser excluida, antes al contrario. La alternativa: o bien se trata de
ciones médicas- con su famoso «aguijón en la carne». Pero pro-
una enfermedad, o bien de una «auténtica» vivencia espiritual, no
bablemente se trataba de algún achaque que, lejos de paralizarlo,
es válida en todos los casos. Ciertamente, los psiquiatras no po-
lo espoleaba en el servicio a su Señor Jesucristo, quien, a las puer-
dríamos ejercer nuestra profesión de manera responsable si siem- tas de Damasco, lo había llamado a ser apóstol suyo.
pre tuviéramos que plantearnos en primer lugar la pregunta de si
el paciente esquizofrénico que cree ser el profeta Jeremías no nos Definimos un mundo llamado normal, en el que lo decente es
estará comunicando quizá mensajes divinos. Haremos bien en no oír voces que no puedan ser oídas por todos; en el que, a ser po-
diagnosticarle desde las legítimas perspectivas de la ciencia psi- sible, no se hable de sexo, ni de dinero y muchos menos de Dios; y
quiátrica y tratarle luego eficazmente conforme a las reglas médi- en el que uno siempre haga lo que «se» hace. Es un mundo cons-
cas. De ahí que los cristianos que padecen enfermedades psíqui- truido de forma rígida, en el que, en realidad, ya no es posible nin-
cas no necesiten por fuerza un psiquiatra cristiano, sino, sobre to- guna experiencia insólita, pues todo lo que se sale de lo habitual es,
do, un buen psiquiatra in situ que respete el cristianismo del pa- por supuesto, síntoma de enfermedad. En su Zaratustra, Nietzsche
ciente y conozca, por lo demás, el estado actual de la ciencia y sea afirma proféticamente: «Todos quieren lo mismo, todos son igua-
capaz de aplicarla de forma competente. les; quien siente algo distinto se marcha voluntariamente al mani-
Así y todo, al mismo tiempo y desde otra óptica, es posible in- comio». Pero, en un mundo así, Dios, en caso de que exista de ver-
terpretar lo que encontramos en tales personas psíquicamente dad, en absoluto puede manifestarse: sería un fracasado, un caso
para los bomberos y policías municipales. Y en la lápida de esta
enfermas como una llamada de Dios. Pues, como ha quedado di-
persona tan terriblemente normal se podría grabar la inscripción:
cho más arriba, la perspectiva de la enfermedad nunca es la úni-
«Vivió sereno y discreto; murió porque era lo habitual».
ca perspectiva desde la que se puede considerar a una persona. En
ocasiones, algunos enfermos psíquicos son capaces de analizar la El «ateísmo» del pequeño burgués es hoy el problema: la ma-
situación de nuestro mundo con mayor perspicacia que el inteli- nada de gente del todo normal que sigue la corriente, cambia de
260 MANFRED LÜTZ DIOS Y LA PSICOLOGÍA: PUNTOS DE CONTACTO 261

camisa según las circunstancias, orienta su opinión según las más los campos de exterminio. La polaca Wanda Poltawska fue inter-
recientes encuestas y para la cual, en consecuencia, la existencia nada en un campo de concentración con diecinueve años.
de Dios depende de cuántos alemanes (o españoles, para el caso) Durante cuatro años vivió un infierno. Fue una de las personas
crean en Él. Como si la mayoría de los alemanes no hubiese creí- con las que los médicos nazis, despreciadores del género huma-
do ya en bastantes insensateces y como si, en épocas agitadas, las no, realizaron ensayos médicos. Le inyectaban bacterias en los
pequeñas minorías no hubiesen sido el único baluarte de la fe en músculos de las piernas y observaban lo que ocurría. Muchos pri-
las verdades irrenunciables. sioneros murieron. Wanda Poltawska sobrevivió.
En su libro I boje sie snów [Y temo a mis sueños], traducido a
numerosas lenguas, aunque no al español, Poltwaska relata de
3. Un león tímido manera objetiva, sin pathos alguno, el horror cotidiano. A pesar
de tanta barbarie, nunca perdió la dignidad... ni tampoco la fe. En
Pero, justo en tales tiempos oscuros bajo la sombra de terribles el libro, uno descubre más bien de pasada que es cristiana -por-
delitos y abrumadora culpa, Dios, que es Amor, tocó del modo que menciona el rezo del rosario. Al terminar la guerra, estudió
más profundo a muchas personas. Pues ahí se reveló con particu- medicina a fin de ejercer como doctora y procurar que los médi-
lar intensidad como el Dios que libera de toda culpa y toda nece- cos nunca más se dejen arrastrar a semejantes crímenes. Llegó a
sidad. Un Dios que se limitara a ser verdadero, que se contentara ser una estrecha colaboradora del arzobispo de Cracovia, quien
con ser Creador omnipotente del mundo y Garante justo del or- más tarde, cuando fue elegido papa, la llamó a Roma a la Acade-
den moral, no sería un demonio, pero resultaría, a buen seguro, mia Pontificia para la Vida. Allí conocí a esta pequeña y erguida
amedrentador para nosotros, hombres falibles. Mas lo decisivo de mujer, una profunda creyente. En su libro escribe que todavía
la revelación cristiana es que el Dios omnipotente, el Dios encar- hoy, cuando oye hablar alemán, un escalofrío le recorre involun-
nado, es Amor, Y, por eso, la redención no es un producto secun- tariamente la espalda. Pero conmigo conversó con toda amabili-
dario divino cualquiera. dad... en alemán.
Confieso que a menudo, por desgracia, no retengo las homi- El filósofo Karl Jaspers define la culpa como un básico e in-
lías mucho tiempo en la memoria. Pero todavía me acuerdo con eludible existencial del ser humano. Pero, en la actualidad, los
todo detalle de una homilía que escuché a finales de la década de neuro-científicos quieren escamoteárnosla; algunos psicólogos
mil novecientos ochenta. Era un Viernes Santo en Roma, en el sólo conocen ya complejos de culpabilidad, y algún que otro sa-
Campo Santo Teutónico. Aquel día, el cardenal Ratzinger predicó cerdote intenta disuadir al penitente de todo sentimiento de cul-
sólo sobre dos palabras. Sobre las palabras de Jesús en la cruz: pa. Quizá el exceso de culpa humana que el hombre desligado de
«Tengo sed». Al hilo de estas dos palabras, el cardenal explicó lo Dios ha cargado sobre sí a lo largo del siglo XX ha inducido a ne-
decisivo del cristianismo. La encarnación de Dios significa que gar sin más su existencia. Pero la culpa reprimida no desaparece,
Dios se ha hecho hombre asumiendo incluso la vida sensitiva. Una sino que sigue actuando de maneta soterrada. Es posible que el
idea que resultaba escandalosa a los intelectuales paganos de los extremado incremento de trastornos de ansiedad tenga que ver
primeros siglos. Y luego, el cardenal Ratzinger, apoyándose en los con ello. Y en verdad, si no existe Dios, si no existe culpa alguna,
apologetas proto-cristianos y en los padres de la Iglesia, interpre- si tampoco existe redención, el mundo es amedrentador. ¡Pre-
tó aquellas palabras de Jesús: «Tengo sed», como la sed realmente gúntale a Nietzsche! Si Adolf Hitler, Josef Stalin y Mao Tse-tung
sensitiva que Dios tiene de la liberación de los seres humanos... sólo fueron víctimas inocentes de sus funciones cerebrales, el pró-
¿Dónde estaba Dios en Auschwitz?, han preguntado algunos. ximo horror inocente nos aguarda ya a la vuelta de la esquina.
El filósofo Robert Spaemann responde: en la cruz. Sólo un Dios Sólo con un poco de political correctness, un par de manifesta-
capaz de sufrir por los seres humanos y con los seres humanos cioncillas y una campaña de cartas al director no se conseguirá
subsiste también en el horror, creado por los propios hombres, de impedirlo ni, sobre todo, soportarlo. Si tal fuera la condición del
262 MANFRED LÜTZ DIOS Y LA PSICOLOGÍA: PUNTOS DE CONTACTO 263

ser humano, bien podría dársele la razón al Mefistófeles de ñores estaba todavía hastiado de la vida, renunciaron a desenca-
Goethe: «Pues todo lo que nace está abocado a perecer; /por eso, denar un levantamiento popular. Y también Adolf Hítíer le tuvo
mejor sería que nada naciera...». Así pues, no hay remedio: senci- miedo en esta ocasión al escándalo y decretó el fin de la campaña
llamente no se puede escapar de la realidad, ni de la realidad de de eutanasia. Clemens August von Galen se había sentido urgido
Dios, ni de la realidad de la culpa; hay que confrontarse con el por Dios a llamar a la culpa por su nombre en voz alta. Lo cual lo
drama de la culpa humana. Para ello, antes de nada, hay que lla- convirtió en el «león de Münster».
marla también por su nombre. Pero ¿cómo deberíamos abordar hoy la culpa? Una época que
El joven sacerdote de buena familia era más bien tímido. Se reprime la culpa olvida también cómo confrontarse humana-
tenía a sí mismo por poco dotado y tenía escasa capacidad de jui- mente con ella. Entretanto, se ha perdido toda medida. Los pe-
cio en lo referente a la política. Sobre todo, estaba considerado un queños pasos en falso y las grandes fechorías son puestas en la pi-
predicador sin talento. Como candidato de compromiso, incluso cota pública con vanidosa malicia y de modo igualmente inmise-
había sido nombrado obispo. Pero, evidentemente, la gracia del ricorde. Y entonces, en el fondo, se trata del aniquilamiento, si no
ministerio no había surtido todavía demasiado efecto. El obispo físico, sí al menos, intelectual, de una persona.
von Preysing de Berlín, que desde muy pronto había intuido el
Si Dios reaccionara de igual manera, ninguno de nosotros
peligro que entrañaba el nacionalsocialismo y que hasta se había
tendría la menor oportunidad. Pero Jesús nos muestra a un Dios
significado como adversario del régimen, se había enfadado más
diferente. Cuando resucita de la muerte a la hija de Jairo, lo hace
de una vez con su torpe hermano en el ministerio, el obispo de
con las palabras: Talita kum. ¡Dulce muchachilla, levántate! En la
Münster, del que aquí estamos hablando: el conde Clemens
carrera de teología aprendíamos que la palabra talita se cuenta
August von Galen. Pero, en esto, informaron a von Galen de que
entre las más tiernas del idioma arameo. Idéntico cariño, intenso
en muchas clínicas estaban asesinando a discapacitados psíquicos
y afectuoso, muestra Jesús al abordar la culpa. Pues la culpa real
y enfermos mentales y que a eso se le llamaba «eutanasia», darle
es verdaderamente algo horrible, irreparable. Cuando ofendo a
una «buena muerte» a la «vida indigna de ser vivida». El obispo
alguien, quizá le enturbio un día irrepetible de su vida. El afecta-
se quedó horrorizado.
do nunca recuperará este día. ¿Cómo debo afrontar adecuada-
Y entonces aconteció lo increíble. Fue como si Dios mismo lo
mente, pues, en cuanto ser humano, mi propia culpa, si no está a
hubiese llamado. A partir de ese instante, aquel hombre grande y
mi alcance reparar nada? ¿Cómo podré liberarme alguna vez de
apático ya nunca más sería apático. El obispo Clemens August
mi culpa? Algunos psicoterapeutas piden a los pacientes que es-
von Galen se convirtió en el «león de Münster». Subió al pulpito
criban su culpa y su arrepentimiento en una hoja de papel, que
y tronó con voz queda, pero del todo clara e inequívoca, contra
luego queman en un pequeño rito.
aquella barbarie, poniéndole nombre a la culpa. La comunidad
contuvo el aliento, como también lo contuvo por un momento el Desde un punto de vista psicológico, este gesto de impotencia
régimen homicida. El obispo von Galen contaba con lo peor. A frente a la culpa puede aportar en ocasiones alguna ayuda. Pero a
pesar de ello, se mantuvo inflexible y conservó intacto el sentido quien reflexiona con detenimiento sobre el tema no se le escapa
del humor. Cuando un día acudió la Gestapo a llevárselo deteni- que, con tal gesto, la culpa no es quemada en realidad. Pues, en el
do, pidió a aquellos señores -que, a fuerza de querer pasar des- fondo, sólo el Dios omnipotente puede perdonar la culpa de mo-
apercibidos, llamaban la atención- que le dejaran echarse algo do eficaz.
por encima. Al cabo de pocos minutos, se presentó delante de Con ello se hace manifiesto el auténtico significado de que
ellos... con todos los paramentos episcopales, incluidos la mitra y Jesús haya conferido a la Iglesia el enorme poder de perdonar de
el báculo: «Señores, cuando gusten...». Imagínate la escena: a ple- verdad los pecados. Es cierto que también ha habido y sigue ha-
na luz del día, dos señores cruzando la archicatólica ciudad de biendo malos confesores, pero el inmenso y liberador alivio que,
Münster con el obispo preso. Puesto que ninguno de estos dos se- visto en conjunto, han experimentado a lo largo de los siglos las
264 MANFRED LÜTZ DIOS Y LA PSICOLOGÍA: PUNTOS DE CONTACTO 265

personas merced al sacramento de la confesión30 difícilmente es la por completo aislada y sola. Casi hipnotizado, mira a la mujer,
cuantificable desde una perspectiva psicológica. En el sacramen- mientras con la mano hace un gesto amablemente invitador; y
to de la confesión, Dios se dirige con eficacia de manera perso- ella lo mira a él. En este instante parece como si sólo existieran es-
nal a cada cristiano individual como el Dios tierno y redentor tas dos personas. Y lo que Jesús dice a la sazón nos lo ha transmi-
que es Amor. Pero no se trata de automatismo alguno. También tido la Biblia: «¿Nadie te ha condenado?». Ella responde: «Nadie,
la confesión se toma en serio al hombre libre. Sólo quien recono- Señor». Y Jesús le replica: «Entonces, tampoco yo te condeno. Vete
ce en serio su culpa y con seriedad al menos análoga se propo- y no peques más».
ne no cometer los mismos pecados en el futuro puede confesar Éste es el Dios del amor, no el buen Dios de las rebajas cristia-
eficazmente. nas: «Sana, sana, culito de rana; si no sanas hoy, sanarás mañana»".
Ningún pintor ha conseguido representar la forma en que Éste es el eficaz perdón de la culpa, pero también la seria exhorta-
Jesús aborda la culpa con mayor acierto que Jacopo Tintoretto en ción a no pecar más en el futuro. Y, procediendo de labios de Jesús,
su magnífico cuadro Jesús y la adúltera, que hoy cuelga en el Pa- es aún algo más: una verdadera llamada. El hecho de que Jesús lla-
lacio Barberini de Roma. El relato bíblico es bien conocido: los me precisamente a personas débiles y culpables es un indicio sin-
escribas arrastran a una mujer adúltera ante Jesús y le preguntan gular de que él anuncia la redención de todos los seres humanos.
qué deben hacer con ella. Es una pregunta capciosa, pues Jesús sa- Incluso para la élite de su grupo de discípulos, para el colegio
be, igual que saben ellos, que la Escritura dice que ha de ser lapi- apostólico de los Doce, llama a personajes turbios, por ejemplo, a
dada. Lo que ocurre a continuación es de un dramatismo sobre- publícanos de pésima reputación. Pero estas llamadas de Jesús no
manera denso. Jesús mira a la cara a los escribas que se allegan son cualquier cosa. Sacan a las personas de su vida diaria. La más
hasta él... y calla. Luego, se inclina lentamente y dibuja con tran- conmovedora representación de una vocación en toda la historia
quilidad en la arena. Los escribas se quedan perplejos. Le asedian universal del arte puede contemplarse asimismo en Roma. El car-
de nuevo. Pero Jesús sigue dibujando en la arena sin inmutarse. denal del Monte encargó al joven pintor Michelangelo Merisi, lla-
Ahora, los escribas se sienten provocados y exigen una respuesta. mado Caravaggio, la decoración de la última capilla lateral iz-
Entonces, Jesús se yergue y pronuncia las célebres palabras: «Quien quierda de la iglesia nacional de los franceses. Era la capilla fune-
esté libre de pecado, que arroje la primera piedra». Se inclina de raria de Matteo Contarelli y debía proclamar la gloria del santo
nuevo y sigue dibujando como si tal cosa en la arena. Y luego la patrón de éste, el apóstol Mateo. Pero lo que el joven pintor, tem-
Biblia dice que, poco a poco, todos se marcharon. Al cabo de un peramental y obstinado, entregó como pintura del retablo fue de-
tiempo, Jesús alzó la mirada y vio que todos se habían ido. masiado para el cardenal comitente. Un ángel dicta a un campe-
Delante de él sólo quedó la adúltera. sino de pocas luces el evangelio según san Mateo. ¿Y había que
Tintoretto ha representado magistralmente lo que ocurre lue- suponer que ese campesino, que apenas parecía saber escribir, era
go. Puede verse a Jesús sentado sobre una piedra, el cuerpo lige- el santo patrón del difunto erudito, el santo apóstol y evangelista
ramente inclinado hacia delante y la mirada dirigida con toda in- Mateo? El cardenal estalló en cólera y exigió un nuevo cuadro.
tensidad -cariñosa, pero seria- a una única persona, a la adúlte-
ra, quien, con vestidos y ademán vanidosos, se ha quedado de ver-
dad petrificada en este momento. Jesús no se fija en absoluto en
31. Permítasenos juntar dos observaciones en esta nota. En primer lugar, quere-
las personas que, borrosas, se alejan de ella a toda prisa, dejándo- mos señalar la existencia de un juego de palabras entre der Gott der Liebe (el
Dios del amor) y der liebe Gott (expresión coloquial para referirse a Dios que
durante todo el libro hemos traducido como «el buen Dios»). En segundo
lugar, consideramos interesante reproducir el equivalente alemán de la con-
30. El autor utiliza aquí el término alemán Beichtsakrament, más popular, pero soladora rima para niños: Heile, heile Mausespeck, in hundert jahr'n ist alies
teológicamente menos preciso, que Bufisakrament, sacramento de la peni- weg..., que forma parte de una canción popular en Renania y, más en con-
tencia [N. del Traductor] creto, en la comarca de Maguncia [N. del Traductor}.
266 MANFRED LÜTZ DIOS Y LA PSICOLOGÍA: PUNTOS DE CONTACTO 267

Caravaggio accedió a pintar una segunda versión algo menos po- rial. Pero quedó abierta la pregunta de si el arte y la música pue-
lémica, que, sin embargo, tampoco elevaba demasiado el coefi- den remitir de manera del todo concreta a Dios. Ahora, al térmi-
ciente intelectual de san Mateo. Lo que Caravaggio, quien sentía no de nuestro recorrido por todas las catedrales intelectuales de
predilección por la representación lo más realista posible de per- la historia de la humanidad, ha llegado el momento de abordar
sonas del pueblo llano, quería mostrar de forma imponente era la esta pregunta. Se trata de la pregunta de si la experiencia de Dios
inspiración de la Sagrada Escritura por el propio Dios. El evange- es posible a través de los sentidos, de si Dios puede revelarse a los
lio de Mateo no era obra de un inteligente señor llamado Mateo, seres humanos por medio del arte y la música.
sino palabra de Dios, transmitida por un hermosísimo ángel a un
hombre harto simple. Que Caravaggio no tenía nada contra san
Mateo se echa de ver en el célebre cuadro de la pared lateral iz-
quierda, la ya mencionada vocación de san Mateo. En este cua-
dro, Mateo ya no es un campesino, sino un publicano suntuosa-
mente vestido, quien, rodeado de sumisos empleados y clientes,
cuenta su dinero sobre una mesa. Esta representación probable-
mente le gustaría más al señor cardenal... a primera vista. Pues
Caravaggio ha plasmado de manera genial justo el momento en
que Mateo abandona este mundo de gente bien situada, que has-
ta entonces había sido el suyo. En efecto, mientras su mano dere-
cha todavía cuenta el dinero que yace sobre la mesa, acontece al-
go increíble. Con asombro inefable, el rostro del publicano se di-
rige a un oscuro rincón de la habitación en el que hay un hombre
de pie, cuyo semblante, sin embargo, se encuentra medio en som-
bra. Únicamente se percibe su brazo derecho junto con la mano
y el dedo índice, que apunta con determinación a Mateo. Y Ma-
teo, a su vez, acoge este gesto de llamada con la mano izquierda,
con la que se señala a sí mismo en un gesto interrogativo y, al mis-
mo tiempo, de reconocimiento. Nadie más en el cuadro se ha per-
catado de este acontecimiento interior, salvo él mismo y Jesús... y
quien contempla esta obra de arte, que quizá se pregunta si tam-
bién a él le podría ocurrir algo así.
Pocas veces se ha representado de forma tan impresionante
desde un punto de vista psicológico en qué consiste realmente la
vocación: en ser llamado por Dios a abandonar una vida que has-
ta ese momento ha transcurrido sin especial profundidad, a dejar
todo plantado y emprender un camino nuevo. Y, de todos modos,
quizá el arte sea, en ocasiones, un medio más apropiado que cua-
lesquiera estériles palabras para expresar de esa manera lo esen-
cial de la vida.
Al comienzo del presente libro hemos descrito la música y el
arte como ámbitos que trasladan más allá de lo puramente mate-
ARTE Y MÚSICA: LA SENSUALIDAD DE LA VERDAD 269

arriba en el círculo de los ángeles, a medio camino entre la tierra


y el cielo, aguardada con amor por Dios Padre. De repente, mi
amigo se quedó paralizado. Hasta ese momento había supuesto
que lo que ahí se representaba era la Ascensión de Jesús. Pero aca-
baba de darse cuenta de que lo que tanto le había conmovido era
13. Arte y música: la Asunción de María. En él afloró cierta desilusión protestante.
Sin embargo, también a él se le quedó grabada la magnífica im-
la sensualidad de la verdad presión artística. El gran historiador decimonónico del arte, Ja-
kob Burckhardt, asimismo protestante, escribe lo siguiente a pro-
pósito de la Assunta: «El grupo inferior es la más auténtica y ar-
1. La belleza salvará el mundo dorosa explosión de entusiasmo; ¡con qué fuerza son atraídos los
apóstoles a seguir la estela ascendente de la Virgen! En algunas ca-
bezas, la impronta tizianesca se transfigura en belleza celestial. En

C
UANDO volví a Venecia con un buen amigo protestante,
quería enseñarle la que, a mi juicio, es la obra de arte la parte superior, de entre los ángeles adultos que forman los ju-
más conmovedora de la ciudad: la Asunción de Tiziano. bilosos corros danzantes, el que porta la corona está representa-
Preparé una pequeña puesta en escena. Primero fuimos a la cer- do en figura plena y espléndida; de los demás sólo se ven las ca-
cana Scuola di San Roco y contemplamos allí el grandioso ciclo bezas de ultramundana belleza, mientras que los amorcillos, de
de frescos sobre la vida de Jesús obra de Jacopo Tintoretto. Sobre cuerpo entero, están pintados asimismo de forma -peculiarmen-
todo, la impresionante crucifixión -en la que el Crucificado pare- te- sublime. En caso de que Correggio haya ejercido alguna in-
ce precipitarse sobre el observador, para, con los brazos abiertos, fluencia, aquí ha sido superado con mucho en el carácter en ver-
incorporarlo al acontecimiento de la salvación- causa siempre dad celestial de las figuras. Dios Padre responde a un tipo menos
una profunda impresión. Jacopo Tintoretto pintó en una época ideal que las cabezas de Cristo de Tiziano; de cintura hacia abajo,
posterior al concilio de Trento en la que la gente volvía a ahondar desaparece en la gloria que envuelve a la Virgen. La cual se yergue
en la fe. El impulso que condujo al nuevo entusiasmo por la fe ligera y segura sobre las nubes, pensadas de modo todavía ideal,
que se desató a raíz de la asamblea tridentina había partido en pero no conforme a una realidad matemática; sus pies permane-
medida nada desdeñable de devotos laicos venecianos. Esta ar- cen del todo visibles. El vestido rojo destaca sobre el manto azul
diente piedad es la que respira la Scuola di San Rocco en Venecia. oscuro, que ondea con violencia y está anudado en su parte de-
Sólo después cruzamos a la iglesia principal de los franciscanos, I lantera. Pero la expresión del rostro es uno de los más elevados
Frari, a la que se accede por un portal lateral. No llevé de inme- vaticinios de los que felizmente puede gloriarse el arte: los últi-
diato a mi amigo al altar mayor, sino que primero nos encamina- mos vínculos terrenales se han roto, la Virgen respira beatitud».
mos a la parte trasera de la Iglesia, hasta situarnos frente al cerra- El íntegro protestantismo de mi amigo se negaba a aceptar
do portal principal. Entonces, le invité a girarse. Y, desde este que la Virgen María fuera, de uno u otro modo, divinizada. Pero,
punto, uno la ve a lo lejos, colgando sobre el altar mayor: la con la adoración de María, la Madre de Dios, ni la Iglesia católi-
Assunta, la Asunción de Tiziano. Profundamente impresionado, ca ni la Iglesia ortodoxa pretenden en modo alguno afirmar que
mi amigo se dirigió poco a poco hacia delante. En la parte infe- sea incorporada a la Trinidad divina, como ingenuamente propu-
rior del cuadro se ve a los apóstoles en espléndidos colores: unos so C.G. Jung. Antes al contrario, María es adorada de manera es-
turbados, otros gesticulando, unos terceros conmovidos, aún pecial justo porque siempre siguió siendo de todo en todo huma-
otros ensimismados, cada cual según su temperamento. Inolvi- na. Es cierto que Dios la preservó de la implicación en el pecado
dable el rojo ardiente del anunciador del amor divino, el apóstol común al resto de los mortales, capacitándola así para algo gran-
Juan, quien realmente emula a la Virgen, la cual está suspendida dioso, a saber, para convertirse en «Madre de Dios». Pues si Dios
270 MANFRED LÜTZ ARTE Y MÚSICA: LA SENSUALIDAD DE LA VERDAD 271

no se ha hecho hombre sólo en teoría, simbólicamente o a modo oraciones marianas. Por cierto, décadas después de esta vivencia,
de rumor, tiene que haber nacido de verdad, como todo ser hu- mi amigo protestante me regaló un impresionante libro sobre
mano. Sin embargo, María era una persona libre como nosotros. María. Y sigue siendo protestante.
Habría podido negarse a este inquietante proyecto. Mas no se ne- Aun cuando la Biblia dice poco sobre María -mucho menos
gó. Y así, una palabra -humana-, su «fíat» (hágase, sea), da inicio que sobre los escribas-, sería un grotesco malentendido de la Sa-
a una historia -divina- de salvación. Pero, a través de la encarna- grada Escritura, pero también de cualquier otro escrito, querer
ción de Dios, todos los seres humanos somos elevados, en cierto medir cuantitativamente, por decirlo así, la importancia cualita-
modo, a la altura de Dios. No sólo somos hijos de Dios, sino tam- tiva de las personas allí mencionadas. María aparece en la Biblia
bién, totalmente en serio, hermanos de Dios y, más en concreto, de forma breve y clara. Dice «sí» al anuncio del ángel. Más tarde,
del Hijo de Dios. Por supuesto, no somos Dios, como tampoco vive los numerosos acontecimientos que revelan a Jesús como Hi-
María era Dios. Pero, a través de la encarnación de Dios, todos los jo de Dios y «guardaba todas estas cosas en su corazón», como es-
seres humanos hemos sido introducidos en una proximidad con tá escrito. Y luego, en la hora decisiva al pie de la cruz, vuelve a es-
Dios difícil de creer. Y la primera que experimentó tal cercanía de tar ahí. No pronuncia ningún discurso, no hace ninguna apari-
modo realmente corporal fue María. ción espectacular; sencillamente, está ahí.
De ahí que muchos cristianos católicos, ortodoxos y, entre- Sobre todo la piedad alemana de finales de la Edad Media re-
tanto, también protestantes se pongan agradecidos en el lugar de presentó esta sumisa perseverancia en el sufrimiento con plastici-
María, que en la eternidad se halla tan cerca de Dios como a no- dad sobremanera cruda y sensual. Al fin y al cabo, la contempla-
sotros nos gustaría estarlo para siempre una vez concluido todo ción de cómo el propio hijo es torturado hasta la muerte -y un
el sufrimiento terreno. Para ningún cristiano es legítimo adorar a crucifijo no era, en realidad, otra cosa- difícilmente puede ser su-
María. También los católicos nos limitamos a orarle para que in- perada en crueldad. María con las siete espadas clavadas en el co-
terceda ante Dios, al igual que hacemos con los demás santos y
razón: los siete dolores de María; María con el cuerpo exánime de
quizá también con algunos de nuestros parientes difuntos, de
su hijo en el seno: la Piedad. Quien hoy considere esto exagerado
quienes nos hallamos cerca en la oración. Por lo demás, precisa-
es incapaz de hacerse una idea del infinito sufrimiento que pade-
mente por ello, María es representada en la mayoría de imágenes
cen las personas en nuestra época y no intuye nada del sufrimien-
devotas junto con el niño Jesús, a fin de que, ante esta imagen, el
to que en cualquier momento puede alcanzarle también a él. Ante
orante se sienta al mismo tiempo estimulado a adorar al Dios en-
carnado que María le presenta en su brazos. estas imágenes de la sufriente Madre de Dios se han arrodillado a
lo largo de los siglos miles de mujeres justo después de haber per-
Así, la Assunta de Tiziano en I Frari de Venecia es una alaban-
dido prematuramente a un hijo, después de que sus maridos ha-
za de Dios, quien ha redimido a los seres humanos, los arranca
ya caído en alguna de las numerosas guerras sin sentido o después
del fárrago de la vida diaria para llevarlos al cielo y allí los recibe
de que la peste, una hambruna o cualquier otra iniquidad haya
con amor. Y la esperanza a la que esta obra maestra da expresión
destrozado todas las esperanzas terrenas. Y por María sufriente se
es la siguiente: ella, la Virgen, es uno de nosotros. Mientras Lutero
han sentido comprendidas en su terrible necesidad; a ella le han
escribía en Wittenberg sus tesis contra el exceso de ataduras ecle-
siásticas, Tiziano pintaba en Venecia, en el altar de la iglesia de pedido que interceda ante su Hijo, al que adoran con lágrimas en
Santa Maria Gloriosa dei Frari, la grandiosa liberación del ser hu- los ojos. También en la impresionante película de Mel Gibson, La
mano por parte del Dios misericordioso. En 1519, dos años des- pasión de Cristo, se puede experimentar el terrible sufrimiento de
pués de las tesis de Lutero, se descubrió la Assunta con una gran Cristo en el rostro condolido de la magnífica actriz que da vida a
participación del pueblo. La fe y el anhelo de los apóstoles, la ale- María. Así, María es siempre una de nosotros. Y, por eso, Miche-
gría de María, la gracia del Dios bondadoso: todo ello le era muy langelo da Caravaggio elegía sin falta a sencillas muchachas del
cercano al reformador alemán, quien había escrito conmovedoras pueblo, no a distinguidas damas, como modelos para sus mado-
nas. Ciertamente, la Iglesia nunca ha prescrito a los cristianos in-
ARTE Y MÚSICA: LA SENSUALIDAD DE LA VERDAD 273
272 MANFRED LÜTZ

obras de arte cuya contemplación puede hacer que uno se con-


vocar la intercesión de María. La gente ha buscado por sí sola es-
vierta al cristianismo.
te camino. Y sabios pastores han procurado con cariño que la ve-
La belleza salvará al mundo, afirma el escritor Dostoievski; y el
neración de María no degenere en adoración de María.
físico Albert Einstein añadirá: «Lo más bello que podemos experi-
A los italianos, mimados por el sol, les resultaban más bien
mentar es lo misterioso. Tal es el sentimiento fundamental que es-
ajenas las obras de arte cuya única pretensión era suscitar el ensi-
tá en el origen de la ciencia y el arte verdaderos». La Piedad deri-
mismamiento interior a través de impresiones sensoriales. Por
va de la profunda tradición devocional alemana, y Miguel Ángel
eso, las representaciones de la Piedad eran desconocidas en el ar-
nos la ha regalado envuelta en belleza romana. De esta suerte, en
te italiano del siglo XV. De ahí que, cuando el cardenal francés
vísperas de la Reforma, la verdad intelectual y la belleza sensual se
Jean de Villiers de la Grollaye encomendó en 1498 al entonces jo-
encontraron una vez más. Cuando, diez años más tarde, Martín
vencísimo artista florentino Michelangelo Buonarroti que reali-
Lutero visitó Roma, es probable que viera la Piedad. Pero no cuen-
zara una escultura para la capilla de los reyes franceses en la basí-
ta nada al respecto; es probable que la verdad sensual que late en
lica de San Pedro, probablemente haya que atribuir a su conoci-
su belleza no le conmoviera. La historia de la Iglesia y la historia
miento del arte religioso que se cultivaba al norte de los Alpes el
de Europa quizá habrían seguido un curso diferente si este alemán
hecho de que encargara al escultor de veintitrés años una Piedad.
hubiese comprendido mejor a aquel italiano -y si los papas y pre-
Y Miguel Ángel creó una obra de arte de valor eterno, la única
lados de la Curia italianos hubiesen rezado con mayor piedad an-
que concluyó incluso hasta el pulido. La Piedad, que hoy se en-
te esta imagen devocional italo-germánica.
cuentra en la primera capilla lateral derecha de la basílica de San
Pedro en Roma, es la cautivadora y conmovedora expresión sen-
sual de la fe cristiana en el Dios encarnado que comparte el sufri-
miento humano y nos redime. En los inquietos pliegues de las 2. Un rostro misterioso
vestiduras de María parece resonar todavía el atormentador sufri-
miento. Sin embargo, cuanto más se aproximan al rostro, tanto Miles de millones de cristianos han orado delante de las innu-
más serenas se tornan las líneas; y en el maravilloso y joven sem- merables imágenes marianas de este mundo, cuyo significado
blante de la Virgen, se ha superado toda angustia y todo sufri- religioso superaba con no poca frecuencia su valor artístico. La
miento. La expresión de este rostro no es enigmática, como la de Virgen de Czestochowa ha impedido que los polacos caigan en la
la Mona Lisa de Leonardo; desborda un saber misterioso. Conte- desesperanza a pesar de todos los padecimientos de su historia. Y
nida, casi riendo incluso, dirige la mirada al hijo muerto que ya- sin la maravillosa escultura de la Virgen de Guadalupe, de rasgos
ce en su seno. indios, la cristianización de América difícilmente habría sido
concebible. Incluso algunas madonas kitsch, ante las cuales deter-
En este Cristo muerto, espléndidamente modelado, Miguel minadas personas han buscado y encontrado consuelo, tiene ma-
Ángel, con todo el arte de su época y su genio, ha representado yor significado humano que el retrato de María, notable desde el
al hombre por excelencia -al ser humano, esta maravillosa cria- punto de vista artístico, del depósito de cuadros del Louvre.
tura divina, que nace de una madre, sufre y muere- y de cuya
La plegaria de intercesión que los seres humanos han dirigido
cierta resurrección ya sabe la sonrisa de la Virgen. La encarna-
a María en ocasiones sin cuento, el «Ave María», es tan sencilla y
ción de Dios, el sufrimiento, la muerte y la resurrección: la Pie-
breve como las menciones a María en la Biblia, a las que hace re-
dad condensa el cristianismo entero. Pero la Piedad de Miguel
ferencia: «Ave María, llena de gracia, el Señor está contigo. Ben-
Ángel en San Pedro no es un silencioso diálogo entre madre e hi-
dita seas entre todas las mujeres y bendito sea el fruto de tu vien-
jo. Es una imagen devocional; pues, con el brazo izquierdo, la
tre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros peca-
Virgen, rebosante de gracia, nos invita a adorar junto con ella en
dores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén». La oración
este Cristo al Hijo de Dios. Quien acepta esta invitación es cris-
termina con el ruego a María de que interceda por nosotros en los
tiano. La Piedad del muy devoto Miguel Ángel se cuenta entre las
274 MANFRED LÜTZ
ARTE Y MÚSICA: LA SENSUALIDAD DE LA VERDAD 275

dos instantes más importantes de nuestra vida. A buen seguro, no había descubierto que, en realidad, debía de tratarse del llamado
es ninguna casualidad que precisamente esta oración, en la ver- «Velo de la Verónica», una tela antiquísima y muy venerada que
sión musical de Schubert o de Bach y Gounod, goce de una espe- se supone que cubrió el rostro de Cristo en el sepulcro y que ha-
cial popularidad. Llega al corazón, como suele decirse. bía desaparecido de Roma unos cuatrocientos años antes. Las
El cristianismo es la religión más sensual que existe, pues cree personas que lo habían visto estaban profundamente impresio-
en la encarnación de Dios. Por tanto, Dios no es una magnitud nadas por la expresión del semblante de Cristo que se contempla-
abstracta, una idea o un postulado filosófico. Dios tiene rostro ba sobre el paño. No podía tratarse, sin embargo, de una obra ar-
humano. El rostro de Jesucristo. Para nosotros, después de dos tística, pues el biso no retiene los tintes. Como es natural, ahora
mil años de cristianismo, ésta es hoy una idea familiar; no obstan- hay abiertos intensos debates sobre la autenticidad y la singulari-
te, se trata, en el fondo, de algo sumamente peculiar. Y para los dad del lienzo. Mas, en el fondo, la autenticidad de la tela tiene
cristianos de épocas anteriores representó todo un problema. una importancia secundaria. El conocimiento sensitivo que se
«No te harás imagen alguna de Dios», reza el segundo de los diez desprende del velo de Manoppello es que los cristianos creen en
mandamientos del Antiguo Testamento. Pero, a la luz de la encar- un Dios del que podría existir un retrato semejante. Hasta el pa-
nación de Dios, este precepto fue reinterpretado. Aunque las es- pa ha visitado Manoppello. No ha confirmado ni negado la au-
culturas siguieron sin poder ser adoradas como Dios, en esta re- tenticidad de la imagen. Pero, en este lugar, se ha recordado a sí
ligión sensual la representación de lo santo a través de imágenes mismo y ha recordado a todos los cristianos de manera percepti-
sensuales, esto es, perceptibles por los sentidos, se convirtió en al- ble que, en Jesucristo, Dios nos ha mostrado su rostro humano. Y
go natural. Luego, en el siglo VIII, en el cristianismo oriental sur- que podemos mirarlo sin tener que esconder nuestro propio ros-
gió el movimiento contrario. Grupos fanáticos intentaron elimi- tro -como todavía tenían que hacer los ángeles según Isaías- del
nar a la fuerza todas las imágenes. Algunos iconos muy venerados infinito resplandor de Dios.
encontraron acogida en Italia. Pero el movimiento iconoclasta De todos modos, lo esencial de las reliquias no radica en si, en
fracasó; y en adelante, precisamente en el cristianismo oriental, realidad, son auténticas o no. Ya a la gente del Medievo eso le in-
las imágenes fueron veneradas de manera especial. Ya la realiza- teresaba sólo de forma marginal. La clave de las reliquias es que,
ción de un icono es algo más que un mero proceso técnico o ar- en ellas, el Dios encarnado se hace experimentable por los senti-
tístico. El icono es «escrito» por un devoto pintor sumergido en dos, de forma verdaderamente corporal. Y así, la reliquia ayuda al
fervorosa oración. Así, Dios interviene ya en el proceso de pintu- orante que se arrodilla ante ella a dar mayor profundidad espiri-
ra. Estos iconos resplandecientes de misterio muestran la presen- tual a su oración y, al mismo tiempo, a dirigirla al mundo concre-
cia de Dios entre los seres humanos. A mí me ha ocurrido eso más to del que la reliquia, sin duda, forma parte.
de una vez: he mirado a los ojos de un icono; allí estaba yo, y allí El 12 de agosto de 1239 se desarrolló en París un espectáculo
estaba Dios. increíble. Se vio al rey de Francia transportar, descalzo y vestido
Se ha encontrado la verdadera efigie de Cristo: esto pudo tan sólo con una larga camisa, un recipiente por las calles de la
leerse en los periódicos hace poco. La historia suena a novela de ciudad. Mucha gente se congregó a lo largo de la ruta que siguió
misterio verídica: en un pueblo de la Italia central, en los Abru- el monarca. Pero éste no tenía ojos más que para el precioso con-
zos, se venera desde hace cuatrocientos años un lienzo de biso32 tenido del recipiente que tan solemnemente llevaba a la capital de
que muestra la imagen de Cristo. Pero el periodista Paul Badde su reino. Era el rey Luis IX, al que más tarde se le daría el sobre-
nombre de «el Santo». Y el objeto de su emocionada veneración
era una reliquia casi inimaginable: la corona de espinas de Cristo,
que el soberano había adquirido en Oriente y que, a la sazón, tra-
32. Tejido amarillento y fino, de características parecidas a las del lino, que se ía a casa a Francia, la «hija mayor de la Iglesia». Esta corona de es-
obtiene a partir de las secreciones de ciertos moluscos [N. del Traductor]. pinas, este objeto tangible y visible, había estado en contacto con
276 MANFRED LÜTZ ARTE Y MÚSICA: LA SENSUALIDAD DE LA VERDAD

el Hijo de Dios, lo había herido y atormentado y era, pues, parte sa obra de arte si nadie podía contemplarla? Esta pregunta habría
del sufrimiento de Cristo, que había abierto a todos los seres hu- sido de todo punto incomprensible para el hombre medieval.
manos el camino hacia la vida eterna junto a Dios. Las gentes del Pues las vidrieras no fueron hechas para ser contempladas con
Medievo vivían de forman más intensa que nosotros, de forma curiosidad por grupos de turistas que, siglos más tarde, caerían
más sensual sobre todo, como magistralmente ha descrito Johan sobre tales templos del arte como enjambres de insectos. Las es-
Huizinga en su célebre obra El otoño de la Edad Media. Y los ha- pléndidas vidrieras fueron realizadas para mayor gloria de Dios y
bitantes de París asistieron en silencio y con el aliento contenido formaban parte de una idea fascinante. Así como el hombre me-
a este conmovedor espectáculo sacro: el señor de la orgullosa dieval experimentaba el mundo terreno con mucha mayor inten-
Francia, a la sazón el monarca más poderoso de Europa, se había sidad que nosotros, así también el otro mundo se le hacía presen-
despojado de todas las insignias de su poder regio y portaba hu- te de manera plástica, como realidad. Y cuando alzaba la mirada
mildemente en persona la corona de espinas de su Señor por las en la Sainte Chapelle y en los grandiosos coros de las catedrales
calles de París. góticas, podía ver con sus ojos espacios que existían en realidad,
pero en los que nunca podría entrar en esta vida terrena, espacios
¿Dónde debía depositar este precioso objeto? ¿Qué lugar ha-
reales de suma magnificencia con maravillosas vidrieras que nin-
bía digno de albergar esta santa reliquia? Sin duda sólo el cielo, de
gún mortal podría nunca contemplar: como el paraíso, del que
ello estaba seguro el rey. Pero él, el señor más poderoso de Fran- tales espacios supuestamente constituían un atisbo terreno. Mas
cia, no disponía de ningún poder sobre el cielo; sólo sobre los se- el paraíso no era sino la visión beatífica de Dios.
res humanos. Y así, ordenó que, ex profeso para la más santa de
todas las coronas, se construyera el cielo sobre la tierra, la más be- Pero ¿de qué manera cabe acrecentar todavía esta impresión
lla iglesia de la época: la Sainte Chapelle en la íle de la Cité, en el paradisíaca? Por supuesto, a través del arte que se mofa de la ma-
corazón de París. Cuando por fin se concluyó la obra, el monar- teria terrena aún más que aquellos milagros de cristal que dejan
ca y toda la corte estaban presentes. Como hechizadas, las masas transparentar el cielo: la música.
populares contemplaron cómo su rey, Luis el Santo, ascendía por
primera vez las escaleras que conducían al más grande relicario
que nunca se ha construido: el milagro de cristal de la Sainte 3. En qué ocupan los ángeles su tiempo libre
Chapelle. Al entrar en este espacio místico, atravesado por la luz
multicolor de la preciosa vidriera que se alzaba hacia el infinito, En el coro de la enorme iglesia abacial de Cluny, en la que un día
el rey se convirtió en parte de un mundo situado más allá de la sí y otro también monjes sin cuento alababan a Dios con enérgi-
realidad terrena. cos cantos gregorianos, espléndidas figuras representaban los
ochos tonos fundamentales de la música. Cada una de estas figu-
La Sainte Chapelle era la representación terrena del otro
ras -realizadas hacia el año 1120- que contemplan extasiadas to-
mundo, creada con todos los refinamientos técnicos a la sazón
do lo terreno muestra un específico temperamento musical. Tres-
disponibles, una fe fervorosa y los medios del arte más elevado.
cientos años más tarde, Melozzo da Forli regalará a la humanidad
Las vidrieras, sobre todo, se realizaron con la máxima perfección sus hermosísimos ángeles musicantes del ábside de la iglesia ro-
artística. En ellas, los relatos sagrados fueron representados ma- mana de Santi Apostoli, unas figuras sensuales y espiritualizadas
gistralmente hasta el último detalle; y estos ostentosos tapices de a un tiempo, llenas de magnífica vitalidad, que hoy contribuyen a
imágenes se extendían hasta el techo de la santa capilla, que flo- la fama mundial de la Pinacoteca Vaticana. Los ángeles son seres
taba hacia el infinito. puramente espirituales y, según una antiquísima creencia, unen
Estos relatos, elaborados con extrema delicadeza y perfección, lo espiritual con lo sensual, el más allá con el más acá, a Dios con
debían parecer grandiosos, allí arriba, en lo alto; pero, en aquella el ser humano. Ángeles son quienes comunican el mensaje de
época, nadie, absolutamente nadie, podía verlos sin prismáticos. Dios a Abrahán, al profeta Elias, a María. El difuso anhelo religio-
¿Qué sentido, pues, tenía aquello? ¿Para qué realizar la más excel-
278 MANFRED LÜTZ ARTE Y MÚSICA: LA SENSUALIDAD DE LA VERDAD 27V

so del hombre actual ha redescubierto a los ángeles, que ayudan y el coro piden que no haya aplausos». Este texto fue leído en un
a los seres humanos y, al mismo tiempo, están vueltos hacia Dios tono sereno en unos diez idiomas distintos. Luego, comenzó el
con todas sus fuerzas. Nunca se ha podido imaginar esto sino a Réquiem. Quien lo conozca comprenderá hasta qué punto me
través de la idea de que, ante el rostro de Dios, los ángeles inter- conmovió.
pretan música. Su entusiasmo por Dios se transmuta en música, Y llegó el final. Silencio. La Ópera de Roma parecía contener
pues también la música puede suscitar el entusiasmo por Dios. la respiración. Nadie se movió. La gente sólo sentía una irrefrena-
Así, este libro ha de concluir necesariamente hablando de ble necesidad: relajar la tensión aplaudiendo. Pero no se podía.
música. Todo el mundo seguía en su sitio como hechizado. Nadie se le-
La película alemana del año 2006 fue La vida de los otros. vantó. El director abandonó el estrado sin dirigir siquiera una
Se trata de una cinta conmovedora que muestra la transforma- mirada al público. El coro y la orquesta salieron del escenario a
ción en buena persona de un agente de la Stasi (abreviatura de paso lento y en completo silencio. El público permanecía senta-
Staatssichersheitsdienst, el Servicio de Seguridad del Estado en la do. Sólo poco a poco se fue levantando alguna persona, y luego
República Democrática de Alemania), fiel a la línea del partido. El otras. Por último, la gente se dirigió dubitativa y silenciosa, como
cambio decisivo se produce cuando dicho funcionario, por lo de- en trance, al guardarropa. También yo me levanté, del todo con-
más siempre tan auto-controlado y correcto, mientras escucha a su movido por la música. Nunca más he vuelto a vivir algo semejan-
inadvertida víctima, oye sonar música. El espiado dramaturgo es- te. Durante semanas seguí oyendo en mi cabeza el Réquiem de
tá tocando el piano, y de los ojos del brillante actor Ulrich Mühe Verdi, y a muchos otros espectadores les ocurriría algo análogo.
corren con toda lentitud las lágrimas. A partir de este momento, Creo que tamaña impresión tuvo que ver con el hecho de que,
no sirve ya para su inhumano trabajo. Se convierte en ángel custo- aquel Viernes Santo, el Réquiem de Giuseppe Verdi no se interpre-
dio de su víctima. El director de la película, Florian Henckel von tó en la Ópera de Roma, a diferencia de lo que suele ser habitual,
Donnersmarck, ha confesado que la idea de la película se la su- con el fin de obtener el justificado aplauso del público, sino que
girió una cita de Lenin, quien dijo lo siguiente sobre la sonata yo y probablemente todos los demás asistentes tuvimos la impre-
Appassionata de Beethoven: «No puedo oírla; de lo contrario, nun- sión de que esta espléndida música ascendía directamente a Dios
desde la tan mundana Ópera de Roma. Y nosotros habíamos sido
ca terminaría la revolución». Una idea poderosa, que sostiene todo
testigos de ello.
el sensible largometraje. En él, la música no eleva de cualquier mo-
do al ser humano a una altura cualquiera. No, aquí la música ele- En la actualidad hay gente que se queja de que las iglesias a
va al ser humano a un grado mayor de humanidad -lo cual en es- menudo ya sólo se utilizan como salas de conciertos. Pero lo que
te mundo, como ya sabía Kant, no conduce precisamente al éxito. allí acontece, cuando acontece dignamente, no dista demasiado
En la Alemania Oriental, el monstruo convertido en ser humano del servicio que los ángeles prestan a Dios por toda la eternidad.
es destinado a los trabajos más estúpidos; luego, en la Alemania Johann Sebastian Bach nos ha legado una obra musical que,
Occidental se ve obligado a repartir revistas. Una existencia fraca- desde una fe profunda, traduce como pocas otras el cristianismo
sada, por decirlo así. Pero al final de la película, también el espec- en música. Aquel a quien el Dios de los ateos no le diga nada,
tador desearía seguir el camino abierto por la música. aquel que haya dejado atrás al Dios de maestros y profesores y al
Dios de los científicos, aquel a quien el Dios de los filósofos sea
Hace años quise escuchar el Réquiem de Verdi por primera incapaz de darle una repuesta viva, puede experimentar de ver-
vez en mi vida. Era Viernes Santo, y Georges Pretre - u n célebre dad al Dios de Nuestro Señor Jesucristo en la imponente Pasión
director de orquesta francés- iba a dirigirlo en la Ópera de Roma. según San Mateo y en la apasionada Pasión según San Juan del or-
El mundano público de Roma llenaba los anfiteatros. La luz se ganista y director de coro de la iglesia del apóstol Tomás de
atenuó, y en ese momento ocurrió algo extraño. A través de los al- Leipzig. Quien haya sufrido, quien haya conocido la falta de sen-
tavoces se oyó el siguiente anuncio: «Hoy es Viernes Santo, el día tido o la desesperación, puede experimentar en la Pasión según
de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. El director, la orquesta
MANFRED LÜTZ ARTE Y MÚSICA: LA SENSUALIDAD DE LA VERDAD 281
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San Mateo -con toda la emotividad y directa plasticidad de que sa. Pues llegará un día en que no habrá ya nadie capaz de recor-
era capaz aquella época- a un Dios que ha compartido y compar- dar, y ese día será también el final de todo pasado. Entonces, tú,
te todo eso y, sin embargo, a través de semejante oscuridad, nos querido lector, y yo, el autor de este libro, no habremos existido.
guía vigorosamente, pero con mano suave, hacia la luz redentora: Porque ya no habrá nadie para el que algo exista o haya existido.
O Haupt voll Blut und Wunden, voll Schmerz und voller Hohn, o Una idea apenas concebible. Mas entonces tampoco habrá existi-
Haupt, zum Spott gebunden mit einer Dornkron, o Haupt, sonst do Bach, ni Mozart, ni ninguno de los demás titanes que han aco-
schón gekronet mit hochster Ehr und Zier, jetzt aber frech verhóh- metido obras excepcionales. Pero ¿te resulta posible, querido lec-
net: gegrüfiest seist du mir [¡Oh cabeza lacerada y herida, llena de tor, imaginar que esta música dejará de existir un día, que tam-
dolor y escarnio! ¡Oh cabeza rodeada, para burla, de una corona bién lo que ella suscita no es más que un error controlado por
de espinas! ¡Oh cabeza otrora adornada con elevados honores y hormonas y que desaparecerá por siempre? Sólo si existe Dios,
agasajos y ahora grandemente ultrajada! ¡Yo te saludo!33]. Y, a par- «no quedará palabra sin decir, ni dolor por padecer, ni alegría por
tir de la adoración, el canto se convierte en plegaria existencial: experimentar». De esta prueba de la existencia de Dios afirma
Wenn ich einmal solí scheiden, so scheide nicht von mir. Wenn ich Robert Spaemann que es resistente a Nietzsche, quien afirmó:
den Tod solí leiden, so tritt du dann herfür. Wenn mir am aller- «Me temo que no nos libraremos de Dios, porque todavía cree-
bangsten wird um das Herze sein, so reifí mich aus den Ángsten mos en la gramática».
kraft deiner Angst und Pein [Cuando yo haya de partir, ¡no te ale- La música no puede apresarse materialmente: no consiste en
jes de mí! Cuando tenga que sufrir las angustias de la muerte, la partitura, a no ser que se confunda la carta del restaurante con
¡permanece a mi lado! Cuando mi corazón esté oprimido, ¡libé- el menú que se sirve en el plato. La música es la prueba existen-
rame de mi angustia por tu dolor y tu pena!]. cial de que existe algo inmaterial y de que ese algo puede perfec-
El gran teólogo evangélico Karl Barth dijo en una ocasión que tamente ser y perdurar. Con frecuencia atribuimos al mundo más
estaba convencido de de que los ángeles, en sus horas de servicio, eternidad de la que le corresponde: al telediario, por ejemplo, que
interpretaban a Bach. Sin embargo, en su tiempo libre, tocarían, a en realidad nunca más existirá para nosotros después del día de
buen seguro, a Mozart. El genio de Mozart logró expresar de ma- nuestra muerte. Pero, a decir verdad, la eternidad no la tocamos
nera arrebatadora en su música el desbordante deseo de esta vida en el noticiario, sino en el amor realmente vivido y existencial al
terrena, así como la inquebrantable esperanza en una vida eterna prójimo, así como en la música realmente vivida, que trasciende
junto a Dios. El compositor de las arias del alegre y vitalista Papa- toda compresión y conmueve. Y esta eternidad perdura.
geno escribió asimismo el «Laúdate Dominum» de sus Vesperae Aquel a quien los argumentos, en último término, le digan
solemnes de confessore, que difícilmente dejará impasible a alguien poco y al final de su inquieta vida escuche música que le conmue-
y que eleva el alma hacia Dios. Al final de su vida, Mozart compu- va, por ejemplo, el segundo movimiento de la Sinfonía Pastoral de
so también un conmovedor Réquiem, que, tan inconcluso como él Beethoven, la restauradora calma tras la tormenta, puede pregun-
mismo, iba a convertirse en su propio réquiem. Pero esta misa de tarse entonces si, antes de su último aliento vital, no le gustaría
difuntos promete en cada nota la segura consumación eterna. ¿Es rezar a Dios, quien ha tenido que esperarle durante tanto tiempo.
posible imaginar que una música así se equivoca? El libro comenzó con el -pagano- lamento fúnebre por Lady
El filósofo Robert Spaemann ha propuesto hace poco una Di. Pocos días después del óbito de Lady Di, falleció en Calcuta la
prueba gramatical de la existencia de Dios34. Si no existiera Dios, Madre Teresa, el Ángel de los Pobres. Unas exequias del todo dis-
ya no se podría decir con propiedad: habrá ocurrido tal o cual co- tintas se retransmitieron al mundo entero. Se veía a las hermanas
de la orden de la Madre Teresa ocuparse de los invitados casi con
alegría. Curiosamente, ni por un momento se tenía la impresión
33. Traducción de Jaime Goyena.
34. En el libro Der letzte Gottesbeweis, Pattloch, München 2007 [N. del
de que sus más estrechas colaboradoras echaran de menos a la
Traductor], Madre Teresa, pues era evidente que estaban seguras de que la
282 MANFRED LÜTZ

fundadora de su orden se encontraba ya junto a Dios y podía ser


invocada para interceder por los vivos. En el tiempo transcurrido
desde entonces, esa intercesión ha ayudado a muchas personas.
El punto álgido de estas honras fúnebres fue, por supuesto, la
santa misa. En cada celebración de la eucaristía, el sacerdote con-
grega en torno al altar de forma expresa a todos los ángeles y san-
tos: la eterna liturgia celestial y la celebración terrena se entrela-
zan en un momento. Y cuando la misa es especialmente solemne,
Epílogo
se canta. Una misa así, cantada, en una catedral gótica es un es-
pectáculo integral de verdad. Pues lo que uno oye lo ve ahí delan-
te al mismo tiempo: una imagen del cielo. Pero la cima de la fe
cristiana no es la emoción estética que puede experimentarse en
una misa en la Sainte Chapelle. La Madre Teresa dijo en una oca-
sión: «No sé exactamente cómo será el cielo, pero sí que sé que,
cuando muramos y llegue el momento en que Dios nos juzgue,
no nos preguntará: ¿Cuántas cosas buenas has hecho en tu vida?
E STE libro es una obra muy subjetiva, ya que el tema «Dios»
representa un desafío del todo personal para cada ser hu-
mano. Así, personas diferentes, si tuvieran que escribir
una obra, por ejemplo, sobre las águilas, llegarían a resultados
Más bien nos preguntará: ¿Con cuánto amor has hecho lo que has muy parecidos. Sin embargo, si esas mismas personas, tuvieran
hecho?». Y en otra ocasión dijo: «Es importante encontrar a Dios. que escribir sobre Dios, cada una de ellas elaboraría, a buen segu-
Y no es posible encontrarlo en medio del ruido y el desasosiego. ro, un libro por completo distinto. De ahí que nada tenga de ex-
Dios es amigo de la quietud. Mira cómo la naturaleza crece que- traño que, en el presente libro, cada lector eche en falta determi-
damente: los árboles, las flores, la hierba. Mira las estrellas, la nados aspectos y considere que a otros se les ha dado demasiada
Luna y el Sol, mira cómo trazan sus órbitas en silencio. Necesita- importancia.
mos quietud para ser capaces de tocar las almas...». A algunos no sólo les escandalizará el contenido, sino también
la forma. En alemán, lo habitual es hablar y escribir en serio sobre
los temas serios. Todo lo demás es, en el mejor de los casos, caba-
ret; en el caso intermedio, monólogo humorístico; y en el peor de
los casos, discurso de carnaval. En el mundo anglosajón, las cosas
son muy distintas. Allí, la gente está acostumbrada a hablar de for-
ma natural con humor también de temas muy serios. Y confieso
que, como renano y, por tanto, oriundo de una región que duran-
te breve tiempo estuvo bajo ocupación británica, me siento cerca-
no a la mentalidad anglosajona. Puesto que enseguida me canso
en las conferencias serias sobre temas serios, a mí mismo se me
ocurren sin cesar durante mis conferencias profundas cosas super-
ficiales que voy intercalando. De esta suerte, logro mantenerme
despierto -y mantener despierto a mi público- incluso en las con-
ferencias serias. Por lo que respecta al tema Dios, en realidad con-
sideraba imposible conservar este estilo informal. Pero luego, de
algún modo, la cosa cuajó por sí sola. Así pues, el presente libro no
es para personas a las que esto desconcierte en exceso.
284 MANFRED LÜTZ EPÍLOGO 285

En el carnaval de Colonia hay un personaje llamado de Tróót, ciones en solitarios sótanos-bar, merecen, sin duda, agradeci-
el trombonista. Un hombre sale al escenario con una tuba enor- miento y respeto.
me y explica de forma prolija que quiere tocar ahora este instru-
Y permítaseme también decir aún una palabra en relación
mento y cómo lo va a llevar a cabo exactamente y por qué no es
con la vetula, la viejecita de santo Tomás de Aquino. Por supues-
posible hacerlo en este momento. Después de veinte divertidos
to, este concepto histórico no es utilizado aquí con intención se-
minutos, este personaje abandona el escenario... sin haber emiti- xista alguna, sino de forma respetuosa y con todo cariño.
do ni una sola nota. A este libro le falta semejante «meta-nivel»:
he renunciado de propósito a escribir una sola palabra sobre có- A la inversa, desde la otra parte podría reprochárseme haber
m o debería interpelar uno a «los hombres de hoy»... mostrado demasiado respeto por los ateos. Pero tengo tantos
buenos amigos ateos que reflexionan sobre la vida y viven de una
Por último, permítaseme aclarar que, cuando hablo de «la forma desinteresada que soy incapaz de hablar sobre el ateísmo
Iglesia», rae refiero, por regla general, a la Iglesia católica, a la que desde una perspectiva meramente teórica.
pertenezco y que, por tanto, es la que mejor conozco. Mis nume-
rosos y buenos amigos protestantes compartirán, sin duda, mu- Además, quiero mostrar mi agradecimiento a las personas
cho de lo que he escrito aquí. Debo disculparme ante «los teólo- que han corregido el borrador y a las que este libro debe algunas
gos». En algunos pasajes han sido criticados de manera demasia- mejoras. Me gustaría mencionar en especial al catedrático de his-
do generalizada. Sólo me he permitido tales críticas porque yo toria de la ciencia Ernst-Peter Fischer, a los catedráticos de filoso-
mismo soy uno de ellos. También en mi libro anterior, Lefeeusiusí, fía Robert Spaemann y Jorg Splett, a los catedráticos de teología
me burlo de los directores médicos; y eso sólo puedo hacerlo sin Wilhelm Breuning, Wendelin Koch, Hans Waldenfels, Betram
embarazo porque yo mismo lo soy. Pero si el humor es la capaci- Stubenrauch y Michael Schulz y a muchos otros. Todos han con-
dad de cuestionarse a uno mismo, eso es bueno tanto para los tribuido a que el libro, a pesar de su estilo informal, no contenga
médicos como para los teólogos. Pues los médicos que conside- -eso espero- ninguna falsedad. Sin embargo, he procurado rigu-
ran infalibles sus diagnósticos una vez que han sido formulados rosamente no utilizar en ningún momento lenguaje de teólogos.
son un peligro para sus pacientes; y los teólogos que se las dan sin Para los propios teólogos, eso puede resultar en ocasiones des-
más de «consejeros privados de Dios», tal como Walter Kasper los concertante. El profesor que dirigió mi trabajo de bachiller en
caricaturizó en una ocasión, y hablan sin ton ni son como si ellos teología, el catedrático Wilhelm Breuning, me dijo sobre el a ve-
mismos fueran el buen Dios en persona fundan, como mucho, ces campechano estilo: «En algunos pasajes he tenido que hacer
sectas y no ayudan a nadie. de tripas corazón, pero una vez superado eso...». Se lo agradezco
a los teólogos -para provecho, confío, del benévolo lector.
En la actualidad, la teología se ha convertido en una laborio-
sa disciplina. La opinión pública prefiere a los personajes extrava-
gantes que gritan: «Escándalo», y no se cansan de leer la cartilla a
Al final del todo vuelve a asaltarme la preocupación de que al-
su propia Iglesia. Los cientos de teólogos honestos que realizan su guien pueda tomar las innegables deficiencias de este libro como
trabajo con diligencia y a un alto nivel para hacer, con la luz de la motivo para abandonar definitivamente la búsqueda de Dios.
razón, comprensible la fe a los hombres de hoy y transmitir el Ante tal posibilidad, lo único que puedo hacer es asegura una vez
precioso depósito de la fe apenas gozan de consideración. Hasta más que la presente obra es un intento muy subjetivo. Hay mu-
ayer mismo han seguido elaborando interesantes teologías, a las chos otros y, a buen seguro, mejores...
que también el presente libro -aunque en él no hayan podido ser
desarrolladas explícitamente- debe mucho. Estos teólogos, así co-
m o los numerosos profesores de religión que ponen en práctica
todo eso «en el frente» y que en modo alguno traman conspira-

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