DIARIO DE NAVARRA

DOMINGO, 11 DE ABRIL DE 2010

La Semana Navarra
Reportaje 13
DIARIO DE NAVARRA VISITA DOS DE
Las ganaderías LAS GANADERÍAS, JANDILLA Y PE-
ÑAJARA, QUE ACUDIRÁN DURANTE
que vendrán en San LOS PRÓXIMOS SANFERMINES A
PAMPLONA. LAS CONTINUAS LLU-

Fermín han pasado un VIAS HAN MODIFICADO EL HABITUAL

DÍA A DÍA EN LAS FINCAS DE ANDA-

invierno muy lluvioso LUCÍA Y EL INVIERNO HA SIDO DIFÍCIL.

TEXTO MARIANO PASCAL FOTOGRAFÍAS GORKA
AZPILICUETA & ARSENIO RAMÍREZ / M.P.

Uno de los toros de Peñajara que descansa, por el momento, en la finca de la ganadería.

Peñajara, en el año de la lluvia

L
LUEVE, llueve a ma-
res sobre la Dehesa
Peñajara. Cuentan
que el 15 de diciembre
empezó a llover y po-
cos son los días que ha parado. Jo-
sé Rufino se inquieta, escucha el
ruido del aguacero que golpea
fuerte contra el tejado y mira por
la ventana. “Hacía muchos años
que no llovía así, casi desde los se-
senta”. El ganadero, más de me-
tro ochenta, pelo plateado, es un
conversador de registros tan am-
plios como sus 78 años.
En la dehesa, la lluvia ha con-
vertido el inocente arroyo que se-
para el caserío de los cerrados en
un torrente de agua brava. Llegar
hasta la zona de los toros parece
tarea complicada. José Rufino no
vemayorproblema.Perteneceala
cuarta generación de ganaderos
en la familia. Es el propietario de
Peñajara desde hace 15 años y pa-
ra él conducir un todoterreno en-
tre el barro o pasar una avenida de
agua de cuatro metros, no son in-
conveniente.
Traslacortinadeaguacomien-
zan a distinguirse los toros. A pri-
mera vista sus colores llaman la
atención. Sólo en el primer cerra-
do hay toros con cuatro o cinco pe-
lajes. Es como si la lámina sobre
pintas del toro de lidia que dibujó
Fernando Redón hubiese tomado
vida. Los hay negros, colorados,
castaños, berrendos o sardos, ca-
da uno con sus matices. Pocas ve-
ces los toros entran por la vista de
ese modo. Conforme atisban la
presencia del coche se van reple-
gando, pero la curiosidad les mue-
ve a seguir mirando.
La lluvia tiene a los bureles em-
papados. Están encogidos y el frío
parece tenerlos aletargados. Las
tareas de campo llevan paraliza-
dasvariosdías.Lahierba,habitual
en la dehesa en esta época del año,
ha pasado a segundo plano oculta
entre el barro y los constantes ria-
chuelos de agua marrón. Pese a
unaligeracapadebarroquenoles
cubre más allá de las pezuñas, la
presencia de los bichos resulta es-
pectacular. Son toros de amplio
pecho, cabeza ofensiva y una fuer-
teculataquelesotorgaunseriore-
mate. Son “unos tíos”. Y el espectá-
culo se repite en varios de los ce-
rrados. Las corridas tienen que
estar rematadas para el mes de
septiembre, antes del invierno,
afirma el ganadero explicando el
caso.
Es difícil saber qué toros acudi-
rán a la cita pamplonesa, pues el
secreto queda entre criador y em-
presa, y porque la uniformidad en
el trapío es nota común en veinte o
treinta de ellos. Pamplona se ha
portado muy bien conmigo, tiene
abierta la totalidad de la camada,
sentencia Rufino. Los toros se en-
cuentran dispuestos en siete u
ocho cerrados que dan a un corre-
derocomún,ellugardondesonsa-
cados a ejercitarse con regulari-
dad.Enunodeellostodoslostoros
son negros, algo llamativo entre
tanto toro salpicado de colores.
La sensación de pujanza no ter-
mina en los toros. Los novillos que
están un poco más lejos, pacen
juntos un amplio cerrado. Sus ca-
bezas, sin fundas que oculten los
pitones, dan un respeto pavoroso.
Lo astifino de sus cuernas pondría
nervioso a cualquier lidiador y la
mirada o presencia de alguno de
ellos es la de auténticos toros. Sólo
elguarismo“7”enlapartedelante-
ra delata su edad. Son toros en for-
mación y que prometen aumentar
el físico llegado el año que viene.
Inquietos, pese al frío y la lluvia, al-
guno ha recibido mas estopa de la
cuentaporpartedesushermanos.
El perro de la finca, un pacífico
labrador negro que ha acompaña-
do al coche entre todos los toros y
novillos, decide detenerse. La can-
cela del cerrado donde se ha aden-
trado el todoterreno le inspira un
serio respeto. Y es que allí se en-
cuentran las vacas de vientre, mu-
chas con becerros de pocas sema-
nas. Los mamones están ateridos
por el frío y se arriman unos a
otros para darse calor. Las vacas
los amparan ante la presencia del
automóvil e interpretan cualquier
movimiento como amenaza. Los
toros herrados este año, los que
vanalidiarseen2014,seránsuper-
viventes. Habrán nacido en el in-
viernomásduroqueserecuerdaa
vuelta de siglo.

fermines del año pasado, pero su recuerdo
le emociona.
¿Cómo va desarrollándose el año gana-
dero?
Está resultando complicado. Comenza-
mos el invierno arrastrando los coletazos
de dos años de sequía hasta que el quince
de diciembre se puso a llover. El problema
es que desde ese día no a parado de llover, y
se ha hecho duro para los animales. De to-
dos modos la sequía que arratraba media
España sólo podía solucionarse con un ci-
clo de agua como el que estamos viviendo.
¿Afectará esto a los toros?
Si llegado julio no ha parado de llover ten-
dremos que ir a buscar el arca Noé, porque
sería el segundo diluvio universal. Lo nor-
mal es que llegado el mes de marzo empie-
ce a hacer buen tiempo, y todavía faltarán
cuatro meses para San Fermín. La corrida
de Sevilla, que es a finales de abril, llegará
“
sin problemas. Los mayores inconvenien-
tes estuvieron con las ferias de Valencia y
Castellón. Normalmente en casa a estas al-
turas tendríamos dieciséis o dicisiete to-
ros que valiesen para Valencia y este año
vamos a tener sólo ocho y no tendremos
dónde elegir.
¿Cómo son para un ganadero los Sanfer-
mines?
Lo que he hecho ha sido continuar la tradi-
ción de Juan Pedro Domecq y Díez, mi pa-
dre. Mi padre lidió muchísimo en Sanfer-
mines durante los años cincuenta y sesen-
ta, y raro era el año que no acudía. Yo
todavía no le he alcanzado su número de
participaciones. Con los años la experien-
cia te dice qué tipo de toro quiere cada pla-
za, y como el de Pamplona está muy defini-
do cada otoño sabemos si tenemos toros o
no para acudir.
Una plaza que tiene el público de la tarde,
pero también el de la mañana
Sí, por su puesto. Yo ahora sólo veo los en-
cierros por la televisión, porque se ven mu-
cho mejor y porque así paso menos ner-
vios. A mi edad, sé del riesgo que tienen los
toros y en ocasiones la muchedumbre, no
los mozos, hacen todo a favor de que se
vuelva el toro. En la televisión a los diez mi-
nutos de terminar sabes qué punto de gra-
vedad ha tenido cada encierro.
¿Y el año pasado?
“El problema es que se El año pasado me llevé un disgusto tre-
puso a llover el 15 de mendo, cuando en ése accidente falleció
diciembre y no ha parado” un navarro muy parecido a mí. El hijo de
un navarro que iba todos los años a correr
el encierro. Un navarro que se sentía nava-
“Cada otoño sabemos si rro aunque viviese fuera y cuya familia nos
tendremos toros para dio una lección a todos con sus reacciones.
Pamplona, es un tipo Las declaraciones que hizo el padre de Da-
muy definido” niel Jimeno tras la muerte de su hijo me
sirvieron casi de ejercicios espirituales.