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Reino K'iche' de Q'umarkaj

Inicios del siglo 13-1524

Territorio del reino K'iche'

Capital Q'umarkaj (Utatlán)

Idioma oficial K'iche'

Gobierno Monarquía

ajpop

• ~1225–~1250 B'alam Kitze

• ~1250–1275 K'ok'oja

• ~1275–~1300 Tz'ikin

• ~1300–~1325 Ajkan

• ~1325–~1350 K'okaib'

• ~1350–~1375 K'onache

• ~1375–~1400 K'otuja
• ~1400–~1435 Q'uq'umatz

• ~1435–~1475 K'iq'ab'

• ~1475–~1500 Vahxak' i-Kaam

• ~1500–1524 Oxib-Keh

Período histórico Civilización Maya período posclásico

• Establecimiento Inicios del siglo 13

• Disolución Conquista de 1524

El Reino K'iche' era un estado en el altiplano de Guatemala, establecido por los


Maya k'iche' a inicios del siglo trece. En el siglo 15 el reino K'iche' se había
desarrollado en uno de los estados más poderosos de Mesoamérica en el período
posclásico. En 1524 fue conquistado por las fuerzas aliadas de los españoles,
nahuas y kaqchiqueles bajo el mando de Pedro de Alvarado.

El poder del Reino K'iche' tuve su auge durante el reinado de K'iq'ab, quién
gobernaba desde el pueblo fortificado de Q'umarkaj. Durante su reinado, los k'iche'
subyugaron otros pueblos Mayas como los tz'utujiles, kaqchiqueles y mames, así
como el pueblo nahua pipil. Controlaron extensas áreas en el altiplano, la costa
sur de Guatemala, así como áreas en el sur-occidente de México.

Fuentes históricas
La historia del Reino K'iche' se describe en una serie de documentos escritos en la
época colonial en distintos idiomas indígenas tales como el quiché clásico y el
kaqchikel, y posteriormente traducidos al español. Incluyen a fuentes importantes
como el Popol Vuh y el Título de Totonicapán que, además de la mitología k'iche',
también contienen una historia y genealogía de los linajes. La información
contenido en estos documentos puede ser comparada y corroborada con otros
documentos como los Anales de los Cakchiqueles que narra la historia de los
kaqchikeles, los antiguos vasallos y posteriormente los enemigos de los k'iche's.
Un número de otros manuscritos tales como los títulos de Sacapulas, de C'oyoi,
de Nijaib, y de Tamub, recuentan la historia de los k'iche's desde el punto de vista
de los diferentes linajes k'iche'. Otras fuentes históricas incluyen a documentos
escritos por los conquistadores españoles y eclesiásticos, así como documentos
de la administración colonial.

Historia
Mapa del sur de Guatemala en el período Posclásico mostrando la ubicación de
importantes centros urbanos k'iche' (en negro) y otros grupos étnicos (en blanco)

Origen

Aunque los k'iche's establecieron su presencia en el altiplano de Guatemala desde


600 a.C., la historia documentada de los k'iche's empieza alrededor de 1200 d.C.,
con la llegada de un pueblo invasor proveniente de la costa del Golfo de México,
penetrando en las tierras altas vía la cuenca del río La Pasión. En los documentos
históricos, estos invasores son denominados los "ancestros" de los k'iche's, ya que
fundaron los tres linajes gobernantes del Reino K'iche'.

Los invasores eran compuestos de siete clanes o linajes: los tres linajes k'iche's
(los nima k'iche', los tamub y los ilok'ab), los ancestros de los pueblos kaqchikel,
rabinal, tz'utujil, y un séptimo linaje llamado tepew yaqui.

No se sabe mucho sobre el origen étnico de los invasores: Fuentes etnohistóricas


afirman que fueron llamados yaquis, es decir que hablaban náhuatl, y que
inicialmente no pudieron comunicarse con los indígenas k'iche' que encontraron
cuando llegaron en el altiplano. Thompson piensa que se trata comerciantes
Putún. Sin embargo, Carmack (1968) afirma que no llegaron como comerciantes,
sino como conquistadores. También es de la opinión de que eran probablemente
oradores bilingües en náhuatl y maya chontal, y que fueron influenciados por la
cultura tolteca.1 2

Fundación (ca. 1225 - 1400)

Ahpop del Reino K'iche'

(reinados por generaciónes)

B'alam Kitze ~1225–~1250


K'ok'oja ~1250–~1275

E, Tz'ikin ~1275–~1300

Ajkan ~1300–~1325

K'okaib' ~1325–~1350

K'onache ~1350–~1375

K'otuja ~1375–~1400

Quq'kumatz ~1400–~1435

K'iq'ab' ~1435–~1475

Vahxak' i-Kaam ~1475–~1500

Oxib-Keh ~1500–1524

Los "ancestros" conquistaron a los pueblos indígenas del altiplano y fundaron su


capital en Jakawitz, probablemente situado en el valle de Chujuyup.3 Durante ese
período, los clanes kaqchikel, rabinal y tz'utujil eran aliados de los k'iche's y
subordinados a ellos. En estos días los idiomas de los cuatro pueblos eran muy
parecidos. Sin embargo, mientras el contacto entre los clanes disminuyó y
finalmente se convirtió en enemistad, los idiomas se desarrollaron en diferentes
direcciones, lo que resultó en las distintas lenguas que se observan en la
actualidad.4

El clan de los k'iche's era compuesta de tres linajes: k'iche', tamub y ilok'ab. Cada
linaje tenía una función diferente. Los nima k'iche's eran la clase gobernante, los
tamubs eran probablemente los comerciantes, y los ilok'abs eran los guerreros.
Cada linaje era dividida en sublinajes, que también tenían sus funciones
específicas. Los sublinajes k'iche' eran ajaw k'iche' , kaweq, nijaib y sakiq. Los
tamubs eran compuestos por ekoamak' y kakoj, los ilok'abs por los sublinajes siq'a
y wanija.

Después del establecimiento de Jakawitz durante el reinado de Kitze B'alam, los


k'iche's, ahora gobernado por Tz'ikin, expandieron su terriorio hacia Rabinal y
subyugaron los poqomames con la ayuda de los kaqchikeles.

Luego se dirigieron al suroeste para fundar Pismachi' donde construyeron un gran


centro ritual. K'oqaib y K'onache gobernaron desde Pismachi', pero surgieron
conflictos internos entre los linajes y, finalmente el clan de los ilok'ab salió de
Pismachi' para asentarse en un pueblo cercano llamado Mukwitz Chilok'ab.
Durante el reinado del ajpop ("hombre de la alfombra" - el título del rey K'iche)
K'otuja, los ilok'abs se rebelaron contra el liderazgo de los nima k'iche' y fueron
derrotados. K'otuja logró la expansión de la influencia de los k'iche's y fortaleció el
control político sobre los kaqchikeles y tz'utujiles con matrimonios entre miembros
de su linaje y líderes de los linajes gobernantes de ambos pueblos.

Q'uq'umatz y K'iq'ab (ca. 1400 - 1475)

Durante el reinado de Q'uq'umatz -el hijo de K'otuja- los nima k'iche' salieron de
Pismachi' y se asentaron en un lugar cercano llamado Q'umarkaj ("lugar de la
caña vieja"). Q'uq'umatz era conocido como un gran rey nahual de los k'iche's y
según se dice era capaz de transformarse en serpientes, águilas, jaguares, y
podía volar en el cielo o visitar el inframundo Xibalbá.

El altiplano de Guatemala, centro del extenso reino K'iche'.

Durante su reinado hubo una importante expansión del reino. Con la ayuda de los
kaqchikeles logró la expansión del territorio k'iche' hacia el norte donde
subyugaron el pueblo k'oja.5 Para fortalecer su control político sobre los k'oja,
Q'uq'umatz mando su hija en casamiento al rey k'oja. Sin embargo, él la mató y
Q'uq'umatz se comprometió a destruir su yerno y salió con un ejército de sólo 400
guerreros. Q'uq'umatz fue muerto en esa batalla y su hijo K'iq'ab le sucedió como
rey de los k'iche's. Su primera acción fue la venganza de su padre. Su ejército
arrasó la ciudad k'oja, mató a su líder y capturó a su hijo. Durante esta misma
campaña, las fuerzas de K'iq'ab conquistaron los pueblos alrededor de Sacapulas
y subyugaron a los Mames en Zaculeu.6 La expansión del Reino K'iche' continuó
hacia el suroccidente, ganando control sobre el valle de Antigua y la costa del
Pacífico en Escuintla, donde los k'iche's invadieron el territorio de los pipiles.

Alrededor de 1470 se dio una importante rebelión contra el liderazgo de K'iq'ab, la


que fue instigada por sus propios hijos que se aliaron con guerreros descontentos
por la falta de privilegios. Tuvo lugar durante una gran fiesta celebrada en
Q'umarkaj. Aunque muchos nobles y funcionarios perdieron la vida durante la
rebelión, K'iq'ab supo sobrevivirla. No obstante, se vio obligado a otorgar nuevos
privilegios a la clase guerrera, tuve que compartir sus riquezas con sus hijos, y
perdió mucho de su poder político. La rebelión también causó la ruptura definitiva
entre los k'iche's y los kaqchikeles que salieron de Chaviar (hasta entonces la
capital kaqchikel y ahora conocido como Chichicastenango, o Chwila en idioma
k'iche') y fundarón su nueva capital en Iximché.

Declino y conquista

En el período después de la muerte de K'iq'ab, los k'iche's se vieron


continuamente envueltos en guerras contra los kaqchikeles, tz'utujiles, rabinales, y
pipiles. Bajo la dirección de Tepepul los k'iche' trataron de lanzar un ataque
sorpresa contra los kaqchikeles en Iximché, cuyos habitantes se vieron debilitados
a causa de una hambruna. Los kaqchikeles fueron avisados del ataque y
derrotaron netamente al ejército k'iche". Los ataques constantes continuaron hasta
una tregua instable en 1522.

A pesar de que los k'iche's también lograron algunos éxitos militares en este
período, como la sumisión de los rabinal y la de los pueblos en la región de la
costa del Pacífico de Chiapas (Soconusco), los k'iche's no alcanzaron más el
mismo nivel de hegemonía que tuvieron anteriorment.

Desde alrededor de 1495 el imperio azteca, que era entonces en su apogeo en el


centro de México, comenzó afirmando su influencia en la costa del Pacífico y el
altiplano de Guatemala. Durante el reinado del rey azteca Ahuitzotl la provincia de
Soconusco en Chiapas, que estaba pagando tributos a los k'iche's, fue
conquistada por los aztecas. Cuando comerciantes azteca "pochteca" visitaron a
Q'umarkaj, el rey k'iche' Wuqub' Noj estaba tan enojado por la pérdida de
Soconusco que les ordenó a abandonar su reino para nunca más volver en
territorio k'iche'. Sin embargo, en 1510, cuando emisarios de Moctezuma II se
presentaron en Q'umarkaj para exigir la sumisión de los k'iche's y el pago de
tributos, los k'iche's se vieron obligados a aceptar el vasallaje a los aztecas. De
1510 a 1521 aumentó la influencia azteca sobre Q'umarkaj. El rey k'iche' Wuqub'
Noj se vio obligado a casarse con dos hijas del gobernante azteca, volviendo a ser
su yerno y afirmando así la supremacía azteca. Es también durante ese período
que Q'umarkaj era mejor conocido como Utatlán, la traducción en náhuatl del sitio.

En 1521, cuando los aztecas fueron derrotados por los conquistadores españoles,
mandaron mensajeros al gobernante k'iche' avisándole de prepararse para la
guerra contra los españoles. Sin embargo, antes de la llegada de los españoles,
los k'iche's habían sido afectados y debilitados por las enfermedades que los
europeos habían traídos a las Américas. Por otra parte, los kaqchikeles se aliaron
a los españoles en 1520, ya antes de que invadieron al reino K'iche', y pidieron
apoyo contra sus enemigos k'iche'. Hernán Cortés envió mensajeros a Q'umarkaj
exigiendo la sumisión pacífica del reino k'iche' y un cese de las hostilidades contra
los kaqchikeles. Los k'iche's negaron estas demandas y iniciaron las
preparaciones para la guerra.
Estatua de Tekúm Umán en Quetzaltenango.

En 1524 el conquistador Pedro de Alvarado llegó a Guatemala con 135 hombres


montados, 120 soldados y 400 aliados aztecas, tlaxcaltecos y cholultecos.7 8 Poco
después, los kaqchikeles juntaron sus fuerzas a las de Alvarado. Los k'iche's
contaban con una red de informantes que vigilaron los movimientos de las fuerzas
españolas. Cuando el ejército español llegó a la ciudad de Xelaju Noj
(Quetzaltenango), el administrador k'iche' de la ciudad de imediato envió
mensageros a Q'umarkaj. Los k'iche's nombraron a Tekum Uman, un noble de
Chwimeq'ena' (Totonicapán), como comandante de las fuerzas k'iche' para la
batalla contra los españoles y se preparon ritualmente para el enfrentamiento.

Ambos ejércitos chocaron en el valle de Pinal, al sur de Quetzaltenango. En una


intensa y sangriente batalla el ejército k'iche' fue derrotado por las fuerzas
conjuntas de los españoles, aztecos, y kaqchikeles. Tekum Uman y 8400 de sus
guerreros perdieron la vida. Después de haber sufrido varias derrotas posteriores,
los k'iche's ofrecieron su vasallaje a los español y les invitaron a Q'umarkaj. Al
llegar a la capital del Reino K'iche', Alvarado capturó al rey y los nobles de
Q'umarkaj y ordenó quemarlos vivos. Alvarado instaló dos líderes k'iche' menores
como gobernantes títere y continuó con la sumisión de otras comunidades k'iche'
en la zona. Q'umarkaj fue arrasado y nivelado para impedir que los k'iche's
pudieran restablecerse y volver a utilizar el sitio fortificado. La poblacíon
sobreviviente de Q'umarkaj tuvo que trasladarse al pueblo cercano de Santa Cruz
del Quiché.

Organización social
Se estima que la zona de Q'umarkaj tenía una población de aproximadamente
15.000 habitantes en el Posclásico Tardío.9 En términos sociales, la población de
Q'umarkaj era dividida en la nobleza y sus vasallos.10 Los nobles eran conocidos
como los ajaw, mientras que los vasallos eran conocidos como al k'ajol.11 La
nobleza era conformada de los descendientes por línea paterna de los caudillos
fundadores, que parecen haber penetrado al altiplano como conquistadores desde
la costa del Golfo de México alrededor del año 1200, y que perdieron su idioma
original y adoptaron el de sus súbditos.10 12 Los nobles portaban atributos reales y
eran considerados sagrados.10 Sus vasallos sirvieron como soldados y eran
sujetos a las leyes establecidas por la nobleza, aunque pudieran recibir títulos
militares como resultado de sus proezas en el campo de batalla.10 Las divisiones
sociales eran profundas y fueron observadas de forma muy estricta, parecido a las
castas.10 Los comerciantes formaban una clase privilegiada, a pesar de que tenían
obligaciones tributarias frente a la nobleza.10 Además de estas clases, había los
trabajadores rurales y los artesanos.10 La clase más baja era conformada de
esclavos y incluía tanto los criminales condenados y prisioneros de guerra.10

Había 24 linajes (o nimja) importantes en Q'umarkaj,11 todos estrechamente


vinculado a las conglomeraciones de palacios donde la nobleza desempeñaba sus
cargos.13 Nimja, que significa "casa grande" en idioma k'iche', se refiere a los
palacios ocupados por los linajes.14 Sus funciones incluían negociaciones de
matrimonios, banquetes y conferencias ceremoniales.13 Estos linajes eran
estrictamente patrilineal y eran agrupados en cuatro nimja más grandes y
poderosos,14 que eligieron a los gobernantes de Q'umarkaj.11 Hacia la época de la
Conquista, los cuatro nimja gobernantes eran los Kaweq, los Nijaib, los Saqik y los
Ajaw K'iche'.11 Los Kaweq y los Nijaib eran conformados de nueve linajes
principales cada uno, los Ajaw K'iche' eran conformados de cuatro y los Saqik de
dos linajes.14 A la par de eligir el rey y el rey electo, la dinastía gobernante de los
Kaweq también incluía un linaje que eligió los poderosos sacerdotes del templo de
Q'uq'umatz, cuya función secular pudiera haber sido la de servir como
administradores de la ciudad.15

Los Mames

Mam

Población total 640,000

Idioma Mame, Castellano, .

Religión Católica, Evangélica, religión Maya

Los mames son una etnia maya que habita principalmente en el noreste de
Guatemala (617,171)1 y en el sureste de México (23.632).2 El vocablo mame se
deriva del quiché mam que significa padre, abuelo o ancestro. En Guatemala al
igual que en Belice les llaman así a las deidades de la montaña que riegan los
cultivos.

La nación mames
Es muy poco lo que se sabe acerca de la organización política y extensión
territorial de los señoríos mames, durante el posclásico tardío, no obstante el
protagonismo que tuvieron en algunos acontecimientos de la conquista española,
la importancia actual de este grupo y la restauración de que fue objeto uno de sus
centros más notables, conocido con el nombre quiché (k'iche') de Zaculeu.

Historia Prehispánica
Antiguamente, los mames ocupaban una gran parte del Altiplano guatemalteco y
frontera serrana mexicana, y antes de que, en el siglo XIV, se produjera la
expansión territorial de la triple alianza quiché, llegaron a controlar un extenso
territorio que comprendía, además de los actuales Departamentos guatemaltecos
de Huehuetenango y San Marcos, casi la totalidad de los de Totonicapán y
Quetzaltenango; así como los municipios mexicanos de Motozintla, Mazapa de
Madero, Cacahotán, Unión Juárez y Tapachula.

los acontecimientos que provocaron la pérdida de los dos últimos territorios


citados en favor de los quichés, y aquélla proviene de otras fuentes indígenas.
Aparte de eso, se desconocen los detalles de dicha incorporación parcial del
territorio y de los habitantes mames al dominio de sus vecinos.

Parece ser, sin embargo, por lo que indican las fuentes etnográficas, que no todos
los mames abandonaron sus tierras cuando éstas fueron conquistadas por los
quichés, y que, antes bien, muchos plebeyos se quedaron y fueron sometidos al
dominio político del pueblo conquistador. La persistencia en la región de la
tecnología cerámica tradicional de los mames es una prueba de lo afirmado.

El Señorío Mam de Zaculeu


Con la pérdida de las zonas correspondientes a los actuales Departamentos de
Totonicapán y Quetzaltenango, el centro de poder Mam se trasladó al noroeste. El
señorío más poderoso en esta última región parece haber sido el que tuvo como
capital el lugar que hoy se conoce con el nombre de Zaculeu y que, en realidad,
los mames llamaban Xinabajul. Se trataba de uno de los centros que el señorío
Mam tenía a lo largo de la fértil cuenca del Río Selegua. Zaculeu es muy conocido,
el sitio estuvo ocupado durante un período muy largo, de aproximadamente 1,200
años, desde el Clásico Temprano hasta el Postclásico Tardío.
Otros sitios cercanos a Zaculeu todavía no han sido suficientemente explorados,
como Cerro Pueblo Viejo, inmediatamente al sur; el de El Caballero, unos seis
kilómetros al sureste, y el de Pueblo Viejo o Piol, que se localiza cerca del actual
pueblo de San Sebastián, unos siete kilómetros al noroeste. Puede, asimismo,
citarse el sitio de Xetenam, hacia el noreste, distante sólo 3 km de Zaculeu. Todos
ellos probablemente formaron el centro del señorío, con Zaculeu como capital y
los otros como puestos dependientes o de vigilancia en las entradas. Más al sur, y
en la frontera misma con los quichés, estaba otro importante centro Mam,
conocido hoy como Pueblo Viejo Malacatancito, el cual tenía seguramente
funciones de defensa y control de la frontera y de las vías de acceso que, por el
sur, conducían al interior del señorío.

Límites territoriales
Hasta el momento se carece de investigaciones etnohistóricas que determinen la
organización y límites del referido señorío Mam de Zaculeu. Sin embargo, tal y
como se ha podido comprobar en otros casos del Altiplano, es muy probable que
los límites coloniales, y los municipales de la actualidad, equivalgan a las
divisiones y subdivisiones políticas que aquél tenía.

Si ello fuera así, la frontera oriental del señorío Mam de Zaculeu pudo haber
coincidido con el límite entre los municipios de Aguacatán y Chiantla, este último,
una villa de españoles durante la colonia. Por su parte, la actual división entre los
municipios de Chiantla, Huehuetenango y San Sebastián probablemente
corresponde a la antigua frontera norte del señorío. Se puede suponer, también,
que el sitio de Pueblo Viejo Malacatancito ocupaba una posición cercana a los
límites del señorío con los quichés de los actuales Departamentos de Totonicapán
y Quetzaltenango. Las fronteras del suroeste, en cambio, no pueden establecerse
con claridad. La presencia de un sitio arqueológico dentro del municipio de Santa
Bárbara, llamado Chicol, puede indicar que la antigua frontera del señorío de
Zaculeu se encontraba cerca de ese lugar.

Clases sociales
Entre los mames había la misma distinción social general, entre aristocracia y
plebeyos, la que existía en los pueblos de la rama quiché y de otros grupos del
Altiplano. Sin embargo, se desconoce totalmente el tipo de organización local y
territorial, y no se sabe si disponían de entidades territoriales similares al chinamit
quiché o al molam de los pokomames. Lo que sí puede afirmarse es que la
influencia del señorío de Zaculeu llegaba más allá de sus fronteras, aunque no
necesariamente el dominio político. Acerca de la conquista de este lugar, el
señorío estaba aliado con los de Cuilco e Ixtahuacán, pues de ambos sitios
llegaron guerreros en su auxilio durante la conquista española. Tales refuerzos
para la defensa de Zaculeu, procedentes de los altos Cuchumatanes, indicarían
que su influencia se extendía hasta esa región.
Relaciones con los Quichés
Dos documentos quichés, el Popol Vuh y el Título Coyoi, citan a Zaculeu como un
señorío conquistado por el 'rey' Quicab, a mediados del siglo XV. En realidad,
estos dos documentos no pueden ser considerados como fuentes independientes
y complementarias, puesto que el segundo de ellos parece haber sido redactado
según la historia 'oficial' representada por el Popol Vuh. En consecuencia, se trata,
en el fondo, de una misma versión de la pretensión quiché de haber sido
protagonistas de victoria tan importante.

Tal como se afirmó en el ensayo sobre los quichés, no procede un parangón con
la historia occidental moderna, pues la de aquellos grupos estaba muy ligada a la
cosmología. Es evidente, además, que tales 'historias' estaban al servicio del
estrato dominante y bajo su control.

Por lo tanto, las crónicas indígenas, que indudablemente incluyen una dosis de
veracidad, se encuentran necesariamente teñidas de elementos propagandísticos
y de otras formas literarias propias de la cosmovisión que dominaba a aquellas
sociedades. En tal sentido, queda la duda sobre si la narración, de la conquista de
Zaculeu por el rey Quicab, corresponde a hechos reales o si se trata de una
exageración, con el fin de exaltar la figura del gobernante. Por otra parte, existe la
descripción del conquistador Pedro de Alvarado, de la gran ceremonia y
reverencia con que los quichés de Utatlán recibieron al 'rey' de los mames, Caibil
Balam, a quien se le atribuye la estratagema, intentada por los quichés, de
incendiar Utatlán, cuando los españoles estaban dentro de este centro. Tal actitud
de respeto no parece coincidir con la pretensión quiché de que los mames
hubieran sido sus vasallos, aunque la actuación de Caibil Balam, en Utatlán, fuera
un hecho reciente, resultado del resurgimiento de la independencia Mam, en
momentos en que el reino quiché se encontraba debilitado y fraccionado, después
del levantamiento contra Quicab.

La conquista de los Mames


El señorío de los mames, cuya sede política estuvo en Zaculeu, cerca de
Huehuetenango, fue uno de los pocos que asumió una posición de gran dignidad y
también de mucha colaboración con las otras comunidades nativas para enfrentar
el avance conquistador hispano. El señorío Mam tuvo desde un primer momento
una participación singular, apoyando la defensa y resistencia que presentaron los
pueblos quichés, a pesar de que con ellos tenía profundas diferencias desde fines
del siglo XV. Estas habían sido provocadas por el expansionismo manifiesto de los
quichés sobre la región noroeste de Momostenango, donde ya habían conquistado
Pachalum, Txicaché, y Paxcluín. Los mismos quichés confirmaron tal hecho
cuando, a mediados del año 1525, uno de sus señores, Tepepul, informó
malintencionadamente a los castellanos que el intento inicial de encerrarlos y
quemarlos en Gumarcaaj había sido por consejo de Caibil Balam, señor de los
mames, quien hasta ese momento les había estado ayudando con gente y apoyo
logístico. Con dicho informe el dirigente quiché pretendía ganar la amistad y
benevolencia de los castellanos.

Con base en todas aquellas informaciones, Pedro de Alvarado acordó emprender


la conquista de los mames. Tal decisión tenía más bien el propósito de halagar a
los quichés, además de que Alvarado actuaba movido por las noticias sobre las
grandes riquezas de la región Mam. Otra razón que impulsaba a Pedro de
Alvarado era el peligro de tener pueblos insurrectos que incitaran a los ya
conquistados a rebelarse y a no tributar. Para ejecutar sus planes en el territorio
Mam, Pedro de Alvarado organizó un ejército formado por 40 soldados de a
caballo, 80 infantes y 2,000 indios auxiliares, a los que añadió 300 naturales para
que realizaran el trabajo de hacheros, macheteros y azadoneros, y además un
gran número de cargadores tamemes. El ejército se puso bajo las órdenes de
Gonzalo de Alvarado, y se sabe que éste escribió después una memoria de
aquellas acciones de conquista, pero lamentablemente este documento se perdió.
Los naturales de Malacatán (sujetos al señorío Mam de Zaculeu), levantaron un
ejército de 5,000 guerreros y presentaron batalla. Las acciones se mantenían
equiparadas hasta que en determinado momento Gonzalo de Alvarado reconoció
a Can Ilocab, jefe de los naturales, y en una embestida a todo trote le dio muerte
atravesándolo con su lanza. Este acto desconcertó a los naturales y les hizo darse
a la fuga. Después de la batalla, los españoles tomaron el pueblo de Malacatán,
donde sus principales se presentaron en plan de paz, con presentes de oro y
muestras de hospitalidad.

De Malacatán los españoles marcharon a Huehuetenango, lugar que encontraron


deshabitado y sin provisiones. En el reconocimiento de sus alrededores se
enfrentaron a unos 300 naturales. Tomaron tres prisioneros, entre ellos Sahquiab,
uno de sus dirigentes militares, quien les informó que toda la población estaba
atrincherada en Zaculeu. Gonzalo de Alvarado aprovechó la ocasión para enviar
requerimientos de paz por su medio. No hubo respuesta de los indígenas y por lo
tanto Gonzalo de Alvarado decidió sitiar Zaculeu.

El lugar, igual que Gumarcaaj, Iximché y Mixco, era una ciudadela de acceso difícil
por las defensas naturales que lo circundaban. Fuentes y Guzmán, que fue
corregidor de dicha región a finales del siglo XVII, dice que tenía una única
entrada, tan angosta que sólo permitía el paso de un soldado. Además tenía
numerosos terraplenes, pirámides con tableros-talud que cortaban los graderíos,
muchos edificios de calicanto y estaba situado en las márgenes del río del mismo
nombre, en una llanura de 60 km de circunferencia al oeste de Huehuetenango.

La táctica de batalla de los naturales fue más allá de acciones defensivas dentro
del recinto, pues presentaron varias acciones ofensivas a campo abierto. En la
primera de estas acciones unos 6,000 naturales, originarios de Cuilco, Ixtlahuacán
y Zaculeu acometieron a las fuerzas invasoras y lograron matar tres caballos, que
los capitanes castellanos valoraban más que a sus mismos infantes, así como 40
indios auxiliares, e hirieron a ocho españoles, entre los que se contaba el mismo
Gonzalo de Alvarado. Por su lado, los indígenas tuvieron unas 300 bajas. En esta
batalla los castellanos hicieron un rico botín con las piezas de oro (patenillas) que
arrancaron de los cuellos y vestimentas de los naturales muertos.

Diversos medios emplearon los castellanos para avanzar en la ciudadela; por


ejemplo, emprendieron rápidamente hasta obras de ingeniería para ensanchar el
foso e hicieron escaleras para alcanzar la cima de la fortaleza, pero todo fue inútil.
El lugar era realmente de muy difícil acceso. Los naturales atrincherados en
Zaculeu hicieron todavía una nueva acometida a campo abierto con un ejército de
8,000 hombres, pero no lograron sus objetivos. Fueron derrotados y forzados a
retirarse en desbandada.

En aquellas circunstancias, Caibil Balam, señor de los mames, decidió efectuar


una retirada táctica por la noche, con un grupo de sus guerreros, pero fueron
descubiertos por una ronda de castellanos, la que les hizo fuego, y los obligó a
volver al interior de Zaculeu. Mientras tanto, la situación se agravaba para ambos
bandos, pues entre los castellanos e indios aliados se generó una epidemia.
Decidieron retirar a los enfermos al poblado cercano de Huehuetenango, mientras
los sitiados padecían de hambre, lo que los obligaba a comerse los cueros de las
rodelas y aun a sus compañeros muertos.

Caibil Balam ya sólo contaba con un ejército diezmado por la muerte de 1,800 de
sus hombres, y para evitar que los guerreros que le quedaban murieran de
hambre decidió, en consulta con los principales, negociar la paz. Las
conversaciones se realizarían entre la puerta de la fortaleza y el cuartel de la
caballería española.

En el curso de las pláticas, Gonzalo de Alvarado aprovechó su posición de sitiador


y obstruyó toda posibilidad de acuerdo para los naturales. Les exigió la
capitulación y que salieran desarmados de la fortaleza, a fin de que los castellanos
pudieran tomar posesión de la misma. Los señores mames tuvieron que acceder.
Una vez tomado Zaculeu, Gonzalo de Alvarado ordenó destruir la puerta de
entrada, ampliar el acceso, y después de establecer un presidio a cargo de
Gonzalo de Solís, retornó victorioso a Guatemala.

Geografía de la región
La Sierra de los Cuchumatanes es la región montañosa no volcánica más
espectacular de Centroamérica. Situados al norte del Río Cuilco y al norte y oeste
del río Negro Chixoy, los Cuchumatanes forman una unidad física diferenciada,
limitada al norte por las tierras bajas tropicales de la cuenca del Río Usumacinta y
al oeste por las montañosas tierras de Comitán, en el estado mexicano de
Chiapas. Con elevaciones que van desde 500 hasta más de 3,600 msnm, la Sierra
de los Cuchumatanes se encuentra en dos departamentos de Guatemala:
Huehuetenango al oeste y Quiché al este; así como los municipios mexicanos de:
Unión Juárez, Cacahoatán, Tapachula, Motozintla, Mazapa de Madero, Frontera
Comalapa, Amatenango de la Frontera.
La región con cerca de 16,350 km2, alberga una población de cerca de 750,000
hab. del lado guatemalteco y 35,000 del lado mexicano. Tres de cada cuatro
habitantes son indígenas que hablan lenguas muy parecidas entre sí, de las
cuales las principales son la aguacateca (awakateca), ixil, jacalteca (jakalteca),
kanjobal (q'anjob'al), mam, quiché (k'iche') y uspanteca (uspanteka).

El nombre Cuchumatán significa `aquello que fue reunido por una fuerza mayor', y
se deriva de la combinación de dos palabras mames: cuchuj (`reunir') y matan
(`por la fuerza'). Otra posible derivación puede ser de la palabra náhuatl
kochmatlán, que significa `donde abundan los cazadores de loros'. La derivación
Mam, por ser maya, es posiblemente anterior a la náhuatl en este contexto local.
Sin tomar en cuenta su origen, el nombre Cuchumatán parece ser bastante
antiguo, y si bien se asocia con mucha frecuencia a las comunidades mames de
Todos Santos y San Martín, que se encuentran en el corazón de las montañas, la
designación se refiere, en general, a todo el Altiplano noroeste guatemalteco.

Gran parte de la región permanece todavía remota e inaccesible, un lugar


escarpado donde la gente del pueblo viaja mucho a pie. Es también una región de
asombrosa variedad, donde el aspecto de la tierra puede cambiar
dramáticamente, aun a cortas distancias. Por ejemplo, se encuentran tierras
cálidas, exuberantes, densamente pobladas de árboles, en el lejano norte de Bulej
y Yalambojoch, en el descenso hacia la frontera mexicana cerca del vértice de
Santiago. En contraste, entre Chancol y Páquix en Guatemala, y Chanjale Salchiji,
Toquián – Pavencul es frío, y de una topografía escarpada. Cerca de Sacapulas,
las polvorientas tierras del valle del Río Negro están llenas de espinosos cactos y
chaparrales, que dan a esa parte una apariencia casi desértica, especialmente
durante los meses de verano, que van desde finales de noviembre hasta principios
de mayo.

Pruebas arqueológicas y etnohistóricas demuestran que a mediados del siglo XV


varios pueblos de los Cuchumatanes cayeron bajo la jurisdicción política y
tributaria de los quichés de Gumarcaaj (Utatlán). Sin embargo, la extensión
precisa del control que ejercían los quichés no está clara. Mientras la influencia
quiché era fuerte en el sur, en el norte y el oeste era menos pronunciada, pues allí
una serie de pequeños dominios cuchumatanes resistía el expansionismo de
Gumarcaaj. La secesión de los cakchiqueles (kaqchikeles) de los quichés, ocurrida
alrededor de 1475, condujo a una guerra civil entre los dos grupos, suceso que
debilitó considerablemente el dominio de Gumarcaaj sobre los pueblos sometidos.
Parece que por lo menos tres grupos de los Cuchumatanes resistieron al yugo de
Gumarcaaj, ya que la crónica indígena conocida como Título de Santa Clara
exhorta a los quichés a estar en guardia contra el pueblo de los agaab de
Sacapulas, los balamihá de Aguacatán y los mames de Zaculeu. Sin duda, cuando
los españoles llegaron a Guatemala en 1524, a los mames de Zaculeu se les
trataba por los quichés más como aliados que como vasallos, pues nada menos
que Pedro de Alvarado informó que Caibil Balam, gobernante Mam, fue recibido
con gran ceremonia y respeto en Gumarcaaj. Durante los dos primeros siglos del
dominio español en Guatemala, la Sierra de los Cuchumatanes formó parte de la
unidad administrativa conocida como el Corregimiento de Totonicapán y
Huehuetenango. Esta extensa unidad incluía todo el actual Departamento de
Totonicapán, lo que ahora es la mayor parte de Huehuetenango, la mitad norte de
Quiché y una pequeña parte de Quetzaltenango, además de Motozintla, área del
estado mexicano de Chiapas. A finales del siglo XVII, en 1672 y 1673, Francisco
Antonio de Fuentes y Guzmán sirvió como Corregidor de Totonicapán y
Huehuetenango. Este cargo le permitió conocer personalmente la región, por lo
que los capítulos de su libro Recordación Florida que tratan acerca de la región de
los Cuchumatanes son maravillosamente ricos. Son también, en general, más
confiables que otros capítulos sobre asuntos que el cronista no conoció de primera
mano. Fuentes y Guzmán incluyó un mapa de la región en su Recordación Florida.
Si se observa dicho mapa se puede comprobar que el tercio sur correspondía a
Totonicapán, y los restantes dos tercios en el norte eran lo que entonces se
conocía como Huehuetenango, un extenso territorio atravesado por la Sierra de
los Cuchumatanes desde Motozintla (San Francisco Motozintla) en el oeste hasta
Uzpantlán (Uspantán) al este, y desde Sacapulas al sur hasta Ystatlán (San Mateo
Ixtatán) al norte.

Presencia Española
Sólo un puñado de españoles se preocupó de considerar las posibilidades de
explotar mejor los recursos básicos de los Cuchumatanes, sus tierras y minerales.
Al principio hubo una racha de excitación ante la posibilidad de encontrar oro en la
región, pero tales esperanzas se desvanecieron rápidamente. La especulación fue
más persistente en Pichiquil, un poblado situado a mitad del camino entre
Aguacatán y Sacapulas, y en San Francisco Motozintla, aldea fronteriza que
actualmente pertenece a México. La plata fue tan abundante en Chiantla que, en
1537, le dejó al primer español dedicado a la explotación de las minas locales,
Juan de Espinar, una atractiva ganancia de 8,700 pesos, pero este nivel de
utilidades no se pudo mantener por mucho tiempo. Las minas de Chiantla, sin
embargo, produjeron plata que se usó para decorar los altares de las iglesias
durante todo el período colonial. La envergadura y el resultado de la operación,
aun cuando ésta se realizó conjuntamente con la extracción de plomo, fueron
modestos en comparación con los de la actividad minera en la región de
Tegucigalpa, y nada comparables con los de Guanajuato, Zacatecas o Potosí.

A finales del siglo XVI, los pocos españoles que aún mantenían interés en la
Sierra de los Cuchumatanes consideraron que tomar tierras representaba la mejor
vía para su progreso económico. El contacto entre indígenas y españoles durante
los dos primeros siglos de la dominación española en la Sierra de los
Cuchumatanes ofrece una oportunidad para reflexionar sobre el significado de la
Conquista y la resistencia indígena. Es un ejercicio que podría dar fácilmente
como resultado una contemplación prolongada del lado oscuro de la historia de
esta región. Aunque de alguna manera ello resulta comprensible, al limitarse sólo
a lo que la Conquista destruyó, se resta importancia a lo que, contra viento y
marea, los naturales lograron salvar y mantener vivo. Este ejercicio se debe
emprender con mucha precaución. Tal como sucede respecto del `salvaje noble',
buscar sólo indígenas que se ajusten a nuestros argumentos e ideologías es una
ilusión que no sirve propósito útil alguno, sea éste académico o de otra naturaleza.
Tampoco se debe descuidar el papel fundamental que desempeñó el medio físico.
Pero ignorar totalmente la dinámica de la resistencia, especialmente cuando es la
supervivencia maya la que se encuentra todavía amenazada, es una injusticia aún
mayor.

No se le ha dado la suficiente importancia al hecho de que se organizaron


ejércitos indígenas, que los nativos forzaron a los españoles al combate, pelearon
valientemente y provocaron retrasos y hasta retiradas en el avance de la
Conquista. Por otra parte, es innegable que, a pesar del peso de la adversidad, los
indígenas siempre fueron más numerosos que los españoles y los ladinos. Estos
últimos, aun al final de la época colonial, comprendían sólo el 5% de la población
total de los Cuchumatanes y constituían un porcentaje aún menor durante los
siglos XVI y XVII. No perder nunca la condición de mayoría es en sí una forma
disimulada de resistencia. La guerra, la enfermedad y la explotación, todos estos
hechos juntos, cobraron un alto precio en vidas indígenas. Pero después de
alcanzar los niveles más bajos de población alrededor de 1680, los mayas de la
Sierra de los Cuchumatanes, especialmente a partir de finales del siglo XIX,
emprendieron la notable proeza de su recuperación demográfica. Tuvieron que
hacerse ciertos ajustes biológicos y epidemiológicos, pero cabe preguntar, ¿cuáles
fueron los factores adicionales que contribuyeron a la recuperación? Seguramente
existía una población considerable al principio, pero cuando se comprobó que la
región no contaba con suficientes recursos a los ojos de los españoles, tampoco
resultó atractiva para muchos de ellos. Como consecuencia, a fines del siglo XVII
los indígenas habían creado una cultura de refugio muy distinta de la cultura de
conquista que se les había impuesto.

En términos culturales la resistencia a la Conquista fue más variable y, a veces,


expresada en forma abierta. Algunos naturales aprendieron sólo un poco de
castellano y muchos nada. Su adhesión al cristianismo fue casi siempre ficticia, y
algunas veces una burla descarada. Abandonaban los poblados en que se
suponía que estaban obligados a vivir, y se alejaban en un número difícil de
calcular pero considerado importante por los sacerdotes y los recolectores de
impuestos. Los que mantenían su residencia en los pueblos a menudo lo hacían
agrupándose en las unidades planificadas por los españoles, pero separados
como en la época prehispánica.

Nada resultó como los españoles esperaban. Los documentos coloniales del
Reino de Guatemala, aun los escritos poco después de la Conquista, están
cargados de un sentido casi premonitorio de que las ambiciones e intereses tan
aparentemente justificados no llegarían a nada.

Tomás de Cárdenas y Juan de Torres, por ejemplo, aparecen en Sacapulas en


1555, entregados con energía a conseguir que las parcialidades fueran allí
adoctrinadas `no sólo en las cosas de Nuestra Santa Fe pero también en las de la
humana policía'. Estos españoles, sin embargo, afirmaban alarmados: `ese mismo
año hallamos en la serranía muy grande copia de ídolos, no sólo escondidos pero
en públicas casas como los que tenían antes que fuesen bautizados'.

La semilla de la duda sembrada previamente produjo frutos de frustración más


tarde. En un nítido relato de 1687, se entiende que las naciones originarias no se
dejaban aplastar, por ejemplo, se habla de `la perdición general de los indios de
estas provincias y frangentes (sic) continuos que amenaza su libertad'. En dicho
documento, Fray Alonso de León dice que se vio obligado a escapar de la
parroquia, presionado por salvar la vida, y agrega que `en el pueblo de San Mateo
Ixtatán hay unos indios diabólicos que con sus malas costumbres y sobrada
malicia tienen perdido dicho pueblo de calidad y forma, que sólo les ha quedado
de cristianos el nombre'.

Rama Mam
A finales del siglo XVIII el 10.27% de los naturales hablaba alguno de los idiomas
que formaban este grupo: mam, ixil, kanjobal (q'anjob'al), jacalteco (jakalteco),
solomek, cuilco, aguacateco (awakateko) y motozintla.

El idioma con mayor número de hablantes era el Mam, que se usaba en los ocho
curatos siguientes: Huehuetenango, Santa Ana Malacatán, San Pedro
Sacatepéquez, Ostuncalco, San Miguel Ixtahuacán, Chiantla, Quezaltenango y
Tejutla. El ixil, que seguía en importancia, se hablaba en Santa María Nebaj, San
Juan Cotzal y San Gaspar Chajul.

El kanjobal tenía dos variantes dialectales: el jacalteco y el solomek. El primero se


localizaba en Jacaltenango, Santa Ana Huista y San Antonio Huista; y el segundo,
en San Pedro Soloma, Santa Eulalia, San Juan Ixcoy y San Miguel Acatán.

El cuilco era apenas hablado por un poco más de 1,000 personas que habitaban el
curato de San Andrés Cuilco. El aguacateco era usado por menos de 1,000
personas residentes en Aguacatán. El motozintla, conocido también como
popoluca, se hablaba en un barrio de San Andrés Cuilco, por unas 34 personas.

Sus idiomas
En la década de 1770, los idiomas que más se hablaban eran el cakchiquel
(30.17%), el quiché (18.73%), el chortí (9.57%), el kekchí (7.36%), el pokomam
(7.30%), el xinca (7.09%) y el Mam (6.48%). Los idiomas restantes no llegaban en
conjunto ni al 14% del total. La mayoría de indígenas hablaba únicamente su
idioma materno, con excepción de los principales que tenían conocimientos de
castellano. Las diferencias idiomáticas eran de distinto grado pero, en muchos
casos, individuos de distinto idioma, pero de un mismo grupo lingüístico, podían
entenderse, como sucedía entre quichés, cakchiqueles y tzutujiles. Lo mismo
ocurría entre los hablantes de pokomam y pokomchí.
La castellanización y el consiguiente aniquilamiento de los idiomas nativos era
creciente en las regiones de Amatitlán, Escuintla y Chiquimula. En el caso de los
pueblos periféricos de Santiago de Guatemala se dio el fenómeno del bilingüismo,
pues los naturales, sin perder su idioma, aprendieron también el castellano.

El monolingüismo tuvo en general más efectos negativos que positivos para los
indígenas, si bien les permitió guardar sus costumbres religiosas y referirse a ellas
en sus conversaciones sin peligro de ser entendidos por españoles y mestizos. A
su vez el desconocimiento del castellano fue bien aprovechado por terratenientes,
escribanos y autoridades coloniales para confabularse y hacer arreglos ilícitos
frente a los mismos indígenas, sin que éstos se dieran cuenta.

José Cecilio del Valle opinaba, a comienzos del siglo XIX, que el monolingüismo
era un ‘obstáculo opuesto a la civilización de los indios; un muro de separación
que los aleja de los hombres cultos e ilustrados'.

El presbítero Domingo Juarros mantenía igual criterio en aquella época, y sostenía


que la castellanización de los naturales era beneficiosa no sólo para su
catequización, sino también para su bienestar temporal, pues mediante el
castellano podían exponer por sí mismos sus quejas ante los jueces y expandir su
actividad comercial en un mayor ámbito geográfico.

En las postrimerías del período colonial, la situación de los indígenas experimentó


algunos cambios con respecto a los dos siglos anteriores. El primero de ellos fue
una lenta pero sostenida recuperación demográfica, ocurrida en el último cuarto
del siglo XVIII. Este fenómeno se constituyó en uno de los principales factores que
incidieron en las acciones de los indios por la recuperación de sus antiguas
propiedades territoriales, en vista de la necesidad que tenían de tierra para sus
siembras. Si bien es cierto que no las recobraron hasta el punto que hubieran
querido, también lo es que se fue creando conciencia entre algunos sectores
ilustrados sobre la necesidad de cambios con respecto a la tenencia de la tierra,
como lo demuestran los Apuntamientos del Consulado para el Canónigo
Larrazábal como diputado a las Cortes de Cádiz. En relación con la organización
social, aún existían las parcialidades, los principales y el cacicazgo, este último en
decadencia. La encomienda había disminuido significativamente, no así el
repartimiento, cuyo recrudecimiento era notorio. Por otra parte, la necesidad de
mano de obra indujo a los hacendados a favorecer la formación del colonato.

Muchos de los idiomas estaban desapareciendo, por la disminución numérica de


los indios y el incremento de ladinos, el castellano se había constituido en el
idioma dominante.

Uno de los aspectos que, a juicio del Arzobispo Pedro Cortés y Larraz, había
experimentado sólo cambios aparentes era la religión, ya que los indios
continuaban en sus ritos en montañas y ziguanes, y si cumplían con los
mandamientos de la Iglesia Católica era sólo para evitar ser castigados.
En el campo de la educación se había dado una leve mejoría, resultado de haber
permitido a los indígenas ingresar a las órdenes religiosas y a la universidad, y ser
admitidos a dignidades eclesiásticas.

El proceso de ladinización era acelerado, como consecuencia de la continua


penetración y asentamiento de ladinos y blancos pobres en las propiedades de los
indios.

Después de la Independencia: Los Mames en


México.
Los ancestros de los mames que viven actualmente en la región fronteriza de
Chiapas emigraron a esta zona a finales del siglo XIX, después de que el gobierno
liberal guatemalteco de Justo Rufino Barrios (1871-1885) expropiara las tierras
comunales de la población indígena.

Cuando México y Guatemala firmaron los Tratados de Límites de 1882, que


oficialmente establecieron la división fronteriza entre ellas, la población Mam
quedo dividida por la nueva frontera política. Desde entonces las políticas de
Estado mexicano han cambiado de una violenta integración a la marginalización o
corporativización a través de las organizaciones indígenas del expartido oficial. La
consolidación de una identidad nacional mexicana durante los gobiernos
posrevolucionarios tuvo consecuencias directas para la vida de los pueblos
indígenas en general y, de manera muy especial para los habitantes de la frontera
sur mexicana.

La “Ley del Gobierno” a la que hacen referencia los testimonios mames, no es


específicamente una ley, sino una serie de disposiciones tomadas por la
administración del gobernador Victórico Grajales (1932-1936), con la finalidad de
“civilizar a los indios chiapanecos e integrarlos a la nueva nación
posrevolucionaria.

Aunque este proyecto integracionista se venia desarrollando a nivel nacional


desde los años veinte, en Chiapas tomó fuerza especial a partir de 1933 y adquirió
características específicas en la región fronteriza.

En su primer año de gobierno, Grajales, les condonó los impuestos a los finqueros
y propuso al congreso que se hiciera un nuevo avalúo fiscal para que los dueños
de las plantaciones pagaran menos impuestos, considerando que la crisis había
disminuido el valor de la tierra.

Paralelamente la educación socialista promovía la incorporación forzada del indio


a la cultura nacional, estableciendo diez centros de castellanización en el estado y
prohibiendo el uso de las lenguas indígenas en las escuelas públicas. Esta
campaña afectó a los indígenas de todo el estado, pero especialmente en las
zonas fronterizas fue muy rígida, ya que se trataba de zonas en donde la política
de mexicanización cumplía la función política de demarcar los límites de la nación.

En esta etapa de represión cultural nuevos espacios identitarios fueron apropiados


por los campesinos mames dentro de las organizaciones religiosas y campesinas.

Como consecuencia de estas políticas de integración forzada la lengua Mam se


dejó de hablar por la mayoría de los habitantes de la sierra y los vestidos y
pantalones de telas sintéticas vinieron a sustituir los cortes multicolores tejidos en
telar de las mujeres y al calzón rajado de lana de los hombres.

Junto a las políticas de homogeneización cultural que caracterizaron al estado


mexicano posrevolucionario, se desarrolló una limitada reforma agraria que
pretendía integrar a los campesinos mexicanos al desarrollo y a la economía
nacional. El ejido estableció un nuevo tipo de relación entre los indígenas y el
estado, este último se convirtió a través de sus instituciones en un interlocutor
para las comunidades mames, hasta entonces olvidadas y marginadas por las
políticas gubernamentales. A pesar de que con la gubernatura de Efraín Gutiérrez
(1937-1940), la distribución agraria no se limitó a terrenos nacionales sino que
también afectó a tierras ociosas de los finqueros, estos evadieron las políticas
agrarias protegiéndose, distribuyeron sus grandes propiedades entre familiares o
vendiéndolas a pequeños propietarios antes de que fueron expropiados.

El establecimiento de nuevos ejidos en tierras agrestes aledañas a las


plantaciones vino a beneficiar a los finqueros de la región, pues les permitió un
cerco de protección y disponibilidad de mano de obra para la cosecha.

El ejido vino a reestructurar el espacio geográfico de los asentamientos humanos.


A principio del siglo XX, los mames colonizadores de la sierra vivían en
asentamientos dispersos, teniendo como puntos de reunión los mercados de
Motozintla y La Grandeza, así como los cascos de las fincas de la región. Con la
creación de los ejidos, los pobladores tendieron a concentrarse en las
inmediaciones de las cabeceras ejidales.

La corporativización fue promovida por el Gral. Lázaro Cárdenas, en 1938 se


formó la Confederación Nacional Campesina (CNC), vinculada al Partido oficial.

Los mames de la sierra se convirtieron en ejidatarios. El Estado los empezó a


considerar como campesinos y en los documentos de la época (cuarentas), no se
vuelve a hacer referencia a su identidad cultural como indígenas mames.

Los habitantes de la sierra madre se incorporaron al México moderno como


campesinos y pagaron por sus derechos agrarios un alto costo al tener que
renunciar al derecho de la diferencia cultural.
Los años cincuentas fue para los finqueros de la región una época de bonanza, los
productos de agroexportación alcanzaron su nivel más alto de precios a nivel
internacional. Para los campesinos de la sierra esta es una época obscura, pues
fueron los años del mal morado, “la oncocercosis”, causando la ceguera de miles
de campesinos. Si, en la quema de los trajes y la prohibición del habla del
lenguaje marcó la memoria histórica de los viejos mames, en los treintas, “el mal
morado” marca la tragedia de los cincuentas.

Desarrollo
En la región hay narrativas diferentes, los empresarios y finqueros hablan del
progreso traído por los presidentes Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines; la
protección de la “pequeña propiedad”, el apoyo a las obras de irrigación, la
tecnificación agraria que sustituyó al reparto de tierras. En el Estado se construyó
la presa Malpaso con los afluentes de los ríos Grijalva y Usumacinta. La apertura
de la carretera Panamericana, la construcción de caminos vecinales,
construyéndose la carretera Motozintla-Huixtla, conectando a la sierra madre con
la costa. El presidente Miguel Alemán creó la Comisión Nacional del Café, con el
objetivo de apoyar a los cafeticultores a modernizar sus sistemas de producción y
facilitar créditos agrícolas. Los fertilizantes e insecticidas hicieron su aparición en
el campo chiapaneco incrementando la producción.

Los campesinos mames nos hablan de otra realidad, se recuerdan: cuando el


gobierno anunció que ya no había más tierras que repartir, y de los papeles que el
gobierno dio a los finqueros de inafectabilidad; cuando el gobierno a través de la
CNC empezó a repartir semillas y fertilizantes a cambio de integrarse a sus filas;
pero lo que más se recuerda es el “mal morado”, que dejó ciegos a hijos, padres,
familiares y amigos; cuando iban a las fincas y regresaban con la cara hinchada y
la piel obscura y con protuberancias en la nuca que poco a poco se empezaba a
llevar la luz.

En la época de los cincuenta y sesenta fue cuando los campesinos mames


aparecieron nuevamente en la historia oficial, incluidos dentro del patrimonio
nacional que hoy se expone en un pequeño nicho en el Museo de Antropología e
Historia. Los antropólogos se encargaron de crear una imagen de los mames para
el consumo nacional, se desarrollaron expediciones de rescate etnográfico y
arqueológico y se escribieron guiones museográficos. Del boom agrícola, los
campesinos mames se beneficiaron poco, en las labores del campo de las fincas
no recibían el salario mínimo, y tenían que competir con los miles de campesinos
guatemaltecos que aceptaban largas jornadas de trabajo por salarios muy bajos.
Los cuales podían trabajar en el país, gracias un acuerdo suscrito por los
finqueros y la secretaria de gobernación para “importar” hasta veinte mil jornaleros
de Guatemala en temporada de cosecha. Los campesinos mames debieron
aceptar los bajos salarios de las fincas cafetaleras y muchos de ellos optaron por
la migración definitiva a la región de la selva durante la década de los sesenta.
Con el fin de llevar un proyecto desarrollista a las zonas indígenas del país se creó
en diciembre de 1948 el Instituto Nacional Indigenista (INI). El INI se creó en un
momento en que el Estado necesitaba reconstruir su hegemonía a raíz del
rechazo popular que la contra-reforma agraria estaba causando en el medio rural.
El INI tuvo como antecedentes una serie de organismos gubernamentales cuyo
objetivo principal era la “integración del indígena” al proyecto nacional. El INI
cumplía así con una doble función: la de llevar el desarrollo a las zonas rurales y la
de recuperar a las culturas indígenas aquellas características que pudieran ser
integradas al patrimonio cultural de la nación. Los límites del análisis de los
indigenistas de esa época estuvieron marcados por su participación en la
construcción de un proyecto nacional homogeneizador y moderno. El trabajo de
Aguirre Beltrán sentó las bases para el establecimiento de los Centros
Coordinadores Indigenistas (CCI), que constituyen la principal estructura
organizativa del INI.

El primer CCI se fundó en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, bajo la dirección
del mismo Aguirre Beltrán, en Marzo de 1951, intentando abarcar las regiones
tzeltal y tzotzil. Las campañas integracionistas de los años treinta y cuarentas
fueron tan efectivas en la sierra madre que durante varias décadas esta zona no
fue considerada como una región indígena y no fue integrada al modelo CCI sino
hasta 1978, cuando se fundó el Centro de Mazapa de Madero.

Es poca la información que se tenía de los mames, no es sino hasta la fundación


del museo de antropología e historia, que se realizan recorridos de campo de corta
duración en la zona.

Uno de esos recorridos es el realizado en la zona mam entre septiembre y


diciembre de 1967 bajo la dirección del antropólogo yucateco Fernando Cámara
Barbachano. En este recorrido participaron dos lingüistas Otto Schumann y Robert
Bruce; cuatro etnólogos, Jesús Muñoz, Bolivar Hernández, Juan Ramos y Andrés
Medina y posteriormente se les unieron los arqueólogos Carlos Navarrete y
Lorenzo Ochoa. Además de los objetos comprados durante este recorrido, se
publicaron en años posteriores las notas etnográficas de Andrés Medina y el diario
de campo de Carlos Navarrete , ambos trabajos referentes a la población mam,
así como dos artículos lingüísticos, uno sobre el tuzanteco por Otto Schumann y
otro sobre el náhuatl de Huehuetán de Bruce y Robles. Las investigaciones
lingüísticas realizadas durante estos recorridos cumplieron un papel clasificatorio,
con el fin de ubicar las lenguas indígenas habladas en la costa y la sierra. Años
más tarde el recién creado CCI de Mazapa de Madero, solo reconoció la
existencia de tres grupos étnicos en la región sierra, el mam, el mochó y el
cakchikel.

Andrés Medina, etnólogo, quien, como ya mencioné, elaboró el ensayo titulado


Notas etnográficas sobre los mames de Chiapas (1973), que se ha convertido
como un trabajo fundamental para el estudio de la sierra Madre de Chiapas. Su
ensayo, elaborado con la información en el recorrido de campo, aparece seis años
más tarde de la experiencia vivida, en 1973. Su visión crítica de la región indígena
le permitió contextualizar la vida de los campesinos mam, dentro de un contexto
histórico más amplio, que se inicia desde la época colonial, pasando por los
periodos de independencia y revolución. Medina no escribe sobre la vida
cotidiana, que resultaría muy interesante para la comprensión de la realidad de la
Sierra.

Los Mames Hoy


Paralelamente a los acelerados procesos de cambio identitario que han vivido los
pueblos mames, se han consolidado las cooperativas de agricultura orgánica, que
han tomado como eje organizativo el rescate de sus raíces culturales. Se trata de
un sector minoritario de la población, que hasta cierto punto ha sido mejor librado
de la crisis económica producida por las políticas neoliberales de las recientes
administraciones.

Las experiencias de Indígenas de la Sierra Madre de Motozintla (ISMAM) y de


K’nan Choch representan un esfuerzo importante dentro de las estrategias de
supervivencia económica y cultural buscadas por los habitantes de la región.

La historia de las cooperativas agroecológicas mames es la historia de un


encuentro entre campesinos pobres en busca de opciones y un grupo de
religiosos marcados por la enseñanzas de la Teología de la Liberación. Los
campesinos indígenas que están acostumbrados a trabajar de sol a sol en las
fincas de café, llegaron a este encuentro con una larga experiencia de lucha por
condiciones de vida más justas. Los religiosos, por su parte, intentaban ir más allá
de las reflexiones sobre los problemas macroeconómicos y buscaban alternativas
para las problemáticas locales. Las nuevas cooperativas desarrollaron un discurso
reivindicativo de sus derechos como campesinos y como indígenas. Para ellos, el
ser mame no implica necesariamente el hablar el idioma mame o utilizar trajes
tradicionales financiados por el INI, sino recuperar una historia común y tratar de
relacionarse armónicamente con la naturaleza.

Esta reivindicación de identidad étnica se ve reflejado en los nombres de algunas


de las principales cooperativas, en idioma mame.

No todos los indígenas mames de la sierra madre de Chiapas son socios de las
cooperativas, sin embargo cada día ven los frutos de sus hermanos y vecinos, por
lo que cada día se asocian más indígenas a estas causas.

No todos los socios de estas cooperativas asumen la misma actitud con respecto
al rescate del pasado. Para algunos es solo un discurso de presentación que no
tiene que ver con su vida cotidiana dentro de sus comunidades. Otros, si han
modificado sustancialmente su estilo de vida a partir de la incorporación a las
cooperativas.

Resulta interesante ver como ahora los campesinos mames establecen relaciones
comerciales con el mercado internacional. Antes, sirviendo a las grandes fincas
cafetaleras. Ahora, estos campesinos han entrado en contacto con un mercado
alternativo, más allá de sus fronteras. Como productores han hecho recorridos de
promoción de sus productos, estableciendo comunicación vía telefónica, fax y hoy
por correo electrónico.

Normas consuetudinarias indígenas en Guatemala

La aplicación de las normas consuetudinarias relacionadas con el uso y protección


de los recursos naturales en las comunidades de la étnia Mam, en Guatemala, se
describen a continuación.

El aprovechamiento familiar, es decir, para extracción de leña, no necesita


permiso por parte de las autoridades comunales en algunas comunidades, pero en
otros casos sí es necesario el permiso. La persona que infringiere tal norma debe
realizar el pago de una multa en la Alcaldía Auxiliar de la comunidad. Existe una
recomendación generalizada que las ramas secas de los árboles y de los árboles
botados en el suelo, deben de ser utilizadas para leña.

La persona o familia que necesita madera para construcción, debe solicitarlo en la


Alcaldía de la comunidad, en donde establece un compromiso por escrito de
sembrar 50 nuevas plantas por árbol cortado. Este es el Caso de San Antonio Las
Barrancas, municipio de Sibinal, en el Departamento de San Marcos. Aquí se
estableció que el Instituto Nacional de Bosque no debe autorizar tala masiva de
árboles sin la autorización de la comunidad. Caso contrario habría una
movilización masiva de los comunitarios contra los que no respeten las normas
locales.

Para el aprovechamiento de grandes cantidades de árboles, el caso de Cunlaj, del


municipio de Tacaná, en el Departamento de San Marcos, debe ser autorizado en
consenso con las autoridades comunales, los comunitarios y el Alcalde Municipal.
Las personas que obvian tales procedimientos, son sancionadas con trabajo en la
Alcaldía comunal y en otros casos con multas de 500.00 Quetzales ó más (2009),
las cuales son impuestas por el Alcalde municipal. Es norma, en Todos Santos
Cuchumatán, Huehuetenango, que los habitantes deben de encerrar a sus
animales, porque sólo así el bosque crece sin problemas y los nacimientos de
agua se mantienen. La persona que no acate esa norma comunitaria, se le aplica
una sanción de 1,000.00 Quetzales (2009).

En la construcción de viveros comunales es norma que toda la comunidad


participe, así como velar por crecimiento de los arbolitos. Se establece que en la
educación no formal, los padres de familia deben educar a los hijos hacia el
respeto a los árboles, especialmente para evitar que los pasen macheteando.
Caso similar sucede con el fuego, porque atenta contra la riqueza comunal: el
bosque. El pinabete, es una especie protegida en algunas comunidades, la
sanción se impone desde el Alcalde Comunal hasta el Alcalde Municipal.
Se protegen los nacimientos de agua, preservando los árboles existentes
alrededor y evitando las actividades humanas como: el juego, higiene, y lavado. La
protección de los nacimientos de agua llega hasta el plano espiritual, por lo que se
tiene normado que ninguna persona debe maldecir el agua de los nacimientos,
porque tiene vida como el ser humano. El agua de los nacimientos debe de
utilizarse para toda actividad humana pero bien administrada, controlada y
protegida.

Se considera de importancia las especies como el laurel y el eucalipto, por las


propiedades curativas, especialmente para enfermedades intestinales y del
sistema nervioso. Así mismo el catzé, el pinabete, el reyjan, el encino y el pino. En
otras comunidades se recomienda no jugar con las semillas de las plantas
medicinales, ya que tienen un valor curativo. Los animales existentes en los
bosques no son cazados por los comunitarios.

Las autoridades que velan por el cumplimiento de las normas, en las 10


comunidades son: Principales del Pueblo, Alcaldes Comunales, Guardabosque y
el Alcalde Municipal.

Tz'utujil

Tz'utujil

Población total

78.498 [1]

Las regiones con poblaciones


significativas
[2]
Guatemala

Sololá

Idiomas

Tz'utujil
Grupos étnicos relacionados
K'iche ' , kaqchikel
Tz'utujil hombres en Santiago Atitlán

El Tz'utujil (Tzutujil, tzutuhil, Sutujil) son un nativo americano personas, una de


las 21 Maya grupos étnicos que habitan en Guatemala . Junto con los xincas ,
garífunas ( Negro Caribes ) y los ladinos, que conforman los 24 grupos étnicos en
este pequeño país relativamente. Aproximadamente 100.000 Tz'utujil viven en el
área alrededor del lago Atitlán . Su pre-colombina de capital, cerca de Santiago
Atitlán , fue Chuitinamit . En los tiempos pre-colombinos, la nación Tz'utujil era
una parte de la antigua civilización maya .

El Tz'utujil se caracterizan por su adhesión permanente a las prácticas culturales


tradicionales y religiosos. El protestantismo evangélico y el catolicismo romano se
practican también entre ellos. Hablan el idioma Tz'utujil , un miembro de la familia
lingüística maya .

El pueblo Tz'utujil
La fecha de la Tz'utujil-clásico período posterior (hacia 900-1500), de la
civilización maya , que habitan en la cuenca sur del Lago de Atitlán, en el Sololá
región del altiplano guatemalteco.

Hoy en día viven en las ciudades de San Juan La Laguna , San Pablo La
Laguna , San Marcos La Laguna , San Pedro La Laguna , Santiago Atitlán ,
Panabaj , Tzanchaj, (se cree que han sido la inspiración, por su sonido similar,
para el nombre de "Santiago") y unos pocos en San Lucas Tolimán , a pesar de
que solían habitar una región más amplia de mucho. En 1523 el español
conquistador Pedro de Alvarado , con la ayuda de los cakchiqueles Maya, los
derrotó en una batalla cerca de la ciudad de Panajachel , en que perdieron una
parte de sus tierras, y el control del lago.

Aunque el turismo es ahora una fuente creciente de ingresos, muchos todavía


practican métodos tradicionales de agricultura de los dos principales cultivos en la
región, el café y el maíz (maíz). Turismo se está beneficiando más significativo del
trabajo de talentosos artistas y tejedores que están ansiosos por obtener
reconocimiento por la creatividad notable y la singularidad de lo que ofrecen a la
comunidad mundial. San Juan es una de las tres comunidades Tz'utujil donde los
artistas se han adaptado al género internacional de Arte Naif de expresar las
tradiciones culturales, creencias, ceremonias y actividades diarias de su cultura
indígena. Esta forma de arte y sus más logradas de los profesionales Tz'utjil han
sido reconocidos en los patrocinados por la UNESCO libro definitivo sobre el tema,
el Arte Naif: Pintura Contemporánea mayas de Guatemala, 1998. Los tejedores de
San Juan se encuentran entre los artesanos indígenas muy pocos los que hacen
sus propios tintes para el hilo que utilizan. En el caso de San Juan tejedores,
producen en gran parte de los tintes vegetales cultivados localmente.

En 2005, varios cientos de Tz'utujil murió en los deslaves causados por el


huracán Stan . De Panabaj y Tzanchaj, equipos de rescate recuperaron 160
cadáveres, mientras que 250 permanecen desaparecidos de ambos pueblos.

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