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PUBLICACIÓN MENSUAL

MAYO DEL 2007


La Nacionalización
de los hidrocarburos en Bolivia.
Por Daniel Marmolejo
Miembro fundador del Movimiento Ciudadano Metropolitano A.P.N.

Comité Ejecutivo Nacional

Evo Morales, el presidente de Boliva, es un hombre sin temores ni pelos en la


lengua. "!Vagabundo!", se atrevió a llamar al ex presidente neoliberal Gonzalo
Sánchez de Lozada.

Era 1995 y Morales por entonces apenas se perfilaba como un dirigente medio
de los productores de coca del Chapare, que reaccionó indignado ante un viaje
del gobernante al extranjero. El roce concluyó con una disculpa a medias del
líder indígena.
Ahora, diez años después, Sánchez de Lozada está autoexiliado en Estados
Unidos tratando de evitar su enjuiciamiento por genocidio.

Curtido en largas marchas de protesta, detenido varias veces por cargos nunca
probados de narcotráfico o por instigar a la violencia, como eran tipificados los
bloqueos de caminos contra la erradicación de cocales, Morales fue inclusive
expulsado del Parlamento en su agitada carrera sindical y política.

"Los aymaras y quechuas hemos despertado y vamos a recuperar el poder


político para recuperar el territorio", decía el líder aludiendo a los pueblos
originarios que ganaron el derecho al voto hace sólo 50 años y que han estado
tradicionalmente alejados del poder.

En su segundo intento por ganar la presidencia, el candidato de la izquierda,


amigo y admirador del cubano Fidel Castro y del venezolano Hugo Chávez,
hablaba tanto de despenalizar el consumo mundial de hoja de coca, como de
nacionalizar el petróleo en un "nuevo país" gobernado por "mayorías".

Ese no es un discurso nuevo del líder, proveniente de una familia campesina,


que en su niñez fue pastor de llamas y luego se ganó la vida como fabricante
de ladrillos, panadero y trompetista de una banda folclórica, mientras iba a la
escuela secundaria.

Al igual que decenas de miles de campesinos, Morales emigró en la década de


1980 desde su frío altiplano natal hacia tierras tropicales escapando de una
severa sequía y buscando una nueva actividad: el cultivo de coca en el
Chapare, en el centro del país.

Allí comenzó su carrera de dirigente, desde el cargo de secretario de deportes


de su sindicato, para derivar en una actividad política centrada en marchas,
bloqueos y discursos anti imperialistas, que lo llevaron en 1997 a la Cámara de
Diputados con masivo respaldo del Chapare.
Expulsado del Parlamento en enero de 2002 por encabezar protestas contra la
erradicación del cultivo de la coca, Morales retornó con mas fuerza en las
elecciones de mediados de ese mismo año en las que su partido Movimiento al
Socialismo (MAS) ganó la quinta parte del Congreso.

Esa nueva historia comienza con la nacionalización de hidrocarburos que, a su


juicio, no implica una confiscación de activos transnacionales sino un retorno
del Estado a la producción y comercialización de petróleo y gas, revirtiendo la
privatización efectuada en 1996.

A esto se sumaría un control total de la actividad de las compañías extranjeras,


sometidas al pago de impuestos "que sumen al menos 50%" del valor del
producto, especialmente gas natural, la mayor riqueza del país.

"Con el gas obtendremos recursos para crear empleos y luchar contra la


pobreza", aseguró Morales sobre el combustible cuya exportación generara este
año unos 850 millones de dólares. "Ya no será el Estado al servicio de las
transnacionales, sino al revés".

"Compañeros y compañeras, ya hemos ganado", dijo con algunas lágrimas en


los ojos un emocionado pero ecuánime Morales en una alocución televisiva
desde Cochabamba y rodeado de miles de sus partidarios.

"Decir a aymaras, quechuas, chiquitaos y guaraníes: por primera vez vamos a


ser presidentes. Y quiero decirles a empresarios, profesionales intelectuales,
artistas, no nos abandonen".

Media hora antes, su principal opositor, el conservador Jorge Quiroga ya había


aceptado la derrota. "Los resultados que muestran las estimaciones iniciales de
conteo rápido, también están señalando un camino que nos está dando esta
democracia y felicito pública y abiertamente a don Evo Morales y a Álvaro
García Linera, candidatos del MAS, por su resultado electoral".
Ya para ese entonces la sede principal del MAS en La Paz era una fiesta total a
la que llegaban cientos de simpatizantes de Morales para unirse a la celebración
de tener por primera vez en la historia un presidente indígena.

El triunfo de Morales es un hecho histórico en Bolivia", dijo a BBC Mundo


Gustavo Chávez, economista y analista político de la Universidad Católica de La
Paz. "Esta incorporación de sectores indígenas en el poder no había ocurrido en
los 200 años de vida republicana y esto es un elemento de inflexión muy
importante para el país", advirtió.

"Empieza una nueva historia de Bolivia donde se buscará la igualdad, justicia,


equidad y paz con justicia social" dijo ese día Morales y prometió que su
gobierno "jamás extorsionará a quien quiera invertir en nuestro país", con lo
que hizo una alusión a uno de los temas que más preocupa a sus opositores,
que es precisamente la forma en como se comportará Morales con las
empresas extranjeras que trabajan en el país, especialmente las petroleras.

Además, Morales, dijo que "quiero reiterar que el movimiento indígena no es


excluyente; con nuestro gobierno se va a acabar la discriminación, la xenofobia,
el desprecio; vamos a cambiar el modelo neoliberal".

Desde el regreso a la democracia en el país en 1982, ningún candidato había


logrado obtener la cantidad de votos que obtuvo Morales en las elecciones. Una
cantidad de sufragios que no ofrece ninguna duda de que la mayoría de los
bolivianos quiere un cambio profundo a nivel político y económico.

El 1 de mayo del 2006 Evo Morales cumple cien días en la presidencia de


Bolivia y los celebró con la firma del "decreto supremo" que hará realidad una
de sus principales promesas de campaña: la nacionalización de los
hidrocarburos, que otorga al Estado el "control absoluto" de los importantes
yacimientos de gas y petróleo del país. Así, las empresas extranjeras que
operan en Bolivia deberán entregar toda su producción a la estatal Yacimientos
Petrolíferos Bolivianos (YPFB) para su comercialización e industrialización, y
tendrán que regularizar sus actuales contratos en un plazo de 180 días.
De lo contrario, "no podrán seguir operando en el país", advirtió el presidente.
"Llegó el día esperado, un día histórico para que Bolivia retome el control
absoluto de nuestros recursos naturales", declaró, con el casco blanco de los
trabajadores petroleros, desde el yacimiento de San Alberto, uno de los más
importantes del país —operado por la brasileña Petrobras—, en el
departamento sureño de Tarija. Al mismo tiempo, ordenó a las Fuerzas
Armadas tomar los campos petroleros administrados por empresas extranjeras
para impedir eventuales "sabotajes". "A partir de este momento, quedan
nacionalizados todos los hidrocarburos en el territorio nacional. Se acabó el
saqueo de los recursos naturales por parte de las empresas petroleras
internacionales", declaró Morales, flanqueado por sus ministros, funcionarios y
efectivos militares.

El decreto 28.701 establece que a partir de este 1º de mayo, las petroleras que
operan en el país "están obligadas" a entregar a YPFB "toda la producción de
hidrocarburos". Esto no implica en lo inmediato la expulsión de las empresas
transnacionales que operan en el país, que posee la segunda reserva de gas del
continente. Pero las obliga a reconocer al Estado una mayor participación en la
distribución de los beneficios. El ex líder cocalero remarcó que YPFB se
encargará de la comercialización y de definir "las condiciones, volúmenes y
precios, tanto para el mercado interno como para la exportación y la
industrialización". La petrolera estatal, detalló, asumirá "el 50 por ciento más
uno de las acciones" de las tres compañías que se formaron en 1996, tras la
privatización, durante el mandato de Gonzalo Sánchez de Lozada. Se trata de
Andina S.A, filial de la española Repsol; Chaco S.A., que es controlada por la
británica British Petroleum; y Transredes, cuyo mayor paquete accionario
pertenece a la angloholandesa Shell. El proceso también afecta a la brasileña
Petrobras, aunque es un caso particular, porque esta empresa no intervino en
la privatización de los años 90.
"Pedimos a las empresas petroleras que respeten la dignidad de los bolivianos,
que respeten esta decisión del pueblo boliviano. Si no respetan, nos haremos
respetar a la fuerza", advirtió el líder del Movimiento al Socialismo (MAS), quien
sostuvo que el traspaso de la propiedad de los hidrocarburos al Estado "es la
solución a los problemas económicos, a los problemas sociales del país".

Desde España, el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero expresó también su


"más profunda preocupación" por el decreto firmado. En un comunicado,
expresó que "espera que el plazo de 180 días anunciado por el presidente de
Bolivia a las empresas extranjeras para regularizar sus actuales contratos, abra
un proceso de auténtica negociación y diálogo entre gobierno y empresas. En
su discurso, Morales anunció que todos los campos petrolíferos serían ocupados
por el batallón de ingenieros de las Fuerzas Armadas y funcionarios de YPFB. Y
llamó a los bolivianos a movilizarse frente a "intentos de sabotaje."

Poco después, desde un balcón del Palacio Presidencial en La Paz, el


vicepresidente Alvaro García Linera dijo a una multitud reunida en la histórica
Plaza Murillo para celebrar el Día del Trabajador, que "56 estaciones
hidrocarburíferas fueron ocupadas por YPFB y las Fuerzas Armadas". Según un
comunicado del Ejército boliviano "el control técnico y operativo (de las
instalaciones) busca asegurar el funcionamiento de las estructuras de
producción para garantizar el normal aprovisionamiento" de gas y petróleo para
el mercado interno. En Tarija, Morales remarcó que sólo podrán seguir
operando las empresas que "acaten inmediatamente las disposiciones" del
decreto y fijó un plazo "no mayor de 180 días" para que regularicen su
actividad "mediante contratos que cumplan las condiciones y requisitos legales.

Morales, presionado por protestas y huelgas anunciadas por diversos sectores,


anticipó que YPFB asumirá la operación de los campos de las empresas "que se
nieguen a acatar o impidan el cumplimiento" del decreto. El momento elegido
para el anuncio tomó por sorpresa a los bolivianos, que esperaban que el
mandatario participara a esa hora de los actos por el Día del Trabajador en La
Paz. Pero lo cierto es que la medida era esperada, pues fue una las principales
banderas de la campaña que lo llevó a ganar las elecciones de diciembre con el
53,7% de los votos. El presidente dijo que esta es la "tercera y definitiva"
nacionalización del gas, luego de que en 1937 se nacionalizó, por primera vez
en Sudamérica, la empresa Standard Oil, y en 1969 la Gulf Oil, ambas
estadounidenses. Pero desde 1996 —cuando se inició la privatización de las
empresas estatales, durante el gobierno de Sánchez de Lozada— YPFB fue
prácticamente vaciada.

La tarea de Morales es ardua. Los años de corrupción, desigualdad y, sobre


todo, racismo son difíciles de erradicar de Bolivia.

Pero el Presidente ha empezado por algo sumamente importante: cumplir con


uno de los compromisos de campaña más importantes. De hecho, fue ese
compromisos el que lo encumbró en la presidencia, fue ese compromiso el que
hizo la diferencia, el que tuvo el poder de mover a miles de indígenas a emitir
su voto por ¨uno de ellos¨.

Morales ha demostrado que es posible ser digno presentándose ante los


mandatarios de mundo con un abrigo de alpaca, guanaco o vicuña. Conoce la
pobreza y el sufrimiento de su pueblo, pero, lo que es más importante aún: no
los ha traicionado.

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