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DIA DIECINUEVE de abril de 2010

“LLAMÓ A LOS QUE ÉL QUISO” Mc. 3,13


“Para promover las vocaciones específicas al ministerio
sacerdotal y a la vida religiosa, para hacer más vigoroso e incisivo
el anuncio vocacional, es indispensable el ejemplo de todos los
que ya han dicho su “sí” a Dios y al proyecto de vida que Él tiene
sobre cada uno.”
Aunque la vocación es un don de Dios, Él se sirve del
testimonio de los sacerdotes fieles a su misión, para suscitar
nuevas vocaciones sacerdotales y religiosas al servicio del Pueblo
de Dios. Tres elementos que forman parte de este testimonio:
la amistad con Cristo, el don de sí mismo y la comunión.”
Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de oración por las vocaciones.
25 de Abril de 2010.

TEXTOS DE LA CUENTA DE CONCIENCIA DE LA VENERABLE


CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA

CUÁNTO GERMINARÍAN LAS VOCACIONES SACERDOTALES


“El Padre mirará más complacido, al sacerdote que más se
parezca a Mí. Pero quiere verlo transformado en Mí, no tan sólo en la
hora de las Misas, sino a todas horas; de tal manera, que en cualquier
sitio, y a cualquiera hora, pueda el sacerdote decir con verdad en el
interior de su alma, estas benditas palabras realizadas constantemente
en él por su transformación en Mí: «Éste es mi Cuerpo, ésta es mi
Sangre».
¡Oh, si todos los sacerdotes hicieran esto, transformados en Mí, no
tan sólo a la hora
del Sacrificio incruento, sino
siempre, cómo se derramaría el
cielo en gracias para ellos y para
las almas; cómo esas miradas
fecundas y divinas del Padre
endiosarían la tierra! ¡Cómo
germinarían las vocaciones
sacerdotales, cómo se
multiplicarían los santos, cómo
florecería la Iglesia, y cuánta,
cuánta gloria recibiría la Trinidad!
9 Junio de 1928. C.C. Tomo 52, 127-128

MARIA Y VOCACIONES SACERDOTALES


“Si María es Esposa del Espíritu Santo, es también para
engendrar de Él, las vocaciones sacerdotales que sirvan a la
Iglesia; para protegerlas, cuidarlas, formarlas, alimentarlas, sin
dejarlas jamás; Ella está presente, gozándose en la
ordenación de los sacerdotes; Ella los acompaña siempre en
los altares a la hora del Sacrificio de la Misa; y Ella, con el
Espíritu Santo, se encarga de cultivar el germen que el mismo
Espíritu Santo pone en el alma del sacerdote por la
encarnación mística en las Misas, cuidando de formar a Jesús,
de hacerlo crecer, y de perfeccionar rasgo por rasgo no sólo
la imagen, sino al mismo Jesús, en el alma de los sacerdotes
que se presten a ello, para que se realice la transformación
perfecta y consumada, de ellos en Mí.”
Abril 8 de 1928. CC Tomo 51,306

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