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LATINA
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El Género de la Historia
Lo primero que sorprende es cómo la historia forma parte de la literatura latina. Pero es que
hasta hace dos siglos no tuvo vocación de ciencia. Para la Antigüedad, la historia tenía que
ser bonita y maestra de la vida; era una "asignatura", pero con exposición literaria, curiosa y
atractiva. Hoy se acercan a esta concepción la novela histórica, la biografía o el reportaje
periodístico.
Orígenes. El género de la historia es de origen griego y surge en la etapa clásica. Heródoto
y Tucídides son sus grandes representantes, pero sus concepciones son bastante
distantes. Heródoto defiende una historia general, perpetua, enciclopédica, humanista,
entroncada con la épica. Tucídides, en cambio, ofrece una historia monográfica,
contemporánea, racionalista, dramática. Aristóteles y su escuela no ayudan a aclarar la
concepción.
El helenismo no unifica tampoco, sino que, al contrario, amplía las expresiones del género
con la biografía, la memoria de campaña o la autobiografía. Polibio, el escritor más
representativo de entonces, se inclina por la utilidad, la ejemplaridad política y al
universalidad.
La influencia griega, pues, es compleja en su origen y favorecedora de las corrientes e
innovaciones romanas. Por su parte, Roma aportaba la tradición de su manía
codificadora y memorialística: los patricios tenían documentos privados y el colegio
sacerdotal de los Pontífices redactaba cada año los sucesos más importantes en los Anuales.
Estructura. Es abierta. Son obras amplias divididas en libros y éstos, a su vez, en capítulos.
Las unidades narrativas principales se componen de relatos y descripciones. Las unidades
secundarias se intercalan de forma imprevisible; son los excursos declarativos o impresivos y
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los discursos.
El principio organizativo principal es el yuxtapositivo, que añade unas unidades junto a otras,
aunque también se emplea el principio dramático con una tensión ascentente y otra
descendente -climax y anticlímax-. Las distintas unidades se suelen relacionar entre sí de
forma expresa mediante procedimientos de ilación, entre los que abundan los de tipo fórico,
es decir, los que emplean al principio de una unidad pronombres, adverbios o
conjunciones coordinadas que hacen referencia a la unidad anterior o posterior.
Por otra parte, está en la historia el principio de periocidad. De los Anales de los Pontífices
surge la costumbre de una anualidad bastante rígida frente a la mayor flexibilidad de los
griegos, que preferían el tiempo entre Olimpíadas. Además. Está la consideración general de
los períodos históricos y en esto los romanos no tuvieron una aguda visión. Las biografías de
Suetonio y la Historia Augusta se salvan en este sentido.
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autobiográficos;
• En el tercero, junto con la línea tradicional, tiene éxito la corriente plebeya en lo
que supone un cambio sociológico del género, que amplía su marco de
influencia e interés a una parte de la plebe, que no espera la veracidad, sino
sucesos llamativos.
Etapa clásica. El género madura y aprovecha los modelos griegos y lo mejor de la etapa
romana anterior. Cicerón sistematizó la
teoría, que aprovechó
fundamentalmente Tito Livio. Si
exceptuamos la biografía, que está
representada por Cornelio Nepote y su
obra De viris illustribus, los demás
subgéneros alcanzaron su máxima
expresión con César y su unión de
memoria de campaña y de
autobiografía, con Salustio y sus
monografías y con Livio y su historia
general.
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se seguiría en el siglo XV, en el que la historia se enriqueció con más temas, profundización
en el estudio psicológico y moral de los personajes, belleza en la expresión literaria. En el
Renacimiento, los modelos romanos tuvieron gran influencia. Además existía conexión entre
la España imperial y Roma. La política del emperador y la conquista de América son
nuevos temas en los que influyeron especialmente las historias imperiales de Tácito y
Suetonio y las bélicas de César.
Con Felipe II, la historia general de España volvió a retomarse con el claro influjo de tito Livio
y se consiguieron los modelos españoles, entre los que destaca la historia del padre Mariana.
Salustio y Tácito fueron modelos para otras obras de este siglo y especialmente del barroco,
entre los que destacó Francisco Manuel de Meló. En el siglo XVIII sobresalió una
autobiografía, la de Diego de Torres y Villarroel. Los siglos XIX y XX cambiaron el género
propiamente por la novela y el drama históricos.
César
Cayo Julio César es una figura fundamental en la historia de Roma y protagonista del final de
la época republicana. Su gran preparación, sensibilidad, inteligencia y ambición marcan su
personalidad, que se manifiesta de manera notoria en sus dos obras históricas: los
Comentarios sobre la guerra de las Galias y sobre la guerra civil (De bello Gallico y De bello
civili). Y es que éstas son autobiográficas, ya que el protagonista absoluto como jefe
militar y hombre de gobierno es César. Pero no se queda ahí. El integra de forma
innovadora este subgénero con la memoria de campaña, que ya había creado el griego
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La situación literaria y personal de César hace que el tema de la veracidad sea especial; pero
hay que partir de la consideración del género de la historia. En este caso, el objetivo
político y propagandístico era muy personal. Buscaba alcanzar la fama de un héroe militar y,
posteriormente, el apoyo político a su nombramiento como dictador. Y, para no alarmar sobre
su ambición, tenía que actuar de una forma sutil, aunque la justificación de su guerra civil no
le permite profundizar en este sentido. Así, igual que había hecho Jenofonte, usaba la tercera
persona para referirse a él mismo y también su sobrenombre de César, que en su repetición se
convierte en el eco de un héroe. A esto añade la ausencia del elogio manifiesto (lo cual sí era
propio de la biografía), la admisión de errores personales, el reconocimiento de los logros
extraños, la rotundidad de los hechos narrados.
Salustio
Amigo de Julio César, Cayo Salustio Crispo comenzó a
escribir en los últimos años de la vida, después de una
larga trayectoria política y poco después de la muerte
de su protector. Llegó a la élite política procedente
de una familia que no lo había hecho. Este homo
novus se apoyó en la facción populista que había
encabezado Mario y más tarde César, frente a los
cuales estuvieron personajes como Sila y Cicerón.
Escribió tres obras, aunque de una, las Historias, se han
transmitido escasos fragmentos que tratan de hechos
de finales del siglo II y principios del I. Las otras dos,
que se conservan, son La conjuración de Catilina, que
relata el intento de golpe de Estado que protagonizó
Catilina, contra el que se enfrentó el cónsul Cicerón
y La guerra de Yugurta, que aborda las dificultades
romanas para resolver una guerra colonial en el norte
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de África.
Salustio eligió la monografía en cuanto a la selección del tema y del tiempo, que lo entronca
con la historia clásica griega y, más concretamente, con Tucídides; pero la combina con una
concepción biográfica-dramática, que elabora a partir de la tradición helenista y romana. La
integración de estas dos corrientes da el resultado innovador de un escritor del clasicismo
romano.
Su característica más tucidídea coincide con una de César: la contemporaneidad y la totalidad.
Esto atañe a la selección de los temas y su cercanía temporal, de manera que repercutieran e
impactaran en la sociedad de su tiempo y hubiera suficientes fuentes fidedignas para aportar
abundantes datos y resultar "total". Salustio vivió la crisis de la conjuración de Catilina y,
aunque la guerra de África había ocurrido tres cuartos de siglo antes, sus repercusiones y
sus condicionantes seguían presentes. Por otro lado, igual que Tucídides se centra en
Atenas, Salustio lo hace en Roma. El tema principal es el político-militar.
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hombre es el centro de la historia y no el héroe. La idea no es original suya, sino del griego
Teopompo; pero el sabino demuestra sus ganas de innovación, su ingenium y su humanismo.
Tiene un gran cuidado por la estructura, que le lleva a un importante desarrollo
orgánico. Y mantiene la conciencia de ésta mediante enlaces, sobre todo, las
adversativas sed o ceterum. Su preocupación artística se demuestra especialmente en el
cuidado del estilo. Aunque su rudeza arcaizante, que recoge de Catón y otros analistas,
fue criticada, es coherente con la defensa de su alternativa lingüístico-literaria. Practica la
anomalía o variatio, contraria a la analogía de César y Cicerón. De esta manera utiliza
arcaísmos, neologismos, el cambio y la combinación de los elementos sintácticos. Además
prefiere la concisión (brevitas) y la contradicción (antítesis).