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Paolo Portoghesi. “Il contributo americano allo sviluppo dell`architettura barocca”.

Simposio internazionale sul Barocco Latino Americano.


Istituto Italo Latinoamericano, Roma, 1982

Traducción: arquitecta Luciana Colla

La contribución americana al desarrollo de la arquitectura barroca

Hablar de expansión de la arquitectura barroca en una determinada área geográfica significa


admitir la persistente validez del “barroco” como categoría crítica y la consideración de la
arquitectura que amerita este apelativo, como un fenómeno, entre ciertos límites unitario y
dotado de una suficiente homogeneidad como para incluirle y excluirle una determinada obra
de la correspondiente área estilística.

El propósito de hacer considerar mecánicamente la categoría estilística con el área cronológica


1600-1750 posee ausencias de algunos valores críticos, en cuanto obliga a reunir bajo una
misma etiqueta, hechos arquitectónicos divergentes. Pero, igualmente, surgen contradicciones
si se recorre las definiciones estructurales basadas en la individualización de las constantes
morfológicas.

El crítico que quisiera abolir el recurso de la categoría estilística para evitar tal dificultad y
contradicción, se encontraría incluso en condiciones todavía peores, habiendo perdido, junto
con la dificultad, la ventajas de un método que permite sustraer los fenómenos arquitectónicos
del aislamiento, reconduciéndolo a un ámbito comparativo que permite, no solamente la
clasificación, sino la posibilidad de un juicio basado en una comprobación respecto a un código.

Por lo tanto, es injusto eliminar la categoría critica, porque es necesaria para comenzar, para
evitar la generalidad, usando estos elementos de trabajo con toda la precisión y cautela que se
utilizan los instrumentos científicos

Pienso que en el caso del barroco, se deba buscar una definición operativa que renuncie
explícitamente al propósito de reconstruir una especie de movimiento consciente, como, dentro
de ciertos límites, han estado los movimientos de vanguardia, estructurados como partidos
políticos, y referidos a una determinada ortodoxia.

En sus diferentes fases, el barroco ha tenido un intento de renovación y de enriquecimiento del


método formativo y los arquitectos de su tiempo (es significativo un párrafo de la Prospettiva di
Andrea Pozzo) se autodefinían simplemente;”architetti moderni”, usando un término
absolutamente relativo, legado por una concepción dinámica de la historia y exprimiendo de
esta manera un sentimiento de su tiempo que está detrás del más profundo motivo inspirador
del arte barroco.

El uso operativo de la categoría estilística, permite reconstruir una historia en tres dimensiones,
en la cual el aporte de la personalidad tiene relevancia particular al lado de los grupos, de las
ideas, de las formulaciones teóricas y didácticas.

La definición operativa del barroco, conlleva algunas consideraciones de orden lingüístico.


Diremos entonces, que el aspecto característico de la producción arquitectónica del mundo
occidental desde el 1600 y el 1750, estuvo en la utilización, en sentido antidogmático, del
repertorio lingüístico de origen greco- romano que la cultura humanística había recuperado en
el cuatrocientos y quinientos, contraponiéndola a la tradición tardo-gótica. Esta definición se
apoya en la existencia, fácilmente verificable, de un código de referencia de común dominio:
que podemos llamar gramática clásica, caracterizada por el mecanismo de superposición de
las partes del orden, de la gradación jerárquica, del principio de axialidad y del reconocimiento
de una estructura compositiva institucionalizada, como la edicola, el baldaquino, la
superposición y la intersección de los órdenes. La definición gira también sobre el término
“utilización” y sobre el término “antidogmático”.
En el pasaje de la cultura del renacimiento a la del barroco, el procedimiento compositivo se
transforma radicalmente y por consecuencia el mecanismo lingüístico de transmisión de la
información. El repertorio gramatical y sintáctico se enriquece mediante toda una serie de
recuperos que producen varias tentativas de síntesis bajo la tradición clásica y otras tradiciones
históricas. También por esto la relación entre código y estructura resulta completamente
transformada. La arquitectura del renacimiento comunicaba principalmente la estructura. La
arquitectura barroca, en cambio, se propone elaborar empíricamente el lenguaje clásico con el
fin de comunicar determinados contenidos a un nivel de mayor accesibilidad. Para seguir en el
interior de la comparación lingüística, diremos que en la fase del renacimiento existe una
evidente preocupación por la propiedad sintáctica, mientras que, en la fase barroca, reviste
gran importancia la persuasión “popular” (como el Tesauro llama la retórica) y, por lo tanto, la
pronuncia, la implanta.

La lingüística (dialecto) no es más una degradación de la lengua sino una forma de desarrollo y
de transformación.

El antidogmatismo barroco, desplegado psicológicamente como contrapartida de una vida


social estática y convencional (el único escape posible de una aspiración tanto más intensa en
tanto insatisfecha de liberación y libertad) es indispensable para poder calificar el modo en que
viene empleado el repertorio clásico. Se ha dicho que el barroco refuta reglas y leyes: esta
afirmación no es del todo correcta pero si contiene una parte de verdad. Ciertamente, la regla
no es advertida como freno, viene continuamente evocada, aunque es transgredida como
principio de organización.

Cuando podemos servirnos de cerebros electrónicos y de estadísticas terminantes, incluso en


el campo de la historia de la arquitectura, llegaremos probablemente a la conclusión paradojal
que la arquitectura es rica en leyes complejas que determinan coherentes tipologías estilísticas.

Seguramente estas leyes no exigen formulaciones únicas y resguardan no tanto la forma en


que aparecen en la realidad geométrica, pero si procedimientos compositivos y el movimiento
virtual sugerido de miembros y estructura latentes que configuran la masa muraría, y en
particular, esta estructura latente, el espacio, sobre el cual, la envolvente del edificio, ejercita su
acción formadora.

En base de esta premisa metodológica, la individualización de la contribución americana al


desarrollo de la arquitectura barroca, interesa no como un sistema cerrado sino como una
pluralidad de métodos dirigidos a la utilización antidogmática del lenguaje clásico, resulta sin
lugar a dudas más fácil en cuanto se siembra el lugar de una imagen espacial concebida a
priori o de un estilo sincrónicamente intencional en el modo tradicional y se asume como un
objeto e instrumento de análisis de hechos concretos.

-Por una parte, una serie de comunidades heterogéneas entran en contacto entre sí como un
difícil proceso de integración y después como un desentrañable nudo de aportes externos
debidos a la experiencia compleja vividas por hombres reunidos en una comunidad después de
largas experiencias de viajes y contactos con diversas tradiciones.
-Por otra parte, un repertorio formal vivo en la memoria y un gran número de testimonios
gráficos y teóricos, que constituían un código y una referencia vinculante con la vieja Europa.
Este era el punto de partida para realizar reelaboraciones libres, y para emitir en ella influencias
de otras culturas, absorber enseñanzas, y en definitiva, evidenciar un nuevo clima de utopía, de
naturaleza, y una “condición humana más afín a la entonces experimentada.

No considero apropiada, para la arquitectura colonial americana, la definición de “arte


provincial”, justificable si se verificase una neta inferioridad de resultados cualitativos, mientras
a menudo, por el contrario, en México, en Brasil en Perú, nos encontramos frente a obras muy
elaboradas y de altísima calidad que si no han ejercitado notable influencia sobre la cultura
europea no fue tanto porque fuera privada de originalidad e incapaz de nuevos aportes
lingüísticos, sino por la dificultad objetiva de comunicar y la escasa literatura ilustrativa.

1-El problema de “figura fondo”


Gran parte de la arquitectura colonial está basada sobre una tipología elemental que lleva,
como consecuencia, a un contraste acentuado, entre los organismos constructivos compuestos
por bloques estereométricos simples, y los episodios plásticos en donde se concentra toda la
investigación característica de los edificios. Usando una terminología musical, se puede decir
que, mientras que el organismo se mantiene casi constante, como un pieza musical vinculada a
una partitura prefijada, en la fachada, en los “retablos” y en otras prefiguraciones específicas
de la estructura, hay una base temática firme e interpretada por el ejecutor, con gran libertad
como una “cadenza”, en donde el solista puede desarrollar el tema en modo autónomo y
“virtuosistico”.

La instalación primitiva de esta relación dialéctica entre “figura” y ·fondo” resalta sin dudas de la
tradición románica y gótica tardía, pero la riqueza creativa de las variaciones elaboradas sobre
este esquema de la cultura americana demuestran –a pesar de una relativa independencia-
una gran capacidad de hacer progresar la investigación en una relación nueva, no implícita en
la premisa.

La relación figura fondo definible como contraste de estructura de diversa densidad y como
tendencia a concentrar los fenómenos plásticos, permite recuperar la función comunicativa del
portal romano y gótico que mediaban del paisaje del espacio de la iglesia al espacio de la
ciudad. Esta función está posteriormente enriquecida por el aporte de anticipaciones que
surgen de la fachada en la confrontación con los retablos.

Se viene a instituir así, una estructura en donde conviven el espacio real y el espacio ilusorio.

En el espacio real -mesurado a través del volumen y el trazado octogonal en perspectiva del
organismo- veme atribuido un valor de fondo; a la fachada, a los portales y a los altares, un
valor de figura; en el cual el proceso comunicativo se intensifica en virtud del soporte perceptivo
sentimental e iconológico.

2- El valor espacial de la decoración

En esta interpretación emerge el particular valor de la mayor parte de los edificios barrocos
coloniales, que no han pasado inadvertidos como se dice, por el contrario, están dotados de
una inconfundible identidad. En la fase borrominiana y Mitteleuropea, emerge como estructura
típica, pero no exclusiva del barroco la “continuidad espacial”, o sea, la búsqueda de una
configuración orgánica del espacio interior, que tiende a eliminar cada fractura. No se puede
por lo tanto, reducir la arquitectura barroca a este único modelo, con la consiguiente
identificación restrictiva de un barroco autentico contrapuesto a un “seudo barroco”.

La interpretación antidogmática del repertorio clásico permite en realidad una `pluralidad de


descubrimientos progresivos”, de los cuales se podría proponer una sistematización jerárquica,
con acuerdo de no renunciar a la autonomía de las diversas trayectorias.

El barroco colonial, como el barroco bohemio y el ingles, requieren categorías estilísticas


diferenciadas y específicas, y es tarea de la crítica señalarlas y verificarlas. En particular, se
torna necesario para este fin, la definición en términos críticos de una espacialidad derivada de
la relaciones de oposición entre la figura y su fondo, una espacialidad discontinua y dialéctica
que podría definirse manierista si no revelara, por la analogía de los procedimientos
compositivos, una actitud mental profundamente diversa de aquellas que la crítica ha
considerado escindida del manierismo.

Por lo tanto la duda intelectual, la transgresión a las reglas vistas con sentido de culpa, los
mismos procedimientos de sincopa, de contraposición y contradicción consiguen en el barroco
colonial una característica gloriosa y popularista, basada sobre las maravillas y sobre el
principio perceptivo que la intensidad decorativa, tanto lleva gozo cuanto el contexto lleva al ojo
superficies desnudas sabiamente expuestas sobre cuales reposar.

La espacialidad oscilante o pulsante, contrapone al lleno y al vacío, lo simple y lo complejo,


como fase de contradicción y dilatación sugiriendo la impresión del movimiento.

La densidad casi insostenible de ciertas fachadas peruanas o mejicanas comprimidas dentro


de los volúmenes cúbicos de los campanarios, se explica con la voluntad de simbolizar el valor
de la experiencia religiosa comunitaria, respecto al conocimiento cotidiano
La concentración de la imagen es obtenida por la acumulación de capas plásticas de columnas
cercanas y superpuestas, con ligaduras siempre gruesas e intrincadas. En la fachada de la
Catedral de Cuzco se pueden individualizar al menos cuatro estructuras superpuestas, y se
podría extraer un triple de leyes compositivas que tiende a producir efectos de “eco” y de
“variaciones sobre el tema” con un procedimiento que, por su complejidad, recuerda las
“mezcla” armónicas de la música del templo.
Parece que lo especifico del barroco colonial, consista, en un análisis último, en la imposibilidad
de recorrer sus espacios virtuales en la cesura neta entre el espacio natural (que viene
raramente modificado y contiene una estructura convencional) y el espacio virtual que no puede
ser violado. Tomando de prestado de la física, y en particular de Einstein, el concepto de
“campo” como condición en la cual – en oposición al concepto de “masa”- , se da una baja
concentración de materia, podemos decir que, así como los retablos referidos al espacio
interno de las iglesias y las típicas fachadas coloniales que determinan campos urbanísticos
influenciados con un potente “efecto a distancia” el espacio de la ciudad. A través de la
contraposición de estructuras diferentes, se efectúa una transmisión de información muy eficaz
en cuanto que está basada sobre un lenguaje binario.

3- La síntesis de las tradiciones.

Otro aspecto característico del barroco americano, es la extraordinaria capacidad sintética


demostrada por los arquitectos de la civilización colonial. La cultura arquitectónica barroca
busca con gran interés recuperos históricos: en Bohemia, el recupero de la tradición gótica
derivo cerca del umbral del revival. Borromini y Guarini, mas sutilmente, estudiaron una
reintegración de métodos compositivos góticos. En Inglaterra, Wren recupero el lenguaje
“perpendicular” y Vanbrugh la tradición del castillo tardo-medieval. América y España
recuperaron en la edad barroca elementos y métodos del Mudejar, del Gotico, de la tradición
precolombina y en otra vuelta también de la arquitectura indiana y china, con un
experimentalismo que no evita la contaminación y alcanza frecuentemente síntesis
imprescindibles.

El estilo mestizo especialmente en Perú, corroe la plasticidad y la espacialidad de los modelos


clásicos, exaltando la popularidad y el valor comunicativo de la contaminación de aquellos
modelos a través de la referencia de códigos ancestrales.

4- La defensa del barroco

Extrema contribución al desarrollo del barroco, va señalada por el florecimiento de las iglesias
en la zona mineral de Brasil. Cuando, alrededor del 700 el Aleijandinho, construye su iglesia
conectándose a través de ejemplos tedescos a la tradición borrominiana, en la escena
internacional los arquitectos que continuaban a batirse por el barroco, se pueden contar con los
dedos de una mano. Son Baltasar Neumann, Johann Michel Fischer, Bernardo Vittone, hablar
de ellos como de cansados seguidores sería injusto; en realidad, defendiendo una visión
antidogmática de la relación entre presente y pasado, ellos son profetas de una concepción de
la historia que se afirmara solo en nuestro siglo.

Francisco Guerrero y Torres, cuando construye en 1779 la capilla del Pocito en Guadalupe,
demuestra la persistente vitalidad de un lenguaje basado en la comunicación directa de la
participación de los usuarios. A la distancia de dos siglos, alguno de los problemas afrontados y
resueltos en este última obra maestra del barroco parece todavía extraordinariamente cercanas
y actuales y en buena dirección se puede decir que esta, como tantos otros frutos del barroco
colonial, ha entrado a ser parte del “eterno presente”

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