Por las últimas investigaciones etnolingüísticas y
literarias, queda demostrado que la primeras manifestaciones de esta poesía cobraron vigencia en tribus o grupos étnicos que antecedieron a los incas, porque si bien es cierto que floreció en el Incanato, su producción se remonta a los albores de los primeros hombres que lograron constituirse en grupos socialmente organizados, quienes al lograr este estatus modificaron su conducta y comenzaron a crear una serie de normas y pautas de carácter espiritual que regulaban sus actividades cotidianas. Por esta razón, quiérase o no, si hacemos una revisión de todas las investigaciones realizadas por especialistas en la rama, se deducirá que esta afirmación es correcta y significativa. Esta hipótesis que en lingüística y literatura nos permite formular la noción de arte verbal, fue la piedra angular de todas las producciones artístico – religiosas de los grupos precolombinos, que fueron trasuntándose en diferentes formas de discurso, por cierto acompañado de música. Al respecto, Hokett, refiere; "ciertos discursos, breves o largos, que los miembros de la sociedad concuerdan en valorar positivamente y en cuya repetición periódica, en forma esencialmente idéntica, todos ellos insisten. Tales discursos constituyen la literatura de esa sociedad"(1).
Volviendo al tema, estas actitudes conductuales
de naturaleza colectiva, que de ningún modo podían ser individuales, tienden a su universalización en el seno de los ayllus a través de posturas filosóficas, religiosas, amorosas y la valoración al descubrimiento de una nueva forma de vida, justifica su real dimensión como grupo social. Por ello, el tópico que sirve de indicio es sin duda el ayllu, pues solamente a través del estudio de estos grupos étnicos llámese nómades, semisedentarios o sedentarios, se llega a la conclusión de que fueron los germinadores de toda la inquietud espiritual que posteriormente logró su perfección en grupos de mayor radiación como fue la cultura de los Incas u otras que se desarrollaron en Latinoamérica (2).
Posteriormente cuando llegan al pleno
desarrollo del sedentarismo y conocen la domesticación de animales o la agricultura, surge un carácter particular en el seno de los ayllus y estos, frente a este nuevo factor que gravita en sus acciones, dan valor a los elementos que conforman estos descubrimientos. Tal es el caso en la agricultura, la tierra adquiere una importancia vital conjuntamente con sus recursos y absorbe casi totalmente al individuo que anteriormente no reparaba en su valor esencial. Esta traslación en su modo de vivir y marca el surgimiento de una escala de valores espirituales en base a su condición psicológica haciendo que de allí para adelante busquen nuevos sistemas organizativos que puedan normar su evolución como grupo. En este período el ayllu, sistematiza su modo de vivir, organizando su propio estado social que sirve como transición al advenimiento de las primeras culturas primitivas que habitaron en el Perú.
En esta etapa, es decir, en el período pre-inca
es cuando salta a la vista culturas como Mochica, Chimú, Chavín, Nazca, etc; y con ellos, la dación de la poesía folklórica en forma imperceptible y con matices mágico religiosas. Sin embargo este no induce a deducir que su estado gestacional no haya tenido su origen en esta época, por el contrario, aquí es donde logra enraizar su corpus y se constituye en una manifestación primaria en el accionar de estas culturas. Si bien es cierto que estas afloraciones fueron rústicas y confusas, mal podría negarse que la prodigiosa imaginación del hombre primitivo aún no estuviera en juego, sin antes encuadrar la evolución de estos grupos y calibrar su capacidad de aprensión y entendimiento (3). Al respecto, es primordial afirmar que solamente la habilidad creadora del hombre, su relación, con el medio natural o en el último de los casos, su identificación cosmogónica, pudo lograr vivencias de esa naturaleza a lo largo de su existencia. Por tal razón, lo que caracterizó a las diversas culturas primitivas en su evolución cognoscitiva y ordenamiento social, fue la constante búsqueda de nuevos valores que ampliaran sus conocimientos rudimentarios de Astronomía, Arquitectura, Agronomía, Cerámica, Pintura, Poesía etc. que descubrieron primigeniamente como producto de sus luchas con el universo que les tocó habitar. Es más, en ese constante flujo de ir creando valores y sistemas lo conlleva a determinar su existencia frente a su realidad.
De este bagaje de conocimientos
adquiridos, en particular, interesa los valores espirituales, porque a la par que descubrían la belleza que escondía la naturaleza y el rol que ésta cumplió en su estado de ánimo marca la génesis de su comportamiento y estilo de vida. Dentro de este afán asimilativo fue desarrollándose la poesía folklórica, pues, el hombre de esta época logra captar las sensaciones que la naturaleza emanaba y se convierte en un ser cosmogónico, panteísta o supersticioso que a la final será la exteriorización de seres divinos, fiestas, tradiciones, expresiones míticas entre otras. Parámetros que servían como base, para que ellos adoraban o rendían culto para luego crear ritos o takis que sublimaran el elemento que consideraban sagrado o importante.
Pero donde ya se puede hablar de una poesía
folklórica con características que la sitúan en este género es en el incanato; pues mientras el imperio llegaba a la cúspide de su florecimiento, la difusión de esta poesía fue casi total y si no alcanzó la totalidad fue por su carácter popular y anónimo. Por cierto, esta característica en ningún momento afectó su expresividad lírica, tampoco su contenido porque a la vez que justificaba su importancia en actos como la siembra, cosechas o fiestas costumbristas etc., también se adentró en el terreno sentimental, enriqueciendo su mundo y quizás alcanzando su máximo esplendor como poesía pura. Merced a ello, los elementos que circundaban al hombre incaico, pasan a un primer plano y se sitúan en lugares preferentes de su mente influyendo desde allí en cada uno de sus actos.
En ese sentido a través de las manifestaciones líricas
populares, de carácter anónimo representa una de las manifestaciones amorosas, telúricas y mágico religiosos del hombre incaico en todas sus facetas y también de hacer participar a la naturaleza como si fuera un elemento vivo más del mundo cosmogónico que fue construyendo desde el estado precolombino. Por los estudios realizados por Garibay, Jesús Lara, José María Arguedas y Edmundo Bendezú (4), entre otros, el pasado, presente y futuro de la poesía folklórica, mantiene una vigencia y actualidad muy bien encaramado en la música popular. Justamente, Bendezú refiere: “El hombre andino nunca dejó de cantar en su intimidad lo que había aprendido de sus antepasados, aunque mucho había olvidado, y siguió creando su arte verbal sobre la base de formas aprendidas y ejercitando su memoria dentro de los esquemas de composición poética y narrativa, altamente popular y repetitiva” (5).
Estos factores y quizás muchos más, hicieron que la
mente del hombre incaico se agudizara y los elementos como el río, el sol, el peñasco, la sequía, la siembra, la paloma etc., por decir así, se transfiguraran en caracteres simbólicos individuales o colectivos. De allí que haya habido una fuerte predominancia de elementos cósmicos en la vida del hombre incaico impregnado de telurismo, panteísmo e inmortalidad (6) .Esta afluencia de caracteres hizo que en el incanato adquiera una importancia y sobre todo en los sectores menos favorecidos por la nobleza, quizás por esta segregación entre nobleza y pueblo su auge lo tuvo en las masas populares, pero sin perder su fluidez, lirismo, expresividad; por el contrario sus versos son profundos y en cada uno de ellos vienen los estados de ánimo del morador incaico(7). Mientras transcurría la colonia, es de aceptar que esta poesía no sufrió alteraciones en su contenido, mucho menos en su esencia y siguió desarrollándose como si el fenómeno de transculturizacion no afectara en lo mínimo su universo. Sin embargo cuando la cultura dominante de los españoles quiso apuntalar su dominio en este campo, el rechazo fue total, porque esta poesía era celosamente conservada en el seno de los vencidos en materia pero no en espíritu, pues lejos de asimilarse a la cultura invasora como pasó con la poesía imperial religiosa, se constituyó en un hilo de ligazón entre las generaciones ancestrales de vencidos pero que seguían desarrollando la vena creativa de sus mayores venidas desde la etapa precolombina. Como lazo espiritual fue haciéndose indestructible y sentó su raíz en la ponderación telúrica, expresión burlesca o descripción satírica, rechazando la imposición de los colonizadores para finalmente irradiar su difusión desde la clandestinidad como eslabón de generaciones que solamente se comunicaron a través de un lenguaje oral. Además, cuando la colonia quiso exterminar este bastión, inconscientemente fortificó su vena pues sabiamente asimiló lo positivo y fue transportándolo a su mundo para luego convertirse en una expresión eminentemente indígena. Quizás aquí está la simiente del término de poesía popular, sin embargo los términos no vienen a ser la suma de los contenidos, porque la esencia en sí no varía sino las manifestaciones, pero lo importante de la poesía folklórica en la colonia radica en no haber perdido su vitalidad, pues de lo contrario, hay la posibilidad de creer que en la República no habría testimonio del rol que cumplió en bien de la masa marginada y de ser un eslabón vital en la pervivencia de las costumbres y tradiciones que hasta hoy perduran en pueblos de la zona andina a través de la música popular(8).
La República como suceso político marca un hito en la
continuidad de la poesía folklórica, por ello, lo que inicialmente fue una manifestación de una sola clase, es decir, de la casta marginada o popular; más adelante será también de una nueva clase que se ovuló en la colonia pero que recién aparece como fenómeno social en la República. Socialmente esta época sirve como eje para una serie de cambios que el Perú ha vivido, pero en el arte, sobre todo en el Indígena no hubo variaciones; solamente la aparición del mestizo, confunde un tanto la expresividad indígena; pues los mestizos como clase devinieron en la mayoría de la clase India y por efecto de la hibridación fueron marginados por los españoles y también por los indios, sin embargo esta marginación duró poco, pues gradualmente fueron asimilándose a la cultura andina, para más tarde hacer como suyas muchas vivencias que anteriormente pertenecieron a la masa indígena (9). En este período de dilaciones, mientras aún no se define la nueva cultura peruana, los mestizos tienen cierta pujanza en diversas actividades como el caso de hacer aparecer el charango como instrumento dulce y lacónico, pero una vez que los criollos suben al poder y establecen su actitud de ejercer la misma política de los españoles y quien sabe más cruel y tenaz, tanto los mestizos como la masa indígena volverán a sufrir las vejaciones y discriminaciones generacionales que los caracterizó como estrato social totalmente marginado(10) .En tal sentido el cambio político de los españoles a los criollos no hizo otra cosa que marginar nuevamente a estas dos clases, pero a la cabeza estaban los mestizos, porque sufrían más o igual que la masa indígena. Pese a estas dificultades, el resultado no se esperó, la poesía folklórica única arma que aún no había sido quebrantada sirve para justificar el lamento del mestizo y del indígena, testimoniando su melancolía en la creación de géneros lacónicos como el yaraví, triste o estampas que llegan a tener la catadura de popular pero lo importante de este fenómeno es recalcar que la poesía folklórica, tuvo cierta absorción y enriquecimiento, pues por acción de los mestizos convierte su contenido en versificaciones populares, ahora no solo por la expresividad verbal, sino con el adentramiento de instrumentos musicales que a la larga será conocido como arte popular, vigente en la actualidad contemporánea, aunque sin perder su esencia que prevalecía aunque la letra o música fueran cambiados (11). Por esa razón, en la actualidad cuando hablamos de poesía folklórica, casi siempre se aborda desde el consenso de la poesía popular manifestado generalmente en el huayno, pero la transmutación de valores que deviene de tiempos pretéritos es latente en los pueblos actuales, pues el huayno sirve como antena que cataliza los acontecimientos que se dan en la vida de los grupos y cumple el rol de reflejar los valores de estas masas que difícilmente pueden ser registradas por ciencias que no conocen esta realidad (12). Es de entender que estas manifestaciones vivenciales, por no decir testimonios, surgen como producto de la discriminación o segregación social en el que se encuentra el poeta indio, pues lejos de valorizar su arte, su capacidad creadora o su rol protagónico, se le caracteriza como un ser sin porvenir y sin lugar en la cultura peruana. Sin embargo la realidad es otra, debemos comprender y quizás reconocer que solamente en este artista, hasta ahora ignorado y casi desconocido en el arte verbal, se encuentra el alma de la cultura andina, quienes a través de diferentes y variados trovas populares acompañado de música, danzas y cultos, reflejan las diversas manifestaciones costumbristas que por cierto no son de ahora, sino de sus antepasados, es decir, aunque contaminados con la modernidad cultural, son testigos presenciales de su acontecer histórico ancestral. Hecho que nos invita a pensar que aquí puede estar la respuesta al enigma de la tesis pluricultural y multilingüe que el Perú vive (13). Por ello es imprescindible que se revalore al folklore en general, desusando los análisis formalistas que en nada contribuyen en explicar este fenómeno social, débilmente propuesto por los estudios actuales de interculturalidad. Para terminar, no se debe desmerecer la labor de José María Arguedas, quien según Martín Lienhard, asume el rol histórico de ser un etnólogo literario (14) y se caracteriza por buscar lo genuinamente andino, pero circunscrito al contexto político y cultural, es decir, que intenta recopilar los hechos culturales del hombre andino para demostrar el valor del arte indígena o popular como hoy se le quiera llamar. Vale traer a colación una cita que Arguedas hace del huayno:”El wayno anónimo en cuyos versos esta el corazón del pueblo desnudo y visible, el wayno del norte, del sur, del este y del oriente, de la quebrada y de la puna alta: del indio de la puna grande, solitario, aislado dominado por la fuerza y la imagen que en su interior de los “Apus”(montañas);del indio de quebradas negociante, enamorado, frecuente en que el mestizo empieza a ser poeta visible ,y famoso en su provincia; huaynos en los que el alma del mestizo, guía del Perú está tan clara y tan visible como el alma popular de todos los tiempos del Perú en el wayno anónimo… ” (15).
NOTAS:
1 Hockett, Charles F. Curso de lingüística moderna. Trad. De Emma
Gregores y Jorge Alberto Suárez, Buenos Aires, 1971. 2. Castro Pozo, Hildebrando: Del Ayllu al cooperativismo socialista de los Incas. Mejia Baca editor. Lima 1969 3. Lemann, Henri: Las culturas Precolombinas. Ed. Eudeba. Buenos Aires 1969. 4. Iberico Rodríguez mariano: El Sentimiento de la vida cósmica. Ed. Losada. Buenos Aires 1949.
5. Garibay, Angel María. Historia de la literatura náhuatl, Porrúa, México,
1992.
6. Bendezú A., Edmundo Literatura quechua. Biblioteca Ayacucho, Caracas,
1980.
7. Lara, Jesús. Poesía quechua. Fondo de Cultura Económica, México,
1979.
8. Guamán Poma de Ayala Felipe: La Nueva Corónica y Buen Gobierno.
C.E.M. Lima 1965
9. Revista Histórica: Tomo XXVII pp.274, Lima 1965
10. Arguedas José María: Realidad Nacional Tomo II. Retablo de Papel Ed. Lima 1975 11. Mariátegui José Carlos: Siete ensayos de la realidad peruana. Ed. Amauta Lima 1975. 12. Bajtín, Mijaíl: “ La palabra, el diálogo y la novela”, en Intertextualité. Francia en el origen de un término y el desarrollo de un concepto. Navarro, Desiderio (comp..). La Habana: UNEAC/Casa de las Américas, 1997. 13. Torero, Alfredo: El quechua y la historia social andina. Edit. Universidad Ricardo Palma. 1985 14. Revista Folklore: Año II, Nº 4. Marzo 1943. 15. Arguedas José María: La canción popular Mestiza en el Perú. La Prensa de Buenos Aires, Agosto de 1965.
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