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PROPAGACIÓN DEL CALOR.

Cuando dos sistemas físicos interaccionan entre sí, la manifestación


sensible de este fenómeno consiste en un intercambio de energía en sus diversas formas. En el caso
normal, un sistema ve aumentada su energía en la misma cantidad en que disminuye la del segundo
sistema, hasta que se alcanza el equilibrio entre ambos. Este intercambio de energía es en general un
fenómeno irreversible (progresa siempre en un sentido determinado) y transitorio (variable con el tiempo).
Si los dos sistemas están a la misma temperatura, el intercambio de energía se lleva a cabo mediante la
realización de trabajo. Si, por el contrario, las magnitudes mecánicas que definen los sistemas no se
alteran durante la interacción, no existe trabajo, y la energía pasa del sistema a mayor temperatura (más
caliente),a1 de menor temperatura (más frío) en forma de c.
La propagación o transmisión del c. se puede realizar por conducción, convección y radiación, siendo
frecuente en la práctica que en la transferencia de c intervengan simultáneamente dos o tres de estos
tipos de propagación.
Conducción. La conducción del c. se define sencillamente como el intercambio de energía entre
moléculas sin desplazamiento de éstas y es el único modo en que puede propagarse el c. en los sólidos
opacos. También existe conducción en los líquidos y gases, pero en ellos predomina la transmisión de c.
por convección y radiación, mientras que en los sólidos transparentes la radiación puede jugar además un
papel importante. El estudio de la propagación del c. por conducción pretende fundamentalmente conocer
dentro de un elemento generalmente sólido la distribución de temperaturas, su variación con el tiempo y el
c. que fluye a través del mismo por unidad de tiempo, con unas condiciones iniciales dadas. Como toda
estructura de hornos, intercambiadores de c., elementos eléctricos, etc., debe proyectarte para que
transmita el c. o para que impida dicha transmisión, es necesario tener en cuenta tal tipo de propagación
en todos estos casos. Por otra parte, en sistemas sometidas a temperaturas elevadas, este fenómeno
tiene aplicación en el estudio de las tensiones térmicas que aparecen en el seno del material y que puede
deformar o incluso romper el sistema.
La ley fundamental que rige la conducción térmica se atribuye al matemático francés Jean Fourier
(17681830) y dice así (fig. 1): «En el elemento plano homogéneo (conducción en üna sola dirección x
normal a dicho el calor transmitido por unidad de tiempo, dQplano), dO, es directamente proporcional a la
diferencia de temperaturas entre ambas caras del elemento plano y a su área S e inversamente
proporcional al espesor del mismo, l». La constante de proporcionalidad, k, se denomina conductividad
térmica y depende de la clase de material en cuestión, variando ligeramente, en general, con la
temperatura. La formulación de la ley de Fourier es la siguiente:
dQ k s tzti dB l
Esta ley es aplicable cuando se ha alcanzado el régimen estacionario de temperaturas, pues en el
caso general de que éstas varíen con el tiempo (régimen transitorio) hay que utilizar una expresión más
general y complicada. La expresión
1Z
Rt k S
se denomina resistencia térmica del elemento. La ley de Fourier escrita en función de Ri tiene una
clara analogía con la ley de Ohm de las corrientes eléctricas (v.). En el caso de que una pared esté
compuesta por diversos materiales o elementos, la resistencia total es igual a la suma de las resistencias
de cada uno de estos elementos, de modo análogo a las resistencias en serie, etc.
Las conductividades en los sólidos varían en un margeiZ muy amplio desde los metales hasta ciertos
materiales aislantes. Los gases y vapores tienen conductividades térmicas extremadamente bajas. Los
líquidos tienen conductividades bajas, intermedias entre los gases y los líquidos (fig. 2).
Convección. El mecanismo de propagación del c. por convección es una combinación de conducción
térmica con un transporte del fluido en cuestión que origina la mezcla de las porciones calientes con las
frías, tendiendo a igualar la temperatura del conjunto. Esta mezcla se realiza fundamentalmente debido a
la diferencia de densidades (convección libre) o mediante un sistema de impulsión externa (convección
forzada). La convección libre justifica el calentamiento de un líquido sometido a caldeo directo (fig. 3). El
líquido al calentarse disminuye la densidad y se eleva en el seno del líquido restante, siendo reemplazado
por más líquido frío que se calienta al ponerse en contacto con la zona caliente del recipiente,
produciéndose así unas corrientes de convección que tienden a homogeneizar la temperatura. La
aplicación de las leyes de la transmisión del c., mencionadas en la conducción, a la convección libre (fig.
4) nos llevaría a la necesidad de conocer el espesor l de la capa en donde se produce la variación de
temperatura entre la superficie del sólido, ts, y la del seno del fluido, ta, así como un coeficiente de
conductividad medio k en dicha capa. Es más sencillo utilizar la relación.
dQc d9 en donde
hc=fe/Z
es el coeficiente de convección medio a determinar experimentalmente en cada caso. Esta relación,
propuesta inicialmente por_Newton en 1701, debe considerarse como definición de h. en lugar de una ley
fenomenológica de la convección. Este coeficiente depende fundamentalmente de la mencionada capa
que es función de la forma de la superficie y de la velocidad del fluido, así como de su temperatura y
viscosidad. La producción de gotas de líquido en el caso de enfriamiento de un vapor (o, por el contrario,
la formación de burbujas en la ebullición) juegan un papel importante en la convección.
Radiación. La transmisión del c. entre dos cuerpos a diferentes temperaturas separados en el espacio
se verifica por radiación (v.). El espacio entre ambos cuerpos puede estar prácticamente carente de
sustancia (el vacío), como es el caso del espacio interplanetario que separa el Sol de la Tierra, u ocupado
por una sustancia transparente. La palabra radiación se aplica a diversos tipos de ondas
electromagnéticas (fig. 5), pero en nuestro caso designa la propagación de energía a través del vacío o de
un medio transparente. La energía radiante emitida por un cuerpo depende notablemente de su superficie
y de su temperatura. Un radiador perfecto (o cuerpo negro) emite energía radiante Q,., según la ley de
StefanBoltzmann, obtenida experimentalmente por 1. Stefan en 1879 y deducida teóricamente por L.
Boltzmann en 1884:
Qr=vAT4
siendo A el área de la superficie emisora, T la temperatura absoluta (=t+273,15° siendo t la
temperatura en grados Celsius) y a el denominado coeficiente de StefanBoltzmann, cuyo valor es
5,6697X105 erg. cmz• seg1grado4. En esta expresión, la energía Qr es la suma total de la energía
emitida a todas las frecuencias o longitudes de onda de radiación. La distribución de radiación de un
cuerpo negro en función de la longitud de onda o poder emisivo monocromático (fig. 6) obedece a la ley
de distribución de Planck (18581947), deducida en 1900 utilizando por primera vez la noción de cuantos
de energía, o cantidades finitas de radiación, que poseen una energía dada por: e=hv
en donde v es la frecuencia de la radiación y h la constante de Planck que vale 6.6256 X 10n erg seg.
Las curvas de la (fig. 6) muestran que el máximo de radiación se desplaza hacia longitudes de onda
más cortas al aumentar la temperatura absoluta (ley de Wien), hecho que se observa al calentar
fuertemente un cuerpo y desplazarse su brillo del rojo oscuro (500° C) al rojo cereza (800° C) y al amarillo
(1.000 C). Cuando la temperatura de un objeto es superior a 1.500° la luz que emite es blanca.
Con el desarrollo de artificios que se mueven a velocidades elevadísimas en el seno de fluidos
(cohetes y, caso particularmente importante, las cápsulas espaciales al hacer su entrada en la atmósfera,
barrera térmica) se han desarrollado extraordinariamente los estudios sobre la transferencia de c. en
flujos de alta velocidad íntimamente relacionados con la propagación de ondas de choque. La energía
cinética o de movimiento, que posee el elemento dotado de alta velocidad, se transforma en c. al
disminuir por rozamiento su velocidad. Si todo el c. lo absorbiese el elemento, éste llegaría a volatilizarse
(como sucede con los meteoritos al entrar en la atmósfera: estrellas fugaces). En la práctica, buena parte
de la energía se cede, por el contrario, al fluido en el que se mueve el objeto, pero aun así su superficie
puede llegar a ponerse incandescente, lo que exige un adecuado aislamiento del interior del recinto en el
caso de una cápsula espacial. Por otra parte, se intenta eliminar parte de la energía absorbida
provocando una evaporación física o pirólisis química en la superficie del material expuesto al gas a
temperaturas elevadas (ablación). En el aislamiento juega, además, un papel importante la capa de
sustancias gaseosas desprendidas, que dificultan la transmisión del c. por convección del gas
incandescente hacia la superficie que sufre el proceso de ablación. V. t.: AISLANTES; TEMPERATURA,

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