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EN EL LUGAR DE LOS OTROS

Elvira venía de dejar a la niña en el colegio cuando se encontró con


la mamá de una de las compañeritas de su hija.
En vista de que estaba enterada de que el marido de aquella se
encontraba internado por problemas de salud, luego de saludarla le
preguntó como seguía éste.
La mujer le dijo -mal, murió ayer-, obviamente ésta se encontraba
en estado de shock ya que no se notaba su dolor.
Al ser algo muy reciente todavía no había caído ante la magnitud de
lo sucedido, además de que precisamente iba a buscar a sus hijos
al colegio y seguramente quería mostrar ante ellos su mejor
semblante.
Elvira quedó cortada, sólo atinó a abrazar de inmediato a la mujer y
expresarle sus condolencias y ponerse a la orden ante lo que
necesitara, en realidad no sabía que decirle, no existían las
palabras.
Cuando se despidió de la reciente viuda, todo el peso de la angustia
se instaló en su pecho.
Camino a su casa recordó su propia experiencia hacía ya 10 años,
a raíz de la muerte del padre de su hijo mayor, cuando el niño
contaba con tan solo 2 años.
El día de Elvira cambió, se tornó opresivo, angustiante, el dolor que
sentía dentro era enorme, pesado y viejo.
Si bien había rehecho su vida y se había casado, parecía que el
tema de la muerte de ése ser tan querido, fallecido hacía ya
bastante tiempo, era un tema no resuelto ó sencillamente había
asimilado todo el dolor de la madre de la compañerita de su hija
pequeña.
A la noche, cuando llegó su esposo, comenzó a comentarle lo que
había ocurrido y no pudo evitar dar, por fin, rienda suelta al llanto
que había estado conteniendo durante todo el día.
Su marido, preocupado, le pregunta porqué se pone así, ella sólo
llora y apenas puede articular palabra
-Me puse en su lugar y sentí su dolor y me vi a mí misma cuando a
mí también me pasó y me dolió por ella y por sus hijos, me dio tanta
pena, me dolió tanto...

Abril 2010

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