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MARIA SIMMA Y LAS ALMAS DEL PURGATORIO

María Simma es una labradora austríaca de 74 años, que vive muy pobremente en
su pueblecito de las montañas y que desde muy pequeña rezaba mucho por las Almas
del Purgatorio. En 1941, cuando contaba 25 años de edad, y tras intentar entrar
en varias ocasiones de religiosa en distintos conventos, encontró su misión al
empezar a ser visitada por Almas del Purgatorio, en espera de su colaboración
para poder ser enviadas al cielo. Principalmente le piden que haga decir misas y
asista a ellas, pero también sufrimientos y determinados encargos.

Actualmente tiene el reconocimiento oficial de la Iglesia, y la apoyan


encarecidamente el cura de su parroquia y su Señor Obispo, que le aconsejan que
su labor debe continuar mientras no haya error teológico, que no lo hay.

Este carisma de recibir la visita de las Almas ya lo han tenido anteriormente


otras almas santas, canonizadas o no, como Santa Gertrudis, Santa Catalina de
Génova, San Juan Bosco, el Santo Cura de Ars, Mª Ana de Jesús... y todas ellas
coinciden, sin contradecirse en lo más mínimo, con las revelaciones de María
Simma, que recoge algunas de ellas en el libro: “Las Almas del Purgatorio me han
dicho” y en una entrevista que para la serie de cintas “Historias verdaderas” le
realizó sor Emmanuel, y en la que responde con una claridad y precisión
asombrosos sobre estas últimas realidades que nos conciernen a cada uno de
nosotros, en una sociedad en la que no se sabe ya qué creer ni a quien creer en
lo relativo al hombre después de su muerte.

Desde el principio, los cristianos han reflexionado sobre lo que sucede cuando
el hombre se encuentra con Dios. Para unirse con Él, el hombre se ha de purificar
a lo largo de toda su vida, pero normalmente aún no lo ha hecho a la hora de su
muerte. Para expresar qué sucede en el momento del encuentro con Dios después de
la muerte, se ha impuesto la imagen de un fuego que no tiene los mismos efectos
según la disposición de cada uno:

- Abrasa en la alegría a los corazones que aman.


- Es terrible para los que se empecinan en la actitud de rechazo.
- Purifica a los que aún son opacos a la comunicación

Es en este último caso cuando es un fuego purificador.

Purgatorio significa purificador. Hay que purificarse en el Purgatorio para


santificar el cielo. Si somos capaces de purificación, el fuego nos purifica, si
estamos unidos a Dios, nos santifica; pero si somos contrarios al Amor, el fuego
de Dios nos tortura.

En la historia de la Iglesia, hasta el s. XIII no se consideraba al Purgatorio


como lugar. Sólo vivimos en el tiempo y en el espacio, decían. Pero la obra de
Dios en nosotros va más allá de lo que vemos, inmersa en la Misericordia Divina,
no termina todo con la muerte; todo tiene repercusión. Todo lo que experimentamos
en la tierra desemboca en la “operación verdad”.
Sobre todo en los Concilios de Florencia y Trento, la Iglesia redacta un
formulario de la doctrina de la fe relativa al Purgatorio. La Iglesia nunca ha
dejado de rezar por los difuntos, recomendando para ellos, y especialmente en la
celebración de la Eucaristía, limosna, oración y penitencia.

La angustia respecto al Purgatorio no tiene razón de ser. Forma parte de un plan


magnífico, una invención genial de Dios. Es una quemadura de Amor, un retraso
antes del abrazo de Dios impuesta por nuestra impureza. Esta quemazón es
proporcional a la intensidad de la revelación del Amor. Es una espera, una
nostalgia del Amor que lava todo lo que hay de impuro en nosotros. Es un deseo
“loco” de Dios, y a las almas les es profundamente doloroso.

Varios son los temas que María Simma trata al ser entrevistada, aclarando dudas
en lo concerniente a numerosos casos:

¿Es Dios o el alma la que quiere ir al purgatorio? : Es la misma alma, penetrada


de la voluntad de Dios, para purificarse. La purificación es necesaria para
llegar al cielo. En el momento de la muerte, se ve a Dios de manera confusa, pero
con una claridad tan grande que hay bastante para experimentar nostalgia; pero
nada en relación con la plena luz que el alma conocerá en el cielo. Después de
esta experiencia, a un alma le es angustioso volver a vivir en la tierra.

Hay distintos grados en el sufrimiento moral en el Purgatorio, y cada alma tiene


un sufrimiento único que le es propio.

¿Hay alegría en el sufrimiento? Sí. Ninguna alma quiere volver a la tierra


porque tiene pleno conocimiento y certeza de vivir para siempre con Dios. No
existe rebeldía por este sufrimiento, pues saben que es necesario para
purificarse. Sin embargo, y de manera simbólica, en el Purgatorio los
sufrimientos hacen más daño en el alma, son más penosos, que los más dolorosos de
la tierra.

Pecados que llevan más almas al Purgatorio: Son los que atentan contra la
caridad, contra el amor al prójimo, la dureza de corazón, la hostilidad, la
calumnia... Todos nuestros rechazos son pecados graves contra la caridad a
perdonar y a construir la paz. Los rencores consentidos y el criticar y el hablar
mal de la gente alargan el Purgatorio. Una palabra de crítica malévola hace un
mal terrible, puede matar en alguna forma, al igual que una palabra buena puede
curar. Van al cielo más fácilmente los que tienen buen corazón con todo el mundo.
La caridad cubre multitud de pecados, como ya decía San Pablo.

Pecados que llevan directamente al infierno: No es Dios quien envía a las almas
al infierno, bien al contrario, les suplica que acepten su Misericordia. Cuando
el hombre no quiere ir hacia Dios de ninguna manera, cuando así lo manifiesta,
cuando así lo decide, se condena.

El pecado contra el Espíritu Santo no se perdona, es el rechazo radical de la


Misericordia, si sucede con plena conciencia. Podemos hacer mucho con la oración
por las almas que están a punto de perderse. Un pensamiento, un deseo de corazón,
una simple oración puede impedir que alguien vaya al infierno. Es el orgullo que
lleva al infierno. La oración puede provocar un acto de humildad en aquel que
muere. El infierno es obstinarse en el no contra Dios. Se llega al no con un odio
profundo a Dios, quien deja al hombre con una voluntad libre, pero que da
suficientes gracias para convertirse incluso en una vida vivida en tinieblas. Si
se pide perdón, todo el mundo puede salvarse.

Medios en la tierra para evitar el purgatorio e ir directamente al Cielo: Hacer


mucho por las almas del Purgatorio ya que ellas son las que después nos ayudan a
nosotros. Las almas liberadas por nuestra oración son muy agradecidas y nos
ayudan en nuestra vida. Son muy sensibles, conocen nuestras necesidades, y nos
obtienen muchas gracias.

Hay que tener mucha humildad. La humildad aleja el mal; es la gran arma contra
el mal, contra el maligno.

Es muy importante en el momento de la muerte abandonarse completamente a la


voluntad del Señor, tener plena confianza en Dios, quien aprovecha un momento de
amor puro para llevarse al alma justo en el momento que le es más preciosa ante
Él, para que se pueda ganar el Cielo. Se es más puro como resultado de un acto de
amor (caridad).

Llaves para entrar directamente al Cielo: Son el amor, el abandono en Dios y la


humildad. Si se quiere ser santo en la tierra hay que ser muy humilde. El orgullo
es la mayor trampa del maligno.

Se puede pedir pasar el Purgatorio en la tierra para ir directamente al Cielo,


pero se necesita una gran confianza en Dios.

Medios más eficaces para liberar a las almas del Purgatorio: Son:

1. Santa Misa. Es la ofrenda de Cristo a Dios, la más preciosa de las ofrendas.


Es Él quien se ofrece por Amor a nosotros. Es aún más eficaz para los difuntos
si ellos la apreciaban de vivos, rezaban de corazón y asistían cada día, según
el tiempo del que disponían. La misa diaria es un tesoro para nosotros y para
millones de almas y difuntos.

Un alma ve muy bien el día de sus exequias; si se reza de corazón o si


simplemente se hace acto de presencia. No son las lágrimas las que sirven, sino
las oraciones.

Dentro de la Santa Misa, el mejor momento es en la Consagración. En ese momento


Dios no rehusará nada, pues hay un cambio del alma por el Hijo, con los méritos
de su muerte y su pasión.

2. Sufrimientos y sacrificios. Ofrecimiento de nuestros sufrimientos y


sacrificios voluntarios (penitencia, ayuno, privaciones...) e involuntarios
(enfermedad, duelo...). Los sufrimientos ofrecidos, voluntarios o no, si se
acogen con humildad, tienen un poder inaudito para ayudar a las almas. Si se
viven con paciencia, lo mejor es unir nuestros sufrimientos a los de Jesús,
poniéndolos en las manos de María, quien los utilizará mucho mejor que nosotros,
que desconocemos las necesidades más urgentes. Es un tesoro para el otro mundo,
que nos devolverá la Virgen a la hora de nuestra muerte

Los sufrimientos son la prueba más grande del Amor de Dios. Se salvan más almas
con el sufrimiento soportado con paciencia que con la oración. Cristo es quien
más sufrió por la expiación de nuestros pecados. Es pura inocencia. Nosotros
tenemos que expiar no sólo por nuestros pecados sino también por los de las
almas. Sólo en el Cielo sabremos lo que hemos obtenido por el sufrimiento
soportado con paciencia en unión con los sufrimientos de Cristo.

En la tierra se sufre y se puede crecer en el amor, no así en el Purgatorio. Los


sufrimientos no tienen el mismo valor en la tierra que en el Purgatorio, pues
aquí tenemos libertad y todas las gracias para escoger, y allí sólo sirven para
purificarnos del pecado.

3. Vía Crucis. Contemplando los sufrimientos del Señor deseamos la salvación de


todos los hombres y detestamos el pecado poco a poco. Esta inclinación del
corazón lleva un gran alivio a las almas, y suscita además el arrepentimiento de
nuestros pecados.

4. Santo Rosario. El rezo de una parte o de las tres a favor de los difuntos
hace que muchas almas sean liberadas del Purgatorio, siendo la misma Virgen, la
Madre de Misericordia, la que va a liberarlas personalmente.

5. Indulgencias. En provecho de las almas. De inestimable valor, es una crueldad


no aprovecharlas en su beneficio. Pablo VI redactó en 1968 un texto sobre las
Indulgencias para las Almas del Purgatorio. La Iglesia nos pone fácil este
camino.

6. Oración. Es un medio muy eficaz toda forma de plegaria y “- tiene un poder


absoluto acerca de Mí -”. La Providencia tiene en cuenta por quien ha rezado un
alma en su hora más postrera.

En el Purgatorio no se pueden hacer méritos, ya que éstos se acaban con la vida


en la tierra. En la tierra se puede reparar el mal hecho con anterioridad, pero
después no. Las Almas del Purgatorio necesitan nuestra colaboración para
salvarse.

Momento de la muerte: La contrición es muy importante en la hora de la muerte.


Los pecados son siempre perdonados, pero quedan sus consecuencias. Si se quiere
obtener una indulgencia plenaria para ir directamente al cielo, es imprescindible
que el alma esté libre de toda atadura.

Entre el momento de la muerte aparente y la real, hay un tiempo para volver a


Dios, quien nos concede libertad para aceptarle o no. En este momento a cada uno
le es dado el conocimiento de su vida y el sufrimiento que le espera. Este no es
igual para todos, pues la intensidad de la revelación del Señor depende de la
vida de cada uno. Atención con el diablo, que tiene permiso para atacar al hombre
también en este instante, pero existe asimismo la gracia para rechazarlo, no
pudiendo este hacer nada si el hombre no se lo permite.

Si un hombre sabe que ha de morir pronto, lo mejor que puede hacer es


abandonarse totalmente en el Señor, aceptar sus sufrimientos y estar contento de
Dios.

Para ayudar a un hombre apunto de morir, rezar y orar mucho por él,
prepararlo para bien morir y decirle la verdad siempre.

Virgen María: Toda ella es de Cristo, quien a su vez ha tomado cuerpo de Ella
para nosotros. Vive de Cristo de manera íntegra y su muerte significa su paso
total al misterio de Cristo. Es un fuego que no deja cenizas (Asunción). Es el
único caso en la historia del hombre, llegando a convertirse en imagen y ejemplo
de lo que debe llegar la humanidad.

¿Quién visita a las almas en el Purgatorio?. La Virgen María visita a las almas
dándoles ánimos, y les dice que han hecho muchas cosas bien. Las libera sobre
todo los días de Navidad, Todos los Santos, Viernes Santo, Asunción y Ascensión
de Jesús. No se sabe si Jesús va o no. Los santos no van, pero los ángeles sí;
cada alma tiene a su Angel de la Guarda con ella, les alivian y consuelan y las
almas las pueden ver. San Miguel también las asiste.

Reencarnación: Ante las creencias de que no es justo tener una sola vida, y que
tantas personas, tal y como viven, no pueden llegar al nivel de Dios, o que una
sola vida no es suficiente para conocer a Dios, María Simma aclara que las almas
le han dicho que Dios nos da una sola vida, y en esa vida nos da la gracia
necesaria para santificarnos. Nosotros atribuimos a la gracia de Dios y al final
de una sola vida lo que el hinduismo hace, sólo en el ámbito humano, en un número
indefinido de vidas. Por otro lado, todos los hombres tienen una fe interior, y
aunque lo nieguen, reconocen a Dios implícitamente. No existe nadie que no crea,
pues cada uno tiene una conciencia para reconocer el bien y el mal, aunque en
distintos grados, pero con ella se puede llegar a ser feliz. y esa conciencia,
junto con el conocimiento interior, es dada por Dios. Cada ser humano es único
delante de Dios.

Suicidio: Las almas que se han suicidado se lamentan por haberlo hecho y sus
almas comprenden las gracias reservadas que tenían en la vida. Lo ven todo a la
luz de Dios. Comprenden de un sólo golpe el tiempo que les quedaba por vivir y a
todas las almas que podían haber ayudado ofreciendo este resto de vida a Dios. Lo
que peor les sabe es ver el bien que hubieran podido hacer y no han hecho por
acortar su vida. De todos modos, el Señor tiene en cuenta que el suicidio es a
menudo enfermizo.

Droga: Estas almas han de sufrir el Purgatorio, pero no tienen por qué perderse.
El sufrimiento devuelve la fe y el valor, y el alma gana.

Religiones: Aquel que vive bien su fe es feliz, pero es a través de la religión


católica como se gana mejor el cielo. Las religiones más cercanas a nosotros son
la ortodoxa y la protestante, y recalca que las sectas son muy, muy perniciosas.
Sacerdotes: En el Purgatorio hay muchos porque no han ayudado a que se tenga
respeto por la Eucaristía, y con ello la fe del pueblo se resiente. O porque han
sido negligentes en la oración y su fe ha disminuido. También muchos sacerdotes
han ido directamente a l cielo.

Recomienda a un sacerdote que ore mucho al Espíritu Santo y rece el Rosario cada
día.

Niños: También los hay en el Purgatorio, pero con otra duración, ni muy largo
ni muy penoso, porque no tienen discernimiento. Los niños tienen la conciencia
más viva que los adultos. Tienen que luchar contra la mentira, pues son muy
sensibles a ella. Los padres deben dar ejemplo a los niños, rezar y enseñarles a
rezar, bendecirlos y formarlos bien en las cosas de Dios.

La oración de los niños tiene un peso muy importante, incluso mucho poder, en
el corazón de Dios.

Sexo: Las almas tienen que sufrir mucho para purificarse. La homosexualidad
viene directamente del maligno. Tienen que orar especialmente al Arcángel San
Miguel porque combate de forma especial contra el mal.

Ricos: Si hacen buenas obras, obras de caridad y practican el amor, se pueden


salvar igual que los pobres

Espiritismo: Es el mal, el demonio quien lo hace. No se puede provocar a las


almas. El agua bendita siempre hace huir al demonio.

María Simma advierte que con más luz, con más conocimiento, las faltas son más
graves, y reconoce que da mucha alegría una vida totalmente entregada en el que
cada segundo, cada hora, tiene verdaderamente un paso de eternidad. Recomienda
que aprovechemos el tiempo sobre la tierra, ya que, como dijo San Juan de la
Cruz, “ - la Providencia de Dios provee en nuestra vida la purificación necesaria
para que a la hora de la muerte podamos ir directamente al Cielo - “. Si esto no
ocurre así es porque nos rebelamos. Tenemos que crecer en el amor, en la gloria
que ha de venir y en la belleza que nos está destinada. Recuerda que las almas,
en el Purgatorio ya no pueden hacerlo.

Aprovechemos los medios que tenemos para ayudar a las almas que se consumen
esperando ayuda, por el Dios que ya han entrevisto y desean con todo su corazón.
También nosotros necesitaremos de la colaboración de los que se quedan en el
mundo.

Acabo ya recomendandoos personalmente el rezo de una maravillosa oración, que


libera mil almas del Purgatorio cada vez que se ofrezca, y que le fue confiada a
Santa Gertrudis la Magna, en el s XIII, por el mismo Salvador:

Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Vuestro Divino Hijo Jesús,


junto con las misas que se digan hoy en todo el mundo: por todas las Santas Almas
del Purgatorio, por los pecadores en todas partes, por los pecadores en la
Iglesia Universal, los de mi propio hogar y dentro de mi familia. Amén.
Mª Montserrat Balsells i Abeleira

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