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María Simma es una labradora austríaca de 74 años, que vive muy pobremente en
su pueblecito de las montañas y que desde muy pequeña rezaba mucho por las Almas
del Purgatorio. En 1941, cuando contaba 25 años de edad, y tras intentar entrar
en varias ocasiones de religiosa en distintos conventos, encontró su misión al
empezar a ser visitada por Almas del Purgatorio, en espera de su colaboración
para poder ser enviadas al cielo. Principalmente le piden que haga decir misas y
asista a ellas, pero también sufrimientos y determinados encargos.
Desde el principio, los cristianos han reflexionado sobre lo que sucede cuando
el hombre se encuentra con Dios. Para unirse con Él, el hombre se ha de purificar
a lo largo de toda su vida, pero normalmente aún no lo ha hecho a la hora de su
muerte. Para expresar qué sucede en el momento del encuentro con Dios después de
la muerte, se ha impuesto la imagen de un fuego que no tiene los mismos efectos
según la disposición de cada uno:
Varios son los temas que María Simma trata al ser entrevistada, aclarando dudas
en lo concerniente a numerosos casos:
Pecados que llevan más almas al Purgatorio: Son los que atentan contra la
caridad, contra el amor al prójimo, la dureza de corazón, la hostilidad, la
calumnia... Todos nuestros rechazos son pecados graves contra la caridad a
perdonar y a construir la paz. Los rencores consentidos y el criticar y el hablar
mal de la gente alargan el Purgatorio. Una palabra de crítica malévola hace un
mal terrible, puede matar en alguna forma, al igual que una palabra buena puede
curar. Van al cielo más fácilmente los que tienen buen corazón con todo el mundo.
La caridad cubre multitud de pecados, como ya decía San Pablo.
Pecados que llevan directamente al infierno: No es Dios quien envía a las almas
al infierno, bien al contrario, les suplica que acepten su Misericordia. Cuando
el hombre no quiere ir hacia Dios de ninguna manera, cuando así lo manifiesta,
cuando así lo decide, se condena.
Hay que tener mucha humildad. La humildad aleja el mal; es la gran arma contra
el mal, contra el maligno.
Medios más eficaces para liberar a las almas del Purgatorio: Son:
Los sufrimientos son la prueba más grande del Amor de Dios. Se salvan más almas
con el sufrimiento soportado con paciencia que con la oración. Cristo es quien
más sufrió por la expiación de nuestros pecados. Es pura inocencia. Nosotros
tenemos que expiar no sólo por nuestros pecados sino también por los de las
almas. Sólo en el Cielo sabremos lo que hemos obtenido por el sufrimiento
soportado con paciencia en unión con los sufrimientos de Cristo.
4. Santo Rosario. El rezo de una parte o de las tres a favor de los difuntos
hace que muchas almas sean liberadas del Purgatorio, siendo la misma Virgen, la
Madre de Misericordia, la que va a liberarlas personalmente.
Para ayudar a un hombre apunto de morir, rezar y orar mucho por él,
prepararlo para bien morir y decirle la verdad siempre.
Virgen María: Toda ella es de Cristo, quien a su vez ha tomado cuerpo de Ella
para nosotros. Vive de Cristo de manera íntegra y su muerte significa su paso
total al misterio de Cristo. Es un fuego que no deja cenizas (Asunción). Es el
único caso en la historia del hombre, llegando a convertirse en imagen y ejemplo
de lo que debe llegar la humanidad.
¿Quién visita a las almas en el Purgatorio?. La Virgen María visita a las almas
dándoles ánimos, y les dice que han hecho muchas cosas bien. Las libera sobre
todo los días de Navidad, Todos los Santos, Viernes Santo, Asunción y Ascensión
de Jesús. No se sabe si Jesús va o no. Los santos no van, pero los ángeles sí;
cada alma tiene a su Angel de la Guarda con ella, les alivian y consuelan y las
almas las pueden ver. San Miguel también las asiste.
Reencarnación: Ante las creencias de que no es justo tener una sola vida, y que
tantas personas, tal y como viven, no pueden llegar al nivel de Dios, o que una
sola vida no es suficiente para conocer a Dios, María Simma aclara que las almas
le han dicho que Dios nos da una sola vida, y en esa vida nos da la gracia
necesaria para santificarnos. Nosotros atribuimos a la gracia de Dios y al final
de una sola vida lo que el hinduismo hace, sólo en el ámbito humano, en un número
indefinido de vidas. Por otro lado, todos los hombres tienen una fe interior, y
aunque lo nieguen, reconocen a Dios implícitamente. No existe nadie que no crea,
pues cada uno tiene una conciencia para reconocer el bien y el mal, aunque en
distintos grados, pero con ella se puede llegar a ser feliz. y esa conciencia,
junto con el conocimiento interior, es dada por Dios. Cada ser humano es único
delante de Dios.
Suicidio: Las almas que se han suicidado se lamentan por haberlo hecho y sus
almas comprenden las gracias reservadas que tenían en la vida. Lo ven todo a la
luz de Dios. Comprenden de un sólo golpe el tiempo que les quedaba por vivir y a
todas las almas que podían haber ayudado ofreciendo este resto de vida a Dios. Lo
que peor les sabe es ver el bien que hubieran podido hacer y no han hecho por
acortar su vida. De todos modos, el Señor tiene en cuenta que el suicidio es a
menudo enfermizo.
Droga: Estas almas han de sufrir el Purgatorio, pero no tienen por qué perderse.
El sufrimiento devuelve la fe y el valor, y el alma gana.
Recomienda a un sacerdote que ore mucho al Espíritu Santo y rece el Rosario cada
día.
Niños: También los hay en el Purgatorio, pero con otra duración, ni muy largo
ni muy penoso, porque no tienen discernimiento. Los niños tienen la conciencia
más viva que los adultos. Tienen que luchar contra la mentira, pues son muy
sensibles a ella. Los padres deben dar ejemplo a los niños, rezar y enseñarles a
rezar, bendecirlos y formarlos bien en las cosas de Dios.
La oración de los niños tiene un peso muy importante, incluso mucho poder, en
el corazón de Dios.
Sexo: Las almas tienen que sufrir mucho para purificarse. La homosexualidad
viene directamente del maligno. Tienen que orar especialmente al Arcángel San
Miguel porque combate de forma especial contra el mal.
María Simma advierte que con más luz, con más conocimiento, las faltas son más
graves, y reconoce que da mucha alegría una vida totalmente entregada en el que
cada segundo, cada hora, tiene verdaderamente un paso de eternidad. Recomienda
que aprovechemos el tiempo sobre la tierra, ya que, como dijo San Juan de la
Cruz, “ - la Providencia de Dios provee en nuestra vida la purificación necesaria
para que a la hora de la muerte podamos ir directamente al Cielo - “. Si esto no
ocurre así es porque nos rebelamos. Tenemos que crecer en el amor, en la gloria
que ha de venir y en la belleza que nos está destinada. Recuerda que las almas,
en el Purgatorio ya no pueden hacerlo.
Aprovechemos los medios que tenemos para ayudar a las almas que se consumen
esperando ayuda, por el Dios que ya han entrevisto y desean con todo su corazón.
También nosotros necesitaremos de la colaboración de los que se quedan en el
mundo.