You are on page 1of 3

LAURA LELIUGAITE

ALICIA RODRÍGUEZ GUIRADO 3ºA


Lázaro de Tormes del s.
XXI
En Salobreña a 28 de Abril
de 2010
Estimado amigo/a:

Ya que me escribe preguntándome por lo ocurrido, sepa usted que yo soy


Lazarico de Torres. Antes de contarle, vuestra merced, lo sucedido en mi niñez
y adolescencia, sepa usted que no soy ni fui mala persona, ni robaba porque
me gustaba, sino porque no tenía más remedio, y no era como mucha gente
creían que era. Puedo ser un bastardo pero de piedra no soy, así dicho, os
contaré algunas de mis marginadas aventuras, aunque no sean muchas.

Nací en una noche de lluvia intensa, fue un parto muy difícil porque mi madre
no tuvo ayuda médica porque llegaron tarde, pero afortunadamente, estoy aquí
y os lo puedo contar. Hoy, día 28 de Abril, cumplo 40 años, pero a pesar de
tantos años, nunca lo he celebrado, ya que no me gusta ese tipo de
celebraciones.
Este es el motivo de mi carta preguntándome por lo ocurrido años antes:

Cuando cumplí los nueve años, mi querida madre me empezó a tratar mal
porque ella díjome que era demasiado vago y me comportaba muy mal. Yo me
enfadé mucho en esa época, y decidí, sin escuchar mi corazón, escaparme de
mi humilde casa y valerme por mí mismo, aunque fue muy difícil.

Una noche, me encontré a una señora de mala pinta, y ésta me ofreció ser
huésped en su casa. Yo acepté, porque no tenía mas remedio, sino quería
morirme en la calle. Estando en su casa, me ofreció un banquete para
compartir con ella y su hijo. La cena estuvo espléndida. Pero lo bueno dura
poco, y su hijo me empezaba a demostrar que no me quería en su casa y me
amenazaba con pegarme si no huía de allí. Yo no quería, me gustaba esa casa
porque la señora me contagiaba confianza, y me quedé. Sufrí mucho por culpa
de su hijo, hasta que un día me rajó con su navaja y me tuvieron que llevar al
hospital. Me curé rápido por suerte, pero la señora ya no me quería nunca más
en su casa, ligada por las mentiras de su hijo.

Ya a los doce años, cuando me echaron de esa casa, meses después, logré
entrar en una escuela d que antes no lo logré, fue que no tenía ni libros ni con
qué material escribir, hasta que me los regalaron. No se me daban nada bien
los estudios, pero tampoco ponía mucho empeño, como dije al principio, era
demasiado vago. Me metía con mis compañeros/as aunque ellos no me hacían
nada. De echo, no sabía por qué lo hacía. Eso tuvo sus malas consecuencias, y
me echaron, no supe valorar la oportunidad que me regalaron.

Viéndome de nuevo en la calle, empezaba a robar para comer, sólo lo hacía


para eso. Una tarde, paseando por el campo, mientras comía, vi a un perro
muy bonito. Éste se acercó a mí llorando, y de la pena que me dio, me lo quedé
para mí. Lo llamé Pepín. Todavía me acuerdo de ese perro. Conforme iba
pasando los días, me iba haciendo más amigo de él, y nos hicimos
inseparables. Un día, jugaba con él y le enseñaba adiestramiento. Yo tan
confiado de mí mismo y viendo que salía bien, le mandé saltar hacia arriba,y
muchas otras cosas, pero Pepín no me hacía ningún caso. Perdí la paciencia y
él, harto de mí, fue corriendo hacia un muchacho que se encontró. Al verlo, me
abalancé sobre éste y le empecé a pegar por culpa de mi mascota. Al final y al
cabo, el que salió perdiendo fui yo porque éste era mas fuerte, y no tenía
motivos para pegarle.

Una mañana, cuando estaba paseando, vi a una mujer comprando verdura en


el mercadillo. Me parecía conocida, así que decidí ir a acercarme a ella.
Como yo pensaba, resultó ser la mujer que un día me entregó a un
desconocido, mi madre. Ilusionado fui hacia ella, esperando que reaccionara
igual que yo. Cuando ya la tenía de frente, reflejó gesto de extrañeza pero a la
vez de sorpresa. Yo le dije como podía que era su hijo, pero ella no lo quería
creer por mi brusco cambio. Por eso, me encontré en la situación de
desesperación, de no saber cómo hacerle para creerme, pero al final conseguí
lo que quería, y porque una madre no olvida así porque sí a un hijo. Volví con
ella, estaba casada con un hombre muy bueno. Y me di cuenta de que
vivíamos mucho mejor que hacía años, ya que encontré por suerte un trabajo,
el de mecánico. También me enamoré, aunque costó lo suyo. A partir de ahí,
viví muy bien y no nos faltó de nada.

You might also like