de Libertad 2.0, muchas gracias por asistir a esta
mesa redonda que hemos organizado. Muchas gracias también a todos los ponentes, a Víctor, a Aurelio, a Albert, a Luis, a Bernardo, a Eduardo, y a nuestro admirado Hermann Tertsch, que desde el primer momento ha estado apoyando este movimiento en defensa de la libertad.
Gracias a las 10 asociaciones que conforman
Libertad 2.0. Y, cómo no, a las asociaciones cívicas, como la Plataforma Nacional por la Libertad Lingüística, Cuba Democracia ya o la Plataforma de las Clases Medias, que han querido sumarse a nuestra iniciativa. Gracias por todo. Y gracias a las más de 10.000 personas y 500 bloggers que se han sumado a nuestra plataforma. Gracias a los cientos de internautas que estos últimos días no han dejado de enviar mensajes de apoyo y ánimo. Gracias también a Sergio, Pablo, Margarita, José Manuel y tantas personas que han hecho posible este acto.
Me toca, como portavoz de la plataforma Libertad
2.0, explicarles qué es lo que defendemos y qué objetivos perseguimos. Vamos a ello:
El ministerio de Economía, a instancias del de
Cultura, sin duda envalentonado por el trágala que supuso la Ley del Canon y porque, como casi todos los políticos de nuestro país, no entiende el coste electoral que la medida puede llegar a tener, introdujo con nocturnidad y alevosía y pleno desconocimiento de las Nuevas Tecnologías una disposición final primera en la Ley de Economía Sostenible, mediante el cual sustraía los conflictos entre privados, cual es el caso de los pleitos SGAE vs internautas, al derecho civil/mercantil. Y lo hizo, cómo no, para ponerse de lado de una de las partes. Que es lo que suele hacer el Estado cada vez que interviene: otorgar privilegios, discriminar positivamente si quieren, a unos, en detrimento de otros. El despojo legal, que diría Bastiat, consiste en este caso, básicamente, en otorgar privilegios de carácter feudal a empresas privadas que se resisten a amoldar sus obsoletos y caducos modelos de gestión de derechos de propiedad intelectual al siglo XXI.
Por otra parte, el gobierno de José Luis Rodríguez
Zapatero pretende crear la policía del pensamiento en internet. Y lo hace con la aparición de la Sección Segunda o SS, que no es una denominación mía, sino del gobierno, imposible una denominación más acertada. La SS será un órgano político cuyos miembros, a diferencia de la SS de Hugo Chávez en donde son directamente diputados, serán nombrados por los políticos. En la Venezuela de nuestra amiga Martha Colmenares, que ha suscrito el manifiesto, no disimulan tanto. En la Cuba de Yoani Sánchez tampoco.
A partir de la LES la SGAE ya no deberá acudir a los
tribunales, por lo que se librará de pagar las costas de procedimientos que hasta ahora iban perdiendo. Bastará con que la SS decida que una web debe ser cerrada. El poder judicial quedará sometido a la decisión de la administración, limitándose los jueces a hacer cumplir una decisión administrativa, sin entrar en el fondo de la cuestión. Es decir, a ejecutar una decisión de la administración. Porque a partir de la LES la batalla ya no será entre la SGAE y los internautas, sino entre la Administración y los internautas. La lesión de derechos fundamentales, como la libertad de expresión, deberá ser recurrida por los internautas que tengan tiempo, ganas y dinero, ante la Sala de lo Contencioso de la Audiencia Nacional.
La LES, además, no es más que una excusa,
amparada en los derechos de autor que los socialistas de todos los partidos siempre han querido liquidar por el mismo motivo por el que no les gusta la propiedad privada, para reintroducir la censura en nuestro ordenamiento jurídico y vulnerar la privacidad de las comunicaciones. El CAC hecho a medida para la red.
Comportamientos como el intercambio de libros,
discos o archivos que hasta hoy habían sido considerados no punibles pretenden ser sancionados mediante la nueva ley, que castigará además, no sólo las páginas que consideren contengan contenidos ilegales, sino también a las páginas que enlacen a dichas páginas. Como si Internet no fuera… un gran enlace. Precisamente por ello anunciamos que, de seguir adelante la LES tal y como está planteada, nuestra primera iniciativa será desafiar a la administración, denunciando ante la SS… a Google. Y entonces veremos qué hace la administración. El gobierno y sus comisarios deberán retratarse. Si cierran el acceso a Google el carácter totalitario de la ley y sus impulsores habrá quedado evidenciado. Si no lo cierran pero sí lo hacen con otras webs sencillamente por contener enlaces… quedará claro que la LES no es más que una ley de censura, en absoluto propia de un sistema que se dice democrático. Ya veremos, por otro lado, en qué queda ese secreto o logia llamado ACTA que se está apañando de espaldas a la ciudadanía en la Unión Europea.
Quiero, antes de terminar, dejar claro que desde
Libertad 2.0, en la era postindustrial, no negamos la propiedad intelectual o los derechos de autor.
Escribía ya en mayo de 1964 la rusa Ayn Rand que
“las patentes y los derechos de autor son la implementación legal de la base de todos los derechos de propiedad: el derecho de un hombre sobre el producto de su mente”. Producto que, es evidente, nunca habría existido sin su creador concreto. ¿Alguien se imagina las Meninas sin Velázquez? Podrán argüir que para pintar el cuadro son necesarios materiales, es decir, una elaboración manual de pinceles, pinturas, lienzos… a cambio de los cuales se obtiene una remuneración. Cierto. Más poseyendo todos estos materiales, las Meninas, al fin y a la postre, siguen siendo el producto de la mente de un hombre. De un solo hombre. Y es que, quede claro, no existe eso que se llama “mente colectiva”. Y siendo las Meninas producto de la mente de un hombre de apellido Velázquez… ¿podemos negarle a esta persona el derecho al producto de su mente, al logro de su mente? Para nosotros la respuesta es evidente: no. Si lo hiciéramos estaríamos negando la propiedad privada. Y liquidando la esencia del ser humano.
¿Qué defendemos entonces desde Libertad 2.0?
Defendemos un modelo de gestión de derechos de autor acorde con el siglo XXI, que respete la propiedad privada de terceros, así como la libertad del autor a gestionar su obra como mejor le parezca. Gracias a la tecnología empiezan a aparecer modelos de gestión alternativos. Hoy día un autor, con un sencillo clic, puede cobrar directamente sus derechos de autor. Ya no son necesarios los intermediarios.
Lo que no es de recibo y jamás debería de haberse
consentido, es el atraco contra el ciudadano en que entidades privadas (alguna de ellas tiene el honor de ser más odiada por los españoles que la propia Hacienda) han convertido la propiedad intelectual. Queremos un modelo no basado en privilegios, sin subvenciones, sin concesiones administrativas.
Es inconcebible que la voracidad recaudadora de
unos empresarios privados apoyados por el Poder pueda llegar a impedir que unos jóvenes estudiantes interpreten a Lope de Vega en su Instituto. Los derechos de autor no pueden estar en manos de entidades-leviatanes, que deben ser auditadas de inmediato. Los derechos de autor deben de estar en manos de sus verdaderos dueños, que son los autores, víctimas de todo este sistema colectivista. Es impresentable que para cobrar derechos de autor haya que asociarse a alguna entidad privada que ha obtenido del gobierno la gracia de poder ejercer como tal.
En definitiva, defendemos un modelo de gestión de
derechos de autor en el que el gobierno no “conceda graciosamente” (porque el gobierno no concede nada, el derecho es inherente a la persona desde que nace, con o sin gobernantes por medio) derechos de autor como si fueran un regalo, sino un modelo en el que el gobierno se limite a certificar quién es autor de una obra y proteja el derecho exclusivo de su dueño al uso y disposición de su propiedad, como protege – cada vez más limitadamente- al dueño de una vivienda. Un derecho éste, por cierto, que no puede ejercerse a perpetuidad porque entonces, nuevamente de palabras de la objetivista Rand, “conduciría a lo opuesto al mismo principio en el cual se basa: no a la recompensa devengada del logro, sino al sostén inmerecido del parasitismo”, que es lo que en la actualidad sucede.
En definitiva: desde Libertad 2.0 defendemos la
libertad individual, la propiedad privada. La Libertad con mayúsculas.