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Por manera que estas bases pueden servir de seguro anuncio de mis reales
intenciones en el gobierno de que me voy a encargar, y harán conocer a todos no un
déspota ni un tirano, sino un Rey y un padre de sus vasallos. Por tanto, habiendo oído
[…] la repugnancia y disgusto con que así la constitución formada en las Cortes
generales y extraordinarias, como los demás establecimientos políticos de nuevo
introducidos son mirados en las provincias […] declaro que mi real ánimo es no
solamente no jurar ni acceder a dicha constitución ni a decreto alguno de las Cortes
generales y extraordinarias, y de las ordinarias actualmente abiertas, […] sino el
declarar aquella constitución y tales decretos nulos y de ningún valor y efecto, ahora
ni en tiempo alguno, como si no hubieran pasado jamás tales actos, y se quitasen de
en medio del tiempo.
Que al Señor Don Fernando VII hacen en 12 de abril del año de 1814 los que suscriben como
diputados en las actuales Cortes ordinarias de su opinión acerca de la soberana autoridad,
ilegitimidad con que se ha eludido la antigua Constitución Española, mérito de esta, nulidad de
la nueva, y de cuantas disposiciones dieron las llamadas Cortes generales y extraordinarias de
Cádiz, violenta opresión con que los legítimos representantes de la Nación están en Madrid
impedidos de manifestar y sostener su voto, defender los derechos del Monarca, y el bien de su
Patria, indicando el remedio que creen oportuno.
SEÑOR:
1.- Era costumbre en los antiguos Persas pasar cinco días en anarquía después del fallecimiento
de su Rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias les obligase a
ser más fieles a su sucesor. Para serlo España a V. M. no necesitaba igual ensayo en los seis años
de su cautividad, del número de los Españoles que se complacen al ver restituido a V. M. al
trono de sus mayores, son los que firman esta reverente exposición con el carácter de
representantes de España; mas como en ausencia de V. M. se ha mudado el sistema que regía al
momento de verificarse aquélla, y nos hallamos al frente de la Nación en un Congreso que
decreta lo contrario de lo que sentimos, y de lo que nuestras Provincias desean, creemos un
deber manifestar nuestros votos y circunstancias que los hacen estériles, con la concisión que
permita la complicada historia de seis años de revolución.
Texto: El final del trienio
La Europa entera, conociendo profundamente mi cautiverio y el de toda mi Real
Familia, la mísera situación de mis vasallos fieles y leales, y las máximas perniciosas
que profusamente esparcían a toda costa los agentes Españoles por todas partes,
determinaron poner fin a un estado de cosas que era el escándalo universal, que
caminaba a trastornar todos los Tronos y todas las instituciones antiguas
cambiándolas en la irreligión y en la inmoralidad. […]
Sentado ya otra vez en el trono de S. Fernando por la mano sabía y justa del
Omnipotente, por las generosas resoluciones de mis poderosos Aliados […] he venido
a declarar lo siguiente:
Primero: Son nulos y de ningún valor todos los . actos del gobierno llamado
constitucional (de cualquiera clase y condición que sean) que ha dominado a mis
pueblos desde el día 7 de marzo de 1820 hasta hoy, día 1.º de octubre de 1823,
declarando, como declaro, que en toda esta época he carecido de libertad, obligado a
sancionar las leyes y a expedir las órdenes, decretos y reglamentos que contra mi
voluntad se meditaban y expedían por el mismo gobierno.
ESPAÑOLES:
Vivíais hace pocos días en las dulzuras de una paz conquistada con vuestra sangre y
vuestra valentía; gozabais todos los beneficios de una constitución, cuyo triunfo
asegurasteis del modo más firme; bajo los auspicios de un Gobierno celoso,
observante de las leyes, veíais cerrarse poco a poco las llagas abiertas por una guerra
destructora, renacer la industria, fomentarse la agricultura, las artes y el comercio;
abrirse, en fin, mil fuentes de prosperidad, recompensa debida a tan nobles sacrificios.
[…]
A las armas, españoles: resuene, pues que así lo quieren, en toda la Península el grito
de la guerra. Ármese y apróntese la Milicia Nacional, y mantenga la tranquilidad y el
orden público, mientras no sea necesario llamarla al campo del honor, y unida con el
valiente ejército dispute las palmas del combate. Oíd ahora más que nunca la voz de
vuestros jefes, de vuestros magistrados. Vivid más que nunca sumisos a las leyes,
seguros de que ha llegado la hora de vuestra regeneración completa, de ocupar entre
los pueblos libres, entre las Potencias civilizadas de la Europa el puesto que os asignan
vuestro poder, vuestro valor y vuestra gloria.
Proclama del general Espartero como Regente del Reino, 18 de octubre de 1841
Texto: El bombardeo de Barcelona
Durante el período que va de 1837 a 1840 los partidos políticos progresista y moderado
tuvieron un notable desarrollo. Su creciente fuerza desató al mismo tiempo el antagonismo
entre ellos, manifiesto en enconadas batallas electorales y disputas parlamentarias, a pesar de
que estaban lejos de ser partidos de masas en el sentido moderno. Esencialmente eran partidos
oligárquicos que buscaban afanosamente afianzar su poder y promover los intereses materiales
de los grupos relativamente restringidos que representaban.
La lucha por el poder no se limitaba exclusivamente a la pugna por controlar el parlamento […]
También se extendía al terreno municipal […] los gobiernos municipales controlaban la
organización de la Milicia Nacional, el reclutamiento para el ejército, y tenían amplias facultades
con respecto a la recaudación de impuestos. El objetivo de los moderados era subordinar estos
poderes «democráticos» y «federales» a la autoridad del gobierno central. En cambio, los
progresistas veían en la relativa autonomía municipal un instrumento fundamental para lograr
el apoyo popular necesario para llevar a cabo las reformas todavía pendientes. […] Los
progresistas apoyaron a los sectores de la burguesía comercial y profesional, de la pequeña
burguesía y de los artesanos que reivindicaban sus derechos a participar en el ejercicio del
poder político. Los moderados estaban más identificados con aquellos sectores de las clases
altas que se oponían a las reformas avanzadas.
CARLOS MARICHAL, La revolución liberal y los primeros partidos políticos en España: 1834-
1844, Madrid, 1980
Texto: La Constitución de 1845
Art. 1. Se autoriza al Gobierno para formar y promulgar una ley de instrucción pública con
arreglo a las siguientes bases:
Primera: La enseñanza puede ser pública o privada. El gobierno dirigirá la enseñanza pública y
tendrá en la privada la intervención que determine la ley.
Segunda: La enseñanza se divide en tres períodos, denominándose en el primero, primera; en el
segundo, segunda, y en el tercero, superior.
La primera enseñanza comprende las nociones rudimentarias de más general aplicación a los
usos de la vida.
La segunda enseñanza comprende los conocimientos que amplíen la primera y también
preparen para el ingreso al estudio de las carreras superiores.
La enseñanza superior comprende las que habilitan para el ejercicio de determinadas
profesiones.
Tercera: La primera enseñanza podrá adquirirse en las escuelas públicas y privadas de primeras
letras, y en el hogar […].
La segunda enseñanza se dará en los establecimientos públicos y privados. La ley determinará
qué partes o materias de este período de instrucción pueden cursarse en el hogar doméstico
[…].
La enseñanza superior solo se dará en establecimientos públicos.
Son establecimientos públicos de enseñanza aquellos cuyos jefes y profesores son nombrados
por el Gobierno […].
Proyecto de Ley de Instrucción Pública, 1857
Texto: Acuerdo contra Isabel II (Pacto de Ostende)
[…] después de una breve discusión […] se acordó por unanimidad lo siguiente:
1.º Que el objeto y bandera de la revolución en España es la caída de los Borbones.
2.° Que siendo para los demócratas un principio esencial de su dogma político el
sufragio universal y admitiendo los progresistas el derecho moderno constituyente del
plebiscito, la base de la inteligencia de los dos partidos fuera que por un plebiscito […]
o por unas Cortes Constituyentes elegidas por el sufragio universal, se decidiría la
forma de gobierno que se había de establecer en España, y siendo la monarquía, la
dinastía que debía reemplazar a la actual; en la inteligencia de que, hasta que así se
decidiese, había de ser absoluta la libertad de imprenta y sin ninguna limitación el
derecho de reunión, para que la opinión nacional pudiese ilustrarse y organizarse
convenientemente.
[…] que se reconocía como jefe y director militar del movimiento al general Prim.
5 de julio de 1867
Los que suscriben, ciudadanos pertenecientes a la Junta revolucionaria y provisional de
Málaga, proponen a la misma lo siguiente:
1.º Que inmediatamente se redacte y publique un manifiesto cuyas principales bases
sean:
– La destitución de la monarquía reinante.
– El sufragio universal y libre.
– Unidad de fueros.
– Abolición de las quintas y de las matrículas de mar.
– Una sola cámara.
– El desestanco de todo lo estancado.
– Jurado para toda clase de delitos.
– Libertad de imprenta sin depósito, fianza ni editor responsable.
– Inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia.
– Libertad de enseñanza.
– Inamovilidad judicial.
– Libertad de cultos, de comercio y de asociación.
– Abolición de la pena de muerte.
– Seguridad individual garantizada por el habeas corpus.
– Una sola contribución directa, única, individual.
2º. Proponen igualmente los mismos ciudadanos que después de publicado este
programa que entraña sus aspiraciones, se proceda a la convocación del pueblo para
que, por medio de unas elecciones generales, quede constituida definitivamente la
Junta revolucionaria de gobierno, que deberá componerse de presidente,
vicepresidente, ocho vocales y dos secretarios.
La nación española y en su nombre las Cortes Constituyentes, elegidas por
sufragio universal […] sancionan la siguiente Constitución:
Art. 2. Ningún español ni extranjero podrá ser detenido ni preso sino por causa
de delito. […].
Art. 16. Ningún español que se halle en el pleno goce de sus derechos civiles
podrá ser privado del derecho a votar en las elecciones de Senadores,
Diputados a Cortes, Diputados provinciales y concejales.
Art. 17. Tampoco podrá ser privado ningún español: del derecho a emitir
libremente sus ideas y opiniones [...].
Art. 21. La nación se obliga a mantener el culto y los ministros de la religión
católica. El ejercicio público o privado de cualquier culto queda garantizado
[…].
Art. 32. La soberanía reside esencialmente en la Nación […].
Art. 35. El poder ejecutivo reside en el Rey, que lo ejerce por medio de sus
ministros […].
1 de junio de 1869
EL GRITO DE YARA
Al levantarnos armados contra la opresión del tiránico gobierno español,
siguiendo la costumbre establecida en todos los países civilizados, manifestamos al
mundo las causas que nos han obligado a dar este paso, que en demanda de mayores
bienes, siempre produce trastornos inevitables, y los principios que queremos cimentar
sobre las ruinas de lo presente para felicidad del porvenir.
Nadie ignora que España gobierna la isla de Cuba con un brazo de hierro
ensangrentado; no solo no la deja seguridad en sus propiedades, arrogándose la
facultad de imponerla tributos y contribuciones a su antojo, sino que teniéndola privada
de toda libertad política, civil y religiosa, sus desgraciados hijos se ven expulsados de su
suelo a remotos climas o ejecutados sin forma de proceso, por comisiones militares
establecidas en plena paz, con mengua del poder civil. La tiene privada del derecho de
reunión, como no sea bajo la presidencia de un jefe militar; no puede pedir el remedio a
sus males, sin que se le trate como rebelde, y no se le concede otro recurso que callar y
obedecer. […]
Así pues, los cubanos no pueden hablar, no pueden escribir, no pueden
siquiera pensar y recibir con agasajo a los huéspedes que sus hermanos de otros
puntos les envían. Innumerables han sido las veces que España ha ofrecido respetarles
sus derechos; pero hasta ahora no han visto el cumplimiento de su palabra […]
Viéndonos expuestos a perder nuestras haciendas, nuestras vidas y hasta nuestras
honras, me obliga a exponer esas mismas adoradas prendas, para reconquistar
nuestros derechos de hombres, ya que no podemos con la fuerza de la palabra en la
discusión, con la fuerza de nuestros brazos en los campos de batalla.
Proclama del general en jefe, Carlos Manuel de Céspedes, Manzanillo, 10 de octubre de 1868
PROTESTAS OBRERAS
Sin citar los ejemplos vivos de Holanda e Inglaterra, que sin suelo la una, y con mal
suelo y clima la otra, prosperan prodigiosamente a favor del incremento que tomó su industria,
bastará recordar que esta centuplica a veces el valor de las materias primeras, y que empleando y
ocupando al mismo tiempo la infancia tierna, el sexo débil, la vejez cansada, difunde y generaliza
la abundancia, fuente de todos los bienes sociales.
Considerada bajo este punto de vista, la industria reclama una protección más eficaz
todavía que la agricultura, puesto que es mucho más útil que se compre cáñamo en rama en los
mercados del Báltico o en los del Adriático, que después, convertido en lonas, se venda en las
costas de Berbería o en las escalas de Levante, que no coger el lino en nuestro suelo, y tener que
ir en busca de lienzos a las bocas del Escalda o del Elba. Las medidas generales de protección de
la industria pertenecen al gobierno superior […].
Entre tanto que con presencia de aquellos datos se dictan [normas de protección para la
industria], deben los subdelegados de Fomento generalizar el conocimiento de las máquinas y
métodos que se hayan inventado e inventen en toda Europa, y de que el Diario de la
Administración los instruirá oportunamente, deben promover la enseñanza de la geometría y el
dibujo con aplicación a las artes; deben visitar las manufacturas, y sembrar en una esperanzas,
derramar en otra consuelos, alentar aquí con el elogio, estimular allí con la censura, halagar más
allá con la remoción de todas las trabas; deben, en fin, popularizar la industria, como el medio más
expedito y seguro de generalizar sus beneficios […].
JAVIER DE BURGOS,
Real decreto para el establecimiento
de Subdelegaciones de Fomento, 1833
La dependencia del carbón
Art. 1.° Los ferrocarriles se dividirán en líneas de servicio general y de servicio particular.
Art. 2.° Entre las líneas de servicio general se clasificarán como de primer orden las que, partiendo
de Madrid, terminen en las costas o fronteras del reino.
Art. 3.° Todas las líneas de ferrocarriles destinadas al servicio general son del dominio público, y
serán consideradas como obras de utilidad general. […]
Art. 6.° Los particulares o compañías no podrán construir línea alguna, bien sea de servicio
general, bien de servicio particular, si no han obtenido previamente la concesión de ella.
Art. 7.° Esta concesión se otorgará siempre por una ley. […]
Art. 19.° Los capitales extranjeros que se empleen en la construcción de ferrocarriles o en
empréstitos para este objeto, quedan bajo la salvaguardia del Estado, y están exentos de
represalias, confiscaciones o embargos por causa de guerra.
Art. 20.° Se conceden desde luego a todas las empresas de ferrocarriles:
I. Los terrenos de dominio público que hayan de ocupar el camino y sus dependencias.
II. El beneficio de vecindad para el aprovechamiento de leña, pastos y demás de que disfrutan los
vecinos de los pueblos cuyos términos abrazare la línea para los dependientes y trabajadores de
las empresas, y para la manutención de los ganados […].
III. La facultad de abrir canteras, recoger piedra suelta, construir hornos de cal, yeso y ladrillo,
depositar materiales y establecer talleres para elaborarlos en los terrenos contiguos a la línea […].
IV. La facultad exclusiva de percibir mientras dure la concesión, […] los derechos de peaje y los de
transporte, sin perjuicio de los que puedan corresponder a otras empresas.
Art. 46.° Podrá el Gobierno autorizar provisionalmente la constitución de compañías por acciones
que tengan por objeto la construcción y explotación de los ferrocarriles […].
3 de junio de 1855
Texto: El Manifiesto de Sandhurst
Huérfana la nación ahora de todo derecho público e indefinidamente privada de sus
libertades, natural es que vuelva los ojos a su acostumbrado derecho constitucional y
a aquellas libres instituciones que ni en 1812 le impidieron defender su independencia
ni acabar en 1840 otra empeñada guerra civil. Les debió, además, muchos años de
progreso constante, de prosperidad, de crédito y aun de alguna honra […] Por todo
esto, sin duda, lo único que inspira ya confianza en España es una monarquía
hereditaria y representativa, mirándola como irreemplazable garantía de sus derechos
e intereses desde las clases obreras hasta las más elevadas. […]
No hay que esperar que decida yo nada de plano y arbitrariamente: sin Cortes no
resolvieron negocios arduos los príncipes españoles allá en los antiguos tiempos de la
monarquía, y esta justísima regla de conducta no he de olvidarla yo en mi condición
presente, y cuando todos los españoles están ya habituados a los procedimientos
parlamentarios. Llegado el caso, fácil será que se entiendan y concierten las
cuestiones por resolver un príncipe leal y un pueblo libre. Nada deseo tanto como que
nuestra patria lo sea de verdad. A ello ha de contribuir poderosamente la dura lección
de estos tiempos.
Sea la que quiera mi propia suerte ni dejaré de ser buen español ni, como todos mis
antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente liberal.
Manifiesto de don Alfonso de Borbón,
Sandhurst, 1 de diciembre de 1874
La Constitución de 1876
SOBRE
SOBRE LA LA RELIGIÓN.-
RELIGIÓN.- Art. 11.º La religión Católica, Apostólica, Romana, es la del
Estado. La Nación se obliga a mantener el culto y sus ministros. Nadie será molestado
en territorio español por sus opiniones religiosas (libertad de confesión).No se
permitirán, sin embargo, otras ceremonias ni manifestaciones públicas que las de la
religión del Estado […].
LIBERTADES.-
LIBERTADES.- Art. 13.º Todo español tiene derecho: De emitir libremente sus ideas y
opiniones, ya de palabra, ya por escrito, valiéndose de la imprenta o de otro
procedimiento semejante, sin sujeción a la censura previa. De reunirse pacíficamente.
De asociarse para los fines de la vida humana. De dirigir peticiones individual o
colectivamente al Rey, a las Cortes y a las autoridades. El derecho de petición no podrá
ejercerse por ninguna clase de fuerza armada.
PODER
PODER LEGISLATIVO.-
LEGISLATIVO.- Art. 18.º La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes
con el Rey.
Art. 19.º Las Cortes se componen de dos Cuerpos Colegisladores, iguales en
facultades: el Senado y el Congreso de los Diputados. [...]
PODER
PODER EJECUTIVO.-
EJECUTIVO.- Art. 50.º La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el
Rey, y su autoridad se extiende a todo cuanto conduce a la conservación del orden
público en el interior y a la seguridad del Estado en la exterior, conforme a la
Constitución y a las leyes.
Art. 51.º El Rey sanciona y promulga las leyes.
30 de junio de 1876
Texto: El fraude electoral
Si no fuera por las grandes desgracias que causan al país, nuestras elecciones
serían uno de los espectáculos más divertidos que podrían verse en Europa. [...]. Entre
nosotros reina la farsa en toda su desnudez, una farsa completa, especial y exclusiva
de las elecciones españolas; tanto si el sufragio es universal como si es restringido
nunca hay más que un solo y único elector: el ministro de Gobernación. Este con sus
gobernadores de provincia y el innumerable ejército de empleados de todas clases, sin
excluir a los altos dignatarios de la magistratura y el profesorado, prepara, ejecuta y
consuma las elecciones […].
Se confeccionan las listas de electores poniendo algunos nombres reales entre
una serie de nombres imaginarios, y sobre todo nombres de difuntos que en el acto de
votación están representados por empleados subalternos vestidos con trajes civiles para
ir a votar.
[…] los últimos restos de legalidad y de pudor electoral fueron destruidos
precisamente por el partido del señor Sagasta, quien tiene la pretensión de representar
el matiz más liberal de los monárquicos. […] A este partido liberal se debe, sin lugar a
duda, la creación de la Partida de la Porra, que salpicó de sangre las calles de muchas
ciudades que se atrevieron a oponer resistencia a la voluntad de los que dirigían las
elecciones. [...] Desde entonces lo grotesco llegó al extremo de instalar colegios
electorales en el local del Círculo, propiedad del partido dominante, local cuyo acceso
estaba prohibido a los que no eran socios del mismo.
Art. 1.- Los deberes que la Constitución política ha impuesto siempre a todos los españoles de
acudir al servicio de las armas cuando la ley los llama, y de contribuir en la proporción de sus
haberes a los gastos del Estado, se extenderán, como los derechos constitucionales se
extienden, a los habitantes de las provincias de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava del mismo modo que
a los demás de la Nación.
Art. 2.- Por virtud de lo expuesto en el artículo anterior, las tres provincias referidas quedan
obligadas desde la publicación de esta ley a presentar, en los casos de quintas o reemplazos
ordinarios y extraordinarios del ejército, el cupo de hombres que les corresponda con arreglo a
las leyes.
Art. 3.- Quedan igualmente obligadas desde la publicación de esta ley las provincias de Vizcaya,
Guipúzcoa y Álava a pagar, en la proporción que les corresponda y con destino a los gastos
públicos, las contribuciones, rentas e impuestos ordinarios y extraordinarios que se consignen
en los presupuestos generales del Estado. (…)
CIRCULAR DEL MINISTRO DE FOMENTO (OROVIO)
26 DE FEBRERO DE 1875
Es, pues, preciso que vigile V. S. con el mayor cuidado para que en los
establecimientos que dependen de su autoridad no se enseñe nada contrario al
dogma católico ni a la sana moral, procurando que los Profesores se atengan
estrictamente a la explicación de las asignaturas que les están confiadas, (…).
Texto: La opinión de Cánovas sobre el sufragio universal
El sufragio universal, que es en sí mismo una malísima institución política,
una institución incompatible con todo ordenado régimen político, y más si ese régimen
es el monárquico, el sufragio universal, aun cuando sea verdad (y sobre todo ha de ser
verdad), es incompatible a la larga con la propiedad individual, con la desigualdad de
las fortunas y con todo lo que no sea un socialismo desatentado y anárquico. El
sufragio universal no puede ser más que un instrumento de socialismo o una farsa vil,
y, en estos últimos tiempos, es, bajo ese título postrero, como he juzgado conveniente
calificarlo. Cualesquiera que sean los peligros y los inconvenientes del sufragio
universal, es inútil discutirlo ahora. ¿Quién piensa, quién ha dicho siquiera que,
después de que en España se haya votado una Iey de sufragio universal, las opiniones
de las muchedumbres, de los pobres, de los que nada tienen, estarán representadas en
las urnas electorales? ¿Hay alguien que sospeche esto siquiera? ¿A qué, pues, discutir
el sufragio universal? Ya he indicado brevemente a qué consecuencias puede llegar ese
sufragio. En otras ocasiones lo he discutido; y, si llegara el caso, como simple tema
académico, podría discutirlo de nuevo.
A.CÁNOVAS DEL CASTILLO, 8 de noviembre de 1888
LAS BASES DE MANRESA
Poder central
- Las relaciones internacionales.
- El ejército (…)
- Las relaciones económicas (…)
- La formación del presupuesto anual de gastos.
Poder regional
-La lengua catalana será la única que, con carácter oficial, podrá utilizarse en Cataluña
(…)
-Sólo los catalanes, lo sean por nacimiento o por virtud de naturalización, podrán
desempeñar en Cataluña cargos públicos, (…)