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CON EL JUEGO EL NIÑO SE

LIBERA
Ricardo Villarreal. Especialista en Psicomotricidad Aucouturier estudia a los niños limeños
mientras juegan, y cree que muchos son inhibidos a causa de la sobreprotección

Fuente:
El Comercio
CON EL JUEGO EL NIÑO SE LIBERA
Ricardo Villarreal. Especialista en Psicomotricidad Aucouturier estudia a los niños limeños mientras juegan, y
cree que muchos son inhibidos a causa de la sobreprotección

¿De qué trata la psicomotricidad Aucouturier?

Para empezar, el niño juega, construye su mundo y lo expresa. La otra psicomotricidad es


más física: avanza acá, ponte acá, muévete así. El psicomotricista aucouturier es como un
escenógrafo, el niño es el actor. Yo colaboro, acompaño y de vez en cuando participo. La
psicomotricidad Aucouturier es más integral, porque el niño habla de su mundo, revela su
historia, vence sus miedos en el juego.

¿Cómo así vence sus miedos?

Es que el juego es un espacio “como así”. Es decir, el


mundo interno es un círculo, el mundo externo es otro
círculo y el cruce entre ambos es el espacio del juego. El
humor, el juego, las historias y la religión entran en un
plano que no es real… es “como así” fuera real. Al jugar a
la bruja se desdramatiza a este personaje y se le pierde el
miedo. Con el juego el niño se libera.

¿En las consultas muchos padres te dicen que no


tienen tiempo de jugar?

Eso pasa. Hay demasiada realidad en la relación padres-


hijos. Desayunan en familia antes de ir al colegio, pero no
hablan entre si, no se cuentan si que soñaron, más bien,
es un interrogatorio en el que se busca saber si el niño se
puso las zapatillas o se lavó los dientes y lo apuran para que haga todo rápido.
Me parece que las mamás de antes eran más relajadas, ahora creo que tratan de que sus
hijos estén motivados en todos los aspectos, que sean perfectos. ¿Te da esa impresión?

Totalmente. A veces me apenan algunos niños, porque están sobre exigirlos. En la


educación piensan que la cabeza del niño es una bolsa y que hay que llenarla lo más pronto
posible. No hay mucha más ni tranquilidad, hay mucha presión.

Esa presión se ve hasta en los exámenes de admisión a los colegios, que son una
locura. ¿En Argentina es así?

No, ahí no existe eso, ese es muy


discriminatorio, como un café que se reserva
el derecho de admisión. Por eso en la mayoría
de nidos les hacen practicar a los niños cosas
que no son apropiadas para su edad. El
examen no consiste en jugar libremente y
tomar nota de las emociones y la madurez del
niño, no se trata de que la pase bien para que
aflore su verdadera persona. Ves a los niños
sentaditos, trabajando con una persona a la
que no conocen.

¿Qué problema ves en los niños limeños?

He visto muchos niños con problemas de inhibición, no tantos hiperactivos, de esos hay
bastantes en Argentina. En Chile vi muchos niños demasiados obedientes. Acá el problema
más grave es la sobreprotección, así no se construye la personalidad del niño en toda su
magnitud.

Sobreprotegidos es como subestimados, ¿no?

El problema es que no creen en los niños. Los chicos saben resolver las cosas a su manera
y, si te da el tiempo de verlos, te van a sorprender, sólo hay que tener paciencia.

¿Y cómo se los corrige?

Hay tener límites y hacer cumplir las reglas. Pero


no ser tan duros. Parece que los adultos nos
hemos olvidado de que también nos equivocamos,
queremos que los niños hagan las cosas bien a la
primera, cuando de niños nosotros no lo hacíamos
así. Si el chico no quiere comer, bueno, que no
coma, que juegue, pero va a tener que esperar
cuatro horas para su siguiente comida. Así nadie
se estresa y se cumplen las normas.
¿Qué observas del juego en los niños?

El niño repite lo que vivió, va a ser producto de su propia vivencia, de cómo se ha sentido,
refleja cómo lo tocaron en su trato con una muñeca o un muñeco, siempre queda una
huella en la piel del trato que se tuvo con los padres.

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