Centro de Estudios

Democracias
en Partidos Políticos
y Procesos Electorales

VOLUMEN I. No 3 1 DE MAYO DE 2010

CONTENIDO La crisis de los partidos políticos

R
Partidos políticos en
crisis esulta una paradoja que la hegemonía de la democracia no haya venido acompañada, al
mismo tiempo, de la legitimidad de uno de sus principales componentes: los partidos
Partidos en América políticos. Todo indicaba, despúes de la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzaron a
Latina: el carisma elec- reconocerse constitucionalmente, que los partidos estaban llamados a servir como las organiza-
toral ciones privilegiadas para la canalización política. No obstante, con el surgimiento del Estado de
Partidos la clase política vió en ellos el medio idóneo para reproducir sus formas particulares de
La crisis de los partidos, poder, con lo que sus funciones tradicionales fueron cambiando. Para analizar el tema, Democracias
un debate crónico. cuenta con la participación del Mtro. Víctor Alarcón, profesor-investigador de la UAM, que nos
habla de uno de los principales rivales de los partidos, el líder carismático, y de su agotamiento
Notas sobre la crisis de en el contexto de ciertos niveles de competitividad electoral. Asimismo contamos con la cola-
los partidos
boracion de dos profesores-investigadores de la UACM: el Dr. Víctor Martínez, que discute los
Numeralia criterios a partir de los cuales puede abordarse el debate, ya crónico, de la “crisis” de los partidos
y el Dr. Sergio Ortíz Leroux, quien pondera algunos elementos constitutivos de la crisis, como
Breviario la ética y los principios, que podrían marginarlos inclusive de la propia democracia.

Calendario electoral El Director

mayo

Los límites del carisma.

Elecciones presidenciales en América Latina 2010
Víctor Alarcón Olguín*

D urante el presente
año de 2010 tendrán
verificativo eleccio-
nes presidenciales en varios
países del continente ameri-
cano, cuyo valor comparativo
para nosotros reside en la po-
sibilidad de acercarnos a un
problema clásico que ha do-
minado la escena electoral du-
rante el tiempo reciente, como
ha sido ponderar si el votante
latinoamericano se ha sofisti-
cado o no en la manera en que
decide emitir sus preferencias
al momento de ir a las casillas.
Los resultados hasta ahora
mostrados en los comicios re-
cientes de Chile y Costa Rica,
así como la dinámica de com-
petencia hasta ahora mostrada
en Brasil y Colombia, mues-
tran que se necesita algo más
que la bendición pública del
líder carismático saliente para
lograr mantener cohesionado
a las coaliciones de poder que
sustentan a un gobierno pro-
longado.
Esto es, la legitimidad y la cre-
encia de que el candidato-he-
redero pueda mantener los
acuerdos y la inclusión equili-
brada para todos los grupos
participantes hace que no
siempre haya una adhesión in-
mediata, y ello provoque pre-
siones para “renegociar” la
lealtad o para amenazar la “sa-
lida” si las voces no son escu-
chadas (a la manera clásica del
esquema de Albert O. Hirs-
chman).
Bajo esa premisa, las capacida-
des del líder carismático se
topan primero, antes que
nada, con el compromiso de
mantener la centralidad de la
coalición en torno a objetivos
que puedan ser fácilmente
comprendidos por todos los
integrantes, a la par que éstos
puedan ser procesados y acep-
tados mediante los mecanis-
mos institucionales del
partido u el movimiento que
le de respaldo electoral. Y por
otra parte, el convencimiento
también demanda de la propia
capacidad que pues ser mos-
trada por el candidato-here-
dero para poder articular y
sellar los pactos de alianza
antes de que la propia cam-
paña electoral inicie, a afecto
de que la (re)distribución de
incentivos resultante permita
mantener al máximo posible
de los actores dentro del
acuerdo respectivo.
Democracias
Si tomamos en consideración este simple
punto de partida en la construcción de
alianzas, podríamos ver que la derrota de
la Concertación chilena frente al candi-
dato de la derecha Sebastián Piñera se dio
no sólo por el agotamiento de la capaci-
dad de negociación entre socialistas y de-
mócrata-cristianos cuya base era un
simple mecanismo de alternancia en el
mando, cuyos resultados sin duda fueron
importantísimos para dar proyección po-
lítica y estabilidad económica a la nación
chilena de manera posterior a la salida del
dictador Pinochet, así como para dar
fuerza al propio sistema de partidos.
Sin embargo, el rumbo tomado por las
negociaciones políticas recientes no tomó
en cuenta que dentro del país andino sur-
gió una nueva generación política con de-
finiciones más propias y con deseos de
relevar a los políticos históricos situados
en ambas formaciones políticas. Es por
ello, el polo de la izquierda chilena quedó
fracturado por cuanto muchos no acepta-
ron la “imposición” del ex presidente
Eduardo Frei para encabezar la coalición,
considerando que el mecanismo estaba
agotado. Pese a la intervención de Miche-
lle Bachelet en respaldo de la candidatura
en las dos vueltas en apoyo a Frei, resulta
claro que la transmisión del carisma po-
pular y de aceptación logrado por la man-
dataria no pudo convencer a una franja de
electores que decidieron irse por terceras
opciones o simplemente abstenerse de
votar en la segunda ronda. Sin embargo,
lo más importante es que la transmisión
del poder se da en forma pacífica y con
un claro nivel de estima por el mecanismo
electoral como medio de cambio político.
Un caso interesante y contrario al con-
texto chileno se puede observar en los re-
cientes comicios presidenciales en Costa
Rica. El triunfo logrado por Laura Chin-
chilla, revela la permanencia de uno de los
agrupamientos históricos nacionales,
como el Partido Liberación Nacional, en-
cabezado a su vez por el legendario polí-
tico Oscar Arias, quien precisamente era
el mandatario saliente y cuya áurea de le-
gitimidad (que incluso alcanza niveles in-
ternacionales por cuanto ha sido receptor
del Premio Nobel de la Paz), permitió
darle el respaldo carismático a dicha can-
didata, lo cual se acentuó debido a la caída
estrepitosa del otro partido histórico cos-
2
tarricense, la Unidad Social-Cristiana, con
lo que se dio pauta a la formación de nue-
vos partidos (especialmente en el campo
de la izquierda) que fueron los que inten-
taron pelear la presidencia mediante la
conformación del llamado Frente Electo-
ral Patriótico Progresista, encabezado por
Ottón Solís Fallas, del Partido Acción
Ciudadana.
Vistas así las cosas, resulta por ello inte-
resante ver los procesos electorales que
están en proceso en Colombia y Brasil,
donde los candidatos promovidos por los
presidentes Álvaro Uribe y Lula, respec-
tivamente, están confrontando los dile-
mas de agotamiento que significan
coaliciones de gobierno que han perma-
necido basadas esencialmente unidas gra-
cias al desempeño y el discurso mostrados
por los presidentes salientes, mismos que
han optado por dicha opción, a riesgo de
convertirse en dictadores constitucionales
mediante el uso de la reelección indefi-
nida.
En lo referente a Colombía, recordemos
que la primera y segunda vueltas serán
respectivamente en los meses de mayo y
junio. Contra los pronósticos de un am-
plio respaldo original para Juan Manuel
Santos (procedente del Partido de la U,
que conforma a la base directa de Uribe)
y la falta de apoyo para los candidatos de
partidos históricos como el Conservador
o el Liberal, la nación se ha dispersado en
nuevas propuestas, entre las cuales en
forma concreta ha tomado fuerza el Par-
tido Verde, que impulsa la candidatura del
ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus,
un personaje con alto carisma y colocado
precisamente en una postura pacifista que
contrasta con el discurso de confronta-
ción regional y belicismo anti-guerrillero
que dio fuerte popularidad a Uribe. Sin
embargo, el fuerte repunte de Mockus
muestra que los colombianos no confían
que las capacidades de Santos sean simi-
lares a las de Uribe, y a la vez se considera
que ya es tiempo de dar un giro a la polí-
tica general del país, buscando otro tipo
de soluciones y acercamientos al interior
mismo de la clase gobernante. De ahí que
el resultado posible sea el término de la
“era Uribe”, pero al mismo tiempo ello
tiene como ventaja el mantenimiento del
sistema de partidos en el país.
Por su parte, la situación brasileña refleja
interesantes paralelismos con los casos
antes expuestos. La determinación del
presidente Lula por ceder el mando polí-
tico ha hecho que su principal brazo po-
lítico, el PT, tuviera que avalar la
orientación marcada respecto a impulsar
a la ministra Dilma Rousseff, la cual se en-
cuentra muy cuestionada por la presencia
de fuertes actores de la oposición, como
el gobernador de Sao Paulo, José Serra,
miembro del Partido Social Demócrata
Brasileño; o bien están el intelectual Ciro
Gomes, del Partido Socialista Brasileño y
Marina Silva, ex ministra del gabinete de
Lula, postulada por el Partido Verde. Si
bien las elecciones se realizarán hasta el
próximo mes de octubre, las encuestas
muestran que el partido de gobierno de-
berá realizar un amplio trabajo para apun-
talar la imagen y el discurso de Rousseff,
además de promover los acercamientos
necesarios con las organizaciones sociales
para así mantener la vinculación que
pueda llevarlos a la victoria.
Como puede verse, la transmisión del ca-
risma electoral del presidente que sale no
es una garantía en el marco de las demo-
cracias. Por el contrario, quienes lo inten-
tan imponer sólo pueden hacerlo yendo
precisamente en contra de la propia insti-
tucionalidad política. Lo que se observa
en estos cuatro casos recientes de proce-
sos presidenciales en América Latina,
muestra que se necesita algo más que un
mero deseo para mantener el curso de los
acontecimientos. Sin duda, esto habla y
para bien, de que los electores son algo
más que meras cifras o columnas volantes
al servicio del mejor postor. En este sen-
tido, son lecciones comparativas que de-
beríamos tomar en cuenta más de lo que
usualmente hacemos.
*Politólogo. UAM-Iztapalapa.
Consejero editorial de Democracias.
Email: alar@xanum.uam.mx.

La ¿crisis? de los partidos. Notas de un crónico debate
Víctor Martínez*
“E l paso de los partidos de
masas a partidos catch-all”,
fue en 1954 una hipótesis de
Kirchheimer que alumbró la noción de
crisis partidista. Kirchheimer resumió el
proceso en virtud del que los partidos al-
teran sus estrategias, desplazan su centro
de poder de los miembros a las élites, y
compiten con un pragmatismo que ero-
siona su ideología. Pero aunque cierta,
una síntesis como ésta es proclive a cier-
tos equívocos.
El análisis de Kirchheimer es com-
plejo por varios motivos: 1) la cantidad de
temas que enuncia, pero no necesaria-
mente desarrolla: crisis de la política, cam-
bio social, cambio cultural, cambio
electoral, cambio partidista, etc.; 2) catch-
all (“agarra todo”, ha sido referido en es-
pañol) es un concepto que designa
cambios partidistas de tipo organizativo,
ideológico, funcional, electoral. Pero,
¿existe alguna secuencia en estos cambios
o su aparición es simultánea?
¿Los partidos catch-all promueven en
primera instancia la desideologización de
la política o, desafiados por una desideo-
logización previa y derivada de otros si-
tios, resienten como ninguna
organización política ese proceso? A decir
por lo que Kirchheimer escribiera, el sen-
tido de su ensayo estaría por lo segundo:
“Los partidos catch-all aparecen en un pe-
ríodo de desideologización que ha contri-
buido sustancialmente a su ascenso y
expansión”. Dicha frase devela dos diná-
micas: una desideologización social ex
ante como origen de los catch-all parties;
y una desideologización partidista a pos-
teriori como adaptación a “un mundo
transfigurado”. El mundo transfigurado,
causa explicativa de los catch-all, conlle-
vará para Kirchheimer una premisa de
cambio social: si la prosperidad econó-
mica rompe los históricos clivajes de con-
flicto, mengua el magnetismo ideológico
y debilita a los partidos clasistas y confe-
sionales, dicho cambio en la estructura so-
cial modifica el rol y la mecánica de los
partidos.
¿El cambio de los partidos constituye
su declive o fortalecimiento? Para los lec-
tores de Kirchheimer como un teórico
precoz de la crisis partidista, la devalua-
ción de la ideología y los militantes serán
percibidas como un declive partidista.
Pero para otros, tomando a Kirchheimer
como un visionario de la capacidad adap-
tativa de los partidos, los cambios parti-
distas significarán su mayor equipamiento
para responder a los desafíos sociales. La
supuesta crisis de los partidos perfilará así
dos escuelas: la de los declinists (teóricos
del declive), y la de los revivalist (defen-
sores de la revitalización de los partidos).
Metida a este debate, la literatura par-
tidista prohijaría un diálogo entre dos pre-
fijos, “post” y “de”, que aluden a un
momento de evolución o de franca crisis.
En sociedades (post)industriales o
(post)materiales, los partidos sufren un
desajuste ante cambios que los llevan a su
(de)clive o (des)composición. El cambio
social forzaría así el cambio/crisis parti-
dista. Aspectos como la fragmentación de
las identidades colectivas, la pérdida de
confianza en las instituciones de la demo-
cracia, el crecimiento de los sentimientos
antipartidistas, el surgimiento de movi-
mientos sociales o la volatilidad electoral,
El debate por la crisis de los partidos
Aserto o pregunta Cambio
sobre la relación Social
Radical en sus
Declinists
consecuencias
Considerable,
Revivalists más no
radical en sus
serían síntomas de la debilidad y eventual
muerte de los partidos.
Frente a un juicio como el previo, la
controversia emanará de cuestionar las
premisas de “una visión sombría y catas-
trofistas de los partidos”. La réplica esgri-
mirá como contra/argumentos: 1) el
nivel, históricamente inferior y no mayor,
de volatilidad electoral; 2) la estabilidad de
los partidos tradicionales, la instituciona-
lización de sus clivajes competitivos y el
magro rendimiento electoral de los nue-
vos partidos; 3) la definición de la crisis
partidista como un proceso de adaptación
que obligaría a sustituir el prefijo “de”
(declive) por otro de significado opuesto:
(re)vitalización de los partidos.
MAyo 2010
La raíz del problema crecerá por una
ecuación que, mientras para unos es una
sentencia cristalina, para otros es una pre-
gunta con tendencia a una respuesta ne-
gativa. La ecuación es ésta: Cambio Social
= Cambio Electoral = Crisis Partidista.
Por supuesto, aseveran los teóricos del de-
clive. No necesariamente, contrarrestan
los teóricos de la adaptación de los parti-
dos. El asunto, además de una riña meto-
dológica en torno a la causalidad del
cambio en los partidos, recorre otras lí-
neas de desencuentro: a) la profundidad,
mayor o menor, de los cambios sociales y
cambios electorales que gravitarían sobre
la decadencia, o reforzamiento, de los par-
tidos; b) una suerte de (meta)debate sobre
la visión teórica y práctica de la democra-
cia y el papel en ella de los partidos; c) una
cantidad ingente de temas interconecta-
dos (neocorporativismo, nuevos movi-
mientos sociales, identificación partidista,
valores culturales, organización y funcio-
nes de los partidos, etc.); y d) para termi-
nar de liarla, hipótesis de consumo rápido
y corta duración.
Cambio Cambio
electoral partidista
Declive
Extremo
Decadencia
Desfallecimiento
Adaptación
Limitado Transformación
Fortalecimiento
La discusión literaria por la crisis de
los partidos, vemos así, es de una comple-
jidad apasionante. Que los partidos cam-
biaron es algo que nadie niega; pero si ese
cambio significa una adaptación o un de-
clive, más claro es aún, desencadena un
candente desacuerdo académico.
*Víctor Martínez es Doctor en Ciencia
Política por Flacso-México, y Profe-
sor-Investigador de la Academia de
Ciencia Política y Administración Ur-
bana de la UACM..
*Referencias literarias en Martínez, Víctor
(2009), “Partidos políticos. Un ejercicio de cla-
sificación teórica”, en Perfiles Latinoamericanos,
No. 33.
3
DEMoCRACIAs
De cercanías y lejanías.
Algunas notas lejanas sobre la crisis de los partidos políticos
Sergio Ortiz Leroux*
N o siempre se pueden ver mejor
las corridas de toros desde las
primeras filas del Tendido.
Como sucede en las parejas, el amor o el
odio puede traducirse en costumbre y la
proximidad cotidiana del otro (o de la
otra) puede hacer imperceptibles muchas
de sus obsesiones y manías. La distancia,
ciertamente, no permite ver clara y deta-
lladamente muchos aspectos cruciales de
la personalidad o conducta de las perso-
nas, pero ayuda a registrar algunos signos
que pasan prácticamente desapercibidos
para quienes están demasiado cerca. ¿A
qué viene este juego de palabras alrededor
de la cercanía y la distancia? Los especia-
listas en la literatura académica sobre par-
tidos políticos parecen estar aburridos
con la tesis, ya gastada, sobre la “crisis de
los partidos políticos”: “De los años se-
senta a los noventa del siglo pasado, te-
niendo como inspiración el balance
analítico de Kirchheimer, la literatura aca-
démica de partidos equipararía progresi-
vamente la evolución del partido de masas
al partido catch-all con un síntoma de cri-
sis (…) Por más de 25 años, quien se in-
teresara en la bibliografía partidaria se
encontraría fácilmente con análisis y títu-
los que abundan en la decadencia, desapa-
rición, desdibujamiento de los partidos”
(Martínez González, 2007: 6). Y, sin em-
bargo, nos advierten los especialistas, los
partidos políticos no han desaparecido, ya
que -palabras más palabras menos- se han
adaptado a las incertidumbres de nuestra
era, han demostrado ser organizaciones
poderosamente darwinistas y, a pesar de
los pesares, continúan siendo fundamen-
tales para la vida democrática. Más allá de
un apresurado catastrofismo o fascina-
ción necrófila de los agoreros del desastre
NUMERALIA
Hasta 2002 los partidos reportaron al IFE tener el
siguiente número de afiliados o militantes:
El PRI informó contar con
31, 44, 714 militantes
4
(“No andaban muertos, andaban de pa-
rranda…”), los partidos escoba o agarra-
todo de finales del siglo XX se han
transformado a principios del XXI en
partidos cartel, que hoy sobreviven gra-
cias a su nueva y exitosa ubicación geo-
gráfica dentro del Estado. La crisis
terminal, en consecuencia, no está en los
propios partidos políticos, sino en los
analistas y estudiosos que se apresuraron
a publicar el obituario de los mismos. Se
trata, en todo caso, de una crisis de orden
distinto: “la crisis del concepto crisis de
partido político”.
No estoy cercano a la literatura especiali-
zada sobre partidos políticos. Pero la dis-
tancia, como señalé anteriormente, me
permite ver algunas cosas que quizá pue-
dan resultar interesantes para los iniciados
y no iniciados. La capacidad de sobrevi-
vencia de los partidos políticos, su pacto
ya no con Charles Darwin sino con Do-
rian Gray, no es argumento suficiente para
desafiar la noción crisis de los partidos
políticos ni para defender la crisis del con-
cepto crisis de partido político. Cierta-
mente, los partidos están ahí, demuestran
una maravillosa capacidad de adaptación
a los cambios de las sociedades postindus-
triales, se han transformado en aparatos
que se han impermeabilizado ante las no
pocas incertidumbres de nuestro tiempo,
sobreviven a pesar del desencanto ciuda-
dano y de los problemas de eyaculación
precoz de sus sepultureros. Desde esta
mirada, los partidos gozan, es verdad, de
salud. Sin embargo, la capacidad que han
demostrado los partidos políticos de
nuestra era para sobrevivirse a sí mismos
no cancela en automático la tesis sobre su
crisis (es como aquellas parejas que des-
El PAN indicó tener 195 mil miembros activos y
732 mil miembros adherentes
El PRD reportó tener 4, 111, 670 militantes
pués de varos años de casadas ya no cru-
zan una sola mirada ni palabra a la hora
de la comida. Su sobrevivencia es un
signo de su propia muerte en vida). Po-
demos convenir que los partidos políticos
no atraviesan una crisis de eficacia, y que
mejor evidencia de eficacia que su propia
sobrevivencia. Pero también podemos
estar de acuerdo en que éstos atraviesan
una crisis ética o de principios, la cual -
por cierto- no es menor. Algunos podrían
recomendarme que después de esta pero-
rata de alma bella hegeliana mejor aban-
done la Ciencia Política y me vaya a
sermonear al Convento de las Carmelitas
Descalzas. A ellos respondo que mi ale-
gato no se nutre en ningún momento de
la veta moralista, sino de las lecciones que
ofrecen (para quienes quieran escucharlas)
los clásicos del pensamiento político. Pla-
tón, por ejemplo, decía que aquello que
no se puede presumir en la ciudad no es
digno de re-conocimiento. Y todo aquello
que no pueda ser conocido o re-conocido
por los otros se encuentra, inevitable-
mente, en crisis. Los partidos políticos de
nuestro tiempo están ahí, ciertamente,
han sobrevivido a las tormentas y a las crí-
ticas, pero pocas personas presumirían en
público su pertenencia a los mismos. El
partido político finisecular ha dejado de
ser una institución que pueda presumirse
en la plaza pública, y eso, no se olvide,
conlleva consecuencias peligrosas para la
propia democracia. Los partidólogos (¿así
se dice?) afirman que los partidos políti-
cos son fundamentales para la vida demo-
crática. No hay democracia, nos repiten
hasta el cansancio, sin partidos políticos.
Me temo que las democracias de partidos
que hoy conocemos son cada vez menos
fundamentales para la democracia (en sin-
 MAyo 2010

gular), ya que ésta supone visibilidad de,

acceso a y re-conocimiento de lo público ¿Qué es el CEPPE?
y el público. Pero eso parece que no lo
toman mucho en cuenta quienes se limi-
tan a constatar la crisis de la crisis de los Es una instancia permanente de investigación en ciencia po-
partidos y se cruzan de brazos ante la ver- lítica, dedicada al estudio de los procesos político-electora-
güenza pública que éstos provocan tanto les.
en los cercanos como en los lejanos.
su objetivo es producir investigación aplicada para la inno-
vación institucional, con énfasis en la política comparada
*Doctor en Investigación en Ciencias así como en la integración de la teoría y el análisis empírico.
Sociales (FLACSO-México). Profesor
de Tiempo Completo de la Academia Algunas de sus líneas de investigación abarcan el derecho
de Ciencia Política y Administración
y la administración de justicia electoral, el estudio del com-
Urbana de la UACM. Es director de la
revista Andamios. portamiento del voto, el federalismo electoral, las finanzas
y transparencia en los partidos políticos, entre otros.
-Martínez González, Víctor Hugo (2007): “El
debate actual de los partidos. Notas teóricas
pero no abstractas”, en Folios. Publicación de
discusión y análisis del Instituto Electoral del
Estado de Jalisco, año 1, núm. 4, marzo-abril,
pp. 4-9.

BREVIARIo ELECToRAL

Partido político

El concepto “partido político” ha tenido a lo largo de la historia diversas definiciones. En su orígenes, el “espíritu
de partido” indicaba la conducta facciosa o contraria al interés público. Dicha concepción habría de cambiar a
partir del énfasis en su orígen, parlamentario o electoral, y el análisis del círculo interno, lo que le daría un
sentido más institucional (Maurice Duverger, Los partidos políticos, México, FCE, 1987). Enfoques economicistas
lo definirían por la exclusividad de sus fines y su papel como agente maximizador de votos (Anthony Downs, Te-
oría económica de la democracia, Madrid, Aguilar, 1973). Cambios en el entorno, sociales o electorales, habrían
servido para iniciar el debate sobre los modelos de partido y ensayar nuevas definiciones (steven B. Wolinetz,
“Beyon catch-all party: approaches to the study of parties and party organization in contemporary democracies”,
en Richard Gunther, José Ramón Montero y Juan Linz (comps.), Political parties. Old concepts and new challenges,
oxford, oxford University Press, 2002, pp. 141-142). Con el surgimiento de criterios númericos para su análisis,
su definición quedaría vinculada a la de “sistema de partidos” y la de fracciones despojada de su connotación
negativa (Giovanni sartori, Partidos y sistemas de partidos, Madrid, Alianza, 1980). No obstante, sería hasta el
regreso al análisis de la vida interna de los partidos cuando se abriesen nuevos intentos y usos del concepto
desde el enfoque organizativo que planteó, entre otros temas, la multiplicidad de los fines y la configuración de
las coaliciones de poder. (Angelo Panebianco, Modelos de partido, Madrid, Alianza, 1982). Finalmente, se en-
cuentran las definiciones producto del análisis de los procesos de cambio, ancladas en debates “crónicos”, como
el de la crisis de los partidos (Víctor Martínez, en este mismo número).

5
DEMoCRACIAs

Calendario electoral mayo

Parlamentarias
Mauricio 5 de mayo

Parlamentarias 6 de mayo
Reino Unido

Presidencial
Filipinas Legislativa 10 de mayo
Presidencial 1a Ronda
(provisional) 16 de mayo
República Centroafricana Parlamentarias

16 de mayo
República Dominicana Legislativas

23 de mayo
Etiopía Parlamentarias

Legislativas 25 de mayo
suriname

Parlamentarias 28 de mayo
República Checa 1a Ronda

Presidencial 30 de mayo
Colombia

Legislativas
Georgia Ejecutivo 30 de mayo

CEPPE en

6
 MAyo 2010

UNIVERsIDAD AUTÓNoMA DE LA CIUDAD DE MÉXICo

Manuel Pérez Rocha

Rector
Democracias
María Rosa Cataldo Arriagada
Coordinadora Académica

Alejandro Márquez Aguayo

Coordinador del Colegio de Humanidades y Ciencias sociales

DEMoCRACIAs

Director
Rafael Morales Ramírez
Consejo Editorial
Rosa ynés Alacio García
Víctor Alarcón olguín
Julián Andrés Caicedo ortiz
noticias La comunidad de politólo-
Enrique Carpio Cervantes
Adrián López Cabello gos latinoamericanos se
Víctor Hugo Martínez González reunirá del 28 al 30 de julio
Luis Eduardo Medina Torres en la ciudad de Buenos
Rogelio Mondragón Reyes
Aires, Argentina, en el V
Congreso de la Asociación
Editores Latinoamericana de Ciencia
Rafael Morales
Miguel Ángel Montellano Política, para discutir acerca
de los problemas asociados
Corrección de Estilo
Jaquelin Barranco Bustamante al incremento de la des-
igualdad social y el fortaleci-
Diseño editorial miento de la democracia. El
Ceppe
Bicentenario resulta una
© UACM, 2010. oportunidad propicia para
Las opiniones vertidas en los artículos reflejan exclusivamente el reflexionar desde la ciencia
punto de vista del autor y no la posición de la UACM. política sobre los procesos
ceppe_uacm@yahoo.com.mx políticos en la región y sobre
Es una edición mensual de análisis académico sin fines de lucro los desafíos y perspectivas
ni partidistas del Centro de Estudios en Partidos Políticos y Pro- del mañana.
cesos Electorales de la Universidad Autónoma de la Ciudad de
México.

http://www.alacip2010.com.ar/site/home/es/

Normas para la presentación de colaboraciones

1. sólo se publicarán trabajos originales e inéditos.

2. Los trabajos deberán presentarse en el procesador de textos Microsoft Word, con letra Arial de 12 puntos e
interlineado de 1.5. La extensión máxima deberá ser de dos cuartillas tratándose de artículos.
3. Los trabajos deberán enviarse al correo electrónico: ceppe_uacm@yahoo.com.mx
4. A todo trabajo deberá indicarse la institución donde labora, su cargo académico y, en su caso, teléfono, fax
y correo electrónico.