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URUGUAY
Facultad de Ciencias Humanas
Memoria de Grado
Licenciatura en Comunicación Social
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Los autores de la memoria de grado son los únicos responsables por los contenidos de este trabajo y por
las opiniones expresadas que no necesariamente son compartidas por la Universidad Católica del
Uruguay. En consecuencia, serán los únicos responsables frente a eventuales reclamaciones de terceros
(personas físicas o jurídicas) que refieran a la autoría de la obra y aspectos vinculados a la misma.
Síntesis
Pese a esta situación, el periodismo cultural tiene cabida en la prensa local, pues
es un género que, bien explotado, resulta de interés al público lector de prensa.
1. INTRODUCCIÓN 1
3. DEFINICIONES CONVENCIONALES 9
Definición de periodismo cultural 9
Qué incluye el periodismo cultural 10
Las distintas facetas del espectáculo 15
¿Qué tipo de periodismo cultural es el correcto y adecuado? 16
¿Qué elementos debe haber en una sección para considerarla cultural? 18
Tiene que haber 18
Puede haber 18
Se puede colar 19
No debe haber 19
Aparte 20
1. INTRODUCCIÓN
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
de este trabajo, pero serán mencionados para entender sobre qué legado se apoya el
periodismo cultural uruguayo y comprender la situación actual de esta sección.
Sección que tiene sus propias reglas de juego, pautas a seguir, estructura, temática
definida y hasta una jerga que debe cumplir para pertenecer a este género, que es un
mundo aparte dentro del periodismo.
Esta tesis no pretende ser tampoco un relevamiento ni un repaso descriptivo de los
medios culturales actuales. No busco realizar un trabajo teórico, sino que intentaré
entender la realidad desde la práctica cotidiana y la labor de los periodistas culturales. El
abordaje teórico será mencionado solo a los efectos de complementar los discursos de la
acción periodística. Lo que importa en esta investigación es lo periodístico, como
fenómeno periodístico en sí mismo. Este trabajo se refiere a la sección cultural de diarios
y semanarios, por lo que es un análisis del periodismo cultural en productos periodísticos
para el público en general, no en revistas especializadas para unos pocos entendidos ni
en suplementos o fascículos ocasionales.
Mi investigación buscará integrar a través de bibliografía, entrevistas y
seguimiento de los contenidos en la prensa escrita (analizando las temáticas que cubren y
su valor noticioso), distintos aspectos de la realidad del periodismo cultural en Uruguay.
Estudiaré la viabilidad de los contenidos culturales en los diarios, ya que confío en que es
posible que exista un periodismo cultural periódico y bien hecho.
Las personas entrevistadas fueron elegidas por su idoneidad sobre el tema
periodismo cultural, ya sea por el lugar que ocupaban en el medio en ese momento o por
su experiencia previa en esta área. La lista de entrevistados podría ser infinita, así que
decidí acotarme a quienes durante el período de la investigación trabajaban en periodismo
cultural, y de esas personas, las que ocupaban un lugar importante de decisión en el
medio (o lo ocuparon anteriormente y luego ejercieron otras funciones vinculadas a la
cultura). Si bien el medio del periodismo cultural es pequeño, consideramos junto a mi
tutor que la lista de entrevistados era adecuada, sumada a la bibliografía y el análisis de
los contenidos.
Por un tema de accesibilidad, y porque lo considero pertinente y representativo, es
que el seguimiento de prensa local se basa en los cinco diarios más importantes
actualmente (El Observador, El País, La Diaria, La República y Últimas Noticias1) y los
1
Si bien se trata de un análisis de los diarios, es imposible dejar de lado los suplementos y las revistas
especializadas locales, por lo tanto, serán tenidas en cuenta en tanto enriquezcan este trabajo.
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
dos principales semanarios (Búsqueda y Brecha, ambos con una fuerte importancia en la
elaboración de contenidos culturales). Además de la revisión periódica realizaré un
análisis cuantitativo de sus contenidos, tomando un mes al azar (los números de mayo del
año 2007 contra los de mayo del 2008) para comparar cómo se cubre la cultura en los
mencionados diarios y semanarios. Fundamentalmente, haré el seguimiento de los
distintos diarios y semanarios para establecer comparaciones: descripción y análisis de
los contenidos, qué se repite, qué es predecible, qué es novedoso, qué es relevante, qué es
noticia y qué noticias van a primera plana.
Si bien este será el eje central de lectura, también seguiré de cerca al periodismo
cultural en otros soportes. Pretendo tocar el periodismo cultural de radio, televisión e
internet solo a modo de analizar a grandes rasgos qué es lo que ocurre (sería iluso ignorar
la fuerte incidencia que tienen estos otros soportes en los contenidos que actualmente
aparecen en los diarios), pero siempre teniendo en cuenta que el eje de mi investigación
será sobre la prensa escrita “convencional”.
Este trabajo se desarrolla en el siguiente orden:
Comenzaré planteando el problema que inició mis cuestionamientos sobre el
periodismo cultural, su definición en la teoría y su aplicación práctica en los medios
locales.
Luego analizaré la cuestión más básica y necesaria como punto de partida a esta
tesis: la trilogía entre “periodismo”, “cultura” y “periodismo cultural”. Se verá cómo
estos conceptos son entendidos en los medios y cómo se relacionan, para luego llegar a
una definición más completa de lo que se entenderá como periodismo cultural de aquí en
más en este trabajo. A partir de esta definición intentaré delimitar qué incluye y qué no,
qué debería incluir y qué no, analizando además la situación del periodismo de
espectáculos.
A continuación se realiza, solo a modo descriptivo, un breve listado de las bases
en las que se apoya el periodismo cultural, sus orígenes tanto a nivel internacional como
local, y los distintos actores que han influido en cómo se hace periodismo de cultura en la
actualidad.
Si bien el trabajo está enfocado al cuerpo de los diarios, es inevitable hacer
referencia, aunque sea en breves capítulos, a la importancia de los suplementos culturales,
cómo han generado una definición propia de cultura y de periodismo cultural, con sus
aciertos pero también con sus carencias, y cómo han determinado el encare de las
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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secciones de los diarios a partir de lo que incluyen y lo que omiten. Por su relevancia
histórica y por su vigencia e influencia es que dedicaré un espacio especial al más
conocido suplemento cultural de los medios masivos uruguayos: El País Cultural.
Luego vendrá la parte descriptiva de la sección cultural en los diarios y
semanarios actuales: cómo se integra cada uno de ellos, cantidad de páginas que tienen
designadas, cantidad de periodistas que integran la redacción, cantidad de noticias que
cada medio logra publicar en primera plana… en fin, se tratará de analizar la importancia
que cada diario y semanario de los mencionados le da a la cultura.
En base a este análisis descriptivo, se discutirá sobre la agenda del periodismo
cultural. Se verá si existe, si se respeta, si tiene relevancia como noticia, si debería existir
una agenda o si los diarios apuntan a competir por otros lados. En vista también de lo
analizado se discutirá si la sección cultural tiene lo que se merece en relación a las otras
áreas de la redacción. Además se intentará ver dónde está el problema, analizando las tres
partes que participan: el periodista de cultura, la dirección del diario, y el lector de los
diarios. Todo esto en función de facilitar la comprensión del problema que actualmente se
vive en el periodismo cultural local.
Por eso es que seguidamente se analiza la situación actual, comenzando por el
perfil del periodista cultural, sus rasgos, sus defectos, sus requisitos, y cómo debería ser
este perfil. Se analizará también en este aspecto la importancia del editor y la imagen que
se tiene sobre el periodismo cultural desde otros sitios, así como los preconceptos que se
tienen desde adentro de la sección de cultura.
Luego se pasará al otro lado, al del lector, para analizar el debate sobre cuál es o
debería ser el perfil del público que lee periodismo cultural. Además se verá si esta es un
área que le puede interesar al público consumidor de diarios.
Otro punto de este análisis viene de la mano de la relación entre el Estado y la
cultura, y cómo esta relación incide en la manera de hacer periodismo cultural. Luego se
analizará la relación entre el periodismo cultural, los productores de cultura, las fuentes
del periodismo cultural y cómo se dan estos múltiples vínculos.
Finalmente dedicaré un capítulo a las distintas referencias significativas en el
mundo: revisaré qué se está haciendo, si hay características comunes en las secciones
culturales de otros lugares que falten en las ediciones uruguayas, qué funciona y qué falta
en la prensa local para competir a ese nivel. Los diarios internacionales serán tomados
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como una referencia, para ver si ocurre algo similar, pero no como motivo central de la
investigación.
La siguiente Memoria de Grado se resumirá en grandes pilares que deseo
investigar, que atravesarán los distintos capítulos: El perfil del periodismo cultural, las
temáticas que cubre, la calidad de los contenidos y la relevancia noticiosa de esta área,
vistas tanto desde el propio periodismo cultural como desde afuera. Las páginas
culturales en la prensa uruguaya no satisfacen, y encuentro que hay carencias en la
práctica profesional dentro de los distintos pilares. Esto fue lo que me impulsó a
investigar sobre el problema del periodismo local de cultura en la actualidad: saber por
qué existen estas carencias y delimitar cuáles son.
Sé que me metí en un tema difícil y que puede decirse que no tengo experiencia
en el medio como para venir a criticarlo. Es un riesgo que asumo porque me parece un
tema necesario de debatir, así que desde esa inocencia me tiro al agua a plantear lo que
considero un asunto muy importante. Pongo muchas declaraciones que pueden sonar
polémicas o cuestionables. Las dejé a propósito para azuzar, pinchar, molestar, irritar con
ideas que tengo o que otros declaran con respecto al periodismo cultural. Pero si estas
palabras mueven a la reflexión sobre este tan complejo y apasionante tema estaré más que
satisfecho con mi trabajo.
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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“Aquí hubo una tradición de cultura en los diarios. La página de cultura de El País
fue muy importante, con columnas muy ambiciosas”, recuerda la periodista Ana Inés
Larre Borges. Pero hubo un momento de quiebre en el que la cultura se comenzó a alejar
de esas páginas periódicas. La periodista cultural Emma Sanguinetti lo explicó de la
siguiente forma: “Lo que se escribía en las páginas de cultura comenzó con cierta
tendencia hacia lo académico, lo aburrido, lo que no le interesa a nadie y solo le interesa
al autor o a los cinco de ese mundillo. No eran notas periodísticas. Parecían una revista
académica de facultad. Entonces frente a esa situación, con lógica empresarial, los
gerentes de los diarios decidieron sacar la crítica de literatura y de arte. Desaparece
entonces la página de cultura y quedó una sección de `arte, ciudad y espectáculos´ donde
se mantuvo el crítico de cine, los comentarios de libros, un poquito de teatro y
eventualmente alguna noticia de otras áreas por agencia de noticias”. Pero no con
periodismo cultural.
Al parecer, en un momento el periodismo cultural tuvo espacio en las páginas de
los diarios, pero su formato aburrido y desprendido de la realidad lo fue alejando de los
propios lectores, creándose una etiqueta de la que incluso hoy es difícil salir.
Desde mediados de los 90 la forma de cubrir el periodismo cultural se ha
radicalizado, dividiéndose a grandes rasgos en dos posturas extremas: una “banalizada” y
otra “especializada”. Generalmente, la primera línea, más liviana, se destacó en los
contenidos de la sección de cultura dentro del cuerpo de los diarios, mientras que la línea
especializada, más elitista y compleja, se radicó en los suplementos y semanarios2. Es así
que las secciones culturales del cuerpo de los diarios se han inclinado por el primer
camino, cubriendo temáticas relacionadas con el showbussiness y las trivialidades y
eligiendo un tratamiento llano de sus contenidos, provocando una “chabacanización” del
periodismo cultural. En cambio, los suplementos de los diarios y las revistas semanales
2
Aclaremos que se entiende por sección del diario a toda parte integrada en el cuerpo fijo de los contenidos
del diario. Una sección es aquella que se mantiene todos los días entre las noticias del diario. El
suplemento, en cambio, es una entrega separada del cuerpo central del diario, cuya edición se hace con otra
asiduidad (semanal, quincenal o mensualmente, por ejemplo). Aclaremos también que hay una tendencia a
la “suplementización” de ciertas secciones, por ejemplo la sección deportiva “Ovación” del diario El País o
la sección “O2” de El Observador. Pese a venir en páginas separadas y formatos distintos, estas son
secciones fijas y no pueden ser vistas como entregas separadas del diario. Los mismos editores y
periodistas las consideran como parte del cuerpo fijo del diario. Por lo tanto estas serán consideradas como
secciones y no como suplementos.
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marcaron una clara tendencia hacia los contenidos “para entendidos”, reservados a un
sector especializado.
Los diarios quedaron entonces con una sección de espectáculos que introduce de
vez en cuando otros contenidos culturales. Pero no cualquier sección de espectáculos,
sino una parte del periodismo de espectáculos más vinculada con la chismografía, que
hace años se abrió su propio espacio en los medios internacionales (sobre todo en la
televisión), pero no tuvo esa tan clara diferenciación en Uruguay; menos en prensa. La
prensa escrita local adaptó esos códigos de “espectacularización” (en el sentido
“cholulo”) de la cultura que surgieron desde la televisión, introduciendo nuevas formas
(frívolas) de periodismo en las secciones de cultura de los diarios, que por primera vez
incluían chismes, rumores y novedades de la nueva farándula, entre otras cosas. Hay que
aclarar que el éxito de ciertas formas y contenidos televisivos incidió en que ocurrieran
estos cambios en los diarios.
En respuesta a la banalización anteriormente dicha, el periodismo escrito
reaccionó -a grandes rasgos- con dos medidas: los diarios se alinearon a la propuesta
televisiva, en base al éxito de las mediciones de audiencia, y comenzaron a tratar los
temas que funcionaban en televisión. Los semanarios, en cambio, se volcaron hacia un
periodismo cultural especializado y analítico, más profundo, pero muchas veces alejado
de los aconteceres cotidianos3.
Se fue construyendo así la imagen de que un contenido cultural debe ser lento,
aburrido, pausado, recargado, redundando constantemente sobre los mismos autores y
citando frases grandilocuentes y pomposas. Esta imagen parece mantenerse vigente en
pleno siglo XXI. Y esta imagen, que aparentemente legitima a los contenidos culturales,
se extralimita en algunos medios escritos, tornándose a veces inentendibles para aquellas
personas no especializadas (y por lo tanto alejándose completamente del cometido que
debe tener un diario, que es el de informar).
Ya sea por un caso de banalización de la sección cultural o por causa de su
excesiva especialización, el periodismo cultural está llegando poco al público consumidor
de cultura. Pero esto no significa que estemos ante una “crisis cultural”: contrariamente a
esos diagnósticos apocalípticos, hay una fuerte y pujante producción intelectual y artística
que crece y se profesionaliza constantemente. El problema es que no se refleja en las
3
Más adelante veremos cómo se refleja esta tendencia a los contenidos complejos y especializados
(dirigidos a pocos) en los semanarios, y a los contenidos “light” y triviales que abundan en los diarios.
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páginas que deberían hacerlo. Y se hace muy poco para atraer al potencial público que
aún no la consume.
El periodismo cultural es visto y puesto en la práctica como un género aparte del
periodismo tradicional político, económico, policial o deportivo, aunque estos también
tienen sus particularidades. Estas particularidades, existan realmente o sean una simple
etiqueta, diferencian al periodista de cultura y lo aíslan en la redacción (¿o se aíslan
ellos?), generando una imagen que vale la pena analizar.
Por otro lado está el factor noticia. Prácticamente no hay primicias en esta
sección. En el ámbito cultural no se tienen tanto en cuenta las noticias de lo que ocurre en
el momento. Se manejan tiempos distintos (ni mejores ni peores, sino particulares), que
muchas veces convierten a la sección en una burbuja aislada de lo que ocurre en el resto
de la redacción.
Ante las evidentes carencias del género, muchos son los que creen que el
periodismo cultural no existe en este país. “Acá en Uruguay no hay periodismo cultural
en los diarios o hay muy poco”, comentó el periodista y editor de cultura Elvio Gandolfo.
No es el único. Sofi Richero, periodista cultural del semanario Brecha, parece coincidir
con esta visión: “No hay periodismo cultural en los diarios. En los diarios se hace
periodismo de espectáculos en tanto se da cuenta de lo que ocurre, de cubrir, cubrir y
cubrir. Pero no periodismo cultural”. El periodista Alejandro Ferreiro sigue esta línea:
“Acá casi ningún diario puede decir que tiene periodismo cultural. Y bastaría con que
hicieran una o dos o tres entrevistas por semana para decir que tienen una parte de
cultura”. Lo mismo opina el periodista Leandro Delgado: “En Uruguay no hay
periodismo cultural. Hay una separación entre la cultura de espectáculos y la cultura
letrada, que acá no se juntan y hasta se desconocen, pero no periodismo cultural”.
Emma Sanguinetti, parece ir un poco más allá: “Periodismo cultural no hubo
nunca en el Uruguay. Lo que sí hubo fueron buenos espacios que cubrían las necesidades
culturales de una sociedad determinada en un momento histórico determinado”.
Y si se ha llegado a cuestionar su existencia, evidentemente es porque hay un
problema con el periodismo cultural.
Estos distintos aspectos de la realidad del periodismo cultural en Uruguay hacen
de esta sección un género muy especial digno de ser investigado, y son los que intentaré
dilucidar a continuación.
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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3. DEFINICIONES CONVENCIONALES:
Para analizar qué es lo que se está haciendo en los diarios y semanarios con
respecto al periodismo cultural es necesario establecer algunas definiciones. Si bien son
conceptos que están en continua discusión, se aceptan ciertos convencionalismos que son
los que tomaré para trabajar y que permitirán entender mejor hacia donde dirijo mis
observaciones.
Dadas las complejas relaciones entre periodismo y cultura, y sus tan diversos
significados, es que el periodismo cultural ha tenido serios problemas para tomar una
definición. En este sentido, se hace de la sección cultural una suerte de recipiente donde
se coloca información muy diversa, sin un criterio claro.
No existe un consenso en la definición del periodismo cultural: lo que para
algunos debería ser el tema central del periodismo cultural, para otros es justamente lo
que no debería hacer. Los editores de los distintos medios, la bibliografía leída y mis
propias ideas previas mostraron no coincidir en muchos aspectos, chocando diversas
definiciones de lo que es y lo que debería ser el periodismo cultural.
En el intento de elaborar una definición de periodismo cultural intenté reunir los
puntos en los que más o menos todos coinciden, para de ahí en adelante configurar algo
que me permitiera formar una base para este trabajo.
Acoté mi estudio a una definición de periodismo cultural determinada. Esta
concepción la elaboré en base al análisis y lectura de la bibliografía relacionada
(fundamentalmente tomando en cuenta las definiciones elaboradas por el periodista
argentino Jorge B. Rivera, un referente de esta área), las opiniones relevantes de las
personas entrevistadas para este trabajo, y los contenidos que actualmente tiene (o debería
tener) la sección de cultura en la prensa uruguaya y del mundo. Y esto es lo que me
quedó:
Entiendo por periodismo cultural a toda la elaboración periodística relacionada
a la producción, divulgación y consumo de bienes intelectuales y artísticos a través de
los medios de comunicación masivos en una sociedad determinada, más
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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específicamente, dentro de las distintas manifestaciones de las artes, las letras, las
ciencias humanas y las corrientes de pensamiento, mediante un enfoque analítico pero
de interés general y un tratamiento periodístico de la información. Esto incluye literatura,
teatro, música, danza, cine, plástica, eventos culturales populares en todas sus
manifestaciones (tales como el Día del Patrimonio, la Fiesta de la X, el Carnaval o la
Fiesta de la sandía, de la vid o de la yerra 4), acontecimientos que contribuyan a la
formación de patrimonio e identidad local, subculturas, y fenómenos sociales, además del
seguimiento de los productores de estos valores culturales. Más adelante profundizaré en
el espectro temático que debe incluir.
El periodismo cultural puede ejercerse en prensa especializada, dentro de un
ámbito académico y reducido, o puede ejercerse en prensa dirigida al público en general.
A este último se dedica mi trabajo. Este periodismo trata en definitiva de promocionar y
difundir eventos cuya esencia sean las artes, artesanías, y temas sociales con cierto
enfoque, que sean de interés para cierto público masivo, y tengan valor informativo y
noticioso.
Pero el rol del periodismo cultural se complica desde el momento de las
definiciones, pues delimitar qué incluye es todo un problema ante visiones tan distintas.
Muchos sostienen que el periodismo cultural también es en sí mismo un productor de
cultura, no solamente un reproductor que aporta información5. Y al otro extremo se
ubican quienes reducen el campo del periodismo cultural a un espectro arcaico y
peligrosamente aburrido.
Intentar delimitar qué temas se incluyen dentro del periodismo cultural es una
forma de entender cuál es la concepción de cultura que se maneja en los distintos diarios.
En este punto tampoco se coincide, pues las concepciones de qué entra y qué no entra
dentro de la sección cultura son muy distintas.
4
Que por cierto se suele cubrir en el suplemento de Agro y no en el de Cultura
5
Más adelante plantearemos este tema de ser “arte y parte” de la cultura, o “hacer arte con el arte”, donde
hay distintas opiniones.
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6
Publicado en diario El Observador, el 6/5/1007
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Publicado en diario El Observador, el 21/5/2007
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Publicado en diario El Observador, el 10/5/2008
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injustificable. Y no es solo en el caso de las secciones del diario. En los suplementos esto
también ocurre.
La heterogeneidad temática hace que los suplementos culturales puedan contener
información sobre ciencia, si bien el periodismo científico tiene un espacio bien
diferenciado del cultural9. El problema es que en los diarios locales el periodismo
científico no tiene dedicado un espacio, lo que hace que los contenidos de ciencias se
repartan entre las secciones de cultura y sociedad.
Visto este amplio panorama, parece que nada queda afuera del alcance del
periodismo cultural.
El periodista y editor Homero Alsina Thevenet 10 (de quien hablaremos repetidas
veces) decía que el periodismo cultural es como un edificio con muchas puertas de
entrada (música, cine, teatro, etc). En una analogía similar, en la redacción del
Washington Post dicen que es como un supermercado donde se encuentran los mejores
productos en cada góndola11. Es decir, se puede encontrar de todo, mientras esto sea
bueno. Pero esto no significa que no pueda acotárselo y que haya personas que decidieron
limitar ese campo de acción.
Parafraseando a Jorge B. Rivera, se pueden ver tres enfoques del periodismo
cultural: uno que apunta a los problemas de políticas culturales y su implementación, otro
que incluye a científicos y humanistas y la difusión de sus conocimientos, y una tercera
vía que analiza las relaciones entre las artes y cómo estas son tratadas por los medios de
comunicación. A su vez, estos enfoques pueden ser tratados mediante tres posturas:
especializada, de divulgación (tratamiento más trivial), o como noticia cultural en los
medios masivos (cada una con un uso particular del lenguaje, la calidad informativa y los
temas a tratar). Las noticias culturales además pueden ser encaradas a través de tres
formas: la nota, la crítica y el ensayo cultural (valiéndose además de los géneros
periodísticos básicos como entrevistas y reportajes12).
9
Tomado de OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura.
UdelaR, Mvd, 2007. Pág. 15
10
“La mayor gloria del periodismo cultural uruguayo”, como lo calificó el periodista Gustavo Laborde en
su obituario el día 13/12/2005 publicado en el diario El Observador. En ese artículo además agregó que
H.A.T. “Dignificó una especialización que no pone noticias rimbombantes en las tapas de los diarios, pero
que los prestigia y se ocupa de los intereses de la masa lectora más crítica y sofisticada”.
11
Palabras del periodista Pablo Izmirlián en conferencia sobre “rock y crítica periodística” el 15/11/2007
12
Cabe aclarar que los géneros periodísticos del periodismo en general rigen también para el periodismo
cultural, aunque con ciertas particularidades (Ver en anexos “Géneros del periodismo cultural”)
12
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13
OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd,
2007. Págs. 19-25
14
Más adelante veremos esta importancia del editor y su subjetividad, pues se manejan criterios muy
subjetivos para decidir qué va y qué no.
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dentro de la misma sección la ópera y la murga. O medios que antes no admitían que se
cubriera el rock en sus páginas de cultura. Igualmente a través de las entrevistas pude ver
que esta visión tiende a desaparecer, ya que de a poco la lista de temas se va ampliando y
enriqueciendo.
Pese a esto continúan al margen temas como la movida tropical, la cumbia, el
canto popular y las tradiciones, por poner algún ejemplo. Estos están estigmatizados en
las páginas culturales de los grandes diarios, salvo escasas excepciones 15. Sobre esta falta
de atención a ciertos temas, José Gabriel Lagos, editor de La Diaria, comentó: “Se puede
argumentar que la música tropical es parte de la cultura. Pero no sé si en estos tres años
del diario habremos hecho siquiera una referencia lateral, menos una reseña de un disco
de cumbia, ni anunciar un espectáculo. Es más bien una limitación. Hay una falta de
interés consciente de hacerlo, pero también una falta de sinceridad, una falta de personas
adecuadas para hacerlo bien, no mirándolo como antropólogos que observan de lejos lo
que ocurre, porque eso también sería injusto comparado con el tratamiento que le das a
un disco de rock o a un libro que te interese”.
Evidentemente, el periodismo cultural es un terreno muy difícil de delimitar,
debido también a la flexibilidad y amplitud temática que ofrece. No es en sí mismo un
problema, pero sí que genera dolores de cabeza si uno lo quiere entender.
Las secciones se pisan, y esto es normal. Una misma noticia sobre una tribu
urbana que se forme en internet puede aparecer en el diario en cualquiera de sus
secciones, sin ponerse de acuerdo en dónde incluirlo. El problema es cuando la misma
noticia se repite en secciones distintas, como a veces ocurre (incluso con días de
diferencia). La cultura se filtra también en los suplementos especiales (el suplemento
dominical del diario El País, por ejemplo), sobre todo con algunas entrevistas a
personajes del ámbito cultural (salvo los personajes de la “alta cultura”, que solo están en
los suplementos culturales o los semanarios).
15
Curiosamente, son los géneros musicales más escuchados por los uruguayos. Según la última encuesta de
consumo cultural (DOMINZAIN, S, otros. Imaginarios y Consumo Cultural. Segundo Informe sobre
consumo y comportamiento cultural. Uruguay, 2009), el 38% de la población escucha folclore, el 27%
cumbia y el 16% música tropical. Si bien es una encuesta cuestionable en cuanto a sus criterios de
clasificación (por ejemplo, cuál es el límite entre cumbia y música tropical), creo que es pertinente
mencionarla dada su importancia y magnitud. Además, “El ámbito en donde trabaja una mayor cantidad de
intérpretes en vivo es el del circuito de música tropical” (Stolovich, L. y otros. La cultura da trabajo. Pág.
231). Quizás este género no coincida con el perfil del consumidor de diarios (esta relación no se ha
estudiado aún, aunque se puede esgrimir que el actualmente bien escaso público lector de diarios no es
exactamente fan de la cumbia), pero no se puede desconocer la importancia de estos géneros que casi no
aparecen en los contenidos culturales de prensa.
14
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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16
Debord, G. La Sociedad del Espectáculo. (Op. Cit. En bibliografía). Madrid, 2000. Cap. 1 / Tesis 24.
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motivos para que se confundan. Pero que se presten a confusiones sólo significa
comprenderlas, no aceptarlas como buenas a todas. No se debería meter todo en una
misma bolsa: hay que intentar distinguirlas. Así sabremos qué está bien puesto y qué no
está bien puesto en cada sección, y cuál sección se acerca más a una visión consensuada
de lo que debería ser una página cultural. Y cuál no.
Ciertos espectáculos son más que adecuados para cubrir en una página cultural,
como vimos. El tema es que ese mundo deriva en otro, paralelo y casi contiguo, que son
los que trabajan en el mundo del espectáculo, cosa que puede ser interesante porque al
mostrar sus personalidades uno puede ver su capacidad creativa, su talento artístico, su
solidez actoral, etcétera. Pero que van en una sección propiamente de "Espectáculos". A
su vez, ya que todo eso cubre lo que se refiere a personas famosas que tienen sus vidas y
que son llamativas, de golpe podemos entonces encontrarnos con el "Cholulismo".
Esto me parece que es importante explicar, ya que si bien es necesario separar la
paja del trigo, hay razones valederas para que se confundan. No es casualidad que en
Uruguay muchas veces aparezcan en los diarios entreveradas. Diferenciar estas secciones
es justamente el gran desafío que le plantea al periodismo.
En ese sentido, un corte prácticamente ya realizado en casi todos los medios del
exterior, es el que separa “Cultura” de “Espectáculos” (pero en su corte más grueso). Las
páginas de cultura tienen excelentes notas sobre espectáculos, pero dejan para una
sección separada lo que es el Espectáculo como “Cholulismo” o “Show Biz”.
Todo esto implica que una definición está en la frontera de la otra, y esa en la
frontera de la otra. Por transitiva se llega a que "Cultura" y "Cholulismo" se confundan. Y
es un problema. Por ejemplo: Dinamarca está al lado de Alemania, que está al lado de
Francia que a su vez está al lado de España. Sí, todo está al lado, y la frontera que lo
separa es nada. Pero al final Dinamarca y España no tienen contacto alguno. Ese es el
entrevero a resolver, pues todo está "en la frontera de". Pero si prestamos atención, al
final lo que parece tan cercano (Dinamarca y España) en realidad no tiene nada que ver.
A mi criterio, para que haya periodismo cultural de calidad debe haber un
equilibrio de distintos elementos en cuanto a contenidos. El análisis de la calidad de los
contenidos se basará en buena parte sobre este equilibrio, analizando en cada medio si
hay algún desequilibrio y en qué forma. Donde hay desequilibrios tenemos problemas,
tanto en una como en otra dirección.
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Puede haber:
Se puede incluir además de lo anterior debates intelectuales sobre algún hecho de
la agenda cultural, exponiendo distintas visiones sobre un tema de la agenda, así como
opiniones sobre la actualidad política desde un enfoque cultural.
Pueden cubrirse también temas como internet y ciberespacio (blogs, redes
sociales, curiosidades de internet), fotografía, noticias de la interna académica, cuentos
cortos, poesía, videojuegos, y tendencias.
18
La sección Espectáculos suele ser más restringida, y además el criterio de delimitación depende del diario
(en el mundo generalmente se cubren los mismos temas que la sección cultural, pero en noticias breves y
coloridas de la interna artística, generalmente más relacionado con los estrenos, “avant premieres” y
eventos culturales).
19
El "cine arte" (por denominar a un tipo de cine "no taquillero") también debe ser contemplado. Lo mismo
con la música "culta" y la “popular”; los géneros que cubra dependen del público al que se dirige cada
medio, pero cuanto más contemple, mejor. Reseñas sobre libros considerados potenciales "best sellers", así
también como los de "público restringido" deberían figurar en una sección cultural. Las artes escénicas
también deben estar incluidas: teatro, danza, y las distintas ramas del carnaval.
18
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
Se puede colar:
En la sección de cultura de un diario puede además, eventualmente, cubrirse
temas sobre fenómenos sociales, subculturas y tribus urbanas, sociología y consumo, y
aspectos tecnológicos y avances que inciden en la cultura. Es posible que estos temas
tengan una sección propia, pero se “cuelan” de otras secciones como parte de esta
interacción en los límites que mencionamos anteriormente.
Además pueden colarse temas como actividades de ocio y tiempo libre, como por
ejemplo, paseos culturales y moda. Cierta información sobre cultos y ceremonias
religiosas, así como festividades locales, pueden aparecer si la agenda lo amerita.
La información "cholula" es de lo más limitada en esta sección. Sólo en las
ocasiones que la agenda lo amerite, pueden colarse los contenidos “cholulos”, los que
incluyen la vida privada de las personas y el mundo del espectáculo (por ejemplo, en el
caso de polémicas por una herencia de un artista, por la autoría de una obra o temas
similares). ¿Hasta dónde está bien que se cuelen los contenidos “cholulos” en la sección
cultural? Ese criterio es fundamentalmente otorgado por la agenda y la relevancia
noticiosa.
Se pueden colar también (aunque es más propio de un suplemento cultural)
cuentos cortos, poesía, fragmentos de un libro, así como breves columnas de reflexión
filosófica, análisis discursivo puntual sobre los medios de comunicación o los dichos de
algún político en la semana y otras curiosidades semióticas
No debe haber:
La chismografía y rumores sensacionalistas no son para publicar
periodísticamente en una sección de cultura. Sí sirven para dar pie a la investigación de
un periodista (como un dato que lo motive a averiguar más), y que este luego elabore un
reportaje y corrobore o no esa información, pero no son publicables ni en Cultura ni en
Espectáculos. Sí en una sección aparte, de prensa rosa o periodismo de chimentos.
19
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
Aparte:
Para cubrir la agenda cultural además, el diario debe ofrecer el servicio de
cartelera de cine, teatro, música, televisión y otros (exposiciones, actividades culturales,
ponencias y presentaciones).
20
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
20
RIVERA, Jorge B. El periodismo cultural, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1995. Pág. 9
21
El oxímoron es una figura antitética, contradictoria, la conjunción de dos opuestos. Borges se valía muy
seguido de esta forma, de 'la coincidencia de los opuestos', para crear su universo literario. Comenzó con
expresiones más forzosas y artificiales, como 'lejanamente cercana', 'famosamente infame' y
'desesperadamente esperanzado', pero como dice el texto de Rafael Olea Franco, con el tiempo se
complejizan las expresiones, adquiriendo otras riquezas: "silencio atronador”, “luz oscura”, “lleno de
nada”, “tensa calma”, “fuego sin luz”, “soledad habitada y poblada”, “Historia de la Eternidad”, "paisajes
invisibles", etcétera. La expresión oxímoron borgeano es un lugar común frecuentemente utilizado entre
algunos intelectuales argentinos para hacer referencia a opuestos con cierta complejidad. (Tomado de Olea
Franco, R. Borges: la búsqueda del estilo, págs. 181-182, Op. Cit. En bibliografía).
22
RIVERA, Jorge B. El periodismo cultural, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1995. Pág. 12
21
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
23
Palabras de Juio Villegas en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed. Tradinco.
Montevideo, 2008 Pág. 341
22
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
respondió que Mauricio Rosencof era un corredor de Fórmula 1, o que Horacio Quiroga
es el autor del Quijote, como me puso uno el año pasado en una prueba”. Clara además
agregó que “el problema viene desde la escuela, pero ni siquiera la universidad te genera
esas inquietudes”, lo que termina sacando periodistas ignorantes y, para peor, testarudos:
“He tenido discusiones con periodistas de televisión que me aseguran y me discuten que
Jorge Luis Borges se llamaba José Luis Borges”, comentó Clara como ejemplo.
Aparentemente hay poca oferta interesada por el periodismo cultural. María José
Santacreu, editora de Cultura del semanario Brecha, me comentó que necesitan
periodistas interesados en el área y que no los encuentran: “Creo que hay pocos
periodistas. Estando acá como editora me llama la atención que no haya una cola de gente
pidiéndome para escribir en cultura. Tenés que salir a buscarlos”.
Santacreu no es la única que me ha manifestado esta dificultad para encontrar
periodistas interesados en el área cultural. José Gabriel Lagos, editor de La Diaria,
coincide con esta curiosa realidad: “Nosotros pensamos que iban a llover currículums,
pero no. Son más los casos en que los tenemos que salir a buscar”.
Todo lo contrario piensa Mariana Percovich, ex periodista cultural y actual
coordinadora de artes escénicas de la Dirección Nacional de Cultura del Ministerio de
Educación y Cultura (MEC), quien afirmó que no está de acuerdo con esta sensación de
falta de periodistas interesados en cultura: “Yo de hecho vivo viendo periodistas
culturales… que duren es otra cosa”.
De esta realidad solo tengo opiniones. No hay datos concretos, por lo que no
puedo asegurar este problema de manera sólida. Simplemente me parecía importante
destacar que esta situación existe actualmente en algunos medios y llama la atención.
Sea una causa o la otra, el problema del periodismo cultural también pasa por
estos preconceptos: está puesto en un lugar menor en relación al “periodismo duro” y no
tiene una formación especializada, aunque no se puede determinar si no hay interesados
porque no hay formación específica o si no hay formación porque no hay interesados en
especializarse. Habrá que ver si fue primero el huevo o la gallina.
23
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
Si bien entrar en la discusión sobre qué es “Cultura” parece volver una vez más a
caer en el lugar común (prácticamente todos los libros que plantean esta temática saturan
en el análisis de la misma polémica), considero que es muy necesario y enriquecedor que
se discuta, aclare y defina de qué hablamos cuando hablamos de “cultura”. Aunque sea
por una vez más, esto no puede pasar por alto.
La noción de “cultura” es polisémica, tiene distintos significados que varían desde
la sobrevaloración del concepto hasta su subvaluación. Posee muchísimas definiciones
que van desde lo amplio y abarcativo a lo restrictivo y hermético.
Se pueden establecer dos grandes tradiciones: una clásica y otra antropológica. La
línea clásica entiende a la cultura como algo “ilustrado” o elitista, que delimita lo
“cultural” a una minoría privilegiada y al refinamiento de las bellas artes y el
enriquecimiento del espíritu humano (lo más “elevado” de la producción humana); esta
visión ve lo cultural como “el recorte escogido –destinado a una minoría de conocedores–
de las producciones más refinadas del espíritu humano”24. La otra tradición es la que
proviene de la antropología, que entiende a la cultura como vasta e integradora, donde
toda producción humana es considerada como cultura (concepción de E. B. Tylor forjada
en 187425). Como Raymond Williams ha delimitado, son dos estas grandes corrientes:
una que ve a la cultura como un todo, “implicado en todas las formas de actividad social”
(que es más o menos lo mismo que decir “toda la vida humana”) y una visión más
especializada (paradójicamente la más corriente) que ve a la cultura limitada a las
actividades intelectuales y artísticas, “aunque estas, a causa del énfasis sobre un sistema
significante general, se definen ahora con mucha más amplitud, para incluir no solo las
artes y formas tradicionales de producción intelectual, sino también todas las `prácticas
significantes´ -desde el lenguaje, pasando por las artes y la filosofía, hasta el periodismo,
la moda y la publicidad- que ahora constituyen este campo complejo y necesariamente
24
RIVERA, Jorge B. El periodismo cultural, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1995. Pág. 15
25
Definición de Edward B. Tylor: “La cultura o civilización, en sentido antropológico, es aquel todo
complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y
cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridas por el hombre en cuanto miembro de la sociedad”.
Aunque hay que aclarar que Johann G. Herder fue el primero en hablar de distintas “culturas” en una
misma nación (Tomado de WILLIAMS, Raymond. Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y la
sociedad. Ed. Nueva Visión. BsAs, 2000. Pág. 90)
24
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
extendido”26. Si bien son dos grandes modelos de visión cultural (restrictivo y amplio),
evidentemente hay más versiones de esta confusa definición.
De todas las variantes que tiene la palabra “cultura”, Williams reconoce tres
categorías generales activas en uso:
I) “Cultura” como el sustantivo independiente y abstracto que designa un proceso
general de desarrollo intelectual, espiritual y estético (uso que comenzó a darse
a partir del siglo XVIII),
II) “Cultura” como el sustantivo independiente (general o específico) que indica
un modo de vida determinado, de un pueblo, de un período, un grupo, o la
humanidad en general (uso que comenzó con Herder y Klemm, luego retomado
por Tylor), y
III) “Cultura” como el sustantivo independiente y abstracto que describe las obras
y prácticas de la actividad intelectual y especialmente artística. Este uso de la
palabra “cultura” es relativamente tardío (fines del siglo XIX, principios del
XX), pero hoy parece el uso más difundido: cultura es música, literatura,
pintura y escultura, teatro y cine27.
El concepto de cultura es complejo y multidimensional. Se puede analizar desde
distintas acepciones: en un sentido objetivo (como producción humana en una época o
lugar geográfico determinados), en un sentido subjetivo (como cultivo o formación del
individuo), como oposición a naturaleza, como cultura académica o de élite (contrapuesta
a la cultura de masas o popular), o en sus aspecto social de cultura-subcultura-
contracultura, entre tantas otras perspectivas. En este relativismo cultural donde todo
vale, el campo del periodismo cultural sería ilimitado. Esto no es un peligro en sí mismo,
ya que si se hace un buen periodismo, serio y riguroso, no debería haber problemas.
El libro de Kroeber y Kluckhohn recoge 164 definiciones distintas de cultura28. Y
este libro fue escrito en 1952, por lo que no es novedad que este sea un concepto difícil
26
WILLIAMS, R. Cultura. Sociología de la comunicación y del arte. Paidós. Barcelona, 1981. Pág. 13
27
Tomado de WILLIAMS, R. Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad. Ed. Nueva
Visión. BsAs, 2000. Pág. 91
28
Luego se expandió aún más con otros autores. Por ejemplo, Abraham Moles recogió luego más de 250
definiciones de cultura. Y el crecimiento no parece detenerse, lo que complejiza aún más la situación.
25
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
para ponerse de acuerdo29. Como vemos, nadie tiene demasiado claro de qué estamos
hablando cuando utilizamos la palabra cultura.
Si buscamos en su etimología puede que nos acerquemos a lo que se entiende
como “cultura” en la prensa (al menos desde gran parte de los periodistas culturales
uruguayos). Etimológicamente la palabra “cultura” proviene del latín “colere”, que
significa labrar o cultivar el campo para hacerlo fértil 30. Esto, tomado en sentido
metafórico, es lo que determinó el sentido formativo y evolucionista de la noción de
cultura, su función sanadora y pedagógica. Esta fue la primera idea del concepto, que
implicaba un desarrollo del alma en busca de un ideal de ser humano, un ideal científico,
moral y artístico31.
Esta concepción limitada degrada a “la masa”, “la plebe”, como si esta fuera
“acultural”, cuando en realidad es la que produce más cultura y con mayor frecuencia, si
nos regimos por la definición amplia. Esto no hace más que dificultar el acceso de
productos culturales, tanto a unos como a otros, ya que no posibilita la interacción entre
los pertenecientes a uno u otro grupo, perdiendo todos por igual.
La distinción entre “cultura elitista” y “cultura para la mayoría” suele asociarse
con una cultura cuya producción es creativa y original y otra cultura reproductiva, de
reproducción de la industria cultural, dirigidas respectivamente a un público
especializado (la primera) y a un público no especializado pero interesado 32. Creo que
este tipo de relaciones bivalentes (cultura alta/baja, vanguardista/reproductora,
elitista/popular, tradicional/moderna, erudita/vulgar, arte serio/arte ligero, cultura
superior/cultura de masas) no hacen más que preservar una “xenofobia cultural” que aleja
a unos de otros, además de confundir el panorama, que ya de por sí es complejo. Son
clasificaciones erróneas, imprecisas y simplistas. Pero muchas veces las tenemos
incorporadas.
¿Desde dónde se planta entonces el periodismo cultural? ¿Desde una noción de
cultura fragmentada, divinizada y con escalafones? ¿Desde una noción de una cultura
29
Los propios Kroeber y Kluckhohn ofrecieron su definición: «un conjunto de atributos y productos de las
sociedades humanas y, en consecuencia, de la Humanidad, que son extrasomáticos y transmisibles por
mecanismos distintos de la herencia biológica»… no creo que sea la más adecuada al caso.
30
Tomado de WILLIAMS, R. Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad. Ed Nueva
Visión. BsAs, 2000. Pág. 87
31
Tomado de FALGUERAS SÁNCHEZ, Francesc; FINA RIBÓ, Xavier. Análisis del concepto de cultura.
En CHABANEAU, L. E. Introducción a la materia Gestión de la Comunicación. Ficha Nº1, UCUDAL,
2007. Págs. 7-30
32
Parafraseando a OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura.
UdelaR, 2007 (pág. 16) y RIVERA, J B. El periodismo cultural, Bs As, 1995 (pág. 16)
26
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
homogénea y banalizada? ¿Desde otro lado? Como veremos más adelante, está en un
punto medio, ni un extremo ni el otro.
En la actualidad la prensa cultural diaria se ocupa de reproducir y divulgar lo que
respecta a la industria cultural y generalmente deja al margen otros contenidos.
Aclaremos que la industria cultural es la cultura producida para el consumo en
masa, que atiende las necesidades de valor de cambio y valor de uso, evaluada según su
aceptación del mercado y no por su valor estético, filosófico o literario intrínseco.
Theodor Adorno y Max Horkheimer, dos intelectuales de la Escuela de Frankfurt,
forjaron este concepto alrededor de 1945 como una dimensión “anticultural” o
“acultural”, una falsa conciliación entre producción material e ideal que no era
considerada como arte33. En sus comienzos el periodismo cultural entendía que la
industria cultural no era “cultura”. Según el periodista Gustavo Escanlar, pasó mucho
tiempo para que el cine fuera incluido en la agenda de las páginas culturales uruguaya:
“Aún antes que la cultura mediática se impusiera también estaban esos preconceptos. El
cine y el cómic eran considerados un arte menor en relación a los libros y el teatro,
incluso en los diarios. El cine empezó a asumir una mayor importancia mediática recién
en el año 58 ó 59, cuando entre el Cineclub y Homero Alsina en las páginas de El País
descubren a Bergman. Pero antes el cine era menor. Siempre estuvo eso de la cultura alta
y la cultura baja [en el imaginario colectivo]”. Si bien hoy en día no se puede negar que la
industria cultural es parte obligatoria de todo aquel que quiera cubrir la cultura, esta
denigración de la cultura masiva se mantiene en muchas esferas y suele ser el palo en la
rueda de los avances culturales.
Y si la noción de cultura es algo en lo que no nos ponemos de acuerdo, ni
hablemos del arte. La discusión sobre qué es arte o no escapa a los límites de esta
investigación, pero no puede quedar ajena. Es un término ambiguo y excesivamente
discutido. La noción de qué es considerado arte es aún más indefinida que la definición
de cultura. La idea de belleza ha cambiado a lo largo de la historia, las disquisiciones
sobre qué es lo bello dependen de una sociedad y un tiempo determinados y es un gran
problema que no puede obviarse.
33
Tomado de FREITAG, B. El histórico de la escuela de Frankfurt. En A teoría crítica – Ontem e hoje. Ed
Brasiliense, San Pablo, 1990.
27
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
28
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
sino también “elevar el nivel cultural de sus lectores, aconsejarles, ayudar con su criterio
a los artistas, ejercer de notario para la historia y divertir”34.
Efectivamente el periodismo cultural en tanto proveedor de una cierta información
puede contribuir a formar opinión en los lectores, despertar sensibilidades hacia
determinadas producciones, o la curiosidad e interés por conocer un poco más. Recuerdo
la importancia que le daba Barret Puig a la formación cultural; él impregnaba a la cultura
y a las artes que enaltecían y enriquecían el espíritu humano una serie de valores a
“cultivar” y en sus clases nos transmitía la importancia que esto tenía en la formación de
futuros comunicadores; aunque hay que tener cuidado, ya que no se puede confundir esta
formación personal con pretender uno formar al público (lo que es algo muy distinto).
Esta visión es propia del periodismo cultural, que muchas veces tiende a “educar”
a sus lectores: “El periodismo puede ser una excelente forma de evangelizar”, supo decir
el periodista (y sacerdote) Jaime Fuentes Martín en una entrevista 35, quien por lo visto
utiliza las técnicas del periodismo para cumplir al mismo tiempo con su profesión
religiosa. Pero así se ve muchas veces el rol del periodista cultural, un rol mesiánico que
busca evangelizar al profano, civilizar al bárbaro lector. Paradójicamente esto va a
contrapelo de lo que buscan la mayor parte de los periodistas: “informar” al público, dar
elementos y datos, pero no “formarlo”.
Otros periodistas están alineados a esta idea: “La gente habla como se habla a
través de los medios, estructura su pensamiento de acuerdo a lo que ve en los medios,
sobre todo en la televisión. Yo cuando abro el micrófono pienso que si consigo decir una
frase bien construida estoy aportando a que la gente no hable mal; si consigo decir una
frase que contenga una metáfora estoy ayudando a la gente a pensar un poco más
elevadamente y si construyo una idea que le pueda modificar algo la vida o un concepto a
una persona estoy participando en la educación de esa persona”, dijo el periodista Víctor
Hugo Morales en una entrevista36.
Está bien considerar la responsabilidad del comunicador, pero de ahí a querer
“educar” hay un pequeño límite que roza con la persuasión, y evidentemente persuadir no
es el rol de un periodista. Creo que un buen consenso es el ejemplo que plantea el
periodista Jaime Clara: “Siempre se está formando, es la esencia de un medio de
34
TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Editorial ATE. Barcelona, España, 1982. Pág. 15
35
HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed. Tradinco. Montevideo, 2008. Pág 121
36
Palabras del periodista Víctor Hugo Morales en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed.
Tradinco. Montevideo, 2008 Pág 189
29
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
37
Es muy recomendable leer el texto “El premio”, de Leo Masliah (incluido en el anexo), que deja mucho
para reflexionar sobre este tema.
30
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
Hay periodistas que sostienen que “todo es periodismo cultural”, porque todo
apunta a “una cosmovisión del mundo” inexorablemente determinada por valores
culturales38: “Todo periodismo, en definitiva, es un fenómeno `cultural´, por sus orígenes,
objetivos y procedimientos, pero se ha consagrado históricamente con el nombre de
“periodismo cultural” a una zona muy compleja y heterogénea de medios, géneros y
productos que abordan con propósitos creativos, críticos, reproductivos o divulgatorios
los terrenos de las `bellas artes´, las `bellas letras´, las corrientes del pensamiento, las
ciencias sociales y humanas, la llamada cultura popular y muchos otros aspectos que
tienen que ver con la producción, circulación y consumo de bienes simbólicos, sin
importar su origen o destinación estamental”39.
Esto tampoco ayuda en la definición, pues, como dijo el crítico Miguel Ángel
Dobrich, “si por cultura se entiende toda manifestación simbólica del hombre… estamos
en problemas; el terreno es ilimitado”.
El periódico es un canal más entre tantos de los que tiene la cultura para
difundirse, y a su vez es en sí mismo un exponente de la cultura (sería muy iluso pensar
que las páginas que no son culturales nada tienen que ver con la cultura). “El periodismo
es en sí mismo una creación cultural”40. Pero esto no equivale a decir que todo
periodismo sea cultural.
La noción de que todo periodismo es cultural es muy noble y considerada, en
teoría. Pero no es aplicable en los métodos actuales (y tradicionales) de periodismo. Si
nos rigiéramos por este concepto “pancultural”, no habría necesidad de seccionar los
medios en áreas, que en realidad facilitan mucho la estructuración y lectura (además de
especialización por secciones) de los distintos medios. La afirmación amplia es utópica,
pero no aplicable41. Por eso es que se necesita decantar el espacio de investigación.
38
Entrevista a Lil Bettina publicada en diario El Observador el 03/06/2007 Pág. 12
39
RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, Bs As, 1995 Pág. 19
40
TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Editorial ATE. Barcelona, España, 1982. Pág. 139
41
Algunos van más allá en la afirmación, como la periodista cultural Esther Burgueño, quien dijo en una
entrevista al diario El Observador el 17/10/2005: “El ignorante se justifica llamando cultura a todo (…) La
pauperización cultural es un hecho, ni siquiera es discutible a nivel estadístico. La consecuencia de esto es
la proliferación del espectáculo fácil en el teatro, el rechazo por las complejidades de cualquier tipo en el
cine o el rating de programas como Malos Pensamientos, donde la gente busca cinco minutos de “fama”
aún a costa de su vida íntima”. La periodista además agrega que está en contra de la visión antropológica de
la cultura, pues no se puede comparar la música “plancha” con la de Beethoven, ya que es una forma
31
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
demagógica de democratización: “Estas falsas democratizaciones no sirven porque sean mejores; sirven
porque justifican la ignorancia”.
42
TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Editorial ATE. Barcelona, España, 1982. Pág 11
43
Más adelante se comprueba que en el mundo la tendencia es a separarlos en secciones distintas (ver
capítulo: “Qué sucede en otros países”).
32
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
apoderado de la cultura, no hay una explicación concreta que explique esto, es algo
amorfo”, dijo el periodista cultural Elvio Gandolfo.
¿Por qué ocurre esto? La respuesta no fue fácil de encontrarla. Es que, si bien el
periodismo de espectáculos está comprendido dentro del periodismo cultural, hay un
aspecto del “periodismo de espectáculos” que ha sido manoseado y mal utilizado por el
“cholulismo” (como vimos al momento de definirlo) y que hace que muchas veces se
generalice despectivamente a la sección por esta parte44. Esta forma de hacer periodismo
de muy mala calidad (basada en el chisme y los rumores) hizo que el concepto de
“periodismo de espectáculos” esté actualmente denigrado y menospreciado. El show que
se ha construido alrededor del “cholulismo” ha connotado de una carga peyorativa a la
sección, que desgraciadamente es tendencia desde hace unos años.
Lo primero que hay que aclarar es que el periodismo de espectáculos es una de las
formas del periodismo cultural; no son sinónimos45. El periodismo cultural es más
amplio, incluye más temas que el de espectáculos. Abarca por ejemplo el periodismo de
rock, pero también el debate intelectual y la crítica de libros, entre otras cosas. Se puede
hablar más bien de subgéneros (que a su vez pueden ser un género aparte), nichos
contemplados dentro de ese gran espacio que es el periodismo cultural. A su vez el
periodismo de espectáculos contempla distintas vertientes, dentro de las que está el
periodismo de chimentos. Pero como aclaramos atrás, no todo el periodismo de
espectáculos es “cholulo”. Como dijo el periodista cultural Leandro Delgado, “podría
haber reflexiones muy profundas sobre espectáculos, pero en la prensa actual no las hay.
Yo no veo eso, o lo veo muy poco. Donde sí lo veo es en los blogs y en los comentarios
donde se generan discusiones riquísimas, pero en la prensa actual no”.
En Uruguay tradicionalmente cultura y espectáculos se fusionan. Pero “no ocurre
lo mismo en la prensa de otros países, como en el caso de México, el caso de Chile, o
España (parcialmente), donde los dos temas se separan”, como aclaró Henry Segura,
editor de espectáculos del diario El País. Segura explicó que “la tradición del diario El
País, desde la generación del 45, que fue la que abrió un poco la brecha para que
44
Cuando en realidad hay muy buen periodismo de espectáculos, como vimos: un concierto o un recital,
una obra de teatro, una película, artistas y creadores de todo tipo (escritores, dramaturgos, guionistas,
compositores, intérpretes, actores, directores, orquestistas) son periodismo de espectáculos, y están dentro
del periodismo cultural.
45
Un claro ejemplo de esta emancipación, aunque extremo, es el caso de la denominada prensa rosa, o
periodismo del corazón, que abrió su propio camino en paralelo y se ha convertido en un género
independiente, con sus códigos propios y su área temática bien definida.
33
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
medios aún no han logrado unir lo que tradicionalmente se entiende por cultura con la
cultura mediática y espectacular: “Ahora está mucho más separada y tajante la cultura y
los espectáculos. Eso habla de la incapacidad de los periodistas culturales, más que de la
sociedad, de leer códigos que no sean los aceptados. Por ejemplo: costó mucho que los
semanarios y los diarios tuvieran un espacio dedicado al video, al dvd, los videojuegos, o
la televisión. Les cuesta salir del formato libros, teatro y artes plásticas”.
El País y Últimas Noticias tienen claro que su sección es de espectáculos, aunque
casi siempre incluyen información cultural en esas secciones. La República hace
totalmente lo opuesto, negándose a tener una sección de espectáculos y explicitando que
su sección es cultural, aunque muchas veces ponen información propia de una sección de
espectáculos. La Diaria también tiene su sección con el nombre de “Cultura”, aunque sin
la justificación de La República. El Observador juega en un terreno más complejo: su
sección O2 es algo que muchas veces se torna indefinible. Más adelante se detalla un
poco más sobre cada uno de estos perfiles.
Por lo visto en los diarios uruguayos no hay límites entre cultura y espectáculos
(al menos no en contenidos), y se los pone a ambos dentro de una misma sección. Es por
este motivo que, cuando me refiera a “contenidos culturales” o “periodismo cultural” en
los diarios, en la mayoría de los casos esté hablando en realidad de notas culturales
puestas dentro de la sección de espectáculos. ¿Por qué? Al parecer porque para los diarios
“el peso del mundo del espectáculo [en el sentido de los chimentos] es bastante mayor al
que realmente tienen las actividades culturales46”, explicó Segura.
No pasa esto con los semanarios, donde el límite es un poco más claro.
Los medios generalmente entienden que cultura no es espectáculos (al menos no
en el sentido “chismográfico” que esta palabra ha tomado como acepción desde hace
unos años). Pero esto no significa que dentro del diario el límite esté establecido.
raíz de las declaraciones del entonces director de Cultura del Ministerio de Educación y
Cultura (MEC) Luis Mardones, quien dijo que habría que poner impuestos a estos
productos de mala calidad47. Las declaraciones, además de hacer reaparecer al
amenazante monstruito de la censura, pusieron nuevamente sobre el tapete esta
problemática sobre qué es considerado “cultural” y qué no.
Muchos representantes de la cultura parecen aterrarse de la misma forma. El más
conocido fue Jorge Denevi, entonces director de la Comedia Nacional, quien en junio del
2007 dijo en Radio Sarandí: "Lo lamentable es que se ponga gente que no vale un pepino
como los que aparecen en el programa de Tinelli. Lo peor es que se permita esto en
Montevideo. Yo no soy gobernante, no tengo la menor idea. Yo no puedo decirlo pero yo
no lo permitiría. Yo creo en la censura. Creo que hay cosas que no deben admitirse".
Estas declaraciones causaron un gran revuelo y muchos salieron a dar su opinión.
Dos años más tarde, en agosto del 2009, la polémica volvió a surgir con las
declaraciones del ex director de la filarmónica de Montevideo, Federico García Vigil,
esta vez en referencia a la música. El director dijo en una entrevista en O2 que la cumbia
villera es una “basura” que se consume como la “pasta base”.
Otros no llegan a frases tan duras como las de Denevi o García Vigil, pero sí se
mantienen alineados a que esto es un problema: “En Argentina y en Uruguay y en todas
partes, la cultura dominante promueve la promiscuidad, la falta de pudor y la
superficialidad”48. El periodista Elvio Gandolfo también está alineado con esta visión,
planteando que “la cultura no importa demasiado, no pesa mucho. Se impone lo berreta y
eso es lo que tiene éxito. Por desgracia todo se ha brutalizado”.
También es cierto que a veces son las propias personas quienes desean un poco de
distracción de la vida cotidiana y este tipo de contenidos entretienen: “Que sea un poco
superficial tampoco está mal. Se trata de entretener a un público heterogéneo,
absolutamente masivo, como lo es el de la televisión, que quiere entretenerse, descansar.
¿Por qué no todo el día programas intelectuales, National Geographic de la mañana a la
47
EL director del MEC Luis Mardones generó polémica en los medios tras declarar que la televisión
"chatarra" debería tener una mayor carga impositiva y ciertos marcos regulatorios especiales para equilibrar
entre contenidos educativos y frívolos. Mardones dijo al diario Últimas Noticias: “Algunos contenidos
televisivos han demostrado que siempre pueden bajar un escalón más, sorprenden siempre y uno no
vislumbra dónde termina todo esto (...) El problema es que cuando no hay otra oferta en los medios que la
tontería y la frivolidad, el ciudadano se queda sin opciones, y cuando no hay opción no hay libertad. En
esos momento manifiesto alarma”. (Últimas Noticias, 02/07/2008).
48
Palabras de Jaime Fuentes Martín en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed. Tradinco.
Montevideo, 2008. Pág. 129
36
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
noche? Porque es aburrido. Porque tampoco leemos a [Henrik] Ibsen mañana, tarde y
noche. (…) Claro que tiene que haber también espacio para programas culturales o de
investigación. Pero no es cierto que tengamos que estar todo el día informándonos y
capacitándonos. (…) Después de una jornada de trabajo, programas como Show Match o
Bailando por un sueño son lo máximo para descansar”, plantea Alexandra Morgan,
gerenta de producción del canal 12, en una entrevista49.
Creo que hay que sacar de una vez el estigma de que cultura y entretenimiento son
opuestos. Son opuestos como se hace acá, como estamos desgraciadamente
acostumbrados a que sea. Pero se puede hacer algo muy bueno, entretenido, y que a su
vez sea cultural.
La televisión, si bien tiene el estereotipo de ser un medio banal y ligero, puede
aportar mucho a la difusión de la cultura; aunque generalmente las producciones
culturales son emitidas en las “segundas cadenas” de los grandes canales de aire (“La
segunda”, “La tercera” –etcétera– de Televisión Española, por ejemplo).
Tradicionalmente los programas culturales han sido estereotipados de
impopulares, aburridos, dirigidos hacia una minoría calificada50. Por suerte este
preconcepto de la cultura como algo aburrido, o “algo para unos pocos entendidos” tuvo
su excepción en un histórico periodista cultural: Bernard Pivot. Este periodista y crítico
literario francés, demostró que se puede hacer televisión de cultura entretenida, de calidad
y de una amplia popularidad. Programas como “Abran comillas” (“Apostrophes” desde
1975 a 1986), "Sopa de cultura" (emitido hasta el 2001) y “Doble yo” (programa de
entrevistas a personajes del ámbito cultural emitido hasta el 2005), han marcado un estilo
de línea cultural de alta audiencia. Hay déficit, puede ser, pero a la vez hay demanda de
periodismo cultural.
Y no es el único ejemplo de un programa cultural exitoso. Sin ir más lejos, Simon
Schama, famoso historiador del arte, ganó un Emmy con su programa televisivo cultural
desfachatado (y también masivo). Incluso más cerca, cruzando el charco nomás, el
programa “Ver para leer” (el primer programa de televisión sobre literatura producido por
un canal privado en Argentina) conducido por el escritor y periodista Juan Sasturain, ha
49
Palabras de Alexandra Morgan, gerenta de producción de canal 12, en HÉGUY, M. Así piensan 30
periodistas uruguayos. Ed. Tradinco. Montevideo, 2008. Pág. 199-200
50
Esta visión se comprueba claramente en el chiste de Les Luthiers donde en la supuesta programación de
un canal de televisión se ponía al programa “cultura para todos” en la madrugada. Esta visión se acerca a la
noción restrictiva de cultura.
37
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
ganado muchos premios y es un ejemplo más de que se puede hacer periodismo cultural
entretenido y de calidad. Espero pronto poder nombrar un ejemplo así en Uruguay (hay
cosas muy buenas en TV ciudad y Televisión Nacional, cierto, pero aún creo que falta un
poco para llegar a ese nivel51).
Por otro lado está la radio, un medio ideal para mezclar cultura y entretenimiento,
un medio por excelencia para el periodismo cultural. Es un espacio que se presta por su
eficacia e idoneidad para transmitir cultura; los tiempos radiales, a diferencia de los
televisivos, son más laxos, permitiendo el espacio para encarar lo cultural con la
profundidad necesaria y a la vez entretener. Aún así los programas culturales en radio se
cuentan con los dedos de la mano.
En Uruguay hay buenos ejemplos en radio, pero no son muchos. El más
emblemático y popular quizás sea “Sábado Sarandí”, conducido por Jaime Clara, que
hace ocho años se mantiene al aire con un buen nivel de aceptación por parte del público.
Pero este programa es una excepción en la grilla radial. Como dijo el propio Jaime Clara:
“Salvo mi programa, un programa en Centenario [CX 36], un programa en la 44 [CX 44,
AM Libre] y algo en el Sodre, creo que no hay programas culturales. Hay cartelera en
todos lados, entrevistas a actores, y eso. Pero no programas enteramente dedicados a la
cultura”52.
Pero, volviendo a la cultura en la prensa, hay que reconocer que en Uruguay es un
verdadero problema.
Para Mariana Percovich, ex periodista cultural y actual funcionaria de la
Dirección de Cultura del MEC, “ahora los medios se han farandulizado. Es más el artista
personaje y no tanto lo que produce. No se da el destaque de determinados
acontecimientos culturales. Y si no se les da visibilidad desde el periodismo, no existen”.
Además, como dijo el periodista Gustavo Escanlar, “Eso ha entrado a formar parte
del hecho cultural por más que nos pese. Hoy en día leés un libro y tenés acceso a datos
de la vida del escritor, al menos más que hace 20 ó 30 años. Y esos datos, que sepas más
o menos de la vida del autor, forman parte de que vos disfrutes más o menos del libro”.
51
“La Mano Que Mira”, programa dedicado al mundo de la animación llevado adelante por Tunda Prada y
“Dos veces uno”, programa de entrevistas que conducía Alejandro Ferreiro, son lo más cercano a ese nivel
de calidad y dinamismo en un programa cultural de televisión. Y últimamente se ven cada vez más buenos
ejemplos de programación cultural en la grilla de TNU.
52
Las entrevistas realizadas por Gustavo Rey en su programa “Caras y Mascaras” y luego en
“Abrepalabra”, ambos emitidos por Océano FM son también muy buenos ejemplos de cultura en radio.
Lamentablemente ya no existe más el programa “Planetario”, de Alejandro Ferreiro, un programa de muy
buen nivel que se emitía en El Espectador.
38
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
Ya no alcanza con la obra en sí misma, y estos datos más cuestionables inciden cada vez
más en nuestras decisiones al momento de elegir consumir determinado producto
cultural. Como dijo Mariana Álvarez, editora de O2 del diario El Observador, “desde
Bailando por un sueño a Intrusos forman parte de la cultura del Río de la Plata, les guste
o no les guste a algunos”.
Si bien las encuestas de consumo cultural revelan que las personas quisieran una
televisión que muestre más a los departamentos del interior y con menos programas
argentinos y norteamericanos53, estos últimos son justamente los programas que más
miramos. Es probable que en una encuesta la persona diga lo “políticamente correcto”, el
“deber ser” de la programación televisiva. Pero por más que la gente se muestre
preocupada por la cultura en entrevistas y encuestas, en los hechos nadie mira los
programas culturales locales que tanto reclama. Mariana Álvarez, editora de O2 del diario
El Observador plantea algo que ocurre en la televisión: “La gente puede mirar canal 5 y
sus programas super culturosos, pero no lo hace y mira a Tinelli, y por algo es”. Si bien
vimos que hay excepciones, en Uruguay la oferta cultural no compite demasiado.
Por algo las noticias de esta índole están incluidas en la sección. “Creo que
quienes se quejan de que en la sección espectáculos aparezcan noticias sobre la intimidad
de estos personajitos medios locos como Britney Spears o Paris Hilton están
profundamente equivocados. Soy un profesional y entiendo que esos personajitos piden la
atención de la gente y la gente los pide”, explicó Henry Segura, editor de espectáculos del
diario El País. El problema no es si los escándalos de Britney Spears deben ir o no en los
diarios, pues evidentemente mucha gente los pide. El problema es si deben ir en el mismo
espacio que otras noticias culturales propiamente dichas. Ya aclaré que para mí debería
existir dicha distinción, no compartir las páginas culturales con las dedicadas
exclusivamente a los chimentos.
Pero para algunos el argumento del rating no alcanza: “No creo que la televisión
pase lo que la gente quiere ver. La gente elige entre una oferta bastante tautológica, y eso
no es elegir”, comentó la periodista Ana Inés Larre Borges, quien además agregó que los
consumidores eligen de acuerdo a lo que hay, no a lo que querrían ver. El periodista Julio
Villegas parece coincidir con esta postura: “Muchas veces, con el argumento de “lo que
53
ACHUGAR, H, otros. Imaginarios y Consumo Cultural. Primer Informe sobre consumo y
comportamiento cultural. Uruguay, 2002. Ed.Trilce, Montevideo, 2003. Pág. 32
39
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
54
Palabras del periodista Julio Villegas en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed.
Tradinco. Montevideo, 2008. Pág. 338
55
STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 25
56
Íbidem. Pág 173
40
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
57
ÁLVAREZ, L. El ágora electrónica. Ed. Santillana. Montevideo, 2000. Págs. 74-75
58
STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 26
41
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
comunicación juegan un papel central en el mayor o menor éxito que pueda conseguir un
músico en su carrera y, en particular, en el suceso de cada disco o espectáculo”59.
Los periodistas, locutores, técnicos, se encuentran en una situación intermediaria
entre producto cultural y consumidor. De estos depende en gran parte lo que produzcan
unos y lo que elijan los otros.
Es indiscutible que los códigos de la prensa y los códigos de la televisión son
distintos, pues simplemente no son el mismo soporte. Por lo tanto, llegan de distinta
forma a consumidores diferentes y no cumplen las mismas funciones. Según comentó el
periodista Gustavo Escanlar, “ese problema de los diarios comenzó con el USA Today,
que creían que la forma de competir con la televisión era alimentándose de la televisión.
Y no: la forma de competir con la televisión es sosteniendo algo distinto que lo que
ofrece la televisión”. No se puede medir el público lector en base a los ratings
televisivos. Creo que los diarios deberían entender que no es lo mismo.
Esto no significa degradar a las noticias de farándula (como dijimos, también son
cultura y se puede hacer buen periodismo allí), sino preocuparnos por la vertiente
“cholula” que mencionábamos al comienzo. Como dijo el periodista Jaime Clara: “No es
lo mismo periodismo de espectáculos que el periodismo chismoso. Pero yo no sé si el
periodismo chismoso no es a veces una puerta de entrada a los fenómenos culturales para
cierto público, porque de paso mientras le hacen una entrevista a una actriz por un
escándalo también dan a conocer quién es esa actriz”. Es muy válido el planteo de Clara,
pero también es cierto que no siempre se entrevistan a los personajes en su calidad
artística, y que hay “personajuchos” que simplemente quieren sus 30 segundos de fama y
hacen cualquier cosa, que muchas veces alejan a la parte artística de la agenda.
Lamentablemente los ejemplos más cercanos que tenemos nos muestran al
periodismo de espectáculos en su peor y más descarnado aspecto.
Por suerte encontré una buena respuesta cuando, al revisar unos viejos apuntes de
periodismo, encontré una frase que me hizo recordar que el género en sí no es el
problema, sino la forma de hacer periodismo: “Generalmente se dice que hay dos formas
de hacer periodismo: que hay un periodismo sobrio y serio, de servicios, y otro
periodismo rosa, amarillo, de la crónica roja y sobre los ricos y famosos. Pero no es así.
Lo que hay es periodismo bien hecho y periodismo mal hecho. Y puede ser de cualquiera
de estos dos lados”.
59
Íbidem. Pág. 244
42
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
Para explicar la actual realidad del periodismo cultural es necesario antes ver sus
raíces, intentar entender cómo es que históricamente se realizó periodismo en esta área
para comprender un poco cómo se llegó a la situación de hoy.
Si bien en este trabajo importa lo que ocurrió a nivel local, no se puede dejar de
lado algunos puntos que influyeron a mayor escala.
El poeta y periodista español Iván Tubau establece dos pilares del surgimiento
periodismo cultural propiamente dicho, que generaron dos líneas distintas de periodismo
y dos formas de entender la cultura por parte de la prensa. Uno es el New York Times,
cuando es comprado por Adolph Ochs en 1896. Su esposa Iphigene, una mujer cultivada
con experiencia en la crítica literaria, lo persuadió de incluir en el periódico una sección
de crítica de libros (a Ochs no le apasionaba mucho la literatura). Decidió tratar a los
libros como noticias, comentadas con cortesía para no molestar a nadie 60. El suplemento
dominical fue creciendo y ganando un gran renombre con los años, generándose por
primera vez una noción de “cultura en función de su interés noticiable”61.
El polo opuesto a esta visión “periodística” del periodismo cultural es la visión
“culturista” del periódico Le Monde de París, considerado como el periódico “culto” por
excelencia (incluso actualmente). Este diario apunta a un público altamente especializado
(más de la mitad de sus lectores tenía estudios terciarios ya en 1973), con un perfil
intelectual y elitista. Le Monde siempre incluye una noticia cultural en su primera página,
aunque haya que “forzar” un poco su interés noticioso. Luego de la sección “Cultura”
viene la de espectáculos y cartelera de radio y televisión, separadas, ya que en Le Monde
estos temas no son “Cultura”62.
Estas dos líneas marcaron dos formas de hacer periodismo cultural 63. A grandes
rasgos se podría hacer una comparación entre el New York Times con el perfil noticioso
60
Tomado de TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 12
61
Íbidem. Pág. 13
62
Íbidem. Págs. 17-20
63
Otro modelo fuerte fue el Times Literary Supplement (TLS desde 1969), una revista literaria que
comenzó como suplemento del diario Times de Londres en 1902 y rápidamente se convirtió en una
publicación autónoma. El TLS tuvo una fuerte influencia en los 60, 70 y 80.
43
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
que debería tener el cuerpo de los diarios, y Le Monde con el perfil de los suplementos
especializados y semanarios64.
Si bien es cierto que este trabajo no tiene como tema central la historia del
periodismo cultural en el Uruguay, es inevitable mencionar los grandes mojones de
producción de este género que marcaron la actualidad de la cultura en los medios. Estas
publicaciones fueron en su momento fuertes emblemas, y toda persona que quiera
adentrarse en lo que es el periodismo cultural de esta región debe al menos saber de su
existencia. No solo por su prestigio, sino también por su relevancia, ya que esos espacios
de discusión y producción reflejan el nivel intelectual y muestran la situación cultural de
determinada época, cumpliendo un rol fundamental en la formación de la identidad
cultural de la región.
Y me refiero a una influencia “regional” pues, aunque a veces queramos
mostrarnos distantes, la producción hispanoamericana es muy influyente, más
específicamente si se trata de la relación entre Uruguay y Argentina.
El papel de las revistas ha sido fundamental en el aporte de contenidos culturales
de la prensa. Son reflejo de lo que ocurre a este nivel en la región, como muchas veces se
ha dicho, una fotografía de cierto momento cultural. Algunas revistas “fueron un modo de
pensar la literatura; otras, una forma de extenderla (…). Para muchos escritores la revista
fue sólo un noviciado, la antesala obligatoria para la `Obra´ con mayúscula”65.
Estos grandes portadores de la historia cultural del país fueron en general las
revistas literarias especializadas (que luego fueron ampliando su repertorio), más que los
suplementos de diarios. Pero la sección que cubre cultura en los diarios viene muy
empapada de las características delimitadas por estos pesos pesados.
64
Se pueden hacer otras relaciones, coincidentes con la mentalidad anglosajona y pragmática del New York
Times, contra la visión latina y universalista de Le Monde. Más adelante vemos que estas dos formas del
pensamiento se repiten en otros ejemplos (como el papel del estado en la cultura).
65
RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, BsAs, 1995 Pág. 91
44
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
Me basaré en las revistas elegidas por los investigadores Olivera y Ciancio como
paradigmáticas en su investigación66. Estas revistas son Maldoror, las Entregas de la
Licorne, la polémica publicación de Los Huevos del Plata, y la revista argentina Sur.
Además agregaré una quinta revista a la lista, que no fue puramente cultural pero su
influencia fue vital tanto a nivel político como intelectual: el semanario Marcha. Estos
números marcaron un camino que luego fue tomado por uno de los más importantes
suplementos de cultura de la actualidad, creado por Homero Alsina Thevenet, pero
empapado de toda la producción anterior: El País Cultural.
Revista Maldoror
66
Clasificación en la que se basa el análisis de OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y
el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007.
67
Como Mario Benedetti, Carlos Maggi, Carlos Martínez Moreno, Ángel Rama, Clara Silva, María Inés
Silva Vila, Ida Vitale, Amanda Berenguer y Armonía Somers.
68
Como Gabriel Saad, Juan Carlos Somma, Jorge Musto, Miguel Ángel Campodónico, Héctor Galmés,
Alejandro Paternain, Teresa Porzecanski, Ulalume González de León, Mario Levrero, Jorge Arbeleche,
Hugo Achugar, Enrique Fierro, Carlos Pellegrino, Selva Márquez, Guillermo Chaparro, Saúl Ibargoyen,
Esteban Otero y Cristina Peri Rossi. (Tomado de OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo
y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd, 2007. Página 45).
45
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
El semanario Marcha
69
OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd,
2007. Pág. 65
70
Ibídem. Pág. 87
71
Ibídem. Págs. 44 - 104
46
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
casi ininterrumpidamente por Quijano hasta 1974), su objetivo era concentrar los temas
políticos y culturales de una semana en un día. Lo cultural, que en sus comienzos
ocupaba las últimas páginas del semanario, “fue creciendo sostenidamente hasta
hegemonizar gran parte de sus entregas” 72. Mientras que las demás publicaciones que
menciono eran revistas hechas “por gente de la cultura para la gente de la cultura”,
Marcha era pensada para un público más amplio, por lo que necesariamente debía ser más
periodístico y menos endogámico.
Pero esto no quita su apuesta a incorporar grandes figuras a nivel intelectual y
cultural en su redacción: Juan Carlos Onetti (tanto en su rol de secretario de redacción
como en sus columnas bajo su seudónimo “Periquito el aguador”), Emir Rodríguez
Monegal, Ángel Rama, Jorge Ruffinelli, Heber Raviolo, Carlos Real de Azúa, Arturo
Ardao, Arturo Despouey, Homero Alsina Thevenet, Carlos Martínez Moreno y Carlos
Maggi fueron algunas de las personas que pasaron por sus páginas73. Y si bien el
semanario estaba integrado por una elite letrada, “el público marchista eran los lectores
de la clase media en ascenso, los jóvenes intelectuales universitarios, deseosos de
cambios en la cultura. El semanario llenaba los vacíos dejados por la cultura oficial cuya
característica quizás haya sido la difusión desde los años 30 de una cultura de corte
realista, escolar y consagrada”74.
Además del semanario se editaron los famosos “Cuadernos de Marcha”, que
consistían de textos que por su análisis en profundidad o por su extensión y estilo no
podían ser publicados en el cuerpo del semanario. Estos cuadernos eran entregas de
carácter casi monográfico, cierto vuelco teórico y profundo, de publicación mensual.
Una tercera veta fueron las publicaciones y ediciones de libros de la denominada
“Biblioteca Marcha”, donde escritores de peso publicaron algunos de sus textos (de la
talla de Julio Cortázar, Carlos Fuentes o Hector Borrat).
La influencia de Carlos Quijano en las decisiones editoriales de todo lo que pasó
por las páginas del semanario es muy fuerte. Como dijo el periodista Elvio Gandolfo, “sin
Quijano Marcha no es Marcha, al margen de lo que piense uno de Quijano”. Ya lo había
dicho antes el escritor Juan Carlos Onetti cuando escribió una semblanza tras su muerte
72
RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, Bs As, 1995 Pág. 50
73
Tomado de RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, Bs As, 1995 Págs. 50-52
74
PINO, M. El semanario marcha de Uruguay: una genealogía de la crítica de la cultura en América
latina. Revista de crítica literaria latinoamericana, Nº 56. Pág 152
47
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
cuyo título rezaba: “Quijano era Marcha”75. Pero no solo Quijano impuso un estilo, sino
que también fue resultado de toda la llamada “generación Marcha”.
Desde sus comienzos el semanario implantó su “latinoamericanismo” y la defensa
de la producción regional por sobre la extranjera, que en los años 60 devino en un
marcado antiimperialismo. “Este socialismo latinoamericano por parte del director de
Marcha propició que la columna cultural fuera quizás la parte más importante del formato
y que su objetivo fuera la difusión de la literatura latinoamericana. La página cultural,
situada al final del semanario, contiene una densidad de información que parte de las
reflexiones de los columnistas en un trabajo que se aleja de las columnas literarias
dedicadas al comentario descriptivo de un texto, autor o problemática. Los artículos son
un sutil tejido de información, replanteos, teoría y propuesta”76.
Su reivindicación a la producción intelectual local y sus críticas al excesivo
eurocentrismo influyeron mucho en la identidad cultural latinoamericana. Quijano
luchaba por esa formación de una “conciencia latinoamericana”, y el semanario era el
espacio de discusión y difusión de estas ideas (como vemos, el carácter moralizador y
pedagógico que actualmente se puede ver en el periodismo cultural tiene sus motivos).
Este último aspecto es el que puede cuestionar un poco la legitimidad periodística
de Marcha. Como plantea la periodista Emma Sanguinetti, “Marcha hizo mucho bien,
pero también hizo mucho daño. Tenemos una tendencia a idolatrar determinados
momentos históricos sin poner las cosas en su justo medio”.
Muchos sostienen que el semanario Brecha es un sustituto de Marcha, otros que
Brecha se quiere “hacer el Marcha” y no le sale, otros que Brecha ya hace rato se ganó su
espacio.
Sobre si Brecha sustituyó a Marcha hay opiniones encontradas: “No, yo creo que
no, porque nunca quiso ser Marcha. Le llevó muchos años ser Brecha. Eran tiempos
distintos y medios distintos”77. Por el contrario, el periodista Elvio Gandolfo opina:
“Brecha sigue queriendo ser como era Marcha, y se ve desde el número uno que no lo
es”. Todos tienen parte de razón.
75
Íbidem. Pág 141
76
Íbidem. Pág. 152
77
Palabras de la periodista María Urruzola en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed.
Tradinco. Montevideo, 2008. Pág. 320
48
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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Entregas de La Licorne
Entregas de La Licorne (1947-1961) fue una revista bilingüe creada en 1947 por
Susana Soca (1906-1959), una de las mujeres más influyentes del periodismo cultural,
esta revista estaba dirigida a la “elite” intelectual rioplatense. Fue concebida
originalmente en Francia (Cahiers de la Licorne), donde Soca residió entre 1938 y 1948,
y sus primeros tres números se publicaron desde allí, con la intención latente de un
intercambio entre la cultura francesa y latinoamericana. Este período duró hasta 1949. La
segunda época fue comandada por Soca desde Montevideo. Sus contenidos incluían
literatura, poesía, artes plásticas, escultura, filosofía y música, incluyendo también en
ciertas ocasiones artículos de viajes y de arquitectura. La muerte prematura de Susana
Soca en un accidente aéreo en 1959 hizo que la publicación dejara de existir al poco
tiempo, en 1961. Es muy importante el simbolismo que tiene el nombre de la revista, ya
que hace referencia a la figura astronómica del unicornio, una constelación pequeña y
discreta que pertenece al cielo del norte y es vista desde el hemisferio sur78.
Los huevos del Plata79 fue una revista contracultural de vanguardia, especializada,
dirigida por Clemente Padín. Su número 0 surge en 1965, buscando desde sus comienzos
ser una publicación marginal, rebelde e iconoclasta, a favor de las vanguardias y en
contra del sistema y la “cultura oficial” (sobre todo marcando una ruptura con la
generación del 45). Fue fundada por Clemente Padín, Héctor Paz, Juan José Linares y
Julio Moses y se caracterizaba por su constante innovación, casi dadaísta, jugando todo el
tiempo con el lector, variando su tamaño y cambiando constantemente de forma y
diagramación. Incluso llegó cambiar su nombre en un número, llamándose “La vaca
sagrada”, en referencia a lo que ellos entendían era la cultura hegemónica (a la que por
cierto también llamaban “la Gran Puta”). Era una revista aperiódica e informal, cargada
de ironía, con faltas de ortografía a ex profeso, buscando irritar e incomodar al lector o
jugar con él. Fue concebida más como un producto cultural, como un objeto artístico, que
78
Tomado de OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura.
UdelaR, Mvd, 2007. Págs. 156 - 173
79
Ibídem. Págs. 105 - 126
49
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
como una publicación de prensa cultural80. En esta revista participaron Mario Levrero,
Aparicio Vignoli, Horacio Buscaglia, Ruben Kanalenstein, Sergio Altesor, Roberto
Echavarren Walker, Néstor Curbelo y Dino, entre otras figuras del ambiente artístico.
Esta actitud crítica y desenfadada y su pretensión de derrumbar estructuras hicieron que
fuera una revista con más influencias que las que a simple vista parece haber tenido en lo
que para ellos era ese “producto pestilente y subalterno que es la cultura”81.
Revista Sur
80
Se puede establecer cierto paralelismo con la actual revista “Un huevo”, aunque esta última es
íntegramente de humor.
81
OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd,
2007. Pág. 114
82
Tomado de Ibídem. Págs. 156 - 173
83
Ibídem. Pág. 169
50
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
cree que su cierre se debió a que no pudo sobrevivir al clima de una cultura que promovía
otros valores y copiaba espacios para imponer una línea ideológica” 84.
A su vez, estos nombres que forjaron nuestra identidad local del periodismo de
cultura maman en su mayoría los valores de las grandes ediciones culturales del mundo
(no olvidemos el fuerte eurocentrismo cultural que siempre tuvo el Río de la Plata).
En cuanto a los grandes influyentes del periodismo cultural mundial, es necesario
mencionar a los cuatro referentes que Jorge B. Rivera señala como pilares de este género:
El Times Literary Supplement de Londres (fundado por Bruce Richmond), la Nouvelle
Revue Française de París (dirigida por Eugène Montfort), The Criterion (también de
Londres, bajo la dirección del poeta estadounidense T. S. Elliot), y la Revista de
Occidente (Fundada por José Ortega y Gasset, quien también fundó el folletón El Sol en
1928), de Madrid. Estas cuatro publicaciones más influyentes (europeas todas) fueron
tomadas como modelos a imitar por el periodismo cultural de Europa y América85.
Cabe destacar que estos cuatro suplementos nacieron impulsados principalmente
como revistas literarias especializadas y dirigidas a minorías entendidas.
La prensa norteamericana originalmente estuvo distanciada de los perfiles
culturales “highbrow”, avocándose a temas masivos y sensacionalistas. A principios del
siglo XX comienzan a surgir revistas con interés en lo cultural. The American Mercury
(dirigida por H. L. Mencken entre 1924 y 1933) es quizás uno de los más importantes
referentes de esta primera época. Luego de la depresión de los años 30 la problemática
social y sus cuestionamientos hacen que surjan revistas como The Partisan Review.
La opulencia y el consumo postguerra de los 40 hace que surjan dos grandes
líneas de periodismo cultural: las explícitamente ideológicas y políticas (como New Left
y Monthly Review) y las de sesgo más académico (como Chicago Review y NewYorker).
Luego seguirán revistas renovadoras, como Evergreen Review, New World Writing
84
LINN, T. Así concebidas. Nuestras democracias imperfectas. Colección Búsqueda. Ed. Fin de Siglo.
Montevideo, 2008. Pág. 267
85
Está en nuestra naturaleza mirar a Europa para copiar sus éxitos, emular sus ejemplos. No vemos que
probablemente la fórmula de éxito no vaya en la copia.
51
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Anchor Review, New American Review, Black Mountain Review y New York Review
of Books, y experiencias más atípicas, como Rolling Stone y el nuevo periodismo 86.
En América Latina periódicos como La Gaceta y El Mercurio de México, La
Gaceta de Lima, el Diario Erudito, Económico y Comercial de Perú, el Papel Periódico
de Cuba, y las Primicias de la Cultura de Quito, afirmaron la línea iluminista y profética a
través del cultivo de las artes y letras87.
Claro que hubo muchas publicaciones más que influyeron en la concepción del
periodismo cultural local88.
Si bien el eje de este trabajo es el cuerpo del diario, no podemos dejar de lado la
tremenda importancia de los suplementos culturales de los diarios. Los suplementos
especializados en cultura marcan una notoria influencia en la sección cultural del diario,
ya sea en tanto al uso de un lenguaje y jerga propios, una línea temática determinada y
hasta sirven (o deberían servir) de material de archivo para sustentar las notas que luego
irán en el diario: “Los suplementos son peligrosos, porque separan la cultura del resto del
periódico, pero permiten dar más información y ofrecen un espacio específico para la
crítica, la reflexión y el análisis”89.
El problema es que también en ocasiones los suplementos culturales y las
colecciones fasciculares de los diarios subestiman el plano periodístico y se da mayor
importancia a lo letrado, acercándose más a una revista literaria que a un suplemento
cultural periodístico, olvidándose que el lector no especialista debe entender al experto,
no éste último lucirse sobre él90.
Los suplementos están integrados básicamente por colaboradores especializados
en un área en particular, escritores, ensayistas, pero pocos periodistas. En general los
suplementos se manejan con críticos, a diferencia de las secciones de cultura, que son
86
Tomado de RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, Buenos Aires, 1995 Págs. 47-49
87
Tomado de RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, Buenos Aires, 1995 Pág. 49
88
Ver en anexos: “Otras publicaciones que influyeron en el periodismo cultural”
89
TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 37
90
Tomado de OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura.
UdelaR, Mvd, 2007. Pág. 23
52
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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integradas por buscadores de noticias91. Son espacios donde priman las “grandes firmas”,
que dan cierto prestigio intelectual. Entre estos suplementos, hay uno que no podemos
dejar de mencionar: El País Cultural.
El País Cultural
91
Más adelante aclararemos las diferencias entre estos dos tipos de perfiles
92
ALSINA THEVENET, H. Periodismo y cultura. Montevideo, Enero 1998 (citado en bibliografía).
53
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
indescifrable escribieran, más “cultural” parecía ser la sección (de vez en cuando poner
una frase o palabra en latín o en francés ayudaba también para hacerse el culto96).
No se puede asegurar cuantitativamente, pero es cierto que el espacio en los
diarios y revistas permitió a los escritores a tener cierto renombre y repercusión a nivel
del público. Es probable que muchos escritores hoy famosos hubiesen pasado
desapercibidos si no fuera por sus trabajos en periodismo. También es probable que algún
potencial escritor de oficio no haya podido continuar con su carrera debido a la exigencia
del trabajo periodístico. Aunque es difícil de constatar, lo cierto es que el periodismo
cultural ha sido desde sus orígenes un claro receptáculo de estos escritores, y muchos de
los famosos de hoy se formaron en gran parte en las redacciones de prensa del pasado.
Así, las grandes figuras se fueron formando de a poco, generando cierto estatus y
valorización de parte de los lectores.
Las generaciones del 45 y del 60 desarrollaron un periodismo cultural muy
vigoroso e influyente, de eso no hay dudas. La figura de Mario Benedetti (1920-2009) es
un claro ejemplo de la zona de contacto entre producción cultural y periodismo cultural y
cómo ejercen influencias recíprocamente. Su participación en el semanario Marcha, el
diario La Mañana, las revistas Marginalia, Número y Maldoror, además de sus
colaboraciones en medios extranjeros (de México, Cuba, Argentina, España, Bolivia,
Perú y otros) son claros ejemplos de cómo un escritor muchas veces se gana la vida
ejerciendo el periodismo (incluso uno de la talla de Benedetti).
Este célebre escritor ejerció como periodista cultural (aunque sus artículos
tocaban temas de diversos ámbitos, como la política, el humor y hasta el deporte) y no es
necesario aclarar su influencia, fundamental en la cultura de la segunda mitad del siglo
XX. Su literatura se destaca por su sencillez de lenguaje, escribiendo claro y preciso, sin
pomposidades ni pretensiones barrocas (no puedo afirmar si esto influyó en su éxito
periodístico o si fue al revés), demostrando que así también se puede “escribir bien”.
Escribió en distintos medios como crítico teatral, de cine, cubría ciertos eventos
culturales, oficiando como un periodista, aunque sus textos nunca eran propiamente
noticiosos, sino que más bien eran “de corte más o menos ensayístico, o más o menos
96
Por cierto, el manual de estilo de El País de Madrid dice: “Debe evitarse el empleo de palabras o
locuciones latinas, sobre todo en textos noticiosos. Constituyen un modo de hablar erudito, hoy poco
conocido, si no en franco desuso, sólo permisible en artículos de colaboración. En todo caso, las palabras
latinas se acentuarán de acuerdo a las leyes fonéticas para las voces castellanas —salvo que formen parte de
nombres científicos— y se escribirán en cursiva —salvo que se trate de vocablos ya castellanizados–”. EL
PAÍS de Madrid, Manual de estilo, Ed El País, Madrid, 1994. Pág. 67
56
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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periodístico”97. Benedetti es el típico ejemplo de una persona que ofició a ambos lados
del mostrador, como crítico y como criticado, el escritor que hace periodismo y el
periodista que hace literatura98.
Otro notorio ejemplo es el de Juan Carlos Onetti99, quien bajo el seudónimo de
“Periquito el Aguador” era la cara cultural de las primeras editoriales culturales del
semanario Marcha. Bajo este personaje irreverente y poco complaciente, Onetti se
constituyó en “el alter ego cultural de Quijano”100, criticando y hostigando a la cultura
uruguaya. “Su mirada a la cultura uruguaya aborda todos los aspectos: desde los premios,
las omisiones, la calidad de la vanguardia uruguaya [nula y estancada] o el carácter de la
crítica literaria [que no debería ser distinta a la de un semanario para todo público],
hasta la ausencia de una literatura en ese país”101. Su labor será determinante en el
nacimiento y desarrollo de la que Ángel Rama bautizará como “Generación crítica”102.
Carlos Real de Azúa y Ángel Rama desde sus ensayos extensos y complejos en el
semanario Marcha, también harán sus aportes a la crítica cultural.
José Enrique Rodó y Francisco Espínola parecen ser ejemplos emblemáticos de
escritores que vivieron como periodistas. Pero la lista es larga de quienes llenaron las
páginas culturales: los escritores Mario Levrero, Enrique Amorim, Carlos Reyles, Emir
Rodríguez Monegal, Arturo Ardao, Carlos Martínez Moreno, Carlos Maggi, Raúl Forlán
Lamarque, Eduardo Galeano, Juan José Morosoli, Julio J. Casal, Julio C. Da Rosa, Hugo
Alfaro, Carlos Denis Molina, Arturo Sergio Visca, Eduardo Romano, Aparicio Vignoli,
Heber Raviolo, Héctor Galmés, Rafael Courtoisie, Fernando Andacht, Alejandro
Paternain, Hugo y Jorge Burel, Juan Carlos Somma, Jorge Musto, Mauricio Rosencof,
Miguel Ángel Campodónico, Eduardo Alvariza y Carlos María Gutiérrez (“el poeta que
vino del periodismo”, según lo tildó Benedetti103), las escritoras Clara Silva, Sylvia Lago,
María Inés Silva Vila, Idea Vilariño, Teresa Porzecanski, María Esther Gilio, Giselda
Zani y Armonía Sommers, los críticos Homero Alsina Thevenet, Jorge Ruffinelli, José
97
OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd,
2007 Pág. 119
98
Tomado de Ibídem. Págs. 117-142
99
Por cierto, Onetti también trabajó de “periodista general” para la agencia Reuters, por lo que no
solamente se quedó en “lo cultural”.
100
PINO, M. El semanario marcha de Uruguay: una genealogía de la crítica de la cultura en América
latina. Revista de crítica literaria latinoamericana, Nº 56. Pág. 146
101
Ibídem. Pág. 144
102
Ibídem. Pág. 147
103
OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd,
2007. Pág. 135
57
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___ Martín Fernández Yurcho|
María Podestá, René Arturo Despouey, Alejandro Peñasco, Washington Roldán, Manuel
Luz Alvarado, Julio Novoa, Fernando García Esteban, José P. Argul, Julio Bayce,
Enrique Mrak, Nelson Di Maggio y Luis Bravo, las poetas Nancy Bacelo, Ida Vitale,
Amanda Berenguer, Ulalume González de León (nacionalizada mexicana), Beatriz
Bayce, Selva Márquez y Cristina Peri Rossi, los poetas Juan Cunha, Jorge Arbeleche,
Hugo Achugar, Salvador Puig, Luis Eduardo Pombo, Enrique Fierro, Saúl Ibargoyen y
Jules Supervielle, y el ilustrador Hermenegildo Sábat. Otras figuras menos encasillables
como Horacio Buscaglia, Jorge Arteaga, el filósofo y rabino Ruben Kanalenstein, el
ingeniero Carlos Pellegrino, el escritor y actor Antonio "Taco" Larreta, el sociólogo
Rafael Bayce, la historiadora Milita Alfaro, la ecléctica Lisa Block de Behar o el doctor
Gabriel Saad, el arquitecto Carlos Herrera Mc Lean, el musicólogo Coriún Aharonián,
músicos como Daniel Viglietti, Hugo Balzo, Gastón Ciarlo (“Dino”) y Jorge Lazaroff, o
los artistas Roberto Echavarren Walker, Horacio Roldán y Sergio Altesor también
supieron integrar las filas del periodismo cultural.
Cabe destacar que muchos de los que hoy son reconocidos como escritores se
ganaban la vida ejerciendo como periodistas, y no necesariamente periodistas culturales,
sino también como cronistas de actualidad para la redacción general de un diario.
Del otro lado del río la crítica de Jorge Luis Borges sobre determinado libro tenía
mucho poder en la opinión pública (aunque fuera indirectamente). Si bien no es su veta
más conocida y analizada, la escritura periodística de Borges ha sido paradigmática en el
periodismo cultural. También lo supieron ser las opiniones de Bioy Casares, Julio
Cortázar, Victoria Ocampo, María Rosa Oliver, Julio Ardiles Gray, Aníbal Ford, Juan
Gelman, Guillermo Saavedra, Oscar Steimberg, Tomás Eloy Martínez, Elvio E. Gandolfo
(con un pie en cada orilla), Jaime Rest, Horacio González, Luis Gregorich, Christian
Kupchik, Nicolás Rosa, Jorge Lafforgue, Pedro Orgambide, Carlos Dámaso Martínez,
Alberto Girri, Víctor Pesce, Raimundo Lida, Blanca Rébori, María Rosa Lida de Malkiel,
Eduardo González Lanuza, Eduardo Bullrich, Oliverio Girondo, Alfredo González
Garaño, Francisco Romero, y Eduardo Mallea.
Fuera de la región son muy famosos (e influyentes a nivel local) los casos del
colombiano Gabriel García Márquez, el mexicano Octavio Paz, o el peruano Mario
Vargas Llosa. Los tres, de gran renombre, se han destacado por sus columnas
periodísticas. También han influenciado mucho los aportes de los mexicanos Alfonso
58
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
104
Como veremos más adelante cuando hablemos del problema de “ser arte y parte” de la cultura.
105
BOCCO, A. Literatura y Periodismo 1830-1861. Universidad Nacional de Córdoba, 2004. Pág. 19
106
Uno se puede quejar, aunque no tiene por qué recriminarles nada, ya que en esa época no había escuela
en periodismo... y aún hoy en Uruguay no existe una formación específica en periodismo cultural (salvo
talleres puntuales), por lo que es entendible (como veremos más adelante) que gran parte de los planteles de
las secciones culturales de la prensa estén integradas por escritores, dramaturgos, y todo tipo de artistas.
59
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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diarios a noticias culturales, mientras que un 48% de las noticias en primera son de la
sección política (también llamada “información” o “nacionales”, pero esencialmente son
contenidos políticos).
Aunque parezca “de Perogrullo”, cabe aclarar que no todos los diarios tienen la
misma distribución de sus secciones y que no es comparable la sección “Actualidad
Nacional” de El Observador con “Nacionales” de El País o “Política” de La República,
pues algunos pueden incluir noticias de otra índole dentro de ellas (por ejemplo
sindicales, municipales, salud, etcétera). También es discutible comparar a O2 de El
Observador con Espectáculos de El País y Cultura de La Diaria. Como dijo el periodista
Jaime Clara: “Tenés que legitimar, pero tampoco nos pongamos tan exquisitos con las
secciones. Porque las únicas secciones que se repiten en los diarios uruguayos son
rurales, deportes y los muertos [avisos fúnebres]. Después tenés un abanico de cosas que
no se sabe bien lo que son, todo es difuso. Entiendo que la legitimación del espacio le dé
cierta visibilidad, pero no es lo que más me angustia”.
A los efectos de esta investigación no es relevante ser tan rígido en estas
comparaciones, ya que simplemente se hace para tener una idea de la situación de la
cultura en los medios. Si bien hablar de la totalidad de diarios y semanarios no es
representativo de la realidad del periodismo cultural, a continuación se realiza un
desglose individual para tener una idea aproximada de cómo se cubre la cultura en los
diarios y semanarios mencionados.
Semanario Brecha
El perfil de Brecha está enfocado a la cultura y a la política (puede que por esto se
lo asocie al perfil del semanario Marcha). Desde su perspectiva de izquierda y sus
contenidos altamente politizados da una importante participación a lo cultural, cubriendo
y analizando las noticias desde una perspectiva cultural.
Brecha divide sus contenidos culturales en distintas sub secciones de manera
explícita, aunque a veces no delimita claramente en qué sección se encuentra el lector y
su diagramación resulta un poco confusa. Su suplemento fijo de cultura y espectáculos,
“El ocho” (similar a las secciones culturales del cuerpo de un diario), incluye cartelera de
espectáculos, reseñas de libros, de cine comercial y “alternativo”, exposiciones, crítica
teatral y música. Por otra parte la sección “Cultura” cubre también algo de esto, más los
61
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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temas que usualmente cubriría un suplemento cultural de un diario del exterior (notas de
análisis, ensayos breves, reportajes, entrevistas de profundidad), abarcando temas
diversos como literatura, ciencias sociales, música, publicidad, cine, museos, y
patrimonio. Luego viene la sección “Literarias”, con reseñas de libros y muchas críticas
(de vez en cuando aparece una entrevista).
Cuando algún tema no se encasilla en ninguna sección va a “Fuera de lugar”, una
sección que aparece eventualmente y que “tiene un permiso para colocar temas medio
caprichosos que no son los que el lector espera de política ni de cultura”, como comenta
Sofi Richero, periodista y ex editora de Cultura de Brecha.
Brecha tiene en la sección Cultura cuatro periodistas fijas en su redacción. Luego
hay muchos colaboradores freelance (unos 15), con distintos ritmos de publicación. Lo
curioso es que las mismas personas escriben en las distintas secciones dependiendo el
énfasis de lo que hayan escrito. El editor decide si corresponde a su sección o se deriva a
otra. Esto podría explicar por qué las secciones “se pisan” en algunos temas.
El semanario dedica un 36% de sus contenidos a temas culturales. Las primeras
planas del semanario fueron en este sentido muy poco representativas: destinaron a
cultura un 8% de los títulos de primera (solo para hacerse una idea, la sección “Política”
ocupa un 25% de las páginas del semanario y el 46% de las primeras planas).
Semanario Búsqueda
109
A mediados de los 90 Búsqueda tuvo un cambio importante con su visión de las noticias culturales.
Mariana Percovich, ex editora del semanario y actual funcionaria del Minisrerio de Educación y Cultura
(MEC), comentó: “El semanario Búsqueda me lleva a mí como editora y pasamos de una página a cinco”.
Pero la crisis hizo que en 2009 la sección se redujera en su tamaño. Por lo tanto esta descripción se acota al
período analizado (mayo del 2007 y 2008), cuando la sección ocupaba siete páginas.
62
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Diario El Observador
110
O2 es considerado la segunda parte del diario, una segunda sección, no un suplemento, ya que son parte
del cuerpo del diario, como dijo Valeria García, editora de O2 fin de semana.
111
Igualmente muchas noticias se repiten, muchas salen tiempo después (bastante habitual en el periodismo
uruguayo), y muchas son “refrites” de agencias de prensa.
63
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Diario El País
112
Cinemag es una revista de cine que se compra aparte del diario. Y el misceláneo y superficial VayVen
cerró en 2009.
113
El País es el único diario con un suplemento cultural en la actualidad. Brecha tiene separatas culturales,
pero es un semanario, no un diario. El Observador tiene Cinemag, pero es una revista especializada en cine
que se vende por separado. La República tiene “Cultura Rock”, que es más bien un fanzine de Rock que un
suplemento cultural. La Diaria tiene suplementos de música de vez en cuando. Últimas Noticias tiene el
suplemento Tevé y noticias, una separata de espectáculos. Pero ninguno un suplemento cultural.
64
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Diario La Diaria
114
EL PAÍS, Diario. Depto. Comercial. Perfil de los lectores sección Espectáculos (cit. en bibliografía)
65
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los demás “grandes” diarios (tiene un tiraje de casi 7.000 diarios por día115). Así como
muchos comentan que Marcha se recicló en Brecha, también se compara a La Diaria con
Brecha, catalogándola como la “versión diaria” del semanario. Esta comparación claro
que no es correcta, pero tiene sus justificaciones en que ambos son medios calificados
como “de izquierda”, además que muchos de periodistas y editores pasaron por ambos
medios.
En cuanto a los temas que incluye la sección “Cultura”, José Gabriel Lagos, editor
de cultura del diario, comentó que no tienen limitaciones en cuanto a los contenidos por
ser un emprendimiento “nuevo”. Esta libertad lleva a notas de lo más curiosas, mezclando
sociedad con espectáculos y con temas antojadizos. Esto no es bueno ni malo en sí
mismo, pero simplemente es curioso y es parte de la decisión editorial de jugar con los
contrastes de la sección.
La Diaria maneja sus páginas de una manera muy flexible, no como la mayoría de
los diarios, que tienen una cantidad fija por sección. El criterio no es llenar determinada
cantidad de páginas, sino que se llenan en tanto sean de interés116. Así de flexibles son
también las ediciones especiales. Este diario cuenta con suplementos muy variados y de
frecuencia irregular. Como compensador puede verse el suplemento de música Rock y
Pop de ocho páginas llamado “R”. De vez en cuando también se dedica un espacio
especial a la fotografía y foto reportajes.
Para el editor Lagos, La Diaria quiso desde su lanzamiento darle un énfasis
especial a la cultura: buena parte del diario tiene información cultural y se da bastante
relevancia a lo cultural en primera. En la mayoría de los días incluyen alguna noticia
cultural en tapa. Cultura llega a ser el titular de cabecera del diario, lo que demuestra la
intención de darle cierta relevancia a lo cultural.
Cultura lo mantienen solo tres periodistas fijos: dos en la sección “Cultura” y uno
que se encarga de la cartelera (aunque la proporción se corresponde con el resto del
diario, que cuenta con un equipo reducido). “La sección de cultura está organizada de una
forma más parecida a la de un semanario que a la de un diario. Los diarios se manejan
115
Lo que demuestra el pobre tiraje que tienen los diarios en Uruguay, ya que hay días que los otros diarios
no llegan ni siquiera a esta cifra de ventas. Esto es difícil de comprobar en números exactos, pues los
diarios son muy poco honestos con sus cifras y el único que publica su tiraje es La Diaria.
116
Esto parece obvio, pero muchos diarios, por mantener la estructura, terminan “rellenando espacios”.
Cultura puede tener cinco páginas si lo amerita, o solo una si ese día no ocurrió mucha cosa.
66
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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más con periodistas de planta, mientras que nosotros lo hacemos con `freelance´”, agregó
Lagos. En un mes colaboran entre 12 y 15 “freelance”.
La Diaria dedicó un 23% del diario a la sección “Cultura”, mientras que en
primera plana dedicó a los temas culturales un 12%. Es el único diario que llegó a
dedicarle más páginas a cultura que a política. Aclaremos que es un diario muy pequeño
(apenas 15 páginas), por lo que no es tan complicado conseguir con qué llenarlo.
Diario La República
117
La República y La Diaria, son los únicos diarios que denominan explícitamente a su sección cultural
como “Cultura”.
67
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
El diario dedicó en promedio el 12% a los temas culturales. Muy poco de estos
contenidos se refleja en primera: La República destinó apenas un 1% de los títulos de
tapa del diario a “Cultura”.
118
Igualmente cabe aclarar que muchas de las noticias culturales que aparecen en primera (además de ser
pocas) no provienen de la sección Espectáculos, sino de otras secciones del diario.
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
Muchas veces este diario obtiene noticias propias, cosa para nada menor. Pero las
noticias son tan pocas que la sección se le agota rápidamente al lector.
Mirando los resultados se puede ver que los cinco diarios analizados y los dos
semanarios son bien distintos en su forma de encarar la cultura 119. Pero se pueden sacar
algunas conclusiones a grandes rasgos.
El diario El Observador es quien dedica más titulares a cultura (en relación a los
contenidos que trae todo el diario), pero se explica por la “pastillita verde” que se
mantiene fija en primera, en la que se pone siempre alguna noticia de la sección O2, sin
importar su relevancia noticiosa o su interés (además, dentro de la sección puede haber
cualquier otra cosa). Luego viene La Diaria, que dedica un poco menos de páginas y de
tapa, pero donde las noticias en primera son puestas cuando merecen estar120, no con un
puesto fijo. Búsqueda y Brecha pueden tener muchos contenidos culturales en proporción
con otros contenidos, pero tienen pocas noticias en primera. El País es de lo más ecléctico
en su sección, mezclando desde chimentos hasta crítica de libros o entrevistas a
dramaturgos, pero las primeras que consigue son por lo general noticias de chimentos o
gacetillas. Últimas Noticias y La República parecen tener una sección con contenidos
culturales por tradición (o para rellenar hojas) que rara vez se acerca a la primera plana.
Este análisis no juzga la calidad de los contenidos, sino que muestra simplemente
la cantidad de páginas que se le da a la cultura en los distintos medios de prensa. Además,
asumiendo que la primera plana es lo que el diario considera una muestra representativa
de lo mejor que tiene (o lo que se puede leer más) es que también se analiza la relación
con el espacio en portada que se le otorga a las distintas secciones.
Pero al ser los contenidos tan heterogéneos (no toda la sección O2 es cultural,
Espectáculos de El País no es comparable a Cultura de La República, ni La Diaria tiene la
misma cantidad de páginas que Búsqueda), es imposible extraer conclusiones comunes a
todos los diarios más allá de mostrar un panorama de cada uno.
119
Para ver el análisis completo y detallado ver “Análisis medio a medio” en los anexos
120
O cuando no hay otra cosa mejor en otras secciones, eso no se puede saber.
69
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
Como hemos visto, el espectro temático del periodismo cultural es muy amplio.
Pese a esto, muchas veces no hay noticias, y la agenda parece no importar demasiado. La
habitual lucha entre distintos medios para ver quién consigue la primicia casi no corre
dentro de esta sección. No parece importar en cultura. Daniela Bluth, editora cultural,
comentó: “No hay una carrera por la primicia ni trabajamos pensando en eso, pero sí hay
temas grandes que los sacás cuanto antes lo puedas hacer. Es más bien por un tema de
orgullo personal que por competencia”.
La agenda no parece marcar mucho la cancha; es más bien una “contraagenda”
con temas que muchas veces parecen ser seleccionados aleatoriamente sin un criterio
noticioso. Sin embargo, Bluth cree que “en cultura, al no ser una sección que esté
jugando permanentemente con la noticia, puede ser que se note menos que haya una
agenda, pero la hay”.
En los diarios la agenda marcada en cultura es la que propone la cartelera de
espectáculos. No se suele ir fuera de esa programación, salvo escasas excepciones
(especialmente en los semanarios). El peso de las productoras, los gestores culturales y
los intereses de quienes trabajan para estar en las páginas culturales es muy importante.
Incluso el Estado a través del MEC y la intendencia a través de su división cultural
proponen sus agendas. Esto no quita que lo que ofrezcan pueda también tener su valor
como noticia (los estrenos evidentemente son noticia hoy, no dentro de un mes). Y esto
último es lo que debe primar al momento de seleccionar la información que el medio va a
cubrir. Pero a veces los medios se quedan simplemente actuando como repetidoras de lo
que llega, sin importar el valor noticioso.
La pregunta que se desprende es si hay una falta de independencia marcada por
intereses comerciales del medio, si se trata de una falta de voluntad de escapar de la
agenda, si esto es lo que esperan y demandan los lectores, o si es simplemente por
costumbre. Es un resultado de todas estas cosas. Hay cierta falta de interés en la
producción de noticias del periodismo cultural, pero también hay intereses de las
productoras en que se repitan sus noticias, y el público demuestra que estos temas le
importan a través de los ratings televisivos.
Los intereses comerciales afectan a los contenidos que se publican. No es extraño
ver que un diario le dé más relevancia a un evento que tiene publicidad en sus páginas
70
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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que a otro evento similar que no anuncie. Y, aunque no directamente, a veces estos
potenciales intereses ejercen sus presiones. “Recuerdo que una vez cuando trabajaba en
El País hubo un problema en cuanto a las críticas fuertes. Fue por un título que había
sonado un poco hiriente y la distribuidora se quejó. Entonces llegaron al acuerdo de que
de ahí en adelante el título simplemente debía ser el nombre de la película, mientras que
adentro se pudiera decir lo que uno quiera”, dijo Hugo Fernández Dovat, entonces editor
de espectáculos de Últimas Noticias.
De cualquier forma estas presiones son mínimas, porque las productoras tampoco
tienen demasiado con qué presionar si ni siquiera ponen avisos. “Los periodistas se
sienten presionados por los avisadores. El medio presiona más por los avisos que por la
política o por cualquier otra cosa”, comentó al respecto María José Santacreu, editora de
Brecha. Y como las editoriales y las productoras avisan poco, ni siquiera hay presiones
por ese lado. Los que sí parecen ser elementos de presión en el diario son los propios
protagonistas de la cultura, que se ofenden desmedidamente121, y los otros medios de
comunicación (sobre todo la televisión), que sí tienen una relación de amistad con los
diarios, pero más importante, tienen una relación económica.
Los propios medios presionan más a los diarios porque avisan en ellos. Y así
afectan a la propia agenda. El ejemplo de las noticias de farándula que giran en torno al
programa “Bailando por un sueño”, que se emite grabado, es clarísimo: “Es peligroso
porque de repente nosotros sabemos de antemano el puntaje del ganador porque ya lo
grabaron, pero como todavía no se dio hay que tener cuidado al manejarse con el canal.
No podemos publicar en la mañana `la echaron a fulanita´ antes que emitan el programa,
por la relación con el otro medio. Es una cuestión de buena relación, estamos sacando
avisos de ellos, no vamos a publicar algo de eso”, dijo el editor de Últimas Noticias. Se
termina entonces cubriendo las noticias según los intereses de un pequeño grupo y no
necesariamente lo que el público necesita saber. Aunque es válido preguntarse si eso es lo
que el público quiere leer en un diario.
121
Ver capítulo “Los generadores de cultura y su relación con la prensa cultural”
71
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
122
Cabe destacar que la gestión cultural es una actividad que tiende cada vez más a profesionalizarse y
desarrollarse como un factor clave en la promoción y divulgación de la cultura. Entiéndase a la gestión
cultural como “la acción pública o privada relacionada con la producción, circulación y consumo de bienes
y servicios culturales” (tomado de CHABANEAU, L. Op. Cit. en bibliografía, Pág. 4) y al gestor cultural
como el profesional que favorece el desarrollo cultural y media entre los fenómenos culturales y el público
consumidor. En este sentido es muy similar a la tarea del periodista cultural; la diferencia radica que el
gestor responde a los intereses de la empresa o ente que lo contrate, mientras que el periodista responde (o
debería responder) a su público.
123
Palabras de Gabriel Peveroni en conferencia sobre “rock y crítica periodística” el 15/11/2007
72
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
suspiro. Como dijo María José Santacreu, editora de cultura de Brecha: “las noticias acá
se mueren muy rápido y para siempre. De repente explotan y de un momento a otro
desaparecen. Estaría bueno que en los medios se preguntaran qué pasó con aquella noticia
o en qué quedó tal tema”.
Ciertos temas de vital importancia y repercusión como la inundación de la
biblioteca nacional, la ley de cine, la ley de medios, la exoneración de impuestos a ciertas
actividades artísticas o musicales, o incluso cómo afectaba el IRPF a los músicos y
artistas124, tuvieron una cobertura bastante escasa en los diarios: si bien algunos medios
cubrieron los temas, otros los tocaban lateralmente tiempo después, o se publicaban, pero
en otras secciones o, en algunos casos, ni siquiera salían publicados. No es extraño que la
sección dedicada a cultura saque la noticia mucho tiempo después de ocurrido el hecho,
incluso luego de que el mismo diario la saque en otra sección.
El periodista Gustavo Escanlar recuerda que el tema de la primicia no perturbaba
tanto a los periodistas cuando era editor: “Cuando estaba en la revista [Tres] me acuerdo
que los de cultura podían cerrar una semana antes que no pasaba nada porque era muy
atemporal. Espectáculos en cambio tenía que cerrar el día anterior”. Esto es moneda
corriente en el periodismo cultural.
Y en el caso de los suplementos es peor. Los ensayistas de los suplementos
parecen ser el punto más extremo de lo no periodístico dentro de los contenidos del
periodismo cultural, siendo analíticos, especulativos, críticos, eruditos, conjeturales y
poco convencionales, primando lo estético por sobre lo periodístico en el abordaje de sus
notas. Más bien producen textos “de cruce” entre literatura y periodismo 125. Muchas
veces la noticia, insumo fundamental del periodismo, ni siquiera aparece. Por ejemplo, el
suplemento cultural de El País a veces se cierra mucho tiempo antes, sabiéndose hasta
con 15 días de anticipación o más qué es lo que irá en los próximos números.
Los periodistas de cultura ven como algo negativo esta prisa del periodismo en
general: “Lo que pasa es que muchas veces el diario tiene una especie de burócrata
encargado de meter lo que sea absolutamente del día”, comentó Elvio Gandolfo, quien
agregó: “Trabajar en un suplemento te libera de presiones, porque lo que te envían para
sacar de urgencia lo derivás directo a espectáculos, que son los que tienen que hacerlo”.
124
Noticia que el diario “Últimas Noticias” obtuvo y luego todos los otros medios repitieron en cadena,
como suele ocurrir.
125
Tomado de RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, Bs As, 1995. Pág. 27
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___ Martín Fernández Yurcho|
Esto hace que El País Cultural se permita cerrar sus números con tres semanas (o más) de
anticipación, lo que dice bastante de su valor “noticioso”.
A veces los tiempos se manejan con anticipación, pero otras también con retraso.
Por ejemplo, ocurre mucho con los comentarios de libros que salen mucho después de su
impacto inicial, lo cual tiene un similar efecto a lo anterior: se publica cuando ya no es
novedad.
Los ritmos que exige un diario hacen que por lo general sea un trabajo que roza
con lo insalubre, eso no es novedad: “El trabajo a presión de un diario lleva al tópico y al
descuido”126. Todos los periodistas se quejan de tener que escribir una noticia “a las
corridas” por los acelerados tiempos, siempre corriendo contra reloj. Pero en la sección
cultural se nota que, si bien no es un ideal, se juega con otras reglas. “A la una de la tarde
las páginas de espectáculos ya tienen recibidas las críticas de cine porque vienen hechas
de la noche anterior. No se trata de hacer las 36 páginas todas a las 11 y media de la
noche, tenés que ir haciéndolas con tiempo”, explicó Hugo Fernández Dovat, editor de
espectáculos de Últimas Noticias.
Para variar, aquí también volvemos al doble juego, al círculo vicioso de causa y
consecuencia: Las páginas culturales son las secciones que se comienzan a maquetar en el
diario y por lo tanto las que se terminan antes. Esto se explica por los tiempos de
diagramación, es decir, el armado a papel del diario. Generalmente las páginas culturales,
las cartas de los lectores y las páginas de editorial son las que quedan prontas antes. Este
armado se puede realizar de una forma más ordenada si ya se tienen listas estas páginas
antes que las demás, así se concentra el horario final sobre las páginas que “importan
más” (a las que les importa más el último momento). Es una forma de aligerar cargas y
amenizar el trabajo de los diagramadores.
Esta es también una buena manera de excusarse ante la carencia de noticias en la
sección, porque “los tiempos” son otros si se tiene que terminar primero. ¿Pero habilita a
preguntarse sobre poner contenidos que no sean noticias?
Creo que es necesario enfatizar que el criterio siempre debe ser noticioso. En
periodismo todo es noticioso, incluso en cultura. No serán grandes primicias, pero
siempre hay noticias para divulgar.
126
TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 155
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La “contraagenda”
Otro aspecto mediante el cual el periodismo cultural puede chocar con el resto del
periodismo es un tema de tiempos. La vorágine de la primicia es muy difícil de seguir
para los periodistas culturales. Por ejemplo, no es humanamente posible hacer una reseña
diaria de la enorme cantidad de libros que salen al mercado (como dijo la periodista Ana
Inés Larre Borges, “no podés hacer que una misma persona comente un libro todos los
días, eso es obvio”). El editor Jorge Yuliani aclara que estos tiempos son difíciles de
seguir para los periodistas culturales: “En un diario no tenés tiempo. Tengo compañeros
con una fuerte formación académica que quieren escribir todos los días la gran nota. Pero
el diario no permite eso, los tiempos son otros”.
El poco tiempo de preparación que tienen los periodistas es un problema bastante
grave, además de ser notorio para aquellos que son los verdaderos protagonistas de la
noticia: “Que un periodista no haya leído mi libro cuando me va a hacer una entrevista
me irrita y me ofende; que encima se jacte de ello (por cualquier excusa como que no
tuvo tiempo) me dan ganas de darme vuelta e irme”, dijo Miguel Ángel Campodónico 127.
Esta molestia para con los periodistas que entrevistan a autores sin saber siquiera de qué
se trata el libro que escribieron es muy común en los distintos escritores y es una de las
críticas más comunes hacia el periodismo cultural “desde el otro lado”. Y como dijo el
periodista Jaime Clara: “Entrevistar a un escritor no es tan difícil como uno piensa. Pero
claro, hacés una charla interesante habiendo leído el libro. Si lo entrevistás solo con lo
que leíste en la solapa el resultado periodístico es una mierda”128.
Por otro lado, no es extraño que gran parte de los contenidos sean “atemporales” o
poco urgentes: Las noticias de prensa en general tratan sobre la actualidad. En cambio,
“el discurso cultural se hace más historiográfico y retrospectivo que “periodístico” en el
sentido señalado”129.
Esta atemporalidad tiene su explicación para algunos. Para la periodista Ana Inés
Larre Borges “la cultura no va pegada necesariamente a la agenda del momento. Hay una
127
Charla sobre periodismo cultural dada en la sede de la APU el 25/10/2007 (Cit. en bibliografía).
128
Puede que la mayoría no lea el libro que uno escribió (sobre todo en los magazines de televisión, donde
el ritmo es otro y no necesariamente periodístico, aunque hay excepciones que importan). Pero es innegable
que el alcance y la difusión que una nota puede darle al libro, haciendo que muchísima gente que no lee
prensa se entere de su existencia. Hay que hacer estas diferencias, ya que el tema se relativiza si se toma en
cuenta lo que logra la difusión.
129
RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, BsAs, 1995 Pág. 33
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frase de Octavio Paz que dice que la ametralladora suplanta al arco y la flecha, pero que
La Eneida no suplanta a La Odisea. En arte la idea de progreso no es lineal. En
periodismo cultural podés hacer una nota de un clásico, mezclar, cruzar lo que ocurre con
otras cosas, jugar un poco con distintos contenidos”.
La Diaria, curiosamente, no piensa en “el día a día” para armar su sección:
“Armamos la sección pensando en lo que se le va a entregar al lector semanalmente,
cubriendo durante la semana distintas disciplinas de la cultura. Durante la semana
disponemos de unas 12 páginas y media; nosotros pensamos en el conjunto de la semana
más que en las de cada día por separado”, comentó Gabriel Lagos, editor de Cultura de
ese diario.
El periodismo cultural también se vale del recurso de la atemporalidad para
retomar temas que pueden ser de interés para el público. Si bien no es el cometido de un
diario, ofrece sus pequeñas ventajas. Estos aspectos hacen que el periodismo cultural se
maneje con otros tiempos distintos al común del diario: “Los valores deontológicos de
pluralismo, exhaustividad y objetividad que se esperan del periodismo informativo, no
pueden ser exigidos de la misma manera, o por las mismas razones, de un periodismo que
trabaja muchas veces sobre otros patrones de selección, restricción, subjetividad y
marginalidad, como suele ocurrir con algunas especies del cultural”130.
Pero esta laxitud en los tiempos también hace que la agenda sea muy subjetiva, lo
que no es exactamente lo mejor. Por otra parte también permite que se convierta en un
elemento para diferenciarse de los demás medios. Mariana Álvarez, editora de O2 entre
semana comentó: “Es muy fácil quedarte en la agenda y salir a hacerle entrevistas a los
de siempre”, y agregó: “cultura da para muchas cosas, es un espacio que se presta para
ser creativo más que otras áreas”. Valeria García, editora de O2 fin de semana consideró
que en esa creatividad está la posibilidad de competir: “La agenda la llevan todos los
diarios. Lo otro, las propuestas que generas vos, eso es lo interesante. Ahí es donde podés
hacer la diferencia”.
La idea de periodismo cultural como algo subjetivo y fuera de la agenda es la que
domina: “Yo veo que un periodista es más valioso si sabe hacer cosas fuera de la agenda,
con una mirada distinta”, dijo la editora María José Santacreu, del semanario Brecha. Sofi
Richero, ex editora del mismo semanario, coincide con esta visión: “Me parece que las
130
Ibídem, Pág. 40
76
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___ Martín Fernández Yurcho|
notas que reflexionan sobre qué nos está pasando culturalmente en el Uruguay son las
más importantes que vamos a poder hacer”.
Pero muchos abusan de este permiso y ya aprovechan para excusarse de que
consigan pocas noticias, justificándose diciendo que la sección de cultura es el lugar de
descanso del lector entre tanta locura de las noticias cotidianas. Esto no está mal en parte,
pero no es excusa para ser permisivos. No debería ser del todo cierta la idea de que “las
páginas culturales sean un remanso de paz en la vorágine informativa: son también
vorágine”131.
Aclaremos que atemporalidad no es lentitud, pero en la prensa cultural uruguaya
ayudó a generar esa idea de un periodismo “lento”. “Somos la parte tranquila del diario”,
reconoce la editora Valeria García, de O2 fin de semana.
Por lo visto, la mayoría de los editores tienen una idea muy particular sobre la
agenda de la sección cultural. De cualquier manera la “excusa” noticiosa no puede quedar
de lado: se escribe sobre “La Odisea” en periodismo cultural cuando se lanza una nueva
edición, mejor traducida o mejor comentada del clásico. Esa versión hace que “La
Odisea” sea parte de “la agenda del momento”. De lo contrario, el medio se limitaría a
publicar apuntes para estudiantes. Y ese no es el cometido de una sección cultural de un
diario (si se quiere de un suplemento o un fascículo especial, pero no del periodismo
cultural). La reedición de un clásico, no el clásico, es lo que hace que tenga actualidad y
sea parte de una agenda. De Onetti se puede hablar cuando uno quiera, pero si se hizo en
2009 es porque se cumplen 100 años de su nacimiento. Siempre hay cosas que “agendan”
ese tipo de periodismo, y eso lo hace “noticioso”. Por ejemplo, durante un tiempo se
estuvo escribiendo en los diarios sobre Ernest Hemingway porque sus herederos querían
dejar bien parada a su segunda esposa y para ello retocaron su libro “Paris era una fiesta”.
A partir de ese hecho noticioso y actual es que se lo retoma. No se trata de que un
periodista extraiga un libro amarillento de su biblioteca y lo comente sin preámbulos,
como en muchas ocasiones ocurre, sino de buscar noticias. Como vemos, el criterio
siempre es la noticia.
Esto no quita ese otro “plus” que se puede dar en la sección cultural, que es muy
característico e importante.
131
TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 157
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Las “roscas”
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degradando aquellas formas de expresión que no comparta. Eso va más allá del “me
gusta-no me gusta”, pues el periodista se está involucrando.
Las roscas solo reflejan el interés de los que la integran, no necesariamente los del
público. La periodista Emma Sanguinetti lo retrató con un claro ejemplo: “En un diario
yo le quiero contar a la gente cosas que pasan y le interesan a cualquiera. Pero si nos
vamos a poner a hablar de `la teoría abstracta del constructivismo en cuanto a su
conceptualización de la regla áurea´, ¿a quién le interesa? A cinco. No quiero decir que
eso no sea importante, pero es un espacio que va en otro lugar”.
Estas roscas a veces reducen las posibilidades del medio. Por ejemplo, el caso de
una periodista que cubre música en Últimas Noticias, quien se limita solo a su área de
interés: “Ella está en la movida actual y cubre muy bien todo eso. Le interesa cierta parte
del rock y otros asuntos modernos, pero no conoce de historia y eso no le interesa”, dijo
su editor Hugo Fernández Dovat. Y lo que no le interesa no se cubre.
Como dijo María José Santacreu, los gustos de los críticos limitan las
posibilidades del medio: “No podés decir `yo escribo solo de Poe´, o `yo escribo solo de
literatura anglosajona´”.
El periodista no debe limitarse a escribir solamente sobre unos pocos temas que le
interesan. Un crítico sí puede, incluso si limita las posibilidades del medio, ya que puede
ser muy bueno en su especialidad y hasta trasmitirlo bien a cualquier persona que no esté
en el tema. Pero no los periodistas “buscadores de noticias”. Un buen periodista cultural
debería poder cubrir cualquier tema de cultura, con una buena preparación previa, claro.
Por otra parte, que el crítico sea muy bueno en su área no garantiza que lo pueda
trasmitir bien al público. “Yo plástica no leo porque los que escriben de plástica son
horribles”, comentó el periodista cultural Elvio Gandolfo. Y aunque la generalización sea
un poco exagerada, tiene sentido pensar que quizás la persona idónea no es la que mejor
puede transmitir algo en un diario. Por algo están los periodistas, y pensando en eso es
que luego Gandolfo agregó: “Básicamente lo que buscás es un buen periodista”.
Un elemento clave en esta área debería ser entonces la diversidad, es decir, tener
periodistas suficientemente flexibles como para amoldarse a cualquier temática (los
llamados “comodines”), que tengan la suficiente amplitud mental, un conocimiento
enciclopédico o voluntad de aprender como para estar dispuestos a cubrir temas que
vayan más allá de sus intereses personales, complementados además con personas con
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___ Martín Fernández Yurcho|
Muchas veces las secciones de los distintos diarios aparecen con los mismos
contenidos. Las carteleras, las gacetillas y la labor de los gestores culturales contribuyen a
esta homogeneización.
Las carteleras de cine, televisión, música y teatro (en ese orden de importancia)
son una parte fija en todas las secciones culturales. Son sencillas de hacer, no exigen
demasiado esfuerzo y se actualizan prácticamente por sí solas. Pero la cartelera no tiene
ningún aporte en el que se puedan diferenciar un diario con otro, ya que en todos los
diarios debería ser igual (suponiendo que se hiciera correctamente), sería un problema si
no ocurriera así. La cartelera es un servicio y más vale que esté correcta.
Las gacetillas son algo distinto. Todos los días los diarios reciben cientos de
gacetillas informativas con los que armar sus carteleras, y no tienen que hacer ningún
esfuerzo. Y ésta es quien marca la agenda en la mayoría de los casos, la fuente por
excelencia en la sección destinada a la cultura en los diarios.
Las notas de prensa llegan al medio y estas se publican tal cual llegan, o con algún
recorte o parafraseo. Y las “gacetillas” (por denominar de alguna forma a esta
información empaquetada que nutre a la sección) son tanto de información nacional como
internacional. Casi toda la información internacional llega por agencias de prensa (salvo
muy escasas excepciones), pero también el contenido local está formado por este “recorte
y pegue”. El problema es que suele quedarse en esa comodidad del copy/paste, y como
80
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___ Martín Fernández Yurcho|
dijo el periodista cultural Elvio Gandolfo, “el periodismo cultural no es cortar un cable,
reformarlo y pegarlo, es mucho más”.
Como comentó Sofi Richero, esta cultura de la cartelera afecta a la agenda del
periodismo cultural en los diarios: “Se le da importancia a los estrenos, a lo que tiene
valor económico, y se termina reproduciendo una agenda en base a esos parámetros. Pero
no creo que se le dé importancia al periodismo cultural”. María José Santacreu, también
de Brecha, observa que es algo que ocurre en todos los medios: “las noticias del boletín
de cinemateca se reproducen en todos los diarios uruguayos”. La editora además agregó:
“si mirás las secciones culturales de cualquier diario de acá se le da mucha importancia a
cosas muy chiquitas del exterior”, y por ahora estas noticias de afuera llegan solo por
cables o por internet (rara vez los diarios cuentan con corresponsales u obtienen noticias
extranjeras por sus propios medios), lo que resulta en el clásico parafraseo de cables.
Pero el fenómeno de la gacetilla no es nada nuevo, sino que es una práctica
habitual en esta área. “Me acuerdo que antes se recortaba con tijera, se recortaban las
partes que servían de los comunicados y se pegaban una con otra, escribiendo algunos
caracteres para unir todo“, dijo Gabriel Peveroni recordando cómo se trabajaba hace 20
años132. El problema es que la vieja usanza de vieja no tiene nada. Hoy en día se ha
dejado el aspecto artesanal del trabajo, pero sigue haciéndose de manera digital.
Lógicamente, esto aporta a que se repitan las mismas noticias en los distintos
diarios: “En los años más recientes los suplementos culturales de los diarios de Buenos
Aires [y uruguayos, agrego] se han vuelto monótonos. Quizá porque se parecen mucho
unos a otros; tienen los mismos temas, los mismos reportajes, las reseñas de los mismos
libros. Creo que están muy próximos a confundirse con los folletos publicitarios de las
grandes editoriales”133.
También es válido plantear que hay ciertos contenidos que está bien que se
repitan, pues en definitiva los diarios se repiten, pero no los lectores. Los lectores de
diarios no compran “todos” los diarios, compran uno o dos (si compran), por lo que hay
cierta información fundamental que debería repetirse. Aunque no es lo mismo que se
repita la noticia a que se repita textualmente la gacetilla. La gacetilla en definitiva no es
más que eso: pastillas de información rápida y concreta. Si un diario en su sección
cultural tiene bien resueltas sus grandes notas, lo que viene de la gacetilla se acota a
132
Palabras de Gabriel Peveroni en conferencia sobre “rock y crítica periodística” el 15/11/2007
133
Palabras del narrador y periodista Carlos Dámaso Martínez en RIVERA, J. B. El periodismo cultural,
Ed. Paidós, Bs.As, 1995 Pág. 194
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llenar espacios con este tipo de información básica, pero que hay que tener. Por lo tanto,
si se repite con otros diarios no es problema, siempre y cuando haya buenas notas propias
y la gacetilla se limite a ser un servicio. La producción periodística, la nota de fondo (que
puede surgir o no de una gacetilla), es entonces lo realmente importante. La gacetilla es la
fuente, el puntapié para que luego cada editor decida qué hacer con esa información. Sólo
así la misma noticia sale en todos los medios y todo el público se informa de forma
diferente según el perfil y las características de cada sección cultural de cada diario (o al
menos así debería ser).
Las noticias locales requieren cierta elaboración periodística para diferenciarse
con los demás medios (aunque sea una llamada telefónica). Es más difícil que las noticias
internacionales sean conseguidas por el medio local (aunque a veces ocurre) y en esos
casos se recurre a los cables de las agencias internacionales.
Otro factor que no puede quedar fuera es el comercial. Poner un aviso en un
medio es algo muy caro, un factor considerable en los costos de producción de una obra o
concierto. Es más fácil lograr hacer pasar esa obra como una noticia en las páginas
culturales, lo que es totalmente gratis, además de ocupar más espacio que el ofrecido por
un aviso pagado134. “Los editores [de sellos editoriales] llaman por teléfono a periodistas
de los medios de comunicación (…) para informarles sobre el nuevo libro a ser lanzado,
la temática que trata, los centros de interés, la utilidad potencial, etc. Regalan libros y les
solicitan a los periodistas especializados que publiquen o difundan por radio o televisión
comentarios sobre el libro. Luego envían invitaciones y/o catálogos para el lanzamiento
de la publicación, lo que implica otra instancia de difusión pública”135.
Los intereses de las productoras y los gestores son bien retribuidos por parte de las
páginas culturales. Muchas veces se ve la noticia sobre un concierto o una exposición y
en la misma página, o al dar vuelta la hoja, aparece un aviso pagado de esa misma
exposición o concierto. No es coincidencia, es un uso habitual que ocurre en todos los
diarios, sin excepciones. Al final parece que “si hacés el ejercicio de recorrer el mundo de
la prensa escrita a diario te vas a dar cuenta de las diferencias están dadas por razones de
mercado”, como explicó Henry Segura, editor de espectáculos del diario El País.
134
Por ejemplo: “Los chill out en La Paloma, espectáculos de música electrónica a la caída del sol, fueron
el recurso de verano de Something Special. El último alcanzó una cobertura mediática que de haberse
pagado como publicidad habría costado 25.000 dólares, según cálculos de los organizadores” (MELIÁN,
V. El mundo de los eventos, los saladitos y los "perejiles". Cit. en bibliografía)
135
STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 212
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Y los productores están mal habituados a que estos favores ocurran, es una
práctica tan usual que muchas veces se piensan que el medio está para responderlo.
Daniela Bluth, editora de la sección Vida Cultural del semanario Búsqueda, comentó que
las productoras muchas veces dan por hecho que lo que envían va a publicarse, y que
incluso hasta acuerdan entrevistas sin preguntar: mandan un mail con la información del
artista que llega con fecha y hora para que el medio vaya a entrevistarlo, sin consultar
siquiera si al medio le interesa esa entrevista. Si luego van o no es otro tema, y queda a
criterio del editor.
Incluso desde las productoras saben qué periodistas les convienen para la crítica
de sus libros: “Hay gente que le manda el libro al crítico que quieren que lo comente”,
comentó la periodista Ana Inés Larre Borges. Por eso es que en muchos medios se ha
decidido que los libros lleguen directo a la redacción, para que sea el editor quien decida
qué periodista se encarga de reseñarlo o criticarlo. Lo mismo ocurre con las invitaciones a
espectáculos, conciertos, muestras, etcétera (en la mayoría de los casos), por lo que ese
problema parece aparentemente resuelto.
Para otros ni siquiera hay grandes presiones por publicar o no una gacetilla. La
periodista Ana Inés Larre Borges dijo al respecto: “Si hay algo bueno del periodismo
cultural en Uruguay es que es independiente de las presiones de las editoriales, y de las
distribuidoras de cine, y ni hablar que del teatro. Capaz que no ejercen presiones porque
tampoco avisan tanto en los diarios, pero igual eso en otros lados no pasa. Recuerdo que
una vez hice una nota pegándole fuerte a los de Planeta y el periodista cultural Jorge B.
Rivera me comentó que en Argentina nadie sacaría eso contra Planeta. Acá más bien lo
que puede haber son presiones personales. Los que se ofenden son los propios autores”.
Al parecer en los medios no hay mayores compromisos con los que las
productoras puedan persuadir a los periodistas de que publiquen lo que les envían. Los
críticos de cine tienen un pase para las funciones, los de teatro consiguen sin problemas
las invitaciones (generalmente se destinan algunas a la prensa o se envían directamente al
medio), los libros llegan a través de las editoriales, y las entradas a conciertos y otras
artes escénicas son enviadas por las propias productoras. Salvo ocasiones muy exclusivas,
generalmente se consiguen las entradas y libros que se solicitan (y en casos muy
ocasionales generalmente el medio recurre a la compra de lo que falta).
Búsqueda por ejemplo encontró un mecanismo muy simple para obtener libros y
librarse de presiones: tras haber tenido problemas con algunas editoriales (como
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Santillana y Sudamericana) a raíz de malas críticas, decidió obtener los libros por un
convenio con una librería (Papacito), y así evitar al sello editorial. Y al parecer la
solución fue efectiva, pues no han tenido mayores problemas después. Sí es cierto que se
pueden quejar, pero no se llega más allá de la ofensa.
Desde Brecha se admite que las presiones no corren por ese lado: “Las
distribuidoras están curadas de espanto con las críticas de Brecha. Nos ha pasado más con
los propios autores que se sienten dolidos, o que nos reclaman que reseñen su libro”, dijo
Sofi Richero, periodista cultural y ex editora de ese semanario.
Parece que hay más temor a las quejas de los propios criticados que a las
presiones de las editoriales (esto se analiza en detalle más adelante).
Pero es válido plantear que si se publican gacetillas en los diarios es por un tema
de hacer más fácil el trabajo periodístico. Como dijo Luciano Álvarez, los periodistas
muchas veces son indiferentes ante los eventos culturales: “El problema que hoy vivimos
es un problema de pasión. Los periodistas culturales no van a los espectáculos, te piden
que les mandes un comunicado… falta pasión” 136.
Ya sea por falta de recursos (que no es muy distinta a la de otras secciones) o de
voluntad, es que esta sección muchas veces resulta un compendio de gacetillas sin
elaboración propia, lo que resulta monótono y poco competitivo.
Uno de los grandes problemas del periodismo es saber cuál es el interés del
público al que se dirige, cuáles son las áreas que le interesan más al lector. Según el
escritor y periodista Miguel Ángel Campodónico, “existe una canibalización de la
información por las noticias políticas, policiales y deportivas” 137. Esto sería en detrimento
de la información cultural, según opina este escritor y periodista.
Y esto no deja de lado el problema del periodismo cultural respecto a los otros
contenidos del diario. Si se toma la primera plana de un diario como la representación de
lo que le interesa al público (y lo que el diario cree que vende), entonces se nota que las
otras áreas son “más importantes”, como vimos en la muestra de campo. Si la primera del
136
Charla sobre periodismo cultural dada en la sede de la APU el 25/10/2007 (Cit. en bibliografía).
137
Ibídem.
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diario es su carta de presentación, su forma de mostrarse ese día, entonces uno debería
suponer alguna explicación. Y hay varias opciones: los temas culturales no le interesan al
público, “la cultura no vende”, los temas culturales no le interesan al diario, los
periodistas culturales no consiguen buenas noticias, los editores no buscan títulos (ya que
si no buscan seguir una agenda es difícil que puedan conseguir un título en primera). Y
ninguna de estas afirmaciones está mal ni bien del todo.
También es válido preguntarse: ¿Debería haber títulos culturales en primera?
La periodista Daniela Bluth, editora de Búsqueda, plantea que a la cultura se le
podría dar un poquito más de atención: “Muchas veces tenemos buenas notas que, como
no van en la tapa, se pierden. Nos perdemos el comentario de las radios, de los levantes
en otros programas de la mañana. Aunque eso no quiere decir que las notas no tengan
repercusión, porque el sector de los que leen cultura la leen igual, sin necesidad de que
esté en tapa”. También es cierto que muchas de las noticias que se levantan no están en
primera (justamente Búsqueda se caracteriza por no tener muchos títulos en tapa y sin
embargo tiene noticias muy “levantadas” por otros medios), por lo que están adentro del
diario o semanario. ¿Esto quiere decir que el periodista de radio o televisión ya elije de
antemano revisar adentro sólo lo que es político? No es posible afirmarlo, pero tampoco
hay que dejar de lado esta posibilidad.
Esta idea de ser poco considerados por los directores empresarios se repite en los
distintos medios. Para Jaime Clara, periodista cultural de Radio Sarandí, suele decirse que
el periodismo cultural no le interesa a nadie. “Los empresarios piensan que eso aburre; no
vende, no genera publicidad”, dijo138. Según este periodista, esta es la disposición inicial
de los tomadores de decisiones en los medios y por eso es que los programas culturales
uruguayos están al margen de la programación.
El periodista Elvio Gandolfo parece coincidir con este planteo: “Parte de la crisis
de la cultura viene por el lado de las empresas, que se dan cuenta que lo cultural no
importa tanto. Entonces es imposible convencerlos de que le paguen un gran sueldo a un
tipo con una buena firma”. Sofi Richero, periodista de Brecha, también piensa que “los
empresarios periodísticos no tienen un gran interés por la cultura. La tienen porque tiene
que estar, pero los intereses de las empresas periodísticas son otros”.
En parte puede que no haya tanto periodismo cultural porque, según la opinión de
la mayoría de los entrevistados, existe este preconcepto por parte de la dirección de los
138
Ibídem
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medios (aunque haya excepciones, como los ejemplos televisivos que vimos
anteriormente). Pero eso no significa deslindar de responsabilidades a los periodistas.
En el mundo la agenda es política, de eso no hay dudas. Como dijo Daniela Bluth,
editora de cultura de Búsqueda: “Siempre está el prejuicio de que política es jugar en
primera y el resto es segunda, que las estrellas están en política. Porque en parte la
política es lo que mueve al país, lo que importa”. El problema es por qué la agenda no
puede además ser de otros temas.
Ana Inés Larre Borges lo explicó de la siguiente forma: “Como se desconoce
mucho no se valora a Cultura, se la tiene como una isla. En Brecha, como no hay un
dueño, se lucha mucho por las páginas. Y con el argumento de que `toca ahora, si no
queda viejo´, te comen todo tu espacio. Y por eso también se escribe mucho de
espectáculos (…) El problema es que como los jefes de los diarios no conocen de los
temas culturales piensan que no son interesantes para publicar”.
Pero no debería ser así. Como dijo la periodista Emma Sanguinetti, si los diarios
hicieran la apuesta de darle un mejor espacio a la cultura, el negocio funcionaría mejor,
pero la cultura también tiene que hacer algo para ganarse ese espacio.
La cultura “vende”
saber de ella se asiste o se consume directamente. Más que ir al periódico a que me diga
algo sobre lo que voy a consumir, directamente voy al teatro, al cine, leo el libro; por lo
que no necesariamente el periodismo cultural “vende”. Pero si tengo una buena fuente
confiable, que me aporte buena información, quizás también quiera leer al respecto.
Pero la cultura vende. “El peso del sector cultura en la economía del país es
superior al de sectores considerados tradicionalmente como emblemáticos. Su valor
agregado, por ejemplo, es marcadamente superior al de las industrias pesqueras,
arroceras, harineras, aceiteras, de la curtiembre, para citar algunas. Pero la desatención de
este sector tan fuerte y desconocido lo ha marginado de políticas especiales de
inversiones, de financiación, de estímulo para su desarrollo, etc”140. El complejo cultural
y sectores conexos “equivale al 2,9% del Producto Bruto Interno del país y es superior a
lo que generan actividades tales como la industria pesquera, los molinos arroceros y
harineros, las plantas de cerveza y maltería o las curtiembres. El complejo cultural en su
conjunto alcanza magnitudes comparables o superiores a las del conjunto de las industrias
químicas o a las del conjunto de las industrias textiles. El peso relativo del complejo
cultural en la producción nacional de Uruguay es comparable al que tiene en países
desarrollados, como Estados Unidos y Francia, si bien (…) el componente de producción
propia es bastante inferior al de esos países” 141.
A nivel mundial la cultura está sumamente valorada, ya que “las actividades
culturales constituyen un fenómeno económico de relevancia, que moviliza cuantiosos
recursos, genera riqueza y empleo”142.
En Uruguay, en ramas directa o indirectamente ligadas a la producción cultural se
emplean unas 61.000 personas (51.000 directamente culturales)143.
Otro problema es que el mayor ingreso de los medios son los avisos, y en cultura
aparecen muy pocos. Y una buena página cultural es costosa. Si no trae retorno en avisos,
entonces no es solo un tema que dependa del medio, sino también de los avisadores, que
140
Palabras de Gonzalo Carámbula en STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo.
Uruguay, 1997. Pág. 9
141
STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Págs. 147-148
142
Ibidem. Pág. 11
143
“La cultura es una importante fuente de trabajo para creadores, intérpretes, empresarios, empleados y
trabajadores independientes de empresas productoras, industriales, de medios, de comercialización
mayorista y minorista, de agencias de publicidad, instituciones culturales, etc., así como para quienes se
ocupan en actividades anexas, encadenadas a la producción cultural, en servicios técnicos de apoyo, etc.”
Ibidem. Pág. 289.
87
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
consideran que este espacio no les genera retornos económicos. Habría que ver también
por qué se piensa esto.
“Si la cultura de este país no vende es porque tiene un formato decimonónico, un
formato aburrido. Ni hablar en la televisión. Yo, que supuestamente estoy en el tema y se
supone que me tendría que interesar, pongo un documental sobre Torres García en la tele
y me aburro tremendamente. Como los hacen acá, claro. Y eso que conozco, me dedico a
esto, lo debería ver por mi trabajo. Pero te juro que cambio al instante”, opinó Emma
Sanguinetti. Además agregó: “obviamente un editor de un diario te va a decir que la
cultura no vende, porque el formato que hay es erróneo. La cultura sí vende, el problema
es que se hace mal, o se cree que no vende porque siempre se hizo mal, porque no la
saben usar, ni manejar, ni estructurar y no están dispuestos ni a invertir, ni a fomentar, ni
a esperar que el cambio se produzca. Hasta que no se cambie esa cabeza, la cosa no va a
cambiar”.
La cultura vende y mucho. Y más adelante veremos que el público consumidor de
diarios puede ser el mismo que el consumidor de cultura, por lo que con más razón la
cultura debe ser un tema importante en los contenidos de los diarios. Y sin embargo estos
contenidos están ausentes.
Igualmente, decir que los temas culturales no le interesan al diario no es una
afirmación del todo válida. Algo (aunque sea mínimo) le interesan pues, siempre que hay
noticias interesantes y polémicas, estas aparecen en primera, hasta con cierta jerarquía. El
tema es que, como vimos, muchas veces es la sección de sociedad (ya sea “Comunidad”
en La República, “Ciudades” en El País, o secciones similares) la que consigue titulares
culturales. Esta sección, que cubre generalmente asuntos policiales, municipales, o
barriales, publica muchas noticias culturales en primera, compitiendo con la sección que
está destinada a esta temática. Esto nos lleva a una tercera afirmación: la posibilidad de
que los periodistas culturales no consiguen buenas noticias.
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
Que son vagos, que son distraídos, que son locos, que son frustrados, que son
bohemios, que son culturosos, que son engreídos, que no les gusta el fútbol y no saben
quién ganó el domingo, que viven en una nube, que leen muchos libros pero no saben qué
ocurrió en la esquina.
Los periodistas culturales tienen una imagen en la redacción. En realidad, hay
“etiquetas” en cada área que definen que la sección de economía es más seria y formal, la
deportiva es más desorganizada y bulliciosa, y la de cultura es, generalmente, la más
bohemia: “Acá somos los locos, los volados. Preguntale a todos acá, yo soy el loco del
diario”, cuenta Jorge Yuliani, editor de cultura del diario La República. José Gabriel
Lagos, editor de La Diaria, bromea con este estereotipo: “No sé si son excentricidades de
la sección o de las personas. Puede ser que seamos los más borrachos”.
Según la editora Valeria García, el plantel de O2 tiene otra imagen: “En parte te
identifican como lo más glamoroso del diario: llevás modas, llevás tendencias, ese tipo de
cosas que te identifican de cierta forma. También somos de los que escriben mejor, los
que se encargan de tener una redacción creativa”. Mariana Álvarez, la otra editora de esta
sección, ofrece otro punto de vista más conciliador: “En O2 son perfiles muy distintos,
desde el súper culto que se devora todas las óperas y la música clásica y el que sabe pila
de televisión, la murga y la movida, hasta el que se lee tres libros por semana. Somos
todos de perfiles distintos y cada uno sigue sus áreas”.
“Generalmente el periodista de cultura es un tipo que trabaja mucho menos que
otros periodistas y a su vez no tienen una noticia urgente: entran más temprano, cierran
más temprano, se borran. Entonces hay una mezcla de desprecio y admiración”, dijo
Elvio Gandolfo, periodista y editor de El País Cultural. Sofi Richero, periodista de
Brecha, parece coincidir en parte con esta visión: “Tiende a haber una especie de
rivalidad, de mutuo recelo entre política y cultura. Muchas veces se piensa a cultura como
`estos que se dejan estar mientras nosotros salimos a la calle, manejamos fuentes y
hacemos el trabajo´. Y no tienen en cuenta que hacer una nota sobre un escritor muchas
veces significa leer 15 libros, y vos capaz que leíste unos cinco libros y te tenés que leer
los otros diez libros que no leíste para hacer la nota. Y eso implica mucho trabajo y
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
dedicación. Creo que hay un prejuicio a la sección cultural como `esos que andan por el
aire y no se interesan por la vida real´, ajenos, cuando no es así”.
Este estereotipo parece compartirlo María José Santacreu, editora de cultura de
Brecha: “Para los otros periodistas los periodistas culturales vivimos en un mundo rosa,
como en una nube. Somos como los privilegiados, los que vivimos en una ficción”.
El periodista radial Jaime Clara no coincide con estas visiones, ya que manifiesta
estar por fuera de todo eso: “Mis colegas no me hacen sentir así, no participo de esa
discusión porque en el ambiente que yo me muevo no es así y no conozco ningún
periodista que se adapte a ese estereotipo”.
El estereotipo también plantea que, así como los periodistas deportivos son vistos
como futbolistas frustrados, los periodistas de cultura son vistos como escritores,
músicos, pintores, actores, u otro tipo de artistas que no lograron vivir de eso 144. Esta idea
no salió de la nada, ya que de hecho muchos artistas de distintos ámbitos terminan
trabajando en periodismo debido a que es muy difícil poder vivir exclusivamente del arte
(generalmente). Es normal que el artista (al menos en América Latina) elija la vía del
periodismo como forma de vida, ya que en este contexto es muy raro que un escritor
pueda vivir de sus libros o un músico de sus discos y recitales. Pero su vocación seguirá
siendo (en la mayoría de los casos) artística, y no periodística.
El periodista Gustavo Escanlar reconoce que hay cierta verdad en esta etiqueta:
“Otro problema con el periodismo de cultura además es que habemos [sic] muchos
hacedores frustrados: cineastas frustrados que empiezan a escribir de cine, escritores
frustrados que empiezan a escribir de literatura… y entonces en esos casos la vocación no
es periodística, sino cultural. No llegan al periodismo a través del periodismo, sino de
otros lugares”. Además agregó: “Lo que termina pasando es que tipos a los que nos gusta
el cine y nos gusta entrar gratis al cine terminamos haciendo crítica de cine, tipos a los
que nos gusta la música y nos gusta tener gratis los cd´s terminamos haciendo crítica
musical. No porque nos apasione el tema periodístico, sino porque nos apasiona tener el
montoncito de cd´s que nos dan las empresas discográficas. Se trata de un periodista que
lo que le gusta no es el periodismo, sino que lo que le gusta es consumir cultura”.
Sofi Richero, en cambio, no ve que esto sea así: “La idea del periodista cultural
como un artista frustrado me parece absurda. Los grandes artistas son grandes críticos, y
144
Ante esta afirmación, quisiera evocar las palabras del docente y crítico Nicolás Rosa: “Los motivos con
los que fundamos una revista son latentemente insinceros: escribimos una revista porque no podemos
escribir un libro”. Publicado en RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, BsAs, 1995. Pág. 209
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___ Martín Fernández Yurcho|
hay muchos artistas que recurren al periodismo cultural como forma de ganarse la vida.
Pero hay periodistas culturales que no son artistas ni pretenden serlo y simplemente les
gusta lo que hacen”.
Pero como dice el periodista y escritor Alejandro Ferreiro, eso no debería ser
sustancial en la discusión: “también hay panaderos frustrados. No está mal que en una
desviación de la vocación un estudiante de humanidades pueda encontrar una nueva
vocación”.
Hasta ahora desde el lado de los periodistas culturales encuentro que se enfrentan
ante los periodistas de otros géneros en tres aspectos fundamentales: Espacio (por la poca
relevancia que se le da a este rubro), Estilo (por la prioridad a la pluma frente a la
redacción concreta y descarnada), y Forma de entender el periodismo (lo noticioso no es
siempre cubierto).
Pero, ¿Qué es lo que piensan desde el otro lado? ¿El periodismo cultural choca
con las concepciones de periodismo en general?
La imagen del periodista cultural tampoco está bien vista por el resto de la
redacción. Una fuente que prefiere no ser nombrada por su salud laboral me dijo: “Le
darán mucho hincapié a la escritura en las críticas y eso, pero cuando hay una noticia
parece que la escribieran con los codos. No te hacen un copete bien ni por casualidad”. El
estilo y la redacción son relativos, pues se puede escribir muy bien, pero también hay que
escribir con criterios periodísticos.
Como dijo el periodista y escritor Alejandro Ferreiro, estas etiquetas corren por
los dos lados: “Para los periodistas culturales los periodistas deportivos son unos burros y
para los deportistas los de cultura son aburridos, o le dan vueltas a todo. Y en realidad es
lo mismo de los dos lados. Pero la estructura de cómo se reparte hoy una redacción es
anacrónica Me parece insólito que estén en lugares separados, que no haya voluntad de
interacción”.
Los de cultura son “los distintos” de la redacción; se dice que no tienen disciplina,
que son “vedettes”, estrellas, que se creen mejores. Están alejados, pero hay que
investigar si se debe a que son marginados por el resto de la redacción o porque a los
propios periodistas de cultura les gusta regodearse en ese aislamiento. Los de cultura
están “en el altillo”, aislados del común de los mortales.
No solo están “en el altillo”, sino que, para el resto de los periodistas del medio,
son periodistas que no acatan los lineamientos de política editorial marcados por sus
91
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
jefes. Son muy competitivos con sus editores (“¿Quién es él para decirme qué hacer a
Mí?”). No digo que esto sea exactamente así, pero es la imagen que hay de ellos que he
constatado en mi investigación.
Pero definir un perfil no se basa en tipificaciones y generalizaciones de este tipo.
El perfil de periodista cultural que intento establecer se basa en las visiones de ellos
mismos, así como de sus colegas, editores e incluso los protagonistas sobre quienes se
escribe en la sección.
145
De cualquier forma hay que recordar que el oficio de periodista en general era marginal en su origen, era
el lugar a donde iban a parar los escritores poco exitosos que no llegaban a ser “artistas” ni “intelectuales”.
La prensa era socialmente subestimada cuando surgieron las primeras gacetas. Probablemente por el
carácter efímero y vulgarizador de la prensa es que incluso hoy en día algunos periodistas culturales siguen
cuestionando publicar su producción intelectual en los diarios. La profesionalización de este oficio más
cierto prestigio y reconocimiento viene cambiando este prejuicio, pero aún quedan vestigios de esta idea
original (Tomado de RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, BsAs, 1995 Págs. 105-111).
92
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semanario. Generalmente las páginas culturales tienen unos cuantos colaboradores que
escriben columnas especializadas, lo que las encarece bastante más que si se hicieran con
periodistas “de planta” (aunque esto depende de cada diario).
Hay gente supuestamente más especializada por páginas otorgadas que en otras
secciones, lo que encarece el costo. Al menos en los semanarios, ya que hay diarios que
no cuentan con un equipo tan importante de colaboradores externos (algunos sí).
La proporción de periodistas con respecto a otras secciones es un poco menor en
los diarios. Por ejemplo, Últimas Noticias cuenta con tres periodistas para llenar tres o
cuatro páginas (aunque una página ya se descontaría por la cartelera de cine y televisión,
además de algunos avisos publicitarios) y no cuenta con colaboradores fijos, salvo alguna
esporádica intervención freelance. Aunque también es cierto que este es el diario que
cuenta con un equipo más reducido en todas sus áreas (en información general tiene diez
periodistas para unas ocho páginas). De cualquier forma, la proporción páginas-
periodistas es menor en espectáculos que en información general. Si bien las cifras puras
y duras no tienen en cuenta otros aspectos, es un dato a considerar.
146
Tomado de RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, BsAs, 1995. Pág. 11
147
Ibídem. Pág. 151
94
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Una buena base de datos, archivo, bibliografía actualizada y acceso a las obras de
consulta más idóneas son fundamentales para la buena labor periodística de cualquier
área, pues no debería haber diferencias con otros periodistas en este aspecto. Jorge
Yuliani, editor de cultura del diario La República, sostiene: “el periodismo es uno solo.
No hay un periodismo deportivo como una cosa menor y un periodismo cultural como
algo desprendido o superior. La actitud del periodista debe ser la misma”. Lo mismo
piensa Jaime Clara, periodista cultural, quien lo pone con el siguiente ejemplo: “Yo hice
hace mucho tiempo periodismo agropecuario. Después de muchos años dedicándome a
otra cosa que no tiene nada que ver, me di cuenta que el periodismo es uno sólo. Porque
con las herramientas que nos da el periodismo podemos hacer periodismo cultural,
político, policial o cualquier otro. Y muchas veces eso no se entiende, porque se llega por
lo específico”.
Otra cosa piensa María José Santacreu, quien dijo que para ella es distinto el tipo
de periodismo, ya que el periodismo cultural, si bien tiene que actuar como todo el
periodismo en términos del rigor en el tratamiento de la información, tiene también sus
particularidades.
Estas particularidades son las que veremos a continuación.
El rol del periodista cultural debe ser uno de los puntos donde los entrevistados
menos se pusieron de acuerdo: hay quienes sostienen que esta sección debe ser creadora,
mientras que otros, más enfocados a la tarea periodística, sostienen que debe ser un
reflejo, una reproducción de la realidad cultural: “el intelectual creador crea (y publica en
revistas intelectuales de escasa difusión), el periodista –intelectual de a pie– refrita y
difunde en los medios masivos”148. Los primeros son los críticos y ensayistas, mientras
que los segundos son los “buscadores” que escarban para desenterrar lo que existe. Pero
es difícil distinguir el límite donde se deja de difundir cultura para pasar a hacerla.
148
TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 50
95
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___ Martín Fernández Yurcho|
El periodismo cultural no está solo compuesto por periodistas puros y duros, sino
también por especialistas que no vienen del periodismo149. Como dijo Jaime Clara: “El
periodismo cultural también supone integrar a los intelectuales, para que generen
conocimiento, investiguen, analicen ensayos sobre diversos temas y lograr trasmitirlos”.
“Hay periodistas más `periodísticos´ y otros más `críticos´, nosotros buscamos
gente que pueda hacer las dos cosas. Muchas veces el crítico tiene un estilo de crítico y
no te hace una entrevista porque no quiere, porque no lo disfruta, o no se siente
capacitado (…) No todo el mundo tiene ese perfil y es bueno que haya perfiles diferentes.
Es bueno que la nota la haga el que está más entusiasmado”, dijo Daniela Bluth, editora
de cultura del semanario Búsqueda. Ella también reconoció que está bien que exista esta
diferencia, ya que no todos los periodistas tienen que ser buscadores y tampoco es bueno
que el crítico escriba de todo, “porque pierde seriedad”. Una misma persona no puede
hacer crítica de plástica, danza, música, libros y teatro porque “al final no queda serio”.
Es entonces importante diferenciar lo que es el periodismo crítico de cultura, que
es el que asiste a los espectáculos, lee los libros y realiza su evaluación crítica, de quienes
salen a buscar las noticias. Ellos conviven en la misma sección, pero son dos tipos de
periodistas son bien distintos.
Claro que hay matices y algunos se acercan o se alejan más o menos a esta
definición.
La importancia de la pluma
149
Pero esto también ocurre en otras áreas del periodismo: no todos son buenos entrevistadores, no todos
son buenos para obtener primicias, no todos son buenos analistas… al final no todo es tan distinto.
96
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
versa o trata”. Esta es una característica que lo diferencia de otras áreas (claro que un
buen diario debería buscar una buena redacción y estilo parejo en todas sus secciones).
Pero todo con moderación, pues la pluma en exceso genera inconvenientes en la
llegada al público del periodismo cultural, y eso plantea ciertos dilemas que sí valen la
pena investigar.
El nivel de escritura es probablemente donde se hace la diferencia entre un diario
y otro. Si los contenidos son similares, entonces supongo que la competencia radica en el
estilo y una forma atractiva de escritura y un enfoque (o perfil) del medio.
“Toda la gente que trabaja en cultura escribe bien, y no siempre el fuerte del
periodista en otras áreas es escribir. En otras áreas hay sabuesos que encuentran la noticia
pero escriben más o menos. Acá no, todos escriben de bien para arriba. Es importante,
sobre todo para el tipo de notas que hacemos en el semanario. Capaz que en un diario
donde todo es más rápido no se permite tan así”, dijo Daniela Bluth, editora de cultura
Búsqueda.
Es por ejemplo uno de los caballos de batalla con los que busca competir O2 del
diario El Observador, quienes buscan diferenciarse de su competencia y del resto del
mismo diario con un nivel de redacción sumamente cuidado (que lo logren o no es otra
cosa). Debe estar “bien escrito”150.
El énfasis en la forma por sobre el contenido genera un problema con las escuelas
tradicionales de periodismo, y aparentemente hay un enfrentamiento con la prioridad de
informar. “Cada vez la información es más ponderada y cada vez menos ponderada la
escritura”, decía Sofi Richero, entonces editora cultural de Brecha, en una charla sobre
periodismo cultural151. Esta frase parece ir en contra del rigor periodístico, pero para la
editora ese es el problema que tiene el periodismo cultural hoy. En la entrevista me
confirmó su preocupación por la mala escritura: “En la prensa diaria me parece que en
general no hay prosas muy interesantes. La información es absolutamente importante,
pero tiene que estar bien escrito: un buen escritor está asociado a un buen lector, y hay un
importante déficit en la calidad de la prosa del periodismo cultural”. Según Richero, la
narración, el atractivo y el sentido de la escritura son más importantes.
150
Aunque esto debería ser condición básica de cualquier página, cosa que no siempre ocurre en los diarios.
Como dijo el periodista Ryszard Kapuscinski en una entrevista: “se usa un lenguaje muy pobre en aras de la
rapidez. El lenguaje nos tiene prisioneros en el periodismo, en especial en los diarios” (El Observador,
publicado el 27/01/2007).
151
Charla sobre periodismo cultural dada en la sede de la APU el 25/10/2007 (Cit. en bibliografía).
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___ Martín Fernández Yurcho|
escribir con giros verbales y frases complejas. Esto hace que se escriban largas páginas
llenas de circunloquios, razonamientos pesados, imprecisos, sin ir al punto, gastando
páginas con lo que se podría haber escrito en pocas oraciones. Quienes escriben en las
revistas especializadas “en el mejor de los casos tienden al terrorismo cultural o a la alta
sofisticación estética, y en el peor a una pertinaz pedantería plúmbea o al circulismo
académico”154. Esto complica la lectura y dificulta la comprensión de muchos de los
textos culturales. Como reflexionó la periodista Juana Libedinsky en su columna del
diario La Nación: “Oscar Wilde escribió que la diferencia entre la literatura y el
periodismo es que la literatura no la lee nadie y que el periodismo es ilegible. En América
Latina esto tiende a ocurrir cuando el periodismo cultural se vuelve críptico”155. En fin, se
pone mucho sin decir nada, o diciendo para unos pocos.
José Gabriel Lagos, editor de La Diaria, parece estar de acuerdo con este
problema: “A veces los especialistas presuponen que uno está metido en el tema que
escriben. Ese es el defecto de las personas que no tienen estudios en comunicación (…)
Estaría bueno que los especialistas pensaran un poco más en escribir para sus lectores y
no para sus colegas, porque eso solo produce oscuridad”. Y además agregó: “También es
cierto que escribir bien es tener facilidad para hacer entender cosas complejas”.
La periodista Emma Sanguinetti dijo que este mal sigue ocurriendo en el
periodismo uruguayo: “Yo creo que hay una tendencia a escribir en difícil, a no entender
la diferencia entre lo que es el periodismo y lo que es lo académico156. Mucha gente que
trabaja en el tema cultural tiene un gran defecto que es el exceso de academicismo y unos
egos importantes. Y eso hace que en general los textos que tengan que ver con lo cultural
en el Uruguay tengan esa necesidad de parecer inteligentes. Entonces cuanto menos se
entienda, mejor porque el que lo lee va a decir: `pah, qué inteligente que es´. Y eso es
impublicable en un diario”. La periodista además agregó: “La gente que en general se
dedica a la cultura falla en el concepto periodístico de lo que debe ser el desarrollo de una
noticia, la comunicación de una noticia, y dentro de esa comunicación abordar cuatro o
cinco puntos que se traten de manera divulgativa y periodística, con gancho y con interés,
los temas culturales”.
154
TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 46.
155
LIBEDISNKY, J. Vale la pena hablar de cultura. Diario La Nación, 13/08/2007. Opinión (Pág.1)
156
Aclaremos que la escritura académica tiene las mismas reglas que el periodismo, con la salvedad que el
periodista cita su fuente en la nota, mientras que el académico lo hace con una nota al pie. Aunque muchos
académicos no lo entiendan y se vuelvan ilegibles, no hay “otro” estilo: las personas citadas utilizan la
imagen del “texto académico” en el sentido estereotipado, pero no tiene por qué ser así.
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Daniela Bluth cree que esto es posible: “acá se puede hacer mejor periodismo
cultural. Hay muchas cosas pasando y se puede rastrillar un poco más. Pero se tiende a la
intelectualización de todos los temas, se cae en hacer de todo un análisis profundo, un
cimiento de la pluma. Entre los periodistas no siempre se valora la noticia, se valora más
la pluma pulida, la visión, la crítica, la firma. Falta buscar un poquito más”. Por cierto,
María José Santacreu, editora de Brecha, parece estar de acuerdo con esta necesidad de
traer gente más preocupada por conseguir contenido: “Si tengo que elegir entre un
periodista que escriba bien o uno que sea curioso, inquieto y tenga buenas ideas, prefiero
mil veces más al segundo. La escritura se corrige, lo otro no se aprende”. En definitiva el
mejor “estilo” termina siempre siendo el contenido, ya que una nota con “contenido” se
defiende por sí misma.
El crítico pasa más bien a ser un “críptico”, que tan solo busca destacarse y
conseguir renombre entre el pequeño núcleo al que pertenece. Abusa con soberbia de
neologismos, cultismos, tecnicismos, arcaísmos, y todos los “ismos” que pueda pensar.
Hay casos en que la persona medianamente formada no se entera de nada de lo que está
leyendo hasta avanzado el texto (incluso los títulos confunden más de lo que explican). El
nivel de encriptamiento de los textos hace que haya que leer un par de párrafos para
comenzar a intuir sobre lo que trata el artículo. Este divismo pretencioso y complejo no
hace otra cosa que perjudicar al lector, alejándolo aún más de las páginas culturales. Su
objetivo debería ser invitar al público a que se acerque a la cultura, y no que el público
sea el que busque con esfuerzo para llegar a ella. ¿Pero existen periodistas claros y
concisos en el periodismo cultural uruguayo? Claro que sí. Esta fuerte imagen es para
pintar uno de los problemas que están vigentes, pero no es algo que ocurra con todos los
periodistas culturales.
Esto puede ser uno de los motivos que alejan a la gente de la información cultural:
“Creo que acá mucha de la gente que escribe cree que hacer sentir a la gente como sapo
de otro pozo es tener nivel. Y allí hay un problema cultural importante, porque se separan
las aguas: vos sos culto o sos ignorante. Yo no tengo ganas de leer algo de alguien que
me está diciendo que yo soy una ignorante. Esto hizo que la gente se aleje de las páginas
culturales y que ahora todo sea espectáculos”, opina la periodista Emma Sanguinetti.
Claro que no es todo blanco ni negro, pero suma.
Como dice Sanguinetti (esta vez escrito en su blog), “por un lado, las artes
visuales se han aislado de los intereses de la gente común convirtiéndose en una
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expresión egocéntrica, extremista y exhibicionista, y por otro, los que escriben suelen
posar de complejos a partir de frases repletas de neologismos que solo parecen reflejar,
que ellos y los que hicieron las obras, son inteligentes y el resto del mundo es un obtuso”.
Y esto hace a veces que los periodistas, que son quienes deben comunicar, divulgar y
contribuir a la comprensión, sean en consecuencia confusos, aburridos y vacíos 157. Para el
periodista Elvio Gandolfo también son aburridos y vacíos, pero por otros motivos: “La
mayoría del periodismo cultural uruguayo aburre poderosamente. Es una papilla
indigesta, pero no porque te caiga pesada, sino porque te cae tan liviana que no le prestás
atención”. Sea por pesados o livianos, el problema es que el periodismo cultural está
desprendido de su público y tiene poco contenido.
Creo que una buena síntesis es la anécdota que cuenta al respecto Jorge Yuliani,
editor de La República. Me contó que antes era un “intelectual de axila”, de los que se
pasean con los libros bajo el brazo hablando “en difícil”. Pero una vez un amigo le dijo
que así no lo entendía nadie, y le preguntó si hablaba para querer demostrar que sabe o
para que lo entendieran. Le respondió que hablaba para hacerse entender. Su amigo le
recomendó entonces que hablara de otra manera: “Y de eso se trata hacer periodismo, de
que todos entiendan lo que decís, no de hacerse el culto para aparentar que uno sabe”.
El problema es que muchas veces el periodista quiere demostrar cuánto sabe, todo
el conocimiento que posee. Y esto genera un periodismo en el que se termina luciendo el
periodista por sobre su entrevistado. Creo que el periodista Jaime Clara lo muestra con el
siguiente ejemplo: “A mí me dicen: `dejás hablar a los entrevistados´. Me parece de
Perogrullo eso, es el ABC del periodismo. Pero eso muestra otra costumbre del
periodismo cultural que es que el periodista da su opinión. Yo no doy mi opinión al aire”.
Hay un miedo terrible de parte de los periodistas culturales a mostrarse humano y
admitir que no se sabe de cierto tema, por más que no sea su especialidad: “Reconocer
que uno no sabe es una cuestión de honestidad intelectual. Yo no poso de sabio. Si en una
entrevista me preguntan si leí a tal autor y no lo conozco, simplemente les respondo que
no tengo idea quién es. Esa postura de ver quién sabe más me parece absurda. Y peor que
esa pose es creer que uno tiene la razón”, agregó Clara.
La línea entre el análisis literario publicado y la nota periodística es muy delgada
en estos casos. Este exceso no es imposible solucionar, sólo hay que reestructurar un
poco algunas cabezas anquilosadas. La periodista Emma Sanguinetti recuerda que para
157
SANGUINETTI, E (artículo). No lo busque porque no lo va a encontrar. Montevideo, 09/04/2008.
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158
OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura., UdelaR,
Montevideo, 2007 Pág. 9.
159
VÁZQUEZ, M. E. Hacia una nueva definición del periodismo cultural (Tesina). Universidad de
Belgrano, 2003. Pág. 8
160
RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, Bs As, 1995 Pág. 24
161
Ibídem. Pág. 34
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delimitados estos roles), o el creador que incorpora en sus artículos sus propias
reflexiones? Claramente no son excluyentes, sino que convive uno con el otro.
Un gran problema es que muchas veces en la prensa de cultura “resulta complejo
distinguir dónde termina la tarea creativa y dónde comienza la tarea de divulgación o
abordaje crítico de la realidad cultural”162, probablemente debido a que desde el propio
surgimiento de la prensa en América Latina los conceptos de prensa y literatura han
estado unidos163¿Se puede ser periodista de cultura sin ser creador de cultura?
Para muchos está claro que no es así, que el periodista no debe meterse en el
asunto que cubre: “No se puede ser arte y parte de la cosa”, dijo por ejemplo Daniela
Bluth, editora de Vida Cultural de Búsqueda.
Pero también es cierto que esto permitió a muchos escritores darse a conocer. Por
ejemplo, el escritor Rubén Darío comenzó a trabajar desde su rol como periodista,
lanzando publicaciones culturales que impulsaron lo que luego fue el movimiento del
modernismo. ¿Darío hubiera llegado a ocupar el lugar que finalmente ocupó en la
literatura si no se hubiese abocado al periodismo cultural y difundido desde allí los
valores del modernismo? ¿El propio movimiento literario del modernismo hubiese sido
tan relevante sin este apoyo desde la prensa? Otra vez la respuesta se divide en si fue
primero el huevo o la gallina.
Dilema similar es hacer “arte con el arte”, es decir, que una crítica sobre arte sea
“artística” en sí misma, por ejemplo: “La prensa cultural también es una fuente de
creación de capital, y en sí misma es capital objetivado. Conviene no olvidar, en
consecuencia, esta doble condición de creadora y reproductora”164. Muchas veces se
valora más a la crítica por estar bien escrita, o por ser de tal o cual autor, y no por lo que
realmente importa, por lo que trata la crítica. Se confunde dónde está el valor del artículo,
lo que me parece también un problema de divismo por parte de muchos críticos.
162
OLIVERA, J - CIANCIO, G. La cultura en el periodismo y el periodismo en la cultura. UdelaR, Mvd,
2007. Pág. 36
163
Ibídem. Pág. 36
164
RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, Bs As, 1995. Pág. 16
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___ Martín Fernández Yurcho|
165
Es normal el cruce de intereses: hacer una “major” en Cultura y una “minor” en Periodismo (o al revés)
es cada vez más frecuente. La formación no es estática como suele verse, sino que una persona puede hacer
una licenciatura en un tema y una maestría luego para especializarse en lo que quiere trabajar. No es un
compacto estancado.
166
Es necesario aclarar que no es la única sección en que trabajen personas sin formación periodística, ya
que es normal que, por ejemplo, en la sección de economía haya más economistas que periodistas
formados, o en la sección de Agro haya personas formadas en esa área específica. Esto no es un problema,
sino que por el contrario es un complemento. No es indispensable que un periodista sea Licenciado en
Comunicación, pero sí que tenga un buen nivel de formación.
167
A mayor oferta profesional, mejor calidad periodística.
168
“(continúa) Esta mayor oferta de educación ha traído también un fenómeno relativamente nuevo, como
es el de las pasantías. La popularización de este sistema ha llevado, en algunas empresas, a la sustitución de
personal efectivo por pasantes, lo que ha aumentado la situación de inestabilidad laboral”. STOLOVICH,
L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 314.
105
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___ Martín Fernández Yurcho|
persona que escriba de artes visuales voy a buscar alguien que sepa de estética, no un
periodista llano que cubra la exposición”. Pero además agregó que es muy difícil
encontrar alguien que pueda entender una disciplina y a la vez esté desvinculada al tema
y tenga la capacidad de explicarla a la gente no especializada.
Los estudiantes de periodismo no parecen estar suficientemente preparados como
para cubrir cultura: “Yo veo que los que vienen de comunicación están entrenados para
ser más intermediarios, no se ven a sí mismos entre lo que pasa y el lector. No hay una
curiosidad, una guiñada, no hay un poquito de maldad o de sospecha, son muy técnicos.
Nosotros buscamos más sustancia”, comentó Lagos, quien agregó que si tuviera que
elegir entre una persona con conocimiento y otra con habilidades comunicativas elige al
conocimiento de la materia, pues como editor puede corregir la escritura, no la habilidad:
“Para mí es mucho más fácil corregir a alguien que hacerlo interesante”.
Sobre esta nueva ola de egresados terciarios en periodismo, el periodista Elvio
Gandolfo comentó: “Hay una camada de jóvenes trabajando que pueden ser buena gente,
pero están poco formados y son simplemente aburridos”.
Al parecer entonces la formación periodística tampoco garantiza mucho. “Yo soy
partidario de la formación, pero no de que sea una condición sine qua non para ser
periodista cultural. Las páginas de gloria de los diarios las hicieron personas sin
formación en periodismo cultural”, comentó el periodista Jaime Clara.
En Uruguay no hay una formación especializada en periodismo cultural (salvo
talleres puntuales dentro de las carreras de grado). La formación autodidacta es crucial en
esta área. Como dijo la periodista cultural Emma Sanguinetti: “Suceden dos cosas con
respecto a la formación: una, que no tenemos ninguna especialización ni ninguna
maestría que esté dedicada al periodismo cultural, cuando el periodismo cultural existe en
todas las universidades del mundo como posgrado o como especialización. Aquí [en
Uruguay] se forman comunicadores con una formación inclinada a lo periodístico y dejan
el resto librado a los intereses personales de cada alumno. Y esto no implica que los
egresados tengan una vasta cultura. Por el otro lado, la gente que puede llegar a escribir
sobre lo que el supuesto universitario formado no conoce no sabe hacer periodismo.
Entonces hay un choque: el que de repente puede tener una formación periodística no
tiene el bagaje cultural como para armar una nota, y la gente que sí tiene contenido no
tiene herramientas periodísticas. Con formación en periodismo cultural se podría volver a
ganar terreno dentro de los diarios”.
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169
Palabras Gabriel Peveroni en conferencia sobre “rock y crítica periodística” el 15/11/2007
170
RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Editorial Paidós, Bs As, 1995. Pág. 113
107
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persona que no leyó historia, que no leyó filosofía, que no leyó arte, no puede
comprender el mundo”, opina Emma Sanguinetti. Pero no es la única: “Hay un problema
de cultura general en la sociedad. El periodismo es cultura. No podés ser periodista y no
ser culto (…) con afán de saber, de entender y de leer todo”171.
Ya sea que sean periodistas faltos de formación cultural adecuada, o que, al revés,
sean especialistas faltos de una buena técnica para informar, el periodismo cultural se
encuentra en un problema que lo aleja del diario y del público. Con más razón hace falta
una formación periodística en esta área. Aunque de a poco se va profesionalizando.
Luego de las distintas entrevistas pude llegar a la conclusión que los diarios
buscan “comodines”, personas versátiles que puedan conseguir información y cubrir
cualquier tema. Pero no por un tema de que sea el perfil que más necesiten, sino que es el
que mejor se adecua a la realidad de los diarios de hoy, donde los equipos de periodistas
son pequeños.
En los semanarios se cuenta con un equipo más especializado, pero también les
hacen falta periodistas que salgan a buscar noticias. Daniela Bluth, editora de Búsqueda,
dijo: “buscamos un perfil periodístico, que tenga un buen manejo de la información, pero
además que tenga una formación cultural un poco más grande, sobre todo porque acá
hacemos mucha crítica y para eso tenés que tener a alguien calificado”.
Sin embargo otros piensan que el ideal de periodista para este rubro no es el
“periodista-comodín”, sino un periodista especializado, que reúna las dos condiciones,
que combine su velocidad y precisión en dar primicias, con competencias en relación a
sus fuentes, dominio de su área y manejo de un buen archivo172. Como dijo José Gabriel
Lagos, editor de cultura de La Diaria: “Lo ideal sería que las personas que escriben
tuvieran conocimientos de comunicación. Igual todo el mundo va agarrando cancha en la
práctica”.
Muchas veces termina cubriendo cultura un periodista no especializado. El editor
cultural de La República Jorge Yuliani dijo: “A veces nos especializamos en ciertas áreas
por razones de formación personal, pero a veces no es por elección, sino por casualidad o
por necesidad de la empresa en la que trabajamos”. Y esta realidad no puede pasarse por
alto, ya que a veces el periodista cultural está para “tapar agujeros”.
171
María Urruzola en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Montevideo, 2008. Pág. 315
172
Tomado de TUBAU, I. Teoria y práctica del periodismo cultural. Ed. ATE. Barcelona, 1982. Pág. 16
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El multiempleo
“En este núcleo está muy difundido el multiempleo”173, no es raro que un mismo
periodista cubra un hecho para dos o tres medios distintos, lo que afecta la calidad del
trabajo. No es novedad que alguien diga que en Uruguay “escribir no es una profesión de
la cual se pueda vivir, [de hecho, muchos autores] desempeñan actividades en el
periodismo o en el campo profesional”174. El trabajo de un artista no es suficiente para
cubrir sus necesidades básicas, por lo que generalmente se dedica a un trabajo que le
asegure mejores posibilidades económicas175.
Está mal visto que un periodista que cubre política, por ejemplo, sea militante de
un partido político, o que un periodista de economía trabaje en una empresa de análisis
financiero. Pero en el caso de periodismo cultural se tolera, ya que por ejemplo hay
periodistas de cultura que a su vez pueden ser productores de una banda musical, o de
obras de teatro, o incluso tienen un conjunto al que promocionan desde las páginas del
medio en el que trabajan. A decir de Mariana Álvarez, editora de O2 del diario El
Observador, esta práctica no está tan mal vista: “Se acepta. Una vez acá tuvimos un
periodista de O2 que estaba trabajando en una productora de cine. Pienso que es
controlable, porque es difícil que a un periodista le dé la cara para decirle a su editor de
poner una noticia del otro lugar donde trabaja. Igual estamos de acuerdo que no es lo
ideal”. El problema es que a veces sí les da la cara.
Esto de que sean escritores antes que periodistas, si bien no es en sí un problema,
genera confusión en los roles. Muchas veces el periodista termina siendo novelista (caso
de Onetti y García Márquez, o Hemingway, que fueron a la vez periodistas generales) o
173
STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 295
174
Ibídem. Pág. 208
175
Tomado de palabras de David Throsby en Ibídem. Pág 67
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al revés. Más peligroso es cuando se trata de un crítico de música que a la vez produce
una banda de rock, de un crítico literario que a la vez es jurado, o de un crítico de cine
que esté haciendo una película176.
En realidad cuestionar que un periodista cultural escriba poemas o toque en una
banda es como cuestionar que un periodista deportivo juegue con sus amigos al fútbol.
Siempre y cuando se esté hablando de una práctica amateur no debería haber ningún
problema. Más complicado es cuando se habla de un ámbito profesional, por ejemplo, si
el crítico literario publica una novela o el crítico de música tiene algún concierto. Ahí
juega mucho, lógicamente, el buen criterio de cada persona. Aunque la ética profesional
no sea muy explícita en este punto, no hay que ser un experto para darse cuenta que esto
es un problema. Algunos tienen formas bastante razonables de resolver esto:
“Directamente no hablaba de mis libros [aunque parezca evidente hay quienes sí los
comentan]. Nunca le hice una nota a las editoriales en las que publicaba”, dijo el
periodista y escritor Alejandro Ferreiro. Hay quienes van más allá y ni siquiera se
permiten hablar de libros de otros. Pero hay puntos más difusos.
Como cuenta Daniela Bluth, editora cultural de Búsqueda, “hay directores de
teatro que son críticos de teatro, o críticos de plástica que son curadores de alguna
muestra”. Bluth también agregó que hay ciertas excepciones: “Acá eso no pasa por la
exclusividad que tiene Búsqueda para con sus periodistas, salvo con los libros. Cuando un
periodista nuestro publica un libro, se le pide a alguien de afuera de la empresa que lo
comente”.
Bluth no es la única que me confirma este problema. Emma Sanguinetti agregó:
“Acá hay curadores que son jefes de sala, personas que tienen el poder de decidir cuándo
exponés y que además son periodistas. Y te venden el combo: sala, curaduría y prensa.
Eso no es ético. Le hace muchísimo daño al periodismo cultural y no es correcto. Son
actividades incompatibles. Si estás como gestor, como curador, o lo que fuere, no podés
bajo ningún concepto escribir sobre ese tema, aunque sea la cosa más aséptica e
informativa. Y eso en Uruguay es habitual. Sucede, se permite y hasta se incentiva. Pero
no debe funcionar así”.
Hay personas que saben que esto no es lo correcto y son consecuentes con esto,
como por ejemplo Mariana Percovich, quien renunció a Búsqueda para hacer su primera
176
El multiempleo es una característica en este rubro, ya que muchos periodistas culturales trabajan además
de profesores, músicos, productores, escritores y otras ocupaciones que se tocan mucho con el objeto
noticioso que cubren.
110
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obra de teatro: “En mi opinión está mal que un periodista trabaje en un medio y a la vez
sea director de teatro, actor, actriz, y a su vez el mismo medio en que trabaja lo cubre. Yo
renuncié y dejé el periodismo. Y no lo pienso retomar, salvo que quiera dejar el teatro.
Cuando pasé a ser artista me desenchufé del periodismo; pasé a consumirlo, pero dejé de
ser periodista. Eso es ética, no objetividad. Si vos sos artista no podés ser periodista
cultural. Punto”.
El editor de cultura
cada medio tiene de periodismo cultural, idea que está formada en gran parte por sus
editores y la concepción que impregnan de ellos mismos en las páginas.
Algo similar piensa Gabriel Lagos, editor de cultura de La Diaria, que también ve
diferencias entre los medios y su forma de encarar la cultura: “En El País el cuerpo del
diario se dedica a espectáculos y farándula, pero a la vez tiene sus columnas y sus
críticas, es raro. Cuando hay una noticia cultural es una irrupción. A O2 lo veo muy
frívolo. Lo que le critico a La Diaria es que a veces no tenemos investigación genuina y
nos tenemos que manejar con internet. Lo que veo en O2 es que pasa lo mismo, pero
tienen otros recursos, y que la parte en la que no se descansan en internet es muy light.
Últimas Noticias parece escrito por una sola persona, es como un diario que no existe. La
República es terrible, a veces tienen noticias, pero en general están muy cargados de
cosas innecesarias. Lo más cultural es lo que saca Búsqueda y Brecha”.
Pero la figura del editor no es la única. El director también tiene su peso (a veces
mucho) en la línea de lo que se publica. En muchos casos es el caudillo que saca adelante
a su medio y al grupo de periodistas que lo rodean.
Como bien dice Rivera, la figura del director es de gran influencia en las revistas
latinoamericanas. Es el caso de Quijano en Marcha, Jesús Silva Herzog en Cuadernos
Latinoamericanos y Fernando Ortiz en la Revista Bimestre Cubana: pueden ser vistos
como “el caso típico del director que define el perfil de una revista y la gobierna, de
manera inclaudicable, con una mezcla de laboriosidad, tesón, política y talento
editorial”177. Y hay muchos más: Octavio Paz con su revista Vuelta, Enrique Krauze con
Letras Libres, o, sin ir muy lejos, los casos de Danilo Arbilla en el semanario Búsqueda o
Daniel Herrera Lussich (“el Pingo”) en el diario El País.
Ahora, la cuestión es si está bien que exista esa subjetividad, ya que si bien
enriquece en muchos aspectos, también puede limitar los contenidos. Por ejemplo,
mientras que para Búsqueda y El Observador las políticas culturales deberían ser un tema
central del periodismo cultural, para Brecha no: “las políticas culturales no son tema del
periodismo cultural; son periodismo político sobre un objeto cultural, pero que se roben
un Torres García es una noticia de policiales, no de periodismo cultural”, dijo por
ejemplo María José Santacreu, editora de cultura del semanario Brecha.
177
RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, Bs As, 1995. Pág. 53
112
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Los editores son muy subjetivos y eso se refleja en las páginas donde trabajan.
Jorge Yuliani sostiene esta subjetividad: “Desde que elijo publicar esto y no lo otro ya
estoy haciendo una selección. Desde que decido poner una nota como cabeza de página
arriba le doy más importancia que si la pongo en una columna al costado o si la pongo
abajo. Destaco lo que quiero destacar y minimizo lo que quiero minimizar”. Claro que
esto es relevante para cualquier área.
Esta subjetividad en los contenidos se puede ver en el siguiente ejemplo que
cuenta la periodista Emma Sanguinetti: “Hace poco hice una entrevista con
representantes del museo del Louvre que vinieron a organizar una exposición en la
rambla. Hice la nota y se la llevé a un editor. La respuesta del tipo fue: `a mí el Louvre no
me interesa´. Yo estoy convencida que lo que decía esa nota le interesaba a cualquier hijo
de vecino, pero el editor decide qué es lo que le interesa al público. Al final la nota la
vendí para afuera, pero siempre lo intento acá primero”.
Puede entonces que buena parte del problema sea de los editores.
La línea editorial de cada diario (en su mayoría) influye mucho en los contenidos
que se incluirán. Véase el ejemplo de La República, que no admite noticias de la
farándula (al margen de si eso es bueno o malo, o si le interesa o no a los lectores). O
Brecha, donde la línea editorial está más marcada por la literatura porque la mayor parte
de sus periodistas viene en su mayoría del ámbito de las letras. Todos los editores ponen
su impronta y su subjetividad, lo que hace que el perfil de cada sección sea tan distinto.
Esto no es bueno ni malo en sí mismo, ya que puede tener sus ventajas. Pero
también puede generar limitaciones. Como dice el periodista y editor Alejandro Ferreiro,
“Se supone que un editor es una persona informada sobre el mundo, que está informada,
que lee, que sabe hacia dónde van fenómenos, que ven las tendencias un poco antes que
todos. Se supone... ahora, si el editor se guía por encuestas de otro rubro, hay algo que no
está funcionando bien”.
178
LINN, T. Así concebidas. Nuestras democracias imperfectas. Fin de Siglo. Montevideo, 2008. Pág. 265
179
Ibidem, Pág 271
180
Aunque sea solo una anécdota, creo que es interesante recordar cuando Margarita Musto dijo en un
discurso en el teatro El Galpón el 4/10/2004: “la inmensa mayoría de los artistas y trabajadores de la cultura
del Uruguay fuimos y somos de izquierda”, adjudicándole al Frente Amplio el bastión de la cultura.
114
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Como plantea Linn, esto además se debe a que hay un público con expectativas
preconcebidas de lo que quiere leer sobre América Latina, y los autores responden a esa
dialéctica esperada, hecha de lugares comunes. Se trata de una cultura efectista a los
intereses de ciertas personas que consumen lo que esa oferta propone.
Puede que el núcleo cultural está enclaustrado en un grupo hermético e
ideológicamente marcado, lo que hace que también cueste mucho la renovación del
“plantel cultural”181 y no se dé espacio a los nuevos artistas; pero también es cierto que
hay muchos integrantes de la cultura que (quizás decepcionados por la izquierda en el
gobierno, quizás por una actitud crítica) se han alejado de estos viejos requisitos
ideológicos propios de la Guerra Fría.
De cualquier forma, no se puede obviar que la mentalidad sigue existiendo, y que
aún hoy Octavio Paz y Vargas Llosa siguen siendo mal vistos por el entorno cultural
“izquierdoso” (incluso son calificados como “traidores”). Esta visión existe, pero ya no es
tan pesada como supo serlo no hace mucho.
Puede ser que Uruguay tradicionalmente tenga un caudal de artistas de izquierda,
como dijo Sofi Richero, periodista del semanario Brecha, pero eso no significa que hoy
los periodistas culturales tengan esa inclinación. Ana Inés Larre Borges, también
periodista de Brecha, opina que si bien históricamente la cultura era de izquierda, hoy con
la izquierda en el gobierno las cosas han cambiado: “en este país hubo una tradición de
que la cultura fue de izquierda. Sobre todo después de los 60. Pero ahora que la izquierda
está en el gobierno encontrás que están más sueltos, menos comprometidos y más
críticos”182.
María José Santacreu, editora de Brecha, parece estar alineada con este
pensamiento: “La cultura uruguaya hegemónica es de izquierda. Después de este
gobierno capaz que empieza a cambiar un poco, porque la cultura tiende a reaccionar
contra el estatus quo”. Esta editora piensa además que esto no es un tema propio del área
cultural: “En realidad también pasa lo mismo con los periodistas deportivos. Todos te van
a decir que son hinchas de Racing por más que la mayoría sean de Nacional o Peñarol”.
181
Al parecer esto no es algo nuevo. Juan Carlos Onetti escribió en una de sus columnas: “Pensemos en
esta realidad pavorosa: los mismos nombres que formaban la vanguardia de nuestras letras en 1930
aparecen en el 40 ocupando idéntico sitio, haciendo las mismas cosas. Y llegará el 50 y estarán allí
publicarán el mismo libro cada año con distinto título”. (PINO, M. El semanario Marcha de Uruguay: una
genealogía de la crítica de la cultura en América latina. Pág. 147)
182
Aunque que sean más críticos y menos comprometidos no necesariamente significa que no sigan siendo,
en términos genéricos “de izquierda”.
115
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Mariana Percovich, ex periodista cultural, parece estar de acuerdo con esta analogía: “Es
como el periodista deportivo que no dice de qué cuadro es, pero es de un cuadro, aunque
sea en la secreta, en su dormitorio”.
José Gabriel Lagos, editor de Cultura de La Diaria, también parece coincidir: “La
cultura es crítica y está enfocada a una postura de transformación de las cosas. Y
generalmente esa postura de transformación está asociada a la izquierda. Pero ahora con
el gobierno de izquierda muchas de las críticas de la cultura están más alineadas con la
derecha, no tenés por qué coincidir con la visión de un partido”. Mariana Percovich fue
aún más allá: “toda la cultura y toda persona que le interese la cultura van a ir para ese
lado: va a ser amplia, va a ser democrática, abarcativa”. De cualquier forma ser “amplio”,
“democrático”, o “abarcativo” no es exclusivo de la izquierda.
Jorge Yuliani, editor de cultura del diario La República opinó que no es solo el
periodista cultural, sino que todos los periodistas tienen una intención ideológica, pues de
la manera en que uno escribe ya está “pasando ideología”. Richero concuerda un poco
con esta visión, estableciendo que cuando uno escribe se traducen las nociones o ideas
que la persona tiene, sea el tema que sea. Pero aclara que eso no significa asociar la
cultura a una ideología. Que estos valores se asocien a la izquierda (cosa que es muy
discutible) no hace necesariamente al periodismo cultural como algo de izquierda.
Para el periodista Gustavo Escanlar “todo el aparato cultural ha sido contaminado
o apropiado por la izquierda”. Esta visión de Escanlar generó revuelo en su momento,
tras sus polémicas cartas publicadas a fines de los 80 en distintos diarios y semanarios.
José Gabriel Lagos, editor de cultura de La Diaria, comentó: “El valor que le aportó
Escanlar a la autopercepción de la cultura uruguaya fue muy bueno y marcó fuerte en mi
generación. Escanlar cuestionó en los 80 el valor literario de Benedetti, diciendo que el
escritor hizo algunas cosas buenas hace mucho tiempo, pero después se mandó un
montón de cagadas y siguió vivo porque en esta sociedad la postura política hegemónica
en la cultura es la izquierda”.
En la actualidad ya no se considera que sea así: “El diario busca al público, a sus
intereses. Ya no corren esos asuntos”, dijo Hugo Fernández Dovat, editor de Últimas
Noticias. La periodista Emma Sanguinetti también concuerda con relativizar esto: “Hay
una especie de falsa oposición donde se cree que todo lo que tiene que ver con la cultura
desde el punto de vista político es de dominio de la izquierda, cosa que no es así. En una
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época pudo haberlo sido, pero eso hoy es un folletín viejo de otro tiempo. Es un grave
error pensar que si sos de la cultura tenés que ser de izquierda. Es una pose”.
Como dijo el periodista y escritor Alejandro Ferreiro, “la misma profesión del
periodista te hace ser más abierto, no encasillable ni de izquierda ni de derecha: Dudas
más, sos más flexible, no te embanderás con ninguna pasión sin primero querer
comprender las cosas”. Coincido en esta visión de Ferreiro, pues, como agrega, “el
periodismo te enseña tolerancia de una manera muy contundente” y la propia profesión
enseña a no dejarse llevar por “pasiones partidarias”.
Henry Segura, editor de espectáculos de El País, coincide en que esa frase ya no
corre, y va un poco más allá: “Eso es un prejuicio arcaico y creo que Timerman lo que
hace es lanzar una frase graciosa pero muy poco inteligente. No es así, es una barbaridad.
Esas conclusiones me parecen muy antojadizas, graciosas”. En realidad la “frase
graciosa” de Timerman no es tan antojadiza: esa Tesis fue aplicada de forma deliberada
por el propio Timerman en sus publicaciones (Primera Plana y La Opinión) y los hechos
demostraron que su esquema fue exitoso.
Escanlar agregó que esta ideología de izquierda influyó en la forma de hacer
periodismo, pues todavía tenemos esa herencia de Marcha, y eso hoy genera sus
problemas: “Todavía no se ha resuelto para qué se hace periodismo cultural. En su
momento en los años 60 estaba claro que era para iluminar a la gente, para señalarle a la
gente qué eran las cosas que tenía que ver o que hacer. Pero ahora no está claro, porque la
gente está mucho más avivada, consume lo que se le canta y no lo que vos le decís. No
hay un canon, no hay un bien y un mal que tengan que seguir. Hoy en día el papel del
periodista cultural está mucho más difuso”.
Emma Sanguinetti coincide en este punto con Escanlar: “Hay una estrechez
mental fruto de mentalidades que están anquilosadas en otra época. Estos no son los años
60, estamos en el 2009. El futuro ya no es lo que era antes. Hay que derribar un montón
de mentalidades que se arrastran de décadas en donde la cabeza de la gente estuvo metida
en la idealización, en los mundos divididos, en los extremos”. La periodista además
agregó que ya habría que “pararle el carro” a todos esos señores “engolados, envueltos en
banderas”, que aún piensan que van a hacer “la revolución intelectual”. El periodista
Jaime Clara parece coincidir con esta necesidad de cambio: “tiene que haber una apertura
de cabeza política, porque la cultura no es un reducto de la izquierda. Yo entrevisto a
117
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___ Martín Fernández Yurcho|
183
LINN, T. Así concebidas. Nuestras democracias imperfectas. Fin de Siglo. Montevideo, 2008. Pág. 263
118
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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184
ALSINA THEVENET, H. Periodismo y cultura. Montevideo, (Enero 1998)
119
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___ Martín Fernández Yurcho|
forma del nivel educativo y el nivel de ingresos del hogar 185. Está bien afirmar entonces
que “el que lee, lee”, y que el consumidor de libros es casi el mismo que el consumidor
de diarios186.
Como dice Alsina Thevenet, en Uruguay existe una “minoría culta que quiere
hacer las cosas bien” y esa minoría debe llegar a un público todavía alejado
(especialmente en el interior): “El diario El País financia a pérdida un suplemento
cultural, que no le trae publicidad comercial y que en el mejor de los casos sólo le reporta
prestigio”187. Más allá del hecho de que genere pérdida para el diario188, hay que rescatar
que quizás entonces quienes compran los diarios son quienes consumen productos
culturales y por lo tanto son personas interesadas en consumir periodismo cultural. ¿Esto
será así?
Aparentemente sí: “Los espectadores del tipo cultural, por su parte, poseen una
atracción mayor a la media, por programas propiamente culturales (documentales, ópera,
etc.), periodísticos políticos y deportivos no de fútbol”189, informaba un estudio del
mercado cultural uruguayo encabezado por el economista Luis Stolovich en 1997.
Como en todo, hay opiniones encontradas y ambas son en parte válidas. Para el
periodista Gustavo Escanlar el que compra El País nunca lo va a comprar por las noticias
de cine o por El País Cultural: “no sé si a la gente le interesa el periodismo cultural, creo
que le interesa más el deportivo o la política”. Lo contrario opina Jaime Clara, periodista
cultural de radio Sarandí, quien recuerda: “Seguramente nadie daba un peso por El País
Cultural pero, después que salió, el diario El País pasó a vender mucho más los viernes”.
Pero Escanlar tampoco es pesimista, ya que agregó que en Uruguay “hay un
consumo cultural interesante. El tema es si el periodista cultural está a la altura o no, si
ese espacio que tiene se logra acompasar a lo que la gente necesita”.
La periodista Emma Sanguinetti opina que los lectores están, pero el periodismo
no llega a ellos adecuadamente: “lo que pasa es que los diarios no se dan cuenta de que
hay que habilitar una nueva forma, que no podemos seguir prendidos al formato
académico. Todo pasa porque vos les tires algo provocador, que tenga un concepto
185
Tomado de ACHUGAR, H, otros. Imaginarios y Consumo Cultural. Primer Informe sobre consumo y
comportamiento cultural. Uruguay, 2002. Ed.Trilce, Montevideo, 2003. Pág. 58
186
También es válido aclarar que “hay lectores y lectores”, es decir, que no todos los lectores de diarios o
revistas son también lectores de libros, y viceversa.
187
ALSINA THEVENET, H. Periodismo y cultura. Montevideo (Enero 1998)
188
Hecho para nada menor, ya que no debería ser un orgullo que un suplemento genere pérdida, como dijo
Emma Sanguinetti en unas páginas atrás. Creo que es algo para reflexionar.
189
STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 115
120
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adentro, buscar el gancho de aquello que le va a gustar al lector, a cualquier tipo común y
corriente. No al periodista. El otro peligro es por esto caer en lo banal”.
El periodismo cultural en los diarios debería buscar una difusión masiva para un
público masivo, no especializado. Pero “lo cultural” suele tener el prejuicio de ser ajeno a
los intereses del lector corriente. Si se siguiera al pie de la letra esta aparente
contradicción, no deberían existir las secciones culturales… evidentemente la realidad no
es así (a menos que estemos todos locos y nos guste tirar dinero en secciones que dan
pérdida y no aportan). El consumidor de cultura también consume periodismo cultural.
Cuando este es bueno, compra. El dilema entonces no es que la sección cultural llegue a
todo el mundo, sino si al menos llega al lector “interesado”. Si no lo hace, tenemos un
problema.
También es cierto que el costo de los diarios no los hace accesibles a cualquiera
(como sí lo son en otros países). En Uruguay los diarios son desproporcionadamente
caros y eso también perjudica su llegada al público. Bien lo dijo el periodista Gustavo
Escanlar: “O vas cuatro veces por mes al cine o te comprás una revista de cine. Creo que
la gente que consume cultura prefiere gastar esa plata en ir al cine”.
Puede que los lectores sean contemplados por el medio, el problema es que en ese
caso el perfil que un periodista o editor se arma de su lector no es necesariamente el
mismo que el que se imagina el otro periodista que tiene al lado. Y difícilmente puedan
verificarse esos intereses (además en una encuesta todos decimos que la cultura es
imprescindible, aunque después no nos interese). Valeria García, editora de O2 fin de
semana, explicó como se manejan los editores en su medio: “Marketing te puede decir
algunos estudios del público, pero todo lo que yo decido que va es instintivo. No sé cómo
explicarlo, lo sentís (…) es un poco de intuición y un poco de actualidad”.
Esta contemplación del lector determina los temas que se elijen publicar. Un
ejemplo de esto se puede ver en el caso que narra la editora de cultura Daniela Bluth:
“Por ejemplo nos ofrecieron una entrevista con Zambayonny [polémico músico
argentino] y dijimos que no, porque él no es para el público de Búsqueda y no vale la
pena darlo. Sin embargo, si nos ofrecen para entrevistar a Jean Luc Ponty [violinista
francés] sí lo damos, porque sabemos que a nuestro público le interesa”. Cuando pregunté
si había un estudio sobre los intereses culturales del lector del semanario, me dijo que no
conocía nada puntual, pero que se suponían ciertas cosas en base a estudios que se
realizaron, pero más generales y hace muchos años.
121
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
El caso de Brecha es similar; se tiene una vaga idea del perfil del público en
general, pero no se tiene información de los intereses culturales de los lectores. Sofi
Richero, ex editora de cultura y actual periodista cultural del diario, comentó al respecto:
“Brecha encargó un estudio sobre las características de sus lectores. Eso ayudó para
entender o buscar contemplar a ese lector. Muchas veces el lector de Brecha que imagina
uno no es el mismo que imagina el otro. Pero ese estudio demostró que es un lector que le
interesa la política y la cultura, es lo que más atienden sus lectores”. Además agregó que
la agenda pasa muchas veces por contemplar esa idea de lector: “El equilibrio que
tenemos que hacer es generacional. Tenemos un lectorado veterano, y hay que conciliar
los contenidos para ese tipo de lectores con contenidos para gente de mediana edad y
otros para traer gente joven al semanario. Tenemos que conjugar notas que tengan interés
para esos tres públicos y no siempre resulta fácil”.
Además, como plantea Elvio Gandolfo, puede ser que se trate de un problema de
los periodistas de no atender los intereses de ese público: “En lo cultural hay una
resistencia biológica a cambiar. Brecha por ejemplo ha tenido varias consultas al público
sobre el semanario y todas las veces les dijeron que la sección de cultura era un plomo. Y
nunca la cambiaron”.
Los diarios tienen algunos estudios del público que los lee, pero los editores no
parecen estar al tanto de estos estudios, o tener datos suficientes para tomar medidas. A
criterio de los editores entrevistados, muy de vez en cuando se ordena algún estudio para
ver los intereses de los lectores, y generalmente los datos que aportan son insuficientes y
generales. Y los contenidos culturales son más puestos “por costumbre” que por pruebas
sólidas, por intuición más que por convicción.
Pero parece que este no es un tema exclusivo del periodismo cultural. Como dijo
el editor Jorge Yuliani, “en el periodismo nacional no importa lo que la gente quiere”.
Delimitar el perfil del público que lee la sección de cultura de cada diario es de lo
más difícil. En la teoría el lector importa: “Cuando elaborás un diario estás pensando en
la gente que lo lee, te tenés que imaginar un diálogo previo con ese público, imaginar qué
le interesaría leer”, dijo Henry Segura, editor de espectáculos de El País. Pero
122
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
prácticamente no hay estudios con respecto a los perfiles de los lectores, y si los hubo
alguna vez, los datos son de hace años y no representan la realidad actual.
Varios de los medios hicieron estudios, en especial en los años 90, y la verdad es
que en algunas áreas no les sirvieron para nada. Claro que en una encuesta donde se le
pregunte si el medio debe dedicarle más espacio a la cultura, un 90 por ciento te va a
decir que sí. Aunque después nunca la lea. Pocos admiten que eso no les interesa. Pero
existen otras estrategias para conocer al público. Hay buenos editores generales que saben
lo que su público quiere en función de muchas variables: el perfil del medio, lo que otros
medios dan y lo que cuesta que lo de ese medio190.
Además es imposible determinar el nivel de cultura de una persona. No se puede
decir que una persona es más culta que otra, pues todo depende con respecto a qué
parámetros se habla. Recuerdo que cuando en 2006 salieron los resultados preliminares
de la encuesta de consumo cultural191 (que detallaré más adelante), muchos analistas y
educadores ponían el grito en el cielo porque la mitad de las personas de los
asentamientos no sabían quién era Torres García, Juana de Ibarbourou o José Enrique
Rodó. Yo preguntaría a los escandalizados si saben quién es Gerardo Nieto o Carlos
Goberna y su “Sonora Borinquen”. Es que, parafraseando a Hugo Achugar, no existe un
“cultómetro”. La cultura no se mide; todos somos cultos de un modo diferente y en
diferentes culturas o subgrupos culturales, y toda persona puede ser “culta” en un
determinado universo cultural y a la vez ser totalmente ignorante en otro192.
Lo que sí se puede delimitar es el consumo de cultura. Todas las personas, no
importa el nivel socioeconómico que tengan, consumen productos culturales. La
diferencia, claro, está en el tipo de cultura que consumen y el dinero que disponen para
hacerlo. “El consumo cultural se distribuye desigualmente en función del nivel de
educación y del nivel de ingresos” 193.
190
Por ejemplo, cuando la editora Daniela Bluth páginas atrás comentó que al público de Búsqueda no le
interesa el carnaval, no significa que a muchos lectores no les pueda interesar. Pero ¿tiene sentido que
Búsqueda para competir gaste en sueldos de periodistas calificados que entiendan de carnaval cuando el
lector de Búsqueda, aun el fan de Carnaval, no es allí donde quiere encontrar notas de esa actividad? Son
variables complejas que manejan los buenos editores, que se pueden sintetizar en “a nuestro público no le
interesa”. La frase es sencilla, no el concepto detrás de la frase. Y esto hay que aclararlo.
191
CEIL-CEIU, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación en la UdelaR. Encuesta de consumo
y comportamiento cultural de los uruguayos (datos preliminares). Montevideo, 2006
192
Tomado de ACHUGAR, H, otros. Imaginarios y Consumo Cultural. Primer Informe sobre consumo y
comportamiento cultural. Uruguay, 2002. Ed.Trilce, Montevideo, 2003. Págs. 9-10
193
STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 23
123
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
194
RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed. Paidós, Bs As, 1995 Pág. 29
195
STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 119
196
RIVERA, J. B. El periodismo cultural, Ed Paidós, Bs As, 1995 Pág. 30
197
EL PAÍS, Diario. Departamento Comercial. Perfil de los lectores del diario (sitio en bibliografía).
198
Ibídem
124
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
porcentaje de sus lectores lee la sección y aún así no le dan la importancia que (a juzgar
por sus propios datos) merece. Más raro aún si se tiene en cuenta que las tarifas de todo el
diario papel son las mismas, excepto las de la sección “Espectáculos”, que tienen una
tarifa aparte para cine y teatro199.
Otros indicadores de lectura son los portales en internet que tienen cada uno de los
diarios. Allí se puede medir qué noticias son las más leídas, cuáles son los temas
elegidos, cuánto tiempo se queda el lector en la página, de dónde viene la visita… en fin,
los datos que aporta internet en cuanto a los lectores son muy enriquecedores. Aclaremos
que esto no es exactamente representativo de los diarios, pues el soporte digital llega a
otro tipo de lectores, además de ser gratuito (cosa que el diario evidentemente no es). Y
los datos que ofrece internet no son buenos: “el resultado es un gran 0 en todos los rubros
culturales”, escribe la periodista Emma Sanguinetti, quien además confiesa: “pienso que a
la gente ya no le interesa el arte y que los que escribimos no conseguimos provocarlos ni
siquiera a leer sobre arte” 200.
La sección O2 también se basa mucho en estos datos de internet para ver qué
incluye en sus páginas impresas: “Muchas veces la noticia de la semana en el portal de
Observa es sobre Marcelo Tinelli o Britney Spears”, comentó Mariana Álvarez, editora
de O2. Pero los clicks también dependen de la diagramación que elige el editor al
publicar las noticias y jerarquizarlas en la página. Y lo que no comenta esta editora es que
el portal de Observa no tiene una sección cultural en la que hacer click (ni siquiera una
sección de O2), sino una sección llamada “Vida”, una especie de miscelánea en la que
aparecen notas que van desde los escándalos de la farándula al calentamiento global. En
estos portales de los diarios es muy difícil llegar a noticias de cultura que sean de otros
temas, ya que por lo general en primera están las noticias “chabacanas” y curiosas, con
títulos llamativos y alguna imagen, mientras que las noticias culturales de otros temas
están más debajo en la pantalla y mucho menos destacadas. Esto hace mucho más
probable que los lectores “hagan click” en las primeras y apenas noten las segundas. No
es un argumento del todo válido, ya que la afirmación exige una investigación más
profunda (y no es el propósito de este trabajo, además es probable que el público de El
Observador coincida con el de Observa y esté realmente interesado en esos temas); pero
199
EL PAÍS, Diario. Departamento Comercial. Tarifas diario papel (sitio en bibliografía).
200
SANGUINETTI, E. No lo busque porque no lo va a encontrar. (sitio en bibliografía).
125
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
al menos deja en la duda de cuál es la causa de que los lectores entren tan poco a las
secciones culturales en los portales de internet.
Otro dato es la televisión, que, aunque se trate de un soporte distinto, coincide con
muchos de los datos que brindan los portales de internet. Es cierto que el público
televisivo es mucho más masivo que el público lector de diarios y que poco deberían
tener que ver las temáticas de este medio con las del medio escrito. Pero los diarios se
basan en la errónea premisa de que “eso es lo que quiere la gente” (como suele decirse en
TV). Quizás no se dan cuenta qué poco tiene que ver un medio con el otro, y que el diario
es un espacio ideal para hacer la diferencia con lo que la televisión ya está dando de
forma gratuita.
Como ya dije, son datos que no aportan lo suficiente, ni el de televisión ni el de
internet. Es imposible comprobar si es el público el que determina lo que aparece en los
medios eligiendo un programa u otro, o si es lo que aparece en los medios lo que fija las
voluntades del público. Es (otra vez) un círculo vicioso donde el periodista presupone que
la noticia “no vende” y la coloca más debajo, lo que lógicamente hace que el lector tenga
menos facilidad de acceder a ellas.
En La Diaria “se hizo un estudio que arrojaba qué secciones preferían los lectores
de La Diaria. La primera fue obviamente política, pero segunda salió cultura, cosa que es
muy raro. Política tenía más o menos un 60%, cultura un 30, y después venían los demás
(al final estaba economía)”, comentó José Gabriel Lagos, editor de cultura de La Diaria.
Lo curioso es que mientras todos los diarios caen estrepitosamente en ventas, La Diaria
no solamente se mantuvo, sino que aumenta a un ritmo constante la cantidad de
suscripciones. Es un fenómeno que tiene muchas vertientes para analizar, pero no se
puede descartar si el éxito de La Diaria no está asociado a la importancia que le da a la
cultura. Sobre esta hipótesis (sin fundamentos por ahora), Lagos me dijo: “Yo tengo la
sensación de que sí. Nunca se hizo un estudio que compruebe eso, pero creo que un poco
tiene que ver con eso”.
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
La cultura es de interés
Pese al desconocimiento manifiesto por parte de los editores de los diarios, hay
muchos datos de los consumidores de cultura y de los consumidores de diarios que se
podrían aprovechar.
La encuesta 2009 de consumo y comportamiento cultural realizada por el
Observatorio Cultural de la Universidad de la República (equipo liderado por Susana
Dominzain) arrojó ciertos resultados que demuestran los intereses de los uruguayos en lo
que respecta a sus gustos y preferencias al momento de consumir cultura que podrían ser
útiles para el periodismo cultural.
Por un lado, mientras que casi toda la población escucha radio (88%) y mira
televisión (99%), es importante destacar que el casi el 62% de los uruguayos encuestados
no lee nunca los diarios o los lee ocasionalmente (menos de una vez a la semana). Del
38% restante (que al menos una vez a la semana lee diarios), 10% lee todos los días, 16%
algunas veces por semana, y 12% solamente los domingos (cifras aproximadas). La
frecuencia de lectura depende fundamentalmente del nivel de estudios y de los
ingresos201. Estas cifras son inferiores a las de Argentina y similares a las de España,
aunque en el caso de la lectura diaria de prensa Uruguay es muy inferior que en estos
países (probablemente, explican, por el costo de los diarios).
Las secciones de deportes y de política son las preferidas por el público, leídas por
el 30 y 21% de los lectores respectivamente. En orden de interés le siguen las policiales
(19%), clasificados (19), sociales (14), culturales (10), espectáculos (9), internacionales
(7), y economía/finanzas (5). Esta encuesta separa Cultura de Espectáculos, como si en
los diarios hubiese tal separación (cuando en realidad no es así, aunque puede que la
gente sí haga dicha separación en su cabeza).
Cabe aclarar que los contenidos culturales suelen ser bastante homogéneos en
cuanto a preferencias de género, pero no frente a otros aspectos: Las personas con
educación terciaria, que son las que poseen y consumen más libros, son las que tienen
más preferencias por las secciones de cultura y espectáculos 202… El que lee, lee.
201
Tomado de ACHUGAR, H, otros. Imaginarios y Consumo Cultural. Primer Informe sobre consumo y
comportamiento cultural. Uruguay, 2002. Ed. Trilce, Montevideo 2003. Pág 58
202
Tomado de Ibídem. Pág. 61
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
Pero también es interesante saber por qué no lee el que no lee. El 28% manifiesta
que es porque no pueden comprarlo, lo que es entendible, ya que los diarios son bastante
caros en este país. Pero es importante destacar el alto porcentaje de personas que no leen
diarios porque no les interesa: un 27%. Esto significa que los diarios son de poco interés
para una gran parte de la población, que no tienen demasiado para ofrecer a un tercio de
las personas… y el desinterés aumenta al 41% si acotamos el espectro solo a los jóvenes.
La llegada de los semanarios es menor: “El 6,2% de la población lee semanarios
todas las semanas; el 22,5%, a veces, y el 70,4% no los lee nunca”203. En cuanto a las
revistas, el 6,8% las lee todas las semanas, el 33,5% a veces y el 59,4% restante nunca las
lee. Las revistas son en su mayoría de Argentina (52%), y luego de Uruguay (59%), en su
mayoría sociales (de farándula, como Caras y Gente).
Por otra parte, los uruguayos somos importantes consumidores de cultura, pero
con una pequeña particularidad: “Uruguay se ha desarrollado como un dinámico centro
de consumo cultural, aunque su consumo fundamental proviene de producciones del
exterior”204. Se vive una situación asimétrica entre la producción cultural local y la que
producen los grandes conglomerados transnacionales, quienes determinan la circulación
de los bienes y servicios culturales205.
Los productos culturales vienen en su mayoría del exterior206: “Los uruguayos
somos más consumidores que productores de cultura. Es mucho más la producción
cultural que se importa, que la que se produce y consume en el país”207.
“Las principales cadenas productivas o sectores del complejo cultural son: la
cultura escrita (industria editorial y publicaciones periódicas), la cultura audiovisual
(cine, video, televisión), la cultura sonora (música grabada y en vivo, radio), las artes
escénicas (teatro, ópera, ballet, conciertos musicales, festivales, el Carnaval), las artes
visuales (pintura, escultura, las artes gráficas -xilografía, litografía, huecograbado,
serigrafía, etc.-, el arte de la fotografía, las artes del fuego, del tallado en piedra, del
203
DOMINZAIN, S. Imaginarios y Consumo Cultural. Segundo Informe sobre consumo y comportamiento
cultural. Uruguay, 2009. Pág. 57
204
STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág 326
205
Tomado de STOLOVICH. Ibídem. Pág. 52
206
“La mayor parte de la producción cultural que satisface la demanda de los consumidores uruguayos es
de origen extranjero [75% de los libros, ¾ partes de la música, gran parte de las publicaciones periódicas,
la mayoría de los programas de TV, casi la totalidad del cine y los respectivos equipamientos tecnológicos
relacionados con todos estos rubros son importados] (…) Una sociedad de poco más de 3 millones de
habitantes no puede, en principio, autoabastecerse culturalmente, no puede generar la producción cultural
que demandan habitantes cada vez más educados y abiertos al mundo” (Ibídem. 148-149)
207
Ibídem. 320
128
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___ Martín Fernández Yurcho|
metal, de la madera, etc.)”208. De este complejo cultural, “un 28% se financia mediante la
publicidad [casi la tercera parte], un 61% se financia directamente por el público
consumidor (mediante compra de bienes, servicios o derechos de acceso) y un 10% se
financia por el estado”209.
La cultura interesa, mueve plata, se consume, da trabajo… y en el mundo va para
el mismo lado. Existen otros modelos de periodismo cultural extranjeros, donde se
demuestra que la información cultural es cada vez más cotizada (ejemplos de diarios para
público masivo, como veremos más adelante), además de estar separada de los
espectáculos en la prensa diaria (cosa que aquí casi ni ocurre).
Visto todo esto es muy fácil deducir que el público es el gran olvidado del
periodismo cultural uruguayo. Veamos qué tal resulta el tercer integrante: los productores
de cultura.
208
Ibídem. Pág. 37
209
Ibídem. Pág. 154
129
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___ Martín Fernández Yurcho|
Por ejemplo, el estado francés dedica casi el 1% de su presupuesto al sector cultural (en
Uruguay se buscaba llegar en esta administración a dicha cifra, pero no se ha logrado). En
ambos modelos la intención del apoyo estatal radica en promover el arte, pero a su vez
evitar la fuga de talentos. Evidentemente, el Estado uruguayo adhiere al modelo latino.
Según Stolovich se puede clasificar el accionar del Estado en el área cultural en
cuatro orientaciones generales: El subsidio de las actividades culturales en forma directa
(a través de los organismos públicos); la estatización y ejecución directa por el Estado de
las actividades culturales; la no intervención bajo ningún criterio directa o indirectamente
en la actividad cultural, al amparo de las “políticas neoliberales”; y la promoción del
financiamiento privado de las actividades culturales, mediante “incentivos fiscales al
patrocinio, el esponsoreo o el mecenazgo”211. En Uruguay funciona una mezcla de estas
cuatro orientaciones, pero con fuerte hincapié en las primeras dos.
Aclaremos que “la lógica estatal en lo que respecta al arte, no es de tipo
capitalista, los espectáculos no son realizados por razones de lucro, sino como un servicio
cultural a la población”212.
Este Estado tan proteccionista, incide mucho en nuestra forma de ver la cultura,
pero también influye en nuestra manera de consumir cultura. Muchas veces se pretende
que el Estado solucione todos los problemas del individuo, y la cultura no queda ajena a
esos reclamos. Pero, ¿debería estar la cultura y su difusión bajo su tutela?
Para la población uruguaya la respuesta es un rotundo sí. “Parecería que la
opinión nacional es consistente con la posición de que el Estado o, mejor, el dinero
público del Estado sea utilizado en la financiación tanto de un tipo de infraestructura
cultural como puede ser el Solís y el Sodre (que además parecen funcionar como íconos
de identificación nacional), pero también en el estímulo a la producción nacional de una
industria cultural sino “joven” por lo menos escasamente desarrollada en Uruguay. Los
niveles de aprobación a este tipo de políticas culturales reafirman que el rol del mercado
como factor fundamental de apoyo y de desarrollo cultural en Uruguay no convoca
grandes mayorías”213.
Mariana Percovich, ex editora de Búsqueda y actual funcionaria del MEC agregó
que una de las funciones del Estado es formar a la gente, que el Estado tiene que
211
Tomado de Ibidem. Pág. 88
212
Ibidem. Pág. 265
213
ACHUGAR, H, otros. Imaginarios y Consumo Cultural. Primer Informe sobre consumo y
comportamiento cultural. Uruguay, 2002. Ed.Trilce, Montevideo, 2003. Pág. 29
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
irreconciliables entre sí, y es la misma zona irreconciliable que hay en la política: por un
lado tenés a la postura del MPP, que consideran que la cultura es por y para el pueblo,
mientras que los otros consideran que la cultura tiene que ir abriendo caminos diferentes.
En esa área es donde hay un lugar desde donde se puede construir periodismo cultural.
Los periodistas deportivos son mucho mejores periodistas cuando se meten con la política
del deporte: investigan mucho más, tienen más fuentes, sacan mejores cosas. Lo mismo
con los periodistas culturales”.
Más allá del gobierno de turno, el peso estatal es muy grande en la cultura (y en
gran parte de la vida de los uruguayos). La relación entre estado y cultura ha sido muy
estrecha en América Latina. Incluso muchos artistas estuvieron en la planilla de pagos de
los gobiernos de sus países (en algunos casos como “indirectamente becados”
manteniendo su tarea, pero en otros como funcionarios burócratas), desde Rubén Darío,
Alejo Carpentier, Neruda y Borges, hasta Tomás de Mattos o Mario Delgado Aparaín a
nivel local.
Ahora bien, el Estado y las políticas culturales importan al periodismo cultural,
pero no son el centro de la discusión.
Por otra parte están los generadores de cultura, quienes desarrollan realmente lo
que después se difunde en las páginas culturales. Estos son los artistas, gestores
culturales, escritores, participantes de determinados eventos de relevancia noticiosa para
el periodismo cultural. No olvidemos que la sociedad es también muchas veces la
protagonista, ya que la temática del periodismo cultural incluye las dinámicas entre
grupos sociales. Pero estos son más difíciles de encasillar como “fuentes del periodismo
cultural”, así que voy al modelo clásico.
El periodista Jaime Clara comentó que hay un problema por parte de los propios
protagonistas: “el ambiente cultural no ha sabido hacerse su espacio en los medios, no ha
tenido sintonía con los medios, no ha sabido aceptar las reglas del juego. Creo que para
acercarte a los medios tenés que conocerlos y en ese sentido el ambiente cultural ha
pecado de cierta soberbia, de `soy lo que soy, aceptame como soy o sino mala suerte´. Y
eso es peor para ellos, no para los medios que siguen su ruta. Por otro lado, quizás a causa
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
de esto, los medios consideran que esto no les es rentable. Y tampoco hay una estrategia
para que la cultura sea una fuente de generación de ingresos para el medio”.
Las fuentes artísticas no tienen muy claros los códigos que se manejan tácitamente
en otras secciones del periodismo. Suele haber más caprichos, fuentes que se sienten
ultrajadas porque el periodista publicó algo que “sin querer” (o sin pensarlo demasiado)
dijo la fuente en una entrevista. No hay conciencia del “off the record”, u otros códigos
periodísticos. El manejo con las fuentes de la cultura parece no regir con reglas de juego
tan claras como en el periodismo político o económico: “La gente de la cultura es difícil
para dar notas, siempre se está cuidando y cuida del resto: no quiere hablar mal de otros
porque se pueden enojar, no quiere opinar para que no haya problemas. Es gente difícil.
En política los ministros, diputados, etcétera, tienen mucho más claros los códigos del
periodismo; te dicen: `esto te lo digo como fuente´, `no pongas que esto te lo dije yo´,
`llamate a Mengano que tiene tal cosa para decir´, `te hago una entrevista pero dame un
título´… eso en cultura no se da, la gente no entiende esos códigos periodísticos”,
comentó Daniela Bluth, editora de cultura del semanario Búsqueda, quien además agregó:
“Acá siempre se están ocultando de los demás, a la gente no le gusta hablar. Y si a eso le
sumás que los propios periodistas no valoran la noticia y dan más atención a otras cosas,
o que si la conseguís no te dan la tapa, se termina en un círculo del que no salís más”.
Con respecto a este tema el periodista Gustavo Escanlar opina que “no hay una
costumbre de hacer periodismo en cultura. A la gente de la cultura no le gusta que digan
las cosas que pasan. Están muy habituados al favor, a la amistad, al `vos comentá mi libro
que yo comento el tuyo, siempre y cuando seamos amigos´. Si uno se pone a revisar las
páginas culturales ve mucho esos círculos [las roscas]”.
El editor Jorge Yuliani cuenta que tiene que lidiar con ese “acostumbramiento” a
diario: “No le hago promoción a nadie, no le facilito las cosas a nadie. A veces te llama
gente amiga pidiéndote que le des para adelante, que le hagas un favor. Yo les digo:
`somos amigos, pero ese es tu problema. El día que toques yo te anuncio, pero cuando
hagas algo´. No es mi función ser una herramienta laboral”.
Por esta inexperiencia es que hay muchos artistas que se sienten ofendidos, ya sea
por una crítica dura o por determinada información que no querían que se hiciera pública,
y le hacen “la cruz” al medio, dejando de dar entrevistas o enojándose si se publican
ciertas noticias que los puedan perjudicar. El ejemplo que últimamente ha sido más
notorio es el de la banda de rock “La Vela Puerca”, que por años no concedieron
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Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
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entrevistas al diario El País debido a un malentendido por una nota. Esto claramente le
genera al diario importantes carencias al momento de sacar noticias sobre una de las
bandas más populares del Uruguay. No quiero decir con esto que el diario sea una simple
víctima de la inexperiencia de los artistas, ya que sería una afirmación ilusa; pero este
ejemplo sirve para entender que la sensibilidad también cuenta (y mucho) en este rubro.
Pero, como dijo el periodista Jaime Clara, “si los artistas se niegan a hablar con un medio
después que no se quejen si les cierran las puertas”.
Como comentó Sofi Richero, “los actores culturales, a diferencia de los políticos,
tienen poca capacidad para los códigos del periodismo. Hay mucha susceptibilidad, todo
el mundo se enoja con lo que ponen de ellos y eso es alarmante. También es cierto que ya
no hay grandísimos críticos, se deslegitimó aquella figura del periodista cultural que
todos respetaban”. Además agregó: “Me parece que ahora se respeta menos a los críticos
y por lo tanto la gente se siente más autorizada a ofenderse, a considerar que la crítica es
injuriosa e injusta. Y muchas veces nos pasa que les damos el espacio a los ofendidos
para que argumenten y son ellos mismos los que no quieren discutir ni entrar en el debate.
No sé por qué ya no se producen esos grandes debates. No es lindo recibir una mala
crítica, pero me parece que forma parte de las reglas de juego y cuando una persona
entrega algo lo hace para que sea leída, criticada, juzgada, y debería estar más preparada
para tolerar juicios de todo tipo. No comprendo ese nivel de susceptibilidad”.
José Gabriel Lagos reconoce que con las editoriales este tipo de ofensas no pasan,
o varía cómo se lo toman: “Depende de las editoriales la actitud que tengan ante las malas
críticas. Hay gente que no se preocupa de que hablen mal o bien mientras se hable.
Después hay gente que se amarga, te llaman o cortan relaciones. Y después las vuelven a
retomar”. Es más el problema con los propios artistas que con sus representantes.
De cualquier manera las susceptibilidades no pasan más allá de la ofensa, es más
ruido que lo que realmente es. “Muchas veces he escuchado que un autor está buscando
al crítico para pegarle, diciendo que lo van a matar. Pero nunca le pegan, curiosamente
nunca lo encuentran”, comentó María José Santacreu, editora de cultura de Brecha. Un
buen ejemplo es el que cuenta José Gabriel Lagos, editor de La Diaria: “Una vez nos
llamó un artista para decirnos que borraba su suscripción porque hablaban mal de él. Son
quejas pero no presiones. Sí son presiones cuando el periodista se ve afectado por su
amistad o en su relación con la persona”. Esto no quita el hecho de que la autocensura se
dé por prevenir estas ofensas.
135
Los del altillo: El periodismo cultural en la prensa uruguaya|
___ Martín Fernández Yurcho|
También es cierto que si los críticos no son tan respetados es porque no han
puesto de su lado las herramientas suficientes: “El crítico tiene que legitimar, pero como
esto es muy chico, y como decía [Carlos] Real de Azúa esta es una sociedad
amortiguada, te cuesta encontrar gente que haga crítica de libros uruguayos”, comentó la
periodista Ana Inés Larre Borges.
Más o menos alineada con lo anterior está la periodista Emma Sanguinetti, quien
dijo: “Acá no encontrás periodistas que estén dispuestos a ser incisivos, a cuestionar a un
artista en una entrevista (…) En el mundo están acostumbrados a que la gente les
pregunte cosas, no a que vengan a decirles que son unos fenómenos como se hace acá”.
La periodista agregó que quizás esto se corresponda con la susceptibilidad del medio
artístico: “Te dicen de todo. El nivel de ofensa es brutal”. Sumado esto al amiguismo y a
que hay que cuidar las fuentes, el resultado es preocupante.
Otro problema puede ser la propia legitimidad del crítico, ya que en Uruguay no
hay academia, no hay una escuela que proporcione herramientas; el crítico es quien
finalmente determina la validez de un autor. Según Mariana Percovich, ex editora de
cultura del semanario Búsqueda, el crítico sigue teniendo influencias: “La figura del
crítico como formador de opinión es importante. Y hay medios que aunque no hagan
crítica son formadores de opinión, y si recomiendan algo la gente va, porque confía en
esos formadores de opinión”. Pero como vimos anteriormente, hay quienes descreen que
el crítico siga teniendo tal incidencia como antes.
Para la periodista Ana Inés Larre Borges, la cosa se explica de esta manera: “en
Uruguay hay una rispidez natural entre el artista y el crítico porque la concepción del
canon y quien determina frente a la sociedad quiénes valen y quiénes no valen, mal o
bien, sigue siendo el periodismo cultural. A diferencia de lo que ocurre en la Argentina,
donde la academia legitima autores y escritores, concede y consagra, aquí no ocurre y
queda limitado al periodismo de cultura. Esa crítica que se hace en los diarios es la que
termina legitimando los autores”. Es válido en muchas ocasiones que el artista se
cuestione quién es ese tipo que viene a perjudicar a su obra, está en todo su derecho. El
tema es que el crítico sepa argumentar lo que dice.
Claro que el hecho de que haya academia o que el crítico legitime al autor no es
garantía de nada. Como en todo, hay grandes excepciones. La crítica acierta, pero muchas
veces le erra: muchos ejemplos a nivel mundial y local demuestran que muchas veces “lo
que es juzgado irrelevante o de poco valor en una época histórica puede ser considerado
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___ Martín Fernández Yurcho|
extremadamente valioso como expresión artística en otra (…) De Simone nunca ganó un
premio y ahora sus cuadros son famosos y muy codiciados. A Figari los críticos le
dijeron que no sabía dibujar y a Torres García que era un atraso”216. A nivel internacional
el más claro ejemplo, que ya es casi un cliché, es el de Van Gogh, quien murió sin vender
un solo cuadro, pero también otros grandes pintores como Gaugin o Cézanne fueron
duramente cuestionados por la crítica.
En Uruguay esta crítica también hace que cueste la inserción de nuevos artistas en
el mercado cultural. Tenemos una tendencia a legitimar a la producción nacional cuando
esta triunfa afuera, cuando tiene el aval de otros. Esta reticencia por parte de los críticos
más conservadores, apoltronados en sus escritorios, aporta al estancamiento de la cultura
y por ende del periodismo que la cubre.
Y es algo que ocurrió históricamente: “Barradas y Torres García se tuvieron que ir
a España para hacer su propio arte. Y está el caso de Blanes, que mandaba los cuadros sin
firmar desde Florencia para que la gente pensara que eran cuadros de un pintor europeo,
porque si decían que eran cuadros de un pintor uruguayo no se los compraban” 217. Lo
mismo ocurre hoy con músicos como Jorge Drexler, Luis Di Matteo o el Pájaro Canzani.
Parece que para hacerse reconocido acá hay que irse a vivir al exterior primero. Si bien es
cierto que son mercados más grandes, no se puede negar que hay poca receptividad de
parte de la crítica, pero también del público, para aceptar lo local (y este tiene que traer el
aval del exterior para que lo consideremos).
También es cierto que, si bien los artistas son figuras públicas, no es tan clara su
“obligación” de participar en la agenda de los medios. Es decir, un político puede verse
obligado en calidad de funcionario público a responder a los medios porque en definitiva
representa a todos los ciudadanos (al menos en teoría) y recibe un sueldo por su tarea que
es pagado con los impuestos de todos los ciudadanos. En este caso es más claro entender
que haya un control exhaustivo de las figuras públicas, porque son quienes deben estar
bajo la lupa para el mejor funcionamiento de la democracia. Nadie se cuestiona que un
jerarca del gobierno u otra figura pública de primer orden esté bajo el estricto control y
seguimiento de la prensa. Pero las fuentes en cultura no son así (salvo, claro está, cuando
se trata de medidas culturales impulsadas desde el gobierno y temas relacionados).
216
Stolovich, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág 255
217
Marchand Ignacio Gutiérrez Zaldívar en STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de
siglo. Uruguay, 1997, citado de Búsqueda 4-7-1995. Pág 322
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La cosa no es tan clara en este otro tipo de figura pública que maneja el
periodismo cultural. Pero no hay que olvidar que el artista necesita de alguien que lo lea,
lo escuche, lo vea actuar, compre su cuadro o su disco. Ese alguien es el público. En este
sentido el periodismo cultural es tan importante para el artista como para el público, pues
oficia como mediador entre uno y otro. Es lo que da sentido al periodismo cultural.
Otro aspecto que se maneja es cierto “cholulismo” entre el periodista cultural y
sus fuentes famosas. Muchos periodistas culturales tratan con excesiva delicadeza la
relación con su fuente por la sensación autocomplaciente de sentirse en la movida, por
sentirse “amigos” de los famosos. Quizás el periodista lo haga porque le gusta poder
contar que es amigo de Jaime Roos y se toma un café con él, en lugar de contar que Jaime
no le habla más porque publicaron una noticia que lo perjudicó (cualquier semejanza con
la realidad es mera coincidencia). Aunque también existe la posibilidad de cuidar la
fuente, de hacerlos “amigos” para que no les ocurra lo mismo que le ocurrió al diario El
País con “La Vela Puerca” (aunque estas son cosas que vienen con el trabajo periodístico
y pasan también en el periodismo político o deportivo).
Como dijo la editora Mariana Álvarez: “En el periodismo cultural hay mucho
amiguismo, como un pueblo chico donde nos cuidamos todos”. La periodista además
agregó: “En mi experiencia nunca vi un editor que me pidiera que cuidara de un artista,
son los periodistas los que tienen `buena onda´ con ellos y se autocensuran”.
Sea por un motivo o por el otro, la autocensura por parte de los periodistas va
mucho por este lado, por cuidar la relación que se tiene con sus fuentes: “Siempre es una
presión hacer crítica en Uruguay. Es un trabajo un poco ingrato, porque es como un
pueblito y al otro día tenés que ver a la persona que criticaste. Eso lleva a cosas como la
autocensura y a veces no decir lo que se quiere decir”, comentó Sofi Richero.
El editor de cultura del diario La República Jorge Yuliani reconoce que en cultura
la autocensura está admitida por todos: “Acá se fomenta el `no te metas, hacé la tuya´”.
Incluso por parte de los propios protagonistas del asunto. En la cultura uruguaya no hay
polémica, o hay muy poca. Más bien se prefiere quedarse en la chiquita, en estar bien
todos con todos. Como dijo María José Santacreu, editora de Brecha: “Ningún escritor te
va a decir que la obra de otro escritor es una porquería. Eso en Buenos Aires pasa, se leen
todo el tiempo entre ellos para criticarse. Pero acá es un medio muy chiquito, nos
conocemos todos, ¿para qué voy a salir a hacer la gran polémica? No existe esa cosa
competitiva, cada uno hace lo suyo. Nadie sale y dice: `no puedo creer que le hayan dado
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este premio a este escritor porque es espantoso´ ¿O vos viste algún uruguayo que diga
`cómo le van a dar un premio a este, que es un idiota´? Salvo [Gustavo] Escanlar,
ninguno lo hace, y él porque puede hacerlo desde el personaje que ya tiene”. Es que,
salvo excepciones, el periodismo cultural siempre se queda en la reseña, en lo
descriptivo. Cuesta que salten cosas que generen revuelo.
Como nadie se mete, hay cosas que no se publican. Como dijo Santacreu, “una
característica del medio es que hay mucha distancia entre lo que se sabe y lo que se
publica. Es un medio pequeño, incestuoso, medio complicado, porque hay cosas que
nadie te va a decir. En lo privado se dicen cosas, pero el medio cultural es muy chico, son
cosas que no salen en la prensa”. Santacreu recuerda que una vez una periodista de
Brecha decidió publicar en una nota el debate que había sobre una directora del Museo
Nacional de Artes Visuales. Muchos cuestionaban si estaba calificada, si era idónea en
ese puesto, la criticaban, pero nadie daba sus declaraciones “on the record”. Era algo
sabido “a voces”, pero las fuentes se mantenían en el anonimato, y la periodista
simplemente puso sobre la mesa el debate, planteando la situación de secretismo que
existía. “Nosotros valoramos que era un debate a nivel subterráneo, toda la gente de artes
plásticas hablaba del tema. Pero nadie iba a decir lo que opinaba. Era inevitable publicar
esa situación. Esa nota fue muy criticada y a la periodista le causó muchos problemas”.
Este tipo de situaciones pasan muy seguido en el periodismo cultural: “Son cosas que te
rompen los oídos, pero que en la prensa no aparecen. Creo que es también porque tenés
más para perder que para ganar. Es un medio pobre, y nadie va a andar arriesgándose”,
agregó Richero.
Incluso algunos se cuestionan si las fuentes valoran estar en los diarios. Para
algunos periodistas, la televisión ha acaparado más la atención de los protagonistas: “A
los artistas les interesa muchísimo más ir a los programas de la mañana en televisión,
hacer tres pavadas y regalar un par de entradas al público que salir en la prensa, aunque
no la descuidan”, dijo Hugo Fernández Dovat, editor de espectáculos de Últimas
Noticias.
Quizás el problema es que la prensa no tiene nada mejor para ofrecerles.
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220
AGUILAR, J. ¿El fin del periodismo cultural? Revista Letras Libres. Julio 2009
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221
El suplemento tradicional de cultura de este diario, nacido en 1920, cambió en agosto del 2007 su
tradicional edición dominical para pasar a los sábados, adquiriendo otro nombre.
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cine, música pero también fútbol y chismografía. Folha cubre la parte espectacular del
deporte dentro de su sección cultural, cosa que llama bastante la atención.
O Estado de Sao Paulo cubre sus noticias culturales a través de su sección cultural
llamada “Cuaderno 2”, una sección que incluye literatura, música, cine y televisión.
Además tiene la sección “Arte&Lazer” (artes y ocio), que cubre farándula, celebridades,
cine, variedades y horóscopo. Dentro de la sección “Nacional” está también “Mídia”,
donde se debate sobre los medios de comunicación.
En el diario La Tercera de Chile podremos corroborar que es muy similar a los
diarios de Uruguay. La Tercera tiene una sección llamada “Tendencias”, donde incluyen
información de sociedad, ciencia, y hasta fiestas populares tradicionales. La sección
“Cultura” incluye noticias de libros, plástica, música, y cine. Separada viene la sección
“Espectáculos”, donde aparecen las noticias de farándula y figuras mediáticas.
Es curioso el caso del diario El Mercurio, también de Chile, cuya sección
“Cultura” se dedica diariamente a aportar datos de plástica y de los grandes artistas de la
historia. Además cubren cine, danza, teatro, fotografía… todo en una página diaria, con
un claro énfasis en mostrar la “alta cultura”. El Mercurio tiene un suplemento dominical
llamado “Artes y Letras”, y una serie de revistas semanales, como “Ya”, dedicada al
público femenino, o “Wiken”, dedicada a los espectáculos.
El suplemento cultural del diario La Jornada de México divide cultura de
espectáculos. La sección cultural cubre cine, música, teatro, ópera, poesía, todo desde una
mirada elitista. Espectáculos, en cambio, cubre los temas “populares”. Además tiene el
suplemento “La jornada semanal”, donde se agrega información de poesía, reseñas de
libros, jazz, cine, artes visuales y columnas de opinión.
El diario El Comercio de Perú, no parece quedar atrás con la tendencia a una
sólida sección cultural. Toda su segunda parte (lo que sería el equivalente a la sección B
de El País, donde están Ciudades y Espectáculos) está dedicada a las noticias culturales.
También el diario Perú.21 dedica sus últimas páginas a cultura: su sección “Escenarios”
es una mezcla de espectáculos, noticias breves y chismografía, pero luego viene la
sección “Cultura” aparte.
Si bien esta es una selección bastante antojadiza, creo que está claro que cultura
en la región es considerada un tema con cierta importancia. Y en el mundo más todavía.
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espectáculos. Su sección “Culture” está dentro de lo que es el primer cuerpo del diario222,
después de las noticias políticas, económicas y de coyuntura.
El diario The Times de Londres (otro emblema) es una publicación “seria”,
londinense y austera y ágil, de rápida lectura, y con una distribución de secciones muy
particular. No tienen una sección dedicada a la cultura, sino que las noticias culturales
aparecen en la sección “News”, la primera del diario. En esta sección prima la relevancia
noticiosa por sobre el “área temática” (similar al diario anterior).
El periódico alemán “Berliner Morgenpost” es un austero y acartonado diario
cargado de contenido, de tamaño incomodísimo para leer. Cultura y Espectáculos están
separados. Mientras que la sección “Kultur” (“cultura”) está dentro de la segunda parte
del diario, con las noticias de sociedad, la sección “Leute” (“gente”, que corresponde a
espectáculos) está en la tercera parte, con las noticias de deporte y automovilismo.
Para finalizar creo que es necesario ver cómo se desempeña The New York
Times, que estableció el otro gran modelo de hacer periodismo cultural (junto a Le
Monde). Su gran tamaño permite que esté muy concentrado y cargado de contenidos. La
sección cultural llamada “The Arts” (“las artes”) está al final, luego de los deportes.
Además cuenta con suplementos semanales como The New York Times Book Review o
The New York Times Magazine, donde también se profundiza la información cultural.
Y no podemos dejar afuera a los periódicos amarillistas de Inglaterra. Ellos son
los que asentaron las bases del periodismo de espectáculos en su forma “cholula” y la
descarnada intrusión en la intimidad de los personajes famosos.
Un fenómeno también necesario de considerar son los “diarios de metro”, un
producto con sus particularidades: No compiten ni pretenden ser competencia, ya que se
entregan gratuitamente y cumplen una función de entretenimiento más que de
información. Hasta esos pequeños diarios que regalan en el metro están surtidos de una
fuerte sección cultural.
Evidentemente, la cultura tiene otro destaque en el mundo.
222
Esto es bastante distinto a lo usual en los diarios, donde (pese a darle más importancia a la cultura que la
que se le da aquí) la cultura aún se mantiene en la “segunda parte” de la mayoría de los periódicos.
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12. CONCLUSIONES
223
Los ejemplos de Freeway o Pimba! han aportado mucho: aunque con sus carencias periodísticas y otras
salvedades (pues no son masivos y se dirigen a un público muy acotado, a una generación y grupos
determinados), demostraron que se pueden elaborar productos culturales que tengan buena repercusión en
el público reducido y específico al que apuntan.
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secciones de cultura. Y en otros casos (en los semanarios y revistas) se siente lo contrario,
que no termina más, que no se llega al punto de lo que se quiere decir.
Lo primero que hay que recordar es que los diarios son un soporte por excelencia
para el periodismo cultural. Y su terreno de juego debe ser distinto al de la televisión,
rigiéndose con otras reglas. No es admisible que se decida la agenda del diario por un par
de puntos de rating televisivos, pues evidentemente no son lo mismo. Los diarios se
prestan para el desarrollo profundo de distintas temáticas, y pueden llegar mediante otros
recursos a los lectores potencialmente interesados. Además, la convergencia de las
agendas también puede hacerse eco de estos contenidos, como ocurre con otras áreas
(donde los diarios obtienen las noticias y luego tienen sus “repetidoras” en radio y
televisión que las desarrollan) y por lo tanto expandirse por otros soportes. No debería ser
al revés.
La cultura puede ser una buena arma para combatir la actual crisis que se vive en
los diarios. Y no es un remedio mágico. Solo hay que ver cómo el desarrollo de
contenidos culturales en la prensa escrita de otros países hizo que mengüe la caída en
ventas de los diarios224, además de aumentar considerablemente la calidad y solidez de
sus contenidos. Varias veces se ha oído que el futuro de los diarios está en lo narrativo, en
el análisis en profundidad más que en la primicia, ya que la inmediatez va a ser cada vez
más un tema para internet. Como dijo el periodista Gustavo Escanlar, “el futuro del
periodismo cultural -y del periodismo en general- reside en el análisis, en lo que
trasciende al hecho del consumo artístico, lo que quieras leer más allá de consumir. Y eso
puede ir mejor por el lado de los mensuarios y los suplementos”. Yo creo que este tipo de
análisis también tiene cabida en los diarios.
En definitiva, “La gente no se entera por el diario, comprende por el diario”225.
Hacia este lado creo que debe ir orientado el esfuerzo del periodismo cultural (y en
general), al menos en prensa escrita.
Esto no significa que no pueda haber primicias, ni que cada vez se vaya a
informar menos, como mal pueden pensar algunos, ya que, como dijo el periodista
español Juan Cruz en una entrevista al diario El Observador, el periodismo no es otra
cosa que dar información: “Lo que tienen que buscar hoy los medios impresos es una
224
Salvo las excepciones ya mencionadas que respondieron a otros factores como la crisis mundial
financiera.
225
Palabras del periodista Tomás Linn en HÉGUY, M. Así piensan 30 periodistas uruguayos. Ed.
Tradinco. Montevideo, 2008. Pág. 162
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nueva dimensión de sus páginas, tienen que evitar decir lo que ya es común al día
siguiente, tienen que buscar perspectivas nuevas para contar una historia y una noticia”,
agrega el periodista226. Eso se logra con mejor periodismo, nada más.
También es bueno apoyarse en los otros soportes. Como dijo Mariana Percovich,
quizás para ciertos públicos reducidos las vías de comunicación son otras. Fenómenos
como Facebook, Twitter, redes sociales, blogs, o portales específicos han sido buenas
estrategias alternativas a la masividad. Pero eso sigue manteniendo al público en algo
reducido, y no llega al potencial público interesado. A través de los medios masivos y con
un buen lenguaje se puede hacer llegar esa producción cultural a las personas no
especializadas.
Además la colaboración es recíproca, ya que puede ser una forma muy eficiente
de acercar ese público concentrado en nichos hacia la prensa. Si se cumple con ciertos
criterios de calidad, seguro se acerquen también. Quizás el papel físico desaparezca, pero
no el periodismo escrito; y la estrategia puede ir por internet perfectamente, como un
apoyo común.
Contrariamente a lo que se piensa, el periodismo cultural tiene utilidad.
Parafraseando a la periodista argentina Juana Libedinsky, “muchos pueden pensar que
escribir sobre cultura en el contexto de América Latina, rodeado de problemas, puede ser
algo frívolo. Pero este contexto hace que con más razón haya que mantener el periodismo
cultural, ya que algún papel cumple, incluso más importante en países en vías de
desarrollo que en los países del Primer Mundo (como dice el escritor mexicano Carlos
Monsiváis, el periodismo cultural estimula la movilidad social a bajo costo). Pero aporta
mucho más: amplifica la voz de grupos minoritarios, contribuye a que el público tenga
herramientas para hacer una lectura crítica de la realidad, fomenta el entendimiento y la
comprensión de distintas realidades, en definitiva, genera una conciencia más amplia. El
periodista cultural cumple un rol importante, llevando al mundo las noticias sobre el valor
de lo que está siendo producido en el tejido social de la propia cultura y así está
contribuyendo a una creciente amplitud mental de las personas”227.
Viendo lo analizado, parece que es muy fácil ser crítico al enfrentarse a la realidad
local del periodismo cultural. No hay que hacer mucho esfuerzo para encontrar malos
hábitos de trabajo, poco profesionalismo, sin rigor y con muy poca producción de fondo.
226
Entrevista publicada en diario El Observador el 10/05/2008
227
LIBEDISNKY, J. Vale la pena hablar de cultura. La Nación, 13/08/2007
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228
RODRÍGUEZ BARILARI, E. Parar la mano con la porteñada. El País, 02 de agosto del 2008
149
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229
Ver en anexos “Géneros del periodismo cultural”
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digital cada vez más popular y accesible, de nada sirve que los canales televisivos sean
“repetidoras” de la programación del extranjero, porque las señales se van a poder ver
directamente. Si esto no cambia, difícilmente tenga cabida el espacio para los canales
locales. Los medios “deben apostar más a la cultura nacional, más que por razones
altruistas, porque en un futuro globalizado, el único espacio que les quedará es el que
surja del aporte cultural específico de su propio país”230. El periodismo cultural es un
lugar desde donde se puede ayudar mucho a superar este problema, valorando la propia
producción cultural y no copiando y pegando las gacetillas de agencias internacionales.
En suma, haciendo periodismo.
Hay que recordar que “la cultura da trabajo”, en todo sentido. “La visión simplista
de que `la cultura no es, ni puede ser negocio´, sostenida por agentes que hace décadas
están en el mercado, choca contra toda evidencia: por más `amor al arte´ o por más
`pasión político-ideológica´ que exista, ninguna actividad se puede sostener
indefinidamente, o por muchos años, si al menos no equilibra sus cuentas”231. Hoy se ve
más cine que nunca, se lee mucho más y masivamente (aunque en otros soportes y con
otros propósitos que los tradicionales). La cultura vende y mucho. El público está, pero
hay que tener algo digno como para que se acerque.
También hay que abrir un poco la cabeza desde adentro. Como vimos, los propios
autores “se constituyeron en toda una casta cerrada. Todo escritor que piense distinto es
descalificado y no se le cede lugar”232. Si no se abren estas puertas, la cultura
permanecerá estancada. Como plantea Linn, “entender que en los últimos 40 años, la
región se vio atascada por una única visión cultural que contaminó la educación, es el
primer paso para enfrentar los tiempos que vendrán” 233.
Todos estos cambios no son algo imposible. Como dijo la periodista Emma
Sanguinetti, “mientras exista gente que esté dispuesta a querer cambiar esa cabeza no
tenemos por qué ser tan apocalípticos”. Eso sí: “siempre hablando de cosas a largo plazo,
pero se puede hacer algo. Entiendo las visiones apocalípticas, porque son fruto de que
uno ve el futuro negro y se sienta a mirarlo”. La periodista agregó que esto se resuelve
con la actitud de los periodistas: “Tenés que estar enamorado de lo que hacés. Y cuando
uno está enamorado quiere que las cosas funcionen, y pelea para que funcionen. No te
230
STOLOVICH, L. y otros. La cultura da trabajo. Ed. Fin de siglo. Uruguay, 1997. Pág. 326
231
Ibídem. Pág. 168
232
LINN, T. Así concebidas. Nuestras democracias imperfectas. Fin de Siglo. Montevideo, 2008. Pág. 263
233
Ibídem Pág 284
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sentás a mirar apocalípticamente a ver cómo pasa la cosa. Yo le quiero hablar a través del
periodismo cultural a ese 95% de las personas que no les interesa la cultura, a ese que
nunca vio un cuadro en su vida, el que piensa que el arte es superfluo. Ese es el que me
interesa, porque es a ese al que tengo que convencer. No al 5% que está formado y
concurre a las cosas, que por cierto es un 2% de gente que entiende y un 3% que se hace
el que entiende. Yo quiero ese 95% del mercado. Eso se hace sin 14 citas, sin
neologismos y palabras difíciles, hablando en español y haciendo periodismo, que es lo
que aquí no se hace. Aquí hay gente que habla de cultura, pero no hay periodismo
cultural. Y por eso no vende. Si se hiciera periodismo cultural vendería, de eso estoy
segura”.
Es todo una cuestión de voluntad. Claro que un poco de viento a favor desde los
propios directores de los medios no estaría mal. Deberían darse cuenta que el negocio les
sirve. El público está allí. Solo hay que saber cómo engancharlo.
Los requisitos para que un contenido sea de periodismo cultural son muy simples:
ser “periodístico” y ser “cultural”. Necesitan estar los dos. Esta afirmación parece obvia,
pero muchas veces falta uno de estos dos pilares en las publicaciones “culturales” de los
diarios. No se puede olvidar que el periodista cultural es, ante todo, periodista. Como tal,
su deber es informar, simplemente debiéndose a su público.
Si en el mundo funciona, ¿por qué acá no?
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___ Martín Fernández Yurcho|
BIBLIOGRAFÍA
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ARTÍCULOS
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___ Martín Fernández Yurcho|
MELIÁN, Victoria. El mundo de los eventos, los saladitos y los "perejiles". Suplemento
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http://www.elpais.com.uy/Suple/QuePasa/07/01/13/quepasa_258106.asp
OLEA FRANCO, Rafael. Borges: la búsqueda del estilo, ensayo para El Colegio de
México, Centro Virtual Cervantes, 1995. (tomado de internet en:
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ENTREVISTAS REALIZADAS
Las personas entrevistadas se desempeñan en muchas otras tareas que las mencionadas,
pero se destacan en esta investigación por su relevancia en el medio cultural.
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OTRAS INTERVENCIONES
Agradezco a la profesora Rosario Sánchez por sus correcciones y a Pablo Romero por los
interesantísimos artículos que me facilitó.
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