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7/12/2009

CRÓNICAS
DE VIDAS EN LLAMAS
IMMADON

Capítulo 1: El gato y el policía | Goran Yakov Lausic King


La luz aún no parecía querer encontrar su rostro. Sentado en la oscuridad, Ricardo
pasaba todo el día sumergido en algún vaso de alcohol, esperando que el sol se
esfumase para soltarse en la noche. Los recuerdos eran algo que lo acosaban
constantemente en los dos meses que habían trascurrido desde la muerte de
Raquel, recuerdos de una infancia juntos, de la boda de su hermana, de los
secretos que intercambiaron, de la muerte de sus padres, del día que ella pasó a
ser la única familia que le quedaba. Indudablemente aún no asumía su muerte,
quizás no porque no quisiera, sino porque no lo creía. Con la televisión encendida,
Ricardo era capaz de ver más allá de lo que informaban. Un nuevo incendio había
ocurrido en la ciudad, y al igual que con Raquel, los cadáveres no habían sido
encontrados. No podía ser coincidencia, había estado pasando tan continuamente
que nadie se había preocupado de hilarlos como posibles secuestros, que era la
teoría que a él le gustaba barajar.

Cayó la noche, la luna se alzó por la ventana, y en una reacción sumamente


instintiva, Ricardo buscó el teléfono.

- Necesito hablar contigo – dijo a su interlocutor del otro lado – Nos vemos en el
lugar de siempre a medianoche –

La medianoche llegó, y en lugar de Ricardo observamos a dos figuras parados en


la azotea de la estación de policías. Nadie se da cuenta que están allí, pues nadie
imaginaría que dos seres pudieran ponerse de pie en esa arquitectura tan
inclinada. Pero las dos figuras distan mucho de ser humanas, por lo menos una de
ellas. A la izquierda se erige un cuerpo humano, vestido de negro pero con una
máscara blanca, ocho pistolas pueblan su cuerpo, y en su mano se sostiene una
especie de soga. El otro es más difícil de describir, pues a pesar que usa tan solo
unos pantalones de cuero negro, y unas muñequeras del mismo material, su piel
es tan plateada como la luna que brilla sobre sus rostros; además, es imposible
creer que eso sea piel convencional, la forma como se mueve con el viento, la
textura que aparenta, es como si todo su cuerpo estuviese hecho de fibras que por
una mágica fuerza se juntan, una magia que quizás proviene de la gema roja que
se aprecia en su frente, no engarzada, sino como si fuera parte de él, y que junto
con esos ojos amarillos es lo único que se logra apreciar en esa extraña frente.

- ¿Me alegro que hayas podido llegar? – dijo la extraña criatura al hombre
enmascarado.

- ¿Bromeas? No me perdería una conversación con mi cuñado que ha pasado dos


meses encerrado en la oscuridad – dijo el hombre que quitándose la máscara se
reveló como Eduardo Thomps, marido de Raquel, y además detective de la ciudad
- ¿Qué ocurre? ¿Qué te ha sacado de tu claustro? –
- La gema me ha estado mostrando cosas – dijo la criatura, dando a entender que
se trataba del mismo Ricardo del que hablamos un rato atrás – ¿Se ha sabido algo
nuevo del caso de mi hermana? –

- El problema Ricardo es que como el caso no existe, he estado de manos atadas.


Mi jefe me ha estado presionando para que “haga trabajo de verdad” –

- ¿Es que acaso no es real buscar a una persona desaparecida? –

- A él le parece solo una ilusión al tratarse de la esposa de quien conduce la


investigación –

- Idiota –

- Es mi jefe. Sin embargo, he estado tratando de buscar conexiones entre los ocho
edificios quemados en los últimos dos meses –

- ¿Y? –

- El único elemento en común es que el propietario de todos ellos es un hombre


llamado Edward Ibny –

- ¿De Industrias Ibny? –

- El mismo –

- ¿Pero que hace un magnate de la joyería como propietario de edificios


habitacionales? –

- Lo mismo que todo propietario, hacerse rico –

- ¿Sabes?, lo que la gema me mostró es un poco inverosímil, pero ahora que lo


pienso –

- ¿Qué cosa te mostró? –

- Los hombres que se llevaron a Raquel vestían uniformes de caballeros –

- Como… ¿Caballeros medievales? –

- Sí, y todos portaban una gema en el pecho –

- ¿Crees que se trata de obra del llamado “Rey Cristal”? –

- Y sabes que estoy pensando, que quizás ese rey Cristal tenga alguna conexión
con industrias Ibny. Gracias, investigaré esa pista – dijo Ricardo haciendo
ademanes que se comenzaba a marchar.
- Espera – lo interrumpió Ricardo - ¿Cuándo te vas a dejar de castigar, y
retomaras tu vida? Sabes que Raquel no te querría sumergido en el alcohol como
lo estás ahora –

- Me alegra que te preocupes, pero a mi hermana no le voy a fallar –

- No te digo que lo harás. Es solo que no te puedes presionar tanto –

- Mira quien lo dice, el hombre cuyas ojeras me demuestran que casi no ha


dormido los últimos dos meses –

- Sí, es cierto, me he estado forzando con píldoras, pero es solo porque no puedo
dejar de investigar lo que pasó con Raquel, por más que mi jefe quiera que lo deje
pasar –

- Hagamos un trato, Eduardo – dijo Ricardo volviendo a su forma humana para


mirar a los ojos a la única familia que le quedaba en la ciudad – Tu duerme de vez
en cuando, y yo volveré a retomar mi actividad normal –

- Tienes un trato, Raquel no querría que ni uno de los dos pasara más tiempo en
estas condiciones –

Lo que ambos hombres no saben, es que donde quiera que esté Raquel, lo único
que acabe es que su tormento acabe rápido, y poco le importa lo que pase con los
hombres que dejó atrás.

Continuará…

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