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¿Qué es fe?

J. Enrique Cáceres-Arrieta
El término fe en el Nuevo Testamento viene del griego koiné pistis, que
significa persuasión, convicción (no mera creencia) fundamentada en el
sentido del oído. La fe viene por oír [gr. akouo]; oír la palabra de Cristo.
(Romanos 10: 17) Esto es, la fe viene a mi vida por oír el Evangelio de
Jesús; Palabra de Dios. (Desde que se escribió el Nuevo Testamento la fe
también viene a mí, y mi espíritu se alimenta, por leer [gr. anaginosko] la
Biblia) La fe no viene por lo que veo, puesto que la vida cristiana no se
cimienta en el sentido de la vista, sino en la fe que viene por oír (y leer) los
hechos reales del Evangelio. (2da Corintios 5: 7)
Algunos tienen la creencia “progresista” de que “fe significa no querer
saber la verdad”, como aseguraba Nietzsche. Tampoco fe es “la gran
excusa para evadir la necesidad de pensar y juzgar las pruebas”, como
afirma Richard Dawkins. En Root of Evil, Dawkins arremete nuevamente
contra la fe y cree que “fe es aceptar una idea sin dudar; sin pensar y sin
cuestionarla”. Michael Shermer se mofa de la fe y asevera que “el punto de
la fe es creer sin importar la evidencia, lo cual es la antítesis de la ciencia”.
Alguien más intentó definir fe, y cree esto: “La fe [se nutre] de
esperanzas e hipotéticas revelaciones”. La verdadera fe no se nutre ni de
esperanzas ni de supuestas revelaciones. Él confunde fe con esperanza, y su
omnisapiencia le hace creer que las revelaciones y los hechos ocurridos en
tiempo y espacio reales -sobre los cuales transita la fe bíblica- son
“hipotéticos”. Para hacer afirmaciones tan radicales toca ser una de dos
cosas: omnisapiente o un majadero. El racionalismo y cientificismo
empleados por los personajes citados no son ciencias; son adulteraciones de
las disciplinas que dicen representar. Sus definiciones son un insulto a la fe
del cristiano y un atropello a la inteligencia de las gentes que algo conocen
de fe aunque no sean cristianos.
Quien no quería conocer la verdad en cuanto a Dios era Nietzsche. El
que no desea pensar y ver más allá de sus narices ni examinar las pruebas
contra el mito evolución es Dawkins, pues tiene fe ciega en la creencia
evolución, que tiene muy poca ciencia, pero sí grandes dosis de filosofía.
Desgraciadamente, la segunda definición de Dawkins es lo que muchos
-incrédulos y cristianos- entienden por “fe”.
La definición “fe” de Shermer encaja en los campos evolutivos, pues sus
creyentes creen en la falacia con muchas evidencias en contra; asimismo, la
teoría de la evolución sí es la antítesis de las ciencias naturales. Es “ni más
ni menos el mayor mito cognitivo” de los tiempos modernos, asegura el
genetista Michael Denton en su libro La Evolución, una teoría en crisis.
Quien nutre de esperanzas y supuestas verdades sus creencias es quien
cree entenderlo y explicarlo todo, y aspira aplicar racionalismo y
cientificismo a cualquier conjunto de verdad. Ignora que el método de las
ciencias naturales (estudia la materia y lo que pueda repetirse) es
inaplicable a verdades que trascienden la razón y el laboratorio. Al no
poder entenderlo, se frustra y siente disminuido.
La definición literal de fe en Hebreos 11: 1 es: “Y es (la) fe, de lo que se
espera base segura, de realidades prueba convincente que no se ven”.
Esto es, la fe es base inamovible de lo que espero por ser real; la fe también
es la prueba convincente de cosas que no veo con los ojos físicos, mas
existen. La fe descansa y se alimenta de hechos comprobables, y las
evidencias están disponibles a quien tenga dudas honestas, no supuestos,
prejuicios y resentimientos. Es prácticamente imposible ser objetivo e
imparcial donde estén involucrados intereses y emociones.
Fe no es un suicidio intelectual ni un paso al vacío. Fe es creer los
hechos que sucedieron en tiempo y espacio reales en la vida del Señor
Jesucristo. No hay argumento racionalista, cientificista ni filosófico
suficientes para rebatir tales hechos narrados por el Evangelio. No digo que
no se investiguen. Señalo su irrebatibilidad. Quien crea refutar los hechos
del Evangelio -como aparecen en el Nuevo Testamento- y las conversiones
a Jesús, simple y llanamente está soñando. La vida es sueño porque “soñar
no cuesta nada”, escribió Calderón de la Barca.
Alguien dirá que la religión no es ciencia. Cierto. Ni la religión ni el
racionalismo ni el cientificismo son ciencias. Pero el cristianismo es
histórico-empírico por descansar sobre hechos reales y en una relación
transformadora con Jesús. (En otro escrito hablaré de mis experiencias con
ese resucitado Cristo histórico) Quien se atreva a venir a Él podrá
comprobar si Jesús es lo que asevera ser o era un charlatán.

El autor es periodista

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