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La ciudad de los barrios (1ª parte)

En los últimos años, el número de publicaciones referidas al estudio de las ciudades desde un
posicionamiento combinado entre la arquitectura, la sociología, la geografía, la antropología y,
tal vez, la psicología vienen sucediéndose en progresivo aumento. Son, en la mayoría de los
casos, esfuerzos por descomponer la ciudad en partes, tratando de encontrar en lo pequeño
elementos de comprensión suficientes para desarrollar estrategias urbanísticas adecuadas.

El inicio del estudio Habitares (1), preámbulo del proyecto A Cidade dos Barrios (‘La Ciudad de
los Barrios’), se reformuló sobre esas mismas bases pero asumiendo de partida la implícita
contingencia de los resultados alcanzados. Contingencia, o casi aleatoriedad, que entendíamos
no restaba valor a las conclusiones, ya que estas eran consecuencia directa de la observación
y, por lo tanto, reales al menos desde un punto de vista o un momento concretos. El objetivo
final era establecer un método para aproximarnos a las relaciones existentes entre las “partes”
que definen las urbes contemporáneas, entendiendo que es ahí, en esas conexiones y no en
los “estratos” en sí mismos, donde se halla lo que conocemos como “ciudad.”

De ese modo, consideramos que las agrupaciones urbanas podrían definirse esencialmente a
través de las acciones de sus ciudadanos. El hecho dinámico, el movimiento real y virtual, las
conexiones que se establecen en lo cotidiano, superan claramente la imagen iconográfica de la
ciudad estática, publicitada a diario como representación final y deseable de lo “moderno”.
Estas acciones de convivencia necesitan unos determinados lugares para poder desarrollarse
y, aunque habitualmente asociamos estos con el espacio público, se está produciendo una
traslación de las actividades hacia otros lugares que, cuando menos, conviene definir como
espacios colectivos ante la ocasional inconcreción de su propiedad. El tercer pilar de esta
definición inicial serían los objetos existentes, que se evalúan desde su pertenencia
programada o espontánea al lugar. Estas primeras consideraciones nos han permitido abordar
la descripción de una serie de elementos urbanos que podrían ser tenidos en cuenta en la
planificación de las ciudades, y realizar una llamada de atención sobre la pequeña escala y la
importancia de las microrrelaciones en la construcción de las ciudades.

Como decíamos, sobre esas premisas comenzamos a desarrollar la Plataforma de Reflexión y


Difusión A Cidade dos Barrios como una meditación global sobre el modo de hacer urbanismo,
centrando el análisis en la escala concreta de una ciudad media, A Coruña, con la confianza de
que pueda ser válido en situaciones similares. Este documento registra una secuencia de
reflexiones sobre las distintas áreas de estudio —que detallamos más adelante— y describe
resumidamente las acciones llevadas a cabo en cada una de esas áreas por parte de los
colectivos de arquitectos que participaron en la primera fase de la iniciativa.

Se trata, además, de un trabajo que surge en paralelo a la redacción del planeamiento


urbanístico en la ciudad (2) y en varias ocasiones este aparecerá en el fondo de algunas
cuestiones. Sin embargo, este estudio no tiene la capacidad de ahondar en problemas
singulares o de gran complejidad legal de entre los que se mencionan en el Plan General, ni de
tratar de validar o refutar las propuestas realizadas. Hemos preferido centrarnos en desarrollar
un trabajo de validez general, focalizando el interés en los puntos más débiles, en nuestra
opinión, de la cadena de planificación urbanística, y confiar en que estos se tomen en
consideración en los múltiples proyectos urbanísticos que será necesario desarrollar en A
Coruña y otras ciudades semejantes.

Principales puntos de trabajo

Mihály Csíkszentmihályi, en su trabajo Flow (3), describe la frustración de los individuos en la


búsqueda de metas imposibles y la insatisfacción cuando se alcanzan pretensiones fáciles.
Establecer los objetivos a los que cada uno, un individuo o una ciudad, puede aspirar con
esfuerzo pero con posibilidades de éxito se revela esencial para la planificación a medio y largo
plazo.

En un momento en que las ciudades pretenden aspirar a competir en todo lo que aparece en
los medios de comunicación, la intención del proyecto es definir una serie de parámetros que
entendemos deben ser considerados para la ideación de la ciudad contemporánea y que
muchas veces, por su pequeña escala, son despreciados, en un permanente afán por planes
estratégicos y grandes decisiones.

Es cierto que actualmente la mayoría de las ciudades reclaman una serie de intervenciones de
carácter estratégico que las posicionen en el mercado económico global, mediante una
selección de proyectos muy específicos que tengan trascendencia más allá de la ciudad (a
veces en el entorno metropolitano, otras en el regional o en el global) y una planificación de las
infraestructuras como soporte del desarrollo de la ciudad. Es válido que las ciudades así lo
hagan. Pero estos elementos configuran solamente una primera fase, o anillo, del
planeamiento de las ciudades, vital en la mayoría de los casos, pero incapaz de garantizar por
sí mismo un buen resultado, ya que dichos elementos tienen una excesiva dependencia de los
gestores —políticos, empresarios y técnicos— que los desarrollen durante su período de
aplicación.

Hay una segunda fase de actuación que se aproxima más a las personas, que tiene que ver
con la relación entre las cosas, con los sucesos no programados, y de algún modo en esos
elementos se encuentran los verdaderos hechos diferenciales de las ciudades y su capacidad
para complementar en la pequeña escala —y, por lo tanto, en la percepción de los usuarios—
las intenciones estratégicas con las que se planifica la ciudad. Durante el estudio, como
ejemplo del camino errado, veremos cómo en el pasado los espacios de transición, los lugares
de ocio gratuito o simplemente los tiempos de pausa en el uso del pequeño comercio
configuraban algunos de los gérmenes principales de las relaciones en la ciudad, y en su
recorrido se hallaba una parte notable del espacio de convivencia de la ciudad. Hoy estos
espacios son “recreados” en los centros comerciales, alterando por completo las relaciones de
proximidad y cotidianeidad y deshumanizando algunas partes de la ciudad.

Entendemos que el único camino posible es huir de las ciudades genéricas (4) y olvidarse de
las estrategias aglutinadoras que pretenden no perder nada para, en su lugar, pensar ciudades
que destaquen por la calidad y la singularidad de cada territorio, tanto en sí mismas como en
las relaciones con otras a una mayor escala.

En el caso de A Coruña decidimos dividir la ciudad en ocho áreas que agrupan poblaciones de
alrededor de 20 000 habitantes y que, por lo general, están compuestas por tres o cuatro
barrios. En esta primera parte de la investigación se presentarán algunos de los avances
realizados en las cuatro áreas de estudio iniciales. Esta división zonal es, en todo caso, tan
solo un modo de aproximación, ya que son las temáticas las que verdaderamente estructuran
este trabajo.

En el primer módulo de estudio van a presentarse algunas de las consideraciones de la fase:


las zonas de Feáns, Elviña y Mesoiro con el tema principal de «Os Lugares de Borde» (‘Los
Lugares de Borde’), el área de Montealto y Adormideras con el título «Experiencias de
Sociabilización», la zona de Os Rosais, Portiño, Visma y Labañou con el tema «Os Procesos
de Visibilización» (‘Los Procesos de Visibilización’), y el entorno de Matogrande, Monelos y As
Flores con el título «Os Espazos de Relación» (‘Los Espacios de Relación’).

Sobre estas áreas se articulan las temáticas de la primera de las fases del estudio, siendo
nosotros conscientes de las muchas similitudes existentes entre las distintas partes de la
ciudad. Intentamos mantener una mirada amplia, capaz de visionar todas las controversias que
es posible articular en torno a cada una de las temáticas propuestas, al tiempo que nos
acercamos a lo cotidiano para resolver la pequeña escala a través de micropropuestas para
situaciones concretas.

Estrategias de investigación

Las temáticas antes descritas se apoyan esencialmente en tres maneras de observación. La


primera de ellas, la observación sobre el terreno, recorre la fotografía y lo “casual” a fin de
establecer una descripción de situaciones esporádicas para las que, a menudo, los
planificadores no tenemos una respuesta adecuada. La segunda será lo estadístico, que, por
una parte, permitirá conocer las opiniones de los ciudadanos y, por otra, servirá para trasladar
esos datos a planos georreferenciados que explicitarán algunas de las cuestiones más
resaltables. Sobre estos dos aspectos se adjunta un texto explicativo particular.

El tercer punto de observación se desarrollará a partir de una serie de consideraciones teóricas


recurrentes a lo largo del documento. La primera de estas que vale la pena destacar son las
advertencias planteadas, entre otros, por Edgar Morin (5) al prevenirnos de lo que perdíamos al
intentar reducir “las cosas” como partes autónomas. En pensamiento complejo va una de las
herramientas seminales que acompañará nuestro estudio, facilitando e introduciendo la
transición de unas ideas a otras. También será esencial una de las líneas propuestas por Joan
Busquets en su descripción de las posibilidades del Proyecto Urbanístico (6): la que denomina
proyecto minimalista o maniobras tácticas. Desde ese punto, ahonda en los proyectos que se
resuelven con un bajo coste y con una mayor comprensión e intermediación por parte de los
ciudadanos. Son actuaciones, según describe, que pueden planificarse a medio plazo y que
poseen una importante ratio de éxito al conseguir resultados positivos desde las primeras
acciones. El tercero de los puntos destacables en nuestro planteamiento es la consideración de
la imposibilidad de una planificación finita en las ciudades. En este aspecto, la contribución de
Zygmunt Bauman (7) sobre las vidas líquidas y la imposibilidad de predecir el devenir urbano
—consecuencia de los futuros inciertos de sus propios ocupantes— refuerza la exposición de
otros autores y nos resultará esencial cuando describamos muchos de los espacios
intersticiales de la ciudad.

Los últimos aspectos en que hemos basado, de modo genérico, esta obra de reflexión serán
los múltiples trabajos sobre lo cotidiano. En esta línea ha sido especialmente considerado el
libro Everyday Urbanism (8), de John Chase y Margaret Crawford, en el que se hace un
análisis del urbanismo no reglado, separado entre la mirada crítica de la ciudad y las pequeñas
propuestas de los arquitectos. Nuestro planteamiento asume esa estructura analítica inicial,
pero decide completarla con una parte activa que lleva a cabo algunas de las acciones que
consideramos necesarias. En este caso, como hemos dicho, las acciones o experimentos han
sido realizados por un grupo de arquitectos con el apoyo de los voluntarios o vecinos que
estimaron oportuno participar. Además de las aportaciones de estos autores, y en la misma
línea, recurriremos con frecuencia a los estudios de Marcel de Certeau, William H. Whyte o
Manuel Delgado.

Primeras conclusiones

Existen muchas fuentes donde poder mirar y muchas metodologías para la planificación
urbana, pero a diario el urbanismo evoluciona hacia secuencias de regulaciones legales que
ejemplifican el retroceso del papel de los arquitectos-urbanistas en la planificación de la ciudad.
La idea de la concepción de las urbes como espacio de convivencia ha sido desplazada hasta
ocupar su lugar una serie de estrategias económicas que, impulsadas por las “convicciones” de
los políticos y las “propuestas” de los empresarios, se presentan pasadas por el tamiz
“oportuno” de los medios de comunicación.

Las ciudades recurren a eslóganes según sean demandados por la sociedad, sin establecer un
filtro a medio o largo plazo que valide las propuestas. Así ha sido posible tener una confianza
plena en el desarrollo de lo edificado, en la importancia del turismo, en las “etiquetas” de
sostenible o verde..., mientras en la actualidad parece que el interés está centrado en las
clases creativas y en las indicaciones del gurú Richard Florida (9).

Da la impresión de que existe un consenso sobre la imposibilidad de conseguir hacer ciudades


de una calidad aceptable mientras el urbanismo sea utilizado como arma política y manipulado
constantemente en los bordes de la legalidad, casi siempre en beneficio de los mismos
poderes económicos. El esfuerzo de los planificadores para mitigar ciertos abusos y de los
políticos por regularizar actuaciones ilegales acaba por establecer desequilibrios que no son
comprendidos por nadie y que convierten en utopía la explicación razonada del crecimiento
urbano. Para asegurar una mayor protección de las ciudades y de sus usuarios, en los últimos
años las diferentes leyes de aplicación sobre el urbanismo han intentado elaborar nuevas
herramientas de control en función de números “objetivos”, aunque de manera persistente
nuevas alteraciones legales las hacían incluso más vulnerables que en el caso anterior, hasta
que, al final, ya acababan completamente hechas pedazos las ideas, al tener que asumir por
imposición política —del color que sea— acuerdos “previos” muy alejados de las intenciones
del planeamiento.

Como decíamos, en la mayoría de los casos las ciudades, con sus políticos al frente, intentan
aspirar a todo y los adjetivos del planeamiento aparecen según convenga. Proyectos urbanos
envueltos en estrategias de mercadotecnia que a menudo olvidan los espacios intersticiales y
que muy difícilmente pueden tener el apoyo de los ciudadanos, dada su complejidad durante el
proceso de consolidación, y que son descubiertos como “hechos finales” en el momento en que
se hacen públicos y que, por lo tanto, alcanzan la escala de proximidad.

Con esta iniciativa pretendemos subrayar la importancia de los espacios olvidados de la ciudad
y ensalzar sus valores en la sociabilización de los residentes. Confiamos en estimular en el
futuro una mayor participación por parte de los ciudadanos durante el proceso de
creación/reutilización de la ciudad, aunque para eso, en vista de la actual complejidad legal, tal
vez una de las primeras decisiones que deberíamos tomar los técnicos es plantear un
urbanismo que cree los escenarios adecuados y que permita a los usuarios ciertas
modificaciones o adaptaciones, evolucionando de los proyectos urbanos contemplativos hacia
los participativos. Escuchando —y documentando— los deseos de los ciudadanos,
continuaremos aproximándonos a espacios que estos reconozcan como propios, ya que, al fin
y al cabo, según el estudio, lo mejor que tienen todos los barrios de la ciudad son las personas
que viven en él.

1 González Alfaya, L.; Muñiz, P. (2009): Habitares. Los lugares de los ciudadanos. Santiago de Compostela: COAG.
2 Busquets, J. (2009): Plan General de Ordenación Municipal. PGOM 09. A Coruña: Concello da Coruña.
3 Csíkszentmihályi, M. (1990): Flow: The Psychology of Optimal Experience (‘Flujo: La psicología de la experiencia
óptima’). New York: Harper & Row.
4 Koolhaas, R. (2006): La ciudad genérica. Barcelona: Gustavo Gili.
5 Morin, E. (2004): Introducción al pensamiento complejo. Buenos Aires: Gedisa.
6 Busquets, J. (2006): Cities X Lines. A New Lens for the Urbanistic Project / Ciudades X Formas. Una nueva mirada
hacia el proyecto urbanístico. Trento: Nicodoli Editore.
7 Bauman, Z. (2007): Tiempos líquidos. Vivir en una época de incertidumbre. Barcelona. Tusquets.
8 Crawford, M.; Chase, J. (1999): Everyday Urbanism. New York. The Monacelli Press.
9 Florida, R. (2005): Cities and the Creative Class. New York: Routledge.

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