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ROBOCOPULACIÓN:

SEXO POR TECNOLOGíA

IGUAL A FUTUROl

Máquinas sexuale s

Dif erentes esc rito re s ha n hab lado de lo , furi a sexua l d e los fób ri cos> , rit mo s obses ivos ,
soplidos, gri tos, ¡ode os, he rra mientas a fil ados y re luc ientes, bie la s arti cu la dos ch o rr e and o
sudor : si mulac ro s de amor incansa b les . ¿N o podría el homb re, en su a ct ividad amo roso ,
convert irse en uno má q ui na , co pu la r inde fini d o , mecó ni co men te?
M o rce l Jeon '

Es la opinión también de James Brown. En «Get Up (1 F'eel Like Being a ) Sex


Machine» [Levántate (me siento como una ) Máquina Sexual], Brown se imagi­
na con ~I cuerpo de un semental eléctrico, infatigable como u~a perforadora,
pero 'c horreando siempre sudor y suave al tacto. Se sueña como un sátiro con
prótesis pero aún con la suficiente humanidad como para saborear los placeres
de la carne. Convertido en ciborg, Brown obtiene lo mejor de ambos mundos:
presa de la fiebre y sudores fríos de las pasiones humanas pero actuando con la
resistencia de una locomotora.
Esta fantasía no es más que un hilo, entre otros, del nudo conceptual que
Marshall McLuhan ya veía en 1951 como «uno de los aspectos más curiosos de
nuestro mundo: la fusión del sexo y la tecnología »3. Este híbrido extraño, se­
gún McLuhan, «nace de una curiosidad insaciable por explorar e incrementar
el territorio del sexo gracias a técnicas mecánicas, y también por poseer má­
quinas de una forma sexualmente gratificante »'. Esta última razón, a la que
McLuhan no le da mucha importancia, ha sido retomada en la cibercultura,
donde los fantasmas colectivos la han embellecido y refinado.
En La novia mecánica: folclore del hombre industrial (The Mechanica.1 Bri­
de: Folklore of Industrial Man), McLuhan descubre en ~n anuncio de lencería
la lógica de un Henry Ford sobre producción en cadena: las «fajas de propor­
ción cuatro a uno » de Nature's-Rival, señala, vencen allí donde la naturaleza
falla, produciendo copias perfectas de las starlettes hollywoodienses conpreci­
sión mecánica. Del mismo modo, el fetichismo de las medidas (90-60-90), lo eró­
tico visto por un estadístico, transforma a las mujeres en «números ardientes »
cuyas coordenadas «proporcionan una curva abstracta »5. Las comedias musi- 209
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o cales reducían así a las bailarinas de claqué y de cancán a engranajes de má­ primer número de Wired tenía un artículo sobre «Sexo digita!>' , el Marie Claire '"
O
c:o inglés de abril prometía «Sexo puntero: orgasmo por ordenador» y el Self de no­ - c:o
quinas, imagen tomada al pie de la letra por Busby Berkeley en la película Des­
o viembre «Sexo de alta tecnología: nuevas formas de pulsar tus teclas».
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() file de candilejas (Footlight Parade, 1933), donde bailarinas ligeras de ropa, con
ov las piernas separadas, formaban un rosetón gigante que evocaba el motor cir­ Future Sex, una revista que ya no se publica, aplicaba el último grito en pu­
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cular Curtis de un avión, blicidad a las cosas más viejas del mundo. En un prospecto enviado al WELL ~

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Dándole la vuelta a la lógica publicitaria, que dota de atractivo sexual a los por sus editores, se la describía como «la única revista que investiga de qué for­
O, O'

Z bienes de consumo, <dos anuncios de lencería y de productos de belleza mo­ ma la alta tecnología está cambiando nuestras relaciones con el sexo », y se pro­ Z

dernos resaltan su relación con la máquina »6 . McLuhan al observar el triste metían fantasías eróticas multiculturales «con una maquetación ultramoderna ».
destino de la sexualidad humana, subyugada por la publicidad a las exigencias La portada del segundo número no puede pasar desapercibida. Unos internau­
del -mercado, constata cómo las mujeres se sienten alienadas dentro de su pro­ tas flotan en el ciberespacio ligeramente vestidos con un equipamiento de rea­
pio cuerpo. Sometida a las técnicas de producción industrial, la anatomía fe­ lidad virtual fotorrealista generado por ordenador. El hombre luce un traje com­
menina se separa en piezas independientes y sustituibles: «Sus piernas ya no es­ puterizado y la mujer lleva un sujetador con dos manos robóticas que le
tán íntimamente ligadas a su gusto o a su personalidad única, sino que no son acarician los senos y un tanga provisto de lo que parece un vibrador de última
más que objetos expuest~s a la vista, como lo está la parrilla frontal de un co­ tecnología. «El cibersexo», anuncia el titular: «Entra dentro, ajústalo y disfru­
che» '. ta ». Lisa Palac es la redactora jefa, supuesta «reina del porno de alta tecnolo­
Más profundamente, McLuhan descubre el efecto agotador de la continua gía » que, en su primer editorial, espera deseosa la llegada de la «erotrónica »:
exitación que produce la Madison Avenue: una sobreexpoción sexual que exi­ una gama de ropa interior «inteligente» que sume a los que la llevan en sueños
ge cada vez mayor voltaje para mantener la libido a flote. El resultado final de eróticos interactivos asistidos por ordenador.
este proceso es la aniquilación elevada al rango de orgasmo, como en ¿Teléfo­ Desgraciadamente había muy poco contenido futurista en la sexualidad de
no rojo? Volamos hacia Moscú, así McLuhan señala que: Future Sex: sólo masturbación o fornicación simuladas por sempiternos modelos
para el disfrute de la cámara. El contenido «futurista » del número 3, por ejem­
Lo exc itoción y el so d ismo so n cosi ge melos_ Y poro lo s q ue e l oc to sexuol plo, se resume a una historia ciberporno de «telesexo » entre una rubia virtual y
se ho conve rti do en oigo mecó nic o , mero enc uentro y monipuloció n d e miem' una cebra virtual, a críticas de CD-Rom vagamente atrevidas y a anuncios de lí­
bros, siem p re que d o un deseo i ne xti nguible q ue se po d rí o Ilomor meto físico , neas calientes, una tecnología obviamente de bajo nivel, camuflados como rela­
p ero que no se reco noce co mo tol y q ue se inte nt o sot isfoce r con el peli g ro ciones peligrosas en el ciberespacio. «Conéctate a la expresión erótica », invita
fís ico y o ve ces co n lo to rturo, el suicid io o el osesi noto'­ uno, mientras que otro «<El auténtico cibersexo») prepara al lector para un salto
de gigante hacia un futuro de ~iencia ficción: «Hardware: tu teléfono», «Softwa­
Hoy en día, más de cuarenta años después de los comentarios premonito­ re: tus fantasías eróticas ». Pero, alto, ¿es que acaso no podía hacer lo mismo,el fe­
rios de McLuhan sobre la «imagen híbrida, ampliamente extendida, del sexo, liz propietario del «teléfono parlante» de Alexander Graham Bell hace más de un
la tecnología y -la muerte», la técnica erotizada, el sexo asistido por máquinas, siglo?
la copulación con la tecnología y los deseos carnales que acaban por conllevar Palac, militante antipornografía, convertida en «feminista pro sexo-positi­
orgías de destrucción de alta tecnología, son todos temas que se encuentran en­ vo», ha producido un CD titulado Ciborgasmo, «una experiencia sexual en la
tremezclados en la cibercultura. realidad virtual» que explora los efectos 3D creados por Virtual Audio, una tec­
El número 10 del «neurozine » bOING-bOING está dedicado a las «Golo­ nología que se usa en la banda sonora de la realidad virtual·. En el sobre que
sinas sexuales para mutantes felices ». En la portada, una joven está conectada contiene el CD, una pegatina «<El futuro del sexo está en este paquete ») sugie­
para el placer a un enchufe de ordenador en el pubis y a dos aparatos de serie B re que el sexo asistido por interfaces de alta tecnología, capaces de provocar
colocados en sus senos. Entre los artículos hay cosas como «Sexo virtual: jo­ sensaciones inéditas a los usuarios conectados, ha dejado de pertenecer sólo a
diendo con máquinas» y «Confesiones de un maniaco del pomo para PC », En la ciencia ficción.
febrero de 1992 la versión estadounidense de Elle provocaba a las lectoras con Al abrir el envoltorio descubrimos un CD, un póster, unas «ecogafas» y un
210 un titular sobre «El nuevo universo del sexo por ordenador». Al año siguiente el «cibercondón » que, tras observarlo más detenidamente, descubrimos que no es 211
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más que un lubricado preservativo corriente. Su cualidad cibernética, que le dis­
O cia humana reconocible como tal. Sin embargo, todas las especulaciones ac­ '"
O
CJJ .tingue de otros condones más vulgares, viene dada aparentemente por el lo­
tuales sobre la sexualidad posthumana se detienen ante un hecho inevitable: CJJ
O O
n gotipo «Ciborgasmo » de su envoltorio. En cuanto a las ecogafas, cuyo fin es siempre se hacen desde un punto de vista humano, para quienes la idea misma n
O O
-o suprimir rodas las distracciones visuales, no son más que unas gafas negras im­ de sexualidad se define en términos de carne y humanidad. Como señaló muy -o
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» presas en un trozo de cartón. Para conseguir lo que el manual de instrucciones acertadamente el autor de ciencia ficción Rudy Rucker: «No me puedo poner :;
n llama <da mejor experiencia ciborgásmica » hay que sentarse solo en la oscuri­ de pie sobre mi propia cabeza» n. n
O­ O­
z dad, ponerse los auriculares, el preservativo y las gafas de cartón como única z
vestimenta. Se supone que el usuario se ha ocupado también de imaginar algu­
na explicación plausible en caso de llegada imprevista de otro habitante de la La reproducción mecánica
casa.
El CD consiste esencialmente en una serie de fantasías descritas al estilo de Como demuestra el tex to de Marcel Jean, que data de 1959, el interés actúal
las cartas de los lectores de Penthouse, salpimentadas con jadeos y gorgoteos por las máquinas sexuales y por el sexo maquinal no es un fenómeno postmo­
obscenos. Verdaderamente muy poco cibernético, aunque un vibrador hace una derno. Las lecturas freudianas del simbolismo psicosexual asociado a las má­
corta aparición en el mo~ento de la gran final. A medida que se escucha el CD, quinas recalentadas no son nuevas. La visión de los pistones yendo y viniendo
los gruñidos, gemidos y jadeos del coito simulado parecen cada vez más mecá­ sin cesar y de los líquidos inyectados a presión por orificios estrechos ya hacía
nicos y finalmente cómicos . Cibórgasmo recuerda el comentario más insidioso palpitar [os corazones a principios de siglo. ­
y más punk de Johnny Rorren: «Finalmente, ¿qué es el sexo? Treinta segundos La dinam o y la Virgen es un ensayo esencial de Henry Adams teñido de cier­
de gorgoteos» 10 . ro erotismo en el que reconoce en las dinamos de doce metros de altura exhibi­
El CD" de Palac utiliza la realidad virtual más vieja que conoce la" humani­ das en la Exposición Universal de 1900 a la Madre de Dios. De pie en la Galería
dad: la simulación y la narración. Desgraciadamente, escuchar cómo los de­ de las Máquinas," muy impresionado, con sus ojos fijos sobre este gigantesco
más copulan"o narran sus fantasías es muy diferente a hacerlo uno mismo. Y «símbolo de lo infinito», Adams se sabe en presencia de un «mecanismo oculto »
además, ¿dónde está lo ciber? El contenido narrativo de Ciborgasmo no invo­ animado por una energía sexual manifiestamente femenina. «Femenina » porque
lucra para nada a la tecnología. En cuanto a la interfaz -lector de discos com­ la fuerza que domina la dinamo, la electricidad, es misteriosa, casi sobrenatural.
pactos, gafas de cartón y preservativo- no es exactamente la conexión entre la «En todas las épocas anteriores», escribe, <da sexualidad era una fuerza ... La
corteza cerebral y el ordenador que reclaman los lectores de Neu1'Omante. Co­ Dian:;! de Éfeso ... era una diosa gracias a su fuerza, era una dinamo animada, era
mo señala Chris Hudak en su crítica asesina al CD en Mondo 2000: «El fraca­ [a reproducción, la mayor y más misteriosa energía, sólo necesitaba ser fe­
so se da en la propia concepción del CD, en algo tan básico como sus ceros y cundada»1] . La potencia sexual de la diosa pagana fue sublimada en la imagen
unos, no hay nada «ciber » en rodo"esto. Esto no es más que un jodido CD. de la Virgen y ahora, dice Adams, la potencia procreadora y [a sensualidad es­
Literalmente » " . piritual de la Virgen se transfiguran en la dinamo.
El problema con Ciborgasmo y con Future Sex es que el sexo parece haber Veintinueve añOs más tarde, el poeta modernista MacKnight Black escribe
cambiádo muy poco desde que el primer mono se puso erecto ... Una sexualidad en Maquinaria:
que sea por sí misma futurista, en oposición a la que lo es pero dentro de un es­
cenario de ciencia ficción, pedirá la rev isión de las actuales nociones sobre la se­ Las dinamos son los pechos,

xualidad humana y conciencia del cuerpo, quizá gracias a la manipulación de Llenos de la primera leche benefactora

unos cuerpos profundamente modificados. ¿Pero cómo separar el sexo de esta De una nueva Madre".

gestalt íntima que se desarrolla tras una larga residencia en ese saco de agua que
llamamos cuerpo? En un Íuturo de ciencia ficción en el que la conciencia no es­ En el arte modernista, las tendencias idólatras por las que se dejaba llevar
tuviese limitada a su viejo contenedor, sino que pudiese alojarse en la memoria Adams pasan, gradualmente, de la devoción religiosa al mecanoerotismo. Las
digital de un cuerpo robótico, parecería al menos concebible que la sexualidad odas a la máquina de los fu turistas italianos, de los vorticistas ingleses y de los
212 humana pudiese ser abstraída de cualquier encarnación, incluso de una concien­ suprematistas rusos se acercaban a menudo al porno blando. 213
/O
/O Arraigado en las cenizas de la Primera Guerra Mundial, el dadaísmo se bur­ vula evoca el acto sexual y su ritmo », escribe Bayley, <<la válvula representa el
O O
(JO
(JO laba de las ideas burguesas y de la cultura industrial, que habían llevado al mun­ pene y su guía la vagina »'". Para Bayley, las palabras de Enzo Ferrari, el cons­
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() do al borde del apocalipsis. Haciendo girar absurdamente el reloj universal del tructor italiano de coches deportivos, sobre <<la perfecta ecuación entre hombre ()

O O
mecanismo cartesiano, los dadaístas representaron al género humano como una y máquina: 'cincuenta por ciento máquina, cincuenta por ciento hombre » de­ "'O
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raza de autómatas enloquecidos. Robert Short resume bien la situación: «Se sir­ muestran que <<la idea de un coito mecánico que parodia el acto sexual obsesio­ ~

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() vieron de la analogía hombre/máquina para eliminar el lado espiritual de la exis­ na de forma inconsciente a los apasionados por los coches de carreras» " .
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O· tencia"ll . Pero supieron añadirle un humor diabólico. Por sus imágenes de coito La idea misma de «auto erotismo », juego d~ palabras incluido, ha sido tan z
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mecanizado y de máquinas de seducción, ridiculizaron la objetificación del sexo repetida por los psicólogos que actualmente se corre el riesgo de caer en lo
en la publicidad y el reciclaje del cuerpo femenino para conformarlo a las modas kitsch repitiéndola. Muchas veces se ha denotado la relación entre los contor­
de la producción en masa. Francis Picabia dibujó así su humorísticamente serio nos aerodinámicos de las pin-ups y las formas barr.ocas del diseño automovi­
Retrato de una joven americana desnuda (1915): una bují~ con la leyenda «Para lístico en los dorados éÍncuenta: un delirio de protuberancias y de orificios, de
siempre ». parachoques evocadores de entrepiernas turgentes o de senos erectos.
Las imágenes mecanomúrficas también expresaban el desprecio que sentían Pero el auto erotismo tiene demasiada profundidad como para despachar­
estos artistas por una frívola y devoradora clase media que fornicaba y fletche­ lo así. El coche, en segundo lugar tras la pistola, es la máquina americana por
rizaba con una imbecilidad imperturbable. (<<Fletcherizap, consistía en masti­ excelencia, sinónimo de individualismo cabezota, de frontera siempre en re­
car cuarenta veces antes de tragar, según las recomendaciones del doctor Flet­ troceso, de juventud eterna, de potencia fálica por extensión y de comodidad
cher, autor a principios de siglo de un r¿gimen para facilitar la digestión.) Max intrauterina por introversión y, finalmente, de las promesas infinitas del saber
Ernst realizó un dibujo falsamente inocente, casi infantil, que representaba un hacer americano. Para los adolescentes americanos tener el carnet y luego un
aparato imaginario; la leyenda decía: «Pequeña máquina ... para poliniza r sin coche constituye un rito de iniciación estrechamente vinculado al aprendizaje
miedo», una ayuda, quizá, para los maridos pequeñoburgueses que sienten asco de la sexualidad. Los asientos traseros son los altares bien acolchados en los
ante ciertas secreciones pegajosas . que se sacrifica ritualmente la virginidad para pasar a la edad adulta. Muchas
Es muy significativo que la novedosa obra del dadaísta francés Marcel Du­ veces, el vehículo es en sí mismo un sustituto sexual, como en la canción de Si­
champ conocida como el Gran vidrio (La mariée mise a nu par ses célibataires, mon & Garfunkel «Baby Driver» «<1 wonder how your engines feel ») o
meme, 1915-1923, y cuya traducción sería «La novia desnudada por sus solte­ «Brand New Car» de los Rolling Stones (<<Mete la lIa ve, querida, venga, abre
ros, incluso ») sea, para decirlo crudamente, una máquina de follar delirante a el maletero / Quiero ver si tu aceite huele bien » ). La novela Christine, de Ste­
lo Rube Goldberg. Robert Lebel la ha descrito como un ejercicio de «onanis­ phen King, es una versión del mito medieva l de los súcubos en la jerga de los
mo para dos »: el Motor de la Novia, de combutión interna y que funciona con mecánicos: un adolescente con acné se enamora de un coche Plymouth Fury
«gasolina de amop" está en la parte superior del lienzo, desnudo pero terri­ rojo sangre de 1957 poseído por un espíritu femenino celoso y asesino que atro­
blemente inaccesible para la Máquina Soltera que se desgañita abajo, presa de pella a tres chicos que una vez la maltrataron. En Christine, conducir es equi­
una eterna frustración " . La novia -modelo de virgen y de puta, objeto de ve­ valente 'a conquista sexual, como en el poema de e. e. cummings «ella era To­
neración masculina y también fuente de un inescrutable, y ligeramente mali­ talmente » (1926), en el que un temperamental automóvil se convierte en una
cioso, deseo femenino- queda suspendida para siempre entre el deseo y la po­ virgen:
sesión'7.
Picabia, amigo de Duchamp, ponía una serie de imágenes mecanomórficas a eLLa era TotaLmente
disposición del autoer.otismo, en el sentido literal del término. Como coleccio­
nista apasionado y conductor sin igual de grandes coches, Picabia cantaba los -nueva; y
efectos alucinógenos de los gases de combustión y del olor de la gasolina, pero sabes por eso un
al mismo tiempo ridiculizaba la sexualidad en la era de la reproducción mecáni­ poco dura yo La cuidé y(después
ca . Stephen Bayley ve en FLamenca (1917 ) el retrato de una válvula de combus­ de Lubricar sus articuLaciones
214 tión y de su guía, un verdadero furor sexual. «El movimiento de vaivén de la vál­ , comprobé La gasoLina toqué 215
su radiador me aseguré de que su suspensión estaba un cuerpo que es cada vez más un artefacto preindustrial, esta nueva sexuali­ ""
o""
CP dad tiene como fetiches la desolación urbana, los desastres televisados, las ce­
O
CP

o() O
bien)me puse a ello inundé-el-carburador la hice lebridades y los bienes de consumo, empezando por el automóvil. ()

o O
En Crash, las relaciones sexuales casi siempre se producen en un coche; fuera
CD
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arrancar... 20 "e
:; de ese marco ya no tienen interés. El cuerpo sólo es erótico cuando se encuentra :;
()
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El auto erotismo futurista arrastra al mecanoerotismo a su desenlace fatal: con la tecnología o con un entorno artificial, literalmente (atravesado por la em­
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z la unión ciborgiana de la carne y el mecanismo. En un manifiesto futurista, el puñadura de una puerta o empalado en una colu'mna de dirección) o metafórica­ z
poeta F. T. Marinetti declara que «superaremos la hostilidad aparentemente in­ mente ( << los volúmenes geométricos intactos del edificio se correspondían en mi
superable que separa a la carne humana del metal de los motores »2 ). La tensión mente con el contorno de sus muslos y de sus pantorrillas apretados contra el vi­
producida por esta situación aparentemente irresoluble intenta liberarse en un nilo del asiento" ,»). El cuerpo de una joven mujer soporta las cicatrices de un gra­
accidente pornográfico, en un éxtasis violento en el que coche y conductor se ve accidente de coche. Para el narrador, que también tiene las marcas de su auto­
unen definitivamente. En su poema «Fornicación de automóviles " (1914), Ma­ móvil en las rodillas y en las tibias, es como si ella hubiera resucitado:
rio de León describe un aC,c idente de coches como si fuese un coito (vagamente
homoerótico) entre gladiadores mecánicos: El cue rpo her id o del coche deporti vo lo ha bía co nver tid o en uno cria tura de
sexualidad pe rve rs o y desenfrenoda , habí a liberad o en e llo , g raci as o sus
Colisión involuntaria, pa rach oq ues torc id os y o sus fuga s de líquido refrigerante, todos los posibi ­

fornicación desenfrenada lidad es desv iados de su sexo. Sus musl os mutilados y los múscul os rosgados

de dos automóviles - energía, de sus pan to rr i lla s e ran mode los de uno perversidad foscinante'Ó

abrazo de dos guerreros,


valiente de movimiento Aquí, al igual que en las películas de ciencia ficción como 2001 : una odisea
síncopa de dos «corazones motores », del espacio o Blade Runner, los seres humanos son unos títeres impasibles -ma­
que vierten «sangre combustible »22. niquíes para simulación de accidentes- mientras que la tecnología que los ro­
dea es extrañamente antropomórfica: el «saliente grotesco de un tablero de
La idea de una colisión auto erótica se lleva hasta el final en Crash, la no" mandos aplastado sobre la entrepierna del conductor» en un accidente evoca
vela protociberpunk de J. G. Ballard. En el lenguaje frío y preciso de una au­ un «acto calibrado de felación mecánica », mientras que los «elegantes orificios
topsia o de una ficha técnica, Ballard evoca «una nueva sexualidad nacida de de ventilación de aluminio» de un hospital «le atraen de una forma tan irresis­
u na tecnología perversa »: tible como el orificio orgánico más ardiente »2'. En la depravada geometría de
Cras!?, esperma y líquido refrigerante, vulva e instrumentos cromados delante­
En su vi sión del coc he acc ide ntad o con lo actriz , Vau g han quedo obsesio­ ros son congruentes.
nad o por ciertos he rido s y pun tos de impacto , po r los c ro mad os y agan i. En una entrevista de 1970 Ballard dijo: «Creo que la sexualidad orgánica,
zan tes ta b leros de mondos hun didos en am bos coches 01 c hoc ar fro ntalmen­ cuerpo con cuerpo, piel con piel, se está haciendo impracticable, simplemente
te . . . , fra ctu ras múltiples en sus muslos apla stados cont ra e l freno de mo no , y parece que nada puede tener sentido para nosotros fuera de los valores y de las
sobre todo heridos geni ta les: el lo, con el útero atravesado por el pico herál­ experiencias del paisaje mediático »2'.
dico del emblema del cons truc tor ; é l, descargando su semen sobre los c on ­ Publicada en 1973, Crash observa el monstruoso tri ángulo de McLuhan -se­
tad o res lumin osos que marc arón poro siem p re lo últi mo tempera tura y el últi­ xo, tecnología y muerte- a través de la lente rota de la sociedad de consumo,
mo niv el de combust ib le de lo máquina 23. con su pérdida de afecto, su culto a la fama, su registro maniaco de cada mo­
mento de la vida y su confusión psicótica entre experiencia subjetiva y ficción
Violenta y desapasionada, más allá de la psicología del yo y de las conven­ televisada . Improvisando sobre estos temas con una alegre perversidad que
ciones sociales, se trata de una sexualidad posthumana «sin referencias y sin lí­ combina a partes iguales surrealismo, pop art y punk, Ballard anunciaba, su con­
216 mites», como escribe el filósofo postmoderno Jean Baudrillard 2' . Alienada de vergencia en la cibercultura . 217
"" Construida para el placer está ligado o lo necrof ilio. El necráfi lo po ten cia l nec esi to uno pareja sum iso ; ""
o O
(p
un cadáver es tá com ple tamente despro tegido y sin defe nsas , no pued e re· (p

o O
() Estos últimos años han visto cómo se multiplicaban las imágenes que juga­ sistirse o sus ataques J ". ()
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"""O ban con el deseo de «poseer máquinas de forma sexualmente gratificante », co­
O
"""O
e e
» mo decía McLuhanpudorosamente, Después de los orificios de ventilación y de De eso se llega al patetismo atroz de la muñeca inflable, cuyos ojos exorbi­ »
() ()
los tableros de mandos excitantes de Ballard, se puso a nuestra disposición una tados y su boca abierta de un rojo obsceno recuerdan una prostituta estrangu­
O, O,
z muñeca eléctrica mucho más dóciL La robocopulación entre hombre y máqui­ lada, En D1: Adder, novela ciberpunk de K, W, 'Jeter, el héroe retrocede horro­ z
nas es el hori zonte de las imágenes futuristas g uarras de Hajime Sorayama y rizado ante una habitació n llena de prostitutas mecánicas de «coños de
Larry Chambers, cuyas recopilaciones se venden impresas en papel brillante en las polietileno» :
librerías de ciencia ficción. Sorayama dibuja cómics explosivos, ll enos de oda­
liscas r9bóticas con pubis cromados sin vello, y otras incomodidades demasia­ A l imm it se le reto rc iero n los tr ipas 01 ver e l contenido de lo habitac ión de
do humanas, Chambers es conocido por ilustraciones como la «Dama de Ace­ techo a lto. A lo largo, mós a llá de lo que se podio ver, estaba repleto de re­
ro » donde retrata amorosamente el tacón de aguja de una prostituta robótica producc iones de . pu tas en dife ren tes fo ses de constru cc ión.. i Host ios t,
coqueteando en una pier¡{a con liguero, pen só limmit asq uea do . El viej o sueño guo rro de lo cienc ia fi cc ió n: el co ño
C hambers y Sorayama no son los primeros en modernizar la Galatea de Pig­ mecán ico" .
malión: el fantasma masculino de la autómata anatómicamente correcta, West­
W01'ld, almas de m etal, película de 1973 que combina el western con la ciencia Limmit está en las bambalinas de un parque similar al de Westworld, situa­
ficción, se desarrolla en un parque de atracciones donde los invitados dan fin a do en la tierra de Nixon, en Orange Co unty, California , Al perfeccionar una
sus fantasías en escenarios de la antigua Romá, la Edad Media o el lejano oes­ fantasía de adolescente a medio camino entre el País del Mañana de Disney­
te mientras unos robots humanoides, de ambos sexos, han sido programados landia y la Mansión Playboy de Hugh Hefner, Jeter lanza algunas pullas a esos
para el placer (como es típico, sólo vemos en acción a andro ides del género fe ­ muertos vivientes bien alimentados so bre los que ya satiriza ban los dadaístas ,
menino, pues los personajes principales son hombres ... ). Los modelos masculi­ Unas páginas más adelante, Limmit está desesperado por la espantosa idea de
nos, con un «equipamiento externo poco rea lista pero eficaz y estimulante », es­ que nunca más podrá salir de Orange County, que se va a convertir en uno de
tán dotados de «mecanismos vibratorios internos », mientras que los femeninos esos zombis de periferia que siegan el césped y preparan barbacoas:
son «un verdad ero triunfo de la técnica », provistos de «mecanismos de succión
y torsión », Una escena bastante memorable se desarrolla en el vestuario delos Mo rir é oqui, a un que segu iré estand o en pie. Estaré mu er to y me iré o vivir o
técnicos que reparan los robots: Orange Coun ty, me cosa ré con uno ch ica embrutecido po r la te levis ión y los
tra nquil izantes , y c ria remos juntos niños anón imos sacados de su cuer po co­
Primer técnico: ¿Te lo has hecho yo con uno de esas máquinas ?
mo si fue sen bo rras de pán mientra s e llo está c hutod o" .
Segundo técnico No . Prefie ro el mode lo de carn e y hueso. Si es que con­

sigo llegar a cosa po ro ve rlo.


Jeter adapta a nuestros tiempos de telespectadores adictos a los somníferos
Primer técnico: Yo probé con un o de lo s pu tos roman os uno noche, sob re lo
la visió n dadaísta de esos ciudadanos que piensan ig ual y se visten igual. Para
meso de repa rac io nes . la enchufé y me empleé o fondo.
Limmit, la clase media que copula con un «sucedáneo de puta de goma espu ­
Tercer técnico: Te pod rí as q uema r po r eso?"'
ma » -imagen cómica y asquerosa que ilustra perfectamente la vacuidad de una
existencia dedicada al consumo- no es más que t¡n hatajo de robots,
Este diálogo, que recuerda las bromas de los aprendices en la funeraria, re­ La ecuación entre un consumidor típico de la periferia y un autómatades­
vela la necrofilia que presupone el deseo de querer copular con un cuetpo sinté­ cerebrado es una metáfora de múltiples interpretaciones y puede emplearse pa­
tico, En Robots humanos en la mitología y la ciencia, John Cohen ha ce explíci­ ra ideologías contradictorias, como el feminismo de Las esposas de Stepford
ta esta relación, Según él, el deseo sexual que sienten algunos hombres por las (1974) , una comedia macabra en la que unos machos de los suburbios se libran
218 estatuas desnudas y los maniquíes sin ropa de sus protestonas esposas y las sustitu yen por unas perfectas amas de casa 10- 219
Al
o botomizadas YCOrl cuerpos a lo Playhoy, O como la misoginia alcoholizada del
Q:J ,
cuento de Ch~rles Bukowski titulado La máquina de follar. .
o
() La muñeca inflable robótica de Bukowski es un cruce entre la Barbie y la no­
ou via de Fra'nkenstein. Exteriormente no es más que «senos y glúteos », pero su tó­
e
» rax está relleno de «cables y tubos -de cosas enrolladas )' conectadas-:- con algo
()
de una substancia que se parece vagamente a la sangre», su vientre y sus venas
O,
z son los de !lna cerda y una perra 33 , El miedo y el odio a la sexualidad femenina
que se desprende de esta imagen se descubren plenamente cuando el sabio que ha
construido a Tanya declara que «toda mujer es una máquÍna de follar. ¿No lo en­
tiendes? ¡Se entregan al mejor postor! »". La misoginia virulenta de Bukowski es­
tá acompañada de un horror a la sociedad de consumo cercano al de Jeter:

po bre Tonya . no soñ 9 ba ni con dinero, ni co n propi eda des, ni con coc hes
gra ndes , ni con co so de lujo , nunca había leíd o el pe riódi co , no q uería un
televis or [en co lor], ni somb rer os nue vo s, ni botas para lo ll uvia, ni disc uti r
con los id iota s a mo s de coso d el pa tio de al ró s35

En una AlT\érica donde los seres humanos se parecen cada vez más a las ma­
rionetas, donde se pueden encontrar «cincuenta máquinas de follar durante un
paseo de diez minutos por la acera de cualquier avenida del país y cuya única
diferencia es que simulan ser humanas», el mérito de Tanya es que es lo que pa­
rece 36 • Paradójicamente, la «máquina de follar» materialista despreciada .por
Bukowskies un objeto construido culturalmente para el deseo masculino. La
«diosa del amor de la línea de montaje », expresión de McLuhan, no es más que
, lo que los medios han querido hacer de ella.
Pero la realidad de las muñecas de carne -delgadas como una niña peque­
ña, depiladas, limpias y desodorizadas- nunca está a la altura del sueño mas­
culino del encanto robótica. La máquina sexual femenina no es sólo la superfi­
cie lisa sobre la que se dibuJ'an los fantasmas masculinos, sino también un espejo
que fortalece el sentimiento de identidad de los hombres. Y este circuito cerra­
do narcisista se parece a la «fase del espejo» que el psicoanalista freudiano Jac­
que s Lacan ha situado en el momento del desarrollo psicológico en el que el ni­
ño se rec~noce y empieza a fprmarse una imagen coherente de sí mismo.
«Conseguimos el senti~'jento de un "yo" viendo a ese "yo" reflejado por un ob­
jeto o por una persona del mundo exterior », dice Terry Eagletona propósito de
Lacan. «Este objetoes ,!I mismo tiempo parte de nosotros mism'os -nos identi­
ficamos con él-: y sin embargo no nos pertenece, es algo extra fí ü »37. Curiosa­
mente, el propio Lacan establece una analogía entre esta fase del' espejo y nues­
tra rel<l:ción con el autóma~a «en la que, en una relación ambigua, el mundo q~e
220 hemos creado se completa» " .
R E
Antropomorfa y al tiempo extraña, la muñeca inflable eléctrica adopta los '"

ISSUE~ 2 O
CP

fantasmas masculinos como no podría hacerlo ninguna otra mujer humana, si


O

bien de una forma ridícula pues imita la vida orgánica. Esta inquietante extra­ ()

ñeza es justamente lo que señala el roboticista japonés Masahiro Mori cuando v


e

habla, en el libro de Frederik Schodt En el reino de los robots, del "Valle In­ :;;:

()
quietante »: una zona no explorada en los mapas en la que se establecen nues­

tras relaciones con las muñecas humanoides y las máquinas antropomorfas. Pa­ z

ra Mori, cuanto más se nos parecen estas criaturas más afinidades compartimos

con ellas, pero sólo hasta cierto punto: cuando se nos parecen demasiado dejan

CYBERSEX
S1RAP IN, 1WfAI( OUT, 1URN ON!
- de ser adorables y se vuelven inquietantes. Freud, autor de un famoso ensayo
sobre lo inquietante, diría seguramente que no podemos convencernos de que
estas criaturas inertes tan similares no estén vivas. (En realidad, dedicó una par­
te importante de «Lo inquietante » a estudiar la figura de Olimpia, la Galatea
robótica de «El hombre de arena», el cuento de E. T. A. Hoffmann.)
SMIRT APHROOlSIACS El malestar provocado por los maniquíes humanoides, las estatuas, las fi­

guras de cera, los robots y similares, se debe también a la angustia ligada a la

idea de nuestra propia mortalidad, que se nos aparece bajo los rasgos del doppel­
ganger, del doble espectral que obsesiona a su modelo de carne. Y, a su vez, el

doppelganger, tiene que ver con la fase del espejo (Freud define al doble como

«un recuerdo de ciertas fases de la evolución del sentimiento del yo») y con los

«reflejos » de la humanidad que ella misma construye. En un anáÍisis del autó­

mata; Baudrillard constata que

Ya hay algo de brujería en los espej os_ Pero hoy mucha más cuand o es to ima­
gen se libera del espe jo y se hoce tran spor tab le , almacenable, reprod uc ib le
a voluntad .. l a -propia esencia de la reproducción es algo diabóli co, hac e
que algo fundamental se tambalee J9

La inquietante extra ñeza de la ginecodroide ideal y el uso masculino de la

Mujer como espejo de Narciso s.on el punto de arranque de La Eva futura (1886)

de Jean Villiers de l'Isle-Adam, novela sobre una máquina "electrohumana»

construida a imagen de una mujer llamada Alicia. Lord Ewald, un rico inglés,

ya no está enamorado de ella (<<absoluto ideal femenino para las tres cuartas

partes de la moderna humanidad») porque tiene el mal gusto de razonar 40 y, co­

mo nos recuerda Ewald, «efectivamente, la Venus de mármol no tiene nada que

hacer con razón,," .

Thomas Edison res uelve el dilema de Ewald construyendo un robot llama­


do Hadaly, versión idea lizada de Alicia, que encarna la idea de la feminidad su­
blime del siglóxlx. Hadaly (<< ideal» en persa según Villiers) es la imagen mis-,
ma de la distinción voluptuosa: se alimenta de grageas y atraviesa la existencia 223 i'
= con el torpor de un sonámbulo. Sus articulaciones de' hierro están perfumadas guión de la película Westworld. Relajada en su jacuzzi, la narradora recibe las =
o O
CP y en vez de pulmones tiene dos gramófonos con un «programa » de sesenta ho­ atenciones de un Robot Personal, «hecho de caucho negro y cromo», cuyas ma­ CP
o O
() ras, grabado por Alicia, escrito por los mejores poetas, metaHsicos y novelistas nos de ágiles dedos se ocupan de todas las zonas erógenas de ella. Además, este ()
o
-o del siglo. Como incitación a la contemplación filosófica , este androide encarna, O
e robot doméstico dispone de una impresionante colección de protuberancias: -o
e
como señala Edison, el deseo platónico y encarnado de Ewald:
»
()
«Ama, dispongo de cuatro extremidades copuladoras. ¿Quiere que le haga una
demostración?» 44.
>
()
O­ O­
z El se r que usted amo , y que poro us ted es lo únic o REALIDAD . no es poro no­ El cuento de Milhon dio lugar a un foro de discusión en el WELL «<¿Qué z
do e l que aparece en el transitorio asp ecto hum ano de Al ic ia, sino un fruto esperan verdaderamente los humanos de sus ESCLAVOS SEXUALES CI­
d e su deseo. En fin , es esto visión objeti va do d e su espíritu lo q ue usted re­ BORG? ») al que varias mujeres contribuyeron con sus más lascivas fantasías .
clamo , lo que usted p ercibe , lo que usted C REA en su mujer v ivo , y que no Tiffany Lee Brown confesó que su
es mós q ue su olmo des do bloda .en e lfo"2
escla vo de Am o r ideal te ndría cen tenares de persona lidades programados y
Formada en la imagen de las fantasías metaHsicas de Ewald, Hadaly es una esco ge rí a uno comp letamente 01 azor. Necesito ese elemento sorp resa . No
diosa de mármol, una nó'via mecánica que nunca será desnudada (en realidad me importa ría que hubiese un pro g ra mo que fuese con v irtiendo o mi que ri d o
es incluso un arma defensiva viviente, ya que su cuerpo puede administrar a un borg en Jeff Go ldblum y en Geena [Do v is) alterna ti vamen te en interval os bien
violador eventual una potente descarga eléctrica). Espiritual, intacta, se en­ cronom etrados.
cuentra en las antípodas de las máquinas sexuales de la ciencia ficción, estatua
divina que no somete a los hombres a ninguna tentación sino que los atrae ha­ En cuanto al de Erika Whiteway,
cia la vida espiritual, aunque eso no impide que comparta lo esencial con la
«máquina de follar » de Bukowski, .las putas sintéticas de Jeter o las diosas de p o drio leer mis pensam ientos, siempre es tarí a ENCENDIDO, haría todo lo
la línea de montaje de McLuhan: es un producto de la imaginació n masculina, q ue yo le pidi ese, no sólo el amor, ta mbién lo s comp ras, se ocuparía 'd e too
una mujer amputada de su voluntad y de su sexualidad amenazante. Ambos pa­ do s mis necesidades, mis deseos ... y mis an to jos in explicab les de helado de
radigmas controlan el deseo femenino : como puta mecánica , la Mujer se con­ caramel o o los 3 hora s 23 minu tos de lo madrugodo".
vierte en un «coño mecánico », una bujía a lo Picabia que inflama «Para siem­
pre» una vez encendida; como androide ~irgen, no tiene más que una sexualidad Estos sueños, que colocan al amante de Lady Chatterley en el mundo de Neu­
etérea, el sexo femenino borrado, reducido a esa ausencia ridícula que se en­ romante, tienen un ligero toque de humor que la mayor parte de las veces no apa ­
cuentra entre las piernas de una muñeca Barbie. rece en los fantasmas masculinos sobre robomacizas. El Robot Personal de Mil­
han con sus amasadores, cosquilleadores y consoladores se burla de una larga
tradición de aparatos futuristas que alivian el trabajo de las amas de casa, como
El compañero casero de las señoras esos aparatos de cocina delirantes de la teletienda (<<Corta en dados, corta en lon­
chas, corta en tiras ... »). Alimentadas durante tantos años con el discurso de' la
Era de esperar que la ciencia ficción careciese de erotomecánicos femeni­ «Casa del Futuro » automatizada, Milhon, Brown y Whiteway sueñan con escla­
nos, una injusticia que «Sr. Jude " (Jude Milhon), redactora de Mondo 2000, vos sexuales ciborg que harían muchas más cosas que cualquier electrodoméstico,
ha intentado solventar con sus textos «tecnoporno » desde un punto de vista
femenino. En Hackel's, la historia de la revolución digital contada por Steven
Levy, Milhon nos es presentada como una fanática de los ordenadores que «ha ürgasmatrón
notado la ausencia de mujeres en el mundo del ordenador y se ha obsesionado
furiosamente con el juego y el poder tecnológico de los piratas informáticos mas­ Las fantasías de robocopulación de Milhon y de sus amigas del WELL na­
culinos» " . El cuento erótico de ciencia ficción «El compañero casero de las mu­ cen en parte del «deseo ·insaciable de explorar e incrementar el territorio del se­
224 jeres» de Milhon, publicado en Mondo 2000, es una revisión humorística del xo mecánico » de McLuhan. Es sabido que el deseo de las masas tiene un papel 225
les de los bares de alterne, los usuarios de estos foros tienen la costumbre de ""
oOJ"" importante en la creación de nuevas tecnologías. Allí donde hay una voluntad
buscar en las «habitaciones » posibles parejas, para luego irse a hablar a un si­
O
OJ
muchas veces también están los medios. El deseo de tener un orgasmatrón, la
on tio más tranquilo.
O
n
cabina de orgasmos imaginada por Woody Allen en El dormilón, aflora en la
ou superficie de la cibercultura. Para el antropólogo Arthur Harkins, Después de ojear los mensajes, te decides por un autor cuya sensibilidad,
O
u
e e
s;: sentido del humor y preferencias sexuales encajan con las tuyas. Con la orden ~

»
n «Mensaje Personal » envías al elegido/a unas palabras que no aparecerán en la n
ya se habla de crear an d roi d es con fines sex uales. Cre o que va mo s o p re­
O­ O­
z senciar e l nac i miento d e toda una ind us tria en e ste ca mpo, Prime ro serón pantalla. Has conseguido excitar su curiosidad y él o ella te responden de for­ z
eq uipas mecó nica s, d es p ués se usa rón susti tu to s bi o ló g ica s p a ro los órg a no s ma positiva. De una cosa se llega a la otra, de los coqueteos se llega a la obsce­
sexuales d e las si stemas mecó ni ca s fija s a móv iles·o . nidad declarada, en ese intercambio jadeante que un internaura llamó «tor­
menta de ardor electrónico ».
La profecía de Harkins podría hacerse realidad si el impulso cultural conti­ Inevitablemente, terminas por decidirte a retirarte con tu pareja a un apar- '
núa llevando las cosas en la misma dirección que ahora. El amor con las má­ tado virtual. Después de seleccionar la opción «Crear una habitación personal »,
quinas y las aventuras en mundos virtuales son una alternativa muy seductora envías a tu pareja el nombre y la clave de tu nuevo aposento. Segundos más tar­
en los tiempos del sida, de los embarazos no deseados y de las enfermedades se­ de tenéis una cita en el ordenador. Pegados a vuestras pantallas, separados por
xuales. En la cibercultura, el deseo generalizado por un amor sin riesgos ha he­ un mar de cables, escribes mensajes eróticos que se materializan en el otro ex­
cho nacer juegos sexuales por Internet, que el especialista en nuevas tecnologías tremo, como una escrirura divina, en caracteres luminosos. Pronto empiezas a
Gareth Branwyn llama text sex o «sexo textualista», como los programas por­ escribir con una sola mano. El coito en el ciberespacio, como en el espacio físi­
nográficos interactivos y esa fantasía pocas veces confesada: el sexo en realidad co, va de los preliminares al orgasmo. Éste se expresa con exclamaciones de ,
virtual o «cibersexo ». tebeo: «¡Ooooooohhhhhhh!», «¡¡¡sííííííííí!!!», y el gran clásico: «¡¡¡¡¡¡Meeee
Estás solo, es tarde, hay poca luz; tu cara reluce en el resplandor fosfores­ coooooorrooo!!!!!! ».
cente de la pantalla de tu ordenador. Conectado con tu módem a America On­ Según Gerard van der Leun, periodista de Wired, el sexo-textualista pro­
line repasas algunos foros de discusión llamados «ha bitaciones ». Los temas de viene de «los albores de la Red>, . Branwyn cita tres tipos de «intercambios se­
conversación son de todo tipo, desde cultura pop hasta política, pero en la sec­ xuales basados en el texto » en su artículo del South Atlantic Quarterly titula­
ción «People Connection » de las BBS dominan los temas sexuales. Los nombres do «Compusexo: erorismo para cibernautas ». El más corriente, según él,
de las «habitaciones» atraviesan tu pantalla: «Conexión Amorosa », «Desnudos consiste en descripciones explícitas de lo que cada participante supuestamente
Picantes», «Mujeres Bi Ardientes », «Habitación Gay», «Chicas Malas », «Mu­ está haciendo. Otro tipo, apreciado por los amantes de las .orgías, consiste en
jeres sometidas por Mujeres », la invención colectiva de fantasías sexuales, en una especie de consenso utópi­
Seleccionas una con el cursor y «entras » en la habitación. Un pequeño cua­ co que recuerda los juegos de rol fantásticos como «Dragones y Mazmorras".
drado parpadea en un rincón de la pantalla. Los nombres de varios interlocu­ Este tipo, señala Branwyn, necesita hábiles compromisos para reducir las ine­
tores e interlocutoras aparecen en la parte superior de la ventana, tus mensajes vitables contradicciones cuando se inventa una historia colectivamente por des­
aparecen en la parte inferior. Con valentía, decides lanzarte , Escribes un breve conocidos dispersos. Branwyn imagina por ejemplo una historia con un corto­
mensaje en la pequeña ventana de enrrada abajo del todo y selecc ionas ENVÍO. circuito que es rápidamente solventado:
Instantáneamente tu mensaje se coloca junto a todos los demás, justo al final de
la lista. Bet hR esc ribe: «Me co loco so bre Ro ger 10 4 », sin d arse c uento de que Ro­

Aquí, como en todo America Online, las conversaciones sexuales se tienen ger1 0 4 a cabo de dec ir qu e estó hac ien d o e l am o r de p ie , e n un ri ncó n, con

con cuatela, pues «habitaciones » abiertas al público están vigiladas por «guías » N in05, Poro repa ra r este - fo llo» de lo histor io, Roger1 0 4 pod ría e sc ribir: «Ni­

reclutados entre los socios y pagados con tiempo de conexión gratuito. Apoda­ n05 y yo no s exci ta mo s to nto q ue nos caemos al sue lo, C uando Nina5 se se­

dos «ciberpolis» por los que frecuentan los foros calientes, estos guías rienen la p aro d e mí 01 caer, lo siem p re dispuesta BethR, que no se pierde una, se me

capacidad de borrar los mensajes cuyo lenguaje o tema no estén. en la línea del po ne encimo»' ?

226 sistema. Los reincidentes corren el riesgo de ser expulsados. Como los habitua­ 227
""
o También está lo que Branwyn denomina con gracia «compusexo teleopera­ Los usuarios que cambian de sexo son apodados «MorF». Este término es ""
O
CP do », el género preferido por las parejas que se enrollan por cable. La «teleopera­ un a abreviatura de «male or female » «masc ulino o femenino » y un juego de pa­ CP
o() O
ción» es el control humano de robots distantes por ordenador. Por extensión, el labras sobre e! «morphing », una técnica infográfica que consiste en convertir ()
o sexo teleoperado necesita que una parte obedezca las instrucciones de su Píueja: una imagen en otra . No todo e! mundo se acostumbra a la idea del morphing O
e" e"
» «Sal,quiero que lamas la mermelada de albaricoque en el ombligo de Frieda ... ». sexual, como demuestra de sobra y con humor uno de los mensajes de Branwyn: :;;:
() ()
El sexo entre corresponsales desencarnados es muy extraño, como lo es los
O· O'
z interrogantes que plantea. En un correo electrónico, Branwyn narraba su en­ En AOL [Americo On li ne ) po sa n cosos rea lmente ro ras . Hoy ge nte que d is­ z
cuentro con una prostituta interna uta que le propuso hacer el amor con él a cute sob re el verdad e ro sexo de al gu ien. Lo otro noc he. uno «mu je r. fu e oc u'
cambio de una copia ilegal de un juego de ordenador. Hay leyes en contra del soda po r o tro «mu jer . de no se r uno mu jer. Pe nsaba qu e lo ot ro ero dem a­
pirateo informático, pero la prostitución virtual, en la que los cuerpos no se to­ si ad o agres ivo poro se r mujer. Lo «m uj er» d io su número de teléfo no o var ios
can y no se intercambian fluidos, ¿es legal o inmoral? ¿El término «prostitu­ pe rs onas poro que pud ies en oír su vo z. Tras lo cua l un «hombre » ve ri ficó que
ción » es adecuado cuando la prestación se reduce a lo que el periodista Michael «ella * ten ía uno voz de muje r Lo «m uj e r> acusadora no se d io po r ve nc ido .
Hirschorn, de Esquire, llama «tecno-o nanismo », mensajes pornográficos que se Dij o que mu c hos tronsexuales tie ne n voz feme nino . Entonces al gu ien le pre'
intercambian a toda velocidad entre dos usuarios que se masturban frenética­ gu ntó que cómo podrio ase gurar se de que ELLA ero uno mujer Enton ces «ello *
mente? d ijo que te nía fo tos que podía de scargar. Es gra c ioso q ue pen sase que ero
Más extraña aún es la idea de adulterio virtual: ¿deben tener celos las pare­ uno pruebo mó s ta ng ible que lo voz telefóni co. Lu ego di jo que podía en viar
jas reales de las aventuras virtuales de su compañero? Un usuario de la sección por fa x fo tos suyos. ¡lncre íble! ' O
de «sexo-textualista » del WELL, que prefiere conservar el anonimato, escribe
que «si haces el amor virtualmente con alguien, ¿es lo mismo ... que engañar a Para quienes no tengan unos buenos abdominales o unos senos de ensueño,

tu pareja habitual? .. ¿O no son más que fantasías interactivas? Y si tienes una sólo un cerebro muy desarrollado, las fiestas y las aventuras de una noche en­

relación virtual duradera, ¿es verdaderamente una aventura?». Susan E. Fern­ tre espíritus desencarnados son una utopía maravillosa. En un mensaje perso­

bach no lo cree así: «Si esta relación [virtual) añade algo a la relación principal, nal enviado a Branwyn una usuaria escribió: «En e! compusexo escribir bien y

entonces es algo sano. Si le quita energía a la relación principal, es que quizá rápido es equivalente a tener unas bonitas piernas y un culo firme ». Linda Hard­

hay... un problema »·s. esry, una participante del foro sobre «Sexo en la comunidad virtual » de! WELL,

El sexo-textualista es un amor furtivo entre parejas ciegas e invisibles cuya . tiene una idea más sentimental sobre este asunto:
identidad permanece oculta por e! medio. Como la comunicación informática
reduce la interacción humana a una serie de símbolos marcados en un teclado Me do lo imp res ión de que lo ideo de enamorarse de alguien sólo por un jue'
QWERTY, enmascara perfectamente los sexos, situación vertiginosa que a al­ go de esc ritu ras proporciono un o vis ión nuevo so bre el amor en general. Te­
gunos les parece libera dora y a otros profundamente desconcertante. Victor Lu­ nemos tendencia o enam o rar nos de uno imagen q ue hemos creado en nues'
kas confirma que tra ca bezo . Es lo for mo en que lo gente reacc io no o d istancio , jun to co n
nue stros co nd ic ionam ien tos, lo q ue prod uc e e so imo gen 5 1.
¡El am o r en el cibe res pacio se des arrollo e n un morco MUY surrea li sta! Lo
modo de ho mbres que se ho c e n posa r por muj eres estó muy exten dido. pero La escasez de anchura de banda en la comunicación virtual ejerce por sí mis­

lo mós roro es q ue no tiene por qu é correspo nder o uno tende nc ia homose' ma una atracción eró'tica para algunos. La imagen mental que menciona Hard­

xu al. Le en señé . CompuServe o un co mpañero de trabajo. un ho mbre tími­ esty tiene el mismo poder de seducción que los velos islámicos, que sólo dejan

do co n un pequeño com plejo de inferioridad. Co mo no es alguien que ha ble ver los ojos: el delicioso misterio de lo invisible. Para un amante de la escritu­

fócilme nte , ho ten ido pro blemas poro ha ce r a migos y encontrar interlocuto­ ra, ésta puede tener por sí misma una cualidad afrodisíaca. «Afterhours (gail»)

res reg ul a re s.. Un d ía le dio por escoge r un se ud ón imo fe menino y de re­ escribe que

pen te tod o el mundo le ap rec iaba mó s'Q.


228 El sexo c ua ndo fu nc iono bien *es* un diólogo. y un *encuen tro sexual' vir- 229
'" tuol es lo mismo q ue el W Ell cua ndo funcio no bien . Se ti enen ganas d e que usua rio se id en tif ico como «o gen te' mientra s ' potru ll o > en un <co che' nume· '"
o
co
O
co
nuestros fra ses se acar icie n, se so lapen, se exc i ten mu tua me nte . Hon k tiene rodo , y eli g e en tre varios zonas temát icos llamados <bri gadas>. Ot ro BBS se
o() llamo <lo Pu erto d e A tró s>. los usuar ios entran en «agu jeros g lor iosos> y es·
O
()
rozón: es fócil enamo rarse de los esc ri tore s. Pero aquí podemos mezc lar
o cogen entre foros d e d eba te lIom odos <estob lo s· 55
O
"e nuestro s prop ios polo bro s con los d el escritor que nos guste , i nier octivom en· . "e
~

» te, d e fo rmo expres ivo y segú n nue stros propio s ideos". »


()
()
En Internet existen servidores que albergan los MUD (Multi-User Dun­
O' O'
z Alan L Chamberlain, otro usuario del WELL, sugiere que, entre estos espí­ geons, Dimensions or Domains, es decir: Mazmorras , Dimensiones o Territo­ z
ritus incorpóreos conectados a la Red,..la mente se ha convertido en una zona rios Multi Usuario) y los MUSE (Multi-Users Simulation Environments, es de­
. erógena: cir: Entornos Simulados Multi Usuario). Se trata de juegos de rol virtuales que
permiten a un gran número de usuarios explorar un entorno común a tra vés de
Ma nteng o am ista d y a lg o sim ilar o relaciones con mu jeres que he conocido la escritura. Disfrazados de formas fanta siosas, los participantes juegan a asus­
'en el W Ell , donde. lo a tracc ión respo ndía mó s o un intercam bio 'de ideos tarse en cavernas laberínticas, bosques encantados y otros lugares fantás ticos
q ue o un o atracción fí sico . En a lgunos cosos de spu és se d io uno a tracc ión fí· descritos únicamente mediante la escritura '(a quí, nada de gráficos sintéticos im­
sico , pero lo fundo mentol segu ía siendo lo olrocción recíproco de nuestros presionantes ni de efectos sonoros futuristas como los de los juegos de vídeo ).
mentes". «Cuando encuentras a otros jugadores, tus interacciones se enmarcan en el jue­
go», escribe Howard Rheingold en «¿ Qué son los MUD y los MUSE? " , un ar­
tículo que se publicó en el WELL «La gente encuentra tesoros, mata monstruos
Montárselo en la Red: (o a otros usuarios), adquieren "puntos de experiencia" y se convierten así en
sexo en un MUD, Net.Ligue y más allá magQs con poderes útiles para el juego. "
Para algunos, jugar significa también tener aventuras carnales: el sexo in­
No todos los interna utas s.o n tan platónicos, o amantes de la escritura, co­ vade cada vez más las historias de guerreros y magos de estos universos a lo Tol­
mo Chamberlain y sus compañeros del WELL Las BBS cla ndestinas para adul­ kien. «El coqueteo, la seducción, el amor e incluso el "TinySex" (MiniSexo) es­
tos proliferan. Event Horizons, con sus sesenta y cuatro líneas telefónicas y tán omnipresentes en los MUD, como en el ca mpus de una universidad »,
veinticinco mil usuarios, es la más conocida y sin duda la más antigua. Su pre­ escriben Rheingold .y Kevin Kelly en el número de julio-agosto de 1993 de Wi­
sidente, Jim Maxey, afirma que fue la primera BBS para adultos. La mayoría de red. Para Tim Oren, usuario del WELL, «el TinySex está lleno de frases se­
estas BBS propone al usuario diferentes foros para debatir temas variados. Mu­ xualmente explícitas ... intercambiadas en los MUD o en otros sistemas para va­
chas, como Aline en Nueva York o Monrovia en California, se especializan en rios usuarios. Supongo que se llama TinySex porque los primeros sistemas se
los diálogos chat X o en las teleconferencias, en las que un gran número de usua­ llamaban TinyMUD (MiniMUD) >>56. Como señala Rheingold en La comunidad
rios se reúne en una habitación imaginaria para hablar a través de sus teclados. virtual: los granjerOs de la frontera electrónica, se trata de juegos de rol por es­
Un anuncio por palabras de la BBS Lifestyle intenta atraer abonados potencia­ crito. Rheingold menciona también el Net.Ligue, que define como <da provo­
les prometiendo cación mutua para excitarse verbalmente ... Práctica desagradable pero clásica
en el país de los MUD ,,57. Si se fuerza el ligue virtual puede convertirse en MUD­
e l teléfo no roso por ordenador: parejo s y so lte ros b usca n contactos re ales violación, que la crítica cultural feminista Anne Balsamo define como «un en­
con ad ultos muy liberado s en lo BB S nocional li fe style, 32 lín eas poro + de cuentro de sexo-textualista no deseado, violento, en un entorno para varios
1.500 soc ios acti vos más de 1.300 veces 01 d ía". usuarios,, '''.
Los orgas mos virtuales entusiasman a Julian Dibbell más que a la mayor
Algunas BBS abiertamente sexuales se especializan en gays y lesbianas. parte de los comentaristas. Para él, el sexo en la Red es
Frank Browning describe así dos BBS típicas para gays:
qu izá lo exper iencia mós turbado ra que p ro porciono e l mun d o de po r sí tur·

230 Uno se lla mo «Com iso rí o> y su código p rovien e de lo jerg a polic ial. Codo bodor de los MUD . En un to rbell ino de ca ri cias, sus piros y penetra ciones, 231
""
o p rócticomente no desc rito s, lo s ho rmo na s rea cc io nan , o ve ces de for mo to n tera de un estado con la intención de mantener relaciones sexuales con una ado­ ""
O
(JJ
pa lp i tante como en un enc uentro re al , o i ncl uso mó s, gracia s 01 a nonimat o y lescente de catorce años . (JJ
o O
() o lo p ro p ue sto textual que p ueden hac e r q ue afl o re n o lo superfi c ie los fo n­ Dada la demagógica y mala información que circula por los debates políti­ ()
o to sía s mós pr o fundo s'9. cos sobre eSte tema, hay que señalar que la imagen de Internet como una So­ O
e" e"
~ doma electrónica dedicada al porno duro y dominada por pedófilos sin escrú­ »
() ()
pulos es completamente falaz. Durante un debate en el programa «Talk of the
O· O·
Z Ayudas visuales Nation» de la cadena NPR el 21 de julio de 1995, Bruce Taylor, presidente del Z
Centro Jurídico Nacional de la Familia y la Infancia en Fairfax, Virgina, decla­
Entre los adeptos al sexo en' la Red, hay cada vez más que no se conforman ró que Internet está «lleno» de «imágenes de porno duro » de «violencia, zoofi­
con el medio literario del sexo-textualista y, con escáneres, digitalizan imágenes lia, sadismo y escatología ». Larry Magid, autor de un folleto llamado «La se­
pornográficas que almacenan e intercambian en la Red por otras. Las BBS pa­ guridad de los niños en las autopistas de la información », le respondió: «Si no
ra adultos disponen muchas veces de una biblioteca de fotografías cuyos ele­ supiese nada de Internet y escuchase este programa pensaría ... que nada más
mentos pueden cargarse elJ la memoria de cualquier ordenador tecleando unas conectarme a Internet me voy a encontrar con fotos de gente desnuda copulan­
cuantas órdenes. Las BBS m,ás decentes sólo permiten imágenes blandas. Los do con animales ... La palabra "lleno" es completamente injusta. Digan lo que
abonados que quieran material más caliente deben ponerse en contacto con los digan los estudios tendenciosos, la pornografía representa un porcentaje muy,
particulares que intercambian en privado por correo electrónico documentos X. muy pequeño del conjunto (del tráfico por Internet) >> .
Los usuarios pueden conservar imágenes en ficheros compactos llamados GIF Magid se refería a un estudio controvertido (y completamente desacredita­
(Graphics Interchange Format o Formato de Intercambio de Gráficos) y luego do) del instituto Carnegie Mellon sobre este tipo de pornografía y que Philip EI­ A

transmitirlas: una vez enviadas, a medida que el ordenador en el otro extremo mer-Dewitt utilizó sin dudar en un artículo sobre el tema en la revista Time del
de la conexión decodifica el documento, bit a bit, se va formando con lentitud 26 de junio de 1995. Este estudio, que aseguraba que el 83,5 % de todas las imá­
una imagen más o menos detallada en la pantalla del destinatario. Algunos genes de UseNet eran pornográficas, fue criticado por el New York Times por
usuarios que dicen ser fotográfos profesionales a veces disponen de un catálo­ no ser más que una «encuesta mal concebida y cuya conclusión principal.. . no
go de sus fotografías digitalizadas, y NixPix, una BBS gratuita que dice tener podía deducirse de los métodos de investigación empleados »6z. En realidad, co­
más de diez mil abonados, permite el acceso general a sus imágenes pornográ­ mo señaló el periodista Brock Meeks, las cifras del propio estudio demuestran
ficas, que van desde fotos borrosas de aficionados hasta fotos de alta calidad que las «imágenes pretendidamente "pornográficas" no constituyen más de un
hechas en estudio fotográfico. 0,5% de todo el tráfico en Internet» 6'.
Los documentos GIF en circulación no son tan banales y ridículos como las En cualquier caso, el intercambio de mutuo acuerdo de desnudos entre adul­
fotos de Playboy digitalizadas que, según un usuario del WELL, son omnipre­ tos, como preludio al sexo-textualista, es legal y muy frecuente. En un mensaje
sentes «desde hace años » y son enviadas por «empollones viciosos »'O. El 4 de de correo electrónico, Branwyn explica que «contactas 'con alguien, intercam­
marzo de 1993 agentes federales hicieron cuarenta registros en quince estados bias imágenes que se supone son fotos de cada uno y, con las imágenes a la vis­
diferentes buscando pruebas contra unos al19nados que pagaban ochenta dóla­ ta, empiezas a "charlar al respecto" ». En la Red cada vez hay más demanda pa­
res anuales por recibir fotos pornográficas de niños de cinco a doce años por ra todo lo que se parezca (falsamente o no ) a la pornografía de aficionados, de
parte de una red de pedófilos daneses. Los Servicios Federales de Aduanas jus­ forma paralela al éxito creciente de los vídeos de «aficionados » (muchas veces
tificaban esta operación, bautizada Operación Brazo Largo, diciendo que «el realizados por profesionales). «Tau Zero (tauzero» >tranquilizaba así a un usua­
intercambio electrónico entre pedófilos de documentos pornográficos prohibi­ rio que se preguntaba si la «gente intercambia fotos o vídeos de ellos mismos »:
dos está convirtiéndose en algo más popular que las revistas porno »6 t. Estos re­
gistros desembocaron en dos acusaciones y actualmente continúan las investi­ Pues sí, p oso. En Co mp uSer ve , lo i nterfa z d e usua rio do in st rucc io nes direc­
gaciones sobre una red de pedofilia de ámbito mundial. En 1995 un denunciante to s so bre cómo ve r, rec i bi r, en viar o mondar po r co rreo elec tró nico i mógene s
anónimo y el FBI colaboraron en una trampa en Internet que acabó con la de­ en co lo r. En lo comun id a d CB de aq uí se intercombfO uno gran ca ntidad d e
232 tención de un usuario de Prodigy de 45 años acusado de haber cruzado la fron­ imógene s, y [aun que mu c ho s de e llas ] es tón sa cad os de revisto s o de vídeos, 233
cado ve z hoy mÓs. auto rre tra tos «muy' atrevidos . Apar te de los intercam­ suicida su mujer o la vecina rubia? ¿El protagonis ta debe ir a la cárcel o seguir '"
o'"CP bios d ig ita le s casi en tiem po real, la gente se mondo pola ro ids y otro s cosas libre?
O
CP

on una vez que se han conocido por ASCII de «bando estrecha ' opa r la voz. Las decisiones que debe tomar el espectador del CD-Rom Nightwatch (Ron­
O
n
o-o ¡Los hab ita ntes del ciberespac io ut il izan uno interesante mezclo de med ios 01 da nocturna) , de New Machine Publishing, no son tan trascendenta les: un a de
O
-o
e e
servicio de lo sexua li dad [04 ellas es por ejemplo «Dale un cachete en el culo » o «Desnúdate ». La historia :Po
:Po n
n convierte la p antalla del ordenador en un monitor de vigilancia de unos apar­
O, O­
z La «comunidad CB " que menciona Tau Zero es un grupo de usuarios que tamentos en la playa. En los monitores se sigue 'a una despampanante vigilante z
se comunica por un sistema de «chat» de CompuServe. Es una versión digital nocturna que sigue su ronda. Las secuencias animadas y las secuencias de vídeo
de la cultura paralela a las frecuencias de r adio CB (Banda Ciudadana) tan flo­ QuickTime con actores de carne y hueso (que se pueden repetir o acelerar) des­
reciente en los años setenta, El ASCII es el American Standard Code for Infor­ velan, gracias a cámaras ocultas, todos los detalles sobre las escapadas de los
marían Interchange, o Código Americano Estándar para el Intercambio de In­ inquilinos sedientos de sexo.
formación, necesario para conectarse a la mayor parte de las BBS. Se llama «de Según la revista New Media, el mayor éxito de la breve histori a del CD ~ Rom
banda estrecha» porque a) carecer de cursivas, subrayados, negritas y otros ar­ para adultos ha sido Virtual Valerie, editado por Reactor en 1990, Valerie es una
tificios tipográficos no permite enfatizar. criatura onírica de proporciones que desafían la gravedad y descendiente di­
recta de Maxie MacPlaymate, la curvilínea cibertía que debutó en 1986. Ambas
La «nueva mezcla de medios» de Tau Zero se sirve cada vez más en CD­ son las protagonistas de juegos interactivos para ordenadores personales dise­
Rom, esos discos plateados cuyos surcos pueden llenarse de textos, fotografías, ñados por el dibuj ante de cómics alternativos Mike Saenz, antiguo ilustrador
ilustraciones, secuencias cinematográficas, animaciones gráficas y sonidos. Con de Marvel Comics y autor de la novela gráfica ciberpunk Shatter, el primer có­
un ordenador que disponga de lector CD-Rom podremos interactuar con el mic producido en ordenador. Los juegos de Saenz están inspirados en un sueño
mundo de la pantalla -un mundo acompañado de músicas, pala bras y efectos de infancia inconfesable: el de una m áquina que «explorase y agrandase el ám­
sonoros- desplazando el cursor por la pantalla y seleccionando o tecleando ór­ bito del sexo gracias a la técnica mecánica »:
denes en el teclado.
Las compilaciones de foto gra fías y películas para adultos es ya algo habi­ Yo era un gamberre te de Chicogo,' y.. colecc ionábamos trozos de rev istos
tual en la industria del CD-Rom . El CD-Rom salazmenre titulado Culos/Bienes pornog rá ficos manoseados . Un día, debía de tener seis o siete años, uno de
desnudos (Bare Assets) de Space Coast Software «<Vea cómo las modelos bai­ mi s am igos me di jo: «Tienes q ue ven ir o mi coso: tengo uno Máqui na para
lan en la playa, se mojan en la piscina, y.. , se desnud an ») utiliza el software Co rr erse>. Cuando e ro pequeño te nía una ima g inac ión desboc ado y me ima­
QuickTime para mostrar algunas secuencias de vídeo. La casa de los sueños de giné un g ran aparato de metal y bien lubr icado poro follar, pero no ero más
Romulus Entertainment ríen e el privilegio de ser el primer largometraje digital, que un collage de extremidades que no se co rrespond ían, tro citos de fo tos
aunque resulta muy frustrante: la imagen está limitada a un a pequeñita venta­ grasientas pegados en lo pa red de su habita c ión. Y entonces me dije: ¡CÓ­
na en la pantalla y la acción no es interactiva, mo! , ¿esto es lo Máquina po ro Corre rse? Mierda, yo sí que te podría cons­
Se dice mucho que la interacc ión va a provocar el des arrollo de nuevos me­ tr uir uno bueno máquina poro corre rte . La ideo no vo lvió hasta ve inte años
dios. «De momento », dice Bruce Sterling, «todavía nos impresiona ver imáge­ mós ta rde oo.
nes guarras en la pantall a, pero no creo que consiga maravillarnos durante mu­
cho tiempo »6', Los CD-Rom y los programas que permiten escoger a los Saenz esbozó este sueño en el popul ar y crudo MacPlaymate, el primer pro­
personajes, desvéstirlos y modificar los guiones mientras se desarrollan, han grama erótico para Macintosh, muy cercano aún al cómic. Con su ratón, los
cumplido las expectativas de interacción del Kino-Automat del pabellón checo usuarios podían entrar en la habitación de Maxie y desnudarla. Luego podían
de la Exposición Universal de 1967 en Montreal, aunque de una forma que hu­ satisfacer sus necesidades con un conjunto de juguetes sexuales, lo que se acom­
biese sorprendido a todo el mundo y horrorizado a algunos. En aquella ocasión pañaba de los gemidos y suspiros de la heroína . Virtual Valerie es más un ca­
los visitantes podían ver Un hombre y su universo, una película llena de mo­ mino para guerreros ardientes: los jugadores ava nzan paso a paso, rodeados de
234 mentos culminantes cuyo desenlace se escogía por votación entre el público: ¿Se pel~gros, desde la Gille hasta la habitac ión de Valerie, en la que todo puede su- 235
>O
ceder. En 1993 la empresa de Saenz publicó el CD-Ro.m Do.nl1a Matrix, varia­ ciaba e! «Sexo. virtual» co.n un fo.to.grama de la película El cortador de césped,
o
CP
70

O
ción sado.maso.quista so.bre el tema de Valerie, en el que reina un «andro.ide del la misma imageb y la misma expresión que aparecen cada vez que se habla de CP
o() O
placer del siglo. XX!» con taco.nes de aguja llamada Do.nna Matrix. Saenz la des­ cibercultura en lo.s medio.s de co.municación. Parafraseando. a Rheingo.ld, lo.s au­ ()
o-u cribe co.mo. «un cruce entre Mado.nna y Arno.ld Schwarzeneggep>, to.res explican allecto.r que el sexo. virtual se llevará a cabo. co.n un 'mo.no. de rea­
O
-u
e e
~

»() Saenz, co.mo. tantos o.tro.s habitantes de la cultura paralela de la info.rmación, lidad virtual que se adapta al cuerpo. con »
()
espera co.n impaciencia la llegada del sexo. en realidad virtual, lo. que realmente
O· O­
Z demuestra las insuficiencias de lo.s juego.s interactivo.s para adulto.s, de lo.s MUD la «adhere ncia ínt íma de un preser va ti va>, 'C uand a su pare¡ a ¡yoc ie ndo en Z
y MUSE po.rno.gráfico.s, de lo.s intercambio.s de fichero.s GIF y del sexo.-textualis­ alguna pa rte del ciberespac io.) aca ri c ie su imóg en sin te ti zada par o rde nad or,
tao En el fo.ro. del WELL so.bre «Sexo. en las co.munidades virtuales », Matt Ste­ la sentirá sabre su piel y vi ceversa , Detector es y estimuladores en min iat ura
vens escribe que «po.r muy excitante que sea el WELL, co.mo. lo. so.n lo.s mejo.res deberán integ rarse en el te¡¡da medi a nte a lg un a técni ca aún par in vento r67
diálo.go.s, siempre falta una co.sa: el o.lo.r ;-) >> , Una perso.na que se hacía llamar
«Estás bromeando.') (Leilani) añadió: «No. o.lvidemo.s el tacto. y la vista, ya pues­ Dicho. de o.tro. mo.do., so.ñar con un co.ito. inco.rpóreo, al menos por ahora,
tos. Leer co.sas en la pant"alla no. reemplaza a la vista, el o.lfato. y el tacto. de una es lo mismo que fantasear sobre una fantasía, algo tan vano. como e! deseo in­
perso.na real ». La respuesta de To.m Mandel fue co.mo. una ducha fría: <<Igual no. confesable, al parecer común a muchos ho.mbres, de mo.ntárse!o co.n Jessica
es inútil reco.rdar que el sexo. en sí no. se da en las co.munidades virtuales. Escri­ Rabbit, la mujer fatal en dibujo animado de la película ¿Quién engañó a Roger
bimo.s y hablamo.s mucho. so.bre sexo., pero. no. es para nada la misma co.sa ». Rabbit? Lo.s obstáculos técnico.s que deben superarse para realizar el sueño de
Rheingo.ld sobre el sexo virtual o. «te!econso.lación », co.mo. es cono.cido. falo­
céntricamente, son gigantescos" .
El cibersexo. En e! futuro de Rheingold cada participante se pondrá unas gafas 3D y un
mono de alta tecno.lo.gía y después entrará en una habitación «conveniente­
Lo.s sueños ciberculturales de sexo mecánico. y de mecánicas sex uales, mu ­ mente acolchada ». La superficie interna de esta segunda piel «inteligente » es­
chas veces poco definidos, fueron expuestos de una fo.rma lumino.sa y precisa tará cubierta de
en la escena de «cibersexo » que constituye la única contribución a la cultura
popular de la película El cortador de césped. Los que la vieron no olvidarán la un co.n ¡unto. de detecto. res y est imulado res inte ligentes -u na red de pequeñ os
escena en la que e! héroe y su amiga, cubiertos co.n su equipo de realidad vir­ se ns ores tá cti les acoplados a vibrodores con dife rentes grodos de dureza,
tual, practican el coitus artificialis. En el ciberespacio. se convierten en criaturas centenares por centíme tro. cuad rado , que podrán recibir y enviar una sen sa'
lisas y plateadas cuyas caras se funden y se separan en una unión mística que c ión co.nvincente de presencia táctil 6".
disuelve los límites de! cuerpo.. Co.mo e! coito. angélico descrito po.r el arcángel
Rafael en El paraíso pérdida de John Milto.n, su fusión es «más fácil que la del Conectado. a la red telefónica mundial, cada cual podrá contactar con otros
' aire co.n el aire ». usuario.s que tengan el mismo equipo., y entre sí se verán co.mo. ficcio.nes plausi­
Irónicamente, esta sexualidad trascendental, sin intermediarios, en la que bles: personajes a tamaño real o.cupando un espacio tridimensional. Rheingold
los cuerpos se unen y las almas se mezclan, tiene lugar en un entorno comple­ imagina que «al pasar la mano por la clavícula de tu pareja, a diez mil kilóme­
tamente mediatizado: un programa de o.rdenador al que se accede po.r interfa­ tro.s de distancia, una multitud de estimuladores se activarán, con el mismo y
ces que -ciegan lo.s sentidos e impiden el movimiento.. Vistos desde fuera de su exacto o.rden, y co.n la misma y exacta intensidad, para reproducir la sensación
hiperrealidad info.rmática, Io.s do.s amantes parecen idio.tas, solipsistas. Carga­ táctil exacta que quisieses producir>, 70.
dos co.n cascos enormes y suspendidos de girósco.po.s gigantes, cada uno se be­ Pero en este caso la realidad podría mo.dificarse: el cuerpo podría enveje­
sa a sí mismo, mueve la lengua en el vacío. y abraza la nada. Las palabras de Le­ cerse o rejuvenecerse, las patas de gallo, la calvicie, Io.s michelines o la celulitis
bel so.bre la No.via Desnuda del Gran vidrio de Marcel Duchamp - «onanismo podrían corregirse tecleando algunas órdenes. Pero, claro, ,si una metamorfosis
para do.s »- se aplican también al cibersexo.. radical no. exige más que algunos segundo.s más, ¿por qué contentarse con mo­
236 La portada de 1993 de la revista Time dedicada a la moda ciberpunk anun­ dificaciones superficiales? Podrían explorarse nuevos sexo.s y nuevas razas, y el 237
A>
hermafroditismo, los órganos. sexuales múltiples <> los penes de animales injer­
O.
CP tado~ en humanós serían todas variantes con éxito segur.o. Se podría tomar el
on
aspecto de alguien famoso, de un personaje histórico, del protagonista de una
o novela o de un ser mitológico -centauro, sátiro, Mincitaüro, sirena-o Un pro­
e"
,» grama de animación para realidad virtual podría crear un clan tridimensional
n partiendo de: fotos de alguien desnudo tomadas desde todos los ángulos. Si a

z eso se le añade una voz sintetizada a partir de una base de datos de fonemas
grabada por el usuario, resultará que el antiguo sueño de una unión narcisista
podría finalmente consumarse.
La imaginación sexual no tiene por qué limitarse al mUIldo biológico: en el
paisaje posthumano de Crash, la novela de Ballard, se nos ofrecen las cabinas
de avión sensuales y las vueltas de campana pornográficas. Los amantes de
Crash podrán copurar c0'.1 sus objetos fetiche. En un foto del WELL llamado
«Consoladores », el arrista y diseñador multimedia Mike Mosher imagina la
aparición, para el año 2000, de orgasmatrones que unirán <dos estímulos visua­
les, auditivos, táctiles y olfativos» para proporcionar a sus usuarios «un orgas­
mo sublime». Su predicción e's que «el contenido sexual de muchas cosas atrac­
tivas será 'entonces evidente », incluyendo los «objetos (como cuando se haga el
amor con un MIG 21 ruso, un Ferrari Testarossa o la cúpula de San Pedro»> .
Mosher recuerda el mundo de los Synners, la novela de ciencia ficción de Pat
Cadigan, en donde la sala del ocio de un adicto a las imágenes está equipada con

una pan talla poro coda can al porno,. adosados las unos a los otras en e l mu'
ro de tal formo que el porno gastronómico se unía 01 por no méd ico que se
unía al porno bé li coqu'El se unío 01 po rno sexual que se un ía 01 porno infor­
mativo ' que se un,í o 01 porno co ta slró fico que se unía 01 porn o te c nofontósli ­
ca que se unía o un tipo de porno que ella no' sabí a cómo ,c losificor" .

El cibersexo será cada vez más raro según progresen las tecnologías de la
realidad virtual. No todo el mundo querrá interactuar con parejas anónimas en
lá Red . Algunos podrán optar, en el secreto de su orgasmatrón, por utilizar pro­
gramas que reproduzcan las, experiencias grabadas por otros, sean buenas o in­
fames. Basta con imaginar la' unión de los detectores estimuladores de Rhein­
gold y un aparato de grabación y reproducción como el Disklavier de Yamaha
(un piano lllecá nico informarizado que puede reproducir exactamente actua­
ciones grabadas e~ disquete} incluyendo el uso del pedal y la intensidad de ca­
da no'ta), También podemos añadir la magia de la infografía, en la línea de ese
anuncio de 1991 de Coca Cola Light, «Nightclub », en el que Elton John toca­
ba con Lollis Armstrong en una ilusión casi perfecta. Voila: posibilidad de prac­
23'8 ticar cibersexo con el hombre, la mujer 'o la criatura de nuestros sueños.
.
/O
/O , La mayoría de nosotros nos conformaremos con un escarceo ocasional con LULU era humana. Tolonen escribe que «aunque LULU sólo se comunicase me­
oOJ Raquel Welch o Robert Redford, pero los perversos polimorfqs formarán tríos diante el texto incitaba a sus interlocutores a expresar sus deseos y sus fanta­
O
OJ

on con, pongilrrios por caso, la ultraconservadora Phyllis Schlafly y el adorador de sías sexuales más secretos ». «El sistema semántico se fundamentaba en mode­
O
()

o--o O
Satán Aleiw;r Crowley. La mayoría de la gente famosa sólo estará disponible los extraídos de la literatura pornográfica, pero todas las discusiones eran --o
e e
~ mediante simulaciones, así que los intentos de reconstruir las técnicas amato­ almacenadas en disco y luego analizadas, lo cual extendía el modelo. » Gracias »
» ()
() rias de Cleopatra, Casanova, Marilyn Monroe o John Fitzgerald Kennedy crea­ a este sistema heurístico, LULU «aprendió» cuáles eran los trucos para conse­
O,
O· rán un nuevo mercado en el que los historiadores podrán ofrecer sus conoci­ guir que la gente hablase. Z
Z
mientos; Al mismo tiempo, siempre habrá famosos dispuestos a prestar su Cuando en 1990 el prog'rama fue presentado en la Exposición de Máquinas
DataMono a la ciencia para interpretar escenas de sexo virtual en las que el me­ Pensantes organizada por el centro científico finlandés HEUREKA, LULU se ha­
nor suspiro sea registrado para mayor placer de los consumidores. Pero, al igual bía convertido en un sistema multimedia con texto, imágenes, sonido digitali­
que existen los dobles de cuerpo que sustituyen con frecuencia a los actores en zado y dos sintetizadores de voz. Los visitantes interactuaban con el programa
las escenas de amo'r, ¿cómo hará el consumidor para asegurarse de que disfru­ mediante menús, ventanas y un ratón. «LULU podía desenvolverse en todas las
ta de los favores de una estrella y no de un doble? Mike Saenz se pregunta: interacciones sexuales imagina,bles que se pudiesen expresar en finlandés », es­
cribe Tolonen. «Una voz masculina grave leía lo que el usuario había escrito y
¿Cuando uno Madonna vi rtual te lo chupo, cómo sobes que no han cog i­ una voz femenina con efectos especiales robóticos interpretaba el papel de LU­
do un vibrador cubier to de detectores poro follar uno cobro ? ¿O ·si un pro­ LU. »73 Finalmente, el sistema fue desconectado tras las quejas de algunos visi­
gramado r retorc,id o se ha quedado pegado o su pantall a o ,lo s 4 de lo ma ' tantes que no estaban dispuestos a compartir la intimidad virtual de un orde­
drugada poro camb iar algo y cargarse lo s datos? ¿De dónde salen esos nador. «Pero antes de retirar a LULU», señala Tolonen, «el disco duro del ~

datos, poro ser exoctos?72 ordenador había grabado centenares de conversaciones muy calientes que de­
muestran que ; a la gente le gusta verdaderamente practicar la " teleconsola­
¿De quién, más exactamente? ¿Y cómo puede estar seguro un cibernauta, ción" »74 .
mientras se ducha después de un encuentro en la Red, de que la persona con la Desgraciadamente, la teleconsolación propiamente dicha sólo llegará' a
que ha hecho el amor no es en realidad un programa de inteligencia artificial «principios 6 mediados del siglo XXI», según Rheingold 75 , pues requiere la exis­
puntero, quizá un descendiente de algún programa para jugar al ajedrez de al­ tencia de una red global de fibra óptica y de superordenadores paralelos capaces
to nivel? Lo más increíble es que ya existe, en ciertb sentido, una máquina. del de dirigir y controlar los innumerables detectores y estimuladores que cubrirían
amor inteligente: es un programa pomo llamado LULU concebido por la pro­ todos los pliegues, concavidades y protuberancias de la superficie del cuerpo.
gramadora fihlandesa Pekka Tolonen. Inspirado en el célebre programa ELIZA Además, un tejido reticular de microosciladores ultrarrápidos es un espejismo a
de Joseph Weizenbaum, un simulador de diálogo sorprendentemente convin­ la vista del estado de desarrollo en que están las tecnologías actuales.
cente basado en la psicoterapia no dirigida, LULU nació en 1984 con el nombre Aunque se superasen estos obstáculos, ¿cómo se simularían los cambios de
de YRTSI, una simulación de un punk drogado de quince años que, según un temperatura: un poco de hielo picado en el calzoncillo, un póco de cera calien­
mensaje de Tolonen en el WELL, «emocio'nó profundamente a los que habla­ te en el pecho? Por otro lado, los masoquistas exigirán sin duda alguna los me­
ron con él " . En buena lógica, la etapa siguiente en la creación de una persona­ dios para recrear la sensación del hierro al rojo quemando la piel, aunque al­
lidad artificial, según Tolonen, «era desarrollar el tema del "sexo, drogas y mas menos aventureras vacilarán antes de servirse de un dispositivo que pued'a
rock>n'roll" de YRTSI, empezando por el lado sexual, y convertirlo en mujer ». producir esos efectos ... Como pregunta William Gibson con humor en una en­
LULU nació en 1985. Instalada por Tolonen en SUOKUG, una BBS para los trevista para Future Sex, «¿Quién va a querer probar con su polla una vagina
usuarios finlandeses de Kaypro, el programa funcionaba al azar para hacer creer retroalimentada? »76. Los electrodomésticos suelen estropearse, y I¡¡s conse­
a los internautas que recibían mensajes escritos verdaderos de otro abonado. Lo cuencias de unos estimuladores que simulen mal la cera caliente podrían ser
imprevisible del programa y su inquietante capacidad para simular un interlo­ atroces.
cutor humano (cometía faltas de ortografía y luego las corregía, o bien espera­ Aparte de esas posibles. catástrofes, ¿qué será del olfato y el gusto, tan im­
240 ba un rato como si buscase la palabra exacta) convencieron a muchos de que portantes en la sexualidad? Para la mayor parte de nosotros, el amor sin olfa- 241
Xl to o sin gusto sería como hacer el amor con un preservativo en todo el cuerpo. na d eter mi nan las fuerzo s apl icada s, al ti e mpo qu e retro al imentan a l · o rde­ "'"
O
O nad or con info rma ció n so b re la presión pro du cida po r el sistema de mo to res OJ
OJ «Cuando miramos la realidad virtual, ¿qué sensaciones se nos proporcionan O
O
exactamente? '> , se pregunta Brenda Laurel, teórica de la realidad virtual. «Vi­ sin te tizados 79 . n
n O
O suales, auditivas, quizá táctiles. Pero no tenemos ni el gusto ni el olfato. Es el --o
-O e
e
;¡;:. mundo al revés. »"
»
Encuentro terminal n
n Luego está el problema de una interfaz incómoda: ¿quién tiene ganas de me­

z terse en una cabina telefónica de alta tecnología, vestido con una escafandra fu­ z
He estad o e n ocho o die z se si o nes de pr e g untas so bre lo re a l idad v irt uo l y no
turista forrada de microvibradores? Muchas discusiones en Internet han trata­
do este problema y los participantes imaginativos han propuesto soluciones rec uerd o n i ng u no en lo q ue no se ho yo ho bl odo de sexo . En c ierto oc o si ón me
p o rec i ó o ir ha bl a r d e «Do toPre se rvo t i vo >. Puede q ue lo s i n o~optod os que si em ­
inéditas, aunque no siempre prácticas.
Eric Hunting es otro participante del foro sobre «Consoladores >, del WELL pr e p regun ta n so bre se xo puedan mon tórse lo por fin con su o rd e na d o r .

que ve la holografífl como el punto de partida para una tecnología cibersexual Jo h n Perry Bo rl ow 8c

parecida al «replicador» ,de Star Trek. Se trata de un dispositivo o artefacto mis- ·


terioso que hace aparecer objetos de la nada. Hunting imagina una «tecnología ¿Qué es lo que explica la importante atracción del sexo-textualista, el inter­
de la materia producida por ordenador» basada en <<la holografía de emisión cambio de GIF, los cómics pomo interactivos, como Virtual Valerie, los siste­
fotónica ygravitónica por barrido de campo». Traducido significa manipular mas «expertos » pornográficos como LULU y los teleconsoladores? El pionero
los campos electromagnéticos y energéticos espacialmente para conseguir una de la realidad virtual ha hecho lo que ha podido para acabar con las exagera­
ciones que rodean el cibersexo insistiendo en que <da verdad en esto, en cuan­
síntesis de materia.
Si ·una invención así tarda demasiado en llegar, Hunting imagina un apara­ to a la realidad virtual, es que se trataría de una chica hecha de polígonos, Y a
to salido de una novela de ciencia ficción anónima de los años setenta: «una ca­ nadie le excitan sexualmente.un montón de polígonos »8 '. Pero, ¿entonces, cómo
ma con inteligencia artificial... capaz de hacer el amor con quien la use, gracias ha sido posible que la improbable unión del sexo telefónico y Nintendo se ha ­
a un material sintético parecido a la piel y que puede adoptar cualquier forma, ya incrustado tan profundamente en la imaginación popular que resulta todo
aspecto o textura ». Luego, describe detalladamente cómo podría construirse es­ menos inextricable?
te «amebatrón », una especie de cama de agua proteica construida con «un ma­ La respuesta obvia es que allí donde llega la humanidad, poco después lle­
terial amorfo de densidad dinámicamente variable y con una capacidad moto­ ga el sexo.. Yel universo de la innovación tecnológica no es una excepción. La
ra similar a la muscular capaz de crear formas animadas bajo el control predicción literaria más famosa de la realidad virtual (el «Sensor con Todas las
informático directo ». Hunting se inspira en un fluido de cambio de fase re­ Opciones, de Voz Sintética, en Color, Estereoscópico» de Aldous Huxley en Un
cientemente descubierto: ' un «polímero en suspensión que cambia instantánea­ mundo feliz) es pura pornografía, un vibrante «fulgor eléctrico» en el que la auc
mente de sólido a líquido cuando se somete a una corriente eléctrica»". Copu­ diencia disfruta con las acrobacias sexuales de «un enorme negro y una hem­
lar con un amebatrón podría ser algo parecido a un encuentro sexual con bra rubia Beta-Plus braquicefálica ». El auge del vídeo pornográfico y el consi-·
T-1000, el androide polimorfo líquido de Termir¡ator 2 que podía adoptar cual­ guiente declive de las salas de cine X son factores importantes, a pesar de no ser
quier forma en un cerrar de ojos. El Amebatrón, escribe Hunting, reconocidos generalmente para explicar el éxi~o de los reproductores de vídeo.
Según John Tierney, del Centro de Estudios Mediáticos del Foro de la Libertad,
funcio na d e una man e ra mu y simple. El ord enad o r const ruye fo rmas rí g ido s de la Universidad de Columbia,
o semirríg idas controland o la co rriente que flu ye po r una red de «tendones »
de po lí mero. Enviando más o menos p resión a tra vés de es ta s fo rmas puede [l o s po rn ó grafo s) dese mpeñaron un . papel cl av e en la po pularizac ión de la s

inflar la s, am old arla s y crear función mot o ra Puede cr ea r cóma ra s a presián , cám a ra s d e v íd eo . En 1978 y 1979, c ua ndo men os d e un ·1 % de los hogares

tubos y a rti·cul ac io ne s y va ri ar su dens ida d y sol idez, se gún se necesite , pa­ estad o unid enses ten ía reprodu c to re s d e ví d eo y los pr i nc ipal es e stud io s ci­

ra ofrece r la forma d eseada . la me mbra na exte rna · per ci be el co nta cto y la ne mato gráfi cos no q ue rían apostar por la nuevo tecno log ía , más d el 75% de

pos ición rela tiva del usuar io o d e lo s objeto s y los sen sores de pre sió n i nter­ lo s ci nta s vend ida s e ran por nog ráfi cas. Y cu a ndo el ca ble perm itió que se di­ 243
242
o'""
CP
fun di ero n públ icam ente , los po rnógra fos c rearon inmedi a ta men te p rogra mas Y, tal como demuestra «Construido para el placer », ese paisaje ha sido confor­ '""
O
como «Midn ig ht Blu e»", mado en gran parte por fobias y obsesiones masculinas: DON JUAN, una con­
o CP
O
n trapartida masculina para LULU, fue concebido pero nunca realizado, y no n
o Algunos creen que la demanda de producciones sólo para adultos será la O
"e existe ningún Seductor Virtual para mujeres porque en el departamento creati­
:¡::
que rija las tecnologías interactivas multimedia, destinadas a sustituir el vídeo. ' e"
vo de Saenz sólo hay hombres heterosexuales «que lo pasan mal con otro tipo :;;:
n El periodista del New York Times Peter H. Lewis informó que los CD-Rom X de fantasías », según él" . n
O, O,
z «atraían las mayores multitudes » en el Comdex, una feria de la industria digi­ El deseo masculino desplazado hacia las máquinas es un tema recurrente en z
tal, del otoño de 1993. Citaba también a un vendedor que afirmaba que <da por­ la cibercultura. El paradigmático obseso de los ordenadores es el hacker, un ar­
nografía podría ser el tan esperado programa definitivo que dispare las ventas quetipo que, en la imaginación popular es visto como un adolescente grunge
de lectores de CD-RomY» Tierney adopta una perspectiva macroscópica: «En enamorado de su terminal, sustentado por la cafeína de los refrescos de cola, la
la historia de las tecnologías de la comunicación, el sexo parece ser el progra­ comida basura y, por encima de todo, por una relación casi simbiótica con su
ma más duradero... A veces lo erótico ha sido la fuerza que impulsaba la inno­ ordenador. Históricamente, los adictos a los ordenadores han sido los típicos
vación tecnológica. Prácticamente siempre, desde la escultura de la Edad de Pie­ empollones, y lo que los ha caracterizado, más que sus pantalones pesqueros o
dra hasta los foros digitales, el sexo ha sido uno de los primeros usos de un los bolígrafos en el bolsillo de la camisa, han sido sus terribles dificultades en
nuevo medio »" . El Minitel, una red digital francesa gubernamental, es un ejem­ las relaciones con el sexo opuesto. Las típicas características de los hackers na­
plo típico del secuestro de las nuevas tecnologías por el deseo humano . Su pro­ cen del hecho, como señalaba Steven Levy en Hackers, de que para ellos «pro­
pósito inicial era funcionar como una base de datos para los consumidores, con gramar era más importante que tener una aventura romántica. Era una cues­
servicios bancarios, de compra, de reserva de billetes, etc., que fuesen accesibles tión de prioridades. El ordenador había sustituido al sexo en sus vidas »'9.
a sus más de seis millones y medio de suscriptores. Pero esta red de pago por Indudablemente ése es el caso del hacker descrito en el artículo de Omni so­
minuto obtiene una parte sustancial de sus beneficios con las líneas para con­ bre robopsicología «<el estudio de la patología de la era digital consistente en
versar, o «messageries », con temas que van desde la búsqueda de pareja hasta amar una máquina ») que dice: «No estoy casado... a menos que cuentes los nu­
el sexo-textualista más ardiente. merosos ordenadores de los que me he enamorado »9(). Su «primer amOf>" de­
Según Mike Saenz, <da lujuria impulsa la tecnología. Los primeros robots clarado fue un ordenador de Radio Shack. «Pasó la mayor parte de su vida cer­
personales, admitámoslo, no se comprarán para que le lleven bebidas a la gen­ ca o en mi cama, y cuando yo estaba lejos tenía la nec'esidad de comunicarme
te »". Gerard van del' Leun sostiene que «el sexo es un virus que casi siempre in­ con él por radio. »91 En El alma de una nueva máquina, Tracy Kidder informa
fecta primero a las nuevas tecnologías ». Desafortunadamente no todos los vi­ sobre los recuerdos de un programador respecto a cómo algunos de los adictos
rus sexuales son metafóricos: el sida afecta actualmente a catorce millones de a los ordenadores de la universidad que se reunían para pasar la noche progra­
personas en todo el mundo, tina cifra que puede ser de cuarenta millones en el mando «empezaron a ignorar a &us novias y finalmente las perdieron por jugar
año 2000, según la Organización Mundial de la Salud'". Además, es ya la prin­ con la máquina durante toda la noche »". Presumiblemente, algunos de ellos
cipal causa de muerte entre los hombres estadounidenses de 25 a 44 años, y la crecieron y se convirtieron en protagonistas de la relación de Kidder sobre la
cuarta entre las mujeres de ese mismo segmento de edad'7. La situación de ru­ carrera de una empresa por construir un microordenador revolucionario, ellos
leta rusa en que se halla el sexo en los noventa puede tener mucho que ver con son la elite de programadores cuyas esposas (si es que las tienen) son las inevi­
la atracción popular hacia lo que se ha llamado, con cierta ironía, «montárse­ tables «viudas del ordenador ». Para Geoff Simons, un escritor versado en la
lo en línea ». cultura digital, esto no es cosa de risa.
A pesar de las evidencias de que el sexo se infiltra en toda actividad huma­
na y de que los mundos virtuales facilitan la promiscuidad sin riesgo en tiem­ Yo em pe zamos o ve r mós textos sob re el impacto de los o rdena d o res en lo
pos del sida, no bastan para explicar la llegada del sexo mejorado (o posibili­ in stituc ión del matrimonio". McLo ugh lin , un co rre spo nsa l d e l G uordion, cit a­
tado) por ordenador. Como planteaba en la primera parte de este capítulo, el ba o lo mu¡e r d e un ,loco de los ordena d o res: «To d o empe zó c ua nd o le di o
sexo en la cibercultura sólo puede entenderse en el contexto del sexo mecánico po r trobo¡o r has ta mós ta rde e n lo ofic ina y yo llegu é o pensar que es qu e
244 y de las máquinas sexuales, tan frecuentes en el paisaje psicológico del siglo xx. había o tro mu¡er en su vid a>, Y [otro e sc ri to r] se ña lo que «cuando li so 'd es- 245
>O
cubrió que se entristecía y se enfa daba codo vez que Carl desaparecía, se pujerga se denomina desdeñosa mente «carne », un término rico en connotacio­
>O
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oCP d io cuento de que e staba c elo so del Apple como si fuese ot ro mujer ·
Ol nes sexuales. Falto de sueño e impulsado por café, Coca Cola y McComida, el CP
, O
o
n cuerpo se doblega a las necesidades de un ego implacable que desea el recono­ n
O
o-u Al tiempo que el ordenador se feminiza, a ,las mujeres las asimilan a un ob­ cimiento y el poder que le fue negado en el importantísimo campo de los de­ -u
e
e portes y de las relaciones sociales en e! instituto . Los futuros amantes de los or­
»
jeto. Adoptando la caricatura sexista que ve a las mujeres como criaturas irra­ »
n denadores, según Levy, son «esos chicos raros del instituto con.:. músculos n
cionales regidas por la intuición, las emociones y (lo peor de todo) por sus cuer­
O,
O,
Z pos, los hombres tecnófilos más extremistas las ven como kludges , que en el pectorales poco desarrollados que maravillaban a los profesores de matemáti­ z
argot informático se aplica al ordenador que resulta ser un trasto, es decir, co­ cas y cateaban en educación física, que no soñaban con una chica para la no­
mo un «ensamblaje de partes que no coinciden bien y que forman un todo de­ che de la fiesta de fin de curso, sino con llegar a la final del coneurso de la Fe­
sesperante», según un artículo de 1962 de Datamation94 • Tal y como recoge Levy ria Científica de General Electric»98. Incómodos en unos cuerpos que muchas
en la descripción de un hacker del MIT a comienzos de los sesenta, veces son regordetes o delgaduchos, muchos hackers sueñan con unirse a sus
máquinas en una fusión trascendental entre su ego ye! Otro, constituido a par­
se sa b ía que , co so s ton e spa ntos a me nte ineptos y desp i lfarradora s c omo los tes iguales de sexo mecánico y ascensión divina. Levy escribe que <da verdade­
mu jere s, consum ían dema siados cicl o s y ocupaban d ema siad o me moria . ra programación óptima, por supuesto, sólo podría llevarse a cabo si todos los
«Aú n hoy día o lo s muj eres se los cons id ero bós ic a mente impredec ibl es>, se­ obstáculos entre el puro ordenador y tú son eliminados, un ideal que segura­
ñal ó un hacker del PDP-6 c a si d os déca das despué s. «¿Có mo puede un hoc ker mente no se cumplirá hasta que los hackers no estén unidos biológicamente de
sopor ta r un ser to n imperf ec to?· o5
alguna manera a sus máquinas»".
Ése, para e! tecnófilo masculino, es el curiosamente alquímico objetivo de la
Incluso el deseo sexual se construye en términos cibernéticos. En El alma de cibercultura: la obtención de inteligencia pura a partir de la materia básica. El
una nueva máquina, un experto en hardware describe a una mujer impresio­ sexo, en un contexto semejante, perdería cualquier contacto femenino, alejado
nante como «un milagro de la ingeniería biológica». en realidad de cualquier noción física, y se reduciría a una masturbación men­
Los cables cruzados de! sexo y la tecnología en la cultura de los hackers, co­ tal, el parpadeo eléctrico de una conciencia cqdificada en la memoria de un or­
mo en la cibercultura en general, aparecen claramente en el argot informático. denador. Ya hoy día existen algunos intentos torpes por conseguir una tecnolo­
Los fanáticos de los ordenadores, e incluso las empresas, presumen habitual­ gía que desplace los placeres s.exuales hacia el reino de la celebración incorpórea,
mente de la velocidad y la memoria de sus máquinas en un lenguaje muy simi­ como señalan los psicólogos Harvey Milkman y Stanley Sunderwirth:
lar a las proezas sexuales que se cuentan en los vestuarios. La revista I.D. lla­
ma a esto «machoflopeap), que consiste en la «exhibición de multigigaflops y un co ca inómano de treinta años de Los Ángeles informó de que yo no abte- ,

teraflops». El Manual para tíos de Silicon Valley (publicado en 1983) incluye nía p la c er d el encuentro sexual c on <unidades biológicos». Músico de c a­

diálogos de este estilo: «Llego allí y ella [un programa llamado Julie) está co­ rrero , fa mi liariza do con lo elec tró nic o , fue .c apaz de construir un aparato de

nectada. O sea ... quiero decir que se ha puesto todo el software, y yo estoy cal­ bi o rrealime nta c ió n que podí o de te ctor cam b io s en lo erección de su pene y

culando el tiempo de acceso a su procesador delantero» 96. Aun aislada, la jerga co muni car lo in fo rmacrón o su A ppl e, Se mas turba b a mecánicame nte c on un

en el mundo de los ordenadores parece llena de connotaciones sexuales: floppy apa rat o de vacío desarro llado poro propo rci o na r e stimulación sexual o lo s

disk (disco blando), hard drive (literalmente, impulso duro), entrada/salida, p er sonas que no pueden hace rl o debid o o les io nes en lo columna verte b ral.

conexiones macho/hembra, ranura, joystick (literalmente, palo de diversión). Lo bi o rreolimentac ión sobre lo erecc ió n del pene pro g ramaba o un ordena­

En una carta enviada a la revista de ordenadores In(o World, un directivo de dor poro que proyectase víde o s porn o g ráf icos d e di feren te s tipos e i nte nsi­

contabilidad de una empresa de relaciones públicas contaba que su cliente, un dades. extraídos de uno base de dato s d e más de cuatroc ien tos c intos , Lo s

editor de programas, pensaba que <<los programas de ordenador deben ser sen­ se nsaciones se intensificaban medi a nte el uso ;~petido e intenso de lo caco í­
na 'OO
cillos, calientes y profundos »97.
Para los hackers y los ciberpunks, la erótica de las máquinas tiene muchas
246 veces un desprecio pernicioso hacia la débil carne «femenina », a la que en com­ Estas patologías de ciencia ficción -nacidas del horror al cuerpo, de la ob- 247
Al
sesión consum'ista de ocio y de la disolución de las ideas tradicionales de co­ litar hablan con términos como "lanzadoras de erección vertical, cocientes im­ Al
o
(JO
O
munidad-, aunque 'estén de moda, no son nuevas, Marshall McLuhan las men­ pulso/peso, despliegues suaves, penetraciones profundas ,,, o de las ventajas (JO
o O
n cionó en una entrevista para Playboy en 1969, en la 'que se lamentaba de los comparativas de un ataque retardado frente a otro más espasmódico, algo de­ n
ov resultados de la revolución sexual en una era de sobrecarga informativa: una finido por un asesor militar del Comité Nacional de Seguridad como "el lanza­
O
v
e e
» " visión mecánica del cuerpo, como si pudiese sentir ciertas emociones especí­ miento del setenta al ochenta por ciento de nuestra potencia nuclear en una so­ »
n ficas, pero no el compromiso y la trascendencia sexual-emocional>, '0\ Esto la descarga orgásmica" » '0' , No por nada, la historiadora de ciencias feministas n
O,

Z añade un tono pesimista a su siguiente observación:
Donna Haraway definió la guerra moderna como " una orgía ciborg " . En una z
entrevista para la revis'ta Re/Search, la artista de performances Carolee Schnee­
Si los coso s sigu en com o has ta a ho ra, lo máqui na d el amor será un desa­ mann deconstruye el lenguaje de los informes militares de la guerra del Golfo y
rrollo natura l en un fut uro pró ximo -n o me refi e ro 01 actual sistema informáti ­ señala que
co de co nta c to s, sin o o uno máqu ina media nte lo cual se co nsig ue un or­
g a smo defin itivo po r uno estimulac ión mec án ico d i rec to d e los c ircuitos el le ng ua je de esto gue rra ha co nsistido en «calcin o rlos " ma ch a c a rlos sin
cerebrale s d e l pla cer '"'. de sc an so >, Es el lenguaje pa jill ero d e hombres que no pueden corre rse , Es
como uno vio la c ión co lec tivo sin fin co n el a rie te má s g ru es o , lo po ll o cast i­
Tal y como nos recuerdan feministas como Brenda Laurel, esta última ma­ gad o.ra '''' ,
nifestación de un siglo que acaba en mecanoeroticismo, es en gran parte pro­
ducto de los deseos masculinos, no todos ellos saludables. "Sé por mis quince No tan apocalíptico, pero no menos tétrico, es el adulador retrato que del
años de experiencia con tíos de informática que existe una clase de gente que se novelista Tom C lancy (" famoso por sus sensuales descripciones del armamento
encuentra radicalmente incómoda con su cuerpo y con su sexualidad», declaró de alta tecnología ») hace la revista Amtrak, Express'. El autor escribe que, «mien­
en una entrevista con la gurú del sexo Susie Bright. " Cuando los hombres ha­ tras que otros escritores de gran éxito ofrecen ardientes escenas sexu.ales, Clancy
blan de realidad virtual, muchas veces utilizar1Írases como "experiencia extra ­ ofrecerá a sus lectores una ojeada por la mirilla de una lanzadera Stinger de mi­
¿orpórea" y "abandonar el cuerpo", pero cuando las mujeres hablan de la rea­ siles tierra-aire » 'O". También tenemos esa historia de la guerra del Golfo descLi­
lidad virtual siempre describen cómo su cuerpo viaja con ellas a otro mundo . bierra por la periodista del Philadelphia 1I1quirer Carol Morello, que informó so­
La idea es llevarnos con nosotros estos maravillosos órganos sensoriales, no de­ bre cómo los pilotos a bordo del barco Johl1 f Kel1nedy veían películas pomo
jar nuestros cuerpos agazapados sobre un teclado mientras el cerebro viaja ha­ antes de sus misiones de bombardeo ,o7. Pero ninguno de estos ejemplos se acer­
cia el interior de alguna red. El cuerpo no es sólo un contenedor para este glo­ ca al morbo de este pequeño poema que un amigo mío aprendió en los marines:
'rioso intelecto nuestro »'OJ .
La cuestión de si las mujeres -únicas en su capacidad de experimentar la Aquí está mi fusil
menstruación, la menopausia y el parto- están más en armonía con sus cuerpos Aquí está mi pistola
ha obsesionado a pensadores desde tiempo inmemorial y no lo vamos a resol­ El primero es para m atar
ver aquí. Dicho esto, podemos concluir sin embargo que la cibercu ltura está La segunda para divertirme.
sembrada de miedos y deseos masculinos, y que cuando esos dos ríos se cruzan,
tal y como lo hacen en relación a la sexualidad y la tecnología, casi todo lo que Stanley Kubrick retoma esta temática en la película ¿Teléfono rojo? Vola­
aflorá a la superficie es patológico. mos hacia M oscú (Doctor Strangelove or How 1 Learned to Stop Worrying and
La más terrible de todas esas patologías es la que erotiza la maquinaria de Love the Bomb, 1964), la comedia del juicio final sobre el más extral10 amor de
la muerte, repitiendo la blasfema trinidad de McLuhan, «el omnipresente con­ todos, el de los ancianos jerarcas por el armamento sexual. Desde el principio
junto de imágenes de sexo, tecnología y muerte». La afirmación de que la gue­ de la película -bombarderos copulando en el aire para repostar a los sones de
rra pervierte la relación entre el sexo y la muerte, se evidencia ampliamente en "Trya Litrle Tenderness »- hasta su desenlace termonuclear, disfrutamos de un
el uso militar de metáforas y dobles sentidos acerca del sexo en la descripción desfile de chistes freudianos que confunden sexo, tecnología y muerte.
248 de armas de alta tecnología: los científicos involucrados en la investigación mi- Al penetrar a la Madre Rusia con sus fálicos B-52, el general Jack D. Ripper 249
""
oCP reafirma una hombría debilitada por la f1uoración del agua, ese complot co" da de que gente de todas partes." está fascinada con es.a posibilidad. ¿Y por qué ""
O
munista para contaminar «nuestros valiosos fluidos corporales ». El mayor T J.
o
()
no? Los filósofos contemporáneos han señalado la progresiva mecanización de CP
O
«King » Kong, comandante de los B-52 destinados a dejar caer la bomba, se di­ la cultura humana y el futuro de la expresión sexual como el lugar de una po­ ()
o vierte con el póster central de un Playboy y el objetivo primario de su avión es O
e" sible colisión de inmensas dimensiones »ll' . Pero J. G. Ballard ya nos ha pro­
Laputa. Decoradas con graffiti de mal gusto (<<Hola », «Querido John/Querida
e"
» porcionado un vistazo a una colisión tal. Al igual que el artista ciberpunk Mark :;
n Polla»), las dos bombas H en la panza del B-52 parecen dos orgullosos senos al Pauline, que señaló en una ocasión que <da verdadera unión de la forma hu­ ()
O· O'
z ataque. Más tarde, cuando Kong se sube en uno y lo lleva a la eternidad con un mana y la tecnología es la muerte», Ballard peróbe el hecho de que la extraña Z
grito de rebeldía, el misil parece una prótesis de pene propia del mono gig~nte patología de nuestro siglo -el deseo prácticamente sexual de fundirnos con
de su apodo. La película termina con una broma visual que mezcla destrucción nuestra tecnología- está en su esencia necrofílica, si bien no es tan radical so­
y seducción: una serie de enormes explosiones que, al mismo tiempo que ex­ bre el inminente choque entre la mecanización y la expresión sexual , como pa ­
presan un crepúsculo de los dioses atómico, también recuerdan inconfundible­ rece serlo Rheingold:
mente un orgasmo múltiple.
A medida que se aleja de nuestra historia la guerra fría ridiculizada en ¿Te­ En su me nte , Voug hon v io có mo mo rí a el mun d o en te ro en un desa stre a uto'
léfono rojo?, la actitud americana hacia el sexo y la violencia sigue siendo enig­ mov ilístico simu ltó neo , mill o nes d e veh ícu los amon to na d os en un enc uen tro
mática: Las caras de la muerte, una selección de los mejores y más sangrientos terminal d e tr ipas re ve ntado s y lí qu id o re fri g era nte' " .
finales, puede encontrarse en cualquier videoclub de barrio, pero los preserva­
tivos no pueden anunciarse en televisión a pesar de los embarazos de adoles­
centes y de las muertes por sida, cada vez más frecuentes. Por otro lado, la por­
nografía de la violencia está siempre presente: nuestros informativos locales son
unos auténticos mataderos, atiborrados de imágenes de dolor humano presen­
tadas como entretenimiento. Un día de programación escapista en Washington
D. c., contiene unas mil ochocientas escenas violentas, un número significativo
de las cuales representan asaltos o asesinatos 'o,. Al mismo tiempo, según Eliza­
beth J. Roberts, del Proyecto sobre Desarrollo Sexual Humano de la Universi­
dad de Harvard,

Lo televi sió n le di ce un o y o tro vez 01 ni ño es pec tad or qu e lo sexual idad.


es un temo oc ept ob le si se lo d is fraz o con hum or, se lo ridi c ulizo o es visto
co mo un o po rte d uro , d o loros o o crimi nal d e lo v ida .. . El a fec to y lo inti mi­
d ad no se co nside ra n ap ro p iados poro el <mundo real .'OO .

En un foro del WELL sobre Future Sex, la redactora jefe de la revista en


aquel entonces, Laura Miller, escribió: «Nos han inundado con las inevitables
historias sobre cómo «en el futuro el sexo será perfecto con parejas robot », y
no con alguna reflexión real sobre la sexualidad humana o con alguna visión
social verdadera sobre lo que algo así podría conllevar.. . ¿Qué tiene de bueno
montárselo con androides si tu propia sexualidad está tan subdesarrollada co­
mo un país del Tercer Mundo? »"o.
Respecto a la permanente fascinación de la cultura popular con el sexo me­
250 cánico y con las máquinas sexuales, Howard Rheingold escribe que «no hay du­
251

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