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mandeb.

revista literaria

#2
Junio 2010
mandeb. revista literaria año 1 número 2

Editorial

NÚMERO DOS.

Y así, como quien no quiere la cosa, hemos llegado al número dos. La ansiedad
mientras se armaba el primer número de verlo en la calle que hizo al tiempo correr
especialmente lento, revirtió su tendencia para esta ocasión; sin darnos cuenta llegamos a
junio, fecha de salida de este nuevo número de mandeb. Por suerte, la calidad parece no
habernos abandonado. Júzguenlo ustedes al leer las próximas páginas.

Por lo pronto, tenemos noticias para los lectores y autores. Hemos decidido agregar
una nueva sección a mandeb, donde se dé difusión a libros de ediciones independientes.
Sabemos los que estamos de este lado que publicar es difícil, requiere dinero y mucha
dedicación. Ahora, parece ser incluso más difícil la última etapa; vender el producto que
creamos con tanta dedicación y costo. Por esto en mandeb se nos ocurrió colaborar en esta
última etapa con lo que podemos y ha sido nuestro objetivo desde el inicio de la idea: la
difusión. Así que el autor o editor independiente que quiera promocionar su obra en
mandeb, sólo tiene que comunicarse a revistamandeb@yahoo.com (como siempre) y le
explicaremos todo con lujo de detalles. Además seguimos recibiendo material para próximas
ediciones, así que te estamos esperando, escritor.

Por hoy sólo resta agradecer, a los autores que siguen confiando en mandeb para
difundir su palabra, y a los lectores que son los que le dan razón de ser a este proyecto.

Nuevamente, bienvenidos.

RM.

DE QUIÉN ES MANDEB.

Manuel Mandeb es el Pensador de Flores, personaje central en la mitología del


barrio bonaerense de Flores creada por Alejandro Dolina. Junto a Jorge Allen, Ives
Castagnino y el ruso Salzman forman el grupo de los hombres sensibles, enfrentado al grupo
de los refutadores de leyendas, que se dedican a quitar la belleza, misterio y encanto a las
maravillas del barrio con explicaciones racionales y científicas, completamente lógicas, que el
grupo de Mandeb desautoriza desde el irracionalismo más radical. Mandeb tiene una obra
tan prolífica como variada e inconclusa, citada al principio de “Crónicas del Ángel Gris”.

Mandeb nos presta su voz polifacética para dar identidad a esta revista; identidad
que no es otra que la Literatura Viva en sí misma con toda su diversidad. Para que cada vez
seamos más sensibles y nos dediquemos menos a refutar. Es más, para que tengamos el valor
de construir nuevas leyendas, paso a paso.

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

EN ESTE NÚMERO:
Número Dos. ........................................................................................................................... 2
De Quién Es Mandeb. ............................................................................................................ 2
Réquiem. Ganzo Borelli ........................................................................................................... 4
El Camino al Abra. Ganzo Borelli .......................................................................................... 5
Resquemor. Ganzo Borelli ...................................................................................................... 6
Con la Misma Tijera Partían. María ..................................................................................... 8
Mi Perro. María ....................................................................................................................... 8
“K-O Thrina Listo Para Usar”. María .................................................................................. 9
El Juego Perdido Para Nosotros. María ............................................................................. 10
Me Duele la Cabeza... Mario Pires ...................................................................................... 11
¿En Qué Día... ? Mario Pires ................................................................................................ 11
Cercos de Hierro... Mario Pires ........................................................................................... 12
De Mi Diario. ViQui Montanaro .......................................................................................... 13
Leyenda. ViQui Montanaro .................................................................................................. 14
La Mirada Vacía. José Alejandro Brito Boadas ..................................................................... 15
El Hombre Frenético. José Alejandro Brito Boadas ............................................................. 17
El Plástico Derretido en el Café Con Leche. axel luchilin krustofski ............................... 18
Un Pequeño Cuento Negro. Víctor Hugo Brilanti Torres ................................................. 19
Vuelo Sin Boleto. Manuel Olcese ......................................................................................... 20
Bourbon & Scotch. Manuel Olcese ....................................................................................... 20
Cero Confianza. Cristian Lagiglia ........................................................................................ 21
El Lago. V. K. F. Polar ........................................................................................................... 23
Subir. V.K.F. Polar ................................................................................................................. 25
Civilización. Cecilio Pastrami ............................................................................................... 27
Luisa. Junnecus ...................................................................................................................... 31
La Abuela. Junnecus ............................................................................................................. 32
Sobre la Imagen de Portada. ............................................................................................... 34
¬¬

A Quien Pueda Interesar

Mandeb es y será una revista bimensual gratuita, de distribución libre, en formato PDF y
diagramada en A4 para facilitar su impresión si así el lector lo desea.
Los editores no recibimos nada a cambio de nuestro trabajo excepto dolores de cabeza por las
horas pasadas frente al monitor de la computadora y algo de satisfacción artística.
Todas las obras que aquí se publican son mérito, responsabilidad y propiedad de sus autores.
Por esto, las felicitaciones o críticas a sus contenidos serán derivadas a ellos.
Finalmente, la revista, en su totalidad y sin modificaciones, puede ser distribuida y copiada
cuanto se quiera; pero para reproducir aisladamente alguno de los textos que la componen se deberá
solicitar el permiso expreso del autor. Para esto, basta con enviar un mail a
revistamandeb@yahoo.com y nosotros lo pondremos en contacto con él.

Los editores
Junio, 2010.

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

REQUIEM
(Invierno Demente)
Ganzo Borelli

Mataste, mirada de flor caníbal.


¡Qué frío hace!, qué frío da pasarlo sola...
Y golpeada por la misma pluma, -una y otra vez-
Estás sufriendo, Invierno Demente.

¡Cómo sopla el viento!


Estacas se clavan en tu pecho... Poesía
Y tu manto, vampiresa mordaz,
Se está empezando a deshilachar.

Adornando sueños infantiles,


Estrellas efímeras, letras apiladas.
Te excitaste, Lóbulo Salvaje,
En pirotecnia verborrágica.

“¡Abran paso que viene el Rey!”


“Hermosas botas para lamer”
“Descuide, tan bonito voy a hablar,
Que cuando le rompa el culo
No le dolerá, jajajajajaja”

Titila tu diamante por el pájaro que cayó.


Titila tu diamante por el pájaro que caerá.
Y por el que cae regalás tantos brillantes...
¿Cuántos manantiales los pueden albergar?

La prosa se vuelve borrosa,


-Horizonte de mis sueños-
Un suspiro entrecortado
Agoniza en un estertor casi mágico,
Y ya no sé si algún día,
Te volveré a ver.

La película vuelve a rodar,


¡Estoy harto de actuar!
Arrullo celestial, canto de sirena...
Agua... sed de manantial.

Y mirabas tanto, soñaste poco.


Y aferrabas tanto, soñaste poco.
Y respirabas tanto, soñaste poco.
Y querías tanto, soñaste poco.
Y aspiraste alto, soñaste poco.

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

No vuelvas a buscar tus besos,


Ningún bastidor alberga tanta sangre.
No pidas nada a cambio,
Tu himno dejó de cantarse.
Y hasta tu bandera se cuajó,
Ese vestido rojo perdió su color.

Un ejército dispara al aire


Versos teñidos, se dobla un estandarte.
Un beso te dejo en la frente, -reza-
Réquiem para Invierno Demente.

EL CAMINO AL ABRA
(Invierno Demente)
Ganzo Borelli

Esto, dulce niña de mis ojos, esto es el Norte.


Acá no nos preocupan las crisis,
Acá no llega lo que llamas globalización.
Poesía
Acá tenemos polvo, música y payadas;
Hasta el horizonte llegan las miradas,
Y si sueñas ligero, el viento te puede hacer volar.

Los extranjeros nos compran la quebrada,


¿Y qué podemos hacer, si no nos gustan las armas?
No, querida pechos de lana, un sicu es mi refugio,
El rancho donde a descansar, viene mi alma.

Mira el cielo, en las estrellas se posan nuestros sueños.


Duerme, apoya tus miedos en mi hombro que,
Por más débil que parezca, se hizo resistente
A fuerza de tradición.

Y duerme, descansa tu alma en el Mundo,


Porque cuando mañana te enfrentes
A las maliciosas miradas de tu raza,
Llorarás una noche como ésta,
Lágrimas amargas inundan el camino al abra.

Vuela, ojos de plata, sube hasta el infinito,


Y sube en espiral.
Que las dudas no se te adelanten,
Ni las esquinas te obliguen a doblar.

Enciende un fuego en el cuenco de tus besos,

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

Deja caer de tus manos una flor,


Cosecha con amor tu ingenio...
Invierno Demente, pudrirás el mundo con tu cuerpo.

Genuino será el clamor...


Genuino será el clamor...
En tus dedos impresos
Vestigios del destino.
En tus manos el falo,
Cetro de la creación.
En tu cuerpo la muerte,
Tu espíritu reluce un “siempre”.

Ya pasó tu iniciación, ahora ríe,


Porque con una caricia la estaca se cayó.
Siéntete viva, reluce un “siempre”,
Nos vemos pronto, Invierno Demente.

Mañana tu saliva se secará,


Ayer regalabas besos sin pensar,
Hoy tus labios inundan el camino al abra...

Cierra los ojos, que te guíe el corazón.


Que tu sonrisa quiebre la maleza,
Porque para machetes,
El hombre adquirió destreza.
Y si te cruzas con la razón,
Destrúyela con tu intuición.

RESQUEMOR
(Invierno Demente)
Ganzo Borelli

Levántate, marcha sonriente,


Añora tus miedos, destila el presente,
Respira flor, suspira nieblas,
Ama y llora, Invierno Demente.
Poesía
Baila niña, baila en el campo abierto.
Rezuman lágrimas las frambuesas plañideras.
Gira tu pelo, giran tus piernas,
Tu sonrisa, tímida como un farol,
Titila... titila... titila... y se apagó.

Ruegos fugaces se disolvieron

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

En un cóctel de plegarias.
Tus pupilas abstemias destellaron,
-la noche fue noche
Porque el viento inspiró tus manos-
Y se apagaron bebiendo de un trago Poesía
El humo de la población.

Como el humo exhalado, como genuina inspiración,


Como el fuego que se extingue, torturando una flor,
Como vida y muerte,
Como pasión de resquemor.

Por aquél espejo que perdió su reflejo,


Pasión de resquemor.
Por esa fuente que añora tus pétalos,
Pasión de resquemor.
Por las palabras que ansiaron tus oídos,
Pasión de resquemor.
Por los argumentos que eclipsaron un solsticio,
Pasión de resquemor.

Resplandecen las memorias,


Agoniza una paloma en final abierto.
Y en tu templo se ausentó el fuego,
Una tormenta desató
Un resplandor atronador.

Como pasión de resquemor por el ayer,


Como un susurro y una brisa
Vaticinando el otoño que ya pasó,
Invierno Demente, flor de otoño,
Invitada de honor que a su cita no faltó.

Que las muecas no te inviten


A ahogar tus suspiros.
Que las bromas no te inhiban,
Ni aquieten tus aullidos.
Invierno Demente, que la primavera
No te mienta, no te quiera, ni te anime a odiar.

Que la primavera no retruque tus trazos,


Invierno Demente.
Abandonaste tu manto,
Deshilachado se pierde en un camino
Que el viento ha trazado.
Ganzo Borelli
Te levantás, bailas, no podés parar.
Te acurrucás, llorás, y en tu sonrisa Escribo porque me cansé de soñar, y me cansé de
Se alberga un faisán. contar las estrellas y de mirar como sonríen los
demás, como todos sonríen entre todos; y yo, sin
Invierno Demente, flores de cristal.
encontrar mi solar, sonreír y ser uno más.

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CON LA MISMA TIJERA PARTÍAN


María

Carnaval de alta presión


Todos cortados con la misma tijera.
Amorcito no viste:
Tenías tierra en los ojos
Fue de tu boca que salieron gusanos Poesía
Limpiaron de dudas las astillas.

Y taparon todo con barro y greda


Hasta terminarla.
En la pared todavía hay humedad
El olor se siente desde mi ventana
Todos con la misma tijera
Una enredadera que no puede cortar.

MI PERRO
María

Saco perro hueso


Terrible perro
Tantas Manos, tantos Muelles.

Dejé mis ojos secándose al sol


Dejé manos que me tocan
Huesos secándose al viento y de día.

Donde estoy siempre es de queda


La oscuridad que me ilumina a mí
Ya no me importa tanto.
A la noche
y desabrigada caminarla
Para ver que anudaban
mi cuerpo
Solo, se cierra sobre sí.

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“K-O THRINA LISTO PARA USAR”


María

Sus piernas recorren mis paredes


Una tras otra
Se meten en mis cajones, mi ropero
Salen de la tierra
Brillan como gemas, sus cuerpos crujientes
Rojizos, sus antenas.
En secreto
Me pierdo en sus brazos, Poesía
Sus intestinos manchados
Saben hacer el amor en cualquier esquina.
Ellas no diferencian
La mierda de las flores
Las flores de animales secos

Qué olor sienten de Dios


Que no se asustan de nada
Con sus bocas que no besaron a nadie
Con sus dientes ocultos de tijera
Se cuentan secretos en la oscuridad
Como alucinadas de mil años
de tantos años en la tierra
Y nadie que acaricie sus pupilas.

Saben que no les perdonan la vida


Aunque nunca mordieron a nadie
Sus piernas con pestañas
Se parecen a los ojos de la gente.

[A la noche
Alguien que buscaba comida en la basura ya encontró su cena]

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EL JUEGO PERDIDO PARA NOSOTROS


María

“Él dijo:
Vos mataste a mi dios
Y me dijo: No me cojas por donde nacieron mis hijos
Y me dijo Poesía
Tus pies son increíbles.”
(Él mira a todos con asco
Como si a los demás les crecieran pelos en los dientes)
Pero al final se deja hacer
[No complacer.

Y siempre trató de no agarrarse la locura


Como si la locura fuera lepra.
Hasta tenía un cuchillo debajo de la cama, por las dudas

Como si se me hubieran caído (Cayeron) uno o dos dedos

Como si me faltaran los labios y mi boca fuera (es) una encía de caballo

Como si mi leche estuviera (está) rancia

Como si mi cabeza sonara (suena) como una concha vacía cuando cae contra el piso,
El juego perdido para nosotros.

María

Nacida en 1991 en el seno de una familia de inmigrantes ilegales judebolivianos, mi pasión por
la lectura no comenzó hasta el día que cumplí 8 años y mi tío José “el loco” Movilevsky me
regaló una edición de el Talmud y otro de poemas de Bukowsky.
Supe que era lo mío.
Dejé de comer jamón y comencé a escribir relatos eróticos, que fueron editados posteriormente
en la revista “Humi” bajo el seudónimo de Zarita Ruth Ramone.
Hoy en día subsisto del tráfico knishes, y de los poemas que escribo.

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Mario Pires

Me duele la cabeza
o tal vez sea Poesía
que en realidad
nada me interesa
Durante años
estuve parado en una esquina peligrosa
parado ante mi semáforo
creado a mi antojo y desconfianza
mientras
los transeúntes pasaban a gran ritmo
y los autos atropellaban peatones
homicidas
Al cambiar mi luz
decidí caminar
y pude percibir
que en realidad
todos corrían
Pensé mucho
en adiestrar mi estado físico
y mental
para correr tanto ¿En qué día bajaste los brazos
o más que ellos y comenzaste a pelear?
Pensé mucho Ésas son fechas dignas
mucho de anotar en el calendario
y llegué al fondo de la cuestión ¿En qué te has convertido
todos corremos ahora que ya no temes
para llegar a una meta final y causas miedo?
que en realidad no existe Ése es un bonito epitafio
para tu día más feliz
¿Adónde ir
cuando ya los caminos fueron gastados?
Lucho
Entre mis instintos
y lo que me han enseñado
hay demasiadas diferencias
que me cuestan entender
¿Cuál es mi yo
en momentos
que todos buscan su propio yo?

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Mario Pires

Cercos de hierro sobregiran en torno al horno


Mentes perfectas cruzan límites de desesperación
Joyas del infierno encantado hecho a medida de tus esperanzas
Caminos y coyotes del sueño milagroso
Caída al infinito
Caída por vida
Caída en sangre...
Crujido de los casi extintos cuerpos
Vacíos lugares se llenan y no llena
El paraíso tiembla
El infierno duda
Poesía
Caída
Caída
Vitalicias noches pasan en vano
Vitalizar el día
Hundidura profunda
Posiciones extrañas sin forma y sentido
Furia desprotegida de vino embriagante amante de coagular
La sangre no quiere parar

Apunta a la noche
que le toque salir
a ser un yo real
y no sabe por dónde empezar

Mario Pires (1974)

Nace en Oporto, Portugal. A los 3 años se traslada con su familia a Alemania. A los 8 se
traslada a Montevideo, Uruguay, donde reside actualmente.
Comienza a escribir relativamente tarde, allá por los 18 o 19 años. Antes de esa edad no
manifestó ningún interés por la escritura, pero siempre demostró un gran interés por la
lectura y la música.
Entre otras cosas publicó poemas y cuentos en diferentes revistas under, participó en varios
libros colectivos, editó una revista under, publicó dos librillos con textos propios, escribió
una novela y un libro de poemas y cuentos que permanecen inéditos, escribió varias obras
de teatro que fueron llevadas a los escenarios, produjo varios espectáculos, publicó en
diversos sitios web.
Más info: maldicionpoeta.blogspot.com.

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DE MI DIARIO
ViQui Montanaro

|240109|04:15|
Insomnio. Fotofobia. Calor.
He sondeado el mito de un suburbano eclipse de poetas, y todos me dicen Narrativa
“Habla”. Así que no callo, aquí estoy, VÉANME. Radiantemente sudada, con una
luz y un mosquitero en la noche esmeralda.
No apagues la luz, Fausto de muerte. No subas la luz, Nicolás, no sientan su
carne latiendo como dijo el poeta, acidulado. Vente a mi lado. Caminemos por esta
autopista cuadriculada y bebamos la negra savia Sylvapen. Saciémonos con estas
manchas que traducirá el griego, o un sabio, para que valgan oro al morir yo.
Muerte. Infinito tesoro de cerebros. Arcón de recuerdos. Muerte. Silencio
puntual. Vagar infinito de nadies. Es un renacer a los muertos despojos vacilantes
que quedan desparramados en menterrecuerdos, fotos, títulos, escritos, logros,
mentiras que dijimos a una tía chusma, etcétera.
La muerte.
Esa salida de hoyo negro a la nada ¡con todo lo que aprendimos viviendo!
¿Para qué al fin? La nada.
Al final, la nada. Una hueca noche de nuestro día la vida. Un cabo de la soga y
no más.
Muerte: ¡Hola! Te dedico este poema. Muerte: Hola. Muerte: Chau.

Aún no me puedo dormir, noche. Sos buena conmigo, que soy tu habitante. Te
extrañé, noche, hace meses. Tomo pastillas, ¿sabés? A ti no te importa, tú vienes.
Nadie detiene una noche al pasar. Pero sí se estira, a veces, la noche, y me deja
habitar.
Pensar, en vez de dormir, hoy es para mí.
Te quiero, noche, con tu frescor iluminada, con tus chicharras almidonadas.
Con esta cama que me echa. Te queremos, noche, los poetas.

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LEYENDA
ViQui Montanaro

Se cuenta que todos venimos con una música de fondo, que muchos
olvidan. Pero hay otros, seres muy sensibles, que la vuelven a oír en alguna Narrativa
estrofa o en alguna caricia. La misión para estas personas, entonces, es poder cada
día sentir su canción, la que los trajo al mundo y sigue sonando hasta que partan de
él. Se trata de una sutil y tímida canción, que puede volverse una ópera en el terror o
una balada en el amor. Nadie entiende bien del tema, y creo sinceramente que muy
pocos somos los que la hemos encontrado más de una vez.
Cuenta la leyenda, que la misión es tan peligrosa como caminar por un filo
con precipicio a los lados, es muy difícil sintonizar nuestra canción y muchos son los
que caen. Pero su huella está en las obras maestras que crearon a partir de esos
instantes de sintonía con la música de sus vidas, la música del universo.
No daré nombres a quien acudir por más aclaraciones... pero cuando sientas
que algo es supremo... único... y hecho para ti... tal vez es que tu canción está
sonando de fondo.

ViQui Montanaro

ViQui Montanaro es una joven escritora y actriz del ámbito independiente. Estudia Letras en la
UNLZ, y actúa en la compañía de teatro Arte Ludovica. Ha publicado críticas teatrales en la
revista Mirábilis, poemas y relatos en revistas virtuales como Entre Evangelios y Medios
Mundos y El Tintero. Publica habitualmente en sus blogs personales de poesía y de cuentos y
en el sitio taringa.net (con el usuario ViQuiconQ). Actualmente se encuentra editando su
primer libro de poemas "emeotiv", que saldrá a la venta a partir de Abril y cuya impresión será
totalmente artesanal.
.

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La Mirada Vacía
José Alejandro Brito Boadas

Años tendría dieciséis


(o diecisiete).
El cigarro en su boca desde los trece Poesía
(su boca en otras desde siempre).
Pudo ser otra
(pudo, por ejemplo, ser mía).
Prefirió ser de la noche,
de los transeúntes, del neón y la mirada vacía.

Ignoro si era de papel maché o ceniza


el edulcorante artificial de su labio inferior,
o la contorsión infame de su sonrisa
(que más que sonrisa semejaba el ademán de una arpía),
o la copa de alcohol transmutada en excesos,
con el lleve tres y pague dos de sus besos,
su lengua sucia y la mirada vacía.

No conservo su nombre. ¿Julieta era?


O Rosana o Martina, ¿importa acaso?
Total, mi piso extraña sus pasos
y el cenicero sus nos vemos más tarde y la esquela
de su corazón.
O tal vez era Adriana o Daniela
el rótulo del cuerpo barato en otro colchón,
la del sudor ahogado en los muslos deshechos,
pero sin duda ella siempre mirando hacia el techo.
Frecuenta una esquina de penumbras y ofertas,
y de pronto recuerdo que se llama Lucía,
tiene un jean chino y las metáforas muertas,
el pelo gastado y la mirada vacía.

Supongo que en París hubiese sido más cara


pero acá en el sur se conformaba
con una pitada
de algún porro que compartiera el boliche
mientras se comía a los flacos y los contaba
(no sé, tal vez era un fetiche).
Cien y una noches después
fui decorador de la basura y los cubos
con su medias de nailon y su retrato
con su me comí cinco chicos y sos otro más, qué más da,
olvidalo, pellizcame acá y agradeceme el buen rato.

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

Y allí mordisqueando mis huesos


-pendeja al fin- mintió que me amaba
inundó la noche con látex, vodka y sus besos,
buscame en el liceo, después de mediodía,
quizás sobrevivo a Edipo y a la mirada vacía.

Ella quería ser ésto y aquello


(quería ser de éste y de aquél).
Soñaba cambiar su nombre en cinemascope,
algo que sonara a Brigitte, Rita o Raquel.
Soñaba que algún rockero tránsfuga
(el de la revista musical importada,
el de la sobrevaloración masiva)
la soñaba.
Rescato para mí una sutil vindicación:
su esclavitud en las rutinas de los comunes,
su extravío en los vapores grises de la noche,
huérfana de latidos,
estrujada por las manos desconocidas del boliche,
ella,
devaluada,
embustera,
inmadura,
ajena,
mediocre,
fría,
olvidada,
con la eterna mirada vacía.

También rescato para mí un inefable triunfo: .

Y ta.
Seduciendo la madrugada
al fondo de esta habitación,
(a la izquierda)
derrotando la monotonía sepia del muro,
otra mujer se desnuda frente al espejo.
Algo impreciso en ella
(las hojas al viento,
las grietas en la corteza,
los pétalos marchitos,
la raíz muerta,
la mirada vacía,
el cigarro o el jarabe para la tos)
no sé, chiquilina, pero hay algo en ella
que me recuerda a vos.

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

El Hombre Frenético Narrativa


José Alejandro Brito Boadas

Dentro de pocas horas, la entrevista, como un destino implacable e


insoslayable. Entonces era preciso aprestarse en el pulimento de los zapatos, únicos
artefactos que aún andaban a su antojo en el orden de la indumentaria. Tenían que
ser los negros, comprados en la capital pocos años atrás, usados pero presentables.
Tenían que ser los negros porque aún si dispusiera de otros zapatos, de otros colores,
sólo el negro proporciona el aplomo, la seguridad que debía clavar como una
bofetada en la cara del entrevistador. “Demostrar confianza en uno mismo”,
recordaba haber leído en una columna periodística, que según él, nadie más había
leído. A ver, el cajón. Un poco más abajo, al fondo. La caja con los instrumentos. Por
fortuna, el betún aún no se ha endurecido. De inmediato estorba el trapo (buen trapo:
áspero en una cara, suave en la otra). Un poco más abajo, al fondo, allí está. El cepillo
sigue siendo el mismo “Latouché” que Patricia había conseguido en casa de sus
padres, no sin cierta efusiva protesta del suegro. Ahora que Patricia se había ido, era
una suerte que el “Latouché” continuara en el fondo de la caja. Cuando Patricia
estaba ella le pulía los zapatos mientras decía cosas sobre los niños, cosas que ahora
él no recordaba. No las recordaba porque a Patricia no había que concederle
demasiada atención. Cosas sobre los niños, porque ¿de qué otro tema hablaba
Patricia en las tardes pardas y tristes que él inundaba con la pestilencia del alcohol y
lo infructuoso de una colocación? Pero ahora Patricia se había ido, y dentro de pocas
horas, la entrevista.
Al comienzo, el cepillo respondía con deleite. El ruido de las cerdas batiéndose
contra el cuero quebraba el silencio de aquellas paredes donde ya no quedaba nada o
casi nada que pudiera emitir algún sonido. Ni los acreedores iban ya. La bulla de los
niños se había extinguido más de una semana atrás, junto con el viejo radio de pilas.
Estaban temporalmente con ella. Temporalmente, porque sólo debían aguardar a que
él demostrara quién era y cuánto valía para el puesto, dentro de pocas horas. Patricia
se los había llevado (temporalmente, esperando con tranquilidad la entrevista…
después de eso, la normalidad), pero no se había llevado, todavía, el “Latouché”. Sin
Patricia, el cepillo estaba demasiado a gusto. Iba y venía gobernando su mano
derecha. Distribuía el betún por todo el cuero. Iba y venía. Un poco más abajo, al
fondo. Y el cepillado sin tregua comenzaba a devorar los minutos. Y de pronto, sintió
que los zapatos debían pagar, temporalmente, por todo aquello. El vaivén se olvidó
del zapato, y el cepillo azotaba ya el aire, ya el suelo, empañándolo con la crema
negra, infatigable la mecánica del cepillado que se había adueñado, por fin, de todo
su brazo derecho. Y entonces, esparcido ya en el suelo, con la pizca de cordura que
aún dudaba en marcharse, sintió que no sentía el cuerpo, a excepción del brazo
derecho, que aún continuaba frenética y autónomamente cepillando la nada, como si
estuviese embadurnando la cara del entrevistador con su autoconfianza.

José Alejandro Brito Boadas

De Margarita, Venezuela. Cosecha de 1981. Completó un doctorado en cosas. Cosas relacionadas


con abstracciones y computadoras. Lee otras cosas. Cosas relacionadas con laberintos, espejos y
pestes. Escribe. Escribe como forma de secreta revancha. Las cosas que escribe terminan en gavetas,
en revistas, en la boca de los perros o en chocolatesparalucia.com. Para el poema "La Mirada Vacía",
agradece la revisión de sus amistades uruguayas 17 Josefina Cao Eguren, Virginia Londero e Ismael
Felarte: tres manyas que, como los buenos amigos, se han quedado.
mandeb. revista literaria año 1 número 2

el plástico derretido en el café con leche


axel luchilin krustofski

por las malas,


a hugo burel.
por las buenas,
a junnecus.

hay tipos con talento en el ámbito de la literatura. tipos que te pueden contar
las cosas más descabelladas o guarras de un modo que aunque no las entiendas te
emocionás hasta las lágrimas. no necesitan ser serios o profundos de un modo
académico. les basta con ser auténticos. Narrativa
por supuesto que toda torta frita (como buena rueda que es) tiene dos lados.
en el otro hemisferio están los que te escriben bruta novela, con todos los
artilugios y detalles del género, con un trazo límpido como uno sólo puede imaginar,
pero donde no hay vida. y donde más fácilmente se nota eso es en los diálogos:
siempre dicen “utilizar” en vez de “usar”, “necesitar” en vez de “precisar”. “en
lugar” en vez de “en vez”. todo suena correcto y rígido como una media sucia y
vieja. no todos hablamos bien, no funciona así el mundo, ¿y qué tiene de malo? ¿esas
impolutas novelas son tan GRANDES que están por encima del realismo de sus
propios personajes? porque eso es lo peor, te las venden como joyitas del realismo o
el costumbrismo.
de más está decir que el primer tipo de escritores no es precisamente el más
popular. no sé por qué, quizá porque las señoras bien que compran un libro tienen
una idea ya formada acerca de todo (“los doctores son así, y el lumpenaje es asá, y los
amantes son así, y las señoras somos de esta otra manera... ”) y no quieren que
ningún nabo desprolijo que no terminó el liceo les venga a escribir otra cosa.
yo escribo como hablo. uso las mismas palabras, casi de la misma manera.
trato de que mi arte pase por el equipo que forman la idea, el estado de ánimo, la
naturalidad y algún otro par de cosas que debo estar olvidándome.
la idea básica es que no me gusta el plástico derretido en la taza del café con
leche. es decir, cualquier tipo de esos que para sentarse a escribir en su casa antes que
nada se ponen la camisa y la corbata puede escribir el kibalyon. pero ni su carrera
como publicista ni su doctorado en derecho ni su prosperidad capilar van a darle
verdadero valor a su texto si no es honesto.
y ése es el carozo del asunto: la honestidad intelectual. ni todo el talento del
mundo ni todos los editores inescrupulosos del planeta ni todo el Gran público del
universo pueden llenar el vacío que debería ocupar la honestidad intelectual.
eso es lo que pienso, ¿algún problema? vamo pa fuera que te voy a romper tu
bibliografía, te voy a romper.

axel luchilin krustofski


no sé cuál es la bendita gracia de tener que presentarse. es decir, ¿no se supone que es la obra la que habla
por el artista? además, en mi caso, hay muy poco para decir. nací, fui a la escuela, dos o tres chotos me pegaban a
la salida, las pendejas no querían ser mis novias porque era gordo y feo. ésa fue la infancia. en la adolescencia
hubo más de lo mismo. de adulto casi todo me dejó de importar excepto el animé, el ajedrez, internet, y por
supuesto la literatura. y como soy un inconformista crónico y la mayor parte de lo que hay escrito no me gusta,
escribo para poder leer.
18
mandeb. revista literaria año 1 número 2

UN PEQUEÑO CUENTO NEGRO


Víctor Hugo Brilanti Torres

Las palmas se agitaban, todo parecía ser negrura, las olas de las playa
Narrativa
sucumbían sobre las rocas, una pareja sentada en la arena, embistiendo el viento
con sus extensiones capilares, y sus cuerpos semi desnudos. Una y otra vez las
huellas en la arena resurgían entre los húmedos latigazos del mar sobre la playa. Con
un ojo medio apagado por el aire tan fuerte y con los oídos aturdidos por los golpes
del líquido salado, ahí estaba yo, sentado, con los pies en el agua y la arena jugando
con mis uñas. El cielo carmesí se postraba a cada instante y las horas parecían no
cambiar.

Algo revoloteó sobre unas plantas extraídas de las profundidades por el oleaje, de
momento pensé en una bolsa negra que alguien olvidaría en la playa. Poco se movía,
pero parecía luchar contra la muerte. Imaginé entonces que un ser vivo sería, tal vez
un pez, o una tortuga. Acudí a su llamado, pues la pareja de novios que delante de
mí se besaba no se percató de nada. Me incorporé dejando mi huella sobre la arena.
Llegué hasta el lugar, y no creí lo que ante mí se vislumbraba. Era increíblemente
algo vivo, con dos extremidades largas semi enterradas en la arena, dos ojos rojos
que lloraron ante mi presencia, y un pico obscuro que graznó al sentirme cerca, lo
tomé entre mis manos, frío y aturdido el pequeño ser se movía, pude saber que un
ave, arrojada por el mar entre la muerte y la vida peleaba. Lo llevé conmigo, lo
coloqué en una caja de zapatos y traté de confortarlo. A la luz del alba siguiente, su
grito de hambre me despertaba, sobre la ventana de mi habitación, agradeciendo la
vida que la soledad en aquella playa le procuré salvar.

Víctor Hugo Brilanti Torres

Edad: 28 años
Nacionalidad: Mexicana
Desde muy chico me he dedicado a dibujar y a pintar. Posteriormente a la edad de 23 años
estudié un año de escultura en Irapuato Gto. México. Desde entonces he estado realizando
algunas esculturas en yeso, generando exposiciones colectivas como : "EL OJO MACHIN" en la
Galería ARTIST en Irapuato. El jueves 15 de Abril se realizó la exposición de una de mis
esculturas en el museo de la ciudad de Irapuato, esta pieza es de yeso, es una mujer desnuda y
mide 1.30 mts. de altura. Comparto la sala del museo con muchos pintores de Irapuato y un
escultor más.
Hace unos años, publicaba una historieta en la revista subterránea - cultural llamada
DIAGÉNESIS realizada independientemente en la misma ciudad de Irapuato. Actualmente
formo parte de la publicación literaria llamada ARTERIA, y desde el año pasado, soy gaitero en
el grupo de rock medieval llamado GLAURUNG.

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

VIAJE SIN BOLETO


Manuel Olcese

Subiste a un tren que no debiste, ése no tiene lugar. Vas aguantando lo que
puedas en cada vagón y te empujan al siguiente. Escondete, aunque no te vea, dame
dos minutos más. Nadie te acoge y seguís avanzando a dejar de avanzar. No puedo
darte mi lugar, nadie puede, nadie te empuja y nadie te quiere afuera, pero nadie
puede frenarte, sólo Dios. Que mi lugar quede libre, ya no hay camino para mí, tiro
mi boleto, que me bajen, no busco otro tren, ninguno me lleva.

Tal vez no, tal vez bajemos juntos en nuestra estación. Falta revisar el último
vagón, tal vez allí puedas sentarte. No sé si hay. Si no no hay nada. Pero bajemos
juntos, por adelante o por atrás. Tal vez debas saltar por atrás. Llegamos al fondo,
cierran la última puerta, ya la cruzamos, no puedo reabrirla. No quedan vagones y te
van a dar el último empujón, yo sólo pido el último beso. Tu sueño vale más que mi
realidad. Te acompaño.
Narrativa

BOURBON & SCOTCH


Manuel Olcese

Los senderos sobrios del desierto no lloran ni ríen, sólo son, estáticos,
callados, infértiles. Sus huellas están marcadas con facas, no necesitan más. Quienes
lo transitan engañan una sonrisa solamente sincera en el desierto y que promete la
calma eterna. Escapan de un camino Real donde tormentas de fuego colisionan con
oro impuro que va dejando brasas herejes que nadie ha de tocar indisimuladamente
y juran un cáncer sin eutanasia para quien los profane sin guantes bordados. Al
fondo del camino, un amanecer infinito hace reemplazar la lluvia por el agua dulce
que cae de algunos rostros elegidos por sus propias almas, que encuentran en su ser
un mesías, elegidos por su experiencia es decir infortunio, quedando así en el camino
Real para que crucen el monte a diferencia de los demás y puedan conocer el secreto
del sol naciente, dándole a estos elegidos la sabiduría para diluir la frontera entre
teólogo y filósofo siendo ambas a la vez, y la desgracia de no volver a soñar al
entender lo que no debieron. No sé si me gusta más el bourbon o el scotch.

Manuel Olcese

Soy Manuel, un porteño nacido en 1992. Vengo de una familia bastante lectora y de un colegio
francés con una orientación literaria muy fuerte. Sin embargo ninguno de éstos creo que haya
sido el motor de mi incursión en la escritura. Creo en cambio, que sí lo ha sido mi tendencia al
malestar gratuito y cualquier infortunio por el que haya pasado, ya que son el verdadero
creador de la escritura, y lo tomé para tener un sustento para poder escribir todo lo que no me
animé nunca a decir. Nadie que me conozca imaginaría nunca que escribo, y nunca lo
20
reconocería públicamente tampoco, soy un estudiante de abogacía muy simple y que tiene una
segunda personalidad para sí mismo.
mandeb. revista literaria año 1 número 2

CERO CONFIANZA
Cristian Lagiglia

Sentí cómo giró el picaporte de la puerta con el cuidado preciso para que nadie lo
escuchara.

Lo hizo de la misma manera que lo hacía yo cuando venía con un pedo feroz de
bailar o de cualquier lado y no quería que nadie se enterara de que ya había llegado
ni en qué estado.

Lo primero que pensé era que acababa de entrar mi hermano, pero lo descarté de
plano en cuanto me acordé que hacía tres años que vivía en Bélgica.

Mis viejos no podían ser porque hacía como dos horas que estaban desmayados de
cansancio, durmiendo y mi abuela era imposible que fuera.
Narrativa
¿Qué puta iba a hacer la vieja entrando a la casa a las tres de la mañana?

La duda me empezó a carcomer y me empecé a enderezar en la cama hasta apoyar


mi espalda contra la pared que me servía de respaldo.

No se prendió ninguna luz y por breves segundos no escuché nada.

Intenté cerrar los ojos bien fuerte para acostumbrarme a la oscuridad y de agudizar al
máximo los oídos para poder escuchar si se había mandado para el living o venía por
el pasillo.

Cuando abrí los ojos despacito parecía que, también, había abierto los oídos y
escuché, imperceptiblemente, que los pasos, apenas apoyados, venían derechito por
el pasillo hacia mi encuentro.

Empecé a tragar saliva y a buscar respuestas que desconocía, por todos lados, como
cuando estaba por rendir Geografía de tercer año y no tenía la más puta idea de lo
que me estaban preguntando, y tenía las manos totalmente sudorosas y la respiración
entrecortada.

A medida que iban pasando los segundos, las pisadas en el pasillo eran cada vez más
cercanas, cada vez más palpables y mi terror cada vez más intenso.

Miré en toda la habitación para a ver si encontraba algún elemento contundente que
pudiera agarrar para tirárselo por la cabeza, en cuanto se asomara por la puerta, que
encima, no estaba cerrada, si no, entreabierta.

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

Había una cama más, dos parlantes que ni en pedo los podía levantar, un par de
borceguíes y la guitarra de mi hermano.

Ningún bazooka, ni armas cortas, ni granadas de mano, ni una puta honda había.

Seguí apoyado contra la pared que, de tanta fuerza que estaba haciendo contra ella,
ya la había corrido como dos centímetros hacia el garage y sentí los pasos cada vez
más próximos y también oí el sonido inequívoco de cuando cargan un arma con un
sigilo milimétrico.

Ya hacía como diez segundos que había dejado de respirar y parecía que ése iba a ser
mi estado permanente.

Me dije a mí mismo que ésta situación la tenía que enfrentar como se enfrenta lo
irremediable, con los ojos abiertos y mirando de frente.

Ahí nomás me contradije y me tapé hasta la frente con la sábana y dejé un ojo afuera
para que me contara qué carajo estaba pasando.

En ese instante vi cómo una mano se apoyaba con sutileza sobre la puerta y la movía
despacito hacia adentro de la habitación.

También alcancé a ver la otra mano, la que portaba un gigantesco revólver cromado,
de ésos que no había en mi habitación cuando me puse a buscarlo.

Metí el ojo valiente, que seguía afuera, debajo de la sábana y me quedé esperando lo
peor.

Pasaron unos cinco segundos interminables y como no escuchaba nada, me bajé la


sábana de la cara de un tirón para ver quién era el cabrón que me iba a obligar a
cambiar de domicilio y en ese momento apretó el gatillo y la bala que llevaba mi
nombre salió a buscarme sin perder tiempo.

Mientras la bala venía derecho a mi cabeza, me dio un infarto al ver que el tipo que
había gatillado el arma era yo mismo y quedé duro, ahí, en la cama, para todo el
viaje.

La bala pasó de largo y ni me tocó, pero el corazón se paró, para siempre, gracias a
un oportuno paro cardiorrespiratorio y su último sentimiento fue de que ya no se
puede confiar ni en uno mismo.

Cristian Lagiglia

Mi nombre es Cristian Lagiglia y debido al incesante y desconsiderado insomnio que me aqueja


desde hace un tiempo bastante prolongado es que me puse a escribir. De ahí que desde hace un año
hago, con un amigo músico llamado Hernán Pesce, un blog en el que semanalmente posteamos una
historia escrita por mí y una canción cantada y tocada por él. El blog se llama OJOSDEPEZ y la
dirección es ojosdepez-online.blogspot.com.

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

EL LAGO
V. K. F. Polar

Si alguien llega por primera vez a mi pueblo tiene que conocer ciertas cosas
que lo hacen diferente a cualquier otro. Del primero que le caiga en gracia recibirá la
doble indicación: dónde comprar el famoso pan de doña Lucrecia y, seguido a esto,
la del lugar adónde no ir, “por ninguna razón, nunca”. Las horas que van desde
el atardecer hasta las del alba son las peores, pero en realidad ninguna es buena Narrativa
para caminar por ahí. Un paisano cualquiera le dice a uno en su tono seco, con los
ojos bien abiertos: “El lago. Al lago no”. Es inútil pedir detalles.
Una sola vez, de chico, por ignorancia, llegué hasta el embarcadero. Cuando
regresé y con inocencia confesé adónde había estado, mi padre me llevó a dar un
paseo, más bien me sacó de la casa, y me lo contó:
“El viejo Tony y su hermano vivían en la Cabaña Negra, antes de que fuera
conocida así. Se dedicaban a cortar y vender leña. Eran personas respetadas pero
nadie había logrado profundizar en algo parecido a una amistad. Eran flacos como
galgos, Tony era el que usaba sombrero y hablaba con los compradores, a Simón
nunca se lo escuchó decir palabra.
Un día, Simón salió de la casa, había dejado a su hermano mayor durmiendo
en su catre, el sol aún no había despegado del horizonte. Se cree que fue llamado por
una fuerza inexplicable, una energía fatal como el daño del mismo diablo, que lo
convirtió en un sonámbulo. Lo dirigió hacia el interior del bosque, caminó como
alma sin paz abandonada en un desierto. Por las huellas se supo que el hombre hizo
un recorrido sin sentido, como el de un animal herido. Describió círculos y hasta se
cree que estuvo subido a un árbol mucho tiempo. Fue un pescador quien lo cruzó, ya
con las primeras luces, en uno de los caminos al lago. Vio que no llevaba nada en los
brazos, pero por la postura de su cuerpo parecía cargar un gran peso invisible. Como
se encontraba en la parte alta del barranco vio a Simón deslizarse sin control por la
pendiente, en un momento hasta llegó a rodar y pensó que se había hecho mucho
daño. Pero después lo vio levantarse, y continuar su paso. El pescador no pudo creer
lo que estaba sucediendo cuando Simón, sin modificar su recorrido recto desde la
pared del barranco, comenzó a introducirse en el lago. ¡Avanzó sin detenerse hasta
las rodillas, el pecho, el cuello, todo! Era invierno, nadar era una locura. Esperó verlo
salir, lo llamó con inútiles gritos. Pensó en el bote. Llegó lastimado al embarcadero.
Remó hasta el punto de inmersión final. El agua era un espejo peligroso, no podría
nadar con una pierna y un brazo golpeados, era un riesgo inútil. Entonces se le
ocurrió bajar su caña para ver si alcanzaba a tocar a la irremediable víctima, para
informar luego si era que se encontraba allí. La punta de su caña se fue hundiendo de
a poco, luego realizó el movimiento de verificación. Nada. Pero cuando ya estaba
decidido a retirarse de allí sintió que alcanzaba a tocar algo sólido. Y en ese mismo
instante, ese “algo”, se aferró a su implemento de pesca y le dio un fuerte tirón, como
si quisiera arrebatárselo. El pescador muy asustado dejó que se llevaran el equipo y
buscó la orilla remando lo más rápido que pudo.
Ese mismo día un grupo realizó una búsqueda liviana del supuesto cadáver.
Como nadie reclamó mayor intervención de las autoridades, las tareas del caso se

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

volvieron a repetir pero terminaron al mes. Se entendió todo como “exageración de


pescador”, “accidente de un loco”, “suicidio de un desdichado”, y nada más. En el
mundo había un sólo ser al que sí le importaba saber qué había pasado, Tony. Se
cuenta que los días siguientes examinó cada metro del bosque, algunas noches hasta
se lo vio por el poblado, errante por callejuelas y terrenos cercanos al cementerio
donde sólo un alma en pena puede vagar. Pasaron meses de incertidumbre y
aflicción para el hermano. Hasta que una tarde en que llevaba su carro con leña hacia
el mercado, Tony se cruzó con aquel pescador quien al reconocerlo se acercó y le dijo:
-Disculpe, ¿puedo preguntarle algo? -Tony tiró de las riendas y lo miró en
silencio. Tomando como respuesta esa mirada tosca y revirada, continuó:
-Me han dicho que usted está buscando a su hermano desde hace un tiempo.
-Algo así -respondió apesadumbrado. El pescador se acercó y le estiró la
mano, le dijo como se llamaba y luego:
-Tengo algo para comentarle que le puede interesar.
Los dos hombres hablaron y se pusieron de acuerdo. Al otro día saldrían con
el bote. Esa noche Tony preparó los implementos para barrer el fondo del lago.
Durante toda la mañana siguiente hubo sobre las aguas una niebla muy densa. Los
hombres se hablaron sólo para decidir la dirección. El silencio y la bruma hacían más
tétrica la misión. “Es por acá”, dijo el pescador y buscó el anclaje. No veían más allá
de sus manos. “Puede que esté atascado en las rocas”, dijo como a sí mismo el viejo
del bote. Estuvieron varias horas haciendo lances con distintos implementos y
recogiendo sogas con pesos y ganchos. La niebla no se disipaba y decidieron
continuar al otro día. Pero en el momento de levar el ancla, el pescador dijo: “está
atascada”. Los dos hombres comenzaron a tirar de la soga y con un esfuerzo increíble
pudieron sentir que muy de a poco cedía. Al darse cuenta que el ancla traía un gran
peso, que algo que estaban levantando del fondo, se miraron. Tony se detuvo un
momento y luego soltó el cordel. El ancla volvió a caer. Quedaron sentados, uno
frente al otro.
Había más luz en el lago y la niebla se fue abriendo. Armaron dos cigarros y
fumaron como juntando fuerzas, esperando saber qué pensaba el otro. Tony miró
caer al agua la brasita de su tabaco sin quemar. “Hay que cortarla. Atémosle una
boya para saber la ubicación. Mañana con más tiempo lo levantaremos”, dijo el
pescador. Qué mal sonaron esas palabras para Tony, pero, después de todo, se
trataba de eso: de sacarlo.
Tony volvió solo al muelle a medianoche. El lugar se encontraba iluminado
por la luna, el reflejo sobre el agua le causaba una pena profunda. Maldijo mil veces
el rayo de luz debajo del cual estaba el hermano insepulto. Aves nocturnas
acompañaron sus palabras con quejidos. Tony clavó una interminable mirada en la
arboleda de la otra orilla.
Llegó la hora. La marca hecha resplandecía a unos cuarenta metros de la orilla;
era inútil esperar por el pescador.
El chapaleo de los remos cesó. Tony se puso de pie y se inclinó sobre el bidón
amarillo, cuando estuvo entre sus manos comenzó a jalar lentamente hacia él. Ya
tenía dos metros de soga dominados cuando el peso y la fuerza de los brazos
movieron el bote hasta quedar sobre el punto donde se sumergía el cabo. Tony se
sentó y con los pies apoyados en el lateral fue tirando hasta el límite de sus fuerzas.
Traía algo. Un metro más de soga, y otro, cayeron sobre las maderas. Al darse cuenta

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

que faltaba muy poco para que aquello quedase al descubierto el viejo Tony
acompañó cada manotazo con el rechinar de sus dientes. Estaba exhausto,
enloquecido. Tirar, tirar, sacarlo, verlo, enterrarlo; no había que pensar, sólo levantar,
con todas las fuerzas.
El gancho del ancla se había incrustado en un brazo, cerca del hombro. La
mano hinchada, verdosa, sucia de algas, se levantó detrás del borde de la
embarcación. Un anillo fue el signo que confirmó la doble desgracia.
Fue un momento perpetuo, la mano deforme suspendida, inerme, y el
hermano sosteniéndola. También fue en un instante que ocurrió lo más terrible. Una
mano, la otra, se aferró al bote, era la de alguien vivo, no había dudas de eso. Tony
soltó la cuerda, la mano siguió aferrada con fuerza. Las ganas de creer que se trataba
de su hermano vivo lo llevaron a dar el paso que no debería haber dado nunca, el de
asomarse para ver si se trataba de un vivo, o de su muerto. El terror al ver el resto del
cuerpo, que se levantó como impulsado en un salto, paralizó al hombre. Sólo sintió
que una de sus piernas era atenazada, y que el agua estaba demasiado cerca, un
vértigo fatal y el bote tambaleándose. Tony no sabía nadar. Una mujer que
fotografiaba el lago vio llegar el sombrero a la orilla.
En las noches de luna muy clara, cuando el lago es un pavoroso espejo de
agua; cuando, muy cerca se oyen las aves inquietas y los perros sin dueño han
alterado su merodeo, en esas indeseables noches se ha visto al terrorífico ser que
arrastra la soga y carga con el ancla incrustada cerca del hombro. A Tony nunca más
se lo volvió a ver. “Al lago no hay que ir, no vayas nunca”, me dijo mi padre a quien
antes le gustaba mucho la pesca.

SUBIR
Narrativa
V. K. F. Polar

Confirmé la palidez de mi cara y salí al patio a fumar hasta que viniera ella a
buscarme. El llamado de medianoche terminó con la espera. La agonía de mi madre,
que tenía su contracara en mi propia agonía, me había cargado de soledad. Pero el
teléfono sonó más cruel que de costumbre.
Pensaba en los que deberían haber estado allí, cada tarde de las doce que
estuvo en coma. Sin resentimientos, aunque era consciente que esa noche dejaba de
ser “hijo” y también “pariente” de otros tantos.
Dos llamados casuales que se sorprendieron cuando les dije que se moría
desde hacía seis meses y les saqué el título de parientes míos.
El patio esa noche estaba más calmo que nunca. Ni los chicos de al lado, ni los
motores del taller. Me quedé mirando un rato cómo el humo de mi cigarrillo subía y
se hacía nada.
Caminé por el borde de la medianera esquivando cosas oxidadas que no
hubiera podido nombrar en ese momento. Eran pasos en falso pero me ayudaban a
pensar qué era lo que tenía que hacer desde el instante en el que sonara el timbre.
Reduje la cuestión a: coche, certificado, recibo de pensión, dni, flores. Hasta ahí

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

llegaba mi cabeza. Después empezó el delirio. Pensaba en la medalla de la Rosa


Mística en su pecho, en la cara ridícula que pondría Sandra para decirme “lo siento”,
en una canción de The Cult, creo que Heart of Soul. Encendí otro cigarrillo y me
quedé en cuclillas sobre una chapa, siempre me gustó el ruido que hace al pisarla.
“Te vas a cortar y no estoy para salir corriendo”, ella sí que supo meter miedo.
Miraba el óxido. Estuve así mucho tiempo, podría decir que media hora pero es
imposible saberlo. Miré los techos, me sentí un fantasma rondando la casa, mirando
la ventana de su habitación, y elucubrando la mejor manera de asustar a los
humanos. Me di cuenta que el patio era una ruina, era verdad que no me gustaba
cortar el pasto, se fue mi padre y creo que quedó igual. ¿Seis años de pasto crecido?
Bastante consideración me tiene en crecer tan despacio y no hacerme quedar mal.
Igual son ruinas. Ruinas. Se habían convertido en un santuario. Si me preguntan, me
hubiera gustado enterrarla ahí, y que el pasto creciera sin límite. Me di cuenta que mi
posición era la que adopta la gente cuando mira por última vez el cajón, que baja
hasta lo profundo, debía recordarla para después. Me incorporé por eso, si no
todavía estaría mirando la casa desde ahí. Algo me gustaba del momento. Debería
ser la luz de la luna o los arboles invadiendo terreno por sobre las paredes, o una
sensación mía de esperanza y de que todo era posible.
Sonó el timbre. Le mandé un mensaje a Sandra para decirle que la puerta
estaba abierta, una tontería que me había dado resultado una sola vez, no le gustó
para nada cuando recibió el mensaje camino a la facultad, me pidió que fuera la
última vez que lo hacía, pero esa noche tenía todo permitido. Tanto creía en eso que
la hice pasar y transformé un beso en la mejilla en otra cosa.
“¿Vamos arriba?” Sabía de qué hablaba, por eso me preguntó dos veces si
estaba loco. “Algo rápido”. Encendió la luz del living. La miré como encandilado y
nos sentamos en el sillón. Me miró en silencio. Me dejé mirar. Se abrazó las piernas.
-Vamos -preguntó en seco. Yo tenía los ojos cerrados y pensé que se refería a
hacer el trámite. Encaró hacia la escalera.
-Llevame -le dije. Me sonó tonto e infantil, pero no me dio vergüenza decirlo.
Se acercó pensando que yo lloraba.
-Mirame -me dijo-. Sabés que estoy con vos. Siempre voy a estar aunque... -se
puso a llorar ella. Un poco fastidiado por sus lágrimas la miré con intención de
pedirle que saliéramos, o que me consiguiera alguna pastilla para dormir. Pero no
tuve mejor idea que decirle de nuevo “Vamos arriba”. Tomé su mano y subimos. Yo
pensaba en fantasmas, ella no sé.

V.K.F. Polar

Me llamo Juan Pablo Chaparro. Soy profesor de filosofía. Tengo 38 años, vivo en Avellaneda.
Me dedico desde chico a la escritura, he concurrido a varios talleres literarios desde entonces.
He participado de algunas revistas literarias y antologías, gané un concurso y me han
publicado un librito en el año 2003. Me dedico al cuento breve aunque me interesa también la
poesía. Me gusta la literatura de Carver, Chever, Dylan Thomas, Borges, Cortázar, y todos los
escritores dedicados al cuento.

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

CIVILIZACIÓN
Cecilio Pastrami

Narrativa
Lunes:

Hoy soy más tonto que ayer. Lo sé. Y mañana lo seré más. Y así, y así. Y pasado
mañana, incluso olvidaré esta palabra, “mañana”, y tendré que decir “el día después
de hoy”.
La nada avanza, lenta e inexorable , hacia mi mente.
Sé que llegará el día en que apenas pueda escribir. Sé que llegará el día en que ni
siquiera pueda balbucear mínimas frases inteligibles. Sé que llegará el día en que no
podré tener conciencia de lo que sé o no sé.

No hace mucho que descubrí este progresivo deterioro. Podría decir que tres meses,
aunque quizás sean más. El hecho es que hace tres meses que comencé a notar los
primeros síntomas; la enfermedad (la llamo así aunque no sé si es una enfermedad
empíricamente hablando) puede llevar años desarrollándose en forma asintomática.

Desde aquel momento acudí con desesperación a todos los especialistas que se me
ocurrieron o me recomendaron. Pensé en decenas de enfermedades posibles. Temí
que fuera Alzheimer. Meningitis. Algún tipo de tumor cerebral. Incluso alguna
patología mental. ¡Dios! ¡Hasta pensé que podría ser Sífilis!

Los estudios no mostraron nada...

Mi salud física está en perfectas condiciones.


Pero mi mente se cae a pedazos. Bueno, hay que aclararlo: mi mente, desde el aspecto
fisiológico está bien.
Tampoco he perdido la lucidez ni la cordura. No me creo Napoleón o Jesús. No me
siento perseguido, ni presento fobias inexplicables.
El deterioro es notable sólo en un campo en particular: el lingüístico.

Domingo:

Es domingo y me siento de ánimos, hace tantos días que no escribo...

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

He notado que mi deterioro se ha acelerado en los últimos días. Quería tomarme mi


tiempo para explicar esto lo más claramente posible pues temo no lograrlo, con cada
día noto nuevas señales inquietantes...
Esta mañana no he podido pensar en mi mano. Veía ese apéndice que salía de mi
cuerpo, veía cómo se movían, a mi voluntad, las cinco pequeñas extremidades (ahora
sé que se llaman dedos) pero no sabía que mi mano era una mano...
Cada día, me es más difícil comprender lo que me pasa, por eso mi apuro, si es difícil
comprenderlo a mí, que conozco... (¡Dios!)
(Aquí hubo una laguna. Las palabras en ese momento no me salieron, ha pasado casi
una semana y media desde lo último que escribí, retomo la idea... )

Martes:

... A mí, que tengo un conocimiento intuitivo de esta condición que me aqueja, dado
el acceso “preferencial” que tengo sobre dicha condición (¿hay una incongruencia
aquí? lo siento), si a mí me es difícil explicármelo, más difícil es explicarlo a terceros
usando el medio justamente afectado por la enfermedad, es decir, las palabras.

Situaciones como éstas me desesperan.

Hubo un tiempo en que me desenvolvía con asombrosa facilidad en el mundo de las


palabras. Mi confianza en mi capacidad retórica era infinita (el lector no sabe, y ahora
sí, que he dudado largos minutos antes de poder dar con esta palabrita tan simple:
infinito, infinito, infinito. El espacio entre significado y significante se hace cada vez
más extenso, ambos se alejan, cada uno hacia un extremo de mi universo... )

En estos días inciertos, me he encontrado buscando refugio en el pasado.


En mis tiempos pasados, que fueron mejores, como serán mejores éstos que los que
vienen.
El carácter transitivo de la existencia, su continuo movimiento nos impide fijar un
punto o un estado para valorar el todo en su conjunto.
He tenido una vida, ¿mínimamente aceptable? No puedo decir que fui feliz en mi
vida, porque no sé qué pasará en el futuro. No puedo decir que fui feliz en algún
punto del pasado, porque lo digo desde un presente que no es ese pasado feliz.

Esa pérdida lastima, como mil dagas envenenadas.


Entristezco, la conciencia de la felicidad pasada duele...

Entristezco... Generalmente encuentro consuelo intelectual, más no emocional, en


estas disquisiciones, más no hoy.
Son apenas iluminaciones etéreas de último momento, los postreros rayos del sol de
un ocaso que devendrá en noche perpetua...
Y me he perdido una vez más en la explicación del fenómeno.

Cansancio...

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

Lunes: (he releído lo escrito arriba, otra vez lunes, el ciclo, el eterno retorno,
nada me habla del tiempo circular como esta... ¿Causalidad? ¿Casualidad? Un lunes
comienzo y un Lunes termino)

Éstas serán las últimas anotaciones, espero no divagar, espero ir al grano.

Día a día pierdo capacidad lingüística. Al parecer, es un deterioro de algún tipo en el


sector del cerebro que domina esta capacidad. Sin embargo, no es detectable con
ningún medio de aquellos con los que hoy se disponen en el campo de la medicina
neurológica, lo sabemos , el cerebro es el mayor misterio.
Me he... decenas de análisis y escaneos del cerebro.

El cerebro está perfecto.

Ahora bien, aquí radica el problema: en el ser humano la capacidad de hablar (mejor
dicho de generar y comprender el lenguaje) está estrechamente ligada a la capacidad
de pensar. Todos estarán de acuerdo conmigo en eso.
Entonces, si una se ve afectada la otra también: pensamos en palabras, si perdemos
las palabras perdemos la capacidad de pensar.
Eso es lo que me está pasando.

Pronto olvidaré todas las palabras y mi mente perderá la capacidad de formar


conceptos, luego perderé la capacidad de distinguir las palabras y sólo veré letras
sueltas, luego ni siquiera sabré que una línea circular cerrada forma una “O”; que
una línea que baja y se angula hacia la derecha es una “L”.
Esto influirá en mi percepción sobre el mundo, podré ver las cosas pero no
distinguirlas...1
Luego perderé la capacidad de distinguir los límites de los objetos entre sí 2, luego de
los límites entre los objetos y el espacio y finalmente entre el espacio y mi propio yo.
Todo se convertirá en una sola marea gris.

Una conclusión un tanto alocada:

1
Esto lo escribo con posterioridad, en un instante de lucidez , pues no creo que haya quedado claro.
Olvidaré las palabras, los nombres de las cosas, al olvidar los nombres de las cosas no podré
distinguir entre una cosa y otra, un televisor (una cosa) y una mesa (otra cosa) serán para mí sólo
eso: cosas. Entrarán dentro de la misma categoría de “cosa”. El próximo paso será perder la
capacidad de distinguir los límites entre un objeto y otro... (¿acaso esto es redundante?)

2
Aquí el televisor y la mesa serán percibidas como una misma masa. Creo que será progresivo.
Primero agruparé como parte de un mismo cuerpo o ente las cosas cercanas espacialmente. Luego
todo se irá haciendo parte de esa sola masa. Luego sólo el vacío o la totalidad...

29
mandeb. revista literaria año 1 número 2

En este punto terminal de mi enfermedad es probable que mi nivel de percepción 3


sea cercano al de Dios. El desconocimiento total es lo más parecido al conocimiento
total. Pienso en el Aleph de Borges y quizás mi mente llegue a su extremo opuesto. A
la otra cara de la moneda.
Seré el lado oscuro de la luna.
Para mí, en ese supuesto, el universo va a ser una sola masa caótica, pero será una
totalidad. Voy a “ver” el universo; la diferencia con un probable Dios radica en que
no tendré conciencia de que lo veo. (O quizás sí. Quizás allí esté la respuesta. Quizás
ésa sea la entrada al conocimiento total. ¿No buscan el desconocimiento total algunos
Yogis de la India? ¿Algunos monjes tibetanos?)
Mi yo, este yo que ahora escribe, que ha querido y a odiado, que ve sus manos
moverse, sus dedos ajados saltando de tecla en tecla como...

Mi yo, en esa instancia va a ser sólo un recuerdo, lo que no puedo decir es dónde
quedará ese recuerdo. Quizás sólo en estas páginas...

Cecilio Pastrami

Se podrían decir muchas cosas sobre Cecilio Pastrami. Huraño, antisocial, ermitaño lo
describen con cierta precisión. Aunque egoísta, ingrato, soberbio pueden aplicarse sin dudar
a su persona.

Las últimas evidencias lo ubican en el norte de Argentina, en una cabaña perdida en la


quebrada de San Lorenzo, a unos veinte (o quizás treinta) kilómetros de la ciudad de Salta,
lugar donde se desterró en un desesperado intento por evadirse.

Las permanentes negativas a mostrar (y publicar) sus cuentos han disminuido en los
últimos tiempos y se habla incluso de un libro de cuentos de inminente edición.

Su exclusivo círculo íntimo (no más de diez personas, los únicos que alguna vez han
accedido a leer lo que escribe) cree que este cambio en su mentalidad se debe a que pronto
cumplirá setenta años, edad a la que se comienza a experimentar el inevitable terror, el
relámpago frío que recorre a cada persona que descubre la segadora a su espalda.

3
He escrito originalmente “nivel de conocimiento”, luego he rectificado.

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

LUISA
Junnecus

(Semana 146, sesión 328, interno 135897) Narrativa

-Escribí lo que me pidió. Lo traje, lo tengo acá. ¿Quiere leerlo? ¿No quiere?
¿Cómo me estoy sintiendo? No sé... Ahora muy b... ¿Ahora? Yo qué sé... ¿Con
respecto a Luisa? No sé... ¿Arrepentido? Ya pasaron doce años... Es mucho tiempo.
¿No doctor?... Luisa siempre se burlaba de los compañeros “becados” y todo eso.
Igual estuve mal. Pero era viva, se cuidaba muy bien de no portarse mal adelante de
los sacerdotes y de las personas. Igual yo sé que estuve mal. Por eso la querían...
¿Está grabando? No, sí, sí... Sí. Estoy arrepentido. Pero en serio; si quiere le leo lo que
escribí. ¿Se lo puedo leer? Se lo leo. Ahí va:

“Cuando llegaba al colegio en el elegante coche de su papá, el blanco implacable de su


túnica perfecta desplazaba a todas las demás túnicas hacia los tonos de gris. Su pelo, estirado
a más no poder terminaba en una agraciada pelotita sobre su cabeza. El mensaje de su peinado
era claro.”

-No quiero pegarme tus piojos, decía. Jeje... Bien. Sigo leyendo:

“En general, su belleza era horrible. Luisa solía abusar de los perfumitos, los collares,
las pulseras y todo lo caro e inútil que una niña idiota de clase alta pudiera desear. Su actitud
era la de una perrita consentida que repetía las mismas gracias una y otra vez esperando
orgullosa su recompensa. El elogio, la buena nota y el pabellón nacional eran los indignos
huesos de cada día.
“A los maestros les gustaba refregarnos las notas de Luisa a fin de mes y nos la ponían
de ejemplo en cuanto podían. Por supuesto, la odiábamos. A ella parecía no importarle mucho
porque era mejor que todos nosotros. ¿La verdadera razón del éxito de Luisa en el colegio? Sus
padres eran ricos, los curas ambiciosos y los profesores pobres.

“Nos quedamos solos en el aula durante aquel recreo. Ella decía algo y yo no la
escuchaba. Sus ojos grises de zorro me miraban. Sonreía... De repente me di cuenta del
profundo asco que Luisa me provocaba. Simplemente no aguanté más. Pensé que semejante
ser no tenía derecho a ocupar un espacio en el mundo de los buenos y la maté. Finalmente, es
gracias al doctor Cavalcanti que logré avanzar dentro de mi conciencia y encontrar la
respuesta: fue un error matarla y estoy arrepentido. Ahora me doy cuenta que al hacerlo la
convertí en santa cuando en realidad era una mala persona.”

-Listo, terminó. ¿Qué le pareció doctor?...

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

LA ABUELA
Junnecus

(Semana 434, sesión 795, interno 135897)

-... al hámster con una bombilla. ¿Eh? No. Sí... Más o menos... Sí doctor
Cavalc... Traje lo que me pidió esta semana. Mi abuela seguramente... Tiene que
haber sido la primera... Sí... Lo traje todo escrito... Sí... En menos de una carilla como
usted me pidió. ¿Está grabando? Si quiere se lo leo... Acá está. ¿Se lo leo? Bueno. Se lo
leo... Ahí va:

“Podría jurar que recuerdo a mi abuela caminando en cuatro patas conmigo sobre sus
espaldas. Tengo la certeza de que fue esa vez en que haciéndome caballito le sobrevino el
infarto. Yo tendría dos o tres años de edad, pero aún lo recuerdo. Maté a mi abuela. Conservo
intacta en mi memoria esa sensación de desplome sordo, esa fugaz perplejidad que se produce
ante el instantáneo vacío de la entrepierna y la falta de sustentación cuando las abuelas
colapsan.”

-Jeje... “Las abuelas colapsan”. Me encanta esa frase... Bien... Sigo leyendo... Narrativa

“Maté a mi abuela. Ningún otro recuerdo conservo en mi mente luego de la caída, sólo
ha quedado la certeza total y absoluta de haber matado a mi abuela siendo yo un pequeñuelo.
Forzosamente tuvo que ser ésa la primera vez que acabé con la vida de alguien. Lo sé porque
mucho más tarde le sumé a este recuerdo las anécdotas que mi padre me contaba en el tambo.
Parece ser que el día que mi abuela murió, la encontraron muerta y conmigo durmiendo a su
lado. Maté a mi abuela y seguramente luego me dormí de inmediato. Considero que debo de
haber dormido unas cuatro horas junto a su cadáver antes que llegaran mis padres.”

-Ahora viene la parte que usted me pidió que escribiera... ¿Se acuerda?
Meditar seriamente acerca de las consecuencias directas de quitarle la vida a otra
persona... Le leo:

“Pero no todo fue tan sencillo luego de quitarle le vida a mi abuela. Es que a pesar de
ser legalmente inimputable a esa edad, el primer homicidio dejó secuelas en mi personalidad; o
como suele decir el doctor Cavalcanti: 'Mi mente infantil sufrió un retroceso.' Recuerdo que a
raíz de ese homicidio volví a hacerme caca y pichí en las escaleras. Eso fue hasta los ocho. Fue
difícil aceptar que nadie volvería a hacerme caballito de nuevo. Es más, cuando descubrí lo
que había pasado rompí absolutamente todos mis juguetes y libritos de cuentos, no dejé ni uno
sano...”

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

-Entre los libros que rompí me acuerdo de haber roto uno que mi abuela me
había regalado: se llamaba “Babau, el perrito valiente”... Creo que también me hice
caca sobre las páginas de “Babau” después de romperlas, pero de eso no estoy tan
seguro... Era chico... Bueno... Tiene razón... No importa... Sigo leyendo:

“Recuerdo que en esa etapa señalaba las nubes y les exigía a todos que saludaran a mi
abuela en el cielo. Creo que me mantuve en esa actitud unos cuatro años hasta que mi madre
me amenazó con lastimar a 'Bubi' si no dejaba de hacerlo. Ahora, luego de dos años de
conocer al doctor Cavalcanti, por fin comprendo que mi actitud era algo incómoda para las
visitas. Todo esto se lo debo al doctor Cavalcanti. Fue siguiendo sus consejos que he
recuperado en mi conciencia la certeza de que Luisa no fue la primera. Maté a mi abuela
mucho antes. Me conformo pensando que la abuela murió en su ley. Me pregunto qué
pensaría ahora si supiese que fue la primera en una serie de cuarenta y dos homicidios (por
supuesto, cuarenta y tres si contamos ahora a la querida abuelita... ) Ahora, si cierro los ojos,
casi puedo verla galopando contenta en el cielo entre serafines.”

Listo, terminó... No escribí más porque usted me pidió que lo hiciera corto y
porque aparte se me acabó la crayola. ¿Qué le pareció doctor?

Junnecus

Casi podemos afirmar que este pobre nabo, quien les habla, se llama Juan debido a que él
mismo considera que ése fue el nombre que efectivamente le pusieron sus padres al inscribirlo en
el registro cívico de su país... Al menos todo lo induce a pensar de ese modo ya que por más que
se esfuerza no encuentra motivos para dudarlo...
Junnecus en realidad no se acuerda exactamente de haber nacido pero confía en haberlo
hecho dada su aparente capacidad de influir y afectar el entorno, lo que presupone cierta
presencia permanente en el espacio y el tiempo lo cual (sumado a la consciencia de ser el mismo
que lo acompaña desde que recuerda) hace muy plausible que ésta premisa sea cierta. Es más,
teniendo en cuenta los documentos existentes y presumiendo que son genuinos quien les habla
incluso se atrevería a afirmar que nació en Montevideo allá por el año 1980 siendo además del
signo de Aries (Eso, claro está, si damos por válidos los enunciados zodiacales que especifican las
fechas y los intervalos que se corresponden con cada signo dentro del horóscopo y que afirman
que son de Aries los nacidos a finales de Marzo sin lugar a excepciones) De todos modos asegura
que el último dato es irrelevante. Finalmente Junnecus es de la creencia que actualmente reside y
trabaja en Montevideo.

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mandeb. revista literaria año 1 número 2

Susy me estaba esperando a la salida del colegio, como me había indicado, como me temía yo. Por un
momento albergué en mi alma la esperanza de su piedad, pero mi bolsillo abultado por sus cartas
amenazadoras me recordaron de que me estaba enfrentando con la mismísima chica-Leviatán de 14 años:
Susana Encarnación
Gómez.
¡Ah, de mi pobre cuerpo!
¡Ay de mí llena de
moretones, moretones
del amor! Pero debo ser
valiente, y asumir las
consecuencias de
haberme metido con el
novio de esta Amazona,
aunque nadie haya
salido indemne de sus
puños.
La calle estaba desierta,
el cielo despejado. El sol
de mayo golpeaba contra
mis pupilas, haciéndome
entrecerrar los ojos. Me
saqué el cárdigan y lo
dejé en un esquina junto
a mi mochila de plush.
Ella me miraba con
estoica violencia, parada
sobre el macetero del
ficus. El viento cálido
agitó nuestros cabellos
trenzados y nuestras
polleras, dejándonos por
un momento desnudas
las rodillas: las mías,
recubiertas de una
peluza rubia, las suyas,
surcadas de cicatrices. En
su gemelo izquierdo
llevaba la inscripción
mala y en el derecho
muy mala, ambas
escritas en marcador con
una caligrafía de los mil
diablos.
“¿Así que te transaste a
Vicente?” -dijo, mientras
descendía y se acercaba a
mí con pasos de tigre-.
“Esto me va a doler más Título: Ganas De Combate
a mí que a vos, Princesa”. Técnica: Fibrones sobre papel A4
Temblé.

Soy Marina Alfíe, tengo 18 años y soy estudiante de bellas artes.


En mi tiempo libre me gusta escribir, salir con mi novio y bailar reggaeton con mis amigas.

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