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CÁTEDRA DE PEDAGOGÍA
Departamento de FORMACION DOCENTE
UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

Ficha de cátedra: Juan Jacobo Rousseau (1712-1778)

Autora: Prof. Natalia M. Fattore

“Amad la infancia, favoreced sus juegos, sus deleites, su amable instinto. ¿Quién de vosotros no ha
deseado alguna vez volverse a la edad en que la risa no falta de los labios y en que siempre está serena
el alma? Rousseau,J. Emilio o de la educación.

Filósofo, escritor, teórico político, nace en 1712 en Ginebra, Suiza y muere en el año 1778, en
la víspera de la gran revolución política y burguesa que se efectuará en Francia. Así, su obra
se incluye dentro de las teorías que circularon por la “Francia prerrevolucionaria”. Se trató de
un período de ebullición de ideas de los pensadores Iluministas. Bajo el nombre de
“Ilustración” se incluye a aquellos autores que haciendo pleno uso de la razón se abocaron a la
construcción de conocimiento social. Rousseau es parte de la ilustración francesa, aunque
tiene disidencias con muchos filósofos de la época, a partir de su desconfianza al poder
iluminador y redentor de la razón. Sus escritos reflejan una crítica a “la cultura de su época”,
cultura unitaria, libresca, letrada, excluyente. A pesar del rechazo que experimenta por esa
sociedad no es “un regresionista”, sino que busca el antídoto contra eso, a partir de su
propuesta política y cultural: el proyecto pedagógico de una educación incontaminada en su
Emilio, la utopía política de una sociedad justa en el Contrato social.
“Emilio o de la educación”, obra de de referencia obligada para la pedagogía, es un relato
de ficción, que cuenta la educación de un personaje, Emilio, que es aislado de su familia y
educado en contacto directo con la naturaleza, bajo la mirada de un preceptor. Emilio no
concurre a las instituciones escolares, Rousseau escribe en contra de la educación jesuítica y
contra la educación verbalista y racionalista que suele llamarse educación tradicional.
Cronología

1712 Nace en Ginebra, su madre muere poco después.


1728 Abjura del protestantismo y se convierte al catolicismo en Turín.
1741 Está dedicado a la composición musical. Se traslada a París con intención de
residir allí.
1745 Se conecta con el grupo de “filósofos” y “enciclopedistas”, y traba amistad con
Condillac y, especialmente, con Diderot.
1749 Recibe el premio de la Academia de Dijon sobre el tema: “Si el
restablecimiento de las ciencias y las artes han contribuido a la depuración de
las costumbres”, al que Rousseau responde negativamente en su trabajo
“Discurso sobre las ciencias y las artes”.
1751 Aparece el primer volumen de la Enciclopedia.
1754 Escribe el “Discurso sobre el origen y el fundamento de la desigualdad entre
los hombres”. De visita a su ciudad natal, abjura del catolicismo y retoma sus
derechos de ciudadano.
1755 Se publica el “Discurso...”. Recibe duras críticas de Voltaire. Muere
Montesquieu.
1758 Escribe “La nueva Eloisa”. Se enfrenta con loa filósofos por diversas
discusiones, y rompe relación con ellos.
1762 Publica “Emilio” y “El contrato social”.
1763 Renuncia a la ciudadanía ginebrina y es expulsado de la ciudad.
1766 Parte con Hume para Inglaterra, con quien se peleará poco tiempo después.
1772 Publica “Rousseau juez de Juan Jacobo”, (que luego serán la primera parte de
las “Confesiones”).
1777 Publica “Ensueños de un paseante solitario”.
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1778 Fallece en Francia, el 2 de julio.

Dos preocupaciones en la obra de Rousseau tienen especial importancia para pensar la


pedagogía. Una es la tensión entre naturaleza y civilización, la otra, directamente
relacionada es su idea de libertad.
La categoría de libertad aparece a lo largo de su obra definida como una cualidad que separa
el terreno de lo humano de lo animal. Rasgo distintivo de la modernidad, el hombre puede -y
no ya solamente la naturaleza o Dios-, decidir sobre su propio destino e interrumpir el mandato
de la naturaleza. Lo que distingue al hombre del animal es precisamente esta conciencia de su
libertad. Primer desprendimiento entonces de nuestro autor del mundo ilustrado, no es la razón
lo que nos distingue de los animales.
Rousseau define además otra cualidad específica del hombre que viene casi adherida a la de
libertad, que es la de perfectibilidad.
“...hay otra cualidad muy especial que los distingue y que es incostestable: la facultad de perfeccionarse;
facultad que ayudada por las circunstancias, desarrolla sucesivamente todas las otras, y que reside
tanto en la especie como en el individuo, en tanto que un animal es al cabo de unos meses, lo mismo
que será toda su vida y su especie, será después de mil años la que era el primero ¿por qué
únicamente el hombre está sujeto a degenerar en imbécil?” (Discurso sobre el origen de la
desigualdad..., pag. 116)
El hombre es libre, no está absolutamente determinado, tiene la capacidad de perfeccionarse.
Nace incompleto, y por esto es libre de elegir ser otra cosa distinta de lo que es. Hasta aquí
libertad, perfectibilidad e indeterminación aparecen superpuestas.
Pero Rousseau señala aquí una característica fundamental para pensar la función de la
educación: la incompletud constitutiva de lo humano; - “al comienzo hay estupidez e
ignorancia”-, debe ser reparada. El hombre nace desprovisto de todo; es una tortuga dada
vuelta, en tanto si se le tiende de espaldas, sola, se moriría sin poderse volver nunca. Por lo
tanto es tarea de la educación –lo que en el Emilio aparece como “la experiencia aprendida en
el contacto con sus semejantes”- la de suplir 1 esa carencia originaria. Es en esta insuficiencia
de la propia naturaleza donde se inscribe la perfectibilidad, es decir, la posibilidad de la
educación.
“Todo cuanto nos falta al nacer, y cuanto necesitamos siendo adultos, se nos da por la educación”.
(Emilio, pag. 6)
La idea de perfectibilidad marca entonces una fundante paradoja que recorre toda la obra
rousseaniana: esta facultad que le permite al hombre transformarse en otra cosa de lo que es,
dejando de lado la pura necesidad (propia del estado de naturaleza) e introduciéndose en el
reino de la libertad, (estado social) puede también corromperlo. Que el hombre sea perfectible,
implica que es posible y viable que se pervierta; el mismo rasgo que lo humaniza, puede
también corromperlo. Y esta es la paradoja con la que deberán lidiar quienes se ocupan del
oficio de educar.
Dos constataciones importantes hasta aquí:
1- La imposibilidad de volver al estado de naturaleza. La civilización y la cultura constituyen el
costo que debemos pagar para poder ser hombres.
2-El carácter incompleto, a la vez que perfectible, de lo humano. Por lo que será la educación
la que, en definitiva, nos distinga de los animales.

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“Todo es natural en el hombre y sin embargo, todo es suplementario puesto que es en una carencia de la
naturaleza donde se inscribe su perfectibilidad, la cual hace posible la educación. El suplemento no añade nada a la
naturaleza, solamente marca, en relación al hombre, la diferencia, la distancia que lo separa de la pura vida animal,
abriéndolo a la formación intelectual y moral” ( Scherer,R. pag. 22)
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Emilio o la invención de la infancia:


En el Emilio encontramos la primera teoría sobre la “especificidad” de la Infancia, estudio
sistemático sobre la conducta de los niños y sobre su forma de aprender. En este sentido
Rousseau inaugura a la infancia como objeto de estudio, como etapa completamente diferente
a la vida adulta por naturaleza. De ahí que “la mala educación” es la que no sabe detectar el
niño en el niño, la que desconoce la “naturaleza de la infancia”, ya que “La infancia tiene
maneras de ver, de pensar, de sentir, que le son propias” (Emilio, pag.108)
¿Cómo define Rousseau esta especificidad? ¿Cuales son las características de esta infancia?
-La bondad innata, su inocencia; “Los primeros movimientos de la naturaleza son siempre
rectos; no hay perversidad original en el corazón humano” (Discurso sobre el origen…)

-La falta de razón. El período de la razón tiene lugar en la vida humana cuando la infancia se
termina, y el niño conoce, desde que nace, a través de sensaciones. La infancia será entonces
el camino que va desde la falta de razón (adulta) a la razón adulta. Sin embargo, esta falta de
razón se compensa con la capacidad de aprendizaje, Rousseau delinea al niño en su
educabilidad, en su capacidad natural de ser formado. En este sentido, la tabula rasa no es
total. La más absoluta de las ignorancias convive con la más potente de las capacidades. El
niño no tiene ninguna capacidad mas que la de aprender a ser adulto. Es pura necesidad que
necesita de la guía de los ya completos.
A diferencia de Comenio, no se trata de que el niño posee una capacidad racional menor, sino
ninguna mas que la de aprender a ser adulto. Los límites, las características de la infancia son
propias de su naturaleza, de su ser.

-La debilidad, lo que lo pone a merced de peligros por lo que necesita cuidado y protección. En
este sentido la protección o vigilancia que el preceptor deberá realizar sobre el pequeño
educando no se basan en un orden objetivo exterior a él, sino que son sus características
naturales las que imponen que sea asistido, las que le otorgan autoridad al maestro.
¿Existe en el mundo un ser más débil, más miserable, mas a merced de todo lo que lo rodea, que tenga
una necesidad tan grande de piedad, cuidado y protección?(Emilio..)

En Rousseau aparece por primera vez la categoría de EDAD como elemento medible;
operación “normalizadora” a partir de la cual, comenzarán a sostenerse enormes esfuerzos
didácticos.
“Tratad a vuestro alumno conforme con su edad”.(Emilio, pag. 74)
Rousseau distingue en este sentido:
-Edad de la naturaleza: el niño de pecho, 0 a 2 años
-Edad de la naturaleza: el niño de 2 a 12 (se trata aquí de una educación que desarrolle sus
sentidos, que se ocupe de su cuerpo. La educación intelectual debe partir de lo sensible.
-Edad de la fuerza: 12 a 15
-Edad de la razón y de las pasiones: 15 a 20
-Edad de la cordura y del matrimonio: 20 a 25

A partir del reconocimiento de la especificidad de la infancia, se tratará de promover una


acción educativa que no contraríe las prescripciones de la naturaleza, propuesta pedagógica
que Rousseau llama “Educación negativa”.
En primer lugar se tratará de una acción segregadora (a-social en su inicio), que permita luego
reintegrar al niño a la sociedad.
La educación que propone Rousseau intenta alejarse de cualquier forma de coerción o
instrucción. Se trata en primer lugar de desarrollar los sentidos, el cuerpo, la sensibilidad. La
educación intelectual y moral se dará después (edad de la razón) ya que el niño carece de
razón y de criterios morales. Por otro lado se trata de un “método inactivo”.
“No hay formación que no sea autodesarrollo. Consiste, no en enseñar la virtud ni la verdad sino en
preservar de vicios el corazón y de errores el animo. Si pudierais no hacer nada, ni dejar hacer nada; si
pudierais traer sano y robusto a vuestro alumno hasta la edad de doce años, (…) nada abría en el que
pudiera oponerse a la eficacia de nuestros afanes” (Emilio, pag. 78).
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Sin embargo Rousseau no habla de abstención pedagógica. La idea de libertad que aparece
en el Emilio es una libertad rigurosamente vigilada y disciplinada. El niño es un sujeto que
aprende libremente, según los principios de su naturaleza, pero en una situación elaborada y
controlada por el preceptor.
Rousseau critica toda forma de educación fundada sobre el principio de una autoridad que
someta la voluntad del niño. Pero esto no significa dejarlo librado a su propio albedrío (porque,
como ya hemos señalado, la educación es lo que nos hace hombres, y es imposible
entregarnos totalmente a nuestros instintos), sino que el preceptor o maestro deberá
acompañarlo para que conquiste su autonomía yendo más allá de las pruebas y escollos que
encontrará en el camino por satisfacer sus deseos.
Para Rousseau, el arte del pedagogo consiste en actuar de manera tal que su voluntad no
suplante nunca la del niño, se trata de “Hacerlo todo sin hacer nada”.

“Escoged un camino opuesto al de vuestro alumno: que el crea siempre que es el maestro y sedlo
siempre vosotros. No hay nivel de sometimiento más perfecto que aquel que conserva la apariencia de
la libertad; así se somete la voluntad misma. El pobre niño que no sabe nada, que no conoce nada, ¿no
está a merced vuestra? ¿no disponéis respecto a él de todo lo que le rodea? ¿no sois dueños de
influenciarle como os place? Sus trabajos, sus juegos, sus placeres, sus penas, todo, ¿no están en
vuestras manos sin que el lo sepa? Sin duda no debe hacer lo que el quiera sino que debe hacer
aquello que vosotros queréis que haga; no debe dar un paso sin que vosotros lo hayáis previsto, cuando
abra la boca vosotros debéis saber lo que va a decir” (Rousseau: Emilio, citado en Varela, J.)
Lo que Rousseau presenta de manera precisa al proponer la educación de Emilio son los
fundamentos de la autoridad moderna; una autoridad que no necesita de la fuerza ni de la
represión externa, sino que opera desde la mas temprana socialización, “domesticando” al
niño”. Podemos ubicar esta educación dentro de las técnicas de “gobierno” modernas, modos
“pastorales” de poder que exigen como pre-condición un cierto grado de autonomía. La
obediencia ya no consiste en hacer lo que se debe hacer, -obediencia exterior- sino en una
obediencia aceptada como interior.
En Rousseau esta preocupación esta vinculada al orden social que promueve: el contrato
social de una sociedad burguesa, que requiere de un ajuste completo entre individuo-sociedad.
Hay que lograr que el ciudadano experimente los lazos sociales como necesarios, la autoridad
social como el fruto de sus deseos.
La conducción de si mismo y de los otros implicará, paradójicamente, la administración y
regulación de la libertad: gobernarse es aprender a hacer uso de la libertad, de una libertad no
pura ni incontaminada, sino de una libertad que surge de los aprendizajes sociales, de las
regulaciones y de los espacios intersticiales que ellos dejan 2 .

Bibliografía:

-Carusso, M; Dussel, I. (2000) La invención del aula. Santillana: Bs. As.


-Dotti, E. (1991) Estudio Preliminar. Emilio. Centro editor de América Latina.
-Rousseau, J. (1991) Emilio y otras páginas. Biblioteca básica, Centro Editor de América
Latina: Bs.As.
-Rousseau, J. (1998) Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres.
Porrua: México.
-Rousseau, J. (1998) El contrato social. Porrúa: México
-Scherer, R. (1983) La Pedagogía pervertida. Laertes: Barcelona.
-Todorov, T. (1999) El jardín imperfecto. Paidos: Barcelona. Pag. 25
-Varela, J. Arqueología de la escuela. La Piqueta: Madrid

2
Carusso, M., Dussel, I. (2000) La invención del aula. Santillana, Bs. As.

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