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EL PLANETA TIERRA...

[Lunes] 23 de abril

Nuestra tierra sobrevive a otro de sus días, año tras año, pero en realidad todos los días son suyos
y de eterno padecimiento. Con un terror indecible, he pasado por su día oficial, aterrado por
nuestra total indiferencia; me asusta la idea que queramos suicidarnos todos de una manera tan
egoista y tan atroz.

Parece que nuestro planeta está enfrentado a dos enemigos terribles, a través de nosotros: el
oscurecimiento global y el efecto invernadero. El primero, cuyo descubrimiento fue hace poco
ratificado, y que se causa porque las partículas contaminantes que flotan en la atmósfera y a las
que se adhiere el agua que por allí también divaga (y forma las nubes) están siendo un espejo al
calor del sol (su luz); es decir, cada vez que miramos al cielo, sólo tenemos ante nosotros nubes
refractarias (la luz con su calor la estamos regresando de nuevo al espacio en un 10% o 20%
dependiendo de las zonas). Y el último mal, que ya conocemos pero contra el que aún nadie toma
decisiones, que derrite la Antártida.

Con todas estas cifras y la conciencia del desastre, sólo puedo pensar en vender mi coche y viajar
por barco de ahora en adelante. Estudios adelantados por distintas universidades norteamericanas
demostraron que, durante los 3 días siguientes al 11 de septiembre (en los cuales estuvieron
cerrados todos los aeropuertos), se redujo el índice de oscurecimiento sobre Estados Unidos
considerablemente, en unos 3 o 4 puntos positivos a diferencia de la constante de -3 y -5 de luz.
Los números en cuestiones ambientales siempre serán desde todo punto de vista escalofriantes.

Los estudios que normalmente conocíamos, elaborados entre las décadas de los 70 y 80, poco
tuvieron en cuenta factores crecientes que contribuían a la contaminación, e incluso, aunque nos
advertían que debíamos emprender una protección del medio ambiente, nos relajaban
dilatándonos al decir que el peligro de aumento de la temperatura global sería de unos 5°C para el
2100. En realidad, se trataba de una suposición mínima. Bastó para que una hambruna se llevara
en 1985 a 1 millón de seres en Etiopía para que las secuelas en 50 millones de sobrevivientes
captaran la atención de los científicos. Luego vino Somalia. Si se mira un mapa, allí se verá que
tanto Etiopía como Somalia comparten una franja común, que a su vez se beneficia de un sistema
natural de lluvias en determinada época del año desde tiempos inmemorables que, más hacia
Oriente, se conoce como el Monsón. Lo que está ocurriendo con el cambio climático desde entrada
la década del 80 es que esas lluvias no están cayendo donde deberían caer y, aunque ha habido
mejoría con respecto de las sequías, esa situación tiende a empeorar y extenderse por el mundo.

En 20 años, si Estados Unidos, China, Rusia, India y la Unión Europea no detienen sus emisiones
de gases nocivos para la atmósfera, y no se buscan alternativas distintas para el abandono
definitivo de la quema de gas, carbón y petróleo (en Europa, los controles a la manera como se
queman los combustibles han traído una ligera mejoría al aire que se respira, aunque no ha sido la
solución) los daños serán difíciles de subsanar para cuando queramos hacerlo. Desde hace más
de quince años se viene hablando de la necesidad de implementar medidas mundiales para
proteger el medio ambiente: el mundo está ante la más grande tiranía que jamás haya visto, la del
orden mundial, y sin embargo, ese orden no ha tomado la iniciativa correcta, ya que quienes
deberían liderar no se atreven a lanzarse en su propia contra. Tal es el caso de Estados Unidos o
Rusia, el país más "oscuro" del mundo, cuyas chimeneas por millones no paran de lanzar
contaminantes al cielo y se obstina en ignorar la posibilidad de firmar el Protocolo de Kyoto. La
selva del Amazonas, mitificada en novelas como La Vorágine o Cien Años de Soledad, para finales
de este siglo quedará reducida a enormes porciones desérticas con algunos oasis, y el río que
lleva su nombre, la yugular de la tierra, no será sino un riachuelo fangoso y de aguas hediondas
que podrá cruzarse en cuatro zancos.

Los nuevos estudios son mucho más convincentes que los anteriores, ya que hoy se dispone de
mejor tecnología en la materia. Peter Cox, desde el Natural Environment Research Council es
quien ha hecho las predicciones más serias y apocalípticas: una Gran Bretaña que sufrirá en el
futuro de tormentas de polvo, ciudades enormes abandonadas sobre el mar y hambrunas
permanentes con dengues y malarias incurables. Para el 2040, al ritmo que vamos, la enorme
Groenlandia comenzará su deshielo, y una vez corra por entre lo blanco y blando los continuos
chorritos de agua cristalina, no habrá nevera que lo pueda detener. El hundimiento de Groenlandia
será más decisivo para el aumento del nivel de los océanos que el que pueda ser el hundimiento
de los polos; pero sí se suman las aguas, quizás nos ahoguemos en los números. El aumento de
los océanos rondará cerca de los 7 metros, algo muy por encima de la cifra que los estudios viejos
habían arrojado.

Se ha apostado a que el oscurecimiento global contenga el efecto invernadero: en realidad, el daño


es peor, pues no se puede pretender equilibrar el clima jugando con sus factores de desequilibrio.
Combatir el oscurecimiento global solo nos llevará a revelar lo que se ha mantenido oculto
precisamente por la existencia de esa sombra enorme que ha retrasado los procesos de
evaporación: el hueco en la capa de ozono, con una luz que nos abrasará como pollos al espetón.
Los trastornos climáticos reemplazarán las estaciones por lluvias o sequías. Harán las zonas frías
vivibles y el trópico un lugar infernal. El calentamiento de los mares hará inestable las emisiones
naturales de gas metano, que emanan del centro del planeta, y soplarán más profusamente desde
el fondo del mar: el gas metano es 10 veces más letal que el dióxido de carbono. Así, el colapso
total del "ozone layer" podría durar menos de 2 años.

El "simulador de la tierra", ese preciso sistema de predicción que ahora tenemos, ha indicado con
toda su sabiduría que para el 2070 ya habremos dejado de hablar del Polo Norte o el Polo Sur. En
Alaska, desde 1995 la isla de Shishmaref ha comenzado su lenta desaparición de los mapas (ha
perdido más de 7 kms de permafrost o costas, por el encogimiento de la capa de hielo polar por la
cual subsiste); para el 2009 será totalmente evacuada. España, según ha indicado este electrónico
Nostradamus, será parte de una península sequísima (ni recordemos ya los recientes incendios de
Portugal, como preámbulo al futuro): el sur, Murcia, Andalucia, quedarán convertidas en una
prolongación de la África Sahariana. Ya en 2005 las sequías hicieron que desde la Moncloa se
pidiera ayuda a la Unión Europea para la importación de grano.

Ante el futuro que nos espera, esto no es nada. Es apenas el principio del fin de una agonía, el fin
del fin.

Kiribati, Tuvalu y las Maldivas desaparecerán del mapa, la isla de Cuba fraccionada en un
archipiélago, el Reino Unido en un grupo de islas calvas e incipientes, Europa y Estados Unidos
mordisqueadas en sus bordes por los ratones de la contaminación , la Amazonía en un lugar donde
quizás iremos paradójicamente a buscar petróleo bajo sus arenas... 17 millones de costa de
Estados Unidos desaparecerán de los mapas, asimismo como 27 millones en Indonesia y 33 en
Vietnam. La tierra, al ritmo que va, perderá 260 millones cuadrados de costas, y a la gran tragedia
humana que además eso significará, se estima que 250 millones serán los refugiados ambientales.
Muchos escritores se dedican a la chirlería, a escribir de cocina o de moda, y cuando deciden
meterse en la política, terminan ahorcándose con las banderas de campaña. Pero creo que la
protección de este planeta supera muchas cosas, y no consiste en participar de algún activismo o
de hundir barcos militares como Greenpeace, ni lanzarle huevos en la cara a los políticos: tiene
más que ver con uno mismo, que al final, es la misma tierra. No se necesita una conciencia
excesiva, sino la necesaria conciencia para cambiar el estado de cosas. No es abstenerse de
tomar un baño durante diez días, sino mediante nuestros gobernantes buscar proteger nuestro
planeta tierra.

Una vez en el límite de lo que la tierra nos permite, no tendremos vuelta atrás.

Publicado por © La Redacción de Adentro y Afuera   

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