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Debido a los muchos anacronismos que contiene, los eruditos han dudado
«generalmente de su veracidad. Sin embargo, es una fuente valiosa de información
de las opiniones existentes en la antigüedad acerca del origen de la LXX.» (3)
«Filón, el gran filósofo judío de Alejandría (30 a.C. -45 d.C.) dijo que los
traductores trabajaron independientemente. Cuando uno había terminado la
traducción completa, todas las 72 traducciones resultaron idénticas. Cualquier
persona que tenga conocimiento alguno respecto al trabajo de traducción sabe que
esto es completamente absurdo. Un escritor posterior, Epifanio, aun pretende que
en ese tiempo todo el Antiguo Testamento (inclusive los libros Apócrifos) fue
traducido. Pero sabemos que los Apócrifos se escribieron más tarde. ¿Cuál es la
realidad? Generalmente se acepta que los cinco libros de Moisés fueron traducidos
más o menos a mediados del tercer siglo a.C. y que el resto del Antiguo
Testamento se tradujo al griego durante los cien años siguientes (250-150 a.C.).
Estrictamente hablando, el término Septuaginta debe aplicarse solamente a la
traducción griega del Pentateuco. Pero por los siglos se le ha aplicado a todo el
Antiguo Testamento en griego, y por tanto seguimos esa costumbre. Todos admiten
que la versión de los Setenta se hizo en griego popular, el koine
Ya que la mayoría de las citas del Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo
Testamento son de la Septuaginta, esta versión tiene grande significado para
nosotros. Y además de las citar, directas, mucha de la terminología del Nuevo
Testamento en griego tiene su base en la Septuaginta.
En el primer siglo, la LXX (Septuaginta) llegó a conocerse cada vez más como la
Biblia de los cristianos. De ella sacaron sus textos de prueba para establecer que
Jesús era el Mesías, y para respaldar sus argumentos en contra del judaísmo.- De
modo que, no obstante el hecho que la LXX era muy popular entre los judíos de
habla griega de la Diáspora.
La enciclopedia católica dice que la septuaginta «fue bien acogida por los judíos de
Alejandría, se extendió rápidamente por los países de habla griega, fue utilizada por
diferentes escritores y suplantó al texto original en los servicios litúrgicos. Filón de
Alejandría la usó en sus escritos y pensaba que los traductores estaban inspirados
como los profetas. Por fin fue recibida hasta por los judíos de Palestina y fue
empleada notablemente por Josefo., el historiador palestino judío. Sabemos
también que los escritores del Nuevo Testamento hicieron uso de ella, tomando de
ella la mayoría de sus citas. Se convirtió en el Antiguo Testamento de la Iglesia y se
la tenían en tan alta estima por los primitivos cristianos que muchos escritores y
Padres declararon que estaba inspirada. Los cristianos habían recurrido a ella
constantemente en su controversias con los judíos, que pronto reconocieron sus
imperfecciones y finalmente rechazaron a favor del texto hebreo o de traducciones
más literales (Aquila, Teodocion)..»(5)
Manuscritos
Los tres más celebrados manuscritos de los Setenta que se conocen son el
Vaticano, “Codex Vaticanus” (siglo cuarto), el Alejandrino “Codex Alexandrinus”
( siglo quinto) ahora en el Museo Británico de Londres y el del Sinai “Codex
Sinaiticus” ( siglo cuarto) encontrado por Tischendorf en el convento de Santa
Catalina en el Monte Sinaí en 1844 y 1849, y que ahora está parte en Leipzig y
parte en S. Petersburgo. Todos ellos escritos en unciales. El “Codex Vaticanus” es el
más puro de los tres. Generalmente da le texto más antiguo, mientras que el
“Codex Alexandrinus” toma mucho prestado del texto hexaplar y está cambiado
siguiendo el texto masorético ( Al Codex Vaticanus se le asigna la letras B, al Codex
Alexandrinus la A y y al Codex Sinaiticus la primera letra del alefato hebreo Alef o
la S). La Bibliotheque Nationale de París posee también un importante manuscrito
palimsesto de los Setenta "Codex Ephraemi rescriptus" (designado por la letra C) y
dos manuscritos de menos valor (64 y 114), en cursivas,
uno perteneciente al siglo diez u once y el otro al trece (Bacuez and Vigouroux,
12th
ed., n. 109). Todas las ediciones impresas de los Setenta se derivan de las tres
recensiones mencionadas arriba · La editio princeps es la Complutense o de Alcalá.
Fue impresa en 1514-18 del texto hexaplar de Orígenes y no fue publicada hasta
que apareció en la Biblia Políglota del cardenal Jiménez de Cisneros en 1520. La
Edición Aldina (comenzada por Aldus Manucius) apareció en Venecia en 1518. El
texto es más puro que el de la edición Complutense. Y más cercana al Códice B. El
editor dice que cotejó manuscritos antiguos pero no los especifica. Se ha reimpreso
varias veces. La más importante es la Romana o Sixtina que reproduce el “Codex
Vaticanus” casi exclusivamente. Se publicó bajo la dirección del cardenal Caraffa
con la ayuda de varios sirvientes en 1586 por la autoridad de Sixto V, para asistir a
los que estaban revisando para una nueva edición de la Vulgata latina ordenada por
el Concilio de Trento. Se ha convertido en el textus receptus del Antiguo
Testamento Griego y ha tenido muchas nuevas ediciones, como la de Holmes y
Pearsons (Oxford, 1798-1827), las siete ediciones de Tischendorf que aparecieron
en Leipzig entre 1850 y 1887, las dos últimas publicadas tras la muerte del autor y
revisadas por Nestlé, las cuatro ediciones de Swete (Cambridge, 1887-95, 1901,
1909), etc. · La edición de Grabe publicada en Oxford, de 1707 a 1720, reproducía
imperfectamente, el “Codex Alexandrinus” de Londres. Para las ediciones parciales
ver Vigouroux, "Dict. de la Bible", 1643 sqq. »(6)
Yehuda Ribco dice que a la septuaginta los judíos «la consideran notable por su
cercanía a la Torá, su precisión en ciertos pasajes de difícil captación y un uso de
técnicas interpretativas similares a los del targum (del que hablaremos en
siguientes textos). En el Talmud se la considera como la versión griega de la Torá
(atento, de la Torá solamente, no del Tanaj). Se asumió como real una leyenda que
enfatizaba su inspiración (TB Meguilá 9a), pero realmente, cuenta con defectos,
aumentados por el paso de los milenios.» (8)
«El filósofo judío Aristóbulo, que vivió en Alejandría durante el reinado de Tolomeo
VI Filometor (181-145 A. d. C.), confirmó la existencia de la versión de los Setenta
con anterioridad a la carta de Aristeas. Aristóbulo atribuyó incluso a Platón el
conocimiento de la Ley Mosaica. El filósofo judío alejandrino relata en una carta al
rey Tolomeo que "la completa traducción de todos los libros de la Ley (fue hecha)
en los tiempos del Rey llamado Filadelfo, vuestro ancestro» (10)
«A mediados del siglo II D. de C., San Justino, el filósofo cristiano, describió cómo
se reverenciaban copias de la Septuaginta en algunas sinagogas judías, aun cuando
un influyente número de rabinos había renegado de su empleo por considerar que
el Cristianismo las había hecho suyas.» (12)
Opiniones actuales
«El Dr. Julio Trebolle Barrera (Miembro del Comité Internacional de edición de los
Manuscritos del Mar Muerto, autor de varios libros de critica textual y literaria de la
Biblia, Profesor del Dpto. de estudios hebreos y arameos. Director del Instituto de
ciencias de las religiones de la U. Complutense de Madrid. Doctor en Filología
Semítica y Teología, Licenciado en Filosofía Pura y en Ciencias Bíblicas y élève
honoraire de l’Ecole Biblique de Jerusalén), quien escribe: “Si desde el punto de
vista de la crítica textual la versión de los LXX refleja en ocasiones un texto hebreo
diferente del TM (texto masorético), desde el punto de vista de la interpretación
targúmica y de la historia de la religión, la versión de los LXX es reflejo a un tiempo
de las ideas teológicas y de las tendencias hermenéuticas del judaísmo de la época.
La versión de los LXX constituye una verdadera obra de exégesis judía, comparable
en ocasiones a un Tárgum. (Fränkel, Prijs, Seeligman, Gehman, Gooding, Le Deaut,
etc.).
«La traducción de Isaías es muy libre. No es apenas utilizable para la crítica del
texto hebreo de este libro. Representa, por el contrario, una fuente inestimable de
datos para el estudio de la antigua exégesis judía, pues se basa en tradiciones
exegéticas que aparecen más tarde en el Tárgum y en la Pesitta. Las frecuentes
citas del texto de Isaías en el NT y en la apologética cristiana y judía confieren a
esta traducción un valor añadido.” Mas adelante añade: “Las numerosas y
significativas coincidencias existentes entre LXX y manuscritos hebreos de
Qumram, ha revalorizado el testimonio del texto griego frente a las corrientes
imperantes en la época anterior al descubrimiento (1947), que consideraban el
texto griego desprovisto de valor crítico y muy valioso en cambio como testimonio
de la exégesis judía contemporánea de la
época de la traducción.” Es decir que, si por una parte la mayoría de los críticos
estaban de acuerdo en que representaba un fiel reflejo del pensamiento judío de su
tiempo ahora, desde la comparación con los manuscritos de los esenios, es
reconocido también como una fuente muy precisa y fidedigna del texto original.
Esto ratifica la afirmación de Josefo en el capítulo antes mencionado, párrafo 13,
donde dice que “con toda atención y celo se dieron a la tarea de traducir la ley”.»
(16)
«El Padre Pierre Benoit ha sostenido el carácter inspirado de la Septuaginta. Benoit
argumentó que el extenso uso de los LXX, realizado por los autores sagrados del
Nuevo Testamento se debía a que los evangelistas la consideraron como fidelísima
traducción del original hebreo. Por lo tanto, asumieron que sus palabras reunían las
mismas condiciones de inspiración debida a la Biblia judía. Esta inspiración se había
hecho extensiva a los traductores. En este sentido Benoit y quienes se adhirieron a
esta enseñanza repetían las enseñanzas antiguas de los Padres, particularmente de
San Justino” el P. Benoit empleó una referencia penetrante de San Juan Crisóstomo
para ilustrar su tesis: el Espíritu Santo habría “inspirado” a Moisés la composición
de las Escrituras; “inspiró” a Esdras su restitución en Judá, cuando concluyó el
destierro de Babilonia; envió a los Profetas y, finalmente, “dispuso” a los Setenta
para traducir.
Muy claramente Benoit afirmó que podría hablarse de “inspiración” para todo ese
impulso que suscitó y llevó a cabo la transposición del mensaje bíblico en
pensamiento griego, y de “revelación” para todas las verdades nuevas que los
traductores recibieron antes de su trabajo o en el curso del mismo y que han
enseñado en nombre de Dios a través de su obra. “La Iglesia -escribió Benoit-, ha
admitido ciertamente la inspiración de los Sesenta en los primeros siglos (...) esta
creencia es al mismo tiempo convincente y posible”.» (17)
Alejandría, el venerable texto de los Setenta solamente tuvo defensores entre los
cristianos. Como explicó el historiador Michael Grant, “el judaísmo helenizado
desapareció sin dejar rastro alguno, sustituido por la tradición rabínica” Filón, el
principal exponente del helenismo judío, se transformó en anatema para los
autores rabínicos. Su nombre nunca fue mencionado en el Talmud o en otros libros
religiosos. “El fariseísmo fue promovido al rango de forma normal del judaísmo”,
expone Schalit.
Notas:
http://www.parresia.org/teologia/teo_02a.htm
www.enciclopediacatolica.com/v/versiondelossetenta.htm
Ibid
Ibid
www.enciclopediacatolica.com/v/versiondelossetenta.htm
http://www.enciclopediacatolica.com/v/versiondelossetenta.htm
Ibid
http://serjudio.com/rap601_650/rap619.htm
Ibid
http://www.parresia.org/teologia/teo_02a.htm
Ibid
Ibid
Ibid
Ibid
http://estudios.iglesia.net/index.php?/estudios-biblicos/leer/la-virgen-concebir/
Ibid
http://www.parresia.org/teologia/teo_02b.htm
http://www.parresia.org/teologia/teo_02b.htm#n6