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Los principios bíblicos pueden ser bastante agobiantes: Quien presencia un acto
contra la ley divina, sin denunciarlo, incurre en parte de la culpa. Este principio del
Levítico, convierte a todos en vigilantes de sus allegados, familiares y vecinos. El
principio ha pasado al Corán. La responsabilidad de los hechos se reparte entre
actores, sabedores y observadores. Siguiendo la línea indicada, deberíamos
sentirnos obligados a denunciar cuanta injusticia veamos en el mundo.
Casi siempre los perdedores han sido los mismos. Y los ganadores también. Esto
deja un poso de amargura insondable. En muchas partes del mundo se respira el
‘síndrome de los despreciados’. Gente con la que no se cuenta para regir el mundo.
Cada vez son más. No pueden estar contentos. Las riquezas del mundo las
controlan muy pocas manos. Es difícil que los países pobres levanten cabeza,
porque fueron enseñados a ser pobres y aguantarse. También es verdad que
podrían esforzarse ellos mismos a salir del terreno pantanoso, aprendiendo a
trepar. La Humanidad es un todo continuo. Cada uno es responsable por sí y los
suyos. Nadie puede esperar que la ayuda llueva del cielo. Hay que confiar en la
propia ciencia y esfuerzo. Emilio del Barco. 18/04/10. emiliodelbarco@hotmail.es .
www.emiliodelbarco.com
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