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2010

Goran Yakov Lausic King

ORDEN Y MORAL:
La Ética y la política en las cartas de diego portales

Una revisión de la forma de entender Chile y sudamérica para Diego


Portales, a través de la lectura de sus epístolas previas a la redacción de
su “legado político”: La constitución de 1833.
Introducción

Escribir la Historia se puede hacer de muchas maneras, todo depende del ojo del
historiador que esté a cargo de ella; en el escribir la historia es básicamente lo
mismo, pues todo depende de las acciones del individuo protagonista en la época,
que ante las situaciones que le tocó vivir, bien podría haber tomado una alternativa
completamente distinta que la que con el tiempo optó, escribiendo una Historia
completamente distinta a la que conocemos. He allí un punto importante, tanto
escribir la Historia como escribir la historia es una cosa de elecciones, donde el
razonamiento personal se vuelve indispensable para entender la decisión tomada,
ya sea en el análisis de un determinado proceso, o bien en la construcción de
este, y donde de una u otra forma las decisiones tomadas se encuentran
influenciadas por un conjunto de valoraciones que inconscientemente realizamos,
aquellas cosas básicas como lo que es bueno y lo que es malo, si algo es
trascendente o no, si vale la pena preocuparse por un determinado
acontecimiento, o se trata sencillamente de una anécdota.

Teniendo todo esto en mente, no podemos ignorar que inclusive la historia


revisada por los historiadores ha sido construida en base a las decisiones de
personas reales, cuyas valoraciones quedaran reflectadas en sus acciones, y en
algunos casos, en sus escritos. Así, podemos entender fácilmente lo que es el
bien y el mal para muchos de ellos, aunque en algunos casos ello nos pueda
confundir por nuestras propias valoraciones personales – pienso en Adolf Hitler,
por ejemplo, cuya valoración del bien y el mal no ha de ser tan simple de
comprender a la luz del resultado de sus acciones, y atribuyéndole a estos
resultados nuestras propias valoraciones -, llevándonos a interpretar en base a los
resultados de dichas decisiones, y sin poder considerar siquiera aquellas
valoraciones que pudieron llevar al personaje a actuar de determinada manera.
Ahora bien, ¿y si por esa casualidad poseyéramos algún escrito cuyo contenido no
haya sido cuidadosamente preparado para la opinión pública, sino más bien,
estaba pensado solo para ser leído por ojos cercanos, que conocían al autor en
profundidad? ¿qué pasaría si tuviéramos a nuestro alcance algo tan íntimo como
la correspondencia de una persona? ¿no podría ello permitirnos conocer más
personalmente al personaje, con lo que podríamos percibir aunque sea un residuo
de esas valoraciones? ¿No sería algo a lo que no pudiéramos ignorar el aporte
que nos significaría? Creo, personalmente, que no, que una oportunidad como esa
no se puede dejar pasar, en particular para luego poder comprender de mejor
manera el actuar del personaje en determinado proceso, y en el caso que acá nos
reúne, comprender su rol en el proceso de construcción de una nación. ¿Por qué
hemos de detenernos en tratar de entender la relación del hombre con el proceso?
¿No sería más rico el tratar de adentrarse aún más en ello?, ¿tratar de entender al
hombre responsable de la escritura de dichas cartas? ¿Y si más encima ese
hombre, aparte de su complejidad, resulta ser uno de los personajes que más
contribuyó a la formación de Chile? ¿Y si sabemos que a pesar que no participó
en la redacción de ella, la Constitución de 1833 refleja gran parte de sus ideas? Sí,
es de Diego Portales de quién se habla, el hombre no político cuyo rol en la
política contemporánea a él no puede ser pasado por alto, ese hombre que sin
poseer poder absoluto contribuyó a la finalización de un proceso de aprendizaje
político, y forjó con sus ideas el Chile que hasta el día de hoy conocemos.

En las siguientes páginas nos adentraremos en el contenido del epistolario de


Diego Portales, revisaremos a partir de ello, cuales son aquellos parámetros éticos
que lo llevan a reflexionar de determinada manera. Veremos cómo se esboza una
valoración del contexto político que vive Chile, sin dejar de lado que termina
valorando a la actividad política misma. Y es que más allá de las ideas políticas de
Diego Portales, existía en él una concepción de que era lo bueno y lo malo para el
país, cuál era el paso correcto, y cual se debía evitar, que cosas beneficiaban, y
cuales se debían erradicar. Se puede observar, inclusive, una valoración de la
naturaleza de la sociedad, y como a pesar de ello Portales creía en la capacidad
de esta de progresar. Intentaremos, por lo tanto, comprender no el Chile en el que
Portales creía, sino en cómo creía en un Chile mejor, como le preocupaba el
estado actual de las cosas, y como a pesar de considerarse a si mismo ajeno al
mundo “de lo público”, si se tomaba el tiempo para aconsejar a algunas de sus
amistades que se encontraban en posiciones de actuar dentro del organigrama
político chileno de la época. No hay que confundirse, eso sí, el epistolario no es un
compendio de cartas cuya temática central sea la realidad política del Chile de la
época, sino que se trata más bien de un compendio de cartas cuya principal
temática es la administración de los negocios de Diego Portales. Sin embargo, en
esta recopilación elaborada por Ernesto de la Cruz encontramos la suficiente
información en forma de comentarios, ironías, molestias y opiniones del mismo
Portales sobre el acontecer latinoamericano, y en especial, sobre el chileno en el
que estaba inserto, con la cual sin duda podremos acercarnos a un entendimiento
de aquellas valoraciones éticas que determinaron su manera de pensar, y que
justifican en parte la gran contradicción existente en Portales.

Esta contradicción está dada principalmente por su dualidad, por ese constante
deambular entre el desinterés, el rechazo y el fanatismo, tanto en los asuntos
privados como en los públicos, un constante variar entre dejar de lado los asuntos
comerciales por preocuparse demasiado por la política nacional, hacia un rechazo
total a esta para poder enfocarse en aquellos elementos que había dejado de lado
en primer lugar. Y es que no podemos olvidarnos que Portales no fue un político
como lo conocemos hoy en día, si es que fue un político en primer lugar, su
ocupación era el estanco, y el predominio de esto en las temáticas de sus cartas lo
viene a confirmar; pero en el fondo Portales era un patriota con una visión,
pensaba que las cosas no podían continuar de la forma que estaban, y eso en sus
cartas lo hace notar.

Es esto último lo que en el fondo nos interesa, adentrarnos en ese Portales íntimo
que no podía separar los elementos de su dualidad, comprender que para él no
era posible vivir sin influir en la política, así como su participación en esta se debía
supeditar a su vida particular. Veremos, pues, que Portales llegó a escribir incluso
sobre esta dualidad, sobre esa duda que permanecía latente acerca de su rol en la
sociedad en la que estaba inserto. Hay así una valoración del accionar propio
sobre el Chile de la época en el que nos detendremos, no solo porque nos permite
entender la dimensión ética del personaje, sino que además nos otorga una
apreciación sobre su propia tarea en la construcción de la nación.
Ante esto, no podemos olvidarnos de la importancia del personaje, como con su
legado moldeo la forma en que Chile se debería gobernar, suyo es el legado de un
republicanismo fuerte y ordenado, cuyo reflejo no se encuentra tan solo en la
constitución de 1833, sino que también en las demás. Pero, no es nuestra
intención detenernos demasiado en el legado político de Diego Portales, porque
eso se ha estudiado a cabalidad, queremos enfocarnos, repetimos, en el Portales
íntimo, en aquel hombre que con sus ideas llevó a sus amistades a construir un
Chile que refleje su personalidad. Es por ello que la revisión del epistolario se
circunscribirá hasta antes de la aparición del legado político de Portales, la
constitución del ’33, cuyo contenido ha sido asociado al prócer por mucho tiempo
a lo largo de nuestra historiografía.

1 – Ética.

Los primeros elementos que uno debe revisar al ver la ética en algún personaje es
su concepción sobre el bien y el mal, pues al ser estos elementos el motor de las
decisiones morales, suelen ser a la vez el impulso que lleva a tomar las decisiones
finales. Ambos elementos, además, poseen una subjetividad enorme, pero sin
embargo terminan siendo aplicados a todos aquellos fenómenos con los que nos
solemos encontrar – y revisando la historia, nosotros mismos no estamos ajenos a
aplicarlos inconscientemente acerca de las decisiones de alguien más. En
Portales, tanto el bien como el mal están presentes, y lo hacen de manera
explícita cuando se refiere a política, y lo hacen de manera implícita cuando se
trata del actuar comercial, y es que probablemente en ambas realidades el
ministro haya tenido una forma de reaccionar distinta, pero los ejes morales
terminan siendo los mismos en realidad.

Ambos conceptos están asociados en las cartas revisadas, principalmente en


aquellas menciones en torno a la política, a la presencia del orden y del caos en la
realidad nacional. Portales, un autentico amante del orden, le otorgaba a esta el
valor principal del bien, considerando a su vez que un “buen” gobierno era aquel
que propendía hacía esta situación. Bien puede explicarse aquí el vínculo que con
el orden podría tener el desarrollo de la actividad comercial con que la realidad
política en la que dichas transacciones se realizaran se encontrara en ese estado,
y la propia obsesión de controlar diariamente sus actividades económicas
demuestran en Portales una búsqueda de un orden en su vida personal – aunque,
claramente como lo demuestra el hecho de su carencia de posesiones, en ese
plano le fue muy difícil encontrarlo.

Partamos con lo bueno, que como se mencionó suele estar asociado al orden, y
que como casi toda valoración positiva, suele no ser explicitada de forma escrita;
en carta del 16 de Febrero de 1832 a Antonio Garfias – uno de los principales
receptores de las cartas de Portales – el ministro le pide a su amigo que se reúna
con José Luis Pereira, Director fundador de la Academia Militar, y le diga a su
nombre que “dentro de poco tendremos el gusto de apellidarle el Padre del
Ejército, y que yo, como un hijo de vecino, tengo puestas en él exclusivamente
todas mis esperanzas de orden, de decencia, honor e instrucción de esta clase tan
importante”1. Con lo anterior se puede inferir la importancia que el concepto de
orden tiene para Portales – lo cual es acompañado por la constante preocupación
por la ausencia de este, como lo veremos más adelante -, y cómo además de
asociarlo a la práctica militar, lo pone a la par de dos valores que culturalmente se
asocian con “lo bueno”, como lo son la decencia y el honor. Se puede leer de ello,
también, que a diferencia de la clase política, a la cual asocia con el desorden y la
corrupción, la clase militar viene a su antítesis en esta dualidad de caos y orden,
considerando necesario que sea lo suficientemente proba como para guiar al país.
De hecho, hay un interés permanente en Portales acerca de las prácticas
militares, pues en muchas ocasiones, cuando no tenía nada sobre lo que escribir
acerca de negocios o acerca de asuntos públicos, ocupaba su tinta para relatar
aquello que había escuchado acerca de movimientos militares, u ocupando estos
mismos hechos como anécdotas para “entretener” a su interlocutor. Y es que, de
nuevo, a pesar de esta búsqueda del orden, sus cartas contienen demasiada
variedad de información en su redacción, dejando en claro que el orden era algo a
lo que aspiraba el ministro, mas no poseía.

1
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, pág. 437
Pero, volviendo al tema que nos compete, en carta fechada en Marzo de 1822,
desde Lima y dirigida a José M. Cea, Portales hace una de sus valoraciones más
conocidas con respecto a la independencia americana. “A mí las cosas políticas
no me interesan, pero como buen ciudadano puedo opinar con toda libertad y aún
censurar los actos del Gobierno2. La Democracia, que tanto pregonan los ilusos,
es un absurdo en los países como los americanos, llenos de vicios y donde los
ciudadanos carecen de toda virtud, como es necesario para establecer una
verdadera República. La Monarquía no es tampoco el ideal americano: salimos de
una terrible para volver a otra y ¿qué ganamos? La República es el sistema que
hay que adoptar; ¿pero sabe cómo yo la entiendo para estos países? Un Gobierno
fuerte, centralizador, cuyos hombres sean verdaderos modelos de virtud y
patriotismo, y así enderezar a los ciudadanos por el camino del orden y de las
virtudes.”3 Aquí hay tres valoraciones distintas en las que detenernos, aquella
sobre la Democracia, que de paso conlleva una visión sobre la naturaleza de la
sociedad latinoamericana; la que se hace sobre la Monarquía, que obedece
principalmente a un sentido patriótico y autónomo que se puede ver siempre
latente en las epístolas de Portales, y sobre la República. En este último caso, es
interesante el ver como la descripción del sistema hecho por Portales es bastante
compatible con lo que él años más tardes confesaba esperar de las fuerzas
armadas (como ya vimos con anterioridad), dando a entender que es esta clase de
hombres virtuosos los que deberían servir de ejemplos a los ciudadanos. ¿Hay,
por ende, en Portales una admiración por los valores y las acciones del mundo
militar? Muy probablemente, veamos, por ejemplo, cómo Portales se expresaba
sobre algunos movimientos militares en Latinoamérica. El día 20 de Julio de 1823,
desde Valparaíso le escribía a José Isidro Silva: “ Pase Ud. Inmediatamente a
casa de mi suegro y dígale que acaba de fondear la fragata Perla procedente del
Callao y trae por noticias que el enemigo se tomó a Lima el 18 del pasado, que
actualmente se halla en casa de Campino, que está escribiendo a ese Gobierno
dándole parte de este acontecimiento: dicha fragata viene con muchos pasajeros,

2
Más adelante profundizaremos la relación entre Portales y la actividad política, pero desde ya adelantamos
que es, quizás, la gran contradicción en Portales.
3
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, pág. 177
entre ellos los Necochea, Font y Cía., que nuestro ejército se ha relegado a la
fortaleza de Callao en número de 2 a 6 mil hombres. Dicho don Joaquín Campino
me asegura que tendrán víveres para 50 días; pero que a más de esto había
llegado una goleta de Guayaquil con provisiones de coca para la división de Sucre
y que fácilmente pueden proveerse de Trujillo de cuanto necesiten. Luego sale
una división del Callao para Intermedios al mando de Alvarado. Cuando esta
fragata Perla salió del Callao han dejado tiroteando las fortalezas. Se ignora si
habían sido atacadas por el enemigo.”4 Aparte de la ya menciona atención por los
movimientos militares, el extracto anterior nos permite, en cierta manera, ver que a
Portales el tema de la independencia de las naciones sudamericanas no era del
todo insignificante, el referirse a los realistas como enemigos lo pone en el mismo
lugar que aquellos que cinco años antes lucharon contra ellos, lo sitúa como
alguien que cree en la autonomía de las naciones americanas. En su carta
fechada el 9 de Marzo de 1827 a Diego José Benavente, dónde Portales
menciona el fondeo del Bergantín Ingles “Mackerel”, que “trae la noticia de que los
oficiales subalternos del Ejército de Colombia apresaron a los Generales y han
levantado un acta jurando sostener la Constitución de aquella República contra las
miras de Bolívar.”5 Esto termina con Portales diciendo “Ya viviremos más
tranquilos por lo que respecta a don Beño, a quien creo que con esta lección no
tendrá en lo sucesivo ni tentaciones de inquietarnos”6, el autor nos termina dando
a entender que su posición con respecto a las aspiraciones de Bolivar es de
inquietud, y que su interés para las naciones latinoamericanas radica en su
verdadera autonomía e independencia, por lo que el fracaso de las aspiraciones
Bolivarianas lo termina reflejando cómo un motivo de celebración y tranquilidad.

Ahora bien, los detalles entregados en la carta fechada el 24 de Diciembre de


1824 a José Diego Benavente, en la que reenvía una información entregada a él
por Cea, acerca de la presencia del navío “Asia” en Chiloé, junto con seis buques
de guerra, y de los movimientos que estos realizan, culminan, termina

4
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, págs. 209 - 212
5
DE LA CRUZ, ERNESTO“Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, págs. 249-250
6
Idem
demostrando que el interés de Portales por estas materias puede estar también
dado por sus propios intereses comerciales, pues al leer “La balandra << Real
Soberana >> nos asegura que no saldrán de Guayaquil las escuadras del Perú y
Colombia hasta 15 días a la fecha. El estanco de tabacos se ha establecido en
Guayaquil, ignoro bajo qué orden o principios.”7 Portales termina esta carta
diciendo “diviértase Ud. Y ocupe la voluntad de su afmo. Amigo y s.q.b.s.m. “8, con
lo cual nos puede dar a entender que considera el tema principalmente una
anécdota, simplemente, pero su sola mención, sin ser esta una constante, nos
hace suponer una atención especial de Diego Portales en los movimientos
militares que se llevaban a cabo en suelo o mar sudamericano, ya sea esto
producto por su admiración por esa clase, o porque los procesos que se estaban
viviendo pudiesen afectar directamente sus intereses particulares.

Dejando de lado la valoración del orden y de la vida militar que hace Portales, y
volviendo a centrarnos en la base de esta ética portaliana, aquello considerado
malo por el prócer correspondería, entonces, a la otra parte de esta dualidad ya
mencionada; si el orden y la vida militar era lo que Portales anhelaba y
consideraba propicio, la vida política y la falta de tranquilidad en ella encabezan
aquellos elementos que estima se deben cambiar. Comencemos entonces a
revisar aquellas evidencias de valoraciones negativas en las cartas de Portales.

“¿Quiere Ud. que sea fácil conformarse con la vida, y que no hayan momentos en
que se desee perderla, cuando por todas partes no se ven más que miserias y
delincuencias? Así va enteramente perdido el hombre de bien en una lucha tan
desigual.” En esta expresión, encontramos una valoración que hace Portales del
contexto en el que está situado, pues, si bien sus negocios no parecían del todo
funcionar a la perfección, siempre había situaciones que podría evitar que Portales
llamase a su vida de miserias y delincuencias. Bien, recientemente había perdido
dinero producto que un grupo de presidiarios de Juan Fernández se tomó su
goleta Independencia, pero episodios como ese ya le habían ocurrido con

7
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, pág. 238
8
Idem.
anterioridad al ministro, ¿podría tratarse de una percepción general de la
sociedad? Perfectamente, pues cuando habla de delincuencias, a uno le recuerda
un tópico común en aquellas cartas que van más allá del tema comercial (y del
político, una vez Portales comienza a participar en el Gobierno de manera más
directa), que son las insurrecciones, los movimientos bélicos, las designaciones a
“traidores” en cargos, las “injusticias” de Gobierno. El desorden político puede
asociarse entonces con esa clase de criminalidad acusada por Portales,
vinculándolo por ende a la concepción de aquellas cosas malas de la sociedad. En
este sentido, pareciese ser que prima esta visión sobre la sociedad chilena,
Portales no le atribuye bondades, sino más bien en varias ocasiones la tilda de
inculta, de débil de carácter, de fácil de ser moldeada, lamentando que esto último
sea otorgando mayores facilidades a los malos hombres para que sirvan de
ejemplo, que a aquellos que hacen el bien. Para ilustrar lo anterior, revisemos lo
que el mismo Portales escribía un par de días antes del texto recién citado, con
motivo precisamente de aquel incidente en Juan Fernández: “Para que la
experiencia le abra los ojos y le convenza de que en materia de política y de
gobierno no hay más que herrar o quitar el banco; y de que el malo, siempre y por
siempre ha de ser malo; porque el bien le enfada, y no lo agradece, y que siempre
se halla tan dispuesto a faltar y clavar el cuchillo al enemigo como a su mismo
benefactor, por lo que se puede asegurar con certidumbre que el gran secreto de
gobernar bien está sólo en saber distinguir al bueno del malo, para premiar al uno
y dar garrote al otro.

En efecto, todo lo que huele a paños calientes, y a confundir el bueno con el malo,
sólo puede servir para nuestra perdición. ¡Qué lindo papel hace D. Ramón Freire!
¡Para colmo de sus dichas, proclamado por los presidiarios de Juan Fernández!
Averigüemos el origen, y lo encontraremos en las consideraciones que dispensó al
malo.

El peor mal que encuentro yo en no apalear al malo, es que los hombres se


apuran poco por ser buenos, porque lo mismo sacan de serlo como de ser
malos”9. Esta reflexión, sobre la necesidad de distinguir el bien del mal, en
especial para materias de Gobierno, conlleva además una valoración sobre la
naturaleza del ser humano, en particular en las últimas líneas, pues deja entrever
que Portales concibe al hombre como moldeable y flojo, capaz de tomar siempre
el camino más fácil. Concibe que más influencia tienen los hombres de mal que
los de bien, resaltando que por la facilidad del camino sin virtud es más fácil
tomarlo por opción, y por ende, aquellos hombres moldeables que constituyen la
sociedad chilena terminan por escoger como modelo a seguir. Además, respecto
de esta clase de personas, los “hombres malos”, Portales aconseja el evadirlos
“porque es necesario huir para siempre de hombres de esta clase para no
contaminarse con la pestilencia y pasar la vida un poco más tranquila”10, siendo
severo al aplicar estas palabras inclusive a miembros de su propia familia11.
Cuando Portales dice “el malo, siempre y por siempre ha de ser malo; porque el
bien le enfada, y no lo agradece”, lo que hace es radicalizar el mal del que habla,
él lo que en ello dice es que el mal redimido no existe en realidad, y que por ello
no se debe siquiera intentar acercarse a esta clase de hombres, ya que de ningún
modo serán capaces de hacer algo de bien. De acuerdo a esto, es posible pensar
que lo que cataloga de malos no sea a los políticos nacionales, sino a la actividad
política en realidad, pues algunos de sus amigos se encontraban dentro de esa
clase que practicaba esa actividad sucia que él desdeñaba.

Si queremos volver a hacer hincapié en aquella visión de miseria por doquier que
expresa Portales, entre sus ironías podremos encontrar otra muestra. En una carta
a Garfias el 19 de Enero de 1832, que él mismo afirma escribir por aburrimiento,
dice: “¡Oh Dios! ¡Qué grandes son tus bondades para con tus cristianos! Si no
vemos más que hombres de todas las edades j… a dos cabos, es porqué así
convendrá, y si D. Antonio Garfias y yo, que sabríamos hacer tan buen uso de la
plata, no la tenemos, es porque conviene que la tengan tantos pícaros,

9
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, págs. 388- 389
10
Idem.
11
Con estas palabras Portales le aconseja a Antonio Garfias alejarse de Estanislao Portales, de quien
considera que lo traicionaba con los negocios de la Hacienda.
miserables, enemigos de los de su especie.”12 Aparte del claro resentimiento
encubierto por su pasar, Portales nos deja entrever acá que considera que la vida
es más disfrutable mientras menos se apegue al camino de la virtud y del honor,
pero al establecer a estos “pícaros” como miserables enemigos de su especie,
está señalando que producto de ellos es difícil alcanzar el progreso, ya que tanta
facilidad de vida sirve de ejemplo para aquellos que ven cuanto estos se divierten.
Y es que para Portales, la sociedad chilena de la época era carente de virtud, pero
no por ser mala en naturaleza, sino porque el mismo Portales consideraba que
Chile aún era joven, y recién comenzaba a caminar. “El peor mal que encuentro yo
en no apalear al malo, es que los hombres se apuran poco por ser buenos, porque
lo mismo sacan de serlo como de ser malos”13, decía en una carta fechada el 14
de Enero de 1832, con motivo de la pérdida de su goleta Independencia de manos
de un grupo de insurrectos en Juan Fernández. Esto nos reafirma lo que veníamos
diciendo, Portales cree que en la disputa entre lo bueno y lo malo, esto último
tiende a ser favorecido, por ser más fácil y dar los mismos, sino más, resultados.

Para terminar esta revisión somera de las bases éticas en Portales, y antes de
adentrarnos en la relación que Portales tenía con la actividad política, englobemos
cual es la percepción que de la sociedad chilena tiene él. En primer lugar, y cómo
ya lo hemos mencionado, considera que la sociedad chilena está en proceso de
formación aún, y que aún es susceptible de ser moldeada para bien o para mal, es
por ello que Portales recalca la importancia del orden, elemento que veremos en la
segunda parte, sigue estando presente en su visión de la política. Por otro lado,
esta maleabilidad está dada por la ignorancia en la que se encuentra la sociedad
chilena, la cual sin embargo pareciese verse muy abierta a criticar. “Por que estoy
persuadido que los chilenos disimularán en su Gobierno la nota de tramposo,
siempre que recaiga sobre la insolución de sueldos de un empleado en quien
esperan acaso más de lo posible. Los Guasos tienen tan fijos los ojos sobre Ud.

12
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, pág. 404
13
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, pág. 389
que si no acelera y concluye el tratado al gusto de ellos, le reciben con piedras en
las manos cuando vuelva”14

2 – Política

La relación entre la política y Diego Portales es compleja, manteniendo una


distancia prudente desde un comienzo, su preocupación por los asuntos públicos
deja en evidencia que el desinterés por ellos no era tal como él lo diría. De partida,
sin ser político, desde temprano a Portales le llamó la atención la vida
independiente y autónoma de las naciones sudamericanas, pues ya en 1824
demostraba una búsqueda de su propia forma de contribuir a pesar de las
dificultades económicas, de los problemas de salud que enfrentaba y de no
ocupar un puesto político que le permitiera ser de utilidad, sin embargo, y también
ha de haber sido por decisión personal, más que producto de las circunstancias, la
forma de involucrarse es a través de la asesoría a algunos amigos que si se
encontraban en posiciones privilegiadas como para intentar cambiar las cosas;
esto queda reflejado en la carta que el 17 de diciembre de 1824 le escribe a Diego
José Benavente, por medio de la cual le da a conocer que ha solicitado un
préstamo de $2.000 para que este dispusiera a su voluntad, evidentemente en el
ejercicio de una función pública. Lo interesante es que en esta carta encontramos
una de las primeras valoraciones que se aprecian en el epistolario del acontecer
político en Chile, al decir “Todos, todos, temen que cansados Uds. de oposición e
ingratitudes, abandonen sus propósitos de sacrificarse al bien público, y sólo
traten de prepararse, y de prevenir cada uno en particular, los males que
sucederían, sin duda, a la variación. En vano he procura desvanecerles esta
sospecha, que no hace a Uds. Aire alguno en cuanto se les cree tan
desnaturalizados que sean capaces de entregarnos una facción y de envolvernos
en todo género de desgracias. Sí, señor, estás son las circunstancias en que nos
ha puesto (permítamelo Ud. Decir) la absoluta libertad con que se quiere mantener
a los hombres recién nacidos, y autorizarlos a los extravíos propios de su edad.”15

14
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, pág. 308
15
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, pág. 236
A través de esto, Portales nos hace entrever que no considera del todo incorrecto
el modo de proceder del Congreso, pero que le preocupa que la falta de
comprensión por parte de la gente de la vitalidad de la función legislativa pueda
hacer colapsar la institución. Es en estas líneas, además, dónde Portales expresa
con mayor claridad su opinión sobre la inmadurez que posee la nación chilena, de
la cual ya habíamos hablado con anterioridad. Hay, pues, aquí una doble
valoración, una por medio de la cual Portales da a entender que el pueblo de Chile
está desinformado, o sencillamente desinteresado, por el acontecer político, y otra
por medio de la cual nos recalca la importancia de la labor legislativa; pero por
sobre todo, en las últimas líneas citadas se puede ver en Portales una impresión
respecto que el proceso independentista ha dado vida a una nueva nación, y que
el proceso de aprendizaje que vive el país es propio de la edad que este posee.

Esto lleva a que Diego Portales, a pesar de considerarse a sí mismo como un


hombre al que los asuntos políticos poco le interesaban, ponga especial
consideración en sus epístolas de algunos casos de conflictos políticos y bélicos.
Esto lo hace, también, por esa preocupación que tiene por el orden, y por la
necesidad de reflexionar sobre el estado de la nación, el cual, a su impresión ha
visto demasiadas insurrecciones producto de su inmadurez y de la poca capacidad
de la clase política contemporánea chilena; hacía 1827, Portales escribía, por
ejemplo: “No me parecen mal los ministros o, hablando con más franqueza, son
los menos malos”16 , dejándonos claro que dentro de las posibilidades existentes,
quienes ocupaban los cargos eran los mejores que podrían ser, pero aún así no
eran de la calidad necesaria. Siendo así, ¿por qué entonces no decidió
involucrarse directamente en los asuntos públicos desde un principio?

Para tratar de contestar esa pregunta, enfoquémonos en la visión que Portales


tenía de la actividad política, y más en particular de su rol en ella. En primer lugar,
en carta del 11 de Agosto de 1829 Portales escribía que “no habiendo negocios
particulares sobre que escribirte17, siento una fuerte repugnancia para ocuparme y

16
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, págs.. 261
17
Su interlocutor en esta carta es Fernando Antonio Elizalde
ocuparte de asuntos públicos, cuyo giro causa asco y desesperación: así es que
cuando por necesidad tengo que detenerme algunos ratos en escribir acerca de
ellos, lo hago con inexplicable violencia, y botando la pluma a cada rato. Ningún
sacrificio de cuantos hago por ser buen chileno me cuesta más que éste”18; de lo
anterior se pueden inferir varias cosas, que comenzamos a detallar a continuación.
Por un lado, cuando Portales expresamente señala “no habiendo negocios
particulares sobre que escribirte” está dejando en claro que la carta no está siendo
escrita por obligación, sino más bien por un afán de comentar una situación; ello
nos indica a la vez que a pesar de la “fuerte repugnancia para ocuparme y
ocuparte de asuntos públicos”, el objetivo de la carta es precisamente ocupar tanto
al redactor como al receptor en esas materias, demostrando que a pesar de la
molestia que le causa, de igual manera es un asunto que le interesa. La carta,
además, nos permite obtener en palabras del mismo autor la importancia y la poca
frecuencia que tienen aquellas epístolas que tratan de temas ajenos a la actividad
mercantil de Portales, y más especifico, a asuntos que sean de relevancia al
acontecer político y público de la nación, que merezcan que él haga un lado su
rechazo para expresar su opinión. Esta aversión de Portales a las materias de la
vida pública, que, por un lado, pareciese ser mero discurso en vista de la evidente
preocupación que se manifiesta en algunas de estas cartas, puede que no fuera
algo que Portales demostrase públicamente ya que tanto algunos medios de la
época como también ciudadanos que no profesaban una relación de amistad con
el hombre tenían una percepción totalmente distinta del interés de Don Diego
hacia estas materias. Solo por mencionar algunos casos puntuales, en carta
fechada el 10 de Marzo de 1829, Don Domingo Otaegui, quien pese a después
desarrollar una amistad con el autor de las cartas que aquí revisamos, no había
contacto previo a la fecha indicada con Portales, y solo en base a lo que sabía de
él le solicitaba el favor que interviniera en la destitución por parte del gobierno a
José Ignacio Ibáñez del empleo de oficial de la administración, petición que
Portales rechazó por su incapacidad de solucionarla, pero que, sin importar la
relevancia del acontecimiento, constituye un ejemplo de que en la percepción

18
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, pág. 290
pública se veía al estanquero como alguien con influencia dentro del gobierno, por
más que este se empeñase en demostrar lo contrario. Dentro del grupo de sus
amistades, es interesante ver la impresión que su amigo Diego José Benavente
señala en una carta fechada el 11 de Septiembre de 1829, y que está incluida
como nota al pie en el epistolario recopilado por Ernesto de la Cruz. En ella,
Benavente afirma suyas las palabras que Portales había oído con anterioridad
cuando fue invitado a comer al Liceo fundado por José Joaquín de Mora, pero se
justifica dando a entender que “yo hablo siempre de mis amigos y enemigos como
si se hallasen presentes. En esta virtud, pude haber dicho que Ud. era un
exaltado, loco, si se quiere, abogando con tanto calor la causa pública, y
olvidándose de la particular”19, dejando de manifiesto que aquella contradicción
que estamos señalando existente en las palabras de Portales era algo que sus
amigos entendían con plenitud, pero que no trataban de justificar. Años más tarde,
hacia 1832, el mismo Portales admitiría esta subordinación que tendría su tiempo
personal a los asuntos públicos, cuando dice: “Hablándole confidencialmente, sin
poderme desprender de este maldito entusiasmo, de esta pasión dominante del
bien público, sacrifico muchos ratos de mi tiempo para hacer advertencias que veo
en mucha parte despreciadas porque acaso sean mal interpretadas. Esto no me
importa, y desconozco el amor propio en esta parte, yo celebraría muy
sinceramente, que escupieran cuanto les propongo, como hicieran cosas mejores,
o diré mejor, como hiciesen algo.”20 El mismo Portales reconoce allí que el interés
por los asuntos públicos es algo que ya no puede controlar, es algo en lo que
concuerda con su amigo, y le preocupa que su opinión no sea escuchada. Este
extracto, a su vez, nos da pie para comenzar a hablar puntualmente de la forma
que Portales veía su participación, una vez que se le hizo imposible seguir
negando su interés por los asuntos públicos debido a que ya había ocupado
algunos puestos ministeriales; el vínculo, eso sí, parece ser frágil, a Don Diego le
importaba mucho el no desperdiciar su tiempo, no solo por lo escaso que este era,
sino porque además le desgastaba el encontrarse constantemente tratando de

19
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, pág. 297
20
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, págs. 430-431
solucionar los problemas políticos de los demás. Leamos, por ejemplo, un extracto
de la carta que le escribe el 19 de diciembre de 1831 a Antonio Garfias: “Me veo
en la necesidad de ir a Santiago (muy reservado) pero de ningún modo iré, sino
muy oculto, y para dejarme ver de aquellas personas a quienes necesito y que me
guarden el secreto. Oiga usted las razones que tengo para ello. 1° Si me hago
visible, me obligan a tirarme un tiro los acreedores de Otaegui. 2° Por Ortúzar,
Newman y otros varios sé que Santiago se ha declarado en murmuración
permanente del Gobierno, y no dude usted que se aumentaría con mi presencia a
tal punto que, sin quererlo, ya me vería metido en algún chisme desagradable. 3°
Todo el mundo querría venirse a desahogar conmigo, comprometiéndome en
conversaciones de que más conviene huir. 4° Todos l os pretendientes querrían
jo… con empeños; y, en fin, después de hace más desesperante mi situación, no
me dejarían tiempo para nada; a menos que no se quiera que esté con un palo
levantado en la mano para descargarlo sobre todo el que me hable más que la
salutación. Necesitaría mucho tiempo para responder sólo a las preguntas de
‘cómo le ha ido en el puerto, cuándo llegó, cuándo se vuelve’: y estoy cierto que
no faltaría jamás el estribillo de ‘usted no debe volverse y debe estar cerca del
Gobierno’, etc.”21 Vemos aquí que tanto el desorden en la vida comercial, así
como el rol que en la vida política Portales desempeñaba, le traía dividendos que
no eran del todo de su agrado, cómo lo era el aumentar aquella disposición de su
tiempo que privilegiaba a los asuntos públicos de los particulares, y ya a esa altura
él se encontraba en una posición en la que prefería alejarse lo que fuera posible
de esas materias, pues sus deberes particulares eran más apremiantes.

Y es que a esas alturas, para Portales ya no había duda de la forma que lo veían
sus conciudadanos con motivo de los asuntos públicos, no con que ello significara
que le causara menos molestia el tener que ocuparse de manera más directa de
ello. En carta fechada el 25 de Febrero de 1832 Portales le escribía a Garfias
estas líneas, que son muy claras a la hora de ver su posición frente a su rol en el
Gobierno: “Aunque no estoy bien instruído de pormenores que ocurren en ésa,

21
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, págs. 364 - 365
pero, por lo que veo por encima de la ropa22m todo cuanto se lamenta en Santiago
viene o tiene su origen en la indecisión del Presidente y en la falta de un carácter
pronunciado. Dice y conoce v. gr., que no puede marchar con tal Ministerio, ¿y por
qué no lo cambia? Porque es preciso que venga Portales a mover el cambio y que
se le atribuya a él para que cargue con los enemigos; pero no se adelantaría más
que salir a mi costa de un mal paso: se curaría la enfermedad o diré mejor se
alcanzaría por el momento, ¿y qué se avanza? ¿se conseguiría por esto el que se
estableciese la marcha firme, decidida, franca y laboriosa, sin lo cual nada bueno
puede hacerse?”23 No solo eso, sino que meses antes, ante una situación similar
en la, por lo que parece, a Portales se le estaba pidiendo que retomase un papel
activo en el Gobierno, este le contesta en una carta a su amigo Garfias, con una
forma de escribir que demuestra una clara molestia, cuáles fueron las razones que
lo llevaron a alguna vez dejar de lado su intención de no entremeterse en los
asunto públicos, a los cuales consideraba sucios y complejos. “Dígale Ud. a los
c… que creen que conmigo solo puede haber Gobierno y orden que yo estoy muy
lejos de pensar así y que si un día me agarré los fundillos y tomé un palo para dar
tranquilidad al país, fue sólo para que los j… y las p… de Santiago me dejaran
trabajar en paz.”24 En efecto, si uno revisa las cartas de Portales antes de la fecha,
se nota que Portales se queja de las dificultades que se enfrentan sus empresas
comerciales producto de la situación del país, esto, sumado a que se le solía
consultar por asuntos públicos frecuentemente (cómo acabamos de ver por las
propias palabras de Portales un instante atrás), puede ser razón más que
suficiente para que Portales decidiera hacer tangible su interés. Después, en la
misma carta, Portales complementaría con una crítica a la sociedad que lo
convoca nuevamente al Gobierno: “Nadie quiere vivir sin el apoyo del elefante
blanco del Gobierno y cuando los h… y las p… no son satisfechos en sus
caprichos, los pipiolos son unos dignos caballeros al lado de estos cojudos. Las
familias de rango de la capital, todas jodidas, beatas y malas, obran con un peso

22
Portales se encontraba enfermo a la fecha de redacción de esta carta.
23
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, págs. 433 - 434
24
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, pág. 352
enorme para la buena marcha de la administración.”25 ¿A qué se refería acá
Portales al denominar a las familias de rango de la capital como jodidas, beatas y
malas? Podría ser que uno de los intereses de ese mal que hablábamos antes
fuera precisamente el velar primero por los intereses personales, y luego por los
del Gobierno, o del bien público siendo más genéricos. De ser ese el caso,
Portales estaría esperando que la gente fuera tan “loca” como él para preocuparse
más de los asuntos públicos que de los particulares, y eso lo llevaría a mantener
una relación de distancia con estos grupos de poder que no cumplirían con tal
requisito.

Conclusión

En las páginas anteriores hemos estado revisando someramente las concepciones


del bien y el mal presentes en las cartas de Diego Portales. Nuestro objetivo era
tratar de conocerlo más íntimamente, tratar de entender cuáles eran aquellas
valoraciones que lo llevaban a intentar mantenerse al margen de la política, a
pesar de su claro interés por esta. La respuesta la buscamos entre sus nociones
de que es correcto y que no, viendo de paso cual es la percepción de la realidad
en la que tocó vivir.

La evaluación que Portales hace, a fin de cuentas, no parece nada favorable, ve


en Chile una situación de desorden donde cada quien vela por sus intereses
personales, sin preocuparse por como sus acciones pueden dañar el correcto
desarrollo de la nación. Por eso es que sus figuras del bien terminan siendo los
militares, hombres disciplinados, cuya vocación es precisamente dar su vida por el
bienestar de Chile, no creemos que tal valoración haya sido por una proyección de
lo que podría contribuir esta clase al desarrollo del país, sino más bien por la
convicción de la superioridad moral de las fuerzas del orden con respecto a la
clase que en el momento se encontraba dirigiendo al país. Tampoco parece ser
esto mucho, pues Portales demuestra en sus cartas una visión negativa acerca de
la moralidad nacional, dibuja a la sociedad chilena como oportunista, floja, inculta,
incapaz de preocuparse por donde sus acciones los están llevando. Esta visión
25
DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, pág. 353
ocasiona que muchas veces el mismo Portales dude de su participación en el
Gobierno, pues más encima, no solo la sociedad no contribuye para su desarrollo,
sino que se quejan constantemente cuando se toman decisiones que no favorecen
el bienestar personal inmediato.

Portales era un hombre apasionado por la política, de eso no nos cabe duda, pero
el contexto en el que se vio envuelto, con la sociedad que vislumbro en esos
momentos, lo disuadieron de emprender un rol más protagónico en la conducción
del país. A esto también influye que él mismo no se consideraba el más apto para
hacerlo, negaba constantemente su capacidad para influir con sus ideas en la
forma que se construiría la nación, no se sentía un inútil, ni nada por el estilo, pero
Portales mismo reconocería que no se justificaba el depositar toda su fe en él.
Quizás esto fuera por el poco orden en su vida personal, tal vez era una
justificación para no inmiscuirse en un sistema en el que no creía, pero fuera lo
que fuera, contribuyó a que no participase activamente en la política sino hasta
más avanzado el tiempo, hasta entrando la década de 1830 donde ocupó cargos
ministeriales, y dónde consiguió un sillón senatorial que no alcanzó a ocupar
producto de su asesinato, el cual fue causado precisamente por el rol que
activamente estaba desarrollando en la conducción de la nación.

Revisamos, entonces, las bases éticas de un hombre que creía en el orden por
sobre todas las cosas, que ambicionaba pero no para sí, un ser humano cuya
pasión por los asuntos públicos era tal que los problemas de su vida personal se
solían aglutinar para acongojarlo en varios momentos. Sin embargo, lo público
siempre pudo más que lo privado, e incluso en aquellos momentos que
oficialmente se había relegado de sus obligaciones políticas, por medio de
correspondencia se encargaba que todo siguiese funcionando como él deseaba
que se hiciera.

Una última cosa por aclarar, no creemos que el bien y el mal en Portales sean
asociables a lo militar y a lo político, sino que probablemente la dualidad sea más
profunda que ello. El bien en Portales es el orden, el patriotismo, la solidaridad,
esa capacidad presente en algunos de entregarse completamente por un bien
mayor; el mal, como la antinomia de ello, vendría siendo principalmente la
ambición personal, la capacidad de unos tantos (predominantes) de obtener
ventajas personales a costa del bien mayor, el egoísmo, el individualismo, una
condición moral sumamente baja que imposibilitaba a la gente de pensar en el
bienestar de los demás. Este orden y esta amoralidad, además, poseen dos
características básicas y lógicas, mientras que el orden es producto de la
instrucción, de la organización, de la práctica y del ejemplo, el bienestar personal
es la búsqueda básica y natural dentro de la sociedad; Portales creía que está en
naturaleza carecía de valores, y solo por medio del orden y el ejemplo, esta
lograría progresar.

Lo último termina por explicarnos aquel pensamiento Portaliano que se asocia con
el autoritarismo, si la sociedad chilena era un niño cuya inocencia no existía
producto de las condiciones de su infancia, entonces era necesario establecer un
tutelaje duro, que sirviera de ejemplo para que la sociedad desarrolle valores de
orden. Si este pensamiento era conservador o no, cómo también se le atribuye, no
queda claro con tan solo esta consideración, pero si lo hubiera sido no se
entenderían los rechazos de Portales hacia el sistema de Gobierno monárquico, o
a cualquier indicio de tutelaje externo al nacional.

FUENTE

DE LA CRUZ, ERNESTO “Epistolario de Don Diego Portales 1821 – 1837” Tomo I, Edición impresa
por acuerdo del Ministerio de Justicia con ocasión del centenario de la muerte de Portales.

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