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La perinola

La docencia hoy
Álex Ramírez-Arballo

Pertenezco a esas ánimas en pena que hoy por hoy seguimos creyendo en
conceptos tan antiguos como la sabiduría y la prudencia. Contrario a la
opinión popular de hoy, considero que el maestro debe ser paradigmático y
promover con su presencia un ideal que movilice la voluntad del discípulo; pero
claro -lo repito-, hoy en día estas opiniones que voy expresando no tienen una
acogida tumultuaria. Sin embargo no me amilana el asunto, por el contrario,
me llena de un necesario coraje para hablar en público y rayar páginas en los
diarios del ciberespacio hablando sobre el asunto.

Existe un término de hoy que aparentemente ha sustituido al del profesor y


que además lo dice todo: facilitador. Entiendo, pues, que lo que esta palabra
designa es a un hombre de actitud diligente que se encuentra dispuesto a
servir a sus educandos como si ya en ellos se encontrara el conocimiento y
todo fuera asunto de descubrirlo al tanteo, tal como sucede con el que aporrea
una piñata rodeado de apuradas instrucciones que lo auxilian y que son
proferidas por el corro que lo anima. La educación así vista se vuelve un
ejercicio relativizado y equívoco en el que no existe más fin que el del
vagabundeo mismo y en el que todo referente ha sido demolido. Pareciera que
se trata, sobre todo, de ganar adeptos y de formar una relación personal con el
alumno más próxima a la amistad condescendiente que al tutelaje del maestro.

Leía recientemente un par de columnas escritas por el crítico norteamericano


Stanley Fish -hombre fuera de toda sospecha, por lo demás- y en las que
criticaba con certera inteligencia las dinámicas actuales de la educación; en
concreto hablaba del valor absoluto y decisivo que se les atribuye a las
evaluaciones de los estudiantes y mencionaba también, no sin cierto tono de
preocupación, el carácter mercantil de las relaciones entre los estudiantes, sus
profesores y la institución a la que pertenece.

En mi experiencia personal y en lo que alcanzo escuchar de boca de muchos


colegas en diferentes países del mundo esto es así. Estamos ante un fenómeno
epocal que ha despojado las acciones humanas de todo fundamento último y
que tiene como característica más evidente un acendrado pragmatismo que
cosifica y, si se me permite una palabra fuerte, envilece. Espero poder difundir
y convencer a mis colegas, a quienes no están de acuerdo con la realidad
educativa que nos envuelve, para que podamos por lo menos preservar en la
mesa de las discusiones conceptos que yo creo esenciales, como el de la
tradición, el saber y la autoridad. La mano queda abierta.

P.S. Mi experiencia forjando redes en internet me ha arrojado buenos


resultados, diría incluso que mucho mejor de lo que mi proverbial pesimismo
me hubiera permitido. He encontrado a amigos filósofos, pedagogos y
académicos humanistas en general, que entienden que se hace preciso una
reevaluación justa y crítica de las condiciones hoy comunes del proceso de la
enseñanza-aprendizaje. En este sentido puedo afirmar que, paradójicamente, la
tecnología, tantas veces acusas de deshumanizante, está convirtiéndose en una
herramienta necesaria y sumamente eficiente. Sigamos caminando.

Álex Ramírez-Arballo es doctor en literaturas hispánicas por la University of Arizona y


actualmente trabaja como profesor en el departamento de Español, Italiano y
Portugués de la Pennsylvania State University. Su correo electrónico es
alexrama@orbired.com

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