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La sociedad hispanoamericana en siglo XVIII estaba constituida como una

sociedad de mestizaje.
Un mosaico de grupos componía la sociedad urbana colonial en la que se
combinaban dos grupos el de españoles y el de los indios. De allí surgen los
mestizajes de tipo biológico y cultural. Esto constituirá uno de los rasgos más
característicos y originales de la población. Se consideran mestizos: las
mezclas de españoles o de blancos con indios o negros. El cruzamiento se
produjo aun cuando la iglesia y la corona impusieron restricciones.
Las causas por las que se produjeron son varias, entre ellas: la escasez de
mujeres blancas, las alianzas indio-blancas, la posibilidad de ascenso social de
las indias.
Muchos mestizos, como el grupo más numeroso de las castas, eran
blanqueados por reconocimiento familiar, merito propio, enriquecimiento, lo
que les posibilitaba el ascenso y el acceso a los cargos de la administración
colonial, al comercio, a las universidades.
También se diferenciaban de los de mala raza cuya ascendencia era de
sangre mora o judía por lo que estaban impedidos de contraer matrimonio
con los considerados blancos.
Españoles y criollos constituyen la oligarquía económica, devenidos en
poderosos mineros y ricos comerciantes. Ante la ausencia de nobleza
peninsular en los territorios americanos, esta élite económica eran los que
poseían las riendas del poder político en la ciudad, y al mismo tiempo
encabezaban las actividades productivas y las comerciales; era la gente
decente, el vecino1que gozaba de todas las prerrogativas.
Las élites o grupos de dominación mostraban gran dinamismo dentro de la
los centros urbanos, lo que le permitirá la circularidad del poder.

Hacia mediados del Siglo XVIII aumento la población por lo tanto también
creció la cantidad de pobladores marginados sin medios de subsistencia,
estos eran los orilleros, aquellos que se encontraban en los lindes de las

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El vecino accedía a la tierra, al dominio de encomiendas, a cargos, a integrar la milicia local, a poseer
armas.
ciudades, y eran, a vista de la buena gente, los responsables de los conflictos
y los males de la sociedad: mamelucos, cimarrones, mulatos, indios y negros
tuvieron que escapar por diversas razones concentrándose en quilombos,
palenques o rancherías; asimismo los desertores del campo: gauchos,
bandeirantes, huasos, llaneros, vaqueros o charros también formaron parte
de de esa sociedad colonial e influyeron en la conformación demográfica,
étnica y cultural.
Así ciudad, periferia y campo estarían atravesados por el mestizaje.

A partir de mediados de siglo con la implementación de las reformas


borbónicas el proyecto priorizaba la reducción de dominio de los criollos y el
Virreinato del Perú se dividía y el Virreinato del Rio de la Plata surgía para
recuperar control español y así someter a las colonias de manera más
efectiva, reorganizándose la nueva capital, Buenos Aires. Esto aceleró el
ascenso de comerciantes que se potenció con la llegada de inmigrantes. La
vida urbana creaba así nuevas posibilidades con ejercicio de comercio legal o
el contrabando y no faltaran las insurrecciones indígenas, rebeliones etc.

En esta sociedad urbana dual, la ciudad hidalga se irá definiendo como


burguesa y mercantil, conteniendo un cierto margen de independencia
debido a la distancia que la separaba del imperio: se acata pero no se cumple
será el lema, sumándose a esta situación la necesidad de ir a la par del
nuevo orden. En el marco de la política reformista surgirá la sociedad criolla
ilustrada, esa élite instruida serían los encargados de gobernar. La educación
sería de vital importancia por lo que el poder de la iglesia, en su papel de
educadores, directores espirituales y consejeros era considerable.
Español con
esposa y con
hija Miguel
Cabrera S. XVIII. Oleo
Español e india serrana o cafetada, produce mestizo

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