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Exemo. y Rvdmo. Sr. D. José Manuel Lorca Planes, Obispo de Cartagena: Con su permiso, y en nombre del nuevo Consejo de Gobierno que Usted ha nombrado, quisiera decir en este momento unas palabras de agradecimiento. En primer lugar, agradecemos a Dios nuestro Sefior, quien un dfa nos llamé al Sacerdocio ministerial, el don inmenso que entonces nos hizo con el Sacramento del Orden, inmerecido por nuestra parte, y el haber guiado siempre nuestros pasos en cada tarea pastoral que El, a través de la Iglesia, nos ha confiado. A esta Providencia tan amorosa y tan fina de Aquél que afirmé que hasta los cabellos de nuestra cabeza estaban contados (cf. Mt 10,30; Le 12,7); Providencia que nos viene segura por la «gracia de estado» de su ministerio episcopal, Sr. Obispo; a esta Providencia de Dios, sin la que nada sucede en su Iglesia, atribuimos el hecho de nuestro nombramiento, y a ella nos abandonamos con plena confianza. Bendito y alabado sea Dios nuestro Sefior por siempre. En segundo lugar, nuestro agradecimiento se dirige a la Iglesia. Ella nos engendré en la fe y en el Bautismo, y ella nos acogié en el Presbiterio Diocesano de nuestra querida Diécesis de Cartagena. Pensamos que vivir y trabajar en comunién plena de fe y amor con nuestro Obispo Diocesano y, con él y a través de él, con el Santo Padre el Papa Benedicto XVI, Sucesor de Pedro, més que trabajo es un gozo, una gracia, una deuda de gratitud a la Santa Madre Iglesia. En tercer lugar, dirigimos nuestro agradecimiento al Sr. Obispo. Usted es nuestro Obispo. Permitame, no obstante, afiadir un calificativo: Usted, D. José Manuel, es nuestro muy querido Obispo. Como tal es Sucesor de los Apéstoles: en su Magisterio y en el ejercicio de su ministerio episcopal reconocemos el Testimonio de los Apéstoles y el tesoro de Gracia y de Verdad que Cristo confi a su Iglesia, y en concreto al Colegio Apostélico. Usted, D. José Manuel, es el Pastor, segtin el coraz6n de Dios (cf. Jr 3,15), que El ha querido poner «al frente de su Casa» (cf. Mt 24,45-47; Le 12,42-44), al frente de esta Iglesia local de Cartagena. Le agradecemos profundamente y de coraz6n la gran confianza que ha depositado en nuestras humildes personas al llamarnos a colaborar con Usted en el ejercicio de su responsabilidad como Pastor de nuestra Diécesis. Sepa Usted, Sr. Obispo, que, junto con nuestro sincero agradecimiento, cuenta, desde ya mismo, con nuestra total fidelidad y nuestra lealtad sin fisuras hacia Usted y hacia la Iglesia. La buena voluntad nos sobra, y la recta intencién est fuera de dudas. Le pedimos, eso sf, ya desde ahora, que perdone las posibles y eventuales torpezas que, ciertamente sin pretenderlo, pudiéramos cometer. Esta Iglesia particular de Cartagena, querido D. José Manuel, un dia fue su Iglesia Madre, por cuanto le engendré a la fe y al Sacerdocio. Hoy esta Iglesia de Cartagena es su Esposa, siendo Usted su Obispo, segtin nos ensefia la mas genuina tradicién eclesiolégica patristica. Y sabemos que quiere con toda el alma a ésta su Iglesia de Cartagena. No dude, Sr. Obispo, que también nosotros la queremos; y ésta es otra raz6n més para trabajar junto a Usted, y con mas alegria, y siempre con humildad, en los servicios pastorales a los cuales nos ha Tamado; convencidos, ademas, que mas que trabajo es un don. La Iglesia, a la que amamos de corazén, lo merece todo. Un agradecimiento personal quiero dirigir al equipo de Vicarios de los cuales ahora tomamos el relevo. En ellos siempre encontré, desde el primer momento, una acogida excepcional, consuelo y ayuda impagables. Dios se lo pague a todos. Guardo como un tesoro el consejo que pedi a D. Miguel Angel Carceles, y que él me dio en estas palabras: «Juan, no hay més que un secreto: amar mucho a la Iglesia». Pues, siendo asi, que asi sea. ‘También queremos agradecer a todos nuestros hermanos Sacerdotes sus felicitaciones, asi como las muestras de afecto y de apoyo que estos dias hemos recibido de ellos, expresién de la sana fraternidad de que goza nuestro Presbiterio Diocesano. Sobre todo, agradecemos su oracién ante el Sefior, como también la de los religiosos, religiosas y fieles laicos, que también nos la han asegurado. Creemos que nuestra Diécesis tiene un Presbiterio de mucha altura: hermanos todos, hacia los cuales no tendrfamos més que palabras de elogio y reconocimiento. Y ya, para terminar, queremos dirigir nuestra mirada a la Santisima Virgen Maria, Reina de los Corazones, Madre del Sefior. Tan querida en nuestros pueblos y ciudades, que hoy quisiéramos aunar y compendiar la rica variedad de Advocaciones, con que se la venera, en dos de ellas: «de la Fuensanta» y «de la Caridad». A Santa Marfa, que también es Madre de la Iglesia, y a su poderosa intercesién ante su Hijo Jesucristo, encomendamos y confiamos, Sr. Obispo, su ministerio episcopal, el servicio pastoral que Usted nos ha encomendado, as{ como toda la Iglesia de Cartagena y toda la actividad pastoral y evangelizadora —tan rica y viva en nuestra Diécesis— que, en la comuni6n de la Iglesia toda, aqui se lleva a cabo. Muy querido D. José Manuel: muchas gracias.

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