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La perinola

Racismo y racismo
Álex Ramírez-Arballo

Con anterioridad he comentado en este espacio cómo fue que me percaté que
en el mundo existían varias razas humanas y que ya que yo era humano ergo
pertenecía a alguna de ellas. Hablaba entonces de cómo rellenaba formularios
oficiales del gobierno de los Estados Unidos y cómo se me solicitaba marcar
algunas de las razas propuestas (algunas categorías muy poco claras, por
cierto). Es decir, pasaba de un estado de inocencia a un estado de conciencia.

Comento estas cosas porque en este momento me encuentro preparando un


curso introductorio de la literatura y el filme latino en Norteamérica. En la
primera semana de clases revisaremos algunas páginas de un libro titulado
Why Are All the Black Kids Sitting Together in the Cafeteria? (¿Por qué están
todos los muchachos negros sentados juntos en la cafetería
?) de una profesora llamada Beverly Daniel Tatum; pues bien, el tópico central
de este texto consiste en establecer una definición clara y funcional del racismo
y, por supuesto, analizar sus formas de operación, todo con el fin de generar
conciencia entre las personas, blancas y de color, respecto a lo pernicioso de
estas lacaras sociales.

De acuerdo a la profesora Tatum, la gente tradicionalmente piensa que el


racismo es un prejuicio, una serie de presupuestos y ojerizas que ciertas
personas poseen en relación a otros grupos raciales: “los negros, los
mexicanos, los latinos, los orientales son así o asado”. Sin embargo, enfatiza la
investigadora, el racismo va más allá de estas simples fricciones en el mundo
cotidiano y se constituye en un sistema de ventajas que privilegia a un grupo
(los blancos) por encima de los demás. Es decir, una persona blanca que no
sea racista también obtiene beneficios del sistema, pues se encuentra por
encima de sus posibles competidores que no han tenido la suerte de carecer de
melanina en su piel.

Si el racismo es un sistema, una manera de organizar jerárquicamente la


sociedad, es deber de los actuantes –y no solo la gente de color- promover el
conocimiento de estos vicios para procurar atenuarlos, ya que su desaparición
se antoja imposible para el pensamiento realista. En la medida que una
sociedad comprenda la injusticia y la justicia que se derivan de estas prácticas
se habrá dado un paso adelante.

En lo particular tengo mis reservas ante un análisis sociologista que no va más


allá y que, muy acorde con la época, abandona la revisión ética de las acciones.
La ética de nuestro tiempo, tal como lo sugiera Gianni Vattimo, es débil y va
conformando recetarios civiles. Me gustaría, sin embargo, enfatizar que no
deshecho del todo la propuesta, más bien la considero insuficiente, lo cual es
bueno, pues siempre puede ser un buen punto de partida.

P.S. El sistema de privilegios no sólo se aplica a la raza o al origen étnico sino


que claramente atañe otras formas de hegemonía y marginalidad. Todos, de
alguna manera u otra, tenemos beneficios que nos colocan en una situación de
ventaja sobre los demás. Creo que las desigualdades no terminarán nunca,
pues son parte de la condición humana; sin embargo, creo también que mucho
podemos hacer, sin protagonismos ni mesianismos, por promover en nuestra
pequeña esfera de influencia un ambiente de mayor aceptación, solidaridad y
respeto. ¿Por qué no empezar por la familia?

Álex Ramírez-Arballo es doctor en literaturas hispánicas por la University of Arizona y


actualmente trabaja como profesor en el departamento de Español, Italiano y
Portugués de la Pennsylvania State University. Su correo electrónico es
alexrama@orbired.com

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