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Nueva Historia de Santa Fe

Darío G. Barriera (Director)

TOMO II

Conquista y colonización hispánica


Santa Fe la Vieja (1573-1660)
Darío G. Barriera
Darío G. Barriera
Conquista y colonización hispánica : Santa Fe la Vieja : 1573-1660 / Darío G. Barriera ; Nueva Historia de Santa Fe
por Darío G. Barriera - 1a ed. - Rosario : Prohistoria Ediciones : Diario La Capital, 2006.
v. 2, 216 p. ; 20 x 12 cm.
ISBN 987-22462-5-4

1. Historia de la Argentina-Santa Fe. I. Darío G. Barriera - II. Título

CDD 982.24

Fecha de catalogación: 13/01/2006

TOMO II

Darío G. Barriera (director)


NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica
Tomo II Santa Fe la Vieja (1573-1660)
Darío G. Barriera
Conquista y colonización hispánica. Santa Fe la Vieja (1573-1660)
Darío G. Barriera
Composición y diseño: Marta Pereyra
Editing: Prohistoria Ediciones
Diseño de Tapa: Marta Pereyra
Ilustración de tapa: acuarela de Florián Paucke
Producción de Contenidos: Prohistoria Ediciones

© La Capital
Sarmiento 763, (2000) Rosario, Argentina
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magnético, electrónico u óptico, incluyendo su diseño de portada, tipográfico y logos, sin
expresa autorización del editor.

ISBN OBRA COMPLETA: 987-22462-2-X


ISBN TOMO II: 987-22462-5-4

Esta primera edición se realizó con una tirada de 8.000 ejemplares, el 2 de marzo de 2006, en
Borsellino Impresos, Ovidio Lagos 3562/78, S2003DBU Rosario, Argentina. Tel. (54-341) 4317174.
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina
a la memoria de Juan José Saer
(y al futuro de sus libros)

al magisterio de Ricardo Gabriel Vidal


(este fue cuatro a uno: espero que fluya)
Indice

Capítulo 1
Exploración y conquista del Río de la Plata 13

Capítulo 2
La conquista del litoral 41

Capítulo 3
La fundación de la ciudad
ritos, recursos, poderes y jerarquías 65

Capítulo 4
El suelo, el lugar y su gente 87

Capítulo 5
Una sede periférica de la Monarquía Hispánica 109

Capítulo 6
Asuntos del común
la agricultura, el pan, el vino,
los precios y el comercio 133

Capítulo 7
Una economía en cuatro patas 155

Capítulo 8
Los problemas de una pequeña urbe 171

Bibliografía 199
Introducción

Un lugar para esta historia

«…ese lugar chato y abandonado era para mí,


mientras lo contemplaba, más mágico que Babilo-
nia, más hirviente de hechos significativos que Ro-
ma o que Atenas, más colorido que Viena o Ams-
terdam, más ensangrentado que Tebas o Jericó.
Era mi lugar: en él, muerte y delicia me eran
inevitablemente propias.»
JUAN JOSÉ SAER, El Río sin Orillas

Hace poco menos de cinco siglos, momento en el


que se ubican las primeras circunstancias que se es-
tudian en este libro, la provincia de Santa Fe no exis-
tía. Sin embargo, puestos a hacer historia convoca-
dos por su nombre, aparece, desde el presente, un
hilo conductor que permite hurgar en un pasado
con cierta continuidad territorial: ese hilo es la pri-
mera ciudad de Santa Fe, cuyos restos arqueológi-
cos pueden visitarse hoy cerca de Cayastá, en el ac-
tual territorio de nuestra provincia. Fue la primera
marca europea que se impuso en este territorio para
organizarlo, modificarlo, transformarlo. En este to-
mo se analiza la invasión, la ocupación y la conquis-
ta hispánica de una parte del territorio del litoral pa-
ranaense: la vinculada con la experiencia de Santa Fe
la Vieja, entre 1573 y 1660.
10 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 11

El otro elemento de continuidad entre aquel pa- Este volumen aborda algunos temas y pospone,
sado remoto y este presente que lo construye es la para el próximo, otros de igual o mayor interés pa-
presencia dominante del río en el paisaje: aunque es- ra el periodo que se cierra con el traslado de la ciu-
to resulte una simplificación (por la reducción al dad a su nuevo sitio: la construcción de la parentela
«río» de lo que es en rigor una compleja cuenca hí- del fundador, ciertos aspectos de la vida política, la
drica, a causa de que el paisaje ha vivido transforma- encomienda y el trabajo indígena serán algunos de
ciones permanentes), para los pueblos originarios, los tópicos que complementarán, en el tomo III de-
para los invasores y para nosotros mismos, relacio- dicado a la economía y la sociedad coloniales, esta
narse con sus corrientes, sus crecidas, sus islas, su primera imagen de Santa Fe la Vieja.
fauna, su bonanza y sus caprichos fue y sigue sien-
do central, difícil, e inevitable. He reservado estas últimas líneas para reconocer
Nuestro pasado colonial, construido a partir del a un pequeño número de grandes personas sin cuya
choque desigual entre invasores y habitantes origi- influencia, acá cerca y no hace tanto, hubiera sido
narios, no dio por resultado, como en otras latitu- imposible que escribiera una sola palabra de esta
des, una monumentalidad rutilante. No hay piedras historia: para Cuqui Borgatello, Blanca Zaccone,
ni edificios que hablen, por sí mismos, de épocas Mercedes Capodacqua, Silvia Monti y Marta Yelpo,
gloriosas ni vergonzantes. Sólo han sido rescatadas toda mi gratitud por aquellos años durante los cua-
por los arqueólogos algunas evocaciones materiales les, con tanto cariño, me infundieron el deseo nece-
y sigue siendo visible, allí, de orilla a orilla, el domi- sario para andar este camino.
nio perturbable del hoy deteriorado río majestuoso,
transitado, ajado, con síntomas de víctima. Darío G. Barriera
Sin embargo, no hay expresión más precisa que la Rosario, enero de 2006
redactada por el recientemente fallecido Juan José
Saer: aunque aparentemente insulsos frente a los
restos materiales de otros pasados, los nuestros nos
conmueven porque vivimos con ellos, porque creci- Nota: la mayor parte de los documentos que se citan en este libro
mos en ellos. Porque hemos nacido, crecido, traba- están redactados en castellano antiguo. Para facilitar su lectura, se
jado, amado y sufrido en estos lugares, muerte y de- ha modernizado su ortografía y su gramática, sin alterar su conte-
licia nos son, aquí, a todos nosotros, inevitablemen- nido.
te propias. Para contar nuestros pasados, tan inex-
tricablemente unidos a nuestros lugares, ha sido ne-
cesario domesticar las sensaciones, casi siempre in-
dóciles, a flor del piel cuando se escribe sobre aque-
llo con lo que se ha convivido desde siempre…
Capítulo 1

Exploración y conquista del Río de la Plata

Río de la Plata es una expresión que se ha utilizado


y se utiliza todavía para designar un área geográfica
extensa e imprecisa. Sobre todo, permite conectar en
la imaginación, paisajes, gentes y culturas. Incluye el
litoral del río Paraná y hasta admite, en la evocación,
a la extensa pampa.
Desde otras latitudes, una postal rioplatense bien
puede ser una caricatura. La síntesis muestra a un
gaucho, mate en mano, sentado cerca de su caballo
y, eventualmente, de su china. Como fondo, un es-
cenario no menos mitificado: el billar interminable
de la pampa. Los almanaques de Alpargatas, que por
años acompañaron el paso del tiempo en los casi ex-
tintos almacenes de ramos generales de nuestros
pueblos, tallaron mitos. Las ilustraciones de Molina
Campos, que hicieron célebres esos calendarios,
contribuyeron a difundir una estampa grotesca con
la cual, todavía, se identifica un horizonte lejano que
alberga una realidad compleja.

Este capítulo se dedica a los primeros años del te-


jido histórico de esa realidad compleja, a los contac-
tos iniciales que los europeos tuvieron con el ancho
río, con sus parajes y con su gente…
14 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 15

Nombres para un mar dulce


A comienzos del siglo XVI, los navegantes hispanos
entraron por una garganta de agua que, de acuerdo
con su visión, iba a conducirlos directamente a tie-
rras rebosantes del buscado mineral precioso: la pla-
ta. Río de la Plata fue el tercer nombre que se dio a
esa enorme entrada que les prometía riquezas.
La expresión fue elegida por algún motivo: los in-
dígenas del lugar habían informado a los primeros
navegantes que, por ese río, podía llegarse al «País
de la Plata».
¿Cuáles fueron los nombres anteriores y qué di-
cen los nombres sobre los lugares? Fue Solís quien
le diera el nombre de Mar Dulce, dejando claro que
no encontraba correspondencia entre sus dimensio-
nes y el sabor de sus aguas… Para ser río, demasia-
do amplio; para ser mar, demasiado dulce.
Nombrar era más que designar: las visiones mag-
níficas aparecían permanentemente ante los ojos de
los europeos. Para contrarrestar la angustia provo-
cada por el contacto con lo desconocido y para po-
sibilitar la apropiación de un universo que les era
ajeno, los europeos utilizaron también como arma
una enorme batería de nombres cristianos.
Cuando navegando el Mar Dulce aguas arriba Mapa de Agnese (1536)
Solís se internó en el río llamado Paraná Guazú –el
grande– por los guaraníes, lo bautizó Santa María.
La Casa de Contratación lo llamó con el no menos
bíblico nombre de Jordán. La región que se extien-
de al este, espléndidamente regada, se denomina to-
davía hoy «la mesopotamia». Todo remitía a los orí-
genes de la tradición judeocristiana. Aunque refi-
riéndose al Dulce y al Salado, una chacarera de los
Hermanos Ábalos resume con ironía el sentido de la
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operación, tomando en broma lo que los conquista- gación orientados hacia el sur profundo: a ellos se de-
dores querían hacer seriamente. Los folcloristas ben algunas de las llegadas al estuario platense.
santiagueños cantaron: «como el Éufrates y el Ti-
gris, ríos mesopotameños»… La expedición de Juan Díaz de Solís, que en
Durante los años inmediatamente posteriores a la 1516 se internó por primera vez en sus aguas,
muerte de quien lo llamó con el inquietante nombre estaba buscando, más allá de la Tierra Firme, un
de «Mar Dulce», el actual Río de la Plata fue deno- paso hacia las Indias. Lo que esos navegantes
minado «Río de Solís». Pero la transmisión oral de querían alcanzar eran las islas Molucas, y, como
la existencia de una región rica en plata, basada en el se dice, de paso descubrieron el río, sin saber
intercambio de tribus de la zona con otras que ha- hasta qué punto, internándose en esas aguas ba-
bían contactado con la parte sur del Imperio Inca, rrosas, entraban al mismo tiempo en las comar-
provocó la tercera y duradera inflexión sobre el cas del desastre.
nombre del ancho río, desde entonces investido con Juan José Saer, El Río sin Orillas
el nombre del metal precioso que los europeos co-
diciaban. El mapa elaborado por Agnese en 1536, ya Es muy probable que, como lo aseguraba Saer, el
lo registraba como Río de la Plata. río haya sido descubierto por error. De cualquier
modo, este como otros errores, fueron consecuen-
cias no deseadas de proyectos que pretendían alcan-
Las razones de la exploración zar otros objetivos. Desde el presente, parece más
Varios fueron los factores y las tendencias que con- sencillo alinear esos acontecimientos como si hubie-
fluyeron en la invasión, conquista y población de ran sido planificados. Pero en realidad, los sucesos
los territorios cercanos al río. que con los años hemos convertido en parte de
Cuando en 1513 Balboa atravesó el estrecho que, nuestra historia, fueron protagonizados por gente
en Centroamérica, comunica los océanos Atlántico que no había proyectado ni remotamente que nues-
y Pacífico, confirmó que las tierras nuevas no eran tro país existiera.
las Molucas, ni el Catay ni el Cipango. No navega- No sólo navegantes españoles buscaban el paso
ban entre los archipiélagos de las buscadas Indias hacia el Pacífico bordeando las costas atlánticas de
Orientales, sino por derroteros imprevistos e ignotos. América del Sur: en la década de 1510, también lo
Habían arribado a una enorme masa continental que, hicieron los portugueses. Aunque de sus testimo-
en realidad, obstaculizaba el camino para llegar al des- nios no se deduce que llegaran hasta la boca del Mar
tino buscado. Por esto, la pesquisa de un paso hacia el Dulce, tampoco hay razones para descartar esa po-
Océano Pacífico (llamado por entonces Mar del Sur) sibilidad.
camino de las Indias de las Especias, se convirtió en A Juan de Solís se le habían encargado unas tareas
uno de los ejes primordiales de los convenios de nave- muy precisas. En el contrato que firmó el 24 de no-
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viembre de 1514 –una Capitulación con la Corona–, de la capitulación con Hernando de Magallanes fue
se comprometió a relevar la cartografía costera del la búsqueda del paso del sur: el río de Solís no era el
área, con la finalidad de hacer acuerdos claros con la camino. Esta empresa, que derivó en la primera cir-
Corona portuguesa. La expedición de Solís embar- cunnavegación del planeta concluida por Sebastián
có 66 hombres en tres naos, y partió de Sanlúcar de Elcano, se había originado en una alianza de la Co-
Barrameda (Andalucía) el 8 de octubre de 1515. rona de Castilla con Magallanes (comerciante por-
Costeó la entrada del Mar Dulce hacia 1516 y, pocos tugués) y Cristóbal de Haro, un distribuidor de
días después de realizar las primeras exploraciones, productos orientales que operaba en Amberes, Lis-
Solís encontró la muerte a manos de grupos origina- boa y La Coruña. Su paso por el Mar Dulce fue re-
rios. Tras su fallecimiento, no todos los hombres gistrado por Antonio Pigafetta, que inmortalizó: un
que lo acompañaban pudieron regresar a la Penínsu- cierto capitán español, llamado Juan de Solís, fue co-
la. Algunos consiguieron integrarse a las comunida- mido allí por Caníbales…
des indígenas, aprendieron su lengua y, según las En 1525, Carlos V capituló con García Jofré de
crónicas del viaje de Sebastián Gaboto, once años Loayza y, hacia finales del mismo año, confirmó un
después tomaron contacto nuevamente con españo- acuerdo con Diego García de Moguer, integrante de
les de esta expedición, sobre el río Uruguay. La cos- las huestes expedicionarias de Juan de Solís y de
ta oriental del río y la isla de Santa Catalina, fueron Magallanes, socio de mercaderes gallegos ligados al
el escenario donde pasaron sus días –de manera cier- tráfico con Amberes. Estos acuerdos, como los fir-
tamente involuntaria– sobrevivientes, náufragos o mados con Sebastián Gaboto, tuvieron la misma fi-
desertores de esa y otras empresas expedicionarias. nalidad mercantil.
Al llegar a las costas sudamericanas, Gaboto to-
La primera expedición en adentrarse hasta el mó contacto con sobrevivientes de las expediciones
río Paraguay fue la de Alejo García, uno de los de Solís y Loayza en Pernambuco y luego, en Santa
náufragos de la expedición de Solís. Por refe- Catalina: allí le revelaron la existencia de la Sierra
rencias de sus acompañantes, se cree que esa ex- del Rey Blanco, rica en metales preciosos, a la que
pedición alcanzó las tierras del Alto Perú, atra- podría llegar remontando el río Paraná y algunos de
vesando el Mato Grosso y la planicie de los sus afluentes.
guaycurúes, en un viaje que le habría demanda- La «leyenda» de la tierra de la plata acicateaba las
do alrededor de cinco años. ambiciones de los europeos. En 1527, Gaboto atra-
có en el sitio nombrado como Puerto de San Láza-
La Corona, desde luego, interpretó la expedición ro y otro sobreviviente del grupo de Solís le confir-
de Solís como un fracaso, pero en 1520 volvió a la mó aquellas mismas noticias, aunque le advirtió so-
carga sobre el mismo terreno. El motivo principal bre las dificultades que podía encontrar remontan-
do el río que, en muchos tramos, era poco profun-
20 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 21

do. Sin embargo, remontó un brazo del Paraná y, en los riesgos que tomaban. En sus propios imaginarios,
su confluencia con el río Carcarañá, erigió el Fuerte la existencia de una región de la plata era un estímu-
Sancti Spiritus, desde donde se lanzó río arriba, lo poderoso.
adentrándose en el Paraná y el Paraguay. Años más Los navegantes y comerciantes europeos tenían
tarde, las informaciones que proporcionó sobre su en su haber una larga experiencia en varias materias:
viaje en Lisboa y Valladolid, fueron fundamentales: habían refinado las artes de la navegación y del in-
en ellas se apoyó la decisión de la Corona de conti- tercambio, las maneras de contactarse con poblacio-
nuar explorando estos territorios. nes desconocidas y el modo de enfrentar situaciones
Con la invasión y saqueo al Cusco por los espa- que hoy pueden parecer insólitas.
ñoles en 1533, la existencia de la Ciudad de los Cé- Sin embargo, los grandes movimientos migrato-
sares o de las tierras de la plata ganó credibilidad. rios de la humanidad –desde los éxodos tribales por
Como consecuencia, se constituyó en uno de los cambios climáticos hasta los más recientes exilios
puntos más fuertes con el cual los expedicionarios motivados por situaciones sociales evaluadas como
argumentaban a la hora de solicitar financiamiento. intolerables– tienen algo en común: se abandona el
Todos afirmaban que se podía llegar al corazón mi- lugar donde se atraviesa una situación difícil en bus-
nero desde el sureste del nuevo continente, remon- ca de otro, al que se le atribuye la propiedad de ofre-
tando ríos. cer oportunidades. Se deja el pago chico en busca de
En 1542 se produjo el encuentro más notable, una tierra de promisión. El telón de fondo de aque-
aunque no se llegó a él entrando por el río de la pla- lla gran movilidad europea por mar y tierra, que du-
ta…: parte de las huestes que ingresaron por «el Pe- ró desde finales del siglo XIV hasta bien entrado el
rú» dieron con las exuberantes minas de plata del XVI, fue una agudísima crisis del sistema feudal que
Potosí. La leyenda era asunto concluido y este des- jaqueaba la subsistencia de grandes poblaciones en
cubrimiento tuvo consecuencias notables en la orga- casi toda Europa. De este modo, mientras que algu-
nización económica, social y política de buena par- nos asumían riesgos y costos, otros obtenían –como
te del mundo conocido… también sucede en todas las crisis– enormes benefi-
Los protagonistas del proceso tenían la mente en- cios. No en vano, crisis, etimológicamente, significa
focada en los metales preciosos: los invasores prove- cambio...
nían de un medio donde la pobreza y el derecho de
guerra eran una realidad cotidiana. Tomar parte de
los botines de guerra, saquear poblaciones u obtener Imaginando el territorio
premios en tierras, oro y plata, constituía un estímu- Las capitulaciones convenidas entre la Corona de
lo para muchos de los que se embarcaron hacia la Castilla y algunos conquistadores en 1534 muestran
conquista de las tierras nuevas. Esas promesas, que cómo era percibido y entendido, desde la Península,
formaban parte de la realidad, hacían posible asumir el territorio sudamericano.
22 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 23

Se establecieron jurisdicciones según un corte


«horizontal», tomando como puntos de referencia
las abstractas líneas denominadas paralelos. El terri-
torio cuya jurisdicción era concedida en capitula-
ción a Francisco Pizarro (la Gobernación de Nueva
Castilla) se ampliaba en 70 leguas; se creaba la de
Nueva Toledo, concedida al gobierno de Diego de
Almagro, y se señalaban las gobernaciones del Río
de la Plata y de Nueva León, pactadas con Pedro de
Mendoza y el lusitano Simón de Alcazaba respecti-
vamente (la de Nueva León, sin embargo, no figura
en este mapa).
Estas divisiones eran trazos sobre el papel que, en
definitiva, denotaban una concepción administrati-
va del territorio facturada de espaldas al modo en
que realmente se desarrollaba la conquista. Mientras
que desde la Corona se proponían cortes transver-
sales de este a oeste, ignorando las sugerencias de la
propia superficie del continente, los hombres, en el
lugar, diseñaban un recorrido completamente dife-
rente. Ellos anduvieron el territorio, caminado de
noroeste a sureste desde el Perú, y de sur a norte
desde el Río de la Plata. Así fueron organizándolo
de manera vivencial, y sobre todo pisando las vías de
comunicación transitadas por los pueblos origina-
rios, condición básica de accesibilidad a la que adap-
taron sus modos de desplazamiento y transporte.
La comunicación no era un asunto sencillo: los
ríos afluentes del Paraná que recorren el Chaco pa-
raguayo o que atraviesan los extensos valles al sures-
te de comechingonia (que hoy denominamos san-
tiagueños), no eran navegables en todos sus tramos.
Gobernaciones en 1534, bajo Carlos V El camino que conectó la cuenca platense con la re-
Fuente: Lucio Mir y Oscar Nocetti, La disputa por la tierra gión altoperuana fue, finalmente, terrestre.
24 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 25

La elección de una «ruta» implicaba tomar en ción, encabezada por Ayolas y, a su muerte, por Ira-
cuenta una compleja serie de factores. Se considera- la, fundó en 1537 la ciudad de Asunción, «madre de
ba el «objeto» de la movilización, el tipo de recursos ciudades»... en tierra de guaraníes.
movilizados y los «riesgos» que el recorrido impli- Si se piensa en las ciudades que se asentaron lue-
caba. La información sobre lo que pasaba en los ca- go, esa maternidad, sin embargo, debe considerarse
minos era fundamental. Los trayectos organizados compartida con la tendencia que, desde el Perú, se
por los tramos navegables de los ríos Pilcomayo y proponía poblar tierra abajo hasta la salida atlántica.
Bermejo, en general, se consideraron peligrosos. El Los intercambios entre los conquistadores del
camino entre Santa Cruz de la Sierra y Asunción, se Perú y los que provenían de Asunción no se hicie-
transitaba solamente en compañía de grandes gru- ron esperar. Tras la derrota de Diego de Almagro en
pos armados, capaces de resistir tanto las duras con- las guerras civiles del Perú, Vaca de Castro premió
diciones climáticas de la travesía como los ataques a sus adeptos concediéndoles tierras cada vez más
de grupos indígenas que, desde centurias, conside- lejanas. Esto le permitió desembarazarse de los
raban estos espacios como cotos propios, y sabían nuevos capitanes y provocó la ocupación de una
como defenderlos. gran parte del actual territorio de la República Ar-
gentina.
Los fundadores del resto de las ciudades del siglo
Las primeras jurisdicciones XVI a una y otra banda del Paraná y hasta el mismo
Una importante serie de caminos estaba consolida- Río de la Plata –Santa Fe, Buenos Aires y San Juan
da con anterioridad a la llegada de los europeos. de Vera de las Siete Corrientes, en 1573, 1580 y 1588
En sus descripciones aparentemente neutrales, respectivamente– tenían experiencias anteriores co-
los cronistas de la conquista señalaban que se entra- mo vecinos o soldados, en tierras peruanas o para-
ba a la provincia de los Charcas y del Tucumán por guayas,lo cual permite pensar los problemas que se
el camino real de los Incas: efectivamente, el domi- plantearon estos conquistadores como organizado-
nio del Inca había instalado un orden. Los observa- res de un espacio a escala continental.
dores europeos no tardaron en percibir elementos
estratégicos en las culturas originarias: sus conoci-
mientos sobre los caminos fueron transmitidos co- Acertar errando
mo información para el uso de los invasores. Si todavía hoy la expresión Río de la Plata sirve pa-
Ubicada al oeste de la línea de Tordesillas, la fran- ra designar, desde lejos, a la Argentina entera, e in-
ja rioplatense fue asignada, por capitulación, al go- cluso al Uruguay o al Paraguay, se debe tanto a su
bierno de Pedro de Mendoza en 1534. Tras la efíme- antigüedad como a su útil capacidad sintética, deri-
ra experiencia de la primera fundación de Buenos vada de la percepción que los primeros europeos tu-
Aires en 1536, el desprendimiento de esa expedi- vieron sobre el territorio.
26 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 27

Antonio Vázquez de Espinosa, un cronista que


registró sus impresiones durante el primer cuarto
del siglo XVII, afirmaba sin temor a equivocarse
que la ciudad de Santa Fe se ubicaba sobre el Río de
la Plata. La ciudad, claro está, había sido emplazada
por Garay sobre el río Quiloazas, hoy llamado San
Javier. Vázquez de Espinosa no mencionó el Qui-
loazas; ni siquiera atinó a generalizar «sobre el Para-
ná» pero, en realidad, para el conocimiento de la
época, no se equivocaba… Toda crónica redactada a
la distancia, designaba como Río de la Plata al enor-
me conjunto de ríos que, bajo este nombre, incluía
también al Paraná, el más caudaloso de los que van
a dar al estuario rioplatense.
Gonzalo Fernández de Oviedo afirmaba que Río
de la Plata era la denominación cristiana del que en
voz indígena se llamaba Paraná, entendiendo que se
trataba de uno solo. El mapa compuesto por Joao
Teixeira Albernaz, deja muy claro que, todavía en
1699, para algunos, el estuario del Mar Dulce y el río
Paraná podían llevar el mismo nombre.

El nombre de un dominio lejano


La Monarquía se refería a los territorios que con-
quistaba como «sus provincias» –práctica que pro-
Mapa de Teixeira Albernaz, 1699 viene del Imperio Romano–, y las nombraba con
Fuente: Guillermo Furlong, El transplante cultural y social
fórmulas que generalmente exaltaban un elemento
predominante en el conjunto.
Se puede decir que los cronistas, cuando mencio-
naban al Paraná como Río de la Plata, no se equivo-
caban, sino que hacían lo mismo que la Monarquía:
provincializaban. En otras palabras, «simplifica-
ban» la complejidad de un enorme sistema fluvial al
28 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 29

que desconocían y probablemente, en su imponen- entonces, es necesario tener presente que se trataba
cia, temían, reduciéndolo al nombre de aquello que de descripciones interesadas.
más los impactaba. Nada de esto impidió a los euro- En primer lugar, porque esas descripciones, eran
peos, sin embargo, avanzar en la conquista y domi- también su trabajo: la Corona las impuso como par-
nación de estas tierras. Para hacerlo, se sirvieron del te de la actividad administrativa que debían realizar
uso de la fuerza, de la introducción de cultivos, de las empresas de conquista en las «tierras nuevas».
animales y también de palabras. En segundo término, porque muchas veces conte-
nían elementos destinados a impresionar a un lector
muy preciso –el Rey, la Corte, los posibles financis-
Describiendo el paisaje tas de próximas expediciones, un tribunal revisor de
Describir un paisaje es, sobre todo, una actividad cuentas o, quizás, autoridades eclesiásticas.
social: cuando los observadores deciden qué ele- En definitiva, tienen un doble mérito: a la vez que
mentos constituyen los «datos» de un paisaje, po- relatan los escenarios percibidos, dejan ver qué ele-
nen en juego todo su bagaje cultural. La descripción mentos eran impresionantes para la sociedad que los
paisajística nunca es un acto estrictamente indivi- figuraba.
dual. Quien la realiza, transmite una jerarquía de va- Los primeros cronistas describieron los paisajes
lores y deja entrever las formas con las que una co- rioplatenses y del litoral paranaense teniendo siem-
munidad interpreta su cosmos y se plantea transfor- pre en mente lo que habían dejado atrás, en general,
marlo. sus pagos de origen. De esta manera, lo que encon-
En el paisaje se registran acciones, hechos y di- traban era siempre «cotejado» o «comparado» con
chos: a veces estable por años, otras veces veloz- las nuevas realidades conocidas. Cuando lo percibi-
mente transformado a causa de una catástrofe –por do no cuadraba con lo vivido hasta entonces, lo des-
la acción de los hombres o por los mal llamados «ca- cribieron como algo «extraordinario».
prichos de la naturaleza»–, el paisaje es siempre el
resultado de interacciones entre seres vivos y una
porción de la superficie terrestre que termina im- El imperio de lo inmenso
pactando sobre esta última: a esos lechos de abaste- La combinación entre la exhuberancia de la tierra y
cimiento, tránsito, implantación y reproducción de los mamíferos introducidos por los europeos dio lu-
comunidades vivas, suele denominarse «medio gar a imágenes destinadas a durar y repetirse: a co-
abiótico». A todo el conjunto, «medio ambiente». mienzos de los años 1600, un cronista dijo que la
Nuestra aproximación al paisaje rioplatense del mimetización entre la forestación abigarrada y el ga-
siglo XVI es posible sobre todo gracias a las descrip- nado europeo era un espectáculo maravilloso. Las
ciones que realizaron los cronistas europeos y mes- llanuras, afirmó, se cubrieron de tal cantidad de ye-
tizos. Al evocar los paisajes a través de sus relatos, guas y caballos cimarrones que, vistos cuando pasa-
30 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 31

ban a la distancia, en cuantía, semejaban montes. torio argentino deparaba sorpresas todavía mayo-
Animales que formaban manadas que parecían res: Magallanes creyó ver gigantes en las costas pa-
montes, móviles sobre el telón de fondo de forestas tagónicas y, hacia finales del siglo XVIII, el Padre
abigarradas y ríos desmesurados: pinceladas de pai- Guevara afirmaba que, en algún tiempo, los hubo
sajes nuevos y perturbadores. sobre el Carcarañá. Dijo que parecían formidables
También se comparaba con lo experimentado en torres de carne, cuyo solo nombre espantaba y
territorio americano. Luis Ramírez, compañero de asombraba a la gente.
Gaboto, había visto antiguas «llamas» en las inme-
diaciones del río Carcarañá. Las describió como Florián Paucke, jesuita nacido en Silesia que
ovejas salvajes grandes como una mula. Fernández misionó en territorio santafesino en la segunda
de Oviedo y Valdés las llamaba ovejas de las grandes mitad del siglo XVIII, retrató esta bellísima y
del Perú. Durante la expedición de Ayolas en tierras expresiva escena en la que algunos indígenas in-
de los quiloazas –cerca de lo que es hoy Cayastá– tentan cazar carpinchos y nutrias
Ulrico Schmidel registró un encuentro chocante:

«Mientras estábamos con esos Mocoretás, ca-


sualmente encontramos en tierra una gran ser-
piente, larga como de veinticinco pies, gruesa
como un hombre y salpicada de negro y amari-
llo [...] Cuando los indios la vieron se maravi-
llaron mucho, pues nunca habían visto una ser-
piente de tal tamaño [...] Yo mismo he medido
la tal serpiente a lo largo y a lo ancho, de mane-
ra que bien sé lo que digo.»
Ulrico Schmidel, Relación
del Viaje al Río de la Plata

Schmidel hacía participar de su propio asombro a


los indígenas: según su testimonio, aquéllo ya ha-
bían sido víctimas del enorme reptil. También le ha-
bía impresionado la dureza del cuero del yacaré, que
juzgaba impenetrable para cuchillos y flechas.
Florián Paucke. Carpinchos y Nutrias
Los charrúas le parecían gente de gran tamaño. Gentileza del Archivo General de la Provincia de Santa Fe
Pero en materia de anatomías, el sur del actual terri- Banco de Imágenes Florian Paucke
32 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 33

Más y todavía mejores portentos deparaba a los que es aventajada a todas las que yo he visto...». Los
conquistadores la tierra de los Jerus: durante las co- españoles, ante la plétora de tan benévolo alimento,
midas, se tocaba música para hacer bailar ante el ca- comían «a bentregadas», no habiendo conocido me-
cique a los hombres y las mujeres más bellas de la jor dieta. El agua del Paraná le parecía la mejor y
tribu. Schmidel aseguraba que, viendo bailar a esas más sana que hubiera probado: la juzgó sabrosa y
mujeres, él y sus compañeros quedaron con la boca aseguraba que tanto más bebía, mejor se sentía…
abierta... Además de hábiles artesanas, esas mujeres Postales del pasado, claro está.
eran, siempre según Ulrico, muy hermosas, grandes Rui Díaz de Guzmán, llamado por algunos «el
amantes, afectuosas y de cuerpo ardiente. primer historiador del Río de la Plata», conocía
Las magníficas cataratas que hoy se denominan muy bien el territorio rioplatense. Había nacido y se
del Iguazú, fueron descriptas como un extraño salto había criado en el paisaje que describía. Su percep-
que constituía la más maravillosa obra de la natura- ción estaba asociada a la historia de su vida: sus pai-
leza. sajes estaban habitados por amigos y enemigos, por
aliados e indeseables. Contaba con una sensibilidad
«No faltará, tal vez quien se admire de que yo que otros no poseyeron: podía comprender las vo-
me haya admirado tanto, y se burle de mí di- ces lingüísticas de los naturales de la tierra. También
ciendo: ‘Mira lo que cuenta como un portento, él fue víctima de la exhuberancia de la naturaleza.
que hay en aquellas regiones ríos muy gran- Describió a los ríos como caudalosos y a los indios
des!’; y después de recordar los más caudalosos charrúas como gente muy crecida. De los piñales de-
de otras regiones del mundo, afirma que los de jó dicho que eran muy grandes y las tierras extrema-
América son todavía mayores.» das...
Pedro Mártir de Anglería Quizás todos esos dichos seguían una regla retó-
rica llamada laudatio, que implicaba alabar exagera-
Alonso de Santa Cruz, en su Islario, escribió que damente a los lugares. Esa regla se cumplía, durante
el Río de la Plata era uno de los mayores y mejores la Edad Media, en casi todas las descripciones: éstas
del mundo... Lopes de Sousa no creía que fuera un eran excesivas y, a la vez, escasamente precisas. Sin
río. El Oidor Matienzo, por su parte, escribió que el embargo, exageración y ambigüedad permiten ver
Paraná era el más grande río que se viera en todo el de qué manera percibían la realidad.
mundo. Es el mismo caso de lo que sucedía con los meta-
Las islas del Delta y las del Paraná, según el testi- les preciosos: el fantasma de su presencia en enor-
monio de Luis Ramírez –que sí las conocía– eran mes cantidades también hacía parte del paisaje des-
«...tantas que no se pueden contar...». Los peces, comedido y esta desmesura en particular, movía vo-
abundantísimos «...y los mejores que hay en el luntades. Así como los ríos eran caudalosos, el des-
mundo, que creo yo provenir de la bondad del agua tino al que conducían era también voluptuoso: allí
34 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 35

se encontraba gente que poseía plata en gran canti- monstruosa y numerosa, formando parte esencial de
dad. ese mundo real-maravilloso donde bellezas y difi-
cultades eran exaltadas con el mismo propósito:
continuar con una empresa que debía parecer mag-
Para bien… y para mal nífica.
Así como se exageraban las bondades de la tierra,
también podían dramatizarse exacerbadamente si-
tuaciones menos agradables. Conquistadores, viaje-
ros y cronistas hicieron que fenómenos naturales y
situaciones riesgosas –ergo, que exaltaban la «valen-
tía» del grupo europeo– fueran agrandadas con el
mismo entusiasmo...
Desde el siglo XVI, la cuenca rioplatense era azo-
tada, con alguna frecuencia, por tormentas adjetiva-
das como espantosas. Los temporales rioplatenses Ulrico Schmidel - Sitio de Buenos Aires
no tardaron en ganar fama planetaria. Las tormentas
que se formaban en el Río de la Plata o en las inme- El billar interminable de la pampa
diaciones del Paraná, por ejemplo, hicieron decir a Las llanuras al oeste del Río de la Plata y del litoral
Francisco de Villalba en 1556 que eran tan abomina- paranaense eran la estampa ideal para contrastar la
bles y malas que parecía que en sus aires hablaban voluptuosa feracidad del verde litoraleño. La ima-
los Demonios. gen dominante para describirlos fue la horizontali-
Lo mismo se decía acerca de la fiereza de los pue- dad y la carencia.
blos originarios: cuando Juan de Garay y su gente Los llanos que atraviesan el actual territorio de la
fueron emboscados por indígenas en las inmedia- República Argentina desde Mendoza a Buenos Ai-
ciones del río Coronda, Guzmán anotó, como un res, parecían a los europeos del siglo XVI tan anchos
impresionista, una escena donde todo el terreno al- y dilatados como secos y despoblados. Los natura-
rededor de Garay estaba lleno de gente de guerra, y les que allí había, aseguraban, eran belicosos, gran-
que más, mucha más gente, venía acudiendo por to- des corredores y predadores. Lo que poco tiempo
das partes. A pie, en canoas, por el norte, por el después comenzó a denominarse como «la pampa»,
sur… Joannes de Laett, otro cronista, originario de nació como un corredor que, por oposición al lito-
los Países Bajos, se refirió a los querandíes como raleño, representaba la extensión desolada, magra,
gente furiosa y acostumbrada a vivir de carne hu- agreste, pobre de solemnidad.
mana. Los habitantes originarios fueron retratados Como lo escribió Ezequiel Martínez Estrada, la
por los primeros cronistas como gente temible, pampa, «...convierte al individuo en el centro de la
36 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 37

circunferencia infinita que es la llanura y la clave de dos (sometidos a la autoridad de un encomendero


esa bóveda absurda que es el cielo...» pero además adoctrinados en la Fe católica) lo cual
Desde el siglo XVII se decía de las llanuras al oes- era posible únicamente sembrando el territorio con
te de Buenos Aires: esas planicies tan dilatadas for- sus propias marcas culturales: ciudades e iglesias en
man un horizonte parejo y circular, de suerte que primer término. Organizar el territorio y dominar a
uno pierde el rumbo y es necesario recurrir a la brú- las personas eran actividades inseparables. La pam-
jula para no extraviarse por los caminos. Como se pa, los ríos y el indio infiel devinieron entrañables:
ve, antes de exportar la imagen que hoy creemos clá- por eso mismo, se disponían a domesticarlos.
sica de la pampa gringa productora de riquezas y
granero del mundo, durante siglos, la fama de las
tierras y de la naturaleza platense dejaban ver sobre Un paisaje a punto de estallar
todo una manifestación de la vivencia de «los lími- Las crónicas combinan lo abundante y lo magnífico.
tes» –técnicos y simbólicos– que los europeos expe- Son el testimonio de observadores maravillados pe-
rimentaron en clave de miedo y asombro. ro también de testigos interesados. Estas tierras pre-
sentaban para sus invasores la geografía de un pro-
«Las dos planicies de la pampa y del río no po- yecto en el que se jugaban la vida y por el cual esta-
seen en sí ningún encanto particular y [...] tam- ban dispuestos a someter la vida de otros. En las en-
bién la belleza que a veces la transfigura debe- trelíneas de sus dichos, la representación que apela a
mos atribuírsela no al lugar en sí sino a su cie- la opulencia deja constancia de sus deseos, de sus te-
lo, a causa de su presencia constante, visible en mores y de sus dudas: probablemente la clave del fo-
la cúpula y en el horizonte circular. El hombre co que todo lo ensancha.
de la llanura está siempre en el interior de una Las porciones de la esfera terrestre aportan lo su-
semiesfera, en el centro exacto de la base, bajo yo al paisaje: sin embargo, como se ha dicho, este es
la bóveda celeste que es como una pantalla...» siempre el resultado de un intercambio. Por ende,
Juan José Saer, El Río sin Orillas los paisajes rioplatenses y del litoral paranaense, no
permanecieron insensibles a la invasión de nuevas
La marca más reiterada en las descripciones pai- comunidades de seres vivos provenientes de otras
sajísticas de los siglos XVI y XVII es la presencia de latitudes. Desde la llegada de los europeos, la zona
una sensación angustiante: la de encontrarse supera- se vio modificada gracias a una concurrencia de fac-
dos por un espectáculo exuberante en el que faltaba tores, entre los cuales el forzado y violento inter-
el lugar cristiano-medieval por excelencia: la ciudad. cambio biológico y ecológico no fue el menor.
Para el europeo, para el cristiano, el desorden de La invasión europea no fue solamente «humana»:
lo abundante se reorganizaba dentro de la jerarquía con los hombres y las mujeres vinieron, también, es-
divina: los habitantes originarios debían ser pacifica- pecies animales, especies vegetales y microorganis-
38 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 39

mos cuya presencia fue alterando los intercambios Para saber más
biológicos que existían hasta entonces entre las co-
munidades vivas de estas tierras. NOCETTI, Oscar y MIR, Lucio La disputa por la tierra,
Además de comunidades biológicas extrañas, los Sudamericana, 1997.
europeos introdujeron también herramientas cultu- ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA Nueva Historia
rales: al implantar la agricultura como una actividad de la Nación Argentina, Tomo II, Planeta, Buenos Aires,
productiva sistemática, modificaron la forma de ex- 1999.
plotar el suelo y la manera de organizar la relación TANDETER, Enrique El Periodo Colonial, Tomo II de SU-
entre la tierra, el agua y los animales. Los árboles de RIANO, Juan (director) Nueva Historia Argentina, Suda-
la región fueron convertidos en fuente de leña y de mericana, Buenos Aires, 2000.
madera que los carpinteros cristianos convirtieron GONZÁLEZ LEBRERO, Rodolfo La pequeña aldea, Bi-
en retablos, sillas, mesas y bancos. A falta de piedra blos, 2002.
para las edificaciones urbanas, también fueron utili- ZAPATA GOLLÁN, Agustín Obras completas, 6 Tomos,
zados como materia prima para la construcción de Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1990.
viviendas. La introducción de vacas y caballos mo-
dificó una cubierta vegetal que comenzaba a convi-
vir con animales que desconocía. El detritus de los El entenado, novela de Juan José Saer y El largo atardecer
bovinos y de los equinos fue el vehículo privilegia- del caminante, de Abel Posse, son dos novelas inspiradas en
do de semillas telúricas y extrañas. Sin embargo, so- estos contactos… Es deliciosa la lectura de El Río sin orillas,
bre todo uno de los elementos introducidos en este ensayo de Juan José Saer editado por Alianza en 1991. De la
ambiente, con su sola presencia, transformó, aceleró literatura del periodo, se impone recorrer las apasionantes
y potenció todos estos cambios hasta límites insos- páginas de la Relación del Viaje al Río de la Plata, de Ulri-
pechados: ese cuerpo, insólito, chocante y potente co Schmidel. Esta obra se editó en alemán, por primera vez,
fue, desde luego, la ciudad. en 1567.
Capítulo 2

La conquista del litoral

La ciudad de Asunción del Paraguay, fundada en


1537, se convirtió en el primer cuerpo político euro-
peo en la cuenca rioplatense en 1541, cuando se creó
su Cabildo. Desde entonces, fue el centro adminis-
trativo y político de la Gobernación del Paraguay y
Río de la Plata, extensa provincia bajo jurisdicción
del Virreinato del Perú.
La primera Buenos Aires fue abandonada por los
españoles hacia 1541. Hasta la fundación de Santa
Fe en 1573, Asunción fue la única ciudad en el este
de la Sudamérica hispana: esta realidad contrastaba
con la del área andina, donde existían imponentes
centros ceremoniales y políticos prehispánicos y
donde muchas de las ciudades fundadas por los eu-
ropeos desde la década de 1540 tuvieron estabilidad,
lo cual las convirtió en punto de partida para esta-
blecerse sobre otros territorios. Desde allí se em-
prendió la conquista del área tucumana y de la fran-
ja trasandina (las tierras del Chilí), que hacia 1570
estaban ya profusamente pobladas por avanzadas de
la Monarquía Católica.
La ubicación geográfica de Asunción no era ópti-
ma: las expediciones que habían llegado allí estaban
debilitadas y en realidad perseguían otro horizonte:
42 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 43

la tierra de la plata. Desde el mismo momento de su doza, a quien fue concedido su gobierno. Esta ex-
fundación, se pensaba tanto en el tramo que faltaba tensión, enorme, permaneció bajo una misma juris-
remontar como en volver sobre lo andado y asentar, dicción con cabecera en Asunción hasta 1618, cuan-
nuevamente, un puerto poblado cercano al Atlánti- do se fragmentó en dos provincias.
co, donde había estado Buenos Aires o en sus inme- Sin embargo, a pesar de que su división efectiva
diaciones. no se produjo hasta ese año, desde muy pronto se
Los empresarios que encararon la conquista tu- pensó que podían ser gobernaciones separadas: el li-
vieron muchas veces intereses comunes con la Co- cenciado La Gasca, a cargo del gobierno del Perú, lo
rona: si bien ésta imponía condiciones y retenía de- había propuesto ya en la década de 1540. Su aprecia-
rechos, las Capitulaciones institucionalizaban ción era interesada, porque quería crear una nueva
acuerdos, pactos, en los cuales la Monarquía habili- provincia con el propósito de ubicar a la cabeza de
taba amplios márgenes de acción. Uno de estos már- la misma a Diego de Centeno, un hombre de su con-
genes consistía en otorgar a los Adelantados poder fianza.
para fundar ciudades o para delegar esa potestad. En Durante los primeros años de la instalación de la
definitiva, ponían en sus manos instrumentos que Monarquía Hispánica en territorio americano, las
les permitieron ir modificando los proyectos origi- divisiones administrativas se hacían y se deshacían a
nales conforme se presentaban las oportunidades. causa de los intereses en juego: la conquista militar
de los territorios indígenas, generaba un gran núme-
ro de hombres cuyo mérito crecía. Ganaban dere-
Una inestabilidad organizada chos, obtenían prerrogativas, solicitaban la conce-
Entre 1540 y 1573, año de la fundación de la ciudad sión de honores, de mercedes, de tierras y de mano
de Santa Fe, los límites de las gobernaciones y vi- de obra indígena. Estos capitanes nuevos, presiona-
rreinatos habían sido modificados en varias ocasio- ban sobre los grupos de jefes más antiguos de la sa-
nes. Las concesiones otorgadas por el Rey se super- ga conquistadora e incluso sobre la misma Corona.
pusieron con otras realizadas por los nuevos funcio- Ni en uno ni en otro caso encontraban la mejor pre-
narios que la Monarquía había establecido en Amé- disposición para ser premiados liberalmente.
rica. Este fenómeno sociológico ocurrido en el inte-
El Virreinato del Perú (creado en 1534), con su rior de los grupos hispánicos, tuvo pesadas conse-
capital en Lima, comprendía las gobernaciones de la cuencias: influyó directamente en la velocidad y efi-
Nueva Castilla, de la Nueva Toledo, la provincia del cacia con que fueron ocupadas, pobladas y someti-
Estrecho, la provincia de Chile de la Nueva Extre- das a la jurisdicción monárquica las enormes exten-
madura y la gobernación del Paraguay-Río de la siones territoriales que se encuentran entre los altos
Plata. Ésta fue creada en las instrucciones de la capi- valles calchaquíes y las costas rioplatenses. Los gru-
tulación de 1534 entre la Corona y Pedro de Men- pos más antiguos, tanto en el Perú como en Asun-
44 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 45

ción, y de acuerdo con el Consejo de Indias y con el Viento del este, viento del oeste
mismo Felipe II, encontraron una solución salomó- Las poblaciones asentadas por las dos grandes ver-
nica: premiar castigando. tientes colonizadoras del sureste sudamericano pre-
De esta manera, las tierras al sureste del Perú sentaban diferencias netas. Los asentamientos sobre
–que para los europeos significaban verdaderamen- el litoral rioplatense fueron realizados por unos po-
te una terra incognita– se convirtieron en el princi- cos empresarios-capitulantes, y (a excepción de
pal botín de reparto para los jóvenes capitanes de- Asunción del Paraguay) no tuvieron estabilidad du-
seosos de un ascenso social. rante los tres primeros cuartos del siglo XVI; al con-
Entonces, la ocupación de las tierras de la cuenca trario, las ciudades fundadas por las corrientes que
rioplatense y del litoral paranaense fue un proyecto provenían del área peruana fueron más numerosas,
alimentado desde la Corona –como se vio en el ca- respondían a la «descarga» de hombres y en general
pítulo anterior, con entradas por el Río de la Plata– fueron más estables. Desde «el Perú» descendían los
pero también el fruto de la expansión de los españo- jóvenes capitanes que habían colaborado en la de-
les peruanos sobre el área tucumana, ya que preten- rrota de Gonzalo Pizarro, implantando en los valles
dían alcanzar la salida atlántica. tucumanos poblaciones en general bien controladas,
desde las cuales consiguieron dominar a nutridas
comunidades indígenas, transformándolas en mano
de obra. Quizás por estas razones muchas de ellas
consiguieron el objetivo de la permanencia.
La instalación de Asunción, si bien no había sido
planificada (era, recuérdese un punto de paso para
llegar hasta la tierra de la plata), pudo sostenerse con
base en la subordinación de unas comunidades indí-
genas –guaraníes– muy numerosas, bien organiza-
das y, de hecho, eficazmente explotadas por los con-
quistadores europeos, que impusieron a fuego sus
reglas. Pero para quienes habían entrado por el Río
de la Plata, el litoral del Paraná era la geografía de un
fracaso: no habían conseguido estabilidad con la
fundación del fuerte Sancti Spiritu, ni con la de Bue-
nos Aires, ni con otros tímidos intentos.
Carta del Mundo De esta manera, desde el punto de vista de la Co-
del Cartógrafo de la Corona Abraham Ortelius rona, el virreinato peruano presentaba zonas grises
Publicado en Teatrus Orbis Terraum , 1570
sobre las que había que cargar las tintas.
46 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 47

Entre 1540 y 1580, la extensión al sur de Charcas


–con salida a ambos océanos– fue un inmenso botín
de repartos y se convirtió en un verdadero laborato-
rio de ensayos de la Monarquía. Así lo acreditan los
planes del virrey del Perú Francisco de Aguirre, del
Oidor Matienzo y del más ejecutivo de los virreyes
peruanos: desde 1569, don Francisco de Toledo, do-
tado de amplias atribuciones por Felipe II, encaró
con determinación la invasión y el poblamiento del
sureste sudamericano, contando para esto con em-
presarios-militares dispuestos a hacerlo. Durante la
década de 1570 bajaron desde el Perú Zorita, don
Jerónimo Luis de Cabrera (fundador de Córdoba),
Asalto Corpus Christi Gonzalo de Abreu, Pedro de Zárate, Pedro de Ara-
Grabado de Ulrico Schmidel
na y Hernando de Lerma (fundador de Salta), el úl-
timo, en 1579.
Según el criterio de estos agentes de la Monar-
quía, jalonar asentamientos estables era la solución
para uno de los principales inconvenientes que en-
frentaba la circulación económica en el sur del Vi-
rreinato: la acción de grupos indígenas que, obvia-
mente, resistían la invasión externa. La «descarga»
planificada tenía como consigna fortalecer lo exis-
tente y fundar en el intermedio.

El encuentro de las dos corrientes colonizadoras


Jerónimo Luis de Cabrera desobedeció las órdenes
del virrey Toledo, quien le había encargado fundar
una ciudad en el valle donde, pocos años después,
Lerma plantó la ciudad de Salta. Cabrera siguió ha-
El hambre en Buenos Aires
cia el sur. Dos años después de su partida, Toledo
Grabado de Thodor De Bry estaba muy disgustado con él. Sin embargo, Cabre-
Fuente: Guillermo Furlong, El transplante cultural y social ra había ejecutado por su cuenta buena parte de lo
48 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 49

que el Virrey planificaba. Fundó la ciudad de Cór-


doba en 1573 y, durante el mismo año, alcanzó las
costas del río Paraná cerca de la actual ciudad de Co-
ronda, donde tomó contacto con la punta de lanza
del proyecto disparado desde Asunción: el vizcaíno
Juan de Garay.
Este último había pasado de la Península Ibérica
a la conquista del Perú. En Santa Cruz de la Sierra
se convirtió en un capitán de cierta importancia;
desde allí, fue enviado a la ciudad de Asunción, don-
de en 1572 se le encargó intentar la fundación de una
población sobre el río Paraná. En Asunción todavía
intentaban superar ese fracaso repetido, para encon-
trar, a la vez, el mejor camino posible de comunica-
ción con el Perú y poblar abajo, es decir, instalar una
ciudad junto al Río de la Plata. El encuentro entre
Cabrera y Garay fue la materialización del choque
de dos proyectos que se planteaban ocupar el mis-
mo territorio.

Descargar la tierra
La organización político-administrativa de las pro-
vincias americanas de la Monarquía iba realizándose
con los hombres que sobraban en la tierra.
Ese proceso era denominado la descarga. Los
hombres descargados (es decir, los que se enviaban a
hacer nuevas poblaciones) eran los que no lograban
cubrir sus expectativas en los núcleos centrales de la
conquista en el sur americano –el Perú o el Paraguay.
Ciudades fundadas por conquistadores hispánicos Los recursos, materiales o simbólicos, no eran infini-
Base: mapa de Ricardo Zorraquín Becú (1959) tos y su distribución obedecía a lógicas asimétricas
Reelaborado por la Academia Nacional de la Historia para su
Nueva Historia de la Nación Argentina, Tomo II que producían posiciones convenientes y situaciones
marginales.
50 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 51

Los grupos dominantes de Asunción del Para- El proceso de expansión de la Monarquía Hispá-
guay hicieron coincidir la búsqueda de una salida nica en América implicó la incorporación de «tierras
hacia el Atlántico, por el Río de la Plata, con la ex- nuevas» a una forma de poder político que se expan-
pulsión de hombres nacidos en la tierra (mestizos, día territorial y socialmente. La Monarquía sumaba
de padres españoles y madres indígenas) que habían territorios y súbditos. Agregaba «nuevos reinos» y
protagonizado revueltas contra el orden en aquella producía nuevos pactos y nuevas experiencias vio-
capital en 1571 y 1572. Durante 1572, en Asunción lentas.
se realizó una inscripción de voluntarios que, con o La superioridad numérica y, en algunos casos, la
sin armas, se embarcarían con un joven capitán a la mejor organización de los pueblos indígenas del
fundación de un pueblo, sobre el río, camino del Río Nuevo Mundo, no pudieron superar la tremenda di-
de la Plata. Esta expedición –que tuvo entre los ins- ficultad que significó, en ese encuentro desigual, el
criptos a pocos voluntarios y a muchos que fueron que los europeos poseyeran y utilizaran armas de
incluidos forzosamente, como parte de la descarga– fuego.
bajó desde Asunción, por vía fluvial y por vía te- El carácter de avanzada militar de los primeros
rrestre, y remató en la fundación de Santa Fe. asentamientos animó a muchos a denominarlos con
el antiguo vocablo de colonia. Sin embargo, una de
las formas que más violentó y transformó estas ex-
La ciudad como artefacto de conquista tensiones en espacios europeizados fue la implanta-
«Desde el fuerte Navidad y la Isabela, las nume- ción de la ciudad, en su forma física y en su forma
rosas ciudades fundadas por los conquistadores social.
españoles y portugueses constituyeron núcleos El patrón urbano de asentamiento actuó como
destinados a concentrar todos sus recursos con desarticulador de la anterior organización de los
el fin de afrontar no sólo la competencia por el pueblos originarios y también como eje de la cons-
poder sino también la competencia ética y cul- trucción de otra disposición enteramente nueva.
tural entablada con las poblaciones aborígenes Los europeos consiguieron imponer el trazado de
en el marco de la tierra conquistada y por con- núcleos urbanos de reminiscencias romanas, cuyo
quistarse. Las ciudades fueron formas jurídicas carácter no se agotaba en lo militar, ya que implica-
y físicas que habían sido elaboradas en Europa y ba un nuevo ordenamiento de las jerarquías sociales,
que fueron implantadas sobre la tierra america- una reorganización de las actividades productivas y
na, prácticamente desconocida.” desde luego, una forma completamente diversa de
José Luis Romero, representarse el universo.
Latinoamérica: las ciudades y las ideas El modelo había sido experimentado en Castilla
durante las campañas de reincorporación de los rei-
nos moros de Andalucía.
52 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 53

Los trazados regulares de ciudades se remontan tes que ciudades, se instalaron fuertes. La tradición
a la época helenística. Un precedente al «dame- del asentamiento de fuertes también era romana: Al-
ro» romano lo constituyen en este sentido los fonso X, en el siglo XIII, ya había reflexionado so-
trazados de Hipódamo de Mileto, quien habría bre la relación entre la organización de los asuntos
intervenido en la reconstrucción de Mileto ha- militares en una conquista y la implementación de
cia 479 a. C. El diseño, que se repite en Rodas, «trazados ordenados» de campañas que solían re-
resulta del cruce perpendicular de calles que matar en la fundación o en la refundación de una
forman una malla cuadrada o rectangular, de ciudad.
módulos iguales. Alejandro de Macedonia y los La geometría del trazado urbano permite ver con
Diacos utilizaron profusamente este modelo. claridad la asociación de su forma con su función
El sistema romano proviene de la organización militar: una plaza de armas en el centro, encuadrada
de los campamentos militares sobre dos ejes o por calles amplias que permitían la entrada y salida
calles principales: el cardo y el decumanus que de las tropas; las calles secundarias guardaban una
se cruzan en el centro de la ciudad. Paralelas y disposición rectilínea, que favorecía la vigilancia de
perpendiculares definen manzanas rectangula- los puntos extremos a gran distancia; en América,
res o cuadradas. En la intersección de los ejes salvo raras excepciones, sólo fueron amuralladas
principales se sitúan los edificios públicos más unas pocas ciudades, cercanas al mar, donde la de-
representativos y el foro, que combinaba en un fensa contra los ataques piratas lo exigía. Predomi-
solo complejo todos los órganos esenciales de nó la ciudad-fuerte, hecha de terraplenes o parape-
la vida pública: edificios religiosos, cívicos y tos de barro y madera.
comerciales.
Darío G. Barriera, Conquêrir aux Confins
La ciudad como forma social y espacial
La ciudad y su patrón de asentamiento (urbano)
El modelo urbano greco-latino, entonces, no se funcionaban como un dispositivo militar, pero tam-
agotaba en su dimensión geométrica. No terminaba bién económico, social e ideológico: era la clave de
en el aspecto físico fijado por las parrillas de hierro una estrategia conjunta para organizar el territorio.
y la formalización de la cuadrícula: es necesario Lo que hace de una urbe realmente una ciudad es su
considerar que, con él, se introdujo la ciudad. organización sociopolítica. La manera física de or-
ganizar la construcción vive a causa de las relaciones
sociales, en este caso, reguladas a través de institu-
La ciudad como urbe ciones creadas o re-creadas a tal efecto. La ciudad,
La erección de una ciudad tenía como primera meta de hecho, es la formalización de relaciones sociales,
el asentamiento militar de los invasores. Por eso, an- de poder político y de intercambios culturales.
54 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 55

Así, la instalación de municipios provistos de conquistador intentó conocer y organizar el territo-


concejos o cabildos –con sus consecuencias adminis- rio desde esos puntos de referencia.
trativas y políticas más inmediatas– era primordial. Además de señalar los sitios para el emplazamien-
Los Reyes Católicos lo habían recalcado en las Ca- to de los símbolos del poder político monárquico
pitulaciones celebradas con Colón: allí donde llega- –rollo, cabildo e iglesia–, el fundador repartía entre
se, debía poner concejos y hacer cabildos, para garan- los vecinos «solares» (tierras dentro del trazado ur-
tizar la estabilidad de la marca... bano) y «suertes» (otras franjas de tierras fuera del
El gobierno de la ciudad, apenas constituido, re- mismo). En las primeras debían asentarse las casas y
partía recursos entre la hueste que había asistido a la las segundas debían emplearse para la siembra; un
fundación. Para comenzar, los pobladores cambia- tercer grupo de tierras –suertes para estancias– se en-
ban de condición jurídica: dejaban de ser simples tregaban en general para realizar la cría de ganado.
soldados para convertirse en vecinos, hombres pro- La cercanía de provisiones y de tierra para gana-
pietarios con derechos políticos. Sumaban estos, dos era fundamental en el montaje de este escenario
también, algunas obligaciones: debían cercar sus ca- retratado con trazos «naturales»: la existencia de re-
sas con tapias, tenerlas pobladas (casarse) y, en caso cursos que estuvieran a mano, era considerado un
de peligro, defender la ciudad con sus propias ar- requisito esencial para el establecimiento de una ciu-
mas. Por este motivo, fundar una ciudad estaba ín- dad. Se señalaba también el ejido, la jurisdicción so-
timamente ligado a la voluntad de ocupar un terri- bre la cual el gobierno de la ciudad tenía derecho a
torio de manera duradera. explotar tierras y animales propios y los «térmi-
Las Ordenanzas que Felipe II dio en los Bosques nos», extensión hasta donde alcanzaba su «señorío
de Segovia en 1572, contenían un enorme número civil y criminal».
de indicaciones acerca de la elección del sitio, de la De esta manera, la ciudad se erigía como centro
evaluación de las condiciones del suelo y el clima, la de administración, de mercadeo, de primitivos pero
cercanía de las aguas, pastos y maderas, sobre la cir- indispensables servicios y, por supuesto, de las
culación del aire, la disposición de la cuadrícula, etc. creencias más profundas... Era, desde luego, el dis-
El ideal de una ciudad renacentista, pero también positivo más potente para organizar el territorio y
semejante a la imaginada por Santo Tomás como re- convertirlo en un espacio europeo y cristiano. ¿Por
flejo del mundo celeste, se completaba, en su inte- dónde comenzó esto, sin embargo, cuando en el te-
rior, con el peso que tenía en el trazado urbano la rreno sólo había pastos y todo era proyecto?
ubicación escenográfica de los tres elementos esen-
ciales de la organización de la monarquía: la plaza
con su rollo o picota –símbolo de la justicia del rey, Santa Fe: la elección del nombre
de la presencia regia–, el cabildo –sede del gobier- Nombrar es una operación infaltable en los proce-
no–, y la iglesia –sede terrestre de la Fe. El grupo sos de ordenamiento de la extensión. Forma parte
56 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 57

del equipamiento del territorio y del proceso de por los primeros españoles en América, fue Santa Fe
construcción del espacio: es una toma de posesión y de Granada, cuyo nombre constituía un reto: un de-
una toma de posición. Produce sentido. safío dirigido concretamente a los enemigos de la
Las proyecciones del imaginario calan la memo- Santa Fe. El reino de origen, fue el de Andalucía, la
ria en el tiempo: ciertos nombres, hoy naturaliza- provincia de su recreación, la Nueva Andalucía.
dos, quizás deban su permanencia a su propio peso. Así como un nombre es una huella o puede dejar
Santa Fe fue el nombre dado en la Península Ibé- una marca sobre un sujeto, la toponimia es el texto
rica al sitio montado por orden de Isabel y Fernan- más lapidario que pueda pesar sobre un lugar y la
do en las almenas de Granada: desde allí, los Reyes imagen que de él se construye: las nomenclaturas de
Católicos encaminaron su acuerdo con Boabdil, con la América colonial sugieren con transparencia la in-
quien sellaron el 25 de noviembre de 1491 el proto- tención de recrear, en las tierras nuevas, el universo
colo que definía las condiciones de la entrega de la hispano y, sobre todo, un mundo católico.
capital del imperio musulmán en la Península Ibéri- Descubrir y nombrar fueron actividades indiso-
ca. Quien haya visitado La Alhambra sabrá com- ciables. Si se recorre cronológicamente la asignación
prender perfectamente las lágrimas del rey musul- de nombres con que se bautizaron tierras durante
mán al sellar la venta de su reino. Y mejor todavía las los primeros años de «la conquista de América»,
palabras de su madre, cuestionándole su hombría. puede hilvanarse una secuencia significativa: Cristó-
bal Colón llamó a la primera de las islas San Salva-
Otras ciudades fundadas por los españoles en dor; Santa María de la Concepción a la segunda,
territorio americano llevan también por nom- Fernandina a la tercera e Isabela a la cuarta. La suce-
bre Santa Fe: una de ellas es Santa Fe de Bogo- sión de homenajes reproduce un orden del mundo y
tá (1538), otra –que se llama sólo Santa Fe, y la jerarquía de los elementos de ese mundo: el Señor,
que hoy es la capital del estado de Nuevo Mé- María, el Rey y la Reina. En menos de una semana,
xico, Estados Unidos de América– fue fundada Colón reemplazó con estos nombres-homenaje,
hacia 1609 o 1610 por Pedro de Peralta en lo conciente y violentamente, aquellos que él había oí-
que por entonces era parte del Virreinato de do en las voces de los indígenas del lugar: Guanaha-
Nueva España. En el actual estado de Michoa- ní, de hecho, no significaba en aquella cosmología
cán subsiste todavía Santa Fe de la Laguna. «San Salvador».
Los hombres de la conquista iban nombrando los
Algunos historiadores han sugerido que las ciu- sitios y ciudades que fundaban a su paso con topó-
dades hispanoamericanas que llevan este nombre se nimos que hacían expresa referencia al pago, la re-
fundaron bajo la advocación de una santa que gozó gión o el reino que, o bien habían abandonado, vi-
de gran popularidad durante la época medieval. Pe- niendo a Indias para valer más, o bien los había ex-
ro el referente invariable de las ciudades fundadas pulsado, por no valer tanto.
58 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 59

Para designar a efectos administrativos a las gran- portancia: la distancia separa y une al mismo tiem-
des masas de territorio, los conquistadores apelaron po. Aquellas acciones concientes fueron los prime-
a sus propias unidades políticas: los reinos y los pa- ros gestos de la voluntad de ordenar, de organizar el
gos de la Península. Aquí también existía una jerar- territorio. La elección de «Nueva Vizcaya», para
quía y, en consecuencia, se nombró comenzando contradecir el nombre oficial de «Nueva Andalu-
desde lo que se parecía superior o «más grande» pa- cía», no fue superficial: habla del peso de los víncu-
ra, poco a poco, aproximarse a la reminiscencia de lo los que remiten al lugar de nacimiento. El lugar na-
más pequeño: la grandilocuencia de un nombre co- tal, tanto en el medioevo como en la modernidad,
mo el de Nueva España para el primer virreinato se ocupaba el sitio más alto en la jerarquía afectiva de
atenúa, años más tarde, con designaciones menos los territorios. Tanto, como para modificar la desig-
universalistas, como Nueva Granada, Nueva Toledo nación de una provincia…
o Nueva Andalucía.
El nombre como pista
El peso de los orígenes… Volviendo a Santa Fe, el nombre y una cruz fueron
Nueva Andalucía fue la fórmula escogida para nom- las primeras marcas de la ciudad. Ambas provenían
brar la franja de doscientas leguas –con costas en del universo de lo sagrado. En el acta de fundación,
ambos océanos, según la Real Ordenanza de 1534– Juan de Garay –como tantos otros conquistadores–
donde quedaba comprendido el sitio de Santa Fe dijo realizar la fundación de esta ciudad en el nom-
que, en el origen y paradójicamente, se llamó… San- bre de la Santísima Trinidad y de la Virgen Santa
ta Fe de la Nueva Vizcaya, al menos, hasta 1579. María y de la Universidad de todos los Santos y en
Quizás de esta manera se rendía homenaje a sí nombre de la Real Magestad del rey don Felipe,
mismo y a sus antepasados su fundador, el vizcaíno nuestro Señor, continuando luego la lista con su
Juan de Garay. Así lo había aceptado y autorizado el protector, el Adelantado Juan Ortiz de Zárate. Re-
Adelantado, Juan Ortíz de Zárate, paisano, pariente petía la jerárquica lista colombina, sólo que no hon-
y protector de aquél, ignorando olímpicamente las raba a la reina…
designaciones «oficiales» promulgadas por la referi- Cuatro años después de esta fundación, Garay
da Real Ordenanza en 1534. «Garay» es también el estableció un fuerte de vida efímera, pocas leguas al
segundo segmento de un apellido compuesto (pa- norte de Santa Fe, al que llamó San Salvador, el
tronímico-toponímico, «Ortiz de Garay») que hace nombre con el que Colón había designado la prime-
referencia al sitio, (el «término de Garay»), ubicado ra de las islas caribeñas en las que hiciera pie. La ad-
entre los términos de Burgos, Álava y Vizcaya. vocación de la iglesia mayor santafesina, por su par-
No obstante el aspecto aparentemente trivial que te, fue asignada por Garay a «Todos los Santos». El
presentan estas referencias, la cuestión reviste su im- procedimiento tañía cuerdas sensibles, en armónica
60 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 61

consonancia con las jerarquías del orden celeste, tan hacían referencia a lugares íntimamente vinculados
presentes en el ordenamiento político de la monar- con la infancia del fundador.
quía.
El cabildo, reunido, era el Cuerpo de la ciudad.
En las reuniones, un escribano tomaba nota y labra-
ba una minuta. En las actas redactadas por el escriba-
no puede encontrarse la voz de la ciudad, que habla-
ba de sí misma y producía enunciados corporativos.
Gonzalo Martel de Guzmán fue, hasta 1584, el
escribano del cabildo. En sus registros, lo repetido
se presenta aliado con lo diferente: en varias actas
anteriores a 1579, Santa Fe aparece asociada a la pro-
vincia de «Nueva Viscaya». Pero algo sucedió entre
marzo y junio de 1576: a comienzos de este mes, en
un encabezamiento, el escribano anotó «En la ciu-
dad de Santa Fe, provincias del Río de la Plata nue-
vamente intitulada la Nueva Viscaya...» La designa-
ción de la «provincia» parece haber sido objeto de
alguna discusión o, quizás, víctima de la normal am-
bigüedad de la que el término gozaba por entonces.
Más curioso todavía es lo anotado el 21 de mayo de
1578, cuando se nombraron diputados de la ciudad.
Allí, se nombró a la ciudad como Santa Fe de Lu-
yando, denominación que no apareció por segunda
vez bajo la pluma del escribano del cabildo.
Luyando era otro lugar querido para Garay, tam-
bién relacionado con su infancia. Se trata de una vi-
lla nororiental de las tierras de Álava, alzada en el
camino entre Gordejuela y Orduña (la primera, vi-
lla natal de Garay, la segunda, de su tío y mentor,
Pedro Ortiz de Zárate). Todas las referencias que
rodearon al nombre de Santa Fe pertenecen –si no al
topónimo más inclusivo de Vizcaya– a un radio te- El mapa pertenece a Augusto Fernández Díaz
rritorial que no excede las tres leguas a la redonda y Garay. Su vida, su obra, Molachino, Rosario, 1973
62 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 63

Queda un último aspecto por señalar en torno al nal, fundo y asiento y nombro. Estas acciones,
significado gestual del nombre de la ciudad: Santa acompañadas de su ritualización, instituyeron la
Fe fue el primero de tres nombres que utilizó Juan primera voluntad de construir una espacialidad, a
de Garay para bautizar las tres poblaciones que hi- las que acompañó de la instalación de una cruz y el
zo: Santa Fe (1573), San Salvador (1577) y la ciudad boceto in situ del trazado urbano. En el gesto de
de La Trinidad de Santa María del Buen Ayre (1580). nombrar, Garay instituyó de sacralidad –y de desa-
Todos fueron asignados a ciudades que se ubicaban fío militar al infiel, en este caso, los calchines y mo-
en una extensión que, hasta el momento, había coretás– al lugar clave de la evangelización y del
constituido la geografía física e imaginaria de un fra- buen gobierno, al tiempo que, a falta de murallas de
caso repetido. Para continuar, se necesitaban de éxi- piedra que contuvieran los ataques externos, confia-
tos reales o imaginarios. Buena prueba de esto es la ba a la Cruz y al nombre la función de «murallas es-
persistencia del proyecto de volver a fundar Buenos pirituales» con que las ciudades americanas preten-
Aires, contumacia de cuatro décadas. dieron protegerse.
Esta tenacidad es una «razón de los gestos», es El rito, acción clave en este proceso, expresa la
decir, imagen y símbolo de una voluntad. Santa Fe vocación de anudar vigorosamente el acto de fundar
contiene, como nombre, la decisión fundacional que con el lugar por excelencia de la política. La ciudad
destaca al mismo tiempo el aspecto católico y mili- anudaba profundamente la arquitectura, la política
tar de la conquista, sentando las bases del imagina- y la teología católica…
rio sobre el cual la extensión bruta debía organizar-
se como espacio.

Digo que en el nombre de la Santisima trinidad Para saber más


y de la Virgen Santa maria y de la Universidad
de todos Los Santos y en nombre de la rreal FERNÁNDEZ DÍAZ, Augusto Garay. Su vida, su obra,
magestad del rrey [...] Molachino, Rosario, 1973.
Fundo y asiento y nombro esta ciudad de San- BARRIERA, Darío «Procesos espaciales y ciudad en la
ta fee en esta provincia de calchines y mocore- historia colonial rioplatense», en Prohistoria, Año VI,
taes... núm. 6, Rosario, 2002.
Acta de fundación de la ciudad de Santa Fe CERVERA, Manuel Historia de la Ciudad y Provincia de
Santa Fe, UNL, 1979.
Este triángulo entre la Trinidad, María y el Rey,
contiene las referencias fundamentales del universo Misteriosa Buenos Aires, de Manuel Mujica Láinez (1910-
religioso y político de la cristiandad occidental. Ga- 1984), contiene «El Hambre», cuento breve que elabora una
ray hizo anotar a su escribano, en el acta fundacio- ficción sobre las desventuras de Pedro de Mendoza y su
64 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

hueste en la primera fundación de Buenos Aires. Existe un Capítulo 3


cortometraje basado en este mismo cuento, facturado por
Alberto Fischerman, que fue estrenado en 1981. La fundación de la ciudad
ritos, recursos, poderes y jerarquías

«Martin Suarez de Toledo, teniente de goberna-


dor, capitán y justicia mayor de esta goberna-
ción y provincias del Río de la Plata, en nombre
de Su Majestad digo: […] que conviene al servi-
cio de Dios nuestro Señor y de Su Majestad y al
buen remedio de estas provincias que a costa de
su Real Hacienda se hiciese un navío para avi-
sar a SM del suceso de ellas, y con esto justa-
mente cuando consultado y acordado que fue-
ren en compañía de dicho navío ochenta hom-
bres y por caudillo de ellos Juan de Garay, para
que fundasen y poblasen puerto y pueblo de
San Salvador o en otra parte en aquella comar-
ca que mas cómodo fuese, lo que tanto Su Ma-
jestad desea y conviene para la perpetuación y
amparo de estas provincias...»
Martín Suárez de Toledo,
Teniente de Gobernador del Paraguay,
Asunción, 29 de marzo de 1573

Un puerto en el camino, una ciudad en el tiempo


Para las autoridades de Asunción, y para la Monar-
quía, la búsqueda de caminos alternativos al Perú es-
66 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 67

taba ligada con una fundación río abajo, para aliviar Fundar esa ciudad, río abajo, significaba también
el largo y peligroso trecho que separaba la ciudad de solucionar un problema en Asunción. Los comer-
Asunción del estuario platense. Según Martín Suárez ciantes, los funcionarios y los notables asunceños se
de Toledo, la inseguridad en Asunción derivaba de la habían percatado de las ventajas que ofrecía sacar de
falta de «pueblo, puerto y escala» entre esa ciudad y la cabecera de la provincia a un buen grupo de man-
el Río de la Plata. Se buscaba instalar un puerto, en- cebos desordenados. Mataban dos pájaros de un so-
tonces, por el remedio, perpetuación y amparo de es- lo tiro.
tas provincias, es decir, para durar. La ocupación de estos nuevos territorios prome-
Ese puerto fue fundado como ciudad, y esa ciu- tía comportarse, para peruanos y para asunceños, co-
dad fue Santa Fe, pensada como una posta entre mo la válvula de escape que daría salida al creciente
Asunción y el Río de la Plata y como una llave de número de jóvenes capitanes descontentos que no
paso para la comunicación entre el Paraguay y el Al- obtenían en aquél espacio la ubicación social desea-
to Perú. da. Los soldados insatisfechos podían ser un proble-
Cuando, con el tiempo, se logró el objetivo de re- ma más grave que cualquier otro, y en Asunción eso
poner la salida atlántica en el nuevo puerto de Bue- estaba muy claro. Como muy bien sintetiza el re-
nos Aires (1580), la función de Santa Fe como cruce frán: demasiados perros para tan pocos huesos. El
de caminos y posta entre puertos, se afirmó. El otro 90% de los hombres que se encaminaron con Garay
asentamiento estable ubicado en esta línea de nave- río abajo en 1572, pertenecían a ese grupo social
gación del litoral fue San Juan de Vera de las Siete compuesto por soldados que aspiraban más de lo
Corrientes, fundado en 1588. que sus superiores tenían planeado darles.
Ciudades, ciudades y más ciudades: la suprema-
cía de los invasores sobre los pueblos originarios y
sobre el territorio mismo parecía estar indisoluble- La descarga y la promesa
mente atada a ellas, a su permanencia, a su éxito… provisoriamente cumplida…
Como se ha explicado en el capítulo anterior, llevar
gente insatisfecha a la fundación de nuevos asenta-
Un acontecimiento en su contexto mientos se llamó, en el proceso de conquista, des-
La fundación de la ciudad de Santa Fe, cuya fecha se cargar la tierra. Era la manera que tenían los capita-
ha establecido como el 15 de noviembre de 1573, co- nes y los funcionarios coloniales de manejar la cues-
rresponde al desarrollo de un proceso complejo, tión de la presión entre sus propias tropas. ¿Cómo
atado al funcionamiento de todo el conjunto impe- se concretaba este proceso? ¿Ocurría realmente al-
rial: resolvía tensiones a escala de virreinato y res- gún cambio en la condición de los hombres que de-
pondía a intereses concretos de grupos locales, de la jaban la ciudad que los expulsaba y partían en bus-
Corona y de algunas corporaciones peninsulares. ca de un ascenso social?
68 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 69

Al fundar la ciudad y luego de plantar el rollo de


la justicia en la parcela designada como la plaza cen-
tral, Juan de Garay distribuyó entre los hombres de
su hueste solares y tierras para chacras, y les otorgó
condición de vecindad. Su hueste estaba compuesta
por ocho peninsulares y unas cinco docenas de mes-
tizos «hijos de la tierra». La institución del nuevo
puerto como una ciudad implicó efectivamente un
ascenso de status para esos nacidos en América que
integraron la hueste fundadora: aquellos que en
Asunción eran «mancebos revoltosos» acababan de
ser investidos, por la fundación, como «vecinos» de
la ciudad. ¿Sapos convertidos en príncipes?
Para protagonizar este aparente cuento de hadas,
los soldados habían pagado el precio de una expul-
sión vestida de exilio «voluntario», alistándose en
una empresa militar.
Los hijos de la tierra inscriptos en el Alarde de
noviembre de 1572, no tenían cabida en el orden lo-
cal asunceño. Muchos de ellos habían protagoniza-
do revueltas y motines en Asunción a comienzos de
la década de 1570. Los expulsados de Asunción se
convirtieron en los «vecinos de Santa Fe». Durante
este periodo, tanto en América como en Europa, la
movilidad social muchas veces estuvo ligada a la mo-
vilidad geográfica. Así como algunos habían atrave-
sado el Océano para valer más en las Indias, otros
tenían que moverse dentro de las indias para alentar
la misma expectativa.
De esta manera, como toda ciudad, la de Santa Fe
Acta de Fundación de la Ciudad de Santa Fe nacía preñada de vecinos. Estos, dotados de dere-
Gentileza del Archivo General de la Provincia de Santa Fe chos pero también cargados de obligaciones, tenían
Banco de Imágenes Florián Paucke
que llevar adelante el propósito que animaba la em-
presa: abrir puertas a la tierra…
70 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 71

La instalación de los poderes: Justicia y Jurisdicción


las llaves de la puerta Otro pasaje del poder que Martín Suárez de Toledo
Cuando dictó a su escribano el texto que hoy cono- dio a Garay expresaba:
cemos como el acta de fundación, Juan de Garay
afirmó haber instalado los artefactos que permitían «[...] le doy poder para que como Capitán y Jus-
el ejercicio del poder político local y luego, una igle- ticia pueda gobernar, regir y administrar toda la
sia. Dijo que la tierra le parecía conveniente, y des- dicha gente así españoles como hijos naturales
tacó la abundante presencia de agua, de leña y de nuestros [...] y también pueda el dicho Juan de
pastos para el ganado… Repartió entre sus hombres Garay usar y administrar la justicia real de su ma-
tierras para casas, para chacras y para estancias, es jestad civil y criminalmente en todos los casos e co-
decir, para la habitación, para la labranza y para la sas que se ofreciesen: juzgar, determinar y senten-
cría de ganado. ciar los pleitos y causas que ante sí pendieren y se
El soldado se convertía en vecino en el mismo trataren por escrito y palabra según la calidad y
momento en que se fundaba la ciudad. La ciudad era sustancia de los negocios […] al servicio de su ma-
imposible sin vecinos y la vecindad era imposible sin jestad y bien general de estas provincias remedio
ciudad. Avecindar al soldado era la condición y la y socorro de ellas convenga...»
consecuencia de la constitución del cuerpo político. Martín Suárez de Toledo,
El acta fundacional narra el hilo de los actos del Asunción, 29 de marzo de 1573
fundador quien, siempre apurado por la espuela de
lo perentorio, continuaba instalando los atributos Gobernar, regir, administrar y, enfatizó Suárez de
del orden político: nombró alcaldes y regidores pa- Toledo, usar y administrar la justicia real de su ma-
ra que tengan en justicia y buen gobierno a estas tie- jestad civil. ¿Dónde podrían ser utilizados estos po-
rras. Instituyó el cabildo, forma de poder que re- deres?
quería y que hacía a la ciudad. El poder otorgado a Juan de Garay por Martín
Garay había desplegado una tecnología del poder Suárez de Toledo, se extendió a cuenta de una geo-
político que no era ciencia del gobierno, sino insta- grafía acerca de la cual no se brindaban siquiera re-
lación de unos «oficios» (funciones) destinados al ferencias brutas. Al momento de la redacción del
ejercicio concreto del poder político según las reglas poder, Santa Fe no existía. El documento se redactó
de la Monarquía. Así, había establecido las bases del y rubricó a cuenta de una extensión a conquistar, de
equipamiento político y administrativo, primera fa- la misma manera que, en una capitulación, se otor-
se de la organización del territorio. La misma se gaban potestades y feudos sobre tierras ubicadas
completaba con la ejecución física de la forma de la más allá de la mar océana…
ciudad (la traza urbana) y con la sanción de la exten- Pero la escritura del poder contemplaba un hecho
sión de su potestad, es decir, de su jurisdicción. clave: las potestades se corporizaban –se perfeccio-
72 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 73

naban– en el momento de su ejercicio. Las capaci- Según los saberes del periodo, la justicia estaba li-
dades otorgadas a Garay eran «suficientes» para su gada con la «verdad arraigada», pero era administra-
desenvolvimiento en las tres dimensiones en que se da por el Rey, que –para los juristas de entonces–
articulaba políticamente un territorio: gobierno, había sido puesto en la tierra en lugar de Dios para
justicia y guerra. cumplir la justicia y dar a cada uno su derecho, ya
Ese momento de perfeccionamiento de las capaci- que él y sólo Él, tenían el poderío de hacer justicia.
dades está expresado en todos los tramos del acta de Se sabe que en la teología cristiana, la justicia era y
fundación. Una vez que designó alcaldes y regido- es una virtud y un atributo de Dios.
res, Garay hizo anotar a su escribano que fueran con La justicia debía administrarse públicamente pa-
él al medio de la plaza y le ayudaran a ra ser paladina y pedagógica. De esta manera, los
que vieran el espectáculo del castigo u oyeran algo
«…alzar y enarbolar un palo para Rollo, para sobre él, se volverían temerosos de esa justicia. Ca-
allí en nombre de su Majestad y del Señor Go- bildo, iglesia y rollo, formaban el triángulo espacial
bernador Juan Ortiz de Zárate se pueda ejecu- de la vida en comunidad. La justicia era administra-
tar la justicia en los delincuentes conforme a las da, en la ciudad nueva, por vecinos designados alcal-
Leyes y Ordenanzas Reales.» des o por un teniente de gobernador.
Estos actos permitieron cumplir el ciclo de la dis-
Instalar la picota o rollo de la justicia en el centro tinción de territorios que, siempre, iba de la mano
de la plaza –en el centro del centro–, era posicionar de la separación de esferas políticas: así se creaban
la presencia del atributo regio por excelencia, la jus- poderes autónomos. La enorme distancia existente
ticia. El fundador, a partir de las potestades delega- entre el «centro» político del imperio y el «centro»
das por el Teniente de su Gobernador, concentraba del nuevo cuerpo político, la ciudad de Santa Fe, ju-
las capacidades de recrear el órgano de gobierno y, gó su rol en la consolidación de la autonomía: esa
además, de ser el máximo referente de justicia en el distancia física implicaba, en el marco del sistema de
sitio donde se emplazaba el rollo. comunicaciones que conectaba a estos puntos, com-
Juan de Garay indicaba que el ejercicio de la jus- plejos recorridos materiales y administrativos.
ticia se realizaba en nombre de Su Majestad y con-
forme a las leyes y ordenanzas reales. Esta ceremo- En otro párrafo del acta fundacional santafesina
nia hacía de la ciudad una sede de la Monarquía: el puede leerse de qué manera Garay señaló la jurisdic-
sitio exacto de la «ejecución» de una justicia que, an- ción de la ciudad de Santa Fe:
te todo, constituía un atributo del Rey, era el centro
de la plaza. «–Otro sí nombro y señalo por Jurisdicción de
El rollo era el símbolo de ese atributo. Instalado esta ciudad por la parte del camino del Para-
en el centro del centro de la ciudad, era su epicentro. guay hasta el Cabo de los Anegadizos y [ríos]
74 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 75

chicos y por el río abajo camino de Buenos Ai- En Europa, una jurisdicción normal era de 5 le-
res veinticinco leguas más abajo de Santi Spiri- guas de radio. Si el mismo excedía las 8 o 10 leguas,
tus, y así a la parte de El Tucumán cincuenta le- era considerada excesiva. En América, lo regular fue
guas a la tierra adentro desde las Barrancas de unas veinticinco leguas: mucho menos «controla-
este Río y de la otra parte del Paraná otras cin- ble» que las 5 o 10 europeas... Pero ¿habría que es-
cuenta...» perar concordancia entre unas dimensiones «euro-
Acta de la Fundación de la Ciudad de Santa Fe peas» y éstas, experimentadas en una extensión lla-
na, y hacia 1573, casi sin más discontinuidades que
La jurisdicción que su fundador asignaba a la ciu- montes y ríos? De hecho, no.
dad de Santa Fe comprendía un vasto territorio. Si En primer lugar, las distancias aquí eran casi
quisiéramos trazar, con estos datos, algunos «lími- siempre recorridas –y por esto mismo, vividas y
tes», tendríamos un enorme rectángulo que atravie- pensadas– cabalgando, y no a pie. En el área riopla-
sa los actuales territorios provinciales de Santa Fe, tense, 25 leguas de llanura podían cubrirse, a caba-
Entre Ríos, Santiago del Estero, Córdoba y Buenos llo, en dos días. Las leyes hispánicas relacionadas
Aires… Pero tratar de entenderlo con referencia a con este tema, datan de un periodo anterior al siglo
los actuales límites provinciales no sirve: es mejor XIII y, concretamente, dicen haber fijado las distan-
comprender qué cosa significaba, en aquél momen- cias jurisdiccionales en torno a las 5 leguas porque
to, el que un fundador decidiera nombrar como ju- era lo que un juez podía recorrer, a pie, ida y vuelta,
risdicción de la ciudad que acababa de fundar, esas en un día. Lo que importa es esto último.
extensiones aparentemente descomunales. Según el Primer Diccionario de la Real Academia
La información que dejó Garay, registrando dis- Española (1734), la legua era una extensión que se
tancias y extensiones que no tienen confines exactos pensaba «en tiempo»: el recorrido de una hora de
es de todas maneras muy precisa. La asignación de marcha a pie. La distancia de cinco leguas suponía
una jurisdicción que se extendía hasta 25 o 50 leguas una marcha de ida y vuelta (diez leguas, diez horas)
más allá de la ciudad, no proviene de la nada: está re- que podía realizarse en un día. Ese era el «radio» so-
lacionada con la administración de la justicia. bre el cual se suponía podía ejercerse la justicia de
El tipo de justicia que se administraba fuera del hermandad en las jurisdicciones de las villas hispá-
casco de la ciudad, en los términos de su jurisdic- nicas. Las diferencias de las dimensiones geo-métri-
ción, era la llamada justicia sumaria (oral, rápida, sin cas de la jurisdicción entre la concepción peninsular
abogados e in situ). En este sentido, exigía un con- y la rioplatense no se alteraba tanto en las propor-
tacto personal, por lo cual el radio de la jurisdicción ciones temporales. Además, y esto es crucial, no ha-
de una ciudad, su área de acción político-adminis- bía ciudades vecinas...
trativa, se acotaba a distancias que podían ser cu- Por otra parte, es cierto que al momento de la
biertas por sus jueces en un día. constitución del núcleo urbano santafesino, no había
76 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 77

motivos urgentes para preocuparse por esa justicia 1573, Jerónimo Luis de Cabrera había tomado po-
(llamada justicia de hermandad), en la medida en sesión del «Puerto de San Luis» el antiguo puerto de
que, de hecho, todavía no existía una población his- Gaboto; al día siguiente, de las tierras de los tim-
pánica sobre la cual ejercerla. Sí existía la posibilidad búes, cerca de Coronda, según Rui, hasta donde lle-
de una especulación diferente: al designar una juris- gaba la jurisdicción de la ciudad de Córdoba ahora
dicción amplia, la población originaria que viviera en y para siempre jamás.
ellas, quedaba sometida a la misma, es decir, se las in- Para Cabrera, casi todo lo que se encontraba «al
cluía bajo la jurisdicción de la ciudad a cuenta de una este» de la Cordillera de los Andes, era jurisdicción
posterior reducción efectiva a las autoridades cristia- de Córdoba. Sin embargo, en lo que concierne al li-
nas. Ensanchando la jurisdicción de la ciudad, se toral del Paraná, parece que llegaron a un «acuer-
multiplicaba la cantidad de indígenas que podrían ser do»: como se verá más adelante, mantuvieron amis-
encomendados a los vecinos. Por lo tanto, la dimen- tad y hasta casaron entre sí a sus descendientes.
sión jurisdiccional que fijó el fundador, puede pen- No menos cierto es que, con acuerdo y todo, se
sarse también en función de estas expectativas… siguió un pleito ante la Real Audiencia de Charcas,
La extensión asignada como jurisdicción «hacia que involucró a varios de los gobernadores que su-
el Tucumán» era la más problemática, dado que cu- cedieron a uno y a otro en sus respectivas jurisdic-
bría casi toda la distancia existente entre Santa Fe y ciones.
la misma ciudad de Córdoba. De hecho, la jurisdic- El motín ocurrido en Santa Fe el 31 de mayo de
ción santafesina hacia el oeste se superponía com- 1580 planteó, entre otras cosas, la incorporación de
pletamente con la que Cabrera había designado pa- esta ciudad a la égida de la gobernación del Tucu-
ra Córdoba hacia el este. mán. En 1588, Juan Ramírez de Velazco todavía so-
La crónica de Rui Díaz de Guzmán relata el en- licitaba a la misma Real Audiencia que se diera cur-
cuentro entre ambos fundadores –ocurrido según so a la extensión de la jurisdicción de la gobernación
algunos a mediados de 1573, y según el propio Ga- del Tucumán hasta los puertos de Santa Fe y Gabo-
ray pocos días después de la fundación de Santa Fe. to. Los problemas de jurisdicción fueron luego, con
Allí se dice que Cabrera socorrió a las huestes del el nacimiento del Estado Nación, problema de lími-
vizcaíno en medio de una emboscada preparada por tes entre provincias. Estos conflictos persistieron en
los indígenas, en las inmediaciones de la actual loca- la etapa de la organización nacional, llegándose a un
lidad de Coronda, 20 leguas al sur del sitio donde acuerdo recién en 1881.
Garay había asentado la ciudad. Estas latitudes, co-
mo se ve, no sólo formaban parte para Cabrera de la
jurisdicción de la ciudad de Córdoba: también esta- El reparto de la tierra…
ban siendo recorridas, reconocidas y conquistadas Garay escribió al Rey explicándole que, aunque ha-
por el fundador de Córdoba. El 17 de septiembre de bía repartido la tierra durante el acto fundacional,
78 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 79

no pudo escribir los títulos de solares y chacras has- La alimentación de los pobladores dependía en
ta después de 1576 (y en algunos casos, hasta mucho gran parte del cultivo de la tierra, lo que requería
después), según sus propias palabras, por falta de duros trabajos de preparación. Este trabajo era rea-
papel. lizado por los indígenas distribuidos en encomien-
En la asignación de parcelas dentro de la cuadrí- da, como mano de obra forzada o «libre», ya que a
cula urbana, el fundador contempló de manera pre- algunos se les permitía contratarse para trabajos es-
cisa la disposición escénica de las instalaciones cul- tacionales.
turales del poder e imprimió la huella de las prime- Las tierras de labrantío más accesibles eran esca-
ras diferenciaciones sociales entre los hombres que sas y, de todos modos, necesitaban de bastante ma-
formaron la hueste que lo acompañó: la amorfa no de obra, por lo cual las primeras reducciones in-
«tropa» dejó lugar a la constitución de un grupo de dígenas fueron ubicadas entre las tierras para cha-
«vecinos», con su jerarquía interna. cras y las tierras para estancias, donde pastaba el ga-
Los solares comprendían un cuarto de manzana, nado.
mientras que las «cuadras», generalmente destinadas Fuera del área de las tierras más fértiles y altas,
a viñas o frutales, eran manzanas completas ubica- Garay repartió las tierras para estancias, a uno y
das en la periferia de la ciudad. Luego de la designa- otro lado del Paraná.
ción de las autoridades del Cabildo, Garay señaló De «esta banda», es decir, en el actual territorio
también las tierras de la ciudad –el ejido– al norte, al de la provincia de Santa Fe, las mejores tierras se
oeste y al sur de la misma. Pertenecían, evidente- ubicaban entre los cauces del río Quiloazas y el
mente, a la jurisdicción de la ciudad, pero tenían las arroyo Salado Dulce y Saladillo. Las de «la otra ban-
características de los «propios», es decir, de un re- da», actual provincia de Entre Ríos, constituyeron
curso de la ciudad. franjas más extensas, de 5 o de 10 leguas de frente al
A la par de las mismas, se dieron tierras que de- río con fondo hacia el río Uruguay. Garay reservó
bían de servir de complemento productivo a los so- para sí y para sus herederos las que estaban justo en-
lares y viviendas; estos suelos, finalmente, fueron frente de la ciudad, y distribuyó, hacia el norte, ge-
destinados para el cultivo de los viñedos. Los terre- nerosas extensiones entre los hombres que conside-
nos para chacras y labrantíos, también repartidos raba más allegados.
entre los vecinos, se ubicaron en la adyacencia más Estas tierras fueron abandonadas a los pocos
inmediata, aunque más allá de las «cuadras» y fue- años, por los ataques indígenas y sobre todo duran-
ron llamadas «tierras de panllevar». Allí se dispusie- te la epidemia de 1608. Por este motivo, esas exten-
ron las «labranzas», cultivos de trigo y más tarde de siones se convirtieron en una zona muy propicia pa-
maíz, frijoles, frutales y algodón. Esas tierras tam- ra la reproducción del ganado alzado, que devino ci-
bién fueron usadas para la cría de ganado menor, marrón. El fruto de la reproducción de esos anima-
destinado al consumo de la ciudad. les, después de 1620, fue objeto de disputa entre va-
80 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 81

rios vecinos notables de la ciudad, todos ellos des-


cendientes directos de los primeros propietarios.
Las suertes de estancias ubicadas en el territorio
de la actual provincia de Santa Fe, fueron distribui-
das con frente a los ríos Paraná, y Salado, desde el
llamado valle Calchaquí hasta la desembocadura del
Salado. Estas tierras para estancias coinciden con el
comienzo de los terrenos donde se hacían las vaque-
rías; el ganado cimarrón, objeto de estas vaquerías,
se encontraba desde los límites del ejido hacia fuera,
siendo imposible precisar hasta dónde.

La cuadrícula urbana
y la distribución de los solares
El primer trazado urbano de la ciudad de Santa Fe
se organizó de acuerdo con el modelo implementa-
do en otros asentamientos coloniales, que disponía
que en las ciudades ribereñas, la plaza tuviera que
ubicarse a una cuadra de la orilla del río. Dado que
el plano original se ha perdido, el paisaje sugerido
por el arquitecto Calvo fue elaborado a partir de los
resultados de las excavaciones realizadas por Agus-
tín Zapata Gollán y de datos proporcionados por
los archivos. Recientemente, las prospecciones del
grupo de arqueología subacuática de la Universidad
Nacional de Rosario, han corroborado la existencia
de restos de viviendas que fueron literalmente «tra-
gadas» por el río, confirmando las hipótesis de Za-
Distribución de las Tierras para Estancias pata Gollán y Calvo.
en la jurisdicción de Santa Fe la Vieja
Fragmento de un plano elaborado por Augusto Fernández Díaz
La cuadrícula tenía unas diez manzanas de norte
a sur y seis de este a oeste. El reparto de los solares
en el trazado cuadricular ofrece la disposición no
sólo de la reproducción del patrón urbano, sino de
82 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 83

En este recorte del plano, la línea punteada repre-


senta el actual borde de la barranca del río San Javier
–entonces Quiloazas. La centralidad de la plaza,
médula de una organización geométrica del conjun-
to, no debe entenderse como «geográfica» sino co-
mo simbólica. Las nueve manzanas que conforma-
ban ese centro simbólico de la ciudad, presentaban
teatralmente las tecnologías del poder político local.
Por lo demás, la plaza, su epicentro, no sólo era el
lugar que se rodeaba de las sedes de los poderes y
donde se celebraban las fiestas, sino que era el om-
Hipótesis de la trama urbana que yace bajo el Río San Javier. bligo desde donde se pensaba la construcción del
Infografía tomada de «Santa Fe la Vieja: un proyecto de la Fundación Albenga»
en www.fundacionalbenga.org.ar resto de la urbe.
La iglesia Matriz ocupaba dos solares, mientras
las marcas de la jerarquía social que ese patrón pro- que, en la misma manzana, el solar con frente a la
ducía y reflejaba: plaza fue destinado en principio al cabildo. Garay
concedió el solar restante a Bernabé Sánchez, uno
de los peninsulares fundadores. En 1590, el Cabildo
se trasladó enfrente, al solar que había pertenecido
al capitán Francisco de Sierra –teniente de Goberna-
dor hacia 1577– comprado por el licenciado Gabriel
Sánchez de Ojeda en 1598 y más tarde, en 1644,
vendido por éste a la Compañía de Jesús. La manza-
na (hoy bajo el agua) que se interponía entre la pla-
za y el río, fue repartida en dos solares dobles: da-
ban a la plaza las puertas de la casa del fundador y la
del Adelantado Juan Ortíz de Zárate.
La de Garay, a su muerte en 1583, pasó a manos
de su hija Jerónima de Contreras y de su esposo
Hernandarias, mientras que la casa del Adelantado
perteneció luego al licenciado Torres de Vera y, más
tarde, también a la Compañía de Jesús.
Las manzanas centrales de Santa Fe la Vieja Los principales vecinos-fundadores recibieron
Luis María Calvo, Pobladores Españoles de Santa Fe la Vieja sus solares en este mismo segmento, reservado a las
84 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 85

instituciones del poder político y a los hombres más Para saber más
próximos a Garay. Así se premiaba su lealtad, con
una ubicación que les confería prestigio social. CALVO, Luis María La construcción de una ciudad his-
Fuera de estas nueve manzanas centrales, se ubi- panoamericana. Santa Fe la Vieja entre 1573-1660,
caban, no muy lejos, la iglesia y convento de San UNL, Santa Fe, 2005.
Francisco; un solar fue asignado a la iglesia destina- CALVO, Luis María Pobladores españoles de Santa Fe la
da a la doctrina de naturales –la parroquia de San Vieja, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires,
Roque– y, más alejadas del centro, estuvieron las 2000.
destinadas a Santo Domingo viejo y a la iglesia y ZAPATA GOLLÁN, Agustín Obras Completas, Universi-
convento de Santo Domingo. dad del Litoral, Santa Fe, 1990.
Mientras Santa Fe estuvo en ese sitio, a orillas del
Quiloazas, (es decir, hasta la década de 1650-1660)
ningún descendiente directo del fundador tuvo su
casa distante más de doscientos metros de la plaza
central.
Algunos peninsulares allegados al fundador po-
seyeron solares ubicados en un segundo plano: Ma-
nuel Martín, Hernando de Osuna y Juan de Espino-
sa recibieron dos o más solares, pero un poco más
afuera del proscenio dibujado por la plaza.
Esta es una de las operaciones que transformaban
a una urbe en una ciudad. La ciudad era mucho más
que plaza, calles y casas… Se trataba de una confi-
guración de elementos de distinto tipo, construida
con base en decisiones políticas. Esas decisiones ge-
neraban un verdadero espacio de confrontación,
donde los mejor relacionados conseguían benefi-
ciarse. La distribución material de ciertos pedazos
de tierra conllevaba la asignación simbólica de per-
tenencia a una centralidad social que, además, era
transmisible a los descendientes.
Capítulo 4

El suelo, el lugar y su gente

El Río de la Plata y su enamorado, el Paraná, habían


sido imaginados como el camino que llevaba a las
tierras del Rey Blanco. Esa tierra de promisión, se
supo pronto, distaba de la desembocadura del estua-
rio platense varios cientos de leguas. El litoral del
río era camino hacia las tierras de la plata, pero no
albergaba riquezas parecidas.
No había, en su lecho ni en sus entornos, minerales
preciosos. No contenía, ese suelo, un botín de guerra.
Las poblaciones originarias no siempre estuvie-
ron bien predispuestas a las alianzas. Eran grupos
móviles, distribuidos en el territorio como una diás-
pora: durante los primeros años de su existencia, el
poblado de Garay no tenía su permanencia garanti-
zada.
Las pequeñas ciudades fundadas sobre el litoral
de los ríos a finales del siglo XVI, como Santa Fe
(1573), Buenos Aires (1580) o Corrientes (1588), pa-
recen haberse consolidado durante la primera mitad
del siglo siguiente. Sin embargo, frente a las paradig-
máticas riquezas del Perú, cuya luz había funciona-
do como el horizonte que animaba la apertura de la
brecha sureste del subcontinente sudamericano,
siempre parecieron relativamente pobres.
88 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 89

Los pueblos originarios que habitaron esa fran- peos, es muy probable que las culturas de la zo-
ja litoral ocuparon la zona rioplatense en un pe- na tuvieran ya un contacto fluido con la guara-
ríodo tardío –la mayor parte de los sitios ofre- ní, que pasaba por un momento de expansión
cen registros encuadrables dentro de los últi- de su dominio hacia el sur.
mos 1500 años– y compartían un patrón de
asentamiento de tipo esporádico. Se trataba de La ciudad fue ubicada sobre la orilla más alta del
grupos sumamente móviles, que subsistían al- río nombrado como de los Quiloazas, en el extremo
ternando temporal y espacialmente la caza, la nordeste de lo que hoy se denomina la pampa hú-
pesca y la recolección. Los arqueólogos deno- meda. Según la expresión de Romain Gaignard, se
minan esas culturas como «Esperanza» y «Ri- trata de una planicie de clima regular, cálido y hú-
bereña Paranaense», y sus referentes étnicos medo, de suelo profundo y equilibrado, donde el
son los chaná-timbúes y querandíes. Los cha- pasto crece espeso. Pero, en rigor, hacia 1573, la
ná-timbú se movían entre los afluentes de la pampa húmeda no existía.
margen izquierda del Paraná y la cuenca del Sa- Los hombres de entonces entendían que el litoral
lí-Dulce, las salinas y el pie de la serranía en los de los ríos que confluyen en el de la Plata, y la lla-
actuales territorios provinciales de Córdoba, nura pampeana, eran dos dimensiones bien diferen-
San Luis y Mendoza. Se asentaban en campa- ciables. La oposición entre una llanura prácticamen-
mentos y hacían reocupaciones periódicas. Uti- te desarbolada y un litoral pródigo en cantidad y va-
lizaban hornos para cocer los alimentos que riedad de árboles era de por sí ya bastante brutal. El
obtenían gracias actividades de caza, recolec- eje este-oeste que tiene a las barrancas del Paraná
ción y pesca costera. Las culturas de la Ribera como punto de llegada contrasta con el corredor
Paranaense son más tardías aún; es probable norte-sur, sobre el que fue asentada Santa Fe y des-
que cazaran con boleadoras, trampas y con de donde la ciudad modificó ese mismo entorno.
puntas de madera. Pescaban con aparejos y uti- Las barrancas del Paraná son el abismo, el borde
lizaban la canoa, desplazándose al compás del donde el billar imperturbable de la pampa cruje y se
régimen de crecientes y bajas del río. Excepción desalma, de pronto, para zambullirse en el río.
hecha de los guaraníes, de las culturas taquara y Las «zonas grises», en el cruce de estos vectores,
tupí-guaraní y de algunos rastros dispersos de se definieron históricamente con la implantación de
cultura Goya Malabrigo –del grupo cultural de diferentes actividades productivas y con el tráfico de
la Ribera Paranaense– en la actual zona de San semillas en el que participó el ganado cimarrón pri-
Javier y en la desembocadura del Carcarañá mero y las tropas trasladadas después.
(controlada por los timbúes), casi no existen Según la apreciación del arquitecto Luis María
rastros de culturas indígenas agricultoras. Sin Calvo, visto desde una perspectiva geológica, el cor-
embargo, al momento de la llegada de los euro- te meridiano indica que se trata del extremo sur de
90 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 91

una vasta región subcontinental formada en el pe- La silueta geomórfica diseñada por los recorridos
ríodo de los modernos aluviones. Se trataría del fluviales que convergen en el sitio de la ciudad de
frente sur del Chaco Paraguayo. Santa Fe la Vieja no ha permanecido inmóvil en los
últimos cuatrocientos años. Esto se debe al concur-
so de factores naturales y humanos. El cauce del río
Salado ha variado en las cercanías de la actual ciudad
de Santa Fe, mientras que el río San Javier (antes
Quiloazas), hacia comienzos del siglo XX, en la
misma zona, mostraba ya un desplazamiento de su
tránsito hacia el oeste.
La tendencia parece estar señalada por el curso
mismo del Paraná, que nace al noroeste de Río de
Janeiro, en la confluencia del Paranaiba y el Grande
–una zona rica en diamantes– y sesga la tierra, cues-
ta abajo, en dirección suroeste.
El lecho del Paraná es de limo rojizo, cobertura de
una capa blanda de barro arenoso color plomo oscu-
Las Ruinas de Santa Fe la Vieja ro. Los suaves aluviones modernos dieron origen a
Infografía: www.fundalbenga.org.ar este fuerte tronco fluvial que recorre casi tres mil ki-
lómetros de norte a sur, rematando en múltiples ra-
mificaciones de regímenes de aguas menores que
forman, antes de su encuentro definitivo con el mar,
Este primer sitio elegido por Garay estaba filamentosos tejidos tramados por hilos de aguas e
«...elevado sobre el nivel del territorio circun- islotes de tierra, que conocemos como deltas.
dante y cae sobre el río en una barranca de seis El elemento dominante de este escenario es la
a siete metros de altura ofreciendo –como dice presencia imponente y poderosa de los ríos. Del Pa-
Joaquín Frengüelli– una vista de mirador hacia raná, sobre todo, pero también de sus afluentes y de
el este donde la zona aluvional del lecho del Pa- centenares de riachos interiores, que con las islas, te-
raná se extiende en un ancho de doce kilóme- jen un sofisticado laberinto.
tros hasta las barrancas de la costa entrerriana» La ciudad fue impuesta por los invasores euro-
Luis María Calvo, Santa Fe la Vieja peos a este paisaje que la desconocía, dando comien-
zo a una relación novedosa entre ese suelo y los
hombres.
92 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 93

El lugar visto y oído

«[Santa Fe] Está en un llano, tres leguas más


adentro, sobre este mismo río que sale 12 leguas
más abajo; muy apacible y abrigado para todo
género de navíos; la tierra es un fértil de todo lo
que en ella se siembra, de mucha caza y pesque-
ría. Hay en aquella comarca muchos naturales de
diferentes lenguas y naciones de una y otra par-
te del río, que unos son labradores, y otros no.»
Rui Díaz de Guzmán, 1612

La apreciación de Rui Díaz de Guzmán, que se re-


fiere a la ciudad en el momento de su fundación,
proviene de versiones de terceros, y evidentemente,
es una visión desde el Paraguay.
Quienes, al contrario, lo vieron desde Buenos Ai-
res, a finales del siglo XVI y a comienzos del siglo
XVII, no compartían su opinión acerca de la nave-
gabilidad de estos ríos. Para los que habían intenta-
do remontar el Paraná, que todos los tramos del río
principal y de los ríos secundarios que debían nave-
garse para llegar a la ciudad fueran tan «apacibles y
abrigados», era algo más bien dudoso.
La opinión de un viajero francés, Accarette du
Biscay, cuyo punto de vista se sitúa de sur a norte,
es un buen testimonio de esta segunda opinión. Du
Mapa del Río de la Plata
Biscay estimaba que cierto enorme banco que obs- Ruy Díaz de Guzmán (1605)
truye el paso un poco más arriba de Buenos Aires, era Fuente: Guillermo Furlong, El Transplante Cultural
un estorbo nada desdeñable.
Rui Díaz de Guzmán ordenaba los (escasos) ele-
mentos de su punto de vista de esta manera: accesibi-
lidad –el río apacible y navegable–, potencialidad del
lugar –una pretendida «fertilidad» de las tierras, me-
94 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 95

táfora temprana que será extendida siglos más ade- En este informe, la ubicación de la ciudad goza de
lante a la Argentina toda– recursos inmediatamente algunas peculiaridades. Ya había corrido el primer
disponibles –mucha caza y pesca– y habitantes «na- cuarto del siglo XVII, y el autor de la descripción,
turales» de diferentes naciones de indios a una y otra antes de hablar de Santa Fe, acababa de referirse a
orilla del río. La única marca edilicia, la única huella Buenos Aires. Parece estar haciendo un viaje –que
urbana, siempre según este cronista, habría sido una sabemos imaginario, pues no visitó estas tierras–
fuerte tapia, de la capacidad de una cuadra, con sus desde el sur hacia el norte. Vázquez escribió que
torreones, donde [Garay] se metió con su gente. Santa Fe había sido fundada sobre «el Río de la Pla-
La crónica de Antonio Vázquez de Espinosa de- ta»: como se ha visto, esta mimesis del río Paraná
cía de la ciudad de Santa Fe con el de la Plata, fue frecuente y hasta legítima.
Formaba parte de la manera en que los europeos co-
«...está fundada en una alta barranca a la ribera nocían este mundo. Pero lo importante es que el
del Río de la Plata a la parte del Tucumán, el si- cronista escribió que estaba fundada sobre el Río de
tio de la ciudad es maravilloso, tendrá 150 veci- la Plata a la parte del Tucumán. Este pequeño tramo
nos españoles, donde pone el gobernador de del relato, no sólo trasunta que Santa Fe estaba con-
Buenos Aires un teniente, tiene una iglesia pa- solidada ya como llave de paso hacia las tierras del
rroquial, conventos de Santo Domingo y San interior: también brinda una síntesis de cómo se ha-
Francisco. Cógese en su distrito abundancia de bían configurado los principales centros económi-
trigo, maíz y otras semillas con todas las frutas cos, administrativos y políticos en esta franja del vi-
de España y algunas de la tierra; hay muchas vi- rreinato peruano, cuyo centro se había desplazado
ñas de que se hace cantidad de vinos de los me- de Asunción a Buenos Aires.
jores de aquella tierra, la cual es muy regalada, Ya en el primer cuarto del siglo XVII, Santa Fe
abastecida y barata. Enfrente de la ciudad hay aparece señalada como paso «al Tucumán», y no al
en el río una isla de tres leguas, donde los veci- Paraguay. Esta apreciación es coherente con el cam-
nos tienen las mulas y caballos de su servicio bio jurisdiccional que, desde 1618, la incluyó dentro
con otras cosas de importancia. Tiene en el dis- de la gobernación del Río de la Plata, pasando de la
trito mucho ganado vacuno, de que hacen los órbita de Asunción a la de Buenos Aires. El espacio
vecinos corambre que envían a España, y mu- se estaba articulando de esta manera, conformando
cho que se lleva a la ciudad de Córdoba del Tu- un embudo que, cada vez más, canalizaba flujos ha-
cumán, que está a 60 leguas, y a Potosí; vale de cia el «pico» que, en la metáfora, está representado
ordinario una vaca en esta tierra dos reales y por la ciudad-puerto de Buenos Aires.
comprando cantidad vale menos; hay grandes Vázquez de Espinosa registró marcas escasas pe-
crías de mulas.» ro significativas: aunque omitió los materiales con
Antonio Vázquez de Espinosa, 1627 los que estaban hechas las casas –como sí lo anotó
96 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 97

para Buenos Aires– ubicó los vértices del poder que


ordenaba la villa: el teniente de gobernador –agente
político del gobierno de Buenos Aires, cuyo ámbito
de acción era el cabildo– y las sedes de la iglesia, ele-
mento de primer orden en la organización social y
simbólica de la frontera. Designó la agricultura con
la frase los frutos de España, es decir, considerándo-
la una marca de civilización introducida por los su-
yos. En el orden que sigue la descripción, la agricul-
tura es el primer elemento que aparece después del
casco urbano. La isla de tres leguas frente a la ciudad
–la de los caballos– y el «distrito» –dimensión no pre-
cisada que se extiende más allá del ejido, o de los tér-
minos más cercanos, reservados a las tierras de pan
llevar– era el lugar reservado a los ganados.
La isla –cuyo aspecto actual puede verse en la fo-
to– fue el sitio elegido por los vecinos, desde el mo-
mento de la fundación, para la guarda de los caba- Isla de los Caballos
Gentileza del Archivo General de la Provincia de Santa Fe
llos y otros ganados del común. Algunos vecinos Banco de Imágenes Florián Paucke
particulares, por su condición, guardaban los suyos,
ya que podían usufructuar este espacio común co-
mo una prolongación del propio.
El ganado ubicado cerca de la ciudad permitía ha-
cer algunas «industrias», que eran enviadas hacia las males, sí entendió perfectamente que ellos estaban
rutas peruana y atlántica, lo que muestra la articula- en la cúspide de los valores sociales de este espacio.
ción santafesina con los dos grandes polos económi- Por este motivo, el cierre de su relato es altamente
cos del universo en el que estaba inscripta: Potosí y significativo: captó cuál era la médula de los patro-
Buenos Aires. nes de medida, de las jerarquías del valor, que arti-
Vázquez de Espinosa terminó su descripción de culaban el lugar con el espacio, a escala virreinal.
la ciudad de Santa Fe hablando del valor de una va-
ca, expresándolo en un registro comprensible a es- La apreciación del Padre Mansilla, fechada, como
cala de imperio: los «reales», la moneda menuda. De la de Vázquez de Espinosa, en 1627, ofrece otra mi-
este modo, aunque el cronista no comprendió com- rada:
pletamente el valor monetario que tenían esos ani-
98 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 99

«Durante el viaje a las reducciones situadas en cluso, fue alimentada por los miembros de su pro-
el centro indígena, me tuve que detener en San- pio cabildo. Quizás, más tarde, sea prudente pensar
ta Fe, otra ciudad española y sobre la ribera del a quiénes convenía que esa fama de pobreza, recal-
Paraná. Hay allí cuatro jesuitas de los cuales cada una y otra vez por sus habitantes, fuera parte
tres son sacerdotes y el otro es un coadjutor. de la fama de la ciudad.
¡Pobre gente! Morirían de hambre si no se in- Por lo pronto, es hora de informarnos sobre los
geniaran en buscarse algunos recursos. Esta po- habitantes de este pueblo.
breza es igual en todos nuestros colegios. Las
fundaciones son muy escasas lo mismo que las
limosnas, por esto, la magnificencia real destinó Cuántos y quiénes
una suma que es repartida anualmente entre las Las fuentes que pueden consultarse para relevar da-
misiones, pero, verdaderamente, es necesario tos demográficos de Santa Fe la Vieja son realmente
un gran espíritu de inventiva para procurarse lo muy escasas.
necesario.» Los libros de la parroquia de San Roque –dedica-
da a la doctrina de naturales– no se han conservado.
Este punto de vista era compartido por los padres Los de la iglesia matriz contienen papeles entre los
provinciales de los colegios de la Compañía de Jesús cuales el más antiguo es un acta de bautismo que da-
de Córdoba y de Santiago de Chile. Les preocupaba ta del año 1634. Los dos libros de matrimonios y ve-
el escaso número de religiosos consagrados a la laciones inician su serie con un acta matrimonial de
evangelización y administración de los colegios, en 1642.
el marco de una permanentemente subrayada «po- A pesar de este panorama, puede obtenerse una
breza» del entorno. impresión de todos modos bastante precisa acerca
Lo interesante de estas descripciones es que no del número de pobladores de la ciudad para el pe-
narraban la ciudad en su sentido urbanístico, sino en ríodo fundacional y para el año de 1622, mientras
función de su ubicación en espacios más amplios: que, para 1639, se cuenta con información de un re-
Santa Fe era percibida por esos observadores desde ligioso, el padre Durán.
los diferentes corredores hacia los que conducían las Hacia el momento de su fundación, la población
puertas abiertas por su fundación… santafesina estaba compuesta por unos 70 u 80 veci-
Sus valoraciones soslayaban la miseria urbanísti- nos. Como se trataba de una «hueste», es decir, de
ca, privilegiando su posición como «...posta muy soldados al mando de un jefe, no se dispone de da-
ventajosa.» El estigma de una pobreza relativa, ma- tos ciertos en lo que concierne a sus mujeres o la fa-
nifestada en sus edificaciones precarias, en la pre- milia que pudieron haber traído. Sin embargo, se sa-
sencia de naturales que la jaqueaban y en la escasez be, por el documento que registra a quienes se em-
crónica de circulación de metálico, se mantuvo e, in- barcaron con Garay en 1572, que la mayoría de ellos
100 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 101

eran jóvenes solteros y de escasos recursos, hijos de Algunos papeles, sin embargo, dejan entrever
la tierra –es decir, de padres hispanos pero de ma- ciertas cosas. Cuando el maestro de primeras letras
dres indígenas–, a quienes Garay, incluso, proveyó Pedro de Vega quiso abandonar la ciudad, el Escri-
de armas. Las actas capitulares del periodo más tem- bano redactó un documento con una amonestación
prano dejan ver que la ciudad albergaba un cierto muy dura de parte del cabildo, que permite conocer
número de artesanos, que no eran consignados co- a los damnificados: un buen número de niños esta-
mo vecinos; también que en el casco urbano habita- ba a su cargo. En otros manuscritos, como los con-
ba un reducido número de indígenas que se desem- tenidos en el proceso judicial llevado adelante en
peñaban (probablemente de manera improvisada), Córdoba a propósito de la rebelión de 1580 –cono-
como forzados aprendices de los otros artesanos, en cida como «La rebelión de los siete jefes»–, puede
oficios vinculados con la construcción. encontrarse el relato de varias escenas en las que al-
Entre 1575 y 1580, el Cabildo prohibía permanen- gunos «rebeldes» y otros vecinos de la ciudad son
temente la salida de sus habitantes, manifestando su mencionados junto a sus esposas, en general muje-
preocupación por el escaso número de gente que re- res muy jóvenes de las cuales sólo se da el nombre.
sidía en la villa. Así sucedió en 1577, cuando se rebe- Otras veces, la información sobre la población
laron los indígenas reducidos, y el procurador de la puede obtenerse de documentación que parece ser
ciudad, Pedro de Espinosa, solicitó al Cabildo que no estrictamente económica.
concediera permisos para ausentarse de la ciudad a
ningún «español». Algunos que, como el maestro Pe- En 1622 la Corona autorizó una exportación de
dro de Vega, entre tantos otros, intentaron irse de la cueros vacunos. Por este motivo, el gobernador del
villa fugitivamente, fueron multados con cifras ex- Río de la Plata, don Diego de Góngora, ordenó un
traordinarias, de hasta 200 pesos castellanos. empadronamiento de vecinos, a fin de distribuir las
Puede decirse que entre 1573 y 1590, el número «cuotas» de exportación que permitiría a cada uno
de vecinos –hombres adultos mayores y casados, de ellos. El documento –conocido como «padrón de
con casa poblada– oscilaba entre los 70 y los 100, y corambre» o el «padrón de Góngora»– contiene da-
que el total de la población «hispánica» e hispano- tos de 127 personas: 118 vecinos varones y nueve
criolla no debe de haber excedido en ningún mo- mujeres. Dos (Isabel de Becerra, la hija de Hernan-
mento las 400 o 450 almas. El periodo crítico puede darias casada con Jerónimo Luis de Cabrera y Leo-
ubicarse, casi con certeza, entre 1576 y 1577. nor de Brito, casada con Eugenio de Ávila, a la sa-
Que no se trataba de puros hombres, se entiende zón detenido en Chuquisaca) habían tomado el lu-
por las presiones de la Monarquía para conceder la gar de sus maridos en la declaración; siete eran viu-
vecindad: estar casado era uno de los requisitos. Pe- das, y como cabezas de familia, tenían derecho a ex-
ro es verdad que en la documentación los datos so- portar un cuero más que lo asignado a la gran ma-
bre las mujeres no son muy generosos. yoría (tres en lugar de dos) a causa de su pobreza.
102 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 103

Los datos sobre los vecinos pueden confrontarse Paraguay a mediados del siglo XVII: continuaba ex-
con las actas del Cabildo de Santa Fe del año ante- pulsando hombres hacia el sur. Su población des-
rior y del año posterior al empadronamiento. Este cendía, incluso, a pesar de la enorme disponibilidad
método permite confirmar que la cifra ofrecida por de mujeres y del gran número de nacimientos que se
la fuente, si se toma como mínima, es fidedigna. La registraba cada año. No hay que olvidar que, a los
enorme mayoría de los vecinos que ocuparon un hijos nacidos de los casamientos entre hombres his-
puesto en el cabildo durante esos años figuran en es- pánicos y criollos con mujeres indígenas y mestizas,
te padrón; de esta manera, la población «hispánica» deben sumarse los numerosísimos hijos naturales
de Santa Fe, en 1622, quizás alcanzaba las 650 per- que los hispanos tenían con sus mancebas y concu-
sonas mientras que la total, contabilizando indíge- binas. Este fenómeno, no obstante, no alcanzaba a
nas y estantes, pudo haber llegado al millar. equilibrar la demografía del lugar, sobre todo por la
Años después, el número de pobladores parece migración de hombres jóvenes. Si bien Asunción fue
haber decaído un poco. el centro desde donde se disparó la fase exitosa de
Para el padre Durán, Santa Fe contaba en 1639 expedición y conquista del área rioplatense, a me-
sólo con cien hombres y ciento setenta mujeres –en- diados del siglo XVII no lograba contener la pro-
tre europeos e hispanocriollos. Si se compara con las pensión a abandonar la ciudad que manifestaban
cifras propuestas para 1622, la caída es importante, tanto españoles como criollos. Esa despoblación,
pero sorprende el importante número de mujeres. además, incluyó a los indígenas guaraníes que, como
Esta tendencia se verifica en las tres ciudades al sur indios de servicio, acompañaban la venida de los po-
de Asunción: en 1639, Buenos Aires, Santa Fe y Co- bladores a Santa Fe y Corrientes.
rrientes tenían un número de hombres adultos blan-
cos menor que en 1622.
En cuanto a la relación entre población indígena Enfermedad y muerte
e hispánica, se puede comparar con la ciudad de Co- Las poblaciones en general, y las indígenas en parti-
rrientes. En 1622, esta tenía 91 vecinos, 89 indios en cular, sufrieron los efectos devastadores de algunas
la ciudad y 1292 en dos reducciones. Santa Fe, unos olas epidémicas. En 1589, una tremenda epidemia
120 vecinos, 266 indios en la ciudad y 1007 en tres azotó regiones guaraníes, en Villa Rica. Según Juan
reducciones. Estos datos sugieren que para los mi- Carlos Garavaglia, en el Paraguay, durante 1592, la
grantes españoles, el cordón litoral al sur de Asun- epidemia abarcó desde Asunción hasta el Guayrá y
ción era poco atractivo y, además, que la diferencia- en la segunda década del siglo XVII, se extendió
ción como centro urbano entre Santa Fe y Corrien- desde esa región hasta el puerto de Buenos Aires,
tes –fundada quince años más tarde– no era grande. afectando incluso los poblados del río Uruguay. Los
Sin embargo, había panoramas todavía peores. guaycurúes sufrieron dos, mortales, en 1612 y 1617.
Así parece haber sido el que ofrecía Asunción del Por el Paraná se propagaron otras tantas durante
104 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 105

1615, 1618 y 1622. Las de la década de 1620 y de co-


mienzos de 1630, que azotaron la zona de la Otra
Banda del Paraná, afectaron duramente a la pobla-
ción originaria de las reducciones santafesinas tanto
como a las pequeñas familias indígenas que estaban
a cargo de estancias en esas tierras. Durante el desa-
rrollo de la ola epidémica que se inició a finales de
1605 y culminó en 1620, se produjo un reflujo de la
ocupación humana en la zona, por lo tanto, se debi-
litaron los vínculos intertribales e interétnicos, en
suma, sociales.
Esa epidemia se cobró sobre todo vidas de indí-
genas, pero también la de algunos miembros del
grupo hispánico, de animales domésticos y de gana-
do cimarrón. El área sufrió además la invasión de
grandes felinos (yaguaretés o pumas, llamados tigres Indios Abipones
por sus contemporáneos) que, ante el éxodo de hu- Ilustración de Martín Dobrizhoffer, en Historia de los Abipones
manos, virtualmente se adueñaron de los campos.
De los 266 indios que Góngora contabilizó en la
ciudad de Santa Fe hacia los años 1620s., 168 eran Mörner, su posición respecto de la Iglesia y de las
indios de servicio, 78 indias y 20 muchachos. Las re- autoridades fiscales comenzó a cobrar importancia.
ducciones albergaban 1273 naturales de la tierra. Los colegios jesuitas se mantenían gracias a los
Los primeros, a pesar de múltiples ordenanzas que beneficios que producían con la explotación de las
lo prohibían desde finales del siglo XVI, eran utili- tierras que habían adquirido o recibido por dona-
zados como sirvientes en casas, chacras y estancias. ción. Después de 1630, cuando debieron evacuar
Los jesuitas, que tan enconadamente se opusie- apresuradamente el Guayrá a causa de las epidemias
ron a la servidumbre indígena en las tierras del y de las invasiones de mamelucos paulistas, volcaron
Guayrá, no mostraron la misma actitud en Santa Fe el accionar de su congregación de lleno sobre el lado
durante este período. Probablemente estaban dema- este del curso del Paraná bajo y ambas márgenes del
siado ocupados en litigar con los encomenderos de Río Uruguay, llevando adelante la concreción de un
la región norte. No obstante, la década de 1620 viejo proyecto de Hernandarias de Saavedra.
muestra un importante avance en la participación de Aunque tampoco hay cifras precisas para consi-
los jesuitas en la vida social y política del microcos- derar la población indígena reducida en Santa Fe,
mos santafesino. Como lo ha señalado Magnus problemáticas tales como la «saca» de indios o las
106 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 107

disputas por «feudos» sobre indios eran temas rele- Para saber más
vantes para los vecinos de la ciudad, lo cual permite
inferir que no los había en gran cantidad. ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA –editora–
Hacia 1625, los vecinos consideraban que el nú- Nueva Historia de la Nación Argentina. 1 – La Argenti-
mero de indígenas disponibles para el servicio do- na aborigen: conquista y colonización, Buenos Aires,
méstico y otras labores era insuficiente. El padre pro- 1999.
vincial Francisco Vázquez Trujillo afirmó en 1630 ARECES, Nidia –compiladora– Poder y Sociedad: Santa
que un importante número de indios había perecido Fe la Vieja (1573-1660), Prohistoria, Rosario, 1999.
en un grave incendio ocurrido en la ciudad. Según su COMADRÁN RUIZ, Jorge Evolución demográfica argen-
opinión, se trataba de un castigo que el Señor les ha- tina durante el período hispánico, 1535-1810, Eudeba,
bía infligido, sin duda, por sus gravísimos pecados. Buenos Aires, 1969.
En 1647, sólo vivían en las reducciones unos 70 GAIGNARD, Romain La Pampa Argentina, Hachette,
indios colastinés y 200 calchaquíes. Muchos indíge- Buenos Aires, 1989.
nas habían huido hacia el norte. Por lo demás, los HERNÁNDEZ, Isabel Los Indios de Argentina, Mapfre,
cambios en la organización a los que habían sido so- Madrid, 1992.
metidos, los modificaciones en la dieta y, sobre to- TARRAGÓ, Myriam Los pueblos originarios y la conquis-
do, las alteraciones en sus ritmos vitales, afectaron ta, Tomo I de SURIANO, Juan (director) Nueva Historia
gravemente la reproducción de esas comunidades. Argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 2000.
En rigor, la disminución de la población indígena
por incendios, epidemias, huidas, desestructuración
comunitaria o traslados forzosos, fueron un factor
más en el marco de un estrechamiento general de las
condiciones de reproducción social de todo el con-
junto. Sin embargo, más allá del número de hom-
bres y de mujeres, la reproducción «biológica» de la
comunidad hispánica no termina de comprenderse
si no se observa, también, el funcionamiento de al-
gunos dispositivos culturales.
El próximo capítulo analiza la ciudad como di-
mensión política, como la arena donde se dirimía la
distribución social de los recursos materiales y sim-
bólicos de esta frontera, de este universo signado
por la inestabilidad, la incertidumbre, la violencia y,
por qué no, también por la creatividad.
Capítulo 5

Una sede periférica de la Monarquía Hispánica

La ciudad era un nudo en una red. Un elemento de


un conjunto. Fuera de ese conjunto, no era nada: la
ciudad de Santa Fe tenía sentido, para sus habitantes,
para sus observadores, para sus vecinos y para sus
víctimas, como parte de un cuerpo más vasto: el de
la Monarquía Católica en expansión.
Hasta 1593, el Paraguay fue gobernado por Ade-
lantados y sus tenientes; desde ese año, comenzó a
nombrarse un gobernador del Paraguay, dependien-
tes del Virrey del Perú. Entre 1573 y 1618, la ciudad
estuvo bajo la jurisdicción de la provincia del Para-
guay y Río de la Plata, cuya cabecera era la ciudad
de Asunción. Desde 1618, cuando esa enorme go-
bernación se dividió en dos (la del Paraguay, por un
lado y la del Río de la Plata, por el otro), la ciudad
fundada por Garay quedó bajo la jurisdicción de la
última, cuya cabecera se localizaba en la ciudad de
Buenos Aires. Durante los años de vida de Santa Fe
la Vieja –es decir, entre 1573 y 1660–, estas goberna-
ciones formaron parte del Virreinato del Perú y, es-
taban subordinadas a la jurisdicción de la Real Au-
diencia de Charcas. Este es el cuadro mínimo que
debe tenerse presente para conocer a qué autorida-
des de la Monarquía estaban supeditados el cabildo
110 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 111

santafesino y los súbditos vecinos o residentes en la


ciudad. Algunas jurisdicciones eclesiásticas serán
consideradas en el próximo volumen.

El Gobierno y las Justicias


Como en todas las ciudades fundadas por la Monar-
quía Hispánica en territorio americano, en el acto
mismo de su fundación, se instituyó en Santa Fe el
órgano de gobierno y se designó a los hombres que
iban a encarnar las funciones de gobierno y justicia.
El fundador tenía potestad y autoridad delegadas
para designar, en nombre del Rey, alcaldes y regido-
res para tener en justicia y gobierno a la ciudad nue-
va: en suma, para instituir el cabildo. Ciudad, go-
bierno y justicia eran, en el orden jurídico-político
de la Monarquía, indisociables.
El conjunto de la Monarquía se pensaba como un
cuerpo, como un organismo vivo donde cada una de
sus partes, ciudades y reinos, debían regirse, sino
por las mismas leyes, sí por los mismos principios. Firmas de algunos de los integrantes de la hueste fundadora
y de los primeros cabildos santafesinos

El cabildo: alcaldes y regidores


El cabildo se componía de alcaldes y regidores. Los
regimientos –asientos de los regidores, hombres ele-
gidos por el rey para representar sus intereses en los
concejos castellanos– habían sido introducidos en la compraba. Esto, sumado a la ausencia de un cuerpo
Monarquía desde el siglo XIV, como una cuña del orgánico de leyes que regulara el funcionamiento
poder del rey en los ámbitos locales. Las permanen- del cabildo y a la capacidad de éstos para redactar
tes insuficiencias económicas de las arcas Reales hi- normas específicas que permitieran su desempeño,
cieron que, bien pronto, esos oficios se pusieran en convirtió a los gobiernos locales en sólidas fuentes
venta. Por lo tanto, el oficio de regidor se patrimo- de producción de derecho y en entidades autóno-
nializó –es decir, pasó a ser propiedad de quien lo mas de gobierno.
112 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 113

La composición del cabildo santafesino siguió el los reinos peninsulares de la Monarquía Hispánica,
modelo de los que funcionaban en el Perú los cua- los mismos vecinos que ocupaban alcaldías o regi-
les, a su vez, se habían inspirado en los de Castilla. mientos se hicieron cargo, en un principio, de todas
Por lo tanto, se formó de dos alcaldes, seis regidores esas funciones.
y un escribano, presididos por el Teniente de Go- El aumento del número de vecinos y la compleji-
bernador. A diferencia de lo que sucedió en Córdo- zación del grupo hegemónico hicieron que, con el
ba, donde se aceptó desde el principio la presencia paso del tiempo, se crearan nuevos oficios y que la
de regidores perpetuos, Garay había decidido que en «doble ocupación» de cargos fuera desapareciendo.
Santa Fe fueran cadañeros, es decir, que no pudieran Esto aliviaba la carga de tareas para alcaldes y regi-
ocupar su silla por más de un año sin que mediara, dores, a la vez que ampliaba la oferta de plazas polí-
al menos, uno de «descanso». No obstante, también ticas para un número creciente de hombres deseosos
aquí, los regimientos se patrimonializaron muy de obtener participación y prebendas.
tempranamente: a comienzos del siglo XVII, estos Los fundadores de ciudades no traían consigo un
cargos se ofrecían a la venta en las almonedas públi- manual de procedimientos y, según puede verificar-
cas (especie de remates) que se realizaban en la ciu- se, no eran letrados de carrera; en general, tampoco
dad de La Plata, en la Audiencia de Charcas. Los habían sido miembros de concejos.
propietarios de las sillas (al puesto también se lo lla- Así como Garay y sus compañeros lo hicieron
maba silla), en general, hacían rotar en ellas a sus pa- hacia 1573 en la fundación de Santa Fe, la mayor
rientes o deudos. Comprar las sillas de regidores de parte de los fundadores realizaban estos actos según
un cabildo podía resultar un buen negocio: así se la costumbre, es decir, según aquello que su propia
conseguía instalar en el gobierno local a hombres experiencia, memoria o tradición adquirida les dic-
que no podían negar favores. Aunque esto suene ex- taba.
traño, hay que decir que era completamente legal. La ausencia temporal o la muerte del alcalde im-
Las leyes de la Monarquía lo favorecían y lo permi- plicaba que el regidor más antiguo lo reemplazara.
tían. Y lo hacían, porque estaba prevista la existen- Si, en cambio, el teniente de gobernador se ausenta-
cia de mecanismos para que el funcionamiento del ba, quien debía presidir la conducción política de la
cuerpo fuera, de todos modos, casi equilibrado... ciudad era el alcalde de primer voto. En el cabildo
El cabildo fue, también, sede de otro tipo de fun- santafesino, las elecciones eran celebradas por los
cionarios: oficiales de la Real Hacienda, alférez capitulares salientes en la primera sesión de enero de
Real, alguacil mayor de la ciudad, alcalde provincial cada año. Las mismas no eran «abiertas». En gene-
de la Santa Hermandad, depositarios, receptor de ral, un grupo reducido de vecinos se designaba en-
penas de Cámara, fiel ejecutor, etc. Excepción hecha tre sí y no fueron infrecuentes las presencias de
de los tesoreros de la Real Hacienda, que solían ve- hombres poderosos tratando de manipular este ya de
nir desde fuera de la ciudad, incluso desde alguno de por sí mínimo margen de libertad para elegir, lo que
114 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 115

no constituía, en absoluto, una anomalía. Ni en el Del alcalde de primer voto se esperaba que obra-
cabildo santafesino, ni en ningún otro. ra en conciencia. En la ceremonia durante la cual se
le confería su autoridad, juraba solemnemente que
guardaría la equidad, es decir, que cuidaría de dar
Los alcaldes: justicia y gobierno «el derecho a las partes».
La más antigua de las actas del cabildo santafesino Este era el principio de la equidad, pero también
que se conserva es de 1575 y corresponde a la pri- el de la justicia distributiva, que daba a cada quien lo
mera sesión del año. Allí se relata el acto simbólico que le correspondía según su estatus. En ese mundo
más importante de la vida de la ciudad: el rito por el político previo a las revoluciones liberales, que los
cual el Cabildo renovaba la cesión de la capacidad historiadores llamamos el Antiguo Régimen, la ad-
de administrar justicia, poniendo en manos de su ministración de la justicia, para ser justa, debía ser
encarnación local, el alcalde de primer voto, la vara asimétrica. El buen juez no era el que buscaba «lo
de la justicia ordinaria. justo» como un fin en sí, como si se tratara de algo
El primero en recibirla fue Juan de Espinosa, de- trascendente, sino el que daba a cada quien lo suyo,
signado por el fundador; tras la primera «elección», de acuerdo a su posición en unas relaciones que eran
lo sucedió Antonio Tomás, otro de los fundadores. fundamentalmente asimétricas.
El alcalde de primer voto era la pieza clave de la ad- El alcalde juraba sostener su humildad –no con-
ministración de la justicia ordinaria. siderar su palabra como la última, obligándose a
Los alcaldes eran dos: uno de primer voto (el que conceder apelaciones– y a realizar su labor «bien,
recibía la vara de la justicia) y otro de segundo voto. fiel y cristianamente». La asociación entre fidelidad
Estos, junto a los regidores, debían gobernar: dar y cristiandad no era casual: el imperio de la Iglesia
ordenanzas, atributo de la autonomía de los gobier- exigía ese vínculo, y la Monarquía Católica encarna-
nos municipales, y guardar el orden en la conviven- ba en el mundo terrenal los valores celestes que, des-
cia de toda la comunidad, preferentemente con su de luego, impregnaban la concepción del poder des-
consenso. A esto se le llamaba, en el siglo XVI, vi- de la teoría y desde su ejercicio.
vir en policía. El alcalde, entonces, debía administrar la justicia
El escribano era el encargado de registrar en las del monarca y de Dios, que otorgaba a cada una de
actas las discusiones entre alcaldes y regidores, así las partes lo que le correspondía según su derecho,
como de transcribir los autos de los procesos judi- es decir, según su posición en un marco de desigual-
ciales tenidos ante el alcalde de primer voto, titular dades que se reconocía como natural y querido por
de la justicia ordinaria, o del teniente de goberna- Dios.
dor. Los alcaldes ordinarios podían impartir justicia
«Alcalde» proviene de la lengua árabe. Al-Cadi, en primera instancia en pleitos sostenidos entre «es-
en el mundo musulmán, era el juez-gobernador. pañoles» y también entre estos e indios. En el caso
116 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 117

de que sus sentencias fueran apeladas, una vez con- El cuerpo de la justicia
firmada la misma por una Real Audiencia, ésta de- La palabra justicia se utilizó también para designar a
bía devolvérselas para su ejecución. Tenía que saber la persona que oficiaba de juez. Decir a fulano topó
leer y escribir y algunas leyes dadas por Carlos V y la justicia esta noche y le quitó las armas... significa-
Felipe II afirmaban que debía preferirse para este ba que alguien había sido interceptado por una au-
oficio a los conquistadores antiguos. Según expreso toridad con capacidad judicial.
mandato de esos monarcas, nadie que hubiera sido La identificación entre persona y potestad era
alcalde una vez podía ser elegido nuevamente antes otra forma de reconocer la prolongación de la auto-
de pasados dos años y de haber sido residenciado. ridad del rey en su justicia, es decir, en su ministro.
Esta regulación se llamó ley del hueco. Esta identidad entre el hombre y su función es
característica del pensamiento político-jurídico de
la época. Para citar un ejemplo: cuando el vecino de
Santa Fe Sebastián de Vera Mujica obtuvo un permi-
so del Teniente de Gobernador de Buenos Aires pa-
ra recoger vacas cimarronas, dijo haber sido autori-
zado por el justicia mayor.
La administración de la justicia requería de un
cuerpo, ya que Su Majestad debía estar siempre pre-
sente en todos sus tribunales, aunque no pudiera ha-
cerlo personalmente. Así, la capacidad invisible e in-
mortal de la administración de una justicia que no
podía ser atendida personalmente por el monarca,
cobraba cuerpo y vida en su ministro.

Las varas de la justicia


Pero el alcalde no era el único autorizado a adminis-
trar justicia en la ciudad.
Cuando pasaba por ella un Adelantado o un go-
bernador, cualquiera de ellos estaba investido tam-
bién de una vara: la de justicia mayor. Se preveía que
podían tomar parte en asuntos excepcionales por la
Portada de los Sumarios de la Recopilación
General de las Leyes de Indias (1627)
importancia del asunto o por el prestigio de las par-
Fotografía de Darío Barriera tes que entraban en disputa. Pero también podía to-
118 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 119

carles administrar justicia ordinaria, en casos nor- (1577 y 1580), la muerte del fundador (1583) y el as-
males y de poca monta, sólo por estar allí al momen- censo al primer plano político de su yerno, Hernan-
to de la presentación del denunciante. darias de Saavedra (desde 1592). A su vez, la ciudad
Lo mismo sucedía con los tenientes de goberna- enfrentaba problemas cada vez más complejos, lo
dor y estas situaciones se daban en Santa Fe, Buenos cual obligó al cabildo santafesino a acompañar esos
Aires, Corrientes, Córdoba, y en otras ciudades. cambios. Durante este proceso, la sencilla composi-
Por este motivo, para imaginar la composición de ción inicial de un cuerpo con dos alcaldes, seis regi-
los poderes en los siglos XVI y XVII, es necesario dores y un escribano presididos por un teniente de
despojarse de algunos prejuicios. Sobre todo, es im- gobernador fue adquiriendo otra forma. En algunos
prescindible olvidar de qué manera son las cosas casos, los nuevos oficios o cargos que se creaban tu-
desde que existen los Estados Nacionales. vieron como referencia situaciones precisas que in-
Algunas ciudades fueron sedes, también, de un terpelaron al cabildo exigiéndole la adopción de
alcalde mayor, funcionario Real de justicia al que es- «medidas correctivas». En otros, el enriquecimiento
taban sujetas varias ciudades. Cada uno de estos ofi- de su composición fue un derivado de la llegada de
cios –y hubo otros más– confería la autoridad para nuevos funcionarios, en general vinculados con la
administrar justicia. administración de la Real Hacienda, el ejercicio de
No solamente podía haber muchos administra- escribanías o de funciones vitalicias.
dores de justicia con la misma potestad. También Santa Fe designó su procurador antes de cumplir
había, efectivamente, muchos centros desde donde dos años de vida. Su función era gestionar para la
se producía derecho. ciudad cuestiones concretas frente a autoridades de
El rey no era el único capaz de fabricar leyes. Po- otra jurisdicción; aparte de esta tarea, como miem-
dían producir derecho, también, los municipios, los bro del cabildo, podía presentar denuncias y exigir
Consejos, los gobernadores, los visitadores y, ade- el cumplimiento de ordenanzas a otros vecinos.
más, la tradición oral: la costumbre de la tierra for- Desde 1576 se constata la presencia de un alguacil
maba parte del derecho no escrito. –quizás mayor. En principio, el cargo lo desempeñaba
un capitular –ese año, el procurador Romero. Pero
pronto se convirtió en un oficio cubierto por más de
Las cambiantes formas del poder político un año y, en general, por alguien que no ocupaba otro
Conforme la ciudad se fue afirmando, se modificó la cargo sino excepcionalmente, lo que sugiere que pudo
composición de su órgano de poder político y las haber sido un oficio venal. Se obligaba a estar del lado
relaciones que establecía con otros poderes. del rey si se producían revueltas y desobediencias. Su
Los primeros años de vida de la ciudad estuvie- nombramiento se hizo al calor de los malestares pro-
ron signados por algunos sucesos significativos: dos ducidos entre 1576 y 1577 por los excesos del goberna-
fuertes rebeliones contra la autoridad de Garay dor Diego Ortíz de Zárate y Mendieta y de su gente.
120 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 121

El tema del control interno de las «novedades» (desalojos), ejecutar medidas y ordenanzas del ca-
–palabra que se utilizaba para designar diferentes ti- bildo, inspeccionar los contenedores físicos de la
pos de alteraciones al orden establecido– apareció medida de la arroba, la media arroba, de los barriles
con mayor crudeza en 1581, el año después de la «re- de vino, el peso de los panes y, también, la fidelidad
belión de los siete jefes». Ese año se creó el cargo de de las romanas (balanzas) de la ciudad y de las par-
alférez de la ciudad (alférez Real). En su designa- ticulares. Al principio fue un cargo ejercido de ma-
ción, se recalcó que si se ofreciere alguna alteración nera rotativa entre los regidores, por dos meses ca-
o levantamiento, que sea de la parte de su majes- da uno, pero hacia el primer cuarto del siglo XVII,
tad... De esta manera, se corporizaba en un oficial de se transformó también en un oficio de carácter
la ciudad la investidura de la autoridad del rey. El al- anual, siempre practicado por un regidor. Tanto es-
férez debía portar el Real Estandarte como manifes- ta función como el asentamiento en la ciudad de un
tación de esa autoridad, en nombre de la cual se ha- tesorero Real, están íntimamente relacionadas con la
bía realizado la represión de la revuelta. Esta era una consolidación de las primeras actividades agrícolas
manera de reforzar la autoridad de la república, a –las primeras cosechas exitosas–, la fabricación de
través de imágenes y cuerpos. vino de la ciudad y, por sobre todo, con el despegue
A lo largo de esta década se constata la aparición de un comercio entre ciudades que se iba afirmando
del oficio de alcalde mayor (1583, presumiblemente lentamente.
convertido luego, también, en un oficio patrimo-
nial) y el de mayordomo de la ciudad (1584), desem- Un pedido curioso…
peñado por un vecino que no ocupaba en general Las funciones de un importante capitán –que de
otro asiento. hecho venía a la ciudad con la perspectiva de ser
El título de alcalde mayor que el Cabildo aceptó su Teniente de Gobernador– podían rozar cues-
a Antonio Tomás en 1583, muestra otra de las su- tiones bien alejadas del gobierno, la justicia y la
perposiciones en la administración de la justicia: guerra. Felipe de Cáceres, llegado en 1592 desde
también éste era «Justicia Mayor» en la ciudad, igual Asunción, recibió un particular ruego de parte
que el teniente de gobernador y que el gobernador . de los miembros del cabildo: le solicitaron que
En el caso de Santa Fe, además, las atribuciones de el domingo diera a los vecinos una plática sobre
este oficio se superponían masivamente con las del cómo se hace un depósito para granero…
teniente. Como puede adivinarse, fuente de proble- El cabildo, como se ve, se las arreglaba para ob-
mas... tener servicios pedagógicos fundamentales:
Otra función de importancia se cubrió con la de- gestionar la difusión de los conocimientos ne-
signación de cabildantes en el oficio de fiel ejecutor. cesarios para conservar los granos era, eviden-
Su función era la de controlar el respeto de los pre- temente, un asunto político de primer orden.
cios fijados por el cabildo, efectuar lanzamientos
122 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 123

¿Quiénes ocupaban las sillas en el cabildo?


El cabildo santafesino se formaba por dos alcaldes y
seis regidores. Los alcaldes, durante los primeros
años, siempre fueron peninsulares. Pero ya en los
años 1590 las regidurías fueron ocupadas por tres
vecinos «nacidos en la tierra» y tres «castellanos».
En la primera mitad de esa década, los «beneméri-
tos» –es decir, los primeros en haber poblado la ciu-
dad, los conquistadores más antiguos– no eran, ne-
cesariamente, castellanos. Los «hijos de la tierra»
habían obtenido vecindad e intervinieron en el cuer-
po capitular santafesino.
La «composición social» del grupo que accedió a
los oficios capitulares presenta algunos patrones:
hasta 1591, los alcaldes de primer voto siempre fue-
ron españoles peninsulares –incluido aquí Antonio
Tomás, que era portugués, de excelentes relaciones
con el grupo fundador, por el cual fue tratado como
español. Pero sólo durante los años de 1580, 1582,
1583, 1588, 1589, 1590 y en 1594, las regidurías se
repartieron, por partes iguales, entre peninsulares e
«hijos de la tierra». El resto de los años muestra un
predominio de estos últimos que, en muchos casos,
alcanzaron incluso cuatro o cinco regidurías y hasta
el oficio de alcalde de segundo voto.

La compleja trama de la identidad…


Auto de Buen Gobierno
La dicotomía entre peninsulares e hijos de la tierra
Cabildo de Santa Fe, siglo XVII
debe ser interpretada en su contexto. Los alinea-
Fotografía de Darío G. Barriera
mientos y las asociaciones, desde mi punto de vista,
incluyeron la cuestión del lugar de origen o de los
laureles de familia… Pero también intereses más
puntuales y concretos.
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El crédito o el descrédito que suponía el vínculo Por otra parte, el lugar de nacimiento –dentro de
de naturaleza (el lugar de nacimiento) involucraba, América– también transmitía algún tipo de valor
en realidad, algo más complejo: se trataba de una agregado –o de devaluación agregada. Por ejemplo,
combinación entre el lugar de nacimiento, la pureza los hijos de padre y madre peninsulares nacidos en
de la sangre y las relaciones cultivadas durante va- «el Perú» –españoles peruanos– tenían un estatuto
rias generaciones. Para empezar, los «españoles pu- de «españoles» inferior al de peninsular, pero a to-
ros» (esto quiere decir nativos de alguno de los rei- das luces superior a un hijo del mismo tipo de ma-
nos de la Monarquía que contara con carta de lim- trimonio nacido en Asunción del Paraguay. Esta su-
pieza de sangre) fueron reconociendo como sus pa- perioridad del vínculo de naturaleza, con su adjeti-
res a otros europeos, nativos de Amberes, o de Por- vo americanizante, reproducía la jerarquía interna
tugal, que muchas veces no tuvieron esa credencial de las sedes de poder de la Monarquía en América,
de pureza de sangre o, en otros casos, la compraron. dado que la centralidad de las principales ciudades
Además, pasadas tres décadas de la llegada de los es- del Virreinato del Perú expresaba la superioridad
pañoles que encararon la conquista, estos nativos de que este territorio trasuntaba sobre la gobernación
la Península ya tenían hijos nacidos en América, a paraguaya, su cabecera –Asunción– incluida.
los que transmitían su naturaleza de manera diversa. Pensar la identidad, como se ve, implica reflexio-
Un nativo de tierras americanas no tenía el mismo nar sobre criterios de agrupación atravesados por
estatuto si había nacido de un matrimonio legítimo apreciaciones que algunas veces tienen su origen en
o de una relación de amancebamiento. En el marco relaciones que no son evidentes.
del matrimonio, el padre español podía transmitir Los hijos de padre español y de madre no consig-
naturaleza entera si su mujer era también española, nada –es decir, de madre indígena– fueron llamados
pero no era plena si se había casado con una indíge- en el Paraguay, durante el siglo XVI, «hijos de la tie-
na. El amancebamiento, en general, daba lugar al rra». Si pensamos que a comienzos del siglo XVII
nacimiento de hijos naturales, no siempre reconoci- Asunción tenía una población de 2000 personas, un
dos, y que eran designados genéricamente como hi- 90 % de las cuales eran mujeres indígenas, y se aso-
jos de la tierra. cia este dato con la escasa cantidad de mujeres euro-
peas ingresadas con los primeros españoles al área
Como se ve, la naturaleza tiene que ver sólo par- en 1537, es evidente que, hacia 1570, la mayor parte
cialmente con el lugar del nacimiento, porque toma de los hombres jóvenes –por ejemplo los embarca-
en cuenta, además, el tipo de relaciones en las que se dos con Garay a la fundación de un puerto (60 so-
involucraba el progenitor: la pureza de la sangre no bre 70)–, eran hijos de madres indígenas. Eran, y es-
era una cuestión química, sino un derivado de los to es lo pesado, «hijos de la tierra». Es por esto que
valores religiosos y los valores sociales que participa- la adopción del apellido materno entre los hijos de
ban en la clasificación de las relaciones de familia. españolas no sorprende, ya que funcionaba como
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un elemento simbólico que permitía exhibir una producía descontentos. No la discriminación basada
identidad más conveniente, en este caso, la vincula- en el lugar de nacimiento, sino la preferencia de
ción con un pasado español por las dos vías (mater- unos por sobre los otros, sobre cualquier base.
na y paterna). En este sentido, el hecho de que los alcaldes, al
Tampoco debe sorprender la mimesis entre los principio, hubieran sido en general peninsulares,
vientres indígenas y la tierra. Muchas sociedades también tiene su explicación: se suponía que domi-
crearon o recrearon diferentes versiones del mito de naban la escritura y que eran portadores de una cier-
la «madre tierra húmeda», presente tanto en cultu- ta cultura jurídica, aprendida en la vida cotidiana
ras americanas, indoeuropeas o eslavas. durante los años de residencia en la Península o en
En Santa Fe, hasta finales del siglo XVI, ser hijo Asunción o en el Perú… Pero también porque la ex-
de padre español de nada valía a la identidad políti- pectativa de la lealtad se construía con base en rela-
ca deseable para ocupar una alcaldía de primer voto ciones mantenidas desde antiguo.
si la madre no portaba el mismo atributo. Esta dis- Puede afirmarse sin faltar a la verdad que las ne-
criminación entre españoles e hijos de la tierra es co- gociaciones entre los «puros» y los «contaminados»
rrecta: pero no es racial ni se debe al lugar de naci- estuvo presente desde el primer momento.
miento sino a las relaciones y a los valores que esas La noche de corpus de 1580 es recordada por la
relaciones sociales involucraban. Por otra parte, historiografía de la provincia como la «rebelión de
tampoco explica relaciones de exclusión política por los siete jefes». Creo que de una manera algo confu-
sí sola… Un hijo de la tierra, bien vinculado, leal sa, se ha difundido cierta imagen heroica del hecho
servidor del proyecto hegemónico, difícilmente fue- que consiste en presentar a algunos «hijos de la tie-
ra «perseguido» por sus pares peninsulares: bien al rra» dando el primer grito de libertad en América…
contrario, seguramente fue apoyado, promovido y Nada más falso: mientras Garay había ido río abajo,
mejorado en su situación por alguno de sus jefes. a la refundación de Buenos Aires, un grupo de veci-
La presencia en el cabildo de hombres nacidos de nos, que tenía participación activa en el cabildo, li-
madres indígenas, hijos naturales o bien, de hom- deró una revuelta que depuso a las autoridades de la
bres de la tercera generación de conquistadores del ciudad leales a Garay. El propósito de la conjura era
Paraguay en el gobierno de la ciudad de Santa Fe era el de poner a la ciudad de Santa Fe bajo la jurisdic-
necesariamente importante: fueron la mayoría de ción de la provincia del Tucumán, gobernada por
los hombres venidos con Garay, y sin su inclusión, Gonzalo de Abreu. Éste había ofrecido a los rebel-
ningún equilibrio político, aunque fuera precario, des mejorar su situación: apoyo con armas, caballos
hubiera sido posible. La dominación no puede ejer- y, además, les había asegurado que tras la revuelta
citarse sin consenso, y Garay lo sabía. Por lo demás, ellos gobernarían la ciudad. El acuerdo para hacer la
ningún órgano de gobierno de la Monarquía preveía rebelión fue firmado por treinta y tantos hombres:
la presencia de todos los vecinos: esto, desde luego, veinte de ellos cambiaron de opinión y, a la mañana
128 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 129

siguiente de la noche del alzamiento, fueron los mis- En una carta dirigida por el alguacil mayor Sebas-
mos que reprimieron la revuelta. Todos eran hijos tián de Aguilera y el regidor Diego Tomás de Santu-
de la tierra: rebeldes y represores. chos al gobernador Fernando de Zárate en diciem-
A la salida del motín de 1580, lo que aparente- bre de 1593, la figura del gobernador fue definida
mente era un grupo, al calor del conflicto, se fraccio- como «Lugarteniente del Virrey Capitán General y
nó y creó dos: la afirmación del grupo triunfante fue Justicia Mayor de las dos gobernaciones del Río de
la consolidación, aparentemente paradójica, de algu- la Plata y del Tucumán por el Rey....»
nos de los hijos de la tierra, convertidos en benemé- Este lugarteniente del virrey designaba su tenien-
ritos por razones de antigüedad (formar parte de la te en las ciudades importantes de la provincia (en el
hueste), de precedencia social (posesión de solar, ve- caso y para el período que nos ocupa, no habría más
cindad, propiedades y encomiendas) pero sobre to- que tres o cuatro). Su presencia pretendía ser, al me-
do de lealtad. Era el servicio que habían prestado a su nos desde temprano, el largo brazo del gobernador.
jefe (Garay) y al Rey, lo que los convirtió en bene- El teniente era, entonces, la manifestación física de
méritos. Quienes tomaron el control del cabildo san- la voluntad del gobernador: pero también, la prueba
tafesino desde entonces no dejaron de ser «hijos de más irrefutable de su ausencia.
la tierra» ni pasaron a ser «españoles»: lo que recicló Debía jugar el papel de gozne entre dos niveles:
sus identidades y, de hecho, benefició el prestigio de uno, el lugar desde el cual era designado, el otro, el
ser hijo de la tierra fue su participación en la repre- lugar donde debía llevar adelante su tarea. Era el en-
sión del mismo conflicto que habían iniciado. Fue, lace entre el gobierno de la provincia del Río de la
curiosamente, un premio a la lealtad de los traidores. Plata y el gobierno local. Fue una de las tantas bisa-
Los hijos de la tierra hicieron pie con firmeza gras que permitían el funcionamiento de la Monar-
desde los inicios, subrayando su presencia y preemi- quía. Este rol de articulador entre horizontes admi-
nencia cuando, tras reprimir la rebelión que ellos nistrativos y de gobierno, no dependía únicamente
mismos habían planteado en 1580, se alinearon de- de las atribuciones conferidas al cargo por la norma-
trás de la bandera de la honra de su rey. tiva, ni siquiera por los mandatos más informales –y
quizás políticamente más operativos– del goberna-
dor de turno. Las distintas definiciones de los alcan-
El gobernador y su teniente ces de este cargo emergían de la negociación de
Aunque la ciudad de Santa Fe, en varias ocasiones, aquellos mandatos con las limitaciones que imponía
hospedó y hasta dio residencia a gobernadores y el gobierno municipal. Los miembros del cabildo
Adelantados, nunca fue oficialmente su sede. La se- estaban dispuestos a ampliar, acotar, delimitar o exi-
de del gobernador al cual estaba sujeta la ciudad de gir el cumplimiento de tales o cuales requisitos a un
Santa Fe fue Asunción, hasta 1618 y después de ese hombre que, por otra parte, en ocasiones ellos co-
año, Buenos Aires. nocían mejor que su propio jefe.
130 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 131

Sus funciones estaban vinculadas con el gobierno cabecera de la gobernación; otras, la fluidez de sus
y con la justicia, ya que portaba vara de justicia ma- contactos. En diciembre de 1619, el teniente de go-
yor. Pero, sobre todo, se esperaba de él que tomara bernador Alonso de Ávalos, fue comisionado por el
las decisiones impostergables relativas a la defensa Cabildo para reclamar y negociar en Buenos Aires,
de la ciudad: en una ciudad que era fronteriza, las ante el gobernador Góngora, licencias de vaquería y
cuestiones de guerra eran cruciales. ordenanzas de vaqueo –de permisos para recoger
Los asuntos de guerra, pacificación, reducción y ganado cimarrón. Un regidor, Cristóbal de Arévalo,
castigo de los naturales tenían, en esta ciudad que impugnó esa designación y solicitó –con éxito– que
recién se asentaba, capital importancia. Esto le con- la negociación la realizara Sebastián de Vera Mujica,
fería autoridad y prestigio, pero también responsa- que era vecino de la ciudad… En este caso, es muy
bilidades y urgencias. posible que el regidor Arévalo haya considerado le-
El teniente de gobernador era también el encar- sivo para los intereses locales que ese negocio fuera
gado de nombrar «...caudillos y caporales....», pe- tratado por alguien de confianza del gobernador,
queños jefes pobremente armados que, abusando prefiriendo que la representación la realizase un ve-
del lenguaje, podría decirse que componían las «mi- cino. También es posible que tuvieran otros nego-
licias» que la ciudad disponía para defender sus tér- cios que tratar en Buenos Aires, y por eso, como su-
minos de ataques indígenas y de bandidaje. Las cedió en otras ocasiones, se intentaba imponer el
cuestiones relativas a los indios comprendían los nombre de un vecino que podía atender otros asun-
tres ámbitos de su desempeño: debía gobernarlos, tos.
combatirlos (guerra) y, si fuera necesario, juzgarlos. La figura del teniente no era percibida de una ma-
Presidía las sesiones del cabildo, para lo que tenía nera unívoca: ni durante los primeros años de la ciu-
voz y, eventualmente, voto. Su intervención era de- dad (cuando normalmente fue un vecino) ni duran-
cisiva cuando había que desempatar las votaciones te el siglo XVII, cuando el hombre de confianza del
en algún asunto. En ocasiones, cuando se los desig- gobernador provenía casi siempre desde Buenos Ai-
naba, se le confería el poder de remover cargos del res. Su gestión podía afectar intereses negativamen-
cabildo. te, pero también podía encontrar aliados bien dis-
Otras funciones provenían de poderes otorgados puestos, ávidos de aceitar sus relaciones con la cabe-
por el Cabildo para realizar una tarea específica. cera de la gobernación. En definitiva, su rol de bisa-
Aunque la representación de la ciudad frente al go- gra entre gobiernos –el provincial y el local– carac-
bernador u otras autoridades recaía normalmente en terizó la función, provocando adhesiones y descon-
un vecino investido de la figura de procurador, algu- tentos según favoreciera los intereses de los unos o
nas veces fue depositada en el mismo teniente de go- de los otros. Lo que de todos modos queda muy cla-
bernador. Esto se debió, en general, a razones prác- ro es que cuando la ciudad se veía en apuros, se car-
ticas: en ocasiones, se aprovechaba un viaje suyo a la gaba sobre esta figura todo el peso de la defensa de
132 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

la frontera; en cambio, cuando la ciudad tenía que Capítulo 6


defender sus intereses, el largo brazo del goberna-
dor quedaba firmemente atrapado entre las muchas Asuntos del común
manos de los humildes pero poderosos vecinos… la agricultura, el pan, el vino,
los precios y el comercio

Se ha visto cómo estaba compuesto y organizado el


Para saber más cabildo, que este era el gobierno de la ciudad y se ha
reseñado qué conflictos podía sostener con los dele-
BARRIERA, Darío «La ciudad y las varas: justicia, justi- gados de sus autoridades superiores. Sin embargo
cias y jurisdicciones», en Revista de Historia del Dere- ¿por qué motivos sería tan importante hacer parte
cho, Núm. 31, Buenos Aires, 2003. de esa pequeña reunión, casi íntima? ¿Qué cosas de-
CARZOLIO, María Inés y BARRIERA, Darío Política, Cul- cidían en el cabildo de la ciudad esas pocas personas
tura, Religión. Del Antiguo Régimen a la formación de que allí se reunían? ¿Por qué su nombre, en nuestra
los Estados Nacionales. Homenaje a Reyna Pastor, Pro- memoria, está asociado a la imagen muy fuerte de
historia Ediciones, Rosario, 2004. un lugar donde se han tomado decisiones extraordi-
SIERRA, Vicente Historia Argentina, Tomos I y II, Buenos narias? ¿Debemos esa imagen idealizada solamente
Aires, 1970. a los manuales escolares y a las ilustraciones de re-
ZORRAQUÍN BECÚ, Ricardo Los Cabildos Argentinos, vistas infantiles?
Buenos Aires, 1956.

La sede de la política
Sobre la «rebelión de los siete jefes», por su curiosa forma y El cabildo era la sede del poder político local y la
por su carácter apasionado, destaca Aquella noche de corpus, política era, y es todavía, el ámbito donde se discu-
el cronicón poemático de Mateo Booz, publicado en 1942. te, institucional o extrainstitucionalmente, la distri-
bución de los recursos materiales y simbólicos. So-
bre todo, los que denominamos económicos.
Durante el periodo colonial, las decisiones sobre
asuntos que interesaban a toda la comunidad se to-
maban en el cabildo. Por este motivo, los temas que
134 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 135

allí se trataban eran considerados asuntos del co- Medir las cosas, pensar los valores
mún. Cuando se defendía los intereses de la ciudad Convertidos en vecinos y reunidos en cabildo, los
por encima de los de otros, se decía buscar el bien de hombres que fundaron Santa Fe sabían que era im-
toda la república –ya que el término república, figu- prescindible medir, tasar, pesar y valorizar confor-
rando la «cosa pública», significaba también el inte- me a un único criterio, puesto que la existencia de
rés de toda la ciudad. más de una regla agitaba los ánimos y dificultaba los
En este dispositivo, entonces, se tomaban decisio- intercambios. Debía establecerse un marco de refe-
nes importantes que afectaban a todos los miembros rencias para poder vivir en razón. Esto era impor-
de la comunidad. Esas decisiones, algunas veces tante para la convivencia interna. Pero también era
afectaban incluso la vida de quienes solamente esta- muy conveniente tener criterios sobre pesos y me-
ban de paso por ella. didas similares a los utilizados en otras ciudades con
Lo que despertaba el interés por integrar ese las que se tenía trato.
cuerpo era que las decisiones tomadas por el Cabil- Las discusiones sobre pesos, medidas, precios,
do tenían un impacto general sobre la vida de todas aranceles y otras equivalencias siempre estuvieron
las personas que formaban parte de la comunidad. vinculadas al universo de la producción y del inter-
Sus resoluciones se expresaban a través de autos cambio. Existen muchas maneras de entrar en este
de buen gobierno, de ordenanzas o de bandos, y mundo: una de ellas es describiendo sencillamente
eran voceadas en la plaza pública por un pregonero. qué cosas se plantaban, cuáles se compraban y qué
Como puede verse, la publicidad de las leyes del otras se vendían en la ciudad. Sin embargo, comen-
municipio dependía de la voz que corría… Era nece- zar a conocer las actividades ligadas a la superviven-
sario, por lo tanto, estar atento a lo que se decía en la cia y a la reproducción de las comunidades a partir
plaza o, al menos, estar comunicado con quien pasa- de los criterios que utilizaron para medir la tierra,
ba bastante tiempo cerca de ella: así, pequeños mer- pesar los granos o pagar los servicios de artesanos,
caderes, lavanderas, proveedores de alimentos y has- permite acceder a los datos desde una mirada mucho
ta jóvenes artesanos debían hacer correr la voz para más apasionada: la que tenían sobre su propia reali-
que esas decisiones se convirtieran en pública voz y dad los hombres y las mujeres que decidían qué co-
fama. El rumor, el aviso y el chisme mantenían in- sas hacían con sus huesos y sus pescuezos.
formado a quienes vivían algunos metros más allá de
la plaza... Esto, claro está, no valía sólo para las deci-
siones del cabildo: el rumor llevaba y traía, también, Medir la tierra
informaciones consideradas más sabrosas. Lo primero que se repartió fue la tierra. Esto signi-
fica que, decidir de qué manera se medían las exten-
siones que se estaban asignando, fue un asunto apre-
miante que debió resolverse en la primera hora.
136 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 137

Hoy en día está en vigor el denominado sistema


métrico decimal. Sin embargo, el mismo no existe
desde siempre: en realidad, es bastante reciente y fue
el primero en tomar en cuenta fenómenos astronó-
micos independientes del hombre.

El Sistema Métrico Decimal es el único que ame-


rita llamarse «sistema», porque todos sus ele-
mentos están relacionados entre sí a partir de
proporciones exactas, invariables y universal-
mente válidas. Esta «universalidad», es justo re-
cordar, fue trabajosamente impuesta a partir del
primer cuarto del siglo XIX. Es también el pri-
mero, en toda la historia de la humanidad, basa-
do en una convención internacional que se pre-
tende universal e inextinguible. Un sistema de
Estados Nacionales reconoce su validez. En la
República Argentina, fue adoptado por una ley
sancionada el 10 de septiembre de 1863. Otra ley,
del 13 de julio de 1877 estableció su uso obliga-
torio, para todo el territorio nacional, en todos
los contratos y transacciones comerciales, que-
dando sin efecto el uso de pesos y medidas de
otros sistemas desde el 1 de enero de 1887.

Hasta entonces, se convivía con unidades de me-


dida de diferente tipo, que no constituían, precisa-
mente, un sistema. Algunas, por ejemplo, eran an-
Plano de Garay tropométricas (es decir, fijaban equivalencias hacien-
Reparto de solares en la ciudad de Buenos Aires do referencia a distintas partes del cuerpo humano)
(el de Santa Fe no se conserva) otras, itinerarias (utilizadas para medir extensiones
de camino). A estas también se las llamó geométri-
cas, es decir, unidades para medir la tierra. Ciertas
medidas eran válidas para líquidos y sólidos; algu-
138 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 139

nas extensiones geográficas se pensaban en tiempo, y ducían una diversidad importada de la Península
además, las mismas unidades no medían lo mismo Ibérica.
en todos los reinos ni en todos los pagos... Confir- Así, por ejemplo, el «paso» –medida que valía 5
mado: no había un sistema de medidas. pies y de la que hacían falta 3600 unidades para ha-
La medida más frecuentemente utilizada para me- cer una legua– presentaba en la Península diferen-
dir la tierra fue la legua. Sin embargo, su extensión cias regionales marcadas. Al contrario, la vara para
variaba de una provincia a la otra. Así, en el Río de la medir el lienzo, utilizada por comerciantes que cir-
Plata tenía una extensión diferente que en la del Tu- culaban por todas partes, gozaba de mayor homo-
cumán. Juan de Garay, al repartir las tierras entre su geneidad. Por lo tanto, la legua utilizada por Garay
hueste, en Santa Fe y Buenos Aires, utilizó una legua parece haberse compuesto no a partir de «pasos» si-
de 6.000 varas. La legua utilizada, de 6000 varas, te- no a partir de «varas de medir lienzo». Unidades an-
nía equivalentes antropométricos: 18000 pies, 3600 tropométricas (pies y pasos) coexistían con las de-
pasos geométricos o 7.200 pasos comunes. Esta le- nominadas «itinerarias», «agrarias» o «geométricas»
gua era una quinta parte más extensa que la «legua –que cubrían la insuficiencia de las primeras para
jurídica», de 3000 pasos geométricos (tres millas) y medir grandes extensiones y su relación de propor-
un diez por ciento más corta que la castellana (de cionalidad, siempre era materia de discusión.
4000 pasos). España no tuvo una legua única hasta Como otros intentos anteriores (el de Alfonso el
1801. Es por esto que cualquier generalización que Sabio en el siglo XIII y el de los Reyes Católicos a
se haga respecto de su medida para los siglos anterio- finales del siglo XV), la Pragmática dictada por Fe-
res está simplificando groseramente una realidad ri- lipe II en 1587 condenaba el uso de medidas hetero-
ca en diversidades. géneas dentro de la Monarquía Hispánica y también
Como puede imaginarse, la adopción de diferen- en de sus provincias americanas. Al gobernador del
tes extensiones para la misma medida podía originar Río de la Plata se le ordenó la utilización de la «le-
algunos conflictos entre ciudades y hasta entre par- gua vulgar» en lugar de la «legua legal». Sin embar-
ticulares. Sin embargo, como los territorios no eran go, como en muchas otras ocasiones, la voluntad del
efectivamente controlados en toda su extensión y monarca podía quedar en letra muerta…
hasta todos sus confines, solamente hubo pleitos en Medir la tierra formaba parte de una operación de
situaciones muy puntuales, cuando alguien realiza- importancia capital: delimitar las parcelas asignadas
ba algún reclamo. en propiedad. En algunos cabildos, como en el de
Un gran estudioso de estos temas, el ingeniero Buenos Aires, hubo un «medidor de tierras». En
Augusto Fernández Díaz, opinaba que pesos y me- Santa Fe, la función la ejercía el fiel ejecutor, aunque
didas, en América, fueron diferentes entre sí a causa algunas veces la tarea era encargada a personas peri-
de los disímiles bagajes culturales que traían consi- tas e informadas. La intervención del «medidor de
go los conquistadores. Esto quiere decir que repro- tierras» o «amojonador» generaba un arancel que
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no siempre era pacíficamente pagado por el intere- La coyuntura del traslado de la ciudad vieja a su
sado. sitio actual avivó una pequeña ola de reclamos com-
En coyunturas particularmente conflictivas (co- pensatorios por parte de quienes se denominaron
mo las vividas en Santa Fe a finales de la década de «afectados» o «con necesidad de reparación» por la
1620 o durante la década del trasiego, 1650-1660) traza y el reparto en el nuevo territorio. No estuvo
los vecinos reclamaron reamojonamientos, nuevos a la zaga el número de quejas por imprecisión en los
repartos, compensaciones y hasta nuevas medicio- amojonamientos de las estancias. Los lindes entre
nes a las que, en ocasiones, debió asistir el mismo al- las propiedades se establecían con las típicas marcas
calde ordinario –lo que confería al acto el carácter del paisaje, perceptibles visualmente: los puntos de
de un auto judicial. El otro motivo que volvía fun- referencia para los vecinos de Santa Fe eran aguadas,
damental medir la tierra era la demarcación de los arroyos, árboles llamativos, una punta en la ribera…
«mojones» de la ciudad. Cada año se arrendaba la
«mojonería».
El amojonamiento estaba ligado a las marcas ju- El guardián de las justas medidas
risdiccionales pero sobre todo al pago de algunas El Cabildo entendía que unificar pesos y medidas
rentas: el «derecho de mojón» (una tasa a la entrada era un síntoma civilizatorio. Así lo manifestó el Pro-
de vino), fue uno de los principales ingresos del ca- curador de Santa Fe en 1575, cuando exigió a sus al-
bildo santafesino. Esta renta podía ser arrendada a caldes y regidores: que haya en esta ciudad peso y
un tercero o bien podía ser cobrada por el fiel ejecu- medida para que vivamos en razón.
tor directamente para la caja de la ciudad. A pesar de que se trataba de un problema urgente,
Medidas de tierra y marcas en el terreno determi- el cabildo santafesino designó por primera vez un fiel
naban las jurisdicciones de las ciudades. Sin embar- ejecutor en 1584. Este oficio fue ocupado rotativa-
go, Santa Fe y Córdoba mantuvieron diferencias so- mente por un capitular –en general un regidor, aunque
bre sus jurisdicciones durante todo el periodo colo- también lo hicieron alcaldes de segundo voto.
nial y más allá. Estos atravesaron la era de la confor- Al fiel ejecutor se le encargaban asuntos relativos
mación de los estados provinciales, y no se zanjaron al cuidado del aspecto físico de la ciudad: rellenar un
hasta finales del siglo XIX. Los pleitos con vecinos pozo existente en la plaza, arreglar una calle arrui-
de Santiago del Estero a causa de que recogían gana- nada por el agua tras las lluvias o la creciente, sacar
do en territorios santafesinos fueron frecuentes. los basurales que se formaban en las calles y hasta
Muchas veces se solicitó al cabildo la designación de construir una casa para cabildo. Sus funciones in-
peritos para medir tierras para establecer los confi- cluían aplicar las sentencias dictadas por el alcalde o
nes de propiedades; estos problemas eran producto por el cabildo: multas, desalojos, apresamiento de
de la «invasión» de cabalgaduras y ganado suelto so- cuatreros… Estas tareas, a veces eran encargadas a
bre los bordes de chacras cultivadas. diputados de la ciudad.
142 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 143

Pero además de todas estas funciones, el fiel eje- Durante los primeros años, el cabildo santafesino
cutor santafesino se ocupaba, sobre todo, de otro no definió precios de productos líquidos; aunque
aspecto de lo justo. Fue una suerte de inspector de viñas y algodonales fueron los primeros cultivos, las
pesos y medidas, el encargado de controlar los pre- heredades (nombre que tenían las primitivas tierras
cios en las tiendas y mercados así como los arance- de viñedo) demoraron algunos años antes de que se
les que podían cobrar los artesanos. El teniente de produjera a partir suyo algo de vino –y, en conse-
gobernador también tenía cierto poder sobre el te- cuencia, de vinagre.
ma: podía convocar a refrendar y concertar pesos y En 1616, el Cabildo estableció como unidad de
medidas dentro de quince días y el incumplimiento medida para el vino y el vinagre la media arroba de
de esta convocatoria se penaba con multas severas. Asunción. Se trataba de un tonel construido en ma-
En 1590 fue nombrado en ese oficio el vecino dera que había hecho enviar el gobernador Hernan-
Diego de la Calzada. Presentó ante el Cabildo un re- darias desde el cabildo de Asunción, junto con una
gistro de varas y medidas confeccionado por él mis- carta en la que se planteaba el acuerdo con Santa Fe
mo. El tema era importante y urgente porque la ciu- para tener la misma medida. Luis de Lencinas (fiel
dad se involucraba en el intercambio mercantil, y se ejecutor de ese año) fue comisionado para confec-
vio obligada a ponerse a tono con las otras para «vi- cionar una réplica y se fijaron penalidades para
vir en razón»: en buen romance, para participar de quienes utilizaran otras diferentes.
las convenciones mínimas que permitieran a sus ve- Al año siguiente, se denunció que los barriles de
cinos comerciar con los de otras ciudades. vino estaban «mal construidos» y se comisionó al
La preocupación de los capitulares por la fijación fiel ejecutor la inspección de la confección de unos
de pesos y medidas fue incrementándose, lo mismo nuevos. A comienzos de 1617, la entrega del barril
que la variedad de las producciones y los ritmos y de la media arroba al alguacil mayor se realizó con-
flujos del intercambio de la ciudad. Esto, claro está, juntamente con la «caja de la vara de medir», el se-
aumentó el número de situaciones en las que la llo y una balanza rota. En enero de 1621 se negoció
cuestión de las cantidades en su justa medida pre- que los patrones y medidas utilizados en la ciudad
sentó aristas conflictivas. de Santa Fe fueran idénticos a los de Buenos Aires.
El informe de los porteños llegó en el mes de abril,
acompañado por las respectivas muestras: una me-
La fidelidad y la estafa dia fanega de madera y un cuartillo de cobre.
La arroba era una pesa de veinticinco libras de a dieci- Esos fueron los objetos que desde entonces regu-
séis onzas cada una. A pesar de haber sido definida pa- laron las medidas en las transacciones realizadas en
ra materiales sólidos, fue aplicada también a líquidos y, Santa Fe: el Cabildo sancionó su uso obligatorio.
por si esto fuera poco, el peso de los líquidos que se Las indefiniciones parecen haber causado proble-
medían con ella también variaba, según las provincias. mas todavía en 1648, cuando el Cabildo creó una
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nueva media arroba de madera y se adoptaron pesos primera, el Cabildo compró una nueva. Los ingre-
de hierro y sellado. La necesidad tuvo, aquí tam- sos que producía, se dijo, eran importantes: el im-
bién, cara de hereje: en 1656 el Fiel Ejecutor fue porte recaudado por este concepto en 1640, bastó y
amonestado por el Cabildo, que le prohibió «pres- sobró para agasajar al Gobernador con pan y vino,
tar» a particulares las cuartillas de cobre que, su- pagar cercos, corrales y hasta para aderezar el libro
puestamente, sólo debían utilizarse en asuntos ofi- del cabildo, muy deteriorado. Cuando en 1647 el
ciales. No obstante la indignación general, se llegó a gobernador Jacinto de Lariz suspendió el cobro del
una solución creativa: terminaron autorizando la derecho de romana, la ciudad reaccionó como un
confección de réplicas de barro. león herido: apeló la medida, pidiendo la restitución
La cuestión de la «balanza de la ciudad», como en de ese derecho al visitador Garavito… El clima de la
la Biblia, está ligada con la estafa. Las quejas respec- década de 1650 –marcado por las necesidades y ur-
to de su «fidelidad» fueron permanentes: tanto por gencias que se desprendían del traslado de la ciudad
ventas al menudeo como en las operaciones donde al nuevo sitio– requería custodiar celosamente cada
intervenían grandes comerciantes, que traían merca- fuente de ingreso…
derías procedentes de otros puertos.
La primera balanza fue comprada en 1591 a un
mercader llegado de Asunción. Hasta entonces, la El precio del trabajo
ciudad no tenía la suya propia, por lo que quedaba Entre las tareas del cabildo, la de fijar precios, aran-
a merced de los pesos declarados en origen o del pe- celes o equivalencias entre valores no era la menor.
saje realizado por algún particular. Los precios constituían esa tan especial medida de
las cosas –una simbolización del valor de las cosas,
El peso falso es abominación a Jehová, mas la pe- del trabajo y de los servicios– y estaban expresados
sa cabal le agrada… (Proverbios, 11: 1) en moneda.
Sin embargo, no debe pensarse que, como hoy, la
La cuestión del peso tenía connotaciones religio- moneda era una, y que tenía necesariamente las ac-
sas… pero también generaba aranceles. El Cabildo tuales formas del dinero… El Cabildo estableció
reclamaba su «tercio» a quienes entraban a comer- precios y aranceles en moneda de la tierra, es decir,
ciar en la ciudad sin declarar sus mercancías y en en productos que en ese lugar funcionaban como el
1615, debido al «gran desorden habido en las ven- patrón de referencia para fijar valores equivalentes.
tas», designó un encargado de la romana. La renta Las monedas de la tierra, en Santa Fe, fueron el lien-
de la romana se subastaba cada año. Fue otro de los zo, el hierro, el acero, las gallinas, los patos y hasta
principales ingresos de la ciudad vieja. las vacas.
Cuando la balanza se rompía, su arreglo era un Las tasaciones fijaban los aranceles máximos que
asunto urgente. En 1620, tras reparar varias veces la el Cabildo autorizaba cobrar a los artesanos y ofi-
146 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 147

ciales por su trabajo. Tenían el carácter de ordenan- Algunas áreas inmediatamente contiguas a los
za y su cumplimiento era controlado por dos miem- centros de acuñación de la plata, como Charcas, o
bros del cabildo. Desde 1581, los artesanos consi- las comercial y fiscalmente privilegiadas, como Li-
guieron que uno de los dos tasadores fuera un cono- ma y Buenos Aires, veían circular moneda metálica,
cedor del oficio cuyos honorarios se regulaban. pero sufrían el problema de la falta de moneda chi-
En 1584, moler una fanega de trigo costaba lo ca en los patrones de acuñación. Otras, como Santa
mismo que la fanega –medida para granos en gene- Fe, a pesar de estar en un lugar privilegiado en la ru-
ral. Esa relación no reproduce en absoluto la plan- ta comercial entre Asunción y Potosí, no recibían
teada en el caso de los oficios, donde el trabajo de un moneda suficiente para los intercambios mínimos.
talabartero o de un carpintero siempre era superior En junio de 1577, faltaba en Santa Fe incluso mo-
al costo de los materiales que le eran entregados. Es- neda de la tierra. La falta de lienzo impedía el inter-
to parece inclusive más intrigante si se tiene en cambió con Asunción; para reservar lo poco que ha-
cuenta que el objeto principal de la demanda de bía, se decidió que en la ciudad fueran aceptados co-
consumo eran las harinas y no el grano de trigo. El mo medio de pago vacas, ovejas, cabras, caballos,
precio de los cereales, del maíz y de los productos puercos, pellejos de nutrias, cueros crudos, ciervos
considerados importantes por el cabildo, hace buen adobados o cualquier otro tipo de animal. De esta
contrapunto con la fijación de los aranceles de los manera se pagaban incluso los aranceles eclesiásticos
artesanos: los trabajos vinculados con la ganadería, y los servicios de los visitadores o abogados de la
como la confección de aperos para realizar vaque- Real Audiencia. La escasez estacional del lienzo
rías –provistos de silla y fuste–, resultan comparati- provocó, en varias oportunidades, su abandono co-
vamente altos frente al de una fanega de trigo, cereal mo unidad de valor monetario en los aranceles. Lo
que escaseó frecuentemente. mismo sucedió con el hierro. En 1594, por ejemplo,
una visita de indios se pagó en lino y sayal.
Las inundaciones de 1594 provocaron una nueva
¡Dónde hay un mango, viejo Gómez! escasez del lienzo, la moneda de la tierra. El Cabil-
Al igual que en Asunción del Paraguay, la principal do solicitó a la Real Audiencia de Charcas que le
moneda en la que se fijaban las tasaciones y los pre- permitiera pagar las mandas graciosas que tocaban
cios fue la vara de lienzo, aunque había «monedas al juez Juan de Betancur con bueyes y caballos.
más pequeñas», como las gallinas o los pollos. Esto Que «bueyes y caballos» fueran considerados
no constituye una peculiaridad santafesina. Al con- moneda corriente de la ciudad en 1594 o que la «ca-
trario, fue el modo más corriente de resolver la re- beza de ganado» haya sido sancionada como mone-
presentación de las equivalencias sociales del valor da de la ciudad desde 1625 y su equivalencia se fija-
en la mayor parte de los territorios de la Monarquía ra en un peso por unidad, no puede vincularse –co-
Católica. mo se verá en el próximo capítulo– única y mecáni-
148 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 149

camente con el hecho que hubiera muchas cabezas nos, debía pagárseles como era habitual, en hierro y
de ganado. plata, por mitades, salvo cuando ellos mismos acep-
Desde 1611, el tributo exigido a los indígenas po- taran cobrar en productos de la tierra. En 1638, se le
día ser integrado por ellos en especie. Aunque la ta- pagó con frutos de la tierra nada menos que a un
sa que debían pagar se expresaba siempre en pesos y juez de residencia, el licenciado Gaspar Álvarez
reales, el visitador Francisco de Alfaro propuso Monroy. Con solvencia desigual, según el trato y la
unas tablas de equivalencias entre valor moneda y la coyuntura, desde gallinas hasta el lienzo servían co-
producción de los indígenas de las regiones cercanas mo moneda de pago.
a Asunción y a Santa Fe. Nadie, ni arcedianos, ni letrados ni funcionarios
Quienes podían manejar algo de metálico fueron, Reales, nadie, escapaba al discreto encanto de la
en general, grandes comerciantes y especialmente economía local.
fleteros, estantes o forasteros allegados a algún veci-
no, pero casi nunca vecinos de la ciudad. La ruta del
metálico, hacia el sureste, desembocaba en el puerto
de Buenos Aires, pero con la creación de la Aduana Tasa de precios en Santa Fe
Seca de Córdoba en 1623, el flujo de la moneda me- -extraído de las Actas de Cabildo: ortografía original
tálica parecía cortarse a mitad de camino (aunque se
sabe que la ciudad porteña contaba con mecanismos (1577) cabildo de marzo o junio
bien aceitados para que el metal potosino llegara «...una cría de vacas y de hiegua una quarta de lienzo y de
hasta ella de todos modos). Como se dijo, la circu- todo ganado menudo una libra de algodón o su valor...»
lación del metálico era también socialmente restrin-
gida, por lo cual sus portadores fueron principal- (1577), 3 de dic. Valores
mente comerciantes que la destinaban a mercar pro- una cria de baca una quarta de lienzo
ductos de Castilla con factores de Buenos Aires. una cria de hiegua una quarta de lienzo
Para los santafesinos, la escasez de circulante fue una cabeza de hoveja una libra de algodón
casi crónica. En 1624, Hernandarias de Saavedra, una cabeza de burra media libra de algodón
entonces procurador de la ciudad, solicitaba que se una vara de lienzo tres libras de lana
permitiera a Santa Fe –al igual que a Córdoba (des- una vara de lienzo tres libras de algodón
de 1622)– la entrada de plata acuñada, considerando
que podía ser un lenitivo para su pobreza. Ante la (1581) precios de los bastimentos, sesión del 9 de enero
falta de lienzo, sayal y acero –desde antiguo mone- una fanega de trigo quatro varas de lienzo
da local– los capitulares permitieron el arrenda- una fanega de frisoles quatro varas de lienzo
miento de los diezmos en hierro y reales por mita- una fanega de maiz tres varas de lienzo
des y no solamente en plata. A los jueces y escriba-
150 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 151

(1583) precios fijados en la sesión del 1 de enero: El pan nuestro de cada día…
una fanega de trigo un peso Las discusiones sobre los precios del trigo, del pan y
una fanega de maíz un peso del vino eran periódicas y seguían el ciclo de las co-
una fanega de frisoles un peso y medio. sechas o acompañaban las estaciones de carestía.
Un quintal de algodón ocho pesos Los precios del trigo y del pan se fijaban en las
Un quintal de lana ocho pesos primeras sesiones del año. En 1584, una feroz man-
Una fanega de sal cuatro pesos ga de langostas estragó la cosecha del trigo: la fane-
Una fanega de harina tres pesos ga de cereal duplicó su valor, por lo cual el Cabildo
«...que den de rehechas por una caveza de vaca dos tomynes debió limitar el precio del pan. Ante otra coyuntura
— y de una yegua tres tomines — y de una caveza de oveja crítica (las sequías de 1617), se autorizó la fabrica-
y cabra medio tomín...» ción y la venta de pan en casas particulares. Las co-
sechas escasas fueron reiterándose y en 1624, el Ca-
(1584) 30 de junio, valores: bildo resolvió vender más cantidad de pan por el
una fanega de trigo un peso y medio mismo precio.
una fanega de maiz un peso y medio La violación de los precios máximos fijados por
una fanega de frisoles dos pesos el Cabildo se multaba y el monto de las penalidades,
una fanega de sal seis pesos afirmaban, se aplicaba a paliar las situaciones de po-
moler una fanega de trigo un peso y medio bres, conventos y viudas. Así como la escasez del
trigo (registrada en 1618, 1621, 1634, 1637, 1640,
(1584), 16 de noviembre 1657, 1658 y 1661) incrementó el valor del cereal, las
que el hierro y el plomo se vendan sin tasación. abundantes cosechas de 1639 y 1650, entre otras, hi-
«...como pudieren» cieron bajar tanto el precio del trigo como del pan.
La relación, de todas maneras, no debe leerse, como
(1585), sesión del 20 de mayo en una moderna economía de mercado, en términos
una fanega de trigo dos pesos de «oferta y demanda»: hay que interpretarla de una
una fanega de maiz dos pesos manera más concreta, que tiene que ver con la dis-
una fanega de frisoles dos pesos y medio ponibilidad o la indisponibilidad de productos im-
una arroba de lana dos pesos y medio prescindibles para la alimentación y el consumo co-
una fanega de sal seis pesos y medio tidiano. Esto es característico de sistemas producti-
vos precapitalistas donde el cuerpo político debía
garantizar la subsistencia. Manuel Cervera señaló
hace un siglo, con gran criterio, que la idea del inter-
cambio se hallaba supeditada a la de necesidad inme-
diata y a la de interés del común.
152 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 153

Con pan y vino se anda el camino... tante, a los hombres de menor jerarquía social con
Con la lluvia, llegó el otoño, y con el otoño, el los sujetos más nobles, y su consumo, distinguía al
tiempo del vino. hombre del animal. Así lo registran numerosos re-
Juan José Saer, La Grande franes entre los cuales, uno muy expresivo, senten-
ciaba: el vino para los reyes, el agua para los bueyes.
Otro producto que acaloraba los ánimos a la hora
de discutir su justo precio era nada menos que el vi-
no, fundamental en la dieta hispánica. Algunas ve- Territorio y política
ces, como durante 1625, ante la falta de consenso, se El carácter social y cultural de las discusiones sobre
solicitaba que la decisión la tomara un «árbitro»; en la extensión de una legua, la fijación del precio de
esa ocasión, se solicitó la definición al mismísimo al- una vaca, los criterios de amojonamiento o la rela-
calde de la ciudad. ¡Cuestión de Justicia! ción entre el precio y el peso de una pieza de pan o
También al alcalde se le encargó, en varias opor- la regulación del comercio del vino, permiten apre-
tunidades, que obligara a los comerciantes a rebajar ciar qué cosas eran centrales para el poder político y,
el precio del vino: las multas que podían aplicarse en por eso, para esos hombres.
casos de incumplimiento eran temibles. A comien- El cabildo santafesino fue el lugar donde los veci-
zos de 1626, se determinó que el vino importado de nos de la ciudad desplegaron su capacidad de do-
otras ciudades podía ofrecerse sólo cuando se acaba- mesticar un territorio: para esto, subyugaban física
ra el producido en la ciudad. Ese año se fijó por vez y simbólicamente a los pueblos originarios y fueron
primera un precio diferente para las ventas al por equipando el territorio para poder participar de los
mayor y al menudeo. Juan Martín, mercader que intercambios con otras ciudades fundadas por espa-
probablemente venía de Cuyo, pidió autorización ñoles. Establecieron pautas para poder regular los
para vender el vino que traía y debió declarar fren- intercambios internos (penalizando usos que fijaron
te a la justicia ordinaria. A mitad de año se resolvió como indebidos, intentando satisfacer la reproduc-
que el vino que procedía de fuera de la ciudad se ción mínima de los pobladores en tiempos de esca-
vendiera más caro. Algunos mercaderes de Mendo- sez o de crisis) y, sobre todo, para hacer parte de
za, en ocasiones, conseguían entrarlo sin declararlo unidades políticas más vastas, que les otorgaban
ante las autoridades de la ciudad, evadiendo «el ter- sentido y a cuya expansión contribuían: la goberna-
cio» que la misma cobraba para permitir la venta de ción, el virreinato, la monarquía.
productos foráneos. Medir, pesar, fijar aranceles, velar por el abasteci-
Además de formar parte de la dieta de los españo- miento, poner tope a los precios de los productos
les antes de su venida, el consumo del vino tenía con- indispensables y determinar qué cosas eran dignas
notaciones culturales y sociales. No debía faltar en la de ser denominadas monedas de la tierra fueron ac-
mesa. Su presencia en la tabla igualaba, por un ins- tividades sin duda políticas: este aspecto de la histo-
154 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

ria del territorio nos introduce, quizás de una mane- Capítulo 7


ra poco transitada, en la interpretación política de la
economía de una ciudad colonial. Revela lo que pa- Una economía en cuatro patas
ra aquellos hombres iluminaba con un aura particu-
lar su propio mundo social. Sus decisiones respon-
dían al imperativo de sobrevivir, pero también de vi-
vir en razón. Nada más lejos de la neutralidad, nada
más cerca de la política.

Con sus ordenanzas, decisiones voceadas en la pla-


za por un pregonero, el cabildo local intentó regular
la circulación de mercaderías y, paralelamente, obte-
Para saber más ner algunos recursos bajo la forma de habilitaciones
o de multas. También era obligatoria la exhibición
BARRIERA, Darío y ROLDÁN, Diego Territorios, espa- de precios y aranceles en la puerta de algunos esta-
cios, sociedades, UNR, Rosario, 2004. blecimientos, como los que vendían el pan, la carne,
MANAVELLA, Analía y CAPUTO, Marina «De Santa Fe la el vino y otros productos indispensables.
Vieja a Santa Fe de la Vera Cruz. Hacia una configura- Todo esto constituía uno de los principales mo-
ción territorial conveniente, 1640-1660», en ARECES, dos de ingresar dinero que había encontrado la ciu-
Nidia –compiladora– Poder y Sociedad: Santa Fe la Vie- dad. Pero ¿cuál era la principal riqueza de estas tie-
ja (1573-1660), Rosario, 1999. rras, o mejor, de su gente? ¿Qué actividades produc-
CALVO, Luis María Santa Fe la Vieja (1573-1660), San- tivas permitían que estos hombres discutieran acalo-
ta Fe, 1992. radamente sobre algunos recursos en disputa? ¿Era
ENSINCK, Oscar Luis Historia económica de la Provincia toda su dieta un trozo de pan y un jarro de vino?
de Santa Fe, UNR, Rosario, 1985.
Si algo removía los ánimos con especial ardor era,
en tal caso, el abasto y el precio de los cortes de car-
ne de vaca… Este tema, tan actual y tan añejo, en
definitiva, tan afectivamente nuestro, nos conduce
directamente a evaluar el punto más sensible de la
economía de la ciudad vieja.
156 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 157

Las riquezas de la tierra que la «vida pastoril» tuvo pesadas consecuen-


Los primeros cultivos introducidos en las tierras re- cias políticas, sociales y económicas para la his-
partidas por el fundador en los alrededores de la toria de nuestro país. Calificó como revolucio-
ciudad, fueron vides, algodón y trigo. Bien pronto narias las modificaciones causadas en las cos-
se agregó el maíz y, en las chacras más cercanas, se tumbres por la introducción del vacuno en el
plantaron frutales. Plata. Para Horacio Giberti, cuya obra es una re-
Como se ha visto en el capítulo anterior, una par- ferencia en este tema, la ganadería fue la causa de
te fundamental de la dieta cotidiana de los primeros nuestra estructura económica. El veterinario y
santafesinos se jugaba en heredades y tierras de pan- Profesor de Higiene y Policía Sanitaria de la
llevar: allí se habían echado las primeras cepas de Universidad Nacional de La Plata, Prudencio
vid y las primeras sementeras de trigo, con cuyos Mendoza, señaló a comienzos del siglo XX que
frutos se elaboraba, luego, el vino y el pan. Los la ganadería, la riqueza del país y los tipos socia-
miembros del cabildo cuidaron celosamente el abas- les generados en esas circunstancias estaban ínti-
tecimiento de la población. El que no faltaran estos mamente ligados entre sí.
productos era central y, en muchos casos, impedir la
entrada de harinas y vinos de otras ciudades formó Incluso si Sebastián Gaboto había ensayado una
parte de esta batalla. experiencia de cultivo de cereales en su temprana
Sin embargo, en la primera mitad del siglo XVII, empresa de 1527, la primera explotación económica
la tierra en la que se hacían esos cultivos no valía en prosperar en la zona fue la del ganado.
mucho en Santa Fe. Al menos, no tanto como el ga- Las primeras cabezas de ganado yeguarizo entra-
nado. La preocupación por regular cuestiones rela- ron en la región hacia 1535, con la expedición del
tivas a la explotación del ganado cimarrón (que se Adelantado Pedro de Mendoza. Tras el abandono
reproducía libremente) y el quieto (guardado en is- del área por parte de las huestes hispánicas, los ani-
las o primitivos corrales de palo a pique) fue un males se reprodujeron casi sin obstáculos. Se trataba
asunto fundamental. de animales de raza andaluza con los cuales los que-
randíes hicieron buenas migas.
El vínculo entre ganado y riqueza ha dado pági-
nas notables de la literatura y la historiografía ar- El caballo andaluz era de alzada mediana, cuer-
gentinas. po largo y redondo, cabeza fuerte y un poco
Son célebres las que Estanislao Zeballos dedicó acarnerada, el pescuezo arqueado, el pecho an-
al caballo como elemento civilizatorio. Su papel cho, la cruz alta, los encuentros largos y dere-
en la historia de Santa Fe ha sido magníficamen- chos, el lomo algo sillón, anca angulosa, muñe-
te ilustrado en los trabajos de Agustín Zapata cas largas, talones altos, color zaino bayo por lo
Gollán. Algunos, como Emilio Coni, pensaban general, de andar excelente y suave, debido a la
158 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 159

buena conformación del casco y de la cuartilla, provincia de Entre Ríos a comienzos del siglo XVII,
es considerado como el tipo ideal de caballo de se había originado, entonces, en los animales que
paseo, como el árabe, de donde deriva. El caba- habían cruzado –frente a la ciudad y más al norte,
llo andaluz no es resistente para el trabajo… por el llamado paso de los caballos– algunos vecinos
Prudencio Mendoza de Santa Fe. Hernandarias de Saavedra llevó un
buen número de cabezas a esas tierras en 1590. Esos
Si al vacuno hay que referirse, la entrada al Para- territorios fueron utilizados como campos abiertos
guay de siete vacas y un toro por los hermanos donde se realizaban las vaquerías, recogidas y ma-
Göess en 1555, funciona, entre el dato y el mito fun- tanzas de animales salvajes, autorizadas también por
dacional, como el disparador de la reproducción de el cabildo o por el gobernador. Algunos años des-
aquéllos en el norte de la zona. Juan de Garay intro- pués de estos cruces, se encontró gran cantidad de
dujo unas cuantas cabezas que trajo consigo desde animales en el actual territorio de la provincia de
Asunción en las fundaciones de Santa Fe (1573) y Corrientes; esto pudo deberse a que, estacionalmen-
Buenos Aires (1580). te, el ganado alzado migraba de sur a norte, escapan-
do de los temporales producidos por la sudestada.
En 1573, bajando a la fundación de un puerto ca-
mino del Plata, Garay –quien ya había llevado
ganado a la fundación de Santa Cruz de la Sierra
en 1561 y luego llevó también a Asunción, en
1568– trajo consigo desde la cabecera del Para-
guay 500 cabezas de vacunos y mil caballares, lo
que constituyó el rodeo fundacional para Santa
Fe. Lo mismo sucedió quince años más tarde,
cuando se estableció el puerto de Corrientes, al
que su yerno –a cargo del arreo–, llegó precedi-
do de 1500 vacunos. Estos habrían sido traídos a
Asunción en 1568 desde las haciendas que Ortíz
de Zárate tenía en Charcas y Tarija.

El cruce de ganado desde Santa Fe hacia la Otra


Banda del río fue coetáneo o anterior a la fundación Cruzando el río
Dibujo de Florián Paucke
de Corrientes (1588), por lo cual el ganado que se Gentileza del Archivo General de la Provincia de Santa Fe
reprodujo libremente en el actual territorio de la Banco de Imágenes Florián Paucke
160 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 161

Los animales fueron llevados a la otra banda del cer un orden y una periodicidad en el control del
Río Paraná con el propósito de afirmar o asegurar a abasto, y como último acto de gobierno de ese año,
algunos indios de encomienda. La relación entre la ordenaron que las pulperías fueran inspeccionadas
introducción de equinos y bovinos con la práctica cada cuatro meses y que los precios de venta de ca-
de la agricultura cumplía con la doble finalidad de da artículo se colocaran en forma visible.
completar lo esencial de la actividad productiva de Conforme pasaba el tiempo, así como fueron re-
la estancia y la de aquerenciar a los indígenas redu- finándose los criterios para fijar el precio del vino,
cidos. sucedió lo propio con la carne: en 1619, su precio se
La evangelización y el sometimiento a trabajos fijó según la edad el animal, manifestando cierta fi-
forzados debían ir acompañados por recursos que nura en la apreciación cualitativa del producto. No
permitieran la satisfacción de las necesidades inme- faltó quien se ofendiera por que le pasaran novillo
diatas de los pobladores. Nada se hacía en estas tie- por ternera…
rras hasta que no llegaba el ganado. El vaqueo fue,
durante décadas, la fuente de recursos más impor-
tante de la ciudad y de sus vecinos. ¿De quién es esa vaquita?
Definir de quién era cada cabeza de ganado que an-
daba por allí no constituía una tarea sencilla. Y vaya
Dime lo que comes y te diré cuánto debes si era importante, porque, como se sabe, el dueño de
La carne vacuna y ovina, junto al trigo, el pan y el la vaca también es el dueño del ternero.
vino, fueron los productos básicos del consumo ur- Cuatreros hubo en todos los tiempos y los habrá;
bano. Las carnicerías se remataban anualmente y las pero debemos imaginar que, a falta de corrales más
sesiones del cabildo que trataban el tema de las difi- o menos seguros –los primeros fueron hechos de es-
cultades en el abasto de la carne dentro de la ciudad, pinillo por los jesuitas, a comienzos del siglo XVII
fueron siempre bastante ríspidas. y presentaban pocas ventajas respecto de otras for-
Entre 1573 y 1660, el remate de las carnicerías mas de contención, como el cruce a las islas– se im-
quedó desierto en varias ocasiones. Cada vez que ponía que, sobre los ganados propios, hubiera algu-
esto ocurrió, puede verificarse la relevancia de la na manera de establecer distinciones.
cuestión, dado que los mismísimos alcaldes y regi- La yerra fue regulada por el Cabildo muy tem-
dores terminaron por hacer el trabajo de los carni- pranamente.
ceros: en efecto, a comienzos de 1626, no habiendo En noviembre de 1576 se abrió el cuaderno de
postulado ningún candidato, fueron los distingui- marcas de ganado. Esas señales marcadas a hierro
dos miembros del cabildo santafesino quienes de- caliente en el cuero fueron el único elemento a par-
bieron hacerse cargo de las carnicerías de la ciudad. tir del cual podía fijarse algún criterio de propiedad
A finales de 1620, los regidores trataban de estable- sobre animales que, en función de sus características
162 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 163

y del tipo de recursos disponibles para contenerlos,


estaban virtualmente a la buena de Dios.
Si las recogidas de cimarrones generaron conflic-
tos entre los vecinos y las ciudades, las amonestacio-
nes del Cabildo hacia los vecinos por no marcar sus
ganados (los propios) no tardaron en aparecer.
Hacia finales de la segunda década del siglo XVII,
cuando la agricultura gozaba ya de una presencia
sostenida, los ganados trajeron otro tipo de preocu-
paciones: hacían daño a las chacras. Por el bien de
toda la República, el Cabildo ordenó la construc-
ción de corrales para la guarda nocturna obligatoria
de los animales. La primitiva explotación del gana-
do cimarrón en la otra banda del río Paraná y, sobre
todo, de los corredores interiores del vasto valle que
se extiende a lo largo de la vera del Salado, dio lugar
a conflictos que ocupaban la agenda del Cabildo.

Ganado quieto y ganado cimarrón


Los vecinos podían ser poseedores de ganado quieto
o de derecho y acción sobre el ganado cimarrón.
El ganado quieto era el que, como su nombre lo
indica, se tenía más o menos controlado, en la estan-
cia, bajo la supervisión de algunas personas. En ge-
neral estaba marcado y su utilidad inmediata no era
la de proporcionar carne y cuero, sino leche o servi-
Foja del Cuaderno de Marcas de Ganado del Cabildo de Santa Fe (1577) cios ligados a las actividades del establecimiento
Las marcas están en el margen izquierdo productivo.
La foto es gentileza del Archivo General de la Provincia de Santa Fe
Banco de Imágenes Florián Paucke
El cimarrón, al contrario, era el ganado silvestre.
Se había reproducido libremente antes y después de
la llegada de los fundadores de Santa Fe, según ya se
ha reseñado.
164 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 165

Sobre este ganado alzado, los vecinos podían te- las cabezas tomadas, comenzaba una negociación.
ner «derecho y acción» de vaquear. Esto se conse- El supuesto titular debía demostrar su derecho y
guía a través de un título, y se perfeccionaba, es de- acordaba, con quien había hecho la vaquería, el pa-
cir, se podía ejecutar, realizando la recogida del ga- go de un porcentaje –llamado «el quinto», aunque
nado alzado, con una licencia. En el campo, el gana- no fuera siempre la quinta parte.
do cimarrón podía ser arriado o dexarretado. El Los primeros santafesinos no menospreciaban el
arreo consistía en armar una tropa y movilizarla, pa- poder de los refranes: cuando te dieren la vaquilla,
ra ponerla en camino hacia la ciudad u otro destino. acude con la soguilla.
El dexarretamiento, en cambio, radicaba en perse-
guir a los animales a caballo, para, desde la montu-
ra, cortarle un tendón con el dexarretador (especie Vaca sagrada
de azada pequeña y filosa hecha para este propósi- La tasación de aranceles –lo que los artesanos po-
to) y, en el mismo lugar, extraer los productos que dían cobrar por su trabajo– realizada en enero de
pudieran obtenerse del animal volteado: sebo, cue- 1575 permite ver esta suerte de valor socialmente je-
ro, astas, y algo de carne. rarquizado del que gozaban los trabajos referidos a
Las licencias para vaquear podían ser emitidas los enseres para vaqueo respecto de los vinculados
por el cabildo, un gobernador o su teniente. Si regía con la agricultura: mientras que el precio de una fa-
la prohibición de matar ganado, un vecino podía de nega de trigo variaba entre uno y dos pesos (y su
todos modos obtener la licencia o la habilitación pa- molienda, realizada en molinos de mano al menos
ra usar su derecho y acción de vaqueo. También po- hasta 1594, acompañaba esta variación), y la hechu-
día negociarla: es decir, si el poseedor de un título ra de un arado con su timón de laurel se tasaba en
(una acción) no podía realizar efectivamente la va- dos varas de lienzo, hacer un fuste y una silla jineta,
quería, la posesión de ese título le permitía vender el costaba exactamente el doble. Esto equivalía a doce
derecho de usufructuarla a otro, que pudiera hacer- cabezas de crías de vaca o de yegua e, incluso, a tres
lo realmente. docenas de ovejas. ¿Se medía la dificultad del traba-
Transferir el derecho de vaquear (a título onero- jo o, en realidad, los trabajos vinculados con la ga-
so) a otra persona con mayores posibilidades de nadería gozaban de algún otro tipo de considera-
conseguir las habilitaciones o con menos escrúpu- ción?
los, fue un negocio frecuente. En general, quienes La estabilidad del precio de la cabeza de bovino
hacían las vaquerías no siempre eran titulares de los en un peso, después del primer cuarto del siglo
derechos: en ese contexto legal, era posible que las XVII, constituye otro dato significativo. Hasta
recogidas fueran realizadas por quienes estaban 1625, la información que puede recogerse indica una
equipados con caballos, dexarretadores y aperos pa- oscilación que iba de 2 a 6 reales por cabeza, según
ra los arrieros. Si alguien reclamaba derecho sobre la edad, el estado y el modo de selección del animal.
166 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 167

Los pleitos judiciales y los contratos de flete, que consideró moneda de la ciudad. El propósito de la
brindan el grueso de la información posterior a medida era evitar abusos de los mercaderes que lle-
1625, presentan en cambio un panorama en el cual, gaban a Santa Fe, quienes pretendían sacar ventaja
si bien no desaparecen los criterios antes menciona- de la pobreza de la villa. La decisión de que una va-
dos, el precio del animal en pie, adulto y escogido, ca fuera moneda de la ciudad es, qué duda cabe, un
se estabiliza en un peso por cabeza (incluso hacia la hecho iluminador.
época del trasiego de la ciudad, una donación de Esa determinación fue una de esas decisiones que
20.000 vacas fue tomada como el equivalente a una repercutían sobre la vida de todos los miembros de
donación de 20.000 pesos). la ciudad como comunidad política. Fue, por lo tan-
El valor, de todas maneras, tasaba el precio del to, secuela e insumo de relaciones sociales locales. El
derecho a recoger ese ganado cimarrón (es decir: dato significa que, en Santa Fe, el bovino jugó un
1.000 pesos designaba, en muchos casos, el valor de papel central no sólo en una dimensión material, si-
un derecho a recoger 1.000 cabezas, dicho de otra no también en el orden simbólico. Las bestias ru-
manera, el precio de una licencia para vaquear 1.000 miantes fueron objeto de disputas, alimento para los
piezas). Es cierto que 1.000 vacas en pie y escogidas cuerpos y materia prima de especulaciones y hasta
significaban, concretamente, mucho más que el de- de alucinaciones y leyendas.
recho a recoger 1.000 vacas: sin embargo, la equiva- La geografía litoraleña amó al bovino. Lo acogió
lencia del número de cabezas, reales o hipotéticas, cálida, con sus verdes pastos y sus montes tupidos,
con la cifra en pesos, omite el drenaje que implicaba refugios seguros ante las inclementes sudestadas.
el hecho de contratar vaqueadores (que se llevaban Sus ríos y sus arroyos fueron la fuente generosa pa-
«el quinto»), sufrir pérdidas por huidas y muertes, ra la hidratación del cimarronaje, el líquido que los
etc. Parece que vaca en mano no valía más que cien salvaba de secarse bajo los rudos soles de verano.
volando. Vacas y toros, caballos y yeguas, hicieron lo su-
Creo que esta «imprecisión» fortalece todavía yo: traficando semillas frescas con sus excrementos,
más la dimensión social del valor: en términos sim- arruinando sembradíos o abonando tierras otrora
bólicos, una cabeza de bovino, costara lo que costa- no muy fértiles, cambiaron para siempre el paisaje y
ra tenerla realmente, equivalía –valía– en Santa Fe marcaron a fuego las representaciones de aquellos
(entre 1625 y 1670 aproximadamente) un peso. Fue, hombres que, lejos de las ricas minas potosinas, has-
durante medio siglo, la medida de las cosas. ta acuñaron una vaca por moneda para la ciudad.

La vaca como moneda Cien volando


El 23 de junio de 1625 el cabildo santafesino decre- Hacia el primer cuarto del siglo XVII, un baquiano
tó un precio mínimo para el ganado vacuno, y lo estimó en cien mil el número de cabezas de ganado
168 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 169

cimarrón que pastaban en la otra banda del Paraná. intercambios que involucraba a vastos y distintos
En transacciones que involucraban tierras y ganados sectores de la economía colonial. Ese tejido, no sólo
(como en las ventas de estancias) se hablaba siempre, estaba armado por el cruce entre sectores diferentes
y sobre todo, del derecho a realizar vaquerías en un sino también, entre zonas muy distantes entre sí.
territorio, sobre un determinado número de cabezas. Se ha dicho ya que, cuando los europeos llegaron
Lo que se tasaba en las ventas o en las donaciones era al Río de la Plata, los navegantes trajeron consigo
el costo de ese derecho, más que el de precio de cada una larga experiencia en intercambios con otras rea-
cabeza o el costo de la tierra. Para la década de 1640, lidades. A pesar de la apertura de permanentes fren-
parece bastante claro que la equivalencia entre un pe- tes de guerra en el Atlántico norte, en sus fronteras
so y una cabeza de vaca escogida (de más de dos con Francia o en sus reinos italianos, la Corona cas-
años) era algo consolidado. Al menos así lo opinaba tellana se mantuvo comercialmente articulada con
el alférez de la ciudad en 1642. todos los puertos del Mediterráneo, del Atlántico
El pago en vacas de una deuda en pesos era fre- norte, de África y de Asia.
cuente: ni se mencionaba la equivalencia entre pesos Los espacios interiores de los territorios agrega-
y vacas, porque parecía innecesario. Por otra parte, dos a la Monarquía, se integraban a través de circui-
lo que se convenía en los tratos de vaqueo eran por- tos que, en líneas generales, tenían algunas activida-
centajes por el usufructo de ese mismo derecho de des que movían otras.
recogerlas (los quintos, que a pesar de su nombre, En el caso de Santa Fe, ya se ha remarcado su rol
podían variar de un 20 a un 10 % de las cabezas va- de llave de paso entre un puerto atlántico (Buenos
queadas, como pago al titular del derecho). Los Aires), una región al noreste (Asunción) y el gran
arrieros, por su parte, percibían como pago el exce- polo de producción minera al noroeste (Potosí).
dente de un piso fijado en la mitad de los animales La articulación de Santa Fe entre estos puntos se
llegados vivos a destino. Esto podía resultar –en el dio, durante el siglo XVII, sobre todo a partir de
caso de que todos los animales llegaran con vida– en dos productos: la yerba y las mulas.
un costo de traslado que alcanzaba el 50% de la tro- La yerba mate venía del Paraguay y, desde luego,
pa, absorbiendo el fletero las pérdidas. en Santa Fe se consumía un poco. Pero el grueso de
los cargamentos iba a Potosí, donde era consumida
masivamente por indígenas y mestizos en las inme-
Las rutas comerciales y los espacios económicos diaciones de los filones mineros. Su consumo actua-
Las cuatro patas de esta economía, de hecho, anda- ba como energizante y estimulante para soportar las
ban. Todas estas actividades ligadas a la ganadería se duras condiciones de trabajo. Otro exportable que
inscribían, más allá del lugar donde fueran criados o salía de Santa Fe, fue producido en las estancias je-
recogidos los ganados, más allá de la ciudad donde suíticas de los alrededores de la ciudad y se registra-
vivieran sus propietarios, en un complejo tejido de ron salidas de tropas importantes desde 1640: se tra-
170 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

ta de las mulas, fundamentales para el transporte de Capítulo 8


la yerba y también, una vez llegada a la región poto-
sina, utilizadas como bestias de carga en distancias Los problemas de una pequeña urbe
cortas.
Estos pequeños apuntes sobre el tráfico a distan-
cia y la articulación económica de Santa Fe con el
vasto espacio peruano-rioplatense son apenas un
avance. En el próximo volumen se expondrá en un
capítulo específico, un análisis a gran escala (tempo-
ral y espacial) así como también se ofrecerán algunas
historias ligadas a la manera en que esos tráficos Las amenazas
eran experimentados, en que esa gran economía era Con este capítulo se cierra este segundo volumen
vivida por los productores y los mercaderes de dedicado a los problemas relacionados con la inva-
aquellos tiempos. sión, la conquista y el asentamiento de los hispanos
en tierras de calchines y mocoretás. En el próximo
tomo, se considerarán aspectos relacionados con la
sociedad y con la economía de todo el periodo co-
lonial (desde la fundación hasta finales del siglo
XVIII). Allí, además de llevar el foco al nuevo sitio
Para saber más donde fuera trasladada Santa Fe durante la década
de 1650, también se propondrá enriquecer este pri-
mer abordaje centrado sólo en la historia de la ciu-
BARRIERA, Darío «Asuntos de Caín. Medidas, equiva- dad vieja. Una ciudad que, desde el principio de su
lencias, valores y poder político. Santa Fe (1573- existencia, se sintió amenazada.
1660)», en Anuario del IEHS, Núm. 20, Tandil, 2005. ¿Qué cosas amenazaban la existencia de la ciu-
MENDOZA, Prudencio Historia de la Ganadería Argen- dad? ¿Qué fuerzas parecían desafiar la voluntad de
tina, Buenos Aires, 1928. permanencia de la villa?
ZEBALLOS, Estanislao La concurrencia universal y la
agricultura en ambas Américas, Buenos Aires, 1896
GIBERTI, Horacio Historia económica de la ganadería Los infieles
argentina, Buenos Aires, 1986. Los pueblos originarios que habitaban los parajes
donde se asentó la ciudad de Santa Fe, eran diversos
en cuanto a prácticas, lengua y costumbres. Sin em-
bargo, de la misma manera que lo habían hecho en
172 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 173

la península con otras comunidades –como las ára- penas severísimas a los santafesinos que, amantes de
bes, beréberes, gitanas y judías– los hispanos volvie- la caza de ciervos, salían hacia el valle, donde no po-
ron a utilizar un criterio clasificatorio basado en la cos perdían la vida atacados por lo que los vecinos
fe religiosa: los que no eran cristianos eran infieles. llamaban indios de guerra. Los castigos que prome-
Así englobaban, bajo un solo término, un con- tía Arias de Saavedra tenían por propósito que la
junto diverso y disperso al que era necesario pacifi- ciudad no quedara desarmada: el peligro indígena
car y convertir. Este conjunto, claro está, también fue una de las constantes invocadas por los vecinos
fue conocido y clasificado según criterios más afina- durante toda la vida de la ciudad vieja.
dos. Pero cuando se pensaba en qué cuestiones po-
nían en peligro la existencia de la ciudad, el «peligro
indígena» era mentado como la amenaza de los in- Los desastres naturales y sus soluciones
fieles. La ciudad, como dispositivo central de la conquista,
La ciudad y los indígenas eran, claro está, un peli- intentaba también disciplinar al medio. Los con-
gro el uno para el otro. La primera amenazaba –y más quistadores trajeron consigo caballos, perros, ove-
que eso, reprimía, disciplinaba y diezmaba– a los jas, ganado vacuno, pollos; también cepas de vides,
pueblos originarios del área y estos, a su manera, se granos, en suma, especies extranjeras que formaban
reorganizaban o resistían, con mayor o menor éxito. parte del arsenal de la conquista.
Los primeros años parecen haber sido los más di- Su adaptación al terreno dependía de una buena
fíciles desde la óptica de los conquistadores. En cantidad de factores, y estaba estrechamente vincu-
1574, mientras fuertes diferencias internas ocupaban lada con el sometimiento de las comunidades indí-
a los hispánicos, los indígenas que rodeaban la ciu- genas locales. Esta adaptación era, sin embargo, un
dad la sitiaron. Unos treinta soldados repelieron el capítulo más de la conquista, de una domesticación
ataque. Manuel Cervera cuenta que después de esta que intentaba subordinar relaciones sociales y eco-
sublevación, el cacique Terú se acercó al cacique Ya- lógicas a sus propias coordenadas culturales. Y así
mandú, quien ya había optado por la vía de la nego- como los indígenas resistieron su sometimiento, el
ciación y se decía amigo de Garay. Sin embargo, en bioma del litoral no hacía fácil la implantación de al-
mayo de 1577, excepción hecha de unos pocos que gunos géneros de vida exóticos. En ocasiones, con-
estaban asentados alrededor del casco urbano, los vertía en comida para algunas especies lo que los eu-
naturales de la provincia habían vuelto a rebelarse. ropeos sembraban como insumo para sus propias
Durante 1625, el Cabildo dispuso el envío de una de necesidades alimenticias...
las habituales «entradas» de castigo a los naturales Desde el cabildo, una serie de «acontecimientos
del valle Calchaquí, por los numerosos robos y ex- naturales» fueron percibidos como desastres, como
cesos que cometían. Hacia la época del traslado, el amenazas a los recursos que la ciudad tenía para su
maestre de campo Juan Arias de Saavedra impuso subsistencia y para su reproducción. Una vez que
174 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 175

tomaban nota de esto, encaraban la elaboración de se sumaba a las descortesías de un verano caluroso,
soluciones: como primitivos expertos en gestión del fácil de imaginar para los actuales habitantes de este
riesgo, los integrantes del cabildo santafesino supie- litoral con marcas mercuriales dignas de un trópico.
ron encontrar las mejores estrategias para neutrali- En abril de aquel año, se discutió en el cabildo una
zar los efectos de estos peligros. cuestión medular: el arcediano de Asunción, Martín
En 1584, la primavera obsequió a los santafesinos del Barco Centenera, había fijado para misas y pro-
una virulenta invasión de langostas. A mediados de cesiones por sequía, unos aranceles eclesiásticos (li-
octubre, la manga estaba destruyendo los sembra- mosnas) que para el cabildo de Santa Fe parecían de-
díos. Las sementeras, con sus mieses bastante creci- masiado onerosos. La tecnología de la oración tenía
das, eran preciado alimento para los voraces ortóp- costos elevados.
teros. Ante los daños producidos por semejante pla- Otras plagas –como las de pulgones y hormigas–
ga, el Cabildo tomó una resolución: pidió al procu- eran anuales y puntuales. Los problemas se volvían
rador de la ciudad que, en nombre de todo el pue- mayúsculos cuando se combinaban con otras difi-
blo y para defender los cultivos, solicitara al Vicario cultades. En noviembre de 1593, entre la sequía, los
del Río de la Plata que provea justicia. Por esto, die- insectos y el resto de las alimañas, la ciudad andaba
ron al procurador todo el poder necesario para que, realmente de malas. El escribano, compungido, es-
el vicario, en nombre de la ciudad, destruyera las cribió para la posteridad los lamentos de una villa al
langostas, incluyendo sus desoves. borde del hambre por la «gran necesidad» de trigo
La resolución del Cabildo parece bastante curiosa, que las plagas provocaron.
porque se le encargaba «solucionar» el tema al procu- Al comienzo del año de 1617, las cosechas de
rador de la ciudad, que supuestamente tenía a su car- maíz y de los viñedos estuvieron a punto de perder-
go cuestiones referidas a la jurisdicción y de las nego- se. Se encargó al párroco que hiciera algunas rogati-
ciaciones políticas. Pero en realidad, el procurador vas para que lloviera. El padre lo hizo, pero rogó sin
sólo debía solicitar la solución a quien de veras podía éxito. La sequía continuaba. A los pocos días, se
tenerla en sus manos: el vicario. El religioso, de he- agregaron nuevas solicitudes –y por tanto, nuevas
cho, encaró la solución por donde era debido: prove- erogaciones– que debían ser urgentemente atendi-
yó rezos y misas. El tipo de justicia que el Cabildo das antes de finalizar el mismo mes de enero. La se-
solicitaba era justicia divina. Esta manera de enfren- quía, esta vez, había venido acompañada de langos-
tar los «desastres» fue bastante frecuente y desataba tas. La situación, por lo tanto, exigía determinacio-
áridas negociaciones pecuniarias entre el Cabildo y la nes más drásticas: vista la evidencia del escaso poder
Iglesia, porque el servicio solicitado no era gratuito: de unas poco costosas rogativas hechas en misa, el
por los mismos, la Iglesia cobraba aranceles. Cabildo encargó, con carácter de urgencia, tres pro-
El año de 1592 no trajo langostas, pero sí un oto- cesiones: para el 24 de enero, una desde las iglesias
ño excesivamente seco. La «gran sequía» de ese año, de San Sebastián y San Fabián, otra desde la de San-
176 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 177

to Domingo y una tercera desde la de San Francis- bién calibrado en el cabildo. Siempre podían encon-
co. Las cosechas, ese año, fueron flacas. Las sesiones trarse culpables para la carestía de tal grano o de
de la última semana del mes de octubre, dejan cons- cual uva. Se criminalizaba a quien realizara cortes
tancia del lamento: «no hay trigo para proveer a los no autorizados de cepas, vides o mieses en épocas de
pobres.» Los rezos fueron insuficientes. escasez, imponiendo durísimas penas a quien come-
La vendimia comenzaba alrededor de la última tiera esos delitos.
semana de enero y era evaluada, en general, en la
primera de marzo, cuando también se fijaba el pre-
cio del vino. 1618 fue un buen año para los viñedos,
pero en cambio, registró todavía los sacudones de
las sequías y las plagas que maltrataron al trigo.
Durante el invierno, no hubo trigo ni siquiera pa-
ra sembrar. Lo mismo pasó poco después, durante
1621, sólo que ese año, el golpe del clima y los in-
sectos afectó también a los viñedos. Dada la escasez
de trigo, se autorizó la fabricación de panes de libra
y media en lugar de los habituales, de dos libras; pe-
ro si se piensa que el panorama de este año estaba
completo, basta con revisar otros documentos para
saber que lo peor estaba por venir…
Unas cartas del cabildo de Buenos Aires, y otras
escritas por vecinos de Santa Cruz de la Sierra, apor-
tan la referencia de una epidemia de viruela que, des-
de junio de ese año, asolaba a toda la gobernación.
Los vecinos de Santa Fe, como medida preventiva, Parroquia, huerta y desfile.
sugirieron prohibir la «subida» de gente de Buenos Acuarela de Florián Paucke
Aires, vedando el desembarco de hombres y mercan-
cías que esperaban en el puerto, lo que se reiteró en
1627 con el caso de la barca de Martín de la Cabes, a
la que no se permitió atracar por proceder del puer-
to rioplatense.
Durante la década de 1630, los vaivenes de las co-
sechas atribuidos al mal tiempo o plagas de insectos
alteró el sensible termómetro de los precios, tam-
178 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 179

La relación con la Iglesia: encuentros y desencuentros no se concretó hasta 1610. La media cuadra, tasada
Ciudad e Iglesia fueron inseparables, también, en en 90 pesos, perteneció a Diego Bañuelos, quien du-
todo el proceso de la conquista. La instalación en rante 1590 había tenido que abandonar la ciudad.
América de la Monarquía Católica dependió en Poco después, en 1592, la ciudad concertó con el ve-
buena medida del funcionamiento de esta dupla, cino y cura Felipe Arias de Masilla el adoctrina-
que había sido probada, exitosamente, en el proceso miento de los naturales, seis veces al año. Aunque la
de la reconquista del sur de la Península Ibérica. fuente no lo indica explícitamente, puede tratarse
El adoctrinamiento religioso estaba íntimamente del adoctrinamiento de indígenas de una encomien-
relacionado con la introducción de las pautas cultu- da «del común», es decir, propiedad de la ciudad.
rales del catolicismo europeo, de lo que los católicos Como en el caso de los encomenderos, la ciudad
consideraban una vida en comunidad. tampoco se hizo cargo de pagar los servicios del cu-
Las normas que se redactaban sobre este tema, ra doctrinero: ¿quién cubrió los gastos? Los mismos
estuvieron apoyadas en prácticas y principios mo- indígenas, a quienes se exigió una limosna de medio
nopolizados por la Iglesia: la prédica a favor del ca- peso por cada indio adulto: podían pagarla en mo-
samiento entre indias e indios o españoles –acompa- neda de la tierra, es decir, en algodón y sayal bueno
ñado por un enjundioso combate contra la mance- (el de dar y recibir), en hierro, en acero o en plomo.
bía y la circulación «ritual» de las mujeres–, la asis- El Cabildo resolvió la cuestión muy sencillamen-
tencia obligatoria a oír misa, las (endebles) prohibi- te: obligó al presbítero y a los religiosos que lo asis-
ciones sobre el trabajo en días destinados al culto re- tían a dar doctrina a los naturales seis veces al año, y
ligioso, la vestimenta y la participación en las fiestas a los naturales, a pagarles por ello. Los capitulares,
de guardar, fueron parte de las obligaciones estable- algunos de los cuales eran encomenderos, tomaron
cidas por la Iglesia a los encomenderos, de quienes este mismo criterio para con sus propias encomien-
también se pretendía montaran capillas con ornato y das: cargaron en los indígenas el costo de la doctri-
corrieran con los costos que suponía mantener curas na. Así fue, además, en casi toda América.
doctrineros. Esos complejos «tributos eclesiásticos» a cargo
El cabildo, en nombre de la ciudad, también ha- de los indígenas –que incluían desde gallinas hasta
cía lo suyo en este sentido. Se ha visto que, en el mo- materiales tan ajenos a la economía doméstica de
mento mismo de la fundación, Garay había asigna- esos pueblos como la pólvora o el hierro– fueron
do en el reparto de solares, algunos para la iglesia moneda corriente desde los primeros tiempos de la
matriz y para las iglesias de San Francisco y de San- conquista también en las áreas centrales (sobre todo
to Domingo. A comienzos de 1590, se donaron dos en el Perú) y, como puede verse aquí, aparece «sola-
solares al padre Arminio de la Compañía de Jesús, pado» como un tema que era controlado por el ca-
en el marco de los primeros intentos por favorecer bildo. Este descargaba sobre las comunidades enco-
la instalación del Colegio de esta Compañía, lo cual mendadas la satisfacción de los tributos eclesiásti-
180 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 181

cos: los asuntos de la Iglesia fueron también, mu- Concepción, la donación al convento de San
chas veces, asuntos del común. Francisco de la imagen de la virgen que había
salvado de un naufragio seguro a los tripulantes
de su embarcación.
Haz lo que yo digo… El suceso era conocido por todo el mundo, por
El rey debía ser ejemplo de virtud cristiana. Los lo cual los miembros del cabildo apoyaron la
miembros del cabildo, también debían «predicar» propuesta. En el convento ya estaba depositada
con el ejemplo. Ejemplo que, a juzgar por lo que di- la virgen milagrosa, a quien se le oficiaron misas
cen los documentos, no siempre daban… cantadas en gran número.
Es común encontrar que se amenazaba a los
miembros del cabildo con «penalizaciones» –en ge- El carácter cristiano de la conquista y la presencia
neral consistentes en «papel para el libro del cabil- omnímoda de la Iglesia no impidió, de todas mane-
do»– fijadas para los que no concurrían a la iglesia ras, la existencia de conflictos entre ésta y el gobier-
los días de fiesta. no de la ciudad. Tómese en cuenta, al menos, los ro-
En 1617 se creó el cargo de mayordomo de San ces con algunos miembros del clero secular y sus ex-
Jerónimo y se resolvió que el patrono de la ciudad presiones de mayor jerarquía.
fuera ubicado permanentemente en su capilla de la
iglesia Mayor. En 1585, el obispo de la gobernación había man-
dado a leer, en la iglesia local, algunas constituciones
Los comisarios de la Santa Cruzada –recaudado- que entraban en contradicción con las costumbres y
res de la bula del mismo nombre, otra carga que pe- con el orden establecido por el obispo anterior. El
saba sobre vecinos e indígenas– eran recibidos en el Cabildo apoderó a Pedro de Espinosa para que ne-
cabildo; allí también se decidía sobre la provisión de gociara con el Obispo e hiciera prevalecer la juris-
curas vicarios y se otorgaban o aceptaban «títulos de dicción municipal sobre la eclesiástica. Durante
cura». El Cabildo también se ocupaba del ornato y 1618 y 1619, la ciudad se opuso enérgicamente a los
de la disposición de las figuras sagradas en la iglesia: nuevos diezmos fijados por el Obispo. En 1623, el
no faltaron quienes, además, se mostraran fervoro- procurador solicitó que las bulas publicadas se con-
sos durante el año 1638, cuando la comunidad toda mutaran, pudiéndose pagar en frutos de la tierra, an-
se agitaba alrededor de los milagros de la virgen. te la crónica falta de metálico.
El avance de las cargas eclesiásticas parecía incon-
El 14 de agosto de 1638, el alcalde Robles y Ve- tenible: en 1625, el alcalde Juan de Osuna fue desig-
ga propuso que el cabildo solicitara al tesorero nado procurador ante el Obispo y el gobernador
Francisco Sánchez de Vera, vecino del Paraguay, Céspedes para solicitar que no se impusieran más
propietario de la barca Nuestra Señora de la rediezmos y nuevos diezmos, y se revocaran los
182 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 183

aplicados últimamente. Los diezmos pretendidos que en esta sociedad tradicional política y religión
por la Iglesia –impuestos en esta ocasión por el obis- estaban bastante confundidas, también existían te-
po Fray Pedro de Carranza– se aplicaban sobre los rrenos, cotos y protocolos que evidenciaban las zo-
cueros y sobre otros productos de la tierra. La cues- nas de tensión. En el plano de las jurisdicciones y de
tión fue llevada a los más altos tribunales de justicia las investiduras, las superposiciones no siempre fue-
del Virreinato, y la ciudad presentó una apelación ron bienvenidas y, en algunos casos, fueron inadmi-
ante la Real Audiencia de La Plata (Charcas). El 4 de sibles.
noviembre de 1625, el tesorero Pedro Ramírez pre-
sentó una petición referente al cobro de la alcabala.
Se resolvió que, por ser «tierra nueva», una ciudad Mojones adentro
«muy pobre y miserable donde no hay tiendas ni Los términos del ejido de la vieja ciudad de Santa Fe
mercadería» y por no haber plata en circulación, era estaban señalados por mojones que, cada fin de año,
necesario apelar ante las autoridades para confirmar eran inspeccionados por miembros del cabildo. Ya
la exención sobre ese derecho. Todos estaban de se ha visto la importancia del ingreso que producía
acuerdo en el punto, menos el Obispo quien, por su el derecho de «mojonería». La inspección de mojo-
lado, insistía con los diezmos, encontrando la férrea nes, practicada desde la fundación, era la única que
oposición del Procurador de la ciudad. proporcionaba la afirmación de una cierta noción de
La ciudad, que se declaraba pobre y miserable, «limes» en ausencia de murallas.
instruyó a su procurador para que consiguiera del Sin embargo, para algunos, el lugar de esas mura-
Alto Tribunal que los obispos no fijaran nuevos llas era ocupado, metafóricamente, por la «bravura»
diezmos. Pretendía, además, que los vigentes no se de su gente, que la protegía contra el peligro indíge-
pagaran en reales sino en monedas de la tierra, de- na. El Arcediano describió esta convicción con unos
fendiendo así una costumbre asentada y antigua, versos bien rimados:
que se practicaba desde la fundación.
La ciudad tuvo, también, conflictos muy puntua- «Estaba la ciudad edificada
les con los ministros de la Iglesia: en 1636 se produ- Encima la barranca, sobre el río
jo un hecho curioso. Juan Domínguez Pereiro, elec- De tapias no muy altas, rodeada
to regidor de primer voto, fue compelido a hacerse Segura de la fuerza del gentío
cargo de sus oficios (como regidor y como alférez De mancebos está fortificada:
real). El hombre se presentó ataviado con el hábito Procura el indio de ellas, el desvío,
de la Orden Tercera de San Francisco. Los cabildan- Que son diestros y bravos en la guerra
tes lo conminaron a presentarse como secular, lo Los mancebos nacidos en la tierra»
que Domínguez Pereiro, alegando una promesa, no Martín del Barco Centenera, La Argentina
satisfizo. Sin más trámite, el Cabildo lo eximió: aun-
184 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 185

Otras preocupaciones de la ciudad giraban en de la pena que se le había impuesto por no carpir la
torno del cuidado de lo recto. Su manifestación, las calle y por haber arrojado basuras en ella. Los capi-
calles, representaban con su geometría la sustancia tanes Diego Ramírez y Manuel Martín inspecciona-
de un modelo ideológico de organización del espa- ron el lugar y dejaron en suspenso la multa.
cio afirmado sobre el predominio de un trazado rec-
tilíneo que permitía la disposición jerárquica de los
elementos al mismo tiempo que facilitaba la vigilan- Los nombres de las calles
cia de los cuerpos y el desplazamiento de las fuerzas Las calles eran mentadas por la gente de la ciudad
para las fiestas, la guarda de las fronteras o de una con el nombre de alguno de los vecinos que tenían
organización para la guerra. su casa sobre ella. No se trataba, desde luego, de una
El trazado urbano se había levantado en las bar- manera excepcional de hacer las cosas sino, por el
bas mismas del río, por lo cual algunas calles sufrían contrario, de la norma pura y dura: es una práctica
en su propio piso los daños provocados por la subi- todavía corriente en muchas pequeñas poblaciones
da del agua durante los períodos de creciente: ya en de provincias, en diferentes países, que, al solicitar
1590 fue necesario tapiar una calle, la de Francisco una referencia que nos ubique en el sitio, recibamos
de Caravajal, porque se la robaban las aguas. por respuesta una orientación que sugiere seguir ca-
Esas tapias, a modo de primitivos terraplenes de minando hasta la «calle de la viuda del juez». Este ti-
contención –que imagino no mucho más precarios
que los que todavía hoy se construyen, con bolsas y
arenas, en ciudades como Rosario o Santa Fe, en el
inicio del siglo XXI– forman parte de la arqueología
de una prevención de los desastres que, año tras año,
provocaban severos dolores de cabeza a los vecinos.
Curiosamente, las zonas más afectadas eran aque-
llas donde residían los vecinos más notables, dado
que sus casas se ubicaban, justamente, más cerca de
la ribera del Quiloazas. ¿Era ese riesgo el precio de
la notabilidad? Acredítese la especulación a cuenta
de una posible historia del inconciente urbano.
Los mismos vecinos, por otra parte, eran quienes
tenían a su cargo el mantenimiento de las vías públi-
cas; en caso de desentenderse de la responsabilidad,
podían ser penados por el gobierno municipal. Die-
go Suárez, por ejemplo, solicitó en 1617 ser eximido Vista panorámica de las ruinas de Cayastá (de norte a sur)
186 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 187

po de referencias convive con otra, también muy destino prometedor, el Cabildo inhibió su segundo
arraigada, que remite a las más institucionalizadas intento de huida amenazándolo con una multa de
«calle de la iglesia», «la del correo» o «la del cole- 200 pesos. La primera escuela de primeras letras se
gio». Algunas calles de la vieja Santa Fe, como las estableció en 1617. Para alfabetizar a los hijos de los
que desembocaban en la ribera del río, asoman en santafesinos fue designado Martín de Angulo, ex
los documentos denominadas como la del Conven- maestro en Buenos Aires. El asunto parece haber te-
to de San Francisco, la de Alonso Saromo, la del nido precedentes que hablan de poca responsabili-
puerto de Luis Romero o la de Cristóbal Matute de dad o, quizás, de malas prácticas, ya que, esta vez, la
Altamirano. Los vecinos importantes aparecen, en asistencia de los «alumnos» fue puesta al cuidado
este registro de las representaciones, como verdade- del mismísimo teniente de gobernador.
ros puntos de referencia. Y no era poco, si eso, por En Santa Fe los maestros no duraban mucho
ejemplo, los ponía a la par de un convento. Las co- tiempo. Durante la jornada del 15 de julio de 1619,
munidades designan las vías de su traza urbana ape- se designó como maestro de niños al clérigo Fran-
lando a aquello que consideran significativo. El re- cisco Muñoz Olguín, hasta que se encontrara una
gistro en el nombre, confirma la presunción de «lo persona más adecuada. Los religiosos del convento
asumido»: o mejor, lo produce, lo confirma y lo re- de Santo Domingo obtuvieron una autorización pa-
produce. ra instalar una escuela recién en 1625. De igual ma-
nera, el gobierno de la ciudad no dejaba esta cues-
tión en manos de la Iglesia fácilmente. En 1626 se
La enseñanza: maestros y artesanos designó como maestro de niños provisoriamente,
«El tema de las primeras letras tampoco era aje- por un año, a un forastero, Luis Martínez, quien fi-
no a las preocupaciones de los capitulares. La jó condiciones severas: un buen pago y el compro-
educación que se daba en estas nacientes pobla- miso del Cabildo de impedir la instalación de otra
ciones, nunca pasó de los rudimentos de lectura, escuela.
escritura y cuentas. La generalidad de los habi- Las dificultades para encontrar la persona idónea
tantes, no sabían leer ni escribir. Costaba el en- en la función se extendieron a todo lo largo de la
contrar escribientes para el Cabildo [...] Los primera mitad del siglo XVII: promediando la cen-
maestros, fueron siempre escasos y de poca mon- turia, Simón Cristal, designado como maestro de es-
ta, aunque no puede negase que desde la funda- cuela «...para la buena enseñanza y doctrina de los
ción de las ciudades procuróse su existencia» niños...» fue relevado a menos de 15 días de haber
Manuel Cervera, 1907 sido puesto en funciones, porque fue considerado
incompetente para ejercer el cargo. El alcalde Fran-
Cuando Pedro de Vega, primer maestro de la ciu- cisco de Robles y Vega, que realizaba el seguimien-
dad, quiso abandonar la villa que no le aseguraba un to, tuvo que buscar a otra persona y, una vez que la
188 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 189

encontró, debió renegar bastante con los padres pa- de cuero de vaca o de venado; si las costuras iban so-
ra que estos enviaran sus hijos a la escuela nueva- bre cuero doblado el costo se duplicaba.
mente. Los aranceles, como se ha dicho ya, los fijaba el
Otro ámbito de formación y de enseñanza lo Cabildo y cualquier exceso podía ser denunciado.
constituía el artesanado. Los artesanos de oficio to- También la calidad del trabajo del artesanado era
maban aprendices que hacían el trabajo para ellos a controlada por uno de los alcaldes y un regidor: si
cambio de recibir los secretos del métier. Los datos encontraban que el producto estaba mal hecho, po-
acerca de oficios artesanales en Santa Fe son escasos, dían tirarlo, quemarlo o darlo a los pobres.
pero aparecen prácticamente con la fundación de la Los aranceles de los carpinteros –artesanos nece-
ciudad. En un sitio en el que todo estaba por hacer, sarios y fundamentales en el contexto formativo de
existió la necesidad de contar con hombres dedica- una ciudad que apenas inaugura su prehistoria ar-
dos a las distintas tareas manuales básicamente liga- quitectónica– iban a la zaga de los fijados para el ru-
das con las necesidades alentadas por la vestimenta, bro que hoy llamaríamos «talabartería». En efecto,
construcción de casas, de rudimentarias herramien- los trabajos ligados con la manufactura del cuero y,
tas para una agricultura en ciernes, de aperos para el sobre todo, con la de enseres estrechamente ligados
ganado y de los objetos necesarios para el ejercicio a su utilización en la actividad ganadera, eran más
de los ministerios religiosos. costosos que cualquier otro. La factura de una mon-
tura, de unas botas de cuero o hasta de una rastra era
Carpinteros y talabarteros eran los mejor pagos. más oneroso que el de realizar un banco o unas ven-
Los primeros confeccionaban puertas encajadas y tanas para la iglesia o para el cabildo, lo que expresa
sencillas, ventanas encajadas (con cuatro varas en la valoración social de la que gozaba la figura del
cruz) o ventanas simples, arcas de siete palmos, me- hombre montado a caballo con determinados per-
sas, cajas para guardar los arcabuces, bancos para las trechos. Las monturas, botas, yugos y demás arte-
iglesias y para las casas, camas, escaleras. Para el cam- factos de cabalgadura representaban un «algo más»,
po elaboraban arados con timón de laurel; los tala- y es ese «plus» el que parece estar incorporado en
barteros eran indispensables para fabricar todo los aranceles más elevados que percibía el artesano
aquello ligado con la ganadería, y de allí probable- que manufacturaba aquellos elementos.
mente se derivara su jerarquía y lo costoso de sus ho- Podemos conocer los nombres de algunos artesa-
norarios. Hacían sillas de montar, borceguíes, «cora- nos de la vieja ciudad de Santa Fe. Por las notifica-
zas», cueros para enfundar armas, etc. Los dedicados ciones de la sesión del 27 de octubre de 1617, por
a la zapatería cobraban un poco menos; pero los re- ejemplo, se sabe que Teodosio de Cacea, Juan Ruiz,
gistros del Cabildo permiten ver la gran variedad de Hernando de Sosa, Pedro Ramírez, Bartolomé Pé-
calzados que se fabricaban: botas llanas de dos sue- rez, Alonso de Ontiveros y Felipe Tomás tenían ofi-
las, zapatos de dos suelas, chinelas, zapatos sencillos cios artesanales. De Diego de Frutos, se dice que era
190 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 191

sastre, de Juan de Irazabala que tenía por oficio la Todavía hacia el primer cuarto del siglo XVII, los
carpintería. Puede asegurarse que estas personas no patrimonios de los pocos peninsulares y del mayor
aparecen en las actas del cabildo bajo otra forma: su número de hijos de la tierra que hacía parte del seg-
única huella escrita para la historia es la de haber si- mento económicamente más pudiente, tenían un ac-
do nombrados como artesanos. tivo de sus bienes personales más bien flaco en ma-
Difícilmente hayan sido vecinos, y si acaso alguno teria de artículos que, considerados de uso corrien-
accedió a esa condición, de hecho jamás participó de te en tierras altoperuanas, en Santa Fe constituían
manera activa y visible en el cabildo. Es evidente que verdaderos lujos.
los artesanos no formaban parte del grupo dominan- Durante los años 1640 y 1650, en la coyuntura de
te. De hecho, existieron muchos indios y esclavos conflictos con la corona portuguesa, salieron a la luz
negros que fueron artesanos. Los artesanos indios documentos que prueban que un buen número de
generalmente eran indios de encomienda, utilizados carpinteros, herreros y talabarteros eran de origen
como gente de servicio doméstico en la ciudad por portugués. Esto muestra que los portugueses que
los miembros más poderosos del grupo hegemónico. habían llegado a Santa Fe no eran sólo hombres con
Con ellos diversificaban sus actividades y, en buena dinero para hacer negocios sino que también hubo
medida, ampliaban sus fuentes de ingreso. En ciertos algunos más humildes, que se insertaron como arte-
casos, apelando al cobro de aranceles excesivos, co- sanos. Cuando el gobernador Lariz ordenó la ex-
mo parece demostrarlo la denuncia de Diego Ramí- pulsión de los portugueses, el Cabildo salió en de-
rez y Antón Martín el Viejo, cuando, en 1619, plan- fensa de los que eran artesanos, argumentando que
tearon su disconformidad frente a los excesivos pre- su trabajo era considerado indispensable, en aque-
cios cobrados por el herrero Pedro, indio al servicio llos momentos, para el traslado de la ciudad…
de Hernandarias.
Otro problema frecuente parece haber sido el de
los tiempos del trabajo de los artesanos. Cuando en Hombres trabajando: una ciudad en obras
1617 se fijaron los aranceles de los herreros, zapate- Había pocos brazos para realizar los trabajos de
ros, carpinteros y sastres (en una fecha inusual, casi mantenimiento urbanístico de la ciudad: quienes se
al final del año), se conminó a los mismos a tomar ocuparon de estos menesteres fueron casi siempre
los trabajos con el tiempo necesario para cumplir con los mismos.
la fecha de entrega prometida. Es que la mayor par- Cuando se avecinaba la cosecha de viñas en 1618,
te de la demanda de trabajo artesanal provenía del el Cabildo suspendió el arreglo del camino hacia
Cabildo, de las iglesias y de los miembros de las ca- Córdoba: quienes estaban trabajando allí fueron lla-
pas más acomodadas de la sociedad, económica- mados a ocuparse de la tarea más urgente que exi-
mente incapaces de adquirir la totalidad de estos ar- gían las heredades. Durante el mismo año, se sus-
tículos fabricados en Castilla: importar era costoso. pendió el rellenado de pozos en las calles para dedi-
192 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 193

car el esfuerzo a «las sementeras» y a comienzos de Si bien los vecinos trataban de eludir estas cargas
julio, se retomó la reparación de las calles que baja- y, las multas que les fijaban no siempre llegaron a
ban al río. ejecutarse, el tipo de trabajos que se encargaba a los
En mayo de 1625, el Cabildo compelió a Miguel vecinos sugiere algunas cosas.
Rodríguez, Pedro Ramírez y al Alférez Diego de Va- En principio, la identificación nominal de la car-
lenzuela a que, antes de 4 días, repararan el pozo exis- ga «en» el vecino –aun cuando en algunos casos no
tente en la calle real, de la que eran convecinos. Tam- fueran ellos mismos quienes realizaban los trabajos,
bién a Juan Díaz. El regidor Francisco Cuellar de Po- generalmente ejecutados por indígenas de sus enco-
rrás fue, durante el mismo año, el vecino encargado miendas o de la encomienda de la ciudad–, alude a la
de cortar la madera para reparar el edificio del cabil- dimensión física del compromiso político asumido
do. Se le asignaron 12 indios y herramientas, estas úl- desde la condición de vecindad. Los vecinos y no,
timas aportadas por los capitulares. En febrero de ese por ejemplo, unos moradores que podrían oficiar
mismo año, los vecinos habían encargado al regidor y como trabajadores libres, eran considerados por el
fiel ejecutor, Diego de la Calzada, el control sobre las Cabildo los responsables de edificar y mantener en
personas designadas para la construcción del edificio condiciones las instalaciones culturales que, en últi-
del cabildo, siendo su responsabilidad que la obra ma instancia, eran las que fundamentaban su propia
fuera terminada en menos de seis meses. calidad de vecino de una ciudad.
Los «convecinos» de una calle, con-vecinos en el
Los trabajos se encaraban de esa manera: algunos sentido físico de estar las «casas de su morada» una
particulares eran responsabilizados de realizar los a la par de la otra, eran también con-vecinos en lo
arreglos. Un miembro del cabildo, controlaba o vi- que concierne a derechos políticos. Tal y como su-
gilaba que estos arreglos se hicieran. Los particula- cedía con este aspecto de la cultura urbana de la vi-
res, a su vez, bien podían realizar las tareas ellos lla, la preocupación se trasladaba también a otra tec-
mismos, bien podían llevar indios de su servicio o nología de los europeos que organizaban el espacio,
exigir a un tercero (por deudas de favores o de dine- la de la posesión y disposición de la escritura, cen-
ro) que lo hicieran por ellos. Los insumos, general- tro de una división que, incluso, los atravesaba.
mente, eran proporcionados por el Cabildo mismo.
Así se realizaron las construcciones de las igle-
sias, el carpido de calles, el rellenado de pozos, el El traslado de la ciudad: renovarse es vivir…
mantenimiento de los caminos o la edificación de ta- O sobrevivir. Al menos así lo planteaban, desde la
pias. Estas actividades, por lo demás, formaban par- década de 1640, distintas voces interesadas en la
te de las responsabilidades propias de una relación suerte de la ciudad vieja.
entre las ventajas que otorgaba y de las cargas que Si frente a los distintos peligros que se han evoca-
implicaba la vecindad. do, la solución propuesta ha sido la de mudar la ciu-
194 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 195

dad toda, puede concederse que la medida parece un de Miguel de Santuchos de las de Juan de Arce y
poco drástica. Sin embargo, si ubicamos el hecho en hasta cuya Cruz llegaban los límites de la ciudad
perspectiva histórica y tomamos en cuenta las for- en su ejido de chacras…»
mas en que los hispánicos habían instalado las ciu- Manuel Cervera, 1907
dades durante el periodo de conquista, enseguida se
reconoce que los traslados de ciudades fueron algo La imagen que se tiene de aquellos años es la de
bastante frecuente en la historia de la América Co- una ciudad viviendo bajo alarma, dominada por el
lonial. Y no sólo en la hispánica: la historia de las miedo y ganada por la precariedad. Se temía correr
colonias portuguesas aporta el caso más curioso y el mismo destino que otras ciudades, como Concep-
más extremo: la ciudad de Mazagao, durante el siglo ción del Bermejo, despoblada a comienzos de la dé-
XVIII, transitó por tres continentes. Localizada ori- cada de 1630.
ginalmente en el africano, fue trasladada por unos Los documentos de la época hablan de las excur-
meses a Portugal, en Europa, antes de ser instalada siones y los robos de los indígenas chaqueños y de
definitivamente en los territorios americanos de la la inquietud que provocaban los grupos charrúas
corona portuguesa, en el Brazil. ¡Eso es un viaje! que ocupaban las tierras que hoy son entrerrianas.
En la América española, los traslados de ciuda- La ciudad solamente parecía defenderse de las con-
des, durante el siglo XVII y el XVIII, se cuentan por tinuas invasiones de los calchaquíes y sumirse en la
cientos. Cuando las comunidades se ven amenaza- pobreza. Los pedidos a los gobernadores y al rey
das pueden hacer cosas interesantes. para el traslado de la ciudad se hacían más frecuen-
La transmuta de la ciudad al nuevo sitio, donde se tes y su tono era, petición tras petición, más dramá-
instaló desde los años 1650 llamándose desde enton- tico. Al asedio indígena se agregó, a comienzos de la
ces Santa Fe de la Vera Cruz, era una medida solici- década de 1650, una nueva creciente del Paraná, la
tada por muchos vecinos, recomendada por algunos crónica falta de metálico, la destrucción de los cami-
visitantes y, ante las solicitudes formales, incluso fue nos y las dificultades para recoger vacas o hacer co-
una medida aprobada y celebrada por la Corona. mercio con otras ciudades sin enfrentar límites y
riesgos.
«El nuevo nombre dado a la ciudad, Santa Fe de El 12 de abril de 1651 se señaló el sitio apto para
la Vera Cruz, fue desde que se resolvió la mu- la mudanza de la ciudad: el rincón de la estancia de
danza y después de recorridas las nuevas tierras Juan de Lencinas, unas doce leguas al sur de la traza
donde se iba a establecer, y debido este nombre ubicada al borde del río Quiloazas. El gobernador
de Vera Cruz como una ofrenda a Dios para que Lariz, durante mucho tiempo reticente a este trasla-
la salvara de las desgracias que hasta entonces ha- do, finalmente aprobó que se hiciera el trasiego a ese
bía sufrido, o por la Cruz existente en estas tie- lugar y emplazó al Cabildo a resolver la cuestión en
rras, que dividía de la parte del Salado las tierras tres semanas. Éste mandó la fundación de la nueva
196 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE Conquista y colonización hispánica 197

ciudad en la estancia de Lencinas, ordenando la pre- y un poco de gente hacía de avanzada o tapón, se-
sencia de algunos vecinos para instalar la nueva pla- gún la circunstancia, en la frontera con los pueblos
za, trazar sus calles, señalar solares, ejidos y repartir indígenas. Su defensa había quedado a cargo de Ber-
tierras para chacras. nabé Arias Montiel quien, con pocas armas y un pu-
El trasiego tomó en total unos 10 años, durante ñado de hombres, trataba de sostener en pie lo que
los cuales se fueron edificando las nuevas casas. En quedaba del sitio antiguo.
el ínterin, tanto la ciudad vieja como las tierras de
sus alrededores, seguían soportando una despobla- «La transmuta de la ciudad contribuía también a
ción a veces planificada y otras veces resuelta con una relocalización que abría nuevas orientacio-
urgencia, ante la continuidad de las incursiones cal- nes en relación a las posibilidades de accionar
chaquíes, tocagües o de los que bajaban del Chaco. por parte de los vecinos. Ese accionar implicaba
Durante 1653, el teniente de gobernador Juan Arias recomponer mecanismos de dominación dete-
de Saavedra encabezó una expedición de castigo a riorados. El valle calchaquí aparecía como terri-
los indios del valle calchaquí: el propósito era defen- torio disputado por diferentes grupos: otros sec-
sivo pero también ofensivo, dado que la captura de tores blancos no ligados aparentemente a la elite
indígenas formaba parte de las necesidades que plan- –probablemente vecinos más pobres de la misma
teaban los vecinos: se los utilizó como cargadores, ciudad o de otras– y también las parcialidades
cosecheros y hasta como albañiles para levantar las indígenas dispuestas a no retroceder ante esta
nuevas paredes de tapia. También en 1653 se realizó presión. El juego de fuerzas podía estar de un la-
en el sitio nuevo el reparto de tierras para chacras y do u otro. La despoblación de Concepción del
sementeras ordenado por el Cabildo. En 1654, el Bermejo había demostrado que permanecer a la
proyecto del traslado casi aborta: la pobreza de los defensiva era una estrategia destructiva. Ocupar,
vecinos impedía llevar adelante obras y mudanza. explotar y organizar el espacio era la manera de
Las estancias cercanas al Salado volvieron a ser in- intensificar ese control.»
vadidas por los calchaquíes en 1655 y 1656, que ade- Analía Manavella y Marina Caputo, 1999
más se levantaron en el Tucumán ese año y en 1659.
En 1657 y 1658, dos crecientes sucesivas provocaron Algunas investigaciones recientes han agregado
el derrumbe de casas y hasta de la parroquia de San mayor riqueza a las interpretaciones clásicas sobre
Roque. La defensa de la ciudad vieja flaqueaba y la los motivos de la transmuta: si bien son innegables
nueva no terminaba de asentarse. Los precios de los todas las penurias, los peligros y los déficit en los
productos indispensables, como el trigo, sufrieron que estaba sumida la ciudad vieja, también es nece-
incrementos que llegaron hasta el triple. sario considerar que el traslado no obedeció sola-
La trasmuta se completó en 1660, y la ciudad vie- mente a razones negativas. Como sostienen Analía
ja quedó semidestruida pero no vacía: algunas casas Manavella y Marina Caputo, los grupos más involu-
198 NUEVA HISTORIA DE SANTA FE

crados con las actividades económicas santafesinas, Fuentes inéditas


veían con buenos ojos la idea de reubicar a la ciudad Biblioteca Nacional, Buenos Aires
en otra posición en el marco de sus relaciones con Colección Gaspar García Viñas
Buenos Aires o con la frontera hacia el oeste, ya que Archivo General de la Provincia de Santa Fe
el dominio del valle calchaquí era un problema ins- Actas Capitulares
talado: mover la ciudad de lugar implicaba también Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de
emplazarla en un sitio desde donde el territorio pu- Santa Fe
diera ser organizado de una manera más eficaz. Expedientes Civiles
Con la ventaja que significa conocer el final siem- Escrituras Públicas
pre provisorio de esta historia, puede decirse que, a Archivo General de Indias, Sevilla, España
aquellos vecinos, la sal del tiempo seguramente les Escribanía
pintó la cara, pero también les dio la razón. Charcas
El próximo tomo de esta colección aborda temas Mapas
relacionados con la sociedad y la economía de las
dos ciudades: de Santa Fe la vieja y de Santa Fe de
la Vera Cruz, la nueva. El propósito es el de com- Fuentes impresas
plementar y profundizar, a través del estudio de las Alarde de Santa Fe, publicado en el Boletín del Archivo Ge-
familias fundadoras, de la encomienda, del trabajo neral de la Provincia de Santa Fe, 1973.
indígena, de la esclavitud, de los jesuitas, de la fron-
tera, de la vida cotidiana, de la producción y del co- Cartas Anuas de la Provincia del Paraguay, Chile y Tucu-
mercio, este retrato de los tiempos coloniales que mán, de la Compañía de Jesús (1615-1637), Buenos Ai-
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Escribe en este tomo

DARÍO G. BARRIERA (Maciel, Santa Fe, 1966)


Es Licenciado en Historia por la Universidad Na-
cional de Rosario y Doctor en Historia por la Es-
cuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Pa-
rís (EHESS). Cursó estudios posdoctorales en la
UNAM, México. Es miembro del Centro de Estu-
dios Sociales Regionales (CESOR) y director de la
Revista Prohistoria. Desarrolla investigaciones so-
bre la historia social del poder político y de la admi-
nistración de la justicia durante los siglos XVI y
XVII. Se desempeñó como Profesor Invitado en
Universidades mexicanas, españolas, francesas y ar-
gentinas. Actualmente enseña en la carrera de His-
toria de la Facultad de Humanidades y Artes de la
UNR y es Investigador del CONICET.
Publicó Territorios, Espacios y Sociedades (con
Diego Roldán, editado por la UNR), con María Inés
Carzolio Política, Cultura, Religión: Homenaje a
Reyna Pastor (Prohistoria Ediciones) y, con Gabrie-
la Dalla Corte, Espacios de Familia: España y Amé-
rica Ss.XVI-XX, editado por Jitanjafora, en México.

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