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por
Jaume de Marcos
1
Basset, El diálogo interreligioso, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1999, pág. 30.
de construir una sociedad democrática plural e inclusiva de diversas perspectivas,
incluidas las religiosas. En nuestra época medieval, la ignorancia mutua, cuando
no el recelo y la tensión callada que conducían a esporádicos brotes de violencia,
eran mucho más frecuentes que el diálogo y el acercamiento sincero para conocer
la verdad del otro, y la vida en la frontera alternaba períodos de intercambio
enriquecedor y tolerancia mutua con acometidas guerreras de cruzada y yihad.
Los viajes de Ramón Llull estaban movidos más por el celo de la predicación que
por un genuino interés por integrar las otras religiones abrahámicas en su sistema
de pensamiento2. La posterior llegada del celo inquisitorial nos privó de las
posibilidades que un incipiente erasmismo podía haber aportado a la cultura
religiosa española. Incluso la noción política de libertad religiosa, que en nuestro
país sólo empezó a abrirse paso a finales del XIX, está aún desarrollándose y no
ha alcanzado el grado de plenitud que cabría desear.
2
Goddard, A History of Christian-Muslim Relations, New Amsterdam Books, Chicago, 2000, pág. 115.
movimiento de diálogo interreligioso moderno3. Cien años después, en 1993, un
grupo de líderes religiosos de Chicago quisieron revivir aquel gran acontecimiento
con una convocatoria a creyentes y líderes de las religiones del mundo para que
acudiesen a Chicago para poner en marcha un renovado Parlamento. De nuevo,
la llamada obtuvo una resonancia mundial y gentes de los cinco continentes
acudieron para conocerse unos a otros, presentar sus creencias y puntos de vista
y dialogar en paz con representantes de otras culturas y tradiciones. El fruto más
tangible del Parlamento de 1993 fue un documento redactado principalmente por
el teólogo Hans Küng y titulado “Declaración de las religiones para una ética
global”. Posteriormente, el Parlamento Mundial fue convocado de nuevo en
Ciudad del Cabo en 1999, en Barcelona en 2004, dentro del marco del Fórum
Universal de las Culturas organizado por el Ayuntamiento de la ciudad, y su última
edición por el momento tuvo lugar el año pasado en Melbourne (Australia).
El éxito del Parlamento de las Religiones de Barcelona, que fue uno de los
eventos incluidos en el Fórum de las Culturas que contó con mayor número de
3
Véase Basset, op.cit., págs. 73-77.
asistentes, muchos de ellos venidos de todos los continentes expresamente para
asistir al mismo, hizo que AUDIR se plantease la continuidad de la experiencia del
Parlamento en el ámbito que le es propio, es decir, el de la comunidad autónoma
de Cataluña, aunque abriendo las puertas a iniciativas de diálogo interreligioso
que pudiesen surgir en otros territorios con presencia histórica de la lengua
catalana, en sus diversas variantes y modalidades.
Tras un receso para el almuerzo, que suele ser aprovechado para fomentar
el mutuo conocimiento y el establecimiento de lazos relacionales entre los
participantes, para lo que se favorece que todos puedan comer en el mismo
recinto, se inicia el segmento de actividades de la tarde, que suele contar con los
programas más participativos: talleres y prácticas artísticas y religiosas,
favoreciendo los aspectos más emotivos y dinámicos. Esta es la sección que
genera más atención en las semanas anteriores a la celebración del Parlamento,
ya que las organizaciones religiosas, sean partícipes o no del diálogo
interreligioso, son invitadas a hacer sus propuestas de actividades.
Posteriormente, son los delegados de la Red de entidades los que seleccionan,
4
“Parlament Català de les Religions”, editorial de la revista Dialogal, Quaderns de l’Associació UNESCO
per al Diàleg Interreligiós, Primavera 2005, pág. 3.
mediante consenso o votación, cuáles cumplen con las exigencias de calidad y
coherencia con el tema general del Parlamento para ser incluidas en el programa
final.
9
Ibid., pág. 2.
10
Véase el artículo de Asunción Sánchez Zaplana, concejala de Medio Ambiente y Acción Social del
Ayuntamiento de Alicante, en el programa del Tercer Parlamento de las Religiones, Alicante, 2007, pág. 4.
No obstante, los Parlamentos catalanes y valencianos no han contado con
apoyos unánimes. La jerarquía de la Iglesia Católica mostró públicamente su
incomodidad por sentirse marginada durante los preparativos y la celebración del
Parlamento Mundial de 2004, y se manifestó contraria a que una entidad no
religiosa como la Asociación UNESCO para el Diálogo Interreligioso ejerciese una
tarea de liderazgo que, en justicia, debería corresponder a los propios
representantes de las diferentes religiones implicadas en el diálogo. Desde
entonces, su participación oficial en los Parlamentos ha sido más bien testimonial
y ha impulsado en Barcelona una plataforma de diálogo interreligioso diferenciada,
con el nombre de “Grupo de Trabajo Estable de las Religiones”. Así, la
representación de la fe católica en los Parlamentos ha quedado limitada a
creyentes de base, algunas congregaciones religiosas, como el monasterio de
Santa Clara de Manresa, y algunos sacerdotes comprometidos con el diálogo
ecuménico e interreligioso. En ese sentido, cabe destacar la importante presencia
del Centro Ecuménico de Cataluña como uno de los principales impulsores, desde
el ámbito cristiano, tanto de la Red de entidades de diálogo como de los
Parlamentos de religiones.
11
Sobre la implantación de grupos y actividades próximos a esta corriente, véase el estudio sociológico de Mª
del Mar Griera y Ferran Urgell, Consumiendo religión: nuevas formas de espiritualidad entre la población
juvenil. Fundación La Caixa, Barcelona, 2001.
Además de las iniciativas municipales, que a veces cuentan con una
importante oposición vecinal que es aprovechada por algunos representantes
políticos, como el reciente caso del concejal Xavier García Albiol del Partido
Popular en Badalona, o el desarrollo de un partido político contrario a la
inmigración en Vic y que ya se está expandiendo a otras localidades catalanas, el
propio gobierno autonómico catalán ha desarrollado diversos programas para
facilitar el conocimiento de las religiones y animar los encuentros entre ellas. Así,
ha instituido recientemente un programa sobre la presencia de representantes
religiosos en hospitales y en prisiones. Según un estudio patrocinado por el
Consejo de Europa, “el Islam es la religión que atrae más el foco de atención en
Cataluña, por lo que el gobierno autónomo ha tenido que llevar a cabo programas
específicos para este colectivo… Estos programas no sólo reflejan la voluntad
política de supervisar la práctica del Islam, a cambio de su reconocimiento público,
sino que son también una oportunidad para que los recién llegados conozcan la
lengua catalana, que es un punto fundamental de la política de inmigración e
integración catalana.”12 No cabe duda que, aunque no se trate de un programa
oficial, los Parlamentos de las religiones constituyen una pieza fundamental en el
encaje de la creciente diversidad religiosa en una sociedad cada vez más plural y,
no obstante, cada vez más amenazada por los peligros de la xenofobia y los
ataques de los fundamentalismos religiosos y seculares. En este sentido, y más
allá de los ideales espirituales de Raimon Panikkar, es evidente que los
Parlamentos pueden tener un papel fundamental en el proceso de normalización
de la diversidad religiosa si son capaces de dirigirse no sólo a los ya convencidos
y concienciados de la necesidad del diálogo interreligioso, sino también al hombre
y la mujer de la calle, preocupados por la presencia del velo en las escuelas,
atenazados por una crisis económica que recorta implacablemente el acceso a los
servicios sociales y un crecimiento del desempleo, que podrían ser detonantes de
situaciones conflictivas entre comunidades culturales y religiosas. Que lleguen a
constituirse en eventos sociales multitudinarios que impulsen una percepción de la
12
Flora Burchianti y Xabier Itçaina, “Local authorities and inter-faith dialogue in Spain”, en Gods in the City:
Intercultural and Interreligious Dialogue at Local Level, Council of Europe Publishing, Wasselone, 2007,
págs.. 117-18.
diferencia como un valor positivo, al tiempo que desactiven la fuerza destructora
de los esencialismos y las intransigencias de unos y otros, es el reto al que los
futuros Parlamentos deberán enfrentarse en la segunda década del siglo XXI.
BIBLIOGRAFÍA