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Un pájaro lacerado sostiene el mundo

¿Desde dónde y cómo decir el dolor, la injusticia? ¿Qué palabra encontrar que
de cuenta de la historia y, a la vez, nos diga la plenitud de lo posible? ¿Qué voz
hallar que no traicione esa esperanza? Laura Giordani sabe bien que el
compromiso con la realidad se impone al poeta: “es imposible no
comprometerse de algún modo: lo quiera o no, el poeta está inmerso en un
presente” Y desde esta fidelidad, caminando entre las heridas del presente,
descubre la “pulsación clandestina”, la belleza que late en cada cuerpo y abre
espacio a la palabra: “En cada pecho, una rotura/ un hueco para alojar la
verdad”. En ese hueco nace primero la escucha, el acompasar nuestro latido
con los que sufren; y luego una palabra que es capaz de “volverse contra sí
misma/ malherirse en la aspereza”. Y “abrir aún más sus vocales/ para recibir
de lleno la indigencia”. Y decir el hambre (“ la luz desfallece/ de tanto ver el
hambre”), una sed gigante que ninguna lluvia puede saciar, o ese dolor infinito,
inconsolable, del estremecedor poema “Primera vez”: “Si hay dios, que esta
noche/ caiga de rodillas y llore todo lo creado”. La poesía de Laura Giordani es
Karuna, padecer con los que sufren y alzar, mediante la palabra, una débil pero
persistente y nunca derrotada esperanza; pues la belleza y el sufrimiento
sostienen el mundo y su voz recoge ese mínimo, bellísimo y necesario, acto de
vida: “el aleteo de un pájaro lacerado sostiene el mundo”. Su poesía canta,
desde el dolor, este prodigio de la existencia. Y nos invita a escucharlo, para
que este pájaro, aún herido, siga en su vuelo.

Antonio Crespo Massieu


Viento Sur Número 103/Mayo 2009

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